Capítulo 1 CarpeDreams

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Remembering Zane
J.S. Wilsoncroft
Sinopsis
A los diez años, en el mismo momento que Bonnie Reese puso sus ojos sobre Zane
Withers supo que él siempre tendría un lugar en su corazón. Después de años de
noviazgo, cada uno toma un camino diferente, pero Bonnie siempre soñó con que con el
tiempo volverían a encontrar el camino al otro de nuevo.
Pero sus sueños se hacen añicos, junto con su corazón, cuando recibe la devastadora
noticia de que su amado Zane ha muerto. Cuando se enfrente a su peor pesadilla
acudiendo a su funeral, Bonnie se encuentra con el mejor amigo de Zane, Jonathan
Wood.
Lo que ella no sabe es que Jonatah ha tenido sentimientos profundos desde que ella
estaba en séptimo grado. Ahora que su mejor amigo se ha ido, ¿Jonathan tendrá el valor
para decirle que siempre la ha amado o se guardará ese secreto para siempre? ¿Bonnie
dejará ir a Zane y permitirá que el amor la encuentre de nuevo?
Capítulo 1
CarpeDreams
Tan pronto como Bonnie Reese abrió las puertas dobles de cristal, pudo oler la planta
de eucalipto. Ella conocía muy bien el dulce aroma. Era el favorito de Zane. A través de los
años, también se había convertido en su aroma favorito. Y ahora ahí, de pie en el
vestíbulo, oliendo su dulce aroma, era abrumador. La realidad finalmente se establecía.
-Hola señora,- Un señor mayor le dio la bienvenida en la puerta, su brazo extendido
esperando que le diera el abrigo. Ella sonrió débilmente mientras sacaba los brazos de las
mangas de su abrigo de lana negro y se lo entregaba. No sabía por qué se había puesto
un abrigo tan grueso, pero, al fin y al cavo, era la única chaqueta negra que tenía.
Además, no había sido capaz de alejar los escalofríos desde el día en que recibió la
devastadora noticia sobre Zane hacía una semana.
Las lágrimas llenaron sus ojos al recordar el día en que recibió la llamada.
-Bonnie, ¿te enteraste? –le preguntó su amiga Jackie tan pronto como contestó al
teléfono. Jackie había sido una de sus mejores amigas desde la escuela primaria y una de
las pocas con la que aún mantenía el contacto.
-¿Enterarme de qué? –preguntó Bonnie mientras caminaba para dejar la última bolsa
de la compra en la encimera de la cocina.
-¡Zane Withers! Ha tenido un accidente de coche-, contestó Jackie, su voz llena de
tristeza. Inmediatamente, el corazón de Bonnie se hundió hasta el fondo de su estómago.
-¿Qué... qué? ¿Qué has dicho?- Visiones de Zane llenaron rápidamente su mente.
Todavía podía ver a su pelo oscuro y corto, sus ojos castaños y su cálida sonrisa, el tipo
de sonrisa que ilumina cualquier habitación oscura. -Está bien, ¿verdad?- Ella se
atragantó, parpadeando para alejar las lágrimas. Bonnie recordó el silencio en el otro
extremo de la línea. Fue entonces se le doblaron las rodillas y se desplomó al suelo,
sollozando.
-Lo siento, Bonnie. Está muerto-, dijo Jackie con simpatía, hablando tan bajo que
Bonnie apenas la oyó. Podía sentir su mente y su cuerpo flotar mientras yacía sollozando
en el suelo de la cocina. No recordaba haber colgado el teléfono o decir adiós a Jackie ese
día. De hecho, no recordaba casi nada de la tarde, excepto que el tiempo era frío y
lluvioso, y el único hombre que realmente había amado... estaba muerto.
-¡Bonnie!- una voz masculina gritó su nombre. Ella se dio la vuelta para ver Jonathan
Wood, uno de sus antiguos compañeros de clase, caminando hacia ella. Jonathan era el
mejor amigo de Zane.
-Hola Jonathan,- le dio una débil sonrisa.
-Estás preciosa-, respondió Jonathan, sonriendo. Bonnie miró su traje azul marino,
sonriendo tímidamente. Ojalá se hubiera puesto un vestido negro, pero todos los otros
vestidos que poseía eran demasiado brillantes y coloridos.
-Gracias,- dijo ella con tristeza. Jonathan estaba vestido con un traje negro con un
clavel azul claro prendido en la solapa. Se atragantó al ver la flor azul. Era el color favorito
de Zane.
Tomando una profunda respiración irregular, miró por encima del hombro de Jonathan
y al final del pasillo. La funeraria estaba llena de muchos de los amigos y familiares de
Zane. Reconocía algunos de los rostros, pero otros muchos no.
-¿Cómo lo llevas?- Le preguntó Jonathan, tomándola del brazo mientras se dirigían a la
multitud. El aire se sentía pesado mientras se concentraba en su respiración. Con cada
paso que daba, sus rodillas se debilitaban y comenzó a temblar. Bonnie temía ceder en
cualquier momento. Había pasado un año desde la última vez que vio a Zane, aunque, lo
recordaba como si fuera ayer. Ella estaba de compras en el centro comercial cuando se
topó con él. Había sido duro y devastador verlo con su esposa y su hijo pequeño. Bonnie
pensó que ella debería haber sido su esposa, y el niño debería haber sido su hijo. Lloró
durante dos semanas al ver lo feliz que él estaba con su nueva familia.
Conoció a Zane Withers cuando estaban en cuarto grado. A los diez años, ella no
entendía el concepto de amor, pero sabía que los sentimientos que tenía por él nunca iban
a desaparecer. Nunca. No fue hasta que ambos estaban en primero de bachillerato que
finalmente él se interesó en ella. El día que se acercó, se detuvo en su casillero y le
preguntó si quería ir al cine se había quedado tatuado en su cerebro. Todavía podía oler el
dulce aroma de su aftershave, sentados uno al lado del otro viendo juntos la película.
Y así, durante los siguientes diez años fueron inseparables.
-¡Bonnie! ¡Has venido!- A través de sus ojos oscuros, miró hacia arriba para ver a otra
de sus compañeras de clase, Cindy, caminando hacia ella. Luchó para poner una sonrisa
en su rostro mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. Jonathan sintió su inquietud y
envolvió su brazo alrededor de ella más fuerte.
-Sí. Estoy aquí... aquí-, se atragantó. Cindy cogió un puñado de pañuelos que estaban
colocados en un stand junto a ellos y se los entregó. Esto era algo útil en las funerarias,
siempre estaban bien abastecidas de pañuelos y los tenían repartidos en los lugares más
convenientes.
Ella suspiró y le dio las gracias a Cindy por los pañuelos.
-Sígueme si quieres verlo. Hay una fila como de un kilómetro de largo, - les informó
Cindy con una sonrisa, sonando como si estuvieran hablando de la fila para un concierto
de rock o algo así. No había dolor ni tristeza en su voz. Bonnie asintió con la cabeza
mientras Jonathan y ella seguían a Cindy por el pasillo.
Jonathan se inclinó y le susurró al oído, -Si no está listas, podemos esperar.- Bonnie
apoyó la cabeza sobre su hombro y le dio las gracias por la comprensión. Todos estos
años, Jonathan siempre había sido muy amable con ella, diciéndole las cosas más dulces y
siempre elogiándola, incluso más de lo que Zane nuca lo hizo. Nunca había podido
entender por qué no se había establecido y casado como lo había hecho Zane.
-No quiero hacer que tengas que esperar,- susurró Bonnie en su camisa, luego se
apartó y se limpió las nuevas lágrimas con los pañuelos.
Jonathan le sonrió tímidamente le apretó la mano. –Ya estuve allí antes, con su
esposa y familia.- Pudo ver la culpa en sus ojos azul oscuro mientras inclinaba la cabeza.
-¡Oh!- sus labios formaron una „O‟ perfecta mientras hablaba.
El corazón le latía cada vez más rápido mientras estaban más cerca de la habitación
donde yacía Zane. Sonrió débilmente a las caras desconocidas que pasaban junto a ella.
Algunos de ellos estaban sombríos, mientras que otros estaban sollozando
incontrolablemente.
La mente de Bonnie se aceleró, por lo que sabía, él había tenido un accidente de
coche. Tenía tantas preguntas, preguntas de las cuales Jonathan podría tener las
respuestas. ¿El ataúd estaba tapado? ¿Estaba cada vez más cerca de volver a ver su
hermosa cara? Tal vez ella no quería recordarlo así, acostado en un ataúd… muerto.
Jonathan la miró como si leyera su mente.
-Te ves preocupada. ¿Pasa algo malo?- Le susurró al oído. Bonnie miró hacia abajo a la
parte delantera de su traje y frotó nerviosamente las invisibles arrugas.
-Co… ¿cómo se ve?- Tartamudeó.
-Oh, se ve bien, teniendo en cuenta...- Jonathan se detuvo cuando vio como los ojos
verdes se abrían con un gran impacto.
-¿Teniendo en cuenta qué?- Se atragantó.
Jonathan miró alrededor de la habitación llena de gente, asegurándose de que nadie
estuviera escuchando su conversación. Todos parecían estar en su propio mundo,
charlando entre sí.
-Bueno… fue parcialmente expulsado del vehículo,- habló Jonathan en voz baja, para
no ser oído por casualidad. Se quedó sin aliento mientras se atragantaba con las lágrimas.
Colocó las manos sobre su boca para no gritar, pero fue demasiado tarde. Las lágrimas
corrían por sus mejillas mientras entraba en un ataque completo de llanto. Todo lo que
podía imaginar era a su amado Zane sangrando y saliendo disparado del parabrisas roto.
-¡Oh, Dios mío!- Sollozó cuando se desplomó en los brazos de Jonathan. Algunas
personas cercanas se volvieron y los miraron.
-Vamos. No estás lista para verlo todavía,- dijo Jonathan. Envolvió sus brazos alrededor
de su cintura y la llevó a través de las puertas de cristal, luego por las escaleras y al
exterior hasta el otro extremo de la funeraria.
-¿Qué fue lo que pasó exactamente?- Preguntó mientras continuaba sollozando,
agradecida de que Jonathan la hubiera llevado fuera. La brisa fresca se sentía bien contra
la piel fría y húmeda.
-Siéntate,- ordenó Jonathan mientras señalaba una de las blancas sillas de las mimbre
que estaban en la esquina del porche. Bonnie obedeció silenciosamente mientras Jonathan
le ofrecía una goma de mascar, que ella rechazó. Ella lo observó con atención mientras él
se lo metía en la boca y lo masticaba vigorosamente. Podía ver como él también estaba
teniendo dificultades para hacer frente a la pérdida de su mejor amigo. Bonnie se sentó en
silencio, esperando a que hablara.
-Ese día hacía frio y estaba lloviendo, él iba a venir a casa para ver un partido de
fútbol. Por lo que me dijeron, se desvió para no darle a un ciervo y su coche se deslizó por
las hojas mojadas y resbalosas, chocó contra un árbol de frente.
Bonnie se sentía como si le hubieran dado un puñetazo en el estómago, dejándola sin
aliento. Envolvió sus brazos alrededor de su estómago y se balanceó lentamente hacia
delante y hacia atrás.
-El personal de la ambulancia dijo que aún estaba vivo cuando llegaron allí.
Bonnie se mordió el labio inferior para no gritar mientras le escuchaba. Jonathan se dio
la vuelta para mirar por la calle frente a la casa funeraria. Podía ver el dolor en su rostro.
Él también estaba sufriendo, y estaba teniendo un momento difícil hablando de ello.
-¿Qué? ¿Qué más pasó?- La voz de Bonnie se estremeció mientras se levantaba de la
silla y se acercaba a él. Jonathan respiró hondo y agarró la barandilla en un esfuerzo
constante para controlarse.
-El personal de la ambulancia dijo que estaba hablando y preguntando por su esposa,continuó, luego vaciló, incapaz de continuar. Una pequeña lágrima rodó por su mejilla. Ver
a Jonathan llorar hizo que le doliera más el corazón. Ella nunca lo había visto llorar antes,
así que se acercó y le pasó el brazo por el hombro consolándolo.
-Eso es comprensible,- contestó ella con dulzura, secándose una lágrima de la mejilla.
Jonathan se volvió hacia ella y negó con la cabeza. -No, no lo entiendes. Zane no
estaba llamando a Leanne... estaba preguntando por ti. Él seguía repitiendo tu nombre
una y otra vez, Bonnie.
La respiración y el corazón de Bonnie se detuvieron al mismo tiempo, mientras
intentaba entender lo que acababa de decir. –Queee… ¿Qué?- Ella se tambaleó hacia atrás
y cayó en la silla, sollozando incontrolablemente.
-Oh, Bonnie, lo siento mucho. Sabía que no tendría que habértelo dicho-, respondió
Jonathan, gritando y golpeando sus puños en los lados de su cabeza. -¡Maldita sea!
¡Maldito sea el infierno!- Gritó mientras se ponía de rodillas delante de ella. Jonathan
cogió las manos heladas entre las suya. -Bonnie, lo siento.
Bonnie quería ponerse de pie, abrazar a Jonathan y decirle que estaba bien, pero
estaba demasiado aturdida, como si estuviera teniendo una experiencia fuera del cuerpo.
Podía ver a Jonathan de rodillas ante ella, pidiéndole disculpas, pero no podía moverse.
Todo lo que podía imaginar en su mente era a Zane, sangrando y gritando su nombre.
-¡Oye, Jon! ¿Estás bien hombre?- Los dos se dieron la vuelta para ver Derrick, otro
compañero y un buen amigo de Zane, de pie delante de ellos.
Jonathan rápidamente se puso de pie y se limpió las lágrimas de la mejilla con el dorso
de la mano. -Sí hombre, estoy bien-, se atragantó. Derrick le dio una mirada peculiar y
luego se volvió a mirar a Bonnie.
-Hola, Bonnie, me alegro de verte de nuevo-, dijo Derrick, estirando su mano para
saludarla. Aturdida, ella levantó la mano, pero se sorprendió cuando Derrick rápidamente
le agarró la mano y la sacó de la silla y para abrazarla. El abrazo sorpresa la sacó de su
trance. –Siento mucho tu pérdida, Bonnie-, le susurró Derrick al oído, provocando que
lágrimas frescas emergieran. Sí, también es mi pérdida. El hombre con quién se suponía
iba a casarme. El hombre con el que iba a tener hijos. El hombre con el que iba a
envejecer hasta que los dos muriéramos de vejez. Le dolía el corazón por la mujer y el
hijo de Zane, pero también le dolía el corazón por sí misma. Ella amó a Zane más que a sí
misma y siempre lo haría.
-Lo van a enterrar pronto. ¿Quieres verlo una vez más antes de marcharte?-, preguntó
Derrick, sin tener la menos idea de que todavía no lo había visto.
Ella asintió en silencio y luego le hizo señas a Jonathan para que caminara con ella.
Derrick le sostuvo la puerta lateral abierta mientras entraban en la funeraria. El lugar
ahora estaba más tranquilo, con sólo unas pocas personas que quedaban en pie en el
pasillo. Agarró la mano de Jonathan y la apretó con fuerza, con la esperanza de que eso
haría que dejara de temblar.
Cogidos de la mano, caminaron lentamente el pasillo de moqueta rojo, hacia un
pequeño grupo de personas. De inmediato reconoció a los padres de Zane, y sufrió por
ellos. Podía ver el dolor en sus ojos viejos y cansados mientras se acercaba.
Capturando el olor de eucalipto, Bonnie se estremeció cuando entraron en la habitación
donde yacía Zane.
-Bonnie, es muy amable por tu parte haber venido,- la madre de Zane, Jean, la saludó.
Ella envolvió sus brazos alrededor de los frágiles hombros y la abrazó con fuerza. –Tenía
miedo de que no vinieras. Mi Zane se hubiera decepcionado si no hubieras aparecido.- dijo
con voz suave, estremeciéndose cuando dijo su nombre.
-Oh, Jean, ¿cómo podría no venir?- Bonnie podía sentir las lágrimas en los bordes de
sus ojos, pero tomó una rápida respiración profunda para evitar que salieran a la
superficie. Mientras Jean la abrazaba, Jonathan puso una mano en su hombro. Después
de un largo momento, Jean finalmente se apartó para mirarla. -Oh, te ves tan hermosa-,
dijo Jean, sonriendo débilmente, y acariciando suavemente su mejilla.
Jean era una mujer alta y delgada, con el pelo gris y una nariz chata. Sus gruesas
gafas hacían que sus ojos azules destacaran más. Bonnie le sonrió una vez más antes de
pasar a Blaine, el padre de Zane, que estaba de pie a su lado. Zane era la viva imagen de
su padre, alto, con el pelo corto oscuro, excepto que Blaine tenía un poco más de gris.
Pero los dos tenían el mismo lunar marrón justo debajo de su ojo izquierdo.
-Me alegro de que hayas podido venir,- dijo Blaine con una voz profunda que sonaba
igual que la de Zane. Sin decir una palabra, ella se acercó y envolvió sus brazos alrededor
de sus hombros. Le tomó todo lo que tenía no romperse en frente de él. Bonnie sabía que
perder a su hijo mayor ya era lo suficientemente duro para ellos, no tenían que verla
perder el control, llorando como un bebé.
-¿Estás lista?- preguntó Jonathan mientras le daba un golpecito en el hombro. Bonnie
se volvió para verlo abrazar a Jean y darle la mano Blaine una vez más.
Dejó escapar un suspiro irregular y asintió con la cabeza a medida que avanzaban por
la gran sala circular. Se quedó sin aliento ante la visa. Porque en la habitación, había
flores por todas partes, apiladas desde el suelo hasta el techo. La mayoría de ellas eran de
vibrantes colores otoñales, naranjas, amarillas y marrones, excepto uno. Había una planta
verde situada en el suelo junto al ataúd: la planta de eucalipto que envió ella. Tomó una
respiración profunda e inhaló su dulce aroma.
Jonathan le pasó el brazo por los hombros a medida que avanzaban hacia el ataúd.
Bonnie mantuvo sus ojos en el suelo, fuera del ataúd, todavía tenía miedo de mirar, miedo
de cómo iba a reaccionar una vez que viera a Zane tumbado en el ataúd, sin vida.
-Bonnie- dijo una voz femenina.
Se dio la vuelta para ver quién había dicho su nombre y se quedó sin aliento al
reconocer el rostro de la mujer. Porque era Leanne, la esposa de Zane. El corazón le latía
con fuerza contra su pecho mientras miraba a la joven mujer que caminaba hacia ella.
Una punzada de celos llenó el pecho de Bonnie cuando vio lo hermosa que estaba Leanne
con su pelo largo, oscuro y ondulado, sus penetrantes ojos azules y su pequeño cuerpo
perfecto. No había comparación posible entre ellas dos. Bonnie era todo lo contrario, con
el pelo corto y rubio, los ojos verdes brillantes y el cuerpo pequeño y fornido.
Bonnie se quedó mirando a la joven viuda y sus celos comenzaron a desvanecerse
poco a poco. Sintió remordimientos y vergüenza. ¿Sabía que Zane dijo su nombre en vez
del de su esposa?
Sin decir una palabra más, Leanne sonrió y le agarró suavemente del brazo mientras la
acompañaba hasta el ataúd. Bonnie apenas podía respirar. ¿Qué está haciendo? ¿No se da
cuenta de lo difícil que es esto para mí? No puedo caminar hasta él… como… como así. Se
tragó el gran nudo de su garganta y miró a Leanne con los ojos muy abiertos.
-Zane, mira quien vino a verte-, le habló con cariño, como si todavía estuviera vivo.
Bonnie mantuvo sus ojos fijos la dorada asa del frente del féretro, lágrimas corrían por sus
mejillas mientras escuchaba a Leanne hablar con él. –Zane, cariño, Bonnie está aquí.
Leanne se volvió y sonrió a Bonnie luego le acarició la mano y se marchó, dejándola
sola al lado de él. Su cuerpo temblaba mientras miraba el ataúd de cerezo oscuro y las
osas doradas. Notó el forro blanco de satén dentro del ataúd mientras lentamente movía
sus ojos por todo alrededor excepto al único lugar que tenía. Cerca de los pies del ataúd
había un pequeño ramo de flores negras y doradas con una pequeña bandera que decía
fan#1. Se echó a reír en voz baja para sí misma. Sí, él era un gran fan de los Steelers.
Miró hacia arriba y vio un enorme ramo de flores otoñales descansando en la parte
superior del ataúd abierto. En el centro había una bandera amarilla que decía: “Hijo,
Esposo, Padre.” Ella se estremeció y dejó escapar otro suspiro irregular mientras
lentamente movía sus ojos más abajo.
Bonnie llevó los puños a su boca para hogar el pequeño grito que escapó de sus labios.
¡Era él! ¡Era Zane! ¡Él está realmente muerto! Sus manos temblaron mientras extendía
una de ellas para tocarle. Su rostro estaba blanco como el forro del satén y el pelo oscuro
y corto estaba salpicado de gris, pero era él, el mismo hombre que había amado desde
cuarto grado.
***
Bonnie no recordaba el camino a casa. Sólo recordaba entrar por la puerta de su
pequeño apartamento y lanzar su abrigo negro de lana sobre el sofá. Todavía estaba
sintiendo una de esas experiencia extra-corporales, a excepción de que todo lo que podía
ver era a Zane acostado en su ataúd. Él llevaba su amado jersey de los Pittsburgh Steelers
que había sido firmado por Jerome Bettis y Hines Ward. Bonnie recordó el día que lo
consiguió en el estadio de fútbol.
Ambos tenían diecinueve años y estaban llenos de amor y de vida. Jonathan también
estaba con ellos. Los tres habían ido a Pittsburgh para ver el primer partido en casa de la
temporada. Los Steelers estaban jugando contra los Ravens de Baltimore y el juego
terminó con los Steelers ganando 17-7. Habían esperado dos horas después de que el
juego terminara para poder conseguir los autógrafos, y recordaba como los ojos oscuros
de Zane se habían iluminado cuando cuando Hines Ward firmó su jersey. Era como un
niño en la mañana de Navidad.
El estridente timbre del teléfono la devolvió a la realidad mientras se sentaba en el sofá
para responder.
-Bonnie, soy yo, Jon. ¿Estás bien? Estaba preocupado por ti y quería asegurarme de
que habías llegado bien a casa.- Una pequeña sonrisa apareció en su cara cuando oyó la
voz de Jonathan.
-Sí, estoy en casa... pero... no estoy bien. Me siento emocionalmente agotada,
¿sabes?- Ella suspiró profundamente mientras se recostaba en el sofá. Sentía los ojos
hinchados e inflamados y podía notar como comenzaba un dolor de cabeza por todo el
llanto anterior.
-Sí, sé lo que quieres decir. Quería decirte que si alguna vez necesitas a alguien con
quien hablar,
-Sí, ya sé lo que quieres decir. Si alguna vez necesitas alguien con quien hablar, sabes
que puedes llamarme ¿no?-, Agregó Jonathan, esperanzado.
-Gracias, Jonathan. Realmente aprecio eso-, respondió mientras cogía su abrigo de
lana negro que colgaba del brazo del sofá y se lo ponía sobre ella para mantener el calor.
Los escalofríos estaban volviendo.
-Bonnie, por favor, llámame Jon. Nadie me ha llamado Jonathan desde la escuela
secundaria-, dijo, riendo suavemente.
-Oh, está bien. Los viejos hábitos tardan en morir-, respondió ella, riendo débilmente. Creo que han pasado un par de años, ¿eh?- Bonnie todavía tenía problemas para creer
que habían estado fuera de la escuela secundaria durante quince años. Parecía que había
sido ayer cuando se desplazaba con Jonathan y Zane por la ciudad en el pequeño Ford
Escort de Jonathan. ¡Dios! ¿A dónde se había ido el tiempo?
