enlace - IES Paco Mollà

Anuncio
El problema de Sócrates
1.
Los sabios de todas las épocas coinciden: la vida no vale nada.
Si todos coinciden, algo de verdad tendrá.
En lugar de aceptar acríticamente esta afirmación, conviene ver cómo era la vida de estos sabios:
¿viejos o enfermos?
Su afirmación representa una vida en decadencia.
Comentario:
Nietzsche pone de manifiesto que la filosofía occidental, desde sus orígenes, ha mostrado desprecio
por la vida. Se ha repetido tanto que hemos acabado por pensar esa consideración de la vida como
nada debería ser verdadera. Pero Nietzsche considera que esas expresiones, más que de la verdad, de
lo que nos hablan es de una vida en decadencia; por ello, en lugar de mirar las afirmaciones de los
sabios, deberíamos examinarlos a ellos. Probablemente, su desprecio por la vida no sea más que ellos
mismos se han vuelto incapaces de disfrutarla.
2.
¿Qué prueba la coincidencia de los sabios en el desprecio hacia la vida? No que tenga razón, sino que
todos comparten un mismo estado fisiológico.
Pretender hacer un juicio de valor sobre la vida es una estupidez, porque quien intenta juzgarla es al
mismo tiempo parte de ella. Así pues, juzgar la vida, sea a favor o en contra, no sólo no se refiere a
nada verdadero, es prueba de falta de sabiduría.
3.
Sócrates era plebeyo y feo.
Aquí plebeyo se opone a noble, no como clase social, sino como personas dotadas de fortaleza, de
audacia, de valor.
La fealdad exterior, por una parte, es considerada fruto de una evolución degradada; por otra, es
considerada como expresión de la fealdad interior. Para Nietzsche, Sócrates era un hombre incapaz de
controlar sus instintos y lleno de vicios, sólo que intentaba camuflarlos. Su rostro, sin embargo, lo ponía
de manifiesto. Un extranjero se lo echó en cara a Sócrates y este lo reconoció.
4.
El desorden de los instintos, el dejarse dominar por ellos, es un síntoma de decadencia; pero también
lo es la postura contraria: la de intentar negarlos sometiéndolos a la razón. Para Nietzsche, ese salto
del descontrol de los instintos a su sometimiento por medio de la razón resulta exagerado. Todo en
Sócrates lo es, como las supuestas audiciones del daemon que le guía. Esa exageración es expresión
de su decadencia.
1
Esa exageración de la razón y la lógica es una forma de ocultar, de encubrir su interior. Incapaz de
utilizar el poder de los instintos para afrontar la vida, decide negarlos. La virtud anteriormente se
identificaba con la fortaleza de ánimo; Sócrates va a identificarla con la razón. Es el conocimiento el
que nos proporciona la virtud y, con ella, la felicidad. Nietzsche alude aquí al intelectualismo moral de
Sócrates.
La propuesta de Sócrates es, por consiguiente, la de negar los instintos y proponer una vida bajo la
guía de la razón, como si la razón fuera la única alternativa viable al dominio de los instintos sobre el
ser humano.
5.
El instrumento que utiliza Sócrates para imponer su verdad (la del sometimiento de los instintos a la
razón) es la dialéctica.
Para Nietzsche, la dialéctica es un artificio propio de los plebeyos, de quienes no tiene fuerza para
imponer su criterio y deben acudir a la palabrería. Los aristócratas, los mejores, dotados de autoridad,
no necesitaban dar explicaciones, sólo ordenan. La dialéctica es sólo una forma de entretenimiento.
6.
La dialéctica es una forma de defensa cuando uno no es capaz de defenderse de otro modo. Quien se
siente fuerte, impone su derecho. El fuerte no recurre a la dialéctica; sólo los débiles.
7.
¿Qué representa la ironía de Sócrates? Una forma de venganza. Incapaz de ser como los mejores, se
venga de ellos intentando ridiculizarlos. Con artimañas, trae al otro a su campo y le obliga a demostrar
que no es idiota. Lejos de ser una forma de buscar la verdad, es sólo una treta para vengarse de los
aristócratas, a quienes de otro modo no podría vencer.
8.
Sócrates fascinaba porque su dialéctica se asemejaba a un combate público. A los griegos les gustaban
los combates públicos, pero Sócrates cambió la lucha cuerpo a cuerpo por la lucha por medio de las
palabras.
