multi-2014-05-09.

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Letrillas
El deber de no olvidar
Entre más violentas sean las relaciones
humanas, mucho más violentas serán las
formas de dominación y viceversa
Casa Damasco, Soto Antaki, Maruan. Alfaguara, México, 2013.
¿Por qué existe el mal? ¿Cómo comprender la crueldad?
Cuando intentamos explicar los actos humanos se abre un abismo de incertidumbres
en torno al mal. Es cierto que se puede explicar desde varios acercamientos: religioso,
psicológico, ético, fisiológico o social, sin embargo, siempre prevalece esa grieta
irracional que nos coloca como testigos de lo indecible. Es decir, al confrontar al ‘otro’
se revela lo que el ser humano es capaz de realizar. Frente al dolor producido arbitraria y
violentamente a un sujeto, muchas veces tendemos (como observadores) a resistirnos a
intervenir, por no entender o no saber cómo actuar. Disimulamos o volvemos la cara por
miedo a nuestro propio tormento. Sin embargo, el dolor ajeno se vuelve contra nosotros
mismos. Estamos ante un quiebre de sentido del mundo que nos hace impotentes, nos
hunde en la desesperación, en la angustia de nuestras propias limitantes.
Es evidente que el mal existe, es entonces cuando nos preguntamos: ¿Qué tanto somos
responsables del mal ajeno? ¿Dónde se genera? ¿Es inherente al ser o se asimila culturalmente? Son preguntas que sólo llegan a respuestas parciales, lo cierto es que implica una
condición de la realidad con la que tenemos que lidiar a cada instante desde varias perspectivas. Si ubicamos al mal como característica propia de lo humano, tiene que estar referido
en contraste con un determinado ‘bien’.1 Sabemos que, en un constructo ético, deben
distinguirse actos de preferencia, jerarquías de valores que impliquen los paradigmas del
1 Cfr. Navarro Zamora, p. 121.
Núm. 18, may-ago. 2014, pp. 185-193
SILVIA HAMUI SUTTON
‘deber ser’. Con el libre albedrío se elige ser bueno o malo, es decir, hacer uso de la
voluntad y la libertad dentro de los límites establecidos culturalmente.
La lectura de Casa Damasco, de Maruan Soto Antaki provoca estos cuestionamientos y reflexiones. El libro que tenemos entre nuestras manos muestra los
márgenes entre la libertad y la alienación. Desde los personajes principales se
pueden observar distintas posturas ante el mal, ante las relaciones humanas e
inhumanas, víctimas y victimarios -que a su vez se convierten en víctimas-; en
fin, actitudes que se fragmentan en circunstancias, en las que el bien de unos es
el mal de otros, pues todo bien o mal siempre está en referencia a algo o a alguien.
Al adentrarnos en la novela, Maruan Soto penetra en la vida de Wissam
y Jahed. La primera, de origen mexicano con títulos universitarios y trabajos
científicos, que enfrenta un primer detonador de acción: viajar a Siria para poner
en orden los trámites testamentarios de su madre después de su muerte, hecho
que va a cambiar su destino y su perspectiva del mundo. Sabemos que todo viaje
implica simbólicamente una búsqueda de identidad y, en este sentido, una transformación interna. Cuando el personaje vive en Siria, las circunstancias la orillan
a tomar decisiones, a elegir entre ser cómplice de la crueldad o responsabilizarse
del amor. Al llegar a Damasco conoce a Jahed, un policía secreto (Mukhabarat)
del régimen represor que está encargado de vigilar al prójimo: eran “Ciudadanos
al parecer comunes, de todas las vertientes del Islam, que recibían un pago del
Estado para informar de cualquier cosa que veían o escuchaban en la calle, en
escuelas, en sus casas. Una estructura que fue común con el uso de 'colaboradores' en otros sistemas dictatoriales a través del tiempo.”2
Simultáneamente, conforme se involucra en la relación sentimental con
Jahed, Wissam empieza a comprender la estructura del sistema, en la que la
delación es la práctica más común de la sociedad. Las miradas, en este sentido,
no son inocentes, sino que están cargadas de peligro, de desconfianza y miedo.
