Goya y la ermita de la Virgen de la Fuente de Muel JOSÉ LUIS BEGUÉ GIMENO Hacia 1770 el municipio de Muel acuerda modificar y ampliar la ermita de la Virgen de la Fuente. La reforma consiste en adosar a la única nave de la pequeña iglesia una capilla de planta cuadrada cubierta con cúpula sobre pechinas, que se convierte en el presbiterio del nuevo templo. Acto seguido, contratan a Francisco de Goya y Lucientes para que decore las pechinas de la nueva capilla con cuatro pinturas al óleo sobre el muro. Las pechinas, soporte difícil por su forma curva y triangular, son de reducidas dimensiones: 2,50 metros de alto, por 0,20 de ancho en su base; mientras que el lado del triángulo curvo en su parte superior alcanza una anchura de 3 metros. Para las pechinas de esta iglesia Goya elige un tema que ya había trabajado antes en la iglesia de San Juan el Real de Calatayud (1766) y que repetirá posteriormente en los óvalos de Remolinos (1773). Se trata de los cuatro Padres de la Iglesia occidental: San Ambrosio, San Agustín, San Jerónimo y San Gregorio Magno. Para Gonzalo Borrás se trataría de dos Padres de la Iglesia occidental y dos de la oriental, al modo en que Bernini los representa en el altar de la Catedral de San Pedro del Vaticano, dado que confunde los atributos iconográficos de San Jerónimo y San Gregorio Magno, algo incomprensible en un autor que ya ha demostrado conocer el tema en las pinturas de Calatayud. Los cuatro santos aparecen sentados sobre nubes con un fondo azul oscuro, y con barba, rubias las de San Gregorio y San Ambrosio, blancas para San Jerónimo y San Agustín. Los paños son fuertes y amplios y en todos los casos Goya muestra un gran cuidado en la ejecución de las cabezas y manos. Presentan estas pinturas de Muel un forzado juego de luces y sombras cuyos antecedentes habrían de buscarse en los violentos contrastes del tenebrismo barroco. En conjunto, las pechinas de la Virgen de la Fuente, tanto por el tratamiento de la luz como por las amplias pinceladas con que se resuelven, resultan más expresionistas que sus precedentes bilbilitanas. Muel. Ermita de la Virgen de la Fuente. 222 Comarca de Campo de Cariñena Llama la atención el poco cuidado con que se tratan los atributos iconográficos propios de algunos santos. Así, San Gregorio Magno lleva la mitra de obispo y no la tiara papal, por lo que algunos historiadores hablan de una confusión iconográfica. San Jeró- Muel. Ermita de la Virgen de la Fuente. nimo está representado con dignidad de obispo, cargo que nunca ostentó, en actitud estática y a punto de escribir sobre un gran libro que apoya en sus rodillas, mientras le ilumina el Espíritu Santo y un ángel sostiene su báculo; porta mitra de color azulado, capa amarilla con forro azul y túnica verdosa. En el resto de las figuras se respetan los convencionalismos pictóricos. San Ambrosio aparece sentado casi de perfil, pero mirando al frente. Sostiene el báculo entre los brazos y un libro con una mano, ayudado por un ángel que lee con él. En el ángulo derecho representa un templo. Viste mitra y túnica azules, capa roja de bordes dorados y forro azul. El cromatismo, como en el resto de las representaciones, es de gran riqueza y variedad. San Agustín sostiene el báculo con la mano izquierda mientras mantiene la mano derecha levantada. Tiene mitra de color azul con detalles blancos y capa amarilla con borde dorado. A su izquierda, un ángel sostiene un gran libro. La monumentalidad de las figuras y los pliegues de sus túnicas y capas siguen el barroco efectista que Francisco Bayeu empleó en la iglesia del monasterio de Santa Engracia de Zaragoza, repitiendo esquemas decorativos puestos de moda en el Palacio Real por los italianos Corrado Giaquinto y Giovanni Battista Tiepolo. Gonzalo Borrás, a la hora de estudiar las obras de Calatayud, Muel y Remolinos, va más allá de los meros asuntos iconográficos y lanza sus dardos sobre aspectos que afectan a la autoría y la datación de los tres conjuntos. Respecto a la atribución, este autor plantea sus dudas por el escaso crédito artístico con el que cuenta Goya en 1766, año en que realiza las pechinas de Calatayud. En cuanto a la problemática de las fechas, nos habla de lo difícil de su realización en tan breve lapso de tiempo, si tenemos en cuenta que se realizan las dos primeras entre 1766 y 1770, año en que Goya parte a Italia. Por ello dicho autor concluye que «las pechinas de Calatayud y De las Artes 223 Pechinas pintadas por Francisco de Goya en la ermita de la Virgen de la Fuente de Muel 224 Comarca de Campo de Cariñena de Muel, pueden ser del mismo pintor, mientras que los óvalos de Remolinos son de otra mano, y en ninguno de los tres casos la atribución de estas obras a Francisco de Goya han probado que no hayan sido realizadas por otro pintor», que, para este autor, pudiera ser José Andrés Merclein. Aunque la teoría del Dr. Borrás plantea una duda razonable, buena parte de los especialistas sostiene que se trata de unas pinturas realizadas por Goya. El dato más conflictivo sería el de la datación de las obras: mientras para unos serían anteriores a su estancia en Italia, para otros autores podrían ser posteriores. Muel. Ermita de la Virgen de la Fuente. Detalle de San Gregorio Magno. No podemos concluir la presentación del único conjunto que se conserva de la mano de Goya en la comarca de Campo de Cariñena sin mencionar a Fuendetodos, localidad natal de Goya colindante con esta demarcación. Allí pasó parte de su infancia y mantuvo fuertes lazos familiares. Será en esta iglesia parroquial donde Goya realice su primera obra conocida: las puertas del armario de las reliquias. Obra que en la actualidad no se conserva, dado que fue destruida en 1936, en el transcurso de la Guerra Civil. Lo que sí podemos encontrar en dicha localidad es la casa natal de Goya, conservada gracias a las gestiones que realizara a principios del siglo XX el pintor Ignacio Zuloaga, gran admirador de Goya, a fin de preservar la memoria del más célebre artista nacido en tierras aragonesas y uno de los más grandes pintores de todos los tiempos. Próximo a la casa natal de Goya se encuentra el Museo del Grabado, inaugurado en 1989 y dedicado la obra impresa del pintor. Bibliografía ANSÓN NAVARRO, Arturo, Goya y Aragón. Familia, amistades y encargos artísticos, CAI, Zaragoza, 1995. BORRÁS GUALIS, Gonzalo M., «Goya y Aragón», en Goya, Galaxia Gutenberg y Círculo de Lectores, Madrid, 2002, pp. 15-30. TORRALBA SORIANO, Federico, Goya en Aragón, Everest, León, 1977. De las Artes 225