UNIDAD V: Fisiología Respiratoria Capítulo 47: HIPOBARIA Nelio E. Bazán El entrenamiento en altura es una situación que genera una sobrecarga a las condiciones de entrenamiento debido a las condiciones especiales de FIO2 que se encontrarán en la altitud. El objetivo perseguido puede ser el de mejorar la performance para competir en el llano (entrenar alto/competir bajo) o para competir en altitud (entrenar alto/competir alto). Las alturas habituales de entrenamiento varían en un rango de 1500 a 2500 metros. Se deben respetar los mecanismos de adaptación para cada altura, evitando una caída de la carga de trabajo y los efectos negativos de la hipoxia hipobárica. Se describen en este capítulo algunos aspectos del entrenamiento en altura así como los problemas clínicos más comunes a que se debe enfrentar el deportista. Entrenamiento en altura. El ambiente hipobárico. Respuestas fisiológicas a la altura. Mal agudo de montaña. Mal agudo de montaña simple. Edema pulmonar de las alturas. Edema cerebral de las alturas. ENTRENAMIENTO EN ALTURA Fotografía 47.1: Entrenamiento en altura. En este caso se observa a Damián Blaum, nadador de aguas abiertas vencedor de la maratón acuática más larga del mundo, Hernandarias – Paraná, en Argentina, de 88 km, junto a su entrenador Nestor García, en la región de Cachi, al norte de Argentina, donde hay un centro de entrenamiento a 2350 m sobre el nivel del mar. La adaptación del hombre a la hipoxia de altitud es compleja. Los aspectos más relevantes son los cambios en el sistema cardiovascular, el mecanismo de hematopoyesis y la respiración. Pero para ello se necesita reestructuración de los sistemas nervioso y endocrino regulando las funciones fisiológicas. Desde un punto de vista fisiológico y antropológico, a veces es útil diferenciar los términos aclimatación, como una expresión fenotípica de ciertos aspectos temporales que nos permite desenvolvernos mejor en el nuevo ambiente, de los fenómenos de adaptación, que puede tener un sentido darwiniano, reflejando cambios estructurales permanentes que incluso pueden perdurar al ser transmitidos a futuras generaciones en grupos hermanados por la convivencia en un medio ambiente de hipoxia de altitud. A nuestros propósitos los términos serán usados indistintamente. Los factores que influyen en condiciones de altitud son la disminución de la presión barométrica, y en consecuencia, el descenso de la presión parcial de oxigeno. Los demás factores juegan un papel secundario y son: disminución de la humedad del aire, temperatura y fuerza de gravedad con aumento de la radiación solar. La disminución de la presión parcial de oxigeno se traduce en una disminución de la cantidad de oxigeno en el aire alveolar y del suministro de oxigeno a los tejidos. Se reduce la presión parcial del oxigeno en la sangre, el contenido de oxigeno en la hemoglobina, el gradiente de la presión de oxigeno entre la sangre y el capilar y los tejidos. En las condiciones de alta montaña disminuye considerablemente la frecuencia cardiaca máxima, el volumen sistólico máximo y de bombeo del corazón, la velocidad de transporte de oxigeno por sangre arterial y, en consecuencia, el consumo máximo de oxigeno que disminuye un 0.7-1.0 % cada 100 m. Los cambios se observan ya en las altitudes de 1000 m sobre el nivel del mar y la mayoría de los centros deportivos de altura se encuentran entre los 1500 y 3000 m. Otro factor de desequilibrio metabólico que se agrega es el aumento de la proteólisis. También se suele alterar la percepción temporo-espacial. En definitiva el ejercicio en altura posee algunos aspectos a favor, pues las características propias del ambiente hipóxico provocan una respuesta adaptativa con incremento del número de glóbulos rojos y la hemoglobina que mejoran el aporte de oxígeno al regresar a nivel del mar. Pero también hay