EL DON DEL TIEMPO

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menciona que periódicamente Jesús
llamaba a sus discípulos a que se
apartaran de las multitudes
clamorosas. Sabía que los seres
humanos necesitamos reponer la
carga de nuestras “baterías”; por
eso nos asignó como
mínimo un día por
semana para reposar.
Tiempo para la
Gente
Jesús apartó tiempo
para tomar a los
bebés en sus brazos,
para hablar con los
despreciados, asistir a bodas, y
aprovechar la oportunidad de
cultivar la camaradería y atender la
dimensión social de la vida que
ofrecían actividades como las
invitaciones a almorzar en casa de
Lázaro, María y Marta en Betania.
Aun cuando el tema de conversación
fuera serio y solemne, mantenía en
su actitud la simpatía y el ánimo
agradable.7
Conclusión
“El proverbio según el cual el tiempo
es oro, se queda corto. El tiempo es
la inexplicable materia prima de
todo. Sin él nada es posible. La
provisión de tiempo es en verdad un
milagro cotidiano. Nos despertamos
cada mañana, ¡y como por arte de
magia nuestra bolsa
se llena con el tejido
de la vida que ningún
telar ha fabricado!
Ahora nos
pertenece, y nadie
nos lo puede quitar.
Tampoco recibe
alguien una provisión
mayor ni menor de la
que nos ha tocado a
nosotros.
Ni la salud ni el genio se han visto
recompensados alguna vez con
siquiera una hora extra por día. Y no
hay castigo inmediato; si quieres,
desperdicias a gusto este precioso
producto, y no por eso te lo negarán
el día siguiente”.8 Todo lo que
tenemos que hacer es vivir cada día
estas 24 horas, y de ellas obtener
salud, felicidad y bendiciones
incalculables.
Referencias:
1
“Today in the Word” [Hoy en la Palabra], suscripción electrónica, ‘’Taking Care With God’s Time” [Seamos respetuosos con el tiempo de
Dios], Febrero, 2014, p. 26.
2
Elena G. de White, Palabras de vida del gran Maestro, pág. 277.
3
M.A. Hollister, “Time, an Irreplaceable Commodity” [El tiempo es un producto irremplazable] Revista Ministry, 1939, p. 18.
4
Fred Smith, “Emergency Aid for the Swamped,” [Ayuda de emergencia para los empantanados] Periódico Leadership [Liderato], Verano de
1985, p. 58.
5
Gordon MacDonald, “Cut & Sharpen” [Cortar y afilar], Periódico Leadership [Liderato], Otoño de 2011, p. 83.
6
Elena G. de White, Palabras de vida del gran Maestro, págs. 277-280.
7
Julie-Allyson Ieron, “There’s Never Enough Time” [El tiempo nunca basta], Revista Moody, Mayo/Junio de 1999, págs. 55, 56.
8
Origen desconocido.
“No postergues el tiempo; las demoras suelen tener finales peligrosos”
—William Shakespeare
Distribuido por: Departamento de Mayordomía de la Asociación de Ontario
Director: David Schwinghammer Publicadores: Departamento de Mayordomía de la Unión del Pacífico
Director: Gordon Botting Diseño/Asistente editorial: Maricel Felarca
Traducción: Publicaciones El Camino
Colección de ideas
prácticas para ser mejores
mayordomos.
Mayo 2014
Volumen 19, #5
EL DON DEL TIEMPO
Por Gordon Botting, DrPH, CHES, CFC
Hace cuatro años, los aficionados al tenis se sorprendieron al ver que uno de
sus atletas favoritos, llamado Rafael Nadal, había comenzado a usar un reloj
de pulsera en sus partidos profesionales. La razón se debía a que se había
asociado con una compañía suiza que
fabricaba relojes de lujo. El cronómetro que
usaba el deportista, además de ser muy
bonito era increíblemente caro, ¡pues su
precio era de alrededor de 525 mil dólares!
Cada reloj tiene su precio; pero lo que
resulta imposible es calcular el valor del
tiempo en sí mismo.
La parábola de los talentos (Mateo
25:14-30), que la Nueva Versión
Internacional en inglés (NIV) ha
titulado en términos más coloridos
“La Parábola de las Bolsas de Oro”,
tiene cuatro protagonistas
principales: el dueño del capital y
sus tres empleados. Cada uno de
estos últimos debía invertir una
porción de las incontables riquezas
de su acaudalado empleador. Un
talento de oro representaba el
salario que un obrero demoraba
veinte años en ganar con su trabajo.
Por lo tanto, los cinco talentos que
recibió el primer empleado
representaban el salario de cien
años de trabajo; dos talentos eran el
producto de 40 años de labor, y un
talento equivalía a dos décadas de
trabajo. Al final de la historia, los dos
primeros empleados habían
duplicado los talentos recibidos, lo
cual dejó al dueño sumamente
complacido. El tercero, temeroso de
invertir su talento, se había limitado
a enterrarlo. Al venir el ajuste de
cuentas, su empleador lo despidió
sin contemplaciones.
El Uso Sabio del Tiempo
De esta parábola se desprenden
varios principios de mayordomía
que no solo se aplican a la prudencia
financiera, sino también al manejo
sabio del tiempo.
