EL EDIFICIO CENTRAL DE RECTORIA M. en S. P. ESTELA ORTÍZ ROMO CRONISTA DEL CELe El 4 de septiembre de 1827 se iniciaron las clases del Instituto en Tlalpan, que entonces se llamaba San Agustín de las Cuevas y era la Capital del Estado de México, ubicándose en la “Casa de las Piedras Miyeras”. No fue una ceremonia del todo formal porque el Congreso del Estado no había autorizado todavía la fundación del Instituto entre tanto llevó el nombre de Colegio Seminario, del que fue el primer Director Don José María Alcántara y enseguida Don José de Jesús Villapadierna (1828-1830). El Colegio contaba con un Programa Académico constituido por: Escuelas de Primeras letras, Latinidad (equivalente a Bachillerato), Materias Jurídicas y Materias de Cultura General. El Decreto de Erección del Instituto fue aprobado el 16 de febrero de 1828, y el 03 de marzo entró en vigor, por lo cual esta última fecha es la de la fundación oficial del mismo. Esta primera etapa duró poco más de dos años, ya que el 29 de mayo de1830, el Congreso del Estado decretó su clausura con motivo del traslado de los poderes públicos del Estado a la Ciudad de Toluca. (Tlalpan pasó a ser territorio del D.F.). El decreto del Congreso que dio facultades al Gobernador Lorenzo de Zavala para reinstalar el Instituto fue aprobado el 07 de mayo de 1833; el 30 de mayo del mismo año los Diputados emitieron otro decreto mediante el cual expropiaba a la familia Serrano un viejo y ruinoso edificio del Siglo XVIII que era conocido como “Beaterio”, y se le destinaba como sede del Instituto. Un ciudadano distinguido de la Ciudad de Toluca, Don José María González Arratia, fue nombrado por el Gobernador (1833-1834) para hacerse cargo de la Dirección del Colegio, quien se dedico a hacer arreglos y reparaciones al deteriorado edificio, para que alumnos y profesores pudieran trabajar. Mientras tanto las cátedras se abrieron en el antiguo Convento de la Merced. A fines de 1834, los alumnos, entre ellos los internos, pudieron finalmente mudarse a su propio edificio. El poeta José María Heredia fue el Director que sucedió a González Arratia. (1834-1835). Esta segunda etapa del Instituto fue tan breve como la primera pues el 5 de octubre de 1835, al entrar en vigor la Constitución de “Las Siete Leyes” (era Presidente de la República Antonio López de Santa Anna), se decretó nuevamente su clausura. Toluca perdió la categoría de Capital del Estado y pasó a formar parte de lo que se llamó Departamento de México. En 1846 las circunstancias políticas habían cambiado al establecerse nuevamente el sistema federal. Al Estado de México llegó un gobernador progresista Francisco M. Olaguiel, quien nombró como Director provisional al Lic. José María Romero Díaz pero ya en la apertura de los cursos (7 de junio de 1847), se encontraba al frente del Instituto el destacado liberal Felipe Sánchez Solís, quien en 1851 terminó de construir el “Patio de Estudio” (patio oriente), y desarrolló un intenso programa de trabajo para ampliar y mejorar las instalaciones del Colegio. En 1848, en la guerra contra los Estados Unidos, los soldados norteamericanos llegaron a Toluca y el edificio del Instituto fue convertido en cuartel debiendo los institutenses buscar refugio en el Rancho “La Virgen”, cercano a Toluca, donde actualmente se encuentra el templo de San José “El Ranchito”. De 1883, data el contrato de compra-venta a la viuda de Sánchez Solís, del terreno anexo al edificio del Instituto, (mismo que actualmente, y desde 1930 ocupa el jardín Simón Bolivar, acontecimiento que conmemoró el centenario de la muerte del libertador, con una ceremonia en la que pronunciaron sendos discursos Adolfo López Mateos y Octavio Paz). A pesar de que el Instituto recibía ingresos de diversas fuentes, éstos no eran suficientes para dar mantenimiento a sus instalaciones. Las angustias del entonces Director, José Mariano Dávila Arillaga, parecieron llegar a su fin cuando el Emperador Maximiliano y la Emperatriz Carlota hicieron una visita