aspectos negativos como la imposibilidad de sostener en la altura la intensidad de los entrenamientos a nivel del mar, la disminución que se produce de masa magra y por último los aspectos logísticos, que se traducen en un alto costo del entrenamiento. Desde el punto de vista biológico se divide la altura en: Altitud baja, hasta los 1000 m sobre el nivel del mar los individuos sanos no sufren ninguna modificación fisiológica ni en reposo ni en ejercicio Altitud media, entre los 1000 m hasta los 2000 m, donde se experimentan algunos efectos sobre el rendimiento físico Altitud elevada, de los 2000 m hasta los 5500 m, donde se observan modificaciones fisiológicas en reposo o ejercicio Altitud muy elevada, por encima de los 5500 m, con un marcada influencia sobre las funciones fisiológicas. El ambiente hipobárico Prácticamente a cualquier altura el aire tiene 78 % de nitrógeno y 21 % de oxígeno. El resto lo forman el argón (0.9%), el dióxido de carbono (0.03%), vapor de agua, y trazas de hidrógeno, ozono, metano, monóxido de carbono, helio, neón, kriptón y xenón. Hasta los 24 km por encima del nivel del mar la composición química de la atmósfera es prácticamente uniforme ya que el movimiento de las corrientes atmosféricas contrarresta la tendencia de los gases más pesados a permanecer por debajo de los más ligeros. La densidad del aire seco al nivel del mar representa aproximadamente un 1/800 de la densidad del agua y desciende con la altura, siendo proporcional a la presión e inversamente proporcional a la temperatura. La presión y densidad atmosférica son mayores en las capas superficiales de la corteza terrestre y disminuyen en forma exponencial con la altitud. La presión atmosférica normal o presión barométrica (Pb) a nivel del mar es de 760 torrs o 760 mm de mercurio. A los 5.6 km es de 380 torrs y la mitad de todo el aire de la atmósfera se encuentra por debajo de este nivel. La presión disminuye más o menos a la mitad por cada 5.6 km de altura. En la atmósfera, el peso cada vez menor de la columna de aire a medida que aumenta la altitud hace que disminuya la presión atmosférica local. Hay variaciones regionales de presión, por ejemplo en el monte Everest (28° de latitud norte), la presión barométrica en la cumbre es de unos 17 torr más alta que la predicha, lo que permite a personas entrenadas ascender sin oxígeno suplementario. Esto se debe a que las presiones barométricas entre los 4 y los 16 Km son dependientes de la latitud debido a la presencia de una gran masa de aire frío en la estratósfera arriba del Ecuador, resultantes de un fenómeno de convección y radiación. También hay variaciones estacionales, en la cima del Everest varía de 243 mmHg en enero a 255 mmHg en julio. Tabla 47.1: Altura, presion y temperatura. Tabla 47.2: Altura y gases respiratorios. Al reducirse la presión barométrica, tendremos una menor presión parcial de oxígeno, limitando la difusión pulmonar y el transporte de oxígeno a los tejidos. De 760 mm de Hg a nivel del mar de Pb a una altitud de 3000 m desciende a 526 mm Hg, entonces la PO2 se reduce de los 159.2 del nivel del mar a 110.2 mm Hg a los 3000 m. A nivel alveolar tanto el dióxido como el vapor de agua diluyen el oxígeno. Independientemente de la altitud y mientras la temperatura corporal sea normal la presión del vapor de agua en loa alvéolos se mantiene en 47mm Hg. La persona aclimatada hace descender aún más el dióxido de carbono por el aumento de la ventilación. Temperatura La temperatura del aire desciende a razón de 1 ºC cada 150 m de ascensión. Así con una temperatura de 15º C a nivel del mar, a 3000 m estaríamos alrededor de los - 4.5 ºC. En general la temperatura disminuye aproximadamente 1°C cada 150 o 180 m de ascenso, pero depende de factores como la orientación del terreno, en las laderas de mayor pendiente los cambios operan