la crisis del antiguo régimen en españa

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Historia de España
LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN EN ESPAÑA
(I): GUERRA Y REVOLUCIÓN (1788-1814)
Por muy breve y esquemática que pueda ser nuestro conocimiento del liberalismo, lo cierto
es que es inevitable comenzar primero esta aproximación haciendo algunas referencias a las
últimas etapas del Antiguo Régimen en España, entre otras cosas porque esta seguirá
siendo la estructura estatal, cuando menos hasta las primeras décadas del siglo XIX. Dicho
de otra forma, el Antiguo Régimen durará en España, al menos, hasta la muerte de
Fernando VII en 1833.
Debido a la extensión y complejidad del tema, vamos a dividir por lo tanto esta
aproximación a la crisis del Antiguo Régimen en dos grandes bloques:
•
El fin del Antiguo Régimen (I): desde 1788 (llegada al trono de Carlos IV) hasta
1814 (fin de la Guerra de la Independencia e inicio de la restauración absolutista de
Fernando VII).
•
El fin del Antiguo Régimen (II): desde 1814 (restauración absolutista de Fernando
VII) hasta 1833 (muerte de Fernando VII/inicio de la primera guerra
carlista/revolución liberal).
Este bloque que tenéis ahora en vuestras manos se corresponde, por lo tanto, con la
primera parte del tema.
Raúl Mayoral Trigo
Historia de España
1.1. EL FIN DEL ANTIGUO
ECONÓMICO-SOCIAL
RÉGIMEN:
LA
CRISIS
Cuestión esencial por dos motivos:
1º. El Antiguo Régimen se mantiene en España durante la práctica totalidad de su primer
cuarto (hasta el gran giro de los años treinta).
2º. Porque buena parte de la historia de nuestro siglo XIX va a estar condicionada por la
pugna entre los defensores del Antiguo Régimen y el modelo liberal-burgués (así como sus
variantes): a través de la lucha política o mediante el enfrentamiento armada bajo la forma
de las tres guerras carlistas.
Como ya sabemos, la SOCIEDAD del Antiguo Régimen era privilegiada, estamental y
feudovasallática. Pero las diferencias iban mucho más allá, ya que las diferencias incluían
ámbitos tan variados como el género, la religión, la educación o la raza, entre otros muchos.
Además, estamos ante una sociedad que vive bajo un régimen demográfico antiguo, aunque
en el siglo XVIII se produce la evolución (muy lenta en el caso de España) hacia el régimen
demográfico de transición. De todos modos, esta sociedad sigue estando al borde de la
subsistencia y sus estructuras sociales responden a modelos abrumadoramente agrarios
(en torno al 80-90% de la población vive en el campo y trabaja en el mismo).
En cuanto a las formas de PROPIEDAD DE LA TIERRA, que también vimos días atrás:
a) Alrededor del 60% de la tierra lo posee el 15% de la población (reparitos
más o menos entre el 10% del clero y 5% correspondiente a la nobleza).
b) Otro 20% de la tierra la posee el campesinado, sobre todo en forma de
pequeños propietarios.
c) El 20 % restante son tierras COMUNALES, esto es, tierras de los
municipios.
De esta desigual forma de propiedad de la tierra se derivaba la crítica de los ilustrados,
retomada luego por los liberales, hacia lo que llamaban propiedad “imperfecta” o de “manos
muertas”.
Por último, el COMERCIO experimentó en la España del siglo XVIII un importante auge,
sobre todo a raíz de la aprobación del Real Decreto de Libre Comercio (1778): hasta
entonces el comercio con el continente americano había estado monopolizado por los
puertos de Cádiz o Sevilla, pero tras 1778 se otorgó permiso a otros muchos para
comerciar con el continente americano. Esto produjo un aumento de los intercambios entre
España y sus colonias, en ambos sentidos, y también activó el comercio entre diferentes
zonas del territorio peninsular (por ejemplo, las zonas del interior en dirección a los
enclaves costeros del Mediterráneo).
