Legislación Cultural, Federalismo y Planeación Estratégica

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FORO ESTATAL DE ANÁLISIS SOBRE EL MARCO JURÍDICO DE LA CULTURA.
LEGISLACIÓN CULTURAL, FEDERALISMO Y PLANEACIÓN
ESTRATÉGICA.
Gregorio Morales Avilés.
1. Los alcances del derecho a la cultura.
Una ley debe contener todos los asuntos que se deseen regular, sin caer en la tentación de
pretender que abarque todo, siempre y al mismo tiempo. Se trata de un proceso, con un
antes y un después que va indicando los diferentes momentos a los que es necesario ir
dando respuestas. El principio esencial es integrar a todos los grupos de interés: Ejecutivo
estatal, a todos los legisladores, no sólo a la Comisión de Educación y Cultura, a la
academia, a promotores culturales, a los ayuntamientos, comenzando por los presidentes
municipales, regidores de educación y funcionarios de cultura, al sector privado, a las
organizaciones de profesionales relacionados con las artes y la cultura, a los grupos
indígenas, artesanos, administradores de la cultura, a los empresarios de la cultura. La
premisa fundamental que debe prevalecer en la cultura democrática es el reconocimiento y
el respeto de todos y cada uno, “el diálogo con la otredad”.
Las políticas públicas en torno a la cultura deben sustentarse en la sociedad, la organización
para la consulta y participación de la sociedad civil, tanto en el proceso de elaboración de la
ley, como el cumplimiento de las nuevas reglas de juego establecidas en ella, la creación de
organismos de monitoreo social, el observatorio cultural, la incorporación de los
académicos en las tareas de sistematización y síntesis de los planteamientos de la sociedad
civil, los diferentes capítulos de la ley, así como el trabajo político para llevar a buen
término la iniciativa y lograr los consensos necesarios.
¿Para qué una Ley de Cultura? La necesidad de una ley obedece a la clara identificación de
un derecho que no ha sido atendido adecuadamente. Los instrumentos internacionales:
Convenciones, declaraciones y tratados multilaterales y bilaterales, firmados y ratificados
por México, constitucionalmente, son parte de nuestro sistema jurídico, pero muchos de los
principios y derechos establecidos en ellos aún no han sido incorporados en las
legislaciones locales. Asuntos como la lengua, la diversidad cultural, el patrimonio
intangible, la educación artística, etc., que ya han tenido un desarrollo muy amplio en el
orden internacional, no están tutelados en el sistema jurídico estatal.
¿Cómo proteger y apuntalar a las lenguas indígenas, el patrimonio intangible, la educación
artística, la participación ciudadana, sin una ley que, expresa y claramente, señale derechos
y obligaciones, instituciones y procedimientos, responsabilidades y atribuciones?
¿Cómo establecer medidas efectivas para el manejo del concepto de impacto cultural?
Como en el caso del medio ambiente, los diferentes grupos sociales, los grupos étnicos,
lingüísticos o religiosos, los migrantes y otros, requieren de estudios de impacto cultural
para protegerlos de medidas y acciones unilaterales que afecten sus costumbres e intereses.
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La diversidad cultural debe constituirse en el eje transversal de toda política pública
relacionada con la cultura. Este concepto modifica paradigmas y contribuye eficazmente al
afianzamiento de la gobernabilidad democrática.
La educación artística debe generalizarse. La UNESCO hace hincapié en dos valores
educativos como fundamentos de toda política cultural: a) La estimulación de la voluntad y
b) el sentido de la creatividad. El desarrollo científico y tecnológico, imprescindible para la
viabilidad de México como país, se basa en esos dos valores torales. Si los niños se
desvinculan de la formación artística o se desestimula la creatividad, difícilmente podrán
proponer nuevos desarrollos de la ciencia y la tecnología, nuevos esquemas de organización
social, nuevas respuestas a los grandes retos demográficos, económicos, ambientales y
políticos que tenemos enfrente y que penden como espada de Damocles sobre todos los
mexicanos. Debemos, además, consolidar el desarrollo científico y tecnológico del país
como medida de seguridad nacional.