Sócrates fue un gran erótico. Tal vez signifique que era como Eros: pobre y austero, pero a la vez, sagaz,
impostor, que usa ardides para conseguir su objetivo.
9.
“Vio la zona trasera”: reconoció la parte oculta, lo que no se muestra, también en los aristócratas de
su tiempo. Eran como el mismo Sócrates. Según Nietzsche, Grecia ya estaba perdiendo su impulso
vital. La decadencia iba haciendo mella, porque los griegos se sentían dominados por los instintos y no
sabían qué hacer con ellos.
2
Sócrates propone dejarse guiar por la razón como remedio al desenfreno de los instintos. Su propia
fealdad parecía ser una prueba de cómo, por medio de la razón, podía dominar la fealdad interna. Por
ello fascinaba. Pero la propuesta de Sócrates, que parecía una cura, no fue más que otro tipo de
esclavitud: la del sometimiento a un mundo ideal creado por la razón.
10.
Cuando alguien busca refugio en la razón es porque intenta huir de algo que considera peligroso. Los
griegos se sentían amenazados por el desenfreno de los instintos. Creían que su forma de vida iba a
perecer. Entonces todos se lanzaron tras la propuesta de Sócrates: identificar la virtud con la razón.
Entonces se presenta la luz de la razón, lo de arriba, la claridad, en contraposición a la oscuridad de los
instintos, lo de abajo. Esta comparación parece recordar al mito de la caverna, sólo que Nietzsche pone
de manifiesto que lo que Platón presentaba como el mundo auténtico y la verdad, no era más que una
farsa creada por personas miedosas.
11.
Sócrates fascinaba porque parecía tener un remedio, ser el médico. Pero creer que hacer la guerra a
los instintos los hace desaparecer es un engaño. Seguir este camino es signo de debilidad y decadencia.
Así lo hizo Sócrates y, posteriormente, el cristianismo. Querían hacer a las personas mejores y, para
ello, les ofrecían una racionalidad sin instintos, lo que suponía, en definitiva, una renuncia a la vida, ya
que la vida asciende con la fuerza de los instintos.
12.
¿Era consciente Sócrates de cómo se estaba autoengañando? Nietzsche parece insinuar que sí. En
realidad el único remedio para él era la muerte. El mismo la provocó y la buscó, obligando a Atenas a
que lo condenaran. No quiso huir, como le propusieron algunos amigos. Su muerte tiene todas las
características de un suicidio: una búsqueda de la muerte, para alguien incapaz de soportar la vida. El
problema no era la vida, era el mismo Sócrates que, en vez de médico, era el enfermo.
3
La “razón” en la filosofía
1.
¿Cuáles son las características que identifican a los filósofos?
-
-
Rehuyen del cambio, del devenir, de todo lo que conlleva la vida: muerte, crecimiento,
procreación…
Lo sustituyen por conceptos: realidades que no cambian.
Abandonan la realidad concreta y crean realidades abstractas, como el ente. Pero estas
realidades no son captables por los sentidos; por tanto, concluyen que los sentidos nos
engañan.
Reniegan de cuerpo.
En el lugar de los sentidos colocan a la razón.
2.
De entre todos los filósofos, el único que merece consideración es Heráclito.
Él acepto la realidad tal como es: devenir.
Se equivocó al decir que los sentidos también mienten, pero por una razón totalmente distinta a los
demás: mienten cuando nos muestran la realidad como si no cambiara y fuera una.
Los sentidos no mienten; la mentira está en cómo interpretamos su información para hablar de la
realidad como si fuera algo unitario y permanente, como si hubiera cosas y substancias. Es la razón
quien lo hace.
Heráclito siempre tendrá razón al afirmar que el ser sólo es una ficción. No hay más que un mundo, el
llamado aparente; el otro es sólo una mentira.
3.
La filosofía ha despreciado los sentidos. ¿Por qué habla aquí de la nariz? Porque nunca ha sido tenida
en cuenta y, sin embargo, ofrece tanta información sobre la realidad como los demás (al menos cuando
la usan los animales).
La filosofía ha privilegiado la vista: el conocimiento es como un ver, contemplación. Por ejemplo: mito
de la caverna.
Sin embargo, los sentidos son la base del conocimiento científico actual. Todo lo demás no son más
que engendros de la razón:
-
Bien supuestos conocimientos que rechazan la realidad, lo sensible, y crean una realidad
paralela.
