INTRODUCCION ACERCA DEL AUTOR Y DE LA EPOCA

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INTRODUCCION ACERCA DEL AUTOR Y DE LA EPOCA
INTRODUCCION ACERCA DEL AUTOR Y DE LA EPOCA
El Autor: Marvin Harris
Marvin Harris es un sociólogo y antropólogo cultural estadounidense, nacido en 1927, que desarrolló el
`materialismo cultural' en antropología y contribuyó a crear una visión más moderna de esta ciencia.
Nacido en Chicago, Illinois, estudió en la Universidad de Columbia de la ciudad de Nueva York. Obtuvo la
licenciatura (1949) y el doctorado (1953) en Letras y ejerció la docencia hasta la década de 1980. En 1981 se
trasladó a la Universidad de Florida, donde desde entonces ha formado a varias generaciones de estudiantes.
Harris realizó trabajos de campo en Brasil, Ecuador, Mozambique y otros países, lugares donde empieza a
desarrollar su enfoque materialista cultural, teoría que destaca los aspectos económicos y tecnológicos de las
sociedades humanas. Mantiene posturas semejantes a las del antropólogo estadounidense Lewis Henry
Morgan, cuya obra sobre la evolución llevó a Friedrich Engels a desarrollar la teoría del materialismo
dialéctico.
Según el materialismo cultural, todas las sociedades están divididas en tres niveles primarios de organización:
infraestructura, estructura y superestructura. La infraestructura corresponde a la producción de bienes y
servicios, así como a la reproducción y mantenimiento de la población; la estructura incluye las relaciones
políticas y locales de cada sociedad; por último, la superestructura consiste en las ideas, valores, creencias,
arte y religión de las sociedades. El materialismo cultural postula que los cambios o innovaciones que se dan
en una cultura se originan en la infraestructura y se reflejan primero en la estructura y después en la
superestructura. Harris perfeccionó los métodos de estudio antropológicos al diferenciar el carácter de la
investigación en emic y etic: el método emic representa las estrategias de la antropología basadas en la visión
propia de una cultura determinada; el método etic representa el enfoque exterior.
A diferencia de otros materialistas, Harris no se interesa por el avance de las culturas, es decir, su
evolucionismo, sino por descifrar el desarrollo de los rasgos culturales específicos de cada sociedad. Sus obras
más destacadas son: Cultura, hombre y naturaleza (1971), Materialismo cultural (1979), Vacas, cerdos,
guerras y brujas (1980), El desarrollo de la teoría antropológica (1982), Nuestra especie (1991) y Muerte,
sexo y fecundidad (1991).
La Época: Finales del siglo XX
Vacas, cerdos, guerras y brujas es un estudio que se termino de escribir en 1980 y que, tras largos años de
investigación, ayudó a comprender como ciertas culturas en esa época dominada por la tecnología podían
vivir de ese modo. En esta época, en la que se encuentra el auge de las comunicaciones y el desarrollo
cultural, es extraño encontrarnos con estos casos, pero los hay. De todas formas, aunque el desarrollo de la
civilización a la que pertenece Harris, hay que recordar que las culturas que estudia pertenecen a la misma
época, y que quizá eso sea lo que hace más interesante el estudio.
RESUMEN Y ANALISIS DE LAS IDEAS PRINCIPALES DEL LIBRO
Prólogo
El libro intenta explicar las causas de estilos de vida aparentemente irracionales e inexplicables, que hasta ese
momento aparecían como enigmas insondables. La posición científica, mantenida en la antropología anterior a
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la publicación de este libro, desalentaba, según Harris, la búsqueda de explicaciones racionales a las diferentes
pautas culturales existentes en el mundo. Partiendo de la suposición de que la vida humana no es producto del
azar simplemente y que los diferentes estilos de vida tienen causas definidas y fácilmente identificables.
Considera además que se debe dar prioridad a las explicaciones prácticas y materiales frente a las espirituales
o mitológicas. Comprendiendo mejor las circunstancias prácticas de cada sociedad pueden identificarse los
factores materiales que inciden, y que muchas veces aparecen disfrazados como mitos y leyendas. Estos mitos
se utilizan para dar una identidad social y un sentimiento de comunidad a la gente y dificultan la superación
de las trabas que crea la cultura sobre la conciencia social.
El desconocimiento del amplio abanico de culturas pasadas y presentes, el miedo ante el envejecimiento y la
muerte y el temor al conflicto provocan que las desigualdades se disfracen o falseen. Mediante estas tres bases
se crea la conciencia onírica colectiva que impide comprender la esencia de la vida social, limitando la
conciencia cotidiana. El autor busca en cambio aportar soluciones, probables o razonables, no dogmas de fe,
pues aunque sean inexactas son un principio hacia la comprensión de las diversas culturas humanas existentes.
La madre Vaca
Desde el punto de vista occidental, el culto a las vacas en la India, se asume como la demostración de que en
Oriente los valores espirituales están por encima de la propia vida. Las vacas simbolizan todo lo vivo,
representan la madre de la vida y matar una vaca, es un sacrilegio.
Algunos informes consideran este credo como uno de los factores principales de la pobreza y el hambre en la
zona, al mermar la eficiencia agrícola. Pero si observamos los datos sobre el ganado vacuno, vemos que
existen muy pocos bueyes, animal que junto con el búfalo de agua, son la principal fuente de tracción para
arar campos. La falta de tracción animal es un grave peligro para las familias campesinas, que pueden perder
sus propiedades. Las vacas cebú paren bueyes, no están especializadas en la fabricación de leche como las
occidentales, aunque la que producen ayuda al sustento de sus dueños. El sistema industrial hindú además
consume muy poca energía en comparación con las modernas agriculturas occidentales. Las vacas
proporcionan estiércol que se utiliza como fertilizante, combustible para cocinar y recubrimiento de suelos. Su
valor es tan alto que existen personas especializadas en su recolección. Son además, animales muy resistentes
a la sequía, ya que disponen de gibas que almacenan la energía y una asombrosa capacidad de recuperación.
El tabú para Harris, sería un producto de la selección natural que combate la tentación de vender o matar las
vacas en las épocas de sequía, pues aunque sobrevivan, las familias luego no podrán arar sus campos. La
supervivencia hasta la vejez de animales inútiles es el precio que se paga por proteger animales útiles en
épocas de penuria. Por otro lado, se consigue un mayor aporte calórico cuando se consumen directamente las
plantas que a través del consumo de animales, y su carne no se desperdicia pues existen castas inferiores que
la consumen, una vez muerta. No existe competencia con el hombre por el alimento, puesto que las vacas
consumen mayoritariamente desperdicios, convirtiendo artículos de poco valor en productos de utilidad
inmediata, como la leche. El mismo Gandhi comprendió que el amor a las vacas tenía consecuencias
diferentes para ricos y pobres, y que iba aparejado a la agricultura en pequeña escala y al sistema tradicional
de vida hindú. El 43% del ganado vacuno hindú se divide entre el 62% de las granjas pobres, que en su
totalidad sólo suponen el 5% de los pastizales de la India. La economía de las familias pobres campesinas
sería la única afectada por su reducción. Existe además una proporción entre vacas y bueyes de 70/100 que es
provocada por la acción humana mediante el sacrificio de becerros hembra, pero siempre de forma indirecta y
no reconocido públicamente. Y esta proporción varía según las zonas y los cultivos, en función
principalmente de la cantidad de agua de regadío disponible, ya que en los arrozales se utiliza el búfalo de
agua y el número de vacas desciende a un 47/100. Lo cual demuestra que el número de vacas se adapta a las
diversas zonas agrícolas. El amor a las vacas ayuda a sobrevivir a los humanos en un ecosistema de bajo
consumo de energía, donde no existe margen para el despilfarro. Así se demuestra que la India utiliza su
ganado vacuno de forma más eficaz que EE.UU., no porque los animales sean más productivos, sino porque
aprovechan todos sus productos.
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Porcofilia y Porcofobia
Este Tema plantea el problema de porque algunos pueblos aborrecen el mismo animal que otros aman. El
cerdo es una abominación para judíos y musulmanes, mientras que el centro del amor a los cerdos se
encuentra en Nueva Guinea y las islas melanesias. El problema porcófobo se ha estudiado desde la antigüedad
y mientras en el Renacimiento se decía que se debía a que era un animal sucio, posteriormente, en el siglo
XVIII, Moisés Maimónides creía que era una medida de salud pública. Harris, en cambio, considera que el
Corán y la Biblia prohibieron su cría porque era una amenaza a la integridad de los ecosistemas naturales y
culturales de Oriente Medio.
