SeptiembreSinfónico NochehcoN Noche Americana Miércoles, 7 de septiembre de 2005, 19,30 h. Auditorio Nacional de Música. Sala Sinfónica. ORQUESTA NACIONAL DE ESPAÑA Rubén Gimeno, director I Samuel Barber (1910-1981) Medea's dance of vengeance, opus 23a George Gershwin (1898-1937) Rhapsody in blue, para piano y orquesta II Leonard Bernstein (1918-1990) Danzas sinfónicas de “West Side Story” Prologue (Allegro moderato) Somewhere (Adagio) Scherzo (Vivace e leggiero) Mambo (Meno Presto) Cha-cha (Andantino con grazia) Meeting Scene (Meno mosso) Cool Fugue (Alegretto) Rumble (Molto allegro) Finale (Adagio) Aaron Copland (1900-1990) El salón México Rosa Torres-Pardo, piano En esta noche americana y de jazz, un recuerdo y la solidaridad con las víctimas del huracán Katrina de los estados de Luisiana, Misisipí y Alabama. Notas al Programa EL HECHO DIFERENCIAL AMERICANO por Luis Martín Todos los razonamientos que hacen patente el hecho diferencial entre la creación sinfónica estadounidense y la del resto de geografías del ámbito occidental, se dan cita en este programa. Libres en la inspiración jazzística de George Gershwin, apegados a las raíces en Aaron Copland, de una singularidad ejemplar en Samuel Barber, y eclécticos en el polivalente Leonard Bernstein. Sin embargo, si se fijan atenciones en la arquitectura sonora que todos ellos exhiben, un detalle les relaciona con el resto de autores surgidos en el siglo XX: el crecimiento ciclópeo en la masa orquestal que, equivalente a una mayor duración de las obras, experimentó la música desde comienzos de aquel siglo. En Estados Unidos, no obstante, este gigantismo sonoro adquiere, en ocasiones, dimensiones providenciales. Esta peculiaridad estética —si se desea, también funcional— ni siquiera es monopolio de la música culta americana; también derivados de la popular tan influyentes como el jazz, se beneficiaron de este magno arropamiento instrumental. El detalle, muy evidente en la década de los 30, permitió por ejemplo que el swing ofreciese una falsa imagen de seguridad a un país, cuyas gentes experimentaban, horrorizadas, las consecuencias de la Gran Depresión de 1929. Y, aún, hay que destacar la representación que el swing hizo de la masificación de una sociedad que, igualmente, estaba viviendo en la antesala de su participación en la II Guerra Mundial. Por añadidura —y son palabras que, pronunciadas por Marshall Stearns, quizás haya que hacer extensibles a la dinámica de la música culta—, el swing encarnaba de forma muy evidente el amor por la grandilocuencia, tan genuinamente estadounidense y, en el fondo, tan humano. En ese caldo de cultivo, el neoyorquino George Gershwin (1898-1937) estrenó la última de sus grandes obras orquestales, Porgy and Bess, una ópera que, como el resto de su producción, tiene modales y hechuras clásicas, aunque reciba inspiración directa del corpus de la música afroamericana. Corría el año 1935 y antes había escrito un número tan considerable de estándares —casi todos con la colaboración de su hermano menor, el letrista Ira Gershwin—, como para figurar a la cabeza del gran catálogo de autores estadounidenses de canciones, que, conviene no olvidar, lista nombres tan importantes como los de Cole Porter, Jerome Kern, Harold Arlen, Irving Berlin o Richard Rodgers. La fama le sobrevino, no obstante, años antes, cuando el director de orquesta y violinista Paul Whiteman le encargó la confección de la Rhapsody in blue, obra cuyo desarrollo hoy puede disfrutarse en el programa de esta "Noche Americana”, y que fue estrenada, con