DESPUES DE LA LLUVIA MARIA JULIA LUCO DE ESTEVES (Año 1989) INDICE PRIMERA PARTE ............................................................................. 2 DE LA VIDA I ................................................................................. 3 DE LA VIDA II ................................................................................ 3 DE LA VIDA III .............................................................................. 4 DEL HOMBRE................................................................................ 4 DE LOS LUNES ............................................................................. 5 DEL PASAR ................................................................................... 5 DE LA SALVACION ....................................................................... 5 DE APARIENCIAS ......................................................................... 6 DE LOS PASOS ............................................................................. 6 ISLAS.............................................................................................. 7 DE LA LUZ ..................................................................................... 7 DEL SOÑAR ................................................................................... 8 DEL MORIR… UN POCO CADA DIA ........................................... 8 DE LA SOLEDAD........................................................................... 9 DE LA PALABRA........................................................................... 9 LABRIEGO ..................................................................................... 9 DE MARIONETAS........................................................................ 10 DE AUSENCIAS........................................................................... 10 DEL OLVIDO ................................................................................ 11 SIEMPRE (O POR LA VIDA) ....................................................... 11 SEGUNDA PARTE.......................................................................... 12 REGRESO .................................................................................... 12 CENIZAS ...................................................................................... 12 LA BUSQUEDA............................................................................ 13 LA LETRA DERROTADA ............................................................ 14 UNIDAD ........................................................................................ 14 EL CALDERO............................................................................... 15 RUEDAN ROSTROS.................................................................... 16 Y NO LO SABEN.......................................................................... 17 EL CAMINO.................................................................................. 18 HERMANA MADERA, HERMANO HIERRO............................... 19 LA SEQUIA .................................................................................. 20 EL SILENCIO ............................................................................... 21 EL ECO......................................................................................... 22 NIÑO MIO ..................................................................................... 24 TERCERA PARTE .......................................................................... 26 CANTO AL OTOÑO ..................................................................... 26 CANTO A SAN LUIS.................................................................... 27 CANTO A LA PATRIA ................................................................. 29 CANTO AL PUEBLO ................................................................... 31 PRIMERA PARTE Gracias Y la lluvia fecundará la tierra y por sus eras yertas y dormidas ondearán sobre el surco de la tierra oro de mieses bajo el sol del día. Lluvia de gracia bautismal y buena, también el alma a veces necesita cuando su solitaria y muda yerma alas y cantos, bajo el cielo, olvida. Y si un milagro azul en gotas claras hiende la sombra y le ilumina vida desatan los jinetes de la niebla. El agua funda el tiempo de la siembra. ¡Primavera vendrás! El sol dilata. La sementera del pecho está bendita. DE LA VIDA I Nos sitiaron un tiempo definido, un espacio entre todos los espacios y fuimos conminados a vivirlo con buril mimetizando, en mano. Microcosmos de geómetras perfectos equilibrio en punto sostuvimos. Solos estamos y estaremos solos del principio al