La orquesta sinfónica y la música clásica en la sociedad del Siglo

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YARON TRAUB
Director Titular y Artístico de la Orquesta de
Valencia
LA ORQUESTA SINFÓNICA Y LA MÚSICA
CLÁSICA EN LA SOCIEDAD DEL SIGLO XXI
EL EFECTO BEETHOVEN
27 de octubre de 2009
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PALABRAS PRONUNCIADAS POR EL DIRECTOR
DE LA REAL SOCIEDAD ECONÓMICA DE AMIGOS
DEL PAÍS DE VALENCIA
Sras. Sres. Amigos y Amigas
Bienvenidos y buenas tardes a todos. Gracias por estar con
nosotros en este acto.
En primer lugar decirles que es un honor para nosotros que
el Director de la Orquesta de Valencia, Yaron Traub, haya aceptado nuestra invitación para pronunciar una conferencia en la Real
Sociedad Económica de Amigos del País, en este Salón de actos de
Bancaja, pero también lo es el que la Presidenta del Palau de la
Música, Dª. Mayren Beneyto haya aceptado, también, nuestra invitación para presentar al Maestro Yaron Traub en este acto.
Nos alegró mucho que Yaron Traub aceptara nuestra invitación, pero también nos alegró que nos dijera que hacía tiempo
que deseaba dar un paso en su integración, como un valenciano
más, en la sociedad civil valenciana y por tanto que el pronunciar
esta conferencia en la Real Sociedad Económica de Amigos del
País de Valencia le sería muy grato, porque le permitiría conectar
con los valencianos en un recinto diferente al del Palau.
Y nos alegró porque ese era, también, nuestro objetivo al
invitarles, que proyectara la música entre toda la sociedad valenciana como lenguaje universal y como medio de comunicación de
sentimientos y de creatividad, insuperable.
Un lenguaje que se habla en esta Real Sociedad
Económica de Amigos del País desde su creación en 1776, porque la Junta de Gobierno, desde siempre, ha apostado por el
conocimiento como una de las herramientas para elevar el nivel
y calidad de vida de los valencianos, y la música, por supuesto,
es una expresión más del conocimiento.
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Hoy la Real Sociedad Económica de Amigos del País de
Valencia es un foro de análisis, reflexión y debate sobre temas de
actualidad e interés para los valencianos y también un centro de
difusión del conocimiento en el que nos interesa la astronomía, la
historia, la economía, la empresa, el derecho, etc., es decir, el
conocimiento en todas sus acepciones. Concretamente en estas
fechas estamos desarrollando un ciclo sobre la investigación, la
innovación y la transferencia de tecnología, en el que participan
investigadores, empresarios, responsables al primer nivel de la
Administración Pública Central y Autonómica y los Rectores de las
Universidades Valencianas.
Pero la música es una de nuestras actividades preferidas y
a nuestros 233 años de historia, además de desarrollar otras actividades y formar parte activa de la sociedad civil valenciana,
seguimos apoyando la música entre la gente joven con la misma
ilusión de siempre. Creemos que el apoyo a los músicos mayores
o consagrados corresponde a otras instituciones que lo vienen
haciendo muy bien, entre ellas el Palau de la Música, pero alguien
tiene que proyectar ilusión musical entre la gente joven, y esa ha
sido una de las tareas que más tiempo nos ha consumido, pero
que más nos ha gratificado en estos últimos años.
En el caso de la música, la Económica de Amigos del País
ha buscado su espacio estratégico en el que no competimos con
nadie, pero apoyamos con ilusión al Conservatorio Profesional de
Valencia porque con ello estamos participando en la creación de
una excelente cantera de jóvenes promesas que un día serán
músicos valencianos excelentes en orquestas de todo el mundo.
Hay que cuidar y mimar esta cantera porque es garantía de
futuro y por supuesto una excelente inversión.
Desde 1997, la Económica de Amigos del País programa
diferentes actividades musicales con el Conservatorio Profesional
de Valencia.
El concierto anual que se interpreta en el Palau de la
Música, gracias a la cesión del mismo por su Presidenta y equipo
directivo, y en el que se han ofrecido programas muy variados,
interpretando obras sinfónico-corales de gran formato entre las
que hay que destacar:
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La Flauta Mágica de Mozart y el Réquiem de Mozart, el
poema sinfónico Orfeo de F. Liszt, el Te Deum de Charpentier y
el Diluvio de Noe de Benjamín Britten. Se han interpretado operas en versión concierto como: Carmen de Bizet, Carmina
Burana de Karl Off y en 2009 se ha interpretado un Concierto por
la paz con la Misa de Karl Jenkins.
Coincidiendo con el 225 Aniversario, la Económica puso el
acento en el encargo y estrenó la obra Luces y Sombras, poema
sinfónico del compositor valenciano Ferrer Ferrán, que conmemora la historia de nuestra Sociedad heredera de la Ilustración
Valenciana.
Entre 1997-2008, hay que destacar también la creación del
Seminario Internacional de Música Ciudad de Valencia patrocinado por Bancaja y su desarrollo anual desde entonces, en el que
la Económica de Amigos del País ha patrocinado la Cátedra de
Música Antigua y la de Viola. La participación de alumnos y profesores ha ido creciendo anualmente.
El objetivo del Curso es establecer un entorno de comunicación de alto valor formativo para jóvenes estudiantes valencianos que perfeccionen sus conocimientos de técnica e interpretación musical.
En estas actividades y en diferentes ocasiones han colaborado, también, el Conservatorio Superior de Música de Valencia,
el orfeón Navarro Reverter, los Coros de las Universidades
Valencianas y de otros Conservatorios de la Comunidad
Valenciana, la colaboración especial del Cuerpo de Baile Español
del Conservatorio Profesional de Danza de Valencia etc.
Y después de esta intervención que ha servido para captar la atención de todos Vds., de todos vosotros, cedo la palabra
a Dª. Mayren Beneyto, Presidenta del Palau de la Música de
Valencia para que presente al Director de la Orquesta Yaron
Traub.
