Año XXVII - Nº 276 -Julio-Agosto 2012 REVISTA DE MÚSICA Año XXVII - Nº 276 - Julio-Agosto 2012 - 7 € DOSIER John Cage: cien años ENTREVISTA Lera Auerbach ACTUALIDAD Pablo Heras-Casado referencias Cuarteto con piano nº 1 de Brahms Sherzo200x280 TZ.indd 1 20/06/12 12:03 276-Pliego 1 22/6/12 12:57 Página 1 AÑO XXVII - Nº 276 - Julio - Agosto 2012 - 7 € DOSIER OPINIÓN 2 John Cage CON NOMBRE PROPIO Escuchando a Cage Francisco Ramos Pablo Heras-Casado 6 Juan María Solare AGENDA 16 ACTUALIDAD INTERNACIONAL 44 ENTREVISTA 87 Cage y las artes visuales Fernando Huici March ACTUALIDAD NACIONAL 32 84 La influencia de Cage en la música española Pablo J. Vayón 8 83 91 ENCUENTROS Lera Auerbach Rodrigo Carrizo Couto 94 EDUCACIÓN Joan-Albert Serra 98 Nancy Fabiola Herrera JAZZ Blas Matamoro Fernando Fraga Pablo Sanz Discos del mes 48 CONTRAPUNTO Norman Lebrecht 49 SCHERZO DISCOS 99 100 Sumario Colaboran en este número: Daniel Álvarez Vázquez, Roberto Andrade, Julio Andrade Malde, Emili Blasco, Alfredo Brotons Muñoz, José Antonio Cantón, Rodrigo Carrizo Couto, Jacobo Cortines, Patrick Dillon, José Luis Fernández, Fernando Fraga, Germán Gan Quesada, José Antonio García y García, Fernando Herrero, Bernd Hoppe, Fernando Huici March, Paul Korenhof, Antonio Lasierra, Norman Lebrecht, Juan Antonio Llorente, Fiona Maddocks, Santiago Martín Bermúdez, Enrique Martínez Miura, Blas Matamoro, Erna Metdepenninghen, Juan Carlos Moreno, Antonio Muñoz Molina, Josep Pascual, Enrique Pérez Adrián, Javier Pérez Senz, Paolo Petazzi, Pablo del Pozo, Francisco Ramos, Elisa Rapado Jambrina, Arturo Reverter, Pablo L. Rodríguez, David Rodríguez Cerdán, Leopoldo Rojas-O’Donnell, Pablo Sanz, Joan-Albert Serra, Bruno Serrou, Juan María Solare, Christian Springer, Luis Suñén, José Luis Téllez, Eduardo Torrico, Jesús Trujillo Sevilla, Asier Vallejo Ugarte, Claire Vaquero Williams, Pablo J. Vayón, Juan Manuel Viana, José Luis Vidal, Reinmar Wagner, Mark Wiggins. Esta revista es miembro de ARCE, Asociación de Revistas Culturales de España, y de CEDRO, Centro Español de Derechos Reprográficos. PRECIO SUSCRIPCIÓN: por un año (11 Números) España (incluido Canarias) Europa: EE.UU y Canadá Méjico, América Central y del Sur 70 €. 105 €. 120 €. 125 €. Con la colaboración de: SCHERZO es una publicación de carácter plural y, desde el año 2012, cuenta con la colaboración de la Fundación BBVA, manteniendo su carácter de revista no adscrita a ningún organismo público ni privado. La dirección respeta la libertad de expresión de sus colaboradores. Los textos firmados son de exclusiva responsabilidad de los firmantes, no siendo por tanto opinión oficial de la revista. 1 276-Pliego 1 22/6/12 12:57 Página 2 OPINIÓN OPINIÓN EDITORIAL 2 APUESTAS EN LA ZARZUELA C uando se puso en marcha la maquinaria del llamado código de buenas prácticas para, a través de él, elegir al nuevo director del Teatro de la Zarzuela comenzaron también a funcionar las habituales mezquindades propias de nuestro medio. No la menor, por cierto, y cuando se supo por la indiscreción inherente al método que uno de los candidatos era Paolo Pinamonti, la que hacía alusión a su condición de no nacido en España. Era, al parecer, demasiado que Real y Zarzuela no estuvieran en manos patrias aunque por el mundo adelante haya tantos españoles ejerciendo puestos relevantes en la gestión de la cultura. Ya en su día comentamos en estas páginas lo torticero del argumento y la necesidad de esperar a que el finalmente elegido, el propio Pinamonti, hiciera pública su primera temporada al frente del histórico coliseo de la calle Jovellanos de Madrid. Pues bien, aquí está la temporada y, como era de esperar, ya posee el toque diferenciador que cabía de la capacidad de Pinamonti como programador y como gestor. De entrada, empezar con la presencia de un maestro que ha sido siempre un gran zarzuelero, Rafael Frühbeck de Burgos, con una versión de concierto de una obra maestra: La tempranica. Y como comienzo de la temporada escénica, una producción mítica de Helmut Wernicke —de 1998 nada menos—, ¡Ay amor!, con El amor brujo y La vida breve de Manuel de Falla y dos de nuestros más brillantes maestros en el foso: Juanjo Mena y Guillermo García Calvo. Hay tres nuevas producciones de muy distinto sesgo. La zarzuela más típica, más previsible pero también más popular, llega con un programa doble dedicado a José Serrano: La reina mora y Alma de Dios con dirección de escena de Jesús Castejón. La zarzuela grande será Marina, en producción dirigida en lo escénico por Ignacio García y un elenco canoro de primera clase con tres repartos de campanillas —Cantarero, Albelo y Atxalandabaso incluidos— y Viento es la dicha de amor, de José de Nebra, a cargo de Alan Curtis —que dirigirá la Orquesta Barroca de Sevilla— y Andrés Lima. Vuelve la producción de 2000 de El juramento de Gaztambide dirigida por Emilio Sagi, igualmente con excelente reparto: Sabina Puértolas y Gabriel Bermúdez en cabeza. A los títulos citados se unen conciertos y recitales en torno a ellos —la verdad es que un poco forzado el que relaciona a Nebra con Gesualdo—, así como conferencias, un ciclo dedicado a la música en las películas de Charles Chaplin y un homenaje a Isabel Rey para celebrar con zarzuela sus veinticinco años de carrera. Añádase a ello la continuidad, en colaboración con el CNDM, del Ciclo de Lied que la Fundación Caja Madrid dejara de lado en su momento. Seguramente cabía mejor programación, más amplia en cuanto a títulos —por cierto, con muchas representaciones de cada uno de ellos, como el público, tan fiel a este teatro pide siempre— o una más decidida voluntad de aproximar La Zarzuela a un teatro de repertorio más que de temporada —con las dificultades meramente funcionales que el tiempo va acabando por hacer irresolubles. Igualmente se antoja escasa la presencia del actual director musical del teatro, Cristóbal Soler, por el que, finalmente, o se apuesta o no. En todo caso, que en menos de un año y en época de crisis tengamos esta temporada, con voces, escenas y maestros que van varios pasos más allá del pasado inmediato, no deja de ser una buena inyección de optimismo. Sumada a las programaciones de la Orquesta Nacional y a la del CNDM esta de La Zarzuela demuestra que desde la Administración —cuando hay buenos gestores— pueden hacerse las cosas bien, emplearse el dinero público con sentido y hacer de la cultura un bien de todos y para todos. Ahora haría falta que el doble proceso de renovación de cargos en la ONE —director artístico y titular y director técnico— saliera bien. Por cierto, ya empiezan, también ahí, los rumores. 276-Pliego 1 22/6/12 13:53 Página 3 OPINIÓN La música extremada UNA TRADICIÓN Edita: SCHERZO EDITORIAL S.L. C/Cartagena, 10. 1º C 28028 MADRID Teléfono: 913 567 622 FAX: 917 261 864 Internet: www.scherzo.es E mail: Redacción: [email protected] Administración: [email protected] Presidente: Santiago Martín Bermúdez REVISTA DE MÚSICA Director: Luis Suñén Redactor Jefe: Enrique Martínez Miura Edición: Arantza Quintanilla Maquetación: Iván Pascual Secciones Discos: Luis Suñén Educación: Pedro Sarmiento y Joan-Albert Serra Jazz: Pablo Sanz Libros: Enrique Martínez Miura Consejo de Dirección: Manuel García Franco, Santiago Martín Bermúdez, Barbara McShane, Enrique Pérez Adrián, Pablo Queipo de Llano Ocaña, Arturo Reverter Departamento Económico: José Antonio Andújar Departamento de publicidad Cristina García-Ramos (coordinación) [email protected] Magdalena Manzanares [email protected] Relaciones externas: Barbara McShane Suscripciones y distribución: Choni Herrera [email protected] Colaboradores: Cristina García-Ramos Impresión GRÁFICAS AGA Depósito Legal: M-41822-1985 ISSN: 0213-4802 Scherzo Editorial, S. L. , a los efectos previstos en el artículo 32.1, párrafo segundo del vigente TRLPI, se opone expresamente a que cualquiera de las páginas de Scherzo-Revista de música, o partes de ellas , sean utilizadas para la realización de resúmenes de prensa. Cualquier acto de explotación (reproducción, distribución, comunicación pública, puesta a disposición, etc.) de la totalidad o parte de las páginas de ScherzoRevista de música, precisará de la oportuna autorización, que será concedida por CEDRO mediante licencia dentro de los límites establecidos en ella. © Scherzo Editorial S.L. Reservados todos los derechos. Se prohíbe la reproducción total o parcial por ningún medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopias, grabados, o cualquier otro sistema, de los artículos aparecidos en esta publicación sin la autorización expresa por escrito del titular del Copyright. JEREMY PELT Diseño de portada Argonauta Foto portada: Fidelio Artist / Outumuro E l rastro de la vitalidad más prometedora del jazz hay que buscarlo por los clubes de rango medio de Nueva York y hasta en esos restaurantes y bares en los que un dúo o un trío de músicos amenizan la hora del brunch sin que la mayor parte de los comensales les haga demasiado caso. Artistas jóvenes se curten con la experiencia del público ganando poco más que las propinas pero afilando el aprendizaje en esos medios poco hospitalarios en los que sin embargo salta de pronto la maravilla de una improvisación original entre las risas y el ruido de los cubiertos y en los que rara vez falta esa persona alentadora que presta atención, y a la que el músico identifica de inmediato, aunque no haga el menor gesto de reconocimiento. En el Blue Note tocan estrellas veteranas para un público en el que predominan los turistas y el Village Vanguard es una cátedra solemne, aunque también espartana, en la que no hay mucho sitio para la gente nueva. Hay que buscar lugares intermedios, Small’s, The Jazz Gallery, los bares de algunos hoteles, como el Kitano, que está en Park Avenue, y donde yo descubrí hace un par de años a la excelente pianista Helen Sung. Los fines de semana, el restaurante Knickerbocker, que en horarios laborales abastece los muy limitados horizontes culinarios del profesorado de la New York University, acoge por las noches a dúos o tríos en los que el talento hace olvidar al cabo de uno o dos minutos la falta de renombre. Y un amigo baterista de noche y administrativo de día me asegura que alguna vez ha escuchado en el Knickerbocker al ilustre Ron Carter. En Smoke, lejos de los circuitos de la parte baja de Manhattan, conocí hace tres años al trompetista Jeremy Pelt. La primera vez no sabía quién era y me encontré escuchándolo más bien por casualidad. Ahora cada vez que lo anuncian procuro no perdérmelo, y como es bastante joven he podido apreciar a lo largo de muy poco tiempo su ascenso a la madurez. Jeremy Pelt tiene treinta y cinco años y una cara ancha de samurai afroamericano. Chaquetas de doble cruce ciñen muy apretadas una caja torácica de trompetista hercúleo que cuando se dilata para tomar aire parece a punto de reventarlas desde dentro. Jeremy Pelt empezó teniendo la fuerza avasalladora de los excepcionalmente capaces, y ahora la ha apaciguado hasta un lirismo que puede descender al susurro. Viene de la gran escuela de los trompetistas expansivos, de Dizzy Gillespie, de Lee Morgan, de Freddie Hubbard. Las últimas veces lo he visto más inclinado a la austeridad y la introspección. Es la historia de siempre, en casi todas las artes: del despliegue impúdico de facultades a la hondura expresiva, a través de la conquista de una creciente economía. La última vez que vi a Jeremy Pelt fue a finales de mayo. En el jazz no existen los narcisismos generacionales de la música pop. Los músicos más viejos ejercen un magisterio benévolo sobre los jóvenes (pienso en el ejemplo todavía tan cercano de Paul Motian). Pero muchas veces son los jóvenes los que llevan la primacía, y entonces es fascinante asistir al juego inverso de las generaciones. En Smoke, un sábado de finales de mayo, tocaba el cuarteto de Jeremy Pelt, pero los músicos de la sección rítmica que lo acompañaba eran mucho mayores que él: George Cables al piano, Buster Williams al bajo, Louis Hayes a la batería. El que hace nada era aprendiz lideraba a los que ya eran maestros cuando él nació. El legado completo del jazz vive en los jóvenes más valiosos de ahora mismo. Antonio Muñoz Molina 3 276-Pliego 1 22/6/12 12:57 Página 4 OPINIÓN Música reservata MÚSICA Y NATURALEZA E 4 n su brillantísimo estudio introductorio a su propia traducción de Las afinidades electivas, Helena Cortés hace dialogar con pertinencia la narración de Goethe con las pinturas de Caspar David Friedrich que ha seleccionado para ilustrar su exquisita edición de la novela (ed. La Oficina, Madrid, 2010). Es sabido que la relación entre el escritor y el pintor se deterioró según éste avanzaba hacia una imaginería más romántica (es decir, más metafísica): la autora reivindica esa transformación demostrando su idoneidad con el espíritu del relato merced a un penetrante análisis de sus referentes paisajísticos a través de la presencia metafórica de la jardinería, pasando del barroco, en que la naturaleza se pliega al capricho del hombre (Eduard), al ímpetu del amor que articulará el destino del Capitán y Charlotte (representada por el, no menos artificioso, jardín inglés cultivado por ella) y que, como reverso, reflejará el trágico final de su esposo y Ottilie: la naturaleza, subyugadora y terrible, se revela ahí como protagonista simbólica del conflicto entre Deseo y Ley que agita a los cuatro habitantes de la fábula. La sugestión paisajística es una de las más persistentes referencias de la música orquestal y, como sucede en la propia novela, las diferentes formas de tratarla tipifican también el desarrollo y la transformación del gusto, de Mendelssohn (Fingalshöhle) a Strauss (Alpensymphonie) pasando por Berlioz (la Scène aux champs de la Symphonie fantastique) o Smetana (Vltava), exponentes ilustres de una línea inaugurada con las tempestades más o menos domesticadas de la ópera rococó de Lully y Rameau —y que en el sinfonismo tiene una de sus más notables referencias en el movimiento final de la Sinfonía nº 8 (Le soir) de Haydn— para, según el código se decanta hacia lo expresivo en detrimento de lo formal, producir una discursividad más laxa y más atenta a la insinuación narrativa. Gozne de tal itinerario, la Pastoral beethoveniana (estrenada, por cierto, el mismo año en que Goethe publica Die Wahlverwandtschaften) toma su idea argumental de un Portrait musical de la nature editado por Justin Heinrich Knecht en 1784 para construir una obra en que forma y relato son dos caras de un texto cuyo rigor estructural convive con una nueva función poética de la armonía: el sosegado arranque de la obra, que pareciera no querer abandonar el fa mayor, se diría que materializando la placidez afirmada en el título (Erwachen heiterer Empfindungen bei der Ankunft dem Lande), contrasta con la violentísima séptima disminuída que, en el compás 107º del cuarto (Gewitter, Sturm: el de escritura más libre y el menos justificable formalmente), semeja desencadenar una catástrofe de proporciones titánicas. Con vehemencia similar, Wagner, en el inicio de Der Fliegende Holländer, empleará idéntico acorde para expresar el recrudecimiento de la tempestad en el compás 13º de la obertura (presentando la futura referencia armónica del protagonista): pero Weber, ya en el compás 24º de la de Der Freischütz, lo había usado para anticipar el poder demoníaco que alcanzará su plenitud en la memorable escena de la Garganta del Lobo, en la tenebrosa profundidad del bosque. Uno de los recursos más comunes de la armonía funcional alcanzaba así en el inicio del romanticismo una intensidad afín con ese universo que Friedrich (y Goethe) entreveían en sus respectivos textos. La naturaleza como representación ilustrada y la naturaleza como subjetividad, como turbulencia: pero también como conjunto de leyes ajenas al hombre en la obra de Xenakis o de Francisco Guerrero. Música despersonalizada, construida según los algoritmos que gobiernan el funcionamiento profundo de la realidad al margen de todo emocionalismo, una nueva forma de belleza que plantea el problema de la verdad de la representación, una verdad, ahora sí, natural al margen de la verdad artística que justifica la lógica interna de la música y es su única razón de ser: Xenakis, en Jonchaies, utiliza las expresiones estadísticas del movimiento browniano, Rhea, la fascinante obra de Guerrero para 12 saxofones, traduce mediante fractales la fluctuación del fondo cósmico de microondas. Música que ya no es “mehr Ausdruck der Empfindung als Malerei”, según la frase beethoveniana, sino materialización sonora de leyes objetivas al margen del sentimiento. ¿Qué papel jugaría Messiaen en tal debate? Ocasional maestro de Xenakis, su visión de la naturaleza reside en la imitación del canto de los pájaros, estilizaciones que obtiene en la montaña como un verdadero pintor plenairista, pero que en el momento de su empleo en una obra concreta se transforman en exclusiva materia musical desdeñando toda iconicidad al desarrollarse con plena autonomía mediante cambios de octava, de color, de dinámica y de masa. Se entiende entonces la lógica de la escala temperada y la notación proporcional utilizadas en la transcripción de esos cantos: la imagen de la naturaleza viene condicionada por el propósito de su empleo posterior, y la voz del pájaro se transcribe en tanto que contenga una potencialidad de música futura. El ingenuismo del compositor francés es —como todo proceso artístico— sustancialmente perverso. Es conocida la prevención de Goethe hacia cierta música: recuérdese su desasosiego cuando, en 1831, Mendelssohn le hace escuchar la Quinta beethoveniana al piano. Para el genio de Weimar la naturaleza era orden, pero en ese arranque del romanticismo que aúna a Beethoven con Weber (y con Friedrich) se intuye la posibilidad de otro orden de escala no humana, una opacidad al margen del sentido, un enigma que nunca más se podrá controlar ni dirigir: la naturaleza como amenaza y como arcano. José Luis Téllez 276-Pliego 1 22/6/12 12:57 Página 5 5 276-Pliego 1 22/6/12 12:57 Página 6 Miguel Peñalver PROPIO CON NOMBRE CON NOMBRE PROPIO 276-Pliego 1 22/6/12 12:57 Página 7 CON NOMBRE PROPIO PABLO HERAS-CASADO La cima del mundo PABLO HERAS-CASADO E s mucho lo que se ha escrito en los últimos dos o tres años acerca de Pablo Heras-Casado, convertido en este tiempo en el más internacional y renombrado de los jóvenes directores españoles de orquesta. A sus 35 años, el granadino presenta un currículo que hasta hace nada sólo era imaginable en maestros ya maduros o vinculados a tradiciones sinfónicas mucho más sólidas y vigorosas que la nuestra. Y lo más sorprendente es que todo ese proceso, vertiginoso si se quiere, ha sido vivido por el protagonista con absoluta naturalidad, sin sobresaltos ni rupturas dramáticas, como si formara parte de un plan perfectamente diseñado y meditado. Nada más lejos de la realidad. La carrera profesional de Pablo HerasCasado se desarrolla con una fluidez que raya con la espontaneidad y casi la despreocupación, y eso es así precisamente porque nunca ha habido detrás un plan, un proyecto de carrera. Heras-Casado vive su experiencia en la música como un camino abierto a la sorpresa que le produce la propia música; su destino lo ha marcado el repertorio que en cada momento ha ido descubriendo y apasionándole. Pasión. Esa sí es una clave para entender su forma de estar en un mundo dominado por una feroz competitividad. Una competencia que tampoco parece rehuir. Su debut el pasado 20 de octubre en el podio de la Filarmónica de Berlín (“puede que el único mito que he tenido en música”) significa que el joven maestro ha alcanzado lo más alto de su profesión. Es por supuesto discutible que la Filarmónica de la capital alemana sea hoy la mejor orquesta del universo (si es que un juicio tan extremo puede en realidad formularse), pero nadie duda de la preeminencia del conjunto germano entre sus iguales en materia de prestigio. A nadie se le escapa que alguien que dirige a los filarmónicos berlineses es alguien que está ya preparado para enfrentarse a cualquier reto musical imaginable. El podio de la Philharmonie berlinesa es como aquel depósito de petróleo en llamas desde el que James Cagney gritaba encontrarse en la cima del mundo. Y desde luego que Heras-Casado no ha llegado a él por casualidad. Pues 2011 lo vio también debutar en Tanglewood con la Sinfónica de Boston, al frente de la Sinfónica de Chicago o en el Mariinski de San Petersburgo, y en 2012 lo ha hecho ya con la Sinfónica de la Radio de Baviera, la de Cincinnati, el Ensemble Intercontemporain, la Mahler Chamber Orchestra o los Barrocos de Friburgo, así como en los Festivales de Baden Baden y Salzburgo. Pero la cima del mundo conlleva peligros. El gángster al que interpreta Cagney en Al rojo vivo acaba saltando por los aires cuando estalla el depósito. Y sin embargo, con Pablo HerasCasado la sensación es que no hay nada que pueda estallar, que su desempeño berlinés se integrará con naturalidad en un camino en el que se han alternado, y hasta simultaneado, experiencias tan alejadas unas de otras que muchos pensarían como incompatibles: un coro de aficionados con un grupo de música antigua, el terreno de la experimentación contemporánea con la ópera clásica, una orquesta juvenil de una región española con la Filarmónica de Los Ángeles en el Hollywood Bowl… Todo sin aparente contradicción ni conflicto. Nada de lo que se ha dicho hasta aquí quiere decir que no haya habido momentos especialmente significativos en la vida artística de Heras-Casado, de esos que definen caracteres y trazan destinos: su trabajo en la Ópera de París como asistente de Cambreling y Gergiev, que le permitió conocer a Gerard Mortier, quien lo hizo debutar en 2010 en el Teatro Real de Madrid con Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny de Kurt Weill; su triunfo en un concurso de Lucerna, que le supuso entrar en contacto con Peter Eötvös y Pierre Boulez, con quienes preparó Gruppen de Stockhausen, que luego estrenaría en Japón; sus primeros contactos con la Filarmónica de Los Ángeles, que le han servido para establecerse firmemente en Norteamérica, donde es ya un habitual de multitud de conjuntos y teatros, y que le han permitido alcanzar la primera titularidad verdaderamente seria de su vida, al ser nombrado en diciembre pasado Principal Conductor de la Orquesta de St.Luke’s. Este músico singular ha hecho compatible toda esa actividad, que incluye la dirección de títulos líricos en multitud de teatros, con la continuidad de su labor en el terreno de la música antigua al frente de su Compañía Teatro del Príncipe de Aranjuez, un trabajo que se ha enriquecido con su reciente gira al frente de uno de los más formidables conjuntos barrocos del mundo, la Freiburger Barockorchester, introducida de su mano en el repertorio romántico (Mendelssohn, uno de sus compositores fetiche, Schubert, Schumann), o con su dedicación a la creación contemporánea, que le ha llevado a colaborar con conjuntos punteros como el Ensemble Modern, el Klangforum Wien, el Collegium Novum de Zúrich y, por supuesto, el ya citado Ensemble Intercontemporain. Pasión, versatilidad. Son estas las armas de un director granadino que está asumiendo su éxito con una sencillez desarmante. El saber se le da por supuesto. Puedo asegurarles que ahí fuera nadie regala nada. Pablo J. Vayón DISCOGRAFÍA SELECCIONADA DEL PUERTO: Fantasía primera. ORQUESTA SINFÓNICA DE RTVE. Tritó (2005). WEINACHTEN IN EUROPA. EUROPACHORAKADEMIE (junto a otros cuatro directores). Glor Classics (2008). BOCCHERINI: Clementina. COMPAÑÍA TEATRO DEL PRÍNCIPE. Música Antigua Aranjuez (2010). CASTEL: La fontana del placer. COMPAÑÍA TEATRO DEL PRÍNCIPE. Música Antigua Aranjuez (2010). ROTA: Concierto para trombón. FREDERIC BELL, trombón. TROMBONE UNIT HANNOVER. Genuin (2011). SCHUBERT: Sinfonía nº#7 “Inacabada”. FILARMÓNICA DE RADIO FRANCE. DVD Naïve (2011). WEILL: Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny. TEATRO REAL DE MADRID. DVD Bel Air Classiques (2010). Granada. Festival. 4-VII-2012. Orquesta Barroca de Friburgo. Director: Pablo Heras-Casado. Obras de Mendelssohn y Schubert. 7 276-Pliego 1 22/6/12 12:57 Página 8 AGENDA AGENDA Bicentenario Wagner BAYREUTH VUELVE AL LICEU L 8 a fiebre wagneriana vuelve a Barcelona. Cincuenta y siete años después de su primera visita, el Festival de Bayreuth vuelve al Gran Teatro del Liceu y la ciudad quiere celebrar la significativa visita por todo lo alto. Ciertamente, la primera visita del emblemático festival alemán a la Ciudad Condal, en abril de 1955, apenas cuatro años después de su reapertura tras la Segunda Guerra Mundial, para ofrecer tres míticas producciones con el sello escénico de Wieland Wagner (Parsifal, Tristán e Isolda y La walkyria, dirigidas musicalmente por Joseph Keilberth y Eugen Jochum, con la Sinfónica de Bamberg, el coro del festival y voces de leyenda como Windgassen, Mödl, Hotter, Vinay y Weber) fue un acontecimiento único: era la primera vez que el templo wagneriano realizaba una salida internacional, Barcelona lucía con orgullo su rica tradición wagneriana y la España franquista se anotaba un éxito diplomático, cultural y político. Como arranque de las conmemoraciones del bicentenario del nacimiento de Richard Wagner, la nueva visita liceísta es una feliz noticia, aunque sea sólo una visita a medias, puesto que se ofrecerán tres títulos en versión de concierto: El Holandés errante (1 y 4 de septiembre), Lohengrin (2 y 5) y Tristán e Isolda (una única audición, el 6 de septiembre. Sebastian Weigle dirige los dos primeros títulos y el veterano Peter Schneider se hace cargo del tercero. De hecho, la presencia de estos dos estupendos directores responde a una doble necesidad logística: ya que la visita se produce inmediatamente después de la clausura de la edición en el Festspielhaus, sin tiempo, pues, para preparar un montaje escénico, era aconsejable contar con dos directores que, además de su acreditada solvencia como intérpretes wagnerianos, conocieran a fondo las características acústicas del teatro barcelonés, porque la orquesta y el coro del festival alemán apenas tienen tiempo para realizar ensayos. Queda el capítulo de las voces y aquí los atractivos son muy similares a los que este verano se verán en la sagrada colina: Evgeni Kitin, Ricarda Merbeth, Franz-Josef Selig y Michael König en El Holandés; Klaus Florian Vogt, Annette Dasch, Susan Maclean y Thomas J. Mayer en Lohengrin, y en los papeles de Tristán e Isolda, Robert Dean Smith e Irene Theorin, con Robert Holl, Jukka Rasilainen y Michelle Breedt completando el reparto. Los precios no son precisamente económicos —el presupuesto de la visita, independiente del de la temporada liceísta, es algo superior al millón y medio de euros, que se costearán con los ingresos de taquilla y el mecenazgo de empresas como Siemens, Agbar y Banesto. Para crear ambiente, más de 25 entidades ciudadanas, en una iniciativa coordinada por la Asociación Amics del Liceu, llenarán la ciudad de actividades, exposiciones y conciertos dedicados a la figura y el legado del genial compositor alemán. Javier Pérez Senz Barcelona. Gran Teatro del Liceo. Festival de Bayreuth en el Liceo. 1/6-IX-2012. Wagner, Holandés errante, Lohengrin, Tristán e Isolda (versiones de concierto). Directores musicales: Sebastian Weigle, Peter Schneider. 276-Pliego 1 22/6/12 12:57 Página 9 AGENDA Entrega de los Premios Fronteras del Conocimiento 2012 SCIARRINO: “MI MÚSICA COMIENZA DESDE EL CUERPO” En San Lorenzo de El Escorial ÓPERA, PERCUSIÓN, PIANO Y JÓVENES E E l día 22 se entregaban los Premios Fronteras del Conocimiento 2012 que concede la Fundación BBVA. En el apartado de Música Contemporánea el ganador fue el compositor italiano Salvatore Sciarrino (1947), de quien el día anterior la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, bajo la dirección de Pedro Halffter, había estrenado en España su obra Il suono el il tacere. En su discurso de recepción del premio, Sciarrino afirmó entre otras cosas que su música “quiere ser conscientemente adaptada al hombre, comunicativa. Comienza desde el cuerpo. No reside en la subjetividad (las emociones del autor) y tampoco en la objetividad (las relaciones interiores de la escritura); por tanto, no es ni subjetiva ni objetiva. El centro, a lo sumo, soy yo, espectador. Tras este desplazamiento estético la obra se convierte en experiencia perceptiva. Yo concibo sonidos en movimiento, acontecimientos ambientales en el límite de lo perceptible: es decir, represento una especie de teatro de la escucha. Por tanto compongo ya no piezas de música, sino piezas de realidad en las que el objeto y el sujeto, el instrumento y el intérprete, se confunden en un espacio elíptico, en un no lugar permanente y misterioso que nos mantiene suspendidos, en alarma, en el que el espectador es protagonista. El silencio no queda simplemente como fondo, sino que al contrario, coincide con la anulación de la mente. No es una música ni alegre ni triste. Es un medio creativo para estimular la autoconciencia”. l repertorio lírico es la gran apuesta del Festival de Verano de San Lorenzo de El Escorial. El primer título será, el 6 de julio, la zarzuela El barberillo de Lavapiés, en versión de concierto con la Orquesta Sinfónica y Coro de RTVE bajo la batuta de Álvaro Albiach. Luego vendrán El caballero de la triste figura, de Tomás Marco, bajo la dirección escénica de Guillermo Heras y la musical de Jose Luis Castillo y La flauta mágica de Mozart en coproducción con la Quincena Musical de San Sebastián, con Jaime Martín como director musical y Alfonso Romero como director de escena. Cierra la programación El gran teatro del mundo, de Calderón de la Barca, una propuesta lírico- teatral con dirección de escena de Calixto Bieito y música original de Carles Santos. En cuanto a las orquestas, la primera cita será con The Sandor Végh Institute Chamber Orchestra de Salzburgo. Seguirán la Joven Orquesta de Extremadura dirigida por Andrés Salado y con el pianista Alexandru Tudor, la Joven Orquesta Barroca de Andalucía con Michael Thomas, la Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid con Santiago Serrate y la Orquesta Maior de Lisboa dirigida por Enrique Piloto. También el Joven Coro de la Comunidad de Madrid participará en este festival con un concierto bajo la dirección de Félix Redondo. Además, el festival también acogerá citas con la percusión y el piano. Así, la formación portuguesa Drumming G.P ofrecerá un monográfico John Cage antecediendo a los mejicanos Psappha Ensemble Percusión. Régulo Martínez Antón y Javier Perianes ofrecerán sendos recitales pianísticos y Christian Zacharias actuará como solista y director con la Orquesta de Cadaqués. Festival de Verano de San Lorenzo de El Escorial. Teatro Auditorio. 6-VII/6-VIII-2012. 9 276-Pliego 1 22/6/12 12:57 Página 10 AGENDA XXV Años CLÁSICOS EN VERANO, UNA CITA MADRILEÑA E l festival Clásicos en Verano, organizado por la Comunidad de Madrid, celebra este año, a partir del 1 de julio y hasta el 19 de agosto, su XXV edición con 80 conciertos en entornos históricos de 51 municipios. Al festival acuden numerosas formaciones de nuestro país, entre las que cabe destacar el Coro Tomás Luis de Victoria, Tango XXI, Cuarteto Ercolani, Trío Arbós, Spanish Brass Luur Metalls y Anima Musica Consort; pianistas como Juan Antonio Álvarez Parejo, Diego Fernández Magdaleno, Rosa Torres-Pardo o Sylvia Torán; la Orquesta Nacional de Jazz y el violinista Ara Malikian. Entre los intérpretes extranjeros destacan el violinista checo Ivan Zenaty y su compatriota el chelista Jirí Bárta. La XXV edición de Clásicos en Verano coincide con el tercer centenario de la muerte de Juan Bautista Cabanilles. Junto a este homenaje, el festival celebra otros aniversarios: 100 años del nacimiento de Francisco Escudero, Xavier Montsalvatge y John Cage, 150 años del nacimiento de Claude Debussy y 75 de la muerte de Maurice Ravel, sin olvidar los aniversarios de los compositores españoles Tomás Marco (70), Manuel Carra (80), Carlos Cruz de Castro (70) y Teresa Catalán (60). Comunidad de Madrid. Festival Clásicos en Verano. 1-VII/19-VIII-2012. Del Liceu al Palau A LA CAZA DEL MELÓMANO RICO L a noticia del verano musical catalán es la aparición de un melómano adinerado que ha hecho posible la contratación, no precisamente a precio económico, de la Orquesta Filarmónica de Israel y Zubin Mehta para actuar en el Festival de la Porta Ferrada, en una velada que conmemora el 50 aniversario del festival que cada verano se celebra en Sant Feliu de Guixols. En circunstancias normales, la enésima actuación de Mehta, dirigiendo además un trillado programa con la Sinfonía del Nuevo Mundo como reclamo (para compensar, pero sólo un poco, tocarán Petruchka) no merecería mayor atención: es una nueva manifestación de esa enfermiza propensión a los bolos de lujo que caracteriza la programación de los festivales de verano. Pero claro, en esta ocasión, la visita de la Filarmónica de Israel viene sufragada por un mecenas anónimo, caso insólito, y más en los tiempos que corren. Nada más conocerse la noticia, se desató cierto morbo periodístico, no por la calidad musical del acto sino por el 10 anonimato de quien lo paga. Vamos, que se dispararon todo tipo de rumores y especulaciones con objeto de desvelar el nombre de ese generoso amante de la música. Los responsables del festival pidieron prudencia, puesto que el donante puso como condición permanecer en el más absoluto anonimato. Petición comprensible, porque, como se imaginarán fácilmente, hay centenares de músicos dispuestos a llamar a su puerta para conseguir por la vía privada una buena inyección económica para hacer realidad sus propuestas artísticas. Personalmente, aplaudo la iniciativa del desconocido melómano, aunque discrepo de la utilidad de su gesto: sinceramente, con lo que cuesta un concierto de estas características se pueden llevar a cabo iniciativas musicales mucho más novedosas, imaginativas y enriquecedoras. Pero así están las cosas y, para el Festival de la Porta Ferrada, la presencia de Mehta y la Filarmónica de Israel añade glamour a una oferta musical que, al menos en el terreno clásico, no pasará a la historia por su capacidad de sorprender al público. De hecho, lo único que sorprende en este tema es que, por una vez, un bolo carísimo no se financia totalmente con dinero público. Esperemos que cunda el ejemplo, y, a ser posible, multiplicando los esfuerzos en el terreno que más está sufriendo los efectos de la crisis: la creación actual, la puesta en marcha de producciones propias de calidad, capaces de salir al extranjero, el compromiso con la cantera, con los artistas del país, con la divulgación del patrimonio. Basta echar un vistazo a las pro- gramaciones, no ya de los festivales de verano, sino la de los principales auditorios, orquestas y teatros, para certificar que la próxima temporada va a ser la más estéril que se recuerda en el capítulo de estrenos. Poco importa, además, que la música de los compositores vivos que son referencia en la escena concertística internacional, siga siendo una absoluta desconocida en el Auditori de Barcelona, el Palau de la Música o el Liceu. Es que los actuales gestores de la política musical catalana viven de espaldas a la creación actual e insisten en repetir las mismas obras hasta la saciedad, sin innovar ni en formatos, ni en contenidos. No interesa porque no atrae al gran público. Y así nos va, pintando cada vez menos en el mundo musical europeo. Tan mal están las cosas que lo mejor que pueden hacer las asociaciones de compositores es crear un fondo común para contratar a un sagaz detective con un encargo urgente: cazar al melómano rico de la Porta Ferrada, cuanto antes mejor. Javier Pérez Senz 276-Pliego 1 22/6/12 12:58 Página 11 AGENDA Thomas Schmitt UN LIBRO SOBRE EDUARDO SÁINZ DE LA MAZA S chmitt, profesor titular en la Universidad de La Rioja, acaba de publicar Eduardo Sáinz de la Maza. Guitarrista, compositor, profesor, una biografía que enriquece el panorama de los estudios sobre una generación siempre en trance de ser redescubierta. Sáinz de la Maza (1903-1982) representa, además, la unión con la guitarra, el instrumento que tantos de sus contemporáneos trataron igualmente de elevar de rango y que tuvo en su hermano Regino a uno de sus mejores intérpretes. El profesor Schmitt repasa la vida de Eduardo y, a pesar del inconveniente señalado por él mismo de la escasez de material informativo, ofrece un retrato perfectamente claro del objeto de su estudio, a quien considera no menor cualitativamente en sus composiciones para guitarra que Rodrigo o Moreno Torroba. A ello se añade, además de una buena cantidad de ilustraciones, una entrevista con Wolf Moser, las partituras de unas cuantas piezas inéditas —canciones, piezas para piano y el trío La alegría del gitano— y la reproducción de otras ya editadas. Además, naturalmente, del catálogo completo de la producción de Sáinz de la Maza. Thomas Schmitt, Eduardo Sáinz de la Maza. Guitarrista, compositor, profesor. Logroño, El Gato Murr, 2012. 252 páginas. 20 euros. TEATRO REAL Información: 91 516 06 60. Venta Telefónica: 902 24 48 48. Venta en Internet: www.teatro-real.com Ainadamar (Osvaldo Golijov). Julio: 8, 10, 11, 13, 14, 16, 17, 19, 20, 22. 20.00 horas. Nueva producción en el Teatro Real. Director musical: Alejo Pérez. Director de escena: Peter Sellars. Escenógrafo: Gronk. Solistas: Jessica Rivera, Kelley O’Connor, Núria Rial, Jesús Montoya. Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real. 11 276-Pliego 1 22/6/12 12:58 Página 12 AGENDA Necrología DIETRICH FISCHER-DIESKAU 12 Harald Hoffmann L a muerte de Dietrich Fischer-Dieskau, que en vida fue objeto de múltiples referencias y análisis en esta revista, algunos con la rúbrica del autor de estas líneas, nos obliga, por supuesto, tratándose de artista tan querido y tan relevante, con una carrera que se extendió durante más de 50 años y que tuvo colofón en actividades complementarias como las de director, musicólogo, escritor y maestro de canto, a redactar estas sentidas líneas de adiós a quien fue, sin duda, uno de los mayores fenómenos vocales de nuestro tiempo. Poseía un talento en verdad descomunal y puede decirse que la historia del canto moderno pasa indefectiblemente por él. Dejando a un lado, de momento, el propio arte de la entonación y el servicio a un texto, ¿qué tenía esa voz que nos envolvía, nos penetraba y, por decirlo así, nos engatusaba? O, primero, ¿qué no tenía esa voz?; porque, como se ha reconocido, y aquí lo hemos hecho con frecuencia, carecía de algunas cualidades que siempre han adornado a los más grandes instrumentos de su cuerda. Era, en este sentido, una voz limitada; o imperfecta. Claro que lo que tenía lo usaba maravillosamente. Pero, ¿qué le faltaba entonces? Le faltaba morbidez, metal penetrante —el suyo no era opaco, pero tampoco brillante—, squillo, sobre todo en el agudo, que con frecuencia se emitía abierto a partir del mi o del fa3, o al menos a medio camino, sin que por ello tuviera ese campaneo que caracteriza a las voces más dotadas en ese terreno. Si repasamos algunas pertenecientes a su entorno geográfico, las encontramos más timbradas, no siempre más bellas, porque la de Dieskau, aun con esas carencias, y esto es muy subjetivo, por supuesto, sí lo era para nosotros. No hay duda de que antecesores, tan duchos, como él, en la ópera y en el lied o el oratorio, como Willi Domgraf-Fassbaender, Karl Schmitt-Walter o, sobre todo, Gerhard Hüsch, Heinrich Rehkemper, Heinrich Schlusnus o Herbert Janssen y, posteriormente, Hans Hotter —éste más bajo que barítono— y, particularmente, Hermann Prey, poseían ese relieve en mayor medida. Pero no todos, claro, cantaban tan bien, eran tan completos en cualquier parcela. Aparte de la calidad intrínseca de la voz, con frecuencia se ha criticado a nuestro artista por un cierto manierismo, acusado a medida que pasaba el tiempo, a la hora de pronunciar, de decir, de masticar las palabras del texto, que era traducido con infinidad de matices, coloreado de mil formas en busca de una expresividad alquitarada; un trabajo que realizaba con el detalle de un alquimista. No era en tales casos precisamente un cantante sobrio. Lo cual no empece para reconocer su endiablada habilidad y para afirmar sin dudarlo un instante que pocas veces, como con él, se ha dado a la palabra tanta importancia, se la ha cuidado tanto y se la ha pronunciado con tanta claridad. Aun así podríamos preferir interpretaciones más austeras y concisas. Depende de los casos. Ese estilo tirando a barroquizante que definía a veces al Dieskau maduro, no fue siempre bien recibido; incluso una colega tan cercana a él y tan admiradora de su clase, como Elisabeth Schwarzkopf, ponía el dedo en esa llaga cuando decía —y extractamos unas declaraciones que ya consignamos en estas páginas hace unos años—: “Lo conozco desde el comienzo de su carrera profesional y hemos trabajado juntos muchas veces. Quizá sea su Aussprache beim singen (pronunciación al cantar), la prusiana exageración de las consonantes, particularmente en Schubert, Strauss y Wolf, lo que me irrita ligeramente”. Pero frente a estas, cómo diríamos, limitaciones o defectos, se sitúa un cúmulo de virtudes de las que podríamos hablar muy largo y muy tendido. En primer lugar, la técnica, impresionante, acabada, depurada, fenomenal, que posibili- 276-Pliego 1 22/6/12 12:58 Página 13 AGENDA taba cualquier efecto vocal en persecución de esa tan cuidada expresión. Respiraciones medidas, control del aliento y de la regulación como base de ese comentado juego de colores y de un fiato amplio, fundamento esencial de un legato ejemplar para enunciar extensas frases ligadas y combinar en ellas medias voces, falsetes, falsetes reforzados, voces mixtas y dibujar los arcos dinámicos que han de impulsar el significado del texto cantado. Sólo así era posible alcanzar —con el la natural optativo— el clímax en el tremendo lied Ich grolle nicht de Dichterliebe de Schumann; partiendo de un piano y llegando a la cima del agudo en desesperado fortísimo. Esa técnica y esa manera de frasear, únicas y singulares, eran aplicadas milimétricamente por supuesto en el mundo liederístico, ampliando los horizontes establecidos por algunos de los cantantes pretéritos arriba citados. Pero no sólo ahí. Otros repertorios se beneficiaban de ello, el de la ópera, tanto la alemana como, de manera más inesperada teniendo en cuenta las características del instrumento, la italiana. Ese Rigoletto milagroso dirigido por Kubelik a principios de los sesenta es uno de los mejores ejemplos de cómo se puede servir a una partitura de forma estrictamente musical, cómo se le puede extraer su más profunda esencia y cómo se puede matizar recorriendo todos los estados de ánimo del conturbado personaje. Sólo seguir el enunciado de la cantinela expectante en busca de su hija —“Larà, larà, larà!”— nos sobrecoge; aunque luego los agudos sean abiertos o al timbre le falte esmalte y densidad. Luego está esa permanente atención a las más mínimas indicaciones del pentagrama, que observamos en todo el trabajo del barítono, escrupuloso hasta la exageración y siempre pendiente de un factor verdaderamente básico: el manejo del ritmo. Hemos de recuperar las palabras de otro gran colaborador de Dieskau, fiel a él desde finales de los cuarenta, el eximio pianista inglés Gerald Moore, quien alababa particularmente no la belleza de la voz, ni la increíble técnica, ni el temperamento, ni la pasión por la música, sino precisamente esa virtud agógica: “Si tuviera que poner el dedo en la clave que revelara la supremacía de Fischer-Dieskau, que lo sitúa aparte de cualquier otro cantante de hoy, yo diría, en una palabra, Ritmo. Éste es la sangre que da vida a la música y él es un auténtico maestro en su aplicación. El ritmo, como decía Paderewski, es el alma de la música y nadie reconoce su potencia como Fischer-Dieskau”. No da más de sí esta reseña, que aun siendo mortuoria, quiere ser también gozosa. Ha desaparecido un cantante excepcional. Era muy anciano y le había llegado la hora. Pero no nos deja huérfanos. Nos lega un inmenso corpus discográfico en todos los géneros y en los más importantes sellos; multitud de CDs, DVDs y álbumes de lo más variado, hoy en su mayoría adquiribles, junto con testimonios de su labor docente y de su dedicación a la dirección orquestal y de documentales que ensalzan y estudian su figura. Tenemos pues ancho campo para el disfrute y para la evocación de su imperecedero recuerdo. A lo que sin duda contribuirá la lectura de sus libros. Recordemos algunos de ellos: aparte de sus memorias, traducidas al inglés como Reverberations (Fromm International Publishing Corporation, Nueva York, 1989), el ya muy conocido sobre los lieder de Schubert, traducido —pésimamente— al español (Alianza, Madrid, 1989), que data ya, en su primera publicación en Wiesbaden, de 1971; el muy subjetivo sobre la historia del canto, asimismo traducido en España (Hablan los sonido, suenan las palabras, Turner, Madrid, 1990), y Wagner y Nietzsche: el mistagogo y su apóstata (Altalena Editores, 1982). Arturo Reverter FEMAP 2012 CONSOLIDACIÓN E n su segunda edición, el Festival de Música Antiga dels Pirineus consolida su oferta con una programación extensa en el tiempo y en el espacio. Del 12 de julio al 25 de agosto, catorce municipios pirenaicos estarán implicados en una manifestación que sabe unir el atractivo estrictamente musical —con descubrimientos, recuperaciones y estrenos en tiempos moder- nos— con el paisaje, la arquitectura y la historia. El Ensemble Diatessaron abrirá el Festival en La Seu d’Urgell con un programa titulado Le Basque: músicas y danzas en el siglo de las luces para cerrarlo, en Berga, Intonationes con un monográfico Juan de Anchieta en el 550 aniversario del compositor. Otra presencia especialmente interesante es la de la Orquesta Barroca de la Unión Europea dirigida por un experto como Lars Ulrik Mortensen en una propuesta que lleva por título Dance des Zéphirs. La Orquesta Barroca Catalana, que dirige Olivia Centurioni, plantea un programa que recoge la música religiosa inédita de los hermanos Pla, con Pau Bordas y Raquel Andueza como solistas mientras La Grande Chapelle, bajo la dirección de Albert Recasens, hará lo propio con García de Salazar. No necesitan presentación para los aficionados Vittorio Ghielmi y Luca Pianca que ofrecerán obras de Marin Marais, Gallot, Forqueray, Viseé y del libro de Madame La Rochette. Camerata Boccherini, que dirige Massimo Spadano y con la que colabora entre otros la soprano María José Moreno, hará el Stabat Mater del compositor que le da el nombre y Nuevo Sarao dedicará su programa a Araniés, Falconieri y Uccellini. La Orquestra de Cambra de Granollers, el Cor Vivaldi y el Cor Infantil Amics de la Unió negociarán el Magnificat y el Gloria de Vivaldi mientras la Coral Polifònica de Tremp y la Camerata San Cugat rendirán homenaje a Giovanni Gabrieli. El Cor de Cambra Caterva hará lo propio con los maestros de capilla renacentistas de La Seu d’Urgell. Festival de Música Antiga dels Pirineus. 12-VII/25-VIII-2012. www.femap.cat 13 276-Pliego 1 14 22/6/12 12:58 Página 14 276-Pliego 1 22/6/12 12:58 Página 15 15 276-Pliego 2 22/6/12 13:08 Página 16 AC T U A L I DA D 16 Montsalvatge y Toldrà VOCACIÓN DE CLÁSICOS A. Bofill Teatro del Liceo. 26-V-2012. Montsalvatge, El gato con botas. Marisa Martins, Marc Canturri, Enric Martínez-Castignani, María Luz Martínez, Miguel Ángel Zapater. Director musical: Antoni Ros-Marbà. Director de escena: Emilio Sagi. Escenografía y vestuario: Ágata Ruiz de la Prada. Palau de la Música. Palau 100. 11-VI-2012. Núria Rial, David Alegret, Marisa Martins, Joan Cabero, Joan Martín-Royo. Sinfónica del Gran Teatro del Liceo. Director: Antoni Ros-Marbà. Toldrà, El giravolt de maig (versión de concierto). Joan Cabero, Marisa Martins y Antoni Ros-Marbà durante la interpretación de Il giravolt de maig de Toldrà Dos óperas catalanas, con méritos suficientes para tener la condición de clásicos pero rara vez programadas, han coincidido en la cartelera barcelonesa, El gato con botas, de Xavier Montsalvatge, con libreto de Néstor Luján, estrenada en 1948 en el Liceu, y la única ópera de Eduard Toldrà, El giravolt de maig, con libreto de Josep Carner, estrenada en 1927 en el Palau. En el primer caso, se trata de una reposición liceísta del sencillo y divertido montaje de Emilio Sagi, ahora bajo la magistral dirección de Antoni Ros-Marbà. Sigue siendo, tal y como quería su autor, una ópera para todos los públicos, basada en un cuento infantil, pero explicada musicalmente con las armas líricas de la tradición italiana. Ros-Marbà otorga pleno encanto a la deliciosa música de Montsalvatge y cuenta con un sólido equipo vocal encabezado por la mezzosoprano Marisa Martins, que triunfa dando vida al astuto gato con exquisita musicalidad, encanto vocal e irresistible presencia escénica. A su lado, debutó como Molinero, sustituyendo al tenor Antoni Comas, el barítono Marc Canturri —en la primera fun- BARCELONA NAC I O NA L ACTUALIDAD BARCELONA ción, su nombre ni aparecía en el programa; es más, el teatro ni siquiera anunció el cambio; en la segunda se corrigió el lamentable olvido. Canturri acertó en la expresividad del personaje, muy bien resuelto vocal y teatralmente. Brilló el barítono Enric Martínez-Castignani con una espléndida caracterización del Rey y cumplieron con creces la soprano María Luz Martínez (La princesa) y el bajo Miguel Ángel Zapater (El ogro). Sagi maneja la acción con claridad y sentido del humor en un montaje visualmente muy atractivo gracias a la fantasía y personal sentido del color de Ágata Ruiz de la Prada, autora de la escenografía y el vestuario. Los recortes del Liceu arruinaron el proyecto inicial de representar El giravolt de maig en el Palau con dirección escénica de Oriol Broggi: al final, la coproducción se ha quedado en una versión de concierto que sabe a poco como conmemoración del 50 aniversario de la muerte de Toldrà, Ópera vital, alegre y optimista, de impecable factura clásica y frescura melódica, debería ser un clásico, pero no lo es y nunca lo será si no hay voluntad política de normali- zar el teatro lírico catalàn. Ros-Marbà, gran discípulo de Toldrà, dirigió la obra con fervor y convicción en sus inmensos valores, recreando la atmósfera teatral y poética. Dejando a un lado ciertos desequilibrios en la orquesta del Liceu, disfrutamos con el lirismo ensoñador y la dulzura vocal de Núria Rial (Rosaura), la certera expresividad de Marisa Martins ( Jovita), el gusto por los matices de David Alegret (Golferic), la rotundidad de Stefano Palatchi (Perot) y la plena solvencia de Joan Cabero (Marcó) y Joan Martín-Royo (Corvetó). Los seis solistas abrieron la velada de Palau 100 con seis bellas canciones de Toldrà, dos orquestadas por el propio compositor (Maig y Cançó incerta), y el resto por Joan Alfonso (Festeig y Cançó de grumet), Ros-Marbà (Divendres Sant) y un autor anónimo (Madre, unos ojuelos vi). El punto triste de la velada fueron los cientos de butacas vacías: pese a quien pese, falta público para la música catalana y, encima, quienes deberían fomentarla no deben de estar haciendo muy bien su trabajo a tenor de los resultados. Javier Pérez Senz 276-Pliego 2 22/6/12 13:08 Página 17 AC T U A L I DA D BARCELONA / BILBAO Temporada de la OBC CANCIONES Y LA CANCIÓN L a afinidad del director titular de la OBC con la música de Mahler es cosa sabida y comentada aquí en varias ocasiones. No es de extrañar, pues, que decidiera clausurar la temporada 20112012 de la orquesta con un gran Mahler, La canción de la tierra, en cierta modo una manera sobreabundante del Lied o, si se quiere, una especie de Lied épico de dimensiones sinfónicas cantado por dos voces solistas. En cualquier caso, una obra de gran interés, por su dificultad técnica, por lo que exige a todos los grupos —y solistas— instrumentales, y, por supuesto a los solistas vocales; y una obra difícil conceptualmente, en la medida en que su ejecución debe conjugar en complejo equilibrio esa dualidad intimismo/sobreabundancia de medios. El balance, pues, de la versión fue positivo, pero Pablo González ha obtenido más con su querido Mahler otras veces. Su atención se inclinó preferentemente por controlar y concertar, lo que le impidió quizá adentrarse más en la emo- PABLO GONZÁLEZ ción, preocupado por el desarrollo de la línea melódica, ella ya intensa, abrupta a veces. Es como si su empatía con este repertorio se hubiera visto limitada por la prioridad concedida a la construcción de la arquitectura musical. O quizá era ésta la elección mejor entre las posibles, porque la verdad es que la orquesta necesitaba de una conducción decidida: en la primera canción el exceso sonoro pedía ser corregido, no tanto porque pudiera tapar al potente tenor, cuanto por la conveniencia de que las tensiones, entre orquesta y voz, y dentro de la orques- Rafa Martín Barcelona. L’Auditori. 1-6-2012. Elena Copons, soprano; Donald Litaker, tenor; Christian Gerhaher, barítono. Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña. Director: Pablo González. Obras de Toldrà y Mahler. ta misma, fueran más claras. Con el transcurso de la obra vinieron aciertos, como la cuidada dirección detallista de la tercera canción o la nobleza de la última, Der Abschied (La despedida), en la que el barítono Gerhaher estuvo estilísticamente muy adecuado, y su prestación vocal superó las anteriores, en donde estuvo algo apagado. También en esta parte las largas meditaciones orquestales fueron servidas con noble sencillez y serena sobriedad y las intervenciones de solistas instrumentales —trompa, flauta, sobre todo— fueron buenas. Al revés que su cole- ga, el tenor Litaker demostró, sí, ir sobrado de volumen, lo que le vino muy bien sobre todo en la instrumentalmente excesiva versión de la primera canción. Pero su voz era metálica, casi estridente, como la de un Heldentenor enfadado. Lo mejor hubiera sido programar sola esta obra, grande e intensa. Y en cualquier caso las canciones de La rosa las llavis de Eduard Toldrà, éstas sí, íntimas y líricas, que se habían escuchado en la primera parte, corrían el riesgo de quedar en la memoria del oyente casi sofocadas por la intensidad y enormidad de las “canciones” mahlerianas. En cualquier caso la obra fue interpretada con frescura, se hizo justicia de su sencilla belleza. La soprano Elena Copons gustó y decepcionó. Bella su voz, y adecuado su estilo vocal, decepcionante —y difícil de explicar en una terrassenca— su dicción, tan importante cuando la letra son hermosos textos del poeta Salvat Papasseit. José Luis Vidal Visión camerística de Bach COHERENCIA BILBAO Sociedad Filarmónica. 6-VI-2012. Dorothee Mields, soprano. Orquesta Barroca de Ámsterdam. Director: Ton Koopman. Obras de Bach. No vamos a descubrir en unas pocas líneas al holandés Ton Koopman, uno de los intérpretes barrocos más respetados de los últimos tiempos, pero sí vamos a subrayar la claridad, la transparencia y la pátina poética que suele imprimir a la música de Bach. Así lo demostró en este concierto de clausura de la temporada de la Filarmónica, donde dirigió desde el clave cuatro obras muy distintas que él quiso unir en camerismo y coherencia estilística. De esa forma, acercó la Obertura o Suite BWV 1066 en do mayor, con su sorprendente Furlana, a la radical limpieza de planos y a la pureza minimalista del Tercer Concierto de Brandemburgo, contando siempre con una Amsterdam Baroque Orchestra de sonoridad luminosa y acentos mesurados, prudentes, nunca demasiado encendidos, pues Koopman es un músico comedido y equilibrado, de esos que suelen eludir los sobresaltos. Quizás por ello pareció algo alicaído el virtuosismo de los movimientos extremos de la Cantata BWV 51, tanto en lo que se refiere al trompetista (David Hendry, según decía el programa) como a Dorothee Mields. A cambio, la soprano alemana, de voz limitada en volumen y extensión, mostró una expresividad muy delicada en el aria central, Höchster, mache deine Güte. Aún más convincen- te, después, la Cantata BWV 202, en la que Koopman asentó una línea de creciente euforia y optimismo, desde las sombras iniciales hasta la alegría final, sobre tres pilares básicos: la máxima claridad de líneas, las aportaciones sensacionales del violín y el oboe, y el énfasis en el carácter profano de esta música, que habló así con un lirismo espontáneo, sutil y envolvente. Asier Vallejo Ugarte 17 276-Pliego 2 22/6/12 13:08 Página 18 AC T U A L I DA D BILBAO / CÓRDOBA Fundación BBVA FIDELIDADES Bilbao. Edificio San Nicolás del BBVA. 12-VI-2012. José Luis Estellés, clarinete. Cuarteto Arriaga. Obras de Urrutia, Yun, Lara, Kurtág y Carter. V iendo la que está cayendo, fue alentador escuchar de boca de Gabriel Erkoreka el anuncio de que habrá, a partir de octubre, una tercera edición del Ciclo de conciertos de música contemporánea de la Fundación BBVA. No podía ser de otra forma, teniendo en cuenta el tremendo hueco que cubre en la temporada musical de Bilbao (un hueco que el Festival BBK de Músicas Actuales no podía paliar en solitario) y, sobre todo, que el público ha respondido con una fidelidad que inicialmente podía parecer inesperada pero que ahora ya no sorprende. El último concierto de este segundo ciclo fue una buena muestra de ello. José Luis Estellés al clarinete y el CUARTETO ARRIAGA Cuarteto Arriaga, una agrupación joven, asentada en Leipzig y con un potencial muy importante, resolvieron con gran éxito un programa generoso, denso y enormemente exigente que incluía dos estrenos absolutos. El primero, Lilurak, de la getxotarra Isabel Urrutia, un encargo de la Fundación BBVA, supuso un homenaje tácito al Quinteto op. 115 de Brahms y rompió, desde un lenguaje muy ecléctico, con su práctica habitual de tomar elementos del folclore vasco para abrir la puerta a nuevos caminos que ya irá encontrando. El segundo, el Quinteto con clarinete de Francisco Lara, es una pieza de fuertes contrastes y gran complejidad rítmica compuesta en 2008 a partir del Kammerkonzert que el propio Este- llés estrenó, con el grupo TAIMAGranada, en el Festival de Alicante de 2005. Pero había más: tres retratos de madurez de otros tantos nombres capitales en la música de nuestro tiempo. Y ahí vimos que tanto Isang Yun en su Segundo Quinteto (1994) como György Kurtág en sus seis Moments musicaux op. 44 (2005) y Elliott Carter en su Quinteto con clarinete (2007) mantenían o mantienen su lucidez prácticamente intacta en sus últimas etapas compositivas, pero también que el espíritu innovador, subversivo y rebelde que caracterizó algunas de sus piezas más tempranas es cosa de otros tiempos. Asier Vallejo Ugarte Finaliza la titularidad de Hernández Silva ESTRENO PARA UNA DESPEDIDA CÓRDOBA Gran Teatro. 20-VI-2012. Orquesta de Córdoba. Director: Manuel Hernández Silva. Obras de Marco, Stravinski y Schumann. 18 Dos hechos han marcado este último concierto de temporada de la Orquesta de Córdoba: el estreno absoluto de la obra Mezquita-Catedral de Tomás Marco, y la despedida del maestro Hernández Silva, magnífico titular de esta formación durante los últimos siete años. Es así que una inevitable mezcla de arte y emoción se dio en esta velada que despertaba el máximo interés. Como introducción fue escogido ese pequeño juego instrumental inspirado en el concerto grosso barroco cual es el Concierto para orquesta de cámara en mi bemol mayor, “Dumbarton Oaks” de Stravinski. La interpretación de los solistas de la orquesta, guiados por un magistral sentido rítmico del director, ponía en imagen las enseñanzas de ese gran teórico de la métrica musical que fue, a principios del pasado siglo, Émil Jacques-Dalcroze, en su empeño de hacer natural para los músicos pensar y actuar en distintos patrones rítmicos. Hernández Silva hizo gala de un saber y entender esta práctica en una obra que se caracteriza por simultanear a la máxima expresión distintos tipos de medidas. Le siguió la obra de Marco que supone en sí, en sus tres partes bien definidas que se interpretan sin interrupción, un mantenido contraste entre dos estilos distintos fundidos en un solo resultado, evocando lo árabe y lo renacentista, como coexisten en el magno templo califal. Un sentido contemplativo al discurrir por las naves de este gran monumento se refleja en la estructura de la obra que, por su persistente pulso rítmico, cala en el oyente con natural aceptación, factor importantísimo para alcanzar su disfrute. En este sentido la labor de la sección de la percusión fue determinante con la intervención de Cristina Llorens y Carolina Alcaraz, dos de las componentes de la orquesta que más contribuyen a su impronta artística. Mezquita-Catedral completa el tríptico que Marco iniciara con Escorial y Palacios de la Alhambra en su inquietud de componer inspirándose en la belleza de nuestros grandes monumentos arquitectónicos. El montaje de Hernández Silva, cuidando el detalle, realzó su contenido estético. El concierto se cerró con la Sinfonía nº 4 en re menor de Robert Schumann. Su interpretación, excelente en todos sus movimientos, tuvo un momento mágico cual fue la transición entre los dos últimos, donde el director hizo buenas las recomendaciones del violinista y musicólogo amigo y colaborador de Schumann, Wilhem J. von Wasielewski, cuando habla en sus memorias del misterio y fantasía que encierra este pasaje de la sinfonía como resistiéndose ante el inminente strette presto de su parte final. La tensión que mantuvo el maestro a lo largo de toda la obra, justificó el concepto schumanniano de sus sinfonías al proponer para su interpretación “una gran variedad de enfoques”, como el compositor expresó en una carta a su amigo Liszt. José Antonio Cantón 276-Pliego 2 22/6/12 13:08 Página 19 AC T U A L I DA D LA CORUÑA XV Festival Mozart II COMO EN BOTICA el resultado, discutible. No puede negarse la importancia histórica de la película de Vertov, El hombre de la cámara; pero la sucesión inconexa de imágenes durante setenta minutos acaba fatigando, y la música de Nyman resulta reiterativa y de escaso interés. Los dos conciertos de la Sinfónica con intérpretes y directores españoles tuvieron lugar en el Teatro Rosalía de Castro, un precioso coliseo a la italiana de acústica excelente (hay quien la reputa seca) que permite escuchar todo, lo bueno y lo malo; pero es un recinto reducido y una gran orquesta sinfónica tiene dificultades para acomodarse dentro del palco escénico. En el primer pro- grama, Gutiérrez Arenas hizo un discreto Concierto para violonchelo, de Schumann: el fraseo es refinado, la sonoridad hermosa, pero la afinación no siempre es segura; donde el director se mostró más acertado fue en la Séptima, de Beethoven, sin duda mejor preparada por Mielgo. Se abrió el acto musical con Pezzo sinfónico, de Gabriel Busi, que agradó al público por su carácter amable. En el segundo concierto, destacó la admirable versión de Lachrymæ, la difícil partitura de Britten, por la viola, Inés Picado. El joven director, Bernácer, ofreció una estimable versión de la Sinfonía “Linz”, K. 425, de Mozart; y dirigió con oficio sendos movimientos de dos sinfonías compuestas por los músicos gallegos Vázquez Casas y Alejandre Prada. En fin, un precioso concierto coral con dos piezas importantes: la Música para el funeral de la Reina Mary, de Purcell y La Muerte, el Amor y la Vida, del joven compositor gallego, Daniel Artés; acompañaron dos trompetas, dos trombones y percusión procedentes de la Orquesta Joven de la OSG. A cappella, el Coro de la Sinfónica cantó, entre otras cosas, el precioso Ubi Caritas, de Duruflé, y la difícil Ave Maria, de Bruckner. Al frente, Joan Company, excelente músico que dirige los tres coros que integran el proyecto coral de la Sinfónica de Galicia. Julio Andrade Malde A la Sinfónica de Galicia David Thompson En el segundo tramo del Festival Mozart, ha habido un poco de todo. Como en botica: cuartetos de arcos, marionetas, un filme con música en vivo, conciertos con intérpretes y directores españoles y un concierto coral. Los tres programas del Cuarteto Casals combinaron las grandes partituras schubertianas (Cuartetos nºs 13, 14 y 15) con obras de dos clásicos (Boccherini, Cuarteto op. 32, nº 5; Haydn, Cuarteto Hob. III:57) y de dos representantes del pasado siglo (Webern, Movimiento lento, y Seis bagatelas, op. 9; Shostakovich, Adagio y allegro). Hace dos años, esta agrupación ya había tocado en el Festival Mozart los seis Cuartetos “rusos”, de Haydn. El Casals destaca por un carácter decididamente lírico, con notable capacidad para el cantábile, y un fraseo refinado. Por ello, sus mejores logros los consigue en los movimientos reposados, serenos; en los rápidos o tumultuosos pierde nitidez y precisión. El tradicional concierto en familia trajo un discreto montaje con marionetas a cargo de la compañía Per Poc, del Romeo y Julieta (en versión abreviada), de Prokofiev. Una narradora a la que apenas se entendía intentaba clarificar la peripecia escénica, ya que por la evolución de los personajes sobre las tablas era imposible deducir el significado. Lo mejor, la Sinfónica de Galicia, dirigida por Diego García. División de opiniones con Nyman y su Banda. En principio, la idea de poner música en vivo a un filme (como en los tiempos del cine mudo) resulta atractiva; VENGEROV DIRIGE La Coruña. Palacio de la Ópera. 