Bien supuestas ciencias que no tratan sobre la realidad, sino sólo sobre el pensamiento y el
lenguaje, como la lógica y la matemática.
4.
4
Otra característica de los filósofos es confundir lo último con lo primero. Lo primero es la información
de los sentidos, pero ellos la desprecian. Lo último son las construcciones de la razón, que es lo que
encumbran.
De los conceptos racionales dicen que son eternos y no son causados por otras cosas. Recordemos las
ideas platónicas, eternas y causas de las cosas materiales. Para Nietzsche, Platón ha subvertido el
orden real: ha colocado las ideas, que son fabulaciones de la razón, antes que las cosas materiales y
concretas. A los conceptos racionales atribuyen todas las características elevadas: incondicionado,
bien, verdad, perfección. Con ellos construyen el concepto supremo: Dios.
5.
El error de los filósofos de la Antigüedad llega hasta hoy.
Empezaron considerando que lo mutable y particular no podía ser verdadero, sólo aparente. El
prejuicio de que la razón nos haría descubrir la auténtica realidad nos ha llevado a buscar la unidad, la
identidad, lo permanente, la sustancia. Hemos ido construyendo todos estos conceptos guiados por la
razón, y no somos capaces de escapar de este error.
El lenguaje es el mejor aliado de la razón; nos induce continuamente a caer en este error:
-
Porque nos lleva a creer en el yo, como agente voluntario de acciones.
La afirmación del yo nos lleva a creer que es algo permanente, una sustancia.
Al descubrir el yo como agente, empezamos a creer en la relación causa-efecto y la aplicamos
sobre el conjunto de la realidad.
Entonces la realidad aparece configurada por sustancias y causas, como realidades invariables.
Estas son las categorías de la razón, aquellas estructuras según las cuales podemos entender la
realidad. ¿Cómo han aparecido en nosotros?
-
No pueden provenir de los sentidos, pues estos nos ofrecen una realidad cambiante.
Entonces los tenemos por el hecho de ser humanos. Los habremos observado en algún tipo de
existencia previa, como decía Platón.
En definitiva, el lenguaje nos lleva a afirmar realidades permanentes, sustancias y causas. Mientras no
nos deshagamos de la gramática, no nos desharemos de estos conceptos ni de Dios, que los engloba
todos.
6.
En resumen:
1º Las razones por las que este mundo ha sido calificado como aparente son las que demuestran su
realidad: contingencia, cambio, materia, particularidad… Es lo que nos muestran los sentidos.
2º Las características que se han atribuido al “ser verdadero” son propias del no-ser; el supuesto
“mundo verdadero” se ha construido en oposición al real, negando las cualidades propias de la
realidad.
3º Ese mundo real es una fábula, una farsa. Eso lo hace quien es incapaz de aceptar la vida tal como
es, con todas sus contradicciones y conflictos. Se trata de personas débiles, enfermas, movidas más
por el deseo de venganza contra una vida que les resulta insoportable que por la búsqueda de la
verdad.
5
4º Dividir el mundo en real y aparente es un síntoma de decadencia. El débil y enfermo es el que no
tiene fuerzas para afrontar que la única realidad está siempre sujeta a cambio y cuenta con la muerte.
Cómo el mundo verdadero acabó convirtiéndose en una fábula
Nietzsche presenta cómo ha evolucionado la idea del mundo verdadero como negación del mundo
real.
1. El primer paso lo dio Platón. El mundo verdadero aparece como la única verdad. Es el refugio de
los que se consideran sabios y virtuosos. En realidad es una proyección suya; incapaces de aceptar
la realidad cambiante como es, crean un mundo de verdades inamovibles.
2. El segundo paso le corresponde al cristianismo. El mundo verdadero aparece como promesa futura
no sólo para el sabio y virtuoso, ahora también para el penitente, es decir, para el que se arrepiente
de lo que ha hecho. El Reino de Dios anunciado por el cristianismo. Se hace mujer, porque ahora
el mundo verdadero es alcanzable también para los despreciados de este mundo, para los lisiados,
enfermos, pobres, pecadores… Es un reino de compasión.
3. El tercer paso es el de la Ilustración. Abandonado Dios, sigue en pie su obra en forma de razón y
de imperativo moral. Referencia a Kant que defendió que las categorías de la razón eran comunes
a todos los seres humanos y que el imperativo categórico obligaba a todos también.