más rapidamente que en las de pendiente más suave. Humedad El contenido en vapor de agua del aire varía considerablemente en función de la temperatura y de la humedad relativa, con un 100 % de humedad relativa, la cantidad de vapor de agua varía de 190 partes por millón (ppm) a -40 °C hasta 42.000 ppm a 30 °C. Es decir, humedad es baja en ambientes fríos, aún si el aire esta saturado con humedad la verdadera cantidad de agua contenida en el aire es baja. Esto favorece la deshidratación y el cuerpo pierde un gran volumen de agua a través de la evaporación respiratoria debida al aire seco y al mayor ritmo respiratorio, incluso el aire seco incrementa la pérdida de agua por evaporación a través del sudor. La cantidad de vapor de agua en la atmósfera disminuye con la latitud, de una manera más rápida que la presión barométrica. A 2000 m disminuye un 50 % y a 4000 metros, cuando la presión barométrica es 2/3 de la del nivel del mar, el vapor de agua representa 1/4 del existente. Esta baja cantidad de vapor explica el incremento de las radiaciones con la altitud y la pérdida corporal de agua que se produce en la altitud. El aire inspirado se humidifica con vapor de agua aportado por la mucosa respiratoria saturandolo a 37 °C, que luego expulsamos en cada expiración perdiendo agua. Este mecanismo es el de mayor relevancia en la deshidratación provocada por la altura. El viento es otro factor potenciador que aumenta la pérdida calórica y la deshidratación. Fuerza de gravedad La fuerza de gravedad disminuye en proporción al cuadrado de la distancia al centro de la tierra, disminuyendo la aceleración 0.003086 m/s cada 1000 m de altura. Esto significa que el tiempo de vuelo y la distancia recorrida por un cuerpo lanzado con una fuerza determinada será mayor en altura que a nivel del mar. Resistencia al aire Al disminuir la presión barométrica también lo hace la densidad y por lo tanto la resistencia del aire también se ve afectada. Desde el punto de vista ventilatorio es importante porque la reducción de la densidad del aire reduce el trabajo que realizan los músculos respiratorios para vencer la resistencia de las vías aéreas. En cuanto a la perfomance esta reducción en la densidad del aire también reducirá la resistencia que tiene que vencer un deportista para mantener una velocidad determinada o al lanzar un objeto. En este sentido, puede ser interesante para algunos atletas lograr velocidades y ángulos de trabajo mayores a los alcanzados a nivel del mar en pruebas de lanzamientos, saltos y velocidad. Radiación solar La radiación solar se incrementa con la altura, la atmósfera es más delgada y seca, un 2 a 4 % cada 100 m aproximadamente hasta llegar a los 2000 m y por encima de esa altitud en 1 % cada 100 m. La reflexión debido a la nieve puede determinar un incrementar del 75 % al 90 %. Aumentan tanto las radiaciones infrarrojas como las ultravioletas aunque el aumento en estas es mayo con riesgo de quemaduras solares e inflamación de la córnea. Respuestas fisiológicas a la altura Respiratorias Ventilación: La primera respuesta aguda a la altitud es el aumento de la ventilación. Al ser el aire menos denso, tiene menor número de moléculas de oxígeno. La disminución de la presión barométrica produce un descenso de la presión parcial de oxígeno en el aire inspirado. Debido a ello el gradiente de presión entre el alveolo y la sangre venosa del capilar pulmonar disminuyen en la altitud así como la PaO2. Los quimioreceptores situados en la aorta y en los cuerpos carotideos, mandan impulsos al centro respiratorio para aumentar la ventilación pulmonar tanto en reposo como en ejercicio. Se produce una alcalosis respiratoria por lo que los riñones excretan más bicarbonato para compensar. La hiperventilació disminuye la PaCO2 (hipocapnia), que se acompaña de un aumento del pH en el líquido