STC RECUSACION MANDO DIRECTO.

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RCDMO 40/13
GUARDIA CIVIL JOSÉ.
-----------------------------------TRIBUNAL MILITAR TERRITORIAL PRIMERO
ILMO. SR. AUDITOR PRESIDENTE
Coronel Auditor
D. Gonzalo Zamorano Cabo (Ponente)
En Madrid, a nueve de
abril de dos mil catorce, el
Tribunal Militar Territorial
Primero, compuesto por
los Señores Relacionados
al margen se indica, dicta,
EN NOMBRE DE SU
MAJESTAD EL REY, la
siguiente
SR. VOCAL TOGADO
Comandante Auditor
D. Vicente Palazuelos García.
SR. VOCAL MILITAR
Comandante de la Guardia Civil
D. Carlos Caro Teller
----------------------------------
SENTENCIA
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO.- Mediante escrito presentado en tiempo y forma, el Guardia
Civil D. JOSÉ, destinado en el Puesto Principal de la Guardia Civil de Requena
(Valencia) , interpuso Recurso Contencioso-Disciplinario Militar Ordinario contra la
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sanción de pérdida de dos días de haberes, impuesta al mismo, con fecha 7 de abril
de 2013, por el Sr. Coronel Jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Valencia,
como autor de la falta leve de “desconsideración o incorrección con los
superiores”, tipificada en el epígrafe 1 del artículo 9 de la Ley Orgánica 12/2007 de 22
de octubre, de Régimen Disciplinario de la Guardia Civil (En adelante LORDGC), y
contra el acto resolutorio y desestimatorio del recurso de alzada previsto en el
apartados 1 del artículo 74 de dicha Ley, dictado, con fecha 7 de junio de 2013 por el
Excmo. Sr. General Jefe de la VI Zona de Valencia de la Guardia Civil.
SEGUNDO.- Admitido a trámite dicho escrito e incoado el procedimiento,
se reclamó el expediente disciplinario, dándose traslado del mismo al recurrente para
formular la demanda, lo que efectuó (folios 129 a 142) solicitando la revocación de tales
actos administrativos por estimar que la sanción impuesta lo había sido con vulneración
del principio de imparcialidad; nulidad de la resolución sancionadora por haber añadido
un documento ya obrante en el expediente disciplinario pero con un nuevo contenido,
prescindiéndose del procedimiento legalmente establecido; indefensión motivada por no
haber sido incorporado al expediente sancionador el informe por el que se propone la
exclusión de la productividad funcional y vulneración del derecho a la libertad de
expresión.
TERCERO.- Efectuado el traslado de las actuaciones al Abogado del
Estado, contesta éste a la demanda solicitando su desestimación.
Por auto de fecha 19 de diciembre de 2013 se dictó auto inadmitiendo el
recibimiento del pleito a prueba, por considerar que la prueba solicitada por el
demandante implicaba una valoración jurídica que habría de ser valorada en el
momento procesal oportuno que no era la fase probatoria. Fue evacuado por la
Abogacía del Estado escrito de conclusiones sucintas, ratificándose en su petición
originaria, no habiéndose cumplimentado dicho trámite por el demandante.
CUARTO.- No habiendo solicitado las partes la celebración de vista y no
siendo ésta necesaria a juicio del Tribunal, por providencia de cinco de marzo de 2014,
se señaló para votación y fallo el día que se fijase por la Secretaría del Tribunal,
habiéndose señalado, mediante diligencia de fecha 6 del citado mes y año, las 10:00
2
horas del día de hoy, celebrándose dicho acto con el resultado que a continuación se
expresa.
