Descargar PDF - Universidad Pablo de Olavide, de Sevilla

Anuncio
Universidad Pablo de Olavide
CENTRO DE SOCIOLOGÍA Y POLÍTICAS LOCALES
Documentos de trabajo
(04/08)
Contención política: estrategia táctica de
la dramatización contenciosa.
Un modelo para su análisis
María Rosa Herrera
ISSN: 1988-8090
Diciembre, 2008
Documentos de Trabajo
04/08
Resumen:
La contienda política supone un penoso proceso de deliberación y negociación, para los líderes,
acerca de la estrategia y la táctica contenciosa. Se trata de, por un lado, definir si se ‘dramatizará’
la contienda, en otras palabras si, haciendo uso del espacio público, se representará una la
protesta colectiva; y por otro, definir la forma, o performances, que se utilizará para ‘protestar’.
Estos dos momentos son analíticamente identificables, el primero nos remite a observar la
producción del evento de protesta, lo que la literatura denomina como la frecuencia contenciosa.
El segundo momento supone observar la lógica que subyace en la performances escogida, es
decir analizar la incertidumbre o perturbación que los activistas han querido causar, lo que la
literatura suele denominar la intensidad de la protesta.
En este sentido ambas dimensiones, frecuencia e intensidad, se explicarían mediante variables y
mecanismos explicativos diferentes.
Este trabajo pretende compartir un modelo analítico que recoge estas dos dimensiones, frecuencia
e intensidad, y propone unos andamiajes para su estudio.
Palabras claves: Contienda Política – intensidad contenciosa – frecuencia contenciosa- protesta
social
Summary
The political contest supposes a painful process of deliberation and negotiation, about of the
contentious strategy and tactics. That is, leaders answer the following two question, first, Do we
need to
dramatize
the conflict? and
then ,
how
do we
do?
These
two moments are analytically identified. The first is the frequency of protest, the second is
the intensity of the protest event.
This article discusses the logic that sustains each moment.
Keywords: Political Contention - current contentious - frequencycontentious social-protest
Centro de Sociología y Políticas Locales
Universidad Pablo de Olavide
2
Documentos de Trabajo
04/08
ESTRATEGIA Y TÁCTICA DE LA DRAMATIZACIÓN CONTENCIOSA 1.
En todas las civilizaciones,
los hombres han escenificado episodios de comportamiento dramático(…)
Reaccionamos a menudo emocionalmente ante estos episodios.
(…)nos divierten las flaquezas del furor colectivo, nos horrorizan las crueldades del motín
y nos inspira respeto el fervor de la revolución.
Neil Smelser (1995)
La producción de fenómenos de lucha popular continúan interpelan a investigadores/as,
y en este sentido cabe indagar respecto a, por un lado, las condiciones por las que unos
ciudadanos utilizan la protesta colectiva, y por otro, las razones por las que escogen unas u otras
formas de protestar, de entre el repertorio contencioso disponible. Creemos que ambas
dimensiones son productos de dos momentos deliberativos analíticamente identificables, que
tienen lugar en el interior de los sectores más movilizados y responden a la selección de la
estrategia y la definición de la táctica que utilizará los movimientos de protesta.
En este documento se pretende avanzar en construir un modelo analítico que permita
abordar las cuestiones de ¿qué actores y bajo que condiciones preferirían el uso de la protesta?
y ¿en que condiciones estarían dispuestos/as a utilizar formas de protestar de mayor intensidad?
En otros términos, se pretende reconstruir las razones: a) por las que los actores sociales
escogen como estrategia, para la interposición de demandas colectivas, la protesta social, y b)
por las que escogen unas tácticas mas perturbadoras.
1. La dramatización de la contienda política: estrategia y táctica de su puesta en
escena.
Los fenómenos de lucha popular, suelen estudiarse desde la perspectiva de la contienda
política. Por tal se entiende la interacción episódica, pública y colectiva entre unos
reivindicadores y sus targets, cuando al menos una autoridad pública es concernida por ello, y
Este documento de trabajo es un avance del modelo analítico que se está utilizando para la realización de la tesis
doctoral ‘Dramatización de la contienda Política: Acción colectiva y protesta, Argentina (1998-2005)’ dirigida por el
Dr. Clemente Navarro.
1
Centro de Sociología y Políticas Locales
Universidad Pablo de Olavide
3
Documentos de Trabajo
04/08
las reivindicaciones, de ser satisfechas, afectarían a los intereses de al menos uno de los
reivindicadores (McAdam, Tarrow y Tilly; 2005: 5). De modo que suelen considerarse como tal
fenómenos que, aún compartiendo estos rasgos, reciben diferentes denominaciones, como por
ejemplo, ciclos de protesta, las olas de democratización, los movimientos sociales, las
revoluciones y las campañas de protestas.
De lo anterior se deriva que la contienda política trasciende la tradicional dicotomía entre
la política institucionalizada y no institucionalizada, pues los intereses en pugna transitan entre
unas y otras arenas. La contienda se da en las dos arenas, aunque se manifieste en ellas de forma
diferente, como contienda contenida, en un caso, y contienda transgresiva, en otro (McAdam,
Tarrow y Tilly, 2005: 7). La diferencia reside, más bien, en el status de los actores que intervienen
en el conflicto y de la acción colectiva que desarrollan. En la contienda contenida todas las partes
del conflicto existen previamente como actores políticos constituidos, usando formas y canales
existentes para hacer valer sus demandas; mientras que en la transgresiva, algunos de los
participantes son actores políticos recientemente autoidentificados y/o alguna de la partes emplea
acciones colectivas innovadora, sea por sus reivindicaciones, el target o los medios utilizados
(McAdam, Tarrow y Tilly; 2006: 8).
De forma sencilla, la contención implica la reivindicación de unos intereses que una parte
hace sobre otra, por lo que la resolución de los intereses de quien realiza el clamor tiene efectos
sobre los intereses de la otra parte. Esto supone que en la contención interviene un sujeto, quién
reclama, un objeto, el target del reclamo, y aquello que se reclama, una demanda (Tilly y Tarrow,
2006). Desde esta perspectiva, la contención está presente en la vida cotidiana de modo
permanente, (en la familia, las relaciones laborales, la vecindad, en el ámbito asociativo o
empresarial); pero la que aquí interesa es aquella que posee carácter episódico y público en la
que, directa o indirectamente, es parte alguna agencia gubernamental (Tilly, 2008: 5) 2. Por tanto,
se excluyen aquellas que suponen rutinas establecidas o luchas en el seno de las propias
organizaciones (por ejemplo, comicios electorales o reuniones asociativas), y en las que no
interviene una agencia gubernamental.
Se trata, pues, de la contienda en la que el estado constituye el target, el sponsor y/o el
antagonista de la contienda, y como organizador del sistema político, de las relaciones entre los
grupos y del sistema de representación de intereses, es también, árbitro, en su caso, de la
victoria. Esto supone que, más allá de su intervención puntual en la contienda política, establece
Aunque cabe destacar que, la gran parte de la acción colectiva que se desarrolla en la vida social no es contenciosa
y no involucra a los gobiernos (Tilly y Tarrow, 2005)
2
Centro de Sociología y Políticas Locales
Universidad Pablo de Olavide
4
Documentos de Trabajo
04/08
reglas básicas que enmarcan la contienda, pues estipulan, de algún modo, quién puede reclamar
de modo colectivo, con qué formatos y qué resultados podrían obtenerse de ello (Jenkins y
Klendermans, 1995; Tilly y Tarrow, 2006). De ahí el carácter de contienda política.
Más concretamente, la contienda política que interesa aquí es producto de los esfuerzos
compartidos de un grupo de individuos por alcanzar un bien público; si se quiere, se trata de
contienda política colectiva 3. Por tanto, está sujeta a los principales dilemas de la producción de
la acción colectiva: la cooperación y la coordinación 4. Como se sabe, el primero consiste en
resolver si un grupo de individuos, identificando la posibilidad de conseguir un bien público (o
evitar un mal colectivo), estaría dispuesto a cooperar para alcanzarlo (o evitarlo). El segundo hace
referencia a la definición de los medios, las estrategias y tácticas que esos individuos, ya
dispuestos a cooperar, deben coordinar (Hardin, 1995).
