OJOS DE AGUA.qxd - Xabier González

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Porque dicen que tengo los ojos azules:
de mar,
de cielo,
de llanto.
Quizás por eso, me agradó la sugerencia de este título para el
libro (gracias Alena).
También, porque ese color de ojos me recuerda, en un momento de
mi vida en el que parece que quiero olvidarlo todo, a dos personas: a mi madre, que ya se ha ido, y lo ha hecho sin que le comente algún pasaje de estas líneas, como solía hacerlo siempre que
iba a publicar un libro.
Se ha ido sin que pudiera decirle, que a pesar de nuestras guerras,
gracias a ella, por haberme parido, han llegado a existir esos
otros ojos azules que han llenado mi vida. Los ojos de mi hijo.
Madrid 7 de Mayo 2005
Este día, es un día muy especial. Hubo en mi camino otros ojos
azules que hoy cumplirían años. Ángel, mi hermano, un Ángel
que cuidó de mi hasta que voló.
Lía
Editado por:
ALTERNATIVA EDITORIAL
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Impreso en: FLASH VIGO S.L.
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ISBN: 8 4 - 9 6 0 8 5 - 4 0 - 6
Diseño portada: Xabier González
Maquetación y diseño gráfico: OURENSE DIXITAL A.C.
Infografía y diseño web: Rori y Jon G. Pérez
Edición 2005: 1.000 ejemplares
e-mail del autor: [email protected]
web del autor: http://www.victoriapereira-lia.com
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Copyrigth Victoria Pereira, 2.005
El código Penal sanciona a “...quien intencionadamente reprodujere, distribuyere, plagiare, o comunicare públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, científica o artística o su transformación o una
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Este libro se edita bajo la premisa de ser una publicación sin ánimo de lucro. El autor conserva en
todo momento los derechos de propiedad intelectual
de su obra y únicamente los cede para esta edición
en formato impreso y en PDF.
“Ojos de agua” es una ficción literaria, cualquier parecido de sus personajes, lugares, diálogos o situaciones incluidas y/o descritas en la obra, con la realidad es mera coincidencia. En la edición del libro, se
han respetado los giros idiomáticos y las partes estructurales de los textos.
Dime: ¿si te hago una confidencia, perderé tu amistad?
P rólogos
Pról ogo a una EVOCACIÓN
Victoria habla de si, para hablar de todos, tras identificarse en
la evocación que explora la memoria. Dice: "Es más agradable el
sabor del tabaco que la mentira"… y en otro momento: "levantamos el hacha de la ignorancia"…
Cultiva la amistad como a delicados bonsáis, abonando su
fruto de afectos. habita donde el alma atesora palabras.
Encallada en el verbo, ensaya navegar, cómplice de cierzos y
auroras boreales. Sólo así se siente libre.
A veces un símbolo, axiona o metáfora acercan más fácilmente la realidad en el intrincado universo de los sentimientos. A
flor de piel los sueños se cuelan, permanecen en nuestro paseo
diario por las neuronas, que sólo cuentan lo que ven a través
de las vigilias, en duermevela de las horas, que se defienden
escapando a objetividades no deseadas.
Pensamos desde cada poro de esa piel, como sólo ella sabe y
nos hace sentir.
Palabras de mujer escapando al destino que aboca a enmudecer, silencios amordazados en siglos de intrahistoria, ausente
de nuestra rúbrica, en el quehacer de la creación. Mundos, que
sólo por hallarse en este, deben contar. No ser más hurtado un
legado cultural que ha de ser restituido en archivos de memoria colectiva.
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Lo que no se conoce no existe: "Mañana, es un futuro distante
amanezca o no…"
Saludamos a esta escritora, que merece contar, sumarse, ser
investida como vate, testigo del siglo que entreabre horizontes
acordes, en el proceso de ser completado el mapa de una más
que espléndida realidad, de este momento clave de la historia
sin sesgos.
Rosa Moreno Hernández
Primavera 2005
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Pról ogo a “ojos de agu a” en
naturaleza viva
No fue fácil, nada fácil, convencer a Victoria Pereira de que
incursionara con su pluma en lo que hemos dado en llamar,
en el Foro literario Sensibilidades, el "texto mixto", o sea, la
conjunción en un mismo escrito de poesía y prosa poética,
engarzando ambos estilos en un contrapunto de emociones
y propuestas.
Costó trabajo, sí, pero a fe que el resultado ha sido espectacular y magnífico.
Este libro que te dispones a vivir, lector, es una muestra
exquisita de estas mixturas poéticas a las que Victoria ha
sabido adaptarse como en guante de raso, haciendo de ellas
el vehículo más propicio para sus sentimientos literarios.
Nada, en todo el libro, resulta falaz o rellenante; ningún
texto de los que lo componen puede desembarazarse de los
que le rodean, anteceden o prosiguen: se trata de un poemario mixto en toda regla, en el que cada hito sugerente se
complementa con sus restantes, componiendo una pirámide de excepcional categoría lírica y de imprescindible necesidad lectora.
Catarsis de mujer-hembra, enamorada del amor: un amor
que roza siempre con dedos de pluma y con "ojos de agua"
para que no se reviente ni se malee, acunando tristezas y
futuros desde el impulso natural de una vida que ha ido
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pasando páginas, pero que guarda, aún, millones de páginas para soñar y querer, a pesar de "todas las vidas a cuestas"
o de las "dudas y reproches" que las cicatrices del tiempo
pudieron marcar en esas "caretas" que vigilan las horas.
Poesía y prosa lírica que te envuelve, remeciendo sobresaltos desde sugerencias tornasoladas con un estilo en el que
la nostalgia se hace aroma de futuros -nunca de vencidas
batallas- y en el que el murmullo se convierte en pájaro
volandero para aquilatar madrugadas recientes.
Victoria arrastra al lector por meandros de sube y baja
desde el borde de sus letras, en las que se entrecruzan pasados y pretéritos con naturalezas vivas y esperantes que,
como los "ojos de agua" lloran y sonríen desde el corazón
hasta los labios.
Libro para leer con calma, susurrando madrugadas de
silencios, atardeceres con lunas soñadas, que se asomen a
tus ojos, lector, y que te murmuren al oído eternas canciones como las que este "ojos de agua" te ofrece y entrega.
No te lo pierdas, sería una pérdida imperdonable...
Luis E. Prieto
Sierra de Madrid
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Í ndice
“Me visto de ti al despertar”
“Divina comedia”
“Nacer hacia adentro”
“Nacer y morir”
“El camino”
“Mis manos”
“Condenado”
“Algo de los dos”
“Bonita”
“La amante perfecta”
“Magia”
“Mensajes del amor”
“Si no existieras (esperanza)”
“Desde el infierno (ficción en negro)”
“Camino de la vida (fábula mixta)”
“Colores (a mi madre)”
“¿Hasta cuando?”
“La puta que llevo dentro”
“Con toda la vida a cuestas”
“Como las piedras”
“Cuando la razón vuelva a reinar”
“Sin género”
“Dos lunas sobre el agua (fábula)”
“Reflexiones sin pensar”
“Entre dudas y reproches”
“The show must go on”
“Odio”
“Sin caretas”
“El milagro”
“Hablo sin gritos”
“Un pedazo de algo”
“La lengua de los limones”
“Bordeline”
”Ausencias incorregibles”
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Ojos de agua
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“La verdad”
“Desnuda en la oscuridad”
“Monólogo de Sherezade”
“Silencios”
“Cualquier día”
“Ligera de equipaje”
“Laberinto de la esperanza”
“Diosas”
“Liturgia”
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In memoriam
“Hoy me duele la palabra”
“Qué lástima”
“Víctimas del amanecer”
“Post scriptum”
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Epílogo
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Ojos de agua
M e visto de ti al despertar
Existe una mano arrugada que se extiende cada día:
es el futuro, tan antiguo como la vida misma porque lo hemos ido
amamantando con leche de todos los siglos. Pechos turgentes y
vírgenes, en algún momento, y otros flácidos que se han revelado a su paso sin distinguir rostros ni mares.