Por un momento se hizo el silencio en el teléfono. Pero justo cuando Bonnie estaba a
punto de decir algo, Jon habló por fin. -Bonnie, me preguntaba... te... ¿te gustaría salir a
cenar conmigo este fin de semana?- Tartamudeó.
La comisura de su boca se curvó en una sonrisa. Bonnie se sintió halagada de que
Jonathan… er… Jon, quisiera llevarla a cenar. Estaba a punto de abrir la boca y decirle que
sí, pero de repente se detuvo. ¿Qué hay de Zane? ¿Le importaría que tuviera una cita con
su mejor amigo? Las lágrimas nublaron su visión mientras se sentaba en el sofá y se
quedaba mirando la televisión en blanco.
-Uh... Jonath... er... Jon, realmente aprecio que quieras llevarme a cenar, pero
realmente no sería una gran compañía en este momento-, respondió ella, suspirando
profundamente mientras miraba alrededor de su pequeña sala de estar. Se sentía vacía y
solitaria… al igual que ella.
-¡Tonterías! Podemos hablar de los viejos tiempos… en honor a Zane ¿Qué me dices?Jonathan trató de sonar entusiasta, pero en el fondo estaba nervioso como el infierno. Él
nunca le había dicho a nadie que amaba a Bonnie desde séptimo grado, desde el día del
baile de primavera cuando ella entró en el gimnasio con un vestido de color verde menta.
Recordaba lo hermoso que parecía su pelo, todo rizado, enmarcando sus mejillas
regordetas, el maquillaje justo para para hacer resaltar sus brillantes ojos verdes y sus
labios llenos de color rosa. Jonathan quería decirle que estaba hermosa y quería
preguntarle si quería bailar con él, pero no pudo. No cuando ella estaba en los brazos de
su mejor amigo, Zane.
-Dado que lo pones de esa manera, supongo que podríamos cenar… en honor a Zane-,
contestó ella, riendo débilmente. Sólo pensar en Zane hacía que le doliera el corazón.
Echó un vistazo al reloj de la pared. Mañana a esta hora estaría enterrado a seis pies bajo
tierra y cubierto de ella. Tomó una respiración irregular, podía sentir como otra ronda de
lágrimas llegaba. –Tengo que colgar. Te llamaré-, dijo con evasivas, colgó rápidamente el
teléfono y pasó el resto de la noche acurrucada en el sofá, llorando por un amor que
había perdido para siempre.
Capítulo 2
CarpeDreams
-Entonces, ¿cómo lo llevas?- preguntó la madre de Bonnie mientras ambas tomaban
sus tazas del café de la barra y se acercaban a la pequeña mesa vacía en la esquina. The
Café era la única cafetería del pequeño centro comercial. Ambas necesitaban un poco de
cafeína y un lugar para descansar sus pies después de haber estado de compras toda la
mañana.
-Hmmm... ooh... ¡Ay! ¡Esto está caliente!- Bonnie dejó rápidamente la taza de café
caliente en la mesa para que se enfriara. -Oh, ha habido días buenos y días malos-,
respondió finalmente después de que su lengua dejara de zumbar por el café caliente.
Había pasado una semana desde el funeral y estaba intentando con todas sus fuerzas no
pensar en Zane, en el accidente o en cualquier otra cosa que le recordara a él.
-Sí, supongo que sí. ¿Sabes? yo nunca te conté sobre el chico que me gustaba en la
escuela.- Su madre, Shirley, se detuvo en el recuerdo. –Murió-, dijo antes de tomar un
pequeño sorbo de café negro. Bonnie miró a su madre con la boca abierta, sorprendida.
Ella era muy cercana a su madre y pensaba que sabía todo lo que había que saber de ella.
Ella y su madre se lo contaban todo la una a la otra… bueno, casi todo.
Shirley soltó una carcajada. Ella era una mujer hermosa a la entrada edad de sesenta y
dos años, el pelo oscuro y ondulado y los ojos de un azul cristalino que se entrecerraban
cada vez que sonreía. Y al igual que Bonnie, también era baja y fornida. Bonnie sabía,
después de años de hacer dieta y fallado miserablemente, que ser bajita y regordeta
estaba en sus genes y nada iba a cambiar eso.
-¿Quién? ¿Cuándo?- Presionó Bonnie mientras ahuecaba sus manos alrededor de la
taza caliente.
Shirley volvió a reír. -Su nombre era Jerry Pine. Me gustaba, pero creo que él ni
siquiera sabía que yo existía. Él era mayor que yo y yo era una estudiante de segundo
año.- Shirley se quedó en silencio mientras recordaba el pasado. Bonnie trató de imaginar
a su madre cuando era una adolescente persiguiendo a un chico y se echó a reír ante la
idea. A veces era difícil imaginar a los padres jóvenes y enamorados de otra persona.
-¿Cómo murió?- Preguntó Bonnie después de unos segundos.
Shirley negó con la cabeza, volviendo a la conversación. -Oh, fue durante las
vacaciones de Acción de Gracias. Jerry fue a cazar con su padre cuando un árbol cayó
sobre él.
Un pequeño suspiro escapó de los labios de Bonnie mientras miraba a su madre. ¡Qué
triste! -Lo siento, mamá,- dijo ella en un intento de consolarla mientras se inclinaba sobre
la mesa para tomar la mano de su madre. Ella sabía que su propia situación era muy
diferente de la de su madre, pero perder a alguien que amas nunca era fácil.
-Oh, lo siento, pero no tanto.- Una pequeña sonrisa se formó en los labios de su
madre.
Bonnie le dirigió una mirada peculiar. -¿Qué?
Shirley se rió entre dientes. -Bueno, así es como conocí a tu padre. Jerry era su primo.Ella sonrió ampliamente y luego tomó otro sorbo de su café.
Bonnie sacudió la cabeza con incredulidad y se rió.
***
Después de pasar todo el día con su madre de "terapia" de compras, Bonnie finalmente
se desplomó en el sofá. Ella nunca había entendido por qué la gente decía que las
compras podían ser terapéuticas. Todo lo que consiguió fue tener dolor de pies, dolor de
cabeza y más deudas. Pero amaba las nuevas botas negras que su madre había insistido
en que comprara junto a un bolso de Gucci a juego.
Bonnie no se había dado cuenta de que se había quedado dormida hasta que un fuerte
golpe en la puerta la despertó.
-¡Ya voy!-gritó Bonnie mientras se levantaba del sofá. Con las prisas para llegar a la
puerta, se golpeó el dedo gordo del pie en el borde de la mesa. -¡Ay!- Gritó mientras
cojeaba hasta la puerta principal y la abría tan rápido que su pelo salió disparado en
diferentes direcciones.
-¿Qué estabas haciendo? ¿Saltando?- Rió Jon.
-Nooo… me despertaste de una siesta y me golpee el dedo al venir corriendo a abrir la
puerta-, respondió ella frunciendo el ceño mientras se retiraba el pelo de la cara.
-Oh, lo siento. Tal vez debería volver en otro momento-, se disculpó rápidamente y se
volvió para irse, pero Bonnie le agarró del brazo y tiró de él.
-No, no tienes que marcharte, pero ya que eres el culpable de que me dañara el dedo
del pie, tienes que masajearlos,- bromeó Bonnie mientras cerraba la puerta tras de él.
-Okay-, sonrió y los ojos de Bonnie se abrieron como platos por la sorpresa de que
accediera a masajear sus pies. Ella sólo estaba bromeando. Sinceramente, ningún hombre
había masajeado sus pies antes, ni lo había pedido nunca. Aunque se imaginaba que se
sentiría celestial con sus pies doloridos, pero ella rechazó el pensamiento. No se atrevería
a pedirle eso. Jonathan era un amigo y no sería correcto.
-¿Qué hora es?- Preguntó Bonnie, bostezando mientras caminaba de vuelta a la sala de
estar con Jon siguiéndola de cerca.
-Son poco más de las seis-, respondió poniendo una bolsa de papel en el suelo.
Bonnie se dio la vuelta y soltó una carcajada. -¡Caramba! He dormido más de dos
horas. Mi madre me llevó de compras,- dijo ella riendo, y luego se dejó caer en el sofá,
doblando las piernas debajo de ella. Jon se sentó a su lado y sonrió.
-¿qué compraste?-, preguntó Jon curioso, sin poder creer lo hermosa que estaba ella
sentada junto a él, los ojos soñolientos y cabello rubio un lío revuelto. Jonathan quería
inclinarse en el sofá y besarla.
Desde el día del funeral de Zane, no había podido dejar de pensar en ella. Era como si
estuviera de nuevo en séptimo, y octavo y noveno, hasta el día en que ella y Zane se
separaron. Jonathan había querido invitarla a salir en ese entonces, pero sabía que eso
molestaría a su mejor amigo, y además, no quería ser el tipo de rebote. Él quería ser ese
hombre. Jon incluso pensó en esperar un mes para preguntarle, pero entonces oyó que
Bonnie estaba saliendo con otro chico, por lo que retrocedió. Entonces ocurrió la vida. Él
terminó la universidad, consiguió un trabajo como periodista deportivo, después compró
una casa y un coche nuevo. Pasó el tiempo y nunca volvió a tener la oportunidad de
buscarla, pero ella siempre estaba en el fondo de su mente, especialmente en las noches
solitarias.
Claro, había tenido citas con algunas chicas, pero no había nadie como Bonnie.
-¡Oh, espera a que lo veas!- gritó Bonnie. Jon la vio levantarse del sofá y correr por el
pasillo. En cuestión de segundos, ella volvió a salir con un bolso negro brillante en su
pecho, y modelando un par de botas negras.
-Bonito-, dijo asintiendo con la cabeza.
-¿De verdad lo crees?- Bonnie se inclinó para admirar sus nuevos accesorios. La sonrisa
en su cara de color blanco cremoso hizo que su corazón se disparara.
-Hey… ¿Cómo supiste dónde vivo?- Bonnie lo miró con las cejas juntas, curiosa. Él se
echó a reír y luego se levantó del sofá, caminó hacia la puerta dónde había dejado la bolsa
de papel marrón.
Jonathan se rió. –Voy a decir que como periodista deportivo, tengo mis conexiones-, se
rió entre dientes, volviendo a sentarse en el sofá y comenzando a rebuscar dentro de la
bolsa. Su corazón saltó cuando ella se sentó a su lado y se inclinó sobre su hombro para
mirar dentro de la bolsa. Jon tomó tranquilamente una respiración profunda, inhalando su
perfume de almizcle suave.
-¡Ja,ja, ja! Muy gracioso. Yo también tengo mis conexiones. Sólo recuérdalo la próxima
vez que visites a tu dentista y te encuentras con que te falta un diente,- bromeó Bonnie.
Jon se recostó contra el sofá y soltó una carcajada. Caramba, ella realmente puede
hacerme reír, pensó para sí mismo. Después de unos minutos de los dos riendo y
acariciándose mutuamente el hombro juguetonamente, los dos se calmaron.
-¿Me has traído algo?- , preguntó Bonnie inclinándose sobre él otra vez para mirar
dentro de la bolsa. Entonces su rostro se puso serio cuando alcanzó a ver una vieja foto
familiar. Jon se aclaró la garganta y luego se dio la vuelta para mirarla.
-Leanne me llamó el otro día,- respondió Jon sombríamente.
Bonnie se echó hacia atrás y se tragó el nudo que tenía en la garganta. Estaba
orgullosa de sí misma por haber pasado todo el día sin pensar en Zane, en su familia o en
el accidente, y ahora esas crudas emociones estaban volviendo.
Las lágrimas amenazaron con derramarse mientras miraba los ojos azul claro de Jon.
¡Mierda! Sabía que era demasiado pronto. ¡Maldita sea! Jon necesitaba una excusa para
verla y esta era la única que se le había ocurrido. Ahora se sentía como una mierda
mientras miraba sus ojos verdes llorosos.
La mano de Bonnie tembló mientras esperaba que Jon vaciara la bolsa. Su corazón se
hundió en el pozo vacío de su estómago cuando lo vio sacar la foto de Zane y ella en su
graduación.
-Tal vez deberíamos hacer esto otro día- sugirió Jon mientras lanzaba la imagen de
nuevo en la bolsa y la cerraba, odiándose a sí mismo por hacerla sentir mal. Él quería
llevar sus botas de vaquero marrón oscura con espuelas de plata y parearse a sí mismo el
culo. Quería sentir dolor, el mismo dolor que ella estaba sintiendo en estos momentos.
Ella suspiró profundamente, -No. Vamos a hacer esto.
Jon dudó por un momento, mirándola a la cara por cualquier señal de duda. Una única
duda, y tiraría la maldita bolsa por la ventana. Odiaba esto. Amaba a Zane como a un
hermano, pero le gustaba Bonnie con todo y su corazón y alma, y le aplastaba ver que las
cosas eran así. Zane estaba muerto y él no debería sentirse culpable por querer envolver
sus brazos alrededor de Bonnie y besarla. Y Bonnie no debería tener el corazón tan roto
porque Zane se hubiera marchado. ¿Ella no sabía que se merecía volver a enamorarse, ser
feliz y tener su propia familia? ¿Por qué seguía aferrándose al pasado?
Suspiró con pesar, entonces metió la mano en la bolsa marrón y sacó el marco de
plata. Dejó escapar un suspiro irregular cuando vio la foto de Zane y ella, abrazándose el
uno al otro. Ambos llevaban puesto sus togas y birretes de graduación.
-Leanne me llamó el otro día, estaba revisando algunas de las pertenencias personales
de Zane. Pensó que te gustaría tener esto-, dijo Jon entregándole la imagen.
Las manos de Bonnie se sacudieron mientras tomaba el marco. Ella rozó suavemente
sus dedos sobre el cristal, admirando la foto. Oh, que jóvenes éramos, pensó. En ese
entonces había sido muy feliz y no sabía si volvería a serlo de nuevo. Después de un
momento, Bonnie dejó cuidadosamente el marco hacia abajo en la mesa, y luego esperó a
que Jon le diera otra de las cosas de la bolsa. Ella sabía que esto iba a ser otra noche de
emociones. La mano de Jon tembló mientras la metía en la bolsa y sacaba un oso de
peluche. Un pequeño gemido escapó de sus labios cuando vio el pequeño oso marrón con
una gorra de béisbol azul. Bonnie recordaba ese día como si fuera ayer.
-Oh, dios mío. Me acuerdo de esto-, dijo Jon mientras sostenía el oso. –Perdí más de
veinte dólares en este pequeño individuo-, se rio entre dientes y Bonnie se rió también.
-Sí, y yo me marché con más de cuarenta dólares. Eran tan tontos.- respondió ella
mientras ambos se echaban a reír.
-Nunca había pensado que esos estúpidos juegos de gancho estuvieran amañados-,
bromeó Jon. Bonnie se rió a carcajadas y luego le dio un pequeño puñetazo en el brazo.
Agarró el oso y froto suavemente sus orejas mientras lo sostenía contra su pecho. Una
pequeña lágrima cayó de sus ojos y resbaló por sus mejillas.
Jon comenzó a inclinarse hacia delante para limpiar la lágrima, pero la vibración de su
móvil lo sobresaltó. Agarró el teléfono de su bolsillo trasero.
-¡Oh, mierda!-, murmuró en voz baja y luego lo desconectó después de ver quién lo
estaba llamando.
-¿Qué? ¿Pasa algo malo?- Bonnie levantó las cejas, preocupada.
-Oh, no es nada. Olvidé que tenía una cita esta noche-, dijo Jon riendo nerviosamente.
-¿Una cita?- Bonnie se sorprendió y lo miró con incredulidad. -¿Cómo es que se te
olvidó? ¿Cómo podrías olvidar que tenías una cita?- Dejó el oso en el sofá entre los dos y
se volvió para mirarlo. Quería conseguir una visión de su rostro mientras intentaba
explicarse.
Jon se echó a reír, y luego respondió, -No lo sé, lo acabo de hacer. Tenía otras cosas
en la cabeza.- De repente se sintió avergonzado y estúpido. Él no iba a admitir que ella
había estado en sus pensamientos cada momento de cada día. ¡Genial! Ahora ella va a
pensar que soy un idiota por dejar plantada a esta chica. Bien hecho, Jon. Ella nunca va a
salir contigo. Bonnie lo miró fijamente durante un momento, mirando sus ojos, mientras
sus mejillas se encendían de vergüenza.
-¿No vas a devolverle la llamada o al menos explicarle dónde estás o decirle que te
encontraras con ella pronto?-, preguntó Bonnie, curiosa. No podía creer que Jon fuera a
hacer algo como eso, él siempre le había parecido un tipo honesto y considerado con
respecto a los sentimientos de los demás.
Jon miró su reloj. –Podría, pero me gusta mucho más estar aquí sentado contigo que
con…- Tragó saliva. No podía crees que acabara de admitir eso ante ella. ¡MIERDA!
-Eso es gracioso, Jon,- Bonnie inclinó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada. -¿Por
qué ibas a preferir estar aquí sentado conmigo y verme gritar por un osito de peluche
cuando podrías estar teniendo una agradable cena esta noche? O quién sabe ¿Tal vez un
poco de acción?- Bromeó riéndose.
Jon quería acercarse y acariciar su mejilla. Se sentaría aquí mil noches viéndola llorar
sólo por estar cerca de ella, aunque estuviera llorando por otro hombre.
-Bueno, de todas formas, no estoy seguro de si la cita hubiera ido bien-, admitió Jon
mientras agarraba la bolsa y se apresuraba a buscar otra cosa, cualquier cosa con tal no
tener esa conversación. Deseaba no haberle pedido a la mujer de aspecto extraño una
cita, y ahora, ahí sentado con Bonnie, lo lamentaba aún más. ¡Dios! ¿Cómo hacían eso las
mujeres? Su padre siempre le había advertido de que las mujeres eran criaturas
complicadas, pero lo que su padre no le dijo fue que también tenían una manera de hacer
tu mente papilla.
-¿Por qué dices eso? ¿Qué tiene de malo esa mujer que prefieres quedarte aquí en
lugar de pasar una agradable y tranquila cena con mujer hermosa?-, preguntó Bonnie
mientras se inclinaba hacia un lado, sonriendo.
Jon vio que a ella le hacía gracia toda esta conversación. Supuso que era una cosa
buena. Al menos no lo estaba mirando como si fuera la escoria en la suela de su zapato.
-Bueno, creo que ella y yo no tenemos mucho en común-, Jon suspiró apoyándose
contra el respaldo del sofá. Su corazón saltó cuando ella también se apoyó en el sofá y se
echó a reír.
-Bien, retrocedamos un poco. ¿Cuál es el nombre de esta mujer y dónde la conociste?Preguntó Bonnie, estirando sus piernas y extendiéndolas sobre las suyas, haciendo que
cada músculo de su cuerpo se pusiera rígido.
-Uh… uh… creo que su nombre es Jessi… no, espera… Ja…- balbuceó Jon. Bonnie me
hace esto. ¡El solo hecho de poner sus piernas sobre mi regazo hace que pierda mi
capacidad de pensar o hablar!
-¡Oh, Dios mío! ¿Ni siquiera puedes recordar su nombre?- Ella inclinó la cabeza hacia
atrás, rugiendo de risa.
-S… sí… es Ja… Jasmine. Tuve que pensarlo por un momento. Jasmine no es un
nombre muy común-, explicó Jon queriendo tocar sus piernas y frotar sus pies, pero
mantuvo sus manos firmemente a su lado.
-Eso es verdad, pero ¡Caramba! ¡Pobre mujer! Ella no debió crearte una gran impresión
como para que no recuerdes su nombre. ¿Dónde la conociste?- Bonnie se inclinó hacia
delante, apoyando la barbilla en su puño mientras lo miraba fijamente. Sus curiosos ojos
verdes ya no brillaban con lágrimas de tristeza, si no con lágrimas de risa. Ella estaba
divertida por toda esta conversación y se sentía bien estar riendo en lugar de llorar.
-Umm... La conocí en la tienda de música,- admitió Jon mirando al frente. Había una
foto en la pared de su madre y su padre. Una imagen de su aniversario, supuso, ya que se
abrazaban de una manera amorosa y usaban ropas bonitas. De pronto, Jon se imaginó a
él y a Bonnie envejeciendo juntos y tomándose una foto juntos. Sus mejillas
repentinamente ardieron.
Bonnie se rió. -Déjame adivinar, ella estaba de pie junto a ti mientras mirabas un Cd en
la sección de música de los años ochenta, ¿no?-, respondió ella riéndose.
Jon sacudió la cabeza y se echó a reír, -No, ella estaba... eh... de pie delante de la
sección de heavy metal-, admitió con timidez. De repente, los ojos de Bonnie se
agrandaron como pelotas de golf mientras dejaba de reír y colocaba una mano sobre su
boca. El corazón de Jon se detuvo.
-¿Qué?- Los ojos de Jon se agrandaron por la preocupación. Estudió su cara durante
ese breve momento, mirando sus ojos verdes. Luego ella se quitó lentamente las manos
de la boca y una enorme sonrisa se pintó en su rostro.
-Así que, ¿Ahora te gustan las heavys?- Bromeó Bonnie riendo y luego volvió a cubrirse
la boca. -¿Qué llevaba puesto? ¿Todo de cuero negro? ¿Pelo negro? ¿Pintalabios negro?,
preguntó cubriendo la boca de nuevo para sofocar su risa.
Ahora, Jon podía ver a dónde iba con esto y se echó a reír también, mientras trataba
de recordar a esa mujer. No podía recordar exactamente lo que la chica llevaba, pero
definitivamente no era del tipo gótico. -Nooo... no tenía el pelo negro y ni el pintalabios
negro. Parecía normal. Pero ahora que lo pienso, sostenía un CD en la mano que tenía un
cráneo de mirada sangrienta y cadenas-, admitió.
Bonnie se rio a carcajadas. Eso fue todo lo que necesitó para llevar a Bonnie al límite.
Jon no podía seguir reteniéndose viendo a la mujer que amaba cobrar vida de nuevo. Era
Bonnie, la misma chica que conoció hacía 15 años, la misma chica que estaba tan llena de
vida, amor y belleza. La misma chica que siempre le robaba el corazón.
***
Era casi medianoche cuando Jon finalmente salió de su apartamento. Bonnie estaba
agotada de haber estado todo el día de compras y riendo y llorando toda la noche. Había
sido una semana de altibajos emocionales y estaba definitivamente lista para dormir. Por
supuesto, sabía que iba a ser imposible, sobre todo ahora que tenía la foto de ella y Zane
en el tocador y el osito de peluche tirado en medio de la cama.
Bonnie estaba agradecida de que Jon esperara hasta que estuvo lista para darle la pila
de cartas de amor que ella le había escrito a Zane hacía tantos años. Ver las cartas había
traído una nueva ronda de lágrimas.
Capítulo 3
CarpeDreams
Un mes ha pasado desde el funeral de Zane y la vida de Bonnie estaba finalmente
volviendo a lo que ella llamaba normal. Además de su madre y su padre, su trabajo como
higienista dental era lo único que la mantenía cuerda. Pensó en Jon un par de veces. No
había sabido nada de él desde aquella noche en que él le había llevado la foto y las cartas
de amor. Se preguntó si lo habría ahuyentado con todos los berridos que había dado.
-Bonnie, ¿Me puedes conseguir la radiografía de la señora Hefferson?-, Preguntó el Dr.
Shenk.