15-VI-2012. Massimo Spadano, Maxim Vengerov, violines. Sinfónica de Galicia. Director: Maxim Vengerov. Obras de Bach, Mozart y Beethoven. U no de los principales atractivos del Festival Mozart era la presencia como director de orquesta del formidable violinista Maxim Vengerov. Las referencias en el mundillo no podían ser mejores y la realidad del concierto confirmó sobradamente que el ruso no aspira tan sólo a ser un solista de éxito que de vez en cuando dirige una orquesta y cobra, digamos, el doble. Estuvo soberbio con el arco en la mano —enormemente musical en el Concierto nº 4 de Mozart, encantado junto a ese concertino excepcional que es Massimo Spadano en el BWV 1043 de Bach— pero la sorpresa de su Beethoven resultó mayúscula. Una Heroica musculosa, bien articulada pero no pesante, rítmicamente impecable, clarísima de líneas y de texturas y con un impulso épico que tampoco se quedó en eso, que se desarrolló desde la lógica formal hacia la comprensión cabal de un mensaje evidente. La Orquesta Sinfónica de Galicia respondió de forma espléndida. Está en muy buena forma la centuria gallega y merece la pena que cuide con atención la sucesión de Víctor Pablo Pérez, artífice de su presente. La generosidad de Vengerov — larguísimo concierto sin un MAXIM VENGEROV LA CORUÑA Teatro Rosalía de Castro. 22/24-V-2012. Cuarteto Casals. Obras de Boccherini, Haydn, Schubert, Shostakovich y Webern. Palacio de la Ópera. 26-V-2012. Sinfónica de Galicia. Director: Diego García. Compañía Per Poc. Prokofiev, Romeo y Julieta. 30-V-2012. Michael Nyman Band. Director: Michael Nyman. Vertov, El hombre de la cámara. Teatro Rosalía de Castro. 31-V-2012. Adolfo Gutiérrez Arenas, violonchelo. OSG. Director: Pablo Mielgo. Obras de Busi, Schumann y Beethoven. 7-VI-2012. Inés Picado, viola. OSG. Director: Jordi Barnácer. Obras de Vázquez Casas, Alejandre Prada, Britten y Mozart. Iglesia de San Nicolás. 9-VI-2012. Coro de la OSG. Conjunto Instrumental de la Orquesta Joven de la OSG. Director: Joan Company. Obras de Purcell, Bruckner, Duruflé, Rutter, Manuel y Artés. instante que no tuviera sentido— se plasmó en dos propinas de lujo: Tzigane de Ravel —nada menos— al término de la primera parte y una Méditation de Thaïs de Massenet que no consiguió romper, afortunadamente, la impresión del gran momento beethoveniano. Luis Suñén 19 276-Pliego 2 22/6/12 13:08 Página 20 AC T U A L I DA D LAS PALMAS XLV Temporada de Ópera Alfredo Kraus NI PERLA NEGRA NI MIRLO BLANCO Nacho González Teatro Pérez Galdós. 15-VI-2012. Bizet, Los pescadores de perlas. Juan Diego Flórez, Patrizia Ciofi, Vasili Ladiuk, Felipe Bou. Coro de la Ópera de Las Palmas. Filarmónica de Gran Canaria. Director musical: Yves Abel. Director de escena y escenografía: Mario Pontiggia. LAS PALMAS Patrizia Ciofi y Juan Diego Flórez en Los pescadores de perlas de Bizet en el Teatro Pérez Galdós 20 Pese a las amenazadoras nubes de tormenta que se cernían sobre la temporada de ópera de Las Palmas de Gran Canaria y, especialmente, sobre la última producción que serviría de colofón, se levantó finalmente el telón en el Pérez Galdós. Si se abrió con Bizet y su celebérrima Carmen, se cerraría también con Bizet con el otro título que todavía se mantiene en cartel y que en su momento consolidaría su fama como autor operístico. Los pescadores de perlas goza aún del favor del público gracias a la popularidad del dúo de tenor y barítono y, especialmente, gracias a la célebre aria Je crois entendre encore, pie- dra de toque del repertorio tenoril. Ópera pues al servicio de los grandes tenores que en el mundo han sido, no es de extrañar que tentase a uno de los mejores (si no el mejor) tenores lírico-ligeros del momento, el peruano Juan Diego Flórez, que de nuevo eligió Gran Canaria para debutar un rol. Y, como es normal, ante tal expectación, el público abarrotó el teatro, pese a que el precio de las localidades superase el de los títulos precedentes en esta temporada. Y Mario Pontiggia, director artístico, encomendado por los valerosos Amigos Canarios de la Ópera, volvió a apuntarse un merecido tanto, pese a que lo que suponía el mayor atractivo de la función no colmara las ilusiones del público. Y, evidentemente, no es que Flórez no cantara bien, puesto que su línea de canto, su facilidad en el agudo y su técnica no han sufrido merma alguna en los años de carrera. Sigue siendo una primerísima figura, pero Nadir no parece ser en el momento su rol ideal. El éxito llegaría por la adecuada concepción teatral y escénica, el elegante y oportuno vestuario, la efectiva iluminación que redondeó un trabajo espléndido de conjunto. En cuanto a otras singularidades, Patrizia Ciofi convenció en su entregada interpretación y en cuanto a lo canoro en la belleza de los agudos, especialmente en la mezza voce. Éxito arrollador, franco y sin titubeos el del barítono Ladiuk que cosechó los más calurosos aplausos. Excelente Felipe Bou, todo un lujo en un rol muy por debajo de sus posibilidades. Espléndido el coro dirigido por Olga Santana en su difícil y lucido cometido al igual que la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, en general bien concertada por Yves Abel. De nuevo, pues, la paradoja se hizo presente en esta temporada en la que nada es lo que parece: lo excepcional substituye a lo normal y viceversa. Y, habida cuenta del balance global, no hay de qué lamentarse. Leopoldo Rojas-O’Donnell 276-Pliego 2 22/6/12 13:08 Página 21 AC T U A L I DA D MADRID Monteverdi revisado por Boesmans GENERACIÓN MALDITA Tan sólo dos años después de la espléndida Poppea de Christie y Pizzi, con Danielle de Niese y Philippe Jaroussky (comentamos el correspondiente DVD en este mismo número), el Teatro Real vuelve a este título cada vez más apasionante del repertorio monteverdiano; aunque sólo parte de la música sea realmente de Monteverdi, como nos recuerda Claudio Cavina al grabar su propia versión para Glossa. Mortier le encarga una versión a Philipp Boesmans, que ya había hecho una hace más de dos décadas con orquestación más o menos tradicional, pero ahora acude a un conjunto de música de nuestro tiempo y propone un equilibrio sonoro que evoca tanto el barroco (lo evoca, no trata de reconstruirlo) como la posvanguardia. El resultado musical puede que no esté del todo terminado, y que este ensayo sea una primera propuesta. La continuación, de momento, en Montpellier, la próxima temporada. Pero el otro resultado, el dramático, es el que remata de veras este espectáculo. Y eso es responsabilidad de Krzysztof Warlikowski, que aquí resulta a nuestro juicio más interesante que en su Rey Roger y al nivel de aquel Makropulos de hace cuatro años justos. Como es sabido, la Poppea de 1642 es una obra pesimista y aun así llena de risa, una ópera muy propia tal vez de una época de guerras y destrucción de todo lo que parece sólido y hermoso. Tal vez por eso gusta tanto en los últimos cuarenta años, desde que se redescubrió, en rigor. Warlikowski acentúa ese pesimismo, y aunque no ignora el lado buffo de esta obra, sí lo coloca como elemento secunda- Javier del Real MADRID Teatro Real. 16-VI-2012. Monteverdi-Boesmans, Poppea e Nerone. Nadja Michael, Charles Castronovo, Maria Riccarda Wesseling, William Towers, Willard White, Ekaterina Siurina, Hanna Esther Minutillo, Elena Tsallagova, Liubov Petrova, Serge Kakudji. Klangforum Wien. Director musical: Sylvain Cambreling. Director de escena: Krzysztof Warlikowski. Escenografía y figurines: Malgorzata Szczesniak. Vídeo: Denis Guéguin. Dramaturgia: Christian Longchamp. Nadja Michael y Charles Castronovo en Poppea e Nerone rio. Importante, pero secundario. Warlikowski, con Longchamp, le añade un episodio previo, declamado, no cantado, la lección magistral de Séneca a sus alumnos Nerón, Popea, Octavia, Drusila, Otón; la muerte de Séneca cobra aquí un interés superior al habitual. Esto convierte la catástrofe de la jornada en que se desarrolla toda la acción en una tragedia con perspectiva: la deriva de una generación asomada al abismo por el abuso de poder y el poder del sexo; del Amor, personificado en el prólogo y en la escena del “atentado” contra Popea. Al modo de ciertos films, el dúo final (Pur ti miro) tiene lugar sobre unos títulos que nos cuentan el triste destino de todos los protagonistas, como si la muerte de Séneca hubiera sido la primera de esas muertes: el maestro, y luego los discípulos que se instalaron en el poder. Nadja Michael, que no estuvo sobrada en lo vocal, es una Popea más que convincente en lo teatral, por su gestualidad, sus movimientos, su agilidad. Una excelente actriz llena de vida que plantea con Warlikowski una Popea que no es fría ni calculadora, sino que avanza como un cazador hacia su objetivo. Nerón es ahora tenor, no mezzo ni contratenor, como es habitual. Muy adecuado Castronovo en este cometido. Magnífica Wesseling, y muy cerca Siurina. Towers tiene más gusto que volumen vocal. Willard White, cada vez más querido en este teatro, está excelente como actor en el prólogo hablado y como bajo profundo, oscuro, hasta la escena bufo-trágica de su muerte. Hay que destacar las voces secundarias por su especial interés: Minutillo, como Il Valetto, opción mezzo, ambigua pero muy femenina en este papel travestido; Petrova, miss Fortuna, excelente, como Tsallagova en la Virtud; y el congoleño Serge Kakudji diseña con el director un Amor insólito en lo vocal y lo escénico. Finalmente, hay que señalar que Zapata se lució como Arnalta, sobre todo al final. No hay tiempo para señalar las variantes y cambios de los personajes. Warlikowski es un director creativo, y merecería la pena detenerse en la cuidadosa propuesta de cada rol en cada momento. La pega fundamental del espectáculo es la lentitud de los tempi en determinados momentos, lo que no es sólo responsabilidad de Cambreling, sino también del compositor. Del que, por otra parte, nos hubiera gustado ver La ronda, por ejemplo; o Julie. Otra vez será. Santiago Martín Bermúdez 21 276-Pliego 2 22/6/12 13:08 Página 22 AC T U A L I DA D MADRID XVIII Ciclo de Lied DOS ESCENARIOS Madrid. Teatro de la Zarzuela. 11-VI-2012. Susan Graham, mezzo; Malcolm Martineau, piano. Obras de Purcell, Berlioz, Schubert, Liszt, Schumann, Chaikovski, Duparc, Wolf, Horovitz, Poulenc, Messager, Porter, Rodgers y Moore. 18-VI2012. Gerald Finley, bajo barítono; Julius Drake, piano. Obras de Loewe, Schubert, Schumann, Stanford, Sullivan y Britten. tro de mezzo lírica, una generosidad de extensiones, una musicalidad impoluta, una emisión destilada y un dominio de lenguas y estilos. El canadiense se valió de medios, no por reconocidos y magníficos, distantes del GERALD FINLEY Sim Canetty-Clarke SUSAN GRAHAM Darío Acosta C omo si se hubiesen combinado para rematar el ilustre ciclo cancioneril madrileño, los dos cantantes americanos resolvieron sus programas sustentándose en la presencia de personajes y en canciones mayormente narrativas. Es decir: se prestaron a la escenificación, haciendo valer sus cimeros dones de imaginación compositiva, en especial en el caso de la estadounidense, que actuó con todo su encanto personal y su flexibilidad histriónica para encarnar a figuras tan variopintas como la Virgen María, Ofelia, Mignon, Lady Macbeth, las enjutas damas de Poulenc y las cachondas señoras de la opereta francesa y la comedia musical norteamericana. En todos los casos lució lo que le conocemos y aplaudimos: un esmaltado regis- otro mundo sonoro. Es un bajo barítono de graves cavernosos, centro con pulpa y un agudo que puede iluminarse con resplandor de metal. Su técnica los empareja y su señorío en la afinación y el fraseo los esculpe hasta el más susurrado deta- lle. No vaciló en el lujo de pedir a Drake que desplegara todo su rutilante tesoro de timbres y cantó con perfecta audibilidad, llenando el ámbito de sí mismo. Fue un actor-relator en baladas narrativas, donde consiguió, en la doble versión de El rey de los elfos (Schubert y Loewe) vibraciones espeluznantes. Pulió las gracias populistas de un delicioso Britten y sacó toda la pelusa posible al Schumann más árido y a dos romancistas ingleses de modesta lencería victoriana. Como propina y en memoria de Fischer-Dieskau, un estático Lotosblume schumanniano agravó y melancolizó el humor de la sala. No me olvido de Martineau, que secundó a Graham. Mencionarlo, simplemente, es ya elogiarlo. Blas Matamoro Las Noches del Real DIVA EX MACHINA P 22 ese a la menguante actividad musical de la capital del reino, se hacen esfuerzos por mantener ciclos y públicos. El miércoles 20 coincidieron dos conciertos de gran interés, uno del CDMC y otro éste, en una de las Noches del Real. Aparentemente, la obra fuerte fue la que ocupó la segunda parte, la muy bella Pierrot lunaire, que uno creía que era un clásico ya aceptado, pero parece ser que no del todo. Christine Schäfer ha demostrado su capacidad y vocación “vienesas”, tanto en conciertos como en discos, recitales y, desde luego, en las óperas, con aquella Lulu como punto culminante, pero en modo alguno final. El Klangforum Wien está en el foso del Real con una sorprendente Poppea, y tanto Cambreling como el conjunto aprovechan la ocasión y se asocian a esta espléndida cantante, que desgrana Pierrot con todo el arte de quien sabe de sobra que “esto no se canta”, pero que tampoco se recita. El Sprechsgesang sigue teniendo su punto misterioso. Todo lo vienés lo tiene; bueno, todo lo posterior a Makart, la Ringstrasse y el partido socialcristiano; y anterior a marzo del 38, o acaso el verano de 34. Qué lío, dis- Olivier Hermann Madrid. Teatro Real. 20-VI-2012. Christine Schäfer, soprano. Klangforum Wien. Director: Sylvain Cambreling. Obras de J. Strauss-Schoenberg, Stravinski, Ravel y Schoenberg. CHRISTINE SCHÄFER culpen ustedes. En fin, Christine Schäfer es una artista consumada, y con el canto de los Tres poemas de Mallarmé, obra maestra de Ravel, señaló otra culminación, la de esta velada. Quizá lo menos interesante fue el Vals del Emperador, no sólo por los tempi de Cambreling, a menudo dado a la flema, sino por la propuesta misma de Schoenberg en su original. Pero tras Stravinski y Ravel, excelentes, el cierre con Pierrot nos reconcilió a todos (o eso creo) con el mejor Schoenberg, el mejor Klangforum y un Cambreling más incisivo. Christine Schäfer: musa, tal vez; o divinidad inspiradora. Caramba. Mejor, no sigo… Santiago Martín Bermúdez 276-Pliego 2 22/6/12 13:09 Página 23 AC T U A L I DA D MADRID Temporada de la OCNE EN CLIMA DE APOTEOSIS Madrid. Auditorio Nacional. 25-V-2012. Lars Vogt, piano. Orquesta Nacional de España. Director: Neeme Järvi. Obras de Beethoven y Dvorák. 3-VI-2012. Solistas. OCNE. Coro de la Comunidad de Madrid. Coro de RTVE. Escolanía del Sagrado Corazón de Jesús. Joven Coro de la Comunidad de Madrid. Coro de la Universidad Politécnica de Madrid. Director: Josep Pons. Mahler, Sinfonía nº 8 “De los Mil”. Fernando Marcos E l punto final y evidentemente fuerte de la temporada que acaba era esta mastodóntica sinfonía mahleriana, con cerca de 500 ejecutantes. La interpretación escuchada el domingo 3 de junio no fue perfecta, algo prácticamente imposible en el Veni Creator, con sus tensas líneas contrapuntísticas. Pero el director concertó el gigantesco orgánico con ese gesto tan suyo de marcar el compás con trazos vigorosos y con la ayuda de una ágil mano izquierda. El crescendo final fue bien organizado, con adecuadas gradaciones. Excelentemente expuesto el preludio orquestal de la Escena de Fausto. La orquesta sonó bellamente antes del solo de Michaela Kaune, voz lírica y emocionadamente regulada. Uno de los mejores momentos. Es difícil apreciar desafi- La Sinfonía nº 8 “De los Mil” de Mahler en el Auditorio Nacional naciones o destemplanzas en los instantes más enrevesados, con 350 voces a todo pulmón. La prestación general de las seis masas corales fue buena y no advertimos graves desigualdades; y sí, por el contrario, algunos minutos de hermosos pianos en los compases previos a la gran explosión. Entre los solistas, aparte de Kaune. Apreciamos buenos momentos de Albert Dohmen, que no es realmente bajo, y de Bo Skovhus, barítono muy claro. El tenor Dean Griffey es débil y esforzado. Discre- tas Hellekant y McMaster, digna Karg en su breve intervención como Mater Gloriosa, y sonora pero destempladilla Manuela Uhl. Järvi, a sus 75 años, tiene el aire de un maestro de los de antes. Batuta parca, movimientos bien medidos y autoridad. Criterios musicales correctos sin más. Nos gustó su labor en el Tercer Concierto de Beethoven donde Lars Vogt demostró ser pianista de gran técnica y fácil recorrido, poco poético pero musical. Expuso con acierto un estupendo Largo. Tanto la obertura Carnaval como la Sinfonía nº 8 de Dvorák se acogieron a las mismas características interpretativas: brillantez, mucho cuerpo orquestal, líneas básicas bien marcadas y escasas gracia y transparencia. Arturo Reverter Universo Barroco GEOGRAFÍAS Madrid. Auditorio Nacional. 25-V-2012. María Espada, Eugenia Burgoyne, sopranos; Carlos Mena, contratenor; Andrew Tortise, tenor; Elier Muñoz, barítono. Al Ayre Español. Director: Eduardo López Banzo. Obras de Bach y Torres. 20-VI-2012. Sophie Bevan, Katherine Manley, sopranos; Nicholas Mulroy, Joshua Ellicott, tenores; Peter Harvey, Ashley Riches, barítonos. Gabrieli Consort & Players. Director: Paul McCreesh. Purcell, La reina de las hadas (semiescenificada). E l Universo Barroco del CNDM cerró la temporada en sus dos vertientes, la más camerística y la de ópera en concierto. Nutrida, sin embargo, la plantilla de Al Ayre Español para un interesante programa que agrupaba las muy distintas músicas de dos autores prácticamente coetáneos, J. S. Bach y José de Torres. Banzo ya había propuesto hace años este atractivo diálogo norte-sur con idéntico programa en uno de los añorados ciclos de la Fundación Caja Madrid. En líneas generales, la música de Torres se benefició esta vez de interpretaciones más redondas que la de Bach, y no por cuestiones de idiomatismo sino de puro equilibrio. La ciertamente animada lectura de la Suite BWV 1066 fue plasmada con un trazo un tanto grueso, en tanto que en la Misa BWV 235 las intervenciones vocales solistas resultaron magníficas pero la solución minimalista del coro a base de esos mismos cantantes se reveló muy insuficiente frente a la orquesta. Sensacionales solistas, orquesta y director en los maravillosos villancicos de Torres. No es La reina de las hadas de Purcell una ópera en sentido estricto, sino teatro con abundante música, pero en cualquier caso se agradeció el suelto movimiento escénico apuntado por los cantantes. Éstos fueron cumplidores aunque no excepcionales — salvo tal vez el veterano barítono Peter Harvey—, si bien lograron una muy fluida y fresca recreación de la obra. Las escenas grotescas —el poeta borracho, Coridón y Mopsa— se resolvieron con eficacia y un humor un punto exagerado, mientras que el lirismo de muchos números quedó recogido con elegancia y buena línea. La Sala Sinfónica del Auditorio pareció al principio desproporcionada para el volumen sonoro del Gabrieli Consort, pero poco a poco McCreesh hizo que su grupo dominara las condiciones acústicas del recinto, consiguiendo que la música se expandiese. Excelente la respuesta instrumental, con un primer trompeta soberbio. Un concierto delicioso. Enrique Martínez Miura 23 276-Pliego 2 22/6/12 13:09 Página 24 AC T U A L I DA D MADRID Ciclo de Ibermúsica TRANSPARENTE REFINAMIENTO Madrid. Auditorio Nacional. 22-V-2012. Hélène Grimaud, piano; Christina Landshamer, soprano. Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig. Director: Riccardo Chailly. Obras de Ravel y Mahler. Peter Fischli / Lucerne Festival L a agrupación sinfónica, la más antigua del mundo según todos los datos, está en una forma espléndida y le sienta muy bien, desde luego, la animosa presencia de Chailly a su frente. Cuerdas compactas y sedosas, maderas dulces y metales empastados, afinación general ejemplar y espectro sonoro oscuro, cruzado en ocasiones de relámpagos luminosos, son los mimbres que apreciamos al oído tras la escucha. El director italiano por su parte, siempre con las partituras en el atril, despliega una enorme actividad sin descomponer la figura: brazos amplios, gesto meridiano y firme, sugerente cuando se trata de conseguir sonoridades blandas y acolchadas, impetuoso cuando se exige RICCARDO CHAILLY un tutti en fortísimo. El conjunto se acopló con flexibilidad y precisión al ritmo vivo aplicado por la batuta en una transparente y excitante versión del Concierto de Ravel. Grimaud, diestra, matizadora y musical, no tuvo la misma chispa. Escuchamos esa música como si no tuviera cuerpo, como deseaba Salazar y recuerda en sus justas notas García del Busto. El inicio de la Sinfonía de Mahler prometió lo mejor: cuerdas en un hilo, dibujando la melodía en un exquisito y milagroso glisando, y orquesta sumándose con delicadeza al tutti. Interpre- tación camerística, exacta, cantada y refinada, sin un solo tropiezo. Una inteligente recreación de una obra que es maravillosa transposición a principios del siglo XX de una estructura sinfónica sonatística propia del clasicismo vienés. La ironía del segundo movimiento quedó bien recogida en el magnífico manejo del violín afinado un tomo más alto y el lirismo del Adagio tuvo gran temperatura, adecuadamente contrastada con las sombras del gran acorde que enlaza con el último tiempo, con sus dos canciones del Wunderhorn, donde cantó tímidamente, con escaso resuello, la soprano Landshamer, por otra parte adecuada para el infantil fragmento. Arturo Reverter Liceo de Cámara METAMORFOSIS 24 general de las versiones. Hubo en esto último algunas salvedades, como la desequilibrada y árida Segunda Sonata de Schumann por Weinmeister y Lonquich, que lograron luego excelentes resultados en las de Franck y Debussy. Los puntos débiles de las dos sesiones del Meta4 estuvieron en un Segundo Cuarteto de Smetana, muy duro y desorientado, y un plúmbeo Quinteto con clarinete de Reger, aunque esto fuese achacable a la propia partitura. Hunt y los Meta4 ofrecieron, en cambio, un valioso Quinteto con clarinete de Brahms y, sobre todo, un reivindicativo y apasionado Cuarteto de Franck. Los Capuçon y colaboradores brindaron un interesantísimo programa, que pudo ser salvado por la generosa disposición de Braley, que sustituyó al anunciado Angelich. Algo saturado el desmedido e incompleto Cuarteto con piano de Lekeu y mucho más equilibrado el Trío con piano de Fauré. Braley salió muy airoso en las piezas lisztianas a solo; de gran finura la versión para cuarteto de cuerda de la igualmente del húngaro Am grabe Richard Wagners. Y sensacional, por fin, la lectura de la straussiana Metamorfosis, en la realización de Rudolf Leopold para siete instrumentos de cuerda, a partir de pruebas descubier- Sonja Werner E l Liceo de Cámara acabó su andadura la presente temporada con el alivio de tener garantizada la siguiente, gracias, entre otras personas e instituciones, a la intervención in extremis de quien fuera su fundador, Antonio Moral. Es una estupenda noticia para la vida musical madrileña, de la que este ciclo es un elemento básico. El próximo curso se anuncia de un nivel artístico similar a los más recientes, bien que con algunos sacrificios, entre ellos el en absoluto menor de la desaparición del libro-programa. Las veladas reseñadas tuvieron interés por las incursiones en importantes obras olvidadas del repertorio y la calidad CUARTETO CAPUÇON Madrid. Auditorio Nacional. 23-V-2012. Hanna Weinmeister, violín; Alexander Lonquich, piano. Obras de Schumann, Franck y Debussy. 29, 31-V-2012. Matthew Hunt, clarinete. Cuarteto Meta4. Obras de Smetana, Reger, Brahms, Haydn, Fauré y Franck. 12-VI-2012. Cuarteto Capuçon. Gérard Caussé, viola; Yann Levionnois, violonchelo; Alois Poch, contrabajo; Frank Braley, piano. Obras de Lekeu, Fauré, Liszt y Strauss. tas en 1990. Despedida, ahora ya esperanzada, de un mundo que se fue. Enrique Martínez Miura 276-Pliego 2 22/6/12 13:09 Página 25 EV S TA AECNTTURA L IID AD MADRID Temporada Operadhoy-Musicadhoy BROCHE DE ORO Madrid. Teatro de la Zarzuela. 10-VI-2012. Geblendet. Daniel Gloger, Vincent Frisch, Christian Brückner, actor. Cuarteto Sonar. Director de escena: Thierry Bruehl. Auditorio Nacional. 12-VI-2012. ¿Dónde estás, hermano? I y II. Corina Feldkamp, Carolina Barca, Ana Cristina Marco, Julieta Navarro, Silke Evers, voces; Juan Carlos Garvayo, piano. Director y electrónica: André Richard. Ensemble minimahler. Director: Joolz Gale. Obras de Nono, Schoenberg y Mahler. E Martin Sigmund l cierre de las temporadas de musi- básicamente un flujo de interjecciones cadhoy y operadoy se produjo casi melismáticas, impactos dinámicos y en paralelo y con parejas calidades scratchings en surround— son conveartísticas. En el coso lírico de la Zarzue- nientemente normalizadas para matela subía a escena un apacible domingo rializar sin fisuras un purgatorio abismade junio la ópera Geblendet (cegado) do en el nihilismo. que el dramaturgo Hans-Peter Jahn perPor otro lado, la sesión de clausura geñó en 2011 sobre textos de Thomas de musicadhoy (¿Dónde estás, hermaBernhard y James Joyce y cuatro obras no?) tuvo lugar un par de días después de los jóvenes Michael Beil, Mischa en el Auditorio Nacional y constó de Käser, Manuel Hidalgo y Filippo Peroc- una soberbia primera parte dedicada a co arregladas para contratenor, voz esas obras políticas y negrísimas para blanca, actor, cuarteto de cuerda y elec- voces, piano y electrónica de Luigi trónica en torno a las Sechs Bagatellen Nono que son La fabbrica illuminata, de Webern. Lamentablemente, en el Ricorda cosa ti hanno fato in Ausdíptico explicativo sólo constaban los chwitz, Quando stanno morendo-Diadatos técnicos y artísticos de la obra y rio polaco nº 2, …sofferte onde serene... debido al carácter beckettiano de este y ¿Dónde estás, hermano? —en las que pasticcio neovanguardista tuvimos que destellaron las digitaciones de ese andar discerniendo un poco a tientas el genio que es Juan Carlos Garvayo y una sentido de esa ceguera anunciada en el realización electrónica de André título. Terriblemente humano y meló- Richard que realzó los fantasmas patimano hasta los huesos, Bernhard fue bularios evocados por las cantantes— y un existencialista obsesionado con la decrepitud que buscó en las artes un lenitivo del vivir; en Geblendet, las tres edades de la vida representadas por los personajes del niño (tiple), el adulto (estupendo fraseo el del contra- Escena de Geblendet en el Teatro de la Zarzuela tenor Daniel Gloger) y el anciano (narrador), forman una segunda parte muy exigente en la tres líneas secantes que en la juntura cual el ensemble mini-mahler —una generan potentes chispazos de sentido prodigiosa coalición ad hoc de jóvenes (a menudo en la forma de anécdotas músicos— firmó una versión de cámara histórico-musicales o sarcasmos metafí- de las schoenbergianas Cinco piezas sicos), pero la achacosa coreografía de para orquesta maravillosamente contraBruehl —compuesta de acciones hierá- punteada y una Novena de Mahler arreticas, movimientos reticulares y gestos glada para ensemble por Klaus Simon pánicos—, las condena a un formalis- que, salvo por un par de ataques erramo epatante. Por otra parte, aunque los dos y algún que otro desajuste en el cuatro actos musicales que dividen la empaste, resultó tan intensa y expresiva trama (Blinded; Nachrichten; Geblendet como las mejores. y Occhi, nur noch) proceden de diferentes puños y letras, sus partituras — David Rodríguez Cerdán 25 276-Pliego 2 22/6/12 13:09 Página 26 AC T U A L I DA D MADRID CNDM: Series 20/21 FANTASÍA CONTRAPUNTÍSTICA de sirena à la Varèse, unos tonos sincopados que emulan el código morse) y epatante (la obra se cierra con los percusionistas rompiendo las placas percutidas en un atronador fffff amplificado electrónicamente) tirado sobre elementales líneas escaladas. Tampoco su orquestación estuvo muy afinada: el sonido del clave (cordón umbilical con Bach) no empasta bien con la sonoridad mate de las placas de cerámica, madera y espuma que representan los océanos mientras que el dispositivo de cuerda apenas sirve para reflectar el trabajo de la tecla y la percusión. Para rematar la faena, la compositora afea las buenas intenciones de su contrapunto oceánico con un forzado subtexto crítico (lo efímero del consumo) que soluciona presentando el instrumental envuelto con papel de regalo (o periódico) y con el catacrack final de los percusionistas. Tras la primera iteración bachiana del Contrapunctus I, perfectamente asimilado por el estupendo cuarteto ad hoc que Natxo Francés E l tema de Joan Cerveró y Proyecto Veinte21 para las Series 20/21 del CNDM fue el contrapunto. Y el de Bach, claro, no pudo faltar en calidad de horizonte o referencia: por eso se encartaron los Contrapunctus I y XIV de El arte de la fuga en un programa que, por otro lado, no tenía la más mínima intención de historiar o resumir esta prolija variedad de la polifonía, sino de abundar fantásticamente en sus posibles. Para empezar, tanto Sonia Megías como Ricardo Llorca, que estrenaban encargos, se tomaron el punto contra punto no tanto como una arquitectura de voces contrapuestas sino como un disparadero conceptual; lástima que el Sshhcrack! (2012) de la joven compositora almanseña dependiera casi por completo de la sugerente imagen de las subidas y bajadas de las mareas, porque sólo así, visualizándola entre los elementales vaivenes de la materia sonora, podía sacársele algún jugo a un discurso entre sonorista (ese glissando JOAN CERVERÓ Madrid. Auditorio 400 del MNCARS. 4-VI-2012. Proyecto Veinte21. The New York Opera Society Percussion Players. Electroacústica: LIEM-CTE. Director: Joan Cerveró. Obras de Bach, Megías Pärt, Llorca y Ligeti. hizo los honores, se sirvió el Fratres de Arvo Pärt en la menos agraciada de sus versiones: la de cámara. Salvo un desliz dinámico de trompa y flauta en la segunda variación, el ensemble estuvo muy atinado, pero esta música de porcelana está hecha para el mimbre de la cuerda y en el barrilete de las maderas se asilvestra y desfigura. Por suerte, la potentísima Borderline (2012) —para grupo de batucada y orquesta de cámara— de ese alicantino en Nueva York que es Ricardo Llorca vino a quitarnos el amargor de los oídos con una especie de danzón afrocarioca inspirado en las batucadas de los “indignados” cuyas hechuras de repiques y surdos le permiten generar una prodigiosa serie de ciclos contrarrítmicos y timbres girados (memorable resultó el juego de piano y arpa) de estilo neominimalista que parecían escritos a cuatro manos por John Adams y Alexandre Desplat. Cerveró quiso acallar rápidamente la tromba de aplausos que siguió al tutti para mantener su audaz presentación en attacca y luego de la segunda iteración bachiana —un encomiable Contrapunctus XIV para quinteto—, el valenciano y cía desplegaron a manos llenas esa obra maestra de la orfebrería micropolifónica que es el Concierto de cámara de Ligeti (19691970), en el cual todo se corresponde y tiene sentido. En resumen: un concierto apasionante, imaginativo y deliciosamente imperfecto. David Rodríguez Cerdán Ciclo de la ORCAM POLIFONÍA ROMÁNTICA Madrid. Auditorio Nacional. 28-V-2012. María Cristina Kiehr, soprano; Pilar Vázquez, contralto; Rufus Müller, tenor; José Antonio López, barítono. Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid. Director: Víctor Pablo Pérez. Mendelssohn, Paulus. E 26 l riesgo asumido por Víctor Pablo Pérez de ir desplegando ante el público habitual en este ciclo de abono los cuarenta y cinco números del Paulus de Mendelssohn a lo largo de dos horas, se vio gozosamente compensado por el multitudinario aplauso sembrado de “bravos” con el que culminó la interpretación. Como oratorio romántico se etiqueta esta obra, ya que data de 1836. En la ocasión presente el oratorio se susurró, se cantó, tuvo carga romántica y juego polifóni- co claro y cumplido, tanto en el coro como en la orquesta. La exactitud polifónica brilló ya en la obertura con excelente diferenciación de las voces orquestales. Muy buenas intervenciones del coro como ese “pueblo” al que da voz, graduando dinámicas espléndidamente aunque en su primera intervención como tal quedasen algo descubiertos los tenores, mientras fragmentos como Steiniget ihn! y Mache dich auf! tuvieron una plenitud exultante. Hablamos de la primera parte de la obra, con el martirio de Esteban, aunque ya en ella se lució el barítono-bajo en su gran aria Gott, sei mir gnädig, lo que refrendó como Pablo a lo largo de la segunda, que no perdió en logros. Un poco más de volumen en las notas más graves habría hecho perfecta su labor. Como lo fue la de María Cristina Kiehr aunque tengamos que acostumbrarnos a su carencia total de vibrato: es su voz. Extraordinaria (sólo se notó en contadísimos momentos su condición de estar afectado de gripe, que se advirtió por megafonía antes de comenzar) la contribución del tenor Rufus Müller: ¿qué no hará este cantante estando en plenitud? También bien Pilar Vázquez en su corto cometido. Todo lo señalado forzó al público a seguir atento la densidad y longitud de la obra y otorgar a todos su aplauso entusiasta como cité al comenzar esta reseña. José A. García y García 276-Pliego 2 22/6/12 13:09 Página 27 AC T U A L I DA D MÁLAGA / SANTIAGO Una joya del patrimonio lírico REALISMO MELANCÓLICO Teatro Cervantes. 9-VI-2012. Sorozábal, Adiós a la bohemia. María Rey-Joly, Javier Galán, Iñaki Fresán. Coro de Ópera de Málaga. Filarmónica de Málaga. Director musical: Roberto Forés. Director de escena: Mario Gas. MÁLAGA Precedida de dos apuntes sinfónicos del mismo compositor, Mendian y Txistulariak —un paisaje musical el primero y un minueto el segundo—, se presentó esta ópera chica que cerraba la temporada lírica malagueña. Las producciones escénica del Teatro Español de Madrid y musical del Teatro Cervantes de Málaga se fundieron para conseguir una representación que superó con creces el resultado de las anteriores citas del reducido ciclo operístico del Teatro Cervantes. Mario Gas, desde su gran experiencia dramática y con un enorme respeto a la partitura, creó un espectáculo de sugerente belleza en el que los sentimientos y las emociones que quieren transmitir los autores del libreto y la música —los vascos Baroja y Sorozábal—, quedaron plasmados con suma elegancia pese a la amargura su argumento, que refleja el fracaso humano, magistralmente tratado en cada uno de los números, todos ellos de marcado corte zarzuelístico, por el ilustre compositor donostiarra. En este sentido hay que elogiar también el trabajo certero de Roberto Forés en el podio, dejando la impronta de un músico que cuida el detalle y ayuda con atención a los cantantes. Sus cualidades con la batuta ya las apuntó en una magistral interpretación del ya mencionado minueto, todo un ejemplo de las esencias musicales originarias de Sorozábal. En el elenco destacó el equilibrio de las voces elegidas y la capacidad dramática de sus componentes. Fresán, en su papel de vagabundo que introduce las emociones que han de desarrollarse en el argumento de “su historia”, se manifestó seguro tanto en lo vocal como en la acción, llegando a su máxima expresión dramática en el pasaje que cierra la ópera: “¡Realismo! Cosa amarga, triste”. Tanto María Rey-Joly como Javier Galán, pareja central del drama, infundieron autenticidad a su diálogo magistralmente acompañado en el continuado estilo arioso que propone el compositor. Sus voces se adaptaron fielmente a los distintos estados de ánimo que fueron sucediéndose en su encuentro en el cafetín, destacando por expresividad dos de las romanzas más significativas de la ópera, ¿Recuerdas aquella tarde? a cargo de Tri- ni, y El poeta pobre, bohemio y truhán de Ramón en la que Galán transmitió lo mejor de su arte canoro. El coro mantuvo con tensión el pasaje inicial El Greco, Velázquez, Goya en el que varios bohemios discuten sobre pintura alcanzado el más alto grado de tristeza en su sección femenina, donde las coralistas, en su papel de prostitutas, se distribuyeron por la zona del público al cantar con tierna melancolía Noche triste y enlutada, dejando de nuevo patente la buena labor de su director, Francisco Heredia, que contribuyó también a la excelencia de esta producción en su intención de mostrar la belleza que encierra esta pequeña joya de nuestro patrimonio lírico. José Antonio Cantón Ciclo de la Real Filharmonía BUEN FIN DE CURSO Santiago de Compostela. Auditorio de Galicia. 24-V-2012. Fazil Say, piano. Real Filharmonía de Galicia. Director: Edmon Colomer. Obras de Marco, Saint-Saëns y Brahms. 31-V-2012. Nancy Fabiola Herrera, mezzosoprano. RFG. Director: Paul Daniel. Obras de Pärt, Berlioz y Sibelius. SANTIAGO Los dos últimos conciertos de la temporada elevaron unos grados el nivel de satisfacción del oyente y dejaron instalada la confianza en que para las próximas temporadas el nivel podrá seguir subiendo. Como la poesía de Gabriel Celaya, la batuta de Paul Daniel es un arma cargada de futuro. En el penúltimo de los conciertos no fue el director británico la estrella, sino el pianista y compositor turco Fazil Say. Con Edmon Colomer en el podio brindó una sumamente brillante lectura del Concierto nº 2 de SaintSaëns pasando con amplitud por encima de las grandes y progresivas exigencias que la obra plantea para el solista y que llegan a lo espectacular en la tarantela final del último movimiento. Metido en harina, ofreció tres notables propinas: un arreglo para piano y orquesta de la llamada marcha turca de Mozart que venía muy a cuento, otra totalmente suya para piano solo y una pieza de jazz para finalizar entre el entusiasmo general. El Espejo velado de Tomás Marco permitió el lucimiento de parte de la sección de vientos de la RFG. Con Paul Daniel fue la sección de cuerdas con el añadido de una campana la que manifestó la congoja contenida en el Cantus in memoriam Benjamin Britten que Arvo Pärt escribió al poco tiempo del fallecimiento del gran compositor inglés. FAZIL SAY La poderosa voz, más en los agudos que en los graves, de la mezzosoprano Nancy Fabiola Herrera dio un gran dramatismo a La muerte de Cleopatra de Berlioz, si bien un tanto teatral, operístico. Según declaró, era su primera interpretación de esta obra y con el tiempo puede pulir su versión. Daniel resaltó la modernidad armónica y conceptual de la escritura de Berlioz que no es de extrañar enfureciera al conservador jurado del Premio de Roma. La Sinfonía nº 2 de Sibelius exige los consabidos refuerzos a la plantilla de la orquesta pero, a pesar de ello, la lectura ofrecida fue bastante notable, gracias a las exigencias de precisión y claridad del director. Como decía al principio, todos contentos y esperanzados, pues con Daniel el abanico de programación parece será mucho más abierto y la calidad también está asegurada. José Luis Fernández 27 276-Pliego 2 22/6/12 13:09 Página 28 AC T U A L I DA D SEVILLA Distancias EL VUELO DE LA MARIPOSA Guillermo Mendo Teatro de la Maestranza. 5-VI-2012. Puccini, Madama Butterfly. Svetla Vassileva, Héctor Sandoval, Ángel Ódena, Marina Rodríguez-Cusí, Mikeldi Atxalandabaso, Fernando Radó, Fernando Latorre. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Coro de la Asociación de Amigos del Teatro de La Maestranza. Director musical: Pedro Halffter. Director de escena: Mario Gas. SEVILLA Svetla Vassileva y Héctor Sandoval en Madama Butterfly de Puccini en el Teatro de la Maestranza 28 Puede que por toda la parafernalia que rodeaba a la tercera versión que de esta ópera ofrecía el coliseo maestrante, el vuelo de la Mariposa no alcanzase durante el primer acto las alturas emotivas de anteriores ocasiones. Ese rizar el rizo de filmar una representación como si se tratara de una cinta de los años treinta con cámaras, grúas y pantallas en blanco y negro, no hacía más que distanciar innecesariamente a los espectadores. Que el director musical no hiciera su entrada por el foso, sino sobre el escenario para que le practicasen el simulacro de un maquillaje, resultaba un tanto ridículo. Pero había buenas voces sobre las tablas y una orquesta pletó- rica en expertas manos, y así el espectador pudo desentenderse de metalenguajes pretenciosos y concentrarse en una historia conmovedora como pocas. Tras el no muy conseguido dúo de amor por parte del tenor mejicano Sandoval, la búlgara Vassileva se hizo dueña de la situación. Su voz se había afianzado y recibió su primera gran ovación en el segundo acto con Un bel dì vedremo. Cada vez más dentro de su personaje, alcanzó su cima en el tercero con su sacrificio final. Su canto, poderoso y expresivo, logró transmitir cuanto de lírico y trágico existía en el alma de la ingenua y valiente heroína. Tuvo la suerte de contar con una estupenda Suzuki, Marina Rodríguez-Cusí, cuya voz ha madurado en la mejor dirección. Su naturalidad y su sensibilidad la han convertido en ideal para este papel. También anduvo sobrado de facultades Ódena, como Sharpless, sobrio, profundo, con su sólido timbre de barítono. En contraste con él, la voz clara, ágil, de Atxalandabaso, como el pícaro Goro, que vestido elegantemente a lo occidental en el primer acto pudo despistar a alguno no muy familiarizado con su labor celestinesca. En los demás personajes el vestuario de la Squarciapino se ajustaba mejor, y el traje nupcial de Butterfly era realmente hermoso. No así la escenografía de su pareja, Frigerio, esta vez plomiza y muy lejos de la delicadeza nipona. La sabia luminotecnia de Vinicio Cheli resolvió muchas escenas. Mención especial merece la dirección de Halffter que ha sido una de las más conseguidas. Experto en el repertorio pucciniano, se mostró muy seguro, y fue del patetismo al intimismo o viceversa con indudable maestría. La orquesta le siguió con disciplina y supongo que con entusiasmo, como también el conjuntado coro. En esta Butterfly ha faltado un gran Pinkerton, pues Sandoval dio más el tipo como actor que como cantante. Lo que sobraba era la parafernalia de esta producción del Real que no aporta nada nuevo. Jacobo Cortines 276-Pliego 2 22/6/12 13:42 Página 29 AC T U A L I DA D VALENCIA Festival del Mediterrani GITANAS Y MAGAS En el montaje de Il trovatore que inauguró el quinto Festival del Mediterrani en Les Arts, Gerardo Vera convierte la acción de guerra civil entre cortesanos aragoneses del siglo XV en un conflicto entre guardias y partisanos allá por el siglo XIX. La traslación, de intención sin duda noble, es perversa en los resultados por cuanto, por ejemplo, diríase que obliga a que el coro de gitanos cante un texto alegre en un tono y con un ritmo de marcha fúnebre tal vez más apropiados para los hebreos de Nabucco. En Medea viste a los cortesanos de la antigua Corinto como obreros y costureras, nuevamente, del XIX, y a su familia real según la moda pope ruso, pero esta vez no traiciona el libreto ni molesta la apreciación de lo importante, la música. Sin los graves rotundos de otras, Ekaterina Semenchuk demostró que, hoy en día, una Azucena sin vibrato y creíble en los gestos vale Tato Baeza VALENCIA Palau de les Arts. 26-V-2012. Verdi, Il trovatore. Maria Agresta, Ekaterina Semenchuk, Jorge de León, Juan Jesús Rodríguez. Director musical: Zubin Mehta. Director de escena: Gerardo Vera. 12-VI-2012. Cherubini, Medea. Violeta Urmana, Ofelia Sala, María José Montiel, Sergei Skorojodov, Dimitri Beloselski. Director Musical: Zubin Mehta. Director de escena: Gerardo Vera. María José Montiel y Violeta Urmana en Medea de Cherubini su peso en oro. Jorge de León pareció reservarse para los momentos cumbre asignados a Manrico, donde estuvo espectacular, mientras que en otros se descuidaba. El onubense Juan Jesús Rodríguez, que sustituía al cantante anunciado como Conde, cumplió con buena nota aunque también mostrando cierta irregularidad. La que sí se mostró constante en la excelencia fue Maria Agresta, sin duda una de las grandes Leonoras actuales. En la obra de Cherubini, La ahogada emisión y el vibrato descontrolado de Ofelia Sala hizo pensar en alguna indisposición física o, simplemente, un mal día. No así el timbre de Sergei Skorojodov, a lo Pavarotti pero más metálico, vale decir oxidado, vale decir feo. Ni Dimitri Beloselski apostando por la cantidad antes que por la calidad. Todo mejoró con la entrada en escena de Violeta Urmana como Medea, que por añadidura fue de menos a más hasta alcanzar un gran triunfo. Diríase que para tal progresión resultó acicate definitivo la prestación de María José Montiel, que como cantante y como actriz hizo de la sirvienta Neris otra protagonista. Ambas funciones contaron con un coro y una orquesta con niveles constantes de poder, claridad y agilidad a las órdenes de un Mehta de quien nadie habría podido adivinar que estaba incorporando Medea a su repertorio. Alfredo Brotons Muñoz 29 276-Pliego 2 22/6/12 13:09 Página 30 AC T U A L I DA D VALENCIA Ensems ¿Y DESPUÉS DE CAGE QUÉ? Valencia. Centre del Carme. 30-V-2012. Marisa Blanes, piano. Amores Grup de Percussió. Obras de Cage. T. Castro E n el centenario del nacimiento de John Cage (y veinte años de su fallecimiento), la XXXIV edición del Festival Internacional de Música Contemporánea Ensems se ha planteado la pregunta What next?, ¿A continuación qué? Huyendo del estigma de elitismo, las respuestas se han buscado en la yuxtaposición, cohabitación o fusión de formatos en principio disparejos como el teatro musical, la música electroacústica, el mainstream, el flamenco, la música india… sin por supuesto olvidar al personaje que, a mediados del siglo XX, dio la última (¿o sólo penúltima?) gran vuelta de tuerca al concepto de música con la igualación de los de sonido y ruido, silencio incluido. Completado por Miguel Ángel Orero García y con la colaboración de la pianista Marisa Blanes, Amores Grup de Percussió pasó revista a la primera época de Cage, esto Marisa Blanes con algunos miembros del Amores Grup de Percussió es, los primeros años cuarenta. Fue aquel el momento del primer entusiasmo por el descubrimiento de que el campo no tiene puertas, de que cualquier fuente de sonido es apta para la producción de música. Pero también aquel en que ya se siente con máxima agudeza la necesidad de unos paráme- tros, métodos, procedimientos, llámese como quiera, que sustituyan el lenguaje abandonado. Todo el concierto consistió en una acumulación constante de instantes felices. Las decenas de instrumentos, convencionales o no, amontonados sobre el escenario provocaban otras tantas interrogantes sobre cómo sonaría cada uno de ellos cuando les tocara el turno. Y las expectativas siempre se vieron cumplidas con demostración de dominio de unos medios escogidos con la eficaz imaginación que en estos músicos es norma. Alfredo Brotons Muñoz Ciclo de la Orquesta de Valencia NOVEDADES MUY INTERESANTES Valencia. Palau de la Música. 25-V-2012. Håkan Hardenberger, trompeta. Orquesta de Valencia. Director: John Storgårds. Obras de Evangelista, Turnage y Nielsen. 8-VI-2012. José Franch-Ballester, clarinete. OV. Director: Rubén Gimeno. Obras de Valero Castells y Shostakovich. E 30 l Concierto con brío para cuarteto de cuerdas y orquesta de cuerdas, compuesto por José Evangelista en 2003 bajo la inspiración del concerto grosso vivaldiano y estrenado al año siguiente en Montreal, se inserta en la actual corriente de relanzamiento de la tonalidad desde el rigor en el control de la imaginación creativa. Los violinistas Enrique Palomares y Juan Carlos García Carot, el viola Santiago Cantó y el violonchelista Iván Balaguer se lucieron en el concertino. Más pretencioso, es decir, desnivelado entre propósitos y resultados, se antojó el concierto para trompeta Desde el naufragio, de Mark-Anthony Turnage. Håkan Hardenberger, que lo estrenó en 2005, demostró asombroso virtuosismo, pero poco más. La Quinta del danés Carl Nielsen recibió una versión a la vez potente y sutil, propiciada por una orquesta muy en forma y un director, John Storgårds, experto en la materia. Encargado por el Institut Valencià de la Música, el Concert Valencià para clarinete y orquesta de Andrés Valero Castells tiene casi todo lo necesario para convertirse en un clásico contemporáneo: muy fácil para el oyente sin resultar rancio, y con dificultades muy prudentemente calculadas en cantidad y riesgo para que tanto el solista como la orquesta se luzcan cuanto menos con espectacularidad. El clarinetista José Franch-Ballester, al que está dedicado, desempeñó su parte con timbre recio pero noble y precisión mecánica infalible. La repetición del Delicato como propina no hizo sino confirmar que el gancho irresistible de la obra y el altísimo nivel del intérprete. Cerró velada una Décima de Shostakovich que Rubén Gimeno concibió con las dosis correctas de grandeza y austeridad, lógica y emoción, tensión y relajación. La orquesta respondió con la entrega, la altura de miras y la calidad colectiva e individual que acostumbra cuando la guía desde el podio tiene la claridad y coherencia de las que hizo gala este sin duda magnífico director. Alfredo Brotons Muñoz 276-Pliego 2 22/6/12 13:09 Página 31 AC T U A L I DA D VALLADOLID / ZARAGOZA Dura prueba para el ruso GRAN PETRENKO Auditorio. 25-V-2012. Sinfónica de Castilla y León. Director: Vasili Petrenko. Obras de Schubert y Shostakovich. 2VI-2012. Iván Martín, piano. Obras de Soler, Clementi, Liszt y Chopin. 7-VI-2012. Katia y Marielle Labèque, pianos. SCyL. Director: Juanjo Mena. Obras de Debussy, Poulenc, Bartók y Dvorák. Rafa Martín VALLADOLID Después de la gran versión de la Cuarta de Mahler por Chailly y la Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig, la prueba para Petrenko y la Orquesta Sinfónica de Castilla y León no era fácil. La comparación de ambos conjuntos se imponía. La Quinta de Schubert y la Cuarta de Shostakovich eran piezas difíciles. La primera por la necesaria transparencia, la segunda por su enorme complejidad. Levedad en el tono en la obra schubertiana, pasión arrolladora en la del compositor ruso. Una de las cumbres de Petrenko en su etapa de Valladolid. Si Shostakovich hubiera estrenado la Cuarta en el momento de su composición, probablemente no hubiera sobrevivido a la purga. Caos en lugar de música, el famoso articulo de Pravda, originó el descrédito del VASILI PETRENKO músico. Por esa razón, y después de los ensayos, no se interpretó la sinfonía. Una obra larga, densa, de gran poder orquestal, con una plantilla inédita. Devoto de Mahler, el compositor toma alguna idea de sus sinfonías, la marcha fúnebre del primer tiempo y la que cierra el tercero. Pesimista en extremo, representa una cara nada agradable del país. La versión de Petrenko fue estupenda, matizadísima en los grandes contrastes, haciendo sonar a la cuerda como nunca, brillantísima en los fortes y emocionante en los momentos lentos. Un éxito para él y para la orquesta. Sensacional Iván Martín. En un programa variado demostró que es un intérpre- te de primerísima categoría. Las sonatas del padre Soler, Clementi, las obras de Liszt, la Polonesa brillante y los Estudios de Chopin mostraron a un gran músico con precioso y diferente sonido según las obras. Una magnifica ratificación. El concierto de Juanjo Mena y las Lebèque fue discreto. Ni Debussy (Iberia), Poulenc (Concierto para dos pianos), Bartók (Suite de “El príncipe de madera”) ni las Danzas de Dvorák pasaron de unas versiones un tanto convencionales. Otras veces nos gustó más el director de Vitoria. En el próximo articulo escribiré de los dos conciertos de la despedida de Bringuier (Brahms y Beethoven) que merecen, por una serie de circunstancias, un tratamiento especial. Fernando Herrero XVII Temporada de Conciertos PLEBISCITO INAPELABLE ZARAGOZA Auditorio. 29-V-2012. Enigma-Orquesta de Cámara del Auditorio de Zaragoza. Director: Juan José Olives. Bruckner, Sinfonía nº 7, versión para orquesta de cámara de Hanns Eisler, Erwin Stein y Karl Rankl. Schoenberg y sus discípulos fundaron en 1918 una sociedad de conciertos para interpretar en privado sus obras y las de otros compositores significativos. De febrero de 1919 a diciembre de 1921 hubo 117 sesiones con 154 obras de 42 autores; por lo común, y por falta de medios, en versiones para ensemble. Su recuperación es uno de los —muchos— haberes del maestro Olives y Enigma-OCAZ, y la sesión final de su XVII temporada puso en atriles la Séptima de Bruckner que tres alumnos de Schoenberg redujeron en 1921, un mes antes de la JUAN JOSÉ OLIVES Y EL GRUPO ENIGMA disolución de la sociedad y sin tiempo para un estreno que se demoró hasta marzo de 2000. El modus operandi (reparto de los movimientos entre los tres autores, reducción de la cuerda al quinteto, transcripción de las maderas a clarinete y armonio, y de los metales a trompa y piano a cuatro manos) produjo una obra curiosa y atractiva aunque por momentos distante de la densidad y la tímbrica brucknerianas. Y harto difícil dado que el esquelético dispositivo obliga a los diez instrumentistas a tocar al aire y sin posible disimulo del mínimo error. Pero, con ser muy notable la interpretación, lo que distinguió la velada fue la ovación final: la más larga, cálida, general y sostenida que recuerdo tributada a director y orquesta; un clamoroso plebiscito que, después de una temporada difícil (por reducción drástica del presupuesto) y en medio de augurios inquietantes sobre el porvenir, acreditó que el público de EnigmaOCAZ ha emitido, sin posible apelación, un veredicto rotundamente favorable a su labor. Tome nota quien debe. Antonio Lasierra 31 276-Pliego 3 25/6/12 13:01 Página 32 AC T U A L I DA D INTERNACIONAL 32 Festival Haendel de Halle EL ÁNGEL ECHA UN DISCURSO 1/3-VI-2012. Haendel, Alcina. Director musical: Bernhard Forck. Director de escena: Andrej Woron. Orquesta de Cámara de Basilea. Director. Enrico Onofri. Haendel, Poro, re dell’Indie (versión de concierto). Al Ayre Español. Director: Eduardo López Banzo. A. Scarlatti, Il martirio di Santa Teodosia. Con un bufido de la máquina de viento empieza la nueva escenificación de la haendeliana Alcina. Luego se oyen extraños sonidos: tamborines, truenos, tambores, ruidos extramusicales, texto hablado. Una chillona carroza con niños invade la escena y no deja oír la música. Baja un telón garabateado y pasa sobre las cabezas un exótico guerrero semidesnudo y colgado de una cuerda, tamborileando en la luna; cruza el proscenio un señor en paños menores con una gigantesca cabeza de oso; un niño maquillado de carmín, a quien le han disparado a lo mafioso, amenaza con una ametralladora mientras Ruggiero canta Verdi prati. Unos chamanes gritan y sacuden sus miembros, una señora en tetas entra en sangriento trance, unos bailarines se organizan para el minué, patalean y salpican con el agua de la piscina. En un ambiente de clínica blancura, al fondo, se ven fantásticas figuras con tatuajes, máscaras bestiales o raras cabezas vegetales, como provenientes de lejanos y extraños países, acaso América del Sur, islas del Pacífico o África. El director de escena polaco Andrej Woron entiende esta ópera como un conflicto de culturas, el reino de la hechicera como un lugar de vacaciones con cielo estrellado, palmeras, pródigos cañaverales de bambúes y piscinas de natación donde, fuera de toda civilización, se puede vivir y amar. Su simpatía se dirige a la heroína del título, sin duda, a la que muestra como víctima, abandonada y dotada de poderes sobrenaturales (convertir a sus amantes en animales). Para ello, el escenario se puebla de elementos fantásticos y el vestuario Gert Kiermeyer HALLE ACTUALIDAD ALEMANIA Romelia Lichtenstein en Alcina de Haendel en el Festival de Halle mezcla el barroco con el folclore y el pop. Pálidos peces vuelan por el aire, dirigidos a la lejanía y sustituidos por el Ballet Rossa (coreografía: Martin Stiefermann) niños caracterizados como vegetales o chicas que bailan en el agua en plan de natación sincronizada. Un efecto muy notable se produce al final del primer acto, cuando todo se ilumina de brillante rojo y el suelo donde se apoya Alcina se eleva. Otro ocurre en la encerada y cristalina casa de la bruja, donde ella, vestida de plumas rojas y una monumental peluca negra, parece prisionera. Al final, Woron repite clichés: los héroes se marchan con sus maletas y los empleados del teatro barren el proscenio, en tanto Alcina canta su última aria Mi restano le lagrime vestida de negro, como en un concierto. El coro de cierre Dopo tante amare pene se oye desde la platea en una suerte de impertinente final feliz. El director de orquesta Bernhard Forck se plegó a las exigencias del director de escena, aceptó una versión reducida e incorporó a la Orquesta de Halle algunos instrumentos exóticos, pero su fuerza expresiva, su colorido y su energía rítmica consiguieron lo más loable de la noche. Romelia Lichtenstein encarnó a Alcina. Es una cantante haendeliana de especial calidad desde 1996 276-Pliego 3 22/6/12 13:32 Página 33 AC T U A L I DA D ALEMANIA en este festival y compuso el personaje de una mujer enamorada, esperanzada, atormentada, airada y finalmente destrozada. Su fuerte presencia sirvió a un canto seductor, intenso, capaz tanto de un poderoso empuje dramático como de las más exquisitas agilidades. Lo extraordinario de su faena no fue alcanzado por el resto del elenco que, sin embargo, mantuvo un excelente nivel tanto en lo vocal y lo estilístico como en lo escénico. Una impresión igualmente fuerte produjo la versión de concierto que, un día más tarde, brindó Franco Fagioli de Poro re dell’Indie. La anterior reposición, escenificada, data de 1998. En 2004, el contratenor argentino se presentó en Halle como Hércu- les y desde entonces su voz se ha desarrollado mucho, adquiriendo una matización casi baritonal en el color, un empuje heroico y viril, y una incomparable brillantez en la bravura. Con un Vedrai de flamígero aplomo y estupendos agudos abrió la sesión, para pasar luego a un torrente sonoro en Se mai più y ornó de agilidades Se possono tanto, con sus trinos y arcos melódicos en las repeticiones. Sutil y coqueto estuvo en Senza procelle y arrebatador de aliento en Dov’è? s’affretti del último acto, inmensa de fuerza expresiva. Con sutiles oscurecimientos resolvió el llamado a la esposa infiel y llegó a momentos milagrosos en el dúo con la soprano Verónica Cangemi, de impre- sionante lirismo. Ya en sus intervenciones solistas había persuadido y admirado, pero en el remate Caro vieni al mio seno colmó nuestra convicción con su exaltación dichosa. La soprano argentina sabe expresar tanto las íntimas quejas de su personaje como exteriorizar con brillo sus alegrías. En el rol travestido de Gandarte la mezzo Kristina Hammarström mostró su tesitura sutil y su magistral coloratura. Sonia Prina fue contradictoria, convincente en el grave y áspera y desigual de color en el resto del registro. El tenor James Gilchrist estuvo enérgico en los recitativos y expresivo en los cantables, a pesar de su deficiente agilidad. El conjunto Al Ayre Español, dirigido por Eduardo López Banzo ofreció el oratorio de Alessandro Scarlatti Il martirio di Santa Teodosia (1684). María Espada tuvo un desempeño ideal, gracias a la claridad del timbre y la depurada emisión, brillante en los agudos y acertada en los momentos dramáticos. En todo caso, lució la notable calidad natural de su órgano. El bajo Luigi de Donato cantó con resolución y una bronca y robusta voz. Descolorido, el tenor Andrew Tortise. Seguro, en breve rol, el contratenor Carlos Mena. Banzo sirvió con maestría a la austera partitura, obtuvo de las cuerdas un maravilloso color y condujo la narración hasta un apoteósico final. Bernd Hoppe Festival de Potsdam Sanssouci EL GRAN FEDERICO, LA MÚSICA Y EUROPA POTSDAM En la Iglesia de la Paz, con motivo de los 300 años del nacimiento de Federico el Grande de Prusia, se celebró un concierto bajo el lema Enamorado de Europa. Se equiparó al éxito que en 2010 se obtuvo con Montezuma de Graun en el Teatro del Castillo del Nuevo Palacio. Ahora se puso Píramo y Tisbe de Hasse, una fábula de amor que acaba en doble suicidio y que conocemos mejor por El sueño de una noche de verano de Shakespeare. El intermedio trágico de Hasse se estrenó en Viena en 1768 y tres años más tarde Federico lo hizo representar en este mismo entorno de Potsdam. Ahora lo protagonizó el contratenor australiano David Hansen, de brillante agudo, virtuosismo y dignidad interpretativa, a despecho de algún par de notas chillonas y áridas, bien compensadas por los piani de suave dulzura. Bellamente se conjuntó con la soprano Bénédicte Tauran, una Tisbe muy sentida, vocalmente Stefan Gloede Teatro del Palacio. 18-VI-2012. Hasse, Píramo y Tisbe. David Hansen, Bénédicte Tauran, Carlo Vincenzo Allemano. B’Rock, Director musical: Andrea Marchiol. Director de escena: Igor Folwill. Carlo Vincenzo Allemano y Bénédicte Tauran en Píramo y Tisbe colorida, con una agilidad encantadora y decorativa. Carlo Vincenzo Allemano cantó el papel del padre con medios de tenor que orillan lo baritonal, destacando en la resolución dramática, desgarrada, en plan de ataque, con que increpa a su hija desobediente. Al final, admite su responsabilidad y la paga con la muerte. El direc- tor de escena Igor Folwill deja abierto este desenlace porque si bien se ve al padre empuñando un cuchillo, no se escenifica el suicidio. La puesta en escena tuvo tintes surrealistas, sobre todo en los paisajes diseñados por Manfred Kaderk, una mezcolanza con horizontes de nubes, alturas rocosas, mesas de maquillaje iluminadas y fragmentos de setos. Palmeras, árboles y arbustos dorados encuadraron el escenario y se combinaron con los demás elementos. Ute Frühling se encargó de un vestuario de estricto estilo, que usó los trajes de la Commedia dell’Arte para Los Aristócratas —juglares y demás elenco circense—, sin faltar angelitos blancos y negros diablillos. En el intermedio, un sexteto de vientos amenizó la pausa con páginas de Haydn y Telemann. Su perfil ingenuo y como de aficionados contrastó con el rigor de la orquesta barroca flamenca B’Rock, dirigida por Andrea Marchiol, una pura alegría. El director conoce al dedillo el estilo galante y cortesano de Hasse y lo resuelve con un nervio novedoso, un original verbo sonoro, exaltando los contrastes de la composición, lo emocional de las figuras y su trágico destino. No pudo resultar mejor la evocación fridericiana de aquella música. Bernd Hoppe 33 276-Pliego 3 25/6/12 13:02 Página 34 AC T U A L I DA D AUSTRIA Cecilia Bartoli inaugura su mandato como directora del Festival de Pentecostés TRIUNFO MUSICAL, DESASTRE ESCÉNICO SALZBURGO Haus für Mozart. 