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Bajo sombras de espadas
Al Qaeda y la amenaza terrorista en el Magreb
FERNANDO REINARES
H
asta hace poco, Al Qaeda contaba
en el Magreb con algunos grupos
afiliados y cierto número de redes o
células influenciadas. Pero desde inicios de
2007 dispone ya de su extensión regional
en ese ámbito norteafricano, establecida a
partir del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC), anteriormente
afiliado con Al Qaeda, cuya agenda inicialmente argelina se había ido internacionalizando hasta coincidir con la del movimiento de la yihad global en su conjunto. Después de que, el 11 de septiembre de 2006,
Ayman al Zawahiri anunciase la unión del
GSPC con Al Qaeda, los dirigentes de
aquél decidieron, el 24 de enero del año siguiente, pasar a denominarse Al Qaeda en
el Magreb Islámico (Qaida al Yihad fi Bilad
al Maghrib al Islami), no sin la autorización
expresa de Osama bin Laden. Apenas transcurrido un mes, éste último aparecería en
un vídeo difundido por la nueva entidad
yihadista panmagrebí diciendo, inmediatamente antes de que su emir instase a la implicación de los jóvenes musulmanes en lo
que describía como la batalla definitiva
contra los infieles, que la religión no se levanta sino “bajo sombras de espadas”.
Y precisamente “sombras de espadas” es
como, de manera sin lugar a dudas elocuente, se titula una serie de filmes que Al Qaeda en el Magreb Islámico viene difundiendo
a través de internet y a modo de propaganda. Grabaciones que ponen de manifiesto la
medida en que este terrorismo yihadista,
inspirado en una lectura rigorista y belicosa
del credo islámico, pretende incidir sobre
las sociedades norteafricanas y quebrantar
los regímenes existentes en la región para
establecer un nuevo dominio yihadista sobre el conjunto de la misma. Eso sí, como
contribución al objetivo último del califato
panislámico que ambicionan Al Qaeda y el
resto de los actores que constituyen la urdimbre del actual terrorismo global. Pero
vayamos por partes. ¿Cómo ha surgido Al
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Qaeda en el Magreb? ¿Qué explicaría la
conversión del GSPC en extensión regional
de Al Qaeda? ¿Qué cambios se observan en
la yihad terrorista en el Norte de África?
¿Qué nuevos riesgos y amenazas introduce
todo ello en el Mediterráneo occidental?
¿En qué medida es Al Qaeda en el Magreb
un peligro para España?
De la insurgencia en Argelia
a una agenda global
Con el cambio de nombre y su paulatina
pero manifiesta conversión en cuerpo central
de una extensión regional de Al Qaeda para
los territorios del Magreb, culmina un proceso de internacionalización que ha llevado
al GSPC desde la insurgencia armada en los
confines de Argelia durante más de ocho
años hasta la adopción de la misma agenda
panislámica compartida por el movimiento
de la yihad neosalafista global en su conjunto. El GSPC surgió hacia 1998, a partir de
una escisión producida en el seno del Grupo
Islámico Armado (GIA). Éste se había constituido seis años antes, en 1992, pero sus actividades de violencia, extraordinariamente
atroces, que probablemente influenciadas
por un ideario takfir ocasionaban por lo común innumerables víctimas entre la propia
población argelina, lo habían privado para el
final de aquella década del suficiente respaldo social y se encontraba ya organizativamente muy fragmentado. Los líderes de Al
Qaeda, que en su día llegaron a colaborar
con el GIA, modificaron entonces su posición en favor del emergente GSPC.
En agosto de 2003, el fundador del
GSPC, que con anterioridad había sido responsable de una de las zonas en que se desarrollaban las actividades del GIA, Hassan
Hattab, fue depuesto como emir de esa organización y reemplazado por Nabil Saharaui, asimismo conocido por Abu Ibrahim
Mustafa. A partir de entonces, los sucesivos
líderes de la misma internacionalizaron progresivamente su discurso a través de comu-
nicados difundidos en internet y que denotaban una decidida orientación hacia los
postulados de Al Qaeda. Nabil Saharaui incluso hizo público el alineamiento del grupo
con dicha estructura terrorista y su propio
acatamiento a las órdenes de Osama bin Laden apenas transcurrido un mes desde que
accediera al liderazgo del GSPC. Una línea
continuada tras su muerte, durante un tiroteo con las fuerzas de seguridad ocurrido en
el verano de 2004, por el nuevo emir, Abdelmalek Droukdal, quien precisamente anunciase a inicios de 2007 que la organización
terrorista argelina pasaba a denominarse Al
Qaeda en el Magreb Islámico, aduciendo
que “era absolutamente necesario que el grupo cambiase de nombre para demostrar la
veracidad del enlace de los muyahidín en
Argelia con sus hermanos de Al Qaeda”.
Y es que, para ese momento, la retórica
del GSPC había dejado constancia de una
decidida internacionalización, aunque en
dicha narrativa continuasen teniendo especial relevancia una serie de asuntos relacionados con Argelia y se hicieran recurrentes
las amenazas proferidas contra blancos relativos a instituciones y personas de ese país
norteafricano. Amenazas sin embargo también dirigidas contra Francia, en tanto que
nación estrechamente relacionada con los
avatares argelinos desde la época de su dominación colonial y acusada ahora por los
líderes locales del terrorismo yihadista de
cooperar con las autoridades magrebíes y
apoyar al presidente Abdelaziz Buteflika.
Francia fue literalmente declarada principal
enemigo del GSPC en un mensaje de su
máximo dirigente hecho público en septiembre de 2005. En el mismo se urgía a
practicar la yihad, en la acepción belicosa
del término, en respuesta a lo que Abdelmalek Droukdal, también conocido por el
sobrenombre de Abu Musab Abdelwadud,
calificaba de represión contra musulmanes
por parte del Gobierno argelino.
