1 camino real CONSEJO EDITORIAL Comité Editorial Lic. Chiqui Vicioso (República Dominicana) Lic. Ángela Hernández (República Dominicana) Dr. Héctor Díaz Polanco (México-Rep. Dominicana) Dr. Pablo Maríñez (República Dominicana) Dr. Eliades Acosta (Cuba) Dr. Rubén Zardoya (Cuba) Dr. Ángel R. Villarini (Puerto Rico) Coordinación Ejecutiva Matías Bosch, Vicepresidente Ejecutivo Ramón Tejeda, Encargado de Patrimonio y Colecciones Farah Hallal, Asesora Cultural Ysabel Florentino, Encargada de Gestión Cultural y Literaria Irene Hernández: Edición Amado Santana: Diseño Impresora Soto Castillo: Impresión © Fundación Juan Bosch Calle Paseo de los Locutores No. 43, Ens. Evaristo Morales, Sto. Dgo., D.N., Rep. Dom. Teléfono: 809-472-1920 809-472-1921 www.juanbosch.org e-mail: [email protected] LA FUNDACIÓN JUAN BOSCH es una organización no gubernamental, sin fines de lucro, presidida por doña Carmen Quidiello de Bosch, constituida para trabajar en la preservación y difusión de la obra del profesor Juan Bosch, en vinculación con proyectos de diversa índole que promuevan el desarrollo humano, social y ciudadano en República Dominicana. camino real CAMINO REAL es una publicación de la Fundación Juan Bosch. Pretende ser un espacio plural, democrático, al servicio del pueblo dominicano, y en el que participen todas las personas dedicadas a estudiar los fenómenos sociales y promover los valores y principios de justicia, dignidad, patriotismo y democracia por los que vivió y luchó el Profesor Juan Bosch. 2 PORTADA: Manifestaciones en Chile, 2011. con tenido EDITORIAL .................................................................................................................. 2 MIRADA PRESENTE Petróleo, dictadura e intervención en la Venezuela de comienzos del siglo XX ............... 7 SERGIO RODRÍGUEZ GELFENSTEIN Las Constituciones dominicanas de 1963 y la de 1966: Un análisis comparativo ........ 21 AQUILES CASTRO Manuel Belgrano y el camino a la Revolución ........................................................... 35 CAROLINA CRISORIO La correlación entre las revoluciones sociales, las científico-técnicas y las productivas ..... 45 PEDRO L. SOTOLONGO HUELLAS DEL FUTURO Juan Bosch, intelectual orgánico y la carta del confinamiento ................................... 59 MANUEL JOFRÉ CAMINO EN CONSTRUCCIÓN La ausencia de un poder constituyente democrático en la historia de Chile ................ 79 SERGIO GREZ TOSO DESDE MI ORILLA Mario Vargas Llosa ................................................................................................ 101 ALEXIS MÁRQUEZ RODRÍGUEZ camino real Bosch: comprensión de la Historia y lucha democrática desde el trujillato al golpe de Estado .............................................................................................. 71 MATÍAS BOSCH Bases del Concurso Camino Real 2011 ..................................................................... 107 3 EN EL CAMINO EDITORIAL camino real 2011 se conmemora en República E nDominicana el cincuenta aniversario 4 de la caída de la tiranía trujillista y del retorno de Juan Bosch a su patria para acometer la tarea de conseguir una “fórmula de convivencia democrática”. El problema de la “tiranía”, el “mal gobierno” y el autoritarismo, ocupa en el pensamiento y la obra de Juan Bosch un lugar de gran importancia. Primero porque Bosch fue un luchador consumado en contra del régimen tiránico de Rafael Leonidas Trujillo Molina y de todas las formas de opresión, dictaduras y empresas imperialistas que sacudieron a América y al mundo a lo largo del siglo xx, en el que le tocó ser figura estelar. Pero también porque Bosch se ocupó de reflexionar acerca del asunto, y trascendió la denuncia para ahondar en las causas de los malos gobiernos y las marcas que dejan en las sociedades. Para Bosch, diciéndolo en sus propias palabras, las tiranías no caen del cielo. Hay en él un esfuerzo sistemático por comprender eso que pudiera llamarse las “regularidades históricas” y a partir de ahí reconocer con qué fuerzas cuentan y de cuáles carecen los pueblos a la hora de operar en su redención, que no puede ser efectiva sino se constituye como proceso conciente y colectivo. Las dictaduras no son consecuencia del infortunio o el inmerecimiento de un mejor destino, ni se remedian mágicamente: son el fruto de “fuerzas”. América Latina y su historia, están atravesadas de experiencias tiránicas y autoritarias, pero también de intensas búsquedas por la libertad plena de hombres y mujeres. De las dictaduras y los proyectos colonizadores de ayer, a los golpes de Estado y las fórmulas de gobierno elitista y autoritario aún vigentes, nuestro continente tiene una vasta experiencia que el discurso demagógico de los sectores dominantes de hoy quiere negar, blandiendo el éxito de la “ola democrática”. América también cuenta con la memoria de los pueblos, de triunfos y derrotas, y de pensamientos complejos, como “canteras de ideas” para su construcción de futuros posibles. El pensamiento crítico de Juan Bosch y el proyecto político que invita a construir con su llegada, encarnan la desconfianza por cualquier mirada esponteanísta o complaciente sobre cómo superar el expediente caudillista-autoritario. No es otro caudillo, sino una “fuerza” social que supere a la que sustentó al “mal gobierno” y que se exprese en una nueva concepción de relaciones liberadoras, el único proceso en el cual se puede creer. El pensamiento crítico del presente nos invita a mirar el trasfondo del autoritarismo latinoamericano, y los referentes y Hoy, afortunadamente, renace con vitalidad, desde Chile hasta México, la utopía de sociedades sin “malos gobiernos” y la idea de que sólo el “verdadero pueblo” –como dijo Hostos– puede hacer posible la verdadera democracia. Camino Real acoge esa línea de pensamiento y debate, como aporte al momento latinoamericano y a la revaloración de la agenda histórica de Juan Bosch. camino real proyectos emancipatorios latinoamericanos, en su larga cadena de intentos y utopías incalcanzadas. Hace cinco décadas, y luego de 30 años de tiranía, el pueblo dominicano hizo posible lo aparentemente –aún hoy– imposible para las “verdades” consagradas: presentarse en el escenario político como un actor autónomo y crítico, orientado por una voluntad general de superar viejas estructuras. 5 camino real 6 MIRADAPRESENTE Petróleo, dictadura e intervención en la Venezuela de comienzos del siglo XX. SERGIO RODRÍGUEZ GELFENSTEIN Las relaciones de Estados Unidos y Venezuela en la primera mitad del siglo XX están signadas por dos factores fundamentales, la dictadura del General Juan Vicente Gómez y la consolidación del Estado bajo su mandato de represión y autoritarismo, revertiendo las medidas nacionalistas, de defensa de la soberanía del gobierno de su antecesor Cipriano Castro y la transformación del petróleo en principal producto de exportación del país y eje de la estructura de la economía venezolana durante todo el siglo XX, hasta nuestros días. En particular esto último va a ser el elemento central que influirá en la configuración de la identidad venezolana en su quehacer político, económico y social. Palabras claves: Venezuela, Petróleo, Autoritarismo, Nacionalismo, Soberanía [… ] pero yo quería recomendar a los señores expresidentes que recordaran el hecho de que en todo este siglo, hasta que llegó al poder Franklin Delano Roosevelt, los Estados Unidos fueron un país interventor, y no estoy hablando de la intervención económica, no de la intervención cultural sino de la intervención militar, que es la más burda, la más grosera y la que más fácilmente ven los ojos de los pueblos del mundo. Antecedentes del siglo XX americano El comienzo del siglo XX significó la pretensión de imponer la “modernidad” en América Latina, una modernidad que irrumpió con el siglo, a pesar que comenzó en 1898 si nos atenemos a la definición de Fernández Retamar que atribuye a ese año el inicio del “siglo XX para las Américas y el Mundo Hispano”.1 Resulta imprescindible someter a breve razonamiento esta idea que nos permitirá colocar en su justa dimensión la etapa que nos convoca porque el inicio ese siglo está asociado a la búsqueda de una modernidad que no llega a consolidarse en nuestra región y frente a la cual en años precedentes José Martí había asumido una oposición constructiva proponiendo una alternativa de identidad común para nuestros pueblos, enarbolando camino real Juan Bosch “El Discurso de Caracas” Caracas, 7 de marzo de 1979 7 camino real 8 –precisamente– la idea de Nuestra América como antítesis del pensamiento panamericano que iba a signar la historia de las relaciones entre la región y Estados Unidos como medida de la consolidación de la idea monroista por oposición al ideal bolivariano. La solución de este debate es la que expone Martí al escribir su extraordinario artículo “Nuestra América” publicado primero en La Revista Ilustrada de Nueva York, el 1º de enero de 1891, y después en El Partido Liberal de México, el 30 de enero del mismo año. Algunos años antes durante un discurso pronunciado en la Sociedad Literaria Hispanoamericana el 19 de diciembre de 1889, en una velada artístico-literaria ante delegados a la Conferencia Internacional Americana2 enunció la idea de “nuestra América” todavía así, con el pronombre posesivo en minúscula. Vale la pena recordar un párrafo hermoso, pletórico de un sentimiento de hidalguía pura, ese sentimiento nuestramericano que brotaba de su alma y de su corazón con el que Martí le recordaba a los delegados que “[…] por grande que esta tierra sea, por ungida que esté para los hombres libres la América en que nació Lincoln, para nosotros, en el secreto de nuestro pecho, sin que nadie ose tachárnoslo ni nos lo pueda tener a mal, es más grande, porque es la nuestra y porque ha sido más infeliz, la América en que nació Juárez”3 y finaliza con una pregunta y con una convicción “¿Adónde va la América, y quién la junta y guía? Sola, y como un solo pueblo, se levanta. Sola pelea. Vencerá, sola”.4 Pero, no sólo Martí se inquietaba por la situación de nuestra región en su relación con el mundo. En la época del imperialismo naciente, diferentes intelectuales se proponían redefinir nuestra identidad a partir de conceptos que iban más allá de lo nacional. Se comienza a hablar de lo “latinoamericano” frente a la imposición de hecho de la idea panamericana. Hombres preclaros como el uruguayo José Enrique Rodó, el chileno Francisco de Encina, el peruano, Francisco García Calderón y el mexicano Francisco Bulnes a través de su obra efectuaron mordaces críticas al imperialismo norteamericano.5 Esta impronta recorrería el sentir nuestramericano en cualquier momento del siglo que se anunciaba, en cualquier latitud al sur del Río Bravo y auguraba el espíritu con el que se encararía el vínculo complejo, contradictorio y acaparador del quehacer de nuestros países en su parentesco dolorosamente americano con Estados Unidos. La Venezuela de comienzos de siglo. El gobierno nacionalista de Cipriano Castro El siglo XIX venezolano se caracterizó por una larga seguidilla de gobiernos militares, donde la autocracia y el caudillismo caracterizaron la gestión gubernamental ante la debilidad institucional y la ausencia del Estado en importantes regiones del país. Dos figuras, José Antonio Páez y Antonio Guzmán Blanco coparon el quehacer de la vida política del país. Parecía que este siglo finalizaría bajo esa marca y así lo refleja la memoria de la “historia oficial”. Sin embargo la llegada al poder de Cipriano Castro establece –además del enlace entre dos siglos– la señal de lo que sería una propuesta de transformación del país en su relación con las formas de dominación y subordinación al capital imperialista. Aunque la manera en que Castro llega al poder no significó mayor diferencia respecto a la de sus antecesores y primeros años del gobierno de Castro– acercarse a Manuel Antonio Matos, un banquero, devenido general, opositor furibundo a Castro al sentirse afectado por la ruptura del presidente con el sector financiero. Matos se dio a la tarea de organizar un ejército uniendo a todas las facciones que adversaban a Castro. Aunque logró el apoyo de la Compañía Francesa del Cable Interoceánico y la alemana del Gran Ferrocarril de Venezuela quienes ofrecieron ayuda logística y financiera a la “Libertadora”, Matos fue derrotado en la Batalla de La Victoria, el 2 de noviembre de 1902, poniendo fin a la intentona y consolidando el poder de Castro en la conducción del país. Loomis, por su parte, fue removido de su cargo y sustituido por Herbert. W Bowen, personaje que va a tener notoria participación en los hechos que iban a vivirse en fechas muy cercanas. Hacerse de la economía venezolana en plena expansión petrolera era una ambición no enmascarada por las potencias europeas. En tales condiciones supuestos países adeudados apelaron al cobro compulsivo de esa “deuda”, sabiendo que la solución no era factible en las condiciones que lo exigían, por lo que recurrieron a la intervención militar. Los hechos se desataron cuando fuerzas navales de Inglaterra, Alemania e Italia, asaltaron y posteriormente destruyeron de manera parcial los puertos venezolanos, para finalmente bloquearlos al mismo tiempo que bombardearon Puerto Cabello, a lo cual sumaron al intento fallido de desembarco en las costas del Estado Zulia que no se consumó por las particulares condiciones de navegación en el Lago de Maracaibo. Días después Francia, Holanda, España, Bélgica y hasta México se unen a la reclamación. camino real pues su discurso no variaba –en esencia– del que los caudillos de la época trazaban, su negativa a satisfacer las reclamaciones financieras de naciones europeas que optaron por el ataque, bombardeo y posterior bloqueo de nuestras costas, marcaron para la República un punto de inflexión del devenir político en su trato con Estados Unidos y el resto de las potencias del Viejo Continente. En el contexto de la época, el embajador de Estados Unidos en Venezuela, Francis Loomis había sido acusado de conspirar contra el gobierno venezolano bajo presión de la empresa New York and Bermúdez Company. Esta compañía había logrado una concesión maderera, –sin autorización del estado venezolano– a través de una transferencia recibida de Horace R. Hamilton y George A, Phillips, empresarios privados, quienes la habían obtenido en 1884 durante el gobierno de Antonio Guzmán Blanco para la explotación de “recursos naturales”. El gobierno de Venezuela rechazó la transferencia cuando se descubrió que el territorio en cuestión estaba en las inmediaciones del lago de asfalto más grande del continente, el gigantesco Lago Guanoco. La Bermúdez Company había tenido innumerables pleitos con gobiernos anteriores al no poder demostrar la validez de la concesión y los términos de la operación. El gobierno del presidente Castro inició acciones legales para lograr la conculcación de la concesión con lo que se inició un gran conflicto con el Trust del Asfalto que ejercía una gran influencia en el gobierno de Estados Unidos.6 Este país dispuso la cantidad de 130,000 dólares para financiar la conspiración llamada “Revolución Libertadora”. La Bermúdez Company decidió –en los 9 camino real 10 La respuesta del Presidente venezolano conmocionó al país cuando, el 9 de diciembre de 1902, proclamó “La planta insolente del extranjero ha profanado el sagrado suelo de la Patria”. En un primer instante se supuso que Estados Unidos daría una contundente respuesta a la agresión europea en el marco de la aplicación de la Doctrina Monroe, sin embargo esto no ocurrió. La explicación del gobierno estadounidense se fundamentaba en que la misma no era aplicable en situaciones de incumplimiento de compromisos por alguna nación americana.7 Esta actitud que aparecía como una respuesta neutral al hecho acaecido, escondía -sin embargo,- la verdadera intención del nuevo imperio al fijar los límites de acción de la intervención europea, estableciendo que ella fuera solo una medida de presión para cobrar la deuda, pero impidiendo la profundización de la operación militar para que no llegara a una invasión con tropas, acción sólo concebida en nuestro continente para su realización por parte del ejército de Estados Unidos en el marco de la aplicación de la Doctrina Monroe, demarcando –de esta manera– y con precisión, el ámbito de su influencia expansionista. Contraria a la aplicación de la Doctrina Monroe, desde América Latina surgió una propuesta transformada también en doctrina de derecho internacional americano a partir de la posición fijada por el ministro de Relaciones Exteriores de Argentina, Luis María Drago, que exponía la ilegalidad de las acciones militares para cobrar deudas surgidas de empréstitos contraídos por el Estado. El argumento de Roosevelt para oponerse a la Doctrina Drago se fundamentó en que la intervención en un país no estaba en contradicción con la propuesta del jurista argentino si no estaba ligada a la conquista de territorios. Durante la III Conferencia Internacional Americana que se efectuó en Río de Janeiro en julio de 1906, a pesar de la presión de Estados Unidos para no incluir la discusión de la Doctrina Drago en la agenda, varias delegaciones de América Latina incorporaron el punto y por unanimidad se logró aprobar la resolución de pedir a la II Conferencia de La Haya – que se realizaría al año siguiente– que se incluyera la Doctrina Drago en “la recopilación de las leyes internacionales y su reconocimiento como principio de derecho internacional”.8 La intervención armada en Venezuela, a pesar de darse en las descaradas condiciones del manejo imperial había ayudado a echar cimientos positivos en la construcción del edificio de un sistema internacional de derecho para nuestras naciones. Sin embargo, dicha acción y la actuación del gobierno estadounidense a través de su representante en Caracas fueron una clara intervención en los asuntos internos del país, trocando a su favor la actitud desmesurada de una Europa que veía decaer su poder en el continente. En medio de la debilidad estructural del sistema político venezolano, y de su absoluta precariedad financiera, el presidente Castro se vio obligado a negociar con los deudores el pago de las acreencias, nombrándose al embajador Bowen como negociador por Venezuela, después de haberse aceptado la mediación de Estados Unidos en el conflicto. Se firman así los Protocolos de Washington, sin que ningún venezolano tuviera “arte ni parte” en la gestión de los mismos. Cada uno de estos 10 instrumentos –uno con cada nación acreedora– fue acordado por Bowen con estos países. sus aliados europeos y sembrando un precedente de lo que sobrevendría en el siglo XX americano. El incumplimiento de los pagos acordados en los Protocolos de Washington, fue la justificación para el golpe de Estado que Juan Vicente Gómez (cercano a Castro, pero más proclive a los intereses extranjeros) le diera en 1908 a quien era su jefe y amigo. Es importante decir que la propia Embajada de Estados Unidos en Venezuela había informado a su gobierno en 1907 que el gobierno venezolano había terminado de cancelar la deuda con las potencias agresoras tal como se había establecido en las instancias jurídicas y que se disponía a pagar la deuda minoritaria a otros países acreedores.11 Estos hechos mantuvieron las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela en una situación de franco deterioro en la medida que adentraba el siglo. Las potencias extranjeras nunca cesaron en su intención de derrocar al gobierno de Castro. Éste no consiguió sostener la alianza que había logrado construir ante la invasión extranjera, ni siquiera pudo mantener la unidad de su partido, el Liberal Restaurador, en el cual Juan Vicente Gómez comienzó a liderar a una camarilla de descontentos. Ante la enfermedad del presidente, se comienza a vislumbrar la posibilidad de su salida del poder. Diversas facciones pugnan por desplazar al mandatario que convalece, pero es Gómez quien inicia contactos con el gobierno norteamericano, con el objeto de obtener su apoyo para una futura conspiración. La partida de Castro hacia Europa a fin de recibir tratamiento médico, pone en funcionamiento la confabulación interna que tiene en Estados Unidos un evidente aliado. El propio secretario de Estado de camino real Es ampliamente conocido que el embajador estadounidense tomó decisiones propias sin consultar al gobierno venezolano. Bowen adujo que los protocolos son una verdadera afrenta a Venezuela y una imposición fuera de toda cordura al interés nacional. Adujo que tanto él como su presidente ya se habían comprometido con los reclamantes bajo esas condiciones que resultaban perniciosas para Venezuela, pero que no podían modificarse.9 Huelgan comentarios respecto al tenor de la negociación, al margen no solo del Derecho Internacional Público, también del Derecho Internacional Privado, pero más allá de la Doctrina, está sólidamente sustentado en documentos que reposan en poder de la República que la deuda reclamada era sencillamente inexistente, que no había pruebas que las respaldaran y que las reclamaciones eran inviables porque los reclamantes no tenían derecho a ella, incluso porque los documentos utilizados habían sido ilegalmente forjados.10 Todo este suceso que se hubiera podido solventar mediante una negociación bilateral con cada una de las partes, fue en realidad el instrumento perfecto para la medición de fuerzas entre Estados Unidos y las potencias europeas. Europa quiso saber cuánta fuerza había acumulado Estados Unidos en su afán de aplicar la Doctrina Monroe. Estados Unidos, por su parte, quería que los países americanos entendieran que sus intereses económicos en el continente iban a ser salvaguardados a cualquier costo. Por esta razón había que ponerle coto al intento nacionalista del general Cipriano Castro en Venezuela. Una mezcla de instrumentos militares, presión económica e injerencia diplomática habían resuelto este conflicto a favor de la naciente potencia imperialista, fallando a favor de 11 Estados Unidos, Philander Knox, se pone al frente de dicha componenda, ofreciendo apoyo para un golpe de Estado, además de convocar a las potencias europeas para lograr su apoyo. El 19 de diciembre de 1908, es la fecha elegida para consumar el ascenso de Gómez al poder, mientras el presidente Castro permanecía en Europa. En breve arriban a La Guaira los acorazados de guerra norteamericanos Maine, Des Moines y North Carolina y el alto comisionado de Washington, William I. Buchanan arriba para ofrecer el respaldo irrestricto del gobierno estadounidense a Gómez. A cambio, este se compromete a variar la política nacionalista de Castro, por una a favor de los inversionistas extranjeros y sus países. camino real Venezuela bajo el gomecismo. La consolidación de la presencia estadounidense 12 Las circunstancias políticas en que se desenvolvió la dictadura de Juan Vicente Gómez trazaron la señal sobre la cual iba a desarrollar su política exterior, en particular en su relación con Estados Unidos. Durante su gobierno, la industria petrolera pasó a transformarse en el centro de la economía y el eje sobre el cual giraba el quehacer de la República. Su afán de sostenerse en el poder mediante la represión contó siempre con el apoyo de Estados Unidos que se hizo de la “vista gorda” ante los innumerables hechos que violentaban cualquier claúsula democrática. El interés en los gigantescos recursos energéticos de Venezuela para un país en expansión que emergía al siglo XX como la primera potencia industrial y financiera del mundo después de su irrupción en la guerra hispano-cubana, la firma del Tratado de París de 1898, y la apropiación del territorio de Panamá donde construiría el canal, pero sobre todo donde instalaría su poderío militar para ejercer su control del hemisferio occidental, necesitaba del dominio y vigilancia de las gigantescas reservas petrolíferas que emanaban a raudales del subsuelo venezolano. Nada más útil a sus intereses que un gobierno servil y corrupto, al que pudieran manejar. La dictadura gomecista se propuso desde el comienzo la política de no participar en conflictos latinoamericanos y establecer las mejores relaciones con sus vecinos. Hizo de la “neutralidad” en política exterior un instrumento para evitar el control y la observación de la comunidad internacional respecto a sus desmanes y tropelías en el país. En 1908 reanudó las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, que se habían roto en julio del mismo año por el presidente Castro ante la evidencia creciente de la intervención estadounidense en los asuntos internos de Venezuela. Desde el comienzo del gobierno, el canciller González Guinán mantuvo conversaciones con el enviado especial de Estados Unidos, William Buchanan, mediante las cuales quedaron sin efecto las sanciones acordadas en 1906 contra la New York & Bermúdez Company y otras compañías norteamericanas que intervinieron en la política interna en 1902 dándole apoyo a la Revolución Libertadora, como se expuso anteriormente. Tratando de tener alguna presencia en el escenario internacional. Gómez a través de su Cancillería, convocó a un “Congreso Mundial de Neutrales” en 1914 después del estallido de la Primera Guerra Mundial sin haber obtenido mayor éxito aunque eso le granjeara algunas desavenencias con Estados Unidos. Su persistencia en mantener la neutralidad en la guerra tuvo su momento más álgido a finales de 1916 Como colofón de las relaciones de Venezuela con Estados Unidos en esta etapa, al finalizar la guerra, en un acto que podría considerarse de distanciamiento de la posición estadounidense, el país se adhirió a la Liga de las Naciones el 3 de marzo de 1920, suscribiendo varios de los convenios que surgieron de ella. El factor petrolero cuando recibió fuertes presiones y amenazas del Departamento de Estado a fin de lograr de Venezuela una declaración de beligerancia a favor de los aliados. El embajador de Estados Unidos, Preston Mc.Goodwin, incluso protestó por no tener contraparte con quien discutir el problema. 1. Es imposible hablar de la historia de la Venezuela contemporánea sin considerar al petróleo como factor influyente y determinante de la misma. 2. Es imposible hablar de la consolidación del Estado venezolano sin considerar al petróleo como factor sobre el cual cabalgó este proceso. 3. Es imposible hablar de este período de la historia sin asumir que gracias al petróleo se consolidó la dictadura gomecista, la cual marcó la pauta de lo que devendría en las luchas políticas del siglo XX y la instauración, en su segunda mitad, del sistema democrático representativo, mucho después que la mayoría de los países de nuestro continente. 4. Es imposible hablar de las relaciones de Venezuela con Estados Unidos sin camino real Cuatro variables nos llevan a la obligatoriedad de hablar del petróleo como factor decisivo en el estudio que encaramos: 13 camino real entender que el eje conductor de las mismas es el carácter de Venezuela como gran productor energético. 14 Por otra parte, es inevitable considerar dos momentos cruciales de la situación internacional que influirán de manera determinante en la potenciación de este factor. Ellos son la Primera Guerra Mundial y la crisis capitalista de sobreproducción de 1929 a 1933. La confrontación bélica iniciada en 1919 en Europa va a cambiar definitivamente la estructura capitalista mundial. A la debilidad política de las potencias europeas tras el fin del conflicto se le va a sumar un agotamiento de sus capacidades económicas, toda vez que tienen que destinar ingentes cantidades de recursos a la recuperación de su devastada economía. También es menester recordar que en 1917 había triunfado en Rusia la Revolución Bolchevique que trastocó el habitual equilibrio de fuerzas europeo. Paralelo a este proceso, Estados Unidos, que vivió al margen de la conflagración, afianzaba su poderío político y económico, incrementando de manera exponencial sus niveles de ingreso y de colocación de inversiones en el extranjero, sobre todo para paliar la debilidad de Europa en la posguerra. En ese marco, la rivalidad entre los intereses petroleros de Estados Unidos e Inglaterra tuvo su punto culminante cuando tras el Acuerdo de San Remo de 1920, Gran Bretaña y Francia se dividieron los territorios árabes del Medio Oriente. Estados Unidos que quedó excluido del Acuerdo, entendió que debía incrementar su presencia en Venezuela, lejos del área de influencia de las potencias europeas. Para ello, las empresas petroleras estadounidenses recibieron todo el apoyo del presi- dente Roosevelt quien dio especiales orientaciones a su Embajada en Caracas para que les diera todo su respaldo. El precio del crudo se incrementó al triple entre 1913 y 1920.12 Por otro lado, la crisis económica y financiera de 1929 a 1933 surgida de la sobreproducción de materias primas en Estados Unidos, también tuvo una repercusión directa en Venezuela. La reducción de las importaciones de productos agrícolas desde Estados Unidos golpeó de manera potente las exportaciones venezolanas, en particular las de café, cacao, y ganado, que descendieron de manera abrupta, reduciendo la entrada de divisas al país. Ello trajo como consecuencias inmediatas un gran éxodo de mano de obra desde las zonas rurales que buscaron primordialmente los campos petroleros en pos de un empleo. Esta es la esencia de la mutación del país que a través de su historia había tenido una economía agrícola, para transformar el petróleo en el centro de su producción económica generando trascendentes cambios políticos y sociales.13 Sin embargo, la nación no estaba preparada ni gerencial, ni tecnológicamente para este cambio, mucho menos desde el punto de vista de la organización de la economía. Tal situación permitió la instalación y posterior control por parte de las compañías transnacionales del negocio petrolero. De esta manera se inicia la penetración formal de esas empresas ael país en el proceso de toma de decisiones que afectaban la soberanía nacional y que debieron involucrar exclusivamente al Estado venezolano.14 El instrumento jurídico que sirvió al efecto fue el Régimen de Concesiones que permitió a las empresas petroleras controlar todas las actividades de relacionadas con comenzaron a fiscalizar la economía, construyendo una perspectiva de futuro acorde a sus propios intereses y aspiraciones y negando las grandes necesidades de desarrollo del pueblo venezolano. El post gomecismo. Transición fallida a la democracia. La dictadura de Gómez no murió formalmente con el fallecimiento de su progenitor. Ventisiete años de gobierno tiránico, habían consolidado un sistema político, económico y social que aún iba a incidir en el quehacer del país en el futuro más inmediato. La oposición no tuvo la fuerza suficiente para forjar una alternativa ante la desaparición física del tirano. En tales condiciones el Ejército continuó siendo el actor más determinante de la vida política nacional. Sin embargo, sería desacertado no reconocer que el nuevo gobierno del general Eleazar López Contreras abrió un margen relativo de libertades que el país no había vivido nunca. López Contreras se propuso establecer una política proteccionista de la producción nacional. Para ello introdujo en el Congreso, en octubre de 1936, un proyecto de Ley de Arancel de Aduanas con el objetivo de dar mayor impulso a las industrias del agro, que afectó a las importaciones provenientes de Estados Unidos, en particular las de la industria automotriz, todo lo cual motivó el interés estadounidense de negociar un tratado comercial bilateral que regulara el comercio entre los dos países. Venezuela, a través de su cancillería, mostró interés en firmar dicho instrumento, toda vez que existía preocupación en Estados Unidos en torno a que la nueva ley pudiera afectar el negocio petrolero. camino real la exploración, producción, refinación y comercialización del crudo; las cuales, además, disfrutaron de una gran cantidad de facilidades que hacían extraordinariamente rentable su inversión en el país. Así, se les exoneró del pago de aranceles aduanales pudiendo importar al margen de cualquier control todo tipo de herramienta y maquinaria sin que esto significara ingresos para el Estado. Se determinó además exonerarlas en caso de que no obtuvieran los resultados deseados, e incluso el gobierno dictatorial permitió que fueran los abogados de estas empresas los que redactaran la ley de minas a través de la cual se consumó la cesión de soberanía a las mismas.15 Los capitales estadounidenses que llegaron tarde al reparto de las concesiones, fueron ganando espacio hasta que un Acuerdo de alcance internacional entre la Shell y la Standard Oil les permitió tomar una posición ventajosa en el control de las reservas del país, lo cual los llevó en este período a afianzar sus capitales en el país. Al respecto Díaz de Arce 16 dice que si las inversiones de Estados Unidos “se reducían a 3 millones de dólares en 1912, en 1938 ascendían a 247 millones”. Así mismo, “de 1 millón de barriles en 1920, Venezuela pasó a producir 35 millones en 1935”.17 El ministro de Fomento, Gumersindo Torres –sin violentar la esencia del sistema– intentó ordenar el pago de impuestos en el momento de la elaborar la reglamentación que debería surgir de la Ley de Hidrocarburos de 1929, pero fue severamente cuestionado por las transnacionales que protestaron ante el gobierno gomecista, el cual aceptó la demanda de las empresas extranjeras. Esto fue delineando el modelo de explotación petrolera en el país, con una clara injerencia de las empresas que 15 camino real En la primera ventanilla, se ve al General Juan Vicente Gómez. 