II Género y sexualidad Volumen 3-2-Litocamargo.p65 145 14/04/00, 11:30 Volumen 3-2-Litocamargo.p65 146 14/04/00, 11:30 Hacia su habitación propia: la mujer en Manuel Zapata Olivella YVONNE CAPTAIN The George Washington University All feminist theories share the view that redefining sexuality is part of authenticity and self-determination [Toda teoría feminista comparte el punto de vista de que la redefinición de la sexualidad forma parte de la autenticidad y la autodeterminación]. HELEN HASTE Manuel Zapata Olivella (Lorica, 1920) es autor de numerosas obras. Entre ellas hay ocho novelas, dos colecciones de cuentos, un drama principal, tres relatos de viaje, y seis libros de ensayos. Es un escritor apasionado por todo lo que tenga que ver con los marginados. Los desposeídos del sector rural, un “carasucio” en una gran ciudad moderna, los negros de todo el mundo, elefantes al punto de extinción, y un intelectual perseguido son apenas algunos ejemplos del enfoque temático de la trayectoria de su escritura. Como muchos de la región del mar Caribe, Zapata Olivella es de sangre “triétnica” (blanca, india y negra). Así, su interés en la etnia se manifiesta de diferentes maneras. En muchas ocasiones lo étnico se amplía para explorar lo racial que se acerca a lo Volumen 3-2-Litocamargo.p65 147 14/04/00, 11:30 148 YVONNE CAPTAIN autobiográfico1. Marvin Lewis en su artículo, “Manuel Zapata Olivella and the Art of Autobiography”, sostiene que la narrativa de Zapata Olivella es, en líneas generales, autobiográfica. Pero sus relatos, agrega Lewis, no siguen los parámetros propios de la autobiografía afrohispánica, sino que se ajustan a la tradición de la etnografía/autoetnografía que incorpora canonicidad y especificidad cultural. Además, su producción evoluciona en términos de su autoconciencia de escritor afro-hispano o afrocolombiano: involucra la etnicidad, la identidad y la problemática de la liberación desde una perspectiva afrocéntrica (283). Al comienzo de su trayectoria de escritor, Zapata Olivella en Tierra mojada (1947), esconde el tema racial bajo la cuestión de clase social. En esta obra, como en otras de ese mismo período, las varias menciones al conflicto racial no se convierten en motivo para un diálogo sobre el racismo. En lugar de eso, el autor, como la mayoría de los escritores colombianos que publicaron en los años cuarenta, busca la manera de “representar” la sociedad tal cual era, o al menos, tal como lo recuerda. En He visto la noche (1949) muestra la situación de los trabajadores latinoamericanos en Estados Unidos: el racismo y el segregacionismo en su contra (Rey, 130). Esta obra, sostiene Lewis, es la crónica de las experiencias de Zapata como vagabundo por Suramérica, Centroamérica, México y Estados Unidos y recoge la perspectiva de un extranjero sobre los distintos grados de extrañamiento y alienación en Estados Unidos. Los temas del color y de la doble identidad se hacen presentes en esta novela que subraya el dile- 1 Esta perspectiva autobiográfica, constante en la producción literaria de Zapata Olivella, es obvia en ¡Levántate mulato!: por mi raza hablará el espíritu (Bogotá: REI Andes, 1990). Volumen 3-2-Litocamargo.p65 148 14/04/00, 11:31 149 Hacia su habitación propia: la mujer en Manuel Zapata Olivella ma de los escritores afroamericanos en Estados Unidos: el autor, al aceptarse como negro, se muestra orgulloso de serlo pero debe luchar para reconciliar dos identidades contradictorias: ser negro y ser americano. He visto la noche y Pasión vagabunda (1949) añaden el elemento racial a la ecuación etnicidad/clase social; representan un paso hacia la maduración del escritor cuya compenetración y cuya defensa de lo afrocolombiano es creciente (285). En los años sesenta Zapata Olivella continúa con su literatura realista de denuncia: en La calle 10 (1960) muestra la prostitución, el vicio y el crimen; en Detrás del rostro (1963) trabaja sobre la violencia, el abandono de los niños y la injusticia de las instituciones judiciales; en En Chimá nace un santo (1964) critica el fanatismo religioso, la imposición violenta de la religión oficial y la intransigencia del gobierno (Rey, 130). Poco a poco adquiere una mayor importancia narrativa el diálogo sobre el racismo. A partir de Chambacú, corral de negros (1963) Zapata empieza a escribir con un enfoque intenso sobre éste; algunas de sus obras denuncian el maltrato de blancos a negros; otras muestran los atropellos de negros a indios. Esta primera etapa de la carrera de Zapata Olivella no manifiesta un interés particular por la búsqueda de técnicas narrativas. El uso de la tercera persona, el diálogo, las intervenciones valorativas del narrador, la evolución lineal del tiempo que concuerda con el tiempo de la historia, son los recursos preferidos del autor, señala Mario Rey (132). El segundo momento de la producción literaria de Zapata Olivella comienza con ¿Quién dio el fusil a Oswald? (1967), una colección de cuentos experimentales. Zapata supera el discurso de denuncia social ligado a la lucha de clases y es proclive al desarrollo de estrategias narrativas: en cómo lograr la autenticidad, Volumen 3-2-Litocamargo.p65 149 14/04/00, 11:31 150 YVONNE CAPTAIN la vivacidad, la fuerza, la vistosidad, la intensidad. Ahora el autor se concentra en mostrar la cultura negra colombiana desde el interior y revalora acontecimientos y personajes vistos parcialmente por la historia oficial (Rey, 132-133). Ello es claro con Changó el gran putas (1983), en que se presenta, con una perspectiva afrocéntrica, el proceso de integración del negro al desarrollo histórico americano. Zapata Olivella, como sostiene Lucía Ortiz en su libro La novela colombiana hacia finales del siglo XX. Una nueva aproximación a la historia, recurre a varios elementos para desarticular el discurso oficial: emplea el mito como recurso estructural básico; rompe con el léxico y las normas gramaticales y crea neologismos y formas lingüísticas que subvierten las coordenadas de espacio-tiempo; superpone diversos géneros; manipula el punto de vista narrativo para crear voces múltiples y recurre a la repetición, el ritmo, la onomatopeya –entre otros– para representar la historia desde lo africano (51). ¡Lévantate, mulato!: por mi raza hablará el espíritu (1987) es el testimonio de una persona en contención con su propia sociedad. En la introducción, Zapata Olivella formula la pregunta central del texto: ¿cuál es mi cultura, mi raza, mi destino? y trata de desentrañar su herencia triétnica. No denigra de lo español para reivindicar lo negro o lo indio y se centra en desarrollar el concepto de mestizaje. Esta obra, de corte picaresco, es vista por Lewis como una muy evolucionada y madura obra autobiográfica (290-291). El tema de lo racial, y específicamente de lo afrocolombiano, sitúa a Zapata como líder de la toma de conciencia sobre la diáspora negra. Esta postura lo convierte, al mismo tiempo, en paria de la crítica latinoamericana. No obstante la grandeza estética de muchas de sus obras, Zapata Olivella es apenas conocido Volumen 3-2-Litocamargo.p65 150 14/04/00, 11:31 151 Hacia su habitación propia: la mujer en Manuel Zapata Olivella en los medios académicos. La mayoría de sus obras, lejos de ser leídas como ejemplos de resistencia cultural y defensa de lo afrocéntrico, han sido interpretadas bajo temáticas banales y/o universales: como libros de viajes o como textos paradigmáticos de la problemática cultural colombiana –entendida ésta como homógena y occidental– (Lewis, 283). El tema de la diáspora negra ha sido de muy difícil aceptación en una región que prefiere omitir lo obvio para favorecer la idea de que los temas y estéticas producidos en América Latina son compartidos por todas las comunidades culturales del área. Cuando le dedican una palabra a Zapata Olivella, los críticos prefieren recurrir a la interpretación fácil y tradicional de conceptos como “mulato” o “trietnia”. Sin embargo, estas palabras, al ser usadas por Zapata, quien insiste en identificarse a sí mismo como negro, se ajustan a un programa político de defensa de la negritud y de recuperación de lo africano. Además de ocuparse de la temática negrista, ¿cuáles son otras de las estrategias narrativas y las temáticas recurrentes de este autor? Para explicarlo hay que repasar algunos momentos claves de la carrera literaria de Zapata. No olvidemos que su decisión de volverse escritor se ubica en el contexto de la generación de autores anteriores al boom latinoamericano. A diferencia de los jóvenes que empezaron a publicar en los años sesenta, cuando la explosión de interés por la literatura hispanoamericana permitió la profesionalización de algunos autores, Zapata no podía vivir de su arte. Ejerció otra profesión, la psiquiatría, para ganarse la vida mientras escribía. Ello se evidencia en el cuidadoso desarrollo psicológico de sus personajes. Todas las obras revelan esta preocupación, pero la que tiene una temática psicológica directa es Detrás del rostro. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 151 14/04/00, 11:31 152 YVONNE CAPTAIN En los años setenta, Zapata Olivella empieza a publicar libros de investigación antropológica y sociológica. Éstas, al igual que lo que sucede con la siquiatría, permean su obra. El mayor aporte de estas investigaciones es el énfasis en la cultura cotidiana, que se detalla en toda su ficción y llega a estructurarla. La incorporación de la historia es otro elemento fundamental en la obra de este autor. Su preocupación por los desposeídos y lo marginal lo lleva a textualizar historias “chicas”, de la cotidianidad de los de abajo; éstas se contraponen a los “grandes” hechos fabricados por los “grandes” hombres (léase dueños del poder) registrados en los archivos oficiales. Aunque hay elementos de la historia “chica” en toda su trayectoria, el mejor ejemplo del manejo de esta temática es la novela breve En Chimá nace un santo. Las mujeres en la obra de Zapata Olivella Aunque la mujer individual aparece de vez en cuando como protagonista de sus obras, Zapata Olivella, como muchos de los autores colombianos nacidos en los años veinte y que empezaron a publicar en los cuarenta, no están preocupados por los derechos y la problemática de las mujeres. Estos autores son emprendedores e iconoclastas en su deseo de despertar la conciencia política del lector pero, en su mayoría, comparten la concepción decimonónica del autor como “padre del texto” (es un patriarca estético cuya pluma es un instrumento de poder generativo). En consecuencia, se consideran los poseedores y controladores de sus creaciones literarias y, por tanto, de sus personajes (Gilbert & Gubart, 12). Cuando éstos son femeninos, la sujeción es doble y se liga al silencio y borramiento de los pensamientos y ac- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 152 14/04/00, 11:31 153 Hacia su habitación propia: la mujer en Manuel Zapata Olivella ciones que delaten la búsqueda de una identidad propia. De esta suerte, Zapata como muchos hombres (genéricos), ha ayudado a construir la sombra de irrealidad donde la mujer se ignora (Lorite Mena, 11-12). A pesar de ello, en la trayectoria de su escritura se observa una comprensión, que se ha incrementado con el tiempo, del deseo de la mujer de ser mujer. Esta indagación y la consecuente fabricación de personajes cada vez más libertarios encuentra un punto culminante en su novela Hemingway, el cazador de la muerte (1993). Un aspecto singular en la trayectoria de Zapata Olivella es su tratamiento de la sexualidad de la mujer cuya expresión, según muchos feministas, determina su nivel de libertad individual. La crítica no ha tocado este aspecto. Me interesa, por tanto, referirme a él. Los personajes femeninos de Zapata muestran un lento progreso hacia su libertad política y personal que se ve desde 1947 con Estebana Segura en su primera novela Tierra mojada hasta Renata en su última narracción, Hemingway, el cazador de la muerte (1993). Renata, hasta cierto punto, simboliza el crecimiento feminista del hombre colombiano. La más marcada manifestación de tal toma de conciencia se evidencia en sus planteamientos sobre las relaciones entre mujeres y hombres. Aludir al “gozo sexual” sería engañoso, ya que la mayoría de la ficción de Zapata elude el desarrollo del tema que es tratado con pudor. A pesar de ello, en su obra hay bastantes referencias al acto sexual. Pero estas alusiones tratan la patología sexual que casi siempre se expresa en términos de dominación económica o racial. El machismo como raíz de la patología sexual no se explora. Una rara excepción a su tratamiento del sexo está en un estudio antropológico del autor, Tradición oral y conducta (1972). Volumen 3-2-Litocamargo.p65 153 14/04/00, 11:31 154 YVONNE CAPTAIN Paradójicamente, este estudio hecho a partir de encuestas en un sector rural de Colombia sugiere la base de preparación para su última novela, Hemingway, el cazador de la muerte, ya que Zapata escribe con una franqueza inusitada sobre el deseo sexual de los estudiados. La resultante final pone de manifiesto el complejo contexto de circunstancias que determinan el comportamiento sexual de los individuos. Las trabazones poligámicas indígenoafricanas al concubinato impuesto por el hispano, la promiscuidad de adultos y niños y todas las otras manifestaciones sexuales son percibidas como actos cotidianos y normales (77-136). El sexo, pese a todas las censuras que tratan de inhibirlo, aparece libre de ataduras mojigatas (129, el énfasis es mío). Las particularidades y el motivo del estudio de 1972 quedan lejos del desarrollo de la novela de 1993. En Hemingway, el cazador de la muerte, el gozo sexual se describe con tanta frecuencia y libertad como si el autor buscara así compensar su ausencia de obras anteriores. A Zapata Olivella le cuesta casi cincuenta años lograr en ficción lo que hizo mucho más temprano en forma de ensayo. Para llegar a este momento de expresión del gozo sexual el autor pasa por varias etapas interconectadas. Desde no mencionar las relaciones sexuales hasta la timidez de la mujer para llegar, finalmente, a la manifestación erótica desprovista de tabúes de Renata en Hemingway, el cazador de la muerte. Paralelamente hay una evolución lenta del papel de la mujer: la tradicional y maternal se convierte en líder, en revolucionaria y llega, por fin, a la libertad completa. En obras tempranas sus personajes femeninos ni siquiera perciben que son mujeres. Poco a poco, en proceso de autoconocimiento, van reflexionando sobre su identidad. Por fin, logran comprenderse a sí mismas para luego realizarse. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 154 14/04/00, 11:31 155 Hacia su habitación propia: la mujer en Manuel Zapata Olivella Renata, fotógrafa profesional de sólo veinticinco años, es dueña de sí misma y de su ambiente. Tiene una idea fija y clara sobre su futuro y acerca de cómo alcanzar sus metas. Ha conseguido su “habitación propia” (Virginia Woolf). Sin embargo, el desarrollo de su personalidad no sería posible sin otras mujeres retratadas por Zapata. En ella se plasman cuatro personajes femeninos: la Pecosa, de la novela La calle 10; Inge, de la novela Chambacú, corral de negros; la señorita X, del cuento “Los lentes pleocrómicos”, incluido en la colección ¿Quién dio el fusil a Oswald?; y Agne Brown, de la novela Changó, el gran putas. Estas mujeres no son siempre protagonistas pero son focalizadas para realzar su importancia. Antes de aparecer Renata, los personajes femeninos de Zapata Olivella pertenecen a dos tipos contrarios: santas o prostitutas. Las primeras pueden ser mujeres adultas pero con inocencia de niñas, madres capaces de sacrificarlo todo por sus hijos y por su hombre, o revolucionarias capaces de dejarlo todo por “la causa”. Casi todas permanecen ajenas a la sexualidad. Sus contrarias son las del tipo prostituta. Estas son capaces de sentir gozo sexual y son malas según la visión moralizante del narrador. Todas las prostitutas son frías y manipuladoras. Su sexualidad es aludida sin detalles. Esta dicotomía de santa/prostituta presente en la obra del colombiano evoca el análisis de la mujer “decente” que hizo hace cincuenta años el mexicano Octavio Paz: La mujer es un ser oscuro, secreto y pasivo. No se le atribuyen malos instintos: se pretende que ni siquiera los tiene. Mejor dicho, no son suyos sino de la especie; la mujer encarna la voluntad de la vida, que es por esencia impersonal, y en este hecho radica su imposibilidad de tener una vida personal. Ser ella misma, Volumen 3-2-Litocamargo.p65 155 14/04/00, 11:31 156 YVONNE CAPTAIN dueña de su deseo, su pasión o su capricho, es ser infiel a sí misma. [...] Tendida o erguida, vestida o desnuda, la mujer nunca es ella misma. Manifestación indiferenciada de la vida, es el canal del apetito cósmico. En este sentido, no tiene deseos propios [40]. En casi todas las figuras femeninas de la obra de Zapata, se nota la ausencia de deseo propio. Antes de su personaje Renata, los narradores emiten numerosos juicios morales: condenan a las de tipo prostituta y aprueban a las de tipo santa. Renata exhibe características de los dos tipos de mujeres, y el narrador es menos moralista. Entre las figuras de prostitutas, sobresale la Pecosa de La calle 10, novela sobre la lucha de clases. Al principio, esta mujer no parece débil al participar de la llamada “batalla de los sexos”. Comprende bien el negocio de su cuerpo, y en sus relaciones personales –no comercializadas– no se deja dominar por cualquier hombre. Sus aspiraciones más altas son vestirse bien y vivir como los ricos. Así se revela la Pecosa en el motín que forma la base de la acción de la novela: [...] ella quería algo distinto de los objetos que saqueaban en las tenduchas. Conocía el lujo y esa noche tendría todo lo que sus ojos habían visto en casa del “señorito”. Deseaba pisar alfombras, tener una cama suave y abollonada, un radio luminoso y vestidos finísimos. [...] Sólo tenía mofa para las mujeres dedicadas al pillaje de telas de algodón [100]. La Pecosa termina más perdida que antes en sus esfuerzos por superarse. Huye de las autoridades con zapatos elegantes pero mal ajustados que impiden su escape. Lleva un abrigo de piel Volumen 3-2-Litocamargo.p65 156 14/04/00, 11:31 157 Hacia su habitación propia: la mujer en Manuel Zapata Olivella como siempre ha querido, pero se limpia las manos en éste. En realidad, todas las escenas en esta parte de la novela resultan grotescas por su incongruencia. La Pecosa, como los otros personajes de abajo en La calle 10, sufre por la pobreza. Esto resulta en una violencia espontánea y sin dirección (Captain, 66), asegurando que la mayoría de los pobres formen una “sembrada de cadáveres” en la calle. Aunque todos los de abajo son patéticos, el narrador pone bastante énfasis en esta prostituta y su triste situación de ignorante, retratándola como caída en lo ridículo. En su análisis, Zapata Olivella hace obvio que el verdadero opresor es la clase alta, y tanto las prostitutas como otros que viven o trabajan en la calle 10 son víctimas. Se entiende esto en la primera parte de la novela cuando la Pecosa conoce por primera vez a su señorito. Ella, como los demás de abajo, intuye cómo funciona la lucha de clases. Busca una venganza social rápida: “Estaría un momento, cobraría caro, unos cinco pesos, y se regresaría a echarle el cuento a sus amigas” (59). No obstante que esta mujer es presentada como una víctima social, el cálculo con el que opera la Pecosa se manifiesta en una condena moral por parte del narrador. A despecho de su estado de víctima social, hay cierto desdén reflejado en el siguiente pasaje: Un disparo de fusil sonó a sus espaldas y junto a ella cayó un crucifijo con el rostro ahumado. Al agacharse para recogerlo, sus manos rozaron un cuerpo blando. Una mujer apretaba contra su pecho a una criatura. Ambas estaban muertas. Alcanzó el crucifijo y lo depositó en medio de las dos caras que parecían hacer parte de un mismo rostro [...]. Bajo los escombros se asomaba la cabecera de una cama, sintió deseos de dormir y sin preocuparse Volumen 3-2-Litocamargo.p65 157 14/04/00, 11:31 158 YVONNE CAPTAIN de los cadáveres allí próximos, se hundió en un rincón, arrebujándose en su abrigo de piel [106]. Con esta escena queda anulada la poca muestra de humanidad de esta prostituta. Por un lado, es capaz de sentir algo de ternura y quizás algo materno; por otro lado, duerme sin pensarlo entre los cadáveres. La escena con la madre y criatura crucificadas ocurre en el mismo párrafo en que se hace énfasis en que la Pecosa está bien abrigada. Sirve cotejar el desarrollo de la Pecosa con el de Epiminondas, igual de pobre y descarado pero que revela su lado tierno y compasivo en un momento clave (3334). En cambio, el lector siente muy poca compasión por la Pecosa. “La ‘mala’ es dura, impía, independiente, como el ‘macho’”, afirma Paz (43). Algo que no se puede aceptar en una mujer “decente”. Hermana en la maldad de esta prostituta es la señorita X en el cuento “Los lentes pleocrómicos”, obra sobre el mundo de los artistas e intelectuales. Ella es también hermana del señorito cliente de La Pecosa porque es de clase alta y bien educada. Este es un cuento de ciencia ficción, pero con una moral diferente a la que está acostumbrado el lector de ciencia ficción. Zapata, siempre defensor del pobre y de otros desposeídos, retrata a la señorita X y a los de su grupo como gente con ínfulas de superioridad. Además, queda claro que el autor juzga a esta mujer como encarnación de la descomposición moral en la sociedad. Ella, líder de un grupo de intelectuales, guía a sus seguidores hacia la ruina social. Gracias a ella, entre los de su grupo ya no existen conceptos como “responsabilidad”, “hombre”, “mujer”, “pudor”. La señorita X ha logrado convencerles de su singularidad pero no lo son. Este breve cuento vacila entre las observaciones Volumen 3-2-Litocamargo.p65 158 14/04/00, 11:31 159 Hacia su habitación propia: la mujer en Manuel Zapata Olivella hechas por el narrador-siquiatra y los comentarios de los intelectuales-pacientes: “Menosprecio la óptica del imperfecto ojo humano”. Y reían, o eso parecía. Allí estaban los pintores. La vista opaca les prolongaba el insomnio. Huían de sí mismos, de esa vida que conseguía palpitar aún en el temblor de sus dedos. Las barbas untadas de aceite y carbón. –[...] ¡Abajo la percepción! Los poetas. Dos de ellos se acercaron a mi mesa para retirar dos sillas desocupadas. Algunos se drogaban. Pero ni enervados perdían su conciencia de fantasmas. –Me duele el tabú del sexo. [...] Querían huir de una sociedad anacrónica, pero se apegaban a ella con más fuerza que un crustáceo a la roca pleistócenica [83-84]. El siquiatra escucha y observa a sus pacientes, apenas ocultando su parcialidad, pero guarda mayor desprecio para la señorita X por ser ella dueña de un mundo de falsos valores. También hay bastante prejuicio moral hacia esta mujer por mostrarse masculina en su manera de ser (84). “Marimacha”, diría Octavio Paz. Hay claro desprecio por su sexualidad y la condenación a la mujer es mucho más fuerte que la que se les da a las prostitutas porque la señorita X es de clase alta. Irónicamente, el mismo narrador-siquiatra cae víctima de su maldad. En contraste con las “malas”, cuando Zapata narra sobre las mujeres de tipo santa, hay una casi total ausencia de referencia a su sexualidad. En los comienzos de la carrera narrativa de Zapata Olivella hay una personificación de la mujer de acuerdo con las normas de una sociedad rural y aislada. En realidad, apenas se menciona a la mujer en muchas de sus obras tempranas, ya que el enfoque está en los hombres que luchan por los Volumen 3-2-Litocamargo.p65 159 14/04/00, 11:31 160 YVONNE CAPTAIN derechos humanos del pequeño pueblo. Cuando el autor decide destacar a la mujer, las excepciones son marcadas. En Tierra mojada, Estebana es como la mayoría de los personajes femeninos de la primera mitad de la trayectoria de Zapata: silenciosa, materna y mártir. Para este estudio es de menos interés porque ocupa un espacio mínimo en Tierra mojada. Nunca llega a tener mayor significación. Es más productivo analizar a las mujeres con mayor presencia en la narrativa. A veces la mujer-santa aparece, para contrastar, en las mismas obras en que hay prostitutas. Así sucede con Inge en la novela Chambacú, corral de negros, texto sobre derechos humanos en un barrio de Cartagena. Esta sueca, con su suegra y cuñada negras, simbolizan la pureza de espíritu de las mujeres “buenas”. En contraste, las Rudesindas, hermanas prostitutas, connotan todo lo malo posible en el barrio de Chambacú: contrabando, perversidad sexual, falta de respeto, etc. Inge se casa con José Raquel por amor, y a través de la novela hace bien al pueblo. De acuerdo con la definición anotada al principio de este ensayo, ella se sacrifica. En cambio, su marido, veterano de la guerra coreana, sólo piensa en el ascenso social que le ha traído esta mujer blanca y su nueva moto. Chambacú no conocía ni motocicletas ni blancas que no fueran prostitutas. Al verla por primera vez, hasta su suegra cree que es mala. Cuando empieza a conocerla, comprende la naturaleza buena de Inge. Al comienzo Inge es presentada con una inocencia de niña mimada que no ha experimentado ni la pobreza ni los vicios. Aunque no había conocido a ningún negro en su Suecia natal, esta santa es capaz de aceptar a todos los negros como seres humanos iguales a ella. Esto se entiende no sólo por el hecho de que se casa con un negro chambaculero, sino porque es capaz Volumen 3-2-Litocamargo.p65 160 14/04/00, 11:31 161 Hacia su habitación propia: la mujer en Manuel Zapata Olivella de ver la bondad y la ternura en todas partes: “Estrechó aquella mano fuerte contra su pecho y la encontró blanda, cariñosa, como la de su madre” (112). Con el tiempo y con las experiencias Inge va convirtiéndose en una santa revolucionaria con características similares a la de la figura más elaborada que crea Zapata Olivella sobre este aspecto, Agne Brown. A diferencia de lo que pasa con las prostitutas, nunca hay una descripción sobre las relaciones sexuales de las “buenas” que sólo expresan afecto por su marido y un amor apasionado por la humanidad. Hay muchas referencias al sexo en Chambacú, corral de negros (sin llegar a hacer explícito el acto erótico) y, como en casi toda la narrativa de Zapata Olivella anterior a Hemingway, el cazador de la muerte, las alusiones sexuales se vinculan con la prostitución y la pobreza. Pero el caso de Inge es distinto (¿por ser extranjera?). Ella, que no es pobre ni prostituta, despierta deseos sexuales en muchos (188). Yuxtapuestas a Inge, incapaz hasta de beber ron, las hermanas Rudesindas son escandalosas en su gozo. Sus vidas son una fiesta diaria en las cuales el baile, el sexo, el trago y las actividades ilegales son lo más importante. Para realzar su diferencia con Inge, el autor –en mucho casos– sitúa varias de las escenas sobre las Rudensidas inmediatamente después de las que tienen a Inge como personaje principal, para contrastar su bondad con la maldad de las prostitutas. Inge representa un tipo particular de mujer en la obra de Zapata: buena y de espíritu tan noble que el sexo no entra en su mente ni en su descripción física. Agne Brown, de Changó, el gran putas, es la representación máxima de la mujer involucrada en las luchas de la diáspora negra en el contexto de la obra de Zapata Olivella. Su creación está basada en la figura histórica de Ángela Davis. A diferencia Volumen 3-2-Litocamargo.p65 161 14/04/00, 11:31 162 YVONNE CAPTAIN de las líderes anteriores, Agne comprende bien la situación que afronta. Aunque es tímida y reacia a aceptar su liderazgo al comienzo, es capaz de alcanzar sus metas. Agne es muy ingenua sobre todo lo tiene que ver con el mundo cotidiano y en particular con las relaciones hombre-mujer. Evoca la personalidad de una niña preadolescente. Apenas hay una alusión a su sexualidad. Pero cuando, finalmente, revela un poco de esa parte íntima de su ser, Agne se convierte en la penúltima etapa de la evolución de la mujer en la trayectoria de Zapata. Así se debe leer el único pasaje erótico de Changó que es, a la par, representativo del juego verbal-temporal de esta obra específica: –¡Joe! ¡Joe! Se adelanta a recibirte en sus brazos y buscó tu boca. Sus suspiros mezclados a tus lágrimas. –Nunca imaginé que pudieras abandonarme... Se bebía tus besos, tus palabras. –¡No creí que te quisiera tanto! Te acomodó a su lado y te arrastra consigo como otra parte de su cuerpo. Anduvieron alejándose de la estación sin que adivinaran el rumbo. Te entregabas anonadada a ese estremecimiento que sacude tu raíz. –¡Me haces daño, Joe! Llegaron hasta la orilla del río. La represa contiene el flujo de la corriente. Caminaban en la oscuridad, descubren los pasos que juntos habían recorrido de niños. La humedad de la arena no alcanza a apagar el fuego de nuestros cuerpos. Deseabas que te continuara estrujando los senos y que su boca, esa boca ruda, sedienta, te succionara el aliento. Joe se puso a temblar. También es la primera vez que poseía una mujer [384]. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 162 14/04/00, 11:31 163 Hacia su habitación propia: la mujer en Manuel Zapata Olivella En una novela de más de quinientas páginas –que abarca siglos de presencia africana en las Américas– se dedica media página a la descripción sexual. Otros momentos en la novela mencionan el sexo pero, de acuerdo con las características generales de la narración erótica en Zapata, ésta se limita a una mera alusión. Así sucede cuando los recién esclavizados echan de menos a las mujeres separadas de ellos en el buque negrero. También el sexo está ligado a la explotación y al racismo practicados por los esclavistas que abusan de las mujeres negras. En tiempos más modernos lo condenable sexual se relaciona a la percepción que tienen muchos blancos de que toda mujer negra es una prostituta. Vale la pena anotar que el novio de Agne, aunque virgen, es el que domina. Sin embargo, el breve pasaje erótico marca un cambio bastante notable en la obra. Por pudoroso que sea, está claro que existe el gozo sexual. La media página representa un paso adelante en la liberación sexual de la mujer en Zapata Olivella. Aunque Agne no inicia las acciones amorosas, ya no está sin “deseos propios” (Paz, 40). Con Renata, en Hemingway, el cazador de la muerte, se presenta lo que parece un cambio radical en cuanto a la liberación sexual de la mujer. El sexo no es el tema central, sino un subtexto, en esta obra de onirismo lírico. Los temas centrales tienen que ver con la ecología y la lucha por la independencia de Kenia en la época del colonialismo. La sexualidad es importante en la caracterización de la única mujer retratada y en la de otros personajes. Si antes Zapata Olivella silenciaba el acto sexual, ahora lo pone de relieve con un erotismo sorprendente. En esta novela todos y todo “lo están haciendo” o al menos lo están pensando. Cada especie de la cadena de seres goza de la cópula, desde la minúscula libélula hasta el gigantesco elefante y, por supuesto, Volumen 3-2-Litocamargo.p65 163 14/04/00, 11:31 164 YVONNE CAPTAIN el ser humano. En este tipo de “jardín de las delicias” la excitación lograda por distintas vías, desde la coquetería de Renata con los animales hasta el voyeurismo, se describe repetidamente. Antes de Renata no se podría imaginar el siguiente pasaje pronunciado por una mujer buena, las buenas ni siquiera pensarían las palabras: “¿Y quién fue el primer mentiroso que dijo que nosotras éramos pasivas en el coito? Mamá elefante tiene un clítoris tan largo y activo que lo envidiarían muchos varones” (111). A diferencia de sus hermanas de ficción, Renata contempla sin pudor ninguno lo que es la sexualidad de todos los seres animados. Así se comprende su osadía y hasta su agresividad en cuanto al acto sexual: Agotado el rollo de película, Renata volvió hasta mí, que tendido, los pies descalzos, simulaba dormir. Sigilosamente introdujo su mano por mi pretina y con la calurosa araña de sus dedos electrizó los más escondidos poros. Entonces, segura de que no dormía, me hurgó con sus labios, sedienta de hiel y almíbar. Reaccioné con la inocencia del primigenio Adán, evocando mi primera experiencia sexual [64]. En medio de los tres varones, Renata se deleitaba con la piquiña en su seno: –¿Cuándo aparecieron las mamas en el pecho peludo de los machos? Ni siquiera tuvimos el valor de mirarnos los pectorales. Todos sabíamos que allí estaban nuestras tetillas esperando las caricias de la hembra para entrar en erección [114]. En contraste con otras mujeres creadas por Zapata, Renata muchas veces inicia el acto sexual y cuando quiere hacerlo, como Volumen 3-2-Litocamargo.p65 164 14/04/00, 11:31 165 Hacia su habitación propia: la mujer en Manuel Zapata Olivella revelan las escenas anteriormente citadas, ella hace y los hombres reaccionan. En este aspecto está lejos de las mujeres de clase media antes caracterizadas por Zapata y antes analizadas por Octavio Paz como mero “canal del apetito cósmico”. En estado de excitación todos los seres humanos espían a los animales como harían los más experimentados “voyeuristas”: “Entre los pliegues, sacó con la punta de los dedos una pareja de libélulas que copulaban ardorosamente” (110). Renata presta especial atención y fotografía el acto sexual de una pareja de elefantes (166-168). Su mirada intensa tergiversa la imagen tradicional de la figura femenina que es siempre espiada, comentada y receptora. Es ella la que más observa, analiza y actúa en la situación erótica. Hemingway, el cazador de la muerte, es un estudio sobre la sexualidad que revela la importancia de la mujer. A primera vista, estos pasajes no parecen de Zapata. Al estudiar el desarrollo de la mujer en su obra –desde callada santa o mala prostituta–, se comprende que la sexualidad abierta en Renata es un legado que recibe de sus hermanas de ficción. Sin las anteriores, Renata no sería posible. No importa que todo lo narrado ocurra en un espacio onírico y que sea, tal vez, sólo la fantasía de un viejo deseoso de todo el gozo sexual que leímos. Zapata Olivella, siempre fiel a la psicología de sus personajes, nos hace comprender cómo un viejo sueña a su mujer ideal: primero, que sea joven; segundo, libre de restricciones sexuales; y tercero, libre de restricciones raciales. Renata es una mezcla de madre eritrea y padre italiano y parece no pensar en términos raciales. La psicología explica también por qué Hemingway es capaz de llamar a Renata “puta” cuando él se siente herido en su masculinidad. El lector y los otros personajes no comparten esta opinión del narrador- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 165 14/04/00, 11:31 166 YVONNE CAPTAIN protagonista y perciben el complejo de inferioridad del viejo aunque haya sido llevado a cabo simbólicamente en el triángulo de las relaciones entre los elefantes. Renata sí simboliza el triunfo de la mujer en la trayectoria narrativa de Zapata Olivella. Llega a entenderse y a adueñarse de su mundo. La opinión del hombre que busca dominarla es menos importante que en otras novelas. Para lograr este avance en la caracterización femenina, Zapata Olivella volvió a su pasado de investigador antropológico. El sexo en su personaje femenino llega a ser un acto “libre de ataduras mojigatas” que se acepta como un acto “cotidiano y normal”. El epígrafe de Haste se concreta en esta novela de Zapata Olivella. Obras de referencia Captain, Yvonne. The Culture of Fiction in the Works of Manuel Zapata Olivella. Columbia, Missouri: University of Missouri Press, 1993. Gilbert, Sandra; Gubar, Susan. The Madwoman in the Attic. The Woman Writer and the Nineteenth Century Literary Imagination. New Haven y Londres: Yale University Press, 1984. Lewis, Marvin. “Manuel Zapata Olivella and the Art of Autobiography”. Memorias del IX Congreso de la Asociación de Colombianistas. Colombia en el contexto latinoamericano. Bogotá, julio 26 a 29 de 1995. Edición de Myriam Luque, Montserrat Ordóñez y Betty Osorio. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 1997, 279-291. Lorite Mena, José. El orden femenino. Origen de un simulacro cultural. Madrid: Anthropos, 1987. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 166 14/04/00, 11:31 167 Hacia su habitación propia: la mujer en Manuel Zapata Olivella Ortiz, Lucía. La novela colombiana hacia finales del siglo veinte. Una nueva aproximación a la historia. New York: Peter Lang, 1997. Paz, Octavio. “Máscaras mexicanas”. El laberinto de la soledad. México: Fondo de Cultura Económica, 1993. Rey, Mario. “Una mirada a la obra de Manuel Zapata Olivella”. La novela colombiana ante la crítica, 1975-1990. Compilación de Luz Mary Giraldo. Bogotá: CEJA, 1994, 115-133. Zapata Olivella, Manuel. Hemingway, el cazador de la muerte. Bogotá: Arango Editores, 1993. ———. Changó, el gran putas. Bogotá: Oveja Negra, 1983. ———. Tradición oral y conducta en Córdoba. Bogotá: Incora, 1972. ———. ¿Quién dio el fusil a Oswald? Bogotá: Editorial Revista Colombiana, 1967. ———. La calle 10. Bogotá: ProLibros, 1986. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 167 14/04/00, 11:31 Marvel Moreno, ¿modernista?1 HELENA ARAÚJO Université de Laussane Introducción La última vez que vi a Marvel Moreno nos hallábamos al borde del lago Leman, en un atardecer de verano. De pronto, no recuerdo por qué, surgió en la conversación un verso de Rubén Darío. Y verdad que el escenario se prestaba para citarlo: una terraza con parterres florecidos, mesas y sillas instaladas en medio de pérgolas, arcadas, farolillos y otras decoraciones finiseculares. ¿Cómo negarlo? Montreux, veraneadero de lujo en el novecientos, remite por su arquitectura manierista y ornamental a ambientes seguramente frecuentados por el autor de Azul. Marvel Moreno misma, con su melena lisa y una de esas túnicas que acentuaban su silueta ajaponesada, bien habría podido 1 Este artículo es una versión ampliada del texto “Incidencia del modernismo en la obra de Marvel Moreno”, publicado en La obra de Marvel Moreno, actas del Coloquio Internacional organizado por la Université de Toulouse-Le Mirail y la Università degli Studi di Bergamo y realizado en Toulouse del 3 al 5 de abril de 1997, con la edición de Jacques Gilard y Fabio Rodríguez Amaya (Vareggio, Lucca: Mauro Baroni Editore, 1997), 33-41. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 168 14/04/00, 11:31 169 Marvel Moreno, ¿modernista? servir de modelo a Aubrey Beardsley. “Juventud divino tesoro”, repetía... Hoy lamento no haberle preguntado si releía con frecuencia a los poetas modernistas. Nacida en Barranquilla (1939), Marvel Moreno falleció en París (1995). Dejó una obra narrativa que intenta la focalización estilizada de dos ámbitos: el del trópico provinciano, onírico, sensualista de su adolescencia y el del fascinador laberinto parisiense de su vida de mujer. Muchacha de sociedad, desviada de su rol convencional por una ferviente vocación de escritora, Moreno parece haberse formado –más que en los colegios barranquilleros– en la biblioteca de la casa familiar y sobre todo en el salón de visitas de su abuela. A la larga, de un diario típicamente caribeño, con escapadas a la playa, al cine, y a largas horas de radionovela, la rescatará el encuentro, luego el idilio, con ávidos catadores de vanguardias literarias. Una vez casada –¿cómo no?–, Marvel Moreno preferirá a su rutina de madre hacendosa, el de contertulia entre quienes saben hallar la magia en lo cotidiano y transformar los contextos en material novelable. Si ella y su marido parten de Colombia en 1939, es para vivir la experiencia iniciática del París de Hemingway y Fitzgerald, Asturias y Carpentier. ¿Qué escritor no soñaba, no sueña con ese peregrinaje? Más de diez años pasarán, empero, antes que su concienzuda, meticulosa labor de narradora, se cristalice en una primera colección de cuentos. En 1980, seis relatos, y lo que podría llamarse un long short story, llaman la atención por el título: Algo tan feo en la vida de una señora bien. La historia de una esposa burguesa que elige suicidarse como único acto de libertad, implica ya una desafiante protesta contra un orden opresivo. Cabe anotar, sin embargo, que si la victimización de esta costeña anodina, se suma a la de otras Volumen 3-2-Litocamargo.p65 169 14/04/00, 11:31 170 HELENA ARAÚJO tantas mayores o menores en aras de la religión o la descendencia, la osadía de algunas congéneres sirve de contra veneno. Sí, a la hipocresía ambiente se antepondrá la venganza de una mujer mutilada, el complot de dos jovencitas, la lúcida mirada de una vidente quien no sólo desenmascarará a las familias dueñas de la moral sino a sus jefes y padres, verdad. Megalómanos, venales, obsesionados por el poder, éstos llegarán a ser también racistas: verdad. Marvel Moreno aborda ya en este libro lo que podrá ser un análisis soslayado –pero no por eso menos impactante– del mestizaje como acondicionamiento de clase. De este modo, en relatos que denuncian arbitrariedades con respecto al supuesto “sexo débil”, asoma ya su gran obra de madurez. Conocidos sobre todo por que uno de ellos inspira la película Oriana a la cineasta venezolana Fina Torres (premiada en el Festival de Cannes de 1984), los cuentos de Marvel Moreno no suscitan el interés que merecerá su primer novela, En diciembre llegaban las brisas (1987), traducida a varios idiomas y ganadora del premio Grimzane Cavour. Esta elaborada crónica de usos, abusos y costumbres en la ciudad de Barranquilla, describe una sociedad que parece estancada en las márgenes del tiempo. Una sociedad en mutación, claro, pero también una sociedad que descarta cualquier evolución en el sector oprimido y a la vez revanchista de las mujeres. Al disimularse como narradora y prescindir de la primera persona, la protagonista se confiere un rol de testigo: más que su propia historia, vivirá y contará la de quienes se relacionan a las tres insignes antepasadas que fueron su abuela y sus dos tías. Sólo ejerciendo intrigas y tretas, lograrán superar el status de inferioridad al que las relegaba la sociedad patriarcal. No está por demás anotar que el desenvolvimiento de la novela es complejo: tres personajes femeninos del Volumen 3-2-Litocamargo.p65 170 14/04/00, 11:31 171 Marvel Moreno, ¿modernista? pasado han de subordinarse a tres personajes femeninos del presente al ser interpretados por una protagonista a su vez vinculada a personajes secundarios relacionados entre sí. De este modo, cada uno y cada una trae su historia, una historia rememorada, comentada, trasmitida gracias a un cruce de voces que convergen siempre en la protagonista. Ahora bien, en esta narración de mujeres, la presencia masculina fomenta una comunicación intertextual que agiliza el encadenamiento de episodios y la urgencia por develar misterios o resolver conflictos. Además, a lo largo del relato, los indicios y las secuencias narrativas concentran los significantes mujer/cuerpo en proyecciones de abuso y de violencia. Abuso, violencia, que la memoria no perdona. Cierto, la moral del disimulo no puede nada contra una escritura concentrada en la indagación de la verdad: siempre, como telón de fondo, los personajes masculinos se definen con respecto al dinero y el poder. ¿Cómo negarlo? Paralelo al compromiso feminista, hay en Marvel Moreno un compromiso político y social. Si la primera novela propone desenmascarar los vicios de la sociedad patriarcal en el microcosmos caribeño que es la ciudad de Barranquilla, su segundo libro de relatos, titulado El encuentro, busca traducir acciones de vida en modelos literarios, revelando una tendencia a visualizar el discurso y animar imágenes que introduzcan en lo real. En forma de diálogo, con un cruce de voces que convergen en el tiempo de la memoria y en el espacio legendario de viajes y travesías, cada historia revela en cada personaje una subjetividad vigilante. A lo largo del texto, mujeres de todas las edades que buscan en sí mismas y en el mundo indicios de autenticidad, inspiran narraciones que se prestan a modelos organizativos portadores de una frondosa intertextualidad. Tanto ellas como el único actuante masculino del libro (un Volumen 3-2-Litocamargo.p65 171 14/04/00, 11:31 172 HELENA ARAÚJO pintor atrapado por la celebridad y la gloria) se relacionan entre sí en relatos que subordina el poder de descripción al sistema del sentido. Ello permite al indicio preceder o prolongar las circunstancia en función de un misterioso desenlace. Sin embargo, en el marco de una cierta ética surgen equivalencias y contradicciones. Fatalmente, tan narcisista es la advenediza que abandona o engaña a su madre para poder ascender, como la coqueta que roba el pretendiente a su amiga para autoafirmarse. Tan afortunada la pintora que halla en el desliz amoroso incentiva para su arte, como la libertina que descubre su amante en la procesión religiosa donde pretendía enmendarse de su ninfomanía. La pasión de Mario y Marina, gemelos incestuosos, los lleva al sacrificio, mientras el masoquismo de Renata y Matilde resulta casi patológico. Sobra decir que en todas estas narraciones, el texto densamente metaforizado proyecta fantasmas de pecado, lujuria y perversidad. Además, al incorporar en las secuencias símbolos y máscaras alusivas la autora describe estados del vivir intersubjetivo que conceden a la sexualidad un carácter ritual. Tal vez por eso, a nivel del discurso, se impone el binomio cuerpo-naturaleza, remitiendo a un orden sensualista. ¿Dónde ubicar a Marvel moreno con respecto al boom, al postboom, a su propia generación? Si es cierto que su narrativa elude los tópicos del realismo mágico, también lo es que en su novela, sobre todo, hay aspectos garcíamarquianos que tal vez los contextos caribeños hacen inevitables. ¿Cómo ignorar las páginas, los capítulos en las cuales el discurso impone a lo imaginario el fingimiento de la naturalidad, incorporando la desmesura de lo insólito y lo fastuoso? ¿Cómo obviar crudezas, enumeraciones, salidas reconocibles? Más que esta influencia, sin embargo, prima en Marvel Moreno el legado directamente faulkneriano, y Volumen 3-2-Litocamargo.p65 172 14/04/00, 11:31 173 Marvel Moreno, ¿modernista? ante todo, el de maestros franceses decimonónicos como Balzac o Flaubert. Ya lo dijimos en otro texto: Marvel Moreno escribe a mano, y sus largas frases cadenciosas recuerdan los diarios y las cartas del siglo pasado. Si hay oralidad en su novela, es una oralidad teñida de proverbios y evocaciones que excluye, pese al realismo de ciertas escenas, el discurso abrupto y fragmentado de la contemporaneidad. Copiosa, detallada, avara en diálogos, la narración compensa un implícito rechazo al presente con una suntuosidad y una exuberancia descriptivas [Araújo, 157]. En uno de los numerosos textos que dedica a Marvel Moreno, Jacques Gilard la compara con acierto a la puertorriqueña Rosario Ferré, cuando alude al origen y a la temática caribeñas. Sin embargo, con respecto a escritoras colombianas, si se evoca por ejemplo a Albalucía Ángel o a Fanny Buitrago, se la hallará ajena a las experimentaciones formales de aquélla y al realismo testimonial de ésta. En los últimos relatos, sobre todo, ese arte suyo de urdir historias intimistas o insólitas, en un contexto de agudas tensiones sociales, adquiere cuño propio y original. Inhibidas o audaces, sus protagonistas hallan una identidad genérica transitando de un caribe tedioso –a veces tórrido– a una Europa abrumada de nostalgias finiseculares, a una Europa –¿por qué no?– modernista. El movimiento inspirado de estas mujeres En su libro The dissonant legacy of Modernismo, Gwen Kirkpatrick afirma: Volumen 3-2-Litocamargo.p65 173 14/04/00, 11:31 174 HELENA ARAÚJO Modernismo’s enclosed scenes and clichés that turn back on themselves exalting their stereotypical nature, may represent a freezing of motion but with another purpouse that stasis or regression [Las escenas encerradas del modernismo y los clisés que se vuelven sobre sí mismos, exaltando su naturaleza estereotipada pueden representar una parálisis del movimiento, pero con un propósito diferente al del estatismo o la represión]. Y la misma autora agrega más adelante: Their stillnes contains a slight wayward movement or distracting gesture that destabilizes the entire backdrop [19-11: su estatismo contiene un leve movimiento o gesto que distrae, que desestabiliza todo el panorama]. Tal desestabilización, operada en cadenciosas e intrincadas descripciones, abre en ciertos capítulos de Marvel Moreno una senda hacia lo insólito. Al elaborar en sucesivas secuencias la metaforización de los contextos, ella parece buscar sonoridades afines al mundo interiorizado de la consciencia; a partir de allí logra fundir fondo y forma en una semántica que solicita la repetición de motivos y alusiones. La definición del art nouveau como “lo felino, lo lascivo, lo emoliente, lo flamígero” (Yurkiévich, 23), podría aplicarse aquí a una semiótica inspirada en la estilización. A lo largo del texto, jardines misteriosos y aposentos profusamente decorados, serán escenarios de coloquios y ceremonias donde ciertas mujeres adquieren un aura sapiencial. En el discurso, una connotación veladamente decadentista logra suscitar elementos de intertextualidad que ilustran con sigilo personajes y situaciones. Así, una de las protagonistas de los relatos Volumen 3-2-Litocamargo.p65 174 14/04/00, 11:31 175 Marvel Moreno, ¿modernista? de Moreno vive en una quinta frente al mar, con aposentos donde hay armarios llenos de vestimentas lujosas y escaparates con estuches y gavetas y casillas invisibles que se abren “presionando botones ocultos entre arabescos” (“Oriane, tía Oriane”, en Algo tan feo en la vida de una señora bien, 20). En su novela publicada, hay una casa donde “la luz es penumbra, y en cada cuarto, en cada pieza, brillan objetos fascinantes traídos de muy lejos, envueltos en el perfume de esencias de rosa, jazmín o sándalo” (En diciembre llegaban las brisas, 190). Y otro personaje femenino, ausente de la ciudad durante varios años, ha dejado [...] una casa señorial aún en su desolación, con el pórtico de altas columnas ya casi en ruinas y los tilos del jardín indiferentes al discurrir del tiempo y como transfigurados por aquella luz de plata que sus hojas filtran. Y en ese jardín fantasmagórico se halla “una cabeza de mármol con la efigie de una niña de mirada grave y cabellos sueltos” (100) parecida al personaje a la vez perverso y sufriente, heroico y cómplice, de Catalina, imagen de la femme fatale codificada en épocas modernistas, pero actualizada y puesta al día por Moreno en escenas de impresionante plasticidad2. La obra que dedica Beatriz Sarlo a las narraciones argentinas de circulación periódica a principios del siglo XX identifica “una fuerte contaminación modernista” en textos en los cuales, 2 En este texto nos referiremos a En diciembre llegaban las brisas como la primera novela de Marvel Moreno, aunque no nombremos la segunda, inédita hasta la fecha. En cuanto a sus relatos, los subordinaremos al título del libro en que fueron publicados, suministrando los detalles de cada edición en la bibliografía. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 175 14/04/00, 11:31 176 HELENA ARAÚJO “reinas o cautivas, las mujeres están siempre en el centro del imperio de los sentimientos”. Debatiéndose en un escenario de pasiones malsanas, seguidas por un discurso “cuya resonancia estética se origina precisamente en su excepcionalidad” (13 y 88), las protagonistas representan la degradación, el incesto, el suicidio, el crimen, allí donde también los hombres se saben amenazados por la caída o la condena y juzgados por la moral. Ahora bien, si es cierto que la narrativa de Marvel Moreno abarca “las mediaciones del imaginario de la novela rosa” y “los códigos simbólicos del folletín” (González Keelan, 7), también es cierto que sabe superar unas y otros al contraponer a los malabares del destino una voz lúcida y crítica. Además, al referirse a indicios neuróticos en conflictos y dilemas, sondea y analiza el inconsciente de sus personajes, diagnosticando en cada encrucijada los desequilibrios de una sociedad opresiva. Sin remedio, las peripecias y variaciones “giran siempre alrededor de un mismo tema: el deseo, siempre reprimido” (González Keelan, 8). ¿Será posible que estas opulentas mujeres rodeadas de galgos blancos o de gatos birmanos, transitando de jardines misteriosos a interiores laberínticos, prefieran a las inhibiciones de su época la emancipación de los prejuicios religiosos y la reivindicación de una sexualidad libre? Tal parece la consigna en todos los capítulos de las novelas de Marvel Moreno y en todas las páginas de sus relatos. Por eso, cabe aclarar: más que mujeres modernistas son mujeres modernas. El modernismo produjo una feminidad acuñada en clisés de lo decadente o de lo precioso. Si Ru-bén Darío y sus colegas postularon el gozo erótico para contrarrestar las amenazas de la sociedad industrial, su culto a la doncella virginal o a la hembra endemoniada fue una proyección de sus fantasmas y obsesiones. Fernando Alegría asevera: Volumen 3-2-Litocamargo.p65 176 14/04/00, 11:31 177 Marvel Moreno, ¿modernista? La tragicomedia de una escuela literaria como el modernismo es que, mientras se arreboza con los signos más obvios de una cultura clásica y acepta arrobada su papel de subproducto del lujo en una sociedad de capitalismo subdesarrollado, junto a ella, encima y debajo, se precipita la decadencia del positivismo, se estratifica la economía colonial y de dependencia imperialista, se conmociona la estructura entera de una sociedad que no puede parchar ya sus contradicciones [64]. El texto al que aludimos, publicado hace quince años, denunciaba con coraje que los nombres de Delmira Agustini, Alfonsina Storni, Juana de Ibarbourou y Gabriela Mistral, entre otros, quedaban excluidos de las antologías. Ninguna mujer estaría, aparentemente, a la altura de sus congéneres y coetáneos. No obstante, ellas, las excluidas, eran quienes de verdad se atrevían a desenmascarar las farsas de la moral de su época, emancipándose y asumiendo “un discurso creativo que confiere a la palabra el valor y el significado de la acción” (64). Calificadas de excéntricas por las gentes de bien, señaladas, criticadas, ridiculizadas, lograrían, sin embargo, vincularse mejor que los poetas “a los cambios de la convulsa sociedad latinoamericana de principios de siglo” (66 y 68). Indudablemente, es el movimiento inspirado de estas mujeres, su brusca sinceridad, lo que heredan luego escritoras como Marvel Moreno. Y si es cierto que en su narrativa la filigrana del detalle y el pathos de las situaciones remiten a un estilo finisecular, la alternancia de un lenguaje directo, esgrimido en función de enfoques existenciales, lo proyecta en la contemporaneidad. Cuando Gabriela Mistral dice que tiene la poesía hundida en su carne, cuando Delmira Agustini recrea la leyenda lujuriosa Volumen 3-2-Litocamargo.p65 177 14/04/00, 11:31 178 HELENA ARAÚJO del cisne; cuando Alfonsina Storni se refiere al mar como metáfora del deseo, la lírica femenina abarca signos de una identidad somática y biológica. El cuerpo, ese cuerpo fragmentado y condenado a ser alternativamente adorado o aborrecido, bendito o maldito, halla por fin en esta lírica su configuración libertaria. Al referirse a éste en Carne inmortal, Juana de Ibarborou describe una feminidad que define la muerte como inmersión gozosa en la naturaleza mediante un proceso regenerador telúrico. “Bajo la tierra he de volverme”, dice, “abono de raíces, savia que subirá por tallos frescos, árbol alto que acaso centuplique mi mermada estatura” (Conde, 145). Años más tarde, María Luisa Bombal, al aportar a estas ceremonias panteístas elementos fantásticos, narrará otro peregrinaje subterráneo en su travesía hacia las profundidades de la vida germinal. Ana María se llama esa mujer que habla desde el más allá. Y Marvel Moreno llama Ana María a la protagonista errante y taumatúrgica de uno de sus mejores relatos. Irrumpiendo desde oscuros abismos, esta sombra que regresa al mundo de los vivos para describir lo absurdo de un ciclo sin propósito, ha de recorrer distancias infinitas, atravesar la luz, las aguas, la vegetación frondosa de lo que fuera su país, hasta dar con la ciudad de miserias y la morada de tristezas donde solía soportar sus rutinas de muerta en vida. Dominada por un marido tan ególatra como el de la protagonista bombaliana y una hija aún más calculadora, no hallará sosiego sino en la evocación de su nieta, tercera en la dinastía de las desesperanzadas. Y si el viaje de la amortajada bombaliana termina en las entrañas de la tierra al encontrar los orígenes, el de esta sombra errabunda habrá de prolongarse en la cadenciosa voz de una memoria que se recrea. De manera indudable, tanto para la una como para la otra, Volumen 3-2-Litocamargo.p65 178 14/04/00, 11:31 179 Marvel Moreno, ¿modernista? [...] la esencia de lo femenino, como una prolongación de los elementos primordiales del cosmos, logra reincorporarse después de la muerte a una armonía antes quebrantada en la vida por el orden burgués [Guerra, 105]. Una y múltiple, la voz de la protagonista crea una polifonía en que se expresan mujeres de varias generaciones. Y aunque se refiera a hechos concretos, abarca el ámbito de lo simbólico y logra aludir a lo oculto. De un lirismo dosificado, este discurso afín a las ondulaciones de las aguas ilustra la famosa sentencia de Bakhtin sobre el mar del lenguaje. Una jouissance que no se puede conocer... Que el discurso modernista incluye elementos persuasivos, compulsorios o perversos en ciertos textos eróticos, ha sido señalado con frecuencia por críticos y comentaristas (Rivera Rodas, 133-134). Con respecto a Marvel Moreno se podría decir que las huellas románticas, folletinescas y decadentistas de este género, tienden a transformarse a lo largo de sus narraciones en versiones de cierta originalidad; por ejemplo, al estereotipo de la femme fatale, tan fácilmente reconocible, Moreno suele imponer una contraparte masculina que traslada los trópicos o al clima ardiente de las islas y suscita una lubricidad igualmente fatídica. Si en su novela barranquillera la hermosa Catalina sólo puede experimentar placer en brazos de un indio arhuaco, en sus relatos las protagonistas también suelen dejarse seducir por personajes nativos de tierras lejanas. Es pertinente agregar que en las páginas consagradas a los amores de Catalina con ese vástago de una etnia rebelde, gue- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 179 14/04/00, 11:31 180 HELENA ARAÚJO rrera y semisalvaje, se halla el mismo lenguaje exuberante y el mismo exaltado lirismo al conmemorar paisajes selváticos o llaneros que también hallamos en las obras de autores del pasado, como José Eustasio Rivera y Horacio Quiroga. Es cierto que la temática del viaje y la descripción de una naturaleza embrujadora o violenta configuran un tópico de exotismo que Moreno obvia con habilidad al concentrarse en las inhibiciones de protagonistas desesperadamente atraídas, pero finalmente salvadas por los mismos varones que debían deshonrarlas o lanzarlas a la perdición. De ese modo, mientras en la tradición romántica, decadentista y modernista, la femme fatale suele ser maldita, su congénere del llamado sexo fuerte puede tener en cambio un papel benéfico, casi redentor. Por lo demás, estos episodios recuerdan lo que ha definido Anette Kolodny como “percepción reflexiva”, es decir, lo que sucede cuando “un personaje se descubre a sí mismo en situaciones que no llega a comprender del todo” (citado en Moi, 81). Ahora bien, en Marvel Moreno, esa alternación del orden retórico con una metonimia de sorpresiva espontaneidad se da sobre todo en narraciones que conciernen el encuentro amoroso. Es entonces que los procesos de la seducción manifiestan, como en muchos textos modernistas, “el paralelismo semántico entre la atracción y el rechazo” (Rivera Rodas, 134). Tres relatos se erigen como paradigma de esta temática, dando lugar a un dialogismo que polariza las tensiones en torno al deseo y el temor, la incitación y la repulsa. Tanto María, la adolescente infatuada por su tío legendario (en Oriane, tía Oriane), como Adelaida, la artista encandilada por el forastero de las islas (en Sortilegios), como Isabel, la universitaria hechizada por el mago de la manigua (en Barlovento), viven etapas de duda y Volumen 3-2-Litocamargo.p65 180 