Francisco Oltra
Director de la RSEAP
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El ponente, Maestro Yaron Traub, Director de la Orquesta de Valencia y la
Presidenta del Palau de la Música, Dª Mayren Beneyto, momentos antes de la
conferencia, con el Director de la Económica, D. Francisco Oltra, el Vice
Director, D. Manuel Portolés, a los que acompañan el Presidente de la Sección
de Agricultura, D. Salvador Zaragoza y el Presidente de la Comisión de Nuevas
Tecnologías, D. Jaime Busquets, en la “Salita de la Entidad Fundadora”, en el
Centro Cultural Bancaja.
En el ámbito de la conferencia se interpretó el “Cuarteto Op 95 en fa menor de L.
van Beethoven”, a cargo de cuatro profesores de la Orquesta de Valencia
(Casandra Didu, violín, Anja Traub, violín, Miguel A. Balaguer, viola e Ivan
Balaguer, violoncello), que enmarcó con cada uno de sus movimientos el desarrollo de la conferencia
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PRESENTACIÓN
María Irene Beneyto Jiménez de Laiglesia
Presidenta del Organismo Autónomo Municipal Palau de la
Música y Orquesta de Valencia
Sr. Presidente de la Real Sociedad Económica de Amigos
del País,
Señoras, señores,
Es un verdadero placer presentarles, en el prestigioso ciclo
de conferencias de esta querida y centenaria Real Sociedad, al
Director Titular y Artístico de la Orquesta de Valencia, Yaron
Traub.
Pronunciará a continuación una interesantísima charla que
versará sobre el papel de la Orquesta Sinfónica y la Música Clásica
de nuestros días, con Ludwig van Beethoven como hilo conductor. Y no podía ser de otra manera, puesto que uno de los pilares de la programación de nuestra orquesta, en esta presente temporada, es el apasionante reto de la interpretación de la integral
de las maravillosas sinfonías del genial compositor alemán.
Desde que en 2005 asumió la titularidad de la Orquesta de
Valencia, Yaron Traub está desarrollando una meritoria y excelente labor, que viene avalada por los continuos llenos en la sala
Iturbi, demostrando que su conexión e implicación con el público valenciano, es absolutamente maravillosa. Y es que desde su
presentación como Director Titular a los medios de comunicación, ya manifestó su deseo de que la Orquesta de Valencia tuviera un sonido propio y que nuestra formación se incardine, aún
más, en la sociedad Valenciana.
A Valencia vino, a propuesta nuestra y entre un amplio
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abanico de directores, por una votación casi unánime de los profesores de la Orquesta, lo que sin duda, sitúa a nuestra formación
sinfónica al nivel de las orquestas europeas que eligen a sus titulares.
Nacido en Tel Aviv, el maestro Traub pertenece a una
importante familia de músicos israelíes, no en vano es hijo de
Chaim Tabú, antiguo concertino durante muchos años de la
Orquesta Filarmónica de Israel. Esa feliz circunstancia le permitió,
desde muy pequeño, vivir un ambiente musical de auténtica referencia, ya que en su casa era fácil ver a maestros de la talla de
Daniel Barenboim, Zubin Mehta o importantes solistas internacionales, dejando en el joven Traub un poso artístico, que ahora en
su madurez, los valencianos podemos sin duda disfrutar en cada
uno de sus programas.
Tras estudiar inicialmente piano, se trasladó a la ciudad de
Munich para trabajar con Sergiu Celbidache. Posteriormente
Daniel Barenboim lo introdujo en el Festival de Bayreuth donde
fue su asistente, ocupando entre 1994 y 1999, el cargo de director asociado de la Orquesta Sinfónica de Chicago. El salto internacional lo obtuvo tras ganar en 1998 el Premio d Orquesta del
IV Concurso Internacional “Kondrashin” de Dirección de
Orquesta en Ámsterdam.
Desde entonces, el maestro Traub ha dirigido prestigiosas
formaciones sinfónicas en todo el mundo, entre ellas, la Orquesta
Filarmónica de Rótterdam, la Filarmónica de Israel, la Sinfónica de
la Radio Sueca, la Filarmónica de la Radio de Holanda, la
Filarmónica de Sydney, la Filarmónica de Melbourne, la
Gulbenkian (Lisboa), la Kremerata Báltica, la Academia de Santa
Cecilia (Roma), la Sinfónica de Dusseldorf, de la Radio del Norte
de Alemania (Hannover), la Filarmónica de Helsinki, la Nacional
de Lyon y la Sinfónica de Singapur. En España ha dirigido las
orquestas sinfónicas de Bilbao, Sevilla, Barcelona, Tenerife, La
Coruña, Asturias y Gran Canaria.
Es un gran especialista en el repertorio post-romántico, así
lo atestiguan sus maravillosas versiones de Mahler, Bruckner,
Richard Strauss, etc. Sin ir más lejos, la semana pasada pudimos
asistir a una tercera de Mahler, sencillamente magistral.
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Músico verdaderamente inquieto, entre sus muchos logros
desde asumir la titularidad, cabe destacar la recuperación del ciclo
de solistas de la Orquesta de Valencia, llegando a tocar el piano
con los mismos profesores en dos ocasiones. Otra muestra de su
continua implicación.
Esta temporada, y gracias al esfuerzo de todos y un tesón
inquebrantable, hemos podido dar la posibilidad de abrir y dar a
conocer la Orquesta de Valencia a un tipo diferente de público, y
que no es el habitual de abono. Se trata de un nuevo ciclo, llamado X6, que comenzó la semana pasada con gran éxito, y que
nos sitúa en la línea de las orquestas de Madrid y Barcelona, que
repiten sus programas dos, y hasta tres veces.
Con este ciclo damos la opción de poder volver a disfrutar de seis de los mejores conciertos de nuestra formación en la
temporada de abono, siendo esta Real Sociedad, una de las instituciones con las que hemos firmado un convenio para su difusión.
Sonido propio, continua implicación en la sociedad valenciana..., son valores a los que hay que unir la dirección de varias
obras españolas en la gira centroeuropea que realizó nuestra
Orquesta en 2008, lo que nos da una buena idea de la versatilidad de este maestro, y de su esfuerzo por integrarse en nuestra
sociedad.