Ahora bien, a pesar de todo lo anterior, el crecimiento que experimenta España en el siglo
XVIII también tuvo algunas limitaciones:
Raúl Mayoral Trigo
Historia de España
a) No se creó un verdadero mercado nacional integrador de los mercados
locales/regionales.
b)
Las bases para una posterior expansión de la economía capitalista fueron muy
débiles.
c) Tampoco se alteraron las formas de propiedad de la tierra (incluyendo las
relaciones sociales a ellas vinculadas).
d) Más aún, la Corona española experimentó en las últimas décadas del siglo XVIII
un aumentó de su endeudamiento, sobre todo como consecuencia de las costosas
guerras en el exterior: la Guerra de la Independencia norteamericana (17751783) y la Guerra de la Independencia (1808-1814) en la propia España.
Así pues, esto explica las criticas de los reformistas ilustrados que veíamos días atrás.
Estos sectores reformistas ya eran conscientes de esto a finales del siglo XVIII (por
ejemplo, el famoso “Informe sobre la Ley Agraria” de Jovellanos o las políticas de
Campomanes, las políticas típicamente mercantilistas que llevaron al Real Decreto de Libre
Comercio de 1778 con América e incluso, las primeras desamortizaciones del favorito
Godoy).
Pero el problema de fondo era que, al igual que había pasado en otros países, las
estructuras del Antiguo Régimen condicionaban el desarrollo social y económico, al
contrario de lo que había sucedido en Inglaterra donde las estructuras sociales sí se
acomodaron al creciente modelo capitalista.
Dicho de otra forma, LOS CAMBIOS EN PROFUNDIDAD SÓLO PODÍAN VENIR DE
ACABAR CON EL ANTIGUO RÉGIMEN.
1.2. EL FIN DEL ANTIGUO
POLÍTICO-INSTITUCIONAL
RÉGIMEN:
LA
CRISIS
En 1788 la muerte de Carlos III llevó al trono de España a su hijo, el nuevo rey Carlos IV.
Pero, al contrario de su padre, Carlos IV se demostrará como un rey débil, fácilmente
influenciable por su esposa (María Luisa de Parma) y, sobre todo, por la importante figura
del "valido" o "favorito" real: MANUEL GODOY, el auténtico hombre fuerte de la política
monárquica durante aquellos años.
De todas maneras, el contexto a finales del siglo XVIII y principios del XIX no era
especialmente favorable para la monarquía de los Borbones españoles por varias
circunstancias:
1ª. El IMPACTO DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA (1789) provocó cambios importantes
en el sistema de gobierno de la monarquía española, entre ellos la sustitución de
Floridablanca y su política de "CORDÓN SANITARIO" por el Conde de Aranda. Por otro
lado, la muerte de Luis XVI (1791) favoreció la sustitución del propio Aranda por Manuel
Godoy, verdadero hombre fuerte hasta 1808.
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Historia de España
2ª. Pero, al mismo tiempo, España estaba vinculada a Francia por el sistema de alianzas
establecido entre las dos coronas (recordemos que ambas pertenecen a la dinastía
borbónica) que conocemos como PACTOS DE FAMILIA. Estos pactos, mantenidos a lo
largo del siglo XVIII, se rompieron temporalmente tras la Revolución Francesa, pero
volvieron a activarse con el ascenso al poder en Francia de Napoleón Bonaparte. Entre
otras cosas porque ambos, España y Francia, compartían un enemigo en común: Inglaterra.
De hecho, es este política actualizada de pactos lo que lleva al TRATADO DE SAN
ILDEFONSO (en realidad, varios tratados, los últimos de los cuales fueron en 1796 y
1800.), la batalla de TRAFALGAR (noviembre de 1805) y el TRATADO DE FONTINEBLEAU
(1807).
Así pues, todo lo que vamos a ver a continuación debe situarse para ser entendido en una
DOBLE LECTURA: NACIONAL E INTERNACIONAL.