A semejanza del oro, el tiempo es un
recurso que Dios nos concede, no
para que lo usemos como se nos
antoje, sino en forma sabia, con
La mayordomia es un estilo de vida total. Abarca la salud, el tiempo, los
talentos, el ambiente, las relaciones, la espiritualidad y las finanzas.
buenos propósitos. “Nuestro tiempo
pertenece a Dios. Cada momento es
suyo, y nos hallamos bajo la más
solemne obligación de aprovecharlo
para su gloria. De ningún otro
talento que él nos haya dado
requerirá más estricta cuenta que de
nuestro tiempo”.2
Otro autor expresó el
mismo pensamiento
en los términos
siguientes: “Cuántas
perlas de tiempo
perdidas, cuántas
piedras preciosas sin
recoger, cuántas
células del cerebro sin usar, qué
consecuencias eternas habrá que
afrontar, especialmente si
recordamos cuántos minutos
contiene un año: ¡525.600!”3 Es
interesante notar que el tiempo que
más fácilmente perdemos es el que
se cuenta en minutos y no en horas.
Se estima que en un período de diez
años, la persona común desperdicia
suficientes minutos como para
haberse graduado de alguna
profesión universitaria. Un escritor
dice que cuando el tiempo apremia,
él se traga su curiosidad en sus
conversaciones, y se limita a hacer
declaraciones en vez de preguntas.
“Si usted pregunta: ‘¿Cómo está su
suegra?’, tendrá que perder el
tiempo escuchando una historia
larga y probablemente deprimente.
Se logra el mismo efecto de
proyectar una actitud benévola y
cortés si uno dice, sonriente: ‘¡Me
alegro de saludarlo!’ La curiosidad
sale muy cara en términos de
tiempo. La otra forma de ahorrar
El Menú
del Mayordomo
tiempo es terminar una reunión de
junta diciendo: ‘¡La persona más
importante en esta reunión sale
primero!’ Esta declaración tiene la
virtud de vaciar el lugar de una junta
con mayor rapidez que cualquier
otro comentario, y ahorra una
cantidad considerable
de tiempo que de otro
modo se desperdiciaría
en repasar los puntos
de vista contrarios, o
simplemente haciendo
vida social”.4
Invierta su Tiempo
El segundo principio que revela esta
parábola es que Dios espera que
invirtamos nuestro tiempo en forma
sabia. Gordon MacDonald describe
una ocasión cuando él y su esposa
fueron de excursión en los hermosos
Alpes Suizos. Allí vieron cómo dos
campesinos cortaban con guadañas
los altos pastos cordilleranos. Al
acercarse, se dieron cuenta de que
periódicamente los segadores
sacaban de sus bolsillos algo que
parecía una piedra plana y frotaban
con ella el borde cortante de sus
herramientas, para mantenerlas
afiladas. Vez tras vez repetían el
proceso de cortar y afilar. ¿Por qué
estos dos agricultores gastaban
aproximadamente 20 minutos en
afilar estas cuchillas a toda hora?
¿Por qué no avanzaban con el
trabajo para terminar más rápido?
La respuesta es fácil; con cada corte
las cuchillas se desafilan y el trabajo
de cortar el pasto resulta más
difícil”.5 Del mismo modo, en
nuestras vidas tenemos que
detenernos para afilar nuestras
actitudes físicas, sociales, mentales
y espirituales.
Elena de White nos amonesta a
redimir el tiempo. “Del debido
aprovechamiento de nuestro
tiempo depende nuestro éxito. . .
Unos pocos momentos aquí y unos
pocos allí, que podrían
desperdiciarse en charlas sin objeto;
las horas de la mañana tan a
menudo desperdiciadas en la cama;
el tiempo que pasamos viajando en
los tranvías o el tren, o esperando
en la estación; los momentos que
pasamos en espera de la comida, o
de aquellos que llegan tarde a una
cita; si se tuviera un libro en la
mano y se aprovecharan estos
fragmentos de tiempo en estudiar,
leer o en pensar cuidadosamente,
¡cuánto podría realizarse!”6 (E.G.
White, Palabras de vida del gran
Maestro, págs. 278-279).
Leí en cierta revista el
caso de un empleado
ferroviario que
trabajaba en el
trayecto desde la
“estación A” hasta la
“estación B”. Allí el
tren esperaba 10
minutos antes de
seguir su recorrido. El hombre se
había percatado de que al final de la
estación había un pequeño terreno
baldío, lleno de malezas y flores
silvestres. Decidió que pasaría los
diez minutos de su espera obligada
sembrando —y luego cuidando— un
pequeño jardín que se viera bonito
en la primavera. En pocas semanas,
y usando los diez minutos de cada
pasada, el jardincillo de primavera
se transformó en una delicia para los
viajeros. Nuestro Padre celestial
espera que invirtamos sabiamente
nuestro tiempo, procurando
siempre obtener ganancias
significativas para su reino.
Comience hoy mismo a invertir en
cosas que tengan consecuencias
eternas.
Ordene su Tiempo
Tiempo para Dios
Jesús dependía continuamente de su
Padre celestial. Con ese fin, cada día
pasaba mucho tiempo en oración.
Además, conocía las Escrituras con
suprema exactitud, al punto de
derrotar con ellas al diablo en el
desierto de la tentación.
Tiempo para Interrupciones
Haga un presupuesto
sabio para el uso de
su tiempo, pero no se
sorprenda si se
presenta alguna
circunstancia
imprevista que echa
por tierra sus planes
tan cuidadosamente
elaborados. Considere las
interrupciones como citas que Dios
le ha dado a algún alma vulnerable e
indefensa.
Tiempo para el Descanso y la
Recreación
Si el Salvador es nuestro ejemplo,
recuerde que en los Evangelios se
“¿Le tiene usted amor a la vida? Entonces, no pierda el tiempo, porque es el material del cual se hace la vida”
—Benjamín Franklin
Mayo 2014
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