Este año, la dirección del maestro Traub va a estar jalonada por tres hitos:
 La citada integral de las sinfonías de Beethoven.
 La versión concertante de la ópera “Diálogo de
Carmelitas” de Poulenc, obra maravillosa que estoy
segura será un gran éxito.
 Y en junio, el segundo acto de la ópera “Parsifal” de
Richard Wagner. No hay que olvidar que el maestro ya
demostró ser un gran conocedor de Wagner cuando en
2007 ofreció un alabado segundo acto, de su otra ópera
“Tristán e Isolda”.
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La mesa de la conferencia estuvo presidida por el Director de la Económica, que
introdujo el acto, la Presidenta del Palau de la Música, que presentó al ponente, el Maestro Yaron Traub. Estuvieron acompañados por el Vice Director de la
RSEAP D. Manuel Portolés que coordinó este evento.
Una amplia presencia de público llenó el Salón de Actos del Centro Cultural
Bancaja y aplaudió calurosamente al conferenciante y los interpretes del cuarteto de Beethoven.
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LA ORQUESTA SINFÓNICA Y LA MÚSICA CLÁSICA
EN LA SOCIEDAD DEL SIGLO XXI
“EL EFECTO BEETHOVEN”
Yaron Traub
Director Titular y Artístico de la Orquesta de Valencia
REFLEXIÓN SOBRE LA MÚSICA CLÁSICA Y SU VALOR
EN EL SIGLO XXI
Música: Casandra Didu, Anja Traub, Miguel Ángel Balaguer, Iván
Balaguer,
L. v. Beethoven: Cuarteto op. 95, en fa menor (Primer movimiento).
En primer lugar, quiero dar las gracias a la Real Sociedad
Económica de Amigos del País por su amable invitación a impartir esta conferencia. He leído sobre esta Sociedad, su origen y su
trayectoria, y sé que es una de las entidades cívicas más antiguas
e importantes de esta Comunidad. Una Sociedad nacida bajo el
espíritu de la Ilustración y que tiene ese espíritu como guía y
razón de ser, desde hace más de dos siglos.
Dos siglos de existencia en los que el compromiso cívico,
la difusión cultural y especialmente, el interés musical, han sido
muy importantes. Comparto totalmente esos valores, esa manera
de entender la sociedad en la que vivo, trabajo y con la que me
relaciono. De hecho, ha sido una alegría para mí descubrir que
esta Sociedad fundó el Conservatorio Profesional de Valencia.
Aprovecho también este momento para felicitarles por la Medalla
de Oro de la Ciudad de Valencia que acaban de recibir de manos
del Ayuntamiento. Mi más sincera enhorabuena por este premio
tan merecido.
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Es importante y me llena de una satisfacción especial que
me hayan invitado, porque soy de otro país, pero ya me siento
parte de esta tierra. Sentirme implicado con Valencia, no es sólo
un sentimiento o una emoción personal, sino que es mucho más,
porque tiene una traducción muy concreta en lo cotidiano: va
directamente ligado a mi trabajo por la música, mi trabajo con la
Orquesta de Valencia. Pero de eso hablaré más tarde.
En el título de esta conferencia se habla de “la Música
Clásica en la Sociedad del Siglo XXI”. Decía Italo Calvino, hablando de literatura, que “los clásicos son libros que ejercen una
influencia particular, ya sea cuando se imponen por inolvidables,
ya sea cuando se esconden en los pliegues de la memoria, mimetizándose con el inconsciente colectivo o individual”.
Yo creo que es una definición que nos sirve también perfectamente para la música clásica. Y nos invita a una reflexión
sobre la convivencia entre lectura de clásicos y las lecturas que
no son clásicas.
Lo que quiero decir es que, de la misma manera que
Calvino se pregunta “¿Por qué leer clásicos y no otras lecturas
actuales que nos ayuden a comprender nuestro tiempo?“, nosotros
podemos preguntarnos cómo hacer compatible la escucha de la
música clásica, con la escucha de música actual. Más aún: ¿cuál es
el papel de la música clásica en nuestra sociedad?
Calvino dice que es necesario saber “desde dónde cada persona lee a los clásicos”: hay que saber desde qué circunstancia y
con qué actitud. Y contrariamente a otro tipo de lectura, llega a
decir que tal vez lo ideal fuera “oír y leer la actualidad como el
rumor que nos llega por la ventana y nos indica los atascos del tráfico o la perturbación meteorológica, mientras seguimos el discurrir
de los clásicos, que suena claro y articulado en la habitación”.
Todo este planteamiento sobre la lectura, nos sirve exactamente igual para una reflexión sobre la música clásica, esa música que toma su nombre del clasicismo, de un determinado
momento histórico, y que se aplica a la música europea de los
siglos XVII al XIX, pero cuyo nombre, “clásica”, también se ha
utilizado para la obra de numerosos compositores posteriores.
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Tal vez podemos decir que la palabra “clásica” se ajusta a
ese tipo de música que “discurre claramente en la habitación, que
suena perfectamente diferenciada”, y se distingue de otras músicas, que son más un sonido de fondo, un mero entretenimiento,
y que exigen otro tipo de atención.
Cuando decidí poner en el título de esta conferencia “El
efecto Beethoven”, me refería exactamente a esto: a un tipo de
música que exige una atención y una escucha singulares. Así lo
quiso Beethoven en su momento, componiendo un tipo de música que requería una atención considerable. Una música a veces
incómoda para lo que estaba habituado el público de su época,
una música diríamos que “poco amable”. Y un esfuerzo casi físico, puesto que Beethoven tenía la costumbre de elaborar programas muy largos y extensos para estrenar sus obras.
Lo que está claro es que la atención requerida para escuchar la música de Beethoven, y en general para escuchar la música que llamamos clásica, independientemente de la duración de
un concierto, es una atención especial considerable, como exige
aquello que llamamos Arte. Pero nadie hoy duda de la inmensa e
intensa belleza de cualquiera de las sinfonías de Beethoven, se
sepa o no de música, porque estamos hablando de emociones, y
de una experiencia realmente trascendental.