Los hebreos eran pastores nómadas que vivían de rebaños de cabras, ovejas y vacuno. La prohibición es una
estrategia ecológica acertada, pues la cría de cerdos en hábitats áridos es una amenaza, al tratarse de zonas
deforestadas donde los rumiantes se adaptan mejor. El cerdo es un animal oriundo de las zonas de bosque y
riberas umbrosas. Además es un competidor alimenticio con el hombre, es difícil desplazarlo a largas
distancias y está poco adaptado termodinámicamente, pues su sistema de regulación de la temperatura
corporal es ineficaz. En las zonas muy calurosas depende del efecto refrescante de sus excrementos y se
convierte en un animal sucio. En Oriente Medio, la carne de cerdo se consideraba un artículo de lujo. Y
cuando mayor es la tentación, mayor es la necesidad de una prohibición divina, pues una cría a pequeña escala
era una tentación y a gran escala, era imposible. Pero los tabúes además de tener explicaciones ecológicas,
también cumplen la función social de dotar a una comunidad de signos distintivos. Actualmente esta es su
función, no suponiendo ningún perjuicio grave para esta comunidad y permitiéndole distinguirse del resto de
la humanidad.
El amor a los cerdos, en cambio, es un estado de comunidad total entre el hombre y el cerdo. Estos se crían
como miembros de la familia, duermen con ellos, lloran por ellos cuando están enfermos y les dan los mejores
bocados. Pero incluye además el sacrificio obligatorio de los cerdos y su consumo en una ceremonia especial.
El clímax de este amor es la incorporación de la carne de cerdo a la carne del anfitrión humano y del espíritu
del cerdo, al espíritu de los antepasados, durante el gran festín que se celebra una o dos veces por generación,
en el que se consumen todos los cerdos.
Este gran festín se celebra cada doce años, aproximadamente, entre los Maring, un grupo tribal amante de los
cerdos que habita en la Cordillera Bismarck de Nueva Guinea y que fue estudiado por el antropólogo R.
Rappaport. El kaiko dura aproximadamente un año y a los dos o tres meses de acabar se entabla un combate
armado con los clanes vecinos enemigos. Los cerdos que quedaban se consumen durante la lucha, y los
grupos se ven obligados a cesar la guerra cuando no disponen de más cerdos para ganarse el favor de los
antepasados. El combate cesa y los beligerantes van a plantar un pequeño árbol, el rumbim, en un ritual en el
que participan todos los varones poniendo sus manos en él, mientras el mago asegura a los antepasados que
mientras siga en pie el rumbim no se volverá a reiniciar la guerra. Ahora los esfuerzos vuelven a dirigirse a
criar cerdos para celebrar un gran kaiko, arrancar posteriormente el rumbim y reiniciar las hostilidades.
Este ciclo se inserta dentro de un complejo ecosistema autorregulado que ajusta el tamaño de la población
animal y humana según los recursos disponibles. La decisión de cuando hay suficientes cerdos es crucial,
aunque no existe un número exacto de años. La cría de cerdos y el cultivo depende principalmente de las
mujeres, y la presión para aumentar el número de la piara lo más rápidamente posible, recae sobre un sistema
de cultivo tradicional de tala y quema. Los nuevos huertos, necesarios para alimentar a una población humana
y animal creciente, exigen más esfuerzo al situarse más alejados de las viviendas y tener un mayor tamaño.
Además los cerdos adultos empiezan a invadir los huertos produciendo enfrentamientos entre los vecinos. Las
casas se dispersan para estar más cerca de los huertos, disminuyendo la seguridad y provocando un mayor
nerviosismo en la población. Pronto empieza a haber discusiones entre maridos y mujeres y los hombres se
preguntan si no habrá suficientes cerdos. Entonces inspeccionan el rumbim, y finalmente deciden que hay
suficientes cerdos para iniciar el festín. Gran parte de la carne se distribuirá entre los parientes y aliados
militares, ya que el kaiko se utiliza para recompensar a los aliados y ganarse su lealtad.
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El ansia de carne de cerdo es perfectamente racional teniendo en cuenta la escasez de carne en la dieta de los
Maring y la cría de cerdos está bien fundada en la ecología de la zona, ya que la temperatura y la humedad son
ideales. Pero un crecimiento ilimitado de la piara podría comportar una situación de competencia alimenticia
entre el hombre y el cerdo. Cuando las mujeres Maring empiezan a trabajar para alimentar a los cerdos y no a
las personas, y la eficiencia agrícola cae, es hora de celebrar un kaiko. Imponer un número límite al número de
cerdos sólo sería posible con un tipo de agricultura diferente. El momento en que ya existen suficientes cerdos
es impredecible, ya que depende de variables que cambian cada año: la población, la dimensión del territorio,
el bosque secundario disponible y la situación e intenciones de los grupos enemigos. Para dar satisfacción a
los antepasados se debe hacer un esfuerzo máximo, esto provoca por un lado que aumente la ingestión de
proteínas mejorando la salud de la población y garantiza el consumo de proteínas y grasas en los meses que
preceden a la guerra, siendo además una forma de conseguir aliados. Los Maring son conscientes de la
relación entre el éxito en la cría de cerdos y el poderío militar y el sistema entero produce una distribución
eficiente de plantas animales y hombres en la región.
La guerra primitiva
Para Harris, la guerra primitiva se funda en una causa practica, aún cuando sus participantes la desconozcan y
actúen movidos por motivaciones emocionales. Los pueblos primitivos emprenden la lucha cuando carecen de
alternativas mejores a problemas concretos. Los Maring, por ejemplo, la atribuyen a la venganza de actos
violentos, como ocurre en muchos otros pueblos.
La presión demográfica se produce, según Harris, cuando la población empieza a acercarse al punto de
deficiencias calóricas o cuando empieza a crecer y consumir a un ritmo que degradará la capacidad del medio
ambiente. La población estaría llegando al llamado límite de sustentación del hábitat. La mayoría de
sociedades primitivas poseen mecanismos de regulación de la capacidad de sustentación, reduciendo la
población, la producción y el consumo. Los grupos que crearon este tipo de mecanismos sobrevivirían mejor,
y la guerra es uno de estos mecanismos que ayudan a mantener el equilibrio ecológico de las poblaciones
humanas. No sucede lo mismo con la guerra moderna, aclara el autor.
La guerra estalla en el momento en que la producción y el consumo se hallan en auge. Lo importante no es el
efecto de regulación de la guerra sobre un grupo en concreto, sino sobre el total de la población de la región.
Y no se produce por las bajas habidas en combate, ya que los beligerantes son los hombres y sus muertes
apenas afectan al potencial reproductivo. Los Maring, como muchos grupos primitivos, practican la poliginia,
muchos hombres tienen varias esposas, y las mujeres desarrollan la mayoría de tareas hortícolas. En realidad,
la guerra conserva el sistema Maring a través de dos consecuencias más indirectas: los huertos son
abandonados antes de alcanzar el techo de su productividad y se incrementa la mortalidad infantil femenina.
El abandono temporal de los huertos permite mantener la capacidad de sustentación de la región, pues zonas
cultivadas intensivamente quedan en barbecho mientras que se ponen en cultivo nuevas áreas. En el sistema
de tala y quema la explotación continuada de una zona, supone una amenaza a la capacidad de recuperación
del bosque. Entre los Maring, la deforestación es pequeña y el período necesario para la recuperación del
bosque, diez o doce años, coincide perfectamente con los años que transcurren entre festivales, esto para
Harris no es una simple coincidencia. Y por tanto la respuesta a cuando hay suficientes cerdos sería cuando el
bosque ha vuelto a crecer en el área de los antiguos huertos. Puesto que un cerdo adulto consume lo mismo
que un hombre adulto, su sacrificio reduce el sacrificio de hombres.
Por otro lado, el combate intensivo favorece la cría de niños en vez de niñas, ya que el número de varones
adultos marcará el potencial de la comunidad frente al enemigo. En los pueblos primitivos existe una
desproporción de 150:100 entre niños y niñas en edad infantil y juvenil, aunque en edad adulta se igualan, por
la mayor mortalidad masculina. Muchos grupos primitivos practican el infanticidio femenino manifiesto, y
sobre todo encubierto. Teniendo en cuenta que las mujeres son más valiosas, en términos biológicos, este
hecho sólo se entiende teniendo en cuenta que la guerra invierte el valor de la aportación de hombres y
mujeres. La guerra obliga a maximizar el número de varones. El autor cree que la guerra es el mejor método
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para regular la población, puesto que en los pueblos primitivos, los métodos anticonceptivos no existen y el
aborto provoca la muerte de gran parte de las mujeres que lo practican. La forma más sencilla de ejercer este
control es sobre los bebés, por la facilidad, la poca inversión social realizada y porque los lazos emocionales
son menores.
