Abrir - Biografía de Alonso Valencia Llano

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La actividad política y empresarial de un escritor vallecaucano. El caso de Jorge Isaacs
Alonso Valencia Llano
Profesor Titular Universidad del Valle
Jorge Isaacs nació en Cali el 1º de abril de 1837, en el hogar formado por Jorge Enrique Isaacs,
un inmigrante inglés de origen judío llegado al Chocó desde Jamaica, y por Manuela Ferrer
Scarpetta. En Cali efectuó sus primeros estudios, los que continuó en Popayán en la Escuela del
maestro Manuel María Luna. En 1848 realizó estudios superiores en Bogotá en los Colegios del
Espíritu Santo, San Buenaventura y San Bartolomé, regresando a Cali en 1852.
Como la mayoría de los colombianos destacados del Siglo XIX, desde muy joven participó en la
política partidista colombiana, influenciado por el hecho de que su padre había participado en
actividades políticas al lado de los conservadores. Así, en 1854 se le vio actuar como ayudante
de campo del coronel conservador Manuel Tejada y como abanderado de la famosa "Columna
Torres", con la que los caucanos combatieron a los sectores populares caucanos que apoyaron la
dictadura de José María Melo. Posteriormente participó en la guerra de 1860, cuando apoyó al
presidente conservador Mariano Ospina Rodríguez contra el revolucionario general caucano
Tomás Cipriano de Mosquera quien se había aliado con los caudillos liberales José María
Obando y José Hilario López para terminar con el régimen conservador. Durante esta contienda
Isaacs combatió en el puente de Cali y participó, bajo las órdenes del general antioqueño Braulio
Henao, en la batalla de Manizales el 28 de agosto de 1860. No deja de llamar la atención de que
actuara militarmente del lado de los políticos que atacaron a Mosquera, si se tiene en cuenta que
el general caucano había sido socio de su padre en la empresa del ferrocarril del Cauca.
Con la muerte de su padre, en 1861, Jorge se vio obligado a enfrentarse a la administración de las
propiedades de su familia que su padre había dejado cargadas de deudas, las que se incrementaron cuando debió adquirir nuevos préstamos para poner las haciendas de "La Rita" y "La
Manuelita" en producción, lo que no logró. Su gestión -que se prolongó hasta 1864- fue tan
desafortunada que las condujo a la ruina total, perdiendo prácticamente todo el patrimonio
familiar. Sus biógrafos reconocen que este funesto resultado se debió a que se dedicó a escribir
versos en vez de enfrentar el engorde de ganado y la producción de azúcar. Ante esta situación su
hermano mayor, Alcides, decidió encargarse de la administración de los bienes familiares. Este
cambio de administración no impidió que Jorge se viera envuelto en una serie de pleitos
desarrollado por el abogado de los herederos del Sr. Pedro José Piedrahita, uno de los principales
acreedores, quienes demandaron la mortuoria de don Jorge Enrique ante el juzgado de Palmira el
13 de mayo de 1864.
Las preguntas que el abogado solicitó se hicieran a los testigos no deja ninguna duda acerca de la
pésima administración del escritor:
Si es cierto i les consta que las haciendas de Santa Rita i la Manuelita quedaron
perfectamente arregladas o reparadas a mediados del año de 1860 i en estado de
producción.
Si así mismo es cierto, que cuando el señor Jorge Ricardo Isaacs se encargó del manejo i
administración de dichas haciendas de Santa Rita y La Manuelita ya no había reparo
alguno que hacerles, sino solo recoger los fuertes rendimientos que ellas producían,
expresando poco más o menos el mes i el año en que el referido señor Jorge R. Isaacs,
por la muerte de su padre, tomó a su cargo las haciendas que fueron de éste.
Digan si en su concepto, no solamente no necesitó el Sr. Jorge Ricardo Isaacs de pedir
dinero prestado para fomento de las haciendas que estaban a su cargo, si no que con los
pingües productos de éstas pudo mui bien, con algo de voluntad de su parte, haber
pagado alguna cosa de la deuda del finado señor Jorge Enrique Isaacs. 1
Los ataques de los acreedores no estuvieron dirigidos únicamente al poeta. A su madre, doña
Manuela de Isaacs, albacea de la mortuoria, también se le criticó su forma de vida y sus niveles
de consumo, ya que, según los acreedores, ellos habían influido en el decrecimiento de los
bienes. Supuestamente, debía abstenerse de cosas necesarias para ella y su familia y destinar sus
recursos a cancelar las deudas que su marido había contraído, puesto que se le reclamaba hasta
por los alimentos que habían consumido en los tres años posteriores a la muerte de don Jorge.
