Reivindicación de la mujer. De Olympe de Gouges a Flora Tristán

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TRABAJO FIN DE GRADO
Título
Reivindicación de la mujer. De Olympe de Gouges a Flora
Tristán
Autor/es
Eduardo Cereceda Guía
Director/es
José Miguel Delgado Idarreta
Facultad
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales
Titulación
Grado en Trabajo Social
Departamento
Curso Académico
2014-2015
Reivindicación de la mujer. De Olympe de Gouges a Flora Tristán, trabajo fin de
grado
de Eduardo Cereceda Guía, dirigido por José Miguel Delgado Idarreta (publicado por la
Universidad de La Rioja), se difunde bajo una Licencia
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
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El autor
Universidad de La Rioja, Servicio de Publicaciones, 2015
publicaciones.unirioja.es
E-mail: [email protected]
TRABAJO DE FIN DE GRADO
LA REIVINDICACIÓN DE LA MUJER.
DE OLYMPE DE GOUGES A FLORA TRISTÁN.
EDUARDO CERECEDA GUÍA
TUTOR
JOSÉ MIGUEL DELGADO IDARRETA
FIRMADO
GRADO EN TRABAJO SOCIAL
FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES
AÑO ACADÉMICO 2014-2015
0
RESUMEN: El presente trabajo tiene por objeto de estudio conocer de que modo y por
qué brotó en Europa el germen del feminismo. Para ello realizaremos un recorrido
histórico por algunos de los acontecimientos más relevantes de la época en este ámbito.
Comenzaremos por la segunda mitad del siglo XVIII que es cuando surgió la primera
fase, también denominada como feminismo e ilustración, es en este momento cuando
ocurrieron una serie de acontecimientos feministas muy ligados a la Revolución
francesa de 1789, ya que fueron muchas mujeres las que entendieron que el triunfo de la
revolución fue solamente el de los hombres burgueses, y no el de las mujeres, las cuales
continuaban viendo oprimidos sus derechos, pese a que muchas de ellas tuvieron un
papel muy activo durante los acontecimientos revolucionarios. Continuaremos con la
primera mitad del siglo XIX momento en el cual surgió la llamada segunda fase o
primera ola, fue una época muy relacionada con la opresión del proletariado y sobre
todo con la mujer proletaria, por un lado a manos del empresario capitalista y por otro a
manos de sus maridos.
PALABRAS CLAVE : mujer, feminismo, igualdad, derechos, opresión.
ABSTRACT: This project aims to study how and why the seeds of feminism sprouted
in Europe. To do this we will take a historical tour around some of the most important
events of all time in this area. We begin with the second half of the eighteenth century,
when the first phase takes place, also known as feminism and illustration. During this
period a large number of feminist events occurred, they were closely linked to the
French Revolution of 1789, as there were a lot of women who understood that the
triumph of the revolution belonged only to bourgeois men, and not to women, who
continued to see oppressed their rights, even though many of them had a very active
role during the revolutionary events. We will continue with the first half of the
nineteenth century when the so-called second phase or first wave arose, it was totally
related to the oppression of the proletariat and especially with the proletarian woman,
first at the hands of the capitalist entrepreneur and secondly at the hands of their
husbands.
KEY WORDS: women, feminism, equality, rights, oppression.
1
ÍNDICE
1. Estado de la cuestión
3
2. Fuentes
4
3. Hipótesis y objetivos del trabajo
5
4. Metodología
6
5. La mujer en la segunda mitad del siglo XVIII y primera mitad del siglo XIX 7
5.1. De Olympe de Gouges hasta la finalización de la Revolución Francesa
(1748-1799)
7
5.1.1. La “mujer” en La Enciclopedia
8
5.1.2. Posición de inferioridad de la mujer
11
5.1.3. Petición de modificaciones legislativas
14
5.1.4. La mujer durante la Revolución Francesa
18
5.1.4.1 Declaración de Los derechos de la mujer y la ciudadana
(1791)
19
5.1.4.2. Asociaciones feministas
22
5.1.4.3. Cuadernos de quejas
25
5.1.5. Prensa femenina
28
5.2. De Flora Tristán a la formación de la I Internacional (1803-1864)
30
5.2.1. Relación de opresión indisoluble entre mujer y proletariado 31
5.2.2. Exigencias para lograr la igualdad
34
5.2.3. Influencia de Mary Wollstonecraft y de Charles Fourier en Flora
Tristán
35
5.2.4. Unión obrera (1843)
37
5.2.5. Seneca Falls (1848)
40
5.2.6. Ascendiente de Flora Tristán en Karl Marx y Friedrich Engels 42
5.2.7. Prensa femenina
44
6. Conclusiones y resultados
47
7. Bibliografía
49
2
1. ESTADO DE LA CUESTIÓN
Actualmente la discriminación sexista que sufren las mujeres es un problema
muy grave que padecen incluso las sociedades occidentales más desarrolladas todavía
en pleno siglo XXI. Sin embargo, por fortuna existen muchas asociaciones que luchan
porque esa igualdad de género pueda hacerse efectiva en un espacio de tiempo no muy
grande. Es importante saber que el feminismo no es un tema que haya aparecido durante
los últimos años o las últimas décadas de forma espontánea, es un asunto que fue
surgiendo de forma paulatina desde hace varios siglos atrás. Muchos de los logros
conseguidos por el feminismo durante los últimos tiempos no podrían haberse obtenido
de no haber sido por el esfuerzo y la lucha de una serie de pioneras como fueron
Olympe de Gouges o Flora Tristán, es precisamente sobre estas dos autoras francesas
sobre quienes principalmente trata el presente trabajo.
Aunque fue ya durante la Edad Media cuando surgieron las primeras polémicas
a raíz de la desigualdad entre hombres y mujeres, no fue hasta el siglo XVIII durante el
periodo conocido como la Ilustración cuando verdaderamente comenzaron a realizarse
las primeras reivindicaciones de derechos y críticas de las estructuras sociales. Es
justamente durante este contexto histórico, en plena Revolución Francesa de 1789,
cuando surgió la figura de Olympe de Gouges, autora de la Declaración de los derechos
de la mujer y la ciudadana en 1791. Esta autora fue principalmente una gran defensora
de la igualdad entre el hombre y la mujer en todos los aspectos de la vida tanto privada
como pública, pese a que en aquel momento el ámbito público estaba completamente
restringido para las mujeres, salvo en contadas excepciones, porque la presión social les
obligaba a dedicarse exclusivamente al ámbito doméstico y al cuidado de su familia.
Durante el siguiente siglo XIX, una de las mujeres feministas más influyentes
fue Flora Tristán, autora de Unión obrera en 1843, quien además de preocuparse por la
causa feminista en sentido estricto, también luchaba por los derechos del proletariado
durante la Primera Revolución Industrial, pensaba que la única forma de que pudieran
mejorar sus condiciones era haciendo una unión que acogiese a todos los obreros,
independientemente de su oficio, por ello es considerada como una persona que influyó
notablemente en la posterior formación de la I Internacional de 1864. Sobre todo se
preocupó por la defensa de las mujeres obreras, que además de sufrir el maltrato de sus
maridos, o padres si eran solteras, también tenían que soportar las largas e infrahumanas
condiciones laborales a las que eran sometidas por parte del empresario.
3
2. FUENTES
Para la realización de este trabajo me he basado principalmente en el estudio de
varios libros, algunos artículos extraídos fundamentalmente de la base de datos Dialnet
y la búsqueda de las fechas exactas de acontecimientos históricos las he obtenido a
través de diversas páginas Web de contenidos históricos.
Los tres principales libros que he utilizado han sido: La ilustración olvidada. La
polémica de los sexos en el siglo XVIII de Olympe de Gouges, en edición de Alicia H.
Puleo, esta obra es una recopilación de textos de autores de la época que guardan algún
tipo de relación con la defensa de la causa feminista, como Madame Lambert,
Mademoiselle Jodin, Jean le Rond D’Alembert, Nicolas de Condoncert o la propia
Olympe de Gouges. El segundo ejemplar es Feminismo y utopía, Unión obrera de Flora
Tristán, en edición de Yolanda Marco. Y finalmente Feminismo y socialismo de Flora
Tristán, en edición de Ana de Miguel y Rosalía de Romero, esta última publicación es
una antología de una serie de textos de algunas de las obras más importantes de Flora
Tristán además de la ya mencionada anteriormente Unión obrera de 1843, también
están recogidas, Peregrinaciones de una paria de 1838 y Paseos en Londres de 1840.
También he usado otros libros de forma más puntual, entre los que quiero
destacar, ya que solamente me interesaban algunos aspectos concretos, como Voltaire
de Carlos Pujol, Regulación del divorcio en el derecho francés de María Ángeles Félix
Ballesta, La Declaración de la Independencia. La Declaración de Seneca Falls (Texto
bilingüe) de Juan José Coy o La Sagrada Familia de Karl Marx y Friedrich Engels con
Prólogo de Franz Mehring.
Además he empleado una serie de trabajos más específicos como pueden ser La
mujer en la Revolución Francesa de 1789 de Jesús Cantera Ortiz de Urbina, La
aproximación teórica al concepto de prensa femenina de María Isabel Menéndez
Menéndez, La mujer en la prensa femenina del XIX de Blasina Cantizano Márquez, o el
artículo titulado “Mary Wollstonecraft: un caso de feminismo ilustrado” de Rosa Cobo
Bedia.
4
3. HIPÓTESIS Y OBJETIVOS DEL TRABAJO
Hipótesis:
El concepto de feminismo no es un término nuevo que se ha empezado a utilizar
solamente durante las últimas décadas del siglo XX, sino que el movimiento parte desde
hace varios siglos atrás.
Actualmente y a lo largo de la historia no solamente las mujeres han luchado
para lograr la igualdad de derechos, también muchos hombres han apoyado la causa
femenina.
En las últimas décadas se ha conseguido avanzar mucho más en esta
problemática que cuando se empezó.
En los diversos acontecimientos que han marcado el rumbo de la historia, como
por ejemplo la Revolución Francesa de 1789 o la lucha obrera, las mujeres tuvieron un
papel mucho más activo y relevante de lo que se quiere hacer creer desde algunos
sectores más conservadores.
Por último, el ámbito doméstico era el único al que las mujeres tenían acceso,
teniendo totalmente restringido el ámbito público, hasta bien entrado el siglo XX.
Objetivos:
El objetivo general de este trabajo es poder averiguar cuando y por qué surgió el
concepto de feminismo.
Los objetivos específicos son los cuatro siguientes, descubrir que medios y
posibilidades reales tenían las mujeres para luchar por sus derechos desde siglos atrás;
conocer mejor a las mujeres y hombres que apoyaron la igualdad a lo largo de la
historia; estudiar diversos acontecimientos históricos desde el punto de vista de la
igualdad de género; y averiguar cual era la opinión que tenía la sociedad de la época en
general sobre el asunto de la mujer.
5
4. METODOLOGÍA
La manera que he tenido de trabajar ha sido en un primer lugar la de buscar
bibliografía sobre el tema en cuestión, con ayuda de mi tutor de trabajo de fin de grado,
fundamentalmente a través de bibliotecas, buscadores y bases de datos en Internet,
como Dialnet mencionada anteriormente en el apartado fuentes.
Después he seleccionado toda esa información, ya fuese en forma de libros o
artículos en formato papel o virtual, haciendo una primera criba, considerando que
información me sería de mayor utilidad a raíz del estudio del índice y la posterior
lectura de los libros, y de los artículos.
El siguiente paso ha sido la lectura y estudio de todos esas publicaciones que he
considerado en un primer momento que eran importantes para la realización de este
trabajo. A raíz de esta lectura comprensiva, he realizado otra clasificación con la
información que he considerado que me sería de utilidad y he descartado la que no, con
la finalidad de seguir reduciendo la información para quedarme solamente con la más
beneficiosa en relación a esta temática.
A continuación he determinado cuáles iban a ser las hipótesis iniciales y los
objetivos que quería conseguir realizándolo, mediante la división en un objetivo general
y varios específicos.
Posteriormente he procedido a realizar el trabajo teórico en sí, apartado cinco,
con la ayuda de toda la información bibliográfica que he ido clasificando a medida que
la iba estudiando, poniendo especialmente interés en el momento de citar correctamente
la bibliografía correspondiente. Durante la realización de esta parte han sido
fundamentales las diversas reuniones que he realizado con mi tutor de trabajo de fin de
grado, en las cuales siempre me ha orientado, ha resuelto mis dudas y me ha planteado
aspectos del proyecto que podría encaminarlos de otra manera que resultase más
adecuada a lo que quería conseguir.
6
5. LA MUJER EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII Y PRIMERA MITAD
DEL SIGLO XIX
En estos años de la segunda mitad del siglo XVIII y primera mitad del siglo XIX
la mujer vivía en una posición de inferioridad total respecto del hombre, incluso al
desamparo de las propias leyes, fue cuando brotó el primer germen del feminismo,
durante la denominada primera fase o feminismo e ilustración.
En el siglo XVIII aparecen dos importantes feministas como son Olympe de
Gouges1 y Théroigne de Mericourt2, las cuales participaron de una forma muy activa
durante la Revolución Francesa. Ambas durante este periodo tuvieron muchos
problemas con la sociedad, incluso la muerte. De Gouges fue ejecutada en la guillotina
y a de Mericourt una humillante paliza pública le propició sufrir una demencia de la que
nunca se recuperaría.
Posteriormente en el siglo XIX surgen otras mujeres que defenderán sus propios
derechos como fue Flora Tristán. Durante una época caracterizada por la lucha del
proletariado, que para muchos autores estaba ligada a la lucha feminista porque tenía
ideas, objetivos y aspiraciones comunes, o al menos muy similares.
5.1. DE OLYMPE DE GOUGES HASTA LA FINALIZACIÓN DE LA
REVOLUCIÓN FRANCESA (1748-1799)
Este apartado se inicia precisamente en el año de nacimiento de Olympe de
Gouges porque creo que fue una de las mujeres más influyentes de todo el siglo XVIII,
principalmente porque tuvo un papel muy importante durante la Revolución Francesa,
entre otros motivos por ser la autora de Los Derechos de la mujer y la ciudadana.
También he considerado oportuno, finalizar este bloque con la fecha en la que
oficialmente se dio por terminado el proceso revolucionario francés.
Haremos un recorrido histórico durante la segunda mitad del siglo XVIII,
tratando algunos de los temas de mayor interés para el análisis de la mujer durante este
periodo de tiempo tan convulso: la definición del concepto de “mujer” en La
Enciclopedia o Diccionario razonado de las Ciencias, las Artes y los Oficios
Olympe de Gouges, (Moutauban, 1748 – París, 1793). Escritora, dramaturga y política francesa.
Théroigne de Méricourt, (Marcourt -Lieja-, 1762 – París, 1817). Su verdadero nombre era Anne-Joséphe
Théoigne fue una política y feminista de gran importancia durante la Revolución Francesa.
