acerca de la legitimidad de las prácticas de asesorías

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ACERCA DE LA LEGITIMIDAD DE LAS PRÁCTICAS DE ASESORÍAS PEDAGÓGICAS
EN UN INSTITUTO DE LA UNT DESDE UNA EXPERIENCIA DE ASESORAMIENTO
CURRICULAR
VIII- Prácticas de asesorías pedagógicas vinculadas a:
4 Innovación e intervención curricular
Ponencia
Grande, María Inés
Universidad Nacional de Tucumán, Argentina
[email protected]
Introducción
Acercarnos a la problemática de la legitimidad de las asesorías pedagógicas a
cargo del Instituto Coordinador de Programas de Capacitación –ICPC- de la Facultad de
Filosofía y Letras de la UNT, nos lleva a abordar la legitimidad del Instituto en sí mismo,
el cual desarrolla sus funciones e intervenciones en el área de la Pedagogía Universitaria.
Este Instituto, que nace en la órbita del Rectorado de la UNT en 1984 con la reapertura
democrática como Centro de Pedagogía Universitaria, cambia su denominación a ICPC en
1991 y en 1994 pasa a depender del Decanato de la Facultad de Filosofía y Letras 1, siendo
aprobado su Reglamento por el Consejo Directivo de esa Facultad el 19 de mayo de 1995
(Resolución N° 435-94-995 del 5 de junio de 1995). En 2011 se aprobó el nuevo
Reglamento del ICPC por unanimidad en el Consejo Directivo de la Facultad de Filosofía
y Letras, pero aún no fue convalidado por el Consejo Superior de la UNT, en una de cuyas
comisiones se encuentra desde fines de ese año.
Desde su creación, el ICPC cumple -en el ámbito de la UNT, otras Universidades
del medio y de la región noroeste de nuestro país- importantes funciones, vinculadas
primordialmente con la formación pedagógica de docentes universitarios, y con la
realización de asesoramientos pedagógicos: a cátedras, a órganos de gestión y a comisiones
varias de la Universidad –curriculares y de autoevaluación, entre otras-.
Esta Ponencia tiene dos finalidades imbricadas:
1) Compartir el recorrido del Reglamento elaborado por el ICPC para lograr la
legitimación institucional mediante la consecución de concursos de cargos de Profesores –
estancados en el Consejo Superior desde 2009-. Reglamento que, como se consignara, fue
Para profundizar en la historia del ICPC y sus funciones ver: Grande, María Inés “Los talleres de formación
pedagógica como espacios de asesoramiento para la formación de docentes universitarios. Un recorrido
histórico por los talleres coordinados por un Instituto de la UNT”, trabajo presentado en el eje VIII.3 de este
Encuentro.
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aprobado por Filosofía y Letras en 2011 pero no aún por el Consejo Superior, lo que llevó
a la actual gestión de la Facultad a proponer una alternativa al respecto.
2) Relatar una experiencia de asesoramiento pedagógico realizado por el ICPC –en el que
participé junto a una colega entre 2000 y 2002- para la innovación curricular de varias
carreras de la Facultad de Artes. El mismo, solicitado por el Decanato y la Secretaría
Académica de esa Facultad, contó con la amplia participación de docentes en general y de
los docentes miembros de las comisiones curriculares de esa Unidad Académica. Este
asesoramiento, llevado a cabo desde un paradigma pedagógico alternativo al tecnocrático,
es compartido a modo de ejemplo para dar cuenta de que hay otros modos de entender la
legitimidad institucional que la que otorga la normativa – aunque este asesoramiento fue
concluido por el cambio de autoridades de Artes antes de que los nuevos planes de estudio
estén completamente elaborados como se explicará más adelanteEn relación con lo dicho hasta aquí, cabe consignar que en este trabajo se van a
manejar dos formas de comprensión de la legitimidad institucional del ICPC, más
específicamente, de las tareas de formación pedagógica y de asesorías de este Instituto:
1) la legitimidad institucional vinculada a una normativa general y/o específica que avale
sus propósitos, misiones y funciones, y que determine las estrategias necesarias para que
lo anterior se viabilice -formas de acceso y ascenso del personal que conforma el equipo
de trabajo; estructura institucional para el desarrollo de las variadas tareas; modalidad de
organización funcional interna; vínculos de la institución con la facultad en la que se
desenvuelve, con la UNT, con otras Universidades, otros aspectos-. Este modo de entender
la legitimidad se condice con lo expresado en el Diccionario de la Lengua Castellana, que
define legítimo en primer término como “conforme a las leyes” (Diccionario de la lengua
castellana, 22° edición, 2012).
2) Otra forma de comprender la legitimidad institucional del ICPC está dada por la
concepción crítico-interpretativa y no tecnocrática de las tareas que realiza el Instituto y
la importancia de las mismas en la mejora de la calidad de las prácticas docentes y de
gestión universitarias. En este sentido cabe destacar el despuntar, entre los docentes y
miembros de la gestión que participan de acciones de formación y/o de asesoramiento del
ICPC, de una visión crítica de numerosas problemáticas y prácticas universitarias que se
abordan en su contexto, desde las dimensiones epistemológica, didáctico-curricular,
político -educacional, normativa, institucional y subjetiva entre otras. Cabe recordar que
los destinatarios de las intervenciones del ICPC pueden ser integrantes de la gestión de la
UNT o de distintas Facultades de la misma, pero que también -y en su mayoría- son
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docentes participantes de variadas instancias de formación pedagógica; o docentes
miembros de comisiones curriculares o de autoevaluación; o miembros de comisiones
encargadas del armado de los cursos de ingreso, nivelación o ambientación.