Eustaquio Palacios, uno de los más destacados escritores, publicistas y abogados vallecaucanos,
inició la defensa de la familia señalando que el albacea no tenía responsabilidad si durante la
administración de los bienes se infligía algún daño a los acreedores, sustentando esto en la
justeza de asegurar la sustentación de los herederos legítimos. Señaló en su alegato que el
deterioro del patrimonio provenía más bien a los siguientes factores:
1º del menor precio dado a la labranza de las cañas por haberse pasado éstas.
2º de la destrucción de las cercas i pérdida consiguiente de parte de los animales por la
soltura del terreno.
3º pérdidas de los mismos por robo i expropiaciones.
4º disminución en el avalúo de algunos bienes raíces como ramadas i parte del edificio de
habitación.
1 Velasco Madriñán, Luis Carlos: Jorge Isaacs, el caballero de las lágrimas, Cali, Ed. América, 1942, Pp.81-82.
I si esto es así, ¿puede decirse con justicia que la señora viuda es responsable por
el déficit que ha resultado? ¿Cómo podía remediar el daño de la caña i la
destrucción de las cercas i la pérdida de los animales, cuando es notorio que estos
perjuicios han sido inevitables por consecuencias de la guerra? I últimamente,
¿cómo podía impedir que se nombrasen otros evaluadores i que éstos diesen un
avalúo distinto a casi todos los bienes i aún a las fincas raíces? ¿Tienen acaso los
evaluadores obligación de sujetarse a una regla fija e invariable para la
apreciación de las cosas? 2
De todas maneras las diferencias entre los bienes y las deudas llevaba a pensar que la
familia Isaacs quedaría en la ruina total. Para solucionar el problema se recurrió a un
recurso mañoso: el 2 junio de 1864, Carlos, uno de los hijos, intervino en la mortuoria
reclamando el pago de los bienes por haber aportado al patrimonio familiar un toro y seis
novillonas que le habían sido dadas por sus padrinos Mariano Córdoba y Leonor
Vallecilla. Previa declaración de los testigos, el coronel Cerveleón Núñez y Rafael
González Camacho, quienes lograron que 7 reses se convirtieran en 280, la deuda le fue
pagada. Los argumentos fueron los siguientes:
... un número dado de ganado de cría se duplica cada cuatro años. Ahora bien, de
siete reses importe de la donación hecha en 1843, debieron haber 14 reses en
1847, veintiocho en 1851, cincuenta i seis en 1855, ciento doce en 1859, i
doscientas veinticuatro en 1863, las cuales debieron producir hasta 1864 en que
estamos, cincuenta i seis reses más, de suerte que el número cabal de ganado de
cría que pertenece a mi poderdante es el de doscientas ochenta reses, i como él en
su libelo de oposición demandó el producto total de esa donación, resulta que su
demanda es por doscientas ochenta reses, reclamadas por acción de dominio, que
le deben ser entregadas. Más como el ganado que había en la hacienda ha sido
rematado con ella, el 20 de abril último, debe mandársele pagar por el señor juez
la suma de mil novecientas ochenta pesos de lei que importan las doscientas
ochenta reses, valuadas como fueron a once pesos cada una, i no se diga que no
pudo ser porque el ganado se remató por las dos terceras partes del avalúo. 3
Las haciendas "La Rita" y "La Manuelita" fueron rematadas por don Santiago Eder quien, como
era legal en la época, hizo postura por las dos terceras partes del avalúo. 4
El remate de los bienes de la familia no llevó a que los problemas jurídicos del poeta hubieran
terminado, puesto que el 20 de abril de 1864, cuando se había trasladado a Bogotá, se vio
obligado a recurrir al Dr. José María Vergara y Vergara para que lo representara jurídicamente,
2 Ibíd., p. 86.
3 Ibíd., pp. 87 – 88.
4 Los detalle de este remate pueden ser consultados en Valencia Alonso: Empresarios y políticos en el Estado
Soberano del Cauca, Universidad del Valle, Cali, pp. 286-287.
pues aún se le seguían cobrando dineros tomados por él para poner en producción las haciendas.