Así, ambos temas, los relacionados con
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la insurgencia argelina y con la señalización
de Francia como blanco, empezaron a entremezclarse en los pronunciamientos del
GSPC. En octubre de 2004 los dirigentes
habían instado a sus miembros al secuestro
de cualquier persona de nacionalidad francesa que se encontrara en Argelia. Al año siguiente, en agosto de 2005, el grupo hizo
un llamamiento a los mahometanos que
habitan en Francia para que apoyasen la yihad en Argelia atentando contra funcionarios e intereses de este último país que se
encontrasen en territorio de aquel otro. En
el mensaje emitido por Abdelmalek Droukdal en septiembre de 2005 había también
una advocación a “la yihad y el martirio por
el Islam” contra Francia. Por otra parte, el
quinto número de la revista de la organización terrorista, Al Jamaa, disponible en internet desde octubre de ese año, no estaba
dedicado sino a la Carta para la ReconciliaNº 175 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA
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ción Nacional, criticándola. A inicios de
marzo de 2006, un nuevo comunicado de
la organización terrorista insistía en que no
ahorraría esfuerzos para “soltar musulmanes
cautivos en Argelia o fuera”.
Entre tanto, los pronunciamientos de
Abu Musab Abdelwadud iban más allá de
los asuntos estrictamente argelinos y de la
hostilidad que de manera recurrente expresaban hacia Francia, para engarzar con cuestiones que son centrales para las redes del terrorismo global y para algunos de sus actores
entonces más destacados. En junio de 2004,
el GSPC acusaba a Estados Unidos de haber
emprendido una guerra contra todos los
musulmanes y declaraba su animadversión
hacia cualquier persona de otras religiones
que se encontrara en Argelia. En octubre de
ese mismo año, el emir del grupo terrorista
hizo pública una carta al entonces líder de la
organización de Al Qaeda para la Guerra
Santa en la Tierra de los Dos Ríos, Abu Musab al Zarqaui, en la que, tras elogiar el liderazgo de éste sobre dicho grupo y las acciones de sus militantes en Irak, le solicitaba el
secuestro de ciudadanos franceses que se encontraran en ese país.
En enero de 2005, el propio Zarqaui, de
nuevo a través de internet, envió una salutación a los miembros del GSPC y su entonces relativamente reciente nuevo emir, Abdelmalek Droukal. Dos meses después, éste se
refirió a aquel como “querido hermano y
gran héroe”, en un mensaje que contenía
también loas a Osama bin Laden, Ayman al
Zawahiri y, por añadidura, los “leones que
combaten en Chechenia”. En mayo de ese
mismo año, Zarqaui volvió a comunicarse
públicamente con Abdelmalek Droukdal,
aprovechando esta ocasión para condenar el
posicionamiento de quien en aquellos momentos era Presidente francés, Jacques Chi17
Bajo som bras de espadas
rac, sobre el uso del hiyab o pañuelo con el
que muchas mujeres musulmanas cubren
sus cabezas. Mientras, en febrero de 2005, la
organización terrorista argelina justificaba
explícitamente, por primera vez según creo,
los atentados suicidas, en sintonía no sólo
con las actividades de Al Qaeda en Irak sino
con las directrices de los estrategas de la yihad neosalafista global en su conjunto y con
lo que se avecinaba.
Más aún, en el segundo de los dos comunicados emitidos en marzo de 2006, el
GSPC enviaba “felicitaciones a la nación islámica por la pasión que despliega en defensa de nuestro profeta” y llamaba a una guerra
santa internacional contra “América y la
Unión Europea”. Ahora bien, es con los
mensajes subsiguientes a la fusión entre Al
Qaeda y el GSPC cuando su discurso mejor
evidencia un pleno alineamiento con los fines panislámicos, los blancos designados y la
dinámica operativa del terrorismo global, sin
obviar los orígenes argelinos del grupo armado. Así, a primeros de enero de 2007 se hizo
público, a través de internet, otro extenso
mensaje de Abdelmalek Droukdel, datado
aproximadamente un mes antes de su emisión. En el mismo, además de criticar de
nuevo a las autoridades de Argelia, apelaba
tanto a nacionales de ese país como a foráneos para que se unieran al grupo, acusaba a
Estados Unidos y la OTAN de apoyar tanto
financiera como logísticamente a los países
del Sahel para combatir al GSPC, y concluía
con estas palabras dirigidas a Osama bin Laden: “estamos esperando tus instrucciones y
recomendaciones para el siguiente estadio”.
Cómo se explica la fusión
entre el GSPC y Al Qaeda
Ese siguiente estadio al que aludía Abu Musab Abdelwadud sugiere desde luego la posibilidad de eventuales cambios tanto en los
escenarios como en los procedimientos y
blancos del terrorismo yihadista con orígenes en el Magreb. Pero antes de entrar en el
análisis de esas eventuales alteraciones resulta
de interés detenerse algo más en la configuración misma de Al Qaeda en el Magreb y
en las circunstancias que explican la unión
del GSPC con Al Qaeda que hizo posible el
surgimiento de una extensión regional norteafricana de esta última estructura terrorista
a partir del primero. A este respecto, acaso
convenga recordar que el progresivo alineamiento del GSPC con Al Qaeda y la internacionalización de su discurso denotan, en
primer lugar, que en el seno de la organización terrorista argelina habían terminado
por hacer plenamente suyas las actitudes y
creencias propias del salafismo yihadista o
neosalafismo. Es decir, habían terminado
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por hacer plenamente suyas la doctrina compartida por el conjunto de actores individuales y colectivos insertos en el denominado
movimiento de la yihad global.