Podemos denominar a la primera forma de entender la legitimidad del ICPC que
se expuso, como legitimación normativa, y a la segunda, como legitimación por la tarea,
en cuanto la misma favorece - en los espacios de formación o asesoramiento-, la presencia
de una pedagogía universitaria basada en concepciones epistemológicas críticas e
interpretativas.
Legitimación normativa
Desde una perspectiva histórica, puede decirse que el ICPC tuvo un alto nivel de
legitimación normativa al momento de su creación en 1984 -dependía en forma directa
primero de la Secretaría Académica del rectorado de la UNT y luego del Rector - ; pasó por
una etapa de riesgo de continuidad de su existencia cuando eran cuestionados los
organismos dependientes del Rectorado por los ajustes presupuestarios vigentes desde
fines de los 80’; adquirió una legitimidad importante nuevamente cuando pasa a depender
de la Facultad de Filosofía y Letras en 1994 y accede a su Reglamento, aprobado por el
Consejo Directivo de esta Facultad, en 1995, -como se reseñara más arriba-. En esta etapa
todos los cargos docentes del equipo que constituía el ICPC se concursaron y legitimaron,
ya que, como no pudieron obtenerse concursos de antecedentes y oposición cuando se
dependía del Rectorado, los ingresos a los cargos del ICPC eran por concursos de
antecedentes y entrevistas.
Luego vino un período de “adaptación” a la nueva dependencia -Decanato de la
Facultad de Filosofía y Letras- en la que pudo constatarse que desde este lugar podían
seguir cumpliéndose –como se expresaba en los apartados I y II del Reglamento de 1995funciones “en todas las Facultades de la UNT, y en las Instituciones del Medio y de la
región que lo requieran” (Reglamento ICPC, 1995). Pero a fines de los 90’, con el cambio
de la gestión del Rectorado y de Consejeros Superiores, y en nuevo contexto políticoeducativo para las Universidades, empieza a hacerse más compleja la posibilidad de rendir
los ascensos a cargos de profesores –adjuntos, asociados, titulares-, requiriéndose en cada
caso una amplia intervención de la gestión del ICPC -con mayor o menor apoyo del
Decanato de la Facultad en cada circunstancia-, ante la Comisión específica del Consejo
Superior de la UNT que debía aprobar los llamados a concursos.
La resistencia a los concursos de cargos de profesores del ICPC por parte de la
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Comisión de Interpretación y Reglamento del Consejo Superior -los cargos de auxiliares
graduados no ofrecieron ni ofrecen problemas ya que a esto lo dispone sólo el Consejo de
la Facultad-, se remonta a los inicios de la etapa de dependencia del ICPC al Decanato de
la Facultad de Filosofía y Letras, solamente que los concursos realizados entre 1995 y
1996, en el marco de la “normalización” de los cargos institucionales, no sufrieron
mayores obstáculos por parte del Superior dado ese contexto de “pasaje” del Rectorado a
una Unidad Académica. ¿A qué obedece esa resistencia del máximo órgano de gobierno de
la UNT? Podría pensarse en los ajustes que se realizaron en todos los órdenes y también en
el nivel superior universitario en un marco sociopolítico neoliberal en la Argentina de los
90’; situación que llevó al cierre de varios organismos, pero no fue el caso del ICPC, que
por su valía y trayectoria, es trasladado junto a otros al ámbito de una Unidad Académica.
También podría pensarse en otras prioridades de la Facultad en materia de ascensos
docentes, pero en Filosofía y Letras, Decanato tras Decanato, se mantuvo la política de
favorecer los ascensos luego del cumplimiento de un ciclo dado por un concurso y una
posterior evaluación académica, y los pedidos del ICPC eran avalados por el Consejo de
Filosofía y elevados al Consejo Superior. Luego abordaremos algunos matices respecto a la
gestión de la Facultad. Por ahora se va a señalar que la resistencia a aprobar los llamados
a concurso para cargos de profesores del ICPC por parte del Consejo Superior se debió
principalmente a lo expresado en el artículo 82 del Estatuto de la misma –actualmente en
revisión por la Asamblea Universitaria de la UNT-.
En el Estatuto vigente, el artículo 82 estipula:
Los docentes regulares son docentes de la UNT y serán designados por
concurso para un área o disciplina determinada con asignación a una o más cátedras
específicas. Por causa académica fundada podrá ser reasignado en cátedras afines a la
disciplina en que ha concursado. Los profesores tendrán simultáneamente el derecho y la
obligación de desarrollar periódicamente cursos de contenidos variables de acuerdo con las
reglamentaciones que establezcan los Consejos Directivos de las Facultades. (Estatuto de
la UNT - Asamblea Universitaria de la UNT, 1995:17).