Lo único que debía demostrar Vergara era que a su representado no le cabía responsabilidad si
dichos créditos no habían sido cubiertos con lo que importó el remate de los bienes de la familia.
No deja de ser importante el señalar que esta relación con Vergara y Vergara va a permitir que
los socios de El Mosaico descubran a Isaacs como poeta.
Para ayudar a Isaacs, entre 1864 y 65, su antiguo enemigo político Tomás Cipriano de Mosquera
lo nombró Subinspector del Camino de Buenaventura. Pesó en este nombramiento el hecho de
que su padre había sido no sólo socio de la empresa, sino también representante de Mosquera en
la misma. Las duras condiciones de trabajo a las que se vio sometido son relatadas en los
siguientes términos por el mismos Isaacs:
Hay una época de lucha titánica en mi vida: la de 1864 a 65; viví como inspector del
camino de Buenaventura, que se empezaba a construir entonces, en los desiertos vírgenes
i malsanos de la costa del Pacífico. Vivía entonces como salvaje a merced de las lluvias,
rodeado siempre de una naturaleza hermosa, pero refractaria a toda civilización, armada
de todos los reptiles venenosos, de todos los hálitos emponzoñados de la selva. Los 300 ó
400 obreros que tenía bajo mis órdenes y con quienes habitaba como un compañero,
tenían casi adoración por mí. Trabajé y luché hasta caer medio muerto por obra de la
fatigante tarea y del mal clima. 5
Años más tarde, recordando esta época de su vida Isaacs escribiría: "Entonces hice los
borradores de los primeros capítulos de María, en las noches que aquel rudo trabajo dejaba libres
para mí." 6
En 1867, cuando ya gozaba de reconocimiento como poeta y como literato por haberle publicado
un libro de poemas los miembros de El Mosaico y haber publicado María, don Jorge aparece
como redactor del semanario conservador La República, en Bogotá, para sostener la candidatura
presidencial de Pedro Justo Berrío, lo que lo llevó a ser electo representante a la Cámara en
1866, 68 y 69 por el partido conservador. En 1870 fue electo nuevamente pero esta vez como
miembro del sector radical del liberalismo, pues desde 1867 cuando se dio el golpe de estado
contra el General Mosquera, había mostrado afinidades con este sector político. Su vinculación
con el liberalismo le sirvió para que fuera nombrado cónsul en Chile, cargo que desempeñó entre
1871 y 1872.
5 Ibíd., p. 106.
6 Ibíd., p. 103.
4
Cuando regresó de Chile en 1873 decidió dedicarse a labores agrícolas. Para ello se asoció con
Recadero Miguel Infante, con quien compró el primero de marzo la hacienda Guayabonegro,
situada en la municipalidad de Palmira. El mismo poeta describía estas tierras en los siguientes
términos:
Allí hay 1.800 y pico de plazas, más bien más que menos, de uno y otro lado del río
Fraile y además un lote de 60 a 70 en los terrenos de la Bugueña comprados por mí a don
Manuel Saa y a un tal Moreno.
Son de gran valor la dehesa, excelente para crías, y los bosques vastísimos de chagualo,
más los guaduales sobre el río Párraga, límite de la hacienda al norte.
Hay labranzas al oriente y occidente del trapiche; un potrero superior para levante
llamado "Valdivia", y otro de guinea denominado "San Miguel": el edificio del trapiche y
azucareros son hechos a todo costo, y la casa de habitación, aunque me dicen que aquel
Sánchez la ha dejado deteriorar mucho, es grande, cómoda, y tiene también un gran valor
en material: en esta última está la fábrica de aguardiente con sus hornillas alambiques,
cubas, etc.
Entre los muebles de valor deben existir dos campanas, unas vinajeras de plata y un cáliz.