En realidad, aquellas mismas siglas,
GSPC, adoptadas a finales de los noventa,
prefiguraban en sí mismas esa nueva orientación ideológica, salafista pero a la vez belicosa, inoculada en el seno del GIA desde al
menos mediada la década de los noventa por
doctrinarios afines al aludido movimiento
que estaban en relación con el grupo. En
buena medida, por tanto, la evolución ideológica del GSPC en los últimos años, pese a
la existencia de algunas desavenencias en su
seno, está en consonancia con el influjo del
neosalafismo o salafismo yihadista. Quizá no
sea una casualidad que fuese Mustafa Setmarian, también conocido como Abu Musab al
Suri, un individuo de origen sirio pero naturalizado español, fundador de la célula de Al
Qaeda establecida en España a inicios de los
noventa y destacado entre los miembros de
esa estructura terrorista cercanos al núcleo
decisorio de la misma en Afganistán, quien
dejara Madrid a mediados de dicha década
para hacerse cargo, desde Londres, de la revista del GIA, antes de establecerse de nuevo
en el sur de Asia hasta ser detenido en Pakistán en 2005.
Ahora bien, ¿qué otras circunstancias
explicarían, en segundo lugar, esta vez en
términos de conducta estratégica de las organizaciones, la incorporación del GSPC a Al
Qaeda y su conversión en extensión regional
de esta última para el Magreb? Es probable
que la formación armada argelina buscase
disponer de un mejor acceso a recursos materiales y humanos en el entorno norteafricano o fuera del mismo, derivado no sólo de la
cobertura que le proporcione la entidad matriz liderada por Osama bin Laden, sino
también del atractivo mismo que la nueva
denominación adoptada por el grupo suscita
en amplios sectores de su población de referencia en la zona y entre la diáspora en suelo
europeo, es decir, un incremento de su legitimidad en sectores de la sociedad norteafricana favorables al movimiento de la yihad
global. No en vano la captación de nuevos
militantes por parte de Al Qaeda en el Magreb Islámico parece haberse visto favorecida
por este cambio de nombre, que ha recabado y continúa recabando una atención especial de los medios de comunicación masiva,
lo que implica una considerable notoriedad
mundial. Además, el GSPC habría buscado
también, uniéndose al núcleo fundacional
de las actuales redes del terrorismo global,
cimentar su presencia en otros países de la
región así como en los de la franja del Sahel.
Dado que Al Qaeda se encuentra asimismo
presente en el Este de África, a los componentes de la hasta ahora organización armada argelina se les abren también allí otros
posibles escenarios de implicación.
Ahora bien, para cuando los dirigentes
del GSPC optaron por unirse a Al Qaeda e
incluso cambiarse de denominación, el grupo parecía estar atravesando dificultades, debilitado si se compara su situación con la de
algunos años antes, pese a tratarse de la formación terrorista más y mejor desarrollada
en el Norte de África. En parte esa situación
obedecía a un evidente fracaso en su programa insurreccional y a las disputas internas
que se produjeron; en parte, a la actuación
del ejército o de las fuerzas de seguridad argelinas durante los años previos, especialmente en el nordeste y hacia el sur del país.
Desde 2003, su capacidad operativa había
quedado sustancialmente confinada a una
zona montañosa al este y el sureste del país.
Ese debilitamiento se fue acentuando luego
como resultado de las numerosas detenciones de individuos relacionados con dicho
grupo y el desmantelamiento de sus células,
tanto en otros países norteafricanos como en
Europa. El caso es que el GSPC inicia el
proceso de internacionalización que concluye con su conversión en extensión regional
de Al Qaeda para el Magreb cuando atravesaba una fase de debilitamiento organizativo
tras haber fracasado en sus ambiciones argelinas y, en buena medida, como opción para
superar ese estadio.
Puede incluso que, más recientemente,
los resultados del referéndum sobre medidas
de amnistía para miembros de grupos armados islamistas que optaran por abandonar el
uso de la violencia, promovido por el presidente Abdelaziz Buteflika en el contexto de
su programa por la paz y la reconciliación
nacional, hayan tenido cierto impacto sobre
la cohesión interna del GSPC, ya para entonces afectada por desavenencias en su seno
en la medida en que había un pequeño pero
significativo número de miembros dispuestos aceptar la oferta oficial de perdón a cambio de abandonar la violencia. Según el informe Patterns of Global Terrorism que para
el año 2006 ha elaborado recientemente el
Departamento de Estado estadounidense, se
estima que son unos 350 los militantes islamistas que finalmente optaron por acogerse
a aquella oferta de amnistía. En todo caso,
cuando se fusionó con Al Qaeda y cambió
de denominación, el GSPC contaba con
unos ochocientos miembros, según distintas
fuentes, más radicales si cabe y por consiguiente menos vulnerables a la infiltración.
Además, es posible que se hayan sumado a
ellos una parte de los casi tres mil terroristas
argelinos excarcelados ese año en el marco
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FERNANDO REINARES
de la aludida Carta por la Paz y la Reconciliación nacional.
Por su parte, Al Qaeda, en buena medida descentralizada e inmersa en un proceso
de regionalización tras haber perdido su extenso santuario afgano a finales del 2001,
adquiriría gracias a la transformación del
GSPC en su extensión para el Magreb una
plataforma para mejor introducirse en los
países de esa región y penetrar asimismo en
la contigua del Sahel, desde Mauritania hasta Níger. Es en esta última zona donde el
GSPC había logrado ya establecer una significativa presencia y venía contando con cierta infraestructura para el adiestramiento en
actividades de guerrilla o terrorismo, aunque
a escala más bien reducida y con instalaciones móviles en lugar de campos fijos. Al
Qaeda se beneficiaría además de los contactos que el GSPC venía manteniendo con
otros grupos armados de la región, colectividades tribales que habitan la misma e incluso redes dedicadas al tráfico de armas. Asimismo, Al Qaeda dispondría, por último,
de un ascendiente mucho más explícito sobre el conjunto de redes norteafricanas relacionadas con el terrorismo yihadista que se
han extendido por distintos países europeos,
especialmente en los ubicados a lo largo de
la frontera mediterránea occidental del continente.