El Dr. Shenk era el caliente nuevo ortodoncista que se había unido al consultorio dental
del Dr. Andrew. Las dos señoras, Amer y Brittany, que trabajan en la recepción junto con
el asistente dental, Morgan, se lo habían estado comiendo con los ojos desde el día en
que llegó hacía unos meses. Bonnie no los culpaba. Después de todo, él tenía unos dulces
ojos azules. Con su pelo rubio platino, sus infinitos ojos azules y un cuerpo que incluso los
hombres se paraban a mirar, el Dr. Shenk era el tema candente en la oficina. Bonnie a
veces escuchaba a las mujeres hablar de él, pero nunca se metió en ello. No estaba
interesada en él o en cualquier otro hombre por el momento, no cuando todavía estaba de
luto por Zane.
-Sí, claro, sólo dame dos minutos. Tengo que usar el baño primero-, respondió Bonnie
levantando dos dedos. El médico le dio una cálida sonrisa y asintió antes de entrar a la
sala de examen #2. Ella tuvo que correr prácticamente al baño. Era como la sexta vez en
el día que tenía que ir al baño y sólo había estado en el trabajo durante tres horas. Sabía
que no era normal. Por lo general, una mujer embarazada iba al baño con esa frecuencia
y sabía que ese no era el caso con ella. Una tenía que tener relaciones sexuales para
quedar embarazada y Bonnie no podía recordar la última vez que estuvo con un hombre.
Respiró profundamente.
Unos minutos más tarde entró en la sala de examen y le entregó al Dr. Shenk la
carpeta con las radiografías.
-Gracias, querida-, respondió sonriendo y luego se volvió a su paciente. Ella se quedó
en silencio contra la pared, escuchando a Ray Shenk contarle a la señora Hefferson sobre
los resultados cuando su mente comenzó a divagar. Visiones de Zane le vinieron a la
cabeza al pensar en sus días de juventud. A veces, aún podía oler su colonia. Entonces
recordó el momento en que habían estado conduciendo toda la noche. Jon también había
estado con ellos. De repente, Bonnie se preguntó que es lo que estaría haciendo Jon. No
había hablado con él desde la noche en que le había llevado la foto y el osito de peluche.
Había tenido la intención de llamarlo, pero se acobardó un par de veces. Temía que su
constante llanto sobre Zane lo hubiera ahuyentado. Los hombres solo querían estar con
mujeres emocionantes y divertidas para pasar el rato, no bebés llorones. Ella solía ser
divertida y estar llena de energía, pero la vida, y la muerte, la habían cambiado.
-Bonnie, ¿podrías acompañar a la señora Hefferson a la recepción?- preguntó Ray
sacándola de sus pensamientos.
-Sí, doctor,- contestó Bonnie con una sonrisa, luego ayudó a la señora a levantarse de
la silla dental.
-Ya sabes, no es de mi incumbencia, pero vosotros dos haríais unos hermosos bebés
juntos,- dijo la señora Hefferson de la nada mientras caminaban juntas por el pasillo hacia
la recepción.
Bonnie volvió para mirar a la viejita. -¿Perdón?- Se atragantó. No estaba segura de si
había oído bien o no.
-Él es muy guapo, tú eres hermosa y veo que ninguno de los dos están casados, ¿a
qué están esperando? Puedo sentir la química entre los dos,- dijo la anciana con valentía.
Bonnie tosió mientras trataba de entender lo que decía la mujer.
-Bueno, señora Hefferson, no sabía yo que usted fuera una casamentera,- bromeó
mientras le hacía un gesto hacia recepción.
-Oh cariño, ¡he estado emparejando a la gente durante años! Sólo sé cuando dos
personas están destinadas a estar juntas y vosotros dos… bueno… sólo hazme saber
cuando estés comprometida-, explicó riendo a carcajadas, y luego se alejó. Bonnie se
quedó con la boca abierta mientras veía a la otra mujer marcharse. ¡Wow! ¡Esta mujer
está loca!
Aunque Ray Shenk era caliente, él, definitivamente, no era su tipo. Además, a ella le
gustaban los chicos con el pelo oscuro como Zane o… Jon. ¡Hmpf! No podía creer haber
puesto a Jon en esa categoría, su categoría de citas. Jon siempre había estado en la
categoría de buen amigo. Ella negó con la cabeza y se dirigió hacia la habitación.
-¡OH!- se quedó sin aliento cuando se topó con Ray saliendo de la habitación. –Lo
siento,- se rió en voz baja y luego pasó a su alrededor para pasar por la puerta.
-Así que... ¿Qué piensas acerca de lo que dijo la señora Hefferson?- Preguntó Ray con
las comisuras de su boca curvándose en una sonrisa.
Estuvo a punto de soltar un taco ante la pregunta. ¿Él estaba espiándonos? Decidió
hacerse la tonta. -¿De qué estás hablando?
La pequeña sonrisa en la comisura de sus labios se desvaneció rápidamente. -Oh,
nada... No importa-, resopló, y luego salió de la habitación. ¡Wow! Bonnie estaba
repentinamente asombrada. No esperaba que dijera eso. Pensó que sería divertido actuar
como si no supiera de lo que estaba hablando. No tenía idea de que él se iba a poner a la
defensiva. Y ahora se sentía mal, se preguntó si debía disculparse con él. –No, sólo voy a
dejarlo estar-, murmuró para sí misma. ¡Hombres! Y dicen que las mujeres somos
complicadas. Sacudió la cabeza y se dirigió al cuarto de baño. Una vez más.
-Bonnie, hay un paciente esperando en la sala de examen 3-, le informó Amber cuando
salió del cuarto de baño. Bonnie asintió, cogió la carpeta del mostrador y caminó
rápidamente por el pasillo. La reacción de Ray todavía la tenía aturdida.
-Siento haberle hecho esperar-, Anunció Bonnie al entrar en la sala mientras se volvía
para cerrar la puerta detrás de ella. Dejó la carpeta sobre la mesa y rápidamente se levo
las manos en el pequeño lavabo.
-Está bien, no tengo prisa-, dijo una voz familiar. Se dio la vuelta para ver a Jon
sentado en el sillón con las piernas y los brazos cruzados. Una enorme sonrisa se dibujó
en su rostro.
-¡JON! ¿Qué estás haciendo aquí?- se inclinó y envolvió sus brazos torpemente
alrededor de sus hombros para abrazarlo mientras él yacía en la silla dental.
-Bueno, quería tener mis dientes limpios y verte-, respondió sonriendo ampliamente al
ver su rostro. Su pelo rubio había crecido unos centímetros, enmarcando su cara
perfectamente. La bata de color melocotón que llevaba hacía que sus ojos verdes
parecieran más brillantes, y la visión de ella le quitó el aliento.
Bonnie se echó hacia atrás para mirarlo. De alguna manera, él se veía, pero no podía
poner un solo dedo sobre él mientras lo contemplaba.
Jon se echó a reír. -¿Por qué me miras así? ¿Tengo algo colgando de la nariz?- Él hizo
como que se quitaba un moco y ella le dio una palmada en la mano.
-¡NO! ¡EWW!- se rió. –Tú… te ves diferente.
Él se rió de nuevo. –Bueno, tengo un corte de pelo y una camisa nueva.- respondió
Jon. Miró hacia abajo y tiró de su nuevo polo de color verde oscuro.
-No-, se rió entre dientes Bonnie. -No es eso.-le molestaba no poder encontrar que era
lo que era diferente en él. Era como si lo estuviera viendo bajo una nueva luz. Él no
parecía el mismo Jon que conocía del instituto. Él… él parecía mas maduro. ¡No! Esa no
era la palabra. Ella sacudió la cabeza y se dio por vencida.
-Así que, de todos modos, ¿qué has estado haciendo? ¿Cómo está Jasmine?- Bromeó
Bonnie mientras se ponía los guantes de látex, ajustándolos en sus muñecas.
Jon echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada. -En primer lugar, no vas a
sacarme ningún diente, ¿verdad?-, preguntó riendo. Ella se inclinó sobre él, poniendo las
manos en sus dos mejillas para que su rostro estuviera a escasos centímetros del suyo. El
olor de su perfume cosquilleó en su nariz. Podía sentir como su polla saltaba
violentamente junto con el ritmo de su corazón. Jon tragó saliva, intentando tragarse el
nudo de su garganta mientras miraba sus ardientes ojos verdes.
-Tal vez-, bromeó, - a menos que admitas que me gané el osito de peluche justamente
y me sobornes.- Bonnie inclinó la cabeza hacia atrás y se rió. El corazón le latía mientras
estaba de pie centímetros por encima de él. No sabía que la había poseído para estar de
esa posición y burlándose de él.
-Está bien-, susurró. De repente, estaba nervioso. Había permanecido despierto
muchas, muchas noches imaginándola desnuda, de pie sobre él y mirándolo igual que lo
estaba haciendo en ese momento. Pero…
El golpe en la puerta los sobresaltó, ella rápidamente se enderezó y se arregló la bata.
Ella asintió con la cabeza a Jon, y se volvió para abrir la puerta.
-Bonnie, ¿puedo hablar contigo un momento?- Preguntó Ray.
Tenía la cara enrojecida cuando se volvió para mirar a Jon. –Vuelvo enseguida-, dijo, y
todo lo que Jon pudo hacer fue asentir con la cabeza. Su corazón y pene latían como locos
mientras intentaba ordenar sus pensamientos.
Bonnie se acercó a la puerta para hacer frente a Ray. -¿Qué quieres?- Preguntó. El
rostro de Ray estaba blanco como un fantasma con pequeñas gotas de sudor cubriendo su
frente.
-Bonnie, creo que deberíamos darnos una oportunidad,- espetó Ray finalmente. Jon
rápidamente se levantó de la silla y escuchó a través de la rendija de la puerta.
-¡Ray, esa mujer está loca!- contestó Bonnie sacudiendo la cabeza. –Creo que ella solo
estaba intentando agitar las cosas.
-Tal vez sea así, pero somos dos adultos que están buscando el amor. Tal vez tenemos
una especie de química entre nosotros-, insistió el Dr. Shenk. La sangre de Jon comenzó a
hervir mientras escuchaba, sin poder creer lo que estaba oyendo. Después de tantos años
de espera viendo la vida pasar, y en el momento en que finalmente tenía las pelotas para
ir a Bonnie y confesar su amor eterno por ella...
Incapaz de aguantar más, Jon abrió la puerta para ver a Bonnie y a Ray de pie
bastante cerca el uno al otro en el pasillo. Quería golpear el médico niño bonito justo en
los dientes, pero cuando miró la expresión de sorpresa de Bonnie se detuvo y mantuvo
los puños a su lado.
-Jon, ¿estás bien? Pareces sofocado-, dijo Bonnie agarrando su hombro derecho,
dándole un ligero apretón. Un caliente hormigueo bajó por su brazo mientras miraba a
Ray.
-¿Te está molestando este tipo?- preguntó Jon con los dientes apretados.
Las cejas rubias de Ray se levantaron. –No, no la estoy molestando. Si no te importa,
estamos teniendo una conversación privada.- Ray abrió la puerta haciéndole un gesto a
Jon para que volviera a la habitación.
Jon se mantuvo firme sobre sus pies. –Yo no te he preguntado nada, le he preguntado
a Bonnie-, respondió sin apartar los ojos de Ray. Bonnie estaba en shock. Nunca había
visto a Jon actuar de esta manera antes.
-Todo está bien. Te prometo que estaré de vuelta en un minuto-, le aseguró Bonnie y
luego lo empujó suavemente hacia la habitación y cerró la puerta.
Jon apretó, silenciosamente, la oreja contra la puerta para poder escuchar la
conversación, pero todo estaba en silencio. Los dos se habían apartado de la puerta y se
habían alejado por el pasillo. Eso le molestó aún más. Mientras más tiempo pasaba Bonnie
hablando con Ray, más enfadado se ponía. Bonnie era de él y el Sr. Dentista caliente se la
estaba intentando robar. Jon no podía soportarlo más. Abrió la puerta y se sorprendió al
ver a Bonnie delante de él.
-¿A dónde vas?- Le preguntó ladeando la cabeza hacia un lado.
-A golpear al Sr. Guapo en la cara-, siseó Jon, sus manos dos puños mientras miraba
por el pasillo.
Bonnie se rió. -Jon, estás actuando como un loco. Ray es inofensivo. Guapo, pero
inofensivo,- respondió ella, dándole una palmada en el hombro, haciendo un gesto para
que se sentara en la silla dental.
Jon respiró hondo y volvió a su asiento. Su corazón latía con fuerza en el pecho. Se
recostó en la silla y cerró los ojos, con miedo a mirarla, miedo de que pudiera decir algo
que fuera a lamentar después.
Pasó media hora mientras Bonnie limpiaba los dientes de Jon. Su sangre todavía
estaba hirviendo cuando por fin abrió los ojos para mirar la luz brillan por encima de él,
evitando sus ojos.
Bonnie podía sentir la tensión entre ella y Jon y no podía entender lo que había pasado
para eso. Amaba a Jon como a un hermano y sabía que el sentimiento era mutuo. En
todos los años desde que lo conocía, él siempre la había tratado como a una hermana,
muy protector, incluso cuando se trataba de Zane.
Bonnie recordó una vez cuando estaban en undécimo grado y los tres se encontraban
en una fiesta y Zane estaba borracho. Él la acusó de estar coqueteando con otro hombre,
que no era el caso, pero él discutió con ella de todos modos. Zane la agarró del brazo y
tiró de ella hacia el coche y fue entonces cuando Jon intervino y empujó a Zane al suelo.
Aquella noche amenazó a Zane, diciéndole que si alguna vez volvía a poner una mano
sobre ella, le iba a patear el culo. Esa fue la última vez que Zane se emborracho en su
presencia o fue brusco con ella.
-Terminado. Limpio como una patena,- contestó Bonnie, silbando alegremente
mientras intentaba romper el hielo que se había formado entre ellos.
Alargó la mano para desenganchar el babero de papel azul que había puesto sobre la
camisa de Jon cuando él la agarró por la muñeca. –Por favor, dime que no vas a salir con
ese idiota-, suplicó.
Ella dio un paso atrás, tirando de su firme agarre y lo miró. –Jon, no es asunto tuyo si
salgo o no salgo con él. ¿Por qué te importa?- Le espetó ella frotando la marca de su
muñeca donde él la había agarrado. No estaba actuando como él mismo en absoluto.
Jon la miró durante un largo momento. Su corazón le dolía por ella, y sin embargo,
estaba tan enfadado que lo único que podía ver era rojo. Quería atravesar la habitación,
cogerla en sus brazos, besarla y decirle lo mucho que la amaba, que él podría hacerla feliz
y darle bebés… no un aspirante a Casanova.
Él respiró hondo y soltó el aire. –Lo que sea-, respondió Jon moviendo la cabeza con
disgusto, luego se dirigió hacia la puerta, dejando a Bonnie desconcertada.
***
Caminó de un lado a otro en su sala de estar tantas veces que perdió la cuenta. ¿Debo
llamarlo o ir a su casa? ¡UGH! Después de que Jon se marchara de la consulta, no había
podido dejar de pensar en él. Repetía todo de nuevo en su mente, intentando averiguar
que era lo que había pasado. –Sé que siempre ha sido protector conmigo, pero la forma
en que trató a Ray… bueno… estaba equivocado-, dijo en voz alta.
Actuaba como... como... un novio celoso. Pensó entonces y se detuvo en seco cuando
llegó a esta conclusión. Pero ¿por qué? Yo nunca le gusté antes. No de ese modo . Siguió
caminando de un lado a otro hasta que el estridente timbre del teléfono interrumpió sus
pensamientos.
-¡Hola!-, gritó al teléfono, agitada.
-Bonnie, ¿qué pasa?- Le preguntó su madre al reconocer la tensión en su voz. Shirley
conocía a su hija demasiado bien.
-¡Hombres! Eso es lo que pasa. ¿Por qué tienen que hacer la vida tan jodidamente
complicada? ¡En serio! Dios debería haber hecho un manual de instrucciones cuando hizo
a los hombres. Por supuesto, si lo hubiera hecho, el maldito libro se tardaría años en leer.Bonnie continuó divagando mientras que su madre se tapaba la boca para ahogar una
carcajada. Después de unos minutos más, Bonnie finalmente se calmó. -Mamá, ¿sigues
ahí?- Preguntó Bonnie después de un momento de silencio.
-Sí querida, todavía estoy aquí. Estaba esperando que sacaras todo de tu sistema-,
respondió riéndose entre dientes.
Bonnie suspiró profundamente. –Sí, he terminado. Por ahora,- agregó.
-¿Estamos hablando de los hombres en general o de alguno en concreto?- preguntó
Shirley, doblando la ropa en su dormitorio, mientras que Larry Reese, el padre de Bonnie,
estaba en el otro lado de la cama roncando.
Otro suspiro escapó de sus labios mientras pensaba en Jon y cómo había estado
actuando. –Jon.- Los labios de Bonnie temblaron cuando pronunció su nombre.
-¿Jon? ¿Quién es Jon?- preguntó su madre.
Bonnie estaba en el fregadero de la cocina, llenándolo de agua y jabón. Sólo había
cinco platos en el fregadero, pero estaba tan frustrada en ese momento que necesitaba
hacer algo para mantenerse ocupada. Le estaban empezando a doler los pies de tanto
paseo.
-El amigo de Zane, Jon. Lo conoces mamá.
-Oh, ¿te refieres a Jonathan Wood? Era un chico muy agradable. ¿Qué ha hecho?Preguntó Shirley curiosa. Bonnie rodó los ojos. Todo... y nada... eso es lo que hizo. Eso es
lo que quería gritarle a su madre, pero se mordió la lengua.
-Todavía estoy tratando de averiguarlo-, resopló tratando de fregar un vaso con una
mano. Tocar el agua envió dolores por todo su vientre, instándola a tener que orinar… de
nuevo.
-Mamá, me tengo que ir. Te llamo más tarde-, dijo Bonnie, luego colgó el teléfono y
corrió al baño antes de que su madre tuviera la oportunidad de decir nada. ¡Dios! ¿Qué
hay de malo en mí? Se preguntó mientras se sentaba en el inodoro, haciendo una nota
mental para sí misma para programar una cita con su médico. Con suerte, podrán verme
la semana que viene antes de Acción de Gracias. Terminó de lavar los últimos dos platos y
decidió ponerse el pijama para pasar la noche. Bonnie no estaba de humor para ir a
ninguna parte o hacer algo. ¿Cómo iba a hacer algo cuando tenía que seguir haciendo
viajes al baño cada media hora?
Pensamientos de Jon y Ray se mantenían de ida y vuelta en su mente como pelotas de
ping pong. Ray y su estúpida idea de que tenían química. ¡Estúpida señora Hefferson! Y
Jon… Dios… él simplemente la aturdía. Ella quería sentarse con él y averiguar qué era lo
que le preocupaba.
***
Unas horas más tarde, un dolor punzante en el estómago la despertó de un sueño
profundo. Su cabello rubio estaba empapado de sudor mientras lentamente se daba la
vuelta para arrastrarse fuera de la cama. Tenía que ir al baño. ¡AHORA! Estaba segura de
que el dolor desaparecería una vez que orinara, pero no lo hizo. Su estómago se sentía
como si estuviera en llamas. Bonnie se quedó sin aliento cuando se levantó de la taza del
baño y vio que el agua del inodoro no era amarillo, sino de un color marrón rojizo. Algo
estaba gravemente mal.
El corazón le latía fuerte mientras se abría paso por su apartamento, recogiendo su
bolso, las llaves y el abrigo. Por mucho que odiara admitirlo, no podía esperar a ver a un
médico. Tenía que ir a la sala de emergencias ahora.
Bonnie tomó el teléfono y marcó el número de casa de sus padres. -¡Mierda!- No se
había dado cuenta de la hora que era hasta que miró el reloj. Eran las tres de la mañana.
A sus padres les iba a dar un infarto por recibir una llamada a esas horas de la mañana.
-¿Qué... QUÉ? ¿Hola?- Larry, su padre, balbuceó todavía medio dormido.
-Papá, soy yo. Bonnie. Siento mucho llamar a esta hora, pero quería decirles que estoy
yendo a la sala de urgencias-, respondió ella sintiéndose como una mierda por llamarlos y
despertarlos. Quería golpearse a sí misma por no haber mirado el reloj antes de marcar.
-¿Qué... QUÉ? ¿Qué pasa?- El padre de Bonnie gritó tan fuerte que tuvo que alejar el
teléfono de su oreja. Ahora podía escuchar a su madre gritando en el fondo, diciéndole
que le pasara el teléfono.
-Bonnie, querida, ¿qué pasa?- El pánico llenaba la voz de su madre.
Bonnie respiró hondo y soltó el aire por la nariz. –No estoy segura mamá. Hay algo
malo en mi estómago y estoy orinando mucho. Acabo de hacer pis y era de color marrón.
-Oh, Dios mío, parece que tienes una infección en la vejiga… o tal vez una infección de
orina-, respondió su madre. Le encantaba adivinar las enfermedades de las personas. Ella
solía ir a las reuniones familiares y escucharlos hablar de sus dolencias, entonces ellos les
contaban lo que les pasaba y, por supuesto, ellos siempre la creían.
Larry siempre bromeaba y llamaba a su madre Dr. House y le decía que debía empezar
a cobrar a la gente por su “experiencia médica”. Por supuesto, Shirley siempre le rodaba
los ojos a su marido y le decía que se perdiera. Ellos peleaban como perros y gatos, pero
Bonnie sabía que sus padres se amaban mucho. Podía verlo en sus ojos cuando se
miraban el uno al otro. Era la clase de amor que ella quería, la clase de amor donde se
podía fingir una pelea sólo para poder besarse más tarde. Hoy en día, las parejas parecían
pelear por las cosas más estúpidas y se separaban en un abrir y cerrar de ojos, sin tomar
sus votos matrimoniales en serio, en especial el voto de “para bien y para mal”.
-Bonnie, quédate ahí, voy a recogerte. No quiero que conduzcas hasta la sala de
urgencias-, subrayó su madre.
-Mamá, no, estoy bien. Por favor, vuelve a la cama, una vez que sepa lo que está
pasando te llamo-, contestó Bonnie mientras su madre suspiraba disgustada.
-Tonterías. ¿De verdad crees que voy a ser capaz de volver a dormir sabiendo que mi
bebé está en el hospital? ¿Has estado bebiendo?- preguntó ella.
Bonnie se rió. –No… y no.
-Tu padre y yo te buscaremos en el hospital en una media hora-, ordenó Shirley. Era
inútil discutir con esa mujer. Bonnie lo había descubierto hacía unos años. Por supuesto,
su padre lo decía todos los días.
Después de colgar, Bonnie agarró su bolso y se puso rápidamente sus botas negras.
Justo cuando se dirigía a la puerta, le dio otra punzada en el estómago y en la espalda.
Dejó caer su bolso y corrió al baño.
Este iba a ser otro largo día… podía sentirlo.
Capítulo 4
CarpeDreams
Eran más de las seis de la tarde cuando Bonnie entró por la puerta de su apartamento.
Su padre la seguía después de haber ido a recoger los antibióticos en la farmacia local.
-¿Estás segura de que no quieres venir a casa? Sabes que tu madre te preparará tu
comida favorita.-, dijo Larry intentando sobornar a su niña. Odiaba verla sufrir y se
sentirían mejor si él y Shirley pudieran mantener una estrecha vigilancia sobre ella
mientras se recuperaba.
