G200210 : Planillo 96 : 12 : 12-13 soc gipuzkoa

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12 SOCIEDAD GIPUZKOA
Noticias de Gipuzkoa Sábado, 20 de febrero de 2010
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AGIPASE ALERTA DE QUE LA SITUACIÓN SE HA
AGRAVADO DE MODO PREOCUPANTE EN 2009
Un irundarra separado hace un año confiesa que duerme
en el colchón de una habitación alquilada a un amigo
JORGE NAPAL
DONOSTIA. Hace una semana que el
cartel ya no cuelga del balcón. El
irundarra Txema Crespo se separó
de su mujer hace un año y, desde
entonces, cuando deja a sus hijos en
la escuela, acostumbra a alzar la
vista para comprobar si hay novedades en lo que otro tiempo fue el
nido de amor. Hace una semana
que, en vez del cartel, cuelgan unos
ropajes: inequívoca señal de que
nuevos inquilinos ocupan la morada. Aquel piso embargado tras una
dolorosa separación después de
once años de convivencia, queda
por fin relegado. “Para qué voy a
decir lo contrario, sí que sientes que
parte de tu vida se ha acabado”,
confiesa.
Crespo, de 43 años, vive ahora en
una habitación alquilada, una suer-
te de salvavidas en su actual situación. Duerme en un colchón sobre
el suelo, y cuando puede gozar del
régimen de visitas de sus hijos, de
cuatro y siete años, extiende otro
jergón a su lado, en el que duermen
los pequeños, ajenos al trasfondo de
la situación. “Se lo toman como un
juego”, precisa con cierta ternura,
mientras muestra en su móvil la
foto de la txiki de la familia.
Si Crespo, mal que bien, cuenta
con un techo, es porque le brindó la
oportunidad un antiguo compañero de trabajo, que le abrió las puertas de su casa para alquilarle una
habitación, por la que abona 300
euros. Al menos tiene empleo y un
cobijo, pero no siempre ocurre lo
mismo para un colectivo que empie-
El irundarra Txema Crespo, medita en el transcurso de la charla con este periódico. FOTO: RUBEN PLAZA
Residir en una
habitación alquilada
tras una separación
“es algo de lo más
normal hoy en día”
za a vivir situaciones rayanas con
la exclusión social.
Encontrar una vivienda más o
menos digna tras un proceso de
separación en Gipuzkoa se ha convertido en un calvario. El año pasado, la asociación de Padres y
Madres Separados y Divorciados
del territorio, Agipase, atendió a 500
personas, la mitad de las cuales
eran varones con serios problemas
para dar con una vivienda donde
reiniciar su maltrecha vida sentimental. Más de 200 separados en la
cuerda floja, a los que se une otros
tantos que ya habían dejado su relación de pareja con anterioridad y
que ya eran atendidos pero que, con
la crisis, padecen ahora una caótica situación.
GIPUZKOA SOCIEDAD 13
Noticias de Gipuzkoa Sábado, 20 de febrero de 2010
La propia asociación cuenta con
una comisión de vivienda orientada a buscar salidas a todas estas
personas. Trabaja para ello con
varias inmobiliarias. “Verse abocado a alquilar una habitación es
de lo más normal hoy en día”, constata el presidente de la asociación,
Justo Sáenz, a la vista de lo que viene ocurriendo en los tiempos más
recientes. Que el progenitor no custodio abandone el otrora hogar
familiar es algo que ocurre por norma, pero “la situación se ha agravado durante 2009”, alerta el presidente.
Y lo ha hecho de tal manera que el
problema ha acabado por saltar a
los despachos de las instituciones.
En los últimos meses, se han celebrado tres reuniones entre el
Gobierno Vasco, la Asociación de
Municipios Vascos, Eudel, y la
Federación de Euskadi de Padres y
Madres
separados,
Kidetza.
Encuentros en los que se ha puesto
sobre la mesa la necesidad de dar
un espaldarazo a las viviendas de
alquiler social, así como a los apartamentos dotacionales –por cinco
años– para aquellas personas que
no tienen donde alojarse. Así, la
agrupación ha sido incluida en la
ronda de contactos que está teniendo lugar para confeccionar el Plan
de Vivienda Social en Euskadi, en
el cual se dará respuesta a este creciente problema. En esta fase previa de encuentros se está dando cita
también a otros muchos agentes,
como constructores y representantes de urbanismo de los Consistorios, encargados de diseñar las
líneas básicas del plan.
“Es lo que estamos negociando en
estos momentos, y hay algunos
ayuntamientos, como Errenteria e
Irun, que esperamos saquen sus
viviendas en los próximos meses”,
adelanta Sáenz, en lo que será un
sistema de funcionamiento mixto
por el cual los consistorios sacarán
a mercado los pisos siendo financiados parte de ellos por el Gobierno Vasco. A modo de ejemplo, la
localidad alavesa de Nanclares de
la Oca acaba de dar un paso en ese
sentido.
Sea como fuere, hasta ahora, el
catálogo de recursos no parece que
fuera el más amplio de los posibles.