16 Sin embargo, los representantes de Estados Unidos en las negociaciones, tenían en mente la salvaguarda de los intereses de las empresas petroleras en detrimento del interés nacional de Venezuela, por lo que sus delegados comenzaron a perder interés en las deliberaciones en las que Estados Unidos ofrecía la cláusula de nación más favorecida a través de la nueva política establecida por el presidente Roosevelt con el Trade Agreement Act, cuyos efectos entraban en contradicción con la propuesta de Ley de Arancel de Aduanas que López Contreras había propuesto para fortalecer la economía nacional. Tres años llevó la negociación del tratado que se firmó finalmente en 1939 en condiciones totalmente desfavorables para Venezuela, que actuó con el temor de iniciar un conflicto con quien significaba su mayor comprador de petróleo y a la vez el primer abastecedor comercial del país18. La acción política más importante que debió enfrentar López Contreras fue la Huelga Petrolera de 1936 en la que los trabajadores demandaban mejores condiciones de trabajo y de vida en los campos petroleros y reconocimiento a sus justas exigencias en materia de organización sindical. Estas peticiones fueron desoídas por las compañías petroleras extranjeras, generando un gran conflicto en el que el gobierno tuvo que actuar de mediador, pero al no llegarse a ningún acuerdo decretó el inicio de labores, favoreciendo en los hechos la posición de las empresas transnacionales, que al sentir el apoyo del gobierno icomenzaron grandes persecuciones y encarcelamientos a los dirigentes sindicales. Con esta acción el gobierno de López no beligerancia de un país que jamás –desde 1830– hizo la guerra a ningún otro.19 Durante el período presidencial de Medina, Venezuela estableció relaciones diplomáticas con la Unión Soviética en 1945 y asistió a la Conferencia Interamericana Extraordinaria sobre los problemas de la guerra y la paz en marzo de 1945 en el Palacio de Chapultepec, en México, y a la Conferencia de San Francisco que dio origen a la Organización de Naciones Unidas A manera de conclusiones En el período estudiado las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela está signado por dos factores fundamentales, la dictadura del general Juan Vicente Gómez y la consolidación del Estado bajo su mandato de represión y autoritarismo, revertiendo las medidas nacionalistas y de defensa de la soberanía del gobierno de su antecesor Cipriano Castro y la transformación del petróleo en principal producto de exportación del país y eje de la estructura de la economía venezolana durante todo el siglo XX y hasta nuestros días. En particular esto último va a ser el elemento central que influirá en la configuración de la identidad venezolana en su quehacer político, económico y social. La relación con Estados Unidos y sobre todo la presencia de las empresas transnacionales petroleras van a señalar el rumbo de la construcción del Estado y la economía del país. Su fuerte potencial intervencionista y de control de los destinos de la nación y omnipresencia en la toma de las decisiones más importantes, marcaron el carácter de la construcción nacional y del desarrollo del país en la primera mitad del siglo XX. Gobierno y empresas estadounidenses actuaron como un todo, con el objetivo claro camino real marcó continuidad con las prácticas del gobierno represivo y entreguista de la dictadura gomecista, en los marcos que Estados Unidos le señalaba a un país que se iba transformando en uno de sus principales abastecedores de petróleo cuando la situación internacional avizoraba un difícil momento ante el inicio de hostilidades en Europa por segunda vez en el siglo. Isaías Medina Angarita fue elegido presidente de la República para el período 1941-1945. A pesar de provenir del gabinete de López Contreras en el cual ocupó la cartera de Guerra y Marina, el nuevo mandatario se preocupó por marcar una diferencia con su antecesor y mucho más con los métodos del gomecismo. Durante su mandato se desarrolló la Segunda Guerra Mundial y eso puso pautas al comportamiento internacional de Estados que como Venezuela eran abastecedores de materia prima para los países que intervenían directamente en el conflicto. En 1944 Medina viaja a Estados Unidos, se entrevista con el presidente Roosevelt y le plantea el punto de vista venezolano ante el cambio de soberanía de Aruba y Curazao, toda vez que Holanda había sido ocupada por las fuerzas hitlerianas y la cercanía de las islas al territorio venezolano y en particular a la mayor zona petrolífera del país, el Lago de Maracaibo, preocupaba a las autoridades del país. Vale decir que Venezuela formó junto a otras naciones latinoamericanas un grupo de países que por diferentes razones se mantuvo neutral durante toda la guerra. Sólo entrado el año 1945 se decidió por apoyar la alianza antifascista. En el caso de Venezuela, a pesar de que el sentimiento popular estaba con los aliados y que siempre se apoyó a esa coalición, se respetó la tradición de 17 de apoderarse de los ricos yacimientos petroleros del país que brotaban de las entrañas de la tierra como el maná de la sobrevivencia de los años futuros. Desde el gobierno nacionalista de Cipriano Castro, ningún otro marcó profundas diferencias que establecieran un rumbo soberano para el devenir del país y esa alianza entre Estados Unidos y los gobiernos entreguistas cercanos al imperio señalaron un camino sinuoso para los intereses de la nación, el cual ha sido muy difícil de alterar. Notas 1 2 3 4 camino real 5 18 6 Roberto Fernández Retamar: “Reflexiones sobre el significado del 98” en: Con eñe, Revista de Cultura Hispanoamericana, Nº 4, Cáceres, 1998, en: Joaquín Santana Castillo, Utopía, Identidad e Integración en el pensamiento latinoamericano y cubano. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales. 2008. José Martí: “Madre América”. Discurso pronunciado en la Sociedad Literaria Hispanoamericana el 19 de diciembre de 1889, en una velada artístico-literaria ante delegados a la Conferencia Internacional Americana. En: Obras Completas, ob.cit. José Martí: Ob. cit. Ibíd. Carlos Marichal: “La historia latinoamericana: ¿Quo vadis? Reflexiones sobre el concepto de América Latina desde la perspectiva de las relaciones internacionales”, en: Tierra Firme, N° 55. Caracas, julio-septiembre, 1996. Moravia Peralta Hernández: “Los protocolos de Washington como antecedente del establecimiento de una política hegemónica de los Estados Unidos de Norteamérica” en: La conspiración internacional contra Cipriano Castro (1903-1924), Caracas, República 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 Bolivariana de Venezuela, Ministerio del Poder Popular para Relaciones Exteriores, 2009. Irene Rodríguez Gallad: Venezuela entre el ascenso y la caída de la Revolución Liberal. Caracas, Editorial Ateneo de Caracas. Colección Ensayo, 1980, en: Raúl López Alacayo, Historia Contemporánea de Venezuela, Caracas, El Dorado Ediciones. 1992. Sergio Matos Ochoa: El panamericanismo a la luz del derecho internacional, Caracas, Universidad Central de Venezuela. Facultad de Ciencias Económicas y Sociales. 1980. ACMRE, Archivo Antiguo, Estados Unidos, vol. 231, folios 282-283 en: Moravia Peralta Hernández, ob.cit. Moravia Peralta Hernández: Ob. cit. ACMRE, Archivo Antiguo, Alemania. Vol.56. Folios 76-77, en: Moravia Peralta Hernández, ob. cit. Fundación Polar, Diccionario de Historia de Venezuela, tomo 3, segunda edición, Caracas, 1997. p. 616. Sergio Aranda: “La Economía Venezolana”, en: Raúl López Alacayo, Historia Contemporánea de Venezuela, Caracas, Ediciones El Dorado, Reimpresión, 1992 Fuente: Ramón J. Veloz “Economía y Finanzas de Venezuela, desde 1830 hasta 1944”. Ibíd. Raúl López Alacayo: Ob. cit. Omar Díaz de Arce: “Contradicciones interimperialistas en América Latina entre las dos guerras mundiales (1917.1939)”, en: Eurídice González Navarrete, (comp.) Historia de América Latina y el Caribe III. Selección de Lecturas. La Habana, Editorial Félix Varela. 2004. Ibíd. Fundación Polar: ob. cit, tomo 2, p.1010. Demetrio Böersner: Historia de las Relaciones Internacionales de América Latina. Breve Historia, quinta edición, Caracas, Nueva Sociedad, 1996. Sergio Rodríguez Gelfenstein es venezolano, desde muy joven se integró a las luchas populares como estudiante de la enseñanza media. Participó en las luchas de liberación en Nicaragua, El Salvador y Chile hasta 1992 cuando regresa a Venezuela Inicia estudios universitarios durante ese año obteniendo reconocimientos como la Mención Magna Cum Laude y el primer lugar de su promoción en la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Central de Venezuela en diciembre de 1996 y Mención Honorífica al obtener su maestría en Relaciones Internacionales en 2003 en la misma Casa de Estudios. Desde 1993, inició su carrera periodística siendo corresponsal de prensa, ha escrito para periódicos y revistas de Uruguay, México y Venezuela, además ha publicado artículos en revistas especializadas de Puerto Rico, Bolivia, Perú, Brasil, Venezuela, México y España. Sus artículos circulan en innumerables páginas de Internet Fue Director de Relaciones Internacionales del Gobierno de Chiapas en México, Director de Relaciones Internacionales de la Presidencia, Director de Relaciones Internacionales del Ministerio del Ambiente y Director de Relaciones internacionales del Ministerio de Cultu- ra de la República Bolivariana de Venezuela, asesor de Política Internacional de la Presidencia de Telesur, Embajador de la República Bolivariana de Venezuela en Nicaragua. En 1993 publicó su primer libro como investigador, teniendo a la fecha en su haber un total de 3 libros, ha coordinado otros 3 y participado como coautor de 6 publicaciones más. Durante estos años ha enfocado su análisis y estudio a los problemas de América Latina y el Caribe, en particular sus relaciones internacionales, temas de los cuales ha dado conferencias en diversos países. Ha dictado cursos de temas afines a las relaciones internacionales en México y Chile. Ha sido profesor de la Universidad Central de Venezuela, la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas y en el Instituto de Altos Estudios Diplomáticos Pedro Gual del Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela. Es investigador del Centro de Estudios Políticos y Sociales de América Latina (CEPSAL) de la Universidad de los Andes en Mérida, Venezuela Actualmente comparte las funciones académicas con su carrera profesional como asesor y consultor en relaciones internacionales y se desempeña como analista internacional en el canal de televisión internacional Telesur. E-mail: [email protected] camino real EL AUTOR 19 20 camino real Las Constituciones dominicanas de 1963 y la de 1966: Un análisis comparativo AQUILES CASTRO La Constitución votada en abril de 1963 es uno de los referentes fundamentales para la evaluar y comprender la evolución política de República Dominicana en el período inmediatamente posterior a la caída de la dictadura de Trujillo. Esa Constitución expresa un punto clave en la lucha del pueblo dominicano por la democracia y su soberanía. El balance al proceso que hizo posible la proclamación de esa Constitución, así como su derogación y sustitución, ayuda a explicar cómo los sectores más conservadores de la sociedad dominicana, aliados al poder extranjero, se reciclaron en un neo-trujillismo cuyo sustento jurídico fundamental fue la Constitución de 1966. Palabras clave: Constitución, Constituyente, democracia, gobierno, nación. Las dos Constituciones que mayor impacto han tenido en la historia política contemporánea del país han sido: la del 1963 y la de 1966. La Constitución dominicana de 1963, expresa el texto constitucional más democrático que se haya dado al pueblo dominicano en toda su historia, y como es sabido su contenido y alcance están indisolublemente vinculados al nombre y la figura del profesor Juan Bosch, que en ese momento ocupaba la presidencia de la República. El proceso que da lugar a esa Constitución forma parte del agitado período histórico que se inicia con la caída de la dictadura de Trujillo en 1961 y cierra con la instalación del Dr. Joaquín Balaguer en el poder en 1966 y el advenimiento de un nuevo marco constitucional. En ese sentido el análisis comparativo de ambas Constituciones la de 1963 y 1966, ofrece un escenario propicio para evaluar las vicisitudes políticas pos-dictadura en el país y para desvelar cómo es que muchos referentes institucionales, ideológicos y políticos de la dictadura se reciclaron en un neo-trujillismo al amparo de la Constitución votada en 1966 como contrapartida a la del 1963. La Constitución de 1963: su marco político El contexto político en que surge la Constitución de 1963 y sus antecedentes inmediatos se pueden resumir en los siguientes aspectos: Tras la caída de la dictadura de Trujillo, el pueblo dominicano logra importantes conquistas democráticas entre las cuales camino real Introducción 21 camino real 22 destaca la libre organización y expresión de las ideas. Esa situación de apertura, en alguna medida, era lo que prevalecía a nivel regional, con la caída de varias dictaduras a principios de la década de 1960; sin embargo la realidad comenzó a cambiar rápidamente, cuando EE. UU. en su estrategia para reducir potencialidad a la Revolución cubana y a su influencia en la región, retomó una ofensiva intervencionista dirigida a colocar gobiernos ultra-conservadores. En ese marco se celebran las elecciones generales del 20 de diciembre de 1962 en las cuales Bosch, candidato del Partido Revolucionario Dominicano resulta ganador, obteniendo también mayoría en el Congreso Nacional. La convocatoria a elecciones de representantes para la Asamblea Revisora de la Constitución contenida en la Ley Número 6050 de 1962, fundamentada en la Constitución del 16 de febrero de 1962, no puso limites a la reforma, como generalmente había sucedido antes. Esto permitió conocer un nuevo texto constitucional y no reformas parciales. Las sesiones se iniciaron el 1º de febrero y concluyeron el 20 de abril, siendo proclamada la nueva Constitución el 29 abril 1963. Dicho texto fue publicado en la Gaceta Oficial Número 8758 del 30 de abril de 1963. La oligarquía y demás sectores conservadores de la sociedad dominicana que habían sido derrotados en las urnas, no admitieron su fracaso e iniciaron la conspiración contra el gobierno democráticamente electo. El nuevo gobierno adoptó medidas y desarrolló proyectos de amplia simpatía en la población tales como: la Reforma Agraria, un Plan de Austeridad que suprimió cargos medios y altos en la burocracia estatal ahorrando más de 2 millones de pesos, rebaja del salario del presidente y del vice- presidente de la República, vigencia plena de las Libertades y Derechos civiles y políticos, entre otras. Todo el desarrollo del proceso constituyente fue un escenario de confrontación entre las ideas y sectores democráticos de un lado y los conservadores por otro. El proyecto que fue presentado tenía un esquema totalmente distinto a los que habían regido antes, con 17 títulos: por ejemplo, instituía principios de democracia y justicia social no contemplados antes; fue muy controversial y discutido lo relativo al clima de libertad existente y el alcance de las propuestas de reformas en curso. Una muestra de la situación existente se expresó el 5 febrero 1963, cuando se produjeron Comunicados de prensa de los presidentes de la Cámara de Comercio, la Asociación de Industrias y la Confederación Patronal, postulando contra el proyecto; y el 25 de abril, después de concluidos los debates, el Episcopado declaró que “carecía de la universalidad necesaria para ser justa”. La Constitución de 1963 consagró conquistas importantes como la ampliación de las libertades públicas, otorgó a los obreros el derecho a participar en los beneficios de las empresas donde trabajaban, proclamó la libertad sindical; enalteció el derecho a la tierra para los campesinos y prohibió el latifundio; instituyó que solo los dominicanos tenían el derecho de adquirir tierras en propiedad; estableció el derecho a la vivienda y facultó al Estado para su cumplimiento y declarió la plena vigencia de los derechos humanos. La nueva Constitución entonces aprobada fue, sin dudas, la más avanzada en toda la historia republicana. La confrontación política generada alrededor del proceso constitucional Principales puntos de controversia entre los sectores enfrentados La condición o estatus del hijo natural (nacidos fuera de matrimonio) por sus consecuencias en el tema de herencia y la propiedad, fue un punto de discordia durante los debates. Fue rechazado el artículo 14 contenido en el proyecto original el cual otorgaba participación a los sindicatos en los tres poderes del Estado. El Artículo 23 que instituye el magisterio como función pública y el papel del Estado y la Educación. Derechos de propiedad sobre la tierra, control de latifundio y prohibición de desahucios: en los artículos 12 y 13. La cuestión de la religión y la iglesia, cuyo tratamiento en el Artículo 57 implicó la revisión del famoso Concordato suscrito entre Trujillo y el Vaticano en 1954, que garantizaba una serie de privilegios a la jerarquía católica que son los que explican, en gran medida, el apreciable poder económico y político que hoy aún conserva. Mediante el Artículo 14 se reconoció plena capacidad civil a la mujer dominicana. Tras la promulgación de la Constitución del 63 El golpe de Estado contra el gobierno constitucional del presidente Juan Bosch fue la consecuencia más dramática de la entrada en vigencia de dicho texto constitucional. Fue saldada así a favor de la oligarquía y demás sectores conservadores, la contradicción surgida en la sociedad dominicana alrededor de ese marco jurídico de la nación. El golpe de Estado dio lugar a una crisis política que tuvo como consecuencia ulterior la Revolución Constitucionalista de abril de 1965 cuyo avance victorioso provocó, a su vez, la intervención militar de Estados Unidos, posteriormente “legalizada” con el manto protector de la Organización de Estados Americanos (OEA). Esa intervención frustró el proyecto democrático iniciado por el pueblo dominicano tras la muerte de Trujillo y, al final, instaló en el poder al régimen encabezado por el Dr. Joaquín Balaguer con la misión, probada por los eventos posteriores, de poner en pié una escalada contrainsurgente y fortalecer la penetración y el dominio del capital financiero internacional en la economía dominicana. La Constitución de 1966: marco político En 1966, el país acababa de sufrir los rigores de la Revolución de Abril y la intervención militar de 1965. Hechos estos que, como ya se refirió, estuvieron motivados en la Constitución de 1963. Si el golpe de estado del 25 de septiembre de 1963 no fue suficiente por sí solo para anular la Constitución de ese año, la intervención militar norteamericana vino a completar la obra. En tal sentido, el gobierno que resultó de esa intervención con las elecciones celebradas en 1966, vino a ser el gobierno de los vencedores durante la guerra y por tanto la nueva Constitución delineada en 1966 en sus líneas esenciales es una negación de la de 1963. camino real continuó una vez aprobado el texto; la conspiración se activó mediante el desarrollo de una campaña de prensa calumniosa contra el gobierno tanto en Estados Unidos como en República Dominicana, campaña en la cual destacaron los diarios El Caribe y La Nación. 23 camino real Acto de proclamación de la Constitución de 1963, el 29 de abril de dicho año. A la izquierda, el presidente de la Cámara de Diputados y de la Asamblea Revisora, Rafael Molina Ureña. 24 La contrarrevolución se había impuesto y los sectores más conservadores de la sociedad dominicana asociados con el gobierno norteamericano se dispusieron a articular su nuevo proyecto de dominación post-Trujillo. La tarea requería de dos piezas claves respecto del Estado: reestructuración del ejército y la policía política, y un marco legal constitucional acorde con esos fines. El nuevo proyecto de dominación esbozado por los norteamericanos contaba con dos factores como ejes del mismo: uno económico-social y otro políticoideológico. El primero se expresó en la estrategia de fortalecimiento de las empresas multinacionales en el país y el auspicio de un modelo económico que además de garantizar la explotación neo-colonial de la nación, creara las condiciones para el surgimiento de una clase media que hiciera de amortiguador de los conflictos sociales y políticos. El segundo factor, político-ideológico, relacionado con el anterior respondía a la necesidad que tenía el gobierno norteamericano de mantener cercada a Cuba y en el marco de la llamada “Guerra Fría” (pugna entre la URSS y EE. UU.), preservar su hegemonía en la región. A nivel regional, en América Latina y el Caribe estaba en curso un proceso de endurecimiento del control político por parte de EE. UU. que auspiciaba gobiernos dóciles a sus intereses, con vocación represiva y antidemocrática para poder llevar a cabo los planes de contrainsurgencia que había diseñado. En el plano jurídico destaca como antecedente al texto constitucional de 1966: El Acto Institucional del 3 de septiembre de 1965, protocolo de los términos acordados por las partes beligerantes para concluir formalmente la guerra. En su Artículo 53 establece: “El gobierno elegido de acuerdo con el artículo 49 del presente Acto Institucional deberá convocar, en un be, 15 octubre 1966, citado por Guzmán, 1982:590). Algunos contenidos que destacan en la Constitución de 1966 Los aspectos sobre los cuales hubo debate especial, entre otros, fueron: instauración de la reelección presi· Ladencial. establecimiento de los derechos indi· Elviduales. rechazó la moción que prohibía la · Sedeportación de dominicanos. rechazó también una moción que fa· Secultaba a la Suprema Corte de Justicia a conocer y decidir recursos especiales de inconstitucionalidad. El Artículo 7 incorporó el tema fronterizo como parte de la definición de la nación: “Es de supremo y permanente interés nacional el desarrollo económico y social del territorio de la República a lo largo de la línea fronteriza así como la difusión en el mismo de la cultura y la tradición religiosa del pueblo dominicano”. Fue revisado el tema de la propiedad establecido en la Constitución anterior, por medio del artículo 12 en la del 1966 se estableció claramente que no se podrá ordenar la confiscación de bienes. Un punto clave fue el de la reelección presidencial que figura restablecida en el texto de 1966. Como se sabe en todo el proceso histórico de la República, las grandes crisis políticas y los debates constitucionales han tenido de telón de fondo la cuestión de la reelección presidencial, piedra de diferenciación entre los actores políticos liberales y conservadores durante la vida republicana. camino real plazo no mayor de cuatro meses después de su instalación, a una Asamblea Constituyente, a fin de que proceda a tomar una decisión sobre el problema constitucional. La convocatoria deberá fijar el término de duración de la Asamblea Constituyente, y el Congreso, una vez elegido, determinará los medios por los cuales se integrará dicha Asamblea”. El Articulo 49, por su parte reza: “El gobierno provisional se compromete a celebrar elecciones dentro de un plazo no menor de seis meses ni mayor de nueve, a partir de la entrada en vigencia del presente Acto Institucional, para elegir al Presidente y Vicepresidente de la República y a los miembros del Congreso Nacional por el término de cuatro años, y a los alcaldes y regidores de los municipios por el término de dos años”. La Ley No. 17 del 13 de septiembre de 1966, dispuso que la Asamblea Nacional se reuniera en funciones de Asamblea Constituyente. El presidente de la República Dr. Joaquín Balaguer, convocó la Asamblea Nacional en función de Asamblea Constituyente, a fin de que se reuniera el 29 de septiembre de 1966 y en términos de 60 días redactara una nueva Constitución, la cual fue promulgada el 28 de noviembre de 1966 y se encuentra publicada en la Gaceta Oficial Número 9014 del 29 de noviembre del mismo año. Para tener una idea del ambiente político predominante durante las sesiones de esa Constituyente, se recuerda que la oposición hubo de retirarse en un momento “en razón de que no existe en la República el clima adecuado para discutir y aprobar los artículos relativos a los derechos individuales señalados en la Constitución del Partido Reformista” (El Cari- 25 Además de la no-reelección, varias propuestas sustentadas por la oposición fueron rechazadas durante los debates, entre ellas destacan: la atribución del Congreso Nacional de interpelar a los Secretarios de Estado, la no deportación de dominicanos, el libre acceso de los periodistas a los medios de información oficiales y privados. Se debe advertir, sin embargo, que el contenido del artículo 8 de la Constitución de 1966, constituye básicamente un reconocimiento a los derechos inalienables del ciudadano, lo cual permite afirmar que esta Constitución expresa un texto contradictorio en algunos de sus contenidos, ya que coexisten principios democráticos con otros que riñen abiertamente con ese espíritu, como la concentración de poder en la presidencia de la República y el hecho de que no ofrece los medios adecuados para que los señalados principios democráticos se hagan efectivos. camino real Algunas conclusiones 26 Un somero análisis comparativo entre los dos textos constitucionales –el de 1963 y del 1966–, permite desvelar las razones del golpe de Estado al gobierno constitucional encabezado por el profesor Juan Bosch. Los intereses de la oligarquía criolla, la jerarquía católica, las multinacionales y el gobierno norteamericano, son plenamente revindicados por la Constitución de 1966, en detrimento del interés nacional expresado en el texto de 1963. La selección de varios aspectos considerados importantes, como muestra de los puntos neurálgicos en ambos textos, arroja el siguiente resultado: Ambas Constituciones registran los mismos contenidos, a menudo el mismo texto, para los siguientes temas: libertad de asociación, sobre los monopolios, vivienda, la nacionalidad, funciones del presidente de la República, Las reformas constitucionales. En otros temas es marcada la distancia entre ambos: Libertad de conciencia: La Constitución del 63 reconoce todas las religiones, lo cual implica distancia del Concordato y el consiguiente vínculo entre Estado y religión católica. La del 66 recupera este anacronismo. Los beneficios de la empresa: La del 63 es taxativa sobre este derecho de los trabajadores, indicando incluso que es irrenunciable. Las del ’66 lo posterga a la definición de una ley. De la propiedad: La del 63 contempla la confiscación de propiedad por motivo de interés social, lo cual es negado por la del 66. La del 63 limita el derecho de propiedad sobre la tierra a los nacionales dominicanos constriñendo el acceso de los extranjeros; la del 66 anula este principio. Reforma Agraria: La del 63 concibe como de alto interés la Reforma Agraria. La del ’66 no contiene ningún dispositivo claro al respecto, salvo lo referido al tema de propiedad que reivindica sin ningún condicionamiento. Sobre el Latifundio: La del 63 expresa claramente la prohibición del latifundio, mientras que la del 66 propone su eliminación gradual. Cooperativas: En la del 63 el Estado recibe un mandato claro en el sentido de auspiciar el sistema de cooperativas, mientras que la del ’66 lo plantea como una posibilidad al indicar que el Estado podrá una reivindicación de la profesión. Se plantea promover la educación universitaria y técnica para obreros y campesinos, mientras la Constitución del 66 habla de “educación doméstica” y contiene una declaratoria general sobre el analfabetismo, en tanto anuló los mecanismos previstos en el texto del 63. El Trabajo: En la versión del 63 se asume un concepto del trabajo como fundamento de la nación y es valorado como actividad esencial, base de su organización social, política y económica. Lo referido a la organización sindical de los trabajadores es considerado en los mismos términos en ambos textos constitucionales, sin embargo la del 63 (a diferencia de la del 66) reconoce explícitamente una serie de derechos a los trabajadores, tal como el derecho de huelga. Aspecto judicial: La diferencia en este tema crucial es que la Constitución del 63 camino real hacerlo, es decir que le estaría permitido más no obligado a ello. La Familia: La Constitución del 63 reconoce la igualdad de derechos de los hijos con independencia de si son o no reconocidos por el padre. Esta Constitución prohíbe a los funcionarios públicos registrar la condición de hijo natural o legítimo. La del 66 retoma la versión existente antes de 1963 que establece esa discriminación. Educación: La Constitución de 1963 contiene una verdadera revolución al respecto. Declara de alto interés social la erradicación del analfabetismo, al tiempo que indica mecanismos específicos para hacerla posible. Proclama la ciencia como fundamento básico de la educación, con lo cual se distancia de factores como el religioso de amplia gravitación antes de su proclamación. El oficio del magisterio es elevado a la condición de función pública con rango constitucional, constituyendo 27 contempla una ley que apunta a la carrera judicial, mientras que la del 66 prescinde de ese dispositivo con el evidente propósito de que el Ejecutivo desde el Senado y por sí pueda continuar ejerciendo control sobre dicho poder del Estado. Esto queda claro al comparar ambos textos: el del 66 es un extracto del primero sustrayendo la parte indicada. Al realizar una valoración final sobre las circunstancias históricas en que se produce la Constitución de 1963 y la evolución de los acontecimientos en virtud de los cuales fue derogada, se puede aseverar que el carácter profundamente liberal y democrático de esa Constitución, requería de unas fuerzas sociales y económicas que le sustentaran y la sociedad dominicana de entonces carecía de esas fuerzas en condiciones suficientes para dar la pelea por ella; por esa razón es que el espaldarazo del pueblo en las urnas no pudo ser reiterado e imponerse cuando las fuerzas conservadoras y reaccionarias pasaron a la ofensiva mediante el golpe de estado. Bibliografía Guzmán, Raymundo A.: Constitución Política y Reformas Constitucionales, vol. III, Santo Domingo, UASD-ONAP, 1992, pp. 489-550. Jiménez, Félix: “La Constitución de 1963”, en: ¿Cómo fue el Gobierno de Juan Bosch: Santo Domingo, Alfa y Omega 1978, pp. 89-139. EL AUTOR Aquiles Castro es graduado de Licenciatura en Antropología por la UASD y Master en Historia Dominicana. Profesor del Departamento de Sociología e Historia de la UASD y del Instituto Filosófico Pedro Francisco Bonó, se desempeña actualmente como Encargado del Área Fuentes Orales, en el Departamento de Investigación del Archivo General de la Nación. camino real E-mail: [email protected] 28 Manuel Belgrano y el camino a la Revolución CAROLINA CRISORIO La autora centra su análisis en el pensamiento de Manuel Belgrano, en especial el que desarrolla cuando arriba al Río de la Plata y que evoluciona hasta el momento en que toma las armas para luchar por la independencia. Así mismo se aborda la realidad de la época y las condiciones en que rodearon al intelectual devenido luchador. Introducción El Bicentenario de los procesos de emancipación política de América Latina y el Caribe nos invita a repensar las propuestas de los líderes revolucionarios que abandonaron su cómoda vida para luchar por la soberanía de las posesiones hispanas. Retomar el pensamiento y acción de estas figuras es un camino necesario para avanzar en los procesos de integración de Nuestra América. Hoy, el desafío es avanzar en la unión latinoamericana y caribeña con propuestas propias frente a los embates panamericanistas promovidos por Washington. Retornar a sus escritos y repensar su conducta en el largo camino hacia la construcción de nuestra soberanía constituye un fructífero desafío, en un escenario mundial convulsionado por una profunda crisis económica internacional cuyas implicancias políticas y estratégicas aún no se han terminado de sentir. En efecto, no sólo se ha enterrado “el fin de la Historia” proclamado tras la disolución soviética, sino que el poder de la principal superpotencia atómica es puesto a prueba en distintos puntos del globo. Grandes masas de europeos, africanos y asiáticos hacen oír sus reclamos por un orden más equitativo. En Nuestra América el escenario es más diverso. Si bien hay mucho por hacer, una parte significativa de nuestros gobiernos se han encaminado por vías heterodoxas en el afán de construir fórmulas de crecimiento con inclusión social. Parte de esa construcción es acrecentar la vinculación e intercambio entre los países latinoamericanos y caribeños. Las propuestas de integración regional impulsadas en la segunda posguerra en general apuntaron principalmente al intercambio comercial. En los años noventa, iniciativas como el Mercosur antepusieron la importancia de la creación de un mercado ampliado. El paradigma neoliberal había llevado a encarar la reforma del Estado. Por ejemplo en la Argentina se privatizaron todas las empresas estatales con una fuerte participación del capital extranjero (principalmente europeo, encabezado por el hispano, seguido de EE. UU., Canadá, Brasil, Chile y México). Ello fue acompañado con camino real Palabras clave: Belgrano, revolución, desarrollo económico, agricultura, libre comercio, industria, educación, independencia, libertad. 