27-V-2012. Haendel, Giulio Cesare in Egitto. Andreas Scholl, Cecilia Bartoli, Anne Sofie von Otter, Philippe Jaroussky, Christophe Dumaux, Jochen Kowalski. Director musical: Giovanni Antonini. Directores de escena: Moshe Leiser, Patrice Caurier. Decorados: Christian Fenouillat. Vestuario: Agostino Cavalca. Cuando la égida dedicada por Riccardo Muti a los compositores napolitanos del siglo XVIII en el Festival de Pentecostés de Salzburgo llegó a su fin, Cecilia Bartoli asumió la dirección del mismo. Las producciones de Muti se caracterizaban no sólo por su elevado nivel musical, sino que ofrecían las óperas representadas en montajes adecuados e inteligibles. Pero eso se acabó. El Giulio Cesare in Egitto de Haendel se ha representado entre dos extremos irreconciliables: por un lado, una interpretación musicalmente muy expresiva por parte de Giovanni Antonini y su Giardino Armonico, así como extraordinarias prestaciones vocales, y por otro un montaje totalmente descabellado. En el papel titular, Andreas Scholl encontró problemas — también por la acústica del teatro— para proyectar su frágil pero increíblemente flexible instrumento, aunque logró conmover en momentos tan modernamente expuestos por Haendel como la escena ante el cadáver de Pompeyo. Anne Sofie von Otter (Cornelia) cantó a un elevado nivel. En el final del I acto unió su voz al del noble Philippe Jaroussky (Sesto) en un dúo armónicamente conmovedor. Jaroussky fue probablemente el primus inter pares, mostrando un virtuosismo de tonos delicados y contenidos y obligando al público a contener el aliento durante sus delicados pianissimi, al igual que en las salvas de coloraturas de la todopoderosa Cleopatra de Cecilia Bartoli. Christophe Dumaux como Tolomeo resultó no menos preciso en la coloratura que sus colegas. Ruben Drole y Peter Kálmán (Achilla y Curio) lograron expresar pequeños dramas de amantes despechados. Y la presencia escénica de Jochen Kowalski permanece inalterada: para él se convirtió a Nireno en una Nirena. La representación musical por parte de Haendel de los estados de ánimo de sus personajes es tan increíblemente refinada que una exagerada acción escénica no puede sino perjudicar su plasticidad. Lo que el dúo de directores de escena Moshe Leiser y Patrice Caurier hace a menudo, para enfado del público. La limusina del emperador, las referencias a la guerra en Oriente Próximo, la recurrencia a armas de fuego o la irrupción de un tanque alemán, elementos ya conocidos por otros fallidos experimentos escénicos suyos, resultaron demasiado obvios y primitivos como para merecer un análisis detallado. Christian Springer Elina Garanca, triunfadora de la nueva producción de la última ópera de Mozart UNA ESTRELLA EN UN MONTAJE ABSURDO 34 Jürgen Flimm, que como intendente del Festival de Salzburgo abandonó Austria resentido y ahora ha vuelto como director de escena a la Staatsoper de Viena, al parecer sólo tiene una cosa que decir sobre el dramma serio La clemenza di Tito: tan benévolo no pudo ser el emperador romano como para perdonar abiertamente sus atentados y entregar las mujeres deseadas a otros para dedicarse exclusivamente a su pueblo. Tito era más bien agresivo, profundamente traumatizado, por no poder casarse con la judía Berenice. El problema de la velada radica en los heterogéneos medios de expresión, que en parte han sido recogidos del apolillado desván del teatro musical moderno. Tito apare- ce con una cartera, su colaborador Publio lleva el engominado peinado de los mafiosos, el coro canta con partituras sobre sus atriles y Vitellia reparte, ante el posible ataque de una guerrilla, armas de caza. Flimm refleja no tanto la psicología de un emperador de ópera como la impotencia de conseguir una idea eficaz para desarrollar su producción, llenando el escenario de humo y hermosas muchachas en ajustados trajes y poses eróticas. No hay nada que objetar a esto, pero sería bonito si dramatúrgicamente tuviera algún sentido. Está claro que lo que se busca es la siguiente topmodel para Mozart. Pero, en su lugar, lo que se encontró es una cantante de primerísima clase, que encarnó admirablemente a Sesto, el antago- Michael Pöhn VIENA Staatsoper. 24-V-2012. Mozart. La clemenza di Tito. Michael Schade, Elina Garanca, Juliane Banse, Chen Reiss, Serena Malfi, Adam Plachetka. Director musical: Louis Langrée. Director de escena: Jürgen Flimm. Decorados: George Tsypin. Vestuario: Birgit Hutter. Michael Schade y Elina Garanca nista de Tito. Elina Garanca cantó el papel de modo soberano e intenso, con noble timbre y momentos de cautivadora expresividad. Michael Schade encarnó a Tito hace nueve años en Salzburgo mil veces mejor. La voz ha perdido color, suena estrangulada y pobre de armónicos, y el fraseo es poco idiomático. A Juliane Banse le falta un mayor carácter para Vitellia, Chen Reiss es una Servilia del montón, Serena Malfi un discreto Annio y únicamente Adam Plachetka destacó como Publio. Louis Langrée, al frente de la Orquesta de la Staatsoper, hizo que la representación discurriese a menudo con pesantez y escasa transparencia. En la interpretación mozartiana se han hecho cosas muy interesantes en los últimos tiempos, por lo que el ampuloso sonido filarmónico parece haber sido ampliamente superado. La Staatsoper necesitaría urgentemente nuevos acentos para la ejecución de las óperas del compositor, también en forma de directores más adecuados. Christian Springer 276-Pliego 3 22/6/12 13:32 Página 35 AC T U A L I DA D BÉLGICA Marc Minkowski dirige su primer Verdi RECORDANDO EL PASADO La Monnaie. 10-VI-2012. Verdi, Il trovatore. Scott Hendricks, Sylvie Brunet-Grupposo, Mischa Didik, Marina Poplavskaia, Giovanni Furlanetto. Director musical: Marc Minkowski. Director de escena: Dimitri Cherniakov. BRUSELAS Para el director de escena Dimitri Cherniakov, el personaje más importante de Il trovatore de Verdi es el pasado. Para esclarecer lo que realmente ocurrió, para aclarar los misterios de este pasado y buscar una solución a los problemas que les atormentan, Leonora, Manrico, el Conde de Luna, Azucena y Ferrando se reúnen en una casa vacía. Azucena, la anfitriona, cierra la puerta con llave y propone a sus invitados que interpreten los papeles de la historia. Ferrando lee los antecedentes del argumento y los diferentes personajes em-piezan a recordar. Reviven viejas pasiones y gradualmente la separación entre el juego y la situación actual se rompe. El pasado se convierte en el presente. Los personajes se deshacen de sus disfraces (gafas de sol, pelucas, trajes) y aparecen tal como eran en la historia original. El drama se hace realidad, dominado por Luna, borracho, vengativo y cruel. Dispara a Ferrando y aterroriza a los otros. Después de que Leonora se haya entregado a Luna, se abre la puerta de la casa, pero el drama aún no ha terminado. Al encontrar a Manrico muriéndose en brazos de Leonora, Luna le mata a tiros pero luego se queda horrorizado cuando Azucena le grita que acaba de matar a su propio hermano. Si se conoce la historia de Il trovatore, se puede seguir el sentido de lo que sucede en el escenario, incluso cuando la acción no resulta lógica en el contexto de la ópera. Si no, buena suerte. Como Cherniakov decidió centrar su puesta en escena exclusivamente en los personajes principales, éstos cantaban las líneas de Inés y Ruiz, papeles secundarios que fueron eliminados. Por supuesto, no había lugar para el coro en el a puerta cerrada de Cherniakov, así que fue relegado al foso de la orquesta. Y ahí mandó Marc Minkowski, dirigiendo su primera ópera de Verdi y deseando interpretar cada nota de la partitura con verdadero espíritu verdiano y con una orquesta que tomaba como modelo la de la primera representación en Roma en 1853. El resultado fue satisfactorio aunque no exactamente con los estrictos tempi porque el sonido resultó algo seco. Los cantantes, que casi todos habían trabajado antes con Cherniakov, hicieron todo lo posible por dar vida a su concepto. Scott Hendricks, en el papel de Luna, impresionó sobre todo por su interpretación de un caballero elegantemente trajeado que de repente se vuelve un maníaco poseído. Cantó con estilo y fuerza dramática. Sylvie Brunet-Grupposo fue una excelente Azucena, sobre todo por su expresivo dramatismo más que por su voz, que carece del registro más oscuro. Mischa Didik (Manrico) convenció como el guapo amante pero forzó demasiado su fuerte voz de tenor en los agudos. La Leonora de Marina Poplavskaia se mostró joven y reservada pero no siempre rindió con una voz agradable de soprano. Hizo lo mejor que pudo las líneas en legato de Verdi. Giovanni Furlanetto fue un buen Ferrando. El coro invisible cantó bien. Erna Metdepenninghen 35 276-Pliego 3 22/6/12 13:32 Página 36 AC T U A L I DA D ESTADOS UNIDOS / FRANCIA Orpheus de Telemann llega a Nueva York NOVEDADES BARROCAS NUEVA YORK La directora Rebecca Taichman, que hizo un buen trabajo con la producción de la Gotham Chamber Opera de Dark Sisters de Nico Muhly — la historia de un hombre que tenía varias esposas—, tuvo un gran éxito esta vez con la historia de un hombre que quería, y sólo necesitaba, a una. Telemann y su fuente directa, Michel Du Boullay, introdujeron en el clásico relato mítico el personaje de Orasia, una reina celosa, capaz de cualquier cosa incluyendo el doble asesinato, para conseguir al hombre de sus sueños. La producción de escuetos decorados y con ropa moderna de Taichman dejó la historia muy clara sin la excesiva conmoción de Regietheater, ayudada por la fluida coreografía de Mark Dendy (que introdujo un personaje más, el mortífero Thanatos) y el vestuario y los decorados de David Zinn. Fue impresionante el reparto de unos dotados y jóvenes cantantes, entregados aunque no siempre afines con las sutilezas estilísticas del barroco. Por ejemplo, la prima donna de la tarde —Jennifer Rowley en el papel de Orasia— tiene la mejor voz, rica y calidoscópica, pero a veces se tragó las palabras y ahogó la música con sonidos más aptos para un Verdi temprano; y Nicholas Pallesen —un barítono que ha destacado en el Verdi maduro y en Richard Strauss— dio a su papel como Pluto más presencia que sutileza vocal. Pero el barítono Daniel Teadt fue un Orfeo guapo y directo, el tenor Victor Ryan Robertson Carol Rosegg New York City Opera. 15-V-2012. Telemann, Orpheus. Daniel Teadt, Jennifer Rowley, Joélle Harvey. Director musical: Gary Thor Wedow. Directora de escena: Rebecca Taichman. Coreografía: Mark Dendy. Escenografía: David Zinn. Teadt, Harvey y Miller en Orpheus un fuerte aunque flexible Eurimedes, y las sopranos Joélle Harvey (Eurydice) y Michelle Areyzaga y Meredith Lustig (en sus variados papeles) estuvieron deliciosas. Catherine Miller, como Thanatos, que no tenía que cumplir con ningún ideal barroco en su inventado papel bailado, fue la mejor de todos. Gary Thor Wedow dirigió sus pequeñas fuerzas con energía y condujo el efectivo continuo desde el clave. Presentado en el teatro espléndidamente intimo del Museo del Barrio de Harlem (a unos precios absurdamente inflados para un grupo que hace poco se llamaba la “Ópera del Pueblo”), esta ópera que tiene 286 años fue el gran éxito de la temporada de cuatro obras en tres teatros distintos de la económicamente muy apurada New York City Opera. Tanto la compañía como Telemann merecieron los aplausos. Patrick Dillon Renée Fleming en una austera producción ARABELLA SEDUCTORA Y DISTANTE Opéra Bastille. 15-VI-2012. Strauss, Arabella. Renée Fleming, Julia Kleiter, Doris Soffel, Kurt Rydl, Michael Volle, Joseph Kaiser. Director musical: Philippe Jordan. Director de escena: Marco Arturo Marelli. PARÍS Fruto final de la extraordinaria colaboración entre dos de los más grandes artistas germanoparlantes del siglo XX, en Arabella Hofmannsthal ofrece a Strauss un relato sociológico de Viena repleto de nostalgia de un mundo que declina en el que la nobleza campesina sustituye a la de la corte, arruinada, exangüe, corrupta. En la nueva producción de la Opéra Bastille, Marco Arturo Marelli firma puesta en escena y decorado, éste bastante grosero: un gran muro de paneles móviles se mete en la sala tratando de acercar al público la acción en un teatro demasiado grande para una ópera tan intimista. Una plataforma giratoria sirve a personajes y 36 accesorios. En el último acto, la escalera, tan esencial, se reduce a la mínima expresión mientras al fondo una tela que representa la Staatsoper de Viena se abomba a merced de una corriente de aire. Renée Fleming, Mariscala de El caballero de la rosa en Bastille y Condesa de Capriccio en Garnier, con su encanto natural pero marmóreo, es igual a sí misma en Arabella. La voz es luminosa y hechicera pero la soprano se contenta con imponer su gracia y su altivez, propias del personaje, que producen siempre su efecto, pero sin la carne y el compromiso que sabían imponer Lisa della Casa, que había hecho de Arabella su papel fetiche, Karita Mattila y hasta Kiri Te Kanawa. Cara a ella, Michael Volle campa un Mandryka arisco y espontáneo, que llega. Su voz es poderosa y coloreada y su compromiso constante. Es el único protagonista al que se le oye siempre sin forzar. Sólo el perro viejo que es Kurt Rydl puede hacer lo mismo como Conde Waldner, impresionante fin de una raza. Julia Kleiter es una Zdenka generosa e impulsiva mientras que Doris Soffel parece cansada y no puede dar toda su fuerza a Adelaide, indiferente a su familia y que caerá subrepticiamente en los brazos de uno de los pretendientes descartados por su hija mayor. Joseph Kaiser es un Matteo de una pieza pero no puede con los agudos de un Strauss que no amaba a los tenores. Del resto del reparto destaca la Fiakermilli de Iride Martinez. A pesar de la lectura clara y sin afectación de Philippe Jordan, que permite una gran legibilidad a la obra, la visión de conjunto se antoja demasiado distanciada. Consciente sin duda de los problemas acústicos del montaje, y tras un primer acto de una fuerza penetrante, en el que deja a la orquesta entregarse sin reservas —aun con el riesgo de cubrir las voces— el maestro la embrida luego con el riesgo, esta vez, de asfixiar el lirismo febril del último acto, del dúo final sobre todo. Bruno Serrou 276-Pliego 3 22/6/12 13:32 Página 37 AC T U A L I DA D FRANCIA Stroppa recurre a Boito para retratar una corte putrefacta LA ELECTRÓNICA BIEN EMPLEADA París. Opéra Comique. 19-V-2012. Stroppa, Re Orso. Rodrigo Ferreira, Monica Bacelli, Marisol Montalvo, Alexander Kravets, Geoffrey Carey. Ensemble Intercontemporain. Directora musical: Susanna Mälkki. Director de escena: Richard Brunel. P E. Carecchio ara su primera ópera vocales e instrumentales y que puede definirse los sonidos sintetizados como tal, Marco Stroppa transfiguran la materia musi(1959) se ha fijado en Re cal. La amplificación de la Orso, un texto de su compa- voz no afecta a su timbre triota Arrigo Boito proce- natural y los cantantes son dente de la leyenda político- siempre expresivos y creísatírica epónima. El célebre bles. La informática está colaborador de Verdi cuenta enteramente escrita, así la saga del terrible personaje como las interacciones entre que reinó en Creta en el los instrumentos acústicos y siglo VIII, una historia de cri- la electrónica. Ésta está tan men y castigo, una crítica integrada que Richard Brunel acerba y desabrida del poder ha podido explotar inteligenen el seno de una corte en temente la gran columna putrefacción que no podía sonora como elemento del sino seducir al autor de la decorado. En cabeza del música. Con la complicidad reparto, el contratenor del director de escena, Rodrigo Ferreira (Orso) es Richard Brunel, a partir del un impresionante coloso con libreto adaptado y versifi- los pies de barro y la voz cado por Catherine Ailloud- potente y coloreada. Monica Nicolas y Giordano Ferrari, Bacelli hace una Lombriz Stroppa ha concebido esta carnal. Y Marisol Montalvo es obra como “una fábula musi- una Reina Oliba noble e cal en forma de danza maca- impresionante. Integrado en bra” en la que los principales la puesta, el Ensemble Intercantantes son desdoblados contemporain —once músipor un instrumentista: al Trovador, mitad hombre (tenor ligero), mitad máquina (piano robotizado que intenta cantar) se le asocia la trompeta; la sonoridad cálida de la viola le corresponde a la Lom- Rodrigo Ferreira en Re Orso de Marco Stoppa briz ; la voluptuosidad del clarinete es para la cos esta vez— se extiende Reina. El papel del Rey mal- por el escenario a lo largo vado es para un contratenor, del gran cafarnaún que prelo que subraya el absurdo de side la muerte del rey mieneste hombre poderoso que tras Susanna Mälkki se queda se toma a sí mismo por Dios un rato en el podio para mientras aparece ridículo a seguir dirigiendo a los canlos ojos de su corte. tantes con la cabeza cubierta Ópera de números, con por la capucha del confesor letanías, confesiones y de aquél. En la segunda orgías, con solos de bravura parte, la orquesta —salvo un para los cantantes, Re Orso acordeón— es sustituida tiene la vivacidad del Falstaff totalmente por la electrónica. de Verdi. Realizadas en el IRCAM, las transformaciones Bruno Serrou 37 276-Pliego 3 22/6/12 13:32 Página 38 AC T U A L I DA D GRAN BRETAÑA / HOLANDA Cincuenta años del War Requiem EMOCIÓN AL ROJO VIVO Catedral. 30-V-2012. Erin Wall, soprano; Mark Padmore, tenor; Hanno Müller-Brachmann, bajo-barítono. Coro, Coro Juvenil y Sinfónica de la Ciudad de Birmingham. Director: Andris Nelsons. Britten, War Requiem. COVENTRY La ciudad de Coventry, en las Midlands, cerca de Birmingham, fue bombardeada por la aviación alemana en noviembre de 1940. Su catedral fue destruida pero pronto comenzaron las obras de una nueva que se construiría con las ruinas de la anterior como fondo. El War Requiem de Britten fue escrito para su consagración en mayo de 1962. Esta magnífica, si irregular, amalgama de misa de réquiem con tex- tos del poeta inglés, caído en la primera guerra mundial, Wilfred Owen, pide una gran orquesta, un conjunto de cámara y dos coros. La CBSO, que lo estrenó, volvió a Coventry para su cincuentenario con sus coros y tres solistas excelentes. El espacio de la catedral se utilizó plenamente, con el coro juvenil situado en el altar mayor bajo el tapiz de Graham Sutherland que representa a Cristo glorioso y la orquesta y el coro prin- cipal en el extremo opuesto, donde las grandes vidrieras con los ángeles y la silueta de las ruinas medievales tras ellas. De los solistas destacaron la intensidad visionaria de Mark Padmore y la austera simplicidad expresiva de Hanno Müller-Brachmann. El carismático Andris Nelsons dirigió una versión al rojo vivo. Al terminar la obra, el silencio era sobrecogedor. La interpretación se dedicó a la memoria de Dietrich FischerDieskau, para quien fue creada la parte de barítono y que, recordando cómo el tenor del estreno —Peter Pears— le llevara hasta el final, decía estar en aquel momento “completamente deshecho…, no sabía dónde ocultar mi rostro…, los amigos queridos y el sufrimiento del pasado surgiendo en mi cabeza”. Sus palabras lo dicen todo. Fiona Maddocks Estreno de Waiting for Miss Monroe de Raaff ESPERANDO A LA ÓPERA ÁMSTERDAM Parece que compositor holandés Robin de Raaff (1968) tiene preferencia por los dramas de ficción sobre personajes históricos. Su primera ópera, Raaff, estrenada en el Festival de Holanda de 2004 estuvo inspirada en uno de sus propios antepasados, el famoso tenor Anton Raaff, para quien Mozart escribió el papel principal de Idomeneo. Tuvo tal éxito que la Ópera de los Países Bajos volvió a encargarle una nueva obra para el Festival de Holanda de 2012. El resultado de este encargo ha sido Waiting for Miss Monroe, una ópera en un acto y tres escenas sobre un libreto de Janine Brogt sobre el último período de la vida de la famosa actriz norteamericana Marilyn Monroe. Fue una prometedora idea y el libreto, con una línea muy clara de argumento redactada por la dramaturga Janine Brogt, es coherente, eficaz y ofreció un retrato convincente de la inevitable tragedia que fue la vida de esta actriz de talento. Si hubo 38 un punto débil, fue la ligera tendencia de contar cosas obvias que hubiera sido mejor dejar a la imaginación del público. El personaje concebido en este drama sobre una mujer que todos creemos conocer, fue reducido a un lienzo musical que fascinó más por su color y a veces abrumadora orquestación que por una descripción humana o emotiva de ella. Lo que cansó más que nada fue la insistencia de Raaff de combinar sus feroces intervalos y fuertes ataques con la preferencia por la región más aguda del espectro. No sólo provocó un tedioso estiramiento de algunos momentos musicales sino el agotamiento por parte de la mayoría de los cantantes que se vieron obligados continuamente a usar un registro altísimo. Solo en la última escena, cuando en el lecho de muerte Marilyn Monroe, ya desvariando, se encuentra con su antiguo ser, Norma Jeane, Waiting for Miss Monroe se convierte de repente en un Hans van den Bogaard Stadsschouwburg. 9-VI-2012. Raaff, Waiting for Miss Monroe. Laura Aikin, Hendrickje van Kerckhove, Maria Kowan, Helena Rasker, David DQ Lee, Tom Randle, Daniel Belcher, Dale Duesing, Alain Coulombe, John Tessier. Orquesta de Cámara de Holanda. Director musical: Steven Sloane. Directora de escena: Lotte de Beer. Alain Coulombe y Laura Aikin drama emocional sobre los seres humanos, sus sentimientos, añoranzas e imperfecciones. En esta escena, la soprano Laura Aikin, después de dos horas de mostrar su impresionante virtuosismo como cantante y como actriz, tuvo la oportunidad de llegar al público con emoción. Y se aprovechó de mil maravillas, compartiendo honores con Hendrickje van Kerckhove en el papel de la joven Norma Jeane. Hubo buenas interpretaciones por parte de Dale Duesing como el productor Fox, Helena Rasker como Paula, su confidente y profesora de drama, y David DQ Lee como Whitey, su ayudante personal; todos actuaron con convicción durante las primeras escenas pero no pudieron infundir vida a la ópera. Tampoco pudo la joven directora de escena holandesa Lotte de Beer, pero hay que decir que su inteligente manejo de la acción creó algunos momentos visuales muy poderosos. Hasta la escena final la verdadera protagonista fue la Orquesta de Cámara Holandesa dirigida por Steven Sloane. Tocó con una dedicación y un sentimiento dignos de una ópera dedicada a una de las estrellas más grandes de la pantalla. En vida, Marilyn Monroe hacía esperar a todo el mundo. Hizo lo mismo con esta ópera. Pero hacernos esperar la escena final valió la pena. Paul Korenhof 276-Pliego 3 22/6/12 13:32 Página 39 AC T U A L I DA D ISRAEL Ópera junto el Mar Muerto CARMEN EN JUDEA MASADA Festival de Ópera. Bizet, Carmen. Nancy Fabiola Herrera/Anna Malavasi, Marco Berti, María Agresta, Darío Solar. Coro de la Ópera de Israel. Coro Infantil Ankor. Sinfónica de Israel Rishon Le Zion. Director musical: Daniel Oren. Director de escena: Giancarlo del Monaco. Escenografía: William Orlandi. Figurines: Jesús Ruiz. Coreografía: Carlos Vilán. Masada. El Mar Muerto, trocientos metros bajo el una Carmen no sólo cantael desierto, la mole de los nivel del mar, y reconstruye da, sino también bailada, mártires del año 73 o 74, una historia toda en exterio- como cuando la brillante el aire libre y cargado, un res (incluida la taberna de marcha que abre el acto IV teatro para ocho mil per- Lilas Pastia), con un decora- (y que comienza la obertura) sonas, lleno durante cin- do que es como continua- se convierte poco menos co noches. Puede decirse ción del desierto y unos pre- que en unas bulerías. Canque la excelente programa- ciosos figurines que lucen tantes, figurantes, coro, bailación de la Ópera de Israel sobre todo en el cuerpo de rines: una superproducción (uno de los países más meló- baile, traído desde España. en la que Del Monaco ha manos del mundo) tiene una Del Monaco trata de llenar tenido que trabajar intensacontinuación especial en de situaciones y de acción — mente con el coreógrafo Carestas funciones de Masada, y y casi lo consigue— el espa- los Vilán y todo el cuerpo de que todo forma parte de un cio inmenso que tiene como baile. intento de normalización de fondo, precisamente, la mole No estaba prevista Nancy la atormentada vida de un de Masada. Si en los dos fes- Fabiola Herrera, excelente país creativo y especialmente tivales anteriores la meseta Carmen desde hace años, dinámico. El presidente Shi- de Masada se integraba en la sino Anita Rachvelishvili. mon Peres, en unas breves acción, ahora sirve de lejano Herrera arrancó muy bien, palabras antes del espectáculo, aludió a la libertad de Carmen y a la libertad por la que lucharon los de Masada hace casi dos mil años. El Festival de Masada ya ha programado en los dos años anteriores un Nabucco y una Aida, óperas de trama con geografía inmediata. Programar Moisés y Aarón, de Schoenberg, puede ser una (buena) idea, Escena de Carmen de Bizet en el Festival de Ópera de Masada pero no se puede confiar en el poder de juego de luces al margen de con un primer acto en que atracción de esta ópera para las situaciones. Sobre ese desplegó todo su “poderío” desplazar allí tres o cuatro fondo, y con el desierto vocal e histriónico, pero en decenas de miles de perso- colándose sin ser invitado, la el segundo se resintió sin nas. Con Carmen se abando- trepidante acción dispuesta duda de la intrusa arena que nan Egipto y la Tierra pro- por Del Monaco avanza con el viento hacía llegar al escemetida en pos de la Sevilla las voces heridas de algunos nario y a las gradas. Tuvo risueña y pasional de la Car- de los cantantes y también que ser sustituida por la men de Bizet. Giancarlo del del coro. Un escenario de joven mezzo italiana Anna Monaco se encuentra con ese tamaño y un sonido que Malavasi, de distinta concepese escenario inmenso, con precisa de un buen dispositi- ción, pero muy efectiva, con ese infinito aire libre a cua- vo de megafonía imponen un bello centro y muy bue- nos graves. Marco Berti construyó con eficacia un Don José que permanece a las órdenes de la protagonista, sin especiales estallidos, y con una brillante ejecución de La fleur, que se esperaba con lógica atención. Los papeles de Darío Solar (Escamillo) y María Agresta (Micaela) son muy agradecidos, y tienen sus números más brillantes justo cuando aparecen en escena, así que la sequedad de sus gargantas no les causaba malas pasadas; de todas maneras, ambos resolvieron sus cometidos con excelencia. En un espacio así puede resultar injusto evaluar las prestaciones de coro y orquesta, dirigidos con esmero y pundonor por Daniel Oren. En fin: el espectáculo es el propio teatro, el propio acontecimiento, el sentido del mismo, su geografía… Santiago Martín Bermúdez 39 276-Pliego 3 22/6/12 13:32 Página 40 AC T U A L I DA D ITALIA Estreno de la primera ópera de Colasanti UN HORROR TAN OBVIO Teatro Goldoni. 22-V-2012. Colasanti, La metamorfosi. Edoardo Lomazzi, Laura Catrani, Gabriella Sborgi, Roberto Abbondanza. Director musical: Marco Angius. Director de escena: Pier’Alli. FLORENCIA También este año el Mayo Musical Florentino ha propuesto una novedad absoluta, La metamorfosis de Silvia Colasanti (1975), la entrada en el teatro musical de la joven autora. Pier Luigi Pier’Alli ha extraído el libreto del célebre relato de Kafka y se ha encargado de la dirección de escena, la escenografía, el vestuario y el concepto videográfico. El enfoque es sencillo y naturalista, el texto procede directamente del relato (del que toma la división en tres partes, siguiéndolo de modo lineal, obviamente con los cortes necesarios), en el espectáculo se ve a Gregor Samsa y un mimo (Fabrizio Pezzoni) que ni se parece a un insecto ni es monstruoso (¿pero se puede hacer visible el horror de Kafka?), su habitación está separada de la otra por una pared móvil, cuyo desplazamiento cambia de vez en cuando —en sentido horizontal— las dimensiones de la habitación de Gregor, bastante oscura, y del salón de la casa. Si se acepta esta visión lineal y naturalista, el espectáculo era digno en lo teatral, aunque un poco académico, pero la música era decepcionante y nada exigente, como una modesta música incidental. Las palabras de Gregor Samsa son parcialmente recitadas (por Edoardo Lomazzi), en parte confiadas al coro, que las declama de manera elemental, limitándose a desfasar las frases entre una voz y otra: las palabras se comprendían estupendamente, entonces ¿por qué el fiscal (Michael Leibundgut) dice haber oído la voz incomprensible de una bestia? No sólo en el coro se nota una falta total de invención, la vocalidad de los solistas es predecible y obvia en cada nota y la parte instrumental no va más allá de lo genérico. No se reconoce a la Colasanti compositora de otras muchas piezas: quizá el hecho de enfrentarse con semejante obra maestra de Kafka le ha llegado demasiado pronto y con demasiado poco tiempo. Paolo Petazzi Peter Grimes vuelve a la Scala LA SOLEDAD DEL DIFERENTE 40 En un ambiente mezquino y de gris conformismo la vida se hace imposible para el diferente, el marginado: éste es el tema que Benjamin Britten sitúa en el centro de Peter Grimes (Londres, 1945), la ópera que fue considerada el comienzo del renacimiento de un teatro musical inglés y que ha vuelto a la Scala después de doce años en una nueva producción de gran relieve. Hubo una feliz convergencia de perspectivas entre la seguridad y la dura y cortante dirección musical del jovencísimo y sensacional Robin Ticciati y la escénica de Richard Jones, inexorable en su definición de la estrecha miseria de la comunidad de la aldea de pescadores, unida al recelo y el prejuicio contra Peter Grimes. A la dolorosa soledad del protagonista le confiere el compositor acentos intensísimos de lirismo onírico-visionario que redime la obsesión de alcanzar una reputación inatacable ganando mucho dinero, reconduciéndola a un núcleo de amarga desilusión y desesperanza. Esta obsesión, que lleva incluso a la aceptación de los valores y del mezquino ambiente, la interiorización del punto de vista de sus perseguidores, conduce a Grimes a comportamientos violentos, a la locura y al suicidio en el mar, después de la muerte accidental, uno detrás de otro, de dos huérfanos que le sirven de grumetes. La música caracteriza con evidencia, recurriendo a estilos diversos, la bellísima parte de Grimes (de cuyo lirismo sólo participa la enamorada Ellen, la única que busca romper su soledad, junto con el amigo Balstrode) y las de los habitantes de la aldea. El coro, que en la Scala ha brindado una labor teatral y musicalmente magnífica) es el otro protagonista: en el espectáculo de Richard Jones a menudo se disponía rígidamente a lo largo de las paredes de las estrechas cajas rectangulares a que la esce- Brescia e Amisano MILÁN Teatro alla Scala. 19-V-2012. Britten, Peter Grimes. John Graham-Hall, Susan Gritton, Christopher Purves. Director musical: Robin Ticciati. Director de escena: Richard Jones. nografía de Stewart Laing reducía los interiores. Con una ambientación que remitía al mal gusto inglés de los años 50 y 60, Jones creó una dirección clara y esencial, en la que cada gesto era significativo y, yendo más allá del texto, ha imaginado para la conclusión un inexorable cierre del círculo: la ópera se inicia con el proceso a Gri- mes por la muerte del primer grumete, y al final, tras la desaparición del protagonista, la escena se repite idéntica con Ellen como acusada. Aun desde el punto de vista musical los contrastes y la ecléctica variedad de las elecciones estilísticas de Britten han encontrado siempre gran presencia, gracias a la dirección de Ticciati y un excelente reparto de cantantes-actores. El admirable protagonista era John GrahamHill, que recibió el premio de la crítica musical italiana por su interpretación de Muerte en Venecia de Britten la temporada pasada; su voz es quizá un poco ligera para la parte de Grimes, pero la usó de manera magistral, de gran artista, definiendo la soledad del personaje con rara intensidad. Junto a él es necesario citar al menos a Susan Gritton (Ellen) y Christopher Purves (Balstrode), y en la pequeña parte de “Auntie”, Felicity Palmer. Paolo Petazzi 276-Pliego 3 22/6/12 13:32 Página 41 AC T U A L I DA D ITALIA / RUSIA Luisa Miller regresa a la Scala PESADILLA E l regreso a la Scala de Luisa Miller, acogida con un éxito caluroso, ha ofrecido una nueva oportunidad para reflexionar sobre las dificultades de esta ópera que, compuesta por Verdi para Nápoles en 1849, señala una evolución dentro de una compleja fase de búsqueda, con logros muy altos, aunque puede que discontinuos. No es fácil para un director de escena enfrentarse al libreto de Cammarano, muy esquemático y reductivo en relación con su fuente, Kabale und Liebe de Schiller, y con una música que va ciertamente mucho más allá de los límites del texto, sirviéndose de él sin embargo como punto de referencia. Mario Martone, que firmaba la dirección y tenía a su colaborador acostumbrado, Sergio Tremonti, en la esceno- grafía, no ha encontrado una clave de lectura coherente y persuasiva. Ha concebido la historia (con vestuario moderno de Ursula Patzak) como “una fábula maligna, un sueño que se transforma progresivamente en pesadilla”, un sueño en el que se recurre a un gran lecho (al comienzo y en otras escenas colocado en un bosque, en lugar de la casa de Luisa) y a un “aula del poder”, con asientos que recordaban a los de un tribunal, pero que ha dejado que la actuación, sobre todo en el primer acto, se pareciese a la manera habitual de los cantantes abandonados a sí mismos: así el espectáculo se arriesgaba de quedar suspendido entre naturalismo y estilización o intenciones simbólicas. Mucho mejor estuvieron Brescia Milán. Teatro alla Scala. 12-VI-2012. Verdi, Luisa Miller. Elena Mosuc, Marcelo Álvarez, Leo Nucci. Director musical: Gianandrea Noseda. Director de escena: Mario Martone. Elena Mosuc y Daniella Barcellona las cosas desde el punto de vista musical. La dirección de Noseda fue plenamente convincente por la vibrante intensidad, por la tensión incisiva, carente de caídas en agresividad vulgar, y mantuvo una relación inteligente y eficaz con un reparto de alto nivel, donde Marcelo Álvarez plegaba la voz (de timbre siempre seductor) a una atenta búsqueda expresiva y donde se impusieron las voces graves, en primer lugar Leo Nucci, un Miller todavía firmísimo a pesar de sus 70 años, y en los papeles originales e interesantísimos de los dos malvados, Kwangchul Youn, siniestro Wurm, y Vitali Kovaliov, excelente Conde de Walter. Un auténtico lujo fue la sensacional Daniela Barcellona como Federica. Elena Mosuc tiene tal vez un poco ligera la voz, pero dominó la parte de Luisa con impecable seguridad, sobre todo en la difícil escritura de agilidad, y en especial en el tercer acto alcanzó intensas cotas expresivas. Paolo Petazzi Noches Blancas EL SISMÓGRAFO SAN PETERSBURGO Teatro Mariinski. 8-VI-2012. Debussy, Pelléas et Mélisande. Anastasia Kalagina, Vladimir Moros, Evgeni Ulanov. Director musical: Valeri Gergiev. Director de escena: Daniel Kramer. En San Petersburgo, dentro del repleto calendario de óperas, ballets y conciertos del Festival de las Noches Blancas (del 25 de mayo al 15 de julio), presentaba un interés particular la recentísima nueva producción de Pelléas et Mélisande, programada en el sesquicentenario del nacimiento de Debussy con dirección de Valeri Gergiev (incansable protagonista del Festival y de toda la actividad del Teatro Mariinski) y con la dirección escénica del norteamericano Daniel Kramer. Determinante en la única ópera de Debussy, como en muchos otros espectáculos del Festival, ha sido la aportación del director ruso, capaz de interpretaciones memorables también más allá del repertorio ruso (como probó esos mismos días una intensísima Misa de Réquiem de Verdi). Gergiev ha propuesto un Pelléas de densa fuerza dramática, de gran, incluso violenta intensidad teatral. Se percibía con la máxima evidencia la función de sensibilísimo sismógrafo que tiene la orquesta en Pelléas: el volumen estuvo siempre controlado, moviéndose dentro de un ámbito dinámico limitado, con respeto por las voces; pero la orquesta mostraba ambigüedad, tensiones, zonas oscuras del alma con aguda presteza. Los colores tuvieron una caracterización especial, se podría decir que con una cierta predilección por una densa oscuridad. Oscura, de otra manera, era también la visión del director norteamericano Daniel Kra- mer: la escenografía de Giles Cadle presenta un ambiente sórdido y no realista, que se prestaba a las sugerencias, con pocos elementos (por ejemplo, una sencilla pasarela sirve para diversas situaciones y hace de balcón en el III acto: desde allí Mélisande lanza a Pelléas cintas blancas, que sustituyen la problemática bajada de cabellos). Arkel viste al comienzo como un zar venido a menos, pero en seguida adopta una apariencia más doméstica, que define también a los otros con una dimensión más burguesa. Las relaciones entre los personajes están definidas con claridad: Golaud es brutal, Pelléas parece mitad Pierrot, mitad payaso de circo, Mélisande tiene un aspecto muy cotidiano. En el clima de general sordidez, algunas ideas logran ser persuasivas, pero en conjunto se tiene la impresión de una dirección respetablemente cercana a un gusto medio actualizado a la alemana. Dentro del reparto, desde el punto de vista de la organización vocal, Anastasia Kalagina (Mélisande) y Vladimir Moros (Pelléas un poco ligero) fueron los más convincentes. Evgeni Ulanov (Golaud) reveló medios notables y fuerte temperamento, con logros sin embargo discontinuos. Todos sin distinción se fatigaron al cantar en francés, comprometiendo de vez en cuando la comprensibilidad del texto; fue la mayor limitación de la ejecución musical, no desdeñable, desde luego, con una vocalidad como la de Pelléas. Paolo Petazzi 41 276-Pliego 3 22/6/12 13:32 Página 42 AC T U A L I DA D SUIZA Eva-Maria Höckmayr montó Così fan tutte en el Orlando de Haendel CONFUSIONES EN EL CARRUSEL DEL AMOR LUCERNA Theater. 25-V-2012. Haendel, Orlando. Marie-Luise Dressen, Madelaine Wibom, Simone Stock, Caroline Vitale, Szymon Chojnacki. Director musical: Michael Wendenberg. Directora de escena: Eva-Maria Höckmayr. Decorados: Nina von Essen. Vestuario: Birgit Künzler. Alegremente se mueve el carrusel del amor construido en dos pisos por Nina von Essen, al que sólo le queda un caballito, pero que precisamente por eso ofrece más sitio para los enredos amorosos. Las parejas se van alternando, unos en brazos de otros, lo que resulta en sí algo confuso, pues además los hombres son interpretados por mujeres. En cualquier caso, también hay un bajo —Szymon Chojnacki cantó al mago Zoroastro con balsámico y profundo timbre—, pero éste se mueve sin ninguna concurrencia en esta ronda del amor. Él manipula los hilos y salva a los personajes si es necesario, y es quien finalmente sana a Orlando de su locura y devuelve la vida a los muertos. En Lucerna, sin embargo (y en el montaje de Eva-Maria Höckmayr), este Zoroastro no es únicamente el motor del carrusel, sino también una parte del propio Orlando, su mitad sana y razonable quasi. Esto no contribuye precisamente a aclarar la distribución de los personajes, como tampoco los tres figurantes, que son a su vez alter egos de los tres protagonistas, y como tales se inmiscuyen poderosamente en la trama amorosa, que la directora de escena ha situado en una especie de laboratorio del amor —un poco como un Così fan tutte avant la lettre. Hay que decir que lo que se pierde en sentido se gana, gracias a su inteligente movimiento y una ágil compañía, en diversión. Y hubo, en cualquier caso, muchas ocasiones de expresar grandes sentimientos en magníficas arias. En el podio, el primer Kapellmeister Michael Wendenberg mostró seguridad con los sonidos barrocos, las articulaciones y los tempi, aunque su Haendel resultó demasiado formal y algo genérico. En la dinámica, por ejemplo, hubiésemos deseado una mayor variedad, así como en la precisión de la ejecución. El punto culminante de la obra, desde el punto de vista canoro, es naturalmente la escena de la locura, en la que Marie-Luise Dressen en el papel titular no dejó nada que desear en cuanto a emociones contrastantes. Las otras tres damas formaron un bello terceto y Madelaine Wibom como Angelica tuvo una gran doble aria en la que hizo justicia tanto a la expresión lírica como a la dramática, aunque su voz ha perdido color y flexibilidad. Más agradables sonaron Simone Stock como Dorinda y Caroline Vitale como Medoro. Reinmar Wagner Adrian Marthaler sustituye al desaparecido director teatral Thomas Langhoff LABERINTO DE ESPEJOS 42 Primero una playa llena de basura donde revolotean las gaviotas, después el tejado de una casa mediterránea y finalmente una sala de exposiciones con espejos en lugar de cuadros: Jörg Zielinski ha construido para los tres actos del Rapto mozartiano tres espacios diferentes, que representan una creciente concentración y un progresivo autoconocimiento ya en su arquitectura. Pues éste es el mensaje principal del director de escena Adrian Marthaler, quien en su Guillermo Tell de Rossini había jugado aún más ingeniosamente con los clichés suizos. Esta vez ha optado por ser serio: quería procesos de encontrarse a sí mismo y conflictos de amor, y para ello ha creado lugares que habían de reflejar los estados anímicos y la vida interior de sus caracteres. Con éxito relativo: no es que esto no esté en los personajes y sobre todo en la música de Mozart, sino que los símbolos y las imágenes resultan demasiado pobres y caprichosos, y falta una mayor carpintería teatral en el movimiento de actores para que estas ideas alcancen también una verdadera realidad escénica. Más, mucho más que en el escenario ocurría en el elevado foso orquestal. Adam Fischer llenó la partitura mozartiana con una enorme cantidad de detalles y matices, otorgando a cada frase su adecuado tempo y su apropiada dinámica, sin perder de vista en ningún momento lo que ocurría sobre las tablas. La Orquesta de la Ópera respondió con una entrega absoluta, con S. Schwiertz ZÚRICH Opernhaus. 26-V-2012. Mozart, El rapto en el serrallo. Eva Mei, Rebeca Olvera, Javier Camarena, Michael Laurenz, Alfred Muff, Michael Maertens. Director musical: Adam Fischer. Director de escena: Adrian Marthaler. Decorados: Jürg Zielinski. Vestuario: Florence von Gerkan. Eva Mei y Javier Camarena especial mención para las maderas, que fueron justamente ovacionadas con el mayor aplauso de la noche. Igualmente fueron aclamados los cantantes: Eva Mei, que ya en el ensayo general sustituyó a Malin Hartelius, confirió a Konstanze sobre todo en los pasajes delicados e intimistas un delicado relieve y una dimensión humana. También las más intrincadas coloraturas estuvieron en ella en manos seguras, al igual que en Rebeca Olvera, quien encarnó a una Blonde fresca y juvenil, algo dura en el agudo, pero deliciosa en su juego. Javier Camarena como Belmonte cantó con su hermoso timbre y su delicada línea, aunque no pudo evitar ciertas inseguridades y ganaría si trabajase un poco más el idioma y la caracterización. Lo contrario del Pedrillo de Michael Laurenz: el joven tenor alemán se basó en el lenguaje y la intención, así como en la expresión corporal, para dar un enorme relieve a su papel. Alfred Muff hizo un Osmin con su habitual solidez. Reinmar Wagner 276-Pliego 3 22/6/12 13:32 Página 43 AC T U A L I DA D TURQUÍA Homenaje a Kancheli DELICIAS TURCAS ESTAMBUL XL Festival Internacional de Música de Estambul. 11/14-VI-2012. GIYA KANCHELI Isabelle Francaix Lani- Que la falta de interés por la música clásica en Turquía no deja de ser un tópico, lo confirma la celebración este año de la 40 Edición del Festival Internacional de Música de Estambul, dependiente de la Fundación para la Cultura y las Artes (IKSV), institución privada que coordina una importante estructura de patrocinadores. El encaje de bolillos de Yesim Gürer Oymak, directora de la cita anual desde 2007, ha hecho posible que los 23 conciertos de 2011 hayan pasado a 25; salpicar los carteles con reclamos como AnneSophie Mutter, la Filarmónica de Varsovia y la Orquesta de Cámara Viena-Berlín. O, tirando la casa por la ventana en fecha tan redonda, haber programado en la segunda mitad del año tres grandes acontecimientos: la Filarmónica de Berlín y la Orquesta del Maggio Fiorentino con sus titulares, y el montaje a medida de la Fura dels Baus de IstambulIstambul. Pudimos ver el interés del público en los conciertos celebrados entre el 11 y el 14 de junio. El menú “largo y estrecho” de Çellistambul, mostró la plasticidad del conjunto fundado en 2002. Contando con el invitado británico Xavier Philips, por sus atriles desfiló la historia de la música traducida a cuarteto y noneto de chelos: de Bach a Pärt pasando por Ravel, Dvorák, Rachmaninov o Piazzolla. Pervin Çakar brilló con sus adornos para el aria de Rinaldo Lascia che pianga y, especialmente, en la Bachiana Brasileira nº 5 de VillaLobos, donde la soprano turca mostró sus extraordinarios recursos vocales. El privile- giado recinto de la Iglesia de Santa Irene, la mayor tras Santa Sofía de las edificadas por Justiniano, habitualmente cerrada a los visitantes, sirvió de marco asimismo al programa que, con el título Puerta de la felicidad, reunió a dos imaginativos grupos músico-vocales: el francés Doulce Mémoire y el turco de Kudsí Erguner, revalidando su experiencia conjunta en 2000. Esta vez, centrados en un repertorio renacentista con el Imperio otomano como eje. Destacables el trabajo amalgamador del percusionista, las intervenciones alternadas del contratenor francés y el bajo turco, y el duelo entre los líderes de ambos conjuntos —Erguner y Raisin-Dadre— defendiendo sus instrumentos de madera: la flauta y su variante otomana el ney, del que Erguner es solista referencial. Pero fue en el concierto protagonizado por el nombre de Giya Kancheli, Premio de Honor a toda una vida del Festival estambulita de 2012, con quien se volcó la organización, sumando a la Filarmónica local el Coro Filarmónico de Varsovia. A su frente, Andres Mustonen, especialista en Kancheli. Igual que Gidon Kremer, protagonista de la segunda parte con Stix, la obra a él dedicada por el compositor georgiano. En el concierto, que abrió con Diplipito para chelo, contratenor y orquesta, surgió la magia cuando, como efecto medido, se incorporó la voz del almuédano de la vecina Mezquita Azul. Inolvidable también el silencio tras el estreno mundial de Lingering, encargo del Festival, que cerraba la primera parte: el propio Kancheli lo pidió en recuerdo del chelista turco Benyamin Sönmez cuya muerte en 2011 con sólo 28 años le inspiró la obra, a él dedicada. Juan Antonio Llorente 43 276-Entrevista 22/6/12 14:07 Página 44 E N T R E V I S TA NANCY FABIOLA HERRERA, EL CÁLIDO TERCIOPELO V arias notas destacan la personalidad de Nancy Fabiola Herrera. Una de ellas, el ser figura sobresaliente de la actual generación de mezzosopranos españolas, reforzando de tal manera una tradición relativamente minoritaria si se compara con la cantidad de sopranos y tenores de nuestra cantera histórica. Baste recordar a María Gay, Aurora Buades, Conchita Supervía y Teresa Berganza. La otra calidad de Nancy Fabiola Herrera es también digna de subrayarse entre nosotros: simultanear la ópera y el recital de cámara. Sus constantes viajes por España y el exterior sumados a un repertorio de al menos 25 títulos entre obras cantadas y otras a debutar, completan rápidamente el retrato de esta artista canaria, pues dicho repertorio cubre desde el barroco hasta la ópera contemporánea y se vale de diversas lenguas: español, italiano, francés, alemán y ruso. 44 22/6/12 14:08 Página 45 E N T R E V I S TA NANCY FABIOLA HERRERA Recordamos que siendo muy jovencita, en 1987, cantó el papel de la Abadesa en Suor Angelica de Puccini en el Liceo y el Teatro de la Zarzuela. En el conjunto de las monjas de esta obra, su voz destacaba notablemente. Suponemos que tendrá especiales recuerdos de aquellas funciones… En efecto, fue mi primer papel solista en una ópera y esto marca como el primer amor. Por otra parte, la función de la Zarzuela resultó brillante por el elenco, el montaje de Lluís Pasqual, el más hermoso que recuerdo de este título, y por el protagonismo de Diana Soviero, que estuvo tan emocionante como para provocar que lloráramos entre bambalinas sus compañeras. Era una artista muy concienzuda y trabajaba exhaustivamente sus personajes. La recuerdo como un verdadero modelo de preparación. En su repertorio hay personajes de mezzosoprano aguda y de contralto, es decir, se advierte una gran amplitud de registro. ¿Cómo definiría su voz? Es una voz de mezzo lírica, de amplia extensión, con un color más bien oscuro de naturaleza. Se la suele percibir cálida y aterciopelada. Yo la considero flexible y apta para gran cantidad de matices y un repertorio variado. Mi objetivo como cantante es tener un instrumento suficientemente dúctil para que obedezca a lo que yo quiera hacer con él. Por ejemplo: los papeles de coloratura, tanto de Haendel como de Rossini, sirven para poder luego encarar partes más pesadas porque ayudan al desarrollo de la voz. Asimismo hay que tener en cuenta que todas las voces van cambiando con el tiempo, incorporando nuevos recursos y pudiendo así abarcar unos roles que en principio les estaban vedados. En estos momentos de mi carrera, por lo que acabo de explicar, estoy considerando abordar algunos papeles verdianos como Eboli y Amneris, porque advierto que mi voz ha madurado lo suficiente como para resolverlos. Me preocupan, sobre todo, dos elementos vocales: los detalles de color que sirven para expresar y la homogeneidad de los registros. Ambas características deben ser compatibles. A su vez, la igualdad entre el agudo y el grave es esencial para mantener la salud del órgano. ¿Cómo elige su repertorio? Fotos: Fidelio Artist - Outumuro 276-Entrevista A veces lo hago por mí misma. Me aproximo a personajes que me interesan como tales y que me convencen por la calidad de su música y por la finura de su estilo. La identificación sola no basta, pues un personaje me puede seducir y ser, al mismo tiempo, inconveniente a mi voz. También acudo a maestros de repertorio en los que confío porque conocen bien mis características vocales, pero siempre me reservo la última palabra en la elección. Un buen repertorista contribuye a salir de dudas que suelen ser normales en cualquier cantante. Dentro de la amplitud de su repertorio destaca el personaje de Carmen, a tal punto que se le puede considerar la Carmen oficial de nuestros días… Desde el principio, este personaje me fascinó y lo sentí como un guante hecho a mi medida. Quizás también influyó el hecho de que mi maestra María Luisa Castellanos fuese una mezzo que interpretó a Carmen. Era una de sus creaciones más frecuentadas. María Luisa me transmitió su pasión por ella y así fue que los primeros personajes que conocí fueron Carmen, la Maddalena de Rigoletto y la Azucena de Trovatore. Este último no lo he representado todavía, salvo algún aria en recitales y lo dejo para otra etapa de mi carrera. Carmen es una parte de la cual me he apropiado vocalmente. Me ayudo, además, dándole la presencia física que requiere: una mujer morena, fuerte, gitana española. El hecho de ser española, precisamente, le añade un plus a mi trabajo. Si yo fuera de otra nacionalidad me costaría mucho asumir la idiosincrasia racial de Carmen. De todas formas, es un ser de tal riqueza dramática y psicológica que se lo puede interpretar de mil maneras. Lo ha hecho con muy diversos directores de escena, como José Antonio Morales en Méjico, Paco López en numerosas ciudades españolas, Zeffirelli, Francesca Zambello, Joël, Sagi, Pontiggia… ¿cuál es su experiencia en tan variada tarea de composición? En principio, yo llevaba mi propia concepción del personaje, pero la fui ampliando con distintos aportes que recibía de tan diversos directores. En especial, he incorporado directivas de Sagi y Zeffirelli. La producción que dirigió Zambello resultó estupenda por ser la más “física” de todas. Debía yo correr como una atleta por todo el escenario y representar peleas coreografiadas, navaja en mano, tras las cuales, entre cajas, debía relajarme y tomar aliento para estar en buen estado y poder cantar las seguidillas. A ello se añadía otro esfuerzo y es que los dos primeros actos se representaban seguidos, de modo que entre peleas y bailes la cosa resultaba muy esforzada. Carmen es asimismo un papel de gran variedad de registros… Efectivamente. Empieza siendo una mezzo lírica pero en el tercer acto la voz se va agravando y culmina en la escena de las cartas. En el cuarto acto la tesitura vuelve a remontar. A esa altura de la función la voz está muy desplegada y situada en su lugar, de manera que no hace falta esforzarla. Hay que cuidar las notas de pasaje como si se 45 276-Entrevista 22/6/12 14:08 Página 46 E N T R E V I S TA NANCY FABIOLA HERRERA tratara de negociarlas. Para esto, es muy útil el segundo acto, que tiene una extensión amplia y momentos alternados de dramatismo y de seducción. Se prepara así el tercer acto redondeando el color en la zona central y grave y evitando la emisión demasiado encajonada en el pecho. Como este personaje ha sido cantado por contraltos, mezzos y hasta alguna soprano, lo conveniente es saber dónde están las dificultades, si en el agudo o en el grave y matizar la emisión dentro de una correcta colocación de la voz. En este sentido Carmen se parece a Traviata, de la cual se dice que está escrita para tres sopranos distintas desde la coloratura del primer acto hasta el dramatismo del último. Si Carmen se encomienda a una mezzo grave tendrá que aliviar la emisión en momentos como la seguidilla y la canción gitana del segundo acto. Si, por el contrario, es una mezzo aguda, deberá evitar encajonar la voz en la escena de las cartas. Otra de sus interpretaciones más frecuentes es la de Maddalena de Rigoletto, una parte relativamente breve pero decisiva en la obra. Es un papel difícil porque cuenta con una tesitura muy comprometida. En poco tiempo y con una acción muy rápida, tiene que alternar la seducción lírica con el dramatismo. A esto se agrega que es el único momento de la ópera en que se contrastan dos voces femeninas. Maddalena es la mujer carnal, de vida ligera y salida de los bajos fondos, llena de desparpajo y de frivolidad pero capaz de cometer un crimen, muy cerca de ciertos aspectos de Carmen, en tanto que Gilda es la mujer virginal, angelical y de una tesitura muy aguda. En el último acto de Rigoletto, la escritura exige registros poderosos y tanto el protagonista como Maddalena descienden a zonas bastante graves para contrastar con Gilda y el Duque. Maddalena, al revés que los otros personajes, no ha aparecido en los actos anteriores ni tenido tiempo de situar su voz. Tiene que salir con todo su material ya dispuesto, sabiendo que cuenta con escasas líneas para dar presencia a su personaje y no ser traspuesto por los demás. ¿Está avanzando en el repertorio verdiano? 46 Sí, pero a pequeños pasos y con mucha prudencia. Me interesan roles como Eboli, Preziosilla y Amneris. Merecen acercarse a ellos con mucha atención y, sobre todo, tener en cuenta la homogeneidad del elenco para evitar desniveles de vocalidad. Otro factor es el tamaño de la sala para conservar el equilibrio con la masa orquestal. En el caso de Amneris, hay una tradición de encomendarlo a mezzos dramáticas sin tener en cuenta que es una mujer joven y enamorada, lo cual se puede resolver con un especial lirismo. Hay momentos en el primer cuadro del cuarto acto en los cuales la voz está exigida en el agudo, no sólo porque ha de llegar por dos veces al si bemol, sino porque debe permanecer en dicha zona cierto tiempo. En la línea que va de Fedora Barbieri a Dolora Zajick predominan las sonoridades muy corpóreas, de color pectoral, pero también cabe lo contrario. Amneris tiene momentos de levedad por el carácter íntimo y sentimental de la situación, lo que exige, según lo he dicho anteriormente, “negociar” las notas de transición hacia el registro de pecho para que la voz no se quede fijada en él. Hablemos de montajes, ¿cuál es el tipo que prefiere, tradicional o innovador? Me gustan ambos siempre que tengan sentido. Un montaje moderno donde se pone modernidad por el mero hecho de serlo, pero en el cual lo que se ve no tiene nada que ver con lo que se oye, me parece absurdo. Por el contrario, una puesta como la de Robert Carsen para Los cuentos de Hoffmann resulta maravillosa. En ella hice Giulietta junto al protagonista de Rolando Villazón con toques tan audaces como el ver una platea de teatro con los asientos que se movían como olas según las estaba viendo un Hoffmann ebrio, del que escapaba Giulietta por el patio de butacas. También me gustó mucho la veterana versión de Rigoletto de Jonathan Miller con un libreto en inglés y las acciones llevadas a la mafia de Nueva York de los años cincuenta, porque armonizaba muy bien con la música. Sin embargo, me tocó padecer en Alemania una Carmen dirigida por una mujer de cuyo nombre no quiero acordarme. Destrozó la obra y la convirtió en una parodia. ¿Cuál es su experiencia con los directores de orquesta? Lo mismo que con los directores de escena, debo decir que en general he tenido mucha suerte con los directores de orquesta. Me gusta que sobre todo sean músicos y disfruto mucho trabajando con ellos el lado musical de las óperas. Lamentablemente, hoy se trabaja con demasiada prisa y de una manera mecánica de modo que no se pueden elaborar ciertos aspectos tan fundamentales como la homogeneidad de color en las voces y los matices que definen un estilo. Recuerdo especialmente el entrenamiento que tuve en Filadelfia, tras mis estudios en la Juilliard School, con Chris Macatsoris, un hombre de la vieja escuela que había sido asistente de Tullio Serafin. Trabajábamos las partituras a muerte, haciendo una especie de radiografía de ellas, detalle por detalle. En general, no hay actualmente tiempo para este tipo de tareas. Todo se reduce a dos o tres ensayos. ¿Ha preparado algún papel directamente con un director de orquesta? Sí, es el caso de Daniel Catán en Il postino, que me eligió para que estrenara en su obra el papel de Doña Rosa. Aunque no dirigió la orquesta, supervisó el trabajo musical. En ocasiones, incorporaba algún detalle que se nos ocurría a los cantantes. Es muy interesante inventar un personaje del cual no tenemos referencia porque nunca se cantó antes. Su repertorio es muy amplio. ¿Cómo resuelve cada época de la música que va abordando? De manera muy variada. Por ejemplo, en materia de verismo, me voy internando en él muy de a poco. La princesa de Bouillon en Adriana Lecouvreur de Cilea la estoy preparando, pero sólo he cantado algún fragmento en concierto con Plácido Domingo. Me encanta especialmente el barroco y más particularmente Haendel, aunque lo hago mucho menos de lo que me gustaría hacerlo. El canto barroco es un alimento para la voz, que está en toda su pureza, como desnuda. El acompañamiento instrumental es muy leve y toda la música se centra en la voz. Algo similar ocurre con el canto del clasicismo, Mozart, y en el bel canto italiano del romanticismo. Es tanto el virtuosismo de la voz, existe un perfecto legato y no se resuelve con efectos dramáticos. Es una disciplina muy grande para la voz porque el menor desfallecimiento técnico o musical se nota muchísimo y no puede compensarse con otra cosa. En cambio, ayuda a subrayar las cualidades naturales del cantante, a dominar los volúmenes, a flexibilizar la emisión y hacerla dúctil para expresar todos los matices de las palabras. Con relación a la ópera contemporánea yo comencé con obras como Luz de oscura llama de Pérez Maseda hasta llegar a The Rake’s Progress de Stravinski. Es un campo donde hay un poco de todo. Hay operistas actuales que saben escribir para la voz de modo que se pueda lucir su natural hermosura como en cualquier obra clásica. Por el contrario, otros autores buscan obtener efectos que obligan a afear la emisión, a cantar sin apoyo y sin vibrato, lo cual además no es bueno para la salud vocal. Volviendo a Il postino de Catán debo decir que se puede cantar como si fuera Puccini o Verdi, en parte porque su perfil armónico es bastante tonal. Catán escribía muy bien para la voz porque la conocía acabadamente. Ha cantado diversos personajes travestidos. ¿Cuál es su experiencia en este campo? He cantado Orlofsky en El murciélago de Johann Strauss y Romeo en I Capuleti e i Montecchi de Bellini. Son experiencias muy interesantes porque me han permitido entrar en contacto 276-Entrevista 22/6/12 14:08 Página 47 E N T R E V I S TA NANCY FABIOLA HERRERA con mi parte masculina. El proceso empieza con el vestuario y las actitudes del lenguaje corporal para luego irse internalizando. Todos tenemos componentes de ambos sexos y aun en un cuerpo de mujer puede imaginarse cómo sería sentirse varón. Cantar Romeo fue una de las vivencias más curiosas de mi carrera, porque me sentía impregnada de su virilidad aun cuando no estaba representando el papel en la escena. Era como ensayar constantemente a ser Romeo yo misma. Es un reto muy hermoso para la artista: se pone bajo la piel de alguien que no eres pero que puedes llegar a ser por medio de la ficción. Algo parecido me ocurre encarnando la variedad de lo femenino. A veces tengo que hacer de una mujer muy fuerte, muy impulsiva, leonina, según es Carmen, y otras veces todo lo contrario, tal es el caso de Charlotte en Werther, una mujer suave, sensible, delicada, el prototipo convencional de la femineidad. Todo esto es muy fascinante ya que representar a alguien que uno no es permite entender mejor a la humanidad. cialmente en el repertorio español. Es un campo muy rico y no explorado del todo porque se suele insistir siempre en las mismas obras. Yo prefiero hacer como Victoria de los Ángeles y Teresa Berganza, que dieron a conocer obras de sus contemporáneos y las convirtieron en referentes de la canción de concierto, como son los casos de Toldrá y Montsalvatge. Hoy tenemos en España excelentes compositores de canciones de cámara: Miquel Ortega, García Abril y tantos otros, sin olvidar las páginas infrecuentes, por ejemplo, de Roberto Gerhard o las canciones de inspiración cubana de Comellas. Tampoco nos olvidamos de sus incursiones en la zarzuela. Me encanta La bruja de Chapí, a pesar de sus desafíos porque a veces tiene momentos de soprano y otros muy centrales. Hice la Beltrana de Doña Francisquita, un personaje lleno de desparpajo pero vocalmente ingrato. En cambio Luisa Fernanda y la Manuela de La chulapona están perfectamente escritos. Mi zarzuela preferida, con todo, es La Tempranica de Giménez. En cuanto a Orlofsky, ya que está bebiendo todo el tiempo en medio de una fiesta, ¿usted lo ve sobrio o borracho? Depende de las puestas en escena. Cuando yo lo hice puedo asegurar que no estaba borracha. Lo imaginaba un hombre de humor ácido, grave, serio, inclinado al sarcasmo. Recuerdo que las partes habladas las hacíamos en español, adaptándolas a las circunstancias y a las personas del lugar, lo cual resultó muy divertido y simpático. Ahora bien: como espectadora lo he visto de las dos formas, o sea, sobrio y borracho. Nunca hice Cherubino y en este momento de mi carrera no me parece apropiado a mis condiciones vocales. En cambio, me quedan pendientes Orfeo de Gluck y el Octavian del Caballero de la rosa, ambos muy interesantes. El Compositor de Ariadne auf Naxos, un papel redondo y muy lucido para la mezzo, sin embargo, nunca me ha llamado. Hay un papel wagneriano que le quedaría perfecto tanto en lo vocal como en lo escénico y es la Venus de Tannhäuser. Es curioso que ya varias personas me lo han sugerido, pero yo no he pensado en él ni remotamente. Más que el repertorio alemán me atraen el italiano, el francés y hasta el ruso, pero será cuestión de considerarlo. A pesar de que es una ópera alemana, Venus es una diosa latina, el equivalente de la Afrodita griega, así que quedaría muy bien servido por una voz igualmente latina para contrastar con Elisabeth, una criatura nórdica, mística y virginal, todo lo opuesto de Venus. Es verdad, aunque la vocalidad wagneriana tiene un carácter germánico, ya que Wagner no es un animal Pasemos al espectáculo Gitana. mediterráneo. Pasando al repertorio de cámara, ¿cómo encara este género y cómo organiza sus programas? Hay dos maneras de estructurar un programa de cámara. Una es cantar las canciones que yo prefiera y otra es obedecer las sugestiones del pianista con el cual trabajo, quien suele seleccionar los ciclos más adecuados a las características de mi voz. Desde cuando estudiaba en Estados Unidos, el recital siempre me atrajo especialmente y por ello insisto en hacerlo, aunque en general se me considera una cantante de ópera. El recital permite que el cantante conduzca al público por una suerte de viaje que recorre distintas atmósferas, distintas lenguas, distintas emociones. Es como si yo tuviera mi propia agencia de viajes y pudiera organizarlos según mis preferencias, con toda libertad. Una variante de gran interés es el concierto temático que se construye siguiendo un hilo conductor en el que se insiste con un determinado argumento. En cualquier caso, la decisión última la tomo obedeciendo a mi expresión personal. Me concentro espe- Fue una función que concebí junto con mi marido, pensando primero en grabar un disco con arias de mis personajes favoritos y observamos que entre ellos había unas cuantas gitanas: Salud, Candela, Carmen, Azucena… todas gitanas españolas. Resultaban muy atractivos los elementos de seducción, brujería, supersticiones, fatalismo, la muerte por amor, la venganza, el sacrificio, la gitana emigrante de la zarzuela La chavala, una mezcla muy atractiva de tragedia y alegría. Había muchos elementos para un espectáculo y así surgió combinando la voz solista, el vestuario, la orquesta, el coro, números de ballet, algunos elementos escénicos, entre los cuales la orquesta misma situada en el proscenio. Así se plasmó Gitana bajo la dirección de Curro Carreres, saliéndonos de los marcos convencionales de la gala que es simplemente una sucesión de entradas y salidas del cantante solista. Llevaremos este espectáculo a América Central y del Sur. En Chile, justamente, la tierra de Pablo Neruda estrenaremos Il postino, que será también un homenaje a la memoria de Daniel Catán, que nos dejó tan abruptamente y al cual sigo recordando con emoción. Por último, ¿qué nombres de referencia puede darnos entre las cantantes de su cuerda? Giulietta Simionato, Christa Ludwig, Marjana Lipovsek, Jennie Tourel, Rita Gorr, Rise Stevens, Teresa Berganza. Blas Matamoro Fernando Fraga 47 276-Entrevista 22/6/12 14:08 Página 48 D I S C O S EXCEPCIONALES LOS DISCOS XCEPCIONALES DEL MES DE JULIO La distinción de DISCOS EXCEPCIONALES se concede a las novedades discográficas que a juicio del crítico y de la dirección de la revista presenten un gran interés artístico o sean de absoluta referencia. CHOPIN: Obras para piano y orquesta. NELSON GOERNER, KEVIN KENNER, JANUSZ OLEJNICZAK, PIANO. ORQUESTA DEL SIGLO XVIII. Director: FRANS BRÜGGEN. 