enorme éxito de crítica y público, en el Aeolian House, el 12 de febrero de 1924. Queda claro que hasta mediada la década de los 20, Gershwin no fue atrapado por la notoriedad que ya vislumbraban quienes habían querido ver en el centenar largo de rollos de pianola editados por el músico años antes en la prestigiosa firma Harms, el rasgo definitorio de la futura escena del jazz de consumo masivo. La de George Gershwin es, incontestablemente, la obra más popular e influyente de la música americana contemporánea. El secreto radica en no envejecer jamás. A diferencia de algunos de sus contemporáneos —el propio Whiteman e, incluso, su arreglista Ferde Grofe, que dio el "repaso" definitivo a la Rhapsody in blue—, Gershwin conserva, perfeccionadas, las virtudes que le hicieron inmediatamente reconocible en las décadas 20 y 30. Arranque enérgico y volumen en los numerosos shows de Broadway que escribió con posterioridad al estreno de la Rhapsody in blue, pero también ideas a boca de costal, construcción y entrega en su música para cine, Shall we dance y A damned in distress, en la creación de su gran cancionero de jazz y en la estructura del poema sinfónico Un americano en París (1928). Y la aventura en el Concierto en fa (1925). Y un Gershwin de opereta en la mencionada Porgy and Bess. Urge decir que la representación en directo de la Rhapsody in blue que hoy se disfruta en este programa tiene en la pianista madrileña Rosa Torres-Pardo un soporte adecuado para la obra. Ejecutantes de piano y orquestas andan indisolublemente unidos por el mundo. Pero pianistas hay muchos. La más personalizada carta de presentación que puede presentar al público esta obra de Gershwin es la versatilidad que exige a su primer intérprete. Samuel Barber (1910–1981) es otro de los compositores invitados al temario y, por sí mismo, representa un caso singular. Pese a haber escrito la obra probablemente más divulgada del siglo XX, su famoso Adagio para cuerda, revisado instrumentalmente en 1938 por Arturo Toscanini, este compositor, cantante, pianista y director de orquesta, educado en el Curtis Institute, de Filadelfia, goza de una popularidad que se sitúa por detrás de la de Aaron Copland (presente, igualmente, en el programa) y, sobre todo, de la del más complejo Elliott Carter. Acaso, una de las razones que explican esta singularidad radique en la mutación que experimentó la filiación neorromántica de la creación del más primerizo Samuel Barber, repleta de un lirismo que en los manuales se apunta como espontáneo, por una vocación abiertamente disonante y de una politonalidad equivalente a la del francés Darius Milhaud. La construcción de algunos de los pasajes de la música escrita para el ballet Medea, que hoy escucharemos, es, probablemente, uno de los ejemplos más evidentes. La música concebida para el cine o el teatro musical es un islote en esta "Noche Americana" a la que Gershwin se asoma tímidamente: su Rhapsody in blue fue utilizada en la película del mismo título, de 1945, y por Woody Allen en su film Manhattan, de 1979; Leonard Bernstein (1918-1990) lo hace, en cambio, con todos los honores. Su partitura para el musical West Side story fue acreedora cuando se convirtió en película, de uno de los diez Óscars que Hollywood otorgó a esta cinta en el año 1961. Y hay que decir que el film, fundamentalmente por su banda sonora, establece un modelo a seguir, todavía no superado por ninguna película del género. Leonard Bernstein, cuya obra al margen del teatro y el cine, tiene connotaciones ciertamente religiosas, ya