Así pues, desde un punto de vista analítico, cabe pensar en una secuencia en la que unos
actores intencionales que están convencidos del beneficio de actuar juntos, deben coordinar las
acciones a desarrollar. Esto significa que el empresariado de la contienda se involucraría en un
proceso de reflexión,
discusión y negociación respecto a los cursos de acción a seguir,
deliberando sobre la disposición a cooperar de las bases sociales que pretenden movilizar, target
de la movilización, a quien dirigirla y la forma por la que organizarla (Marwell y Oliver, 1993; Tilly,
1990, Gamson, 1975). Este trabajo pretende estudiar este proceso en el que el empresariado de
la contienda debe, mediante la valoración conjunta o ‘generación de conocimiento común’ (Miller,
2007), determinar dos cuestiones. Por un lado, si es apropiado, o no, presentar públicamente la
contienda, a lo que llamaremos la decisión sobre la estrategia a seguir. Y por otro lado, la forma
concreta con lo que lo harán, a lo que denominamos la selección de la táctica.
En suma, la contienda que es objeto de análisis en este trabajo es aquella que es política,
colectiva y se manifiesta públicamente a través de canales no institucionalizados, mediante
acciones colectivas de protesta. Se trata, pues, de contienda transgresiva de carácter colectivo
que se desarrolla en el espacio público, si se quiere, que se dramatiza, porque supone la
exposición pública de ciertas demandas dirigida a ciertos actores por parte de otros.
Esto es, la acción por conseguir un bien indivisible y que, en caso de ser conseguido, beneficiaría a toda una
categoría de sujetos, sin poder privar de ese bien a alguno/s de los sujetos que forman parte de la categoría social
en cuestión (Hardin, 1982)
3
Sobre los problemas de cooperación se puede profundizar en Olson, 1965; Moore, 1995 Hardin, 1991; sobre el
dilema de la coordinación se puede consultar Oberschall, 1994; Hardin, 1995; 1991; 1971 Calvert, 1992.
4
Centro de Sociología y Políticas Locales
Universidad Pablo de Olavide
5
Documentos de Trabajo
04/08
1.1. La puesta en escena de la contienda política.
En concreto, la cuestión que interesa analizar aquí es el proceso que lleva al desarrollo de
la contienda, tal y como ha sido definida, y la forma concreta en la que se hace. Esto supone que,
analíticamente, desde la perspectiva de los promotores o empresariado político de la contienda,
han de enfrentar dos decisiones, una referida a la estrategia por la que se canaliza la contienda
política, la otra sobre la táctica con la que se desarrolla. O más llanamente, por un lado, si se ‘sale
a la palestra’, si se protesta en vez de hacer uso de la mediación y negociaciones con las
autoridades públicas mediante los canales (formales o no) establecidos para ello; y por otro lado,
si se opta por la primera estrategia, qué papeles se representan, si se nos permite, que
coreografía desempeñan (marchan o abrazan un símbolo, bailan batucadas o bien acampan), con
qué elementos escenográficos (pancartas, carteles, símbolos, carpas, etc.) e incluso, en
ocasiones, si se hace uso de vestuarios especiales (colores especiales, chalecos, pañuelos, trajes
tradicionales, pintadas en la cara, etc.). Esto supone que, a veces, la contienda política se
dramatiza públicamente al optar por el uso de canales no formalizados para reivindicar intereses
colectivos –aun cuando se combine con mecanismos formalizados-, y en este caso, se expresan
en eventos colectivos, episódicos, públicos, perturbativos y de carácter directo.
Para abordar este fenómeno, en la línea del denominado dramaturgical analysis
proponemos hacer uso de la metáfora dramática para el análisis de un fenómeno que se nos
presenta como una escenificación 5. Así pues, se trata de estudiar la ‘contienda dramatizada’ del
mismo modo que se observaría un acto dramático, es decir atendiendo a la puesta en escena que
hacen los actores contenciosos, al libreto que siguen para ello y el escenario en el que lo hacen.
Todo ello para tratar de explicar cómo los dos últimos elementos inciden en el primero. Esto
supone el planteamiento de dos preguntas básicas, a saber: ¿quién y en qué circunstancias opta
por dramatizar la contienda política?, ¿quién y en qué circunstancias opta por formas diferentes
de escenificarla?
Responder a la primera cuestión supone, sobre todo, conocer la extensión del fenómeno,
esto es, identificar los procesos de dramatización de la contienda política, su número o frecuencia,
como también algunos de sus rasgos referidos a los actores que la promueven, sus demandas y
las circunstancias en que lo hacen. Responder a la segunda cuestión implica conocer las formas
mediante las que se ponen en escena la contienda política. Para ello se suele atender a las
Por ejemplo, Tilly y Tarrow recurren con insistencia a la metáfora teatral en el desarrollo de conceptos descriptivos,
tales como: ‘repertorios de confrontación’ y ‘performances contenciosa’.
5
Centro de Sociología y Políticas Locales
Universidad Pablo de Olavide
6
Documentos de Trabajo
04/08
performances que los actores escogen entre el repertorio contencioso que tienen disponibles,
esto es, las formas relativamente familiares y estandarizadas con las que un conjunto de actores
realizan clamores colectivos sobre otro conjunto de actores políticos (Tilly y Tarrow, 2006; Tilly,
2008). En relación a esta última cuestión, y desde una perspectiva analítica, se considerará la
puesta en escena en atención a su intensidad, en la línea que propusiera Tarrow (1990, 1997); y
ello, por dos motivos.
Por un lado, porque supone la conceptualización de la contienda política dramatizada a
través de un concepto que, con cierta independencia de las formas concretas que adopte
(performances), permite compararlas entre sí. Esto es, la intensidad supone un equivalente
funcional desde el que analizar diferentes performances en diferentes contextos. La diferencia es
que mientras que en las propuestas de Tarrow (1997) se combinan distintas dimensiones
(desafío, incertidumbre y solidaridad) para elaborar diferentes tipos de acción colectiva
contenciosa (acción convencional, disruptiva y violencia) 6, aquí se hará una propuesta para medir
–no sólo el tipo, sino- el grado de intensidad de la puesta en escena considerando como
elemento básico la capacidad de la acción contenciosa para cuestionar ‘la’ autoridad, así como el
orden establecido y custodiado por esa autoridad.
Por otro lado, porque a esta idea básica subyace que diferentes formas de protesta, su
intensidad, da cuenta del impacto de la acción colectiva contenciosa. Esto es, para Tarrow (1997)
los actores de la contienda escogen el formato de la acción colectiva teniendo en cuenta el
impacto que desean causar. O como señalara previamente Lipsky (1965:163), los líderes deben
articular metas y estrategias para escoger la forma de la acción colectiva que utilizarán, y por
tanto, la táctica concreta que emplearán tanto para maximizar la exposición a los medios masivos
de comunicación, como para maximizar el impacto en las terceras partes, y con ello, maximizar
las oportunidades de éxito.
Por tanto, la intensidad de la contienda política dramatizada dependerá del grado en que
se considere que una táctica concreta (una performance) será más o menos eficiente, exitosa.
Para ello, los lideres pueden escoger formas de protesta que responden a tres tipos de lógicas, o
Por ejemplo, en la propuesta de Tarrow el poder de la acción convencional descansaría en su capacidad de promover
la solidaridad, mientras que el componente de incertidumbre es inexistente. En cuanto a la acción disruptiva su
componente más fuerte es la incertidumbre que genera, en este caso también tiene relativa importancia el desafío, o
resistencia, que entraña y la solidaridad que es capaz de conseguir. En cuanto a la acción violenta es
fundamentalmente desafiadora, así, al llegar a los extremos del desafío posee menores niveles de incertidumbre, y, si
bien implica un grado de cohesión interna para el desarrollo de la acción, segrega, por los métodos empleados, a las
vastas bases sociales que cuyos intereses pudieran estar representando.
6
Centro de Sociología y Políticas Locales
Universidad Pablo de Olavide
7
Documentos de Trabajo
04/08
bien, a ciertas combinaciones de éstas: la lógica del daño, la lógica del número, o la lógica del
testimonio (Della Porta y Diani, 2006). La primera de ellas consiste en infligir daño material
mediante la interrupción de rutinas sociales. La segunda supone alterar las rutinas diarias
mostrando el apoyo social que poseen los disidentes, al exponer públicamente el número de
seguidores y simpatizantes con los que se cuenta, o incluso, como mecanismo de presión frente a
las autoridades públicas en tanto esos apoyos son potenciales apoyos electorales. Finalmente,
la lógica del testimonio implica la demostración de ciertos valores y cultura alternativa, es decir,
pretende trasmitir un mensaje mediante el uso de formas de protesta con altos contenidos
simbólicos.