1
2
7
(L’Encyclopédie, ou Dictionnaire raisonné des Sciences, des Arts et des Métiers)3
editada por Denis Diderot4 con discurso preliminar de D’Alembert5; cómo era esa
posición de inferioridad de la mujer; qué peticiones de modificaciones legislativas
pedían las propias mujeres y algunos hombres que luchaban por la igualdad; qué papel
tuvo la mujer durante la Revolución francesa; y finalmente cómo se trataba en esta
época el feminismo en la prensa.
5.1.1. La “mujer” en La Enciclopedia
La Enciclopedia fue una obra editada por Diderot, entre 1751 y 1772 gracias
entre otros al apoyo de Madame de Pompadour6. Su finalidad era la de ordenar y
resumir los conocimientos que se habían alcanzado hasta ese momento. La obra se
publicó pese a los numerosos intentos por parte de jesuitas y jansenistas para que ésta
no llegase a ser impresa.
“Cuando las autoridades suspendieron La Enciclopedia (lo cual, como es sabido,
no impidió que la obra siguiera publicándose bajo mano) jesuitas y jansenistas por una
vez estuvieron de acuerdo de aplaudir tal decisión; unos y otros habían hecho todo lo
posible por desacreditar la empresa de Diderot y D’Alembert”.7
Esta obra abarca múltiples y diversos ámbitos como por ejemplo: la filosofía, la
ciencia, la religión, las artes, la política… pero en este trabajo nos centraremos en los
artículos que hacen referencia al tema de “la mujer”. La recopilación de textos que
aparece recogida en esta obra acerca de este ámbito, es una continua contradicción
debido a que, en algunos de ellos existe un talante claramente feminista, en otros se
justifica la superioridad del hombre sobre la mujer.
La Enciclopedia o Diccionario razonado de las Ciencias, las Artes y los Oficios (L’Encyclopédie, ou
Dictionnaire raisonné des Sciences, des Arts et des Métiers). En adelante se citará solamente como La
Enciclopedia, como es habitualmente conocida.
4
Denis Diderot (Langres, 1713 - París, 1784). Editor de La Enciclopedia. Filósofo francés, además de
autor de novelas, ensayos, obras de teatro y crítica artística y literaria.
5
Jean le Rond d'Alembert (París, 1717 - París, 1783). Matemático, filosófico y enciclopedista francés.
Creador junto con Diderot de La Enciclopedia.
6
Jeanne-Antoinette Poisson, Madame de Pompadour (París, 1721 - Versalles, 1764). Importante
cortesana de la Francia del siglo XVIII, además de una de las principales promotoras de la cultura durante
el reinado de Luis XV.
7
Pujol, C. (1999) Voltaire, Madrid, Ediciones Palabra, p. 181.
3
8
El primero de los textos se titula “Mujer (derecho natural)”, que habla acerca de
la posibilidad de que determinadas mujeres conserven autoridad respecto a su cónyuge,
una vez realizado el contrato matrimonial. El segundo “Mujer (antropología)”, pretende
desmentir los prejuicios que existen sobre las mujeres, desde que las teorías anatómicas,
basadas en los estudios de Hipócrates8 y Galeno9, que afirmaban que los órganos
sexuales femeninos eran en realidad órganos sexuales masculinos que no habían llegado
a desarrollarse completamente durante el proceso de gestación. Finalmente en el último
de los artículos “Mujer (moral)”, se puede apreciar la gran contradicción existente en La
Enciclopedia, al defender el ideal de mujer doméstica de Rousseau, en su obra Emilio o
La Educación, concretamente en el “Libro V”, en el cual hace alusión a los temas de,
adultez, matrimonio, familia y educación de las mujeres.10
En el artículo titulado “Mujer (derecho natural)”, y escrito por el Señor
Caballero de Jaucourt11, se afirma que no es justo que en el matrimonio si el hombre y
la mujer tienen depositados los mismos intereses, el derecho positivo de las naciones
civilizadas de Europa le otorgue al marido la autoridad sobre su mujer y sus hijos de
forma unánime, debido a que se encuentre dotado de una mayor fuerza física e
intelectual. El autor afirma que es cierto que en la mayoría de casos el hombre se
encuentra más capacitado que la mujer para dirigir correctamente los asuntos
particulares. Aunque también alega que existen casos en los cuales, la mujer se
encuentra tan o incluso más capacitada que su marido para ejercer el gobierno de la
familia. Para defender su argumentación pone el ejemplo de que en las naciones más
civilizadas de Europa a lo largo de la historia, se han visto algunos matrimonios reales
en los cuales los hombres han sido sometidos a la autoridad de sus mujeres: Felipe II y
María, reina de Inglaterra, los de María, reina de Escocia, y los de Fernando e Isabel
para gobernar en común los reinos de Castilla y Aragón.
Hipócrates de Cos (Cos, 460 a. C. – Tesalia, 370 d. C.) Médico griego, considerado por muchos autores
como “el padre de la medicina”. Realizador de una gran ordenación en el estudio sistemático de la
medicina clínica y de prácticas médicas de gran importancia histórica, como El juramento hipocrático.
9
Galeno de Pérgamo (Pérgamo, 130 – Roma 200/216). Médico griego, reunió y coordinó todo el
conocimiento médico acumulado por sus predecesores, añadió sus propias observaciones y creó un
sistema que ejerció una profunda influencia en el campo de la medicina durante los siglos posteriores.
10
Puleo, A. (1993) “Los artículos “mujer” en La Enciclopedia de Diderot” La ilustración olvidada. La
polémica de los sexos en el siglo XVIII, Madrid, Anthropos y Comunidad de Madrid, p. 36.
11
Caballero Louis de Jaucourt (París, 1704 - Compiègne, 1779). Médico, filósofo y escritor francés.
Colaborador de gran importancia en La Enciclopedia.
8
9
“Mujer (antropología)”, en este texto el Abate Mallet12 afirma que los
anatomistas opinaban que las mujeres en realidad eran hombres que no habían
conseguido desarrollar completamente sus órganos, y de ahí procede el carácter débil
que poseen. Además de los anatomistas, algunos filósofos platónicos también tuvieron
ideas similares acerca del desarrollo y de las características inferiores de la mujer, según
Ficino13:
“la virtud generativa en cada animal se esfuerza por producir un macho en tanto éste es
lo más perfecto en su género, pero que la naturaleza universal quiere a veces una
hembra, para que la propagación debida al concurso de ambos sexos perfeccione el
universo. Ver tomo II de las obras de Marsilio Ficino”.14
Según las ideas que tenían determinados filósofos de la época, el cometido de la
mujer en el mundo era únicamente el de la procreación, para que pudiese seguir
naciendo más hombres, que son seres mucho más perfectos. Por fortuna no todas las
opiniones filosóficas iban encaminadas en la misma dirección, en un extremo opuesto,
estaba situada la figura de Platón, en su quinto diálogo sobre La República pedía que
tanto las mujeres como los niños debían de ser comunes en la república, y además, ellas
debían de tener las mismas ocupaciones que los hombres.15
Mallet también hace referencia al aspecto de que, pese a lo descuidado de la
educación que reciben las mujeres, a lo largo de la historia en todos los lugares
civilizados de Europa, siempre ha habido mujeres inteligentes. Poniendo los ejemplos
de Safo de Lesbos16 y de lo admirados que han sido siempre a lo largo del tiempo los
12
Abate Edme-François Mallet (1713 - 1755). Teólogo y escritor francés. Participó en la creación de La
Enciclopedia, para la cual escribió numerosos artículos, centrados principalmente en la teología, la
historia y la literatura.
13
Marsilio Ficinio (Figline, 1433 - Florencia, 1499). Sacerdote católico, filólogo, médico y filósofo
italiano. Artífice del renacimiento del neoplatonismo y de la creación de la Academia Platónica
Florentina.
14
Abate Mallet (1993) “Mujer (antropología)” en “los artículos mujeres” en La Enciclopedia de Diderot
en La ilustración olvidada. La polémica de sexos en el siglo XVIII, en edición de Alicia H. Puleo, Madrid,
Anthropos y Comunidad de Madrid, p. 41.
15
Abate Mallet (1993) “Mujer (antropología)” en “los artículos mujeres” en La Enciclopedia de Diderot,
op. cit., p. 42.
16
Safo de Mitilene o de Lesbos (Lesbos, 650/610 a. C. - ¿Léucade?, 580 a. C.) Poetisa griega.
10
hermosos poemas que escribió; de Hiparquía17, una de las primeras mujeres filósofas de
la historia; o de Hipatia18, gran filósofa, astrónoma y matemática.
En el último de los textos “Mujer (moral)”, el autor afirma que ambos sexos
tienen ventajas casi iguales. Los hombres gozan de más fuerza, coraje y razón; mientras
que las mujeres poseen una mayor belleza, fineza y sentimiento. En el artículo, M.
Desmahis19, pone el ejemplo de cómo es la moral de una chica perteneciente a una clase
social elevada, y por las distintas fases por las que atraviesa. El primer periodo, es el de
ser una jovencita ingenua que “está más preocupada por mostrarse, que por ver”; en el
segundo hace que los desengaños vividos por culpa de los hombres, la convierten en
una mujer que “antes pertenecía al amor, ahora pertenece al placer”; y finalmente en el
último periodo de su vida, es capaz de fingir sentimientos con el objetivo de
beneficiarse.
5.1.2. Posición de inferioridad de la mujer
“Cartas de una turca en París” es una publicación anónima en la cual una mujer
de origen turco residente en París le cuenta a su hermana que se encuentra en Turquía, y
le describe como es allí la vida de las mujeres. Sirve como complemento a la obra de
1731 de Montesquieu20, Cartas persas. Es una lectura de la cual no se tiene un
conocimiento exacto, aunque a juzgar por lo que quiere transmitir el texto, se considera
que fue escrita por una mujer. Lo que no se puede saber es si la mujer que
supuestamente realizó está publicación era en realidad una mujer de origen turco que
residía en París, o por el contrario era una mujer francesa que pretendía denunciar con
ello el trato degradante que sufría la mujer en su país concretamente y en Europa en
general. Lo que sí que está bastante aceptado es que la persona que escribió la obra,
pretendía realizar una versión distinta de lo que en su momento publicó Montesquieu en
sus Cartas Persas, aquí la presunta autora muestra un relato seguramente mucho más
real de cómo era la relación en el París del siglo XVIII entre hombres y mujeres.
Hiparquía (Maronea de Tracia, Península de los Balcanes, ca. 346 a. C. – ca. 300 a C.). Una de las
primeras mujeres filósofas, compartió la particular forma de viva de la escuela cínica.
18
Hipatia (Alejandría, 370 – Alejandría, 415). Filósofa y maestra neoplatónica griega, natural de Egipto,
destacó en los campos de las matemáticas y la astronomía.
19
Joseph-François-Édouard de Corsembleu Sieur de Desmahis (Sully-sur-Loire, 1723 - París, 1761).
Escritor dramaturgo francés. Colaborador de La Enciclopedia.
20
Charles-Louis de Montesquieu (Chateâu de la Brède, 1689 - París, 1755). Escritor y jurista francés,
conocido fundamentalmente por su teoría de la separación de poderes, que a lo largo de la historia ha sido
utilizada como base de la mayoría de las constituciones democráticas en todo el mundo.
17
11
“¿No encuentras que sus maneras se parecen mucho a las costumbres desapegadas y
humillantes que tienen los turcos para con nuestro sexo? Incluso más bárbaros todavía.
Un turco compra a una mujer. Ella no es dueña de no pertenecerle. Él no contrae ningún
compromiso con su posesión. La encierra en un harem al cual nada le obliga a ir cuando
no lo desea. Pero en Francia, una mujer es libre: ella podría decidirse por cualquier otro
distinto al amante a quien ha entregado su corazón. Él la seduce y, en cuanto la
conquistó, en cuanto la encerró, por así decir, en la idea seductora de ser amada por él,
ya sólo la ve de pasada. Esto es una ingratitud. El turco sólo es inconstante en sus
amores. El francés es ingrato”. 21
Esta publicación, critica el trato que proporcionan los hombres a las mujeres en
Francia, llegando incluso a afirmar que es más vejatorio que el que reciben las turcas
cuando son compradas para formar parte de un harem, para satisfacer las necesidades de
su amo. Porque dice que la mujer turca, no tiene la opción de no pertenecer al hombre
que ha pagado por ella, pero en cambio la mujer francesa en realidad debería de poder
ser libre para elegir a otro hombre, si el trato que recibe de él no es el más adecuado.
Anne de Lambert22, en su obra de 1727 Nuevas reflexiones sobre las mujeres,
realiza también una crítica sobre el maltrato que reciben las mujeres. Por un lado el
recibido por las escritoras de parte de algunos hombres, que por el hecho de serlo, no
dudan en menospreciarla y difamarla. Por otro lado, el recibido desde que son niñas,
cuando los hombres en general se niegan a que obtengan una formación académica,
cuando en realidad una mujer posee la misma capacidad intelectual y aptitudes que un
hombre.
Según Lambert, muchas mujeres en vez de luchar con más fuerza todavía, lo que
hacen es aceptarlo y dedicarse a la vida que les proponen los hombres que las
infravaloran, es decir al margen de los libros y de los estudios. Por eso en su obra
Consejos de una amiga, no se dirige a la mayoría de las mujeres resignadas, si no
solamente a quienes no están de acuerdo con lo que les propone la sociedad.
“La mayor parte de las mujeres sólo están hechas para beber, comer, dormir, dar a luz
hijos, jugar, engañar a sus amantes, a sus maridos, a sus directores y criticar a sus
Anónimo (1993) “Cartas de una turca en París, escritas a su hermana en el harem para servir de
complemento a las cartas persas (1731)” en “La mirada crítica del otro: Montesquieu y una réplica
anónima” en La Ilustración olvidada. La polémica de los sexos en el siglo XVIII”, op. cit., 64.
22
Anne-Thérèse de Marguenat de Courcelles, también conocida como Madame de Lambert (1647 1733). Fue una escritora francesa muy involucrada en denunciar el trato discriminatorio recibido por las
mujeres.
21
12
semejantes, estas máximas no les sirven. No les indico ningún respecto. Pero las quieran
o puedan oír lo que digo en esta obra, extraerán el partido que les convenga…”23
También había algunos hombres que estaban muy en desacuerdo con el trato que
la sociedad en general dispensaba a la mujer, como Jean le Rond D’Alembert codirector
de La Enciclopedia. En el año 1759 escribió una carta dirigida a Jean Jacques Rousseau,
en la que le instaba a que recapacitase en su opinión acerca de las mujeres, a las cuales
las consideraban menos aptas a nivel intelectual que los hombres, y por ello la única
instrucción que debían de recibir en su vida era la relacionada con aprender a satisfacer
las necesidades de sus: maridos, hijos, padres…
D’Alembert, contradice a Rousseau en su modo de pensar con una serie de
argumentaciones, relacionadas con la nula educación que les proporciona la sociedad y
con su aptitud para entender la filosofía:
“La educación funesta, yo diría casi homicida, que les prescribimos, sin permitirles
tener otra; educación en la que aprenden casi únicamente a fingir sin cesar, a ahogar
todos los sentimientos, a ocultar todas sus opiniones y disfrazar todos sus
pensamientos”.