29 camino real 30 cambios legislativos favorables a la inversión extranjera, la flexibilización laboral, la apertura de la economía a las importaciones y otras medidas que profundizaron la concentración y centralización del capital, como también acentuaron el proceso de reprimarización de la economía y el creciente endeudamiento interno y externo. Ese camino se había iniciado por la última dictadura (1976-1983) que se cobró 30,000 detenidos desaparecidos. En otros países del área, quizás con matices más o menos acentuados, también se aplicaron recetas semejantes. Sin embargo, en el siglo XXI el abismo en el que cayeron muchos de estos países – en el caso argentino en 2001–, y el recurso de hacer pagar el costo de la crisis a los trabajadores y no a los sectores más poderosos de la economía (gran burguesía y terratenientes asociados al capital extranjero y capital financiero), terminó colocando al 40% de la población por debajo de la línea de pobreza. La devaluación de la moneda sin tomar medidas a favor de la clase trabajadora, ni el creciente número de desocupados y marginados, subió la línea de pobreza a más del 50% de los argentinos, situación inusitada en uno de los principales productores mundiales de alimento. Ello creó las condiciones para que tuviera lugar un cambio de dirección a partir de 2003. Mientras las instituciones económicas internacionales habían cerrado las puertas a la Argentina, América Latina se perfiló como alternativa para acrecentar los vínculos económicos, políticos y socioculturales. Esta nueva ola tiene muchos matices pero aún está alejada de esa Unión Americana que pensaron Francisco de Miranda, Simón Bolívar, Manuel Belgrano, Mariano Moreno, José de San Martín, Antonio Sucre entre otros. Por ello este breve trabajo se ha puesto el foco en el pensamiento belgraniano, sobre todo durante el período en el que el joven Manuel llegó al Río de la Plata con destacados antecedentes, dispuesto a mejorar las condiciones de vida de la colonia. Sin embargo, las circunstancias que enfrentó llevaron a que el entusiasmo reformista propio de la ilustración española y europea, se transformara en desencanto y, finalmente en compromiso revolucionario. En tal sentido se lo podrá encontrar cerca de personalidades con fuertes matices conservadores –que al final terminaron engrosando las filas realistas–, como también acercándose al ala más radicalizada rioplatense: Mariano Moreno, Juan José Castelli o Bernardo de Monteagudo. Por ello, Belgrano es difícil de etiquetar. Formado como intelectual no se resignó con ser un técnico sentado detrás de un escritorio. Fue un hombre político y cuando lo consideró necesario tomó las armas para la construcción de Nuestra América. Reformas borbónicas y resistencia Existe una fuerte convicción de que la Emancipación se debió a las particulares circunstancias que vivían las colonias como consecuencias de los cambios operados en los intercambios entre la metrópoli y las colonias a causa de las guerras con la Francia revolucionaria y luego napoleónica. Sin embargo, a partir de las reformas borbónicas se produjeron conflictos y tensiones. Estos descontentos frente a los cambios en las reglas de juego dieron lugar a reclamos, revueltas y levantamientos. En el cono sur entre los más notorios se pueden mencionar los movimientos de principios de la década de 1780: el de José Gabriel ron una marca en la memoria histórica de los colonos del virreinato del Río de la Plata fundado poco antes (1776). En este contexto, frente al despotismo ilustrado de la corona se gestó otra mirada reformista en aquellos que propusieron de una u otra manera mejorar la vida de los colonos. Eugenio Espejo en Quito, el venezolano Francisco Miranda en todos los escenarios que eligió actuar, entre otros, en un comienzo pensaron en que era posible encarar un camino de reformas para mejorar la situación de las posesiones americanas. Sin embargo, chocaron contra la muralla de los intereses metropolitanos y de las minorías coloniales que también salían beneficiadas con el monopolio y otras políticas de exclusión. Es apasionante ver cómo estos reformistas se convirtieron en precursores de la emancipación de Nuestra América. Luego, los sucesos de Bayona dieron lugar a la Guerra de Independencia Española, pero también pusieron en marcha el proceso independentista (Chuquisaca, Quito, Caracas, Cartagena, Buenos Aires, como también Colombia, México, Chile, etc.). El viaje de Belgrano Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano (1770/1820), nació en Buenos Aires. Hijo de un próspero comerciante italiano y una criolla, inició sus estudios en el Real Colegio de San Carlos.3 Fue enviado a estudiar a Salamanca, Valladolid y Madrid recibiéndose de abogado y perfeccionándose en economía política. Al estallar la Revolución Francesa el joven criollo confesaba: […] se apoderaron de mí las ideas de libertad, igualdad, seguridad, camino real Condorcanqui en el virreinato del Perú,1 y en el virreinato del Río de la Plata los levantamientos de los altoperuanos Tomás Katari y Julián Apaza que adoptó un nuevo nombre: Túpac Katari.2 Estas revueltas expresaban el repudio a nuevas presiones económicas, pero también a la opresión política y socio-cultural que sufrían amplias capas de pueblos originarios, mestizos y criollos. Sin embargo, el temor al cambio social también dio lugar a que una parte importante de la élite altoperuana tomara distancia de estos movimientos, y si bien fueron cruelmente sofocados y reforzaron el bastión realista del virreinato del Perú, deja- 31 propiedad y sólo veía tiranos en los que se oponían a que el hombre, fuese donde fuese, no disfrutase de unos derechos que Dios y la naturaleza le habían concedido, y aún las mismas sociedades habían acordado directa o indirectamente.4 camino real Belgrano tomó como propias una parte sustancial de los principales postulados de la Revolución, y se inspiró en el contrato social de J.J. Rosseau, pero también estuvo influenciado por la ilustración española y, entre otras cosas, mantuvo vivo su catolicismo y su inclinación a las formas monárquicas. Su actuación fue tan destacada5 que, a pesar de ser criollo, recibió el cargo de secretario perpetuo en el recientemente creado Consulado de Buenos Aires (1794). Estando aún en la metrópoli el flamante secretario llegó a pensar que los consulados 32 […] no tenían otro objeto que suplir a las sociedades económicas, tratando de agricultura, industria y comercio, se abrió un vasto campo a mi imaginación, como que ignoraba el manejo de la España respecto a sus colonias, y sólo había oído un rumor sordo a los americanos de quejas y disgustos, que atribuía yo a no haber conseguido sus pretensiones, y nunca a las intensiones perversas de los metropolitanos que por sistema conservaban desde el tiempo de la conquista. Tanto me aluciné y me llené de visiones favorables a la América, cuando fui encargado por la secretaría, de que en mis memorias describiese las Provincias, a fin de que sabiendo su estado, pudiesen tomar providencias acertadas para su felicidad […] y aunque ya entonces se me rehusaran ciertos medios que exigí para llenar como era debido el encargo, me aquieté, pues se me dio como disculpa que viéndose los fondos del Consulado se determinaría.6 La triste realidad Arribó a Buenos Aires en 1794 donde se propuso difundir las nuevas ideas. En una Memoria presentada en 1796, si bien aducía no conocer bien el país, planteaba la necesidad de difundir la agricultura.7 Una de las causas a que atribuyo el poco producto de las tierras y, por consiguiente, el ningún adelantamiento del labrador, es porque no se mira la agricultura como un arte que tenga necesidad de estudio, de reflexiones, o de regla. Cada uno obra según su gusto y práctica […].8 Para contrarrestar la falta de formación de los habitantes de la campaña impulsó la creación de escuelas: ¿Y de qué modo […] corregir la ignorancia? Estableciendo una escuela de agricultura, donde a los jóvenes labradores se les hiciese conocer los principios generales de la vegetación y desenvoltura de las siembras, donde se les enseñase a distinguir cada especie de la tierra por sus producciones naturales, y el cultivo conveniente a cada una, los diferentes arados que hay […]; los abonos […]; el modo de formar sangrías en Sugería, además, promover el cultivo del cáñamo y el lino para producir textiles, así como elementos útiles a la navegación.10 Si bien le dedica menos espacio a la actividad ganadera el Secretario proponía impulsar la introducción del lanar, el cual cobró relevancia en la Argentina varias décadas después. La Memoria continúa haciendo referencia a otros aspectos técnicos como evitar dejar la tierra en barbecho aplicando en cambio la rotación de cultivos, el uso de abonos, la preparación de los terrenos para sembrar, etc. Mientras propiciaba que se diera libertad a los productores para fijar los precios, también sugería que era necesario que se crearan tanto mecanismos de control como de estímulo para la introducción de mejoras tecnológicas: Premiando a cuantos en sus exámenes dieran pruebas de su adelantamiento, franqueándoles instrumen- tos para el cultivo y animándolos por cuantos medios fuesen posibles, haciéndoles los adelantamientos primitivos para que comprasen un terreno proporcionado en que pudiesen establecer su granja y las semillas que necesitasen para sus primeras siembras, sin otra obligación que volver igual cantidad que la se ha había expedido para su establecimiento en el término que se considerase fuese suficiente para que sin causarles extorsión ni incomodidad lo pudiesen ejecutar. 11 Estaba preocupado por el medioambiente y entre otras recomendaciones sostenía: Es indispensable poner todo cuidado y hacer los mayores esfuerzos en poblar la tierra de árboles, mucho más en las tierras llanas, que son propensas a la sequedad cuando no estaban defendidas; la sombra de los árboles contribuye mucho para conservar la humedad, los troncos quebrantan los aires fuertes, y proporcionan mil ventajas al hombre, así que es conocido en el día en Europa, se premia por cada árbol que se ha arraigado […] en Vizcaya hay mucho cuidado para que todo propietario que corte un árbol ponga en su lugar tres […].12 Comprendía las limitaciones al crecimiento económico que significaba el peso del monopolio, por ello quería fundar: […] una escuela titulada de comercio, donde los jóvenes vayan a instruirse en la aritmética, en el modo de llevar las cuentas y razón, y tener camino real los terrenos pantanosos; la calidad y cantidad de simientes que convengan a esta o aquella tierra […]; el verdadero tiempo de sembrar, el cuidado que se debe poner en las tierras sembradas; el modo de hacer y recoger una cosecha; los medios de conservar sin riesgos y sin gastos los granos; las causas y el origen de todos los insectos y sabandijas; y los medios de preservar los campos y graneros de ellas; los medios de hacer los desmontes; los de mejorar los prados; los de aniquilar en la tierra los ratones y otros animales perjudiciales, tal como la hormiga, etc. y por último, donde pudiera recibir lecciones prácticas de este arte tan excelente.9 33 los libros: en el cálculo y regla de cambio; en las reglas de la navegación mercantil, de los seguros, etc.; en el modo de establecer la correspondencia mercantil y mantenerla, en las leyes y costumbres usadas entre negociantes, etc. donde al menos se les enseñen los principios generales de la geografía y las producciones que abundan o escasean [en] los países a fin de que con estos principios puedan hacer sus especulaciones con el mayor acierto posible y que si se dedican al comercio les proporcionen ventajas y adelantamiento que los empeñen al trabajo.13 camino real Debido a las guerras que la Revolución Francesa había generado, la metrópoli se había visto perjudicada y debilitada, por lo tanto había tomado diversas medidas de flexibilización del monopolio. En tal sentido Belgrano reclamaba que la corona estableciese diferentes disposiciones para favorecer la producción y exportación de varios productos: 34 Al gobierno, haciéndole presente a su majestad el estado actual de la navegación y falta de buques mercantes, motivo de lo subido de los fletes y que no habiendo esta proporción de ningún modo se puede esperar que nuestros labradores se dediquen al cultivo, a cuyo fin se le suplicaría se dignase mandar que dos barcas de la real armada viniesen anualmente sin más objeto que conducir los linos y cáñamos que se cultivasen, ya en rama, ya en pasta, según su majestad acordase en beneficio de esta colonia, el trigo en grano o harina y las carnes saladas; señalando unos fletes moderados que sufragasen a los salarios de los que navegasen en ellas y a la deterioración de los buques. El gobierno podría igualmente adoptar el medio de comprar todos los linos y cáñamos que se cosechasen; teniendo los labradores la certeza de la venta de sus cosechas no se puede dudar que se aplicarían con constancia, y este ramo de comercio vendrá a ser algún día uno de los más interesantes a este país, mucho más si su majestad sigue dispensándole las gracias que hasta aquí, como son la real cédula de comercio de negros, la real orden sobre el comercio con las colonias extranjeras y particularmente la que declara esta misma para que se haga con Brasil; la real orden de la libertad de derechos a las harinas, la que concede permiso a los vasallos de América para que tengan buques propios; gracias que hacen a que todos los pueblos de estos vastos sus dominios se levantase y se le erigiesen monumentos […].14 Para favorecer el comercio externo proponía favorecer el librecambio y crear una entidad que favoreciera las exportaciones: […] una compañía que no tuviese otro fin que la exportación de los frutos propuestos, pues además de que la agricultura recibiría un fomento increíble en este país, se pondrían en giro muchos caudales que hoy permanecen sepultados a causa de no tener aquí un cuerpo donde Mientras no se adopten estos recursos y permanezca nuestra marina mercantil en el actual estado, no esperemos que tengan valor nuestros frutos, ni que la agricultura reciba fomento como el que se necesita en este país […]. Persuadámonos, señores, que en esta provincia la verdadera mina es la tierra bien cultivada, que mientras no se la atienda nunca seremos felices, y que como dice el célebre Quesnay, con preferencia a todo, un Estado agricultor debe estar poblado de ricos labradores.15 En la Memoria de 1798 vuelve a insistir en contra del monopolio: Muchos creen que si se concede entera libertad para la extracción de frutos, el país quedará pobre y miserable y todo vendrá a ser caro, y se presenta a su imaginación un cuadro lastimoso […] me contento con citar aquí las máximas 16 y 25 del célebre economista Quesnay, que dicen: 1º) que no se impida el comercio exterior de los frutos, porque según es la extracción, así es la reproducción y aumento de agricultura. 2º ) Que se dé entera libertad al comercio, pues la policía del comercio interior y exterior, más segura, exacta y provechosa a la nación y al Estado, consiste en la plena libertad de concurrencia.16 También reiteraba que era menester promover la agricultura, la industria, el comercio de exportación y la educación sin distinción de sector social o género (fue un pionero en sus propuestas de que el Estado regulara la enseñanza de hombres y de mujeres). Por lo tanto, reclamaba el fin del monopolio, pero también remarcaba el papel del Estado como generador de políticas de estímulo para la economía colonial. Más de una década después, entre marzo y principios de mayo de 1810 desde el Correo de Comercio de Buenos Aires el Secretario del Consulado seguía proclamando la necesidad de impulsar el libre comercio, promover la agricultura, la ganadería, la industria y la educación.17 Belgrano, desalentado por no conseguir ninguno de sus objetivos se había terminado inclinando a favor de la Independencia. […] no puedo decir bastante mi sorpresa cuando conocí a los hombres nombrados por el Rey de la Junta, que había de tratar de agricultura, industria y comercio, y propender a la felicidad de las Provincias que componían el virreinato de Buenos Aires; todos eran comerciantes españoles; exceptuando uno que otro, nada sabían más que su comercio monopolista, a saber, comprar por cuatro para vender por ocho con toda seguridad […].18 Paralelamente, reconocía que el monopolio resultaba imposible de remover camino real con confianza los pudiesen poner a giro. Para ello debería tener la compañía sus buques en los que fuesen los frutos propuestos de cuenta de los labradores, bien fuesen de particulares comerciantes, o de la compañía misma, los fletes deberían ser moderados, pues no por eso dejarían de tener réditos regulares. 35 por las presiones de los comerciantes ligados al tráfico metropolitano-colonial. Por lo que después he visto, la Corte de España vacilaba en los medios de sacar lo más que pudiese de sus colonias, así es que hemos visto disposiciones liberales e iliberales a un tiempo, indicantes del temor que tenía de perderlas: alguna vez se le ocurrió favorecer la agricultura, y para darle brazos, adoptó el horrendo comercio de negros y concedió privilegios a los que lo emprendiesen: entre ellos la extracción de frutos para los países extranjeros. Esto dio mérito a un gran pleito sobre si los cueros, ramo principal del comercio de Buenos Aires, eran o no frutos; […] decidieron que los cueros no eran frutos, y por consiguiente no debían comprenderse en los de la gracia de extracción en cambio de negros. camino real Mi ánimo se abatió, y conocí que nada se haría a favor de las Provincias por unos hombres que por sus intereses particulares posponían el del común […]. 36 Los frenos puestos a la educación también ahogaron las esperanzas de cambio: Escribí varias memorias sobre la planificación de escuelas: la escasez de pilotos y el interés que tocaba tan de cerca a los comerciantes, me presentó circunstancias favorables para el establecimiento de una Escuela de Matemáticas, que conseguí a condición de exigir la aprobación de la Corte que nunca se obtuvo, y que no paró hasta destruirla; porque aún los españoles, sin embargo, de que conociesen la justicia y utilidad de estos establecimientos en América, francamente se oponían a ellos, errados a mi entender, en los medios de conservar las colonias. No menos me sucedió con otra de diseño, que también logré establecer, sin que costase medio real el maestro: ello es que ni éstas, ni otras, propuestas a la Corte, con el objeto de fomentar los tres importantes ramos de agricultura, industria y comercio, de que estaba encargada la corporación consular, merecieron la aprobación; […] se decía que todos estos establecimientos eran de lujo y que Buenos Aires todavía no se hallaba en estado de sostenerlos […] desde principio de 1794, hasta julio de 1806 pasé mi tiempo en igual destino, haciendo esfuerzos impotentes a favor del bien público; pues todos escollaban en el Gobierno de Buenos Aires, o en la Corte, o entre los mismos comerciantes individuos que componían este cuerpo, para quienes no había más razón, ni más justicia, ni más utilidad, ni más necesidad que su interés mercantil; cualquier cosa que chocase con él, encontraba un veto, sin que hubiese recurso para atajarlo. 19 Algunos desencantos más Debilitada la presencia hispana en los mares, por su alianza con Francia, la ciudad, que había comenzado a cobrar importancia en el último cuarto del siglo XVIII se transformó en un objetivo atractivo para algunos como el voraz imperio británico dando lugar a las invasiones de 1806 y 1807. Belgrano había sido nombrado capitán de las milicias urbanas, pero nunca había tenido necesidad de ejercer el cargo: El marqués de Sobre Monte, virrey que entonces era de las Provincias, días antes de esta desgraciada entrada me llamó para que formase una compañía de jóvenes del comercio, de caballería, y que al efecto me daría oficiales veteranos para la instrucción: los busqué, no los encontré; porque era mucho el odio que había a la milicia en Buenos Aires con el cual no se había dejado de dar algunos golpes a los que ejercían la autoridad, o tal vez a esta misma que manifestaba demasiado su debilidad.20 La inoperancia del virrey, la falta de organización del ejército y la falta de formación de la milicia posibilitaron el éxito de los invasores ingleses. Con la entrada del general Beresford a la ciudad, Belgrano propuso a otros funcionarios salir de allí con el archivo y los sellos acompañando al virrey que había huido hacia Córdoba. […] al mismo tiempo les expuse, que de ningún modo convenía a la fidelidad de nuestros juramentos que la corporación reconociese otro Monarca: habiendo adherido a mi opinión, fuimos a ver y a hablar al general, a quien manifesté mi solicitud y defirió la resolución; entretanto los demás individuos del consulado, que llegaron a extender 37 Juan Manuel Belgrano estas gestiones se reunieron y no pararon hasta desbaratar mis justas ideas y prestar juramento de reconocimiento a la dominación británica, sin otra consideración que la de sus intereses. camino real Me liberté de cometer según mi modo de pensar, este atentado y procuré salir de Buenos Aires, casi como fugado, porque el general se había propuesto que yo prestase juramento […] y pasé a la banda septentrional del río de la Plata, a vivir en la Capilla de Mercedes.21 38 Belgrano tomó distancia frente al oportunismo de los miembros del consulado quienes rápidamente se subordinaron a los invasores ingleses, lo que reforzó su opinión negativa sobre estos comerciantes ligados al comercio metropolitano-colonial y afianzando la idea de obrar en beneficio de las Provincias del virreinato. Cuando los invasores fueron expulsados frente a la indisciplina de las milicias prefirió retornar a su cargo de Secretario del Consulado aunque comprendió la importancia de estudiar táctica y estrategia militar, conocimientos que utilizará luego de 1810. En 1807 se produjo una nueva incursión británica al mando del general Whitelocke y Belgrano colaboró en la exitosa defensa de la ciudad, pero siempre criticó la poca disciplina de las milicias que no querían someterse a ningún entrenamiento: […] gente que era paisana que nunca había vestido uniforme, y que decía con mucha gracia, que para defender el suelo patrio no habían necesitado de aprender a hacer posturas, ni figuras en las plazas públicas para diversión de las mujeres ociosas.22 Cuando tuvieron que recibir el juramento de los oficiales británicos prisioneros, Belgrano pudo conversar con uno de ellos, el brigadier general Crawford: Así es que después de haberse desengañado de que yo no era francés ni por elección, ni otra causa, desplegó sus ideas acerca de nuestra independencia, acaso para formar nuevas esperanzas de comunicación con estos países, ya que le habían salido fallidas las de conquista: le hice ver cuál era nuestro estado, que ciertamente nosotros queríamos el Amo viejo o ninguno; pero que nos faltaba mucho para aspirar a la empresa, y que aunque ella se realizase bajo la protección de la Inglaterra, esta nos abandonaría si se ofrecía un partido ventajoso a Europa, y entonces vendríamos a caer bajo la espada española, no habiendo una nación que no aspirase a su interés, sin que le diese cuidado de los males de las otras: convino conmigo y manifestándole cuánto nos faltaba para lograr nuestra independencia, difirió para un siglo su consecución […]. Pasa un año, y he ahí que sin que nosotros hubiésemos trabajado para ser independientes, Dios mismo nos presenta la ocasión avívanse entonces las ideas de libertad e independencia en América, y los americanos empiezan por primera vez hablar con franqueza de sus derechos. En Buenos Aires, se hacía la jura de Fernando VII y los mismos europeos aspiraban a sacudir el yugo Belgrano compartió con otro pequeño grupo de conspiradores la ilusión de que Carlota Joaquina, la hermana de Fernando VII podría ser regente de la Provincia del Río de la Plata y, eventualmente, terminar acompañando el proceso de emancipación política. Pronto descubrió que este plan era un espejismo. También intentó frenar sin éxito la llegada del nuevo virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, quien había participado de la represión del levantamiento de 1809 en Chuquisaca. El arribo del nuevo virrey hizo que Belgrano se retirara nuevamente a Mercedes. Tiempo después, un grupo de amigos de Belgrano convenció a Cisneros que era necesario sacar un periódico. El abogado regresó a Buenos Aires y participó en esta empresa con fines políticos: Sucedía esto a mi regreso […] y tuvimos este medio ya de reunirnos los amigos sin temor, habiéndole hecho estos entender a Cisneros que si teníamos alguna junta en mi casa sería para tratar de los asuntos concernientes al periódico: nos dispensó toda protección e hice el prospecto del Diario de Comercio que se publicaba en 1810 antes de nuestra revolución: en él salieron mis papeles que no eran otra cosa que una acusación contra el gobierno español; pero todo pasaba y así creíamos ir abriendo los ojos a nuestros paisanos: tanto fue que salió uno de mis papeles titulado: “Origen de la grandeza y decadencia de los Imperios”, en las vísperas de nuestra revolución, que así contentó a los de nuestro partido como a Cisneros, y cada uno aplicaba el ascua a su sardina, pues todo se atribuía a la unión y desunión de los pueblos.24 A modo de conclusión Para concluir, queremos resaltar que hacia 1809 muchos de los habitantes de las colonias comenzaron a pensar seriamente en independizarse de la metrópoli. En el caso del Río de la Plata, el contacto con las ideas revolucionarias y la negativa de las autoridades coloniales a tomar medidas para mejorar la vida cotidiana en las colonias, la represión de los movimientos de 1809 en Chuquisaca y Quito favorecieron el desarrollo de un sentimiento separatista. Por otra parte, las invasiones inglesas habían dejado una experiencia de autodeterminación política que culminó no solo en la expulsión de los invasores, sino también en el pronunciamiento que impidió el regreso de Sobremonte como virrey, poniendo en su lugar a Liniers, quien había dirigido exitosamente la reconquista de 1806. Luego, los rumores del movimiento juntista fueron el catalizador para poner en marcha los planes de personalidades como Manuel Belgrano, Mariano Moreno, Juan José Castelli, Bernardo de Monteagudo, Nicolás Rodríguez Peña o Tomás Guido, para desplazar a Cisneros, personaje resistido por haber participado de la represión del movimiento de Chuquisaca. Como registró Guido, la noche del 24 de mayo de 1810, Belgrano juró a la patria y a sus compañeros que si a las tres de la tarde Cisneros no había renunciado lo pasaría por las armas. Su figura, prestigiosa camino real de España por no ser napoleonistas. ¿Quién creería que don Martín de Álzaga, después autor de una conjuración, fuera uno de los primeros corifeos?23 39 camino real Movimiento de Chuquisaca 40 entre los revolucionarios lo colocó en el cargo de vocal del primer gobierno revolucionario del Río de la Plata. Luego fue puesto al mando de las tropas que se dirigieron al Paraguay y fue en dos misiones militares hacia el Alto Perú. Queda para otro trabajo realizar el análisis de la acción y pensamiento de Belgrano a partir de la Revolución de Mayo. Por último conviene tener en cuenta que la posibilidad de que los criollos se sintieran representados en las Cortes de Cádiz, o en las medidas tomadas en la Constitución de 1812 llegó demasiado tarde. El largo período de dominación colonial había dejado en la memoria colectiva malos recuerdos. Eso explica por qué si bien el Alto Perú, Paraguay y la Banda Oriental no quisieron mantenerse unidos a Buenos Aires, lucharon contra la opresión colonial. Aunque finalmente se logró la independencia política, quedaron cuestiones pendientes que terminaron sometiendo a las ex colonias al influjo de las grandes potencias extra regionales. Pero eso es también tema para otro trabajo. BIBLIOGRAFÍA Azcuy Ameghino: Historia de Artigas y la Independencia Argentina, Montevideo, Banda Oriental, 1993. Azcuy Ameghino: La otra Historia. Economía, Estado y sociedad en el Río de la Plata Colonial, Buenos Aires, Imago Mundi, 2002. Belgrano, Manuel: Escritos Económicos, Buenos Aires, Editorial Raigal, 1954 Chiaramonte, J.C.: Nación y Estado en Iberoamérica. El lenguaje político en tiempos de la independencia, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2004. de Felipe Pigna, Buenos Aires, Emecé, 2009. 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Sin embargo, en su inicio no rechazó a la figura del rey y fue secundado por los pueblos originarios como también por europeos, criollos, mestizos. Cuando vio que las autoridades virreinales no cedían, radicalizó su postura (ejecutó al corregidor de Tinta), y proclamó que no reconocía al rey. La sociedad peruana se dividió y la mayoría de españoles y criollos tomó distancia de Túpac Amaru, sin embargo existió un puñado de ellos que continuó la lucha hasta el final y que también sufrió la dura represión de las autoridades coloniales. Esto pone en evidencia que existían sectores significativos (criollos, españoles y otros europeos), que al igual que los pueblos originarios no estaban de acuerdo con las presiones económicas metropolitanas y que dieron batalla a las medidas de ajuste llevadas a cabo por estos funcionarios que respondían a una monarquía inspirada en el despotismo ilustrado. camino real Chiaramonte, José: Formas de sociedad y economía en Hispanoamérica, México, Grijalbo, 1983. Chust, Manuel y Frasquet, Ivana: Las independencias en América, Madrid, Catarata, 2009. Colección Pedro De Angelis: La Rebelión de José G. Túpac Amaru, tomo VII, Buenos Aires, Editorial Plus Ultra, 1971. Etchepareborda, Roberto: Qué fue el Carlotismo, Buenos Aires, Plus Ultra, 1971 Fradkin, Raúl y Garavaglia, Juan Carlos: La Argentina colonial, Buenos Aires, Siglo XXI, 2009. Guerra Vilaboy, Sergio: Jugar con fuego. Guerra social y utopía en la independencia de América Latina. En prensa. 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Para las reformas borbónicas en el Río de la Plata ver también: Raúl Fradkin y Juan Carlos Garavaglia, “La Argentina colonial”, Siglo XXI, Buenos Aires, 2009. Este colegio había sido fundado por los jesuitas y hoy es el Colegio Nacional de Buenos Aires que depende de la Universidad de Buenos Aires. Manuel Belgrano: “Autobiografía”, en: Manuel Belgrano, Escritos Económicos, Editorial Raigal, Buenos Aires, 1954, p. 48. En Salamanca fue nombrado Presidente de la Academia de Práctica Forense y Economía Política. Asimismo ingresó como miembro de la Academia de Santa Bárbara en Madrid. Manuel Belgrano: Ob. cit., pp.48-49. En el virreinato del Río de la Plata la región pampeana, las provincias del litoral y en la Banda Oriental del Uruguay la principal actividad era la caza de ganado cimarrón, del cual se extraía sobre todo para exportación el cuero, el sebo y se producíatasajo, carne salada al sol que en general se destinaba a la alimentación de los esclavos. Una parte importante salía por contrabando junto con metales del Alto Perú (Potosí). En la región de Cuyo se había difundido la vid y el olivo sin el apoyo de la corona que prefería enviar sus propios vinos y aceites. Paraguay producía yerba mate. En el Córdoba y Tucumán, había 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 cierta actividad agropecuaria para consumo interno, además de la producción artesanal, como textiles, mulas, carretas, etc. El contrabando con portugueses de Brasil y británicos había permitido el florecimiento de la región del Río de la Plata. Manuel Belgrano: Ob. cit., p. 67. “Memoria que leyó el licenciado Don Manuel Belgrano, abogado de los Reales Consejos y Secretario por su Majestad del Real Consulado de esta capital, en la sesión que celebró su Junta de Gobierno el 15 de julio del presente años de 1796”. En: Manuel Belgrano, ob. cit., p. 68. Consultar “Memoria escrita por el Licenciado Manuel Belgrano, abogado de los Reales Consejos y Secretario por su Majestad del Real Consulado del Virreinato de Buenos Aires en 1797”. En: Manuel Belgrano, ob. cit., p. 84 y ss. “Memorias ... de 1796”. En: Manuel Belgrano, ob. cit, pp. 68-69. Ibíd, p. 74. Ibíd, p. 82. “Memorias ... de 1797”. En: Manuel Belgrano, ob. cit., p. 96. Ibidem, pp. 96-97. “Memoria escrita por el Licenciado Manuel Belgrano, abogado de los Reales Consejos y Secretario por su Majestad del Real Consulado de esta capital en la sesión que celebró su Junta de Gobierno a 14 de junio de 1798”. En: Manuel Belgrano, ob. cit., p.103 Ver los artículos del Correo de Comercio de Buenos Aires correspondientes en: Manuel Belgrano, ob. cit., pp. 113-148. En este párrafo se refiere al momento de su llegada a Buenos Aires en 1794. Ver: Manuel Belgrano, “Autobiografía”, ob. cit., p. 49. Ibíd. p. 50. Ibíd, p. 51. Ibíd, p. 52. Ibíd, p. 55. Ibíd, pp. 55-56. Ibíd, p. 60. Bachiller del Colegio Nacional de Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires (UBA), Profesora de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Fue docente en la Facultad de Ciencias Sociales y del CBC, UBA. Fue Becaria de la Facultad de Ciencias Económicas (FCE) UBA (1991-1997). Realizó los cursos de la Maestría en Historia Económica y de los procesos económicos FCE, UBA. Becada en el Doctorado Iberoamericano de la Universidad de Huelva está trabajando en su tesis. Actualmente es docente e Investigadora FCE, UBA donde ha dirigido y codirigido proyectos de investigación. Tiene numerosas publicaciones nacionales e internacionales de historia económica y relaciones internacionales sobre la emancipación política del río de la Plata, la integración latinoamericana desde la Argentina; la cuestión de la dependencia; la política exterior argentina: las Malvinas; las relaciones con Brasil, Cuba, Uruguay (el caso de las pasteras), con la ex URSS y la Federación de Rusia entre otros. Ha sido profesora invitada de distintas universidades nacionales y extranjeras. Es Vicepresidente de ADHILAC Internacional; Directora de Ariadna Tucma Revista Latinoamericana (www.ariadnatucma.com.ar); Directora de la página de ADHILAC Internacional (www.adhilac.com.ar). Miembro del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. E-mail: [email protected] camino real LA AUTORA 43 44 camino real La correlación entre las revoluciones sociales, las científicotécnicas y las productivas. PEDRO L. SOTOLONGO El trabajo trata el desafío que se desprende del emerger del modo tecnológico de producción flexible-automatizado-robotizado, cualitativamente nuevo con relación al fabril-mecanizado, el de la anterior Revolución Productiva –“la Industrial”– con su economía-de-escala (succionadora de gran cantidad de fuerza de trabajo); mientras éste nuevo, por los medios técnicos creados por la Revolución Científico-Técnica (RCT) del 2do. tercio del siglo xx, la máquina automatizada y las TICs, con su economía-de-rango, expulsa gran cantidad de fuerza de trabajo, lo que, junto al salto en la productividad del trabajo, está suscitando otro salto: el de los excluidos del trabajo. Introducción Está emergiendo –desde las dos últimas décadas del finalizado siglo– un modo tecnológico de producción, el flexible-automatizado-robotizado, cualitativamente nuevo (una auténtica Revolución Productiva) con relación al fabril-mecanizado, que caracterizara a la anterior Revolución Productiva (que solemos denominar como “la Industrial”, en sus dos grandes etapas, la de la máquina-herramienta y la máquina-de-vapor durante el entre-siglos XVIII y XIX y la del ferrocarril, el automóvil -el motor de combustión interna- y la electricidad durante el entre-siglos XIX y XX). Este último, condicionado por la índole de los medios técnicos ya aludidos (que trasladó a esos medios técnicos las funciones productivas de índole tecnológica hasta entonces privativas de los seres humanos trabajadores se apoyó en su economía de- escala (necesitada de succionar –y explotar en su forma social capitalista– grandes cantidades de fuerza de trabajo); mientras el que emerge, condicionado por los medios técnicos surgidos de la Revolución Científico-Técnica (RCT) del segundo tercio del siglo XX, la máquina- automatizada (que ha trasladado a los medios técnicos las funciones productivas de índole lógica, hasta ahora privativas de los seres humanos productores) y las tecnologías de la comunicación e informatización (TICs), se apoya en su economía-de-rango (asimismo explotadora bajo la égida del capital, pero necesitada de expulsar gran cantidad de fuerza de trabajo), lo que, junto al nuevo salto en la productividad del