las lágrimas de sangre. un suero autólogo espontáneo

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SECCIÓN I. INTRODUCCIÓN
Capítulo 1
LAS LÁGRIMAS DE SANGRE. UN SUERO AUTÓLOGO
ESPONTÁNEO
Juan Murube del Castillo
«Sobre la dentición. En el séptimo mes los niños empiezan a echar los dientes y,
picándoles y aguijoneándoles como por una estaca que dividiera las encías de
los dientes, surgen tumores de las propias encías, las mandíbulas y los
tendones, por los que sobrevienen fiebres en general. Acompaña también
irritación de los conductos acústicos, y los oídos se humedecen. Algunos son
presa también de oftalmias y fluye sangre del rabillo de sus ojos.»
AECIO
DE
AMIDA, siglo VI d.C
Traducción de la Prof. M.ª Dolores Jiménez López. Universidad de Alcalá
Sangre, superficie ocular y lágrima se unen en
este libro con fines terapéuticos, aunque en la mente
humana sangre y lágrima suelen estar asociadas a
sufrimiento y dolor. El término «lágrimas de sangre»
es el más extendido para expresar la presencia de
sangre en el flujo que aflora al ojo con la lágrima, si
bien no todos los científicos aceptan este término.
Así, Micas escribió que la expresión de lágrimas de
sangre debe reducirse a aquellas en que lágrima y
sangre se generan en las glándulas lacrimales, y no a
la mezcla de la lágrima normal con sangre exteriorizada por las paredes de la cuenca lacrimal (105). Los
términos «lacrimación sanguínea» y «lágrimas de
sangre» han sido usados habitualmente como sinónimos, aunque algunos autores como Scout y Vila
Ortiz piensan que no expresan lo mismo (140,160).
La presencia de sangre mezclada con lágrima en
la cuenca lacrimal, ha recibido distintos términos en
la literatura médica: sanguineous lacrimation (140),
sanguineous tears (164), bloodstained tears (142),
lacrimae cruentae (47), haemolacria (116,118,167) o
hemolacria (69,109), hemolacrimia (108,162),
hemolacrimation (108), hematic epiphora (127),
hematodacryorrhea
(119),
dacryohemorrhea
(10,111), dacryohemorrhysis (47,89). En cualquier
caso, el término actualmente más usado en todos los
idiomas es lágrimas de sangre (6,135).
Un nuevo término y concepto es el de hemolacria
oculta («occult haemolacria») (116,118), para expresar la presencia de células hemáticas en la lágrima,
pero en cantidad insuficiente como para ser identificada su presencia a simple vista. Norn, en estudios con
microscopía en lágrima aparentemente normal, ha
detectado la presencia de hematíes en el 13% de las
personas normales (≥100 hematíes /3,1 mm2 de conjuntiva), y la analítica química ha detectado hemoglobina o productos de descomposición de los hematíes
en el 3% (116). Norn (116) y Ottovay et al (118) propusieron para estos casos el término de «hemolacrima
oculta». La hemolacria oculta es frecuente en portadores de lente de contacto, anemia grave, coagulopatías,
conjuntivitis, hiposfagma, congestión ciliar, alergia
surfocular, y otras anormalidades.
HISTORIA DE LAS LÁGRIMAS DE SANGRE
Ojos sangrantes, debidos generalmente a traumatismos, han sido descritos desde muy antiguo. Pero
lágrimas de sangre espontáneas o sin causa evidente,
son raras, y casi siempre se han asociado a situaciones peligrosas y de sufrimiento.
Ya en el siglo V antes de Cristo, Sófocles escribió
que Edipo, hijo de Layo y de Yocasta, cuando descubrió que ignorantemente había matado a su padre y
casado con su madre, hirió sus propios ojos hasta
cegar, derramando chorros de sangre (145). Por otro
lado, Eurípides relata como su hijo Polínices también
lloró con obscuras lágrimas de dolor, sin haberse
herido los ojos (37).
La primera mención que he encontrado sobre
lágrimas de sangre en un autor científico médico es
la de Aecio de Amida (4), quien en el siglo VI d.C.
escribió las palabras reproducidas en el preámbulo
de este capítulo en un lactante de 8 meses que iniciaba la dentición. En el siglo XIII, cuando en la cuar-
22
1. Las lágrimas de sangre. Un suero autólogo espontáneo
ta cruzada los cristianos romanos conquistaron y
saquearon la Constantinopla cristiana ortodoxa
(1204), los exhaustos cruzados «tenían un aspecto
parecido al de cadáveres: Sus ojos estaban ensangrentados, y derramaban más sangre que lágrimas»
(114). La razón de este aspecto podía deberse a la
asociación de desnutrición, extenuación física y/o
infección epidémica.