El gran maestro Celibidache, con el que estudié, estaba
obsesionado por crear en cada concierto las mejores condiciones
posibles para que el público tuviera realmente una experiencia
trascendental y pensaba también que esa experiencia no era posible obtenerla con música grabada. Por suerte existen de su actividad grabaciones de sus conciertos, “live”, pero que tienen un
gran valor como documento histórico y como testimonio sonoro
de su arte y de sus ideas. Pero para tener esa experiencia trascendental necesitamos, de nuevo, una actitud de atención especial.
Había que sumergirse en la música, olvidar el mundo de fuera
para poder disfrutar de su manera de entender la música.
El secreto para apreciar la música-como-arte es “comprender’’. Pero no se trata de comprender algo concreto, un
objeto intelectual. La finalidad más importante no es encontrar
un sentido escondido, o conocer las intenciones del composi443
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tor, o leer las notas del programa, o realizar un análisis complejo. La meta no es poder explicar la música en términos extramusicales.
El valor que damos a la música está vinculado a nuestra
formación y experiencia, pero eso no es lo mismo que el placer
o disfrute de la obra. La música es expresión, sin tener que
comunicar palabras, contenidos escritos o una expresión lingüística. Celibidache contaba que la mejor felicitación era “maestro, la
he comprendido la música como usted”, es decir, subjetivamente
afectado en la misma manera.
La diferencia entre la música clásica y la no clásica, la
música pop por ejemplo, se halla también en esa actitud y necesidad de atención, que es contraria a la escucha de la música
como “background”, como hilo musical o música de fondo. Por
eso, cuando hablamos de música clásica nos referimos a algo más
que a la música descrita históricamente como la música europea
creada entre los siglos XVII y XIX. Definimos la música clásica por
la actitud, porque exige una atención especial desde el interior de
cada uno para disfrutarla de verdad. Y con esa necesidad de
introspección para escucharla y saborearla se distingue de otras
músicas.
Un ejemplo: nadie diría que las ciencias, la filosofía, la
astronomía o las matemáticas son elitistas, pero es evidente que
requieren un notable esfuerzo para ser entendidas. Nadie discute
que son necesarias, pese a su complejidad para ser explicadas,
enseñadas y transmitidas. La música clásica, la música como Arte,
es desde ese punto de vista, tan elitista como puedan serlo las
ciencias… ¿eso la invalida o la hace menos necesaria para una
sociedad?
A lo mejor, lo que pasa con la música clásica es un poco
lo mismo que sucede con otras muchas cosas: existe una actitud
y pensamiento muy extendidos respecto al consumo, también el
consumo cultural, en nuestra sociedad contemporánea, en términos de un placer o satisfacción inmediata. Algo similar a la actitud que se puede tener hacia otros objetos consumibles: algo
rápido y sin mayor trascendencia, en lugar de ver la música como
una de las formas más sofisticadas de la expresión humana, de
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entendernos a nosotros mismos y de entender nuestro mundo, al
igual que hacen la Filosofía o las Matemáticas.
La música clásica compite hoy en día con otros tipos de
música y no está introducida en todas las esferas de la sociedad
desde pequeños. Está en clara desventaja respecto a todas las
demás manifestaciones musicales. Y sin embargo sabemos que
su valor intrínseco es muy alto. Lo que se nos exige ahora es un
esfuerzo grande para que, respetando su lenguaje, pueda llegar a
toda la sociedad.
Por ejemplo, poco a poco todas las orquestas están introduciendo conciertos pedagógicos y familiares. Y, si están bien
hechos, el éxito es tremendo y los niños, desde muy pequeñitos,
disfrutan y se divierten. Tengo dos hijos, uno pequeño, otra adolescente, y disfrutan y se divierten con la música clásica. He dirigido programas educativos en Chicago, en Lisboa y aquí mismo,
en Valencia… y la respuesta es la misma: los niños lo pasan bien
si el concierto se hace bien, con calidad y profesionalidad; traigan
a sus hijos y a sus nietos a las semanas pedagógicas de la
Orquesta de Valencia: merece mucho la pena. En el último abril
dirigí un serie de conciertos para escolares y familias con la
Orquesta de Valencia. Contratamos un grupo de mimos de EEUU
y nos lo pasamos fenomenal. Tuve un papel importante de actor
aparte de dirigir, y todo ha sido muy divertido para mí, para los
niños y también para la Orquesta.
Otro ejemplo es la tarea realmente impresionante de inserción en la sociedad que están haciendo algunos directores. Nada
menos que Sir Simón Rattle y la mítica Filarmónica de Berlín llevaron a cabo una experiencia que a mí me gustaría algún día
trasladar a esta ciudad: durante tres meses, doscientos adolescentes de Educación Secundaria, seleccionados entre barrios de
Berlín con problemas de marginación y exclusión social, ensayaron una coreografía con la música de La Consagración de la primavera de Stravinsky. Un coreógrafo y varios bailarines dirigieron
a los chicos. Al final del proceso, se unió la Orquesta con Simon
Rattle y ofrecieron un concierto bailado sobre la obra de
Stravinski, realmente espectacular. Se rodaron ensayos, entrevistas y el concierto final. Está disponible en DVD bajo el titulo
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Rythm is it?, con el patrocinio del Deutsche Bank. El proyecto es
impresionante, y muy emocionante.
Es para mí un clarísimo ejemplo de cómo la música clásica puede llegar al corazón del adolescente más lejano a ese
mundo, cómo puede ayudarle a ser mejor persona, a conocer la
belleza de un mundo totalmente desconocido para él, una belleza que posiblemente le ha sido negada desde que nació. Y yo
creo que la belleza es necesaria para llegar a ser un adulto feliz.
Para los músicos de la Orquesta berlinesa la experiencia fue también sobrecogedora.
