Relatoría del taller de reportería e investigación en el periodismo

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RELATORÍA DEL TALLER DE REPORTERÍA E INVESTIGACIÓN EN EL
PERIODISMO CULTURAL
Con Alberto Salcedo Ramos
TIRAR LA PUNTA DEL OVILLO
Tijuana, México, 8 de junio de 2012.
Convocan: Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano - FNPI, el Consejo
Nacional para la Cultura y las Artes - CONACULTA y el Centro Nacional de las
Artes – CENART.
Relator: Ricardo Garza Lau
Maestro: Alberto Salcedo Ramos
Es un periodista colombiano nacido en Barranquilla, perteneciente al grupo de
Nuevos Cronistas de Indias. Sus crónicas han aparecido en revistas como Soho,
Arcadia y El Malpensante (Colombia), Etiqueta Negra (Perú), Marcapasos
(Venezuela), Gatopardo (México), Ecos (Alemania) y Courrier International
(Francia), entre otras. Es autor de libros como La eterna parranda. Crónicas
1997-2011 (2011), El Oro y la Oscuridad. La vida gloriosa y trágica de Kid
Pambelé (2005) y De un hombre obligado a levantarse con el pie derecho y
otras crónicas (1999), además de ser coautor del Manual de Géneros
Periodísticos (2005). Sus textos han sido publicados en más de una decena de
antologías de periodismo narrativo. Ha sido distinguido con el Premio
Internacional de Periodismo Rey de España, el Premio Nacional de Periodismo
Simón Bolívar (cinco veces), el Premio de la Cámara Colombiana del Libro al
Mejor Libro de Periodismo del Año, el Premio al Mejor Documental en la II
Jornada Iberoamericana de Televisión y el Premio a la Excelencia de la
Sociedad Interamericana de Prensa , entre otros. Su perfil “El testamento del
viejo Mile”, publicado en 2004 en El Malpensante, fue uno de los cinco finalistas
del Premio Nuevo Periodismo CEMEX+FNPI.
Introducción
Tirar la punta del ovillo es la relatoría del Taller de Reportería e Investigación en
el Periodismo Cultural, que reunió -del 4 al 8 de junio de 2012- a 14 periodistas
jóvenes provenientes de México, Puerto Rico, Argentina, Panamá, Perú,
Ecuador y Colombia, en la ciudad de Tijuana, México.
La complejidad de esta urbe fronteriza fue el tópico que se abordó desde el
primer día, con la visita de los organizadores del festival Entijuanarte 1, y de
Alejandro Cossío, fotoperiodista ganador del Premio Nuevo Periodismo
CEMEX+FNPI, quien labora en el semanario local Zeta. Ellos hablaron de cómo
el muro que divide a México de Estados Unidos recuerda la posición geográfica,
de la ciudad como polo cultural, del regreso masivo de inmigrantes deportados,
del nuevo equipo de fútbol en primera división (los Xoloitzcuincles), del crimen
organizado, de la relación con Estados Unidos y de la intensa vida nocturna,
entre otros, con la intención de despertar la curiosidad de los participantes.
Durante la semana, los talleristas desarrollaron una crónica que entregaron 15
días después de la culminación del encuentro. La dinámica aplicada por Salcedo
Ramos consistió en dar consejos y compartir sus experiencias por la mañana,
para luego darles tiempo de reportear. A su regreso, daba dos tipos de asesoría:
una personal y otra frente a todo el grupo, con otro participante que fungía como
editor. Finalmente, el maestro compartía las conclusiones. Su terapia para
apaciguar el estrés de los periodistas fue proyectar videos de YouTube o
ponerlos a bailar desde chacarera hasta salsa.
Para efecto de esta relatoría, los temas abordados están ordenados en tres
segmentos: Un curioso obstinado (sobre el perfil de un cronista), El trabajo de
campo (sobre el reporteo y la relación con los personajes) y El culo en la silla
(sobre el trabajo de escritura).
Palabras clave
Crónica, periodismo narrativo, periodismo cultural, reportería.