1. A nivel INTERNACIONAL, en 1808 Napoleón era el dueño de la práctica totalidad del
continente europeo, tras las derrotas de Austria y Rusia en la batalla de Austerlitz (1805)
y Prusia en la de Jena (1806). Pero Inglaterra dominaba los mares (y con ello las rutas
comerciales) siendo claramente hostil a la Francia del Emperador. Tras la derrota francoespañola en la batalla naval de Trafalgar (1805), que hemos mencionado antes, Francia
carecía de una armada remotamente equiparable a la inglesa, la mejor en cantidad y calidad
del mundo.
Era imposible combatir a Inglaterra en el mar y acabar con su comercio marítimo, lo que
mantenía vivo al país insular. Tampoco era posible invadir las islas, ya que los barcos
ingleses controlaban el Canal de la Mancha. En definitiva, la única opción de Napoleón para
acabar con la resistencia inglesa fue decretar lo que se conoce con el nombre de BLOQUEO
CONTINENTAL (1806): todos los puertos de Europa tendrían prohibido a partir de
entonces comerciar con las islas.
Sin embargo, Portugal, aliado de Inglaterra, se negó a cumplir el embargo continental.
En consecuencia, España y Francia firmaron el llamado TRATADO DE FONTINEBLEAU
(1807): por éste, España permitiría la entrada de tropas francesas en su país. Ambos
invadirían posteriormente Portugal y se lo dividirían (lo cual incluyó una parte destinada al
favorito de Carlos IV, Godoy).
En efecto, a finales de 1807 los ejércitos franceses y españoles derrotaron a los
portugueses y ocuparon el reino vecino. DE ESTA FORMA, ENTRAMOS EN 1808.
2. Volvamos a hora al panorama NACIONAL, ya que mientras ocurría todo lo anterior tenía
lugar en la Corte de España el enfrentamiento entre dos “PARTIDOS” o “FACCIONES”
cortesanas: partidarios de Godoy y partidarios de Fernando, el hijo mayor de Carlos IV.
En marzo de 1808 diversos sectores de la nobleza palaciega partidarios de Fernando, en
connivencia con elementos populares (según los historiadores, incitados o pagados por los
nobles amotinados) protagonizó el MOTÍN DE ARANJUEZ entre los días 17 y 19 de
marzo de 1808: como resultado de los tumultos, Carlos IV abdica en la persona de su hijo
Fernando, que se convierte en Fernando VII.
Raúl Mayoral Trigo
Historia de España
RECORDEMOS UNA COSA ESENCIAL: mientras está pasando todo esto en la Corte
española, los ejércitos franceses ocupan buena parte del país COMO ALIADOS. Es decir,
todo este drama tiene lugar ante los ojos de los franceses que, como es lógico, mantienen
debidamente informado a Napoleón.
De hecho, aquí cobra una importancia cada vez mayor la figura del propia Napoleón: para
dirimir el conflicto que se ha abierto en la Corona española tras el Motín de Aranjuez,
Napoleón consigue atraer a la localidad francesa de Bayona a los diferentes miembros de la
familia real española. Allí llegan Carlos IV, su esposa y, poco después, el propio Fernando
VII.
ES ENTONCES CUANDO SE PRODUCE UNO DE LOS HECHOS CLAVE DE LA
HISTORIA
CONTEMPORÁNEA
ESPAÑOLA,
QUE
CONOCEMOS
COMO
ABDICACIONES DE BAYONA (ABRIL-MAYO DE 1808): GRACIAS A LAS PALABRAS
DE NAPOLEÓN, FERNANDO VII DEVUELVE A SU PADRE CARLOS IV LA CORONA
QUIEN, A SU VEZ, ABDICA ENTREGÁNDOSELA A NAPOLEÓN1. FINALMENTE,
TRANSCURRIDO UN BREVE PERÍODO DE TIEMPO, NAPOLEÓN CEDE LA CORONA
ESPAÑOLA A SU HERMANO, JOSÉ I.