Con los municipios existen numerosos puntos de coordinación. En principio deben
considerar a la cultura como un servicio público. El Estado mantiene la rectoría para
promover, elaborar e instrumentar los programas municipales de cultura, los diagnósticos,
el fortalecimiento de las políticas de descentralización, actualización y profesionalización
de investigadores, promotores, creadores, intérpretes y ejecutantes, así como en lo
relacionado con el desarrollo, mantenimiento y conservación de la infraestructura cultural.
En estos momentos, existen las condiciones para potenciar el desarrollo cultural de
Querétaro, a partir del impulso organizado y sistemático de los procesos culturales que se
gestan en los municipios.
Como se puede apreciar, la cultura no se reduce a la organización de eventos y actividades
coyunturales. Es mucho más que eso. Para ser promotor o administrador de la cultura se
requiere de un compromiso en el que todos los involucrados con la cultura, en sus más
diversas manifestaciones y aristas, estén en condiciones de conjugar esfuerzos, crear las
sinergias que estimulen el intercambio interinstitucional, comulgar con los valores más
apreciados por la comunidad.
La honestidad, la verdad, la solidaridad y el respeto son esenciales para el desarrollo de la
cultura en el Estado de Querétaro. La cultura es un bien espiritual al que todos los
queretanos tienen derecho.
La propuesta de ley de desarrollo cultural que se genere en nuestro Estado, deberá contener
esos objetivos de transversatilidad, tan necesarios para que los valores de solidaridad,
lealtad, verdad, colaboración, sean los impulsores de las sinergias interinstitucionales.
Necesitamos sumar esfuerzos, incluir propuestas y proyectos, cambiar paradigmas, juntar
los brazos para trabajar unidos por Querétaro.
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Si analizamos las fuerzas y oportunidades, veremos que contamos con un liderazgo eficaz
y fortalecido por la legitimidad de las elecciones. La nueva administración estatal cuenta
con un bono democrático de confianza para liderar el trabajo cotidiano en torno a los
objetivos estratégicos que se planteen en los planes de desarrollo de la educación y la
cultura.
Si México es una de las cinco regiones culturales más importantes del Mundo, Querétaro es
uno de los Estados de la República más ricos en expresiones artísticas y culturales. Se ha
calculado que el rubro de las industrias culturales aporta más del 6.7 por ciento del PIB
nacional. Sin embargo, no existe una relación entre el presupuesto destinado a la cultura y
su vinculación con turismo y educación. A pesar de que está comprobado que el
presupuesto cultural es una inversión, no un gasto, en algunos periodos del pasado, se han
limitado los recursos afectando la difusión y promoción del patrimonio y de las
manifestaciones artístico-culturales de los queretanos.
El desarrollo sustentable y el auge de la cultura dependen mutuamente entre sí. La
creatividad cultural es fuente de progreso humano y diversidad cultural, el reconocimiento
de ésta es básica para la tolerancia y para la gobernabilidad democrática de cualquier
comunidad. La creatividad, la ciencia y la tecnología en las sociedades son esenciales para
garantizar la viabilidad del país, favoreciendo la creación, como un compromiso individual
por excelencia. Este compromiso es fundamental para construir nuestro patrimonio aunado
al desarrollo sustentable.
Cultura y economía, cultura y ecología, cultura y desarrollo humano, cultura y sociedad son
binomios inseparables del quehacer humano en su horizonte social que deben ser
incorporados en una legislación para el futuro.
Lo propio, lo específico de la ciudadanización de la política cultural es reconocer la
centralidad de los intereses y la participación de los ciudadanos en los procesos de creación,
promoción y difusión de la cultura. Por lo tanto la ciudadanización como estrategia de
política cultural, sólo es viable bajo un régimen que se comprometa con los valores y la
práctica de la democracia.
Debemos tener muy claro que la construcción de una interacción fructífera entre los poderes
del Estado ha de perseguir la satisfacción del interés público, así como el fortalecimiento y
complementación de las atribuciones que la propia Constitución otorga a cada uno de ellos,
a partir del respeto de sus ámbitos de competencia en la toma de decisiones mediante un
esquema de responsabilidad compartida.