Pretende amanecer con el alba,
ser música en la boca,
melena de diosas impías
y migaja en los bolsillos del poeta.
Absortos creemos en él, le esperamos pensando que ha de regir
nuestros pasos hacia algún sitio -no sé a quien engaña-. Sólo nos
llevamos por la contracorriente, sosteniendo su imagen, haciendo
esperanza de las piedras para que no nos alcancen.
Me vestí de ti al despertar,
te montaba dispuesta
a galopar juntos por lo incierto;
¡qué sensación
dominarte sin que vieras mis temores!
Desde la profundidad de los años transcurridos, me dejaste
estrujarme entre tus brazos, luchando por ti y para ti.
Hoy se ha perdido la magia, dejas de ser un amor platónico que
la realidad calza con lo absurdo (qué tiempos aquellos en los que
soñar con el cruce de tu camino mantenía viva la ilusión).
Hoy me rebelo, me niego a que tus manos acaricien mi cuerpo.
¿Sabes?: voy con la mirada opaca, la memoria encerrada bajo
llave, los pasos cansados de andar con sigilo... y no me importas,
porque he volado con las alas rotas, pero tú nunca lo has visto.
¡Bravo!
ante tu sonrisa de payaso sin oficio
me quito el sombrero.
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Ojos de agua
D ivina comedia
Miro entre el humo de las velas con risa de loca; jamás se me
hubiera ocurrido que el tiempo se mide a través de los sacos de
arena que eres capaz de arrastrar.
No defiendo el recuerdo que no existe,
el día es implacable con su nombre.
Al circular la fuerza por delante de mis ojos, "veni, vidi, vinci", a
pesar de los grotescos bailes que asediaban el camino.
Es inútil llorar, no hay pruebas,
la diligencia del juicio agota los sentidos.
Nunca tendré claro si la justicia es justa -esto es sólo una metáfora
irreverente- al final son las sombras quienes cubren el pasado.
Ríe, mandolina: ríe como una loca,
siempre te escucharán donde florezca tu voz.
Llega el momento de la verdad, de tocar el clarín sin aspavientos.
Debo reconocer que no me diluyo, andar entre cadenas fue mi
mayor fortuna.
Caminé sobre ascuas candentes
y a mi paso brotó la hierbabuena.
Pocos lo consiguen: reír con todo y por todo como locos. Yo lo
hago, esto hace que mi cuerpo arda en el viento árabe que caldea
la noche.
El placer se vuelve odio y el alba...
despierta en versos.
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Ojos de agua
N acer hacia adentro
I
Déjame
guardar el caramelo de tus labios
para que la luna parpadee sobre mi cuerpo.
Déjame:
hasta que no pase el día
te ocultaré mi mano auxiliadora.
Es todo tan monótono en los renglones habituales; se empeñan en
mostrar paisajes dotados de magia, cuando mis ojos sólo ven
basura.
Si dejara tu recuerdo aquí, en mis palmas, quitaría el óxido de los
años. Hay tantos días, tantos momentos deseados, que merece la
pena nacer hacia adentro.
Puede que la mañana cambie de tono,
que el atardecer se vuelva brisa,
que la piel niegue su colapso
y la noche se esconda de mis ansias.
Quizás el polvoriento nudo que habita mi garganta te llame, aunque yo invoque a la fuerza sobrehumana para detenerlo.
Me senté en la orilla equivocaba esperando ver pasar la vida; portaba tantos vestidos diferentes, que no supe reconocer tu traje de
cobarde en aquélla madrugada.
II
La memoria tal vez me engañe, mas el recuerdo se presenta: era
un viernes cuando preparaba mi maleta de ensueños ¿o fue otro
día? -qué más da-, y un Madrid sin rompeolas me vio llorar, ¿no
lo recuerdas? -qué más da-, aunque frunciendo el semblante reorganicé los papeles y comencé a vivir. La caridad de mi carne respiraba lejos de ti. Quedó la noche silenciosa en esta ciudad: ¡neones, quietos todos! la vida sigue...
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Ojos de agua
No es frecuente levantar la cabeza tras aquella "diatriba", y ahora
te quejas, levitas en tu cárcel de recuerdos mientras esperas la
pena de muerte. Todo llega, compañero, pero recuerda: al final
del camino, no encontrarás mi bendición.
Ya he pagado horrores y tristezas
con la esperanza de mi alba siniestrada;
el tiempo camina mientras cierro los ojos,
me reviste con el rojo plomizo
que antecede a la noche.
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Ojos de agua
N acer y morir
... No sé si en algún momento te habrás dado cuenta de lo que has
significado para mi a través de los años.
Conoces tanto de mis pensamientos, de mi vida y de mis guerras,
que aún truncada tengo que sentirme feliz en tu presencia.
Nunca te digo adiós, nunca, ni tengo que esperar tu vuelta.
Nacer y morir es lo mismo si las palabras no se obstruyen.
Mientras, transporto el mundo en los brazos y la luz ciega mi
búsqueda, apagando la morbidez que me causa pensar en ti.
Por esa razón, nazco y muero en cada línea.
Por eso me cubro y ciego con un viento sudoroso que me cautiva.
Existen abismos que plasman en mi estrella el ocaso de plantas
libertarias, al transformarme en tala o piedra, para mañana caminar de nuevo sin pisadas.
No puedo ser libre y me despierto soñando perla del mar que
silencioso me acuna.
Vamos a desenterrar el tiempo subiendo la escalera sin hablar.
Depositaré mi madurez a tus pies, a punto, unida al júbilo que
proclama.
He sabido esperar con elegancia, vibrando sola en mi alborozo,
hasta que nuestros cuerpos se unan en lúbrico deseo.
Si regresas,
verás el cáliz de mi boca
esperando indecisa.
Si regresas: sólo si regresas.
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Ojos de agua
E l camino
Llegas a mi encuentro sin avisar; sabías que soñaba con tu magia
sin haberme amamantado de ella.
Tú eras mi caballero andante, príncipe de mis cuentos en el
momento de la madurez, ese en el que la vista se nubla por el
cansancio del tiempo.
No podía decirte
tengo frío:
mi voz era muda,
sólo un fantasma.
Siempre me defiendo con esperanza de mis torpezas, cristales
rotos y rocas silentes que perfilan sentimientos.
Balanceante,
apenas sin palabras
marcas el camino a seguir.
Hija de unos hombros sin brazos, álamo sin raíces, cereza que
nunca cayó del árbol, persigo llegar a tus rodillas como una niña,
hasta que el otoño me conceda su albergue.
Y yo, la que te quiero,
cierro los ojos ante el domingo
esperando retazos de una semana incierta.
Ahora, a veces, me siento siempre festivo y no me congelo ni me
corrompo. Busco tus brazos salvajes y sin disfrazarme, actúo.
Hay algo con lo que no deseo comulgar:
una vida sólo de sueños
y carecer de ti.
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Ojos de agua
M is manos
Aquí, en el silencio donde viven mis palabras, hay un ejercicio
que evito cada día: chocar con la forma humana que embelesa
mis sentidos.
Mis manos te tocan, "amor mío", te rozan obscenamente sin que lo
sepas. El mundo cambia iluminado por ese fuego: cada animal se
pone en celo, cada flor pierde sus espinas, y cada niño tiene paz
y pan en la boca.
No puedo escribir una letra que no te nombre, ni descansa la
yegua de mi cuerpo al cabalgarte; dejo mi olor en tu epidermis
como si fuese un ramo de gardenias o el azafrán de tu manjar
favorito.
Mis manos te recorren y el jardín de tu pecho se enreda en mis
pezones, terrón de azúcar tostada para tus labios. Miro el cielo
que nos arropa ensimismada en sus tonos, y hago el amor con los
ojos clavados en tu rostro.