Ahora bien, el traslado de los miembros de la familia real española a Francia estaba siendo
seguido con creciente preocupación entre los españoles (insistimos una vez más: al mismo
tiempo los ejércitos de Francia ocupan cada vez más posiciones en el país). La tensión, que
se iba incrementando progresivamente, estalla finalmente el DOS DE MAYO DE 1808,
cuando sale del Palacio Real el infante Francisco de Paula. Al parecer, el llanto de niño
atrajo la atención de la gente, y muy pronto circulaba por Madrid la noticia de que los
franceses se estaban llevando a los miembros de la familia real.
El rumor se fue extendiendo y acabó produciendo un levantamiento popular, duramente
sofocado por los ejércitos franceses el mando del mariscal Murat. La represión continuó al
día siguiente, tres de mayo de 1808, cuando varias decenas de madrileños fueron fusilados
en la diferentes puntos de la capital española. Ambas escenas, el levantamiento y la
represión, fueron inmortalizadas posteriormente por Francisco de Goya.
De cualquier manera, los ecos de lo sucedido en Madrid comenzaron a extenderse fuera de
la capital. Primero, como es lógico, llegaron a las ciudades más importantes del país (por
ejemplo, en Zaragoza las primeras noticias sobre estos hechos provocaron el levantamiento
de la ciudad el 24 de mayo). Poco a poco se fueron formando en muchas zonas JUNTAS DE
DEFENSA (locales o provinciales) para tratar de organizar el gobierno y la resistencia
contra los franceses. Y para restablecer la unidad perdida, en noviembre de 1808 se creara
la JUNTA CENTRAL SUPREMA.
Antes de analizar rápidamente el desarrollo de la guerra, debéis tener en cuanta su DOBLE
PERSPECTIVA:
a. Fue una guerra convencional entre ejércitos clásicos (francés, español, británico...),
pero también una guerra entre fuerzas irregulares (los "guerrilleros").
1
A cambio sólo de dos condiciones: que la Corona española siguiera siendo independiente de Francia y
que la religión católica fuera la única del reino.
Raúl Mayoral Trigo
Historia de España
b. Fue también una guerra nacional contra un invasor, pero fue al mismo tiempo una
guerra civil interna que opuso a españoles contra españoles ("afrancesados” contra
“patriotas”)
1.3. GUERRA Y REVOLUCIÓN: LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA (1808-1814),
LAS CORTES DE CÁDIZ (1810-1814) Y LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ (1812)
1.3.1.GUERRA: LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA (1808-1814)
a. La primera fase: los éxitos iniciales (junio-noviembre de 1808).
Entre los meses de junio y noviembre de 1808, tras el fracaso del levantamiento de
Madrid, los soldados franceses se emplearon en sofocar los alzamientos urbanos que se
habían extendido por las ciudades más importantes del país.
En el mes de junio tuvo lugar el primer sitio de Zaragoza, cuya posesión era fundamental
para controlar la importante vía de comunicación del valle del Ebro.
El hecho más destacado de esta primera fase de la guerra fue, no obstante, la batalla de
Bailén, donde un ejército francés dirigido por el general Dupont fue derrotado el 19 de
julio por un ejército español improvisado y comandado por el general Castaños. La derrota
de Bailén tuvo una doble repercusión: estratégica y propagandística. Por primera vez era
derrotado un ejército napoleónico en campo abierto. Sus consecuencias fueron
importantes: José I abandonó Madrid, donde acababa de llegar, con los pocos afrancesados
que habían abrazado su causa y las tropas francesas se retiraron al norte del Ebro.
Napoleón, para vengar esta derrota, decidió entrar personalmente en España, al frente de
un poderoso ejército: la Grande Armée.
b. La segunda fase: el apogeo francés (noviembre de 1808-primavera de 1812).
Esta segunda fase, por tanto, viene determinada por la reacción francesa ante la derrota
francesa en Bailén. El emperador francés, Napoleón, que había subestimado en principio la
capacidad de resistencia española, al frente de la Grande Armée entra en España en
noviembre de 1808. En diciembre toma Madrid, donde vuelve a colocar a su hermano.
Napoleón abandonaba España dejando un fuerte ejército bajo la dirección del general
Soult.