QUINTO.- A la vista de las pruebas practicadas y documentos obrantes en el
expediente, se declaran expresamente como HECHOS PROBADOS los siguientes:
1) La sanción de pérdida de dos días de haberes con suspensión de
funciones, impuesta al recurrente, lo fue por el Sr. Coronel Jefe de la
Comandancia de la Guardia Civil de Valencia, el día 12 de noviembre de
2008 como autor de la falta leve de ““desconsideración o incorrección
con los superiores”, tipificada en el apartado 1 del artículo 9 de la
LORDGC, con base en los hechos siguientes:
2) Los hechos que motivaron dicha sanción y que resultan de la resolución
sancionadora, así como del Expediente Disciplinario por falta leve
núm.06L000012/13, son los siguientes:
El Guardia Civil D. José presentó en el Registro de Entrada del Puesto
Principal de Requena (Valencia) el día 25 de enero de 2013 escrito de
alegaciones, de fecha 17 de enero de 2013 (f. 19 y 20), en relación con la
puesta de manifiesto al mismo de la sección quinta del informe personal de
calificación (IPECGUCI) confeccionado por el Sargento Jefe del Área de
Prevención del citado Puesto. En el referido escrito el demandante
efectuaba una serie de manifestaciones hacia la persona del calificador
tales como: “ Es parecer de esta parte que la actitud del calificador
responde a intereses alejados del objetivo de la evaluación que le ha sido
encomendada, en clara infracción de lo dispuesto en el artículo 36 de las
citadas Reales Ordenanzas: Obrará con la mayor reflexión, justicia y
equidad en la elaboración de los informes personales, así como en los
procesos de evaluación en los que participe, así como contraviniendo los
principios de objetividad, integridad, neutralidad, responsabilidad,
imparcialidad, ejemplaridad, eficacia y honradez y promoción del entorno
cultural y medioambiental que el artículo 5 de la misma norma impone a
todo militar en su actuación, como servidor público que es”.
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SEXTO.- El Tribunal ha llegado a la convicción de que los hechos probados
relevantes para dictar Sentencia son los que antes han quedado transcritos en base a
la consideración y valoración de los siguientes medios de prueba: el expediente
administrativo-sancionador y la propia demanda.
FUNDAMENTOS LEGALES
PRIMERO.- El primero de los motivos al que anuda el demandante su
pretensión de anulación del acto sancionador se refiere a la falta de imparcialidad del
instructor del expediente sancionador por incurrir en él la causa prevista en el artículo
53.10 de la Ley Orgánica 12/2007 (tener a las órdenes directas a cualesquiera de los
inculpados o perjudicados). El demandante promovió la recusación del Instructor del
expediente por tal motivo en base a que la Orden General núm. 1 de 13 de enero de
2000 atribuye a los Oficiales adjuntos funciones de vigilancia e impulso de los servicios
por lo que, el citado Oficial transmitía a todos los componentes de la Compañía las
órdenes de la superioridad así como, en ocasiones, sus propias órdenes. Además el
Teniente Instructor era el llamado a sustituir al Capitán de la Compañía durante las
ausencias de éste y compara el presente supuesto con el que fue objeto de la
Sentencia de la Sala V de lo Militar, de 20 de diciembre de 2012, solicitando la
anulación del nombramiento del instructor y, por tanto, todos los actos posteriores del
expediente.
Parece evidente que el instructor de un procedimiento disciplinario sancionador
ha de encontrarse en una posición de imparcialidad objetiva respecto de la decisión que
ha de adoptar en el mismo, al igual que la autoridad que ha de resolver el recurso
contra dicha decisión, dada la especial proyección que en dicho ámbito debe tener la
garantía de imparcialidad (STS Sala V de 04-07-2011). Tal exigencia de ecuanimidad
puede verse cuestionada por el hecho de tener dicho instructor al encartado a sus
órdenes directas. De ahí la causa de abstención y, en su caso, de recusación, prevista
en el apartado 10 del artículo 53 de la Ley Procesal Militar, de aplicación supletoria al
procedimiento sancionador en el ámbito de la Guardia Civil, por imperativo de lo
dispuesto en la Disposición Adicional Primera de la Ley Orgánica 12/2007 de 22 de
octubre del Régimen Disciplinario de la Guardia Civil.
También es cierto que en el apartado 5º de la Orden General núm. 1 de 13 de
enero de 2000, sobre organización, estructura y funcionamiento de las Compañías se
prevé, como competencias de los Jefes Adjuntos de las mismas: “ auxiliar al Jefe de la
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Compañía en la planificación, coordinación, ejecución, impulso y vigilancia de los
servicios de su demarcación en la forma en que les sea encomendada. Si existe un solo
Jefe Adjunto ejercerá sus cometidos de apoyo al Jefe en la totalidad de la Compañía.”
Asimismo, asiste la razón al recurrente en su cita de la Sentencia de la Sala V
del Tribunal Supremo de fecha 20 de diciembre de 2012 que estimó la concurrencia de
la causa de recusación 10ª del artículo 53 de la Ley Procesal Militar, al haber actuado
un Oficial Adjunto como instructor de procedimiento sancionador seguido a un Sargento
Comandante de Puesto por considerar que el citado Oficial auxiliaba al Jefe de la
Compañía en la ejecución, impulso y vigilancia de los servicios, cometido para el que
resultaba necesario un contacto directo entre él y los distintos Comandantes de los
distintos Puestos de la Compañía, concurriendo pues la circunstancia de estar a las
órdenes directas al Sargento Comandante de uno de ellos.