Como puede inducirse a partir del artículo 82 transcripto, el conflicto con el
Consejo Superior está dado por el hecho de que el ICPC es un Instituto y no una cátedra, y
hasta ahora los concursos de Profesores del Instituto se realizaron (entre 1994 y 2009)
para un área del ICPC. Posteriormente, por extensión de funciones de cada cargo, se
atendieron, y actualmente se atienden, tres cátedras de grado de la Carrera de Ciencias de
la Educación. Más adelante se expondrá la posición institucional que fue aceptada en
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reuniones con las comisiones del Consejo Superior en los años en que se llevaron a cabo
los llamados a concurso y cómo llegó el Consejo Superior a requerir al ICPC un nuevo
Reglamento para sustanciarlos. Por ahora nos adentraremos en la revisión que se está
haciendo del Estatuto de la UNT desde fines del año pasado, a efectos de ver si se prevén
modificaciones en el actual artículo 82 del Estatuto de nuestra Universidad. Al respecto
cabe decir que luego de diversas reuniones entre las autoridades del Rectorado y las de las
Unidades Académicas, - instancias en las que el gremio docente de la UNT solicitó mayor
protagonismo del que le fuera concedido-, y considerando algunos aportes de la comunidad
académica mediante sugerencias online, se consensuaron finalmente los siguientes Ejes
para que la Asamblea Universitaria realice modificaciones estatutarias (que alcanzan en
principio a más del 60% del articulado del Estatuto): 1) Sistema Electoral; 2)
Conformación del Gobierno; 3) Carrera Docente; 4) Ciudadanía No Docente; 5) Órganos
de Control; 6) Escuelas Preuniversitarias y 7) Disposiciones Transitorias. En el Eje de
Carrera Docente se plantea el cambio de algunos artículos del actual Capítulo XII titulado
De los Docentes. Específicamente se están modificando o por modificar los artículos 76,
78, 83 y 88, no así el 82, conforme al Documento publicado por la Comisión Ejecutiva de
la Reforma Estatutaria del HCS de la UNT sobre Los ejes de la Reforma y sus artículos –
en base al cual trabaja la Asamblea-.Dado esto, el conflicto del ICPC con la posición de la
Comisión de Interpretación y Reglamento del Consejo Superior subsiste.
Desde el ICPC se sostuvo y sostiene que la interpretación del artículo 82 del
Estatuto, -de forma que el Instituto encuadre en la normativa-, pasa por el “espíritu” y no
por “la letra de la ley.” Porque el mecanismo de rendir concursos para cátedras como forma
de ingreso a la docencia en la UNT efectivamente no incluye a un instituto, pero si se
considera que éste es un instituto de carácter netamente docente, una de cuyas principales
funciones desde su creación es la formación de docentes universitarios y el asesoramiento
a comisiones varias vinculadas a las acciones de gestión de la UNT y otras Universidades
del medio y la región,-asesoramientos que requieren siempre de acciones formativas muy
delimitadas-, podremos ver que la función de docencia –objeto de todos los concursos- se
cumple en su totalidad, más aún si se considera que desde el ICPC se atienden además
cátedras de grado desde el arribo a Filosofía y Letras. Estos argumentos –avalados por la
Dirección de Asuntos Jurídicos de nuestra Universidad-, fueron aceptados durante varios
años por los Consejeros Superiores para llamar a concurso de los cargos de profesores del
ICPC, pero en todos los casos, como se dijera anteriormente, esto conllevaba no pocas
negociaciones de las autoridades de la Facultad y del ICPC con el Consejo Superior, donde
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siempre se interrogaba al Instituto acerca de la posibilidad de concursar para las cátedras
que dictábamos. Entonces se completaba el argumento explicitado con la idea de no
“quebrar” el Instituto, ya que sólo concursando para las áreas organizativas y disciplinarias
que lo constituyen -sociopolítica, didáctico-curricular y psicopedagógica- es posible que el
equipo docente se mantenga unido para el cumplimiento de las numerosas funciones que le
son propias. En otro caso, la dispersión en cátedras varias con alguna extensión o atención
de funciones al ICPC podría implicar la atomización del personal y el descuido de tareas
sustantivas del Instituto, que tiene, en la atención de materias de grado, una función
importante pero secundaria respecto a sus objetivos y acciones históricas.
En un momento dado, las negociaciones estaban tan trabadas, que la entonces
Vicedecana de la Facultad de Filosofía y Letras inició un expediente, el 2316/2007,
relativo a dificultades que se suscitaban respecto a concursos y ascensos dentro de
Institutos de la Facultad –alude específicamente a los denominados Institutos “transferidos
del Rectorado”-, observando que era necesario precisar al respecto la reglamentación
vigente. En los primeros párrafos de su presentación, la Vicedecana señala que “se trata
específicamente del ICPC, en el cual la función que desempeñan sus miembros es
eminentemente docente.” (Expediente 2316/2007; fs. 21). Este expediente es presentado en
Mesa de Entradas del Rectorado y enviado a la Comisión de Enseñanza y Disciplina del
Consejo Superior. De allí es remitido a la Dirección de Asuntos Jurídicos de la UNT a fin
de solicitar asesoramiento. En el mismo, dicha Dirección recomienda que el ICPC elabore,
en acuerdo con lo señalado por la Sra. Vicedecana, una reglamentación específica “clara,
precisa y taxativa, para evitar interpretaciones ambiguas”. Se señala además que:
“evidentemente, una reglamentación específica, que atienda a las particularidades del
ICPC, resolverá en forma definitiva las distintas interpretaciones que “históricamente”
(según se refiere en autos) se dan a su respecto” (Expediente 2316/2007, fs. 81).
El aconsejamiento de Asuntos Jurídicos acerca de la elaboración de una
reglamentación que contemple las especificidades del ICPC es avalado por la Comisión de
Enseñanza y Disciplina del Consejo Superior, que trasladó este dictamen al Vicedacanato
de Filosofía y Letras, el cual lo remite a su vez al ICPC (año 2008).