Hasta completar el circuito de tu anatomía, quedo inmersa en
una somnolencia atípica y... te sé, te siento, te vivo.
Hoy, vencerá el telón a la tragedia.
¡No despiertes!, ¡sígueme!
Es así como nace la belleza.
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Ojos de agua
C ondenado
Este laberinto es mío; no me gusta el poder de guerra y paz en los
encuentros. Yo vi escrito en las piedras como el amor tendría que
morir.
Andaba de puntillas por tu lúgubre cueva, antes de llegar mi
llanto hasta la cumbre.
Si volviera a nacer
calzaría las hojas de mi lecho
con un manto
de trigo y de naranjas.
Abatida por un calor dolorosamente azul, describía la ternura
con letras mayúsculas,
mas...
vulgar e indescifrable
dejaste la cosecha a pleno sol.
Quedas condenado a vivir, a pensarme, a saber que existo.
Mis miedos y mis pasiones me pertenecen.
Pasarán los años, y convertida en diosa de nácar, seguirán mis
domingos sin ceremonias; fetichistas sólo del límite seguro, en
esta isla blanca donde nadie me dice cuándo debo estar al acecho,
ni arrastrarme, ni rodar lejos...
Siempre ausente de ti,
siempre condenado.
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Ojos de agua
A lgo de los dos
El lenguaje de mi piel se vuelve dulce a través de tus labios, lejos
de la conservadora efigie de los tiempos.
Voy de la cocina al aposento en busca del "Cantón" prohibido
para convertirlo en isla de mis sueños; mientras, el búho sonríe
como si nos viera a punto de regalarle una noche para su descanso.
Temblando tu vientre,
conmovido el mío...
se abrochan.
Fértil camino, áurea humana que pierde su arrogancia en el parsimonioso descenso de las horas.
El momento es de los dos y las paredes lo ignoran (sentir es difícil, siempre tiene nombre y apellidos).
Tus besos son tibios.
Mi entrega un brindis.
Cuando la canela del tiempo nos disuelva, quedará la energía en
escayola, el cuerpo en ecos; pero el amor, el perenne amor de mi
existencia, quedará adherido en la piel de los albaricoques.
¿Acaso hay algo más sabio
que un corazón?
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Ojos de agua
B onita
Hay bellezas tristes, a pesar de su brillo diamante; indefinibles,
como la madre que espera trillizos. Hay hermosuras traicioneras
y opacas donde el misterio, llena los bolsillos de la imaginación
al atraerte volandero hacia su fin.
Monótona y aburrida me planto ante el cristal.
Yo, la que tú llamabas bonita, la eterna corola de tus labios, la
lumbre hastiada de tu fuego, la que pasó por tu vida con exceso
de equipaje.
Con el paso de los años que atrofian mis manos y la lejanía de los
tiempos que encorva mi espalda, desde el túnel de un otoño que
llega, pequeña, con la risa de flor entreabierta y gigante como el
monte sin profanar, bajo la voz para que no me escuches, brindando con llovizna en el claroscuro de tu pensamiento.
Desaparezco sin complicaciones y emprendo mi camino en contacto con la niebla, siendo amor de alabastro y de nácar, sombra
de estatuas y de héroes,
lecho de gloria y cadalso ruinas.
Voy a comunicarme con los fantasmas a nombre descubierto, con
el sólo fin de llenar mi invierno de regalos, inalterablemente ajena
a los dioses de barro, mientras se viene abajo el tiempo de nostalgias.
Porque siendo menos grave que esa arruga que ensució mi falda,
consigo que la risa se esparza pan y vino sobre la mesa.
Yo, que en el portal de la Dama del Alba, seguiré siendo bonita, la
hermosa manzana que no envenena.
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Ojos de agua
L a amante perfecta
(I cried and cried all day
alone again, naturally)
G. O'Sullivan
Últimamente ando en circunloquios.
Me come el tiempo transcurrido y noto, al pensar, que algo me
falta. Echo números, y veo, que voy hacia una fiesta a la que no
querría ser invitada.
El mar se inquieta bajo mis ojos
y aferrarme a los recuerdos, me desvela.
Si esta noche no duermo, te llamo, soledad; me corroe la duda de
saber si serás capaz de yacer junto a mi.
De vez en cuando me dejas el camino libre, mas... nada es lo
mismo ¿no te das cuenta?
Espero impaciente el alba, y tú, demonio de mis días, te ríes.
Rompo mi silencio porque estoy cansada de dormir en tu regazo,
y que disfrutes tú sola. Te acepto con indiferencia pensando en
que estás obligada a venir a mi lado.
Pesadilla que acosas, fría roca,
reflexiona entre lilas tus modales.
Buenas palabras detrás de cada episodio. Como la amante perfecta, te fundes en tristezas color púrpura y quedas erosionada en
los despertares.
Yo me pongo tu reloj cuando amanece y miro confundida: no has
dejado el importe en la mesilla.
29
Ojos de agua
Me vengo de ti exagerando las situaciones, arañando en mi piel
una acción perfecta, grande como no imaginas, a la espera de que
pienses que no me poseerás jamás.
No significo, soy.
Tú, eres invisible.
Durante el tiempo que me resta, te calzaré como un guante, descubrirás lo que es vivir en la ignorancia. Este será mi consuelo
justo, y te seré infiel en el loco afán de sobrevivir.
El presente y el futuro del ser está en tus manos, eres un árbol sin
talar. Dolorosamente existes, desvaída entre lágrimas que son
difíciles de aburrir, acosando al borracho en la taberna, al marino
en su batel, a los pueblos, a las gentes, y... al amor en su cama.
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Ojos de agua
M agia
I
No quedan palabras, ni una huella flotando entre los senos; la
dicha aparece invisible, girasol escondido, llega en ocasiones sin
previo aviso.
- Te echo de menos, ¿sabes? - No, no me contestes, sólo llega, soy tu esclava, tu amante soñadora-. Puedo ver mi destino ante tu imagen.
Quisiera yacer entre tus brazos
como la más querida ramera veneciana,
viendo que el agua de sus canales
se niega a morir ante los ojos,
y mi amor se eterniza en su figura.
¿Qué medieval aroma me acompaña?
¿Qué veneno circula por mis venas?
A esa escasa distancia
que pone tu boca a mi alcance
lo pagano de mi cuerpo se despierta.
No entiendo el motivo de tu palabra, ni el contorno que esboza tu
mirada. Yo hablo de amor y apareces en deseo; un tratado imposible para estampar mí rúbrica, porque te muestras en un escaparate sin venderte y echas a volar.
Subo las colinas cuando me encuentro triste,
el paisaje es de todos.
Nadie es soberano del firmamento,
y un bocado de nubes de algodón
no sacia el hambre.
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Ojos de agua
II
Partiré silenciosa en la mañana, como un presagio que muere sin
cumplir, mí piel tiene tu sello, mí mente tu nombre y soy la Venus
que decora tu equipaje.
Abundancia sin conquistar, camino oculta, haciendo un duelo de
frases sin poder, considero una enfermedad el pretender poseerte.
Todo mi ser desea cantar, mas no hay son;
la felicidad se deshace entre las manos
como una flor de nieve.
Gasas y agasajos de frases con champagne, rimas tu fantasía con
la ilusión que me falta. ¡No!, no pidas que te de lo que me has
negado.
No encajo en el ambiente amiga...
llego tarde a todos los sitios.
Te muestro mi nihilismo a flor de piel: quizás alguien sobreviva
a esta "peste", no lo sé. La vida es tan difícil como tratar de coger
un rayo de luna con las manos.
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Ojos de agua
M ensajes del amor
Hemos inventado algo distinto: la determinación del todo por la
nada; fragmento entre distancias del sueño clandestino, una portada de color indisoluble.
