DE LA PROEMASIA RITMÓGINA* EN LA LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL COLOMBIANA Danny Loaiza [email protected] Silvia Valencia [email protected] Liniers Macanudo La poesía es juego y silencio, es arrullo e ingenio. El Semilij recoge el trabajo de investigación de los últimos meses del seminario ofreciendo un documento que intenta - es una quimera definir la poesía - acercarse a la poesía con una mirada crítica pero sobre todo reveladora. El mismo título de este texto es una invitación al juego con el lenguaje, con la posibilidad de mezclar signo y sentido. Proemasia ritmógina no es ningún concepto existente y esperamos que así se mantenga, pues nuestro interés es el de explorar y compartir hallazgos que parten de hipótesis más que de certezas. Así pues, una jitanjáfora (proemasia ritmógina), dos palabras inexistentes y desconocidas, encabezan nuestro texto, introduciendo dos elementos estructurales de la poesía, el ritmo y el poema. Para los integrantes de este grupo, como esperamos sea para los lectores de este texto, encontrarnos con poemas de autores colombianos desde 1900 hasta 2012, tejiendo una visible tradición de textos poéticos en nuestro país, ha sido un fortuna, un encuentro con lo oral y la memoria, con el ingenio que toma como arcilla la lengua española. 1 Índice Introducción Pág. 3 1. Arrullos, nanas, rondas y tradición oral 1.1 Música 1.2 Ritmo 1.3 Movimiento y música: elementos no verbales y para-verbales 1.4 Atemporalidad Pág. 7 2. Juegos de palabras y sinsentidos Pág. 18 3. Nombrar el mundo Pág. 23 4. Vida cotidiana Pág. 23 5. Los mundos internos Pág. 30 6. Aleccionadores Pág. 38 7. Fantasía Pág. 41 8. A modo de conclusión Pág. 44 9. Anexos: Un breve acercamiento a lo encontrado en la ilustración y el diseño editorial de la poesía infantil y juvenil colombiana Pág. 45 10. Bibliografía Pág. 54 2 Introducción La poesía ocurre en el momento en que el ser humano transforma los elementos de su mundo y le da nuevos sentidos, cuando la piedra, el color, el sonido o la palabra abandonan su esencia primaria y se transforman en algo más que no puede ser explicado por estas materias que lo componen. En palabras breves, la poesía es la metamorfosis de la realidad por obra del hombre en otra esencia superior. Aquí aparece el primer problema de la definición de poesía, que es inefable; no se puede explicar en su totalidad a partir de los elementos que usa. Un dibujo perfecto de la anatomía masculina no iguala los trazos de Luis Caballero, ni las palabras del idioma que usamos para este texto dan cuenta de la obra de un poeta como Porfirio Barba Jacob. No existe pues nada que sea poesía por sí mismo. La poesía es un hacer humano que le da carácter poético a las cosas. Un ejemplo prestado para explicar este fenómeno es el de la piedra en una iglesia: a ese material llamado piedra lo ubicamos en un contexto semántico llamado iglesia para que cumpla dos papeles diferentes, en un caso será convertida en escalera y en otro lugar de la misma iglesia será una escultura. En la primera situación, la piedra no abandona su condición de materia prima, mientras que en el segundo caso, por un acto poético, la piedra ha dejado de ser piedra para convertirse en algo superior. El mármol ha dejado de ser mármol en El éxtasis de Santa Teresa. El ejemplo es tomado de El Arco y la Lira, un elocuente ensayo del poeta Octavio Paz (1967), quien se da a la tarea de explicar lo que es la poesía: “en la escalera la piedra se humilla, en la escultura se proyecta” concluye el poeta mexicano. De la misma manera, los poetas pueden trabajar las palabras para otorgarles múltiples y nuevos significados, mientras que esas mismas palabras serán usadas en este texto para definir algunos conceptos, dándoles un significado lo más preciso y singular posible. En los poemas que vamos a citar las palabras se proyectan hacia un estado superior que nosotros identificamos como poesía, pero en este texto 3 esas mismas palabras se humillan para servir a un solo propósito. Esa es la diferencia fundamental entre poesía y prosa. Las palabras serán, pues, amordazadas aquí con el propósito de exponer el estado del arte de la poesía infantil y juvenil colombiana. A pesar de que la poesía abarca más de una de las formas del arte y que “los libros son solo ocasiones para la poesía” (Borges, 2001: 17), este será un espacio para la poesía solo en el género literario conocido como lírico, aquel donde ocurren los poemas. Aquí será coartada para explicarla en una de sus aristas, humillada para ser entendida de una sola manera, aunque con una sincera intención de veracidad. Pero entendiendo la poesía como la posibilidad de ser ese algo más, existen muchos textos literarios que sin ser poemas están investidos de poesía, así como también existen muchos poemas que carecen de poesía. Semilij se ha dado a la tarea de hacer una lectura juiciosa de la poesía infantil y juvenil colombiana, en este ejercicio se han encontrado muchos poemas agradables al espíritu y otros tantos poemas con rima o métrica pero sin poesía que los atraviesen. Tomando una muestra por cada década del siglo pasado y los inicios de este, se ha tratado de encontrar un valor y entender los cambios que haya podido tener en su evolución desde que Pombo tradujera y adaptara sus Fábulas y Verdades. Con esta tarea se halla que cada poema es diferente a otro y es una ocasión única para la poesía, ese es el segundo problema que nos encontramos con su estudio: “la poesía no es la suma de todos los poemas. Por sí misma, cada creación poética es una unidad autosuficiente. La parte es el todo” Paz (Paz: 1967:43). Si tomamos por definición de poesía un soneto de Cervantes, tendríamos que medir toda la poesía bajo las reglas y características de dicho poema. Lo mismo ocurre con la poesía infantil y juvenil ¿Cómo pueden llamarse bajo el mismo título obras tan distantes en el tiempo, la forma y el estilo como son Los Maderos de San Juan con cualquiera de los poemas de Gloria Cecilia Díaz? El corazón del enigma radica en ese milagro que se hace con su materia prima, el lenguaje; imagen, 4 ritmo y sentido conjugados pueden convertir el mero código enunciativo en lenguaje poético, leer y reseñar estas obras ha servido para identificar en qué medida aparecen estos tres elementos en la poesía infantil y juvenil colombiana. En artículos como La imaginación musical. Poesía para niños en Latinoamérica (Sormani, 2008), y en las mismas antologías de poesía infantil colombiana consultadas en esta investigación aparecen unas categorías en las que se divide a este tipo de poesía, son intentos de definición que quieren dar cuenta de una especificad, Semilij ha tomado algunas de ellas y aventurado otras en calidad de hipótesis, esto con el fin de nombrar unas líneas comunes de la poesía infantil y juvenil Colombiana y saber cuáles de ellas son, precisamente, las más comunes en la producción nacional. Así, este rastreo busca entender el desarrollo de este tipo de poesía, pero hablando en calidad de hallazgos más que de definiciones. La poesía infantil y juvenil colombiana es (o debe de ser) antes que nada poesía, antes que una nacionalidad de sus autores o antes que sus lectores implícitos. El prodigio que transforma el lenguaje en los poemas de William Ospina sucede también en la obra de María Elena Walsh. ¿Dónde palpita entonces la singularidad de la poesía infantil y juvenil? para saberlo se rastrearon estas líneas comunes en las obras estudiadas, líneas comunes que tienen que ver a veces con los momentos que ocupa la poesía en la vida de los lectores y líneas comunes que tienen que ver también con los temas, formas y subgéneros que ha desarrollado principalmente la literatura infantil y juvenil. Con cada uno de estos tópicos expuestos en el cuerpo de este texto se podrá ver cómo ocurre el fenómeno poético en los poemas. Dichas categorías o líneas comunes son: Arrullos, nanas, rondas y tradición oral Juegos de palabras y sinsentidos Nombrar el mundo Vida cotidiana Aleccionadores 5 Fantasía Los mundos internos Para ver estas líneas en una medida aproximada, se leyeron un total de 912 poemas, incluidos en 41 libros de poesía infantil y juvenil desde finales del siglo XIX hasta las últimas producciones del presente siglo. Al ordenar cada uno de estos poemas en una línea de tiempo y ubicarlos en el espectro de las líneas comunes que se establecieron, se resolvieron algunas preguntas de orden acerca de la producción de la poesía infantil nacional y el desarrollo que ha tenido: momentos de mayor productividad y nombres propios de autores salieron a la luz, de manera que permitieron explicar algunas características de este género en su debido contexto. A continuación se expone cada una de estas líneas y las características propias de la poesía infantil que se hallaron en ellas. 6 1. Arrullos, nanas, rondas y tradición oral Se ha clasificado la primera línea común con el título de arrullos, nanas, rondas y tradición oral, no con un propósito cronológico que determine espacio y tiempo a la producción de poesía infantil y juvenil en Colombia, sino como tributo a la poesía inherente en la gestación, el nacimiento, los primeros días y encuentros físicos o abstractos con el mundo, que enfrentan a un ser nuevo con movimientos, sonidos, imágenes y un lenguaje desconocido que al mismo tiempo es reconfortante. No se podría determinar características propias de esta línea en la producción colombiana, más bien, se tendría que abrir un límite menos geográfico y considerar el legado del castellano como espacio de análisis. Así pues los hallazgos que se presentarán tienen mucho que ver con una cultura hispanohablante, latinoamericana, que a través de la música ha logrado constituir un corpus de “músicas con palabras” que permiten al adulto comunicarse con el recién nacido que aún no conoce ni el código ni el lenguaje alfabético. Dentro del marco teórico de este trabajo de investigación se ha consultado bibliografía de expertos que suelen ubicar en un solo momento esta primera línea, junto con la que hemos denominado juegos de palabras y sin sentidos. Sin embargo, se ha visto la necesidad de separar en dos grupos este universo de poesía temprana que tienen propósitos y funciones distintas - los arrullos, nanas y rondas se ubican más cercanas al afecto, los primeros meses y años del niño y a una especie de movimiento físico que se abordará después en este documento- a los juegos de palabras que podrían apelar más a la plasticidad del lenguaje que al sentido y significado de las 7 palabras que lo componen y que se configuran en un reto y divertimento para niños con más experiencia. Se ha incluido, además, la tradición oral en esta línea, en su relación con lo que conocemos como cultura popular y folclore. El término tradición o tradicional se encuentra en un debate amplio entre el pasado y el presente, y suele considerarse como un espacio inamovible que perpetúa lo primigenio, lo pasado, ignorando la naturaleza humana- por lo tanto en desarrollo y movimiento- de