No es esta, en cambio, la situación en que se encontraba el recurrente respecto
del Oficial Adjunto instructor del expediente disciplinario que se le instruía dado que, en
este caso, el Guardia Civil D. José no tenía la condición de Comandante Jefe de uno de
los Puestos dependientes de la Compañía, en concreto, en el de Requena, sino que,
tenía como superior inmediato al Sargento Jefe del Área de Prevención de la
Delincuencia y al Teniente Comandante del Puesto Principal de Requena, que era de
quienes recibía órdenes de modo directo, pero no del Oficial Instructor del expediente
sancionador, el cual era un mando de la cadena ordinaria de mando del recurrente pero
no su mando directo e inmediato, que es la exigencia de la causa de abstención
alegada. Por ello, ninguna tacha ha de ponerse al acto de nombramiento del instructor
del procedimiento sancionador y, en consecuencia debe esta Sala concluir que en el
caso presente no se ha vulnerado el derecho de imparcialidad alegado.
SEGUNDO.- Otro de los motivos en que fundamenta el recurrente la nulidad de
la resolución sancionadora radica, según afirma, en el hecho de haber añadido un
documento ya obrante en el expediente disciplinario pero con un nuevo contenido,
prescindiéndose del procedimiento legalmente establecido.
Mediante acuerdo de fecha 2 de marzo de 2013 (f. 61), el Instructor acordó la
incorporación al expediente sancionador, de la copia compulsada de las páginas 1 y 6
del IPECGUCI del Guardia Civil D. José correspondientes al período 21.12.2011 a
20.12.2012, constando al folio 62 de los autos la mencionada copia que aparece
compulsada en su anverso, siendo el resultado de “Positiva” y a cuyo reverso se
observa el apartado “Orientaciones dadas al calificado” sin anotación alguna.
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En las alegaciones que, con motivo de la unión del documento, efectuó el
recurrente (f.86) señalaba cómo el calificador había incumplido su obligación de
orientarle a cerca de las calificaciones negativas y, por tanto, él no podría conocer los
motivos de la calificación y, en consecuencia, la calificación negativa no le serviría para
mejorar sus cualidades y capacidades policiales y militares, considerando infringido el
deber de objetividad del artículo 36 RROO y los principios aplicables al caso de entre
los contenidos en el art. 5 de la misma norma.
Cuando el instructor recibió el IPECGUCI del Guardia Civil José se percató de
que en el apartado “orientaciones dadas al calificado” no constaba extremo alguno,
indicando que ello fue debido a un error involuntario (f.90). También observó que la
página del IPECGUCI en que se anotaba dicho concepto no estaba compulsada
solicitando, mediante acuerdo de 27 de marzo de 2013, nueva documental pública en la
que figurase la compulsa de las dos páginas recibidas. Por acuerdo de fecha 28 de
marzo el instructor acordó unir al procedimiento la nueva copia compulsada del citado
informe personal de calificación del recurrente en el cual aparecía ahora cumplimentado
el apartado relativo a las orientaciones dadas al calificado, lo que, a juicio del
recurrente, supone acordar un nuevo período de prueba, amén de un delito de
falsificación de documento oficial motivo por el que el recurrente formuló una querella
criminal.
El planteamiento del recurrente, con cita del art. 50 de la LORDGC, considerando
que el período probatorio había finalizado al haber dado vista al interesado para que
formulase las alegaciones que, a su derecho conviniera, da a entender que en el
procedimiento sancionador por falta leve regulado en la citada Ley Orgánica está sujeto
a unos trámites delimitados en cuanto a su sucesión procedimental, opinión que no
comparte esta Sala por cuanto que en el artículo 50 de la LORDGC efectivamente se
prevé que de la prueba practicada y de las demás actuaciones que conformen el
procedimiento se dará vista al interesado para que, en el plazo de cinco días, formule
sus alegaciones, pero ello no aparece sujeto a plazos o períodos determinados y,
aunque lo lógico es que el instructor de vista de la prueba y actuaciones cuando haya
finalizado su práctica, nada impide, primero que el instructor acuerde de oficio la
práctica de cualquier diligencia o diligencia probatoria antes de dictar resolución si ello
resulta necesario a tal fin. El impulso de oficio del procedimiento aparece recogido en el
artículo 45.1 de la LORDGC, como también la potestad de acordar la práctica de
pruebas de oficio (art. 46.1 LORDGC). Lo que el instructor deberá respetar, en todo
caso es la prevención contenida en el art. 50.4 de la LORDGC relativo a dar vista de la
prueba o actuaciones practicadas al interesado a fin de que éste pueda alegar lo que
tenga por conveniente, a fin de evitar cualquier indefensión.