La guerra es el precio pagado por las sociedades primitivas por criar hijos cuando no se pueden permitir crear
hijas. Y la guerra, a lo largo de la historia, ha sido una estrategia de adaptación vinculada a condiciones
tecnológicas, demográficas y ecológicas específicas y no el resultado del carácter agresivo del ser humano
como se ha venido postulando.
El macho salvaje
El infanticidio femenino, practicado por la mayoría de sociedades primitivas, es una demostración de la
supremacía del varón. La principal forma de adaptación humana es la cultural, no la biológica, por lo cual en
la especie humana las diferencias físicas no son significativas. En las sociedades humanas, el dominio sexual
depende del control de la tecnología de la defensa y la agresión. Las mujeres controlan la crianza, y a través
de ella pueden modificar cualquier estilo de vida que las amenace. Pero este control sólo pueden ejercerlo
sobre los varones de su propio grupo, no con el enemigo, por este motivo las mujeres se ven obligadas a criar
varones feroces en contextos de guerras continuas. Este fenómeno se conoce como amplificación de la
desviación, cuanto más feroces son los varones, más guerras se producen, y más se necesitan varones feroces.
A la vez aumenta la agresividad sexual, la explotación de las mujeres y la poliginia. La poliginia provoca un
déficit de mujeres, aumenta el nivel de frustración de los hombres jóvenes y potencia los motivos para ir a la
guerra. Llevado al clímax las mujeres son despreciadas y matadas en la infancia y se emprenden guerras para
capturar mujeres y poder criar hombres agresivos.
Un ejemplo de este estilo de vida serían los indios Yanomamo que habitan en la frontera entre Brasil y
Venezuela. Esta es una de las sociedades más agresiva, belicosa y orientada hacia el hombre que existen en el
mundo. Tanto los varones como las hembras adultas tienen el cuerpo recubierto de cicatrices y magulladuras,
en las mujeres provocadas en la mayoría de casos por las agresiones de sus maridos. Todos los hombres
abusan físicamente de sus mujeres e incluso pueden llegar a matarlas. Muchas veces se desencadena violencia
contra las mujeres sin que medie provocación y, frecuentemente, son chivos expiatorios de los conflictos entre
hombres. Esta violencia está relacionada con la necesidad de los hombres Yanomamo de demostrar que son
capaces de matar. Los varones detentan también el monopolio de las drogas alucinógenas, que les
proporcionan visiones sobrenaturales y les ayudan a superar el miedo y el dolor ante los constantes
enfrentamientos, no sólo entre grupos, sino entre miembros del mismo clan, e, incluso, entre padres y hijos.
Los Yanomamo justifican el machismo con mitos de la creación mientras las mujeres son tomadas como
víctimas desde pequeñas, cuando no pueden devolver los golpes a su hermano. En el matrimonio, las mujeres
son intercambiadas y esperan ser maltratadas por sus maridos, midiendo su estatus por la frecuencia de las
palizas. El síndrome machista se refleja también en los duelos entre dos varones que intentan herirse,
mediante diferentes métodos, hasta el límite de la resistencia. Los Yanomamo están orgullosos de los
recuerdos de estos duelos. La guerra es la expresión última de su estilo de vida. No existe ninguna forma de
establecer treguas duraderas aunque se consolidan alianzas con las aldeas vecinas perturbadas por la eterna
desconfianza, los rumores maliciosos y las traiciones constantes. El objetivo en la guerra es matar el mayor
número de hombres y capturar tantas mujeres enemigas como se pueda. Las incursiones son incesantes.
A pesar de que aparentemente las luchas son provocadas por la falta de mujeres, los Yanomamo practican el
infanticidio femenino, aunque no parece existir ninguna presión demográfica. Practican una agricultura de tala
y quema en continuo movimiento, ya que hasta hace relativamente poco eran cazadores y recolectores
nómadas. Según Harris, debieron empezar a experimentar con cultivos de banana y con el incremento de las
calorías, se produjo un incremento de la población. Pero esta alimentación es deficitaria en proteínas y lo
compensan cazando pequeños animales.
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Según Harris, las continuas luchas tienen su origen en la falta de proteínas, pues los Yanomamo se han
comido los animales del bosque y conseguir caza es cada vez más difícil. El hambre de carne parece ser un
tema central en sus canciones y su poesía. Las expediciones para conseguir caza deben alejarse cada vez más,
y cruzar aldeas vecinas, con lo cual varias aldeas entran en competencia por un bien escaso. Ante esta
situación de falta de proteínas en la dieta, a las mujeres les interesa criar un mayor número de varones, puesto
que estos son los que aportan las proteínas, mediante la práctica de la caza, y no provocaran un crecimiento
demográfico insostenible para su hábitat. Las mujeres son la recompensa que obtienen los hombres
Yanomamo por desarrollar personalidades belicosas.
El Potlatch
Ciertos pueblos ansían la aprobación social, es el llamado impulso de prestigio. La competencia por el
prestigio es tan feroz que parece un fin en sí misma. A principios de siglo, los científicos quedaron
asombrados al descubrir tribus que practicaban un consumo y un despilfarro sin igual. El caso más extraño era
el de los amerindios del Sur de Alaska, Columbia Británica y el Estado de Washington, quienes practicaban el
potlatch, cuyo objetivo es donar o destruir más riqueza que el rival. El autor frente a la tendencia a
considerarlo como un ritual megalómano lo considera fruto de unas condiciones económicas y ecológicas
concretas.
Los indios Kwakiutl vivían en aldeas de casas de madera, próximas a la costa y en medio de bosques de
lluvias de cedros y abetos. Pescaban y cazaban en los fiordos y destacaban sus aldeas clavando troncos de
árboles esculpidos en la playa. Pero sus jefes siempre estaban inseguros de su estatus, y para validar y
consolidar sus derechos a encabezar el grupo, se celebraba el potlatch ofrecido por el jefe y sus seguidores en
honor de otro jefe rival. Su fin era mostrar que el jefe anfitrión tenía realmente derecho a su situación
privilegiada en la comunidad y era más magnánimo que su huésped mediante la donación, al jefe rival y sus
seguidores, de una gran cantidad de regalos valiosos. Los huéspedes menospreciaban lo que recibían, y
prometían dar un potlatch a cambio que repartiría aún más regalos.
Los preparativos exigían acumular pescado seco y fresco, aceite de pescado, bayas, pieles, mantas y otros
objetos de valor que se ordenaban en montones ordenados, mientras el anfitrión se jactaba de lo que iba a
donar. Los huéspedes volvían con sus regalos prometiendo desquitarse. El potlatch, por tanto, generaba un
flujo incesante de prestigio y objetos de valor entre las diversas aldeas. Según Harris, el potlatch es un festín
competitivo, un mecanismo casi universal para asegurar la producción y distribución de riqueza entre pueblos
que aún no han desarrollado una clase dirigente.
En Melanesia y Nueva guinea se pueden observar estos festines en sus inicios, allí encontramos a los llamados
grandes hombres que deben su reconocimiento al gran número de festines que cada uno ha patrocinado
durante su vida. Para llegar a ese nivel se debe realizar un esfuerzo intensivo para acumular riqueza. El joven
que desea alcanzar este estatus empieza por aumentar el huerto que trabajan su mujer e hijos, pide ayuda a sus
amigos para pescar y aumenta su piara de cerdos, los vecinos si presienten que va a ser un gran hombre, le
ayudan para que se acuerde de ellos cuando llegue el momento. Durante el festín se reparten los bienes
acumulados entre los aliados y el jefe se queda sólo con los restos. Pero esta tarea no conoce descanso, el gran
hombre está siempre desarrollando los planes y preparativos de un nuevo festín, mientras son los que menos
consumen pues su recompensa es el prestigio. Como consecuencia de su anhelo de prestigio hay más gente
que trabaja y aumenta la producción en la zona, mientras que la donación cumple la función de impedir que la
fuerza de trabajo retroceda a niveles de productividad que no ofrecen margen de seguridad ante la crisis y
sirve, además, para crear una extensa red de expectativas económicas. Actuado como compensador de las
fluctuaciones productivas anuales entre las diferentes zonas.
Todos estos puntos también se aplican a los kwakiutl. El potlatch actuaba como transmisor de riqueza de las
zonas más ricas a las más pobres. Esto paso desapercibido a los primeros antropólogos que estudiaron a este
pueblo, porque era ya una cultura en vías de desaparición que había visto reducirse su población de forma
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drástica mientras las riquezas aumentaban extraordinariamente con la llegada de los europeos. El potlatch,
perdiendo su sentido original, se había convertido en la forma de atraer seguidores a los poblados
semidesiertos.
Esta forma de intercambio producida por los grandes hombres y por el potlatch se conoce como redistribución
y consiste en reunir los esfuerzos productivos de mucha gente para luego redistribuirlos de forma diferente.
