La Avalancha : revista ilustrada. Año 6, n. 129 (24 julio 1900)

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Pamplona ^24 de Julio do 19OO,
Se pij-Tolica- y repa-rte gratis dos veces a,l m e s . •%
eitr;
DIRECCIÓN Y ADMINISTRACIÓN:
BIBLIOTECA
vi.
CATÓLICO-PROPAGANDISTA
Tejería,
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•
—Señor mío;—decía un ilustre católico de buena
memoria, a una persona grave, de gran corazón y
singular bondad que había cambiado de casaca y quería arrastrar ¡il primero á la novedad—Señor mío,
usted me sacó de mi casa y de mis casillas y me hizo
abandonar la grata paz del que vive en un rincón
del mundo, rodeado de su familia, ni envidioso ni envidiado, por el tumulto de la vida pública con sus
batallas, ruidos y trapisondas: Esto es servicio de
Dios, mu dijo usted, y recordando yo que «el hombro
füé criado para alabar, hacer reverencia y servir á
Dios nuestro Señor y mediante esto salvar su alma»
cambié la vida del campo por la vida de la moderna
Babilonia. ¿Se equivocó usted entonces cuando me
decía que la causa de la intransigencia, era la causa
de la verdad y la salvación de España, ó su equivoca,
usted ahora cuando me dice que hay que aflojar en el
combate, no resistir á la corriente y estar atento y
obediente á lo que entonces le pareció á usted demasía insufrible? No quiero defirió ahora ni importa A
lo que pienso; pero es evidente que una de dos veces
se equivocó usted y desde ese momento se acabó mi
confianza: ¿quién me asegura viendo lo que veo y
oyendo lo que oigo que dentro de algún tiempo no
rectificará usted la disección de hoy? Yo pienso morir
defendiendo lo que ahora defiendo, y haber estado en
terreno firme; usted alguna vez fue ciego y arrastró
al precipicio: esta es la diferencia.
Quedaron sin respuesta estas razones porque al
parecer no tenfan respuesta; pero pasado el primer
susto y remordimiento, los católicos que se encuentran en el caso de aquella persona grave y de gran
corazón, que no obstante su anchura y gravedad
• • !
.° 129.
24, PAMPLONA.
ESTAMOS EN LA TESIS.
•
cito
cambió de casaca, han tratado de excusar sus cambios y mudanzas, con las mudanzas y cambios de los
tiempos y Jas circunstancias de lugar y tiempo, que
hacen por ejemplo que en una nación sea gran servicio de Dios lo que en otra es evidente derrota para
los católicos, y que en algún tiempo sea prudente callar, io que en otro hay que predicar mper teefa y declarar á grito herido. Las circunstancias han cambiado dicen esos católicos graves ó menos graves, pero
inconsecuentes y tornadizos, cansados de esperar y
mirando un poco ó un mucho al sol naciente. Las circunstancias han cambiado de treinta, de veinte, de
diez años á esta parte, (según el humor de cada uno
y el tiempo que se separaron de sus antiguos hermanos j y pedir el imperio de la verdad, y la unidad católica con sanción coercitiva, (es decir de la única '
manera posible) es pedir gollerías. Hipótesis, mal menor, del lobo un pelo, atenerse á las circunstancias,
no exasperar á la fiera: eso es lo que interesa; eso es
lo que priva; eso es lo que nos piden á los católicos
españoles nuestros naturales maestros y defensores y
el que no lo siga y sepa es porque tiene ojos y no ve,
oídos y no oye. ¿Es ó no es esta la manera de discurrir '
de unos pocos rezagados en el actual movimiento? De
unos pocos hemos dicho, porque otros muchos que se
separaron de la antigua hermandad, no se han detenido en los andamios de la hipótesis y el mal menor, y
por la fuerza de ln lógica están ya de bruces en el
campo revolucionario.
Pues bien, señores lores y milores, no hay tal hipótesis, ni (ales circunstancias que fuercen á quemar
lo que ayer ¿idoramos y adorar lo que quemamos.
Cuantas veces se dirigió Su Santidad á los españoles
especialmente, les encareció que trabajasen por la
restauración de la unidad católica, que es la negación,
más rotunda y soberana de todas las artimaüas de la
mesticeria española, y no hace mucho recordábamos,
dos ocasiones solemnes en que esto ocurrió; cuando
la peregrinación de congregantes de San Luis presi-
LA AVALANCHA.
158
didcs por el Obispo de Tortosa y cuando la peregrinación obrera, presidida por el Cardonal Sauz y Fores.
Y hace un mes no más acaba de confirmar esta nobilísima aspiración, raíz y fundamento de nuestra suspirada regeneración indulgenciando por medio de
Breve para perpetua memoria y sin limitación alguna
de tiempo, la oración en favor de la unidad católica
española que los más fervorosos íimigos de ella propagaron por España cuando el centenario glorioso de
la conversión de los godos. Rota está nuestra unidad
católica estrella y luminar mayor en el cielo de nuestras incomparables tradiciones y á Dios pedimos en
la oración que acaba de ser indulgenciada sin limito
de tiempo que nos conceda «trabajar con ardor en su
restauración y en la del imperio social de Jesucristo,
unigénito de Dios nuestro Salvador y Redentor, unidos en la misma fó y caridad» y eso que pedimos
nosotros es lo que el Papa alaba y quiere y desea; y
para lograrlo con copioso fruto de las almas y «para
confirmar y robustecer con la divina gracia la unidad
de la nación española en la fé católica ha enriquecido
con indulgencias sin limitación de tiempo la oración
en favor de la unidad católica que ahora con más
empeño que nunca hemos de propagar por toda España, en diversas formas y maneras, en las familias,
en los colegios, patronatos, por iglesias y capillas,
por calles y plazas; allí donde alcance el celo por la
gloria de DÍOB y líi salud de las almas, para que el
olamor de miles de corazones ablande las entrañas
misericordiosas de Dios, y España vuelva á ser libre,
salva y enamorada de Jesucristo nuestro Señor.
Atrás pues, los componedores, los resellados, los
católico-liberales de todas las trazas y maneras y ¡Viva nuestra unidad católica, que es el reinado social de
Jesucristo en España!
Dios io quiere.
,
El Sumo Pontífice lo aprueba y bendice.
••
Estamos en 3a tesis.
'
,
,
*
•
ESTANISLAO.
y
LA
aguarda el mundo al ingenio desconocido que en la edad futura ha de escribir
sobre este asunto un libro digno de él, ahí
van como por via de anticipo algunas reflexiones que
me ha sugerido la observación atenta de lo que á
nuestro rededor acontece.
En el orden religioso y social los dos sucesos más
culminantes de la historia moderna son indudablemente la aparición del protestantismo y la fundación
de la Compañía de Jesús. La empresa de Lutero y la
de Ignacio son correlativas. El grito de héroe español
responde providencialmente al grito del apóstata alemán. Dijérase que en presencia de la tremenda crisis
por la cual iba á atravesar la Europa moderna, el
cíelo y el inñerno lanzaban á la vez al palenque sus
dos más aguerridos campeones. Sentada esta verdad,
que reconocen á una todos los historiadores concienzudos, el resultado no podia ser dudoso. La lucha debía ser mortal. Y lo fue.
Dejemos para ocasión más oportuna reseñar la
historia del combate que podríamos llamar teológico,
y que comprende los dos siglos y medio que precedieron á la revolución francesa. El jesuíta fue en todas
partes el martillo del protestantismo como herejía.
Los nombres de Suárez Vázquez y Belarmino nos dan
una ligera idea de los gigantescos esfuerzos con que
la Compañía hizo decidir en favor suyo la victoria en
ol terreno de la controversia. Vencedores en las Universidades y Academias, no fueron menos esclarecidos los jesuítas en el apostolado, y las primeras crueldades que ensangrentaron el suelo inglés en el horrible reinado de Enrique VIII y de Isadel, público es
que en individuos de la Compañía fueron ejercidas.
'IENTRAS
Los PP. Campian y Person fueron ahorcados en Londres, y el verdugo arraneó de su pocho el corazón todavía palpitante, para entregarlo á las llamas al pió
del mismo cadalso.
Entre tanto el protestantismo, aunque localizado
al parecer principalmente en Alemania é Inglaterra,
seguía inoculando en todas las naciones de Europa su
virus ponzoñoso. El desarrollo de la Compañía sigue
paralelamente al do su rival, y la lucha es cada día
más empeñada. Más tarde un hijo natural del protestantismo libra con los jesuítas sangrientas batallas.
Nótese que el primero que adivinó bajo la máscara
hipócrita de jansenista la malicia protestante, fuó el
jesuíta. Este persiguió de muerte al jansenismo en todos terrenos, hasta dar cuenta de éí y borrarlo felizmente del cuadro de las herejías militantes para dejarlo sepultado en el de las herejías históricas.
Va á aparecer la Revolución, mas antes necesita
quitar de en medio á los jesuítas, Los reyes entran en
la nefanda conspiración que de lejos viene preparando la ruina de sus tronos. La correspondencia epistolar que entre los corifeos del filosofismo medió para
promover la coalición de los reyes de Europa contra
la Compañía muestra dos cosas: La importancia de
ésta como elemento de orden y apoyo firmísimo de la
Iglesia, y la ceguedad de los que al expulsarla y.extinguirla no acertaron á ver en esto la mano de la
Revolución que los impulsaba al suicidio.
Estalló entro tanto la conflagración general, y reyes y tronos cayeron estrepitosamente en pos de la
Institución poderosa á quien para dar gusto á la impiedad hirieron de muerte. De muerte no, porque la
Compañía renace apenas sosegado el primer vértigo
revolucionario, y empieza otra vez su vida de combate, ahora contra la Revolución, como antes contra el.
protestantismo y el jansenismo, progenitores de ella.