final – Pascal lo dijo –. En cada cofre, la angustia y el secreto. Las alas remontando tras los vidrios. El espejo rompiendo en carcajadas reflejando la sombra arrebujada. Y aún con nuestra cruz y su tormento, porfiaremos, que es libre el albedrío. DE LA VIDA II No miremos la vida tras el vidrio ni la engañosa mueca del reflejo rompamos esta pálida agonía, caricatura o sombra del espejo. Libertemos la luz de las raíces que nos trepan alondras por el pecho y abramos las mañanas con las manos despojando mortajas del Averno. El alma es libre. El corazón sujeto. Gris en la rama aletargado invierno. Alzará otra vez sus flacos dedos y una violeta trenzará los ciclos. Aquí la vida y Ahora la fundemos. Que las máscaras caigan en silencio. DE LA VIDA III “El hombre es grande porque conoce su miseria” PASCAL “El hombre oscila entre el ángel y la bestia” PASCAL “El hombre ciudadano de dos reinos” SAN AGUSTIN Rescatemos la vida para el hombre, elemental, universal, pensante. Grande, solo, que asume su miseria arrastra en bestia y purifica en ángel. Desgarremos el límite que imponen los sepulcros, el tiempo, las edades. Fundado “ciudadano de dos reinos” de la Tierra y del Cielo, indubitable. Paradoja sutil o genial broma sus plantas en el barro claudicantes con los brazos en cruz; y en el velero de los ojos que rompen hacia el cielo. Sed, de infinitos. Es el ser del Hombre. Sorbo de eternidad en sus instantes. DEL HOMBRE Azul ensueño más desvelo fuiste, astilla y rezo en varoniles labios, temblor de luna en una casta frente, rosa de carne abierta en un regazo. La luz tu día. La vida en un vagido retoño a vara, presintiendo el árbol. Redenta historia, la progenie, el hijo, la huella abierta y el dolor fundado. Frente a la vida tu talla ha erigido una estatura de riesgo y de milagro. Sueñan lejanos cielos tus alondras. Silencia el polvo en la piadosa copa. Rotundéz de la estirpe. Hombre. Destino. Dolor de Cristo, cruz, madera y clavos. DE LOS LUNES Y el lunes abrirá su itinerario astillado de inercias y premuras. Preludia en las veredas del presagio el cálculo, el azar. Y la pregunta. Cosmopolita lunes. Los horarios baten fibras, arbitrios y desnudan relojes de neblina. Es el gregario afán de abrir sobre la tierra dura, unidos por los dedos y el costado, un día de esperanza o de tortura. El comienzo de todos los comienzos o el fin de fines que es igual intento. Y el sardónico lunes heredado mueca será de irónicas venturas. DEL PASAR Van rodando las huellas pasajeras y los nombres, templando con sus lanzas epitafios, en lápidas de arenas. ¡Y el carrousell que insiste sus volandas! Es desmedido el brazo de la tierra inexorable el opus de la nada. Sólo una chispa. Y el tiempo reverbera. Río fatal que indubitable pasa. Registro inscripto donde “el logo” impera en padrones precisos. Las palabras con su siembra, de granos infinitos apuestan las certezas. Y el destino, evasivo supuesto, azar, estrella en pertinaz mudez, trenza la trama. DE LA SALVACION Insistimos la huella y los espacios los absurdos, las pujas, los umbrales, la cúspide del sol en el sollozo el aljófar, las alas, los fanales. Y blandiremos nombres y el esbozo que delínea al ser y sus ropajes, un linaje de historias y de Olimpos en la tierra de todos, que es de nadie. Más acecha la eternidad ligera y un poderoso temporal de instantes. polvo de abismo, polvo de leyendas compactaremos en todas las arenas. Sólo nos salva una Cruz. Y el pecho arde en esta patria secular del hombre. DE APARIENCIAS Noche, que el párpado agoniza en flama la leve lumbre del fulgor de un día, que todo pasa, el fuego en la ceniza sueña su ayer y su esplendor de llama. La luz hacia la lámpara transmigra hacia su esencia todo se deriva, sólo nos queda la apariencia vana con que el sentido al alma complacía. ¿Qué hay de cierto si todo se desgrana cuando lo toca el dedo que porfía? Y en la corriente de la vida esclava se sumergen las dudas y palabras. y la verdad, como verdad, es nada y es una ciencia exacta la mentira. DE LOS PASOS Pasos y pasos, pasos y más pasos la maraña del tiempo los enreda y en sollozos de rezos o blasfemías la muerte luz aguardan del ocaso. Flecha silente de invisibles arcos. Desnuda caracola en las veredas. Trazo sinuoso de inquietud o espera. Yacente azul de algún azul alado. Agonizan de brisas y veranos y del vital torrente de horas viejas. Pasos que pasan a cercar la nada y que en la nada tenebrosa quedan. Penélopes que hilamos la madeja ¿a dónde irán tus pasos y mis pasos? ISLAS El prójimo, el hermano. En el sosiego la historia y las memorias que señalan ayeres, siempres. Y no