cefaloraquídeo, ya que el CO2 atraviesa fácilmente la barrera hematoencefálica. Para evitar que el líquido LCR se alcalinice, se excreta bicarbonato. Esta hipocapnia puede provocar vasoconstricción cerebral. Difusión y transporte de oxígeno: La saturación de oxígeno de la sangre cae del 98 % al 92 % a una altura de 2500 m. Al retornar al nivel del mar luego de un entrenamiento en alturas hay una mayor eficiencia metabólica por medio de una reducción del 20 % en la utilización de oxigeno, la saturación de la hemoglobina es alcanzada a menores presiones parciales de oxigeno y los niveles sanguíneos de 2,3-difosfoglicerato están elevados. Además el transporte de oxigeno a es mejorado por el incremento en el número de glóbulos rojos. El 2,3-DPG se mantiene elevado durante la estancia en altitud con el correspondiente efecto de desplazamiento a la derecha sobre la curva de disociación de la hemoglobina, favoreciendo la liberación de O2 a los tejidos. La producción de glóbulos rojos que comienza durante la exposición aguda a partir de los 1500 metros (entre los 3 a 5 días de estadía) se hace evidente aproximadamente a las dos semanas. Esto se debe al estímulo que realiza la hipoxemia a nivel renal, produciendo un aumento en los niveles de eritropoyetina que llega a punto máximo aproximadamente al mes, que a su vez estimulará la producción de eritrocitos en la médula ósea. Intercambio de gases en músculo: La diferencia de PO2 a 2500 m cae de 74 a 40 mmHg en los tejidos, de las habituales diferencias de 94 a 20 cae a 60 – 20. Consumo de oxígeno máximo: Se reduce al aumentar la altitud. Siendo a 3000 m menor al 90 % del nivel del mar y a 4000 menor al 80 %. Para la misma carga de trabajo cuando se realiza ejercicio físico en altitud, la ventilación y la frecuencia cardíaca se mantienen elevadas por encima de los valores a nivel del mar sin lograr compensar el efecto que la hipoxia, por la menor PaO2, produce en el consumo máximo de oxígeno y en el rendimiento aeróbico. El VO2max mejora durante el período de aclimatación, debido a la mejora del transporte de O2, pero sin llegar a los valores alcanzados a nivel del mar. Cardiovasculares Volumen sanguíneo: El volumen plasmático se reduce al llegar a la altura y se normaliza en unas semanas, en principio aumenta el hematocrito (% de GR) y se activa la producción de GR. Se estimula la liberación de eritropoyetina (EPO) antes de las 3 horas en altura y alcanza máximo en 48 horas. Frecuencia cardíaca: Al inicio de la exposición a la altura la frecuencia cardiaca se incrementa para una intensidad dada de ejercicio un 10 % a 2000 metros durante los 3 primeros días y hasta un 50 % a 4500 metros. Posteriormente la frecuencia cardiaca máxima se reduce debido a un incremento inducido por la altura en la actividad del sistema parasimpático por lo que puede ser utilizada como índice de adaptación. La reducción en la frecuencia cardiaca máxima puede ser una adaptación beneficiosas para limitar el consumo de oxígeno. En grandes altitudes la frecuencia cardíaca máxima disminuye, por ejemplo a valores de 135 latidos por minuto. Este es un mecanismo de protección ante requerimientos metabólicos en esfuerzos excesivos en hipóxia hipobárica. Gasto cardíaco: Volumen sistólico por frecuencia cardiaca. En las primeras horas aumenta el gasto cardíaco y produce un aumento de la frecuencia cardiaca (FC) compensando la reducción del volumen sistólico, luego al cabo de unos días (10) aumenta la extracción de oxígeno de parte del músculo y disminuye la FC. En estadías prolongadas el gasto disminuye debido a una disminución del volúmen sistólico. En niveles máximos de esfuerzo disminuye el volumen sistólico y la FC máxima, dificultando trabajos aeróbicos de alta intensidad. Después de períodos muy largos de aclimatación el gasto puede acercarse a valores del nivel del