¡Ah! sí; como ol jesuíta es el anti-protestante y el
anti-jausenista por excelencia, así es por excelencia
el anti-revolucionario. Dios parece haber dotado al
jesuíta para la defensa, de todas las cualidades de que
ha el infierno provisto al revolucionario para el ataque. Es como él audaz, incansable, propagandista,
aproveclutdor de coyunturas y oportunidades, diestro
en .el manejo de todas armas, sagaz en la gestión de
todos los negocios. Es como 61 cosmopolita; ni le arredran distancias, ni le debilitan climas; su acción es la
misma en todas partes, es ciudadano del mundo. ¿Observáis á la Revolución invadiéndolo todo, apoderándose de Lodo, sentándose en la cátedra universitaria,
en la silla del maestro de escuela, en el sillón de la
academia y en el taburete del gacetillero? ¿Veis á la
Revolución haciéndose toda para todos para pervertirlo todo, cortesana para los principes, plebeya para
el pueblo, literata para el literato, economista para
el hombre de negocio, erudita para el sabio, vulgar
para el ignorante? ¿No la veis en el libro de testo y
en la novela, en ol periódico y en el calendario, en
prosa y en verso, en el teatro y en la plaza pública,
en todas partes donde puede con los atractivos de la
elocuencia ó de la voluptuosidad seducir un corazón
ó pervertir una inteligencia? Pues bien: aplicad para
el bien este procedimiento universal, vario y multiforme, imaginad todo esto por la verdad, y tendréis
una idea de lo que por el Catolicismo hace el jesuíta.
Discuto en la academia, estudia en el observatorio,
juega con los niños, conmueve en el pulpito, consuela
en el confesonario, brilla en el salón, se codea con el
pueblo en la calle, es periodista, catedrático, teólogo
ó físico, matemático ó erudito, comentador de clásicos ó investigador de constelaciones, es el tipo universal, abarcándolo todo, dominándolo todo y haciéndolo
converger todo á un solo punto, y animándolo todo
con un solo espíritu: el Catolicismo.
Es respuesta viva á todas las acusaciones que diariamente lanza contra el clero católico la Revolución.
Os dirá á veces esta: ¡El clero es ignorante! y responderá el jesuíta, mostrando cubiertos de nombres suyos los índices de las bibliotecas. ¡El clero es relajado!
Pues ahí está el jesuíta, severo en sus costumbres y
recogido en su porte como un cenobita. ¡El clero es
adusto! Pues ahí está el jesuíta, culto, esmerado en
LA AVALANCHA.
159
su trato, modelo en sociedad de la más intachable
cortesanía. ¡El clero es avaro! Pues pálpenle autí bolsillos al más encumbrado jesuíta, que en ellos no se
hallará por lo común un céntimo que pueda gastar á
• EN LOS TIEMPOS PASADOS.
su albedrío. ¡El clero es ambicioso! Y os contestará el
jesuíta imponiéndose la privación de aceptar dignidad
que pueda redundar en su gloria. Aquí se estrella imcaza, ese ejercicio tan umversalmente entendido y que
potente y desmentida la calumnia. Ninguna do las
tan entusiastas aficionados ha tenido ea todas época*,
persecuciones que contra él lia movido la Revolución
revistió ea la antigüedad, á no d mi ¡¡rio, un carácter
ha sabido apoyarse en motivos siquier verosímiles.
completamente distinto del que hoy tiene en Iiuropa, y alcanzó
Los mismos que de nuestra patria le expulsaron hace
una importancia de que es difícil Ib rularse exacta idea en los
aüos, guardáronse muy bien de insinuar en el preámtiempos actuales.
bulo del decreto nada que mancillase la honra del
El hombre, en lucha con la naturaleza, obligado á resguarInstituto. Su único crimen reconocido y- confesado es
darse de los elementos, y atacado por las fieras que poblaban
lo que constituye la esencia de su providencial misión
las impenetrables y misteriosas selvas de aquellas remotísimas
. al inundo; ser enemigo jurado de la Revolución, ser
edades, tenía que disputarles la posesión de las cavernas, donde
anti-revolucionario.
instintivamente buscaban un refugio, viéndose obligado á auAquel discípulo do Voltaireque llamó á los jesuítas
plir coa la iiiteligencia'su falta de armas y su natural debililos guardias de corps del Pontificado, estuvo muy en
dad, que con frecuencia habían de hacerle sucumbir ante la
lo cierto si trató de significar con eso apellido su adfuerza y la ferocidad de los grandes carniceros.
hesión inquebrantable y nunca desmentida al RomaLos terribles peligros quo
no Pastor. Equivocóse,
en
aquella verdadera lucha
empero, si quiso con esNAVARRA
por
la existencia amenazato darnos una idea de
ban
¿nuestros
remotísimos
su oficio en la Iglesia de
ascendientes,
debían
ser su
Dios. Si con alguien adpreocupación
constante,
y
mite punto de compaasí vemos que las primeras
ración el jesuíta es con
manifestaciones del arte picel guerrillero. Su táctórico ó escultural en sus
tica es la de pelotón.
pródromos, son, casi siemDisperso por el globo,
pre, esas rudimentarias y
con la única disciplina
groseras
imágenes de anique da hi unidad y firmales
montaraces,
grabameza del pensamiento
das
con
instrumentos
ds
en todos los individuos,
sílex
sobre
fragmentos
de
combato solo contra
huesos,
ó
en
loa
paramentos
fuerzas superiores, ende las cavernas.
sayando todas las arPruebanlo también todas
mas, utilizando todas
las
mitologías conocida»,
las circunstancias, esmuchas
de cuyas fábulas
cogiendo el terreno ó
son vagos recuerdos de la
aceptando el que se le
lucha del hombre con esas
da, sorprendiendo al
espantables fieras, que la
enemigo con imprevisimaginación popular contos ataques, ó cansánvirtieraen fantásticos monsdole y desconcertándotruos.
le y rindiéndole con su
Más tarde, sustituyéronse
actividad infatigable.
los instrumentos de piedra
Por eso, al jesuíta como
y de madera por las armas
al guerrillero no se le
de bronce y hierro; asociáderrota jamás, se le
ronse los hombres, constihiere por la espalda ó
tuyendo centros de poblaEL REY D. SANCHO EL FUERTE
se le expulsa. Si lo prición, y combatieron cotí
mero, su sangre fecun(bajo-relieve Je D. Francisco Pina)ventaja á sus enemigos nadiza eí suelo que regó y
••'
"
\
turales, buscando ya en la
produce nuevos soldados. Silo segundo, no .tarda en reaparecer, tal vez
caza un importante recurso para la alimentación y nn agradacon distinto nombre, ó distinto idioma, ó distinto trable y varonil entretenimiento.
je, treinta leguas más allá ó cuarenta más acá, sin
Kn los sagrados libros cítase á varios famosos cazadores, y
dar paz á su eterno rival más que para emprender
desde los albores de la Historia fígurnn también en igual concontra él nueva estrategia.
cepto los héroes y guerreros más renombrarlos, no desdeñándose de hacer á la caza objeto de sus escritos autores tan notables
¿Y extrañarán mis lectores que la Revolución no
como Xeuofonte, Hornero, Arríanos, y Opiniano entre los griedé cuartel al jesuíta, quo por su parte no le da á ella
gos, y Gratius, Taliscus, y ¡Nemesianus entre los romanos.
tregua ni punto de descanso? Esta persecución incanConsiderada la caza como ejercicio propio de la nobleza, quo
sable es el sello, la credencial de su misión divina soen él veía un remedo de los lances de la guerra, prohibióse al
bre la tierra. La Revolución da fé de esto, consideranpueblo en determinados tiempos y comarcas, sea porque los sedo con razón al Instituto Ignaciano como á su enemiñores
de aquella época quisieran ser los únicos que de él disgo mortal, intransigente, irreconciliable. La brillante
frutasen, sea por evitar so descuidara el cultivo do los campos,
apología de la Compañía de Jesús están componiénó quizá por impedir daños y talas en los mismos y perjuicios en
dola tres siglos há sus encarnizados adversarios, deslas familias, pues, según opinión de un antiguo autor, «los ca"dc Lutero y Enrique VIII hasta Mamiami, Esquirós y
zadores consumen la hacieuda, viniendo á manera de Acteon á
Romero ¡Ortiz, pasando por las roanos de Jansenio y
ser despedazados por sus perros,»
de los enciclopedistas franceses. Mucho ha alcanzado
No hay noticia de que en la antigüedad se sujetara la caza
de ellos la Iglesia de Dios y mucho de ellos espera.
á determinadas reglas, pues apenas se ocupan de ello los auto¡Gloria, pues, a Dios! ¡Gloria á la Compañía.
LA GAZA EN NAVARRA
•>;/V--V\
F.S.yS.
res antes citados, y únicamente hacia el siglo VII aparecen las
primeras huellas del arte de Montería.
La persecución de la que hoy se llama caza mayor, constituía la diversión y el solaz de casi todos los monarcas: Cario
Magno dedicaba buena parte del tiempo que lo dejaban libre
sus empresas guerreras á perseguir las fieras en los bosques,
ICO
LA AVALANCHA.
acompañado de su esposa é hijas, de gran número de servidores
Los navarros, cuyo carácter belicoso se refleja hasta en aus
y de su brillante corte. Díeese que la ciudad de Aix la Chapejuegos, buscaban en la caza la diversión que más se acomodaba
He debe su origen á una cacería del gran Emperador, y su dicá sus aficiones, y los Reyes de esta libre tierra se dedicaron,
tado de Magno, proviene, según el monje de Saint Uall, de uua
también con predilección a ese ejercicio, que máa de una vez
aventura cinegética de que fue héroe el veücido de Ronccsvatrocó la alegría y el fausto de la Corte en lágrimas y luto. Infeclles, quien persiguiendo con sus monteros y jaurías á un oso
tivamente: ya en 1076 fue despeñado durante uua cacería, cerca
gigantesco, en los desfiladeros de los Vosgos, luchó cou la iiera
de Peñalén, D. Sancho V; murió también cazando en las cercacuerpo acuerpo, dándole muerte y precipitándola desde lo alto
nías de Estella García el Restaurador, y la misma suerte tuvo,
de una roca, mientras los ecos de las montañas repetían el grial perseguir á un oso, el infante D. Fernando, hijo de Sancho
to de viva Karlo el Magno, que los compañeros del monarca, i el Fuerte, desgracia que, según indica Saudoval, contribuyó no
heridos y maltrechos, lanznban por vez primera, entusiasmados
poco ala invencible hipocondría que amargó los últimos días
al presenciar tan grande hazaña.
del héroe de las Navas. [Y.