En esta línea de razonamiento cabe pensar que la intensidad de la contienda y,
específicamente, de cada acto o evento de protesta, es producto de la resolución del dilema
estratégico que enfrentan los líderes en busca del éxito o el impacto de la puesta en escena. En
este sentido, interesa establecer las razones por la que optan por determinada performance
contenciosa en función de su intensidad; postulando aquí que ello depende de la combinación de
incertidumbre y perturbación que cada performance entraña.
En concreto, la perturbación se entenderá como una combinación de desafío a la
autoridad y al orden que esa autoridad custodia, la capacidad de inmutar, de trastornar el orden y
desarrollo de la vida cotidiana de la ciudadanía, y la capacidad de perjudicar directamente, ya sea
de forma tangible –económicamente- o intangible –moralmente- al objeto de la confrontación. En
esta dimensión impera la lógica del daño (Della Porta y Diani 2006), pues perturbar implica, sobre
todo, provocar daño 7.
Pero, cuando los costes son potenciales e indefinidos, producto de la indeterminación de
la duración, desenlace y potencial de difusión de un acto de protesta, hablamos de la
incertidumbre que provoca. Esta puede descansar en su innovación o imprecisión 8. Pero, sobre
Por ejemplo una huelga es altamente perturbadora, en tanto que por un lado, desafía a la autoridad, por otro altera
el orden, afectando a todos aquellos que consumen el servicio que se está dejando de proveer y finalmente perjudica
al empresariado –público o privado- que percibe un costo material (o simbólico en algunos casos) por la secesión de
la producción. Al extremo contrario, el abrazo humano suele ser una actividad que se desarrolla sin provocar gran
perturbación. Este rasgo de la acción colectiva provoca costes reales, previsibles y medibles, ya sea para el objeto de
las reivindicaciones, para la ciudadanía o para ambos.
7
Algunas protestas son convocadas con un punto definido de inicio pero sin cerrar su duración, y en el mismo
desarrollo de esa acción colectiva se redefinen las estrategias a seguir en función a la reacción de las autoridades y
objetos de sus reclamos, en otras palabras constituyen autenticas pulseadas a tiempo real. Este es el caso de las
tomas de edificios públicos, se recurre a este formato cuando existen condiciones para sostenerla hasta que las
negociaciones lleguen a un punto deseado por los desafiadores, con lo cual la secuencia de acciones puede
endurecerse o alargarse en el tiempo, dependiendo de la reacción de las autoridades o los desafiados, también la
huelga de hambre, los encadenamientos y otros tipos de performances con alto contenido simbólico.
8
Centro de Sociología y Políticas Locales
Universidad Pablo de Olavide
8
Documentos de Trabajo
04/08
todo, cabe destacar que la mayor incertidumbre vendría asociada a la lógica del testimonio,
puesto que ésta entraña la búsqueda del impacto mediante acciones innovadoras, llamativas y
recurriendo a recursos alegóricos. Pero también cabe pensar que la selección de formas que
combinan la incertidumbre con la perturbación pueden dar cuenta de que en su elección subyace
la lógica del número. Tal y como proponen Della Porta y Diani (2006), ésta se activaría cuando se
busque mostrar el volumen de apoyos, de lo que se deriva potencial capacidad de perturbación 9.
Esto supone que en el hecho de dramatizar la contienda política y de hacerlo de una
forma concreta existe una lógica por parte de sus promotores. El objetivo central de este trabajo
es tratar de reconstruirla. Si se quiere, conocer por qué la contienda política se pone en escena a
través de eventos de protesta colectiva, y por qué de unas formas y no otras.
2. Los actores y condiciones de la puesta en escena: libretos y escenarios de la
contienda política.
Ahora bien, vista la literatura, la idea central de este trabajo es que tales lógicas no son
comunes a todos los grupos que la promueven, ni se desarrollan por igual en todos los
contextos. Más concretamente, se argumentará que la dramatización de la contiendan y sus
formas dependen de la combinación de dos cuestiones. El ‘libreto’ de la contienda y los
‘escenarios’ de la contienda. Si el primero se refiere al ‘quién’, el ‘qué’ y el ‘a quién’ de cada
evento de protesta, el segundo se refiere al contexto político, económico o social en el que se
desarrolla.
En los siguientes apartados tratemos de definir de forma más concreta estos elementos,
así como ofrecer argumentos analíticos que, según la literatura, deberían dar cuenta de su
importancia para explicar la producción y formas de la contienda política. La intención es presentar
argumentos básicos en los que enmarcar la discusión, que se desarrollarán en detalle en los
capítulos de siguientes.
Mas concretamente ‘sacar la gente a la calle’ como se suele denominar en la jerga política a las acciones orientadas
por la lógica del número, conllevan implícitamente la posibilidad latente de la violencia bien espontánea, bien
infiltrada o bien provocada (Shuster, 2005), pero fundamentalmente estas dos últimas. Aunque también es verdad
que esta posibilidad latente de violencia viene relacionada con contextos de inestabilidad política y social.
9
Centro de Sociología y Políticas Locales
Universidad Pablo de Olavide
9
Documentos de Trabajo
04/08
2.1 El libreto de la contienda: actores, demandas y targets.
En sus últimos trabajos, Tilly (2008) destaca la relevancia analítica de tres elementos
comunes a todas las interacciones contenciosas: ‘quien’, ‘a quien’ y el ‘que’ de los eventos de
protesta; o en términos más clásicos, el sujeto, el target y la demanda. Más concretamente, Tilly
(2008) enfatiza que la forma en que se combinen estos elementos tiene cierta influencia en la
performances contenciosas y la delimitación del repertorio en general. De hecho, la literatura
apunta argumentos acerca de la influencia de estos tres elementos.
Así, suele destacarse la importancia de la estructura organizativa y de movilización de los
grupos que promueven la protesta colectiva, pues dan cuenta de los recursos disponles para la
movilización 10. En este sentido, a partir de la propuesta de Rucht (1999), pueden distinguirse
tres grandes modelos o tipos básicos de agentes de movilización: Modelo Movimiento de Base,
Modelo Grupo de Interés y Modelo Partido Político. Estos tipos ideales se diferencian por, al
menos, 4 rasgos: estructura organizativa, principales recursos, estrategia de relación con sus
miembros; y finalmente, como producto de la conjunción de estas dimensiones, la eficacia de sus
acciones en determinadas arenas políticas (Klandermasn, 1989; Martí Puig, 2002).
Por un lado, los rasgos estructurales (complejidad organizativa, grado de formalización,
división de tareas y niveles de profesionalización) facilitarían que el actor dirimiera sus intereses
en las arenas institucionales (o no), aunque esto dote de menos flexibilidad de cara a nuevos
reclutamientos o diferentes modos de acción (Carden, 1978; Dwyer, 1983). Por otro, en cuanto a
los recursos cabría destacar, principalmente, las bases sociales, los contactos o, incluso, las
posiciones estratégicas en relación a la reproducción de la sociedad.
Por último, respecto a las estrategias de relación con sus miembros cabría señalar la
forma que adquiere atendiendo a la participación (más o menos directa) que se espera y a los
sistemas de incentivos por los que se intenta el reclutamiento y permanencia de la membresía.
Esto puede influir en la capacidad para movilizar; en concreto la primacía de incentivos selectivos
(Olson, 1965) a la de incentivos colectivos de carácter normativo y expresivo, puede informar
respecto al tipo de compromiso de participación que reclaman las organizaciones a sus miembros
Este, como es sabido, es un argumento central de la perspectiva de la movilización de recursos en la literatura
sobre movimientos sociales; por ejemplo, Zald y McCarthy (1987), McAdam (1999), McCarthy (1999), Clemens
(1999), Vos (1999) o Rucht (1999).