1 Entijuanarte es un festival independiente que promueve el arte en la ciudad. Cecilia Ochoa y Julio Rodríguez
son sus directores. Más información en http://www.entijuanarte.com
Relatoría
I. UN CURIOSO OBSTINADO
Curiosidad inacabable, esa es la virtud esencial que un cronista debe tener,
según Alberto Salcedo Ramos. “La curiosidad le permite al reportero descubrir
pistas reveladoras durante el trabajo de campo y aprovecharlas. El grado de
curiosidad que tengas determinará en gran parte los alcances de tu exploración.
Recuerda lo que decía Eça de Queirós: de uno depende que la curiosidad sirva
para descubrir América o tan solo para fisgonear detrás de la puerta” , escribió en
un decálogo de consejos 2 que desarrolló exclusivamente para el taller.
Los buenos temas aparecen en la medida en que uno se abre al mundo.
Mientras más mundo ves y experimentas, más historias interesantes aparecen.
Algunas de esas historias tal vez ya estaban dentro de ti, porque oíste hablar de
ellas, pero no les habías puesto la suficiente atención. Cuando uno se enfoca en
interactuar con la realidad, ésta se te entrega.
“Un reportero puede programarse para ser curioso durante el tiempo en que
realiza su trabajo de campo, pero más le vale que lo sea siempre y de manera
auténtica. Que aunque no esté investigando para una crónica sienta una gran
curiosidad por el otro. Por los otros. Por lo otro. Por todo lo que esté más allá de
sus narices. Hay un proverbio campesino muy sabio: ‘quien curiosea el nudo,
aprende a soltarlo’”.
El cronista no debe tener ante su entorno una actitud de indiferencia, ya que las
historias podrían pasar frente a sus ojos y no las detectaría.
“Cuando un buen reportero satisface su curiosidad no siente ganas de acostarse
a dormir sino de seguir indagando. Una curiosidad lleva a la otra, y luego a la
otra. El reportero husmeador siempre encuentra motivos para plantearle nuevas
preguntas a la realidad. Y como es tan obstinado, a veces descubre puertas
donde los demás ven muros”.
Al respecto, Salcedo Ramos emplea una analogía: las historias son madejas y la
labor del periodista es tirar la punta del ovillo hasta desenredarla.
“Una mañana de 2002 un aguacero derrumba en Medellín un árbol centenario
de caucho, un árbol que en esa ciudad es un ícono del paisaje urbano. Alertados
por el ruido que produce la fronda gigante al chocar contra el pavimento, los
curiosos acuden en masa al lugar del suceso. Uno de esos fisgones es el
periodista Juan Miguel Villegas, que entonces cuenta apenas veinticinco años.
2 “Romper el balín: diez consejos (arbitrarios) para el trabajo de campo en la crónica” Disponible en:
http://reddeperiodismocultural.fnpi.org/romper-el-balin-diez-consejos-arbitrarios-para-el-trabajo-de-campoen-la-cronica-por-alberto-salcedo-ramos
Varios trabajadores de la empresa de aseo aparecen de pronto con seguetas
eléctricas, dispuestos a despedazar el árbol para botarlo como simple basura.
Los habitantes empiezan a apoderarse de los restos del árbol. Y el periodista
tiene la curiosidad de seguirle el rastro a cada trozo de madera. Va a un
restaurante chino, al apartamento de una señora, a un taller de carpintería. Ve
cómo cada persona de esas utiliza el retazo que le tocó en suerte. Lo que pudo
haber sido una nota de registro sobre la muerte de un árbol, se convierte en un
relato 3 original sobre la influencia del azar en la vida de la ciudad.”
“La curiosidad es la razón de ser del periodismo narrativo: investigamos porque
no soportamos la idea de quedarnos con ninguna duda.”
II. EL TRABAJO DE CAMPO
La investigación previa
Una vez que se ha elegido la historia a narrar, ¿es mejor no investigar sobre los
personajes y lugares antes de llegar a ellos porque corremos el riesgo de
predisponernos, o tener ese bagaje previo sirve para afro ntarlos
adecuadamente? Ante el cuestionamiento, Salcedo Ramos opta por
documentarse con anticipación, para descubrir manías, pasatiempos y carácter
de las personas con las que convivirá. De esa forma considera que no cometerá
errores en su trato con ellos. Por ejemplo, no usará frases que probablemente
hieran la susceptibilidad del entrevistado.