Prego, el irundarra separado, lo
conoce de primera mano. Cuando
el año pasado se vio obligado a buscar un techo, además de preguntar
por varios pisos cuyo precio le
resultaba inasumible, acudió a la
Delegación de Vivienda del Gobierno Vasco. “Les conté mi caso, pero
dijeron que no había ninguna ayuda destinada al perfil”, lamenta.
HORAS EXTRAS El hombre, que tra-
“Me llevo bien con la
persona que me abrió
sus puertas, pero me
gustaría tener mi propio
espacio”, dice Crespo
Ayuntamientos como
Irun y Errenteria sacarán
en los próximos meses
la primera promoción de
pisos para el colectivo
baja como vigilante de Seguridad,
tiene un sueldo base que ronda los
mil euros, y que consigue estirar
hasta los 1.300-1.400 a base de meter
unas 60 horas extras al mes. De este
montante, destina 400 euros a la
pensión alimenticia de sus hijos
(200 por cada uno de ellos). Otros 300
se lleva el pago de la habitación y
300 más el de un crédito personal
–“me acompañará hasta el 31 de
septiembre de 2019”, suelta con
media sonrisa”–. Se vio abocado a
él para afrontar la hipoteca de un
piso que finalmente no pudo afrontar.
Así, en torno a mil euros, se van
en gastos inaplazables, a los que hay
que sumar la gasolina, la alimentación y otras muchas partidas, “siem-
“Se les debería contar los ingresos netos
para acceder a las ayudas sociales”
LA MAYOR PARTE DE PAREJAS
ROTAS TIENE MENOS DE 40
AÑOS Y UNA LARGA LISTA DE
GASTOS QUE SE SOLAPAN
DONOSTIA. La crisis no ha hecho
sino echar más leña al fuego. A
modo de salvavidas, el alquiler de
pisos compartidos se ha convertido en tabla a la que asirse para
aquellas personas separadas que
se hunden en una compleja situación económica. De hecho, son
legión ya quienes en el contexto
actual se han quedado sin trabajo,
y sin medio económico alguno
para afrontar unos pagos que se
solapan.
Es preciso responder al piso de
alquiler donde residen, a la hipoteca de la vivienda conyugal. “Es
evidente que necesitan la ayuda
social, pero a estas personas se les
debería computar los ingresos
netos. Muchos de ellos puede que
estén ganando unos 700 u 800
euros, pero se ven obligados a
pagar la pensión alimenticia y la
vivienda sin tener derecho a ninguna ayuda. Algunos, apenas se
quedan con cien euros para seguir
adelante”, alerta Justo Sáenz, presidente de la Asociación de
Madres y Padres separados de
Gipuzkoa, Agipase.
CUANDO HAY QUE ELEGIR Así, en
esa difícil tesitura en la que uno
no puede abonar ni la mitad de la
hipoteca que está pagando a su expareja ni tampoco el alquiler del
piso compartido al que se ha visto
abocado, sólo queda optar por algo.
Es preciso establecer prioridades,
y a partir de ahí es cuando muchos
dejan de pagar la hipoteca y, en
ocasiones, lo pasan mal para abo-
“Algunos de ellos
apenas se quedan con
cien euros al mes para
seguir adelante”, alerta
Justo Sáenz
nar la pensión alimenticia. “Están
viviendo para supervivir”, resume
el presidente de la agrupación.
Justo acompaña sus palabras con
casos recientes de personas a las
que han atendido y que están
viviendo una situación de emergencia social. “Ahora, la mayor
parte de la gente que se separa, es
menor de 40 años. A todos ellos les
pilla está situación pagando todavía la hipoteca, y les viene después
la pensión alimenticia”, detalla
Sáenz.
Es en ese punto, cuando la situación económica obliga incluso a
recurrir a las ayudas sociales,
cuando encuentran una barrera
infranqueable “porque no se les
computa los ingresos netos, por lo
que no tienen derecho ni a ayudas
sociales, ni alquiler, ni nada. Se da
pie a una tremenda injusticia porque se están descolgando de una
manera alarmante respecto a
otras personas que atraviesan por
esa misma separación pero gozan
de unos niveles de ingresos algo
superiores”. >J.N.
pre tocando madera para que no salga ningún imprevisto”. Es evidente
que la falta de medios es la que le
aboca a alojarse en la habitación.
“Me llevo bien con la persona que
me abrió sus puertas, pero me gustaría tener mi piso, donde guardar
mis cosas, las catorce cajas de pertenencias que ahora están en un
guardamuebles”, confiesa.
Este tipo de situaciones no dejan
de registrarse en el territorio. Agipase constante diferentes casuísticas. Cada vez hay más casos de parejas que, a pesar de haber roto su
relación, continúan compartiendo
piso porque no queda más remedio.
“Yo lo hice con mi pareja durante un
año”, reconoce Crespo. Otros regresan a casa de sus padres ante la
imposibilidad de pagar un nuevo
piso, y una tercera vía que cuenta
con un número creciente de adeptos
es la de aquellas parejas que liquidan gananciales y con ese dinero
buscan un local donde rehacer su
vida. Crespo, a pesar de todos los
pesares, consciente de que hay
muchas situaciones peores a la
suya, tiende a decir: “Virgencita,
que me quede como estoy”.
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