Está claro que hubo un gran esfuerzo por parte de la
orquesta, para creerse el proyecto. Y una apuesta decidida por
del patrocinador, el Deutsche Bank, y las instituciones publicas
que apoyaron el proyecto y lo pusieron en marcha. Guy
Braunstein se ha convertido en un mito. El mismo concepto, pero
desarrollado como algo constante, estable y a largo plazo, es el
Sistema de Orquestas Juveniles que ha creado José Antonio Abreu
en Venezuela. Miles de niños han salido de la marginación y han
conocido esa belleza gracias a la música clásica. De hecho la
orquesta representante de este proyecto estuvo en el Palau de la
Música hace poco dirigida por el gran talento Gustavo Dudmel y
con un gran éxito.
Hemos de conseguir que el público en general sienta la
música clásica como algo también divertido, emotivo y cercano,
pero sin perder de vista que es un Arte, con mayúscula, y que
requiere su esfuerzo, su atención, y que lo que verdaderamente
merece la pena, cuesta de conseguir. Esa sensación de cercanía
tiene que ver con considerar la orquesta como algo propio, con
sentir que una orquesta en una ciudad es tan importante como un
equipo de fútbol o de baloncesto. La Filarmónica de Viena es un
auténtico símbolo nacional. La mayor parte de sus músicos son
austriacos. La Orquesta de Valencia tiene más de un 80 por ciento de músicos valencianos. Es nuestra orquesta.
Yo creo que las orquestas actuales ya están trabajando en
esa línea de acercamiento a la sociedad. Hoy en día, la facilidad
de las comunicaciones, tanto de transporte como vía Internet,
hacen posible dirigir una orquesta casi a distancia.
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Tradicionalmente los directores extranjeros han vivido en otra ciudad, y las facilidades en la comunicación han hecho posible que
esto ya no sea un problema. Han hecho posible llegar, dirigir y
marcharse.
Pero también existe la opción de una mayor estabilidad,
con una mayor presencia física en la orquesta, como ha sido el
trabajo de directores fuertemente vinculados a sus formaciones
como, por ejemplo, el trabajo de Simon Rattle con la Orquesta de
Birmingham. Que yo esté aquí hoy, hablando ante la Real
Sociedad Económica de Amigos del País, tiene una relación muy
directa con mi compromiso a largo plazo, con mi elección de trabajar en equipo y con el hecho de comprometerme con una ciudad y su gente.
Cuando llegué a Valencia, me encontré con una Orquesta
de larga trayectoria, nacida en 1943, acostumbrada a luchar en
tiempos muy difíciles y con muchos problemas. Ahora, gracias a
su sede estable en el Palau de la Música, apoyada por los dirigentes de la ciudad, vive un momento dulce. Pero a mí me obsesionaban varias cosas: por una parte, en cuanto al trabajo artístico
con la Orquesta: conseguir una mayor cohesión dentro de la
Orquesta, conseguir elevar la autoestima de cada músico y consecuentemente, la autoestima como colectivo. Y, por supuesto,
trabajar en equipo. Todo ello redunda, evidentemente, en un crecimiento artístico. Por otra parte, este trabajo artístico se vuelca en
el exterior. Una orquesta vive para su gente. Es muy importante
para una orquesta estrechar lazos con su sociedad, atender a sus
demandas, vivir las necesidades de su público, y tener capacidad
de innovar.
En el momento en que llegué a Valencia hace cuatro años,
se ponía en marcha también el Palau de les Arts, que era un
sueño para Valencia: tener una ópera.
Surgen las dudas: ¿habrá público suficiente? ¿Se puede
mantener? ¿Cómo competir con el resto de actividad cultural de la
ciudad? ¿Es necesaria “tanta” música clásica para una sociedad”
¿Es necesaria una música considerada como Arte, con mayúsculas?
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Yo vivía en Munich antes de llegar a Valencia. Munich
tiene un tamaño parecido a Valencia. Y tiene cinco orquestas: la
Orquesta Filarmónica, las dos Orquestas de la Radio de Baviera y
las dos Orquestas Estatales de las Casas de Ópera.
Todas conviven, ofrecen repertorios semejantes o diferentes y todas llenan conciertos, todas tienen su función en la sociedad y viven de cara a su gente. Son Orquestas del siglo XXI. La
Orquesta de Valencia también es una orquesta del siglo XXI. Es
una orquesta actual, que vive en su momento y para las demandas que le plantea su público.
Hemos creado un abono nuevo: el Abono x 6. Doblar el
programa semanal de la Orquesta, repetir algunos programas para
que la gente pueda elegir fecha y para que los músicos consoliden lo ensayado, ofrecer un abono nuevo más pequeño y con
obras tan potentes, salir de la sala a buscar nuevos públicos…
forma parte de la adaptación a los nuevos tiempos. Es una de las
maneras de atender las exigencias de la sociedad. No todo el
mundo puede ir a tres o cuatro conciertos semanales; este abono
requiere de un menor esfuerzo de tiempo, y la calidad y belleza
del programa es indudable. Hay personas que nunca han venido
al Palau y que no saben de lo que es capaz nuestra Orquesta:
hemos ido a buscarlas y las vamos a traer de la mano a compartir toda esta belleza. Queremos dar la oportunidad a más y más
gente de disfrutar esta maravillosa música y de conocer nuestra
Orquesta. De hecho me han dicho que había mucha gente joven
en el concierto de sábado.
Si creemos que la música va más allá de lo material, de lo
puramente físico, y nos eleva; si creemos que la música expresa
nuestra dualidad natural: esa tensión entre el espíritu y la materia
que nos define…
Si creemos que la música expresa y alimenta nuestros ideales soñados, nuestras aspiraciones, el idealismo, el ansia de libertad, la imaginación y la determinación propios…
Si sentimos que la música clásica, como todo Arte, manifiesta el deseo de ser más de lo que somos y de trascender…
entonces la música es necesaria para todos y a todos queremos
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llevarla. Eso es lo que queremos los que nos dedicamos a esto:
llevar más felicidad a más personas, a través de la emoción del
sonido, a través de esta música maravillosa, elaborada y compleja, que nos invita a participar en una realidad superior, que nos
trasciende.
Pensando en la idea del suicidio en una de sus crisis más
fuertes, fue el propio Beethoven el que dejó escrito en
Heiligenstadt su vocación de trascendencia: escribió: “¡Oh Dios, tú
miras desde lo alto en el fondo de mi corazón, y lo conoces, sabes
que en él moran el amor a los demás y el deseo de hacerles el bien!