En el otro extremo peninsular, Zaragoza, cae en poder de los franceses cuando era
prácticamente un montón de ruinas (febrero de 1809). Tras otro largo sitio, también caía
Gerona (diciembre de 1809). Antes, en noviembre, el ejército español era derrotado en la
batalla de Ocaña por el rey José, abriéndose a los franceses las puertas de Sierra
Morena y el dominio de Andalucía, que es ocupada (enero–febrero de 1810), menos Cádiz
que, abastecida desde el mar por los ingleses, quedó libre toda la Guerra, de lo que se
derivaron unas consecuencias trascendentales para la historia de España: la elaboración allí
de la primera constitución española.
Un hecho decisivo en esta fase de la guerra fue la acción de los guerrilleros que supieron
aplicar una guerra de desgaste, con la que se minaba la moral de las tropas francesas y se
les impedía el control efectivo del territorio. Los guerrilleros eran hombres del pueblo que
se agrupaban en bandas o guerrillas de algunos centenares de combatientes. Hostilizaban a
Raúl Mayoral Trigo
Historia de España
los destacamentos franceses, desorganizando su retaguardia y causándoles todas las bajas
posibles. Conocían el terreno y contaban con la complicidad de las poblaciones, de las que
obtenían víveres o información, permitiéndoles burlar la persecución de fuerzas muy
superiores. Entre los jefes de guerrillas destacan el navarro Francisco Espoz y Mina, el
cura Merino y Juan Martín Díaz “el Empecinado” y otros muchos, cuya aportación al éxito
final de la guerra fue muy valiosa.
c. La tercera y última fase de la guerra: la ofensiva final anglo-española (primavera
de 1812-agosto de 1813). Las consecuencias de la guerra.
La tercera y última fase de la guerra se inició en la primavera de 1812, cuando Napoleón se
vio obligado a retirar de España una parte muy importante de sus tropas para engrosar la
Grande Armée que se preparaba para la invasión de Rusia. El debilitamiento de las tropas
francesas fue aprovechado por las tropas anglo-portuguesas y españolas del duque de
Wellington. Militar prudente y experimentado, dirigía al ejército inglés que había
desembarcado en Lisboa en 1809.
En 1811, Wellington iniciaba una nueva ofensiva desde Lisboa, permitiéndole recuperar
Ciudad Rodrigo (enero de 1812) y Badajoz (abril de 1812). También Wellington triunfaba
en Los Arapiles (Salamanca, julio de 1812).
El desastre de Rusia aceleró la derrota francesa. Napoleón retiró más hombres para
asegurar la defensa de Francia. Las tropas francesas en España, en consecuencia, iniciaron
el repliegue hacia su país, mientras Wellington emprendía la ofensiva final. En la batalla de
Vitoria (junio de 1813) eran derrotados los franceses y José I se vio obligado a cruzar la
frontera. Todavía se mantenía Soult ocupando San Sebastián y Pamplona, pero derrotado
en la batalla de San Marcial (agosto de 1813) tuvo también que pasar a Francia.
En diciembre de 1813 Napoleón firmaba el tratado de Valençay, por el que Fernando VII
era repuesto en el trono y ponía punto final a la guerra.
d. Los efectos de la guerra fueron desastrosos para España. Se calcula que hubo medio
millón de muertos, cifra considerable para un país que contaba, en 1808, con unos once
millones de habitantes. Ciudades como Zaragoza, Gerona o San Sebastián quedaron
arrasadas; en otras se destruyeron edificios y monumentos artísticos; una parte
importante de las obras artísticas fueron robadas por los franceses. El comercio colonial
cayó en picado. El anterior ritmo de crecimiento industrial se perdió, con máquinas y
manufacturas destruidas. El campo quedó arrasado, con pérdida de cosechas y cabezas de
ganado. Además, la Hacienda Pública quedó todavía más arruinada. Por último, la guerra
afectó al proceso de independencia de la América española.
1.3.2. REVOLUCIÓN: LAS CORTES (1810-1814) Y LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ
(1812)
Como ya hemos visto, el estallido de la Guerra de la Independencia en 1808 supuso el inicio
de un PROCESO PARALELO DE GUERRA Y REVOLUCIÓN.