había compuesto la música original de películas como La Ley del silencio, de Elia Kazan, estrenada en 1954, y había hecho arreglos para bandas sonoras de otros autores, en cine y televisión, y entre las primeras no es difícil recordar ahora su trabajo como adaptador del score de Un día en Nueva York, de 1949. Sin embargo, ninguno de sus proyectos en estos campos —tampoco en el de la composición de Candide, comedia musical basada en un libreto de Lillian Hellmann inspirado en la novela del mismo título de Voltaire— supera la maestría de West Side story. Lástima que, tras el estreno de este film, Leonard Bernstein no volviese a prodigarse en las labores de composición de música para cine, zambulléndose de lleno en la interpretación y en la creación de obras para salas de conciertos. Y es que, irónicamente, pese a haber sido una música escrita y concebida con carácter previo a la realización de la película, el Óscar de West Side story no fue para Bernstein y sí para los cuatro adaptadores que trabajaron con el material original. En cualquier caso, interesa saber que las Danzas sinfónicas que —seleccionadas de esta magistral partitura— escucharemos ahora, son ejecutadas, muy a menudo, en concierto. Y si líneas atrás se hablaba de la obra de Aaron Copland, este compositor nacido en Brooklyn en 1900 y fallecido noventa años más tarde en otra localidad neoyorquina, también viene al programa. La primera concepción de El salón México se remonta a 1933, pero su escritura definitiva no concluyó hasta el año siguiente. Fue orquestada en 1936 y estrenada en la ciudad de México el 27 de agosto de 1937, por la Orquesta Sinfónica de México con dirección de Carlos Chávez. Copland representa, como ningún otro de sus colegas, el sonido estadounidense por excelencia, el sonido de ese crisol fascinante que son las músicas populares de este país. Es cierto que Edward MacDowell había utilizado en ocasiones canciones de diversos pueblos indios como base para sus creaciones, y no lo es menos —ya se ha dicho— que Gershwin recurrió al jazz y al blues, géneros en los que —en diferente medida— han abundado igualmente desde Samuel Barber a Ferde Grofe, sin olvidar a Gunter Schuller, Milton Babbit y, aún, otros autores de añada más reciente: John Cage y André Previn. Sin embargo, páginas como las de Rodeo o El salón México son claves definitivas para comprender la asimilación en Copland de diversos elementos folclóricos estadounidenses —esencialmente country, cuadrillas, bluegrass y música de los Montes Apalaches donde la amalgama es ley—, aunque ninguna como Appalachian spring que, estrenada en 1944, advierte, de forma directa o por corta filogénesis evolutiva, de la alteración de la línea melódica de una famosa canción adventista. Biografías RUBÉN GIMENO Director Nacido en Valencia en 1972, este joven director y violinista desarrolla una intensa labor en la dirección de la Orquesta Joven de la Sinfónica de Galicia, además de como director invitado en la Orquesta de la Universidad de Maryland, Sami Sinfonietta (Suecia), Gavle Symphony Orchestra (Suecia), Orquesta del "Royal Conservatory of Stockholm", Swedish National Orchestra Academy, Orquesta Sinfónica de Galicia, Orquesta Sinfónica de Castilla y León y Orquesta Nacional de España. Sus inicios en la dirección de orquesta vinieron de la mano del maestro James Ross, graduándose en la Universidad de Maryland (EEUU). Posteriormente estudió con el prestigioso maestro Jorma Panula, recibiendo también clases de maestros de la talla de Essa Pekka Salonen, Leonard Slatkin, Alan