Alteraciones de la yihad
terrorista en el Magreb
La progresiva internacionalización observada
a lo largo de unos tres años en el discurso del
GSPC tuvo limitadas consecuencias operativas antes de que finalmente se produjera su
fusión con Al Qaeda, si bien el grupo desarrolló una importante actividad en la movilización de recursos humanos y materiales para la rama iraquí de esa estructura terrorista.
Hasta aquel momento, sin embargo, los
atentados perpetrados por la propia organización armada argelina tenían habitualmente lugar dentro de su país de origen, donde
su propósito declarado era el de instaurar un
severo régimen islamista, de manera que los
blancos más frecuentes eran instituciones estatales o agencias de la seguridad nacional.
Ocasionalmente dirigían su violencia contra
algunas figuras religiosas y equipamientos
colectivos tales como centros sanitarios o
centrales eléctricas. Hubo algunas excepciones respecto al escenario y los blancos usuales de estas actividades, que presagiaban ulteriores derroteros.
En la primavera de 2003, por ejemplo,
se produjo un secuestro de treinta y dos turistas europeos al sur del país, en el Sáhara,
acción decidida por el entonces considerado
segundo en la jerarquía del GSPC y ejecutaNº 175 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA
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da por activistas bajo su mando, primera llevada a cabo por dicha organización contra
ciudadanos e intereses extranjeros. Algo más
de dos años después, ya en junio de 2005,
miembros del GSPC asaltaron la base militar de Lemgheity, en Mauritania, cercana a
la frontera con Argelia. En el incidente perecieron cinco miembros de la organización
armada argelina, de los posiblemente entre
cien y ciento cincuenta implicados en los
hechos, incluyendo una partida de colaboradores locales. A su vez, los atacantes ocasionaron veinte muertos y diecisiete heridos entre los soldados mauritanos. Este hecho puede interpretarse como una más de las iniciativas emprendidas desde el GSPC para presentarse ante Osama bin Laden y sus seguidores como una fuerza de alcance regional
con capacidad para operar en el Magreb e
incluso al sur del Sáhara.
Tampoco serían ajenos a la nueva evolución ideológica y estratégica del GSPC atentados como los de abril de 2006 en Bumerdes, los de octubre de ese mismo año en
Desgana y Reghaia o los de diciembre en
Argel. En el primer caso, miembros de la organización terrorista argelina abrieron fuego
contra la sede de una empresa canadiense,
aunque sólo se registraron dos heridos. En el
segundo, ocurrido al mes siguiente de anunciarse la alianza entre el GSPC y Al Qaeda,
el estallido simultáneo de bombas adosadas
a varios vehículos y colocadas en las cercanías de sendas sedes policiales reflejaba modificaciones en el modo de ejecutar los atentados que se aproximaban al estilo propio de
esa estructura terrorista y de su rama iraquí.
En el último caso, un autobús que transportaba a técnicos de una empresa estadounidense que desarrollaba una inversión conjunta con otra argelina, casi todos extranjeros, sufrió el impacto de una bomba colocada junto a la carretera e inmediatamente
después disparos a cargo de miembros del
GSPC. El conductor argelino del vehículo
falleció y nueve pasajeros resultaron heridos.
Se trató del primer atentado contra un blanco extranjero en mucho tiempo.
Inmediatamente después de la conversión del GSPC en extensión regional de Al
Qaeda para la región norteafricana, los
cambios de modus operandi terrorista se hacieron mucho más evidentes. A mediados
de febrero de 2007, Al Qaeda en el Magreb
Islámico reclama por primera vez la autoría
de un atentado, en este caso la detonación
simultánea de seis vehículos bomba contra
comisarías y cuarteles de la gendarmería en
la Cabilia, región situada al este de Argel,
que causaron ocho muertos y treinta heridos. Poco después, en marzo, miembros de
la mencionada organización atentaron con-
tra un autobús de una empresa rusa del sector energético mediante la explosión de una
bomba colocada en un lateral de la carretera por la que transitaba, falleciendo un empleado de esa misma nacionalidad y otros
tres trabajadores argelinos, pese a que un
comunicado emitido por el comité informativo de Al Qaeda en el Magreb Islámico
fechado dos días después del incidente, que
por cierto fue filmado por miembros de esa
organización y utilizado semanas más tarde
como propaganda, señalaba que su blanco
eran “infieles rusos”, antes de afirmar que
“nosotros ofrecemos este humilde regalo a
los hermanos musulmanes de Chechenia
que sufren las desgracias, la violencia y las
matanzas del gobierno criminal de Putin
con el apoyo del pueblo ruso”.