En el siglo XVI, un milenio después de Aecio, Brassavola citó en 1541 el caso de una monja que, en vez
de tener menstruación, tenía hemorragias oculares y
auriculares mensualmente (20), y en 1581, Dodonaeus citó el caso de una joven de 16 años «que descargaba su flujo sanguíneo por los ojos en forma de
gotas de sangre, en vez de hacerlo por el útero» (31).
En el siglo XVII las citas de lágrimas de sangre son
escasas (91, 40, 97,61,141,59), aumentando en el
siglo XVIII (17,87,131,24,4,31,40,61), mientras que
en el siglo XIX hemos identificado 31 publicaciones
(88,8,39,49,82,79,98,161,70,158,122,58,147,148,
25, 28, 45, 66, 124,38,139,123,125,133,134,99,
110,101,75,1,136).
CLASIFICACIÓN CLÍNICA DE LAS LÁGRIMAS DE
SANGRE
El estudio de los anteriores casos publicados, y
los de los siglos XX y XXI, muestra la gran diversidad
de causas y manifestaciones de las lágrimas de sangre. En el intento de hacer una clasificación de ellas,
consideramos que lo mejor clínicamente es clasificarlas doblemente, según dos parámetros distintos:
el primero, la fuente de procedencia de la sangre. El
segundo, la causa etiopatogénica que las produjo.
Clasificación según la fuente de la sangre
La sangre extravasada y mezclada con la lágrima
puede provenir (1) de las dacrioglándulas, (2) de las
paredes de la cuenca lacrimal, o (3) de los puntos
lacrimales.
Dacrioglándulas
Hay 3 tipos básicos de dacrioglándulas: las acuoserosas (principales y accesorias), las mucínicas, y las
lípidas. La población general, que desconoce la compleja composición de la lágrima y sus mecanismos
secretorios, suele interpretar inconscientemente que la
sangre procede las glándulas acuoserosas. También
muchos autores científicos, cuando no han podido
identificar la fuente de procedencia de la sangre, suponen que la sangre procede de las glándulas lacrimales
acuo-serosas (58,92,140), o de las glándulas lacrimales
accesorias (46). Es excepcional la procedencia de la
sangre de las criptas mucínicas de Henle-Ciaccio o de
las glándulas lípidas de Meibomio (16,46,165).
Cuenca lacrimal
La cuenca lacrimal es el espacio comprendido
entre los párpados por delante y la superficie ocular
(conjuntiva y córnea) por detrás.
La piel palpebral ocupa una anchura superior a la
de la hendidura palpebral porque va desde la inserción maxilar del ligamento palpebrotarsal medial
hasta la inserción órbito-cigomática del ligamento
palpebrotarsal lateral. El sudor cutáneo sanguinolento es un fenómeno infrecuente, pero posible, y que
puede pasar a la cuenca lacrimal.
Ya en la primera mitad del siglo XIX, Gendrin
escribió sobre la sudoración y las lágrimas sanguinolentas (49). Y en la segunda mitad, Sous describió
ampliamente un caso repetitivo de lágrimas de sangre en una niña de 9 años, aún no menstruante, en
la que la sangre procedía de la perspiración de una
superficie cutánea de aproximadamente 1 cm2 de la
piel situada ante el saco lacrimal y en el canthus
medial del ojo izquierdo (147,148). Esta piel tenía un
aspecto normal, pero durante algunos minutos producía sudoración sanguinolenta, que pasaba a la
carúncula y a la cuenca lacrimal, tiñendo la lágrima.
Este fenómeno duraba sólo unos pocos minutos, y
repetía cada pocos días, unas veces durante la noche
y otras durante el día. Cuando a los 3 meses de estar
ocurriendo se diagnosticó el origen cutáneo palpebral de la sangre, la piel afectada se pintó con solución de percloruro de hierro, y tras 8 días de repetirse el fenómeno de sudoración sanguinolenta acabó
desapareciendo. El único caso observado por nosotros tuvo como manifestación inicial trasudación
hemática por la piel de ambos párpados inferiores,
según informe de su dermatólogo; cuando un año
después fue explorada por nosotros la sangre sólo se
emitía ocasionalmente por la cuenca lacrimal (fig. 1),
sin que pudiésemos aclarar su origen (111).
Los bordes palpebrales son raramente causa de
lágrimas de sangre, habiéndose citado casos por blefaroconjuntivitis (46), y por blefaritis asociada a
infestación por ladillas u otros parásitos (16).