la tradición. Gemma Lluch (Lunch, 2006) nos recuerda el trabajo de Hobsbawm que reconoce la tradición entendida como una invención, “una innovación disfrazada de continuidad y a la novedad disfrazada de antigüedad”. En su ensayo, a través de acercamientos de antropólogos que asumen una postura abierta frente al término folclore “(...) entienden folclore en un sentido amplio como cultura”, Lluch reconoce en éste, un espacio de acciones o “actos comunicativos” y no solamente textos orales o escritos, generados, mediados y aceptados por un grupo humano, en esa medida la tradición no se corresponde sencillamente a un tiempo y un lugar pasado sino que convoca las creencias y necesidades de una comunidad ávida de “relatos” comunes que los ayuden a identificarse. En un primer lugar se aclaran estos aspectos, pues la línea común tratada tiene una estrecha relación con la tradición y con una tradición oral que se recoge en este análisis. Estos ejemplos se han encontrado en formatos impresos (escasos) -algunas generaciones apenas si los conocen o llegarán a conocerlos solo a través de este medio-, pues como se ha aclarado ya, nuevas “tradiciones”, nuevas “argamasas” de lenguaje unen a las generaciones actuales y los libros han contribuido a la supervivencia de la tradición en alguna medida. Este es el caso del juego tradicional del pacífico colombiano no muy conocido en otras zonas del país que recupera Mary Grueso (2003): 8 “Juego pre dancístico con formación circular. Posición inicial: en círculos con las manos sueltas. En los puestos bailan paseadito. rotación de la cadera tres saltos hacia atrás Rotación de la cadera Maquerule era un chombo panadero en Andagoya; lo llamaban Maquerule, se arruinó fiando mogolla. Ahora se desplazan a la derecha, haciendo círculos en el estómago con la mano izquierda. Pin, pon, pan, Maquerule, pin pon, pan Pa’ que sude (bis). Con las dos estrofas finales se repite el mismo procedimiento de la primera. Póngale la mano al pan, Maquerule, Póngale la mano al pan Pa’que sude. Se desplazan a la izquierda haciendo círculos en el estómago con la mano derecha. Póngale la mano al pan, Maquerule, Póngale la mano al pan Pa’que sude. Maquerule amasa el pan y lo vende de contado. Maquerule ya no quiere que su pan sea fiado. Póngale la mano al pan... Maquerule está aquí, Maquerule no está aquí, Maquerule está en Condoto. Cuándo venta Maquerule su mujer se fue con otro... póngale la mano al pan... pin, pon, pan.” Tres saltos hacia el interior del círculo. Las canciones de Jairo Ojeda, podrían ser un ejemplo de nuevas tradiciones orales, que sin pertenecer a un canon de tradición oral ubicado en numerosas generaciones pasadas, sí se configura como un “acto comunicativo” común entre las generaciones posteriores a 1980. Estas generaciones lograron acceder al material del músico Todos podemos cantar en instituciones educativas a través de docentes curiosos de contenidos infantiles en formatos distintos al impreso (discos, LP) y que permitían el acercamiento con pre-lectores. 9 Chontaduro Chontaduro Maduro Vende el negrito Arturo Chontaduro con sal Compran y no me dan Jairo Ojeda (2004) La sombra La sombra, la sombra, juguemos a la sombra. Juguemos con los dedos, juguemos con las manos. Volvámonos gigantes, volvámonos enanos. Jairo Ojeda (2004) El granito y el pollito A un granito de maíz un pollito le hace “pis pis” el granito se asustó, dio un brinquito y se escondió. Con tierrita se tapó y en matica se convirtió. El pollito también creció, pero nunca lo alcanzó. Jairo Ojeda (2004) Los versos de Ojeda, aunque sean canciones y no poemas, mantienen algunas características propias de esta línea: música, ritmo, elementos no verbales y para-verbales, musicalidad, atemporalidad, su uso y reconocimiento los configuran como referentes culturales. A continuación se abordan estas características tomando como ejemplos poemas, versos, rondas, nanas, arrullos y canciones que se encuentran en la rejilla de clasificación elaborada para este estudio en la que se da cuenta de la lectura de un total de 912 poemas, incluidos en 41 libros, en donde un 15% (140 poemas) corresponden con la clasificación de esta línea común (ver cuadros al final). Música La música, inherente al género lírico se abordará en esta línea desde una perspectiva más emotiva que gramatical o estructural de la poesía y el poema. No se abordará el asunto de la métrica o la rima, en cambio, se enfatizará en su elemento primigenio: la voz, y más allá de ésta, la particular fascinación que sienten los pequeños por la voz de la madre o el padre, la presencia auditiva del otro que acompaña y protege. 10 Como ejemplo se presenta la bella experiencia de Daniel Goldin al leerle a su hijo relatos con palabras inventadas y sin sentido como: “la hipotenusa hipostaciaba eucaristicamente algoritmos circunflejos y vicarios”. “Muchos años después me pregunto por el sentido de esa experiencia extraña, un secreto entre nosotros que acaso repite y actualiza un misterio arcano: la fascinación por la voz. Después de todo, es una voz - silenciosa, pero una voz al fin - la que nos acoge en los textos. (...) Tal vez antes que la historia, antes que los personajes y episodios que podamos conjugar, esté la voz que no sabemos nunca de quién es, de dónde habla ni a quién, que se desvanece al aparecer y, sin embargo, siempre está ahí. La voz que es y no es nuestra, y que para cada persona es tan singular como las huellas digitales. (Goldín, 2006, p. 27-28) En el experimento que propone Goldin hay un ejercicio opuesto a lo semántico, hay un juego con el lenguaje que responde quizás a estructuras que se manejan comúnmente: sujetos, verbos, adjetivos y sus terminaciones fonéticas que nos permiten - a los adultos- intuir algún universo semántico (se puede ver el caso del uso del Gíglico en el Capítulo 68 de Rayuela, del escritor argentino Julio Cortázar), pero que a los más pequeños todavía se les escapa, dado que no tienen las herramientas para reconocerlo o jugar con él, como en el caso de los juegos de palabras que se expondrán en la siguiente línea común. Sin embargo, este experimento se puede realizar aún sin mantener siquiera una estructura gramatical (ya sea inventando palabras y sonidos sin sentido o sin una estructura reconocible como el caso de las jitanjáforas) y aun así el pequeño estará embelesado con la voz. El pequeño no podrá reconocer el sin sentido pero identificará un narrador, alguien que cuenta, una voz que acompaña. 11 Ritmo Existe una característica principal y fundamental en esta línea: el ritmo. Ese ingrediente que permite la supervivencia de lo oral, el ayudante de la memoria y el detonante de hipótesis previas de refranes, rondas, canciones y rimas. Al leer, al escuchar arrullos, nanas, rondas, canciones hay unos instantes de certeza o de familiaridad al coincidir nuestro pensamiento con la extensión y terminación de un verso que es posible gracias al ritmo. Se establece un acuerdo entre quien construye y quien lee el texto que permite no sólo una repetición, sino una cadencia, una tendencia, un patrón que seguimos al entrar en el juego poético, al ser lectores inspirados. Lluch señala a propósito de la sociedad oral y su relación con el ritmo: “Para resolver eficazmente el problema de la retención y la recuperación del pensamiento articulado, esta sociedad debe dotar a sus narraciones de una serie de formas que posibiliten la repetición oral, es decir, unas pautas narrativas equilibradas e intensamente rítmicas con repeticiones, antítesis, alteraciones o asonancias, formas que toda la comunidad conoce y que son mecanismos que posibilitan que la comunidad que escucha memorice, retenga, para poder volver a contar” (Lluch, 2006.) Sin embargo, en los primeros meses del niño este acuerdo no es un acuerdo semántico todavía, ni un acuerdo que reconozca rimas asonantes o consonantes y mucho menos endecasílabos. Es un acuerdo que identifica momentos del día: bañarse, dormir, comer (juego del avioncito), jugar (caballo en las piernas), y una atmósfera para hacerlo, un ritmo, un tiempo, un espacio, unas condiciones especiales. “Pimpón es un muñeco muy guapo y juguetón se lava la carita con agua y con jabón (...)” “Dormite mi niño que tengo que hacer, lavar los pañales, ponerme a coser.” Éste compró un huevito, éste lo cocinó, éste le echó la sala, éste lo revolvió, y éste pícaro gordinfloncho... ¡se lo comió! Tradición oral (Peralta, 2007) 12 Un ritmo vital que se aprende a través de una rutina, de un día a día de enfrentarse al mundo con una suerte de pequeños rituales. Al bebé se le cambia la ropa, se le pone la pijama antes de dormir, no porque su ropa ya no parezca una pijama o esté sucia -muchas veces no lo está- sino para que entienda que el día se está terminando y es hora de dormir. Con el cambio de ropa viene el arrullo, la voz suave que no invita al juego, la voz que adormece junto a un movimiento tenue. Muchas de estas nanas, rondas y arrullos, como se señala antes, hacen parte de un gran repertorio latinoamericano con herencia española, al que no valdría la pena darle un autor o lugar puesto que su nacionalidad es la mecedora, el olor a leche, la familia y la escuela. Los ejemplos anteriores se pueden encontrar con variaciones en distintos países latinoamericanos. Aquí presentamos algunos ejemplos de canciones tomadas de la compilación venezolana editada por Ekaré: Riqui riqui ran, canciones para jugar y bailar: La cucaracha, la cucaracha, ya no puede caminar...; Riqui riqui, riqui ran, los maderos de San Juan...; Cucú, cucú cantaba la rana...; Estaba la pájara pinta, sentada en su verde limón...; Estaba el negrito con, estaba comiendo arroz...; Había una vez un barco chiquitico...; Naranja dulce, limón partido dame un abrazo que yo te pido...; Arroz con leche me quiero casar...; Tengo una muñeca vestida de azul...; A la víbora, víbora de la mar, por aquí pueden pasar...; Que llueva, que llueva la virgen de la cueva....; Los pollos de mi cazuela no sirven para comer...; Un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña... Para dar paso al otro ingrediente fundamental de esta línea común, se permite la siguiente comparación: el ritmo, entendido no solamente como un asunto de repeticiones, sino como un acuerdo. Quizás un acuerdo muy similar al del director de una orquesta, que armado de una batuta acuerda con sus músicos un tiempo, pero también una atmósfera, una distinta para una sinfonía en comparación con una obertura, lo mismo para la poesía: el ritmo de un poema, su tiempo de lectura difiere en horas quizás, del tiempo narrativo y de lectura de una novela. Este 13 pacto permite generar emociones complejas fuera de la partitura. De otra forma, el director podría no estar al frente de la orquesta, si fuera sólo una cuestión de tiempo y compás. Está allí porque nuestros tiempos internos son distintos, nuestras músicas y las de cada individuo suenan distinto, pero la intervención del director reúne y convoca para un mismo propósito. Lo mismo hace el ritmo: reúne, convoca, pacta y genera atmósferas en espacios distintos al de la poesía. También en la narrativa existe el ritmo, los autores que escriben en prosa encuentra un ritmo más allá de la repetición y la rima, más allá de lo fonético, encuentran ritmo en la secuencia de acciones o en la ausencia de ellas. En las palabras del mexicano merecedor del premio hispanoamericano de poesía para niños (FCE 2004), Javier España: “El ritmo: Algo le da cuerda al tiempo / y pone a toser el corazón, / a caminar redondo a las bicicletas/ a hablar al reloj del parque /algo le da cuerda a las palabras y se ponen a cantar como por primera vez/ como si dijeran un poema al amanecer”. (España, 2004) Movimiento y música: elementos no verbales y para-verbales La musicalidad que envuelve a las formas textuales de esta línea invita al movimiento o expresiones físicas no verbales y para-verbales. Entre las expresiones no verbales se puede considerar el balanceo de una mecedora como una experiencia intrínseca de la ejecución de una nana o arrullo. Quien comparte esta forma poética con un niño se verá naturalmente abocado a generar movimientos corporales que adormezcan al pequeño. Elementos como la luz, los colores, la calidad de la voz, la distribución y movilidad en el espacio, los olores y la ropa, complementan este ejercicio y construyen el ambiente ideal para ejecución del mismo. No se trata pues, de solo elementos lingüísticos con una forma, estructura y sentido particular sino de unas condiciones apropiadas. Estas condiciones se consiguen a través de elementos para-verbales además, que para el compartir poético, por ejemplo el recitar -y no solamente nanas para los pre-lectores, resultan 14 cruciales para la interpretación: la respiración, los silbidos, los gestos, los lagrimeos y hasta los silencios. En una conferencia ofrecida por Federico García Lorca éste señala: “Nótese cómo al niño recién nacido no se le canta la nana casi nunca. Al niño recién nacido se le entretiene con el esbozo melódico dicho entre dientes, y en cambio, se da mucha más importancia al ritmo físico, al balanceo. (...) Después del ambiente que ellas crean hacen falta dos ritmos: el ritmo físico de la cuna o silla y el ritmo intelectual de la melodía. La madre traba estos dos ritmos para el cuerpo y para el oído con distintos compases y silencios, los va combinando hasta conseguir el tono justo que encanta al niño. No hacía falta ninguna que la canción tuviese texto. El sueño acude con el ritmo solo y la vibración de la voz sobre ese ritmo. La canción de cuna perfecta sería la repetición de dos notas entre sí, alargando su duración y efectos. Pero la madre no quiere ser fascinadora de serpientes, aunque en el fondo emplee la misma técnica”. (Las nanas infantiles, dictada en la Residencia de Estudiantes de Madrid el 13 de diciembre de 1928)” Este ritmo físico e intelectual trabajan juntos en la consecución de un objetivo específico: hacer dormir, hacer comer, conocer el cuerpo y jugar, lugares estos de la infancia desde tiempos inmemoriales, mucho antes de que la niñez se concibiera como espacio de refugio y ensoñación en los 70s, o como mano que ayuda en la sostenibilidad del hogar de las épocas agrarias e industriales (Colomer, 2010). 15 Un espacio de despertar al mundo que hace parte de un gran corpus latinoamericano en donde se encuentran juegos con las manos (Arepitas de maíz tostado para papito que no ha almorzado), con el rostro (tope, tope, tope, tun) con las piernas (juego con onomatopeyas y movimientos que simulan el galope de un caballo, mientras el bebé está sentado en las piernas de frente mirando al adulto). Sin embargo, la música y el movimiento no sólo se encuentran en una etapa inicial de la formación del niño, lo sigue acompañando casi hasta la adolescencia con rondas y canciones que hacen parte de los recursos sociales del niño, que le permiten interactuar en grupo - ya no solo la madre- y que posibilitan una de las funciones de esta línea común en el universo poético: crear referentes culturales. Melodías que implican memorización de textos rimados -o no- que invitan a congregarse y realizar movimientos o ejercicios de destreza que retan a los jóvenes permiten su interacción social creando habilidades físicas y sociales que luego le permitirán entablar comunicación con sus pares. Gran parte de los referentes culturales se adquieren en la infancia a través de fuentes desconocidas: de la tradición oral, que sirven a fines tan diversos como la transmisión de valores o el divertimento. Para esta “transmisión” se ha usado la composición literaria y musical en formatos no impresos que se incluyen en esta investigación como la línea común de nanas, arrullos, rondas y tradición oral y que se realiza a través de medios atemorizantes como en el caso del Coco o de rondas y canciones placenteras. Algunos ejemplos: Juegos grupales: Agua de limón, vamos a jugar y el que quede solo, solo quedará; Arroz con leche me quiero casar con una señorita de la capital...; Estaba la pájara pinta sentadita en el verde limón; En la tienda del maestro Andrés yo compré una bicicleta, run, run, la bicicleta...; 16 Chúmbala cachumbala cachumbamba cuando el reloj marca la 1...; Juguemos en el bosque mientras el lobo no está ¿lobo, estás?...; Canciones: El patio de mi casa es particular...; a la rueda rueda de pan y canela...; Los pollitos dicen pio pio pio cuando tienen hambre, cuando tienen frío...; Tengo una muñeca vestida de azul...; Atemporalidad Por último, esta primera línea tiene una característica que ha permitido que sobreviva en el tiempo y generaciones. Tatarabuelos, padres, hijos y nietos han compartido arrullos, nanas, rondas y en general distintos “relatos” que hacen parte del acervo de la tradición oral porque su función, uso y efectividad a un nivel pragmático, sigue siendo la misma. Ninguno de los actores de la sociedad se siente dueño de este saber en un tiempo y espacio geográfico determinado. La tradición oral podríamos calificarla de atemporal. Han existido comunidades sin escritura pero no han existido sin “relatos” comunes, sin mitologías que expliquen su mundo a un nivel distinto al material. A propósito de este tema, dice Molina en relación con su experiencia como padre que lee a su hijo antes de dormir y luego se enfrenta al ejercicio de la escritura. “El largo camino entra la narración oral y la invención escrita, entre la gruta y la hoguera y el taller de escritura creativa, se extiende a lo largo de millares de años, pero puede repetirse completo en menos de un minuto”. (Molina, 2008) La tradición permite que las generaciones se comuniquen y al hacer propio el discurso de la tradición, al reconocerse en ella, se posibilita la creación o la re-creación en el lenguaje, como el caso de Cucú de Yolanda Reyes (2010). 17 Cucú Cucú, ¿dónde está mi niña? jugando a las escondidas. ¿y dónde estará escondida? Debajo de una sombrilla ¿y dónde está la sombrilla? Se la llevó una señora. ¿Y dónde está la señora? Se fue con un caballero ¿Y dónde está el caballero? Se fue a buscar su sombrero. ¿Y dónde dejó el sombrero? Debajo de un aguacero. ¿Y dónde cayó el aguacero? En la calle principal. ¿Y cómo quedó la calle? Llena de agua como el mar. ¿Y cómo andaban los carros? Flotando, como los barcos. ¿Y qué hacían las personas? Meter los pies en los charcos. ¿Y qué se hizo la sombrilla? Ya no sé: se me olvidó. ¿Por qué se te olvida todo? Porque perdí la cabeza. ¿y en dónde se te perdió? ¡Ay, no sé, se me olvidó! Yolanda Reyes (2010) En este libro de Reyes se retoma la tradición pero añadiendo un ingrediente más: el niño y su comportamiento: las preguntas con causa y efecto, el olvido y el desparpajo al aceptar el olvido. Aquí, la hoguera de millares de años de la que habla Molina, la canción de la infancia en donde una rana cantaba debajo del agua, pasó a ser niño y pregunta, una dupla indivisible aún para los niños de hoy en día. La tradición oral no requiere tiempo ni lugar, se inicia en la voz de alguien y no se sabe cuándo termina, tampoco se sabe quién la conjugará o invocará ni con qué fin, de allí su magia, atemporalidad y poesía. 2. Juegos de palabras y sin sentidos Así como en los arrullos y nanas se aprende a escuchar, ya en el caso de los juegos de palabras y sin sentidos se aprende a mirar. La señora jirafa/ es exactamente el revés de una garrafa, escribe el poeta José Luis Díaz Granados en su Zoológico Insólito (Díaz, 2008) citar en bibliografía. Tiene razón, de alguna manera insólita o inesperada, tiene razón. Aquí la jirafa y la garrafa se relacionan pero no necesariamente por la rima, de ser así el animal africano podría ser unido a una alfa, engafa, enrafa, esclafa, estafa, malafa o en fin, una piltrafa. Aunque es cierto que al 18 nombrar los juegos de palabras se piensa en la sonoridad de las mismas, donde las aliteraciones y rimas son un reto a la creatividad de quien las escribe, no es cierto que estos gorjeos musicales de las palabras sean por sí solos poesía. Hubo un momento en que la forma fue protagonista en la poesía, el poema debía tener una forma tan fina y pura como la de un cisne con su encorvado cuello (terrible e impasible como el cisne de Rubén Darío), pero aquí será el cuello de la jirafa el que explique el acto poético, para entenderlo hay que aprender a mirar: “Lo más importante para cualquier artista es aprender a mirar. La poesía siempre nace de una mirada, porque los versos, las metáforas, los adjetivos precisos, las palabras mágicas, los juegos y los cambios de sentido son una forma de ver el mundo. (Lecciones de poesía para niños inquietos. (Montero, 2000, p.19)” La categoría juegos de palabras incluye muchas formas, hablamos de adivinanzas, trabalenguas, retahílas, jitanjáforas, anagramas y palíndromos, para todas ellas es necesario aprender a mirar de manera diferente. Pero esa mirada debe ser fundacional, es decir, jugar a como si viésemos el mundo por primera vez; o mejor, debe ser renovadora, jugar a como si fuésemos liberados de un velo y ahora el mundo fuese a su vez diferente, con nuevos significados para jirafa y garrafa. Tomemos como ejemplo la más popular de estas formas de poesía entre los niños poesía: la adivinanza. Aunque solo hasta cierta etapa de su desarrollo son capaces de desenhebrar el enigma, ellos gozan con la búsqueda de la respuesta oculta, por eso muchas veces adivinan a mansalva sin deducir el mecanismo que las compone, a saber, el siguiente: una adivinanza es un juego de extrañamiento, asociación, metáfora y forma poética (Rodari, 2009). Tomemos también como ejemplo la más popular de las protagonistas de la poesía: la luna. Ahora juguemos a que somos el primer ser humano que levantó el rostro hacia el cielo para mirarla ¿Qué es? Una esfera brillante que sale cuando oscurece y la otra esfera más brillante se oculta, que ilumina 19 tenuemente a todo y a todos sin excepción; distante pero igual a otros seres que se muestran solo en la noche, digamos por ejemplo los felinos. De esta definición emergen dos elementos o características