“Descartes las juzgaba más aptas que nosotros para la filosofía y una princesa
desdichada fue su mejor discípulo.”24
Sin embargo esta carta, no hizo que Rousseau cambiase su forma de pensar,
debido a que años después de recibirla concretamente en el año 1762, publicó en el
“Libro V” del Emilio o De la educación:
“Toda la educación de las mujeres debe estar referida a los hombres. Agradarles, serles
útiles, hacerse amar y honrar por ellos, criarles de pequeños, cuidarles cuando sean
mayores, aconsejarles, consolarles, hacerles la vida agradable y dulce: éstos son los
deberes de las mujeres de todos los tiempos y lo que ha de enseñárseles desde la
infancia”. 25
De Lambert, A. (1993) “Consejos de una amiga” en “El racionalismo ético de Madame Lambert” en La
Ilustración olvidada. La polémica de los sexos en el siglo XVIII”, op. cit., p. 71.
24
D’Alembert (1993) “Carta de D’Alembert a Jean-Jacques Rousseau” en “D’Alembert polemiza con
Rousseau” en La Ilustración olvidada. La polémica de los sexos en el siglo XVIII”, op. cit., pp. 74-75.
25
D’Alembert (1993) “Carta de D’Alembert a Jean-Jacques Rousseau” op. cit., pp. 73.
23
13
Madame Louise D’ Epinay26 en su Carta al Abate Galliani27 escrita en París el
14 de marzo de 1772, realiza una crítica del Ensayo sobre el carácter, costumbres e
intelecto de las mujeres publicado ese mismo año por Antoine Léonard Thomas.28
En ella muestra su disconformidad con la publicación, debido a que el
académico Thomas recurre de manera constante a un gran número de tópicos, que nunca
pueden ser generalizables, sobre la belleza, la amistad, la sensibilidad… de las mujeres.
Tampoco se muestra a favor en cuanto al tema de que tienen menos constancia,
persistencia y coraje que los hombres, ya que según D’Epinay:
“Pero ¿acaso el coraje es algo distinto en los hombres? Lo que nos mueve con fuerza es
la opinión o la ambición. Poned en las instituciones y en la educación de las mujeres el
mismo prejuicio de valor y habrá tantas mujeres valerosas como hombres, puesto que
hay cobardes entre ellos a pesar de lo que comúnmente se piensa y que el número de
mujeres valerosas es tan grande como el de hombres cobardes”. 29
5.1.3. Peticiones de modificaciones legislativas
Durante la segunda mitad del siglo XVIII fueron muy habituales las peticiones
de modificaciones legislativas realizadas a los gobernantes de los países desarrollados
de Europa. Principalmente este fue un movimiento muy activo en Francia. Algunos de
las personas que solicitaban la introducción de estas medidas para una equiparación de
derechos entre hombres y mujeres, y que estudiaremos en este apartado fueron: Paul
Henri Thiry d'Holbach30, Nicolás de Cordoncet31 y Marie Madeleine Jodin. 32
Louise Florence Pétronille Tardieu d'Esclavelles d'Épinay (Valenciennes, 1726 – París, 1783). Fue una
escritora francesa, trabajó muy activamente en promover la igualdad entre hombres y mujeres,
principalmente por medio de sus publicaciones.
27
Ferdinando Galliani, también llamado Abate Galliani (Chieti, 1728 - Nápoles, 1787). Fue un
economista italiano. Se estableció unos años en París, y allí comenzó a frecuentar salones literarios,
donde conoció a personajes como: Louise D’Épinay y Denis Diderot, ya mencionados anteriormente.
28
Antoine Léonard Thomas (Clermont-Ferrand, 1732 - Oullins, 1785). Profesor, escritor y poeta francés,
además de miembro de la Academia francesa.
29
De Epinay, L. (1993) “Carta de Madame D’Epinay al Abate Galliani” en “La construcción social del
sujeto femenino: el barón D’Holbach y Madame D’Epinay” en La Ilustración olvidada. La polémica de
los sexos en el siglo XVIII”, op. cit., p. 84.
30
Paul Henri Thiry d'Holbach (Edesheim, 1723 – París, 1789). Fue un escritor, filósofo, defensor del
ateísmo y enciclopedista franco-alemán.
31
Marie-Jean-Antoine Nicolas de Caritat, Marqués de Condorcet (Ribemont, 1743 – Bur-la-Reine, 1794).
Filósofo, científico, matemático, político y politólogo francés. Luchó a favor de los derechos de las
mujeres, las personas de raza negra y los protestantes.
32
Marie-Madeleine Jodin (París, 1741 – París, 1791). Actriz, filósofa y feminista francesa. Su padre fue,
Jean Rodin, famoso relojero en el París de la época, y colaborador de La Enciclopedia a petición de
26
14
Las demandas más habituales eran, en relación a la equiparación en la educación
recibida entre hombres y mujeres, que desde la infancia, las niñas recibían un tipo de
enseñanza distinta a la de los niños. Tampoco se les permitía acudir a la universidad,
solamente se les preparaba para que fuesen buenas madres y esposas, según los ideales
de la época. También había personas que reclamaban el derecho de ciudadanía para la
mujer, ya que durante esa época, eran consideradas ciudadanas de “segunda categoría”,
y gozaban de muchos menos derechos que los hombres. Existían peticiones para que
pudiesen ser elegidas para ocupar cargos públicos. Finalmente, había quién realizó
peticiones más ambiciosas, como la creación de un tribunal especial, compuesto
solamente por mujeres, que tratase los asuntos que afecten a la mujer y hubiese algún
tipo de conflicto entre las partes, por ejemplo en asuntos de separaciones, matrimonios,
toma de hábitos, entre otras cuestiones.
El Barón de D’Holbach, colaborador en la creación de La Enciclopedia, realiza
en su obra Sistema Social una dura crítica a la sociedad de su época en general, y a los
gobernantes en particular, sobre la situación de las mujeres. Afirma que las mujeres al
no recibir una buena educación, no pueden ni desarrollarse como personas, ni poder
aspirar a nada importante en su vida.
“Al negarles una educación más sensata, al alimentarlas sólo con cumplidos y bagatelas,
al no permitirles ocuparse más que de juguetes, modas, adornos, al inspirarles sólo el
gusto por los talentos frívolos, ¿no les mostramos un desprecio muy real disfrazado bajo
las apariencias de la deferencia y el respeto?”33
Otras consecuencias de no recibir educación son que en muchas ocasiones, los
padres obligan a sus hijas a casarse con hombres horribles a quienes ni siquiera han
visto ni una sola vez, que les proporcionan matrimonios tortuosos sin ningún tipo de
felicidad. Incluso en algunos casos mujeres jóvenes de clase media, se ven obligadas a
prostituirse para poder tener algún tipo de sustento económico.
El Marqués de Condorcet, en su época de diputado de la Asamblea Legislativa
entre 1791 y 1793, que surgió a raíz de los movimientos revolucionarios, se posicionó
Diderot. Debido a la temprana muerte de Jean Rodin, fue el propio Diderot, quien se ocupó en cierto
modo de su hija Marie-Madeleine.
33
De Holbach, P. (1993) “Sobre las mujeres” de Sistema Social en “La construcción social del sujeto
femenino: el barón D’Holbach y madame D’Epinay” en La Ilustración olvidada. La polémica de los
sexos en el siglo XVIII”, op. cit., p. 79.
15
claramente en contra de la discriminación que sufrían las mujeres, las personas de raza
negra y los protestantes.
En su publicación de 1787 Cartas de un burgués de Newhaven a un ciudadano
de Virginia, realiza una crítica tanto a los hombres como a las constituciones
supuestamente libres de la época, que no otorgaban a las mujeres el derecho de
ciudadanía:
“¿Acaso los hombres no tienen derechos en calidad de seres sensibles capaces de razón,
poseedores de ideas morales? Las mujeres deben, pues, tener absolutamente los mismos
y, sin embargo, jamás en ninguna constitución llamada libre ejercieron las mujeres el
derecho de ciudadanos (…) Los hechos han probado que los hombres tenían o creían
tener intereses muy diferentes de los de las mujeres, puesto que en todas partes han
hecho contra ellas leyes opresivas o, al menos, establecido entres los dos sexos una gran
desigualdad”. 34
En otra de sus obras, Acerca de la instrucción pública de 1790, hace una
petición para que se equipare la enseñanza pública entre hombres y mujeres, desde la
infancia. Pide que acudan juntos ambos sexos a una misma escuela, en la cual se
impartan los mismos conocimientos sin ningún tipo de distinción. Cordoncet, utiliza el
ejempo de Italia, en el cual la mayor parte de personas que imparten clase a los niños y
a las niñas del país, son maestras. En sus universidades hay muchas profesoras e incluso
catedráticas, sin que ello signifique ningún tipo de problema para la sociedad ni el
alumnado. Pese a que no es un país que se caracterice por la falta de prejuicios y
estigmas hacia las mujeres.
En España cabe destacar la figura de Rosario Cepeda,35 colaboradora en la
prensa gaditana de la época, además de ser socia honorífica y secretaria entre 1797 y
1808 de la junta de damas de la Real Sociedad Económica Matritense.36 Durante un
periodo histórico en que era muy difícil que una mujer destacase intelectualmente,
debido a las grandes limitaciones educativas a las que estaban sometidas, Cepeda
alcanzó una gran notoriedad.
Condorcet, N. (1993) “Cartas de un burgués de Newhaven a un ciudadano de Virginia (1787)” en
“Feminismo y progreso de la humanidad en Condorcet” en La Ilustración olvidada. La polémica de los
sexos en el siglo XVIII”, op. cit., p. 95.
35
María del Rosario Cepeda y Mayo, (Cádiz, 1756 – Madrid, 1816). Importante escritora y poetisa
española, con obras como Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres (1790).
36
Institución filantrópica creada en 1775 por el Rey de España Carlos III en Madrid.
34
16
Finalmente Nicolás de Condorcet en su trabajo de 3 de julio de 1790, Sobre la
admisión de las mujeres al derecho de ciudadanía, es una crítica a la negativa por parte
del Estado a concederles a las mujeres el derecho de ciudadanía, y por lo tanto también
a negarles la posibilidad de ejercer cargos que representen funciones públicas.
“¿No han violado todos el principio de igualdad de los derechos al privar
tranquilamente a la mitad del género humano del derecho de concurrir a la formación de
las leyes, al excluir a las mujeres del derecho de ciudadanía? ¿Hay acaso prueba más
contundente del poder del hábito, incluso en los hombres ilustrados, que la de ver cómo
se invoca el principio de la igualdad de los derechos en favor de trescientos o
cuatrocientos hombres a los que un prejuicio absurdo había discriminado y olvidar ese
mismo principio con respecto a doce millones de mujeres?” 37
En el resto de la obra, contradice con argumentos, las razones por las cuales los
dirigentes de la época consideraban que las mujeres no eran dignas de merecer estar en
posesión del derecho de ciudadanía. Por ejemplo, alegaban que las mujeres
intelectualmente son inferiores a los hombres, porque nunca han hecho ningún
descubrimiento importante en ningún tipo de disciplina académica, a lo cual Cordoncet
alegaba:
“Agregan que ninguna mujer tiene la misma fuerza de la razón que ciertos hombres,
pero ¿qué resulta de esto?, que excepto una clase poco numerosa de hombres muy
esclarecidos, la igualdad es completa entre las mujeres y el resto de los hombres. Si esta
pequeña clase es puesta aparte, la inferioridad y la superioridad se hallan igualmente
compartidas por ambos sexos. Ahora bien, puesto que sería completamente absurdo
limitar a esta clase superior el derecho de ciudadanía y la capacidad de ejercer funciones
públicas, ¿por qué se excluiría preferentemente a las mujeres y no a los hombres que
son inferiores a un gran número de mujeres?” 38
Mademoiselle Jodin, realizó en 1790 su Proyecto de legislación para las
mujeres dirigidos a la Asamblea Nacional al mismo momento que la Asamblea
Constituyente (1789-1781) preparaba la reforma judicial.
Condorcet, N. (1993) “Sobre la admisión de las mujeres al derecho de ciudadanía (3 de julio de 1790)”
en “Feminismo y progreso de la humanidad en Condorcet” en La Ilustración olvidada. La polémica de
los sexos en el siglo XVIII”, op. cit., p. 101.
38
Condorcet, N. (1993) “Sobre la admisión de las mujeres al derecho de ciudadanía (3 de julio de 1790)”,
op. cit., p. 102.
37
17
Su obra comienza bajo el título de: “A mi sexo, y nosotras también somos
ciudadanas”. En esta primera parte, realiza la petición del derecho de ciudadanía para
las mujeres, ya que alega que ellas son la mitad del imperio. También afirma que si ellas
tienen los mismos deberes y obligaciones que los hombres, deberían tener también los
mismos derechos:
Su proyecto propiamente dicho, establece el reglamento y las competencias que
debería tener su Tribunal, presidido únicamente por mujeres, y que solamente tratase
asuntos que concerniesen al sexo femenino. Los asuntos que se tratarían serían:
“Los motivos de una separación voluntaria de los maridos y las mujeres; las quejas
relativas por parte de las viudas sobre la conducta de sus hijas, sin perjuicio de que las
señoritas se declaren inocentes con respecto a las quejas presentadas contra ellas; las
jóvenes que vayan a entrar en un monasterio con el voto de consagrarse sin haber
prestado antes declaración sobre la libertad de su elección; los hermanos y hermanas,
primos y primas no podrán llevar pleitos a la justicia regular sin haber presentado antes
sus motivos en el Tribunal; todas las discusiones entabladas entre los dos sexos serán
sometidas al Tribunal; Las promesas de matrimonio hechas antes de la mayoría de edad
que comprometieran el decoro del joven o de sus familia serían anuladas en el Tribunal
en caso de que la seducción provenga con evidencia de la joven.” 39
5.1.4. La mujer durante la Revolución Francesa (1789 – 1799)
La mujer tuvo un papel protagonista durante los procesos revolucionarios
iniciados en París durante 1789. Existen muchos nombres conocidos como, Olympe de
Gouges, autora de La Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana, o
Théroigne de Méricourt, fundadora de l’club des Amies de la Loi, club formado
exclusivamente por mujeres que participó activamente en el derrocamiento de la
monarquía de Luis XVI40 y por la instauración de la república, hecho que finalmente
sucedió el 21 de Septiembre de 1792.
Jodin, M. M. (1993) “Proyectos de legislación para las mujeres dirigidos a la Asamblea Nacional
(1790)” en “Mademoiselle Jodin y la discriminación para la igualdad” en La Ilustración olvidada. La
polémica de los sexos en el siglo XVIII”, op. cit., pp. 145-147.
40
Luis XVI de Francia (Versalles, 1754 – París, 1793). Rey de Francia entre 1774 y 1789, y tras la
Revolución Francesa, Rey de los franceses entre 1789 y 1792.