Sin embargo, su conclusión fue que cada cronista tiene un método personal y la
clave está en reconocerlo y explotarlo. No existe una fórmula única que funcione
con todos, la mejor manera de desarrollar estas virtudes es practicando, y
leyendo mucho a los grandes cronistas, como Gay Talese.
Respecto a la investigación en internet, el maestro preguntó a los talleristas si
consideraban a Google como una herramienta que estaba atrofiando nuestro
instinto de investigación al facilitarnos las pesquisas. Él no desecha esta
herramienta, pero recuerda que no todo está en los motores de búsqueda, que
hay textos maravillosos que nunca se han subido a internet. Recomendó no
desestimar las búsquedas bibliográficas y hemerográficas.
Lo anterior es resumido en otro punto de su decálogo: “Te preocuparás por
buscar los datos que no salen en Wikipedia. Utilizarás Google, como hacemos
todos hoy, pero tendrás claro que si esa es tu única herramienta para hacer
pesquisas estás perdido. Hay mucha información de calidad que no figura e n
internet: tu reto es encontrarla”.
Aproximación a la historia
3 El relato puede consultarse en http://juanmiguelvillegas.wordpress.com/2010/08/10/nombre-arbol-caido-
ocupacion-oficios-varios/
“La crónica no es un género para periodistas aburguesados, de esos a los que
ya les da pereza recorrer leguas de camino y untarse de barro”. Para Salcedo
Ramos un cronista que no esté dispuesto a viajar en transporte público, seguir
durante largos trayectos a sus personajes y experimentar su faena diaria, no es
apto para el oficio. Al respecto, habló de su crónica “La travesía de Wikdi”4,
publicada en la revista SoHo de Colombia, y que narra la caminata de cinco
horas diarias que un niño debe realizar para ir y volver de su escuela. La única
forma de contar con precisión la historia era dormir en su hogar, despertar, como
él, a las 4:35 de la mañana, emprender la caminata cuando aún no amanece,
recorrer el mismo sendero, entrar a su salón de clases...
“Hemingway decía: ‘La distancia entre el toro y el torero es inversamente
proporcional al dinero que el torero tiene en el banco’. No tengo nada contra tu
cuenta bancaria pero sí contra el hecho de que ya no quieras acercarte a la zona
de candela. La realidad es un toro al que hay que agarrar por los cuernos.”
Una vez que llegas a la zona deseada, se te presenta una realidad cotidiana,
evidente, pero tu trabajo es indagar más allá. “Los hechos y personajes de la
realidad son mucho más de lo que se ve a simple vista. Para el reportero
conformista el balín es un punto final, una pequeña esfera de plomo sobre la
cual ya todo está dicho. No se puede desmenuzar un balín, no se puede entrar
en él. Salvo que aparezca un reportero acucioso, por supuesto. El acucioso hace
rodar el balín, se da mañas para romperlo porque necesita averiguar qué tiene
por dentro.”
Al respecto, Salcedo Ramos citó el libro Messi 5, de Leonardo Faccio. Cuando
escuchas el nombre de uno de los mejores jugadores de futbol, pensarías que el
cronista contará le biografía de un niño bueno que es genial con el balón en sus
pies. Sin embargo, Faccio fue más allá y documentó conflictos como la
enfermedad que le impedía incrementar su estatura, su falta de socialización y
cómo él prefiere estar echado en un sillón, durmiendo, que disfrutando su fama.
Las historias son como un iceberg, en el que, de un vistazo, sólo se ve la
pequeña punta, sin imaginar lo que hay debajo. El periodista debe descubrir
hasta la parte más hundida del bloque de hielo.
“Hemingway nos enseñó que los datos que aparecen publicados en las buenas
historias son una fracción mínima de la investigación que recopiló el autor. La
parte del iceberg que sobresale en el mar –nos recordó– es tan solo un octavo
de lo que mide en total ese témpano de hielo. Los siete octavos restantes están
sumergidos en el agua. No se ven pero son los que sustentan la punta que está
por fuera, a la vista de todo el mundo. Lo que le permite a uno escribir con
solvencia mil palabras es investigar como si fuera a escribir veinticuatro mil. Y no
lo olvides: aquí no basta con saber que bajo el agua están escondidas las siete
4 Disponible en http://www.soho.com.co/zona-cronica/articulo/la-travesia-wikdi/25819
5 Un adelanto del libro se encuentra disponible en http://www.gatopardo.com/ReportajesGP.php?R=144
octavas partes del iceberg: hay que conocerlas.”
