lengua y estilo en la literatura aljamiado-morisca

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LENGUA Y ESTILO EN LA LITERATURA
ALJAMIADO-MORISCA
LITERATURA DE TIPO TRADICIONAL
C o m o ya he s e ñ a l a d o en otra o c a s i ó n , una a p r o x i m a c i ó n , no
externa, sino interna a la literatura aljamiado-morisca nos pone
de relieve, ante todo, su c a r á c t e r tradicional. Para comprender
rectamente la literatura de los moriscos es preciso distinguir con
claridad entre el estilo individual y el estilo tradicional. E n este
sentido, la tradicionalidad de u n texto ha de concebirse, s e g ú n
ha s e ñ a l a d o R . M e n é n d e z Pidal , como u n a armoniosa cooperac i ó n de creaciones individuales y no como u n a suma de fuerzas
colectivas inconscientes. E l texto tradicional vive, de esta forma,
sometido durante generaciones a una constante r e - e l a b o r a c i ó n y
r e - c r e a c i ó n , en u n perpetuo movimiento o cambio. L a obra, a s í
concebida, es por d e f i n i c i ó n d i n á m i c a . Buena conciencia t e n í a
el Arcipestre de H i t a de esta c a r a c t e r í s t i c a del texto tradicional:
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Cualquier orne, que Toya, sy bien trabar supiere,
puede más añadir e enmendar si quisiere.
Ande de mano es mano, cualquier que lo pediere.
Como pella las dueñas, tómelo quien podiere.
(Libro de buen amor, 1629)
L a obra tradicional crece, se transforma y muere. L a multiplicidad y la diversidad de los textos constituyen una especie de
"efectos sonoros". M á s que u n a esencia, el texto tradicional es
una
producción .
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A . GALMÉS DE FUENTES, "La literatura española aljamiado -morisca",
en Grundriss der romanischen Literaturen de Mittelalters, Heidelberg (en
prensa). Resumo aquí, en este primer apartado, algunos conceptos que desarrollo con mayor amplitud en el trabajo citado.
Poesía juglaresca y orígenes de las literaturas románicas, Madrid. 1957,
pp. 383-384.
Cf. P. Z U M T H O R , Essai de poétique médiévale, París, 1972, p. 73; véase también
J . K R I S T E V A , "Le texte dos", Lang, 12(1968), p. 103.
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TRADICIÓN Y ATITULARIDAD DEL T E X T O
Esta ausencia innata de identidad de la obra tradicional comporta, sin duda, u n doble indicio notable: la rareza de títulos y el
c a r á c t e r a n ó n i m o de los textos, lo que ocurre, por la misma razón, en la mayor parte de las obras medievales. Sabido es que la
mayor parte de los títulos que se citan hoy d í a se deben a los editores modernos. Los textos aljamiados, como los manuscritos tradicionales de la literatura medieval, cuando distinguen globalmente
el texto lo hacen por medio de una e x p r e s i ó n discursiva o bien se
integra el texto en una d e c l a r a c i ó n a n á l o g a : "Ésta es la batalla de
a l - Á g i y a d i los de Makka kon 1-annabI ( = profeta) Muhammad",
o "Ésta es la batalla nonb* rada i - i m entada del Yanbuk, la k u v a l
al fire disipadera de los servidores de la k'ruz; en la ku al adelante se k o n t a r á n sus maravillas, i la ventura ke A l . l a h puso en-ellos",
anuncian el comienzo de sendos c a p í t u l o s del manuscrito aljamiado que yo he titulado Libro de las batallas , del mismo modo,
por ejemplo, que en el p r ó l o g o de la vieja Chanson de Saint Alexis
se nos dice: "Ici commence une pieuse chanson q u i parle du noble
b a r ó n E u p h é m i e n " , o el Arcipreste de Hita denuncia así su p r o p ó sito: "Que pueda fazer libro de buen amor aqueste, / que a los
cuerpos alegre e a las almas preste" (estr. 13).
y
w
w
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E l i n t e r é s de las observaciones anteriores se deduce del hecho
de que tales expresiones discursivas iniciales representan una prei n f o r m a c i ó n que se da, supuesto el c a r á c t e r tradicional del texto,
como algo ya conocido de todos, que por lo mismo despierta la
curiosidad.
T R A D I C I Ó N Y ANONIMÍA
Este acercamiento del autor al p ú b l i c o llega a tanto que, con
frecuencia, a q u é l se confunde con la comunidad misma, con su
propio auditorio y desaparece, a n ó n i m o , inmerso en él. Cualesquiera que sean las modalidades del f e n ó m e n o , el conjunto de la
literatura aljamiado-morisca, como gran parte de las literaturas
r o m á n i c a s de la E d a d Media, se nos presenta como una literatura
casi totalmente objetivada, en donde el autor no aparece normalmente ante nuestros ojos. Y esto, no porque la distancia que nos
separa de tales textos haya hecho olvidar el nombre de ios autores,
sino porque tal opacidad procede de caracteres específicos de los
Véase A L V A R O GALMÉS DE FUENTES, El "Libro de las batallas". Narraciones
épico-caballerescás, t. 1, Estudio literario y edición del texto, pp. 103 y 257.
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mismos textos, transmitidos como acervo c o m ú n sin otra intencionalidad, pues sólo la faz objetiva es pertinente ante el p ú b l i c o auditor, no atento a escuchar, a t r a v é s del mensaje p o é t i c o , u n
habla personal, sino colectiva y tradicional. Por eso, cuando alguna vez el nombre del autor se declara, se integra en el texto y realiza una f u n c i ó n en cierta medida publicitaria. A s í , se nos manifiesta autor de su obra el morisco Ibrahim de Bolfad, quien a ñ a d e
"begino de Arjel, giego de la bista corporal, y alumbrado de la del
c o r a g ó n y entendimiento" , o en otras ocasiones sólo se nos proporciona un apelativo " E l mancebo de A r é v a l o " , del mismo modo
que el autor del Libro de buen amor hace m á s h i n c a p i é en su
t í t u l o que en su propio nombre: "Yo J o h á n Ruyz, el sobredicho
Argipreste de Hita" (estr. 575). L a a u t o r í a cuando se declara parcialmente, como en estos casos, no tiene otro objeto que crear,
entre el auditor y el texto que se le proporciona, la ficción de una
connivencia virtual, pero no personal. E l nombre del autor es superfino; en todo caso, es suficiente una i n f o r m a c i ó n g e n é r i c a , que
permita situar el discurso en un plano de d i á l o g o i m p l í c i t o . De
cualquier forma, la personalidad de los autores no es accesible, ni
a la c r í t i c a moderna ni sin duda al p ú b l i c o c o n t e m p o r á n e o , m á s
que de forma colectiva, referida ú n i c a m e n t e a u n nivel de
c a t e g o r í a s sociológicas: ciego de la vista corporal, mancebo, arcipreste, etc.
5
ANONIMÍA Y COLECTIVIDAD
E l texto, por otra parte, de una obra tradicional, que procede
de un autor a n ó n i m o , parece dirigirse, en reciprocidad a su origen, a una colectividad como tal, y no a u n individuo o a un grupo de individuos aislados. E l d i á l o g o directo, tan frecuente en la
é p i c a r o m á n i c a , en el " r o m á n courtois" y en la literatura aljamiado -morisca, es un expediente d r a m á t i c o para introducir al
p ú b l i c o en el i n t e r é s de la a c c i ó n y hacerle, en cierto modo, participante de ella. Pero el recurso que mejor pone de relieve el c a r á c ter colectivo del p ú b l i c o a quien va dirigida la obra, consiste en el
empleo de la persona Vosotros en los verbos ver, oír, etc., con lo
que el juglar se dirige a sus oyentes para sugerirles una viva repres e n t a c i ó n de lo que va a narrar:
I pasaron por un des erto, ke no a b í a e n - é l p resona ni al-jinne
(—duende, genio), i no oirPadeys sino el b ramido del león (Libro de las
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l
a
batallas, 146; en adelante, LB).