2 DVD GLOSSA 921114 La cita apuntaba extraordi- naria y a tenor de estos materiales, no podemos sino confirmar la sospecha: maravilloso e ineludible. Todo resulta asombrosamente inspirado por unas interpretaciones que en conjunto son superlativas y que destacan por su aparente sencillez y buen enfoque estilístico. E.B. Pg. 78 FILARMÓNICA DE ISRAEL. Director: LEONARD BERNSTEIN. 2 CD HELICON 02-9656 Es tal la entrega y el entusiasmo mostrados en este registro que dudamos mucho que los músicos de Berlín, Viena o Ámsterdam lo igualasen. La versión es emotiva, violenta, densa, cargada de humanidad, subyugante y, además, perfectamente realizada en un solo concierto en vivo, sin trampa ni cartón. La grabación es excelente. Emocionante concierto, en suma, y otra versión más de muchos quilates de la Novena de Mahler, posiblemente la obra mejor tratada en los estudios de grabación y en los conciertos en vivo. E.P.A. Pg. 71 GINASTERA: ZELENKA: Responsoria DEUTSCHE GRAMMOPHON 0028947649281 2 CD ACCENT 24259 Estancia. Panambí. Obertura para el “Fausto” criollo. FILAMÓNICA DE GRAN CANARIA. Director: PEDRO HALFFTER. Las lecturas de Halffter contienen cuanto Ginastera demanda. Hay narración, climas contrastados, insolencia en el fraseo y en la rítmica, desmenuzamiento de compases diversamente superpuestos y, constantemente, una suntuosidad de sonido que va desde el destello del esmalte hasta el rugido telúrico, el éxtasis y la burla, el frenesí de los cuerpos y la mefítica sugestión de la selva nocturna y solitaria. La orquesta responde con toda la enjundia requerida. B.M. Pg. 69 JACQUET DE LA GUERRE: Sonatas para violín y bajo continuo. LINA TUR BONET, violín; PATXI MONTERO, viola da gamba; KENNETH WEISS, clave. VERSO VRS 2114 No son pocos los argumentos que sugieren que Elisabeth Jacquet de la Guerre (1665-1729) fue la más notable compositora del barroco tardío. Sin que nos ciegue ninguna pasión patria, lo que aquí hacen Tur, Montero y Weiss está muy por encima de cualquier competencia habida y casi me atrevería a decir que por haber. Música tan sublime demandaba una interpretación magistral y… aquí la tenemos. Simple y llanamente, oro molido. E.T. Pg. 70 48 MAHLER: Sinfonía nº 9. pro hebdomada sancta. Lamentatio Ieremiæ prophetæ. COLLEGIUM VOCALE 1704. COLLEGIUM 1704. Director: VÁCLAV LUKS. Apenas un año después de su impresionante grabación del Requiem ZWV 46 y del Officium defunctorum ZWV 47, la agrupación que dirige ese loco genial llamado Václav Luks nos ofrece ahora los Responsoria pro hebdomada sancta ZWV 55 y la Lamentatio Ieremiæ Propheæ ZWV 53. A este director y a sus huestes rara vez se le pueden escatimar los elogios: aquí, una vez más, vuelven a estar sublimes. E.T. Pg. 75 VIVALDI: Orlando furioso RV 728. M.-N. LEMIEUX , J. LARMORE, V. CANGEMI, P. JAROUSSKY, C. SENN, K. HAMMASTRÖM, R. BASSO. CORO DEL TEATRO DE LOS CAMPOS ELÍSEOS. ENSEMBLE MATHEUS. Director musical: JEANCHRISTOPHE SPINOSI. Director de escena: PIERRE AUDI. NAÏVE DR 2148 Spinosi llevó la ópera al disco en 2004 y finalmente logró acercarla a la escena en 2011, en el Teatro de los Campos Elíseos de París. Los resultados pueden comprobarse en este estupendo DVD. P.J.V. Pg. 55 276-Pliego Estud 21/6/12 17:59 Página 49 DISCOS Richard Shuster Año XXVII – nº 276 – Julio-Agosto 2012 BARENBOIM DUDAMEL PONS BARENBOIM, DUDAMEL, PONS SUMARIO ACTUALIDAD: Barenboim, Dudamel, Pons . . . . . . . . . . . . . . 49 Classical:NEXT, Grandes esperanzas . . . . . . . 50 REFERENCIAS: Brahms: Cuarteto con piano nº 1. E.P.A.. . . . . 52 ESTUDIOS: Deutsche Oper Berlín: Cien años. A.R. . . . . . 54 Un Vivaldi de hoy. P.J.V. . . . . . . . . . . . . . . . . 55 El amor de las tres Poppeas. S.M.B. . . . . . . . . 56 Thielemann: El maestro holístico. P.L.R.. . . . . 57 Barenboim: Sombra y luz. J.T.S. . . . . . . . . . . . 59 REEDICIONES: Brilliant: De ayer mismo. C.V.W. . . . . . . . . . . 59 DG/Decca: Doble edición Debussy. E.P.A. . . 60 DISCOS de la A a la Z . . . . . . . . . . . . . . . 62 DVD de la A a la Z . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78 ÍNDICE DE DISCOS CRITICADOS. . . . . . 82 P ara ya mismo anuncia Decca la nueva integral Beethoven de Daniel Barenboim, esta vez con la West-Eastern Divan, su orquesta con sede andaluza que ha rodado por distintos escenarios las sinfonías del genio de Bonn, dentro de nada en los Proms. Es el segundo de los ciclos beethovenianos del maestro, trece años después del primero —con la Staatskapelle Berlin—, aparecido en 1999. También Gustavo Dudamel es novedad estos días con Beethoven. Se trata de un coherente programa — la Heroica más las oberturas de Egmont y Las criaturas de Prometeo— con la Orquesta Simón Bolívar, que ha perdido definitivamente el Juvenil de su rótulo, y que lanza Deutsche Grammophon. Es la tercera de las sinfonías beethovenianas que los venezolanos llevan al disco tras Quinta y Séptima en lo que, con el tiempo, será sin duda también un ciclo completo. El propio Dudamel dirige a la Filarmónica de Viena la Escocesa de Mendelssohn en un disco que ha aparecido, al menos en su primera edición, sólo en formato LP, un curioso encuentro entre el joven talento y la vieja tecnología. La misma orquesta y director se dan cita en el concierto veraniego —Sommernachtskonzert— de Schönbrunn, que saldrá en los primeros días de este mes —casi tan rápido como cuando se trata del Concierto de Año Nuevo— en CD y en DVD con el título de Danzas y olas. Aún hay más: Richard Strauss —Así habló Zaratustra y alguna pieza más— con Filarmónica de Berlín ya en 2013. ¿Y qué pasará con su ciclo Mahler de esta primavera, con dos orquestas —Los Angeles y la Bolívar—, y dos ciudades, la citada californiana y Caracas? Es de suponer que DG eche el resto para preservar lo que ha sido uno de los grandes acontecimientos de la temporada. Como lo fueron entre nosotros los tres conciertos con los que Josep Pons concluía su etapa al frente de la Orquesta Nacional de España como su director titular y artístico. Fue con una inolvidable Octava de Mahler que DG comercializará en DVD siguiendo la colaboración que liga al sello amarillo con la orquesta española y que tan excelentes frutos viene dando. 49 276-Pliego Estud 21/6/12 17:59 Página 50 D D I SI CS O C O S S ACTUALIDAD Classical:NEXT GRANDES ESPERANZAS PARA EL CLÁSICO INDEPENDIENTE 50 su vigésimo quinto aniversario y su reunión anual de distribuidores. La empresa presidida por Klaus Heymann también presentó algunos de sus artistas en concierto y el libro recientemente publicado The Story of Naxos, escrito por Nicolas Soames. Y aunque los grandes sellos —Universal, EMI, Sony, Warner— resultaron prácticamente invisibles en Múnich, sí hubo un sólido grupo de importantes independientes internacionales: BIS, Hyperion, Chandos, Harmonia Mundi, Naïve, Ondine, ECM, Supraphon, Brilliant o Newton. También Glossa, junto con el grupo de exportadores de los Sellos Independientes Españoles. Durante los cuatro días que duró la feria hubo anima- mente la opinión de los sellos y los distribuidores —y también de los detallistas online— ratificó la continua viabilidad del CD como principal soporte de música clásica, aunque haya que tener en cuenta que para algunos de los más importantes sellos independientes el actual saldo entre la venta física y la digital (descargas y streaming) es tan alta como en Japón —65/35— o, incluso, en Estados Unidos — 50/50. En Alemania la proporción es en este momento de 90/10, lo que refleja el relativamente sólido nivel de ventas a través de las tiendas de discos. Hubo también oportunidades para los editores ¿Coexistirán el MIDEM Classique y Classical:NEXT en 2013? Muchos en el sector del clásico independiente —que tiene que vérselas con reducidas ventas y presupuestos menguantes— tienen la pragmática esperanza de que no. Desde luego la cita muniquesa tiene la ventaja de ser más modesta y más barata que la francesa, además de centrarse más en la música clásica, aunque sea cierto que el MIDEM seguirá atrayendo a esos distribuidores que también necesitan velar por sus sellos de rock y jazz. No hay que olvidar que el MIDEM Classique —visible en Múnich— no se dos foros para el debate colectivo —con presencia de representantes del Carnegie Hall o la Ópera del Estado de Baviera hablando de cómo atraer a los públicos jóvenes— y presentaciones de sellos y distribuidores, algunos relativamente nuevos como los noruegos Lawo Classics o los británicos Champs Hill Records. Precisa- —como el español Tritó—, se presentaron nuevas películas —Renée Fleming in Berlin, La traviata at Zurich Main Station, con Eva Mei— y, por parte de la propia feria, una partitura digital financiada colectivamente y una grabación de las Variaciones Goldberg de Bach por Kimiko Ishizaka. hizo ningún favor en los últimos años al tirar por la borda la ceremonia de entrega de los entonces llamados MIDEM Classical Awards — hoy International Classical Music Awards— que tanto significaban para los sellos independientes. Eric van Nieuwland/Classical:NEXT M ientras esperaban los resultados de la investigación de la Unión Europea en cuanto a si aceptar o no la propuesta de compra de la división de música grabada de EMI por Universal Music Group, muchos representantes del mundillo internacional del disco clásico —principalmente sellos y distribuidores del sector independiente— se reunían del 30 de mayo al 2 de junio en el centro cultural de Gasteig, en Múnich, en la primera edición de Classical:NEXT. En la feria, producida por Piranha Womex, el delicado equilibrio entre el arte y el negocio que sostiene una gran parte de la labor de los independientes procuró distanciarse de los aromas más decididamente económicos que exhalaba el MIDEM en Cannes, el otro gran encuentro del sector. Según su directora, Jennifer Dautermann, Classical:NEXT ha sido todo un éxito: “Asistieron más de setecientos delegados —nuestro objetivo era de trescientos— de los cuales un 60% procedían de fuera de Alemania, representando a cuatrocientas empresas de treinta países y demostrándose que los profesionales querían algo así. La cantidad de conexiones que he visto, el ambiente, todo ha sido muy positivo. Y con la experiencia de este primer año tenemos una idea bastante clara de lo que debemos impulsar en el futuro”. El socio fundador de Classical:NEXT ha sido la asociación alemana de sellos discográficos, CLASS. También ha disfrutado del apoyo de Naxos como sello y distribuidora internacional que aprovechó, además, la oportunidad para celebrar en Múnich Mark Wiggins 276-Pliego Estud 21/6/12 17:59 Página 51 276-Pliego Estud 21/6/12 17:59 Página 52 D D I SI CS O C O S S REFERENCIAS Johannes Brahms CUARTETO CON PIANO Nº 1 EN SOL MENOR OP. 25 REFERENCIAS Brahms escribió su primer Cuarteto con piano entre 1855 y 1861, siguiendo una senda por la que ya habían transitado antes que él Mozart y Schumann, aunque esta formación de piano, violín, viola y violonchelo era bastante rara e infrecuente en esa época. Se estrenó en Hamburgo el 16 de noviembre de 1861, con Clara Schumann al piano y tres músicos que ya habían participado en el estreno del primer Sexteto op. 18: Boie, Breyther y Lee. El primer movimiento, misterioso y expresivo, tiene la forma sonata clásica; el segundo es un Intermezzo de ensueño y poesía melancólica típicamente brahmsiana; el tercero, un gran lied en tres partes, da paso al Rondo alla zingarese final, un movimiento muy curioso, lleno de fuerza e impulso en el que se evoca magistralmente la música zíngara con una fantasía extraordinaria. La obra no siempre fue bien acogida por la crítica; Joachim, por ejemplo, que al principio había alabado sin medida el movimiento final, mantuvo después ciertas reservas respecto a su estructura. Posteriormente, sin embargo, críticos como Hanslick, Tovey o Specht, el primer biógrafo de Brahms, admiraron y alabaron incondicionalmente esta obra típica del juvenil y arrebatado talento de su creador. Más conseguido que su hermano posterior, el Op. 26, es sin embargo menos popular que el Quinteto, op. 34, una de las obras de cámara más queridas de Brahms, y es aceptado sin discusión en su forma original por los públicos de todos los conciertos y también registrado regularmente en los estudios de grabación. Como ya es sabido, Schoenberg instrumentó la obra para orquesta sinfónica en 1937, llamándola con humor y complacencia “la Quinta Sinfonía de Brahms”. La obra en esta orquestación fue estrenada por la Filarmónica de Los Ángeles dirigida por Klemperer el 7 de mayo de 1938 (por cierto, existe grabación de fragmentos de los movimien- 52 tos 1 y 4 de este estreno mundial pendiente de comercializarse en CD, por poco bien que se oiga merecerá la pena su atenta escucha). En una carta a Alfred Frankenstein, del San Francisco Chronicle, Schoenberg daba las razones por las que había emprendido este trabajo: “1. Amo la pieza. 2. Se toca raramente. 3. Se toca siempre muy mal, porque el pianista toca tanto más fuerte como mejor es, y no se oye nada a las cuerdas. Yo quería oírlo todo de una vez y así lo he conseguido. Mis intenciones: 1. Atenerme rigurosamente al estilo de Brahms y no ir más lejos de lo que él mismo hubiese ido si aún viviera hoy. 2. Observar cuidadosamente todas las reglas que Brahms seguía, y no violar ninguna de aquellas que sólo conocen los músicos que han crecido en sus inmediaciones. Desde hace casi 50 años estoy plenamente familiarizado con el estilo de Brahms y sus principios. He estudiado muchas de sus obras para mí mismo y con mis alumnos y las he tocado a menudo como viola y violonchelista: supe así cómo debe sonar. Sólo tuve que transponer este sonido a la orquesta. No he hecho nada más”. (Schoenberg, Cartas, Madrid, Turner Música, 1989, págs. 225 y ss.). Aunque obviamente la orquestación resulta más avanzada y renovadora que la que hubiese hecho el propio Brahms, resintiéndose con ello su estilo tan característico, la página en esta versión tiene un atractivo indudable que siempre fascina al oyente. La discografía es relativamente amplia, tanto en su versión original como en la orquestada, aunque para no pasarnos del espacio asignado tenemos que aplicar el correspondiente tamiz. No nos ha sido posible encontrar dos interpretaciones que suponemos excepcionales, ambas protagonizadas por Rudolf Serkin, una con los Busch (EMI Références, 1932) y otra con miembros del Festival de Marlboro (Sony, 1967), si bien esperamos que sean reeditadas en un futuro no muy lejano por ambos sellos. Otras más modernas como las de Ax, Stern, Laredo y Ma, o la de Perahia con miembros del Amadeus (ambos Sony, 1974 y 1988), también están descatalogadas. De todas formas, con las cinco que siguen de la versión original y las tres de la orquestación de Schoenberg, creemos que ya se pueden considerar suficientemente servidos. Finalmente, jugando un poco a productores fonográficos y dado que ya no tenemos entre nosotros a los grandes directores-pianistas (Szell, Bernstein, Solti), se nos ocurre que alguno de los más famosos pianistas-directores de hoy (Barenboim, Ashkenazi), podrían también dejar su valioso testimonio en esta obra en sus dos versiones, tanto en la original como en la orquestada. Creemos que el primero seguramente haría un trabajo muy notable con sus jóvenes músicos de la Orquesta West Eastern Divan. Dicho queda. Versión original V. Aller, miembros del Cuarteto de Hollywood (Slatkin, Dinkin, E. Aller) (Testament, 1956, 42’). Ya vimos este espléndido álbum en las Referencias del Quinteto, op. 34, una de las mejores versiones de esta obra por tradición, técnica y total espíritu de música de cámara. Como ya dijimos entonces, el Cuarteto de Hollywood dominó la escena de la música de cámara en EEUU durante toda la década de los cincuenta, aunque su discografía no es muy extensa. Con este Cuarteto, op. 25 sucede tres cuartos de lo mismo que con el Quinteto, teniendo que añadir en esta lectura un fraseo cálido y apasionado, con absoluta plenitud romántica, habilísimo manejo del rubato, férreo control técnico y brillo característico de los mejores conjuntos camerísticos. Tanto el pianista Victor Aller como el resto de componentes del Cuarteto de Hollywood captan perfectamente la vigorosa intensidad e inspiración que definen esta juvenil página brahmsiana y la reproducen consiguiendo una de las mejores versiones históri- cas de la misma. Recordemos que este conjunto residente en EEUU, pero proveniente de la vieja Europa, poseía también el sentido de la tradición que caracterizó a Serkin y al Cuarteto Busch, logrando una interpretación esencial que se recomienda para los que ya tengan cierto rodaje en estas lides. A destacar asimismo el bello sonido del violonchelo de Eleanor Aller (mujer del pianista Victor Aller) y en general la versión global que, volvemos a insistir, podemos considerar como la mejor de las históricas a la espera de que EMI vuelva a editar la pionera de Serkin y los Busch. Rubinstein, miembros del Cuarteto Guarneri (Dalley, Tree, Soyer) (RCA-Sony, 1967, 38’). Editado recientemente en un álbum de 9 CDs bajo el título Arthur Rubinstein plays Brahms, se puede encontrar a través de internet en los sitios acostumbrados y además a precio razonable, siendo un bello documento del legendario pianista tocando música de Brahms, lo mismo conciertos, como obras para piano solo y música de cámara. La interpretación del Cuarteto es perfecta en el aspecto técnico, potenciada además por una exce- lente grabación, muy clara y equilibrada entre el piano y las cuerdas (lo que hubiese permitido a Schoenberg suprimir una de sus condiciones para orquestar la obra, esto es, “se toca siempre muy mal y el pianista toca tanto más fuerte como mejor es”). No obstante, al impoluto e impecable trabajo de Rubinstein y el Guarneri les falta un punto de conexión con la tradición, algo más de idioma, encanto y convicción expresiva, lo cual no obsta para que algún movimiento, en concreto el lento, sea de una elaborada sensibilidad 276-Pliego Estud 21/6/12 17:59 Página 53 D D I SI CS O C O S S REFERENCIAS que enseguida llama la atención del oyente. Es una traducción perfecta, por técnica instrumental y por grabación, que gana puntos al ir acompañada por otros muchos testimonios brahmsianos de Rubinstein que aparecen por primera vez agrupados en este bello álbum. Gilels, miembros del Cuarteto Amadeus (Brainin, Schidlof, Lovett) (Deutsche Grammophon, 1971, 38’). Otra versión de campanillas, disponible en la actualidad en la serie The Originals de Deutsche Grammophon acoplada con unas Baladas de Brahms por Emil Gilels que quitan el hipo. Este fue uno de los primeros discos de Gilels en el sello amarillo (empresa muy conectada con pianistas soviéticos, no hay más que recordar a Richter, Berman, Gavrilov, Ugorski o Zilberstein), grabado pocos días después del Quinteto “La trucha” de Schubert (que también veremos en su momento dentro de esta sección) y que constituye una de las cimas interpretativas de este Cuarteto. El sonido cristalino, transparente, idiomático y técnicamente impecable del teclado del ruso, se ve acompañado por los tres miembros citados del Amadeus en una de las obras tradicionalmente asociadas a su repertorio, logrando momentos de poética delicadeza en el bello Intermezzo o de fogosa intensidad en el final alla zingarese, aunque en otros, por ejemplo en el liederístico movimiento len- Brahms, y también publicado en la serie económica Duo con los tres Cuartetos con piano más el Trío en la mayor, op. póst. de propina. Nada que reprochar a estos magníficos músicos en esta ocasión, quedando aparcada y silenciada su tan cacareada y reiterada asepsia interpretativa en la recreación del Cuarteto. Ayudados por una grabación modélica que ayuda a clarificar texturas y planos, su ímpetu y vivacidad en los Allegros, su delicada sensibilidad e idioma en los movimientos centrales, así como el espíritu brahmsiano que indudablemente planea por toda esta versión, hacen de la misma una más que notable elección que desde luego es digna de figurar entre cualquiera de las que comentamos. Obviamente, su adquisición dentro del álbum de la música de cámara completa de Brahms es preferible al álbum Duo con los tres Cuartetos. Argerich, Kremer, Bashmet, Maiski (Deutsche Grammophon, 2002, 40’). Típico disco de una de las multinacionales de clásico más famosas de hoy con cuatro de sus artistas más célebres e indiscutibles, con probadas competencia artística y musical. El experimento fue un éxito, sin duda, aunque no siempre estaban garantizados los resultados positivos con cuatro músicos de fuerte personalidad (el reunir a cuatro estrellas internacionales no aseguraba en nada una graba- mejor, versión moderna que hoy se puede encontrar en el mercado del disco. La grabación es transparente y perfectamente equilibrada entre el piano y las cuerdas. Actualmente este disco sólo se puede conseguir a través de internet y a precio caro. to, se les haya reprochado algo su “deficiencia de pasión y su sonido carente de frescura” al decir de la crítica británica (véase The Penguin Guide to Compact Discs). Pero en conjunto es una excelente recreación, una de las más atractivas de la fonografía que impactará sin duda a cualquier amante de la obra que tenga la suerte de oírla. Trío Beaux Arts (Pressler, Cohen, Greenhouse), Walter Trampler, viola (Philips, 1973, 40’). Disponible dentro del álbum Philips dedicado a la música de cámara completa de ción excepcional). Sin embargo, todo se desarrolló adecuadamente en los estudios de grabación, y a pesar de ciertas fricciones, roces y discusiones en determinados pasajes de la obra (el Andante, sobre todo, según nos cuenta el productor en el libreto, fue objeto de numerosas tomas hasta conseguir el resultado apetecido), el conjunto global fue una versión brillante, lírica (precioso el elaborado Andante que al oyente le da la sensación de absoluta espontaneidad), expresiva y elocuente, una de las mejores, si no la comentó muy elogiosamente en su momento en nuestras páginas de discos. El imponente y deslumbrante lujo instrumental de los berlineses deja al oyente literalmente con la boca abierta, y Rattle consigue aquí todavía más que en la versión de Birmingham unos resultados de virtuosismo, idioma y brillo incomparables. Este DVD se completa con un espectacular Primero de Brahms en el que colabora impecablemente Daniel Barenboim como solis- Orquestación de Schoenberg Rattle, Sinfónica de la Ciudad de Birmingham (EMI, 1987, 42’) // Filarmónica de Berlín (DVD Euroarts, 2004, 46’). La obra en esta orquestación siempre ha interesado profundamente a Simon Rattle, que la incluye habitualmente en sus programas de conciertos y de la que tiene en su haber dos excelentes versiones discográficas. La primera la grabó para EMI en Birmingham en sus años de titularidad de la orquesta, y su habitual casa de grabación la ha incluido ahora en un álbum dedicado a la Segunda Escuela de Viena. Muy espontánea, convincente, fluida y excelentemente tocada, esta versión es un fiel modelo de las pretensiones de Schoenberg que hemos visto más arriba y puede ser un buen punto de partida para cualquiera que quiera disfrutar de ella. No obstante, la versión más recomendable y la mejor de todas las que conocemos en la orquestación de Schoenberg la protagoniza sir Simon al frente de la Filarmónica de Berlín en un concierto filmado en Atenas en mayo de 2004 que ya se ta. Tanto por los estupendos sonido y filmación como por el incomparable resultado global, este DVD lo tienen que adquirir obligatoriamente todos los interesados en esta página. Rozhdestvenski, Filarmónica de Londres (Collins, 1990, 47’). El polifacético, versátil y gran director ruso Gennadi Rozhdestvenski protagoniza este curioso y muy recomendable disco que igual hoy se puede localizar a través de la distribuidora Diverdi (creemos que está agotado, con el inconveniente añadido de que el sello británico Collins desapareció hace tiempo). Tuvimos la suerte de ver a estos mismos intérpretes en el Auditorio de Madrid en esas fechas recreando esta página de BrahmsSchoenberg con impresionantes brillo y convicción (aún les recuerdo también unas Variaciones de Dvorák en ese mismo concierto que no las he vuelto a oír igual), exactamente lo mismo que en esta versión discográfica, caracterizada además por ciertos matices eslavos y algún que otro toque sardónico que podría hacer pensar al oyente que el orquestador es Shostakovich en lugar de Schoenberg, y que el autor es Chaikovski en vez de Brahms en algunos pasajes líricos del Andante. A pesar de que la versión de Rattle/Berlín es superior, más impactante para el oyente por su brillo y virtuosismo, ésta posee el atractivo de un gran director haciendo su profunda e inimitable versión personal. En resumen, quizá GilelsAmadeus para la versión original y Rattle-Berlín para la orquestada, sean las dos versiones más recomendables para el oyente de hoy, añadiendo las de Aller-Hollywood y Rozhdestvenski para los que ya tengan cierto rodaje y conozcan bien esta obra en sus dos versiones. Enrique Pérez Adrián 53 276-Pliego Estud 21/6/12 17:59 Página 54 D D I SI CS O C O S S ESTUDIOS Ferenc Fricsay, Artur Rother DEUTSCHE OPER BERLÍN: CIEN AÑOS MOZART: Don Giovanni. DIETRICH FISCHER-DIESKAU (Don Giovanni), JOSEF GREINDL (Comendatore), DONALD GROBE (Don Ottavio), PILAR LORENGAR (Donna Elvira), IVAN SARDI (Masetto), ERIKA KÖTH (Zerlina), WALTER BERRY (Leporello). Director musical: FERENC FRICSAY. Director de escena: CARL EBERT. Director de video: ROLF UNKEL. 2 DVD ARTHAUS 101574 (Ferysa). 1961. 176’. N PN BEETHOVEN: Fidelio. WILLIAM DOOLEY (Don Fernando), WALTER BERRY (Don Pizarro), JAMES KING (Florestan), CHRISTA LUDWIG (Leonora), JOSEF GREINDL (Rocco), LISA OTTO (Marzellina), MARTIN VANTIN (Jaquino), BARRY MCDANIEL (primer prisionero), MANFRED RÖHRL (segundo prisionero). Director musical: ARTUR ROTHER. Director de escena y vídeo: GUSTAV R. SELLNER. ARTHAUS 101597 (Ferysa). 1963. 124’. N PN N 54 o es mal aniversario: cien años contemplan ya a la antigua Stadtische Oper de Berlín, la Ópera Municipal, más tarde rebautizada como Deutsche Oper y levantada de nueva planta en 1961. Un edificio funcional y cómodo, de líneas geométricas y excelente acústica, que se aleja de la arquitectura tradicional estilo imperio de la Staastoper, la Ópera bajo los tilos. Los dos Teatros llevan hoy caminos paralelos y complementarios. Nos interesa hoy aquí, especialmente, lo que atañe al primero, que para festejar el cumpleaños está editando en DVD algunas de las representaciones que jalonaron aquella primerísima etapa tras la segunda inauguración. Nos llegan así estas dos óperas, dos obras maestras en la historia de la institución. Don Giovanni se había representado ya numerosas veces y se consideró que era un buen título, un título “democrático”, la “ópera de óperas”, que había dicho E. T. A. Hoffmann, para abrir las puertas de un nuevo recinto. Y se acordó hacerla en alemán, como señal nacionalista de un teatro muy germano. Una lástima porque la obra, escrita en estilo napolitano, gana mucho en su lengua original italiana, la que Da Ponte había empleado para escribir el libreto. Con todo, la interpretación es de altos vuelos, ya que cuenta con mimbres de excepción. Para el podio el intendente Gustav Rudolf Sellner eligió al húngaro Ferenc Fricsay, ya muy asentado en Berlín y antiguo titular de la RIAS; para la escena a Carl Ebert, un director de escena ligado a la casa desde muy antiguo, alejado de ella durante los años de la guerra. La batuta del director musical es básica en este caso para dar sentido y coherencia a una ópera en parte dispersa, una suerte de crisol de estéticas. Fricsay supo solventar todos los problemas y proporcionar una magnífica sutura entre los distintos estilos. Elegancia de trazo, sentido del equilibrio, claridad de texturas, raras veces masificadas, fraseo nítido, tempi naturales dentro de una ligereza muy mozartiana. No es la suya una visión que posea la gracia italiana de un Giulini ni que se adentre en vericuetos filosóficos como los avistados por Furtwängler; o, en fin, por traer aquí otro referente, que construya un edificio de densidad marmórea a lo Klemperer. Pero nos deja ver todo y diferenciar planos, voces y texturas. Bajo este manto musical la acción de desarrolla sin tropiezos bien movida por Ebert, un poco a la manera antigua, un tanto grandilocuentemente, sobre unos decorados tirando a feos, más bien oscuros, pretendidamente simbólicos, de Georges Wakhevitch. Muy interesante, claro, el equipo vocal, con el recientemente extinto Fischer-Dieskau, que en 1961 había grabado ya la obra, en italiano (DG) con el propio Fricsay. Su Don es un poco chuleta y despiadado, algo altisonante y aristocrático, bien vestido y bastante sobreactuado. Despliega estupendamente todo su variado arsenal de voces plenas, medias y falsetes, toda su amplia panoplia de efectos. La tesitura y el carácter del personaje le van como anillo al dedo. Pero falta italianità; en lo que, por supuesto, tiene mucho que ver el idioma. Muy bien las dos damas ultrajadas. Grümmer deja escuchar su timbre cristalino y sedoso y su clásico arte de canto en una parte que fue suya durante años. Lorengar, por entonces muy joven, en torno a los 32, muestra su resplandeciente belleza. Aunque su timbre es del tipo del de su compañera —y más de una vez los hemos comparado—, no tiene, claro, ni su tersura ni su calidad suprema, pero canta como un ángel, bien que su voz nos parezca demasiado lírica para una parte que estimamos requiere un instrumento más spinto. En graves queda por ello bastante desdibujada. Correcto, musical, Grobe, sin tener una voz del otro jueves. Contundente y nasal, como siempre, Greindl, pasables Köth, una clásica soubrette, y Sardi, y aceptable Berry, también muy joven, con una caracterización que recuerda a Cantinflas. Muy germánico en todo su proceder vocal, en exceso tonante a veces, pero timbrado y sólido. La toma en imágenes es más bien rupestre, poco ágil y con la cámara a veces situada en zonas que no son las que interesan al espectador. El sonido es discreto teniendo en cuenta que está recogido durante una representación. Las dos cosas son claramente mejores en el DVD dedicado al Fidelio producido en el mis- mo teatro un año después, aunque aquí se ofrece una interpretación de 1963. La dirección para la televisión es del propio Sellner, lo que se nota en el cuidado y el encuadre, aunque quizá se abuse de los primeros planos. Pero no es una pega grave. Sobre todo porque todo está bien acompasado y medido y porque la escena aparece muy ordenada, con un buen manejo de luces en una escenografía lóbrega que huye de la pompa y del recargamiento. Lo cual no significa que en lo que atañe a la actuación general no se acentúen y refuercen algunas tintas, como las que definen al personaje del malo, Pizarro, bien atendido vocalmente por Berry, quizá demasiado tierno y un poco engolado. Pero la voz es timbrada y él está en el papel y pone cara de feroce. El reparto es de campanillas también. Ludwig brilla, a los 38 años, como una auténtica luminaria. Su voz portentosa, igual, extensa, coloreada, maleable, redonda, nos da una magnífica Leonora, sin un solo fallo, y sorteando los peligros de una tesitura inclemente. Le da la réplica un King en comparación más pálido, pero que resuelve con nota su difícil aria, con la voz bien esmaltada y colocada, puede que un tanto cupa. No da del todo el lirismo enternecedor del personaje. Sí otorga al suyo toda la cachaza y robustez exigidas Greindl, un Rocco convincente y proverbial. Otto es, como Köth, una soubrette más o menos mejorada y canta con solvencia el papel un tanto tontainas de Marzelline. Vantin hace lo propio con el doméstico de Jaquino. Dooley es un simplemente discreto ministro. Espléndidos los coros con dos prisioneros de lujo, como McDaniel y Röhrl, y profesional y cumplidora la orquesta, dirigidos con sapiencia y sentido dramático por un señor que estaba a punto de doblar el cabo de los 77, Artur Rother, un maestro al que casi le habían salido los dientes en el foso de la Deutsches Opernhaus y que había mamado esencias sagradas en Bayreuth, donde fue asistente a lo largo de varios años. Arturo Reverter 276-Pliego Estud 21/6/12 17:59 Página 55 D D I SI CS O C O S S ESTUDIOS Jean-Christophe Spinosi UN VIVALDI DE HOY VIVALDI: Orlando furioso RV 728. MARIE-NICOLE LEMIEUX (Orlando), JENNIFER LARMORE (Alcina), VERÓNICA CANGEMI (Angelica), PHILIPPE JAROUSSKY (Ruggiero), CHRISTIAN SENN (Astolfo), KRISTINA HAMMASTRÖM (Bradamante), ROMINA BASSO (Medoro). CORO DEL TEATRO DE LOS CAMPOS ELÍSEOS. ENSEMBLE MATHEUS. Director musical: JEANCHRISTOPHE SPINOSI. Director de escena: PIERRE AUDI. Director de vídeo: OLIVIER SIMONNET. NAÏVE DR 2148 (Diverdi). 2011. 190’. N PN D esde que en 1977 la grabara Claudio Scimone para Erato con el protagonismo de Marilyn Horne, Orlando furioso se convirtió en una de las puntas de lanza de la recuperación de la ópera barroca (poco después, los mismos intérpretes dejaron un interesante documento videográfico, directo antecesor de éste). Aunque más adelante sería Haendel el compositor privilegiado en el revival del barroco teatral, Vivaldi se puso a su rebufo y hoy sus obras líricas están siendo sistemáticamente registradas (impresionante Vivaldi Edition de Naïve) y empiezan a aparecer de vez en cuando por teatros diversos. Y en este proceso, Orlando furioso se ha consolidado como una de las obras preferidas de directores, gestores y público: esa mezcla de las diferentes tramas sentimentales del clásico de Ariosto que preparó el libretista Grazio Braccioli (Alcina, Ruggiero, Bradamente; Orlando, Angelica, Medoro) con la música extraordinariamente sugestiva, vívida y brillante del maestro veneciano parece haberse convertido en un sinónimo de éxito. Jean-Christophe Spinosi llevó la ópera al disco (para la Vivaldi Edition) en 2004 y finalmente logró acercarla a la escena en 2011, cuando el Teatro de los Campos Elíseos de París la presentó con una puesta en escena de Pierre Audi. Los resultados pueden comprobarse en este estupendo DVD, presentado de forma muy bella, aunque el editor se ha olvidado incomprensiblemente de colocar un índice en la carpetilla anexa. La limitación de los subtítulos al francés y al inglés será también un inconveniente (aun menor) para el público hispanoparlante. Pierre Audi presenta la obra en una escena única, que se adapta a las diversas situaciones dramáticas por los cambios del fondo, la sugerente iluminación de Peter van Praet y el hermoso vestuario de Patrick Kinmonth, que ideó modelos de la época de la composición de la obra, con dominio del negro y los tonos azulados y ocres. Todo está movido con eficacia y contribuye sin estridencias al correcto seguimiento de la trama y al buen desenvolvimiento de los cantantes. La canadiense Marie-Nicole Lemieux está espléndida en el rol de Orlando, con una expresividad que se hace incluso lacerante en las escenas de locura (con su poco de sobreactuación escénica incluida) y vibrante en las piezas más virtuosísticas, como esa gran aria de tempestad, una de las más conocidas de la ópera (Sorge l’irato nembo). Quien más se acerca a su altura es seguramente un Philippe Jaroussky que en los años pasados desde la grabación del CD ha profundizado en expresividad y naturalidad de su canto. El timbre es tan bello y dulce como siempre, pero ahora resulta más homogéneo y el legato es más elegante: una pieza tan sugerente como el Sol da te, con un traverso obligado de acompañante marca bien la excelencia de su interpretación. Jennifer Larmore está deslumbrante en lo actoral: a su lado todo y todos palidecen, aunque desde el punto de vista vocal se aprecia cierto desgaste en los agudos desde el registro de 2004. Es acaso una falta de tersura, del punto último de brillo en los ascensos a la zona alta, lo que en cierto modo le ocurre también a Verónica Cangemi, que en su Poveri affetti, tan exigida por la extensión, manifiesta cierta falta de uniformidad en el color. En cualquier caso, conviene aclarar que tanto Cangemi como Larmore son artistas de primer nivel, inteligentes y de exquisita musicalidad, por lo que su actuación puede considerarse más que notable: no sólo han pasado ocho años desde el anterior registro, sino que aquí se trata de una actuación en vivo, y desde luego no es falta de dramatismo ni de presencia escénica algo que pueda achacárseles. El resto del elenco es diferente al del CD tantas veces referenciado: a Kristina Hammaström le tocó el duro reto de hacer olvidar a Ann Hallenberg como Bramadante y aunque no lo logra del todo, su actuación resulta plenamente convincente por penetración psicológica y elegancia en el fraseo. Maravillosa está en cambio Romina Basso en su breve papel de Medoro: uno queda con ganas de escuchar más esa voz firme, bien timbrada, rotunda, pero capaz igualmente del más delicado susurro lírico. Correcto Christian Senn como Astolfo, una voz acaso más leve y clara que la de Lorenzo Regazzo en 2004. Tres horas de un estupendo espectáculo de nuestro tiempo. Pablo J. Vayón 55 276-Pliego Estud 21/6/12 17:59 Página 56 D D I SI CS O C O S S ESTUDIOS Alessandro de Marchi, William Christie, Harry Bicket EL AMOR DE LAS TRES POPPEAS MONTEVERDI: L’incoronazione di Poppea. BRIGITTE CHRISTENSEN (Poppea), JACEK LASCZCZKOWSKI (Nerone), TIM MEAD (Ottone), MARITA SOLBERG (Drusilla y Virtú), PATRICIA BARDON (Ottavia), GIOVANNI BATTISTA PARODI (Seneca), EMILIANO GONZÁLEZTORO (Arnalta), AMELIE ALDENHEIM (Amore y Damigella). ORQUESTA DE LA ÓPERA NACIONAL DE NORUEGA. Director musical: ALESSANDRO DE MARCHI. Director de escena: OLE ANDERS TANDBERG. Directores de escena de la reposición y de vídeo: ANJA STABELL, STEIN-ROGER BULL. EUROARTS 2058928 (Ferysa). 2010. 170’. N PN L’incoronazione di Poppea. DANIELLE DE NIESE (Poppea), PHILIPPE JAROUSSKY (Nerone), ANNA BONITATIBUS (Ottavia), MAX EMANUEL CENCIC (Ottone), ANTONIO ABETE (Seneca), ANA QUINTANS (Drusilla), CLAIRE DEBONO (Fortuna y otras), KATHERINE WATSON (Virtú, Damigella), HANNA BAYODI-HIRT (Amore), ROBERT BURT (Arnalta). LES ARTS FLORISSANTS. Director musical: WILLIAM CHRISTIE. Director de escena, escenografía y figurines: PIER LUIGI PIZZI. Coreografía: ROBERTO MARIA PIZZUTO. Director de vídeo: MATTEO RICCHETTI. 2 DVD VIRGIN 07095191 (EMI). 2010. 180’. N PN L’incoronazione di Poppea. MIAH PERSSON (Poppea), SARAH CONNOLLY (Nerone), JORDI DOMÉNECH (Ottone), FRANZ-JOSEF SELIG (Seneca), MAITE BEAUMONT (Ottavia), RUTH ROSIQUE (Drusilla), DOMINIQUE VISSE (Arnalta, Ottavia, Nutrice). ORQUESTA BARROCA DEL GRAN TEATRO DEL LICEO. Director musical: HARRY BICKET. Director de escena: DAVID ALDEN. Escenografía: PAUL STEINBERG. Figurines: BUKI SHIFF. Director de vídeo: XAVI BOVÈ. OPUS ARTE OA1073D (Ferysa). 2009. 183’. N PN Teatralidades 56 Se trata de tres puestas en escena renovadoras, cada una en su estilo, y hasta su mérito. Innovar, en este repertorio, es desentrañar el texto, darle sentido escénico, y hasta hacer hablar a la obra como nunca hasta ahora, y eso sin “genialidades” gratuitas. En una obra como ésta partimos de una estatuaria y una rigidez ligadas a la recuperación de la “ver- dad de la partitura”, y a eso ha habido que darle “verdad escénica” al menos desde Ponnelle y sus Monteverdi de Zúrich con Harnoncourt. El equilibrio clasicista (digamos) lo consigue Pizzi en el Teatro Real de Madrid, con su contraste entre lo bufo y lo sencillamente sublime. Atención a esa maravilla que es el lamento de Ottavia cantado por Anna Bonitatibus según indicaciones de Pizzi y dirección de Christie: obra de arte de alto nivel. Ottavia-Bonitatibus cambia a arpía despechada en el acto segundo, y vuelve al lamento clasicista y elegante con el Addio Roma del tercero. Por el contrario, ese lamento, en la voz de Maite Beaumont y la propuesta de David Alden, en el Liceu, indica que estamos ante una Poppea bufa a lo largo de toda la acción. Aunque en el adiós Beaumont y Alden abrazan la dignidad clásica, como gran contraste tras la perorata de Arnalta y antes del primer dúo de los amantes. La opción de Ole Anders Tandberg es de otra índole; no una tercera vía, sino una vía propia: se trata de una tragicomedia burguesa que se convierte en un esperpento isabelino (Thomas Kyd más que Shakespeare) con progresiva abundancia de sangre, hasta llegar a algo que evoca el grand gignol: el lamento de Marita Solberg no pretende aquel equilibrio, está planteado como una secuencia que tiende, precisamente, al estallido del despecho. Es decir, sólo en el caso de Bonitatibus nos situamos en la tradición del lamento, especialidad tan de Monteverdi y su época. Tandberg no rehúye lo bufo, incluso lo utiliza bien, ni tampoco le hace ascos a la procacidad, que se abre paso implacable. Su Nerón es un tipo de mediana edad al que se le podría cantar la balada de la servidumbre sexual de Die Dreigroschenoper de Weill y Brecht. Esa servidumbre está en el personaje, pero quien la explota en su dimensión de drama burgués con comicidades es Tandberg. Es apasionante ver una y otra lectura y compararlas. ¿Se refutan, se complementan? Por momentos, parece que la visión bufa de Alden es la que da en el clavo con la índole de la trama y el canto, pero el equilibrio de Pizzi nos recupera a menudo de la tentación cómica. Tandberg, que se toma libertades con los personajes secundarios y realiza pequeños pero significativos cortes (no entremos en detalles) tiene la ventaja añadida de la filmación: a su sorprendente solución del icono y del relato lírico y dramático, hay que añadirle que se trata de un film (firmado por Anja Stabell y Stein-Roger Bull) que convierte el escenario en un estudio de grabación, repite planos, cuida los gestos de los personajes, vira los colores (el blanco y negro —o blanco y marrón— sobre el que sólo destaca el rojo de los labios, de las rosas, de la sangre, abundante sangre). No es una filmación habitual, es un uso artístico de la puesta en escena y del propio material filmado. Los detalles de cómo se solucionan ciertas escenas bien conocidas en cada una de estas tres propuestas harían esta reseña interminable. Por ejemplo, la manera tan distinta en que se enfoca la escena estoica en que Séneca asume la muerte, anunciada por un esbirro que queda cómicamente sorprendido por el filósofo; y la reacción del trío de allegados de éste: “Non morir, Seneca, no; Io per me morir non vo’”. Alden llega al extremo: el trío lo forman tres tipos vestidos como Tintin. Y no resulta gratuito. Protagonistas Pero se trata de ópera, y al margen de las virtudes innegables de estos directores de escena hay que oír cantar, y ver unas actuaciones. Los nombres son muchos, por el reparto de la propia obra y porque hay que multiplicarlos por tres. La pareja madurita del montaje noruego es una de las opciones ideales en lo que se refiere a canto: soprano y contratenor muy dentro de estilo, voces bellas y dúctiles, “amplia” comicidad, mas no desatada, medida, como la propuesta misma de Tandberg. Pizzi y Christie mantienen soprano y contratenor, con el magisterio insuperable de Jaroussky y la ambigüedad de alta comedia de Danielle de Niese (ambigüedad en el sentido de que unas veces es Poppea y otras veces es la propia De Niese, como en un guiño). Pizzi, en el segundo acto, desenfoca o quién sabe si pretende matizar el planteamiento al sugerir una escena de homosexualidad entre Nerón y Lucano, acaso respuesta al galanteo anterior del Valletto y la Damigella. Alden lo plantea en tono muy bufo 276-Pliego Estud 21/6/12 17:59 Página 57 D D I SI CS O C O S S ESTUDIOS como el poeta vendido o alquilado al poder, y ya es bastante. Alden y Bicket (Liceu) optan por la tradición de sopranos y mezzo, aunque caracterizan a Poppea “a lo Hollywood” (la excelente Miah Persson que aparece “muy Jean Harlow”, incluso “Kahtleen Turner”) y a Connolly con masculinidades sin especial glamour. En cuanto a glamour, el film noruego es el que renuncia a ello por completo, a pesar del rostro agraciado de la joven soprano Amelie Aldenheim, omnipresente Amore en virtud de la opción del film (más que la puesta original, cabe deducir); un amor en pijama de seda, atención. En medio de lo bufo sorprenderá tal vez la manera en que Alden permite que Dominique Visse cante la canción de cuna a Poppea hacia el final del acto segundo: qué lirismo, qué dulzura. Y cantado por un actor sensacional que asume la Nutrice, Arnalta y hasta uno de los allegados de Séneca con una vis cómica insuperable; y sin embargo ahí tienen esa berceuse. Es hermosa esta nana también en las otras versiones. Qué picardía, qué sentido teatral el de Busenello y Monteverdi: esta dulce canción de cuna la canta quien acaba de mostrar sus deseos de medro cuando su ama alcance la cumbre. Es de ver y oír a Robert Burt, todo un “hombretón”, dándole ternuras a ese canto en la toma del Real. O la opción en la toma noruega de Emiliano González-Toro, que apenas se resiste a no ser por completo risible. Los dúos eróticos finales de los protagonistas no hacen olvidar nunca que ese amor se construye sobre desdichas y muertes. Y el ilustrado público veneciano sabía que Nerón y Poppea iban a terminar mal. Pizzi y Christie muestran el equilibrio en los deliciosos dúos de Niese y Jaroussky, cuyo picante es latente, pero se da por sabido. El film noruego traza los dúos sobre una orgía de sangre; mientras suenan los cantos de amor, la puesta hace morir con generosidad de hemorragias incluso a personajes que tuvieron posterior protagonismo histórico (Otón, efímero emperador entre los efímeros Galba y Vitelio, año 69 d. C.). El canto de los muy expresivos rostros de Christensen y Lasczczkowski no se altera por ello, pero renuncia al modelo clásico. Hacia el final, y sin huir por completo de la opción bufa (el homenaje de los pretores), Persson y Connolly (Liceu) adoptan una solución parecida a la de Pizzi. Muy buen reparto el noruego, favorecido por una toma sonora más cercana, unos micrófonos más favorables. Así, tenemos la impresión de que su Ottone, Tim Mead, es el mejor de los tres; pero en rigor es imposible superar a Max Emanuel Cencic (Real). Habría que destacar mucho otros cantantes al margen de la pareja protagonista: la Drusila de Ana Quintans, que ha cantado varios papeles de esta ópera, incluida Poppea, una opción “muchacha” lejos de la intrigante cortesana; la de Marita Solberg, muy buena cantante y actriz, con el sorprendente final que se reserva a su idilio; los tres Sénecas, papel ambiguo y finalmente muy digno (Lemos, Selig, Parodi), un equilibro entre el estoicismo consecuente y la comicidad de sus allegados. No sería justo silenciar el Valletto de William Berger (Liceu) o el de Suzana Ograjensek (opción soprano, Real); ni los tres tríos de Fortuna, Virtud y Amor del inicio. Idiomatismos En las tres escenificaciones la base musical la dan conjuntos instrumentales barrocos, con músicos especialistas al frente a cada uno de ellos. Cada solución es más o menos distinta, y lo que ha de sorprender es que se parezcan tanto en lo sonoro. El año pasado Glossa publicó una Poppea (La Venexiana, Cavina) a partir del manuscrito de Nápoles, y aquella realización suponía que Monteverdi no era sino uno de los compositores de esta obra maravillosa. Sea lo que sea, esto indica que el material de aquel entonces nos llega de manera precaria, acaso impura: Cavina acaba de ofrecernos un Ulisse y nos dice que sin duda es obra de Monteverdi, pero “arreglada” por ajenas manos. Lo cierto es que cada Poppea, sea obra de Monteverdi o sea del taller de Monteverdi y Cavalli, ha de ser editada antes que interpretada. Y las tres fórmulas que aquí tenemos son plausibles en sus diferencias tímbricas, de tempo, de línea, de dinámicas, de solución del bajo, etc. Desde luego, se pueden utilizar en posteriores registros o puestas en escena. La pureza mayor está junto al clasicismo de Christie, pero no habrá que insistir en que las otras opciones son también excelentes. La prueba “del algodón”: si reducimos estas tres Poppeas a solo audio, la propuesta de Christie es la que permite elaborar una puesta en escena propia; las otras están muy marcadas por su propia opción tanto musical como dramática. Ahora bien, y en la mano el corazón monteverdiano palpitante que uno tiene apenas escondido: las tres merecen ser destacadas por excelentes. Por lo que llevamos dicho (y la cantidad de cosas que sugieren estas tres propuestas), pueden preferir una u otra. Recomendar las tres es una tentación muy fuerte que vamos a resistir, porque no están los tiempos para gollerías. Santiago Martín Bermúdez Christian Thielemann El MAESTRO HOLÍSTICO BEETHOVEN: Sinfonías. Oberturas Coriolano y Egmont. FILARMÓNICA DE VIENA. Director: CHRISTIAN THIELEMANN. 3 cajas de 3 DVD CMAJOR 704708/ 704908/ 705108 (Ferysa). 2008-2010. 956’. N PN Missa Solemnis. KRASSIMIRA STOYANOVA, soprano; ELINA GARANCA, contralto; MICHAEL SCHADE, tenor; FRANZ-JOSEF SELIG, bajo. SÄCHSISCHER STAATSOPERNCHOR DRESDEN. STAATSKAPELLE DRESDEN. Director: CHRISTIAN THIELEMANN. CMAJOR 705408. 2010. 90’. N PN BRAHMS: Réquiem alemán. CHRISTINE SCHÄFER, soprano; CHRISTIAN GERHAHER, barítono. CORO DE LA RADIO DE BAVIERA. FILARMÓNICA DE MÚNICH. Director: CHRISTIAN THIELEMANN. CMAJOR 705408. 2007. 83’. N PN A firma Thielemann: “Cuando dirijo una obra muy larga, y el Anillo es la más larga de todas, en el momento de subir al escenario suelo imaginar cómo será el final”; “antes de empezar Das Rheingold me figuro delante de la última escena del Götterdämmerung”; “siempre he pensado que el final positivo y un tanto histérico de la Novena quedaría muy bien en la Primera; son obras diferentes, pero no demasiado, y por esa razón trato de dirigirlas con el mismo espíritu”. Estas citas entresacadas de la interesantísima conversación sobre la interpretación de las sinfonías de Beethoven (incluida en tres DVDs con una duración total de casi nueve horas) que el maestro berlinés Christian Thielemann (1959) mantuvo en varias sesiones con el veterano crítico alemán Joachim Kaiser (1928) sirven para resumir a la perfección lo que puede verse (y especialmente oírse) en los restantes 6 DVDs de CMajor que incluyen la filmación completa en vivo de las 57 276-Pliego Estud 21/6/12 17:59 Página 58 D D I SI CS O C O S S ESTUDIOS 58 nueve sinfonías beethovenianas (más las oberturas de Coriolano y Egmont) realizada entre diciembre de 2008 y abril de 2010 al frente de la Filarmónica de Viena en la Sala Dorada de la Musikverein: su concepción holística de la interpretación, es decir, una interpretación pensada en grandes bloques, que le permite ahondar en las concordancias y relaciones entre diferentes partes y movimientos de cada sinfonía, o incluso entre las diferentes sinfonías entre sí, con el fin de verlas como un todo unitario. Esta concepción holística se relaciona con algo que Thielemann, a buen seguro, aprendió del arte de Wilhelm Furtwängler y que sorprendentemente no sale a colación en sus profusas conversaciones con Kaiser; me refiero a lo que el teórico austriaco Heinrich Schenker denominó Fernhören, es decir, la capacidad para escuchar en perspectiva el discurrir de una obra musical, tomando siempre en consideración tanto su origen como su conclusión. Esa continuidad y lógica estructural que presiden las interpretaciones aquí escuchadas, y que podemos hacer extensible tanto al Ein Deutsches Requiem de Brahms de Múnich (filmado en 2007) como a la Missa Solemnis de Beethoven de Dresde (filmado en 2010), es lo que diferenció siempre el estilo interpretativo global y holístico de Furtwängler del acercamiento progresivo y serial de Toscanini; hoy encontramos claramente esa oposición al comparar esta integral de las sinfonías de Beethoven de Thielemann con la realizada más o menos en las mismas fechas por Riccardo Chailly al frente de la Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig para Decca. De todas formas, y dejando a un lado las diferencias todavía evidentes entre la tradición directorial germana e italiana, representadas por Thielemann y Chailly, hay un elemento que afecta por igual a ambos y es la influencia de la interpretación historicista. Obviamente el hecho de que ninguno de ellos haga profesión de fe en el credo de la interpretación con instrumentos de época no quiere decir que sean inmunes a la influencia de esa estética. En este sentido, y dejando para otra ocasión la forma en que Chailly ha transformado el sonido de la vetusta orquesta sajona, resulta interesante comprobar aquí cómo las soluciones interpretativas de Thielemann son resultado de un largo y concienzudo camino que comenzó a finales de los años ochenta en Núremberg y, especialmente, a mediados de los noventa en Roma. El joven maestro berlinés dirigió entre septiembre y octubre de 1995 a la Orchestra dell’Accademia Nazionale di Santa Cecilia un ciclo completo de las sinfonías de Beethoven para celebrar su centenario en el Auditorio Pio que causó tanto entusiasmo como polémica, pero que le valió un contrato discográfico con Deutsche Grammophon. Y es que en el momento más glorioso de la interpretación historicista, que había superado los lindes barrocos para adentrarse en el repertorio clásico y romántico o cuando algunos directores de la causa habían registrado o estaban registrando sus integrales beethovenianas con instrumentos de época, Thielemann se empecinaba en recuperar las viejas recetas conservadoras de directores como Furtwängler; el único resultado comercial de aquel ciclo fue un CD con la Quinta y la Séptima, grabado para DG con la Philharmonia de Londres en julio del año siguiente, por el que Richard Osborne no pudo ocultar su admiración en Gramophone a pesar de subrayar que se trataba de una “descarada imitación de los viejos maestros”. El propio Thielemann justifica su planteamiento estético de la música de Beethoven, que hace extensible a Brahms y Schumann, dentro del retrato biográfico publicado por Kläre Warnecke (Berlín, Henschel Verlag, 2003). En el capítulo dedicado a la tradición directorial alemana vinculada con Beethoven, el maestro berlinés habla de una imagen sonora diferente de la habitual hoy para esa música: “un sonido oscuro, grave y denso, y no brillante, delgado y objetivo, como promulga el movimiento de la interpretación auténtica”; e incluso lo justifica en la propia orquestación del compositor: “Beethoven, si alguna vez opera con notas altas, construye el sonido desde las regiones bajas de las violas, violonchelos y contrabajos junto con fagotes, etc…”. Al mismo tiempo, reconoce la deuda que tiene con la interpretación historicista, y especialmente con Harnoncourt, de quien ha aprendido a escuchar de otra forma y a repensar muchas cosas. Y es precisamente ahora, tras haber superado la cincuentena, cuando vemos materializada con claridad la combinación personal de Thielemann que no consiste simplemente en imitar a los maestros pretéritos, sino en poner al día sus postulados sin renunciar a las aventuras tímbricas historicistas actuales; en cierto modo, el director berlinés reacciona frente a ambas estéticas y crea la suya propia (no olvidemos que Furtwängler hizo algo parecido en su tiempo al reaccionar a los aspectos de la tradición del Espressivo germano por medio de la influencia de Schenker). No es posible un comentario pormenorizado sinfonía a sinfonía, pero, sin ir más lejos, en la Primera pueden reconocerse elementos característicos sobre lo dicho: no sólo la disposición de los músicos (los violines enfrentados antifonalmente o los contrabajos al fondo) o la plantilla responden a planteamientos de época perfectamente documentados en tiempos de Beethoven por la tesis de Daniel J. Koury, sino que Thielemann plantea el tercer movimiento de esta sinfonía (y también los scherzos de las restantes) con tempi y articulaciones de inspiración claramente historicista. Por otro lado, en los dos primeros movimientos se permite fluctuaciones agógicas y dinámicas siempre con fines retóricos; por ejemplo, en la repetición de la exposición del Andante cantabile con moto. Al mismo tiempo, se desplaza el peso de la obra paulatinamente hacia el movimiento final, algo en lo que Thielemann avanza paralelamente con Beethoven y que culmina en el glorioso movimiento coral de la Novena; esto último es especialmente evidente a partir de la Eroica donde Thielemann convierte con una chispa de genialidad la variación lenta (Poco andante) del movimiento final en el verdadero clímax musical de la obra. El planteamiento holístico destaca también en las dos obras sinfónico-corales, tanto en la Missa Solemnis de Beethoven en Dresde como en el Deutsches Requiem de Brahms en Múnich, donde el maestro berlinés exhibe su capacidad para moldear el sonido de la orquesta sin batuta y con un impresionante contacto visual con el coro. En cuanto a la realización técnica de los DVDs, la parte sonora es muy regular al haber sido producida en todos ellos por Arend Prohmann. Sin embargo, la filmación resulta menos cohesionada al haber sido dirigida por cuatro realizadores diferentes; su labor va desde la libertad creativa de un Brian Large (Sinfonías nºs 1, 2 y Coriolano) hasta la intensidad dramática de Agnes Meth (nºs 3, 4, 9 y Deutsches Requiem), pasando por el enfoque analítico de Michael Beyer (nºs 7, 8, Egmont y Missa Solemnis) o la sensación del directo de Carina Fibich (nºs 5 y 6). Sorprende, eso sí, que la película de Barbara PichlerHausegger titulada Making Beethoven, y que incluye el making off del ciclo, se venda tan sólo como DVD extra en la versión en CD de este ciclo sinfónico que acaba de aparecer en Sony Classical. Pablo L. Rodríguez 276-Pliego Estud 21/6/12 17:59 Página 59 D D I SI CS O C O S S ESTUDIOS / REEDICIONES Daniel Barenboim SOMBRA Y LUZ BEETHOVEN: Las 32 Sonatas para piano. DANIEL BARENBOIM, piano. 9 CD DEUTSCHE GRAMMOPHON 4631272 (Universal). 1981-1984. 667’. DDD. R PE BRUCKNER: Sinfonía nº 7. STAATSKAPELLE DE BERLÍN. Director: DANIEL BARENBOIM. DEUTSCHE GRAMMOPHON 4790320 (Universal). 2011. 