14/04/00, 11:31 181 Marvel Moreno, ¿modernista? de turbación antes de lo que podría llamarse una experiencia iniciática3. En los tres relatos, una naturaleza exaltada, que refleja el vivir instintivo, ambienta textos que la semiótica pasional adensa en síntomas de compulsión o de incitación. Como predestinados, los hombres que han de revelar a los protagonistas su hasta entonces reprimida capacidad de gozo erótico, surgen de un horizonte misterioso, demiúrgico. En el primero, el amante incestuoso (¿fantasma fantasmático?) penetra en la alcoba y en el lecho de la durmiente para oficiar el consabido ritual, dejando al marcharse la misma “inquietante extrañeza” (Didian, Freud), que el seductor del segundo, aficionado a una pintora también huésped en una vieja quinta vecina a playas esta vez no caribeñas sino mallorquíes. Más distante del litoral y más afín a los hechizos selváticos, el protagonista del tercer relato desciende de una tribu de origen africano reducida a la esclavitud en Venezuela. Al seducir a la hermosa terrateniente durante una ceremonia de visos esotéricos, este brujo sabihondo y encantador le divulgará los secretos de su ancestro. No está por demás anotar, para concluir, que en estas narraciones el tratamiento del tópico de la sacralización del eros evoca de nuevo, por su semántica pulsional y exaltada, a autores de la generación de Horacio Quiroga y José Eustasio Rivera. Como en ellos, “the human drama and the environment are inseparable” (Franco, 217: el drama humano y el ambiente son inseparables). Por otro lado, si debemos admitir que la temática de los amores prohibidos proviene del romanti- 3 El primero está incluido en Algo tan feo en la vida de una señora bien (Bogotá: Editorial Pluma, 1980) y los otros dos en El encuentro (Bogotá: El Áncora Editores, 1982). Volumen 3-2-Litocamargo.p65 181 14/04/00, 11:31 182 HELENA ARAÚJO cismo y se prolonga en vetas folletinescas más allá del novecientos, recordaremos una vez más que la femme fatale acuñada por los modernistas corresponde aquí a una contraparte viril igualmente poderosa, con la diferencia de que el apareamiento no conduce a la caída, sino a la salvación. En efecto, tanto la primera, como la segunda, como la tercera protagonista de estos relatos llegan a la plenitud de sí mismas en su realización erótica gracias al efímero pero redentor abrazo de amantes venidos de lejos, embargados de misterio y de magia. Así, el primer oficiante tiene “una cara de algún modo remota”, el segundo pertenece a un clan de “hombres de la montaña” y el tercero es un mandinga de ascendencia africana. Si a esta lista añadimos el amante indígena arhuaco de Catalina, la protagonista de En diciembre llegaban las brisas, hay que afirmar con Ludmila Damjanova que, respecto a la liberación sexual femenina, “el modelo de la civilización patriarcal y sus normas son tan difíciles de superar que resulta más convincente y verosímil recurrir a otras razas y religiones” (98). Pero, más allá de consideraciones raciales o religiosas, cabe preguntar: ¿acaso Marvel Moreno no denuncia, no ha denunciado, no denunciará siempre una sociedad que mantiene a la mujer en un estado de sumisión al negarle el conocimiento y el disfrute de su propia sexualidad? Su discurso, que llega a tener matices lacanianos, implica una [...] joissance que no se puede conocer y en consecuencia por pertenecer a lo no conocido debe permanecer como margen y exceso, sin ninguna posibilidad de ser legitimizada [Guerra, 123]. En su denso y erudito ensayo sobre el modernismo, Rafael Gutiérrez Girardot dedica un capítulo a los itinerarios del artis- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 182 14/04/00, 11:31 183 Marvel Moreno, ¿modernista? ta, como personaje que zarpa del modelo goethiano y que conoce una etapa romántica antes de extraviarse, hacia el siglo XIX, en los vericuetos de un decadentismo importado y nacionalizado por españoles como Juan Valera o latinoamericanos como José Asunción Silva. ¿Quién si no el refinado Huysmans podría inspirarlos, con su dandysmo de sibarita parisiense y sus intérieurs de “esplendor, belleza y voluptousidad”?4 Deslumbrada como cualquier visitante de esa época, Lina, la hablante-testigo de En diciembre llegaban las brisas, oscila entre el pasmo y la fascinación al entrar en un salón de la mansión de su tía Irene donde [...] las baldosas del piso formaban un abigarrado mosaico de figuras geométricas pintadas en oro, azul y ocre; y los mismos colores y motivos se repetían en el cielo-raso [sic], espesa vidriera cuyos cristales tamizaban los rayos del sol convirtiéndolos en una luz inmóvil y dorada que varios espejos reflejaban al infinito [190]. Desarraigada desde siempre en Barranquilla, esta gran dama de la música, cuya casa parecía construida y decorada por Gaudí, solía oponer, a los cautos racionamientos de su sobrina, invitaciones al ensueño y la fantasía. Personaje de textura irreal –a lo Moreau o Rossetti–, tía Irene posee dos características que definen a la sociedad burguesa desde el modernismo: “la negación del presente y la evasión a otros mundos” (Gutiérrez Girardot, 56). Sobra decir que ante esta pianista misteriosa –quien pasa su vida componiendo una misma sonata–, las congéneres de otros 4 La conocida cita es del poema Invitación al viaje (1868), de Charles Baudelaire, y el dandy sibarita es J. K. Huysmans, autor de la famosa novela A Rebours (1884). Volumen 3-2-Litocamargo.p65 183 14/04/00, 11:31 184 HELENA ARAÚJO relatos de Moreno pierden brillo. ¿Cómo evitar que la solitaria pintora de Sortilegios o la artista virtuosa de El violín parezcan apenas convencionales a su lado? Los intentos de la una por hallar la inspiración y de la otra por coronar con éxito una carrera iniciada en el conservatorio, apenas se ajustan al proyecto de autoafirmación que las convertirá en mujeres realizadas. Cabe agregar, no obstante, que la ambición y el arribismo de un personaje como Esteban Henríquez, en el cuento titulado El perrito, ponen de nuevo la figura del artista en un primer plano (El encuentro y otros relatos, 98-114). Hastiado de pompas y vanaglorias, ese pintor en decadencia tratará por todos los medios de recobrar el ímpetu y la fuerza que solían caracterizar a sus primeros cuadros. En vano: ni los triunfos del marketing artístico, ni las conquistas femeninas, ni los viajes, podrán evitar que su vida se convierta en una sucesión de actos gratuitos, teñidos de vacuidad. Sin embargo, al protagonizar la paradoja baudelariana de colmar a un público al cual desprecia, este personaje desadaptado, como tantos otros artistas burgueses, guardará de manera simultánea “el deseo íntimo de ser tenido en cuenta y la desilusión de ese deseo” (Gutiérrez Girardot, 59). Las huellas del viejo Sur Que el modernismo floreció en Estados Unidos sobre todo en ciudades y regiones sudistas constituye una hipótesis que gana verosimilitud en la medida en que el ambiente de vastas plantaciones, terratenientes feudales, mansiones señoriales y servidumbre negra o mestiza, se asemeja al de ciertas regiones latinoamericanas o caribeñas. Si, como dijo alguna vez Neruda, nuestro siglo XX fue decimonónico por largo tiempo, podemos Volumen 3-2-Litocamargo.p65 184 14/04/00, 11:31 185 Marvel Moreno, ¿modernista? afirmar además que nuestra narrativa –de un costumbrismo, un regionalismo y un criollismo recalcitrantes– demoró bastante en salir de la provincia. En cuanto atañe a la producción literaria de mujeres, no se puede negar que María Luisa Bombal, Teresa de la Parra, Marta Brunet y otras pioneras de los años treinta y cuarenta describieron ciudades adormiladas, demasiado vecinas a haciendas, estancias y fundos, demasiado acaparadas por élites de “una aristocracia en proceso de empobrecimiento o una burguesía enriquecida”, para no ser “estáticas” (Gutiérrez Girardot, 49). ¿Cómo no ha de resultar factible entonces que la Barranquilla de posguerra se parezca a la Santiago de Chile o a la Caracas del primer cuarto de siglo o, aún más, a la New Orleans decimonónica? Esta última, sobre todo, se presta a la comparación... Imposible no señalar el azar de una topografía, de una etnia y hasta de un clima semejantes. Situada a orillas del golfo de México y del caudaloso Mississipi, habitada por una rancia oligarquía criolla, una burguesía advenediza y una población negra segregada y explotada, New Orleans podría ser la réplica sudista de una ciudad colombiana ubicada “junto al río, muy cerca del mar” (En diciembre llegaban las brisas, 283). Esta novela que acabamos de evocar permite a Marvel Moreno describir la diferencia entre su propia generación de adolescentes costeñas ingenuas y frívolas y la de las abuelas, más sufrida y más sabia. Ahora bien, réplicas de éstas, en el viejo Sur, podrían ser las protagonistas de las obras de ciertas autoras estadounidenses decimonónicas, entre ellas Kate Chopin. Definitivamente, mostrar convergencias entre Marvel Moreno y Kate Chopin resulta tentador, aunque las separe casi un siglo de diferencia. Tan azotadas por el machismo y tan oprimidas por su condición genética como los personajes femeninos de la autora Volumen 3-2-Litocamargo.p65 185 14/04/00, 11:31 186 HELENA ARAÚJO colombiana, las mujeres de Kate Chopin sobreviven soportando frustraciones y arbitrariedades. Nacida en 1851, Kate Chopin se casa a los veinte años con un hacendado de Louisiana, pasa largas temporadas en New Orleans y, luego de tener varios hijos y de enviudar, se dedica a escribir. Aunque sus relatos tienen gran éxito y son publicados por revistas prestigiosas, ninguno alcanza la calidad de su novela El despertar, proscrita desde la primera edición, en 1899, por considerarse indecente. ¿Quién lo hubiera creído? ¡La historia de una joven señora que abandona marido e hijos para dedicarse a la pintura y que luego de un romance banal termina suicidándose suscitó un escándalo a nivel nacional! Criticada, calumniada, excluida de círculos sociales y literarios estadounidenses, Kate Chopin se afectó tanto que no volvió a publicar nada y falleció pocos años después, sin el reconocimiento ni la satisfacción merecidas. Su biografía, que podría haber inspirado un relato de Marvel Moreno, resulta tan dramática como la de la protagonista de su novela, que también parece barranquillera. ¡Cuán semejantes a los costeños, por su capacidad de aliar la gallardía con la ostentación y la arrogancia con el despotismo, resultan los caballeros de New Orleans! ¡Y cuán asustadizas, vanidosas, convencionales (y barranquilleras) resultan sus cónyuges! En la mansión de la ciudad o en la quinta playera, unos y otras actúan como representantes de la “gente bien” criolla o caribeña. Sobra decir que esta “gente bien”, dueña de la verdad y de la moral, se encarga de reprimir cualquier brote de rebeldía, sobre todo si es femenina... Sucede, por ejemplo, que esas damiselas de New Orleans, como las de Barranquilla, pasan largas temporadas en la playa, prefiriendo a la ciudad (donde los varones hacen dinero y política), los veraneaderos del litoral, con un ambiente menos rigu- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 186 14/04/00, 11:31 187 Marvel Moreno, ¿modernista? roso. Sin embargo, es allí donde prolifera la maledicencia y se censura y se critica cualquier amistad, cualquier coqueteo que rebase las normas del buen gusto. Sin embargo, los ocasos marinos incitan a la tentación... ¿Acaso no es cuando nada al atardecer que una protagonista de Chopin se descubre enamorada? ¿Y no es al borde del mar que otra –en la novela barranquillera de Moreno– tiene su primera experiencia erótica? Sin embargo, ese escenario estival, tópico de idilios sentimentales o lúbricos, precipita enseguida desenlaces dramáticos. Si Chopin deja ahogar a su personaje en una noche de desesperación, Moreno sacrifica al suyo en un truculento accidente en el cual también fallecen sus hijos. Increíble, pero cierto: con un siglo de diferencia, la misma indefensión enfermiza y el mismo implacable moralismo arrastran a estas dos protagonistas a la autodestrucción. ¿Cómo dudarlo? La sociedad patriarcal las ha erigido en paradigmas tanto de la transgresión como del castigo... y cabe agregar, para concluir, que esta zona de intertextualidad, al abarcar aspectos de ambas novelas, no sólo halla confluencias en la denuncia de esos insustituibles aliados de padres, maridos y hermanos que solían ser los médicos y psiquiatras. Así, a los casos espeluznantes que cita Marvel Moreno sobre facultativos dados a amenazar, confinar y recluir a jóvenes señoras, se añaden los que mencionan Kate Chopin y otras autoras estadounidenses de su época sobre los abusos que solían cometerse en su país para “curar” a madres y esposas reacias a aceptar su papel convencional (Meyer Spacks, 267-285; Chesler, 53-54). Con respecto al machismo y a la compulsión de dominar, someter y humillar por parte de amos y señores de plantaciones y haciendas, no está de más recalcar que la narrativa de ambas autoras no sólo coincide en cuanto a las circunstancias, sino en Volumen 3-2-Litocamargo.p65 187 14/04/00, 11:31 188 HELENA ARAÚJO cuanto a la disimulada y amordazada rebeldía de las mujeres. Coincidencialmente, sus tretas y escaramuzas se notan de manera particular en textos breves, más aptos para una semiótica de la insubordinación. ¿No parece acaso de Marvel Moreno el relato de la gratísima sorpresa de una señora cuando se entera de que su cónyuge ha perecido en un accidente? Al resultar falsa la noticia y regresar éste intempestivamente al hogar, es ella quien sufre una muerte repentina. ¿Y qué tal la narración sobre el plantador sudista que repudia a su mujer y a su recién nacido al enterarse por acaso de que por sus venas corre sangre de esclavos? Su chasco al saber casualmente que él mismo tiene antepasados de color se constituye en otro desenlace en el cual Kate Chopin agrega a su fina ironía una perplejidad que también desarmará al lector de ciertos epílogos en la obra de Marvel Moreno. Sólo que ésta, un siglo más tarde, se atreve a programar la venganza: así llegan al crimen la muchacha que ve a su padre maltratar a una muchacha de raza negra, hasta desahuciarla, y la señora a quien su esposo mantiene prisionera en la casa, luego de mandar a un médico cómplice a operarla y mutilarla. Y ya es hora de preguntar: ¿leería Marvel Moreno a Kate Chopin? Probablemente no. Aunque su obra fuera comentada a principios de siglo por una figura tan importante como Willa Cather y Edmond Wilson la elogiara después en su libro sobre escritoras y escritores de la guerra de Secesión, el escándalo a raíz de la publicación de El despertar no bastó para que, una vez fallecida la autora, su nombre no se opacara en cuanto surgiera la moda del best-seller sudista, con novelistas como Ellen Glasgow y, sobre todo, Margaret Mitchell. Poco leída en Estados Unidos –hasta que las feministas la rescataron del olvido a partir de los años sesenta– Kate Chopin tampoco se dio a conocer bastante Volumen 3-2-Litocamargo.p65 188 14/04/00, 11:31 189 Marvel Moreno, ¿modernista? en Europa y Latinoamérica. Resulta improbable, por lo tanto, que Marvel Moreno la leyera. Quizás los elementos de intertextualidad en la narrativa de ambas podrían deberse a la coincidencia de una niñez y una educación en ambientes similares. No está de más recordar que vivieron en ciudades portuarias a la vez fluviales y marítimas, vecinas a playas de gran belleza natural y rodeadas de haciendas, plantaciones y cultivos. Tal vez por este último factor una y otra tienden a estructurar ficciones según ciertas formas de narración oral, dosificando el “color local” en las descripciones, pero codificando siempre una semántica del enclaustramiento y la subordinación femeninas. Tendientes a la novela de formación o aprendizaje, tanto Chopin como Moreno ejercen una estrategia narrativa que implica la inserción de lo no dicho, lo camuflado y lo oculto. Cuando Paula A. Treichler asevera que Chopin lidia la complejidad del mundo emocional de protagonistas enfrentadas a fuerzas adversas y procura que una contraparte textual de esta complejidad implique [...] the ongoing syntactic interplay, between active and passive voice, which paralles and not infrequently undermines, the overt narrative [239: la progresiva reciprocidad sintáctica entre la voz activa y pasiva que imita y con frecuencia menoscaba la narración abierta], parece anticipar lo que sobre Marvel Moreno dirá Carmen Lucía Garavito al comentar que, mientras su texto expone abiertamente lo sucedido, el subtexto “trasciende el plano de las apariencias y revela el sustrato ideológico” (411). Mundo emocional, fuerzas adversas, ideologías subyacentes: al pisar un terreno que linda con la frustración sexual y el bova- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 189 14/04/00, 11:31 190 HELENA ARAÚJO rismo, ambas autoras coinciden en la focalización del matrimonio como institución que limita, frustra, asfixia. La línea divisoria la traza el tiempo: del siglo de las abuelas al de las nietas, un intermedio de luchas y conquistas enfrenta el subjetivismo enfermizo y la evasión onírica decimonónica a la avidez pragmática contemporánea. Si la protagonista de Chopin renuncia a la vida por no hallar un diálogo con el mundo, la protagonista de Moreno toma igual decisión pero con osadía y rabia: para ella el suicidio implica no una capitulación, sí una venganza. Las mujeres de Moreno se defienden “matando, poseyendo, anestesiándose y obteniendo placeres tan parciales y dudosos que sólo denuncian su real ineficacia” (Ordóñez, 197), una ineficacia que, por lo demás, parecen haber superado las abuelas en la novela de la autora barranquillera sin renunciar a su realización personal. Paradójicamente, a la pasividad y a la introversión de sus congéneres sudistas, ellas oponen su devoción por los libros y las causas sagradas y su fascinación por el misterio. Para terminar este bosquejo de las autoras, cabe decir que, más allá de su feminismo visceral y ciertos elementos temáticos y semánticos, cada una ejerce en un mundo propio. No se puede negar, por ejemplo, que la obra de Marvel Moreno es más densa, más compleja, que la de su antecesora sudista, y más voluminosa. Además, abarca elementos fantásticos, indagaciones en la cultura local y extrapolaciones socio-políticas que le son exclusivas. Circunscrita a las plantaciones de Louisiana y las mansiones de New Orleans, Chopin se allegaría, por lo idílico de sus descripciones, a la corriente de su siglo si la opulencia de sus escenarios y el lujo de sus interiores no la incorporaran al modernismo. Mejor documentada, más minuciosa, Moreno se proyecta –pese a cierto tradicionalismo– en la contemporaneidad. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 190 14/04/00, 11:31 191 Marvel Moreno, ¿modernista? En un libro publicado en 1989, George Steiner se refiere a la “verdadera presencia” del linaje literario en el proceso hermenéutico que los grandes narradores asumen de relato en relato y de novela en novela a través de las generaciones. Ahora bien, si esa hipótesis se aplicara al sur estadounidense, cabría decir que Faulkner no habría surgido sin el ancestro de gente como Poe o Mark Twain y que las llamadas autoras faulknerianas no lo habrían hecho sin el ancestro de gente como Kate Chopin. En efecto, el rigor, la contención y el despojamiento de Kate Chopin tuvieron que actuar como contraveneno para quienes pretendían conmemorar el viejo Sur, no ya el de las plantaciones y los amos esclavistas, sino el Sur al que una industrialización incipiente precipitó en las rapiñas del capitalismo salvaje y las renovadas violencias del racismo. Así, autoras como Carson McCullers, Eudora Welty, Katherine Anne Porter y, más tarde, Flannery O’Connor, fueron fieles a la tradición faulkneriana de “enfermedad, muerte, derrota, mutilación, idiotez y lujuria”, pero codificaron su mundo interior y sus propias obsesiones en un discurso que no rechazaba lo mágico y lo sensible aunque se mantuviera en la tradición del estilo gótico (Fiedler, 450-451). Alternancias de perversión y de candor Que el grupo de Barranquilla5, constituido por gente como Alfonso Fuenmayor, Álvaro Cepeda y Gabriel García Márquez, 5 Junto al catalán Ramón Vinyes (1882-1952) y a los barranquilleros José Félix Fuenmayor (1885-1966) y Germán Vargas (1919-1992), quienes publicaron desde los años cuarenta. En el célebre grupo estaban asimismo Alfonso Fuenmayor (19171994), Álvaro Cepeda Samudio (1926-1972), Alejandro Obregón (1920-1993) y Volumen 3-2-Litocamargo.p65 191 14/04/00, 11:31 192 HELENA ARAÚJO solía inspirarse en autores de la vanguardia norteameri-cana, ha sido comentado en más de un texto crítico. Tal vez por influencia de estos escritores, Marvel Moreno leyó a Faulkner y también a Carson McCullers (Gilard, 5). Es evidente: en uno y en otra la huella modernista remite al Sur fantasmagórico y suntuoso de Poe, se fragmenta en el Mississipi aventurero de Twain y cristaliza su ancestral violencia racista en las mórbidas e incestuosas familias de Yoknapatawpha. Heredera de esa saga, Carson McCullers no sólo trabaja los mitos de la colectividad sino las truculencias del vivir subjetivo. Cierto, en su narrativa no importa lo que pasa, sino cómo pasa, qué niveles de profundidad abarca la metaforización. Tanto en lo fantaseado como en lo real, sus protagonistas viven experiencias que les permiten descubrir en sí mismos la trascendencia del mundo. A lo largo del texto, una ejecución armoniosa equilibra el humor sardónico y melancólico de un discurso en el cual la plasticidad y la sutileza de las imágenes sortea los aspectos dialógicos sin afectar el realismo. Trabajando en la ambivalencia y la ambigüedad, McCullers conoce la medida exacta del enunciado. Como solía decir Cyril Connolly: en sus relatos no sobra una sola palabra. La obra de Marvel Moreno emprende un cuestionamiento crítico de la cultura patriarcal y alterna los contextos del litoral caribeño y de la Europa cosmopolita, pero no se puede negar que sus relatos abandonan muchas veces la versión estetizada de interiores y paisajes para concentrarse en la vida subjetiva. ¿Cómo no hallar huellas de McCullers en la desesperada (y a veces gro- Bernardo Restrepo Maya (1910). Al respecto es interesante el artículo García Márquez, le groupe de Barranquilla et Faulkner, de Jacques Gilard, publicado en 1976 en la revista de la Universidad de Toulouse, Caravelle, 27, 159-170. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 192 14/04/00, 11:31 193 Marvel Moreno, ¿modernista? tesca) búsqueda amorosa de sus protagonistas? Un substrato de evidencia, de amarga constatación, que alía la morbidez a la ternura, admite allí secuencias no exentas de lirismo. Si osáramos arriesgarnos a una connotación intertextual, diríamos que no hay tanta distancia, por ejemplo, entre el pintor hastiado de su propia celebridad al que describe Moreno en un relato que ya mencionamos y el periodista derrotado por su propia egolatría que inspira a McCullers el famoso cuento “El residente”. Y si esta zona intertextual tiende a reducirse en cuanto Moreno alude abiertamente al sexismo y al machismo costeños, puede ensancharse una vez más tan pronto incorpora a personajes púberes, ante todo niñas. Anegadas en la incertidumbre de una edad fronteriza, éstas parecen rechazar sus circunstancias, al intentar excluirse de un mundo que las censura y margina. ¿Cómo negarlo? A medida que su infancia va quedando atrás, los prejuicios morales y religiosos las incitan a aborrecer su propio cuerpo y a presentir el amor como una degradación. Ahora bien, si en McCullers la sucesión de niñas rebeldes, a la vez tiernas y hurañas, culmina en el andrógino y casi esperpéntico personaje de Miss Amelis en La balada del café triste, en Moreno sus congéneres también parecen dotadas de una asombrosa ambigüedad. Cuando no se dedican, como Catalina en la novela de ésta, a torturar y mutilar muñecas, la soledad las acosa y el miedo las apremia. Así sucede en “Autocrítica”6: con un significante real, la presencia de una niña en la playa, Moreno 6 No incluido en la edición de 1980, realizada por la editorial Pluma de Bogotá, de Algo tan feo en la vida de una señora bien, aunque sí en la versión francesa de Des Femmes, en 1982. Las citas las tomo de su publicación en las Lecturas Dominicales de El Tiempo, 15 de noviembre de 1981, 8-11. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 193 14/04/00, 11:31 194 HELENA ARAÚJO produce un relato cuyo fatalismo presupone alternancias de perversión y de candor similares a las de McCullers. Si en este caso su discurso tiende hacia lo patético, no deja en cambio de ser espontáneo al enfatizar relaciones de contigüidad y al operar digresiones de la intriga a la atmósfera de la narración. Estructurado en la escisión cronológica de un “antes” y un “después”, señalados por la pérdida de los paraísos de la infancia, el texto también se construye en la dicotomía de espacios antagónicos. Así, a lo abierto y lo luminoso se oponen lo cerrado y lo oscuro, mientras la protagonista oscila de una a otra zona buscando un equilibrio mientras avanza, sin remedio, hacia el desenlace fatal. Como dice Northrop Frye, [...] if tragedy may massacre a whole cast pathos is usually concentrated on a single character [38: si la tragedia puede masacrar todo un elenco, el pathos habitualmente se concentra en un solo personaje]. Aquí la trama es sencilla: una niña de once años, ya huérfana de madre, pierde a su padre en un accidente y debe enfrentarse, de un día para otro, a la tutela tiránica, insidiosa, inquisitorial de su abuela. De gran coherencia formal y significativa, el relato describirá cómo su memoria va hallando, en una tortuosa retrospectiva, huellas de identidad. “La playa es el único lugar donde no tengo miedo”, dice la protagonista al comienzo. En realidad, esta primera frase podría evocar la mise en abîme de una narración fijada en lo imaginario y formulada una vez más en la polarización de dos espacios: una playa como premonición de libertad y una casa como premonición de enclaustramiento. Dos etapas cronológicas, el pasado Volumen 3-2-Litocamargo.p65 194 14/04/00, 11:31 195 Marvel Moreno, ¿modernista? venturoso de quien solía vivir en armonía con la naturaleza y el cruel presente de quien está exiliado de ella, trazan una vez más la línea de ruptura entre el “antes” y el “después”. La muerte del padre es aquí el evento catalizador. Súbitamente, la mañana misma de los funerales, llega la abuela a la casa, entra a la pieza de la niña y colocándose frente a la ventana, de modo que la ve en contraluz “como dos ojos de calavera y en lugar de boca una línea por donde salen palabras que nunca ha oído”, le avisa que a partir de ese momento debe obedecerle. Se propone educarla, formarla y sobre todo “salvar su inocencia” (“Autocrítica”, 9). En este texto el marco enunciativo impone la primera persona y la información proviene del hablante, pero su rememoración implica una paulatina intervención de tres personajes: un padre librepensador y trotamundos, una madre inhibida y una hermana cuya rebeldía no logra servir de ejemplo a quien tiene de por sí un predestinado rol de víctima. La introducción de la abuela como elemento desestabilizador instaura el conflicto y agiliza el montaje del drama. Recordemos, con Frye, que [...] the terrible figure is normally a ruthless figure strongly contrasted with some kind of delicate virtue, generally a helpless victime in his power [39: la figura terrible es normalmente cruel y suele ser contrastada por un tipo de virtud delicada, generalmente una víctima indefensa en su poder]. Sobra decir que, como “figura terrible”, la abuela ha podido hallar su molde en los estereotipos de la madrastra o la vieja bruja de la novela gótica y hasta en la de los cuentos de hadas. La niña, por el contrario, no se adapta fácilmente a su papel convencional de indefensión. La complicidad con su hermana y la manera Volumen 3-2-Litocamargo.p65 195 14/04/00, 11:31 196 HELENA ARAÚJO de juzgar las conductas del padre o de la misma anciana, hacen de ella un personaje ambiguo y complejo. Ni el colegio de monjas ni el ambiente conventual de la casa logran adaptarla a una cotidianidad de obligaciones, rezandería y superstición. Aunque consienta en aprender el catecismo y recitar las oraciones, no deja de añorar la vida libe y asoleada de antes, los juegos en el balneario, la suavidad de la arena bajo sus pies descalzos, la alegría de sus cabellos cuando la brisa solía empujarlos “como hacía el mar con las algas” (“Autocrítica”, 10). Posiblemente, la evocación nostálgica de la infancia como imagen de un pasado armonioso en el cual la naturaleza parecía asimilarla a sus ciclos telúricos, habría permitido a la hablante soportar una situación angustiosa y constrictiva. Sin embargo, el enfrentamiento con ese personaje-símbolo que es su abuela (léase ley, tradición y norma) no admite alternativa. La mañana en que se le acusa de haber alcahueteado los amores clandestinos de su hermana, la incriminada no sabe defenderse. Luego del interrogatorio, viene el encierro punitivo en esa casa que tanto la aterroriza desde que los estantes de libros de su padre han sido reemplazados por impresionantes hileras de imágenes pías (santos duplicados o almas en pena), para ahuyentar la supuesta presencia del maligno que ronda cada pieza. A Dios gracias, luego de largas, torturantes horas de encierro y escarmiento, la prisionera cede y se somete. Por fin ha consentido hablar, delatar, confesar faltas reales e imaginarias. Sí, con tal de saciar la malsana curiosidad de su tutora, no sólo admitirá haber sido cómplice en los amores de su hermana, sino que la acusará de promiscuidad, atribuyéndose a sí misma un infame rol de fisgona. Y todo esto ¿por qué? Porque el careo y la confesión rompen su resistencia y le producen una crisis nerviosa. No en vano Marvel Moreno titula Volumen 3-2-Litocamargo.p65 196 14/04/00, 11:31 197 Marvel Moreno, ¿modernista? su relato Autocrítica. En épocas en que los gobiernos totalitarios castigan a cualquier disidente con la prisión y la tortura, este texto resulta alegórico. Cabe añadir, además, que el fanatismo moralizante, disciplinario, rezandero de la abuela, remite a prácticas que hicieron tristemente célebre al clero hispánico hace algunos siglos. Para concluir, debemos agregar que, si a nivel textual las secuencias introductorias al episodio de la confesión siguen los ritmos de una metonimia descriptiva, el encabalgamiento de diálogos breves –uno inmediato con la abuela, otro evocado con la hermana– suministra un clima emocional que acrecienta el suspenso y precipita el desenlace. El final es de una brevedad casi esquemática: en recompensa por su confesión, la proscrita podrá salir sola a la playa. Entonces, una vez allí, al evocar de nuevo su vida anterior, le parece que “todo se vuelve diferente”. Tal alegría le embarga al sentir la brisa en sus cabellos y mojarse las manos en el agua, que decide desnudarse y entrar al mar, “dejarse ir, flotar un poco”, sintiendo que a su lado “se agitan las aguas que formarán olas al llegar a la playa, blancas, rosadas como cuando el sol se aleje”. Por fin, a medida que penetra más y más hondo, el miedo la va abandonando. Tras ella, la casa se ve cada vez más pequeña y el balón que ha llevado para jugar la precede alejándose “sobre el agua azul, azul y negra” (“Autocrítica”, 11). En este relato de gran riqueza polisémica, las connotaciones del mar, como indicio estructurante, manifiestan una vez más la importancia del inconsciente en la narrativa de Marvel Moreno. ¿Cómo no hallar en el final utópico y/o dramático de la inmersión posibilidades de una exégesis psicoanalítica? Puesto que la dimensión semántica remite a una feminidad mítica y a una simbólica ya hecha explícita por analistas como Hélène Cixous, Luce Volumen 3-2-Litocamargo.p65 197 14/04/00, 11:31 198 HELENA ARAÚJO Irigaray y Julia Kristeva, no nos detendremos en referencias corporales o somáticas como el líquido amniótico, la leche, la sangre, las lágrimas... En cambio, ¿por qué no aludir a una posible actualización de la líbido? En un texto dedicado a protagonistas adolescentes, citamos a Juliette Mitchell cuando afirma: [...] afin d’entrer dan son désir oedipien pour son père, la petite fille doit recupérer ce qui lui reste de pulsion sexuelle et déployer une grande activité pour transformer cette même pulsion en désir d’ être aimée [184: para entrar en el deseo edipiano del padre, la niña ha de recuperar toda su pulsión sexual, y desarrollar una gran actividad para transformarla en deseo pasivo de ser amada]. Ahora bien, en ese mismo texto nuestro se destacaba a Clarice Lispector y su novela Cerca del corazón salvaje. ¿Cómo no hallar semejanzas con el relato de Moreno? La protagonista brasileña es una niña que también pierde a su padre en la temprana adolescencia y vive el duelo como una mutilación (Araújo, 109). Dolorosamente aislada a orillas del mar, llegará a asimilar el escenario cambiante de las aguas a la evolución de su incierta, zozobrante, identidad. No está por demás añadir que en la novela de Lispector, la contemplación del océano y un oleaje que parece reflejar los ritmos de su propio cuerpo, permiten a la hablante asumir una existencia lacerada y doliente, próxima “al corazón salvaje de la vida”. Por otro lado, en el cuento de Moreno, la hablante no sólo padece la difícil transición hacia una pasividad que le prescribe su necesidad de ser amada, sino los tabúes religiosos y morales de la sociedad que la rodea. No cabe duda de que la inmersión Volumen 3-2-Litocamargo.p65 198 14/04/00, 11:31 199 Marvel Moreno, ¿modernista? en el elemento líquido ha de propiciar un reencuentro con su feminidad y una reintegración a los ciclos vitales. Por fin, al ingresar en las aguas podrá reivindicar un cuerpo desnudo y libre, entregado a los ritmos de una vida que, como el mar, recomienza sin cesar. En la narración, a nivel textual, la articulación del lenguaje se ofrece como inscripción de una identidad a medida que la fusión de distintas sensaciones en el instante, propicia el cruce entre corporeidad y temporalidad. Si los elementos del paisaje surgen como significantes, la hablante reconoce allí un sitio de identificación al aludir al continuo recrearse del cuerpo dentro de un discurso que va marcando sutilmente la diferencia. A manera de conclusión Al concluir estos comentarios sobre la obra de Marvel Moreno en los cuales el modernismo, como motivo estructurante, nos ha permitido atisbos de una narrativa a la vez sudista, cosmopolita y caribeña, podemos preguntarnos una vez más: ¿qué tanto le debe Moreno a este movimiento? Ni más ni menos que cuanto le deben varios escritores contemporáneos. Basta releer, para comprobarlo, ciertos artículos de Carpentier y Fuentes, o las páginas que dedica a García Márquez a Rubén Darío en una de sus mejores novelas, aunque Marvel Moreno perteneciera a una generación posterior. La biblioteca de su casa barranquillera, esa biblioteca que dice haber agotado en su adolescencia tratando de convertirse en una persona “culta”, incluía no sólo a los modernistas de cepa hispánica, sino versiones castellanas de sus modelos europeos (Ramírez y Turriago, 277). Aparte de los clásicos, Moreno debió leer autores decimonónicos y finiseculares, de quienes heredó recursos folletinescos que pudo revitalizar, Volumen 3-2-Litocamargo.p65 199 14/04/00, 11:31 200 HELENA ARAÚJO entretejidos en la muy caribeña tradición de la novela rosa, con su afición por el cine, para transformarlos y de ese modo “producir nuevos símbolos de liberación erótica e imaginaria” (González Keelan, 8). La mujer fragmentada titula Lucía Guerra su reciente ensayo sobre la condición femenina; Sociedad patriarcal y mutilación titula Jaques Gilard un texto que dedica a los relatos tempranos de Marvel Moreno7. Una y otro parecen aludir simultáneamente a esa subjetividad que se filtra por los intersticios del tabú en la narrativa de mujeres. Indudablemente, en Marvel Moreno, los arquetipos femeninos tienden a diversificarse a través de un dialogismo y una heteroglosia que transmiten una identidad genérica rebelde y violenta. Por eso, a nivel textual, los postulados que rechazan modelos convencionales de la feminidad llegan a una textualización que no descarta blancos, silencios ni incógnitas. Misteriosamente, “los textos se reconstruyen a partir de lo que las voces narrativas no saben ni sobre sí mismas ni sobre su mundo” (Ordóñez, 197). Se trata de una semiótica discontinua, en la cual los espacios pueden desorganizarse tanto como las cronologías y que incita entonces a iluminados y reveladores procesos hermenéuticos. 7 La mujer fragmentada, de Lucía Guerra, ganadora del premio Casa de las Américas en 1994, fue publicada por la Editorial Cuarto Propio, de Santiago de Chile, en 1996. La ponencia de Jaques Gilard a al cual aludo fue leída en el coloquio Mujer, creación y problemas de identidad en América Latina, convocado por el profesor Roland Forgues y realizado del 22 al 25 de mayo de 1996 en la Universidad de Pau y Tarbes, en Francia. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 200 14/04/00, 11:31 201 Marvel Moreno, ¿modernista? Obras de referencia Alegría, Fernando. “Aporte de la mujer al nuevo lenguaje poético de Latinoamérica” Plural, 1981. Este artículo también está publicado en Revista/Review Interamericana, 12.1, primavera de 1982, 27-35. Araújo, Helena. La Sherezada criolla. Ensayos sobre escritura femenina latinoamericana. Bogotá: Universidad Nacional, 1989. Chesler, Phyllis. Les Femmes et la Folie. París: Payot, 1975. Chopin, Kate. The Awakening. New York: Bantam Books, 1981. Conde, Carmen (compiladora). Once grandes poetisas americo-hispanas. Madrid: Editorial Cultura Hispánica, 1967. Damjanova, Lucila. Particularidades del lenguaje femenino y masculino en español. Buenos Aires: UMA, 1993. Fiedler, Leslie. Love and Death in the American Novel. New York: Criterion Books, 1957. Franco, Jean. “The Human Drama and the Environment are Inseparable”. An Introduction to Spanish American Literature. 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Medellín y Bogotá: Universidad de Antioquia, Universidad de los Andes, 1995, II, 3-15. Guerra, Lucía. La narrativa de María Luisa Bombal. Madrid: Editorial Playor, 1980. Kirkpatrick, Gwen. The Dissonant Legacy of Modernismo. Berkeley: University of California Press, 1989. Gutiérrez Girardot, Rafael. Modernismo. Barcelona: Montesinos Editores, 1981. Mitchel, Juliette. Psychoanalyse et feminisme. París: Editions des Femmes, 1975. Moi, Toril. Teoría literaria feminista. Madrid: Cátedra, 1995. Meyer Spacks, Patricia. The Female Imagination. New York: Avon Books, 1975. Moreno, Marvel. El encuentro y otros relatos. Bogotá: El Áncora Editores, 1992. ———. En diciembre llegaban las brisas. Barcelona: Plaza & Janés Editores, 1987. ———. “Oriane, tía Oriane”. Algo tan feo en la vida de una señora bien. Bogotá: Editorial Pluma, 1980. Ordóñez, Montserrat. “Marvel Moreno: mujeres de ilusiones y elusiones”. De ficciones y realidades. Memorias del Quinto Congreso de Colombianistas. 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Volumen 3-2-Litocamargo.p65 203 14/04/00, 11:31 El devenir mujer en la propuesta estética de Albalucía Ángel GRACIELA URIBE Universidad del Quindío Este ensayo no pretende ser conclusivo, al contrario, es sólo un paso en la búsqueda de singularidades que permitan hablar de una estética de la escritora pereirana Albalucía Ángel Marulanda (1939)1, desde los procesos escriturales y su articulación en la semántica, al menos en lo que hace referencia a dos de sus obras: Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón (1975) y Las andariegas (1984). La obra de Ángel asume la escritura como la construcción de un lenguaje que permite leer mas allá del texto 1 Albalucía Ángel nació en Pereira, Colombia, en 1939, en el seno de una familia de clase alta dedicada tradicionalmente al cultivo del café en las ricas montañas del departamento del Quindío. Adelantó estudios de literatura y arte en Bogotá en la Universidad de Los Andes. Ángel continuó sus estudios de historia del arte en París y Roma. Durante la década de 1960 se ganó la vida en Europa como cantante popular y comenzó a escribir al final de la década. En los años setenta vivió en Europa y Colombia. En 1975 recibió el Premio Nacional de Novela Vivencias. En los ochenta vivió en Inglaterra y recientemente ha dictado conferencias en foros internacionales sobre diversos tópicos feministas. Estuvo casada con el escritor chileno Mauricio Wacquez por varios años (Williams, 32). Además de las novelas estudiadas en este ensayo ha escrito las siguientes: Los girasoles en invierno (1970), Dos veces Alicia (1972) y Misiá señora (1982), en la cual, como bien ha sido estudiada, se revela la condición de la mujer en una sociedad patriarcal y religiosa. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 204 14/04/00, 11:31 205 El devenir mujer en la propuesta estética de Albalucía Ángel denotativo para reconocer las voces del silencio en las hipo e intertextualidades históricas, literarias y culturales, los entramados, los juegos paródicos, el fluir de conciencia, los paratextos, las ironías y las inversiones. Procesos escriturales que tras el discurso fragmentado, y plural evidencian la subversión del concepto de historia y de verdad que crea una nueva identidad de mujer colombiana que nació y creció dentro de las estructuras de una sociedad patriarcal y conservadora, en la región del Viejo Caldas. En la escritura de Ángel se evidencia un abandono total de la distribución lineal, ordenada y lógica. Sus estructuras son desestructuras en la medida en que están armadas desde la multiplicidad del mundo real y el pluralismo de sus actores. Los momentos históricos no se suceden como los puntos de una línea sino con alternancias, saltos, flash-back, prolepsis. El tiempo de la historia es un tiempo que no se puede asir, es el tiempo de la conciencia. Esto permite a sus obras una conformación poética, su discurso es destructor a nivel del lenguaje corriente, rompe el código tradicional y es ambiguo. Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón: una visión femenina de la historia La crítica literaria leída establece un lugar común entre Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón (en adelante se mencionará esta obra con el nombre de La pájara pinta) y la vida de su autora, lo mismo que sobre la relación existente entre la obra y el período de la historia de Colombia llamado de la Violencia, comprendido entre 1948 y 1963. Por lo tanto, sin desconocer el valor de estas lecturas, se dirigirá una mirada a La pájara pinta desde el entramado mítico como proceso de escritura y semántico. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 205 14/04/00, 11:31 206 GRACIELA URIBE El discurso se inicia con un texto que entronca con el final de la historia pero en el que está resumida toda la motivación de la obra. En él, Lorenzo, el amigo revolucionario de Ana es reconocido por ella, y ese reconocimiento sólo es posible a través del mito de Teseo. Ana le dice a Lorenzo: “¿Qué buscabas? ¿Cuál era el hilo que te sacó del laberinto con paso tan seguro?” (9). Ésta es una obvia referencia al hilo de Ariadna, la hija de Minos, quien guía a Teseo para que no se extravíe en el laberinto y pueda vencer al minotauro. Pero ¿quién es Ariadna en la novela? Es Valeria, la hermana valiente, y valiosa, que conduce a su hermano Lorenzo: No parecían hermanos. No se pelearon ni una vez [...], hablaban de lo que había que hacer con una seguridad, él le decía, ¿Verdad que sí tal cosa? como si la palabra de Valeria fuera el Corán y ella le sonreía, lo miraba como a un niño pequeño, que sabe su lección y contestaba siempre con un tono distinto, dulcísimo, sin alegar ni nada, lo convencía de que la acción no era por ahí [73]. Lorenzo traiciona a Valeria igual que Teseo a Ariadna y, como él, lo hace con las armas del enemigo: Lorenzo cede ante la tortura y delata a Valeria. En este mito, según Paul Diel, “Teseo mata al Minotauro con la maza de cuero, con el arma del bandido”. Su victoria sobre el Minotauro no es más que “una hazaña perversa, una traición. Explota el amor de Ariadna para lograr sus fines, y la traiciona” (184). Hasta este momento Ana desconoce la magnitud de la traición porque le habían anunciado que “Valeria llega como a las ocho y media” (204). Pero, cuando advierte cuál ha sido el po- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 206 14/04/00, 11:31 207 El devenir mujer en la propuesta estética de Albalucía Ángel sible final de Valeria, no lo acepta. Comprende que algo muy profundo, muy suyo se ha ido para siempre con la muerte de Valeria. Ella ejercía “el papel metamorfosizador del vegetal”. Era el árbol bien plantado que daba vida, ternura, apoyo, además de sombra, una verdadera sombra. Valeria representa a través de la simbología que Ángel hace con el árbol, la posibilidad de cambio, un cambio que está cimentado en una raiz fuerte, afianzada a la tierra: “Valeria [...] es alguien con algo que [...] me quisiera yo. Es como los árboles, con la raíz clavada muy adentro, en las profundidades” [71]. No se puede dudar de la intencionalidad simbólica de Ángel frente a la concepción de Valeria. Ella es la columna que mantiene en pie los principios y también el devenir que permite la maduración y el crecimiento. En ella están condensadas la permanencia y el cambio. Es la sombra y la guía para Ana. Valeria es también la escritora, la mujer capaz de abstraer de este mundo –a veces placentero pero otras veces injusto y hasta repugnante– trozos de vida para plasmarlos en su “cuaderno de páginas azules y tapas amarillas”, en una referencia a la patria o a uno de sus símbolos, tan recurrente en Ángel: Se pasaba horas escribiendo en un cuaderno de tapas amarillas, qué escribes... no sé, decía, a lo mejor va a ser una novela. [196]. ¿Vas a ser escritora?... bueno, no sé; pero yo sí sabía, porque ya había visto un fólder lleno de páginas azules y me moría de envidia [197]. Y es que la situación de la escritora es un problema que preocupa a Albalucía Ángel. Ya se menciona en Dos veces Alicia (1972). Como escritora no puede ser ajena al texto que pro- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 207 14/04/00, 11:31 208 GRACIELA URIBE viene necesariamente de una situación femenina ampliamente mostrada en su literatura. Ella es recurrente en la presentación de hechos que demuestran de qué manera la “condición” femenina no es una esencialidad. Todo lo contrario. Se trata de una educación con parámetros fijos a los que es conducida la mujer por padres, maestros y sociedad en general que la enmarcan a nivel de su comportamiento, sentimiento, sensualidad y pensamiento. El producto literario emanado de seres con iguales o muy parecidas características tiene que estar sostenido por un denominador común y es sobre ese denominador común que Ángel se interroga. No sobre una esencia de mujer que produce textos uniformes. Valeria en su identificación con la escritora es la responsable de mantener el sustento filosófico-ideológico que patentice la razón de ser de la escritura, que la evidencie como el elemento transgresor que va a permitir a las mujeres su reconocimiento y posicionamiento en este mundo, que por ahora sigue siendo patriarcal. Richard Rorty ratifica la validez de este pensamiento cuando afirma: La identificación con “los otros” que hace posible la solidaridad viene de la mano de la imaginación mas que de la razón... la solidaridad es, al fin, una cuestión de sensibilidad, de desarrollo de la capacidad de ponerse en el lugar del otro y en contacto con el lenguaje del otro. En este sentido la etnología y la literatura hacen más por la solidaridad que la filosofía y la moral. La narrativa reemplazaría a la teoría [192]. Este sentimiento hacia Valeria se presenta en Ana porque ella ya ha logrado la desmitificación del mito negativo formado por los mandatos paternos a través de su interrelación con Valeria y Volumen 3-2-Litocamargo.p65 208 14/04/00, 11:31 209 El devenir mujer en la propuesta estética de Albalucía Ángel Lorenzo. Ellos han conformado una tríada con tal grado de cohesión que es imposible deshacer el nudo que los ha unido especialmente en los momentos de felicidad. Ana desde su infancia ha estado sometida al “deber ser” personificado en su madre, su padre, las monjas, la criada. En el deseo de revelarse contra esas situaciones es apoyada por la abuela. Ella es quien empieza a mostrarle un mundo diferente a través de la lectura: Le enseña a leer y luego le regala Las mil y una noches. Cuando sus padres se enteran, le prohíben este tipo de lecturas y la remiten a las Vidas de las Santas que con su ejemplo educan. Saturia la inicia en los placeres del sexo, Lorenzo y Valeria le muestran otro mundo muy alejado del suyo pero en el que ella encuentra una motivación valedera en esa unión triádica. Ya no tendrá que asistir al “devenir” de las mamás [que] ha sido y será siempre el mismo en la trayectoria sin fin de esta pobre humanidad agobiada y doliente... [43]. Donde ella se sentía: Un sabú sin alfombra voladora, el gato sin sus botas, Aladino sin lámpara, Alicia sin espejo, una imbécil sin alas como cualquier mortal [47]. Como puede apreciarse, en el texto que inicia la obra y en su parte final se resume toda una simbología mítica que la autora va afianzando en el desarrollo del relato, un relato que tiene como eje estructurador a Ana. A partir de sus recuerdos, infancia, adolescencia y adultez se construye la historia que va cubriendo de ropaje, ese árbol desnudo que es Ana en un prin- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 209 14/04/00, 11:31 210 GRACIELA URIBE cipio. Sin embargo, a pesar de ser Ana quien organiza el caos que es la vida y por extensión la obra literaria, en palabras de Calvino “una combinatoria de experiencias, de informaciones, de lecturas, de imaginaciones” (137-138), no tiene carácter protagónico, no es el ser demiurgo que maneja los hilos de vidas ajenas. La trascendencia se distribuye entre varios personajes partícipes de un mundo compuesto por una red de relaciones dialógicas donde importa tanto la experiencia de Ana como la de Valeria o la de su hermano Lorenzo y aún la de Sabina, la criada. Ella no tiene el rango social de otros actores, en la terminología de J. A. Greimas, pero sí ingerencia en el desarrollo del relato, porque es a partir de diferentes focos de conciencia que Ángel le da la estructura polifónica a la obra, el en apariencia desordenado discurso que emplea Ángel para confirmar la tesis de que la obra está en continuo devenir como la vida; por eso es fácil encontrar muchas frases repetidas, algunas con un ligero cambio de matiz, especialmente entre el primer texto y las páginas finales, pero el discurso se hace coherente para el lector a medida que el tejido se consolida. Este procedimiento “vivencial”, antes que convertirse en un obstáculo para la comprensión de la obra, lo que faculta es la participación del lector/de la lectora. Su técnica es el medio estético que encauza la construcción de un discurso pluralista en que el receptor/la receptora se sentirá afectado/a por la propuesta ética que transfiere la obra. De acuerdo con las diversas visiones de mundo se acepta o se rechaza la actitud frente a la vida de cada uno de los actores y en esa aceptación o ese rechazo se evidencia un posicionamiento reeducativo. Por ejemplo, en un principio Ana es una niña que dirige su vida a través del espejo que le muestra su madre. Una madre que por otra parte no tiene identidad alguna. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 210 14/04/00, 11:31 211 El devenir mujer en la propuesta estética de Albalucía Ángel Ni siquiera conocemos su nombre. Siempre las referencias a ella son desde su rol de madre y de esposa, pero ese paradigma materno es reemplazado por el de Valeria en una búsqueda de identidad. Cristina Molina Petit corrobora con una explicación desde la antropología, lo que Ángel propone desde la ficción: La adscripción de la mujer a la esfera privada significa en primer lugar –como lo entendió Lévi-Strauss– una delimitación de su actuación expresada en prohibiciones de trascender la esfera pública [...]. Así, habida cuenta de que es la mujer la que tiene los hijos, se da por supuesto, como prolongación de esta característica reproductiva, el que tenga que cuidarlos, criarlos y educarlos y, por extensión, cuidar del marido y de toda la familia, y por extensión, otra vez, ocuparse de la casa [115-116]. Ana es el personaje “vivo” a través del cual Ángel logra la interpretación de algunos acontecimientos. Ella representa la visión de una mujer colombiana frente a la serie de eventos que desde su tierna infancia tejen su historia, una historia diferente, completamente alejada de la Historia con mayúscula que cuentan los libros y que explica de manera fragmentada, pero no por eso inconexa el porqué del no discurso de las mujeres, el porqué de su no aceptación de la historia de la que se han sentido siempre excluidas. Milán Kundera se refiere a lo que significa crear un personaje “vivo”: “Ir hasta el fondo de su problemática existencial, lo cual significa: ir hasta el fondo de algunas situaciones, de algunos motivos, incluso de algunas palabras con las que está hecho. Nada más” (46). Y también manifiesta cómo la integración de géneros no novelescos (relato, reportaje, artículos periodísticos) en la polifonía novelesca constituyen una innova- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 211 14/04/00, 11:31 212 GRACIELA URIBE ción. Ángel no hace panfletos. Se limita a exponer los hechos como dicen los protagonistas de la historia que sucedieron, por una parte, y por la otra permite a cada actor enunciar de viva voz cómo vivió esos mismos hechos: Lorenzo, las vecinas, los soldados que presencian la protesta estudiantil, el tío Andrés, Sabina, Ana, todos en un concierto indeterminado de voces, sin marcas específicas que manifiesten abiertamente dónde empieza un discurso y cómo termina el otro. Los mitos y las leyendas que conforman todo el acervo cultural de nuestra Colombia Andina son tenidos en cuenta y de manera incisiva en el discurso de Ángel. A partir de su presentación reconocemos cómo la mitología es un factor definitivo en nuestra formación cultural y en los roles que “debemos” desempeñar y cómo los debemos desempeñar. Los personajes mitológicos son los encargados de que los deberes asignados (¿por quién?) a cada grupo social se cumplan a cabalidad. En La pájara pinta (1975), las órdenes que no eran acatadas las hacía cumplir la Madremonte, la Patasola o el Sietecueros. Sin embargo, los personajes reales pasaron a reemplazar a esos seres terroríficos en una asociación con su capacidad de hacer daño. Así el Caporal “un niño de trece años... y comandaba un grupo de veinte hombres...” (214), vino a reemplazar al Sietecueros: “Caporal fue el coco de los niños que no querían la sopa, y desbancó por mucho trecho al Sietecueros” (215). Es decir, los mitos son utilizados como entidades “reeducativas” a partir de los cuales es posible lograr el sometimiento a los patrones culturales, aun a costa del sacrificio de la individualidad. Se establece, entonces, que el hilo conductor de la obra no son los hechos históricos en ella mencionados como alguna vez se aseguró. Estos son sólo la prótesis social a partir de la cual se Volumen 3-2-Litocamargo.p65 212 14/04/00, 11:31 213 El devenir mujer en la propuesta estética de Albalucía Ángel construyen las otras historias que de algún modo se cruzan o conectan con la historia del país. Ni siquiera la pretendida denuncia de los actos violentos y bochornosos de la clase dirigente constituyen el interés primordial de la escritora. Ella desea antes que cualquier cosa demostrar la violencia que ancestralmente se ha ejercido sobre las mujeres al quitarles el derecho a la palabra y establecer relaciones hombre-mujer basadas en la desigualdad y la dominación. Las andariegas o el viaje. Búsqueda del devenir mujer El eje estructurador de Las andariegas es el viaje, que empieza con “descendieron prendidas la una de la otra’’ (15). Es un viaje por la memoria mítica de las mujeres que inician el descenso y de las que poco a poco se unen al periplo, además de aquellas que encuentran en los caminos y que tienen otra historia que contar, con hechos nuevos y en un lenguaje diferente. El viaje como eje estructurador es la búsqueda de una identidad femenina a través del tiempo que gira en torno de Las andariegas sin cambiar su ser. Esto, finalmente, les permitirá desde otra lectura de la historia el reconocimiento de lo que siempre han sido sin saberlo y su traducción al proceso creador, que implica el uso de la palabra buscada y encontrada en el caso de Ángel, en su novela Misiá señora (1982). Con ese lenguaje nuevo, Ángel se complace en la desmitificación de la historia. Sus andariegas son mujeres difíciles de identificar, porque la visión de su quehacer es otra, hay toda una reelaboración de imágenes construidas con identidad de mujer. Las andariegas presumiblemente es un hipertexto del hipotexto Las guerrilleras, de Monique Wittig, tal como Genette define Volumen 3-2-Litocamargo.p65 213 14/04/00, 11:31 214 GRACIELA URIBE la parodia seria en Palimpsestos, es decir, como una hipertextualidad de gran importancia literaria fundamentada en una transformación semántica que toma el hipotexto como modelo o patrón de un nuevo texto que, una vez producido, no le concierne. Desde los paratextos es posible consolidar la identificación de Ángel con Las guerrilleras. El título Las andariegas contiene una alusión transtextual, los sujetos de ese relato tienen que ser necesariamente mujeres y con un camino que andar. Su misión es explorar, conocer, no saben qué van a encontrar, frente a las guerrilleras, cuyo nombre implica lucha, compromiso: “Ellas dicen que las referencias a Amaterasu o a Cihuacóatl dejaron de ser útiles. Ellas dicen que no necesitan símbolos o mitos. Ellas dicen que lo que deben mencionar, ante todo, es su fuerza y coraje” (Las guerrilleras, epígrafe). ¿Por qué? Porque “ellas” pertenecen a un grupo de mujeres símbolo de lo que es preciso alcanzar. Por ahora todavía nos apoyamos en los mitos de nuestras diosas generadoras de vida, de amor carnal, para sustentar que en alguna época el pensamiento de las mujeres fue el conductor de la humanidad. Que no siempre el orden cultural establecido por los varones decidió el rumbo del mundo. En la presentación de su libro, la misma Albalucía Ángel admite y celebra la presencia de Monique Wittig en su obra: “me guiaron –como a ella– imágenes de cuentos de la infancia” (11) y, lo que es más importante, “una visión de las que no asistieron a la historia de la misma manera” (ibid.), es decir, las que desconocen, como las guerrilleras o amazonas de Wittig, ese mundo que inició cuando las mujeres fueron identificadas “como función, o sea, como madres”. A este respecto es necesario anexar la definición de amazonas de Wittig, porque son este tipo de mujeres las que están representadas en Las andariegas: Volumen 3-2-Litocamargo.p65 214 14/04/00, 11:31 215 El devenir mujer en la propuesta estética de Albalucía Ángel Al principio, si alguna vez hubo un principio, todas las amantes se llamaban amazonas. Y vivían juntas, amándose, celebrándose, jugando... Las amantes, en el jardín terrestre, se llamaron amazonas durante toda la edad de oro. Después, con el establecimiento de las primeras ciudades, un gran número de amantes rompieron la armonía original y se llamaron madres. Amazonas tuvo entonces para ellas sentido de hija, eternamente niña, inmadura, aquella-que-no-asume-su-destino. Las amazonas fueron desterradas de las ciudades de las madres. Es en ese momento cuando se tornaron violentas y combatieron para defender la armonía [1981, 13-14]. Para reforzar esta visión de la protomujer, Ángel incluye otro paratexto originario de la mitología Kogui, precisamente el único grupo indígena de Colombia, según Laura Lee Crumley, en el cual la creación parece visualizarse como resultado solamente de las fuerzas femeninas que abarcan todo: Para los Kogui el principio es el agua y la madre: lo femenino. De la madre vino, se desarrolló, nació todo lo que existiría después en el universo. Sólo existía la madre como mar, como un gran útero cósmico autosuficiente [82]. Es decir, la maternidad no estaba asignada a las mujeres sino que ellas eran el origen. Pero algo rompió la armonía y es esa armonía la que se disponen a recuperar las amazonas de Wittig porque: [...] nunca aceptaron el neologismo mujer... Las huellas de las amazonas errantes se volvieron cada vez más leves en la medida Volumen 3-2-Litocamargo.p65 215 14/04/00, 11:31 216 GRACIELA URIBE en que se vieron obligadas a disimular sus desplazamientos y a proteger su libertad. Así, la palabra amazona ha perdido toda aplicación pero ha mantenido todo su sentido. Y la palabra mujer ha sobrevivido a los caos sucesivos, pero ha perdido todo el sentido de aquella-que-está-plena [150; el énfasis es mío]. Otro elemento parodiado por Ángel de la obra de Wittig es la exposición en mayúscula sostenida de nombres de mujeres con importancia histórica, protagonistas de mitos, mujeres reales y mujeres de ficción con una característica particularizante en Ángel: los nombres destacados pertenecen a mujeres transgresoras, que de una manera u otra han quebrantado el orden patriarcal establecido. La exhibición tipográfica de las heroínas de Ángel es circular, al contrario de la de Wittig, que es lineal. La razón de esta diferencia puede radicar en que Las andariegas deben recorrer un periplo que les permitirá conocer la historia de otro modo para con esa memoria empezar de nuevo. La imagen circular también está asociada simbólicamente con la idea de resurrección. En cambio, las guerrilleras ya no tienen memoria de ese periplo. Ellas han empezado a recorrer el camino nuevo. Según la teoría palimpséstica de Genette es posible afirmar, además, que Las andariegas responde a lo que él llama una práctica mixta porque además de hacer uso de un hipotexto, construye juegos paródicos con alusiones a hechos y personajes históricos: Juana de Arco (96), Felipe El Hermoso, Juana La Loca (104), Santa Teresa de Jesús (108), el descubrimiento y la conquista de América (101-115-116-128); míticos o literarios: Narciso (80), Edipo (94), Hipólita (89), Eva (74), Minos (40), Dánae (47), Unicornio (88); lugares: la Estatua de la Libertad (136), Esparta (47), España (61), Arabia (61). La referencia a hechos y perso- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 216 14/04/00, 11:31 217 El devenir mujer en la propuesta estética de Albalucía Ángel najes en muy pocos casos es directa, hay un velo que los cubre pero también un elemento que permite identificarlos siempre y cuando se tenga claro conocimiento de su existencia. También el lenguaje barroco de las descripciones está en algunos apartes visualizado con las pinturas de Lucy Tejada, especialmente en la profusión ornamental y en su temor a aceptar el espacio vacío. Las andariegas atraviesan caminos guiadas por la curiosidad, esa misma curiosidad que incitó a Eva y le quitó la oportunidad de disfrutar del Paraíso. Las andariegas es una obra eminentemente barroca interpretada según el concepto manejado por Eugenio d’Ors y Alejo Carpentier: “una pulsión creadora, como una constante humana que vuelve cíclicamente a través de toda la historia en las manifestaciones del arte” (113). Para entender los múltiples artificios barrocos utilizados por Ángel es necesario emprender una operación de desmonte. No hay formas denotativas en su obra, todos los significantes han sido sustituidos por otros que amplian el núcleo semántico. Sólo dos ejemplos bastan para demostrar la maestría de su manejo. En el primero, el significante que corresponde al significado acto sexual, ha sido sustituido por un poema del que se han hurtado las palabras de connotación eminentemente sexual, pero que por su contexto erótico adquiere ese significado: [...] se deshicieron frescas, florecidas, cumpliendo el rito de las iniciadoras y entraron en la luz con un ritmo denso y dulce mientras los tallos tiernos penetraban jugosos en busca de sus grutas y ellas los conducían como a las aves que empiezan a volar, vertiéndose, encendidas, entregadoras de ese fuego que ellos querían... dadoras, germinantes... viajantes del delirio [41]. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 217 14/04/00, 11:31 218 GRACIELA URIBE El otro ejemplo corresponde al significante violación: [...] sintieron el desgarre de aquellas como dagas buscando en sus lisuras sin esperar a que sus pétalos se abrieran ni permitir al fuego ir descendiendo para vertirlas, derramarlas, volver de aceite y goce aquella gruta herida sin razón pues ellos horadaban, cabalgaban... como si se tratara de una doma [47]. Otro mecanismo barroco es la proliferación. De ella hace uso Albalucía Ángel cada vez que quiere remitir a una imagen evidente, al menos para su lector ideal, pero a la que aspira conducir no por su significante directo sino a través de asociaciones. En cada imagen presentada por Ángel hay todo un juego del lenguaje que invita a pensar. El trabajo es complicado. Especialmente cuando se trata de imágenes cuya protagonista es una mujer, como si la identificación de género le diera derecho a reinventarlo todo, a pensarlo de nuevo con otra visión: [...] era como un refugio o un establo donde mujeres viejas trasegaban trayendo unos baldados de agua hirviendo y oyeron los pujidos y gemidos de una muchacha rubia de cabellos muy largos que yacía sobre lienzos encima de un pajar... [37]. Fue una lucha valiente. Refriega donde el cuerpo se abría en fuentes de agua y caminos de sangre y gritos retenidos... [38]. Hay un significante excluido, ese al que la lectura, sin nombrarlo, hace referencia: “Un grito sostenido de quien ve venir la Parca encima o se está despeñando o la amputan de un tajo anunció a la viajera coronando” (38). Es una viajera. Una mujer en el parto de la Virgen María que ya habíamos identificado, Volumen 3-2-Litocamargo.p65 218 14/04/00, 11:31 219 El devenir mujer en la propuesta estética de Albalucía Ángel en lugar del Niño Jesús. Y con ella el interrogante: ¿y por qué el hijo de Dios no fue una mujer? Por otra parte, Las andariegas evidencian el barroco latinoamericano que participa del concepto de carnaval tal como lo concibe Mijail Bajtin, es decir, alimentado por la sátira menipea. Para demostrar de qué manera el texto Las andariegas se nutre de la sátira menipea nos remitiremos a Mijaíl Bajtín y a la clasificación que él hace de las características de este género (161-167 y 178-179). En primer lugar, la risa, que tiene carácter popular ya que asume la posición ideológica del pueblo, no de la élite, posee un alcance universal y es ambivalente. Estos tres aspectos quedan demostrados en la forma como Ángel rechaza la jerarquía patriarcal oficial, en favor de un grupo marginado no en cuanto a su clase social, sino por su género. Así, asistimos a la presentación de diferentes eventos focalizados desde la visión femenina de las protagonistas. El tratamiento de la prosa con ausencia de mayúsculas, de la puntuación convencional, lo mismo que la distribución de espacios en el escrito sin ninguna normatividad, es otro factor que aparentemente populariza la escritura. El uso de la ironía y su ubicación en un cronotopo ideal que impide la diferenciación a nivel de poder entre héroes y heroínas universaliza la historia. La ambigüedad se manifiesta en la incorporeidad que recorre toda la obra. Estamos aquí pero también allá. Hay una permanente omnipresencia que le da el carácter ambiguo que requiere la obra, sin restarle consistencia. En un segundo gran aparte se pueden condensar las características correspondientes a los incisos dos, tres y cuatro: “Libertad en la invención temática y filosófica, situaciones excepcionales que ponen a prueba la palabra y la verdad y naturalismo de los bajos fondos”. Esta libertad y fantasía está comprobada Volumen 3-2-Litocamargo.p65 219 14/04/00, 11:31 220 GRACIELA URIBE desde la caracterización nada convencional de las protagonistas: Cenicienta prefiere ser cruzada a casarse con un príncipe. La intangible anécdota: la obra abarca un recorrido histórico desde la creación del hombre hasta nuestros días, con énfasis en el papel preponderante de la mujer en ese devenir, del cual Las andariegas son testigas. El destronamiento de las heroínas que atraviesan por situaciones demasiado prosaicas: Electra tiene los pies llenos de sabañones, Clitemnestra es una buscona, hechicera y lujuriosa. En la menipea son características también las escenas de conductas excéntricas, toda clase de violaciones del curso normal de los acontecimientos, y es un rasgo común en Ange, una desacralización de mitos, personajes y hechos históricos: “Al cadáver del hermoso [Felipe El Hermoso] por las cuencas de los ojos le afloraban gusanos y en vez de boca había un hongo como los que crecen en el cagajón. La mirra y las esencias [...] no cubrían el hedor” (105). “La menipea incluye elementos de utopía social que se introducen en forma de sueños o viajes a países desconocidos”. Toda la novela de Ángel es utópica. El viaje hacia la historia rompe los umbrales de la verosimilitud y se sumerge en el campo fantástico: “conocieron el ruido de las entrañas de la tierra. La vieron botar fuego y desprenderse en ríos que bajaban ardiendo hasta los valles” (23). “La menipea se caracteriza por un amplio uso de géneros intercalados”. En Las andariegas no sólo encontramos géneros intercalados sino también simbiosis de artes. Los textos-imagen de Lucy Tejada son un intento de visualización del texto escrito. Descubrimos además, parábolas, cuentos, versos, recetas, definiciones, canciones, trozos en otros idiomas: “C’est vers le soir que l’oiseau de Vénus prend son vol” (23). Volumen 3-2-Litocamargo.p65 220 14/04/00, 11:31 221 El devenir mujer en la propuesta estética de Albalucía Ángel “Pluralidad de estilos y tonos”. Ésta es una característica reforzada por los elementos presentados en la anterior, amplio uso de géneros intercalados, y por otro procedimiento iterativo de Ángel: el relato oral que, según Bajtin, se introduce en la obra para representar una voz ajena socialmente determinada, la cual aporta una serie de puntos de vista y de valoraciones: Unas dijeron que eran dulces y que tenían memoria [...] otras que había recodos luminosos [...] otras reconocieron la ausencia y la tristeza. Sólo una de ellas mencionó el amor, otra nombró la ira y la desesperanza [17]. Toda palabra ajena introducida a cualquier discurso se reviste de una nueva comprensión, de una nueva valoración, es decir, se vuelve bivocal. En Las andariegas descubrimos este fenómeno pluriestilístico a través de las distintas voces que integra la narradora al discurso, bien sea con el uso reiterativo del estilo indirecto libre: “Nos dimos cuenta entonces [de] que era el negro, contaron luego” [21], o cediendo la palabra: “nos ayuntaron con el odio como a mulas de carga” [137]. Lo narrado se presenta a partir de elementos propios de la tradición oral como las murmuraciones, los rumores: “Mi abuela me contaba que su abuela decía que su abuela vivió en los tiempos en que su abuela oyó narrar la historia de los hombres y mujeres que un día vinieron a esta tierra” [136]. Si se habla de estrecha relación de esta novela con la sátira menipea, no se puede desdeñar la importancia de un rasgo esencial: el tiempo. Es simbólico ese tiempo sin tiempo en el cual transcurre toda la historia de la humanidad, es decir, la historia hecha y modelada por las manos de Las andariegas, que han sido Volumen 3-2-Litocamargo.p65 221 14/04/00, 11:31 222 GRACIELA URIBE las mujeres de todas las épocas, y la metáfora del eterno retorno y sus múltiples epifanías reflejada en las divisiones de la obra y en su analogía con las fases lunares. La primera, ubicada en la página veintiséis, reproduce la fase lunar llamada cuarto menguante y está formada por un semicírculo que contiene nombres de deidades de la era mediterráneo-mesopotámica instalada en nuestro pasado más remoto históricamente hablando. La segunda, situada en la página cincuenta y uno, interpreta la fase lunar conocida como cuarto creciente. Este semicírculo no se encuentra, como el anterior, conformado por una sola línea, sino que crece con el nombre de las heroínas literarias y las deidades de la teogonía griega y la romana que corresponden al segundo estadio en nuestra evolución cultural. La tercera, colocada en la página sesenta y siete, encarna la fase lunar llamada luna llena. En ella el círculo está completamente cerrado por personajes femeninos que de una u otra manera influyeron en el desarrollo de nuestra historia moderna, con Europa como centro. Y la última se instala en la página ciento treinta y cuatro y corresponde a la fase lunar llamada luna nueva, una luna delineada por nombres de personalidades que cambiaron el rumbo de la historia en el nuevo continente, en nuestra América. En Las andariegas, de Albalucía Ángel, se evidencia una fuerza estructuradora basada en la concepción de un mundo abierto que emparenta con la sátira menipea y el barroco, sustancialidad de la estética latinoamericana. Desde esta visión crea un discurso vivo, franco, resaltado a través de la enumeración disparatada y detallada, del amalgamiento, de la hipertextualidad y la intertextualidad, de imágenes que dan la idea de un desarrollo en la escritura misma del proceso escritural de la mujer. Las historias, las murmuraciones, el contar, establecen el dialogismo Volumen 3-2-Litocamargo.p65 222 14/04/00, 11:31 223 El devenir mujer en la propuesta estética de Albalucía Ángel y la polifonía, que plantean una visión de mundo específica, la identidad individual y universal de las mujeres, y rompen las reglas del código lingüístico, de la escritura tradicional, para asumir la desviación de la norma y recrearla en otra dirección: el desdoblamiento de sus personajes, la magia y las equivalencias misteriosas de sus heroínas, lo que nos permite acariciar la imagen esperanzada de un mundo más hecho para la convivencia armónica que para la lucha de contrarios. Ése es el mensaje que transmite Albalucía Ángel en sus obras. Obras de referencia Ángel, Albalucía. Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón. Bogotá: Plaza y Janés, 1982; Barcelona: Argos Vergara, 1984; Bogotá: Oveja Negra, 1985. ———. Las andariegas. Barcelona: Argos Vergara, 1984. Bajtín, Mijail. Problemas de la poética de Dostoyevski. México: Fondo de Cultura Económica, 1986. Calvino, Ítalo. Seis propuestas para el próximo milenio. Madrid: Siruela, 1989. Carpentier, Alejo. La novela latinoamericana en vísperas de un nuevo siglo. México: Siglo XXI, 1981. Diel, Paul. El simbolismo en la mitología griega. Barcelona: Editorial Labor, 1976. D’Ors, Eugenio. Lo barroco. Madrid: Aguilar, 1964. Genette, Gérard. Palimpsestos. Madrid: Taurus, 1989. Kundera. Milán. El arte de la novela. Barcelona: Tusquets, 1987. Lee Crumley, Laura. “Lo social y lo imaginario en la etnoliteratura: agua y sol, jaguares y piedras, imágenes de la sexualidad”. Poligramas, 10, 1992. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 223 14/04/00, 11:31 224 GRACIELA URIBE Molina, Cristina. Dialéctica feminista de la ilustración. Barcelona: Anthropos, 1994. Rorty, Richard. Contingency, Irony and Solidarity. New York: Cambridge University Press, 1989. Williams, Raymond. “Albalucía Ángel”. Escritoras de Hispanoamérica. Compilación de Diane Marting. Coordinación de Montserrat Ordóñez para la edición en español. Bogotá: Siglo XXI, 1992. Wittig, Monique. Les guérrilleres. New York: Avon Books, 1973. ———; Zeig, Sande. Borrador para un diccionario de las amantes. Barcelona: Lumen, 1981. Zavala, Iris M.; Díaz-Diocaretz, Miryam. Breve historia feminista de la literatura española. Barcelona: Anthropos, 1993. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 224 14/04/00, 11:31 G. Álvarez Gardeazábal y A. Ángel: insubordinación del género sexual para establecer una identidad gay ÓSCAR A. DÍAZ-ORTIZ Middle Tennessee State University Todavía tengo las sábanas donde dormiste en el puente del siete de agosto sin lavar. Todas las noches las huelo y reconozco tu almizcle. Todas las noches las saco de la chuspa plástica donde las tengo dobladitas y me enternezco oliéndolas, pensando en ti. Y no es sino que alcance a olerte para ponerme en zona de candela. Por eso, porque pienso demasiado en ti tengo que ir a sacar la foto del armario y volver a sudar, a gemir, a botarme pensando en ti. GUSTAVO ÁLVAREZ GARDEAZÁBAL, Los sordos ya no hablan ¿Tú crees que yo seré capaz de arrancarme algún día?, le pregunté cuando ya Cuco Sánchez había cantado sus rancheras y ahora Chavela Vargas decía Ponme la mano aquí, con esa voz que se entra por el tuétano y uno no sabe cómo hacer para espantar ese calambre y esa piel arrozuda que te hormiguea por toda el alma, por no decir el cuerpo, que está como incendiado y ábranse pues que voy herida. ¿Arrancarte...?, ¿de aquí...?, [a] Macorina, nunca la había escuchado, mejor dicho la había oído, pero jamás así, me encandilaba toda y no entendía, o sea, podía entender y no abarcaba, qué me estará pasando, me acuerdo que pensé, mientras la vi acercarse, sentarse en frente, en flor de loto, ¿arrancar...?, repitió, ¿y entonces, cuándo?, dime..., y como a una niña con pucheros, pasó los brazos Volumen 3-2-Litocamargo.p65 225 14/04/00, 11:31 226 ÓSCAR A . DÍAZ -ORTIZ por mi cuello, me trajo dulce con firmeza, ya pasará predijo tierna, y me dio un beso. Como injertada, ¿ves? ALBALUCÍA ÁNGEL, Misiá señora Introducción La postmodernidad ha permitido la apertura de un debate en torno al cuestionamiento de las relaciones sociales del individuo con su realidad; con ello ha generado en la dinámica social una renegociación de los espacios marginales con los centros hegemónicos del poder. Esto origina una nueva experiencia cultural, orientada a mostrar las condiciones sociales reales del ser humano, que permite crear una ruptura con los binarismos sociales tradicionales legados por el modernismo. Linda Hutcheon ha señalado que una de las características del postmodernismo es acceder a una reconexión entre lo estético y lo ideológico, lo cual determina las relaciones de poder entre lo histórico y el lenguaje. Así, pues, las temáticas relacionadas con la raza, lo étnico, el género y la preferencia sexual han llegado a ser parte del dominio de lo político como temas de la periferia (206). Los factores anteriores, en nuestro caso, permiten una rearticulación de las relaciones de poder en términos del lenguaje y del género sexual. Ellos dan voz a los discursos marginales y crean una nueva hegemonía cultural que permite la pluralidad de discursos. Hutcheon agrega que la hegemonía cultural como conjunto de valores y actitudes, valida esta nueva actitud como una tendencia dominante del discurso del poder (210). La literatura colombiana contemporánea no escapa a estas nuevas tendencias temáticas que plantean la subversión y la insubordinación discursiva en cuanto al género sexual –lo queer– Volumen 3-2-Litocamargo.p65 226 14/04/00, 11:31 227 G. Álvarez Gardeazábal y A. Ángel: insubordinación del género sexual como tema recurrente de algunos escritores destinados a desestabilizar las leyes patriarcales que rigen e implantan la norma social. Éste parece ser el caso de Gustavo Álvarez Gardeazábal (Tuluá, 1945), Albalucía Ángel (Pereira, 1939), Fernando Vallejo (Medellín, 1942) y Fernando Molano Vargas, cuyas producciones literarias han tratado de mostrar la temática gay dentro la complejidad sociopolítica de la nación colombiana, insertándola en un ambiente de caos y de violencia. Ésta no sólo pretende alegorizar la realidad nacional, sino también construir una identidad para el disidente sexual. Fernando Molano es el escritor menos conocido de este grupo. Su novela Un beso a Dick (1992) es un relato de las vivencias de los adolescentes bogotanos a fines de los años ochenta, descritas de una manera cotidiana, íntima, personal. Lo anterior es el escenario para que fluya el amor entre Felipe y Leonardo y surjan dudas, angustias, pero también fuerza, seducción, ternura. Su libro de poemas Todas mis cosas en tus bolsillos (1998) fue publicado póstumamente. Fernando Vallejo es uno de los escritores colombianos más reconocidos de los últimos años. Su obra narrativa ha despertado el interés de la crítica internacional (Foster, 1991, 124-128; DuPouy, 439-442). Hasta el momento cuenta con una colección de cuatro novelas titulada El río del tiempo, que comprende: Los días azules (1987), El fuego secreto (1987), Los caminos a Roma (1988) y Años de indulgencia (1989). En todas estas obras el mismo narrador, Fernando, da unidad temática y transporta al lector por los pasajes formativos y decisivos de su vida (DuPouy, 440). A pesar de que Vallejo es un escritor muy importante dentro de la insubordinación del género sexual en la narrativa colombiana porque ha roto con las leyes opresoras de la sociedad patriarcal en El fuego secreto, y ha creado una identidad gay plena a través de la relación Volumen 3-2-Litocamargo.p65 227 14/04/00, 11:31 228 ÓSCAR A . DÍAZ -ORTIZ homoerótica entre Fernando y su amante Jesús Lopera, no lo estudiaremos en este ensayo. Sus logros en la construcción de la identidad del disidente sexual se hallan muy cercanos a los de Albalucía Ángel y lo que pretendemos es mostrar propuestas y logros diferentes sobre dicha construcción. El principal objeto de este trabajo es analizar la producción literaria de Gustavo Álvarez Gardeazábal y de Albalucía Ángel. Enfocaremos el discurso literario de estos dos escritores como discursos disidentes del género sexual construccionista mujer/ hombre. Ellos plantean la insubordinación, el derecho a establecer el reconocimiento y la existencia de otras identidades sexuales no “aceptadas” –como la homosexual– por el discurso dominante del poder, el cual ha establecido la heterosexualidad compulsiva (basada en los órganos sexuales) como única metonimia rectora que puede dar identidad a las subjetividades (Foster, 1997, 5). Estos escritores muestran diversos aciertos y diferencias en sus planteamientos, como se verá en este análisis. La producción cultural de Gustavo Álvarez Gardeazábal y de Albalucía Ángel se alza como un discurso contestatario que busca la representación semiótica de lo queer. Este discurso está destinado a mostrar las bases del construccionismo sexual, a criticar y a rechazar el moldeamiento del comportamiento sexual del ser humano con base en su género biológico, en las funciones tradicionales que de esta construcción se desprenden. Aboga, también, por el reconocimiento de la disidencia sexual y de la libre elección del gusto erótico como un acto autónomo de preferencia en el ser humano. Así rompe las normas y patrones socialmente establecidos, la tiranía del discurso heterosexual compulsivo del patriarcado y reclama el derecho individual de hacer con su cuerpo lo que a cada cual apetezca. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 228 14/04/00, 11:31 229 G. Álvarez Gardeazábal y A. Ángel: insubordinación del género sexual Este enfoque faculta no sólo la reinterpretación histórica de la construcción de los géneros sexuales, basados en una ideología hegemónica patriarcal eurocéntrica y heredada que subordina a quienes no se inscriben en lo “natural” de su ideología, sino que también permite abordar en las producciones literarias aludidas aspectos relacionados con el deseo homoerótico y su dinámica sociopolítica para establecer una identidad homosexual. Vale aclarar que hemos seleccionado el término homosexual en la forma en que lo postula Teresa de Lauretis; es decir, como un término que significa preferencia y gusto por el mismo sexo. Rompemos así con la definición de gusto sexual por el mismo sexo entendido sólo en términos masculinos, según el discurso médico heterosexista patriarcal. Por tanto, el término homosexual agrupa tanto a gays como lesbianas (142). En este estudio abordaremos aspectos como el cuestionamiento que el disidente hace de la sociedad heterosexual, cómo se delinea el perfil del deseo homoerótico para desafiar al sistema, la homofobia y la marginalidad del disidente como respuesta inmediata a este desafío, y finalmente la construcción del disidente para llegar a serlo. Todo ello enmarcado en el contexto histórico de la violencia colombiana para descubrir las víctimas y los victimarios en la reconstrucción de una historia oficial que se inserta y es aceptada en la vida del país como verdadera. La reconstrucción de ese pasado como forma de conocimiento a través de la metaficción historiográfica, por un lado, permite su cuestionamiento para recobrar el verdadero sentido de la historia y rechazar la historia impuesta como forma de control. Por el otro, se alza contra la univocidad del autoritarismo tal como lo ha postulado Linda Hutcheon en su libro A Poetics of Postmodernism (Una poética de la postmodernidad). Volumen 3-2-Litocamargo.p65 229 14/04/00, 11:31 230 ÓSCAR A . DÍAZ -ORTIZ Ahora bien, frente a la ideología dominante del patriarcado –el heterosexismo compulsivo–, lo queer propone la revisión del constructo mujer/hombre, junto con la renegociación de esta construcción de las sexualidades que determinan las subjetividades. Así se plantea una discusión con referencia a los géneros sexuales tradicionales que el patriarcado postula como formas de control del deseo. Por ende, [...] le incumbe a lo queer manejar una ética del conocimiento que admita la más amplia variedad posible de interpretaciones y de elaborar modelos de conocimiento que puedan romper con el autoritarismo, tanto el epistemológico como el sociopolítico (anverso y reverso de la misma moneda en cuanto a cómo se sustenta mutuamente). Conformarse con las limitaciones en cuanto a lo que se pueda conocer y prescindir de las tecnologías de control que permitan el sistema patriarcal, son principios claves de lo queer [Foster, 1997, 7]. Lo anterior establece que lo queer es una teoría que agrupa no sólo la disidencia sexual, sino también al feminismo. De esta manera, ahonda en la dinámica sociopolítica de las estructuras patriarcales del deseo, descubre y debate las bases históricas y sociales en que se fundamenta dicha ideología; permite no sólo discutir el binarismo hombre-mujer/macho-hembra, sino también el sexo y el género que se toman como sinónimos y constriñen al ser humano con comportamientos sexuales y roles específicos designados para cada cual como norma compulsiva. El cuestionamiento del ser humano en su esencia, frente a la sociedad que lo construye y moldea, así como el auscultamiento de la memoria colectiva de la cultura popular, encarnados en la Volumen 3-2-Litocamargo.p65 230 14/04/00, 11:31 231 G. Álvarez Gardeazábal y A. Ángel: insubordinación del género sexual oralidad y reproducidos en los rumores y los chismes del pueblo, las tradiciones y las costumbres que se enmarcan en un tiempo histórico real y concreto en la vida de la nación colombiana, parecen conformar el hilo de unión narrativo de la mayoría de la producción cultural de Ángel y Gustavo Álvarez Gardeazábal, tal como los estudios de Raymond Williams sobre estos dos escritores parecen demostrarlo. Sin embargo, hay un aspecto que hasta el momento la crítica literaria no ha enfocado y es el referente a la insubordinación sexual/queer que Gustavo Álvarez Gardeazábal y Ángel proponen en su producción literaria. Este abordaje parece ser una carencia generalizada en la literatura hispánica precisamente por el seguimiento del canon del discurso hegemónico patriarcal que aún mira el sexo como algo pecaminoso de lo que no debe hablarse. Por fortuna, ya ha habido algunos intentos académicos de enfocar el aspecto queer. Estos examinan los tópicos homosexuales dentro de la dinámica social en la cual se producen, como lo proponen David W. Foster en la introducción a Gay and Lesbian Themes in Latin American Writing (Temas homosexuales y lesbianos en la escritura latinoamericana), Lillian Manzor-Coats en la introducción a Latin American Writers on Gay and Lesbian Themes (Escritores latinoamericanos sobre temas homosexuales y lesbianos) y Guillermo Núñez Noriega en Sexo entre varones, entre otros. El cuestionamiento disidente a la sociedad heterosexual Ángel y Gustavo Álvarez Gardeazábal desarrollan formas narrativas experimentales poco tradicionales y presentan en sus obras una muestra patética y panorámica de la sociedad colombiana y la anarquía reinante en el país por razones sociopolíticas y Volumen 3-2-Litocamargo.p65 231 14/04/00, 11:31 232 ÓSCAR A . DÍAZ -ORTIZ económicas. Estas imágenes abordan la problemática nacional a partir de sus instituciones hegemónicas. Sin embargo, la producción literaria de Ángel presenta una polifonía narrativa muy distinta del narrador omnisciente de Gustavo Álvarez Gardeazábal en sus primeras obras, así como el uso de formas subversivas de puntuación y ortografía no convencionales que rompen con la norma tradicional. La panorámica presentada por ambos escritores permite desglosar los cuestionamientos heterosexuales que sobre las subalternidades hace la sociedad patriarcal con su visión moral y religiosa aplicada a costumbres y tradiciones. Los dos autores transgreden esta mirada y abren una polémica sobre la representación semiótica literaria del disidente sexual para ejemplificar cómo se inserta éste en la vida nacional y su sociedad. Por un lado, Gustavo Álvarez Gardeazábal, en Cuentos en el Parque Boyacá (1969-1972), comienza el delineamiento constitutivo de personajes y temáticas de sus futuras obras narrativas. La obra presenta, a través de sus narradores heterodiegéticos, a testigos oculares de cuanto acontecimiento violento sucede alrededor del parque Boyacá, situado en el corazón de Tuluá. Gustavo Álvarez Gardeazábal intenta convertir el microcosmos de Tuluá, en el departamento del Valle del Cauca, en un macrocosmos representativo de la nación. Todos los sucesos sociopolíticos que se desarrollan están encaminados a mostrar el heterosexismo como base fundamental sobre la cual se ha fraguado la identidad del colombiano. Así, la temática de violencia arbitraria como forma machista de ejercer el poder y control del Estado se convierte en tema clave de la obra. También, la visión paternalista de la hegemonía con respecto a las subalternidades representadas por las mujeres y los niños y lógicamente el disidente gay. A través de los cuentos de esta antología descubrimos Volumen 3-2-Litocamargo.p65 232 14/04/00, 11:31 233 G. Álvarez Gardeazábal y A. Ángel: insubordinación del género sexual la historia de “Joaquina Torrentes” (1969), “Donaldo Arrieta” (1969), “León María” (1970), “Templanza Lasprilla” (1970) y por supuesto la historia de la famosa Ramona Uribe y su hermano en “La boba y el buda” (1970). Todos estos personajes se plantean un interrogante general no sólo en cuanto al acontecer histórico y sociopolítico del microcosmos tulueño alegórico del país, sino que también subvierten los papeles tradicionales del hombre-macho y la mujer-hembra. Es decir, en la obra de Gustavo Álvarez Gardeazábal, muchos personajes no se inscriben dentro de la norma constitutiva del género sexual patriarcal. El autor presenta una gran variedad de personajes provenientes de todas las esferas sociales, son las muestras que Gustavo Álvarez Gardeazábal escoge para conformar la sociedad colombiana. Por esta razón, no es extraño ver mujeres que no adoptan el papel maternal, hombres disidentes de su inscripción sexual u hombres que bajo su careta de heterosexuales llevan una doble vida como bisexuales. El papel tradicional de “la mujer” se subvierte en “La boba y el buda”. Allí se presenta una madre, sin nombre, una mujer fálica como única alternativa negociadora frente al poder masculino, obstinada en la preservación de su estirpe caracterizada por una tara. La tara de los Uribe se representa en la bobada de su hija Ramona Uribe, una boba deforme, y en la virginidad de un hijo homosexual. En este cuento el hijo logra rebelarse contra el poder de la madre y el de la sociedad para mostrar sus preferencias sexuales hacia su mismo género y sus amores con Chucho, el hijo del jardinero. El narrador-protagonista descubre sus deseos homoeróticos a través de sus prácticas religiosas. Esto se convierte en una fuerte crítica a la falsa moral que es impartida por la Iglesia, ya que es en un templo católico donde descubre Volumen 3-2-Litocamargo.p65 233 14/04/00, 11:31 234 ÓSCAR A . DÍAZ -ORTIZ ese deseo. Por esta razón, la madre muestra antipatía hacia los actos religiosos: Desde ese día todo acto religioso, toda enseñanza sagrada, no conducía para ella sino a la mariconería. [...] Me regaló libros donde se hablaba mal en todos los tonos de los homosexuales [...], unos cuadernos de mujeres desnudas que me aburrieron más de la cuenta, obligándome a encerrarme en el baño a pensar en las nalgas de Chucho [63]. La madre se convierte en un instrumento propagandístico del heterosexualismo y acaba por promover y difundir todo el paquete ideológico que postula el construccionismo sexual y que es visto como la norma. Un objetivo similar plasma Ángel en ¡Oh Gloria inmarcesible! (1979). Allí presenta diferentes aspectos de la cotidianidad nacional enmarcados en las tradiciones y costumbres que permiten una radiografía amplia y precisa del país; muestra los diferentes roles desempeñados por “la mujer” y “el hombre” como modelos sociales y ciertos factores económicos que comienzan a visualizarse, como el contrabando de droga. Esta problemática se ejemplifica en las informaciones periodísticas de primer plano sobre el cargamento incautado en “El Gloria” (buque insignia de la Armada Nacional); en éstas se insinúa lo que significará el fénomeno del tráfico de estupefacientes para la vida nacional. La escritora recorre la geografía colombiana y presenta los diferentes estereotipos que han contribuido al perfil de identidad de la mujer y del hombre en el país. Aquí se presenta la incursión de la mujer en la política, alcanzada no porque es un derecho, sino como el logro de una “mujer bragada”. Ella debe Volumen 3-2-Litocamargo.p65 234 14/04/00, 11:31 235 G. Álvarez Gardeazábal y A. Ángel: insubordinación del género sexual adoptar esta posición para compartir las esferas del poder como lo hace la madre de “La boba y el buda” de Gustavo Álvarez Gardeazábal. Podemos considerar estas recopilaciones de cuentos de Gustavo Álvarez Gardeazábal y Ángel como collages de la cotidianidad colombiana, enmarcada en el heterosexismo compulsivo del patriarcado. Pues, bien, Ángel y Gustavo Álvarez Gardeazábal parten de la visión heterosexista para plantear el interrogante y la dura tarea del disidente en búsqueda de una identidad que le permita existir y realizarse como persona, llegar a ser, pero que se encuentra ante la difícil realidad de una doble lucha consigo mismo y con el sistema cuyas leyes sociales debe quebrantar. Ello es claro en Girasoles en invierno (1968) y en Cuentos en el Parque Boyacá. Tanto para Ángel como para Gustavo Álvarez Gardeazábal, sus primeras obras comienzan con razonamientos sobre el ser y su esencia, mostrando que lo tradicional no es algo que les place a sus protagonistas, que se sienten manipulados, acorralados e implantados obligatoriamente en una realidad que ellos no han elegido libremente. La protagonista de Girasoles en invierno, Alejandra, se encuentra frente al gran interrogante de su vida: ¿quién soy y hacia dónde voy? Ella proyecta el hastío de lo que ha representado su vida hasta el momento. Este hastío lo manifiesta es su deseo de revisar el pasado para encontrar la esencia de su ser (Jaramillo, 206). Alejandra, en el presente, también evoca un mundo triste y gris, como alegoría del mundo disidente. Su imagen en un día de invierno en un café de París corresponde a los atributos del “sexo débil” –resignada a esperar a alguien que nunca aparecerá mientras lee a Ray Bradbury– y revela el papel subordinado del género femenino al masculino. Las situaciones de incertidumbre y el retrato de las vivencias femeninas a partir Volumen 3-2-Litocamargo.p65 235 14/04/00, 11:31 236 ÓSCAR A . DÍAZ -ORTIZ de los roles asignados socialmente, junto a los valores y los presupuestos que de ellos se desprenden, son constantes de Ángel aún en su segunda obra, Dos veces Alicia (1972). En esta novela la escritora metaforiza a través de la imagen de las barcas en el lago: “Si me concentro entonces de seguro que la historia resulta. Si me aplico, si trato juiciosamente de adquirir la disciplina, buen gusto, el oficio, etc.” (11), lo que la escritura patriarcal representa para la mujer: un espacio negado que la mantiene en un mutismo marginal. Su deseo es abrir el espacio escritural a la mujer, como una forma de mostrar que ella existe. El perfil del deseo homoerótico En su producción cultural Ángel y Álvarez Gardeazábal logran de una manera adecuada representar las diferentes subjetividades disidentes y delinear el deseo homoerótico en la cotidianidad del país. De esta forma no sólo ponen al descubierto el elemento homoerótico que gran parte de la producción artística nacional ha escondido o se ha negado a reconocer y ha dejado a la imaginación del lector. Esta producción moralizante ha adoptado una posición propia de la época victoriana. Así, según Gayle S. Rubin, ha respondido a la “amenaza sexual” –que representa “lo diferente” en la conducta erótica– sobre los valores sexuales y la insubordinación del género desde hace varios siglos (4-5). Tal apertura al deseo homoerótico alcanza su validez existencial en la medida en que estos autores insertan la ficcionalidad de sus personajes en el contexto histórico violento real de la nación. Ello les permite no sólo fustigar las tradiciones sociales, sino que sus obras se conviertan en alegorías ficcionales de la realidad. Por esta razón, la producción literaria de estos dos escritores mues- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 236 14/04/00, 11:31 237 G. Álvarez Gardeazábal y A. Ángel: insubordinación del género sexual tra situaciones comunes de la realidad de la vida de los colombianos enmarcadas en un momento histórico concreto: la Violencia (1948-1963), una época de vejámenes, asesinatos y arbitrariedades políticas que segaron la vida de miles de ciudadanos. La época de la Violencia ha impreso algunas de las características más notorias en la producción literaria del país; además, es una de las temáticas favoritas de los escritores contemporáneos. Cóndores no entierran todos los días (1972) es una muestra de lo anterior. En esta novela, Gustavo Álvarez Gardeazábal hace un crudo análisis de la violencia machista durante la época de las guerras partidistas en el país, originadas por el asesinato del líder popular Jorge Eliecer Gaitán (1948). El deseo homoerótico se patentiza, en esta obra, en el doble papel “del hombre” que cumple un papel heterosexual en la sociedad y hace extensivo ese rol dominante a una relación homoerótica. En ésta, su masculinidad omnipotente lo lleva a desempeñar el papel de penetrador en el acto homosexual para no perder su hombría (Almaguer, 81; Foster, 1995, 4): “Aurelio Arango que a Tuluá no había vuelto por no tener que pagar una deuda a un marica cantinero de una casa de putas con el que había terminado por acostarse cuando las putas le hicieron el feo por no pagarles nunca” (105). Esto explica claramente por qué en la narrativa de Gustavo Álvarez Gardeazábal la conducta homosexual de los “machos” es cuestionada, ya que Arango, como macho, debería mantener un papel de penetrador en las relaciones hetero; sin embargo, este individuo incursiona en relaciones homosexuales desempeñando el mismo papel con otros hombres, sin que esto último afecte socialmente su masculinidad, su clasificación o su inscripción como macho. Esto mismo se puede apreciar en “Ana Joaquina Torrentes”, uno de los Cuentos en el Parque Boyacá, en el cual se Volumen 3-2-Litocamargo.p65 237 14/04/00, 11:31 238 ÓSCAR A . DÍAZ -ORTIZ muestra a los chusmeros como violadores tanto de mujeres como de muchachos: Pararon siete, solamente siete, pero se metieron en las entrañas de las dos sirvientas de Domitila y en las nalgas de los tres pelados de don Leonardo, [quienes] con el trasero sangrando cayeron acribillados por las balas que hicieron eco en una risotada [7-8]. La Violencia como marco temático es la misma que Albalucía Ángel desarrolla en Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón (1975). Ana, la narradora-protagonista, hace un viaje retrospectivo al pasado a partir del cual interpreta su propia historia y ahonda en las tradiciones sociales y familiares per se que se dan por verdaderas sin ningún tipo de cuestionamiento. El género femenino se representa por una pájara indefensa o como un mero elemento decorativo que no alcanza la categorización de algo importante (de ahí la razón de estar escrita con minúscula) y que con una actitud pasiva espera la redención. Ana descubre cómo va siendo su femineidad, cómo esta categoría construccionista definida por patrones de comportamiento y tradiciones evocadas en la imagen y recuerdos de su abuela son extraños a su propia manera de ser; sin embargo, poco a poco la van constriñendo hasta lograr moldearla como a todas las de su género. Por esta razón, Ana es constantemente criticada, manipulada y reprendida por sus mayores. Ella actúa como una conciencia colectiva destinada a polemizar y rescatar la historia verdadera de los acontecimientos; así consigue la dialogización de la marginalidad de voces involucradas en el conflicto. De esta manera, la niña muestra la triste historia de muchas de las mujeres del país que fue- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 238 14/04/00, 11:31 239 G. Álvarez Gardeazábal y A. Ángel: insubordinación del género sexual ron violadas y mancilladas durante la época. Helena Araújo, desde su óptica feminista, señala que Estaba la pájara... presenta una alternativa a la mujer/Ana, que encuentra al final de la obra una razón de vida en su compromiso político de lucha en favor de los marginados y rompe con los lazos que la mantienen atada al sistema (137). La imagen de la mujer que encauza su vida a la lucha política y los deseos lésbicos son quizás los signos semióticos más dicientes en la obra. El despertar de los deseos lésbicos de Ana también se recuerda asociado con la represión y los sentimientos de culpabilidad, miedo y pecado, no como un acto natural de placer del cuerpo. Los deseos por el mismo sexo, la experimentación heterosexual y el abuso sexual de niños por adultos, se representan durante la niñez y la adolescencia de Ana (Goldman, 14). Éstas son realidades latentes de nuestra sociedad que, sin embargo, se ocultan en lo más recóndito de ésta y son llevadas como secretos. Las secuencias narrativas de la novela se van entrelazando para elaborar un discurso feminista heterosexual de denuncia que muestra el papel de subordinación y constreñimiento social de las mujeres orientadas a cumplir su rol de servicio al poder masculinista, primero al padre y después al marido: [...] no esperó a que la mortaja le bajara, y prefirió desvestir un borracho a Don Juancho Areque fue siempre un hombre de una pieza. Mandó a las ocho hijas a que estudiaran hasta tercero de primaria donde las señoritas Torres, porque para saber poner el punto en las íes basta y sobra. A aprender a hacer frivolité y bolillo, que es lo que más les luce. [...] matrimonio y mortaja del cielo baja, dijo, y claro: sólo se logró casar Eufrosina [229]. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 239 14/04/00, 11:31 240 ÓSCAR A . DÍAZ -ORTIZ El uso y el abuso de la mujer son constantes a través del texto, lo que quizás motiva y justifica la temática sexual insubordinada que en lo sucesivo la escritora desarrollará en su narrativa: a partir de esta obra se va creando el perfil de una conducta y un deseo homoerótico como un instrumento para romper con el pasado coercitivo que subyuga a la mujer. Ángel establece, completamente, la identidad homosexual / lésbica en Misiá señora (1982) donde Marianita, la protagonista –la figura mariana–, a pesar de haber cumplido con una de las máximas aspiraciones del patriarcado, el matrimonio, y ser reproductiva para el sistema capitalista, se rebela contra el orden establecido al legitimar el derecho sobre su cuerpo y lo que hace con él. Marianita, captada en las tres etapas que marcan su vida –su niñez, su matrimonio y finalmente su locura–, muestra la soledad y la frustración que le deja el papel tradicional de la mujer en la sociedad. Debe luchar contra el régimen familiar y social establecido y por esta razón su interiorización dialogada con el espejo representa el conflicto interno entre la imagen de la Mariana de carne y hueso y lo que realmente ella quiere ser (Jaramillo, 216). Con este personaje la escritora logra llevar el deseo homoerótico hasta la vida adulta, cosa que no ocurre en Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón, novela en la cual lo deja como un recuerdo de la niñez. La protagonista no sólo debe luchar con su propio yo para encontrarse, sino que también debe confrontar la visión moralista-religiosa según la cual el sexo es pecado y su transgresión genera culpa. Marianita debe volver al pasado para desmitificar este sentimiento de culpa. Araújo, apoyándose en Julia Kristeva, ha acotado que en gran parte de la narrativa femenina latinoamericana se percibe un constante deseo de evocar la infancia. Esta característica es muy marcada en la Volumen 3-2-Litocamargo.p65 240 14/04/00, 11:31 241 G. Álvarez Gardeazábal y A. Ángel: insubordinación del género sexual narrativa de Ángel. Con ello, el feminismo busca poner en entredicho el rol femenino en la reproducción de la especie (52). Este parece ser el deseo de la escritora al evocar en Misiá señora y Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón los retrocesos constantes de las protagonistas a su infancia; este recurso le es útil para presentar el verdadero conflicto narrativo y temático de la mujer y el papel que ésta cumple en los espacios privados y públicos en que violentamente han sido inscrita (Foucault, 23). La acersión de Foucault corrobora el sistema de relaciones de poder entre los sexos que subordina a la mujer al espacio privado, mientras que el hombre se reserva para él el espacio público. Ante esta marginación espacial la única alternativa para Marianita es la locura. Allí se refugia a causa de su incapacidad de luchar contra un sistema patriarcal que la ha objetivizado en sus etapas infantil y adulta, hasta convertirla en una réplica de su muñeca de trapo. La imagen de Marianita servirá como personaje en la obra teatral inédita de la escritora La manzana de piedra (1983), donde se personifica a la misma figura MarianaMarianita, en tres papeles y espacios evolutivos diferentes en su liberación del constructo patriarcal: la Mariana abuela en la cocina, la Mariana madre en actividad social y la Mariana escritora, dedicada a su oficio como representación alegórica de la realización alcanzada a través del espacio escritural. Homofobia y marginación La hegemonía patriarcal no espera pacientemente a que se pongan en duda y se cuestionen los principios reguladores que marcan la subyugación falocéntrica del poder (Lacan, 285). Éste universaliza lo masculino como fuerza dominadora y deja a todo Volumen 3-2-Litocamargo.p65 241 14/04/00, 11:31 242 ÓSCAR A . DÍAZ -ORTIZ lo demás como alteridad y ha establecido el status quo de las subalternidades. De esta forma –para su defensa– crea tendencias cuyo objetivo es contraatacar las fuentes de poder de la disidencia y corromper o distorsionar el verdadero control erótico del ser humano sobre su cuerpo y lo que hace con él, como ha señalado Audré Lorde (341). Así, en torno de la disidencia sexual se ha creado un discurso homofóbico que intenta de diversas maneras, ya sean religiosas, morales, sociales o higiénicas y de salud, minimizar el poder desestabilizador que representa lo queer dentro de las estructuras patriarcales o falocéntricas que socavan las bases reguladoras de su actual discurso del poder, convirtiéndolo en un discurso sexual que sigue la dialéctica de amo-esclavo, como la llamó Judith Butler (17). Muchas veces la narrativa de Gustavo Álvarez Gardeazábal cae en lo anterior, convirtiéndose en instrumento manipulable del poder hegemónico. Por ejemplo, la imagen del disidente que presenta Gustavo Álvarez Gardeazábal en Dabeiba (1972) está encaminada a mostrar al homosexual, don Aníbal, como un afeminado cobarde y ridículo que teme a las inyecciones de la enfermera y corre como un niño. Sin embargo, don Aníbal es una persona como cualquier otra en el pueblo, sólo que no comparte sus gustos sexuales en la categoría en que debían regularmente inscribirse. La paranoia por lo homosexual y su fuerza desequilibradora es una constante en Gustavo Álvarez Gardeazábal en La tara del papa (1972), El bazar de los idiotas (1974), El titiritero (1977), Los míos (1981), Pepe Botellas (1984), El Divino (1986) y Los sordos ya no hablan (1992). Si bien Gustavo Álvarez Gardeazábal debe considerarse como un “iconoclasta del panorama nacional” por excelencia, como ha señalado Roberto Vélez (15), también debe considerarse como uno de los más fuertes desmitificadores Volumen 3-2-Litocamargo.p65 242 14/04/00, 11:31 243 G. Álvarez Gardeazábal y A. Ángel: insubordinación del género sexual de las costumbres y tradiciones sociopolíticas y religiosas que están hondamente arraigadas en la esencia de la colectividad. Por esta razón, el ataque frontal y sin vacilaciones a todo lo institucional per se es uno de los Leitmotiven de la obra del escritor. La tara del papa presenta la confluencia de las tres entidades controladoras en la vida del seminarista homosexual Julio César, su narrador-protagonista: la Iglesia, la política y la familia. La paranoia lleva a que el narrador se debata entre el dilema de ser o no ser, ya que la manifestación de su preferencia sexual es considerada como una tara en el seno familiar: “Una nueva tara entraba en la familia, su hijo recién llegado del seminario, a más de Lozano y Uribe, había resultado marica” (78). Julio César deberá padecer castigos, expiaciones y autoflagelaciones por sus “males de la concupiscencia” y abiertamente manifiesta que su condición de maricón es una tara. Aunque el objetivo de Gustavo Álvarez Gardeazábal es atacar una falsa moral corrupta y en decadencia que implanta la ideología estatal, mostrando actos como la complacencia masturbatoria del protagonista frente a la litografía del obispo, cae en los parámetros demarcados por el patriarcado para hacer sentir en el protagonista culpabilidad por su deseo homoerótico. El texto expone una ambigüedad en el narrador: aunque el escritor muestra a un homosexual que se identifica como tal, también lo muestra como un ser carente de algo, convirtiendo el texto en propaganda de la ideología hegemónica patriarcal. Lo mismo sucede en la novela El bazar de los idiotas, en la cual la masturbación deja de ser un tabú y un vicio execrable para convertirse en un descubrimiento de los poderes de curación que obtienen los dos idiotas con sus prácticas onanísticas en una parodia de la aparición de una niña milagrosa en la comarca de Volumen 3-2-Litocamargo.p65 243 14/04/00, 11:31 244 ÓSCAR A . DÍAZ -ORTIZ Piendamó, en la región del Valle del Cauca. El homosexual se representa en la figura del comerciante judío, Isaac Nessim, quien es un ser vacío y con una gran carga emocional porque carece de identidad al no querer aceptar su homosexualidad. Él la considera como un impedimento por el cual no ha podido integrarse socialmente a la comunidad tulueña; se siente rechazado, vapuleado y considera una tragedia amar lo masculino. Esta problemática existencialista lo llevará a suicidarse de un tiro en la sien. Así, Álvarez presenta una visión negativa de la homosexualidad, ya que la expone como una enfermedad que sólo se cura con la muerte, reforzando la postura médico-jurídica del patriarcado, que ve al homosexualismo como una enfermedad mental. Al hablar de marginación no podríamos pasar por alto el papel desempeñado por el disidente sexual en El titiritero (1977), que es un marginado tanto por la izquierda como por la derecha y se percibe como un peligro en ambos bandos. Sin embargo, es utilizado y manipulado por el mismo sistema a su conveniencia y es constantemente vejado tanto por su hermana, la narradora guerrillera, como por “el Jalisco”, personaje convertido en mártir de los estudiantes. La obra presenta la imagen de una mujer guerrillera, víctima de la tortura y la violencia, que delira con una obsesión fálica por medir el órgano genital de los hombres. Esto es producto de la violación sexual y las vejaciones a las que fue sometida, pero también representa una muestra ejemplarizante del castigo al que se expone la mujer que no cumple con su papel establecido y lo subvierte. Los personajes principales, en esta obra, son títeres del sistema y de los partidos políticos, además de presentarse fuertemente homofóbicos. La clase y la tradición social son temáticas comunes en las producciones narrativas de Albalucía Ángel y Gustavo Álvarez Volumen 3-2-Litocamargo.p65 244 14/04/00, 11:31 245 G. Álvarez Gardeazábal y A. Ángel: insubordinación del género sexual Gardeazábal. Obras como Misiá señora y Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón así lo demuestran: sus protagonistas pertenecen a la clase media y están predeterminadas a mantener las costumbres de su clase así como las tradiciones familiares. Algo similar ocurre en Los míos, en donde una narradora homofóbica que vive en el exilio, última descendiente de la familia Copete del Hierro, presenta una familia de la vieja aristocracia que logra amasar una de las más grandes fortunas del país a través de engaños y tráfico de influencias. La familia “hereda” la homosexualidad como una desgracia, según la visión de la narradora, en tres de sus miembros; la “desgracia” viene desde los tiempos del abuelo que era bisexual. La homosexualidad aquí se presenta como una fuerza negativa que se utiliza para la imposición y la consecución de objetivos políticos o económicos. Sin embargo, la característica más sobresaliente de la obra es la cadena de marginaciones que ata a los diferentes miembros homosexuales de la familia y el poder del dinero y la posición social de ésta para marginar a los disidentes. La homosexualidad se perdona y es más llevadera si el individuo se alía al poder político, como en el caso de Daniel Copete, último descendiente homosexual de la familia. Valiéndose del poder social que le corresponde, Daniel incursiona en la política, lo que le permite vivir su identidad homosexual, aunque muere a manos de los esbirros izquierdistas del nuevo gobierno que se implanta en el país. A lo largo de la narrativa de Gustavo Álvarez Gardeazábal, se puede constatar que el disidente se alía al poder poder político de una forma servil como una de los caminos para escapar al control rector del heterosexualismo compulsivo. Así el disidente puede vivir su homosexualidad en el oscurantismo; es el caso del escritor en Pepe Botellas (1984). En dicho texto se plantea la doble vida de Volumen 3-2-Litocamargo.p65 245 14/04/00, 11:31 246 ÓSCAR A . DÍAZ -ORTIZ los protagonistas, quienes, por miedo al reconocimiento público de su preferencia sexual, se asocian al sistema para lograr llegar a las esferas del poder. La novela toma la homofobia como arma de defensa del sistema patriarcal heterosexista que lo ha encumbrado. La figura del homosexual surge como parte de la compleja sexualidad de sus protagonistas principales, José María Valladares, “Pepe Botellas”, y Guillermo Zambrano, “Memito Glostora”. Ambos son bisexuales y bajo su aparente heterosexualidad tienen relaciones carnales con personas de su mismo sexo. Pepe manifiesta su homosexualidad en la privacidad y las prácticas masturbatorias sadomasoquistas con botellas. Estas prácticas “oscuras” son una dimensión homofóbica de la novela. Pepe Botellas actúa públicamente como un individuo heterosexual de gran fama social, que cumple sus funciones matrimoniales con Josefina, reconfirmando su rol de macho con sus infidelidades. Pepe, con su persecución contra los disidentes sexuales, niega su reconocimiento como homosexual. Sin embargo, el lector reconoce que esta aparente homofobia de Pepe está encaminada a reforzar su apariencia y su rol de macho ante la sociedad, ya que como hombre público no debe mostrar sus preferencias homosexuales. Tanto Gustavo Álvarez Gardeazábal como Ángel terminan creando un distanciamiento heterosexista y homofóbico con respecto al disidente. Este distanciamiento entre el yo heterosexual y el yo homosexual es una de las técnicas que muchas veces el disidente emplea para no dar sospechas de su homosexualidad, recalcando su distanciamiento entre los dos, lo cual le sirve de credencial heterosexual ante la sociedad, según lo esboza Barbara Smith (100). Por esta razón, Pepe Botellas reconoce que su enemistad con el Che Guevara radica en la homosexualidad que ambos comparten y que conocen mutuamente, pero Volumen 3-2-Litocamargo.p65 246 14/04/00, 11:31 247 G. Álvarez Gardeazábal y A. Ángel: insubordinación del género sexual que él rechaza y hostiga debido a su posición. Gustavo Álvarez Gardeazábal sitúa esta obra en un marco histórico concreto, y sus personajes –que son una alegoría de personajes reales y están destinados a mostrar el interior de la revolución cubana y las “debilidades” sexuales de sus protagonistas– plantean que la homosexualidad no es sólo un vicio decadente de la sociedad burguesa, sino que también está presente en los movimientos de izquierda. En El Divino, Gustavo Álvarez Gardeazábal presenta al disidente sexual, Mauro, como protagonista. Su personaje está aliado a una fuerza económica desestabilizadora muy poderosa: el narcotráfico, que atenta contra el control del poder sociopolítico hegemónico y clasista de la sociedad colombiana. El poder del dinero permite que Mauro pregone su homosexualidad abiertamente y que todos los estamentos de la sociedad se rindan a sus pies, hasta el punto en que su poder de manipulación llega a ser equiparado con el poder del divino Ecce Homo, santo patrón de Ricaurte, provincia vallecaucana donde acontecen los hechos. Las “debilidades” de Mauro son toleradas por una sociedad homofóbica y moralista que lo ve no como un homosexual sino como el personaje que representa el poder del dinero a manos llenas, el que ha llevado bienestar y progreso económico al pueblo y lo ha situado en la geografía universal. Al igual que en La tara del papa, los ataques del escritor se centran en todo el constructo patriarcal de la sociedad y de las instituciones en las que ésta se apoya, como la Iglesia y la familia. Tales instituciones se levantan como íconos ideológicos en la construcción del individuo, los cuales Mauro transgrede por ser un homosexual traficante; debido a esto debe sucumbir ante el castigo de una sociedad que no perdona a los transgresores del Volumen 3-2-Litocamargo.p65 247 14/04/00, 11:31 248 ÓSCAR A . DÍAZ -ORTIZ orden patriarcal y económico que el sistema capitalista ha impuesto (Díaz, 32). El último gamonal (1987) presenta al homosexual aliado nuevamente al poder; esta situación le permite a don Leonardo, su protagonista, llevar con plenitud una vida homosexual. Don Leonardo es el dueño absoluto del pueblo de Trujillo y bajo la seriedad de su prestancia social mantiene relaciones íntimas con algunos de sus empleados y militares que le sirven de guardaespaldas. Las rivalidades políticas partidistas son una constante en la obra que permite mostrar el panorama violento de una lucha por el poder político de la región. Uno de los amantes de don Leonardo, “el Chapul”, es un individuo casado y con hijos que se mueve en las prácticas heterosexuales y homosexuales con el apoyo y el apadrinamiento de don Leonardo; sin embargo, el comerciante de telas, Dieguito Londoño, por sus prácticas sodomitas y sus violaciones a menores muere a manos del gamonal; así se muestra la doble moral del protagonista, que da un castigo ejemplarizante al disidente sexual gracias al poder que lo entroniza, aunque él sea uno de los disidentes. Los sordos ya no hablan es una obra que intenta escapar de los modelos establecidos socialmente, fustigando el constructo social desde la homofobia y la histeria que se ha creado en torno del homosexual y del sida como formas de satanizar y condenar ciertas partes del cuerpo; es decir, condenando al recto como parte impura del cuerpo y convirtiendo al pene en un significante sublimado de la sociedad falocéntrica, como parte del discurso moralista de la sociedad patriarcal (Bersani, 203). El narrador compara la histeria colectiva que se ha creado en torno del sida con una realidad aún más