mar. Hipertensión pulmonar: Por la vasoconstricción hipóxica. Al evaluar la relación entre la ventilación pulmonar y la perfusión pulmonar a los 3000 m se observa una vasoconstricción no uniforme de la arteria pulmonar junto con una limitación para la difusión del oxigeno a través de la membrana alvéolo-capilar. Hematológicas Eritrocitos: La estimulación de la EPO se produce n horas y el hematocrito puede elevarse hasta 60, con incrementos de hemoglobina a 20 g/dl. El aumento del volumen sanguíneo es más lento y comienza a regularizarse en un par de semanas para continuar luego aumentando. Función renal Diuresis: La diuresis adecuada es uno de los componentes de una aclimatación exitosa a la altura, por el contrario, el mal agudo de montaña aguda, puede ser considerado una adaptación no exitosa y es caracterizada por una diuresis disminuida. Los líquidos corporales se movilizan hacia las células y los intersticios, produciendo edemas. Hidratación: El individuo que se ejercita en la altura, expuesto a una atmósfera seca y fría puede perder una gran cantidad de agua. Es recomendable incrementar el consumo de fluidos para prevenir la deshidratación, especialmente en aquellos individuos que se ejercitan. Metabólicas Ácido láctico: Existe una menor producción de ácido láctico aún esfuerzos intensos, parece ser un mecanismo de seguridad ya que el organismo no podría soportar acidosis extrema por la pérdida de bicarbonato por orina habitualmente existente. Durante el curso de la aclimatación la máxima acumulación de lactato en sangre como consecuencia de un ejercicio de alta intensidad decrece progresivamente (paradoja del lactato). Músculo: Varias semanas por encima de 2500 m reducen el potencial metabólico de los músculos, luego de 4 semanas tiende a reducirse el área muscular, con mayor pérdida de fibras de contracción lenta que rápida. Incrementándose la densidad capilar. En altitudes de 2000 m la masa muscular no sufre efectos importantes, luego a los 4000 m se aprecia una reducción del tamaño de las fibras musculares y por encima de 5000 m hay una pérdida de masa. Probablemente este efecto se deba a la disminución de insulina y aunque la hormona del crecimiento aumenta durante el ejercicio en hipóxia aguda, son hormonas que actúan sinérgicamente. Cuando el estímulo de hipóxia es suficientemente intenso, se producen en el músculo entrenado aumentos significativos en la concentración de mioglobina. Peso: Pérdida de peso, con pérdida de masa muscular y preservación de depósitos grasos. Hiporexia. Hormonales: En forma aguda aguda, las catecolaminas, los corticosteroides, la hormona del crecimiento, la hormona antidiurética, las hormonas tiroideas y el glucagón aumentan, en cambio la aldosterona y la renina disminuyen. Los niveles de insulina se incrementan en la fase aguda, regresando a los valores normales en una semana. Durante la hipoxia crónica permanece baja la insulinemia y elevadas las catecolaminas. La testosterona y las hormonas gonadotroficas no se modifican por exposición aguda a la altura. Sistema nervioso autónomo: En el sistema nervioso autónomo se produce durante la fase aguda una hiper - simpaticotomía, mientras que en la fase crónica predomina una hiper parasimpaticotomía. Enzimas: Se observa una disminución de enzimas glucolíticas (PFK y LDH) y un aumento significativo de las enzimas oxidativas. Las biopsias musculares muestran una capacidad buffer incrementada en el tejido muscular, correlacionándose con una mejoría de la capacidad anaeróbica glucolítica. En resumen, el entrenamiento en altitudes moderadas puede tener un efecto beneficioso en el metabolismo muscular, pero teniendo en cuenta que hay que mantener niveles de entrenamiento similares en intensidad y volumen a los que se realizarían a nivel del mar. MAL AGUDO DE MONTAÑA El mal agudo de la montaña tiene como