La enorme inercia del centralismo pesa aún sobre la capacidad de los gobiernos locales para
determinar su propio presupuesto. Este se inicia a partir de la distribución de recursos hacia
los Estados que deciden los poderes centrales.
La gran mayoría de las veces, los congresos locales y los ejecutivos estatales se encuentran
en una situación de indefensión legal al no poder determinar con autonomía la asignación
de su propio presupuesto, situación revertida en gran medida en la práctica a través de la
informalidad de las reuniones de la CONAGO.
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Aunque hay que reconocer que si bien ha habido cambios sustanciales en el entorno
político, también hay que decir que muchos de estos cambios se han dado más por inercia
de la dinámica social y ,en ese caso, en la informalidad institucional, así como de
organismos no gubernamentales, que por una acción deliberada de las autoridades políticas
federales.
Si en el ámbito federal se ha dado un incremento sustancial de recursos y competencias a
raíz de los diversos intentos de desconcentración y descentralización de funciones y
competencias en las tres décadas pasadas, éstas no han permeado en su totalidad a los
Estados y han dejado un gran número de pendientes sin resolver.
En tanto no se visualicen con claridad las ventajas políticas, económicas y sociales del
papel que la cultura desempeña para el desarrollo y más aún, para la viabilidad de México
como país, el problema subsistirá como una pesada herencia del pasado reciente.
2. El federalismo.
Desde el histórico debate del federalismo contra el centralismo que protagonizó Fray
Servando Teresa de Mier hasta la actualidad, siguen vigentes los argumentos a favor del
federalismo.
La definición etimológica de federalismo, del latín foedus, liga, alianza, pacto, deriva en el
concepto de federación como un organismo, entidad o estado resultante de la acción de
federar, de pactar. No es el simple acuerdo de voluntades individuales distribuidas
alícuotamente de la doctrina de Rousseau. El federalismo describe una forma de
organización política superior en la que existen unidades políticas vinculadas entre sí que
son distintas en el sistema político general de un país y que mantienen su integridad política
esencial.
Existe, en los sistemas federales, una distribución del poder entre el gobierno nacional o
central y los gobiernos estatales integrantes del pacto federal, o simplemente del pacto, del
acuerdo para constituir esta particular forma de organización política, cuya finalidad se
encuentra en la protección existencial y el respeto a todos los gobiernos.
Es decir, el centro de atención de la federación debería de constituirlo la toma de decisiones
compartidas con todos y cada uno de los integrantes del pacto, en todo momento y lugar y
en relación con todos los asuntos de importancia para la vida de la República.
Las entidades integrantes del sistema federal son consideradas como partes del todo
nacional, que permite al federalismo orientar el desarrollo en todos los órdenes de un
gobierno nacional con vínculos directos con el pueblo y con los gobiernos constitutivos que
conforman la federación.
Como organización política, la federación se caracteriza por estar integrada por una
población heterogénea que actúa para el logro de objetivos fundamentales sin atentar contra
los vínculos que mantienen unidas a las partes integrantes de la federación misma. Esta es
la razón por la que los poderes y las funciones de un gobierno federal se deben encontrar
limitados, para permitir el ejercicio pleno de la soberanía del pueblo que se expresa en las
instituciones y en el ámbito de cada uno de los integrantes del pacto federal: los Estados de
la República.
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Si bien es verdad que los primeros gobiernos posrevolucionarios vieron la necesidad de un
control central en las decisiones para contrarrestar los equilibrios regionales, en vista de un
atraso real del país en casi todos los aspectos, económicos, educativos, culturales, de salud,
etc. Está claro ahora que el centralismo del pasado es un lastre para ese mismo desarrollo en
las distintas regiones del país.
El hecho político nuevo en la vida nacional es que desde hace más de una década se ha
instalado la transición política. (Transición que el gobierno federal no ha comprendido del
todo y por ello es una oportunidad para los gobiernos locales de profundizar en las políticas
públicas culturales del Estado, sin la tutela federal). El mapa político electoral del país es
radicalmente distinto al de hace un par de lustros. Sin embargo persisten preguntas
inquietantes:
¿Han desaparecido del todo los obstáculos que han hecho tan difícil construir un Estado
nacional verdaderamente respetuoso de la autonomía de los integrantes del pacto federal?