39
18
Sin embargo también lucharon por la libertad, la igualdad y la libertad41 miles de
mujeres de forma anónima durante este periodo, cada una del modo que mejor sabía o
podía. Algunas participaron desde el mismo inicio del proceso elaborando su propio
Cuaderno de quejas, en la mayoría de los casos aparecían sin firmar, y en contadas
excepciones con unas simples iniciales. Otras tantas formaron parte de las decenas de
clubs que se fundaron por todo el país respaldando la revolución. Millares de ellas
salieron a las calles como ocurrió durante los días 5 y 6 de octubre en la marcha sobre
Versalles. Este acontecimiento lo originaron las mujeres que estaban intentado
conseguir alimentos en los mercados de París durante la mañana del 5 de octubre,
desesperadas ante el alto precio de los alimentos y ante la escasez de muchos de ellos
decidieron valientemente organizarse en un pelotón todas las mujeres de cado uno de
los distintos mercados para ir hasta el palacio de Versalles y conseguir imponer sus
exigencias al rey, de camino se les unieron muchas otras y también hombres de
diferentes estratos de la población.
5.1.4.1. Declaración de Los derechos de la mujer y la ciudadana (1791)
Olympe de Gouges, publicó en 1791 su obra más importante, La Declaración de
los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, con el objetivo de que fuese decretado por la
Asamblea Nacional Constituyente francesa42. Es una adaptación que realiza una crítica a
La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano aprobada por la
Asamblea Nacional Constituyente el 26 de agosto de 1789. La autora consideraba que
no era justo que el proceso revolucionario iniciado un par de años atrás, dejase fuera de
él a la mitad de la sociedad.
La Declaración comienza con un preámbulo, que tiene la intención de ajustar La
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. En este apartado la autora,
no le limita a añadir el término “mujer” como hace en el articulado, que veremos a
continuación, sino que lo sustituye por la palabra “hombre”.
41
La Libertad, igualdad y fraternidad (Liberté, égalité, fraternité). Lema oficial de la República francesa,
surgido durante la Revolución de 1789. Ozouf, M. “Liberté, égalité, fraternité” en Nora, P. (1992) Les
lieux de mémoire, París, Gallinard, t. III, pp. 583-629.
42
La Asamblea Nacional Constituyente francesa (Assemblée Nationale Constituante). Fue formada en el
inicio de la Revolución Francesa (1789). Durante el periodo que estuvo activa tomó innumerables
medidas que cambiaron la situación política y social del país. Su andadura terminó en 1791, cuando fue
sustituida por la Asamblea Legislativa, una vez que finalizó el proceso de redacción de la nueva
constitución aceptada por Luis XVI.
19
“Las madres, hijas, hermanas, representantes de la nación, piden que se las constituya
en asamblea nacional. Por considerar que la ignorancia, el olvido o el desprecio de los
derechos de la mujer son las únicas causas de los males públicos y de la corrupción de
los gobiernos, han resuelto exponer en una declaración solemne, los derechos naturales,
inalienables y sagrados de la mujer a fin de que esta declaración, constantemente
presente para todos los miembros del cuerpo social les recuerde sin cesar sus derechos y
sus deberes, a fin de que los actos del poder de las mujeres y los del poder de los
hombres puedan ser, en todo instante, comparados con el objetivo de toda institución
política y sean más respetados por ella, a fin de que las reclamaciones de las ciudadanas,
fundadas a partir de ahora en principios simples e indiscutibles, se dirijan siempre al
mantenimiento de la constitución, de las buenas costumbres y de la felicidad de
todos.”43
En la parte final de este preámbulo, llama la atención que no pretende igualar el
sexo femenino al masculino, en vez de eso lo que hace es ubicarlo claramente por
encima.
“En consecuencia, el sexo superior, tanto en belleza como en valor -como demuestran
los sufrimientos maternales- reconoce y declara, en presencia y bajo los auspicios del
Ser Supremo, los siguientes Derechos de la Mujer y de la Ciudadana.”44
No obstante, es justo recordar que en la redacción original de 1789 habla de “los
derechos del hombre y del ciudadano” y omite deliberadamente citar los derechos de la
mujer y la ciudadana.
“En consecuencia, la Asamblea nacional reconoce y declara, en presencia del Ser
Supremo y bajo sus auspicios, los siguientes derechos del hombre y del ciudadano.”45
En cuanto a la parte del articulado, como hemos dicho anteriormente, la
Asamblea Nacional Constituyente, no menciona en ninguno de ellos ni a la mujer, ni a
la ciudadana. Dan a entender que el proceso revolucionario no sirvió para que las
mujeres gozasen de los mismos derechos que los hombres, y por lo tanto no se les hizo
partícipes de ello. En este sentido en todos y cada uno de los artículos lo que hizo De
43
De Gouges, O. (1789). Los Derechos de La Mujer y de la Ciudadana. Preámbulo.
De Gouges, O. (1789). Los Derechos de La Mujer y de la Ciudadana. Preámbulo.
45
Asamblea Nacional francesa. (1789). Los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Preámbulo.
44
20
Gouges, fue añadir las palabras “mujer” o “ciudadana”, según correspondiese en cada
artículo, y adaptarlos para que hubiese una igualdad real de derechos y de obligaciones
entre las personas de ambos sexos, sin ningún tipo de distinción ante la ley. Como
ejemplo representativo de ello véanse los artículos primeros de ambas declaraciones de
derechos:
Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789):
“Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en cuanto a sus derechos. Las
distinciones civiles sólo podrán fundarse en la utilidad pública.”46
Declaración de Derechos de la Mujer y de la Ciudadana (1791):
“La mujer nace libre y permanece igual al hombre en derechos. Las distinciones
sociales sólo pueden estar fundadas en la utilidad común.”47
En la parte final de La Declaración, concretamente en el epílogo, la autora hace
un llamamiento a las mujeres, les pide que “despierten” y que defiendan los derechos
que los hombres les han arrebatado injustamente. También les recuerda que la
revolución no ha servido de nada para ellas, porque su situación no ha cambiado en
absoluto. Las únicas personas que se han visto beneficiados han sido los hombres,
quiénes necesitaron la ayuda de las mujeres durante el proceso, y después no han
permitido que tuviesen los mismo derechos que ellos.
“Mujer, despierta; el rebato de la razón se hace oír en todo el universo; reconoce tus
derechos. El potente imperio de la naturaleza ha dejado de estar rodeado de prejuicios,
fanatismo, superstición y mentiras. La antorcha de la verdad ha disipado todas las nubes
de la necedad y la usurpación. El hombre esclavo ha redoblado sus fuerzas y ha
necesitado apelar a las tuyas para romper sus cadenas. Pero una vez en libertad, ha sido
injusto con su compañera. ¡Oh, mujeres! ¡Mujeres! ¿Cuando dejaréis de estar ciegas?
¿Qué ventajas habéis obtenido de la revolución? Un desprecio más marcado, un desdén
más visible. [...] Cualesquiera sean los obstáculos que os opongan, podéis superarlos; os
basta con desearlo.”48
46
Asamblea Nacional francesa. (1789). Los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Artículo 1º.
De Gouges, O. (1789). Los Derechos de La Mujer y de la Ciudadana. Artículo 1º.
48
De Gouges, O. (1789). Los Derechos de La Mujer y de la Ciudadana. Epílogo.
47
21
De Gouges con la realización de esta declaración no obtuvo el éxito que ella
pretendía conseguir: igualdad, libertad, derechos políticos, educación, sufragio
universal, divorcio, reconocimiento de los niños nacidos fuera del matrimonio,
protección de la infancia… Tras su encarcelamiento y posterior ejecución en 1793 por
defender la libertad, y una vez terminada la Revolución Francesa en 1799, llegó al poder
Napoleón Bonaparte49 en 1804, durante este periodo entró en vigor El Código Civil
francés de 1804 también denominado como Código Napoleónico. En el cual se
recogieron los principales avances sociales que se produjeron durante la revolución,
derechos que solamente afectaban a los hombres, puesto que a las mujeres les fueron
negados. En dicho código, también aparecían recogidas una serie de leyes
discriminatorias para las mujeres, leyes que restringían el ámbito de actuación de las
personas de sexo femenino, concretamente al ámbito doméstico, y por lo tanto se les
impedía que desarrollasen una vida pública, como lo podían hacer sus maridos.
5.1.4.2. Asociaciones feministas
Durante la Revolución francesa se constituyeron una serie de clubs formados
exclusivamente por hombres, dos de los más famosos fueron, los Jacobinos50 y los
Cordeliers51. Sin embargo, hubo otra serie de clubes, formados exclusivamente por
mujeres, que han gozado de una menor notoriedad a lo largo de la historia, pero que
durante los procesos revolucionarios de Francia, tuvieron también una notable
importancia. Algunos de estos ejemplos fueron los club des Républicaines
révolutionnaires, club des Amazones nationales, club des Dames patriotiques, club des
Dames citoyennes, club des Dames de la Frantertiné, Société Patriotique de la Décence
et des Amies de la Vérité, Société des Amies de la Consolation y club des Amies de la
Loi, este último fue posiblemente de todos ellos, el club femenino más importante de la
Napoleón I Bonaparte (Ajaccio, 1769 – Santa Elena, 1821). Militar y gobernante francés, fue
emperador desde 1804 hasta 1815. Es considerado como uno de los mejores estrategas miliares de la
historia, durante una década mediante una serie de conquistas y de alianzas, obtuvo el poder de casi toda
Europa Occidental y Central. Hasta que en 1815 fue decisivamente derrotado en la batalla de Walterloo
en el actual territorio de Bélgica, y desterrado por los británicos a la isla de Santa Elena (territorio
británico de ultramar, situado en el Atlántico Sur, entre África y Sudamérica) donde seis años más tarde
fallecería.
50
“Club de los Jacobinos”. Republicanos, defensores de la soberanía popular, sufragistas, defensores del
estado centralizado.
51
“Club de los Cordeliers”. Eliminación de la monarquía, instauración de una república y del sufragio
universal. Mayor radicalización que “Los Jacobinos”, representaban al pueblo más humilde, los sansculottes.
49
22
época, por ello estudiaremos más en profundad, tanto al club como a su fundadora, la
cual siempre se ha visto envuelta en un halo de misterio, tanto por sus ideas, como por
la forma de vestir, ya que las crónicas de la época narran que iba vestida con un atuendo
de amazona.
Théroigne de Méricourt, fundó en 1790 el club des Amies de la Loi, que se
fusionó con el mencionado anteriormente club de hombres Cordeliers. Un año antes a
de Méricourt se le atribuyó una participación activa en los acontecimiento del 5 y 6 de
octubre, en los cuales varios centenares de mujeres emprendieron una marcha desde
París, con tanto éxito que durante la noche se les unieron los hombres de La Fayette y la
guardia nacional parisina, hasta irrumpir violentamente el Palacio de Versalles
imponiendo sus exigencias al rey Luis XVI. Después de las críticas sufridas por estos
actos, decide volver a Bélgica, su país natal, donde es arrestada por el intento de
asesinato de la reina María Antonieta52. Tras una serie de gestiones llevadas a cabo por
ella misma es liberada y puede volver a Francia. Una vez en París, se mostró contraria al
rumbo radical que decidieron tomar algunos Jacobinos como Robespierre53 o Hébert54,
por lo que es acusada de apoyar a Brissot55, hecho que propició que fuese apaleada y
humillada durante horas por un grupo de mujeres jacobinas, hasta que el propio líder
jacobino Marat56, ordenó que cesase la paliza. Esta humillación pública y su opinión de
que la revolución no había conseguido todo lo que debiera, condujeron a de Méricourt
hacia la demencia, lo cual propició que pasase los últimos años de su vida en
Salpétriére57.
El 25 de marzo de 1792, pronunció un famoso discurso dirigido a las mujeres
francesas. El cual en realidad es una arenga en la que les pedía que se armasen para
luchar por sus derechos, ya que ellas no eran inferiores a sus maridos, también les pedía
que estuvieran preparadas para soportar los duros ataques que iban a recibir:
María Antonieta de Austria (Viena, 1755 – París, 1793). Mujer de Luis XVI y archiduquesa de Austria.
Maximilien Robespierre (Arras, 1758 – París, 1794). Abogado, escritor, orador y político francés.
Miembro perteneciente a la facción más radical jacobina y miembro del Comité de Salvación Pública, que
gobernó Francia durante el periodo revolucionario conocido como “El Terror”.
54
Jacques-René Hébert (Alençon, 1757 – París, 1794). Editor del periódico radical Le Pére Duchesne
durante la Revolución francesa. Miembro de Los Cordeliers.
55
Jacques Pierre Brissot (Chartres, 1754 – París, 1793). Escritor y dirigente político francés. Líder de Los
Girondinos durante la revolución.
56
Jean-Paul Marat (Boudry, 1743 – Paris, 1793). Científico, medico, activista, periodista y político
durante la Revolución Francesa. Líder de los jacobinos, fue también miembro del Club de los Cordeliers.
57
Hospital de la Pitié-Salpêtrière. Hospital para enfermos mentales de París, construido en el siglo XVII.
52
53
23
“Ya es hora de que las mujeres salgan de la vergonzosa nulidad en que las tienen
sumidas la ignorancia, el orgullo y la injusticia de los hombres desde hace tanto tiempo;
volvamos a los tiempos en que nuestras madres, las Galas y las orgullosas Germanas
deliberaban en las Asambleas públicas, combatían junto a sus Esposos para hacer batir
en retirada a los enemigos de la Libertad. […] Recobremos nuestra energía; ya que si
deseamos conservar nuestra Libertad, debemos prepararnos para realizar los actos más
sublimes.”58
La Convención Nacional59 decidió, casi por unanimidad, clausurar todos los
clubes de mujeres, debido a la radicalización y agitación de la mayoría de ellos, porque
según la Convención: “su crispada agitación estaba acarreando muy funestas
consecuencias para la joven república”60.
Es cierto que muchos de estos clubes actuaban con una excesiva violencia, por
lo que a los diputados no les faltaban razones para posicionarse en contra de ellos. Sin
embargo no hay que obviar que la mayoría de miembros de la Convención tenían un
marcado carácter antifeminista.
Esta medida parece que no fue aceptada de muy buen grado por los grupos
feministas a raíz de lo ocurrido durante las jornadas del 20 al 23 de mayo de 1795. En
las cuales los “sans-culottes”, apoyados por grupos organizados de mujeres, entraron
armados durante la Convención, y asesinaron al diputado Féraud, creando una gran
conmoción en París.
Después de estos acontecimientos, la Convención decidió ser todavía más dura
con las mujeres y con los grupos feministas. Se les prohibió la entrada a las tribunas,
además de:
“Teniendo en cuenta que las mujeres abusan de la consideración que se les tiene por la
debilidad de su sexo, en adelante las que sean encontradas presentes en cualquier motín
deberán ser dispersadas sin contemplación por la fuerza de las armas y de dictará contra
ellas orden de arresto”61
De Méricourt, T. (1993) “Discurso pronunciado en la sociedad fraternal de los Mínimos (25 de marzo
de 1792; fragmentos)” en “Théroigne de Méricourt, amazona de la Revolución francesa” en La
Ilustración olvidada. La polémica de los sexos en el siglo XVIII”, op. cit., p. 151. Algunas palabras
iniciadas en mayúscula, que no deberían, han sido respetadas del texto original.