trabajo, está suscitando otro salto: el de los excluidos del trabajo. Este proceso emergente, epocalmente hablando, sólo comienza… Sin embargo ya nos plantea un cúmulo de problemáticas y desafíos, práctica(o)s y teórica(o)s. camino real Palabras clave: Modo tecnológico de producción; revolución productiva; revolución técnica; revolución social; trabajo 45 Comencemos por examinar más de cerca los dos procesos epocales que han transformado cualitativamente la manera en que se producen los bienes materiales y culturales necesarios para la vida material y espiritual de los seres humanos y que han suscitado el emerger del aludido modo tecnológico de producción flexible-automatizado-robotizado, con esa “economía-derango” que lo caracteriza. camino real Importancia de una caracterización adecuada de las revoluciones científico-técnica y productiva del segundo y tercer tercio, respectivamente, del siglo XX 46 Aunque ya se puede hablar de que se halla muy avanzada la elaboración de la caracterización conceptual de la problemática de la denominada Revolución Científico-Técnica (RCT), acaecida a partir del segundo tercio del finalizado siglo, no obstante, la riqueza de su contenido y multidimensionalidad de sus procesos, obligan a su estudio ulterior. Pero no se puede decir lo mismo de la caracterización conceptual de la concatenación de la RCT con la posterior Revolución en la Alta Tecnología (RAT) (High Technology Revolution, en Inglés) –-también denominada “Reconversión Industrial”– una verdadera Revolución Productiva (RP) originada en el último tercio de dicho siglo y que se extiende hasta nuestros días, plasmando una manera tecnológicamente nueva de producir. Ese estudio ulterior es, por lo mismo, necesario y pertinente también en el plano de la aludida caracterización conceptual e interpretación de dicha Revolución Productiva (RP o RAT); o sea, que no todos los aspectos de fenómenos tan complejos como la RCT y la RP (RAT) estén resueltos y/o agotados en su caracterización conceptual, ni en la interpretación de su impacto y consecuencias como procesos epocales globales. En ambas direcciones es necesario partir de un fundamento sólido que permita una caracterización adecuada de-lo-queimplican y de-lo-que-aportan tales procesos para el desarrollo tecnológico y social en general. Un examen cuidadoso de los trabajos pertinentes a dicho propósito arroja que –gústele a quién le guste o disgústele a quién le disguste– las ideas de C. Marx acerca del papel de la ciencia y la técnica en el desarrollo de la producción brindan un fundamento que posibilita una caracterización muy sólida y pertinente de lo que ha ocurrido y está ocurriendo. Es necesario, pues, que sus ideas fundadoras sean objeto de ulterior desarrollo, teniendo en cuenta las tendencias contemporáneas de los avances científicos y tecnológicos del siglo XX; lo que puede –y debe– resultar en una concepción histórico-general integral de la RCT y la RP (la RAT). En semejante concepción, la RCT y la RP (la RAT) deben ser contempladas no solo en el plano científico-técnico y/o tecnológico, sino como procesos sociales de amplia envergadura e impacto, en cuya médula se halla la problemática de la satisfacción de las necesidades humanas por medio de una modalidad tecnológica específica de producir los bienes necesarios para ello, la que siempre está condicionada históricamente por el estado de la ciencia y de la técnica; pero que también siempre requiere y origina para su amplia y generalizada difusión en los procesos de producción de una u otra sociedad, su articulación con determinada modalidad de la organización social del trabajo. En particular, esto último se vincula con lo concerniente a la correlación de la RCT y la RP (la RAT) con las regularidades tendenciales más generales de la sociedad. Uno de los objetivos principales de este trabajo, por lo mismo, es estudiar el vínculo entre las Revoluciones Técnicas (incluyendo a la RCT) y las Revoluciones Productivas (incluyendo a la RAT) con la regularidad social tendencial general1 de la correspondencia entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas sociales. Para ello es necesario enfocar a la RCT, la RP (o RAT) y las otras revoluciones anteriores acaecidas en la técnica y en la manera tecnológica de producir, desde el punto de vista de su interacción con el conjunto de las relaciones sociales. Lo anterior hace necesario, a su vez, dar una caracterización histórica concreta de las modalidades de plasmarse la ya aludida regularidad social tendencial general, en ese plano –más particular y concreto– de la interacción entre uno u otro modo tecnológico de producción y una u otra clase de las relaciones de organización social del trabajo. Caracterización y concreción que muchas veces se obvian, dándose por sobreentendidas, lo que es una gran laguna en el conocimiento y aprehensión cabales –e insuficiencia en la capacidad de discernir lo-que-está-ocurriendo y lo-que-no-estáocurriendo- y por lo mismo, un obstáculo para pensar e implementar las estrategias de actuación prácticas respecto a tales realidades (las que nos gustan y las que no nos gustan). Y por ende, una gran deficiencia para una caracterización que vaya más allá de repetir incansablemente lo siempre afirmado acerca de dicha regularidad social tendencial general, en lugar de avanzar en explicarnos, con auténtica fuerza heurística, lo-que-está-ocurriendo actualmente en el ámbito de la producción y en el ámbito del trabajo humano. Esa falta de concreción en la caracterización conceptual sociológico-general de los modos tecnológicos de producción, con su especificidad de manifestarse, no permite anticipar (e incluso en ocasiones, ni caracterizar lo ya ocurrido), el porqué uno u otro proceso de cambio cualitativo de las relaciones de propiedad social (la quintaesencia de la comprensión tradicional de lo que constituye una Revolución Social) al producirse precisamente en un determinado momento epocal (y no en otro), resulta condicionado, ya bien en mayor, o ya bien en menor grado en el logro (o no logro) de algunos de sus objetivos, metas y/o aspiraciones sociales reivindicativas,. por dichas realidades de la manera de producir tecnológicamente los bienes (por el desarrollo camino real Y ello resulta así, por la circunstancia de que tal manera –una u otra–- en que ya bien uno o ya bien otro modo tecnológico de producción y unas u otras relaciones de organización social del trabajo se articulan mutuamente, no constituye otra cosa que la manera específica, en una u otra época, de manifestarse, de plasmarse, a su vez, la mutua articulación entre el accionar conjunto de las fuerzas productivas y el accionar conjunto de las relaciones de producción de una u otra socialidad. En otras palabras, lo que caracteriza desde el punto de vista productivo, a uno u otro modo-de-producción-social. 47 camino real técnico y tecnológico alcanzado –o no alcanzado aún– en el momento histórico en que advino a la existencia una u otra Revolución Social, debido a la presencia o ausencia real de ciertos medios técnicos y de su articulación masiva en los procesos tecnológico-productivos. Las Revoluciones Sociales latinoamericanas del siglo XIX, no constituyen excepción alguna, sino al contrario, confirmación, de lo expresado. Trascender ese vacío e insuficiencia permiten, además, examinar el papel y lugar histórico-general de las Revoluciones Técnicas (y de la RCT) y de las Revoluciones Productivas (y de la RAT) en el desarrollo de la socialidad; así como aquilatar en toda su importancia, el carácter y el impacto socio-económico de los actuales procesos de cambio cualitativo en la ciencia, en la técnica y en sus aplicaciones tecnológico-productivas que transcurren “ante-nuestros(asombrados) ojos”. Particularmente importante es pasar de las caracterizaciones, acertadas pero demasiado generales, de los fenómenos y procesos mencionados, a mostrar las modalidades más particulares del emerger, difundirse y generalizarse los mismos, y de las circunstancias necesarias y suficientes (pero también en ocasiones suficientes, aunque no necesarias) que les dieran lugar. 48 La comprensión de la historicidad de las fuerzas productivas a partir de su especificidad sistémica epocal Para el logro de los objetivos expresados, debe precisarse cómo transcurre el proceso del desarrollo técnico y su papel en el desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad; en particular en lo que concierne a los desarrollos de la técnica que se plasman en medios de producción, ese im- portante –aunque no único–2 componente de las fuerzas productivas sociales. El desarrollo de la técnica y las fuerzas productivas sociales. El proceso del desarrollo técnico tiene lugar, ante todo, a través de diversos estadios: · · · El emerger –con la utilización de nuevos principios del conocimiento y/o de nuevas regularidades de la naturalezade un tipo de medio técnico cualitativamente nuevo (por el tipo de funciones productivas que quedan traspasadas al mismo y que antes eran privativas de los seres humanos); incluyendo una nueva –cualitativamente- herramienta de trabajo (aquella clase de medio técnico que entra en contacto directo con el objeto de trabajo); El emerger de una nueva clase de base técnica (conjunto de una “masa crítica” ya notable de esos medios técnicos cualitativamente nuevos) de la sociedad, asimismo cualitativamente nueva; El emerger de un modo tecnológico de producción3 cualitativamente nuevo; que marca la introducción, masiva ya, de dicha base técnica en los procesos tecnológico-productivos imperantes; lo que, en su conjunto, va conformando, en una o en otra época, lo que denominamos como Revolución Técnica (en nuestra época Revolución Científico Técnica);4 cuya aprehensión y caracterización no debe limitarse al ámbito del desarrollo de la técnica y la tecnología, sino debe incluir la caracterización de la articulación de esos cambios cualitativos en los medios de producción, con los otros componentes de las fuerzas productivas que, junto a los medios técnicos de producción configuran en toda La composición holístico-sistémica de las fuerzas productivas sociales Para tener en cuenta de manera holístico-sistémica, íntegramente y sin reduccionismos, la composición de las fuerzas productivas sociales, es imprescindible remitirnos a su caracterización en el primer tomo de El Capital que es donde, a juicio nuestro, han quedado mejor caracterizadas. Allí. C. Marx, explícitamente, distingue los siguientes cinco “factores del desarrollo de la fuerza productiva del trabajo”: 1. Las condiciones naturales, 2. El grado promedio de habilidad del trabajador, 3. La dimensión y la efectividad de los medios de producción, 4. El nivel de desarrollo de la ciencia y el grado de su aplicación tecnológica, 5. La combinación social del proceso de producción,5 en los cuáles se reconoce en el 2 y 3 el ya aludido “determinante-principal” de esa composición de las fuerzas productivas, pero se ve claramente que las mismas no se agotan en dicho determinante. En ese lugar de su monumental obra, Marx lleva a cabo un estudio sistémico – sin utilizar dicho término- del accionar conjunto de los cinco componentes en el desplegarse histórico de las fuerzas productivas, lo que resulta clave para precisar la cualidad y el carácter de las mismas de periodo histórico en periodo histórico. Tal aprehensión sistémica muestra cómo, de época en época, ese accionar conjunto varía cualitativamente –de formación económico-social en formación económico-social– debido al hecho de que el grado de inserción (el impacto) de uno u otro de esos cinco componentes en la fuerza productiva del trabajo está lejos de ser el mismo. Así, algunos de esos componentes van incrementando su inserción e impacto, mientras que otros experimentan una tendencia a la disminución relativa de su influencia. Si se examina ese accionar sistémico de los cinco componentes de la fuerza productiva del trabajo de formación económicosocial en formación económico-social, se puede constatar, sin dificultad, como el mismo resulta característico ya para una, ya para otra de ellas; pudiendo ello entonces proporcionar un criterio para la precisión de la cualidad específica de las fuerzas productivas para la formación económico-social camino real época las relaciones entre los hombres y la naturaleza para producir. Y debe señalarse que con demasiada frecuencia se aprecia en muchos trabajos un tratamiento reduccionista de las fuerzas productivas sociales. Si bien es generalizado el reconocimiento de dos de sus componentes: los medios de producción y el hombre (el ser humano) productor –el (o la) trabajador(a), no sucede lo mismo con sus otros componentes. Y aunque el ser humano productor -el o la trabajador(a)- y los medios de producción (en particular las herramientas de trabajo) constituyen sin duda lo que podemos llamar “el determinante-principal” en la composición de las fuerzas productivas sociales desde la perspectiva de su desarrollo en el sistema: sociedad-seres-humanos-naturaleza, tal determinante-principal no agota la composición holística de las fuerzas productivas, cuándo las examinamos en el plano del despliegue histórico de la productividad del trabajo. 49 camino real 50 dada. En particular, puede constatarse, con tal examen, como de formación económico-social en formación económico-social no es el mismo componente de las fuerzas productivas sociales el que ejerce la influencia o impacto principal o más significativo sobre el crecimiento de la productividad del trabajo. Lo anterior en absoluto contradice la ya aludida circunstancia de que sea el ser humano productor –el o la trabajador(a)– en cualquier formación económico-social, el componente-agente más activo de las fuerzas productivas; ni tampoco que en cualquier formación económico-social sean los medios de producción (en especial las herramientas de trabajo) el componente de las mismas que de manera más inmediata y directa caracteriza su acción productiva sobre los objetos de trabajo. Lo que nos enfatiza adicionalmente la necesidad de distinguir –y no confundir– la cuestión del determinante- principal en la composición de las fuerzas productivas sociales, con la cuestión del papel de uno u otro de los componentes de estas últimas sobre la productividad del trabajo. Son dos cuestiones que se complementan, pero que no deben ni identificarse, ni contraponerse. Teniendo en cuenta lo expresado, no es difícil constatar que en las formaciones económico-sociales pre-capitalistas, fueron los componentes 1, 2 y 3 de las fuerzas productivas del trabajo, los que caracterizaron a las mismas desde el punto de vista del carácter específico epocal de esas fuerzas productivas sociales. En los inicios de las socialidades humanas sus fuerzas productivas dependían de las condiciones, menos o más favorables, que proporcionaban las condiciones naturales circundantes a esas primeras comunidades (climas suficientemente benignos; ríos copiosos; localidades con alimentos frutales y caza animal abundante; sabanas fértiles; etc.) Y poco a poco fueron aumentando tanto el grado promedio de habilidad del ser humano como trabajador, así como la dimensión y la efectividad de los medios de producción de que fueron disponiendo, por rudimentarias y/o primitivos que fueren unas y otros al comienzo. Lo que marcó la especificidad de las fuerzas productivas tanto del esclavismo, como del feudalismo. En ambas formaciones económico-sociales se plasmó un modo tecnológico manual-artesanal de producción, si bien la forma social de la que se revistió en cada una de ellas fue diferente: Las plantaciones y ergástulas esclavistas (de la producción con esclavos) de la antigüedad y los feudos y gremios medievales. Pero unos y otros basados en un modo tecnológico de producción manual y/o artesanal (en el que solo las funciones productivas más elementales del hombre trabajador –las mecánicas y las energéticas, basadas en sus movimientos y fuerzas físico-corporales fueron siendo gradualmente transferidas a uno u otro medio de producción (por ejemplo, a la lanza, al arco y su flecha, al arado con tracción animal y –ya en el Medioevo– a los molinos de agua y/o de viento). Sería el capitalismo el que modificaría tal situación productiva, no el capitalismo inicial (que continuaba basándose en el mismo contenido tecnológico –el aludido ya modo tecnológico de producción manual y/ o artesanal– si bien revestido de una nueva –y más progresista– forma social: la manufactura capitalista); sino el capitalismo del entorno de los siglos XVIII y XIX (y de ahí en adelante), con su impetuosa –e impresionante– capacidad de generar avances en el traspaso a esas máquinas-herramientas de las funciones productivas tecnológicas, antes privativas de los seres humanos), lo que aumentó extraordinariamente la productividad del trabajo social. El resultado global ya ha sido mencionado: Un nuevo modo-tecnológico-de-producción, el fabril-mecanizado (articulado con una nueva modalidad capitalista de las relaciones de organización social del trabajo); todo lo cual, mutatis mutandi (es decir, cambiando y cambiando) atravesaría diversas etapas (taylorismo, fordismo, etc.) de la producción en cadena en la línea fabril (inolvidablemente caracterizada y satirizada por Charles Chaplin fílmicamente en la primera mitad del siglo XIX), y que dominaría –potenciada ulteriormente por el advenimiento de la energía eléctrica– caracterizando tecnológicamente al capitalismo de este último siglo en sus dos primeros tercios. No obstante, los cambios en el proceso del devenir de los estadios del desarrollo técnico no cesaron –nunca lo han hecho históricamente– y así, en el segundo tercio del siglo XX tuvo lugar la ya aludida Revolución Científico-Técnica (RCT), en la cuál a diferencia de anteriores Revoluciones Técnicas, fue el desarrollo de la Ciencia –y no el del probar y errar empíricos- el que hiciera surgir un medio técnico cualitativamente nuevo, incluso comparado con la anterior máquina herramienta: la máquina-automatizada; la que posibilitó traspasar a ella las funciones productivas intelectual-reguladoras de carácter lógico, privativas hasta muy recientemente del ser humano productor. Circunstancias que, a partir de la introducción cada vez más masiva y acelerada desde el último tercio del recién finalizado siglo de esas máquinas-automatizadas camino real nivel de desarrollo de la ciencia y el grado de su aplicación tecnológica (es decir, en el cuarto entre los componentes enumerados más arriba de la fuerza productiva del trabajo), que generó ese nuevo medio técnico: la máquina-herramienta, que tornó factible traspasar a ella las funciones productivas tecnológicas hasta entonces privativas del hombre productor. Nuevo –cualitativamente– medio técnico y traspaso al mismo de funciones productivas6 que produjeron un enorme incremento de la productividad del trabajo, e hizo emerger un nuevo modo tecnológico de producción: el fabril-mecanizado; así como que en medio siglo Europa se poblara de chimeneas industriales y el capitalismo evidenciara su superioridad (disputada aún durante los dos siglos previos) sobre el anterior modo tecnológico y modo social de producción. De hecho, como resultado de todo lo expuesto, el nivel de desarrollo de la ciencia y el grado de su aplicación tecnológica se ha convertido ya –y esa viene siendo la justificación histórica del capitalismo en el plano del desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad– en el componente de la fuerza productiva del trabajo que mayor impacto ha tenido –y continuó teniendo en el recién terminado siglo XIX– en la productividad contemporánea del trabajo, convirtiéndose, de hecho, en una fuerza productiva directa. Dicho proceso, como hemos descrito, se originó con la Revolución Técnica en el siglo XVIII, que hizo posible la máquinaherramienta y la ulterior Revolución Productiva (RP), más conocida como la Revolución Industrial de la primera mitad del siglo XIX, con la introducción masiva de la máquina-herramienta (movida cada vez más por la máquina de vapor) en los procesos tecnológicos de la época (y con el 51 camino real 52 en las cadenas tecnológicas ya existentes, –la nueva Revolución Productiva (RP), a la que, como ya apuntáramos, se le conoce como Revolución en la Alta Tecnología (RAT) (High Technology Revolution, en Inglés) y también como la “Reconversión Industrial”–, comenzaron a propiciar, junto al desarrollo de las TICs, el emerger de otro – cualitativamente nuevo respecto al anterior fabril-mecanizado– modo tecnológico flexible automatizado de producción que ha ya experimentado el tránsito a través de sus etapas iniciales, como la de la automatización simple, la de la automatización sistémica (con el empleo de sistemas enteros de máquinas-automatizadas), la de la robotización inicial de la producción, todo ello aprovechando también el desarrollo paralelo y contemporáneo de las aludidas nue- vas técnicas de la computación, la información y de la comunicación (las TICS). Pero como sucedió con el anterior modo tecnológico de producción, el ahora emergente requiere un diferente conjunto de relaciones de organización social del trabajo, para poder plasmar toda su potencialidad productiva. Con la diferencia de que en lugar de requerir cada vez mayor cantidad de fuerza de trabajo humana –como requería el anterior– este requiere cada vez menos, porque son las máquinas automatizadas, potenciadas por las TICs, las que sustituyen cada vez más al ser humano trabajador, eliminando más y más puestos de trabajo ahora innecesarios. La combinación social de la producción y el desarrollo contemporáneo de las fuerzas productivas Pero las aludidas ya RCT Y RP (o RAT) del siglo XX han propiciado otra circunstancia adicional cualitativamente nueva, aún no suficientemente aquilatada (incluso ignorada aún por muchos de los que estudian y caracterizan el desarrollo contemporáneo de las fuerzas productivas)7 pero de suma importancia actual, y sobre todo por su potencialidad futura de constituirse en premisa –en el plano del desarrollo de las fuerzas productivas- de otro, también cualitativamente nuevo, modo social una reconformación –asimismo cualitativa– en la combinación social de la producción? Y, además, si ello se muestra efectivamente así: ¿resultaría factible tal radical reconformación bajo la égida del capital o requeriría el paso a una economía auténticamente socializada? Por otra parte, ¿en qué medida dicho ámbito “informal” (con su precariedad, la de los “excluidos” de la economía formal –y sin esperanza de retorno–) es la fuente nutricia del tráfico ilegal de personas, de las migraciones masivas, así como de otras prácticas ilegales aún más graves (pero organizadas); es decir, de la crisis de convivencia social que se extiende con pasos de “gigante-de-siete-leguas” por nuestra región latinoamericana y caribeña? Tales nuevas circunstancias solo recientemente emergidas en el desarrollo de las fuerzas productivas sociales tiene una enorme importancia potencial9 para el curso futuro de las socialidades contemporáneas, en la medida en que convertir a la combinación social de la producción en una fuerza productiva directa implica no meramente el aprovechamiento de ese factor de desarrollo de la fuerza productiva del trabajo a escala de una u otra rama o incluso sector de la producción -lo que puede ser llevado a cabo hasta cierto punto por el modo de producción social capitalista, a pesar de su innata competencia, al precio de la también eufemísticamente llamada re-ingeniería empresarial (en realidad equivalente a la eliminación de cientos de miles de puestos de trabajo anteriormente necesarios)10 y de las concomitantes oligopolización y/o monopolización de la propiedad- sino sobre todo a combinar socialmente la producción a escala interramas e inter-sectores y desembocando en camino real de producción. Lo aludido no es otra cosa que el potenciamiento por la RCT y la RP (la RAT o Reconversión Industrial) del siglo XX (aunque debe decirse que, en propiedad, esta RP no puede afirmarse que haya concluido aún), de otro de los factores de desarrollo de la fuerza productiva del trabajo distinguidos por Carlos Marx: la combinación social de la producción. Proceso cuyo potenciamiento tiende (pues se halla aún, epocalmente hablando, en una etapa inicial de sus posibilidades), a ir convirtiendo a la combinación social de la producción en una fuerza productiva directa; es decir, en aquel factor de la fuerza productiva del trabajo que mayor impacto ejerza sobre el aumento de la productividad del trabajo (de la misma manera que el modo de producción social capitalista a partir del entorno de los siglos XVIII y XIX (y aún ulteriormente durante los dos primeros tercios del siglo XX), transformó el factor del nivel de desarrollo de la ciencia y el grado de su aplicación tecnológica en el que más elevara la productividad del trabajo. Lo que nos da pie para interrogarnos: ¿Hasta dónde el emerger del nuevo modo tecnológico de producción flexible-automatizado-robotizado (con su “economía de rango”) y su concomitante repercusión, ya evidente, sobre el ámbito del trabajo humano, que está propiciando con dicho impacto –aunque está sólo en sus inicios- una transición de la preponderancia del trabajo en la industria y en el sector público como ámbitos laborales prevalecientes, a su contracción radical (con la concomitante expansión del eufemísticamente denominado ámbito “de la economía informal”),8 está precisamente constituyendo uno de los síntomas que apunta hacia la necesidad de 53 camino real 54 combinarla a escala de toda la producción en su conjunto, tanto a escala nacional como internacional; lo que parece al menos problemático –y problematizable– de poder ser plasmado sobre la base de un modo de producción social orientado ante todo hacia el mercado y la propiedad privada de los medios fundamentales de producción. Asimismo, si la aludida reconformación en la combinación social de la producción se revela efectivamente necesaria, cabe el preguntarnos: ¿podría ser asumida exitosamente solo sobre la base –como se nos afirma a menudo– de la actual “globalización” y del desarrollo de la denominada “economía de los servicios”? Tal era el papel que se le asignaba a dicha “economía de los servicios” hace algunos años, en medio del optimismo por el emerger de las TICS y de la denominada “sociedad informatizada” por aquellos que ponían en ese sector de servicios la esperanza de que pudiera absorber a los desempleados en masa de la producción industrial, desempleo que entonces era incipiente –pero ya impulsado por las empresas con su “reingeniería empresarial” y con la concomitante automatización, robotización e informatización de la producción industrial. Pero a la altura de la ya finalizada primera década del nuevo siglo XXI, ya se constata que lejos de asumir tal papel, creando suficiente número de nuevos puestos de trabajo en los servicios, por el contrario, este sector se ha ido también informatizando y automatizando (reconocimiento de formas y rostros, reconocimiento de caligrafía y de voz, procesamiento automático de nóminas, tabulaciones, registros, etc.), eliminando a su vez miles de puestos de trabajo. Entonces, más bien ese potenciamiento a escala de toda la socialidad en su conjunto del factor de la combinación social de la producción, pareciera requerir –lo que, por supuesto es asimismo problemático, y problematizable– de una orientación primordial hacia la propiedad social y a la solidaridad social y a la socialidad misma en su conjunto y no hacia la propiedad privada, la competencia y el mercado; así como una orientación sostenida (sin que ello quiera decir que ello se sea la orientación única, pero sí la que marca el rumbo) hacia una socialización de las fuerzas productivas (que incluye, pero que no debe reducirse exclusivamente, a su estatalización (como lo fue, con indeseables resultados a la postre, en muchos de los primeros experimentos sociales del siglo XX el de socializar las fuerzas productivas). Lo expresado sugiere la posibilidad al menos, de que estén de hecho creándose las condiciones suficientes para que pueda emerger –aunque de ningún manera necesariamente, es decir no teleológicamente– un modo de producción social no orientado primordialmente a la propiedad privada –aunque la admita a cierta escala de poca concentración y/o nivel de desarrollo de esas fuerzas productivas, en particular de los medios de producción- y que tampoco se subordine a los vaivenes y veleidades del mercado –sin suprimirlo- sino que por el contrario lo subordine a los fines y objetivos colectivos que toda verdaderamente auténtica combinación social de la producción a escala de la sociedad como tal presupone, so pena de no poder plasmarse como la ya aludida fuerza productiva directa para la que presenta potencialidad. examen de la articulación de los cambios cualitativos en las relaciones sociales y el estado histórico-concreto de desarrollo de las fuerzas productivas que uno u otro de tales cambios encuentra al advenir a la existencia. Para así poder discernir mejor algunas condicionantes que caracterizarán a esos procesos de cambio social, independientemente de la voluntad de sus actores sociales. Carlos Marx desarrolló su obra acerca del advenir de un futuro de revoluciones sociales basándose en las realidades del mundo económicamente desarrollado de la Europa de su tiempo. Incluso para ello se trasladó expresamente a Manchester, para poder ser testigo del capitalismo más desarrollado de aquel tiempo. No obstante, la historia, veleidosa como suele ser, nos trajo las primeras revoluciones sociales que deseaban trascender al capitalismo no en aquellos países, sino en su periferia atrasada (Rusia, China, Vietnam, Corea, Cuba, etc.), que han tenido entonces que potenciar al máximo el factor subjetivo ante el relativo atraso del factor objetivo en sus fuerzas productivas subdesarrolladas. Y así les ha ido, cuando ese factor subjetivo se deformó (estalinismo, maoísmo, etc.). Todavía en los procesos actuales de cambio social radical en tales países “periféricos” el carisma subjetivo de un líder ha sido y sigue siendo de primera importancia (Fidel, Ho-Chi-Minh, el Ché, Chávez, Evo, Correa, etc.). No obstante, la historia vuelve con sus veleidades y cuándo parecía que los pueblos de los países desarrollados estaban “dormidos”, irrumpen “los indignados” españoles, y los griegos, y al parecer seguirán otros… ¿Será ello el preludio de que se cumplirá, mutatis mutandi, algo de lo previsto camino real Circunstancias que, análogamente a las acaecidas dos siglos atrás con el emerger de la máquina herramienta y del modo tecnológico fabril-mecanizado de producción, parecen propiciar que se sitúe “en-el-adyacente-epocal-posible”, socio-históricamente hablando, en el plano del aprovechamiento pleno de la fuerzas productivas del trabajo-OTRO modo SOCIAL de producción. En aquel entonces, dos siglos atrás, esto fue concomitante con el florecimiento de un modo de producción social –el capitalista– que llevaba ya, por lo menos, dos centurias pugnando –sin lograrlo del todo– por mostrar su superioridad sobre el anterior modo social feudal de producción.11 Hoy, lo apuntado pareciera estar, reiteramos, creando las condiciones suficientes (pero “suficientes” solo en el plano técnico, tecnológico y del desarrollo de la fuerza productiva del trabajo humano) para que sea trascendido ese modo social capitalista de producción. Evidente resulta, sin embargo, y la historia del recién finalizado siglo XX es más que elocuente al respecto, que tales condiciones suficientes en ese plano, requieren de todo otro conjunto de circunstancias que, a su vez, aporten las condiciones sociales, ante todo, en lo que respecta a la presencia de relaciones de producción sociales que aprovechen (y sepan aprovechar sin deformaciones y errores), que impulsen (y sepan impulsar sin deformaciones y errores) y que desarrollen en toda su potencialidad (y sepan impulsar sin deformaciones y errores) el proceso de conversión de una fuerza productiva del trabajo como la combinación social de la producción en una fuerza productiva directa a escala de toda la sociedad en su conjunto.12 Lo expresado en este acápite, nos debe conducir, como “de la mano”, al 55 por Marx para esos países desarrollados, dónde las fuerzas productivas están más que preparadas para adecuarlas a nuevas relaciones sociales? ¿Y, hará ello allí necesario o no, el potenciamiento al máximo del “factor subjetivo” –el carisma de un líder– o será necesario y también suficiente el emerger –como lo estamos viendo– de “Movimientos Sociales-sin-líder” o al menos sin el papel tan preponderante de uno u otro líder? Sólo el futuro dará la respuesta… 4 BIBLIOGRAFÍA Marx, Carlos: El Capital. Tomo I. La Habana. Editorial Venceremos, 1965. Morin, Edgar: Los Siete Saberes necesarios para la Educación del Futuro. París. UNESCO, 1999. Rifkin, Jeremy: Fin del Trabajo. Nuevas tecnologías contra puestos de trabajo: el nacimiento de una nueva era. Primera. Edición. Buenos Aires. Editorial Paidós, 1996. Sotolongo, Pedro: “El lugar histórico y el carácter socioeconómico de la Revolución Científica Contemporánea”, Revista Cubana de Ciencias Sociales, No. 4. La Habana, Editora de la Academia de Ciencias de Cuba, 1984, Pp. 82-105. 