¿En qué medida puede el avance ocurrido en la democracia contribuir a disminuir la
desigualdad extrema, la cultura autoritaria, la debilidad del proyecto nacional derivada de la
disparidad extrema de propósitos y de la falta de acuerdos en lo fundamental?
¿En qué medida pueden las elecciones libres ayudar a resolver los problemas de
gobernabilidad, crecimiento con justicia y estabilidad de la economía, el impulso de la
cultura como asunto central del desarrollo humano?
¿Logrará el país revertir la tendencia histórica hacia la concentración del poder y
aprovechar la oportunidad histórica para dar el impulso necesario a los Estados dentro de
una visión de desarrollo compartido y de corresponsabilidad de esfuerzos?
3. Planeación estratégica.
Los derechos ciudadanos para acceder a la cultura, sobre todo los que tienen que ver con
cuestiones de constitucionalidad, permiten aportar al debate público una serie de razones
que, de otra forma pueden quedar marginadas, razones que tienen que ver en gran medida
con derechos fundamentales, como es el caso del derecho a acceder a los bienes culturales.
La corresponsabilidad de las organizaciones sociales y de las instituciones de gobierno es
patente. Los poderes ejecutivos de los Estados y el federal, desde hace más de treinta años,
por ley, se han sujetado a algún tipo de planeación en el ámbito de la cultura. En este
proceso se construyó una administración pública diferente, con áreas sólidas y resultados
importantes.
Se trató de un esfuerzo integral que comprometió demasiados temas, siguiendo un esquema
de desarrollo más operativo que estratégico. Sin embargo, fue limitado en temas
fundamentales, como es el caso de la regulación interna, el enfoque estratégico y la
dirección clara hacia la sociedad.
Los procesos de descentralización de áreas claves de la administración pública tocaron
asuntos fundamentales como la educación, la cultura y la salud.
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Por ello, me es grato presentar a su consideración algunas reflexiones sobre este tema de la
planeación estratégica enfocada a la cultura, como asunto esencial de una legislación
estatal. Es importante incluir regulaciones relacionadas con la toma de decisiones, las
instituciones, las personas, los sistemas dentro del enfoque de la planeación estratégica en el
ámbito de la cultura. No debe sentirse temor o duda para reconocer insuficiencias, defectos,
problemas e inercias negativas. Un diagnóstico que nos muestre realmente cómo somos y
cómo operamos en el Instituto Queretano para la Cultura y las Artes, será siempre un buen
inicio para la planeación estratégica.
Como toda política pública, el concurso de la sociedad es fundamental para entender bien
qué necesita y espera, para que sea protagonista del cambio y para que valore y enjuicie la
gestión pública de las instituciones culturales. Los retos actuales exigen estrategias de
conjunto: sector privado, organizaciones sociales, academia.
En el ámbito público es fundamental articular propósitos, programas y recursos. La gestión
pública comprende los procesos de decisión, formulación, puesta en práctica y evaluación
de las políticas públicas y de la exigencia que conlleva su naturaleza para dar cuenta de su
responsabilidad.
Este Foro detona nuevas circunstancias y nuevas condiciones. Aquí y ahora, se planea como
roles del Estado: decisor, gestor, estratega, facilitador y reformador. Lo anterior dentro de
un enfoque orientado hacia el ciudadano. Es preciso volcar la función pública a la sociedad,
en acciones que incidan en la cercanía, estándares y calidad, para satisfacer expectativas,
incorporar su participación, lograr acuerdos y estar en condiciones de propiciar una
evaluación pública permanente.
Lo anterior supone un cambio de paradigma: del control al resultado, es decir, la
administración de la confianza. La gestión por resultados incluye:
a)
b)
c)
d)
e)
La planeación estratégica integral;
Recursos comprometidos a metas;
Medición e indicadores;
Evaluación del desempeño, que comprende proceso y productos finales; y
Calidad y productividad.