Aun cuando esos recuerdos tengan todos los caracteres de
Según una vaga tradición, un Rey de Navarra, que se creo
la leyenda, no deben sin embargo despreciarse, pues en ellos se
debió ser Sancho el Fuerte ó uno de los Teobaldos, peleó tamencuentran, casi siempre, datos curiosos para el estudio de las
bién con un león, al que dio muerte. (2)
costumbres en los siglos medios.
Carlos el Noble cazaba puercos, monteses en loa sotos de
Cortes y Castejón, junto á Tudela, y acostumbraba ir con el
La protección de los Reyes y de la nobleza fomentaron é
mismo objeto á Berbinzana,
hicieron que se perfeccionasen los métodos de Caza, llegando
Consta así mismo, que D. Juan II y la reina D." Juana Enla Montería á merecer, con mñs ó menos propiedad, el nombre
ríquez estuvieron tres días cazando puercos en el soto de Mora,
de arte. A fines del siglo Xllf, aparece en Francia un poema
cerca de Cortes, y apenas hay persona real da cuya afición al
didáctico, de autor anónimo, acerca de ese ejercicio, poema al
arte cinejético no se encuentren numerosos testimonios en,
cual siguen otras obnis sobre el mismo asunto, mereciendo 63nuestros archivos.
pecial mención el Libro del Rey Ufodus; el que el sabio Rey de
Castilla Alfonso XI redactó, ó hizo redactar, para su uso partiJUAN ITUBHALDE y SUIT.
cular hacia el año 1340, y el de Gastón Poebus III, Conde de
(Se
continuará).
Foix, cuyo manuscrito, que data dfil 1387, presenta excepcional
interés pura la historia de las costumbres y de la indumentaria
en el siglo XTV, á causa de las preciosas miniaturas que le enriquecen.
No debemos dejar de recordar, dado el objeto de estos apuntes, un lihro publicado en París hace unos siete años, con el título de Paramientos de la caza, por D. Sancho el Sabio, Rey de
Navarra, libro que se supone escrito en 1180, y que, tanto por
ÍJLLÍSTO que buscas explosivos, oh lector amable, translásu antigüedad como por los curiosísimos datos que suministra,
date en alas de la imaginación al palacio de Helias
aventajaría á todos ¡os que de su género se conocen hasta el día
Artes de París y leo lo siguiente que, desde aquella
si su autenticidad estuviese bien probada, fiüttj preciosísimo
capital... del vicio y la civilización moderna, telegrafiaron el día
códice que, según su traductor y anotador Mr. Castillon id' As12 del que rige;
pe t) dice en su dedicatoria, yacía enterrado en los archivos pro«Reina gran alarma en esta capital, particularmente entre
vinciales de Pamplona desde íines del siglo XII, llamó de tal
los visitantes de la Exposición.
modo ln atención de los eruditos, que de varios puntos del exDícfise que han sido encontradas varias bombas explosivas
tranjero se pidieron noticias acerca de tan notable hallazgo, y
en uno de los sótanos del gran palacio de Bellas Artes, puestas
desde una distante capital acudió á Pamplona un sabio paallí con objeto de volar el edificio el día 14 de Julio, mientras
leógrafo con el único objeto de ver y estudiar el famoso manusse estuviera celebrando la fiesta de la proclamación de la Recrito.
pública.
Desgraciadamente, nadie conoce aquí tal documento, ni hay
Se atribuye este criminal atentado a los autores del reciente
noticias del misino en los archivos históricos de nuestra Dipuincendio del Gkateau dl Eau, que no cabe duda de que fue intación Foral, que suponemos son á los que alude Mr. Castillon
tencionado.»
(d* Aspet), debiendo por lo tanto suponerse que ha sido sustraído
Al día siguiente ae añadía en otro despaño:
el manuscrito en época remota, puesto que ni Moret ni Yan«La voladura ó el incendio del bello gran palacio de Bellas
guas ni ningún otro historiador ó erudito lo menciona, ó que
Artes hubiera sido una catástrofe horrible, en cuyas conselos tales Paramientos son apócrifos, que es lo que—fundados ,en
cuencias dá miodo pensar, por ser de todos los edificios do la
algunas particularidades que notamos en el contesto mismo de
Exposición el más visitado, y ahora especialmente por los estula obra, y tal vez expongamos otro día,—opinamos nosotros.
diantes y niños de las escuelas, venidos en gran número de
Y ya qtts, aunque incidentalmente, hemos nombrado á Naprovincias con motivo de la gran fiesta del 14 de Julio.»
varra, pasemos ya á examinar con la posible brevedad loque fue
Y exclamará el lector: ¡Oh, qué crimen, qué monstruosidad!
la caza en nuestra noble tierra.
Infectivamente.
Si, como dejamos dicho, la caza presentó en los tiempos rePero á mí se me ocurre exclamar de otro modo: ¡Oh prodimotos serios peligros, esto debía acontecer con especialidad en
gios de la ciencia y del progreso sin Dios!
Navarra, á causa de la accidentada estructura de su montañoso
Porque, á uo ser un tarugo, nadie atribuirá á ignorancia la
suelo y de las impenetrables selvas que lo cubrían; los bosques
confección de esos explosivos modernos de espantable potencia,
ocupaban entonces no sólo la parte elevada del país, como hoy
ni negará que realmente es un progreso el que con un poco de
sucede, sino hasta las estensas llanuras que riegan el Aragón y
dinamita se vuele hoy en un ;puuuura! un edificio, cuya demoel libro; y aun en época relativamente moderna, en el siglo XV,
lición duraría en otro tiempo algunas semanas ó meses.
Tafalla y ülite hicieron venir á morar en la primera de estas
Mas ya se vé para qué sirve tanto saber y progresar, cuando
poblaciones á Pedro Ferrandiz de Atienza, ballestero y cazador
el temor de Dios y la moral y caridad cristianas no refrenan
de ciervos, y le asignaron una pensión á fin de que «continualas malas pasiones de los hombres, ni les enseñan á usar rectamente cazase y destruyese los venados y ciervos que causaban
mente de los adelantos.
grandes daños en las mieses y viñas.») Por este dato, que hoy
lín un tris, sabe Dios cuántas víctimas hubieran producido
parece inverosímil dado el aspecto actual de la Ribera, puede
las bombas del palacio de Bellas Artes, cuya explosión hubiera
juzgarse de lo que sería el resto del país, donde tan abruptos
parecido la voz aterradora de la justicia divina diciendo á los
valles, tan elevadísímoa montes y tan profundas cavernas se
encuentran.
(1) Pénese en diula por algunos la existencia de ese infante; pero mencíónanlo en cambio el KatcnJario de Ltin. finndoval en su Catálogo de los
Aún se conservan vagos recuerdos de la lucha que sostuObispos de H'amplona y algunos otros escritures.
(i) Monumento conmemorativo da esa ludia es tal vez una escultura de
vieron con las fieras aquellos humildes y heroicos monjes, que,
ION daustros <!.' !a Catedral (le Pamplona, que representa á un guerrero á
impulsados por su ardiente caridad, penetraron en las entonces
caballo y embrazando el escudo de armas (le Navarra, rme ron una espada en
espantables soledades del solar navarro, y roturaron é hicieron
la diestra, rechaza la acometida de la íiera. Aunque esta liaza»» á primera
víita parece ralmlnstt, nada tiene de inverosímil, pufts Sundio el Fuerte IIIZÜ,
habitables determinadas comarcas, fundando esos admirables
como todos sal)en, una nscurmón por África y los Tenlmlclos tomaron parte
monasterios que como Leire, lioncesvalles, Iranzu, La Oliva,
en las Cruzadas de Tíerni Santa, siendo d segundo Ha eftf mimbre compañero de San Luis, Rey tle Francia, <¡uie,n, según su cronista, el Sire deJomHirache y otros que visitó el Obispo San Eulogio de Córdoba,
ville, cazó mudios leones acompañado "de aus gentes» «Jurante su primera
fueron focos de santidad y civilización, y refugio de nuestra
expedición á aquel país. Sin embargo, creemos que es» escultura, Ueue un
independencia en los siglos medios.
sentido alegórico y no su rufierc A ningún hecho real.
„
.
,
EXPLOSIVOS.
"
y i.
LA AVALANCHA.
pueblos congregados en aquella Exposición Universal para ensalzar el progreso sin Dios:—ya veis, insensatos, cómo habiendo
prescindido de Mí y de mi anata Iglesia, perecéis destrozados
por vuestro mismo progreso ateo.—
Y es ocasión de recomendar el caso á quienes sólo esperan
la salud y regeneración de nuestra pobre patria, de la pura
ciencia humana.
Y muy especialmente al Sr. García Alix, al medio ministro
de Fomento, que pretende recargar la segunda enseñanza de Física y Química, y desterrar la microscópica asignatura de Religión y Moral.
Digo, recomendarlo si no \OA cuadra, más uua guitarra y
unas coplas.
Y un lazarillo, por si acaso.
Un periódico lamenta queea España no se adopte la orden
dada en varios pueblos de los Estados Unidos y también en París, prohibiendo escupir ea teatros, tranvías, edificios públicos
y, en alguna parte, hasta en las calles. • " ,
V
Hombre, bien está el aseo.