59
Convención Nacional. Institución principal de la Primera República francesa. Concentró los poderes
ejecutivo y legislativo desde 1792 hasta 1795, año en el que se delegó en el Comité de Salvación Pública.
60
Cantera, J. (1994). La mujer en la Revolución francesa de 1789. Universidad Complutense Madrid. p.
222.
61
Cantera, J. (1994). La mujer en la Revolución francesa de 1789. op. cit., p. 222.
58
24
5.1.4.3. Cuadernos de quejas
Durante el año 1788 Francia se ve azotada por una fuerte crisis económica cuyo
origen está en la destrucción durante ese mismo año de una gran parte de la cosecha
debido a unas desfavorables condiciones climáticas. Por otro lado, los nobles se oponen
a que el Rey Luis XVI lleve a cabo cualquier tipo de medida que consista en rebajar los
abusivos impuestos que versan sobre el pueblo.
El Rey se ve abrumado por los acontecimientos y decide convocar los Estados
Generales, que es una reunión de los tres estados: nobleza, clero y pueblo llano. Él
piensa que durante esta asamblea lo único reseñable que podría ocurrir es que se firmase
un nuevo acuerdo para el pago de los impuestos tras llegar a algún tipo de alianza con
los nobles y el clero, aunque el pueblo llano no quedase satisfecho. Lo que no esperaba,
es que desde los tres Estados, le iban a llegar propuestas reformistas con las que no
estaba para nada conforme.
Los tres estamentos elaboraron sus propios cuadernos de quejas, de acuerdo a
sus propios intereses. Mientras que los nobles querían tener una mayor independencia y
el clero que paralizase los proyectos de reforma de la iglesia, el pueblo llano, formado
por burguesía y campesinado era el más ambicioso de los tres, querían entre otras cosas:
la supresión de privilegios, igualdad de derechos, disminución de impuestos, limitación
de determinados derechos señoriales…
Las mujeres también crearon su propio Cuaderno de quejas en 1889, para hacer
una serie de reivindicaciones: instauración del divorcio, capacidad de participación en
asuntos públicos, poder acceder a estudios superiores de forma igualitaria…
El 1 de enero de 1789, se realiza de forma anónima la Petición de las mujeres
del tercer estado. Es un texto muy sorprendente en el cual la persona que lo escribe, está
pidiendo a Luis XVI, que proteja los oficios de costura, típicos de las mujeres. Además
de ello, le pide recibir una educación gratuita para poder optar posteriormente a un
empleo digno, y con ello no estar condenada a una vida de indigencia.
Se puede apreciar claramente la posición tan inferior en la cual se encontraban
estas mujeres, y lo asumido que lo tenían. Lo único que piden es que se les de una
educación, se les enseñe un oficio relacionado con la costura ya que nunca van a
atreverse a optar a tener otro tipo de trabajo.
25
“Para evitar tantos males, Señor, pedimos que los hombres no puedan, bajo ningún
pretexto, ejercer los oficios que son atributo de las mujeres como el de costurera,
bordadora, vendedora de sombreros, etc., etc.; que se nos deje al menos la aguja y el
huso; nos comprometemos a no manejar nunca ni el compás ni la escuadra. Pedimos,
Señor, que vuestra bondad nos provea de los medios para hacer valer los talentos con
que la naturaleza nos ha provisto a pesar de las trabas que no dejan de ponernos en
nuestra educación”.62
El Cuaderno de quejas de Madame B. de B.63 (Caux, Normandía, 1789) es un
escrito mucho más ambicioso que el anterior, que pedía solamente que se protegieran
los oficios de costurera para las mujeres. En éste, la autora de forma anónima, pide tanto
al Rey Luis XVI como a los diputados de la nación, que sean justos con las mujeres
porque deberían de tener los mismos derechos que ellos. Pide igualdad de derechos
tanto en la educación, como en la posibilidad de desarrollar un posterior empleo. Según
ella, las mujeres tienen las mismas capacidades que los hombres para llevar a cabo
cualquier tipo de trabajo, porque es algo que ha quedado patente a lo largo de la
historia:
“Añadiré que, a pesar de las carencias de nuestra educación, podemos citar varias
mujeres que han dado al público producciones útiles y brillantes. Finalmente, ¿no
se ha visto a algunas llevar las riendas del gobierno con tanta prudencia y previsión
como majestad?
¿Qué más necesitamos para probar que tenemos derecho a quejarnos de la
educación que se nos da, el prejuicio que nos hace esclavas y de la injusticia con
la que se nos despoja al nacer, al menos en ciertas provincias, del bien que la
naturaleza y la equidad parecen deber asegurarnos.”64
La petición de las damas a la asamblea nacional (Cuaderno de quejas apócrifo,
1789), es una manipulación de un posible texto real según Alicia H. Puleo en su obra La
ilustración olvidada:
Anónimo (1993) “Petición de las mujeres del tercer estado” en “Cuaderno de quejas del periodo
revolucionario” en La Ilustración olvidada. La polémica de los sexos en el siglo XVIII”, op. cit., p. 113.
63
Madame B. de B. Mujer anónima que firmó de esta manera El Cuaderno de quejas. Se considera que
fue una burguesa ilustrada, que utilizó este texto para pedir una mayor igualdad entre ambos sexos.
64
Anónimo (1993) “Cuaderno de quejas de madame B. de B.” en “Cuaderno de quejas del periodo
revolucionario” en La Ilustración olvidada. La polémica de los sexos en el siglo XVIII”, op. cit., pp. 115116.
62
26
“El cuaderno apócrifo, incluido en ocasiones por error en antologías de textos de
mujeres auténticos, es una muestra de la polémica feminista de la época y de las
reacciones que se suscitaban. Probablemente se trate de un cuaderno de quejas de
mujeres auténtico que fue manipulado, sobre todo en su decálogo, por la pluma de un
demócrata de talante similar al de Sylvain Meréchal65, para lograr el descrédito y el
ridículo de las reivindicaciones feministas.”66
La idea sostenida de una manipulación en este Cuaderno de quejas apócrifo por
Alicia H. Puleo, sobre todo en la parte del “Proyecto de decreto” en la cual se
desarrollan diez peticiones de igualdad entre ambos sexos, me parece un pensamiento
muy acertado, por varios motivos:
El primero de ellos, por lo recargado del texto, con innumerables metáforas que
no aportan demasiado a las ideas finales que se quiere transmitir.
El segundo, el hecho de querer ubicar al sexo femenino en un escalafón superior
al sexo masculino: “El que excluye de los puestos, de las dignidades, de los honores y,
sobre todo del derecho a ocupar un escaño en medio de vosotros, a la mitad más bella y
más atractiva de los habitantes de este vasto reino”67.
Finalmente el tercero, en su decálogo, hay varias peticiones que aunque no dejan
de ser reclamaciones totalmente legitimas, en mi opinión no creo que apareciesen en un
texto serio de no haber sido manipulado previamente. Como ocurre con la petición
número cinco: “Los pantalones ya no serán de uso exclusivo del sexo masculino, sino
que ambos sexos tendrán derecho a llevarlos”68.
El último de los escritos que estudiaremos en este apartado es el de Quejas y
denuncias de las mujeres malcasadas de 179069. Este texto es una petición para que se
apruebe el derecho al divorcio en Francia, porque hay muchas mujeres que forman parte
de matrimonios en los cuales no son felices, ni ellas ni sus maridos.
Sylvain Maréchal (París, 1750 – Montrouge, 1803). Ensayista, poeta, ateo y activista político de la
Revolución Francesa.
66
Puleo, A. (1993) “Cuaderno de quejas del periodo revolucionario” en La Ilustración olvidada. La
polémica de los sexos en el siglo XVIII”, op. cit., p. 110.
67
Anónimo (1993) “Petición de las damas a la asamblea nacional (cuaderno de quejas apócrifo, 1789)” en
“Cuaderno de quejas del periodo revolucionario” en La Ilustración olvidada. La polémica de los sexos en
el siglo XVIII”, op. cit., p. 121.
68
Anónimo (1993) “Petición de las damas a la asamblea nacional (cuaderno de quejas apócrifo, 1789)”,
op. cit., p. 126.
69
Conviene recordar que en el año en el que fue redactado este texto, el divorcio no estaba todavía
instaurado en Francia, no fue hasta dos años más tarde concretamente hasta 1792 cuando fue aprobada la
ley que lo regulaba, estuvo vigente hasta el año 1816 en que fue derogada.
65
27
“Unidos por un lazo respetable para amarse, pasan su vida maldiciéndose.
Enemigos tanto más peligrosos uno para el otro cuanto que la eterna cohabitación a
la que están condenados renueva cada día los motivos de odio y hace que
continuamente fermente el veneno en sus corazones”70.
La autora también hace alusión a la tremenda injusticia que existe una vez más
entre hombres y mujeres. Los hombres pueden tranquilamente serles infieles a sus
esposas de forma pública ante los ojos de todo el mundo, sin ningún tipo de castigo. Por
el contrario, las mujeres que practiquen el adulterio sí que tienen un castigo
predeterminado, ser encerradas en una cárcel para el resto de su vida.
“El adulterio de la mujer, esto es, una debilidad a menudo única, aún hoy implica
la muerte civil. La culpable es rapada, condenada a reclusión en prisión a perpetuidad,
pierde su viudedad y su dote pasa a manos del marido.
Éste, por el contrario, puede impunemente librarse al libertinaje, al desenfreno, bajo los
mismos ojos de su mujer, en su casa; si lo desea, mantiene allí a su concubina; vive
en un adulterio público y escandaloso, la mujer no tiene derecho a quejarse, la ley no
le permite deferir su causa a un tribunal. Ella sólo puede ser acusada, jamás
denunciante.”71
5.1.5. Prensa femenina
Después de los sucesos revolucionarios de 1789 el contenido de la prensa
dirigida a un público femenino cambió radicalmente. Anteriormente a esa fecha estas
publicaciones se dedicaban casi de forma exclusiva a tratar los temas relacionados con
la moda. Es a partir de este momento cuando en este tipo de redacciones surgen nuevos
temas políticos y sociales de especial interés para las mujeres. Nos centraremos en el
estudio de dos de los periódicos más importantes de la sociedad francesa de la época,
Etrennes Nationales des Dames (Regalos Nacionales de las Damas) y Le Courrier de
l’Hymen, (El Correo del Himen) que era el único diario dirigido por hombres destinado
a un público femenino. En España en el año 1777 se fundó un periódico llamado La
pensatriz salmantina, cuya temática iba dirigida a las mujeres españolas.
Anónimo (1993) “Quejas y denuncias de las mujeres malcasadas (1790)” en “Cuaderno de quejas del
periodo revolucionario”, op. cit., p. 128.
71
Anónimo (1993) “Quejas y denuncias de las mujeres malcasadas (1790)” op. cit., p. 128.
70
28
El primer número de Etrennes Nationales des Dames, salió a la calle el 30 de
noviembre de 1789. En él la periodista, llamada a sí misma anónimamente Madame la
M. de M…, hace saber a su público cuales van a ser las líneas a seguir por la redacción
en sucesivas publicaciones. Siempre con un muy marcado carácter feminista, realiza
peticiones de igualdad ante los hombres, la posibilidad de que las mujeres ocupen
cargos públicos y el derecho al divorcio.
“Estoy tan convencida de la justicia de nuestra causa que si os dignáis asistirme con la
seducción de vuestros encantos el poder de vuestro intelecto, dictaremos a
nuestros adversarios, los hombres, la capitulación más honorable para nuestro sexo
[…].
Confesaréis, mis queridas conciudadanas, que si hubiera hermanas nuestras en los
Distritos, en la Comuna, incluso en la Asamblea Nacional, habría menos desacuerdo y
menos aristocracia en los grandes y pequeños cuerpos […].
[…] En materia de separación o de divorcio, haréis justicia a vuestras Conciudadanas;
y en el hogar mismo probaréis a los infieles y a los ingratos que la mujer es igual al
hombre en derechos y también igual al hombre en placeres”.72
El domingo 24 de abril de 1791, Le Courrier de l’Hymen publicó en sus páginas
la denominada por el propio periódico “Primera carta de una mujer sobre la educación
de su sexo”. En ella, también una persona anónima llamada Madame L…, pedía la
igualdad de las mujeres ante el derecho a la educación, porque incluso son más aptas
que los hombres para la adquisición de conocimientos.
“Creo, Señor, que en general, las mujeres son más aptas para aprender que los hombres
por ser menos turbulentas, menos distraídas en su infancia y, por lo tanto, mas
predispuestas a la reflexión. En realidad, se necesita toda la fuerza de una mala
educación para reprimir en ellas el gusto que naturalmente tienen por instruirse”.73
Anónimo (1993) “Carta de Madame la M. de M...” en “El feminismo en la prensa femenina” en La
ilustración olvidada. La polémica de los sexos en el siglo XVIII, op. cit, pp. 136-138. Algunas palabras
iniciadas en mayúscula, que no deberían, han sido respetadas de la obra original.
73
Anónimo (1993) “Primera carta de una mujer sobre la educación de su sexo” en “El feminismo en la
prensa femenina”, op. cit, p. 140.
72
29
5.2. DE FLORA TRISTÁN A LA FORMACIÓN DE LA I INTERNACIONAL (18031864)
Este bloque teórico se inicia con el año de nacimiento de Flora Tristán74, una de
las mujeres más importantes de todo el siglo XIX. Fue una gran defensora de los
derechos de las personas de raza negra, mendigos, presos, menores…, pero sobre todo
de las mujeres y del proletariado, porque consideraba que eran las dos clases más
oprimidas. Históricamente se le denomina como socialista por su modo de pensar,
forma parte de ese grupo de primeros socialistas utópicos75: Robert Owen76, Henri de
Saint-Simon77, Charles Fourier78 o Étienne Cabet.79 Es considerada como una de las
primeras reporteras de la miseria, denunciando los abusos que sufrían las mujeres, los
esclavos y el proletariado, realizando innumerables viajes para poder corroborar ella
misma en primera persona lo que estaba sucediendo. El bloque termina con la referencia
de la formación de la I Internacional en 1864, la primera gran unión de trabajadores de
la historia, en la cual Flora Tristán no tuvo una participación directa ya que fue después
de su muerte, aunque muchos autores consideran que su obra y pensamiento socialista
influyó en su creación. En este trabajo no nos detendremos en su estudio por motivos de
espacio debido a su gran amplitud, pese a ser un estudio muy interesante.
Realizaremos un recorrido histórico por algunos de los temas más
trascendentales de la primera mitad del siglo XIX en materia de lucha del feminismo: la
relación de opresión indisoluble que existía entre mujer y proletariado, las exigencias
para lograr la igualdad entre hombres y mujeres, la influencia de Mary Wollstonecraft80
y de Charles Fourier en Flora Tristán, la Unión Obrera de 1843, de la convención de
Seneca Falls en 1848, del ascendente de Flora Tristán en Karl Marx y finalmente de la
situación de la prensa femenina durante la primera mitad del XIX.
Flora Tristán, (París, 1803 – Burdeos, 1848). Escritora, pensadora socialista y feminista francesa, de
ascendencia peruana.