Vamos sonámbulos y al decir "te amo", encriptamos los mensajes
del amor sin escalar la barandilla que muestra el universo.
Yo, al igual que la copa de los pinos, observo el monte llano
donde se entierran plegarias sin gozo y lloro por ti.
De tu mano, mientras miles de labios sonríen, dispongo en la
mesa las flores y los pétalos, cargo las naves de cerezas y madroños; después... bailo una danza de vuelo sin alas.
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Ojos de agua
S i no existieras
(esperanza)
Et si tu n'existais pas
Dis-moi pourquoi j'existerais
Pour traîner dans un monde sans toi
Sans espoir et sans regret
(Joe Dasin)
Cuando el aire se vuelve espeso, impreciso... respiro a través de
los poros de tu piel.
- Llego tarde, lo sé -, no te preocupes;
me vestiste de negro hace muchas décadas y es perfecto; un poco
de aquí, un poco de allá, una caja llena de sorpresas para seguir
caminando.
Enredada entre los naufragios de la imaginación, te haces palpable, existes, sin ese talón de Aquiles que nos hace caer a cada
paso.
No me juzgues por querer ser feliz,
no vale la pena.
Voy dando tumbos entre pasado y presente
y llegas a mi con nuevas perspectivas.
Te quiero,
no preguntes por qué.
Tu susurro me asombra
sin éticas de luz.
He domesticado la voz para no adularte, sellando mis dedos con
caramelo líquido, sólo por tener caricias dulces. Mañana, cuando
la nieve de los tiempos disuelva el otoño, naceré de ti, esperanza,
en el brillo de otros ojos.
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Ojos de agua
D esde el infierno
(ficción en negro)
Estaban los dos en la habitación. Un muerto, llegado del más allá,
en mi defensa, y "El Otro". Traté de incorporarme en la cama: era
todo tan real… Perdí el conocimiento. Fue sólo unos segundos.
Mientras poco a poco lograba abrir los ojos, comprobé que
seguían en el mismo sitio, discutiendo. El fantasma gritaba, sus
facciones eran terroríficas. Lo que un día fueron probablemente
unos hermosos ojos, parecían echar fuego de castigo, una llamarada de ira que empujaba a "El Otro" contra los espejos.
Las manos de aquella piltrafa humana levantaban los dedos acusadoramente: ¿por qué le haces tanto daño? Mírame, yo fui una
persona como tú, no me detenía ninguna forma de herir.
"El Otro" no podía decir palabra, ni moverse, estaba petrificado
en aquél rincón. Era consciente, en aquellos momentos, de que
siempre fue cobarde, y enfrentarse ahora con un ente ennegrecido por la muerte, le dejaba la garganta seca y la mirada horrorizada.
Yo seguía observando la escena, sin poder conjeturar cómo acabaría aquél dantesco espectáculo. Mi firme voluntad me obligaba
a no creer lo que estaba viendo. Un ápice de cordura, decisiva en
aquellos momentos, hizo que mi frágil figura se arrastrase hacia
el balcón. Lo abrí, menguando hasta quedarme postrada en una
esquina. En ese momento el fantasma se acercó a "El Otro" y con
una fuerza que, efectivamente, era sobrehumana, envolvió en su
negra capa a la temblorosa figura que yacía contra el espejo. Salió
volando dispuesto a perderse en el infinito.
Me llegó un eco lejano que repetía de forma incesante: "nadie volverá a hacerte daño".
Gracias. Por fin pude sonreír ante ese balcón abierto a la mañana.
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Ojos de agua
C amino de la vida
(fábula mixta)
Había malgastado gran parte del ser con el dolor detenido en el
marco de la puerta; ni la sexta luna de Marzo era capaz de levantar el velo colapsado y amenazante.
Con un rumor entre los dientes, que era juez y jurado, centro del
timón a sujetar, se arremangó la falda y salió camino de la vida.
Para ver todo:
¡Qué esfuerzo!
¡Cuánto llanto!
¡Qué lástima de niñez!
Sólo unas hojas de maíz para esconder sus delirios, sin llegar a las
corolas de las flores, y...
pena de ser
arruga de sudario,
garza en la selva,
yema de un azul
que no existía.
Con los avatares golpeando su frente, tan sólo la mar se reflejó en
sus ojos. Tanto de él, tanto de ella...
quedó abrazado por los senderos, dunas de fuego y miel que
arrojaron en su alma el sosiego de una bahía que podía cantar al
verde del camino, entre membrillos movidos por el viento.
Llegó a transformarse en:
Primavera de nardos y cerezos.
Novia de la jara y de los peces.
Corbata del barquero solitario.
Feliz.
36
Ojos de agua
C olores
(a mi madre)
Entre el negro y el blanco sólo hay un suspiro
¡Tienes que vestirte siempre de blanco¡: hace más joven.
Recordaba muchas veces ese mandato, su afán intransigente, su
forma de pensar: "aquí se hace lo que yo mando", y sus labios
sonreían inconscientemente.
Moría poco a poco, como pasa siempre, apenas sin darnos cuenta, pero con aquella gracia característica: un empeño en desterrar
el resto de los colores del Arco Iris.
Casi de niña
adoraba el verde,
hermosura de muchacha
sin problemas;
sin embargo, la ceremonia de su vida era un eufemismo razonable del rojo al gris.
La penas suelen venir de afuera, camufladas entre amarillos
diversos.
No era supersticiosa, trató de darle gusto siempre, aunque de
cualquier forma le afectaba la traslación de los colores.
Quería el azul, un azul pintado de auroras, de ciudades que lleven su nombre, de los indispensables errores de la naturaleza.
Pero, cómo te llamará cuándo el recuerdo se pinte de negro,
cuando la estrategia del blanco es hacerlo todo translúcido.
37
Ojos de agua
¿ H asta cuando?
Cada alborada amanece un duelo, una metáfora que el vulgo
ignora.
¿De qué color es madre la caridad?
¿Por qué la fe sólo tiene hebras de oro, que matan por ideal?
En la inmensa cascada donde nace la vida, todos somos iguales y
la voz de una boca perfumada, se vuelve tosca con el poder.
¡Qué inmóviles nos contemplan mientras morimos!
¡Cómo atrae la ignorancia hacia el funeral!
Siglos y siglos surcando el lodo, vomitando sangres que apenas
nos rozan.
Altiva la humanidad se torna ciega, gusano que persigue su propia gloria, mientras estafa niños y colores.
¿Hasta cuándo?
38
Ojos de agua
L a puta que lleva dentro
"El sexo es el consuelo que uno tiene
cuando no le alcanza el amor"
G.G. Márquez
No sin gran esfuerzo, tuvo que pasar de garza a puta, eso sí, su quinta
de estilo Neoclásico, parecía transportada del mismo siglo XVIII.
Había adoptado un aire de burguesa en la gloria y se encontraba
a gusto en aquel papel. Creativa y soñadora, con aquella cara de
porcelana, que más bien era la reencarnación de un hada.
Antes de ti no hubo existencia,
ni armonía en sus caderas.
Un despertar vacante de colores.
Camino de viento y paja, se me vela el pensamiento al recordarla; nunca conoció la dicha del amor y no tuvo más guardián que
la fiera dormida en su interior.
Una tarde de Abril, alguien le preguntó: ¿cuándo la calentura
pinta tu frente y la nostalgia del aire no te deja soñar...,
dónde, mujer, escancias tu vino,
en qué desoladores brazos
esculpes tu pasión?
Parecía inverosímil, ya no recordaba aquellas palabras. Cansada y
moribunda, dejó sus pasos cincelados en el frío mármol del sexo.
39
Ojos de agua
Ni joven,
ni hermosa:
sólo madura en desengaños.
Ahora, con sus naves cargadas de plata, emerge del erotismo y
del deseo.
¡Pobre piel sin piel! En la memoria de los árboles, florecerán sus
frutos sin cicatrices.
Baluarte de guerreros y soldados.