10
Centro de Sociología y Políticas Locales
Universidad Pablo de Olavide
10
Documentos de Trabajo
04/08
(Knoke y Prensky, 1984; Knoke, 1990; Jordan y Malony, 1997) 11. La conjunción de diversas
formas organizativas, recursos y sistemas de incentivos, darían cuenta de la que podría
denominarse capacidad o eficacia potencial del grupo para el desarrollo de diferentes estrategias
externas a fines de la defensa de los intereses que dicen representar (Klandermans, 1989c; Marti
Puig, 2002)
A partir de estos rasgos, y en términos de tipos-ideales, los Movimientos de Base
contarían con una estructura organizativa reticular e informal, basada en la participación directa de
sus miembros y, principalmente, mediante un sistema de incentivos de tipo afectivo y/o
normativo. Esto hace que su estrategia modal hacia el exterior sea la acción colectiva directa,
protestas sociales, por las que pueden recurrir a lógicas del número y del testimonio, frente a su
debilidad en cuanto a la canalización de sus demandas por vías institucionales. Esta sería, en
cambio, modal para los Grupos de Interés, aquellas organizaciones con estructura organizativa
muy formalizada y sistemas de incentivos selectivos. Su principal recurso es la posición
estratégica que ocupan en la reproducción de la sociedad y el acceso a los centros de toma de
decisiones. Pero aunque su repertorio de acción modular sea la mediación, el ‘lobby’, sus
recursos hacen previsible que de dramatizar la contienda política lo hagan orientados,
principalmente, por la lógica del número y del daño.
Frente a estos dos tipos de grupos, el tipo Partidos Políticos, se diferencia,
principalmente, porque su recurso principal son los apoyos electorales, en vista a ocupar cargos
públicos. Por ello, es previsible que recurran en menor medida a la dramatización de la contienda,
y cuando lo hagan, prefieran performances articuladas bajo la lógica del número, con bajos
niveles de perturbación e incertidumbre (poco intensas).
Más concretamente, entre los incentivos selectivos cabría incluir los de carácter utilitario (salarios, pensiones,
bienes y servicios) mientras que entre los segundos catalogan los incentivos afectivos (emociones, relaciones,
reconocimiento) y los normativos (asociados a valores, obligación cívica ) (Knoke y Wrighttisak, 1981; Clark y Wilson
1961)
11
Centro de Sociología y Políticas Locales
Universidad Pablo de Olavide
11
Documentos de Trabajo
04/08
Tabla. 1 Tipos de agente de movilización.
RASGO ESTRUCTURAL
PRINCIPALES
RECURSOS
PARTICIPACIÓN DE LOS
MIEMBROS
SISTEMAS
DE INCENTIVOS
ÁMBITO DE EFICACIA
PROBABILIDAD DE
DRAMATIZACIN DE LA
CONTEINDA
INTENSIDAD DE LA PUESTA EN
ESCENA
MODELO
MOVIMIENTO DE BASE
Redes grupos y
organizaciones
MODELO
GRUPO DE INTERES
MODELO
PARTIDO POLITICO
Organización formal
Organización formal
Bases sociales
Acceso a centros de decisión.
Posiciones estratégicas
Apoyos electorales
Directa
No directa
Directa esporádicas
(en elecciones)
Afectivos normativos
Utilitarios
Normativos utilitarios
Movilización.
Cambio en los patrones
institucionales
Acceso a la política.
Consecución de objetivos
Acceso a la política.
+
+-
-
++
+
-
Fuente: Basada en Rutch (1999) y Navarro y Ramírez (2001).
Pero además de los actores, la literatura postula que el tipo de demanda también influye
en la producción y formas de la contienda política. Para su análisis se han utilizado,
fundamentalmente, dos criterios: la estructura de necesidad subyacente y su orientación 12. La
primera dimensión informa respecto a la clase de bienes públicos que se reclaman, desde bienes
materiales ligados a la seguridad personal, a otros más ligados a la auto-expresión (Inglehart,
1977; Opp, 1990). La segunda daría cuenta de los niveles de frustración y urgencia, es decir, la
posición desde la que el sujeto colectivo reclama derechos o provisiones, y por tanto, se
entiende en términos de ‘defensa’ o ‘conquista’ de derechos, o bien de marcación de
antagonismos. De modo que, la primera dimensión indica el ‘qué’ se demanda y la segunda
indica el ‘cómo’, o mejor, desde qué posición se demanda.
La hipótesis que aquí se viene
manejando es que el ‘cómo’ incidiría en la valoración que realizan los líderes y activistas, y por
tanto, en la lógica que orienta su decisión respecto a las tácticas y formas de la protesta.
En este sentido, por ejemplo, el modelo de privación relativa entiende que la intensidad
de la frustración, como distancia entre expectativa y percepción de la posición (socio-económica)
de un colectivo, estaría proporcionalmente relacionada con la intensidad de la protesta (Gurr,
1970) 13. En esta misma línea Tarrow (1990) clasifica las demandas según su dirección,
12
Tarrow (1990) tiene en cuenta el sector de demanda, la orientaron y la estructura de la demanda.
Concretamente el modelo analítico de Gurr propone tres variantes de la frustración relativa, en el primero,
‘frustración declinante‘,el nivel de expectativas no varia aunque las provisiones orientada a satisfacerlas experimentan
una fuerte caída; en el segundo de ’frustraciones de las aspiraciones crecientes’ las que las expectativas respecto a
las posición de ciertos colectivos son crecientes, mientras que el nivel de provisiones destinadas a satisfacerlas se
mantiene constante; finalmente la ‘frustración progresiva’ modeliza situaciones en las que los niveles creciente de las
13
Centro de Sociología y Políticas Locales
Universidad Pablo de Olavide
12
Documentos de Trabajo
04/08
distinguiendo la posición desde la que el sujeto colectivo expone su reclamo, con lo que recoge,
de algún modo, los modelos de frustración relativa de Gurr (1970). En concreto, distingue entre
demandas reactivas, proactivas, de actuación y de antagonismo. Las dos primeras son,
respectivamente, asimilables a los sub-modelos ‘frustración del declive’ y ‘frustración de
aspiraciones crecientes’ aunque también las demandas de actuación son asimilables al primer
modelo de Gurr (1970), mientras que las demandas de competición recogen más bien posiciones
de antagonismo entre los actores que intervienen en la protesta. La cuestión es que diferentes
demandas se ligan a diferentes propensiones de producción de la contienda y formas de ésta.
Aunque existen menos argumentos y evidencias en la literatura, también cabe pensar que
en ello intervenga el taget al que se dirige la acción contenciosa. En líneas generales se esperaría
más frecuencia, pero también mayor intensidad, en las protestas orientadas a actores de nivel
nacional porque en ellos reside una mayor capacidad de respuesta a demandas, y porque el
impacto en el target depende de la visibilidad de la protesta, y esta se pude garantizar dotándola
de ‘espectacularidad’ para que reciba más atención por parte de
los medios masivos de
comunicación (Lipsky, 1965; Klandermans, Goslinga, 1999; Canel, 1997).
2.2 Los escenarios de la contienda política.
Respecto al escenario o contextos en el que se produce la dramatización de la contienda
política, la literatura destaca, principalmente, tres aspectos: la Estructura de Oportunidades
Políticas (en adelante EOP), la estructura de Micromovilización (en adelante EMM) y la Estructura
Socio-economía (en adelante ESE). A ello cabría añadir la Estructura Territorial (ET, en adelante),
en la medida en que los estudios de participación cívica y política argumentan que el urbanismo
supone un factor que facilita o inhibe unas u otras formas de participación, y entre ellas, la
protesta colectiva.
En cuanto a la primera, desde los trabajos seminales de Lipsky (1970) o Eisinger (1973)
se considera que el contexto político es un factor importante en la generación de insurgencia
social. Desde entonces, la EOP ha sido definida y utilizada en numerosos estudios para conocer
el impacto de la forma en que se estructura la relación entre Estado y sociedad civil en la protesta
expectativas tienen una relación inversamente proporcional con el movimientos decreciente en los niveles de
provisiones.
Centro de Sociología y Políticas Locales
Universidad Pablo de Olavide
13
Documentos de Trabajo
04/08
colectiva 14. Esto, en parte, ha hecho que el concepto de EOP presente cierto estiramiento
conceptual (Tarrow, 1988) 15. Aún así, cabría destacar al menos cuatro elementos más o menos
recurrentes en la literatura: el sistema político institucional, las alienaciones de las élites y su
estabilidad, la presencia de aliados influyentes, y finalmente, la capacidad y represión de los
aparatos del estado (McAdam, 1999) 16.