supimos, ciegos, la página leer, inscripta al alma. Por eso en la mañana el desconcierto, la vista fija, la expresión helada y nada por decir… o tantas cosas, que por ser tantas, quedan sin palabras. Somos los que somos, o somos sólo reflejo, estela o pátinas heladas de estrella errante, en trágico designio, alejando o juntando los destinos. O desmanadas islas. Puentes rotos de inexorable mar, que une y separa. DE LA LUZ “Anhelo de la polilla por la estrella” EDGARD ALAN POE “El Dios del día azul” JUAN RAMON JIMENEZ He fundado la luz esta mañana tras la sombra de la noche umbría que aletarga en calvarios y en astillas y el yo profundo, de la especie humana. Y las marismas suben a mi playa, en luz anega la huella peregrina y bebo su cristal, que purifica en gracia bautismal de nuevo el alma. ¿De dónde llega la corriente clara que por las venas va encendiendo el día? ¿del milagro del ser en su epopeya con el anhelo de polilla a estrella? O el Dios del día azul que está y reclama y en campanas de luz, tañe la vida. DEL SOÑAR Temeridad de noches en vigilia, terquedad de los vuelos, de las alas, inquietud pavorosa de las fibras, insistencia de estrellas y palabras. Es de roca, la víscera encendida en que acrisola el sueño y la esperanza, tremolando en la fuerza sostenida que empuja ardiente, que avasalla y clama. Sueños que sueñan. Vida enaltecida, blancura de ángel, sobre piel amarga. Un hechizo de azules en las manos, un liviano giro en el livano. Sueños que sueñan. Ascua rediviva y vuelo alzado en vuelo a los “mañana”. DEL MORIR… UN POCO CADA DIA El final determina los principios Dijo: morir ayer. Y ayer morimos, para nacer de pie sobre el abismo al hoy, que talla sol inadvertido. La vida nos erige sobre el mismo brocal del pozo, donde ayer caímos. Sin piedad, con su brazo y con su atisbo nos sumerge en el mismo laberinto. Esta noche morir. Así está escrito. Un poco cada vez, y sin sentirlo, desgranamos la piel sin pausa o prisa. A morir y a vivir se nos concita. Y arrastramos un tiempo persistido bajo la piel. No habrá perdón, ni olvido. DE LA SOLEDAD Espejismo en el espacio abierto. Voces truncadas, rostros claudicantes. A la espada se oponen labios yertos gestos cansados, planta itinerante. un azogue cristal templa el invierno cuando acuña la vida en soledades. La sombra del letargo sin desvelo es de muerte. El muro inexpugnable. Crecemos pasos, piel, dudas, anhelos, en fugas a pretéritos distantes, a tiempos que alentaron soles nuevos, a umbrales de cenizas. Y en el yermo se seguirá tan solo, como “el antes”. Los pétalos suicídanse en el pecho. DE LA PALABRA Y arrancamos con fuerza la palabra desgarrando las manos, las entrañas, la rueca de la sangre, donde enreda, el torrente de fibras, donde calla. Empalidecen rejas y clausuras la gubia afila su expresión helada. Solloza y arde el fuego vocativo y el vendaval sin arredrarse, canta. Y somos uno con el mismo fuego, tempestad visceral, fulgor de llama. Y en dantesco escenario modelamos con la gubia de acero entre las manos, en ofrenda total, desnuda el alma, la serena vestal de la palabra. LABRIEGO Cuanto miro y sostengo en osadía, es todo lo que anhelo, y lo que amo, libre de hacerlo soy por ello esclavo, mi tiempo es lazo y mi luz porfía. Entierro el puño, en la tierra fría que calientan lombrices y gusanos, para pulir diamantes y el arcano reflujo de la voz. Es la vencida humana condición, enaltecida por la Cibeles que en su vientre amargo, atardece en criaturas y criaturas todas iguales, todas diferentes. Arde mi piel de tosca, de simiente. Soy el oscuro labriego de mis días. DE MARIONETAS Y aprendimos de todo, buenamente los gestos, las maneras, los modales. A callar, a no hablar, a enmudecernos por no ser el momento, ni el instante. A hablar sólo permitidas veces. La cortesía obligaba y obligaba. En la madera del pecho se morían las no dichas palabras, inmoladas. Y aprendimos también, decentemente, a no mirar el alma de la gente, porque era una audacia desmedida ser uno, ser el yo. Y la pretendida formalidad de humanas cortesías nos tornó, marionetas educadas. DE AUSENCIAS Porque a veces también desnuda el día, se descalzan los muros de cementos, se interrogan las calles, las esquinas, y el lampo de la tarde es un desierto. Porque a veces aprietan las espinas, se suicidan las voces y los ecos, desmaya la ternura, seca ruina que bosteza su pétalo en silencio. Sartré, piadoso, ausencias escribías nombrándolas: “presencias”. En acierto. Hoy el Hijo no está, toco su ausencia hasta desesperar la no presencia. No está y está. Y se me anuda al pecho dolor y gozo por su imagen cierta. DEL