75
Socialismo utópico, primer socialismo o socialismo premarxista. Bajo estos términos se engloban a los
pensadores socialistas anteriores al marxismo, que pasaron a denominarse socialistas científicos. Ver
Engels, F. (2012) Estudio introductorio de Fernando Lizárraga, Del socialismo utópico al socialismo
científico, Buenos Aires, Ediciones Luxemburg.
76
Robert Owen, (Montgomeryshire, Gales 1771 – Newton, Gales 1858). Empresario y socialista utópico
británico. Gran impulsor y líder del movimiento obrero.
77
Henri de Saint-Simon, (París, 1760 – París, 1825). Filósofo, teórico social francés y socialista utópico.
78
Charles Fourier (Besanzón, 1772 – París, 1837). Socialista francés. Gran defensor del cooperativismo y
adversario del capitalismo.
79
Étienne Cabet (Dijon, Francia 1788 – Sant Louis, Missouri 1856). Filósofo, socialista utópico y teórico
político francés.
80
Mary Wollstonecraft (Londres, 1759 – 1797). Filósofa y escritora inglesa. Esta considerada como una
de las precursoras del feminismo.
74
30
5.2.1. Relación de opresión indisoluble entre mujer y proletariado
Para Flora Tristán la relación de opresión que existía entre la mujer y el
proletariado era innegable. Primero los opresores fueron los nobles como hemos visto
en el apartado anterior, durante el siglo XVIII y después fue la burguesía como veremos
a continuación, durante el siglo XIX. Existía un enemigo común tanto para unos como
para otros, el empresario capitalista, quien abusaba impunemente de todos, ya fuera
hombres, mujeres o niños. La autora cuenta su experiencia de uno de sus varios viajes a
Inglaterra:
“[…] Los industriales, al ver a las obreras trabajar más aprisa y a mitad de precio,
despiden cada día a los obreros de sus talleres y los remplazan por obreras… Una vez se
entra en este camino, se despide a las mujeres para reemplazarlas por niños de doce
años… Finalmente se llega a no ocupar más que niños de siete u ocho años. Dejad pasar
una injusticia, pero estad seguros de que engendrará miles de ellas”.81
Se trabajaba en las fábricas durante largas jornadas diarias que normalmente no
eran inferiores de doce o treces horas, en unas condiciones de higiene y salubridad
pésimas, a cambio de un salario mínimo. Durante las pocas horas de descanso que
tenían al cabo del día, los trabajadores apenas se alimentaban. En primer lugar porque
no tenían demasiados alimentos, y en segundo lugar porque ese poco tiempo lo
empleaban en dormir donde podían, en el suelo, encima de un poco de paja, o de un
saco… Con ese ritmo de vida resultaba imposible que al poco tiempo no cayesen
enfermos de forma continua, incluso muriendo a corto plazo, porque la esperanza de
vida en aquella época era inferior a los treinta años.
“La mayor parte de los obreros carecen de vestidos, de cama, de muebles; de fuego, de
alimentos sanos y a menudos incluso de papas. Son encerrados de doce a catorce horas
por día en salas bajas, donde se aspira con un aire viciado, las hebras de algodón, de
lana, de lino; las partículas de cobre, de plomo, de fierro, etc., y pasan frecuentemente
de una alimentación insuficiente al exceso de bebida. Casi todos aquellos infelices son
81
Marco, Y. (1977) Feminismo y utopía, Barcelona, Fontamara, p. 25 en introducción a Flora Tristán
(1843) Unión obrera.
31
endebles, raquíticos, lacerados; tienen el cuerpo flaco, hundido, los miembros débiles, el
semblante pálido, los ojos muertos; se les creería a todos afectados del pecho”.82
Para la autora, el proletariado tenía unas condiciones de vida todavía mucho
peores si cabe que las que tenían en aquel mismo momento los esclavos en Francia o en
Inglaterra. Por ejemplo, si el esclavo cae enfermo, su amo le proporciona cuidados y
pan; en cambio si es el obrero quien sucumbe ante la enfermedad, el industrial no le
ayuda con ningún tipo de cuidado. También considera mucho peor el contexto laboral y
social en el que se desarrolla el proletariado inglés respecto del francés. Las fábricas son
en general mucho más grandes y más deshumanizadas, y los lugares de descanso son
bastante peores que en Francia, espacios más pequeños, sucios, fríos, con una mayor
humedad…
“Pregunté al capataz dónde iban a reposar aquellos hombres bañados en sudor. “Van a
arrojarse sobre una cama que está bajo ese cobertizo –me respondió fríamente–, y luego
de un par de horas recomenzarán a trabajar.”
Este cobertizo, abierto a todos los vientos, no garantiza sino de la lluvia, hace allí un
frío glacial. Una especie de colchón, que no se distingue del carbón que lo rodea, está
colocado en una de las esquinas; vi a los fogoneros extenderse sobre el colchón duro
como la piedra. Estaban cubiertos de un saco muy sucio, penetrado de sudor y de polvo
de carbón, a tal punto que no se podía adivinar el color. “He allí –me dijo el capataz–
cómo los hombres llegan a ser afectados del pecho; es pasando sin ninguna precaución
de lo caliente a lo frío”.
Esta última observación del capataz produjo sobre mí tal efecto, que salí de la fábrica en
un estado de exasperación.”83
Después en sus propios hogares, la convivencia entre los miembros de las
familias obreras no era mucho más esperanzadora. Aparte de un más que evidente
problema de recursos económicos que sufrían, que se traducía en una vivienda de
pésima calidad, malas vestimentas, escasez de alimentos, enfermedades, esperanza de
vida muy baja… Había que sumarle a todo esto, otro tipo de problemas en la
convivencia entre los miembros. Por parte de los padres y madres hacia sus propios
Tristán, F. (2003) “Los obreros de las fábricas”, en Paseos en Londres, 1840, en edición de Ana de
Miguel y Rosalía Romero, Feminismo y socialismo antología, Madrid, Catarata, p. 71.
83
Tristán, F. (2003), “Los obreros de las fábricas”, en Paseos en Londres, 1840 op. cit., pp. 78-79.
82
32
hijos, falta de afecto, palizas, dificultades para que reciban una educación –sobre todo
en el caso de las niñas–, problemas para darles una buena educación –no solo
académica, sino también en valores– debido a sus propias limitaciones… También los
había entre los propios cónyuges, continuas discusiones, malos tratos por parte del
marido, problemas de alcoholismo para intentar huir de los continuados problemas
diarios…
“[…] Añadid a todo esto la irritación permanente causada por cuatro o cinco chillones,
revoltosos, fastidiosos que están dando vueltas alrededor de la madre, y esto es la
pequeña habitación del obrero, donde no hay lugar para moverse. ¡Oh!, haría falta ser
un ángel bajado a la tierra para no irritarse, no convertirse en brutal y malvada en
semejante situación. Y entretanto, en tal ambiente familiar, ¿qué es de los niños? No
ven a su padre más que por la noche y el domingo. Este padre, siempre irritado o
borracho, no les habla más que enfurecido, y no reciben de él más que injurias y golpes;
oyendo a su madre lamentarse continuamente, le cogen odio, desprecio. En cuanto a su
madre, la temen, la obedecen, pero no la aman; pues el hombre está hecho así, no puede
amar a los que le maltratan”.84
En 1842 la Cámara de los Comunes de Inglaterra inició una comisión
parlamentaria de investigación acerca de las condiciones laborales a las que estaban
sometidos los obreros en general y en particular las mujeres y niños. A una de esas
sesiones parlamentarias fue invitada para que contase su experiencia una mujer minera
llamada Betty Harris. Narró con gran detalle ante los miembros de la comisión como
eran esas largas e infrahumanas jornadas de trabajo a las que estaban sometidas.
“Trabajo para Andrew Knowles de Little Bolton (Lancashire) y llevo a casa algunas
veces 7 chelines a la semana, algunas veces menos. Arrastro vagonetas de carbón y
trabajo seis horas por la mañana y seis al medio día. Paro casi una hora al mediodía para
comer, un poco de pan y un poco de mantequilla, sin nada para beber. Tengo dos niños
pero aún son demasiado pequeños para trabajar. He tirado de las vagonetas incluso
estando embarazada. Conozco a una mujer que volvió a casa, se lavó, parió y volvió a
hacer el mismo trabajo en menos de una semana.
Tristán, F. (1843) “Por qué menciono a las mujeres”, Unión Obrera, París, Edition pupulaire, Prévot el
Rouanet, libraires p. 70.
84
33
[…] Una prima mía se ocupa de los niños durante el día. No consigo hacer nada cuando
vuelvo a casa por la noche, y a veces me duermo antes de lavarme. He arrastrado
vagonetas hasta arrancarme la piel. Y es mucho peor cuando se espera un hijo. Mi
capataz me ha pegado algunas veces porque no estaba dispuesta. Al principio no
conseguía acostumbrarme y él tenía poca paciencia. He visto a más de un hombre pegar
a su vagoneta.”85
5.2.2. Exigencias para lograr la igualdad
A principios del siglo XIX en Francia los derechos de las mujeres se habían
visto claramente limitados tras la llegada al trono de Napoleón Bonaparte y la
aprobación del Código Civil de 1804, el cual impone “la eterna minoría de edad para la
mujer casada”, por la cual la mujer necesitaba el permiso de su marido prácticamente
para todo. El aquel momento existe el derecho de divorcio, aunque con diversos
matices.86
En un momento de gran represión para la mujer, durante la Restauración
borbónica en Francia,87 Flora Tristán consideraba que había cuatro exigencias
imprescindibles para que se hiciese efectiva la igualdad entre hombres y mujeres:
igualdad en la educación, libertad a la hora de elegir compañero para casarse, derecho al
divorcio e igualdad ante la ley para las madres solteras.
“1. Derecho a la igualdad en la educación y en la formación profesional. Reivindicación
necesaria para que las mujeres puedan ser independientes económicamente de los
hombres, y puedan exigir igualdad de salario por igual trabajo.
2. Derecho a la libre elección del compañero, sin que pueda haber injerencia paterna en
las decisiones sobre el matrimonio.
3. Derecho al divorcio, a cambiar de compañero por tanto.
85
Fragmento del testimonio de Betty Harris delante de una Comisión parlamentaria de investigación,
Cámara de los Comunes, 1842.
86
El Código Civil de 1804, también denominado Código Napoleónico, otorgaba el derecho al divorcio,
pero con una serie de limitaciones para la mujer, por ejemplo ésta no podía defenderse ante un tribunal sin
la autorización por parte del marido. En 1816 el divorcio volvió a ser prohibido tras la aprobación de una
ley surgida durante la restauración de la monarquía con Luis XVIII. No fue hasta varios años después,
concretamente en 1884, durante la Tercera República, con la aprobación de la Ley Naquet de 27 de julio
de ese mismo año, cuando volvió a permitirse el divorcio.
87
Restauración borbónica en Francia (1814-1830). Fue un periodo histórico surgido tras la expulsión de
Napoleón Bonaparte y la subida al trono de Luis XVIII y la posterior de Carlos X (1824-1830). Se
caracterizó por el restablecimiento de la iglesia Católica como poder político y por una vuelta al
conservadorismo.
34
4. Derecho de las madres solteras al respeto e igualdad frente a la ley. Derechos de los
hijos ilegítimos a una parte de la herencia paterna.”88
Tristán sabía que en su trabajo por conseguir la igualdad era fundamental
convencer a los hombres de que la lucha de las mujeres también debería de ser su lucha
y que por lo tanto deberían involucrarse en ello. Porque las mujeres, no solo eran
mujeres, sino que del mismo modo eran sus esposas, novias, amigas, compañeras,
madres, hijas…, y si ellas se encontraban bien y eran felices, ese estado repercutiría
positivamente en ellos. Les quiere hacer ver que la igualdad real de derechos sería algo
bueno para toda la sociedad en su conjunto, por ello la autora trata de convencerles
argumentando tres motivos fundamentales:
“1. Que, desde el instante en que ya no se temiera a las consecuencias peligrosas que
conlleva necesariamente, en su actual estado de servidumbre, el desarrollo moral y
físico de las facultades de la mujer, se la instruiría con mucho cuidado, con el fin de
sacar el mejor partido posible de su inteligencia y de su trabajo.
2. Que vosotros, hombres del pueblo, tendríais por madres obreras hábiles, ganando
buenos jornales, instruidas, bien educadas y muy capacitadas para instruirlos, para
educaros bien, a vosotros, obreros, como conviene a hombres libres.
3. Que tendríais por hermanas, por amantes, por esposas, por amigas, mujeres
instruidas, bien educadas, y cuyo trato diario sería para vosotros de lo más agradable:
por que nada es más grato, más suave para el corazón del hombre, que la conversación
con las mujeres cuando son instruidas, buenas, y charlan con discernimiento y
benevolencia.”89
5.2.3. Influencia de Mary Wollstonecraft y de Charles Fourier en Flora Tristán
Mary Wollstonecraft y Charles Fourier fueron dos de los autores que más
influyeron en el pensamiento y en la obra de Flora Tristán.
La escritora inglesa Wollstonecraft influyó en Tristán sobre todo a través de su
publicación de 1792 A Vindication of the Rights of Woman (Defensa de los Derechos de
la Mujer). En dicha obra contradice la generalizada opinión pública de la época y
defiende que las mujeres en realidad no son inferiores intelectualmente a los hombres,
88
89
Marco, Y. (1977) Feminismo y utopía, op. cit., p. 27.
Tristán, F. (1843) “Por qué menciono a las mujeres”, Unión Obrera op. cit, p. 74.
35
en todo caso solamente lo parecen porque no reciben la misma educación desde la
infancia, además si existiera esa igualdad educativa, podrían ayudar a construir entre
todos una sociedad mejor y mucho más justa. También defiende que si a las mujeres, se
les encomienda la labor de educar a sus propios hijos, al no haber recibido ellas una
buena educación, no podrán educarlos de una manera adecuada.
“Reclamando por los derechos de la mujer, mi principal argumento, para demostrar su
utilidad, está fundado sobre aquella razón bien simple, que, si la educación no prepara a
la mujer para convertirse en compañera del hombre, ella detendrá el progreso; porque si
los conocimientos humanos son derecho exclusivo del hombre, su influencia no tendrá
eficacia sobre la marcha de la sociedad”.90
Tristán en su obra de 1840 Paseos por Londres, concretamente en el apartado
acerca de “Las mujeres inglesas” comenta la obra de Wollstonecraft, y deja
perfectamente constancia de lo de acuerdo que estaba con lo que publicó casi medio
siglo antes:
“Su crítica es admirable; ella hace resaltar en todas sus verdades que los males
provienen de la organización actual de la familia; y la fuerza de su lógica deja a los
contradictores sin réplica. Ella denuncia atrevidamente la cantidad de prejuicios de los
que la gente está rodeada; quiere para los dos sexos, la igualdad de derechos civiles y
políticos, su igual admisión en los empleos, la educación profesional para todos, y el
divorcio a voluntad de las partes. Fuera de estas bases –dice ella– toda organización
social que prometiera la felicidad pública, mentiría a sus promesas.