De forma más concisa, esos elementos pudieran
agrupares en torno a dos ejes: por un lado, aquellos que hacen referencia a los aspectos más
formales e institucionalizados del sistema político, y por tanto, más estables, y por otro lado, las
dimensiones informales y más dinámicas. La primera remitiría a la apertura de la EOP, y la
segunda al acceso (Navarro, 2008; Navarro et al, 2006)
En concreto, la apertura se referiría a la estructura institucional, formal, del sistema político,
y en particular, a la estructura que adopte el sistema de representación de intereses (Kriesi et al.,
1995; Klandermans, 1997). Se trata de la capacidad y los mecanismos mediante los que el
sistema formal absorbe la participación y demandas de los actores en el juego institucional,
incluyendo aquellos que son de novedosa constitución (Tarrow, 1997; Kriesi et al., 1995). Más
concretamente, la ‘estructura de entrada’ estatal (input structure), según Kitschelt (1986); en
particular: la capacidad legislativa, (desarrollo legislativo y control del ejecutivo), y los patrones
de intermediación de interés, evidenciado mediante el nivel de pluralismo en la representación
política.
Este concepto ha sido tratado por la literatura especializada como variable independiente, ya sea de la movilización
social, el surgimiento de movimientos sociales, el surgimiento de acciones de protesta, así como, el éxito de
campañas contenciosas, la responsividad gubernamental etc.; o bien , aunque con menor frecuencia, como variable
dependiente, en términos de configuración que es modificada por la acción de los movimientos sociales (Tarrow,
1983; 1999; McAdam, 1999; Gamson y Meyer, 1999; Jenkins y Klandermasn, 1995). Así mismo, se la ha
operacionalizado para diferentes arenas gubernamentales; dando cuenta de la configuración política a nivel local
(Eisinger, 1973; Navarro, 2008; 2009), provincial/regional (Auyero, 2003; Herrera, 2003; Farinetti, 1999) nacional
(Tarrow, 1999; Della Porta; 1999; Meyer, 2003) e incluso se han considerado dimensiones que hacen a la
configuración de poder supranacional (Obershall, 1999; McAdam, 1999; Meyer, 2003). Un estudio detallado sobre el
uso de la EOP en diferentes trabajos empíricos pueden consultarse en Miknoff y Meyer (2004).
14
15 Los trabajos de Rutch (1999), Tarrow (1999), Brockett (1991) y Kriese, et al, (1992) representan algunos de los
esfuerzos más importantes en aras de establecer una definición mínima y concretar las dimensiones básicas a tener
en cuenta en relación a la EOP,
Cabe destacar que, aunque con menos consenso, se suelen incluir dimensiones que hacen referencia a situaciones
o sucesos especiales a corto plazo, lo que en ocasiones se ha dado en llamar ‘ventanas de oportunidades’
(Oberschal, 1999; Gamson y Meyer, 1999)
16
Centro de Sociología y Políticas Locales
Universidad Pablo de Olavide
14
Documentos de Trabajo
04/08
ACCESO…
…formal al sistema político
…mediante aliados o ‘porteros’ del
sistema político
Capacidad legislativa
Pluralismos
Potencial mercado de aliados
División de élites
-
LA EOP
COMO:
APERTURA…
ESTABLE +
Tabla 2. La estructura de oportunidades políticas
Basado en Navarro et al (2006).
El acceso de la EOP se refiere, fundamentalmente a dos aspectos. Por un lado, la existencia
(o no) de aliados influyentes que podrían oficiar como ‘gatekeepers’ para las movilizaciones
ciudadanas, abriéndoles (o no) las puertas del estado 17. Por otro lado, la presencia de conflictos
entre las élites, pues esto significaría mayor predisposición de éstas para apoyar la movilización
popular (Tarrow, 1990, 1996, 1997; Brockett, 1991; Diani, 1996).
La idea central es que la combinación de ciertos elementos de apertura y acceso de la EOP
inciden en la frecuencia e intensidad de la contienda política. Aunque existen argumentos
contrapuestos acerca del impacto de estas dimensiones, que se reflejan en la idea genérica, de
una relación curvilínea entre EOP y protesta colectiva (Eisinger, 1973; Tarrow, 1997).
Así pues, en un ambiente político abierto a las reivindicaciones colectivas, puesto que los
canales formales fuesen lo suficientemente ágiles para absorber demandas; y además accesible,
puesto que los grupos de presión pudieran contar con gatekeeper que, oficiando de ‘bisagras’,
facilitasen el ingresos de temas o demandas a la agendas de la política; los líderes de los grupos
en contienda preferirían resolverla en estas arenas. Esto es, hacer uso de la ‘voz’, en términos
del conocido esquema de Hirschman (1977).
Por otro lado, se esperaría que un ambiente político cerrado a la demanda ciudadana y con
dificultades de acceso a los fueros naturales de la definición de las políticas, desincentivaría la
participación y por tanto la estrategia esperable sería la ‘lealtad’. Sin embargo, una EOP que
combine elementos de cierre pero con ciertos ‘guiños’ en cuanto al acceso, incentivaría a los
líderes sociales a optar por la ‘salida’, y esto es tanto en relación al uso de la protesta como
respecto a la intensidad de las formas que se escojan.
Junto a la EOP, otro de los elementos del escenario es la estructura de micro movilización
de una sociedad. En este sentido, el enfoque de movilización de recursos hace hincapié en la
Al respecto se puede consultar Tarrow (1997; 1983); McAdam, (1999) Brockett (1991). Se ha mostrado su
funcionamiento para el caso de la participación individual en protestas sociales en Navarro y Herrera ( 2009)
17
Centro de Sociología y Políticas Locales
Universidad Pablo de Olavide
15
Documentos de Trabajo
04/08
importancia de los canales colectivos -formales y no- a través de los cuales la ciudadanía puede
movilizarse e implicarse en la acción colectiva (McAdam, McCarthy y Zald, 1999; McAdam, 1982).
Se trata de diferentes redes que conectan a los individuos y que el empresariado de la protesta
busca activar a la hora de movilizar para producir la dramatización de la contienda política (Tilly,
1990: 179). Así pues, la idea central es que una densificación de estas redes facilitaría la
movilización y ampliaría el potencial de acción colectiva contenciosa de una sociedad (Jenkins y
Wallece, 1996).
De forma más específica, esta idea remite a la noción de “umbral de conducta colectiva”
(Granovetter, 1978), en la medida en que, según ésta, los actores deciden sumarse cuando ya
otros lo han hecho (o se han comprometido a hacerlo). De ahí cabe derivar que la presencia de
asociaciones, como actores que promueven la socialización, capacitación y movilización política de
sus miembros, facilita alcanzar ese posible umbral. Y aún más, no sólo se trata de motivación,
sino también de otros importantes recursos, como los de tipo moral (simpatía y solidaridad),
humano (bases movilizables), o finalmente de tipo informacional (tal como el conocimiento
estratégico y trayectorias de movilización de sus miembros y los posibles contactos externos) 18.
Así pues, estas organizaciones actuarían como elemento dinamizador de la producción y la
participación en acciones de protesta.
No obstante, existen evidencias de que diferentes tipos de asociaciones pueden incentivar
en mayor medida que otras la movilización política en forma de protesta. De manera que, por
tomar la idea de Warren (2001), el tipo de ‘ecología asociativa’, en función de la presencia de
diferentes tipos asociativos, será un factor más o menos potenciador de la protesta colectiva. En
este sentido, la literatura apunta a que las ecologías se diferencian, principalmente, en torno al
eje: asociaciones políticas vs. no políticas, o ‘utilitaristas’ y ‘societarias’, según (Welzel, et. al,
2005). Las segundas se centran, fundamentalmente, en la provisión de servicios de ocio y
bienestar, esa es la función principal que desarrollan, mientras que las primeras lo hacen en la
transmisión de demandas a las autoridades públicas, sea a través de canales formales, como
mediación, sea a través del activismo político contencioso. De esto se derivaría que las
asociaciones políticas serían una estructura de micro-movilización más favorecedora de la protesta
que las de carácter no político, y entre las primeras, sobre todo, aquellas que se orientan en mayor
El estudio de Crees y Snow (1996) es sumamente interesante en tanto ofrece una categorización de los recursos
que proveen las organizaciones de movimientos sociales. También puede consultarse McCarthy y Wolfson (1996).
18
Centro de Sociología y Políticas Locales
Universidad Pablo de Olavide
16
Documentos de Trabajo
04/08
medida al activismo político, aquellas que, según la literatura sobre movimientos sociales,
constituyen las Organizaciones de Movimiento Social (OMS en adelante) (Kriesi, 1999) 19.