Aunque la idea de una pizza de taco le hacía la boca agua, Bonnie quería acostarse en
su cama. –Papá, te quiero, pero voy a estar bien. Te lo primero. - Hizo una cruz sobre su
corazón como lo hacia cuando era una niña. Larry le dio un fuerte abrazo de oso y se fue.
Bonnie dejó escapar un profundo suspiro de alivio mientras caminaba a través de la sala
hasta la cocina. Un vaso de zumo de naranja helado sonaba bien para ella, así que se
sirvió uno.
Entonces volvió a entrar en la sala de estar y se dio cuenta de que la pequeña luz roja
de su contestador automático estaba parpadeando. Aún con dolor, se inclinó
cuidadosamente y pulsó el botón de reproducción.
“Bonnie, soy Jon. Tenemos que hablar. Llámame cuando recibas este mensaje.” Se
quedó sin aliento cuando el aparato le dijo que el mensaje fue grabado a las 6:45 a.m.
¿Por qué la llamaba tan temprano en la mañana? El contestador continuó. “Bonnie, soy
Jon de nuevo. Seguramente no escuchaste mi mensaje de esta mañana. Llámame cuando
llegues a casa del trabajo.” Podía oír la urgencia en su voz. El aparato volvió a sonar.
“Bonnie, ¿Dónde diablos estás? Necesito hablar contigo…” lo oyó mascullar entre dientes.
“Por favor, lo siento. Sólo tengo que sacar esto de mi pecho. Por favor llámame.” Su voz
sonaba triste. Esto hizo que su corazón doliera por él, y sin embargo, estaba confundida. Y
justo cuando estaba apuntó de borrar el mensaje el estridente timbre del teléfono la
sobresaltó. Rápidamente levantó el auricular.
-Hola.
-¡Bonnie! ¿Dónde has estado? He estado tratando de llamarte todo el día-, dijo Jon en
una carrera.
-Sí, ya lo veo. Acabo de recibir todos los mensajes. Estuve en el hospital durante todo
el día.- Con mucho cuidado se sentó en el sofá. Su estómago estaba todavía dolorido por
todo lo que le habían hecho cuando la examinaron.
-¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué ha pasado?- Tartamudeó.
-Tengo una infección en la vejiga. El dolor era tan fuerte que no podía esperar para ir
al medico así que terminé yendo a la sala de emergencias.- Bonnie se apoyó en el brazo
del sofá y cerró los ojos.
-¿Por qué no me llamaste? Estaba muy preocupado por ti.- Sus ojos se abrieron de
golpe mientras negaba con la cabeza, confundida.
-Uh… Jon… no quiero sonar fría, pero ¿por qué te iba a llamar?- Hubo un silencio al
otro lado de la línea. -¿Jon? ¿Jon? ¿Estás ahí?
-Quédate ahí. Voy para allá-, le ordenó. Y antes de que tuviera la oportunidad de
responder, se oyó el clic de él colgando el teléfono. ¡ Ugh! Con mucho cuidado, se levantó
del sofá y se dirigió al cuarto de baño.
-¡UGH! Me veo como una mierda,- gimió Bonnie cuando se dio cuenta de que no se
había duchado desde ayer. Corrió, se desvistió y se metió en la ducha. Acababa de
cepillarse los dientes cuando oyó un golpe en la puerta. -Espera,- gritó por el pasillo.
Rápidamente cogió el cepillo y se cepilló el pelo una vez más antes de ir a la puerta. El
corazón de Bonnie corría como un tren mientras se preguntaba qué era tan importante
para que Jon tuviera que hablar con ella en persona.
-¡Bonnie! ¡Hola!
Bonnie casi se atragantó al ver a Ray de pie en la puerta.
-¡Ray! ¿Qué estás haciendo aquí?- Dio un paso atrás para darle espacio y que entrara.
Llevaba una bolsa de papel marrón y estaba vestido como si acabara de llegar de una
boda, un traje negro con una camisa blanca y corbata roja, y su cabello rubio estaba
peinado hacia atrás a la perfección.
Bonnie lo miró con asombro por un momento. Tenía que admitir que se veía muy
apuesto. -No sabía que venir a verme era un asunto de etiqueta-, respondió ella con una
sonrisa, después se agarró su estómago dolorido. Ray se echó a reír y dejó la bolsa
marrón en el suelo junto a la mesa.
-En realidad, estaba en la cena por el 40 aniversario de la boda de mis padres. Me
marché mientras ellos cortaban el pastel para venir a verte. Quería ver cómo estabas.Bonnie empezó a abrir la boca para preguntarle cómo se había enterado, pero entonces
recordó que su madre había llamado a la consulta del dentista para decirles lo que estaba
pasando y que ella no iba a poder ir al trabajo durante una semana.
-Oh, eso es muy dulce, pero no deberías haber dejado la fiesta de tus padres para
venir a verme. Yo me estaba yendo a la cama.- En ese momento la puerta volvió a sonar.
Bonnie podía sentir su pulso corriendo por sus venas cuando se volvió a mirar la puerta
cerrada. ¡Oh Dios! Respiró hondo y fue a abrir.
-¡Hola Jon!- dijo Bonnie forzando una sonrisa. Ella no quería que se repitiera lo del otro
día. Jon la miró y sonrió hasta que vio a Ray de pie contra la pared. Fue entonces cuando
su sonrisa desapareció en una mueca y sus ojos se convirtieron en dos rendijas mientras
los miraba a los dos.
-¿Qué diablos está haciendo él aquí?- preguntó Jon con los dientes apretados. Ray
empezó a acercarse a él, pero Bonnie lo bloqueó con su brazo y le advirtió que se quedara
atrás.
-Jon, se detuvo a ver para ver cómo me sentía. No hay ninguna razón para que estés a
la defensiva-, aseguró Bonnie. Los ojos de Jon no se apartaban de Ray mientras ella lo
miraba, totalmente inconsciente de lo que ella estaba diciendo.
-Tal vez debería irme-, dijo Ray sorteando a Bonnie para enfrentar a Jon. Ray se quedó
mirando fijamente a Jon y Bonnie se tragó el nudo que se le había formado en la
garganta. Con el estómago todavía tan dolorido no estaba segura de si estaba preparada
para hacer de árbitro entre estos dos “chicos” si decidían no comportarse.
-Ray, siéntate en el sofá-, le ordenó, señalando el sofá. Jon dejó escapar un suspiro de
disgusto, lo suficientemente alto para que los dos lo escucharan. Podía sentir como su
cara se sonrojaba mientras se giraba para enfrentar a Jon. ¿Cómo podía un hombre hacer
que su corazón se acelerase con furia y a la vez hacer que revoloteara cuando lo veía?
-Jon, sígueme,- ordenó Bonnie mientras se volvía hacia su dormitorio. Jon se acercó
lentamente a través de la puerta y se quedó junto a su cama. Al verlo allí de pie, de
repente se dio cuenta de que nunca había tenido a un hombre en su habitación antes. No
era que no hubiera tenido relaciones sexuales desde que se había separado de Zane. Era
sólo que ella siempre pasaba la noche en la casa del otro tipo, o en un hotel. Ella se había
hecho una promesa a sí misma, él único hombre que dormiría en su cama sería alguien
con quien tuviera una relación seria y eso no había sucedido aún…
Las lágrimas empezaron a nublar sus ojos mientras miraba a Jon. ¡Qué lío! Jon se
suponía que era su amigo, un buen amigo, y sin embargo, estaban ahí de pie en su
dormitorio como dos extraños.
-Jon, ¿de qué querías hablar conmigo?- Bonnie tosió para aclarar su garganta. Jon
esperó un momento inmóvil. Sus ojos ya no estaban llenos de ira, sino de dolor y agonía.
Bonnie se acercó a él y envolvió sus manos alrededor de sus bíceps. –Háblame-, suplicó.
Su pecho subía y bajaba mientras tomaba profundas respiraciones.
-No puedo. No mientras él esté aquí,- respondió Jon inclinando la cabeza hacia la
dirección de donde Ray estaba sentado en la sala de estar.
Ella lo miró confundida. -¿Por qué? ¿Qué importa si Ray está aquí o no?- Bonnie dejó
caer las manos de sus brazos y se sentó en la cama. Las pastillas para el dolor que había
tomado anteriormente estaban empezando a hacer efecto, por lo que comenzaba a
sentirse mareada.
-Bon, ¿qué te pasa?- Jon se sentó junto a ella rápidamente, envolviendo el brazo
alrededor de sus hombros. El aroma de su perfume le llenó la nariz mientras ella apoyaba
la cabeza en su pecho.
-Creo que las pastillas para el dolor están haciendo efecto-, bostezó Bonnie.
-Espera,- respondió Jon y rápidamente se puso de pie y con cuidado la ayudó a
tumbarse en la cama, ahuecando las almohadas debajo de su cabeza. –Ahora vuelvo-,
añadió antes de salir por la puerta. Bonnie levantó la mano para detenerlo y rápidamente
la dejó caer. Su brazo parecía que pesaba una tonelada mientras yacía en la cama. Bonnie
podía oír a Jon y a Ray hablar o más bien tener una acalorada discusión. Sabía que debía
levantarse y salir antes de que los puños comenzaran a volar, pero su cuerpo se sentía
como si estuviera arrastrando un ancla.
Bonnie intentó escuchar sus palabras, pero todo sonaba ahogado mientras su cabeza
se aturdía. ¡Ugh! ¿Por qué tuve que tomar esas malditas pastillas tan pronto? En pocos
segundos sus párpados ganaron la batalla y se quedó dormida.
-Bonnie. Bonnie, ¿estás despierta?
Podía escuchar a Jon llamándola por su nombre mientras intentaba abrir los ojos.
Gimió cuando se dio la vuelta sobre su espalda. -¿Jon? ¿Qué pasa?- Las palabras de
Bonnie se detuvieron mientras sentía como Jon se sentaba en la cama a su lado.
-Envié a Ray a casa-, dijo en voz alta.
Sus ojos se abrieron de golpe al oír el sonido de su voz atronadoramente alta. -¿Qué?
¿Por qué hicisstess eessos?- Ella intentó empujarse a sí misma sobre los codos, pero
estaba demasiado débil y cayó de espaldas sobre la cama.
-Bonnie, ¿Cuántas pastillas para el dolor te tomaste?-, preguntó Jon, inclinándose
sobre ella de modo que sus caras estaban a escasos centímetros. Su olor flotaba hacia su
nariz y su cálido aliento le rozó la mejilla.
-Umm.. No lo ser, dos o tret. Mi estómago y la espalda esgatan realmente doloridas así
que tomtr una píldora adicional. ¿Es fue esputido eh?
Jon asintió con la cabeza y miró alrededor de la habitación en busca de una botella de
píldoras. -Sí, Bueno, realmente estúpido-, respondió soltando un suspiro irregular. El
corazón le dolía mientras empezaba a entrar en pánico. ¡Dios! ¿Cómo podía ser tan
estúpida? En caso… de que algo le pasara… Sacudió la cabeza para borrar los
pensamientos morbosos de su mente.
Corrió a la cocina para buscar el frasco de píldoras y lo encontró en el alféizar de la
ventana sobre el fregadero. Había dos botellas. Una era de antibióticos y la otra para el
dolor. Tome una pastilla cada 6 horas. -¡Oh, Dios mío!- masculló Jon entre dientes
mientras corría de vuelta a la habitación.
-¡Bonnie! ¡Bonnie, despierta!- Le agarró por los hombros, sacudiéndola.
-¿Qué?- Murmuró ella mientras se esforzaba por abrir los ojos.
-Escúchame-. Gritó Jon. -¡Piensa! ¿Cuántas pastillas para el dolor tomaste?- Continuó
sacudiéndola mientras su pelo rubio volaba hacia atrás y adelante. Volvió a colocarla
cuidadosamente sobre la cama, retirándole el pelo de la cara. Pequeñas gotas de sudor se
formaban en su frente mientras luchaba por abrir los ojos.
-Umm… d… d… dos. Creo que tomé dos,- Bonnie intentó pensar seriamente en la
cantidad que se había tomado. Estaba bastante segura de que habían sido dos. Siempre
se tomaba dos pastillas cuando tenía dolor de cabeza o la menstruación.
-¿Estás segura?- presionó Jon.
Pudo volver a sentir su aliento caliente en la cara cuando asintió con la cabeza
afirmativamente. Sintió como la cama se elevaba y una corriente de aire frío cuando él
salió corriendo de la habitación. Ella estaba caliente, muy caliente mientras se esforzaba
por incorporarse. Tenía que quitarse la ropa, sobre todo los pantalones de chándal. Bonnie
podía oír a Jon hablando con alguien mientras luchaba por quitarse los pantalones y luego
los calcetines.
-Oh, eso se siente mucho mejor,- suspiró Bonnie mientras se tumbaba en la cama.
Todo lo que llevaba ahora eran las bragas rosas de encaje y una camiseta blanca.
-Sí. Ella dijo que sólo se tomó dos. Uh-huh. Sí. Bueno señor, muchas gracias. Sí, voy a
mantener una estrecha vigilancia sobre ella. Okay. Gracias.- el corazón de Jon estaba
acelerado mientras colgaba después de hablar con el farmacéutico. Le preocupaba que
ella hubiera tomado una sobredosis, pero el farmacéutico le dijo que estaría bien siempre
y cuando solo hubiera tomado dos.
Jon estaba en la sala de estar, debatiendo si debía llamar a sus padres o no. No. ¿Por
qué preocuparlos? Si se ponía peor los llamaría. Se paseó por la sala un par de veces,
preguntándose que debía hacer. ¿Debería hacer que se tome una ducha fría? Él había
visto demasiados reality Shows dónde los adictos que estaban desenganchándose
tomaban duchas frías. ¡No! No es una buena idea. No estaba seguro de poder manejar
verla desnuda en la ducha. Podría terminar haciendo algo que arruinaría su amistad,
sabiendo que ya estaba en un terreno inestable. La idea de perderla como amiga…
bueno… sacudió la cabeza para borrar ese pensamiento.
-¡Mierda!- Soltó Jon en voz alta mientras se pasaba las manos por el pelo, y luego
pisoteaba el pasillo hasta su dormitorio. Luego se detuvo en la puerta cuando la vio
tendida en la cama, medio desnuda. -¡BUEN DIOS!- estuvo a punto de tropezar con sus
propios pies mientras corría a su lado.
-¡Bonnie! ¿Qué estás haciendo?- gritó Jon mientras la despertaba. Sus ojos verdes se
abrieron.
-¿Qué?- Bonnie tosió, luego se irguió sobre los codos. Jon no podía creer lo que veía.
Qué hermosa se veía vestida sólo con una camiseta blanca y unas bragas de color rosa
que apenas la cubrían. Estaba consiguiendo una erección de sólo mirarla. Oh, cómo quería
tirar de su camiseta blanca y besarla por todas partes.
-¿Qué... qué?- preguntó Jon sacudiendo la cabeza con fuerza para eliminar los
pensamientos eróticos, pero no sirvió de nada. Sólo se hizo peor cuando ella se dio la
vuelta sobre su costado, haciendo que su camiseta se levantara, dejando al descubierto su
estómago desnudo. Todos los músculos de su estómago se apretaron y lo mismo pasó con
el bulto en sus pantalones. No podía soportarlo.
-Jon, ayúdame. Estoy muy caliente. Me siento como si estuviera en llamas-, suspiró
limpiándose las gotas de sudor de su frente con el dorso de la mano. Él se estremeció
ante sus palabras. Tenía sueños dónde ella le decía esas palabras, pero sólo sexualmente,
no porque se hubiera tomado demasiadas pastillas para el dolor. ¡Mierda! ¡Qué suerte la
mía! Querido Dios, ¿Cuánto más puedo soportar?
Lamentando lo que iba a hacer a continuación, se levantó, la cogió del brazo y lo
envolvió alrededor de su cuello. -Vamos, tenemos que conseguir llegar al cuarto de baño.
Quizás una ducha fría te ayude.- Podía sentir su corazón, literalmente, golpeando en su
pecho mientras la ayudaba a ponerse sobre sus pies. Bonnie tropezó un par de veces y
cayó en sus brazos mientras caminaban lado a lado hasta el baño. Mientras ella se
apoyaba en su pecho puedo oler que su pelo olía a fresas.
Respiró hondo y trató de concentrarse en el estante de las toallas detrás de ella
mientras ella estaba de pie frente a él, tirando lentamente de su camiseta. Sintió una
punzada en el pecho, por no hablar de los latidos en sus pantalones, al ver sus perfectos
pechos.
Bonnie apenas podía mantener los ojos abiertos mientras se daba la vuelta y se
arrodillaba junto a la bañera para abrir el grifo. Jon quería ayudarla, pero sabía que si
tocaba su piel desnuda no podía contenerse a sí mismo.
Un suave gemido escapó de sus labios al sentir el agua fría que brotaba del grifo
plateado. Alargó la mano, cogió un puñado de agua fría en las manos y se la echó sobre
su rostro. –Oh, se siente tan bien,- gimió Bonnie salpicando más agua por su cara y
cuello.
Jon apenas podía soportarlo mientras observaba el agua correr por sus cuello y entre
sus pechos. Podía sentir su pene palpitando entre sus pantalones mientras ella seguía
gimiendo. Escuchar sus suaves gemidos fue suficiente para volverlo loco. Le tomó todo lo
que tenía para no rasgar sus bragas rosas y hacer lo que quería con ella.
-Jon, gracias por ayudarme,- Bonnie se dio la vuelta y sonrió tímidamente. Él sólo pudo
mover la cabeza mientras miraba sus pechos.
-¿Te importa?- Ella se rió entre dientes, de repente recuperando sus sentidos. Las cejas
de Jon se elevaron cuando la miró confundido. Ella se echó a reír cuando su cara se puso
roja.
-¡Oh! ¿Estás segura de que vas a estar bien?- Con lo inestable que parecía sobre sus
pies, todo lo que él podía imaginar era a ella deslizándose por la bañera y quedándose
inconsciente.
-Sí, creo que sí… whoaaa…
Jon avanzó un paso rápidamente, cogiéndola en sus brazos. Sus pechos desnudos se
presionaron con fuerza contra su pecho mientras él la sujetaba con fuerza entre sus
brazos.
-Whooo… supongo que todavía estoy un poco inestable-, susurró Bonnie. A pesar de
que su cabeza todavía estaba mareada, su corazón no lo estaba. Le latía a mil por horas.
¡Dios, se siente tan bien! Podía sentir como su cara volvía a arder mientras lo miraba a los
ojos.
Ella comenzó a alejarse, pero él tiro de ella hacia sus brazos. Sus ojos azules estaban
llenos de deseo. –Bonnie…- Jon susurró su nombre y fue lo único que podía decir. Quería
besarla y…
-¿Sí?- Las labios de Bonnie temblaron cuando susurró. Eso fue todo. No podía
soportarlo más. Jon tiró de ella con más fuerza contra su pecho y cubrió su boca con la
suya. Su beso fue hambriento mientras se exploraban y saboreaban el uno al otro,
entonces el beso se hizo más apasionado. Lentamente él deslizó una mano por su
costado, ahuecando su pecho. Un suave gemido escapó de sus labios mientras ella le
apretaba el culo, lo que obligó a sus caderas a estar más cerca de las de ella.
La mente de Bonnie daba vueltas. A través del aturdimiento causado por las pastillas
para el dolor, ella estaba sintiendo una serie de emociones, emociones que no había
sentido… desde… Zane.
-¡Jon! ¡Alto! Por favor,- Bonnie suspiró mientras se apartaba de él. Su respiración era
entrecortada mientras la miraba, desconcertado. Ella alargó la mano sobre su hombro
para coger una toalla del toallero. Aún confundido por su reacción, Jon cogió la toalla y se
la dio.
-Jon, lo siento. Nosotros... Yo... no puedo hacer esto.- Apresuradamente envolvió la
toalla azul alrededor de sus pechos mientras Jon daba un paso más cerca de ella.
No podía crees lo que estaba oyendo. Ella lo deseaba… al igual que él. ¿Por qué lo
estaba negando?
-Yo no lo siento-, Jon respiraba sobre su piel, empujando un mechón de pelo detrás de
su oreja.
Ella cerró los ojos y apoyó la cabeza contra su mano mientras él pasaba los dedos por
su mejilla. Después de unos segundos, abrió los ojos y su corazón cayó hasta su
estómago. El pánico le atravesó mientras se apresuraba a abrir la puerta del baño.
-¡Bonnie! ¿Qué tiene de malo? ¿A dónde vas?- Jon la agarró de la muñeca, girándola
hacia él. Se quedó sin aliento cuando vio las lágrimas corriendo por sus mejillas.
-Yo… n… n… no puedo hacer esto. Eres el mejor amigo de Zane,- balbuceó Bonnie
intentando tirar de su fuerte agarre.
-¡Maldita sea! ¡Zane está muerto!- gritó Jon, salió pisoteando por delante de ella hasta
la sala y se tiró en el sofá. Sorprendida, Bonnie se acercó lentamente hacia él mientras las
lágrimas corrían por sus mejillas constantemente. Sostuvo la toalla apretada contra su
pecho y se sentó sofá junto a él.
Capítulo 5
CarpeDreams
La pequeña sala estaba a oscuras excepto por la luz proveniente de la lámpara en la
esquina. Se sentía como si hubieran pasado horas desde que se sentó a su lado con
ninguno de los dos diciendo una palabra.
Llevando sólo una toalla, Bonnie estaba empezando a sentir frío allí sentada en el sofá,
temblando. Ella sabía que parte de la razón por la que temblaba era porque estaba
asustada… tenía miedo de lo que estaba pasando entre Jon y ella. Todo era muy confuso.
Era difícil creer que hasta hacia unos momentos ella había estado cubierta de sudor y
besándolo, ahora estaban sentados en el sofá como dos extraños en la noche.
-Tienes frío. Puedo escuchar como te castañean los dientes-, dijo Jon con el rostro
entre las manos. No quería mirarla. Bonnie estaba sentada a su lado en silencio,
abrazando la almohada del sofá contra su pecho en busca de calor. Pasaron unos minutos
más y aún no se había levantado para vestirse. Jon se dio la vuelta para mirarla.
-Si no te vas y te pones algo de ropa, te llevaré yo mismo. No quiero ver como coges
una neumonía.- Ordenó Jon en voz baja, cerró los ojos y suspiró. ¡Ugh! Esta mujer va a
ser mi muerte, primero las pastillas y ahora esto.
Bonnie se quedó sentada junto a él durante unos segundos más y luego se levantó.
Quería hablar con él, pero ahí sentada, medio congelada no iba a hacer que la situación
fuera menos incómoda. Bonnie regresó lentamente a su habitación y cerró la puerta. Los
pantalones que se había quitado antes aún yacían en el suelo, así que con cuidado se
agachó para recogerlos cuando oyó el crujido de la puerta detrás de ella. Se dio la vuelta
para ver a Jon de pie en la puerta.
-Me marcho,- dijo con voz ronca.
-Jon, por favor, dime que es lo que está mal ¿estás enfadado conmigo? ¿Estas
enfadado porque yo…
Él dio dos zancadas por la habitación y llevó un dedo a sus labios. –Bon…- fue todo lo
que pudo decir. Jon podía sentir como se derrumbaba mientras miraba fijamente sus
brillantes ojos. Todo era un desastre. Todo lo que él quería era amar a esta mujer y en el
fondo sabía que eso no iba a suceder. Estuviera vivo o muerto, Zane siempre iba a
interponerse entre ellos. Ahora lo veía.
Jon la envolvió suavemente con sus brazos y la abrazó. El olor de su champú de fresa y
su perfume natural haciendo cosquillas en su nariz mientras inhalaba una última bocanada
de ella.