1. Las lágrimas de sangre. Un suero autólogo espontáneo
Fig. 1: Paciente de 14 años, que desde la menarquia a la
edad de 13 años tuvo ocasionalmente episodios de lágrimas de sangre que duraban varios minutos. Desaparecieron espontáneamente a los pocos años.
La conjuntiva episcleral y palpebral y los tejidos
que cubren son fuente relativamente frecuente de
extravasación sanguínea hacia la cuenca lacrimal.
Como causas de estas hemorragias se han descrito
los traumas quirúrgicos o accidentales, cuerpos
extraños, conjuntivitis, úlceras conjuntivales, telangiectasias, hemangiomas, vasodilataciones patológicas, varices conjuntivales, tumores, menstruaciones
vicariantes, etc.
Las hemorragias subconjuntivales (hiposfagmas)
son tan frecuentes como las hemorragias externas,
debido a que los vasos subconjuntivales y episclerales reciben continuamente el microtrauma del párpadeo. Los hiposfagmas no suele producir lágrimas de
sangre, sino sólo hemolacria oculta por el paso de
eritrocitos a la lágrima.
Los tejidos situados tras la cuenca lacrimal, pertenecientes a la órbita, a los músculos o al bulbo
ocular han sido a veces la fuente de la sangre cuando el líquido sanguíneo extravasado ha pasado por
una herida conjuntival a la cuenca lacrimal. Esto ha
ocurrido en casos de cirugía craneal, orbital, u ocular como en cerclajes esclerales, y más raramente en
casos de tumores epibulbares, hemangiomas y glaucoma. La salida de líquido cefalorraquídeo hemorrágico ha sido excepcional.
Puntos lacrimales
La sangre que aflora a la cuenca lacrimal a través
de los puntos lacrimales puede haberse extravasado
23
en las paredes de las vías lacrimales, pero más frecuentemente procede de epistaxis nasales, en las que
la sangre endonasal vence la válvula de HasnerBianchi, entra en el ductus lacrimonasal, y ascendiendo en dirección antidrómica a la del flujo lacrimal normal, emerge por los puntos lacrimales en la
cuenca lacrimal. El origen más frecuente de esta sangre son epistaxis derivadas de enfermedades hemáticas, enfermedades vasculares y rinitis, y más raramente de cuerpos extraños, traumas contusivos,
tumores y otros. Excepcionalmente, la sangre que
inunda las fosas nasales puede proceder de la tráquea o del tracto digestivo superior.
Cuando la sangre procede de una hemorragia
nasal, raramente pasa espontáneamente al ductus
lacrimonasal, y emerge a través de los puntos lacrimales en la cuenca lacrimal. Este flujo direccional
anormal sólo suele ocurrir cuando la epistaxis es tratada con taponamiento nasal, y la sangre epistática
adquiere presión para invadir las vías lacrimales
hasta emerger en la cuenca lacrimal (138, 83, 103,
151).
Generalmente la salida de la sangre por los puntos lacrimales es lenta, pero Arnal citó en 1830 un
paciente con epistaxis, que durante varios minutos
tuvo un chorro o surtidor de sangre a través de los dos
puntos lacrimales del ojo derecho (8). Más recientemente Wiese (167), presentó un curioso caso de epistaxis, que al comprimir la nariz o soplar, la sangre
salía por ojo y conducto auditivo externo derechos.
La paciente tenía desde mucho tiempo antes una perforación de ambas membranas timpánicas.
Cuando la sangre aflora por los puntos lacrimales
sin taponamiento nasal, se supone que no procede
de una epistaxis, sino de un extravasado producido
en las propias vías lacrimales. No obstante, hay
excepciones, como un caso publicado por Jongkees
(77), en el que la sangre de una epistaxis emergió a
la cuenca lacrimal sin taponamiento nasal. Hoadleygab citó un caso en el que la hemorragia por los puntos lacrimales duró más tiempo que la epistaxis, lo
que puede sugerir que la hemorragia procedía de las
vías lacrimales (66). Abel presentó el caso de un
hombre normotensivo de 78 años, sin historia previa
de epífora, que presentó salida de sangre a la cuenca lacrimal por el punto lacrimal inferior del ojo
izquierdo durante siete días (3). La presión digital
sobre el saco lacrimal paró el sangrado al cabo de
unos minutos, lo que hace suponer que el origen de
la hemorragia estaba en el saco lacrimal.