Tabla. 3. Tipología de asociaciones y funciones
TIPOLOCIA DE ASOCIACIONES
Políticas
No políticas
FUNCIONES
PRINCIPALES
Utilitarias
Mediación
OMS
Movilización
Societarias
Producción de
servicios
ACTIVIDADES
Presión (lobby y/o manifestaciones)
Canalización de demandas
Defensa de causas
Activismo político
Servicios a miembros y a no miembros
Auto-ayuda
Elaboración propia en base a Navarro y Juarista (2007) y Kriesi (1999).
No obstante los elementos anteriores de los escenarios de la contienda política, es sabido
que buena parte de la literatura sobre movilización popular, en concreto, el modelo más clásico,
otorga privilegio explicativo a las tensiones estructurales y los estado de disrupción psicológica
derivados de los procesos de urbanización e industrialización, o bien, de situaciones de
desigualdad (desempleo y empobrecimiento). Más concretamente, el modelo de privación relativa
destaca que el origen del conflicto reside en la distancia entre percepción, colectivamente
construida de la posición que atañe a un colectivo social, y los valores reales (bienes, servicios,
derechos…) que garantizan dicha posición 20.
En las últimas décadas numerosos estudios han mostrado que los factores de privación y
tensión social pudiesen ser condición necesaria, pero no suficiente de la protesta (Kitschelt,
1986), y en esto coinciden tanto los enfoques de Movilización de Recursos y Procesos Políticos,
como las aportaciones de los estudios sobre cultura política y desarrollo cívico (Verba, Nie y Kim,
1978). De modo que cabria derivar que la estructura socioeconómica es un elemento del
escenario de confrontación que informa de recursos circulantes en una sociedad y de las
tensiones que ello puede promover.
Sobre estos criterios clasificatorios mínimos de las ecologías asociativas y sus efectos pueden consultarse los
análisis de Welzel et al. (2005), Rossteutscer y van Deth (2002), Verba et al. (1995), Anduiza et al. (2006) o
Navarro y Juaristi (2006).
19
20 Esta línea argumentativa es explorada en muchos de los estudios latinoamericanos sobre luchas populares; pueden
consultar diversos trabajos como por ejemplo Bruckman y Dos Santos (2005), Seoane, Taddei y Algranati (2006) y
para el caso que nos ocupa en concreto, Iñigo Carrera y Cotarelo (2000; 2006), Garreton, (2002), Calderon (1995),
Svampa y Pereyra (2003), Favaro, Iuorno y Cao (2006) Delamata (2003; 2005) Giarraca (2002), Lozano (2001)
entre muchos otros.
Centro de Sociología y Políticas Locales
Universidad Pablo de Olavide
17
Documentos de Trabajo
04/08
En concreto, de estas perspectivas cabe señalar que la importancia de atender a los
procesos de desigualdad en cuanto a elemento promotor de la contienda política y sus formas
responde a que la percepción de deterioro en las condiciones de vida respecto a estándares
socialmente reconocidos puede promover la dramatización de la contienda política, así como su
intensidad, tal y como argumenta, por ejemplo, el modelo de privación relativa (Gurr, 1970).
Por último, un asunto clásico en los estudios sobre participación política es la relación
entre el tamaño de la comunidad y la participación. En concreto, de estos análisis cabría derivar
que los grandes centros urbanos presentan ciertos rasgos que actuarían como facilitadores de la
producción de eventos de protesta. Por un lado, la heterogeneidad de intereses, y con ello, de
conflictos potenciales, por otro, la existencia de un mayor número de personas potencialmente
movilizables, y por último, la mayor densidad político-institucional, de importantes targets a los
que dirigir la protesta.
Cuando menos, el contar con un mayor volumen de targets de movilización y la cercanía
de estos, supone rasgos que facilitarían la decisión sobre el hecho de dramatizar o no la
contienda política (Oberschall, 1994; Navarro, 2008, Navarro y Clarck, 2009). Esto supone que la
estructura territorial pude afectar el volumen de contienda política, y más aún, en sociedades que
se caracteriza por estructuras territoriales muy fragmentadas.
3. Los elementos analíticos para el estudio de la contienda política dramatizada:
puesta en escena, libreto y escenario.
De lo expuesto se deriva que el ‘dónde’ y el ‘cuándo’, es decir, los escenarios de la
contienda, influyen en la definición de su estrategia, básicamente mediante mecanismo de costes
de oportunidad, de umbrales de conductas colectiva y de acceso a recursos. Pero también, que el
libreto da cuenta de la disposición a dramatizar la contienda en función de ‘quién’ lo hace,
entendido aquí como el modelo organizativo del actor que opta –o no- por hacerlo, sus demandas
y modos de acción característicos. Así pues, respecto a la extensión de la protesta, la lógica que
subyace al hecho de ‘salir a la calle’ depende del tipo de actor y el contexto en el que este se
encuentra.
En relación a la segunda pregunta, la táctica de la dramatización, la hipótesis general es
que el libreto y el escenario dan cuanta de la puesta en escena de la contienda política en función
de la intensidad de las performances que usan los actores que la promueven.
Centro de Sociología y Políticas Locales
Universidad Pablo de Olavide
18
Documentos de Trabajo
04/08
En definitiva, el argumento analítico central se encuentra en la idea de que la
dramatización de la contienda y sus puesta en escena vienen dada por la lógica que despliegan
sus promotores como ‘actores situados’; esto es, actores intencionales que orientan el curso de
sus acciones en relación a la contienda política considerando, tanto sus intereses y recursos,
como las oportunidades que ofrece el contexto. Ciertas combinaciones de estos elementos, que
aquí hemos denominado libreto y escenarios permitiría, pues, reconstruir la lógica que ha
orientado el hecho de dramatizar la contienda y la táctica utilizada para ello.
Hasta aquí, se ha pretendido presentar algunos argumentos generales que permitiesen
orientar cuáles han de ser las unidades de análisis básicas para el estudio de la contienda política
dramatizada.
A modo de resumen, estos elementos analíticos básicos se presentan en el gráfico 1.
Grafica 1: El estudio de la dramatización de la contienda política: Unidades de análisis básicas.
DRAMATIZACION DE CONTIENDA
PUESTA EN ESCENA
LIBRETO
Actor
¿Quiénes?
Estrategia: ¿Cuántos eventos de
protesta? EXTENSION.
Demanda
¿Qué?
Táctica: ¿con que INTENSIDAD?
Target
¿A quiénes?
EOP
EMM
ET
ESE
ESCENARIO
Centro de Sociología y Políticas Locales
Universidad Pablo de Olavide
19
Documentos de Trabajo
04/08
REFERENCIAS.
ANDUIZA, E.; BONET, E. y MORALES, L. (2006): La participación en las asociaciones: niveles,
perfiles y efectos, MONTERO, J.R.; FONT, J. y TORCAL, M.: (eds.): Ciudadanos, asociaciones
y participación en España, (pp. 261-280). Madrid CIS,
AUYERO J. (2003). Repertorios insurgentes en la Argentina contemporánea. Iconos, 15, 44-61.
BROCKETT, C. (1991). The structure of political oportunities and peasant mobilization in Central
America. Comparative Politics, 253-274.
BRUCKMANN, M. y DOS SANTOS, T. (2005). Los movimientos sociales en América Latina: un
balance histórico. In Semináro Internaconal REG GEN: Alternativas Globalizacao.
CALVERT, R. L. (1992). Leadership and Its Basis in Problems of Social Coordination. International
Political Science Review, 13, 7-14.
CANEL, E. (1997). New Social Movement Theory and Resource Mobilization Theory: The Need for
Integration. In M.Kaufman y Dilla Alfonso (Eds.), Community Power and Grassroots
Democracy. The Transformation of Social Life Ottawa: IDRC.
CLEMENS, E. (1999). La organización como marco: identidad colectiva y estrategia política en el
movimiento socialista norteamericano. In J.MCCARTHY, McADAM D., y M. ZALD (Eds.),
Movimientos Sociales: perspectiva comparada (pp. 288-319). Madrid: ISTMO.
CRESS, D. M. y SNOW, D. A. (1996). Mobilization at the Margins: Resources, Benefactors, and the
Viability of Homeless Social Movement Organizations. American Sociological Review, 61,
1089-1109.
DELAMATA, G. (2003). Los barrios desbordados. Buenos Aires: Paidos.
