SOBRE 'ARTA ABIERTA AL DOCTOR DO Guatemala, 24 de julio de 1931. . eñor doctor Antonio Gómez Restrepo. Bogotá-Colomhia. Hespetado señor y amigo mio: Mucho agradezco a usted el obsequio con que se ha servido favorecerme, remitiéndome un ejemplar del libro El primer centenario de la muerte de Coethe; ameritado el ob equio con bondadosa dedicatoria y la autógrafa de usted. He saboreado con fruición literaria la deliciosa poesía del gran poeta colombiano Guillermo Valencia, y el discurso del doctor Juan Manuel Arrubla, de tal maestro como usted, tal di cípulo; así como también el discurso del doctor Baldomero Sanín Cano, sobre Algunos aspectos de la vida :Y obra de Coethe. Mucho he tenido que aprender; pero no pu· diendo espigar en todo el fructuoso y ameno sem· brado de usted, séame permitido detenerme en esto!; conceptos suyos. "La admiración y el estudio de los grandes hombres ennoblece, y más si trata de uno que, como Goetlle, quiso y logró realizar un tipo de perfección estética en su vida. Ideal magnífico; aun cuando no el único ni el más alto; pues si la hermosura es un don del cielo, también lo es y con mayor razóu, la perfección moral; y i ejemplos como Goethe honran a la especie humana, la santifican y perfeccionan seres como Franci co de Asís, que embalsamó al mundo con la poesía de sus hechos y de sus palabras." Tiene usted razón. ada hay ni más alto, ni su· perior a la perfección moral, a lo que santifica a nuestra humana e pecie. ¿PEoRO QUE ES LA MORAL Y LA PERFECCION MORAL? e ha proclamado la ciencia como una panacell para todos nuestros males. Ernesto RenAn predijo en 1 en u obra El Porvenir de la Ciencia: "hay que tener fe en la ciencia, fe en la razón para combatir esa especie de abatimiento moral, que es la enfermedad de la generación nueva. Los escépticos limitan lo serio de la vida a los goces del egoísmo y a los cálculos de la intriga". Las ciencias han hecho progre os extraordinarios en todos los ramo del saber humano. En el co· mercio, en las artes, en la industria, en toda clase de conocimientos aplicado, debemos a las ciencias innúmeros progresos, hoy imprnscindibles, que hacen halagüeña la vida. 'ada ba ta a satisfacer el ansia de saber, en la ciencias naturales, poUtica3, MORAL ANTONIO GOMEZ RESTREPO !'ociológicas y filosóficas. Y sin embargo AlfreOo Fouillée escribió: "Las ciencia ilustran pero no educan; la instrucción es un medio, la educación un fin". Y el doctor Gregorio Marañón, uno de los hombres más ilustres de la España de nuestros día~, agrega: "la ciencia tiene el prurito ingenuo de prescindir de las aspiraciones inmateriales; las normas de moralidad sexual se aflojan; la humanidad está. hastiada de goces físicos; los ideales religiosos !le han desvanecido; las profesiones liberales, convertidas en burdas granjerías; la humanidad, con la vista enturbiada, torna a senderos eternos, contra una ciencia e céptica de idealismos". El filó ofo y el sabio están de acuerdo. Con la difusión de los conocimientos el criminal posee los mismos elementos para el crimen que ~l hombre honrado para el bien. El delincuente de hoy es dinamitero, falsificador de monedas, conoce los específicos químicos que envenenan, maneja la Banca; y en el intrincado laberinto de los negocios modernos, defrauda millones, viste frac, calza gualltes, usa chistera y deslumbra con su magnificencia; y cuando la justicia descubre sus fraudes y estafa, apela a este recurso extremo: el suicidÍl). Otras veces el bandido es un mecánico, sabe abri .. una caja de hierro; cómo se escapa de la cárcel, y si necesita armas, las obtiene robándolas en una estación de policía. Los Códigos Penales para restablecer el orden, que no se ha podido conservar en la esfera de la libertad, han establecido castigos extremos de diez, veinte y más años, y aun vitalicios, que suprimen en el penado toda esperanza de redención. La preponderancia de las grandes