A partir de lo anterior se desarrolla una importante tarea de revisión del
Reglamento institucional de 1995, mediante numerosas reuniones para llegar a acuerdos
entre los miembros del ICPC -bajo la Coordinación de la Directora en ejercicio ese año-, y
con consultas jurídicas continuas en Asuntos Jurídicos de la UNT. Luego de un trabajo
concienzudo, el 5/12/2008, el ICPC eleva al Decanato de la Facultad su propuesta de
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nuevo Reglamento, conforme al aconsejamiento de Asuntos Jurídicos y de la Comisión de
Enseñanza y Disciplina del Consejo Superior.
Luego el expediente pasa por varias otras instancias, tales como la Comisión de
Interpretación y Reglamento del Consejo Directivo de la Facultad de Filosofía y Letras abril de 2009- y nuevamente Asuntos Jurídicos que emite opinión favorable al respecto y
sugiere un par de modificaciones de aspectos no sustanciales de la normativa del ICPCjunio de 2010-.
La Comisión de Interpretación y Reglamento de Filosofía y Letras gira el
Expediente nuevamente al ICPC el 31/8/2010 para que haga las modificaciones sugeridas
desde la Dirección jurídica. El ICPC lleva a cabo las modificaciones que fueron sugeridas
en el Proyecto de Reglamento y lo eleva aproximadamente un mes después nuevamente a
la Comisión que se lo enviara. Finalmente el Reglamento es aprobado por la Comisión de
Interpretación y Reglamento y luego por el Consejo Directivo de la Facultad de Filosofía y
Letras, por unanimidad, el 2 de agosto de 2011.
Hasta esta etapa, pasaron varios años desde el inicio del expediente. En este
recorrido desde comisiones del Consejo Superior o de Filosofía y Letras a la Dirección de
Asuntos Jurídicos de la UNT y viceversa, y desde una de esas comisiones al ICPC y a la
inversa, pasaron cuatro largos años. Pero este largo tiempo no sería el único ni el principal
en este intrincado derrotero del Reglamento del ICPC. La aprobación del Reglamento en
Filosofía y Letras -Resolución N° 360-134-2011-, marca el inicio de un largo camino aún
no concluido en el Consejo Superior de la UNT, donde está radicado en la Comisión de
Interpretación y Reglamento de ese Cuerpo desde poco después de su aprobación en
Filosofía -la Resolución mencionada estipula en su artículo 3°: “Comuníquese y elévese al
Consejo Superior a sus efectos”-.
A pesar de numerosas reuniones de la gestión del ICPC con los Coordinadores de
la Comisión de Interpretación y Reglamento del Consejo Superior y con la Comisión toda,
y aun cuando en varias oportunidades estuvo a punto de ser aprobado y contaba con el
apoyo expreso del Abogado representante de la Dirección de Asuntos Jurídicos en el
Consejo Superior, al no contar con un apoyo lo suficientemente explícito de la gestión de
la Facultad a cargo de la misma en el período 2010-2014, y siendo débil la voluntad
política necesaria en el Consejo Superior al respecto, culminó 2013 sin que se convalidara
este Reglamento. Y hasta la fecha no ha sido convalidado.
El análisis institucional que se hace respecto a que el Reglamento no fuera
aprobado aún en el Superior pasa por varias perspectivas. Una de ellas es la lectura
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político-académica: algunos Decanos principalmente -y también algunos Consejeros
representantes de diferentes estamentos docentes-, todos miembros de la mencionada
Comisión de Interpretación y Reglamento del Consejo Superior, temen que la aprobación
del Reglamento del ICPC genere un precedente para que otros Institutos de la UNT
soliciten algo similar. Este argumento fue rebatido muchas veces por nuestro Instituto en
diálogo con la Decana de Filosofía y con la gente de la Comisión del Superior, dado que el
ICPC es el único instituto en la UNT que tiene funciones eminentemente docentes. La
mayoría de los otros institutos de la Universidad tienen funciones de investigación y /o de
extensión/transferencia, y están constituidos en general por docentes que provienen de las
cátedras y se agrupan en institutos. Si en algunos casos piden concursos de cargos docentes
a los Consejos Directivos respectivos, se trata de cargos de auxiliares graduados -que se
resuelven en el seno de las Unidades académicas- para la difusión mediante cursos por
ejemplo de su producción científico-tecnológica. De acuerdo al criterio institucional del
ICPC, no es viable que otros institutos tomen como referencia el Reglamento de una
institución tan diferente en sus objetivos, funciones y acciones específicas como el nuestro.
Sin embargo este tema fue muy fuertemente señalado por la Comisión del Consejo
Superior que requería por ejemplo que la Decana de Filosofía confirme personalmente que
esto no sucedería en el ámbito de la Facultad a su cargo.
Otra arista que cobra peso en igual o mayor medida es, desde mi perspectiva, una
valoración no suficiente de la necesidad e importancia de la Pedagogía Universitaria y de
un Instituto centrado en la misma, en el ámbito de la UNT. La marcada importancia dada
por el Rector Normalizador de la UNT, Profesor Salinas al momento de su creación en
1984, no es actualmente la misma que desde la gestión del Rectorado y desde el Consejo
Superior se otorgan al Instituto en nuestros días, aun cuando en todos los casos se
reconozca la importancia de sus funciones y acciones, se haya explicitado un gran apoyo
con motivo de cumplir 25 años la institución en 2009, y documentos como los resultantes
de la Autoevaluación y la Evaluación Externa de la UNT (1996-1998) y el Plan Estratégico
de la UNT (2003-2007) señalen su valor y sobre todo la necesidad de formación
pedagógica para los docentes. Con respecto a esto último, lo variable de la valoración de la
gestión de la UNT y los límites de la Pedagogía Universitaria frente a la política
institucional fue notorio en 2002/2003, cuando el ICPC es citado por la Secretaría
Académica del Rectorado para armar un Programa de formación pedagógica para todos los
docentes de nuestra universidad, el
que fue elaborado por el ICPC con la amplia
participación de miembros de la gestión de las trece Facultades – Secretarios Académicos
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y de Posgrado- y de docentes de todas las Unidades Académicas de la Universidad. Luego
de un cambio de gestión de autoridades rectorales en la UNT, dicho Programa no llegó
finalmente a implementarse.