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Ms. de la B. N . M., núm. 9653, fol. 9r.
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I no oyérades sino tridos i rrelinchos de kaballos, i rrelunb rar armas y
lanças i> -espadas i bacinetas (LB, 189).
a
E n ocasiones la r e p e t i c i ó n del verbo en segunda persona del
plural realza, en las descripciones narrativas, el efecto estilístico:
1 no verPades sino rrelunb rar espadas enfr-ellos, i d polvo ke pareçi a
rrelánpagos en la nube; i no verPades sino kaer enemigos a man derecha
i -a mano eçkerra (LB, 181-182).
a
y
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y
F ó r m u l a s semejantes son t a m b i é n normales en las literaturas
r o m á n i c a s de tipo tradicional, con los abundantes o'iez,
oyerades,
o ir ía d e s, que van punteando el poema .
E n otro caso, la segunda persona del plural viene referida por
el empleo de la p a r t í c u l a veos o v e o v o s, muy frecuente en la
literatura aljamiado-morisca, derivada del l a t í n v e-e c c e-v o s
(cf. prov. v e c b o s) >*vecbos>veovos
o v e o s, en donde
el pronombre personal, en todo caso, hace referencia a la segunda
persona del plural, y en consecuencia va dirigido hacia una colectividad, y no a un individuo. E n ocasiones la r e p e t i c i ó n de v e o s,
en las enumeraciones descriptivas, sirve para acentuar la viveza
expresiva:
6
I la ora denigraron en-ellos una enerada más ñTerte ke nenguna.
Veos ke se ajumaron los rrumí es sobre la mano derecha de los muclimes;
veos ke andaba este dí a la pelea komo un molino; veos ke vino ot ra batalla de los rrumí es muy rrezi a (LB, 298).
y
y
a
y
y
En-esto arremetió Amiru ibnu ai- Abbâç, i los ke eran kon-él; veos
ke rremeti ó jorjiçu kon t renta mil de los del-Ârman sobre Sarhabil ke
peleaba konífra los del-Arman, i no kedaron kon-él sino una konpaña de
sus kompañas; veos Sarhabil ke echó un krido dixendo. . . (LB,
310-311).
c
y
c
6
Estas series recuerdan otras a n á l o g a s , introducidas con el
verbo " v e r í a i s " (veriedes, veissez) de l a é p i c a e s p a ñ o l a o de la
francesa, en donde el efecto estilístico de la r e p e t i c i ó n está encomendado al indefinido tanto .
1
T I P O L O G Í A D E L T E X T O Y DEBILIDAD DE L A A U T O R Í A INDIVIDUAL
U n examen comparativo de los textos aljamiado -moriscos,
como el de las literaturas r o m á n i c a s de la E d a d Media, pone de
Véase P. Z U M T H O R , op. cit., p. 31.
Véase A . GALMÉS DE F U E N T E S , Épica árabe castellana, Barcelona,
1978, pp. 114-146.
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manifiesto que el factor de i n v e n c i ó n individual puede intervenir
eficazmente respecto a la o r g a n i z a c i ó n de los conjuntos, pero
que es muy d é b i l o difuso respecto a los "tipos", motivos t e m á t i cos o variantes del texto. L a a u t o r í a individual consiste en la
d i s t r i b u c i ó n , por otra parte dentro de l í m i t e s relativamente estrechos, de los hechos particulares o "tipos", pero en los que su
especie y g é n e r o pertenecen a u n lenguaje p o é t i c o comunitario,
que los determina y funcionaliza . O dicho en t é r m i n o s menendezpidalianos, el texto tradicional vive en variantes, que constituyen en su conjunto el acervo cultural de la comunidad, y respec to a las cuales cada autor individual puede distribuir, s e g ú n
reglas limitadas, ampliar o reducir, pero nunca modificar, pues
ello h e r i r í a los gustos o exigencias del auditorio. De a h í la ambig ü e d a d de los conceptos de i m i t a c i ó n y de p r é s t a m o cuando nos
referimos a textos tradicionales. E l papel, pues, del individuo, en ,
la g é n e s i s de una obra tradicional, desaparece inmerso en una tip o l o g í a colectiva.
Reagrupo a q u í , bajo el nombre de "tipo", siguiendo a P.
Zumthor, todas las marcas formales, que relaciones parciales han
designado, a veces de forma contradictoria, por los t é r m i n o s de
clichés, topi, f ó r m u l a s , i m á g e n e s llave, motivos, etc. U n tipo, seg ú n la d e f i n i c i ó n de Zumthor, s e r á pues, como la variante menendezpidaliana, todo elemento de "escritura" a la vez estructurado y
polivalente, es decir, que soporta relaciones funcionales entre sus
partes, y es reutilizable indefinidamente en contextos distintos .
8
9
ALGUNOS "TIPOS" EN LA NARRATIVA ALJAMIADO-MORISCA
A modo de ejemplo, c i t a r é a c o n t i n u a c i ó n , tomando como base el Libro de las batallas, una serie de "tipos" de la narrativa
aljamiado-morisca, indicando en cada caso los elementos esenciales de cada una de las clases diferentes de los "tipos".
U n contraste revelador en toda literatura tradicional es que la
d é b i l capacidad descriptiva de las i m á g e n e s literarias se asocia
con una omnipresencia de la vista. E n este sentido, hay que s e ñ a lar la importancia del motivo de la luz, que se manifiesta en oposiciones como día/noche,
claro/oscuro, en nociones como las del
alba, el oro, el relumbrar de las armas o de los rostros de las personas, etc. , que determinan algunos "tipos" muy significativos:
10
Véase P. ZUMTHOR, op. ext., p. 70.
P. ZUMTHOR, Op. CZt., p. 82,
8
9
Ibtd., p. 37.
[0
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Éste es kamino de ¡fiar edad para ki en kr^ere p render guía a tan bu ena para la jente (LB, 119).
I k^eren amatar la k laredad de Al.lah, i Al.lah kFere kunplir su ¡flaredat, aunke pese a los descreyentes (LB, 259).
I vi eron un alqasar muy alta; i su fflaredat ke rresp landecía a de todas
partes i lugares (LB, 331).
I la ora ke amaneció Al.lah kon la mañana, i ¡fiareó el alba, p legó
alssala ( = oración) Bilal (LB, 158).
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E n todos los casos anteriores el "tipo" viene determinado por
la c o n e x i ó n entre el elemento figurativo y una concreta s e l e c c i ó n
l é x i c a (claridad) con difusas preferencias s i n t á c t i c a s . De otra
parte, el ú l t i m o ejemplo citado enlaza con el tipo del amanecer,
en donde a las selecciones l é x i c a s (amanecer, buena
mañana,
etc.) se suma un molde s i n t á c t i c o r í t m i c o :
Pu es ku ando amane ó Al.lah la hu ena mañana, vinieron alannabl ( = profeta) (LB, 256).
D-akí -a ke amaneció Al. lah kon la bu ena mañana, levantóse elenemigo de Al.lah (LB, 179).
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w
w
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"tipo" que se repite hasta la saciedad. E l contraste entre el d í a y
la noche lo podemos observar en f ó r m u l a s como las siguientes:
i trasnochó akella noche-, i ku ando fu e en la mañana . . (LB, 143).
w
w
Las concomitancias negativas de la noche o de la oscuridad
se reflejan en "tipos" como el que sigue:
mas yo sé ke la noche es pu erta k-enpara la mu erte (LB, 235).
w
w
Otro "tipo", ligado preferentemente a una e l e c c i ó n l é x i c a es
el que realza el brillo de determinados objetos:
I no verí ades sino rrelunb rar espadas entr-ellos (LB, 181).