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En el supuesto que nos ocupa resulta evidente, además, que el calificador que
cumplimenta, tiempo después de cuando debió hacerlo, el campo relativo a las
orientaciones dadas al calificado, no está cumpliendo otra cosa que la obligación que le
impone el apartado 3.5.2 de la Orden de 28 de mayo de 1997 por la que se establece el
modelo de Informe Personal de Calificación para el Cuerpo de la Guardia Civil
(IPECGUCI) y se aprueban las normas para su cumplimentación que señala: “ En
«Orientaciones dadas al calificado», deberán figurar obligatoriamente las
correspondientes a las calificaciones negativas de los conceptos antes señalados y,
potestativamente, las que se refieran a las positivas”. Es evidente que en informe
personal de calificación constaban tres anotaciones negativas en los campos 1.1.a)
“Actitud ante el servicio”, 1.2.a) “Disciplina” y 2.4 “Físicas”, motivo por el que el
calificador debió rellenar el campo de las orientaciones dadas al calificado, previa
exposición de las mismas y, es evidente que, al menos, no lo reflejó documentalmente
cuando notificó al recurrente el resultado del IPECGUCI, más ello no puede ser motivo
para estimar la nulidad del procedimiento sancionador, con independencia de la posible
responsabilidad en que el calificador - no el instructor -pudiera haber incurrido de
haberlo plasmado en el documento posteriormente, o de no haber efectuado
materialmente la orientación al calificado el día 2 de diciembre de 2013 cuando se lo
notificó al mismo, lo que, no es objeto de debate en el presente recurso.
No procede pues, estimar la solicitud de declarar la nulidad de todo el expediente
sancionador puesto que, de un lado, no se estima la concurrencia de la causa de
nulidad de pleno derecho contemplada en el artículo 62.1.e de la Ley 30/1992, de 26 de
noviembre, pues no cabe duda de que no se ha prescindido total y absolutamente del
procedimiento legalmente establecido como hemos señalado y, menos aún se aprecia
algún tipo de indefensión material, es decir, la concurrencia de un perjuicio real y
efectivo en las posibilidades de defensa (STS Sala 5ª de 13 de abril de 2012), tal y
como exige el Tribunal Constitucional. Así en su reciente Sentencia 42/2011 de 11 de
abril señala: “este Tribunal ha desestimado reiteradamente la identificación entre
defecto o irregularidad procesal e indefensión, pues no toda infracción procesal es
causante de la vulneración del derecho recogido en el art. 24.1 CE, sino que sólo
alcanza tal relevancia aquélla que, por anular las posibilidades de alegación, defensa y
prueba cause una verdadera y real situación de indefensión material”. (En el mismo
sentido las SSTC de 31.01.2005, 16.04.2007 y 06.06.2011) y, en el caso que nos ocupa
es evidente que tal indefensión no se produjo desde el momento en que, tras la práctica
de la prueba de oficio acordada por el instructor, se dio traslado de la misma al
interesado el cual formuló alegaciones sobre la misma, por todo lo cual procede la
desestimación del motivo alegado.
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TERCERO .- Alega también el recurrente que el hecho de que no haya sido
incorporado al expediente el supuesto informe en el que se propuso su exclusión de la
productividad funcional, le ha causado indefensión al desconocer las argumentaciones
contenidas en dicha propuesta de exclusión.
Obra unido al expediente sancionador un correo electrónico de
V.CMD.VALENCIA-PLM.OGE con destino a V.CIA.RUQUENA-REGISTRO en el que se
ha constar: “ Se significa que citado componente fue excluido de la productividad
funcional F1 en el mes de Diciembre/2011, a propuesta de sus superiores”.