Bastión de pescadores y marinos.
Puta,
sólo,
sola,
puta.
40
Ojos de agua
C on toda la vida a cuestas
Y me dirán loca,
rebelde...
Nacer, crecer, morir.
Ir acatando
aquello que acontece.
Al enfrentarse a esta empresa, asumimos todo lo que pueda llegar, - ¿conformes?, ¿resignadas? -. Hijas, esposas, madres... olvidando el propio yo por el camino.
Todas tenemos algo en común: el derecho a habitar el mundo
dignamente. Ustedes no saben cómo la carne nace programada.
Tienes que ser una señorita .
Tienes que estudiar, trabajar, limpiar, guisar, lavar, planchar,
aguantar.
Tienes que parir, sonreír, no dormir, para que los demás puedan
hacerlo.
Tienes que cambiar pañales, calentar el biberón, hacer el amor
cuando te lo pidan o te lo exijan.
(... ahora vuelvo, mientras arreglas las cosas voy al bar, o a dar
una vuelta).
Posiblemente, termines por compartir tu vida con un alcohólico,
o un ser agresivo, mas... tranquila, "te quiere", te quiere tanto que
hasta podría matarte por amor.
A cualquier hora del día,
cuando una tristeza cósmica
te pudre la presencia,
la vida te da una dentellada.
41
Ojos de agua
No has de estar nunca cansada, aunque el llanto gotee por el césped de tu cuerpo.
El camino va más allá de tus brazos, en el momento en que luchas
por la carne de tu carne y no te pierdes. Quizás mañana verás que
tus hijos te necesitan y darás más, más, más.
La jaula se llena de sonrisas gastadas, de momentos consumados
en un instante.
No es nadie, es sólo silencio.
No es nadie, es sólo una espalda.
No es nadie, es sólo la luna rota que pretendía vivir.
Sin gran habilidad, ocultas tus dolores en la arena, estrujas lo que
resta de corazón para volver a ponerlo sobre el mantel.
Al final, cuando vas a emprender la huída hacia un tiempo ingrávido, el sentimiento es una sombra,
viento,
fuego,
agua.
Y allí, sentada, contemplando un café que ya se enfría, mientras
se destroza la fina capa que te envuelve, mueres, con toda la vida
a cuestas.
42
Ojos de agua
C omo las piedras
Como las piedras, mi reino vivirá mientras yo viva. Después ya
nada importa, todo lo barre el viento.
Yo vi desvanecerse mi olor a manzana acunando entre terciopelo
la imagen que esculpía mi estrella.
Y me preguntas, amigo, si seré capaz de rozar con mis pies la fantasía, de no ser débil y amanecer desnuda ante la gracia.
Qué voy a decirte... ya no sube el jazmín por las paredes.
Apuraré cada copa hasta el final y mis ojos cortarán racimos de
uva dulce. En cada sitio, plantaré mi piedra con esperanza
43
Ojos de agua
C uando la razón
vuelva a reinar
No es ni joven ni vieja y tiene los ojos de lluvia. Apagada en la
noche de la carne, hiere los arpegios ensayados en su eclipse.
Yo creo en ti y te llamo, porque no eres tú sino el destino construido quien confronta el viento loco que me empuja.
Tú, que hueles a flor ausencias, si fuera cierto que aquel año te
perdí, engañaría a mis ojos de agua por volverte a encontrar.
Te aproximas hambrienta para la liberación de mi cielo, que
gotea en azules de invierno inacabado. ¿Acaso no he sabido esperarte con todas mis ansias?
Descalza por tus espacios, para no dañarte, duermo. Cuando fui
silueta del miedo, sólo había pesadumbres vagas.
Entonces, tú, que no portas bandera alguna y que puedes sonar
en flautas sin ruido, memoriza... no he de llorar a tus muertos
44
Ojos de agua
S in género
Estamos malditos, pero ella cae blanca, así, para recordarnos el
poder de la naturaleza sobre el frío temperamento humano.
No podemos conquistar un ápice de terreno sin su majestuosa
benevolencia, y ella nos escupe en el rostro cuando ve nuestra
maldad a la intemperie; sin embargo, la peor muerte es la falta de
esperanza, hermano: la sangre derramada no acuna libertad.
Una temporada en este averno, puede demostrar el simbolismo
del bohemio, la revolución de mis palabras para volver a la vida
o la indisoluble unión con la tragedia del verbo.
Te miraré llorando con mis lágrimas de mar, las de toda la vida,
y no seré más triste por eso.
Vuelvo sin género, ni persona ni bestia, sólo huracán de luto que
mira tu poder enternecida, buscando una oportunidad de amar al
aire libre cuando mí Cíclope se humille en tu presencia.
45
Ojos de agua
D os lunas sobre el agua
(fábula)
Ya sin ataduras, se reflejan las mejillas de la niña sobre el río; sangraron hiel en su lucha por la victoria. De tanto buscar estrellas,
odió el tiempo que llevaba nombre.
Las venas sin sangre...
¡Huye soledad!,
ya no puede seguir por tu camino.
En el cauce quedó su falda y hoy le ofrece frutas para el regazo:
fresas,
albaricoques...
dulce, todo dulce, vino de meretriz en el lecho.
Siempre hubo un antes, y un después donde no cabía el olvido y
el agua que lleva dentro no perdona su sed.
Por la noche, asoman dos lunas al balcón de la vida: una ardiente como el rostro de Safo, otra fría acogiendo los minutos restantes.
Para ti, niña, que has perdido el miedo a los espectros, no habrá
presencias que crujan a tu paso, todo serán efluvios ligeros adivinando lo que deseas escuchar.
Inútilmente fuiste reflejo de la luna,
momento de otros,
ánfora para las piedras del río,
visión vertical de mil ilusiones y fantasmas.
46
Ojos de agua
R eflexiones sin pensar
Caminando a tientas por un migrañoso cerebro que acusa el
sin sentir, me doy cuenta de cómo duele la canela rancia de lo
ocurrido.
No hay huida sin cadenas,
y liberarse de puntillas
de una locura inexistente,
no admite reflexiones.
Construyes amor en un mundo que se arrastra y todo se viene
abajo, más allá del odio y la compasión.
Analizo el fuego subterráneo brotado dentro de mi, veo que
me declino por la lucha, y admito la metamorfosis de mis sentimientos.
¡No en vano viví en un caos!
¡No en vano me aglutino en el cosmos!
Un "clic" en la distancia y todo se doblega; mientras, algo falla,
algo empieza y algo muere.
Alucinada, desenfundo mi lápiz, y no me hables de jardines
inexistentes: mañana encontraré mi yo caído en cualquier
esquina.
Yo no he sido, ¿comprendes?:
nadie me toca y escapa sin castigo.
Existe un desengaño, algo que no conocen los que piensan; veo
pasar el tren por el carril que no es, y así... pasa de largo. Desde
la sensatez de mis canas, prefiero despertarme sin pasado, sin
pensar.
47
Ojos de agua
E ntre dudas y reproches
(historias nuevas
y cientos de caminos
al cerrar los ojos)
Si en el aire que me has quitado
quedara una partícula sin respirar,
subiría a la copa del eucalipto
con los ojos en penumbra,
la mirada callada
y el alma entre las manos;
pero mi duda lo niega: no estoy esperando cosa alguna.
Ojalá esas manos dibujaran
toda la paz que siente el corazón,
tocar con ellas el techo del mundo
sorbiendo espuma de nubes sin gobierno;
y así... volar hacia el sol perdida en los motivos.
Voy a ti en un sin sentido experto, carente de flema, sólo con
la plenitud de mis días encadenando el sueño que mantiene
mi vigilia.
Existe esa duda infeliz donde la noche se extiende:
¿es bueno yacer en solitario, rodeada de luz intemporal?
Cada mirada atrás me lo recuerda y tu descaro es irreverente:
haces lo que quieres, y te atreves a presidir el alba.
