Informe N° 389 - Centro de Estudios del Desarrollo

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Informe N° 389
Política Internacional
27/04/2004
Para Entender la Elección Presidencial
Norteamericana
Genaro Arriagada Herrera
Los últimos 70 años de la política norteamericana muestran diversos
períodos que son importantes de tener presente para el análisis que
aquí haremos.
Entre 1932 y 1968, hubo en la presidencia de la república un claro
predominio demócrata: Roosevelt (1932-48); Truman (1948-52);
Kennedy (1960-63); Johnson (1963-68). Es cierto que entremedio
hay que contar a Eisenhower (1952-60), que ganó bajo el lema
republicano, pero que fue un presidente anodino que no quebró las
políticas demócratas características desde 1932.
Entre 1968 y 1980 hay un período de transición en que, no habiendo
predominio de ninguno de los dos partidos, se va produciendo el
agotamiento de la hegemonía demócrata y la constitución de una
nueva mayoría, esta vez republicana. Este período parte con la
presidencia republicana de Nixon (1968-74) que termina con su
renuncia, sigue en la vicepresidencia de Ford (1974-76), al que va
a suceder el demócrata Jimmy Carter (1976-80) que va a gobernar
por un solo período.
Entre 1980 y 1992 hay una hegemonía republicana que comprende
el gobierno de Reagan y el de George H. Bush (1988-92).
La siguiente etapa es la que actualmente vivimos y que, de nuevo,
es un período de transición en que se erosiona la mayoría republicana,
para dar paso al gobierno de Clinton (1992-2000), pero éste no logra
consolidar una tendencia pues su vicepresidente Al Gore es derrotado
por George W. Bush (2000-04) en las elecciones más estrechas que
recuerde ese país en un siglo.
La Derrota Demócrata de 1968
La hegemonía demócrata de 36 años (1932-1968) se resume en la
idea del auge y caída del New Deal y de sus políticas relacionadas,
esto es, las del Estado de Bienestar creado por Franklin D. Roosevelt.
Vista desde hoy, la derrota de los demócratas parece el resultado
de unas políticas que se fueron agotando y que giraron demasiado
hacia la izquierda, especialmente en el clima político e ideológico de
los años sesenta. El New Deal llevó a un Estado que parecía
sobredimensionado y una parte del electorado empezó a acoger las
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Para Entender la Elección Presidencial Norteamericana
ideas republicanas de un Estado más pequeño o, en sus versiones extremas, mínimo.
Este Estado sobredimensionado había llevado a elevar la carga tributaria en términos de que ya no los
ricos sino sectores de clase media empezaban a mostrar una "fatiga tributaria" y a mirar con agrado las
propuestas de los republicanos que hablaban de recortes de impuestos.
Las políticas de subsidio a los pobres fueron acusadas de encubrir grandes abusos, conductas parasitarias
de parte de gente que prefería vivir del welfare que trabajar, y ello condujo a un distanciamiento de ellas
por parte de quienes en sus empleos laboraban duramente y pagaban impuestos. La lucha por los derechos
de los negros y las políticas de discriminación positiva en su favor -aunque nunca nadie lo digiera
públicamente- empezaron a aparecer amenazantes para vastos sectores de trabajadores industriales
blancos (blancos de cuello azul) que consideraban haber sido abandonados y discriminados negativamente.
La oposición a la Guerra de Vietnam y luego la derrota que tendría lugar en 1973, sería un triunfo del
pacifismo, pero que dejaría una aguda sensación de decadencia en el poder norteamericano, lo que
fortalecía el patriotismo conservador.
En el marco, especialmente de la contracultura de los años 60, los hippies, la liberación sexual, el alegato
por los derechos de los homosexuales, el tono militante del feminismo, el aborto, fueron creando una
dura reacción de la llamada derecha cristiana.