4. Empieza la superación del mundo verdadero. El positivismo nos dice que sólo debemos aceptar
aquello de lo que podemos tener experiencia. Un mundo no sensible, no experimentable, deja de
ser verdadero, deja de ser consuelo. La moral que se apoya en él pierde su vigor, ya no obliga.
5. Una vez reconocemos que el mundo verdadero no es conocido ni obliga, lo mejor es desechar esta
idea totalmente. Ese es el buen sentido. El día se convierte en expresión de alegría.
6. Una vez ha desaparecido el mundo verdadero ya no tiene sentido hablar de mundo aparente: sólo
hay un mundo, el de aquí, el de los sentidos.
La moral como contranaturaleza
1.
Hay un momento en que las pasiones son tan fuertes que no podemos dominarlas. Muchos tienen
miedo de que esas pasiones les puedan destruir. ¿Qué hacer con ellas? Dos posibilidades: intentar
exterminarlas o bien espiritualizarlas. Lo primero es lo que hizo el cristianismo. En todo momento ha
intentado acabar con las pasiones, extirparlas. Es similar a una castración. Para evitar la estupidez que
provoca la pasión desenfrenada ha caído en una estupidez mayor.
El cristianismo ha sido incapaz de espiritualizar las pasiones, de aprovecharlas bajo la guía del espíritu,
ya que, desde sus orígenes, el cristianismo ha renegado de la inteligencia para ponerse de parte de lo
bajo, los pobres de espíritu. Su único recurso frente a la pasión era el exterminio.
Las pasiones en sí mismas no son buenas ni malas; son expresión de la voluntad de poder, de la vida.
Intentar acabar con ellas es intentar acabar con la vida.
2.
Quienes intentan extirpar las pasiones son personas débiles, aquellos que se sienten incapaces de
dominarlas y dirigirlas. Los medios radicales sólo son útiles para los débiles de voluntad.
Mirar a la Trapa parece una alusión a Schopenhauer. Algunos pretenden encontrar la solución a sus
pasiones alejándose del mundo, encerrándose en un monasterio.
6
Los que más odio tienen a las pasiones no son los ascetas, quienes podrían llegar a controlarlas, sino
los ascetas imposibles, aquellos que carecen de fuerza de voluntad.
3.
En el aforismo 1 había planteado que había dos actitudes ante la rebelión de los instintos: intentar
negarlos o espiritualizarlos. Ahora va a hablar de la espiritualización. En lugar de extirpar los instintos,
lo que equivale a anular la vida, hay que aprovechar su impulso, su energía, dirigiéndolos.
Un ejemplo es el amor. Es la canalización del deseo sexual, convirtiéndose así en impulso creador y
artístico.
Otro ejemplo es la enemistad y el odio. Es bueno tener enemigos, porque nos hacen estar en forma.
La cantidad y calidad de enemigos que tengamos hablan de nuestra vitalidad, de nuestro poder de
afirmación. Tener alguien que te haga la contra te mantiene vivo y fuerte. En lugar de hacer como la
Iglesia, que quiere acabar con sus enemigos, para Nietzsche éstos, incluida la Iglesia, son un acicate.
Es la tensión lo que te mantiene vivo.
El deseo de paz es un deseo mortecino, síntoma de cansancio y decadencia. Para Epicuro la felicidad
en la ausencia de preocupaciones del alma y el espíritu. Ahí ya no hay nada fecundo ni creativo. A veces
la paz viene después de un esfuerzo, pero después de ella, ¿qué más queda? Lo que nos mantiene en
pie es seguir luchando.
4.
La moral nos dice lo que debemos o no hacer. Hay unas morales contranaturales, la mayoría de las que
se han dado; otras que siguen el impulso de la vida.
La moral contranatural pretende someter y anular los instintos. Al querer extirpar los instintos se
convierte en enemiga de la vida. Como esa moral encuentra su sostén en la idea de Dios, Dios aparece
como el gran enemigo de la vida.
5.
Intentar acabar con los instintos y, a través de ellos, con la vida es como un acto de sacrilegio. Si hay
algo sagrado realmente es la vida. Pero además, esa pretensión de rebelarse contra la vida es una
estupidez, es absurda. En realidad lo que refleja es un estado vital, una forma de vivir. Pretender juzgar
si la vida es justa o no, es estúpido, porque nosotros estamos vivos y sólo experimentamos una porción
de lo que es la vida. Para poder juzgar adecuadamente sobre la vida deberíamos ser imparciales (no
parte) y tener presentes las perspectivas de todas las demás personas que viven y han vivido. O sea:
algo imposible.
