CAPÍTULO VIII Del buen suceso1 que el valeroso don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento,2 con otros sucesos dignos de felice recordación En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero: —La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer, que esta es buena guerra 3, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra4. —¿Qué gigantes? —dijo Sancho Panza. —Aquellos que allí ves —respondió su amo—, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas. —Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes5, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino. —Bien parece —respondió don Quijote— que no estás cursado en esto de las aventuras6: ellos son gigantes; y si tienes miedo quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla 7. Y, diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante 8, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que sin duda alguna eran molinos de viento, y no gigantes, aquellos que iba a acometer I. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes9, que ni oíaII las voces de su escudero Sancho, ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran, antes iba diciendo en voces altas: —Non fuyades10, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete. Levantóse en esto un poco de viento, y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por don Quijote, dijo: —Pues aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo11, me lo habéis de pagar. Y en diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en el ristre12, arremetió a todo el galope de Rocinante y embistió con el primero molino que estaba delante; y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero13, que fue rodando muy maltrecho por el campo. Acudió Sancho Panza a socorrerle, a todo el correr de su asno, y cuando llegó halló que no se podía menear: tal fue el golpe que dio con él Rocinante. —¡Válame Dios! —dijo Sancho—. ¿No le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que no eran sino molinos de viento, y no lo podía ignorar sino quien llevase otros tales en la cabeza? —Calla, amigo Sancho —respondió don Quijote—, que las cosas de la guerra más que otras están sujetas a continua mudanza14; cuanto más, que yo pienso, y es así verdad15, que aquel sabio Frestón que me robó el aposento y los libros ha vuelto estos gigantes en molinos, por quitarme la gloria de su vencimiento: tal es la enemistad que me tiene; mas al cabo al cabo16 han de poder poco sus malas artes contra la bondad de mi espada. —Dios lo haga como puede —respondió Sancho Panza. Y, ayudándole a levantar, tornó a subir sobre Rocinante, que medio despaldado estaba17. Y, hablando en la pasada aventura18, siguieron el camino del Puerto Lápice19, porque allí decía don Quijote que no era posible dejar de hallarse muchas y diversas aventuras, por ser lugar muy pasajero20; sino que iba muy pesaroso, por haberle faltado la lanza; y diciéndoselo a su escudero, le dijo: —Yo me acuerdo haber leído que un caballero español llamado Diego Pérez de Vargas, habiéndosele en una batalla roto la espadaIII, desgajó de una encina un pesado ramo o tronco, y con él hizo tales cosas aquel día y machacó tantos moros, que le quedó por sobrenombre «Machuca»21, y así él como sus decendientes se llamaron desde aquel día en adelante «Vargas y Machuca». Hete dicho esto porque de la primera encina o roble que se me depare pienso desgajar otro tronco, tal y tan bueno como aquel que me imagino; y pienso hacer con él tales hazañas, que tú te tengas por bien afortunado de haber merecido venir a vellas y a ser testigo de cosas que apenas podrán ser creídas. —A la mano de Dios22 —dijo Sancho—. Yo lo creo todo así como vuestra merced lo dice; pero enderécese un poco, que parece que va de medio lado, y debe de ser del molimiento de la caída. —Así es la verdad —respondió don Quijote—, y si no me quejo del dolor, es porque no es dado a los caballeros andantes quejarse de herida alguna23, aunque se le salgan las tripas por ella. —Si eso es así, no tengo yo que replicar —respondió Sancho—; pero sabe Dios si yo me holgara que vuestra merced se quejara cuando alguna cosa le doliera. De mí sé decir que me he de quejar del más pequeño dolor que tenga, si ya no se entiende también con los escuderos de los caballeros andantes eso del no quejarse. TRATADO