a Toluca el 25 de octubre de 1864 y quisieron conocer el edificio del Instituto, que en ese momento estaba deshabitado debido a que alumnos y profesores se habían mudado al exconvento de El Carmen, en el centro histórico de Toluca. Después de recorrer el estropeado inmueble y de saber que existía un proyecto de reparación que requería 4,600.00 pesos plata (monedas que en el anverso llevaban la efigie del emperador), Maximiliano dio inmediatamente su aprobación, sin embargo los fondos autorizados jamás llegaron. En la década de los 80’s, la suerte del edificio empezó a cambiar con la llegada del Gobernador José Zubieta, quien designó como Director del Colegio, al doctor Manuel María Villada e intervino ante el Secretario de Instrucción Pública del gobierno federal para que fuera considerada la idea de reconstruir integralmente el inmueble. El autor del proyecto Integral fue el Dr. José Luis Collazo, egresado de la Academia de San Carlos y se involucró en él a un respetado maestro, el Ingeniero Anselmo Camacho, originario de Lerma, quien terminó en 1887 dirigiendo las obras y construyendo, ese mismo año, el jardín de la fachada norte. El proyecto integral consistió en una reconstrucción general del edificio, para conservar lo ya construido, demoler en su totalidad el ala poniente que estaba en la entrada principal, y unificar el aspecto exterior, construyéndose una fachada monumental, con torreones en las esquinas. Hacía 1896 quedó terminado el torreón poniente de la nueva fachada y se instaló en su parte superior al Observatorio Meteorológico “Mariano Bárcenas”. En 1898, fue terminado el vestíbulo y el patio nuevo en el ala occidental del edificio, la cual había sido demolida. En 1900, el Gobernador del Estado, General José Vicente Villada, invitó al presidente Porfirio Díaz a inaugurar, entre otras obras, la fachada del Instituto (inconclusa), quien estuvo en Toluca pero no se presentó a la inauguración, enviando a un representante. El Salón de Actos (Aula Magna) fue inaugurado el 29 de abril de 1905. Con respecto a la construcción del Torreón Oriente, con que se concluye la fachada principal, su primera piedra se colocó en 1904 y fue terminado en 1909, a donde fue trasladado el Observatorio Meteorológico en 1911, donde permanece hasta la fecha con el nuevo nombre de “Julián R. Nava”, a partir de 1978. En 1928, con motivo del Centenario del Instituto Literario del Estado de México, el 4 de marzo fue colocada la primera piedra del que sería el “Monumento a los Maestros Desaparecidos”. El Gobernador del Estado de México era en ese momento el Lic. Carlos Riva Palacio y el Director del Instituto, el Lic. Eduardo Vasconcelos, bajo cuya administración se reconstruyó el patio principal, anteriormente “patio nuevo”. Colocada en el muro oriente de ese espacio, localizamos una placa que expresa lo siguiente: “Este patio fue acondicionado, decorado y pavimentado con motivo del primer Centenario del Instituto, y se puso al servicio del Colegio el día 3 de marzo de 1928, siendo Gobernador Constitucional del Estado, el C. Carlos Riva Palacio y Director del Establecimiento, el Lic. Eduardo Vasconcelos. En 1940 se registró el derrumbe de uno de los salones de la planta alta debido al mal estado de las vigas que lo soportaban. Esto obligó a realizar trabajos urgentes de reparación en varias partes de la construcción. Siendo Director del Colegio don Alfonso Ortega, recibe la donación de parte de la Familia Moreno Rosete, de un fino reloj traído de Europa para ser colocado en la fachada, realizándose las obras de albañilería necesarias, entre otras, fue colocado un murete, el cual desentonó por completo, para tapar la maquinaria del reloj. Tanto las obras materiales como el reloj fueron inauguradas en 1942, por el Presidente de la República, General Manuel Ávila Camacho, acompañado por el Gobernador Isidro Fabela. Por propuestas del Lic. Isidro Fabela, el joven Abogado Adolfo López Mateos, ex alumno y ex catedrático del Instituto, asumió la