Pero mientras los grandes hombres se quedaban las migas no ocurría lo mismo con los jefes de los potlatchs,
estos dejaban el trabajo duro para sus seguidores. Para Harris, el siguiente paso, en la evolución social, serían
los reyes hereditarios que no realizaban ningún trabajo básico y que guardaban para sí lo mejor. Y antes de los
grande jefes, encontraríamos sistemas totalmente igualitarios en los cuales desaparece toda ostentación
competitiva. En este tipo de sociedades, predomina el intercambio en forma de reciprocidad, un intercambio
económico entre dos individuos en el que ninguno especifica claramente qué desea ni cuándo. Pero no es un
puro regalo, subyace una expectativa de devolución. En sociedades realmente igualitarias, es de mala
educación dar las gracias, ya que o significa que detrás del regalo hay un cálculo o que causa sorpresa la
generosidad. El regalo es algo habitual y natural.
La reciprocidad es una forma de intercambio económico adaptada a condiciones en que un esfuerzo
productivo extra tendría un efecto negativo como son los pueblos cazadores y recolectores que dependen del
estado de su hábitat para sobrevivir. La donación de festines aparece cuando es posible aumentar el esfuerzo
productivo sin infligir daños a la capacidad de sustentación del hábitat. Y esto se alcanzó cuando los animales
y plantas se domesticaron, pues un mayor esfuerzo supone un aumento de la producción. El único problema es
que la gente sólo trabaja lo justo y por ello surgió la redistribución. Prácticamente todos los cazadores y
recolectores con sistemas sociales basados en la reciprocidad, fueron destruidos o desplazados a zonas
apartadas, por sociedades más poderosas y populosas, que aumentaban la producción y se organizaban
jerárquicamente.
El cargo Fantasma
La espera de barcos y aviones que traen antepasados y cargo comenzó hace mucho tiempo en Nueva Guinea y
las islas del Pacífico. En los cultos más antiguos, los pueblos de la costa esperaban la llegada de una gran
canoa, después fueron barcos de vela y en la actualidad casas volantes. El mismo cargo se ha modernizado,
antes eran cerillas o instrumentos de acero, ahora son fábricas y acerías enteras. Los nativos, en realidad,
esperan una mejoría global de su nivel de vida, el inicio de una época nueva donde el hombre blanco será
expulsado o sometido y el trabajo abolido. Es el inicio del cielo en la tierra. Los profetas del cargo insisten en
que la riqueza se crea en algún lejano lugar mediante medios sobrenaturales. El proceso se inició con la
llegada de los europeos, haciendo regalos a los nativos y manteniendo su credibilidad y legitimidad sólo
seguían donando regalos. Para los nativos de Nueva Guinea, no hay nada peor que un gran hombre tacaño.
Cree Harris que el cargo era el precio de la lucha por los recursos naturales y humanos de un continente
insular, como otros pueblos que se ven amenazados por invasores, los nativos intentaban obligar a los
europeos a regresar a sus casas. Estaba condenado al fracaso porque las fuerzas eran muy desiguales, los
nativos carecían de armas modernas y vivían en aldeas muy fragmentadas incapaces de unirse contra el
enemigo. Viendo que ese no era el camino acertado, trataron de manipular y controlar al enemigo acercándose
a sus creencias y empezó una etapa de conversión al cristianismo y respeto a las leyes impuestas. Pero los
nativos insistían en que los europeos debían redistribuir la riqueza e interpretaban el cristianismo a su manera.
No se trataba de que no comprendieran los principios del sistema, como creían los europeos, sino de que eran
inaceptables para ellos, pues podían ver que los grandes hombres no trabajaban mientras que para ellos
adaptarse al sistema significaba trabajar a cambio de una miseria. Los nativos creían que tenían derecho a esa
riqueza que veían pero que no disfrutaban, puesto que la producían trabajando para el hombre blanco, y ese
era el secreto que encerraba el cargo.
El Mesías
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Los cultos cargo tienen una gran semejanza con las primitivos creencias cristianas, en las que Jesús también
predijo la caída de los impíos, la justicia para los pobres, el final de la miseria y del sufrimiento, la reunión
con los muertos y un reino divino nuevo. Pero los diversos cultos cargo buscaban el derrocamiento de un
orden político establecido y la creación de un nuevo reino en un lugar concreto. El reino de Jesús no era de
este mundo.
El cristianismo surgió primero entre los judíos palestinos que creían en la venida de un salvador llamado
Mesías. Los primeros seguidores de Jesús creyeron que él era el Mesías. Todos los pueblos primitivos creían
que las batallas se ganaban con ayuda divina. David, el creador del primer imperio judío, creía que tenía una
relación divina con Yahvé y era llamado Mesías por el pueblo. Por tanto, puede que en su origen esta palabra
se refiriera a las personas que poseían santidad o poder sagrado. Su historia de ascensión desde un nacimiento
humilde y su elevación a través de la carrera militar eran el ideal de la figura militar−mesiánica judía. Yahvé
había prometido que el reino de David perduraría, pero se desmoronó poco después de la muerte de David. El
lugar escogido para el desarrollo de este gran imperio, constituía un pasillo militar que recorrían los grande
ejércitos de la antigüedad de los egipcios a los romanos pasando por babilonios, sirios, persas y griegos. El
gran misterio era porque no se había cumplido la promesa de Dios y su pueblo había sido esclavizado y
sometido repetidas veces. La respuesta fue que los judíos tampoco habían cumplido su promesa, al violar las
leyes sagradas y practicar ritos impuros. Cuando estos borraran sus pecados, serían perdonados y un nuevo
Príncipe vendría a vengar a su pueblo y construiría un imperio eterno.
Estas profecías se realizaron en el contexto de verdaderas guerras de liberación, contra un sistema colonialista
explotador, llevadas a cabo por Mesías militares que tenían el apoyo popular. Durante el período del imperio
romano fue el estilo de vida predominante en la zona de Palestina. El pueblo quería ver restablecido al Mesías,
porque creía que acabaría con la explotación económica y social y castigaría a sacerdotes y terratenientes. Al
principio los guerrilleros eran considerados meros ladrones o bandidos, lestai, pero posteriormente se les
aplicó el término de zelotes, que indicaba su celo por la ley judía. Estos creían que con la ayuda del Mesías
conseguirían el derrocamiento del imperio romano y entre los años 40 a. C. y 73 d. C. hubo como mínimo
cinco líderes mesiánicos judíos, sin incluir a Jesús ni a Juan Bautista.
El estilo de vida militar mesiánico constituyó un fracaso adaptativo, para Harris, pues no consiguió restaurar
el reino de David y provocó la pérdida de la integridad del Estado judío. La revolución contra Roma fue
provocada por las desigualdades del colonialismo, y la guerra se emprendió por razones prácticas y mundanas
aunque públicamente se primaran las religiosas. La revolución significa que una población explotada debe
tomar medidas desesperadas frente a las grandes dificultades que supondrá derrocar a sus opresores. La
alternativa es tan detestable que hace que valga la pena correr riesgos. El Mesías pacífico aparece como un
hecho inexplicable, dada la fuerte penetración social que detentaba la figura del Mesías vengador. Su
aparición en el tiempo parece equivocada.
El secreto del Príncipe de la Paz
El momento, pues, no parece el más propicio, pero no es posible un error de cuarenta años en la cronología
convencional, aunque si podemos estar equivocados sobre el contenido de sus enseñanzas. La solución sería
que Jesús no era tan pacífico como se suele creer y que sus enseñanzas no suponían una ruptura con la
tradición judía. Es posible que la transformación se diera después de la caída de Jerusalén, cuando los
cristianos judíos se desprendieran de los componentes político−militares originales. La continuidad de sus
enseñanzas con la tradición viene apoyada por su relación con Juan el Bautista, que corresponde claramente al
prototipo de hombre santo errante.
Los manuscritos de Quamran hacen difícil separar las doctrinas de Juan el Bautista de la tradición
militar−mesiánica judía. La semejanza con Jesús era enorme. Cuando la popularidad de Jesús creció, inició su
predicación en Jerusalén, era el Mesías de una pequeña nación y su príncipe de la guerra aparentemente
inofensivo, descendiente de David. Al menos dos de sus discípulos tenían apodos que los vinculaban con los
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combatientes: Simón, el zelote y Judas, Iscariote (muy similar a sicarri, como se conocía a los homicidas del
puñal que asesinaban a romanos y colaboracionistas). Otros dos tenían apodos militares, y en los evangelios se
indica que otros discípulos llevaban espadas y opusieron resistencia armada a la detención de Jesús.
Observamos por tanto que la conciencia de estilo de vida de Jesús y su círculo no era la de un Mesías pacífico.