5 6 7 NOTAS camino real 1 2 56 3 Nótese como empleamos la noción de “regularidad social tendencial”, para de esta forma eludir utilizar la noción de “ley social”. En todo caso, emplearíamos el de “ley social tendencial”, por cierto, en alguna ocasión empleado por el propio Carlos Marx. No es lo mismo un proceso que marca una tendencia –sujeta a interrupciones, retrocesos y hasta eventuales incumplimientos– que una ley (sin más cualificación) que no admite tales y supone un cumplimiento irrestricto y rígido. Más adelante en este mismo acápite haremos énfasis en el resto de los componentes –además de los medios de producción- que conforman las fuerzas productivas y que con mucha frecuencia no son considerados. No confundir la noción de “modo tecnológico de producción”, con la de “modo de producción social”; 8 9 por supuesto que este último siempre “contiene” a aquél, pero no se reduce a él. Uno –el modo tecnológico de producción– se refiere a la especificidad de la articulación tecnológica de la más avanzada base técnica (conjunto de medios técnicos) para la época para producir (así como al tipo de medio técnico que caracteriza dicha base técnica); pero como hemos mencionado más arriba, correlaciona siempre ya con uno, ya con otro conjunto de relaciones de la organización social del trabajo que tal modalidad tecnológica de producir requiere. Esta articulación es precisamente la abarcada por la noción de “modo de producción social”, es decir, del conjunto de las fuerzas productivas en articulación con el conjunto de las relaciones sociales de producción. Científico-Técnica por la importancia de los logros científicos en el emerger de los medios técnicos cualitativamente nuevos (lo que la distingue de las anteriores Revoluciones Técnicas). No confundir la “combinación social de la producción” con la “organización social del trabajo”. No son lo mismo. Lo que casi siempre se confunde con la aparición de la máquina de vapor, la cual, con toda su importancia (que efectivamente tuvo) no hizo más que continuar el traspaso ancestral de las funciones productivas energéticas del ser humano trabajador a los medios técnicos, no siendo ello lo cualitativa –sino lo cuantitativamente– nuevo en ese momento para el capitalismo. Lo cualitativamente nuevo fue el emerger de la máquina-herramienta con su traspaso a los medios técnicos de las funciones tecnológicas del ser humano productor, hasta entonces privativas de este último. Este “ignorada” viene condicionado, en mucho, por el ya mencionado frecuente reduccionismo en el tratamiento de las fuerzas productivas a solo dos de sus componentes (el ser humano productor y los medios de producción), obviándose el resto de los componentes sistémicos de las mismas. Eufemismo que –junto al de “la reingeniería empresarial”– pretenden invisibilizar discursivamente lo que en realidad objetivamente constituyen: la eliminación, de decenas de miles (ver la profusión de cifras al respecto en el ítem 1 de la Bibliografía) de puestos de trabajo (eliminación creciente a partir del último tercio del recién finalizado siglo), con la obligada migración de los desplazados a un ámbito de actividades que en realidad es un sector de “precariedad informal”. Nótese que utilizamos el calificativo de “potencial” con toda intención, para alejarnos –y así eludir- tratamientos teleológicos y/o deterministas sociales, en que se dé “de antemano” asegurado lo que solamente es potencialmente factible como una de las alternativas 11 12 Más aún si tenemos en cuenta la combinación social de la producción a escala internacional e incluso global, planetaria, ámbito más amplio en donde el actual modo social capitalista de producción está mostrando toda su intrínseca contradictoriedad y limitación histórica, a través del proceso que ha desencadenado de internacionalización y de transnacionalización del capital, de globalización con orientación neoliberal, que ha conducido a la humanidad a las crisis ambiental, energética, alimentaria, financiero-económica, ético-política, de convivencia humana (tráfico y consumo de drogas; precarización, marginación y exclusión laborales; criminalidad organizada; tráfico de personas y migraciones masivas, etc., etc.). EL AUTOR Miembro de la Unión de Escritores de Cuba (UNEAC), Sección de Historia y Ciencias Sociales. Presidente Fundador de la Cátedra para el Estudio de la Complejidad de La Habana. Coordinador Académico de Diplomados de Complejidad en FUNGLODE y en el Instituto Global de Altos Estudios en Ciencias Sociales, en Santo Domingo. Órdenes ´J. T. Roig y C. J. Finlay, la más alta concedida a científicos cubanos por la obra de vida. E-mail: [email protected] camino real 10 posibles (entre otras, algunas de ellas menos deseables) de tornarse en realidad. El lector que dude esta afirmación puede convencerse de su veracidad leyendo el documentado libro que se da como ítem 1 de la Bibliografía. Fue así, como ya apuntáramos, que la manufactura capitalista moderna y el taller gremial feudal-medieval –que compartían un mismo modo tecnológico de producción: el manual-artesanal, aunque diferían en la modalidad social de las relaciones de organización social del trabajo -más progresistas históricamente en la manufactura- compitieron sin embargo por varios siglos sin que se pudiera evidenciar un aumento cualitativo de la productividad del trabajo hasta el advenir la Revolución Industrial del entresiglos XVIII - XIX. 57 camino real 58 HUELLASDELFUTURO Juan Bosch, intelectual orgánico y la carta del confinamiento MANUEL JOFRÉ Bosch en Chile No conocimos a Juan Bosch en Chile. Pero sabemos de su vida en el centro de Santiago. Y en el sur de Chile. Según una versión, Juan Bosch habría venido primero a Chile, probablemente desde Bolivia, en el invierno de 1953. Viene a informar a los intelectuales chilenos sobre la dictadura en República Dominicana. Cuando llega a residir a Chile, posteriormente, en 1954, Neruda publica el primer libro de las Odas elementales y Parra publica Poemas y antipoemas. Está con su hijo León y lo acompaña un colaborador. Vive en el Hotel Ritz, en la calle Estado. Necesita urgentemente una fuente de ingreso. Instala un taller automotriz, basándose en su habilidad práctica para descubrir y arreglar fácilmente un motor. Esta es también, en él, una habilidad política. El local estuvo ubicado en calle Arturo Prat, tal vez en el número 45 o tal vez en el número 240. Bosch da una conferencia en el Salón de Honor de la Universidad de Chile. Hace amistad con muchos escritores, con Manuel Rojas (con quien sale a acampar a la cordillera), Alone, González Vera. Con Neruda inicia una amistad que perdurará más allá del golpe de Estado de 1973. Bosch va a vivir a Molinos de Niebla, cerca de Valdivia, en el sur de Chile, y escribe dos cuentos: “La muchacha de La Guaira” y “El indio Manuel Securi”. Inicia allí también la escritura de David, biografía de un rey. Mientras tanto, sigue trabajando en Poker de espanto en el Caribe. Participa de las tertulias en la librería y editorial Nascimento, en Calle San Antonio, donde publicaría, por primera vez, el libro de cuentos recientemente re-editado en Chile, La muchacha de La Guaira. Fue presentado el 31 de julio de 1955 y es su primer volumen de cuentos publicado en el exilio de América del Sur. Todavía en Chile, publicará en 1955 dos libros más: Judas Iscariote, el calumniado, una re-interpretación del personaje del Nuevo Testamento y otro titulado Cuba, la isla fascinante. Ha vivido los primeros años del exilio en La Habana y hablar sobre la dictadura de Batista es casi como hablar de la dictadura de Trujillo en República Dominicana. En Santiago, le camino real Se aborda la estadía de Juan Bosch en Chile como un evento que para los intelectuales chilenos fue y sigue siendo importante. Hace algunos comentarios sobre la relación teoría y práctica en su quehacer literario. Finalmente, realiza una comprensión de su obra como intelectual orgánico y concluye con un análisis discursivo de la carta del confinamiento. Palabras clave: Bosh, cuento, intelectual orgánico, carta, pueblo, libertad, dignidad, justicia. 59 camino real 60 invitan a dar clases en la Universidad de Chile pero esto no logra concretarse. Luis Alberto Mansilla es quien ha investigado más detalladamente la estancia de Bosch en Chile. Su libro, Los días chilenos de Juan Bosch, fue editado hace unos años en República Dominicana. En diciembre de 1955 deja el país con rumbo a Brasil. En 1956 aparece en Chile “Cuento de Navidad”. Estas narraciones, que presentan un choque de realidades, están también tensionadas por un tránsito hacia el neorrealismo superrealista, más imaginista, más simbólico, más alegórico. La emergencia de lo fantástico, sin embargo, no disminuye la presencia de la muerte. Además, Bosch continúa con su idea de armar volúmenes de cuentos que van desde los más extensos a los más cortos. El cuento nacional y el cuento en el exilio Sobre la teoría del cuento de Bosch Juan Bosch comenzó a escribir relatos a los 9 años de edad. Los escritos en República Dominicana y contenidos en Camino real (1933), su primer libro, presentan una dimensión nacional y estéticamente, y son parte del realismo criollista, teniendo al campesino del Caribe como protagonista. Este es un espacio naturalista, violento, caótico, donde impera la muerte y el ser humano es uno más en el medio ambiente natural. Veintinueve cuentos de denuncia social pertenecen a este periodo, en el que se prefieren las narraciones en tercera persona. En las 27 narraciones compuestas en el exilio (1938-1953), continúa el escenario trágico y dramático, con un enriquecimiento temático formal paralelo a sus vivencias vitales en Cuba y América Latina. Los cuentos serían más, pero no hay que olvidar que Bosch perdió en 1948 otras 11 historias escritas en Cuba. Total, 56 cuentos publicados entre 1932 y 1962, distribuidos en cuatro volúmenes. En los relatos del exilio, el universo representado es problemático y violento, ahora en una dimensión continental, latinoamericana. En estos se mantiene la visión externa impersonal, y se desarrolla una teoría del cuento, especialmente durante los años 1958-1961, en Venezuela. Escribir cuentos es una práctica escritural. Pensar sobre ellos es teorizar. Estas dos dimensiones se retroalimentan en Bosch. Ya en los primeros años del exilio, desde 1944, en La Habana, hasta 1987, en Santo Domingo, Bosch organiza una teoría del cuento, contenida en un libro y varios artículos. En este género básico del contar no importa la extensión. El interés del lector lleva a centrarse en el desarrollo y no en el final. Etimológicamente, es llevar la cuenta de un hecho. Aunque importa la unión de la historia (o tema) y del discurso (forma o técnica) siempre lo central es la acción. El cuento para Bosch es el relato breve (forma) de un acontecimiento. Hay pues, una unidad de tema. Pero en lo técnico, en lo formal, lo que importa es ir derecho al final, como una narración recta. Las leyes del cuento son finalmente dos para Bosch: primero, la fluencia constante, y segundo, utilizar solo las palabras indispensables. Para él, el cuento es un producto típicamente latinoamericano y caribeño (y nota que España ha aportado poco a este género) caracterizado por la intensidad, que no había sido estudiado antes y teorizado, como forma pura básica. Finalmente, para él, autor de varias tipologías del cuento y constructor de un Bosch, intelectual orgánico Juan Bosch, intelectual orgánico. La expresión no sorprende. Lo que podría cambiar son los argumentos que se emplean para llegar a esa definición gramsciana que implica que el ideólogo, como diría Bajtin, es un sujeto con propuesta y que esas ideas tienen una relación con la historia y la conciencia humanas que se ha desarrollado a través de los sistemas discursivos. En el caso de Bosch, conviene partir estableciendo como argumento basal la integración entre teoría y práctica. Por cierto que la teoría es un tipo de práctica y ambas experiencias no se oponen. Las dos situaciones interactúan entre sí para retroalimentarse mutuamente, ascendiendo así de calidad y condición. La primera parte de nuestra argumentación es que Juan Bosch es un político de la acción política (o de la acción ética, como diría Bajtin). Esta práctica, por otro lado, no es pura acción, puro pragmatismo. Y la teoría no es pura idea, tampoco. Es una práctica teórica. Bosch es un politólogo, un estudioso y planeador de la acción política, pero además, en el aspecto práctico de ello, lleva adelante esas ideas en tareas organizativas y materiales que tienen significación histórica porque buscan transformar el mundo. Político y politólogo, pues. También podría decirse que es, simultánea e interactivamente, hombre de acción y hombre de ideas. Concreciones prácticas y proposiciones discursivas integradas y convergentes. Un sujeto que se alimenta de la realidad nacional y continental con acciones y que como escritor (aspecto más teórico) complementa ambos aspectos. A lo largo de su vida son por lo menos 40 los volúmenes dedicados al análisis histórico, político, sociológico y cultural (y solo publicó dos novelas). Se trata, pues, de un intenso enriquecimiento entre estos dos aspectos –teoría y práctica– que como columna vertebral se manifiestan de distinta manera a lo largo de la vida de Bosch, en República Dominicana, en América Latina y luego de vuelta a la República Dominicana (y finalmente en su exilio europeo). Es esa interacción la que lo convierte en un intelectual orgánico, entre la praxis y la imaginación literaria. Tomemos como una esfera aislada, en pro de la focalización precisa, la situación de Bosch como escritor. Por cierto que hay una interacción entre el Bosch narrador y el Bosch cientista político (expresión que usamos en sentido amplio para incluir sus trabajos sobre sociología, cultura, política, antropología, historia, periodismo). Dejando de lado su trabajo de escritura documental, mimética, referencial, nos queda el sector de escritura imaginativa, verosímil, ficticia, imaginaria, simbólica. Ese sector de la escritura literaria está compuesta por el Bosch novelista y el Bosch cuentista. En suma, por el Bosch narrador. Centrémonos en el Bosch cuentista. Consideremos que su labor como cuentista es una tarea, una actividad creativa, una práctica escritural. Frente a ello, está la parte teórica, en el sentido de la reflexión camino real canon occidental del mismo mediante sus menciones frecuentes a obras y autores, el cuento está al servicio del pueblo. Su libro, Teoría del cuento: Tres ensayos (Universidad de Los Andes, Mérida, 1967) es la obra más elaborada al respecto. Estas reflexiones sobre Bosch cuentista y Bosch teórico del cuento llevan directamente al tema central de la relación entre la teoría y la práctica. 61 camino real 62 metadiscursiva sobre el género cuento. La teorización acerca del género discursivo escogido en el momento en que no se puede realizar plenamente la práctica política. Aquí es donde hay un aporte central, diferente, como ideólogo del género cuento. Bosch escribe grandes cuentos dominicanos, caribeños y latinoamericanos, y por otro lado, crea una teoría del cuento latinoamericano, paralelamente, y en interacción con la práctica cuentística escritural propia. En todos estos niveles tenemos la interacción activa entre la teoría y la práctica. Sin embargo, no podemos dejar de mencionar además, para concluir, que hay una relación teoría y práctica entre la experiencia vital de la realidad del exiliado en América Latina, con la práctica como escritor de cuentos (que llamaremos práctica teórica), y por supuesto, la teoría del cuento desarrollada por Bosch. En nuestro ánimo de componer la figura intelectual de Bosch, armamos una figura y un conjunto de actividades cronotópicas (concretadas en un tiempo y en un espacio) para poder descifrar la rizomática experiencia de un sujeto que vive en el exilio, fuera de su patria, pensando y organizando lo que pasa en ella, bivocalmente, como diría Bajtin. Viviendo, simultáneamente, el interior y el exterior de su país, y escindido, por la dictadura de Trujillo, homologando al país mismo. Y luego, inmerso por segunda vez en su medio natural (Santo Domingo, 19611963) está en un momento donde ya no escribe cuentos sino que hace política, al liderar un proceso de democratización, justicia y libertad, desde la presidencia. Antes, escribía cuentos y pensaba sobre el género del contar porque no podía hacer política. Cuento y política parecen pues dimensiones excluyentes, desde un punto de vista práctico. O se dedica a una actividad, o a la otra. Contradicción irremediable entre literatura y poder. Haciendo política, de regreso del segundo exilio, a partir de 1970, hace literatura de ideas, de análisis político, o de crítica literaria. Publica una obra tras otra, constantemente. A continuación queremos prestar atención a un momento coyuntural decisivo de la escritura de Bosch, que permanece con nosotros. Es quizás su texto más impensado, lo que nunca quiso escribir, lo que le impusieron las circunstancias. La carta del confinamiento. Texto crucial en una vida. Análisis de la declaración del golpe Preso en el Palacio Nacional horas después de su derrocamiento, Juan Bosch escribe una carta desde el confinamiento, fechada el 26 de septiembre de 1963. En la versión que hemos visto, la proclama tiene siete párrafos y va precedida de un encabezamiento doble. Dice en primera instancia este memorable texto de ciencia política y de estilo poético: El Presidente de la República Dominicana Al Pueblo Dominicano: En este doble encabezamiento, se fijan claramente los actores componentes del proceso político y del proceso comunicacional implicado en la carta. La carta es un género de la vida y un género discursivo, consistente en una comunicación escrita con un remitente, el Presidente de la República Dominicana, la más alta autoridad, que establece su propio rango, tor de la carta, es decir, todos los ciudadanos de la República. Vendrá a continuación un tipo de discurso decisivo, climáctico, de rasgos estilísticos muy definidos, contenido en la escritura. El texto que viene a continuación está conformado por seis u ocho párrafos según las diferentes graficaciones de él. El lenguaje de los enunciados es afirmativo, asertivo, con el carácter de una declaración, como si camino real confirmándolo en momentos en los cuales no puede ejercer el mandato recibido por parte de la ciudadanía, al estar privado de libertad. El autor establece pues su cargo y luego especifica inmediatamente su interlocutor. Este destinatario es plural, máximo, y será el concepto central reafirmado a lo largo de la llamada carta del confinamiento. El pueblo será el recep- 63 camino real fuera un manifiesto donde se establece una posición definitiva. No se trata de un discurso vertical y autoritario sino que horizontal y participativo. Es el discurso o carta de alguien que ha sido derrocado y apresado, y que no sabe qué suerte le espera, pero sin embargo, entiende toda la situación y traslada el lugar del poder del Presidente mismo a la ciudadanía toda, el pueblo. Dice la primera parte del primer párrafo: Ni vivos ni muertos, ni en el poder ni en la calle se logrará de nosotros que cambiemos nuestra conducta. 64 La carta comienza sin una introducción ni un exordio y pone al receptor en la circunstancia misma. Al escribirlo, Bosch no podía decir todo lo que quería ni podía comunicar el carácter de la grave coyuntura política misma. Escoge hablar acerca de sí mismo en primera persona plural, revelando las presiones de toda índole a las cuales se encuentra sometido. Las condiciones extremas del horizonte de expectativas de la escritura se conforman a partir de un riesgo vital establecido en el primer sintagma. El enunciado se estructura a partir de cuatro negaciones, y el texto comienza con una de ellas: “Ni…, ni…, ni…”. Con esta primera oración se da comienzo a una organización sintáctica de gran organización interna, que establece clara y precisamente las condiciones de enunciación y la estructura tensional, binaria y polarizada de toda la carta. Con la primera afirmación negativa se dice lo que no se conseguirá de quien escribe, estableciéndose cuatro espacios o dimensiones: vida/muerte, calle/poder. En esta doble polarización se alude a la voluntad de quien habla y al establecimiento de los principios que animan su conducta. En ninguno de estos cuatro espacios acontecerá ni la debilidad, ni la traición. El discurso marca pues, registrando, una precisa alternativa ética y política. En todo espacio todo será igual; será el mismo sentido de la misma acción, consistente en mantenerse íntegro y no aceptar las presiones externas que alteren la conducta previa. Con ello se confirma todo lo realizado y dicho anteriormente. No hay un retroceso. Ya sin poder, se remarca el poder del pueblo, en la calle, el espacio público ciudadano por excelencia. La segunda parte del primer párrafo dice: Nos hemos opuesto y nos opondremos siempre a los privilegios, al robo, a la persecución, a la tortura. Se continúa con el discurso en primera persona plural, cuya fuerza discursiva es fundamental para integrar al interlocutor que es el pueblo. El eje del discurso es un “nosotros”, ya inscrito en la primera enunciación. Se establece nítidamente la propia actitud al establecer una oposición a cuatro elementos: privilegios, robo, persecución, tortura. Esta afirmación marca una distancia y oposición total con respecto al regimen previo, en particular, con respecto a la dictadura de Trujillo, la cual queda inmediatamente caracterizada en sus rasgos más evidentes y terribles. La posición explicitada diseña el propio marco valórico y ético y construye a un adversario u oponente, aquel que está a favor de estos cuatro aspectos. La permanencia o inalterabilidad de la posición propia consiste en oponerse (en presente y en futuro) a algo que no corresponde a la dignidad Creemos en la libertad, en la dignidad y en el derecho del pueblo dominicano a vivir y a desarrollar su democracia con libertades humanas pero también con justicia social. Este párrafo establece claramente un credo, el cual es un género vital y discursivo preciso, consistente en la confirmación de las orientaciones pertinentes y continuando con la caracterización de la actitud ética propia. Ahora esto se hace no por oponerse a algo, sino que confirmando algo. En el esquema axiológico, los valores o conductas confirmadas son: libertad, dignidad, derechos, desarrollo, democracia, justicia social. Todos ellos tienen un carácter positivo. El núcleo declarativo está en la conexión de las tres primeras menciones, vinculadas directamente con el vocablo axial, eje de toda la carta: el pueblo. Este pueblo debe vivir y desarrollarse. Se vuelve a enfatizar la libertad humana, esta vez ligada directamente con la justicia social. El campo propio queda nuevamente demarcado con toda claridad. También decisivo es el otro concepto eje (o hipograma del texto, palabra clave semánticamente integradora), que es la noción de democracia, la cual, justamente, ha sido sobrepasada y violada por los que han confinado al Presidente, mandatario del pueblo. El héroe de la narración implicada en la carta no es otro que el pueblo dominicano, el cual ha sido atropellado. La unidad comunicativa comienza mencionando sustantivos simples positivos, pasa por dos verbos del mismo tipo y concluye nuevamente con sintagmas sustantivos binarios más complejos. Estilísticamente, es importante el encadenamiento sintáctico generado por la preposición “en…, en…, en …”. Gradualmente, el mecanismo rítmico y enfático, como dispositivo comunicativo, va regulando la economía discursiva de la carta. La tonalidad sin duda es decisiva, pero las diferentes cláusulas se organizan internamente a partir de un procedimiento reiterativo, consistente en repeticiones de palabras en cada una de las unidades comunicativas bajo estudio. Por otro lado, el orden binario o polarización que venía dándose en el texto comienza a complejizarse con estructuras trinarias, que se reiteran, estando presentes tanto en la primera parte del enunciado como en su segunda parte. Es decir, una combinación de estructuras binarias y trinarias que hablan de la complejidad de la situación y de su cambio. El párrafo a continuación dice: En siete meses de gobierno no hemos derramado una gota de sangre ni hemos ordenado una tortura ni hemos aceptado que un centavo del pueblo fuera a parar a manos de ladrones. En esta carta se procede a realizar una recapitulación en el tiempo: los siete meses de gobierno del año 1963. Esta cifra que aquí emerge podría permitir decir que la carta del confinamiento debería estar organizada en torno a 7 párrafos. camino real humana. Se ha dicho no a los privilegios, al robo, a la persecución y a la tortura. Con ello queda reseñada claramente la actitud que se defiende, por oposición. El enunciado toma su fuerza a partir de la reiteración “nos…, nos…”. Esto se liga a la iteración del “ni” anteriormente notada. El párrafo siguiente dice: 65 camino real 66 A lo largo de la carta la negación a ciertas actitudes viene generándose como fundamental. Junto con ello, un fonema, un sonido, viene también emergiendo una y otra vez, en las palabras “ni”, “nos”, “en”, y finalmente “no”, como se confirmará más adelante. Justamente este último enunciado se organiza en base a las partículas “en”, “no”, “ni”, “ni”. Todo el procedimiento discursivo es evidentemente literario con profundas resonancias políticas, y se da en la palabra viva de un escritor, narrador y político. Se establecen ahora precisamente los errores o distorsiones en los que no se ha incurrido. Esto habla de la conducta ética y política que se ha desarrollado desde la presidencia para con el pueblo. La radicalidad de las afirmaciones sigue siendo sustanciada por la noción central de pueblo, el cual ha sido el guía y el receptor destacado así como el testigo de las circunstancias. Lo que se ha evitado, en lo que no se ha caído, es en derramamientos de sangre, en ordenar torturas o robar dinero del pueblo. Resuenan las afirmaciones anteriores referidas a las persecuciones, torturas y robos. El mensaje es reiterativo en este punto de integridad moral y humana. Con ello vuelve a rediseñarse el terreno del adversario, la referencia al pasado dictatorial y por sobre todo, la injusticia y anomalía de la situación actual en la cual el Presidente se encuentra, indirectamente. Destacan en el párrafo las menciones a la “gota de sangre”, “centavo del pueblo” y “manos de ladrones”. Todo ello tiene que ver con lo minúsculo y con el detalle precioso y preciso. No se ha incurrido ni en lo más mínimo (gota, centavo). No hay manos de ladrones sino que manos limpias. Se enfatiza también el orden trinario de las tres acciones negadas, en consonancia con las estructuras tripartitas que han comenzado a emerger anteriormente. El texto de la carta dice en seguida: Hemos permitido toda clase de libertades y hemos tolerado toda clase de insultos, porque la democracia debe ser tolerante; pero no hemos tolerado persecuciones ni crímenes ni torturas ni huelgas ilegales ni robos porque la democracia respeta al ser humano y exige que se respete el orden público y demanda honestidad. Este es el período más extenso de la carta y muestra que la argumentación descriptiva de la proclama que es a la vez manifiesto va en ascenso hasta llegar a un clímax al final de ella. Nuevamente hay un orden binario, organizado en torno a la tolerancia y lo no tolerado. Esta noción (tolerar) es la que rige aquí toda la unidad ideática que es el párrafo. Hay tres elementos tolerados primero (libertad, insultos, democracia), y luego cinco elementos no tolerados, donde, más allá de los cuatro aspectos negativos ya señalados anteriormente (persecuciones, crímenes, torturas, robos) viene a agregarse un quinto (huelgas ilegales). La enumeración apunta a una dimensión caótica, desorganizada, rechazada. Todo ello lleva hacia la segunda emergencia del concepto central de “democracia” (reiterada dos veces en este párrafo) y que contribuirá al sentido semántico final de la carta. La democracia permite la estructura dual (que se convierte rápidamente en trinaria) del respeto al ser humano y al “orden público y demanda honestidad”. La democracia como respeto al ser humano es aquí el mensaje. El párrafo concluye y remata con el imperativo ético Los hombres pueden caer, pero los principios no. Nosotros podemos caer, pero el pueblo no debe permitir que caiga la dignidad democrática. Aquí la estructuración discursiva manifiesta se centra en el concepto de caída, reiterado tres veces. Claramente, se ve que Bosch no puede mencionar a los agentes que provocan “la caída”. Por otro lado, la estructura es binaria, entre personas y principios. Se dice esto en un momento histórico y político en que las personas caen (él, y otros defensores de la democracia). El principio o fundamento central que no debe caer es la “dignidad demo- crática”, sintagma que une lo ético y lo político, y que revela el sentido del nosotros, la unión del poder presidencial con el poder del ciudadano, articulación de la democracia. Esta organización dual del párrafo queda remarcada con la reiteración “no…, no…”. La fuerza de la negación, de los dos últimos “no”. Nuevamente la dimensión ética es conclusiva en el sistema del enunciado. Y todo ello gira en torno al concepto de “pueblo” que hemos argumentado como el eje fundamental, factual y discursivo de la carta desde el confinamiento. El párrafo comienza en tercera persona (los hombres), continúa en primera persona plural (nosotros) y finaliza en un regreso de la tercera persona (el pueblo). Gradualmente, la carta ha ido abriéndose a la tercera persona, más objetiva. Esto se reiterará, más adelante. Finalmente, el último párrafo, constituido por dos oraciones, dice lo siguiente: La democracia es un bien del pueblo y a él le toca defenderla. Mientras tanto, aquí estamos, dispuestos a seguir la voluntad del pueblo. La misiva, algo usualmente personal, pero aquí colectiva (para todos) va concluyendo. Está propuesta la conexión directa entre pueblo y democracia, en un enunciado, en la primera oración, en tercera persona singular. La democracia no es meramente un sistema de gobierno sino que un estado de lo popular. El Presidente representa la democracia pero le corresponde al pueblo todo su defensa. El lugar del poder es el pueblo, no la presidencia. Esto es lo que sido fundamentalmente aplastado y reprimido: la democracia del pueblo, no el poder presidencial. La doble camino real omnipresente de la honestidad. El campo del hablante de la carta incluye pues la democracia que él representa, y que ha desaparecido al anularse el orden público y la propia figura presidencial que lo defiende con honestidad. La estructura sintáctica y comunicativa se centra nuevamente en la profundidad de la primera persona plural: “hemos…, hemos…, hemos”, dos de ellos positivos (permisivos) y el último negativo (no permisivo). Además, en este párrafo más extenso se multiplican los mecanismos reiterativos: “no…, ni…, ni…, ni…, ni…” que re-enfatizan lo que no se acepta. Esas son las transgresiones rechazadas. Hay aquí una re-marcación de la conducta ética. Finalmente, hay en la primera parte del enunciado además la repetición del sintagma “toda clase”, dos veces. Por otro los dos “porque” establecen organizaciones discursivas explicativas, causales y consecutivas que justifican y aclaran las acciones y la vinculación entre los conceptos. Sigue la carta: 67 línea de argumentación, sobre el pueblo y sobre la democracia, ha venido a converger. Lo social y lo político se integran por la obra del Presidente, sin embargo. Y es la difícil hora de la defensa. La segunda oración retorna a la primera personal plural, y al rol protagónico del pueblo, el único que puede salvar la democracia. Establece una localización, como única certeza en el tiempo. Y se refiere a la voluntad humana, a la libertad de elegir sus acciones. Concluye un estructurado discurso escrito, organizado en torno a conceptos positivos y conceptos negativos, finalmente. Ahora sólo resta agregar el nombre propio del Presidente, para concluir: camino real Juan Bosch 68 Este es el nombre propio del articulador de todos los principios éticos, históricos, políticos, filosóficos, discursivos y literarios que se encuentran en la carta. Volvemos al inicio, al autor, de donde emergió el texto y la odisea política que aquí se reseña. Ese es el nombre del exiliado que llegó a ser Presidente y que volverá (aún no lo sabe pero lo intuye) al exilio. En el formato que ahora tiene en Internet, la carta finaliza con el cronotopo, es decir, con la mención a las coordenadas espacio-temporales. Primero dice: Palacio Nacional, Esta es la sede del Presidente, del poder ejecutivo, pero paradojalmente este palacio ha sido anulado, al confinarse al Presidente. Ya no es más Palacio Nacional, al haber sido hollado y allanado por el poder de la fuerza, la violencia y lo retrogrado. El espacio ha perdido su sentido. Y se cierra la carta con una lacónica fecha. 