causa la menor disponibilidad de moléculas de oxígeno en la altitud aunque en su presentación influyen factores como la mayor velocidad de ascenso, la altuar alcanzada, una deficiente hidratación y una limitada aptitud física. Y se debe considerar también una susceptibilidad individual a la altura. Comienza a presentarse por encima de 2500 m, en general en población con baja respuesta ventilatoria a la hipoxia que aumentan inicialmente los depósitos de dióxido en los tejidos. En altitudes mayores a 3000 m, la incidencia y severidad es mayor. Debido a la hipobaria el oxígeno en sangre y tejidos disminuye, lo que se traduce, a nivel celular, en enlentecimiento de las bombas oxígeno-dependientes con alteraciones hidroelectrolíticas que causan edema pulmonar, cerebral y/o intersticial global en el cuerpo. Encontramos una elevación de la presión de la arteria pulmonar y redistribución de flujo pulmonar que sumado al aumento en el agua intersticial por separación de las uniones intercelulares, amplificado por fenómenos inflamatorios, dificultan los procesos de hematosis. En la hipertensión pulmonar secundaria a hipoxia disminuyen los niveles de oxido nítrico y su uso ha sido efectivo en edema pulmonar de las alturas. La hipoxia produce estimulación de los quimiorreceptores carotídeos, aórticos y centrales aumentando la ventilación pulmonar que eleva la PO2 y la saturación, pero a su vez lava el CO2, disminuyendo la [H+] y produciendo alcalosis respiratoria lentamente compensada a nivel renal. La hiperventilación aumenta la pérdida de agua incrementada por la baja humedad relativa del aire incrementa. A los fines prácticos se la divide en: Mal agudo de montaña simple Edema pulmonar de las alturas Edema cerebral de las alturas Mal agudo de montaña simple Caracterizado por cefalea, nauseas, vómitos, hiporexia, laxitud muscular, oliguria, disnea e insomnio. Síntomas que comienzan entre 6 y 96 horas después de arribar (período blanco). La cefalea es muy frecuente, con dolor progresivo y embotamiento. El insomnio es de mayor intensidad la primera y segunda noche. El sueño se desestructura disminuyendo la duración del periodo REM destinado a la reparación sicológica y a procesos de integración de memoria. En el sueño No REM, disminuyen las fases de sueño profundo, destinadas a la recuperación física. Hiporexia y a veces anorexia, asociadas a las náuseas y vómitos. Mareos, laxitud e incoordinación en los movimientos gruesos y finos. Oliguria por disminución de la función renal, disminución del líquido intravascular con aumento del Intersticial, elevada pérdida de agua por vía respiratoria y disminución de la sensación de sed. La disnea se presenta en el esfuerzo físico y en reposo. Son más susceptibles los jóvenes y quienes presenten obesidad, en ellos esta enfermedad eleva los niveles de aldosterona y de ADH, produciendo retención de sodio y agua, y también se incrementan los niveles plasmáticos de epinefrina y norepinefrina. Aunque sin riesgo importante para la vida, es incapacitante para entrenar. La prevención son los ascensos lentos permaneciendo un par de días a una altura intermedia entre la altura de destino y la altura de residencia. Por encima de 3000 m la recomendación habitual es no subir más de 300 m al día. El tratamiento, bajo control médico, puede incluir además del reposo y oxígeno drogas como acetazolamida y aines. Recordando que el tratamiento definitivo es el descenso, que es equivalente a un mayor aporte de oxígeno. Muchas veces con descensos de 300 m se consiguen claras mejorías. Aines Los analgésicos anti-inflamatorios no esteroidales (AINE) se utilizan en dosis altas en el tratamiento de la cefalea. Naproxeno 550 mg, diclofenac 100 mg, paracetamol 1000 mg, ácido acetil salicílico 1000 mg y piroxicam 20 mg. También se asocian paracetamol y cafeína. Metoclopramida