con las que se puede jugar a las asociaciones y comparaciones: es un astro semejante al sol pero diferente, como una hermana, además tiene una vida nocturna como los felinos. Hasta este punto es casi una adivinanza pero aún carece de metáfora, para el caso de la luna sería el equivalente a decir que es la hermana del sol, casi felina y alumbra a todos por igual. Solo falta que un poeta como Horacio Benavides le dé una forma poética, que la haga poema: Hermana del sol de cara gatuna Lámpara del pobre y del que tiene fortuna Adivíname ésta adivíname una. Benavidez (2004) Ahora, por su métrica y por su rima es una adivinanza poema. Cabe preguntarse si la elección de la rimas consonantes (una, una, una) no influyen también en su significado oculto, si al decir adivíname esta/ adivíname una no está dejando entrever el poeta un poco de luna pero sin la letra L, como una luna oculta o quizá como una luna creciente; si este juego de imagen oculta explica por qué escogió la asociación del pobre y el que tiene fortuna para decir que es una lámpara que alumbra a todos por igual, y si a su vez este juego no sería posible si no hubiese cambiado la palabra felina por gatuna. Se dijo al principio que la rima y la forma del poema no es preponderante en la poesía, que no explica estos artefactos poéticos que llamamos juegos de palabras; sin embargo, cuando hay poesía en un poema, forma y sentido son casi indivisibles, cada decisión que toma el poeta para sus versos tiene implicaciones de sentido, por eso Luis 20 García Montero hablaba de versos, metáforas, y adjetivos precisos. Ahora la metáfora sobre el cuello de la jirafa y la garrafa no parece tan sencilla. El juego de extrañamiento que se usa en la adivinanza es el mismo para toda poesía, pues para que haya sentidos diferentes primero hay que mirar diferente. La poesía infantil lleva este juego hasta límites insospechados, es el caso de los sinsentidos, donde se da la licencia de inventar un mundo donde el arriba es el abajo. Las antologías de poesía infantil colombiana que se encuentran en esta investigación guardan un capítulo para este tipo de poemas: en País de versos (Hernández: 1990) los llaman Veros y Disparates, los mismo que la Antología de poesía colombiana para niños (Robledo: 2001) al agruparlos bajo el título de Trompo y cometa, juegos y tretas. En estos casos y otros se subvierte el orden de lo real a tal punto que la verosimilitud no tiene cabida. El secreto está en cruzar el portal hacia el mundo del revés o el absurdo como en los siguientes ejemplos: Súper- ciencia Por medio de los microscopios los microbios observan a los sabios Luis Vidales (Hernández, 1990) Los músicos locos Pon, pon cantaba el marrano coi, coi, decía el tambor croc, croc, gritaban los gallos y desde el centro de un charcho, una ranita plateada sobre unas hojas de ají sacó un verdoso acordeón y cantó, cantó, cantó un largo quiquiriquí un laaaaaargo quiquiriquí. Raúl Sánchez Acosta (Robledo, 2001) Pero quien no conoce las normas no puede romperlas, la comprensión, o quizá la incomprensión, de este de tipo de poemas necesita que tanto el poeta como sus lectores tengan muy claro las normas de la realidad para tener el poder de invertirlas o romperlas. El mundo, en su infinito caos, tiene un orden y lugar para cada cosa, el hombre, en su finita sapiencia, crea para este 21 mundo obras complejas y precisas que lo hagan más comprensible, y de todas las creaciones del ser humano es la lengua la más compleja y precisa. El lenguaje ordena el mundo y la poesía infantil desordena el lenguaje. Es el caso de los trabalenguas, jeringonzas y jitanjáforas (los juegos de palabras por excelencia) para estas es más que necesario que los niños tengan muy interiorizado el lenguaje, de otra manera no podrían entrar en el juego. Aquí es importante la sonoridad de las palabras, pero si no hay una destreza con la morfología de las palabras no sería posible cambiarlas o inventarlas. Parra Gamarra rasca la rana rápido, rápido sin respirar. Repite la ronda de Parra Gamarra rápido, rápido sin respirar. Laura-Cumba Turumba Maracumba Siempre alegre Lauracumba Samarys Polo Avendaño (Polo, 2003) Volandera tururumba Va cantando, Maracumba que se inclina, Tururumba sonajera, (...) Mariela Zuluaga (Robledo, 2001) Esta inversión de la mirada convencional es una de las manifestaciones más anti-pedagógicas de la poesía, pues al comprometer el sentido lineal y lógico del poema texto, los ejercicios y evaluaciones de comprensión lectora convencionales no tendrían mucho lugar, comprender el humor requiere otro tipo de escuela. Aquí y en toda poesía reina la lúdica, quién pierda esto de vista no comprendería la jitanjáfora un poco gíglica del título de este texto. En Colombia, Rafael Pombo, el poeta más institucionalizado por la escuela en Colombia inauguró la tradición de absurdos o sinsentidos en la poesía infantil con sus Cuentos Pintados. Este, a su vez, lo toma de la poesía popular anglosajona al traducir, ampliar y adaptar poemas del 22 libro Los cuentos de la madre Oca al español. Es notable que la investigadora española Ana Garralón le haya dedicado un pequeño capítulo de su Historia portátil de la literatura infantil, ubicándolo a la par con Edward Lear como fundador del humor en la poesía infantil (Garralón, 2001, p. 55). En esta investigación y todo riesgo de equivocarse, el primer poema de esta línea después de Pombo data de 1920, del autor Luis Carlos López, recogido en País de Versos: Fabulita "¡Viva la paz, viva la paz!"... Así trinaba alegremente un colibrí sentimental, sencillo, de flor en flor... Y el pobre pajarillo feroz de una culebra manapá. Mientras que en un papayo reía gravemente un guacamayo bisojo y medio cínico: ¡Cuá, cuá! Luis Carlos López (Hernández, 1990) trinaba tan feliz sobre el anillo Existen otros tipos de juegos de palabras como los anagramas, palíndromos y acrósticos, todos de orígenes milenarios en la lengua escrita. Pero el uso de estos y de los otros aquí ejemplificados ha tenido un despertar en la poesía infantil colombiana de las últimas décadas, de los 76 poemas de juegos de palabras leídos para esta investigación 56 fueron escritos después de 1980. Entre Pombo y nuestros días aún se siguen escribiendo trabalenguas, adivinanzas y otros juegos aunque con décadas discretas en el medio. 3. Nombrar al mundo Más allá de la cantidad de juegos de palabras y sinsentidos que se publiquen, lo cierto es que es el tipo de poesía que más gusta a los niños, con la adivinanza como reina indiscutible de estos favoritos. Ya fue dicho que no conocen el mecanismo que la hace funcionar hasta cierta edad y se 23 dejan llevar más por el placer del asombro, pero aún no se habla de la razón de la sinrazón de este gusto; al respecto, Gianni Rodari aventura una explicación: ¿Por qué a los niños les gustan tanto las adivinanzas? A primera vista, diría que representan la forma concentrada, casi emblemática, de su experiencia de conquista de la realidad. Para un niño, el mundo está lleno de objetos misteriosos, de acontecimientos incomprensibles. Su misma presencia en el mundo es un misterio sin aclarar, una adivinanza sin resolver, incógnitas que intenta superar con preguntas directas o indirectas. El conocimiento sobreviene, a menudo, en forma de sorpresa. (Rodari, 2009, p. 69) Ante este desconocimiento desbordante, la poesía pareciera ser el discurso apropiado para apropiarse del vasto mundo, aquel que le permite al niño lector nombrar el mundo en su esencia. Pero de toda la vastedad por nombrar, la poesía infantil parece fijarse casi en una sola cosa: la naturaleza. En esta parcela de la poesía infantil colombiana son las aves, las montañas, el cielo, las mascotas, los árboles, las flores y los vientos los protagonistas de casi todo poema. Y no es extraño considerando que hablamos de poesía, un género que siempre se ha volcado sobre el mundo natural para buscar la inspiración, ya fuese en la poesía religiosa para nombrarla como obra de dios, en la romántica como refugio de la pureza, en la poesía modernista de América cuando buscaba el exotismo o en la contemporánea cuando se vuelve a ella casi con nostalgia, la naturaleza siempre ha sido el centro de atención de la mirada de los poetas. ¿Con qué ojos mira la poesía infantil colombiana a la naturaleza? Desde Pombo, los animales vienen representando acciones humanas, herencia esta de las fábulas y la tradición oral no necesariamente inglesa. Pero también por su romanticismo Pombo maneja la idea de la naturaleza como espejo del alma, aquella donde se proyectan sus sentimientos y donde puede refugiarse en su esencia aún pura. La infancia es otra representación de pureza, de manera que hay una suerte 24 de equivalencia entre el infante y el mundo natural, tanto así que les permite dialogar como en el caso del famosísimo poema de Pombo: El niño y la Mariposa Mariposa, vagarosa rica en tinte y en donaire ¿qué haces tú de rosa en rosa? ¿de qué vives en el aire? Yo, de flores y de olores, y de espumas de la fuente, y del sol resplandeciente que me viste de colores. (...) Rafael Pombo (Robledo, 2001) Son muchos los poemas de este tipo que muestran al niño como un príncipe enano en el reino de los animales o que, también muy comunes, poetizan sobre todo ser vivo o fenómeno natural, para la muestra dos botones con casi un siglo de diferencia: ASTRONOMÍA ¿Qué es la luna menguante? La herradura hecha de plata y oro que en sus vuelos dejó caer en la estrellada altura el crinoso corcel de la negrura al recorrer el circo de los cielos. Julio Flórez (Flórez: 1903) La noche La noche es una capa negra con bordaditos de estrella. La noche es un gato negro con mil ojos de diamante. La noche es una mancha negra con chispas de plata y oro. Gloria Cecilia Díaz, 1995 (Díaz: 2002) Desde los primeros poemas para niños en Colombia hasta la poesía actual para niños este tema no ha cambiado, pero a lo largo de esta investigación fue notorio que existieron cambios en el uso del lenguaje de los poetas aunque trataran los mismos temas. De Julio Flórez a Gloria Cecilia Díaz el cielo nocturno ha sido el mismo, de hecho en ambos poemas aparece la negrura o lo negro salpicado de oro y plata (oscuridad con brillos metálicos también presente en la poesía en español de todos los tiempos), pero el grado de elaboración es diferente. Para Flórez, en la noche existe la luna menguante porque un corcel de la oscuridad dejó caer en su camino una herradura 25 de oro y plata, es un poema de adjetivaciones elaboradas con una metáfora construida en un largo enunciado. Para Díaz, es una oscuridad explicada de tres maneras diferentes, pero con tres metáforas sencillas, sin descripciones elaboradas: la diferencia entre la primera poesía para niños y la poesía infantil y juvenil colombiana actual radica en la economía del lenguaje. Este fenómeno se explica por el desarrollo de la literatura infantil como género: Julio Flórez, uno de los grandes escritores de la literatura colombiana, no es propiamente un poeta de literatura