OLVIDO Barro que somos, barro que seremos, barro que tañe, deliciosa un alma, chispa en cenizas de un fatal caldero. Sueño de lumbres. El que un viento aguarda. Alzó en urdimbres el olvido artero la envanecida piel; en piel remansa. Crédulos fuimos del poder, del gesto, del argumento fiel de las palabras. Y la voz del silencio en duro acero segó la diurna esplendidez del alba. En los ojos vacíos templó el tiempo la noche oscura y la tristeza larga. Fragua el olvido, que ya sopla el viento vencidos somos, en la carne amarga. SIEMPRE (O POR LA VIDA) Quiero decir los siempres, porque hay “siempres”, aunque la flor devenga en polvo o nada y se plieguen las brisas y las alas, en un ocaso, un sino, o en la tangente imprecisión de real o de aparentes. Voy a jugar con los “siempre”, a cruz o cara. Voy a gritarlos, por siempre, en la palabra. Encender y empuñar, cual tea, ardientes. Porque hay siempres y siempres. Siempre, siempre. Y la sombra no arredra a la mañana. Y la espina lastima, más no mata. Y el cristal es cristal, aunque se empaña. Y el siempre se alzará en “mi siempre”. “Siempre” desnudo en su sayal, por siempre: “Siempre” SEGUNDA PARTE REGRESO Regreso de buscar pájaros, en la tarde. Campanarios solitarios, moretones del azul, con tus dedos de agujas desmedidas inscribían los monólogos, o la lengua del exilio. Charcos, monedas de sol, alzaban esa lejana tristeza, esa nostalgia, la hora pedida, de algún día hallada en la memoria Así inscriben las rocas con su sueño en la rugosidad del tiempo la leyenda de sus orígenes Entrego mi tiniebla, el temblor, el ensueño. Todo cuanto poseo ¡Es tan pesada la piedra! CENIZAS Navegan las cenizas un Olimpo de mediodías, de mares danzantes en caracolas mínimas, de adelfas, lúpulos, orquídeas, aquerrales... Nadie creía y deshojaban tus manos, hoja a hoja. Tejías cielos, lluvias, encendías cigarras fundabas la luz y las marismas. Navegan las cenizas. Gotas de sol, escudillos de oro esculpidos en la grama, que todos pisan, también encienden la mañana. LA BUSQUEDA Arqueros aguzando la locura, el infierno, los espectros rojos. Acechanza del arpón, filos, dientes. Con los belfos húmedos por el rastreo de hierbas verdes, buenas, templos de rocíos, epifonemas. Estalactitas o estalagmitas para hundir en el corazón y sean las molineras de los ojos nuevos. Fustigada piel en la diástole de la luz. Clepsidra colmada o vaciada por las lunas. Los ángeles desnudos de la tarde con voz de cántaro señalando minaretes. Y la mano desierta, desde su arista, oquedad, punto o línea tendida a alcanzar un manojo, un haz, un ramo de pétalos y estíos el verso destila y añeja. Los puñales dislocan la exagerada fantasía. Hieren a aquél, que los sostiene aún así… la sangre puede alzar en llama en coraje, y en sublimada estirpe de lágrima llorada, fecundando la tierra para el astro. LA LETRA DERROTADA Es la aterida y escuálida, letra, del sojuzgamiento la que inició la ronda de la urdimbre donde danzan entre hidras, asfódelos, olas en timbales rítmicos pensamientos que alargan sus puntas de pinos y nervios de navajas afiladas. La noche no tiene puertas y es una moneda antigua el corazón del viento. Naufragio del oboe de la botella arrojada al mar de los maderos, y las caracolas donde escribimos alguna vez Oráculo de una grave pitonisa ante la oscura piedra liminar que soy yo; o fui y no sé abre el mar su desdentada boca abismal mientras traga el efluvio de sal de la marcha cansada de los pies descalzos, de las flautas de la voz descarnada en poemas rotos. Cenizas, herrumbres, hojalatas ¡no manchen, no profanen, no hieran el vientre grávido, solemne, insondable del mar…! UNIDAD La hora agota su mano de nodriza ese afán preciso esa infidencia. Desgaste de tortuosos calendarios de hojas – ojos insistencia para que el día sea día, y transparencias para que la noche sea noche, y telón caído. En el granero del Universo los molinos trabajan una misma y blanda harina. Unidad de la tierra y la mies, de los granos, los panes, las bocas, las especies. Unidad del agua para todos, del sol para todos, del viento, el dolor, los ciclos, lo efímero, lo fatal y lo constante. Unidad y el mismo cordón umbilical siendo en todos, con todos, el todo. Cadena y eslabón en el anillo circular. EL CALDERO El alba los pájaros vocingleros el aura. Acorde del sol a la molicie de las hierbas a la indolencia de los ojos. El jacarandá despliega su sábana violeta el agua lame solapada la rugosidad de la piedra y negros duendes combaten en la veta subterránea de la tierra. Las sombras resbalan entrecruzan reflejos gimen las estelas o cantan. Tiempo