En las alegaciones al acuerdo de inicio del expediente sancionador el Guardia
Civil D. José formuló solicitud relativa a que se uniera al procedimiento certificación de
las nóminas en las que el recurrente había sido retribuido con el complemento de
productividad funcional entre los meses comprendidos entre diciembre de 2011 y
diciembre de 2012 (f., admitiéndose su práctica por acuerdo del instructor de fecha 2 de
marzo de 2013 (f.45), uniéndose el listado de conceptos de cobro del recurrente
durante los años 2011 y 2012 (f.56 y 57) . La queja recogida ahora en la demanda, fue
ya esgrimida ante el instructor del expediente sancionador al formular alegaciones en el
mismo (f.85) sin que solicitara del instructor la unión del citado informe en ningún
momento ni en ese escrito de alegaciones de fecha 22 de marzo de 2013, ni tampoco
en el que hizo posteriormente, el día 5 de abril siguiente, ni en el de siete de mayo de
2013 donde incide nuevamente en la indefensión que le causa el hecho de que no se
haya unido al expediente el mencionado informe, cuya unión nunca había interesado,
como tampoco había sido acordado de oficio por el instructor ante la queja de
indefensión del expedientado, por lo que, difícilmente puede estimarse algún tipo de
indefensión material, concretada en un perjuicio real y efectivo en las posibilidades de
defensa (STS Sala 5ª de 13 de abril de 2012) conforme exige el Tribunal Constitucional
en las sentencias citadas en el fundamento precedente. Así pues, no habiendo mediado
solicitud formal por el recurrente para que se uniera al expediente otra cosa que la
“certificación de las nóminas en las que el recurrente había sido retribuido con el
complemento de productividad funcional entre los meses comprendidos entre diciembre
de 2011 y diciembre de 2012”, y habiéndose admitido y practicado dicha prueba por el
instructor, no puede ser apreciada la indefensión alegada.
CUARTO.- Finalmente, el recurrente aduce vulneración de su derecho
fundamental a la libertad de expresión del artículo 20.1 de nuestra Constitución. El
debate se centra, pues, en determinar si las manifestaciones consignadas en el escrito
origen del presente recurso están amparadas por el derecho a la libre expresión de
pensamientos, ideas y opiniones que consagra el artículo 20.1.a) de la Constitución
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Española, o si por el contrario dichas expresiones exceden los límites que, en el
ejercicio de dicho derecho, deben observar los miembros de la Guardia Civil, a tenor del
propio artículo 20.4 del texto constitucional y de los preceptos pertinentes de la Ley
orgánica 11/2007, de Derechos y Deberes de los Miembros de la Guardia Civil, y de la
propia Ley orgánica 12/2007, de Régimen Disciplinario de la Guardia Civil.
Es cierto que los Guardias Civiles, como ciudadanos, son titulares del derecho a
la libre expresión de pensamientos, ideas y opiniones y, también lo es, que como
militares, condición que ostentan en cuanto miembros de un Instituto de naturaleza
militar, están sujetos en el ejercicio de este derecho a específicos límites que no afectan
a los demás ciudadanos, derivados de la necesidad de tutelar valores esenciales
inherentes a esa naturaleza militar del Cuerpo, que resultan imprescindibles para que
éste cumpla eficazmente las misiones que legalmente tiene atribuidas.
Están sometidos, pues, al igual que los miembros de las Fuerzas Armadas, a un
estatuto jurídico especial que se caracteriza, entre otras cosas, por limitar el ejercicio de
determinadas libertades públicas y de ciertos derechos fundamentales, entre ellos, y
señaladamente, la libertad de expresión. Sujeción que se debe, por lo demás, lo que
constituye como veremos más adelante uno de los fundamentos de la misma, a la
exclusiva voluntad de quienes por propia iniciativa y sin acto alguno de conscripción o
imposición de prestación personal obligatoria ingresan en la Guardia Civil y en las
Fuerzas Armadas, como recuerdan el Tribunal Europeo de Derechos Humanos
(STEDH 1 de julio de 1997, caso Kalaç contra Turquía) y el Tribunal Supremo (SSTS
Sala Quinta de 14 de septiembre de 2009, 5 de mayo de 2011 y 17 de diciembre de
2012).
Por otra parte, es evidente que la libertad de expresión no es un derecho
ilimitado, como el artículo 20.4 de la Constitución pone de manifiesto al decir que tiene
sus límites, entre otras cosas, en los preceptos de las leyes que lo desarrollen. Normas
que, en nuestro caso, se encuentran recogidos en las leyes orgánicas de Derechos y
Deberes de los miembros de la Guardia Civil y de Régimen Disciplinario del Cuerpo.
Se ha dicho ya que las limitaciones específicas que el ordenamiento impone a la
libertad de expresión de los miembros de la Guardia Civil derivan de la necesidad de
tutelar valores imprescindibles para que éste cumpla eficazmente las misiones que
legalmente tiene atribuidas.