48
Ojos de agua
T he show must go on
(quizás sea cierto que la vida sigue,
¿quién es capaz de negarlo?)
¿Qué más quieres que te diga?, ¿no está claro?
grita tanto mi mente
que no deja escuchar palabra alguna.
Ahora ya es tarde, quise tocar un prodigio con las manos, y el
túnel del camino no tenía salida.
Sólo me resta hablar con las rocas y el viento, de aquello que
pudo ser y no fue.
Hoy no me siento sola
continúa el espectáculo.
Todas las penas han borrado su límite.
El misterio del futuro no importa si no desvela.
En mi espalda siento la sonrisa hipócrita del espectador que
censa cada acto, cada luz, cada lágrima.
No quise romper el silencio y duermo con el cuervo posado
en la cama.
Marchemos pues entre el falso cantar del esclavo:
soñadores,
vencidos,
eternos.
49
Ojos de agua
O dio
Todavía no sé, si he aprendido a odiar. Desconociendo a mi otro
yo, tengo dudas, (el odio es feo, atrapa como un cielo plomizo y
no deja respirar).
Sin embargo, al pensar que soy una poeta "chiflada", siento necesidad de derramar el odio líquido de algún sentimiento sobre el
papel.
Ni siquiera a media voz me callo.
El silencio persigue las sombras de mi vida.
Las ausencias sólo son espejismos.
Cómo odiar los golpes del camino, cuando gracias a ellos se
engendra amor hacia lo desconocido.
Cuando pregunto el por qué del llanto, nadie responde.
Entonces aprendo a acallar esa voz que me grita venganza.
Son renglones invisibles que deshará el polvo.
Se que él existe, aunque no pueda acordarme de su cara. Nos
miramos de hito en hito en la penumbra, pensando que hay detalles que sólo pueden encontrarse entre tinieblas.
50
Ojos de agua
S in caretas
Nos miramos el uno al otro buscando sensaciones que no
existían.
¿Cómo se puede encajar tanta mentira?
Las calles en sosiego,
las farolas sin luz.
Salpicados los recuerdos que se perfilaban, vendí mi alma al
Diablo para olvidarte. Luego deambulé.
Se perdió la inmensidad en los recovecos de la narración.
Libros, polvo, seriales de lo cotidiano y tardes de fútbol.
Jamás rozarán mis yemas tu boca embustera,
jamás el personaje volverá a ser cierto.
Ya está. Otra vez mentimos al hablar.
Ya está. No te conocía y me engañaste.
Al fin soy yo misma.
51
Ojos de agua
E l milagro
Transcurre el álbum de la vida. Sobre mis piernas
pasan rostros, momentos arrastrados por el filo de la guadaña
sin prohijar reparos ni conformidad.
A ultranza, no consiguen desaparecer
en esta maraña atípica retenida en la imaginación.
Apostada en el borde, se despega la adolescencia
varando en playas sin mar, en espejos sin fondo,
con mueca de Diosa eremita sobre un tiempo que transcurre en vano,
Dulcinea entre harapos que pugna por salir a la intemperie
sitiada por bolsillos rotos y viñedos rancios.
Se prolongan amores lanzando turbios gemidos de espiga rota,
desaciertos que precisan tijeras para sobrevivir,
deseos roncos de lúbrica nostalgia con perfil traicionero de roca y agua
que exoneran el tiempo ocupado en redimir los días,
en adelgazar los sueños para que penetren.
Rostro de esfinge, mientras llamo en esta amalgama
a las puertas del molino donde quedó inerte una plegaria.
Desde el mismo borde veo atravesar lo que siento y me desvela:
el fantasma de un tiempo transcurrido,
sus ojeras malsanas, enfermizas,
su aliento agrio, con gozos sepultados en frío mármol
palpando eternidades que no llegaron.
Entre suspiros me incorporo sin dar traspiés
movida con la facilidad de un aspa.
El milagro puede ser:
la vuelta de una sonrisa de trigo dorado sobre mi dédalo.
Por campos de Castilla como veleta enterraré mi álbum de desventuras.
Dominaré la niebla silenciando el orco, luciré rojo y quedaré…
a la espera del solsticio.
52
Ojos de agua
H ablo sin gritos
Mientras siga brillando la luna,
habrá "locos bajitos" que sueñen amores;
seres pensando que el amor es diferente
según la copa que les embriague.
Tal vez no importe recorrer
un arduo camino, angosto y terco,
intangible para los que no son capaces
de lanzar hacia lo interminable:
una mirada que envuelva sin ser furtiva,
una palabra cariñosa
ante los sudores que produce el dolor,
una mano fiel
que sirva dulzura en su palma.
Hablo sin gritos
pensando que mi lenguaje rodea la realidad
mas… me desbarata el sonido del mar,
cuando viene a recordarme que he olvidado la sonrisa.
Existen cosas demasiado evidentes pero…
seguimos disimulando día tras día.
53
Ojos de agua
U n pedazo de algo
Amanece con tonos violeta sobre la fiesta de mi estío.
No hay holocausto capaz de arrastrarme
a lo escondido en el ocaso de los Dioses;
escapo etérea por la ventana abierta con prudencia
en pos de la palabra verdadera.
Quedan huesos calcinados en días de fuego y llamas,
deseos vencidos en su camino hacia la Aurora Boreal,
falsos devaneos imposibles de comprender
alejados de la conciencia de los tiempos.
Ahora el amor es libre,
sólo toma y da lo que necesita
sin hacer cábalas de oficio,
sin dependencia de filtros inanimados.
Abierto este momento de tentación,
canalizo la voluntad engendrada en deseos de vivir.
Un pedazo de paz para la boca
y una sonrisa franca para los ojos;
azules río abajo
unidos al amor primitivo,
imposible,
aún así real,
y me coso la boca
para no decir "te amo"
ensartando mil mentires
que oculten esta tristeza.
54
Ojos de agua
L a lengua de los limones
Nadie sabe más de la noche que yo;
lluevo insomnios de la memoria
sin tener bastante.
Es un aquilón viejo, gastado,
con sonrisa sarcástica que circula
entre tinieblas.
De repente, han pasado los años
sin darse cuenta,
la oscuridad es corona de laurel.
En el calor de la noche, sólo
están las imágenes,
un zumo denso como la lengua del limón.
Ignoran
como los pezones se tornan sables de ira
y los ojos alambre,
ante la risa falsa vendida de estraperlo.
Sigo mi propio ritmo,
no temo, ni tomo,
mas... no puedo dormir.
55
Ojos de agua
B ordeline
En la penumbra, pasos que no producen ruido;
metáforas del tiempo al ir en busca del azul de ti.
Escucho como sube la escalera un acento que desconozco.
De momento, la cabeza reposa en la campana dormida
y me desboco como un vendaval ausente.
Asoma el planeta verde, gimiendo hacia mi desembocadura,
sin que suenen clarines desde el fondo del corazón.
De súbito, regresa el jazmín estrellándose en el pecho;
el sendero es tibio, los ojos mar, el olvido, muerte.
Silencio albino que hace gárgaras
con la melancolía, mientras...
una mecedora acuna sueños violeta.
Me duele la cabeza, a pesar de ello trato de seguir
con el costurero entre las manos. No habrá más despedidas
56
Ojos de agua
A usencias incorregibles
Como mujer,
transporto en mi interior
una cortesana alegre y llena de vacíos;
ausencias imaginables, desaparecidas, sin nombre.
Cada vez que asoma el verbo amar,
dejo que se funda entre el humo de mis cigarrillos.
- Es más agradable el sabor del tabaco, que la mentira No existe nada para el recuerdo que sea sensato,
ni colores, ni posibilidad de encontrarlos.
Hay sorbos de ausencia en espacios sin luz.
Quizás necesite saber de lo inexorable de las fantasías;
de los lugares obligados donde hablar con los espectros,
gritarles: que no creo en el famoso dogma de la tregua.