26 de septiembre, 1963. Es la mención al tiempo, al sucederse histórico y temporal. Lo que no puede sin embargo ser anulado. Es la convención temporal de todos los seres humanos. Esto pasó en esta fecha. Tal fue el día, el mes, el año. Quede recuerdo de este espacio y este tiempo y de la peripecia humana que ello implica. … Con la escritura de Juan Bosch todo se ha complejizado. Pertenece a una generación de avanzada que se inicia en el primer tercio del siglo XX. Exiliado como Bello, caribeño como ningún otro que haya llegado a América Latina, inicia una relación entre dos regiones americanas que aún no llega a concretarse. Formidable estilista, múltiple en sus actividades, reivindicamos para él una actitud diferente, original, anunciadora de futuro. Marcó con su vida una nueva actitud ética en la política y en la literatura. La reciente publicación de sus Obras completas, darán una visión íntegra e integral de su escritura. Algo olvidado de los cánones, Bosch escribió volcado hacia nuestro futuro, registrando un pasado rural dominicano primero y un pasado cultural latinoamericano, posteriormente. América Latina está llena de figuras de su dimensión: Bolívar, Martí, Zapata, y tantos otros. Su escritura es, como en los otros casos, una suma de discursos, documentales, políticos, narrativos, periodísticos, didácticos. Su verdad nace de una suma casi increíble de circunstancias. Heredero de Bello, y tantos otros, lleva su palabra a la EL AUTOR Manuel Jofré, Doctor of Philosophy, profesor de las Universidades de Carleton, York y Toronto, en Canadá y de Duke University, Simón Bolívar, en Quito, y Columbia University, New York. Sus libros de poesía son 2: Historia natural y Cabos sueltos. Sobre poesía chilena ha publicado 8 libros: Pablo Neruda: Residencia en la tierra, En el ojo del huracán, Neruda-de Rokha: La escritura total, Pateando piedras, Pablo Neruda: De los mitos y el ser americano, Pablo Neruda: Hombre del sur, poeta americano, chileno del mundo; Nicanor Parra: Figura del Bicentenario y Parrafadas: Nicanor Parra, poeta del Bicentenario. Sobre teoría literaria y cultural dio a conocer 6 libros: Supermán y sus ami- irracionalidad. Los antivalores degradados denunciados por Bosch son la violencia, la dominación, la pobreza, la traición, el robo, la falsedad. Hay pues algo negativo en la experiencia caribeña y latinoamericana, que debe ser mejorada y transformada. A eso convoca la escritura de Juan Bosch. gos del alma, Teoría literaria y semiótica, Cultura local, Para leer al lector, Tentando vías y Palabra sobre palabra. A la literatura latinoamericana dedicó 4 libros: Narrativa argentina contemporánea: Marechal, Borges y Cortázar; Encuentro y fundaciones: Manual de Literatura hispanoamericana y chilena; La literatura en el sistema colonial dependiente latinoamericano y Lo nuestro: Versiones y subversiones. Y 2 libros de literatura chilena: Ignacio Domeyko: científico y humanista y Salvattori Coppola: Su obra y su época. Profesor de la Universidad de Chile desde 1968, es miembro del Directorio de la Fundación Pablo Neruda. E-mail: [email protected] camino real acción. Habitó una multiplicidad de espacios americanos. En su cuento “La mujer”, antologado una y otra vez, muestra la superrealidad como un encuentro, una solidaridad, la ayuda de un ser humano a otro, un compartir lo poco que se tiene. Lamentablemente no logra realizarse fructíficamente, por error, por inconciencia, por 69 70 camino real Bosch: comprensión de la Historia y lucha democrática desde el trujillato al golpe de Estado. MATÍAS BOSCH Una introducción nos dispongamos todos a matar el miedo, que seamos nosotros mismos el San Jorge de ese dragón que nos esta oprimiendo hace mas de treinta años […]. Al llegar a la República Dominicana, el 20 de octubre de 1961, Juan Bosch habló de “matar el miedo”: . . . Es un esfuerzo de la voluntad conciente: requiere una toma de posición, a partir de una reflexión y toma de conciencia respecto al dilema histórico y el rol de los actores, y que implica un acto de “matar a los fantasmas” y enfrentarse a la realidad de un país que es “de un grupo de dominicanos”. Conlleva usar la razón: no es posible que el miedo sea derrotado sin una comprensión sustentada en la lógica del pensamiento, en la búsqueda de respuestas fundamentadas en la “meditación” y en explicaciones coherentes sobre el problema nacional y la estrategia para enfrentarlo. Es mostrar lo imposible como posible: La unidad social puede darse a través de una definición de cuál es la gran lucha a librar, y cambiar tanto los treinta años de opresión como el sufrimiento de cuatrocientos años por “libertad” y “justicia social”. camino real Yo pido al pueblo dominicano, a la juventud dominicana, a los hombres y a las mujeres maduros de este país, a los funcionarios públicos, a los que llevan uniformes y a los que no lo llevan, a todos, que pensemos en nuestro pueblo, un pueblo sufrido durante mas de cuatrocientos años; un pueblo cuyo sufrimiento últimamente se exaltó a términos increíbles, inexpresables. Pido a todos que meditemos un momento en que esta tierra es de los dominicanos, no de un grupo de dominicanos, que su riqueza es para los dominicanos, no para un grupo de dominicanos, que su destino es el de la libertad, no el de la esclavitud, que su función es unirse a América en un camino abierto y franco hacia el disfrute de todo lo que significa para los pueblos la libertad pública y la justicia social. Yo pido por fin, por último, a mi pueblo y a los funcionarios gubernamentales y a los funcionarios militares de todas las categorías, que como consecuencia de esta meditación Al examinar la propuesta de Juan Bosch, vemos –al menos– cuatro dimensiones de lo que él llama “matar el miedo”: 71 . Quiénes lo van a matar: no serán otros que “nosotros mismos” como el san Jorge que mata al dragón, quienes deben ocuparse del miedo a ser superado. El bien común no está al alcance de la nación sino es por un acto de voluntad colectiva, de autosuperación histórica. Sin embargo, ¿en qué estaba sustentada tal propuesta? ¿Cuál sería la base del planteamiento de Bosch que al final le daría un importante grado de efectividad evidenciado en las elecciones de 1962? Michel Foucault señalaba que […] el conjunto de las relaciones de fuerza existentes en una sociedad dada constituye el dominio de la política, y que una política es una estrategia más o menos global que intenta coordinar y darles un sentido a estas relaciones de fuerza […]. camino real Para comprender la propuesta de Bosch, es necesario analizar si comprendió y cómo lo hizo, las “relaciones de fuerza” en la sociedad dominicana, en su historia política, que sostendrían la propuesta de “matar el miedo” y la eficacia de su estrategia partidaria y de gobierno. 72 ¿Qué fuerzas sostienen a Trujillo? En su libro Trujillo, causa de una tiranía sin ejemplo, Bosch plantea la necesidad de desprenderse de cualquier interpretación que intente reproducir mecánicamente, en el caso dominicano, los esquemas validos para otros lugares donde el sistema de gobierno esta “afectado por la opinión pública”. Por ello, dice Bosch: La significación de los movimientos antitrujillistas que se producen de manera esporádica dentro y fuera de la República Dominicana es a menudo deformada por el afán de aplicar al caso dominicano la experiencia de otros países de América; y eso llevó a los observadores más sagaces a hacer cálculos herrados sobre la situación de la dictadura de Trujillo. Para Bosch, esos errores se basan en una comparación entre Trujillo y otros dictadores de la época (Perón, Pérez Jiménez, entre otros) basada fundamentalmente en “semejanzas aparentes” como pueden ser “dos fiebres en dos dolencias que solo tienen en común la alta temperatura de los enfermos”. Así las cosas, se creyó que siendo la Iglesia un actor fundamental en el debilitamiento de otros regimenes similares, en Republica Dominicana el activismo de los obispos tuvo un efecto mas bien leve. De acuerdo a Bosch, la fortaleza de la tiranía no puede ser entendida sino en la combinación de varios factores, sin los cuales cualquier análisis podría ser insuficiente, sostén de estrategias oportunistas o voluntaristas. Uno de ellos es el mapa geopolítico. Otro, la debilidad de la sociedad nacional. Del primero se puede citar su carta del 27 de febrero de 1961, prácticamente tres meses antes de la muerte del tirano. Del segundo –la debilidad de la sociedad nacional– puede referirse cómo Trujillo pudo convertir sobre la base de la invasión –dictadura norteamericana– a la nación dominicana en una “empresa capitalista despiadada”. Así las cosas, […] ni sus habitantes son un pueblo ni el poder que los domina puede ser llamado gobierno […] los dominicanos son los trabajadores y consumidores forzados de esa empresa y el poder dominante está en manos del amo de la empresa […] esa organización tiene [solo] apariencia gubernamental. Esta debilidad, la del pueblo y el Estado, que podría condensarse en el pensamiento de Bosch de aquellos años en el concepto de “nación”, es una de orden histórico: En efecto, la historia de Santo Domingo es intensa, porque sobre el país se han desatado con amarga frecuencia fuerzas a menudo mas poderosas de lo que el pueblo podría soportar. Porción de una isla del Caribe, en ella ha descargado su poder el imperio español, el francés de Luis XIV, el voluntarioso Napoleón, la Inglaterra de Oliverio Cromwell y de William Pitt, los Estados Unidos en sus días más temibles. Luchas de esclavos contra amos, de negros contra blancos, de colonos contra metropolitanos, han sacudido sus entrañas, han quemado sus bosques y sacrificado sus hombres. Por su tierra han pasado los temibles piratas de la Tortuga, pero también las ideas fecundas de Eugenio Maria de Hostos. Esta historia de la isla se expresa en el caso de Trujillo en que “cuando el personaje nació, y aun antes de que llegaran al país sus primeros antepasados, ya la sociedad dominicana estaba deformada y esa deformación sirvió de molde a la psique de Trujillo. Puede decirse que en el sentido psicológico el trujillismo nació antes que Trujillo”, esto es, en “la división del pueblo en gentes ‘de primera’ y gentes ‘de segunda’”. Sin embargo, no hay en Bosch algo así como una moral cientificista, o que los hechos se basten a si mismos en el pragmatismo de una política sin sustancia ética. Para el: Ningún pueblo merece un mal gobierno. Lo que sucede es que un mal gobierno no se produce espontáneamente; es el resultado de una infección del cuerpo social, un desdichado mal que en determinadas circunstancias favorables a su desarrollo, acaba tomando posesión del organismo colectivo. Pero no hay duda de que mientras ese organismo viva, o lo que es lo mismo, mientras el pueblo no haya perecido, puede recuperar su salud, retornar a lo que era y aun mejorar su antigua condición. En resumen, para Bosch es fundamental abandonar cualquier forma de pragmatismo en el tipo “todo pueblo tiene el gobierno que se merece”: el oprobio del trujillato no es ni será merecido por pueblo alguno, incluyendo el dominicano. Cualquier forma de achacar al pueblo un subdesarrollo tal que justifique la existencia de la tiranía es inaceptable. Pero tampoco, para Bosch, se puede incurrir ni en el espontaneísmo de considerar al pueblo como la “víctima” de un mal extraño e inaceptable, que con su eliminación quedaran erradicadas del todo las camino real Santo Domingo no podía ser visto como una nación: 73 razones de la existencia indignante de las masas. Por eso puede considerarse populista y voluntarista toda promesa que identifique a la caída de la tiranía la fuerza capaz de reconstruir la vida nacional. Las causas de la tiranía están en el desarrollo histórico de la sociedad dominicana, la cual por si sola, espontánea y naturalmente, no puede superar sin una toma de conciencia expresada en un proyecto histórico alternativo. Dicho de otra manera, en sus propias palabras, pasado y futuro se parecen, y “mucho mas si el pasado que ha producido un hecho social no es removido y ordenado en forma tal que la combinación de valores que él originó resulte de imposible reproducción”. ¿Con qué fuerzas y con quiénes contar? camino real Para Bosch el asunto clave es no idealizar. Trujillo, causas de una tiranía sin ejemplo, en tal sentido, “se trata de un análisis, y no de una pieza de agitación” por lo cual en dicha obra: 74 […] no hay que buscar un lenguaje de tipo proselitista. En la larga lucha por las libertades publicas de su país, el autor hace un alto para comportarse no como militante antitrujillista, sino como investigador de la historia dominicana. En realidad, no hay tal cosa como una diferencia irreconciliable entre “militante” e “investigador”. Uno podría asumir –desde Bosch y tantos ejemplos más de hombres y mujeres que combinan la lucha con la indagación teórica– que más bien tal aclaración seria el recurso teórico para afirmar que la mirada del militante no debe opacar ni torcer la mirada de quien investiga; que la voluntad ni la emoción deben impedir la puesta en ejercicio del razonamiento. En política, por cierto, es tanto o mas difícil algo como la pretensión de “objetividad” en sentido de asumir lo analizado como prescindiendo de la participación del observador. Por eso se trata más bien de una aplicación conciente de la teoría, o en palabras de Bosch de hacer la política de “quien le interesa sobre todo dar con los orígenes del mal de su pueblo, a fin de que otros puedan evitar que el porvenir vea su repetición”. Por eso, y en línea con la comprensión de las debilidades que son la base de las fortalezas del trujillato, […] los males sociales pueden ser aislados, analizados en sí mismos y en sus consecuencias, y esa tarea facilita que se les pueda combatir con buen éxito. Ahora bien, si no son aislados, analizados estudiados, permanecerán ocultos en el cuerpo de la comunidad, aunque esta se libere del régimen producido por esos males […], en tanto permanezcan agazapados en la carne del pueblo están llamados a recobrar su antiguo vigor y a reproducir los efectos que produjeron una vez. Esto es, para Bosch el estudio y análisis del cuadro nacional es tan crítico, tan fundamental, que en el error de comprensión puede ir implícito, más que la caída o no de la tiranía, la perpetuación de sus causas y por tanto de los males que el tipo de sociedad trujillista genero. Para eso es fundamental “superar la etapa primitiva de los conceptos”. Bosch visualiza en el momento dominicano y latinoamericano una especie de vanguardismo, Cuando actúan en función política, los hombres no son buenos ni malos; son los resultados de las fuerzas que los han creado y los mantienen, y con cierta frecuencia son los juguetes de esas fuerzas o son sus beneficiarios. Los dictadores no caen del cielo. Visto así, la única manera de derrotar a la tiranía no es tan sólo derrocando al tirano, sino oponiendo a su fuerza otras fuerzas superiores. La dictadura “no cae del cielo”, sus causas están “en sus propias entrañas”, tiene bases sólidas. La fuerza que se le oponga tiene que comprender que la revolución no es “la caída de Trujillo”, sino que: […] consistirá en la aplicación de una serie de medidas, que antes de convertirse en medidas son –o deben ser– un cuerpo de ideas; y esas medidas tienen que dirigirse a la eliminación de las causas que han producido y sostenido el régimen trujillista. Para Bosch: […] la gente heroica que se ha lanzado a luchar en Santo Domingo no ha podido aprovechar las enseñanzas de sus antecesores. Los mártires de 1960 no tuvieron a su alcance ni el consejo de uno de los veteranos de 1944 y de 1934 ni documentos públicos o privados para estudiar las causas que hicieron camino real detectado en una interpretación de que existen ciertos “hombres puros” o “buenos” que derrotarán a los “hombres impuros” o “malos”, o bien de “apóstoles del bien contra legiones del mal, por regimientos de ángeles contra batallones de demonios”. Frente a esto Bosch hace énfasis en hacer una comprensión de las “fuerzas” al afirmar que: 75 camino real fracasar los movimientos anteriores […] Trujillo no es un tirano político, a la manera tradicional de nuestra América. Es el amo de las tierras, de los bancos, de las fábricas y de los negocios, es también el amo de los hombres. 76 Desde Bosch, pues, no existirían las condiciones objetivas ni subjetivas que harían posible la aparición de una revolución armada popular como en Cuba. A diferencia de Trujillo, la tiranía estrictamente política de Batista no es “dueña” y “ama” de la economía nacional, y mucho menos de los hombres; allá existe un escenario donde se ha dado la organización de fuerzas sociales con vida propia, capacidad material y desarrollo político para derrocar mas de una tiranía, mientras Trujillo ha ido constituyendo su régimen sobre la base de la erradicación y absolutización de todo espacio o dinámica de organización de la sociedad. Mientras hay “programas de grupos políticos y en los llamados ‘estudios’ de sociólogos de encargo” que abogan por medidas urgentes para responder a los problemas apremiantes, para Bosch es preciso introducir otro paquete de acciones de carácter mas profundo, “llamadas a cauterizar males que no se advierten fácilmente en el exterior de la sociedad dominicana” y “tendrán que responder a viejas deformaciones del alma nacional”. En la distinción entre la opción de derrocamiento y medidas urgentes de carácter general, y la opción de medidas sustantivas y profundas, radica para Bosch la diferencia entre el radicalismo vanguardista y la autentica revolución a desarrollar. Hay, finalmente, en Bosch una comprensión del desarrollo de la subjetividad –la “psique”– del pueblo dominicano que se hace fundamental a su propuesta. Para él, la “inhibición” es lo que había llevado al pueblo a una supuesta obediencia a las jerarquías, actitud sobredeterminada en la historia reciente por el uso del terror en el régimen trujillista. Sin embargo, el mismo régimen clavaba la cruz de la conducta de subordinación del pueblo dominicano. Al haber reunido en sí todos los estatutos de la preeminencia social, política y económica, a la muerte del tirano o su derrocamiento podía esperarse del pueblo el no reconocimiento de ninguna otra regla jerárquica que supeditara su voluntad a la de otros, y generaba las condiciones subjetivas, incluso, para una “guerra social”. La política y el gobierno para “matar el miedo” El 16 de agosto de 1963, en Capotillo, le tocó al presidente Bosch encabezar los actos de homenaje al centenario de la Guerra de la Restauración. En ese discurso –39 días antes de ejecutarse el golpe de Estado– hay elementos claves para ponderar en la fórmula que propone el pensador y dirigente: 1. La capacidad histórica del pueblo dominicano: “La Guerra Restauradora es el acontecimiento histórico más importante de la República Dominicana. Y es el más importante porque en él tomó parte directa, activa y principal el propio pueblo dominicano. No fue una guerra hecha por caudillos, fue una guerra hecha por el pueblo. ”La guerra, como es claro, dio caudillos a los que probaron durante los catorce meses de la acción que eran más bravos, más capaces y más desinteresados ”[…] la guerra restauradora no fue solamente una guerra para libertar a la República Dominicana y para restaurarla, sino que fue una guerra revolucionaria, y después que terminó, y los hombres que la dirigieron alcanzaron el Poder, de esa guerra salieron los ferrocarriles, y los cables interoceánicos, y los vapores y la luz eléctrica, y los centrales azucareros, las primeras manifestaciones de verdadero progreso que tuvo la República Dominicana”. 2. La fragilidad del pueblo para ser su propio san Jorge: “Si esa guerra dio grandes hombres y produjo una revolución, y después se agotó para terminar en una tiranía, que fue la tiranía de Ulises Heureaux, a quien el pueblo llamaba Lilís, la responsabilidad de ese agotamiento y de esa tiranía final no puede caer sobre los hombros de quienes hicieron la guerra en Capotillo y la convirtieron después en un régimen progresista. ”Tiene que caer, así como la responsabilidad mayor de la guerra estuvo en el pueblo, la responsabilidad mayor del fracaso del régimen político que produjo la Restauración, está también en el pueblo, porque una democracia no se sostiene si no hay un pueblo que la practique y la defienda; no puede surgir un tirano donde haya un pueblo dispuesto a defender la libertad”. A nuestro juicio, Bosch identifica en esta la clave de lo que debe hacerse en 196163: apostar a la posibilidad histórica de construir las bases sociales de la democracia con justicia social, más que en el evento electoral y en la eventual sustitución de un tirano por un presidente electo. Al final, fue en esa magra meta (como en el Gatopardo de Lampedusa, en el cual se cambia para no cambiar nada) donde Juan Bosch vio centrada la labor de muchos opositores a la tiranía, dueños de gran prestigio pero consagrados más bien a reemplazar a Trujillo. En esa dirección pueden comprenderse el conjunto de acciones del Bosch candidato y del Bosch presidente, que reconoció las relaciones de fuerza existentes en la sociedad y con su propuesta y su conducta, horadó allí donde más peligroso era para el status quo: el pueblo dominicano ya sabía que era posible aspirar a contar con un presidente como servidor y no como jefe; que tanto debía de esforzarse el gobierno como el pueblo por hacer las transformaciones sociales; y que una política sin necesidad de comprar ni de vender el alma ni la conciencia era imaginable en la República Dominicana. Matar el miedo, como un esfuerzo conciente, racional, de la voluntad y sustentado en las fortalezas y fragilidades del pueblo, fue una práctica permanente, arraigada en la comprensión histórica de las condiciones del pueblo, que dieron a la lucha democrática desde el trujillato al golpe de Estado, y más allá, un sentido ampliamente transformador, radical, en su sentido ético pero también en su carácter no idealista-caudillista y su posibilidad de ser realizado con el pueblo y desde el pueblo. camino real al servicio de la causa de la libertad. Pero la guerra fue hecha por el pueblo, a tal extremo de que entre los presos del 27 de febrero de 1863 en Santiago, los había peones, y sastres, y zapateros, y las armas con que contaban eran especies arrancadas de las cercas de los campos, piedras y pedazos de madera que habían afilado como lanzas. 77 camino real 78 CAMINOENCONSTRUCCIÓN La ausencia de un poder constituyente democrático en la historia de Chile SERGIO GREZ TOSO En este artículo el historiador Sergio Grez Toso realiza un rápido recorrido histórico por los doscientos años de historia republicana de Chile, demostrando que en su país nunca se ha desarrollado en Chile un proceso constituyente democrático. El autor sostiene con abundantes fuentes primarias y secundarias que todas las constituciones chilenas han sido elaboradas y aprobadas por pequeñas minorías, en contextos de ciudadanía restringida o como resultado de imposiciones de las Fuerzas Armadas que, actuando como “garantes” del Estado y del orden social, pusieron sus fusiles y cañones para inclinar la balanza a favor de determinadas soluciones constitucionales propiciadas por facciones social y políticamente minoritarias. Refutando el mito ampliamente difundido acerca del supuesto carácter “ejemplar” de la democracia chilena, Sergio Grez demuestra que la ciudadanía en su país ha sido casi siempre un espectador o un actor secundario en la generación del marco político de la nación que, a lo sumo, ha sido convocado a última hora por los grupos en el poder para respaldar o plebiscitar proyectos constitucionales preparados sigilosamente, pero nunca para participar activamente en su generación. Difícilmente podría la Ciencia Política considerar democrático un país en el que nunca se hubiese realizado un debate nacional acerca de las normas esenciales que deben regir su vida en comunidad. Un Estado cuyas cartas constitucionales más importantes siempre hubiesen sido el fruto de las discusiones, conciliábulos, consensos o imposiciones por la fuerza de pequeños grupos. Una sociedad cuyas Constituciones más duraderas fueran el resultado de la presión ejercida por la fuerza militar. Mal podría definirse dicha sociedad política como democrática y a sus habitantes como ciudadanos de derecho pleno. A lo sumo se diría que se trata de un país semidemocrático con una ciudadanía restringida. Chile es un país de ese tipo: ninguno de sus textos constitucionales ha sido producido democráticamente. Aunque la historiografía chilena ha sido generalmente esquiva a abordar esta cuestión (porque las evidencias históricas contradicen los supuestos de la mitología “patriótica democrática” en los que se ha basado el consenso político nacional), una breve revisión de la camino real Palabras claves: Historia política, Constituciones chilenas, Ciudadanía, Procesos constituyentes, Democracia, Historia de Chile, Asamblea Constituyente. 79 gestación de las cartas constitucionales en el Chile republicano basta para ratificar la hipótesis de la ausencia de procesos constituyentes de carácter democrático, como podrá apreciarse a continuación. camino real Los primeros ensayos constitucionales 80 Para entender el carácter que tuvieron los primeros ensayos constitucionales, realizados durante los años de la lucha por la Independencia, es necesario tener presente que la emancipación política de Chile fue un acto eminentemente aristocrático. Por su riqueza, poder, intereses, instrucción y el conjunto de sus características que la habían convertido en la clase dirigente de la vieja sociedad colonial, solo la aristocracia criolla estaba en condiciones de liderar la lucha independentista y echar las bases para la construcción de un Estado nacional. Y lo hizo de acuerdo a sus intereses y concepción del mundo, implementando los mecanismos que aseguraran su plena hegemonía en la vida social y política de la nueva era histórica que se iniciaba en el primer cuarto del siglo XIX.1 Uno de estos dispositivos –vigente hasta comienzos de la década de 1870– fue la ciudadanía censitaria, que excluyó de la vida política legal a la inmensa mayoría de la población, acordando solo a los hombres más pudientes los derechos políticos de elegir, ser elegidos y, por ende, de debatir sobre el destino de la nación. Por eso, en las deliberaciones sobre los primeros reglamentos constitucionales solo participó una ínfima minoría de personajes “ilustrados”. El primer Congreso Nacional ordenó en agosto de 1811, poner en vigencia un Reglamento constitucional que consagró al mismo órgano legislativo como “único depositario de la voluntad del reino” e instituyó una Junta denominada “Autoridad ejecutiva provisoria de Chile”, destinada a funcionar hasta que se dictara una Constitución política definitiva. Pero la comisión encargada de redactar el texto constitucional no alcanzó a cumplir su misión ya que las rivalidades entre dos poderosas familias aristocráticas del bando patriota –los Larraín y los Carrera- derivaron en noviembre del mismo año en un segundo golpe de Estado del general José Miguel Carrera quien ordenó la clausura del Congreso Nacional a comienzos del mes siguiente.2 El Reglamento Constitucional de 1812 –que estableció una “Junta Superior Gubernativa” de tres miembros, a la espera de la elección de representantes, que elaboraría una Constitución definitiva–, fue preparado por una comisión nombrada por el gobierno y luego fue sometido a la ratificación exclusiva de los vecinos (de alcurnia) de Santiago mediante firmas recaudadas a través del sistema de “suscripciones”, reservado exclusivamente para quienes recibían una invitación a manifestar su opinión.3 Igualmente restringida a una ínfima cantidad de personas fue la preparación, discusión y aprobación del Reglamento Constitucional de 1814, que alcanzó a estar vigente menos de siete meses.4 La “Reconquista española” (18141817) puso fin a estos primeros ensayos constitucionales de la élite patriota. Pero su triunfo en Chacabuco y Maipú y la instauración de la dictadura del general Bernardo O’Higgins al inicio de la llamada “Patria Nueva”, colocaron nuevamente a la orden del día la cuestión de las normas esenciales que debían regir la vida política del emergente Estado republicano. Aunque O’Higgins logró concentrar en su persona y círculo más cercano la plenitud de los poderes dictatoriales, muy pronto las ten- […] la noticia del fusilamiento de los hermanos Juan José y Luis Carrera en Mendoza, en el que se atribuyó concomitancia a O’Higgins, precipitó en Santiago la reunión de un Cabildo abierto que exigió de O’Higgins la convocatoria de un Congreso y la dictación de un reglamento constitucional provisorio. O’Higgins rehusó de inmediato todo lo que se le pedía, pero un mes después nombró una comisión encargada de redactar una carta política, que al fin fue sometida a la aprobación popular por el sistema de “suscripciones”.5 El mismo historiador sostiene que la Constitución provisoria de 1818 resultante de este procedimiento, “no vino sino a dar apariencia legal a la dictadura” ya que entregó el Poder Ejecutivo en manos de un Director Supremo, “cuya designación se daba por verificada y al que no se le fijó término para su mandato”. Además instituyó un Senado de cinco miembros y un Supremo Tribunal Judiciario, todos nombrados por el Director.6 No obstante el origen no democrático de sus cargos, muy pronto los senadores designados expresaron la arraigada tendencia de la aristocracia a gobernarse por sí misma y resistieron a la omnipotencia de O’Higgins. La prueba de fuerza concluyó en 1822 con la clausura del Senado y la convocatoria a elecciones para una nueva asamblea. La Constitución de 1822 fue finalmente aprobada por una Convención Preparatoria en cuyo nombramiento intervino activamente O’Higgins por medio de las autoridades locales designadas por él mismo. De tal modo que el texto constitucional fue un instrumento adecuado a sus ambiciones: el Poder Ejecutivo quedó confiado a un Director Supremo elegido por seis años y reelegible por cuatro más. El historiador Eyzaguirre –de escaso fervor democrático- no pudo ser más lapidario respecto al origen espurio de esta nueva Constitución, al sentenciar pertinentemente que: La circunstancia de haberse generado en una asamblea gubernativa y al ser redactada por el impopular favorito Rodríguez Aldea, quitaron todo prestigio a la nueva Carta y aceleraron el derrumbe del régimen.7 La caída de O’Higgins trajo un nuevo escenario político, más abierto y dinámico, en el que era posible un debate más amplio e inclusivo sobre las cuestiones constitucionales y el futuro del país. Bajo el mando del general Ramón Freire en el cargo de Director Supremo, el Congreso de 1823 tuvo también un carácter constituyente. El reglamento electoral elaborado ese año significó una ampliación importante del cuerpo electoral por cuanto acordó el derecho a voto a todos los hombres mayores de 23 años que supieran leer y escribir y que cumplieran alguno de los siguientes requisitos: tener una propiedad de más de $2,.000; o un negocio de más de $3,000; o un título profesional: o una pensión de Estado de más de $300 anuales: o un empleo público (aunque no tuviera sueldo); o haber sido miembro de un Cabildo; o ser un eclesiástico secular; o tener un grado militar superior a alférez; o ser maestro mayor de un oficio, y/o tener un capital superior a $3,000 sumando todos sus bienes. De este modo, contrariando al camino real dencias “frondistas” de la aristocracia se hicieron sentir. El historiador conservador Jaime Eyzaguirre cuenta que en 1818: 81 camino real 82 Senado que propiciaba derechos políticos (votar y ser elegidos) solo a los propietarios de bienes raíces (la clase de los grandes terratenientes), el gobierno de Freire amplió ese derecho incluyendo –de acuerdo al historiador Gabriel Salazar– a quienes componían la clase media de la época: “letrados pobres, sacerdotes, oficiales de bajo rango, empleados públicos, mineros y otros empresarios”. Pero el “bajo pueblo” (inquilinos, peones y otras categorías que constituían la mayoría de la población) siguió excluido del país legal.8 Según Salazar, esas fueron las “primeras elecciones libres realizadas en Chile desde 1811”,9 pero agrega más adelante, que el texto constitucional propuesto por encargo del gobierno por el jurisconsulto Juan Egaña, además de confuso y engorroso, representó una clara opción por un sistema político centralista, europeizante, elitista y aristocrático (ya que la soberanía popular electoral debía ser calificada por un sindicato “ilustrado” compuesto por el Senado y la Cámara). Contando con el apoyo de los diputados santiaguinos, que abreviaron el plazo de discusiones, se aprobó con pocos debates el proyecto de Egaña. Pero esta Constitución –que reflejaba casi exclusivamente los intereses de Santiago y la región central– nació muerta por la fuerte oposición de las provincias de Coquimbo y Concepción, del propio Freire y de diputados como Camilo Henríquez y Manuel de Salas, de reconocida filiación liberal.10 La llamada “Constitución de 1826” fue, en realidad, un conjunto de “leyes federales” propuestas por José Miguel Infante y sancionadas por el Congreso entre julio y octubre de ese año, pero el proyecto constitucional nunca fue aprobado ya que el Congreso se disolvió pocos meses más tarde a causa de la inestabilidad política11. Lo que no impidió la realización de un breve ensayo de federalismo que no prosperó debido, principalmente, a la férrea oposición de la aristocracia santiaguina. La Constitución de 1828 fue la más avanzada de aquella época de ensayos constitucionales. Su sello fue liberal-democrático por los amplios derechos individuales que garantizaba, el igualmente amplio poder electoral de los ciudadanos y porque para ser ciudadano no se requería contar con cierto patrimonio sino solo un mínimo de edad: 21 años los hombres casados y 25 años los solteros. Solo quedaron excluidos de los derechos políticos los sirvientes domésticos, los deudores al Fisco y los viciosos reconocidos. En teoría, hasta los analfabetos que no estuvieran en estas categorías gozarían del derecho a sufragio, algo poco común para los cánones de la época, incluso en Europa.12 Desde su óptica conservadora, Jaime Eyzaguirre comentaría este avance democratizador diciendo que: El derecho a sufragio era tan amplio que podía ejercerlo cualquiera que se inscribiese en las milicias, lo que iba a generar un poder electoral en su mayoría analfabeto, entregado al control de los audaces. El Ejecutivo radicaba en un Presidente y un Vicepresidente nombrados por votación indirecta y cuya gestión dependía casi por entero de la voluntad de un Congreso bicameral. Por añadidura la gran autonomía de las provincias, que conservaban sus asambleas con derecho a generar los senadores, a formar ternas para el nombramiento de los Intendentes La génesis de esta Constitución –al igual que la de 1823– fue semi-democrática ya que el Congreso Nacional que la aprobó había sido elegido en base a un electorado masculino que incluía a las capas medias, más precisamente, hasta el estrato superior de los sectores populares representado por el artesanado–, pero no al “bajo pueblo”. Ese fue el punto más alto de democratización alcanzado en Chile en el período que siguió a la Independencia. Pero luego vino la virulenta reacción aristocrática centralista contra los proyectos liberales, dirimiéndose el conflicto entre ambos bandos en la guerra civil de 1829-1830. El poder constituyente de las bayonetas: la Constitución “portaleana” de 1833 El triunfo conservador (estanqueropelucón) en la batalla de Lircay (abril de 1830) puso término a la guerra civil e inauguró una larga etapa conocida como el “régimen portaleano” o el “Estado en forma”,14 cuya fase inicial fue la más clara expresión del dominio sin contrapeso de la aristocracia, especialmente de Santiago y la región central. La célebre Constitución portaleana de 1833, inspirada y redactada principalmente por el ultraconservador Mariano Egaña, fue el fruto directo de la victoria militar estanquero-pelucona en la guerra civil de 1830. Aunque el artículo 133 de la Constitución de 1828 establecía que esta no podía reformarse hasta 1836, los vencedores de Lircay pasaron por encima de la disposición y, recurriendo a diferentes argucias, impusieron su reforma. Poco después de instalado el régimen dirigido por el comerciante Diego Portales y el general José Joaquín Prieto, el Cabildo de Santiago (controlado por el bando vencedor) pidió al gobierno que autorizara al próximo Congreso a emprender la reforma constitucional a través de una “Gran Convención” convocada exclusivamente con ese objeto. Aunque el organismo estaría en principio compuesto por 16 diputados elegidos por el Congreso Nacional (ya depurado de los liberales más prominentes) y 20 ciudadanos “de reconocida probidad e ilustración” nombrados por el mismo cuerpo legislativo (mediante el envío de “esquelas de invitación”), en la práctica fue una hechura completa del Congreso ya que a los 16 diputados del bando vencedor se sumaron 14 más en ejercicio para llenar los cupos reservados a los hombres de “reconocida probidad e ilustración”.15 A estas libertades tomadas con las formas legales se sumaba algo aún más grave y decisivo: la instauración de una verdadera dictadura aristocrática resuelta a barrer con cualquier obstáculo que se le antepusiera. Muchos opositores fueron encarcelados u obligados a partir al destierro; el