PRIMERO Resumen: Nacimiento y familia de Lázaro: Sepa vuestra merced que mi nombre es Lázaro de Tormes, hijo de Tomás Gonzáles y de Antonia Pérez, naturales de Tejares que es una aldea de Salamanca. Nací dentro del río Tormes y de ahí viene mi sobrenombre. Sucedió de esta manera: mi padre trabajaba en una aceña en la ribera de ese rio y una noche, estando en medio del trabajo a mi madre le vinieron los dolores del parto y nací ahí, dentro del río. Cuando tenía ocho años acusaron a mi padre de robar parte de la harina y fue apresado y luego fue como acemilero de un caballero que fue a combatir contra los moros y ahí acabó su vida. Lázaro tiene un padrastro negro y un hermanito negro: Mi madre, que se quedó viuda, se mudó a la ciudad y trabajó cocinando y lavando ropa. Así conoció a un hombre moreno que visitaba nuestra casa y se iba a la mañana siguiente. Al principio tenía miedo cuando lo veía, pero, ya que llevaba pan, carne y leña en el invierno, empecé a sentir cariño por él. De esa forma mi madre me dio un hermanito negro muy bonito al que yo ayudaba a calentar y cuidar. Recuerdo que, viendo a mi padrastro negro y a mí y a mi madre blancos, el niño se corría detrás de mi madre y señalando con el dedo decía: — ¡Mamá, coco! — ¡Hideputa! —contestaba el negro riéndose. Yo, aunque era muy pequeño, pensé: “¡Cuantos debe haber en el mundo que juzgan a otros porque no se ven a sí mismos!” Quiso la mala fortuna que se descubra que mi padrastro robaba los leños, la carne, los panes y todas las cosas que traía a casa para cuidar a mi hermanito. No debieron juzgarlo tan duramente porque lo que hizo fue motivado por amor. Hasta a mí me hicieron confesar sobre unas herraduras que había vendido por encargo de mi madre. Al pobre de mi padrastro lo azotaron y luego lo pringaron y mi madre también recibió azotes. Luego prohibieron que en casa del comendador no entre el negro ni que mi madre lo acogiese en la suya. Mi madre se esforzó en cumplir la sentencia y se fue a trabajar a otro lugar y ahí, padeciendo mucho, crió a mi hermanito hasta que aprendió a caminar. Yo trabajaba haciendo mandados para los huéspedes. Encuentro con el ciego: En ese tiempo paso un ciego y como necesitaba un muchacho que le sirva de lazarillo, me pidió a mi madre. Ella le dijo que era hijo de buen hombre y que si me iba a llevar que cuide bien de mí. Él respondió que no me trataría como a criado sino como a hijo. Cuando mi amo decidió que debíamos partir, me abracé a mi madre, y ambos llorando, ella me dio su bendición y me despidió diciendo: —Ya no te veré más, hijo mío. Procura ser bueno y valerte por ti mismo. Que Dios te guíe. Y así partí junto a mi amo Fábula de Polifemo y Galatea LUIS DE GÓNGORA Ninfa, de Doris hija, la más bella, adora, que vio el reino de la espuma. Galatea es su nombre, y dulce en ella el terno Venus de sus Gracias suma. Son una y otra luminosa estrella lucientes ojos de su blanca pluma: si roca de cristal no es de Neptuno, pavón de Venus es, cisne de Juno. Purpúreas rosas sobre Galatea la Alba entre lilios cándidos deshoja: duda el Amor cuál más su color sea, o púrpura nevada, o nieve roja. De su frente la perla es, eritrea, émula vana. El ciego dios se enoja, y, condenado su esplendor, la deja pender en oro al nácar de su oreja. Érase una nariz superlativa, Érase una alquitara medio viva, Érase un peje espada mal barbado; Era un reloj de sol mal encarado. Érase un elefante boca arriba, Érase una nariz sayón y escriba, Un Ovidio Nasón mal narigado. Érase el espolón de una galera, Érase una pirámide de Egito, Francisco de Quevedo A un hombre de gran nariz Los doce tribus de narices era; Érase un naricísimo infinito, Frisón archinariz, caratulera, Sabañón garrafal morado y frito. Érase un hombre a una nariz pegado, EL ASNO Y EL COCHINO FELIX MARÍA SAMANIEGO EL GUSANO DE SEDA Y LA ARAÑA Envidiando la suerte del Cochino, Trabajando un gusano su capullo, un Asno maldecía su destino. la araña, que tejía a toda prisa, "Yo, decía, trabajo y como paja; él come harina, berza y no trabaja: de esta suerte le habló con falsa risa, a mí me dan de palos cada día; muy propia de su orgullo: a él le rascan y halagan a porfía". «¿Qué dice de mi tela el señor gusano? Así se lamentaba de su suerte; Esta mañana la empecé temprano, pero luego que advierte y ya estará acabada a