I no oyérades sino kiridos i rrelinchos de kaballos, i rrelunb rar armas
i langas (LB, 189).
Fizo a sala ( = oración) kon nos el mensajero de Al.lah, i voivFó kon
su kara la rrelunlfrante (LB, 213).
Ku ando se kasó Alí bnu abTTálib kon Fátima la rrelunb rante, no
tení a ni abfa en su kasa sino si ete almudes de cebada (LB 345).
Veos en el koracón de la weste un kabaliero, ni largo ni korto; b lanko, i sus pelos ke rrelunb raban komo el sol (LB, 202).
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E n otro sentido el contraste entre cielo y tierra, enmarcado
en u n molde s i n t á c t i c o - r í t m i c o , sirve para resaltar el fragor del
combate:
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ALVARO GALMÉS DE FUENTES
NRFH, X X X
F-arremetió al-Áhwas ku entera A1T; y vi ó A1T su barragana a, i
rremetf ó A1T una arrometida, i krido un krido, ke kuydaba al-Ahwas ke
eíci eloseabí .a kaídosobre la ti erra(LB, 149).
I krido un g ran krido. . . ; i sentimos de la fortalega de su voz, homo
ke los cPelos se kafian, o ke la tierra se karpPa (LB, 335).
I k'ridó un g'rito i sentimos de la fortaleza de su krido komo k-el gfielo
se abokonase, o la Werra se abrPese (LB, 336).
I k'ridó un krido muy fu erte, ke pensaron los de la ti erra, k-el cPelo
kafa sobre la tfierra (LB, 353).
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C
y
(
C
y
y
y
a
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y
De otra parte el polvo que cubre la claridad de la luz es otro
elemento "típico", netamente lexicalizado y m á s d é b i l m e n t e enmarcado en un contexto s i n t á c t i c o - r í t m i c o , para la d e s c r i p c i ó n
del combate:
I no verfades sino rrelunb rar espadas enfr-ellos, i -el polvo ke
parecía rrelánpagos en la nube (LB, 181).
I -encendióse el sol kon su kalor g rande, i -encendióse el rruido enfre las westes, ke s-estordegieron los kaballeros. . . de sus polvaredas
rregias; ke no se paregí a el sol de las polvaredas g randes (LB, 203-204).
F-ent°ró enf r-ellos guerra fu erte, d-akí -a ke kubrí a el polvo sobreños (LB, 241).
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y
y
Antes de entrar en el combate, con una o dos espadas, se
describen los arreos del caballero, en u n nuevo "tipo" a base de
elecciones l é x i c a s muy determinadas:
I visit óse una kota de rraso, i -una kota de malla, gu arnecida kon
guarniciones de oro; i -entokóse una toka amarilla, i ciñióse su espada,
i rrankóla de la vaina; i tomó un kapagete (LB, 334).
F-entokóse dos tokas, la una amarilla i la otra bermeja; i giñóse dos
espadas, i tomó dos lancas, i puso en su kabega, un kapagete (LB, 108).
I tokóse kon una toka amarilla i -otra bermeja, i giñose dos espadas, i
tomó dos lanzas, i tomó un kapagete (LB, 113).
y
y
w
y
y
E l guerrero así revestido, antes de lanzarse al combate, recita
unas coplas en las que, arrogante, entona sus glorias. Es el motivo t e m á t i c o del fahr o de la jactancia, c a r a c t e r í s t i c o de toda la
narrativa caballeresca á r a b e , y en el que es elemento l é x i c o esencial la i n v o c a c i ó n a sí mismo (yo soy fulano):
Despu és sallió un fijo de 'ami (= tío) del mu erto, i dixo sus kop las; i rrespuso A1T kon otras kopHas, i dizí a:
— Yo soy Áli, kabaiiero de ios kaballeros, i Ai.iah g rande es su fecho,
i -éste es Muhammad, ke viene kon la dekMagión; oy es el dP'a del ferir i
golpear (LB, 112).
"I vení a un kapitán en la delantera ke se llamaba Tariq, i degfa sus
kofflas:
w
w
(
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—Nosotros somos los de Bani Fazdr, más fu ertes k-el kanto de la
pi edra" (LB, 109).
I salli ó en medi o del kanpo, dixi endo sus kop las:
— Yo soy al-Äsyad, el konocido kon-el linaje (LB, 113).
I díxoles Ali sus asi-ras (— coplas):
— Ki en me konoge, ya me konoge; i ki en no me á konogido, yo me lo
daré a konoger kon mí mesmo. Yo soy Alíibnu abi Tálib, el konogido en
las batallas, el kortante kon la-spada, públiko vengedor (LB, 237).
w
y
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y
(
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y
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Otro elemento "típico" en la d e s c r i p c i ó n del combate es la
"espada h i p e r b ó l i c a " , por la que el p a l a d í n de u n tajo corta al jinete de arriba abajo, y aun la espada llega a partir al caballo y se
clava en la tierra gran parte de la misma:
Veos ke se levantó A1T kon-una ferida, ke le parti ó por medi o dos
partes, i karpi ó el kaballero i -el kaballo, i -ent°ró la-spada en la ti erra
ent rami ento rregci o" (LB, 209).
C
y
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y
y
y
Y , sin el ú l t i m o detalle, v é a s e otro ejemplo:
I firi óle una ferida kon su espada; i parteólo por dos partes a él i -a
su kaballo (LB, 353).
y
y
Este motivo t e m á t i c o es abundante en la narrativa á r a b e , y
de ella, sin duda, ha sido transferido a la é p i c a r o m á n i c a .
Antes de iniciar el deber sagrado de la venganza el caballero
se impone una serie de obligaciones en a c u m u l a c i ó n , a veces h i p e r b ó l i c a , de juramentos:
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No beberé bebida de vaxillo ni tastaré (= probaré) vi anda enalentada, ni me envolveré mi kabega en rropa, d-akí- a ke te dé a morar en la
fu esa (LB, 115).
y
y
w
T a m b i é n éste es un tipo muy frecuente en la literatura á r a b e , e
igualmente transferido a la é p i c a francesa y al romancero .
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Otro "tipo" muy c a r a c t e r í s t i c o es el del " a g ü e r o de las aves",
con connotaciones l é x i c a s muy definidas, dentro de u n claro
contexto r í t m i c o s e m á n t i c o :
A modo de ilustración, véanse los ejemplos que, referidos al género
narrativo "al-siyar wal-magazi", cita R . P A R E T . Die legendäre Maghäzi Literatur, Tübingen, 1930, pp. 46, 48, etc.
Véase R . MENÉNDEZ P i D A L , La Chanson de Roland y el neoiradicionalismo, Madrid, 1959, pp. 246-348.
Véase E . G A R C Í A GÓMEZ, "No comer pan a manteles. . . ni con la condesa holgar", Al An, 32 (1967), 211-215.
Véase A. GALMÉS DE FUENTES, Épica árabe y épica castellana, pp. 60-63.
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í la ora de a'zzuhar ( = mediodía), veos kon una águila que se puso en
mitad de la karrera, i g ritaba el-águila, i pikábase, i pelábase sus p lumas; i levantóse en-el-ayre, i voló enta la cibdad d-akí -a ke se desapareció de sus vistas.