Venga la sangre de una epistaxis nasal o de una
hemorragia en las vías lacrimales, lo más frecuente
24
1. Las lágrimas de sangre. Un suero autólogo espontáneo
es que la sangre aparezca en la cuenca lacrimal a
través del punto lacrimal inferior (3,14,103), más
raro a través de ambos puntos (8,14,47) y excepcional que sea sólo por el superior (81).
Clasificación según la etiopatogenia del sangrado
Las principales entidades etiológicas que pueden
cursar con lágrimas de sangre se resumen en la
tabla 1.
Enfermedades hemáticas
Hemofilia
Schmidt-Rimpler publicó en 1887 un caso de
lágrimas de sangre tras un ligero trauma conjuntival
en un paciente con hemofilia (139). En aquellos
tiempos, los factores de coagulación de la sangre no
estaban todavía bien precisados. Probablemente este
paciente tenía una deficiencia del factor de coagulación VIII o del factor IX. Slem et al. (143) publicaron
TABLA 1. Causas etiológicas relacionadas con las lágrimas de sangre
Grupos etiológicos
Enfermedades
Referencias bibliogáficas
Enfermedades hemáticas
– Hemofilia
– Anemia
– Ictericia
139,34,143
2,39,134,168
40,59,2
Enfermedades vasculares
–
–
–
–
–
–
Hipertensión arterial
Vasodilatación
Púrpura
Telangiectasias
Varices o dilataciones venosas
Enfermedad de Roger
103,14
63,170,42
124,142,144,85,108,162
105,169,19,84,146
42,18,50
7
Enfermedades inflamatorias
–
–
–
–
–
–
–
Dacrioadenitis
Blefaritis
Pthiriasis palpebrarum
Conjuntivitis
Papiloma del saco conjuntival
Epiescleritis
Rinitis
58,92
46
16
134,105,35,34,150
64,3,9
109
Medicamentos
– Nitrato de Plata
– Acetilcolina
1,56,60,68,110,166
16,134
Traumatismos
–
–
–
–
–
93,36,11
140
126,13,164
156,157
69
Actividad corporal
– Actividad física
– Llanto
– Tos
28,70,125
141,131,106
66,85
Neoplasias
–
–
–
–
–
–
165
72,101,115,89,94,102,165,12,163,30
30,73,86,47
89
75,155,95,52
90
Influencias psicógenas
– Emoción y estrés
– Desequilibrio del sistema neurovegetativo
– Misticismo
T. conjuntivales
Epilepsia postraumática
Traumatismo cranial
Fractura de huesos nasales
Fracturas faciales Lefort-I
Hemangioma de las glánd. de Meibomio
Hemangioma conjuntival
Hemangiomas del saco lagrimal
Linfangioma
Melanoma conjuntival
Melanoma saco lagrimal
87,161,5,23,120,5,25,70,71,93,107
13,5,54,16,121,93
Simulación
80,78,29,10,149
Causae ignotae
46,140,100,54,160,104,130,55,65
1. Las lágrimas de sangre. Un suero autólogo espontáneo
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el caso de un lactante de 3 meses que presentó lágrimas de sangre, y que tenía una deficiencia congénita del factor VII, la proteína hemática que inicia la
cascada de la coagulación.
zofrenia, depresión). Este test también se usa como
prueba diagnóstica en achalasia y otras enfermedades. Jiricka citó la posibilidad de lágrimas de sangre
cuando se usa (76).
Anemia
Púrpura
Los casos de lágrimas de sangre en paciente anémicos son raros, pero no excepcionales (2,39,134).
Hay un fenómeno relacionado con algunas anemias, aunque no con las lágrimas de sangre, que es
curioso comentar. Se trata de la presencia en sangre
de hematíes con forma de gota de lágrima: son
hematíes nucleados que se descubren a veces en
personas normales, y más frecuentemente en pacientes anémicos con procesos mieloptísicos, especialmente en los de mielofibrosis (168).
Las lágrimas de sangre han sido descritas en procesos como púrpura de Henoch-Schönlein (142),
púrpuras trombocitopénicas (144,85), síndrome
equimótico de Gardner-Diamond (108,162) y en
otras púrpuras no especificadas (124).
Enfermedades vasculares
La hipertension arterial
Es una posible causa de epistaxis, habiéndose
reportado casos de lágrimas de sangre por los puntos
lagrimales tras realizar el taponamiento nasal
(103,14).