mediodía. que a la pocilga alguna gente avanza ¡Mire qué sutil es, mire qué bella!...» en guisa de matanza, armada de cuchillo y de caldera, El gusano, con sorna, respondía: y que con maña fiera «¡Usted tiene razón; así sale ella!» dan al gordo cochino fin sangriento, dijo entre sí el jumento: TOMAS DE IRIARTE Si en esto para el ocio y los regalos, al trabajo me atengo y a los palos. CIEN AÑOS DE SOLEDAD, DE MUJERES Y DE HISTORIAS Cien años de soledad, obra escrita por Gabriel García Márquez en el año de 1967, puede ser considerada como la obra cúspide de la literatura colombiana, ya que su autor expuso al mundo las costumbres del caribe colombiano, su religiosidad, historia y el papel de la mujer dentro de los diversos contextos familiares, logrando así alcanzar el máximo galardón en el mundo de las letras, el nobel literario en 1982. La obra de García Márquez a su vez es la máxima expresión del realismo mágico, tendencia generada en la época del Boom latinoamericano. En esta historia se narra la vida de la familia Buendía desde su participación en la fundación del mítico pueblo Macondo hasta la evolución y el fin de su estirpe. Dentro de todo este contexto narrativo se evidencia una fuerte tendencia patriarcal, sin embargo si se analiza de manera detallada la historia se evidencia que la participación de las mujeres influía en las decisiones de los hombres. Esta afirmación se puede apreciar en primera instancia en la participación Úrsula Iguarán, matriarca de la familia y fundadora de la estirpe de los Buendía. Otras evidencias de la influencia de la mujer en la historia se reflejan en la soltería eterna de Amaranta, la relación de pareja entre Rebeca y José Arcadio quienes eran considerados hermanos por los demás miembros de la familia y cuya relación los hizo distanciar a la familia, Remedios la bella quién enamoró a todos los hombres del pueblo llevándolos a la muerte, Meme y su relación con Mauricio Babilonia, Amaranta Úrsula quien fue la última mujer en la línea familiar de los Buendía y finalmente con un papel tan relevante como el de Úrsula, la historia de Pilar Ternera por quien se podría entender el título de la obra, ya que en sus más de cien años de vida definió los caminos que tenían que transitar los miembros de la familia Buendía. Para comenzar este análisis del papel de la mujer en la historia y en concordancia con el párrafo anterior se comienza a establecer este contraste en el papel de Úrsula dentro de la historia. Ella, junto con su esposo tenían vínculos de sangre lo que le generaba temores en el momento de tener hijos por temor a que éstos nacieran con algún defecto físico como el nacer con cola de cerdo, esta situación generó burlas hacía su esposo José Arcadio Buendía por parte de Prudencio Aguilar lo que conllevó a que el esposo de Úrsula lo asesinara. A partir de esta situación ellos deciden abandonar su tierra, buscar nuevos horizontes y fundar junto con otras personas que los acompañaron el pueblo de Macondo. Allí Úrsula toma las riendas de su casa criando a sus dos hijos varones (José Arcadio y Aureliano) y su hija quién llegó tiempo después (Amaranta). En sus oficios como ama de casa, Úrsula es apoyada en estas labores por Pilar Ternera, mujer que entable una relación carnal con su hijo mayor quedando embarazada y así estableciendo un vínculo con la familia Buendía hasta el final de su existencia. José Arcadio al notar el embarazo de Pilar Ternera decide huir de Macondo junto con los pueblos gitanos que visitaban este municipio. En este instante la mamá del joven empieza a demostrar la importancia de las mujeres dentro de la historia debido a que decide ir a buscar a su hijo por regiones inhóspitas encontrando nuevos caminos de acceso a Macondo logrando de esta manera superar a su esposo quien había intentado recorrer estos caminos sin éxito alguno. A su regreso tomo nuevamente control de la casa y recibió la visita de Rebeca una niña quien llevó al pueblo la peste del insomnio. Los jefes de la familia decidieron adoptarla y criarla como una hija más. Cuando Rebeca y Amaranta llegaron a la etapa de la adolescencia Úrsula decide reformar la casa y realizarles una fiesta a partir de la compra de una pianola, aquí entra en escena el italiano Pietro Crespi quien fue el promotor de las peleas entre las hermanas Buendía y