dolorosa para los colombianos, la violencia: Volumen 3-2-Litocamargo.p65 248 14/04/00, 11:31 249 G. Álvarez Gardeazábal y A. Ángel: insubordinación del género sexual Ahora andan con el cuento de la enfermedad de los maricas. ¿Que el sida va a consumir al mundo donde sigan culeando hombres con hombres? ¿Para qué? Aquí nadie se asusta con el sida. Ésa es una enfermedad para los gringos y los europeos. En Colombia, donde nos matan sentados en la taza del inodoro o conversando aquí mismo, con el sida no se asusta nadie. Yo no puedo asustar a las gentes de Armero conque se van a morir. Prefieren morirse... [38-39]. El narrador postula irónicamente que el sida no debe representar un peligro en una sociedad en la que se mata sin ningún miramiento y la muerte se mira con una fría desesperanza y resignación. Los sordos ya no hablan, aunque pretende convertirse en una denuncia pública ante la incapacidad del gobierno para atender la situación que desembocó en la tragedia de la población tolimense de Armero, aún plantea como forma de control los castigos ejemplarizantes contra la transgresión sexual. A pesar de los intentos de mostrar al disidente sexual como un ser de carne y hueso con derecho a realizarse como persona y vivir una vida como la de cualquier otro, en ocasiones cae de nuevo en el estereotipo del disidente que sobrevive a la tragedia como la simple “loca” peluquera del pueblo, mostrándolo como un ser frívolo, empecinado en sus conquistas masculinas y en los placeres sexuales que le brinda su amante de turno. Construcción del disidente para llegar a ser La marginalidad del disidente sexual en Gustavo Álvarez Gardeazábal, al igual que en Ángel, plantea una incertidumbre entre ser y no ser, ya que el salir de su silencio, presentarse a la luz Volumen 3-2-Litocamargo.p65 249 14/04/00, 11:31 250 ÓSCAR A . DÍAZ -ORTIZ pública y romper con el anonimato en lo que Eve Sedgwick ha denominado “la epistemología del closet”, tiene aspectos negativos y positivos. En lo negativo, el / la disidente debe someterse a una serie de expiaciones de culpas y al fustigamiento social que le impone la sociedad heterosexista patriarcal que lo representa como modelo de la perversión y del pecado contra natura. Por ello, la narrativa de estos dos escritores, en especial la de Gustavo Álvarez Gardeazábal, está encaminada a mostrar la problemática a la que se enfrenta el / la disidente. Sus narrativas señalan que muchas veces el disidente debe llevar una doble vida, al estilo de Pepe Botellas, don Leonardo en El último gamonal o Mariana en Misiá señora, sin atreverse a mostrar su yo tal cual es por miedo al escarnio público. En lo positivo, como señala Smith, si bien este luchar y enfrentarse contra la homofobia heterosexista resulta algo doloroso, el proceso también lleva a establecer la identidad homosexual y su reconocimiento social (100). Ahora bien, la narrativa de Gustavo Álvarez Gardeazábal, si bien aboga por el cuestionamiento del heterosexismo compulsivo de una sociedad subyugada por el poder que representa el sexo masculino, y por el reconocimiento de la identidad homosexual que permita debatir el construccionismo sexual del individuo per se, adolece de una postura sólida en cuanto a la creación de una identidad gay. Por su parte, Albalucía Ángel logra romper con el construccionismo social de “la mujer” en cuanto objetivización patriarcal que establece una “diferencia sexual” con el hombre, como Teresa de Lauretis lo ha planteado. Eso le permite establecer una nueva clase o categoría “sexual sin diferencia”, afirmando que el lesbianismo es la única fuente natural de la sexualidad de “la mujer”, y aboga con ello por una identidad homosexual (105). Lo anterior precipita la ruptura entre el Volumen 3-2-Litocamargo.p65 250 14/04/00, 11:31 251 G. Álvarez Gardeazábal y A. Ángel: insubordinación del género sexual feminismo, que busca una igualdad sexual dentro de los géneros sexuales creados por el patriarcado, y el lesbianismo, cuyo objetivo es establecer la categoría gay como forma de identificación frente a la propuesta patriarcal mujer/hombre. Las andariegas (1984) y Siete lunas y un espejo (1991) ejemplarizan tal posición, ya que a través del viaje por la historia de la humanidad la mujer descubre el construccionismo social fálico que la ha relegado a un segundo plano, convirtiéndola en víctima del heterosexismo. Las andariegas, inspirada en el texto de Les Guérrillères (Las guerrilleras, 1969), de Monique Wittig –obra reconocida como clásica en la literatura lésbica–, rompe con el estilo tradicional de la novela al convertirse en prosa poética que confronta la cosmovisión masculina en una realidad silente; así lo ha señalado Malva Filer (649), aunque en apariencia se centre en la autoconciencia femenina y de la mujer, como lo afirma Karen Goldman (14). Esta obra propone una solidaridad “femenina” representada a través de círculos como forma de separación entre el mundo femenino y la sociedad masculinista. En este sentido, Ángel logra postular el “continuo sexual” en la sexualidad humana que ya hemos visto y que rechaza al patriarcado como única forma de establecer una sociedad, proponiendo una alternativa en la cual se reconozca la existencia homosexual fuera de los parámetros que la hegemonía heterosexista le ha impuesto. Esto se compacta en su obra teatral Siete lunas y un espejo, en la cual se deconstruye la imagen femenina vista desde el universo masculinista, mostrando cuáles son los impedimentos que obstaculizan a la mujer para tomar control y dominio de su ser y convertirse en sujeto en la historia. Con esto, no sólo pretende cuestionar para renovar las “dimensiones culturales de significación reinvindicadora de la problemática de la mujer, en busca Volumen 3-2-Litocamargo.p65 251 14/04/00, 11:31 252 ÓSCAR A . DÍAZ -ORTIZ de identidad e historia” (Cordones-Cook, 45), sino también, desde nuestro punto de vista, romper definitivamente con los parámetros sociales de construcción sexual “femenina” como forma de edificar una identidad albergada en la categoría lésbica. Conclusiones Las producciones literarias de Albalucía Ángel y de Gustavo Álvarez Gardeazábal se inscriben en las nuevas tendencias postmodernas que implican la apertura de temáticas antes ocultas y menospreciadas, tendencias que debaten el autoritarismo del discurso hegemónico per se en todos los aspectos de la semiótica social. Las obras literarias aquí analizadas, especialmente las de Gustavo Álvarez Gardeazábal, no sólo insertan en el récit personajes tan reales de la vida nacional en la comarca, lo cual imprime cierto realismo a la ficcionalidad de la histoire, sino que consiguen transmitir un discurso insubordinado a las leyes que el patriarcado propugna. A través de la obra de estos dos escritores se puede observar el deseo por establecer una identidad gay. Éste ha evolucionado desde sus primeras obras, cuando tímidamente comienzan a presentarse figuras de disidentes, hasta la posterior consolidación de esa identidad. Albalucía Ángel y Gustavo Álvarez Gardeazábal tienen el mismo objetivo en este proceso, aunque los logros alcanzados los diferencien. Por un lado, Ángel, como lo hemos visto a través de este análisis, asume una postura más diáfana y positiva que Gardeazábal al establecer una identidad gay/homosexual: presenta la visión lésbica de “la mujer” como un mito construccionista que busca la subordinación de ésta en una sociedad donde la sexualidad es una institución de violencia, al tiempo que logra superar el mundo de margina- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 252 14/04/00, 11:31 253 G. Álvarez Gardeazábal y A. Ángel: insubordinación del género sexual ción patriarcal, rompiendo no sólo con este sistema, sino también con la categoría sexual femenina, para crear una sociedad regida por mujeres. Lo anterior, a primera instancia, podría ser visto como el intento de presentar un sistema matriarcal que buscaría simplemente reemplazar el régimen masculino por otro sistema igualmente tiránico a éste, regido por mujeres. Ése no es el objetivo que busca la escritora, ya que Ángel define muy bien su postura en cuanto a la insubordinación sexual en la utopía de Las andariegas. Allí muestra una sociedad solidaria de “mujeres” que alcanzan su realización personal con plenitud al desprenderse de siglos de dominio masculino y buscan construir nuevas identidades que no se asocien con los binarismos mujer/ hombre del patriarcado. Se constituye así, en términos de Wittig, una clase con conciencia de ella: la conciencia lésbica (108). Por otro lado, Gustavo Álvarez Gardeazábal trae al centro del debate la figura del disidente sexual gay y lo inserta en el panorama sociopolítico como una realidad que, aunque se pretenda ocultarla o aislarla, tiene un espacio. Sin embargo, como anotábamos anteriormente, no logra escapar al construccionismo heterosexual del patriarcado: su visión del homosexualismo muchas veces se presenta como un remedo grotesco de lo heterosexual, ya que sus personajes homosexuales caen en los estereotipos que el heterosexismo ha construido en torno del homosexual, que termina cosificado y ridiculizado por las normas del patriarcado como modelo universal. La figura gay creada por Gardeazábal se deja estereotipar por los narradores homofóbicos presentes en la narrativa del escritor que fabrican imágenes distorsionadas de la realidad de aquél. Por esta razón, en algunos casos de la producción narrativa de Gustavo Álvarez Gardeazábal, el homosexual incursiona en el poder político, ya que lo ve como una Volumen 3-2-Litocamargo.p65 253 14/04/00, 11:31 254 ÓSCAR A . DÍAZ -ORTIZ tabla de salvación. Este “disidente” se manifiesta públicamente homofóbico e intenta imponer castigos ejemplarizantes a los demás disidentes que están por debajo de la categoría social a la que lo ha encumbrado el sistema. Quizás la imagen más negativa del disidente sexual en la obra de Gardeazábal es la muerte violenta de sus protagonistas. Esto busca no sólo mostrar la carencia de espacio para el disidente en nuestra sociedad, sino también presentar la muerte como un forma ejemplarizante de castigar el “pecado” que representa su transgresión y redimir socialmente al individuo que lo comete. Aunque Gustavo Álvarez Gardeazábal ha amenazado muchas veces con escribir su gran novela homosexual, los lectores y la crítica siguen esperando que ésta rompa definitivamente con la estereotipación y la propaganda al sistema heterosexista, para dar vida a un personaje que pueda llevar una existencia plena a pesar de su preferencia sexual no institucional. Obras de referencia Álvarez Gardeazábal, Gustavo. Cóndores no entierran todos los días. Barcelona: El Áncora Editores, 1992. ———. Los sordos ya no hablan. Bogotá: Plaza y Janés, 1991. ———. “La boba y el buda”. Cuentos en el parque Boyacá. Bogotá: Plaza & Janés, 1979, 42-68. ———. La tara del papa. Buenos Aires: Compañía Fabril Editora, 1972. Almaguer, Thomas. “Chicano Men: A Cartography of Homosexual Identity and Behavior”. Differences, 3. 2, 1991, 75-100. Ángel, Albalucía. Dos veces Alicia, Barcelona: Seix Barral, 1972. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 254 14/04/00, 11:31 255 G. Álvarez Gardeazábal y A. 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Otros admiten diferencias en cuanto a los temas pero no en el estilo o el lenguaje mismo. Dediqué cinco años al estudio sociolingüístico, muy detallado, de varios aspectos que me parecieron relevantes del lenguaje de cuatro novelas latinoamericanas. Ofrezco en este artículo a dos de ellas: En diciembre llegaban las brisas, de Marvel Moreno, y Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, dos colombianos que crean obras de indudable calidad literaria. A pesar de que Marvel Moreno todavía no ha alcanzado la popularidad de García Márquez, ya sabía yo en 1987 que su obra iba a obtener el reconocimiento que se merece, y que estamos presenciando en Francia, Italia, Austria, Estados Unidos y Colombia, lamentablemente después de su fallecimiento, como ocurre con muchísimos genios artísticos. La literatura es un reflejo de la sociedad, pero un reflejo intelectualizado, altamente subjetivo. Incluso cuando se trata de Volumen 3-2-Litocamargo.p65 258 14/04/00, 11:31 259 M. Moreno y G. García Márquez: escritura femenina y escritura masculina fábulas totalmente fantásticas, éstas se fundamentan en experiencias comunicativas, porque la literatura no puede separarse totalmente de la sociedad hablante. El uso reiterado de los modelos estereotipados y la transmisión de prejuicios obstaculizan la creación de un nuevo modelo femenino y sirven a intenciones ideológicas. Antes de ofrecer los resultados de mi labor comparativa considero oportuno discutir algunas teorías contemporáneas sobre las estrategias emancipatorias del discurso femenino. ¿Cuándo se puede hablar de una emancipación de la escritora del código dominante? Según Juan-Paul Sartre todo escritor debe ver la lengua como un medio para hacer cambios, cada palabra vive nuestros sentimientos, les pone un nombre, ofrece la posibilidad de comunicar nuestros valores. En fin, para él el acto de hablar es libre; para Barthes, al contrario, es rarísimo que un/a escritor/a alcance la “libertad del lenguaje”, y esto ocurre en meros momentos, porque los límites de la lengua nos tienen atrapados y las normas sociales son las que hablan a través de las palabras (Barthes, citado en Yaeger, 250). Para Mikhail Bakhtin el discurso es un campo de batalla entre el lenguaje ya formado y la presión de una creciente diversidad: The literary text is the place where this work of preserving cultural hegemony is undone. For Bakhtin the novel is, especially, the “carrier” of a plural, decentralizing tendency in which the “dialogue orientation of a word among other words” can create new and significant artistic potential in discourse” –can become the source of verbal and political emantipation [Bakhtin, en Yaeger, 255: El texto literario es el lugar en el cual el trabajo de preservar la hegemonía cultural se anula. Para Bakthin la novela es, Volumen 3-2-Litocamargo.p65 259 14/04/00, 11:31 260 LUDMILA DAMJANOVA especialmente, la “portadora” de una tendencia plural y descentralizadora en la que la “orientación del diálogo de una palabra entre otras” puede crear potenciales artísticos nuevos y significantes en el discurso” –y puede volverse la fuente de la emancipación verbal y política]. Yaeger defiende la emancipación del discurso afirmando que aunque haya una preexistencia de frases universales siempre se ofrece un camino descriptivo que aborda la frontera, inventando nuevas reglas. Estas estrategias transforman la lengua y tienen efectos innovativos, por lo cual se las denomina “emancipatorias”: [...] the discurse that has “strayed from a presumed reality”, moves us toward a dialectic that can be political as well as cognitive. Its mobility reveals the recurring responsiveness of thought to what is “inside” the system as well as its potential openness to what is “outside” [Yaeger, 252: el discurso que se ha “desviado de una supuesta realidad” nos lleva a una dialéctica que puede ser política como también cognoscitiva. Su movilidad revela la sensibilidad recurrente del pensamiento para lo que está “dentro” del sistema, como su imparcialidad hacia lo que está “fuera”]. El discurso se ha reinventado haciéndose independiente del sujeto trascendental. Sin poder salir totalmente de los marcos del sociolecto, la escritora puede acercarse a sus límites creando una realidad fuera de la real, donde todavía se está formando el lenguaje, si bien, por otra parte, hay que reconocer que muchas mujeres ya están utilizando este “lenguaje emancipatorio” y están haciendo oír a la mujer hablante (Yaeger, 257). Volumen 3-2-Litocamargo.p65 260 14/04/00, 11:31 261 M. Moreno y G. García Márquez: escritura femenina y escritura masculina Las mujeres escritoras se ven obligadas a debatirse entre la perspectiva femenina y la necesidad de expresarse por medio de una lengua social más apta para satisfacer las necesidades comunicativas masculinas, porque hasta este siglo la mujer no tenía el derecho de poseerla ni ejercerla y estaba condenada a un papel pasivo-silencioso. Es difícil enumerar las características particulares de una escritura femenina; no obstante, tras el análisis detallado de varias novelas hispanoamericanas en mi libro Sexo y lenguaje, estoy convencida de que tanto a nivel temático como a nivel de connotaciones de las voces utilizadas, hay diferencias relevantes en cuanto a los argumentos centrados en la imagen de la mujer. Muchas científicas consideran que la narradora no sólo inventa sino se involucra emocionalmente (tiene empatía) con su personaje femenino. A través de su obra la escritora articula y reinterpreta su experiencia. Creo que a pesar de todas las dificultades de ubicar las características de un texto femenino, estos rasgos se observan ahí donde hay una toma de conciencia antipatriarcal, donde se ofrecen papeles sociales no tradicionales, construyendo una imagen de la mujer desde la perspectiva femenina, donde se reescribe el cuerpo de la mujer desde el cuerpo de mujer. En el plan simbólico se rompe una identidad normada por la cultura oficial. Sin embargo, la diferencia sexual literaria no debería comprenderse como biológica, porque de esta manera supondríamos la existencia de una identidad genérica femenina estable, sino que es un problema lingüístico, semiótico, ya que la escritura siempre está determinada por el contexto histórico en el que se produce. Quisiera destacar que los rasgos femeninos a los que me refiero, corresponden a cierto tipo de producción literaria de mujeres que no son obligatoriamente comparables con la obra de mujeres de otras épocas y culturas. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 261 14/04/00, 11:31 262 LUDMILA DAMJANOVA En vez de analizar cómo los textos escritos por mujeres representan una experiencia femenil, previamente conceptualizada, hay que analizar cómo el texto produce la experiencia, la identidad, el género y las otras diferencias que no son esenciales, sino producto de sistemas de significación y prácticas sociales [Golubov, 122]. Es sabido que a través de la lengua nos hacemos una idea del mundo, la lengua determina hasta cierto grado nuestra forma de pensar. El lenguaje de la literatura nos influye de una manera inconsciente, la literatura tiene que ver con la capacidad humana de modelar la experiencia, hasta cierto punto regula y dirige nuestros códigos de comunicación [Hortensia Moreno, 108]. En cuanto a la cuestión de a quién se dirige el texto, es sabido que éste alcanza su existencia a través del trabajo de constitución de una conciencia que lo recibe: la obra es el texto compuesto en la conciencia del lector/ de la lectora. ¿De qué modo lo interpreta la lectora o el lector? Citaré a Jonathan Culler, con respecto a la “escritura femenina”: [...] hay un llamado a la experiencia de la lectora (que escaparía a los límites del lector), y de ahí, el desarrollo de una serie de perspectivas que le permiten a la mujer leer como lectora, es decir, no como lector [58]. El tema de la sexualidad femenina y la sexualidad masculina El tema de la sexualidad ofrece la posibilidad de registrar una serie de diferencias entre el lenguaje utilizado por Marvel Moreno y Volumen 3-2-Litocamargo.p65 262 14/04/00, 11:31 263 M. Moreno y G. García Márquez: escritura femenina y escritura masculina el de Gabriel García Márquez. Antes de proseguir con el análisis sociolingüístico de algunos hechos sexuales aclararé brevemente la noción de empatía y la posibilidad de “medirla” en la estructura sintáctica y semántica del lenguaje literario. Como es sabido, en las obras literarias la autora o el autor puede referirse a un suceso tomando la perspectiva de uno u otro protagonista, reflejando o no su propia opinión. Sin embargo, muchas situaciones que a primera vista parecen descritas y tratadas de una manera objetiva y neutral (dejamos aparte el hecho de que cada novela es un mundo creado por su autor/a y, por lo tanto, subjetivo), son portadoras de los sentimientos y el interés especial del autor /de la autora en alguno/a de los/las protagonistas. Las estrategias narrativas al representar una situación son diferentes, a veces las divergencias son mínimas pero relevantes para la expresión de la empatía del autor. El concepto psicológico de “empatía” proviene del griego y pasa por el latín. El Diccionario del español actual (Barcelona: Grijalbo, 1988) lo define como la “compenetración afectiva e intelectual de dos seres”. La empatía ha sido objeto de investigación científica por parte de varias disciplinas, entre ellas la psicología, la psicolingüística, la sociolingüística y la lingüística textual, hecho que ofrece posibilidades de una amplia interpretación de este fenómeno. El concepto de empatía se presta a un análisis no sólo temático, sino también lingüístico formal. Presentaré en breve cómo he analizado el concepto de la empatía basándome en los métodos de diagnóstico del lingüista estadounidense Susumo Kuno en Functional Syntax, Anaphora, Discourse and Empathy. Con las citas posteriores se ofrecen sólo los resultados de los análisis sociolingüísticos. Si nos servimos de un ejemplo, parecido sintácticamente al de Kuno, para expresar Volumen 3-2-Litocamargo.p65 263 14/04/00, 11:31 264 LUDMILA DAMJANOVA un evento existen numerosas maneras, cuyo contenido lógico (el sentido) es el mismo, pero la empatía del emisor / de la emisora es diferente: 1. a. Doña Eulalia interrogaba a Dora (En diciembre llegaban las brisas, 17). 1. b. Doña Eulalia interrogaba a su hija. 1. c. La madre de Dora la interrogaba. 2. a. Dora fue interrogada por doña Eulalia. 2. b. Dora fue interrogada por su madre. Al producir oraciones, el/la hablante inconscientemente decide donde ubicarse con respecto a los eventos que está describiendo. Las frases “la hija de doña Eulalia” o “su hija” no ofrecen a Dora una caracterización independiente, sino relativa a su madre, lo que provoca como consecuencia la impresión en el oyente de que el emisor está más cerca de doña Eulalia, ella es el centro de la empatía. En la oración 1.b. el hablante está más cerca de doña Eulalia, mientras que en 1.c. y 2.c. está más identificado con Dora. Según Kuno, cuando se usa la voz pasiva, el hablante está más cerca del referente del nuevo sujeto que del viejo. En el ejemplo 1.a. el centro de la empatía depende de la jerarquía de la empatía. Según Kuno, en la lengua coloquial raras veces ocurre una identificación total del hablante con alguno de los referentes, pero sí ocurre a menudo en textos literarios. De acuerdo con la teoría de Kuno, existen varios principios de interacción entre empatía y sintaxis: 1. Jerarquía de la empatía descriptiva. 2. Jerarquía empática de la estructura superficial: en una Volumen 3-2-Litocamargo.p65 264 14/04/00, 11:31 265 M. Moreno y G. García Márquez: escritura femenina y escritura masculina oración pasiva es más fácil para el hablante empatizar con el referente del sujeto que con el agente pasivo. 3. Principio de variabilidad de las relaciones de empatía. 4. Prohibición de focos de empatía conflictivos. 5. Jerarquía de empatía temática: es más fácil para el emisor tener empatía con la persona que ya ha sido o es tema del discurso que con una persona que se acaba de introducir. 6. El principio de jerarquía empática del acto de hablar expresa la idea de que para el hablante es más fácil expresar empatía consigo mismo, menos con el oyente y más difícil con una tercera persona. He ampliado el análisis de las citas, cuyos resultados presentaré en breve, buscando los centros de empatía al nivel de los temas locales (el principal y los subtemas) y al nivel de evaluación (semántico), buscando en el último el significado sociosemántico de los vocablos o las frases utilizadas, que expresan implícita o explícitamente la estrategia lingüística de la autora. El dominio de la sexualidad de la mujer, es uno de los temas más discriminatorios de los que hemos heredado; su tratamiento literario brinda una de las múltiples características del discurso femenino de Marvel Moreno. Al hablar de violencia, conviene recordar, con la ayuda de María Milagros Rivera, que la violabilidad del cuerpo humano (la tortura) servía durante el Imperio Romano para distinguir a los esclavos de los libres. La violabilidad sexual, no obstante, sirve para marcar diferencias de género, no de clase: el cuerpo del hombre para las mujeres es inviolable, pero no viceversa (16). La primera cita ofrece la imagen de la mujer víctima: Volumen 3-2-Litocamargo.p65 265 14/04/00, 11:31 266 LUDMILA DAMJANOVA Desde ese instante empezó a odiarlo, es decir, tuvo la primera justificación de aquel odio para el cual su madre la había acondicionado, y que unas horas después alcanzaría su clímax definitivo e irremediable cuando el doctor Juan Palos Pérez se levantó a vomitar y sin lavarse la boca regresó a la cama, se acostó sobre ella y le hizo el amor con la ligereza de un gallo [Moreno, 25]. El centro empático de la estructura sintáctica de esta cita es doña Eulalia, marcando un indudable interés de la autora en los sentimientos de la protagonista. A nivel de tema el centro empático es Doña Eulalia, a pesar de que su marido es el centro de varios temas secundarios. Aquí damos con un fenómeno interesante, que tiene efecto sicológico sobre el lector, el de nombrar al marido de doña Eulalia con todos sus nombres y títulos, doctor Juan Palos Pérez, en una situación humillante para él. Esta pomposidad en el tratamiento consigue distancia con el protagonista, ridiculizándolo a la vez. Tal procedimiento logra acercar al lector más a la perspectiva de la protagonista. A nivel de análisis se confirma la impresión que ya tenemos. La frase “con la ligereza de un gallo” que por medio de un concepto metafórico aclara la manera de hacer el amor del doctor Palos, hace la escena todavía más grotesca. La mujer cómplice Pensó que su victoria consistía no en violarla, sino en obligarla a compartir el placer. Pensó eso, y de repente supo cómo podría conseguirlo. Rasgando la falda en dos pedazos, ligó con uno las manos de Beatriz y con el otro sujetó el nudo a la cabecera de la cama; así inmovilizada terminó de desabotonarle la blusa de- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 266 14/04/00, 11:31 267 M. Moreno y G. García Márquez: escritura femenina y escritura masculina jando sus senos al aire. Ni siquiera tuvo necesidad de acariciarlos, le contaría esa misma noche a Maruja: sentirse amarrada, los senos descubiertos, le producía a Beatriz una oscura excitación que el temblor de su cuerpo traicionaba [...]. Entonces vio el cinturón y al instante sintió en las muñecas un dolor muy fuerte [...]. Y poco a poco, sofocada de humillación, sintió el deseo apoderarse de su vientre a pesar de los latigazos, quizás a causa de ellos [Moreno, 249-250]. El centro empático de la estructura sintáctica es Beatriz. A nivel de tema ambos protagonistas ocupan el centro de la narración con prevalencia de la mujer, la cual es centro empático de más temas secundarios. Marvel Moreno no huye de la tradicional relación tripartita acto sexual violento-humillación-placer señalando la complicidad de la mujer. Sin embargo, se trata de una presentación consciente de los estragos que dejan en el comportamiento femenino la educación tradicional, los valores morales y el rechazo del placer carnal, el cual es asociado con apetitos bajos y animales. La protagonista, consciente del pecado que encarna el acto sexual, necesita escapar de la responsabilidad de una entrega voluntaria para alcanzar el placer a la fuerza. En una especie de psicoanálisis, reconoce que [...] sólo podía desear a los hombres que por una u otra razón le resultaran innobles [...]. Habló de todo eso en un estado de tensión extrema, la voz quebrada de emoción, el cuerpo sacudido por rápidos espasmos que anunciaban cada nueva crisis de lágrimas, reacia a cualquier palabra de consuelo, a cualquier explicación susceptible de banalizar su masoquismo incluyéndolo en Volumen 3-2-Litocamargo.p65 267 14/04/00, 11:31 268 LUDMILA DAMJANOVA el lote común de generaciones de mujeres maltratadas por siglos de patriarcado [Moreno, 258-259]. La narradora aclara explícitamente las razones de una conducta masoquista. Las mujeres han sido condicionadas durante siglos de ser tentadas por la violencia. La autora crea el retrato de un hombre (Javier) en el que se contradicen la agresividad y el deseo de ser tierno, al ser educado bajo “la influencia de dos mundos” (Moreno, 218): por una parte, los tabúes sexuales del ámbito europeo y, por otra parte, la sensualidad caribeña. Estas situaciones y diálogos testimonian huellas del discurso autoritario, como también comenta Araújo: [...] esa prisión, tortura que hoy es oficial en toda Latinoamérica, tiene un reflejo desgraciado en la condición femenina, que ha heredado del pasado las contradicciones de la opresión y del erotismo [49]. La esposa humillada Fue el estupor de verlo levantarle la frágil bata de encajes de Bruselas, tirarse sobre su cuerpo y permanecer así varios minutos, inmóvil, los ojos cerrados, la cara contraída otra vez por un exceso de concentración al igual que un atleta en el instante de hacer el último esfuerzo para alcanzar la meta, y de pronto ella sintió una cosa dura entre sus piernas, algo que se abría paso ciegamente y con brutalidad causándole un dolor inconcebible, tan violento que empezaba a gritar cuando la mano de Álvaro Espinoza cayó sobre su boca y le oyó murmurar rencorosamente: eso querías, perra, ahora lo tienes [Moreno, 141-142]. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 268 14/04/00, 11:31 269 M. Moreno y G. García Márquez: escritura femenina y escritura masculina El centro empático desde el punto de vista lingüístico es Catalina. La evaluación de la situación que hace la escritora es desde la perspectiva de la protagonista, o si nos servimos de la terminología de Kuno, hay empatía si para la descripción se han escogido denominaciones que el protagonista o la protagonista misma escogería y es el caso de la voz “estupor” que expresa sólo los sentimientos de la mujer. El dolor y la brutalidad no provocan placer como frecuentemente resulta en narraciones masculinas. La agresión del hombre despierta en ella una aversión “como una antigua memoria dormida” [Moreno, 141]. La metáfora que compara a Álvaro Espinoza con “un atleta en el instante de hacer el último esfuerzo para alcanzar la meta” tiene el objetivo de transformar el acto sexual en un deporte, en algo mecánico, privado de emociones. La frase “la frágil bata de encajes” agudiza y refuerza, por medio del contraste, la brutalidad del hombre asociada con la fragilidad de la mujer. La niña violada De la violencia masculina, María Fernanda nada ignoraba a los quince años, cuando una religiosa la ayudó a huir del asilo de alienados en el cual estaba confinada, para esconderla en el Buen Pastor. Fue allí, lavando sábanas y fregando pisos, donde María Fernanda empezó a recuperar su salud mental al sospechar que nunca la había perdido y podía al fin nombrar la infamia: haber sido violada brutalmente a los diez años por su propio abuelo, constituía un traumatismo difícil de superar: más difícil aún si al ser descubierta por su padre, bañada en sangre, éste había decidido encerrarla en un cuarto aislándola del resto de la familia a fin de ocultar la verdad y borrar el oprobio recibido, atacan- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 269 14/04/00, 11:31 270 LUDMILA DAMJANOVA do, no al culpable, respetable patriarca, propietario de la mejor hacienda del departamento, sino a la víctima, la niña que por haber encarnado la tentación, debía ocultarse en una habitación casi a oscuras [Moreno, 163-164]. El centro de la empatía emotiva de la autora está claramente fijado en la protagonista. Los comentarios revelan identificación con el destino de la protagonista acusando explícitamente al “viejo patriarca”. La valoración de la situación no está hecha a partir de la distancia, la objetividad o la indiferencia sino por medio de una indudable posición de compromiso: el abuelo que viola a la nieta es calificado de “culpable”, ella de “víctima”. El adjetivo “respetable” que califica al patriarca tiene función de ironía. Hay alusiones directas al viejo esquema de la iglesia y el sistema patriarcal mujer-pecado, mujer-tentación, el cual echa la responsabilidad por la conducta del hombre a la mujer, “la niña por haber encarnado la tentación”. En este pequeño fragmento se enlazan varios problemas: la violencia contra las mujeres y las niñas, junto a los actuales valores morales. La perspectiva crítica de Marvel Moreno, el hecho de nombrar los problemas con sus nombres, la intensidad con la que insiste en presentar el triste destino de muchas mujeres, no cambian el orden existente; sin embargo, demuestran una tendencia de presentar de manera diferente este fenómeno, empatizando con la mujer. Así sensibiliza a los lectores, como observa Helena Araújo: Novela de códigos femeninos, múltiples, reflejantes: si el código semántico implica los significantes mujer/cuerpo, configurados en imágenes que actúan entre sí, el código cultural agrega vínculos entre los personajes femeninos y las costumbres o creen- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 270 14/04/00, 11:31 271 M. Moreno y G. García Márquez: escritura femenina y escritura masculina cias de la sociedad. Costumbres y creencias aceptadas pero rechazadas [Helena Araújo, 153]. Por eso la tía Eloísa afirma: [...] puesto que a las mujeres se les imponía la castidad a fin de dominarlas, volviéndolas infantiles, dependientes y cobardes, su afirmación en el mundo pasaba necesariamente por la afirmación de su sexualidad [Moreno, 145]. Marvel Moreno entrelaza el tema del erotismo con el de la sensualidad de la raza negra: Lorenzo sabía que ningún hombre en el mundo podía satisfacer las ansias de una mujer que hubiera descubierto a fondo los fondos de su sexualidad y tuviera el coraje de aceptarla; además, no había noche en que, al regresar, Lucila no le pidiera esperarla en la cama mientras tomaba una ducha despojándose del corroñoso olor de su amante blanco para volver a ser la lujuriante presa de Changó cuyo sagrado grito sólo él sabía reconocer. Y respetar. Sí, Lorenzo amaba a las mujeres cuando a través de sus cuerpos se agitaban las fuerzas fatales de la vida [Moreno, 205]. Marvel Moreno crea a un personaje exótico, de la raza negra, de religión y educación completamente diferente de las de los demás protagonistas, quien de una manera natural acepta la sexualidad femenina sin ser abrumado por la cultura patriarcal y los valores morales del catolicismo. La misma función tiene el personaje indígena, el amante de Catalina: Volumen 3-2-Litocamargo.p65 271 14/04/00, 11:31 272 LUDMILA DAMJANOVA [...] el hombre que la amaba conocía por instinto su deseo y ninguna reserva le impedía satisfacerlo. Él vivía demasiado cerca de la tierra para replegarse ante la sexualidad, educado por un abuelo irreductible [Moreno, 154]. Parece más convincente recurrir a tales personajes para crear la imagen del “buen amante”, conocedor de la sexualidad femenina. Con el objeto de comparar el grado de empatía presentaremos ejemplos de Cien años de soledad: “Ven acá”, dijo él. Rebeca obedeció. Se detuvo junto a la hamaca, sudando hielo, sintiendo que se le formaban nudos en las tripas, mientras José Arcadio le acariciaba los tobillos con la yema de los dedos, y luego las pantorrillas y luego los muslos, murmurando: “Ay hermanita: ay, hermanita”. Ella tuvo que hacer un esfuerzo sobrenatural para no morirse cuando una potencia ciclónica asombrosamente regulada la levantó por la cintura y la despojó de su intimidad con tres zarpazos, y la descuartizó como a un pajarito. Alcanzó a dar gracias a Dios por haber nacido, antes de perder la conciencia en el placer inconcebible de aquel dolor insoportable, chapaleando en el pantano humeante de la hamaca que absorbía como papel secante la explosión de su sangre [169]. Si bien prevalece el interés del autor por la protagonista, hay una obvia contradicción entre este nivel y el evaluativo. ¿Cuál es el papel del hombre? No está presente como mero ser humano sino por una imagen metafórica: “una potencia ciclónica”1. El 1 Todas las cursivas en las citas de las novelas son de la autora de este artículo. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 272 14/04/00, 11:31 273 M. Moreno y G. García Márquez: escritura femenina y escritura masculina lector lo asocia con una fuerza natural, ciclónica y también con un animal salvaje, tipo león, tigre, etc., que son los únicos que tienen zarpas. El significado semántico de “zarpazo”, al ser sinónimo de zarpada es: “1. Golpe dado con la zarpa, 2. Herida producida por la zarpa” (Álvaro Francés, Diccionario manual de la lengua española, 1976). Los papeles de ambos ya están repartidos: ella es “el pajarito descuartizado”, él “la fuerza animal y salvaje del león”. Los viejos clichés, heredados y conservados en nuestra cultura, la actividad y la fuerza del hombre y la debilidad y pasividad de la mujer están plenamente expuestos. Analizando las metáforas voy a dedicarme más detalladamente a las usadas para caracterizar al hombre y a la mujer, aquí sólo me gustaría llamar la atención sobre el diminutivo de “pajarito”. Más lejos del concepto de un diminutivo afectivo, creo que expresa más bien debilidad, siguiendo las costumbres también en este campo (se observan mucho menos metáforas en forma de diminutivo aplicadas a personajes masculinos). La sexualidad femenina toma un rumbo conocido, buscando una confirmación explícita de la idea machista, que relaciona el placer de la mujer con el dolor. Este fenómeno confirmado solamente para una pequeña parte de las mujeres, y también hombres de desviaciones (¿patológicas?) masoquistas, por gozar con verse humillados y maltratados, sigue de gala en múltiples obras de arte, disculpando al hombre y limpiando su conciencia. La frase “en el placer inconcebible de aquel dolor insoportable” por exagerada que sea, no deja duda alguna que el placer no sólo viene acompañado del dolor, sino que se debe a éste. La mujer, víctima de un acto sexual efectuado con brutalidad, que goza de la fuerza animal del hombre, cabe perfectamente dentro de los estereotipos ya inculcados en la mente del lector. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 273 14/04/00, 11:31 274 LUDMILA DAMJANOVA La escena amorosa entre Rebeca y José Arcadio retoma el esquema conocido sexualidad instintiva y agresiva masculina y sexualidad pasiva y afectiva femenina. Este concepto no solamente existe en la realidad sino que se sigue reproduciendo y utilizando en la educación por medio de las letras, entre otros. El centro de interés del autor en esta situación es aparentemente la protagonista (según el análisis de centro de empatía en la estructura sintáctica); por otro lado, el centro empático del nivel evaluativo es el hombre. Compárese también con la escena que se desarrolla en su novela Del amor y otros demonios, en la cual se observa un modelo de sexualidad femenina que disfruta de la brutalidad y de la humillación: Sintió el resuello de minotauro buscándola a tientas en la oscuridad, el follaje del cuerpo encima de ella, las manos de presa que le agarraron la sayuela por el cuello y se la desgarraron en canal mientras le roncaba en el oído: “Puta, puta”. Desde esa noche supo Bernarda que no quería hacer nada más de por vida [García Márquez, 34]. Seguiremos con otra cita de Cien años de soledad: –Vete –dijo sin voz. Aureliano sonrió, la levantó por la cintura con las dos manos, como una maceta de begonias, y la tiró boca arriba en la cama. De un tirón brutal, la despojó de la túnica de baño antes de que ella tuviera tiempo de impedirlo, y se asomó al abismo de una desnudez recién lavada que no tenía un matiz de la piel ni una veta de vellos, ni un lunar recóndito que él no hubiera ima- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 274 14/04/00, 11:31 275 M. Moreno y G. García Márquez: escritura femenina y escritura masculina ginado en las tinieblas de otros cuartos. Amaranta Úrsula se defendía sinceramente, con astucias de hembra sabia, comadrejeando el escurridizo y flexible y fragante cuerpo de comadreja, mientras trataba de destroncarle los riñones con las rodillas y le alacraneaba la cara con las uñas, pero sin que él ni ella emitieran un suspiro que no pudiera confundirse con la respiración de alguien que contemplara el parsimonioso crepúsculo de abril por la ventana abierta. Era una lucha feroz, una batalla a muerte, que sin embargo parecía desprovista de toda violencia, porque estaba hecha de agresiones distorsionadas y evasivas espectrales, lentas, cautelosas, solemnes, de modo que entre una y otra había tiempo para que volvieran a florecer las petunias y Gastón olvidara sus sueños de aeronauta en el cuarto vecino, como si fueran dos amantes enemigos tratando de reconciliarse en el fondo de un estanque diáfano. En el fragor del encarnizado y ceremonioso forcejeo, Amaranta Úrsula comprendió que la meticulosidad de su silencio era tan irracional, habría podido despertar las sospechas del marido contiguo, mucho más que los estrépitos de guerra que trataban de evitar. Entonces empezó a reír con los labios apretados, sin renunciar a la lucha, pero defendiéndose con mordiscos falsos y descomadrejeando el cuerpo poco a poco, hasta que ambos tuvieron conciencia de ser al mismo tiempo adversarios y cómplices, y la brega degeneró en un retozo convencional y las agresiones se volvieron caricias. De pronto, casi jugando, como una travesura más, Amaranta Úrsula descuidó la defensa, y cuando trato de reaccionar, asustada de lo que ella misma había hecho posible, ya era demasiado tarde. Una conmoción descomunal la inmovilizó en su centro de gravedad, la sembró en su sitio, y su voluntad defensiva fue demolida por la ansiedad irresistible de descubrir qué eran los silbos anaranjados y los globos invisibles Volumen 3-2-Litocamargo.p65 275 14/04/00, 11:31 276 LUDMILA DAMJANOVA que la esperaban al otro lado de la muerte. Apenas tuvo tiempo de estirar la mano y buscar a ciegas la toalla, y meterse una mordaza entre los dientes, para que no se le salieran los chillidos de gata que ya le estaban desgarrando las entrañas [471-472]. La protagonista Amaranta Úrsula es el centro de la empatía sintáctica. En cuanto a la empatía evaluativa, de nuevo encontramos a los protagonistas en sus roles tradicionales: el fuerte y resuelto hombre y la débil, irracional y contradictoria conducta de la mujer. La vulnerabilidad y fragilidad femenina se expresa por medio del símil con “una maceta de begonias”. El mismo vocabulario que ya vimos caracterizando las acciones del hombre en el acto sexual (“la despojó de su intimidad”, “de un tirón brusco la despojó de la túnica”). Este vocabulario parece inevitable en muchas narraciones desde el punto de vista masculino. En ninguno de los actos sexuales ya citados se trata realmente de una violación,pues la mujer siempre termina dando su consentimiento; sin embargo, en la mayoría de las escenas se halla presente, tanto explícita como implícitamente, la relación acto sexual-brutalidad-placer femenino. Las muchas exageraciones de la escena, como en tono de burla, la ironía que se expresa con la metáfora “para que volvieran a florecer las petunias”, hacen del acto algo inverosímil, disminuyendo la agresividad. La crítica literaria se ha dedicado a investigar múltiples fenómenos de la novela, se han escrito miles de páginas decodificando metáforas, alusiones, neologismos 2, símbolos, alusiones 2 Véase Jacques Joset, Gabriel García Márquez, coetáneo de la eternidad (Amsterdam: Rodopi, 1984). Volumen 3-2-Litocamargo.p65 276 14/04/00, 11:31 277 M. Moreno y G. García Márquez: escritura femenina y escritura masculina esotéricas, se han aclarado los mitos3, la intertextualidad de la obra4, el problema de Dios5, podría citar mucho más (el tiempo, el incesto, etc.); sin embargo, la manera de presentar la sexualidad femenina se ha tratado escasamente, ¿quizá porque los protagonistas encajan tan perfectamente en los arquetipos de hombre y mujer en la sociedad iberoamericana? Con respecto a este fenómeno, véase la afirmación de Mario Vargas Llosa citada en la edición de Cien años de soledad de Jacques Joset: Los mitos y los prejuicios sexuales típicos de las sociedades subdesarrolladas figuran como verdades objetivas en Macondo: el placer sexual de la mujer es del tamaño del falo del varón que la fornica y el coito ejemplar es aquel en el que el varón domina, esclaviza y destruye, y en el que la mujer es dominada, esclavizada y destruida, es decir el coito que reproduce la situación de servidumbre y dependencia en que se halla la mujer respecto al hombre en la sociedad [107]. De que el centro empático, también en las críticas literarias, es el hombre podemos persuadirnos al leer el siguiente comentario de Jacques Joset en nota de su edición crítica a Cien años de soledad: La novela va contando una soledad que se traslada de generación en generación por la línea de los hombres, hasta el último, 3 Véase Michael Palencia Roth, Gabriel García Márquez. La línea, el círculo y la metamorfosis del mito (Madrid: Gredos, 1983). 4 Véase Samuel García, Tres mil años de literatura en Cien años de soledad, intertextualidad en la obra de García Márquez (Medellín: 1973). 5 Salvador Verges, El problema de Dios en Cien años de soledad (Bogotá: 1973). Volumen 3-2-Litocamargo.p65 277 14/04/00, 11:31 278 LUDMILA DAMJANOVA que es capaz de cambiar esta situación y transformar la relación de soledad en relación de amor. A partir de este momento, de algún modo queda cerrado el ciclo de la historia, y queda concluida la demostración que el autor ha llevado adelante: en el hecho de que Aureliano Babilonia sea realmente capaz de amar a Amaranta Úrsula y que este amor sea un amor auténtico, profundo y verdadero de intercomunicación de dos seres humanos. Desde ese mismo instante ya no hay por qué continuar la demostración. El gran propósito de García Márquez es que esta totalidad sea también una totalidad cerrada, donde todo confluya y nada se vuelve a repetir [471]. No importa la discrepancia entre la afirmación de este amor idílico y la siguiente escena, que precede a la cita investigada: Entonces Aureliano se desbordó. Dándole besitos huérfanos en el cuenco de la mano herida, abrió los pasadizos más recónditos de su corazón... Espantada con la pasión de aquel desahogo, Amaranta Úrsula fue cerrando los dedos, contrayéndolos como un molusco, hasta que su mano herida, liberada de todo dolor y todo vestigio de misericordia, se convirtió en un nudo de esmeraldas y topacios, y huesos pétreos e insensibles. –¡Bruto! –dijo como si estuviera escupiendo–. Me voy a Bélgica con el primer barco que salga [García Márquez, 468]. A mi parecer la relación no empieza idílicamente, para no decir en contra de la voluntad de Amaranta Úrsula; este hecho no parece relevante para la “intercomunicación de dos seres humanos”, según el crítico. Formalmente, de acuerdo con los dos primeros tipos de empatía, en el discurso se manifiesta la em- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 278 14/04/00, 11:31 279 M. Moreno y G. García Márquez: escritura femenina y escritura masculina patía del autor con Amaranta Úrsula, no obstante, al investigar las connotaciones sociosemánticas de las voces usadas encontramos una tendencia de presentar a la mujer como un ser algo irracional que encuentra placer en situaciones humillantes o brutales. Las interpretaciones de las metáforas. Las asociaciones evocadas Soy consciente de la relatividad y la subjetividad de los comentarios sobre los campos asociativos6 de las palabras; sin embargo, me he atenido a las costumbres lingüísticas válidas en la actualidad para la gran mayoría de los grupos hispanohablantes en Latinoamérica. Julio Casares distingue, dentro de la categoría afectiva de los vocablos, dos tipos de efectos, así: 1. Efectos directos, que miden la escala del placer y del displacer, sin la intervención de elementos externos. 2. Efectos indirectos, que produce el empleo de las palabras en sentido figurado. En los hechos expresivos de esta naturaleza el vocablo no actúa ya por sí mismo, sino valiéndose de imágenes cuya eficacia es tanto mayor, cuanto más sensible es la imagen evocada [107-108]. En las expresiones metafóricas que a continuación presentaré, se crea una asociación entre el concepto de “mujer” o “feminidad” y otras ideas evocadas por los donadores (en la relación entre “hombre” o “masculinidad” e ideas donadas). Como es mi objetivo ofrecer un cuadro de las asociaciones que se realizan en cuanto a la metaforización de las mujeres y los hombres en las 6 Término propuesto por Ch. Bally en el Diccionario de términos filológicos de Fernando Lázaro (62). Volumen 3-2-Litocamargo.p65 279 14/04/00, 11:31 280 LUDMILA DAMJANOVA novelas, se hace innecesaria la distinción entre “comparación”, “metáfora”, “metonimia”, “sinécdoque”, teniendo en cuenta que los rasgos semánticos de los vocablos asociados no cambian sustancialmente por causa de la forma sintáctica. Es difícil determinar el efecto sobre las lectoras y los lectores; sin embargo, intentaré ofrecer algunas reflexiones en relación con las metáforas muertas, así como las metáforas convencionales, los clichés de la lengua, vinculadas a los estereotipos de la mujer y el hombre y su reproducción por medio de los textos literarios que evocan los moldes tradicionales y ya petrificados del pensamiento. No voy a analizar las que han dejado de percibirse como metáforas (por ejemplo, “la pata de la mesa”, “las faldas de la montaña”, etc.). Las metáforas convencionales no dependen directamente del contexto, ya han entrado en la lengua como clichés o frases hechas. Las metáforas creativas tienen un contacto más estrecho con un texto determinado, reflejan un nuevo modo de ver e inspiran nuevas asociaciones. Como en adelante empleo los conceptos “connotación positiva” y “connotación negativa”, cabe aquí explicar que esta evaluación se refiere al conjunto de ideas que asocian a la mujer y al hombre con características o símbolos de los donadores de las metáforas. Por ejemplo, si en vez de “la mujer” o “el nombre propio” de una protagonista se utiliza el vocablo “ave”, es de suponerse que el lector /la lectora la asocia con “ligereza”, “libertad”, etc.; en este sentido, me valgo del concepto “connotación sociosemántica positiva” partiendo de las experiencias prácticas, porque las metáforas convencionales están incorporadas en el uso general. Naturalmente el donante a menudo posee varias características distintivas y cuál de éstas escogería el lector como punto de partida de comparación depende de las convenciones Volumen 3-2-Litocamargo.p65 280 14/04/00, 11:31 281 M. Moreno y G. García Márquez: escritura femenina y escritura masculina de la cultura. Respecto a las metáforas creativas me atengo a los rasgos semánticos de los vocablos y hago hipótesis sobre el posible efecto asociativo que provocan. Hay naturalmente metáforas en las que el lector no sabe qué rasgo semántico del vocablo ha tenido en cuenta el escritor /la escritora, tratándose de palabras que no poseen un significado figurativo ya aceptado en la lengua. En este caso, con independencia de los elementos psicológicos que llevan a la comprensión, ésta no se logra siempre. Las metáforas quedan incomprendidas a menudo, opina Paul Henle, sobre todo cuando se basan en una semejanza que no le es familiar al lector (95). Además, en muchos casos prácticamente no existe una analogía. ¿Por qué me dedico a interpretar las metáforas que encuentro en las novelas investigadas? ¿Cuál es el lugar de la metáfora en el sentido de un texto y de toda una obra literaria? El lingüista Paul Ricoeur formula esta hipótesis: desde cierto punto de vista, la comprensión de una metáfora nos brinda la clave para la comprensión de un texto más largo –por ejemplo, una obra literaria–, si se tiene en cuenta solamente el aspecto de la significación que se llama sentido, de la cual resulta la intención inmanente del discurso. La metáfora no es la mera sustitución de una palabra con otra, por lo cual el lector, gracias a una operación contraria de restitución, no obtiene de inmediato un significado literal. Para entender la metáfora hay que reconstruir todo el sistema de connotaciones. ¿Por qué debemos, entonces, interpretar un texto, reconstruir la significación? Creo que es importante porque constituye un intento de presentar la relación entre el lector y el autor, una interpretación de las intenciones y de las concepciones del escritor y de su mundo. Como dice Ricoeur, hay una relación Volumen 3-2-Litocamargo.p65 281 14/04/00, 11:31 282 LUDMILA DAMJANOVA asimétrica entre el texto y el lector, en la cual sólo uno de ellos habla por ambos (367). Antes de dedicarme a comparar cómo se metaforiza el aspecto y el carácter femeninos en las novelas, quisiera aclarar que las imágenes femeninas se encuentran divididas prácticamente en dos grupos y, según sea el grupo, se aplican estrategias lingüísticas distintas: se trata de las protagonistas jóvenes, amantes o esposas, y de las viejas, madres u otras parientes. Para los caracteres femeninos, Moreno reduce el uso de imágenes metafóricas portadoras de connotaciones psicolingüísticas y sociosemánticas negativas. Se advierte un marcado uso de metáforas cuyos donadores (los que brindan la idea)7 crean imágenes nuevas, no tradicionales, que poseen connotaciones positivas. Se trata de lo que Noam Chomsky llama “aspecto creativo del uso de la lengua”, la capacidad de los seres humanos de formular y crear pensamientos completamente nuevos en la “lengua institucionalizada”. Ésta es producto de leyes y principios culturales, que hasta cierto punto son válidos sólo para ellos, pero parcialmente reflejan características generales de la mente (Chomsky, 18). Las protagonistas femeninas metaforizadas por Marvel Moreno En la novela de Moreno se observan sobre todo los siguientes dominios de los que vienen las imágenes metafóricas usadas para caracterizar a las mujeres: plantas, seres u objetos acuáticos, aves, seres mitológicos, deidades, animales “buenos” y 7 He tomado de Weinrich los términos donador o donante (Bildspender) y receptor (Bildempfänger); véase el artículo “Linguistik der Metapher”, en Werner Kallmeyer, Lektürekolleg zur Textlinguistik (Frankfurt am Mein: 1974), 165. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 282 14/04/00, 11:31 283 M. Moreno y G. García Márquez: escritura femenina y escritura masculina otros. La mayoría de las metáforas poseen una connotación sociosemántica positiva, incluso a veces superlativa, que eleva las características de las protagonistas. Ella crea varios tipos de imágenes femeninas, que se distinguen totalmente por su carácter; sin embargo, las une su destino de mujeres que viven en una comunidad patriarcal. Este hecho las afecta de igual modo, aunque la reacción de cada una es distinta. La caracterización de la abuela, “pequeña y frágil como una niña”, alude a su estatura y no al carácter; la Rebeca de García Márquez es asimilada a una “Casandra milenaria” y “diosa bondadosa” (10). Otra protagonista, Dora, está tan cerca de la naturaleza que Moreno la describe comparándola con plantas y flores: Había sido una niña tranquila casi vegetal [13], empezó a florecer a abrirse como una planta capaz de resistir la violencia de cualquier intemperie porque tiene las raíces clavadas [...] en la tierra [16]. Tales cualidades, sin embargo, se convierten en negativas en otros contextos: Con la dejadez de una planta que se reseca bajo el efecto del sol [...], después de once años de vida en común con Benito Suárez su capacidad de reaccionar se había embotado, carecía incluso de instinto de defensa [69]. Moreno la compara también con un ave: Como un pájaro sacude el agua de sus plumas agitando las alas [32], quejido de gaviota herida [36], dejando en aquella historia unas cuantas plumas, cierto, pero no necesariamente su dignidad [39]. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 283 14/04/00, 11:31 284 LUDMILA DAMJANOVA Marvel Moreno usa esta imagen metafórica para caracterizar a otra protagonista: Catalina era pura, impermeable al mal como un ave sobre cuyas plumas pudiera resbalar todo el fango del mundo sin dejar la menor huella [103], [o la compara con] un canario [120]. Su madre, Divina Arriaga [nótese el metaforismo en su nombre propio], también había vuelto a abrir las alas y como un enorme pájaro volaba lejos, más allá del bien y del mal [109]. Y en sus últimos años está enferma, sus alas quemadas [113]. La mayoría de las imágenes metafóricas que recurren a un pájaro como donante de la idea se convierten en esta novela en sinónimos también de lo femenino y símbolos de independencia, deseo de libertad individual. Se trata de una feminidad libre de convenciones. La idea de la posibilidad de huir y de la libertad que da un ave o de su ligereza en los movimientos la hallamos no sólo en las características de las protagonistas, sino como una metáfora que abarca a todo un tipo determinado de mujeres, divididas en dos grupos: Las que a pesar de haberse sacudido de encima el peso de cualquier ideología o religión, aceptaban la dominación masculina en nombre del amor, los hijos y la seguridad; y las otras, las extrañas, vulnerables, fugitivas mujeres que volaban por la vida con las alas desplegadas y llenas quizá de perdigones, pero libres, elevándose en el aire alto [97]. Este tropo es una idea constante en su novela. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 284 14/04/00, 11:31 285 M. Moreno y G. García Márquez: escritura femenina y escritura masculina Son interesantes los tropos que Marvel Moreno usa para describir a las mujeres al cabo de ciertos años de matrimonio; además de “la planta que se reseca al efecto del sol” que ya vimos, otros casos ilustrados son: [...] siguiéndolo como su sombra nocturna, su campo de placer, su flor envenenada [100], Catalina había permanecido abrumada por la experiencia de su vida conyugal, en una situación similar a la de una rata de laboratorio [145], una pobre mujer a quien diez años de matrimonio y el nacimiento de cinco hijos habían conferido un aire de figurita de papel [153]. Estos tropos expresan el destino de la mujer en una unión en que no la tratan como persona, sino como una reproductora, y se niega su capacidad de pensar y actuar con independencia del marido. La narradora retoma el tópico del matrimonio como condena que ya había recreado en su relato “Algo tan feo en la vida de una señora bien”. Marvel Moreno se vale de las metáforas cuyos donantes son seres irreales o deidades, todos de connotaciones positivas: Catalina es niña-diosa (115), diosa (120) y ninfa (122); la hija de Catalina es diosa (155), etcétera. A fin de caracterizar la firmeza y resolución de Lucila, la narradora se vale de un giro expresivo de idea metafórica: mujer de armas tomar (206). A pesar de que hoy en día esta expresión se usa también con respecto a las mujeres, en el diccionario existe sólo en su variante masculina: “hombre de armas tomar” (véase el Diccionario ideológico de Casares). Este uso, quizás más reciente, ha roto el esquema tradicional de la lengua, que es sumamente pobre en expresiones positivas que califican una conducta resuelta en las mujeres. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 285 14/04/00, 11:31 286 LUDMILA DAMJANOVA Con otras imágenes del mundo de la fauna también se caracteriza a las protagonistas femeninas: la mujer “destinada a ser una dócil mariposa adornando la casa” (101) remite a las funciones femeninas tradicionales en la sociedad burguesa; la gallina clueca expresa el instinto maternal, la protección (234); la expresión candorosa de un gatico (155) distingue a una niña, la “indolencia de un felino” caracteriza a alguien mayor (98). En García Márquez hallamos comparaciones con una niña y una muñeca, lo cual subraya una inmadurez y una irracionalidad supuestas, cuando en Marvel Moreno tal semejanza expresa el aislamiento de Catalina: “quedaba aislada como una muñeca envuelta en celofán” (102). La escritora utiliza menos metáforas convencionales de connotación negativa y otras propias de asociaciones positivas. El registro del que vienen los donantes de las ideas es bien conocido y en su mayoría simboliza algún aspecto positivo de la vida. Muchos donantes cobran un nuevo significado debido al contexto. Hay pocas metáforas que reflejan la tradicional concepción del papel de la mujer en la sociedad y las que aparecen se usan con espíritu crítico. La mujer metaforizada por Gabriel García Márquez García Márquez metaforiza a las mujeres usando donantes de índole muy diferente y a veces contradictoria. Estas imágenes, bastante singulares, comparan a las protagonistas ante todo con animales, los cuales, sin embargo, se diferencian de los usados por Marvel Moreno en su connotación más negativa. Su aplicación en forma de diminutivo obedece a la tradición en cuanto a la concepción de la mujer como un ser débil. El Diccionario de lingüística explica sus funciones: Volumen 3-2-Litocamargo.p65 286 14/04/00, 11:31 287 M. Moreno y G. García Márquez: escritura femenina y escritura masculina Los sufijos diminutivos se añaden a la base léxica del nombre propio o del nombre común, del adjetivo e incluso del adverbio o del gerundio para presentar al ser, objeto o cualidad como pequeños o insuficientes o valorarlo afectivamente [Dubois, 198]. El lingüista español Álvaro Meseguer explica también la asociación lingüística del diminutivo aplicado a las mujeres con la idea de infantilismo (136-139). A continuación ofrezco algunos ejemplos de ello: Amaranta: “liviana y acuosa como una lagartija” [103, este diminutivo ya es una voz con significado propio]. La gitana: “era una ranita lánguida” [106]. Úrsula: “su labor de hormiguita” [314]. Rebeca: “como a un pajarito” [169]. El primer ejemplo es una metáfora que el autor usa en varias ocasiones. Jacques Joset considera que existe una ironía en la comparación con una lagartija, animal de la familia de la “iguana”, y en la obsesión de Úrsula, que se expresa en la repetición del registro de “todas las partes humanas” de sus hijos (nota 35, página 103). Esta metaforización, sin embargo, se hace sólo con las mujeres, y no con los hijos de la familia Buendía. En otro contexto, un tropo de la misma especie de animales aparece obviamente con su significado figurativo, bastante despreciativo, ya que en el diccionario “lagarta” es definida así: “f. Hembra del lagarto. / fig. y fam. Mujer astuta y taimada”, y Fernanda aparece calificada “como un estorbo, como un trapito de bajar la olla, como un monigote pintado en la pared, [...] y siempre andaban desbarrando contra ella por los Volumen 3-2-Litocamargo.p65 287 14/04/00, 11:31 288 LUDMILA DAMJANOVA rincones, llamándola santurrona, llamándola farisea, llamándola lagarta” [396]. Todos estos tropos poseen significados con asociaciones peyorativas. Nótese también el diminutivo de “trapito”, que naturalmente no es afectivo sino peyorativo, y que el “monigote” aparece en sus concepciones figurativas: “fig. y fam. Muñeco o figura ridícula. / fig. y fam. Pintura o estatua mal hecha” (Diccionario Casares). Algunos críticos literarios, entre ellos Jaques Joset, consideran que Úrsula es “la figura arquetípica de la Madre Tierra” (nota al pie de la página 95). Por otra parte, García Márquez también confiesa que: El carácter de Úrsula Iguarán tiene algunos rasgos de mi madre, pero tiene muchos más de muchas otras mujeres que he conocido en la vida. En realidad, Úrsula es para mí la mujer ideal, en el sentido de que es el paradigma de la mujer esencial, tal como yo la concibo [El olor de la guayaba, 19]. En la novela aparecen algunas de las características de “la mujer ideal”: Activa, menuda, severa, aquella mujer de nervios inquebrantables, a quien en ningún momento de su vida se la oyó cantar, parecía estar en todas partes desde el amanecer hasta muy entrada la noche [...]. Gracias a ella, los pisos de tierra [...] estaban siempre limpios [80]. Esos rasgos tradicionales se confirman por medio de la metaforización “como una hormiguita”, que ya fue mencionada. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 288 14/04/00, 11:31 289 M. Moreno y G. García Márquez: escritura femenina y escritura masculina Sorprende una metaforización denigrante de la fundadora de la familia Buendía y de la “mujer ideal”: Úrsula era su juguete más entretenido. La tuvieron por una gran muñeca decrépita que llevaban y traían por los rincones, disfrazada con trapos de colores y la cara pintada con hollín y achiote, y una vez estuvieron a punto de destriparle los ojos como les hacían a los sapos con las tijeras de podar [400]. La asociación entre mujer y muñeca aparece aquí en un contexto de humor negro y burla. Asombra una nota de pie de página hecha por Jacques Joset: Úrsula, la matriarca, es la que, en el relato, tiene la función de enunciar las leyes hereditarias de los Buendía [229]. Esto nos deja como única alternativa aceptar que el término “matriarca” está usado en un sentido figurado, porque en mi opinión, si algo está muy claro en la novela, es que las relaciones familiares de los Buendía se fundamentan en la esencia de los valores patriarcales. Úrsula es la típica madre que guarda las tradiciones patriarcales y las hace respetar por todos los miembros de la familia, pero ese hecho no la convierte de por sí en una “matriarca”. Otras protagonistas son asociados con niñas, una costumbre que sigue vigente desde la antigüedad y que priva a las mujeres de su derecho de ser aceptadas como personas adultas y responsables. Lo infantil en la mujer se aprecia como un rasgo más de debilidad y da al hombre una mejor posibilidad de dominarla. Por ejemplo, Rebeca llega a ser Volumen 3-2-Litocamargo.p65 289 14/04/00, 11:31 290 LUDMILA DAMJANOVA Una adolescente espléndida [...], pero se empecinaba en seguir usando el mecedorcito de madera [...], aún a esa edad, conservaba al hábito de chuparse el dedo [139]. [Todavía más, la encuentran muerta] enroscada como un camarón, con la cabeza pelada por la tiña y el pulgar metido en la boca [418]. La conducta infantil se asocia en los adultos con debilidad mental y falta de voluntad, que son asimismo, en mi opinión, rasgos esenciales de Remedios, la bella: Hasta muy avanzada la pubertad, Santa Sofía de la Piedad tuvo que bañarla y ponerle la ropa, y aun cuando pudo valerse por sí misma había que vigilarla para que no pintara animalitos en las paredes con una varita embadurnada en su propia caca. Llegó a los veinte años sin aprender a leer y escribir [274]. ¿Es casual esta asociación mujer-niña que llega casi hasta la idiotez o corresponde al menosprecio hacia la mujer oculto en el lenguaje heredado? Y ¿cómo podemos entender la afirmación del autor acerca de que Remedios “no era en modo alguno retrasada mental” (274)? ¿Quizás se trata de una conducta femenina normal? Al contrario, en los hombres se subraya a menudo su “mentalidad lúcida” (García Márquez, 258); incluso la locura del patriarca José Arcadio Buendía no está privada de lucidez (423) y además, estando loco, como prueba de su inteligencia empieza a hablar en latín (159). Las heroínas se asemejan a veces con animales felinos, respondiendo a los clichés de la lengua. Petra Cotes tiene “unos ojos amarillos y almendrados que le daban a su rostro la ferocidad de una pantera” (266), Amaranta Úrsula lanza “chillidos de gata” Volumen 3-2-Litocamargo.p65 290 14/04/00, 11:31 291 M. Moreno y G. García Márquez: escritura femenina y escritura masculina (472), Santa Sofía “se enroscó como un gato” (189). Los neologismos “comadrejear” y “alacranear” (471) metaforizan a la protagonista con “comadreja”, tropo que aparece también explícitamente, y con “alacrán”. El último tropo asimila a la mujer a un animal venenoso. La voz “comadreja” tiene valores sociosemánticos contradictorios, pues se relaciona con viejas supersticiones de mal augurio. El nombre latino del animal, mustela, ha desaparecido de la mayoría de las lenguas romances, porque se consideraba que traía mala suerte pronunciarlo. Así empezaron a utilizarse términos diminutivos y cariñosos8. Los análisis del valor estilístico de estos neologismos que hace Jacques Joset en Gabriel García Márquez, coetáneo de la eternidad no observan el aspecto psicosemántico de los vocablos, de los cuales al menos el del “alacranear” es sumamente negativo. Otros animales que sirven de donantes de los tropos son “la cabra” (153), “un becerro” (118), “la perra” (128), “la abeja reina” (314), “el elefante” en el apodo “La Elefanta” (314), valen la mayoría para caracterizar a las protagonistas, otros para describir alguna acción. La cabra, metáfora que se repite numerosas veces en la obra, normalmente en castellano se asocia con una prostituta. Según Ricardo Morant, “lagarta” y “pantera” (que aparecen en la novela) también son a veces sinónimos de prostituta (152). Aunque en nuestros contextos no se trata de prostitutas, no se podría excluir ciertas asociaciones. Faltan metáforas que comparan a la mujer con seres irreales, míticos o deidades como las que se hallan en la obra de Marvel 8 Compárese con las voces “en rumano nevasta (novia), en italiano donnola, en francés belette (preciosita)” (Restrepo, 55). Volumen 3-2-Litocamargo.p65 291 14/04/00, 11:31 292 LUDMILA DAMJANOVA Moreno; éstas, sin embargo, metaforizan a personajes masculinos, así como animales fuertes y fenómenos naturales (terremoto, huracán). Tampoco encontramos las numerosas comparaciones con plantas y seres acuáticos. Las metáforas de García Márquez, aunque en su mayoría no son convencionales o clichés, corresponden por sus connotaciones a imágenes tradicionales, y gran parte de ellas se tiñen de connotaciones peyorativas. El hombre metaforizado por Marvel Moreno A fin de metaforizar a sus protagonistas masculinos, Marvel Moreno utiliza bastantes vocablos del mundo de los animales salvajes: caballos (31) o carnívoros que en su mayoría tienen asociaciones muy negativas. Algunos son estigmas notorios de la agresividad, la brutalidad, el peligro: bestia (127), ave de presa (258), instinto de rapiña (211). Todos ellos presentan connotaciones sociosemánticas marcadamente negativas. Así como la metáfora prolongada de varios donantes que parece crear una imagen repugnante: difícilmente habría encontrado personaje más venenoso, animado por sentimientos cuya interpretación remitía a algún manual sobre reptiles o cualquier alimaña (169). En este caso no se trata de clichés de la lengua sino de metáforas que la autora crea. La relación entre el varón y algunos seres animados peligrosos sigue en otros contextos: “forcejeos de fiera” (248), su voz “tan peligrosa y desafiante como las astas de un toro” (234), “de sangre glacial como un tiburón” (219). Obviamente aquí no se trata de metáforas convencionales, que han encontrado su lugar fijo en la lengua, pues surgen de los sentimientos de la mujer respecto del hombre. Naturalmente hablo de tendencias y posibles asociaciones que suscita la conducta Volumen 3-2-Litocamargo.p65 292 14/04/00, 11:31 293 M. Moreno y G. García Márquez: escritura femenina y escritura masculina agresiva masculina en las mujeres. El tropo convencional “se dirigió como una tromba” (248) es una imagen convertida en una frase hecha, pero no se observa utilizada para caracterizar a protagonistas femeninas. El comportamiento masculino respecto al sexo es el del “frustrado cazador que de repente descubre el rastro de su presa” (32), con la “fogosidad de un toro de lidia” (228), y aquí el vocablo “lidia” asocia la actitud masculina con fuerza y violencia –en general el toro es un animal muy usado para caracterizar al hombre: “corpulencia de toro” (204)–. Otros tropos de connotación despectiva integran una lista bastante larga de connotaciones negativas: “del tamaño de una ratica” (203), “lo había arrojado al mar como un perro” (28), “Don Juan andropáusico” (188), “la existencia del hombre como un error de la naturaleza” (161). No obstante, hay también metáforas de connotación bastante positiva: “reyes vikingos” (31), “caminaba con la gravedad de un rey africano” (204). Mientras que en las protagonistas femeninas se destacan las características del aspecto externo, la capacidad intelectual, el anhelo de libertad, etcétera, en los protagonistas masculinos se pone el peso en la agresividad, la violencia y la fuerza. La mayoría de las imágenes los asocian con animales feroces, fenómenos naturales incontrolables u otros, y casi no se observa uso de diminutivos, con más metaforas de connotación negativa. El hombre metaforizado por Gabriel García Márquez En la obra garciamarquiana se observan relativamente muchas metáforas cuyos donantes son animales u objetos asociados con su fuerza: “cuello de bisonte” (166), “fuerza de un toro” (95), “mandíbulas férreas” (166), “animal de campamento” (225), “enorme Volumen 3-2-Litocamargo.p65 293 14/04/00, 11:31 294 LUDMILA DAMJANOVA animal de trabajo” (190). Se exagera la fuerza masculina por medio de metáforas: “un temblor de tierra estaba desquiciando la casa. Llegaba un hombre descomunal” (165), “su presencia daba la impresión trepidatoria de un sacudimiento sísmico” (166), acompañadas por otros tropos de asociación directa con fenómenos naturales, como “respiración volcánica” (168), pues la voz “volcán” denota fuerza incontrolable, calor. La admiración y la fascinación por una de las cualidades más valoradas de un macho se advierte en la comparación de Pietro Crespi con José Arcadio, “un currutaco de alfeñique junto a aquel protomacho” (168), reflejando los conceptos patriarcales de masculinidad. La fuerza simbólica se expresa en el apodo “Francisco el Hombre”, “así llamado porque derrotó al diablo en un duelo” (127). Algunos de los tropos connotan cierta candidez / inocencia o admiración, un rasgo estilístico que no se observa en Moreno en cuanto a los hombres de su novela: “hombre angélico de manos pálidas” (137), “expresión de ángel viejo” (158), “su augusta cabeza de emperador” (189), “voz de órgano” (77). En el tropo que sigue: “si se hubiera casado con ella hubiera sido un hombre sin guerra y sin gloria, un artesano sin nombre, un animal feliz” (251), topamos de nuevo con los valores tradicionales. En conclusión, es posible resumir las tendencias en la manera de metaforizar a las/los protagonistas y, con respecto a éstos, resaltar las diferencias entre las técnicas narrativas femeninas y las masculinas. En los protagonistas masculinos a menudo se subraya la fuerza, a veces acompañada de asociaciones de fenómenos naturales incontrolables. García Márquez utiliza muchas más imágenes de connotaciones neutrales o positivas. Las expresiones metafóricas a veces expresan candidez o “suscitan” admiración. Esta metaforización se parece a la expresada por Volumen 3-2-Litocamargo.p65 294 14/04/00, 11:31 295 M. Moreno y G. García Márquez: escritura femenina y escritura masculina Moreno solamente en cuanto a los donantes-animales asociados con la fuerza. El resto de sus metáforas tiene como donantes animales salvajes y feroces. Entre las que utiliza Moreno hay incluso algunas asociaciones relacionadas con repulsión y disgusto, aunque no faltan del todo las positivas. En la metaforización de las protagonistas se observan más diferencias estilísticas. Mientras que en García Márquez encontramos una gran mayoría de imágenes que corresponden a los hábitos tradicionales en este dominio, en Moreno, al contrario, se ofrece mayor variedad de metáforas nuevas, sobre todo de connotaciones sociosemánticas positivas, que también poseen la mayoría de sus metáforas convencionales. Se nota en García Márquez una marcada tendencia a metaforizar a la mujer con una “niña”, donante que provoca asociaciones relacionadas con inmadurez, irresponsabilidad e infantilismo. En este caso no se puede hablar de enriquecimiento de la lengua, ni tampoco de función estética de la metáfora, sino que el aspecto más importante es, en mi opinión, el psicológico y sociolingüístico. Estas analogías no se basan en semejanzas reales, pues llevan a asociaciones que corresponden a una visión tradicionalista de la mujer. La comprensión de estas afirmaciones metafóricas se debe al conocimiento del significado básico de estas palabras y a las asociaciones que ellas provocan, las cuales, aunque no perfectamente delineables, se parecen en la mayoría de los hablantes del castellano. Teniendo en cuenta que las metáforas de este tipo oprimen algunas características y resaltan otras, organizando de ese modo una visión determinada de la mujer, aquí se trata más de una creación de analogías que de analogías reales. Esta creación se ha efectuado previamente y mediante el uso se reafirma, en un proceso que me parece especialmente peligroso porque se trata Volumen 3-2-Litocamargo.p65 295 14/04/00, 11:31 296 LUDMILA DAMJANOVA del nacimiento de categorías que funcionan como prototipos en la lengua, corresponden al horizonte de expectación de cierto público, sirven de orientación y a la larga llegan a arraigarse en la subconciencia de los hablantes, pues la imagen simbólica se convierte en “verdad”. La afirmación metafórica afecta sobre todo el carácter y las capacidades intelectuales de las mujeres y menos su aspecto físico. La metaforización basada en estereotipos sociales lleva a una tipificación de la mujer de acuerdo con algunas subcategorías, que por su parte resultan primordiales porque corresponden a los intereses gnoseológicos y a las condiciones de vida de nuestra cultura. Detrás de estas metáforas se esconde toda una teoría metafísica que entraña abstracciones aceptadas inconscientemente por los hablantes como resultados de experiencias socialmente aprobadas y por lo tanto objetivas. ¿Cuál es el efecto sobre la conciencia y la conducta de los lectores? Las reflexiones sobre las causas y los efectos psicológicos y sociales del uso indiscriminado de algunas imágenes nos conducen hacia un problema sumamente complicado: ¿cómo se puede delimitar y explicar la falta de objetivos parecidos entre los donantes y la receptora (la mujer) y el reflejo subjetivo de la realidad, basado en una manera de pensar históricamente determinada? Quizás sólo en contraposición con otras imágenes que corresponden a otras percepciones de las relaciones en el mundo, a otros intereses cognitivos. La lengua nos brinda muestras de pensar creadas por una experiencia ancestral, pero también nos permite modificar estas muestras cuando no corresponden a los procesos de percepción, al modo de pensar o a la vida9. 9 Véase Adam Schaff en Wilhelm Köller, Semiotik und Metapher, 256. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 296 14/04/00, 11:31 297 M. Moreno y G. García Márquez: escritura femenina y escritura masculina Marvel Moreno recurre a otras fuentes de ideas en cuanto a sus protagonistas femeninas, que en su mayoría no provocan asociaciones negativas. Una gran parte de ellas no corresponde a las ideas tradicionales en este dominio. Sus metáforas evocan asociaciones relacionadas con anhelos de libertad, ligereza o fuerza espiritual. Hay una tendencia a emplear frases metafóricas a fin de enriquecer el vocabulario, prestando especial atención a las capacidades intelectuales y a los sentimientos de las protagonistas, que generalmente están en relativa negligencia a favor de la apariencia física. ¿Por qué presto tanto interés a las metáforas y sobre todo a las asociaciones que evocan? Porque, por un lado, las posibilidades comunicativas de la lengua parecen ser insuficientes a la hora de metaforizar al protagonista / la protagonista, si la visión de éstos / éstas no es la tradicional. Se hace necesaria la creación de nuevas metáforas ya que las convencionales manipulan a lectores y a lectoras, inculcándoles sutilmente un paradigma masculino cuyo uso indiscriminado entrañaría un enorme conformismo por parte de las escritoras femeninas. Naturalmente, estoy hablando de autoras que se empeñan en ofrecer otras experiencias y perspectivas, las femeninas. Es sabido que las metáforas transmiten no sólo experiencias comunes, sino sentimientos, intuiciones, experiencias y valores puramente individuales. Según Wilhelm Köller, las metáforas tienen diversas funciones pragmáticas dentro de los actos cognitivos que determinan la categorización de las interrelaciones. Las metáforas nuevas hacen objetivas las experiencias y los conocimientos que no han sido aceptados socialmente como legítimos (259). Todavía más, la metáfora es uno de los mejores medios de comunicación de las vivencias no compartidas. Quizás Volumen 3-2-Litocamargo.p65 297 14/04/00, 11:31 298 LUDMILA DAMJANOVA las metáforas “alternativas” son uno de los medios de manifestación de las nuevas experiencias femeninas. Lakoff considera que la comprensión de nosotros mismos es una constante construcción de nuevas coherencias en nuestras vidas, las cuales nos brindan una nueva opinión respecto a experiencias viejas. Para él, este proceso supone el reconocimiento de algunas metáforas previamente inconscientes y de nuestra vida en común con ellas (Lakoff y Jonson, 233). Las diferencias entre el lenguaje y la escritura femeninos y el lenguaje y la escritura masculinos, que espero ya haber probado, tienen varios aspectos. Por un lado están las características de la escritura de Marvel Moreno, una parte de las cuales, en mi opinión, se deben a diferencias en la percepción, la evaluación de la realidad y la necesidad de expresión de las vivencias y los sentimientos femeninos, y otra parte, creo yo, a una consciente o inconsciente empatía con las protagonistas femeninas que limita el uso de expresiones negativas, abundantes en la lengua, y le permite presentar los sentimientos femeninos. La escritora es objetiva en cuanto refleja unas relaciones reales de la sociedad y subjetiva en cuanto empatiza con las experiencias femeninas. Y por una tercera parte, quizás la más importante, está su capacidad de crear relaciones amorosas por medio de un léxico desprovisto de agresividad, brutalidad o menosprecio. García Márquez crea imágenes de hombres portadores de características consideradas típicas masculinas, “machos” por excelencia, y muestra una clara tendencia a empatizar con ellos. En muchas ocasiones, el interés del autor se centra formalmente en alguna protagonista femenina, pero un análisis detallado del vocabulario utilizado revela una serie de elementos semánticos que revelan una sutil discriminación y falta de empatía con Volumen 3-2-Litocamargo.p65 298 14/04/00, 11:31 299 M. Moreno y G. García Márquez: escritura femenina y escritura masculina las protagonistas. En las escenas eróticas se hacen declaraciones explícitas de la relación entre dolor y placer para la mujer. El léxico utilizado es a menudo portador de agresividad y brutalidad por parte del varón, hecho que no se critica. Las relaciones sexuales se presentan, en la mayoría de los casos, como si la brutalidad fuese parte inherente al comportamiento sexual masculino. En los actos sin violencia aparente el escritor usa más vocablos de carga sociosemántica que revelan una agresividad sutil. Las voces que determinan la conducta femenina connotan a menudo irracionalidad, inmadurez y contradicción. Estas connotaciones, que forman parte de las características estereotipadas de la mujer, se observan también en el uso de las metáforas. Moreno muestra en los casos de actos sexuales brutales una realidad rechazada por las mujeres, realzando la humillación y el maltrato físico y psíquico que suponen. Faltan los vínculos “violenciagoce” y “apetito-objeto de consumo”. Se advierte en García Márquez una tendencia a metaforizar a la mujer con donantes que provocan asociaciones negativas, relacionadas con inmadurez, infantilismo, debilidad, mientras que la belleza se relaciona con estupidez, etc. La metaforización de connotaciones sociosemánticas negativas, como ya he dicho, mediante abstracciones, conduce a una tipificación de la mujer y se elaboran prototipos femeninos de índole subordinada y despectiva, persistentes en la lengua. Los protagonistas, al contrario, se metaforizan con la ayuda de donantes que se asocian con la fuerza, otros persiguen admiración. Marvel Moreno metaforiza a las mujeres de sus novelas por medio de donantes de asociaciones sobre todo positivas: anhelo de libertad, independencia, fuerza espiritual... Acaso tienen la función de ayudar a la elaboración de una autoconciencia po- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 299 14/04/00, 11:31 300 LUDMILA DAMJANOVA sitiva y resolver conflictos entre el “yo” de la mujer y su identidad social en una época que exige una nueva autocomprensión y autodeterminación de la mujer. En el dominio del uso de las denominaciones de los colores se observa que el lenguaje femenino es más simbólico y más rico en metáforas creativas. Se notan diferencias entre las cantidades y las preferencias por ciertos colores o tonalidades y en los tipos de uso metafórico. Moreno muestra una marcada preferencia por los colores mezclados, el color blanco y las tonalidades del verde. El simbolismo que emplean es diferente. La creación literaria de las mujeres se encamina a ilustrar la nueva toma de conciencia: Moreno se rebela contra el lenguaje dominante, siendo mujer también en su obra artística. Creo que las asociaciones negativas que provocan un gran número de expresiones metafóricas de García Márquez y la escasez de empatía con las mujeres-protagonistas en las novelas señalan un hecho lamentable: que incluso grandes maestros de la literatura latinoamericana siguen la tradición de la discriminación sutil de la mujer por medio de la lengua y de esta manera contribuyen a la persistencia de la desigualdad. Este artículo no pretende agotar el tema de las diferencias entre el lenguaje/la escritura femenina y sus correspondientes masculinos, muy complejas. Muchos dominios y aspectos quedan sin consideración suficiente y otros problemas no se plantean en absoluto. Espero que sirva de incitador de reflexiones y que ofrezca un determinado modo de percibir y de valorar las obras literarias que leemos, de aceptarlas, por una parte, como reflejos de la realidad en la que vivimos y, por otra parte, como una inevitable expresión subjetiva de su creador/a. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 300 14/04/00, 11:31 301 M. Moreno y G. García Márquez: escritura femenina y escritura masculina Obras de referencia Araújo, Helena. La Sherezada criolla. Ensayos sobre escritura femenina latinoamericana. Bogotá: Universidad Nacional, 1989. Casares, Julio. Introducción a la lexicografía moderna. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1969. ———. Diccionario ideológico de la lengua española. Madrid: Gustavo Gili, 1969. Chomsky, Noam. Entrevista. Sprache und Geist. Frankfurt am Mein: Suhrkamp, 1970. Culler, Jonathan. “Leyendo como mujer”. Sobre la deconstrucción. Madrid: Cátedra, 1982, 43-61. Damjanova, Ludmila. Sexo y lenguaje. Ensayo sobre la novela latinoamericana: Isabel Allende, Marvel Moreno, Gabriel García Márquez y Plinio Mendoza. Buenos Aires: Ediciones UMA, 1996. Dubois, Jean. Diccionario de lingüística. Madrid: Alianza, 1983. García Márquez, Gabriel. Cien años de soledad. Edición de Jacques Joset. Madrid: Cátedra, 1987. ———. 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New York: Columbia University Press, 1988. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 302 14/04/00, 11:31 Helena Iriarte y Ana María Jaramillo: historias de la periferia MARÍA M ERCEDES J ARAMILLO Fitchburg State College La cultura colonial/señorial que proyectaba una imagen de una sociedad asentada en valores patriarcales, católicos y eurocentristas ha sido desestabilizada en los últimos años con el surgimiento de textos escritos desde la periferia, textos que cuestionan no sólo la validez sino también la veracidad de dicha imagen y ha empezado, entonces, a surgir una imagen más acorde con la realidad étnica y cultural del país: una Colombia multiétnica y pluricultural que profesa diversas religiones y que habla otras lenguas fuera del idioma oficial, diversidad que la Constitución de 1991 recogió. La literatura ha tenido una parte activa en esta lucha intelectual, ya que ha recreado modelos virtuales que confrontan la realidad ideal de la élite social y ha retado los estereotipos que intentan crear una sociedad uniforme. Con esa perspectiva los textos de mujeres y de las minorías étnicas han abierto espacios donde se entabla un rico diálogo cultural, porque son un escenario de la lucha ideológica. Robert Young, en su volumen Colonial Desire, ha demostrado con razón cómo la cultura expresa las conflictivas estructuras del sistema de clase donde se produce. Al respecto afirma lo siguiente: Volumen 3-2-Litocamargo.p65 303 14/04/00, 11:31 304 MARÍA MERCEDES JARAMILLO Culture never stands alone but always participates in a conflictual economy acting out the tensions between sameness and difference, comparison and differentiation, unity and diversity, coherence and dispersion, containment and subversion [...]. Culture has always marked cultural difference by producing the other; it has always been comparative, and racism has always been an integral part of it: the two are inextricably clustered together, feeding off and generating each other. Race has always been culturally constructed. Culture has always been racially constructed. [53-54: La cultura nunca se sostiene sola sino que siempre participa en una economía conflictiva al expresar las tensiones entre igualdad y diferencia, comparación y diferenciación, unidad y diversidad, coherencia y dispersión, represión y subversión. La cultura siempre ha marcado las diferencias culturales produciendo al otro; siempre ha sido comparativa, y el racismo ha sido siempre una parte integral de ella: los dos están inextricablemente ligados, alimentándose y generándose el uno al otro. La raza siempre ha sido construida culturalmente. La cultura siempre ha sido construida racialmente]. Esta afirmación es mucho más pertinente al interior de sociedades multiculturales y multiétnicas, surgidas de procesos de conquista y colonización. Las diferencias de clase en las naciones de este continente se han apoyado en conceptos raciales y en un sistema de valores que justifica la explotación y la discriminación de las minorías o del “otro”. Los conceptos de civilización y de cultura han sido los parámetros utilizados para crear clasificaciones que buscan autenticar o descalificar el quehacer humano e inscribirlo en diferentes disciplinas. Folclore, artesanía, superstición, dialecto, son categorías que han servido para cla- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 304 14/04/00, 11:31 305 Helena Iriarte y Ana María Jaramillo: historias de la periferia sificar y calificar el quehacer de los pueblos o de los individuos marginados de los centros de poder; en oposición al centro donde sí se produce cultura, arte, religión e idioma. Así, la separación y la diferencia han sido indispensables mecanismos para legitimar privilegios económicos, el control político y los prejuicios sociales. Los excluidos de las esferas del poder y de los centros hegemónicos han perdido acceso a los bienes materiales y, peor aún, al control de su destino, porque son considerados incapaces de gobernarse. El carácter exótico del “otro” lo convierte en objeto de consumo a la vez que despolitiza las relaciones de explotación, de marginalización y de discriminación. O como anota Jesús Martín Barbero al hablar de la alteridad que es aceptable cuando es exótica y por lo tanto “interesante” y consumible pues ha perdido su capacidad de cuestionar o de interpelar (51). La literatura como un modelo virtual de la organización social nos permite acceder a los valores ideológicos aceptados, la mayoría de las veces, como naturales y reforzados por la escuela, la Iglesia, el Estado y por las instituciones sociales. En los personajes de las dos novelas que se analizarán se pueden reconocer los mecanismos de la exclusión y de la discriminación, que se hacen evidentes en la esfera social, y que las autoras recrean en la esfera familiar y en la conducta personal, señalando la responsabilidad individual en la conducta social. En este sentido, las novelas de Helena Iriarte y Ana María Jaramillo deconstruyen los valores culturales dominantes de la sociedad colombiana y las versiones oficiales de la historia para revelar los conflictos que generan el racismo y la explotación. Las autoras analizan las consecuencias de estas actitudes en la vida de los personajes o en la comunidad y recrean modelos de las relaciones humanas que se dan en situaciones límites. ¿Recuerdas Juana?, de Helena Volumen 3-2-Litocamargo.p65 305 14/04/00, 11:31 306 MARÍA MERCEDES JARAMILLO Iriarte, y Las horas secretas, de Ana María Jaramillo, son textos que denuncian la represión ejercida en contra de las mujeres, la explotación del pueblo y la discriminación racial; son novelas escritas desde un yo femenino, con un lenguaje que expresa la diferencia y genera espacios en los cuales la imaginación no ha sido coartada o controlada, ya que las mujeres y las minorías han tenido que acogerse a las reglas normativas de la élite –que es la que ha decidido el futuro de una obra, de una idea o de un proyecto– o permanecer en silencio. En esta situación han estado las mujeres y las minorías en el país porque los individuos que se han atrevido a desafiar el status quo generalmente han sido marginados de las corrientes culturales predominantes. Como dicen Yurij Lotman y B. A. Uspensky, la cultura es “la memoria no hereditaria de una comunidad, una memoria que se expresa en un sistema de restricciones y preceptos” (411)1. Esta herencia cultural es codificada y transmitida a través de textos y por lo tanto inexistente por fuera del lenguaje. Y luego aclaran: “La existencia de la cultura implica la construcción de un sistema o de algunas reglas para trasladar directamente la experiencia a un texto” (412). Los textos seleccionados y los rechazados dentro de un sistema cultural responden a un proceso de selección que ha sido controlado por la élite dominante. Es decir, que hay textos que no pertenecen a la “cultura” porque no corresponden a los valores por ella canonizados y son, por lo tanto, asistémicos. En los últimos años se ha empezado a tener en cuenta los textos no canónicos/asistémicos, ya que muestran aspectos olvidados, relegados o rehusados por la cultura dominante. Estas 1 Las traducciones son mías. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 306 14/04/00, 11:31 307 Helena Iriarte y Ana María Jaramillo: historias de la periferia manifestaciones culturales han servido de contrapunto a la cultura oficial, canonizada y pretendidamente armónica, y han posibilitado la deconstrucción del discurso hegemónico para revelar las falacias que lo han sustentado. ¿Recuerdas Juana? En 1989, Helena Iriarte2 publica su novela ¿Recuerdas Juana? donde construye la biografía psíquica de una niña mulata que sufre la discriminación y el abandono en un medio racista, creado en su propio hogar. Esta novela colombiana escudriña el racismo y revela sus consecuencias en el desarrollo emocional de quien lo padece, tema que ha sido poco elaborado en la narrativa nacional, a pesar del innegable mestizaje de la población. ¿Recuerdas Juana? muestra con gran acierto el mundo infantil de la protagonista a través de un personaje escindido entre un yo que experimenta las vivencias existenciales y un yo que las hace conscientes al enunciarlas. El mutismo de la protagonista es el correlato de su “invisibilidad” en el ámbito familiar, situación que se agrava por ser una menor de edad. El rechazo materno –debido al color de su piel–, la pérdida del hogar –ocasionada por problemas económicos– y la soledad –causada por la 2 Helena Iriarte nació en Bogotá en 1937, estudió en el colegio de Santa Clara con monjas alemanas quienes le inculcaron el amor a la literatura; leía a Julio Verne y a Salgari y le gustaba escuchar el radioteatro para niños, como también los relatos de las campesinas que trabajaban en su casa. Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de los Andes y un año en El Instituto Caro y Cuervo. Sus primeros relatos fueron reproducidos en diferentes periódicos: El Tiempo, El Espectador y La República. Es profesora de literatura y cultura en La Universidad Javeriana. En 1998 publicó otra novela: Frente al mar que no te alcanza. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 307 14/04/00, 11:31 308 MARÍA MERCEDES JARAMILLO muerte del padre–, hacen que la niña se refugie cada vez más en su mundo interior. Juana pierde contacto con el mundo exterior y se encierra en sí misma porque carece de un receptor que escuche sus ideas y atienda sus deseos. La ausencia de comunicación con los seres que la rodean se reemplaza con un continuo monólogo interior, que es presentado en forma de diálogo consigo misma. Este mecanismo concretiza la soledad del personaje. El yo narrativo se dirige a Juana con un tú que invoca los recuerdos y la invita al diálogo. La muerte del padre es el evento que desencadena la tragedia interior y divide la conducta de Juana y su individualidad. Este fenómeno se patentiza, por un lado, en un mutismo exterior que hace invisible su presencia en el hogar materno, y por otro, en un continuo monólogo interior que recrea la compañía y el afecto paterno –elementos indispensables para su desarrollo emocional–. Juana se aferra a los objetos que materializan la presencia del padre, a los juegos infantiles que graban huellas en su memoria con las que logra identificarse y crearse un espacio propio, a los olores, colores y sonidos que le permiten guiarse en el laberinto de sus sueños y evocaciones: [...] nadie podía saber que no eras Juana la alelada, la huraña, la que era tan morena que no se veía de noche ni tan poco de día; la que sólo volvía a ser cuando llegaba tu padre. Nadie podía saber que eras mucho más que Juana, que eras todos aquellos personajes que iban saliendo del espejo, uno a uno con su canción favorita, su fórmula mágica entre jirones de tela y de papel y su modo de hablar, de quemarse en la hoguera, de cambiar el mundo con la punta de una vara de rosa o surcar el mar entre la seda y los reflejos de un vidrio oscurecido [16]. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 308 14/04/00, 11:31 309 Helena Iriarte y Ana María Jaramillo: historias de la periferia El racismo de la sociedad colombiana se ve reflejado en la actitud de la madre que se avergüenza del color de Juana y en la admiración que el cuadro de “La Señora” despierta en la niña, quien ya ha introyectado los valores del medio. La importancia de este retrato en la novela y en el imaginario de la protagonista tiene que ver con la importancia que se le da al color de la piel en los países colonizados por los europeos; quienes han legitimado su superioridad en sus rasgos raciales, hecho que se refleja en su fisonomía. El cuadro pintado por Mateo es la imagen de una mujer sonriente que fascina a Juana desde el momento que lo descubre en el cuarto del pintor. “La Señora” proyecta la ternura que anhela la niña: [...] ya ibas cogida de la mano [de Mateo] paseando frente a los cuadros, saludándolos uno a uno sorprendida, absorta ante tantas caras quietas, serias como si ya te fueran a regañar. Entre todas estaba la de una mujer que te detuvo con su sonrisa clara dirigida sólo a ti y te quedaste alelada [29]. La niña puede acercarse a ella y disfrutar de su sonrisa y de la mirada de sus ojos sin ser rechazada o ignorada. La visibilidad y presencia del cuadro de “La Señora” contrastan con la invisibilidad de la niña, quien debe permanecer callada y quieta en el estudio del pintor para poder gozar contemplando el cuadro, que sustituye la figura materna. El abandono que experimenta la protagonista después de la muerte del padre se explica y agrava por su sexo, por su raza y por su edad. Los tres elementos la convierten en un ser frágil y sin derechos en este medio patriarcal y racista que ignora los derechos de las minorías, de los niños y de las mujeres. Juana Volumen 3-2-Litocamargo.p65 309 14/04/00, 11:31 310 MARÍA MERCEDES JARAMILLO carece del afecto y de la compañía que le permitan socializarse y encontrar un lugar propio en el universo que la rodea. Por eso recurre, primero, al mundo del espejo que duplica su imagen y entabla un diálogo con ese otro yo que la mira desde ese otro lado; segundo, a la fantasía que le ayuda a escapar de su reducido mundo, pues su identidad la transforma en personajes de historias felices; y tercero, a coleccionar objetos diversos que llenan el vacío de su existencia. Las continuas críticas, el rechazo y la represión de la madre van moldeando el carácter de Juana, que cada vez se torna más solitaria, silenciosa e insegura. Los juegos, los sueños diurnos, el diálogo interior de la niña son un espejo que refleja sus temores, sus deseos y sus frustraciones. Estas imágenes diurnas donde es una princesa o una bailarina que danza al son de la música interpretada por el padre, son un escape a la monotonía de su existencia, ya que siempre se reprime ante la fría mirada de la madre. Al morir el padre pierde el espacio de la infancia donde fue feliz, el “cuarto propio” donde tenía autonomía para sus juegos y fantasías, pues la madre vende la casa y se traslada a una pensión donde Juana ocupa el cuarto más pequeño y sin ventanas. Esta reducción del espacio físico y la carencia de luz son una metáfora de su pérdida de autonomía y de presencia en el hogar, a la vez que señalan la paulatina introspección personal de la protagonista: [...] fue por eso que al salir de la casa te dijo que lo que había en el baúl no eran vestidos sino chiros, trapos que sólo servían para envolver la loza y no valió que lloraras para que te dejara conservar por lo menos el traje de reina. No te hizo caso y te gri- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 310 14/04/00, 11:31 311 Helena Iriarte y Ana María Jaramillo: historias de la periferia taba –Juana loca, pasmada, fantasiosa, estorbando siempre con tus extravagancias y tus desbarros–. De tus vestidos no quedó nada y en la pensión ya no tenías ni siquiera un espejo para ir al mar en busca del niño pirata y de todo lo que se te había perdido y pensándolo, pensando en todo eso le dijiste –ahora sólo te tengo a ti, papacito– [28]. El espejo es el mecanismo de entrada al mundo de la imaginación, donde se convierte en reina, bailarina, princesa, en un ser visible cuya reflexión especular elimina la soledad de su existencia. Todos los seres que la rodean son producto de este mundo especular que cobra más espacio en la medida que se reduce el mundo de sus afectos. Incluso ese yo que la llama, que la mira desde el otro lado y que la ve sufrir y refugiarse poco a poco en su interioridad, es creado por la necesidad de compañía. Los objetos preciados/fetichizados se transforman en vehículos que transportan a Juana al espacio seguro y feliz que desapareció con la muerte del padre. Así, los disfraces, el espejo y el álbum le permiten evocar imágenes del mundo que desaparece. En el estrecho cuarto de la nueva casa, es donde la niña comienza a elaborar un álbum en el que trata de (re)crear su universo. En el álbum, Juana (re)construye con figuras recortadas en revistas, con plumas, con cuentas de collares, con fragmentos de objetos y de flores secas, un espacio propio donde habita con el padre. Juana obtiene un frágil equilibrio emocional a través de las figuras y los objetos de su álbum, que han sido cuidadosamente seleccionados. Cada imagen del álbum tiene una pequeña anécdota, un recuerdo o una presencia que es indispensable para la pequeña. Este objeto fetichizado se transforma en un tesoro que da significado a la vida de Juana y que convierte Volumen 3-2-Litocamargo.p65 311 14/04/00, 11:31 312 MARÍA MERCEDES JARAMILLO al cuarto en el espacio independiente y seguro donde se recrea con su pequeño tesoro secreto. Cuando la madre lo descubre, lo destruye con violencia, acción que aniquila emocionalmente a la niña. Este acto de agresión muestra la insensibilidad maternal y el rechazo al Otro. El álbum/texto producido por Juana y destruido por su madre es un texto asistémico, ya que no tiene ningún valor dentro de los parámetros culturales hegemónicos. La madre actúa como censor y es portadora de valores y actitudes respaldados en su medio social. La destrucción del álbum señala la descalificación y marginación de los productos artísticos de las minorías que no logran obtener la atención o el prestigio de una obra sistémica que es aceptada en el medio cultural. El álbum era una ventana al mundo exterior, era un hilo que conducía a Juana en el laberinto de sus sueños. Al ser destruido por la madre, la niña pierde el contacto que la ata a la realidad exterior y se sumerge en un delirio inaccesible a los otros. Este álbum es como un diario que recoge las peripecias de cada día y de su penosa existencia. Juana intenta (re)crear en el álbum un espacio posible para ella, donde su presencia no fuera ignorada, su color y figura no avergonzaran a nadie, sus juegos fueran aceptados y sus palabras escuchadas. Este tejido textual lo construye en un libro de cocina, único material disponible que la niña encontró en el espacio familiar. Elemento que metafóricamente recrea el reducido espacio de la mujer que ha estado circunscrito al mundo de la cocina y de los quehaceres domésticos: [...] era un cuaderno que encontraste en la cocina y en cuyas páginas ibas pegando, con paciencia de artesana, las figuras recortadas a escondidas de unas revistas que habías encontrado por ahí. Con la ayuda del frasco de engrudo de don Jesús, colo- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 312 14/04/00, 11:31 313 Helena Iriarte y Ana María Jaramillo: historias de la periferia cabas los más atractivos anuncios de objetos que se podían comprar, tal vez en otro idioma porque nada entendías de las palabras; autos, cremas, vestidos, cereales tapaban a medias lo que había escrito en el cuaderno [...] y presidiendo aquella miscelánea, un muchacho sonriente que se parecía a tu papá. En cada página del cuaderno compusiste una incongruente escena en la que una botella era más grande que un castillo y las caras más lindas siempre se reían entre incomprensibles trozos de recetas de cocina... Y el cuaderno crecía y se complicaba; en la páginas del centro pegaste las plumas de un sombrero de Madame con trozos de cintas, sellos de países extraños y una que otra propaganda de cigarrillos y jabón. ¿No lo recuerdas, Juana? Era muy linda porque era todo: bosque, pájaros en alboroto, caminos de arroz coloreado y cada cosa se podía tocar para sentir la realidad que habías encerrado ahí [73-74]. El cuaderno es un collage que contiene una mezcla de alusiones, referencias, palabras extranjeras y contenidos psíquicos, que han sido desplazados en imágenes fragmentarias y aglutinadas en un pastiche o tejido “textual”; en este texto podemos adivinar las carencias y dificultades que afronta Juana cuando intenta expresarse. El silencio que la rodea refleja el abandono en que vive, el aislamiento se reproduce en el álbum elaborado con fragmentos de revistas extranjeras, cuyas palabras son incomprensibles para la niña. Ese elemento del idioma extranjero, común en los collages, evoca aquí la alienación y la falta de comunicación de quienes viven en otros países; Juana, como un extranjero, vive en el silencio y en la incomunicación, pero en este caso el exilio es interior. Este texto visual, olfativo y táctil, recoge imágenes que la conectan con el exterior, es una auto- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 313 14/04/00, 11:31 314 MARÍA MERCEDES JARAMILLO biografía emocional que apunta a los eventos y personajes esenciales de su diario vivir. El texto guarda elementos que representan a los seres amados y que evocan su presencia. Así, el muchacho sonriente es su padre; las plumas evocan la amable figura de la dama francesa; las propagandas de cigarrillos y el engrudo reflejan la presencia benévola de don Jesús; los elementos de la cocina –el libro y el arroz– son los representantes de Barbarita, la criada que le prodiga los cuidados que le niega la madre. Cada elemento del álbum tiene una razón de ser y es la huella de una experiencia vital esencial para Juana, quien al carecer de palabras adecuadas para expresarse en la escritura, refleja su mundo interior a través de los elementos encontrados/rescatados en los diferentes espacios de la pensión. Esos elementos del “discurso” de la protagonista son las estrategias narrativas que utiliza Helena Iriarte para (re)construir la biografía infantil femenina y acercarse al imaginario del personaje que sufre el rechazo y la discriminación desde el momento del nacimiento. La configuración textual del relato –narrado desde un yo escindido que dialoga consigo misma en un incansable afán de encontrar un motivo para su existencia– es recreada en la elaboración del álbum, y hace palpables los obstáculos latentes que enfrenta la niña para comunicarse. En el libro de cocina, Juana elabora su historia fragmentada e incompleta, allí representa, a través del tejido de imágenes, un mundo coherente y posible. En este sentido del texto como tejido es que podemos referirnos a su valor simbólico y terapéutico, que según Gilbert Durand tiene una determinación benéfica: Ciertamente el tejido como hilo, es ante todo un lazo, pero es también una relación tranquilizadora, es símbolo de continuidad Volumen 3-2-Litocamargo.p65 314 14/04/00, 11:31 315 Helena Iriarte y Ana María Jaramillo: historias de la periferia sobre determinado en el inconsciente colectivo por la técnica “circular” o rítmica de su producción. El tejido es lo que se opone a la discontinuidad, tanto al desgarramiento como a la ruptura. La trama es lo que está debajo. Se puede considerar incluso una revaloración completa del vínculo como lo que “reúne” dos partes separadas, lo que “repara” un hiato [307]. Juana trata de salvarse, de reparar el hiato al reunir en su álbum las imágenes de su infancia. Estas figuras prendidas con engrudo al libro de cocina son una metáfora de la necesidad de la niña de expresarse dentro de los parámetros de su experiencia y de encontrar afecto y reconocimiento. El cómo y el qué se dice en esta obra señalan los problemas que enfrenta la protagonista en un mundo racista excluyente, donde se siente agobiada. El álbum/texto de Juana inlocalizable según Derrida, neutro de acuerdo a Barthes o andrógino si recordamos a Virginia Woolf, analiza la realidad del mundo infantil, inscribe la diferencia en nuevas coordenadas y plantea nuevas posibilidades escriturales. Es un texto que escudriña realidades silenciadas, recobra episodios olvidados y (re)evalúa imágenes establecidas para proponer un universo más democrático. Las horas secretas Las horas secretas, de Ana María Jaramillo3, es una novela que recoge la vida de un guerrillero costeño, Alfonso Jacquim, quien 3 Nacida en Pereira en 1956, estudió Economía en la Universidad de los Andes en Bogotá. Ha escrito cuentos y una obra de teatro, Vendo mi muerte. Para más información sobre la autora y su obra ver el artículo de Lucía Ortiz, “La subversión en el Volumen 3-2-Litocamargo.p65 315 14/04/00, 11:31 316 MARÍA MERCEDES JARAMILLO murió durante la toma del Palacio de Justicia en 1985; la narración se basa en el testimonio de su compañera, que muere posteriormente. Aunque la obra recrea “las horas secretas” de la vida de la pareja, es imposible aislarla del contexto político del momento, porque el protagonista fue uno de los líderes del movimiento insurgente más importante del país. Es un roman à clef, pues reconocemos en los personajes a algunos miembros del movimiento revolucionario M-19, políticos y dirigentes y otros personajes que vivieron el episodio y el frustrado proceso de paz de ese año. La obra se divide en dieciséis capítulos breves, precedidos algunos de un dibujo y un epígrafe, que apuntan al tema del mismo preparando e invitando al lector. Las frases cortas y la acumulación verbal están acordes con los eventos que se suceden uno tras otro; el ritmo atropellado de la lectura recrea la violenta sucesión de las acciones; así, el flujo narrativo apunta al temporal: “Te vas a morir”, él sonrió de nuevo. “No digas pendejadas, no ves que no hay nadie más vivo que yo”. Al poco rato se fue. No lo volví a ver [91]. El narrador testigo busca la complicidad del lector al acercarlo a los hechos y hacerlo compartir las experiencias íntimas, las ilusiones y los temores. El punto de vista, como lo afirma Federico Campbell, determina la eficacia o el fracaso de la narración: discurso histórico oficial en Olga Behar, Ana María Jaramillo y Mery Daza Orozco”, en Literatura y diferencia: escritoras colombianas del siglo XX, edición de María Mercedes Jaramillo, Betty Osorio, Ángela I. Robledo (Bogotá y Medellín: Universidad de los Andes, Universidad de Antioquia, 1995, 2 vols.), II, 185-210. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 316 14/04/00, 11:31 317 Helena Iriarte y Ana María Jaramillo: historias de la periferia Al decidir desde dónde, pero sobre todo desde quién, habrá de contarse la historia, el novelista tiene resuelto el tono –la dimensión emotiva, el alma– de su composición. Por eso cuando Ana María Jaramillo opta por la primera persona digamos que establece una llave de sol en la cual habrá de leerse su relato conmovedor [44]. Al mezclar la anécdota amorosa con el terrible episodio del Palacio de Justicia y con la vida clandestina del guerrillero, se logran dos objetivos: primero, depurar la vida de eventos superfluos y preparar los recuerdos. Esta relación permeada desde un principio por las amenazas de muerte intensifica la pasión amorosa porque cada encuentro es un fin, cada separación es la definitiva: No quería enamorarme, olía a muerto, pero mi corazón no escuchó razones, ni mi vientre tampoco. Se iniciaba un camino muy importante en mi vida; el amor entraba tumbando la puerta y el almizcle a negro invadía mis entrañas [28]. Segundo, consigue evocar en forma ágil los sentimientos y las reacciones populares que surgieron en torno del M-19, en aquella época, y rescatar el vocabulario que expresaba una realidad diferente y el imaginario que nace con el mundo del guerrillero y de su gesta rebelde. El héroe guerrillero es definido por Juan Duchesne como “un yo-empírico en proceso, proyectándose como ejemplaridad heroica por hacer” (100). Su quehacer político define su ser individual, es un sujeto que se configura en el proceso de la lucha y cuyo carácter es moldeado en la confrontación con el enemigo; Volumen 3-2-Litocamargo.p65 317 14/04/00, 11:31 318 MARÍA MERCEDES JARAMILLO esta reacción especular lo convierte en el negativo del otro (del burgués). El hombre nuevo nace en el proceso de la lucha clandestina, de las negaciones de placeres triviales que llevan a la depuración individual. Como modelo “que-se-hace” está sujeto a las contradicciones y a los altibajos agónicos (Duchesne, 100) que van marcando la evolución del hombre4. Él sabía que llevar como equipaje un morral con una camiseta, unos pantaloncillos, un blue jean, un cepillo de dientes y una ración de comida, obliga a sacar la mejor sonrisa y los más generosos sentimientos [76]. La realidad poética e individual se inserta en los hechos políticos y crea diferentes perspectivas e intenciones. Se recrea la evolución y transformación del personaje femenino a través de su convivencia con el otro, quien pertenece a un mundo social, económico y político diferente. De ser una joven profesional independiente que procura la estabilidad emocional, el bienestar económico y la previsibilidad del diario acontecer, se convierte en un ser que disfruta el momento presente, que acepta los defectos y las fallas del otro y que convive con el azar y el temor: Toda su fuerza y su decisión se me pegaron, de pronto me supe invencible. Tiré por el suelo los últimos obstáculos en nuestra relación, decidí vivir el hoy con sus sorpresas y consecuencias [29-30]. 4 Idea que se adapta a este relato colombiano y que proviene del estudio de Juan Duchesne sobre los relatos testimoniales de Ernesto Che Guevara, Mario Payeras y Omar Cabezas, 121. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 318 14/04/00, 11:31 319 Helena Iriarte y Ana María Jaramillo: historias de la periferia La obra expone una relación de pareja diferente donde la fidelidad, la estabilidad y el compromiso no son las bases del amor, ya que la extraordinarias circunstancias que viven los protagonistas imposibilitan la construcción de un esquema tradicional. La joven no acepta en un principio la conducta amorosa de su amante, pues no concuerda con la filosofía del “hombre nuevo” que él mismo predica pero no practica, se rebela ante su infidelidad y critica su doble moral en el compromiso individual. La novela muestra la dicotomía vivida por este revolucionario que busca la justicia social y el equilibrio económico colectivo, aunque en la esfera individual recrea el desequilibrio y la asimetría en las relaciones de pareja. Pero el miedo constante a la separación que ocasionará la muerte cambia su actitud: Cuando se vive al filo de la muerte, las cosas se colocan en su justo lugar, lo que verdaderamente trasciende es lo que queda en la memoria y es lo que hay que defender [76]. Así se inicia un proceso de intensificación de los sentimientos y de autoconciencia que permite crear una fuente para el recuerdo; cada momento se vive en función de la memoria, y es esta actitud la que eleva la relación y la carga semánticamente. El último encuentro de la pareja anuncia la muerte del amante con la sangre menstrual que lo mancha, creando una imagen del futuro cuerpo destrozado. Las lágrimas que se mezclan con la sangre evocan los ritos mortuorios y las abluciones finales que reciben los muertos. El “negro” no desea limpiarse porque pretende conservar las huellas del amor, que le servirán como un amuleto y que señalan la ceremonia del ungimiento que antecede a la muerte. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 319 14/04/00, 11:31 320 MARÍA MERCEDES JARAMILLO La perspectiva política tiene una intención testimonial pues la versión oficial de los acontecimientos ocurridos en el Palacio de Justicia y durante el Proceso de Paz difiere de la versión popular, que es la que recoge la autora: No les importaban los magistrados ni los trabajadores ni los desafortunados que ese día visitaron las oficinas. Los querían matar a todos, que no quedaran testigos de su barbarie, que no quedara quien dijera nada, mataron todo: la fe de los colombianos, la justicia, el honor del ejército, y el futuro de ellos mismos y sus cómplices [98]. El gobierno, por el contrario, responsabiliza a los guerrilleros del incendio del Palacio y de haber asesinado a todos los rehenes. Los once empleados de la cafetería que salieron con vida y fueron detenidos por el ejército, hasta el momento presente siguen desaparecidos. El título de la novela, Las horas secretas, también alude a las horas que vivieron guerrilleros y rehenes en el interior del edificio antes de morir en el incendio y en el fuego cruzado con los militares. El relato está permeado de expresiones del habla popular que recrean la ideología y el sentir de la comunidad. Esta mezcla de expresiones coloquiales, que proceden de la tradición oral, con expresiones cultas que provienen de la tradición literaria, recupera el habla de la izquierda colombiana, un grupo que rescató expresiones, vocablos e ideas tanto de diferentes sectores (obreros, campesinos, estudiantiles) como de diversas regiones (Costa, Andes, Valle, Antioquia). Ese proceso fue el resultado de la militancia social y política y muestra el cambio de poder que se estaba llevando a cabo Volumen 3-2-Litocamargo.p65 320 14/04/00, 11:31 321 Helena Iriarte y Ana María Jaramillo: historias de la periferia en el país5. La obra recoge asimismo los valores y las actitudes asumidas por los miembros del M-19 con respecto a la forma de vivir y de enfrentar el compromiso político sin renunciar al placer, al amor, al humor y a la diversión: El negro, parrandero de nacimiento y bacán por decisión, la única vanguardia que reclamaba era la vanguardia de la bacanería. Pensaba que el discurso revolucionario no ha tocado al pueblo colombiano de manera significativa, que su respuesta ante propuestas revolucionarias era nula pero que consignas vitales como el deseo, la amistad, el honor, la alegría, recreados en la música tropical convocaban a todos. Creía que el bacán y el revolucionario eran uno cuando lograban sintonizarse al ritmo de la cumbia [44-45]. Mikhail Bakhtin reconocía la importancia de recoger una voz diferente y única en su contorno social ya que evoca un cúmulo de concepciones y evaluaciones que coinciden con las necesidades del autor (183). Esta técnica es conocida como el skaz porque en estos relatos se recuperaban las expresiones y el habla de una comunidad determinada6. Las diferencias ideológicas y políticas entre los personajes se cristalizan en el discurso a través de las nominaciones; los títulos y cargos de los personajes del establecimiento oficial contras- 5 Esta situación ha cambiado en los últimos años con la desaparición del M-19 como un movimiento político de oposición y con el surgimiento de fuerzas paramilitares que están eliminando a todo el que se oponga a sus intereses económicos. 