Aproximación a los personajes
Alberto Salcedo Ramos está convencido de que el reto principal de un cronista,
cuando se acerca a un personaje extraordinario, es mirarlo a través del ojo
ordinario, y mostrar esa faceta de él; en cambio, cuando se aproxima a un
personaje ordinario, el desafío es encontrarle lo extraordinario. Y esto sólo se
logra al ir más allá, incluso, de la imagen que el entrevistado tiene de sí mismo.
La labor consiste en ponerse en sus zapatos, verlo de cerca hasta que quede
expuesto e intentar comprender lo que es ajeno. Obviamente para lograrlo se
requiere mucho tiempo, incluso meses. La invitación para los talleristas fue
optimizar al máximo las horas de convivencia con los personajes que eligieron.
“Me gusta que los primeros encuentros con los personajes sea n una
conversación entre dos personas que quieren conocerse, que quieren
emprender una aventura, y no el simple interrogatorio de un periodista que se
comporta como un juez que entrevista al acusado”. Paulatinamente la relación
evolucionará y el cronista podrá convertirse en parte del habitat. “El personaje
debe confiar tanto en ti que te verá como parte de su consciencia”.
Mark Kramer –autor norteamericano- dice que el periodista debe convertirse en
parte del paisaje, camuflarse. Alberto considera que eso sólo se logra visitando
muchas veces al sujeto. Esta actitud camaleónica hace que el contador de
historias adopte la maña y el lenguaje en que se mueve, los modos que su
personaje usa para interactuar con su entorno. De esa forma no será percibido
como un intruso.
Salcedo Ramos recomendó explicar a los personajes desde el principio lo que
se busca con ellos; frecuentarlos pero sin fatigarlos. Las primeras veces, los
personajes suelen tener un discurso institucional de sí mismos, les cuesta
trabajo entender que alguien pueda verlos distinto a como ellos se ven. Sin
embargo, uno debe lograr generar confianza, oírlos, dedicarles atención y ser
muy paciente. Es una relación cargada de seducción. Por eso el trabajo del
cronista no consiste en entrevistar sino en convivir. A través de las respuestas
de una entrevista se conoce una parte de la realidad, pero ésta se revela en
amplitud cuando el periodista acompaña al personaje en su vida diaria. Para
ejemplificarlo se leyó “El último bufón de los velorios”6, una crónica de Alberto
publicada en SoHo, en la que sigue en su diario andar a Chivolito, un hombre
que ha pasado los últimos 50 años contando chistes en velorios.
“Gran parte del periodismo que se hace hoy es rehén de las entrevistas. Hablan
los ministros, habla el Papa, habla el cantante de moda, habla el embajador,
habla el director de la oficina de atención de emergencias, habla todo el mundo,
hasta el loro, y los periodistas incluyen en sus titulares la parte de la declaración
6 Disponible en http://www.soho.com.co/zona-cronica/articulo/el-ultimo-bufon--de-velorios/3120
que consideran más impactante. Cuando nadie habla, no hay noticia. Parece
que no hubiera más formas de acercarse a los personajes que a través del
diálogo oral. Yo pregunto, tú respondes, y ya está: pan comido. La crónica es un
género narrativo y, por tanto, va más allá de eso que Alma Guillermoprieto llama
‘el síndrome del entrecomillado’.
Contar historias –decía Robert Louis Stevenson– es escribir sobre gente en
acción. De modo que nuestra indagación trasciende las entrevistas:
acompañamos a los personajes, aprendemos a oírlos incluso cuando no están
respondiendo a nuestras preguntas, procuramos verlos desenvolverse en sus
espacios habituales. En una palabra, intentamos ser testigos de escenas, de
muchas escenas.”