Bonnie sabía que algo estaba mal cuando lo escuchó tomar una respiración irregular y
profunda para luego exhalar. Su corazón se aceleró por el pánico. ¿Qué he hecho? Se va,
¡Lo sé! Las lágrimas nublaron sus ojos mientras lo veía dar la vuelta y caminar hacia la
puerta. Fue entonces cuando lo sintió en su corazón. Una punzada aguda, como si alguien
le hubiera apuñalado con una aguja de punto. La idea de no volver a ver sus cristalinos
ojos azules, o su cálida sonrisa o sentir sus brazos alrededor de ella nunca más era más
de lo que podía soportar.
-¡Jon, espera!- gritó Bonnie a través de la habitación. Ella corrió hacia él, lo agarró del
brazo y lo giró para que la mirara. –Lo siento. Por favor, no me dejes.- Su voz tembló
mientras las lágrimas corrían por sus mejillas.
-¿Cual es el punto de quedarme a tu alrededor…- Se detuvo a mitad de la frase.
-¿Por qué dices eso? Por favor, no te vayas. Quiero que te quedes un rato,- contestó
Bonnie, queriendo envolver sus brazos alrededor de su cintura y sostenerlo firmemente
contra ella, pero tenía miedo de que la apartara.
Jon dejó escapar un suspiro agotado, -Porque nunca vas a dejar ir a Zane.
Sólo escuchar el nombre de Zane provocó una nueva ronda de lágrimas mientras lo
miraba. Él estaba en lo cierto. Nunca podría dejarlo ir, pero estaba lista para seguir
adelante, volver a amar y ser amada de nuevo.
-Jon, te quiero,- dijo Bonnie en voz alta y luego rápidamente enterró la cara en su
pecho, con miedo de ver su reacción.
El corazón de Jon se detuvo cuando la oyó decir esas palabras. Oh, cómo anhelaba oír
esas tres pequeñas palabras de ella, pero una parte de él no estaba seguro de si lo decía
en serio.
Dudó un momento y luego envolvió sus brazos alrededor de ella y la abrazó.
-¿No me quieres?- susurró Bonnie contra su pecho.
Jon cerró los ojos y la apretó con más fuerza, sin querer dejarla ir otra vez, pero era
inútil. Él estaba luchando una batalla perdida. Su amor por él no era el mismo tipo de
amor que él tenía por ella. No era el mismo tipo de amor que ella sentía por Zane y nunca
lo sería. -Sí, Bonnie, te quiero,- respondió Jon, inclinándose para besar la parte superior
de su cabeza.
Ella lo miró. -¿Entonces por qué te vas? quédate. Quédate esta noche, por favor.- rogó
Bonnie. Escucharla suplicar hizo que le doliera el pecho.
Oh Dios, me quiero quedar y hacer el amor con ella toda la noche, besar cada
centímetro de su piel blanca como la seda. A pesar de que sabía que si lo hacía sólo se
pondría a sí mismo en otra ronda de dolor y noches sin dormir.
-Por favor-, rogó Bonnie, besando su pecho mientras sus manos masajeaban su
espalda.
Él echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos. ¡UGH!
-Por favor-, volvió a decir ella con una voz sensual, haciendo que su pene saltara en
sus pantalones. Ella le levantó la camiseta, besó su estómago y su corazón comenzó a latir
erráticamente mientras ella lamía sus pezones con la lengua.
-Bonnie, por favor. No podemos hacer esto-, le pidió Jon, sabiendo en su corazón que
no era correcto.
Ella dio unos pasos atrás y observó su rostro mientras desenvolvía la toalla y la dejaba
caer al suelo. No pudo evitar sonreír cuando su boca se abrió y sus ojos se posaron en sus
pechos. Anhelaba que la besara y le hiciera el amor como ningún otro hombre lo había
hecho antes.
-Jon, he querido hacerte el amor desde el día en la consulta del dentista. No me había
dado cuenta hasta ahora,- dijo Bonnie mientras daba un paso más cerca de él. Apenas
podía respirar mientras lo miraba, esperando que la tomara.
Eso fue todo lo que necesitó. Jon la levantó en sus brazos y la tiró sobre la cama. Se
quitó la ropa mientras besaba cada parte de su piel desnuda. Ambos gimieron cuando su
mano rozó su duro pene.
-Oh, Bonnie, no tienes ni idea de cuánto tiempo he esperado por ti-, gimió Jon
mientras chupaba sus pechos. Bonnie abrió los ojos y vio que él la miraba. Ya no veía al
Jonathan con tirantes y el corte de pelo del instituto. Veía a Jon el hombre que amaba y
que la deseaba. Bonnie abrió las piernas y las envolvió alrededor de su cintura,
acercándolo más a ella. Ella gimió al sentir el roce de su eje contra sus pliegues calientes.
-Jon, hazme el amor,- sopló Bonnie en su oreja. Eso era todo lo que necesitaba oír. En
cuestión de segundos estaban haciendo el amor.
***
Jon estaba en la puerta escuchando sus suaves ronquidos mientras ella dormía. A
pesar de que habían hecho el amor apenas unas horas antes, su corazón aún le dolía. Se
preguntaba si realmente lo quería o si su corazón seguía con Zane.
-Jon, ¿dónde estás?- Preguntó Bonnie adormilada. Se dio la vuelta y tiró las sábanas
sobre sus pechos.
-Aquí-, suspiró acercándose a la orilla de la cama.
-¿Qué haces ahí tan tarde? ¿No puedes dormir?
-Bonnie, tenemos que hablar-, susurró Jon. Su corazón se sentía pesado mientras
intentaba encontrar las palabras adecuadas para describir lo que sentía. Sabía que haber
hecho el amor con ella había sido un error. Él se había tumbado en su cama muchas
noches preguntándose que sentiría en sus brazos mientras hacían el amor. Y esa noche…
pensó que había muerto e ido al cielo. Era lo que siempre había soñado y más, pero
ahora… se sentía culpable. Quería que esto sucediera, pero no tan pronto, no cuando ella
estaba bajo la influencia de las pastillas para el dolor. Jon sentía que se había
aprovechado de ella.
Bonnie se levantó de la cama, cogió las ropas que yacían en el suelo y se las puso
rápidamente. Caminó alrededor de la cama y se sentó a su lado. Sabía que algo estaba
mal por el sonido de su voz y la forma en que estaba sentado en la cama con los hombros
encorvados.
-Jon, ¿qué pasa? ¿Hice algo mal?- agarró sus manos entre las de ella.
Jon contuvo la respiración. No sabía como decir lo que sentía. Había mantenido este
secreto durante muchos años y ahora estaba dispuesto a confesar su amor por ella y no
sabía muy bien por dónde empezar.
-Bon, yo... um... bueno...- balbuceó.
-Jon, me estás asustando,- Bonnie lo miró con lágrimas en los ojos.
-Yo... Lo siento. No era mi intención asustarte,- Jon respiró profundamente, se pasó la
mano por el pelo y luego se dio la vuelta para mirarla. Bueno, Jon, sólo dilo, pensó para sí
mismo. Tomó una respiración profunda y luego la soltó.
-¿Recuerdas el baile de primavera de séptimo grado?, preguntó Jon.
Bonnie ladeó la cabeza hacia un lado, confundida. –Siip.
-¿Recuerdas el vestido verde que llevabas?-, le preguntó. Todavía recordaba sus rizos,
la forma en que colgaban delicadamente sobre sus hombros. Ese día se veía tan hermosa.
Ella rió entre dientes ligeramente, pensando en ese día. Era la primera vez que había
bailado con Zane… y con Jonathan. Ella había estado tan feliz ese día que le había pedido
bailar a varios chicos, pero con Zane era con quién más emocionante había sido.
-Sí, lo recuerdo. Llevabas una chaqueta blanca con una camiseta rosa y pantalones
vaqueros,- contestó Bonnie riendo de nuevo. Recordaba haber mirado a Zane y Jonathan
de pie a través de las puertas del gimnasio y a todo el mundo volviéndose hacia ellos. Se
parecían a los dos chicos del programa Miami Vice.
-Sí-, se rió nerviosamente. La sonrisa en su rostro desapareció y ella se quedó en
silencio. Los dos se quedaron en silencio por un momento, recordando.
-Jon... Lo siento,- empezó a hablar Bonnie, pero Jon la interrumpió, poniendo un dedo
en sus labios.
-Por favor, déjame decir esto-, respondió, se levantó y comenzó a caminar. Ahora
Bonnie estaba muy nerviosa. –Sólo lo voy a dejar salir. No hay otra manera.- Jon se
recorrió la habitación unas cuantas veces más, pensando, luego se detuvo frente a ella. He esperado más de quince años para decirte esto, pero nunca lo hice porque sabía que
amabas a Zane y ahora que se ha ido y... que... que Ray.... Los músculos de su mandíbula
se apretaron cuando dijo el nombre de Ray.
Jon se volvió, se acercó a la ventana y agarró las cortinas. –Bonnie, te he amado desde
aquel día en el baile de primavera. Nunca he dejado de quererte y creo que nunca lo haré.
No puedo decirte cuántas veces he querido arrancarte de los brazos de Zane y besarte.
Me destrozaba verlo en tus brazos, y ver la forma en que lo mirabas… como si fuera el
único hombre sobre la faz de la tierra. Soñé día y noche con que algún día me mirarías de
esa manera también, y cuando me dijiste que me querías… bueno… me hiciste el hombre
más feliz del mundo y aún así me destrozó. Sé que debería ser feliz, pero…
-Jon-, lo interrumpió Bonnie mientras se levantaba y agarraba sus brazos para darle la
vuelta. –Jon-, volvió a susurrar su nombre mientras las lágrimas volvían a nublar sus ojos.
Por un momento, él se veía como el joven Jonathan que recordaba de cuando era una
adolescente. -¿Por qué no dijiste nada?- Preguntó Bonnie, acariciando sus mejillas.
-Porque Zane era mi mejor amigo y yo nunca lo traicionaría diciéndole que estaba
enamorado de ti,- susurró. Ella pudo ver como una lágrima resbalaba por su mejilla y caía
al suelo.
-Jon, ven aquí-, Bonnie agarró su mano y lo llevo a la cama para sentarse. Suspiró
profundamente, -Jon, sí, yo todavía quiero a Zane y eso nunca va a desaparecer.- Jon la
escuchó y sacudió la cabeza, pero ella extendió la mano y le agarró la barbilla,
deteniéndolo. -Déjame terminar, por favor. Zane fue mi primer amor y siempre habrá un
lugar en mi corazón para él, pero también hay un lugar en mi corazón para ti.
-Yo…- Jon comenzó a interrumpirla, pero Bonnie le cubrió la boca con la mano.
-Por favor, es mi turno para hablar,- insistió y continuó, -perdí a Zane hace mucho
tiempo y tuve un momento muy difícil en aceptarlo, pero desde su muerte, he estado
pensando mucho y por fin puedo seguir adelante.- Bonnie lo observaba sonriendo
tímidamente.
-¿Crees? ¿Crees que es así? Bon, no tienes nada de Zane, nunca lo tendrás. Nunca
dejaras que un hombre te ame de la manera que te mereces, ya que siempre vas a llevar
una antorcha por él.- Jon dejó que las palabras se derramaran mientras las lágrimas
corrían por sus mejillas. Luego se levantó de la cama y camino hacia la puerta.
-¡Jon, espera! ¿Cómo puedes decir eso? ¡Yo no estoy llevando una antorcha por nadie!
Estoy intentando abrirte mi corazón y tú me estás alejando. Tienes que ser paciente
conmigo y dejarme tomar pequeños pasos. Sabes que esto no es fácil para mí-, contestó
Bonnie sollozando.
-¿Paciente? Bon, ¡he sido paciente durante quince años! No sé cuanto más puede
aguantar mi corazón. He visto pasar la vida mientras esperaba el momento adecuado para
confesarte mi amor, y cada vez que lo iba a hacer, algo se interponía entre nosotros. Todo
lo que quería era casarme y tener hijos con la mujer que amo.- Suspiró pesadamente.
Bonnie se quedó sin aliento. -¿Quieres casarte y tener hijos conmigo?
-Bueno, sí, pero...
Pero, ¿qué?- Los ojos de Bonnie se abrieron ante su vacilación.
-Bon, esto no es algo a lo que te lanzas y ya está. Por lo general, las parejas tienen
citas durante un tiempo y se conocen entre sí-, respondió riendo suavemente
-Bueno, ¿a qué estás esperando? Dijiste que querías llevarme a cenar y nunca lo
hiciste,- replicó Bonnie.
-Bueno, tengo entradas para ir a ver a los Steelers a finales de mes-, sugirió Jon.
Es decir, dentro de tres semanas. ¿Quieres esperar tanto tiempo?- Preguntó Bonnie
empujado su labio inferior.
-Jon se echó a reír al ver la expresión en su rostro. -No, por supuesto que no, ¿qué hay
de cenar mañana por la noche?
-¡SÍ!- gritó Bonnie y saltó hasta envolver sus brazos alrededor de su cuello. -¡Ay!-Gimió
mientras el dolor se disparaba en su estómago.
-Bon, ¿estás bien?- Jon envolvió rápidamente sus brazos alrededor de su cintura y se
dirigió de vuelta a la cama.
-Sí, creo que los efectos de las pastillas para el dolor están empezando a desaparecer-,
dijo tímidamente.
-Sí, sobre eso, si alguna vez me vuelves a hacer eso…- sacudió la cabeza hacia ella en
señal de advertencia. Ella rió entre dientes mientras se arrastraba bajo las mantas para
descansar. Sus parpados se volvieron pesados repentinamente mientras lo veía arroparla.
Capítulo 6
CarpeDreams
Bonnie fue un manojo de nervios durante todo el día pensando en su cita con Jon. Se
sentía como un adolescente de nuevo, vértigos en un minuto, nerviosismo al siguiente.
Pasó la mayor parte del día limpiando su apartamento sólo para mantener la mente
ocupada, pero no sirvió de nada. En todas partes volvía a ver los ojos azules de Jon
sonriendo.
Se sobresaltó cuando sonó el teléfono. -Hola,- contestó Bonnie emocionada.
-Bon, soy Jon. ¿Estás lista?
Una enorme sonrisa se dibujó en su rostro al escuchar su suave voz. -Casi, todavía
estoy intentando averiguar que ponerme.- Suspiró con disgusto mientras miraba a los tres
modelos que estaban esparcidos sobre la cama, dos vestidos y un pantalón y una blusa de
vestir. -Si me dijeras a dónde vamos eso podría ayudarme a decidir qué ropa ponerme.
Jon se echó a reír. -No, pero puedes ir desnuda. No me importaría.- Se rió de nuevo.
Desde que había confesado su amor por ella, sentía como si ya no tuviera una gran carga
sobre los hombros. Por fin se sentía libre. Libre para amar a la mujer con la que había
soñado durante quince años.
-Uh, sí, eso estaría muy bien. Mi idea de una primera cita implica ser encerrada en la
cárcel por exhibicionismo-, bromeó.
-Bueno, está claro que no la olvidarías-, dijo riendo.
Ella se rió, -No, no lo haría.
-Está bien, te voy a dar una pista. No uses un vestido. El lugar a donde vamos no tiene
calefacción,- respondió Jon.
-Oh, está bien. ¿A qué tipo de antro me vas a llevar?- preguntó con curiosidad. No
podía imaginar un lugar que no tuviera calefacción. A menos que la llevara al campo, pero
era noviembre y hacía mucho viento por lo que no tenía sentido.
-¡No!- Se rió entre dientes. -No es un antro, pero creo que te va a gustar-, sonrió Jon
para sus adentros. Había pasado las últimas veinticuatro horas preparando su primera cita
y estaba extasiado.
-¡Hmphf! Bueno, yo seré la que juzgue eso-, replicó Bonnie. Jon se rió de ella. Le
encantaba burlarse de ella y no podía esperar a ver su cara de sorpresa cuando la tuviera
frente al lugar dónde iban a tener su primera cena.
-Sí, puedes ser la jueza. Bien, escucha, tengo que hacer unas cuantas cosas más antes
de ir a buscarte-, respondió Jon, miró su reloj y vio que eran las 5:32. –Estaré ahí sobre
las seis, ¿de acuerdo?
Bonnie sonrió. –Sí, estaré esperando mordiéndome las uñas-, bromeó. Jon se rió antes
de colgar el teléfono.
¡Ugh! Echó un vistazo a los tres conjuntos en su cama. Los dos vestidos eran del tipo
suelto y corto, pero ahora tampoco estaba segura de si debía usar sus pantalones de
vestir azul marino y la blusa blanca. ¿Qué clase de lugar no tiene calefacción? Colgó la
ropa de nuevo en el armario y luego miró fijamente a su otra ropa.
-¿Debería usar pantalones vaqueros? ¡Maldita sea! Debería haberle preguntado si él iba
a llevar vaqueros. Eso hubiera hecho la decisión un poco más fácil-, dijo Bonnie en voz
alta. Suspiró profundamente y luego agarró unos vaqueros de color claro y un suéter
negro. Decidió utilizar sus nuevas botas negras ya que a Jon le habían gustado y su nuevo
bolso Gucci.
Se miró en el espejo examinándose a sí misma. –Esto tiene que valer-, dijo Bonnie
sacudiendo la cabeza. No se sentía segura con la ropa, si Jon hubiera sido simplemente
honesto con ella sobre el lugar en vez de estar con estos juegos, sabría que ropa era la
apropiada. ¡Hombres!
Justo cuando estaba rociando perfume en su cuello, llamaron a la puerta. Miró el reloj
sorprendiéndose de que ya fueran las seis.
Corrió hacia la puerta y la abrió, la visión de él la dejó sin aliento. Llevaba una
chaqueta de cuero marrón con unos jeans oscuros. ¡Sí, jeans!
-WOW! ¡Te ves muy bien!- Exclamó Jon mientras la miraba de pies a cabeza.
Podía sentir sus mejillas arder mientras miraba hacia abajo para ver su sencillo suéter y
pantalones vaqueros. -¿Eso crees? No estaba segura de que ropa era la apropiada para
cenar en un tugurio sin calefacción-, se burló Bonnie, agarró su mano y tiró de él a su
apartamento.
Jon echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada. –Bon, no es un tugurio.
Simplemente no tiene calefacción… ni electricidad-, respondió Jon sonriendo tímidamente.
La boca de Bonnie se abrió. -¿Qué?¿No hay electricidad? ¿Qué vamos a comer?
¿Mantequilla de cacahuete y mermelada? ¿Cómo se supone que se cocina en un
restaurante sin electricidad? Porque vamos a un restaurante ¿no?
Jon no podía dejar de reír mientras la veía ahí de pie con las manos en las caderas,
mirándolo. -Es una sorpresa, ¿de acuerdo? He estado trabajando en esto durante las
últimas veinticuatro horas. ¿Puedes dejarlo así?-, preguntó Jon sonriendo, y luego se
inclinó y la besó en la mejilla.
Ella lo miró con asombro. -¿En serio?- Una enorme sonrisa se formó en su rostro.
Ningún hombre había llegado a ese extremo planeándole una sorpresa. -¿Quieres una
copa de vino antes de irnos? ¿O tenemos reservas?- bromeó mientras caminaba hacia la
sala de estar.
Jon volvió a reír. -No, podemos tomar una copa de vino.
Ella sonrió mientras él la siguió a la cocina. Miró a su alrededor, admirando la
decoración. En realidad, no había prestado mucha atención a la cocina antes, el otro día
había estado muy ocupado buscando sus pastillas y asegurándose de que no se había
tomado una sobredosis.
-¿Supongo que te gustan las mariquitas?- preguntó Jon divertido mientras caminaba
alrededor de la pequeña cocina. Los suelos eran a cuadros blancos y negros con algunas
alfombras rojas esparcidas alrededor. Había una pequeña ventana justo encima del
fregadero, que estaba decorada con cortinas de mariquitas. Cada puerta de armario tenía
una mariquita en el pomo y las paredes estaban pintadas de blanco con pequeñas
mariquitas trepando por ella.
-En realidad me gustan más las mariposas, pero después de tres años como que me
enfermé de mirarlas. Así que mi querida madre salió y compró todas estas mariquitas.Bonnie se rió mientras le servía una copa de vino tinto.
-Ahh… ¡Culpar a tu madre! Eso es lo que yo hago siempre-, bromeó Jon mientras
tomaba un sorbo de vino.
-¿Por qué? ¿Qué hizo tu madre?- Preguntó Bonnie sentada a la mesa junto a él.
-Hmmm, ¿por dónde empiezo?- comenzó Jon y luego continuó, -Bueno, supongo que
todo empezó cuando compré mi casa. Mi madre insistió en ser mi decoradora de
interiores. Si hay una cosa que he aprendido es que no hay que discutir con las madres
sobre la decoración de la casa. Ellas saben lo que es mejor. –Jon sonrió y luego rodó los
ojos. –O al menos ellas creen que lo saben. – añadió y se echó a reír junto Bonnie.
-¿Debería preguntar por lo que hizo tu madre?- preguntó Bonnie mordiéndose el labio
paran o reírse.
-Bueno, digamos que estoy seguro de que no hay demasiados solteros con baños de
color púrpura.
Bonnie casi se atragantó con el vino. -¿Qué? ¡No puede ser!- Se tapó la boca para
evitar reírse.
Jon sacudió la cabeza avergonzado. -Bueno, si vienes a mi casa en algún momento te
lo enseñare. También me encantaría enseñarte el edredón de flores azules que compró
para mi cama,- Jon se rió y tomó el último sorbo de su vino.
Bonnie sacudió la cabeza, riendo. –Eres un pobre diablo.
Jon se levantó de la mesa y se acercó al fregadero para enjuagar la copa. Bonnie
rápidamente bebió el resto de su vino y enjuagó el suyo también. -¿Estamos listos para
irnos?, preguntó Jon agarrando su abrigo que colgaba sobre la silla de la cocina.
-Por el cuchitril-, bromeó Bonnie imitando un brindis mientras caminaba hacia la
puerta.
Jon sacudió la cabeza y se rió. Dios, amaba a esta mujer. No sabía cómo era posible,
pero ahora la amaba más de lo que lo hacia cuando eran más jóvenes.
***
-¿De verdad me tengo que vendar los ojos con esto? Vamos Jon, de verdad que odio
las sorpresas-, se quejó Bonnie.
-Oh deja de ser un bebé. Sólo tendrás que usarlo durante diez minutos. No estamos
tan lejos-, le informó Jon.
-¡Diez minutos! Te estoy cronometrando destructor,- contestó Bonnie riendo mientras
se daba la vuelta para que pudiera envolver la venda alrededor de su cabeza. Ella resopló,
cruzó los brazos y se reclinó en el asiento.
-¡UNO! ¡DOS! ¡TRES!-Contó con fuerza. Jon sacudió la cabeza y se rió por dentro.
Encendió el motor y salió a la carretera. Su corazón latía fuertemente mientras conducía
por la ciudad. Se sentía tan raro. Siempre se imaginó conduciendo por la ciudad con
Bonnie en sus brazos, y sin embargo, nunca imaginó que se haría realidad. Condujo por la
ciudad con la mayor sonrisa en su rostro mientras Bonnie estaba sentada en su asiento de
mal humor.
-¡Cuatro minutos más y esto estará desapareciendo!- advirtió Bonnie mientras seguía
contando en voz baja. Jon estiró la mano y encendió la radio. Sabía que eso haría que ella
se enderezara.
-¿Ya llegamos?- gritó sobre la música a todo volumen.
Jon se echó a reír. –¡Casi!¡ Sólo unos segundos más! Y… ¡Ya estamos aquí!- le gritó y
apagó la radio.