infantil, en sus tiempos la infancia no tenía la misma representación que tiene ahora. Si se encuentra entre la poesía infantil es por su inclusión en diversas antologías de poesía colombiana para niños, además del libro Julio Flórez para niños (Flórez: 1989), en los cuales se hace una selección de poemas como el tomado como ejemplo. Por otro lado, Gloria Cecilia Díaz viene de una generación de escritores dedicados a este género y que lo han estudiado juiciosamente los últimos 30 año. Pertenece pues a una tradición que ha desarrollado un género con sus propias características, entre ellas el poder de síntesis en su lenguaje, tal y como se ve en su poema citado. A partir de la publicación del Premio Enka en 1977 y otras estrategias de difusión, las hasta el momento incipientes publicaciones de literatura infantil colombiana comienzan a tomar fuerza, en el caso de la poesía autores como Fanny Osorio, Alekos, Yolanda Reyes, Jairo Aníbal Niño, Luis Darío Bernal Pinilla, Celso Román o la misma Gloria Cecilia Díaz aparecen en escena. En años anteriores, los poetas para niños eran en su mayoría intelectuales de la clase dirigente o poetas reconocidos que dedicaban una parte de su trabajo a la escritura para niños: José Joaquín Casas, German Gutiérrez de Piñeres, Luis Carlos López y Víctor Eduardo Caro son algunos ejemplos. Pero sin importar el origen de los autores, la poesía infantil ha servido para nombrar el mundo a los niños durante todo este tiempo. El valor de esta función poética radica en que es una manera 26 única de conocer el mundo. El conocimiento científico o racional propio de la prosa argumentativa es reemplazado por una forma de conocimiento sensible, la metáfora se presenta en esta poesía como una forma de comprender la insondable oscuridad de la noche. “El poeta impone su visión personal por la fuerza y la belleza de sus imágenes, vuelve a crear los vínculos entre los seres y las cosas, y el niño que descubre el mundo se encuentra en la misma situación; los lazos que entabla tienen idéntica sinceridad e idéntica singularidad. (Marc Soriano, 2008)” El porcentaje de libros leídos clasificados en esta línea fue: 29% (267 poemas) 4. La vida cotidiana Existe una condición para que este tipo de conocimiento pueda ser desarrollado: debe cultivarse en el ámbito de lo íntimo. No se trata de decir que es incomunicable pero sí que debe darse un espacio y tiempo especial para que el niño pueda desarrollar esta nueva sensibilidad, no tanto para entender la metáfora como para aprender a mirar, nombrar y sentir el mundo de una manera diferente a la convencional. La falta de estos espacios es mencionada por la poeta argentina María Cristina Ramos: “Quienes recorremos escuelas, bibliotecas y grupos de lectura sabemos que la poesía para niños sigue estando menos presente que la narrativa. Sabemos de La hora del cuento, de las convocatorias a mil versiones de Caperucita y demás cuentos maravillosos, de leyendas y muchas otras válidas variables narrativas. Pero la poesía, si está presente, es de manera lateral, como pidiendo permiso. Y si bien hay quienes han hecho de la difusión de la poesía su apasionado camino, todavía nos queda mucho por andar. (Conferencia Lectura de poesía en la escuela: “El pez que no se ve” de María Cristina Ramos, 2011)” 27 Lo paradójico de esta situación es que a pesar de que la escuela ha sido ingrata con la poesía, esta no lo ha sido con la escuela, pues en segundo lugar, después de la naturaleza, está la escuela como gran tema de la poesía infantil colombiana más reciente. Jairo Aníbal niño publica en 1986 La alegría de querer y se convirtió en un referente del género. Con este libro la mirada deja atrás los objetos y seres vivos para fijarse en la experiencia de vida del niño que, por obvias razones, ocurre mayormente en los salones de clase. Hay cierta poesía infantil que por estas características se ha denominado aquí como Vida cotidiana, antes aparecieron en la poesía infantil colombiana momentos de juego o familia, pero obedecían más a una representación cándida de la infancia que a una búsqueda de los significados de la experiencia, aquí un ejemplo de 1964: MI BUQUECITO Sobre la espuma que se irisa, mi buquecito de papel espera el soplo de la brisa con impaciencia de corcel Es copia exacta del modelo que trae la página infantil de una revista. Papa abuelo me ayudo a hacerlo: gracias mil. (...) Víctor Eduardo Caro (Robledo, 2001) Por la misma época, en otros poemas aparece la escuela pero aún en clave de lección, en estas el poema no es poesía sino un instrumento pedagógico para enseñar la lección. El abecedario rimado o el listado de números del 0 a 9 con personalidades propias para cada número y letra son la forma habitual de representar la escuela, de manera que más que poemas sobre la vida cotidiana son de naturaleza aleccionadora. Contrario a esto, cuando se dice que la escuela es un tema en la poesía infantil colombiana más reciente, es porque en esta la escuela no se versa sobre lo aprendido sino de lo vivido: los amigos, la relación con los profesores, las asignaturas vistas desde la incredulidad, el tiempo de la contemplación versus el horario escolar, la misma poesía enseñada en la escuela y hasta el amor. 28 Ánimo, muchacho, que nada se ha perdido Cuando existe la oportunidad de guardar un trozo de mañana para alguna emergencia en el descanso... Cuando se tiene la posibilidad de perderlo todo en clase y se le rompe el uniforme a la compañera del curso y todos aprovechan las formas exactas de sus caderas menos uno... Cuando la profesora de inglés cuarentona y solterona te dice I love You y te guiña morbosamente un ojo... Cuando el profe de Álgebra te manda al carajo de alguna ecuación y el coordinador de disciplina te dice que eres un estorbo ánimo, después del último no hay nadie. Luis Jairo Henao Betancur (Betancourt, 2000) Para que la mirada cambie y se ubique desde el vivir del estudiante, la poesía toma prestada un poco la forma de la narrativa al presentar la anécdota. El poema narrativo ya era común, pero considerando que la experiencia de vida del niño es el tema, la narración anecdótica gana particular preponderancia. ¿Son cuentos en verso entonces? Desde los griegos la versificación se ha usado para narrar, La Ilíada es de hecho un poema de 15.693 versos, pero un poema épico, no pertenece al género lírico. La versificación es solo una forma de escritura, lo que aún diferencia a la poesía de la narrativa en estos casos es la función de cada género. En los cuentos o novelas hay un desarrollo de un acontecimiento y de los personajes involucrados, mientras que en este tipo de poesía solo se plantea la anécdota o el instante. Lo poético recae en la manera de presentarla y en los significados que sugiera sobre la experiencia. Después del colegio de Flóbert Zapata, un libro de tímida difusión en el país ejemplifica el tipo de poesía con estas características: Una ráfaga de viento ha levantado la falda de una estudiante joven y hermosa que espera en el paradero del Parque de los enamorados Por la displicencia con que ordena su falda fácilmente se sospecha que está cansada sitiada por el apetito Debajo de los prenses de lino y de los cuadritos rojos y azules se dejan ver unas tangas blancas y unas piernas trofeo o promesa duras inmejorables y unas nalgas quietas distraídas La imagen (no sé por qué sagrada) estremece y subvierte Un obrero la ha visto agradecido 29 seguramente su almuerzo tendrá mejor sabor los muertos del noticiero serán menos tristes el trabajo de la tarde más liviano el pequeño salario menos punzante Un chico más o menos de su edad se ha puesto pálido y desde un lugar estratégico espera que el viento repita la fechoría El empleado del almacén de muebles guardará la imagen para la noche cuando su mujer sea una víctima agradecida Y la alumna pendiente sólo de la buseta se irá a su casa serena sin nada que contar aparte de los exámenes de fin de año sin saber de las vidas que ha perforado por un rato unas horas unos días Flóbert Zapata (Zapata, 1994) El porcentaje de libros leídos clasificados en esta línea fue: 16 % (145 poemas) 5. Los mundos internos De lo libros consultados para este trabajo, sólo el 12% (102 poemas) fue clasificado como perteneciente a la línea común de Mundos internos. Los criterios de clasificación para esta línea responden a poemas que develan el mundo interior de la voz poética a través de imágenes y metáforas que representan sentimientos, sensaciones, voluntad, o cualquier otro recurso que permita un acercamiento al mundo tangible y al intangible, de adentro hacia afuera y no de afuera hacia adentro, como ocurre con la línea común que hemos denominado: nombrar el mundo. En este caso, no es determinante que se le dé nombre al mundo o que se vea como por primera vez, con una suerte de extrañamiento, lo relevante es cómo este objeto, suceso o tema afecta a la voz poética del poema. Ésta, a través de un discurso que comúnmente se presenta en primera persona, da cuenta de su percepción de una forma íntima y subjetiva. Se entiende la voz poética como el “narrador” del poema, desde donde se escoge dirigir el discurso al lector. Para el caso de esta línea, la voz poética suele ser en primera persona y no podría determinarse un género o edad a la misma de manera generalizada. Para el caso de la Alegría de Querer de Jairo Aníbal Niño, el único libro en el cual todos sus poemas responden a 30 esta línea, el espacio poético se ubica en la escuela y la voz poética en la mayoría de poemas corresponde a un niño (este trabajo omite ejemplificar con la obra de Niño, por ser analizada con suficiencia en otros documentos). Sin embargo, darle voz al niño no es común en los textos consultados, de allí que el ejemplo que se presenta a continuación como modelo de creación poética que refleja el mundo interior, esté en una franja que podría considerarse juvenil, o quizás en una especie de limbo. Es un producto literario y editorial cercano a todos los públicos: un libro-álbum, que entre sus características, una de las más novedosas, es la de tener un doble destinatario (El libro álbum: invención y evolución de un género para niños, 2005). Paraguas de María Villa (2012), en una cuidada edición de Tragaluz editores, construye un texto con potentes imágenes poéticas que complementariamente con una propuesta de ilustración expresiva que no sigue los parámetros convencionales de ilustraciones para niños: colores pastel, figuras redondeadas y rostros felices; logra conmover al lector a un nivel subjetivo, íntimo. Paraguas Los paraguas rotos tirados en medio de la calle empapados de la lluvia nocturna reducidos a pliegues inútiles abandonados. Ya no vuelan Sobre las cabezas de los peatones ¿Adónde van a parar todos nuestros refugios? por qué de repente los botamos al piso y seguimos andando? Que nos hizo pensar que con sus alas podríamos volar o salvarnos de la lluvia. Una y otra vez se desajusta el mecanismo y pronto estamos otra vez a la deriva, a merced de la tormenta, corriendo como