Así pues, el vacío de poder creado tras los sucesos de mayo de 1808, con la salida de los
monarcas a Francia y la abdicación en Napoleón, provocó la creación de numerosas JUNTAS
en diferentes ciudades españolas. As u vez, muchas de estas Juntas se fusionaron para
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crear JUNTAS REGIONALES O PROVINCIALES que, por último, acabaron convergiendo
en la conformación de una JUNTA SUPREMA CENTRAL Y GUBERNATIVA, en realidad un
enlace temporal hasta la convocatoria posterior de Cortes, en 1810.
Sin embargo, el avance del ejército francés obligóa que este Junta Suprema Central se
trasladara a Cádiz, ciudad como ya hemos visto más fácil libre de la ocupación francesa y
más fácil de defender, donde además podía propagarse fácilmente las ideas de renovación
de la política y la sociedad. Llegados a este punto, las circunstancias eran favorables para
proceder al cambio del sistema tradicional de gobierno: el desastroso reinado de Carlos IV
y el gobierno omnipotente de Godoy justificaban, para unos, la necesidad de introducir
reformas y suprimir abusos, manteniendo la autoridad absoluta del rey. Para otros, más
avanzados, pensaban que había que efectuar cambios radicales en las instituciones y en
la sociedad.
La idea de convocar Cortes estaba muy extendida y fue recogida por la Junta Suprema
Central. Ésta, a mediados de 1810, se disuelve pasando el poder a un Consejo de Regencia,
que procedió a la convocatoria de elecciones a Cortes
(junio). Éstas, que según la Junta deberían haberse
convocado según el procedimiento tradicional del
Antiguo Régimen (es decir, en tres estamentos: nobleza,
clero y estado llano) terminó siéndolo como deseaban
los partidarios de poner fin al absolutismo monárquico,
o sea, como una
cámara
única
donde los
representantes
eran
elegidos
sin
distinción,
acordándose, ante la imposibilidad de hacer elecciones
en las provincias ocupadas por los franceses, el
nombramiento de diputados suplentes entre los
naturales de esas mismas zonas residentes en Cádiz.
Así, en el verano de 1810 eran elegidos los diputados
por sufragio universal, en unas condiciones, como vemos,
nada fáciles, por la situación de guerra en que se vivía.
En realidad, estas Cortes sólo se parecían a las
tradicionales en el nombre; por su primer acto, el 24 de
septiembre de 1810, al constituirse, decidía entrar por
la vía revolucionaria, la de los cambios radicales, al declararse depositaria de la soberanía
nacional, con facultades para dar a España una Constitución que transformaría
profundamente al país.
En Cádiz se congregaron unos trescientos diputados, estando presentes 104 en el momento
de la inauguración, 184 cuando se aprobó la Constitución y 223 en el momento de la
clausura. La composición social de los diputados era el reflejo de una parte muy influyente,
sin duda, de la sociedad de aquella época. El clero predominaba, junto a abogados y juristas,
seguían los altos funcionarios, militares y catedráticos y unos cuantos propietarios de
negocios industriales o comerciales. Por el contrario, la presencia de nobles era escasa,
como la de miembros del alto clero (únicamente había tres obispos); en resumen, puede
decirse que predominaban los individuos pertenecientes a las clases medias y con una sólida
formación intelectual y académica.
Raúl Mayoral Trigo
Historia de España
Durante las sesiones, pronto aparecieron entre los diputados dos tendencias ideológicas
diferentes. Una, la de los partidarios de las reformas, que empiezan a ser llamados
liberales, defendían las libertades, una sociedad estructurada en la igualdad ante la ley y el
fin de la monarquía absoluta. La otra, la de los absolutistas, llamados despectivamente
serviles, eran partidarios de la continuidad de la monarquía absoluta.
De todas maneras, la convocatoria de Cortes no hizo sino iniciar un proceso que acabaría
con la promulgación de la CONSTITUCIÓN el día 19 de marzo de 1812 (vulgarmente
conocida por ello como “la Pepa”), que tenía las siguientes características básicas:
Fue la primera Constitución en la historia contemporánea de España y pilar del
liberalismo posterior. Además, era revolucionaria, porque rompía en muchos
aspectos con el Antiguo Régimen.