Gilbert y Gustav Meier entre otros. Ha sido profesor y director asistente de la Joven Orquesta Nacional de España. Como violinista ha desarrollado su actividad en la Joven Orquesta Nacional de España, Joven Orquesta de la Comunidad Europea, Orquesta de Valencia, Orquesta de Cadaqués, Orquesta Sinfónica de Tenerife, Orquesta Sinfónica de Galicia y Orquesta de Cámara "Joaquín Rodrigo", con la que actuó como solista en diversas ocasiones. Sus próximos compromisos incluyen a la Orquesta Ciudad de León, a la orquesta del prestigioso MMCK Festival en Kazusa (Japón), Orquesta Sinfónica de Tenerife, Orquesta Sinfónica de Galicia, Orquesta de Castilla y León y Camerata de La Mancha. ROSA TORRES-PARDO Piano Nace en Madrid, en cuyo Real Conservatorio Superior de Música realiza sus estudios musicales, graduándose con Premio Extraordinario Fin de Carrera. Estudió con Joaquín Soriano, Gloria Olalla, María Curcio, Adèle Marcus y Hans Graff. En 1987 fue galardonada con el Premio Masterplayers de Lugano (Suiza). Colabora regularmente como solista con orquestas españolas y extranjeras bajo la dirección de maestros como López Cobos, Plácido Domingo, Víctor Pablo Pérez, Ros Marbá, Josep Pons, Valdés, Ermler, Dutoit, Fedoseev, Fournet, Marzimiuk, Pommier, Spivakov, Vasary, Weise y otros. Ha actuado en el Teatro Real de Madrid, Wigmore Hall de Londres, Musik Halle de Hamburgo, Koncerthaus de Berlín, Auditorio Nacional de Dublín, Sala de Columnas de Moscú, Teatro Colón de Buenos Aires, Carnegie Hall y Alice Tully Hall de Nueva York, Sala Philarmonie de San Petersburgo, además de haber recorrido América, Australia, Asia y Europa. Ha trabajado con orquestas como la Filarmónica de Los Ángeles, Hamburgo, Montreal, Buenos Aires, San Petersburgo, Rundfunk-Sinfonieorchester de Berlín, Philarmonia Hungárica, Orquesta de la RTV de Moscú, Nacional Rusa, Virtuosos de Moscú, Sinfónica de Armenia, Simphonia Varsovia, Minería de México, además de con la mayoría de las orquestas sinfónicas de España. Ha grabado para los sellos discográficos Calando, Naxos, Decca, y Deutsche Grammophon. En 1998 el pintor Eduardo Arroyo crea el festival "Encuentros con Rosa Torres-Pardo", en Robles de Laciana (León), un festival de música de cámara en el que colaboran pintores y músicos. Recientemente ha sido galardonada junto a Alicia de Larrocha con la medalla "Isaac Albéniz" por la difusión e interpretación de Iberia. Plantilla ONE ORQUESTA NACIONAL DE ESPAÑA Director Artístico y Titular Josep Pons Director Emérito Rafael Frühbeck de Burgos Violines primeros Sergéi Teslia (concertino)* Francisco Romo Campuzano (concertino) Jesús Á. León Marcos (solista) José Enguídanos López (solista) Salvador Puig Fayos (ayuda de solista) Juan Manuel Ambroa Martín Miguel Ángel Alonso Martínez Laura Calderón López Antonio Cárdenas Plaza Eduardo Carpintero Gallego Jacek Cygan Majewska Yoon Im Chang Ane Matxaim Galdos Gilles Michaud Morin Rosa Luz Moreno Aparicio Elena Nieva Gómez Rosa María Núñez Florencio Alfonso Ordieres Rojo Mario Jesús Pérez Blanco Germán Ruiz Miranda Roberto Salerno Ríos Violines segundos Javier Gallego Jiménez (solista) Kremena Gantcheva Kaykamdjozova (solista) Francisco Martín Díaz (ayuda de solista) Rubén Antón Manchado Ivan David Cañete Molina Raquel Hernando Sanz Amador Marqués Gil Kinka Petrova Jadhipetrova Nuria Bonet Majo* Zenón Díaz Lauzurica* Natalia Mokareva Pugachova* Mª del Mar Rodríguez Cartagena* Cristian Roig Puig* Violas Roberto Cuesta López (solista) Emilio Navidad Arce (solista) Dionisio Rodríguez Suárez (ayuda de