Hanna Arendt aborda aspectos humanos en torno a los regímenes de censura:
Allí donde las relaciones han sido destruidas, se suprime toda posibilidad de un
autocercioramiento con ayuda de los otros hombres, por eso, bajo condiciones
totalitarias no sólo es prácticamente imposible actuar en concierto, sino que,
además, pensar y juzgar con realismo es casi inútil y poco sensato, o sea,
2 Soto Antaki, p. 20.
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EL DEBER DE NO OLVIDAR
Algunos de mis amigos en Damasco parecen pertenecer a esta red, al
Mukhabarat. De tanto en tanto alguno desaparece por trabajo, y a su regreso,
nadie pregunta nada. En casa de Jehad, en la sala, hay cuatro fotos enmarcadas:
Hafez, Bassil, Bashar y Maher.4
Ante ello, nos preguntamos: ¿Qué sucede cuando el mal trasciende al
individuo?, es decir, más allá de las decisiones personales, ¿Cuándo se institucionaliza y se convierte en el ‘bien’ del sistema? La maldad que existe en la
plataforma estructural delimita a los oprimidos y a los opresores: en ambos
casos son objetos de la normatividad del régimen. Por ello, las acciones no
son meramente subjetivas sino también constitutivo, la misma Arendt, al
reflexionar en torno al totalitarismo, menciona:
Es el mal visto como poder en una sociedad y las acciones que se desencadenan
en ella van encaminadas a fortalecer su poder y permanencia. Las formas de
manifestarse pueden ser a falta de solidaridad, el abuso de poder, la ambición de
posesiones materiales y económicas; esto lleva a generar estructuras opresoras
o situaciones de injusticia extrema que pueden llevar a una gran mayoría de
personas a condiciones de vida infrahumana, y en ocasiones a la extinción de
3 Heuer, p. 94.
4 Soto Antaki, p. 34.
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Sin embargo, en el proceso de enamoramiento de la mexicana con el
policía sirio, la cotidianidad y la intersubjetividad envuelven a los personajes
entre gestos, actitudes e impresiones que logran, en este transcurrir diegético,
imponerse al contexto.
Es pertinente detenerse en este punto para plantear la estrategia narrativa
del autor, en el que se adentra en el fluir psíquico del personaje femenino
a partir de breves capítulos intercalados, narrados en primera persona, que
muestran la evolución de Wissam. En estos pasajes se aterrizan los juicios de
valor, las condiciones circunstanciales y su sentir afectivo con el alawita. Se
da cuenta, por ejemplo, de uno de los choques de acción más relevante de la
novela: el inconveniente ideológico de enamorarse de un victimario.
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humanamente irrealizable. Todas las posibilidades humanas de orientarse
desaparecen con la pérdida de relaciones.3
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su sustantividad humana. Se generan redes o sociedades de poder cuyo único
objetivo es buscar la permanencia de sus ideas como principios reguladores de
esa realidad social.5
La realidad social, por tanto, queda alienada a unos cuantos: el mal se
instaura como principio objetivo. El ser humano lo hace posible desde la
plataforma de sus estructuras, de tal manera que el sujeto se ubica en segundo
plano, se torna irrelevante y su función es cumplir con el engranaje del sistema.
Sin embargo, nos preguntamos ante ello: ¿Dónde queda el libre albedrío?
¿Dónde radica la posibilidad de ‘ser’ del sujeto? ¿Su libertad? Es claro que las
disyuntivas entre lo propio y lo ajeno, lo social y lo individual, el ustedes y el
nosotros, la aceptación y el rechazo se ponen en juego.6 Ser libre, desde esta
perspectiva, es cernirse o no al poder implementado por la autoridad. En esta
disyuntiva radica la ética del sentido común.