¡El libro de Mary Wollstonecraft es una obra imperecedera!”91
Charles Fourier también fue otra persona que influyó de un modo innegable en
Flora Tristán, fue uno de los pensadores masculinos que más se preocupó por la
temática de la mujer. Fourier incluso se posicionaba en un escalón superior a favor de la
mujer en el tema de la igualdad, estaba convencido de que las mujeres poseen una serie
de cualidades innatas como pueden ser la modestia, la circunspección, o la dignidad…
que las hacen intelectualmente ser superiores al hombre. Tristán en ese sentido no
Tristán, F. (2003) “Las mujeres inglesas”, en Paseos en Londres, 1840 en edición de Ana de Miguel y
Rosalía Romero, Feminismo y socialismo antología, Madrid, Catarata, p. 118.
91
Tristán, F. (2003) “Las mujeres inglesas”, en Paseos en Londres, op. cit., p. 121.
90
36
estaba de acuerdo, porque para ella tanto el hombre como la mujer eran iguales a nivel
intelectual, no situaba a uno por encima del otro, aunque sí que compartían otra serie de
ideales, como el de que la mujer se encontraba degradada por la sociedad,
independientemente de la clase social a la que perteneciese:
“La de clase social elevada se ve obligada a venderse al mejor postor; la obrera, sin
educación, sin trabajo o trabajando en condiciones terribles, termina o vendida a un solo
hombre o prostituyéndose con varios; estas condiciones impiden que la mujer desarrolle
sus virtudes”.92
5.2.4. Unión Obrera (1843)
Flora Tristán en 1843, un año antes de su muerte, terminó la redacción de su
manifiesto Unión Obrera. Con esta publicación la autora pretendía conseguir por un
lado, la igualdad de derechos del hombre y la mujer como único medio de construir la
unidad humana; y por otro lado, quería que se respetase el derecho al trabajo y el
derecho a la organización del mismo. Para conseguir estos importantes objetivos se
dirige tanto a los hombres como a las mujeres, porque es consciente de que la única
manera de lograrlos es mediante la unión de las fuerzas de todos ellos, indistintamente
de su sexo. A continuación haremos un breve recorrido por cada uno de los diferentes
apartados en los cuales se divide la obra, destacando los aspectos más importantes de
cada uno de ellos:
La obra se inicia con el prólogo titulado “A los obreros y a las obreras”. Este
capítulo es un llamamiento dirigido a todos los obreros y obreras, que se encuentran en
una situación de completa vulneración de sus derechos básicos. Si caen enfermos, no
tienen derecho a la hospitalización, ni siquiera a la mendicidad, porque esta prohibida
por las leyes. Les pide que no continúen con la pasividad de los últimos años, que no
confíen en los gobernantes ya que no se preocupan por ellos, y que se unan creando la
clase obrera, porque según Tristán “La unión hace la fuerza”.
“Obreros, dejad pues de esperar por más tiempo la intervención que se pide en vuestro
favor desde hace veinticinco años. La experiencia y los hechos os dicen suficientemente
que el Gobierno no puede o no quiere ocuparse de vuestra suerte cuando se trata de
92
Marco, Y. (1977) Feminismo y utopía, op. cit., p. 28.
37
mejorarla. De vosotros solos depende, si lo deseáis firmemente, salir del laberinto de
miserias, dolores y degradación en el que os consumís. ¿Queréis asegurar a vuestros
hijos el beneficio de una buena educación industrial, y a vosotros mismos la certeza del
descanso en vuestra vejez? Podéis hacerlo”.93
En el primer capítulo del manifiesto “De la insuficiencia de las sociedades de
socorro, compañerismo, etc.”, la autora justifica la formación de una unión general de
trabajadores que abarque todos los ámbitos laborales, en vez de pequeñas asociaciones
divididas por gremios, de clara estructura medieval, como habían pedido algunos
obreros en una serie de folletos. No duda de que esas pequeñas formaciones, pudiesen
aliviar problemas concretos y puntuales, pero no resolverían en ningún caso el grave
problema a nivel global que sufre la clase obrera.
“No sé cómo explicarme por qué los tres obreros-escritores, que han dado pruebas de
tanta inteligencia cuando se trata de señalar pequeñas reformas particulares, no han
pensado en proponer un plan de unión general, cuya finalidad sería situar a la clase
obrera en una posición social que la pusiera en condiciones de reclamar su derecho al
trabajo, su derecho a la instrucción, y su derecho a la representación frente al país;
porque es muy claro que de esto se desprenden naturalmente las demás mejoras. El
mismo olvido, tan importante, en los tres escritos mencionados, hizo en mí una
profunda impresión, y entonces mi espíritu se iluminó con este grande y hermoso ideal:
LA UNIÓN UNIVERSAL DE LOS OBREROS Y OBRERAS”.94
Flora Tristán continúa en “De los medios para constituir la clase obrera”,
argumentando a favor de su idea de que las pequeñas asociaciones de obreros como las
asociaciones de compañerismo o socorros mutuos están muy bien para poder paliar
problemas concretos, como enfermedades, accidentes, largos paros…, aunque ello no
resulta suficiente para poder acabar con la miseria tan grande que sufren los
trabajadores. Según ella, el mayor mal que sufren los obreros es la división existente
que se podría resolver creando la ansiada Unión Obrera. Argumenta que en la
Constitución de 1830 de Francia, los legisladores constitucionales cometieron un error
Tristán, F. (1843) “A los obreros y obreras”, Unión Obrera, París, Edition pupulaire, Prévot el Rouanet,
libraires p. 19.
94
Tristán, F. (1843) “De la insuficiencia de las sociedades de socorro, compañerismo, etc.”, Unión
Obrera, París, Edition pupulaire, Prévot el Rouanet, libraires, p. 27. Se ha respetado la letra cursiva y
mayúscula como está en el texto original.
93
38
muy grave omitiendo el derecho a vivir, y por consiguiente para el obrero el derecho a
vivir se traduce en el derecho al trabajo, y a la propia organización del mismo. Utiliza el
ejemplo de lo que ocurrió tras la revolución de 1789, a partir de la cual a la clase
burguesa se le reconocieron sus derechos porque fueron capaces de luchar juntos.
Finalmente argumenta cuales en su opinión debieran ser los objetivos de la Unión
Obrera:
“1º CONSTRUIR LA UNIDAD compacta, indisoluble, de la CLASE OBRERA; 2º
Convertir LA UNIÓN OBRERA en propietaria de un enorme capital mediante la
cotización voluntaria de cada obrero; 3º Adquirir, por medio de este capital, un poder
real, el del dinero; 4º Prevenir, por medio de este poder, la miseria y extirpar el mal en
su raíz, dando a los niños de las clase obrera una sólida educación95, racional, capaz de
hacer de ellos hombres y mujeres instruidos, razonables, inteligentes y hábiles en su
profesión; 5º Recompensar el trabajo tal y como debe serlo, con largueza y
dignamente”.96
Luego en “Por qué menciono a las mujeres”, es sin lugar a dudas uno de los más
importante dentro del estudio realizado en este trabajo. En él, la autora explica a los
hombres porque siempre hace la distinción entre hombres y mujeres a lo largo de toda
su obra, designándolas en algunos casos como obreras y en otros como todas. La razón
es que nunca se ha contado con ellas a lo largo de la historia en ningún tipo de ámbito,
religioso, filosófico, político, legislativo… siempre ha sido tratada como una “verdadera
paria”, y considera que ya es el momento de que la situación cambie. Por ello pide a los
hombres que comprendan el motivo de su distinción y lo apoyen, porque según ella la
discriminación que han sufrido y sufren las mujeres es el origen de todos los males
existentes. Además quiere convencer a los hombres de que este cambio no solamente
sería positivo para las mujeres, sino que también ellos mismos resultarían beneficiados
por una serie de motivos:
95
Robert Owen en su obra de 1815, Observaciones sobre el efecto del sistema de las manufacturas.
Hablaba de la falta de educación recibida por parte de los obreros y sobre todo de las obreras “[…] el
vacío total de sus mentes. Tal sistema de aprendizaje no se puede esperar que produzca más que una
población débil en sus facultades, físicas y mentales, con hábitos generalmente destructores de su propio
bienestar de quienes viven a su alrededor y que matemáticamente destruyen todas las convivencias
sociales”.
96
Tristán, F. (1843) “De los medios para constituir la clase obrera.”, Unión Obrera, op. cit., p. 27. Se ha
respetado la letra mayúscula como está en el texto original.
39
“1º Que, desde el instante en que ya no se temiera a las consecuencias peligrosas que
conlleva necesariamente, en su actual estado de servidumbre, el desarrollo moral y
físico de las facultades de la mujer, se la instruiría con mucho cuidado, con el fin de
sacar el mejor partido posible de su inteligencia y de su trabajo; 2º Que vosotros,
hombres del pueblo, tendríais por madres obreras hábiles, ganando buenos jornales,
instruidas, bien educadas y muy capacitadas para instruiros, para educaros bien, a
vosotros, obreros, como conviene a hombres libres; 3º Que tendríais por hermanas, por
amantes, por esposas, por amigas, mujeres instruidas, bien educadas y cuyo trato diario
sería para vosotros de lo más agradable: porque nada es más grato, más suave para el
corazón del hombre, que la conversación con las mujeres cuando son instruidas, buenas,
y charlan con discernimiento y benevolencia.”97
Finalmente en el último de los capítulos “Plan de la unión universal de los
obreros y obreras”, la autora realiza un itinerario de las bases de la unión, deja
constancia de que no es un guión definitivo sino que es algo meramente orientativo
porque es consciente de que a medida que se vaya realizando habrá que ir introduciendo
modificaciones. Considero que según el objeto de estudio de este trabajo, esta parte del
manifiesto no aporta demasiado al mismo, así que solamente mencionaremos los
distintos apartados en los cuales se subdivide: cómo deben de actuar los obreros para
constituir la Unión Obrera; cómo debe proceder la Unión Obrera desde el punto de vista
material e intelectual; sobre el empleo de los fondos; construcción de residencias para
obreros jubilados; condiciones de admisión en los palacios para los ancianos, los
heridos y los niños; organización del trabajo en los palacios; educación moral,
intelectual y profesional a dar a los niños; resultados que necesariamente deberá tener
esta educación.
5.2.5. Seneca Falls (1848)
Durante los días 19 y 20 de julio de 1848 en el pueblo Seneca Falls,
perteneciente al estado de Nueva York, se llevó a cabo la primera convención o el
primer congreso feminista en los Estados Unidos, es considerado como el origen del
movimiento feminista de Norteamérica. El acto fue organizado por cinco mujeres,
Elizabeth Stanton fue quien tuvo la idea de realizarlo e inmediatamente inició
Tristán, F. (1843) “De los medios para constituir la clase obrera.”, Unión Obrera, op. cit., p. 74. Se ha
respetado la letra cursiva y los signos de puntuación como está en el texto original.
97
40
conversaciones con su colega Lucrecia Mott,98 las otras tres colaboradoras fueron,
Martha Wright, Jane Hunt y Amary Ann McClintock.99
Estas cinco mujeres redactaron la Declaración de sentimientos (Declaration of
sentiments)100 y a su vez fue firmada en total por sesenta y ocho mujeres y treinta y dos
hombres. El texto es una exposición de reivindicaciones a imitación de la Declaración
de Independencia norteamericana del 4 de julio de 1776, con la cual no estaban de
acuerdo. Del mismo modo que en aquel momento los Estados Unidos querían
independizarse de la corona británica, mediante esta declaración se pretendía que las
mujeres dejasen de depender de los hombres y pudiesen gozar de los mismos derechos
que ellos. No entendían por qué, si según los “Padres fundadores” en el texto de
independencia, en el cual se afirmaba: “Todos los hombres son creados iguales, y
dotados por su Creador de los mismos derechos inalienables”101, las mujeres no son
creadas iguales y no poseen los mismos derechos, puesto que no se les nombra a ellas,
por ello el comienzo de la Declaración de sentimientos dice así:
“Sostenemos como certeza manifiesta que todos los hombres y mujeres son creados
iguales, que su Creador los ha dotado de ciertos derechos inalienables, que entre ellos se
encuentran la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.”102
Esta declaración se divide en dos partes, primero se reclaman una serie de
derechos para poder conseguir la igualdad entre hombres y mujeres, y finalmente se
establecen una serie de resoluciones coincidentes con sus sentimientos. En cuanto a las
peticiones de derechos se encontraban algunas como: sufragio universal, participación
pública, posibilidad de custodia de los hijos en casos de divorcio 103, propiedad privada,
trabajo y la apertura de posibilidades en los campos económicos y educativos.
98
Elizabeth Cady Stanton (Nueva York, 1815- Nueva York, 1902) y Lucretia Mott (Massachusetts, 1793
– Pennsylvania (1880). Activistas, abolicionistas y figuras clave en el inicio del feminismo en
Norteamérica. Fueron las personas que iniciaron los trámites para que se llevase a cabo el primer
congreso feminista de Estados Unidos en Seneca Falls (Nueva York) en 1848.
99
Martha Coffin Wrigth (1806-1875), Jane Hunt (Filadelfia, 1812- Chicago, 1889) y Amary Ann
McClintock (1800 – 1884). Feministas y abolicionistas norteamericanas. Tuvieron una gran importancia
en la colaboración de la Conveción de Seneca Falls de 1848.
100
Stanton, E., Mott, L., Wright, M., Hunt, J., McClintock, A. (1848) Declaración de sentimientos.
101
Jefferson, T., Franklin, B., Adams, J. (1776) Declaración de Independencia de los Estados Unidos, p.
1.
102
Vide cita nº 100, p. 1.
103
En aquel momento estaba aprobado el derecho al divorcio en Estados Unidos, pero en el caso de que la
pareja tuviese hijos, por ley el juez automáticamente otorgaba la custodia de forma íntegra al padre.
41
La convención puede considerarse que resultó exitosa porque a ella le siguieron
otras de similares características durante los años sucesivos, en Rochester también
durante 1848; y en 1851 en Akron y Worcester.
Es importante recordar que el contexto social que vivía la mujer en los Estados
Unidos de la época, incluso las pertenecientes a familias adineradas, estaba
completamente restringido a la vida doméstica y nunca al ámbito público. Destacaron
importantes autoras en este periodo de tiempo, debido principalmente a que escribir no
suponía ningún problema, porque podían hacerlo en el interior de sus hogares. Algunas
de ellas fueron Catharine Sedgwick, Lydia Child, Ann Stephens o Margaret Fuller, 104
que en 1846 publicó su obra Woman in the Nineteenth Century, la cual es una
declaración feminista realizada dos años antes de la convención de Seneca Falls, en ella
Fuller muestra su total convencimiento de que los hombres acabarán aceptando a la
mujer en igualdad de condiciones.
