El año más largo de la historia

Anuncio
Empecé a estudiar español a los treinta y pico. Mi generación no estudió
español en la escuela, pues las lenguas importantes por aquí eran el
francés y el inglés.
Mi primer contacto con el mundo hispano
fue en 2005, cuando mi marido y yo fuimos
a Buenos Aires y a Montevideo con unos
amigos. De los 6 turistas brasileños solo
uno había estudiado español. Los que no
hablábamos
español,
creíamos,
equivocadamente, que nos defenderíamos
muy bien en la lengua de los “hermanos”.
Mentira podrida, como dice mi profesor
Joan, nuestro “portunhol” nos resultó fatal:
dijimos frases como “*¿es longe?” en vez
de: “¿está lejos?”; “*¿ajas que dá?”, en vez
de: “¿crees que las valijas caben aquí?”;
“*¡Scusa!”, en vez de “¡perdona!”.
Un año después, ya estaba enamorada del español, así que pasé mis
vacaciones en Chile. De nuevo, intenté sin éxito charlar en mi
“portunhol”. Tengo varias anécdotas de viaje sobre mis desastrosos
intentos de hablar español. La más graciosa y ridícula pasó cuando
necesité comprar productos de higiene personal en la farmacia y ni
siquiera desconfiaba que “colírio” se llama colirio…por eso pasé más de
media hora para hacerme entender. Todos se reían de mí, incluso mi
marido.
Tras la indignación por mi ignorancia supina decidí estudiar español a
comienzos de 2007. Lo hice por amor a la lengua y a la cultura hispana.
No lo hago por necesidad profesional o cosa semejante. Por 3 años sigo
insistiendo solo por estar enamorada de Pablo Neruda, Vargas Llosa,
García Márquez, Isabel Allende, Laura Esquivel, Eduardo Galeano y
tantos otros. No sé explicar por qué me gusta tanto estudiar español.
Debe de ser un poco por la sangre argentina de mi bisabuela Rosa que
corre por mis venas.
Adaptado de: http://losinsistentes.blogspot.com.br/2011/02/el-espanol-un-amor-maduro.html
Descargar