Vasodilatación
Hipócrates (siglo IV-V aC) dijo que los ojos muy
enrojecidos son propensos a hemorragias (63). Vasodilatación conjuntival surfocular de naturaleza patológica fue publicada por Ziegler (170), en un paciente que tuvo una oclusión de una arteria cerebelar, la
cual producía a veces parálisis del simpático y vasodilatación en el lado de la lesión, y en tales circunstancias, cualquier ligera abrasión de las conjuntivas
se manifestaba por una filtración hemática y lágrimas
de sangre. Freitas (42) presentó el caso de una
muchacha de 16 años con hemorragias ocasionales
en el ojo izquierdo. El único hallazgo en la biopsia
conjuntival fue la presencia de un plexo vascular
más abundante de lo usual, con algunos vasos varicosos dilatados. Su relación con sus lágrimas de sangre no pudo asegurarse.
El test del Mecholyl consiste en la inyección subcutánea de 10 mg de methacholina (Mecholyl), que
provoca una vasodilatación periférica e hipotensión
sistólica en pacientes psiquiátricos (neurosis, esqui-
Telangiectasia
Es una tela de araña de arteriolas y vasos capilares superficiales que cuando se desarrollan en la
conjuntiva pueden provocar lágrimas de sangre.
Algunas veces se deben a la enfermedad autosómica
hereditaria de Rendu-Osler-Weber (169,19,127).
Micas publicó el caso de un púber de 12 años que
tuvo varias veces diarias lágrimas de sangre durante
3 meses, producidas en la conjuntiva tarsal; el joven
también tenía a veces epistaxis y sangrado proveniente de unas manchas purpúricas en la lengua y
mucosa bucal; su madre también había tenido manchas similares en lengua y labios (105). Krohel et al.
(84), publicaron el caso de un hombre de 63 años
con telangiectasia familiar, que desde dos meses
antes tenía diariamente lágrimas de sangre intermitentemente en el ojo izquierdo, con sensación de
cuerpo extraño, que a veces se asociaba a sangrado
gastrointestinal. Soong et al. (146), presentaron el
caso de una mujer de 56 años con lágrimas de sangre, y telangiectasias conjuntivales, gastrointestinales
y en otras mucosas.
Enfermedades inflamatorias
Mediadores inflamatorios se producen en los tejidos corporales por muchas y diferentes causas. Las
más frecuentes son las infecciones microbianas y las
irritaciones mecánicas.
Lundh et al. (96), determinaron que la barrera
sangre/lágrima limita los niveles de IgG y albúmina
en la lágrima normal a 3 y a 23 mg/l respectivamente, pero que la permeabilidad de la barrera aumenta
en casos de inflamación local, lentes de contacto,
cuerpos extraños e irritación mecánica, y conse-
26
1. Las lágrimas de sangre. Un suero autólogo espontáneo
cuentemente el flujo de suero sanguíneo aumenta los
niveles lacrimales de las proteínas séricas hemáticas.
El paso de hematíes desde la sangre a la lágrima
puede ser el resultado de un gran aumento de la permeabilidad de la barrera sangre/lágrima (produciendo hemolacria oculta), o de la ruptura de la estructura histológica de los vasos sanguíneos, permitiendo
la salida de hematíes –cuyo diámetro normal es de 68 micras– a los tejidos perivasculares, y de allí a los
tubuli acinares de las glándulas lacrimales, o directamente a la cuenca lacrimal. Es necesario que
muchos hematíes pasen a la lagrima de la cuenca
lacrimal para que su pigmento hemoglobínico tiña
visiblemente la lágrima. Por ello, se supone que
todas las lágrimas de sangre perceptibles a simple
vista están producidas por verdaderas hemorragias
producidas en alguna parte del cuerpo conectada
con el sistema lacrimal.
Conjuntivitis de diversos tipos clínicos se han
visto asociadas a lágrimas de sangre, tales como conjuntivitis foliculares con pliegues semilunares y
carúncula congestionados (134), conjuntivitis papilar
del área tarsal (105), conjuntivitis papilar gigante (35),
y granulación o ulceración conjuntival (34,150).
Patogenia no aclarada posiblemente inflamatoria,
es la del caso publicado por Cazelles de un niño de
8 años, que varios días después de tener una fiebre
exantemática presentó hemorragias en la boca, nariz
y ojos durante 24 horas; el niño mantuvo una oftalmía durante los 7 años siguientes, con salida ocasional de sangre por los canthi mediales de los ojos (24).
hombre que tras el rayo tuvo durante dos días efusión
de sangre por los ángulos de los ojos, sin dolor o
enrojecimiento local. Delord citó en 1952 un trauma
similar por rayo atmosférico seguido de lágrimas de
sangre (27). Se han descrito lágrimas de sangre en
casos de cuerpos extraños conjuntivales accidentales
(93,36) o provocados por el propio paciente al introducirse con finalidad engañosa una corteza de canela en el fórnix conjuntival superior (11). La infección
de un cerclaje escleral ha sido citada como origen de
lágrimas de sangre (109), al igual que la expresión de
los folículos tracomatosos (5,68,150).