Pero el estilo propio de Al Qaeda se manifestará plenamente con los atentados concatenados entre sí y suicidas perpetrados en
Argel el 11 de abril de 2007 por su extensión
magrebí. Tres vehículos a los que se habían
adosado artefactos explosivos, conducidos
por terroristas dispuestos a perder la vida
matando, estallaron junto al palacio del Gobierno, la cercana sede de Interpol y otras
instalaciones policiales ubicadas al este de la
capital. El GSPC no había llegado a ejecutar
un atentado suicida en sus más de ocho años
de campaña terrorista, pero tornado en Al
Qaeda para el Magreb Islámico lo hizo apenas tres meses después de cambiarse el nombre, ocasionando una treintena de muertos y
alrededor de doscientos heridos. Los atentados suicidas no formaban parte del repertorio habitual del terrorismo islamista en el
país, pues sólo a mediados de los noventa se
había registrado un incidente de esa modalidad. Pero en un vídeo divulgado a través de
un canal qatarí de televisión el 8 de mayo,
Abu Musab Abdewadud advertía de que ya
no iban a tratarse hechos aislados: “hemos
decidido adoptar el estilo de las operaciones
de martirio en la confrontación con nuestros
enemigos de ahora en adelante”.
El siguiente 11 de julio, de hecho, un
nuevo atentado suicida contra un cuartel
en Lakhdaria, al sureste de Argel, causaba al
menos diez muertos y casi cuarenta heridos.
Cabe por tanto esperar una prolongada
campaña de atentados suicidas por parte de
Al Qaeda en el Magreb Islámico, tanto en
Argelia como en otros países de la misma
región, aunque también pueden llegar a
producirse, probablemente con un carácter
más incidental, en suelo europeo. Los atentados del 11 de abril en Argel constituyeron
el mayor suceso terrorista en esa zona del
mundo desde los de Casablanca en mayo
de 2003. Pero algo similar hubiese acontecido otra vez en esta misma ciudad marro19
Bajo som bras de espadas
quí de haber prosperado la tentativa de cometer ese mismo mes, quizá coincidiendo
con los episodios ocurridos en la capital del
país vecino, lo que hubiera sido un alarde
de coordinación terrorista panmagrebí, una
serie de atentados igualmente suicidas en
instalaciones portuarias y contra establecimientos hoteleros, entre otros blancos. Un
día antes de los atentados de Argel, tres terroristas marroquíes decidieron hacer estallar los explosivos que llevaban sujetos al
cuerpo tras una redada policial en Casablanca y un cuarto fue abatido antes de que
lo hiciera. Estaban relacionados con otro
más que, también para evitar ser detenido,
había decidido quitarse la vida tras un altercado en un cibercafé de barriada y otros dos
que lo hicieron días después.
La introducción de esta modalidad del
terrorismo suicida es propensa a ocasionar
numerosas víctimas civiles circunstantes, lo
que podría incidir negativamente sobre la
imagen pública de Al Qaeda en el Magreb
Islámico y suscitar controversias entre su población de referencia. Esta organización viene insistiendo, por eso mismo, a través de
proclamas difundidas en internet, en que los
musulmanes no son su blanco: “habéis de
saber que vuestros hermanos muyahidín hacen todo lo posible para evitar la sangre de
los musulmanes y toman todo tipo de precauciones en sus ataques”, se lee en uno de
esos comunicados, fechado el mismo día de
abril en que ocurrieron los atentados de Argel. Casi un mes después, el emir de la extensión regional de Al Qaeda para el Magreb, también mediante una grabación audiovisual, imponía las condiciones que cumplir para evitar verse afectado por sus actos
de violencia: “que los musulmanes no estén
cerca ni de instituciones gubernativas ni en
especial de las relacionadas con la seguridad,
ya que podrán ser blanco de los muyahidín,
y que no se mezclen con los apóstatas y responsables públicos, alejándose de los lugares
en que haya extranjeros, ya sean diplomáticos, del ámbito de los negocios o del turismo”.
Riesgos y amenazas
para el Mediterráneo Occidental
En otro vídeo grabado el 10 de junio de
2007 por el emir de Al Qaeda en el Magreb
Islámico, pero difundido unos días después,
Abu Musab Abdelwadud dice que esa organización “fue creada para ensalzar la palabra
de Dios y el Estado del Corán y para liberar
a los pueblos del Magreb del puño de corruptos, tiranos y traidores, reconstruyendo
la sociedad en base a la justicia, la religión y
la moralidad, lo que conducirá a la unidad
espiritual, geográfica y política, acabando
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con la división y las diferencias”. Y, tras ese
enunciado de sus objetivos panmagrebíes,
continuaba luego en estos términos: “la unidad de los muyahidín del Magreb Islámico
junto con los de Oriente, bajo un mismo estandarte y un mismo emir, constituye una
importante iniciativa histórica con la que los
muyahidín han conseguido algo de gran interés estratégico que teme Occidente, y las
consecuencias de ello pueden ser determinantes de cara al futuro del combate entre
Occidente y el Islam”.
Por tanto, la retórica de Al Qaeda en el
Magreb Islámico subraya un programa de
actuación de ámbito preferentemente regional, enmarcado en la estrategia de la yihad
global liderada desde Al Qaeda. Ello implicaría, por una parte, que en su punto de mira están sobre todo los actuales regímenes
norteafricanos, a cuyas figuras de mayor rango critica implacablemente, casos sobre todo
de Buteflika y Mohamed VI. Por otra, que
las sociedades de los países magrebíes constituyen su población de referencia. Ahora
bien, en otro comunicado, ahora fechado el
25 de febrero de 2007, la propia organización terrorista señalaba como lo que denominan sus “verdaderos enemigos” a “la alianza del mal de los judíos, los cruzados y sus
esclavos los apóstatas y quienes les ayudan”,
recordando pues la impronta a la vez takfir y
antioccidental de su ideario. Esta segunda
faceta, con implicaciones para ciudadanos e
intereses extranjeros, sobre todo estadounidenses y europeos, en torno al Mediterráneo
Occidental. Eso sí, Al Qaeda en el Magreb
Islámico ha heredado de su antecesor, el
GSPC, una especial hostilidad hacia Francia.