En realidad, nuestra forma de valorar, la vida en general o las demás cosas, no refleja un juicio objetivo;
es sólo el síntoma de la vida que tenemos. Es nuestra situación vital la que nos hace valorar de una
determinada manera.
La contranaturaleza en cuanto moral no es más que la expresión de una vida debilitada, de una vida
sin fuerzas para vivir.
6.
La moral, además, pretende imponer un modelo como si fuera el único válido para todos los tiempos
y todos los hombres. Es una estupidez. La realidad nos muestra muchas formas de vida, no tiene
sentido querer que todos se acomoden a una de ellas. Pero además, no podemos dejar de ser lo que
somos. Hay cosas que no podemos elegir. Somos una parte de un hado o destino que no hemos
elegido; no tiene sentido pretender hacer a alguien diferente de lo que es.
7
La moral, en cuanto que condena al que no se adapta a su criterio, es la forma de ser propia de los
degenerados. Optar por no imponer nada nos abre a las diferentes perspectivas, a las demás formas
de ser, sin condenar, acogiéndolas.
Los “mejoradores” de la humanidad
1.
El filósofo debe situarse más allá del bien y del mal.
Bien y mal son construcciones que dependen de la existencia de un mundo ideal. Cuando hacemos un
juicio moral, necesitamos unos criterios invariables, pero esos valores son sólo una ficción, no existen
realmente. Por tanto, los juicios morales, como el pensamiento religioso, depende de la existencia de
un mundo invariable y común a todos los humanos. Ambos sitúan lo verdadero en algo que se ha
manifestado ahora como imaginario.
El juicio moral sólo se puede entender como un signo, como un síntoma de una manera de situarse
ante la vida.
2.
En todas las épocas ha habido quienes han pretendido mejorar la humanidad. Mejorar supone no
fijarse en lo que los humanos son, sino en lo que supuestamente deberían ser. Esto es la moral. Como
hemos dicho arriba, depende de tener unos criterios, unos modelos a los que debería acomodarse la
humanidad.
Este intento de mejora se ha realizado según dos modelos: la doma y la cría.
El modelo de la doma lo ha seguido el cristianismo. Domar significa debilitar los instintos agresivos, la
fuerza. El resultado en los hombres y los animales es la pérdida de sus mejores cualidades; es un animal
enfermizo. El cristianismo lo logra metiendo a los mejores en la jaula del remordimiento, del sentirse
pecador. A ese ser sin fuerza el cristianismo afirma haberlo mejorado.
3.
La otra moral de mejora es la cría. Se hace al ser humano mejor mediante la selección de las personas,
manteniendo unas castas que no se mezclen entre sí, de manera que cada uno ocupe un determinado
lugar en la sociedad. De este modo, los mejores no se degradan. Es lo que hace la Ley de Manu. Es más
acorde con la naturaleza, donde existen jerarquías. Pero es un intento fracasado, porque
inevitablemente aparecen las mezclas entre castas.
Los frutos de esas mezclas, los chandalas, son tratados como malditos. Determinadas prácticas, como
la forma de escribir, se limita a los virtuosos. De este modo, la Ley de Manu establece otra vez un
criterio de separación entre lo que debe ser y lo que no.
4.
En la Ley de Manu encontramos la pretensión de preservar una raza pura, la aria (que no se identifica
con la raza aria del partido nazi). El cristianismo representa la sublevación, el odio contra esa raza
superior, pues asume la perspectiva de los malditos del mundo de castas, de lo bajo. Es un
contramovimiento contra la moral de cría, movida por la envidia y el odio a lo superior. Es una
transvaloración de lo que representa la religión aria.
5.
8
La moral, sea de cría o de doma, no duda en utilizar medios inmorales (según los mismos criterios que
ellas plantean) para imponerse. Un ejemplo es la mentira piadosa. Por un lado sostienen que la mentira
es mala; pero todas las morales han encontrado motivos interesados que la justifican. Por tanto, los
medios con los que se ha pretendido hacer mejor a la humanidad eran, según esas morales, inmorales
(se puede también pensar en el uso de la guerra, la violencia, la ocultación de la verdad…).
9
Descargar