Todos esos terrenos de Guayabonegro al norte del río Fraile, son buenos y valiosos, por
sus selvas de chagualo y guaduales, que deben tener avalúo aparte, y por la dehesa que es
inmejorable. Sírvale a Usted de regla que esos ricos bosques de aquella madera
inagotable allá, son los únicos de tal especie que hay en el municipio de Palmira. A esa
población y hasta Santa Gertrudis llevan madera de ellos: el derecho de sacar 100
tirantes, costeando el comprador los peones, se vende en $30.oo sencillos; las soleras
valen cada una $2.oo o veinte reales; las vigas 3 o 4 en el bosque, para que las corte el
comprador.
En la banda meridional o sur del río Fraile, tiene tierras Guayabonegro desde el paso o
vado cerca al cacaotal hasta limitar al occidente con Coloradas o hacienda del Fraile, y
una muy ancha faja sobre el río está cultivada toda de pará hasta ser capaz ese potrero,
llamado Raconcagua, de contener holgadamente 250 novillos de ceba. Tenemos, además
de ese lado del río Fraile en Guayabonegro, guaduales excelentes y los platanares de
Machorrucio en los bosques del sur, bosques que abundan en toda clase de buenos
materiales.
Olvidábaseme decir que al lado del trapiche hay un cacaotal muy productivo, que no
bajará hoy de 5.000 árboles. 7
Como en la vez anterior las especulaciones agropecuarias de Isaacs terminaron en rotundos
fracasos, por lo que su socio, el señor Infante, regresó a Chile, obligando a que el poeta se
endeudara para poder pagar lo aportes que el mencionado señor había hecho a la sociedad. Esto
llevó a que en los principales periódicos caucanos, Los Principios, La Unión Liberal, y El
Cauca, publicara el siguiente aviso:
¡Ricos, buena ocasión!
Vendo en términos muy ventajosos para el comprador la hacienda de Guayabonegro.
En veinte meses de incesante trabajo, le he hecho a esta hacienda, que recibí arruinada,
7 Velasco, ob. Cit., pp. 189-190.
5
valiosas y muy productivas mejoras en sus edificios, cercas, aguas, cañales y fábricas.
[...]
En cambio de PAGAR TODO LO QUE DEBO, renuncio gustoso a las utilidades
cuantiosas que podría reportarme el poseer estas fincas por algún tiempo más.
Jorge Isaacs. 8
Al no aparecer comprador Isaacs gestiona, durante los primeros meses de 1875, que el señor
García Echeverri, a quien había comprado la hacienda, la recibiera con las mejoras como pago
total de las deuda que con él tenía. El 12 de abril de 1875, y cuando Echeverri rehusó las
diferentes propuestas que se le hicieron, el poeta se vio obligado a presentarse ante el juez del
circuito de Palmira para ceder a todos sus deudores los bienes que poseía. Además para
contrarrestar el deterioro de su imagen como hombre de negocios publicó un folleto titulado A
mis amigos y a los comerciantes del Cauca (Cali, 20 de junio de 1875).
La publicación del folleto muestra en sí misma las angustias económicas por las que pasaba el
poeta. El único número que pudo consultar su biógrafo Velasco Madriñán tenía la siguiente
petición hecha de puño y letra por el poeta:
Estimado Simón: Una vez leído por usted este ejemplar, le agradeceré se lo pase al señor
Enrique Martínez. No he podido hacer una edición tan numerosa como era necesario. Su
affmo. Isaacs. 9
Debido a esta segunda ruina económica, la imagen de Isaacs como empresario rural se había
venido abajo. La situación era tan grave que existían serias dudas acerca de su probidad, pues se
pensaba que se trataba de una ruina fingida con la que se pretendía timar a los acreedores. Fueron
precisamente estas dudas sobre su honra las que lo llevaron a escribir en el folleto mencionado:
Ya no se especula solamente sobre el fruto de mis tareas penosísimas desde febrero de
1873 hasta hoy; se especula sobre mi honra, y siendo esa honra la de mis hermanos y lo
único que podré legarles a mis hijos, defenderla es un imperioso deber.
Cuando en enero de 1873 volví de las repúblicas del sur al Cauca, el país tenía confianza
y sobrados motivos para tenerla, en la inmediata y formal construcción del ferrocarril que
ha de proporcionarle fácil comercio con los ricos mercados de ambos mundos y una
prosperidad que ni sospechan algunos hijos de esta fecunda región, poco menos que
despoblada aún y apenas conocida en América.