67’. DDD. N PN D eutsche Grammophon (Universal) lleva a las tiendas la Séptima bruckneriana que Barenboim grabó en vivo con la Staatskapelle de Dresde en junio de 2010 (coproducida al alimón por el propio intérprete y Unitel). Es la tercera Séptima en su discografía y la primera entrega de la semi-integral (de la Cuarta a la Novena) que el argentino ofreciera en la Philharmonie berlinesa y que ya emitiera Arte hace algunos meses. Recordarán ustedes que la primera Séptima de Barenboim, con la Sinfónica de Chicago, fue comercializada en 1980 (también DG) y que la segunda, con la Filarmónica de Berlín (Teldec), data de 1992. La última versión mencionada fue merecedora de toda suerte de elogios por parte de una gran mayoría. Vaya por adelantado que la ejecución que ahora publica la firma alemana no alcanza la perfección técnica, la proporcionalidad o la belleza trágica de la referida con la Filarmónica de Berlín. En el Allegro moderato y el Finale, sobre todo en el primero de estos movimientos, Barenboim sorprende con algún pasaje de liviana expresividad, alguna transición despachada sin demasiado misterio y contrastes de tempo excesivos. El Adagio es, como era de esperar, muy hermoso (y cuenta con pasajes fraseados rica, amplia y reconcentradamente) pero los condicionantes antes mencionados debilitan los cimientos de la arquitectura general de la obra. La toma es un tanto extraña y desequilibrada (con cuerdas graves ausentes, lo cual afecta negativamente a las texturas tímbricas). Y el mastering, además, es inusualmente alto de señal y un poco duro en frecuencias agudas. Es posible que la filmación (que, según parece, publicará en breve Accentus) corrija algunos de esos defectos. Aprovechando este nuevo lanzamiento, Universal decide volver a distribuir en España la integral de Sonatas pianísticas beethovenianas que publicara el bonaerense en el catálogo de DG. Con respecto a su ya contestataria e interesante primera grabación de los 60 (EMI), esta segunda grabación de Barenboim (efectuada en París entre 1981 y 1984) constituye la maduración técnica, tímbrica y dramática de estas composiciones. La visión de Barenboim se aproxima a la imagen del Beethoven pianista que hemos podido conocer por testimonios contemporáneos (como los célebres de Czerny): sus ejecuciones poseen una agitada vida interior y están, en su mayoría, sacudidas por tumultuosas explosiones de ideas y emociones. Rara vez flaquea la tensión, a veces asfixiante. Las respiraciones son nutritivas, los silencios interrogantes… El control del sonido es absoluto, sin jamás perder en p un ápice de su corporeidad, su sombría robustez. El pianista traza una frontera estilística entre las Sonatas op. 2 y el resto, acometiendo estas piezas primerizas con una pulsación más incisiva y un uso más cauteloso del pedal, pero sin escatimar por ello en materia expresiva (siempre densa y atribulada). Ya en este grupo de composiciones dedicadas a Haydn, el intérprete contempla al compositor desde una perspectiva unívoca (la poesía, el ingenio y la concentración que circundan el Adagio de la Tercera son ya plenamente beethovenianos). Es cierto que sus realizaciones no siempre convencen a nivel técnico (bastante atropelladas las dificilísimas semicorcheas de la mano izquierda del último tiempo de la Tercera), resolutivo (ligeramente mecánicas las escalas en semifusas de la mano derecha en los compases 89 a 95 del Scherzo de la nº 18), expresivo (excesivamente enloquecidos, rayanos en el descontrol los movimientos extremos de la Appassionata) o en lo tocante a la elección de los tempi (como en el apresurado Adagio cantabile de la Patética, alejado del reposo y el estremecedor legato de Gilels, DG). Sin embargo, todavía hoy, ésta de Barenboim sigue siendo mi favorita, en rasgos generales, de cuan- tas integrales de las Sonatas beethovenianas se han llevado al disco jamás. Las virtudes del intérprete son innumerables: hondo y emotivo conocimiento de la gramática beethoveniana (Largo de la Cuarta), flexibilidad agógica e idealismo (Adagio molto de la Quinta), signos indudables de genialidad (extasiante y fantasiosa la resolución del Andante de la Pastoral), variedad dinámica de fantasía inagotable (primer movimiento de la nº 28), coloración y rubato alucinados (Adagio con molta espressione de la nº 11 y Adagio sostenuto de la Hammerklavier), gran precisión en los pasajes más complejos, extrayendo de ellos su más sustanciosa médula expresiva (Allegro risoluto de la última sonata mencionada)… Son muchos, por tanto, los tesoros contenidos en este puñado de discos, a los que habría que añadir numerosos hallazgos más, como una Claro de Luna fantasmal y atravesada por un dolor agudo y sordo; una turbulenta, expansiva y volcánica Tempestad; una Waldstein devastada por el fuego de la razón; una Sonata “Les adieux” que es todo desesperación y arrebato; y una trilogía final de una unidad espiritual y estructural nueva (concibe las tres últimas Sonatas como un todo), de una dimensión sinfónica transgresora, de horizontes tímbricos claramente orquestales y de una vivencia íntima, ardiente y extrema. En fin, para mí, una de las piedras de toque en este repertorio. Aunque comprendo que haya quien prefiera visiones más apolíneas o analíticas, más apacibles u objetivas, más virtuosísticas o menos apocalípticas —si se quiere— del piano de Beethoven… atskapelle Dresden dirigida por Herbert Blomstedt. Se trata, sin duda, de una de las mejores de toda la discografía, créanme. La Séptima es impagable. A menos de cuatro euros cada CD la cosa no tiene vuelta de hoja. Y fue la primera que grabó la orquesta ale- Jesús Trujillo Sevilla Brilliant DE AYER MISMO E n su benemérito afán recuperador —como diría el añorado Nadir Madriles—, Brilliant (distribuidor: Cat Music) ofrece en su última entrega de reediciones unas cuantas cosas de verdadero interés que anduvieron en otros sellos e, incluso, en ella misma con otro aspecto. Es el caso, y hay que empezar por ahí porque es recomendabilísima, de la integral de las sinfonías de Beethoven por la Sta- 59 276-Pliego Estud 21/6/12 17:59 Página 60 D D I SI CS O C O S S REEDICIONES mana —la de Colin Davis vino después (5 CD 94289). Cualquier disco firmado por Herbert Kegel vale la pena, pues el alemán —oriental entonces— fue un director extraordinario al que algún día se le reconocerá debidamente. Aquí l l e g a con su Réquiem alemán d e Brahms, de una seriedad, de una finura de líneas, de una unción y un equilibrio maestros. Los solistas, con el Coro y la Orquesta de la Radio de Leipzig son Mari Anne Häggander y Siegfried Lorenz. Una versión injustamente eclipsada por otras y que se ha ganado la reaparición (94353). Toda una sorpresa el disco M e n d e l s s o h n con Elías y Paulus. Éste en una interpretación aseada y proba de Orquesta de la SWR y el EuropaChor Akademie, con Kwon, Ardam, Blochwitz y Lika como solistas y una dirección más que correcta de Joshard Daus. Pero lo verdaderamente interesante del álbum es el Elías que dirige Sylvain Cambreling a unos cuantos coros de Fráncfort y a la Orquesta de la Ópera de la ciudad —llamada como ustedes saben Museumsorchester. El belga está excelente, dominador y clarísimo, con un elenco vocal —Coku, Groop, Ahnsjö y Lika— que responde estupendamente. Una de las grandes versiones de la obra (3 CD 94319). Vuelven al catálogo las sinfonías de Saint-Saëns que tuvo EMI dirigidas por Jean Martinon a la Orquesta Nacional de la ORTF. Referencia plena e indispensable para cualquier amante de la música francesa. Las menos conocidas del ciclo —es decir, todas menos la Tercera— adquieren una categoría insólita en la batuta del gran maestro francés (2 CD 94360). L a s Suites de Chaikovski son tan hermos a s c o m o desconocidas. Y a falta de la gran versión de Svetlanov, buena es la de Marriner con la que fuera su orquesta durante unas cuantas temporadas, la de la Radio de Stuttgart. Repertorio perfecto para el pulquérrimo director británico (2 CD 94372). E l citado Svetlan o v , enorme director donde l o s hubiere, aparece por aquí con repertorio un poco menor, pero en él todo se engrandece: las suites de Gayaneh y Spartacus de Khachaturian con la Orquesta del Teatro Bolshoi. La única competencia, la del propio autor (9256). Claire Vaquero Williams Deutsche Grammophon y Decca DOBLE EDICIÓN DEBUSSY S e cumple este 2012 el 150 aniversario del nacimiento de Claude Debussy (18621918), de ahí que dos de las empresas del grupo universal, Deutsche Grammophon y Decca, celebren el cumpleaños con dos publicaciones que nos recuerdan que el gran Claudio de Francia sigue más vivo que nunca en su obra imperecedera. El sello amarillo nos trae un álbum con buena parte de su obra (18 CD DG 00289 479 0056) cuyas interpretaciones, ya comentadas en su momento en estas páginas, glosamos brevemente en las líneas que siguen, lo mismo que el álbum con todas sus obras pianísticas (6 CD Decca 478 3890) que le sigue a continuación. Deutsche Grammophon 60 Los dos primeros CDs ocupan la obra orquestal, a cargo de Boulez y la Orquesta de Cleveland, en líneas generales más conseguida que sus anteriores versiones para Sony con esta misma orquesta y también con la New Philharmonia, aunque en algunos momentos (Nubes, el primero de los Tres Nocturnos) el fuerte temperamento analítico del composi- tor-director francés prime sobre cualquier otra consideración, de tal forma que en términos de atmósfera y poesía su lectura sea bastante opinable. Hay otras páginas impecablemente traducidas (El mar, Juegos, las tres Imágenes para orquesta), de ejemplares claridad, transparencia y colorido adecuado, y otras (Fauno, Primavera) de matices refinados y minuciosidad microscópica, son perfectas muestras del modus operandi de este director. En conjunto es un buen logro que abre con buen pie este importante legado. El tercer CD está dedicado a páginas concertantes (Fantasía para piano y orquesta, Danzas para arpa y orquesta) además de otras obras breves (Marcha escocesa, Berceuse heroica, Khamma y Danza Tarantela) en donde intervienen competentes recreadores (Gibson, Haitink, Van Beinum y Chailly) que interpretan con idioma y convicción todas estas composiciones. Los CDs cuarto y quinto contienen los dos libros de Preludios, grabados por Krystian Zimerman en 1991 y comentados muy elogiosamente en estas páginas en diversas ocasiones. Recordemos que la técnica soberana del polaco, su luminosidad, coherencia, color, su juego multiforme de la sonoridad, sus exquisitos matices y su unidad expresiva absoluta, hacen de estas recreaciones algo muy especial en la fonografía, si bien la notable grabación no alcance la calidad técnica de otros registros pianísticos del sello amarillo (a pesar de que los tiempos que corren no sean propicios para ello, sería deseable que Zimerman y Deutsche Grammophon se replanteasen una nueva grabación). El CD sexto es el legendario registro hecho por Benedetti-Michelangeli en 1971 con los dos cuadernos de Imágenes además del Rincón de los niños, posiblemente uno de los discos pianísticos más famosos dedicados a páginas de Debussy que cuanto más se oye más cosas nuevas descubre al sorprendido oyente con su infinita gama de sutiles matices y de belleza de la sonoridad. El siguiente CD, el séptimo, contiene los 12 Estudios interpretados por Mitsuko Uchida en 1989, un disco extraordinario que ha recibido numerosos premios, tanto por interpretación como por grabación (véase The Penguin Guide to Compact Discs). La pianista japonesa se muestra precisa, virtuosa y de rica paleta sonora, al mismo nivel e incluso superior a experimentados artistas en esta obra como Pollini (¡incluso!). También precioso es el octavo, en el que Zoltán Kocsis recrea admirablemente la Suite bergamasque, Pour le piano, Estampes, Revêrie y otras páginas breves en grabaciones de 1983, 1984, 1988 y 1990, otro registro laureado en múltiples ocasiones por la crítica europea y americana. El noveno está dedicado a la música para piano a cuatro manos y para dos pianos, recreadas por Alfons y Aloys Kontarsky con su competencia acostumbrada en grabaciones hechas en 1973. La música de cámara está presente en el décimo con el Cuarteto, las tres Sonatas (violín y piano, violonchelo y piano, y la Sonata en trío com- 276-Pliego Estud 21/6/12 17:59 Página 61 D D I SI CS O C O S S REEDICIONES puesta para flauta, viola y arpa), además de Syrinx para solo de flauta. Las interpretaciones del Cuarteto Melos, de Dumay/Pires, Maiski/Argerich y del trío compuesto por Schulz, Christ y Süss, además de la intervención de Wolfgang Schulz de nuevo para el solo de flauta de Syrinx, son extraordinarias y siguen en la línea del nivel interpretativo demostrado en todo este álbum (registros de 1979, 1989, 1993 y 2000). No obstante, el firmante se quedaría antes con otras recreaciones de esta misma casa (originalmente grabadas en Philips) debidas al Cuarteto Italiano, a Grumiaux, Gendron, Débost y otros excelentes músicos que firmaron un disco insuperable, realmente maravilloso, dedicado a la música de cámara de Debussy (se publicó en serie económica, en la colección Solo, y aún está disponible en cualquiera de las páginas web de internet). Los discos once al catorce están dedicados a la música vocal, con la soprano Véronique Dietschy de protagonista absoluta en estas canciones y series de canciones (40 en total) que nos muestran la mayoría de la producción de Debussy para canto y piano, exceptuadas algunas piezas de menor importancia que no han sido incluidas. La voz está a la altura del arte refinado, denso y sutil de estas piezas, aunque algunas de ellas fueron escritas originalmente para otro tipo de voz (recuerden que, por ejemplo, el barítono francés Gérard Souzay grabó algunas) y aquí, al estar cantadas todas ellas por una voz de soprano suponemos que habrán tenido que ser adaptadas. En conjunto, afortunadamente, no se cae en la monotonía, ni vocal ni expresiva, y Véronique Dietschy sale airosa de su cometido, con medios canoros adecuados, voz cálida, elegante y emotiva, excelente dicción francesa, matices sensibles e inteligentes, y por supuesto, estilo impecable. Toda esta serie de canciones fue grabada a lo largo de varios años, concretamente en 1993, 1994, 1999 y 2002, con Philippe Cassard de principal acompañante pianístico. Los CDs 15 y 16 contienen la versión de Pelléas et Mélisande grabada por Claudio Abbado y la Filarmónica de Viena en enero de 1991 con un equipo vocal adecuado (Ewing, Le Roux, Van Dam, Ludwig) y una espléndida rea- lización general, refinada, efectiva y de indiscutible atractivo. La dirección nos sumerge en un mundo evanescente y misterioso, la orquesta está sensacional, pero Abbado no se olvida nunca de la claridad, precisión y sobriedad omnipresente en toda su recreación. Los solistas responden idiomáticos y entregados: sensual Mélisande de Maria Ewing, adecuado Pelléas de François Le Roux, mientras que José van Dam repite su Golaud sombrío y humano que ya había dejado huella imborrable en su registro con Karajan. En suma, una excelente recreación moderna que no dudamos en poner a la altura de las mejores (ya saben que desde la histórica de Désormière hasta nuestros días hay versiones para todos los gustos. Ésta, sin duda, habría que colocarla en el Olimpo de las más conseguidas). El disco 17 contiene la versión histórica de El martirio de San Sebastián, grabada por Ansermet en Ginebra en 1954, con Danco, Waugh y Montmollin de solistas y la acostumbrada orquesta de la Suisse Romande, una indiscutible traducción de este exquisito Misterio en cinco actos (con texto de Gabriele D’Annunzio) y una buena oportunidad para disfrutar del rescate de este registro descatalogado hace tiempo. El disco se completa con Tres canciones de Charles d’Orléans para coro mixto a cuatro voces, interpretadas por el modélico Coro Monteverdi y su director habitual, John Eliot Gardiner en una grabación de 1992. Finalmente, el disco 18 es un Bonus CD o disco de regalo en el que encontramos páginas como La boîte à joujoux (La tienda de juguetes, en la orquestación de André Caplet) por Ansermet, La isla feliz por Friedrich Gulda, varias canciones por el citado anteriormente Gérard Souzay, el Aria de Lia por Inge Borkh y diversas páginas para piano por Daniel Éricourt. Decca Este álbum, como ya hemos dicho, nos trae toda la música para piano de Claude Debussy interpretada casi toda ella por el competente pianista francés Jean-Yves Thibaudet, habitual en el ciclo de la Fundación Scherzo (interviene también Zoltán Kocsis en las Images oubliées, Philippe Cassard en dos pequeñas piezas y varios dúos de pianistas en la música para dos pianos y para piano a cuatro manos que detallamos más abajo). Aunque en algunos casos (Preludios, Imágenes, Estampas, Estudios) hay versiones preferibles, recordemos que Arrau, Benedetti-Michelangeli, Zimerman, Pollini o Uchida nos han dejado fenomenales traducciones de todas ellas, Thibaudet no se arredra ante tamaña competencia y nos ofrece sus lecturas cálidas, coloristas, idiomáticas, claras, contrastadas, coherentes y, además, fenomenalmente tocadas. Le ayudan sobremanera las impecables grabaciones (hechas entre 1996 y 2000), en la mejor línea técnica de Decca, y en conjunto su trabajo es un buen legado pianístico que se recomienda para todos los amantes de la música francesa y del piano de Debussy en particular. Ejemplos a destacar: los dos libros de Preludios, de toque equilibrado, amplia gama dinámica y gran imaginación. En principio, Thibaudet no tiene los medios de un Michelangeli, un Zimerman o el poso de un Arrau, pero su comprensión del lenguaje de Debussy es evidente y sus recreaciones idiomáticas, made in France, son una garantía para cualquiera que se acerque a este magnífico álbum (un poco igual que Alicia de Larrocha tocando Albéniz y Granados). Con las Imágenes y Estampas sucede otro tanto, con toque muy sugerente, colorista y natural. Los dos últimos CDs están dedicados a obras para dos pianos y para piano a cuatro manos interpretadas por Alfons y Aloys Kontarsky (que ya habían aparecido en el álbum anterior de DG que acabamos de ver), Anne Shasby y Richard McMahon y, por último, Philippe Cassard y François Chaplin. La Orquesta del Festival de Budapest e Ivan Fischer acompañan a Zoltán Kocsis en la Fantasía para piano y orquesta. En resumen, posiblemente estemos ante el mejor álbum moderno dedicado al piano de Debussy que además, justo es decirlo, no desentona al lado de los grandes clásicos en este campo: Walter Gieseking y Samson François (ambos EMI). Grabaciones espléndidas, ya se ha dicho, y acertado comentario en inglés de Roger Nichols traducido a los idiomas habituales, esto es, francés y alemán. En suma, dos estupendos recordatorios discográficos que revitalizan con extraordinaria calidad la obra de este genio francés cuyo 150 aniversario celebramos este año. Como ya es sabido, estas obras, todas ellas, no se agotan en una sola versión, pero las que nos presentan ahora Deutsche Grammophon y Decca ocuparán un lugar de honor, importante en cualquier caso, en toda discoteca que se precie. Enrique Pérez Adrián 61 276-DISCOS 21/6/12 13:21 Página 62 D D I SI CS O C O S S CRÍTICAS de la A a la Z DISCOS BACH-BRAHMS BACH: El clave bien temperado libro I. SVIATOSLAV RICHTER, piano. 2 CD MELODYA MEL CD 1001848 (Diverdi). 1969. 122’. ADD. N PN Dentro de la vastísima discografía de Sviatoslav Richter, la obra para teclado de Bach ocupa un importante lugar, en especial por la dedicación del pianista ucraniano al Clave bien temperado, del que tocó fragmentos en numerosos conciertos y, como ocurre en la ocasión que nos ocupa, ofreció completo alguno de los dos libros. La interpretación de Richter, técnicamente sólida como una roca, resulta subyugante por su vitalidad, por la inobjetable lógica de su desarrollo, por la claridad de la polifonía, por la variedad de timbres y dinámicas y, en fin, por su expresividad. Así, se impone al oyente con independencia de modas y cambios en los gustos musicales. Hace poco comentaba en estas páginas la versión de otro gran pianista, Walter Gieseking. Richter va mucho más allá de la musicalidad bella, pero un tanto monótona, de Gieseking. Richter propone cada uno de los 24 dípticos preludio-fuga como un mundo cerrado, muy contrastado con sus vecinos, contraste que a menudo se extiende a cada una de las dos partes del díptico. Así sucede con los dos primeros, en do mayor y do menor: el preludio de aquél, hipnótico en su fascinante juego tímbrico arpegiado, admirablemente regular y sereno; el segundo, torrencial tanto en el preludio como en la fuga. En la siguiente pareja, do sostenido mayor y menor, la elegante suavidad del preludio del primero contrasta con la viveza de la fuga, mientras que Richter expone la grandiosa doble fuga del segundo con tempo amplísimo y control magistral. Y en los nºs 8, en mi bemol menor y 22, en si bemol menor, Richter nos obsequia con una interpretación de memorable hondura, en la que el tiempo parece suspendido. Un Bach grandioso, que a nadie dejará indiferente. La grabación no es perfecta: la restitución del timbre es correcta, pero la cercanía al piano resta amplitud a su sonoridad que, a cambio, nos envuelve con su inmediatez, lo que refuerza la extraordinaria comunicatividad de la interpretación de Richter. Roberto Andrade BERIO: Rendering. Sonata op. 120, nº 1. Sechs frühe Lieder. RODERICK WILLIAMS, barítono; MICHAEL COLLINS, clarinete. FILARMÓNICA DE BERGEN. Director: EDWARD GARDNER. CHANDOS CHSA 5101 (Harmonia Mundi). 2011. 73’. SACD. N PN U na de las propuestas más significativas del círculo de compositores que se dan cita en Darmstadt es la de concebir la obra moderna a partir de materiales ajenos, o más aún, con temas extraídos del pasado. La Sinfonía de Luciano Berio (1925-2003) es la pieza que abre esta tendencia particular de pensar la música. La cita, y hasta cierto punto la ironía, daban forma a un collage que tuvo mucho predicamento en los años 60 y 70. Zimmermann construyó buena parte de su obra con esta nueva manera, aunque en su caso fue más lejos que Berio, pues también integró formas tomadas de la música popular. A partir de los años 80, una relajación de lenguaje entre los autores de la modernidad permite una mirada más franca hacia la música del pasado al tiempo que se pierde el acercamiento crítico, surgiendo entonces, lisa y llanamente, la apropiación. Las orquestas agradecen que autores como Zender, Pousseur o el mismo Berio se dispongan con naturalidad a escribir arreglos de piezas consolidadas por la Historia. Se llega a un momento en el que es legítimo pensar si esta actitud de conservacionismo es muestra de pericia en el tratamiento orquestal o simplemente una constatación de que en diversos autores hay síntomas de agotamiento. La creatividad en estas tres piezas de Berio grabadas por el sello Chandos y que pertenecen a los últimos años 80, desaparece a favor de una instrumentación que trata de aportar algún timbre o matiz a la pieza antigua. El resultado carece de interés, pues los añadidos que hace Berio son insustanciales: una celesta es empleada en Rendering para encadenar los distintos esbozos de lo que pudo ser la Sinfonía nº 10 de Schubert, una orquesta es añadida a la Sonata para clarinete de Brahms en Sonata op. 120, nº 1 y un arreglo orquestal da algo más de cuerpo a los Sechs frühe Lieder de Mahler, pero en ningún caso se aprecia una perspectiva nueva con respecto a las obras originales. Dicho de otra manera, lo que hace aquí Berio es una labor de compromiso con los encargos que recibe de las orquestas y no se corresponde con la verdadera necesidad de trabajar sobre la obra original que late en trabajos mucho más sesudos, como el Schuberts “Winterreise”, de Hans Zender. Francisco Ramos BERLIOZ: Sinfonía Fantástica. Obertura de Béatrice et Bénédict.ORQUESTA DE CÁMARA ESCOCESA. Director: ROBIN TICCIATI. LINN CKD 440 (LR Music). 2012. 63’. SACD. N PN TIPO DE GRABACIÓN DISCOGRÁFICA N H R Novedad absoluta que nunca antes fue editada en disco o cualquier otro soporte de audio o vídeo Es una novedad pero se trata de una grabación histórica, que generalmente ha sido tomada de un concierto en vivo o procede de archivos de radio Se trata de grabaciones que ya han estado disponibles en el mercado internacional en algún tipo desoporte de audio o de vídeo: 78 r. p. m., vinilo, disco compacto, vídeo o disco video digital PRECIO DE VENTA AL PÚBLICO DEL DISCO PN Precio normal: cuando el disco cuesta más de 15 € PM Precio medio: el disco cuesta entre 7,35 y 15 € PE Precio económico: el precio es menor de 7,35 € 62 276-DISCOS 21/6/12 13:21 Página 63 D D I SI CS O C O S S BACH-BRAHMS Robin Ticciati (Londres, 1983) es desde hace varios años el arma secreta de la flota directorial británica; estamos ante lo que los ingleses llaman un “whippersnapper”, aunque los músicos y mánagers que lo han conocido hablan maravillas de sus dotes sobre el podio. Su carrera ha contado con la protección de sir Simon Rattle (con quien guarda incluso algún parecido) y ha ido avanzando lentamente, especialmente desde el punto de vista fonográfico: dos estupendos discos dedicados a Brahms en Tudor al frente de la Bamberger Symphoniker, de la que es principal director invitado desde 2010, y un DVD de próxima aparición con Hansel y Gretel de Humperdinck en el sello del Festival de Glyndebourne, de cuya compañía itinerante fue director principal hasta 2009. Linn Records lanza ahora su primer SACD con la Scottish Chamber Orchestra (SCO), formación de la que es titular desde 2009, y está claro por el repertorio elegido que Ticciati no se arredra ante los retos; el disco fue registrado a comienzos de esta temporada y supuso la primera vez que la orquesta de cámara escocesa ponía en sus atriles la Symphonie fantastique de Berlioz. Según confiesa el joven director británico en el canal de Vimeo de la SCO (https://vimeo.com/scomusic), la idea de enfrentarse a esta composición con una orquesta de cámara de 64 músicos surgió tras dirigir en su primera temporada como titular la cantata La mort de Cléopâtre, aunque también reconoce que no se la imagina con una gran orquesta sinfónica. A priori, uno espera problemas de volumen en algunos momentos de la obra, pero nada más lejos de ello: la toma sonora envolvente de Linn aporta un equilibrio y nitidez sorprendentes, pero por encima de todo la labor de Ticciati, unida a la calidad del conjunto escocés que utiliza instrumentos modernos con algún metal antiguo o hace uso de maneras de época, nos hace escuchar esta partitura con otros oídos y quizá con mayores sutilezas tímbricas que las ideadas por el compositor; la Escena campestre del tercer movimiento es una de las más bellas de la fonografía y la tensión no decae en ningún momento de la obra, logrando pasajes de gran impacto sonoro especialmente en el Sueño de una noche de sabbath. No me cabe la menor duda de que el éxito de esta versión reside en la intención del joven director londinense por ahondar en las emociones de la obra, dejando a un lado la mera evocación paisajística o la narración de su inverosímil programa. Eso sí, la obertura de Béatrice et Bénédict resulta algo más descafeinada que el resto. Pablo L. Rodríguez BOCCHERINI: Divertimentos op. 16, nºs 1, 4 y 6. PICCOLO CONCERTO WIEN. Director: ROBERTO SENSI. ACCENT ACC 24246 (Diverdi). 2007. 66’. DDD. N PN En la carpetilla de este disco, segundo de la integral del Op. 16 de Boccherini, Marc Vanscheeuwijck (que por ventura cuenta con una traducción al español de su texto) comienza cuestionando los criterios por los que algunos compositores han sido considerados “menores” por la historia. Al menos en el caso de Boccherini, se le olvida el gaje de quien no es considerado italiano por sus compatriotas ni español por los descendientes de aquellos entre quienes vivió y trabajó la mayor parte de su vida, los cuales por añadidura nunca han contado con una industria discográfica lo bastante fuerte como para mantener vivo el recuerdo de sus propios compositores nativos. Nada de menor tienen desde luego los tres Divertimenti aquí reunidos. Por razones musicológicas bien explicadas pero aún mejor justificadas por las versiones ofrecidas, no se interpretan como sextetos sino como septetos, pues en el acompañamiento de la flauta solista al quinteto de cuerdas formado por un violín y parejas de violas y violonchelos se añade un contrabajo. Los dos respectivos allegros iniciales del Cuarto y el Sexto, siendo estimables, ceden la palma a los restantes movimientos. Los movimientos lentos de ambos ya resultan muy atractivos (sobre todo el del Cuarto) por la regia pero nunca brusca energía con que se negocian los contrastes dinámicos en este compositor siempre tan frecuentes, pero el auténtico entusiasmo lo despertarán los Minuetos: en el Cuarto, en concreto, más bien su tormentoso Trio, que llega a hacer pensar en papeles cambiados, mientras que en el Sexto son las llamadas iniciales de la flauta y la gracia de la respuesta de las cuerdas las que principalmente se quedan en la memoria. Y en este último caso no pasará tampoco inadvertido el fuego que inflama el final. En el Primero, la delicadeza en Boccherini proverbial se vierte de manera especialmente cuantiosa en el Andantino de arranque, pero de nuevo son pasajes como los reservados a ambos violonchelos en el Minueto y, más aún, la tensión de las vertiginosas notas del Prestissimo conclusivo la que de veras llama irresistiblemente la atención. Va dicho que las ejecuciones son de muy alto nivel y, por tanto, que el disfrute está garantizado. Alfredo Brotons Muñoz BRAHMS: Sinfonías. Variaciones sobre un tema de Haydn. Obertura trágica. Obertura para un festival académico. SINFÓNICA DE HELSINGBORG. Director: ANDREW MANZE. 3 SACD CPO 777720-2 (Diverdi). 2012. 211’. DSD. N PN A l frente de la orquesta de la que es director titular desde 2006, Manze nos da su Brahms. Primera Sinfonía en la que el Allegro se entiende vigoroso, de tempo firme sin ahogar el entramado de líneas, en contraste con la muy marcada transición al Meno allegro. La energía es envolvente y los resultados tienen coherencia. Más, digamos convencionales, son los dos movimientos centrales y el final vuelve a retomar la contundencia y energía de las que hablábamos. En las Variaciones Haydn, bien construídas y expuestas, se intuyen valiosas calidades de articulación que quedan desvirtuadas por la grabación, a la que luego dedicaré alguna línea aparte. Se continúa con una poética y cantada, aunque no por eso blanda, interpretación de la Sinfonía nº 2, con una especial dulzura en los pasajes más sugestivos de la cuerda alta, y unas excelente y llenas de magníficos detalles de independencia de voces sin que se resienta el conjunto, en la Obertura trágica especialmente. Citaba la grabación: creo que hay diferencia entre la más nebulosa del primer disco y la de los otros dos, más directa, sin abru- mar por brillante. La orquesta, aunque no primerísima, sigue con excelencia los dictados de Manze, haciendo un Brahms fluido, contrastado en el contrapunto y las oposiciones de bloques, lírico sin exageración y, en resumen, de muy buena factura. Así, en la Tercera Sinfonía se da energía al primer y al último tiempo, y se aligera algo el tempo para quitar carga romántica al tan conocido tercero. Con las premisas señaladas, se cuaja un espléndido primer tiempo de la Sinfonía nº 4, contrastándolo el director con la exquisitez que obtiene en el siguiente, cincelado con delicadeza extrema. Digamos que el tercero se tramita sin ninguna peculiaridad, mientras que la construcción vuelve a ser ejemplar y enérgica hasta la culminación de la sinfonía. José Antonio García y García BRAHMS: Canción del destino op. 54. Rapsodia para contralto, coro masculino y orquesta op 53. Motete para coro op.74, nº 1. Canto fúnebre, op.13. Canto de las parcas op. 89. ANN HALLENBERG, mezzosoprano. COLLEGIUM VOCALE DE GANTE. ORQUESTA DE LOS CAMPOS ELÍSEOS. Director: PHILIPPE HERREWEGHE. PHI LPH 003 (Diverdi). 2011. 57’. DDD. N PN D espués de treinta años grabando con Harmonia Mundi, Philippe Herreweghe ha creado Phi, un nuevo sello discográfico, sustentado por Outhere. Siguiendo los pasos de Gardiner o Savall, Herreweghe ha creado su propio catálogo con los derechos exclusivos de las grabaciones de Collegium Vocale y la Orchestre des ChampsÉlysées con la finalidad de “ser realmente libre” en palabras del propio director. Su tercer disco para Phi —los primeros fueron dedicados a Mahler y a Bach, con resultado desigual—, resulta coherente con su estilo: claridad de texturas y polifonías, concentración, carácter reflexivo… todo ello en un marco un tanto sombrío, aunque de excelente factura en el caso del Coro y de la mezzo Ann Hallenberg y con una prestación orquestal algo más irregular. Con ello, el resultado deja entrever unas versiones personales, muy interesantes, y lejanas en su concepto del Brahms más tradicional. Daniel Álvarez Vázquez 63 276-DISCOS 21/6/12 13:21 Página 64 D D I SI CS O C O S S BRETÓN-COUPERIN BRETÓN: Las 3 sinfonías. SINFÓNICA DE CASTILLA Y LEÓN. Director: JOSÉ LUIS TEMES. VERSO VRS 2217 (Diverdi). 2011. 116’. DDD. N PN Tomás Bretón es otro paciente más de lo que podríamos denominar “síndrome de Las estaciones” y cuyo ejemplo más significativo es lo ocurrido con los cuatro conciertos de Vivaldi que, por su extraordinario éxito, han ocultado el aprecio del resto de su obra durante mucho tiempo. El caso de Bretón con La verbena de La Paloma viene a ser otro ejemplo de lo mismo, que se extiende al resto de su obra lírica pero especialmente a los otros géneros musicales en que trabajó. En lucha contra el olvido, esta notable edición de las tres sinfonías que compuso es producto de la encomiable labor de una serie personas e instituciones interesadas en mostrar el valor del patrimonio musical español: el musicólogo Ramón Sobrino con su edición crítica editada por el Instituto Complutense de Ciencias Musicales, el director José Luis Temes y la editora Verso. Bretón escribió su Primera a los 21 años, la Segunda la compuso en Viena once años después y la Tercera es de 1905, respondiendo a un encargo de Fernández Arbós para su recién creada Orquesta Sinfónica de Madrid, pero desilusionado con la fría acogida del público a sus creaciones en el género sinfónico, no volvió a ocuparse de él. En la Primera es evidente la influencia de Mendelssohn y otros grandes, en la Segunda no se oculta que sigue los pasos de Beethoven, siendo la Tercera la más personal. Es producto de la orquestación, quizás debida a la urgencia del encargo, de un quinteto con piano que acababa de estrenar con gran éxito y que se ha perdido. Aunque, por poner un ejemplo, las sinfonías de Bretón no estén a la altura de las de Brahms, tienen el suficiente valor para que a los buenos aficionados no les sean indiferentes, dado que están muy bien construidas, tienen su toque personal a pesar de las citadas influencias y momentos de gran belleza. Estupendo el sonido de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León en su sede del Auditorio Miguel Delibes de Valladolid. 64 José Luis Fernández BUXTEHUDE: Obras completas para clave. SIMONE STELLA, clave. 4 CD BRILLIANT 94312 (Cat Music). 2010. 280’. DDD. N PE S obre un único instrumento copia de un Ruckers de 1638, Simone Stella ofrece una integral de la música para clave de Buxtehude que incluye las Suites BuxWV 226-244 y las obras con variaciones BuxWV 245-250, pero añade además cinco de las obras que pueden tocarse tanto en un órgano como en un clave (en concreto el Preludio BuxWV 163, la Tocata BuxWV 165, la Canzona BuxWV 166, la Canzonetta BuxWV 168 y el Preludio de coral BuxWV 179), la Courante BuxWV Anh. 6, y un par de suites a las que recientemente se les ha dado sello de autenticidad: una en re menor, que publicó Estienne Rogier en 1710 y se ha conservado en la Biblioteca Nacional de París, y otra en la menor, preservada en un manuscrito hallado en la ciudad de Kiel. Interpretaciones correctas, de gran regularidad rítmica y tendencia a la rapidez de los tempi, con notas de color que aporta ocasionalmente el registro del laúd del instrumento. En las obras con variaciones, en las que el virtuosismo se hace más acuciante, Stella muestra manos ágiles, nitidez articulatoria y claridad suficiente. La grabación parece en cualquier caso hecha algo aprisa, lo que provoca por momentos una lectura no demasiado detallada. Así, por ejemplo, podría haberse esperado algo más de lirismo y hondura poética en alguna que otra sarabande, pero tal vez la única objeción verdaderamente fuerte que pueda ponerse a estas interpretaciones, comparadas con las de la integral que Ton Koopman ha grabado para su sello, es la de la excesiva homogeneidad, la falta de diferenciación de cada obra por sí misma. Por lo demás, se trata de un trabajo muy recomendable para acercarse al repertorio. Pablo J. Vayón BUXTEHUDE: VII Sounate op. 2. THE PURCELL QUARTET. CHANDOS Chaconne CHAN 0784 (Harmonia Mundi). 2012. 63’. DDD. N PN No hubo casi ningún género que no abordara Dietrich Buxte- hude (c. 16371707). Sin embargo, su aportación a la música de cámara es más bien escasa, comparada sobre todo con sus obras vocales (fundamentalmente sacras) y con sus composiciones para teclado. En vida, sólo se editaron tres juegos de sonatas. El primero, que data de 1684, está extraviado, si es que en realidad llegó a entrar a la imprenta. Los otros dos, sus Opp. 1 y 2, vieron la luz en Hamburgo, en los años 1694 y 1696, respectivamente. Se trata, en ambos casos, de siete sonatas para violín, viola da gamba y bajo continuo, formación típica y genuina del norte de Alemania durante la segunda mitad del siglo XVII. Quizá precisamente por escasas, la interpretación de estas gemas buxtehudianas resulta también infrecuente en nuestros días. Los primeros en abordar estas dos opus fueron John Holloway, Jaap ter Linden y Lars Ulrik Mortesen (en el sello danés Da Capo y, más tarde, en Naxos). Vino luego L’Estravagante (Stefano Montanari, Rodney Prada y Maurizio Salerno), en Arts. Y recientemente ha sido Ton Koopman el que las ha incluido en la integral que le está dedicando a este compositor en Challenge Classics. La lectura de la Op. 1 del Purcell Quartet apareció hace tres años; le toca el turno a la Op. 2. La veterana formación inglesa está aquí integrada por las violinistas Catherine Mackintosh (que se encarga de las Sonatas BuxWV 259, 260, 262 y 263) y Catherine Weiss (las BuxWV 261, 264 y 265), el violagambista Richard Boothby y el clavecinista Robert Woolley. Son versiones ortodoxas y académicas, muy en esa línea de absoluta pulcritud que caracteriza a los grupos ingleses que se constituyeron durante los años 70 y 80. Pero a mí se me antojan un tanto pálidas y tristonas, sobre todo si las confrontamos con las tres versiones antes mencionadas, todas ellas excepcionales. Eduardo Torrico BUXTEHUDE: Obras completas vol. 14. Conciertos, arias y cantatas. MIRIAM MEYER, SIRI KAROLINE THORNHILL, BETTINA PAHN, DOROTHEE WOHLGEMUTH, sopranos; BOGNA BARTOSZ, contralto; JÖRG DÜRMÜLLER, tenor; KLAUS MERTENS, bajo. CORO Y ORQUESTA BARROCOS DE ÁMSTERDAM. Director: TON KOOPMAN. CHALLENGE CC72253 (Diverdi). 20072008, 2011. 71’. DDD. N PN L a serie de Koopman dedicada a Buxtehude está afianzando la enorme importancia de este compositor como encrucijada de estilos en la historia de la música de ámbito cultural germano. Ello se refleja en las versiones de las obras de este interesante registro, que miran tanto hacia el futuro, Bach, como hacia el pasado, Schütz, y ello incluso en una misma composición, caso de Je höher du bist. Por desgracia, el rendimiento técnico de las ejecuciones no se mantiene siempre al mismo nivel y las desafinaciones de los violines y lo aniñado del timbre de las sopranos (Thornhill y Wohlgemuth) en esta página perjudican seriamente al resultado global, únicamente dignificado por un sensacional Mertens. Mucho mejor Miriam Meyer en la primera musicalización de Herr, wenn ich nur dich habe, por su agilidad y tersura de timbre. Muy brillante la realización de la idea triunfal expuesta en Ich bin die Auferstehung und das Leben, con notable participación de trompetas y timbales. Contrastada y lírica Ich bin eine Blume zu Saron, de empalagoso texto, que cuenta con una soberbia intervención del tenor Dürmüller. El balance, en definitiva, es positivo, pese a algunas desigualdades, digno de la gran significación cultural de esta empresa. Enrique Martínez Miura CAGE: Etudes australes. SABINE LIEBNER, piano. 4 CD WERGO 6742 2 (Diverdi). 2011. 261’. DDD. N PN L a pianista Sabine Liebner parece haberse propuesto un “más difícil todavía” y aborda ahora la integral de los Etudes australes de John Cage. La tarea es de gran dificultad, pues abarca cuatro discos compactos en este estuche que Wergo lanza casi en carácter de primicia, pues nunca antes se había llevado al disco esta obra de enormes dimensiones tal como lo requería el propio autor. La obra pertenece a los años 70, cuando Cage se inclina por un tipo de composición de gran abstracción y dominio de la forma. Solamente en Music of 276-DISCOS 21/6/12 13:21 Página 65 D D I SI CS O C O S S BRETÓN-COUPERIN changes, de entre las obras anteriores, había propuesto Cage un tejido donde el sonido resultante no difería mucho del que se obtenía en las piezas más elaboradas de la época del serialismo integral. Estos Etudes australes abundan en esa intención por individualizar el sonido de manera que no exista la más mínima conexión entre los acordes, creándose así un magma sonoro de dificultad extrema tanto para el intérprete como para el receptor. Los Etudes son partes del ciclo “astral” de Cage: Etudes boréales, Atlas eclipticalis, en donde el azar juega un papel importante. En todo caso, el intérprete se debe a unas reglas invariables. En los Australes, este conjunto de 32 piezas repartidas en cuatro libros, la dificultad para el pianista viene señalada por la independencia que cobra cada mano en la ejecución de la pieza. En el primer libro de este ciclo, los estudios parecen comportarse del modo más uniforme, pero a medida que van sucediéndose las secciones de este amplio abanico de piezas, sobre todo a partir del Estudio nº 8, el oyente reconocerá el mundo particular de Cage: los sonidos se individualizan no para seguir un esquema rígido, como al principio, sino para crear ese mundo entre silencio y notas apagadas que es marca del autor. Francisco Ramos CHAIKOVSKI: Concierto para violín en re mayor op. 35. Serenata melancólica op. 26. Vals-scherzo op. 34. Souvenir op. 42. JAMES EHNES, violín; VLADIMIR ASHKENAZI, piano. SINFÓNICA DE SYDNEY. Director: VLADIMIR ASHKENAZI. ONYX 4076 (Harmonia Mundi). 2011. 69’. DDD. N PN L o primero que llama la atención al ojear la biografía de James Ehnes es el hecho de que, con 36 años de edad, haya publicado más discos que muchos colegas suyos de mayor nombradía. Con ésta son treinta y una ya las referencias conocidas del violinista canadiense, auspiciadas por sellos como Chandos, Analekta, CBC, Black Box, Sony y Telarc. Este es ya su quinto disco en Onyx. El repertorio discográfico de Ehnes abarca desde Bach (las Sonatas y Partitas) hasta Dallapiccola (Tartiniana). Ha dejado grabados los conciertos de Mozart, Hummel, Mendelssohn, Dvorák, Elgar, Bruch, Bartók, Barber, Korngold y Walton (con Dutoit, Talmi, Bamert, Noseda, Andrew Davis y otros), piezas de exhibición de Paganini, Sarasate o Wieniawski, y obras de cámara de Schumann, Smetana, Dvorák, Janácek, Ravel o Debussy. Después de dar a conocer su punto de vista sobre el Concierto de Mendelssohn (aventura en la que también anduvo secundado por Vladimir Ashkenazi), Ehnes afronta un programa Chaikovski de la mayor exigencia. Aunque toque un stradivarius de 1715, su atractivo y hermoso timbre, como el de muchos de sus colegas, no se destaca por su corporeidad u oscuridad. Es penetrante y se afila considerablemente en la zona aguda. Su fraseo es jugoso y volátil pero a veces excesivamente meloso (óiganse, por ejemplo, la exposición del tema principal del Allegro moderato o la Canzonetta). Algún perfeccionista diría que, en los más incómodos pasajes del primer movimiento, las voces en los spiccati polifónicos no siempre están equilibradas correctamente y que alguna escala no está perfectamente ajustada a ritmo (como la segunda del compás 186 del primer tiempo). ¡Minucias! Técnicamente su nivel es altísimo. Su cadencia es impecable y extraordinariamente musical. Ashkenazi se revela como un estupendo acompañante (lástima que la Sydney Symphony se le quede un poco corta) y sigue a su solista con cautela, mimo y extrema delicadeza o pasión. Es muy de agradecer que solista y director hayan apostado por una versión “clásica” y reposada del Concierto chaikovskiano, evitando a toda costa la búsqueda de la novedad por la novedad. Es una interpretación muy bella, aunque —lamentablemente— demasiado decadente y sentimental. Es difícil hallar a un violinista que toque con mayor convicción, entusiasmo y pureza técnica la Serenata melancólica o el Vals-scherzo. El estilo salonístico de estas piezas se aclimata especialmente bien a los golpes de arco y el sentido estético de Ehnes. Jesús Trujillo Sevilla COUPERIN: Apoteosis de Corelli. Apoteosis de Lully. La paix du Parnase. REBEL: Tombeau de Lully. RICERCAR CONSORT. Director: PIERRE PIERLOT. MIRARE MIR 150 (Harmonia Mundi). 2010. 67’. DDD. N PN 65 276-DISCOS 21/6/12 13:21 Página 66 D D I SI CS O C O S S COUPERIN-ELGAR El emparejamiento de las dos grandes obras instrumentales, ambas llamadas Apoteosis, con que Couperin celebra primero a Corelli y luego, aún más grandiosamente, a Lully. Sus respectivas secuencias de movimientos se enlazan por medio de un estilizado programa clásico que se va recitando antes de cada uno de ellos. En la obra sobre Corelli, Couperin imagina al compositor en comunicación con las musas, mientras que la obra sobre Lully comienza con el compositor en los Campos Elíseos haciendo música con las Sombras Líricas antes de verse abducido al Parnaso por Apolo (evidentemente, una alusión al Rey Sol). En cualquier caso, no es más que una excusa para música de elevadísima inspiración. El disco se completa con, a modo de interludio, el más sombrío Tombeau de Lully de Rebel y, a modo de epílogo, la Paix du Parnasse de Couperin, donde los dos estilos enfrentados, italiano y francés, se unen en una fusión de efectos encantadores. Con complementos también valiosos aunque en otro sentido (el de la ampliación del repertorio conocido), la alternativa del London Baroque de Charles Medlam (véase SCHERZO, nº 186, pág. 80) merece considerarse seriamente (junto, naturalmente, a las del Hesperion XX de Savall y los English Baroque Soloists de Gardiner), pero las interpretaciones del Ricercar y Pierlot, son un punto más convincentes por la intensidad tanto de su preocupación por el color como de la atención a los más mínimos detalles de articulación. Josep Pons ESPAÑA SOÑADA DEBUSSY: Ibéria. RAVEL: nal, es que me sale así. ¿Podría responder esto Pons si alguien apuntara que sus tempi son de una especial lentitud, que además son tensos, y que poseen un aura poética poderosa? Algo así hacía Celibidache en tiempos. Con muchas orquestas, entre ellas con la Orquesta Nacional, cuando venía aquí y ensayaba dos semanas por el precio de una y dejaba a la orquesta como nueva. Y falta le hacía en aquel entonces. Eso sí, don Sergio causaba estragos: todos querían imitar después aquellos tempi tan lentos, aquellas danzas imposibles de bailar, las tensiones internas que mantenían la lentitud como el ideal del vuelo de Nijinski como espectro de una rosa que tú llevabas ayer en el baile. Años después, al despertarse, comprobaron que Debussy y Ravel seguían ahí. Y es Pons quien reanuda, quien regresa, quien recupera la continuidad. Pero no es aquella orquesta, felizmente. Es otra que se llama lo mismo. Si nos dicen que la Nacional va a grabar con Deutsche Grammophon un día, no hubiéramos dado crédito. No sólo por cali- dad, sino porque era necesario superar amarillismos corporativos consentidos (el amarillismo surge del consentido, pero tiene como responsable el consentidor: no hay Tartufo sin Orgon). Los tiempos han debido de cambiar, da la impresión. Y una orquesta como la Nacional se sacude, entre otros polvos, el polvo del silencio fonográfico acumulado (era una orquesta nacional ¡silenciosa!, reducida a orquesta de conciertos: pasmoso) y se lanza con un repertorio muy suyo y muy original, como el propio director que hasta ahora fue titular, Josep Pons. Con Tomatito, con Patricia Petibon (¿puedo remitirles a scherzo.es, blog Comedia, Lettre d’amour à Patricia Petibon, 6 de marzo pasado?) y ahora ellos solos con un repertorio “impresionista” en el que los dos grandes compositores franceses fantasearon su España: Ibéria, tríptico dentro de las Imágenes para orquesta; Rapsodia española, suite de danzas, más o menos bailables, con fin de fiesta. Más la Alborada del gracioso, sugerida por ese personaje de la comedia del Siglo de Oro. Y, para terminar, el Bolero, otra “españolada” hermosa y original, de nuevo evocación de Ida Rubinstein, como en el San Sebastián que comentamos en este mismo número. Más allá de lo idiomático, bastante obvio, lo que hay que destacar en estas nueve pistas es la capacidad de evocación a través del despliegue “dramáti- de sus entregas previas. Este séptimo volumen es acaso el más redondo de todos. No sólo porque las obras sufren menos competencia en la historia de fonografía, sino por el brillo propio que saben darles los solistas y el director Märkl, al frente de una orquesta en muy buen forma. Son obras distantes dentro de la vida y la carrera no demasiado larga de este enorme compositor. Thibaudet desgrana su pieza concertante juvenil, nada afirmativo, siempre sugerente, con el apoyo de una tímbrica que es riqueza de color, nunca acumulación. En una obra de plena madurez, la Rapsodia con clarinete, Paul Meyer pelea bien con este instrumento, a menudo en tesitura aguda, frente a la seducción de la orquesta, que finge no poseer intentos agresivos. Doisy recrea la Rapsodia con saxofón, hermosa obra póstuma de Debussy, que él mismo no llegó a orquestar (la orquestación es de Jean Roger-Ducasse); pese al tiempo transcurrido desde su estreno al año siguiente de morir el compositor, siempre será hermoso ver cómo casan las líneas y las verticalidades sutiles de la orquesta con el hermoso timbre plebeyo del saxofón. En fin, Emmanuel Ceysson propone la sonoridad refinada del arpa en esas dos Danzas (sagrada y profana) que el compositor aportó en aquel momento insuperable de su carrera, la primera década del siglo (después, como podemos comprobar, se superó a sí mismo). Märkl, con la Orquesta de Rapsodie espagnole. Alborada del gracioso. Bolero. ORQUESTA NACIONAL DE ESPAÑA. Director: JOSEP PONS. DEUTSCHE GRAMMOPHON 00028947648222 (Universal). 20102011. 64’. DDD. N PN No es que yo quiera ser origi- co” de la propuesta: serían poemas sinfónicos que descreen de la carga de rotundidades del poematismo centroeuropeo. Lo rotundo, cuando aparece, es para hacer compañía y apoyar a la auténtica protagonista, la ambigüedad, que necesita que la desmientan, para contraatacar cargada de razón. Pas la couleur, rien que la nuance. La dramaticidad sugiere teatro, y sin duda lo es, pero si la propuesta de Pons y la ONE es tan original es porque asume las tradiciones, acepta algunas y levanta su propia poética, que da la impresión de basarse en interesantes guiños de estas nueve piezas: los nocturnos, la danza y la fiesta. Todos ellos son motivos de tensión, y si no hubiera tensión, no habría poética. Sostener el aliento en medio del discurso que se dilata más que de costumbre: he ahí la maestría. Por eso, entre tanta competencia, esta Iberia, esta Rapsodia, este Gracioso y este fenomenal Bolero son una referencia. Santiago Martín Bermúdez Alfredo Brotons Muñoz DEBUSSY: Fantasía para piano y orquesta. Primera Rapsodia para orquesta con clarinete principal. Rapsodia para saxo y orquesta. Dos danzas para arpa y cuerdas. JEAN-YVES THIBAUDET, piano; PAUL MAYER, clarinete; ALEXANDRE DOISY, saxo; EMMANUEL CEYSSON, arpa. ORQUESTA NACIONAL DE LYON. Director: JUN MÄRKL. NAXOS 8.572675 (Ferysa). 2010-2011. 51’. DDD. N PE No 66 conocemos este ciclo en su totalidad, pero hemos dado cuenta de algunas Lyon, y con un sonido de especial calidad, acompaña a todos estos artistas en este hermoso CD que —creemos— concluye la integralísima orquestal de Debussy, para la cual han tenido que buscar en los cajones, los archivos y los orquestadores. Es decir, después de este espléndido séptimo, podría haber un octavo. Sería bienvenido, desde luego. Santiago Martín Bermúdez 276-DISCOS 21/6/12 13:21 Página 67 D D I SI CS O C O S S COUPERIN-ELGAR DUBOIS: Fantaisie-Stück para violonchelo y orquesta. Suite concertante para violonchelo, piano y orquesta. Concierto capriccioso para piano y orquesta. In memoriam mortuorum. Andante cantabile para violonchelo y orquesta. MARC COPPEY, violonchelo. ORQUESTA POITOU-CHARENTES. Director y piano: JEAN-FRANÇOIS HEISSER. MIRARE MIR 141 (Harmonia Mundi). 2011. 63’. DDD. N PN A vueltas con el conservadurismo: el longevo Théodore Dubois es símbolo del filisteísmo creativo en el Conservatorio, del que fue director al suceder a Ambrose Thomas y en el que será sucedido por Gabriel Fauré después de la que se armó con el “asunto Ravel”, en 1905. Tal vez sea cierto que el tiempo todo lo cura, no estaría tan seguro, pero lo admitiremos. Al menos, cura cosas como ésta: Ravel está en la memoria y en el gusto de todos, mientras que Dubois y muchos otros, excelentes músicos, con todo su “golpe de Premio de Roma”, el que le negaron a Ravel, necesitan la apoyatura de magníficos músicos de hoy para que nos acordemos de ellos. También hace falta que la música recordada sea de calidad y de nivel, como es el caso. El tiempo permite una perspectiva en la que lo inmediato no impide ver la realidad. Y la realidad es que obras como estas brillantes piezas concertantes son muy bellas, y que tan sólo en determinados puntos aislados nos pueden parecer que levanta la cabeza el convencionalismo. Como Dubois vivió mucho, estas piezas son de épocas muy distantes. La Pieza de concierto es de 1912, hermosa y sólida, ajena a lo que se hacía en esos momentos a unos pasos; y acaso no podía ser de otro modo en alguien no ya con esa edad, que eso es lo de menos, sino sobre todo con obra tan numerosa que ya ha afirmado y dicho tantas cosas. Del mismo año es la Suite para chelo, piano y orquesta, y habría que decir más o menos lo mismo. Menos sorprenden obras como el Concierto capriccioso, estrenado en 1876, el momento de auge de la Société Nationale de musique; o el Andante para chelo, poco posterior. El breve, intenso, lírico canto elegíaco llamado In memoriam mortuorum es una Daniele Gatti SAN SEBASTIÁN: UNA RAREZA DEBUSSY: Le martyre de Saint Sébastien. ISABELLE HUPPERT, narradora; SOPHIE MARINDEGOR, soprano; KATE ALDRICH, CHRISTINE KNORREN, mezzos. CORO DE RADIO FRANCIA. ORQUESTA NACIONAL DE FRANCIA. Director: DANIELE GATTI. RADIO FRANCE FRF 007 (Harmonia Mundi). 2009. 63’. DDD. N PN H an pasado cien años más uno desde el estreno de El martirio de San Sebastián y no deja de parecer una obra extraña. No ya por inclasificable, sino por su aspecto cada vez más heterogéneo (composite, dirían los franceses), como acumulación de elementos que podrían quedar muy bien por separado y que, juntos, chocan y sugieren un desarreglo. Hoy sería inimaginable una representación de la pieza de D’Annunzio, con o sin la música de Debussy. Y cuando se lleva al teatro esta obra, queda la música de Debussy y muy poco de la propuesta del italiano, como en la puesta de La Fura dels Baus, con Miguel Bosé, hará ahora unos diez años. Para comprender siquiera un poco el fenómeno habría que trasladarse a aquel momento final de la Belle époque y probar suerte, tratar de conversar un rato con Ida Rubinstein, que propició esta obra. Hay fotos de Ida y D’Annunzio, incluso alguna caricatura divertida de ambos. Puede consultarse la iconografía que le dedicamos en scherzo.es, en el blog Comedia, 15 de febrero: Glamour para Perséfone. 2: Ida Rubinstein. Ah, Ida, qué maravillosa mujer. Las grabaciones de la integral de la música de Debussy son escasas. Los maestros preferían atenerse a los cuatro números orquestales de siempre y no meterse en honduras. Durante años la referencia fue la de Inghelbrecht, EMI en tiempos, ahora Testament. El sonido de esta referencia es precario, por mucho que como interpretación sea indiscutible (¿lo es?). La baza de esta lectura de Gatti no se limita a la calidad del sonido, claro que no. Hace tiempo que Daniele Gatti es un valor en la cúspide. Así llega a una partitura como ésta, rica y confusa, como titular de la Orquesta Nacional de Francia (magnífica orquesta, más el excelente Coro de la Radio), y con prestaciones vocales de altura (la angelical voz de Sophie Marin-Degor, y también las de ambas mezzos, Aldrich y Knorren, de menores cometidos). Momentos mágicos como (entre otros) el preludio de la Chambre magique garantizan el resto del fonograma: se lo deci- mos así al aficionado para que escuche, si le es posible, y elija a partir de ahí. La sugerencia, la ambigüedad, el trazo limpio y refinado: el ideal debussyano en la orquesta que realmente le corresponde y en la batuta de un director milanés. Pues si Debussy es muy francés, no hay en su obra casticismos de ningún tipo, ni siquiera cuando sueña con España (ver en este mismo número reseña del CD de Josep Pons con la Orquesta Nacional de España) o cuando inventa músicas para esta locura algo megalómana de D’Annunzio y de Ida. Para buen remate, la muy bella voz de actriz de Isabelle Huppert: pour l’aboutissement du rêve. Y al oír a Isabelle, evocamos lo que escribió el poeta : “Je fais souvent ce rêve étrange et pénétrant d’une femme inconnue, et que j’aime, et qui m’aime… ”. Santiago Martín Bermúdez www.scherzo.es conmovedora página de dolor y horror por las consecuencias de la guerra. Hay cierto parentesco entre ambas obras, tan lejanas, más porque en los dos casos se trata de fragmentos elegíacos que porque se trate del mismo autor; hay demasiados años en medio. El canto profundo e intenso del chelo de Marc Coppey es especial responsable de esta belleza que surge del pasado para conmover de nuevo. El pianista y director Jean-François Heisser es el otro protagonista de este programa Dubois, y sin duda el alma que le da vida final. Una orquesta media de muy buen nivel envuelve con su acompañamiento este disco que nos trae una hora de muy buena música del “tiempo que fue”. Santiago Martín Bermúdez ELGAR: Concierto para violonchelo y orquesta en mi menor op. 85. Introducción y allegro op. 47. Elegía op. 58. Marchas de pompa y circunstancia op. 39. PAUL WATKINS, violonchelo. FILARMÓNICA DE LA BBC. Director: ANDREW DAVIS. CHANDOS CHAN 10709 (Harmonia Mundi). 2012. 74’. DDD. N PN D ice Paul Watkins en las notas que acompañan al disco que él ha abordado el Concierto de Elgar con la perspectiva de un solista integrado en la orquesta y que a ello le ha ayudado precisamente el hecho de simultanear desde hace tiempo su carrera de solista con la de director. El resultado confirma la opción sin que la modestia del planteamiento, su falta de pretensiones por así decir, coarte en lo más mínimo el arte del violonchelista galés en puertas de integrarse al Cuarteto Emerson. Este gusto, también, por la música de cámara incide en esa idea de no convertir el concierto en una pieza de bravura sino en un diálogo que atraviesa con toda naturalidad lo que de elegíaco o afirmativo tiene cada momento de esta extraordinaria música, y ello con la complicidad de un director cada vez mejor. Watkins no revoluciona la discografía pero no desentona en ella, lo que teniendo en cuenta los nombres que la integran —de Harrison a Wispelwey pasando por la gran Du Pré o André Navarra— 67 276-DISCOS 21/6/12 13:21 Página 68 D D I SI CS O C O S S ELGAR-HAENDEL es, en efecto, mucho decir. El otro protagonista del disco es Andrew Davis, un experto, un dominador absoluto de esta música que se marca, como el que lava, una fabulosa versión de las Marchas de pompa y circunstancia —llenas de cosas que casi nunca se advierten así— y, si me apuran, la mejor nº 1 de la historia del disco con permiso de Solti y Del Mar. Sólo por ellas ya valdría la pena éste que ofrece, además, una preciosa Introducción y allegro y una delicadísima Elegía. Claire Vaquero Williams EMMANUEL: Ouverture pour un conte gai. Sinfonía nº 1 en la mayor. Suite francesa. Sinfonía nº 2 en la mayor “Bretona”. FILARMÓNICA DE ESLOVENIA. Director: EMMANUEL VILLAUME. TIMPANI 1C1189 (Diverdi). 2010. 62’. DDD. N PN Sorprende la 68 madurez y la modernidad de una obra juvenil como La Obertura para un cuento alegre, de 1884. Por la edad del compositor, que ese año cumplía veintidós, y por la propia época. Es una pieza de menos de seis minutos de gran vitalidad, sugerente más que narrativa o programática. Atención: las “modernidades” juveniles le costaron a Emmanuel la posibilidad de concurrir al codiciado Premio de Roma (por entonces no tan desprestigiado): su maestro, Delibes, se “ofuscó”, como dicen allá. Pero debió de servir mucho a ciertos discípulos suyos, como el joven Messiaen, el joven Dutilleux, el joven Chailley… La Obertura sirve aquí para introducir la Primera Sinfonía del compositor, muy posterior, de 1919, aunque planeada mucho antes. Nadie espere más semejanzas con Debussy o los franckianos que lo imprescindible, más o menos lo que una época y una cultura te impregnan para que los siglos puedan más tarde ubicarte y hasta clasificarte. Después de todo, Emmanuel es estricto contemporáneo de Debussy, y le sobrevivió dos décadas. Pero una escucha de estas dos sinfonías, e incluso de las piezas de la llamada Suite francesa, podrían sugerirnos que estamos ante un francés muy británico. En este CD se diría que la Suite sirve como punto de descanso entre las dos propuestas sinfónicas: es suite de danzas antiguas, mas también secuencia iconográfica. La Segunda Sinfonía, “Bretona”, podría considerarse, en rigor, otra suite, ahora en cuatro movimientos más o menos sinfónicos, no danzantes; con su scherzo con trío y con su movimiento lento, con sus dos allegros extremos… No hay contradicción: son propuestas sinfónicas, pero la brevedad de cada movimiento nos sugiere que se descree del desarrollo, y la escucha nos confirma que seguimos con las pinturas, acuarelas, dibujos (frescos, no: demasiada dimensión para lo que pretende Emmanuel). La tonalidad es básica, el color es esencial, y como buen francés domina la paleta y consigue hermosos timbres, líneas de cambiante color instrumental (¿Klangfarben…? No, no es eso). Hay agresividad, hay indefinición en las líneas (ambigüedad, acaso calculada en ocasiones, no creo que siempre) y también en la propia propuesta tonal. Hay estilización en este sinfonista a lo Delius y eso se nota no sólo en el folk estilizado de la Bretona, sino en el historicismo de la Suite francesa. Como siempre que hay novedades, recomendaremos un momento para saber a qué atenerse: por ejemplo, el Andante malinconico de la Bretona, cinco minutos de lirismo intenso y contenido. Emmanuel Villaume consigue un hermoso disco que nos trae obras que, una vez más, desconocíamos; y una vez más hay que decir: parece mentira. Villaume consigue este bello disco con una orquesta al margen de los circuitos, como la Filarmónica de Eslovenia. Una vez más, hay que felicitar a Timpani. No sé cómo lo hacen, pero hay que felicitar a este sello. Santiago Martín Bermúdez EDUARD FRANCK: Quintetos de cuerda. CHRISTIANE EDINGER, violín; TASSILO KAISER, violín; RAINER KIMSTEDT, viola; UWE MARTIN HAIBERG, viola; KATHARINA MACHELER, violonchelo. AUDITE 92.578 (Diverdi). 2010. 71’. SACD. N PN Fuera del apellido y de que son más o menos contemporáneos, E d u a r d Franck (18171893) no comparte con el gran César Franck ningún parentesco ni biológico ni artístico. Y no hablemos ya de genio creativo. Estos dos quintetos para cuerdas nos hablan de un autor que conoce bien los rudimentos de su arte: construye con claridad diáfana, equilibra con gusto las voces e incluso tiene un apreciable sentido melódico. Pero todo eso no logra que la audición levante el vuelo y mucho menos que el oyente llegue a exclamar en algún momento dado: “¡Menudo descubrimiento!”. Sencillamente porque no hay espacio para la sorpresa en estos pentagramas cuya corrección es proporcional a su impersonalidad. O a sus referentes: aquí un poco de Schubert, en el scherzo un poco de Mendelssohn pero con su magia convertida en resultona receta… Eso, unido a cierta sensiblería un poco ñoña hace que la escucha se vuelva cansina, sin que la incuestionable entrega de los cinco solistas pueda hacer nada por evitarlo. Por tanto, un disco cuyo interés se reduce a conocer algo mejor la línea más epigonal de la música de cámara del siglo XIX. De hecho, las notas introductorias de Wolfgang Rather se centran más en el panorama camerístico de esa época que en la propia obra de este Franck, como si ésta sólo se entendiera situada en su contexto. Juan Carlos Moreno GLASS: Doble Concierto para violín, violonchelo y orquesta. Concierto Tirol para piano y orquesta. TIM FAIN, violín; WENDY SUTTER, violonchelo. ORQUESTA DE LA RESIDENCIA DE LA HAYA. Director: JURGEN HEMPEL. ORQUESTA DE CÁMARA DE STUTTGART. Director: DENNIS RUSSELL DAVIES. ORANGE MOUNTAIN MUSIC OMM 0077 (Harmonia Mundi). 2011. 