(…) …no me olvidéis enteramente en la muerte; merezco que penséis en mí, porque a menudo he pensado en vosotros durante mi
vida para haceros felices. ¡Sedlo!”
BEETHOVEN. SU INTEGRAL SINFÓNICA
Música: L. v. Beethoven: Cuarteto op. 95, en fa menor
(segundo movimiento).
Dentro de tres días la Orquesta de Valencia comenzará la
Integral Sinfónica de Beethoven. Para mí, como director, es indudable la gran exigencia y las buenas consecuencias artísticas que
va a tener este reto apasionante. Es bueno para el público e
imprescindible para los músicos: para llegar a sentir de verdad el
“efecto Beethoven” es necesario enfrentarse a las nueve sinfonías
todas juntas.
Las nueve sinfonías se diferencian claramente en pares e
impares. Las pares son sinfonías más amables, dentro de su complejidad, y rezuman vida y alegría. Las impares (Tercera, Quinta,
Séptima y Novena) son otra cosa. Hay en ellas incluso marchas
fúnebres, como la Tercera o el 2º movimiento de la Séptima aunque no lleva tal nombre. El trágico primer movimiento de la
Novena. Al escuchar toda la Integral podremos apreciar, tanto los
músicos como el público, todos estos matices.
Beethoven fue un ejemplo paradigmático de innovación:
Beethoven rompe con muchas tradiciones y su obra, pese a los
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periodos acomodaticios y puramente crematísticos, es una obra
novedosa, original, en evolución constante. Realmente es un
visionario: su música anticipa lo que vendrá, y a veces, a pesar de
sus éxitos, es mal acogida por la crítica o por otros músicos coetáneos.
Entre las primeras obras de juventud de Beethoven, que ya
despuntaban por su extraordinaria calidad, unas obras amables y
destinadas a esa aristocracia con la que logró convivir sin ser
noble, y su última sinfonía, la Novena, Europa se ha transformado, sus gentes también, y sus mecenas. La manera de escuchar,
de sustentar la música, lo que se espera de ella, todo es distinto.
Beethoven escribe casi toda su vida por rentabilidad económica. Por encargo. Y ahí su producción es rápida. En cambio,
sus tiempos de composición de sinfonía son muy largos.
Tardó tres años en componer la Heroica. (y le salió muy
larga…). Entre unas sinfonías y otras hay periodos muy extensos.
Entre la Octava y la Novena transcurren muchos años.
Los éxitos de Beethoven no fueron paralelos a su riqueza.
El propio Beethoven afirma de sí mismo que su creatividad se
debate entre “el genio y la miseria”. Da escalofríos pensar ¿qué
hubiera sucedido si, por no ser rentable ni necesario, nadie hubiera apoyado a Beethoven en su carrera como compositor.
Beethoven se interesó desde muy joven por el género sinfónico. No obstante, tenía casi treinta años cuando escribió la
Primera Sinfonía. Fue un artista pragmático y casi siempre escribió su música conforme a sus compromisos inmediatos. La motivación económica pesaba en sus decisiones compositivas y eso
explica porqué tardó tanto en iniciar la composición sinfónica.
PRIMERA SINFONÍA
Beethoven abordó la composición de la Primera a finales
de 1797, cuando supo que en la primavera de 1800 podría celebrar un concierto cuya recaudación sería integra para él. Fue
estrenada el 2 de abril de 1800 en el Burgtheater de Viena. La
incluyó en un programa desmesuradamente largo, como solía ser
habitual en él, compartido con obras de Mozart y Haydn.
Tuvo un enorme éxito y la sinfonía fue interpretada en
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otros lugares, rápidamente. Las críticas fueron muy buenas, y lo
único que se dijo quizás negativo es que “había abusado de los
instrumentos de viento, así que parecía más una banda de música que autentica música orquestal”. El primer acorde, en lugar de
empezar con la tónica de do mayor, tenemos la dominante de la
sub dominante. Le cuesta ocho compases encontrar la tonalidad
de la sinfonía. Luego, un primer movimiento muy en el estilo de
Haydn pero con muchas innovaciones e ideas. Un segundo movimiento ya muy bien desarrollado, y una novedad impresionante:
el minueto en un tiempo rapidísimo de Allegro Molto vivace. El
último movimiento es una virtuosidad pura, uno de los movimientos más delicados de toda la integral.
SEGUNDA
Animado por el éxito se dispuso a escribir la Segunda con
la idea de organizar un concierto cada año. El problema era la
disponibilidad de fechas. Su idea fue empezar a componer en
otoño de 1800 y estrenar en primavera de 1801, cuando los teatros estaban cerrados por la Semana Santa y tenían más disponibilidad de fechas libres.
El Beethoven que hoy conocemos, consagrado en todos
los escenarios del mundo, no era un compositor fácil para su
época. Beethoven, aunque tiene etapas amables, con muchas
obras compuestas para el gusto aristocrático de su sociedad y por
motivaciones puramente económicas, es sobre todo, un precursor
un visionario: propone una forma nueva de hacer música en su
lenguaje, en su vocación social, en sus destinatarios y en el mensaje que quiere transmitir.
Por ello, para los vieneses de 1808, para los europeos en
general, la música de Beethoven era una música difícil, abrupta,
casi violenta. El principio del cuarteto que estamos escuchando
hoy es un ejemplo muy típico. Una música incómoda, alejada de
la amabilidad del reducido y elitista mundo musical de las cortes
europeas y, por esa razón, a Beethoven no se le dejaba estrenar
en plena temporada musical y tenía que aprovechar temporadas
“bajas” como Navidad, Semana Santa o verano.