Ejército sufrió una severa purga de oficiales sospechosos de simpatizar con los liberales; se generalizó y fortaleció una red de espionaje de la policía secreta y se estableció una férrea censura de prensa que impidió cualquier debate de fondo del texto constitucional que se preparaba, a no ser el intercambio de ideas que podía darse entre los partidarios del nuevo régimen. Gabriel Salazar sintetiza de esta manera algunos de los aspectos del clima represivo al que estaba sometido el país cuando se camino real y supervigilar a las municipalidades, reducían aún más las atribuciones presidenciales.13 83 desarrolló el proceso constituyente portaleano: camino real […] centenares de funcionarios públicos no adictos al nuevo régimen fueron exonerados, se eliminaron con el mismo objetivo establecimientos como la Casa de Moneda de La Serena, becas para estudiantes como las del Liceo de Chile […], se clausuró la Sociedad Médica de Chile (establecida por Blanco Encalada y encabezada por un médico español), mientras se cerraban o aplicaban grandes multas a los periódicos de oposición y se creaban nuevos cuerpos de “guardias cívicas”.16 84 La afamada Constitución de 1833 no fue sino un texto destinado a dar legitimidad jurídica a un régimen con características dictatoriales resultante de la victoria militar del bando conservador en 1830. El nuevo texto constitucional fue un traje a la medida de la facción dominante de la aristocracia, que concentró de manera excluyente el poder durante varias décadas. El centralismo, autoritarismo y elitismo fueron sus rasgos principales. La inmensa mayoría de la población resultó excluida de la vida política activa a través del sufragio censitario. El derecho a elegir y ser elegidos para cargos representativos quedó reservado solo a los hombres casados mayores de 21 años o solteros mayores de 25 años, que sabiendo leer y escribir fueran dueños de una propiedad inmueble o un capital invertido “en una especie de giro o industria” cuyo valor sería fijado para cada provincia cada 10 años por una ley especial, o que en su defecto, ejercieran “una industria o arte”, o que gozaran de algún empleo, renta o usufructo, cuyos emolumentos o productos guardaran proporción con la propiedad inmueble o capital, de que se hablaba en la disposición anterior. Los sirvientes domésticos estaban expresamente excluidos de los derechos políticos.17 Un comentario del historiador conservador Fernando Campos Harriet, admirador de Portales y su régimen, nos ahorra más acotaciones sobre el sistema político consagrado por esta Constitución: El cúmulo de atribuciones del Presidente de la República, reforzadas por la ley electoral, hicieron de este el gran elector durante 60 años. El Presidente tenía veto absoluto: un proyecto vetado no podía iniciar sus trámites constitucionales hasta el año siguiente. Declarado el estado de sitio, se suspendía en ese punto el imperio de la Constitución […]. El sufragio limitado y controlado por el Ejecutivo, el veto, la ausencia de responsabilidad efectiva en el Jefe de Estado, las facultades extraordinarias, la organización del Consejo de Estado, la preponderancia de la Cámara de senadores con su comisión conservadora, manifiestan claramente el espíritu aristocrático y oligárquico de esta Constitución.18 Durante casi un siglo Chile no vivió otro proceso constituyente,19 solo reformas y reinterpretaciones a la Constitución portaleana que recortaron poderes del Presidente de la República, aumentaron los del Parlamento e instauraron –en la década de 1870– el sufragio universal masculino con el solo requisito de saber leer y escribir. Cuando en 1925 se planteó la discusión en torno a una nueva Constitución, el contexto político y social era muy distinto al que había existido al imponerse la carta de 1833. La “cuestión social” había cambiado la relación entre las clases sociales y alterado el debate político nacional. El movimiento obrero se encontraba en pleno desarrollo y las tendencias más radicales (anarquistas y comunistas) gozaban de una notoria influencia en su seno, llegando a controlar las principales organizaciones sindicales. Como respuesta al malestar y rebeldía de “los de abajo”, un sector de la burguesía había levantado un programa reformista de marcado corte populista, logrando instalar a su líder, el liberal Arturo Alessandri Palma, en la presidencia de la República a finales de 1920. Pero sus planes se habían estancado debido a la crisis económica y la cerrada oposición de la oligarquía parlamentaria.20 El sistema parlamentario impuesto por los vencedores de la guerra civil de 1891 se encontraba profundamente desprestigiado y la crisis de la economía salitrera, reiterativa desde 1918, tenía sumido al país en un clima de permanente agitación social y fuertes tensiones políticas. Por su parte, la oficialidad joven del Ejército, luego de constatar el fracaso del populismo civil, desde septiembre de 1924 había ocupado el escenario político enarbolando programas de reforma social. La entrada activa en política de los militares con dos irrupciones sucesivas –septiembre de 1924 y enero de 1925– había cambiado los parámetros del juego político. La crisis era general. El país se aprontaba a una refundación política en base a un nuevo texto constitucional. Entonces, por primera vez en la historia de Chile, otros actores, los sectores populares, especialmente el movimiento obrero organizado, intentaron hacer oír su voz en el debate constitucional. El movimiento obrero y popular llevaba varios años interesándose por este tipo de cuestiones. Las gigantescas movilizaciones impulsadas durante el bienio 1918-1919 por la Asamblea Obrera de Alimentación Nacional habían puesto en el tapete de la discusión entre vastos sectores de la clase obrera y de las capas medias la necesidad de un nuevo orden social y político. Poco después, en 1923, durante el gobierno de Arturo Alessandri Palma, un organismo denominado Asamblea o Comité de Obreros, Estudiantes y Profesores, empezó a pensar en reformas estructurales, pero la reflexión no avanzó mucho, diluyéndose sin trascender mayormente en esa coyuntura. No obstante, por iniciativa del Partido Comunista y de la Federación Obrera de Chile, pocos días después del golpe de Estado de los militares jóvenes que llamaron de vuelta a Alessandri al gobierno, el 25 de enero de 1925 numerosas organizaciones obreras junto a la Asociación General de Profesores, la Federación de Estudiantes y la Unión de Empleados de Chile, decidieron crear un organismo denominado Comité Obrero Nacional que convocó a la realización de un Congreso Constituyente de Asalariados e Intelectuales.21 Lo que más distinguió esta iniciativa de los proyectos constitucionales de la clase política tradicional fue la exigencia de una Constituyente de base gremial. Uno de sus promotores, el dirigente comunista Salvador Barra Woll, lo precisó en estos términos: La Juventud Militar nos ha ofrecido ahora una Constituyente. camino real Populismo y fuerza militar en la gestación de la Constitución democrático-liberal de 1925 85 camino real No queremos dudar que vendrá esa Constituyente. Hemos adherido nuestra cooperación a ese propósito para encarnar más ese deseo en las masas. Pero cuando llegue el momento de llamar a la Constituyente se verá que las bases no consultarán la representación obrera sindical revolucionaria porque la burguesía le impedirá su resguardo de sus privilegios de clase […]. 86 Hay pues que no olvidar este detalle, tenerlo muy presente: Queremos una Constituyente; pero a base gremial. Si no se nos da una Constituyente en esa forma la burguesía habrá traicionado una vez más al proletariado, de quien se ha servido para fines propios.22 De acuerdo con estos postulados, la convocatoria para la reunión de la Asamblea Constituyente de Obreros e Intelectuales (conocida también como la “Constituyente chica” ya que sus impulsores la concebían como un “preludio de la futura Constituyente fundamental” en la que estarían representados todos los sectores de la nación23), fijó como objetivo la presentación de un proyecto de Constitución Política de Chile que contendría las aspiraciones inmediatas del proletariado y de los intelectuales que simpatizaban con los “modernos principios de justicia y solidaridad”24. El comité de iniciativa estableció los siguientes porcentajes de congresales para cada una de las categorías socio profesionales llamadas a participar en la “Constituyente chica”: proletarios, 45%; empleados, 20%; profesores, 20%; profesionales e intelectuales, 8%; y estudiantes, 7%.25 Rápidamente las fuerzas comprometidas en la iniciativa se desplegaron por distintos puntos del territorio nacional para difundir su propuesta. El Comité Obrero Nacional (al que se incorporaron dirigentes de distintas tendencias incluidos los anarquistas) mandó a algunos de sus miembros en gira al sur del país a explicar la convocatoria26. La Asamblea Constituyente de Obreros e Intelectuales inauguró sus sesiones en el Teatro Municipal de Santiago el domingo 8 de marzo de 1925 en medio de un clima de gran expectación. Los 1,250 delegados provenientes de distintas provincias eran el reflejo de las tendencias políticas que actuaban en el seno del movimiento popular y de las clases medias asalariadas: comunistas, fochistas (militantes de la Federación Obrera de Chile, que por esos días casi se confundían con los comunistas), demócratas, laboristas sin partido, anarquistas, radicales, feministas y distintas expresiones del “alessandrismo popular”. Los debates entre estas corrientes fueron apasionados, a ratos muy duros. El obrero anarquista Alberto Baloffet logró hacer aprobar por amplia mayoría una moción en la que se sostenía que los proletarios no debían proponerse la redacción de una Constitución que reglamentara los poderes del Estado, sino limitarse a fijar principios generales que orientaran la acción de las autoridades hacia los productores. Un fuerte enfrentamiento se produjo entre el Presidente de la Federación de Estudiantes, y el vice-presidente del Centro de Propaganda del Partido Radical, Enrique Rossel, y la mayoría de los delegados obreros claramente alineados con las posiciones del Partido Comunista.27 Algo menos virulentos fueron los debates entre el sector comunista-fochista (alrededor de 300 delegados, esto es, alrededor del 25% del total) y los representantes de los profesores, de los intelectuales resistida por algunos integrantes de la “Constituyente chica” y apoyada fervorosamente por los comunistas. Uno de sus impulsores la explicaba como el instrumento que permitiría abolir las “cámaras políticas”, fuente de la opresión política del pueblo: La Cámara Funcional, que como su nombre lo indica reúne en su seno todas las funciones de las diversas actividades de la vida económica, intelectual y moral de la sociedad, es el sistema necesario y eficiente capaz de destruir, desde sus raíces, todos los intereses creados y privilegios de castas que hoy producen el estado caótico de la administración del país, injusticias irritantes y el desconcierto social. Será la única forma de nivelar todos los derechos que disminuirán, grandemente, las desigualdades odiosas porque siendo la finalidad de la Cámara Funcional esencialmente de armonía y de progreso donde convergen y se complementan todos los pensamientos de las fuerzas creadoras del trabajo, la resultante de su labor será lógicamente, de perfección y armonía social. Y recién, entonces, desapareciendo la causa de todas las desgracias del pueblo, con la extinción del aparato político opresor de la oligarquía y burguesía en general, empezará la era de justicia y armonía social. La técnica de la producción y el consumo controlados por los productores mismos, y peritos profesionales, se perfeccionará gradualmente y desaparecerá la miseria, la ignorancia y la maldad que el actual egoísmo de los privilegiados reinantes, produce a la sociedad. La Cámara Funcional a base gremial, es pues, el antídoto de las Cámaras políticas mantenedoras de la esclavitud y los sufrimientos del proletariado.30 camino real y de los empleados, entre los que se contaban personas de distintas filiaciones, especialmente anarquistas, demócratas y radicales28. Las divisiones internas le restaron fuerza a la “Constituyente chica”. Durante cuatro días los delegados aprobaron distintas mociones en las que se formularon una serie de demandas a los poderes públicos y aprobaron varios “principios constitucionales”, que debían servir de base para la discusión nacional cuando se convocara a la “Constituyente grande”. El primero y más importante de estos principios fue el reclamo de una Asamblea Constituyente compuesta de delegados de las “fuerzas vivas de ambos sexos”, y en cuyo seno los elementos asalariados tuvieran la mayoría de la representación para asegurar el cumplimiento de sus postulados de redención social. Como principios específicos se inscribieron, entre otros: la socialización de la tierra y de los medios de producción; la forma federal del gobierno; el deber del Estado de coordinar y fomentar la producción y asegurar la distribución de los productos; el sistema colegiado de gobierno tanto a nivel comunal, nacional, como de los Estados federados; la organización del Poder Legislativo en base a “cámaras funcionales”, compuestas por representantes (revocables en todo momento) de los gremios organizados; la separación de la Iglesia del Estado; la enseñanza gratuita desde la escuela hasta la Universidad, colocando su dirección en manos de los maestros, padres y estudiantes; la igualdad de derechos políticos y civiles de ambos sexos y la supresión del ejército permanente.29 La proposición de las “cámaras funcionales a base gremial” (cercana en algunos aspectos a las ideas corporatistas que estaban en boga por aquellos años en Europa) constituía una innovación mayor, 87 camino real 88 Los acuerdos tan laboriosamente concluidos en la “Constituyente chica” no tuvieron mayor eco político. Gabriel Salazar, autor de la visión historiográfica más optimista acerca del significado y alcance de la Asamblea Constituyente de Asalariados e Intelectuales de 1925 (interpretada en sus escritos como un ejercicio de soberanía de “las bases sociales”, con menciones poco relevantes a las fuerzas políticas que la promocionaron y se enfrentaron en su seno), ha señalado que a su retorno al gobierno, Arturo Alessandri Palma “restauró el régimen estrictamente civil (marginando a los militares) y las decisiones estrictamente políticas (marginando a los movimientos sociales de base)”.31 Así ocurrió, efectivamente. Haciendo caso omiso del ejercicio deliberativo de los trabajadores manuales e intelectuales sobre las normas constitucionales que deberían refundar la organización social y política de la nación, Alessandri, por sí y ante sí, designó a los miembros de las dos comisiones que debían preparar la Asamblea Constituyente, escogiendo a una mayoría de viejos políticos como Luis Barros Borgoño (su rival en la elección de 1920), Guillermo Edwards Matte, Eleodoro Yáñez, Juan Enrique Concha, Ernesto Barros Jarpa, Guillermo Subercaseaux y Domingo Amunátegui, entre otros. Solo unos cuantos dirigentes de organizaciones sociales y de partidos y grupos de izquierda que habían formado la “Constituyente chica”, como Carlos Contreras Labarca, Víctor L. Cruz, Manuel Hidalgo, Carlos Alberto Martínez, Onofre Avendaño y Fernando García Oldini, fueron invitados a participar en las discusiones32. El propio Alessandri presidió la comisión que debía estudiar las reformas constitucionales y Arturo Lyon quedó a la cabeza de la comisión encargada de preparar la convocación a la Asamblea Constituyente. Este grupo –lo dejó consignado el “León de Tarapacá” en sus Recuerdos de gobierno- nunca se reunió33. Como bien observaría el historiador Gonzalo Vial, “esto solo indica hacia donde se dirigía Arturo Alessandri”.34 Es necesario recalcar que inicialmente Alessandri había expresado su deseo de convocar a una Asamblea Constituyente en el menor plazo posible, nombrándose dos tercios de sus integrantes mediante elección popular y el tercio restante con representantes de “las fuerzas vivas de la Nación”, en su concepto: “la Universidad, el Ejército, la Marina, la Iglesia, representados por sus jefes, las actividades obreras y algunos gremios que tienen importancia en la vida de la República”.35 El 26 de marzo el Presidente de la República firmó un decreto fijando el 15 de abril como fecha de inicio de las inscripciones extraordinarias para la elección de una Constituyente36. Pero muy pronto abandonó la idea aduciendo “falta material de tiempo para verificar las inscripciones del electorado, para instalar enseguida la Constituyente y para que dispusiera del tiempo necesario para terminar su misión y alcanzar a fijar las reglas de la elección del Congreso y del Presidente” que debía sucederlo el 23 de diciembre de ese mismo año.37 El único grupo de trabajo que funcionó (conocido como la “comisión chica”) se dividió en tres corrientes al discutirse las fórmulas propuestas para aprobar la nueva Constitución: elección de una Asamblea Constituyente mediante sufragio universal; organización de una Constituyente sobre una base gremial, o ratificación del proyecto preparado por la comisión mediante un plebiscito.38 Yo más que nadie me había resignado a abandonar la idea de la Constituyente por la falta material de tiempo apuntada y, principalmente, porque tenía la resolución firme e inquebrantable de implantar en nuestro país la fórmula salvadora. Tenía el convencimiento profundo, como lo he dicho reiteradas veces que, si llevábamos el asunto a una asamblea, no saldría jamás de allí el necesario régimen presidencial. Un grupo de hombres en asamblea, carece de la superioridad moral necesaria para despojarse de atribuciones y facultades.40 Entre el 18 de abril y el 23 de agosto de 1925, en 33 sesiones a las que asistieron un promedio de 12 personas, la “comisión chica” preparó el proyecto de Constitución presidencialista que reemplazaría a la Constitución de 1833 (reinterpretada en un sentido claramente parlamentarista desde 1891). Los debates de este pequeño grupo transformado en “comisión constituyente” se centraron preferentemente en cómo equilibrar los poderes Ejecutivo y Legislativo, conforme a la perspectiva liberal. El único “convidado de piedra” de la “Constituyente chica”, el comunista Manuel Hidalgo, quedó completamente aislado.41 Por último, el elemento decisivo que inclinó la balanza, fue, una vez más, el Ejército. A partir del 23 de julio el general Navarrete apoyó de forma abierta las proposiciones de Alessandri de Constitución presidencialista y plebiscito como fórmula de aprobación.42 De esta manera, el jefe de Estado logró imponer la vía plebiscitaria en vez de la convocatoria a una Asamblea Constituyente que implicaba un verdadero debate constitucional nacional. La presión militar en apoyo de esta alternativa, fue –como señala con acierto el historiador conservador Gonzalo Vial– el tercer golpe de Estado (después de los de septiembre de 1924 y enero de 1925): Así se consumó el tercer golpe de Estado: la imposición militar de que se llamase a plebiscito inmediato, sin Asamblea Constituyente, la nueva Carta conteniendo las reformas de Alessandri. Un silencio casi generalizado recibió el úkase: partidos y prensa (salvo, respecto de la última El Diario Ilustrado) doblaron la cerviz […], con mayores o camino real La exigencia de la Constituyente sobre base gremial era inaceptable para la clase política y Alessandri puesto que, como sostiene Salazar, significaba su propio colapso.39 Por otra parte, intuyendo que su proyecto de Constitución presidencialista no sería aprobado en una Asamblea Constituyente (en la que los partidos tradicionales, muy reticentes a abandonar el sistema parlamentario, tendrían la mayoría), Alessandri apostó a la vía más expedita convirtiendo a la comisión en la Constituyente misma y utilizó toda su influencia y poder para vencer las múltiples resistencias que suscitaba su proyecto constitucional, tanto entre muchos representantes de la vieja clase política adictos al régimen parlamentario como en el movimiento obrero y popular partidario de la Constituyente de base gremial. Aunque invocó la falta de tiempo, su comportamiento estuvo motivado sobre todo por la intuición de que en una Asamblea Constituyente su plan de reforma no prosperaría, como lo confesaría posteriormente: 89 camino real menores y más o menos audibles rezongos, pero la doblaron. Ni siquiera, esta vez, hubo necesidad de complotar en las sombras, sublevar regimientos y entrar a La Moneda empuñando pistolas. Indudablemente, el establishment político había aprendido las “múltiples lecciones objetivas” del 5 de septiembre y el 23 de enero, de las que hablara Navarrete, la “enseñanza práctica” señalado por Grove.43 90 El plebiscito fue convocado el 31 de julio para el 30 de agosto. Los ciudadanos deberían elegir entre tres cédulas de voto: una roja, de aprobación del proyecto de la mayoría de la “comisión constituyente” armada por el gobierno; una azul, obra de los disidentes (especialmente radicales, conservadores y comunistas), que conllevaba la aprobación de una serie de proposiciones destinadas a recortar el poder del Ejecutivo (como la posibilidad de que el Congreso acusara y destituyera al Presidente); y una blanca, que importaría “buscar otros procedimientos para restablecer la normalidad institucional del país”.44 Los opositores subrayaron la amenaza implícita de esta última fórmula que insinuaba, casi sin disimulo, una nueva intervención militar. Igualmente criticaron el reducido plazo –apenas un mes– para hacer campaña y el hostigamiento y represión policiales a sus mítines. El proyecto de Constitución impulsado por Alessandri fue aprobado el 30 de agosto del mismo año por una minoría de electores. Sobre 302,304 inscritos solo votaron 135,783, de los cuales 127,509, o sea, 42.18% de los inscritos y 93.9% de los sufragantes aprobaron el proyecto de Constitución. La alternativa de los partidos opositores (cédula azul) obtuvo 6,825 votos (2.26% de los inscritos y 5.03 de los sufragios); la cédula blanca (la incierta búsqueda de “otros procedimientos”) reunió solo 1,449 preferencias (0.48% de los inscritos y 1.07% de los votos).45 La Constitución de 1925 –calificada generalmente como “la más democrática de la historia de Chile”– fue, pues, aprobada por menos del 50% de los votantes potenciales, pero con el apoyo decisivo de los militares, que expresaron con sutileza la amenaza de una nueva intervención. Con algunas reformas, dicho texto constitucional sobrevivió hasta septiembre de 1973,46 cuando una nueva irrupción de las Fuerzas Armadas –la más violenta y de mayores consecuencias– la echó por tierra, arrastrando junto con ella al frágil “Estado de compromiso” que tanto enorgullecía a la clase política y buena parte de la ciudadanía. Nuevamente el poder constituyente de las armas: la Constitución dictatorial y neoliberal de 1980 Las condiciones y la forma en que fue elaborada y aprobada la Constitución de Pinochet en 1980 son ampliamente conocidas. Chile vivía los años más duros de la más dura dictadura militar. Un régimen de terror mantenía al país sometido a la cúpula castrista y empresarial que se encontraba implementando un proyecto de sociedad y economía neoliberal extremo. La ciudadanía carecía de las condiciones mínimas para debatir y manifestar libremente sus ideas y preferencias. Miles de opositores habían sido asesinados, encarcelados, torturados o exiliados. No existía libertad de prensa, derecho de reunión ni de asociación para los opositores; los registros electorales habían sido quemados por los militares golpistas; el estado de emergencia regía un proyecto de Constitución de acuerdo con los planes del gobierno militar. Al cabo de casi un año de trabajo, la Comisión Constituyente produjo el texto que la presidencia esperaba, de modo que el 31 de octubre de 1978, Pinochet pidió formalmente al Consejo de Estado que comenzara a analizarlo. Al término de ese estudio, el 26 de junio de 1980, 12 días antes de la fecha fijada para que el Consejo de Estado presidido por el ex presidente Jorge Alessandri entregara oficialmente el proyecto de nueva Constitución, el gobierno formó un grupo de trabajo encargado de revisarlo a cuya cabeza quedó la ministra Mónica Madariaga. La ministra y cuatro auditores militares más algunos invitados ocasionales, realizaron un trabajo sigiloso e intenso dando lugar a 175 cambios que reflejaron las contradicciones y debates en el seno del bloque dominante.48 Última marcha de la UP, 4 de septiembre de 1973. camino real en todo el territorio nacional y el “receso político” o prohibición de funcionamiento de los partidos políticos se prolongaba desde el mismo día del sangriento derrocamiento del presidente Salvador Allende. Desde 1973 la dictadura militar, había venido preparando su proyecto constitucional. Pocos días después del golpe de Estado, la Junta Militar de Gobierno había creado una Comisión de Estudio o Comisión Constituyente encabezada por el ex ministro Enrique Ortúzar del derechista ex presidente Jorge Alessandri Rodríguez. Durante cinco años este grupo trabajó en un anteproyecto constitucional, siguiendo las orientaciones del gobierno de facto.47 En noviembre de 1977 el dictador Pinochet entregó a Ortúzar instrucciones escritas por su ministra de Justicia Mónica Madariaga y por Jaime Guzmán, principal ideólogo del régimen, para que elaborara 91 camino real 92 El texto corregido fue remitido oficialmente el 8 de julio por el Consejo de Estado a la Junta de Gobierno, luego fue analizado durante algunas semanas por juristas y algunos miembros del cenáculo en el poder, y el 10 de agosto de 1980 se aprobó la versión final. Todas las deliberaciones fueron secretas. El 11 de agosto, el gobierno de la dictadura anunció por la cadena nacional de radio y televisión que en un plazo de 30 días se realizaría un plebiscito para aprobar o rechazar la nueva Constitución.49 El debate ciudadano se realizó en las condiciones que imperaban desde 1973 y que pueden sintetizarse en la vigencia en todo el país del estado de emergencia, el receso político, el control gubernamental de las publicaciones, un clima de terror generalizado y, como ha sido señalado por un cientista político norteamericano, “sin alternativas para los votantes, sin el claro establecimiento de las consecuencias jurídicas de una derrota y, lo más significativo para la oposición, sin registros electorales y sin supervisión ni recuento electoral independiente”.50 Aunque el gobierno autorizó la realización de un meeting opositor encabezado por el ex presidente democratacristiano Eduardo Frei Montalva (que luego de apoyar el golpe de Estado se había pasado a las filas de la oposición), otras manifestaciones contrarias al régimen fueron prohibidas y las fuerzas oficialistas pusieron todos los recursos que les daba su dominio total del aparato de Estado y un amplio control de los medios de comunicación al servicio de la campaña por la aprobación (el voto “Sí”) de la nueva Constitución.51 Los resultados oficiales del plebiscito organizado por la dictadura según el principio de gobierno interior, esto es, a través de los intendentes, gobernadores y alcaldes nombrados por el gobierno, fueron los siguientes: votos por el “Sí” a la nueva Constitución, 4,204,879 (67.04%); por el “No” (rechazo); 1,893,420 (30.19%); nulos, 173,569 (2.77%)52. La oposición denunció todo tipo de fraudes e irregularidades. En el 39.7% de las mesas controladas por sus voluntarios se detectaron irregularidades, llegando a precisarse posteriormente que, en al menos nueve provincias (Tocopilla, Chañaral, Linares, Cauquenes, Huasco, Choapa, Valparaíso, San Antonio y Malleco) había “votado” más del 100% de la población.53 Cinco años más tarde, el sociólogo Eduardo Hamuy (“padre” de las encuestas de opinión en Chile) informó que un equipo de 660 voluntarios había observado los votos y los recuentos del plebiscito de 1980 en 981 mesas electorales escogidas al azar en el Gran Santiago (alrededor de 10% de las 10,522 mesas en 170 locales de votación), registrando cinco tipos de fraudes o irregularidades: recuento erróneo de votos (contabilización de votos “No” y nulos como blancos o “Sí”, o anulación de votos “No”); inconsistencias entre el número de votos contados y el número de firmas de votantes registrados (votantes excesivos o faltantes); recuentos no públicos; personas que votaron más de una vez; y una categoría de diversas irregularidades. Aunque Hamuy no pudo cuantificar la magnitud exacta del fraude, estimó que, a partir del 39.7% de las mesas donde se cometieron irregularidades, era legítimo suponer que sin fraudes electorales el resultado del plebiscito habría sido contrario al gobierno en el Gran Santiago, concluyendo que estaba “probabilísticamente justificado dudar de la Tanto en sus orígenes como en su forma de ratificación, la Constitución de 1980 aparece nada más que como una imposición a la fuerza, un acto coercitivo, que, de acuerdo a los principios del derecho público, era jurídicamente nulo y vacío. Desde esta perspectiva, su validez no era diferente que la de cualquier otro decreto ley; la Constitución era de facto; y su eficacia práctica, una función exclusiva de las relaciones de fuerza que la sostenían. Al momento de su promulgación, aparecía como un mero mecanismo de prolongación del régimen militar y, dada la propensión del régimen a organizar plebiscitos bajo sus propios términos, esta carta fundamental parecía presagiar dieciséis años más de régimen militar. El texto permanente, por ende, era meramente nominal, dado que era ineficaz; mientras que las disposiciones transitorias, la constitución efectiva, hacían que la Constitución en sí misma fuera semántica porque solo codificaba el monopolio del poder existente.55 Conclusión Este rápido recorrido histórico prueba que en Chile nunca se ha desarrollado un proceso constituyente democrático. Todos los textos constitucionales han sido elaborados y aprobados por pequeñas minorías, en contextos de ciudadanía restringida (como ocurrió con algunas variantes en el siglo XIX) o como resultado de imposiciones de la fuerza armada (como sucedió durante ese mismo siglo e invariablemente en el siglo XX). Las tres cartas principales (1833, 1925 y 1980) tuvieron como parteras a las Fuerzas Armadas que, actuando como “garantes” del Estado y del orden social, pusieron sus fusiles y cañones para inclinar la balanza a favor de determinadas soluciones constitucionales propiciadas por facciones social y políticamente minoritarias. Los momentos de refundación del Estado y de la sociedad política en Chile han tenido siempre ese mismo rasgo. Incluso ciertas coyunturas históricas en las que no se desarrolló un proceso constituyente sino una mera reinterpretación constitucional –como la lectura parlamentarista de la Constitución presidencialista de 1833 a partir de 1891– también fueron el fruto de la “crítica de las armas”. Las evidencias históricas demuestran que las Constituciones chilenas han surgido de la imposición militar y de maniobras, generalmente combinadas con el uso de la fuerza armada, de los grupos hegemónicos de las clases dominantes y de la clase política (civil y militar). Exceptuando algunas tentativas abortadas, como la “Constituyente chica” de 1925, la ciudadanía ha sido casi siempre un espectador o un actor secundario que, a lo sumo, ha sido convocado a última hora por los grupos en el poder para respaldar o plebiscitar camino real legitimidad de la Constitución de 1980 e incluso negarla”.54 En un penetrante estudio sobre la génesis, contenidos y efectos de esta Carta constitucional, el cientista político norteamericano Robert Barros emite un certero juicio que nos permite concluir este punto: 93 camino real 94 proyectos constitucionales preparados sigilosamente, pero nunca para participar activamente en su generación. No obstante, en los últimos años se han manifestado síntomas de un progresivo malestar popular que se relaciona, en una de sus expresiones más propositivas, con la idea de generar democráticamente una nueva carta constitucional. Las reformas constitucionales acordadas hacia finales del gobierno de Ricardo Lagos entre las cúpulas partidarias, sin participación de la ciudadanía, dejaron intactas las bases fundamentales de la Constitución de 1980.56 El descontento ha ido in crescendo. Personas de variada condición comenzaron a organizarse y movilizarse para proponer un proceso constituyente verdaderamente democrático. El 21 de julio de 2007 se presentó públicamente en Santiago el movimiento “Ciudadanos por una Asamblea Constituyente”, encabezado por el abogado de Derechos Humanos Roberto Garretón y el sociólogo Gustavo Ruz. En su Comité de Iniciativa, figuran personalidades como ex juez Juan Guzmán Tapia, el ex canciller Enrique Silva Cimma y el ex ministro Jacques Chonchol. Durante algunos años este movimiento organizó en varias ciudades conferencias, debates y otras iniciativas destinadas a difundir su propuesta.57 Su convocatoria fue creciendo sistemáticamente hasta comienzos del año 2010: numerosas organizaciones sociales, grupos de izquierda extra parlamentaria, personalidades de distintos ámbitos y un núcleo no despreciable de parlamentarios de la Concertación de Partidos por la Democracia (o disidentes de dicha coalición), se pronunciaron a favor de una Asamblea Constituyente. Pero la elección a la presidencia de la República de Sebastián Piñera, candidato de la derecha clásica cuya principal base política de apoyo son los sectores que promovieron y sostuvieron la dictadura de Pinochet, incidió negativamente, provocando un reflujo de este movimiento. El terremoto de finales de febrero del mismo año y otros factores contribuyeron durante algunos meses a acentuar el retroceso de los movimientos populares y con ello de la demanda de Asamblea Constituyente. Pero desde comienzos de 2011, el poderoso despertar de los movimientos sociales, cuyos hitos más importantes han sido la protesta y petitorio de la Asamblea Ciudadana de la Región de Magallanes; la permanencia del movimiento mapuche tras sus reclamaciones de tierras, libertad para sus presos políticos, reconocimiento de su identidad y autonomía; las protestas ciudadanas en todo el país contra el mega proyecto Hidroaysén; el gigantesco y persistente movimiento nacional por la educación pública; el paro y protesta de la ciudad minera de Calama, y la huelga general de los trabajadores del cobre, ha instalado la demanda por una Asamblea Constituyente con creciente fuerza en variados sectores de la sociedad chilena. Así, por ejemplo, el movimiento de estudiantes secundarios, ha levantado junto a sus reivindicaciones sectoriales las exigencias de renacionalización del cobre, reforma tributaria y convocatoria a una Asamblea Constituyente. Aunque es claro que estos movimientos ciudadanos y populares aún no tienen la fuerza suficiente para imponerle al establishment político la convocatoria a una Constituyente, es altamente probable que esta demanda siga creciendo en los tiempos que vienen. Si se lograra concretar la aspiración de elegir una Asamblea Constituyente como resultado de un amplio e informado debate BIBLIOGRAFÍA Alessandri Palma, Arturo: Recuerdos de gobierno, tomo II, Santiago, Editorial Nascimento, 1967. Barros, Robert: La junta militar, Pinochet y la Constitución de 1980, Santiago, Editorial Sudamericana, 2005. Campos Harriet, Fernando: Historia Constitucional de Chile, Santiago, Editorial Jurídica de Chile, 1983. Cavallo, Ascanio, Manuel Salazar y Óscar Sepúlveda: La historia oculta del régimen militar. Memoria de una época 1973-1988, 2ª ed., Santiago, Editorial RandomhouseMondadori, Mitos Bolsillo, 2004. Constitución de la República de Chile jurada y promulgada el 25 de mayo de 1833, Santiago, Imprenta de la Opinión, 1833. Constitución Política de la República de Chile [1925]:http://www.leychile.cl/Navegar? idNorma=131386 Edwards, Alberto: La fronda aristocrática en Chile, Santiago, Imprenta Nacional, 1928. El Presidente Alessandri y su gobierno, Imprenta Guttenberg, Santiago, 1926. Eyzaguirre, Jaime: Historia de las instituciones políticas y sociales de Chile, Santiago, Editorial Universitaria, 1992. Figueroa, Pedro Pablo: La Revolución Constituyente (1858-1859), Santiago, Imprenta Victoria, 1889. Grez Toso, Sergio: “El escarpado camino hacia la legislación social: debates, contradicciones y encrucijadas en el movimiento obrero y popular (Chile: 1901-1924)”, en Cuadernos de Historia, Santiago, diciembre de 2001, pp. 119-182. ____________: “¿Autonomía o escudo protector? El movimiento obrero y popular y los mecanismos de conciliación y arbitraje (Chile, 1900-1924)”, en Historia, vol. 35, Santiago, 2002, pp. 91-150. ___________: De la “regeneración del pueblo” a la huelga general. Génesis y evolución histórica del movimiento popular en Chile (18101890), 2ª ed., Santiago, RIL Editores, 2007. Jobet, Julio César: Ensayo crítico del desarrollo económico-social de Chile, Santiago, Editorial Universitaria, 1955. Pinto, Julio y Verónica Valdivia: ¿Revolución proletaria o querida chusma? Socialismo y Alessandrismo en la pugna por la politización pampina (1911-1932), Santiago, Lom Ediciones, 2001. Portales, Felipe: Los mitos de la democracia chilena, vol. II. Desde 1925 a 1938, Santiago, Catalonia, 2010. Salazar V., Gabriel: “Movimiento social y construcción de Estado: la Asamblea Constituyente popular de 1925”, Documentos de Trabajo, Nº133, Santiago, Centro de Estudios Sociales y Educación SUR, noviembre de 1992. ___________: Construcción de Estado en Chile (1760-1860). Democracia de los “pueblos”. Militarismo ciudadano. Golpismo oligárquico, Santiago, Editorial Sudamericana, 2005. Sotomayor Valdés, Rafael: Historia de Chile bajo el gobierno del general D. Joaquín Prieto, 2ª ed., 2 vols., Santiago, Imprenta y Litografía Esmeralda, 1900. Texto refundido, coordinado y sistematizado de la Constitución Política de Chile [2005]: http://www.leychile.cl/Navegar? idNorma=242302 Vial, Gonzalo: Historia de Chile (1891-1973), vol. III, Santiago, Empresa Editora Zig-Zag S.A., 2001. Villalobos R., Sergio: Portales, una falsificación histórica, Santiago,Editorial Universitaria, 1982. Vitale, Luis: Interpretación marxista de la historia de Chile, 2ª ed., tomo III, Santiago, Prensa Latinoamericana, 1973. camino real democrático ciudadano, significaría que por primera vez en Chile se empezaría a hacer y escribir otra historia, una historia de ciudadanía activa y efectiva. 