naciones pOI' el comercio internacional, ha creado rivalidades intensas que van convirtiéndose en odio; la cienc[¡L ha inventado elementos monstruosos para la matanza; el submarino destroza un buque y sumerge en el fondo del océano a seres indefensos; un avión, aprovechándose de la oscuridad de la noche, o d~ las brumas que cubren las ciudades, dejará caer hoy sobre áreas militares, y mañana sobre los centros nerviosos de la población civil, bombas reple· tas de gases asfixiantes o de mortíferos proyectiles. Todo eso es ciencia, pero_ también es barbarie. ¿Qué sería de la mayor parte de los hombre., que no son sabios? ¿Qué de los analfabetos, de 103 modestos hijos del trabajo, del indio humilde, por lo común bueno y sencillo? Pesar, medir, contar, almacenar tesoros de conocimientos con la observación y el análisis experimental, todo esto es la física, la geometría, la quimica, para desenvolver el espíritu po itivo en el do- 232 ©Biblioteca Nacional de Colombia SenderOS mmIO de las ciencias de la naturaleza, en cuanto se trate de cosas materiales. Pero el hombre no sólo cuenta, pesa y mide. Con la dualidad de nuestro ser, sentimos, amamos, creemos, esperamos. No les pidamos a las ciencias algo claro sobre estos subli· mes conceptos que no son de su incumbencia: el deber, el honor, la virtud, el sacrificio de sí mismo, por el prójimo o por la patria. Las ciencias, al descubrir la verdad de los hechos, han venido suprimiendo los falsos milagros creu<los por la ignorancia supersticiosa; pero nos han dejado este enigma augusto ante el cual tooos debemos inclinarnos reverentes: el enigma eterno de la creación. Los mismos sabios se ven obligados a confesar que existe lo incognoscible, lo que no es científico, lo que es superior al orden físico, lo psíquico, lo absoluto. "La ciencia, a pesar de sus progresos increibles, no puede ni podrá nunca cxplicárnoslo todo. Cada vez ganará nuevas zonas a lo que hoy nos parece inexplicable; pero la raya fron· teriza del saber, por muy lejos que se lleve, tendrá eternamente delante un infinito, un mundo misterioso a cuya puerta llamará angustiosamente nuc::,tro porqué, sin que nos den otra razón que una palabra: "Dios"; Dios cuya silueta se alza a lo lejos, para unos como una cima ingente y confusa, rodeada de las nieblas de la duda; para otl"OS, como un faro luminoso y preciso que extiende hasta el rincón más hondo de lo desconocido su S0rena .::Iariciad (1). El siglo XIX, el SIglo al cual se deben tantos maravillosos descubrimientos científicos, es precisarwmte por su falta de ideales y de fe religiosa, el que ha sufrido esa enfermedad del hastío de la vida, de la falta de todo asidero para el espíritu angustiarlo por el escepticismo de que hablaba Ernesto Rellan, y que se llamó "mal del siglo", magistralmE'nte retratado en el Werther de Goethe y pintado también en EL Discípulo de Pablo Bourget. Con presencia de un espectáculo tal, un sabio fío sico, M. Duhem, pudo decir: "la ciencia no ha progresado sino acumulado ruinas"; ruinas morales, se entiende. Los augurios del autor del Porvenir de la Ciencia sobre los benéficos resultados de los conocimientos científicos para la mejoría de las costumbres, no se cumplieron; como tampoco se ha cumplido la conocida y bella antimonia de Víctor Hugo: "Por cada escuela que se abre hay una cár · cel que se cierra". NO BASTAN LAS ARTES Y LAS BELLAS LETRAS Pero si las ciencias no han realizado todo lo qUI:! de ellas pudo esperarse, ¿cuáles serían los nuevos ende ros que habrían de seguirse en pos de la moral y la perfección moral? ¿Será el arte de escribir y hablar correctamente y con propiedad? Pero este arte no es el arte de bien VlVIr. ¿Será la literatura, que comienza donde concluye la gramática? Pero la literatura es mudable, (1) Academia Española "Vocación, preparación y ambiente biológico y médico del Padre Feijóo." Discurso de recepción de don Gregorio