. .
Y mejor, si no se excluyera á las iglesias. ' • •
Pero ¡qué diantre!... ¡No dejar escupir ni en las calles!...
¿No estaría mejor que se empezase por no dejar blasfemar?
Porque en esta p*rte, ni es poca que digamos la ¡filta de
aseo y de decencia y de vergüenza que hay en España.
Por doquier se oyen blasfemias horribles, como siesta nación
fuese un pueblo de condenados.
• _, , •
;
¡Estos sí que son .salivazos asquerosos! • •• _ • .
Y, sin embargo,,., ya lo ven ustedes.
121 culto O. Juan Valera lia publicado en el culto Imparcial
uu escrito tan culto que á los menos cultos de sus lectores podía hacerles preguntar: ¿para qué quieren esos tales su cultura?
Y en efecto lo habrán pt'fifftintaiio, si no son tan liberales
como el libertóte hnparrial y el libaralíaiino 1). Juan.
Porque, ¿a quién se le ocurre comparar a Felipe II, el rey
más rey, y más católico espinal que el inundo ha conocido, con
el tristemente célebre Víctor Manuel?
Pues eso ha hecho el culto D. Juan Valera.
Y la verdad, menos garrafnl hubiera parecido que comparara al gran rey de España con Jaituu el Barbudo y José María.
¡Felipe, II comparado con el tirano de Italia y sacrilego usurpador de los Estados Pontificios!
Me río yo de los soberanos tropezones y descomunales traspiés de, los gacetilleros y periodistas de la prensa liberal, cuando alguno de los dioses mayores del liberalismo está en nena.
Y no crean ustedes que la comparación ha sido hecha de
cualquier modo, no, que el culto y relamido de D. Juan dice:
«Si heuiuu de prestar, pues, al rey D. Felipa el testimonio de
nuestra admiración porque .se anexionó á Portugal, digámoslo
así, valiéndonos del verbo que hoy está en moda, ¿qué pasmo,
qué asombro uo debe inspirarnos el rey Víctor Manuel con su
Cavour y con su (¡aribaldi, cuando, después de tomar el Milanesado por mano de franceses y por mano de alemanes el Véneto, priucipe poco antes derrotado y multado por Austria, se
atreve á derribar y derriba varios tronos, sin excluir el temporal del Papa, se apodera de Ñapóles y de Sicilia y funda la unidad de Italia, aspiración secular jamás cumplida desde los tiempos del rey bárbaro Teodorico?»
D. Juan hace bieu en comenzar el párrafo diciendo: «Oada
cual ve las cosas á su manera.»
Porque,.efect¡vamente, se uecesita ver las cosas muy á lo
liberal, para escribir lo que antecede, contra lo cual están protestando el sentido común, el buen juicio y los derechos de la
Iglesia.
• .
Pero liberales y masones aplauden.
Que es como decir, el demonio canta y baila.
161
rado es tan grave y los intereses de la Justicia se encuentran
tan amenazados, que únicamente queda ya el remedio de suspender el Jurado, con arreglo á lo dispuesto en el caso primero
de las disposiciones especiales de la ley del mismo.»
¡Adiós cacareada couquistal...
Pero, no se alegren ustedes aún, por más que el periódico
mencionado es tan liberalote y tan democrático como el Heraldo de Madrid.
Porque estoy harto de oír á persona* y psrsonajes liberales
las mayores perrerías en contra del Jurado y las demás conquistas democráticas.
Y, no obstante,cuando sucacique ó eaciquillogrita: ¡Eeeeh!
¡¡Armas!!; adiós protestas y tolo el mundo armas al hombro.
Aunque las sobadas y resobadas, maldecidas y remaldecídas
conquistas nos ahoguen y nos trituren.
La noticia de que dentro de poco se lanzará á las tablas del
teatro una dama de la aristocracia francesa, haee recordar al
Heraldo de Madrid ¿[gano* casos análogos y discurrir del siguiente modo.
«Han cambiado los tiempos, y no es ya una locura de jovenzuela enamorada el hecho de lanzarse á ganar los aplausos del
público.
listo significa, ante todo, una cosa: que el oficio del teatro
se ha diguiíicado y que han desaparecido los escrúpulos inórales que separaban la escena de los salones..*
Pues mire, su mercé, señor Heraldo de Madrid; esto significa,
ante todo, ¡cómo está 1% sociedad!
Ciorto que han cambiado los tiempos.
' . .
üierto que han desaparecido los escrúpulos morales.
¿Pero que BB ha dignificado el oficio del teatro, y en especial
del teatro francés?
¡Han! ¡Uosa como esa!
Dígase que parece dignificado, porque los tiempos han cambiado y Iü3 escrúpulos desaparecido, y á cualquier cosa se llama
dignidad en e¡>tos tiempos de libertad.
I,o cual no es verso, pero es verdad.
Morayta ha dirigido recientemente á sus h.\ h.\ yanquis un
documento masónico, en el cual declara que ha hecho todo lo
posible, como profano y como masón, para librar á los filipinos
del yugo de los frailes, y azuza á sus herma .". meas á concluir
la uefauda obra.
Lo cual es otro salivazo que el tío Gaita, digo, Morayta, descarga sobre la frente de la España católica que sufre la ignominia de que ese hombre continúe ocupando un lugar eu el
Congreso.
tiracias sean dadas á todos loa partidos liberales, especialmente al nunca bastante execrado de la ponderada y endiablada selección.
De que Dios nos libre.
.' .
.. .
Amen.
' .
El otro día pronunció eí Sr, Romero Robledo un discurso
en el que, entre muchísimas cosas, malas y gordas, dijo coa
toda la frescura que le distingue:
•
«Soy católico,...
.
.
.
-. ,. .
{¡Hombre, bien!)
... y moriré en la religión que aprendí de mis padres;...
(¡Mejor que mejor!... Y sin duda para probar lo que afirmaba
añadió:)
... pero no puede menos de alarmarme el número de establecimientos religiosos que aquí hay, y son más cada día.»
¡Reeórcholis, y qué catolicismo más sni yeneris!
Bien es verdad que poco antes había advertido á sus oyentes
que «vivimos en pleno reinado del engaño y de la mentira.»
Tiene razón el ex-ex-ex-pollo de Antequera.
PELAYO.
El Sr. Fiscal de la Audiencia do Madrid acaba de elevar, como de costumbre, su Memoria anual al Sr. Fiscal del Tribunal
Supremo.
Y entre otras cosas peregrinas, dice, según reliere un diario, que «el Jurado, no solo absuelve ya los delitos llamados de
sangre, sino que ha llegado su benevolencia hasta absolver los
delitos contra la propiedad y los de violación en niñas menores
de doce años, que hasta ahora siempre había condenado.»
¿Qué se quiere decir, que vamos progresando?
Pues yo digo que no lo discuto.
Sino que estoy conforme con lo que añade dicho periódico
cuando dice que el Fiscal cree que «la situación actual de! Ju-
ÁN
(Continuación).
Ella así lo comprendió pocos días después de la llegada da
Rogelio al Ingenio, y su corazón tembló de espanto al presentir
su desdicha, como tiembla el pobre marino al ver la negra nube, presagio cierto de tempestad.
LA AVALANCHA.
162
Porque Regia que no había amado nunca, que según decía
Jorge, irritado por sus continuos desaires se daba toda la importancia y el valor de UÜ imposible, que jamás se dignó conceder
una mirada ni un pensamiento á hombre alguno, se enamoró
de Rogelio con una pasión insuperable que debía hacer su deagracia.
Ouandi) se dio cuenta la infeliz mulata de lo que pasaba en
su alma, una ola de inmensa amargura envolvió su corazón, y
perdió el sueCo, y dejó de comer, y ya no se la oía cantar á
todas horas como antes ni correr ligera por los jardines cazando mariposas y persiguiendo pajarillos.
Melancólica y retraída pasaba las horasque lo dejaban librea
sus tareas, encerrada en sus habitaciones ó rezando en la capilla, de la que cuidaba con más esmero, por que es sabido que
en las almas cristianas el sentimiento religioso se despierta más
vehemente cuando la desgracia las llena de angustia y de dolor.
Y esto, tiene tan fácil explicación!
¿A. quién ha de volver los ojos el que destituido de todo amparo, de todo alivio, de toda esperanza, sabe que no hallará
descanso en la tierra y que el lenitivo de sus dolores ha de venir
del cielo?
Viendo con su gran penetración que el alma de Angeles se
llenaba con la imagen y el amor de Rogelio, escuchando sus
confidencias, testigo de sus mutuas atenciones y pruebas inequívocas de cariño, Regla padecía tanto, que más de una vez
pidió al cielo la muerte, único término de su dolor.
Regla repetía constantemente aquella estrofa de una lcyenda-de Zorrilla que parecía haber sido escrita para ella.
¡Ay triste de quien llora
Y en soledad amarga
Los perezosos días
Numera con afán,
Y puede solamente
De su existencia larga
Temer los venideros,
llorar loa que se van!...
Y el llanto humedecía
sus ojos al despuntar el
alba, al morir la tarde, al
tender la noche su oscuro
manto: todo le era enojoso; ie duba tristeza la alegría de su señorita, porque fácilmente se explicaba que cuanto más alegre la viera, mayores debían ser sus motivos de
. tristeza.
A veces la pobre mulata imaginaba que Rogelio no amaba á Angeles, y sin apercibirse de
ello daba entrada en su
corazón, no á la esperanza—¡que ella no podía tener ninguna!—sino á un
sentimiento poco generoso que le hacía exelnmar:
—No será su amor de
Regla, pero tampoco de
Angeles?
Y como una sombra,
desesperada y celosa seguía á lo lejos á los jóvenes y procuraba escachar
sus palabras y sorprender
sus secretos, y hasta si le
era posible estorbar sus
paseos y conversaciones
que eran torcedor continuo de su alma enamorada.
Culparemos á Regla?