Establecía la división de poderes:
Ejecutivo: en manos del rey
Legislativo: representación nacional en una sola Cámara, que
eliminaba así el atrincheramiento en un órgano conformado por la
nobleza y el clero
Judicial: ponía fin a la justicia feudal
•
La Corona no era el patrimonio de una dinastía o una persona. Proclamaba una
monarquía constitucional -“moderada hereditaria”, la denomina la Constitucióncomo forma de gobierno del Estado español. El monarca ya no era el titular de la
soberanía y quedaba limitado por la Constitución. Entre otras limitaciones, por
ejemplo, el rey poseía un derecho de veto suspensivo transitorio, durante dos años,
sobre las leyes aprobadas por las Cortes.
•
Afirmaba el principio de la soberanía nacional: el poder político pertenece a la
nación, siendo delegado en los representantes elegidos por los ciudadanos.
•
Proclamaba la igualdad de todos los ciudadanos ante la Ley, significaba el fin de
las diferencias estamentales y de los privilegios fiscales, militares y jurídicos que
venían beneficiando a los nobles.
•
Reconocía los derechos y libertades individuales: libertad de imprenta, libertad de
comercio e industria, derecho a la propiedad… Sin embargo, no reconoce la libertad
religiosa y establece a la religión católica como la única de la nación española.
•
Por último, la Constitución acababa con la
estableciéndose la división de España en provincias.
•
Las Cortes eran unicamerales y los diputados se elegían de forma proporcional a la
población mediante sufragio universal indirecto (evidentemente masculino) por los
mayores de 25 años: cada intendencia envía sus diputados elegidos por sufragio
universal masculino en cuatro grado. Es decir, las juntas de parroquia elegían a los
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antigua
división
en
reinos,
Historia de España
compromisarios que, a su vez, elegían a un representante y éste, unido a los de
otras parroquias del mismo partido judicial, elegían a los diputados de este mismo
partido judicial. Finalmente, entre estos se elige al diputado de cada provincia. Asociadas además a las Cortes, se aprobaron en Cádiz algunas medidas legales muy
profundas, que pusieron los cimientos para acabar con el Antiguo Régimen en España:
1º. Ruptura del régimen señorial en materia socioeconómica se rompió con el AR optando
por la igualdad ante la ley. Con ello se ponía fin a la sociedad estamental y nacía una
sociedad de clases ordenada no tanto de acuerdo a criterios de sangre o privilegio, sino en
función de circunstancias económicas.
a. Libertades económicas: principios de mercado libre y ataque a las fórmulas
soioeconómicas del AR como los gremios o el intervencionismo estatal de base
mercantilista.
b. Reconocimiento de la plena propiedad individual y privada. Por ejemplo,
transformación de los bienes comunitarios en bienes privados a través de los
diversos procesos de desamortización o mediante la transformación de los señoríos
en propiedades plenas.
2º. En el ámbito religioso la religión católica siguió siendo la oficial de España y la Iglesia
continuó manteniendo grandes prebendas en materia de vigilancia y censura de la moral,
aunque se puso fin a la Inquisición.
3º. Por último, en lo que podríamos catalogar como ámbito “nacionalizador”, las Cortes
gaditanas sentaron las bases de un proceso de “nacionalización” a través de obligaciones
hacia la patria (como decía la propia Constitución, amarla, pagar los impuesto y defenderla)
y derechos colectivos (educación, libertad de expresión, etc.).
En suma, 1812 supuso una verdadera catarsis en relación al AR, al menos si nos atenemos a
su comparación. Pero nunca debemos olvidar dos elementos de contexto: primero, las
dificultades en su aplicación generadas por la propia dinámica bélica (nacional e
internacional) y, segundo y muy relacionado con lo anterior, un relativo éxito en sus
políticas de auténtico cambio social.
Raúl Mayoral Trigo
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