En síntesis, muchas políticas que en su momento habían sido eficaces (estado de bienestar, protección
de los pobres, mayor libertad cultural y en las costumbres, igualdad racial, pacifismo, etc.) llevadas a
excesos -reales o imaginarios, poco importa pues sí determinaban cambios en las alineaciones políticasperdían atractivo y conducían a engrosar las arcas electorales de los republicanos. Demás está decirlo,
mientras más giraba hacia la izquierda el Partido Demócrata, más perdía en sectores que lo habían
acompañado tradicionalmente.
El anterior fue el caldo de cultivo que llevó a Richard Nixon a ganar la presidencia en 1968, derrotando
estrechamente a Hubert Humphrey (43 contra 42%) margen que habría podido ser mucho mayor, pues
parte del voto de derecha (13%) había ido a George Wallace, que había corrido como independiente.
Pero la más clara expresión electoral del fenómeno que estamos describiendo fue la campaña de George
McGovern en contra de la reelección de Nixon, en 1972. McGovern hizo una coalición con las minorías
raciales (negros, hispanos, asiáticos), con la gente de los campus universitarios, con los profesionales
que eran el sector más progresista y especialmente con las mujeres profesionales que eran las más
comprometidas con la liberación de las costumbres. Una de sus banderas fue el pacifismo y el retiro de
Vietnam. No expresó, sin embargo, un programa económico coherente y la gente lo percibió como la
continuidad de las políticas de alta tributación, elevado gasto y amplios subsidios a los pobres. El resultado
es conocido. Ese año los demócratas recibieron la más inapelable derrota: Richard Nixon sería reelecto
por 61 contra 37 por ciento.
La Hegemonía Republicana
Pero el triunfo republicano terminó en una tragedia política. Nixon hubo de aceptar la derrota en Vietnam
y luego, bajo graves acusaciones, renunciar. A él lo sucedió Jimmy Carter, que triunfó estrechamente (50
contra 48 por ciento) sobre el republicano Gerald Ford. Pero Carter tampoco pudo reelegirse, siendo
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derrotado (51 contra 41 por ciento) por Ronald Reagan.
Con Reagan vino la contrarrevolución conservadora. Su programa era claro. Reducción del Estado y
disminución de impuestos. Un gobierno pro grandes negocios y empresa privada. Acorde con la derecha
cristiana -cuya emergencia como the cristian coalition tendría lugar en esos mismos años- una actitud
muy crítica frente al aborto, los derechos de los homosexuales, la libertad sexual y demás temas valóricos.
Una oposición no abierta, pero efectiva, al movimiento de los derechos civiles. Una política internacional
agresiva en contra de la URSS ("el Imperio del Mal") acompañada de fuertes aumentos del gasto militar.
Una dura crítica al Estado de Bienestar y a las políticas de subsidios a los más pobres, los que fueron
reducidos.
A Reagan lo sucedió George Bush (padre), quien no fue tanto derrotado por Bill Clinton (43 por ciento
contra 37,5 de Bush), sino por la emergencia de Ross Perot, un independiente que obtuvo 19 por ciento
de los votos, la mayor parte de ellos provenientes del mundo conservador (estudios electorales dan cuenta
que el 70 de cada 100 votantes de Perot habían sufragado por Bush padre cuatro años antes).
Clinton Anuncia el Camino...y Falla
A la luz de lo que estamos analizando, Clinton es un animal político interesante. Se hace cargo de que
ha habido un agotamiento del programa del Partido Demócrata; que hay valores y compromisos que
mantener y defender, pero que también hay políticas que estuvieron bien en el pasado pero que están
superadas. En este sentido Clinton y Gore no son demócratas tradicionales sino, como se les llamó, new
democrats.
Hay que mantener el compromiso con los pobres; los republicanos son el partido de los ricos, en tanto
ellos una organización en estrecha relación con los sindicatos y que protege a las minorías, especialmente
negros e hispanos. Deben continuar defendiendo el medioambiente e impulsando un Estado con capacidades
regulatorias efectivas. Ser firmes partidarios de regular el poder del dinero en la política. El partido debe
proteger los derechos de las mujeres, incluido el aborto y, en materia de valores, ser antagónico con la
"derecha cristiana".