6 En los skaz se recogen las formas de expresión verbal de otro hablante, es un habla que el autor desea utilizar como un punto de vista, como una posición, elementos esenciales en la forma como desea desarrollarse la historia (Bakhtin, 1978, 182). Volumen 3-2-Litocamargo.p65 321 14/04/00, 11:31 322 MARÍA MERCEDES JARAMILLO tan con los apodos cariñosos (mi negro) o los títulos de afecto (amigo, compañero) que señalan cercanía y confianza entre los personajes del grupo guerrillero, a quienes se los nomina por su oficio o por una característica personal. Los políticos se identifican con su cargo: el Procurador, el Presidente de la Corte Suprema, el Ministro de Gobierno, pero los miembros del M-19 son identificados por sus rasgos físicos o por su temperamento: Era una extraña pareja: el uno alto, derecho, flaco, rubio, feo con sangre alemana, rígido, racional y pragmático, el otro negro, parrandero, hablamierda, enamorado, vanidoso, romanticón y soñador [21]. Estos detalles dan los datos necesarios que nos permiten identificar en la realidad a los personajes anónimos que aparecen en la narración. La carencia de nombres propios, de huellas que indiquen lugares precisos, horas exactas, refleja en el nivel de la narración lo clandestino y secreto de la vida amorosa de la pareja y del grupo insurgente. Estos recursos narrativos crean una perspectiva intimista e interna desde la cual se narran los hechos ocurridos antes de la toma del Palacio, a la vez que se marca el relato testimonial con un tono subjetivo propio del hablante lírico de la ficción amorosa. La historia política se refleja así en la amorosa: son dos tragedias especulares que comparten no sólo su rasgo clandestino sino también la intensidad y el riesgo. La validez de este tipo de obras, como dice Carlos Fuentes, no depende de la curiosidad del lector y de su satisfación morbosa al reconocer a los miembros de la sociedad en los personajes; éste no es el fin de la obra literaria. Su valor radica en la diversidad y en el conflicto ideológico recreado que nos permitan Volumen 3-2-Litocamargo.p65 322 14/04/00, 11:31 323 Helena Iriarte y Ana María Jaramillo: historias de la periferia [...] ir hacia adelante con la conciencia crítica de que, si hemos de crear valores, los encontraremos en la ausencia de unidad, en la diversidad, en eso que Bajtin celebraba como la fuerza centrífuga y sus manifestaciones novelísticas: “La diversidad y el conflicto de lenguajes, la novela como arena de lucha y encuentro de civilizaciones, tiempos, ideas y no sólo de personajes” [19]. La novela muestra los conflictos y las contradicciones que hemos vivido los colombianos por consecuencia de las luchas entre distintos sectores por obtener el poder político y el control ideológico de la nación, confrontaciones que han creado actitudes, temores, esperanzas, y que han dejado huellas indelebles en el pueblo colombiano: En Las horas secretas, Ana María Jaramillo da el salto cualitativo que va de la información a la imaginación y consigue lo que Guillermo Sheridan considera propio de la literatura, es decir, que la literatura es un oído que escucha más allá del lenguaje que el poder entiende. Es un ojo que va más allá de la escala cromática percibible por el poder. El enriquecimiento de la conciencia colectiva es así una tarea más importante que la exaltación de la indignación colectiva y ésa es la tarea del escritor [Campbell, 44]. El relato es un planto por la muerte del “negro” y por la destrucción de la Corte Suprema, en él se desahogan el dolor y la frustración ante la muerte y se hace un análisis de los hechos y de la vida del desaparecido. Al evocar su compromiso político, sus acciones militares y su conducta amorosa se humaniza la imagen del guerrillero y se combinan con acierto los dos temas principales: la pérdida del amor y de la justicia, que se reúnen Volumen 3-2-Litocamargo.p65 323 14/04/00, 11:31 324 MARÍA MERCEDES JARAMILLO en la muerte del amado y en la destrucción del Palacio y de quienes estaban allí. Jonathan Culler ha señalado que la conducta social de una persona en particular es una proyección de la praxis cultural y social de una comunidad específica. Estas relaciones entre el individuo y su medio son posibles porque el hombre asimila de modo inconsciente las normas, las ideas, las imágenes culturales de su comunidad. Así, los actos individuales son variantes tangibles que nos permiten acercarnos a un sistema ideológico en particular. Es decir, la conducta de los personajes, sus ideas, temores y frustraciones reflejan los de su medio social. La conducta individual se convierte en el espejo que refleja el racismo y la discriminación que el medio produce/permite/fomenta, valores que ya Juana ha asimilado a través de las actitudes maternas y los juicios y prejuicios de la sociedad en que vive y que permean, también, la conducta del supuesto “hombre nuevo” que la ideología revolucionaria quiso implantar para crear una sociedad más simétrica. Los textos de Iriarte y de Jaramillo dramatizan las contradicciones entre la praxis política y la existencia personal y entre las responsabilidades sociales y las familiares; se muestran los conflictos individuales como un reflejo de la conducta social ya asimilada por los personajes y, a la vez, se revelan las contradicciones de los personajes que han sido idealizados en el imaginario colectivo: la madre y “el hombre nuevo”. Helena Iriarte deconstruye las imágenes estereotipadas que han sido trasmitidas y reforzadas en los textos canónicos, mientras que Ana María Jaramillo crea un contrapunto que permite el cuestionamiento a la historia oficial y la revelación de la verdad. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 324 14/04/00, 11:31 325 Helena Iriarte y Ana María Jaramillo: historias de la periferia Obras de referencia Bakhtin, Mikhail. “Discourse Typology in Prose”. Readings in Russian Poetics. Edición de Ladislav Matejka y Krysna Pomoroska. Cambridge, Massachusetts: MIT, 1978. Campbell, Federico. “El círculo de tensión”. La Jornada, nueva época, 43, 8 de abril de 1990. Culler, Jonathan. Ferdinad de Saussure. New York: Cornell University Press, 1986, 85-91. Durand, Gilbert. Las estructuras antropológicas de lo imaginario. Madrid: Taurus, 1981. Duchesne, Juan. “Las narraciones guerrilleras: configuración de un sujeto de nuevo tipo”. Testimonio y literatura. Edición de René Jara y Hernán Vidal. Minneapolis: Institute for the Study of Ideologies and Literature, 1986. Fuentes, Carlos. “México: sabor a nada”. Magazín Dominical de El Espectador, 442, 1991. Iriarte, Helena. ¿Recuerdas Juana? Bogotá: Carlos Valencia Editores, 1989. Jaramillo, Ana María. Las horas secretas. Bogotá: Planeta, 1990. Lotman, Yurij y B. A. Uspensky. “On The Semiotic Mechanism of Culture”. Critical Theory Since 1965. Edición de Hazard Adams y Leroy Searle. Florida: The Florida State University Press, 1990. Martín Barbero, Jesús. “La globalización desde una perspectiva cultural”. 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Rabine, en Reading the Romantic Heroine: Text, History, Ideology, afirma que en la obra escrita por el hombre, por lo general, la voz masculina dominante de la narrativa impone una estructura totalizante y reprime al otro femenino independiente (7-12). En su libro, Rabine propone localizar ese otro femenino no a nivel temático sino a nivel de la estructura, de la técnica de la obra y de la palabra misma. Ahora bien, si es cierto que el sujeto femenino es representado por el hombre bajo la óptica propia de la cultura masculina, es importante analizar el tratamiento que el mismo sujeto femenino ha recibido por parte de las escritoras y ver cuánto difiere éste de aquél, al ser mirado y presentado con el prisma de la cultura femenina. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 326 14/04/00, 11:31 327 Reptil en el tiempo, La cisterna y Jaulas: locura y patriarcado En el estudio que se hará de la novela Reptil en el tiempo (1986), de María Helena Uribe de Estrada, y aunque de una forma bastante más somera de La cisterna (1971), de Rocío Vélez de Piedrahíta, y Jaulas (1985), de María Elvira Bonilla, se busca realizar un acercamiento crítico del texto mismo soslayando un poco la temática feminista que ha motivado las tres obras. Para lograr este propósito se hará uso de las teorías de Mikhail Mikhailovich Bakhtin, como también de algunas de las teorías feministas del momento. La razón que justifica tal metodología es que ambos procedimientos valoran la heterogeneidad y la diversidad: las teorías bakhtinianas y las feministas comparten una genuina preocupación por el otro oprimido y marginalizado que ha sido creado por un sistema hegemónico y autoritario: [...] this celebration of diversity –of heterogeneity (feminist theory) and of heteroglossia (bakhtinian theory)– allows for a rich dialogue between the two theoretical systems [Shumway, 153: esta celebración de diversidad –de heterogeneidad (teoría feminista) y de heteroglosia (teoría bakhtiniana)– permite un rico diálogo entre estos dos sistemas teóricos]. Existen, por ejemplo, grandes semejanzas entre las teorías de Bakhtin y las de Hélène Cixous. Según la forma en que ella describe la ècriture femenina, parece que encarna muchas de las características de lo que Bakhtin llama el discurso dialógico. Esto resulta particularmente evidente en lo que Cixous y otras teóricas de la escritura femenina describen así: The new relationship between self and other that they seek to establish through literary expression [Gasbarrone, 2: la nueva Volumen 3-2-Litocamargo.p65 327 14/04/00, 11:31 328 MARGARITA LONDOÑO KRAKUSIN relación entre el yo y el otro que ellas buscan establecer a través de la expresión literaria]. A pesar de que la crítica francesa cambia posteriormente de perspectiva, algunas de las ideas de Cixous resultan interesantes y útiles para este estudio ya que constituyen un llamado que dirige sus esfuerzos hacia la creación de nuevas formas que comporten una ruptura con la tradición literaria (Conley, 77-78). En “The Epic and the Novel”, Bakhtin señala que la novela fue afectada por una ruptura debida a una sociedad semipatriarcal socialmente aislada y culturalmente sorda (The Dialogic Imagination, 11). De igual manera, en “The Laugh of the Medusa”, Cixous habla de una sordera cultural, de un oído masculino sordo que sólo oye lo que se habla en un lenguaje masculino (251). Ambos serían tipos de lo que Bakhtin llama discurso monológico: Grounded in patriarchal myth, deaf to other voices and discourses, and subvertible only through transgression of the linguistic and literary laws that govern them [Gasbarrone, 4: arraigado en el mito patriarcal, sordo a otras voces y discursos y subvertible solamente a través de la transgresión de las leyes lingüísticas y literarias que lo gobiernan]. En oposición al discurso monológico de la épica, Bakhtin propone un discurso dialógico en el que voces opuestas y variadas se den vida y continuamente se estén creando las unas a las otras (“Prehistory”, 47-49). En las tres obras que nos ocupan –La cisterna, Jaulas y Reptil en el tiempo– se advierte una evolución del sujeto femenino creado por las autoras, como también en las leyes lingüísticas y lite- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 328 14/04/00, 11:31 329 Reptil en el tiempo, La cisterna y Jaulas: locura y patriarcado rarias que han gobernado la producción literaria de la escritora colombiana en las últimas tres décadas del siglo XX. Pero en ellas también resalta la estructura de poder, en particular el ejercido por los padres sobre las hijas, los hermanos sobre las hermanas y el esposo sobre la esposa; en otras palabras, por el hombre sobre la mujer en el reducido círculo familiar. La vulnerabilidad que caracteriza esta situación se desarrolla, en las novelas en estudio, del discurso monológico al discurso dialógico, de la víctima (La cisterna) a la mujer que controla su destino (Reptil en el tiempo), pasando por la rebeldía que lleva a la autocreación literaria y la búsqueda de la propia identidad (Jaulas)1. En La cisterna (1971), de Rocío Vélez, se narra la historia de la tía Celina contada por una sobrina autora/editora/narradora, Clarita. Ella ha nacido y ha crecido en los Estados Unidos y por encargo de su padre, de viaje hacia Perú con su esposo, pasa por Medellín para visitar a la anciana tía. Dos meses después, la tía Celina muere, y Clarita debe “liquidar las cosas y cerrar el apar- 1 Estos cambios siguen de cerca a la evolución acaecida en el movimiento feminista comenzado en Europa y Estados Unidos en los años sesenta. Así, en la década de los setenta y los ochenta, las escritoras pasan por tres diferentes etapas claramente diferenciadas dentro de la crítica feminista. La primera se dio a comienzos de los setenta y fue una etapa reaccionaria que veía a la mujer como víctima de una sociedad dominada por el hombre. A mediados de la misma década, la escritora deja de atacar a los autores masculinos y sus imágenes estereotipadas de la mujer, para centrarse en la capacidad de ésta para resistirse a los valores dominantes y lograr su autonomía y su realización personal. A principios de los ochenta la escritora se aleja de los ideales de igualdad basados en la neutralidad sexual y se enfoca en los derechos individuales y en el dilema experimentado por la mujer profesional que ha tratado de imitar los modelos masculinos de poder, independencia y éxito. Y, para finales de los ochenta ya se comienza a explorar la desilusión sentida por muchas mujeres por no haber logrado la utopía planteada por el movimiento feminista durante los sesenta (Loach, 25-30). Volumen 3-2-Litocamargo.p65 329 14/04/00, 11:31 330 MARGARITA LONDOÑO KRAKUSIN tamento” (237). Con cuidado y respeto, se dedica a esta labor. Cuando la tarea está casi concluida, la sobrina halla un legajo de papeles que por escondidos despiertan su interés y que tomarán vida luego al dar origen a La cisterna. Dice la narradora: Unos a máquina, otros a mano, aquellos escritos me revelaron en unas horas la trágica realidad de la vida de la tía Celina –frustrada, trunca, mísera–; una búsqueda tenaz y horripilante de animal preso que lucha media vida por encontrar un agujero con salida a la independencia, a la libertad, y ya vencido, destruido, vegeta la otra mitad, semi-inconsciente, flotando lastimeramente en una nube pesada de inhibiciones, dolores, rencores e incomprensiones [11]. Celina es la hija tardía del matrimonio Lopera, lo que la ha colocado en una posición vulnerable que es aprovechada por todos los miembros de la familia para decidir por ella hasta el final de su existencia. Estas vivencias han sido recogidas, aunque de forma esporádica, por la propia Celina. Además, en los papeles encontrados por Clarita, también ha sido consignada la vida onírica de la protagonista, reflejo de su vida familiar, sus deseos, frustraciones y silencios, su soledad, su abandono y, por último, su pérdida de fe en Dios. Pero nuestro análisis sobre la obra de Rocío Vélez no nos llevará a “descubrir las tretas del débil, los mecanismos de la mujer para expresarse y apropiarse del lenguaje en un mundo falogocéntrico” [Jaramillo, 230]2. Antes 2 Al respecto remitimos al lector al iluminador estudio de María Mercedes Jaramillo, “Rocío Vélez de Piedrahíta: La construcción/deconstrucción de los valores tradicionales antioqueños”, un excelente análisis sobre la temática femenina en la Volumen 3-2-Litocamargo.p65 330 14/04/00, 11:31 331 Reptil en el tiempo, La cisterna y Jaulas: locura y patriarcado bien, se trata de demostrar que la obra, en apariencia feminista, adolece de las mismas inconsistencias a menudo oscurecidas por la autocensura impuesta por el texto falocéntrico y que el feminismo intenta desmantelar. Si bien a nivel temático “en el tejido textual podemos adivinar las carencias y dificultades que afronta la mujer cuando intenta una tarea fuera de la esfera doméstica”, no podemos asegurar que el tratamiento dado a la protagonista por la autora/editora/narradora, Clarita, sea distinto del trato que el resto de la familia dio a la tía Celina (Jaramillo, 244). Clarita ha hallado los manuscritos –cartas, diario, apuntes, etcétera– y con la misma buena intención que asistía a los padres de Celina, y posiblemente a sus hermanos, decide qué debe hacerse con aquel legajo. Su deseo resulta obvio: hacer justicia a la tía y sacarla del anonimato, dar testimonio de los abusos e injusticias con ella cometidos. Es evidente que en el nivel de la trama ella cumple con la meta propuesta. El lector es informado sobre la represión impuesta por el padre, el hermano –Héctor–, y en general por todos los hermanos/as, por ser éstos/as mucho mayores que la protagonista. Sin embargo, en un nivel de lectura más profundo, parece que Clarita incurre, por decir lo menos, en el mismo abuso de poder que ha querido censurar. obra de la autora. En La tercera generación estudia el problema de la hija sobreprotegida, “la vida de una mujer sin vida”; en Por caminos del sur analiza a la mujeresposa en el hogar; en Crónicas humorísticas se dedica al humor y a la ironía con que Vélez expone y critica las costumbres de la sociedad tradicional; en Hombre, mujer y vaca señala la deshumanización del individuo; en El pacto de las dos Rosas trabaja el tema del “doble” como experiencia vital que ayuda a los personajes a enfrentarse a su propio destino; en Terrateniente estudia el “ímpetu colonizador del protagonista” según el derrotero marcado por los conquistadores. La guaca aborda el secuestro y La cisterna gira sobre el sufrimiento y el desequilibrio mental de la protagonista “como resultado de la rigidez familiar y social” (Literatura y diferencia, I, 229-253). Volumen 3-2-Litocamargo.p65 331 14/04/00, 11:31 332 MARGARITA LONDOÑO KRAKUSIN Es pertinente recordar aquí que la autora/editora/narradora pertenece a una cultura diferente –la norteamericana – donde la han sensibilizado y alertado sobre la situación de la mujer, pero también es cierto que es ajena el contexto familiar y social, lo que hace de ella una extraña en el entrañable mundo familiar de los Lopera. Podríamos decir, entonces, que su relación con la tía Celina no difiere en mucho de las incomprendidas y a veces incompresibles relaciones entre el mundo femenino y el masculino, entre el mundo de los hijos mayores y el de la menor de la familia. Si estas relaciones han sido dominadas por una cultura hegemónica en la cual aún subsiste el poder del hombre sobre la mujer, del fuerte sobre el débil, en la relación entre tía y sobrina también media toda una cultura –social, lingüística y generacional– que lleva a la sobrina a aniñar, de nuevo, a la mujer de treinta años –Celina– que volcó su interioridad en un viejo diario y en esquelas que fueron de su padre3. Sólo si se tiene esto en cuenta resulta posible entender por qué Clarita no conservó el orden estructural que Celina había dado a este recuento autobiográfico y fragmentario de su vida (11-12), por qué se asignó ella el derecho de ser intérprete de sucesos que no vivió ni alcanza a comprender en su totalidad, y nos preguntamos: ¿en qué difiere su actitud de la del resto de la familia? ¿Acaso Clarita no le robó a Celina su último derecho a expresarse por sí misma, con un comportamiento semejante al de Héctor, quien ni siquiera le permite rechazar en persona la ofer- 3 Según Jaramillo, el aniñamiento, como es definido por Sylvia Molloy, implica “la reducción de la mujer al status de una menor de edad” (240), es decir, la inhibición y la incapacidad de la protagonista para decidir por sí misma, no por impedimento personal, sino por sobreprotección y/o abuso de la autoridad familiar. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 332 14/04/00, 11:31 333 Reptil en el tiempo, La cisterna y Jaulas: locura y patriarcado ta matrimonial del ministro, pues él mismo se anticipa a dar la negativa sin la autorización de su hermana? Clarita, como autora/editora, tampoco deja bien paradas a la madre, doña Elisa, ni a las hermanas, Camila y Olga, presentadas como ecos de la voz de sus respectivos maridos. Las tres han sido nulificadas por ellos, hasta el punto de parecer que en su cerebro no se elabora ni un pensamiento propio. Cecilia, su cuñada y esposa de Héctor, es el único personaje femenino que, además de la protagonista, ha sido más desarrollado por Clarita. Pero al final esta figura también se desdibuja, se hunde y se degrada. Cecilia ha profesado un verdadero cariño por su cuñada, por lo cual al morir doña Elisa, y después de una corta visita a Pedro –su otro hermano, padre de Clarita–, Celina se va a vivir en casa de Cecilia y Héctor, donde se da cuenta de las frustraciones de aquélla a causa de la conducta dominante y represiva de su hermano. Y, cuando surge la oportunidad, le ayuda a salir de ese ambiente para que lleve a cabo labores de voluntariado en instituciones de beneficencia mientras se hace cargo de la casa y los hijos de la pareja. Cecilia logra cierto éxito pero con el tiempo renuncia a él al darse cuenta de que Celina se ha convertido en el centro de su hogar. Una vez más Celina es pospuesta, desechada, y termina solitariamente su vida en un oscuro y sucio apartamento. La reacción de Cecilia, la de las hermanas o la de Clarita, no difieren de la conducta del padre o de su hermano Héctor. La autora/editora comparte, aunque de modo inconsciente, la cultura de la voz masculina dominante, como ha sido estudiada por Michel Foucault en su History of Sexuality: [...] power is exercised from innumerable points, in the interplay of nonegalitarian and mobile relations [94: el poder es ejer- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 333 14/04/00, 11:31 334 MARGARITA LONDOÑO KRAKUSIN cido desde innumerales puntos, en la interacción de una relación no igualitaria y móvil]4. En el caso de Clarita, su ambigua posición en el contexto del libro por ser de la familia pero extraña a ella, por ser norteamericana pero colombiana en cierta forma, feminista pero con un bagaje cultural diferente, le impide objetivizar los hechos para contextualizarlos apropiadamente. Ella, por lo tanto, representa una nueva forma de poder que controla [...] both individualization techniques and totalization procedures, in which a person is isolated from community life and self-expression [Loach, 21: tanto las técnicas de individualización como los procedimientos de totalización, por los cuales una persona llega a ser aislada de la vida de su comunidad y de su autoexpresión]. Esta forma de poder que es encarnado por la autora/editora se extiende al lector/a. Clarita no sólo disminuye a su vieja tía sino que también aniña al lector al negarle su capacidad y su talento para leer, reflexionar e interpretar adecuadamente la versión original de la autobiografía dejada por Celina, y le niega la 4 Si bien Foucault ha sido criticado por su androcentrismo, su concepción del poder basada en la interacción de una multiplicidad de relaciones ha abierto espacio para la reconsideración de las estructuras del poder y ha permitido a grupos excluidos explorar las prácticas y las instituciones de poder en la sociedad, entre ellos el de las feministas. Raras veces se refirió en sus escritos a los movimientos de mujeres, pero fue conocido como defensor de la mujer y de otros grupos oprimidos. Hoy día sus teorías son estudiadas por el feminismo, en particular sus trabajos relacionados con las estrategias del poder y los puntos de articulación entre poder y conocimiento. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 334 14/04/00, 11:31 335 Reptil en el tiempo, La cisterna y Jaulas: locura y patriarcado opción de volver a los manuscritos para aceptar o cuestionar la versión de los hechos presentada en La cisterna. Para ella, joven norteamericana y feminista –que ejerce su poder de escritora narradora–, nosotros somos lectores hembras, según la terminología cortazariana, incapaces de una participación activa que lleve al diálogo entre el autor de su autobiografía y el lector. Esto nos remite a las teorías feministas y a las de Bakhtin con respecto a la nueva relación entre el yo y el otro, que se pretende establecer mediante la expresión literaria y que, evidentemente, se encuentra ausente de La cisterna por la imposición de un narrador poco confiable, dada la supresión arbitraria de las restantes voces del discurso. Entonces cabría decir que el discurso de La cisterna es monológico, excluyente y tradicional, no obstante la temática feminista que da cuerpo a la novela. A diferencia de La cisterna, en Jaulas, de María Elvira Bonilla, sí nos encontramos con una relación (pseudo)autobiográfica. Es un personaje llamado Kristal quien narra los acontecimientos de su propia vida: como Celina, ella también ha perdido la fe en el ser humano después de la confrontación, y el posterior desengaño, con los estamentos familiares y sociales. Esta pequeña novela se acerca temática y estructuralmente a los relatos kafkianos5 “La condena” (1912) y “La metamorfosis” (1915) y a la Carta al padre (1919), cuyos protagonistas son víctimas de la severidad y del rechazo paternos5. Como en La 5 Acercar Jaulas a la obra de Franz Kafka realza un aspecto poco estudiado de la obra de Bonilla, la niñez. Posiblemente, en la necesidad de hacer catarsis y alejar un pasado traumático, la Carta al padre es un verdadero documento freudiano en el que se exponen numerosas experiencias negativas emanadas de la rudeza y del sadismo paterno. Tanto en La condena, de Kafka, como en Jaulas, de Bonilla, los protagonistas hacen de sus progenitores –el viejo Bendemann, padre de Georg, y los padres Volumen 3-2-Litocamargo.p65 335 14/04/00, 11:31 336 MARGARITA LONDOÑO KRAKUSIN cisterna, en Jaulas se narra la vida de una adolescente de clase alta asfixiada por sus padres y sacrificada en aras de un buen gusto y un decoro dieciochescos, obsoletos, agobiantes, en un hogar donde –según la protagonista, Kristal Ventura– “ni la sensibilidad ni la emoción cabían” (12). Mediante una oralidad satírica, paródica y furiosa, el yo protagónico hace una escisión de la sociedad privilegiada por la fortuna, revelando los secretos y las máscaras de la aristocracia colombiana. Con una posición periférica, Kristal se adentra en un mundo vacuo dominado por un canon colectivo e inhumano que controla la vida de sus miembros. Quienes se rebelan son perseguidos, hasta que obligados por el hambre y la soledad regresan para participar activamente en la conservación del mundo que habían repudiado (75-79). Para Kristal, ésta no es una opción. Firme en sus creencias, prefiere permanecer en la marginalia sintiéndose traicionada por la sociedad y por sus antiguos compañeros de La orilla. Tanto la oralidad como el lenguaje autobiográfico enmarcan los traumas de su educación y su lucha por recobrar su identidad, su yo. Desde la primera comunión, la vida de Kristal se torna en pesadilla. A los pocos días de ese feliz evento, es internada en un de Kristal Ventura– el centro de su obra. En ambas, a través de un soliloquio, George y Kristal analizan, más que las relaciones con sus padres y el complejo tinglado de situaciones sociales, su extraño mundo personal. Se trata de dos seres divididos: por un lado está el individuo como es percibido por los demás y, por el otro, el yo interior, diferente, gobernado por ambivalentes sentimientos de amor y odio. De igual manera, “La metamorfosis” ofrece semejanzas extraordinarias con Jaulas. Así como Gregorio Samsa se despierta una mañana convertido en un enorme insecto, Kristal se ve convertida en un vegetal después de un intento frustrado de suicidio. Ambos son rechazados por su familia, para la que hasta entonces habían sido un orgullo. Samsa muere al final y la antigua Kristal, la niña sometida al poder familiar y social, muere, metafóricamente, para dar paso a una nueva Kristal, la escritora. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 336 14/04/00, 11:31 337 Reptil en el tiempo, La cisterna y Jaulas: locura y patriarcado elegante colegio en los Estados Unidos y luego es enviada a Europa. Posteriormente, siguiendo la ideología patriarcal, la ya independiente muchacha de quince años regresa para ser iniciada en sociedad y comenzar el proceso de búsqueda y selección de esposo. Por años la habían preparado de la mejor manera posible para competir en el “mercado” y tener las mejores opciones. La hija, por tanto, es presentada como mercancía en venta, parte de una simple transacción de negocios. Eso representa una experiencia inaceptable para la adolescente, quien por tercera vez es trasplantada de ambiente sin que nadie muestre el menor interés en averiguar qué sentía o deseaba. Como señala Foucault, “every power relationship implies, at least, in potentia, a strategy of struggle” (225-226: “cada relación de poder implica, al menos en potencia, una estrategia de lucha”), en un constante intercambio de dominio-resistencia, sin importar que la resistencia se haga en forma activa o pasiva (citado por Barbara Loach, 22). Así, Kristal ya ha aprendido a vivir sola y reclama el control de su vida. Ella se niega a ser parte de ese juego denigrante y se hace miembro de un grupo de adolescentes rebeldes como ella, la mafia de La orilla. Desafortunadamente sus compañeros, “orillados” por los de su clase, se retractan de su proceder. Cuando se queda sola, la protagonista se siente perdida y trata de suicidarse. Aunque queda en un estado vegetativo, con el tiempo recupera la conciencia, pero no así los movimientos de su cuerpo. El firme deseo de autodestrucción que llevó a Kristal a su actual situación podría verse como una fuerte metáfora de lo que implica el cambio para una mujer de la clase alta en la sociedad colombiana. La protagonista debe romper con su medio social, con su familia y con ella misma, es decir, debe destruirse para dejar de ser parte de ese ente colectivo y opresor. Para Kristal, la Volumen 3-2-Litocamargo.p65 337 14/04/00, 11:31 338 MARGARITA LONDOÑO KRAKUSIN muerte es una forma de rebeldía y de autenticidad. Sin embargo, al verse incapacitada para finiquitar sus deseos suicidas, no posee otra alternativa que luchar por su individualidad a partir de sus propios despojos, entonces comienza su labor de autocreación a través de la escritura. Antes, Kristal se había expresado libremente, primero en La orilla, donde se manifestaban las inquietudes de la gente joven, se hablaba de cambio social, de la igualdad (55-62). Era conocida como La aguzadora porque buscaba el intercambio de ideas, el análisis compartido, el diálogo. Sin embargo Kristal, como disidente del consenso social y político, es una excluida del canónico discurso masculino. A través del sujeto femenino, Bonilla ha dado a su obra una óptica desde la periferia de un sistema que polariza a los sexos en una ecuación asimétrica6. Por esto su universo textual es paródico (noción de canto-contracanto)7, duramente satírico, bur- 6 Deborah Tannen, en su libro You Just Don’t Understand: Men and Women in Conversation, explica que los comportamientos del hombre y de la mujer en sus relaciones, al igual que el lenguaje por ellos utilizado, son producto de una educación. De estos comportamientos aprendidos y reforzados por la sociedad patriarcal surge una simetría lingüística en la mujer. En el hombre, por el contrario, se da la verticalidad lingüística, reflejada tanto en su discurso como en sus relaciones con interlocutores del sexo opuesto. 7 La idea del contracanto está directamente ligada a la definición de parodia, que implica intertextualidad. Bakhtin señala que los dos “lenguajes” o “textos” –paródico y parodiado–, llevan a una parcial instancia dialógica híbrida, puesto que su intención es la deformación del texto original (77). Ahora, si bien es verdad que toda producción literaria descansa sobre el intertexto, no toda escritura es exclusivamente paródica, ni toda parodia es necesariamente cómica. Pero esto no conlleva el olvidar que la imitación de cualquier texto preexistente es el fundamento de la parodia. No existe parodia si no existe el texto parodiado. Fred Householder explica que etimológicamente el término parodia envuelve la idea de “contracanto” o “canto al lado de otro canto”, es decir, que la parodia es la recontextualización o reelaboración de un texto con finalidades diferentes a las del texto que se intenta imitar (1-9). Volumen 3-2-Litocamargo.p65 338 14/04/00, 11:31 339 Reptil en el tiempo, La cisterna y Jaulas: locura y patriarcado lón, desmitificador y, por supuesto, está cargado de un significado subversivo y marginal. En él, el yo marginado se torna en sujeto central del texto. Su discurso señala el desfase donde la convencionalidad progresivamente se hace periférica y lo liminal inicia su proceso de canonización mediante un diálogo intertextual y contextual. Cada uno de los capítulos presenta una realidad ficcional individual, a la vez que colectiva y generacional, en un discurso dialógico que revierte el largo monólogo de Kristal al contexto de donde partió. Como dijo Bakhtin acerca de The Letters of Obscure People, ese proceso de interanimación lingüística –su comparación con la realidad y la época actual– es consciente por parte del autor (The Dialogic Imagination, 82). Es evidente que para la protagonista la expresión literaria es la única forma de terapia de la que puede echar mano para reconstruirse como individuo: primero, porque está físicamente incapacitada para hablar y, segundo, porque su familia la ha recluido y aislado (53). Por lo tanto, el proceso de autocreación llevado a cabo por la protagonista es conocido por el lector a través del soliloquio que, como recurso discursivo, refleja la economía ventajosa para el hombre, donde la mujer ha sido marginada de la esfera pública y confinada a la geografía doméstica, a lo privado. Este soliloquio estructura la obra técnica y lingüísticamente. Cada capítulo marca una pequeña pausa rememorativa, psicoanalítica, justificante, que permite a Kristal liberarse de su pasado para vivir su presente. El monólogo escritural es el recurso de la protagonista para matar el yo producto de la sociedad a la cual rechaza. Según Bell Hooks, la escritura de la autobiografía está íntimamente ligada con la muerte del propio yo: Volumen 3-2-Litocamargo.p65 339 14/04/00, 11:31 340 MARGARITA LONDOÑO KRAKUSIN I wanted to kill that self in writing. Once that self was gone – out of my life for ever– I could more easily become the me of me. [155: Quería matar ese yo escribiendo. Una vez que ese yo se hubiera ido –fuera de mí vida para siempre–, yo podría más fácilmente ser el yo de mí misma]. Al respecto, Fairclough sugiere que [...] the same forces that produced the need for therapy also produced therapeutic discourse as an answer to that need [217: las mismas fuerzas que han producido esta necesidad de terapia son las que han producido este discurso terapéutico como respuesta a esa necesidad]. Aunque el discurso de Kristal es un soliloquio, Jaulas es metáfora y parodia de su propio proceso narrativo. Es una escritura que pretende encerrar en sí misma su propia significación y en su polivalencia significativa rechaza los parámetros de un solo código. Bonilla recontextualiza el texto oral tomado de la realidad para que el lector contraste el sistema de códigos culturales extemporáneos a la luz de otros paradigmas más actualizados y renovadores, y busca que el proceso de lectura concluya con una nueva visión y revisión que le dé al texto una nueva significación. De esta manera el texto que parece privilegiar un discurso monológico y excluyente, es en realidad dialógico. En Reptil en el tiempo, de María Helena Uribe de Estrada, el discurso dialógico es presentado abiertamente. Estructural, temática y técnicamente, es una obra mucho más sazonada y experimental que las anteriores y, ciertamente, es una novela trabajada de una manera artesanal, que está a la altura de las obras Volumen 3-2-Litocamargo.p65 340 14/04/00, 11:31 341 Reptil en el tiempo, La cisterna y Jaulas: locura y patriarcado de otros escritores masculinos que han logrado sobresalir internacionalmente. Reptil en el tiempo narra la historia de una mujer, Martina María, que cuenta los diez años de tragedia vividos luego de haber matado a su otro yo. Agobiada por un mundo en el que no termina de encajar, al final logra encontrar su otro yo –el verdadero– a través de la literatura, de la escritura8. Es una mujer aparentemente feliz, casada con un buen esposo, solvente y de una buena posición social, con quien ha tenido dos hijos. Sin embargo, llevada por su insatisfacción y su frustración, sin comprender por qué teniéndolo todo se siente vacía, decide lanzarse a una espeluznante aventura en búsqueda de una razón que justifique su existencia como individuo. Martina María ama a los suyos y nunca se queja directamente de nada o de nadie, pero nos dice: [...] me protegen para que no escape, como si fuera posible saltar desde aquí. No comprenden. Soy homicida, pero temo la 8 Es pertinente aclarar que estoy en desacuerdo con la interpretación que abre el excelente estudio de Augusto Escobar Mesa “María Elena Uribe de Estrada: intimidad y trascendencia”, publicado en Literatura y diferencia. Escritoras colombianas del siglo XX. En el aparte de su artículo dedicado a Reptil en el tiempo, Escobar Mesa considera que Martina María y la protagonista son dos personajes diferentes: Martina María fue amiga de la protagonista desde su niñez y, en su madurez, fue asesinada por ésta, razón por la cual la protagonista (de la cual desconocemos su nombre) se halla recluida en una cárcel (291). Sin embargo, para mí es evidente que se trata de la misma persona, cuyo Yo se ha desdoblado como lo hace Artemio Cruz (protagonista de La muerte de Artemio Cruz de Carlos Fuentes), ya que la narradora protagonista nos dice: “Cuando publicaron mi muerte, no se acercó a mi casa por temor a gritar: yo la maté ” (13). En la cita anterior, la narradora habla de “mi muerte” y de “yo la maté” pero hace una distinción tipográfica entre ambas: la primera usa la palabra y la segunda el silencio, según la interpretación de E. Sepúlveda-Pulvirenti en su libro Los límites del lenguaje: un acercamiento a la poética del silencio. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 341 14/04/00, 11:31 342 MARGARITA LONDOÑO KRAKUSIN muerte. Sería incapaz de atravesar el límite que me separa de mí misma. Si me quitaran los barrotes no peligraría mi seguridad, en cambio podría respirar mejor [12]. Es evidente que la protagonista se siente compelida por una necesidad de liberarse, de deshacerse de la mujer que la sociedad ha querido que ella sea, para encontrar a la mujer que es en verdad. Su rebeldía se manifiesta en una especie de locura que obliga a la familia a recluirla en una institución a la que ve como una cárcel. Una vez allí, Martina María rechaza todo contacto con la civilización, vive en un estado casi primitivo, en el cual el vestido y aun la limpieza carecen de importancia y los instintos gregarios han quedado suspendidos. Sólo le interesa pensar y escribir historias sobre gente marginada socialmente, angustiada, cuya vida trágica se intercala con sus propios pensamientos. Kristal Ventura, protagonista de Jaulas, recobra su individualidad a través de la escritura, y la figura central de Reptil en el tiempo lo hace por un diálogo literario muy sui generis entre el silencio y la palabra. Emma Sepúlveda-Pulvirenti afirma: Lo que se ve se puede transmitir con las palabras; lo que se siente puede ocurrir en algún momento anterior al lenguaje o simplemente fuera de él. [...] el arte contemporáneo quiere y necesita salir de la “comunicación” directa con el mundo del “lenguaje”, para encontrar su expresión máxima en la posibilidad de definición abierta que le ofrece el silencio; [entonces] recurre a su metáfora [15]. Esto es lo que hace Uribe de Estrada. Reptil en el tiempo es la creación de un discurso sobre el discurso, claramente marcados Volumen 3-2-Litocamargo.p65 342 14/04/00, 11:31 343 Reptil en el tiempo, La cisterna y Jaulas: locura y patriarcado por la doble paginación –numérica y alfabética–, por el cambio de color en el papel –según se trate de un discurso o de otro–, la escritura vertical, los extensos puntos suspensivos, las pausas, los espacios, las páginas en blanco9. Tipográficamente, los pensamientos son marcados por letra en negrita, en tanto que la palabra se marca con un signo tipográfico normal. La desesperación y la angustia se destacan con mayúsculas, y las entradas en forma de diario, de contenido muy personal, también aparecen de modo esporádico10. De forma original, la protagonista-narradora es presentada como un personaje que habla y que piensa, y cuyos pensamientos son, para el lector, todos accesibles. Esta interesante combinación de palabra y silencio se establece desde el título: Reptil en el tiempo (ensayo de una novela del alma). Uribe de Estrada orienta, o dirige al lector, hacia un cambio en el fluir del discurso, el cual está conformado por textos paralelos, creados para demostrar la variedad de tonos con los que se presenta el mensaje. A través del doble texto es evidente la organización discursiva y la jerarquización temática. Por un lado están las nivolas (pequeñas novelas)11 compiladas en “Esos pies nuestros”: en esta intercalación con doble paginación numérica –a pie de página y en la esquina superior derecha– se narran las 9 Muchos de los recursos técnicos usados por Uribe de Estrada los encontramos en obras hispanoamericanas como Rayuela (1963), de Julio Cortázar: doble paginación, doble discurso, creación de un lenguaje exclusivo para manifestar lo que no puede ser dicho con palabras, creación de un personaje con capacidad para ver y vivir una vida ordenada en medio del desorden, etcétera. 10 Una excelente explicación sobre este aspecto del silencio puede encontrarse en el libro de Emma Sepúlveda-Pulvirenti (25-58). 11 Hasta donde me ha sido posible averiguar, este término fue acuñado por don Miguel de Unamuno en San Manuel, Bueno y Mártir (1933). Volumen 3-2-Litocamargo.p65 343 14/04/00, 11:31 344 MARGARITA LONDOÑO KRAKUSIN historias de “Mateo”, “Maligda”, “Magdalena”, “Maruja”, “Mariana”, “Julián”, y una nivola titulada “El parque”. Por otro lado, entre paréntesis, están consignados los pensamientos y comentarios de la narradora protagonista. Este otro discurso está señalado por la paginación combinada de letras y números: numérica a pie de página y alfabética en el margen superior derecho. Las primeras, nivolas, corresponden a la palabra propiamente dicha, mientras los segundos, pensamientos, representan el silencio, el cual “ha sido siempre pensado históricamente, en relación dialéctica con el lenguaje. Y a través del lenguaje se ha encontrado el valor positivo del silencio (Sepúlveda-Pulvirenti, 12)12. Los silencios de Reptil en el tiempo son los que dan mayor profundidad y significación al mensaje de la palabra. Al parecer, la narradora protagonista busca el silencio como recurso para encontrarse a sí misma y crea, de paso, una antinovela13. Uribe de Estrada experimenta con un nuevo lenguaje en el que el silencio –mundo interior vaciado entre paréntesis–, como lenguaje comunicativo, abarca un amplio rango de niveles: psicológico, social, religioso etc. Vemos, por ejemplo, el aspecto religioso en la madre superiora de la institución. Ella atemoriza a Martina María, la sitia por hambre para doblegarla, y la dureza con la que la trata revela aspectos de la vida conventual contrarios a las doctrinas sobre las que supuestamente reposa la Iglesia católica (34-35). 12 Según Lisa Block de Behar, el silencio puede ser “la interpretación de la nada o la representación del caos de un mundo no organizado, o más bien previo a la organización” (23). 13 Ihab Hassan, en su libro The Literature of Silice, señala que la literatura moderna tiende a volverse contra sí misma y va en busca del silencio. Advierte, además, el peligro que corre el futuro de la palabra con la antiliteratura, o sea con aquella que ha encontrado el silencio (3). Volumen 3-2-Litocamargo.p65 344 14/04/00, 11:31 345 Reptil en el tiempo, La cisterna y Jaulas: locura y patriarcado Los asedios de la priora llevan a la protagonista a elucubraciones metafísicas sobre el tiempo (35-39, 223), la presencia del Dios creador, la fe (46), la vida y la muerte (42), el hombre (117), el amor. Por ejemplo, afirma que “amar es destruir” (43). La estructura binaria de la obra tiene el doble propósito de presentar varios temas, o variaciones de ellos, con una estructuración independiente para cada nivola, cada una de las cuales tiene su propia ordenación espacial y temporal. Todas ellas, sin embargo, están entrelazadas y a la vez son reflejos de la vida de la figura central de Reptil en el tiempo. “Mateo” es la historia de un exsacerdote que agoniza por su incapacidad para afrontar la pérdida de su fe, “Magdalena” presenta la triste vida de la amante de Mateo y “Maligda” la de la hija de ambos. Maligda [...] no cree en las instituciones, ni en el amor, el sufrimiento, o el goce. Se siente espectadora de un mundo que le es ajeno y sin objeto. Éste es precisamente el infierno que vive [Escobar, 293]. “Mariana” es otra viñeta intercalada que narra la historia de una mujer que está unida a Alfredo pero que concibe a su hijo, Julián, con Daniel. Julián crece al lado de Alfredo y sólo llega a conocer su origen a la muerte de éste. En cada una de estas nivolas se refleja, como en un espejo roto, pedazos de la vida de Martina María. En su desesperación, la protagonista encuentra que “sólo la escritura la sostiene en vilo como un péndulo y la conforta, aunque a veces también la desespera” [Escobar, 495]14. 14 Para una ampliación de este tema puede verse el trabajo de Augusto Escobar Mesa, “María Helena Uribe de Estrada: intimidad y trascendencia”, en Literatura y diferencia, I, 282-304. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 345 14/04/00, 11:31 346 MARGARITA LONDOÑO KRAKUSIN Aunque todas las nivolas funcionan como unidades autónomas de la palabra, la obra en conjunto procura la estética del silencio para romper tal ordenación como fórmula transgresora que le permite “encerrarse en sí misma y apartarse violentamente del terreno de todo significado ‘exterior’ inteligible” [Steiner, 23]. Pese a ello, a veces ni siquiera el silencio parentético logra expresar el caótico mundo interior de la protagonista y ésta se ve forzada a acudir a los espacios en blanco (30-31, 52, etcétera) que, como en la famosa página negra de Tristram Shandy (1759), de Laurence Sterne15, o la tela blanca de Robert Ryman, son el lugar donde “el acceso a una sensibilidad inmaterial se hace más clara, y más evidente la correspondencia con el silencio” (Block, 25). Lo anterior, según señala Janet Pérez, “induce a un verdadero vértigo espiritual” (114). Por eso la narradora nos dice con el silencio: “Éramos oscuridad de ruido, ausencia de la luz, y yo, negación del ser”, así como “mis palabras [son] más hueras que la palma de mi mano” y “es que el vacío soy yo, y la oscuridad estrépito en el silencio” [56]. La experimentación de Uribe Estrada la lleva a encontrar el valor hueco y gastado de la palabra mediante la exploración de su reverso, el silencio. Según Emma Sepúlveda-Pulvirenti, 15 Laurence Sterne es considerado por la crítica moderna como una de las figuras centrales de la literatura inglesa del siglo XVIII. En su novela Tristram Shandy, publicada entre 1759 y 1768 (cuando apareció el noveno y último volumen), reflexiona “sobre la tarea del escritor y sobre el acto de creación. La escritura de la obra se resuelve en el hecho mismo de ser escrita, en la presencia interna de la literatura como elemento generador, conductor y cohesor del todo” (Krakusin, 48). Además, la obra de Sterne estudia los triunfos y limitaciones del ser humano, de su capacidad de conocimiento del mundo exterior y de las profundas verdades que se encierran en la mente y en el alma de todo ser humano (Krakusin, 54). Volumen 3-2-Litocamargo.p65 346 14/04/00, 11:31 347 Reptil en el tiempo, La cisterna y Jaulas: locura y patriarcado [...] el silencio es la fuente de donde emana la palabra, y al mismo tiempo es el espacio donde encuentra su destino final después de haber intentado su propósito comunicativo [17]. Vemos, entonces, que la obra comienza en silencio: “Doble celda. La mía propia que me asfixia” [11], y termina en otro silencio que reza: “Sólo tengo palabras” [245]. Sin embargo, este final da a la obra el poder de soslayar la estructura circular: crea en su lugar una espiral que, al dejar abierta la comunicación, conecta e integra a la protagonista, en cuanto emisora del discurso, con el lector, receptor del mensaje16. Tanto la palabra como el silencio tienen su espacio en Reptil en el tiempo. Sin embargo, a veces parece que se disputan ese espacio y hallamos que el silencio sólo logra, por momentos, plasmar una letra (49) o una palabra (53) en cada línea. Otras veces, la palabra reclama en mayúsculas su status literario en tanto que el silencio impasible mantiene fríamente su estatura: “YA ESTÁS DESNUDA FRENTE A MÍ Y FRENTE A TI MISMA. ¿QUÉ TIENES PARA DECIR? Te muestro lo que soy, lo que me diste: miseria” [57]. En el acto de creación, el silencio y la palabra deben hallar su propio espacio literario y estos dos mundos o espacios se enfrentan constantemente a medida que la escritora-narradora se crea a sí misma y crea el universo discursivo de Reptil en el tiempo. La palabra, al salir del silencio parentético, deja ver la ruptura de ambos espacios, la cual se hace evidente en la aparente e inexplicable intermitencia de los espacios en blanco. Como las 16 La noción de espiral que tiene la esencia misma del silencio y que concede un poder integrador al discurso puede encontrase en Las peras del olmo (130-170) y en Corriente alterna, obras de Octavio Paz. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 347 14/04/00, 11:31 348 MARGARITA LONDOÑO KRAKUSIN nivolas, los silencios parentéticos plantean una autoevaluación de la narradora protagonista. Ésta asume una actitud de introspección y abre la palabra poética a la interioridad de su yo. Mientras en las nivolas los personajes se expresan casi siempre en monólogos que reconstruyen recuerdos o que manifiestan el deseo de enmendar errores, en los silencios de Martina María se advierte un mundo meditativo, de cuestionamiento metafísico, que abstrae a la protagonista de la realidad en torno de ella y la conduce a un autoabandono físico. Por esto vemos que Martina María ha renunciado a su feminidad. Mentalmente se halla en regiones inasibles por los sentidos, pero físicamente se encuentra, de una manera peligrosa, en las fronteras de la animalidad. La limpieza, el orden, la vanidad, pierden sentido para ella y la figura central aparece reducida, por inanición y abstracción, a un estado primitivo y casi inhumano. Solamente la palabra, la escritura, mantiene su precaria y maltrecha humanidad (64). El silencio, como reverso de la palabra, es el que da comienzo, profundidad y fin a la obra, ya que las nivolas y los recuerdos de la protagonista son, apenas, apartes que quiebran temporalmente el silencio. Ellos –nivolas y recuerdos– ejemplifican la forma en que el espacio meditativo de Martina María mantiene un continuo enfrentamiento con el espacio de la escritura (57-59). El forcejeo entre ambos lleva en ocasiones al narrador en rebeldía a restarle importancia al silencio, a la vez que le niega su valor a la palabra, por ejemplo cuando dice: “es absurdo escribir, pero tampoco urge vivir” contesta el silencio (59). Pese a ello, más adelante Martina María reconsidera y vuelve de nuevo al proceso creativo dando una interpretación distinta de su valor: “Sólo escribir sedimenta, cristaliza, produce sosiego dentro del caos in- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 348 14/04/00, 11:31 349 Reptil en el tiempo, La cisterna y Jaulas: locura y patriarcado variable” (63). Posteriormente se llega a una reconciliación entre la palabra y el silencio en un diálogo de reciprocidad inclusiva. Mientras la palabra anuncia: “tu presencia se ramifica en cada cosa, pero a ella sólo le interesa escribir” (65), el silencio medita en dos líneas de puntos suspensivos y luego expresa: Ya pueden venir los años, estoy en lo que quiero, mi recuerdo es un tácito deseo de grabar las sensaciones en el papel, captar el sonido de la vida, traducirlo a percepciones íntimas. Siempre he ambicionado escribir sin obstáculos ni limitaciones. Amo mi cárcel porque ha hecho posible este deseo [65-66]. En “Discourse in the Novel”, M. M. Bakhtin describe la novela como una [...] diversity of social speech types (sometimes even diversity of languages) and a diversity of individual voices, artistically organized [262: diversidad en los tipos de discurso social (aun, algunas veces, diversidad de lenguas) y una diversidad de voces individuales, artísticamente organizadas]. En Reptil en el tiempo, Uribe de Estrada acude a dos tipos de discurso: el de su mundo interior y el que le sirve a ella para comunicarse con el mundo que la rodea. Infortunadamente, ella encuentra que en éste no se expresa todo su ser y crea un nuevo lenguaje para llenar el vacío. La búsqueda no es nueva. Hemos mencionado que estas técnicas ya habían sido usadas por Laurence Sterne en Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy y antes que él por Cervantes en Don Quijote de la Mancha (1605-1615). Entre autores más recientes, también vale la pena recordar a Volumen 3-2-Litocamargo.p65 349 14/04/00, 11:31 350 MARGARITA LONDOÑO KRAKUSIN Julio Cortázar con su Rayuela (1963), por ejemplo17. Martina María, como Oliveira, el protagonista de la novela de Cortázar, se da cuenta de que “buscar era su signo” y su búsqueda la lleva a cabo a través de la literatura (Rayuela, 126). Además, Martina María es como la Maga, figura femenina central de Rayuela, que tampoco encaja en la sociedad en la cual vive. El silencio no le fue extraño a Cortázar, pues, al decir de Amorós, característica especial de su estilo es la “costumbre de interrumpir el discurso, dejando la frase colgando” [64], mecanismo fue utilizado por el autor argentino para expresar lo inexpresable. Hablando del lenguaje de Rayuela, dice el mismo Amorós: “Una frase interrumpida, dos palabras bastan, alguna vez para expresarlo todo: ‘A menos que’. Nada más. Es el final del capítulo 27” [65]. Cortázar, como Uribe de Estrada, distingue entre la palabra y el silencio que quiere ser expresado como tal. Por tal razón, el argentino erosiona la estructura sólida de la frase desde dentro, con pausas de silencio expresadas en paréntesis: No le importaba gran cosa lo que ella pudiera sentir mientras lo disimulara. (¿No le importaba gran cosa lo que ella pudie- 17 Cortázar ha sido uno de los grandes exponentes de la literatura experimental, la antinovela y la literatura autoreferencial del siglo XX. Una de sus grandes preocupaciones fue la de encontrar formas lingüísticas que expresaran la atemporalidad del tiempo. Para él, el pasado, el presente y el futuro pueden coexistir. En Rayuela explora este aspecto a través de numerosos recursos técnicos y llama la atención del lector sobre la capacidad de la Maga para vivir, sin proponérselo, en un mundo que resultaba inalcanzable para Oliveira. Cortázar crea el “glíglico”, lenguaje inventado, incomprensible para el lector, exclusivo de los amantes, la Maga y Oliveira, en que “el texto se transfigura, cobra un nuevo sentido –el auténtico–: la evocación de una escena erótica mediante un lenguaje puramente musical” (Amorós, introducción a Rayuela, 58). Volumen 3-2-Litocamargo.p65 350 14/04/00, 11:31 351 Reptil en el tiempo, La cisterna y Jaulas: locura y patriarcado ra sentir, mientras lo disimulara?). No, no le importaba gran cosa. (¿No le importaba?) [citado por Amorós, 62]. De lo anterior colegimos que el diálogo entre el silencio y la palabra que se nos presenta en Reptil en el tiempo y en Rayuela es inclusivo e incluyente. En Reptil en el tiempo la relación entre el yo que habla y el yo que piensa, entre el protagonista consigo mismo y con otros personajes de la obra, y de la obra con otras novelas de épocas pasadas y recientes, es expresada en un intercambio de reciprocidad no jerárquica, en el cual todo elemento dominante simplemente no existe en el espacio textual. Desde el punto de vista dialógico, la obra se abre a múltiples lecturas. Aquí se ha estudiado desde el marco de la palabra y de su reverso, el silencio, pero da cabida a otras exploraciones lingüísticas, por ejemplo la interacción y el uso semántico de los pronombres que Martina María usa para diferenciar a las distintas personas que ella percibe en su propio yo. Ella habla de un yo –el verdadero ser de Martina María–, de un tú –la Martina María asesinada por el yo– y de una ella –la Martina María que sirve de puente entre el yo y el tú–, la cual eventualmente surge como la nueva persona que ha sido redimida por el proceso escritural del “reptil dialogante” –ella misma– en el tiempo y el espacio literario18. Para concluir, podemos decir que en las tres novelas estudiadas se explora el tema de la mujer dentro de una sociedad que 18 Esto nos recuerda La muerte de Artemio Cruz (1962), de Carlos Fuentes, y el diálogo entablado entre el yo del Artemio que está muriendo con el tú del Artemio revolucionario que ha traicionado los ideales de la Revolución Mexicana y con el él del Artemio que quiso ser y nunca logró su deseo a pesar del poder y de la riqueza que alcanzó en vida. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 351 14/04/00, 11:31 352 MARGARITA LONDOÑO KRAKUSIN la asfixia por diferentes motivos y en distintas circunstancias. Las tres autoras presentan, con varias perspectivas, su punto de vista sobre la problemática de la mujer en el mundo actual, lo que concuerda con la postura bakhtiniana respecto de la novela. Según Bakhtin, la novela no usa una voz única, autoritaria y represiva; por el contrario, a diferencia de la épica y la lírica, se sirve de múltiples voces a las que Bakhtin llama “heteroglosia” (332). Según Eleonor Ty, el autor ruso “se siente particularmente atraído por la novela porque ella ostenta y exhibe una ‘variedad de discursos que otros géneros tratan de suprimir’” (98). En La cisterna, sin embargo, vemos que, en forma solapada, aún se da el discurso hegemónico. Aunque la temática de la obra sea feminista, el discurso suprime la voz del débil, la de la mujer, a través de la estructura misma de la novela. Pero resulta muy interesante el hecho de que Vélez de Piedrahíta se haya servido de otra mujer para presentar una nueva postura desde la cual una joven es la que detenta el poder y ejerce la represión. ¿Se podría interpretar esto como un llamado de atención hacia nuevas formas de dominación? ¿Están surgiendo formas evidentes de poder basadas en diferencias generacionales? Tales preguntas insinúan un diálogo pero éste no alcanza a tomar cuerpo en la obra. En Jaulas surge la palabra después de un silencio de diez años para establecer la identidad y la individualidad de Kristal Ventura. Una vez que ella está en posesión de la palabra, la protagonista entabla un diálogo con el lector, cuestionando las bases mismas sobre las que descansan los estamentos sociales de Colombia. En la obra de Bonilla aparece en forma más abierta su postura dialogante. Primero se insinúa en el mundo adolescente e inconforme de La orilla, y luego en la obra, aunque no presenta, de forma clara, a un interlocutor. Y en Reptil en el tiempo ya Volumen 3-2-Litocamargo.p65 352 14/04/00, 11:31 353 Reptil en el tiempo, La cisterna y Jaulas: locura y patriarcado se hace presente una sinfonía de voces (nivolas) para dialogar con otro ser insatisfecho, angustiado, Martina María. Las voces de Mateo, Magdalena, Maligda y otras, junto con el bien logrado desdoblamiento psicológico de la protagonista permiten al lector presenciar un diálogo pluralista y multidireccional a la vez que acercarse al escindido y difícil mundo femenino que la sociedad falocéntrica ha creado para la mujer. Para concluir, cabe decir que estas tres obras presentan elementos importantes de la evolución de la novelística femenina en Colombia y señalan posibles direcciones hacia las cuales ésta se dirige. Obras de referencia Amorós, Andrés. “Introducción” a Rayuela, de Julio Cortázar. Madrid: Cátedra, 1986. Bakhtin, M. M. The Dialogic Imagination: Four Essays by M. M. Bakhtin. Edición de Michael Holquist y Ann Arbor. 