Dirección (después de que Juan Josafat Pichardo fuera reemplazado por Alfonso Giles) el 5 de octubre, posteriormente de que el Colegio mejoraría en todos los aspectos, para lo que una de sus primeras acciones fue conseguir recursos para las arcas vacías del Instituto. El H. Ayuntamiento de Toluca, por instancias del Gobernador, entregó inmediatamente la cantidad de seis mil pesos y una subvención mensual de mil pesos para hacer frente a las reparaciones, y otros gastos necesarios. Fue entonces, 1945, cuando el gobernador Fabela mandó construir una alberca que quedó ubicada al oriente del edificio, junto al Árbol de la Mora. La gestión de López Mateos duró hasta el 03 de marzo de 1946. En 1955, la creación de la Escuela de Medicina dentro de I.C.L.A., hizo surgir la necesidad de construir nuevas instalaciones. En la planta baja de la esquina suroeste del edificio, se hicieron adaptaciones para construir laboratorios y un anfiteatro; pero el I.C.L.A., se transforma (era Gobernador el Ing. Salvador Sánchez Colín) en 1956, en Universidad Autónoma del Estado de México, y surgieron nuevas carreras: Comercio y Administración, integrándose además Enfermería que ya tenía muchos años de existencia independiente. El Instituto Científico y Literario cumplía sobradamente el requisito de la ANUIES de ofrecer como mínimo tres carreras profesionales para establecer una Universidad, y la inquietud de contar con una Universidad en Toluca, se había dejado sentir desde que el Lic. Adolfo López Mateos fue Director (1940-1946) y expresó que estaban dadas las condiciones para tal transformación. Fue así que el decreto de creación de la UAEM, fue aprobado por el Congreso Local el 16 de marzo de 1956 y publicado en la Gaceta de Gobierno al día siguiente, pero el transitorio de la propia ley señalaba el 21 de marzo como el día de entrada en vigor razón por la cual esa es la fecha oficial en que la universidad fue fundada. El 26 de marzo de 1956 se reunió por primera vez el Consejo universitario integrado por profesores y alumnos, y designo al Lic. Juan Josafat Pichardo como Primer Rector de la UAEM. La ceremonia inaugural de la Universidad se realizó el 6 de mayo de 1956, en el Salón de Actos del Antiguo Instituto, escuchándose discursos del rector Pichardo y de otros importantes invitados, pero el momento más emotivo llegó cuando subió a la tribuna López Mateos, entonces Secretario del Trabajo, que en su disertación evocó a los viejos institutenses, recordó las glorias del instituto y finalmente dijo: “Esta Universidad va a vivir mucho. Hagamos votos porque sea vigorosa y fuerte, que no la manche la torpeza, que sea blanca y cándida y que todos sus hijos expresemos: Salve, Madre, eres Nuestra”. El Dr. Gustavo Baz ex alumno del I.C.L.A, y entonces Gobernador del Estado, tomó medidas, junto con el flamante Rector Juan Josafat Pichardo, para organizar administrativamente a la nueva Universidad y resolver sus necesidades materiales, de manera que en 1958 el edificio para la preparatoria fue Proyectado por la Dirección de Obras Públicas del Gobierno Estatal y se construyó en a parte trasera del edificio histórico, el que arquitectónicamente nada tuvo que ver con el original. El Lic. Pichardo, último director del I.C.L.A, y primer Rector de la UAEM (1956-1962) enfrentó con gran esfuerzo las dificultades del proceso de transformación que implicó cambios sustanciales y profundos, incluido el problema de las instalaciones. En 1963, ya como Rector el M.C. Mario C. Olivera, la preparatoria tuvo que ser trasladada a otro lugar; en 1966 la Facultad de Medicina fue dotada de sus propias instalaciones al mismo tiempo que comenzaron a construir las primeras facultades en lo que sería la Ciudad Universitaria en el Cerro de Coatepec, con una extensión de 30 hectáreas que por gestiones del Dr. Olivera, fue donada por el Gobierno del Dr. Gustavo Baz. Durante el sexenio gubernamental del Lic. Juan Fernández Albarrán 1963-1969, se prestó una muy especial atención a la