no eres tú, quién se va. Nos sigues. Te burlamos. La inercia es solo una despojada, deshabitada y estuprada pitonisa. El caldero del Universo hierve todo es para ser de un modo a otro modo transfiguración arrebujo o la frivolidad cambiando los vestidos. Así de simple. RUEDAN ROSTROS Y van rodando rostros en la marea de las horas monedas de países extraños acuñadas en el cenit de la frontera de la piel cofres secretos universos de distinto sol distintas lunas con su cruz su ventana encendida de faro solitario. Nota desterrada en busca de la melodía inconclusa. No habrá respuestas. Insondables, paradójicos condenados a las mitades en torres de Babel. Conjuro extraño o mayúscula broma. Peregrinos de soledades despojados de la otra parte, la de ángel. Los espejos son el cieno, la inconstancia la boca falaz que reclama sombras la burla de los vidrios; ningún reflejo tallará la imagen cierta. Rostros que ruedan ojos – manos extendidas y el monólogo, esa constante, ese exilio, abierto y solo. Y NO LO SABEN Aún cigarras en la ladera quieta de la tarde aún el grillo y sus flautas aún el cielo y no alcanza y no basta. Es tiempo de botones y otros son los elementos. Perspectivas, automatismos proyecciones. Exegetas de una biblia despiadada han tomado las bridas de ese magnífico corcel de sangre pura y raza que fue la vida, de la vida. Imperio de la computación la electrónica el cientificismo todo standarizado, dirigido deglutado en preciosas latas cintas de video periódicos de pesadilla. La perfección de monstruos de acero y el hombre en serie el hombre robot desnudado del derecho al revés del revés al derecho y niños de probeta. Violando el silencio de los astros alunizajes, satélites vuelos supersónicos, se gana el cielo se pierde el cielo. Armamentismo, desarme guerras biológicas, radioactividad, desgarramiento, huidas, la muerte con su mano siniestra envolviendo el horror, para renacer en la última pureza o esperanza: no ser. Y el apremio de tenerlo todo conocerlo todo andarlo todo. Y el todo, una rígida campana que no cesa de tañer que ensordece, atrapa subyuga, aniquila Voces proclamando ¡libertad! declamando ¡paz! y hambre… y no lo saben hambre en los cuerpos hambre en las manos hambre en el corazón y no lo sienten y no lo ven y no lo saben. EL CAMINO Lo sostiene el latido preciso; lo delinea el agua, el aceite, la sal; lo inflama la sed alzando lastimaduras y soles soñolientos, pálidos, espectrantes, acechos, atisbos. Mayestáticos intentamos su umbral de interrogantes. No diremos del miedo de la zozobra de las lunas. Callaremos el afán de magnolias y la espera del mesiánico mensaje bajo el ropaje lírico de los almendros en flor. El andar, símbolo o emblema, es el designio. No importa el bagaje. Somos hombres sólo eso sólo para eso …y basta… HERMANA MADERA, HERMANO HIERRO Y la madera memoria del bosque memoria del tiempo. Conversación antigua, detenida, de las lluvias con los vientos. Cuna quieta de la noche indivisa estela de la luna párpado del sol corazón de las cuerdas regazo de los hombres. Sombra, descanso, amparo. Y el hierro dureza mineral, víscera oscura sueño virgen, negro visión de virtud, de fortaleza indoblable, inviolable mayestático y el clavo aguja invulnerada pura vertical exactitud, exacta. Y la cruz horqueta jubilosa de los pájaros cruce venturoso de caminos brazos del encuentro regocijo mayúsculo ademán a cielo abierto. ¿Por qué? ¿Por qué mi Dios? Por qué la Cruz, la madera el hierro de los clavos!! ¡Si yo soy tu Dolor! ¡Si soy quién te está crucificando! LA SEQUIA La tierra es una herida lacerante que retuerce sus anillos bajo un fuego – sol languidecidas hierbas en crespón de matas convulsivas abaten agónicas; tortura de hojas y raíces llega en los ojos de las bestias piel, gargantas, bocas abiertas a una cielo sin respuestas. No hay reproche en la desgarrada pregunta tácita. Solo es libre el viento el instante prolongado en las arenas látigo alzado restallante. Vórtice de un meteoro maldito San Luis, empalidece espera. ¡Agua!... ¡el agua! EL SILENCIO Como en un tren de medianoche deshabitado uno mismo se arriba a tu ciudad prometida de párpados caídos inexorabilidad del derrumbe flujo del agua hacia la oscura corriente soterrada acecho de la sombra o del sueño o del abismo abrazo desmedido de la tierra después el ultraje la solapada risa la burla impiadosa. Cíclope, Polifemo la vigilia de tu único ojo abre callejas de vientres grávidos. La tierra desova los huevos del insecto proliferan larvas ranas escandalosas hilos de la Virgen. El grillo en el acorde azabache intermitente esculpe, el pecho de la