Antiemético. Se utilizan dosis de 10 mg. Puede dar sueño. Acetazolamida La acetazolamida actúa bloqueando la enzima anhidrasa carbónica y en consecuencia produce acidosis metabólica por alterar el transporte de CO2, promoviendo a nivel renal la excreción de bicarbonato. La acidosis metabólica que se instala luego de apenas una hora de la ingesta estimula la ventilación mejorando la saturación de oxígeno y disminuyendo la PCO2. Reduce la incidencia y severidad de la enfermedad, mejorando la calidad de sueño. El tratamiento con acetazolamida debe comenzar 48 horas antes del ascenso, 250 mg cada 8 a 12. Es utilizada habitualmente en el tratamiento del glaucoma. Los efectos adversos que se presenta son pequeño aumento de la diuresis, parestesias en dedos de las manos y pies y alteración del gusto. Las contraindicaciones son la acidosis hiperclorémica renal idiopática y la insuficiencia suprarenal. Espironolactona La acetazolamida y la espironolactona tienen efectos benéficos similares sobre el mal agudo de las montañas. Benzodiacepinas En trastornos del sueño se puede utilizar zolpidem 10 mg o zopiclona 7.5 mg. Edema pulmonar de las alturas Por acumulación de líquidos en intersticio pulmonar. En general se observa en ascensos rápidos mayores a 2700 m. El tratamiento es oxígeno y descenso a una menor altura. Puede poner en peligro la vida. Oxígeno Se utilizan a dosis de 2 a 4 litros/min por bigotera. El descenso en sí significa un mayor aporte de oxígeno. Nifedipina Previene el aumento de la presión de la arteria pulmonar y el desarrollo de edema pulmonar. Se utilizan dosis de 20 mg. Edema cerebral de las grandes alturas Se debe a la acumulación de fluidos en cavidad craneal, en general por encima de 4300 m. El tratamiento es oxígeno y descenso a una menor altura. Puede poner en peligro la vida. Dexametasona Se utilizan 8 mg de dosis inicial y luego 4 mg cada 6 horas. La asociación de acetazolamida y dexametasona ha mostrado ser más efectiva que acetazolamida sola en la prevención de síntomas de edema cerebral. Lo importante… En el entrenamiento en altura podemos esperar mejoras en la resistencia de base, en la resistencia a la fuerza, mejoras en la capacidad buffer en el músculo esquelético, una mayor tolerancia a la fatiga y una mayor recuperación en períodos de competencia, mayor control de destrezas técnico tácticas (bajo condiciones afectadas por la hipoxia). Aumenta el nivel de la hemoglobina posibilitando una mayor captación de oxigeno y un trabajo de mayor duración por la vía aerobia. Aumenta la densidad de los capilares arteriales y venosos posibilitando un mayor abastecimiento energético, enzimático, hormonal, de oligoelementos, electrolitos y oxigeno a la célula muscular. Aumenta el llenado cardiaco aumentando del volumen de eyección sanguínea. Aumenta la reserva de mioglobina, mejorando la captación y fijación del oxígeno en las fibras que trabajan. Se multiplican y aumentan de tamaño las mitocondrias. Se eleva la actividad de las enzimas. Se aumentan las capacidades de trabajo aerobia, aerobia-anaerobia y anaerobias puras. Cuando se desea realizar entrenamiento en la altura es conveniente realizar previamente las evaluaciones médicas, antropométricas y de capacidades condicionales del deportista. Y aunque parezca obvio, conocer exactamente la altitud a la que se va a entrenar, el terreno y las condiciones climáticas de la misma. Sobre estos datos es posible determinar objetivos y utilizarlos de manera conveniente dentro de la estructura de la planificación. BIBLIOGRAFIA Burke L y Deakin V. (2000). Clinical sports nutrition. Sidney: McGraw-Hill Australia. ISBN: 0-074-70828-7 Cymerman A, Reeves JT, Sutton SR y otros. (1989). Operation Everest II: maximal oxygen uptake at extreme altitude. J Appl. Physiol., 66: 2446-2453. 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