Bogotá navegó en una fiesta musical, con el Festival Jazz al Parque

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Bogotá navegó en una
fiesta musical, con el
Festival Jazz al Parque
2012
Escrito por Juana Buitrago
Fotos de Liliana Amaya
El festival Jazz al Parque, inundó la capital
de melodías que emergieron de saxofones,
pianos y trompetas al estilo Nuevo Orléans;
pero de esa misma forma con arpas llaneras,
cuatros, tiples, entre muchos otros instrumentos autóctonos de nuestra música.
El fenómeno del Jazz en Colombia, es precisamente eso, un fenómeno, puesto que pocos son quienes se han dedicado a estudiarlo,
interpretarlo y difundirlo con una marca que
identifique al género como algo HECHO EN
COLOMBIA.
Éste particular género de la improvisación armónica, llega año tras
año a la capital, con el fin de deleitar a sus espectadores, invitándolos
a navegar en un mar de melodías poco conocidas para muchos. Jazz
al Parque, es la mejor oportunidad para dejar de lado la creencia de
que se trata de música para intelectuales.
Así es como Jazz al Parque, ha marcado su historia en la ciudad, exponiendo a uno de los géneros más influyentes en el campo de la fusión, éste festival ha estado presente por y para los bogotanos desde
1996, año en el que el Instituto Distrital de Cultura y Turismo, hoy la
Secretaría Distrital de Cultura, Recreación y Deporte, dio vida a este
gran evento.
Durante 17 años, las seductoras cadencias del jazz han recorrido
diferentes escenarios, teniendo la oportunidad de disfrutar de la presencia de artistas distritales e internacionales, logrando el objetivo
del festival que apoyado por las cadenas radiales de las universidades
bogotanas, de las cuales cada año surgen nuevos músicos que ven en
este evento la mejor oportunidad para mostrar su talento, consiste en
proyectar a los artistas colombianos a nivel nacional y lograr así mismo sus reconocimiento internacional.
De esta forma, este Festival ha acercado a los capitalinos y turistas
nacionales a intérpretes del jazz de talla mundial, como: Diego Valdés y Orlando Barreda “Batanga” de Cuba, Yakaré de Barcelona, Eddy
Martínez de Colombia, Radio Tarifa de España, Rudi Berger y Gerry
Weil de Austria, C.A.L.E Jazz, Joel Márquez y Manos calientes de Venezuela, Nueva Manteca de Holanda, entre muchísimos otros.
Así mismo dentro de la oportunidad que brinda el Festival, para los
nuevos músicos han estado: La Morderna, Alfonso Robledo y su grupo, Capicúa, Colina Jazz Trío, MaracuJazz, Colectivo Zaperoco – Magenta, Kinder Jazz, Bajos Distintos, Primero mi Tía, Mojarra Jazz Ensamble, Juan Sebastián Monsalve, la Banda de la Armada Nacional, la
Big Band del Maestro Jorge Fadul, La Real Charanga, Puerto Candelaria de Medellín, Polaroid y muchos más.
Este año, más de veinte mil ciudadanos, se dieron cita para disfrutar al aire libre y durante tres días, un género denominado patrimonio
universal en el campo de la fusión. En esta 17 versión del festival, la
plaza del 20 de julio y el Parque Metropolitano el Country, fueron los
escenarios elegidos para llevar a cabo un certamen musical nacional e
internacional que promueve la divulgación de la cultura en Bogotá.
Sin importar las largas filas, que los asistentes ordenadamente hacían para ingresar al Parque, los vibrantes sonidos que los mismos escuchaban desde afuera, los invitaban a contagiarse y a bailar al ritmo
de la improvisación.
Éste año, las jornadas de Jazz, estuvieron marcadas por los sonidos
de las agrupaciones Jackson Ensamble, Jaime Andrés Castillo, Mandala Jazz, Pr1mate, Holman Álvarez, Inguna de Medellín, Redil Cuarteto,
Jorge Currea Jazz Ensamble, Orlando Sandoval Quinteto, Julián Gómez
Cuarteto. Éste último, tuvo la oportunidad de grabar su primera producción discográfica titulada “impulso” y cuyos sencillos fueron parte
del repertorio presentado en el marco del Festival.
La presentación de Screaming Headless Torsos, quienes son pioneros
en el rock y que presentan una excelente fusión entre vientos, voces,
percusión y una guitarra microtonal, logró un efecto en quienes escucharon su música, la que los invitó a bailar entre un concepto musical
bastante creativo y divertido, que suele complementarse con el vestuario que sus integrantes usan durante el show.
Así, para un Festival lleno de tanto color, el cierre que no pudo ser
mejor, fue un viaje a través del saxofón del prodigioso Joe Lovano,
quien a pesar de la lluvia que no cesaba, navegó con los capitalinos,
sumergiéndolos en el lenguaje jazzístico que hace único a este exponente, catalogado como uno de los más grandes músicos de la historia del jazz.
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