La teoría de Harris es que, los escritores de los Evangelios cambiaron el equilibrio hacía la figura de un
Mesías pacífico. Otro hecho que llama la atención es que junto a Jesús fueron crucificados dos lestai o
bandidos zelotes, pudiendo tratarse de una demostración romana del tipo de tratamiento que todos los que se
opongan al dominio recibirán. Además, los discípulos se mantienen alejados durante la crucifixión, pues no
pueden creer que un Mesías permitiera ser crucificado. Sólo después de la desaparición de su cuerpo de la
tumba se comprendió, y algunos discípulos empezaron a tener visiones. Así se dijo que la muerte de Jesús
demostraba que Dios daba otra oportunidad a los judíos. Jesús volvería si la gente se arrepentía de sus dudas y
pedía perdón a Dios. Pero esto no cambio el tipo de Mesías que se seguía esperando.
La figura del Mesías pacífico no se perfeccionaría hasta más tarde, cuando Pablo sentó las bases para el culto
pacifista como consecuencia de la infructuosa guerra contra Roma. Pablo predicaba entre los millones de
judíos exiliados que vivían por todo el imperio romano. Se produjeron enfrentamientos con la comunidad de
Jerusalén, que creía que Pablo beneficiaba a los no judíos y infringía las leyes del señor. Pero hacia el año 70
d. C. la madre iglesia de Jerusalén había perdido su predominio y las condiciones adecuadas para que se
propagara el culto de un Mesías pacífico estaban asentadas. El reino cristiano de Dios, no era de este mundo y
la salvación se encontraba en la vida eterna tras la muerte. Los romanos quedaban absueltos de la culpa de su
muerte que recaía en los judíos. El cristianismo era la religión de los grupos étnicos desplazados pero no de
los campesinos romanos. Con la conversión de Constantino y del imperio romano el Mesías romano presidiría
la muerte de millones de soldados cristianos y de sus enemigos.
Escobas y Aquelarres
Unas 500.000 personas fueran declaradas culpables de brujería y murieron en la hoguera entre los siglos XV y
XVII en Europa. En primer lugar, se plantea el problema de porque alguien debería creer en brujas que
volaban por los aires y, en segundo lugar, porque esta noción llegó a ser tan popular durante los siglos XVI y
XVII. Aunque existe un gran número de confesiones, estas se obtenían mediante tortura, obligando además a
confesar el nombre de otras personas presentes en el aquelarre. Como recompensa por su cooperación las
brujas podían aspirar a ser estranguladas antes de la hoguera. Toda confesión arrancada bajo tortura tenía que
ser confirmada antes de que se dictara sentencia.
Prácticamente todas las sociedades del mundo tienen algún concepto sobre la brujería, pero el caso europeo
fue más feroz, duró más y causo más víctimas que cualquier otro. Incluso en Europa sólo se empleó la tortura
después del año 1480. Antes del año 1000, nadie era ejecutado si algún vecino decía haberle visto con un
diablo, aunque las gentes se acusaban entre sí y existía mucha especulación. Pero las autoridades estaban poco
interesadas en realizar un caza sistemática de brujas. En un principio la iglesia negaba la existencia de brujas
que volaban, después de 1480 se prohibió creer que no ocurría.
La iglesia autorizó por primera vez el empleo de la tortura contra las asociaciones eclesiásticas ilícitas como
los cátaros. Para combatir estos movimientos subversivos la iglesia creó la inquisición, un poder paramilitar
encargado de vigilar la herejía. La brujería seguía siendo un crimen pero no una elegía, aunque con el paso del
tiempo los inquisidores se preocuparon cada vez más por la brujería. Alegaban que se había desarrollado un
tipo de bruja que podía volar. En 1488 Roma autorizó a los inquisidores a actuar contra las brujas. La brujería
era acusada de provocar todas las desgracias inimaginables, muerte de niños, enfermedades, esterilidad, locura
Se ha demostrado que las brujas europeas se asociaban con el empleo de ungüentos mágicos. Los sujetos
caían en un profundo sueño y al despertar decían que habían estado en un largo viaje. Se cree que el
alucinógeno activo en los ungüentos era la atropina, un poderoso alcaloide que produce la mandrágora, el
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beleño y la belladona. El rasgo más destacable de la atropina es que se absorbe a través de la piel. La mayor
parte de los aquelarres verdaderos explicaban experiencias alucinógenas mediante la aplicación previa del
ungüento. Pero persiste el enigma de porque tuvieron que morir 500.000 personas por crímenes cometidos en
los sueños de otra persona.
La gran locura de las brujas
Los levantamientos de índole militar−mesiánica eran tan corrientes en la Europa de los siglos XIII al XVII
como lo habían sido en Palestina. Los brotes de fervor se dirigían contra el monopolio de la riqueza y el poder
que regentaban las clases gobernantes. Para Harris, la locura de la brujería fue creada y sostenida por las
clases gobernantes como medio de suprimir esta ola de mesianismo cristiano. No es casualidad que la brujería
empezara su auge coincidiendo con molestas protestas mesiánicas contra las injusticias sociales y económicas.
El ocaso del feudalismo y el nacimiento de las monarquías nacionales fuertes fue un periodo de gran tensión
para el pueblo europeo. El desarrollo económico obligó a cambiar el modo de hacer de los burgueses con
respecto a sus subordinados, dejando a un lado el sistema paternalista para pasar a otro donde primaba la
optimización de recursos. El principal teórico del mesianismo de la Europa occidental fue Joaquín de Fiore,
cuyo sistema profético ha sido calificado por el historiador Norman Cohn como el más influyente de los
conocidos en Europa hasta la aparición del marxismo.
La interacción entre los intereses esencialmente conservadores, pero enfrentados, de la iglesia y el Estado, y la
amenaza de una revolución radical de las clases bajas acercaron a Europa cada vez más a la Reforma
protestante. Se puede observar como se realizó este proceso con el movimiento de los husitas de la bohemia
del siglo XV.
¿Hay una explicación práctica del desarrollo paralelo de la protesta social mesiánica y la locura de la
brujería?. Un punto de vista convencional consiste en que la propia brujería constituía una forma de protesta
social. Según el profesor Jeffrey Burton Russell, experto en la historia de la disensión medieval, la brujería, el
misticismo, los flagelantes y la herejía popular corresponden todos a la misma categoría. Pues constituyen
formas de rechazo, en mayor o menor medida de la estructura institucional dominante, pues esta se considera
injusta y opresiva para las clases populares. No está de acuerdo el autor con esta teoría.
Para comprender la locura de las brujas en la Europa moderna, dice Harris, debemos estar dispuestos a
identificar una especie de realidad que es al propio tiempo distinta y opuesta a la conciencia de estilo de vida
de las brujas y de los inquisidores. Según el profesor Russell, bastaba con que el clero y la nobleza creyeran
que la brujería era peligrosa y subversiva. La manera de comprender la causa de la manía de las brujas es
examinar sus resultados terrenales en lugar de sus intenciones celestiales. El resultado principal del sistema de
caza de brujas consistió en que los pobres llegaron a creer que eran víctimas de brujas y diablos en vez de
príncipes y papas. De esta forma se desvió la atención de la mayoría de la población hacia otros asuntos
dejando a los poderosos que ejercieran libremente su dominio. Es más, gracias a ellos se estaba persiguiendo y
controlando la brujería para bien de ese pueblo, que a cambio debía sentirse agradecido y someterse
tranquilamente a las demandas de la Iglesia y de su señor.
Para Harris, se trató por tanto de un hecho deliberado, que no buscaba sino provocar un temor en la población
y un recelo hacia los demás que por un lado impidiera su asociación contra los poderes institucionales y de
otro, les dotara de una posición dominante. Un dominio que ya no se ejercía mediante la imposición o el
temor al señor o al cura, sino a través de la protección que brindaban frente a los poderes invisibles pero
omnipresentes de la brujería. O frente al temor de ser señalados como parte de ese ejército de brujos que
sobrevolaban Europa con sus escobas.
El retorno de las brujas
El retorno de las brujas no es un simple capricho inescrutable. La moderna reaparición de la brujería tiene
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puntos claros de similitud con la locura medieval. Hay muchas e importantes diferencias. Se admira a la bruja
moderna mientras se teme a la bruja de antaño. Nadie en la contracultura quiere quemar a otro por creer o no
creer en las brujas.
Como su predecesor medieval, nuestra manía actual de las brujas embota y confunde a las fuerzas de la
disensión. Como el resto de la contracultura, pospone el desarrollo de un conjunto racional de compromisos
políticos. Y ésta es la razón por la que es tan popular entre los grupos más opulentos de nuestra población.