No, por Dios! Lo que hacía era propio de la humana flaqueza, era lo que
cada uno de nosotros—
sin ser malos—hubiéramos hecho; porque no
hay tormento mayor que
el de los celos, ni tris-
teza más profunda que la que dá una pasión desgraciada.
No siempre está el alma dispuesta para todos los heroísmos,
ni son capaces de ellos todas las personas. V aunque Regla era
humilde y generosa, y aunque amaba eutrañablemente á Angeles, era muy apasionada, mucho más humana; menos, infinitamente menos sublime que su señorita.
—Por esto, aunque todos I03 días hacía firmes propósitos de
no dejarse arrastrar por los celos, de no pretender escuchar las
pláticas de los amantes, de desear vivamente su dicha, desfallecía ante la ruda prueba, y lloraba, y volvía de nuevo a las imperfecciones que son inseparables del espíritu humano.
Pobre Regla! ¿Qué más podía hacer que ocultar todo lo posible el desconsuelo, huir de Rogelio, evitar su trato, esconderse
si llegaba—cuando ardía en deseo de hablarle—y orar de continuo para que amándose mucho y unidos fueran muy felices?
¿Y qué menos podía perdonarsB á la infeliz enamorada que
sus punzantes, perpetuos celos, sus ráfagas de egoísmo, sus
luchas interminables entre la pasión y el deber y su contíuua
pena por haber nacido tan baja estando tan altu el blanco de
sus aspiraciones, el objeto de su profundo, vehemente amor?
Angeles era todo lo sublime, todo lo perfecto, todo lo ideal y
heroico que cabe en lo humano!
Regla, sin ser mala, antes siendo muy buena, era tola vehemencia, toda energía torln pasión.
Aquélla morando cerca del cielo, necesitaba hacer un esfuerzo para descender á la tierra.
Esta, viviendo en el mundo, solo con grandes sacrificios
podía elevarse á la serena región de los ángeles, con quienes
hablaba de continuo su afortunada rival.
Por eso, al oir las últimas frases de Rogelio y ver el regalo
de la ñor en la que había dejado Angeles dulce y casto beso, en
aquella mañana, tan hermosa para los jivenes; tan triste para
ellal sintiendo cierta secreta complacencia—de la cual se avergonzaba—al interrumpir la interesante conversación. Regla,
turbada, triste, presa de mortal abatimiento, desfallecida por
la lucha que sostenía, se dejó caer entre lo? árboles, sobre la
NAVARKA.
PUENTE LA REINA.—TORRE DE LA IGLESIA PARROQUIAL DE SANTIAGO.
fDe fotografía delPbro.D. Valeniin García).
fresca yerba, y ocultando
el rostro entre las manos
prorrumpió en desgarradoras sollozos.
—Qué desdicha la mía!
exclamó al íin. Saber que
se aman, conocerlo antes
que nadie, tal vez antes
que ellos mismos, ser testigo de sus .conversaciones, depositaría de las esperanzas y de los sueños
de Angeles mi afortunada rival, y esconder este
secreto en el fondo del corazón, como si fuera un
crimen, es tarea difícil,
superior ¡Dios santo! á
las débiles fuerzas de una
mujer.
Pero ella es mi hermana, decía luego con tristísimo acento; ella ha sido
más que una madre para
mí; todo se lo debo, todo
me lo ha dado generosamente, me quiere mucho,
más que á ninguna de sus
amigas, deposita en mí su
confianza:., ¿y qué he de
hacer yo, sino amarla y
pedir al cielo que la haga
feliz?... qué he de hacer
sino ahogar este corazón
miserable que lleno de pasión se subleva contra el
deber?...
Regla calló, y ocultando el rostió de nuevo
entre sus manos guardó
profundo silencio.
Y sonó ruido de pasos,
y al descubrir el semblante, la mulata halló delante de sí la gallarda
I
163
LA AVALANCHA.
fijara de Rogelio que la miraba asombrado. No con menor es*
panto que Baltasar aquellas simbólicas frases Mane Thecel
Phares, vieron á Rogelio loa turbados ojos de la criada: pujóse
en pió rápidamente, enrojeció sus mejillas el carmín de la
vergüenza, y trémula y confusa quedó inmóvil, coa los ojos bajos y las manos cruzadas sobre su blanco delantal.
—Qué tienes Regla? le preguntó el joven, con tierno interés.
Porqué lloras? Te han hecho daño? Te ha reñido Angeles?
--La niña no me responde nunca! exclamó con soberbia fiereza la mulata.
.,..-
.„-.
•
IX.
_ _.,
.
r.
-_ ; :
Una carta que- recibió Rogelio aquel mismo día le hizo formar la resolución de ponerse en camino para la Habana á la
mañana siguiente. Llamábale sin demora un amigo para arreglar
importantes asuntos de Tula, y como además de esto, Rogelio
tenía necesidad de ir á la capital para desempeñar una comisión
que había recibido en Madrid, bien contra su voluntad, obligado por el deber, ese implacable tirano, que tantas ilusiones marchita, tantos planes deshace y tan duro se muestra en presento
-i-e-•
NAVARRA.
ELIZONDO,—VISTA PARCIAL.
—Ea verdad: sé que observas intachable conducta y que no
das ocasión para riñas... perdona... pero á qué atribuir tus lágrimas? Di, quieres algo y no te atreves á decirlo? Yo influiré
oou Angeles si ea preciso, para que te conceda cuanto quieras.
—No puede mi niña darme la alegría que he perdido. Vale
más por tanto que no se ocupe su mercó de mi tristeza que procuro ocultar. Respétela el niño y haga un esfuerzo por olvidar
que ha sorprendido mi llanto y que le he dichoque nofcoy feliz—Pero Regla, tal vez exageras tu dolor; ¿quién sabe si tienes
males de fácil remedio!
—No tiene mi pena sino un alivio y éste no vendrá, porque
huye del que lo busca y persigue al que le teme.
—Cuál es, Regla? preguntó el joven cada vez más interesado
CD saber el origen de la pena de aquella criada tan buena y tan
fiel.
—La muerte!
—Qué horror! Regla, tú...
—Niño Rogelio, interrumpió la mulata conociendo que le
faltaban las fuerzas, no me pregunte su mercé una palabra más
—y si en algo estima la fidelidad de mi respetuoso cariño á la
familia—no diga nada á la niña Angeles, ni se acuerde de mí.
Y asi diciendo, sin esperar respuesta, Regla echó á andar
rápidamente hacia la casa, sin volver el rostro, que todavía conservaba huellas de lágrimas, en tanto que Rogelio mirándola
sacudía lentamente la cabeza y decía á media voz.
—Pobre muchacha! sabe demasiado para ser feliz. Qué ten.
drá? estará acaso enamorada? y de quién puede haberse prendado en cata soledad? verdaderamente m> dá lástima! Pero qué
diablo., no quiero preocuparme con esto cuando tanto tengo
en qué pensar!
Y dicho esto, Rogelio sacó la rosa marchita del bolsillo, donde la guardó al alejarse Angeles, y besándola con apasionada
ternura, olvidó por completo su conversación con la mulata.
]Es tan egoísta el amor!,..
aunque tan dulce es en pretérito arregló su maleta y manifestó
su resolución de partir sin demora alguna.
Aquel viaje hirió profundamente el corazón de Angeles y
casi desesperó á Heglti pues para ella no existía más luz, ni más
gloria que Rogelio, y separarse de él, siquiera fuese por breves
días, era tan duro, tan amargo, que las dos mujeres hubiesen
comprado con su sangre la dicha de que no se alejase de ellas.
—Paraqué ha de partir? decía Angeles, Dios santo!.. Gomo
si la vida fuese tan larga y hubiese tanto tiempo pura ser feliz,
abreviarla dicha con la ausencia, es formidable enemigo de loa
que se aman, ese tormento que solo pueden comprender los que
lo han sentido!...
La ausencia es más cruel que la muerte, repetía la enamorada joven; esta viene cuando Dios la envía, y no se puede evitar; pero la ausencia depende de la voluntad... porqué sevá?...
conveniencias, exigencias del mundo, necesidad imprescindible,
todo eso es vago... puede ser el velo con que se envuelve la indiferencia!.. Si Rogelio me amase como le amo yo, no partiría!..
RAQUEL.
(Se continuará).
t
FLORES DE UN DÍA.
En la ribera de un manso lago que parecía formado de plata
derretida, brotaban en una fresca mañana de Abril dos hinchaditos capullos, que, cargados de lágrimas de rocío, se disponían
á reventar y mostrar á cielo abierto las hermosuras fie las flores que forcejaban en su interior pidiendo sin tregua aire y luz
que aspirar.
A la postre, los botones se desabrocharon sin pider resistir
la porfía de las mañosas flores, y éstas, pintadas de purísimos
matices y henchidas de aroma embriagador, se desplegaron lentamente hasta dejar sus hojuelas tersas y estiruditas, formando
LA AVALANCHA.
164
dos coronas ea miniatura en cuyo centro aparecía un punto
amarillo como si estuviera hecho coa polvos de oro,
Casi á la par lucieron su» galas aquellas dos hermosas flores, y después de mirarse tímidamente en el ancho espejo de
las aguas, después de sacudirse con blandura de las gotas de
rocío que como perlas sobre sus cálices lucían, después de aspirar por todos sus poros la luz del sol que se despilfarraba por el
espacio, después de columpiarle con sosegado movimiento sobre su finísimo tallo y «1 buso regalado de la brisa, se volvieron
con suavidad y ternura la una hacía la otra y se amaron y se
sonrieron vanidosas juntándose hasta tocarse y cambiar sus
perfumes. Porque como dice Selgas:
Amarte mucho y mirar al cielo
Oficio y vida de las flores son.
Al verse tan gayas las ñordcillas, dijo una de ellas á su
compañera:
—¡Qué hechicera estás, amiga mía! ¿De. dónde has venido
tan linda y tan hermosa?