Marafión y Posad1l10, leído el 8 de abril de 1934. se renueva siguiendo los accidentes del pensamiento humano, según los rasgos caracteristicos de sus trasformaciones, y ha sido clásica, pseudoclásica, gongórica, culterana y preceptista, romántica y muclernista. La vida de relación necesita de algo fijo para todos los asociados. La historia se ocupa del pasado, y su mirada hacia el porvenir tiene que ser incierta. La critica no es acción, no es constructiva. Si no encuentra la bolIeza que busca, se torna negati\"a y demoledora. Por otra parte, la generalidad del común de los hombres no somos sabios, ni literatos, ni poetas, ni artistas, ni filósofos de profesión, ni pensadores; y la ciencia del vivir y del saber cómo se debe vivir no es patrimoniO de nadie. "Separadas de las consideraciones morales, social es y filosóficas, dice FoulIere, la historia, la geografia, la lingülstica y las ciencias materiales, como la física y la fisiología no educan; y tienen la inforioridad de ser a la vez mucho menos cientificas y mucho menos útHes". (La organización moral y social de la enseñanza.) No dejemos, agrega, "para el gobierno de la juventud ni a los hombres puramence científicos, ni a los simples letrados". "Concluirian por falsearlo todo". (La Reforma de la enseñanza por la filosofía.) Y hay razón para tal aserto. Un hombre por eminente que sea no lo sabe todo. El físico y el químico pueden no gustar de los fenÓme· nos de la naturaleza, y ser extraños a la realidad de la psicología y a los problemas del espíritu. Darwin confiesa en su autobiografía que el estudio exclusivo de la biología había acabado por destruír en él el sentido de la poesia y de la música. En literatura se hacen derroches de emocionas que no se sienten, pero que se cree que otros han entido. SISTEMAS DE MORAL CONTEMPORANEOS Pero si las ciencias con toda su importancia, y las bellas letras con su atractivo, no son suficientes para dirigir nuestra vida, ni para llenar todo nuestro destino, con los imperativos de la moral individual y colectiva, ¿qué moral pOdrá satisfacer esa., exigencias? Hace años se vienen propugnando por las dife · rentes escuelas científicas o filosóficas nuevos sistl}mas de moral. La moral darwiniana de la evolución, de la. selección y la trasformación de la bestia en hombre, sin que haya podido encontrarse un intermediario para pasar del bruto al ser racional. La moral positivista, que hace derivar de las d¡J-~ posiciones para la conservación de la especie el conjunto de impulsiones que nos llevan al amor, a La familia, a la patria, a la humanidad. Con esa teo, ría "la virtud y el vicio son productos naturale~, como el azúcar y el vitriolo", según las conocidas frases de Taine: el asesino es un ser que necesita derramar sangre; el borracho, un organismo que ha menester de alcohol; y adiós sentido de 1,a. responsabilidad personal, e1el mérito como del demél;to en las acciones. La moral peSimista de Schopenhauer, según la cual "toda voluntad tiende exclusivamente al plaoor; que ©Biblioteca Nacional de Colombia Senderos somos egoístas porque tenemos que buscarnos nuestro bienestar a expensas de los demás". Con el escepti ismo, que todo lo confunde y todo lo niega, el bien moral es una ilusión, "el mundo es un in· fierno y los hombres se dividen en almas atormentadas y seres atormentadores. Hay que disipar la tétrica impresión de esa nada que flota como últim,) término detrás de toda virtud, de toda santidad. ¿Qué es nuestro mundo, que no parece tan real con sus soles y vías lácteas? Nada. (Schopenhauer.) Para la moral utilitaria de Bentham "ninguno levanta en favor de otro un dedo de su mano, si no tiene interés en ello"; cuando la experiencia demut),,tra que un hombre, si ve a su semejante en peligro de muerte, se lanza a salvarlo sin pensar que corllpromete y hasta sacrifica su propia vida, para salvar la vida, acaso de un desconocido, un