posteriormente rechazado por ambas llevándolo a la muerte. Dentro de la confrontación de la historia con el papel de la mujer se refleja el poder de la mujer sobre el hombre en cuanto al amor pues su poder es tan fuerte que el rechazo a un enamorado puede generar cicatrices en el corazón que no se pueden sanar. Retomando nuevamente el papel de Úrsula se evidencia su papel de madre y el poder que esta tiene cuando visitó a su hijo en la cárcel y le llevó un arma para que el escapara. Dentro de este papel se representa todo lo que puede hacer una madre por sus hijos y como están dispuestas a hacer todo lo posible por el bienestar de sus hijos. En la historia también se puede apreciar como las decisiones pueden ser tan fuertes que ni siquiera la muerte las puede cambiar. Amaranta Buendía es un ejemplo de ello quien a pesar de ser pretendida por Pietro Crespi, Arcadio y Gerineldo Márquez no quería tener una relación eterna con nadie, llegando al final de sus días siendo soltera. En cuanto al amor y el papel de la mujer, la historia puede ser confrontada con Rebeca quien a pesar de reconocer que José Arcadio era su hermano mayor decidió amarlo e irse a vivir con él hasta el día de la muerte misteriosa del hombre quedando muerta en vida en su soledad y posterior vejez. Otro aspecto relevante en cuanto al papel de la mujer y la historia es la belleza. En cien años de soledad esta es representada en Remedios la Bella, personaje cuyo aspecto físico eran tan agradable para los hombres que muchos perdieron su vida por estar cerca de ella. En la historia ella quiso hacer evitarla rapando su cabeza, sin embargo no lograba su objetivo siendo la solución ascender al cielo de la misma forma que Santa María y su asunción. Otro referente de la mujer en la historia es la historia de Pilar Ternera, personaje que como se mencionó anteriormente vivió más de cien años siendo uno de los personajes más trascendentes junto con Úrsula Iguarán. Pilar quien tuvo relaciones con los dos hijos de José Arcadio Buendía representa en la mujer dos aspectos, la soledad y la fortaleza para avanzar a pesar de los problemas pues fue repudiada, odiada y deseada por muchos personajes pero su existencia fue tan longeva que se evidencia que a pesar de las dificultades la vida es un camino por recorrer. Para finalizar, en la historia se muestran un sinnúmero de mujeres que muestran una forma de vida propia de la historia y que se podrían confrontar con la realidad contemporánea, mujeres cuya participación fue un factor fundamental en la trama de la obra, alguna de ellas son Remedios Moscote, esposa de Aureliano quien falleció tratando de dar a luz, Santa Sofía de la Piedad, mujer humilde que fue una madre silenciosa y quien partió del pueblo cuando concibió que su presencia no era trascendente en la vida de su familia, Petra Cotes, Fernanda del Carpio, entre otros mujeres que participaron en la construcción de este nuevo clásico literario. LA SOCIEDAD Conocer el factor mundo es algo esencial para la vida de una persona. Muchas veces no entendemos cómo funciona una sociedad, ni cómo funciona el hombre, ni cómo marcha nuestra vida, ni cómo va el presente, etc. A consecuencia de todo ellos podemos experimentar una determinada angustia que aparece cuando quiere pero con relativa frecuencia: ¿Por qué hago lo que hago? ¿Soy feliz? ¿Quién soy? Por todo ello me he propuesto escribir (si esto es del gusto del lector) unos pequeños ensayos generales acerca de la filosofía de la vida. No es mi intención crear algo aburrido e infumable, ni dármelas de santurrón, solo opino que la reflexión es el mejor método para encauzar una vida desde todos los ámbitos y edades. Pido encarecidamente que tras cada una de las reflexiones que aquí se expongan, el lector colabore en los comentarios exponiendo sus ideas y reflexiones. Sobra decir que la opinión sea acorde con el tema propuesto y su argumentación no dé lugar a equívocos. Sin más demora pasemos al tema, para ello me voy a ayudar de un libro llamado La Rebelión de las Masas de Ortega y Gasset, por lo tanto el primer tema a tratar es el social, más concretamente tener una noción amplia de cómo es nuestro tiempo, el presente, dónde vivimos. Dice Gasset: “Vivimos en un tiempo que se siente fabulosamente capaz para realizar, pero no sabe que realizar. Domina todas las