Esta adaptación de la Declaración de Independencia, recuerda en cierto modo a
lo que hizo en 1791 Olympe de Gouges cuando realizó su Declaración de los derechos
de la mujer y la ciudadana, modificando la versión original aprobada por la Asamblea
Nacional Constituyente francesa en 1789 denominada como Declaración de los
derechos del hombre y del ciudadano, durante la Revolución francesa, que omitía
completamente a la mujer y por consiguiente sus derechos.105
5.2.6. Ascendiente de Flora Tristán en Karl Marx y Friedrich Engels
La influencia de Flora Tristán en el pensamiento y en la obra de Karl Marx106 y
de Friedrich Engels107 resulta muy evidente, porque algunas ideas sobre el derecho y la
organización del trabajo conectan perfectamente entre sí.
A Flora Tristán según el contexto histórico en el cual le tocó vivir y por los
presupuestos idealistas de los que partía, es considerada por la mayoría de los autores
Catharine Sedgwick (Massachusetts, 1789 – Massachusetts, 1867), Lydia Maria Child (Massachusetts,
1802 – Massachusetts, 1880), Ann Sophia Stephens (Connecticut, 1810 – Rhode Island, 1886) y Margaret
Fuller (Massachusetts, 1810 – Nueva York, 1850). Importantes escritoras norteamericanas de mitad del
siglo XIX, además de abolicionistas y grandes defensoras de los derechos de las mujeres.
105
Este tema ya fue tratado anteriormente durante este trabajo en el punto 5.1.4.1.
106
Karl Marx (Prusia, 1818 – Londres, 1883). Filósofo, intelectual y militante comunista alemán de
origen judío. Es junto a Engels el fundador del socialismo científico, del comunismo moderno, del
marxismo y del materialismo histórico.
107
Friedrich Engels (Prusia, 1820 – Londres, 1895). Filósofo, pensador, comunista y sindicalista alemán.
Dirigente político de la primera y la segunda internacional. Amigo personal y colaborador de Karl Marx
en obras fundamentales para la fundación de los movimientos socialista, comunista y sindical.
104
42
como una socialista utópica, al igual que muchos pensadores coetáneos suyos como
fueron los ya mencionados anteriormente, Owen, Saint-Simon, Fourier o Cabet. Sin
embargo, otros autores consideraban que debido a las conclusiones que obtiene al
analizar la realidad de una forma tan objetiva y precisa, su modo de actuar estaría más
cercano al socialismo científico que al utópico, como se había considerado siempre
históricamente. Aunque según ellos, los aportes de Flora Tristán no se pueden
considerar todavía como sistemáticos, porque carecen del método científico que
desarrollaron años más tarde Karl Marx y Friedrich Engels.108
Flora Tristán fue la primera persona que habló de proletariado como clase social
oprimida, quienes solamente poseían su fuerza de trabajo, en relación al empresario
capitalista y a los factores de producción. También se refirió a la clase social opresora,
con el nombre de burguesía, como a la dueña de esos medios de producción. En su obra
de 1848 Unión Obrera, consideraba que el único modo que tenía la clase social
oprimida de poder luchar por sus derechos y tener un futuro mejor era mediante la unión
de todos los trabajadores independientemente de su oficio, para poder preservar su
derecho al trabajo y a la organización del mismo, y luchar por sus derechos.
En el libro La sagrada familia obra publicada por Marx y Engels en 1848, en su
capítulo IV “La crítica crítica [sic] en tanto que tranquilidad del conocimiento, o la
crítica crítica bajo los rasgos del señor Edgar”, es un apartado escrito íntegramente por
Friedrich Engels que hace una mención directa dentro del primer subapartado a la obra
de Flora Tristán Unión Obrera publicada en 1843. Engels hace una defensa del modo de
pensar de Flora Tristán, en su petición de la organización del trabajo y en los derechos
que debería de tener el obrero al ser parte importante del sistema productivo y que el
industrial se los niega:
“La propia afirmación de la crítica —si tomamos esta afirmación en el único sentido
que ella pueda tener—, reclama, pues, la organización del trabajo. Flora Tristán —en la
discusión de las ideas de Flora Tristán es donde encontramos por primera vez esta
afirmación—, pide la misma cosa, y esta insolencia de haberse atrevido a adelantarse a
la crítica crítica le vale el ser tratada en canaille. El obrero no crea nada: esta afirmación
es, además, absolutamente idiota, abstracción hecha de que el obrero aislado no produce
nada íntegramente, lo que es una tautología. La crítica crítica no crea nada; el obrero
crea todo, y a tal punto que, por las creaciones de su espíritu, avergüenza a toda la
108
Marco, Y. (1977) Feminismo y utopía, op. cit., pp. 31-32.
43
crítica: los obreros ingleses y franceses pueden testimoniarlo. El obrero hasta crea al
hombre. La crítica será siempre un monstruo con la satisfacción, es cierto, de ser un
crítico crítico. Flora Tristán nos da un ejemplo de ese dogmatismo femenino que quiere
tener una fórmula, y se la forma con las categorías de lo que existe.”109
No se sabe a ciencia cierta si alguna vez Karl Marx y Friedrich Engels llegaron a
conocer personalmente a Flora Tristán, aunque sí que tuvieron un amigo común como
fue el filósofo Arnold Ruge110 gran colaborador de Marx en la revista Anales FrancoAlemanes. Resulta innegable que su pensamiento y su obra influyó en ellos. Muchas de
sus ideas socialistas influyeron en el modo de pensar de Marx y Engels como podemos
ver a través de su obra Manifiesto del Partido Comunista de 1848 y la posterior
formación de la I Internacional 1864, la cual puede considerarse como la culminación
de la mayor aspiración de la autora, la creación de una gran unión de trabajadores que
podía luchar de forma conjunta por la defensa de sus derechos.
5.2.7. Prensa femenina
Durante el siglo XIX aparecen las primeras revistas femeninas ilustradas como
las conocemos actualmente. Su temática variaba considerablemente dependiendo el tipo
de publicación de que se tratase. Las había más conservadoras, muy parecidas a la
mayoría de las que existieron durante el siglo anterior, centradas casi exclusivamente en
la “instrucción femenina”, es decir enseñaban a las mujeres a ser buenas esposas,
madres, cuidadoras del hogar, de la familia… pero en ellas no había espacio para otro
tipo de ámbitos de carácter más público, solamente para uno doméstico.
Afortunadamente también fueron surgiendo nuevas publicaciones más liberales, las
cuales se preocupaban por defender los derechos de la mujer, por pedir una educación
igualitaria y promover su emancipación, en el presente trabajo trataremos el estudio de
este tipo de publicaciones. Este desarrollo en la prensa femenina en Europa se produce
en parte al desarrollo de la imprenta como producción industrial, algo que durante el
siglo anterior todavía no estaba demasiado generalizado y también debido a la aparición
Marx, C., Engels, F. (1971) “La crítica crítica en tanto que tranquilidad del conocimiento, o la crítica
crítica bajo los rasgos del señor Edgar”, La sagrada familia o crítica de la crítica crítica, Buenos Aires,
Editorial Claridad, pp. 32-33.
110
Arnold Ruge (Rugüen-Alemania, 1802 – Brighton-Inglaterra, 1880). Filósofo y escritor alemán,
colaborador de Karl Marx
109
44
de nuevos gobiernos de un claro carácter mucho más liberales que los existentes durante
el siglo anterior.
En Francia a comienzos de siglo, concretamente en 1808, se fundó el periódico
L’Athêne des Dames, el cual tenía un claro carácter feminista. En él escribían algunas de
las mujeres más influyentes de la alta burguesía francesa de la época como, Sophie de
Reneville111 o Anne Marie de Beaufort.112 Varios años después, en 1836 Eugénie
Niboyet113 creó la publicación feminista La Gazette des femmes, la cual se preocupaba
fundamentalmente de luchar por los derechos políticos y civiles que les eran negados a
las mujeres. En 1848, la misma Eugénie Niboyet fundó el periódico, La Voix des
Femmes, el cual se erigió como el verdadero impulsor del movimiento feminista en
Francia, pidiendo de una forma muy activa el derecho al voto para las mujeres.
Finalmente durante este recorrido por la prensa femenina en Francia durante la primera
mitad del siglo XIX, es importante destacar la publicación surgida en la ciudad de Lyon
en 1865 L’Union des Bas-Bleus, el cual se convirtió también en un símbolo de la causa
feminista.
En España durante la primera mitad de este siglo existían una serie de
publicaciones dirigidas a un público femenino, pero que no podían definirse feministas
como tal. Hasta entonces en una sociedad claramente marcada por una superioridad
moral y material del hombre sobre la mujer, aparecen algunas publicaciones como
fueron, en 1821 El Bello Sexo, en 1822 El Periódico de las Damas, en 1841 La Iris del
Bello Sexo, en 1852 Correo de la Moda y Álbum de Señoritas, o ya en 1866 El Ángel
del Hogar. Todas estas publicaciones citadas ofrecían pocos datos objetivos sobre las
condiciones de vida reales de las mujeres españolas de la época. Como se puede intuir a
través de sus títulos, como por ejemplo en El Ángel del Hogar, lo que hacían era
limitarse a trasmitir los estigmas y esteriotipos injustos que se habían ido consolidando
sobre las mujeres desde la antigüedad, que limitaban el campo de actuación de la mujer
al ámbito domestico y restringía completamente el público. La mayoría de estos diarios
estaban editados y redactados por hombres que querían que la desigualdad continuase
como estaba, o por mujeres conformistas. En La Rioja durante esta época, se propuso la
Sophie de Renneville (Caen, 1772 – París, 1822). Escritora feminista y periodista francesa. Editora del
periodico feminista L’Athêne des Dames, el cual se enfrentó a las ideas machistas de la sociedad de su
tiempo.
112
Anne-Marie de Beaufort d'Hautpoul (París, 1763 – Ibídem, 1837). Escritora francesa. Importante
colaboradora de la publicación femenina L’Athêne des Dames.
113
Eugénie Niboyet (1796 – 1883). Escritora y periodista feminista francesa. Fundadora de los periodicos
feministas La Gazette des femmes y La Voix des Femmes.
111
45
edición de una publicación dirigida a un público femenino llamada El Fanal de la
Mujer, sin embargo finalmente el proyecto no consiguió llevarse a cabo.114
No será hasta la segunda mitad de este siglo cuando surgió la verdadera prensa
femenina, la cual se preocupaba de la situación real y objetiva de la sociedad de aquel
momento. Este tipo de publicaciones también son denominadas como emancipistas
debido a su carácter inconformista que reivindicaba la posibilidad de que la mujer
participase en los distintos campos de la vida pública y no solo en el doméstico al
cuidado del hogar y de la familia. Algunos de estos títulos feministas fueron, La Mujer
y Ellas, gaceta del Bello Sexo de 1851, o el Pensil de Iberia de 1857. Todas estas
últimas publicaciones citadas contaban con conocidas escritoras de la época dedicadas a
la defensa de los derechos de la mujer como, Ángela Grassi,115 Carolina Coronado116 o
Gertudris Gómez de Avellaneda117. El estilo de todas ellas era crítico y su finalidad era
la de concienciar a las mujeres de que luchen en vez de conformarse con lo que la
sociedad les obligaba a aceptar, como podemos ver en estos fragmentos de los
periódicos La mujer y Ellas, Gaceta del Bello Sexo:
“Desde que hay sabios en el mundo pocos han sido los que se han ocupado de los
derechos e instrucción de la infeliz mujer, y la voz de estos pocos, aunque grande y
portentosa, parece que se ha perdido en el espacio como se pierden los ayes de un
náufrago en la inmensidad de los mares”118
“Ya es tiempo, volvemos a repetir por fin, que las mujeres recobren en la sociedad el
puesto que las corresponde como la mitad más preciosa del género humano,...”119
Martínez Latre, Mª. P., (1986) “El Zurrón del pobre (1851-52)”, en Berceo, 110, pp. 33-62.
Ángela Grassi (Italia, 1823 – España, 1883). Importante novelista italiana afincada en la España del
siglo XIX.
116
Carolina Coronado (Almendralejo, Extremadura, 1820 – 1911 Lisboa). Novelista española, el género
en el cual más se prodigó fue el romanticismo.
117
Gertrudis Gómez de Avellaneda (Camagüey, Cuba, 1814 – Madrid, 1873). Escritora y poetisa del
romanticismo hispanoamericano, además de ser considerada como una de las precursoras del feminismo
en España.
118
Editorial de La Mujer, domingo 20 de junio de 1852, p. 2.
119
“Del aprecio que se ha hecho a las mugeres (sic) en diferentes pueblos, y en particular de España”
Ellas. Gaceta del Bello Sexo. 15 de octubre de 1851, 25-28, p. 27.
114
115
46
6. CONCLUSIONES Y RESULTADOS
Tras la realización de este trabajo de fin de grado he llegado a una serie de
conclusiones y resultados, previo análisis de las hipótesis iniciales, sobre cual ha sido la
evolución de las reivindicaciones de los derechos de la mujer desde los siglos XVIII y
XIX realizando una comparativa con lo que sucede en la actualidad.
La desigualdad entre hombres y mujeres no es algo que haya comenzado durante
las últimas décadas, sino que es algo que viene dándose desde siempre a lo largo de la
historia en la mayoría de culturas.
Muchos de los logros igualitarios conseguidos durante los últimos tiempos, se
han conseguido gracias a la lucha que empezaron hace varios siglos mujeres como las
francesas, Olympe de Gouges, Théroigne de Méricourt, Flora Tristán, la inglesa Mary
Wollstonecraft, o las norteamericanas Elizabeth Stanton y Lucrecia Mott (Seneca Falls).
Derecho a la educación igualitaria, divorcio, custodia de hijos, sufragio universal…
A lo largo de la historia no todos los hombres se han opuesto a la igualdad como
es el caso de Jean Jacques Rousseau, algunos como Charles Fourier, Henri de Saint
Simon, o los treinta y dos hombres que firmaron la Declaración de Sentimientos durante
la Convención de Seneca Falls en 1848, se esforzaron por promover la igualdad entre
hombres y mujeres.
Si en las últimas décadas se han logrado conseguir muchos más objetivos de
igualdad que durante los primeros años de la lucha feminista es porque en general los
hombres son mucho más abiertos que en aquella época, aunque por desgracia continúa
habiendo excepciones.
Por lo tanto, conseguir la igualdad no solamente es tarea de las mujeres, los
hombres también deben involucrase en ello.
Pese a que durante las últimas décadas y años se ha avanzado mucho en materia
de igualdad, todavía faltan muchos obstáculos por superar. En siglos atrás el ámbito
público estaba completamente restringido para las mujeres, actualmente esta restricción
está muy superada. Sin embargo continúa habiendo muchas barreras hacia las mujeres
incluso en las sociedades más desarrolladas, como pueden ser los ejemplos de que con
el mismo puesto de trabajo y teniendo la misma formación académica, muchas mujeres
cobran todavía menos que los hombres; o el denominado como “techo de cristal”, por el
cual la mayoría de órganos directivos de empresas privadas e incluso públicas suelen
estar ocupados mayoritariamente por hombres.
47
Acontecimientos históricos muy importantes como el triunfo del pueblo durante
la Revolución Francesa de 1789 o el reconocimiento de los derechos de los trabajadores
con la posibilidad de que pudiesen formar sindicatos, no hubiese sido posible
conseguirlos sin la participación activa de muchas mujeres en dichos procesos.
48
7. BIBLIOGRAFÍA
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