acto de spontancidad humana. \.on el delnminismo el libre albedrío es una qnl · mera en pu gna con el testimonio de nuestra pro· pía conciencia, contra la convicción de nuestro sentimiento intimo, de nuestra voluntad, de nuestro yo. En la moral materialista el hombre es un ser des· almado, sin alma. Con esos sistemas de moral que se dice ser contemporáneos, impugnados recíprocamente, la conciencia social carece de toda base común para todos, no tiene fundamento sólido. Cree 1" o perecer escribió Tocqueville a principios del siglo XIX, y en nuestro concepto con razón. Creer en el orden moral, en el deber, en la justicia, en la libertad, o perecer. La ley moral, el bien moral, la belleza moral, el deber han vivido tradicionalmente en la conciencia de la humanidad, inspiran las leyes y . e imponen en las costumbres. OTROS SENDEROS En ese duelo en que se debaten la psicología y la fisiología, entre el espíritu y la materia, entre la creación y la nada, nosotros, ignorantes de tamaña sabiduría, preferimos enseñanzas como la del doctor Marañón: "hay que ir en pos de senderos eternos; buscar el porqué de los enigmas que nos rodean en esta palabra: Dios". Yesos enigmas que nos rodean de que nos haLla el sabio español, es lo incogno cible de Spencer, que existe puesto que 10 afirmamos; es "el imperativo categórico de Kant, el misterio moral del cual sólo comprendemos su ip.com prensibilidad". Prefe¡'imos esta doctrina de Víctor Hugo: "llegar a Dios, esto es absolutamente necesario, no importe el camino; pero llegar". Es la divina enseñanza de Jesús: porro tLltum est necessarium. Queremos abismarnos con el gran Pasteur, que al contemplar los soles que giran sobre nuestras cabezas, preguntaba: ¿,y después de esos soles qué hay?: otros soles, otros, el infinito que es Dios. Preferimos la plegaria de Flammarion, el popular Mtrónomo: "Supremo autor de la armonía, omnipotencia divina, inmensidad sublime e inconcebible. ¡Oh! Dios mío, yo te adoro". (Dios en ~a natura~eza.) Nos rnclinamos reverentes ante el enigma eterno de la creación, y nos encariñamos con los progresos materiales santificados, si se puede decir asI, con los progresos morales. LAS CONQUISTAS DE LA CIVILIZACION Considerado el hombre como hombre, no porq'.lfl sea sabio ni rico, ni poder·oso, sino porque es hombre con us derechos y sus deberes: el esclavo redimido; la mujer, digna compañera del hombre, en el régimen matrimonial monogámico; suaYizados los lazos de la familia, base de la sociedad; formada la conciencia pÚblica con máximas de moral y de ju.-¡ticia, que es un dique a la corrupción privada y a los desmanes de la arbitrariedad; re3peto a la palabra empeñada; hambre de saber; anhelo por la perfección y el progreso; socorro al infortunio; establer imientos de caridad y beneficencia para los enfermos y desvalidos; el extranjero gozando de los mi~­ mos derechos civiles que el ciud adano, y ampliado el concepto del Derecho Internacional para responder a las complejidades de la vida moderna, con la in tensificación de relaciones, principalmente cometciales, como que la experiencia ha demostrado qtB ningún país puede vi\'ir en el aislamiento. ¿Se dejará perecer todo este conjunto de ideas morales, cristianas, jurídicas y políticas, obra de los siglos, y aceptadas por la experiencia como elemento de bienestar para los individuos como para lo.