De inicio, las autoridades locales tomarían decisiones en lo que se refiere a la formación y
capacitación: directiva, de operación y administrativa; la facultación a los distintos niveles
de las instituciones y a la formulación de políticas y procedimientos flexibles, eficaces y
que incentiven la atracción y el desarrollo de los servidores públicos.
Una consecuencia inmediata de la planeación estratégica es la transparencia de la función
pública, al tener disponible y ordenada la información sobre programas, acciones y
recursos; la facilitación de servicios y la rendición de cuentas. En ello juega un papel muy
importante la tecnología de la información, a través de la innovación y los servicios
electrónicos.
Los campos que se integrarían en un plan rector de la cultura serían, entre otros:
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Cultura incluyente y de puertas abiertas
Difusión de la riqueza cultural de Querétaro
Imagen y Comunicación
Una Sociedad Comunicada
Identidad y Patrimonio Cultural
Ciudadanización de la Cultura
Educación y Cultura
Cuidado de nuestro Entorno
Querétaro: Estado de Lectores
Turismo Cultural y Proyección del Estado
Intercambio Cultural y Artístico
Procuración de Fondos
Calidad Administrativa y de Servicio
Protección de la cultura indígena
Medios empresas culturales………
En resumen, la planeación estratégica permite a las instituciones públicas definir los
elementos clave para la realización de su quehacer institucional, define los elementos
centrales para fundamentar y lograr la vinculación de la programación y presupuestación,
con la modernización de la institución y la evaluación del desempeño a través de la
convicción de una visión y una misión, la definición de los objetivos estratégicos, las líneas
de acción y las actividades institucionales, centrados en proyectos, procesos y acciones, a
los que se aplican indicadores estratégicos y prioridades.
La planeación estratégica es interdisciplinaria porque la diversidad de temas y de enfoques
es una característica definitoria de la cultura, entendida como una respuesta social compleja
y diversa ante los dilemas que se plantean en el proceso de desarrollo de todo grupo
humano.
La cultura del agua, la cultura del medio ambiente, la discusión misma del concepto de
desarrollo, hacia dónde vamos, qué es lo que realmente queremos, cómo estamos haciendo
las cosas, qué tipo de sociedad queremos ser, cómo reconocemos a los demás, qué
proyectos estamos planteando acerca del futuro, asuntos todos que ameritan una reflexión
conjunta y un análisis sincero.
La eficacia y la calidad de la administración de la cultura dependerán no sólo de los niveles
de coordinación con las instancias gubernamentales sino, fundamentalmente, de las
sinergias que se logren construir con objetivos claros y estrategias compartidas con todos
los grupos y organizaciones sociales, en un ámbito de corresponsabilidad y mística común.
La planeación estratégica cumple perfectamente con el objetivo de evaluar el quehacer
público y de modernización con base en resultados y seguimiento de compromisos
establecidos por dependencias y entidades.
La construcción de un proyecto de futuro común requiere de la participación de todos los
interesados. En este sentido, la formulación de un Programa Estatal de Cultura es un
compromiso de trabajo conjunto que debe hacer el Instituto Queretano de la Cultura y las
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Artes , con el pueblo y el Gobierno de Querétaro para lograr las metas comunes que ha
trazado el C. Gobernador José Eduardo Calzada Rovirosa.
RESUMEN
Una ley debe contener todos los asuntos que se deseen regular, sin caer en la tentación de
pretender que abarque todo, siempre y al mismo tiempo. Se trata de un proceso, con un
antes y un después que va indicando los diferentes momentos a los que es necesario ir
dando respuestas. El principio esencial es integrar a todos los grupos de interés: Ejecutivo
estatal, a todos los legisladores, no sólo a la Comisión de Educación y Cultura, a la
academia, a promotores culturales, a los ayuntamientos, comenzando por los presidentes
municipales, regidores de educación y funcionarios de cultura, al sector privado, a las
organizaciones de profesionales relacionados con las artes y la cultura, a los grupos
indígenas, artesanos, administradores de la cultura, a los empresarios de la cultura. La
premisa fundamental que debe prevalecer en la cultura democrática es el reconocimiento y
el respeto de todos y cada uno, “el diálogo con la otredad”.