I dixo Hálid ibnu ál-Walid, i -él era el más sabio d-eilos kon la
d e c l a r a c i ó n de las aves:
¡Ya assihaba ( = séquito) del-annabT (= profeta)]; esta ave nos manda
y dize ke nos tornemos a la cibdad del-annabT, porke akestos enemigos
nos kieren engañar i matarnos i kemarnos (LB, 161-162).
i
u
y
y
E n la é p i c a castellana encontramos la misma variante. L a
Leyenda de los infantes de Salas nos da buen ejemplo de este
atender a la " d e c l a r a c i ó n de las aves", s e g ú n la e x p r e s i ó n del texto aljamiado; s e g ú n la p r o s i f i c a c i ó n de la Crónica General Toledana de hacia 1460, yendo los siete hermanos con su ayo a tierra
de moros, al atravesar el pinar de Canicosa, vio primero Ñ u ñ o
Salido dos cornejas,
. . . faciendo grandes agüeros, e callóselo a sí mismo./ Fueron más
adelante e vido estar Ñuño Salido un águila cabdal engima de un seco pino, cómo estava desgarrándose toda, desplumpandose e sacando mucha
sangre de sy misma, una águila cabdal dando muy grandes gritos vino a
posar en un pino en la meatad del camino. . .
en tal forma que presagiaba una gran desgracia, s e g ú n entiende
el viejo ayo Ñ u ñ o Salido . Sorprende comprobar la estrecha rel a c i ó n del presagio del á g u i l a en uno y otro texto, con elecciones
l é x i c a s muy determinadas: coinciden los dos en que el á g u i l a está
en medio del camino, en que el á g u i l a grita, y, sobre todo, en
que se está desplumando y picando su propio cuerpo .
Otro "tipo" está representado por la forma de dar a entender
la magnificencia de u n a l c á z a r . E n contraste con la s i t u a c i ó n m i serable de los primeros adictos al Islam, mucho d e b i ó deslumhrar a los primeros muslimes el esplendor del mundo bizantino y de otras lujosas cortes orientales. Zaid, embajador del profeta cerca de al-Hariz, nos describe así sus impresiones de la corte
del rey del Yemen:
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Tuvo 1-alqasar g rande, i denf ré a la pu erta del 1-alqasar, i veos konuna p laga muy g rande en-ella; i abí*a un-alqasar, y-en-ella jentes asentadas, vestidos de seda, i -en las kabezas tokas de seda kon chapas de oro, i a
a
w
a
y
y
1 5
R . MENÉNDEZ PIDAL,
1951, p. 237.
Véase A .
y
Reliquias de la poesía épica española. Madrid,
16
C A L M E S , "La Leyenda de los infantes de Salas y la tradición árabe",
Actas de las J'ornadas de cultura árabe e islámica (1978), Madrid, 1981, pp. 381-382.
NRFH, X X X
LITERATURA
429
ALJAMIADO-MORISCA
ent r-ellos un onb re de g* rande manera; i pensé ke akél era el rrey; arréeme i aparéjeme para fazerle la obedengia, i díxome akel ke denigraba konmigo:
— No es és[te] el rrey, k-el rrey es mayor i más noble; ke akéste es uno de
sus alwaziles (= ministro); i denf ramos por otra pu erta a otra p laga, i
sallió a mí otro portero, i díxome a mí:
— ¿Tú eres mensajero de Muhammad?
Díxile:
-Sí.
Díxome:
— Pu es enfra.
I denr/ré kon-él a otra alqasar, mayor ke no la primera; i fallamos allí
muchas jentes sobre siti os, i-ellos arreados, i enf r-ellos onb res de manera
más ke no los otros; i dixe yo:
— No ay duda sino ke akéste es el rrey.
La ora ke me miró el ke iba kon-él, díxome:
— No es el rrey akéste; mas enpero akéste es un kativo de sus kativos.
I demandó ligencia al ke tenia 1-alqasar otra. I denfré de alqasar en
alqasar, de una en-otra; i de kontino pensaba ke allí estaba el rrey,
d-aki-a ke traspasé t renta estancias. Despu és sallimos a una p laga
muy g rande, i-en-ella halaqados ( = criaturas) muchos, i miré a ellos; i
veos kon-una sala: las tapias eran de oro, i la kur/erta de piedras
p regi osas i de alyaqutas (= rubíes), i-a su mano la derecha una kátf reda (= cátedra, silla) de ku erno de orifante (— elefante), i los piedes aliyanbü ( = madera preciosa) esmaltada kon oro, konpu esto kon alyaqutas ( = rubíes); i -el rrey sentado en la káfreda, i -en su kebega tení a una
korona de oro i de perlas, i los kostados de la korona gu arnegidos, i los
b ragos por lo mismo, i los alwaziles asentados delante d-él; i-a su mano
derecha doze konsejeros, i-a su mano la igkerra otros tantos, kon las más
nobles vestiduras i olores. Delante d-ellos i delante d-él un alkurgi ( = trono) de oro kon una ídola de fierro, i la kabega de al-latón, i los ojos de aliyaqutas ( = rubíes) bermejas, i en su mano egkerra una donzeila, i en
su kabega una ave, i-en sus manos una kopa de oro p lena de almigke, i otra taga en su mano igkerra llena de agu a rros (ada); i fablaba la donzeila al-ave kon su lengu aje, i-entendíala eil-ave; i volaba ell-ave de la
korona a la taga del-almigke y-a la taga del-awa rrosada; i no dexaba ninguna kosa de-1-almigke, ke todo lo tomaba en sus alas i p íurnas, y depu és volaba sobre la korona del rrey, i sakudfa todo akello ke tomaba
del-almigke i del-agu a rrosada; i tornó depu és a la kabega de la donzeila, i hablábale otra veg, i rrosaba e!-agu a rrosada engima de todos
(LB, pp. 124-125).
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e
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7
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Esta forma de encarecer el lujo de una corte es tópico en la literatura á r a b e . Pero, aunque tópico, es significativo para establecer el contraste entre la penuria y el esplendor. A este respecto, es curioso observar que, cuando ya el mundo m u s u l m á n
estaba en auge, había de enfrentarse en España con los nacientes
reinos cristianos del Norte, repitiéndose escenas semejantes, pero
en las que los papeles están invertidos. H e aquí, por ejemplo, cómo Ibn'Arabi de Murcia describe —-en traducción que procuro
430
ALVARO GALMÉS DE FUENTES
N R F H ,
XXX
hacer lo m á s literalmente posible— una embajada cristiana a la
corte de A b d a l - R a h m á n III en C ó r d o b a :
Y entró en presencia de este califa ['Abd al-Rahmán] un día, una embajada de los francos (= cristianos del nordeste de España)-, e hizo
muestras de la grandeza de su reino de forma que les atemorizó. Extendió
para ellos una alfombra, desde la puerta de Córdoba hasta la de Medina
al-Zahra, distancia de una parasanga, y puso hombres a la derecha del
camino y a su izquierda; en sus manos espadas largas y anchas, desenvainadas . . . Y cuando llegaron ios cristianos a la puerta de Medina alZahra, tapizó para ellos con tela de seda desde la puerta del alcázar hasta
el lugar de la audiencia, para provocar la situación de temor. Y colocó en
lugares determinados a sus chambelanes, como si ellos fueran los reyes,
sentados en trono adornado. . . Y no veían [los cristianos] a un chambelán sin que se postraran delante de él, pues se imaginaban que se trataba
del califa. Entonces se les advertía:
— Levantad vuestras cabezas, pues éste es un servidor de los servidores
del califa.
Y así hasta que llegaron a un patio cubierto de arena, en medio del
cual estaba sentado el califa .