—No lo sé, amor mío; sin darme cuenta hace unos instantes, me veo en la escena de esta naturaleza incomparable para
ser una nueva nota de SU3 armonías, un nuevo tono de sus colores. Y tú ¿cuándo has aparecido?
—Hace un momento rompí la maldita envoltura que me
oprimía y trabajaua: me encontré sofocada en aquel cuchitril,
sentía la influencia dulcísima de la luz y del frescor de la mañana, oí cantar á los pajaríllos, y empecé á esponjarme dentro
del capullo, hasta que ü'ste no tuvo más remedio que agrietarse
y dejarme salir para ostentar mis lindezas.
—Y dime, estaba yo aquí á tu lado cuando rompiste el capullo?
—til, aquí te hallabas acabando de baccr la misma operación
que yo, es decir, fumando el broche que te oprimía... ¡Y qué
afana y presumidüla ensanchabas tus hojas y te desdoblabas
mostrando tus tintas y colores!... Y allá en el fondo de tu cali/,
vi aparecer unas lágrimas de néctar que contrastaban algo con
las sonrisas que por todas partes nos rodean.
—Tienes razón. ¡Qué nacimiento tan dichoso el nuestrol
¡Qué aurora tan rosada la de nuestra vida! ¡^.ué cuna tan poé'
• tica la de nuestra aparición!... El sol nos recrea con sus rayos
de luz y nos mira con envidia entreoculto en el ramaje de los
árboles; las avecillas nos saludan con sus arpadas lenguas; el
aura nos acaricia con sus halago* blandísimos; los insectos vuelan en rondas de luz y de colorea y temen acercarse á nosotras
y mancharnos, las mariposas huyen avergonzadas al ver nuestras pinturas y matices, y las yurbeauelas se tienden á los pies
de nuestros delicados tallos formando una alfombra de algodón.
¡En verdad que nomos un mimo de la naturalezal No parece
sino que todaá sus hermosuras existen sólo para nuestro solaz
y recreo—A tu opinión me adhiero, amiga mía; y pues que la maña-,
na se nos ofrece radiante y festiva, gocemos á auegttas anchas
da estas delicias y seremos felices en esta primorosa orilla.
Callaron un momento las dos flores separadas de su intimidad por un golpe de aire que para brisa era demasiado fuerte.
Balanceáronse de nuevo, tornaron á mirarse ea el lago y más
abiertas y estiradas, se acercaron otra vez y se hablaron.
Ya para entonces el día avanzando, avanzando, llegaba á la
mitad de su carrera. El sol ya no se ocultaba entre la fronda
de los árboles, sino que campeaba lleno de fuego eu la línea
vertical del lago formando con sus aguas mil estrellas de colores, tonos delicadísimos y luces caprichosas.
Y dijo una de las
flores:
^
—¿Sabes que hó notado, amada mía, ciertas mudanzas de
mala catadura eu la escena que contemplábamos al nacer? Aquel
calorcillo agradable, nos abrasa y resquema ahora; las armonías sabrosas de los pájaros, se han apagado; las mariposas han
desaparecidu de la orilla, y otras florea vecinas se han descolorido y ae inclinan mustias sobre los flexibles tallos1 yo misma
me siento con menos vida y menos savia que cuando salí del
capullo.
—¡Ilusiones tuyasl, respondió la otra fiorecita. Empiezas á
vivir y te desmayas y sientes malestar cuando todo nos convida
al gozo, á la espansión y á la alegría, ¿No ves qué luz tan diáfana, tan limpia y parlanchína? ¿No ves las aguas que parecen
guardar en su seno otro sol más brillante y hermoso que el del
cielo? No experimentas un desborde dts vida y de entusiasmo?...
¿Por qué, pues, te amilanas y acobardas, cuando todo se nos
presenta alegre y risueño?...
Callaron otro instante las flores separadas también esta vez
por una sacudida de viento, que bien se puede decir que refun-
fuñaba caldeado por el calor del sol. Y separadas de su nuevo
abrazo, se durmieron amorosamente inclinándose hasta humedecer los perfiles de sus hojas en las mansas aguas del lago. Al
despertar del sueño, ya la tarde iba de vencida; había menos
luz, menos músicas y encantos, y un vago gemido de dolor y
de tristeza parecía salir del fondo del bosqueeülo que rodeaba
al lago como una hermosa guirnalda.
—¡Tengo miedo! dijo una de las llores sacudiendo laa gota»
de agua que habían quedado entre sus hojas.
— ¡Tengo frío! respondió la otra florecida haciendo esfuerzos
para levantarse y sostenerse sobre su delgado tallo. Me siento
sin amor y aiu esperanzas...
—Y yo me veo toda arrugada y encogida. El sueño nos ha
arrebatado nuestras gracias. ¡Ay! y cómo ha variado la escena
y el paisaje que se desenvolvía en torno nuestro!... Ya el sol nos
abandona y sfi aleja de nosotras y las sombras luchan á brazo
partido para quitar á la luz del día su dominio: ya ae han callado los alegres pnjarillos que saludaron por la mañana nuestro
nacimiento; ya la brisa ha dejado de acariciarnos con sus arrullos; ,va las aguas oscuras y movedizas se niegan á retratar
nuestras galas; ya no revolotean en torno nuestro los insectos
de oro y las azules y blancas mariposas; j a se ha evaporado eL
rico perfume que teníamos recogido en el seno de nuestro cáliz,
i y hasta se han desmayado [os tintes y los matices herinosísíI mos con que aparecimos al nacer... ¿Qué va áser de nosotras?
¡lün un sueño cuánto hemos'andado!
Mientras así hablaba una de las flores, la otra, encorvada
sobre su tallo, derramaba dos lágrimas de desconsuelo,.. Eran
aquellas mismas lágrimas que brillaron al nacer en su corola.
—¿Por qué lloras?, la preguntó su amiga.
—Lloro porque rae voy á morir... Para florecer tan presto
madrugamos y para envejecernos florecimos... ¡Cuna, y sepulcro
en %w botón hallamos!
—Pero, ¿tan poco hemo3 de vivir y tan vanas han de ser
nuestras hermosuras que en solo un día se marchiten y sequen?
¡Cuánto se aprende en. término de un día!
Y la flor de las lágrimas seguía gimiendo inconsolable.
En esto, el sol había ya desaparecido y una luz tibia y melancólica inundaba el espacio: apagábanse lentamente los murmullos, que como ecos de soñadas melodías quedaban flotando
en la atmósfera; un silencio solemne iba dominando aquella,
escena donde poco antes todo era bulla y ruidos formados por
las aguas, los pájaros, los árboles y el viento.
Aquel panorama triste parecía reflejarse hasta en el color
de los objetos que se destacaban pálidos y amarillentos, como
precursores de la muerte, y algunas hojitlas suspendidas en lo
más alto de los arbolen semejabau hablar en voz queda contándose sus amores y atiabando desde allí la aparición de ,1a luna,
el astro del misterio y del amor.
Tan sombrío y solitario se había quedado el pintoresco lago
cuando las dos flores de la orilla, al terminar el día, se soltaron,
de su delgado tallo y hechas pedazos, secas y ajadas, volaron
arrebatadas por una ráfaga de aire que pasó zumbando junto á,
ellas.
¿Dónde fueron á parar?... Yo no lo sé. Sólo sí sabré decir que
al desprenderse las dos flo.-ecillas, se miraron por última vez,
se besaron sollozando, y murmuraron estas palabras que apenas pudieron terminar.
Al brillar un relámpago, nacemos,
Y aun dura su fulgor, cuando moriinos,
¡ Tan corto es el vivir!
La gloria y el amor tras q%c corremos
Sombras dewi sueño son que perseguimos:
/Despertar es morir/
' • ' \
En la ribera del lago quedaron secos y rugosos los dos tallos
de las flores antes verdes, lozanas y trnnsparontea. Otras flores
brotarían después tan bellas y galanas como las primeras para
morirse también cuando acababan de nacer; porque en este
mundo engañoso, no hay hermosura estable ni belleza durade*
ra, y todo fenece y se evapora como el humo.
El hombre, es sin duda, una de estas flores de un día. Nace
entre sonrisas y encantos, vive en su jnventud pisando rosas y
jazmines, busca en la edad viril una ventura que no encuentra
y en la ancianidad cae al suelo herido por el golpe de la muerte, que roina ain disputa sobre I03 sepulcros en que yacen todas
las glorias humanas.
Pero hay una diferencia palmaria entre las muertes de los
hombres y es que mientras unos (los impíos; acaban sus días
blasfemando y con la vista fija en la tumba, otros (losjustos]
mueren con el sello luminoso de la caridad divina, y mirando
al cíelo, repiten aquellas hermosas palabras del Patriarca Jacob:
LA AVALANCHA.
•—«Levantémonos y vamos á subir á la casa del Señor para
allí entonar un himno de alabanza; porque Dios se me ha ofrecido amoroso en el día de mi angustia, y ha sido mi dulce
amigo en el viaje de mi peregrinación.»
Bienaventurados, pues, mil veces, los muertos que acaban
su vida en el ósculo y en la paz del señor.
MANUEL DE MARÍA SAÍNZ.
Aniversario de una hazaña liberal.
El 17 de Julio de 1834 hordas fanáticas, fanatizadas por la
masonería y contando con la pasividad más escandalosa por parte de las autoridades liberales de aquel tiempo, realizaron los
hechos más vandálicos, las profanaciones más horribles, loscrímones más atroces en las personas de indefensos é inocentes
religiosos,
El absurdo inconcebible, que debiera hacer reír, ele que loa
frailea envenenaban las aguas de las fuentes públicas, propalado por agentes de las sociedades secretas, en ocasión en que la
epidemia eolóriea'hacía sus estragos en Madrid, fue lo suficiente para que turbas encanalladas fuesen viles instrumentos de
un plan premeditado en las logias, y manchasen sus manos coa
la sangre de más de 150 religiosos, sin que el liberalismo entonces imperante hiciese nada por evitar tan espantoso crimen,
contentándose con presenciarlo impasible por debilidad, ó con
refinada malicia.
