LLUIS COMPANYS Nació en Tarrós (Tarragona), en junio de 1882, en el seno de una familia terrateniente de ideas liberales e ilustradas. Estudió el bachillerato en Barcelona, en cuya universidad se matriculó para estudiar la licenciatura de Derecho. Desde muy joven dio prueba de su vocación política participando en la fundación de la Asociación Escolar Republicana, con la que intervino como orador en sus primeros mítines. En 1903, año en que terminó sus estudios como abogado, se afilió a la Unión Republicana. Con ella participó, en 1906, en la coalición Solidaridad Catalana que supuso la ruptura del partido republicano que abandonaron los seguidores de Alejandro Lerroux. Fracasada la coalición, tras los sucesos de la Semana Trágica —en los que Companys fue detenido, aunque liberado luego sin cargos— la Unión Republicana acentuó su vocación catalanista para formar un nuevo partido, la Unión Federal Catalanista Republicana, en la que Companys presidió su sección juvenil. Sin embargo, dos años después, en 1912, ingresó en el Partido Reformista de Melquíades Álvarez. En él militó, colaborando en distintos periódicos políticos como La Lucha, que llegó a dirigir, hasta su ingreso en 1917 en el Partido Republicano Catalán. Ese mismo año fue elegido concejal en el Ayuntamiento de Barcelona. En el clima de conflictividad social de Barcelona entre 1917 y 1920, años de pistolerismo y enfrentamientos entre anarquistas y patronal, Companys actuó como abogado defensor de líderes anarcosindicalistas, lo que le llevó en varios ocasiones a su encarcelamiento e, incluso, en 1920, a su deportación a Mahón. Pudo regresar a Barcelona, ese mismo año 1920, al ser elegido diputado a Cortes en sustitución de su correligionario y amigo Francesc Layret, asesinado por pistoleros del Sindicato Libre. En 1922 colaboró en la fundación del sindicato de viticultores de la Unió de Rabassaires y de su semanario La Terra, que también dirigió. En abril de 1923 fue elegido de nuevo diputado por el distrito de Sabadell. Durante la dictadura de Primo de Rivera siguió colaborando con la Unió de Rabassaires y participó en distintas conspiraciones contra el dictador, que le costaron nuevos encarcelamientos. Fue uno de los firmantes del manifiesto de mayo de 1930 que abogó por un entendimiento entre republicanos y catalanistas de izquierda que dio paso a la convocatoria de la conferencia de marzo de 1931 en la que se formó el partido de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). Companys fue elegido para formar parte de la ejecutiva del nuevo partido. ERC obtuvo un triunfo aplastante en las elecciones municipales de abril de 1931, donde él fue elegido de nuevo concejal por Barcelona. Aclamado como alcalde de la ciudad, Companys, el 14 de abril, proclamó la República desde el balcón del Ayuntamiento. Su paso por la alcaldía fue, sin embargo, efímero, al ser nombrado nuevo gobernador de Barcelona, a propuesta de Maciá, por el gobierno provisional de la República. Ocupó ese cargo hasta junio de 1931, fecha en la que fue elegido diputado a Cortes. Participó muy activamente en la comisión de la diputación provisional de la Generalitat catalana encargada de la tramitación del Estatuto de Autonomía, y en su discusión en las Cortes en Madrid, en las que también tuvo activa presencia, como jefe de la minoría catalana, en la aprobación del texto constitucional y en otras iniciativas legales, como la Ley de Reforma Agraria. Tras aprobarse el Estatuto de Cataluña, en septiembre de 1932, abandonó las Cortes al ser elegido diputado autonómico en el Parlamento catalán, donde fue designado como presidente del Parlamento. Unos meses después, Manuel Azaña le nombró ministro de Marina en el último de sus gabinetes. Un puesto, de bajo perfil político, que Companys asumió sin demasiado entusiasmo. Fue un breve período, dada la pronta caída del gobierno Azaña, en septiembre de 1933, lo que le permitió regresar al parlamento catalán. En enero de 1934, Lluis Companys fue elegido presidente de la Generalitat, cargo que había quedado vacante tras la muerte de Francecs Macià. Bajo su presidencia Companys nombró un gobierno de coalición republicana y de izquierdas que pronto chocó con el nuevo gobierno de centro derecha en Madrid en sus disputas por la aplicación del Estatuto. La Ley de Contratos de Cultivo, aprobada en Cataluña, pero declarada inconstitucional, fue el máximo detonante de un conflicto permanente entre las autoridades autonómicas y el gobierno central. En octubre de 1934, al anunciarse la huelga revolucionaria en toda España en protesta por la entrada de la CEDA en el gobierno, Companys, como presidente de la Generalitat, con el apoyo de los partidos catalanistas y de la Alianza Obrera, anunció, en un vibrante discurso desde los balcones de la plaza de Sant Jaume, el día 6 de octubre, la proclamación del Estado Catalán de la República Federal Española. Fracasado el movimiento, ese mismo día Companys y los miembros de su gobierno fueron detenidos y encarcelados en el barco Uruguay, fondeado en el puerto de Barcelona. Sometido a juicio fue condenado a treinta años de prisión y trasladado al penal del Puerto de Santa María, en Cádiz. Recuperó su libertad tras las elecciones de febrero de 1936, en las que fue elegido diputado. Al constituirse el gobierno del Frente Popular se decretó la amnistía. La Generalitat fue restablecida y Companys volvió a ocupar su presidencia. El estallido de la guerra, en julio de 1936, pese a la derrota de la sublevación en Barcelona y en Cataluña, debilitó su posición política por la presencia e influencia del poderoso Comité de Milicias Antifascistas, que disputó a la Generalitat el control de los resortes del poder republicano. Pese a todo se mantuvo en su cargo, designando a Josep Tarradellas como jefe del gobierno catalán. La presencia en Barcelona, desde octubre de 1937, del gobierno republicano restó nuevas atribuciones a la Generalitat que tuvo una escasa presencia en la política militar y de guerra. En enero de 1939, ante la inminencia de la caída de Cataluña en manos del ejército franquista, Companys cruzó la frontera, refugiándose en Francia, donde creó un Consejo nacional de Catalunya en el exilio. Al estallar la Segunda Guerra Mundial, y con la ocupación nazi de Francia, Companys rechazó viajar a América para poder permanecer cerca de uno de sus hijos, hospitalizado en Bélgica para tratar su enfermedad mental. Fijó su residencia en Bretaña. Allí fue detenido por la Gestapo, en agosto de 1940, a petición de las autoridades franquistas, a las que fue entregado en la frontera de Irún. Encarcelado en el castillo de Montjuic, fue sometido a un Consejo de Guerra sumarísimo en el que, sin ninguna garantía jurídica, en una sesión de escasas horas de duración, se le condenó a pena de muerte por «adhesión a la rebelión militar». Al día siguiente, 15 de octubre de 1940, tras la firma del «enterado» de la sentencia por el «generalísimo» Franco fue fusilado en los fosos del castillo de Montjuic.