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Volumen 3-2-Litocamargo.p65 355 14/04/00, 11:31 La novela de formación en la narrativa de Rocío Vélez, Ketty Cuello, Silvia Galvis y Consuelo Triviño CECILIA CASTRO LEE State University of West Georgia La traducción más apropiada para Bildungsroman es “novela de formación” aunque hay otras similares que la crítica utiliza de acuerdo con enfoques temáticos específicos de las novelas, tales como “novela del despertar”, “novela de aprendizaje”, “novela de desarrollo”, “novela educativa”o “educación sentimental”. Friedrich von Blackenburg utiliza el término en 1774, pero se debe a Wilhelm Dilthey su establecimiento definitivo en 1870. El género nace en Alemania en 1796 aplicado a la formación de un protagonista masculino en la novela de Johann Wolfgang von Goethe Wilhelm Meisters Lehrjahre (Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister), se populariza en Inglaterra con obras como The Way of All Flesh, de Samuel Butler, y A Portrait of the Artist as a Young Man, de James Joyce, y con Thomas Mann se llega a su parodia. En la literatura latinoamericana, Don Segundo Sombra (1926) se ha designado como una novela de formación, pues en ella [...] el adolescente Fabio Cáceres, comenzando por ser hijo ilegítimo y huérfano de padre, pasa por un edificante proceso de aprendizaje en las inmensidades pampeanas y llega así a su ma- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 356 14/04/00, 11:31 357 La narrativa de R. Vélez, K. Cuello, S. Galvis y C. Triviño yoría de edad como legítimo gaucho y legítimo terrateniente. Epítome de las virtudes individuales y colectivas de la sociedad argentina [Aizenberg, 540]. Las ideas que propone el género, según indica Michele Dávila Gonçalves, tienen que ver con un viaje interior de autodescubrimento que el protagonista lleva a cabo para concluir que: Vivir es un arte que el personaje debe aprender, que un joven puede convertirse en un ‘maestro’ en el arte de la vida y que todos tienen el potencial de ser ‘maestros’ al escoger y mantener una actitud afirmativa y positiva de la vida [9]. Así el discurso narrativo incorpora las voces interiores y las voces de “los mentores” para dar cuenta de ese desarrollo arduo y penoso del héroe hacia la autoconquista o final feliz. La formación ha de ser integral y el final apunta hacia la armonía del individuo y de la sociedad. Dávila Gonçalves señala: Al delinear la gradación de etapas sucesivas de crecimiento, tanto físico como emocional de un personaje sobre su vida, se nota la lucha por lograr una formación orgánica ética y estética, acompañada por un intento de reconciliación entre el personaje y la realidad del mundo [9]. [El formato clásico] presenta a un narrador generalmente en primera persona, que reflexiona sobre su desarrollo, deteniéndose con especial atención en los años de la niñez y de la adolescencia. La visión retrospectiva reconstruye experiencias a través de una voz madura que los ordena de acuerdo con un esquema vital previsto, [en el cual] el ser ordenador sabe adónde se dirige [71]. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 357 14/04/00, 11:31 358 CECILIA CASTRO LEE El gran debate respecto de la validez de una Bildungsroman aplicada a la mujer ha polarizado a la crítica femenina y feminista. Más allá del conflicto de si en realidad hay una escritura que pueda llamarse femenina, como lo analizan algunas feministas francesas –L’ écriture femenine de Hélène Cixous y Luce Irigaray–, el punto de controversia se mueve en torno al contenido mismo de las ficciones y a sus metas, porque el sexo sí cuenta. La formación de la mujer dentro y fuera de las novelas entraña parámetros diferentes y hasta opuestos a la formación de los varones en la sociedad. Tradicionalmente, los espacios para la mujer han sido espacios cerrados, donde ella pueda desempeñar sus funciones de madre y esposa. También, ella es un ser vulnerable y el mundo le ofrece peligros. Por el contrario, el joven funciona en espacios abiertos, el mundo –la calle– es su escenario y ser hombre es saber defenderse. “El espacio abierto crea posibilidades de dominio, mientras que el espacio cerrado las limita” (Lagos, 47). Mary Anne Ferguson propone que el viaje de autodescubrimiento del joven toma una forma de espiral, el final es un nuevo comienzo en un plano superior: For the young man the journey has been an initiation. Although he has suffered in the rite de passage, he is ready to begin again [Para el joven el viaje ha sido una iniciación. Aunque ha sufrido en el rito de pasaje, está listo para empezar de nuevo]. Por el contrario, el viaje interior para la mujer no forma una espiral sino un círculo: Female heroines remain at home. Instead of testing their selfimage through adventures in the outside world, they are initiated Volumen 3-2-Litocamargo.p65 358 14/04/00, 11:31 359 La narrativa de R. Vélez, K. Cuello, S. Galvis y C. Triviño through learning the rituals of human relationships at home, so that they can replicate the lives of their mothers. [Ferguson, 59: Las heroínas se quedan en casa. En lugar de probar su propia imagen a través de aventuras en el mundo exterior, son iniciadas mediante el aprendizaje de los rituales de las relaciones humanas en el hogar, para que ellas puedan replicar la vida de sus madres]. Según el estudio de Leasa Lutes, Los conflictos y prohibiciones del padre parecen servirle al niño para incitarle a buscar y realizar otras posibilidades [...] para la niña, las prohibiciones que encuentra por lo general sirven como una negativa definitiva. Normalmente para ella no hay otras posibilidades. El intento de abrirse al mundo surge más tarde después de haber cumplido ya con las expectativas sociales de que ella se case, críe niños y cuide la casa [Lutes, 16] 1. Además de que hay una psicología femenina, diferente de la masculina, el concepto de feminidad está sujeto a cambios culturales y al paso del tiempo2. 1 Basada en el análisis de John H. Smith, Lutes rechaza el concepto de una novela de formación femenina desde un punto de vista teórico. “El Bildungsroman es específicamente la narración del movimiento de un sujeto imaginario a lo simbólico. Es la historia microcósmica de la propagación y la sistematización de la sociedad patriarcal. Cuenta la entrada de un sujeto en el discurso masculino” (Lute, 15). 2 El libro de Nancy Chodorow, Feminism and Psychoanalytic Theory (New Haven: Yale University Press, 1989), explica el desarrollo psíquico de la mujer en contraste con el del hombre, la superación del complejo edípico, las asimetrías y el sentido de diferencia que hace que la mujer tenga dificultades en manifestar su independencia y los hombres tengan mayor dificultad en establecer relaciones íntimas; por lo tanto, el proceso y las metas de desarrollo psíquico resultan asimétricos. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 359 14/04/00, 11:31 360 CECILIA CASTRO LEE Aunque, según Diamela Eltit, “la escritura no es sexuada” (citada en Lagos, 16), los textos se han venido diferenciando al representar de manera simbólica lo masculino y lo femenino. Si la escritura que entraña autoridad y poder se denomina masculina, entonces la menos directa y afirmativa será femenina. Simone de Beauvoir ve estos símbolos como productos no de la biología sino de la cultura misma. Así, la biografía, la escritura de la historia y la Bildungsroman son géneros predominantemente masculinos. Las mujeres, sin embargo, emergen en los años setenta y ochenta para contar su propia historia y expresar su difícil inserción en la estructura social. En estos relatos, las mujeres, con técnicas estilísticas varias –la ironía, el soslayo, el desafío abierto o el silencio–, desenmascaran ciertos patrones, corrigen mitos y revelan su íntima lucha. Leasa Lutes apunta que para la protagonista femenina “reconocerse y valorarse como ser autónomo trae muchas confusiones e inseguridades” (6). Lo más relevante de estas novelas de formación femenina es que la protagonista no busca un desenlace feliz en su sumisión al orden patriarcal existente. Mientras el joven protagonista se empeña en lograr la armonía de su ser con su sociedad, la mujer promueve la desarmonía e incita al cambio expresando su propio caos. Asimismo, la protagonista que ha hallado una nueva comprensión de sí misma anhela un cambio en su entorno y un mundo más justo para ambos sexos. La escritura le ofrece el doble fin de afirmarse como ser pensante, como sujeto activo y creador, a la vez que subvierte el orden o por lo menos llega a cuestionarlo. Quienes aceptamos la posibilidad de una Bildungsroman femenina lo hacemos aclarando que se trata de una variante o de un subgénero, de tal manera flexible y maleable (Dávila Gonçalves, 6) que abarca el despertar de la conciencia de la prota- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 360 14/04/00, 11:31 361 La narrativa de R. Vélez, K. Cuello, S. Galvis y C. Triviño gonista, revela su actitud generalmente conflictiva con el entorno y su desenlace abierto ofrece posibilidades de triunfo o fracaso en el contexto de la ficción. La flexibilidad del género permite un final trágico o al menos incierto. La protagonista puede fracasar porque se despierta demasiado tarde, porque las voces de los mentores han distorsionado su conciencia o porque su rebeldía no da frutos en su medio. En tal caso, la antiheroína puede resultar superior a su sociedad. En ese marco, la Bildungsroman femenina se acerca al laberinto de Kafka, el artista del sinsentido, pues el héroe trajina itinerarios inconducentes, no quiere identificarse con los arquetipos y no cree en la armonía cósmica. Sus alternativas son la rebelión y la resignación (Lovisolo, 35). Para Dávila Gonçalves, en la postmodernidad la novela de formación escrita por mujeres adquiere características distintivamente femeninas, como la importancia [...] de la visión interior de la protagonista sobre la visión de la sociedad que la rodea; el intento de liberación sexual; la búsqueda de espacios demarcados para crear identidad, ya sean éstos abiertos o cerrados; la solidaridad con otras mujeres y la relación entre madres e hijas, que muchas veces es conflictiva [16]. En la narrativa hispanoamericana se han estudiado varios modelos de Bildungsroman femenina. Ifigenia (1926), de la venezolana Teresa de la Parra, representa una vida que fracasa en su intento de autorrealización3. Y dentro de la literatura 3 Ver Edna Aizenberger, “El Bildungsoman fracasado en Latinoamérica: el caso de Ifigenia, de Teresa de la Parra”, Revista Iberoamericana, 51, 132-133, julio de 1985, 539-546. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 361 14/04/00, 11:31 362 CECILIA CASTRO LEE mexicana, Memorias de Leticia del Valle (1945), de Rosa Chacel, y Balún-Canán (1957), de Rosario Castellanos, junto a La flor de lis (1985), de Elena Poniatowska, tienen por protagonista a una niña que narra su pasado y los momentos críticos en su despertar al mundo4. También de escritoras mexicanas, Antonia (1992), de María Luisa Puiga, y Demasiado amor (1993), de Sara Sefchovich, tratan el paso de la adolescencia a la edad adulta por parte de las protagonistas y exploran temas históricos y de la sexualidad femenina (Irma López y Tony Spanos). Eva Luna y La casa de los espíritus, de Isabel Allende, al igual que Como agua para chocolate, de Laura Esquivel, son obras ya consagradas que participan de la definición de novelas de formación femenina5. En Colombia, Estaba la pájara pinta sentada en su verde limón (1975), de Albalucía Ángel, Jaulas (1985), de María Elvira Bonilla, y Señora de la miel (1993), de Fanny Buitrago, son tres novelas que han sido estudiadas como modelos de la Bildungsroman femenina. Ana, protagonista de La pájara pinta, cuenta su vida personal y su deseo de autobúsqueda, a la vez que da cuenta de los males sociales que agobian al país, incluidas las más sagradas tradiciones, y “rompe con la organización socioeconómica de su mundo, que con sus experiencias ayuda a desenmascarar” (Mora, 81). La solución de los problemas personales, políticos y sociales que plantea la novela queda abierta por abrumadora. La pro- 4 Ver la tesis doctoral de Michel C. Dávila Gonçalves, “El archivo de la memoria: La novela de formación femenina de Rosa Chacel, Rosa Montero, Rosario Castellanos y Elena Poniatowska”, University of Colorado, 1997. 5 Ver la lista de novelas estudiadas por María Inés Lagos en su libro En tono mayor: relatos de formación femenina en Hispanoamérica (Santiago de Chile: Editorial Cuarto Propio, 1996), 55-56. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 362 14/04/00, 11:31 363 La narrativa de R. Vélez, K. Cuello, S. Galvis y C. Triviño tagonista, aunque liberada de atávicos temores, concluye que “mirar atrás es vano […]. La felicidad y el árbol de guayaba son nada más que un espejismo” (81). En Jaulas, la protagonista se hace mayor pero lleva diez años tendida en una cama, en mutismo total, y desde allí nos llegan sus recónditos recuerdos. Introvertida, tímida y rebelde, representa a la antiheroína de la novela de formación, que se siente sofocada por el entorno. La autodestrucción es su salida. Para ella no hay caminos de afirmación. Pero su fatal negativa a la sociedad es una forma de denuncia. Señora de la miel es una novela de desarrollo erótico en la atmósfera de lo picaresco de la costa atlántica y, a la vez, un espejo esperpéntico que refleja las flaquezas humanas. Propongo en este trabajo el estudio de cuatro novelas de narradoras colombianas que se acercan a la definición que hemos propuesto para la Bildungsroman femenina. En estas novelas la joven parte del autodescubrimento y, pasando por el desencanto, desenmascara y subvierte patrones míticos, éticos y estéticos. Al final, o bien busca caminos de afirmación generalmente a través de la creación literaria o sucumbe en un acto de rebeldía pagando con un alto precio su descontento. Las protagonistas de estas novelas revelan su gozo de vivir, su deseo inquebrantable de ser y hacerse, su curiosidad por descubrir arcanos, como también su penetrante capacidad de observación e interpretación de la realidad colombiana. Se valen del poder de su imaginación y el potencial creador que les ofrece el archivo de la memoria individual y colectiva. Por otra parte, son niñas y mujeres que sufren y luchan, lloran en silencio y se rebelan ante la injusticia. Su gama de emociones abarca del asombro al total desencanto y desde la autocreación hasta la autodestrucción, porque la vida se presenta entre gozos y quebrantos. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 363 14/04/00, 11:31 364 CECILIA CASTRO LEE Las dos primeras novelas, Sabor a mí (1994), de Silvia Galvis y Prohibido salir a la calle (1998), de Consuelo Triviño, son relatos en primera persona de niñas muy jóvenes que apenas pasan la pubertad. Me interesa destacar en estas novelas las influencias positivas y negativas que las niñas reciben de la familia, núcleo de la sociedad, como también el aporte del colegio, las amigas, y la religión en la formación de su personalidad, en la valoración de sí mismas y en sus aspiraciones futuras. Por otra parte, señalo los conflictos del despertar sexual y las relaciones con el sexo opuesto en el desarrollo de su autoestima. Analizo algunos recursos narrativos en estas novelas escritas desde el yo de sus protagonistas que apuntan al descubrimiento por parte de las jóvenes no sólo de sí mismas, sino de los valores de la sociedad colombiana, las ideologías y las crisis que vive el país. Las dos últimas novelas, ¡Mandinga sea! (1988), de Ketty Cuello de Lizarazo, y La tercera generación, episodios de la vida de una mujer sin vida (1963), de Rocío Vélez de Piedrahíta, son narraciones en tercera persona que participan de la Bildungsroman femenina en parte de su contenido total. Sabor a mí, de Silvia Galvis6 La protagonista de Sabor a mí es Ana Peralta, que tiene diez años al comienzo de su narración, momento en que toma una de las 6 Nacida en Bucaramanga, Silvia Galvis estudió Ciencias Políticas en la Universidad de los Andes, pero se ha adentrado en la literatura, el periodismo y la historia. Coautora, con Alberto Donadío, de los libros Colombia nazi (1986) y El jefe supremo, Rojas Pinilla en la violencia y el poder (1988), también son obras suyas la novela Viva Cristo Rey (1991) y el reportaje Vida mía (1994). Volumen 3-2-Litocamargo.p65 364 14/04/00, 11:31 365 La narrativa de R. Vélez, K. Cuello, S. Galvis y C. Triviño decisiones más importantes de su vida. Después de ver la película El Diario de Ana Frank, decide escribir su propia vida en forma de diario e invita a su amiga Elena Olmedo para que cuente la suya. Así, el relato alterna las dos voces, ampliando las perspectivas y convirtiéndose en el relato de dos vidas paralelas contrastadas. El propósito de Ana es bien claro: Voy a escribir como me salga y lo que me salga y voy a hacer que me lo publiquen antes de que me muera o me maten en este país que matan tanto. Si no, ¿para qué? ¿Para qué le sirvió tanta fama a Ana Frank, si nunca supo que la tenía? [7]. El relato abarca media década, hasta que ella cumple sus quince años: la novela queda enmarcada políticamente por el golpe militar contra Laureano Gómez en 1953 y la caída de Gustavo Rojas Pinilla en 1957. Al narrar su propia vida, la protagonista narra su propia experiencia de la historia nacional, tal como la afecta a ella, a su familia y a sus amistades. Las dos narradoras incluyen en sus relatos voces de anuncios radiales, los sermones del obispo, las noticias del momento, comerciales y canciones de moda como un collage de voces insertadas en el relato. La acción se sitúa en una ciudad no muy grande, de clima cálido, de aparente autonomía, pero que depende de la capital, Bogotá. Tanto Ana como Elena pertenecen a la clase alta y junto con sus padres frecuentan el club exclusivo para los de su clase. El padre de Ana es un médico y político liberal que escribe para el periódico local. Al comienzo, sus editoriales se concentran en derrocar a Laureano Gómez y al final su actividad política lo lleva a participar en la caída de Rojas Pinilla. Ana comprende los odios políticos de su padre y aprende de él. Sus desavenencias Volumen 3-2-Litocamargo.p65 365 14/04/00, 11:31 366 CECILIA CASTRO LEE con su prima Susana, quien se ha enamorado de un exseminarista, se basan en las ideas anticlericales que escucha de su padre. La madre de Ana y otras mujeres de su posición social se ven a sí mismas como guardianas de las buenas costumbres y la moral, pero en sus charlas en el club caen en despiadadas críticas a las otras mujeres. Su mundo se caracteriza por el ocio, la frivolidad y la maledicencia –la madre de Ana tiene una colección de cientos de novelas sentimentales que lee a escondidas de su marido–. Todas estas mujeres tienen sirvientas muy bien entrenadas que se ocupan de las labores domésticas. Un objetivo en el cual todas las madres están de acuerdo es encontrar esposos y esposas para sus hijos en su misma clase social. Lo contrario sería la deshonra. Ana y Elena lo saben bien. Elena incluye en su relato la historia de una tía solterona que se volvió loca porque cuando tenía dieciocho años quiso casarse con alguien de menor valía que ella y su padre le mandó sacar todos los dientes para que no se volviera a asomar a la ventana y así evitar que pudiera meterse con “gente de medio pelo”. La tía se encerró por el resto de su vida. Ana y Elena asisten al entierro de esta viejecita loca y triste y lo comentan en su diario. En casa, las mujeres prestan atención a la radionovela El derecho de nacer, pero Ana y las niñas de su edad tienen prohibido escucharla. Este mundo secreto de los mayores despierta la curiosidad de Ana, que a través de Trini, su niñera y confidente, se entera de los pormenores de la historia de Albertico Limonta y los prejuicios sociales que destruyen a su madre. Trini cuenta a las niñas cada episodio repitiendo la retórica cursi y melodramática, junto con llantos y suspiros. Elena y Ana comentan en su diario las vidas de los personajes. Ana, entonces, acedia a Trini con preguntas: Volumen 3-2-Litocamargo.p65 366 14/04/00, 11:31 367 La narrativa de R. Vélez, K. Cuello, S. Galvis y C. Triviño –Trinidad, ¿qué quiere decir engendrar un ser? –Es quedar esperando un hijo. –¿Y eso cómo se hace? –Pregúntele a su mamá, niña [17]. Años más tarde le preguntará: “¿Por qué cuando las mujeres tienen hijos sin casarse pierden la honra y, en cambio, los hombres sí no pierden nada?” (151). Trini se acerca a la figura materna que da confianza y cariño incondicional a Ana. Esta relación se afianza con el tiempo. La curiosidad por “los secretos de los mayores” no se satisface con las enseñanzas de la madre o una auténtica educación sexual porque hay un vacío en la comunicación entre madre e hija. Por otra parte, Ana es ávida lectora y una gran cineasta. Este medio de aprendizaje de la vida aparece en su diario, porque a veces la vida imita al arte y a veces es al contrario; Ana siempre está comparando sus experiencias vitales con las ficciones y el cine. Su diario se enriquece intertextualmente demostrando su capacidad de análisis y el gran sentido de humor que desarrollando, a imitación de la ironía sardónica del padre: Papá dice que la lengua de Leonorcita de Mendoza es como Atila porque [allí por] donde pasa no vuelve a crecer la hierba. Atila, rey de los hunos, es con Jeff Chandler y Anthony Quinn [9]. A esta forma de “educación sentimental” se suman las enseñanzas de las monjas del colegio de María Inmaculada sobre el ejemplo de María Goretti, quien prefirió la muerte a cometer un “acto impúdico”. La religión se estudia memorizando el catecismo de la doctrina cristiana sin que se dé un conocimiento Volumen 3-2-Litocamargo.p65 367 14/04/00, 11:31 368 CECILIA CASTRO LEE profundo de la imagen de Dios. Por el contrario, se enfatiza lo negativo, el pecado y la culpa. La obsesión de Ana por el pecado la lleva a escrúpulos y tormentas que debate con Trini. En general, las prácticas religiosas adquieren en su diario un tono de parodia desmitificadora. Y lo sexual es tabú y eufemismo. La obsesión de la Iglesia por combatir el comunismo y los ataques contra la presencia de los protestantes en el país nos muestran las tensiones en el despertar social y religioso de la protagonista. Ana se rebela contra la injusticia que ve en el colegio, en su casa y en la sociedad. Se desengaña ante la corrupción que va descubriendo en el mundo de los mayores y la abruma la inseguridad y la violencia que vive el país. Las monjas castigan injustamente a su amiga, su hermano Federico tiene todos los privilegios y las libertades que se le niegan a ella y la sociedad no es equitativa. Los pobres sufren privaciones mientras los ricos derrochan. En la ciudad hay rumores de que su padre y la madre de su amiga Elena “tienen un amorío”. Estos rumores perturban a la niña como también la amargan las pequeñas historias que va descubriendo. El padre de Elena tuvo una hija con la costurera que venía a la casa y ahora la mujer vive en Bogotá con su hija de casi la misma edad de Elena. El padre hace frecuentes escapadas a Bogotá amparado en su actividad política. Ana se entera también de cómo Trini, la niñera que ha servido fielmente a la familia, cuando era joven tuvo que soportar el acoso sexual de su patrón, el abuelo de Ana, en sus mocedades. Por último, el asesinato de estudiantes universitarios, la masacre de gentes en la plaza de toros y la violencia entre el ejército y los campesinos, muchas veces hermanos contra hermanos, le ofrece a Ana un cuadro desolador al que ella se rebela en las páginas de su diario. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 368 14/04/00, 11:31 369 La narrativa de R. Vélez, K. Cuello, S. Galvis y C. Triviño La amiga de Ana, Elena, también describe en su diario la situación familiar: “Su padre es un patán y su madre una santa”, murmuran las gentes. Él le pega y ella sigue defendiéndolo en público. Elena describe a su padre cuando llega a casa borracho después de dos semanas de ausencia, le pega a su esposa mientras le replica que “él era hombre y tenía derechos y que llegaba a su casa borracho o sobrio y cuando se le diera la gana”. [Elena escribió que] “lo único que quería en ese momento era no ser hija suya y correr a donde Ana” [24]. Solidaria con su madre, la consuela, y duermen juntas esa noche. A veces su padre es tierno con ella y la niña se siente culpable por odiarlo. Las dos niñas van al mismo colegio. Elena tiene fama de ser buena estudiante pero, a diferencia de Ana, no aspira a hacerse famosa escribiendo. Dice que prefiere las matemáticas, pero la verdad es que no le interesa seguir estudiando. Recuerda en su diario lo que dice su padre, un abogado de ideología conservadora: “Papi dice que no hay nada más detestable en este mundo que una mujer metida a hombre y que las mujeres sabihondas son peores que los hombres ignorantes” (19). Luego, cuando crece Elena, su belleza es comentada por todos y las mujeres del club aspiran a que llegue a ser la reina nacional de belleza. Elena es menos rebelde respecto de los consejos que escucha de parte del sacerdote en los retiros espirituales, pero no logra compaginar esas tantas virtudes que debe exhibir por ser mujer con lo que siente su cuerpo: Volumen 3-2-Litocamargo.p65 369 14/04/00, 11:31 370 CECILIA CASTRO LEE La verdad es que más que pensamientos son unas sensaciones raras como cosquilleos que me hacen sentir blandita la piel y que me suben por las piernas. Eso me está sucediendo desde que Federico Peralta me dio un beso en la boca el día que fuimos a ver a Sansón y Dalila [234]. En su despertar sexual Elena se siente sola y se aleja de Ana porque cree que no le puede contar lo que le pasa. Otra figura que contribuye a su desconcierto con respecto a su desarrollo sexual es la tía Lucre, que vive con ellos, cuyas ideas de solterona beata la hacen sentir más culpable. En realidad, Elena no toma conciencia de su valor como mujer y sin mayor rebeldía hace lo que de ella se espera. Su vida se traduce en mediocridad y sumisión. Más tarde será elegida reina de belleza y se casará con un hombre mayor, olvidándose del gran amor de Federico. En la culminación del relato de Ana se describe la población colombiana que se desborda a las calles para celebrar la caída del Dictador. Conservadores y liberales de las altas clases se han unido para derrocarlo y el pueblo entero lo celebra. En el trágico epílogo, que es una carta de Ana a Trini, nos enteramos que Ana está en un internado en Ginebra a donde la mandó su papá para sacarla del ambiente hostil de la ciudad. Un gran revés en su famila la ha confrontado con el dolor y la injusticia. Su madre ha abandonado su hogar para vivir con otro hombre y causa el mayor de los escándalos. Ana iba a cumplir sus quince años y su padre se empeñó en hacer la tradicional fiesta, pese a que la madre no estaba ya con ellos. Desafortunadamente nadie asistió a la fiesta, excepto su fiel amiga, Elena. El deseo que anima a Ana es de venganza no contra su madre, porque es su mamá, al fin y al cabo, sino contra ese “pueblo odioso y maldito”. Su Volumen 3-2-Litocamargo.p65 370 14/04/00, 11:31 371 La narrativa de R. Vélez, K. Cuello, S. Galvis y C. Triviño rechazo a la sociedad es rotundo porque la percibe como un infierno. Su única arma es hablar, escribir, denunciar: Acuérdese de mí, Trinidad, que esa gente va a tener que arrodillárseme cuando regrese convertida en una autora famosa... Les voy a devolver todas las humillaciones [286]. La escritura será su camino de liberación y afirmación mientras que en su diario se denuncian los males sociales, la flaqueza humana y las conciencias maltrechas. Prohibido salir a la calle, de Consuelo Triviño7 Clara, la narradora de Prohibido salir a la calle, inicia su relato en el momento en que su madre llega a casa con los gemelos, bebés recién nacidos –es el año de 1963 y ella tiene cinco años–, y lo culmina cuando la madre llega a casa con otro bebé, Esperanza, y ella ya ha cumplido los doce años, en 1969. En ese lapso de seis años, Clara despierta a la vida adorando a sus hermanitos gemelos y haciendo las veces de mamá. También despierta comparándose con su hermano menor, a quien su madre y su abuela llaman “el hombre de la casa” o “el rey de la casa” y a quien todos deben complacer. Por último, despierta sintiendo la ausencia del padre 7 Nacida en Bogotá en 1956, Consuelo Triviño es doctora en Filología de La Universidad Complutense de Madrid, ciudad donde reside y donde enseña literatura hispanoamericana en diferentes instituciones universitarias. Escribe crítica literaria y ha publicado varias colecciones de cuentos. En 1977 obtuvo el primer premio en el Concurso Nacional del Libro con Cuantos cuentos cuento. Publicó en 1981 Siete relatos y en 1998 su primera novela, Prohibido salir a la calle. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 371 14/04/00, 11:31 372 CECILIA CASTRO LEE cuya fotografía preside la sala de su casa y cuya presencia/ausencia es como una sombra enigmática. Laura Restrepo afirma con respecto al libro que “la rutina doméstica, pura y dura, sin falsear, sin fantasear ni dramatizar”, está convertida en “fina materia novelesca” (texto de la contracarátula). Ricardo Cano Gavirira juzga que Triviño crea una narradora ingenua y detallista que se deja llevar por su “instinto”, es decir, por “una inteligencia más refinada, propia de aquellos escritores que saben escribir desde la piel y sus cicatrices antes que de su cerebro” (texto de la contracarátula). En efecto, esta novela de formación femenina es íntima y profunda, como proceso de individuación que conjuga el mundo afectivo, la fuerza del pensamiento y la capacidad creadora. La perspectiva de una niña nos proporciona no tanto una biografía sino una historia de aprendizaje, un testimonio de continuos descubrimientos entre el gozo íntimo de vivir y el dolor de sentir sin comprender. Clara se nos presenta como una niña muy lista, trabajadora incansable, cargada de responsabilidades para su edad. La vemos con frecuencia escondida en un clóset, llorando, mientras que sus tías y su madre le reprochan que sea respondona y rebelde. Pero lo que caracteriza su carácter es la fuerza de su imaginación y su gran vitalidad. Una de las experiencias más tempranas de Clara es el traslado de su familia del campo a la ciudad. La niña se mueve en un nuevo ambiente y siente la dureza de una economía familiar llena de privaciones y estrecheces. Sara, su madre, es una maestra de escuela en una zona rural y ha logrado el tan esperado traslado a Bogotá. Dejan una finca en una zona templada para ubicarse en un barrio de clase media en la caótica y fría capital. Para los mayores la vida es dura, pero a Clara le gusta la vida en Bogotá Volumen 3-2-Litocamargo.p65 372 14/04/00, 11:31 373 La narrativa de R. Vélez, K. Cuello, S. Galvis y C. Triviño y le encanta su barrio. El presupuesto de la familia se basa en el sueldo de maestra y algunas provisiones que les llegan de la finca. Tras varios años de ausencia, el padre les envía unos dineros que la madre recibe con rabia pero que debe gastar enseguida. La madre y la abuela representan dos tipos de relaciones e influencias diferentes para Clara. La madre vive agobiada con el trabajo de la escuela y tiene que hacer las veces de padre, así que la abuela es quien dispone de la casa, prepara las comidas y cuida de los niños, como si fuera la auténtica madre. Sara anota en su diario los acontecimentos más importantes de la vida familiar, pero deja translucir en su conducta y en sus escritos su íntima tristeza de mujer sola y sufrida. No puede perdonar a su marido que la haya dejado cuando esperaba los gemelos y que no asuma su responsabilidad con sus hijos. La abuela es infatigable en la atención a la familia, tiene una gran entereza de carácter y, aunque es regañona, seria y poco dada a las caricias, le da a Clara muestras de auténtico cariño. La relación de madre e hija tiende a ser tensa mientras que con la abuela hay un poco de mayor comprensión. Las visitas de sus tías, hermanas de su madre, proporcionan algún esparcimiento porque dan un tono festivo a la casa. Sin embargo, Clara se resiente porque hablan mal de su padre y de todos los hombres, y aunque ella escasamente lo recuerda siente por él un gran apego. Como ya lo indicamos, el padre es una sombra misteriosa para ella y su ausencia constituye un enorme vacío. En el colegio, la maestra se encariña con ella y Clara quiere aprender y hacerlo todo bien. En una clase se discute el tema de la sociedad y la familia: “La familia, niños, es la base de la sociedad” (19), lo cual resulta una noción abstracta para Clara, que sólo atina a recordar la página del periódico titulada “sociedad” Volumen 3-2-Litocamargo.p65 373 14/04/00, 11:31 374 CECILIA CASTRO LEE en que aparecen las fotografías de las novias. Cuando la maestra les pide dibujar a sus propias familias, ella, en vez de pintar a su papá como aparece en la foto de la sala, pinta al hombre que les trae las provisiones del campo. Este sustituto despierta las burlas de una compañera que sabe que Clara “no tiene papá”. Clara se empeñará en demostrar que sí lo tiene. Así con su imaginación crea una figura de padre que se ajusta a sus anhelos. El regreso del padre al cabo de cinco años, la edad de los gemelos, cambiará el ambiente de la familia. La novela tiene como tema afectivo la relación de padre e hija que se estrecha, mientras que su mamá y su papá no logran una convivencia armoniosa. Las continuas peleas, y el ir y venir del padre crean desasosiego y tensión. La madre no puede concebir que el padre no trabaje y sin embargo viva en casa atendido por todos. El dinero escasea y las discusiones se hacen cada vez más violentas: Tomás y yo salíamos al patio con los gemelos y nos tapábamos los oídos. Nos daba miedo que ocurriera algo grave. La abuela se ponía muy seria, sacudiendo el trapo de la cocina y cambiando de sitio las ollas. Era como si una tormenta removiera la casa e hiciera temblar los vidrios. Ojalá no pase nada malo. Por eso cuando los veíamos tan contentos, nos volvía el alma al cuerpo [187]. Clara aprecia los instantes de paz y el cariño que recibe de su padre. Se regocija con sus charlas sabias e inteligentes, muchas de ellas sobre su educación y su futuro. Disfruta de los postres que prepara el padre, los regalos que trae a casa, generalmente algo sabroso para comer y fue feliz el día en que su papá “se arregló el cuello de la camisa, se frotó las manos, se puso de pie y dijo: ¡Vamos a comprar un televisor para mi gente!”. Com- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 374 14/04/00, 11:31 375 La narrativa de R. Vélez, K. Cuello, S. Galvis y C. Triviño prada a crédito, la televisión abrió nuevos horizontes a los niños, aunque la madre insistía en que era mejor ahorrar para comprar una casa propia. No poder tener su propia casa era una de sus grandes frustraciones. Cuando en 1968 Clara decide escribir su diario, anotará estos altibajos de la vida sin llegar a una comprensión del por qué del sufrimiento humano. En una composición hace el retrato de su padre que concluye: “Lo que más me gusta de él es que nunca nos aburrimos” (187). Las pequeñeces del diario vivir que la narradora describe con finura y penetración nos muestran a la niña consciente de ser la mayor de la familia y por eso en ella recaen los oficios, los mandados y el cuidado de los hermanitos menores, pero también goza del privilegio de participar en charlas con los mayores. Es consciente también de que por ser mujer existen para ella prohibiciones y exigencias. Un Leitmotiv de la novela es ese constante oír la frase: “Tiene terminantemente prohibido”, de boca de su madre y de su abuela. Al entrar en la pubertad, el mundo de la calle, las nuevas amistades y los chicos renuevan y enfocan su gran vitalidad. Sutilmente entran en el relato los pormenores de la vida en Bogotá: la moda de la minifalda, la ola de emigraciones campesinas por la violencia, los nuevos peligros en las calles y, ya para 1968, la presencia de los hippies con su melenas y extrañas vestimentas, rebeldes y pacíficos a la vez, que despierta en ella gran curiosidad. “La mayor desgracia que podía ocurrirle a una familia era que un hijo se metiera a hippie” (196). Se habla de los poetas nadaístas, y en la sociedad hay un ambiente de rebeldía iconoclasta, de la cual Clara se contagia; incluso se memoriza un poema que le sirve de excusa cuando no quiere hacer el oficio: “No me da la gana, / no me da la gana, / soy una haragana”. En charlas con su primo Gerardo, estu- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 375 14/04/00, 11:31 376 CECILIA CASTRO LEE diante de la Universidad Nacional, se entera de la existencia de los estudiantes comunistas, del imperialismo yankee y del Tío Sam, que se quiere llevar el petróleo de Colombia. La universidad y su futuro son parte de estas conversaciones porque ella sabe desde ya que no será maestra –como su mamá– ni secretaria –como las hijas de las otras maestras–. Ella quiere ser astronauta, exploradora o lanzarse a la aventura en las selvas. O, en fin, será socióloga para comprender la sociedad. Desde 1968, empieza a escribir su diario y averigua la vida de sus abuelos y de sus tías cuando eran jóvenes, porque lo quiere saber todo y desea contar toda suerte de aventuras. Toma conciencia de que escribir es un camino de liberación de sus propias tristezas mucho más efectivo que encerrarse a llorar. Imagina mundos fantásticos pero anclados a la realidad. En el capítulo “Diablo y héroe”, el discurso narrativo se abre como una mise en abîme para darnos otro nivel de creación, el de la fantasía llena de humor, donde recrea en forma paródica su vida familiar utilizando los personajes del Fantasma (el padre), de Diablo y de Héroe (sus hermanos) y de Diana Palmer (su madre). La fantasía es un medio creativo de ver los problemas de su familia en una óptica de humor que la libera. El capítulo es una síntesis de su vida elevada al plano de lo heroico-mítico popular. Unos días de acercamiento afectuoso con su madre son las jornadas preparatorias para su primera comunión. El padre no muestra ningún interés porque coinciden con una de sus ausencias y la religión es al fin y al cabo una cuestión de mujeres, según él. Llega a la hora de la fiesta, pero se emborracha porque lo consume la tristeza. Al día siguiente, tras una gran discusión con su mujer, se marcha para siempre. Para Clara, él es de nuevo una sombra, un recuerdo que la llena de nostalgia y la sepa- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 376 14/04/00, 11:31 377 La narrativa de R. Vélez, K. Cuello, S. Galvis y C. Triviño ra de su madre, a quien culpa de no saber apreciar a su padre y de ahuyentarlo del hogar. Un golpe final ocurre unos meses después, cuando llegan del almacén para decomisarles el televisor por falta de pago, mientras los niños contemplan la escena con rabia, con horror y con tristeza: “Mamá dijo que mejor que se la hubieran llevado así estudiábamos más, que la televisión era un vicio malo para los ojos y para la inteligencia”. Esa reflexión es el mecanismo de defensa de la madre ante su desdicha, pero Clara, por su parte, comenta: “No pude resignarme, era como si me arrancaran parte de los recuerdos de papá” [226]. De los diez a los doce años, Clara entabla amistad con Marta. Disfrutan de actividades en grupo, deportes y fiestas. El primero de bachillerato representa un gran eslabón en la valoración de sí misma porque los profesores insisten en tratarlas como niñas mayores. En el segundo año de bachillerato se inicia su desarrollo sexual y se siente sola y confundida. Este período coincide con la ausencia de su padre. Su interés en el estudio decae y pierde el año. Mientras tanto, su madre da a luz a Esperanza, después de “un embarazo triste”. En su Cuaderno de recuerdos su madre escribe: “Esta tarde en mi hogar pienso en él [...]. Debe tener el corazón de piedra para olvidar el fruto del amor” (227). Clara vuelve a ocuparse de su hermanita con el mismo amor que atendió a los gemelos. Sin embargo, las relaciones tensas con su madre continúan y Clara comprende que ella se ha vuelto un problema familiar. Por ser ya una señorita tiene prohibido de manera terminante salir a la calle sola. Su hermano debe acompañarla a todas partes, convirtiéndose en su espía. Para Clara esta decisión la llena de amargura, porque era como si su mamá y su abuela confiaran más en su hermano que en ella. Además, comenta con su amiga Marta que ser mujer y hacerse mayor es estar Volumen 3-2-Litocamargo.p65 377 14/04/00, 11:31 378 CECILIA CASTRO LEE en peligro en todo momento, pero a los chicos, cuando crecen, nadie les dice que están en peligro (227). Su escapada a la calle sesenta para ver a los hippies es su mayor aventura y su mayor acto de rebeldía. “Así”, dice Clara, “fue creciendo la idea de llevarme a un internado” (232). En efecto, la solución de la madre para apartarla de los peligros de la ciudad y hallar paz en la casa es internarla en un colegio. Clara comenta: “Era como si de repente una de las dos sobrara en la casa” (231). El libro culmina con un tristísimo “adiós, mamá” que le encoge el corazón mientras la madre se aleja llorando por los pasillos del colegio: “Sin tenerlo muy claro”, dice Clara, “las dos sospechábamos que era mejor así”. Y concluye: “Abrumada por tantos y tan confusos sentimientos sólo pensé en escribirle muchas cartas a papá” [237]. El final queda abierto para que Clara, cargada de experiencias, continúe su autobúsqueda sabiendo ya que puede hallar refugio escribiendo, usando su imaginación, y que el amor por su padre y la comprensión para su madre pueden ser caminos de afirmación. ¡Mandinga sea!, de Ketty Cuello de Lizarazo8 Esta novela no se concentra en la formación de una joven, como sucede en la Bildungsroman que hemos venido estudiando, sino 8 Nacida en San Juan del Cesar, en La Guajira, en 1951, Ketty Cuello es comunicadora social y periodista. Entre sus obras están Algún día brillará el sol (1977) y San Tropel eterno (1985). Véase el estudio de Cecilia Caicedo, “Ketty Cuello de Lizarazo y la visión de la costa”, en Literatura y diferencia. Autoras colombianas del siglo XX, editado por María Mercedes Jaramillo, Betty Osorio y Ángela I. Robledo (Medellín y Bogotá: Universidad de Antioquia, Universidad de los Andes, 1995), II, 71-84. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 378 14/04/00, 11:31 379 La narrativa de R. Vélez, K. Cuello, S. Galvis y C. Triviño que desarrolla todo un ciclo mítico-histórico sobre la población en la costa Atlántica donde transcurre, desde sus orígenes con el nombre de Agualuna hasta su destrucción total y su renovación con el nombre de Santacruz, apellido del alcalde, que es el protagonista. Cecilia Caicedo ha destacado el proceso histórico paralelo al mítico en el devenir de esta población. La explicación lógica y profana que corresponde a la historia demuestra “la ineficacia estatal para resolver los problemas de un pueblo” y “la intemperancia y la desidia de las gentes para proyectar el futuro”. La explotación de una mina de carbón está en el centro del dilema que, sin dejar de ser una realidad física, es también mítico: La novela privilegia como temática la posesión demoníaca de la mina de carbón en Agualuna, nombre alusivo a la influencia de una cosmogonía lunar que hace que gran parte de los eventos, en especial el de la destrucción, se realicen en noches lunares [79]. La expresión “Mandinga sea” alude al demonio o a las fuerzas del mal que pesan sobre la población y se concretan en la figura de un enorme perro de ojos centelleantes que se le aparece al alcalde, cargando el ambiente de malos presagios. Hay en el discurso narrativo una voz de la razón que representa la facultad humana para dominar su entorno. Es una voz que se fundamenta en la filosofía, la ciencia y el saber enciclopédico. Todo tiene su causa y su efecto. Su corolario es la acción. Se desea saber, actuar, luchar. Sin embargo, esta posición no soluciona los problemas del pueblo y no da las explicaciones a los misterios de la vida y la muerte. Por otra parte, se siente la voz de la sinrazón, que se traduce en el proceder agorero de las gentes, Volumen 3-2-Litocamargo.p65 379 14/04/00, 11:31 380 CECILIA CASTRO LEE en su sometimiento a miedos atávicos y en la búsqueda de protección por parte de fuerzas tutelares. La consecuencia es la abulia y la pasividad, pero a la vez se establecen conecciones de orden telúrico perdurables. Ambos discursos se nutren de la esperanza y en ellos se confrontan lo sagrado y lo profano. Propongo que estos dos discursos están encarnados en la novela en las dos hermanas, con quienes nos acercamos a la novela de formación femenina. Representan ellas dos actitudes vitales que nos llevan a apreciar la amplitud del concepto de feminidad. La desenvoltura, la ambición y el espléndido físico de María Carolina, la hermana mayor, contrastan con el desapego de las cosas materiales y la fortaleza casi sobrehumana del mundo interior de Matilde, la más joven. De pequeña, María Carolina se distigue por su curiosidad y su deseo de aprender: “Para ella las cosas no existían porque sí y le gustaba profundizar en causas y efectos, en porqués y paraqués, según los niveles mentales que le iba permitiendo cada edad” [16]. Así que sus padres se esmeran por dar respuestas satisfactorias a sus preguntas: –¿Pol qué los negros son negros y pala qué? La madre sólo pudo decirle: –Son cosas de Dios. Y al ver la carita insatisfecha y los grandes ojos verdosos fijos sobre los de ella a la espera de más, agregó: –Así como hay mariposas rojas, amarillas y blancas, existen seres humanos de distinos colores: amarillos, blancos y negros [16]. El padre contesta con explicaciones de tipo científico, mítico y práctico a los incansables interrogantes de ella. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 380 14/04/00, 11:31 381 La narrativa de R. Vélez, K. Cuello, S. Galvis y C. Triviño La hija menor nace y crece envuelta en misterios y prodigios. Se la roban a la madre al segundo día de nacer pero la encuentran en el río como un pequeño Moisés salvado de las aguas. Una lavandera, Matilde, la rescata, la revive y se la entrega a la madre. Ésta la llamará Matilde en honor de su salvadora. Desde un comienzo la pequeña es un ser con poderes, “la hija del pueblo”, “la niña milagro”, y crece con un nimbo de leyenda, como “la niña hija del río”, encarnación de las cosas hermosas, cuya sonrisa trae bienaventuranzas a la gente. El padre, dueño de su ciencia y su saber, siente traicionarse a sí mismo al reconocer las dotes y los poderes de su hija: Heme aquí creyendo, como ellos –el pueblo–, y sin poderles demostrar lo contrario, que sí, que algo extraño hay en la personalidad de Matilde. O esos filósofos están mandados a recoger o no les tocó vivir en un pueblo como Agualuna [87]. A Matilde se le atribuían los hechos felices en oposición al temido Mandinga. La luz que emana de los ojos de la fiera se proyecta en los de Matilde pero con un signo contrario. María Carolina viaja, estudia, adquiere experiencias en un amplio espacio que le da seguridad en sí misma. Regresa a Agualuna hecha una profesional de los medios de comunicación para abrir su propia emisora radial en el pueblo. Matilde permanece en el círculo estrecho de su casa, ampliado por la lectura en la biblioteca de su padre y su gran intuición. Descubre las enfermedades y hace premoniciones porque sabe leer signos desapercibidos por los otros. Se hace a sí misma liberándose de todo compromiso. Cuando María Carolina acepta radiante la propuesta de matrimonio de su novio, Matilde la saca de su embeleso: Volumen 3-2-Litocamargo.p65 381 14/04/00, 11:31 382 CECILIA CASTRO LEE ¡Qué jartera ser amada por un solo hombre, porque te privas de ser amada de los demás! Es una lástima verte enfrentada a los laberintos del amor. Es el inicio de los sufrimientos de una mujer porque se deja de ser una misma para convertirse en limosnera de amor. Los hombres son una partida de esfinges morales, pues actúan a veces como animales y otras como humanos [138]. Ofendida por sus comentarios, María Carolina la rechaza, pero poco a poco va viendo cuánta verdad encierran sus palabras. Para su desahogo acude al padre, quien la lleva por los caminos de la filosofía como medio para la comprensión de quién se es y quién se quiere ser. Bacon, Kant, Kierkegaard, Heidegger y Sartre entran en esta lección sobre las actitudes vitales y la conducta humana. Arturo, el hermano, le da un consejo práctico desde el punto de vista de los hombres: Es que no hay peor cosa en la vida que una mujer desocupada y sin metas porque encauza todas sus energías inutilizadas a torturar al hombre que ama. Una mujer realizada no se ocupa de nimiedades [146]. Todas estas experiencias dan a María Carolina una solidez en la apreciación de sí misma. Cuando la mina explota y llega la destrucción de Agualuna o, en otras palabras, cuando las fuerzas del mal –tantas veces anunciadas por Matilde– se ciernen sobre el pueblo, sólo se salvan Matilde, su padre y Carmen, la mujer pobre que la seguía a todas partes y que en realidad era su madre. Matilde cuenta a la autora y narradora los pormenores de esta historia transcrita en forma de novela. Este montaje favorece la voz de Matide como Volumen 3-2-Litocamargo.p65 382 14/04/00, 11:31 383 La narrativa de R. Vélez, K. Cuello, S. Galvis y C. Triviño narradora. En un acto de creación, ella funda, a partir de los escombros, un nuevo pueblo con el nombre de su padre. La creación de estos dos personajes femeninos contrastados y su proceso de crecimiento físico, ético y estético identifica a ¡Mandinga sea! con la Bildungsroman, en la idiosincrasia de una zona del país aislada y en continua lucha por su desarrollo. Los prototipos de mujeres delineados en la ficción equivalen a las dos actitudes vitales de la comunidad: la racional y la instintiva. Hay una procupación por la educación de la mujer pero la novela no ofrece nuevos parámetros de formación femenina fuera de la tradición existente. La tercera generación, de Rocío Vélez de Piedrahíta9 La tercera generación. Episodios de la vida de una mujer sin vida, publicada en 1963, se ubica en una pequeña ciudad donde María Josefa Cardona, en forma calculadora y apabullante, hace que el solterón, adinerado y respetable Alfredo Orozco se case con ella. Este gran paso en su vida le garantizará la posición y el se- 9 Rocío Vélez nació en Medellín en 1926. Sus obras incluyen Entre nos. Crónicas humorísticas (1959), El hombre, la mujer y la vaca. Un cuento desagradable (1960), El pacto de las rosas. Otro cuento desagradable (1962), La cisterna (1971), Terrateniente (1978) y La guaca (1979). Su obra crítica abarca Guía de la literatura infantil (1983) y Comentario sobre la vida y la obra de algunos autores colombianos (1977). Como participante en los procesos de paz escribe El diálogo y la paz. Mi perspectiva (1988). En 1990 fue nombrada miembro correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua. Véase el estudio de María Mercedes Jaramillo, “Rocío Vélez de Piedrahita: la construcción/deconstrucción de los valores tradicionales antioqueños”, en Literatura y diferencia. Autoras colombianas del siglo XX, editado por María Mercedes Jaramillo, Betty Osorio y Ángela I. Robledo (Medellín y Bogotá: Universidad de Antioquia, Universidad de los Andes, 1995), II, pp. 229-253. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 383 14/04/00, 11:31 384 CECILIA CASTRO LEE ñorío que deseaba: “Desconocía por completo el valor del dinero y el significado de las cifras; en cambio, sentía un vivo placer cuando las entidades caritativas acudían a ella como a una alcancía”. Después de girar sus cheques fabulosos, su mayor placer le venía “del alud de agradecimentos y elogios, con alusiones a su distinción, elegancia y finura” [13]. Con un tono casi caricaturesco, la narradora nos presenta a esta mujer, quien será la madre de la protagonista en esta historia de formación femenina en generaciones. El esposo de doña María Josefa disfruta enormemente de su matrimonio porque sus dos hijas le dan las mayores satisfacciones, nunca soñadas, para un hombre de su edad. La pronta muerte de don Alfredo deja a las hijas adolescentes privadas del auténtico amor filial. A Beatriz, su hija mayor, le dice momentos antes de morir: “Eres ya una mujercita, toda una mujercita... cuídeme a Lucero”, y a la pequeña le dice “Manéjese bien Lucerito” (24). Las palabras del padre resonarán en sus mentes por el resto de sus vidas y lo recordarán siempre queriéndolo y queriéndolas. Termina así el paraíso para las jóvenes, ahora sometidas al código proclamado por su madre: la obediencia se impone a su voluntad. Desde el subtítulo de la novela se aprecia el dictamen de la autora/narradora sobre el personaje central: Lucero, “una mujer sin vida”. La narradora se coloca generalmente en un nivel superior respecto de su criatura, la juzga y la censura. La autonomía del personaje se ve interrumpida por la voz de la narradora, quien no solamente informa sino que aprueba y desaprueba la conducta y el proceder del personaje. Hay, entonces, un afán de tesis, que quiere hacer palpable la deformación en vez de la formación de la mujer en sus valores intelectuales, religiosos y emocionales. La consecuencia es la vida fracasada, la escasa auto- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 384 14/04/00, 11:31 385 La narrativa de R. Vélez, K. Cuello, S. Galvis y C. Triviño estima donde ni la belleza, ni la juventud ni el dinero pueden satisfacer una vida vacía. Al peso de la memoria no se contrapone una imaginación creadora y liberadora. Otra tesis que se deduce de la novela es de tipo social. Se denuncia la opresión de la mujer, su falta de derechos y el peso de los convencionalismos de clase respecto de la mujer. Doña Josefa dispone de sus hijas a su antojo. Persuade a Beatriz de hacerse religiosa, sin importarle si la joven tiene vocación o no: “Las niñas decentes obedecen a su madre sin protestar”. Así, Beatriz, pocos días después de terminar sus estudios de bachillerato, se despide del mundo y de sus sueños de amar a un hombre y de tener hijos. Lucero es sometida a un tratamiento sobre la moral y la religión que la lleva a creer que: Los hombres eran unos seres corrompidos congenitalmente; el matrimonio un acto dudoso que apenas disimula un pecado... el cuerpo humano obra del diablo y Dios un monstruoso ser invisible [30]. El desarrollo intelectual de Lucero, a pesar de que asiste al colegio, no le permite sentar sólidas bases para su realización personal. Por el contrario, dice la narradora, Lucero no desarrolla sus facultades, no tiene intereses, ni aspiraciones. Sólo posee la fuerza de sus instintos, lo único que su madre no puede controlar. En fin, “con la cabeza vacía, el corazón dormido, la conciencia anulada y la juventud empujosa, empezó a peinarse como señorita, a vestirse como mujer y a comportarse como tonta” [49]. La oportunidad de haber amado pasó fugazmente, porque Lucero no supo comprender la gran muestra de afecto del joven Volumen 3-2-Litocamargo.p65 385 14/04/00, 11:31 386 CECILIA CASTRO LEE Marco Antonio Blásquez, con quien hubiera forjado un destino más feliz. Se casa, siguiendo la voluntad de su madre, con Nicolás Torón Junior, hijo del adinerado patriarca don Nicolás Torón. Don Nicolás le tiene compasión porque comprende que estar casada con aquel hijo suyo inmaduro, borracho e irresponsable, la convierte ya en heroína, ya en mártir. Nacen los hijos, la tercera generación, y crecen en el ambiente de vacío, desamor. Lucero vive desocupada, sumida en soledad, con miedo del marido y con rabia contra el mundo. Así, después de una de las tantas noches de insomnio, Lucero despierta a la realidad para caer en cuenta que la responsable de su desgracia ha sido su madre. Ahora la invade el rencor contra ella. En su afán de vivir y buscar la felicidad, toma la resolución de divorciarse e irse a la capital. Acude a la tía Inés, solterona beata, hermana de Don Nicolás, para que la ayude a hablar con su suegro. La sorpresa de Lucero es el poco apoyo que recibe de ella: “Nicolás, Junior, es el mismo, tú no has hecho nada para cambiarlo o para aceptarlo”. Escucha el rotundo rechazo del patriarca, su suegro, quien quiere defender la integridad de su familia y el futuro de sus nietos y quien además le advierte los peligros para una mujer joven, atractiva y sola en la ciudad. El suegro le augura su perdición porque ella no es “piadosa, ni controlada, ni sabe leer”(120). El sacerdote a quien acude le habla del amor de Dios, un lenguaje para ella totalmente extraño, porque su religiosidad se ha reducido a la rutina y la forma. Según la narradora, Lucero no sabe nada de Dios. Desgraciadamente, la imposibilidad de Beatriz, su hermana, para ayudarla la deja nuevamente sin esperanzas. En la búsqueda de comprensión y de apoyo, Lucero sólo ha logrado comprender su posición vulnerable como mujer, la opresión de la sociedad y su propia inha- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 386 14/04/00, 11:31 387 La narrativa de R. Vélez, K. Cuello, S. Galvis y C. Triviño bilidad para superar obstáculos. El despertar de Lucero quien por fin grita, “quiero vivir”, llega demasiado tarde y su rebeldía choca con los convencionalismos de la sociedad, con los intereses particulares y con su propia ignorancia: A medida que recogía confidencias, Lucero sentía su existencia disminuida. De todo lo que había recogido sólo retenía esa desazón de saberse capaz y sentirse sin valor, responsable y sin criterio, víctima y sin verdugo [159]. La visita a su concuñada, Maggy, le muestra otras actitudes ante la vida, pero inaceptables para ella. Maggy es norteamericana y vino a Colombia, un mundo nuevo y díficil. También ella tuvo que llegar a términos con su suegro, don Nicolás, pero triunfó en su empeño de ser feliz y hacer feliz a su esposo. No porque él sea un hombre perfecto, sino porque ella así lo decidió: Yo en tu lugar empezaría por enamorar a Junior [...], lo que te pasa a ti en este momento es que no tienes nada interesante que hacer. Si te empeñas en lo que te digo, verás que acabas por apasionarte [157]. Su buen intencionado consejo presupone una sumisión al orden establecido donde Lucero tendrá que asumir el rol de mujer atractiva, insinuante, seductora y doméstica. La responsabilidad de las buenas relaciones parece recaer en la mujer. Por otra parte, la visita a la madre de su amiga Rosalía, la confronta con el dolor de la madre cuya hija se ha ido con un hombre y ha dejado con ella a su joven hijita. Este cuadro doloroso es revelador para Lucero. Para sorpresa suya, la madre de Volumen 3-2-Litocamargo.p65 387 14/04/00, 11:31 388 CECILIA CASTRO LEE su amiga le agradece la amistad que le ha brindado a su hija y alaba el señorío y la virtud de su madre, doña Josefa, a quien ella conoció años atrás. El libro se cierra con el capítulo “La incógnita” y con la pregunta que Lucero se hace a sí misma: ¿qué hago ahora? El final abierto, sin embargo, no augura una salida de su túnel. La denuncia de la autora a la falta de formación de la mujer resulta evidente. Las opciones que se sugieren no parecen escapar al status quo de la mujer en el sistema patriarcal. Los relatos analizados en este ensayo nos muestran la preocupación de las narradoras colombianas por la formación dada a la mujer en el país. Las novelas revelan diversas facetas y diferentes resultados en el proceso formativo y educativo de sus protagonistas. La Bildungsroman, como subgénero narrativo, cumple su propósito de servir de cauce para la exploración de una temática pertinente tanto en la literatura como en la vida misma. La complejidad de factores que afectan la formación de la mujer se aprecia al comparar los casos aquí vistos. La novela de 1963 de Rocío Vélez muestra un despertar tardío por parte de la protagonista y un mundo sin opciones que se ajusta a la realidad de muchas mujeres aún hoy día. Las novelas más recientes, las de Triviño y Galvis, son relatos sobre niñas que toman conciencia de su feminidad y bien pronto canalizan su energía creadora para abrirse nuevos horizontes, a pesar del rigor de la sociedad. La lucha contra el medio, las tradiciones y los mitos que favorecen a la sociedad patriarcal, ha venido transformándose como lo señala la nueva mentalidad, abierta y rebelde de las protagonistas. Asimismo, los espacios para las protagonistas, aunque aun estrechos, afirman la necesidad de una toma de conciencia, y de una renovación interior que apunte a la liberación y autorrealización. El internado a que son sometidas las prota- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 388 14/04/00, 11:31 389 La narrativa de R. Vélez, K. Cuello, S. Galvis y C. Triviño gonistas restringe su mundo de relación pero las induce a descubrir su voz interior. En su conjunto, las narradoras aquí estudiadas contribuyen con sus escritos a la apertura, al diálogo y a la solidaridad como caminos de afirmación para la mujer a finales del siglo XX. Obras de referencia Aizenberg, Edna. “El Bildungsroman fracasado en Latinoamérica: El caso de Ifigenia, de Teresa de la Parra”. Revista Iberoamericana, 51, 132-133, 1985, 539-46. Apter-Cragnolino, Aída. “El cuento de hadas y la Bildungsroman: Modelo y subversión en La bella durmiente de Rosario Ferré”. Chasqui, XX, 2, noviembre de 1991, 3-9. Bonilla, María Elvira. Jaulas. 