17
Es t a m b i é n motivo t e m á t i c o " t í p i c o " la d e s c r i p c i ó n de la
tienda de c a m p a ñ a , donde se concentran los mayores lujos del
beduino:
I hizo parar el rrey una ti enda para Hálid, de seda b lanka, i las kuerdas d-ella de alharir ( = seda) verde, i las estakas de al-latón (= cobre)
bermejo kon muchos enjoyami entos de seda i de ad-ábaj (= brocado)
del más onesto del ti enpo (LB, 227).
y
a
w
y
y
Finalmente, r e s e ñ a r é a q u í , según bellísimo pasaje, el "tipo" del
viento portador de mensajes, que recuerda los reenvíos (por medio
de un p á j a r o , de la c a n c i ó n misma o del aire) del chant courtois, y
no olvidemos que la cortesía á r a b e es muy anterior a la del mundo
occidental:
I finkó así Hálid. 1 ku ando vino la noche sobr-él, alcó, su kabeça, enta el
çi elo, i paró mi enf res a las esf relias meçlcHadas unas kon otras; i ku ando
duren'eron los ojos, i no finkó en las dos kasas ( = cielo y tierra) sino el vivo
mentenible, i pasó sobr-él un ayre de parte de sol poni ente enta el sol saliiente; i púsose a dezir akeste asfrá ( = verso):
— Ku ando oyrás, ¡ya ayre!, kí'en hará a ssala ( = oración) sobre Muhammad, ¡por Al.lahî ¡ya ayre!, ke los vesites a mis amados, i llégales de mi elw
y
y
w
3
y
w
1
I B N A R A B ' D E M U R C I A , Muhadarat
al- abrar, vol. 11. El Cairo, 1305 h é gira, p. 195. El texto árabe de este pasaje ha sido publicado también por M.
ASÍN P A L A C I O S , Crestomatía
de árabe literal, Madrid, 1942, y sucesivas ediciones, núm. 23.
1 7
C
1
NRFH, XXX
LITERATURA
431
ALJAMIADO-MORISCA
¿ggalam (= saludo) ennoblegido de parte mí a, ke yo soy deseant a ellos, enpero ame akaegido akaegimi ento del tfenpo (— desgracia) (LB, 232).
y
y
L O S CLICHÉS SINTÁCTICOS Y LÉXICOS, Y EL ESTILO TRADICIONAL
Aunque t e ó r i c a m e n t e los clichés sintácticos y léxicos constituyen una categoría dentro de los tipos, por sus características específicas los analizo a q u í en apartado independiente. Efectivamente, el
"tipo" puede estar actualizado bajo una forma de e x p a n s i ó n , por lo
general descriptivamente amplificada (como ocurre con los "tipos"
que he analizado hasta ahora), o bien bajo una forma condensada,
alusiva . E n este ú l t i m o caso, el "tipo" es asimilable al "cliché", en
el sentido que lo entiende M . Riffaterre . Por otra parte, el propio
Riffaterre ha puesto de relieve, frente a la crítica tradicional, el car á c t e r positivo del cliché:
18
19
El cliché presenta la paradoja de ser agente de expresividad a causa
de las mismas características que inducen a la crítica a considerarlo como
un defecto... Sea cual fuere la importancia de la renovación del cliché
como fuente de originalidad estilística, el cliché, para desempeñar el papel activo de un contraste creador de expresividad, no necesita en absoluto ser renovado, puesto que es la propia percepción de su trivialidad lo
que le permite desempeñar dicho papel. Por último, mientras que el valor y el sentido de cualquier otro procedimiento estilístico vienen enteramente determinados por el contexto, el cliché es excepcional por cuanto
su estructura lo predestina a determinadas funciones, sea cual fuere el
contexto en que aparezca" (el subrayado es mío) .
20
De otro lado, el c l i c h é de la literatura tradicional comporta
en sí, a d e m á s de la f u n c i ó n expresiva, una f u n c i ó n mimética,
indiferente en sí misma al propio texto, pero en el cual p e r p e t ú a la
imagen, m á s o menos abstracta y esquematizada. Por otra raz ó n , una diferencia considerable opone el c l i c h é medieval al moderno. E l c l i c h é es un factor positivo del sistema p o é t i c o medieval, sin el cual éste es inconcebible .
Teniendo en cuenta las reflexiones anteriores, podemos afirmar que el c a r á c t e r y el estilo tradicional de la literatura
aljamiado-morisca se manifiesta t a m b i é n por un conjunto muy
c a r a c t e r í s t i c o de c l i c h é s . E n efecto, u n examen atento de nuestros textos nos pone de relieve una serie de c l i c h é s innovadores,
21
Véase P. ZUMTHOR, Essai de poetique médiévale, p. 95.
M. RIFFATERRE, "Función del cliché en la prosa literaria", en Ensayos
de estilística estructural, Barcelona, 1976.
18
19
2 0
2 1
M . RIFFATERRE, op. CÜ., p. 217.
Véase P. ZUMTHOR, Essai de po etique médiévale, p. 95.
432
NRFH, X X X
A L V A R O G A L M É S DE F U E N T E S
tanto en el orden s i n t á c t i c o como en el l é x i c o , generalizados en
todas las obras aljamiado-moriscas, pertenecientes a cualquiera
de las regiones h i s p á n i c a s .
E n el orden s i n t á c t i c o podemos observar una serie de c l i c h é s
que son calcos del á r a b e , y que prestan al estilo de nuestros textos u n c a r á c t e r especial. Esta serie está formada por u n n ú m e r o
limitado de estructuras s i n t á c t i c a s que se repiten en todos los textos aljamiado-moriscos sea cual sea su origen y procedencia.
Los principales de estos c l i c h é s son los siguientes: 1) Empleo
absoluto del relativo ("i pasaron por u n desierto ke no abí^a en-él
p resona ni aljinne); 2) T i p o á r a b e m a . . . k á n a = l o que tiene
d e . . . ' ( " i - e s k r í b e m e una karta kon akello ke t ú as enkonfrado
de la g u í a " ; "i yo esk ribo a t ú en la suma de-ellos, sobre k reer i obedeger, i sobre lo ke a j u n t ó A l . l a h e n - é l del-ap legamiento
de
los ala rabes"; 3) E l pronombre personal en f u n c i ó n de relativo
("i la ora ke l l e g ó la nu eva a M a k k a , a u n a fija ke t e n í a , ke se k lamaba H i n d i , P-ella r r e j í a a Makka"; "veos ke vino u n kaballero, i^-él muy arreado i armado"); 4) Á r a b e qad = e s p a ñ o l ya. N o
poseyendo el e s p a ñ o l recursos especiales para expresar los matices aspectivos que encierra la p a r t í c u l a á r a b e , en la literatura
aljamiado-morisca es frecuente la r e l a c i ó n qad = ya, que aparece como un calco del á r a b e ("I ya A l . l a h e n v i ó su alquilan"; "i
ya A l . l a h es el servidor d-ello"); 5) E n otros casos, y como reflejo
de una correspondencia á r a b e qad = e s p a ñ o l ke, encontramos
una estructura del tipo v~él ke, sintagma muy frecuente en
nuestros textos ("i -ellos ke se m i r a b a n komo leones ayrados"; freí ke iba enta el patriarka"); 6) Formas t ó n i c a s del pronombre
personal para expresar las relaciones de dativo y acusativo ("i
t u r b a r á a ellos", por 3? les turbará;
" i - e n v i ó a ellos dos alamlakes"); 7) E l pronombre personal en f u n c i ó n del posesivo ("i f a b l ó
el k a p i t á n d-ellos", por su capitán);
8) E l abundante empleo del
participio presente, con valor verbal, a c o m p a ñ a d o de complementos ("¿tú eres kabalgante enta la giudad kon jentes de a kaballo i de bien?"; "ke le j u r a r á n kon amor, obedeqPentes o por
fuerga rrecebilentes"; 9) E l empleo semejante de la p e r í f r a s i s "ser
+ adjetivo verbal en -dor" (Yo soy el matador de los millores";
"yo soy el d e c l a r a d o r de los ' á r a b e s " ) ; 10) E l empleo de la copulativa en la a p ó d o s i s ("La ora ke m i r ó A l í ad-aked kaballero sortir a é l , i p ú s o s e en mitad del kamino"; "I k i f a n d o a m a n e c i ó
A l . l a h kon la bu ena m a ñ a n a , idixo 1-annabT. . ."); 11) E l uso de
la copulativa con valor de simultaneidad ("i vio g ü e s t e s muy g*randes i s e ñ a s espartidas, i - é l ke d e g í a " , por a la vez que él
decía, mientras él decía; "volvieron sus espaldas fuyendo, ¿ -ellos
e
y
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y
3
y
y
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y
y
y
c
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y
433
L I T E R A T U R A ALJAMIADO-MORÍSCA
NRFH, X X X
ke llamaban kon way í icón d e s í r u i g i ó n ' ) ; 12} L a copulativa con
valor consecutivo ("¡Ya jentes!, api adevos A l . l a h , i A l . l a h a envia d o la verdad", por pues Al.lah ha enviado la verdad)] 13) Estilo
"que. . . que", que, tanto en los textos antiguo - esp a ñ o l e s de trad u c c i ó n , como en la literatura aljamiado-morisca, aparece calcando giros semejantes del á r a b e ("I-era ke kada uno d-ellos ke
se kontaba sob re su silla por di eg m i l de kaballo"; "ke en akella
noche, ke s o ñ ó u n s u e ñ o " ) ; 14) L a "figura e t y m o l ó g i c a " ( " m i a ñ a s e ensañamvento
g l a n d e " ; "i firPo a la pu erta firimvento lijerc"); 15} I n t e n s i f i c a c i ó n p a r a n o m á s i c a de la i n d e t e r m i n a c i ó n
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<u, k Ú V K *
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c
A
"¿e así #3/ a raí p e l i g ° r o ? ', poi ¿3/ a¿¿ tengo peligro}); 19) Frases
que indican la idea de e x c e p c i ó n calcadas del á r a b e ("d-aki -ke
no kedó entf re él i la gibdad de Yagariba sino kaminami ento de
u n d í a " ; "i no salga g rande, n i chiko, ni horro, ni kativo sino yo
s ó l o " ) ; 20) Falta de concordancia entre el verbo y el sujeto, cuando a q u é l precede a éste ("fasta ke no kedó delante del-annabT
M u h a m m a d sino dvez del asihaha"); 21} Emplee especial de aly
y
y
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ne a nuTesf ra u erra .-n enemigo malino": "aroiga enta A L l a h ,
y
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E r i el orHerr <e^>co t s ± r > i é n ^ O P í e n^nres m r ovaciones (inexistentes en la literatura de la España cristiana) generalizadas en
los textos aljamiado -moriscos. Independientemente de abundantes arabismos léxicos, son numerosas las voces romances que, como novedades, aparecen sólo en la literatura aljamiado-morisca.