Trauma craneal seguido de lágrimas de sangre ha
sido citado por varios autores (126,13,164). Hay
casos excepcionales en que un trauma craneal causa
la salida de líquido céfalorraquídeo a la cuenca conjuntival o a la fosa nasal. Un caso curioso, aunque
sin lágrimas de sangre, fue el publicado por Dryden
(32), de una lesión órbito-nasal que produjo una fístula crónica con salida de líquido céfalo-raquídeo
desde el techo orbitario, aparentando un lagrimeo
crónico.
La conexión entre el espacio subdural intracraniano situado sobre el techo orbitario del hueso frontal y el fórnix conjuntival superior fue hecha experimentalmente por nosotros en un mono de Berbería
(Macaca sylvanus), en el intento de llevar líquido
cefalorraquídeo a la superficie ocular a través de un
implante valvulado de silicona; el animal tuvo ocasionalmente excreción sanguinolenta (aparentemente lágrimas de sangre), hasta que la válvula se extruyó espontáneamente a los 6 días (112).
Medicación
Actividad corporal
Se han asociado lágrimas de sangre con medicamentos como el nitrato de plata, utilizado durante
muchos años en la profilaxis de Credé, y la acetilcolina. Richardson Cross publicó en 1891 el caso de
una mujer de 21 años que, teniendo una conjuntivitis folicular, instiló en sus ojos una loción que le
habían prescrito, y durante más de un año tuvo episodios de lágrimas de sangre, y cuya única manifestación surfocular era la congestión vascular de
carúncula y plica semilunaris (134).
Traumas
Un rayo fotoeléctrico durante una tormenta
atmosférica fue la causa, descrita por Lusitanus en
1637, de lágrimas de sangre (97). Ocurrió en un
El llanto, cuando es enérgico, puede causar lágrimas de sangre. En 1679, Seger citó el caso de una lactante que cada vez que lloraba derramaba lágrimas
de sangre que salían desde los canthi de sus párpados; curó con un colirio de agua de rosa (141). Más
recientemente, Minchin citó un caso similar de lágrimas de sangre en una niña de 3 1/2 años que durante los 3 meses anteriores, cada vez que lloraba, lo que
salía de sus ojos era sangre, y no lágrimas (106).
La tos ha sido citada como causa de lágrimas de
sangre por Hoadleygab (66), quien presentó un caso
en el que un acceso de de tos provocó epistaxis, la
cual fue seguida de salida de sangre por las vías
lacrimales del ojo derecho sin taponamiento nasal.
Un fenómeno curioso, que no tiene la especie
humana y cuya cita aquí es anecdótica, es el que
1. Las lágrimas de sangre. Un suero autólogo espontáneo
presenta el lagarto cornudo (género Phrynosoma),
que vive en Méjico y sur de EEUU, que cuando es
atacado, congestiona las arteriolas y capilares de su
mucosa ocular y nasal, que acaban rompiendo,
expulsando por uno de sus ojos un fino chorro de
sangre de hasta un metro en dirección a su atacante.
Neoplasias
Los Hemangiomas de la conjuntiva se han citado
con una relativa frecuencia como causa de lágrimas
de sangre, ya teniendo forma plana o pediculada
(72,101,115). La localización de los hemangiomas
puede ser en la conjuntiva o episclera del fórnix
superior (89,94), en la conjuntiva del párpado superior (102,165), del ángulo interno (12), o del fórnix
inferior (163). Dimitry presentó un caso de hemangiona capilar, bilateral y simétrico, adherido al reborde orbitario superior y techo orbital de ambos ojos
que a menudo provocaba lágrimas de sangre (30).
Hemangiomas del saco lacrimal causantes de
lágrimas de sangre han sido publicados por varios
autores (30,73,86). En la literatura española está el
caso de Gálvez-Montes y Casado Corzo (47), asociado a obstrucción del conducto lacrimonasal, en el
que la presión sobre la región del saco lacrimal hacía
salir sangre por ambos puntos lacrimales.
Melanoma de la conjuntiva causante de lágrimas
de sangre ha sido publicado por diversos autores
(75,155,95,52), así como melanomas del saco lacrimal (90).
Menstruación
Las lágrimas de sangre en pacientes del sexo
femenino ocurren a veces en relación con el período
menstruante de su ciclo catamenial. En la mayoría de
los casos este fenómeno aparece con la menarquia o
en las menstruaciones de los años siguientes; y más
raramente en la edad de madurez reproductiva o en
el climaterio y menopausia. Estas lágrimas generalmente han sido consideradas como menstruaciones
vicariantes o suplementarias.