La insuficiente y variable valoración de la Pedagogía Universitaria por parte de
la gestión de la UNT, está de hecho ligada a cuestiones de orden epistemológico de larga
data en las universidades nacionales argentinas. Se trata de la prevalencia, en el enfoque
predominante de la enseñanza universitaria tradicional en la UNT, de lo disciplinario por
sobre lo pedagógico, que se sintetiza en la conocida frase “el que sabe, sabe enseñar”2. Esta
presunción, que atraviesa en mayor o menor grado a la “cultura institucional” de la UNT,
hace que la valoración de la formación pedagógica de los docentes y de las asesorías
pedagógicas en diferentes instancias de la vida académica, no sea lo suficientemente
sólida como para llevar a una decisión política contundente de apoyo para el logro de la
legitimación normativa de un instituto de Pedagogía Universitaria como el ICPC.
El hecho de que el Reglamento del ICPC aún no fuese aprobado en el Superior y
que este año esté sesionando la Asamblea Universitaria a efectos de cambiar el Estatuto de
la UNT, llevaron a que la gestión de la Facultad de Filosofía y Letras que inició su
mandato en mayo de 2014, inste al ICPC, a efectos de lograr la consecución de los
concursos, a concursar los cargos de profesores directamente para las cátedras en las que
revisten los docentes del Instituto, que pertenecen
a la carrera de Ciencias de la
Educación, con extensión de funciones al ICPC -situación inversa a la vigente,
oportunamente explicada-. En estos momentos se están gestionando, desde la Dirección del
ICPC con el Decanato de la Facultad y la Dirección del Departamento de Ciencias de la
Educación, problemáticas señaladas en el seno del Departamento y del ICPC respecto a
estos concursos. Desde mi criterio, el ICPC debe seguir bregando por la aprobación de su
Reglamento, que le daría la entidad institucional y la legitimidad normativa necesarias
para su mantenimiento y crecimiento como institución con múltiples funciones, una de las
cuales es la atención de materias de grado, pero no la sustancial como se detalló al inicio
de la Ponencia.
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Acerca de las concepciones epistemológicas que subyacen a las prácticas de la enseñanza en la UNT, véase
Grande, María Inés “Una aproximación a las concepciones epistemológicas que subyacen a las prácticas de la
enseñanza en la UNT”, capítulo del libro del IV Encuentro Internacional y I Latinoamericano "La
Universidad como Objeto de Investigación". Publicado en soporte electrónico. ISBN: 987-9390-59-8.Editor:
Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Tucumán .Año 2004.
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Otro modo de entender la legitimación institucional
Como se señalara en la Introducción de este trabajo, con el mismo se intenta una
aproximación a dos maneras de entender la legitimación del Instituto de Pedagogía
Universitaria al que pertenezco, el ICPC. Una de ellas es la legitimación desde la
normativa, que se desarrolló en el apartado anterior. La otra manera de entender dicha
legitimación es por la tarea, en cuanto, como se expresara, la misma favorece - en los
espacios de formación o asesoramiento-, la presencia de una pedagogía universitaria
basada en concepciones epistemológicas críticas e interpretativas. Esta segunda manera de
entender la legitimación institucional es la que va a desarrollarse ahora, y para ello, como
se anticipara también en la Introducción, voy a centrarme en el relato de una experiencia de
asesoramiento llevado a cabo por otra colega del ICPC y por mi persona para el cambio de
los planes de estudio de la mayoría de las carreras de la Facultad de Artes de la UNT. Se
trabajó la asesoría entre 2000 y 2002. Se va a tomar este asesoramiento como referente de
un modo distinto de entender la legitimación institucional, aun cuando sólo se llegó a
cubrir -considerando las etapas en la elaboración de un plan de estudio-, la etapa
diagnóstica en general y una primera parte del Diseño de los Anteproyectos por carreras.
Luego de ello, como ya se dijo, el asesoramiento se dio por finalizado por parte de la
Facultad de Artes, ante un cambio de autoridades en esa Unidad Académica.
Podría preguntarse entonces ¿por qué es valioso de todos modos para el cometido
de esta ponencia, retomar el asesoramiento de referencia? Porque fue un asesoramiento
solicitado por el Decano y la Secretaria Académica de la Facultad de Artes, que en esos
momentos nos permitieron realizar, durante dos intensos años, un trabajo profundo y
concienzudo con la Comisión Curricular Central de esa Unidad Académica; con las
Comisiones Curriculares por carrera, con la propia gestión y con gran número de docentes
de esa Facultad. Una experiencia de asesoramiento y formación pedagógica que permitió,
desde una mirada no tecnocrática, analizar los cambios curriculares en todas sus aristas y
contemplar éstas en los debates que se llevaron a cabo, en los lineamientos elaborados y en
las propuestas de modificación de varios de los planes de estudio que empezaron a
pergeñarse. Un asesoramiento donde nos colocamos en el rol de coordinadoras de un
proceso construido –en consonancia con la concepción epistemológica que sustenta las
acciones institucionales- con los docentes, en un diálogo interdisciplinario permanente.
