220-49760 REF. LA LEY 550 NO ES APLICABLE A UNA

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220-49760
REF. LA LEY 550 NO ES APLICABLE A UNA INSTITUCIÓN EDUCATIVA
Acuso recibo de su comunicación radicada con el número 5.616.675 -0, por medio del cual consulta "Si una
sociedad de responsabilidad limitada que desarrolla la actividad de docencia ante problemas de iliquidez puede
acogerse a la Ley 550 de 1999, o si por el contrario existe algún otro procedimiento legal diferente como lo sería la
Ley 222 de 1995.
Al hacer una interpretación aislada del inciso primero artículo 1º. de la Ley 550, la respuesta a la cual habría que
llegar sería afirmativa, si se tiene en cuenta que la misma puede ser aplicada por toda clase de empresa que opere
de forma permanente en el país, realizada por cualquier clase de persona jurídica, nacional o extranjera, de carácter
privado o de economía mixta, excepción hecha de los sujetos que la misma relaciona.
No obstante lo anterior, el citado artículo en su inciso segundo es claro al expresar que la actividad empresarial
debe corresponder a actos y operaciones previstos en los artículos 20 del C. de Co., 5º. de la Ley 256 de 1996
(concepto de prestaciones mercantiles); 11 del Estatuto Orgánico del Sistema Financiero y en el artículo 2º. (b) de
la Ley 527 de 1.999, la cual no tiene que realizarse mediante establecimientos de comercio, y la persona que la
organiza se denomina empresario, aunque no tenga el carácter de comerciante.
Con ello el ámbito de aplicación se restringe en consideración a la actividad de la empresa, teniendo en cuenta que
adicionalmente la disposición mencionada indica que las operaciones mercantiles a las que ella se refiere, son las
que corresponden a las relacionadas en el artículo 20 del Código de Comercio, lo que remite a la condición de actos
de comercio, para los efectos de la ley .
Así, al hacer un análisis somero de lo que puede considerarse acto de comercio, la actividad de la docencia no
encuadra dentro de lo señalado por el legislador al acoger la teoría de los actos de comercio que desde 1.808 se
contempló en el Código de Comercio francés, y que hoy se encuentran establecidos en forma objetiva por el artículo
20 del estatuto mercantil, y de manera subjetiva ante la presunción de que trata el artículo 21 ibidem. De allí
resulta que su enumeración legal es referida simplemente a esa doble connotación de especulación e intervención
en la circulación de bienes y servicios, a la vez que debe ser considerada simplemente como ejemplificativa, pues al
hacer una aplicación analógica se amplía el espectro, dado que de dicha enumeración no se pueden sacar principios
que podríamos llamar generales, e igualmente ser restringida por voluntad de las partes, aun cuando sí aumentarse
para comprender nuevas operaciones.
Por consiguiente, lo dispuesto en el inciso final del numeral 14 del artículo 20 idem, ha de entenderse en relación
con aquellas empresas prestadoras de servicios, restringidas al campo de lo que los economistas denominan "sector
terciario de la economía", y que en nuestro país es la empresa organizada en los términos de la Ley 142, y aquellas
señaladas por disposiciones especiales, entre las cuales no se encuentra la educación.
En consecuencia, si la actividad desplegada por la sociedad objeto de consulta es extraña al comercio lo que a su
vez determina que es de naturaleza en esencia civil, en los términos del referido código, debe en consecuencia
concluirse que no puede someterse al régimen previsto en la Ley 550 de 1999.
En este orden las cosas, se impone a renglón seguido consultar las normas aplicables a la educación en nuestro
país, en orden a establecer si existe una forma especial de intervención o liquidación de las entidades que se
dedican a dicha actividad.
De acuerdo a lo establecido por el artículo 67 Superior, la educación es un servicio público con una función social,
que el Estado a través de los órganos correspondientes, regula y ejerce su inspección y vigilancia.
En desarrollo de esto último, el Congreso expidió en 1994 la Ley 115, conocida como "Ley General de la Educación
Nacional", en cuyo contexto encontramos que dicho servicio puede ser prestado por el Estado y los particulares,
estos últimos a través de la fundación de establecimientos educativos en las condiciones que aquel establezca,
contando con la vigilancia e inspección del Presidente de la República como máxima autoridad administrativa o de
sus delegados, los que pueden cancelar su reconocimiento oficial, cuando haya lugar.
Se tiene entonces que ha considerado el constituyente y el legislador que el desarrollo de actividades como la
educación, que de suyo comportan una significación social preponderante, tengan una estadio de intervención,
dirección, inspección y vigilancia especial que se garantiza mediante la sujeción a las disposiciones legales
correspondientes, lo que no impide que cuando esa actividad se desarrolle bajo la modalidad asociativa de un tipo
societario como el de la sociedad de responsabilidad limitada a la que hace alusión su consulta, ésta pueda tener
acceso al mecanismo que resulte idóneo para solventar la crisis económica que atraviesa, siempre que la empresa
siga siendo viable.
Vista así las cosas, e integrando lo hasta aquí dicho en el sentido de que 1) la actividad es civil; y 2) que la ley 550
no incluyó a las sociedades civiles como sujetos aptos para la celebración y ejecución de los acuerdos de
reestructuración que ella regula porque su actividad empresarial no corresponde a los supuestos normativos que
determinan su procedencia en los términos del inciso 2º, articulo 1º ibídem, se impone de consiguiente colegir,
según lo dispuesto en el artículo 66 de la citada ley, que para ellas continúa vigente el trámite concordatario
previsto en la Ley 222 de 1995, teniendo en cuenta que de conformidad con el artículo 214 ibídem, el concordato o
la liquidación obligatoria de las personas jurídicas diferentes de las sociedades comerciales, (entiéndase civiles), son
conocidos en primera instancia por los jueces civiles del circuito especializados, y a falta de éstos, por los civiles del
circuito del domicilio principal del deudor.
En estos términos se da respuesta al interrogante planteado, y se le hace saber que los alcances del concepto son
los señalados por el artículo 25 del Código Contencioso Administrativo.
Rad. 5.616.675 (Cali)
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