cosas, pero no es dueño de sí mismo. Se siente perdido en su propia abundancia. Con más medios, más saber, más técnicas que nunca, resulta que el mundo actual va como el más desdichado que haya habido: puramente a la deriva.” Este pequeño párrafo a mi juicio resume en líneas generales lo que es nuestro tiempo, lo que pasa es este libro es de los años treinta, y hoy por hoy, todo se ha acrecentado a unos niveles inimaginables. Gasset aplica esta teoría de un modo social, colectivo, pero creo que también se puede aplicar directamente al yo individual. El más claro ejemplo lo podríamos encontrar en el consumismo. Cuantas más cosas podemos tener y de hecho tenemos, más desdichados nos sentimos. Cuantas más cosas externas a nosotros dominamos, menos dueños de nosotros mismos somos. Cuantas más opciones laborales o de futuro podemos realizar, menos sabemos qué hacer. Y así un largo etcétera. Entonces, ¿cuál es el problema del hombre? Todo parece ilógico, ¿cuantas más posibilidades tienes, peor escoges, más indeciso te vuelves? Yo aquí entiendo dos cosas: La primera es que el hombre es un ser anhelante. Es decir, que siempre quiere lo que no tiene. Todo esto es fruto de la comparación en la mayoría de los casos. Por ejemplo mi vecino se acaba de comprar una camisa que le queda genial, mi deseo más primitivo es el de tener esa camisa para ser yo genial. El error está ahí, en creer que las cosas pueden aportar algo constructivo al ser, cuando en realidad las cosas absorben (en modo metafórico) parte de tu ser y lo convierten en tener. La segunda cosa habla de una posible solución a este grave problema que enferma nuestra sociedad, construir un individuo sólido solo interesado en el ser y demoler de una manera constructiva la comparación sustituyéndola por colaboración. La primera propuesta es sobradamente utópica y la veo difícil (a nivel global), puesto que es algo que solo consigue la gente que tiene la capacidad de ser consciente de su realidad inmediata, y la segunda también la veo espinosa porque el ser humano odia los cambios y le encanta sentirse mejor que el vecino, le gusta provocar envidia y mirar por encima del hombro. Competir es mucho más fácil que colaborar, pero la primera deja un vacío espiritual que lleva al hombre siempre a conseguir más y más, y le impide saborear la vida. Un ejemplo. Un hombre rico cualquiera, que tiene tanto dinero que no se lo gastaría ni en tres vidas, ¿qué hace en su vida normal? ¿Vive la vida? No. ¿Se dedica a gastarlo? No. Nada de eso, a lo único que se dedica es a ganar más dinero. ¿Verdad que es absurdo? Si eso es precisamente lo que le sobra. Por ello la colaboración es algo fundamental. El ser humano es sociable, y no hay rasgo más humano que el de colaborar, es una técnica tan buena que hasta la naturaleza en su sabiduría infinita la imita (véase simbiosis y demás procesos). 15 maneras de ganar una discusión según Arthur Schopenhauer Las siguientes líneas fueron extraídas del "Arte de la controversia" en donde el filósofo alemán reflexiona sobre el arte de discutir, de tal manera que obtengamos la razón de manera licita o ilícitamente, nos enseña a ser unos sofistas de pura cepa. Las 15 maneras de ganar una discusión 1. La afirmación del adversario se lleva más allá de sus límites naturales, se la interpreta de la manera más general posible tomándola en su sentido más amplio y exagerándola. La propia afirmación, en cambio, se especifica cuanto se puede reduciéndola a su sentido más mínimo, a sus límites más estrechos, pues cuanto más general sea una afirmación, a más ataques estará expuesta. 2. Usar la homonimia para extender la afirmación enunciada a lo que puede comprenderse igualmente bajo el mismo nombre, pero que poco o nada tiene que ver con el asunto del que se está tratando; después, a continuación, se refuta triunfalmente la afirmación tomada en este sentido haciendo que parezca que se ha refutado la primera. 3. Tomar la afirmación que ha sido formulada en modo relativo, relative, como si lo hubiera sido en general, simpliciter, absolute, o por lo menos, entenderla bajo otro aspecto muy distinto al de su verdadera intención para seguidamente refutarla según este último. 