solista) Mª Antonia Alonso González Carlos Antón Morcillo Virginia Aparicio Palacios Jorge Dorrego Robledo Dolores Egea Martínez Mª Paz Herrero Limón Julia Jiménez Peláez Juan José Pamies Herranz Cristina Pozas Tarapiella Pablo Rivière Gómez Gregory Salazar Haun Carlos Barriga* Violonchelos Salvador Escrig Peris (solista) Miguel Jiménez Peláez (solista) Ángel Luis Quintana Pérez (ayuda de solista) Belén Aguirre Fernández Vicente Ceballos Gómez José Clemente Serrano Mariana Cores Gomendio Vicente Espinosa Carrero Enrique Ferrández Rivera Adam Hunter José Mª Mañero Medina Álvaro Quintanilla Kyburz Nerea Martín Aguirre* Contrabajos Jaime Antonio Robles Pérez (solista) Ramón Mascarós Villar (solista) Miguel Ángel Glez. Corredera (ayuda de solista) Pascual Cabanes Herrero Máximo Fariña Hernández Emilio Maravella Sesé Pablo Múzquiz Pérez-Seoane Eladio Piñero Sánchez José Julio Rodríguez Jorge Arpas Ángeles Domínguez García (solista) Nuria Llopis Areny Flautas Antonio Arias-Gago del Molino (solista) Juana Guillem Piqueras (solista) Miguel Ángel Angulo Cruz José Oliver Bisbal (flauta-flautín) José Sotorres Juan Oboes Rafael Tamarit Torremocha (solista) Vicente Sanchís Faus (solista) Víctor Manuel Ánchel Estebas (oboecorno inglés) Ramón Puchades Marcilla Clarinetes Enrique Pérez Piquer (solista) Javier Balaguer Domenech (solista) Juan Francisco Lara Rodríguez (requinto) José A. Tomás Pérez Carlos Jesús Casadó Tarín* Fagotes Enrique Abargues Morán (solista) Miguel Alcocer Cosín (solista) José Masiá Gómez (contrafagot) Vicente J. Palomares Gómez Miguel José Simó Peris Trompas Salvador Navarro Martínez (solista) José Enrique Rosell Esterelles (solista) Carlos Malonda Atienzar (ayuda de solista) Javier Bonet Manrique Antonio Colmenero Garrido Rodolfo Epelde Cruz Salvador Ruiz Coll Trompetas José Mª Ortí Soriano (solista)* Vicente Martínez Andrés (solista) Juan Carlos Alandete Castillo (ayuda de solista) Antonio Ávila Carbonell Vicente Torres Castellano Trombones Enrique Ferrando Sastre (solista) Rogelio Igualada Aragón Francisco Guillén Gil (trombón bajo)* Edmundo José Vidal Vidal Tuba Miguel Navarro Carbonell Percusión Eduardo Sánchez Arroyo (solista) Félix Castro Vázquez (solista) Juanjo Guillem Piqueras (ayuda de solista) Pedro Moreno Carballo José Andrés Saez Ruíz* Archivo Rafael Rufino Valor Avisadores Francisco Osuna Moyano (Jefe de escenario) José Méndez Berrocal Rogelio Moya Serrano Juan Rodríguez López *Contratados por la O.N.E. PRÓXIMO CONCIERTO SeptiembreSinfónico EncuentrortneucnE CON ANA BELÉN Y MIGUEL RÍOS Miércoles, 14 de septiembre de 2005, 19,30 h. Auditorio Nacional de Música. Sala sinfónica. ORQUESTA NACIONAL DE ESPAÑA Josep Pons, director Kurt Weill (1900-1950) Canción de Salomón Canción de Polly Jenny la de los piratas Balada del chulo Balada de Mackie El Navaja, de “La ópera de perra gorda” Canción de septiembre, de “Pierna de plata” (1938) El tiempo no va a volver, de “Una mujer en la penumbra” (1940) Speak Low, de “Venus era mujer” (1943) Estrellas en la oscuridad, de “Estrellas en la oscuridad” (1949) La Saga de Jenny, de “Una mujer en la penumbra” La luna de Alabama, de “Ascensión y caída de la ciudad de Mahagonny” (1917-29) Ana Belén Miguel Ríos Lluís Vidal Trío N.I.P.O.: 556-05-003-1 - Dep. Legal: M. 36.051-2005 - A.G. Luis Pérez, S.A. - Algorta, 33 - 28019 Madrid Berlín en luz (1928) Canción de Bilbao, de “Happy End” (1929) Canción de Mandelay, de “Happy End” Surabaya Johnny, de “Happy End” Canción de la mujer del soldado (ca. l943) Pequeña suite de “La ópera de perra gorda” (1928)