H e a q u í algunos ejemplos que no e s t á n registrados en el Diccionario de la Academia:
aboconar 'caer, derrumbarse', afogadero l u g a r por donde
u n r í o lleva m u c h a agua', agladiyar 'asustar, aterrar , acontentación ' c o n t e n í a m i e n t o , a l e g r í a ' , acoradero 'coraza', acosiguir
r
r
5
Véase A. GALMÉS DE FUENTES, "Interés en el orden lingüístico de la literatura española aljamiado -morisca " CLR(IO),
2, 527-546.
22
s
434
A L V A R O GALMÉS DE FUENTES
'conseguir, alcanzar, amanecimiento
' e l amanecer;
7
NRFH, X X X
amoderear
"aleccionar, indicar el modo de obrar', apaganza 'satisfacción,
contentamiento', apagarse 'estar satisfecho, estar contento de a l guien', aparzonero 'partícipe, copartícipe, compañero', aplega-
miento 'ayuntamiento, reunión', asetado 'sediento', averdadecer
'hacer verdadera, hacer valedera alguna cosa', va/orear 'echar
de sí vaho o vapor', valenteza ' v a l e n t í a ' , bastuta 'suficiente', veos
y veovos 'he a q u í que', de aquí a que 'hasta que', de be dar 'prohibir', deritaje 'derecho, calidad de derecho, autoridad', derremir
'redimir', enalentar 'templar , calentar', enfestillar 'enderezar,
l e v a i i c a í dirigir', enhacendado 'solícito, diligente' (cf. hacendoso), enpara 'defensa refugio, amparo' (en el D i c de la A c a d e
•"r ,Z
-/".'h~:>c .T7~ " ñ
*/f.< „ V> ; * -.¡ : ~ ° - * Í ! f,
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s
estajo 'hato, p e q u e ñ o grupo de ganado' (cL otra a c e o c i ó n en el
Dic.
s l t
l a Acadcrxxia), fcvciial 'paiiu.^lo o p¿u±olcL<*., p i c u d a
f c i ü c -
nina usada sobre la cabeza
,forcible 'fuerte', formamiento
'figura de una persona, c o n f i g u r a c i ó n física', fornillos 'narices', fortalado 'fortalecido', grandía
'engrandecimiento, orgullo, soberbia',
guabado 'alabado', guabanza 'alabanza', iguala 'combate singular', igualar 'montar en una c a b a l l e r í a ' , ivantaja, 'ventaja', capizo
'abertura que tiene cualquier ropaje para poder sacar la cabeza'
(cf, cabezón,
ac. 5 en el D i c . de la Academia), caminamiento
'distancia, e x t e n s i ó n de camino que hay que recorrer', cautela
' a ñ a g a z a ' , querimiento 'voluntad, deseo', la ora 'entonces, luego,
al punto', llor amiento 'lloro, a c c i ó n de llorar', maldignado ' i r ? '
dito , malcolpado 'malherido', murmulicio 'murmullo', noncura
'negligencia, descuido', noncurante
'negligente, descuidado',
noncurueño
'negligente, descuidado', parante 'el que está parado, el que e s t á situado', pargida ' p e r d ó n , pergonar 'proclamar',
pergüeño
' a l m u é d a n o ' , pestañada
de ojo 'parpadeo, el momento
que dura el abrir y cerrar de ojos', rebibcar 'resucitar', redolear
'redolar, dar vueltas, girar', reismo 'reino, c o n d i c i ó n y oficio de
rey, dignidad real', recontamiento
'narración',
recontador
'narrador', retimblar 'blandir', semblazar 'describir, ejemplificar, asemejar', sostribar 'apoyar, descansar el peso de una cosa
en algo firme', sufrencia 'sufrimiento', todora 'siempre', tremolar 'temblar', treta 'trecho, distancia de lugar o de tiempo', etc.
a
:
Muchas de estas innovaciones léxicas son calcos s e m á n t i c o s
del á r a b e : amoderear sobre la voz árabe ada 'modo, manera', de
la raíz awada,
que en forma II significa 'habituar, acostumbrar
a alguien a algo'; apaganza, que traduce literalmente el verbo
c
c
a
NRFH, XXX
435
L I T E R A T U R A ALJAMIADO-MORISCA
á r a b e radiya; averdadecer,
s e g ú n ha puesto de relieve R.
Kontzi ; especialar, en r e l a c i ó n con el adjetivo á r a b e háss 'especial y el verbo hássa 'condecorar de una manera especial, regalar'; entrar, s e g ú n el doble significado del verbo á r a b e dahála
'entrar y cohabitar'; igualar, calco del á r a b e siwá, igual pero que
en la forma VIII significa 'sentarse c ó m o d a m e n t e (en u n caballo, en una silla)' ; cautela ' a ñ a g a z a , ardid', que refleja el valor del vocablo á r a b e hilat, sin matiz peyorativo ; la ora, s e g ú n
el á r a b e al-sa a 'la hora = espacio de tiempo' y 'luego, entonces,
en seguida, al punto' , etc.
23
5
a
24
25
c
26
E n otras ocasiones las voces moriscas e s t á n tomadas del contorno popular, escogidas por su c a r á c t e r p l á s t i c o y sus connotaciones afectivas, pero que no llegaron a penetrar en la lengua de
los autores cultos de la E s p a ñ a cristiana. A este grupo pertenecen
voces como abo cortar, afogadero, agladiyar, acoradero, acosiguir, asetado, eslenada, estajo, fachal, fornillos,
grandía,
guabanza, capizo, murmulicio, noncurueño,
rebibcar, reismo,
semblazar, sostribar, todora, tremolar, etc.