Pese a que Al Qaeda en el Magreb Islámico continúa focalizando las operaciones
de violencia en instituciones argelinas, particularmente contra las agencias de seguridad
y el ejército, la transformación del GSPC en
extensión regional de Al Qaeda para la región norteafricana implica un incremento
en la amenaza yihadista para el conjunto de
países que la componen y para otros en Europa, no sólo en la medida en que el núcleo
decisorio de la organización liderada por
Osama bin Laden adquiera una mayor relevancia en la evolución de la yihad global alrededor del Mediterráneo Occidental, sino
también en la medida en que la nueva organización panmagrebí absorba o aglutine en
torno a sí a grupos y redes neosalafistas que
también se desenvuelven en ese mismo ámbito. Capacidad para amalgamar ese conjunto heterogéneo de actores relacionados con
el entramado norteafricano del terrorismo
yihadista no parece faltarle a la actual Al
Qaeda en el Magreb Islámico, ni respecto a
otros grupos armados originarios de la zona
ni a redes y células hasta ahora independientes o sin afiliación específica.
Es muy posible, por consiguiente, que
Al Qaeda en el Magreb Islámico constituya
un polo de atracción para quienes hasta
ahora venían integrando otros grupos terroristas originarios de la misma zona geográfica, pero con menor envergadura y consistencia organizativa de la que tenía el GSPC
aunque igualmente adscritos al movimiento
de la yihad global. El Grupo Islámico
Combatiente Marroquí o su casi equivalente, el Grupo Islámico Combatiente Libio,
constituyen dos de esos casos, prácticamente desaparecida la homóloga facción tunecina de ambos. Se estima que el primero,
siempre menos consistente y más amorfo
que el de los neosalafistas argelinos, carece
en la actualidad de una sólida articulación
organizativa, en buena medida como resultado de las sucesivas operaciones policiales
llevadas a cabo en algunos países europeos
y en Marruecos, sobre todo tras los atentados de Casablanca en 2003 y Madrid en
2004. El segundo, que en apariencia dirige
expresamente su animadversión hacia el régimen de Gadafi y enfatiza su agenda libia,
se encuentra sin embargo en una situación
organizativa aún más precaria si cabe.
Por otra parte, antes de fusionarse con
Al Qaeda, el GSPC había favorecido el establecimiento de células y redes terroristas en
prácticamente toda la región norteafricana.
A partir de 2005 se había ocupado de adoctrinar y adiestrar, tanto en territorio argelino
como en el Sahel, a numerosos individuos
reclutados en los países de la zona y en otros
europeos. Quienes allí acudían eran posteriormente enviados a Irak, se unían a células
de la propia organización terrorista argelina
o retornaban al lugar en que habían sido
captados. El regreso de yihadistas entrenados
en tácticas de terrorismo e incluso con experiencia en zonas de conflicto, es un foco sustancial de amenaza para los países afectados.
A finales de 2006 hubo tiroteos entre las
fuerzas de seguridad tunecinas y un colectivo
multinacional de yihadistas norteafricanos
relacionados con el GSPC que querían atentar contra diplomáticos y embajadas en Túnez. En Marruecos se desbarataron ese mismo año numerosas redes y grupúsculos que
asimismo estaban en contacto con el GSPC.
Los individuos de origen tanto argelino como marroquí, tunecino o libio que han sido
detenidos en Argelia durante los últimos dos
años revelan, en suma, el potencial de movilización extremista que existe en la región.
Sólo durante el primer trimestre del año
2007, además del casi medio centenar de individuos detenidos en Argelia por sus relaciones con el antiguo GSPC y Al Qaeda en
CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA Nº 175
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FERNANDO REINARES
el Magreb Islámico, se registraron más de
cien en Marruecos, al menos una quincena
conocida en Túnez, donde las fuerzas de seguridad abatieron otros diez, y algunos más
en Mauritania.
Resulta más que verosímil, por consiguiente, que la nueva extensión regional de
Al Qaeda para el Magreb esté amalgamando, cuando no absorbiendo, a partir de un
cuerpo central que consiste básicamente en
lo que otrora fue el GSPC, a grupos y entramados de terrorismo yihadista existentes
en la región, muchos de los cuales estaban
ligados con anterioridad a la organización
armada argelina. Este desarrollo configuraría una urdimbre norteafricana de terrorismo internacional especialmente habilitadora para la preparación y ejecución de atentados relacionados con el movimiento de la
yihad global en general y con Al Qaeda en
particular. Sin olvidar que el nivel de amenaza terrorista en la zona es elevado y difícilmente va a dejar de serlo a corto y medio
plazo, si bien afecta en especial a países como la propia Argelia y Marruecos, sin perder de vista Libia o Túnez, donde un atentado de Al Qaeda tuvo ya lugar en 2002,
concretamente en la isla de Yerba. Está por
ver, ciertamente, la medida en que el potencial de Al Qaeda en el Magreb Islámico para
actuar como actor regional se hace o no
efectivo en un futuro próximo.
A su vez, es previsible que el redimensionamiento de las redes norteafricanas del
terrorismo yihadista incremente la amenaza
no sólo sobre ciudadanos e intereses europeos en los países de la región sino también
en sus propios confines territoriales. A lo
largo de los últimos años, en algunos países
europeos se detectaron y fueron desmanteladas numerosas células ligadas con el
GSPC y que ahora lo estarían con la nueva
extensión norteafricana de Al Qaeda. Individuos relacionados con aquellas tramas
han sido detenidos desde el inicio de 2007
en el sur de Europa en países como Francia,
España e Italia. Llegados a este punto, es
oportuno recordar que, en una grabación
en vídeo realizada por Abu Musab Abdelwadud y fechada el 10 de mayo de
2007, el emir de Al Qaeda en el Magreb Islámico afirma lo siguiente: “nosotros vamos
a incrementar nuestras acciones y a ampliar
nuestro radio de acción geográfico, y para
confirmar esta promesa, hemos decidido
que de ahora en adelante emplearemos como estrategia el método de las operaciones
suicidas”. Por si hubiese dudas de a qué se
está refiriendo, en ese mismo comunicado
añade como aviso a los extranjeros no musulmanes que se encuentran en la región
norteafricana: “tened cuidado con vuestros
Nº 175 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA
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propios pueblos de origen pues serán un
objetivo y se les perseguirá”.