Las políticas públicas en torno a la cultura deben sustentarse en la sociedad, la organización
para la consulta y participación de la sociedad civil, tanto en el proceso de elaboración de la
ley, como el cumplimiento de las nuevas reglas de juego establecidas en ella, la creación de
organismos de monitoreo social, el observatorio cultural, la incorporación de los
académicos en las tareas de sistematización y síntesis de los planteamientos de la sociedad
civil, los diferentes capítulos de la ley, así como el trabajo político para llevar a buen
término la iniciativa y lograr los consensos necesarios.
¿Para qué una Ley de Cultura? La necesidad de una ley obedece a la clara identificación de
un derecho que no ha sido atendido adecuadamente. Los instrumentos internacionales:
Convenciones, declaraciones y tratados multilaterales y bilaterales, firmados y ratificados
por México, constitucionalmente, son parte de nuestro sistema jurídico, pero muchos de los
principios y derechos establecidos en ellos aún no han sido incorporados en las
legislaciones locales. Asuntos como la lengua, la diversidad cultural, el patrimonio
intangible, la educación artística, etc., que ya han tenido un desarrollo muy amplio en el
orden internacional, no están tutelados en el sistema jurídico estatal.
¿Cómo proteger y apuntalar a las lenguas indígenas, el patrimonio intangible, la educación
artística, la participación ciudadana, sin una ley que, expresa y claramente, señale derechos
y obligaciones, instituciones y procedimientos, responsabilidades y atribuciones?
¿Cómo establecer medidas efectivas para el manejo del concepto de impacto cultural?
Como en el caso del medio ambiente, los diferentes grupos sociales, los grupos étnicos,
lingüísticos o religiosos, los migrantes y otros, requieren de estudios de impacto cultural
para protegerlos de medidas y acciones unilaterales que afecten sus costumbres e intereses.
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La diversidad cultural debe constituirse en el eje transversal de toda política pública
relacionada con la cultura. Este concepto modifica paradigmas y contribuye eficazmente al
afianzamiento de la gobernabilidad democrática.
La educación artística debe generalizarse. La UNESCO hace hincapié en dos valores
educativos como fundamentos de toda política cultural: a) La estimulación de la voluntad y
b) el sentido de la creatividad. El desarrollo científico y tecnológico, imprescindible para la
viabilidad de México como país, se basa en esos dos valores torales. Si los niños se
desvinculan de la formación artística o se desestimula la creatividad, difícilmente podrán
proponer nuevos desarrollos de la ciencia y la tecnología, nuevos esquemas de organización
social, nuevas respuestas a los grandes retos demográficos, económicos, ambientales y
políticos que tenemos enfrente y que penden como espada de Damocles sobre todos los
mexicanos. Debemos, además, consolidar el desarrollo científico y tecnológico del país
como medida de seguridad nacional.
Con los municipios existen numerosos puntos de coordinación. En principio deben
considerar a la cultura como un servicio público. El Estado mantiene la rectoría para
promover, elaborar e instrumentar los programas municipales de cultura, los diagnósticos,
el fortalecimiento de las políticas de descentralización, actualización y profesionalización
de investigadores, promotores, creadores, intérpretes y ejecutantes, así como en lo
relacionado con el desarrollo, mantenimiento y conservación de la infraestructura cultural.
En estos momentos, existen las condiciones para potenciar el desarrollo cultural de
Querétaro, a partir del impulso organizado y sistemático de los procesos culturales que se
gestan en los municipios.
Como se puede apreciar, la cultura no se reduce a la organización de eventos y actividades
coyunturales. Es mucho más que eso. Para ser promotor o administrador de la cultura se
requiere de un compromiso en el que todos los involucrados con la cultura, en sus más
diversas manifestaciones y aristas, estén en condiciones de conjugar esfuerzos, crear las
sinergias que estimulen el intercambio interinstitucional, comulgar con los valores más
apreciados por la comunidad.
La honestidad, la verdad, la solidaridad y el respeto son esenciales para el desarrollo de la
cultura en el Estado de Querétaro. La cultura es un bien espiritual al que todos los
queretanos tienen derecho.