Pero lo que a q u í interesa fundamentalmente es s e ñ a l a r , una
vez m á s , la abundancia de giros s i n t á c t i c o s y vocablos innovadores en la literatura aljamiada, generalizados en todos los textos,
sea cual sea su origen, formando u n importante n ú m e r o de modelos fuertemente estructurados, pues los escritores moriscos, como ya s e ñ a l é anteriormente, no practican un estilo personal, sino a n ó n i m o y colectivo, tal como se refleja en las c a r a c t e r í s t i c a s
a q u í r e s e ñ a d a s . S ó l o a c e r c á n d o n o s a la literatura aljamiadomorisca con estos criterios podremos valorar rectamente sus
cualidades p l á s t i c a s y afectivas, su belleza e s p o n t á n e a y no artificiosa. Desde este punto de vista, hay que considerar que l a tradición (como c o n c i b i ó desde siempre M e n é n d e z Pidal), constituye
un verdadero a priori de la realidad p o é t i c a , s e g ú n recuerda P .
Zumthor. E n tal sentido, uno de los rasgos, en efecto, m á s significativos de la literatura tradicional es l a extrema estabilidad
(como trato de significar para los textos aljamiados), a lo largo
del tiempo y en el conjunto del "corpus" de t é r m i n o s condicionados por el c a r á c t e r colectivo de la p r o d u c c i ó n textual .
27
2 3
"Calcos semánticos en textos aljamiados", Actas del Congreso Interna-
cional sobre literatura española, aljamiada y morisca, ed. A . Galmés de Fuentes, Madrid, 1978, pp. 329-331.
Cf. R. KONTZI, art. cit, pp. 325-326.
2 4
25
2 6
2 7
Véase A . GALMÉS DE FUENTES, Épica árabe y épica castellana, pp. 72-73.
Véase A . GALMÉS DE FUENTES, París y Viana, p. 236.
Para el análisis que a q u í he realizado me he basado en textos narrativos,
ALVARO GALMÉS DE FUENTES
436
NRFH, X X X
E L ESTILO
E l estilo general de la literatura aljamiado-morisca concuerda bien con estas c a r a c t e r í s t i c a s que acabo de analizar.
Ante todo, la literatura aljamiado -morisca tuvo, como ya he
s e ñ a l a d o , una d i f u s i ó n colectiva a t r a v é s de u n cultivo tradicional y a n ó n i m o , rehaciendo sus obras en continuos tipos o variantes y frecuentes refundiciones —de las que en muchas ocasiones se nos conservan varias — , cuyos autores no practican un
estilo personal, sino a n ó n i m o y colectivo. Dentro de esta tradicionalidad, el arte de nuestros textos es, en efecto, elemental y
sobrio, pero no por ello menos flexible y expresivo. Ñ o encontramos en él la variedad estilística ni la complejidad que ofrecen
otros textos m á s artificiosos. Su tonalidad puede ser a veces apagada y aparentemente gris, pero las descripciones adquieren
expresividad cuando se refieren a un lenguaje p o é t i c o comunitario, como ocurre en el caso en que los temas reflejan sentimientos
específicos. Pero, en todo caso, el arte de esta literatura tradicional posee severidad de sentimiento, y el abundante d i á l o g o en
el frecuente estilo directo —nota, por lo d e m á s , c a r a c t e r í s t i c a de
toda la literatura á r a b e — da viveza a la n a r r a c i ó n . De otra parte, en su aparente elementalidad, el estilo de la literatura
aljamiado-morisca alcanza notas delicadas. R e f i r i é n d o s e a u n
texto, a modo ejemplificador, el Libro de las batallas adopta u n
acento sentido y tierno en las escenas familiares (en las relaciones
entre ' A l í y F á t i m a , entre ésta y su padre, entre M a h o m a y sus
nietos, etc.), o en los lazos de lealtad entre M a h o m a y sus subditos: "Ya M u h a m m a d —dice, por ejemplo, A b ü Bakr— nosotros
somos tuspada la tajante, i tu langa la kunp4ida, i tus pi ed ras
esmenuzantes, i tus saetas firi entes, i tus kaballos korri entes, ke
feriremos i ferirnos-an, d - a k í - a ke mu era entfre tus manos" (fol.
62r); refleja sentidamente la e m o c i ó n y la ternura que las palabras de M a h o m a despiertan entre sus seguidores: "I vinieron
las jentes d-aky-a ke se i n c h ó la megkida, i 1-annabT ( — profeta)
puyó al-almi[m]bar ( — pulpito), i fizo alhutba ( = una
plática)
muy kunrjlidamente, ke s-enrrasaban d-ella los ojos de agu a, i
Clareaban los qorazones de deseo del - al-j amia ( = paraíso)
i de
temor del fu ego" (fol. 21r); se emplea u n acento i r ó n i c o al
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pero procedimientos análogos se utilizan también en la literatura religiosa
aljamiado -morisca, como puede deducirse del trabajo publicado en este mismo volumen, pp. 441 ss. de Mercedes Sánchez, "La lengua de los manuscritos
aljamiado -moriscos como testimonio de la doble marginación de una minoría
islámica".
LITERATURA ALJAMIADO-MORISCA
NRFH, XXX
437
describir ardides o e n g a ñ o s de guerra que, aunque partan de las
huestes de M a h o m a , en n i n g ú n caso se tratan de ocultar: u n
guerrero bizantino, en la batalla de Y a r m ü k , recrimina al
paladín musulmán Sarhabíl:
— ¡Ya kaballero!, si emp re tentáys en-engaños en la guerra.
Dixo Sarhabíl:
— ¡Way de tú! ¿I no sabes ke la guerra k-es toda engaños? (fol. 141v);
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o hace gala de un estilo querelloso, como ocurre en la leyenda de
A1T con las cuarenta doncellas, para romper con i n c r e í b l e e n e r g í a
en las descripciones de batallas o combates singulares, ofreciendo
cuadros vivos y exactos de los famosos trances de guerra, animados por acertados toques de violencia y dinamismo, que parecen
descritos por u n testigo presencial de los sucesos:
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La ora mandó Abu Ubayda mudarse a las jentes, i dixo Abu Ubayda
a Hálid:
—Toma tu weste, i sey en la warda de los muslimes, mi ent res se mudan las jentes.
I oyeron los descreyentes el rruido de los muglimes en su mudamiento, iakuytáronse los rrumFes a ellos.
I ku ando los vi o Hálid, g ritó kon sus kaballeros, i dixo:
— Ésta es la seña del-ayuda.
I rrankaron las espadas, i kon él al-Hirqal, i Dirád ibnu al-Ázwár, i
Talhata, i Amiru ibnu a-Tufayri. I kometi eron los muclimes kont^ra los
descreyentes; i volvieron fuyendo los rrumí es, fasta el rrí o del-Ardun; i
fundiéronse muchos descreyentes, por fuir de los muclimes.
I la ora asentó A b u Ubayda en el Val Yanbuk; i -era un kabego muy
g rande, i dexó Abu Ubayda a las mujeres i kriaturas en el kabego; Í aturaron allí los muglimes, aparejando sus armas para pelear. I los enemigos de Al.lah ke llegaban, i-asentaron su rreal.
Veos ke se agerkaron de los muglimes en-un val muy rriko, ke se llamaba al-Jawlan. I ku ando vieron los muglimes la muchedunb re de los rrumies, akongoxáronse; i-ellos ke demandaban ayuda a Al.lah, el g rande.
Fera ke abfa mandado el-enperador Hirkal a los rrumies ke no kometiesen pelea nenguna, sino ke p rimero kometiesen partido, i los llamasen a igu ala (— combate
singular).
F-envió Mahán a Jorje mensajero, iagerkóse Jorje gerka del rreal de
los muglimes, i díxoles:
— ¡Ya konpaña de al árabes!, salga a mí el kapitán, fasta ke oyga mi
[mi] mensajeríya.