El periodista es como el director del casting de una película, que a veces no se
siente convencido por un personaje y busca hasta que encuentra al sujeto que lo
hará desarrollar la historia que quiere contar. Alberto compartió que en cierta
ocasión le fue encargado por la revista SoHo escribir la historia de un
colombiano común en la costa del Caribe. Se dirigió a la región de La Guajira,
donde le platicaron que había una indígena lesbiana, además de otras historias,
pero ninguna lo atrajo. Invirtió más de la mitad del tiempo que tenía para hacer la
crónica sólo en la búsqueda. Hasta que encontró a Juan Sierra Ipuana, un
anciano de la etnia wayuu, que a simple vista no parecía un personaje
trascendente. Sin embargo, al charlar con él, surgieron las costumbres
ancestrales y actuales de este pueblo 7, y con ello una crónica sólida.
El reportero no debe estar nervioso o impaciente en buscar a los personajes,
pues son ellos quienes ponen nombre a un tema, rostro a una historia. “Puedes
disparar tu arcabuz a lo primero que veas moverse entre los matorrales, y tal vez
resulte ser una sabandija en vez de una liebre”. La búsqueda debe valer la pena
el disparo gastado.
En el personaje elegido debe hallarse un símbolo. Uno puede equivocarse, pero
se la debe jugar por un símbolo. En cuanto se encuentra ese símbolo debe
desarrollarse un punto de vista, una perspectiva, para enfrentar la historia. Para
ilustrar lo anterior se leyó “Los pies de Fataumata” 8, una crónica de Mario Vargas
Llosa publicada en 1999, que analiza el rechazo europeo hacia los inmigrantes
africanos a partir de la agresión racista de un grupo de jóvenes a una mujer de
Gambia en Cataluña. El símbolo que él eligió fueron los pies nudosos e
hinchados de la mujer, que finalmente salvaron su vida. El punto de vista fue la
desidia e indiferencia histórica de la Europa occidental ante las tragedias de los
inmigrantes.
7 El relato está disponible en: http://www.soho.com.co/especial/articulo/como-vive-un-wayuu/2781
8 Crónica disponible en http://www.lanacion.com.ar/147850-los-pies-de-fataumata
El periodismo consiste en entender el drama de un personaje, aunque de alguna
manera contar su historia es también manipular. En algún momento los recursos
tienen algo perverso (involucrarse en su vida privada, por ejemplo), pero están
bajo una causa noble, pues el resultado es un conocimiento valioso para la
sociedad e incluso para el propio personaje.
Datos que iluminen
“Cuando John Hersey escribió sobre Hiroshima 9 nos contó a qué distancia
exacta del epicentro de la explosión de la bomba atómica se encontraba cada
uno de sus personajes. Cuando Juan Villoro vivió el terremoto de 8.8 grados que
devastó Chile 10, nos informó que el sismo modificó el eje de rotación de la tierra
y el día se redujo en 1,26 microsegundos. Cuando Leonardo Faccio escribió
sobre el futbolista Leo Messi 11, nos advirtió que sólo veinticinco países en el
mundo tienen un Producto Interno Bruto mayor que la industria del fútbol. El
contador de historias se tropieza con las mismas cifras del reportero que escribe
la noticia de primera plana, pero va más allá: sus datos, además de informar,
deben sorprender, iluminar los ángulos más inesperados de la realidad”.
Los datos presentados deben ser de calidad y sirven para sostener las
aseveraciones de la crónica. Un buen cronista sabe introducirlos en su texto sin
dejar de narrar. Los datos no están sólo para cumplir con un requisito, están
para reforzar ideas.
Una prolongación de la memoria
Salcedo Ramos considera que la realidad tiene una banda sonora, y la crónica
tiene un compromiso con ella. Por eso, él está a favor del uso de la grabadora,
pues ayuda a recrear con precisión las atmósferas. “Tal vez mientras estaba
haciendo una entrevista no percibí el ruido de una licuadora o los ladridos de un
perro. La grabadora me auxiliará para recrear las escenas. La grabadora es una
prolongación de la memoria”.