Entre tanto, Beethoven sufrió una de sus agudas y desgra451
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ciadamente frecuentes crisis personales, por la que tuvo retirarse
a descansar a Heiligenstadt, crisis relacionadas con depresiones y
problemas de personalidad. Y fue allí donde escribió su famoso
testamento, que dentro de su tristeza y de apuntar la posibilidad
de suicidarse, es un testimonio fascinante y bellísimo. Comento
esta circunstancia porque la Segunda es, sorprendentemente, una
obra muy optimista y alegre. Los estudiosos dicen que esto pudo
ser porque la mayor parte de la sinfonía ya estaba compuesta
anteriormente y sólo tuvo que terminarla, o bien porque precisamente esa alegre composición le permitía desarrollar un mundo
soñado en el que poder sobrevivir. En el testamento de
Heilgenstadt, él mismo dijo, ante la idea de suicidio: “Sólo mi arte
me hizo refrenarme”.
También aquí tenemos un primer movimiento en un estilo parecido a Haydn, pero el segundo movimiento, ya un largetto precioso muy bien desarrollado. En un librito sobre el pianista
Beethoven, se comenta que Beethoven aparte de ser considerado
como uno de los mejores pianistas de su época, poseía la capacidad como nadie de tocar los movimiento lentos con un legato
sin paralelo. Toda la composición es muy luminosa, pero dice mi
padre, con treinta años de experiencia como concertino de la
Filarmónica de Israel, que es la más difícil de todas sinfonías. Y
él muy raramente se equivoca musicalmente.
TERCERA
Con la Tercera, Beethoven emprende un género épico.
Históricamente, se ha producido la revolución francesa y las guerras napoleónicas, y el ambiente propicia estas obras exaltadas y
patrióticas. La música tiene un alto poder simbólico.
La Tercera se estrenó el 7 de abril de 1805 en el Teather
an der Wien, con un gran éxito. Siempre ha quedado la duda de
la dedicatoria. En la copia manuscrita de Beethoven parece que
se lea Gran sinfonía titulada Buonaparte, y la palabra
Buonaparte está tachada. Pero no sabemos si la tachó el propio
Beethoven ni cuándo. Quizás fueron los propios editores por prudencia quienes la quitaron.
La Tercera sinfonía recibió una gran atención por parte de
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la crítica y refleja la situación de Beethoven: admirado y reconocido por su talento, pero al mismo tiempo, muy criticado. Hasta
tal punto esto es así que, tras el estreno de la Heroica, dijo la crítica: “si Beethoven sigue por este camino sufrirán tanto él como el
público. Su música puede alcanzar pronto el punto en el que no
se pueda alcanzar ningún placer de ella., a menos que se esté muy
entrenado en las reglas y dificultades del arte musical…”
Lo más impresionante de la heroica son las dimensiones.
Más larga, debería parecer inacabable para el público de su
época. Dicen que alguien del público gritó en la mitad de la sinfonía: “doy una moneda más si esto acaba ya”. También más volumen, más fuerte, más piano. El segundo movimiento es mi favorito con el primer tratamiento individual de la cuerda de los contrabajos en la historia de la música. Del final dijo Celibidache que
“es una mezcla de todo un potaje… pero con qué imaginación e
innovación”.
CUARTA
Empezó a componerla en el verano de 1806 y la escribió
con extraordinaria rapidez postergando otro encargo, los
Cuartetos Razumovsky. La Cuarta se interpretó por primera vez
ante una audiencia reducida en el palacio de príncipe Franz von
Lobkowitz. El estreno público de la Cuarta fue en el Hofftheater
de Viena, de nuevo con una excelente acogida.
La cuarta es otra vez una sinfonía muy tradicional en su
estilo de composición y ambiente general. Sin embargo, la introducción del primer movimiento es una de las introducciones más
desarrolladas y novedosas. Después de introducir la nota principal de la tonalidad de Si bemol, nos encontramos en una tierra
desconocida de Si bemol menor, viajamos hasta casi el Si mayor
para terminar totalmente confundidos en la mayor. Luego con un
cambio chocante a la dominante de Fa, caemos sin preparación
en la tonalidad de la sinfonía de Si bemol mayor. La sinfonía tiene
una construcción impresionante, y dijo George Szell el famoso
director de la Cleveland orquesta del siglo pasado que tiene una
“arquitectura griega”.
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QUINTA
El proceso de composición de la Quinta fue largo y complejo. En junio de 1807 se concentró en este trabajo, que le llevó
hasta principios de 1808. La sinfonía fue estrenada el 22 de
diciembre de 1808. Hace, pues, tan sólo unos meses que se cumpli el 200 aniversario del estreno de la Quinta.
Esa noche, en la que Beethoven se despidió del público
como pianista, a causa de su sordera, se estrenó la Quinta
Sinfonía, la Sexta, el Cuarto Concierto para piano, la Fantasía
Coral y el aria Oh, Perfido, además de otras piezas ya estrenadas
anteriormente. Curiosamente, esa noche se escuchó antes la
Sexta que la Quinta.
La noche del 22 de diciembre de 1808, el Theater an der
Wien estaba lleno, con más de dos mil personas de pie, puesto
que en la época no se escuchaba la música sentados y en silencio, en una situación que recordaría más a lo que hoy es un concierto de pop o jazz. El concierto comenzó a las 18,30 y duró cuatro horas. A pesar del principio de esta sinfonía que hoy todos
reconocemos, pero que entonces fue muy rompedor… a pesar de
su finale y pesar de su longitud desmesurada, el concierto fue un
éxito absoluto. Sin embargo, la Quinta tardó mucho en incorporarse al repertorio orquestal.
Después de la Primera Guerra Mundial, Beethoven se convirtió en el compositor alemán por excelencia. La propaganda
nazi lo incorporó a sus símbolos, mientras al mismo tiempo y a
propósito, los aliados usaban los primeros acordes de la Quinta
como símbolo de la libertad y la dignidad. Algo parecido ocurrirá más tarde con la Novena. Pues, para un joven director el principio de la novena es una pesadilla. Aparece en todos los concursos de dirección. Este principio puede a veces robar el sueño.
Una novedad importante de esta sinfonía es la introducción del
último movimiento que sale directamente del tercer movimiento
y utiliza material del tercero que luego se convierte en el tema del
último.