¿Supone Al Qaeda en el Magreb
un peligro para España?
Entre el otoño de 2001, tras los atentados
del 11 de septiembre en la costa este de Estados Unidos y la aparición, apenas iniciado el
año 2007, de Al Qaeda en el Magreb Islámico, ingresaron en centros penitenciarios españoles 228 individuos que habían sido detenidos por su implicación en actividades relacionadas con el terrorismo yihadista. Pues
bien, una muy amplia mayoría de ellos proceden precisamente del Magreb. En concreto, constituyen un 77.7% del total. Se trata,
para ser más exactos, de 178 personas, únicamente dos de las cuales son mujeres. Sólo
20, es decir apenas un 11.4% de esos magrebíes presos en España a lo largo de aquellos
seis años por sus relaciones con grupos, redes
y células de terrorismo yihadista, tienen la
nacionalidad que corresponde a este país europeo. Un 51.1% había nacido en Marruecos, el 40.4% en Argelia, un 7.9% en Ceuta
y Melilla, ciudades norteafricanas de soberanía española, mientras que apenas el 0.6%
del conjunto era natural de Túnez. No hay
constancia de súbditos libios en el colectivo
de internos en centros penitenciarios españoles por delitos de terrorismo.
Los numerosos individuos de origen
magrebí que a lo largo de los últimos seis
años han sido detenidos en España y enviados a prisión por actividades de terrorismo
yihadista estaban relacionados con distintos
grupos y entramados inmersos de uno u
otro modo en el movimiento de la yihad
global que tiene en Al Qaeda su núcleo originario y matriz permanente de referencia.
En unas ocasiones se trataba de células vinculadas con el propio núcleo decisorio de esa
estructura terrorista. En otras, de organizaciones bien desarrolladas, como el GSPC,
luego transformado en Al Qaeda en el Magreb Islámico, u otras que han ido perdiendo
consistencia formal, como el anteriormente
mencionado GICM, aunque personas relacionadas con el mismo intervinieran en la
planificación y ejecución de los atentados del
11 de marzo de 2004 en Madrid. Además,
no son pocos los individuos de entre aquellos que han mantenido vínculos múltiples
con esas y otras entidades como los autodenominados Mátires por Marruecos, el presentado como Grupo de Protectores de la
Corriente Salafista o, en un sentido ya más
genérico, Salafia Yihadia.
En algunos casos, los individuos y las
células relacionados directa o indirectamente
con el GSPC, el GICM y otras redes afines,
que vienen desarrollado actividades terroris-
tas en España, han estado implicados en la
planificación de atentados en el territorio
nacional, pero en los últimos dos o tres años
se dedican especialmente a la captación de
personas, la movilización de recursos económicos y la facilitación de operaciones emprendidas, tanto dentro como fuera del país,
por elementos de aquellas entidades yihadistas o de otras relacionadas con las mismas,
como Ansar al Islam o la rama iraquí de Al
Qaeda. En los últimos cuatro años, docenas
o quizá ya unos centenares de jóvenes a veces
todavía adolescentes y de adultos aún no suficientemente entrados en años han sido reclutados dentro de las colectividades musulmanas establecidas en España, al igual que
en otros países europeos. En algunos casos,
para trasladarlos luego a perpetrar atentados
en determinadas zonas de conflicto armado
como Irak, Afganistán o Chechenia. Pero
antes, por lo común, para enviarlos al interior de Argelia o al desierto del Sahel, lugares
donde el GSPC ha venido disponiendo de
campos móviles de adiestramiento en el uso
de armas y explosivos.
Estos datos básicos sobre individuos,
grupos y entramados relacionados con el terrorismo internacional en España, así como
la proximidad geográfica entre los países de
la ribera sur mediterránea y la Península Ibérica, que en buena medida explica aquellas
evidencias, son fundamentales para interpretar el previsible impacto que un redimensionamiento de las tramas yihadistas en el Magreb y la formación de una rama de Al Qaeda en esta región, puede tener sobre la seguridad interior de España, al igual que de
Francia o Italia, sin olvidar otros casos, como
por ejemplo Bélgica o Países Bajos. Es en
esas naciones donde las redes norteafricanas
del terrorismo global se extendieron con especial notoriedad en el pasado, sobre todo
desde los años noventa. Buena parte de las
recientes detenciones relacionadas con le terrorismo yihadista que se han practicado en
España son reveladoras de la función amalgamadora que estaría desarrollando Al Qaeda en el Magreb islámico.
Acontecimientos como los atentados
en Argel en abril de 2007, los sucesos de
Casablanca en aquel mismo mes y otros incidentes terroristas ocurridos tras el surgimiento de Al Qaeda en el Magreb Islámico,
que revelan cambios en el modus operandi
del terrorismo yihadista norteafricano, pueden también interpretarse como preludio
de atentados que la extensión regional de
dicha estructura terrorista planea llevar a
cabo tanto en la ribera sur del Mediterráneo Occidental como en la norte, incluida
España. En febrero de este mismo año,
2007, Ayman Al Zawahiri emitió un men21
Bajo som bras de espadas
saje en el que, tras referirse a la evolución
del movimiento de la yihad global en el
Magreb y mostrar su respaldo a los “leones”
que batallan en esos denominados márgenes occidentales del Islam, añadió: “pido a
Alá que os conceda que mantengáis vuestros pies firmes para obedecerle y que os
conceda su ayuda y su victoria, y así liberéis
el Magreb islámico e izéis el estandarte de
la yihad para que ondee victorioso sobre su
tierra, y que Alá os conceda el favor de pisar
pronto con vuestros pies puros sobre el
usurpado Al Andalus”.