Pero, también, Clinton piensa que hay que romper con políticas que hicieron la gloria del partido pero
que están superadas y son insostenibles. En la economía hay que poner más acento en el crecimiento
económico que en la redistribución de la riqueza. Hay que terminar con la idea de que la política de los
demócratas es la del "gran gastador" y, por tanto, los campeones de las alzas de impuestos. Ellos quieren
comprometerse con un manejo racional de la economía lo que significa rechazar deficits fiscales y mostrar
un compromiso con los equilibrios macroeconómicos.
Clinton es partidario de tomar cierta distancia de los sindicatos, pues la defensa de sus intereses
corporativos, necesariamente parciales, aleja al partido del interés general y con ello de grandes masas
de electores. Quiere terminar con subsidios que llevan a personas a vivir indefinidamente del welfare y
definirlos como una ayuda en coyunturas difíciles, pero no -salvo casos calificados- algo permanente. Hay
que enfrentar la reforma de la salud y la educación.
Clinton, al sacar al partido de la antigua retórica y proyectos y ubicarlo en una posición moderna y
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centrista, estuvo cerca iniciar un nuevo período de hegemonía demócrata. Pero para ello era imprescindible
el triunfo de Gore en la elección del 2000. Sin embargo, los escándalos sexuales del presidente y la
emergencia de un candidato independiente, Ralph Nader (2,74%, cuyos votos correspondían casi
enteramente a electores demócratas, provocaron el triunfo de George W. Bush, no obstante que en el
voto popular perdió frente a Gore 48,4 contra 47,9 por ciento. Sin embargo, en el colegio electoral, que
es lo que cuenta Bush ganó 271 contra 266.
...Y en el 2004 ¿Qué?
Este año las elecciones parecen extremadamente reñidas. De aquí a noviembre hay mucho tiempo y, a
mi juicio, tres tipo de factores pueden determinar los resultados.
El primero son lo que llamaremos "acontecimientos". Rodríguez Zapatero está en el poder en España,
porque "un acontecimiento" lo puso ahí: el atentado de Al Qaeda en el metro de Madrid. ¿Qué pasa si el
gobierno de Bush captura a Bin Laden 30 días antes de las elecciones? Ciertamente las posibilidades de
reelección del actual presidente aumentan significativamente.
Otro tipo de factores que pueden ser determinantes son dos políticas claves: Irak y la economía.
El actual desarrollo del conflicto en Irak apunta en contra de Bush. Una guerra fundada en un motivo
falso, que está costando demasiadas vidas y cuyo resultado, hasta ahora, ha sido hacer más inmanejable
una situación que, antes de ella, ya era muy mala.
El otro elemento es la economía. Es cierto que hay evidencias de recuperación, lo que juega a favor de
Bush. Pero ella no está creando empleos: punto en contra. Hay indicios de inflación: nuevo punto en
contra. Finalmente, las encuestas de opinión pública muestran que, por primera vez, el déficit fiscal es
un tema de campaña (nuevo punto en contra) y que por 66 contra 34 por ciento los norteamericanos
prefieren un presupuesto equilibrado que recortes de impuestos.
Pero la gran pregunta será en torno de lo que planteamos al inicio de este artículo. Si desde 1992 hasta
ahora EE.UU. ha vivido un período de transición en que no ha habido predominio de ninguno de los dos
partidos ¿marcará la elección presidencial de este año el surgimiento de una nueva hegemonía?
Obviamente, las apuestas de los dos partidos son antagónicas. Bush quisiera creer que su reelección
indicará que ya en el 2000 se inició una época de hegemonía republicana que durará más allá de él. Por
el contrario, los demócratas quisieran pensar que en el período de transición que va entre 1992 y el 2004,
se destruyó la hegemonía republicana dando paso a un nueva etapa, de predominio demócrata.
Pero intentar una respuesta a este asunto es complejo y algo que debiéramos abordar en un siguiente
artículo. Un análisis muy necesario, además, pues en este mundo globalizado lo que suceda en Estados
Unidos, nos guste o no (que a mí no me gusta) tendrá efectos sobre todos.
Genaro Arriagada Herrera: cientista político y Director de www.asuntospublicos.org
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