La causa puede ser el sangrado en la cuenca
lacrimal de tejido endometrial aberrante
(34,132,164), o de tejidos previamente normales
estimulados hormonal o para-hormonalmente por
factores catameniales (111), o en relación con la
ligera hipertensión sanguínea de la fase premenstrual
estrogénica (117).
27
La endometriosis aberrante o la respuesta hemorrágica de tejidos no endometriales a los estímulos
catameniales puede manifestarse también en otros
tejidos situados fuera del útero (como mamas, recto,
estómago, ombligo, pulmones, labios, nariz, oídos,
región surfocular).
A veces el sangrado extrauterino concurre con un
sangrado uterino aparentemente normal, o con una
menstruación alterada y defectiva, o con ausencia de
sangrado uterino. La hemorragia menstrual en el ojo
puede provocar lágrimas de sangre (41,42,53,54,79,
82,98,123,128,129,152,154). A veces el sangrado es
subconjuntival, sin lágrimas de sangre (48).
Las lágrimas de sangre menstruales pueden tener
una periodicidad similar a la del ciclo menstrual fisiológico, lo que facilita el diagnóstico etiopatogénico
(92). Pero sus manifestaciones pueden ser irregulares
en cuanto al ciclo y al tiempo de presentación, lo que
hace más difícil su identificación como menstruación
vicariante. Algunos casos tienen una clara relación con
el ciclo menstrual, pero en otros esto no es claro (2).
La menstruación vicariante suele ocurrir cerca de
la menarquia. Más raramente ocurre en la madurez
catamenial, o incluso en el climaterio o coincidente
con la menopausia.
En púberes, cerca de o en la menarquia es cuando más frecuentemente se han citado lágrimas de
sangre menstruales. Generalmente estas lágrimas de
sangre ocurren sin dolor ni sensación de otras anormalidades, duran unos segundos o minutos, y pueden repetir varias veces en el día, y afectar a uno o
ambos ojos simultánea o alternativamente. El sangrado, si es escaso, suele notarse al secar las lágrimas
con un pañuelo, o al mirarse en el espejo; pero cuando son abundantes, rebosan de la cuenca lacrimal
sobre las mejillas. Hay muchas variantes
(36,163,46,158,15,2).
El primer caso identificado de lágrimas de sangre
vicariantes coincidiendo con la edad de la menarquia fue el citado por Dodonaeus en 1581 (31)
(fig. 2), en una joven de 16 años que aún nunca
había menstruado, y que tuvo lágrimas de sangre.
Hasner (58) publicó el caso de una chica premenárquica de 13 años de edad, cuyos ojos sangraron
durante los seis meses precedentes unas veces por el
ojo derecho, otras por el izquierdo, y otras por
ambos. Déjean (26) citó otro caso de lágrimas de
sangre, que cesaron con la primera menstruación.
– En la madurez catamenial los casos de lágrimas de sangre en relación con los ciclos menstruales
son más raros que en la menarquia y en los años
inmediatos siguientes.
28
1. Las lágrimas de sangre. Un suero autólogo espontáneo
das; En los 24 hombres estudiados observaron hemolacria oculta en el 8%. Los citados autores dedujeron
que la hemolacria oculta en las mujeres fértiles parece estar inducida por factores hormonales.
Influencias psicogénicas
Fig. 2: Robertus Dodoneus (Rembert Dodoens), (*1517x1585). Médico y botánico flamenco. Vivió durante el
dominio español en los Países Bajos, y durante unos meses
fue médico del rey Felipe II de España en 1573-1574, hasta
pasar a Viena como médico de Maximiliano II. Publicó en
1581 una de las primeras lágrimas de sangre identificadas
con menstruaciones vicariantes.
El primer caso identificado de lágrimas de sangre
vicariantes coincidiendo con la madurez catamenial
fue a mi saber el citado por Brassavola (20) en 1541
en una Hermana de la Caridad que en lugar de tener
menstruaciones presentaba lágrimas de sangre.
– En el climaterio y menopausia se han publicado algunos casos de menstruaciones con lágrimas de
sangre (137,26,62). Jeffcoate citó un curioso caso, en
que las lágrimas de sangre ocurrieron algún tiempo
después de una histerectomía (74).
– En el embarazo y primeros tiempos de la lactancia la menstruación desaparece. Ottavay et al.