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Medellín: Editorial Gamma, 1963. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 391 14/04/00, 11:31 La mirada masoquista en El juego de las seducciones, de Marco Tulio Aguilera Garramuño WILLY O. MUÑOZ Kent State University Marco Tulio Aguilera Garramuño es colombiano de nacimiento, pero ha vivido la mayor parte de su vida fuera del país. Después de un extenso periplo que lo llevó de Colombia a Costa Rica y los Estados Unidos, llegó a México en 1977, donde vive actualmente. Después de compartir con Sergio Pitol el Premio Internacional de Cuentos convocado por La Palabra y el Hombre, fue invitado para trabajar como profesor de la Facultad de Letras de la Universidad Veracruzana. Allí fundó y editó La ciencia y el hombre, una revista de divulgación científica de esa universidad. Su primera obra, Breve historia de todas las cosas, cuyo antecedente es Cien años de soledad, ganó el Premio Nacional de Novela en Costa Rica, en 1975, y fue objeto de múltiples reseñas y comentarios periodísticos. Si bien Aguilera Garramuño ha ganado varios premios literarios y publicado seis novelas y cuatro libros de cuentos, su obra todavía no ha sido estudiada por la crítica, salvo de forma general1. En lugar de presentar nueva- 1 En cuatro breves páginas, Isaías Peña Gutiérrez, estudia la obra de Garramuño; se lo nombra The Colombian Novel, 1844-1987, de Raymond Williams; Peter G. Broad analiza el placer erótico en cuatro novelas y dos libros de cuentos en dos Volumen 3-2-Litocamargo.p65 392 14/04/00, 11:31 393 La mirada masoquista en El juego de las seducciones mente una visión panorámica de su producción literaria, he optado por analizar El juego de las seducciones, texto que me servirá como paradigma de su creación literaria. Gran parte de la producción del autor gira en torno al tema erótico. En este texto, Alejandro, el protagonista de unos veinte años, recuerda sus experiencias de adolescente y sus primeros años de adulto en una narración en la cual alternan la primera y tercera persona indistintamente. Alejandro es un joven que obsesivamente posterga el acto sexual, hecho que encubre la atracción incestuosa que siente por su madre. Sustituye la sexualidad por el voyeurismo, resultado de su complejo de Edipo todavía no superado. Dadas estas coordenadas argumentales, propongo analizar la mirada masculina y su relación con el complejo de Edipo y el masoquismo del protagonista. El texto comienza cuando Alejandro vuelve derrotado a la casa materna después de haber escapado de Sidón, un pueblo ignoto de Costa Rica, donde sirvió como profesor de una escuelita rural. Retorna después del escarnio de haber sido acusado de tratar de seducir a una de sus alumnas; huye también despavorido del acoso homosexual de su colega y compañero de cuarto, Efraím. Desde la casa materna recuerda su vida familiar, sus tribulaciones de adolescente y las frustraciones de sus primeros años de adulto, todo narrado de una manera fragmentada, en un texto en el que la enunciación de las experiencias del pasado y del presente están intercaladas. artículos breves y Elzbieta Sklodowska utiliza Breve historia de todas las cosas como uno de los tantos ejemplos de parodia en la novela hispanoamericana. En los Estados Unidos, el único análisis extenso sobre Aguilera Garramuño es el de Fernando Herrera Villalobos. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 393 14/04/00, 11:31 394 WILLY O . MUÑOZ El despertar de su sexualidad y su curiosidad por el cuerpo de la mujer llevan a Alejandro a frecuentar el cine y espiar a las mujeres. En este texto, la mirada del personaje emula las características tradicionalmente asociadas al hombre, quien, al mirar a la mujer, distingue entre la actividad masculina y la pasividad femenina durante el placer de mirar. En su estudio fundamental sobre la escopofilia –definida como el placer de la mirada–, Laura Mulvey concluye que durante la experiencia cinemática la mirada del espectador entra en un contacto escopofílico directo con la mujer proyectada para su placer, para así satisfacer su fantasía masculina. La mirada del espectador, fascinada por la imagen femenina presentada en un espacio que le es familiar, toma control y posesión de la mujer construida diegéticamente (21). Efectivamente, Alejandro asiste a las películas de Isabel Sarli con la expresa intención de poseerla. El personaje recuerda: Isabelita, de sensualidad efervescente, a quien amé en la penumbra del traqueteante Cine Fallas munido con mi improvisado pañal y mi gabardina [145]. Utensilios utilizados durante su rito masturbatorio, experiencia que él califica como “la aventura de la seducción fingida” (145). Pero, en términos psicoanalíticos, agrega Mulvey, el cuerpo de la mujer presenta un problema más profundo para el hombre ya que su imagen connota algo que la mirada trata de rehuir: la falta del pene en el cuerpo de la mujer: Thus the woman icon, displayed for the gaze and enjoyment of men, the active controller of the look, always threatens to evoke the anxiety it originally signified [El miedo a la castración, 21: Así, la Volumen 3-2-Litocamargo.p65 394 14/04/00, 11:31 395 La mirada masoquista en El juego de las seducciones mujer icono, exhibida para la mirada y el placer de los hombres, el controlador activo de la mirada, siempre amenaza con evocar la ansiedad que originalmente significó]. Su voyeurismo también lo lleva a espiar el cuerpo desnudo de la mujer, especialmente el de Florencia, la criada de su casa, y a presenciar espectáculos de strip tease. Alejandro no recuerda cuándo ni cómo empezó a espiar a Florencia a la hora de acostarse; pero, por desgracia, no puede ver el cuerpo completo de la mujer, sino fragmentos de él, ya que algún mueble siempre se interpone entre el objeto de su deseo y su mirada, de manera que la descripción recontextualiza la fragmentación del cuerpo de la mujer (171). Peter Brooks, que estudia la mirada de que es objeto Emma Bovary, concluye que la descripción del cuerpo de la mujer es siempre metonímica, que tiende a la fragmentación, dado que al describir al cuerpo de la mujer el narrador interpone en su narración la descripción de los objetos que rodean a la mujer, fragmentando diegéticamente su cuerpo: Emma as an object of the gaze and of desire is repeatedly “metonymized”, fragmented into a set of accessory details rather than achieving coherence as either object or subject [92: Emma, como objeto de la mirada y del deseo, es repetidamente “metonimizada”, fragmentada en una serie de detalles accesorios en vez de lograr una coherencia como objeto o como sujeto]. La fragmentación y la metonimización del cuerpo de la mujer se hacen evidentes durante la narración del strip tease de mademoiselle Juliette. La descripción del pasaje de este desnu- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 395 14/04/00, 11:31 396 WILLY O . MUÑOZ damiento revela no sólo la inautenticidad del deseo de Alejandro, sino que dicho pasaje está codificado según la característica metonímica de la narración del desnudamiento, en la que se mezcla lo accesorio con lo corporal en un rito fetichizante2: El cuerpo está cargado de prendas pesadas, abundancia de grandes botones dorados en los que se pueden adivinar anclas. Unas charreteras descomunales cuelgan de sus hombros. Sobre su cabeza un kepis se bambolea. Los pies y el cuello dejan libre de sospecha la blancura de su piel plagada de pecas. La mujer baila en torno a una silla antigua que quiere ser Luis XV. Desaparece tras ella y al reaparecer lo hace con un nuevo trozo de su cuerpo desnudo que como un rompecabezas se va armando... Ya ha llegado a la vuelta número veinte. Al aparecer de nuevo, está desnuda. El rompecabezas se ha armado [149]. En este pasaje el cuerpo de la mujer no sólo es fragmentado como un rompecabezas, sino que ella prácticamente desaparece tras la narración de lo accesorio. Brooks sostiene que la vista es el único sentido vinculado con el sistema epistemológico, y en nuestra cultura decir “ya veo” 2 Brooks concluye que las descripciones de Bovary son fetichizantes: “Descriptions tend toward the metonymical, accumulating details of her body and especially of her dress and accessories. Emma tends to become a fetishized object, or rather, an object that is never seen whole because her accessory details become fetishes, arresting attention along the way” (91: “Las descripciones tienden hacia lo metonímico, acumulando detalles de su cuerpo y especialmente de su vestido y de los accesorios. Emma tiende a convertirse en un objeto fetichizado, o más bien, en un objeto que nunca es visto en su totalidad porque sus detalles accesorios se convierten en fetiches, llamando la atención a lo largo del camino”). Volumen 3-2-Litocamargo.p65 396 14/04/00, 11:31 397 La mirada masoquista en El juego de las seducciones equivale a “lo sé”, voir es savoir (96). En esta forma de adquisición de conocimiento, el hombre es el sujeto que sabe, el que inspecciona visualmente a la mujer, el objeto destinado a ser conocido. Según Freud, el origen de la escopofilia, o el placer erótico de la mirada, proviene de un instinto infantil, el cual considera la genitalia y su funcionamiento como objetos de observación y conocimiento, de modo que la vista está inextricablemente conectada a la sexualidad: The instinct or drive of looking, the Schautrieb, is closely related to the instinct or drive for knowledge, the Wisstrieb. The erotic investment in seeing is from the outset inextricably bound to the erotic investment in knowing [citado por Brooks, 98-99: El instinto de la mirada, el Schautrieb, está estrechamente relacionado al instinto del conocimiento, el Wisstrieb. La inversión erótica en la vista está, desde un principio, entrelazada de un modo inextricable a la inversión erótica del conocimiento]. Freud sostiene que la “epistemofilia” o [...] the instinct for knowledge in children is attracted unexpectedly early and intensively to sexual problems and is in fact possibly first aroused by them [citado por Moi, 199: el instinto del conocimiento en los niños es atraído por los problemas sexuales de una manera intensa e inesperadamente temprana y es de hecho posiblemente despertado, en primera instancia, por ellos]. Por una parte, si el cuerpo de la mujer, escrutado por la mirada masculina, origina tanto el conocimiento como el deseo, por otra parte, el proyecto epistemofílico es inherentemente frustrante Volumen 3-2-Litocamargo.p65 397 14/04/00, 11:31 398 WILLY O . MUÑOZ ya que el cuerpo no puede ser totalmente aprehendido como objeto entendible y representable. La mirada es esencialmente insatisfactoria ya que la percepción es fundamentalmente metonímica, capaz sólo de comprender/aprehender la totalidad del cuerpo de forma fragmentada. Esta frustración se hace más aguda durante la narración, la cual, al ser una práctica espacio lineal, es también una actividad exclusivamente metonímica. Todo lo anterior lleva a Toril Moi a concluir que: The body limits and frustrates the drives: the desire for total sexual satisfaction or for the complete epistemological mastery can be no more than a fantasy of the Imaginary [202: El cuerpo limita y frustra los instintos: el deseo de satisfacción total o de completa maestría epistemológica no pueden ser más que una fantasía de lo Imaginario]. Brooks sugiere que la mirada investigadora del hombre queda fijada en un cuerpo imaginario, el de la mujer fálica, quien suscita el miedo a la castración. La adquisición del conocimiento, pues, es un proyecto siempre incompleto, inasible, como lo es el objeto del deseo. Dada la relación de la mirada con el conocimiento, no sorprende que en el texto de Aguilera Garramuño, la búsqueda del conocimiento de Alejandro esté descrito en términos escópicos muy semejantes a los de su voyeurismo. Su avidez por la lectura comienza en la biblioteca del Stuart High School, donde contempla fascinado los corredores llenos de libros y piensa: Que había aplicado su ojo a un diminuto orificio a través del cual tuvo un vislumbre [sic] del Universo y que si pudiera agran- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 398 14/04/00, 11:31 399 La mirada masoquista en El juego de las seducciones dar ese orificio, no sólo alcanzaría una percepción más clara y rica de todo lo que existe, sino que se convertiría en un sabio, un héroe y un santo [138]. Alejandro obviamente no alcanza su meta dado que el instinto del conocimiento es un proyecto netamente frustrante, de modo que su vida se torna en una larga búsqueda que culmina con una meditación narcisista, que es la narración autobiográfica que leemos. En su ensayo sobre Leonardo da Vinci, Freud concluye que el niño, al tratar de obtener los primeros conocimientos de las diferencias corporales, se frustra debido a su inmadurez intelectiva, lo cual causa la represión inicial del niño. Ante su fracaso, el niño puede experimentar tres posibles vicisitudes: en la primera, su curiosidad permanece inhibida por el resto de su vida, de modo que la intelectualidad no será parte de ésta. En el segundo caso, el instinto intelectivo es completamente sublimado, la líbido no es reprimida, sino encaminada a otra actividad. En el tercer caso, el intelecto resiste la represión, pero no logra liberarse de la asociación represiva del pensamiento y de la sexualidad. En este caso, dice Freud: Suppressed sexual activities of research return from the unconscious in the form of compulsive brooding, naturally in a distorted and unfree form, but sufficiently powerful to sexualize thinking itself and to colour intellectual operations with the pleasure and anxiety that belongs to sexual processes proper [citado por Moi, 201: La investigación de las actividades sexuales reprimidas retorna del inconsciente en forma de una reflexión compulsiva, naturalmente en una forma distorsionada y nada Volumen 3-2-Litocamargo.p65 399 14/04/00, 11:31 400 WILLY O . MUÑOZ libre, pero lo suficientemente poderosa para sexualizar el pensamiento mismo y colorear las operaciones intelectuales con el placer y la ansiedad que pertenecen al propio proceso sexual]. Alejandro pertenece al tercer caso ya que ni su mirada ni la búsqueda del conocimiento son actividades totalizantes, sino que el objeto de su deseo es inalcanzable. Lo que se aprehende es, en realidad, una imagen construida subjetivamente o, como dice Brooks, [...] the gaze subtended by desire produces the work of the imagination, and with it the possibility of error, the illusions of desire [89: la mirada delimitada por el deseo inicia el trabajo de la imaginación, y con ello la posibilidad de error, las ilusiones del deseo]. Precisamente, la diégesis de este texto no crea la ilusión de que los lectores leen la narración de eventos que acaban de suceder, sino la recolección que Alejandro hace de dichos eventos: el texto es “la reflexión compulsiva” de su vida pasada. El personaje mismo recalca una y otra vez que lo que relata es el resultado de los deleites de la memoria, de la imaginación y de sus lecturas (14, 32, 92); en suma, lo enunciado deviene una construcción imaginativa en cuya textura se nota la marca cultural falogocéntrica. Por ejemplo, la primera vez que Alejandro ve el cuerpo de Florencia bajo la ducha, la narración codifica no tanto la materialidad del cuerpo de la mujer, sino la imagen que Alejandro construye de ella, la cual constituye más que todo la desnaturalización de la mujer, su mitificación: Volumen 3-2-Litocamargo.p65 400 14/04/00, 11:31 401 La mirada masoquista en El juego de las seducciones En lugar de sentirse profano y avergonzado lo invadió una unción casi mística, un deseo de arrodillarse y besar, de palpar, más con la imaginación que con el tacto, aquel fruto que maduraba en medio de la plenitud. En Alejandro sólo hubo admiración y asombro, y si existió alguna debilidad física, ésta no se relacionó de ninguna manera con la vil caída, con el acto, sino con el intento de absorber a Florencia a través de los ojos, eternizarla en el instante más dichoso de su belleza y guardarla en su memoria para el resto de su vida [173]. Lo enunciado proviene de la memoria de Alejandro, es el pasado tamizado por su imaginación, rememoración cuya simbología revela la imagen, a menudo inalcanzable, que el patriarcado ha diseñado para reificar culturalmente a la mujer. En el pasaje que acabamos de citar, Alejandro goza más con la imagen que concibe de la mujer que con la posibilidad de consumar el acto sexual mismo. A través del texto, Alejandro escapa despavorido ante la inminencia del acto sexual, de modo que reemplaza el sexo por el placer escópico. Según Toril Moi, en esta clase de individuos, [...] the frustration of the early infantile explorations is repeated in endless brooding over problems that remain permanently unresolved: the orgasmic solution never comes [210: la frustración de las precoces exploraciones infantiles se repite en reflexiones interminables de problemas que quedan permanentemente sin resolver: la solución orgásmica nunca llega]. Alejandro generalmente huye antes que hacer el amor, de modo que el narrador concluye: Volumen 3-2-Litocamargo.p65 401 14/04/00, 11:31 402 WILLY O . MUÑOZ Cuando Alejandro perseguía, no alcanzaba, y cuando era perseguido, jamás era alcanzado, sin que en un caso o en otro, llegara a gozar de sus perseguidoras o perseguidas. Entre su cuerpo y los demás había una tela fina pero irrompible, en ocasiones elástica, que a la vez lo protegía, le proporcionaba atisbos y le servía de prisión [196]. Alejandro pospone el acto sexual porque es indiferente al deseo del Otro; no se preocupa por lo que el Otro quiere de él, no quiere nada porque no siente empatía 3. Slavoj Þiþek, que estudia a los personajes que postergan el acto sexual, señala: What we have here is a man who “wants nothing” because he simply lacks nothing: he is not “gnawed” by the enigma of the Other’s desire... Why not? There is only one answer possible: because he himself occupies the place of his object [244: lo que tenemos aquí es un hombre que “no quiere nada” porque simplemente no le falta nada dado que no es “roído” por el enigma del deseo del otro... ¿Por qué no? Hay sólo una respuesta posible: porque él mismo ocupa el lugar de su objeto244]. Las conclusiones de Þiþek son repetidas casi textualmente por Alejandro, quien rememora su comportamiento en Sidón como 3 Puesto que lo que se narra proviene del punto de vista de Alejandro, en ningún momento se codifica lo que quiere la mujer. Cuanto más se narra lo que Alejandro cree que la mujer quiere, como en el pasaje en el que Alejandro, fingiendo dormir, espía los movimientos de Xanat, la alumna campesina que cotidianamente limpia el cuarto del maestro: “Yo quizá ingenuamente interpretaba aquel comportamiento como una danza preparatoria que iba progresando hacia un desenlace que esperaba desde hacía mucho tiempo” (201). Volumen 3-2-Litocamargo.p65 402 14/04/00, 11:31 403 La mirada masoquista en El juego de las seducciones si fuera una representación teatral, en la que él hace el papel de un hombre vestido todo de negro: El papel que adopté ante el pueblo, de hombre frío y sarcástico, de impávido ante la miseria y el crimen, a raíz de los actos que cometí, se ha convertido en lo que soy: no puedo amar a nadie, no deseo nada, siento un desprecio definitivo por todos [51]. Y más tarde concluye narcisísticamente que él mismo es el objeto de su deseo: No quise entender que yo estaba solo, irremediablemente solo, como todos. Concebí al hombre –yo era el hombre– como una burbuja de energía que no necesitaba de amor u otros sentimientos blandengues pues contenía en sí –en mí– todas las posibilidades, incluso y sobre todo la del más alto amor, que es el amor propio. No era necesario, pues, salir de mí mismo para encontrarlo. Pensé –y todavía no puedo evitar la sospecha– que el saber individual es equivalente al universal y deduje, confirmé que el amor a sí mismo es la forma superior del amor a los demás [187]. Alejandro no concibe el amor propio como el primer paso hacia una relación con el Otro, sino como la meta misma. Por esta razón pospone el acto sexual y cuando es capaz de consumarlo, lo hace por primera vez con Francisca, la esposa del contrabandista encarcelado, quien ahora se gana la vida prostituyéndose. Las circunstancias de aquella experiencia sexual revelan una importante significación simbólica: después de embriagarse, Alejandro va en pos de Francisca, quien se encuentra en el granero haciendo dormir a sus hijos. “A dormir, mis pulgas, que Volumen 3-2-Litocamargo.p65 403 14/04/00, 11:31 404 WILLY O . MUÑOZ tengo que trabajar”, les dice, una frase que –según recuerda el personaje– “me trajo de cuerpo entero a mi madre” (225). Al identificar a la prostituta con su madre, Alejandro vicariamente hace el amor con ella. Francisca cubre a sus hijos para que no vean el acto sexual, lo cual, irónicamente, es lo opuesto de las acciones de Alejandro, quien precisamente hace un agujero en la pared del dormitorio de su madre para poder presenciar su actividad sexual (230-231). De lo anterior se deduce que si Alejandro permanece indiferente al deseo del Otro es porque el objeto de su deseo es alguien inalcanzable: su madre misma. Dice el narrador: Alejandro sentía que entre su madre y esa bestezuela sensible que era él había relaciones mucho más hondas e inefables que cualquiera otras; canales secretos, subterráneos construidos a dos manos, palabras en clave, gestos a deux, idiomas y recuerdos compartidos, virtudes ocultas, pecadillos incomprensibles y quizá inexistentes para los demás, pero que eran el fundamento último de sus vidas [215]. Alejandro finalmente puede satisfacer su atracción edípica cuando está enfermo, encubierto por la excusa de su fiebre. Él recuerda esa experiencia vívidamente, y narra el acto mismo con los verbos en un presente eterno: Me aferro al cuerpo de Judith que siento desnudo a mi lado. ¡Aprovecha! No son mis manos las que acarician su rostro, su cuello, sus senos, no son mis manos las que llegan a su cintura y se entierran en la carne. No soy yo el que la besa, disfrazando de ternura y terror lo que es deseo acumulado, tantos, tantos años Volumen 3-2-Litocamargo.p65 404 14/04/00, 11:31 405 La mirada masoquista en El juego de las seducciones de espera, sólo a ti te buscaba, por eso me era imposible ir más allá... [115]. Los psicólogos teorizan que en la formación de la identidad infantil, el niño o la niña se identifican con entidades externas a él, principalmente con los padres. Puesto que los niños se identifican tanto con la imagen del padre como con la de la madre, ellos entran o en una relación edípica negativa o en una positiva, dependiendo de cuál identificación es más fuerte; en todo caso, una de las identificaciones eclipsa a la otra, pero ambas identificaciones contribuyen a la formación del ego. Si todo va de acuerdo al plan cultural, la identificación más fuerte se ajustará al complejo de Edipo positivo para así formar lo que Freud llama el “ego ideal o el super-ego”. Según Kaja Silverman, el ego ideal representa “la cara” del padre que es amado y no temido: It articulates the ideal identity to which the ego aspires, and by which it constantly measures itself, but in relation to which it is always found wanting. It is the mirror in which the subject would like to see itself reflected, the repository of everything it admires [40: Articula la identidad ideal a la cual aspira el ego, y por la cual se mide constantemente a sí mismo, pero en relación a la cual se encuentra siempre insatisfecho. Es el espejo en el cual al sujeto le gustaría verse reflejado, es el depósito de todo lo que admira]. La persona con la que Alejandro se identifica, a quien más admira e imita, es su madre. Una lectura cuidadosa de la concepción que Alejandro tiene de su madre, revela que él parece no haber trascendido la etapa especular de su desarrollo, dado Volumen 3-2-Litocamargo.p65 405 14/04/00, 11:31 406 WILLY O . MUÑOZ que él simplemente deviene el reflejo de su madre, como lo trasunta el lenguaje de las metáforas especulares que utiliza. En el pasaje después de hacer el amor a su madre, él se pregunta: “Dónde encontrar la perfección que tú tienes, madre, las demás son copias infames y defectuosas, sólo se puede amar al que es semejante” [115-116]. En otro pasaje, también de una caracterización obviamente lacaniana, Alejandro concluye: “Yo, siguiendo la opaca imagen y semejanza de mi madre, sentía la necesidad de llegar al fondo de mis inquietudes” [232]. La especularidad de la vida de Alejandro se manifiesta también en grandes segmentos de sus vidas: él considera que su madre es perfecta y él mismo busca la perfección: “La vida, concluyó, si no se ocupaba en conseguir la perfección en todos los campos, no tenía sentido” [138]. Le copia también el hábito de la lectura: “comenzaba a leer. Repetía esa costumbre, ese vicioso y solitario deleite que nació de la imitación a mi madre” [32]. El protagonista de El juego de las seducciones, entonces, adolece de un masoquismo femenino, una forma de identificación con la madre, la cual es normal en las mujeres, pero que constituye una perversión en aquellos hombres que sienten un deseo por el padre, pero que se identifican con la madre (Silverman, 37-38). Según Silverman, Freud distingue tres clases de perversión masoquista: la erotogénica, la femenina y la moral. Sin embargo, una vez que se intenta estudiar estas tres clases de perversión por separado, sus diferencias comienzan a derrumbarse. Por ejemplo, el masoquismo erotogénico, definido como “el placer en el dolor”, está asociado a la fantasía de ser atado y castigado y al deseo de ser tratado como un niño travieso, comportamientos que también constituyen la base del masoquismo femenino, fundamento de la identificación de Alejandro. En la página dos- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 406 14/04/00, 11:31 407 La mirada masoquista en El juego de las seducciones cientos dieciséis, el narrador relata la relación sadomasoquista entre Judith, la madre, y Alejandro. Algunas veces, la madre exploraba la piel de sus hijos y con sus uñas extirpaba espinillas, puntos negros y “elefantes blancos”. Prosigue el narrador: César [el hermano mayor] evitaba tales sesiones de tortura, pero [...] para Alejandro estar en brazos de su madre, aunque fuese a costa de su lozanía [...] era quizás el mayor gozo del día. Alejandro explica la experiencia con estas palabras: “No es que no me duela, sino que me gusta tanto, que se me olvida el dolor”. Para comprobar el masoquismo de Alejandro, ella acerca un cigarrillo encendido a la tetilla de su hijo, lo quema y le pregunta: ¿Te duele? No. ¿Estás seguro? Completamente. Cuando ella retiró la brasa, sobre la piel descubrió un cráter en carne viva. ¿Viste cuánto te amo?, preguntó Alejandro. Eso no es amor, respondió, es masoquismo. En realidad, la estructura misma de la novela revela este masoquismo. Alejandro, como un niño perverso, vuelve a la casa materna para ser castigado por sus travesuras, por haber tratado de seducir a una niña, por hacer el amor con una prostituta. Por su parte, Theodor Reik sostiene que, en el fondo, el masoquista desea ser recompensado por su buen comportamiento. Sin embargo, el texto que narra las experiencias de un masoquista generalmente dramatiza los sufrimientos, las penas y las derrotas del sujeto que fantasea, con el expreso propósito de que la victoria final sea más gloriosa y subrepticiamente se posponga Volumen 3-2-Litocamargo.p65 407 14/04/00, 11:31 408 WILLY O . MUÑOZ el posible castigo. De ahí que Reik asocie todas las formas de masoquismo con el exhibicionismo y la manifestación de las emociones (citado por Silverman, 44 y 46). La rememoración novelada de sus sufrimientos, humillaciones y desgracias, en vez de sus triunfos y grandeza, forma parte del exhibicionismo masoquista de Alejandro. El suspenso, propone Reik, es la última característica asociada con el masoquismo moral, si bien parece que éste debe ocupar el centro de toda forma de masoquismo. Reik vincula el suspenso con la postergación de la consumación sexual: […] he connects (suspense) with uncertainty, dilatoriness, pleasurable and unpleasurable anticipation, apparent interminability, and –above all– excitation. Masochism exploits these themes in one way or another because it always seeks to prolong preparatory detail and ritual at the expense of climax or consummation. Since in moral masochism this implies the endless postponement of the moment at which suffering yields to rewards, and victory to defeat, suspense clearly works to elevate pain over pleasure, and so to further undermine the ego [46: él conecta (el suspenso) con la incertidumbre, la tardanza, la anticipación de lo agradable y lo desagradable, con aquello que aparentemente no tiene fin y –sobre todo– con la excitación. El masoquismo explota estos temas de una u otra manera porque siempre busca prolongar el detalle preparatorio y ritual a expensas del clímax o de la consumación. Ya que en el masoquismo moral esto implica el aplazamiento sin fin del momento en el cual el sufrimiento es seguido por la recompensa y la victoria por la derrota, el suspenso claramente trata de elevar el dolor sobre el placer y así socavar aún más el ego]. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 408 14/04/00, 11:31 409 La mirada masoquista en El juego de las seducciones Gilles Deleuze, por su parte, presupone que el masoquismo es exclusivamente una relación del hijo con la madre. En esta relación, el hijo trata de tomar el lugar del padre, robar su potencia y ejercer sus prerrogativas, funciones que están prohibidas por el superego, el cual proclama que el hijo puede ser como el padre, hacer todo lo que él hace, pero sin reemplazarlo en la posesión de su objeto sexual. El sentimiento de culpa y el miedo a la castración, llevan al masoquista a identificarse con la madre para así conseguir el amor del padre. Para evitar la nueva fuente de culpa y el miedo a la castración que provienen de su rol pasivo, el masoquista reemplaza el deseo de ser amado por el padre, por el deseo de ser maltratado, lo cual representa una forma aminorada de castigo. Pero, pregunta Deleuze, ¿por qué la madre es la que castiga y no el padre, como se espera? Esta situación sería una forma de conservar la primera etapa del desarrollo de la identidad en el que la madre era el objeto del deseo (50-51). En esta segunda etapa, el padre es completamente excluido y nulificado, sus poderes y privilegios negados, los cuales son asumidos por la madre, locus de la nueva ley. Sin embargo, el hijo no es realmente castigado, sino que éste paga por su semejanza con el padre, o como sostiene Deleuze: What the subject atones for is his resemblance to the father and the father’s likeness in him: the formula of masochism is the humiliated father. Hence the father is not so much the beater as the beaten [51: Lo que el sujeto expía es su parecido con el padre y la semejanza del padre en él: la fórmula del masoquismo es el padre humillado. Por lo tanto, el padre no es tanto el que castiga sino el castigado]. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 409 14/04/00, 11:31 410 WILLY O . MUÑOZ En el texto de Aguilera Garramuño, el padre de Alejandro está ya muerto y los hijos no lo conocen sino por los relatos que Jean, el primer pretendiente de la viuda, les hace de él. En vida, el padre era un hombre apuesto, de buena estatura; histriónico y excéntrico, infundía respeto y envidia. Era un intelectual que daba conferencias en diversas partes del mundo, lo cual hacía de él un padre ausente. Médico de profesión, daba la espalda a la sociedad para llevar su ciencia a los desposeídos. Tras su muerte, su esposa Judith repite especularmente las funciones del marido: ella es la que ahora da órdenes en la casa y representa la nueva ley; lee con avidez hasta llegar a ser una persona culta que aconseja y socorre a los necesitados; tampoco está exenta de un peculiar histrionismo y causa admiración y envidia entre sus coterráneos. En suma, Judith “asume un gesto de dignidad que recuerda fácilmente al Doctor” [19]. Entonces, la madre reemplaza al padre para dar lugar al escenario masoquista, que [...] proceeds from a twofold disavowal, a positive, idealizing disavowal of the mother (who is identified with the law), and an invalidating disavowal of the father (who is expelled from the symbolic order) [Deleuze, 60: procede de una doble negación, una positiva, la negación idealizada de la madre (quien se identifica con la ley), y la negación invalidada del padre (quien es eliminado del orden simbólico)]. Judith trasciende la etapa especular y pasa a la simbólica, posición que la faculta para escribir; inclusive insta a Alejandro a hacerlo, dado que la escritura, según ella, cumple una función purgativa. Judith recalca que, cuando tiene un problema, ella se sienta a escribir: Volumen 3-2-Litocamargo.p65 410 14/04/00, 11:31 411 La mirada masoquista en El juego de las seducciones Escribir –dijo Judith– es como caminar hacia atrás para repetir, más serenamente, desde un punto de vista superior, esos instantes en los que todo lo que durante tanto tiempo habíamos preparado se coagula y desencadena. El que escribe juega a corregir la vida y a rectificar errores [181]. La relación de Judith con Alejandro es compleja, y para entender la base psicológica de la caracterización de este personaje me baso en la teoría de Deleuze sobre la madre hetera, la madre edípica y la madre sádica. Según Deleuze, las heroínas de Masoco pertenecen a tres clases de mujeres: la primera es la mujer griega, la pagana, hetera, la Afrodita, la generadora del desorden. La vida de esta cortesana estaba dedicada al amor; vivía para el presente y triunfaba sobre el hombre, a pesar de que creía en la igualdad de los sexos. En el otro extremo se encuentra la mujer sádica, a quien le gusta infligir dolor, torturar a los otros, generalmente impelida por un hombre, quien puede llegar a victimizarla. Resulta evidente que ni la mujer hetera ni la sádica representan la mujer ideal para Masoco. En el medio se encuentra la madre de familia, quien participa de ambas caracterizaciones al oscilar como un péndulo entre ambos extremos, lo cual explica su severidad y su frialdad: The trinity of the masochistic dream is summed up in the words: cold-maternal-severe, icy-sentimental-cruel. These qualities point to the difference between the woman torturer and her “counterparts”, the hetaera and the sadist; their sensuality is replaced by her supersensuous sentimentality, their warmth and their fire by her icy coldness, their confusion by her rigorous order. [Deleuze, 45: La trinidad del sueño masoquista se resume en las Volumen 3-2-Litocamargo.p65 411 14/04/00, 11:31 412 WILLY O . MUÑOZ palabras: fría-maternal-severa, helada-sentimental-cruel. Estas cualidades indican la diferencia entre la mujer torturadora y sus “compañeras”, la hetera y la sádica; su sensualidad es reemplazada por su sentimentalismo supersensual, su calidez y su fuego por su frialdad gélida, su confusión por su orden riguroso]. En El juego de las seducciones Judith está caracterizada como la madre oral, la posición intermedia, especialmente después de quedar viuda: su comportamiento con los numerosos pretendientes que tiene revela que ella sustituye la sensualidad por la frialdad. Por esta razón, en ningún momento se menciona el amor o los sentimientos que ella tiene por sus pretendientes; al contrario, parece indiferente a los sentimientos que suscita en otros. Por ejemplo, cuando Alejandro retorna de Sidón y le confiesa a su madre que está loco, su frialdad materna no se altera: “La expresión serena e inteligente de Judith no ha variado” (14), señala la voz narrativa; y cuando éste llora, dice Alejandro, “ni siquiera mis lágrimas silenciosas logran conmoverla. En lugar de suscitar compasión hurgan su orgullo” (14). Asimismo, su indiferencia permanece inmutable ante la reacción que causa como locutora de la Radio Sinaí, cuando su voz perturba a los hombres del pueblo, quienes sufren una especie de enamoramiento colectivo al escuchar la lectura de los anuncios radiales, textos que a ellos les parecen ser “cantos de sirena” (189). Alejandro cree que su madre se está divirtiendo a costa del pueblo con su papel de diva radiofónica, pero luego constata que “su madre estaba viviendo aquello con seriedad y entrega, sin intentar ni por un momento reírse de los demás” (190), ejerciendo el papel de amante indiferente de todo un pueblo y madre de los necesitados de esa sociedad. No es que la madre oral ideal renuncie a sus sen- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 412 14/04/00, 11:31 413 La mirada masoquista en El juego de las seducciones timientos, sino que se trata más bien de la negación de la sensualidad, del triunfo de la frialdad y del sentimentalismo. Entre el pueblo enamorado quedan algunos pretendientes asiduos, como el teniente e Israel, quienes después de sus primeras desavenencias terminan jugando ajedrez mientras esperan que Judith regrese de la emisora o de realizar sus actos de caridad. Como madre hetera, Judith no sólo domina a los hombres, sino que ejerce un poder magnético entre todas las gentes que la conocen, sean mendigos, alcohólicos, maniáticos u oportunistas. La caracterización de que Judith puede hacerlo todo se funda en el concepto masoquista de que: Femininity is posited as lacking in nothing and placed alongside a virility suspended in disavowal [Deleuze, 59: a la feminidad no le falta nada y es colocada al lado de una virilidad suspendida en la negación]. En contraposición, los pretendientes de Judith son concebidos caricaturescamente: Alejandro describe a Israel –el pretendiente que finalmente Judith escoge como esposo, como padre sustituto para sus hijos– como “un niño de cuarenta años” (52), como “esa cosa que es ahora el esposo de mi madre” (74), alguien que se cree sabio pero que no puede ni conseguir trabajo y anda tras de Judith, por toda la casa, como un duende. Esta asimetría del poder forma parte de la fantasía masoquista, en la que las funciones del padre son transferidas a la imagen de las tres madres, especialmente a la buena madre oral, para cancelar definitivamente al padre y establecer la supremacía de la madre. Según Deleuze, Volumen 3-2-Litocamargo.p65 413 14/04/00, 11:31 414 WILLY O . MUÑOZ There is a disavowal of the mother by magnifying her (“symbollically the mother lacks nothing”) and a corresponding disavowal of the father by degrading him (“the father is nothing”, in other words he is deprived of all symbolic function) [56: Hay una negación de la madre al magnificarla (“simbólicamente a la madre no le falta nada”) y una negación correspondiente del padre al degradarlo (“el padre es una nada”, en otras palabras, él es privado de toda función simbólica]. Para codificar la supremacía de la madre se recurre al lenguaje de los mitos, discurso esencial del masoquista; de ahí la caracterización de Judith como la sirena del pueblo. Si bien en la fantasía masoquista la imagen del padre es abolida definitivamente, Alejandro tiene que rivalizar con una serie de posibles padres –los pretendientes de su madre–, que a veces son todo un pueblo. Para lograr su independencia, abandona la casa, como un Edipo moderno, y toma un trabajo como profesor en Sidón. Después de un tiempo de ausencia vuelve a la casa materna, retorna humillado para someterse nuevamente a la dinámica incestuosa familiar, para enfrentarse con su complejo de Edipo todavía no superado. Según Mulvey, Alejandro fracasa en su viaje puesto que su retorno lo vincula nuevamente con una serie de relaciones familiares que le están vedadas: The hero recognises by leaving home that to “become the father” he must avoid his own Oedipal set-up, which invites rivalry and desire, but particularly rivalry with the father. If the journey then represents escape into exogamous kinship relations, kinship and possession bring back a memory of Oedipal rivalry. With its Oedipal twist, the repressed returns [180-181: Al dejar el hogar, Volumen 3-2-Litocamargo.p65 414 14/04/00, 11:31 415 La mirada masoquista en El juego de las seducciones el héroe reconoce que para “convertirse en el padre”, él debe evitar su propio complejo de Edipo, lo cual trae rivalidad y deseo, pero particularmente la rivalidad con el padre. Si el viaje representa un escape hacia relaciones de parentesco exógenas, el parentesco y la posesión recuerdan la rivalidad edípica. Con este giro edípico, regresa lo reprimido]. Precisamente, para Alejandro el retorno representa revivir su complejo de Edipo, encarar nuevamente las relaciones incestuosas que le están prohibidas. El incesto es una actividad constante en esta familia: empieza con el padre, quien supuestamente se casa con Judith después de haberla raptado cuando ella era apenas una niña (34), relación que bien puede considerarse como la del padre con su hija. Alejandro y su hermana Angélica tienen una relación incestuosa desde pequeños, pues con el pretexto de consolarse de sus penas ellos “hacían calor”: Vamos a hacer calor significaba acostarse juntos, acurrucados, pecho contra espalda, formando un garabato y así permanecer inmóviles... No se hablaban. Simplemente se ceñían con fuerza. Ingenuamente y asexuadamente. Era una forma fácil y animal de ser feliz [215-216]. Cuando Alejandro retorna a la casa, él piensa: “Angélica presiente mi llegada. Alejo, ¿vamos a hacer calor?, asomará, asoma a la puerta de su habitación” (9). El tiempo verbal utilizado prefigura el determinismo del futuro acoso incestuoso. César también batalla sus propios deseos incestuosos por su hermana; y, claro, se tiene el tema principal del texto: la relación incestuosa de madre e hijo. El pasaje que narra el encuentro sexual entre Ale- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 415 14/04/00, 11:31 416 WILLY O . MUÑOZ jandro y su madre termina de la siguiente manera: “Amanece. Un nicho vacío testimonia, aún cálido, que su cuerpo estuvo aquí” (116). La falta de una expresa codificación de la unión sexual incestuosa resulta en la ambigüedad: no se puede aclarar del todo si Judith pasa toda la noche al lado del hijo enfermo o si durante ese tiempo participa voluntariamente en la consumación del incesto. Sí quedan claros los consejos de Judith a su hijo. Como consecuencia de sus cavilaciones, Alejandro concluye: […] lo siniestro no residía en las cosas sino en las relaciones viciadas que los hombres establecen entre ellas y con ellas. Judith dijo que la monstruosidad era parte integrante de todos los seres humanos; que todos somos morbosos, destructivos, salaces en nuestra más recóndita intimidad. Que yo no debía avergonzarme de nada [183]. Según Alejandro, “la vergüenza es un sentimiento que no tiene refugio en esta casa” (186). Puesto que la vergüenza ha sido desterrada, los miembros de esta familia mitigan el horror del incesto, ignoran las diferencias y soslayan las prohibiciones consanguíneas4. El retorno a la casa prefigura ya el incesto con la 4 René Girard sugiere que el incesto cometido por Edipo en Tebas es una forma de violencia que destruye las diferencias familiares: “Incest is also a form of violence, an extreme form, and it plays in consequence an extreme role in the destruction of differences. It destroys that other crucial family distinction, that between the mother and her children. Between patricide and incest, the violent abolition of all family differences is achieved. The process that links violence to the loss of distinctions will naturally perceive incest and patricide as its ultimate goal. No possibility of difference then remains; no aspect of life is immune from the onslaught of violence” (citado por De Lauretis, 120: El incesto es también una forma de violencia, una forma extrema, y en consecuencia juega un rol extremo en la destrucción de las diferencias. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 416 14/04/00, 11:31 417 La mirada masoquista en El juego de las seducciones madre, dado que la casa desde los tiempos antiguos ha sido asociada no sólo con el aspecto femenino, sino también con el cuerpo humano, especialmente con sus orificios (Cirlot, 146). El mismo Alejandro considera que su inactividad y encierro en su habitación tras su retorno es como habitar en el cuerpo materno, o sea que constituye el retorno a su origen: He vivido en medio de un blanco total. Un blanco negro e incomprensible. Un enorme hueco en el infinito. Una especie de útero a través del cual he visto las estrellas. Un no-espacio [75]5. La vuelta al útero representaría una muerte simbólica, puesto que, como dice Bergler, la madre oral, con su ideal de frialdad, de solicitud materna, es también portadora de la muerte (citado por Deleuze, 49). Si bien en la fantasía masoquista el padre es expulsado definitivamente del orden simbólico, él todavía continúa actuando en el orden de lo real o de la experiencia. Según Lacan, hay una ley fundamental, [...] according to which an object which has been abolished on the symbolic plane resurges in “the real” in a hallucinatory Destruye esa otra crucial distinción familiar, la de la madre con sus hijos. Entre el parricidio y el incesto, se logra la violenta abolición de todas las diferencias familiares. El proceso que une la violencia a la pérdida de distinciones percibirá naturalmente el incesto como su meta. Entonces no queda ninguna posibilidad de diferencia; ningún aspecto de la vida es inmune a la embestida de la violencia). 5 La descripción oximorónica que Aguilera Garramuño hace del útero nos recuerda la caracterización que Luisa Valenzuela hace de él en Cambio de armas: “Un oscuro, inalcanzable fondo de ella, el aquí-lugar, el sitio de una interioridad donde está encerrado todo lo que ella sabe sin querer saberlo” (129). Volumen 3-2-Litocamargo.p65 417 14/04/00, 11:31 418 WILLY O . MUÑOZ form [citado por Deleuze, 56: de acuerdo con la cual un objeto que ha sido abolido en el plano simbólico resurge en una forma alucinatoria en el plano “real”]. Por otra parte, Reik sostiene que en el escenario masoquista la torturadora esencialmente representa al padre y que la imagen de la madre es la del padre camuflado (citado por Deleuze, 57). Recordemos también que cuando el masoquista es castigado, lo que se castiga es su semejanza con el padre, la posibilidad de su retorno. Si bien en El juego de las seducciones Alejandro se identifica con la madre y el padre ya está muerto, el deseo por el padre nunca es superado –¿se viste de negro por algo inconfesable o por un tardío y tozudo duelo por la muerte de su padre? (47)–, ya que en la fantasía masoquista el padre representa la esperanza de un renacimiento, la proyección de un hombre nuevo, o como dice Janine Chasseguet-Smirgel el masoquista “wants to create a new kind of reality and to dethrone God the Father” (citado por Silverman, 35: quiere crear un nuevo tipo de realidad para destronar al Padre Dios). Por consiguiente, It is not a child but the father that is beaten. The masochist thus liberates himself in preparation for a rebirth in which the father will have no part [Deleuze, 58: No es el hijo sino el padre quien es castigado. De ese modo el masoquista se libera a sí mismo preparándose para un renacimiento en el cual el padre no tendrá parte]. El hecho de que el padre resurge en lo “real” en forma de alucinaciones corresponde en este texto a la rememoración biográfica del personaje, a su memoria e imaginación, una especie de Volumen 3-2-Litocamargo.p65 418 14/04/00, 11:31 419 La mirada masoquista en El juego de las seducciones soñar despierto, al que hay que añadir los sueños de Alejandro, en los que generalmente vuela. Según Cirlot, Flying implies raising oneself and is therefore closely connected with the symbolism of level, not only in connection with moral values but also with the notion of superiority applied to other qualities, such as power or strength [104: el volar implica elevarse uno mismo y por consiguiente está estrechamente relacionado con el simbolismo de nivel, no sólo en relación a los valores morales pero también con la noción de superioridad aplicada a otras cualidades, tales como el poder o la fuerza]. La supuesta superioridad de Alejandro motiva su deseo de perfección, estado que lo aliena de los otros; en Sidón, por ejemplo, él dice que quería “demostrarles mi indiferencia, mi arrogante superioridad” (166). Aunque se cree superior a los demás, él todavía no puede trascender el escenario masoquista puesto que se halla atrapado en las redes de su complejo de Edipo. Por una parte, es incapaz de sustituir al padre, a quien recuerda como: Un monumento vivo ante cuya imponencia y soberbia se humillaban no sólo enfermeras, sirvientes y animales, sino la entera sociedad bogotana que veía en él la encarnación de la ciencia y el paradigma de la elegancia [17]6 . 6 Aguilera Garramuño toma a su propio padre como referente literario del padre en la ficción. En la vida real, para ellos su padre “fue una figura mítica” (Foltz, 235). Esta caracterización del padre corresponde al lenguaje mítico empleado para referirse al complejo de Edipo. Volumen 3-2-Litocamargo.p65 419 14/04/00, 11:31 420 WILLY O . MUÑOZ Alejandro sólo puede sustituir la figura del padre al denigrar a los pretendientes de su madre, al sentirse superior ante sus posibles futuros padres. Efraím mismo, el director de la escuela en Sidón, representa otra figura de la autoridad paterna y, en consecuencia, es progresivamente feminizado en la recolección de Alejandro. La novela termina cuando Alejandro huye de Sidón, un amanecer –que implica un renacimiento en el sentido que representa el inicio de su vida futura–, instancia en la que a su paso contempla la perfecta simetría de una rosa, símbolo sexualizado en este caso. Dicha contemplación lo lleva a asociar a la mujer con la naturaleza, herencia cultural de origen patriarcal que relaciona binariamente al hombre con la cultura y a la mujer con la naturaleza. Alejandro piensa, en un pasaje que presagia la unión incestuosa, “Yo podría internarme y desaparecer en la rosa. O en la selva. Ella abría sus pétalos amplios [...]. Me interné en la espesura. La carne tibia del día” (235). Al llegar al arroyo donde se bañaba, se identifica con una hoja que lanza a la corriente: De esa hoja dependía mi vida. La vi avanzar sosegada... encallar un instante al lado de otras hojas y luego continuar su rumbo. Cuando la hoja llegara a su remanso yo podría emprender el retorno a casa [236]. Pero el comienzo de su nueva vida, como vimos a través de este estudio, no representa en realidad un renacimiento sino una vuelta al hogar, territorio lleno de escollos, de miedos, deseos y prohibiciones. En realidad el texto no llega a resolución alguna, pues nunca termina, ya que el primer capítulo no es más que la continua- Volumen 3-2-Litocamargo.p65 420 14/04/00, 11:31 421 La mirada masoquista en El juego de las seducciones ción del último, circularidad que metafóricamente representa el laberinto edípico en el que se halla atrapado. Diegéticamente, el texto no concibe un desarrollo ulterior ni provee una salida, sino que la acción desemboca en una estasis. Siguiendo a los textos posmodernos en los que la memoria genera la acción, en El juego de las seducciones “el llegar al grado cero no es el final, sino el comienzo: la memoria como tabula rasa no es la muerte, sino el renacimiento de nuevas posibilidades” (Nigro, 32). Como la historia de Edipo, estructuralmente el texto de Aguilera también posee dos códigos narrativos, dado que lo enunciado contiene un material transicional que no puede ser unificado en un solo sistema narrativo. El código proairético es el código de la acción, por cuyo medio se narran los eventos cronológicamente, siguiendo una secuencia de causa y efecto, que en el texto de Aguilera comienza cuando el protagonista retorna a su casa, en el presente. En cambio, la hermenéutica es el código de la inquisición, el que contiene el enigma del comportamiento del protagonista, el que formula las preguntas y pospone la respuesta hasta el momento de la solución, creando así el suspenso. Mientras que el código proairético funciona en un solo nivel temporal, el hermenéutico se revierte hacia el pasado y contiene dos niveles temporales, los que en el texto que analizamos corresponden al hecho de que Alejandro, desde el presente, rememora e imagina su vida pasada. Los aspectos temporales de este texto se hallan entretejidos de modo que tanto el presente como el pasado son presentados simultáneamente. De ahí que El juego de las seducciones sea un texto híbrido (Mulvey, 179). Las tensiones temporales opuestas contribuyen asimismo a la parálisis de la acción. Si bien el texto mismo no tiene una resolución, su trascendencia debe quizá buscarse en su referente extratextual, en Volumen 3-2-Litocamargo.p65 421 14/04/00, 11:31 422 WILLY O . MUÑOZ su fundamento autobiográfico, una de las características de la producción literaria de Marco Tulio Aguilera Garramuño: en la entrevista que David A. Foltz le hace, el escritor confiesa que tanto la figura del padre como de la madre de esta novela corresponden a las de sus padres (235). A Ruiz Granados le aclara que “El juego de las seducciones recupera las experiencias de mi adolescencia” (31). De igual manera, su novela Mujeres amadas trata a grandes rasgos de sus experiencias de mujeriego en la Universidad de Kansas y de cómo llega a México “siguiendo a una mujer” (Foltz, 233). El escritor reconoce que “gran parte de lo que yo escribo parte de mis experiencias personales, pero mis experiencias personales son potenciadas por la imaginación” (Foltz, 241). La ficción le sirve a Aguilera Garramuño como un espejo en el cual mirarse; su literatura es el producto del regodeo con sus propios fantasmas. Afirma Jorge Ruffinelli: Creo ver en esta tendencia de Aguilera Garramuño una intención de rebeldía egocéntrica, la voluntad rabiosa y empecinada por cultivar sus propias obsesiones despojado de la preocupación ‘social’ que aqueja a otros narradores de su generación [49]. Este crítico califica de “placer narcisista” (49) el hecho de que Aguilera Garramuño ficcionalice su propio teatro interior, definición que caracteriza perfectamente al personaje de la novela que analizamos. En esta época posmodernista, donde la ilogicidad, el delirio, la crítica de los valores, la tecnología misma socaban el fundamento de la cultura, algunos escritores se refugian en la materialidad de su propia autobiografía, en un desesperado afán por asirse a algo concreto. Esta sensación de vacío lleva a Roberto Volumen 3-2-Litocamargo.p65 422 14/04/00, 11:31 423 La mirada masoquista en El juego de las seducciones Ramos-Perea a concluir: “No se había perdido todo, me quedaba yo”, y luego se pregunta: “¿Síntoma de la cultura del narcisismo como lo llamaría Lasch? No lo sé” (25). Aguilera Garramuño también se contenta con simplemente revisar –ver nuevamente– su propia vida. Pero, lo peculiar de Aguilera Garramuño es que sus personajes son insolentes, irreverentes, mordaces y generalmente cultos, cuyas búsquedas son narradas por una prosa limpia, a veces poética e intelectual, donde se mezclan la reflexión, el juego, la vulgaridad y la desfachatez, con una sutil ironía. Sin embargo, cabe preguntar, qué hay detrás de su intento autobiográfico, qué deseo se esconde tras el significado de la narración, preguntas formuladas inicialmente por Hayden White sobre la escritura de la historia y citada con énfasis añadido por De Lauretis: What wish is enacted, what desire is gratified, by the fantasy that real events are properly presented when they can be shown to display the formal coherence of a story [129: Qué deseo es representado, qué deseo es gratificado, por la fantasía que los eventos reales son adecuadamente presentados cuando se puede demostrar que exhiben la coherencia formal de un relato129]. No es el propósito de este trabajo establecer la conexión entre la realidad y la ficción, pero sí recalcar la recurrencia obsesiva del tema erótico en la literatura de Garramuño, inclusive como crítico literario. La reseña que José Cardona-López escribe sobre Los grandes y los pequeños amores empieza con esta oración: “La labor creativa de Aguilera Garramuño se ha orientado hacia la escritura de textos que gravitan alrededo0r del erotismo” (52). Volumen 3-2-Litocamargo.p65 423 14/04/00, 11:31 424 WILLY O . MUÑOZ Al responder a una pregunta de María Luisa Hernández de si rebasó el límite y entró dentro del campo de la pornografía en textos como Mujeres amadas y Cuentos para después de hacer el amor, Aguilera Garramuño dice que su idea básica en esos textos “fue nombrar lo innombrable haciéndolo doméstico y disfrutable: algo así como pornografía doméstica” (82). No cabe duda de que uno de los propósitos de Aguilera Garramuño es familiarizar a los lectores con lo erótico para que le pierdan el miedo al tabú de la sexualidad, una meta laudable, sin duda. Sin embargo, inicialmente se nota en la literatura garramuñiana una fuerte misoginia, especialmente en El juego de las seducciones y en Cuentos para después de hacer el amor. Sin embargo, en Mujeres amadas se nota ya una búsqueda por comprender a la mujer, una conciencia de que ella no es sólo el objeto del deseo masculino, sino que ella misma es un sujeto deseante y pensante. No cabe duda de que la literatura de Garramuño le ha servido al autor para comprender mejor el alma del ser humano, la relación entre la mujer y el hombre, ya que en su última producción se nota el equilibrio entre la misoginia patriarcal y la posición de la mujer que busca liberarse de las limitaciones impuestas por la sociedad, a pesar de que todavía prevalece el punto de vista masculino. El juego de las seducciones, que considero su mejor novela, representa el primer paso de este viaje literario de conocimiento, travesía que empieza con la posición misógina de un adolescente mal adaptado. El mismo Aguilera Garramuño reconoce que sus obras forman una secuencia: El caso es que voy entendiendo sobre la marcha que mis obras no viven aisladas, sino que se relacionan como dentro de un sistema, que tal vez podría intentar definirse bajo la divisa “hacia la Volumen 3-2-Litocamargo.p65 424 14/04/00, 11:31 425 La mirada masoquista en El juego de las seducciones comprensión (o incomprensión) cada vez más plena del ser humano” o “hacia un intento de entender y explicar la relación amorosa” [Ruiz Granados, 30]. La literatura de Garramuño, por lo tanto, va desde un narcisismo enfermizo hasta el intento de relacionarse con el otro eróticamente. Obras de referencia Aguilera Garramuño, Marco Tulio. El juego de las seducciones. México: Leega Literaria, 1989. ———. Mujeres amadas. Bogotá: Plaza & Janés, 1991. ———. “Humor, erotismo y lenguaje en tres cuentistas hispanoamericanos”. La palabra y el hombre, 92, 1994, 178-84. ———. Cuentos para después de hacer el amor. 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