60’. DDD. N PN Glass ha vuelto a ser víctima de esa manía faraónica que le puede a veces y ha publicado en su sello un cuarto The Concerto Project que es en parte una tomadura de pelo. Y lo es porque en lugar de esperarse a reunir un puñado de grabaciones nuevas o inéditas que justifiquen la edición de un disco entero, se ha limitado a rellenarlo con el estreno del Doble Concierto para violín y chelo de 2010 y con la misma grabación del Concierto Tirol para piano y orquesta de cuerda (2000) que ya había publicado en el sello naranja y que en 2002 lanzó al mercado la Tirol Tourist Board; es decir, la versión de referencia de Dennis Russell Davies y la Orquesta de Cámara de Stuttgart. Cierto es que se trata de una pieza obligada del repertorio glassiano y que tanto el adagio central del movimiento lento —una coral deliciosamente estirada desde el teclado a una línea de primeros violines— como el enfebrecido piano a lo honkytonk del III son momentos irrepetibles en la carrera de Glass, pero colarnos por enésima vez el mismo registro de toda la vida no es de recibo. Por otro lado, su primer Doble Concierto para violín y violonchelo (2010), encargo del Netherlands Dans Theater para el ballet Swan Song de Sol Léon y Paul Lightfoot, no es para tirar cohetes, aunque tal y como venía componiendo últimamente el de Brooklyn esperábamos material de tercera o cuarta mano. Pero curiosamente es una obra que aun con todos sus manierismos (ya se sabe: el “copia y pega” de células, bucles y arpegios que Glass sigue confundiendo con aquello del estilo) deja regusto a bueno. Al igual que hiciera en el Segundo Concierto para violín “Las cuatro estaciones”, Glass estructura la composición allo stilo antico en cuatro dúos y tres secciones concertantes bien plegados entre sí. No hay nada que se digan el violín y el chelo (unos muy idiomáticos Tim Fain y Wendy Sutter) que no hayamos escuchado antes, pero la necesidad de la forma obliga al compositor a refinar el discurso de las voces sobre las iteraciones contrapuntísticas y eso beneficia a la expresión. En las partes orquestales, muy bien entendidas por la Filarmónica de La Haya y Jurgen Hempel, brilla más el ornato pulsante de los contrarritmos y el coloreado de las castañuelas y el triángulo que la propia chicha musical, aunque es posible rescatar episodios aislados como el pasaje de contrabajos tapados en la Parte 1, el espléndido contratema para trompas de la Parte III o la rica línea de violines arpegiados que conduce al tutti. Una obra menor pero disfrutable en el peor de los casos. David Rodríguez Cerdán HAENDEL: Suites HWV 426-433. LISA SMIRNOVA, piano. 2 CD EMC 2213/14 4764107 (Diverdi). 2007-2009. 105’. DDD. N PN L isa Smirnova (Moscú, 1972) es una relativamente joven artista que firma un atrevido 276-DISCOS 21/6/12 13:21 Página 69 D D I SI CS O C O S S ELGAR-HAENDEL monográfico dedicado a las Suites de Haendel. De entrada avisamos que los dos discos no son aptos para aquellos que no conciban el teclado barroco visto a través del piano actual, porque la pianista utiliza su instrumento buscando obtener el máximo rendimiento expresivo posible; así se entiende toda su calidez en el toque, su uso del pedal elaboradísimo, su claridad articulatoria y un sinfín de colores que aquí aparecen. Aquí se escucha un Haendel completo, lleno de sensaciones y sumamente cuidado hasta los más mínimos detalles (obsérvese la calidad de los forte, siempre mesurada para no ceder a posibles romanticismos). Vale la pena subrayar que no son unas versiones correctas o notables sin más: Smirnova se revela como una pianista capaz de mostrar al oyente todo un mundo de emociones donde nada queda en el aire: todo está pulcramente elaborado y finamente desarrollado; sin buscar la estridencia ni las exageraciones, pero también sin caer en la rutina monótona que tantas veces hemos escuchado en este tipo de repertorio. La intérprete ahonda en las obras con fe y convencimiento, deleitándose en las voces y los contrapuntos, timbrando unas y articulando otros diferenciadamente. Son unas Suites vivas, llenas de relieve, con un discurso que fluye atento a las líneas melódicas, donde cada detalle tiene su razón de ser. Smirnova encuentra equilibrio e intimidad a través de unos tempi que buscan la circunspección y la calma. Resumiendo, un Haendel noble y sumamente cuidado que en todo momento busca la sinceridad a través de una expresividad equilibrada y armonizada según los criterios más naturales del instrumento que se tiene entre manos. Emili Blasco HOWELLS: A Hymn for St. Cecilia. Salve Regina. Gloucester Service. Take him, Earth, for Cherishing. St. Paul’s Service. Requiem. All my hope on God is founded. CORO DEL TRINITY COLLEGE DE CAMBRIDGE. Director: STEPHEN LAYTON. HYPERION CDA67914 (Harmonia Mundi). 2012. 64’. DDD. N PN En la gran tradición de la música coral británica Herbert Howells, que vivió noventa y un años, sería una suerte de eje Pedro Halffter NAVEGACIÓN DE ALTURA GINASTERA: Estancia. Panambí. Obertura para el “Fausto” criollo. FILARMÓNICA DE GRAN CANARIA. Director: PEDRO HALFFTER. DEUTSCHE GRAMMOPHON 0028947649281 (Universal). 2010. 65’. DDD. N PN Las danzas del ballet Estancia (1941) aparecen con frecuencia en los compactos de orquesta. Mucho menos lo hace la Obertura para el “Fausto” criollo (1943), que mezcla evocación de la ópera de Gounod con citas gauchescas de aquéllas, basándose en el poema de Estanislao del Campo donde un gaucho le cuenta a otro una representación de la misma. Sólo encuentro dos versiones: la de Valdés hecha en Venezuela y la de Castagna en Berlín. Aún más parva discografía tiene Panambí (estreno como ballet: 1940), el debut de Ginastera en gran formato, del que hallo sólo la grabación de Boreiko en Posen, sin poder precisar si que vertebrara casi un siglo de creación, de Vaughan Williams a James MacMillan, un renovador, un testigo, un protagonista y casi un antepasado en la misma pieza. Este disco ofrece un resumen cronológico de su arte y sus intereses expresivos, culminando en una obra maestra como es el Requiem, la mejor de las suyas junto con el Hymnus Paradisi y la Missa Sabrinensis. Además, dos muestras breves e intensas de la funcionalidad litúrgica a la que se brindan los compositores de las Islas, aquí los respectivos servicios para las catedrales de Gloucester y Saint Paul —en ella se estrenó también el Himno a Santa Cecilia, con texto de Ursula Vaughan Williams—, con sus tradicionales Magnificat y Nunc dimittis, tan propios. La sorpresa del disco —que se completa con un muy temprano Salve Regina y con el conocidísimo en Inglaterra All my hope on God is founded— es Take him, Earth, for Cherishing, sobre un texto del poeta hispano-latino Prudencio, compuesto para un memorial es la serie completa, incluida por Halffter, o la suite. Como se ve, no se advierten tomas hechas en Argentina, la tierra del compositor. Es decir que esta entrega llena huecos y lo hace con altísimos resultados. En especial respecto a Panambí, sustentado en una leyenda guaranítica donde Ginastera muestra una inverosímil madurez —la obra fue terminada con apenas veinte años— en cuanto a escritura, estructuración, dominio orquestal y definición de su primera manera, ese nacionalismo objetivo por propia definición, donde se anda sobre la huella del inicial Stravinski, algunos climas de fangoso sensualismo impresionista y hasta alguna cita de Wagner, el contrafagot o la tuba describiendo los bostezos del dragón Fafner. Las lecturas de Halffter contienen cuanto Ginastera demanda. Hay narración (Panambí puede escucharse como un film abstracto), climas contrastados, insolencia recordatorio del presidente John F. Kennedy. La pieza es a la vez nostálgica y elegante, de una escritura finísima, un verdadero regalo para un coro que quiera ofrecer a sus oyentes y a sí mismo algo especial. El del Trinity College, como su director Stephen Layton, ha demostrado sobradamente su clase y aquí lo hace una vez más mientras ofrece la enésima prueba de lo bien que escriben para las voces juntas los músicos de su tierra. Claire Vaquero Williams HAENDEL: Cantatas completas vol. 3: Aminta e Fillide HWV 83. Cantatas completas vol. 4: Clori, mia bella Clori HW V92, Sans y penser HWV 155, Clori, vezzosa Clori HWV 95, Pensieri notturni di Filli HWV 134, Lungi n’ando Fileno HWV 128. KLAARTJE VAN VELDHOVEN, STEFANIE TRUE, sopranos. CONTRASTO ARMONICO. Director: MARCO VITALE. 2 CD BRILLIANT 94230/94257 (Cat Music). 2010. 98’. DDD. N PE L os volúmenes 3 y 4 de la colección de cantatas de Haendel que Marco Vitale graba para Brilliant mantienen el buen en el fraseo y en la rítmica, desmenuzamiento de compases diversamente superpuestos y, constantemente, una suntuosidad de sonido que va desde el destello del esmalte hasta el rugido telúrico, el éxtasis y la burla, el frenesí de los cuerpos y la mefítica sugestión de la selva nocturna y solitaria. La orquesta responde con toda la enjundia requerida. Imponente de masa, es capaz de lucir sus solistas, a veces deslumbrantes como las maderas y el solo inusitado de los timbales llamando a las convulsiones de una danza guerrera. Blas Matamoro nivel de los dos primeros volúmenes. La soprano Stefanie True es protagonista en todas las obras salvo en HWV 134, que canta Klaartje van Veldhoven, quien hace también el papel de Aminta en HWV 83 y el de Tirsis en HWV 155 (una de las cantatas francesas del compositor), al que responde True como Silvie. Son voces frescas, ligeras, claras, acaso demasiado parecidas en el timbre para las cantatas con dos personajes, pero que cumplen con todos los requisitos en articulación, dicción y agilidad (puede que más elegante y flexible en el fraseo True) para servir con brillantez a la música haendeliana. Marco Vitale acompaña con un conjunto en formación minimalista y continuo muy reducido, lo que limita la variedad en el color, pero dirige con frase limpia y afilada y un muy buen gusto en los contrastes, dando a estas piezas arcádicas el tono justo entre dulzura, sentimiento y teatralidad que demandan. Pablo J. Vayón 69 276-DISCOS 21/6/12 13:21 Página 70 D D I SI CS O C O S S KAGEL-NIELSEN KAGEL: Das Konzert. Phantasiestück. Pan. MICHAEL FAUST, flauta; PAULO ÁLVARES, piano. ENSEMBLE CONTRAST. SINFONIA FINLANDIA JYVÄSKYLÄ. Directores: ROBERT H. P. PLATZ, PATRICK GALLOIS. NAXOS 8.572635 (Ferysa). 2010. 66’. DDD. N PE No abundan las referencias discográficas que atiendan la obra última de Kagel, y ni siquiera su aún cercano fallecimiento parece haber conducido a una atención más detallada; se agradece, pues, la iniciativa de Naxos, que hace un lustro publicara bajo la dirección del propio compositor algunas de sus composiciones orquestales menos difundidas (Szenario, Duodramen, Liturgien) y que ahora visita otra parcela de su extensísimo catálogo. Sólo el compositor argentino-alemán podía componer un concierto como Das Konzert (2001-2002), en que la flauta inmaculada de Michael Faust, en diálogo con cuerda, arpa y percusión dirigidas por Patrick Gallois (“cocinero” flautista antes que fraile…), no se reduce a la tradición de concierto occidental —aunque vista los más diversos ropajes, del Barroco a la vanguardia—, sino que incorpora timbres americanos, orientales y jazzísticos en un diseño formal contrastante, de honda imaginación tímbrica y con esa capacidad tan propia de su autor de insinuar atmósferas que el oyente pugna por reconocer (¿quién sino él podría reunir la passacaglia y el galop, como en el tramo final del concierto?). Pan (1985), breve divertimento para piccolo y cuarteto de cuerda, es aperitivo para otra de las experiencias irónicas del compositor, Phantasiestück (1987/88), que se presenta en dos versiones, de las que convence más la que suma un reducido ensemble a la flauta y piano originales, ya que permite perfilar los timbres y resaltar, caso de la coda, coloraciones microtonales. Y aunque sea Schumann el referente inmediato de este cuaderno de hojas de álbum comprimidas, el músico renano adopta un aire “canalla”, como si le hubieran visitado Stravinski y el neoclasicismo francés más desinhibido (Poulenc y Françaix también pasaban por allí): o cómo trascender del ejercicio de ingenio a los espacios puramente musicales. 70 Germán Gan Quesada Lina Tur Bonet, Patxi Montero, Kenneth Weiss ORO MOLIDO JACQUET DE LA GUERRE: Sonatas para violín y bajo continuo. LINA TUR BONET, violín; PATXI MONTERO, viola da gamba; KENNETH WEISS, clave. VERSO VRS 2114 (Diverdi). 2011. 69’. DDD. N PN No son pocos los argumentos que sugieren que Elisabeth Jacquet de la Guerre (1665-1729) fue la más notable compositora del barroco tardío. El principal de ellos, la enorme fama que le acompañó desde los cinco años, cuando ya era una destacada clavecinista y cuando el propio Luis XIV pidió escucharla para comprobar si eran ciertos todos los prodigios que se contaban de ella. Tal sería su prestigio que con apenas trece años era conocida por sus contemporáneos como la “Maravilla de nuestro siglo”. Casada con el organista Marin de la Guerre, la actividad concertística y docente que desple- MEDTNER: Arabescos. Ditirambos. Elegías y otras piezas breves para piano. HAMISH MILNE, piano. 2 CD HYPERION CDA67851/2 (Harmonia Mundi). 2011. 158’. DDD. N PN El piano de M e d t n e r parece no tener secretos para Hamish Milne, que ya grabó hace casi seis años, asimismo para Hyperion, los Skazki (Cuentos de hadas) al completo, y entre 1977 y 2000 una exhaustiva antología publicada originalmente por CRD y reeditada hace cuatro por Brilliant. La serie de piezas breves recuperadas ahora —entre las que se incluyen las Tres Improvisaciones, op. 2, los Tres Himnos al trabajo, op. 49 y el Tema y variaciones, op. 55— resume con acierto el universo expresivo del músico moscovita, en cuya escritura ultrarromántica, especialmente a gusto en la evocación de atmósferas dominadas por la nostalgia y la melancolía, se insinúan las poderosas sombras de Rachmaninov (aunque sin el acierto de su poderoso gancho melódico), el primer Scriabin y el más refinado piano de salón. En versiones coloristas, ple- gó fue frenética. Ni siquiera la muerte de su único hijo, con diez años (dicen de él que era otro portento al clave), hizo que disminuyeran un ápice tan intensa labor. Por desgracia, no son demasiadas las obras de Jacquet de la Guerre que han llegado a nuestros días, aunque atesoran una increíble calidad que justifica su reputación. Sobre todo, un juego de seis sonatas para violín y bajo continuo publicado en París, en 1707, en el cual predomina el gusto galo, pero en el que se palpa una clara influencia italiana. Hace menos de un año salió al mercado una formidable versión, en el sello Ricercare, debida a la violinista Florence Malgoire, al violagambista Guido Balestracci, a la clavecinista Blandine Rannou y al tiorbista Johathan Rubin. Para darle réplica, aparece ahora esta lectura marcadamente española: la edita Verso y dos de sus intérpretes son la violinista ibinas de fantasía y matices y siempre atentas a resaltar la riqueza rítmica de unas miniaturas cuya escucha continuada podría generar —en manos menos expertas— cierta monotonía, el veterano pianista de Salisbury traduce de modo convincente toda su diversidad, desde la emocionante serenidad del exquisito Prólogo a los Stimmungsbilder, op. 1 (1896-1897) al desgarro contenido en la primera de las Dos Elegías, op. 59 (1940). Quien añada esta colección a los anteriores Skazki (2 CD Hyperion, 2006) y a la reveladora integral de las Sonatas (4 CD Hyperion, 1996) a cargo de MarcAndré Hamelin, puede estar seguro de disponer del mejor Medtner posible de entre los grabados recientemente. Excelente toma sonora y modélicas notas firmadas por el intérprete. Juan Manuel Viana MOZART: Serenata en mi bemol mayor K. 375. Serenata en do menor K. 388. MOONWINDS. Director: JOAN ENRIC LLUNA. TEMPS 1210 (Harmonia Mundi). 2009. 47’. DDD. N PN Grabado en enero de 2009 en el Miguel Delibes de Valladolid, el disco recoge interpretaciones cenca Lina Tur Bonet y el violagambista pamplonica Patxi Montero, a quienes acompaña el aclamado clavecinista norteamericano Kenneth Weiss. Sin que nos ciegue ninguna pasión patria, lo que aquí hacen Tur, Montero y Weiss está muy por encima de cualquier competencia habida y casi me atrevería a decir que por haber. Música tan sublime demandaba una interpretación magistral y… aquí la tenemos. Simple y llanamente, oro molido. Eduardo Torrico de las Serenatas K. 375 y K. 388 de Mozart a cargo de MoonWinds, un grupo de vientos constituido por instrumentistas españoles de primera línea y dirigido desde sus inicios (2006) por el clarinetista Joan Enric Lluna. Sabemos bien que las serenatas de Mozart son obras alegres, tranquilas y sin demasiadas pretensiones, pero a veces esas músicas maravillosas se veían un poco envueltas en sombras, y es por eso en parte que MoonWinds optó por incorporar al octeto la línea del contrabajo utilizando como base principalmente la voz del segundo fagot. Lluna defiende así su decisión: “estamos convencidos de que sustentar el sonido del grupo con el contrabajo, aunque no obedece estrictamente a la partitura original, enriquece las interpretaciones: por una parte en lo referente estrictamente al sonido del conjunto, con mayor variedad de armónicos, colores sonoros y dinámicas, y por otra ayudando a destacar el dramatismo de la música”. Sea o no una apuesta controvertida, si lo que se pretendía era ganar en profundidad sin perder en ligereza, en elegancia, en frescura, en trans- 276-DISCOS 21/6/12 13:21 Página 71 D D I SI CS O C O S S KAGEL-NIELSEN Leonard Bernstein AL LÍMITE MAHLER: Sinfonía nº 9. FILARMÓNICA DE ISRAEL. Director: LEONARD BERNSTEIN. 2 CD HELICON 02-9656 (Harmonia Mundi). 1985. 88’. DDD. N PN H elicon Classics es el sello discográfico de la Filarmónica de Israel que ha publicado ya numerosos registros con directores como Gary Bertini, Kurt Masur, Herbert Blomstedt o Zubin Mehta (me parece que se comentó no hace mucho en estas páginas el primer lanzamiento de este sello con un álbum que conmemoraba el septuagésimo aniversario de la orquesta, pero ahora no recuerdo más detalles). La sorpresa que nos trae ahora es la grabación en vivo de la Novena de Mahler por Leonard Bernstein tomada en un concierto en vivo en el Mann Auditorium de Tel Aviv el 25 de agosto de 1985 en una excelente recreación que se puede poner en paralelo sin ningún problema con otras del mismo director con otras orquestas mejores (Filarmónicas de Nueva York, Viena, Berlín o Concertgebouw de Ámsterdam), las cuatro citadas de mayor calidad que la de Israel que protagoniza este registro. Sin embargo, una grabación tiene muchas más cosas que el virtuosismo o brillantez de una orquesta, y aunque la Filarmónica de Israel no tenga el empaque ni la distinción de cualquiera de las nombradas, es tal la entrega y el entusiasmo mostrados en este registro parencia o en equilibrio entre las distintas voces, el propósito se alcanza con creces, especialmente en esa pequeña obra maestra que es la Serenata en do menor, donde los músicos juegan con los timbres, los claroscuros y los contrastes aun sin salir nunca del mundo del matiz, de la diafanidad, de la mesura más elevada. Estupendo disco. Asier Vallejo Ugarte NIELSEN: Sinfonías nºs 1 y 6 “Sinfonia semplice”. SINFÓNICA DE LONDRES. Director: COLIN DAVIS. LSO SACD LSO0715 (Harmonia Mundi). 2012. 68’. DSD. N PN que dudamos mucho que los músicos de Berlín, Viena o Ámsterdam lo igualasen. Es algo parecido, por recordar una grabación reciente, a lo que los excelentes músicos de la Orquesta del Festival de Lucerna hacen para Claudio Abbado, entrega total con el único obstáculo del límite humano. La versión sigue la línea de cualquiera de las citadas, emotiva, violenta, densa, cargada de humanidad, subyugante y, además, perfectamente realizada en un solo concierto en vivo, sin trampa ni cartón. La grabación es excelente, se supone que hecha en el Mann Auditorium de Tel Aviv por los micrófonos de la Radio de Israel, y en conjunto, como decimos, es una lectura perfectamente comparable en calidad técnica y expresiva con las cuatro restantes de Bernstein que hemos citado. Emocionante concierto, en suma, y otra versión más de muchos quilates de la Novena de Mahler, posiblemente la obra mejor tratada en los estudios de grabación y en los conciertos en vivo. Enrique Pérez Adrián D espués de publicar el pasado año sus realizaciones de la Cuarta y la Quinta (su primera aproximación al universo sinfónico de Nielsen), Colin Davis nos da a conocer ahora su visión de la Primera y la Sexta. Aunque estas dos últimas partituras suelen viajar juntas en disco (Vänskä, Bostock, Leaper, Schonwandt, etc.), resulta siempre sorprendente el profundo abismo creativo que media entre ambas. Para quien esto escribe, las tres versiones más bellas de la Primera, las de mayor amplitud en el fraseo, las más vividas, primorosas y conmovedoras, 71 276-DISCOS 21/6/12 13:21 Página 72 D D I SI CS O C O S S NIELSEN-SHOSTAKOVICH son las de Vänskä con la Orquesta Sinfónica de la BBC Escocesa (BIS), la pionera de Blomstedt con la Sinfónica de la Radio Danesa (EMI) y la de Salonen con la Nueva Orquesta de Cámara de Estocolmo (Sony). El director inglés contempla esta música desde un prisma más convulso que sus colegas. El primer tiempo es muy vehemente (a veces, incluso, en exceso). El Andante es hermoso (muy acertada la estremecida acentuación del vibrato en la introducción para cuerda), aunque carece de la concentración extraordinaria del mentado Vänskä (¡qué peligrosas son esas parejas de corcheas ligadas del acompañamiento al motivo de la primera flauta y los violines I a partir del compás 10 en las cuales casi todos los directores patinan!). El Allegro comodo es valioso (con una más profunda inmersión en el Andante sostenuto y su desembocadura en el resolutivo Allegro assai hubiera alcanzado la excelencia). Y por último, el Allegro con fuoco final está resuelto con mucha inteligencia y riqueza de ideas. Con respecto a la Sexta, aunque Blomstedt (en sus dos ejecuciones, EMI y Decca, esta última con la Sinfónica de San Francisco) sea más vivaz, colorista y enérgico, y Vänskä (BIS) resulte más espontáneo, fresco y travieso, Davis se revela como el más sutil, evocador y narrativo de los traductores de esta Sinfonia semplice. El inglés cuida los equilibrios orquestales con extrema concentración, descubriendo nuevas amalgamas tímbricas y mostrando una importante preocupación por la unidad arquitectónica de la pieza. La “Proposta seria” se ve oscurecida por una muy bartokiana y desoladora bruma elegíaca. Mucho más satisfactoria, por tanto, su ejecución de esta última obra. La Sinfónica de Londres muestra una constatable superioridad en belleza sonora, precisión y clase por encima de muchas de sus competidoras: además de las agrupaciones mencionadas, la Sinfónica de Gotemburgo de Järvi (DG), la Sinfónica Nacional de Irlanda de Leaper (Naxos), etc. Jesús Trujillo Sevilla RACHMANINOV: La primavera. Tres cantos rusos. Las campanas. SVETLA VASSILEVA, soprano; MISHA DIDIK, tenor; ALEXEI TANOVITSKI, bajo. CORO DEL TEATRO MARIINSKI. FILARMÓNICA DE LA BBC. Director: GIANANDREA NOSEDA. 72 CHANDOS CHAN 10706 (Harmonia Mundi ). 2011. 63’. DDD. N PN Antoni Ros-Marbà COLORES RAVEL: Ma mère l’oye, suite. Pavane pour une infante défunte. Tzigane. 3 piezas del Carnaval de Schumann. BENJAMIN SCHMID, violín. REAL FILHARMONÍA DE GALICIA. Director: ANTONI ROS-MARBÀ. WARNER 5310500152. 2009. 56’. DDD. N PN En el blog de scherzo.es tuve ocasión hace poco de evocar la categoría de gran raveliano de Antoni Ros-Marbà, así como viejas historias relacionadas que acaso interesen a algún curioso lector. Lo hacíamos a propósito de este CD que ahora nos llega. El gran director catalán de La hora española, El niño y los sortilegios o Dafnis y Cloe nos regala una bella secuencia de colores y matices del mundo raveliano de la distancia y lo entrañable: la distancia, porque la infancia queda lejos, aunque esté siempre ahí, y algo así le pasa no sólo a los cuentos de la Oca, sino también a la evocación de la infanta española y al mundo virtuoso y gesticulante de los gitanos (quién sabe si imaginarios); lo entrañable, porque la infantita, los niños que escuchan los cuentos y los desafiantes gitanos del virtuoso A tractivo programa para coro y orquesta del autor ruso el que se recoge en esta grabación. Contamos con atractivos mimbres también y la acústica algo peculiar del Royal Albert Hall, donde se ha grabado. Llega bien el mensaje de ese protagonista de intención asesina que se viene abajo ante la llegada de la primavera. Nos lo hace llegar Tanovitski en La primavera op. 20 con esa voz tan rusa, con cavernosidad y un poco nasal, pero rotunda y adecuadísima, como ocurre en el fragmento de Las campanas a él encomendado. Las intervenciones de Misha Didik, tenor en carrera ascendente hoy día, no nos hacen añorar a otro tenor en este desempeño. Cosa que no ocurre con Vassileva, que no adquiere el vuelo y la firmeza de su compatriota Pavlovskaia en la también moderna grabación de Las campanas dirigida por Semion Bichkov para Profil. son eso, entrañables. Es el secreto de Ravel, diría yo (lo digo desde hace tiempo, si bien con esta voz tenue), ese equilibrio que penetra y que parece verse de lejos. Ros-Marbà es el rey de los matices, al menos cuando se encuentra con una orquesta en la que los profesionales saben no sólo dar un forte sino, sobre todo, motivar un pianissimo y llegar a él. La mezcla de los colores propicia empastes que no por previstos en las partituras dejan de ser un prodigio cuando se escuchan como aquí, en este disco: los contrastes de las charlas de la Bella y la Bestia, el crecimiento dinámico a partir del color y una sugerente pentatonía en Laideronette, la disposición se diría que tranquila y en rigor implacable del Preludio, que establece esos colores y sus temperamentos, el despliegue del finale (el jardín)… Tzigane se considera obra menor dentro de las grandezas de Ravel, pero el virtuosismo, el nervio y el guiño lo salvan todo, y convierten esta partitura en una obra de altura… a cambio de que el solista sea como Benjamin Schmid, virtuoso y riguroso e inspirado; y la orquesta sea de este nivel La dirección de Noseda tiene calidad. Aunque podría profundizar más en determinados períodos, da firmeza al disco. Pero lo que asombra es el Coro del Mariinski, pleno, potente, delicado, maleable, empastado, camaleónico. Gracias a él adquieren especial entidad los Tres cantos rusos op 41, dejándonos un sabor de autenticidad y calidad supremas. Grandísima su labor en las tres obras grabadas que, además nos hacen reparar en esta importante faceta sinfónico-vocal del músico ruso. Un disco excelente con un coro asombroso. José Antonio García y García RESPIGHI: Pinos de Roma. Fuentes de Roma. Fiestas romanas. REAL ORQUESTA FILARMÓNICA. Director: JOSEP CABALLÉ-DOMÉNECH. ONYX 4083 (Harmonia Mundi). 2010. 63’. DDD. N PN Enésima grabación de la famosa, y quizá sobrevalorada, trilogía romana de Respighi. Música y la dirija un gran raveliano como Ros-Marbà. El disco concluye con tres piezas del Carnaval de Schumann para el ballet de Fokine (Ballets Rusos, 1910). Hoy día esto sería poco menos que impensable: orquestar a Schumann, caramba; y aún peor: orquestar a Chopin para Las sílfides, pero eso es otro disco. En cualquier caso, es un final que no hay que tomar como apoteosis (en el disco hay otras, como el jardín o el estallido gitano), sino como las propinas del final de un concierto. En el libro sobre Ravel de Jankélévitch (Fundación Scherzo, Antonio Machado Libros) dábamos una amplia discografía. De publicarse el libro ahora, este CD ocuparía un lugar de honor en esa lista. Santiago Martín Bermúdez plena de colorido, maravillosam e n t e orquestada, un tanto efectista y a ratos casi onomatopéyica. A pesar de esa cierta superficialidad que la domina, bajo esa esplendorosa máscara no se nos pasa por alto que se debe a un gran compositor del cual, ciertamente, no hallemos aquí lo mejor que nos legó. Sea como fuere, siempre es un placer, a veces un tanto contradictorio, paladear esta música, sobre todo si la orquesta es de las buenas y el director cumple. En este sentido, esta versión se recomienda sola, pues la orquesta es estupenda y el director, que vive un momento dulce de su carrera, también está estupendo. Caballé-Doménech conoce bien la obra y se entiende perfectamente con la orquesta, de modo que el espectáculo está asegurado y todo va como un reloj, y encima la grabación está muy bien hecha. Más no se puede pedir pero 276-DISCOS 21/6/12 13:21 Página 73 D D I SI CS O C O S S NIELSEN-SHOSTAKOVICH menos, con la competencia que hay en este repertorio, tampoco. Una versión que se hace un lugar entre las buenas e incluso entre las muy buenas de las composiciones más célebres de Respighi. Josep Pascual ROREM: Música de cámara con flauta. FENWICK SMITH, flauta; DAVID LEISNER, guitarra; RONALD THOMAS, violonchelo; ANN HOBSON PILOT, arpa; MIHAE LEE, piano. NAXOS 8.559674 (Ferysa). 1993/2008. 71’. DDD. R/N PE De nuevo, disculpen si uno se repite. El compositor estadounidense Ned Rorem, de Indiana, cumplirá noventa años en 2013. Otro de esos gringos longevos que, además, se atiene a la tradición con naturalidad, sin necesidad de lucha ni de su contrario, la disculpa. No cundió allá con tanta fuerza la superstición vanguardista. Sí cundió la actitud liberadora para oír de otro modo, ver de otro, ser de otro modo, y dejar que cada cual sea a su modo. Rorem, además, es un gran melodista. Qué facilidad tengo para ponerle música a las palabras, caramba: alguna vez dijo Rorem algo por el estilo, perdonen que lo cambie un poco, no puedo consultarlo ahora. Y qué es la flauta, sino voz. Que se lo pregunten a André Jolivet, por ejemplo. A su obra, quiero decir: la flauta (podría ser el clarinete, el oboe, qué sé yo) respira, se expresa, se angustia, se cansa, se agita, y canta, siempre canta, siempre acaba cantando. La flauta de Rorem canta a lo largo de todas estas obras que se compusieron en épocas tan distantes: el breve Andantino de Mountain Song era música teatral, con temas “southern”, y se remonta a 1949; el Trío es de 1960 y está destinado al flautista Bernard Goldberg; Books of Hours es de 1975, para Ingrid Dingfelder, y es una hermosa suite de miniaturas que va de la noche al anochecer, pasando por los fulgores distintos del día, una belleza; en Romeo y Julieta, para flauta y guitarra (1977) se ve con mayor claridad aún que esas miniaturas son cantos, y además esos cantos tienen títulos de cantos (“sad hours seem long”, “it was the nightingale”, y siete más). La pieza más reciente de este disco es Four Prayers, de 2006, encar- go de Frederick Peters en honor a su esposa, Alexandra. Fenwick Smith es un músico de gran talento y mucha curiosidad por la música del siglo XX (Copland y Cage, Ginastera y Koechlin, Schoenberg y Schulhoff…) y se pone al servicio de la secuencia de obras de Rorem con tanta devoción como capacidad artística: canta, respira y se exalta, retrocede y emerge, da vida a la respiración y al canto de ese instrumento humano (¿demasiado humano?). Le secundan con igual arte y habilidad el guitarrista Leisner, el chelista Thomas, la pianista Mihae Lee, el arpa de Ann Hobson Pilot. Un hermoso disco. Santiago Martín Bermúdez ROUSSEL: El festín de la araña. Suites nºs 1 y 2 de Padmâvatî. REAL ORQUESTA NACIONAL DE ESCOCIA. Director: STÉPHANE DENÈVE. NAXOS 8.572243 (Ferysa). 2010. 55’. DDD. N PE C ontinúa el feliz recorrido del ciclo Roussel que Stéphane Denève dirige a la Royal Scottish para el sello Naxos. Hemos repasado aquí varias muestras, y ninguna ha decepcionado. Ya han pasado las sinfonías (aunque una de ellas no la hemos recibido aún) y algunas músicas teatrales o de otro índole orquestal. Hemos oído una bella lectura de Baco y Ariadna. Ahora le toca el turno al otro gran ballet de Roussel, Le festin de l’araignée. Y, a modo de divertimentos típicos del teatro musical francés del Gran Siglo, dos suites de la orientalista, sugerente ópera Padmâvatî. El ballet es inmediatamente anterior a la guerra; las dos suites son de los tiempos bélicos, precisamente. Pese a la cercanía, parecen dos inspiraciones muy distintas, y el “orientalismo” no es ajeno a esas diferencias. Por otra parte, y como es sabido, Roussel alterna páginas sugerentes, bellas (que en lo estético son compromiso entre lo que llamamos impresionismo y la estética postfranckiana de la Schola), con momentos de menor entidad y mayor “animación”. Stéphane Denève, con la Orquesta Escocesa, da un hermoso programa, sugerente, ágil, cuando no pura ensoñación de resonancias ravelianas. Atención a momentos mágicos como el Preludio del Festín (el Banquete, en rigor) o la bella danza final de la segunda suite de Padmâvatî. La primera y la última pista de este bello disco. Santiago Martín Bermúdez SHOSTAKOVICH: Conciertos para piano nºs 1 y 2. SHCHEDRIN: Concierto para piano nº 5. DENIS MATSUEV, piano. ORQUESTA DEL TEATRO MARIINSKI DE SAN PETERSBURGO. Director: VALERI GERGIEV. MARIINSKY SACD MAR0509 (Harmonia Mundi). 2009. 74’. DDD. N PN Conciertos para piano nºs 1 y 2. 24 preludios op. 34. ANDREI KOROBEINIKINOV, piano. SINFÓNICA DE LAHTI. Director: OKKO KAMU. MIRARE MIR 155 (Harmonia Mundi). 2011. 78’. DDD. N PN Conciertos para piano nºs 1 y 2 opp. 35 y 102. Sonata para violín y piano op. 134. ALEXANDER MELNIKOV, piano; JEROEN BERWAAERTS, trompeta; ISABELLE FAUST, violín. ORQUESTA DE CÁMARA MAHLER. Director: TEODOR CURRENTZIS. Harmonia Mundi HMC 902104. 20102011. 72’. DDD. N PN Conciertos para violonchelo nºs 1 y 2 opp. 107 y 126. ENRICO DINDO, violonchelo. SINFÓNICA NACIONAL DE DINAMARCA. Director: GIANANDREA NOSEDA. CHANDOS CHSA 5093 (Harmonia Mundi). 2010-2011. 60’. DDD. N PN No más hay razón para esta acumulación de oferta que el interés cada vez mayor que provoca la música de Shostakovich en instrumentistas, directores, gestores y, desde luego, el público. Es decir, la excelencia reconocida por todos, de tal manera que los intérpretes desean ofrecerse en estas obras porque son bellas y les dan prestigio. Sencillamente. Las virtudes de estas versiones son tal vez indiscutibles y nos ponen en un aprieto: qué podemos recomendar al aficionado si queremos ser veraces. Querido Dimitri Dimitrievich: siempre podrá usted con nosotros, le basta con el Lento del Concierto op. 35. En un humor totalmente ajeno, contrario, el Allegro con brio de cierre de la misma obra: la vulgaridad convertida en base de la poesía (Mahler, pero con otra letra). También podrá con nosotros con ese Andante del Op. 102, que de pronto se pone soñador en plan poco menos que “de Hollywood”: sí, sabía usted muy bien qué hacer con la vulgaridad. ¿Es que preferimos los movimientos lentos? Para cualquier preferencia acaso sea imprescindible lo que en fonogramas como estos fabrican Okko Kamu y Gergiev para sus solistas, al bordar tales páginas con sus orquestas del alma en secuencias tensas, evocadoras de lo agónico; los pianistas, ahí, son como el canto apartado, mas también doliente. Y la bravura de ambos se demuestra a lo largo de dos discos agitados, valientes… y de prodigios virtuosos, faltaría más. El acoplamiento requiere siempre algo más para completar el tiempo. Korobeinikov añade una muy introspectiva lectura de los 24 Preludios op. 34, secuencia espléndida, bien conocida de los aficionados. Matsuev y Gergiev optan por una obra mucho menos notoria hoy día, el Quinto Concierto de Rodion Shchedrin. Siempre que oímos una obra de Shchedrin que desconocíamos nos decimos: es preciso conocer mejor este compositor, oír más obras suyas. Este Quinto Concierto sigue sin duda la línea de Prokofiev, pero con una agresividad y una estridencia que conforman una poética que Sergei Sergeievich no podía sospechar aún. El movimiento lento es como un respiro entre dos carreras, en especial el Finale, violento y arrebatador (el compositor hace referencia al Bolero de Ravel). Es obra de 1999, y esta espléndida lectura supone un cierre muy digno y muy de agradecer de un disco de gran altura. Si tuviera que elegir, me quedaría con el CD de Currentzis, con el excelente Melnikov y la esplendorosa Isabelle Faust. Sin olvidar la magnífica trompeta de Berwaaerts a todo lo largo del Op. 35, y en especial en ese turbulento Finale que siempre nos sorprende, aunque lo conozcamos; aquí, podría decirse que nos sorprende más. Los envuelve a todos —más que acompaña— el joven director griego de vocación rusa Teodor Currentzis, del que nos ha llegado hace poco en DVD la soberbia ópera La pasajera, y al que hemos visto en el Teatro Real en el doble programa Iolanta-Perséfone, propuesto por Peter Sellars. Y, des- 73 276-DISCOS 21/6/12 13:21 Página 74 D D I SI CS O C O S S SHOSTAKOVICH-RECITALES de luego, no le pondría mala cara al disco de Chandos, con Dindo y Noseda, porque es de un espléndido nivel, también. Aquí las dos obras son de madurez, no hay lugar para experimentos como los que se permitía la inquieta vanguardia de Leningrado en el tránsito a la década de 1930. Discos necesarios para conocer mejor la música de Shostakovich que, como hemos dicho y repetido, crece y crece. Los dos programas nos sugieren bastantes cosas. Algunas de ellas, en las que aparece a menudo la palabra “desolación” para referirnos a los movimientos lentos, las hemos confiado a la bitácora de nuestra página: www.scherzo.es. Santiago Martín Bermúdez SWEELINCK: SALMOS COMPLETOS. GESUALDO CONSORT AMSTERDAM. Director: HARRY VAN DER KAMP. 12 CD GLOSSA GCD 922407 (Diverdi). 2006-2009. 750’. DDD. N PN Sólo el enciclopedismo fonográfico de nuestra época puede explicar un producto como éste. Obviamente, intérpretes y firma editora lo han puesto todo de su parte; el problema es una música, de inmediata funcionalidad práctica, sacada de su contexto y ofrecida en bloque. Por supuesto que nadie va a escuchar todos los Salmos de una vez, ni siquiera un único disco puede recorrerse de principio a fin sin que la monotonía alcance cotas plúmbeas. Se trata, por lo tanto, de discos de consulta, que completan nuestra visión de un compositor, Sweelinck, del que por cierto SCHERZO se ocupó tempranamente (en su nº 8). Desde luego, la labor de los intérpretes nada tiene de objetable, otorgan una poética sencillez a las piezas monódicas originales, presentadas siempre antes del trabajo de Sweelinck; no ocultan el sabor popular de las mismas e insertan con seguridad en la tradición franco-flamenca las realizaciones polifónicas, algunas muy interesantes y complejas, como la de Le Seigneur est la clarté qui m’adresse, pero que en general suponen ejemplos muy epigonales frente a la plenitud renacentista. Las versiones al órgano o al laúd constituyen auténticos oasis de variedad. Para especialistas en Sweelinck o muy interesados en la historia del canto coral. 74 Enrique Martínez Miura VERDI: Otello. DANIELA DESSÌ (Desdemona), FABIO ARMILIATO (Otello), GIOVANNI MEONI (Iago). COROS DE WALLONIA Y NAMUR. ORQUESTA DE LA OPERA REAL DE WALLONIA. Director: PAOLO ARRIVABENI. 2 CD DA-SOLOVOCE 8553231 (Harmonia Mundi). 2011. 143’. DDD. N PN No hay tenor y desde luego uno que sea italiano, que no se tiente a encararse con el papel tenoril por antonomasia, el del moro verdiano. Eso es lo que ha hecho Armiliato cercano a cumplir tres décadas de carrera. El genovés se enfrenta a la tarea con base en sus importantes medios en volumen, colorido y extensión que pone al servicio, sobre todo, de un fresco temperamento que, por lo indicado, suele lucirse más en las situaciones dramáticas que en las líricas. El posterior rodaje del papel (el registro recoge su debut en Lieja), quizás, acrecentará algunas intenciones interpretativas que en esta ocasión parecen más aludidas que realizadas. No obstante, conocedor de sus medios y prudente, sabe dosificarse ante el desafío, aprovechando los momentos confortables y sorteando con astucia los incómodos, para que en conjunto su Otello, aunque no resulte del todo perfilado, pues viene lastrado a menudo por cierta superficialidad ejecutiva, acabe hasta cierto punto dando satisfacción por valentía y entusiasmo. Dessì se sabe al dedillo su personaje que lleva cantando desde hace un tiempo; esa familiaridad aflora en cada frase, se podría escribir incluso que en cada nota, la voz con síntomas de madurez pero, bien manejada, aún firme y atractiva: una Desdemona musical, dulce y femenina. Meoni es un interesante barítono de sano colorido lírico, típicamente italiano, capaz de afrontar sin esfuerzo todas las demandas instrumentales del papel. Su fraseo, si no especialmente incisivo (otros colegas de cuerda más actores extraen mayores réditos), si lo bastante sugerente para que su Iago resulte como mínimo respetable. El equipo que sostiene al terceto protagonista está, como corresponde, cuidado. Podría destacarse, por contar a favor con ese fugaz y bonito cantable Miracolo vago, oportunidad aprovechada al igual que el resto de su parte, el Cassio de Cristiano Cremonini. Asimismo, la excelente Emilia de Sophie Fournier da la sensación de estar por debajo de sus auténticas posibilidades. Buen provecho el conseguido por Arrivabeni de una desahogada orquesta y un coro (reforzado), muy atento a la narración y a subrayar la esencia dramática de cada momento, jamás distraído o ajeno a lo que ocurre con los cantantes en el escenario, como debe ser. Fernando Fraga VILLA ROJO: Música para violonchelo. Sonata 2. Lamento (versión B). Oración serena. Expresiones. ASIER POLO, violonchelo; AMAIA ZIPITRIA, GERARDO LÓPEZ LAGUNA, pianos. RAFAEL ROMERO “EL GALLINA”, cantaor. tagonista de este CD como ya se apunta en el título de éste— y Gerardo López Laguna, pianista del LIM. Termina el disco con Expresiones, siete interpretaciones libres de otros tantos poemas de San Juan de la Cruz. Obra exigente, para violonchelo solo, es la más extensa de todo el programa, con más de veintiséis minutos de duración a lo largo de los cuales el compositor muestra no sólo su dominio en la escritura para el violonchelo sino en todos los aspectos, muy especialmente en la capacidad de expresar —ningún verbo más adecuado— diversos estados de ánimo. Cabe destacar el impresionante, lírico y a la vez inquietante, aun transmitiendo un cierto recogimiento, cuarto movimiento titulado En la noche oscura. NAXOS 8.572564 (Ferysa). 2009. 69’. DDD. N PE Composiciones recientes de Villa Rojo, datadas entre 2004 y 2009, defendidas por intérpretes que conocen bien su música y a los que se suma el cantaor Rafael Romero “El gallina” en el Lamento. Empieza el disco con la Sonata 2, para violonchelo y piano, obra que se emparenta con los llamados “clásicos” del siglo XX aunque, como es habitual en él, Villa Rojo es él mismo y no tiene ningún ánimo de imitar a nadir. Villa Rojo sabe asumir sus influencias y sabe expresarlas; ha tratado a estos autores a lo largo de su trayectoria como intérprete y ahora, como creador y en su sabia madurez, puede hablarles de tú a tú. Así pues, pueden venirnos a la mente nombres ilustres como Messiaen o Prokofiev, o detectar cierto ascendente neoclásico, pero, como decíamos, esta música se explica por sí misma. Viene después el Lamento, nueva versión de una obra datada en 1989. Ahora, al violonchelo solista y al cantaor —que interviene muy poco, casi como un estímulo para un desarrollo puramente instrumental a partir de un cante que es como una enunciación— se les añaden cuatro violonchelos más que han sido grabados todos ellos por Asier Polo. El carácter elegíaco de la pieza enlaza con una composición ya bien conocida de Villa Rojo, Oración serena, para violonchelo y piano, a la que ya nos hemos referido antes desde estas páginas y que conoce aquí una magnífica versión a cargo de Asier Polo —indiscutible pro- Josep Pascual VISÉE: La musique de la chambre du roy. MANUEL STAROPOLI, flautas dulces y traverso barroco; MASSIMO MARCHESE, tiorba; CRISTIANO CONTADIN, viola da gamba. BRILLIANT 94154 (Cat Music). 2010. 55’. DDD. N PE E ste disco ofrece una mirada poco habitual a Robert de Visée, guitarrista en el Versalles de Luis XIV, aunque fue un músico que también ganó reconocimiento como tiorbista e incluso como violista. Conocido hoy en cualquier caso por sus libros de guitarra, aquí se presenta como autor de las Pièces de théorbe et de luth mises en partition, dessus et base, una colección de piezas distribuidas en diez suites publicada en 1716 y que no es muy frecuentada por los intérpretes. Para esta grabación, como instrumento agudo, sin especificar en la edición original, se usan distintos modelos de flautas dulces y un traverso barroco. En el bajo, una tiorba y una viola, que crean una sonoridad muy francesa y de gran recogimiento camerístico. Manuel Staropoli y sus compañeros han escogido piezas para cinco suites, y las interpretan con un exquisito gusto, haciendo muy suyas la característica inégalité de la tradición francesa y buscando en el timbre y los pequeños detalles de agógica la variedad para una música que suena fluida y elegante. Pablo J. Vayón 276-DISCOS 21/6/12 13:21 Página 75 D D I SI CS O C O S S SHOSTAKOVICH-RECITALES VIVALDI: Viva! SIMONE KERMES, soprano. ORQUESTA BARROCA DE VENECIA. Director: ANDREA MARCON. ARCHIV 477 9843 (Universal). 2004, 2006. 71’. DDD. R PM E ste álbum es selección de dos exitosas publicaciones de Archiv en 2007 y 2008, dos CDs que con los títulos de Amor sacro y Amor profano se acercaban respectivamente a los motetes y las arias de Antonio Vivaldi. La soprano alemana Simone Kermes era la gran estrella de aquellos trabajos, contando en ambos casos con el acompañamiento de la Orquesta Barroca de Venecia y Marcon. Para esta reedición se han escogido los motetes Nulla in mundo pax sincera RV 630 e In furore iustissimæ iræ RV 626 y arias de L’Olimpiade, Semiramida, Tito Manlio, Orlando furioso, Giustino, Griselda y Catone in Utica, además de La farfalleta audace, aria suelta, añadida al catálogo de Ryom junto a otras similares con la referencia RV 749. Kermes se caracteriza por un estilo de canto exuberante y florido, muy generosa y originalmente ornamentado en los da capo, aunque su voz presenta irregularidades en la línea, una notable falta de homogeneidad en el color (las coloraturas del aria de L’Olimpiade pueden servir de ejemplo, como el Aleluya de Nulla in mundo pax sincera) y algunos problemas serios con la respiración en las piezas más exigentes con el fiato (como en el aria de Tito Manlio). Cierto que oírla (y verla) en directo produce una considerable conmoción por su temperamento apasionado y arrollador, pero en general a sus maneras le faltan el refinamiento de la musicalidad natural y el acabado técnico. Las arias virtuosísticas y de bravura pueden resultar impactantes y sobre todo están, aun con excesos, inteligentemente ornamentadas, pero terminan cayendo en cierta tosquedad. Las piezas más lentas y expresivas reciben un tratamiento más delicado (ese comienzo del RV 630 o la segunda aria del otro motete) y en ellas su voz se desenvuelve con más comodidad, sin tiranteces en el registro agudo, aunque los graves no son siempre sólidos. El arte de Kermes es admirado por muchos aficionados, y yo mismo me he dejado encantar a veces por su estilo vehemente y su arrojo Václav Luks SUBLIME ZELENKA: Responsoria pro hebdomada sancta. Lamentatio Ieremiæ prophetæ. COLLEGIUM VOCALE 1704. COLLEGIUM 1704. Director: VÁCLAV LUKS. 2 CD ACCENT 24259 (Diverdi). 2012. 158’. DDD. N PN C orría el año 1978 cuando Archiv publicó un impactante álbum con las obras orquestales de un desconocido Jan Dismas Zelenka. La interpretación se debía a la Camerata Bern, ya que por aquel entonces las formaciones historicistas eran aún “rarae aves”. Para muchos amantes de la música barroca, ese álbum sirvió para elevar a Zelenka a los altares. Más de tres decenios después, el bohemio sigue siendo un músico de culto, aunque en los últimos años se hayan llevado al disco no pocas de sus obras. A ese impulso recuperador han contribuido sobremanera varias orquestas checas empeexpresivo, pero un retrato más fiel de su estatura artística no puede obviar algunas de estas objeciones. Pablo J. Vayón WAGNER: Los maestros cantores de Núremberg. ALBERT DOHMEN (Hans Sachs), DIETRICH HENSCHEL (Beckmesser), ROBERT DEAN SMITH (Walther), EDITH HALLER (Eva), MICHELLE BREEDT (Magdalene), PETER SONN (David), GEORG ZEPPENFELD (Pogner). CORO Y SINFÓNICA DE LA RADIO DE BERLÍN. Director: MAREK JANOWSKI. 4 CD PENTATONE 5186 402 (Diverdi). 2011. 253’. DDD. N PN Sigue adelante el ambicioso reto de Marek Janowski de llevar al disco para PentaTone las diez grandes obras de Wagner partiendo de una serie de conciertos en vivo en la Philharmonie de Berlín, algo que quedará para las futuras generaciones como muestra de por dónde andaba la interpretación wagneriana a estas alturas del siglo XXI. Como era de esperar, el maestro polaco se entrega a fondo, y en estos Maestros cantores, seguramente el drama musical más incomprendido de Wagner, mantiene viva la llama de la gran tradición ñadas en dar a conocer al mundo las excelencias de su compatriota: Musica Florea, Collegium Marianum, Ensemble Inegal y, muy especialmente, Collegium 1704. Apenas un año después de su impresionante grabación del Requiem ZWV 46 y del Officium defunctorum ZWV 47, la agrupación que dirige ese loco genial llamado Václav Luks nos ofrece ahora los Responsoria pro hebdomada sancta ZWV 55 y la Lamentatio Ieremiæ Propheæ ZWV 53. Fueron compuestas en 1723 y 1722, respectivamente, no mucho tiempo después de ser designado, como ayudante de Johann David Heinichen, Vizekapelmeister de la corte del elector sajón Augusto II el Fuerte, quien en 1697 había abrazado la fe católica para poder coronarse rey de Polonia. La primera de estas dos obras consta de veintisiete responsorios para los oficios de maitines de Jueves, Viernes y alemana con una dirección que armoniza todos los elementos puestos en juego con equilibrio, claridad y firmeza, aliviando algunos tempi en aras (quizás) de otorgar mayor fluidez a una comedia que, al fin y al cabo, no está protagonizada por dioses de otro mundo sino por seres humanos. Una formidable labor que se ve realzada por la sensacional respuesta de las fuerzas corales y orquestales de la Radio de Berlín. Ahora bien, sabemos que en Wagner la voz y el canto son fundamentales, vemos ese reparto aparentemente espléndido y esperamos grandes cosas, pues todos son magníficos artistas y pueden redondear unos Maestros de excepción. Pero no es así, los resultados quedan bastante por debajo de las expectativas y ninguno de los protagonistas rinde al nivel esperado. No lo hace Albert Dohmen en un Sachs excesivamente sobrio y rocoso, no lo hace Robert Dean Smith en un Walther desprovisto de luminosidad y de efusividad juvenil, no lo hace Edith Haller en una Eva de escaso vuelo lírico y sonidos a menudo desentonados (naufraga de forma clara Sábado Santos. Cada oficio se divide en tres nocturnos, encabezados por un salmo y seguidos de tres lecciones y tres responsorios. Por razones de espacio, Luks omite en la grabación los salmos y utiliza el canto llano para las lecciones, a excepción del primer nocturno del Jueves Santo, en el que emplea la antes mencionada lamentación del profeta Jeremías. A este director y a sus huestes rara vez se le pueden escatimar los elogios: aquí, una vez más, vuelven a estar sublimes. Eduardo Torrico en el quinteto), no lo hace Georg Zeppenfeld en un Pogner áspero y elemental, y no lo hace del todo Dietrich Henschel en un Beckmesser primorosamente cantado aunque un tanto problemático en el aspecto vocal. La aparición del gran Matti Salminen en el Sereno no deja de ser una anécdota en una grabación inesperadamente fallida: no hablamos sólo de los altibajos propios de una representación en vivo, sino de algo más, quizás de una mala noche. Y, en definitiva, de una oportunidad perdida. Asier Vallejo Ugarte RECITALES DAVID KADOUCH. Pianista. Obras de Musorgski, Medtner y Taneiev. MIRARE 170 (Harmonia Mundi). 2011. 53’. DDD. N PN Se está hablado mucho últimamente de este joven pianista nacido en Niza en diciembre de 1985: alumno destacado de la 75 276-DISCOS 21/6/12 13:22 Página 76 D D I SI CS O C O S S RECITALES-VARIOS cátedra de Dimitri Bashkirov en la Escuela Reina Sofía de Madrid y elegido Joven Artista Revelación en los International Classical Music Awards de 2011, teníamos muy buenas referencias de su paso por el noveno Ciclo de Jóvenes Intérpretes de esta casa y por la última edición del Festival Musika-Música de Bilbao. Ahora este disco tan ruso grabado en octubre de 2011 en el Temple de l’Annonciation de París nos demuestra que esos elogios tenían buena base y que aquí hay un músico con un potencial extraordinario. Podemos dar por descontadas las credenciales técnicas, pues prácticamente todos los jóvenes pianistas que empiezan a destacar entre las nuevas generaciones las tienen en regla, pero Kadouch hace música de verdad, y eso ya no es tan habitual. Es más, en los Cuadros de Musorgski subrayaríamos antes su capacidad para recrear la melancolía del canto del trovador de El viejo castillo o para envolver de colorido francés los juegos de niños de las Tullerías que, por ejemplo, su visión de Gnome, ensombrecida por un punto de agresividad que reaparece en esa Gran puerta de Kiev que corona la obra. Después de estos Cuadros, el sentido patetismo de la Sonata “Reminiscenza” op. 38, nº 1 (1919) de Medtner toma vuelo en manos de Kadouch sobre un tono poético y pacificador sólo perturbado por los turbulentos ecos de la Gran Guerra. Y al lado de esta Melodía olvidada, la mirada al pasado de Taneiev en su Preludio y fuga op. 29 suena misteriosa, casi arrebatada, plagada de sombras, y a la vez transparente de líneas, clara y precisa en el contrapunto, en el camino que acabará uniendo a Bach con Shostakovich. No, definitivamente Kadouch no es sólo uno más. Asier Vallejo Ugarte KIRI TE KANAWA. Soprano. Obras de Verdi y Puccini. FILARMÓNICA DE LONDRES. Director: JOHN PRITCHARD. NEWTON 8802187 (Cat Music). 1983. 48’. DDD. R PE 76 E ste disco, originalmente editado por Sony, es de muy corta duración, apenas 48 minutos. Se trasladó al compacto, imaginamos, el contenido de un vinilo. Pero es valioso porque nos trae la voz de la mejor Kanawa; un instrumento en plena madurez a sus 39 años. La cantante neozelandesa estaba en estado de gracia (una expresión muy socorrida pero expresiva) en ese momento de su carrera. El timbre, inmaculado, de un cristal luminoso y corpóreo, terso, esmaltado, rico en armónicos, con el vibrato justo; la emisión, canónica, esplendente, bien dirigida y proyectada a los resonadores altos, con unos agudos squillantes, precisos, redondos y amplios, aunque con unas pequeñas cavernosidades en zona inferior; el caudal, como un chorro líquido y maleable. Todas ellas virtudes que se desarrollaban con la base de una técnica muy sólida, con las respiraciones justas, en beneficio de un legato de libro y una facilidad para los piani y los reguladores. Medias voces exquisitas y medidas, fraseo elegante y cuidado. Con capacidad para trinar maravillosamente, como pone de manifiesto en la delicada interpretación de D’amor sull’ali rosee de El trovador, bien que en ocasiones nos parezcan un tanto mecánicos, como impostados a un discurrir expresivo que puede rozar la impavidez, pese a que todos los accidentes están en su sitio y se respetan primorosamente las indicaciones. Un buen ejemplo es Vissi d’arte de Tosca, en donde la soprano reproduce fielmente, con las notas en su sitio, las palabras “perchè signor”. Habitualmente, para atacar más fácilmente el si bemol agudo en la segunda sílaba de signor, la colocación es “per-chè-e-e si-gnor”, cuando lo correcto es “perchè-e si-i-gnor”. Como lo hace la cantante. Todas las arias son entonadas con exactitud, acentuadas con seguridad y delineadas con limpieza, con agudos restallantes, de gran amplitud, y con medias voces excelentemente resueltas. En Traviata las agilidades son limpiamente abordadas —con la intervención interna del tenor ligero Lawrence Dale y un mi bemol 5 postizo poco afortunado—, lo mismo que en los personajes puccinianos, unos y otros “mujeres al borde de una crisis nerviosa”, en palabras de Mike Asman, el canto es noble, sincero y honrado. La forma siempre perfecta. La pureza, incuestionable. La emoción, esquiva. Claro que el sonido, el mero sonido, áureo y esbelto, nos puede tocar la fibra cordial. Como en la radiante interpretación de Chi il bel sogno di Doretta de La rondine; o en la suavísima de O mio babbino caro de Schicchi. Arturo Reverter JULIUS KATCHEN. Pianista. Obras de Brahms, Chopin, Liszt, Schumann y Albéniz. SINFÓNICA DE LA BBC. Director: RUDOLF KEMPE. ICA ICAC 5048 (Ferysa). 1958-1967. 76’. ADD. N PN Cuando el 29 de abril de 1969 falleció en París Julius Katchen, antes de haber cumplido los 43 años, el pianista norteamericano llevaba ya 30 de carrera. Razonablemente, podrían haberle quedado otros tantos que, con seguridad, hubiesen sido deslumbrantes, a juzgar por la espléndida madurez alcanzada durante los años 60, de la que es testimonio su inigualado Brahms para Decca: la obra completa para piano solo, más las sonatas, los tríos y los conciertos. Diez CDs que son una cima en la historia del fonógrafo. La BBC nos propone una versión en vivo del Primer Concierto con Rudolf Kempe. La grabación, bastante oscura, y el encaje no siempre perfecto entre batuta y solista, dejan la sensación de algo que pudo haber sido excepcional y no llegó a serlo; mientras que la grabación de estudio con Monteux es portentosa y claramente preferible. El recital que completa el CD tiene gran interés, especialmente el bellísimo Pájaro profeta, de las Escenas del bosque de Schumann, y una sorprendente Triana, que demuestra la amplitud de miras del pianista norteamericano. Además, un brillante Vals Mefisto de Liszt y una bella Balada nº 3 de Chopin. Muy interesante es la conversación de 6 minutos con John Amis, durante la cual Katchen recuerda conciertos a los que asistió de joven y cuya referencia produce mareos: una Segunda de Brahms con la Orquesta de Filadelfia y Bruno Walter, el Brahms más bello escuchado por el pianista. Roberto Andrade VARIOS L’ARTE DEL VIOLINO IN ITALIA. Obras de Merula, Matteis, Guerrieri, Mannelli, Pandolfi, Uccellini e. a. ENSEMBLE AURORA. Violín y director: ENRICO GATTI. 2 CD GLOSSA 921206 (Diverdi). 2011. 137’. DDD. N PN Pocos momentos tan espléndidos en el quehacer del patrimonio inmaterial de la humanidad, expresión de moda en la UNESCO, como el que simboliza, desde la Italia norteña a mediados del seicento, el legado de su egregio repertorio violinístico, tesoro modelado laboriosa y conjuntamente por lutieres, editores, mecenas, compositores e intérpretes (unidos estos dos últimos las más de las veces en la misma persona). La presente antología aborda con dos discos esta pléyade de autores y virtuosos, en un recorrido que incluye, de un lado, piezas poco grabadas por lo general de nombres bien conocidos por el melómano barroco; a saber: Pandolfi, Uccellini, Jacchini, Bononcini, Viviani, Vitali, Torelli, Cazzati, Matteis y Merula. Del otro, músicas de músicos menos visitados cuyo interés va más allá del de por sí siempre fascinante acercamiento a lo inédito: la solidez de Carlo Mannelli del violino en su sinfonía: la hermosura del arpa invitada en La Lucina de Agostino Guerrieri, autor también de una curiosa sonata malinconica; el ejercicio de cromatismo con el capricho de Agostino Berardi; la apacible Sonata Settima de Pietro degli Antoni; la original chacona senza basso de Giuseppe Colombi, que se desquita luego con un dúo de violines; o su breve réplica, aún a solo pero esta vez de violonchelo, de parte del ricercare de Domenico Gabrielli. De los compositores más conocidos, destacaremos la versión con arpa de La Castella de Pandolfi, las animadas piezas con voces y percusión de Uccellini, la Perfidia a dos violines de Torelli y la otra pieza en dúo que nos faltaba, La Gaetana de Cazzati. Las versiones de Enrico Gatti y compañía son muy equilibradas y pulidas, y se alejan decididamente de cualquier asomo de estridencia sonora. Pablo del Pozo CANTIGAS DE NUESTRO SEÑOR. Cantigas de Alfonso X el Sabio. CÉSAR CARAZO, LUIS ANTONIO MUÑOZ, ANTONIO OLÍAS, canto. MÚSICA ANTIGUA. Director: EDUARDO PANIAGUA. PNEUMA PN-1280 (Karonte). 2011. 57’. DDD. N PN La edición discográfica de las Cantigas de Santa M a r í a emprendida hace años por 276-DISCOS 21/6/12 13:22 Página 77 D D I SI CS O C O S S RECITALES-VARIOS Eduardo Paniagua y su conjunto Música Antigua es un colosal empeño que no está mereciendo la debida atención, quizás porque los medios no les conceden importancia a unas editoras que no sean las consabidas o porque la mayoría de los interesados en adquirir discos considera que con un par de ellos como muestra de la ingente recopilación propiciada por Alfonso X ya tiene bastante. El contenido de este último disco de la edición de Paniagua es muy interesante, aunque musicalmente adolezca de una cierta monotonía. Se trata de las “cinco cantigas correspondientes a las cinco Fiestas de Nuestro Señor” que se encuentran exclusivamente en el códice procedente de la Biblioteca Capitular de Toledo que ahora se custodia en la Biblioteca Nacional. Se completa esta edición con la cantiga 50, la central de este códice, denominada Los siete pesares en la que se medita sobre los pesares de Santa María a lo largo de su vida y con otro singular ejemplar de cantiga llamado maia, en la que se utiliza una canción primaveral para hacer ruegos y loores a la Virgen. La siete obras se interpretan en su versión original cantada con voces a cargo de César Carazo y Luis Antonio Muñoz con el acompañamiento instrumental más o menos habitual en otros discos anteriores del mismo grupo de intérpretes, que suman y siguen hasta completar la edición, a la que no debe de faltarle ya mucho desde su comienzo hace ya casi veinte años. José Luis Fernández HORIZON 4. Obras de Mahler-Matthews, Van Keulen, Glanert, Jeths, Roukens, Shchedrin, Berio y Hindson. DETLEF ROTH, baritono; ALEXEI OGRINTCHOUK, oboe; JÖRGEN VAN RIJEN, trombones. REAL ORQUESTA DEL CONCERTGEBOUW DE ÁMSTERDAM. Directores: LOTHAR ZAGROSEK, MARKUS STENZ, ED SPANJAARD, DAVID ROBERTSON, SUSANNA MÄLKKI. 2 CD RCO 11001 (Diverdi). 2009-2010. 128’. DDD. N PN En toda la época de fulgor de la vanguardia, es difícil ver una obra de nueva creación que hiciera homenaje a Mahler, un autor por el que no se siente simpatía en unos cenáculos que se apartan de la morbidez que desprende la música compuesta por el austríaco. Sin embargo, Luciano Berio destapa en los años 60 la curiosidad por Mahler al recoger en su Sinfonía rasgos afines a este músico. En el collage dispuesto por Berio en aquella pieza hay una alternancia de material culto y popular, mezclas de distintas músicas, que se disponen, de alguna manera, en la línea marcada por Mahler. No es de extrañar, por tanto, que Berio haya sido uno de los nombres convocados para este álbum que quiere ser un homenaje de la Orquesta del Concertgebouw a la figura de Mahler en su centenario. Cada compositor aquí elegido quiere hacer su particular homenaje a Mahler, precisamente ahora, cuando las reservas frente a su legado ya han bajado de nivel y es más apreciado por los compositores de las nuevas generaciones. El programa, como suele suceder en proyectos colectivos como éste, es desigual, pero se mantiene un buen tono general que se rompe al final, cuando aparece en escena la pieza de Matthew Hindson, Chrissietina’s magic fantasy. Este disparate se basa en sonidos del todo vulgares para dos violines que parecen inspirarse en formas de la música ligera (el autor confiesa en el cuadernillo que el carácter de la pieza correspondería al género del “rockhabilly” con alguna pincelada de “techno”). Evidentemente, lo que mueve a Hindson es plantear formas vulgares para recordar el manejo que efectúa Mahler de estos géneros “menores”, pero Hindson anda despistado. Es más acertado el uso que hace Joey Roukens de las polirritmias en Out of control, donde los acentos populares se hacen fuertes e irónicos. Ese carácter grotesco, tan caro a Mahler, reaparece mucho más tamizado en la larga pieza de Shchedrin, Concierto para oboe, en el que se asiste a una sabia alternancia entre muy diversos humores. La pieza de Berio, Solo, que corresponde a su última época, no es especialmente relevante, pero se agradece que sea la única pieza del programa que contenga una atención al color sonoro. No aporta mucho la obra que Matthews ha elaborado en Nicht zu schnell a partir del inacabado Cuarteto con piano de Mahler. Lo mejor está en la suntuosa masa orquestal. Huelga decir que el espectáculo de la orquesta del Concertgebouw agrega interés a todo el conjunto, pero es en la pieza de Willem Jeths, Scale “Le tombeau de Mahler”, donde se halla la sorpresa del disco. Jeths parte del lento desarrollo característico de los adagios mahlerianos. Simulando la forma lóbrega y sombría, tan normales de este tipo de escenografías mahlerianas, Jeths consigue una especie de congelamiento de la masa orquestal hasta conducirla, al final, hasta los movimientos estáticos típicos de un Charles Ives. Francisco Ramos ble y dicción limpia cree en el proyecto: se nota en su entrega. Elisa Rapado Jambrina MEMENTO. TUNE THY MUSICKE TO THY HART. Canciones de Miquel Ortega. ENRIC MARTÍNEZ-CASTIGNANI, barítono; CARLOS ARAGÓN, piano. Música sacra para el ámbito doméstico de las épocas Tudor y Jacobina. STILE ANTICO. FRETWORK. KLASSIK CAT KC 1111 (Diverdi). 