En la novela, Wissam hace uso de su voluntad libre para enfrentar las
diferencias y los inconvenientes del nuevo contexto, cargado de prejuicios
culturales: desde la concepción desigual de derechos entre la mujer y el
hombre, las relaciones entre musulmanes y cristianos -griegos ortodoxos-,
(antecedentes de Wissam), o la noción de los sirios del bien y del mal ante la
mirada occidental. Observamos cómo Wissam reestructura sus jerarquías de
valores, se ve a sí misma como el ‘otro’ diferente obligada a tomar posturas
ideológicas reflejadas en sus actos:
Ni un solo vestido o camisa que vino de México se colgó adentro [en el
guardarropa vacío], para cada cambio, Wissam abrió su maleta. Maleta, cuerpo,
lavadora, el olor a viejo no impregnaría su ropa. El temor de transformarse en
quien guardaba ahí sus vestidos.7
Para ella cada acción implica una consecuencia: desde definir su pertenencia
identitaria en torno a su familia, hasta reformular sus valores afectivos frente
a un panorama incierto y amenazante que desaprueba. Aquí nos preguntamos
5 Navarro Zamora, p. 146.
6 Zubiri menciona que frente a este poderío actualizado del mundo se mueven las fronteras de
la libertad de cada cual “esta voluntad puede declararse conforme o disconforme con el
mundo en que vive; conforme o disconforme, tanto con el espíritu del bien como con el
espíritu del mal”. (apud. Navarro Zamora, p. 147).
7 Soto Antaki, p. 36.
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¿Cómo han de comprenderse de nuevo los fenómenos políticos como la libertad,
el poder, la ley o la paz desde la plataforma de las relaciones interhumanas?
Arendt los define desde la perspectiva de lo “entre-los-seres-humanos” y no
[…] desde la oposición entre Estado y el individuo o entre valores abstractos y
actores concretos.9
Para Wissam, Jahed es un ser concreto y distinto de otros, valora su individualidad, intenta desligar su deseo y sentimiento de la política, de la injusticia,
de las condiciones circunstanciales por las que se ven arrastrados en ese
contexto de guerra. La misma Arendt menciona que:
Mediante la acción y el discurso, los hombres muestran quiénes son, revelan
activamente su única y personal identidad y hacen su aparición en el mundo
humano… El descubrimiento de ‘quién’ en contradicción al ‘qué’ es alguien –
8 Soto Antaki, p. 45.
9 Heuer, p. 96.
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¿Por qué mantuvo su relación amorosa con Jahed si estaba contra sus ideas,
actividades políticas y prácticas religiosas? ¿Cómo justificar esa complicidad?
Ella intuía desde el principio sobre las operaciones violentas de su novio, no
obstante cerró los ojos, privilegió sus cualidades inmediatas: el tono de su voz
al recitar un poema, la mirada protectora y seductora, su cuerpo y sus manos,
la delicadeza de las sensaciones: “Continuaron caminando, Wissam y Jahed
avanzando en paralelo, sin tocarse, dándose la mano acercando la punta de
sus dedos.”8
La respuesta está en lo que no se dice, en los silencios cargados de sentido,
en esos huecos que inexplicablemente nos hacen actuar sin explicación, más
allá de la razón. Estos abismos atañen a todo ser humano, nos hunde en el
sin-sentido de dejarse llevar por lo desconocido, por ello, estas sensaciones se
universalizan a toda condición humana.
Así, el mal se diluye entre sombras, entre el bálsamo que produce la incertidumbre. Nos damos cuenta entonces que ninguna propiedad es absoluta, es
decir, la vida misma es plural y se construye en la medida en que se generan
las relaciones humanas recíprocas, en el plano igualitario. Para Arendt, el ser
humano se rescata por las relaciones inter-humanas, por el contacto entre un
sujeto y otro:
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EL DEBER DE NO OLVIDAR
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sus cualidades, dotes, talentos y defectos que exhibe u oculta [a voluntad]- está
implícito en todo lo que ese alguien dice y hace [pero que se escapa a su control
y, por tanto, no está a su soberana disposición.10
Sin embargo, al analizar la evolución de Jahed y penetrar en sus actos y
pensamientos, nos damos cuenta que, más allá de la mirada que construye
Wissam de él, es un ser torturado por sus propia maldad. Frente a Wissam, es
sensible y tierno, mientras que en su trabajo, es cruel y sanguinario. En este
punto, es cuando nosotros los lectores nos enfrentamos también a juicios de
valor y re-planteamos nuestras jerarquías. Sabemos que un individuo no sólo
se cataloga entre el ‘blanco y el negro’, entre ser bueno o malo, justo o injusto,
culpable o inocente, pues es un ser complejo determinado, en parte, por las
circunstancias. Así, podemos observar que es capaz de mantener una relación
inter-humana, en palabras de Arendt; pero por otro lado, nos preguntamos:
¿se puede justificar la tortura y la deshumanización de un ser hacia otro en otra
situación?, ¿es el miedo al sistema suficiente causa para entender al victimario?,
¿el amor redime al destructor? Al considerar al personaje a nivel individual, las
dicotomías no son suficientes.