Permite que la gente en general vuelva a creer en fuerzas sobrenaturales que rigen nuestras vidas y que nos
impiden centrarnos en los aspectos materiales y racionales de nuestra vida. Ésta es la razón por la que ha
vuelto la bruja.
ANALISIS, CRITICA Y SIGNIFICADO FILOSOFICO DE LA OBRA
El propósito de Harris en esta obra consiste en dar respuesta a una serie de curiosos enigmas que se dan en
ciertas culturas. La estrategia que el autor utiliza consiste en descubrir las causas materiales que se ocultan tras
la aparente irracionalidad de los estilos de vida de las diversas formaciones culturales. Harris utiliza aquí su
materialismo cultural y consigue descifrar esas causas materiales, que son la supervivencia, el prestigio o
simplemente la religiosidad.
En Vacas, Cerdos, Guerras y Brujas se consiguen desvelar esta serie de enigmas, que no los únicos, atraen la
curiosidad de muchos, ya que en nuestra civilización se presentan como irracionales.
Las aportaciones del autor a la antropología con esta obra son considerables, ya que los fenómenos que
estudia son una de las preocupaciones que tenían los antropólogos. Los pueblos que estudia Harris en esta
obra suelen ser más bien primitivos, quizá por eso mantengan sus tradiciones de antaño. Estas tradiciones son
formas de vida indispensables para la pervivencia de los pueblos (especialmente en los casos del amor a las
vacas y el amor y el odio a los cerdos) y probablemente aparecieron junto a los pueblos que las crearon.
INFLUENCIAS Y REPERCUSIONES
La obra de Harris ha ayudado a explicar diferentes modos de vida aparentemente irracionales, desentrañando
sus causas practicas. La gran repercusión que probablemente haya tenido esta obra ha sido precisamente hacer
comprender a quien lo lee como se comportan las diferentes culturas, de las que decimos conocer pero no
sabemos como son realmente.
VALORACION PERSONAL
Considero que el libro supone una importante aportación para la comprensión de las razones prácticas que se
encuentran tras modelos sociales en principio irracionales. Aún cuando las explicaciones que ofrece pueden
no ser las acertadas y se puedan hacer consideraciones a sus interpretaciones, suponen un punto de partida
para avanzar en la comprensión del género humano y de los diversos sistemas culturales y sociales. Cualquier
pregunta es en si misma un avance hacia el conocimiento, pues como los niños que empiezan a plantearse
todo lo que ven, cuanto más reflexionamos, más dudas nos ofrecen los hechos, y esta es la única vía válida
hacia el conocimiento.
Harris acierta al considerar la ignorancia de la diversidad cultural como una de las grandes trabas al avance de
las ciencias sociales. Estamos tan inmersos en nuestras propias formas culturales que olvidamos que existen y
ha existido gran diversidad de modelos sociales a lo largo de la historia humana. Este hecho ha provocado que
durante siglos los sistemas sociales aparecieran como inexplicables, enigmáticos o simplemente ridículos a
ojos de los observadores occidentales que acudía a conocer las culturas primitivas de África, Asia o Oceanía.
El sistema educativo debería tener en cuenta esta faceta de la cultura como esencia para evitar posiciones
xenófobas.
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La investigación social en vez de centrarse en la búsqueda de estas explicaciones, que el autor propone, se ha
centrado en la recolección de datos y la observación de las costumbres de estos pueblos. Esta observación es
básica y necesaria para el conocimiento de estas sociedades pero la interpretación de estos datos es crucial.
Crucial para avanzar en la comprensión de nosotros mismos y de la diversidad existente y crucial que sea
transmitida a través de la educación para que una mayor comprensión de otras culturas conduzca a una mayor
colaboración y respeto entre ellas. Considero que el conocimiento del abanico de sociedades que conviven
actualmente en nuestro mundo debería incluirse con mayor profundidad entre las asignaturas de estudio.
El mundo que vemos cada día nos hizo pensar durante siglos que la tierra era plana y sólo el conocimiento nos
permitió descubrir que la tierra tiene una forma redondeada y que en ella conviven gran cantidad de culturas
con formas de interpretar la vida muy diferentes. Así vivimos tan inmersos en nuestros propios mundos −
culturales y sociales− que olvidamos que existen otros, que existen alternativas a nuestro sistema de vida. Y
esta ignorancia nos impide madurar como sociedad. Cualquier intento de borrar esos límites tan marcados en
los que vivimos me parece un paso adelante y por tanto creo que el libro de Harris es una buena herramienta
para empezar a plantearse algunas preguntas esenciales sobre el ser humano y sus creaciones culturales.
LA ANTROPOLOGÍA: UNA CIENCIA QUE ESTUDIA AL HOMBRE
La antropología es la ciencia que se centra en el estudio de los seres humanos desde una perspectiva biológica,
social y humanista. La antropología se divide en dos grandes campos: la antropología física, que trata de la
evolución biológica y la adaptación fisiológica de los seres humanos, y la antropología social o cultural, que
se ocupa de las formas en que las personas viven en sociedad, es decir, las formas de evolución de su lengua,
cultura y costumbres.
La antropología es fundamentalmente multicultural. Los primeros estudios antropológicos analizaban pueblos
y culturas no occidentales, pero su labor actual se centra, en gran medida, en las modernas culturas
occidentales (las aglomeraciones urbanas y la sociedad industrial). Los antropólogos consideran primordial
realizar trabajos de campo y dan especial importancia a las experiencias de primera mano, participando en las
actividades, costumbres y tradiciones de la sociedad a estudiar.
Historia
Desde tiempos remotos, viajeros, historiadores y eruditos han estudiado y escrito sobre culturas de pueblos
lejanos. El historiador griego Herodoto describió las culturas de varios pueblos del espacio geográfico
conocido en su tiempo; interrogó a los informantes clave, observó y analizó sus formas de vida al igual que
los antropólogos modernos, e informó sobre las diferencias existentes entre ellas, en aspectos tan importantes
como la organización familiar y las prácticas religiosas. Mucho más tarde, el historiador romano Tácito, en su
libro Germania (hacia el 98 d.C.), reseñó el carácter, las costumbres y la distribución geográfica de los
pueblos germánicos.
En el siglo XIII, el aventurero italiano Marco Polo viajó a través de China y otras zonas de Asia, aportando
con sus escritos una información muy amplia sobre los pueblos y costumbres del Lejano Oriente.
Durante el siglo XV se exploraron nuevos campos de conocimiento debido al descubrimiento por los
exploradores europeos de los diferentes pueblos y culturas del Nuevo Mundo, África, el sur de Asia y los
Mares del Sur, que dio como resultado la introducción de ideas revolucionarias acerca de la historia cultural y
biológica de la humanidad.
A lo largo del siglo XVIII, los estudiosos de la Ilustración francesa, como Anne Robert Jacques Turgot y Jean
Antoine Condorcet, comenzaron a elaborar teorías sobre la evolución y el desarrollo de la civilización humana
desde sus albores. Estos planteamientos antropológicos y filosóficos chocaban con el relato bíblico de la
creación y con los dogmas teológicos que afirmaban que determinadas culturas y pueblos no occidentales
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habían caído en desgracia divina y, por ello, habían degenerado hacia una situación denominada
peyorativamente `primitiva'.
El hallazgo de un fósil en Neandertal (Alemania) en 1856 y los restos del hombre de Java (Homo erectus) en
la década de 1890, proporcionaron pruebas irrefutables del larguísimo proceso de evolución del hombre. En la
abadía Boucher de Perthes, en las proximidades de París, se descubrieron también diversos utensilios de
piedra que corroboraron que el proceso evolutivo de la prehistoria humana tal vez se remontara a cientos de
miles de años atrás. Desde un principio, la arqueología se convirtió en una compañera inseparable de la
emergente disciplina antropológica.
La antropología surgió como campo diferenciado de estudio a mediados del siglo pasado. En Estados Unidos,
el fundador de dicha disciplina fue Lewis Henry Morgan, quien investigó en profundidad la organización
social de la confederación iroquesa. Morgan elaboró en su estudio La sociedad primitiva (1877) una teoría
general de la evolución cultural como progresión gradual desde el estado salvaje hasta la barbarie
(caracterizada por la simple domesticación de animales y plantas) y la civilización (iniciada con la invención
del abecedario). En Europa, su fundador fue el erudito británico Edward Burnett Tylor, quien construyó una
teoría sobre la evolución del hombre que prestaba especial atención a los orígenes de la religión. Tylor,
Morgan y sus contemporáneos resaltaron la racionalidad de las culturas humanas y argumentaron que en todas
las civilizaciones la cultura humana evoluciona hacia formas más complejas y desarrolladas.