I sallióle Abu Ubayda, i díxole:
— ¿Ké demandas? ¡ya kafir (= infiel)\
Dixo Jorje:
— ¡Ya kapitán! No nos engañéys kon dezir ke abéys vengido i ganado
las tierras de Asám. Mirad agora a lo ke está delante de vosotros.
Dixo Abu Ubayda:
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ALVARO GALMÉS DE FUENTES
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— No emos mi edo a vu estro muchidunb re, ni a vu esteras espadas
en la guerra, ke nosotros eso buskamos. I no ay duda sino ke nos emos denkont rar, i enseñorear vu est°ros algos i vu esr°ros rreynos, así komo nos
lo p°rometi ó nu est°ro annabT (s m).
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Siguiendo con la e j e m p l i f i c a c i ó n del Libro de las batallas,
dentro de u n c a r á c t e r ampliamente humano, los h é r o e s del
Islam aparecen revestidos de e l e v a c i ó n moral y de mesura, dispuestos al p e r d ó n de sus enemigos; la lucha del Islam naciente,
tal como se refleja en el singular texto aljamiado, contra los infieles se consuma con la mayor tolerancia; la ira y la p a s i ó n de
venganza, reflejada en algunos pasajes, sólo hallan cuerpo entre
los infieles. T r á t a s e , por lo d e m á s , de u n conflicto social que
refleja las aspiraciones d e m o c r á t i c a s de la doctrina de Mahorna,
reconocidas hasta por sus propios enemigos. U n consejero á u l i c o
del rey a l - H á r i z declara, en el referido Libro de las batallas, ante
su soberano:
Pu es yo tengo ci ento i frenta años, ke no é visto ni-é oído seinejante de
akeste onb re, Muhammad ibnu Abdi Il.lahi; porke él es kunp'lido en-el
seso, de bu en konocimi ento, i de bu en konsejo, i home ordfo (es decir,
comida pobre), P -el pobre P -el rriko enta él son igu ales... (fol. 19r).
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E s p í r i t u d e m o c r á t i c o que no p o d í a n tolerar magnates como
el rey gassani, J á b a l a b. al-Ayham, convertido al Islam, pero no
identificado con su doctrina, que ante el conflicto de u n pobre
beduino, resuelto judicialmente a favor de éste, reniega de la rel i g i ó n musulmana, volviendo a su antigua creencia.
H e acumulado intencionalmente algunos ejemplos, con á n i mo de dar idea de la realidad estilística de este tipo de literatura
tradicional. Frente al formalismo y la e s t i l i z a c i ó n de obras literarias eruditas de autor individual, de p r o p ó s i t o s deliberadamente
estructurados, el arte de la literatura aljamiado-morisca deja
una i m p r e s i ó n de espontaneidad a la que no es ajena su lenguaje
de tono popular y aun dialectal. A s í , el Libro de las batallas, como muchos otros relatos y textos narrativos, ofrece, en el corpus
de la literatura aljamiada, un e s p é c i m e n perfecto de una narrac i ó n continua, variada, entreverada por abundantes d i á l o g o s , y
que progresa a veces con lentitud, a veces de forma acelerada,
por la sugerencia de u n detalle, que, si estuviese apoyado, ret e n d r í a el ritmo, la e v o l u c i ó n del conjunto.
E n general, la ley a r t í s t i c a de la literatura aljamiadomorisca, como la de muchas obras de literaturas tradicionales
r o m á n i c a s de la E d a d Media, pudiera concretarse en la libre
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LITERATURA ALJAMIADO-MORISCA
c o m b i n a c i ó n e s p o n t á n e a de lo narrativo con lo d r a m á t i c o y, en
m á s escasa medida, con algunos momentos l í r i c o s .
Por todas estas razones, nos encontramos en la actualidad,
ciertamente, muy lejos de la v a l o r a c i ó n r o m á n t i c a de la literatura alj amiado-morisca. Cuando, en la primera mitad del siglo XIX,
se descubren y ponen en juego algunas obras de los moriscos, la
mentalidad de los r o m á n t i c o s encarece el i n t e r é s de tales escritos
en t é r m i n o s que hoy d í a no podemos compartir. A s í , por
ejemplo, el conocido escritor S e r a f í n E s t é b a n e z C a l d e r ó n , en el
Discurso pronunciado en la apertura de la cátedra
árabe del
Ateneo de Madrid, el d í a 12 de noviembre de 1848, se expresa de la
siguiente manera: " E l que esté hastiado de la literatura del d í a ,
no tiene m á s que abrir las puertas por medio del á r a b e a la literatura aljamiada, verdadera A m é r i c a por descubrir".
Naturalmente, quien pretenda, hoy d í a , encontrar en la literatura aljamiado -morisc a un Potosí n o v e l í s t i c o o un Cervantes
i s l á m i c o , u n Shakespeare o u n Erasmo, yerra, como c r í t i c o , el
camino a seguir para la recta c o m p r e n s i ó n de los valores literarios i n t r í n s e c o s y del encanto que encierran nuestros textos. S ó l o
teniendo en cuenta las diferentes normas estéticas que regulan la
obra literaria de tipo tradicional con respecto a la obra m á s artificiosa de autor individual, podremos comprender el verdadero
alcance literario de los textos aljamiado -moriscos. E n ese sentido, es evidente que no podemos despreciar el texto tradicional,
s e g ú n el manuscrito oxoniano, de la Chanson de Roland frente
al poema erudito del Orlando furioso, por el hecho de que este
ú l t i m o sea obra de un autor individual conocido, como Ariosto;
del mismo modo que no podemos relegar un romance tradicional, como el de El Conde A maídos,
ante otro romance artificioso aunque sea de un autor renombrado (Lope, G ó n g o r a ) .
Quiero decir, que existen moldes muy diferentes para enjuiciar y
acercarse, respectivamente, a la literatura colectiva de tipo tradicional y a la literatura individual m á s artificiosa. Y aplicar m é todos v á l i d o s para el a n á l i s i s de u n texto individual a los textos
tradicionales, s i g n i f i c a r í a desfigurar radicalmente las realidades
estéticas y estilísticas.
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A h o r a bien, si, como acabo de indicar, la m a y o r í a de los textos de la literatura e s p a ñ o l a alj ami ado - mor isc a son de estilo tradicional, t a m b i é n entre los moriscos se p r a c t i c ó deliberadamente
un tipo de literatura individual m á s artificiosa, al que podemos y
debemos aplicar sus propios y peculiares m é t o d o s . T a l es el caso
de un notable soneto de un morisco tunecino, que bien puede figurar al lado de los m á s dignos de nuestro Siglo de O r o :
ALVARO GALMÉS DE FUENTES
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Dios, que a los suyos padeciendo mira
muerte en la bida y en el cuerpo ynfíerno
por pecados de padres sin gobierno,
o por la causa que a su globo admira,
alca la ardiente espada de su yra;
y como criador y amante tierno
no es, siendo eterno, en la banganga eterno,
que al descanso, piadoso la retira:
Del Faraón de Spaña ablanda el pecho,
y a su pesar les da en el mar camino,
que stá de berdes flores prado hecho;
y en buestro yngenio raro y peregrino
dándole luz de Dios tanto probecho
que ya no soys mortal, sino dibino.
E n otra o c a s i ó n he comentado, con mayor o menor fortuna,
este poema de la misma forma que h a b r í a comentado, por
ejemplo, u n soneto de G ó n g o r a . Y es evidente que nuestro morisco sale airoso, y bien airoso, de la prueba c r í t i c a .
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A L V A R O GALMÉS D E FUENTES
Universidad de Oviedo.
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A . GALMÉS DE FUENTES,
AO, 27/28 (1977-78), 201-217.
"Sobre un soneto barroco de un morisco", en
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