-Oh, gracias a Dios. Esta venda está empezando a hacer que me pique la cara.- Metió
sus dedos debajo del material para rascarse la nariz y luego comenzó a desatar el nudo de
su nuca.
-¡No! No lo quites todavía. Espera hasta que entremos-, Jon se acercó y rápidamente le
alejó las manos de la cabeza. Ella suspiró disgustada. Él sonrió interiormente.
Jon abrió la puerta del pasajero y la ayudó a salir del coche. Le envolvió el brazo
alrededor de él y la guió hacia el edificio de ladrillo rojo. Bonnie oyó el crujido de la grava
bajo sus botas mientras daba pequeños pasos.
-¿A dónde me estás llevando? ¿Una obra en construcción?- preguntó Bonnie con un
deje de sarcasmo. Jon no respondió, se limitó a reír, sintiéndose mareado. Era como si
estuviera de nuevo en el grado doce cuando ella y un montón de otras personas fueron a
su casa para una fiesta de pijamas. A pesar de que ella no le prestó atención a él, sólo a
Zane, sólo tenerla en su casa hizo que su corazón se volviera salvaje. Ella nunca lo supo,
pero él había planeado la fiesta sólo para ella. Diablos, todo lo que compró eran aperitivos
que sabía que le gustaban: Mountain Dew, Doritos, salchichones y pizza de champiñones,
y esos brownies de chocolate tan famosos de tía Lou. Por supuesto que todo el mundo
amaba los brownies de chocolate de la tía Lou. Ella era conocida por ello en su pequeño
pueblo.
-Está bien, ten cuidado que hay un escalón aquí", advirtió Jon. Bonnie se aferró a él
con fuerza y levantó su pie sobre el escalón, al tiempo que murmuraba en voz baja.
Dieron unos pasos más y luego oyó llaves tintineando mientras él abría la puerta.
Inmediatamente, Bonnie notó un tufillo a algo. -¿Qué es eso, grasa? Huele a viejas
patatas grasientas que han estado ahí durante años-, comentó.
-Jon se rió, -Calla.- Se acercó a ella y le desató la venda de los ojos.
Ella se quedó sin aliento. El lugar estaba a oscuras a excepción de algunas velas
encendidas, pero ella lo reconoció de inmediato.
-¿Me trajiste al Snack Shack?-, preguntó Bonnie. Se dio la vuelta y miró a Jon,
confundida.
Él le sonrió ampliamente. -Sí, ¿qué mejor lugar para tener nuestra primera cita que en
nuestro antiguo lugar de encuentro? Si hubiéramos tenido una cita cuando éramos
adolescentes, aquí es donde te hubiera traído-, dijo con orgullo.
Bonnie sonrió, luego se dio la vuelta para examinar el viejo edificio abandonado. Pero... cómo... ¿Cómo lo conseguiste? Este lugar ha estado abandonado durante al menos
diez años-, preguntó Bonnie, anonadada porque él la hubiera traído de vuelta a su antiguo
lugar de reunión. Caminó por el viejo mostrador blanco y pasó los dedos por la madera
laminada. Había un viejo refrigerador de Pepsi en un rincón alejado, donde ella había
abierto las puertas muchas veces para tomar una botella de Mountain Dew. Jon la siguió
en silencio mientras ella caminaba alrededor por el comedor. Las viejas mesas de madera
redondas todavía estaban allí, todas ellas estaban cubiertas de polvo a excepción de una.
-¿Puedo?- Jon tendió la mano como un perfecto caballero. Bonnie se rió y luego puso
su mano en la suya mientras se dirigían a una mesa en el centro de la habitación. La mesa
era elegante, cubierta con un mantel de raso negro. En el centro había una gran vela
sobre un candelabro dorado recubierto con pequeñas rosas blancas. Los platos de
cerámica blancos y las copas de vino de cristal estaban también decorados en dorado. Al
lado de la mesa había una cubitera con una botella de champán.
Las lágrimas nublaron los ojos de Bonnie mientras miraba la hermosa mesa. Se sintió
abrumada por que él había pasado por todas estas molestias por ella.
-Bueno, ¿qué te parece?-preguntó Jon con orgullo mientras sacaba una silla para ella.
-No puedo creer que hayas hecho esto por mí. Es... es hermoso.- Jon la observó tomar
su asiento y recoger la botella de champán. Dio un respingo al oír el sonido del corcho
saliendo y él rió.
-¿Qué te hizo decidirte a traerme aquí?- preguntó Bonnie finalmente después de mirar
alrededor de la familiar habitación. No pudo evitar sonreír. Después de todo, había un
montón de buenos recuerdos en ese viejo edificio. El Snack Shack solía ser el principal
lugar de reunión para los adolescentes cuando eran jóvenes. Era un lugar donde se podía
comer pizza y jugar a los recreativos. Había un montón de veces en que, Zane y Jon
habían venido aquí juntos a comer y jugar Donkey Kong Jr. Este fue también el lugar
donde ganó el oso de peluche en el juego gancho.
Jon se rió un poco y luego tomó un sorbo de champán. -Bueno, te he amado desde
hace quince años, así que decidí que quería recuperar el tiempo perdido. Quiero que
empecemos como si fuera hace quince años.
Bonnie se quedó sin aliento.
Bajo la luz de las velas, Jon pudo ver sus ojos brillando.
-¿Quieres bailar?- Jon se puso en pie y le tendió la mano. Ella asintió con la cabeza, sin
decir una palabra. Tenía miedo de que si decía algo iba a empezar a llorar como un bebé.
Jon se dirigió a otra mesa donde había un equipo de sonido y empujó el botón de
reproducción y luego se dio la vuelta y abrió los brazos para que ella fuera a él. Bonnie se
rió entre lágrimas y fue a sus brazos. La canción Hello de Lionel Richie se filtraba a través
de los altavoces mientras bailaban alrededor del pequeño comedor.
-Debí haber imaginado que ibas a poner música de los ochenta- contestó Bonnie con
una risita, y luego apoyó la cabeza sobre sus hombros.
-Por supuesto. Parecía apropiado, ¿no te parece?- Jon se rió entre dientes y luego le
acarició el cabello. Bailaron en silencio hasta que la canción terminó y luego regresaron a
la mesa.
-Enseguida vuelvo-, le susurró Jon al oído.
Bonnie sonrió mientras respondía, -Está bien.- Observó a Jon corriendo por la puerta.
Mientras esperaba, sirvió dos copas de champán. Pasaron unos minutos cuando escuchó
una conmoción fuera del edificio.
-No oficial, no he forzado la entrada. Tengo la llave-, explicaba Jon. Bonnie corrió
rápidamente hacia la puerta principal y se detuvo cuando vio a Jon inclinado contra un
coche de policía. Las luces rojas y azules fueron cegándola mientras caminaba hacia ellos.
-Jon, ¿qué está pasando?-preguntó Bonnie mientras Jon y el policía se volvían para
mirarla.
-Señora, quédese ahí,- le advirtió el funcionario tomando la radio de su bolsillo lateral.
–Necesito respaldo en el viejo Snack Snack, un posible B&E.
-¿Qué? No forzado la entrada de este lugar. Jon me sorprendió con una cena
romántica,- le informó Bonnie al oficial, pero él no quiso escucharla. Él la agarró por el
hombro y la empujó al lado de Jon. Las lágrimas nublaban sus ojos cuando miró a Jon.
Podía ver la decepción y la vergüenza en sus ojos. -¿Qué está pasando?-, Preguntó
Bonnie.
Jon sacudió la cabeza, -No lo sé. Estaba saliendo para coger la comida del maletero
cuando este policía se detuvo. Nos está acusando de entrar en este lugar sin permiso.
Traté de decirle que el dueño es amigo mío y que él me dio las llaves para que lo utilizara
esta noche, pero no me escucha.
Ella sacudió la cabeza con incredulidad. -Oh.
-Oficial, por favor, déjame llamar a mi amigo Joe Meade. Él es el dueño del edificio. Él
le dirá que me dio la clave-, le pidió Jon al oficial.
-¿Dónde está la llave?- El oficial le preguntó, tendiéndole la mano. Jon metió la mano
en el bolsillo, pero lo encontró vacío. Miró rápidamente en su otro bolsillo, también estaba
vacío. El funcionario se limitó a sacudir la cabeza. -Oficial, lo juro. Debo de haber dejado
la llave situada en algún lugar en el interior -, dijo Jon, y luego comenzó a caminar hacia
la puerta en busca de la llave.
-¿Dónde crees que vas, amigo?- Le preguntó el oficial golpeando su mano sobre el
hombro de Jon. Bonnie se quedó sin aliento cuando vio al policía ponerse duro con Jon.
-A buscar la llave y demostrarle que tengo permiso para estar aquí-, respondió Jon
mirando al policía.
-No lo creo, señor. Déjeme ver su identificación-, le ordenó el oficial y luego miró a
Bonnie, -la tuya también.- Jon llevó su mano al bolsillo trasero de sus pantalones, sacó la
cartera y le entregó su carnet de conducir. El joven oficial de policía lo miró por un
momento y luego se la devolvió.
-¿Y la tuya?- repitió el oficial. Bonnie miró fijamente a Jon durante un momento. –No la
tengo conmigo. No tengo mi bolso.- Dijo tímidamente, avergonzada. Bonnie siempre
llevaba su bolso a donde quiera que fuera, pero esta noche, con Jon, no creía que lo fuera
a necesitar.
-Hmm... hmm,- gruñó el oficial. En ese momento, otro coche patrulla se detuvo al lado
del edificio.
-¿Qué está pasando, Berry?-, preguntó el otro oficial. Bonnie miró la etiqueta con el
nombre del oficial de policía y se dio cuenta de que su nombre era Z. Berry.
-Posible allanamiento. Afirma que el dueño le dio permiso para utilizar el edificio-,
respondió el agente Berry.
-Hmm... bueno, déjame echar un vistazo en el interior, mientras tanto mantén un ojo
sobre los sospechosos.- respondió el oficial mayor. Jon dio unos pasos hacia atrás para
estar al lado de Bonnie.
-Nos han llamado sospechosos-, susurro Jon en el oído de Bonnie con humor en su
voz.
Bonnie se rió suavemente entre lágrimas. –Sí, como si hubiéramos robado un banco o
algo así-, bromeó.
El oficial Berry volvió la cabeza y los miró. Los tres se quedaron esperando mientras el
otro agente se entraba en el edificio con una linterna. Después de unos minutos salió y
anunció, -Todo parece estar bien, sólo unas cuantas velas y una botella de champán
abierta. Parece que alguien quería agasajar a alguien esta noche.- El agente mayor se
echó a reír.
-bueno, no podemos dejarlos ir hasta que se notifique al propietario,- les informó el
oficial Berry.
-Espera un minuto. Puedo llamar a Joe de mi móvil-, insistió Jon mientras metía la
mano en el bolsillo y sacaba el teléfono. Después de varios tonos, fue derivado al buzón
de voz.
-Joe, soy Jon. ¡Necesito que me llames lo antes posible! Tengo a dos policías pensando
que allanamos el Snack Snack. Necesito que les digas que me diste permiso para utilizarlo
están noche. Quiero que me llames. –Cerró el teléfono y lo metió en el bolsillo.
-Vamos a cerrar este lugar y a comisaria.
-¿Qué? ¿Nos va a llevar a la cárcel?- jadeó Bonnie. –Oficiales, no hemos hecho nada
malo. ¿Por qué no nos creen?
-Señora, este es un procedimiento estándar. Tenemos que llevarlos al calabozo hasta
que todo esté solucionado. Por lo que sabemos, usted podría ser una prostituta y él su
proxeneta-, sugirió el oficial Berry.
-Eres un hijo de…-gritó Jon justo antes de que Bonnie le tapara la boca con la mano.
Jon miró a los policías con los puños cerrados a su lado. Ambos agentes dieron un paso
atrás y apoyaron sus manos en sus porras.
-Está bien, ustedes dos, entren en el asiento mientras yo cierro el lugar-, respondió el
oficial mayor. Él volvió a entrar en el edificio, apagó las velas y luego cerró las puertas.
El paseo por la ciudad fue silencioso. Jon no dijo ni una palabra. Se quedó sentado en
silencio, escuchando a Bonnie sollozar. No sabía que decir, estaba demasiado
avergonzado. Pero sobre todo, estaba enfadado. No era así como se suponía que tenía
que ir la noche. Jon quería que su primera cita de verdad fuera la cita más romántica que
Bonnie había tenido, y probablemente había terminado siendo la peor. ¡Maldita sea!
¡Maldito infierno! Pensó Jon para sí mismo.
Bonnie sólo podía estar ahí sentada mirando las barras de metal que los separaban a
ella y a Jon en el asiento de atrás. Se sentía como un indefenso animal en una jaula,
nunca había viajado en un coche patrulla antes. Bueno, lo hizo una vez cuando era una
niña. Recordó que el policía era un buen amigo de su padre, y ese paseo había sido sólo
por diversión. En realidad no la habían estado llevando a la cárcel y no la habían tratado
como un común delincuente. Bonnie quería darse la vuelta y decirle algo a Jon, pero
estaba demasiado avergonzada, demasiado humillada. En cambio, se acercó y le apretó la
mano.
Se detuvieron en la comisaría y vio a un grupo de adolescentes de pie en los escalones.
-¡Oh, bien! Justo lo que necesitábamos esta noche,- gimió el oficial Berry cuando
apagó el motor. Se dio la vuelta, miró a través de las barras de metal y dijo, Ustedes dos quédense aquí un minuto. No creo que quieran entrar con toda esa multitud.
–Un momento más tarde, abrió la puerta y salió del coche. Los seguros chirriaron cuando
las puertas se bloquearon automáticamente, dejando a Jon y Bonnie encerrados en el
asiento trasero.
-¡Ese hijo de puta! Si no fuera un oficial de policía, le hubiera tirado todos sus malditos
dientes por llamarte prostituta-, gruñó Jon. Se volvió para mirar a Bonnie y se sorprendió
al ver una pequeña sonrisa en su rostro. De repente ella se había acordado de la
conversación telefónica que habían tenido más temprano ese día.
-¿Qué? ¿Por qué sonríes?- preguntó Jon, ladeando la cabeza hacia un lado, confundido.
-¿No te alegras de que al final no viniera desnuda?- se rio Bonnie suavemente.
-¿Qué...? ¿Qué quieres decir? ¡Oooh!- Jon se rió recordando de pronto. -¡Nuestra
conversación telefónica! Me alegro de que no me escucharas.- Él se rió y luego su rostro
se ensombreció mientras tomaba sus manos y las colocaba en su regazo, luego miró a sus
ojos profundos y verdes. -Bon, lo siento mucho. Esto no es como quería que terminara
nuestra primera cita. Quería que nuestra primera cita fuera romántica y memorable.
-Oh, memorable es,- contestó Bonnie con una risita. –Pero prométeme una cosa.
-Lo que sea,- Jon respondió sonriendo tímidamente mientras Bonnie se reía.
-Aunque creo que tener nuestra primera cita en el Snack Snack es la cosa más dulce
que jamás han hecho por mí, por favor, la próxima vez llévame a un auténtico
restaurante. No quiero que me vuelvan a arrestar por allanamiento.- Bromeó Bonnie.
Jon sonrió. Lo único que escuchó fue las palabras "la próxima vez." Estaba tan seguro
de de que ella iba a estallar y no querría volver a salir con él.
-Te lo juro-, prometió Jon, luego se inclinó para besarla en los labios.
-¡Hola chicos! Ambos saltaron ante el sonido de la voz.
-¡JOE!-gritó Jon a través de la ventana. Se sintió aliviado al ver a su amigo de pie junto
al coche patrulla.
-¿Qué demonios están haciendo besándose en la parte trasera de un coche de la
policía?- se burló Joe. Bonnie podía sentir su cara sonrojada mientras reía.
-¿Hablaste con el oficial Berry y se lo explicaste todo?- le preguntó Jon.
-Sí, este tipo es un idiota,- respondió Joe y luego se dio la vuelta, asegurándose de que
ningún otro policía estuviera cerca para oírlo.
-Sí, no te voy a contradecir,- estuvo de acuerdo Jon. Unos minutos más tarde el oficial
Berry salió de la estación de policía y abrió la puerta de atrás.
-¿Sin resentimientos? Le preguntó a Bonnie y Jon. Bonnie asintió con la cabeza sin
decir una palabra, pero Jon resopló y se volvió de espaldas a él mientras caminaban hacia
la camioneta de Joe. Quería darle al hombre una buena patada en el culo, pero no tenía
ganas de pasar la noche en la cárcel.
Joe los llevó de vuelta al Snack Shack para que pudieran recoger todas sus cosas en el
auto de Jon.
-Gracias por dejarnos usar el edificio y salvarnos de pasar una noche en la cárcel-, dijo
Jon con una sonrisa, tocando el hombro de Joe.
-Claro, no hay problema. En cualquier momento-, dijo riendo. Joe se limitó a observar
como Jon y Bonnie se retiraban de la zona de aparcamiento Snack Shack.
***
-Bueno, ¿quieres ir a mi casa y cenar? Podemos pedir comida china o algo-, sugirió
Bonnie. Su estómago había estado gruñendo durante la última hora. Jon se detuvo en la
luz roja y se volvió a Bonnie.
-Por supuesto, todavía tengo la cena en el maletero, si quieres podemos comer eso,respondió Jon con una sonrisa. Se veía tan hermosa sentada en el asiento del pasajero. Él
sólo quería envolver sus brazos alrededor de ella y besarla toda la noche.
-¿Qué trajiste?
-Chino-, respondió Jon sonriendo. Bonnie inclinó la cabeza hacia atrás y soltó una
carcajada. Pensó que en lo gracioso que era como habían pensado lo mismo. Cuando
volvió a pensar en ellos como adolescentes, se dio cuenta de que en realidad siempre
habían tenido mucho en común, sólo que ella nunca prestó atención. Ella siempre estuvo
demasiado envuelta con Zane para pensar mucho en nada más.
Estiró la mano hasta el salpicadero y le tomo la de él, sujetándolo mientras conducían
por la ciudad hasta su apartamento. Esperando tener lo que iba a ser su primera cena
juntos.
Capítulo 7
CarpeDreams
~ 5 Meses más tarde ~
-Quiero darles las gracias por reunirse conmigo con tan poco tiempo-, dijo Jon
nervioso. Podía sentir su piel humedeciéndose mientras miraba a los padres de Bonnie,
Shirley y Larry Reese.
-Oh, infiernos hijo, cuando alguien quiere para mi almuerzo, no puedo dejarlo pasar,Larry se echó a reír a carcajadas. Shirley le dio un codazo en las cotillas y lo miró.
-Te pido disculpas por él, Jon. Traté de enseñarlo hace años, pero fue en vano,respondió Shirley riendo.
Jon rió nerviosamente. Podía ver que se amaban mucho. Incluso después de treinta y
ocho años de matrimonio, todavía podían bromear entre sí. Esperaba que él y Bonnie
también fueran así un día.
-Jon, ¿qué pasa? Estás sudando a chorros,- preguntó Shirley notando las pequeñas
gotas de sudor sobre su labio. Ella se echó a reír dentro de sí misma. Ella sabía de que iba
esta reunión en el mismo instante en el que Jon la llamó esa mañana. Pudo escuchar la
ansiedad en su voz cuando los invitó a almorzar.
-Uh... uh...- balbuceó luego agitó su brazo con fuerza llamando a la camarera cuando
la vio. -¿Quieren unas bebidas?- preguntó Jon.
-¡Buenas tardes! ¿Puedo ofrecerles algo de beber?- preguntó una joven y linda
camarera.
-Sí, voy a tomar una cerveza-, respondió Jon rápidamente.
-Sí, eso suena bien para mí-, añadió Larry.
-Yo tomaré un té helado, por favor,- pidió Shirley. La joven camarera apuntó la orden
en su pequeña libreta y les dijo que enseguida volvía. Hubo un momento de silencio antes
de que Larry hablara.
-Bueno, hijo… suéltalo. No todos los días el novio de nuestra hija nos invita a almorzar, dijo Larry riendo suavemente, disfrutando claramente de la incomodidad de Jon.
-¡Larry! ¡Deja en paz al chico! Hablará cuando esté listo. ¿No ves cuán nervioso está el
chico ya?- lo regañó Shirley
Los hombros de Larry temblaron mientras se reía.
Jon se quedó con la boca abierta. -¿Es que saben por qué están aquí?
-¡Por supuesto! Podemos ser viejos, pero no estamos seniles, hijo,- bromeó Larry.
Jon suspiró profundamente y luego se echó hacia atrás en el asiento, sintiendo el sudor
empapando la parte posterior de la camisa. Sabía que no debería haberse puesto una
camisa de manga larga hoy.
-Jon, ¿estás seguro de que estás listo para este tipo de compromiso después de sólo
cinco meses?- preguntó Shirley dejando a Jon descolgado. Ella ya sabía que Jon había
amado a Bonnie desde séptimo grado. Bonnie se había sentado junto a su madre poco
después de su primera cita y le había contado todo. Pero Shirley estaba todavía
preocupada. Después de todo, el matrimonio era un paso muy grande para una pareja
joven. Le preocupaba que Jon estuviera todavía enamorado de la adolescente Bonnie y no
la Bonnie adulta, pero también estaba preocupada por Bonnie, y se preguntaba si podía
dejar ir a Zane y, finalmente, seguir adelante. Podía ver que Jon y Bonnie realmente se
amaban, ¿pero el matrimonio tan pronto?
Jon sonrió ante la preocupación de Shirley. -Sé que estás preocupada sobre que
Bonnie vuelva a salir lastimada, pero te prometo de corazón que haré todo lo que pueda
por hacerla feliz.
Larry inclinó la cabeza hacia atrás, riendo a carcajadas.
-¡Larry James!- chillo Shirley y luego le dio un golpe en la costilla con los dedos.
-¡Ay!- Él siguió riéndose mientras Jon los miraba con los ojos muy abiertos.
-Hijo, tienes mucho que aprender acerca de las mujeres-, dijo Larry sin dejar de reír. –
A veces, por lo general, las mujeres quieren ser miserables. Lo sé porque cuando Shirley
tiene esos días tomo un paquete de seis cervezas y me escondo en el garaje.
-¡Tú siempre estás en el garaje!- señaló Shirley.
-¡Exacto!- rió Larry.
-¡Oh por Dios! No le hagas caso. Es un excéntrico, - admitió Shirley sonriendo mientras
Jon se echaba a reír. En ese momento, la camarera llegó con sus bebidas. Jon cogió el
vaso de cerveza helada y se bebió la mitad de ella en cuestión de segundos. Dejó el vaso
en la mesa y luego miró a sus posibles futuros suegros.
-Bueno, ¿tengo… tengo su permiso?- tartamudeó Jon.
-¿Permiso para qué?- preguntó Larry con la cara tan seria que Shirley soltó una risita.
Los ojos de Jon se agrandaron como pelotas de golf mientras los miraba.
-Uh… per… permiso para preguntarle a su hija si quiere casarse conmigo,- Dijo Jon con
un nudo en la garganta. Una enorme sonrisa se dibujó en el rostro de Shirley, pero Larry
se quedó callado, sombrío.
-¿Crees que eres digno para ella?- La voz de Larry era seria, no se lo iba a poner fácil.
-Oh, basta, Larry. Deja de atormentar al chico,- ordenó Shirley y luego le dio una
palmada en el brazo. –Por supuesto Jon, tienes nuestra bendición.- Se levantó de su silla y
caminó alrededor de la mesa para abrazar a su futuro yerno.