Echo una mirada a mi playa y ella lo confirma. Se desvanece.
No puedo hacer cosa alguna para conducir la ausencia a su sitio,
sólo volver, izarme en el ascensor del mundo y cerrar la puerta.
57
Ojos de agua
L a verdad
Y debo preguntarme dónde iré ahora, qué forma tendrán los
colores transcurridos.
Deshabito la ciudad del averno, con mis armas cargadas de
poesía.
En mil palabras el cuerpo se torna flor, y el te quiero agua;
llega placer ante lo inexistente, los dones de la vida se congratulan.
Vagabunda voy,
igual que vaga el viento por la montaña, adolescente sin violín,
madura, sin muro para lamentaciones, quizá la más querida.
Donde llegó la pena he de plantar naranjos,
un molino sin dueño, una canción;
las manzanas más verdes adornarán mi mesa
y el correr de los años, - más serio, más sensato -,
no quedará sujeto al golpe de las sombras.
Todo tiene lugar junto al lecho: caminos y distancias,
desvelos infinitos, urgencias que no son.
Será un invierno atrás, recompuesto en fríos ilegibles,
ánforas de perfume con rosas de cristal, y,
alguna disonancia en la voz que nunca muere
58
Ojos de agua
D esnuda en la oscuridad
Una mujer querida o vislumbrada
Desbarata por una vez la muerte
(Mario Benedetti)
Voy a despilfarrar sobre tu pecho las telarañas de mi corazón,
sin luz, poco a poco.
A través de la penumbra silenciosa, un banquete para dos
a la llama del deseo sin cordura.
Estaré incompleta hasta ese soplo en que el alarido nos vuelva revés
y mi canto sea cuerpo en desvelo.
Espero sin prisa, a la escucha del clamor de los huesos por tu nombre,
con la piel vestida de sendero, sujetando el agravio apresurado y frío,
abierta en flor a tus sentidos, firme, reclinada en el monólogo.
Si me quedo desnuda en la oscuridad, por ejemplo…
¿quién me explicará que no merodeas
mientras aleteo por tu cuerpo en mil agasajos?
59
Ojos de agua
M onólogo de Sherezade
Ordena este amor, aún tengo tiempo
y perdona mi galerada de acideces.
Yo soy así,
tal cual caí del rodaje:
feliz sin nada,
feliz por todo;
cabalgata, carnaval y procesión.
Al llegar el revés a mis labios
escapa carmesí en silencio,
desordenado y alegre, apareciendo
en el portón intransigente de las bambalinas.
Habito la tierra igual que una violeta africana
y me llega el gozo cuando doy la espalda al simbolismo
sin recordar como yacía de espaldas, a la espera.
Cada recodo de mi desnivel es un pretexto
para mantenerme absorta,
fija en la coexistencia que pretendo.
Colmado el azulejo de mi piel
sólo quedan vaivenes sin raíz.
60
Ojos de agua
S ilencios
Año tras año he ido marcando mi canto de vértigos,
silencio a gritos entre rostros invisibles
como la cabalgadura de un gusano nómada.
Aúllo desplomada entre el derrumbe alucinante de mis utopías
por esas calles que, insensibles, ensordecen.
Cada jornada es un nuevo reto para crepitar,
un salmo que barre mi otoño, quimera que vaga rancia,
escala púrpura desde donde llegar a la atalaya.
Nunca yerra mi volandero escape, a veces,
arriba hasta su noche con un nombre ahogado en la boca,
denso, solemne y fantasmal, que espera la protección astral.
Voy a seguir hastiada con mi charla,
por el sendero de hiel que me chorrea,
mareo y burla a flor de piel, siempre hasta el propio límite.
61
Ojos de agua
C ualquier día
Buscando un callejero donde nadie duerma,
o una mirada fértil para mi filosofía,
me daré de bruces con un amarillo diverso.
Fracasos y derrotas han de aletargarse
hasta desaparecer dejando espacios vacantes.
Entre tragos amargos y golpes de suerte
empieza a crecer la distancia por las orillas,
los limoneros verdes recobran su color
y la miel arde entre la luz y lo tétrico.
Pretendo despertar siempre a la misma hora,
apagar el candil que alumbraba los sueños
y de repente, sólo de repente, quizás,
dejar la puerta abierta a cuerpos diáfanos.
Cualquier día seré más loca, o más cabal,
volando allá, donde a mí se me antoje,
prendiendo un carisma distinto sobre mi piel
con las flores de algún viejo camelio.
Para llamarte no querré voz,
ni peñascos,
ni besos de barbacoa;
sólo enlazarme entre matorrales
y sentirme diminuta.
62
Ojos de agua
L igera de equipaje
Voy sin temor al tiempo, mi camino son sus huellas.
Quizás confundo el sueño a la orilla del mar
con el vuelo de las aves migratorias,
o el rozar de la nube imaginaria sobre mis senos.
Pasos cansados que al andar alisando amores
se esconden umbríos de socorro
en busca de un fucsia que cante al amanecer.
Mi amor, nocturno incompleto, se muere:
sin haber nacido,
sin imágenes de lo real,
sin carátulas de alegría,
a la espera de un mundo mejor.
Sangrante anónima, el terror fortalece mis encías
hasta un estado gaseoso e inoportuno,
esculpiendo sonidos en la nada.
Desde esta elevación, hasta la gran montaña,
converge el miedo, ligero de equipaje.
Partiré: maestra en deseos imposibles,
momentos de muda ira,
mientras se arruga mi gesto
tan ignorante como un apellido sin nombre.
63
Ojos de agua
L aberinto de la esperanza
(Tercos en los pecados, laxos en los propósitos,
con creces nos hacemos pagar lo confesado
y tornamos alegres al lodoso camino
creyendo, en viles lágrimas, enjugar nuestras faltas)
Charles Baudelaire
En una tierra como esta, sobran disgustos irresistibles.
Imaginad un mundo feliz, sin ocasos amargos,
donde el desarraigo no anide en el pecho,
una escalera con filtros, que puedan clarear el día.
Seguimos la infame rutina de los bailes malditos,
sin distinguir el chapoteo que nos llena de lodo,
y así, donde el alma se esconde,
levantamos el hacha de la ignorancia.
No hay nada absoluto,
ni algo que mantenga eternamente su posición,
sólo el sudor de la frente en busca de esperanza.
Mañana puede ser un vapor carente de apego,
un esperar la muerte,
tras haber omitido partir del principio.
64
Ojos de agua
D iosas
Aquí estoy,
desnuda,
sobre las sábanas solitarias
de esta cama donde te deseo.
Gioconda Belli
Imagina…
Un cuerpo dorado resbalando entre cuerpos,
deseos de un día sin lazos ni conexiones
surgidos de la nada para idolatrarte.
No preguntes:
por esa mano suave que acaricia tu piel
a través del hemisferio sublime y pagano;
por esos dientes imprevisibles
capaces de morder tu carne luminosa.
No habrá lugar donde la compasión sea torpe.
Resurgen las Diosas de entre lo umbrío
y envainan el olvido en sus pisadas;
la senda eres tú, y, no hay dilación aconsejable.
Tanto llanto malgastado en alargar el brazal
compone un regreso mientras brille la luna.
Labios y manos,
como un brebaje, recorren tu geografía,
deleitándose en apagar tu sed.
Arcilla lírica que moldea tu éxtasis.
Sólo existe una forma de ver la realidad:
has de reconocer que somos Diosas,
guerrilleras de los sueños insensibles.
Dicen que se oyen nuestras voces, allá,
lejanas, mucho más allá de lo remoto.
65
Ojos de agua
L iturgia
"Ponme como sello sobre tu corazón…
pues fuerte es el amor como la muerte"
(Cantar de los Cantares)
He visto una muchacha enfurecida con los pliegues de su falda.