Si bien el ICPC se maneja de este modo en todos los asesoramientos que realiza,
destaco este caso en particular por el tiempo de duración del mismo y por la apertura
institucional a un trabajo que enfatizó los procesos sobre los resultados, dando lugar a los
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tiempos necesarios para dichos procesos. En otras palabras, había una apertura
institucional a un planteo pedagógico de corte crítico-interpretativo, sin las urgencias de
tiempo y los requerimientos de eficacia y eficiencia o de adecuación acrítica a los
requisitos ministeriales y de la CONEAU –Comisión Nacional de Evaluación y
Acreditación Universitaria- que atraviesan, al menos en un primer momento, a otros
pedidos de este tipo.
Otro aspecto importante a considerar sobre la elección de este asesoramiento para esta
Ponencia, es la importancia del mismo desde una perspectiva cuantitativa, ya que estaban
en juego el 80% de las carreras de la Facultad de Artes, por lo que fue muy abarcador en
términos de Comisiones Curriculares y docentes involucrados.
Entre las tareas desarrolladas en este asesoramiento, cabe destacar el desarrollo de
las Jornadas de Reflexión sobre el Cambio Curricular en la Facultad de Artes, que se
preparó mediante varios Talleres con los docentes que actuarían como Coordinadores y
Secretarios en las mismas. A la realización de estas Jornadas se llegó luego de varias
reuniones con la Secretaria Académica –que coordinaba la Comisión Curricular Central de
la Facultad-, con los miembros de las comisiones curriculares por carreras y con la
Comisión Central –de las que salieron los Coordinadores y Secretarios-, a partir de lo cual
se decidió conjuntamente hacer una acción a modo de diagnóstico de las problemáticas
cruciales que atravesaban a todas las carreras involucradas en el cambio curricular que
se estaba emprendiendo, y de elaboración de lineamientos curriculares para dichas
carreras. Las mismas eran licenciaturas y tecnicaturas pertenecientes a los Departamentos
de Teatro, Danza, Diseño y Sonoro-visual. La acción consensuada fueron las mencionadas
Jornadas de Reflexión. En estas Jornadas la participación de docentes fue abierta y se
suspendieron las clases para favorecer la participación docente.
Cada una de las reuniones con la Secretaria Académica y con las Comisiones
curriculares, así como los Talleres de preparación de los docentes que coordinarían las
Jornadas de Reflexión, significó un espacio de formación pedagógica importante, donde se
pudo compartir con los docentes miradas críticas acerca del Curriculum universitario y de
los Planes de Estudio en él enmarcados. A su vez, con aportes de la gente de Artes, mi
colega y yo pudimos acercar los conceptos teóricos a las características del campo de las
Artes en general y de las representadas en la Facultad en particular.
Luego de este asesoramiento, muchos docentes de esa Facultad hicieron el
Trayecto de Posgrado de Capacitación Pedagógica que dicta el ICPC –realizando
importantes innovaciones en sus cátedras a raíz de esa instancia de formación- y algunos
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de ellos cursaron desde 2000 la Maestría en Docencia Superior Universitaria, creada por
el ICPC, categorizada A por la CONEAU – Comisión Nacional de Evaluación y
Acreditación Universitaria- y dictada en el ámbito de la Facultad de Filosofía y Letras de la
UNT.
Importancia de las Jornadas de Reflexión sobre el Cambio curricular en la Facultad
de Artes
En estas Jornadas de Reflexión sobre el Cambio curricular se pudieron trabajar
primordialmente aspectos sociales, político-legales, institucionales, epistemológicos y
relativos al perfil de los egresados de la Facultad de Artes desde Ejes temáticos que
remitían a problemáticas seleccionadas en un trabajo mancomunado previo.
En un artículo de las Profesoras Ameijde y Ruiz de Huidobro – miembros del
ICPC- (2000) se señala que:
Para plantear la propuesta de análisis y evaluación de los planes de estudio
(PE) tendremos en cuenta las siguientes dimensiones de análisis:
- Marco teórico referencial: Fundamentos sociopolíticos, epistemológicos, profesionales
- Alcances e Incumbencias de las titulaciones
- Perfil profesional
- Estructura pedagógica del curriculum
- Organización administrativa del curriculum (Ameijde; Ruiz de Huidobro, 2000:2).
Cuando las autoras se refieren, dentro del Marco teórico referencial, a los
fundamentos socio-políticos, aluden al necesario análisis del contexto histórico, social,
político, ideológico e institucional en que se enmarca la propuesta curricular. También
dentro del marco referencial citan los fundamentos epistemológicos y profesionales,
centrándose en ese caso en la fundamentación de toda propuesta curricular relativa a:
- “la problemática epistemológica actual del campo disciplinario,
- sus paradigmas y modos de producción científica,
- los enfoques teóricos y nudos de conocimiento relevantes para la formación de grado,
- los modelos de prácticas profesionales que se consideran valiosas estimular desde la
formación de grado” (Ameijde; Ruiz de Huidobro, 2000:3).
El Marco teórico referencial que conceptualizan Ameijde y Ruiz de Huidobro, fue,
en otras palabras, el que se abordó en las Jornadas de Reflexión. La importancia de haber
trabajado estas temáticas en forma exhaustiva en las mismas, queda evidenciada también
en palabras de las autoras:
Es común que los documentos curriculares de diferentes carreras de nuestra
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universidad, no consideren explícitamente estos aspectos. Si bien suelen visualizarse a
través del perfil profesional, incumbencias, objetivos, contenidos mínimos, no están
expresados de manera manifiesta. Esta ausencia muchas veces genera, tanto en docentes
como en alumnos, formas de conocer descontextuadas, confusas, fragmentadas.