Universidad, coincidiendo con el Rectorado del Dr. Jorge Hernández García al observarse que no iban a poder efectuarse reparaciones parciales que dejaran pendiente el problema estructural del edificio, por eso decidieron en combinación ambas autoridades emprender una reparación general que diera vida al antiguo Beaterio y prolongara el servicio que daba como instalación escolar, ya que las nuevas escuelas profesionales seguían ocupando los espacios que dejara la Escuela Preparatoria: techos, entresuelos, corredores, barandales, jardines, todo se restauró, cuidando que su aspecto siguiera igual. Sin embargo en 1971 sucedió el percance del desplome de un techo de la planta alta en la esquina suroeste, donde abajo hacía apenas cinco años se encontraban las aulas de la Facultad de Medicina. Al respecto los estudiantes ya comentaban que “se escuchaban crujidos allá arriba”. El Dr. Ortiz Garduño, rector de la UAEM entre 1969 y 1973 refirió el suceso en los siguientes términos: “El mal estado en que se hallaba el ala suroeste del Edificio Central de la Universidad, hizo necesaria su demolición y en breve se procederá a su reconstrucción con base a un proyecto especial…”. Lo dicho se cumplió, y entre 1973 y 1977 con el Ing. Químico Jesús Barrera Legorreta, se reconstruyó y adaptó también el ala oriente del inmueble para alojar en la planta alta las oficinas generales de rectoría y el Salón de Sesiones del Consejo Universitario, y en la planta baja las oficinas de la Dirección de Servicios Escolares. En su programa de obras materiales, el rector Barrera Legorreta suprimió las áreas deportivas del antiguo ICLA, incluida la alberca que estaba ya prácticamente en desuso, para construir una explanada que después se usó como estacionamiento y que actualmente es jardín. (Plazuela de la Autonomía). En 1976, la UAEM celebró el Vigésimo Aniversario de haber sido creada a partir del ICLA; lo cual motivó al Rector Barrera para emprender obras de unificación de estilo de las fachadas del antiguo Beaterio, construyéndose en su totalidad la fachada oriente, obra que no pudo continuar porque un movimiento estudiantil provocó su dimisión. El Lic. Carlos Mercado Tovar, siguiente Rector (1977-1981) había sido líder estudiantil del movimiento de la Autonomía, mostrando ahora de nuevo su temple en una época difícil por la lucha democratizadora de los estudiantes y la aparición de los Sindicatos Universitarios. El Lic. Carlos Mercado Tovar, terminó la unificación de estilo de la fachada poniente e integró al estilo la fachada sur, adquiriendo por fin el edificio, el aspecto que había sido proyectado para el ICLA, cien años antes cuando el Arquitecto Collazo habló de “fachada corrida en los cuatro lados”. Durante este período también se colocó la escalera posterior que lleva a la salida oriente que da para la Mora, y entre otras obras más, se reacondicionó el Aula magna, abriéndole dos puertas laterales y una posterior, Durante la administración del Ing. Agustín Gasca Pliego (1981-1984), se hicieron arreglos a la techumbre y al piso del Aula Magna y se inició la adaptación de la sala “Ignacio M. Altamirano” obra que culminó durante la administración del Rector Jorge Guadarrama López (1985-1989). Otro cambio realizado en este último periodo fue la remodelación y adaptación del local dedicado al cineclub para transformarlo en Teatro de Cámara. En aquellos años también se mandó colocar un gran domo de acrílico en el patio poniente del edificio, mismo que al principio se creyó que desentonaría pero ya colocado se pensó que le había dado mayor majestuosidad a ese histórico patio y ha permitido ser utilizado como recinto alterno de ceremonias, lo mismo que para exposiciones y espectáculos artísticos. Hacia los primeros años de la década de los noventa el rector Efrén Rojas Dávila (19891993) realizó todo un plan de readaptación de oficinas que consistió en construir mezanines y entrepisos de madera que prácticamente duplicaron la superficie disponible para realizar tareas