I) Dichos valores de disciplina, jerarquía y unidad interna son comunes en gran
parte a los predicables de las Fuerzas Armadas y derivan de la naturaleza militar del
Instituto de la Guardia Civil, sólidamente asentada en el ordenamiento jurídico, desde la
entrada en vigor de la Ley orgánica 2/1986, de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad
(artículos 9 y 13). Tras la cual confirman esa concepción militar del Cuerpo la Ley
9
42/1999, de Régimen de personal del Cuerpo (artículo 2); la Ley orgánica 5/2005, de la
Defensa Nacional (artículo 21); la Ley orgánica 11/2007, de derechos y deberes de los
miembros del Cuerpo (art.1) y la Ley 39/2007, de la Carrera Militar (artículo 4.2).
Tendencia que culmina, a fecha de hoy, con las Reales Ordenanzas para las Fuerzas
Armadas, cuyo artículo 2.2, tras su reforma por Real Decreto 1437/2010, dispone que
“dada su naturaleza militar y la condición militar de sus miembros”, las Reales
Ordenanzas serán de aplicación a todos los miembros de la Guardia Civil, excepto
cuando contradigan o se opongan a lo previsto en su legislación específica.
Por otra parte, la cuestión es pacífica en la doctrina del Tribunal Constitucional y
en la jurisprudencia del Tribunal Supremo.
La primera estima, partiendo de los arts. 8 y 104 de la Constitución Española,
que a la hora de regular la Guardia Civil el legislador ha elegido una vía consistente en
no incluirla entre las Fuerzas Armadas, sino entre las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad,
pero con un régimen estatutario peculiar derivado de su definición como Instituto
armado de naturaleza militar. Se ejercita así una opción, entre otras posibles, dejada
por el constituyente a la libre disponibilidad del legislador postconstitucional. Por ello, al
contrario de lo que ocurre en el caso del Cuerpo Nacional de Policía, la naturaleza
militar que ha atribuido al Cuerpo el legislador por voluntad constitucionalmente
permitida, aunque sin duda derogable y modificable, incluye a tal Instituto armado en el
ámbito castrense al que se refiere el artículo 117.5 de la Constitución (SSTC 194/1989,
44/1991, 106/1992, 1/1995 y 161/1995. ATC 4/2004).
En la jurisprudencia del Tribunal Supremo, el mismo criterio es uniforme desde la
sentencia del Pleno de la Sala Quinta de 16 de abril de 2009 en la doctrina de la Sala
de lo Militar interpretativa del artículo 7 bis del Código Penal Militar, como puede verse
en posteriores SSTS de dicha Sala de 20 de abril, 8, 12 y 27 de mayo y 16 y 30 de junio
de 2009; 5 de mayo de 2010; 27 de abril de 2011 y 19 de enero, 29 de mayo y 5 de julio
de 2012, entre otras. También en las sentencias de Sala de Conflictos de Jurisdicción
de 16 y 23 de junio de 2009 y en las de la Sala de lo Contencioso Administrativo de 13
de febrero y 17 de noviembre de 2012, que declaran la legalidad del Real Decreto
1437/2010 antes citado.
II) En el Derecho positivo, por su parte, esos valores justificativos de una mayor
restricción de la libertad de expresión se encuentran expresamente proclamados y
afirmados como característicos del régimen jurídico de la Guardia Civil. Al menos en los
siguientes preceptos:
a) En el artículo 6.1, regla 7ª, de la Ley orgánica 9/20011, de derechos y deberes
de miembros de las Fuerzas Armadas, que establece como regla básica del
comportamiento del militar la de adecuar su comportamiento profesional, en
10
cumplimiento de sus obligaciones militares, a las características de las Fuerzas
Armadas de disciplina, jerarquía y unidad, indispensables para conseguir la máxima
eficacia en su acción, norma que es de aplicación a la Guardia Civil en virtud de la
expresa remisión que a ella hace el artículo 4.2 de la Ley 39/2007, de la Carrera Militar.
b) En los artículos 7 a 9 de las Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas,
que definen las características de disciplina, jerarquía y unidad en términos aplicables a
la Guardia Civil, como dispone el artículo 2.2 de las mismas tras su reforma por el Real
Decreto 1437/2010.
c) Más específicamente, en la Ley orgánica 11/2007, de derechos y deberes de
los miembros del Instituto, cuyo artículo 16 establece el específico deber de los
guardias civiles de adecuar su actuación profesional a los principios de jerarquía,
disciplina y subordinación.
Por ello, ha de advertirse en evitación de posibles equívocos que las sentencias
citadas en la presente resolución pueden referirse indistintamente, en el caso concreto,
a la Guardia Civil o a las Fuerzas Armadas, pues entendemos que la doctrina sentada
respecto de una institución es en su inmensa mayoría aplicable a la otra.