~ pueblos? ¿En el caos de las cosas y la actual confusión humana, los hombres de saber, de acción y de buera yolun tad no acabarán por unirse a los pueblos para h ¡char por la única vía de salvación: la paz y la justicia, numen protector de los individuos y de la;; sociedactec;, contra la guerra, la fuerza opresora y la destrucción? Según la mitología griega, Ares se go · zaba en las discordias, en las guerras y combates; pero de su unión ilegitima con Afrodita, la Venus de la mitología romana, nació Armonia. Del mal sale el bien. Las grandes naciones de Europa y América tomall medidas enérgicas contra el cáncer que corroe la; costumbres: decomisan toda clase de publicaciones pornográficas, que pervierten la moralidad pública. En algunos Estados de la América del Sur los pueblos se levantan airados para derribar a gobernar, · tes acusados de improbidad. Quieren los pueblos ser gobernados por gentes honradas. Síntoma halagador. Los parisienses se conmueven ante la escandalosa estafa de que fuera víctima el Monte de Piedad de Bayona, revelado en el affaire Stavisky. Lo que llamamos enfermedad del siglo XIX no ha contagiado a la gran masa de las poblaciones. Se encuentran gentes sencillas y buenas que no entienden de geografía, de historia, de literatura, y acaso no saben leer ni escribir. El indio nuestro es por lo comím honrado. Hemos visto en el templo de rodillas a una indígena elevar en alta voz sus plegarias al Altísimo por la salud de un hljo en· fermo, por el marido, por una buena cosecha de SIl frijolar o de su milpa. Esa humilde mujer, en su c;encillez, estaba orando, estaba respirando a Dios. En las convulsiones sociales de nuestra época los hombres, por indiferencia o escepticismo religioso, se van del templo; pero las mujeres, que saben que no basta la simple creencia en la Divinidad, sino 234 ©Biblioteca Nacional de Colombia Ofrecemos hoya nuestros lectores el primer dibujo de una serio de apuntes a pluma de nuestras riquezas coloniales, que debemos a la gentileza de su autor, el arquitecto chileno don Arnaldo Michaelsen. ,.' ©Biblioteca Nacional de Colombia Senderos que elt necesario el culto externo, se quedan en el templo, perseverantes en su fe. Y mientras haya mujeres "que juren ante Dios y la patria defen,ler los derechos de justicia, de paz, de equidad y de libertad dentro del orden"; mientras haya mujeres que en momentos de peligro presenten los latid<'s de su corazón en ofrenda generosa de fraternidarl, habrá. madres, habrá familia, habrá hogar, hahr:í. esp\1ranzas (1). CONCLUSION San Francisco de Asis realiza portentos. Exalta la pobreza; humilde de corazón, recoge loe; suspiros de los humildes; con su dulzura, paciencia y caridad gana todos los corazones y cura los espíritus enfermos y dolientes; está dispuesto a arrojarse a las zarzas para probar la verdad de su fe i)T! (1) Se alude a la fórmula obligatoria de juramento para ingtesar a la Confederación femenina. de la. paz> americana, de todas las Confederaciones similares del mundo; fórmula redactada por la sefiora Maximiu:l. Olmes de Jiménez, brasilefia, y al homenaje de felici. tación d'e Damas Bogotanas al presidente de Colombia, Olaya Herrera, después de estar solucionado el conflicto internacional de Leticia. Cristo; fraterniza con los animales, con las plantas, con los campos, con todos los seres de la creu· ción, con todo lo que vive y palpita en el universc; invita a los pájaros a que con sus gorjeos y cánti· cos alaben al Señor; reprende al feroz lobo de Guhbio sus fechodas; en su excentricidad candorosa prertica a los peces; debilitado, inerme, viaja por ltalin, Francia, Espai'ía, Africa, Siria, Damieta, Egipto, para predicar el Evangelio y fundar la Orden cuyos miembros estarían dispuestos a derramar su sangre para defender su doctrina en los confines del Asia y de la América; llena con su nombre la Edad Media, es la inspiración de poetas y artistas ilustres, ayer como hoy; él mismo es poeta en sus actos, como dice Menéndez Pelayo. Aquella vida ejemplar, aquel fervoroso seguimiento de los pueblos hizo escribir a Ernesto Renán: "de pués del Cristiani~mo, el movimiento franciscano es la mayor obra popular que recuerda la historia". Tal es Francisco de Asís, el santo; el Francisco de Asís que con tanta J'azón invoca usted, mi siem· pre cariñosamente. recordado amigo, sefior G6me"l Restrepo, SALVADOR FALLA Director de la Academia Guátemalteca 286 ©Biblioteca Nacional de Colombia