noche, chispean luciérnagas, crisálidas afanan su adultez de mariposa, desmembra el fuerte corazón, de la fuerte roca, trenzan las raíces embriagan los rizomas. Seudópodos, cilias, gametos no detienen el giro impostergable ni los hemosporídeos su danza de cuchillos y una a una, las envejecidas células desgranas su fin, abriendo los orígenes. Te entendí: abstracto, religión o mito nunca: tácito. Embrión del día primero de la Alta Creación cuando prístina estrella todavía no sabía de los hombres ni del tiempo descendido. Una nebulosa clara, mostró su Paraíso y en él, desplegaste tus alas de promisión y allí quedaste. Buscamos otra vez el tren de medianoche alzamos el gesto del ¡Adiós! a la ciudad de las neblinas en el astro o la galaxia intocada. Nuestras plantas transitorias retoman el peregrinaje. La angustia y el secreto, pecado original, nos signa, y no pregunta y no responde. EL ECO ¡Andar la Casa de la Infancia! trasponer los portones y ser otra vez el hombre puro el niño de las manos blancas y el corazón de luz andar el Paraíso Perdido (el ángel vengador duerme y en empalidecida niebla claudica la flameante espada) Y otra vez el hechizo con que nos miran las cosas viejas con ojos vírgenes, abiertos lúcidos, patéticos. El hombre vuelve a ser niño mordiendo la granada de cristales rojos la andanada de rocío en los “suspiros” Las casa viejas y las viejas cosas nunca nos abandonan. Los protagonistas ya no están y en apretado muro de mortajas violentadas y silencios desgarrados algo los fija y redivivos son los nombres. No se leen respuestas solo abren callejuelas de antiguas esfinges relato de olores, sabores, susurros, asperezas voces o murmullos. El Eco es un piadoso espejo de ayeres y presencias. Y aún está el fabulario en el techo, bosque hechizado dragón, duende, Hespéride; mancha de humedad y de salitre y la incrédula, atónita mirada del candor. Trenzan herrumbres; contorno circunstancial o línea contingente y el ser allí – siendo. Extrañas dimensiones ¿Cuántas? Si hasta las palabras, son facetados brillantes con infinitos ósculos, soles, reflejos lucerío inédito, prodigioso magnífico o maldito y una larga conversación a puerta abierta. si cada cosa una medalla, un rosario, un libro un escapulario, un guante es una antigua tibieza una memoria. Y no sabemos si tocamos la seda o el ensueño la presencia, el mensaje el Eco. Y no sabemos. Y somos esas cosas y están en esas cosas, tantas otras disímiles, distantes, diferentes flotantes o remotas. Tal vez por eso: la eternidad. Tal vez por eso, el ¡Padre nuestro que estas en los Cielos! Tal vez por eso: Mañana. No importa “suspiro” nombre popular que se da a la campánula. NIÑO MIO Niño… niño mío calidoscopio con todos los colores, los tamaños, los ojos, los cabellos, los olores, las tibiezas, pléyade de islas o de estrellas que en abismales adultos e infinitos engarzas vida y luz oasis…y retablo musical caracola donde habitan los duendes del asombro y en imperceptible liana, me enlazas al jardín de tus jardines. Manito y llave abriendo el cofre de mi corazón echando a andar la rueca de la risa y el júbilo por ámbitos celestes trenzando la ternura, otra vez “ternura” No sé nombrarte, sin decirte aquí a mi lado No sé de mis edades, y sí de tus nombres No sé de mis manos, y sí del ademán y el hueco aquí en mí brazo para arroparte la caricia. Desde mí siempre “tú”… desde mí siempre “yo” y tu pincel en mi paleta para pintar el mundo el blanco de tu nardo el rosa de tus rubores el bronce de tus campanas el amarillo de tu risa – mis soles, ebrios girasoles libres en tu viento – … y la gama de los grises, en tu ausencia, cuando me dejabas y era una sola sombra deshabitada tendida hacia tu ronda inconclusa. Niño mío… niño de mi sangre Niño mío… de la sangre de mi sangre Niño mío… de mi delantal y de mi tiza Niño mío… de las calles… de las playas… de las plazas de las sierras gorrión… gaviota… alondra…palomita tibia carrousell de moños, delantales, pasitos de luna ojos, chispas y collares de uvas y veranos. Trapito de cielo. Ladronzuelo de todo el sol. Rosa de carne que hiciste de cuna mí regazo y de mis dedos un largo pañuelo blanco para secar tus lágrimas y encender las estrellas en un cielo tuyo y mío. mi alma está bordada por los hilos de tus manos y en cordel de pétalos intocados me aprietan tus brazos. Transmigraste tu enjambre con sus mieles tus fanales tus aljófares, a la cuenca de mi pecho. Juntos caminamos la vida tu manito en la mía “¿Quién llevando a quién?” - era mi pregunta – Corríamos salpicados de alegrías y a veces… ¡cuántas!... la tristeza. Y yo escribía: “¡Y el cielo no se