locos a buscar un techo a estrechar a otro, a conseguir un nuevo pájaro en la esquina. Tal vez el refugio consista en dejarse mojar completamente tal vez sea posible dar la mano y perder el miedo. María Villa (2012) En este caso, no se ha querido añadir las ilustraciones al texto que aunque sobrevive sin la imagen, pierde mucha de su fuerza poética, debido a la complementariedad de los dos códigos 31 (esta relación se abordará más adelante en este documento). Con este ejemplo, se hace notar como una voz poética que se incluye como participante en la construcción poética (ej. pronto estamos otra vez a la deriva...), con la imagen inicial de un paraguas logra evocar en el lector (en una de las tantas interpretación posibles) un objeto o tema radicalmente distinto al que se presenta en forma literal; quizás habrá lectores que puedan ponerle nombres de personas a estos refugios, o lugares de los que habla el poema, y vaya más allá de la lectura que indica objetos cotidianos (paraguas). La metáfora se construye para develar un estado interior. Se percibe, se intuye un nivel de connotación que trasciende la necesidad de nombrar directamente una ausencia, un estado del alma, y recurre a lo implícito y simbólico para comunicar: fin último y esencial de la poesía. Otro ejemplo de poesía que se encontraría en el limbo entre la literatura para jóvenes y adultos es Bola de Agua de Pilar Gutiérrez (2012). Bola de Agua Esta bola que tengo entre el corazón y el estómago no es un tumor, no sale en radiografías ni se deja palpar. Sólo hay una forma de verla: me deben mirar a los ojos fija y profundamente. Casi nadie sabe hacerlo. Ante las miradas me protejo parpadeando con insistencia. Hace poco visité un médico y dijo: veo algo en tus ojos. Me sentí feliz, quise hablarle de mi bola pero algo me detuvo; no puedo describirla ni hablar de ella con cualquiera; el que me oiga tiene que entender, de otra manera la bola puede seguir creciendo. Esta bola de agua, como el mar, a veces es tranquila y otras vece se mueve violentamente. Cuando lloro, la bola disminuye y siento alivio. Mis lágrimas vienen de la bola, pasan por la garganta y salen por los ojos. He querido sacarla toda, de una vez, abrir la boca y expulsarla, pero ella se niega. Sé que para calmarla debo nadar o ducharme. La boa, sin pedir permiso, revienta y empiezo a llorar, no importa done esté. Una vez mi llanto fue tan largo que me regalaron un pañuelo marcado con las iniciales de su dueño. Dejé de llorar ¿Qué haría yo con el pañuelo de un señor que no conozco? 32 Esta bola tiene nombre y me da miedo pronunciarlo, tal vez se quede conmigo. Es una cosa que me despierta por las noche, quita la respiración y hasta roba las fuerzas para caminar. Pero hoy me levanté y oí su nombre: Tristeza. Sentí tanto descanso como cuando lloro. Esta bola pronto se irá... no para siempre; ella vuelve, grande o pequeña, y yo la estimo, no sólo porque es mía, sino porque me ha enseñado a nadar. Pilar Gutiérrez (2012) En este poema el tema se va a construyendo poco a poco, como una bola de nieve que recorre la experiencia de poner en palabras un sentimiento tan común pero tan esquivo y negado como la tristeza, y esta es solo una de sus interpretaciones posibles, la bola de agua puede convertirse en los ojos de cada lector, nuevamente como en el caso de Paraguas, en una persona, un lugar, una situación, etc. Esta clasificación que se ha denominado en este trabajo: Mundos internos, suele tener otras denominaciones, como por ejemplo: poesía -lírica, pero sigue respondiendo a la naturaleza fundacional de la poesía, esa que devela un estado del alma. A propósito de este asunto la escritora argentina Elsa Bornemann: “No le es esencial la narración de determinado hecho, sino la exteriorización de la viva emoción que él mismo ha provocado en el autor, la comunicación de sus más íntimos sentimientos, invariablemente desde el punto de vista de las impresiones que se producen en su alma” (Bornemann citado en: Andricaín, 2011)” En esta línea común el ejercicio poético apela a un momento íntimo. Las demás líneas se presentan colectivas, para compartir, para entablar diálogo y juego alrededor del mundo de la poesía. En mundos internos lo que es preponderante quizás sea el silencio, uno distinto al que se les pide tanto a los niños en la escuela (solo de atención), un silencio que permita oír los sonidos internos de manera consciente. 33 “Creemos, así mismo, que la poesía le brinda la posibilidad al niño del encuentro con el silencio, considerando a éste no sólo como ausencia de ruido sino como una necesidad del espíritu, un diálogo con uno mismo, una real conquista de un espacio interior inclaudicable. Generalmente asociamos al niño con actividades ruidosas, con el grito, el canto; creemos que diversión y sonido forman una dupla tan indisoluble como silencio y aburrimiento. A veces acercamos un poema a un niño y no lo dejamos a solas con él: por el contrario, llenamos el momento con palabras, sonidos, equiparando disfrute con actividad sonora y motriz y olvidando que el silencio es un lugar habitado donde aprendemos a estar con nosotros mismos. (Calvo, 2010, p.29)” El silencio permite reflexionar sobre temas conocidos, los propios, no sólo los ajenos. Los temas que comúnmente se encuentran en esta línea tienen que ver con las emociones: el miedo, el amor, la muerte, la vida; develan un deseo de transformación y voluntad. Estos temas hablan de una experiencia consciente de mundo, ya no de un mundo que debe ser presentado al niño para que sea experimentado. Canción feliz Quiero ser el río que va por el llano, abriendo las flores con su larga mano. Quiero que las aves me lleven al mar entre su plumaje y entre su cantar. Me provoca darme caudalosamente, y sentir que nacen ríos en mi frente. Si fuera posible sería campana, música en el viento, luz en la mañana. Toda la dulzura el mundo me llena, y mi vida tiene forma de colmena. Carlos Castro Saavedra (1973) En el poema de Carlos Castro Saavedra se identifica un cambio en la voz poética. Ya no es una contemplativa solamente o descriptiva sino una voz que denota voluntad e imagen poética valiéndose de elementos de la naturaleza. En el caso de Saavedra, poeta que se pensó y dedicó a la composición para niños, es evidente como su acercamiento va más allá de lo lúdico, pues su intención se ve dirigida por un desarrollo poético y no solamente por una casualidad temática. Suelen compilarse poemas en antologías para niños determinados por la temática que plantean. Pareciera que si hay animales o naturaleza ya hay una posibilidad de poesía para los más 34 pequeños, es el caso de Este Verde poema de Aurelio Arturo (2010) que se abordará más ampliamente en el capítulo destinado a la ilustración. Jairo Aníbal Niño y su obra La Alegría de querer (1996) es el mejor ejemplo de antología de poesía infantil con la exploración del mundo interior. Es común encontrar algunos poemas en antologías de distintos autores dirigidos a jóvenes en las que esta línea común es evidente. Sin embargo para los niños sigue siendo un campo para explorar. Aquí algunos ejemplos de poemas de grande autores colombianos recogidos en antologías dirigidas a un público juvenil, sin ser éstos últimos los destinatarios iniciales de estas obras y quizás seleccionados por su relación con la naturaleza (como se expuso con anterioridad) pero con un lenguaje más complejo : como si el orbe recogiese todo su bien y su beldad, toda su fe, toda su gracia contra la sombra que vendrá... Mi ser florece en esa hora de misterioso florecer; llevo un crepúsculo en el alma, de ensoñadora placidez; en él revientan los renuevos de la ilusión primaveral, y en él me embriago con aromas de algún jardín que hay ¡más allá!... Hay un instante Hay un instante del crepúsculo en que las cosas brillan más, fugaz momento palpitante de una morosa intensidad. Se aterciopelan los ramajes, pulen las torres su perfil, burila un ave su silueta sobre el plafondo de zafir. Muda la tarde, se concentra para el olvido de la luz, y la penetra un don suave de melancólica quietud, Guillermo Valencia (Robledo, 2001) Quizás un excelente ejemplo de poesía para niños perteneciente a la clasificación Mundos internos desde una mirada menos dramática, desde el humor, la ironía, los juegos de palabras y de sentido, aborda el mundo interior y voluntad del niño actual sea el capítulo niños modelo del libro Adivinanzas, risas y El estudioso Ayer de tanto estudiar los ojos se me nublaron chanzas de Luis Darío Bernal Pinilla (2005): la cabeza me dio vueltas y mis narices moquearon. Yo quiero mucho el estudio 35 pero el estudio me odia por eso de pura pena me salgo a jugar con Gloria. A mí me gustan las cosas a que estoy acostumbrado a estudiar a las carreras y a copiármele al de al lado. Luis Darío Bernal Pinilla (2005) En este poema se evidencia un niño- voz poética y un escritor radicalmente distintos a los expuestos con anterioridad. Un niño- voz poética que se atreve a hablar y a asumir prácticas que en otros tiempos eran reprobables desde todo punto de vista y no podían promoverse a través de “tan alto lenguaje” como el poético. Por otro lado, se presenta un escritor que no se censura, que juega con las palabras para entablar una relación de opuestos, de contrarios y abandona el pedestal de poeta y se sienta a conversar con los niños sobre sus secretos, sus deseos y su ambiente natural. Un poema al estudioso ya no es una oda al “deber ser” sino más bien una aceptación de las emociones humanas - no sólo infantiles- que muchas veces van en contravía de este “deber ser” y que se configuran como el “ser” de cada sujeto. Con las cifras de la muestra de poesía clasificada como infantil por editoriales, entidades públicas y privadas, críticos, autores, etc. que hemos seleccionado en este trabajo, podemos demostrar una hipótesis evidente: no se publica suficiente poesía de calidad para niños y de publicarse, sus temas y líneas comunes están más relacionadas con la lúdica y el divertimento que con la exploración profunda del ser a través del lenguaje. Este no es un síntoma colombiano, por lo menos no únicamente. En Latinoamérica se han creado iniciativas que fomentan la circulación y creación de poesía infantil, como es el caso del premio hispanoamericano de poesía para niños (Fondo de cultura económica), precisamente porque se ha identificado una ausencia de esta tipología textual tanto en el aula, como en espacios de educación no formal y el mercado editorial. Los criterios de este concurso buscan los 36 elementos que pertenecen a esta línea común. A propósito de la entrega del premio en 2004 los jurados expresaron: “La investigadora española Ana Garralón indicó que en muchos de los treinta libros finalistas que el jurado leyó encontraron una poesía muy dada a la rima, lo anecdótico, los animales y los diminutivos, en consonancia con lo que se cree son los poemas para niños. Por lo mismo, aclaró, al jurado no le fue muy difícil elegir al ganador. “Fue la única propuesta donde realmente había una exploración interior. Aborda una serie de temas como el recuerdo, el dolor, el temor, tratados con una profundidad que habíamos echado de menos en los otros manuscritos. De igual manera, la investigadora hispanoargentina Ana Pelegrín indicó que el libro ganador no es el clásico libro para niños. “Aquí nos encontramos ante otra manera de ver la poesía para niños, fundamentada en la comprensión poética del niño, la imagen y el símbolo” (Consultado en: periódico el Siglo, México. 