Las principales orientaciones que ofrece la Sala de lo Militar del Tribunal
Supremo, en línea con la doctrina del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y del
Tribunal Constitucional, pueden resumirse como sigue (entre otras, SSTS 14 de
septiembre de 2009, 11 y 26 de mayo de 2010, 5 de mayo de 2011, 17 de diciembre de
2012, que cita otras muchas, y 27 de febrero de 2013)
1º) Resulta de indudable interés para el Estado el que los Ejércitos y los Institutos
armados de naturaleza militar se configuren de forma idónea para el cumplimiento de
sus fines, haciéndolo como Instituciones jerarquizadas, disciplinadas y unidas. Por ello,
los límites al ejercicio del derecho a la libre expresión han de responder a los principios
primordiales de la Institución Militar que garantizan, no sólo la necesaria disciplina, sino
también el principio de unidad interna, justificándose la pervivencia de un estatuto
especial de las Fuerzas Armadas, que comporta la limitación de los derechos de sus
miembros, tanto en la voluntariedad del ingreso en las mismas (STEDH 1-7-1997) como
en los dos principios básicos que son el mantenimiento de la conveniente
despolitización de las mismas y la necesidad de mantener la disciplina y el principio de
jerarquía (SSTS 4 de febrero de 2008, 26 de junio de 2010 y 5 de mayo de 2011).
2º) La respuesta a la pregunta de cuándo los militares no pueden ampararse en
el derecho a la libertad de expresión a la hora de emitir sus opiniones o ideas la ofrece
el Tribunal Europeo de Derechos Humanos al afirmar que el Convenio Europeo de
11
Protección de los Derechos Humanos y Libertades Fundamentales es válido en
principio para los miembros de las Fuerzas Armadas y no solamente para los civiles y
que su artículo 10 no se detiene a las puertas de los cuarteles, aunque el Estado debe
poder restringir la libertad de expresión allá donde exista una amenaza real para la
disciplina militar, no concibiéndose el funcionamiento eficaz de un Ejército sin unas
normas jurídicas destinadas a impedir que se socave la misma.
Cabe, pues, limitar el derecho de expresión de los militares cuando exista una
necesidad social imperiosa, lo que ocurrirá allí donde pueda tener lugar una amenaza
real para la disciplina y la cohesión interna de las Fuerzas Armadas.
3º) Los citados límites han de producirse mediante norma con rango adecuado
(art. 81 de la Constitución) y establecerse en términos que no reduzcan a los miembros
de las Fuerzas Armadas al puro y simple silencio (SSTS 23 de marzo y 20 de diciembre
de 2005). Además, han de interpretarse y aplicarse con criterio restrictivo, pues las
limitaciones a la libertad de expresión de los militares no pueden ser vehículo para
obstaculizar la manifestación de opiniones cuando no se pongan en peligro los
principios primordiales y valores esenciales antes citados (SSTS 29 de octubre de
2004, 14 de junio de 2005 y 7 de abril de 2006) si bien, en ningún caso, podrá
ampararse en la libertad de expresión la acción de manifestar de manera pública la
degradación de un Cuerpo militar, de sus mandos o de cualquiera de sus miembros,
con expresiones u opiniones que, de forma infundada, emitan mensajes o descripciones
que indebida e imprecisamente integren críticas no sustentadas en hechos, quedando
afectada la disciplina, subordinación y respeto a la jerarquía. Es obligación del mando el
reconocimiento de los derechos fundamentales de sus subordinados conforme a la
legalidad vigente y la transgresión de esa obligación será legalmente sancionada
cuando se acredite, pero lo que no puede asumirse sin corrección disciplinaria es que
en abstracto se emitan o formulen indiscriminadamente acusaciones graves que
pueden deteriorar la imagen de la Institución y denigrar el comportamiento de sus
miembros sin razones ni motivos precisados (SSTS 29 de octubre de 2004 y 9 de
mayo de 2005).
Para aplicar al caso planteado las normas y criterios doctrinales expuestos, ha de
tenerse presente el artículo 7 de la Ley orgánica 11/2007, conforme al cual los Guardias
Civiles tienen derecho a la libertad de expresión y a comunicar y recibir libremente
información en los términos establecidos por la Constitución, con los límites que
establece su régimen disciplinario, el secreto profesional y el respeto a la dignidad de
las personas, las instituciones y los poderes públicos. Añadiendo el precepto que en
asuntos del servicio o relacionados con la Institución el ejercicio de estos derechos se
encontrará sujeto a los límites derivados de la observancia de la disciplina, así como a
los deberes de neutralidad política y sindical y de reserva.