La propuesta de ley de desarrollo cultural que se genere en nuestro Estado, deberá contener
esos objetivos de transversatilidad, tan necesarios para que los valores de solidaridad,
lealtad, verdad, colaboración, sean los impulsores de las sinergias interinstitucionales.
Necesitamos sumar esfuerzos, incluir propuestas y proyectos, cambiar paradigmas, juntar
los brazos para trabajar unidos por Querétaro.
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Si analizamos las fuerzas y oportunidades, veremos que contamos con un liderazgo eficaz
y fortalecido por la legitimidad de las elecciones. La nueva administración estatal cuenta
con un bono democrático de confianza para liderar el trabajo cotidiano en torno a los
objetivos estratégicos que se planteen en los planes de desarrollo de la educación y la
cultura.
Si México es una de las cinco regiones culturales más importantes del Mundo, Querétaro es
uno de los Estados de la República más ricos en expresiones artísticas y culturales. Se ha
calculado que el rubro de las industrias culturales aporta más del 6.7 por ciento del PIB
nacional. Sin embargo, no existe una relación entre el presupuesto destinado a la cultura y
su vinculación con turismo y educación. A pesar de que está comprobado que el
presupuesto cultural es una inversión, no un gasto, en algunos periodos del pasado, se han
limitado los recursos afectando la difusión y promoción del patrimonio y de las
manifestaciones artístico-culturales de los queretanos.
El desarrollo sustentable y el auge de la cultura dependen mutuamente entre sí. La
creatividad cultural es fuente de progreso humano y diversidad cultural, el reconocimiento
de ésta es básica para la tolerancia y para la gobernabilidad democrática de cualquier
comunidad. La creatividad, la ciencia y la tecnología en las sociedades son esenciales para
garantizar la viabilidad del país, favoreciendo la creación, como un compromiso individual
por excelencia. Este compromiso es fundamental para construir nuestro patrimonio aunado
al desarrollo sustentable.
Cultura y economía, cultura y ecología, cultura y desarrollo humano, cultura y sociedad son
binomios inseparables del quehacer humano en su horizonte social que deben ser
incorporados en una legislación para el futuro.
Lo propio, lo específico de la ciudadanización de la política cultural es reconocer la
centralidad de los intereses y la participación de los ciudadanos en los procesos de creación,
promoción y difusión de la cultura. Por lo tanto la ciudadanización como estrategia de
política cultural, sólo es viable bajo un régimen que se comprometa con los valores y la
práctica de la democracia.
Debemos tener muy claro que la construcción de una interacción fructífera entre los poderes
del Estado ha de perseguir la satisfacción del interés público, así como el fortalecimiento y
complementación de las atribuciones que la propia Constitución otorga a cada uno de ellos,
a partir del respeto de sus ámbitos de competencia en la toma de decisiones mediante un
esquema de responsabilidad compartida.
La enorme inercia del centralismo pesa aún sobre la capacidad de los gobiernos locales para
determinar su propio presupuesto. Este se inicia a partir de la distribución de recursos hacia
los Estados que deciden los poderes centrales.
La gran mayoría de las veces, los congresos locales y los ejecutivos estatales se encuentran
en una situación de indefensión legal al no poder determinar con autonomía la asignación
de su propio presupuesto, situación revertida en gran medida en la práctica a través de la
informalidad de las reuniones de la CONAGO.
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Aunque hay que reconocer que si bien ha habido cambios sustanciales en el entorno
político, también hay que decir que muchos de estos cambios se han dado más por inercia
de la dinámica social y ,en ese caso, en la informalidad institucional, así como de
organismos no gubernamentales, que por una acción deliberada de las autoridades políticas
federales.
Si en el ámbito federal se ha dado un incremento sustancial de recursos y competencias a
raíz de los diversos intentos de desconcentración y descentralización de funciones y
competencias en las tres décadas pasadas, éstas no han permeado en su totalidad a los
Estados y han dejado un gran número de pendientes sin resolver.
En tanto no se visualicen con claridad las ventajas políticas, económicas y sociales del
papel que la cultura desempeña para el desarrollo y más aún, para la viabilidad de México
como país, el problema subsistirá como una pesada herencia del pasado reciente.
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