DELAMATA, G. (2005). Ciudadania y Territorio. Buenos Aires: Espacio.
DELLA PORTA, D. y DIANI, M. (2006). Social Movements. An Introduction. (2da ed.) Oxford:
Blackwell.
DELLAPORTA, D. (1999). Movimientos Sociales y Estado: algunas ideas en torno a la represión
policial de la protesta. In McADAM D., J. MCCARTHY, y M. ZALD (Eds.), Movimientos Sociales:
perspectiva comparada (pp. 100-142). Madrid: ITSMO.
DIANI, M. (1996). Linking Mobilization Frames and Political Opportunities: Insights from Regional
Populism in Italy. American Sociological Review, 61, 1053-1069.
EISINGER, P. (1973). The conditions of protest behavior in American Cities. The American Political
Science Review, 1, 11-28.
FARINETTI, M. (1999). ¿Qué queda del "movimiento obrero"? Las formas del reclamo laboral en la
nueva
democracia
argentina.
Trabajo
y
Sociedad,
I.1
http://www.unse.edu.ar/trabajoysociedad/Zmarina.htm
FAVARO, O., IUORNO, G., y CAO, H. (2006). Política y protesta social en las provincias argentinas.
In C.GERARDO (Ed.), Sujetos sociales y nuevas formas de protesta en la historia reciente de
América Latina. Bs. As.: CLACSO.
GAMSON, W. (1975). The Strategy of Social Protest. (2da ed.) Belmont, California: Wadsworth
Publishing Compan.
GAMSON, W. y MEYER, D. (1999). Marcos interpretativos de las oportunidades políticas. In
McADAM D., J. MCCARTHY, y M. ZALD (Eds.), Movimientos Sociales: perspectivas
comparadas. (pp. 389-312). Madrid: ISTMO.
Centro de Sociología y Políticas Locales
Universidad Pablo de Olavide
20
Documentos de Trabajo
04/08
GARRETON, M. A. (2001). Cambios sociales, actores y acción colectiva en América Latina. [56], 142. Santiago de Chile, CEPAL / ECLAC. Serie políticas sociales.
Ref Type: Serial (Book,Monograph)
GIARRACA N. (2002). Movimientos sociales y protestas en los mundos rurales latinoamericanos:
nuevos escenarios y nuevos enfoques. Sociologías, 4, 246-274.
GRANOVETTER, M. (1978). thereshold models of collective behavior. American Journal of Sociolgy,
83, 1420-1443.
GURR, T. (1970). Why men rebel? Princeton: Princenton University Press.
HARDIN, R. (1971). Collective Action as an Agreeable n-Prisoners' Dilemma. Behavioral Science,
16, 472-481.
HARDIN, R. (1982). Collective Action. Londres: John Hopkins University Press.
HARDIN, R. (1990). The Social Evolution of Cooperation. In K.S.COOK y M. LEVI (Eds.), (pp. 358372). Chicago: The Limits of Rationality.
HARDIN, R. (1991). Acting Together, Contributing Together. Rationality and Society, 3, 365-380.
HARDIN, R. (1995). One for All: the logic of group conflict. Princeton: Princeton University Press.
HIRSCHMAN, A. (1977). Salida, Voz y Lealtad. Respuestas al deterioro de empresas,
organizaciones y estados. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económico.
INGLEHART, R. (1977). La revolución silenciosa. Barcelona: Paidós.
IÑIGO CARRERA, N. y COTARELO, M. C. (2000). La protesta social en los 90. Aproximación a una
periodización. [27], 173-182. Buenos Aires, PIMSA.
IÑIGO CARRERA, N. y COTARELO, M. C. (2001). La protesta en Argentina (enero-abril de 2001). OSAL, nro 4,
Junio. http://www.hechohistorico.com.ar/Trabajos/Osal/osal/osal4/org/cronologia.pdf
IÑIGO CARRERA, N. y COTARELO, M. C. (2003). Argentina, diciembre de 2001: hito en el proceso
de luchas populares. In J.SEAONE (Ed.), Movimientos sociales y conflicto en América Latina.
Buenos Aires: CLACSO.
JENKINS, J. C. y WALLACE, M. (1996). The Generalized Action Potential of Protest Movements: The
New Class, Social Trends, and Political Exclusion Explanations. Sociological Forum, 11, 183207.
JENKINS, J. y KLANDERMANS, B. (1995). The politics of social protest. In J.JENKINS y B.
KLANDERMANS (Eds.), The politics of social protest. Comparatives on states and social
movements. Minneapolis: University of Minnesota.
JORDAN, G. MALONEY, W. (1997). The Protest Business? Mobilizing Campaign Groups.
Manchester: Manchester University Press.
KITSCHELT, H. P. (1986). Political Opportunity Structures and Political Protest: Anti-Nuclear
Movements in Four Democracies. British Journal of Political Science, 16, 57-85.
KLANDERMANS, B. (1989). Introduction; Organizational effectiveness. In B.KLANDERMANS (Ed.),
International social movement research (pp. 384-394). Concectitus: Jai Press Inc.
KLANDERMANS, B. (1994). La construcción social de la protesta y los campos pluriorganizativos.
In J.GUSFIELD y E. LARAÑA (Eds.), Los nuevos movimientos sociales : de la ideología a la
identidad (pp. 183-220). Madrid: CIS.
Centro de Sociología y Políticas Locales
Universidad Pablo de Olavide
21
Documentos de Trabajo
04/08
KLANDERMANS, B. (1994). La construcción social de la protesta y los campos pluriorganizativos.
In J.GUSFIELD y E. LARAÑA (Eds.), Los nuevos movimientos sociales : de la ideología a la
identidad (pp. 183-220). Madrid: CIS.
KLANDERMANS, B. y GOSLINGA, S. (1999). Discurso de los medios, publicidad de los movimientos
y la creación de marcos para la acción colectiva: ejercicios teóricos y empíricos sobre la
construcción de los significados. In McADAM D., J. MCCARTHY, y M. ZALD (Eds.),
Movimientos Sociales: perspectivas comparadas (pp. 442-475). Madrid: ISTMO.
KNOKE, D 1990. Organizing for Collective Action. The Political Economies of Associations . New
York: Aldine de Gruyter.
KNOKE, D. (1990). Networks of Political Action: Towards Theory Construction. Social Forces
68:1041-63.
KNOKE, D. (1990). The Mobilization of Members in Women’s Associations. in Louise A. Tilly and
Patricia Gurin (Ed) Women, Politics, and Change. Pp. 383-410 New York: Russell Sage
Foundation.
KNOKE, D. y PRENSKY, D. (1984). What Relevance Do Organization Theories Have for Voluntary
Associations? Social Science Quarterly, 65, 3-20.
KNOKE, D. y WRIGHTISAK, C. (1982). Individual Motives and Organizational Incentive Systems.
Research in the Sociology of Organizations 1:209-54.
KRIESI, H. (1999). La estructura organizacional de los nuevos movimientos sociales en su
contexto político. In J.MCCARTHY, McADAM D., y M. ZALD (Eds.), Movimientos Sociales:
perspectiva comparada (pp. 221-265). Madrid: ITSMO.
KRIESI, H., KOOPMANS, R., DUYVENDAK, J. W., y GIAGNI, M. (1992). New social movements and
political opportunities in Western Europe. European Journal of Political Research, 22, 219244.
KRIESI, H., KOOPMANS, R., DUYVENDAK, J. W., y GIUGNI, M. G. (1995). New Social Movements in
Western Europe. Minneapolis: University of Minnesota Press.
LIPSKY, M. (1965). Protest and city politics. Chicago: Rand McNally yCo.
LIPSKY, M. (1968). Protest as a Political Resource. The American Political Science Review, 62,
LOZANO, C. (2001). Contexto económico y político en la protesta social de la Argentina
contemporánea. Observatorio Social de América Latina, 5.
MARTÍ PUIG, S. (2002). NuEvos movimientos sociales. Un breve estado de la cuestión. In
P.IBARRA, S. MARTÍ i PUIG, y R. Goma (Eds.), Creadores de democracia radical. Movimientos
sociales y redes de políticas públicas ( Barcelona: Icaria.
MARWELL, G. y OLIVER, P. (1993). The Critical Mass in Colective Action. A Micro-Social Theory.
Cambridge: Cambridge University Press.
McADAM D. (1999). Political Process and the development of black insurgency, 1930-1970.
(primera edición 1982) Chicago: The University of Chicago Press.