Más aún, la idea de recuperar violentamente Al Andalus ha permeado ya el discurso de las redes norteafricanas del terrorismo
yihadista. En un comunicado fechado el 9
de enero de 2007, a poco de anunciar el
cambio en su denominación por la de Al
Qaeda en el Magreb Islámico, el GSPC se
pronunciaba así: “abrazamos la yihad para
cumplir con un precepto divino ineludible
que se nos impuso desde la caída de Al Andalus y la venta de Palestina, y desde que nos
dividieron las fronteras que inventaron los
invasores”. En el mismo comunicado mediante el cual Al Qaeda en el Magreb se atribuyó la autoría de los atentados suicidas del
11 de abril de 2007 en Argel, esta organización evoca casi literalmente el mensaje difundido por Ayman al Zawahiri en febrero
con un texto en el que puede leerse: “no envainaremos nuestra espada y no tendremos
una vida feliz hasta que liberemos cada palmo de tierra del Islam de todo cruzado,
apóstata y colaboracionista y hasta que nuestros pies purificados pisen el Al Andalus
usurpado y nuestro Jerusalén profanado”.
La amenaza terrorista de Al Qaeda en el
Magreb Islámico se cierne, en suma, sobre
ciudadanos e intereses españoles, en tanto
que europeos y occidentales, en países como
Marruecos, Argelia o Túnez, también Mauritania o Senegal, por ejemplo. Pero se trata
igualmente de una amenaza en los confines
del propio territorio español, también respecto a lo que el propio Ayman al Zawahiri,
en otro comunicado hecho público en diciembre de 2006, definía como la “ocupación española de Ceuta y Melilla”, comparándola a lo que el principal estratega del terrorismo global asimismo describía como
ocupación rusa de Chechenia y ocupación
israelí de Palestina. Diríase que con estas palabras estaba demarcando una nueva zona de
conflicto y proporcionando más justificaciones con previsibles consecuencias terroristas.
El emir de Al Qaeda en el Magreb Islámico,
en un vídeo emitido a mediados de abril de
2007, critica al monarca marroquí con estas
palabras: “lo que tenía que hacer este sinvergüenza es recuperar Ceuta y Melilla, lim22
piándolas de la impureza de los españoles”.
El redimensionamiento de las redes neosalafistas en los países norteafricanos del Mediterráneo Occidental y el surgimiento de Al
Qaeda en el Magreb Islámico obligan, en
definitiva, a repensar la amenaza que el terrorismo global supone actualmente para
España.
Para concluir
La conversión del GSPC en Al Qaeda en el
Magreb Islámico está redimensionando el
terrorismo yihadista en la ribera sur del Mediterráneo occidental al atraer hacia sí otros
grupos menores y numerosas redes que con
anterioridad sólo estaban influenciadas y carecían de afiliación específica. Se trata de una
evolución propiciada, en primer lugar, por el
fracaso insurreccional de la organización armada argelina y, en segundo lugar, por las
intensas relaciones que sus dirigentes entablaron con la rama iraquí de la estructura liderada por Osama bin Laden. Estos desarrollos tienen implicaciones en términos de seguridad que afectan tanto a la estabilidad de
los regímenes y la cohexión social en los países de esa zona del Norte de África como a
otros de la ribera norte del Mediterráneo
Occidental, aunque no sólo. La aparición de
Al Qaeda en el Magreb Islámico y sus conexiones en distintas naciones europeas,
donde estaría amalgamando tanto a tramas
ya afines como a células autoconstituídas y
sin ligámenes previos con otros actores colectivos de la urdimbre yihadista, obligan
también a repensar el alcance de una amenaza que en España compartimos con algunos
más países del entorno inmediato, aunque
en nuestro caso adquiera algunas características diferenciales.
Está por ver, ciertamente, la medida en
que el potencial de Al Qaeda en el Magreb
Islámico se hace o no efectivo, al igual que
las consecuencias de su evolución para ciudadanos e intereses europeos. Hace tiempo
que las redes yihadistas de raigambre magrebí constituyen la principal amenaza terrorista para la mayor parte de los países
europeos, y los actuales indicadores de movilización extremista a uno u otro lado del
Mediterráneo Occidental acrecientan la inquietud. Prevenir el terrorismo yihadista
originario del Norte de África, reducir
nuestras vulnerabilidades ante dicho fenómeno, requiere una aplicación convenientemente adaptada y a la vez proporcionada
de los correspondientes instrumentos y
agencias de que disponen las democracias
europeas, haciéndose necesario el mantenimiento de unos estándares elevados de la
cooperación entre ellas. Ampliarla a los países del Magreb, donde se ciernen “sombras
de espadas”, es una necesidad no exenta de
preocupaciones derivadas, por una parte,
del insatisfactorio marco de colaboración
antiterrorista que existe entre las autoridades de esa zona y, por otra, de dilemas inherentes al tratamiento de los problemas de
seguridad en regímenes de naturaleza autoritaria como los que, si bien con variaciones
significativas de unos casos a otros, son propios de aquella región norteafricana. n
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Fernando Reinares es Director del Programa sobre Terrorismo Global en el Real Instituto Elcano y
Catedrático de Ciencia Política en la Universidad
Rey Juan Carlos.
CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA Nº 175
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