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Poniendo este específico precepto en relación con los citados en anteriores
fundamentos jurídicos y con los criterios jurisprudenciales aplicables al caso, se
concluye la procedencia de desestimar el recurso, pues las resoluciones impugnadas
son conformes a Derecho.
I) Las expresiones contenidas en el escrito de alegaciones de fecha 17 de enero
de 2013 consistentes en imputar al Sargento calificador, a la sazón, D. Joaquín haber
realizado la calificación movido por intereses alejados del objetivo de la evaluación y
acusarle de falta de integridad, responsabilidad, ejemplaridad, eficacia e incluso de
honradez o de contravenir la promoción del entorno cultural y medioambiental,
constituyen descalificaciones personales que exceden, evidentemente, de la libertad de
expresión legalmente reconocida al demandante.
Estas manifestaciones denigran a la persona del calificador a quien se hace
aparecer movido por intereses espurios en la redacción del impreso de calificación,
imputándoles un comportamiento que, de ser cierto, podría incluso ser constitutivo de
delito o infracción disciplinaria grave.
Por ello, quedan fuera del ámbito de cobertura del artículo 20.1.a) de la
Constitución e infringen el deber de atenerse a los límites derivados de la disciplina en
ejercicio de la libertad de expresión en asuntos relacionados con la Institución, que
impone al demandante el artículo 7.2 de la Ley orgánica 11/2007, pues el citado
derecho fundamental no ampara los simples rumores, invenciones o insinuaciones
carentes de fundamento, ni da cobertura constitucional a expresiones injuriosas o
innecesarias a la hora de emitir cualquier crítica, opinión o idea, en las que simplemente
su emisor exterioriza su personal menosprecio (STS 17 de diciembre de 2012).
Tampoco los términos irrespetuosos, descomedidos o desmesurados para la
superioridad, que afecten a los principios nucleares de subordinación y jerarquía,
habida cuenta de la obligación de los miembros de las Fuerzas Armadas y de la
Guardia Civil de observar, con escrupulosidad el respeto debido a sus superiores
jerárquicos, y a la dignidad y honor de los mismos (SSTS 13 de septiembre de 2010 y
27 de febrero de 2013).
Por todo lo cual se concluye que al remitir el escrito de alegaciones que nos
ocupa en los términos que se han declarado probados, el demandante infringió el deber
de disciplina que le imponen los artículos 7 y 41 de la Ley orgánica 11/2007, de
derechos y deberes de los miembros de la Guardia Civil, por lo que su conducta ha sido
debidamente calificada y sancionada, en aplicación del artículo 9.1 de la vigente Ley
orgánica de Régimen Disciplinario de la Guardia Civil.
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En virtud de las anteriores argumentaciones, vistos los preceptos legales citados,
los artículos 518, 492 b) y 494 de la Ley Procesal Militar, y los demás de general y
pertinente aplicación, el Tribunal dicta el siguiente
FALLO
Debemos DESESTIMAR y DESESTIMAMOS el presente recurso contenciosodisciplinario militar ordinario interpuesto por el Guardia Civil D. JOSÉ , contra la sanción
de pérdida de dos días de haberes con suspensión de funciones, impuesta al
mismo por el Sr. Coronel Jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Valencia, como
autor de la falta leve de “desconsideración o incorrección con los superiores”,
tipificada en el epígrafe 1 del artículo 9 de la Ley Orgánica 12/2007 de 22 de octubre,
de Régimen Disciplinario de la Guardia Civil, y contra el acto resolutorio y
desestimatorio del recurso de alzada previsto en el apartados 1 del artículo 74 de dicha
Ley, dictado por el Excmo. Sr. General Jefe de la Zona de Valencia de la Guardia Civil,
actos que confirmamos por ser ajustados a derecho.
Notifíquese a las partes la presente Sentencia, haciéndoles saber que, contra la
misma, cabe interponer recurso de casación previsto en el artículo 503 de la Ley
Procesal Militar, ante la Sala Quinta del Tribunal Supremo, en el plazo de diez días a
contar desde el siguiente al de la notificación, recurso que deberá, en su caso,
prepararse ante este Tribunal, y comuníquese también, al Ministerio de Defensa, en el
plazo y de conformidad con lo preceptuado en el artículo 497 de dicho Texto Legal.
Así por esta nuestra SENTENCIA, extendida en catorce pliegos de papel
judicial, todos ellos mecanografiados solo por su anverso, lo pronunciamos, mandamos
y firmamos.
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