(118), estudiaron la existencia o ausencia de hemolacria oculta en 125 personas sanas estudiando fluido conjuntival con el stix test: encontraron hemolacria oculta en el 7% de 30 mujeres embarazadas, y
en ninguna de las 7 mujeres menopáusicas estudia-
La emoción y el stress se han citado a veces
como causa de lágrimas de sangre (87,161,5,23). El
arte ha reproducido numerosas veces en pinturas y
estatuas las lágrimas de sangre asociada a situaciones de sufrimiento físico y emocional. Es una observación curiosa la que hicieron Palmirotta et al. (120),
en una estatua italiana de la Virgen María en la que
se representaban lágrimas de sangre. Estos autores
tomaron una muestra de la materia de las presuntas
lágrimas de la estatua para determinar su composición, y con la técnica de la reacción en cadena de la
polimerasa la identificaron como sangre verdadera
de origen humano femenino.
El misticismo, o comunicación directa e inmediata entre el hombre y la divinidad en la visión intuitiva o en el éxtasis, se ha asociado a veces a lágrimas
de sangre. Rémond citó un caso de hemorragias en
los ojos, oídos y palmas de las manos que desaparecieron con sueño hipnótico (133). Teresa de Konnersreuth lloró lágrimas de sangre algunos Viernes Santos
en situaciones de éxtasis (71).
Simulación
Kalt escribió que las personalidades histéricas tienen predisposición a simular y provocarse a sí mismos traumatismos conjuntivales y lágrimas de sangre
(80). Las lágrimas de sangre espurias o simuladas se
han publicado ocasionalmente. Jordan citó el caso
de una joven de 16 años que usó un colorante culinario para parecer que tenía lágrimas de sangre (78)
y D’Hayri publicó el caso de una mujer histérica que
se pinchaba un dedo con una aguja, para así llevarse su sangre al ojo (29).
Causae ignotae
A veces, la etiopatogenia de la hemorragia permanece desconocida. Lágrimas de sangre sin una etiopatogenia probada han sido publicadas por varios autores (46,140,100,54,160,104,130,55,65). Como ejemplo de estos casos, citaremos el publicado por
1. Las lágrimas de sangre. Un suero autólogo espontáneo
Gabriélides (46) en una mujer de 36 años, con 4
hijos, viuda desde hacía 4 años, quien comenzó a
tener lágrimas de sangre, unas veces en ojo derecho,
otras en el izquierdo y otras en ambos; las lágrimas de
sangre podían durar de unos segundos a una hora;
repetían en 3, 5, 10, 25 ó 45 días, sin ninguna relación evidente con la menstruación, la cual se mantenía con pequeñas irregularidades; raramente también
le aparecían hemorragias bucales. La paciente pudo
ser examinada por el oculista durante un episodio de
lágrimas de sangre, y la exploración de su conjuntiva
y glándulas lacrimales resultó normal.
29
ambos ojos, que inicialmente fue sospechosa de
melanoma, siendo después diagnosticada de argirosis de las conjuntivas. Meses después comenzó a
tener lágrimas negruzcas.
Lágrimas verdes
La clorodacriorrea es excepcional. La única cita
que conocemos se debió al uso tópico surfocular de
sulfato de cobre (149).
BIBLIOGRAFÍA
OTRAS LÁGRIMAS COLOREADAS, NO
SANGUÍNEAS
Lágrimas coloreadas con distintos tonos cromáticos pueden haber sido sospechadas o interpretadas
como lágrimas de sangre, pero pueden tener otros
orígenes y tintes.
Lágrimas marrones
John Freud (43), mostró que la inyección de dosis
adecuadas de drogas muscarínicas en ratas causaba
la secreción de lágrima de color rojizo-castaño,
debido a la presencia de una substancia que más
tarde identificó como protoporfirina y coproporfirina, secretada por las glándulas de Harder. Este tipo
de lágrimas tras inyección de substancias muscarínicas en ratas y jerbos también ha sido observado por
otros investigadores, y como ya se ha indicado, su
color no se debe a la presencia de sangre
(21,22,57,153). Recogemos el término «cromodacriorrea» en los cuatro últimos autores citados, con
el cual expresan que la lágrima toma color, sin especificar sus variantes, ya que chroma, -atos significa
en griego color en general, pero no una específica
tonalidad.
Lágrimas negras
Este fenómeno, también llamado melanodacriorrea o nigrolacria, ha sido reportado por Ghassemi et
al. (51), en el ojo afectado por un melanoma uveal
necrótico, y por Palamar et al. (119), en los dos ojos
de un paciente que desde hacía mucho años trabajaba con plata, y que seis meses después fue visto en
consulta médica por tener pigmentación negra en
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