Volviendo a la temática del mal, sabemos que implica límites fluctuantes
que desplazan las nociones éticas (que lo distinguen del bien). Navarro Zamora
menciona que: “El mal como problema humano no queda en esa mera respectividad de sentido, sino que el hombre lo padece y lo llega a hacer suyo como
forma de vida”11 Es entonces cuando se pierde la objetividad y se relativiza la
conciencia del otro.
En la medida en que la sociedad convierte a los individuos en espías, se
destruye el capital humano y, por tanto, la confianza y reafirmación de uno
frente al ‘otro’. Jahed, el personaje principal, actúa en un mundo de traiciones
en el que se rompe la posibilidad de empatía con el desconocido. La ausencia
de relaciones y la indiferencia ante el dolor ajeno, además de intervenir directamente en las atrocidades humanas lo perfilan como un ser solitario, imposibilitando los vínculos con su sociedad circundante. Su elección, más bien,
apoya y contribuye con los depredadores que mantienen el control y el poder.
En los Orígenes del totalitarismo, Arendt expresa que:
10 Arendt, La condición humana, p. 203.
11 Navarro Zamora, p. 149.
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Jahed es parte de la tiranía del sistema, se deja llevar por el determinismo
que acarrea los comportamientos impuestos. Está inmerso en la corrupción que
otorga poder, como menciona el narrador: “Entregar sobornos era mucho más
fácil y discreto. Jahed conocía bien la historia y la mecánica, en cierta forma,
Wissam se beneficiaba de ello.”13 Jahed es una pieza más del sistema, pero
¿dónde queda el libre albedrío? ¿cómo desprenderse de sí mismo para no caer en
la barbarie más violenta?, ¿es la palabra herramienta suficiente para el perdón?....
Habría que preguntarle a la víctima…. La escena de la novela es aterradora:
Una enfermera cristiana fue crucificada por Jehad y Abd al Hamid, un aprendiz
de veinte años puesto a su cargo, alawita también. La dejaron atada toda una
tarde, solo la bajarían si su cuerpo se traicionaba a sí mismo y lograba defecarse
encima. Ella debía estar limpia y su cuerpo vacío para cumplir la amenaza de
violarla sin tocarle el sexo. Dos cajetillas de cigarros fueron apagadas en su
cuerpo antes que eso sucediera; tampoco le hicieron preguntas.14
¿Cómo un ser humano es capaz de destruir(se) al eliminar al otro? Jehad
se comportaba voluntaria e intencionalmente con malicia, no por obtener
información o beneficio, sino por el hecho de ejercer y anteponer su poder,
su soberbia, por encima del sentido común, en donde radica la moral. Navarro
explica que “La malicia es intrínseca a la voluntad […] mi voluntad es ponerme
en condición de apoderamiento del mal; es la instalación del mal como poder.”15
Entonces no se exculpa al sujeto atribuyéndole el mal al sistema, siempre
hay un acto de volición en el momento de torturar al otro. En realidad, no
alcanzamos a explicarnos la maldad: personas que establecen relaciones
perversas y que arrastran a otros a actos de malicia. Sabemos que una vez
aceptado el acto, se convierte en maldad propia. Jahed produce dolor en el otro
12 Arendt, Los orígenes del totalitarismo, p. 704.
13 Soto Antaki, p. 54.
14 Soto Antaki, p. 159.
15 Navarro Zamora, p. 142.
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Lo que prepara a los hombres para la dominación totalitaria en el mundo no
totalitario es el hecho de que la soledad… se ha convertido en una experiencia
cotidiana de crecientes masas de nuestro siglo. El proceso implacable por el que
el totalitarismo impulsa y organiza a las masas parece como un escape suicida
a esta realidad.12
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EL DEBER DE NO OLVIDAR
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más allá del sistema: es una relación directa entre víctima y victimario, hay un
juego psicológico que tiene que ver con las miradas, con el cuerpo y el miedo.