A mediados del siglo XIX se crearon, además, importantes fundaciones de arqueología científica, sobre todo a
cargo de arqueólogos daneses del Museo Nacional de Antigüedades, Septentrionales en Copenhague. A partir
de unas excavaciones sistemáticas llegaron a descubrir la evolución de los utensilios y herramientas durante la
edad de piedra, la edad del bronce y la edad del hierro. El fundador de la escuela funcionalista de
antropología, Bronislaw Malinowski, afirmaba que las organizaciones humanas debían ser examinadas en el
contexto de su cultura y fue uno de los primeros antropólogos en convivir con los pueblos objeto de su
estudio, los habitantes de las islas Trobriand, cuya lengua y costumbres aprendió para comprender la totalidad
de su cultura.
La antropología aplicada nació en el siglo XIX con organizaciones como la Sociedad Protectora de los
Aborígenes (1837) y la Sociedad Etnológica de París (1838). Estas instituciones se preocuparon por despertar
en Europa una conciencia contraria al tráfico de esclavos y a la matanza de pueblos indígenas americanos y
australianos.
Antropología social y cultural
Ya que el estudio de Harris se encuentra en esta parte de la antropología, este apartado se centrara únicamente
en la antropología social.
Gran parte de la investigación antropológica se basa en trabajos de campo llevados a cabo con diferentes
culturas. Entre 1900 y 1950, aproximadamente, estos estudios estaban orientados a registrar cada uno de los
diferentes estilos de vida antes de que determinadas culturas no occidentales experimentaran la influencia de
los procesos de modernización y occidentalización. Los trabajos de campo que describen la producción de
alimentos, la organización social, la religión, la vestimenta, la cultura material, el lenguaje y demás aspectos
de las diversas culturas, engloban lo que hoy se conoce por etnografía. El análisis comparativo de estas
descripciones etnográficas, que persigue generalizaciones más amplias de los esquemas culturales, las
dinámicas y los principios universales, es el objeto de estudio de la etnología.
Durante la segunda mitad del siglo XX, la etnología (que hoy se suele conocer como antropología cultural)
comenzó a relacionar su campo de estudio con el de la antropología social, desarrollada por los científicos
británicos y franceses. En un breve periodo se debatió intensamente si la antropología debía ocuparse del
estudio de los sistemas sociales o del análisis comparativo de las culturas. Sin embargo, pronto se llegó a la
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conclusión de que la investigación de las formas de vida y de las culturas casi siempre están relacionadas, de
donde procede el nombre actual de antropología sociocultural.
Parentesco y organización social
Uno de los descubrimientos importantes de la antropología del siglo XIX ha sido que las relaciones de
parentesco constituyen el núcleo principal de la organización social en todas las sociedades. En muchas de
ellas, los grupos sociales más importantes comprenden clanes y linajes. Cuando la pertenencia a dichas
corporaciones de parentesco se asigna a las personas sólo por la línea masculina, el sistema se denomina de
descendencia patrilineal. Antes del desarrollo del comercio y de la urbanización a gran escala, muchos
pueblos europeos estaban organizados desde el punto de vista económico y político como grupos de filiación
patrilineal.
Las sociedades matrilineales, en las que el parentesco se transmite por línea femenina son menos comunes
hoy día. Herodoto fue el primer erudito en describir este tipo de sistema social, que detectó entre los
habitantes de Licia, en Asia Menor.
La organización de parentesco bilateral, en la que se tiene en cuenta la parte materna y la paterna, es la que
predomina en las sociedades más sencillas de cazadores−recolectores (tales como los pueblos san en el sur de
África o los inuit de las regiones ártica y subártica). El antropólogo británico Robert Stephen Briffault
defendió un concepto relacionado, el matriarcado, y afirmó que este tipo de organización social se encontraba
latente en gran parte de las sociedades más primarias.
En las sociedades basadas en el parentesco, los miembros de un linaje, clan o demás grupos afines suelen ser
descendientes de un antepasado común. Este concepto es un factor unificador, pues dota a grandes masas de
individuos de cierta cohesión para afrontar actividades guerreras o rituales, lo que les hace sentirse diferentes
de sus vecinos y enemigos. Por ejemplo, entre las hordas centroasiáticas que durante siglos atacaron a las
sociedades europeas, o entre los aztecas del continente americano, la compleja organización militar se
sustentaba en el parentesco patrilineal.
La evolución de los sistemas político−sociales
Las sociedades humanas que, en principio, se consideraron más simples son los grupos de
cazadores−recolectores, como los inuit, san, pigmeos y aborígenes australianos. En estos pueblos se agrupa un
pequeño número de familias para formar bandas o grupos nómadas de 30 a 100 individuos, relacionados por
parentesco y asociados a un territorio concreto.
Los grupos supervivientes de cazadores−recolectores (en zonas de África, India y Filipinas) nos permiten
conocer el estado de la organización social y cultural de casi toda la experiencia histórica de la humanidad.
Sus relaciones de parentesco, ideas religiosas, métodos sanitarios y características culturales no sólo ilustran
las raíces culturales de la humanidad moderna, sino que se nos presentan a escala reducida y resultan más
fáciles de analizar. Las culturas de cazadores−recolectores que aún perduran ponen de manifiesto las
adaptaciones que son necesarias para sobrevivir en entornos hostiles e inhóspitos.
Los sistemas sociales y económicos de mayor complejidad no surgieron hasta que no se presentaron las
condiciones favorables que permitieron a las primeras sociedades asentarse en comunidades estables y
permanentes durante todo el año. Se produjo entonces el avance crucial hacia la agricultura y la cría de
animales.
La transición neolítica es decir, los inicios de la aclimatación de los recursos alimenticios se produjo de forma
independiente en el Oriente Próximo y en Asia oriental hace unos 12.000 años, según las pruebas
arqueológicas más recientes. Con las grandes concentraciones de población y los asentamientos permanentes,
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surgieron las organizaciones sociopolíticas que entrelazaban a diferentes grupos locales. Los nuevos sistemas
locales, que a menudo comprendían grupos de individuos procedentes de comunidades aisladas, estaban
unidos en la celebración de ceremonias religiosas, en el intercambio de alimentos y en los rasgos culturales.
Aunque los grupos más pequeños carecían, en muchos casos, de un gobierno central, el aumento de la
población y de las fuentes de alimentos crearon la necesidad, y la viabilidad, de la centralización política. Las
jefaturas representan los sistemas sociales a pequeña escala, en los que los alimentos y el acatamiento político
confluyen en un dirigente central, o jefe, que a su vez redistribuye los alimentos y es respetado por los
miembros de la comunidad.
El auge de las naciones−estado
Los orígenes de las naciones−estado han sido objeto de grandes controversias. En el antiguo Oriente Próximo,
por ejemplo, las primeras ciudades−estado aparecieron cuando el aumento de la población provocó una mayor
demanda de alimentos, facilitada por el desarrollo de cultivos de regadío para atenderla. Esto motivó la
expansión de sistemas militares que protegieran dichos recursos. En otros casos, la ubicación en rutas
comerciales estratégicas por ejemplo, Tombuctú en la ruta sahariana del comercio de la sal favoreció la
centralización militar y administrativa.
Los estudios etnológicos y arqueológicos apoyan la tesis de que los estados o reinos nacieron de forma
ligeramente distinta en situaciones históricas y ecológicas diferentes; sin embargo, presentan en casi todas
partes los mismos esquemas de desarrollo. En sus primeros momentos de existencia, los estados manifiestan
una tendencia universal a anexionar las regiones vecinas, para explotarlas económicamente y someter a sus
enemigos potenciales. En las primeras civilizaciones urbanas en el Oriente Próximo, Egipto, el norte de India,
el sudeste de Asia, China, México y Perú aparecieron pronto las fortificaciones militares, por lo general
acompañadas de templos y rituales religiosos que manifestaban el auge y mayor poder del sacerdocio. Sin
embargo, la estratificación social, con una reducida minoría militar−religiosa y una gran población
subordinada de campesinos, fue consecuencia inevitable.
Desarrollo de los sistemas religiosos
Los sistemas religiosos de las sociedades cazadoras−recolectoras pueden ser muy complejos en relación con
el mundo sobrenatural, las fuerzas de la naturaleza y el comportamiento de los espíritus y los dioses. Estas
sociedades pequeñas, relativamente igualitarias, suelen carecer de los recursos necesarios para mantener una
clase sacerdotal. Sin embargo, todos los grupos humanos, ya sean grandes o pequeños, poseen en un momento
determinado de su evolución algún tipo de especialización similar a los chamanes o curanderos, hombres o
mujeres de quienes se cree mantienen contacto directo con los seres y fuerzas sobrenaturales, y que reciben
poderes especiales para solucionar problemas como las enfermedades. El chamán es muchas veces la única
persona con un papel religioso especializado en este tipo de sociedades.
