58 PASATIEMPOS Martes 12.08.14 SUR A JUGAR A LEER PALABRAS ANDALUZAS POR ANTONIO GARRIDO, ALBERTO GÓMEZ, ALEJANDRO DÍAZ Y SONIA HURTADO CONSEJERÍA DE LA PRESIDENCIA DE LA JUNTA DE ANDALUCÍA PERSONAJES ANDALUCES Rafael Alberti: el poeta que llegó desde las costas gaditanas Abanador Procede de ‘abanar’, que en Andalucía y Canarias es la acción de dar aire con un soplillo; pues ese soplillo es la palabra que tratamos aquí. Se usa con mayor frecuencia en Huelva. Abarrunto Es muy semejante a «pronto». o». Así, «Le ha dao un abarrunto oy se ha largao sin decir na» see entiende como consecuenciaa de una idea que produce unaa acción repentina y, la mayoría dee las veces, sin sentido lógico. Es palala bra que se usa en Motril con el mismo sentido que recogen los textos de «malagueñismos», como un instantáneo ataque de rabia. También existen las formas «aberrunto» y «barrunto». Igualmente se localiza en la Alcarria. Un ejemplo de que la palabra está viva en el uso la encontramos en una entrevista a la cantante Aurora Guirado, que afirma: «En uno de esos abarruntos que te dan, me pregunté…». Hasta existe una página en la red con el título de ‘Los abarruntos de Keko’. Abra Es palabra de origen francés, de ‘havre’, que es «puerto de mar» en sentido general. En la provincia de Cádiz se denomina así al «seno del anzuelo» y a la «abertura en forma de media luna irregular entre paredes medianeras para que tengan luz los patios». También es la «distancia entre dos botas en una andana de ellas». En todas las acepciones generales y dialectales está presente la idea de espacio, de abertura, de grieta. propio: C. Schömberg, mariscal de Francia que realizó cambios en el uniforme durante la guerra de Cataluña de 1650. Por ejemplo, la casaca y el sombrero fueron calificados de chambergos. Así fue uniformado un regimiento en Madrid durante la minoría de Carlos II y el pueblo se burló del aspecto de estos soldados. En Andalucía se refiere a «una cinta de seda muy estrecha». Acharar Acaguasarse El diccionario la localiza en Granada y Cuba, como verbo pronominal del universo de la caña de azúcar: «Medrar poco su tallo y multiplicarse en cambio sus hojas». Procede de «caguaso», que entre sus varios sentidos posee en Cuba el de caña de azúcar de poca calidad y, por extensión, cualquier cosa desechable y despreciable. Ácana Se emplea en la locución «de ácana» como algo «de mucho valor y de gran calidad». Ejemplo: «La pulsera de la Trini es de ácana». Achambergado Es una palabra que procede de ‘chambergo’ y el origen de este término es, atentos, un nombre PATROCINA Se trata de un verbo que se usa como transitivo y pronominal. Es palabra de origen caló y, cuando se analizan las acepciones del diccionario, en el uso general y como andalucismo, no hay grandes diferencias. El significado común ofrece matices de la perturbación del ánimo. De este modo, encontramos: «avergonzar (a otro), azarar, enojar, desazonar, sobresaltarse, disgustar, dar celos, ruborizarse». En Málaga se encuentra el sentido de «temer». Muy relacionado es el pronominal «achararse». En la Sierra de Segura, Jaén, tiene el significado de «Quedarse quieto, detenido». No es difícil ofrecer la acepción de «acobardarse». Lo mismo sucede con «achares», que es, por una parte, «vergüenza» y, por otra, «celos». Se encuentra en las estructuras «dar achares» y «tener achares», que acogen los dos sentidos enunciados. Achuchaera No está en el diccionario académico, pero en Diccionario del habla sevillana, Manuel González Salas la define como «Aprieto, situación de apremio fisiológico”. Por su parte, en Diccionario del habla malagueña, de Enrique del Pino, se establece que es una variante de la forma «achuchadera» y significa: «Mantenimiento excesivo e injustificado de amistad con alguien». Lo califica como vulgarismo y cita como autoridad este ejemplo de la famosa novela ‘Cartucherita’, de Arturo Reyes: «… Y le ha entrao una achuchaera por su vecina que hay que vé». Los sentidos se usan igualmente, al menos en Málaga aunque en esta el significado ‘sevillano’ también se corresponde con «retortijón», que aparece en la Academia. Encontramos, por tanto, «achuchaera» como retortijón y ese exceso de amistad que, nos permitimos añadir, suele durar poco y acabar «como el rosario de la Aurora». El universo poético de Rafael Alberti arrancó junto a las costas gaditanas, expresado inicialmente a través de la pintura. Vivió su adolescencia en Madrid, donde participó en multitud de exposiciones y bebió de las vanguardias. La muerte de su padre en 1920, cuando Alberti tenía dieciocho años, supuso una explosión interior y la escritura de los primeros versos. Su altura poética no tardó en revelarse; en 1923 publicó ‘Mar y tierra’, que un año después –y ya bajo el título ‘Marinero en tierra’– fue distinguido con el Premio Nacional de Literatura. Fueron años fructíferos para el gaditano, que en la Residencia de Estudiantes conoció a Lorca, Guillén, Salinas, Buñuel, Dalí, Aleixandre y otros miembros del 27. Alberti, que ya había publicado ‘Sobre los ángeles’ y ‘Cal y canto’, descorchó la década de 1930 casándose con la escritora María Teresa León. Consciente de que los libros no iban a ser una forma de vida que permitiese su independencia económica, comenzó su extensa trayectoria como conferenciante. Durante aquellos viajes conoció a Stalin y a su admirada Dolores Ibárruri, La Pasionaria, y estos nuevos encuentros trajeron sus versos más revolucionarios. En 1937 comenzó a escribir su ciclo autobiográfico, ‘La arboleda perdida’. Tras el estallido de la Guerra Civil, Alberti inició su exilio en París, donde escribió uno de sus poemas más célebres, ‘Se equivocó la paloma’, antes de marcharse a América. En Buenos Aires nació su hija Aitana. La producción literaria de Alberti, difundida internacionalmente, gozaba de una salud envidiable. En 1977 volvió a España; la felicidad del regreso fue el preludio de una lluvia de reconocimientos que no cesó hasta su muerte, en 1999.