Según Neiman, “el pensamiento queda paralizado, pues los medios de la
civilización se ven tan desamparados para enfrentarse al evento como lo fueron
para prevenirlo.”16 Los que provocan arbitraria e intencionalmente la muerte
abren un abismo entre ellos y el resto de la humanidad. Lo que horroriza es
que se abra la posibilidad de lo que nunca esperábamos ver. Lo cierto es que los
seres humanos han mostrado una capacidad para la crueldad que las palabras
no alcanzan a expresar.
Lo que ocurría dentro de Jahed era una reacción primitiva, autoprotección
animal que está distante del pensamiento, el instinto de conservación que le
impide a uno reflexionar sobre lo que ejecuta, porque cuando lo hace, cuando
las acciones más brutales son pensadas desde el terreno de lo humano, no hay
roble que aguante de pie por mucho tiempo.17
De esta manera, nos envolvemos en cuestionamientos entre el perdón y el
olvido, entre la responsabilidad que el ser humano tiene frente a sus semejantes
y la inercia del determinismo; la voluntad o la apatía. El libro Casa Damasco
es una denuncia que reclama una reacción ante la dignidad humana, ante la
deshumanización e intolerancia.
Para finalizar, el narrador se pregunta en un intento por justificar o redimir
a su personaje femenino: “¿Qué amor es tan fuerte para permanecer al lado
del verdugo?”18 Wissam es víctima, pero al mismo tiempo es cómplice, que se
mueve por compasión hacia el prójimo. El narrador menciona:
Se perdona al amado, se ama para perdonar. El desprecio a Jehad se sumó a lo
que sucedía en las entrañas de Wissam, se había impregnado en su memoria.
Lo amó aún más desde ese momento, porque sin hacerlo, al escucharlo se hacía
cómplice. Su sentimiento obedecía más a la protección propia que a otra cosa.19
Así, la novela nos mueve a pensarnos ante el ‘otro’ y ante nosotros mismos.
Cada historia es única, cada sujeto a nuestro alrededor tendría que tener
16 Neiman, p. 328.
17 Soto Antaki, p. 155.
18 Soto Antaki, p. 161.
19 Soto Antaki, p. 164.
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Silvia Hamui Sutton
Referencias
ਈਈ Arendt, Hanna (1988). La condición humana. Barcelona: Paidós.
ਈਈ______ (1999). Los orígenes del totalitarismo, III. Totalitarismo. Madrid: Alianza.
ਈਈ Estrada Saavedra, Marco (Ed. y trad.) (2003). Pensando y actuando en el mundo.
Ensayos críticos sobre la obra de Hannah Arendt. México: UAM/Plaza y Valdez.
ਈਈ Heuer, Wolfang (2013). “Interhumanidad: el nuevo papel del sujeto en la teoría
política” en Estrada Saavedra, Marco, Pensando y actuando en el mundo. Navarro
Zamora, Andrés (comp.) (2013). El problema del mal. Un desafío para la persona
humana. México: Universidad Iberoamericana.
ਈਈ Navarro Zamora, Andrés (comp.) (2013). El problema del mal. Un desafío para la
persona humana. México: Universidad Iberoamericana.
ਈਈ Neiman, Susan (2012) El mal en el pensamiento moderno. Una historia no convencional de la filosofía. México: FCE.
ਈਈ Soto Antaki, Maruan (2013) Casa Damasco. México: Alfaguara.
20 Arendt, ¿Qué es la política? pp. 117-118.
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un nombre y un apellido, ¿cómo insertar en nuestra historia la historia del
vencido? El otro es parte de uno mismo, el sujeto tiene sentido en la medida
en que se completa con ese otro. Concluyo citando de nuevo a Arendt: “Si
es aniquilado un pueblo o un estado o un determinado grupo de gente…, no
muere únicamente un pueblo, un estado o mucha gente, sino una parte del
mundo… Por eso, la aniquilación no lo es solamente del mundo sino que afecta
también al aniquilador.”20
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