Creemos que la significación social del conocimiento se construye a partir de haber
discutido y aclarado estos aspectos.
Ante la ausencia de estos fundamentos en los Planes de Estudio (PE) creemos que la
comunidad universitaria en general y de cada área profesional, en particular, debe generar
los espacios para instalar el debate y la discusión de los fundamentos. Desde allí será
posible definir políticas sociales del conocimiento, definir líneas de investigación y
estrategias de extensión que permitan consolidar el compromiso social de la universidad
con nuestra comunidad, con el país. (Ameijde; Ruiz de Huidobro, 2000:4)
La especial importancia de las Jornadas de Reflexión sobre el Cambio curricular
en la Facultad de Artes fue efectivamente, la instalación en la comunidad académica de
Artes, del debate acerca de los fundamentos propios del Marco teórico referencial antes
abordado.
¿Cómo fue el trabajo de las asesoras pedagógicas y de los docentes dentro de las
Jornadas? Los docentes participantes se distribuyeron en comisiones y en cada una de ellas
había un Coordinador/a y un Secretario/a. Estas comisiones trabajaron ejes temáticos
preparados para las Jornadas por las asesoras pedagógicas y los miembros de las
comisiones curriculares en el transcurso de los talleres previos; ejes que representaban
problemáticas a analizar. Pueden mencionarse las siguientes problemáticas: del perfil de
egresado y las prácticas profesionales en el actual contexto; del docente y del alumno; de la
infraestructura; de los enfoques teóricos que sustentan las prácticas de enseñanza
(posiciones epistemológicas); de los núcleos de conocimiento relevantes para la enseñanza
de las artes y del marco legal vigente y la incidencia de los procesos de auto y
heteroevaluación de la UNT en el proyecto académico de la Facultad de Artes.
Las comisiones constituidas en torno a las problemáticas antedichas debatieron
durante todo una mañana con la coordinación general de las asesoras pedagógicas – que
nos acercamos a cada uno de los grupos –y de los coordinadores y secretarios formados
pedagógicamente con anterioridad, como ya se reseñara. Cada Comisión de trabajo eligió
creativamente – entre un abanico de posibilidades explicitadas- el modo de presentar sus
conclusiones ante el plenario general que se llevó a cabo a la tarde: afiches, cartulinas,
transparencias, recortes de revistas y hasta algunas dramatizaciones constituyeron parte de
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las exposiciones del plenario de las Jornadas, que dejaron valiosísimos aportes para el
cambio de los planes de estudio de la Facultad de Artes.
En este punto se intersecta lo conceptualizado acerca del Marco teórico referencial
con una de las tareas propias de las comisiones curriculares expresada por Alicia Villagra
de Burgos cuando señala que:
La tarea de una comisión curricular no debiera agotarse en el cambio del plan
de estudio de una carrera ya existente, ni en la estructuración de uno nuevo. Si bien en este
nivel se centran los mayores esfuerzos y constituye, por ende, la práctica más reconocida y
habitual, es innegable sin embargo, que la problemática curricular plantea, (…), una
perspectiva más abarcativa (…). De allí que también es incumbencia de las comisiones
generar (…) un cuerpo de criterios básicos que regulen el funcionamiento de dicha unidad
académica y sirva, a su vez, para contextuar propuestas curriculares por carrera. (Villagra
de Burgos, 1997: 29).
A partir de lo trabajado por la comunidad académica en estas Jornadas de
Reflexión se decidieron, en una primera aproximación, lineamientos generales que cada
comisión curricular tendría en consideración al realizar el correspondiente anteproyecto
del nuevo plan de estudio. Se acordó que una política académica integradora debía partir
de la Definición del Perfil del Egresado, que implica la revisión de enfoques teóricos y de
las prácticas profesionales en el actual contexto. Se hizo un ejercicio al respecto –de allí lo
de primera aproximación- y se consensuaron sobre esas bases algunos núcleos de
conocimientos relevantes para la enseñanza de las Artes; algunos ejes curriculares y
espacios curriculares –por disciplinas, por áreas disciplinarias, módulos o combinaciones-;
el lugar de la práctica en los planes, entre otros valiosos aspectos.
A modo de conclusión
En esta Ponencia se han expuesto dos modos de entender la legitimidad de un
Instituto cuyo cometido es la Pedagogía universitaria, y una de sus principales funciones
son las prácticas de asesorías pedagógicas vinculadas a la innovación e intervención
curricular: el ICPC. Sería deseable, y a la vez un justo reconocimiento para este Instituto,
alcanzar la legitimidad normativa para poder continuar cumpliendo sus tareas en la UNT
con el apoyo político-académico que esta legitimación puede brindar. Pero lo importante es
el para qué buscar esa legitimidad dada por una Reglamentación,- avalada en este caso por
el máximo Órgano de gobierno de la UNT-, y son justamente las funciones institucionales
las que justifican esa búsqueda. Y en el modo de llevar a cabo las funciones de la
institución se encuentra a su vez esa otra manera de entender la legitimidad institucional,
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de allí el relato de una experiencia de asesoramiento compartido con otra colega, que
ilustró acerca de cómo se puede, desde las asesorías pedagógicas, formar críticamente a
los docentes que intervienen en el desarrollo de los cambios curriculares.