Parecía una liturgia de pájaros, estrellas matutinas,
mil flores blancas junto a otras imágenes.
Allí guardaba lo que habita su cabeza:
desvaríos mojados sin sentir,
amaneceres sin asilo,
fragmentos de techos derrocados,
viudos de sensaciones frente al Apocalipsis de la vida.
(Mañana, es un futuro distante amanezca o no.
En él se descompondrá otro pequeño porcentaje de los sueños,
un edema saturado de nostalgias que nunca expiran.
Soñar parece superfluo,
un mito,
una aberración)
Y hoy, la muchacha se enfurece.
No tiene sino el frío que la destruye y reverbera la sal que la desquicia.
Olfatea en busca de altares sin difamar para depositar su obsequio:
Manzanas frescas contra el hambre de la homilía.
Claridades que pierdan su aroma permanente y opaca,
instantes de júbilo entre piedra y árbol.
66
I n M emoriam
Ojos de agua
H oy me duele la palabra
(11 Marzo 2004)
Hoy me duele la palabra porque la tengo teñida de sangre.
Me ha rozado la muerte apenas sin sentirlo,
me ha dejado vacía, sin entrañas.
Hijo, hijos, hermanos todos, amigos,
¿estáis ahí?
no os veo, no siento nada,
sólo dolor.
¡Maldito dolor manipulado!
Me pregunto:
¿quién tiene derecho a decidir cuándo ha de dolerme?
NADIE
Dejo la ventana abierta pensando que el dolor escapará
de la tragedia del amanecer, y vuelve...
cargada de rostros sin nombre.
Recojo en mi regazo tanta soledad
la bebo convertida en lágrimas,
y me desligo de este mundo maldito
para morir un poco cada día.
69
Ojos de agua
Q ué lástima
Qué lástima que el sentimiento no sea paloma
y que mi peine no alise sinsabores;
vuelan mis versos entre crespones rotos,
callados, teñidos de sensaciones grotescas.
Me asomo a la vida con una nana en los labios
viendo consternada que puedo sonreír,
mientras un silbo de dolor hace una mueca.
Es tan negro el apogeo que me empuja
que la luz y la sombra se vuelven cardo,
acercan la herida que me lastima
para hacer tragedia del amor y la esperanza.
¡Qué lástima! eran sólo niños,
allá en cualquier tierra, sólo agua.
A mis pies, la vida sigue su juicio inapelable.
¡Qué lástima!, no puedo maldecir
viviendo entre quien maldigo
70
Ojos de agua
V ictimas del amanecer
Víctimas del amanecer, no redoblan las campanas;
es un silencio absoluto entre calaveras que piden paz.
Qué más quisiéramos que poder vencer
a los gusanos que vacían nuestras córneas:
con una sonrisa,
con un vocablo,
con un verso.
El aire del mundo busca un sur cálido
lleno de magias para templar su imagen,
mientras el impávido huracán desaparece
barrido al compás de notas de arpa.
El insomnio se hace fuerte entre ladrillos podridos.
A poca distancia de ti, aquí, ¿lo ves?
me consumo como un sorbete de limón
y dejo que mi alma gima por vosotros.
71
Ojos de agua
P ost scriptum
(Aunque trace mi epitafio en unas líneas
siempre pensaré... he olvidado algo)
No den paso a mis furtivos besos
si la hora de partir hoy no se acerca;
somos soñadores carentes de arco iris
y la fertilidad de nuestra barca
camina a tientas, no busca pescador.
Un día mi regreso será improbable
me cansé de andar a solas,
aliada con un crepúsculo que muere.
La noche aún nos espera, se irrita,
queriendo apuñalar lo sombreado.
No soy la alfombra de extrañas voces
ni el vaivén de una postura que desmaya;
vuelvo a mis flores y respiro sus fragancias,
las pesadillas se marchan sin retorno.
En la justa proporción que anida el pánico:
ser o no ser, seguirá siendo un dilema.
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E pílogo
Una leyenda india dice que los nombres que eligen los adolescentes cuando se hacen adultos marcan para siempre el
destino sus vidas. Así será distinto nombrarse "hijo del viento" o "colibrí nacido en el bosque", o también, "Ojos de agua".
En este caso es el nombre que Lía eligió para su libro,
dejando con esa decisión que el destino, ya para siempre,
identificara a sus escritos con la libertad (el agua) y la mirada (los ojos).
El lector/a estará conmigo, pues ya ha terminado el libro,
en que hay un profundo sentimiento que determina estas
páginas: la decisión terminante de no volver atrás. De no
regresar jamás sobre los pasos que se dieron. Algo así como
esos mismos adolescentes de la leyenda que explicaba,
cuando emprenden su camino sin la fortaleza de sus guías.
Solos frente a su vida entera. Y Lía, Victoria Pereira, electora de su nombre, se encamina así en este libro hacia su
futuro.
Va marcando en cada escrito los pasos del viaje: la renuncia al ayer sin frutos
("he volado con las alas rotas"), la negación del amor infecundo ("al final del camino no encontrarás mi bendición"), el reconocimiento y la asunción de errores ("me senté en la orilla
equivocada"), y finalmente el despojarse de lo accesorio, de
lo que ya no se necesita, de lo que estorba para continuar
Viaje, ("no defiendo el recuerdo que no existe"), ("voy a comunicarme con los fantasmas a nombre descubierto...mientras se
viene abajo el tiempo de nostalgias")...
Si el lector ha leído "la puta que lleva dentro", habrá encontrado un resumen de todo el poemario en este sentido de
liberación personal, no obstante, le faltará, a mi modo de
ver, otro texto fundamental, y complementario; "Con toda la
vida a cuestas": esa letanía de frases marcadas que, a casi
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todas las mujeres nos imponen como deber explícito del
nacimiento a la cuna, ese formulario de vida "decente", es
el que Lía rompe en pedazos a través primero del propio
texto, que desmitifica toda esa crucifixión del sexo femenino en aras de la ortodoxia, y segundo a través del poema
que señalaba, donde cada "nombre" "nombra" la capacidad
de esta mujer para decir que No.
Pero el viaje no estaría cumplido sin el nuevo papel que el
sentimiento del amor juega en el poemario: por primera
vez en los escritos de Lía, el amor no es sumiso, no es esclavo, no es acatado. Es por el contrario compartible, pactado,
cómplice...recordará el lector el texto "si no existieras", en
este escrito a través de un juego entre esperanza y deseo,
duda y certeza, desgrana la autora su nueva visión amorosa, que, además, se hace lúdica e incluso festiva.
Pero no debería terminar yo este epílogo sin hacer alusión
a una etapa del viaje de Lía, que me parece fundamental, y
es su apuesta formal por una nueva estructura poética.
Los pasos de este viaje, el lector habitual de nuestra autora
los conoce. Primero (Cuadernos de Alcorcón, por ejemplo, o
en su libro La Niña y el Mar) poesía clásica en formas y ritmos, predominio de octosílabos, estructura rimada, abundancia del soneto. Más tarde, en Versos para él, adopción
de ciertas licencias estructurales, aparición de ritmo interno, pérdida y abandono gradual de formulación clásica,
progresiva desaparición de la rima.
Y llegamos al fin del viaje en este caso estructural, con este
poemario, en el que no sólo se abandonan formalismos y
estilos, sino que se apuesta decididamente por el género
mixto. Es decir, como en la vida, como en el viaje interior,
en el ropaje externo lo que se instala es la Libertad.
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La libertad de decir y nombrarse con su nombre, la libertad
de jugar con la palabra, la sagrada libertad de mirarse en
todos los espejos y romperlos: porque quien lleva consigo
Ojos de Agua no necesita espejos para saberse suya.
Un placer textual y lingüístico haber asistido a este libro, un
privilegio epilogarlo, casi tanto como el que el lector de
estas páginas habrá tenido de perderse en el nombre de Lía.
María Antonia Seguí Collar (Alena)
Madrid
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