Ea imposible describir, sin acarrearse el título de exagerado,
las crueles escenas que presencio Madrid en aquellos infaustos
días; baste decir que los procedimientos de la crueldad más refinada y que quizás ni aún se estilen en la Patagonia ó en la
Hotentocia, fueron puestos en práctica por algunos de. aquellos
foragidos en las tabernas de la calle de la Concepción Jeránima.
Se han cumplido en el presente año, sesenta y seis de aquella hazaña liberal cuyos calificativo* más apropiados no encontramos en el diccionario; hazaña que caerá como pesada losa
sobre la frente impúdica de la masonería y de sn cómplice el
liberalismo, si la infame ó el Gran monstruo conservasen un
resto de pudor; crimen que «no solo salpicó la frente de los viles
instrumentos que ejecutaron agüella hazaña, semejantes d las que
toda demagogia recluta en las cuadras de los presidios, sino que
subió más alio, y se grabó como perpetuo é indeleble estigma en la
frente de todos los^partidos liberales desde los más enaltados á los
más Moderados.»
165
Alos cristianos, cuando ya millares
Iban ¿sucumbir, Diosocultaba
La luz del sol en la mitad del día
Y tempestad bravia
Al infiel arrollaba,
Cuando ya vencedor él se creía.
Otras veces los ángeles se vieron
Bajar de las altaras celestiales
Y ál punto que se hallaban los leales
En el trance de huir del enemigo,
Cubrirlos con sus alas.
Más el mejor heraldo de la gloria
De Dios, el vencedor del Agareno
El Hijo fue del Trueno.
Por él se extremecieron en Clavijo
Los campos de terror, allí la muerte
Llegó á poner su trono,
Que al íiero galopar de los corceles
Del cristiano, ni un pueblo ni un cortijo
Lograron sostener loa sarracenos
13n aquel grande y azaroso día,
Huyendo cual jauría de lebreles
Y abandonando llenos
De eapauto los cadáveres
Santiago
Con el corcel, que el cielo le prestara
Y la invencible espada, que blandía
Hizo el horrible estrago.
Por Sautiago en cien lides
El invasor huyó despavorido
Y por él de laureles se han ceñido
Los Alfonsos, Guzmanes y los Cides.
Por él formó el navarro
Del Miramamolin con las cadenas
Los hermosos cuarteles de su escudo.
Y por él, por la te, que la movía
Al fin España pudo
A través de amarguras y de penas
Lanzar al enemigo de su suelo.
¡Dios mío, quién creyera
Que después de Clavijo y de Granada
La nación de la fé y del heroísmo
Hubiera de llegar hasta el abismo,
Do yace sepultada!
La fé ya no la mueve,
"Ni palpitan en ella los amores,
Que la hicieron del orbe la primera.
Miradla, no sfi atreve,
Ni quiere la iufelice
Presa vil de los más viles errores
Levantar hacia el cielo su mirada,
Cual si el cielo no fuera
K\ que la hiciera grande y regalada.
Su pasado inmortal odia y maldice,
Y ante el malvado, que la pierde v daña
¡Ya no dice Santiago, cierra España!
A. C , PBIIO.
¡Baldón para aquellos desventurados autores de tamaña
atrocidad! ¡Caiga sobre ellos el peso de la Justicia Divina!
Pero no, digamos cou el Padre Jesuíta Sauri, muerto por las
turbas en el momento de entregar su alma á Dios: «Dios mío
perdonarlos que no saben lo que se hacen.»
SANTIAGO.
D. LORENZO ALDAZIHUARTE
Socio ile la Biblioteca Católico-PrDpapdista
Clavijo, Calatafiazor, Las Navas...
¿Será verdad, Dios mío,
Quimérica ilusión ó desvarío
De mi mente? ¿Será q u e tú alentabas
De los hispanos el «rrujo fiero,
Cuando en horrible orgía
El ngareno su poder nefando
Por Hesperia extendía
Desolación sembrando?
Sí, sí, la fé movía
Las duras manos, que en aquella guerra
Tornáronse de acero
Al rayo ardiente, que inflamó la tierra
Saliendo del Cenáculo Divino.
Aquellas manos, que antes
De empuñar las espadas vengadoras
A los ciclos se alzaban
Y caían á luego en torbellino
Sobre las huestes pérfidas... el cielo
No podía olvidar las tristes horas
De horrible desconsuelo,
Que á la Hesperia infeliz atormentaban,
Después que en Guadalete sucumbieron
El trono y el altar y los hogares
Por la traición del miserable Üppas.
No las pudo olvidar y uo lo quiso,
Y unas veces al ver en compromiso
FALLECIÓ EN PAMPLONA, EL 11 DE JULIO DE 1900.
D. E . P .
-La referida sociedad y su órgano sn
la prensa JJO. o/Lüalaneha,
SOCIOS, helores
ruegan á los
y personas piadosas, hagan
la caridad de encomendarle á J)ios en sus
oraciones.
Su Santidad el Papa León XIII, en breve de 19 de Diciembre de 1800, concedió sesenta días de indulgencia por
rezar cinco Padre nuestros y Avemarias eo sufragio de las
almas de loa socios difuntos.
LA AVALANCHA
166
GARCÍA MORENO.
EL día 6 del próximo me3 se celebrará el XXV aniversario de
la muerte del célebre García Moreno, Presidente de la República del lieuador, asesinado impía y vilmente por la infernal masonería el 6 de Agosto de 1970.
Fue campeón del catolicismo y dechado de Sobaranos, Ante
la enérgica protesta qiie hizo contra la usurpación del Poder
temporal del Papa, dijo Pío IX coamovido.—¡Ah, si éste fuese
un Rey poderoso, el Papa tendría un apoyo en este mando!—Y
dándole las gracias, le escribía: «Eite acto de energía Nos ha
consolado sobre maaera... Por lo cual hemos resuelto en testimonio de nueatra benevolencia... nombraros Caballero de primera clase de la Orden de Pío IX.» Al tener noticia del asesinato, el mismo Pío IX escribió llorando «u epitafio: «Cayó bajo
ni hierro del asesino, víctima de su i¿ y de su caridad cristiana
para cuu la Patria.» Y León XIII le aplicó aquellas frasea con
que se honra á los mártires Tomás de Cautorbary y Estanislao
de Polonia: «Sucumbió par la Iglesia, bajo el tilo de la espada de
los impíos.»
Al conmemorarse el aniversario de la muerte del mártir áe
la política cristiana merece recordarse elfi;idesastroso que han
tenido loa que asesinaron al piadoso (Jarcia Moreno, por el crimen de consagrarse aquel país al Corazón de Jesús.
El cabecilla de los masones, Rayo, fue muerto por la soldadesca; Coruejo y Oampuaano, por la justicia; Sánchez, en Manini, de un tiro; Ceballos, por una cornisa que se desprendió
de un edilicio en París; Maldonado, por un masón de Lacatunga, que le clavó una bala en la Frente, y Polanco, pur una bala
perdida, en ocasión en que inician fuego sus soldados á un estandarte del Corazón de Jasus y blasfemaba él como un demonio.
¿Lo veis sectarios de allá y de aquí que ladráis como perros
rabiosos contra el Corazón de Jesús y destruís las placas benditas? Escarmentad en cabeza de otros.,. Y si uo, ateneos á las
resultas.
NUESTROS GRABADOS.
El rey IK Sancho, el Fuerte.—Este Monarca navarro denominado El Fuerte por el privilegiado temple de su
ánimo y por la fuerza corporal de que se hallaba dotado, fue un
gran rey y gran caudillo, valeroso en las empresas militares y
muy activo en fomentar los intereses de su reino.
Coronado rey de Navarra en la catedral de Pamplona, en
1194, tomó parte importantísima en la insigne batalla de las
Navas de Tolosa, rompiendo él con su ejército la espesa valla
que entretegida con cadenas y defendida por 10.000 moros, formaba impenetable muro que cercaba la tienda de Miramamolin;
suceso habido en 1212 y que dio motivo á que Navarra orlase su
escudo con aquellas rotas cadenas, en recuerdo de la bizarría
de su monarca y del valor de sus hijos.
Retirado en su castillo de Tudela, murió en 1231 y fue enterrado, junto con D.a Clemencia, sn mujer, fallecida en el mismo
año, en un sepulcro levantado en la nave central de la Colegiata de Roncesvalles, iglesia construida á sus expensas. Allí permanecieron tan preciados restos hasta el año 1622 en que fueron
trasladados al nuevo sepulcro emplazadu en el presbiterio de
aquel templo, en el muro de la parte del Evangelio, donde hoy
se conservan.
El antiguo sepulcro estaba adornado con dos estatuas yacentes del regio matrimonio y al construirse el nuevo desapare .
cieron, sin que quedase noticia alguna de su destino. Hace
pocos años uno de ios canóuigos de Roncesvalles, deseoso dfi
averiguar el paradero de tan importantes esculturas, ordenó
se hiciesen diversas escavacioues en el pavimento de aquella
iglesia, dando por resultado el hallazgo de la de D. Sancho. El
tallista D. Francisco Pina hizo, en bajo-relieve, una copia exactísima de la cabeza de esta estatua, orlándola con las cadenas
de Navarra: nuestro grabado es reproducción fotográfica de esa
obra.
Torre de la iglesia de Santiago, en Puente la
Reina.—La villa de Puente la Reina, es una población de
2.523 habitantes, hállase asentada en una fértil llanura, en las
proximidades del río Arga y á 24 kilómetros de Pamplona.
Cruza sus calles la carreteril que de la capital de la provincia
conduce á Eatella y salva el río un primoroso puente de hierro.