Aun cuando el asesoramiento a los cambios de planes de estudio de la Facultad de
Artes no llegó sino hasta el inicio del bosquejo de los anteproyectos de nuevos planes, por
el contacto mantenido con docentes de esa Facultad, cuyas voces serían objeto de otra
ponencia, puede decirse que la tarea en varias de las comisiones curriculares continuó y
hasta pudieron elevar al Consejo Directivo de esa Facultad dichos anteproyectos.
Lamentablemente se dio nuevamente el caso de que la política puso límites a lo
pedagógico dado que, al momento de llevar estas propuestas al Consejo Directivo de la
Facultad, las autoridades habían cambiado, y no retomaron lo trabajado. Principalmente
se pusieron como obstáculos las dificultades en la consecución de los dineros necesarios
para los cargos que debían ser creados o promovidos a efectos de poner en marcha los
nuevos planes. Acerca de la relación entre Curriculum –y dentro de éste los planes de
estudio- y decisión política de quienes ejercen la gestión institucional y deben propiciar las
resoluciones necesarias para hacer posible la concreción de cambios curriculares, conviene
traer a colación la definición de Curriculum de Alicia de Alba:
Por Curriculum se entiende a la síntesis de elementos culturales
(conocimientos, valores, costumbres, creencias, hábitos) que conforman una propuesta
político-educativa pensada e impulsada por diversos grupos y sectores sociales cuyos
intereses son diversos y contradictorios, aunque algunos tiendan a ser dominantes o
hegemónicos, y otros tiendan a oponerse y resistirse a tal dominación o hegemonía.
Síntesis a la cual se arriba a través de diversos mecanismos de negociación e imposición
social. Propuesta conformada por aspectos estructurales-formales y procesales-prácticos,
así como por dimensiones generales y particulares que interactúan en el devenir de los
curricula en las instituciones sociales educativas. Devenir curricular cuyo carácter es
profundamente histórico y no mecánico y lineal. Estructura y devenir que conforman y
expresan a través de distintos niveles de significación. (de Alba, 1998: 75).
Entre los aspectos estructurales-formales de un Curriculum la autora incluye las
disposiciones oficiales y los planes y programas de estudio. A su vez, cuando alude a
dimensiones generales del Curriculum, distingue una dimensión social amplia (cultural,
política, social, económica, ideológica); una dimensión institucional una didáctico-áulica.
Al tratar sobre la dimensión política, además de marcar el carácter político de todo
proyecto educativo señala que “la dimensión política es fundamental también en cuanto a
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la viabilidad de un Curriculum” (de Alba, 1998: 79). De esto se trata lo que viene
señalándose acerca de que lo pedagógico encuentra límites en lo político-académico,
cuestión visible en los hechos señalados, dado que las propuestas normativas y curriculares
no llegan a concretarse por cambios en la gestión institucional –de una unidad académica
y/o de la Universidad- y/o por falta de sólida voluntad política en un momento histórico
determinado.
En este sentido vuelvo a destacar principalmente, en el caso del asesoramiento a
la Facultad de Artes, el conocimiento y la adhesión, por parte de los docentes que
participaron, de una visión crítica, superadora de una tecnocrática, del curriculum
universitario –y dentro del mismo de los planes de estudio-, que permitió
dejar
“sembradas”. Concepciones alternativas relativas a su formulación. Sin lugar a dudas, el
crecimiento en materia de formación pedagógica, y la constitución de un equipo
interdisciplinario artístico-pedagógico -al estilo de otras unidades académicas de la UNT-,
en una tarea conjunta con el ICPC cuando fuere necesario3, podría recoger los frutos de
aquella siembra, y, con las necesarias actualizaciones, hacer posible ese cambio tan
anhelado por gran parte de la comunidad académica de la Facultad de Artes.
Bibliografía
 Ameijde, M.D; Ruiz de Huidobro, S. (2000). Propuesta para analizar y evaluar los
planes de estudio. En La Institución Universitaria y su Curriculum, Módulo II del Curso
de Formación Pedagógica para Docentes Universitarios del Instituto Coordinador de
Programas de Capacitación, Facultad de Filosofía y Letras, UNT. San Miguel de
Tucumán:
 de Alba, A. (1998). Las perspectivas. En Alicia de Alba. Curriculum: crisis, mito y
perspectivas (pp.57-144). Buenos Aires: Miño y Dávila Editores.
 Villagra de Burgos, M.A. (1997). Hacia un nuevo plan de estudio: un desafío curricular.
En La Institución Universitaria y su Curriculum, Módulo II del Curso de Formación
Pedagógica para Docentes Universitarios del Instituto Coordinador de Programas de
Capacitación, Facultad de Filosofía y Letras, UNT. San Miguel de Tucumán: Gráfica
Noroeste.
 Honorable Asamblea Universitaria (1995). Estatuto de la Universidad Nacional de
Tucumán. San Miguel de Tucumán: Universidad Nacional de Tucumán.
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Una propuesta en este sentido es presentada en este Encuentro por la Prof. de la Facultad de Artes Marcela
Blanco, ex alumna del ICPC. El trabajo se titula: "Asesoría Pedagógica universitaria y desarrollo profesional
de docentes de danza”.
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 Comisión Ejecutiva de la Reforma Estatutaria - Honorable Consejo Superior UNT.
(2014). Los ejes de la Reforma y sus artículos. Consultado en Junio 3, 2015 de
http://www.reforma.unt.edu.ar/#Ejes
 Resolución N° 435-94-995. Consejo Directivo de la Facultad de Filosofía y Letras de la
UNT. 1995. Reglamento del ICPC.
 Resolución N° 360-134-2011. Consejo Directivo de la Facultad de Filosofía y Letras de
la UNT. 2011. Reglamento del ICPC.
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