A Rafael Alberti: el poeta que llegó desde las costas gaditanas

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PASATIEMPOS
Martes 12.08.14
SUR
A
JUGAR A LEER
PALABRAS ANDALUZAS
POR ANTONIO GARRIDO, ALBERTO GÓMEZ,
ALEJANDRO DÍAZ Y SONIA HURTADO
CONSEJERÍA DE LA PRESIDENCIA
DE LA JUNTA DE ANDALUCÍA
PERSONAJES
ANDALUCES
Rafael Alberti:
el poeta que
llegó desde las
costas gaditanas
Abanador
Procede de ‘abanar’, que en Andalucía y Canarias es la acción de
dar aire con un soplillo; pues ese
soplillo es la palabra que tratamos aquí. Se usa con mayor frecuencia en Huelva.
Abarrunto
Es muy semejante a «pronto».
o».
Así, «Le ha dao un abarrunto
oy
se ha largao sin decir na» see entiende como consecuenciaa de
una idea que produce unaa acción
repentina y, la mayoría dee las veces, sin sentido lógico. Es palala
bra que se usa en Motril con el
mismo sentido que recogen los
textos de «malagueñismos»,
como un instantáneo ataque de
rabia. También existen las formas «aberrunto» y «barrunto».
Igualmente se localiza en la Alcarria. Un ejemplo de que la palabra está viva en el uso la encontramos en una entrevista a la
cantante Aurora Guirado, que
afirma: «En uno de esos abarruntos que te dan, me pregunté…». Hasta existe una página en
la red con el título de ‘Los abarruntos de Keko’.
Abra
Es palabra de origen francés, de
‘havre’, que es «puerto de mar»
en sentido general. En la provincia de Cádiz se denomina así al
«seno del anzuelo» y a la «abertura en forma de media luna
irregular entre paredes medianeras para que tengan luz los patios». También es la «distancia
entre dos botas en una andana
de ellas». En todas las acepciones generales y dialectales está
presente la idea de espacio, de
abertura, de grieta.
propio: C. Schömberg, mariscal
de Francia que realizó cambios
en el uniforme durante la guerra
de Cataluña de 1650. Por ejemplo, la casaca y el sombrero fueron calificados de chambergos.
Así fue uniformado un regimiento en Madrid durante la minoría
de Carlos II y el pueblo se burló
del aspecto de estos soldados. En
Andalucía se refiere a «una cinta
de seda muy estrecha».
Acharar
Acaguasarse
El diccionario la localiza en Granada y Cuba, como verbo pronominal del universo de la caña de
azúcar: «Medrar poco su tallo y
multiplicarse en cambio sus hojas». Procede de «caguaso», que
entre sus varios sentidos posee
en Cuba el de caña de azúcar de
poca calidad y, por extensión,
cualquier cosa desechable y despreciable.
Ácana
Se emplea en la locución «de ácana» como algo «de mucho valor y
de gran calidad». Ejemplo: «La
pulsera de la Trini es de ácana».
Achambergado
Es una palabra que procede de
‘chambergo’ y el origen de este
término es, atentos, un nombre
PATROCINA
Se trata de un verbo que se usa
como transitivo y pronominal.
Es palabra de origen caló y, cuando se analizan las acepciones del
diccionario, en el uso general y
como andalucismo, no hay grandes diferencias. El significado común ofrece matices de la perturbación del ánimo. De este modo,
encontramos: «avergonzar (a
otro), azarar, enojar, desazonar,
sobresaltarse, disgustar, dar celos, ruborizarse». En Málaga se
encuentra el sentido de «temer».
Muy relacionado es el pronominal «achararse». En la Sierra de
Segura, Jaén, tiene el significado
de «Quedarse quieto, detenido».
No es difícil ofrecer la acepción
de «acobardarse». Lo mismo sucede con «achares», que es, por
una parte, «vergüenza» y, por
otra, «celos». Se encuentra en las
estructuras «dar achares» y «tener achares», que acogen los dos
sentidos enunciados.
Achuchaera
No está en el diccionario académico, pero en Diccionario del habla sevillana, Manuel González
Salas la define como «Aprieto, situación de apremio fisiológico”.
Por su parte, en Diccionario del
habla malagueña, de Enrique del
Pino, se establece que es una variante de la forma «achuchadera»
y significa: «Mantenimiento excesivo e injustificado de
amistad con alguien». Lo califica
como vulgarismo
y cita como autoridad este
ejemplo de la
famosa novela
‘Cartucherita’,
de Arturo Reyes: «… Y le ha
entrao una achuchaera por su vecina que hay que vé».
Los sentidos se usan igualmente, al menos en Málaga aunque en esta el significado ‘sevillano’ también se corresponde
con «retortijón», que aparece en
la Academia. Encontramos, por
tanto, «achuchaera» como retortijón y ese exceso de amistad
que, nos permitimos añadir, suele durar poco y acabar «como el
rosario de la Aurora».
El universo poético de Rafael
Alberti arrancó junto a las costas gaditanas, expresado inicialmente a través de la pintura. Vivió su adolescencia en
Madrid, donde participó en
multitud de exposiciones y
bebió de las vanguardias. La
muerte de su padre en 1920,
cuando Alberti tenía dieciocho años, supuso una explosión interior y la escritura de
los primeros versos. Su altura
poética no tardó en revelarse;
en 1923 publicó ‘Mar y tierra’,
que un año después –y ya bajo
el título ‘Marinero en tierra’–
fue distinguido con el Premio
Nacional de Literatura. Fueron años fructíferos para el
gaditano, que en la Residencia
de Estudiantes conoció a Lorca, Guillén, Salinas, Buñuel,
Dalí, Aleixandre y otros
miembros del 27.
Alberti, que ya había publicado ‘Sobre los ángeles’ y ‘Cal y
canto’, descorchó la década de
1930 casándose con la escritora
María Teresa León. Consciente
de que los libros no iban a ser
una forma de vida que permitiese su independencia económica, comenzó su extensa trayectoria como conferenciante.
Durante aquellos viajes conoció a Stalin y a su admirada Dolores Ibárruri, La Pasionaria, y estos nuevos encuentros trajeron sus
versos más revolucionarios. En 1937
comenzó a escribir su ciclo autobiográfico, ‘La arboleda perdida’.
Tras el estallido
de la Guerra Civil,
Alberti inició su exilio en París, donde escribió uno de sus poemas más célebres, ‘Se equivocó la paloma’, antes de marcharse a América. En Buenos
Aires nació su hija Aitana. La
producción literaria de Alberti,
difundida internacionalmente, gozaba de una salud envidiable. En 1977 volvió a España; la felicidad del regreso fue
el preludio de una lluvia de reconocimientos que no cesó
hasta su muerte, en 1999.
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