2012. 56’. DDD. N PN HARMONIA MUNDI 807554. 2012. 65’. SACD. N PN Son dos las motivaciones que dieron lugar a este curioso álbum de canciones de Miquel Ortega, compositor de órbita mediterránea y pluma ciertamente conservadora, cuyas resonancias sugieren a Toldrà, Mompou y otros autores del área catalana (si nos referimos a la canción de concierto). La primera es el encuentro de Enric Martínez-Castignani con la música de Miquel Ortega, que les llevó a idear este proyecto y ponerlo en práctica añadiendo un componente más, segundo en la lista de causalidades, pero no por ello menos importante: la motivación solidaria, pues el disco pretende poner en relieve la existencia de una asociación que recauda fondos para investigar el neuroblastoma en los niños. A pesar de lo dicho, este disco no puede considerarse mera o exactamente una propuesta para el público infantil. Es cierto que incluye un ciclo realmente muy apto para la escucha de los pequeños, el Bestiari, sobre poemas de Josep Carner: pequeñas ráfagas de melodía que dejan una rápida pero imborrable impresión del animalito del que hablan. Sin embargo, la mayor parte del disco se basa en textos más bien meditativos de Lorca, Lope de Vega y Miguel Hernández, algo que se traduce en unas puestas en música tranquilas, que van describiendo e ilustrando las emociones del sujeto poético. En este contexto emocional, no son muy frecuentes los arrebatos —si exceptuamos el soneto de Lope, con un apasionado interludio pianístico de herencias turinianas. También los poemas catalanes (de Teixidor y Papasseit) incluyen imágenes sombrías muy queridas por esta lírica: la melancólica bruma (boira), la lejanía de la sombra (ombra), el frescor del rocío (rosada). Entre los suaves paisajes descubrimos a un pianista muy sólido: Carlos Aragón. Enric Martínez-Castignani, barítono de voz más que agrada- Dedicarse a cantar polifonía renacentista requiere mucho sacrificio, es poco lucido y, para colmo de males, está mal remunerado. Quizá en ello encontremos la clave de por qué las agrupaciones punteras siguen siendo las mismas que ya lo eran hace dos o tres decenas de años. En los últimos tiempos, ese endémico panorama ha mejorado con la irrupción de grupos como Cinquecento, Stile Antico, The Brabant Ensemble o Alamire, integrados todos ellos por gente joven pero con una fortísima base y una incuestionable finura. En sus cinco primeros discos, centrándose sobre todo en los grandes polifonistas ingleses (Byrd, Tallis y Sheppard), pero fijándose al mismo tiempo en Palestrina, Gombert, Victoria o Vivanco, Stile Antico había cosechado una merecidísima retahíla de elogios. Aparece ahora su sexta grabación, en la cual figura asimismo uno de los más experimentados consorts de violas, Fretwork (ambas formaciones aparecen tocando juntas, pero también por separado). El repertorio escogido es harto infrecuente, pues se trata música sacra para ser interpretada en el ámbito doméstico, lejos de los templos, perteneciente a los periodos Tudor (fundamentalmente, Isabel I) y Estuardo (sobre todo, Jacobo I), así como varios In nomine para violas. En estos dos largos reinados, tan turbulentos por culpa de los conflictos religiosos que azotaron a Inglaterra, transcurrió el difícil quehacer, sometido en todo momento a vientos cambiantes, de compositores como Tomkins, Taverner, Amner, Parsons, Browne, Gibbons, Ramsey, Dowland, Campion, Croce y, por supuesto, Byrd y Tallis. No son esas obras grandilocuentes a las que ya nos había acostumbrado Stile Antico, pero las hermanas Ashby y sus compañeros de reparto hacen un esfuerzo denodado para que no perdamos un ápice de atención en la escucha. Eduardo Torrico 77 276-DISCOS 21/6/12 13:22 Página 78 D V I SD C O S D CRÍTICAS de la A a la Z D V D BRUCKNER-ROSSINI Nelson Goerner, Kevin Kenner, Janusz Olejniczak, Frans Brüggen FELIZ CUMPLEAÑOS, FRYDERYK CHOPIN: Obras para piano y orquesta. NELSON GOERNER, KEVIN KENNER, JANUSZ OLEJNICZAK, piano. ORQUESTA DEL SIGLO XVIII. Director: FRANS BRÜGGEN. Director de vídeo: PHIL GRABSKY. 2 DVD GLOSSA 921114 (Diverdi). 2010. 168’. N PN Hay fechas significativas dentro del mundo de la música, una de ellas sin duda será el 26 de febrero de 2010, no porque coincida exactamente con el segundo centenario del nacimiento de Chopin (aunque casi), sino por el extraordinario acto que tuvo lugar en Varsovia para celebrarlo: en la Filarmonía Nacional de la ciudad se reunieron músicos tan destacados como los eminentes pianistas Nelson Goerner, Kevin Kenner y Janusz Olejniczak, quienes acompañados por el legendario y anciano Frans Brüggen y la Orquesta del Siglo XVIII, en un solo concierto ofrecieron la totalidad de las obras que el compositor romántico escribiera para piano y orquesta. La cita apuntaba extraordinaria y a tenor de estos materiales, no podemos sino confirmar la sospecha: maravilloso e ineludible. Las interpretaciones se realizaron a bordo de un Erard de 1849, procedente la colección del Instituto Chopin (que curiosamente está ubicado “a la antigua”, como en tiempos pretéritos se situaba a los clavecinistas MOZART: La flauta mágica. SIMON KEENLYSIDE (Papageno), DOROTEA RÖSCHMANN (Pamina), WILL HARTMANN (Tamino), DIANA DAMRAU (La Reina de la Noche), FRANZ-JOSEF SELIG (Sarastro), THOMAS ALLEN (Orador), ADRIAN THOMPSON (Monostatos). CORO Y ORQUESTA DEL COVENT GARDEN. Director musical: COLIN DAVIS. Director de escena: DAVID MCVICAR. Escenografía: JOHN MACFARLANE. Directora de vídeo: SUE JUDD. OPUS ARTE OA O886 D (Ferysa). 2003. 185’. N PN 78 S in énfasis, se puede tomar este DVD como referencia del singspiel mozartiano, con subtítulos en espa- que interpretaban conciertos barrocos o clásicos, es decir, justo frente al director), quien dicho sea de paso, colaboró también en la organización del acontecimiento. Subrayar también el valioso trabajo del director de la filmación Phil Grabsky, quien con una estratégica colocación de las cámaras logra una grabación fenomenal que transmite al público que lo visiona en casa sensaciones muy reales e sugestivas. A las obras más conocidas hay que sumar las Variaciones La ci darem la mano y la Fantasía sobre aires polacos, algunas propinas en forma de mazurcas o nocturnos, y unas cortas entrevistas a cada uno de los solistas, incluido el concertino Marc Destrubé. Todo ello resulta asombrosamente inspirado por unas interpretaciones que en conjunto son superlativas y que destacan por su aparente sencillez y buen enfoque estilístico. Los tres pianistas están imbuidos por la sonoridad que emana del instrumento, con una cuidada y delicada pulsación consiguen contrastadas dinámicas y una riqueza sonora difícil de presuponer, dadas las características físicas del fortepiano. El virtuosismo que rodea a las partituras no supone ningún impedimento a los intérpretes, quienes se adaptan al touché con aparente sencillez. El casi octogenario Brüggen dirige sentado, casi sin ñol y una entrevista a Colin Davis, a pesar de que podría pedirse algo más de entrega a este director de orquesta, mozartiano de pro y que lee con pulcritud, equilibrio y adecuado uso de las velocidades. La otra dirección, la escénica, es un dechado de talento teatral que se vale de elementos sencillos, económicamente elegidos y con unas iluminaciones de gran eficacia, que generan climas, sobre todo en la antinomia día-noche, tan esencial al cuento. Un telón divide el espacio en dos, permitiendo ambientes de mayor o menor amplitud. Cuando está caído, deja cambiar el decorado de fondo, que se descubre oportunamente. Los actores están dirigidos entre la humanidad, el sacerdocio, una divinidad en clave de mujer fatal de los años cincuenta y un pueblo cuya variedad social y racial ejemplifi- levantar la vista de la partitura, aspecto que no le impide iluminar la música de Chopin con naturalidad y transparencia, sin complejos ni dificultades innecesarias: la música fluye naturalmente con esa esencia interior propia del movimiento romántico del que Chopin representa su máximo exponente. El maestro, con discreción y acierto dirige a una orquesta tan intensa como implicada en el proyecto. Hay que agradecer el entusiasta apoyo del sello Glossa, por su voluntad y acierto al querer plasmar este concierto de casi tres horas en dos DVDs, cuya recomendación insisto, es ineludible. Por su decisión también en ofrecer subtítulos en alemán, francés, inglés, y español. No se lo pierdan si Chopin es alguien en su vida. Emili Blasco ca con mínima elocuencia a la humanidad. El elenco oscila entre la excelencia y el brillo. La joven Damrau está deslumbrante en su papel y a la altura, con un lirismo sensible y de exquisita sonoridad, Röschmann. Keenlyside compone un Papageno de impecable vocalidad y perfiles inesperados: está travieso, aunque a veces perplejo y con tintes de melancolía que revelan la reconocida inteligencia del intérprete. Hartmann, si no sobrado de agudos, tiene un bello centro y canta un destiladísimo príncipe mozartiano. Selig es de una nobleza y una autoridad de alto nivel. Se descuentan la seguridad y la veteranía de Allen y Thompson. La pulcritud del vestuario, lo acertado del maquillaje y los citados efectos lumínicos facilitan la formación de una imaginería 276-DISCOS 21/6/12 13:22 Página 79 D V D BRUCKNER-ROSSINI Sergiu Celibidache OTRA DIMENSIÓN BRUCKNER: Sinfonías nºs 4, 6, 7 y 8. FILARMÓNICA DE MÚNICH. Director: SERGIU CELIBIDACHE. Directores de vídeo: RODNEY GREENBERG, NOBUKO UCHIDA, SHOKICHI AMANO. 3 DVD SONY 8869192709 [+ 2 CD] (Sony-BMG). 1989, 1990, 1991. 337’. R/N PN Reedición en DVD de las tres legendarias recreaciones de sinfonías de Bruckner dirigidas por Celibidache y publicadas en su momento en Laserdisc (Sexta, Séptima y Octava), pero desaparecidas del catálogo casi a la vez que el soporte citado, o sea que hacía ya una docena de años que estaban fuera de la circulación fonográfica. Su repentina publicación ahora en DVD en excelentes condiciones de visión y sonido, viene acompañada por una Cuarta tomada en CD en la Musikverein de Viena en 1989 y, salvo error, es novedad absoluta, así se afirma también en el texto de presentación de este álbum. El sonido es impresionante, más claro y preciso que las versiones de DG y EMI que conocemos. Y la interpretación, un verdadero tour de force expresivo y técnico, sobrepasa las dos recreaciones del maestro en los dos sellos citados, aunque, curiosamente, la coherencia y claridad en la que cada nota, cada respiración y cada matiz de esta arquitectura monumental se muestran en plenitud, están más que deleitable, sin duda evocativa de la mejor ilustración dieciochesca del cuento fantástico. Blas Matamoro ROSSINI: Tancredi. DARINA TAKOVA (Amenaide), DANIELA BARCELLONA (Tancredi), RAÚL GIMÉNEZ (Argirio), MARCO SPOTTI (Orbazzano). CORO Y ORQUESTA DEL MAGGIO MUSICALE FIORENTINO. Director musical: RICCARDO FRIZZA. Director de escena: PIER LUIGI PIZZI. Director de vídeo: ANDREA BEVILACQUA. ARTHAUS 107 299 (Ferysa). 2005. 155’. R PN Es uno de los más sobrios montajes de Pizzi (tiene varios) en franco contraste con el primerizo de Schwetzingen 1992 (asimismo en DVD) donde su especial siempre presentes en las tres versiones. Una cima bruckneriana irrepetible incluida aquí felizmente como bonus. A pesar de que la coda final no está tan lograda como cualquiera de las conocidas, estamos ante una cima bruckneriana. Por lo que respecta a los DVDs digamos que lo primero que llama la atención al acercarnos a todas estas recreaciones es la amplitud de tempi, en ocasiones de una delectación realmente impresionante. La versión de la Octava, por ejemplo, dura más de 100 minutos (102,23 para ser exactos); esto es más de media hora del tiempo invertido por Schuricht en su versión al frente de la Filarmónica de Viena, o 27 minutos más que la de Jochum (74’), o 20 más que la de Karajan (81’) o, en fin, 19 más que la de Günter Wand (82’). Todo un récord de tiempo en el transcurso del cual no hay el menor síntoma de decaimiento o de relajamiento de la intensidad. Todo está calculado y medido al milímetro; los crescendi van en maravillosa progresión; la dinámica es de gran variedad, de amplitud impresionante, alcanzándose efectos sonoros realmente inauditos. Las interpretaciones, en fin y como ya hemos dicho en otras ocasiones desde estas mismas páginas, combinan el rigor con la multiplicidad de acentos, con una exigencia de claridad, de trans- parencia de la imagen sonora, totalmente únicas en la historia de estas composiciones. También hay que tener en cuenta la habilidad del maestro para desentrañar los pasajes más intrincados, para resaltar las voces medias de la orquesta, para extraer el lirismo y la efusividad, la coherencia, el equilibrio, la claridad de líneas…, aspectos todos que por primera vez vemos reunidos en unas recreaciones excepcionalmente unitarias, como nunca habían sido expuestas en ningún otro documento sonoro. Estamos, efectivamente, ante “el más grande compositor sinfónico de todos los tiempos”, como decía el propio Celibidache, servido en condiciones óptimas por su recreador más profundo y original. Los filarmónicos de Múnich responden a su director como un solo hombre con unas intervenciones que podríamos califi- colorido le da el aspecto de un encantador cuento infantil. En el presente, originario del festival de Pésaro y puesto a punto por Massimo Gasparon, acude a un sobrio concepto neoclásico de decorados rectilíneos y vestuario de matices suaves (también suyos), siempre con la elegancia y belleza propias de sus trabajos. Un correcto movimiento actoral redondea un espectáculo hábil, bien atento a que se comprenda el a veces incongruente desarrollo de los acontecimientos. Takova y Barcellona, repiten su modelada labor de las funciones pesarenses de seis años atrás. La soprano valiéndose de unos recursos vocales de calidad y cantidad que le dan a Amenaide un peso específico a menudo de mayor entidad que las sopranos estrictamente ligeras que pueden apropiársela. Un cierto distanciamiento pasajero, a más de ciertas desigualdades tímbricas, pueden conferirle al personaje un poco de frialdad o distanciamiento, todo rápidamente olvidado merced al indudable encanto de la soprano. La mezzo, como cualquiera puede saber, con sus atractivos vocales, es hoy imprescindible en estos entes rossinianos in travesti, una labor la suya modélica tanto en el canto patético como en el di forza. Giménez no se queda atrás y si su voz puede resultar por secciones “antipática”, el artista compensa por el cuidado del canto, la atención estilística y la capacidad de solventar la ardua escritura rossiniana. Spotti no tiene problemas en el casi car de milagrosas: las cuerdas poseen un calor y vibración únicos; los metales, una brillantez y luminosidad espectaculares; las maderas, una entrega y diferenciación nunca vistas así en ninguna otra agrupación; los dos jóvenes timbaleros, en fin, verdaderos escultores rítmicos, hacen juegos malabares con sus respectivos instrumentos (ver, por ejemplo, la coda final en la Octava o el final del primer movimiento en la Sexta). En fin, posiblemente la especial dimensión del arte celibidachiano no se preste a ser conservada en un documento sonoro, por perfecto que éste sea. Sin embargo, quien vea y escuche estos mejoradísimos DVDs asistirá a la cima más alta de las interpretaciones brucknerianas de ayer, de hoy y de siempre. En suma, ahora sí que sí estamos ante uno de los mejores álbumes sinfónicos del año, técnicamente muy mejorado (no tiene nada que ver con la deficiente imagen del Laserdisc que conocíamos y el sonido es mucho mejor que el que hemos grabado de algunos canales de televisión en los que han retransmitido estos conciertos). Ahora a esperar más Bruckner por Celibidache. De entrada, ya se anuncia una Quinta en Arthaus filmada en Múnich en 1985. Hasta pronto entonces. Enrique Pérez Adrián episódico Orbazzano. Barbara di Castri, actualmente a veces embarcada en papeles rossinianos de mayor envergadura, es una suficiente Isaura que saca adelante sin agobios su aria di sorbetto. Llama la atención el hecho de encargar Roggiero a un contratenor, Nicola Marchesini. Aunque sería preferible la habitual voz femenina, una vez superado el primer impacto auditivo las cosas van luego por un allanado camino. Frizza demuestra desde el foso la confianza que el Festival de Pésaro ya tiene depositada en él, con una lectura límpida, ejemplar, plena de claroscuros. Se ofrece la versión original veneciana pero con el final trágico escrito por Rossini para Ferrara. La versión figuró anteriormente en el catálogo TDK. Fernando Fraga 79 276-DISCOS 21/6/12 13:22 Página 80 D V I SD C O S D VARIOS VARIOS AARON COPLAND, FANFARE FOR AMERICA. Un film de Andreas Skipis. STELLA DOUFEXIS, mezzo. SINFÓNICA DE LA RADIO DE FRÁNCFORT. Director: HUGH WOLFF. ARTHAUS 101 573 (Ferysa). 2001. 60’. N PN No descubriremos nada nuevo si señalamos que hay un parentesco sorprendente entre las músicas de Copland y Gershwin, dos coetáneos que apenas se llevaban dos años. Y que un músico de la generación posterior, veinte años más joven que Gershwin, los admirará y continuará con su propia creación y en su papel de uno de los mayores directores de orquesta del siglo XX: Leonard Bernstein. Los tres, judíos. El mundo sonoro de Copland es protagonista de este bello documental de una hora de la Radio de Hesse, un auténtico film creado por Andreas Skipis hace algo más de diez años. Copland fue longevo, aunque sus últimos años no fueron de plena lucidez (esto lo silencia el documental). Sí, puede decirse que es uno de los creadores del “sonido norteamericano”. Y para demostrarlo, este documental parte de la Fanfarria para el hombre corriente y repasa fragmentos de otras obras del compositor, como el Concierto para clarinete (en ese momento vemos y oímos a Benny Goodman, y dirige el propio Copland), la Tercera Sinfonía, Rodeo, Appalachian Spring, Salón México, el Lincoln Portrait y la ya serial Connotations. En Lincoln Portrait vemos a Bernstein dirigiendo a la Filarmónica 80 de Nueva York. La parte narrativa corre a cargo de William Warfield, pero el DVD lo silencia, acaso por descuido. Warfield lo mismo cantaba Schubert que Ol’ Man River. Vemos a Martha Graham y su ballet en una breve secuencia de la coreografía que le inspiró la obra de Copland, a la que al parecer ella misma puso título. La espléndida mezzo Stella Doufexis canta, hacia el final del film, tres de los poemas de Emily Dickinson que Copland puso en música. A todo lo largo del film, se enriquece la parte documental gracias a la presencia del propio Copland, desde luego, en antiguas entrevistas o tomas en ensayos y conciertos; pero también gracias a Hugh Wolff, que dirige casi todas las secuencias musicales con la Orquesta de la Radio de Fráncfort; y gracias al entusiasta biógrafo de Copland, Howard Pollack, que nos habla de él mientras viaja con los reporteros en el metro de Nueva York. Un documental muy recomendable sobre un músico sensacional. Santiago Martín Bermúdez GALA LEHÁR EN DRESDE. ANGELA DENOKE, ANA MARIA LABIN, sopranos; PIOTR BECZALA, tenor. CORO DE LA ÓPERA ESTATAL DE SAJONIA. CAPILLA ESTATAL DE DRESDE. Director: CHRISTIAN THIELEMANN. Director de vídeo: HANNES ROSSACHER. DEUTSCHE GRAMMOPHON 00440 073 4769 GH [+ CD: 81’] (Universal). 2011. 94’. DDD. N PN Un buen repaso a Lehár componen fragmentos de Giuditta, Paganini, El conde de Luxemburgo, El país de las sonrisas, Amor gitano, Eva, El zarevich y Bello es el mundo más algunas páginas sinfónicas de pequeño formato. Propinas de Johann Strauss y Oskar Straus completan el programa. En la parte visual, los aparatosos y lujosos y esplendorosos interiores de la Ópera Semper, destruida en la guerra y reconstruida hasta el último detalle, sirven para un espectáculo visual —los muros cambian de color como por birlibirloque— y como fondo a un ballet de señalada y sosa cursilería, nenita y lacito incluidos. En lo musical, las calidades están aseguradas. La sorpresa la da Thielemann, que nos tiene habituados a la gravedad litúrgica de Ricardón Wagner y aquí muestra su gusto por el color exaltado, el humor pimpante y la energía bailable. Las masas son de lo mejorcito en el mundo e insisten en probarlo. Los solistas vocales hacen todo con cuidado, fina chispa y medios de excelente naturaleza. Beczala tiene una elegancia peculiar para volvernos visibles a los galanes de opereta mientras cincela sus frases y alterna volúmenes con sutileza. Labin es la perfecta soprano lírico-ligera del género y, aunque no cantase, la delicia de su presencia bastaría para justificar la noche. Denoke, soprano dramática y actriz más que notable, adecua sus medios a lo exigido y en un fragmento de Una mujer que sabe lo que quiere de Oskar Straus, construye un mínimo festival de picardía, desfachatez y exquisita intencionalidad, llevándonos, con sus tacones afilados y un vestido collant, negro y de pantalones, a los mejores momentos del cabaret berlinés en aquellos años interbélicos. Blas Matamoro LUCIANO PAVAROTTI. Un film de Esther Schapira. EUROARTS 2058918 (Ferysa). 2010. 93’. N PN P avarotti (1935-2007) elude toda presentación. En esta película se traza una amena y anecdótica biografía del cantante, en plan familiar, artístico e histórico (la guerra, la posguerra, el mundo pacífico y desarrollado anterior a la actual crisis). Hay películas y fotografías de toda suerte, entrevistas (Bono, José Carreras, funcionarios de la ópera como Herbert Breslin y Joseph Volpe), fragmentos de funciones, escenas domésticas e intervenciones de amigos y colegas como, aparte de los citados, Mirella Freni y Leone Magiera. Especial relieve cobra su primera mujer, Adua, quien nos deja un sincero y a veces áspero retrato del Pavarotti novio, marido, padre y seductor de terceras personas. En otros campos, vemos a un Luciano jugador de fútbol, aficionado a cocinar, a comer y a beber, supersticioso (siempre actuaba con fetiches como un inmenso pañuelo-sábana y algunos clavos doblados en los bolsillos o dispersos por el escenario, y no toleraba a sopranos vestidas de color violeta) y gozador del ocio campesino y playero. No se propone una historia técnica o erudita de su carrera. Afortunadamente, sólo se exhiben brevísimas ráfagas de Los Tres Tenores y el film Yes, Giorgio. Tenemos, así, al divo en toda su gorda cercanía, su sonrisa de buen vividor y los lugares y personas que compartieron sus días terrenales. Blas Matamoro 276-DISCOS 21/6/12 13:22 Página 81 276-DISCOS 21/6/12 13:22 Página 82 ÍNDICE ÍNDICE DE DISCOS CRITICADOS Aaron Copland, Fanfare for America. Skipis. Arthaus.80 Arte del violino in Italia. Obras de Merula, Matteis y otros. Gatti. Glossa. . . .76 Bach: Clave bien temperado libro I. Richter. Melodya. . . . . . . . . . . .62 Beethoven: Fidelio. King, Ludwig, Berry/Rother. Arthaus. . . . . . . . . . . . .54 — Misa solemne. Garanca, Schade, Selig/Thielemann. Cmajor. . . . . . . . . . . . .57 — Sinfonías. Thielemann. Cmajor. . . . . . . . . . . . .57 — Sinfonías. Blomstedt. Brilliant. . . . . . . . . . . . . . .59 — Sonatas para piano. Barenboim. Deutsche Grammophon. . . . . . . .59 Berio: Rendering. Gardner. Chandos. . . . . . . . . . . .62 Berlioz: Sinfonía Fantástica. Ticciati. Linn. . . . . . . . .62 Boccherini: Divertimentos. Sensi. Accent. . . . . . . .63 Brahms: Canción del destino. Herreweghe. Phi. . .63 — Cuarteto con piano 1. Varios. . . . . . . . . . . . . .52 — Réquiem alemán. Schäfer, Gerhaher/Thielemann. Cmajor. . . . . . . . . . . . .57 — Réquiem alemán. Häggander, Lorenz/Kegel. Brilliant. . . . . . . . . . . . . . .59 — Sinfonías. Manze. CPO.63 Bretón: Sinfonías. Temes. Verso. . . . . . . . . . . . . .64 Bruckner: Sinfonía 7. Barenboim. Deutsche Grammophon. . . . . . . . . . . . . . .59 — Sinfonías 4, 6-8. Celibidache. Sony. . . . . . . . .79 Buxtehude: Obras completas. Vol. 14. Koopman. Challenge. . . . . . . . . . .64 — Obras completas para clave. Stella. Brilliant. .64 — Sonatas op. 2. Purcell. Chandos. . . . . . . . . . . .64 Cage: Etudes australes. Lieb- 82 ner Wergo. . . . . . . . . .64 Cantigas de nuestro Señor. Paniagua. Pneuma. . . .76 Chaikovski: Concierto para violín. Ehnes/Ashkenazi. Onyx. . . . . . . . . . . . . .65 — Suites. Marriner. Brilliant. . . . . . . . . . . . . .59 Chopin: Obras para piano y orquesta. Goerner/Brüggen. Glossa. . . . . . . . . .78 Couperin: Apoteosis. Pierlot. Mirare. . . . . . . . . . .65 Debussy: Ediciones conmemorativas. Varios. DG/Decca. . . . . . . . . .60 — Fantasía. Thibaudet/ Märkl. Naxos. . . . . . .66 — Ibéria. Pons. Deutsche Grammophon. . . . . . . .66 — Martyre de Saint Sébastien. Gatti. Radio France.67 Dubois: Obras para violonchelo. Coppey/Heisser. Mirare. . . . . . . . . . . . . .67 Elgar: Concierto para violonchelo. Watkins/Davis. Chandos. . . . . . . . . . . .67 Emmanuel: Sinfonías 1, 2. Villaume. Timpani. . . .68 Franck, E.: Quintetos. Edinger e. a. Audite. . . . . . .68 Gala Lehár en Dresde. Denoke, Beczala/Thielemann. Deutsche Grammophon. . . . . . . . . . . . . . .80 Ginastera: Estancia. Panambí. Halffter. Deutsche Grammophon. . . . . . . .69 Glass: Doble Concierto. Fain, Sutter/Russell Davies. OMM. . . . . . . . . . . . . .68 Haendel: Cantatas completas. Vol. 3 Veldhoven, True/Vitale. Brilliant. . .69 — Suites. Smirnova. EMC.68 Horizon 4. Obras de Glanert, Jeths y otros. Zagrosek. RCO. . . . . . . . . . .77 Howells: A Hymn for St. Cecilia. Layton. Hyperion. . . . . . . . . . . . . .69 Jacquet de la Guerre: Sona- tas para violín. Bonet, Montero/Weiss. Verso. .70 Kadouch, David. Pianista. Obras de Musorgski, Medtner y Taneiev. Mirare. .75 Kagel: Das Konzert. Platz. Naxos. . . . . . . . . . . . . .70 Kanawa, Kiri Te. Soprano. Obras de Verdi y Puccini. Newton. . . . . . . . . . . .76 Katchen, Julius. Pianista. Obras de Brahms, Chopin y otros. ICA. . . . . . . . . .75 Khachaturian: Suites de ballet. Svetlanov. Brilliant. . . . . . . . . . . . . .59 Luciano Pavarotti. Schapira. Euroarts. . . . . . . . . . . .80 Mahler: Sinfonía 9. Bernstein. Helicon. . . . . . . . .71 Medtner: Arabescos. Milne Hyperion. . . . . . . . . . .70 Memento. Obras de Ortega. Martínez-Castignani/Aragón. Klassik Cat. . . . . .77 Mendelssohn: Elias. Paulus. Kwon, Ardam, Lika/Daus, Cambreling. Brilliant. . .59 Monteverdi: Incoronazione di Poppea. Christensen, Lasczczkowski, Bardon/De Marchi. Euroarts. . . . . .56 — Incoronazione di Poppea. De Niese, Jaroussky, Bonitatibus/Christie. Virgin. . . . . . . . . . . . . .56 — Incoronazione di Poppea. Persson, Connolly, Doménech/Bicket. Opus Arte. . . . . . . . . . .56 Mozart: Don Giovanni. Fischer-Dieskau, Lorengar, Berry/Fricsay. Arthaus. .54 — Flauta mágica. Keenlyside, Röschmann, Hartmann/Davis. Opus Arte.78 — Serenatas. Lluna. Temps. . . . . . . . . . . . .70 Nielsen: Sinfonías 1, 6. Davis. LSO. . . . . . . . . .71 Rachmaninov: Primavera. Noseda. Chandos. . . . .72 Ravel: Pavane. Tzigane. Schmid/Ros-Marbà. Warner. . . . . . . . . . . . . . . .72 Respighi: Trilogía. Josep Caballé-Doménech. Onyx. . . . . . . . . . . . . .72 Rorem: Música de cámara con flauta. Smith e. a. Naxos. . . . . . . . . . . . . .73 Rossini: Tancredi. Takova, Barcellona, Giménez/Frizza. Arthaus. . . . . . . . . .79 Roussel: Festín de la araña. Denève. Naxos. . . . . . .73 Saint-Saëns: Sinfonías. Martinon. Brilliant. . . . . . . .59 Shostakovich: Conciertos para piano 1, 2. Matsuev/Gergiev. Mariinsky. . . . . . . . .73 — Conciertos para piano 1, 2. Korobeinikinov/Kamu. Mirare. . . . . . . . . . . . . .73 — Conciertos para piano 1, 2. Melnikov/Currentzis. Harmonia Mundi. . . . .73 — Conciertos para violonchelo 1, 2. Dindo/Noseda. Chandos. . . . . . . . . . . .73 Sweelinck: Salmos. Van der Kamp. Glossa. . . . . . . .74 Tune Thy Musicke To Thy Hart. Stile Antico/Fretwork. Harmonia Mundi.77 Verdi: Otello. Dessì, Armiliato, Meoni/Arrivabeni. Da-Sottovoce. . . . . . . .74 Villa Rojo: Música para violonchelo. Polo. Naxos. .74 Visée: Musique de la chambre du roy. Staropoli. Brilliant. . . . . . . . . . . . . . .74 Vivaldi: Arias. Kermes/Marcon. Archiv. . . . . . . . . .75 — Orlando furioso. Lemieux, Larmore, Jaroussky/Spinosi. Naïve. . . . . . . . . . . . . . .55 Wagner: Maestros cantores de Núremberg. Dohmen, Henschel, Smith/Janowski. PentaTone. . . . . . . . . .75 Zelenka: Responsoria. Luks. Accent. . . . . . . . . . . . .75 www.scherzo.es 276-dosier 20/6/12 12:20 Página 83 Infografía: Ivanpascual.co D O S I E R 83 276-dosier 20/6/12 12:20 Página 84 D O S I E R JOHN CAGE ESCUCHANDO A CAGE E 84 n la década de los años 30, John Cage asume la idea difundida por el cineasta experimental Oskar Fischinger según la cual el sonido es el alma de una cosa. Cage ve ahí una invitación a explorar los sonidos y los objetos. Esta noción cuasi mística del sonido lleva a Cage a expresarse del siguiente modo en su volumen de pensamientos Silence: “Escuchar sonidos que no son más que sonidos conduce a teorizar y sabemos que las emociones de los seres humanos son constantemente suscitadas por los encuentros con la naturaleza. ¿Una montaña, acaso, no evoca en nosotros una sensación de asombro? ¿Una noche en el bosque no da impresión de miedo? ¿No causa la muerte de un ser amado una profunda pena? ¿Hay algo más colérico e iracundo que la luz del relámpago o el ruido del trueno? Estas son mis propias reacciones frente a la naturaleza, que no se corresponden forzosamente con las de cualquier otra persona. La emoción se produce en la persona que lo siente, que lo sufre. Y cuando los sonidos son autorizados a ser ellos mismos, exigen a aquellos que los escuchan que lo hagan sin tenerlos que poner a prueba. La actitud contraria es la que apela a la facultad de respuesta o responsabilidad”. (Hay aquí un juego de palabras en inglés: “response ability/responsability”). Cage se declara favorable al instinto de curiosidad del hombre y a su sed de descubrimientos; defiende una experiencia estética que encuentra sus objetos en la naturaleza y en la vida cotidiana. Se trata entonces de objetos, de ruidos o sonidos que desencadenan reacciones afectivas. Cualquiera que sea sensible a estas reacciones descubre el potencial expresivo de estos fenómenos. Cada sonido tiene su vida propia, su carácter y sus cualidades expresivas. Cuando Cage aborda los fenómenos por sí mismos, proclama a la vez un alejamiento de la concepción clásica de la forma. Insistir en el potencial expresivo y musical del entorno cotidiano equivale, por tanto, a quebrar la concepción clásica de la obra musical. La forma pierde así su función arquitectónica y Cage acabará atribuyéndose solamente finalidades negativas. Al renunciar a continuar con el uso de los parámetros en sus composiciones, Cage defiende que esos mismos parámetros están ya de manera inmanente en todos los fenómenos de la vida cotidiana. Para resaltar la expresividad de un sonido o de un ruido aislado, Cage concibe un método de composición basado en duraciones estructuradas, que permiten integrar los sonidos más variados en un todo y dar a cada uno de ellos el espacio necesario para su desarrollo. En este punto, Pierre Boulez se muestra crítico con la idea cageana, argumentando que en cuanto los sonidos crean una pieza extensa, estos sonidos, a priori inimitables, se repetirán continuamente, por tanto se perderá su carácter de individualidad. Boulez se siente más partidario en todo caso, como sabemos, del método de composición heredado de Webern, en el que las funciones determinadas por el contexto dan una individualidad mucho más notoria a los fenómenos sonoros aislados, a pesar de su alto grado inicial de abstracción. Ni que decir tiene que Boulez se sitúa aquí en el marco conceptual de la obra musical cerrada sobre sí misma. Precisamente, para Cage esta idea obstaculiza la exploración de los fenómenos sonoros. Si, para Boulez, el detalle existe únicamente en el interior del todo del que forma parte, en Cage importa la entidad independiente, aunque eso pueda provocar el debilitamiento de la obra, ya que el sonido no dispondría del espacio necesario para su evolución. Cage, al negar la existencia de la obra musical como objeto mitológico y forma cerrada, nos quiere expresar su nula intención por dominar los sonidos (“Hay que dejar que los sonidos sean ellos mismos, solamente sonidos”) y no someterlos a regla alguna. El empleo de las operaciones aleatorias (el juego de dados, consultas al Libro de las mutaciones chino —I Ching—, el recurso a los ordenadores) significa la aceptación de cualquier sonido que presuponga el azar, sin imponer ningún juicio de valor (“Trato de disponer mis materiales de composición de manera que yo no tenga ninguna idea del resultado final”). Al desprejuiciar a los sonidos, Cage propone el acto musical como un doble proceso: de interpretación, para el ejecutante, y de escucha, para el receptor, quien participa como absoluto protagonista en obras como 4’33’’ —donde el auténtico material sonoro viene producido por el ruido del público asistente al concierto— o como elemento de consulta —el oyente dicta, con sus imprevisibles reacciones, el camino y el desarrollo a seguir de una pieza concreta: “Cada obra, en vez de ser un objeto hecho por una persona, se convierte en un proceso puesto en movimiento por un grupo de personas”. Para John Cage es importante la participación en el arte: “El arte es algo social, no sólo obra de un creador en particular. Todos deben tener la oportunidad de hallar experiencias que de otra manera jamás hubieran sentido”. Al estar desprovista de los signos convencionales de la tradición musical (exposición, desarrollo y conflicto interior), será el mismo receptor el encargado de otorgar el auténtico significado a la obra, completándola en lo que devendrá el estado último, perfecto de la pieza. El autor, desde el mismo momento en que se despreocupa del resultado final de la composición, da vía libre al receptor para que sea éste quien la “termine”, le dé forma en su propia imaginación. A todo aquel osado que interpela a Cage acerca de las auténticas finalidades de su música, el compositor norteamericano responde citando al maestro de meditación zen Lao Tzu, advirtiendo al público que sólo enfrentándose con la plena incomprensión y midiendo la propia estulticia se podrá llegar a aprehender el sentido profundo del Tao. A quien se atreve a objetar a Cage que la suya, en realidad, no merece calificarse como “música”, al que, en fin, le plantea preguntas demasiado sutiles, el autor de Music of changes le responde rogándole que le vuelva a formular la pregunta; al nuevo enunciado de la cuestión, pide otra vez Cage que se le repita la pregunta; al tercer ruego, el interrogador se da cuenta de que la frase “por favor, ¿quiere repetirme la pre- 276-dosier 20/6/12 12:20 Página 85 D O S I E R JOHN CAGE Apuntes orignales de Cage sobre el proceso de composición de la pieza 4’ 33” gunta?” no constituye una petición real, sino la respuesta de Cage a la pregunta misma. A Cage le encanta que el público se enfrente con el sinsentido de la obra musical (él añadiría el sinsentido “de la existencia”), de la misma manera que el maestro zen obliga al discípulo a reflexionar sobre el “koan”: la adivinanza sin solución de la que surge, indefectiblemente, la derrota de la inteligencia y, al mismo tiempo, la clarividencia. El receptor de una música de estas características haría bien en tener en cuenta que, en la consoladora unidad del Tao japonés, cada sonido vale, engloba todos los sonidos; cada encuentro sonoro será el más feliz y el más rico en revelaciones. “Al que escucha —dice Cage— no le quedará sino abdicar de su propia formación y cultura y perderse en la exactitud de un infinito musical reencontrado”. “La música a la que yo me dedico no tiene necesariamente que llamarse música. En ella no hay nada para recordar después. No hay temas, sólo la actividad de sonido y silencio. Quien al escucharla la considere una vivencia significativa pronto se dará cuenta de que el oído recibe cuanto suena en la vida cotidiana con alegría y satisfacción. Se ha puesto fin a la selección injusta, a la dicotomía entre la idea y el objeto, el arte y la vida”. Es una música, pues, la de Cage que surge de la vida misma. La “obra de arte” en este caso es el conjunto de realidades sonoras que conforman nuestro entorno. Para Cage, “la música tiene por finalidad templar el espíritu aportándole serenidad, haciéndolo sensible a las influencias divinas”. Las lecturas que John Cage efectúa de los textos de Henry Thoreau (Empty words) y James Joyce (Roaratorio) se cuentan, en su serenidad y suspensión temporal, entre las creaciones más sugestivas del músico norteamericano. Elaborado a base de “mesostics” (acrósticos del nombre de James Joyce) a partir de fragmentos del Finnegan’s Wake, Roaratorio es un compendio de todos los sonidos pertenecientes a los lugares citados o imaginados en su libro por Joyce. El monumental ensamblaje sonoro opera en la escucha como un universo sin principio ni fin. Al igual que Finnegan’s, la pieza musical Roaratorio se concibe como un ciclo, un continuo. A la vez que el libro, la música no posee direccionalidad alguna. Cada palabra contiene en sí misma múltiples palabras. Cada sonido, multitud de sonidos. Roaratorio aporta, además, otro dato apasionante: se sabe que Joyce quedó casi ciego al final de su vida. Es muy probable que el escritor dublinés llegara a pensar que el Finnegan’s Wake, más que leído, debería ser escuchado. Según Cage, “…el más directo contacto con las palabras del libro se realiza a través de su escucha”. Cage deja que el libro produzca su propio sonido, que nos enseñe su música —la del caos de las palabras y del mundo—, que nos enseñe su belleza —la del canto popular irlandés, la de las campanas, el agua, el fuego y los pájaros. La voz dulce y melodiosa de Cage nos hace participar del misterio de la palabra, palabra y sonido múltiple, del gran circo que es Finnegan’s Wake. El silencio Dice Cage: “Es posible encontrar la belleza en el silencio, en el intimismo”. No le preocupa tanto a Cage la expresividad de la música como que, a través del ensamblaje de los sonidos, el receptor perciba una auténtica reflexión del autor sobre la vida. Y esa vida es la de alguien que también se ve impelido al silencio, al silencio místico del viejo Maestro Eckhart, quien, según Cage, “rezaba en la tranquilidad absoluta del silencio, que es donde se escucha la palabra de Dios”. Las técnicas de composición van estrechamente ligadas a las conferencias de Cage, de forma que sus escritos se convierten en auténticas demostraciones teóricas de las piezas musicales. La estructura rítmica es tratada en Lecture on Nothing y el azar, en Juilliard Lecture. Sobre la simultaneidad, habla Cage en Where Are We Going? and What Are We Doing? y acerca de la amplificación, en Talk I. En todos los casos, se trata de una escritura puramente artística y Cage aprovecha para aplicar en ella los materiales de su lenguaje. Cage experimenta con la manipulación de pequeñas unidades de lenguaje, de lo que obtiene una serie de textos para integrarlos en el ciclo Song Books. El texto que 85 276-dosier 20/6/12 12:20 Página 86 D O S I E R JOHN CAGE contiene la sección Solo 5 de estos Song books, consta de una mezcla de letras determinadas por azar y tomadas de una página del diario de Thoreau: “a e whis not m ct th t s for e eat”, etc. En Empty words, usa el mismo método. Escribe Cage el texto dividiendo el original de Thoreau en líneas y estrofas, basándose en la puntuación que marca el texto de partida. En Lecture on Nothing, por su parte, plantea Cage la posibilidad de que los sonidos puedan existir por sí mismos, sin estar obligatoriamente manipulados por el autor. Este desinterés por la obra, la actitud de objetivismo, con el fin de no enturbiar el sentido real de los sonidos, no tiene nada que ver con un pensamiento nihilista. Es más bien una actitud que tiene sus raíces en la “inconsciencia divina” promulgada por el Maestro Eckhart y que se basa en la negación de ideas fijas, una negación que, en última instancia, lo acepte todo. La Nada de Cage conecta con lo que el Maestro Suzuki dice acerca del vacío del Budismo: “Un cero lleno de infinitas posibilidades, un vacío de inagotables contenidos”. La mayor parte de las ideas expuestas en Lecture on Something se deben a la influencia que sobre Cage ejerce Morton Feldman, a quien conociera en 1950. El importante papel que juega en Cage la idea de la no-continuidad proviene de la influencia que sobre él tuvieran las piezas gráficas de Feldman, donde las alturas pueden ser tocadas tal como las entiende el intérprete. Feldman parte ahí de la idea de que, con notaciones gráficas, es posible emplear diferentes grupos de sonidos y no unas específicas combinaciones de alturas. Cage termina, pues, aceptando y adoptando los gráficos expuestos en las primeras obras de Feldman como la aceptación de todos los sonidos en cualquier combinación posible. El uso del espacio en Feldman equivale a la utilización de las estructuras rítmicas por parte de Cage, aunque en Feldman se aceptan todos los sonidos de forma igual a lo largo de toda la pieza. En el String Quartet in four parts, los fenómenos musicales poseen una cualidad estática y, al mismo tiempo, una notoria falta de ambición o de propósito. La secular progresión de un acorde a otro en la armonía funcional la sustituye aquí Cage tratando cada acorde como un sonido aparte; se seleccionan cuidadosamente los acordes solamente en función de su sonoridad. Nace así una sola línea melódica, una “línea en el espacio rítmico”, creada por los acordes de este ensamblaje de la misma manera como se enhebran las perlas de un collar. La reducción al silencio del String Quartet in four parts se extrema en 4’33’’, la “silent piece” de Cage y que es la cima del pensamiento expuesto en Lecture on Nothing y la finalidad última de la influencia del Maestro Eckhart. Los sonidos, como se sabe, de 4’33’’ no son interpretados por músico alguno y significan la entrada de los elementos de azar e indeterminación en este músico. Dividida en tres partes de longitud fijada, en la obra late la idea de un silencio estructurado. Según Cage, si todos los sonidos se suceden teniendo en cuenta el orden de la estructura rítmica, semejante a una estructura cuya función fuese englobar cualquier sonido (los ambientales, incluso un silencio de muerte), esos mismos sonidos tendrían lugar dentro de un orden estructural. Inmersión en el vacío, la pieza 4’33’’ es otro claro homenaje al mundo de Eckhart y a su invitación a escuchar el “mundo oculto, escondido”. Periodos 86 La obra de Cage es susceptible de partición en tres períodos. El primero, que comprende de 1938 a 1950, está dominado por las piezas de percusión, el tono igualmente percutivo de las piezas para piano preparado y el minimalismo derivado de Satie. El segundo (1950-1980), corres- ponde a las piezas con elementos de azar, la inserción de materiales preexistentes y los collages (Atlas eclipticalis, Song books, Concierto para piano, Fontana mix) y el tercero (1980- 1992), coincide con el último tramo de su vida, dedicado a una obra musical de gran austeridad y economía de medios. En el empleo de la percusión del primer período (Trio, First Construction in metal, Imaginary landscape), hay que entender el afán de Cage, como seguidor de Varèse, por rechazar toda estructura musical convencional y el gusto melódico tradicional, aparte de la obsesión por el ruido: “Creo que el uso del ruido hará que la música avance hasta que alcance una sonoridad producida mayoritariamente por los materiales electrónicos”. Cage es mucho más visionario en el ensayo de 1938 The Future in Music: Credo: “Si en el pasado, el punto de discusión en la música se centraba entre la disonancia y la consonancia, en el inmediato futuro será entre el ruido y los sonidos llamados musicales”. Cage prefiere ya en aquellos años sustituir la palabra música por “organización del sonido”. Hijo de inventor, para Cage era fundamental abordar la música desde el mismo campo de la invención de nuevos sonidos, formas y métodos de composición. La estructura eminentemente rítmica de las obras de percusión dará paso a la línea fundamentalmente melódica de las obras para piano, inspiradas lejanamente en el postimpresionismo y la reducción de materiales de un Satie (Dream, Root of an Unfocus, A room…). Si en las piezas de percusión la música se construye con bloques de sonido organizado, según el patrón fijado por la estructura rítmica, en las piezas para piano preparado el mismo material invita a un énfasis en la melodía. Cage monta una ilusión sonora por medio de ornamentos y sutiles inflexiones. Son siempre obras de pocas notas, de una gran levedad, pero en el caso de las piezas de larga duración o mayor complejidad, como las formidables y visionarias The perilous night y Four walls, se asiste a momentos de una extasiante inmovilidad. En las Sonatas e Interludios para piano preparado se escucha al Cage más emocional y expresivo. Concebidas como un “ensayo para expresar en música emociones imperecederas”, las Sonatas, aun sin llevar un programa explícito, muestran todo un abanico de expresiones, siendo las más vehementes la tercera y la novena, mientras que las cuatro últimas son las que menos carga emocional contienen y, a la vez, son las más ricas musicalmente. La misma superficie plana, límpida, exhibida en el String Quartet in four parts, en donde la Voz de la composición respira a través de los instrumentos, se encuentra en el resto de piezas que para la misma formación Cage escribiera en los años 80, su último y fértil período creativo: Music for 4, Thirty pieces four string quartet o Four, donde el sentimiento místico se hace aún más explícito. Una gran austeridad formal se percibe en las muchas piezas que Cage compone en esta década de los 80 para pequeños grupos instrumentales, las llamadas “number pieces”, en razón de que cada obra se titula según el número de instrumentos que comporta: One, Five, Seven o la lapidaria Ryoanji: severa procesión de sonidos mantenidos y de silencios, ritmo inmutable de la percusión a la manera de un ritual japonés. Estas piezas se basan en sonidos individuales, la mayoría, tranquilos y quietos, de larga duración, con el silencio como elemento omnipresente. Por su delicadeza de diseño, estas piezas no están muy lejos de la estructura sutil del haiku japonés (Five) e igualmente se aproximan a los espacios sonoros creados por Luigi Nono, en donde a los enormes silencios suceden aglomerados de notas o líneas melódicas que, como materia viva que son, nunca se resuelven. Francisco Ramos 276-dosier 20/6/12 12:20 Página 87 D O S I E R JOHN CAGE LA INFLUENCIA DE CAGE EN LA MÚSICA ESPAÑOLA Varios músicos pueden aspirar holgadamente a la investidura de “El Cage español”. Una investidura de doble filo, pues si inicialmente quiere sonar como título nobiliario, casi como una condecoración, pronto se transforma en un sambenito, en una carga opresora, porque parece definir una personalidad artística mediante otra —lo cual implica anularla. P ero innegable es que numerosos músicos españoles han sido decisivamente influidos por la creación, las ideas y la carismática personalidad de John Cage. Y de eso se trata en este ensayo: de su presencia en España, física y virtual; de sus huellas, de sus “estelas en la mar”. Cage en España Comencemos invirtiendo nuestro título: ¿cómo influyó España sobre Cage? No muchos saben que Cage estuvo tres meses en Mallorca cuando tenía diecinueve años de edad (en 1931). Aún no se había despertado su vocación musical, y de hecho fue en Mallorca donde Cage comenzó a componer (concretamente en Sóller). Al seguir su camino abandonó estos manuscritos (se sospecha que son parte de la colección particular de Don Sample, ahora en el sur de Francia). En una entrevista (con Fernando Huici en 1972), Cage describe su viaje: “Después fui a Córdoba, Sevilla, Madrid, Toledo… Viajé en tren utilizando un kilométrico de tercera clase. Los asientos eran de madera y la gente comía en el vagón”. En su Declaración autobiográfica (1989) Cage recuerda: “La música que componía seguía algún mecanismo matemático que ya no recuerdo. No me parecía que fuera música, así que la abandoné cuando dejé Mallorca, para alivianar mi equipaje. En un esquina de Sevilla noté la multiplicidad de los eventos simultáneos, visuales y auditivos, confluyendo en mi vivencia personal y produciendo regocijo. Este fue para mí el comienzo del teatro y del circo”. No hay que olvidar el impulso ibérico en el despertar de la vocación de Cage. Pero profesionalmente, John Cage estuvo otras veces en España. Acaso ya en 1960 en Barcelona y Madrid, centralmente en 1972 en Pamplona, brevemente en Madrid en 1984, en 1985 en Barcelona, y finalmente dos veces en 1991: en Barcelona y Madrid. Simplificando: en la visita de 1972 Cage sembró, en las demás cosechó —o estuvo de incógnito. Cage participó en los famosos Encuentros de Pamplona de 1972 (el más internacional de los festivales españoles de vanguardia) y dejó una impresión imborrable. El 2 de julio actuó en el Frontón Labrit, interpretando sus flamantes 62 Mesostics re Merce Cunningham a través de ocho micrófonos, cada uno conectado a un distinto mecanismo de manipulación electrónica del sonido. No solamente los músicos que asistieron a su concierto quedaron impresionados. Variations V, NDR, 1966 También poetas visuales como Antonio Gómez (Cuenca, 1951), artistas plásticos o performers como Esther Ferrer (San Sebastián, 1937). La causa: debido al estilo desparpajado de John Cage, donde el concepto de frontera interartística está en perpetuo cuestionamiento, y donde el límite entre arte y vida cotidiana no es tajante, sus obras hablan inevitablemente a artistas de diferentes genealogías. Existen referencias a una fugaz visita de Cage a Madrid: el 3 o 4 de mayo de 1984 participó en una mesa redonda en homenaje a Marcel Duchamp organizada en la fundación La Caixa. Poco después, en julio de 1985, el coreógrafo Merce Cunningham y John Cage actuaron en el festival Grec-85 de Barcelona, presentando el montaje de danza Events en el teatro de Montjuïc. (Cage escribió música durante medio siglo para la compañía de danza moderna de Cunningham.) En aquel momento, Cage declaró al diario El País: “La música no crea un ritmo para los bailarines sino un espacio, un ambiente. Es como en la calle, donde la actividad humana no tiene nada que ver con los ruidos del entorno. La danza es movimiento y el movimiento no necesita excusas”. Esta obra, Events (acontecimientos), evita una dramaturgia narrativa. “Prefiero no condicionar [al espectador]. El título tiene un significado, pero es lo suficientemente ambiguo para que no insinúe un contenido concreto”, declaró Cunning- 87 276-dosier 20/6/12 12:21 Página 88 D O S I E R JOHN CAGE comiendo hongos al tuntún o haciendo jugadas sin ilación, terminará envenenado y perdiendo la partida. Madrid, 10 de noviembre de 1991. En un hotel de la Gran Vía se encuentran —tablero de por medio— John Cage y Eduardo Scala, poeta, ajedrecista y personaje madrileño esencial. Escribió: “En la jugada 18 le indiqué que con el movimiento de torre perdía un valioso peón, invitándole a rectificar. El maestro, entonces, me dio otra lección: ‘No se preocupe, yo acepto mis errores: sé convivir con ellos’”. Poco después, caballerosamente, Scala ofrece el empate en una posición totalmente ganada. Las huellas de Cage Eduardo Scala y John Cage jugando al ajedrez 88 ham. Cage rechazó que la ausencia de un argumento convierta a la danza en un arte frío: “La danza no puede ser fría porque atañe y está protagonizada por el cuerpo humano. En este sentido, la arquitectura sí que sería un arte frío”. Enero de 1991, Cage está sentado en la sala inferior del Espai Poblenou, en Barcelona. Tiene ante sí un folio lleno de cifras y letras, dispuestas en columnas. Con insobornable parsimonia recorta unos papelitos amarillos en los que escribe algo con mano temblorosa y luego deposita en una caja de cartón, unos, y en una bolsa de plástico, otros. Realiza la primera extracción. Ni que fuera la primera vez que utiliza el azar. Se levanta, señala uno de sus cuadros, cuenta los pasos a lo largo de la pared e indica el lugar exacto en que deberá ser colgado. “Este método me lo enseñó Marcel Duchamp, que trabajó con él en 1912 para su obra Erratum Musical. Él utilizaba un sombrero. En Nueva York utilizo el ordenador para operaciones bastante más complicadas que ésta, pero no lo he traído”. Lo que ha venido a hacer este artista integral no es ahora música, sino una exposición de pinturas, resultado de dejar ahumar el papel sobre una llama producida por la combustión de panojas de maíz. En la sala superior se encuentra la instalación Writing through the Essay “On the Duty of Civil Dessobedience”, basado en el texto de Henry David Thoreau sobre la desobediencia civil —un concepto de “higiene política” que periódicamente retoma actualidad. Esta exposición —una iniciativa de Gloria Moure— duró cuatro meses. La última visita de Cage fue a Madrid en noviembre de 1991, donde asistió a una serie de conciertos dedicados a su obra (también había venido Merce Cunningham a presentar sus coreografías recientes en el Teatro Albéniz en el marco del Festival de Otoño, incluyendo Beach birds con música de Cage). De esta visita destaquemos su faceta como ajedrecista. Cage utilizaba en sus obras métodos aleatorios; pero para compensar la presencia del azar en su vida tenía dos aficiones: la micología (el estudio de las setas) y el ajedrez. Ambas actividades son la antítesis del azar: si uno va Hablemos ahora de los cageanos. ¿Y acaso de los anti-cageanos? Cage es una de esas figuras que dividen en pro y contra. Si se lo toma en serio, si se lo conoce bien, es imposible permanecer indiferente. Pero tampoco tomemos las cosas a la tremenda. Estando tan avanzado el siglo XXI, no ser un pro-cageano militante no implica ser anti-Cage. Un compositor actual dirá que le interesa mucho su figura y su ejemplo, pero que no tiene ninguna influencia musical más allá de algunos lugares comunes. La disyuntiva “pro o contra Cage todavía creaba malestar y banderías en los ochenta, pero ha fluido tanta agua desde entonces… Una polarización beligerante del tipo “soy mejor que tú porque conocí a Cage” frente a “Cage es el emperador desnudo cuyo supuesto ropaje invisible todos loan” comienza a resultar risible. Son los compositores que nacieron cuando Cage era septuagenario, los que comienzan a tener peso hoy, quienes pueden dimensionar la absorción de Cage. Pero a esto ya llegaremos. Veámoslo cronológicamente En una entrevista publicada en el periódico Pueblo (5 de agosto de 1972), Cage afirmó que “Me gusta mucho la obra de Zaj: Juan Hidalgo y Walter Marchetti. Me gusta especialmente porque, para mí, representa la simetría en el tiempo. Cuando usted oye esa música se siente obligado a crear su propia experiencia, porque lo que ellos hacen es totalmente simétrico y comprensible desde el principio”. (Pocos días antes, el grupo Zaj había ejecutado una obra experimental para catorce sillas.) Juan Hidalgo (Las Palmas de Gran Canaria, 1927) había conocido a Cage ya en 1958, en el Festival de Darmstadt. La impronta de Cage en la primera generación de influenciados comienza con el grupo Zaj, fundado a fines de 1964 por los músicos españoles Juan Hidalgo y Ramón Barce. Los otros miembros eran Walter Marchetti (músico italiano), y Esther Ferrer (artista plástica española), que se agregó cuando Barce abandonó la agrupación. Hubo además afinidades puntuales, como con José Luis Castillejo, Tomás Marco o Miguel Ángel Coria. Mucho es lo que debería decirse sobre este grupo de vanguardia enraizado en el dadaísmo y el movimiento Fluxus (Hidalgo decía que Cage era su padre y Duchamp su abuelo). Para nuestro tema baste mencionar que —como Cage— en Zaj se intenta no limitar el concepto de qué es música a lo estrictamente sonoro, que se trabaja con el happening y la performance como matrimonio de música y acción, que se rechaza la sacralización del objeto artístico, que se buscan lugares no habituales para la realización de hechos sonoros (si no los queremos llamar “conciertos”). Como muchos de los movimientos nacidos para sacudir las rutinas estéticas, Zaj, por definición, no podría transformarse en una estética mayoritaria. No se subestime además que Zaj surgió en pleno régi- 276-dosier 20/6/12 12:21 Página 89 D O S I E R JOHN CAGE men franquista, en un ambiente ideológico en el que mucha gente creía sinceramente que un artista revolucionario podía ser un revolucionario a secas. Juan Hidalgo y John Cage siguieron en contacto. En 1960 (el 8 de noviembre) Hidalgo y Marchetti organizaron un recital de David Tudor —el pianista de cabecera de John Cage— en la sala de audiciones del colegio de abogados (Club 49). Este concierto (que incluyó Winter Music y Variations I) se repitió dos días más tarde en Madrid, en el Instituto Internacional. Es posible que Cage haya estado presente. Bastante más tarde, en 1978 (26 al 28 de junio), Hidalgo y Marchetti coordinaron un acto bautizado Il treno di John Cage en Bolonia, Italia; tres excursiones para “tren preparado”. Esto incluyó la realización de 210 cintas de sonido y coordinar los aportes de una larga docena de instrumentistas y actores. Juan Hidalgo (con Zaj) viene siendo, desde los años sesenta, el profeta de Cage en España. Una segunda generación de influenciados tiene a Llorenç Barber (Aielo de Malferit, 1948) como cabeza de filas. El compositor valenciano reconoce haber tomado contacto con las ideas de Cage (mediante su libro Silence) en 1970, y meses después con el grupo Zaj, que brindó un concierto en Valencia. Barber es el John Cage y Juan Hidalgo almorzando en la trattoria La Colomba de Venecia en 1972 autor de uno de los pocos libros sobre Cage que existen en español (Círculo de Bellas Artes, Madrid, 1985). agredir los críticos o el público”. [Todas las citas que siguen Para Barber, “una escucha lúcida de la música de Cage provienen de diálogos epistolares con el autor de este artícupuede ayudar a explicar muchas cosas de las propuestas comlo durante abril de 2012]. positivas occidentales de los últimos digamos cinco decenios”. Una visión crítica es la del compositor Benet Casablan(Llorenç Barber, “John Cage, el hombre que hablaba en futucas (Sabadell, 1956): “[Cage es] casi un contraejemplo de lo ro”, Madrid, 2001, www.campanabarber.com). que para mí constituyen los valores más auténticos del arte Estas dos personalidades —Hidalgo y Barber— reflejan y de la música en particular. En definitiva, una impostura influencias quasi directas de Cage. Se puede ampliar el cuyo interés —confinado esencialmente a lo conceptual— árbol genealógico con otros músicos como Tomás Marco está perfectamente acotado y amortizado históricamente”. (Madrid, 1942; uno de los más prolíficos compositores y A partir de aquí, las cosas se ramifican aún más. Hay músiensayistas españoles), José Luis Berenguer (1940, composicos que han reconocido influencias de Cage, aunque más paltor valenciano especializado en música electrónica), Carles pables en ámbitos interpretativos que compositivos, como Santos (1940, músico de formación clásica pero actualmente Joan Cerveró (Manises, 1961), director del Grup Instrumental pluridisciplinar, autor de teatro musical). Por varias de sus de València, o Carlos Galán (Madrid, 1963), quien con su gruobras gráficas y/o aleatorias de los años setenta, podemos po Cosmos XXI ha tocado obras de Cage con extrema unción. incluir a Carlos Cruz de Castro (1941) en nuestra enumeraEspecialmente lúcidas resultan las observaciones de ción de (¿ya indirectamente?) influenciados por Cage. Mercedes Zavala (Madrid, 1963), porque subrayan el aspecto general, aplicable a cualquier estilo, y no una faceta concreta. Esto parece indicar que es en su generación cuando La influencia se dispersa las influencias comienzan realmente a ser digeridas: “John Cage ha sido para mí importante en la conformaHay compositores para los cuales Cage es todo, otros para ción de una ‘identidad’ artística, es decir, en cómo me veo a los cuales Cage es algo —una influencia entre varias— y mí misma a la hora de componer, y en cómo concibo el algunos para los cuales Cage es nada. hecho de hacer música hoy. Admiro su capacidad para funEn la generación de los nacidos en los cincuenta, las dir pensamiento y praxis, que en lo musical devienen influencias de Cage son más veladas. Se puede mencionar a aspectos de lo mismo. Cage realiza para ello un brillante Antonio Agúndez (1951), cofundador del grupo Glosa, ejercicio de coherencia. También me interesa la manera de quien realizó acciones y actos musicales junto a Paco Guecuestionar lo supuestamente evidente, y desmontar prejuirrero, aunque luego fue siendo absorbido por su actividad cios sobre lo que es o debe ser el arte”. como eficiente abogado de empresa. “Sin embargo, no me interesa nada el culto a Cage. MienToma el micrófono el compositor José Iges (Madrid, tras él tiene el coraje de repensar lo que es la música, e inclu1951): “Nunca he sido cageano, aunque sí me han interesaso de contradecirse cuando lo considera necesario, los adorado muchas cosas de Cage. Por ejemplo, su Paisaje imaginadores de su obra quieren convertirlo en otro gurú más, que rio nº 4, obra en la cual se emplean receptores de radio nos guía en el camino de la verdad. Es cierto que, en línea como instrumentos y nadie puede determinar lo que sonacon su gusto por la paradoja, Cage jugó a ser gurú, desde el rá. Eso aporta un pensamiento nuevo, que sirve para abrir pensamiento Zen y con la ‘lógica’ del Koan. Yo creo que le fronteras en la música. Cage es un gigante a cuyos hombros divertía muchísimo el papel, pero en parte el Cage músiconos subimos a veces para otear mejor el horizonte, y algupensador fue anegado por su propio personaje…”. nos lo emplean para esconderse detrás cuando les tratan de 89 276-dosier 20/6/12 12:21 Página 90 D O S I E R JOHN CAGE “Me asombra su capacidad para retroceder uno o más pasos y distanciarse a contemplar lo musical —o lo artístico, o lo vital— desde una perspectiva más amplia, salirse del recinto cerrado. La toma de otra perspectiva requiere el ejercicio de la escucha y por tanto, el cultivo del silencio. Cage concibe el silencio como una idea que, al igual que la de justicia o libertad, nace en nosotros precisamente porque su consecución total es imposible”. La generación flamante Entre los cientos de voces treintañeras que podrían hablar aquí, la compositora Sonia Megías López (Almansa, 1982) nos dice qué significa Cage para ella: “Me parece un rompedor-replanteador, y tiene que ver el hecho de que no tuviera formación musical, sino de otro tipo. Creo que las formaciones musicales son más mutilantes que inspiradoras, y por eso cuando me toca enseñar, hablo de tipos como Cage u otros estadounidenses de su misma generación: Phill Niblock, Meredith Monk, Harry Partch… que han roto esquemas y se han atrevido a ‘shockear’ al público con otras concepciones de lo que es la composición y la música en general. Estos compositores no sólo me inspiran a nivel didáctico, sino también compositivo. Esto explica mi presencia en Estados Unidos: para aprender de los que aún viven y documentarme sobre los que ya murieron”. Los intérpretes Muchas veces los instrumentistas tienen una actitud más pragmática y menos ideológica que los compositores. Por eso les he planteado a diversos intérpretes: “¿por qué le ha resultado importante y diferente tocar obras de Cage?”