administrativas. En el interior de las oficinas se colocaron estéticos canceles estilo contemporáneo, para dividir las áreas de trabajo, y también se cambió la butaquería del Aula Magna. Era tradicional que el edificio del Instituto y posteriormente de la Rectoría, presentara colores gris, blanco o crema, pero en el rectorado 1993-1997, del Lic. Marco Antonio Morales Gómez, esto cambió radicalmente. Cuando después de consultarse al Consejo Universitario y a la comunidad universitaria, el Rector buscó la opinión de expertos tales como los Arquitectos Antonio Latapí y Susana Bianconi, quienes realizaron estudios para saber los colores que antaño había tenido el inmueble. Después de varias “calas” a profundidad, se encontraron muchos colores, entre ellos, gris claro, gris obscuro, blanco y amarillo, misma situación, está última que se reitera en un informe del Gobernador José Vicente Villada (1889-1904) en el que está consignado lo siguiente: “… Y le dimos pintura al Instituto para que pueda continuar con su reluciente color amarillo…” En Diciembre de 1994 se tomó la decisión de utilizar colores cálidos: blanco y amarillo en varios tonos hasta llegar al naranja, pudiendo ser utilizados el ocre y el verde en algunos tonos. Para tal fin se trajeron de la Ciudad de Querétaro especialistas en “estopeado” El color amarillo del edificio provocó grandes controversias, incluso alguien con mucha ironía lo denominó “El rancho de los Morales”. Con el tiempo, la fuerza de la costumbre ha hecho la tarea de hacer reconocer unánimemente que el color amarillo realza la belleza del histórico inmueble, haciéndolo “reluciente”, como el Gobernador Villada lo calificó; incluso en las noches, alumbrado por potentes reflectores, la noble construcción se torna de un color dorado que mueve a la admiración. Igualmente durante ese período fueron remodeladas con excelente gusto, las Salas del H. Consejo Universitario, la de Ex Rectores, la “Isidro Fabela” y la Cafetería, así mismo fue construida la Plaza de la Autonomía, colocándosele el monumento del mismo nombre, y acondicionada la Plazuela Ignacio M. Altamirano, en donde fue reubicado el monumento del ilustre liberal, que ha cambiado de sitio en varias ocasiones, pues inicialmente fue instalado en la fachada del edificio, al lado del gran pórtico. En 1999, el rector Uriel Galicia Hernández (1997-2001) integró un equipo de especialistas para que se encargara de una evaluación técnica del edificio y de proponer medidas correctoras. El grupo llamado Comisión Especial Profesional para el Proyecto Maestro, fue Coordinado por el Maestro Gustavo A. Segura Lazcano y el Dr. en Arq. Marcos Mejía López de la Facultad de Arquitectura y Diseño. El Proyecto aprobado por la Delegación del Estado de México del Instituto Nacional de Antropología e Historia y presentado al Colegio de Directores de la U.A.E.M., fue a su vez aprobado el 22 de noviembre de 1999. Primero se construyó el tercer torreón del edificio, en la esquina suroeste, plantándose enormes zapatas metálicas en el suelo del teatro de Cámara para que la estructura resistiera. El siguiente paso fue la remodelación del Aula Magna, en donde se colocó una bóveda de siete metros de altura, rematada en un cuarto de esfera sobre la tribuna. En el exterior del edificio se eliminó el murete aquél que tapaba la maquinaria del reloj y desentonaba, siendo colocada la hermosa balaustrada de la azotea con estructuras de aluminio, además de 9 a 12 florones por lado y ocho de ellos en cada uno de los torreones, respetándose el estilo arquitectónico de Tolsá de fines del Siglo XVIII, semejante al Palacio de Minería de la Ciudad de México. En este mismo período se amplió hacia atrás la Sala de Consejo Universitario y fue concebido un Pabellón Clásico en el Patio Oriente para resguardar una “Cápsula del Tiempo” que se espera permanezca en ese lugar hasta el año 2025 y que contiene “Publicaciones y Documentos Históricos que servirán de enlace con los Universitarios del Futuro”.