4. Cuando se quiere llegar a una conclusión, no hay que dejar que ésta se prevea, sino procurar que el adversario admita las premisas una a una y dispersas sin que se dé cuenta durante el transcurso del diálogo; de lo contrario, lo impedirá con todos los medios a su alcance. 5. Pueden usarse premisas falsas para demostrar la propia tesis cuando el adversario no admita las verdaderas, es decir, no reconozca su verdad, o porque ve que de ellas se seguiría como conclusión inmediata nuestra tesis. 6.Se encubre una petitio principii [petición de principio] postulando aquello que se debe demostrar, 1) usando otro nombre, por ejemplo, en vez de “honor”, “buen nombre”, en vez de “virginidad”, “virtud” etc.; o también, utilizando conceptos intercambiables: animales de sangre roja, en vez de animales vertebrados; 2) dando por supuesto en general aquello que es muy discutible en un caso particular; por ejemplo, se afirma la inseguridad de la medicina postulando la inseguridad de todo saber humano; 3) o viceversa dos cosas consecuentes la una de la otra, si hay que demostrar la primera, se postula la segunda; 4) si para demostrar el universal, se hace que se admitan todos los casos singulares (la contraria a la número 2) 7. Cuando la discusión se dirige de manera algo formal y rigurosa y deseamos que se nos comprenda muy claramente, si hemos enunciado una afirmación y debemos probarla, procederemos preguntando al adversario para poder deducir de sus respuestas la verdad de nuestra afirmación. 8. Provocar la irritación del adversario y hacerle montar en cólera, pues obcecado por ella, no estará en condiciones apropiadas de juzgar rectamente ni de aprovechar las propias ventajas. 9.No establecer las preguntas en el orden requerido por la conclusión a la que se desea llegar con ellas, sino desordenadamente; el adversario no sabrá a dónde queremos ir a parar y no estará preparado para prevenir la conclusión; además, dependiendo de como vayan resultando sus respuestas, éstas podrán utilizarse para extraer conclusiones diversas, incluso contradictorias. 10. Si se advierte que el adversario niega intencionadamente aquellas preguntas cuya; respuestas afirmativas podrían ser utilizadas en beneficio de nuestra tesis, hay que preguntarle lo contrario de lo que debemos haciendo como si esto fuese lo requerido para defenderla; o por lo menos presentarle ambas opciones a elegir, de manera que no note cuál de las dos es la que se desea que afirme. 11Si hacemos una inducción y el adversario admite como válidos los casos particulares mediante los que se prueba, no debemos preguntarle si también admitirá la verdad general que puede concluirse de aquellos, sino que debemos introducirla a continuación como si se tratase de algo ya establecido y admitido anteriormente; porque puede ser que así lo crea, y también los presentes tendrán la misma impresión, pues se acordarán de las muchas preguntas hechas sobre los casos particulares, que de alguna manera habrían tenido que conducir a tal conclusión. 12.Si la conversación versa sobre un concepto general que carece de nombre propio y tiene que designarse trópicamente mediante una similitud, enseguida hemos de elegir nosotros el símil, de manera tal que sea lo más ventajoso posible para nuestra afirmación. 13. Para lograr que el adversario admita una tesis debemos presentarle su opuesta y darle a elegir una de las dos, pero teniendo la desfachatez de proclamar el contraste de forma estridente, de modo que, para no ser paradójico, tenga que decidirse por nuestra tesis que parecerá muy probable en comparación con la otra. 14.Una jugada descarada es la siguiente: cuando el adversario ha respondido a varias preguntas sin favorecer la conclusión que teníamos pensada, se enuncia y se exclama ésta triunfalmente como si ya estuviera demostrada, aun sabiendo que no se sigue de las respuestas dadas por el adversario. si éste es tímido o tonto, y nosotros poseemos el suficiente descaro y una buena voz, puede salir bien la jugada. 15. Si hemos expuesto una tesis paradójica, pero nos encontramos en dificultades para demostrarla, presentamos al adversario otra tesis correcta, aunque no del todo evidente, para que la acepte o la refute como si de ello quisiéramos obtener la prueba; si sospechando alguna treta la rechaza, entonces lo reducimos ad absurdum [al absurdo] y triunfamos; pero si la acepta, habremos dicho entretanto algo razonable, y ya veremos cómo sigue adelante el asunto.