No lejos de éste, encuéntrase otro de piedra por donde hasta
hace pocos años pasaba la carretera, y sn construcción dio
origen al nombro de la villa.
Créese que la piadosa reina U.a Mayor, al abrir su marido
D. Sancho IV por la tierra llana de Navarra el nuevo camino
para los peregrinos que se dirigían á Santiago de Compostela,
construyó ese puente, y de aquí le vino al pueblo edificado á
sus inmediaciones el nombre que hoy retiene. No falta quien
asevere quo el espacioso viaducto fue obra de D." Estefanía,
mujer-del rey García Sánchez, El de Nújera.
El viajero codicioso de impresiones estéticas, al llegar á
Puente y recorrer los alegres contornos de esa populosa villa,
cuya antigua fortificación, respetada por el cardenal Cisneros,
es ya enojosa barrera á su natural crecimiento, detiene complacido la mirada en las torres que descuellan sobre su hermoso
paseo, sombreado pur los plátanos y los olmos, á la vera del
río. De estas torres es la más notable por su elevación y elegancia la de la iglesia parroquial de Santiago, construida á principios del siglo XVIII, y de U que es nuestro grabado.
Vista parcial de Elizondo.—Baztán es uno de los
más risueños valles de la montaña de Navarra; por lo apacible
da su clima, por el dulce carácter de sus naturales y to pintoresco de sus aldeas, y Klizondo es su pueblo principal. En él
comenr¿aráu mañana los regocijados festejos que anualmente
dedica la municipalidad á su Patrono, el apóstol Santiago.
Y ya que hablamos del Baztán y nos ocupamos en otro lugar
del rey D, Sancho, paróceuos ocasión oportunísima do consignar el origen del escudo de su municipio, que lo constituye el
Ajedrez blanco y negro escaqueado, según nos lo cuenta una
respetable tradición. Dice ésta que el rey D. Sancho el Fuerte
llevó á la cruzada contra los almohades de Andalucía una
hueste de baztaneses, y que al empazar la biitalla de las Navas
de Tolosa, aquellos soldados estaban muy distraídos jugando al
ajedrez, cuando de repente se les vinieron encima los moros;
pero fueron tales su serenidad y denuedo, que los derrotaron
haciendo en ellos gran destrozo; por lo cual el rey les diri por '
escudo el tablero de ajedrez, como recuerdo de su heroísmo.
La Biblioteca Católico-Propagandista tendrá mañana día 25,
misa de comunión reglamentaria, á las siete, en_ la iglesia de
Santo Domingo, pura honrar al patrón de España, el apóstol
Santiago, XIII aniversario de la fundación de la Sociedad.
Entre los concurrentes se distribuirá un bonito devocionario titulado Mes de San Ignacio de Loyola. escrito por el P. Domingo Estanislao Alberti, de la Compañía de Jesús.
Por la causa de Cristo.—Nuestra Biblioteca Católico-Propagandista ha distribuido gratuitamente durante el primer semestre de este año, entre su* socio-*, centros de obreros, conferencias
de San Vicente de Paul, hospitales, cárceles, romerías,'talleres,
fábricas y (Miárteles militares, 0.205 opúsculos, ti 1.247 hojas y
1!> '224 ejemplares de LA AVALANCHA.
¡Dios bendiga esta semilla y haga que dé abundantes frutos
para el cielo!
El calor.—No nos quejemos fiel calor todavía. Para consolarnos un poco, bueno es saber cómo se sufría en la Kdad media
por su causa, muchísimo más que ahora, pues sobre ser más
terrible, no existían las comodidades numerosas con que el progreso calma los estragos del verano.
En los años 869, 9vH y 99o, fue tan alta la temperatura, que
se llegó á decir que loa árboles se inflamaban espontáneamente.
Durante el año 1000 una terrible sequía asoló los campos; el
verano empezó muy pronto; el calor subió rápidamente; fueron
debilitándose los manantiales, y al mediar el estío aun los ríos
más caudalosos estaban medio secos. Las gentes morían sofocadas; pueblos enteros emigraban en busca de agua, y reyertas
horribles tenían lugar en loa pozos y fuentes. Las descripciones
que nos hacen los escritores de aquellos tiempos ponen los pelos de punta. En 1211 y en 1321 se reprodujeron los mismos sufrimientos.
Kn el siglo pasado, en 17Í)3, el termómetro marcó en París
38 grados Réamur. Las maderas de las puertas y de los muebles
se abrían y agrietaban con tremendos chasquidos.
Tres co3a? a las que «debe> y «no debe* parecerse l a
mujer.—Según un autor inglés, hny tres cosas á las que la mujer debe y no debe parecerse: Debe parecerse al euracol en no sa-
>A AVALANCHA.
lir nuuca de casa; pero no debe parecerse en llevar, como él,
siempre encima todo lo que posee. Debe parecerse al eco, que
110 habla sin que so le pregunte; pero no debe parecerse en decir
siempre la última palabra. Debe parecerse al reloj de la ciudad,
cuya regularidad es perfecta; pero no debe parecerse ea que, como nquél, toda la ciudad la oiga.
La mejor limosna.—Un buen aviso es más precioso que una
pieza de uro; una palabra tierna, una lágrima, uua oración, es
más preciosa que un buen aviso. La limosna verdadera y fecuada es la del corazón: cada uno la puede hacer.
Dud á. los pobres, pero sobre todo evangelizadlos. Habréis
hecho más por aquel á quien enseñéis uua oración, que sí hubierais asegurado su fortuna.
Caridad con el prójimo.—El rico y el pobre, enemigos durante mucho tiempo, han librado por ñu la batalla. ¿Cómo acabará el combate? ¿Pur l¡i conclusión de la pobreza? ¡No! ¿Por la
de la riqueza? ¡Tampoco! Aunque cambie ele mano y disminuya
en las que la poseerán, la riqueza no quedará de seguro abolida.
El combate acabará volviendo los ricos á cumplir los defieras
que Dios les impone.— fVeuillot.J
Es peor el remedio...— Frecuentemente, y sobre todoen pueblos pequeños cuando alguien se corta con una navaja ó un cuchillo, suelen aconsejarle que cubra la herida con uu poco de
tela <le araña. Error funesto que puede acarrear graves daños,
en vez de disminuir uno leve.
Las telas de araña son receptáculos de microbios, llevados
ha.sta ellas por el aire y por las moscas y trasmisoras de enfermedades virulentas.
Mr. Nocard ha registrado bastantes casos de tétanos, producidos por la aplicación de las telas de araña á las cortaduras,
y en la sociedad central de veterinaria do París Mr. t'ecus citó
hace días el caso de un caballo, que por curarle una rozadura
valiéndose dfi aquel procedimiento, le comunicaron una terrible
erupción de hokae pom ó viruela de caballo.
Era quo la tela de araña había sido recogida en un establo
donde se encerraban vacas enfermas.
Solidaridad del pecado.—De una Pastoral del fído. Obispo
de Astorga QS el siguiente relato.
«fin este mismo año, mientras R! sacerdote de un pueblo
próximo celebraba la santa Misa en día festivo, un desalmado,
poseído dfi Satanás, alzaba una botella de vino en sus manos,
mientras el sacerdote alzaba la Sacratísima Hostia consagrada,
profanando así el lugar santo y parodiando y ridiculizando los
divinos Míatenos. Apesadumbrado el sacerdote al oirlo, pre-
guntó por el sacrilego para exhortarle á una reparación justísima y necesaria, pero en vano; nadie tuvo valor en el pueblo
para volver por los fueros y derechos de Jesucristo, ultrajado eu
el Sacramento lie amor. Mas Dios esta vez nu ha querido moatrarse neutral. A los pocos días, y al salir de la Misa de fiesta>
álzase á la vista de todos una llama voraz, que á los pocos momentos había convertido el pueblo culpable en inmensa hoguera, desarrollada al parecer por el soplo tremendo de la ira de
Dios; tan repentina ¿ incontrastable apareció ante el aterrado
vecindario. Más de doscientos edificios y albergues fueron consumidos por el inesperado incendio; apenas quedaron en pié
otras construcciones que la casa del cura despreciado y el templo profanado. Hubo que lamentar una sola víctima del incendio, como había sido uno cl sacrilego, pero todos sufrieron el
visible castigo de la pérdida de sus bienes, como todos habían
sido encubridores del malvado profanador.»
Una casa de nácar.—En California no hay tan solomiaas
de oro, allí se encuentra también una casa de nácar que pertenece á un chino.
Rata casa está situada en Cypress Point, corea áe Monterrey,
y se compone de varios millones de conchas. La más pequeña
vale un dollar, hay también muy grandes que valen mucho
más. Encima de la puerta cl propietario ha fijado una enorme
concha de nácar que mide 45 centímetros de diámetro.
Cuando el sol dá sobre la casa de nácar de Cypress Poiut,
éstn resplandece y se asemeja á un sol.
Esta es uua curiosidad única en el mundo, que atrae hace
muchos años un gran número de visitantes á esta parte de la
costa califoruiana.
El baile —Los bailes corrompen las buenas costumbres, alimentan los vicios, encienden el fuego de la impureza y manchan la conciencia.
S. Cipriano.
Si durante la noche, resplandeciesen en el firmamento tantas estrellas como pecados mortales se cometen en los bailes, la
noche más oscura se convertiría en el día má8 claro.
S. Juan Crisóstomo.
Todos son bailes de máscaras.
Cualquiera diría que la mayor parte de las gentes que asisten á este movimiento de la humanidad tienen vergüenza, y se
tapan la cara.
La diversión consiste en agitarse en medio de una multitud
de seres anónimos, como si la mayor alegría del hombre consistiera en no conocer á sus semejantes.
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Junio 1900.
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Junio 1900
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Dicbre. 1900
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*
Abril 1001.
Dicbre. 1900.
*
PAMPLONA.—imprentay Librería d * Joaquín Lo-da. Caile Chapltela, número 2.
LA AVALANCHA.
168
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