opone!” y tus ojos maduraban en el dolor atónito incomprensible, árido, del desamparo - la miseria del amor – la peor miseria. Maldije la tierra de los grandes el escuálido espectro del silencio cuando orabas a un Dios, que no escuchaba y vi el estupro en tus ojos puros y blasfemé… y alcé los puños los más duros anatemas y lloré en el desierto de los hombres donde nadie ve las lágrimas, porque fecundan sólo en el pecho del día y de la noche hermana. Y entonces… sólo entonces cuando el dolor no alcanza cuando el amor no basta tu Angel de la Guarda nos trae otra vez… al Dios cansado que regresa a abrirte una puerta… un Camino. Niño, niño mío como abren de noche, en el cielo, las estrellas abres tú, flor silvestre, en este suelo, en tu madre. Si algún día, tal vez, al alzar tus ojitos no alcancen las ruedas y las bananas de tu cielo y rueden en las piedrecitas de la calle - Y no estemos! Ha como enseñaba el abuelo siembra tú la semillita en el dulce pecho de la tierra. Es la esperanza, ¿sabes? Es el sol que alumbra desde abajo para brotarte los dedos en violetas, jazmines, azucenas… en Pureza que a veces sin saberlo, olvidaron los grandes. TERCERA PARTE CANTO AL OTOÑO Porque eres el tiempo detenido. Aria triste inscripta en pentagramas de frágiles soles y melancólicas hierbas. Te advierto, te vivo, te siento oráculo de augur, sayal, sandalia monólogo susurrado alumbración íntima como salmo de inciertos calendarios. Hoja, niño dorado con la voz prendida en el cenit de un cielo – red húmedo de escamas imprecisas, ciegas, volanderas, reverberando luces tímidas, vacilantes. Reminiscente nostalgia de infancias adolescencias de exiguos fuegos tiempo de vientres preñados y senos henchidos. No hay sollozo… no hay risa solo eco. Eco… y el pie desnudo trenzando senderos. Soledad soledosa. …y caricia aún enredada en los cabellos de las viejas manos que nos tocaron la frente y contaban los cuentos. Otoño cruz ardiendo en el pecho de la tarde campana, bronce, tañido, palomas aire de mantillas, reclinatorios Hora del Angelus y al fin, por fin, el recogimiento y las certezas. Te escuchan solo los niños solo los ancianos te acunan en sus regazos de inocencias primeras y últimas libro del devenir abierto en palmas puras …y entienden. Cofre, recamado en espacios quietos cobres solitarios, y pálidas manos solidarias que solo consiguen unir las auras templadas de los ojos. En ti el milagro, el sueño de la bellota el castañeteo de las bayas la lluvia de la silícula el letargo de los bulbos la altanería de los piñones. En ti, el dedo de Dios para ser, para estar. Haciendo de lo sueños una vida y de las vidas, sólo un sueño. Caminas hacia dentro de ti mismo y nos comulgas mansedumbre al corazón. Sol partido entre lontananzas y vagido o balbuceo prístino. Derramas tu copa en la piel Somos tu hojarasca. “La vida es sueño” CALDERON DE LA BARCA CANTO A SAN LUIS San Luis anclada nave en el ancho río de la Patria, aunque perfumado por todas las esencias de orientes u occidentes, un mitológico Olimpo de venados y volcanes desnudos caciques indios blancas mujeres y torrentes de lanzas y peñascos cañaverales y gélidas bocas de sal salvan tu puerto cierto y tu congoja de fuerte perdido Plaza del día madurado a soles A golpes de ala de paloma y sueño y lugar aún de los gorriones. Salpican piececitos niños, ruedan estaciones, ciclos, grietas de nostalgias heridas de melancolías y la risa suelta. Simples lastimaduras Lázaro…o Ycaro…o Fénix… solo tus hombres. Guitarra en la cuerda de todos los ojos lúcida y patética herida corazón de madera y flor silvestre agreste voz llorada. Al bajar la noche acercando estrellas estalla su lira secreta y el arpegio funda ensueños en la copa de luna bebida con desesperado sorbo. Cielo que baja su azul más azul por la ventana donde el hombre de los ojos cansados trabaja, vibra, ama, y diafaniza su piedra elemental cristal de viajeras aguas marinas solsticios, equinoccios caminos dolorosa rosa de los vientos estrella del sur. Tierra, viento arañazo y rasguño carne remansando, para sentirse carne sollozo de arenas, temblor, mechones de hierbas Cúspide: el Chorrillero y una carlinga: el corazón y el nombre de puntanos. Calles largas como la esperanza, angostas como el miedo casa, cementos, prolijos hormigueros donde aún… aún nos transmutan niños híbridos mientras descarna la miseria en las esquinas. Vives pueblo oigo tu latido apresurado los desalentados bolsillos, el cansancio cansado, la mirada que busca desatar los nudos del presagio, la peregrinación del rezo en el sagrario del salmo y del incienso, y el hilo celeste remendando