31 de marzo 2004)” La imagen poética y el símbolo que tanto se aclama en la poesía, deberá abrirse un camino en la poesía para niños en Colombia, donde no se subestime la interpretación del niño y donde se pueda cultivar el género de forma continua, con autores que puedan producir, imprimir y vivir de la creación poética. Que pueda escribirse con mayúsculas y al final de una producción nutrida un poema que lleve como título: Arte poética. Huidobro, con un poema titulado Arte poética inició una tradición que marca un camino que delimita y conceptualiza de manera metafórica la concepción de poesía que tiene cada poeta. El poema que se titula Arte poética es común encontrarlo en las antologías u obras completas de cualquier poeta. Este momento de revelación, en donde la voz poética se une a la voz del autor (no siempre es la misma) y que marca una posición, un punto de vista desde la construcción poética individual, no es común encontrarlo en poesía para niños. Quizás la todavía incipiente producción (al hablar de producción nos referimos a toda la cadena del libro: autores, editores, críticos, editoriales, distribuidoras, librerías, libreros y lectores) de poesía infantil en Colombia 37 pueda agradecer y honrar a Pombo como se merece, pero también pueda superar la mirada cándida y edulcorada y atreverse a asumir la niñez como ese estado de caos, preguntas, confusión y soledad que en realidad es la infancia, que logre trascendencia a través del símbolo o de la metáfora profunda que le atañe al lenguaje poético y que permita nombrar la felicidad pero también la tristeza y la profunda inequidad y “realidad” que han sufrido los niños en la historia de la humanidad y de nuestro país. En palabras de la subgerente cultural del Banco de la República, Ángela María Pérez: “La palabra infancia tiende a evocar las horas entregadas seriamente al juego, las noches en las que escuchábamos las historias de los abuelos, las retahílas aprendidas de memoria, el tiempo en el que solo alcanzábamos a ver la banda desde los hombres del padre y éramos rescatados de la caída por el abrazo de la madre. No obstante, cuando los historiadores se dedican a mirar con cuidado las fuentes, el panorama se transforma y aparece un niño chircal, un niño africano vendido en Cartagena, la pintura preciosista de un niño destinado a los círculos privilegiados, o los niños indígenas en un internado de misioneros. (Catálogo de la exposición: Los niños que fuimos, huellas de la infancia en Colombia. Investigación: Patricia Londoño Vega y Santiago Londoño Vélez. Banco de la República 2013).” 6. Aleccionadores Pero si se echa de menos un desarrollo más profundo en los mundos internos de la infancia la poesía infantil colombiana, sí está presente el discurso “educador” con el que está tan relacionada la literatura infantil y juvenil. En esta línea común es la lección la que predomina en los versos, cuando más protagonismo le quita el deber ser a la voz poética del poema, lo que lleva a la escritura de poemas o poetas que son máquinas de rimar moralidades e instrucciones de urbanidad. Aquí la poesía pierde la noción de lenguaje y ritmo presentes en las anteriores líneas, por lo tanto pierde la imagen poética que la diferencia de otros tipos de textos sin funciones estéticas. 38 En todas las esquinas, antes de cruzar hay que estar muy atento, porque puede pasar que un hombre imprudente y que sea fatal me arrolle con su carro, así haya señal. (Zuleta, 2002) El artículo 270 es de participación lo dice nuestra constitución para que hagas fiscalización de los recursos de tu región. (Zuleta, 2002) Es de muy buena urbanidad respetar a los mayores ellos tienen más edad y ya son unos señores. (Giraldo,1993) Estos poemas fueron extraídos de dos libros que por sus títulos (Poemario infantil del amor por la ciudad y Poemas educativos) tienen una clara intención aleccionadora para con sus lectores implícitos. Como se explicó antes, en la poesía el lenguaje pasa de ser cabal y meramente indicativo a engalanarse con toda la pluralidad semántica posible, pero en estos poemas la función pedagógica es tan fuerte que deja de lado los posibles nuevos sentidos. No se trata del poeta mirando al mundo de nuevas maneras ni del escritor buscando en el lenguaje la palabra precisa con la que pueda fundar nuevos significados, es decir, la batalla que libra el poeta con cada poema, pues en él debe refundar las palabras; se trata más de un uso de la forma del poema y las rimas para impartir ciertas normas que ojalá el lector aprenda de memoria. A este tipo de poemas se le puede identificar por uso de un lenguaje utensilio en detrimento de un lenguaje poético Octavio paz explica que en toda imagen poética lograda el poeta acerca o une realidades que en un principio parecían diferentes o incluso irreconciliables (Paz, 1967), como en caso del gato, el tigre y el agua de Jairo Aníbal Niño. En la imagen poética creada por el autor se apela ya a otra realidad diferente a las opuestas usadas y que el poeta ha creado solo porque encontró una nueva y única manera de nombrarla: el tigre es un gota de gato y el gato un aguacero de tigres, decirlo con otras palabras sería recurrir al parafraseo que destruiría la imagen. El extrañamiento, la noción del ritmo y la consciencia de un uso estético del lenguaje son los elementos que permiten encontrar estas imágenes y, por lo tanto, que haya poesía. En el tipo de poesía de literatura 39 infantil titulada aquí como aleccionadora hay una ausencia de imagen poética, lo que provoca que tengan forma de poema pero no poesía en sí. La ausencia de poesía es fácil de identificar en estos casos, pero explicar cómo sí se presentan en otros poemas no siempre es fácil, un poema que llamó mucho la atención de esta investigación en el momento buscar poemas aleccionadores no sirve como ejemplo: XXXVII no te desbordes No te salgas del aula no rompas la normalidad en los cambios de clase Nada está mal no te dejes las medias caídas las cosas andan bien así no uses esas medias que van hasta la rodilla no te rebeles no te pongas buzos de otro color no cuestiones no hables en la misa las izadas la fila ama la tradición no conviertas la falda en minifalda sigue las señales no te hagas tatuajes pirsins y triunfarás en la vida no levantes la voz Déjate llevar no grites en el aula no analices no falles con la tarea rechaza lo nuevo no digas groserías Te indicamos lo conveniente no pierdas la nota lo seguro lo firme lo cuerdo no te maquilles lo sensato lo prudente no lleves pintadas las uñas Cierra los ojos no te peines así cierra la boca no entres a páginas porno cierra la libertad no escribas graffitis en los baños obedece obedece obedece obedece obed... no rayes las paredes el pupitre la silla no critiques a los profesores Flóbert Zapata (1994) no te salgas de la vía A pesar de tener el mismo tono imperativo de los anteriores poemas, Zapata hace un llamado a contrario a la obediencia. Por pertenecer a una época en que la poesía abandonó la metáfora elaborada para hacer uso de un lenguaje más cercano al peatón del común, este poema pudiera 40 parecer no ser poesía precisamente, pero Zapata ha construido imagen poética. El tono autoritario de las órdenes puestas como versos y su misma repetición constante hacen sentir una especie de asfixia que, leyendo el poema entre líneas, produce un rechazo a la norma aleccionadora o moralizante. El porcentaje de libros leídos clasificados en esta línea fue de 6% (52 poemas), un porcentaje no muy alto con respecto a las demás líneas, sin embargo esta cifra tiene una explicación en las conclusiones de este documento. 7. Fantasía En la literatura infantil y juvenil a fantasía ha sido uno de los géneros más desarrollados, convirtiéndose los dos términos en casi sinónimos implícitos. A manera de hipótesis esta investigación nombró la Fantasía como uno de las líneas comunes que esperábamos que fuera de las más frecuentes en la poesía; sin embargo, solo 28 de los poemas estudiados (3%) fueron clasificados en esta línea. Parece que la narrativa de la literatura infantil y juvenil ya se ha encargado de explorarla, no obstante en estas contadas ocasiones lo fantástico hace su aparición en la poesía siempre bajo dos formas: con personajes míticos o de leyenda presentes en la literatura fantástica, y en forma de conjuros; las brujas son las que se llevan mayor protagonismo. En la Antología de poesía colombiana para niños, Robledo le da un lugar especial a este tipo de poemas argumentando que “recrean el mundo de la magia y los embrujos que para el niño hacen parte del universo fantástico” (2011). Es decir, por ser la fantasía inherente a la infancia debe resaltarlo como un tema importante de la poesía infantil. En los poemas de dicha antología aparecen personajes como fantasmas, brujas, sirenas y hadas. Un capítulo aparte lo merece el libro de Irene Vasco titulado Conjuros y Sortilegios, el cual cita también Robledo en su antología. En esta producción los poemas son conjuros mágicos que 41 por su carácter absurdo entran más en la categoría de juegos de palabras y sin sentidos, pero es de resaltar el poder casi sobrenatural que se le otorga a quía las palabras, donde el verbo se hace creación de nuevo sin necesidad de argumentación. 