-Espera un momento. Tengo algo que decir,- respondió Larry serio levantando la mano
hacia arriba. Shirley gimió. Jon rió nerviosamente mientras estudiaba a su futuro suegro. A
pesar de que el pelo de Bonnie tenía reflejos rubios, podía ver el parecido entre Shirley y
Bonnie con su pelo oscuro y sus rechonchas y bajas figuras, pero con Larry no había
ningún parecido en absoluto. Larry era un hombre alto y delgado con el pelo rubio oscuro,
bigote y una barba larga y desaliñada.
-Sólo tengo una cosa que decirte, hijo-, dijo Larry sombríamente. Jon asintió con la
cabeza y tragó saliva.
Larry señaló con el índice a Jon, -Si alguna vez... pones un dedo encima a mi niña.
Tendrás que ir al hospital para que te extirpen quirúrgicamente mi pie de tu trasero. ¿Me
oyes, muchacho?- Advirtió Larry antes de tomar un trago de su cerveza.
Los ojos de Jon se agrandaron mientras asentía con la cabeza, -Sí señor-. Tomó
rápidamente su vaso y se bebió el resto de la cerveza.
-Bueno, ahora que todo está arreglado, ¡Tenemos una boda que planificar!,- gritó
Shirley mientras se frotaba las manos.
-Whoa. ¿No hay que esperar a ver si Bonnie dice que sí?- Larry se volvió hacia su
esposa.
Shirley rodó los ojos y se volvió hacia Jon. Ella se inclinó sobre la mesa y le agarró las
manos. -Bienvenido a la familia. No esperes demasiado tiempo para darme nietos.- Ella
sonrió ampliamente y Jon rió nerviosamente.
Larry se echó a reír, -Ahora, si lo presionas así sobre tener bebés lo vas a hacer
cambiar de opinión. –Larry inclinó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada. Shirley sólo
se quedó mirando a su marido mientras Jon le hacia un gesto a la camarera para que les
llevara dos cervezas más.
***
Bonnie dejó la carpeta en el mostrador y salió corriendo al baño. Era la segunda vez en
el día que había vomitado. Su estómago llevaba revuelto dos días, pero esa mañana,
cuando se despertó, tuvo que correr hacia el cuarto de baño. Se preguntó si estaría
incubando el virus de la gripe que había estado dando vueltas por la oficina. Brittany, la
joven asistente, había estado mala con una gripe estomacal y Bonnie temía que ahora la
había atrapado ella. Salió del baño con la cara pálida y húmeda.
-Creo que mejor me voy a casa. No me siento muy bien-, informó Bonnie a Brittany y
Amber en la recepción.
-Ugh… espero que no hayas cogido lo mismo que yo,- gimió Brittany.
Amber se puso de pie y le dio un abrazo Bonnie. –Espero que te mejores.
-Gracias, Amb,- Bonnie sonrió débilmente y luego cogió su abrigo que colgaba de la
pared. –Llamaré mañana si no me siento mejor.
-No hay problema. Tomate todo el tiempo que necesites. –sonrió Amber con simpatía.
-Gracias-, repitió sonriendo débilmente y luego se dirigió hacia la puerta. Estornudó
varias veces mientras caminaba bajo la luz del sol hacia su coche. Justo cuando se agachó
para abrir la puerta, las náuseas volvieron. Se inclinó y vomitó el resto del desayuno junto
a la rueda delantera, luego agarró el pañuelo que guardaba en el bolsillo de su abrigo y se
limpió la boca antes de meterse en el asiento del conductor.
Subió rápidamente las escaleras hasta su apartamento y corrió al baño dejando la
puerta abierta. Después de vomitar un par de veces más, se quitó la chaqueta, la ropa de
trabajo y se puso una camiseta y un par de pantalones cortos. Bonnie se sentía como si
estuviera en llamas, pero sabía que no tenía fiebre.
Entró en la cocina, se sirvió un vaso de agua helada y fue al sofá. Dios, como me
gustaría tener aíre acondicionado en este momento, pensó Bonnie. A pesar de que en
Abril hacía un calor insoportable, no podía entender por qué estaba tan caliente.
El estridente timbre del teléfono la sobresaltó. -Hola.
-Bon, ¿estás bien? Llamé a la oficina y me dijeron que no te sentía bien y te fuiste a tu
casa-, preguntó Jon, preocupado.
-Sí, creo que he pillado el virus de la gripe que anda por ahí,- contestó Bonnie,
inclinándose hacia atrás en el sofá, a continuación, puso el vaso de agua sobre su cabeza
esperando que eso la enfriara.
-Oh,-gimió Jon suavemente en el otro extremo del teléfono. -Estaré ahí en unos
minutos.-Su corazón estaba acelerado. Acababa de salir del restaurante con sus futuros
suegro. Aunque, se sintió más aliviado una vez supo que tenía su bendición, se alegra de
que todo hubiera terminado. Y ahora, escuchar que Bonnie no se sentía bien…
-¡No! Estoy bien. Quédate en el trabajo. No quiero que te enfermes.- gimió Bonnie
mientras el mareo regresaba. –Tengo que colgar.- murmuró, tiró el teléfono en el sofá y
corrió al baño.
***
-Bon, ¿por qué dejaste la puerta abierta?-preguntó Jon con preocupación mientras
caminaba hacia el baño. Podía escucharla desde el pasillo.
-Oh,- tosió Bonnie. Haber dejado la puerta abierta era la última cosa en su mente en
ese momento. Jon le ayudó a levantarse de su posición de rodillas y caminar de regreso a
la sala de estar.
-Debí dejarla abierta cuando llegué a casa-, respondió finalmente Bonnie cuando se
recostó en el sofá.
Jon sacudió la cabeza con incredulidad. La idea de que ella estuviera sola en su casa
con la puerta abierta de par en par asustó el infierno fuera de él. ¿Es qué no sabe cuántos
psicópatas hay ahí fuera? Pero mantuvo la boca cerrada, guardándose la charla para otro
momento.
-¿Qué estás haciendo aquí? ¿No deberías estar en el trabajo?, preguntó Bonnie
mirándolo confundida.
Dios, ella se ve tan bella, incluso cuando está pálida y enferma. Su corazón latía con
fuerza contra su pecho mientras se debatía en si se debía preguntarle ahora o más tarde.
Tenía una especie de noche especial planeada, pero no quería salir con ella si no se
encontraba mal.
-Me tomé el día libre,- le informó Jon.
-Oh,- Bonnie levantó una ceja. Él nunca le dijo iba la tomarse un día libre. Por
supuesto, eso era asunto suyo, pero por lo general se lo contaba todo. Ella se encogió de
hombros y colocó la cabeza en el cojín. Jon le agarró las piernas y las colocó sobre su
regazo.
-Oh, eso se siente bien,-susurró Bonnie mientras él le quitaba los calcetines. Jon sonrió
al ver que sus uñas estaban pintadas de azul.
-¿Quieres que te frote los pies?-, preguntó Jon recordando aquella noche cuando él
llegó con una bolsa de pertenencias de Zane. Sintió una punzada en el pecho. En los
últimos meses con Bonnie había sido feliz. Ninguno de los dos había mencionado el
nombre de Zane o pensado en él. Al menos él no lo había hecho.
-No, está bien. ¿Pero puedes traerme el ventilador? Está en el armario del dormitorio-,
preguntó Bonnie sonriendo.
Jon se levantó y se dirigió a su dormitorio. El olor de su perfume permanecía en la
habitación mientras abría la puerta del armario. Se sorprendió al ver la poca ropa que
tenía. Su madre tenía dos roperos completos, incluyendo dos armarios que estaban
completamente atestados con camisetas y pantalones cortos. Bonnie sólo poseía una
cómoda y un tocador. Jon se hizo la promesa a sí mismo de que la llevaría de compras
para que se comprara todo un armario entero de ropa de verano. Vio el ventilador oculto
detrás de una caja de cartón marrón. Jon sacó la caja y accidentalmente una de las
solapas se abrió.
Su corazón bajó a su estómago cuando miro hacia abajo y vio una foto de Bonnie y
Zane juntos. Con mucho cuidado apartó las otras tapas y vio que la caja estaba llena de
fotos y recuerdos de ella y Zane cuando eran pareja. Se inclinó sobre sus rodillas y
rebuscó. Algunas cosas las había visto antes, las fotos de la graduación y algunas
parecidas, pero lo que le llamó la atención fue una foto más reciente de los dos.
Lentamente la cogió. La fecha era de hacía poco más de dos años. Jon podía sentir la furia
hirviendo en su interior mientras miraba la foto.
-¿Qué estás haciendo?- Preguntó Bonnie desde la puerta, agarrando el marco de la
puerta para ayudarse a estabilizar. Se sentía débil y mareada y ahora podía sentir un dolor
de cabeza llegando.
-¿Qué demonios es esto?-, Preguntó Jon agitando la foto en frente de su cara.
-Oh, has encontrado la caja de mis días de juventud,- rió Bonnie mientras Jon se ponía
de pie y caminaba hacia ella.
-Sí, lo hice. ¿Me puedes explicar eso?- Jon sostuvo la imagen delante de ella,
agitándola frente a su cara.
Las cejas de Bonnie se fruncieron mientras miraba la foto. No le gustaba la forma en
que Jon la estaba mirando. –Creo que no me gusta tu tono de voz.
-¿Puedes explicarme por qué tú y Zane están sentados uno junto al otro y su brazo
está a tu alrededor?- Jon estaba demasiado enfadado para hablar. Lanzó la foro al suelo y
pisoteó por la habitación. Bonnie se dio la vuelta rápidamente y le siguió.
-¡Jon! ¿Cuál es tu problema?- Bonnie le agarró del brazo y le dio la vuelta para que la
enfrentara.
-¿Problema? ¿Cuál problema? Vine a pedirte que te casaras conmigo y a decirte que
quiero pasar el resto de mi vida contigo, pero… ¿Pero cómo diablos se supone que voy a
hacer eso cuando todavía estas colgada de Zane?- bramó Jon. Su corazón latía tan rápido
que se sentía como si fuera a vomitar. Se acercó al sillón y se sentó, hundiendo la cara
entre las manos.
Las lágrimas brotaron de los ojos de Bonnie mientras lo miraba con incredulidad. Se
sorprendió al escuchar que él iba a pedirle que se casara con él y sobre lo que dijo sobre
Zane.
Poco a poco se acercó a él y se arrodilló delante de él.
-Jon, por favor mírame,-- Los labios de Bonnie se estremecieron mientras esperaba
que él quitara las manos de su cara. Su corazón se hundió cuando él levantó la cabeza y
vio que estaba llorando.
-Esa foto fue tomada en la última reunión del colegio. Tu no fuiste, ¿recuerdas?Bonnie colocó cuidadosamente una mano sobre su rodilla. –Zane me dijo que estabas en
algún tipo de convención en Nueva York,- le recordó Bonnie suavemente.
-Sí, lo estaba,- sollozó Jon. Se inclinó hacia adelante y apoyó la cabeza en su rodilla.
Ella quería levantarse y abrazarlo, pero mareo volvería. Jon no sabía que decir. Se sentía
como un gilipollas y había echado a perder la sorpresa ¿y todo por qué? ¿Celos? En ese
momento Jon supo que también tenía que dejar ir el pasado.
-Bonnie, mírame-, dijo. Ella levantó la cabeza, su rostro estaba blanco como un
fantasma y sus ojos vidriosos por las lágrimas. –Lo siento-, le dijo mientras le acariciaba la
mejilla. Ella sonrió débilmente y apoyó la cabeza sobre su rodilla. Entonces supo que algo
andaba mal.
-Bonnie, ¿estás bien?- preguntó Jon levantando suavemente su cabeza y sosteniendo
sus mejillas entre sus manos.
-Me siento muy cansada y tengo nauseas.- Jon se levantó del sillón, la tomó en sus
brazos y la llevó de vuelta a la cama. Bonnie estaba roncando incluso antes de que su
cabeza tocara la almohada.
Era por la mañana cuando ella se despertó y se dio cuenta de que Jon estaba dormido
en la mecedero en una esquina de la habitación.
-Jon,- su voz era seca y áspera. Jon se sentó rápidamente sus escaneando la
habitación hasta que se dio cuenta de que todavía estaba acostada en la cama.
-¿Cómo te sientes nena?- Preguntó en voz baja mientras se sentaba en la cama junto a
ella. Incluso con el pelo alborotado y los ojos soñolientos, todavía no se podía creer lo
hermosa que se veía.
-Hambre-, contestó Bonnie riendo suavemente.
-Entonces, nos vemos en la cocina,- Jon sonrió y salió de la habitación. Podía escuchar
y las ollas y las sartenes en la cocina mientras se levantaba de la cama y caminaba por el
pasillo hasta el cuarto de baño. Mientras se refrescaba, puedo oler el tocino. Mmm…
podría acostumbrarme a esto, pensó Bonnie.
Colocándose junto al lavabo, se cepilló los dientes, las náuseas comenzaron a volver y
ella comenzó a tener arcadas. El sabor y el olor de la pasta de dientes la estaba poniendo
enferma. ¡Ugh! Enjuagó rápidamente el cepillo de dientes bajo el grifo y lo colocó en su
soporte.
Bonnie siguió el olor a tocino hasta la cocina. Se sorprendió cuando las nauseas se
fueron tan rápido como había llegado.
-¿Tiene hambre, señora?- preguntó Jon mientras estaba en la cocina con un plato de
tocino y huevos en una mano y un vaso de zumo de naranja en la otra.
Bonnie se rió, -Hambrienta-. Ella se sentó en la pequeña mesa y observó a Jon colocar
la comida en frente de ella. Su boca se hizo agua sólo de mirar la pila de tocino y los
huevos revueltos. Y antes de que Jon tuviera la oportunidad de agarrar el plato y sentarse
a su lado, ella casi había terminado.
-Dios mío, mujer, que animal-, se rió Jon. Nunca la había visto comer así antes.
-¿A quién estás llamando animal?- Preguntó Bonnie con la boca llena de comida.
Pequeños trozo de huevo salieron volando de su boca mientras hablaba.
-¡Tu!- Jon se rió, agarró una servilleta y le limpió la boca.
Su rostro se sonrojó cuando se dio cuenta de que acababa de comer como una cerda.
Tragó el último bocado y se disculpó. –Lo siento. Supongo que tenía más hambre de lo
que pensaba-, dijo Bonnie sonriendo tímidamente.
-¡Y tanto! Me hubiera gustado grabarte comiendo. Creo que podrías haber entrado en
el Libro Guinnes de los récords,- Bromeó Jon. Ella lo miró y se levantó de la mesa para
lavar su plato. Ahora que estaba bien y no estaba pensando en comida, recordó todo lo
que había sucedido la noche anterior.
Jon la observó mientras se comía su desayuno. Ella se quedó junto al fregadero, en
silencio, sin moverse.
-¿Estás bien?- le preguntó Jon mientras se levantaba de la mesa y se acercaba a ella.
Envolvió sus brazos alrededor de su cintura y enterró la cara en su pelo, inhalando su
aroma afrutado.
-No,-contestó Bonnie suspirando profundamente, luego se volvió hacia él. Las lágrimas
rodaban por sus mejillas.
-Cariño, ¿qué pasa? Sólo estaba bromeando sobre el libro Guinness- dijo Jon secándole
las lágrimas con su pulgar.
-No, no es eso. Es por lo de anoche-, sollozó Bonnie.
-Oh-, respondió Jon con débil sonrisa y le dio un beso en la frente. -¿Estás esperando a
que te lo proponga?
Ella hundió la cara en su pecho, -Hmm, hmm.
Jon la sintió temblar en sus brazos mientras la apretaba con más fuerza contra su
pecho. Estaba asustada y él también.
-Bueno, tenía una noche especial planificada, pero creo que eso ya está echado a
perder. ¿te gustaría que te lo preguntara de nuevo a la vieja usanza, conmigo sobre una
rodilla?- preguntó Jon riendo suavemente. Estaba decepcionado de que sus planes no
hubieran salido bien. Pero después de la forma en que había actuado, y sabiendo que ella
todavía quería casarse con él, no importaba. Sabía que ambos tenían que poner a Zane en
su pasado y seguir adelante con sus vidas. Lo único que importaba ahora era ella
diciendo, sí.
Justo cuando estaba a punto de meter la mano en el bolsillo para sacar la caja negra y
estaba poniendose sobre una rodilla, alguien llamó a la puerta.
-¡Toc! ¡Toc! ¡Toc!- gritó Shirley desde el pasillo.
Justo cuando estaba a punto de llegar en el bolsillo de la caja de negro y ponerse de
rodillas alguien llamó a la puerta.
-¡Estoy aquí!- gritó Bonnie mientras Jon se levantaba del suelo y se ponía a su lado.
Shirley fue a la cocina llevando una gran sonrisa en su rostro.
-Bueno… déjame ver el anillo-, Soltó Shirley agarrando la mano de Bonnie. Sus cejas se
fruncieron cuando vio su dedo desnudo.
-¿Qué está pasando?, Preguntó Shirley confundida. El rostro de Jon se puso rojo
mientras miraba a Shirley y luego a Bonnie.
Jon dio un paso adelante -Bueno, me estaba poniendo de rodillas para pedírselo
cuando apareciste-, respondió Jon con una sonrisa, luego se dio la vuelta y se arrodilló.
Shirley y Bonnie se quedaron sin aliento cuando sacó la caja negra del bolsillo. Las
lágrimas nublaron los ojos de Bonnie mientras lo miraba.
-Bonnie Jane Reese, te he amado durante más de quince años y voy a seguir
amándote durante toda la eternidad. Desde el día, hace cinco meses, que por fin confesé
mi amor por ti, me he sentido vivo. Mi corazón se llenó de alegría por ser finalmente libre
para amarte. No hay otro lugar en este mundo dónde preferiría estar más que en tus
brazos. Así que con este anillo, ¿Me harías el honor de ser mi esposa?
Bonnie apenas podía ver su rostro mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. -¡Sí!
Sí, me encantaría ser tu esposa,- respondió Bonnie llorando, a continuación, envolvió sus
brazos alrededor de su cuello. Jon se levantó sobre y ahuecó sus mejillas entre las manos,
ahogándola con besos. Los dos se estaban riendo y llorando mientras se besaban entre sí.
Shirley se puso contra la pared, llorando.
-¿Te gustaría ver el anillo?- le preguntó Jon a Bonnie con la caja pequeña en la palma
de su mano.
-Sí,- dijo Bonnie con una risita. Shirley se acercó, se paró al lado de Bonnie y observó
mientras abría lentamente la caja. Ambos se quedaron boquiabiertos al ver el anillo con un
solitario de diamante de medio quilate.
-Es hermoso,- dijo Bonnie mientras Jon colocaba el anillo en su dedo. Apenas podía
respirar mientras movía su mano lentamente de lado a lado para verlo brillar.
-¿Qué está pasando aquí?- Gritó Larry desde la puerta. –Pensé que habías dicho que
sólo serían cinco minutos.- Shirley rodó los ojos y le hizo callar antes de volver su
atención hacia el anillo.
-Estoy comprometida, papá,- dijo Bonnie efusivamente mientras utilizaba la otra mano
para secar las lágrimas de sus mejillas. Shirley sostuvo su otra mano, mirando el anillo.
-¡Jon, pobre infeliz! No sabes en lo que te estás metiendo-, bromeó Larry.
-¡Papá!, Bonnie no dejaba de llorar. Shirley se acercó y golpeó a Larry en el brazo
mientras los cuatro reían.
-Bueno, ¿Te llevó a cenar e hizo que una banda tocara para ti? –bromeó Larry.
-No, me lo propuso hace unos minutos-, contestó Bonnie mirando de nuevo el anillo de
diamantes. Parecía surrealista llevar un anillo de compromiso.
-Yo se lo iba a proponer anoche durante la cena, pero ella no se sentía bien y…
-¿Qué? ¿Qué te pasa? –Shirley volvió la mirada a su hija.
-Nada, creo que cogí el virus de la gripe que está dando vueltas por la oficina.
-Ayer se sentía mareada, pero deberías haberla visto comer esta maña- Ella devoró sus
huevos tan rápidos que… -Bonnie le dio una palmada en el brazo. -¡Ay! ¿Qué hice?- Jon se
rio frotándose el brazo. Shirley miró a su hija con recelo y luego la agarró del brazo.
-Ven conmigo-. Le pidió mientras la sacaba del a cocina y se dirigían a su dormitorio.
Larry y Jon se miraron entre sí, encogiéndose hombros.
-Mujeres, ya te lo dije. Se trata de toda una raza única,- Rió Larry al igual que Jon.
-Mamá, ¿qué pasa?- Preguntó Bonnie mientras Shirley cerraba la puerta del dormitorio
detrás de ellas.
-¿Estás embarazada?- le preguntó Shirley sin rodeos.
Bonnie se atragantó mientras miraba a su madre. -¿Qué? No, no lo creo.- Ella se sentó
en el borde de la cama, para recuperar el aliento.
-¿Cuándo fue la última vez que tuviste la regla?- Preguntó Shirley mientras se sentaba
en la cama junto a ella.
-No lo sé. A finales de febrero, creo. Voy a tener que mirar en mi agenda -, contestó
Bonnie mientras empezaba a dudar.
-¿Dónde está tu agenda?-, preguntó Shirley mientras se ponía de pie y se acercaba a la
cómoda dónde había varios libros.
-Está en el bolso, en la cocina,- replicó Bonnie. Shirley salió rápidamente de la
habitación para buscar el bolso de Bonnie.
Bonnie se quedó allí sentada, aturdida. De repente se acordó de las arcadas por culpa
de la pasta de dientes. No había pensado mucho en ello cuando sucedió, pero también le
había pasado con la cela de olor a chocolate que Amber había prendido en la oficia el otro
día. El aroma del chocolate la había enviado corriendo al baño.
-Toma-, Shirley le entró su bolso negro. Metió rápidamente la mano en el bolso y sacó
una pequeña agenta de cuerpo. Shirley observó el rostro de su hija mientras sus labios se
movían, contando los días que habían pasado desde su último período. Pasó las páginas
de ida y vuelta un par de veces, volviendo a contar.
-Tengo un retraso- dijo Bonnie aturdida. Shirley soltó un grito silencioso.
-Hey, ¿Qué está pasando aquí? ¿Ya están planificando la boda?- Sonrió Jon mientras
entraba en la habitación. Shirley estaba radiante, pero Bonnie se veía como si acabara de
ver un fantasma.
-Bonnie, ¿qué pasa?- preguntó Jon sentándose rápidamente a su lado y cogiéndole la
mano.
-No estoy segura-, contestó Bonnie levantándose de la cama tirando de Jon a su lado y
guiándolo hacia la puerta. – Jon, tengo algunas cosas que hacer. ¿Te puedo llamar más
tarde?- Preguntó Bonnie y las cejas de Jon se alzaron confundido.
-Sí, claro- dijo Jon mientras agarraba su abrigo del perchero del pasillo y salía por la
puerta.
Bajó las escaleras preguntándose que demonios había pasado.
No mucho después de que Jon se marchara, Bonnie también a casa a sus padres.
Necesitaba tiempo para pensar, sola.
Capítulo 8
CarpeDreams
Bonnie acababa de regresar de la farmacia cuando sonó su móvil. Era Jon. Había
llamado otras dos veces, pero ella no le había hecho caso. No quería hablar con él, no
hasta saber a ciencia cierta si estaba embarazada o no.
Sus manos temblaban mientras abría la caja de color rosa y blanco y sacaba el tubo de
ensayo pequeño blanco. Sabía lo que tenía que hacer mientras se sentaba en el inodoro.