SEXTA
La composición de la Sexta sinfonía fue bastante rápida,
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entre febrero y agosto de 1808. De nuevo, como suele ocurrir con
las sinfonías pares de Beethoven, estamos ante una obra llena de
vida y optimismo. Pero el estrenarla la misma noche que la
Quinta, fue perjudicial para la Pastoral. El publicó valoró mucho
más la enérgica y exaltada Quinta y no supo valorar la inmensa
belleza, más apacible, de la Pastoral, que hoy es una de las obras
más apreciadas y más interpretada en todas partes.
Después de la Quinta y la Sexta, Beethoven estuvo dos
años sin componer sinfonías. Viena fue invadida por las tropas
napoleónicas en mayo de 1809 y esto trastornó la vida de la ciudad. La inflación provocada por la invasión influyó en toda la
situación económica, y Beethoven se vio obligado a depender
más de los encargos inmediatos, debido a las dificultades de sus
mecenas.
Sólo quiero decir que la sexta, aparte de ser muy delicada
para dirigir y tocar, es mi preferida. Es, sin duda, la más bella sinfonía y quizás una de sus mejores obras.
SÉPTIMA
Parece ser que Beethoven comenzó a escribir al mismo
tiempo que terminaba la Séptima, la Octava y que su idea era dar
a luz tres sinfonías juntas, cosa que sabemos que no ocurrió,
puesto que la Novena es muy posterior.
La Séptima se estrenó el 8 de diciembre de 1813 y fue acogida con entusiasmo, siendo como era una sinfonía excesiva. Carl
Maria von Weber llegó a calificarla de “extravagante”, pero es la
única obra para orquesta de Beethoven de ese periodo que se
mantuvo permanentemente en los repertorios. Wagner escribió
“la Séptima es la apoteosis de la danza, la danza misma en su
aspecto más sublime”.
En mi opinión es la sinfonía más brillante de la integral. El
primer movimiento, el tercer movimiento, pero sobre todo el
finale son perpetuo mobile de ritmos, y energía inacabable. Es
muy popular y compite con la quinta por el titulo de la más tocada.
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OCTAVA
La Octava sinfonía nace a partir de unos bocetos que en
principio iban a ser para un concierto para piano, por el virtuosismo de algunos pasajes.
La sinfonía se estrenó el 27 de febrero de 1814 en vienesa, en un programa en el que se volvió a tocar la Séptima y La
Victoria de Wellington. La acogida fue magnifica, pese a que la
crítica posterior acusó a la Octava Sinfonía de ser un regreso al
sinfonismo de Haydn. Pero, desde el siglo 20, la Octava tiene su
lugar merecido en la historia de la música como una sinfonía desbordante de vida que transmite optimismo y maravillosamente
escrita. De nuevo, una sinfonía par.
NOVENA
Pasaron diez años entre el estreno de la Octava y de la
Novena. Los primeros esbozos de la Novena eran, como he dicho,
del mismo momento en que Beethoven componía la Octava con
la idea de dar a luz una serie de tres sinfonías.
Pero entre 1812 y 1816 desaparecen los principales mecenas de Beethoven. Unos se fueron de Viena, otros murieron, el
conde Razumowsky tuvo serias dificultades económicas por el
incendio de su palacio vienés…. La inflación provocada por la
guerra empobreció a muchos protectores de Beethoven. Apareció
una clase social y financiera nueva a cuyos gustos tuvo que adaptarse Beethoven. Así pues, la composición de sinfonías y conciertos disminuyó.
Una vez terminada la sinfonía había que organizar el estreno. La sinfonía era un género en decadencia en Viena, hasta tal
punto que Beethoven se planteó estrenar en Berlín, donde le
ofrecían todo tipo de facilidades.
La noticia fue un escándalo y provocó una reacción fuerte
en Viena. Personalidades importantes de la música vienesa, entre
mecenas, editores, funcionarios imperiales y un fabricante de pianos… se reunieron para firmar el manifiesto llamado “Un llamamiento de sus admiradores a Beethoven”.
El manifiesto tuvo un exaltado carácter patriótico y, en
resumen, defendía el genio de Beethoven frente a “invasiones”
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extranjeras como las de Rossini, que era el autor de moda. Dos
funcionarios imperiales llevaron el documento personalmente a
su casa y Beethoven, emocionado, cedió inmediatamente para
estrenar la Sinfonía en Viena.
Se estrenó el 7 mayo 1824, con inmenso éxito, aunque las
ganancias de Beethoven fueron reducidas porque tuvo que pagar
él mismo a los intérpretes. A mitad de concierto, el clamor del
público fue tremendo. Beethoven no se dio cuenta hasta que el
director de la orquesta le hizo girarse para que pudiera ver al
público entusiasmando. El Allgemeine Musikalische Zeitung dijo:
“su inagotable genio nos ha mostrado un nuevo mundo, revelando los secretos mágicos de un arte total que nunca antes habíamos
oído o imaginado”.
Lo cierto es que Beethoven ha sido utilizado por todos los
regímenes políticos alemanes, como himno europeo, por la simbología nazi, en la caída del muro de Berlín, como impulso revolucionario en los 60, como banda sonora de la república de
Weimar… Al final, como músico y como persona, comparto las
palabras de Edward W. Said, cuando dice que “Beethoven nos
pertenece a todos, porque su música forma parte de la herencia
de la humanidad”.
A mí me gustaría que esta Integral Sinfónica que vamos a
ofrecer a partir del próximo viernes la reciban todos ustedes
sabiendo todo ese esfuerzo que hay detrás. Que vivan como suyo
este esfuerzo artístico y humano de su Orquesta. Que acojan esta
Integral con esa actitud especial de atención. Con la seguridad de
que van a descubrir siempre algo nuevo, como dijo Italo Calvino.
Que salgan de cada concierto conmovidos, con la emoción de
haber vivido una experiencia especial, como quería Celibidache.
Y que sientan que la Orquesta de Valencia, es su Orquesta. Para
ustedes hacemos la música.
Será su emoción, su experiencia especial, el descubrimiento de algo siempre nuevo en Beethoven y toda la belleza que
puedan experimentar… la que siga dando cada día sentido a
nuestro trabajo.
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