95 NOTAS 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 camino real 14 15 16 17 96 Un desarrollo de estos temas en Sergio Grez Toso, De la “regeneración del pueblo” a la huelga general. Génesis y evolución histórica del movimiento popular en Chile (1810-1890). Santiago, 2ª ed., RIL Editores, 2007, pp. 233-248. Jaime Eyzaguirre, Historia de las instituciones políticas y sociales de Chile, Editorial Universitaria, Santiago, 1992, p. 63. Ibíd, p. 64. Los textos de los Reglamentos Constitucionales de 1811, 1812 y 1814 están disponibles en la página web de la Biblioteca del Congreso Nacional: http://www.bcn.cl/ecivica/histcons Eyzaguirre, ob. cit., p. 71, 72. Ibíd., p. 72. Ibíd., p. 73. Gabriel Salazar, Construcción de Estado en Chile (1760-1860). Democracia de los “pueblos”. Militarismo ciudadano. Golpismo oligárquico, Editorial Sudamericana, Santiago, 2005, pp. 192, 193. Ibíd, p. 193. Las cursivas son del original. Ibíd, pp. 209-222. Véase: http://www.bcn.cl/ecivica/histcons; http://www.educarchile.cl/integracion/ nuestrosmomentosNuestrosMomentos _Hitos.asp?periodo=41752&ano=1826 Ibíd, pp. 322-327. Eyzaguirre, ob. cit., p.. 77. Esta última fórmula fue acuñada por el historiador conservador Alberto Edwards en La fronda aristocrática en Chile, Imprenta Nacional, Santiago, 1928. Eyzaguirre, op. cit., pp. 97-100; Fernando Campos Harriet, Historia Constitucional de Chile, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1983, pp. 356-358. Salazar, ob. cit., p. 378. Constitución de la República de Chile jurada y promulgada el 25 de mayo de 1833, Imprenta de la Opinión, Santiago, 1833. Posteriormente, mediante una ley complementaria se estableció que para gozar de derecho a voto, los ciudadanos debían poseer “una propiedad inmueble de diez mil pesos, 18 19 o un capital en giro de dos mil”, prohibiendo expresamente que fueran calificados como electores los soldados, cabos y sargentos del ejército permanente y los jornaleros y peones gañanes. Rafael Sotomayor Valdés, Historia de Chile bajo el gobierno del general D. Joaquín Prieto, 2ª ed., vol. I, Imprenta y Litografía Esmeralda, Santiago, 1900, pp. 270, 271. Campos Harriet, ob. cit., pp. 363 y 364. Entre los análisis críticos de la Constitución de 1833 conviene destacar: Julio César Jobet, Ensayo crítico del desarrollo económico-social de Chile, Editorial Universitaria, Santiago, 1955, pp. 33-35; Sergio Villalobos R., Portales, una falsificación histórica, Editorial Universitaria, Santiago, 1982, pp. 107-112. Hacia finales de 1858 los liberales intentaron crear opinión pública a favor de la convocatoria a una Asamblea Constituyente. Para ello fundaron clubs políticos y periódicos en Santiago, Valparaíso, San Felipe, Talca, Concepción, Los Ángeles, La Serena, Caldera y Copiapó. Pero sus esfuerzos fueron anulados por las medidas autoritarias adoptadas por el gobierno de Manuel Montt, que decretó el estado de sitio el 12 de diciembre, cerró los centros opositores y encarceló a las principales figuras del liberalismo. El Club de la Unión de Santiago y el periódico La Asamblea Constituyente fueron los principales blancos de la represión gubernamental. Benjamín Vicuña Mackenna, Isidoro Errázuriz, Ángel Custodio Gallo y los hermanos Manuel Antonio y Guillermo Matta, entre otros, fueron encarcelados y sometidos a proceso por sedición. Poco después los opositores se alzaron en armas, pero al cabo de unos meses de combates su “Revolución Constituyente” fue aplastada por el gobierno. Pedro Pablo Figueroa, La Revolución Constituyente (1858-1859), Imprenta Victoria, Santiago, 1889; Luis Vitale, Interpretación marxista de la historia de Chile, 2ª ed., tomo III, Santiago, Prensa Latinoamericana, 1973, pps. 249-287; Grez, ob. cit., pp. 401-438. 21 22 23 24 25 26 Sobre el proyecto populista alessandrista, véase, Julio Pinto y Verónica Valdivia: ¿Revolución proletaria o querida chusma? Socialismo y Alessandrismo en la pugna por la politización pampina (1911-1932), Lom Ediciones, Santiago, 2001; Sergio Grez Toso: “El escarpado camino hacia la legislación social: debates, contradicciones y encrucijadas en el movimiento obrero y popular (Chile: 1901-1924)”, en Cuadernos de Historia, diciembre de 2001, Santiago, pp. 160-178; y “¿Autonomía o escudo protector? El movimiento obrero y popular y los mecanismos de conciliación y arbitraje (Chile, 1900-1924)”, en Historia, vol. 35, Santiago 2002, pp. 138-149. “La formación del Comité Obrero Nacional”, Justicia, Santiago, 27 de enero de 1925. Salvador Barra Woll, “Nuestros puntos de vista. La Constituyente y sus bases”, Justicia, Santiago, 29 de enero de 1925. “Asamblea Constituyente de Obreros e Intelectuales”, Justicia, Santiago, 8 de marzo de 1925. “El nuevo gobierno del país. Las bases del próximo Congreso Constituyente de Asalariados e Intelectuales”, Justicia, Santiago, 1º de febrero de 1925. Ibid. La pretensión del Partido Comunista de asegurar una cuota de cuatro representantes de sus filas en la “Constituyente chica”, fue rechazada por la mayoría de los integrantes del Comité Obrero Nacional que adujeron que dicho partido ya estaba representado a través de los delegados de la Federación Obrera de Chile. Esta decisión motivó el retiro del representante comunista del Comité Obrero Nacional y la acusación en contra de ese organismo de dar espacio a “elementos de partidos burgueses”. “Las actividades obreras alrededor del movimiento militar”, Justicia, Santiago, 5 de febrero de 1925; “Actividades del Comité Ejecutivo Nacional”, Justicia, Santiago, 9 de febrero de 1925. “La delegación del Comité Obrero Nacional”, Justicia, Santiago, 16 de febrero de 1925; “Lota. Ecos de la jira hecha por el Comité Nacional Obrero”, Justicia, Santiago, 21 27 28 29 30 31 de febrero de 1925. En algunas provincias como, por ejemplo, en Llanquihue, se efectuaron convenciones regionales pro-Asamblea Constituyente. “La Gran asamblea de anoche de obreros e intelectuales. Se forma el Comité Obrero Rejional”, La Jornada Comunista, Valdivia, 13 de febrero de 1925; “La Convención regional de Llanquihue pro-Asamblea Constituyente”, La Jornada Comunista, Valdivia, 19 de febrero de 1925. Rossel había sido nombrado por la Junta de Gobierno militar como miembro oficial de la comisión de festejos en honor al presidente Alessandri con motivo de su retorno al país. “Asamblea Constituyente de obreros e intelectuales”, Justicia, Santiago, 10 de marzo de 1925. Ibíd; “Asamblea Constituyente de obreros e intelectuales”, Justicia, Santiago, 12 de marzo de 1925; “El grandioso triunfo del Comunismo en la Asamblea Obrera e Intelectual” y “El Congreso Constituyente de Obreros e Intelectuales pone fin a sus labores el Miércoles en la noche”, Justicia, 13 de marzo de 1925; Carlos Contreras Labarca: “Una polémica que debe terminar”, Justicia, Santiago, 17 de marzo de 1925; “La opinión de ‘El Mercurio’ sobre la actuación que cupo a los trabajadores”, Justicia, Santiago, 18 de marzo de 1925. “¡Alerta comunista!”, Justicia, Santiago, 28 de marzo de 1925. “Principios constitucionales de la República de Chile. Aprobados por la Asamblea de obreros e Intelectuales”, Justicia, Santiago, 14 de marzo de 1925; “Principios porque debe luchar el proletariado en las elecciones para la Constituyente. Aprobados en el Congreso de Asalariados e Intelectuales celebrado en Santiago el 8 de marzo de 1925”, La Jornada Comunista, Valdivia, 4 de junio de 1925. Manuel A. Silva R.: “El Congreso de asalariados y los debates doctrinarios. La Cámara Funcional gremial a base gremial”, Justicia, Santiago, 22 de marzo de 1925. Gabriel Salazar V., “Movimiento social y construcción de Estado: la Asamblea Constituyente camino real 20 97 32 33 34 35 36 37 camino real 38 39 40 98 41 popular de 1925”, Documentos de Trabajo, Nº133, Centro de Estudios Sociales y Educación SUR, Santiago, noviembre de 1992, p. 15. Arturo Alessandri Palma, Recuerdos de gobierno, tomo II, Editorial Nascimento, Santiago, 1967, pp. 167-163; Gonzalo Vial, Historia de Chile (1891-1973), vol. III, Empresa Editora Zig-Zag S.A., Santiago, 2001, pp. 536, 537. Es importante destacar que casi todos los dirigentes sociales militaban en algún partido político: Carlos Contreras Labarca, Víctor L. Cruz y Manuel Hidalgo eran destacados líderes del Partido Comunista; Fernando García Oldini y Onofre Avendaño eran dirigentes del Partido Democrático. Alessandri, ob. cit., p. 173. Vial, ob. cit., vol. III, p., 537. El Presidente Alessandri y su gobierno, Imprenta Guttenberg, Santiago, 1926, pp. 351. “Sobre la Constituyente”, Justicia, Santiago, 30 de marzo de 1925. Alessandri, ob. cit., tomo II, p. 173. Sobre las razones que motivaron el cambio de posición de Alessandri respecto de la forma cómo debía gestarse la nueva Constitución, véase también, Vial, ob. cit., vol. III, pp. 532-536. Alessandri, ob. cit., tomo II, pp. 177, 178. En realidad, el único miembro de la “Constituyente chica” que participó en la única comisión gubernamental que funcionó, fue el comunista Manuel Hidalgo. Ignoramos si el demócrata Nolasco Cárdenas, que también fue invitado a formar parte de ella, había participado en la Asamblea de Asalariados e Intelectuales. Salazar, “Movimiento social…”, ob. cit., p. 15. Sobre la “Cámara funcional” como alternativa a las “Cámaras políticas”, véase Manuel A. Silva R., “El Congreso de los Asalariados y los debates doctrinarios. La Cámara funcional a base gremial”, Justicia, Santiago, 22 de marzo de 1925. Alessandri, ob. cit., tomo II, p. 229. Felipe Portales, Los mitos de la democracia chilena, vol. II. Desde 1925 a 1938, San- 42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 tiago, Catalonia, 2010, 34-39, Alessandri, ob. cit., tomo II, pp. 189-242. Portales, Ibíd.; Vial, ob. cit., vol. III, pp. 539-546; Alessandri, ob. cit., tomo II, pp. 228, 229. Vial, ob. cit., tomo III, p. 546. Las cursivas corresponden a destacados o cursivas en el original. Alessandri, ob. cit., tomo II, p. 235, 236. Vial, ob. cit., tomo III, p. 548. El texto íntegro de la Constitución de 1925, con indicación de las reformas que sufrió posteriormente se encuentra en: http:// www.leychile.cl/Navegar? idNorma=131386 Al cabo de algunos años, los únicos elementos que no eran totalmente dóciles al gobierno dejaron de integrar esta comisión: Alejandro Silva Bascuñán y Enrique Evans abandonaron la comisión, molestos por la lentitud de su trabajo y por su oposición al decreto ley de disolución de los partidos políticos; más tarde, Jorge Ovalle fue separado del grupo al ser objetado por Pinochet por su cercanía con el general Leigh, y en 1979 falleció el ex rector de la Universidad de Chile, Juvenal Hernández. Ascanio Cavallo, Manuel Salazar y Óscar Sepúlveda: La historia oculta del régimen militar. Memoria de una época 1973-1988, 2ª ed., Editorial Randomhouse-Mondadori, Mitos Bolsillo, Santiago, 2004, pp. 425-427. Ob. cit., pp. 426-441. Poco tiempo después, Jorge Alessandri, profundamente irritado porque sus propuestas de relativa liberalización del régimen no fueron tomadas en cuenta, renunció a su cargo de presidente del Consejo de Estado, pero no manifestó públicamente su malestar y no se atrevió a “cruzar el Rubicón” que lo hubiera llevado a formar parte de la oposición moderada, como se lo sugerían algunos dirigentes democratacristianos. Cavallo, Salazar y Sepúlveda, ob. cit., pp. 442, 443, 447 y 448. Ob. cit., pp. 440, 441. Robert Barros: La junta militar, Pinochet y la Constitución de 1980, Editorial Sudamericana, Santiago, 2005, pp. 411, 412. Cavallo, Salazar y Sepúlveda: ob. cit., pp. 444- 456. 53 54 55 56 Ibíd, p. 455. Ibíd, pp. 456, 457 y 852. Citado en Barros, ob. cit., p. 255. Las cursivas son del autor. Ramos, op. cit., p. 212. El “texto refundido, coordinado y sistematizado” de la Constitución de 1980, que EL AUTOR Sergio Grez Toso, Dr. en Historia de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París. Desde 1992 se ha desempeñado como profesor en distintas universidades e instituciones académicas chilenas. Entre 1994 y 1997 fue investigador del Centro de Investigaciones Diego Barros Arana de la Biblioteca Nacional de Santiago de Chile. Entre noviembre de 1997 y febrero de 2010 ocupó el cargo de director del Museo Nacional Benjamín Vicuña Mackenna (Santiago). Entre marzo de 2005 y marzo de 2009 fue director del Magíster en Historia y Ciencias Sociales de la Universidad ARCIS. Actualmente es profesor de jornada completa del Departamento de Ciencias Históricas de la Universidad de Chile y Coordinador del Doctorado en Historia de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la misma casa de estudios. Su obra historiográfica está centrada en el estudio del movi- 57 lleva la firma de Ricardo Lagos y sus ministros con fecha 17 de septiembre de 2005, se encuentra disponible en: http:// www.leychile.clNavegar?idNorma=242302 Informaciones sobre este movimiento en: http://chilenosconstituyente. blogspot.com miento popular y la “cuestión social” en Chile. Sus libros son: La “cuestión social” en Chile. Ideas y debates precursores (18041903) (Santiago, DIBAM, 1995); De la “regeneración del pueblo” a la huelga general. Génesis y evolución histórica del movimiento popular en Chile (1810-1890) (Santiago, DIBAM, 1998, 1ª ed.; Santiago, RIL Editores, 2007, 2ª ed.); Los anarquistas y el movimiento obrero. La alborada de “la Idea” en Chile (1893-1915) (Santiago, Lom Ediciones, 2007); Magno Espinoza. La pasión por el comunismo libertario (Santiago, Editorial de la Universidad de Santiago de Chile, 2011); Historia del comunismo en Chile. La era de Recabarren (1912-1924), Santiago, Lom Ediciones, 2011. Además es autor de numerosos artículos y capítulos de libro publicados en diversos países. E-mail: [email protected] camino real 52 99 camino real 100 DESDEMIORILLA Mario Vargas Llosa ALEXIS MÁRQUEZ RODRÍGUEZ Se trata de un ensayo sobre la obra El sueño del celta de Mario Vargas Llosa. Se hace un análisis de la novela, sus personajes y las personas y eventos de la vida real que sirvieron de base al libro. I La publicación de El sueño del celta, la más reciente novela de Mario Vargas Llosa, coincidió con el otorgamiento a este del Premio Nobel de Literatura (2010). Feliz concurrencia. En esta novela Vargas Llosa recurre, una vez más, a la historia como fuente narrativa. Se trata, en efecto, de la biografía novelada de un personaje que no solo es histórico, en razón de la importancia histórica de sus actuaciones en la vida real, sino que su vida fue, además, realmente novelesca. Roger Casement, figura central de la novela, fue un irlandés que vivió entre 1864 y 1916, cuando fue cumplida la sentencia de muerte a que había sido condenado por un tribunal británico, acusado, entre otras cosas, de traición a la patria, agravada por el hecho de haberla cometido en tiempo de guerra. En ese lapso relativamente corto de su vida Casement realizó una serie de actividades que, por su carácter, bien pueden calificarse de hazañas, y le reportaron un inmenso prestigio, dadas las dificultades para realizarlas y la importancia mundial de tales realizaciones, al punto de que dieron motivo para que el gobierno inglés le hiciera un merecido reconocimiento, incluidas la concesión de un título de nobleza. No obstante lo cual, aquel prestigio ganado a lo largo de muchos años de labor, con particularidad en el campo diplomático, paradójicamente se vino debajo de forma aparatosa en dos o tres meses, hasta convertirlo en un ser furibundamente aborrecido y despreciado. Casement fue, en la vida real, autor, por encargo del gobierno británico, de sendos informes sobre la vil explotación de los negros del Congo por la monarquía colonialista belga, y de los indígenas de la Amazonía peruana por las empresas extractoras de caucho, sometidos a un régimen vilmente esclavista, de una brutalidad y de una alevosía que todavía hoy, a muchos años de los sucesos que narra la novela, enmarcados en las dos primeras décadas del siglo XX, causan indignación y estupor aun en los lectores más insensibles o indiferentes. Ambos informes tuvieron una repercusión mundial, y aunque no lograron su objetivo primordial de cambiar radicalmente las cosas, quedaron como vibrantes denuncias del colonialismo. Un hecho en la vida de Casement que en la novela cobra particular interés, es cómo aquellas experiencias produjeron en camino real Palabras clave: Vargas Llosa, El sueño del celta, novela, historia, explotación, colonialismo, personajes, planos narrativos. 101 camino real 102 él un cambio absoluto de pensamiento y acción, al despertar su conciencia acerca de las vilezas del colonialismo y convertirlo en un ardiente y radical combatiente por la independencia de su Irlanda natal, lo que lo llevó a enfrentarse con valentía a la Inglaterra imperial, a la cual, sin embargo, había servido con ejemplar dedicación y pericia. Su amor a la patria irlandesa y su odio al colonialismo indujo a Casement a cometer un grave error, el aliarse con Alemania contra Inglaterra, durante la Primera Guerra Mundial, convencido de que la derrota de la Gran Bretaña por Alemania era la vía más segura para la ansiada independencia de Irlanda. Esto dio origen a que, fracasados los planes militares que había concebido con los alemanes, fuese hecho prisionero por los ingleses, sometido a juicio por traición y condenado a morir en la horca. La manera como Vargas Llosa enfoca la vida y acción de Casement permite observar que, paralelamente a la denuncia que hace el personaje sobre las atrocidades del colonialismo y la explotación de los negros africanos y los indígenas del Perú, la misma novela se erige hoy día como una nueva acusación de aquellos hechos, válida en tanto que, si bien la realidad actual no es idéntica a la que se muestra en la novela, de todos modos las circunstancias no han variado radicalmente, y aún se practican métodos de explotación cercanos a la más abominable esclavitud. No menos importante es el hecho de que esta novela contiene un inquietante muestrario de la perversidad de que es capaz el ser humano. Paralelamente se da en ella también un testimonio de la lucha del hombre por la libertad, y de cómo esta alcanza, según dijera José Carlos Mariátegui, el valor de uno de los grandes y eternos mitos universales. II El sueño del celta no ofrece mayores aportaciones al arte de novelar. Su estructura, podría decirse, se corresponde con lo que hoy ya es rutinario en ese punto. Uno de sus mayores atractivos está en el juicioso manejo de los planos temporales, dentro de una concepción y una técnica puestas en práctica sobre todo por los narradores del boom, uno de los cuales, y de los más conspicuos, es precisamente Vargas Llosa. La novela se va desarrollando, mediante la técnica de la alternancia o del contrapunto, entre lo que podría verse como la actualidad para el narrador, y el pasado correspondiente a diversos momentos en la vida del protagonista. En un primer plano narrativo se va mostrando, de forma sucesiva, la vida del personaje en la prisión donde aguarda, al mismo tiempo, la hora de su ejecución y el resultado de su solicitud de indulto o conmutación de sentencia. Curiosamente, el mayor dramatismo en la vida del personaje en esta parte de la novela no está, como pareciera lógico, en la espera angustiosa de la muerte que se presiente segura y a plazo fijo, sino en la expectativa ante la solicitud de clemencia. Esta había contado con el respaldo de numerosas personalidades de todo el mundo, entre ellas George Bernard Shaw, y hasta el presidente Wilson, de los Estados Unidos, había prometido interceder ante el gobierno británico, sin que, por cierto, quede claro en el texto si cumplió o no su promesa. Los episodios de este primer plano se van alternando con los del pasado del protagonista, su viaje tempranero, como III Particular interés tiene en esta novela la maestría con que Vargas Llosa describe a sus personajes. Por ser una novela histórica, saca a sus actuantes de la realidad correspondiente al lapso que corre de 1903 a 1916. Sin embargo, una vez más se pone en evidencia que, cuando se trata de novelas de alto nivel cualitativo, una cosa son las personas reales que sirven de referentes a los personajes novelescos, y otra estos mismos. Es decir, los personajes de El sueño del celta, aunque responden con toda precisión a seres reales y figuran con sus propios nombres, pero son las creaciones de Vargas Llosa, elaboración por él con gran cuidado. Particularmente el protagonista, Roger Casement. No hay duda de que la persona real, una vez descubierta, despertó en el novelista primero una gran curiosidad, que luego trascendió a un especial afecto. El escritor no disimula el atractivo que la persona y sus hazañas despiertan en él, al margen de su realidad, de sus virtudes y defectos. De suerte que al construir, sobre esa base real, su personaje, no puede menos que trasmitir al lector su simpatía. Tal simpatía se mantiene aun en el final, cuando la imagen del admirado héroe, del esforzado irlandés que realiza la vibrante denuncia de las atrocidades del colonialismo, cae al extremo opuesto, y trasmuta en un sujeto odiado y escarnecido por todo el mundo, acusado de uno de los delitos más repugnantes como es el de traición a la patria –aunque irlandés de nacimiento, Casement era ciudadano británico, en virtud de ser entonces Irlanda colonia inglesa–, agravado por la condición de homosexual, ejercida, aparentemente, con cierto grado de depravación, en tiempos en que en Irlanda, y en general en Inglaterra, tal conducta despertaba un rechazo virulento, y en que la homosexualidad, en el mundo entero, era un atroz desprestigio. Todo ello agravado aun por el hecho de que Casement no hacía nada por disimular su condición homosexual, y aun podría verse en él cierta tendencia a hacer alarde de ello. IV El sueño del celta se inscribe, como novela, dentro del concepto de lo real maravilloso que Alejo Carpentier definió con gran precisión. No hay en ella, ciertamente, nada fantasioso o inventado por el novelista. Este se ciñó en todo momento a la veracidad de los hechos, reconstruidos minuciosamente a través de una rigurosa investigación, que le llevó largo tiempo. Y como se trata de hechos de por sí maravillosos, en tanto insólitos, narrados, además, camino real simple aventura, al África; su presencia, sobre todo, en el Congo colonizado por los belgas, encargado por el gobierno británico de levantar un informe sobre las atrocidades a que eran sometidos los nativos congoleses por los enviados de la monarquía belga, bajo el reinado de Leopoldo II, quien pretendía justificar su presencia en la colonia africana con el pretexto de que el propósito era llevar la civilización a aquellos pueblos primitivos, cuando en realidad se trataba de la explotación, en mucho irracional, del látex que abundaba en la selva congoleña. Lo mismo ocurre con el viaje de Casement a la Amazonía peruana, de nuevo con el encargo del gobierno inglés de un informe sobre el trato ignominioso que los caucheros de la compañía del siniestro Julio C. Arana le daba a los indígenas. 103 camino real 104 con una técnica y un lenguaje adecuados, de todo ello resulta un relato singular, en que el lector, aun a sabiendas de que se trata de sucesos históricamente veraces, tiene la certeza de que lee una novela, y por tanto una obra de ficción. Esto me lleva a reiterar un planteamiento que he hecho otras veces, sobre la necesidad de redefinir el concepto de ficción literaria. Ya esta no sería sólo producto de la invención del autor, sino que habría una ficción que podríamos llamar estilística, es decir, una ficción que, más que provenir de la invención de hechos y personajes, se basaría en la manera de contar tales hechos, de modo que, sin perder estos, ni los personajes, su empaque veraz, produzcan, no obstante, en el lector el efecto que induce la lectura de un hecho literario en la cual predomine la invención o la fantasía del escritor. Uno de los mayores méritos de esta novela radica en que, aunque narra hechos reales, cuyo desenlace es de antemano conocido, o al menos presentido por la mayoría de los lectores, el autor logra mantener el suspenso. V Podría decirse que, de todas novelas escritas y publicadas por Mario Vargas Llosa, esta es la menos novelesca. No es una paradoja. Sin dejar de ser novela, El sueño del celta, en la misma línea de La guerra del fin del mundo y La fiesta del Chivo, del propio Vargas Llosa, muestra una marcada influencia del periodismo, que él ha ejercido Cabe decir también que es esta la primera novela de Vargas Llosa en la que el autor descuida, hasta cierto punto y por decirlo de algún modo, el lenguaje. Las novelas de Vargas Llosa siempre se han caracterizado, entre otras cosas, por la perfección formal, en que el lenguaje alcanza un notable grado de atildamiento. En El sueño del celta pareciera percibirse lo contrario, pues sin dejar de ser un texto muy bien escrito, en ciertos momentos se echa de menos aquella perfección lingüística. Quizás en este caso estemos frente al hecho de que Vargas Llosa, al escribir esta novela, se atuvo, conscientemente o no, a su veteranía como narrador, y dejó plena libertad a su escritura. En fin, El sueño del celta no es la mejor novela de Mario Vargas Llosa. Pero es una excelente novela. EL AUTOR Destacado intelectual venezolano. Personalidad distinguida de la cultura latinoamericana, que dirigió durante años la Editorial Monte Ávila. E-mail: [email protected] [email protected] camino real en paralelo con su oficio de novelista. No sería aventurado sugerir que la obra pareciera más bien un gran reportaje periodístico en que se narra la vida de una persona famosa. En ella la minuciosidad en las descripciones de personajes y de lugares, o en el relato de determinados episodios, así como la inserción frecuente de pasajes en los que el narrador emite opiniones o interpretaciones de los hechos, parecieran más atribuibles a la pretensión de objetividad de un periodista que a la subjetividad literaria de un novelista. Lo mismo ocurre con el “Epílogo”, esencialmente antinovelsco, con que Vargas Llosa cierra la novela, en el cual, prescindiendo de todo propósito literario, registra una serie de datos sobre la vida real de Roger Casement. La detallada búsqueda realizada antes de escribir el libro, con observación in situ de los lugares de África e Hispanoamérica en que ocurrieron los sucesos que dan cuerpo a la historia, fue una investigación típicamente periodística. Pero, como dije más arriba, el lector siente que se trata de una novela, y no de un texto periodístico. Ello se debe a que, aun cuando el autor usa abundantes recursos periodísticos, da a los sucesos narrados y a los personajes un tratamiento novelesco. De ahí que, como también ya he señalado, los personajes, por ejemplo, todos absolutamente veraces, cuando actúan en la novela dejan de ser las personas que en la vida real les sirven de referentes, y pasan a convertirse los personajes de Vargas Llosa. Trasmutación vedada al periodismo, que no puede despojar a los personajes ni a los sucesos narrados de su auténtica catadura, mientras que la novela, para ser tal, necesita dejar a un lado la objetividad real, y asumir una subjetividad estética. 105 106 camino real Objetivo del concurso: Promover el ejercicio del pensamiento y la comunicación de ideas y valores sobre aspectos fundamentales de su realidad social. Participantes: Jóvenes de 18 a 35 años de edad, residentes en el país y en el extranjero. Criterios: 1. Esta edición del concurso está dedicada al género ensayo. Cada participante podrá presentar un máximo de dos propuestas. El tema a tratar es “Las luchas por la democracia y verdadera libertad en la República Dominicana”; el ensayo presentado a concurso debe distinguirse por la sensibilidad ética, estética y la perspectiva crítica con que el autor o la autora lo desarrollan. 2. Los trabajos deben ser originales, no plagiados, no publicados en ningún medio digital ni escrito, y si se llegara a comprobar algún plagio, la Fundación no asumirá la responsabilidad, quedando responsable el autor que sometió la obra. 3. El Jurado considerará el grado de dominio del tema seleccionado, la calidad de la redacción, la ortografía y la composición, así como el grado de creatividad presente en la obra. 4. El ensayo debe ser presentado por escrito (digitado), en letra a tamaño 12 y a doble espacio, en una extensión mínima de seis (6) páginas y un máximo de quince (15) páginas. 5. Cada ensayo debe presentarse en un original y tres copias. Cada ensayo deberá figurar con una página de presentación que contenga el título del ensayo y el seudónimo de su autor o autora. De figurar algún dato personal del autor (a) en la página de presentación, el ensayo quedará descalificado. Dentro del sobre principal, en un sobre aparte, cerrado e identificado sólo por el seudónimo y el título del ensayo, debe figurar una hoja con sus datos personales que contenga: nombre del autor o autora, edad, fecha de nacimiento, número de cédula de identidad, universidad o centro educativo en que estudia (si corresponde), teléfono, dirección electrónica (email) y dirección residencial, más un CD, que contenga el ensayo y sus datos. Este sobre principal debe contener todo lo antes mencionado y debe estar sellado e identificado con el título Concurso Literario para jóvenes Camino Real. Debe entregarlo o enviarlo a la Fundación Juan Bosch, ubicada en la calle Paseo de los Locutores No. 43, 2do piso, Ensanche Evaristo Morales, Santo Domingo, D.N. 6. La fecha límite para la entrega de los trabajos será el viernes 30 de septiembre de 2011, a las 4:00 de la tarde. Premios Habrá un único premio dotado de cincuenta mil pesos (RD$50,000), el diploma oficial del Concurso, la colección de libros del Centenario del Profesor Juan Bosch y la publicación del ensayo en una edición especial de la revista Camino Real. El jurado podrá otorgar tres Menciones de Honor dotadas de diez mil pesos (RD$10,000), el diploma de reconocimiento y la publicación en la revista Camino Real. El acto de premiación se celebrará en diciembre de 2011. La Fundación Juan Bosch tendrá los derechos de la primera publicación de los ensayos premiados. El jurado del concurso estará compuesto por destacados escritores e intelectuales del país. Para más información diríjase a: Fundación Juan Bosch. Calle Paseo de los Locutores No. 43, Ensanche Evaristo Morales, Santo Domingo, D.N. con los teléfonos.: 809-472-1920/809-472-2805, visite nuestro blog: fundacionjuanbosch.blogspot.com o escriba al correo electrónico: [email protected] camino real Las luchas por la democracia y la verdadera libertad en la República Dominicana ○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ BASESDELCONCURSOCAMINOREAL2011 BASES DEL CONCURSO LITERARIO PARA JÓVENES CAMINO REAL 2011 107 108 camino real