. La pianista mejicana Eva Alcázar reside en Madrid desde hace décadas: “Detrás de su obra hay una postura filosófica que la sustenta. Su gran inventiva y sentido de la libertad lo lleva a inventar el ‘piano preparado’, todo un mundo sonoro que se abre a través de un instrumento cuyas posibilidades tímbricas se multiplican introduciendo entre las cuerdas objetos de diferente material”. Un pianista esencial, Juan Carlos Garvayo (Motril, 1969), ha tocado prácticamente todas las obras de Cage para piano preparado: “Me da una pereza tremenda preparar pianos, pero el resultado es tremendamente atractivo una vez que el piano está listo. Cage es fresco, desinhibido y al mismo tiempo elegante, cuidadoso, sensible”. El flautista Julián Elvira (Cuenca, 1973): “Mi relación con el trabajo de Cage es a partir de su conexión con la música zen y los procesos creativos experimentales. Me interesa como artista en general y no únicamente como músico”. Puesto que Cage escribió tanta música para percusión, es comprensible que muchos de sus fans sean percusionistas. Es el caso de Juanjo Guillem (del trío Neopercusión): “La percusión actual no existiría si Cage no hubiera explorado en ese territorio, sobre todo en el concepto instrumental, nos enseñó que cualquier sonido es música”. En la educación 90 Quiero subrayar la importancia de Cage en la educación musical, especializada o no. En varias ocasiones (aunque no en España) condujo proyectos con escolares, donde llevaba a la práctica dos de sus ideales: que no es imprescindible dominar la técnica instrumental ni saber leer partituras antes de poder expresarse musicalmente, y que la simultaneidad de acciones no coordinadas —realizadas por varias personas al mismo tiempo pero de manera independiente— puede tener un atractivo no menor al de una creación manada de una única mente. La condición que él exigía en estos casos era la disciplina —tomar en serio la actividad lúdica— y la conciencia de que la libertad artística implica responsabilizarse por el resultado estético. ¿Por qué es atractiva la música de Cage a nivel didáctico, escolar o en conservatorios, para los ejecutantes? ¿Cuál es la esencia de su atractivo en la formación (a) de un músico profesional (b) de un ciudadano musicalmente culto? Comenta el compositor y director Fabián Panisello (Buenos Aires, 1963): “A nivel didáctico puede ser interesante por presentar determinadas fases del proceso compositivo —y quizá de la estructura del pensar en general— de un modo desnudo y casi abstraído de su forma habitual: en su obra hay elementos que, por analogía, abordan temas de gran calado, como la forma abierta o el juego”. Complementa el compositor y docente Enrique Blanco Rodríguez (Madrid, 1963): “Cage me parece un compositor en una posición única. Su mayor contribución es la de obligarnos a todos a efectuar una enorme ‘limpieza de oídos’. En ese sentido su lugar es insustituible, pero peligroso. Una reverencia exagerada por su obra lograría convertir su labor en inútil. Sus admoniciones sobre escuchar con limpieza lo que realmente está sonando, no lo que creemos que suena o lo que debería sonar pierden todo sentido si realizamos una escucha con un mal entendido concepto del respeto. Cage debe renacer cada cierto tiempo para que cuestionemos costumbres a menudo inútiles y peligrosas”. Coincide Domènec González de la Rubia (compositor y director, Mérida, 1964): “La música de Cage es sinónimo de libertad y de antiacademicismo. Para un músico profesional, conocer la filosofía que impregna las creaciones de Cage representa un feliz acontecimiento. Viene a ser como abrir una ventana por la que el aire puro corre y oxigena una estancia. Para un ciudadano culto, no músico, la música de Cage le pone en contacto con sonidos que parecen surgir del fondo de nuestra consciencia, arraigados en la tierra sin intervenciones artificiales”. Hay también miradas relativizantes: para Benet Casablancas, la fascinación pedagógica del fenómeno Cage se basa en que “genera la ilusión de que todo el mundo es compositor [en el caso de la educación] y de que es posible comprender la música guiándose más por las ideas que por el oído musical, en el caso del melómano que busca un acceso rápido y sin demasiadas trabas a la música ‘contemporánea’”. Con respecto a la formación de jóvenes instrumentistas, la profesora Eva Alcázar detalla: “No te imaginas lo estimulante que resulta para ellos trabajar las obras de Cage. El 17 de febrero [2012] hice un concierto-homenaje con los alumnos de mi clase de piano del conservatorio Adolfo Salazar. Tocaron nueve obras para piano preparado y el mismo alumno introducía el material indicado; esta preparación formaba parte de la acción escénica”. Agrega Mercedes Zavala: “4’33’’ se puede preparar sin tener nivel de ejecución instrumental o vocal alguno, pero no es apta para cualquiera: hace falta un mínimo de madurez mental, disciplina física y autocontrol. Es una obra de ejecución difícil y de interpretación más complicada aún. Quien no entienda esto, es que debe ponerse inmediatamente a montarla”. Juan Carlos Garvayo: “Sus obras para piano preparado son estupendas para introducir a los alumnos al caleidoscópico mundo del piano actual. Se lo pasan estupendamente preparando los pianos y la música no es difícil técnicamente”. Sintetiza Mercedes Zavala: “La lección más importante que puede transmitir un docente es que hay que pensar por uno mismo: las obras y reflexiones de Cage son una herramienta inestimable para ello. También para los oyentes —todos lo somos— dispuestos a cuestionar su visión del mundo”. Juan María Solare 276-dosier 20/6/12 12:21 Página 91 D O S I E R JOHN CAGE CAGE Y LAS ARTES VISUALES T odo aficionado al ámbito de la música contemporánea reconoce hoy sin duda que John Cage ocupa un lugar clave en el desarrollo experimental de la vanguardia musical, en el curso de la segunda mitad del siglo XX. Y aun sin un particular conocimiento de lo ocurrido en la esfera coetánea de las artes plásticas, es fácil que tenga también noticia de la relación que el compositor estadounidense mantuvo con algunas figuras fundamentales de ese otro campo creativo. Sin embargo, puede que muchos de ellos se sorprendan ante el hecho de que Cage sea considerado hoy por igual un referente no menos decisivo por el discurso dominante en la esfera de las artes visuales. No es en todo caso, como sabemos, el único músico contemporáneo que mantuvo vínculos relevantes con el ámbito de la plástica. Baste, en ese sentido, con mencionar dos ejemplos que, además, son figuras bien cercanas al propio Cage. Uno es, por supuesto Eric Satie, a quien Cage había de reivindicar de forma bien temprana, a contracorriente entonces de la opinión dominante en los círculos musicales, y que tan significativos valedores había tenido, en el París del primer tercio del pasado siglo, entre otros, en los dadaístas, con los que colaboró en legendarios proyectos escénicos. El segundo es el propio Arnold Schoenberg, maestro clave para el joven Cage en la California de mediados de los años treinta, quien había desarrollado una bien notable producción pictórica entre 1906 y 1913 —un tema sobre el que volveremos más adelante— y en quien Kandinski reconocía, en la faceta de compositor, como una influencia decisiva para su propio tránsito hacia la abstracción. Y, aun así, el papel de John Cage en relación a la plástica va mucho más allá de los dos ejemplos citados. Tanto es así que, para buscarle un equivalente, habría que remontarse hasta ese otro paradigma estético que supuso, en el tramo final del XIX, la figura de Wagner. Llegados a este punto, me temo que, ante tal afirmación, la anterior sorpresa de algunos lectores pueda trocarse en estupor, cuando no en rechifla. Y sin embargo, es justo eso lo que el historiador del arte y musicólogo británico Simon Shaw-Miller insinúa, incluso desde el título mismo, en su monografía Visible deeds of music: Art and music from Wagner to Cage, para quien la estrategia derivada a partir de la estética del silencio de Cage viene a reformular, en términos radicalmente distintos, la noción de Gesamtkunstwerk, de tal forma que la herencia “postcageana” en el horizonte de la postmodernidad determina “una conciencia más clara del desvanecimiento de los límites entre disciplinas y de la necesidad de repensar la relación entre estas”. años, tras abandonar los estudios iniciados, dos cursos antes, en el Pomona College de Claremont en California. Sin embargo, será de hecho el reencuentro en la capital francesa con uno de sus antiguos profesores del Pomona College, el arquitecto e historiador del arte José Pijoan, lo que encarrile, de una vez por todas, las cosas. Según narrará el propio Cage en numerosas ocasiones —en las que se refiere siempre, con sumo afecto, al maestro catalán— al enterarse éste del interés que había desarrollado por el gótico, le dio, nos dice, literalmente “una patada en el trasero”, tras lo cual le presentó al arquitecto de origen húngaro Ernö Goldfinger —admirador de Le Corbusier y uno de los representantes tempranos del movimiento moderno—, en cuyo taller trabajará unos meses. Y es justo en ese contexto, y tras la “patada” de Pijoan, donde el jovencísimo Cage comenzará a desarrollar una inclinación genuina hacia las vanguardias tanto plásticas como musicales. Prolongando, de inmediato, su viaje hacia España, recalará en Mallorca donde, al menos oficialmente, centrará ya su dedicación tanto en la composición musical como en la práctica de la pintura, actividades que seguirá simultaneando tras su regreso a América, una vez que las consecuencias del crac bursátil del 29 en la economía paterna, diera al traste con la asignación que financiaba su periplo europeo. No sabemos, en realidad, mucho de la pintura realizada por Cage en ese periodo, dado que, que sepamos, no se conservan ejemplos de lo producido en dicha fase auroral. Tan sólo queda el testimonio de lo que él mismo nos cuenta, cuando alude al interés primordial por el color que, en la estela de Van Gogh, guía los paisajes del natural que pintará en Mallorca o a la exploración de nuevas técnicas, ya en América, donde renuncia al pincel para aplicar la materia pictórica empleando lana de acero. Con todo esa inicial vocación pictórica se verá pronto interrumpida, a raíz de que, en su encuentro con Schoenberg, éste acepte ser su maestro, dado que el joven alevín no podía costearse sus clases, sólo a cambio de arrancarle el compromiso de una dedicación exclusiva a la composición musical. Una exigencia que, bien probablemente, él mismo se había autoinfligido al cerrar también su ciclo pictórico en el periodo expresionista. Y parecería así, tras comprometer Cage por entero su destino, hacia 1935, con la música, que la inclinación hacia la plástica, cuando menos en el plano de la creación, quedaba irremediablemente mutilada. Sólo que, justo en el arranque de la siguiente década, otro encuentro estelar había de trastocar —tanto en la praxis metodológica, como en una dimensión simbólica de alcance mucho más decisivo— ese estado de cosas. Una patada que concluye con una renuncia Uno ante todo, entre los nombres de oro No precipitemos, sin embargo, las cosas. Ya que hablar de los vínculos de Cage con las artes visuales obliga a hacer referencia a cuestiones de orden y nivel bien distintos. Cabe decir, de entrada que el interés del joven Cage por la plástica surge en una etapa extraordinariamente temprana de su biografía. Tanto es así que incluso, en un primer momento, convive en una amalgama indiferenciada, sin claras prioridades, junto con el interés por la música o la escritura, antes de llegar a decidir hacia dónde orientar su vida. Curiosamente, la inclinación inicial se concretaría en el estudio de la arquitectura gótica, a raíz del impacto que ésta le causa al llegar a París, en el primer viaje que realiza a Europa, con apenas 18 El azar me deparó, a lo largo de la vida, la oportunidad de encontrarme y conversar en dos ocasiones con John Cage. La primera fue en el marco de los, hoy tan legendarios, Encuentros de Pamplona, cuyo acontecimiento a la postre más emblemático fue precisamente el concierto de los “mesósticos” que Cage dio en la Ciudadela junto con David Tudor. Una experiencia de carácter iniciático que había de dejar profunda huella en muchos jóvenes de mi generación, que más tarde desarrollarían significativas trayectorias en diversas vertientes de la creación o la cultura. Pero es, en todo caso, el segundo de esos encuentros el que resulta aquí pertinente. Ocurrió justo doce años más tarde, coincidiendo con una 91 276-dosier 20/6/12 12:21 Página 92 D O S I E R JOHN CAGE Marcel Duchamp y John Cage en Toronto, 1968 92 estancia de Cage en Madrid, que los recuentos de sus viajes a España no siempre suelen mencionar. Pues bien, el compositor se había trasladado a la capital española, precisamente para asistir a la inauguración de la retrospectiva de Marcel Duchamp organizada en 1984 por la Fundación La Caixa. Lejos de ser una visita anecdótica, la presencia de Cage en la inauguración madrileña, rendía una vez más homenaje a una figura con la que había mantenido estrecha amistad y que había constituido, como sabemos, un paradigma decisivo para su propia evolución como creador. De hecho mi reencuentro con él en aquella ocasión tuvo también algo de “dejá vu”. Pues al entrar en un despacho de la entidad, me topé con la siguiente escena: sentados frente a frente, Cage y Teeny Duchamp, la viuda del artista, jugaban una partida con un pequeño ajedrez de viaje, cuyo tablero y piezas habían sido realizados por el mismísimo autor del Gran Vidrio, en lo que se diría en una recreación en la intimidad de la celebérrima performance Reunión que, en marzo del 68, había convocado en el Ryerson Theatre de Toronto, igualmente en torno a un tablero de ajedrez, a ambos personajes en compañía del propio Duchamp, seis meses antes apenas de la muerte de este último. Cage y Duchamp se conocieron en 1942, en el piso que Peggy Guggenheim y Max Ernst compartían en Nueva York, y donde el joven compositor se alojaba, invitado por los anfitriones, junto a su esposa Xenia. “En aquel adorable apartamento con vistas sobre el East River”, recordará más tarde, “me topé con mucha gente cuyos nombres estaban escritos con letras de oro en mi cabeza: Piet Mondrian, André Breton, Virgil Thompson, Marcel Duchamp…”. Pues bien, será el último de esos nombres de oro, quien se convierta en referente canónico, hasta el punto que, en una conversación mantenida por ambos en Venecia hacia 1959, Cage llegará a reconocer: “Usted hacía el año de mi nacimiento lo que yo estoy haciendo actualmente”. Y no era, en todo caso, una forma de hablar. Ya que Cage se vio vivamente impactado por la radicalidad en la apelación al azar que Duchamp había mostrado en su Erratum musical de 1913, una composición musical realizada a partir de la extracción aleatoria de 25 notas —notas musicales, “anotadas” en pequeños pedazos de papel— del fondo de un sombrero. Cage realizó, a lo largo de su vida, numerosos trabajos en los que rinde, en un sentido u otro, homenaje explícito a Duchamp. Amén de la ya evocada Reunión de Toronto, hay que señalar, entre la principales, las Chess pieces, compuestas para una muestra organizada por Duchamp y Ernst en el 44 en la galería Julien Levy, su Music for Marcel Duchamp para piano preparado del 47, concebida como banda sonora de la secuencia de los rotoreliefs en el film Dreams That Money Can Buy del dadaísta Hans Richter, como, por supuesto, el ciclo, ya póstumo, de 36 mesósticos que le dedicaría en 1970. Pero, aun así, no son tanto esas piezas elocuentes, pero al fin anecdóticas, lo que en definitiva sitúa lo en verdad sustancial de la relación entre ambos personajes, sino, ante todo, las múltiples y tan esenciales afinidades que comparten, y que dejarán un fecundo rastro en el propio hacer del compositor. Ulrike Kasper ha señalado como ejes principales de esa intrincada y compleja complicidad los siguientes: el humor y el desapego en relación con las cosas, el interés común hacia el trabajo en torno al azar, la indeterminación y el silencio. Cabría añadir otros rasgos de no menor calibre: el gusto por los juegos de lenguaje, que al fin reconocemos en los mesósticos, la incorporación de sonidos encontrados en un sentido tan próximo al “ready made”, más aún la abolición de fronteras entre el arte y la vida, o, incluso, esa construcción del propio artista-personaje como parte determinante de la apuesta creativa, algo que Duchamp comparte con algunos de sus coetáneos, como Dalí, y en cuya estela abundará, al igual que Warhol o Beuys, el propio Cage. Pero además, Cage es también finalmente, —junto quizás con Richard Hamilton, el padre del pop británico—, una de las figuras de mayor talla que, desde un momento más temprano y con mayor insistencia, comenzará a reivindicar algo que, por aquel entonces, resultaba del todo insensato. A saber, que el porvenir de la plástica —o, si se quiere, en su caso, en sentido más propio incluso, de la creación en general— no pasaba por nombres como Picasso o Matisse, sino por Marcel Duchamp, una figura que, por aquel entonces, seguía siendo considerada apenas una reliquia histórica que supuestamente había renunciado a toda práctica artística. Y es justo el hecho de que el tiempo haya acabado dándole la razón, convirtiendo a Duchamp en el gran paradigma del campo expandido de la plástica finisecular, lo que convierte, para lo que aquí nos interesa, al propio Cage en su profeta. Profeta que, además, en el tan personal y brillante desarrollo dado por el músico estadounidense, tanto en su actitud general como en las propuestas que la concretan, a los ejes compartidos con el hacer “duchampiano”, se convierte, en sí mismo, en modelo de referencia para las derivas de ambición experimental que presiden una parte bien sustancial de la plástica del fin de siglo. Pero es obligado evocar además, en esa línea, el episodio, bien conocido, del paso de Cage, ya unido entonces, a su vez, en definitiva complicidad con Merce Cunningham, por el Black Mountain College en el verano del 52 —justo el año en que concibe su fundacional vindicación del silencio con 4’33’’— donde había de entablar estrecha relación con Bob Rauschenberg, quien, junto con Jasper Johns, habrá de dibujar, en su caso, otro de los vectores esenciales de confluencia con el campo de la plástica. Y recordar con ello, ante todo, que en aquel marco estival del Black Mountain, Cage había de idear la legendaria propuesta escénica que se considera hoy como prefiguración de la estirpe del happening y las performances. De esa acción inaugural y de la teatralización 276-dosier 20/6/12 12:21 Página 93 D O S I E R JOHN CAGE implícita en otros trabajos de la época, como de los cursos que dará, ante una audiencia multidisciplinar, en la New School for Social Research de Nueva York hacia el ecuador de la década de los cincuenta, se configura lo esencial de su papel como detonante de una pulsión escénica, compartida, es cierto, en un periodo de abolición radical de fronteras, indistintamente por los territorios de ambición experimental asociados a la música, la danza, el teatro o la poesía, pero que en la esfera de la plástica, dibujará una prolongada y fértil estela que alcanza hasta nuestros días. Y justo en esa revolucionaria querencia escénica del hacer de Cage, que tanto contagio provocará, y que cobra todavía una ambición más compleja a partir de la estrategia interdisciplinar y multimedia de los musicircus —donde busca, en rigor, recrear la complejidad integral de la existencia—, es donde se concreta esa concepción renovada de la obra de arte total a la que Shaw-Miller atribuye con acierto un rol vertebral en relación con la estética de la posmodernidad, que compromete por igual —y, en tal sentido, para lo que aquí nos concierne, asimismo al devenir de la plástica— al conjunto del cosmos creativo. Pero pintor al fin, también a su manera Pero hay todavía, en el tramo final de la trayectoria de Cage, un último punto de conexión específica con la plástica. Curiosamente, será asimismo otro de los homenajes —o antihomenaje, más bien, en este caso— que rinda a Duchamp, el que abra la puerta al retorno del músico estadounidense a una creación plástica, digamos más literal, bien que a su siempre singular manera, cerrando el largo paréntesis establecido, en dicho sentido, por la interdicción impuesta por Schoenberg. Tras la muerte de Duchamp, Cage fue invitado por una revista de arte a hacer alguna declaración acerca de su amigo y mentor seminal. Declinando la oferta, optó por la alternativa de aceptar en 1969 la propuesta de Alice Weston de hacer una serie gráfica, ejecutada en colaboración con Calvin Sumsion, en la que emplea una sofisticada estrategia basada una vez más en la apelación al azar, y en la que aprovecha el juego de superposiciones y transparencias facilitadas por la técnica que denominará plexigrama, consistente en impresiones de seda sobre láminas de plexiglás. El ciclo, que lleva el título genérico de Not wanting to Say Anything About Marcel — esto, es, No queriendo decir nada sobre Marcel, que responde en realidad a una frase de Rauschenberg— implicaba un punto oficial de retorno a la producción gráfica que, en rigor, venía a culminar un proceso natural implícito en el énfasis creciente que había ido cobrando el componente visual en sus partituras, algo ya manifiesto en las Chess pieces en los 40, pero incontestable, entre otros muchos, en casos como Fontana Mix, Variations I and Variations I, Extra Materials, ambas del 58, o William Mix y Cartridge Music en 1960. Dimensión visual en la que, finalmente, el propio alarde tipográfico empleado en los mesósticos venía asimismo a abundar. Tras dicho precedente, que en un primer momento parecerá quedar como una excepción aislada, transcurrida casi otra década más las compuertas se abrirán al fin a una dedicación compulsiva a esa vertiente estrictamente visual. Y así, entre 1977 y 1989, el Cage tardío había de realizar casi un millar de trabajos en el ámbito de plástica, que incluyen distintos tipos de edición gráfica, amén de acuarelas y dibujos. Buena parte de los trabajos de estampación los realizaría en los talleres de la Crown Point Press, con series que en un primer momento mantienen todavía una deuda evidente con la evolución de sus peculiares técnicas de notación musical, pero que pronto irán cobrando una creciente autonomía en la invención visual o en los efectos derivados de la integración experimental de múltiples técnicas y recursos. Siguiendo una pauta que, como sabemos, había guiado en buena medida la aplicación del azar en su trayectoria creativa, empleará aquí de nuevo recurrentemente el método de consulta del I Ching, para la elección, ya sea de una determinada herramienta, de la técnica concreta a adoptar, de la estructura de la composición o de la disposición de la huella estampada en el espacio del papel. Y, en buena parte, su estrategia creativa sigue ateniéndose a la lógica de la división del trabajo propia de la composición musical. Así lo describe, de hecho, Kathan Brown cuando afirma que se comportó: “con las artes visuales casi de la misma manera que con la música. Sus tipógrafos o ayudantes eran semejantes a músicos: él desarrollaba partituras para que ellos las ejecutasen. Los tipógrafos fueron indispensables, aunque no se trataba de una obra en colaboración. La visión era de Cage; él era el artista”. En todo caso, lo descrito por Brown resulta esclarecedor, en la medida en que asimila la actitud de Cage, a los comportamientos distintivos habituales en la producción de la obra plástica en el marco de la postmodernidad, donde la tradicional ejecución manual por parte del autor, cede terreno en favor de la concepción y dirección de un proyecto que con frecuencia será ejecutado finalmente, en su producción material, por otros. Una parte sustancial del trabajo plástico concebido por el Cage tardío deja sentir, tanto en su formalización concreta como en sus procesos, la impronta genética de la estética extremo oriental, un rasgo asociado, como es obvio, al lugar vertebral que el interés por el zen ocupa en el pensamiento y la construcción identitaria del músico estadounidense. En esa línea, ciertas acuarelas y acuatintas contienen ecos de la fluida gestualidad caligráfica propia de la dicción de los grandes maestros chinos o japoneses, aunque con frecuencia mayor dicha resonancia proviene del filtro que, en la mirada hacia Oriente, instaura, dentro de la gran generación abstracta estadounidense el pintor Mark Tobey, otro de los maestros tutelares que Cage reivindica en relación a la articulación de su propia querencia visual. Pero, aun así, la concreción a la postre más interesante de esa aproximación hacia Oriente, no sitúa tanto en el plano de la resonancia formal como en la audaz traslación al terreno instrumental de determinados referentes. Me refiero, en concreto, al uso, inspirado por el célebre jardín zen Ryoanji de Kyoto, que a partir de la serie homónima realizada a finales de los años ochenta, Cage dará a una colección de piedras, “encontradas” a la manera “duchampiana” en diversos países. Dispuestas aleatoriamente, y en distinto número según la ocasión, ya sea sobre la plancha de grabado o sobre el papel, se sirve de ellas, a modo de plantillas, para dibujar un contorno donde el trazo ve anulado toda gestualidad subjetiva. Y ese recurso, cabría decir litográfico, suma un componente decisivo a la muy sofisticada estrategia que, en torno al eje del azar, la obra plástica de Cage edifica, invocando, en intervención autónoma en el proceso de la obra, distintos factores asociados a la propia Naturaleza, ya se trate de la acción provocada por los cuatro elementos de la tradición presocrática —aire, fuego, tierra, agua— como de la integración de plantas medicinales en la fabricación artesanal del papel. Tan compleja como apasionante, la producción gráfica del último Cage suma sin duda un capítulo de peso específico bien notable a la culminación de la trayectoria del creador californiano. Pero, aun así, como hemos venido señalando a lo largo de nuestro relato, sería erróneo centrar en torno a ello —como en ocasiones, sin embargo, algunos autores han hecho— el balance principal de la relación de Cage con el campo de las artes visuales, cuyo alcance definitivo afecta, antes bien, a registros de orden más troncal y decisivo en la larga sombra que su personalidad arroja sobre el destino de la plástica de nuestro tiempo. Fernando Huici March 93 276-Pliego final 21/6/12 11:24 Página 94 ENCUENTROS LERA AUERBACH: Rodrigo Carrizo Couto “SER INTÉRPRETE ME MANTIENE EN EL MUNDO REAL” L a joven compositora ruso-norteamericana Lera Auerbach (Cheliabinsk, 1973) se ha convertido en una de las voces centrales de la creación contemporánea. Celebrada y reconocida en ambas orillas del Atlántico, su música suena desde Suiza a Manhattan pasando por Cuenca. Entre sus obras destacan los 24 Preludios para piano y violín, la ópera Gogol, o el ballet La sirenita, coreografiado por el gran John Neumeier y llevado al DVD por el Ballet de San Francisco. A ello se suman dos misas de réquiem y obras orquestales como Icarus, estrenada por Neeme Järvi. 94 Elegida como “Young Global Leader” en el Foro de Davos en 2007 y compositora más joven de la prestigiosa editorial Hans Sikorski, Auerbach desarrolla una muy inusual carrera paralela como pianista. Pero por si eso fuera poco, tiene seis libros de poesía publicados en su Rusia natal y comienza una obra como artista visual. La compositora recibe al cronista en su piso neoyorquino, situado a pocos minutos de Central Park. Algo tímida al comienzo, la artista gana en la cercanía a medida que avanza la charla. Lera Auerbach parece sentir un interés genuino en la conversación, y sus reflexiones producen en el visitante la impresión de ser profundas y sinceras. Se apasiona por momentos y quiere dejar claros sus precisos puntos de vista. Es obvio que la multifacética artista siberiana ha dedicado largo tiempo a pensar sobre la creación y sus procesos, algo que no siempre es evidente en un mundillo en el que el mayor interés de muchos músicos célebres parece ser promocionar marcas de zapatillas o el color del próximo coche deportivo que van a comprar. Miembros privilegiados de un star system que Auerbach disecciona y critica con lucidez inhabitual a lo largo de esta extensa charla exclusiva con SCHERZO. ¿Hay una “forma rusa” de entender la música? Mi formación transcurrió en Rusia, lo que hace que mi música tenga elementos profundamente rusos. No hay dudas al respecto. Pero llegué a Occidente a los 17 años, una edad muy buena porque aún estaba abierta a nuevas influencias. Pero eso no la alejó de su esencia. No. Varias de mis obras, como la ópera Gogol, están obviamente inspiradas en la cultura rusa. A pesar de que Gogol es una obra intemporal, mi intención fue crear una ópera rusa de nuestro tiempo. ¿Qué compositores la han influenciado? ¿Y creadores de hoy? Me interesa todo. Soy omnívora. Constantemente busco cosas nuevas, y oigo música, o leo, todo el tiempo. Mis influencias van de Gesualdo hasta Björk. ¿Björk? Veo que está usted abierta a las músicas “populares”. Es que no hago diferencias. Simplemente, estoy interesada en la música. En algunos casos, como el de 276-Pliego final 21/6/12 11:24 Página 95 ENCUENTROS LERA AUERBACH Björk, el talento es evidente. Ella ha desarrollado una voz propia muy interesante. Cuando escuchamos la introducción de uno de sus temas, sabemos que es Björk, incluso antes de que abra la boca. Creo que ella está embarcada en una búsqueda genuina a nivel conceptual y de sonido. Pero en general el pop no me interesa demasiado. Tengo la impresión de que ocurren cosas interesantes, pero Rusia es un agujero negro en mi carrera. Mi obra se ha tocado en todas partes, menos en Rusia. De hecho, creo que es el país del mundo que menos se interesa en mi trabajo [risas]. ¿Y cómo definiría usted su lenguaje musical? ¿Cuáles son sus elecciones? Deserté a los 17 años, seis meses antes del hundimiento de la URSS. Cuando llegué a Nueva York, no tenía intención de quedarme en los Estados Unidos. Vine sólo a dar un concierto. Siempre es complicado definir tu música. “Audaz” o “intrépida” es una posibilidad. De todas maneras, me parece una vía muerta buscar etiquetas. Intento ser tan honesta musicalmente como sea capaz. Y creo que ser muy consciente de uno mismo a la hora de la creación es algo peligroso. Me gusta pensar que soy un instrumento de la propia música. Me gusta verme como un mensajero. Si tuviera que “presentarse” a través de una sola pieza suya, ¿cuál sería? Mi primera recomendación sería mis 24 Preludios para piano y violín. La razón es que la forma del preludio permite lenguajes contrastados en una misma obra. Otra opción es mi ballet La sirenita. En mi vida hay un antes y un después de esta obra. Fue muy compleja de escribir, pero también es la más exitosa, pues se ha representado más de 150 veces en varios países. La sirenita ha sido una obra tan trascendente para mí que al concluirla la he firmado con mi propia sangre. Supongo que es una broma. Usted vivió en la Unión Soviética. ¿Qué recuerdos guarda de esa sociedad? ¿Y qué pasó? Era verano, pero músicos norteamericanos que me oyeron tocar me consiguieron una beca. La situación era muy compleja, pues en esos tiempos no podíamos movernos libremente. Yo estaba “acompañada” por personas cuya misión era impedirme desertar y pasarme a Occidente. Vaya historia tiene usted, digna de una novela de espionaje en la Guerra Fría. Es muy difícil para mí hablar de esta época y volver a “meterme” en la mentalidad soviética que yo tenía en 1991. Para mí, viajar a Occidente entonces era algo impensable. De hecho, hasta una hora antes del vuelo no supe si obtendría el visado de salida a Estados Unidos. Todo hubiera sido un poco más simple si yo hubiera vivido en Moscú o Leningrado, pero no era mi caso. ¿A qué se refiere? Cierto. Mi Réquiem ruso ya fue estrenado en España, en la Semana de Música Religiosa de Cuenca. El otro fue encargado por la Dresdner Staatskapelle para conmemorar el bombardeo que aniquiló Dresde al fin de la II Guerra Mundial. Un recuerdo muy doloroso para los alemanes, puesto que en esos momentos los Aliados ya había ganado la guerra. Fue una masacre innecesaria. Yo vivía entonces en Cheliabinsk 22, una “ciudad secreta” donde se fabricaban las armas atómicas de la URSS. En mi ciudad estaban los laboratorios donde se llevaban a cabo los experimentos militares. Nadie podía entrar ni salir. Yo nunca había tratado con extranjeros antes de desertar. ¿Y sabe usted? En Cheliabinsk hubo en tremendo accidente nuclear en 1956. Mucho peor que Chernobil, pero como el viento no soplaba hacia Occidente, el accidente fue mantenido en secreto por décadas. Aun hoy, esta ciudad tiene unos niveles de radiación únicos en el mundo. De hecho, si apaga usted la luz, brillo con luz verde en la oscuridad [risas]. Háblenos más de este réquiem. ¿Y qué ocurrió con su familia? Se llama Réquiem por Dresde – Oda a la Paz. Su estreno fue dirigido por Vladimir Jurowski. No es sólo una misa por los muertos, sino que aspira a ser un canto a la esperanza. Utilizo 40 idiomas y las plegarias centrales de las cuatro mayores religiones del mundo: judaísmo, cristianismo, budismo e islam. Todas coexistiendo armoniosamente en una especie de utopía musical. Cuando decidí desertar de la URSS, yo no sabía si podría volver a ver a mis padres. Tampoco sabía ni una palabra de inglés, no conocía a nadie, ni tenía un centavo. Pero pude llamar a mis padres y decirles que me ofrecían quedarme en Estados Unidos. Les pregunté qué hacer, y ellos dijeron que la decisión que tomara cambiaría mi vida para siempre. Pero que, decidiera lo que decidiera, ellos me apoyarían porque sería la decisión correcta. Lo increíble es que todo esto ocurrió en 24 horas. No. Realmente lo hice. La conexión con la obra era tan fuerte, que la firmé con sangre, aunque no hubiera debido hacerlo. Quizás fue demasiado [risas]. Usted tiene compuestos dos réquiem. Quisiera volver a sus orígenes rusos. ¿Cómo está Rusia hoy, culturalmente? Es una pregunta difícil. La Rusia de hoy es un lugar difícil e impredecible. ¿Y cómo fueron sus primeros pasos en el mundo capitalista? ¡Yo ni siquiera sabía que la educación se paga! ¡Ni tenía idea de lo que era una beca de estudios! Era completamente ignorante de cómo funcionaba Occidente. Piense que en la URSS la educación era gratuita y generalizada. Pero, en todo caso, el cambio de Siberia a Manhattan fue brutal para mí. Tuve mucha suerte. Mirando hacia atrás, me doy cuenta de todo lo que pudo haber salido mal. Su música tiene buena recepción en España. ¿Cuál es su relación con nuestro país? Estoy enamorada de la riqueza cultural de España y de sus horarios increíbles. En Alemania a las 21 horas todo está muerto, mientras que en España la vida comienza. Obviamente, me fascina el flamenco. Creo que lo que me gusta de España es la intensidad, y una cierta “oscuridad” ligada a su propia historia. Una característica que vemos en el flamenco, pues está lleno de belleza, pero hay mucho dolor detrás. Es una rareza ver un compositor que igualmente destaca como intérprete solista. Es verdad. Somos un fenómeno, pero antes solía ser la norma y no la excepción. Hay compositores que interpretan su propia obra, pero no piezas de repertorio. Cierto, pero creo que esto está cambiando y cada vez iremos más hacia el modelo del compositor capaz de tocar una sonata o un concierto. Mis interpretaciones son poco ortodoxas, porque miro a los clásicos a través de mis ojos de compositora. Veo las diferentes opciones estéticas que el compositor pudo haber tomado en su trabajo. Es muy interesante entender al ser humano y las elecciones que están detrás de una obra que parece escrita en la piedra. Al mismo tiempo, ser intérprete me mantiene en el mundo real, pues debo enfrentarme al público. No puedo vivir en la abstracción total de la composición pura. El eminente crítico británico Norman Lebrecht comenta en uno de sus libros que los compositores son hoy algo así como los primos pobres de la familia de la música. Comparados a los directores y grandes solistas, ustedes serían los últimos de la lista en términos de fama, prestigio e ingresos económicos. ¿Está usted de acuerdo? Es una pregunta profunda y muy válida. En términos concretos de dinero, sin duda somos los últimos de la fila. Una soprano de renombre gana en una noche lo que la mayoría de nosotros podemos ganar en un año. ¿Cree que no prestamos la debida atención a las personas que están creando la música viva de nuestro tiempo? No. Porque todas las decisiones se toman a corto plazo. Nadie, desde 95 276-Pliego final 21/6/12 11:24 Página 96 ENCUENTROS LERA AUERBACH políticos a gestores culturales, parece preocuparse por lo que pasará en 10 o 20 años. Pero nosotros, compositores y gente creativa, pensamos a largo plazo. Sabemos que lo que estamos creando hoy representará a nuestra sociedad y nuestro tiempo mañana. Curiosamente, los artistas visuales son los “dioses” de nuestro tiempo. ¿Por qué con los creadores de música no ocurre lo mismo? Es una gran verdad, pero no olvidemos que las artes visuales tienen un valor material añadido por el mercado que es muy fuerte, lo que no ocurre en el caso de la música. También el arte contemporáneo está muy ligado a la moda y al estatus social. Mientras que la música es la forma de arte más abstracta que existe. ¡No puede colgar una partitura en el salón de su casa! ¿Hay algún país que sostenga la creación musical de una forma modélica? No creo que haya un modelo perfecto, ni nunca ha existido. Históricamente, los compositores estaban apoyados por la realeza y la iglesia. En el siglo XX la mayoría de compositores se protegieron en los “puertos seguros” que son las academias y universidades. Pero esto llevó a un grave problema, y es que los compositores componían pensando en impresionar a otros compositores y académicos, y se olvidaron del público. En todo caso, es posible que Alemania sea lo más parecido a un modelo sano que exista. En particular, gracias al modelo subvencionado que permite la existencia de muchas orquestas radiofónicas. ¿Cuál es el detonante de su creación, y cómo trabaja usted técnicamente? Hay varias etapas en cada nueva pieza. Las obras se encargan con tiempo, por tanto ya sé en qué estaré trabajando de aquí a cuatro años. O sea, aunque no esté trabajando en ellas, de alguna forma el subconsciente ya las está empezando a “cocinar”. Cuando llega la hora del trabajo concreto, la pieza ya existe en una cierta forma abstracta. Entonces boceto lo que oigo en mi cabeza. Busco entender las voces que oigo y deconstruirlas para poder hacer la obra. La forma es muy importante para mí, al igual que las nociones de espacio y de cómo dar forma al tiempo. Intento captar la esencia de la obra escribiéndola tan rápido como me es posible. Intento hacer esto sin consciencia de mí misma, reduciendo el elemento racional, lo que es liberador. Por lo que veo, compone usted a la manera tradicional. Piano, papel y lápiz. 96 Sí, debo ser de los últimos compositores que aún tiene manuscritos y bocetos. Pero también tengo ordenadores y uso programas de notación como el Sibelius. Una pregunta casi obsesiva, que suelo hacer a todos los músicos. Es evidente que la música clásica no interesa en general a gente de menos de 50 o 60 años. ¿Por qué ocurre esto, y qué se puede hacer para modificar la tendencia? Es una combinación de factores. En primer lugar, nos gusta lo que conocemos bien. No podemos interesarnos en algo de lo que no tenemos idea. O sea, los jóvenes se interesan en aquello a lo que están expuestos. Si se los cría con pop, sólo escucharán pop porque no conocen nada más. Hablando de jóvenes, pude oír Icarus la noche del estreno mundial en Suiza, y creo que tiene potencial para atraer un público joven. ¿Qué piensa usted? Estoy de acuerdo. Ya he vivido la experiencia de presentar música mía a gente no habituada a los conciertos, y la han disfrutado. Cuando los jóvenes son expuestos desde pequeños a la música, tienen más posibilidades de amarla. Pero seamos francos: ¡muchos conciertos clásicos son terriblemente aburridos! [risas]. En serio; son estériles, con interpretaciones recicladas que repiten modelos que circulan desde hace 70 años, tocados por artistas que no se asumen riesgos. ¿Hay otras formas de presentar la música? Sin duda. Mire a Gidon Kremer, un artista que defiende compositores nuevos y entra en terrenos inhabituales. Es alguien hambriento por novedades y desafíos. Hablando de Gidon Kremer, ¿quiere hablar de la carta abierta que enfrentó a Kremer con los responsables del Festival de Verbier el año pasado? Usted salió en defensa pública del “Modelo Verbier”. Yo creo que Gidon tenía toda la razón. Todos sabemos que hay graves problemas en la forma en que el mundo de la música clásica está siendo gestionado, y en la desmesurada atención que damos al marketing, al poder de las finanzas y la creación de un star system. Pero creo que una carta abierta no soluciona los problemas. Creo que sus razonamientos son correctos, pero están mal dirigidos. Su carta refleja el conflicto de un artista que lleva años viendo las fallas del sistema que le hizo a él mismo una estrella mundial. ¿Y según usted, qué hubiera debido hacer? La solución es hacer programas lo más creativos posibles. El problema es que a menudo los programas los deciden los promotores de conciertos o los empresarios, y no los artistas. Y estos gerentes y directores de festivales son gente asustada ante la idea de molestar a los patrocinadores o exigir esfuerzos al público. Un público cuya edad media suele ser de 70 años; lo que es otro problema. Pues esta gente sólo conoce su Mendelssohn y su Schumann y no quieren saber nada más. Y esta actitud alimenta el terror de los organizadores, o sea que el miedo se multiplica y se expande. Esta dinámica sólo se detendrá si artistas de envergadura como Gidon pueden imponer programas renovadores. Gente capaz de decir a los promotores y gerentes: “si quieres que toque en tu sala o festival, éste es el programa que voy a interpretar”. Un programa en el que no se deben aceptar concesiones fáciles. Hay que terminar con los programas que repiten el pasado, y debemos entrar en el terreno del riesgo. Cierto. Pero todo esto es muy caro. Si soy un banco suizo, quiero garantías de retorno en términos de publicidad y clientes. Los riesgos no son bienvenidos. Es verdad, pero en todos los campos creemos en la innovación. En ciencia y tecnología, pero también en cine o literatura. Necesitamos nuevos dramaturgos. No podemos pasarnos la vida reciclando a Shakespeare. El mercado pide nuevos novelistas, artistas y cineastas. En el único campo donde esto no ocurre, es en el de la música. Si no queremos que la llamada “música clásica” desaparezca en 50 años, necesitamos innovación. Una renovación profunda podría traer nuevos públicos. Pienso que esta lucha basada en criterios artísticos y en méritos objetivos es la que debería prevalecer. Y espero que así sea algún día. Suelo dejar la última pregunta al criterio del entrevistado. ¿Hay algo que quiera usted decir a modo de conclusión? Sí. Me ha dejado usted pensando con su pregunta sobre el rol que nuestra sociedad adjudica a los compositores y a los artistas creativos de nuestro tiempo. Y aquí no incluyo a los intérpretes. Hay que entender que la creación y la recreación son campos de trabajo diferentes, con necesidades y responsabilidades distintas. Nunca nadie me había hecho esa pregunta, pero creo que es “la” cuestión más importante que se nos pueda plantear. Espero que haya gente con cierto poder y capacidad de tomar decisiones que sienta la responsabilidad de, primero, aceptar la validez de este interrogante. Y, segundo, que actúen en consecuencia. Por suerte, hay algunas personas, pocas, que entienden el valor de la creación viva, pero necesitamos muchas más, y que estas sean más activas y dinámicas. Sin creadores vivos no habría cultura de hoy. No existiría nada nuevo. Sin arte de nuestro tiempo, esta época nuestra será vista en el futuro como una “edad oscura” de la cultura. Rodrigo Carrizo Couto 276-Pliego final 21/6/12 11:25 Página 97 ENCUENTROS LERA AUERBACH 97 276-Pliego final 21/6/12 11:25 Página 98 EDUCACIÓN EVALUACIÓN Y REFLEXIÓN, GRANDES AUSENTES ¿Es adecuada la formación que ofrecen los centros de educación musical para satisfacer las necesidades presentes y futuras de sus estudiantes y de la sociedad que les acoge? 98 Joan-Albert Serra Joan-Albert Serra P ara poder responder a esta pregunta es necesario que la institución haya establecido claramente cuáles son sus objetivos y de qué manera alcanzarlos y, al mismo tiempo, haber incorporado a la cultura del centro procesos de evaluación y reflexión de su propia práctica educativa. Resultados, contenidos, métodos pedagógicos, actividades, organización, medios humanos y materiales y la relación con el entorno deberían ser objeto de un estudio constante. Sin embargo, salvo honrosas excepciones, la realidad es que la evaluación y la reflexión brillan por su ausencia en los centros de formación musical españoles. Las causas de esta situación son múltiples y probablemente todos los estamentos implicados tienen parte de responsabilidad, pero Un centro de educación musical debe abrirse a sus “stakeholders” (Instalación de Eva si hablamos de instituciones públicas, es evi- Arrizabalaga). dente que la poca voluntad, la falta de visión y el desconocimiento de las administraciones de las que “Stakeholders” dependen han dificultado enormemente la adaptación del sector a las necesidades de la sociedad actual. En España “Stakeholder” es una palabra inglesa de difícil traducción, hay grandes profesionales de la educación musical, pero pero cuyo significado es muy útil en el contexto que estamos pocas veces encuentran las condiciones adecuadas y tie- abordando. Un o una “stakeholder” es toda persona, grupo, nen los apoyos necesarios para que los proyectos verdade- colectivo, comunidad, institución, etc. que puede influir o ser ramente innovadores y creativos puedan florecer. Una de influida por las acciones o la actividad de una organización. las principales responsabilidades de los gobiernos debería Así pues, cuando decimos que es necesario que una instituser estudiar a fondo las buenas prácticas, apoyarlas, darlas ción evalúe y reflexione, debemos incluir a todos sus “stakea conocer y extenderlas, pero los tiempos y los hábitos de holders”. Su nivel de implicación variará mucho, pero si estala política suelen ir en dirección opuesta a las necesidades mos hablando de un centro de enseñanza no podemos olvieducativas del país. Se toman muchas decisiones basadas dar que sus “stakeholders” son los estudiantes, los profesoen intereses políticos, personales e ideológicos, en lugar res, el equipo directivo, el personal de administración y servide actuar después de haber visto, escuchado, analizado y cios, las familias, la comunidad y el entorno social en el que reflexionado. se encuentra, las administraciones locales, autonómicas y estatales de las que depende, etc. Si nos referimos a instituciones de educación superior deberíamos incluir también a Reflexión en tiempos de crisis su colectivo de graduados, la industria cultural, los centros La situación de crisis económica actual tiene también un educativos y empresas que recibirán a los profesionales que gran peligro, que los ajustes presupuestarios impuestos a los se han formado en la institución, las escuelas donde los centros de enseñanza musical se hagan de forma poco refle- alumnos han estudiado antes de acceder al centro, etc. Toda institución educativa debería hacer un esfuerzo por xiva, sin establecer prioridades acordes con sus objetivos y necesidades. Por un lado, a las administraciones parece que abrirse e implicar a todos sus “stakeholders”. Si no lo hace únicamente les preocupa que la educación musical les cues- corre el riesgo de encerrarse en su propia jaula y perder comte lo mínimo posible, sin importarles mucho los resultados y, pletamente el sentido de su misión en la sociedad. Por ejempor otro, los responsables de los centros se dedican más a plo, en un conservatorio o escuela superior de música, ¿es apagar fuegos que a impulsar procesos de transformación posible diseñar unos planes de estudio adecuados sin tener que ayuden a adaptar los planes pedagógicos y la organiza- en cuenta las necesidades y demandas que tendrán los estución a los nuevos tiempos, pero siendo fieles a una misión, diantes para insertarse en el mundo profesional y artístico? Una institución educativa que integra a todos sus “stakeuna visión y unos valores claros. Evidentemente estamos sufriendo las consecuencias de no haber impulsado unos sis- holders” en un proceso constante de reflexión y evaluación temas de gestión educativa profesionalizada, con equipos es una institución que aprende y está preparada para evoludirectivos que puedan asumir responsabilidades y sepan cionar y adaptarse a las necesidades cambiantes de sus estuaunar unos planteamientos pedagógicos adecuados con una diantes y de la sociedad. organización eficaz de los recursos humanos y materiales. 276-Pliego final 21/6/12 11:25 Página 99 JAZZ ALBORADA ALBORADA: JAZZ AL ALBA, DEL NORTE Y DEL SUR H ace tiempo que en Andalucía se contempla al mundo con puntos cardinales propios. El ciclo denominado El jazz viene del sur, producido por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía con la colaboración del Instituto Andaluz del Flamenco, concluye acertadamente que la memoria jazzística cuenta con evidentes raíces musicales sureñas. Y mucho más, ya que los responsables de este proyecto se empeñan en mostrarle un presente y un futuro al género, algo que habitualmente no sucede; ya se sabe, el norte no mira al sur y al revés, o cuando se miran, no se miran a los ojos. El ciclo suscitó todas las atenciones a partir de la que hoy es una de las alianzas artísticas y creativas más solicitadas por los programadores, la que firmaron el tocaor Pepe Habichuela y el contrabajista Dave Holland. O la que pergeñaron el pianista Diego Amador y el también contrabajista Charlie Haden y el clarinetista y bandoneonista Michel Portal. Muchas son las aventuras felices que han tenido lugar sobre la noble tarima del Teatro Central de Sevilla, pero sin duda estos encuentros le han dado justo altavoz a esta suerte de laboratorio en el que, aquí sí, norte y sur se miran sin complejos. La última iniciativa de sus organizadores ha sido la de juntar a un histórico del jazz más escorado, el saxofonista David Liebman, y el guitarrista Dani Morón. No obstante, en esta nueva y dichosa asociación de ideas musicales destaca por encima, casi de sus protagonistas, la excusa del encuentro, esto es, rendir a una pareja anticipada a su tiempo, la formada por el guitarrista Ramón Montoya y el saxofonista Fernando Vilches. El proyecto lleva por título genérico Alborada y a él se suman el contrabajista Manuel Posadas “Popo” y el percusionista y baterista Guillermo McGill. Todos ellos rememoran y actualizan el repertorio que la pareja de maestros anteriormente citada plasmara, en 1925, en tres discos a dúo. La fecha bien pudiera marcar el nacimiento del jazz-flamenco, aunque de todos es sabido que hasta la llegada de Pedro Iturralde, primero, y sobre todo Chano Domínguez y Jorge Pardo, después, este lenguaje no adquiriría rango categórico. Es más; a esta primera mitad del siglo XX también pertenecen otras alianzas similares, caso del cantaor “Niño de Marchena”, el propio Vilches y su obra Sol y sombra, o caso del guitarrista Sabicas y el saxofonista “El Negro Aquilino”. Sea como fuere, Alborada surge con la intención de recuperar el esfuerzo artístico, pionero y vanguardista de Montoya y Vilches, dignificando una aventura no suficientemente analizada ni desarrollada. Y es que, exo- tismos al margen, los dos intérpretes muestran en estos tres álbumes una gran audacia creativa, más si cualquiera piensa en el año de su elaboración. En la delantera de Alborada luce con brillos propios el saxofonista y flautista David Liebman, educado en una de las mejores escuelas, la de Miles Davis. El neoyorquino está demostrando que lleva muy bien eso de la madurez, haciendo gala de una valentía y frescura interpretativas que a buen seguro le estimula su contacto con los jóvenes, ya que desarrolla igualmente una intensa actividad académica como profesor en instituciones tan prestigiosas como la Manhattan School of Music. Hay en Alborada, sin embargo, otro gran patriarca musical, el percusionista y baterista uruguayo Guillermo McGill, encargado de transcribir y adaptar las piezas originales de Montoya y Vilches, y escribiendo los arreglos de las otras piezas compuestas por el resto del grupo. No fue tarea fácil: “Ramón Montoya pertenece a una época en la que la forma de interpretar el flamenco tendía a valorar el sonido y la línea melódica, más que el ritmo, ya que los palos rítmicos no fueron valorados hasta algunas décadas más tarde. Este hecho convierte este trabajo en algo extremadamente delicado, ya que es necesario mantener cierto equilibrio entre la estética de la época de Montoya y la inclusión de un saxofonista que encarna la vanguardia del jazz, como es David. En la seriedad de este planteamiento está la garantía de que este proyecto sea respetuoso con la obra del gran Montoya, sin olvidar que él, como todos los grandes, fue un transgresor e hizo avanzar hacia la gran cultura flamenca”. McGill es otra de esas perlas con que cuenta el jazz español —lleva entre nosotros hace años— y uno de los grandes baluartes actuales de la composición jazzística. Sus numerosos premios y sus cuatro discos como líder —Los sueños y el tiempo (1999), Cielo (2002), Oración (2005) y Tan cerca (2008)— así lo avalan. Para concluir, habría que reseñar que cuando la abultada agenda del saxofonista norteamericano impide su participación, Alborada echa mano de otros dos sólidos instrumentistas, Julián Argüelles o Perico Sambeat, lo cual, no sólo impide el fallecimiento del proyecto, sino que se beneficia y enriquece de otros puntos de vista musicales. Alborada acaba de presentar sus avales en el Palacio de las Bellas Artes de Bruselas y el Festival Jazzahead de Bremen. Pablo Sanz 99 276-Pliego final 21/6/12 11:25 Página 100 CONTRAPUNTO VUELVEN LOS DÍAS DE LA RADIO H 100 ace unas semanas, durante una conversación sobre los drásticos recortes y la desaparición de orquestas que están carcomiendo Europa occidental, metí la pata sin darme cuenta. Sugerí que los instrumentistas de las orquestas de la radio, con sus derechos y pensiones seguros, probablemente tendrían menos sensación de estar al borde de un precipicio en su trabajo que los de los conjuntos estatales y los independientes. Las airadas reacciones a mis palabras me dejaron patidifuso. “La cuantía de una pensión no tiene nada que ver con cómo se toca”, contestó con irritación uno. Yo, con cara de vergüenza, acepté humildemente la lección y la paz se recuperó, pero este contratiempo me hizo pensar en cuánto había, discretamente, cambiado el sector orquestal desde comienzos de este siglo y cómo algunas de las orquestas de la radio se han aprovechado del momento para conseguir un dominio imprevisible. Por ejemplo, París. En 2002 la peor de las muy malas orquestas de la ciudad, la Orchestre National de (Radio) France cayó en manos de Kurt Masur, hombre nada amante de lo vulgarmente popular, que sustituyó toda la plana de la primera fila con gente recién graduada y creó el conjunto más brioso del país. Uno de los primeros violines, Sarah Nemtanu, hizo la banda sonora de Le concert, la encantadora comedia de Radu Mihaileanu. Gente con carácter ocupó una orquesta fundada, como la mayoría de las de radio, en la primera mitad de los 1930 para llenar los vacíos en las emisoras entre charla y charla. La ONF ha florecido bajo la batuta de Masur y de su sucesor Daniele Gatti y es hoy un conjunto lleno de entusiasmo y vivacidad. Única orquesta francesa que puede jactarse de un contrato discográfico —con Sony—, es la envidia del sector. El mismo hueco se está abriendo en otros lugares. En Múnich, la Orquesta de la Radio de Baviera y Mariss Jansons son los embajadores globales de la ciudad, eclipsando a la aburrida Filarmónica. Durante la década de Paavo Järvi en Fráncfort se ha conseguido que la Orquesta de la Radio tenga unas ventas máximas en el sello Virgin Records y un montón de solistas estrella. La Orquesta de la Radio de Helsinki, la de Sakari Oramo, adaptó su sala de forma más rápida y elegante de lo que lo hizo la pesada Filarmónica. La Radio Danesa no se ha quedado atrás y ha dotado a su orquesta con una modernísima nueva sala. Y para tragarme bien tragada mi temeraria afirmación, pasé un fin de semana Mahler trabajando con la extraordinaria Orquesta de la Radio Sueca de Daniel Harding. Los dos primeros violines, Malin Broman y Ulrika Jansson, son dos mujeres jóvenes cuyo gusto por su trabajo, y por trabajar juntas, es impresionante. Durante la inevitable espera mientras el maestro atiende a varias cosas, charlan sin parar, proyectando su entusiasmo por toda la Berwald Hall. El principal clarinete, Andreas Sunden, birlado a la Concertgebouw de Ámsterdam, es, al parecer, el número uno según una encuesta de la revista Gramophone. Sunden tiene los pies en la tierra: prefiere el sueldo y el estilo de vida de Estocolmo. El contrabajo Rick Stotijn es uno de esos músicos que durante el concierto se convierten en una parte de su instrumento, formando una especie de hombre-contrabajo a lo centauro en el corazón de la orquesta, un punto focal dramático. Harding, que trabaja con las mejores orquestas de Europa, habla de la de Estocolmo como si fuera el cielo sinfónico. Y luego está la BBC, la piedra angular de la radio en el mundo. Desde las convulsiones de los años 1980, cuando media docena de orquestas regionales fueron eliminadas y los Proms sufrían muchas restricciones debido a una huelga, se ha impuesto una inquieta paz musical. La BBC emplea dos orquestas en Londres (la BBC Symphony y la BBC Concert), una en Manchester (BBC Philharmonic), otra en Cardiff (BBC National Orchestra of Welsh) y la quinta en Glasgow (BBC Scottish). También la casa contribuye con una suma importante a la Ulster Orchestra. Estas cinco son las que más tiempo y más dura labor dedican a los Proms veraniegos de la BBC. Sin ellas sería imposible montar setenta y seis conciertos en ocho semanas. Esta situación se va a poner a prueba durante los futuros años de recesión y la BBC negocia cautelosamente con el Arts Council opciones alternativas que podrían significar algunas reducciones en las subvenciones para sus orquestas. La solución óptima, los dos grupos lo saben, sería llevar una de las orquestas de la BBC a la bulliciosa ciudad portuaria de Bristol para servir al sudoeste de Inglaterra, que actualmente tiene tanto acceso a los conciertos sinfónicos como el sudoeste de África. Sería lo más lógico. Sin embargo, lo lógico suele perderse cuando los intereses de dos grandes organizaciones públicas están en juego. Temo que una solución de compromiso resulte en el debilitamiento de la infraestructura orquestal británica, ya amenazada por las estridentes llamadas pidiendo la independencia para Escocia. Hay nubes negras en el cercano horizonte. Entretanto, las orquestas de la BBC mantienen y realzan su excelencia. El español Juanjo Mena ha comenzado estupendamente en Manchester, Donald Runnicles lo está pasando de maravilla en Glasgow, Londres está impaciente por comenzar con su nuevo director Oramo y la orquesta está mejor que nunca. Su primer trompa, Martin Owen, ha recibido ofertas de la Filarmónica de Berlín, el máximo honor. ¿Por qué, de repente, goza la radio de este renacimiento? ¿Qué hay detrás del resurgir de sus orquestas en un momento en el que la programación pública está haciendo fuertes recortes y la economía concertística está en general bajo una presión intolerable? Lo que parece que está ocurriendo es que las orquestas de la radio han vuelto a descubrir su ventaja original. Cuando fue creada, la radio se convirtió en la reina, y su tecnología no tenía rival. Ochenta años más tarde, un renacer de esa técnica ha tenido lugar y hasta hay conversaciones con los gigantes del sector de las telecomunicaciones para emitir los conciertos a todo el país y también a todo el mundo. Y es que la sintaxis de las transmisiones es el léxico de internet. Las orquestas de la radio están en mejor posición para comprender el entorno de los nuevos medios que otras esferas del mundo musical. La Filarmónica de Berlín ha gastado los millones que le dio un banco en una página web de pago que poca gente encuentra fácil de usar. Ninguna orquesta independiente ha encontrado una solución coherente para ocupar la infinitud de internet. Las orquestas de la radio están más que impacientes por recibir permiso para colgar su trabajo online. La BBC se ha llevado varios rapapolvos de la industria musical por ser demasiado competitiva. Los suecos quieren proyectar sus trabajos más allá de sus fronteras pero se contienen por prudencia nacional. Estas barreras se derrumbarán. Durante la próxima década veremos cómo las orquestas de la radio se harán valer en diferentes alianzas con las grandes empresas de telecomunicaciones y los agregadores de contenidos. Y veremos acuerdos radiofónicos con Google, Twitter o Facebook. Lean mis labios: vuelven los días de la radio. Norman Lebrecht Lunes, 7 de enero de 2013, a las 19:30 horas Sala Sinfónica, Auditorio Nacional de Madrid Elina Garanca ©HARALD HOFFMANN/DG MEZZOSOPRANO Orquesta Sinfónica de Castilla y León, dirigida por Karel Mark Chichon Obras de BIZET, CHAIKOVSKI, GOUNOD Y SAINT-SAËNS TIPOS DE LOCALIDADES 1. Se establecen dos precios para la adquisición de localidades. 2. El precio normal está destinado al público en general. 3. Las localidades con precio reducido (10% descuento) solo las podrán adquirir los suscriptores de la revista SCHERZO, los abonados al Ciclo de Grandes Intérpretes, los abonados al Ciclo de Jóvenes Intérpretes y los socios de la Asociación de Amigos de la Opera de Madrid. PRECIO DE LAS LOCALIDADES ZONA LOCALIDAD NORMAL LOCALIDAD REDUCIDA A B C D 80 € 60 € 45 € 35 € 72 € 54 € 40 € 31 € VENTA DE LOCALIDADES El público en general podrá adquirir las localidades al precio normal sin descuento a partir del día 20 de septiembre de 2012 en las taquillas del Auditorio Nacional de Música y en la red de teatros del INAEM (dentro de los horarios habituales de despacho de cada sala). Teléfono de información: 91.337.01.40 PARA MÁS INFORMACIÓN VENTA DE LOCALIDADES VENTA DE LOCALIDADES CON DESCUENTO Los abonados al Ciclo de Jóvenes Intérpretes, al ciclo de Grandes Intérpretes, los suscriptores de la revista Scherzo y los socios de la Asociación de Amigos de la Opera de Madrid recibirán por correo a partir del 1 de septiembre de 2012 un boletín de adquisición de localidades con descuento que tendrán que presentar obligatoriamente en las taquillas del Auditorio Nacional a partir del ORGANIZA día 20 de septiembre. Si antes de esa fecha no hubieran recibido el boletín de reserva en su domicilio, deberán ponerse en contacto con la Fundación Scherzo en el teléfono 91.725.20.98 de lunes a viernes en horario de 10 a 15 horas, excepto festivos, mediante fax en el número 91.726.18.64 o por e-mail en la dirección [email protected] durante las 24 horas del día. COLABORA FUNDACIÓN SCHERZO C/ Cartagena, 10 - 28028 MADRID www.fundacionscherzo.es Teléfono de información: 91.725.20.98 Correo electrónico: [email protected] Horario de atención al público de lunes a viernes, excepto festivos, de 10 a 15 horas. w w w. f u n d a c i o ns c h e r z o . e s LOCALIDADES CONCIERTO EXTRAORDINARIO