Se sentía incómoda en cuclillas de lado y sosteniendo el palo debajo de ella. Parecía una
eternidad antes de que finalmente pudo mojar el palo.
-Lógico. En cualquier otro momento, podría mear un estanque,- murmuró Bonnie en
voz baja mientras ponía un trozo de papel higiénico en la parte de atrás del inodoro y
luego puso cuidadosamente el palito en la parte superior de la misma. La prueba decía
diez minutos, así que se sentó en el suelo con la espalda apoyada en la pared. No dejaba
de mirar hacia atrás y adelante, pasando del reloj de una mano al anillo de diamantes de
la o entre tanto el reloj de cocina en una mano y su anillo de diamantes en el otro.
-¡Maldita sea! Estos diez minutos parecen una eternidad- gimió Bonnie mientras se
levantaba del suelo. Se inclinó sobre el inodoro para echar un vistazo y se quedó sin
aliento. Había un signo positivo. Un signo positivo era que estaba embarazada ¿verdad?
Cogió rápidamente la caja y leyó las instrucciones.
-¡OH DIOS MÍO!- Gritó Bonnie y luego cayó al suelo.
En ese momento, Jon estaba entrando. Escuchó su grito en cuanto entró por la puerta
principal.
-Bonnie, ¿Qué está pasando?- Preguntó Jon y entonces vio la prueba de embarazo en
su mano. Con mucho cuidado la agarró y le dio una mirada. Bonnie levanto la vista para
ver su reacción. Al principio, sus ojos se azules se abrieron, luego su boca. Unos extraños
sonidos brotaban de sus labios, pero no podría decir si se estaba ahogando o intentando
hablar.
-Jon, di algo. Me estás asustando-, susurró Bonnie. Sus piernas temblaban mientras se
sentaba en el suelo con las rodillas contra su pecho. Jon dirigió lentamente su mirada
hacia ella mientras una enorme sonrisa se dibujaba en su rostro.
-¿Vas a tener un bebé?
-Sí, supongo que sí. El palito dice que voy a hacerlo,- Bonnie todavía estaba en shock.
Un centenar de diferentes emociones estaban pasando por su mente. En un momento se
sentía muy contenta, al siguiente asustada, entonces nerviosa. Jon a agarró por los
brazos, la ayudó a ponerse de pie y envolvió su brazo alrededor de su cintura mientras
entraban en el salón. Con mucho cuidado la dejó en el sofá como si fuera un delicada
pieza de vidrío que podría romperse fácilmente mientras Bonnie reía.
-¿Qué?- preguntó Jon mientras se sentaba a su lado.
-Nada.-
-¿Es por eso que has estado actuando tan raro toda la mañana? Estaba empezando a
pensar que tenías dudas,- Jon suspiró de alivio y se echó hacia atrás en el sofá.
Bonnie giró bruscamente la cabeza. –Jon, yo nunca tendría dudas sobre casarme
contigo. Te amo,- dijo con lágrimas en los ojos. Jon se inclinó y enjuagó suavemente una
lágrima de su ojo.
-Yo también te amo,- respondió Jon y se inclinó para besarla. Lágrimas corrían por sus
mejillas mientras se besaban. Jon la alzó con suavidad del sofá y caminó de regreso a la
habitación donde hicieron el amor por el resto de la mañana.
-Entonces, ¿qué vamos a hacer?- Le preguntó riéndose mientras corría suavemente sus
dedos a través de su estómago, haciéndole cosquillas.
-Hmm... ¿Sobre qué?- preguntó ella mientras entrelaza sus piernas con las suyas y
apretaba su cuerpo desnudo contra el de él.
-¿Sobre nosotros? ¿El bebé? ¿La boda?- Bonnie se dio la vuelta para poder ver su
hermoso rostro. El pelo oscuro de Jon era un lío revuelto y sus ojos normalmente azul
oscuro estaban brillantes.
-Hmm… lo quieras cariño. Tus deseos son órdenes para mí,- respondió Jon apretando
la cara entre sus pechos mientras ella reía.
-Bueno, el niño no puede nacer fuera del matrimonio,- contestó Bonnie sonriendo. Jon
no digo ni una palabra, se limitó a sacudir la cabeza entre sus pechos, de acuerdo con
ella. Ella se rió de nuevo y golpeó suavemente la parte superior de su cabeza.
-¿Qué tal si nos casamos en agosto cuando los girasoles estarán en plena floración?preguntó Bonnie. Amaba los girasoles y siempre había querido que su ramo de bodas
estuviera lleno de ellos.
-Me parce bien. ¿Vas a estar desnuda en el altar?- preguntó Jon mientras le acariciaba
el pezón con la lengua. Ella se estremeció ante su toque.
-Hmm… no a menos que pretendas rescatar a tu esposa embarazada de la cárcel,bromeó Bonnie sonriendo ante el recuerdo.
-Apuesto a que si mostraras al oficial Berry tus magníficos pechos llenos de leche te
dejaría ir.
-¡Jonathan Lee Wood! ¡Eres terrible!- dijo Bonnie, se dio la vuelta y envolvió sus
piernas alrededor de él, a horcajadas. Ella agarró sus brazos y se los puso sobre su
cabeza, sus senos colgando sobre su cara.
-Si yo fuera Berry, en este momento te estaría esposando y dándote una palmada por
tonto,- bromeó Bonnie. Podía sentir su pene palpitando mientras se movía lentamente en
su contra. Jon gimió mientras ella seguía burlándose de él. La quería. Todo en ella lo
volvía loco. Alzó la mano y chupó el pecho perfecto mientras ella inclinaba la cabeza hacia
atrás y gemía. Bonnie no podía aguar más y poco a poco, dejó que entrara en ella.
***
~ 08 de agosto, día de la boda ~
-¿Por qué estuviste de acuerdo conmigo en tener una boda en agosto?- se quejó
Bonnie mientras se paraba en frente del aire acondicionado de la casa de su madre. Era
una hora antes de la boca y Bonnie ya se sentía miserable. Organizar una boda en cuatro
meses había sido casi imposible, especialmente estando embarazada de cinco meses y ya
pareciendo que se había tragado un bebé elefante. Todo lo que podía salir mal, lo había
hecho. La iglesia que querían había estado llena desde hacia por lo menos diez meses, al
igual que la sala para la recepción. La tarta que ella y Jon habían ordenado se suponía
que debía tener una cobertura roja con crema dorada y girasoles comestibles como
decoración. Terminó siendo de chocolate con un glaseado de color amarillo pálido y
margaritas.
-Bonnie, dijiste que querías una boda en agosto para poder tener girasoles,- le recordó
Jon. Podía escuchar la tensión en su voz y se sentía impotente, sabiendo que ella estaba
triste porque estaba embarazada. Además, a fuera hacía por lo menos 40 grados lo que
no hacía que las cosas fueran mejor.
-Sí, pero no pensaba tener una ola de calor en la mañana de mi boda-, se quejó
Bonnie. En ese momento, Shirley entró en la habitación con un gran vaso de limonada
para ayudar a que se calmara. Estaba preocupada, también. Bonnie parecía descomunal y
sólo tenía veinte semanas de embarazo.
Bonnie miró su hermoso vestido blanco y comenzó a llorar. -Mi vestido no encaja bien,gimió mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. Shirley le dio unas palmaditas en el
hombro a su hija mientras ella seguía llorándole a Jon por el teléfono.
-Oh, estoy seguro de que te ves tan hermosa como en el baile de séptimo grado,- dijo
Jon intentando consolarla.
-¡Ahhhh!- gritó Bonnie aún más fuerte y colgó el teléfono.
-¿Qué? ¿Qué fue lo que dije?- Jon se dio la vuelta y miró a su futuro suegro.
-Te lo advertí, hijo. Están locas-, Larry se rió y se acercó al barril de cerveza que
estaba en la esquina del pabellón. Nunca encontraron una iglesia o en una sala que
estuviera disponible, pero por suerte, el tío de Jon, Leo, poseían un pabellón que se
utilizaba para reuniones familiares. No era el lugar ideal para casarse y tener una
recepción, pero era gratis y el único lugar disponible en tan poco tiempo. No tenía aire
acondicionado, pero Jon había alquilado tres ventiladores industriales de gran tamaño
para ayudar a mantener a su ruborizada novia genial. Había pensado en todo lo posible
para intentar que ella estuviera lo más cómoda posible, pero sentía que había estado
luchando una batalla perdida.
Jon se colocó en frente de uno de los ventiladores para refrescarse- Cuando se quitó la
chaqueta, miró alrededor del pabellón decorado- Las mesas estaban decoradas con
manteles de color amarillo brillantes y atados con pequeñas cintas de girasoles. En el
centro de cada mesa había una vela blanca con un girasol. Eso había sido idea de Bonnie.
Miro hacia la esquina donde estaba el pastel de boda e hizo una mueca. Jon sabía que
Bonnie iba a tener otro berrinche cuando cortaran el pastel. Intentó decirle que el pastel
no era importante, ellos se iban a casa y tener un hijo junto, y eso era lo que importaba.
Eso pareció calmarla un poco, hasta que llegó a su vestido. Había tenido que modificarlo
tres veces para que se adaptase a su creciente barriga. Incluso la costurera había dicho
que había modificado el vestido de otras novias embarazadas antes, pero no tantas veces
con la misma novia. Fue entonces cuando Bonnie se perdió, salió de la casa de la mujer
sollozando incontrolablemente.
Jon suspiró pesadamente y miró su reloj. Treinta minutos más. Él sólo quería terminar
con esto y tener un vaso de cerveza fría. Se podría beber uno ahora, pero Bonnie le había
hecho prometer que esperaría hasta después de la boca. Ella no quería casarse con un
novio borracho.
-¿Qué te pasa, hijo? Parece que estás listo para correr hacia las colinas,- rió Larry y
luego le entregó una cerveza fría.
Jon se quedó mirando la botella por un momento. ¿Qué demonios? Agarró la cerveza y
se la tragó en cuestión de segundos. -¡Ugh!- gimió con satisfacción.
Larry le dio una palmada en la espalda, -Ese es mi muchacho. Disfrútalo mientras dure.
Jon le dio una sonrisa torcida. -¿Puedo hacerte una pregunta?- Jon se sentó en una de
las mesas mientras los invitados de última hora iban llegando.
-Claro-, Larry se sentó a su lado, y luego bebió el resto de su cerveza.
-¿El matrimonio es tan malo? ¿Bonnie será siempre así?-, preguntó Jon, tenía miedo de
hacer esta pregunta, pero sentía como si estuviera al final. Las últimas semanas habían
sido un infierno, moviendo las cosas en su casa, con la boda y el embarazo. Siempre se
decía a sí mismo que las cosas iban a mejorar, pero luego se preguntaba si lo harían
verdaderamente.
Larry inclinó la cabeza hacia atrás y se rió, luego se quedó en silencio mientras se
rascaba la barba. -Bueno, hijo, es como esto. El matrimonio es una prueba que durará
toda la vida o por lo menos hasta que uno muera,- respondió Larry con una risita. –
Durante un tiempo vas a hacer todo bien, y de repente ¡BAM!- le dio una palmada. –Metes
la pata. Podrías pasar horas, días e incluso semanas para compensar tu fracaso, pero al
final valdrá la pena, porque tu encantadora esposa te dará la mejor maldita mamada que
has tenido en tu vida.- Larri rió y Jon con él antes de que Larry se pudiera serio. –Pero
estamos hablando de mi hija, ¿recuerdas? Ella no hace ese tipo de cosas, ¿no?- Larry
avanzó de manera que su cara estaba a centímetros de la de Jon.
-Sí s... señor, usted tiene... tiene razón.- Jon tartamudeó, sin saber muy bien cómo
segur con su nuevo suegro. En ese momento, el predicador dio unas palmas para llamar la
atención de todos. Jon agradeció a Larry la charla, se puso de pie y camino hasta el otro
extremo del pabellón donde estaba el predicador y esperar a su novia.
***
-Mamá, ¿qué vamos a hacer? No puedo caminar por el pasillo con la cremallera rota.Gritó Bonnie. Shirley examinó la parte de atrás de su vestido, tratando de pensar en una
solución rápida. Sólo tenía diez minutos para ir hacia el pabellón.
-Bueno, tengo una idea. ¿Dónde están los restos de los girasoles que utilizaste para las
velas?-, preguntó Shirley.
Bonnie miró por encima de sus hombros, entonces respondió, -En el maletero, creo.Suspiró pesadamente mientras su madre salía rápidamente por la puerta principal.
Apoyado en la pared había un espejo de cuerpo entero, pero no se había mirado ni una
sola vez. No se atrevía. Bonnie tenía miedo de que si veía lo grande que lucía con su
vestido de novia se pondría a berrear de nuevo.
-¿Dónde está mi teléfono?- murmuró Bonnie mirando alrededor de la sala y viéndolo
que en la mesa de café. Ella había estado esperando durante días para que el médico la
llamase con los resultados de la amniocentesis. Entre el embarazo, la boda y mudarse a la
casa de Jon, estaba sorprendida de no haber tenido una crisis nerviosa todavía. Su vida
era un caos total.
-¡Los encontré!- Shirley jadeaba mientras corría de vuelta a la sala de estar con una
bolsa de plástico blanco. Bonnie miró el teléfono y vio que tenía una llamada perdida. Su
corazón se aceleró cuando vio que era de la consulta del doctor y que había un mensaje.
-¡Aquí, date la vuelta!- Shirley le ordenó que se parara frente al espejo. Bonnie se
quedó sin aliento al ver lo grande que se veía en el vestido blanco. Las lágrimas nublaron
sus ojos al escuchar el correo de voz.
Bonnie, le llamo de la consulta del doctor. Tenemos los resultados de la amniocentesis
y parece que va a tener gemelos. Dos gemelos, quiero decir. ¡Enhorabuena! Si tiene
alguna pregunta o duda, por favor llámenos. ¡Que tenga un buen fin de semana!
Bonnie casi se cayó.
-Bonnie, ¿qué pasa?- Shirley la agarró por la cintura para mantenerla estable. Bonnie
se dio la vuelta para mirar a su madre con una mirada de asombro en su rostro.
-Voy a tener gemelos... chicos,- Bonnie apenas podía hablar. Se sentía de la misma
manera como lo hizo el día que se enteró que estaba embarazada. ¡Entumecida!
-¿QUÉ? ¿Gemelos? ¿Chicos?- Shirley se rió y luego abrazó a su hijo. –Es por eso que
estás tan grande cariño. ¡Vas a tener dos bebés!- Shirley siguió riéndose.
Bonnie se quedó mirando en el espejo su vientre redondo. ¿Gemelos?
***
-¿Estás lista?- Preguntó Larry mientras envolvía el brazo de su hija en torno al suyo. No
podría borrar la sonrisa tonta de la cara ni siquiera si alguien le ofreciera un millón de
dólares. Larry estaba absolutamente encantado porque iba a tener dos nietos. Después de
que Shirley cubriera de girasoles la cremallera rota del vestido de Bonnie le había llamado
contado la emocionante noticia.
-No se lo vayas a contar a nadie hasta que Bonnie haya tenido la oportunidad de
contárselo a Jon, -le había advertido Shirley.
-Sí, tan lista como puedo estarlo,- Bonnie miró y sonrió nerviosamente a su padre. Ella
pensó que se veía guapo en su traje gris oscuro con un girasol clavado en el pecho. A
pesar de que la corbata de color dorado brillante chocaba con su barba rubia descuidada.
Ella se echó a reír por dentro.
-Bueno, vamos a empezar la fiesta. Necesito otra cerveza. No todos los días entrego a
mi hija-, su voz comenzó a temblar.
-Papá, por favor, no empieces a llorar. Déjame terminar con esto primero. –Bonnie
podía sentir las lágrimas, pero parpadeó rápidamente para alejarlas.
-Está bien-, respondió Larry riendo suavemente, luego los dirigió al altar. Bonnie podía
sentir el sudor corriendo por su espalda. Respiró hondo y miró hacia arriba para ver a Jon
esperando al otro lado del pabellón, su corazón latía rápidamente. Jon se veía muy guapo
con su traje negro y corbata dorada.
La belleza de Bonnie le cortó la respiración mientras a veía caminar por el pasillo. Ni en
un millón de años había pensado que alguna vez se casaría con la chica de sus sueños.
Aunque deseaba que Zane estuviera ahí para celebrarlo con él, no podía dejar de
preguntarse si estaría ahí parado si Zane estuviera vivo. Él lo dudaba mucho. Fue
necesaria la muerte de su mejor amigo para que el amor de su vida viera finalmente la
realidad. Eso le entristecía y lo hacía feliz al mismo tiempo.
-Hola,- susurró Bonnie mientras llegaba a su lado. Podía sentir sus mejillas enrojeces
mientras bajaba la mirada a su ramo de girasoles.
-Hola bella,- susurró Jon, luego le agarró la mano mientras se volvían hacia el
predicador. Los votos fueron simples, tradicionales y rápidos, tal como ambos querían. Sin
embargo, durante toda la ceremonia, Bonnie no podía dejar de pensar en los bebés. Se
quedaba mirando los brillantes ojos de azules de Jon preguntándose si los chicos e iban a
tener el pelo y los ojos oscuros o los verdes de ella. No podía esperar para contarle, pero
sabía que tenía que hacerlo pronto antes de que su padre “accidentalmente” empezara a
soltarlo.
Después de intercambiar sus votos, un centenar de sus amigos más cercanos y
familiares lo celebraron. Todo el mundo había acabado de comer y estaban mezclado y
bebiendo esperando que la banda comenzara.
-Jon, tengo algo importante que decirte,- le susurró Bonnie al oído, luego agarró sus
manos y las colocó en su regazo mientras estaban sentados en la mesa nupcial. Las cejas
de Jon se dispararon. No le gustaba el sonido de su voz.
Bonnie intentó pensar en una forma de decir eso sin producirle un ataque al corazón,
se decidió por dejarlo escuchar el mensaje. Por el rabillo del ojo, podía ver a su madre, su
padre y los padres de Jon en la esquina mirándolos. Bonnie supuso que sus padres ya le
habían contado.
Cogió el teléfono de su bolso y luego apretó un botón. -Toma, escucha,- dijo Bonnie y
le pasó el teléfono. Jon lo colocó cuidadosamente en su oreja y escuchó. Bonnie se reclinó
en su silla y se frotó el vientre redondo. Primero las cejas de Jon se fruncieron mientras
escuchaba el mensaje, luego se relajaron y sus ojos comenzaron a agrandarse lentamente
hasta ser dos pelotas de golf. La palabra „gemelos‟, y „niños‟ cayeron en silencio de sus
labios. Bonnie se rio cuando su boca se abrió mientras cerraba el teléfono.
Se puso rápidamente de pie y agitó los brazos. –Todo el mundo, ¿Puedo tener su
atención, por favor? Me acaban de informar de que mi encantadora esposa aquí ¡Está
teniendo gemelos!- Anunció Jon, puso a Bonnie de pie y la besó. Todo el mundo empezó a
aplaudir y felicitar a la pareja.
En ese momento, la banda comenzó a llamar a los recién casado a la pista de baile
para su primer baile como marido y mujer. Todo el mundo se quedó en silencio mientras
observaban a Bonnie y a Jon en el centro del pabellón. Habían elegido la canción Hello de
Lionel Richie como su canción de boda ya que había sido la primera canción que bailaron
en su primera cita.
-Así que, ¿qué te parece? ¿Crees que vamos a poder manejar a gemelos?- Bonnie
sonrió mientras envolvía sus brazos alrededor del cuello de Jon.
Jon echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada. –Bueno, si no podemos, siempre
podemos enviarlos a casa de sus abuelos. No creo que alguno diga que no. –Los dos se
volvieron a sus padres que estaban mirándolos y se echaron a reír.
-Creo que tienes razón.- Estuvo de acuerdo Bonnie, riendo, luego se inclinó para besar
a su marido. Se inclinaron hacia delante para que sus frente se tocaran y luego miraron
hacia abajo a su viendo abultado y frotaron a los chicos.
***
-¿Tienes hambre?- Preguntó Bonnie mientras abría la puerta de la nevera.
Jon dejó el periódico sobre la mesa y se rió de su esposa. -Bon, acabas de comer,respondióJon moviendo la cabeza con incredulidad.
-Oh, cállate, tú sabes que yo estoy comiendo por tres. Ese bocadillo de jamón de antes
era para mí. Ahora son los niños los que tienen hambre.- bromeó Bonnie. Sintiéndose
avergonzada y como una cerda, se dio la vuelta y cerró la puerta de la nevera, golpeando
su descomunal estómago en el proceso. –Oops- contestó riendo.
Jon se levantó de la mesa moviendo la cabeza, se acercó a ella y le levantó la camiseta
azul de algodón, dejando al descubierto su gigantesco vientre redondo. Se inclinó un poco
para que su cara quedase a la altura de su abultado estómago. -¿Sintieron eso
muchachos? Su madre acaba de daros vuestro primer capote,- bromeó Jon.
Bonnie soltó una carcajada y le dio una palmada en la cabeza.
Jon se echó a reír, -¿Qué? ¡Es cierto! Ya estás golpeando a los chicos y todavía no han
nacido.
Bonnie bajó su camiseta y lo miró. –Yo nunca haría daño a mis niños a propósito. No
vuelvas a decir eso otra vez- Hizo un mohín burlón.
Jon se pudo de pie y luego la basó en la frente mientras le frotaba suavemente el
vientre.
-Eres un gilipollas,- bromeó Bonnie riendo y luego lo golpeó de nuevo.
-Sí, pero soy tu gilipollas-, respondió Jon y pasando torpemente las manos alrededor
de ella, ahuecó su trasero y lo apretó.
-Oh, ¿y ahora qué? ¿Quieres ir a la cama después de ese comentario sarcástico? Será
mejor que piense de nuevo, niño bonito,- le regañó Bonnie dándose la vuelta, riendo y
asaltando los armarios en busca de comida.
-¿Sabes que soy el hombre más afortunado del mundo?- preguntó Jon mirando a su
bella esposa, la de madre de sus, dentro de muy poco, gemelos. De pronto ella se detuvo
y se dio la vuelta. Sus ojos verdes brillaban mientras lo miraba fijamente. El corazón de
Jon se hundió cuando dio dos pasos hacia ella.
-Bonnie, ¿qué pasa?-, Preguntó Jon, pero ella no podía hablar. Lo único que podía
hacer era mirar hacia el suelo.
Fue entonces cuando Jon vio un charco mojado cerca de sus pies.
-Creo que los chicos están dispuestos a hacer su aparición.- susurró ella.
***
En el hospital, Jon se sentó en la silla sosteniendo a sus dos hermosos hijos mientras
Bonnie dormía plácidamente. Las lágrimas nublaron sus ojos al pensar en lo lejos que
había llegado para estar en este capítulo de su vida. Cuando él y Bonnie se enteraron de
que estaba embarazada de gemelos y de que ambos eran niños, se miraron y al instante
supieron que nombre querían. A él le parecía bien. Los dos estaban agradecidos por cómo
les había resultado la vida. Ninguno de ellos era profundamente religioso, pero ambos
creían que Dios tenía planes y razones para todo lo que les pasaba en sus vidas. Jon y
Bonnie creían que estaban destinados a estar juntos para que estos hermosos niños
nacieran.
-Feliz cumpleaños Zane y Zack,- susurró Jon a sus hijos que dormían en paz dentro de
sus brazos
Fin…
http://carpedreams.blogspot.com/
Traducción Y Corrección:
 Celis, Tanis
Diseño:
 Claris
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