III. EL CULO EN LA SILLA
La preponderancia del conflicto
El nervio de las buenas historias son los conflictos. Éstas valen según el
conflicto que tengan. “Conflicto es el obstáculo que se interpone entre nuestro
personaje y lo que quiere, incluso desde las cosas más simples”. Siempre hay
conflictos, y el trabajo del periodista consiste en detectarlos. Lo anterior fue
ejemplificado al comparar a Madonna con Michael Jackson: la envergadura
musical de ambos es incuestionable, quién es mejor es discutible, sin embargo,
9 Un texto sobre la cobertura de Hersey que incluye la introducción de la crónica puede consultarse en
http://elojoenlapaja.blogspot.com/2009/09/hiroshima-de-john-hersey.html
10 Un extracto del libro 8.8: el miedo en el espejo, de Juan Villoro, está disponible en
http://prodavinci.com/2011/05/17/artes/8-8-el-miedo-en-el-espejo-extracto-por-juan-villoro
11 Ver nota al pie 5.
es un hecho que el personaje más atractivo por la variedad y complejidad de
conflictos que tuvo con el mundo y consigo mismo fue Jackson.
Cuando escribamos una historia debemos tener claro que éstas deben ser
surcadas por conflictos claros y distinguibles. Ejemplo de lo anterior es el
documental ‘Los pecados de mi padre’ 12, de Nicolás Entel -que habla de los
hijos de Pablo Escobar-. Comienza con un joven diciendo a la cámara que el
primer recuerdo que tiene de su padre es que lo están buscando los medios y la
policía, y ellos están escondidos, rodeados de montañas de dólares, pero con
hambre, porque no podían conseguir comida. El conflicto es muy claro: a pesar
de tener tanto dinero, les resultaba imposible saciar una necesidad básica.
Al redactar una crónica no hay que demorarse en plantear el conflicto. El inicio
de Crónica de una muerte anunciada es: “El día en que lo iban a matar, Santiago
Nasar se levantó a las 5:30 de la mañana…”. Desde la primeria línea García
Márquez plantea el conflicto que desarrollará en su libro, hace una promesa: en
esta historia alguien morirá. Otro ejemplo citado fue “Ya no será, ya no”, el perfil
de la poeta uruguaya Idea Vilariño 13, escrito por Leila Guerriero. El primer
párrafo es solamente: “¿Quién era usted?”. Las demás líneas, hasta el final, lo
explican a detalle. Para Salcedo Ramos, contar historias significa hacer
promesas y cumplirlas.
Cuando uno va a contar una historia tiene que saber hacia dónde se dirige ésta
desde el primer enunciado. La técnica del maestro para organizar la información
es realizar un croquis o un mapa de la historia, en la que se encuentra resumida
toda la información que ha compilado. Luego determina el posible punto de
partida y de llegada, y lo que habrá en medio de ambos. Finalmente, hace
croquis más pequeños de cada capítulo del texto.
Uso y abuso de la primera persona
¿Se debe incluir el cronista en la historia que cuenta? Para responder a esta
pregunta, Salcedo Ramos cita a Martín Caparrós: “No es lo mismo escribir en
primera persona que sobre la primera persona”. El maestro considera que
cuando lo que vas a contar necesita tu presencia porque ésta contribuye a
enriquecer la información que das al lector, entonces no hay inconvenientes.
Además, tu presencia -adecuadamente fundada- humaniza la historia, porque la
pone a la altura del lector y te convierte en una extensión de él. Siempre será
malo incluirse gratuitamente, pero es encomiable cuando la historia lo solicita.
En el texto ‘El heredero de Fidel’ 14, Jon Lee Anderson describe su experiencia
personal cuando sube al avión de Hugo Chávez y escucha a bordo sus bromas.
Esa escena única no tendría credibilidad si el narrador no se incluyera.
12 Trailer: http://www.youtube.com/watch?v=4NgHJW30Zzw
13 Disponible en http://elmalpensante.com/index.php?doc=display_contenido&id=1648
14 Disponible en inglés en http://www.newyorker.com/reporting/2008/06/23/080623fa_fact_anderson
La falta del yo no es un sinónimo de humildad, incluso no mencionarse podría
ser arrogante, pues de alguna manera es deificarse, querer narrarlo todo “desde
arriba”, desde una posición por encima del personaje y del lector.
“Al cronista lo buscan para relatar ‘su’ historia, no ‘la’ historia”. Esto quiere decir
que el cronista tiene un punto de vista único, es un profesional en el tema, y en
ello radica el valor de su oficio.