McADAM D., MCCARTHY, J., y ZALD, M. (1999). Oportunidades, estructuras de movilización y
procesos enmarcadores: hacia una perspectiva sistémica y comparada de los movimientos
sociales. In McADAM D., J. MCCARTHY, y Z. MAYER (Eds.), Movimientos Sociales:
perspectivas comparadas (pp. 21-45). Madrid: ISTMO.
McADAM D., TARROW, S., y TILLY, Ch. (1996). To Map Contentious Politics. Mobilization, 1.
Centro de Sociología y Políticas Locales
Universidad Pablo de Olavide
22
Documentos de Trabajo
04/08
McADAM D., TARROW, S., y TILLY, Ch. (2005). Dinámica de la contienda política. Barcelona: Hacer.
MCCARTHY, J. (1999). Adoptar, adaptar e inventar limites y oportuniades. In McADAM D., J.
MCCARTHY, y M. ZALD (Eds.), Movimientos Sociales: perspectiva comparada. (pp. 205220). Madrid: ISTOMO.
McCARTHY, J. D. y Wolfson, M. (1996). Resource Mobilization by Local Social Movement
Organizations: Agency, Strategy, and Organization in the Movement Against Drinking and
Driving. American Sociological Review, 61, 1070-1088.
MEYER, D. (2003). Political Opoortunity and Nested Institutions. Social movement Studies, 2, 1735.
MILLER, L. (2007). Coordinación y acción colectiva. Revista Internacional de Sociología, LXV, 185204.
MOORE, W. H. (1995). Rational Rebels: Overcoming the Free-Rider Problem. Political Research
Quarterly, 48, 417-454.
NAVARRO YAÑEZ, C. (2008). Local political opportunities structures A 'mediating filter' berween
local groups and local political leaders. In Third International Conference on Local Politics in
Europe Ghent, Belgium.
NAVARRO YAÑEZ, C. (2009). Local Political Opportunity Structures as Action Arena for Mayors. A
'Mediating Filter' Between Local Groups and Local Political Leaders. In H.REYNAERT, K.
STEYVERS, P. DELWIT, y J. B. PILET (Eds.), Local Political Leadership in Europe (pp. 367398). Brussels: Vanden Broelle.
NAVARRO YAÑEZ, C. y CLARK, T. (2009). Contextualizing political participation territorial and
instittional efects. In (pp. 1-24). Santiago Chile: IPSA.
NAVARRO YAÑEZ, C. y HERRERA, M. R. (2009). Contextos Micro y Macro de la protesta colectiva.
America Latina en la década de los 90. Revista Mexicana de Sociología, 71, 83-130.
NAVARRO YAÑEZ, C. y JUARISTI.P. (2006). Funciones, actividades y facilitación pública de las
asociaciones. In J.R.MONTERO, J. FONT, y M. TORCAL (Eds.), Ciudadanos, asociaciones y
participación en España ( Madrid: CIS.
NAVARRO YAÑEZ, C., CLARK, T. N., DELAMATA, G., HERRERA, M. R., y PIREZ, P. (2006). Cambio
social, estructura de oportunidades políticas y desarrollo cívico. Sevilla: CENTRA.
OBERSCHALL, A. (1994). Rational Choice in Collective Protests. Rationality and Society, 6, 79-100.
OBERSCHALL, A. (1999). Oportunidades y creación de marcos en las revueltas de 1989 en el Este
de Europa. In McADAM D., J. MCCARTHY, y M. ZALD (Eds.), Movimientos sociales:
perspectivas comparadas. (pp. 143-181). Madrid: ISTMO.
OLSON, M. (1965). The Logic of Collective Action: Public Goods and the Theory of Groups.
Cambridge: Harvard University Press.
OPP, K. D. (1990). Postmaterialism, Collective Action, and Political Protest. American Journal of
Political Science, 34, 212-235.
RAMÍREZ PEREZ, M. A. y NAVARRO YAÑEZ, C. (2001). Los modelos de organización de los
movimientos sociales y la influencia de las políticas públicas. El caso de la asociaciones de
consumidores en Andalucía. Revista de Fomento Social., 56, 233-265
ROSSTEUTSCHER, S. y VAN Deth, J. (2002). Associations between associations. The structure of
the voluntary association sector. Arbeitspapiere: MZES 56.
Centro de Sociología y Políticas Locales
Universidad Pablo de Olavide
23
Documentos de Trabajo
04/08
RUCHT, D. (1999). El impacto de los contextos nacionales sobre la estructura de los movimientos
sociales: un estudio comparado transnacional entre movimientos. In J.MCCARTHY, McADAM
D., y M. ZALD (Eds.), Movimientos Sociales: perspectiva comparada (pp. 262-287). Madrid:
ITSMO.
SCHUSTER, F. (2005). Las protestas sociales y el estudio de la acción colectiva. In F.SCHUSTER, F.
NAISHTAT, y G. NARDACCHIONE (Eds.), Sujetos de acción colectiva ( Bs. As.: Prometeo.
SEOANE, J., TADDEI, E., y ALGRANATI, C. (2006). Las nuevas configuraciones de los movimientos
populares en América Latina. In A.BORON y G. LECHINI (Eds.), Política y movimientos
sociales en un mundo hegemónico. Lecciones desde África, Asia y América Latina. (pp.
227-250). Buenos Aires: CLACSO.
SVAMPA, M. y PEREYRA S. (2003). Entre la ruta y el barrio. La experiencia de las organizaciones
piqueteras. Buenos Aires: Biblos.
TARROW, S. (1990). Dimocrazia e disordine: Movimimenti di protesta e politica in Italia: 19651975. Roma: Libri de tempo La terraza.
TARROW, S. (1993). Modular Collective Action and the Rise of Social Movement: Why the French
Revolution was not Enough. Politics and Society, 21, 69-90.
TARROW, S. (1996). Social Movements in Contentious Politics: A Review Article. The American
Political Science Review, 90, 874-883.
TARROW, S. (1997). El Poder en Movimiento: los nuevos movimientos sociales, la acción colectiva
y la política. Madrid: Alianza Universidad.
TARROW, S. (1999). Estado y oportunidades: la estructuración política de los movimientos
sociales. In McADAM D., J. MCCARTHY, y M. ZALD (Eds.), Movimientos sociales: perspectivas
comparadas. (pp. 71-99). Madrid: ISTMO.
TARROW, S. (2002). Ciclos de acción colectiva: entre los momentos de locura y el repertorio de
contestación. In M.TRAUGOTT (Ed.), Protesta Social (pp. 99-130). Barcelona: Hacer.
TARROW, S. (2003). Power in movement. Social Movements and contentious politics. (2da ed.)
Cambridge: Cambridge University Press.
TILLY, C. (1990). Modelos y Realidades de la Acción Colectiva Popular. Zona abierta, 54/55, 167195.
TILLY, C. (2008). Contentious Performances. Cambridge: Cambridge University Press.
TILLY, Ch. y TARROW, S. (2006). Contentious Politics. Boulder (Co): Paradigm Publishers.
VERBA, S., NIE, N. H. y KIM, J. (1978). Participation and political equality. A seven-nation
comparison. Cambridge: Cambridge University Press.
VERBA, S., SCHLOZMAN, K. y BRADY, H. (1995). Voice and equality. Civic voluntarism in american
politics. Cambridge: Harvard University Press.
VOSS, K. (1999). El colapso de un movimiento social: estructuras de movilización, creación de
marcos interpretativos y oportunidades políticas en el caso de los knightz of labor. In
J.MCCARTHY, McADAM D., y M. ZALD (Eds.), Movimientos Sociales: perspectiva comparada
(pp. 320-365). Madrid: ITSMO.
WARREN, M. (2001). Democracy and association. Princeton: Princeton University Press.
Centro de Sociología y Políticas Locales
Universidad Pablo de Olavide
24
Documentos de Trabajo
04/08
WELSEL, C., INGLEHART, R., y DEUTSCH, F. (2005). Social Capital, Voluntary Associations and
Collective Action: Which aspects of social capital heve the greatest 'civic' payoff? Journal of
Civil Society, 1, 121-146.
ZALD, M. y MCCARTHY, J.D. (eds.) (1987): Social Movements in an Organizational Society, New
Brunswick, New Jersey, Transactionm Inc.
Centro de Sociología y Políticas Locales
Universidad Pablo de Olavide
25
Descargar