la ternura. ¡Ya no responde nada, San Luis a tu alarido de silencio! Y en un eco de atávicos martirios las manos se gastan despeñando mortajas para abrir el día. Y amaneces Pueblo Y la dorada escarcha o antífona del rocío es el agua y un bautismo para blandirnos espada! “La Patria es un dolor, que aún no sabe su nombre” LEOPOLDO MARECHAL CANTO A LA PATRIA (…fue un dos de abril…) Un presagio de soles abatidos empalidece el cielo de la Patria y es inútil la palma de laureles el seibo rojo la paloma blanca la Patria ruge y estremece herido su corazón de pampas y montañas de manos juntas, roturando lunas, de novias niñas y de madres blancas. La Patria llama La Patria altiva su pendón levanta se aguza el grito el reto soberano que envuelve en sombras el cristal de sus mañanas; y desgarra la lumbre, la tibieza el cotidiano pan el mantel blanco porque la Patria mi Patria! mi Patria azul, mi Patria blanca mi Patria del arado y la semilla del horizonte inaugural y la torcaza del vagido y el canto de la luvia, mi Patria colmenar, panal radiante de las espigas y las lunas del sudor y de la vida roturada en el yunque del tiempo redimido por la Cruz, en su Luz y su Esperanza. Mi Patria azul, mi Patria blanca… ha desvelado su ensueño de palomas y como herida bestia, del letargo abre sus ojos rojos de cañones sus manos de metralla alza su frente de trueno y de tormenta crispa su boca de furor y espada y agrede desde la hondura negra de raíces con su brazo de vidas inmoladas al tiempo de la humillación y la vergüenza cincelando inéditas mañanas. Patria, Patria, dispara la flecha de las alas tu ejército de espumas y de arenas enciende en fuego tu crisol de soles y cierra al invasor tu hondura de agua, que el mar resista, enfurecido y bravo que no cese el fragor de tus oleajes ni se derrumbe la espuma de muralla! Que no arredren tus vientos, tus relámpagos ni tu nieve endurecida y pálida! No permitas que rasguen o profanen el vientre de tu océano anchuroso depredadoras e infamantes anclas! Patria, defiende la floración de la corola, la leyenda en huevos de pingüinos, en promisoria semilla, en pulmón blanco de gaviotas como antorchas sacras que pueblan la fecundidad de tu regazo de vida buena, de promesas blancas. Patria, defiende el crepúsculo marino vigila el sueño nocturnal del alba las briznas acunadas por el viento el húmedo mecido de las algas, junta los pedazos de la roca de la roca herida y desmembrada, apriétala en la dureza del cristal y el siglo, en la historia de ayer, nombres ahora, sueño eterno, en la roca desgarrada, y álzala incólume, soberbia, majestuosa como lábaro o símbolo de esta tierra blanda en la siembra, imponente y dura cuando defiende su estirpe soberana Quieren repartirte, Patria. Para ti las espumas, el canto de la lluvia, las alas. Para mi la terquedad azulosa de la piedra la guirnalda señera de la noche, de la noche de estrellas parpadeante de plata. Quieren repartirte Patria. Quieren llevarse el claro de la luna en tus playas la cara mojada de tu turba oscura las ciudades de criaturas libres que hinchan el seno de tus aguas grávidas. Quieren repartirte Patria. Alza tu velamen Patria, despliega tu Bandera ya sopla el viento! …y el cielo canta… “Dad al pueblo una razón grande, y el pueblo será grande” CANTO AL PUEBLO (…fue un dos de abril…) - Fragmento - Es el hijo pródigo el que avanza ¡Es el Pueblo! por la tierra caliente de las eras desde la entraña mineral del surco desde su estirpe visceral de piedra desde un grito ancestral que lo concita antorcha viva, redentor, columna, torreón, cruzado, centauro, fortaleza y lo erige dura lanza, aguerrido puño vástago de la tormenta y el meteoro, olor a roca, corazón de roca esfinge de volcán o de centella ronda de manos, mano innumerable sangre de luna y pan, cumbre y hoguera. Es el Pueblo el Pueblo de la Patria, el mismo Pueblo que galopó la pampa del venado y soñó con las últimas estrellas, que cobijó la luna en las guitarras que roturó terrones, que fundó la espiga que domeñó la tierra. Es el Pueblo que va hacia su destino héroes anónimos de otros tiempos, próceres desde el bronce inspiran su grandeza y desde la tierra donde se ahogó su sangre le germinan homérica epopeya. Rosas rojas, rosas de fuego, incendiarias rosas, le transitan el rumbo de las venas le conmueven la sangre, aún más rojas le suben como raíces por las piernas hasta la catedral de gaviotas que en el pecho sueltan las alas, que en el azul comulgan y hacia el azul se elevan. Como azules y blancas son las alas al viento de nuestra Bandera sin mancilla que en el techo del cielo se despliegan. *** FIN ***