Por ejemplo, en las sociedades pequeñas que practican la agricultura, los sistemas religiosos comunales
implican al pueblo en prácticas rituales complejas, y con frecuencia se produce una rotación de las
responsabilidades sacerdotales. Cuando los grupos de parentesco constituyen los elementos principales de la
solidaridad social, las ceremonias religiosas tienen como centro la familia y el parentesco.
El auge de los sistemas sociales centralizados, con un sistema de clases estratificado, casi siempre ha ido
acompañado del desarrollo de los sistemas religiosos que implicaban la existencia de sacerdotes dedicados
únicamente a las funciones religiosas, rituales para toda la población y una mayor tendencia a legislar tanto en
el plano moral como político. Estos sistemas religiosos casi nunca eliminaban las prácticas del chamanismo
individualizado (sobre todo para curar las enfermedades).
Las pruebas arqueológicas de las primeras ciudades−estado corroboran los estrechos vínculos que existían
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entre los dirigentes religiosos y los dirigentes comerciales y políticos, poniendo de relieve el aspecto
conservador de la religión. Por otro lado, los movimientos de reforma social radical han sido religiosos y en
las sociedades con niveles cambiantes de desarrollo tecnológico aparecen con regularidad nuevas formas
religiosas. Por tanto, la religión unas veces está al servicio de la situación establecida y otras actúa como
fuerza de un cambio radical.
Evolución de la cultura
Los esquemas más bien simples de evolucionismo cultural propuestos durante el siglo XIX han sido objeto de
discusiones elaboradas y modificadas a la luz de los nuevos datos arqueológicos y etnológicos. Destacados
antropólogos de principios del siglo XX, como el germano−estadounidense Franz Boas y el estadounidense
Alfred Louis Kroeber, adoptaron puntos de vista bastante antievolucionistas, ya que mantenían que los
procesos culturales y sociales han sido tan dispares en todo el mundo que es difícil discernir algún proceso o
tendencia general.
Existen dos posturas radicalmente diferentes para explicar la evolución cultural. Los evolucionistas del siglo
pasado defendían que en las distintas sociedades se producen procesos muy similares de desarrollo cultural
debido a la unidad psíquica fundamental de toda la humanidad. Así, los procesos paralelos hacia la
estratificación social y las minorías gobernantes se explican como efectos de las cualidades psíquicas y
mentales de los individuos. Claude Lévi−Strauss fue un defensor tardío de este enfoque, sin hacer hincapié en
el carácter evolucionista.
La postura contraria encuentra la clave en las condiciones materiales de vida: en las fuentes de energía, las
tecnologías y los sistemas de producción de los grupos humanos; además, resalta las influencias ambientales
en el desarrollo de los complejos sistemas culturales, ya que se han visto favorecidos por determinadas
características geográficas y climáticas. Por ejemplo, el Oriente Próximo prehistórico era rico en animales de
caza y plantas silvestres que resultaron especialmente aptos para su domesticación y aclimatación.
Métodos y aplicaciones
Los métodos de investigación en antropología son tan variados como los distintos temas de estudio.
• Investigación arqueológica
Para los arqueólogos resulta fundamental establecer esquemas cronológicos a partir de los restos y fósiles que
descubren en sus excavaciones. Entre los modernos métodos de datación arqueológicos, la técnica del carbono
radiactivo tal vez sea la más utilizada. Este método se basa en que las plantas y los animales vivos contienen
unas proporciones fijas de una variedad radiactiva del carbono, denominada carbono 14, que se va degradando
a ritmo constante hasta convertirse en carbono no radiactivo. La medición de los restos del radiocarbono en
madera carbonizada, restos de plantas, fibras de algodón, madera y otras sustancias, permite determinar con
bastante precisión edades de hasta 60.000 y 70.000 años de antigüedad.
La edad de los antiguos yacimientos fósiles en África oriental, que datan de hace varios millones de años, se
ha podido fijar con ayuda de otra potente herramienta radiológica: el método del potasio−argón el potasio
radiactivo, potasio 40, se degrada con enorme lentitud para convertirse en argón 40.
Las secuencias temporales de los restos arqueológicos se determinan todavía de forma bastante primaria
mediante la observación meticulosa de la estratigrafía, depósito secuencial de sustancias terrestres orgánicas y
de restos de la actividad humana. Estos depósitos van creciendo poco a poco y cubren cada una de las fases
previas de cualquier asentamiento humano. Las técnicas utilizadas para determinar las secuencias
estratigráficas incluyen el análisis del suelo, los estudios geológicos y el estudio de restos animales y
vegetales, así como la laboriosa tarea de unir restos de suelos, fosas de almacenamiento y demás
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construcciones.
• Investigación social y cultural
En la antropología social y cultural, la investigación se ampara en la idea fundamental de la observación
participante dentro del seno de una comunidad o sistema social. El antropólogo se introduce primero en la
vida de la comunidad y, a través de los contactos y las observaciones cotidianas, es aceptado por ella. Esta
primera fase de la investigación de campo requiere semanas, incluso meses, sobre todo si hay que aprender la
lengua local. Los primeros etnógrafos obtenían los datos a partir de entrevistas en profundidad con algunos
informantes clave, personas expertas en la cultura y en el sistema social local. Estos datos se verificaban y
cruzaban con los de otros informantes y con las observaciones directas del propio trabajador de campo.
Sin embargo, la investigación de las distintas sociedades y pueblos exige hoy otras herramientas
metodológicas. Las entrevistas estructuradas (con muestreo) se utilizan de forma rutinaria para la obtención de
una información; por ejemplo, el consumo de alimentos, el comportamiento sanitario, los recursos
económicos, los movimientos migratorios laborales, el tiempo libre y otros aspectos. Para analizar la conducta
económica hay que registrar con minuciosidad las transacciones en el mercado, las horas de trabajo, las
capturas de peces y animales de caza, así como los rendimientos de las cosechas. Cuando se tratan de estudiar
los aspectos de la personalidad se utilizan pruebas psicológicas. También se someten a análisis los posibles
datos de los registros parroquiales, los textos locales, los informes gubernamentales y otras fuentes escritas.
A medida que los datos son más complejos e intrincados, y se hace necesario el tratamiento rutinario de miles
o incluso cientos de miles de fragmentos de información, los arqueólogos han recurrido a las computadoras y
equipos informáticos para dibujar las secuencias temporales, las relaciones espaciales y demás esquemas. Las
tendencias del cambio cultural, la interacción entre las actividades económicas y sociales, las interrelaciones
étnicas y otros patrones complejos se comprueban hoy mediante avanzados métodos estadísticos.
Estos métodos técnicos y cuantitativos en la investigación no han sustituido a los estilos tradicionales de
investigación de campo. Al contrario, las entrevistas en profundidad a los informantes clave, así como el
complejo análisis cualitativo de los sistemas simbólicos, las ceremonias y otras prácticas culturales,
constituyen todavía una parte esencial de la metodología holística (doctrina epistemológica que hace hincapié
en el estudio de los elementos desde su totalidad).
Tendencias actuales
La antropología moderna se está convirtiendo poco a poco en una ciencia aplicada, ya que los investigadores
se están concentrando en aspectos sociales como la sanidad, la educación, protección del entorno y el
desarrollo urbano. Hoy son muchos los antropólogos contratados por organismos públicos, empresas de
investigación, grupos independientes de presión, organizaciones indigenistas y agencias sanitarias para
realizar trabajos de campo en entornos culturales, ya sean proyectos educativos, sanitarios o programas de
desarrollo agrícola a gran escala en regiones rurales.
El desplazamiento hacia el estudio de sistemas heterogéneos y diversificados, así como el auge de los métodos
cuantitativos de investigación han promovido la necesidad de la investigación en equipo. Anteriormente, una
investigación, por lo general, sólo implicaba a un trabajador de campo que se aislaba durante meses en algún
poblado remoto; hoy, por el contrario, la mayor parte de los proyectos de campo necesitan el apoyo de
diferentes profesionales, incluidos los asesores estadísticos, biólogos, sociólogos y estudiantes colaboradores.
Por cuestiones de metodología, los antropólogos han desarrollado vínculos sociales con las comunidades
objeto de estudio. Estas relaciones muchas veces han pasado a ser verdaderas asociaciones que, en la mayoría
de los casos, han beneficiado a estas comunidades. A cambio, la aplicación pragmática de estos métodos ha
abierto nuevos caminos en la teoría social y biocultural.
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BIBLIOGRAFÍA
• HARRIS, MARVIN. Vacas, cerdos, guerras y brujas. Madrid, 1980
• Enciclopedia Universal. Ed. Micronet
• Diccionario Enciclopédico Espasa. Ed. Espasa−Calpe
Vacas, Cerdos, Guerras y Brujas
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