La grandeza de los detalles
Las cosas pequeñas pueden convertirse en una catedral si el narrador sabe
encontrar en ellas un universo. En los pequeños detalles está la verdad. Para
ilustrar lo anterior fue leída la crónica ‘El sabor de la muerte’ 15, de Juan Villoro,
donde narra su experiencia en el terremoto que sacudió a Chile en 2010. El
polvo, una naranja que rueda, la piyama que usan los huéspedes, el perro que
se echó a dormir, entre otros, son los detalles que permiten al lector sentirse en
ese lugar y en el tiempo en que transcurrió el movimiento telúrico. Es por ello
que el entorno nunca debe describirse como si fuera un simple adorno, un
paisaje estático. Los elementos están ahí porque conforman la historia y le dan
veracidad.
“Héctor Rojas Herazo –escritor y pintor colombiano– se refería a un colega suyo
sobre los poetas que lo que hacían era joderle la paciencia al crepúsculo”.
Otra experiencia de Salcedo Ramos que ejemplifica lo anterior: “ Una vez fui
enviado a un páramo de alta montaña, a cuatro mil metros sobre el nivel del mar.
Me correspondía hacer una crónica de guerra en montaña. Si yo hubiera dicho
en mi relato que estaba a cuatro mil metros es una simple cifra, pero si digo que
cuando me despertaba en la mañana las palabras se convertían en una nube de
vapor que no me dejaba ver a la gente de enfrente, si digo que no sentía las
orejas, si digo que había un lago que amanecía congelado y los soldados tenían
que golpearlo hasta volverlo líquido para bañarse, entonces logro que el lector
se sienta ahí. Siempre hay que buscar símbolos y detalles que permitan ver todo
el conjunto”.
El tiempo
Un buen contador de historias sabe manejar el tiempo en su relato, haciéndolo
protagonista. Logra que el lector perciba que el tiempo transcurre, y con su
transcurrir hace que las cosas se modifiquen y tengan un peso definitivo. “El cine
es la vida sin los momentos aburridos”, decía Alfred Hitchcock. Del mismo modo
debe ocurrir en una crónica, si uno elige bien lo que va a contar, y lo organiza
temporalmente será amena y eliminará el tedio.
La revisión exhaustiva
15 De dicha crónica provino el libro citado en el pie de nota 10. Puede consultarse en:
http://www.lanacion .com.ar/1240525-el-sabor-de-la-muerte
Tenemos que cuidar la reputación de los periodistas, a través de la veracidad de
lo que narramos. Jon Lee Anderson cuenta que la crónica16 que escribió sobre
Afganistán se postergó tres meses porque la revista The New Yorker decidió
enviar biólogos a dicho país para verificar si ciertas flores que él mencionó se
sembraban ahí. Esta revista también pide a sus reporteros la libreta en la que
hacen sus apuntes y el teléfono de las personas que citan, para llamarlos y
corroborar lo sostenido por el periodista. Debemos entender que la persona
encargada del fact checking es nuestro amigo.
Consejos para escribir
Durante las asesorías en grupo, Salcedo Ramos enunció las siguientes
recomendaciones sobre el proceso de escritura:
“Entre los escritores hay dos tipos, el que habla de la novela y el que
escribe la novela. Hay que poner el culo en la silla”.
El mejor dato no está en la libreta, está en la cabeza del cronista. Cuando
uno se sienta a escribir, el dato más vivo en la memoria es el más
importante, es tan bueno que acude al instante y hay que dejarlo fluir”.
La gracia no está en escribir la historia, sino en reescribirla. En vez de
decepcionarnos al leer la primera versión de nuestro texto, debemos
esforzarnos por mejorarlo o transformarlo cuantas veces sea necesario.
“Uno escribe las crónicas con la punta del lápi z pero también con el
borrador”, dice Salcedo Ramos, y luego cita una frase de Dorothy Parker:
“odio escribir pero amo haber escrito”.
No hay que ponerse poéticos ni sobreactuar nuestra prosa, porque el
lector lo percibe instantáneamente y perdemos credibilidad.
Una vez que el texto fue publicado, el reportero debe desaprender todo lo
aprendido con esa historia. Empezar de nuevo constantemente para
llegar limpio y curioso a la siguiente historia es parte esencial de su labor.
16 Disponible en inglés en http://www.newyorker.com/reporting/2011/05/16/110516fa_fact_anderson
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