Nadie ignora las seguridades que se habían recibido y recibían del gobierno nacional y de
los empresarios, y bien se recuerda lo raro que debía ser, en esta ciudad y en el Cauca
todo, encontrar personas de buen criterio que estimase en poco aquellas seguridades
confirmadas en publicaciones frecuentes.
Contándose con que pronto se le daría comienzo a la construcción del Ferrocarril del
8 Ibíd., p. 191.
9 Velasco, pp. 191-192.
6
Pacífico, y siendo obvio que en cualquier caso perjudicaría a los empresarios interrumpir
la obra; calculando principalmente por lo visto en otros países de Sud América que se
han hallado, en iguales circunstancias, el rápido aumento que habría de adquirir el valor
de ciertas propiedades rústicas, ningún plan de negocios pudo haber sido más sencillo y
certero que comprar en el Valle haciendas de excelentes condiciones por su feracidad,
situación, etc., mejorarlas y conservarlas por algún tiempo y venderlas después
aprovechando el mayor precio que fincas de tal clase habrían de obtener.
Si calcular así fue un error mío, como ya tarde hube de reconocerlo, también lo ha sido
de muchos hombres inteligentes y laboriosos del Cauca, que pagan hoy muy cara la
confianza que en la alta posición y recursos de la Compañía empresaria se tuvo aquí,
fundándose tan funesta confianza en la honorabilidad de los agentes y abogados de la
Compañía. ¡Ojalá hubiese sido yo en el Cauca la única víctima de aquel error! 10
La defensa de su honra no fue únicamente hecha por el poeta, sino por algunos empresarios y
políticos caucanos entre los que se destacan César Conto, Jeremías Cárdenas, Modesto Garcés,
José Quijano W., Zenón Fabio Lemos y Roberto Zawadzky, quienes publicaron en la hoja
titulada Un Deber:
Reveses de fortuna muy comunes en países como el nuestro, donde muy rara vez se
disfruta de completa seguridad en la paz, obligaron al estimable y honrado caballero,
señor Jorge Issacs, a hacer cesión de bienes para pagar a sus diversos acreedores.
Este desgraciado acontecimiento ha servido a algunos para deducir cargos contra la
honradez nunca desmentida del señor Isaacs; y por eso nos creemos en el deber más de
amistad, de justicia, de hacer la pública manifestación del conocimiento que abrigamos
de la pureza y pundonor con que procedió el señor Isaacs en sus últimas especulaciones,
que dieron por resultado la pérdida de su fortuna.
El folleto documentado, publicado por el señor Isaacs, y sus puros precedentes, como
administrador de la mortuoria de su padre, como negociante y como distinguido miembro
de nuestra sociedad, han llevado a nuestro ánimo aquel convencimiento.
Sirva esta manifestación de algún consuelo en sus infortunios a nuestro amigo, y de
estímulo a los hombres abnegados, que en medio de las vicisitudes de la vida, se
resignen, como el señor Issacs, a perder todos los bienes de fortuna, antes que dejar
empañar su honra. Popayán. 11
Su fracaso económico lo llevó a una dedicación activa a la política, al lado del sector radical del
liberalismo que era liderado por Manuel Murillo Toro en los Estados Unidos de Colombia y en
el Estado Soberano del Cauca por su primo César Conto. 12 Este último fue nombrado presidente
del Cauca en 1875 gracias a una coalición entre radicales y mosqueristas que pretendía frenar el
ascenso del partido conservador. En el gobierno de su primo Isaacs ocupó el cargo de
Subdirector de Instrucción Pública del Cauca y, luego, el de Secretario del ramo el que
10 Ibíd., Pp.191-192.
11 Un deber, Cali, noviembre 27 de 1875.
12 Para una ampliación de los hechos políticos que caracterizaron la vida de Isaacs puede verse mi libro Estado
Soberano del Cauca. Federalismo y Regeneración, Bogotá, Banco de la República, 1988.
7
desempeñó hasta 1877.
El desempeño político del grupo radical no fue el mejor. Sabiéndose minoritarios, Conto, Isaacs,
Modesto Garcés y Manuel Sarria, iniciaron una serie de maniobras para perpetuarse en el poder.