8. A modo de conclusión: Se leyeron 41 libros, con tu total de 912 poemas que corresponden a autores (no siempre ilustradores) colombianos. Los hallazgos fueron afortunados para Semilij, el grupo se permeó de casi 100 años de producción lírica en Colombia. En el cuadro que se expone más adelante se podrá observar una producción mayoritaria a partir del año 2000, y si bien esto responde a la mayor producción de poesía en LIJ, también responde a la ausencia de archivos y conservación de este tipo de iniciativas editoriales que pudieran ser de gran ayuda para investigadores. Se escribe, se ilustra, se imprime poesía para niños en Colombia, sin embargo, las conclusiones no son optimistas. La influencia didáctica y los elementos lúdicos como juegos de palabras, rethaílas, etc., en este tipo de manifestación artística es evidente, dejando poco espacio a la exploración propia de las emociones de la infancia, espacios para el silencio, lo íntimo. El llamado es a abordar la poesía en diferentes espacios de promoción de lectura, haciendo énfasis en la producción nacional, y con públicos distintos a los de primera infancia, que suelen estar siempre acompañados de canciones y nanas. Atreverse a proponer en la escuela y bibliotecas la irreverencia e ironía de Flóbert Zapata, la sutileza de Gloria Cecilia Díaz, la naturaleza de Carlos Castro Saavedra, o el humor inocente y calidad estilística de Fanny Osorio y sobre todo buscar espacios para la creación de imágenes poéticas propias de los niños y niños colombianas que reflejen los mundos interiores de los pequeños, que les permita conectarse con 42 el mundo de adentro hacia afuera y así empezar a desvanecer la intención adulta de dar a ver al niño, como si este último no tuviera su propia impresión, a veces más crítica y profunda, del mundo y los mundos posibles que lo rodean. Libros leídos y rejillados Poemas leídos 41 libros 912 poemas (adivinanzas, versos, etc.) Líneas comunes Cantidad de poemas Porcentaje Arrullos, nanas y rondas 140 15% Juegos de palabras 173 19% Se nombra el mundo 267 29% Vida cotidiana 145 16% Fantasía 28 3% Aleccionadores 52 6% Mundo Internos 102 12% total 907 100% Aclaraciones: hubo 5 inclasificables. Se señala que la mayor cantidad de poemas aleccionadores se encontraron en auto-publicaciones encontradas en la BLAA, para esta investigación se leyeron y rejillaron algunos textos de este tipo, no muchos, pues la calidad y la distribución del libro no ha tenido impacto editorial, sin embargo representa el imaginario de docentes, padres y aprendices de poetas que conciben la poesía para niños con una clara intención didáctica y aleccionadora Fechas Cantidad de poemas Porcentaje 1800 - 1920 124* 14% 1920 - 1960 22 3% 43 1960 - 1980 96 11% 1980 - 2000 361 39% 2000 - 2012 309 33% Total 912 100% Aclaraciones: Los poemas publicados hasta *24 fechados + 100 de 1960 se encuentran en las antologías de tradición oral poesía, muchas veces sin fechas y se hace difícil datarlos, en esta rejilla solo figuran los poemas identificados con fecha, de lo contrario ha quedado con la fecha de la antología. 44 9. Anexos Un breve acercamiento a lo encontrado en la ilustración y el diseño editorial de la poesía infantil y juvenil colombiana Con esta tira cómica de Bill Watterson: Calvin y Hobbes iniciamos este acercamiento a algunos elementos hallado, con respecto a la ilustración, en la exploración de poesía infantil en Colombia. La lectura del poema del poeta e ilustrador William Blake ( 1757 -1827), que hace Calvin, resulta de manera extrema literal, de allí que la imagen poética se concretice a tal punto que resulta risible. De esta misma forma, las primeras publicaciones e ilustraciones de poesía para niños que han sido consultadas para este trabajo, “leyeron” a los poetas de forma literal y únicamente reproduciendo la imagen que el texto ya representaba por sí sólo. No se permitían simbologías o metáforas más allá de lo descrito en el código alfabético. Da la impresión de que la ilustración era considerada una especie de decoración cuyo propósito era atraer los niños a los libros, prueba de esto es que muchas veces el nombre del ilustrador no aparecía en los documentos. Las primeras publicaciones de poesía infantil consultados, reprodujeron imágenes planas a una sola tinta o dos, (sólo color en la carátula), acorde con los medios de producción existentes y los presupuestos destinados al desarrollo de productos editoriales para los más pequeños. Libros a una tinta y en formatos convencionales (códice, libro de bolsillo) respondían a las necesidades 45 básicas de una sensibilización incipiente de los niños hacía el lenguaje literario en general, no sólo poético. Ejemplos: 46 De la austeridad editorial se pasó a la exacerbación de los colores y de la calidad de papeles (propalcote), llenando el espacio de contenido visual en un nivel básico de representación sin mayores avances en la posibilidad de la creación de un lenguaje icónico que añada sentido e ingenio al poema. Este tipo de ilustraciones infantiles es común encontrarlo en editoriales actuales que publican gran cantidad de autores y títulos manteniendo una oferta variada y constante en el mercado, visibilizando escritores e ilustradores pero sacrificando calidad en los contenidos y diseños. Sin embargo, en los últimos años han aparecido en la escena editorial libros de gran calidad tanto en su diseño como en la propuesta de ilustración y contenido. Textos que presentan una estructura secuencial que lleva al lector, página a página, en un viaje continuo de sentido que relaciona la 47 intención causa - efecto (pregunta - respuesta) del texto con una secuencia de imágenes relacionadas entre sí. Un ejemplo claro es el libro Cucú de Yolanda Reyes (2010) e ilustraciones de Cristian Tundera: Editoriales como Océano Travesía (México) y Tragaluz editores (Colombia) han desarrollado productos editoriales completos que cuidan cada detalle del objeto libro. En estos casos incluso los paratextos (guardas, colofón, ficha técnica del libro, portada y contraportada) hacen parte de la construcción de sentido no sólo del texto sino ya del libro como unidad de sentido total. Para volver a Cucú, en la guarda inicial hay dos pajaritos en lugares lejanos de la cuadrícula y la guarda final está cerca, como un tributo al juego madre- niño de ausencia y presencia (un ejercicio como taparse la cara con la cobija y hacer como si desapareciera el adulto causa gracia y al mismo tiempo angustia en el niño). 48 El mismo juego de presencia y ausencia lo simbolizan a través de los troqueles o juegos con el tamaño y forma de papel, que revelan las respuestas a las preguntas de la voz poética- niña. (En este caso la página que se visualiza en la ilustración en medio, es más corta que las dos del fondo). Otro ejemplo de paratextos que aportan sentido son los del libro Paraguas de María Villa donde todo el libro se configura como un libro-álbum en tanto sus códigos se complementan y ayudan a construir el sentido total del texto. En este sentido, el diseño propone simbolizar con troqueles a 49 los dos protagonistas -literales- de esta historia: los paraguas (en el texto) y las aves (en la ilustración). Si bien, estos detalles pueden pasar inadvertidos o solo como decorativos para muchos, el cuidado de elementos paratextuales - fuera del texto- habla de una conciencia y uso distinto del objeto libro. 50 Antes se señalaba que quizás los poemas de la clasificación de Mundos internos eran los que se corresponden más con la naturaleza y función de la poesía, en tanto metaforizan las sensaciones humanas y permiten convertir en lenguaje el mundo intangible de las emociones. Así mismo las ilustraciones han encontrado en técnicas y representaciones gráficas, modos de acercarse a la imagen poética. Comúnmente se encuentran ilustraciones a mano alzada coloreadas, collage con distintos materiales, acuarelas, carboncillos, trazos que imitan las formas de dibujar infantiles etc. Para ejemplarizar las técnicas de ilustración se toman dos opuestas. La primera, ilustración a mano alzada y blanco y negro de Paraguas y la imagen vectorial y a full color de Cucú. En el caso de Paraguas el blanco y negro de las primeras ediciones de textos para niños se retoma pero con distintos contextos y funciones. Ya no se evidencia un bajo presupuesto o ausencia de cuidado en lo gráfico, sino que por el contrario volver al blanco y negro (se añaden pequeños guiños de color muy leves) en este texto en particular, ayuda a crear la atmósfera nostálgica y sombría que el tema desarrolla convocando a pájaros muertos en la calle, bolsas de basura y barcos de papel en los riachuelos de las aceras. 51 En el caso de Cucú, la técnica de ilustración “computarizada” proporciona una imagen limpia y nítida, vectorial, con la que encuentran relación los públicos infantiles actuales, acostumbrados a los trazos de influencia japonesa. Sin embargo, no solo en la ilustración se encuentra el potencial que actualmente presentan las publicaciones para niños y jóvenes sino en un ingenioso modo de presentar los textos, obviando el canónico códice y arriesgándose a proponer diseños con estructura de acordeón que modifican la percepción y lectura de los textos. Ejemplo: Bola de Agua y su formato que se escurre como las lágrimas que se nombran en el texto. Yendo más lejos, la ilustración para niños ha dejado a un lado las representaciones figurativas de rostros y formas redondeadas y colores pasteles (dibujo) para llevar el universo poético, el símbolo, también a la ilustración en un juego de formas abstractas y composiciones geométricas de evidente lirismo a través de diferentes técnicas como el collage. Ejemplo de las ilustraciones (2010) de Carlos Pellicier López (México) basados en versos del poeta colombiano Aurelio Arturo: 52 Aunque los versos de Aurelio Arturo presentan imágenes poéticas en sí mismas abstractas, el ilustrador potencializa esta virtud - pudiendo en otros casos tratar de lograr un lenguaje “más comprensible” para los más pequeños- explorando texturas, formas superpuestas y materiales que resaltan aún más el carácter lírico de los versos de Arturo, que quizás, fueron seleccionados para una edición dirigida al público infantil (pertenece a la colección Poesía para mirar en voz alta del Fondo de Cultura económica) por el tema que proponen: la naturaleza, que como se ha nombrado antes, es un lugar común en la producción para este público. Una breve aclaración: no es objetivo de este anexo hacer un ejercicio de investigación exhaustivo sobre la ilustración en Colombia, este será el tema que nos convoque en octubre de 2013, sin embargo no quisimos dejar pasar la oportunidad de presenta algunos hallazgos y reflexiones en torno al diseño editorial y la ilustración. Consideramos este anexo como un abre bocas que esperamos movilice dudas y reflexiones en torno a este tema. 53 10. Bibliografía Andricaín, Sergio. En torno a la poesía los niños y la escuela,1996. En Memorias Seminario de literatura infantil y juvenil 1988 -2011. Pág. 87-99. Medellín. 2011. Boland, Elisa. Poesía para chicos, teoría, textos, propuestas. Ediciones Homosapiens. Argentina. 2011 Calvo, Mercedes. Poesía con niños, guía para propiciar el encuentro de los niños con la poesía. Editado por la coordinación nacional de desarrollo cultural infantil del consejo nacional para la cultura y las artes. México. 2010. 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El seminario de literatura infantil y juvenil (SEMILIJ) es un grupo de investigación de carácter permanente que lo conforman bibliotecarios, docentes y autores del género de la ciudad de Cali que se proponen reseñar e investigar la producción de LIJ nacional. Para dar cuenta de los procesos de investigación del seminario, se ofrecen dos espacios abiertos al público en el año (abril y octubre), en la modalidad de seminario-taller en donde se presentan los productos de las investigaciones y se brindan criterios que permitan valorar la literatura que se produce en Colombia, dirigida a los niños y jóvenes. El SEMILIJ cuenta con el apoyo del Banco de la República para publicar en su Biblioteca Virtual las producciones y reseña del grupo. www.banrepcultural.org/blaavirtual/semilij Más información: 3174251353 [email protected] http://semilij.blogspot.com 58