Para lograrlo, persiguieron al partido conservador, exasperaron al clero e intentaron aplicar el
sistema de educación laica que desde 1870 venía desarrollando el gobierno radical de la Unión y
que había encontrado en los caucanos en general una fuerte oposición porque consideraban que
se quería imponer la "educación atea". En apoyo de su proyecto, Conto e Isaacs, redactaban en
Popayán El Programa Liberal, desde el cual no sólo fustigaban a los conservadores, sino
también al sector mayoritario de los liberales caucanos, el mosquerista, que empezaba a vivir un
proceso de recomposición interno que permitía cierta tolerancia frente al conservatismo y estaba
dando origen al liberalismo independiente, bajo la dirección de los generales Julián Trujillo y
Eliseo Payán. Los métodos utilizados por los radicales fueron los conocidos como "sapistas" -en
referencia a Ramón Gómez, un político radical cundinamarqués mejor conocido como "el sapo",
experto en violar las garantías individuales, especialmente las electorales- y que eran resumidos
en la frase "el que escruta elige". Aunque fueron muchos los abusos, el que más exasperó a los
caucanos fue el declarar "en blanco" el voto del Estado, cuando la voluntad electoral de los
caucanos había estado por el candidato presidencial Rafael Núñez. Esto llevó a que los
independientes consideraran seriamente realizar un levantamiento para bajar a los sapistas del
poder, lo que no se logró debido a que las presiones realizadas por Conto sobre los
conservadores los obligó a lanzarse a la guerra en 1876. Durante la contienda Isaacs actuó como
jefe del batallón "Palmira" y como Visitador Fiscal de las Municipalidades del Estado.
En 1877 en medio de unas elecciones en las cuales no podían participar la mayoría de los
caucanos, por estar en la guerra, Conto logró hacer elegir a todos sus amigos a la Legislatura
caucana y a su Secretario de Gobierno, Modesto Garcés, como Presidente del Estado, quien, a su
vez, en 1878, nombró a Isaacs Secretario de Gobierno, cargo que desempeñó entre febrero y
diciembre. A pesar de que mostró un particular interés por el desarrollo de la Secretaría a su
cargo, que llevó a que propusiera y lograra la aprobación de la ley 32 Orgánica del Ramo de
Instrucción Pública y a establecer un claro control sobre el culto católico, su desempeño fue muy
criticado por los liberales independientes y los conservadores, quienes lo acusaron a él y a la
Legislatura Caucana de haber invadido las esferas del Gobierno Nacional con el único fin de
ejercer influencias decisivas en aspectos eleccionarios.
8
La situación nacional después de la guerra se había puesto demasiado tirante, debido a que una
de sus consecuencias fue que los radicales perdieran el poder nacional que habían mantenido
desde 1867 cuando derrocaron a Mosquera, resultando electo el General Julián Trujillo como
Presidente de la Unión. Esto hizo que la oposición se concentrara en las Cámaras donde los
radicales mantenían una representación importante.
Su actividad política no llevó a que cesaran los infortunios de Isaacs puesto que su principal
acreedor, el señor García Echeverri, no aceptó la cesión de bienes y por el contrario inició un
proceso de embargo ante el juzgado segundo del Palmira, el que notificó por edicto el embargo
de la hacienda. En su defensa Isaacs dijo:
Jorge Isaacs, en la cesión voluntaria de bienes que tengo hecha en favor de mis
acreedores, a usted respetuosamente digo: que después de haber agotado los medios de
conciliación para llegar a un arreglo amistoso y justo con el señor don Manuel García
Echeverri, me ejecutó este sin piedad, y me vi en la imprescindible necesidad de hacer
cesión de bienes.
En efecto, lo hice ante el señor juez del circuito de Cali, que era el de mi domicilio de
siempre, y ya estaría terminado el asunto si el señor García Echeveri no se hubiera
obstinado en llevar el asunto a Palmira, teatro de sus mayores influencias, y donde creyó
que todo marcharía a su favor, teniendo por abogado al más hábil de los abogados de la
ciudad. Así consiguió el señor García Echeverri, no lo que se proponía lograr -quedarse
con todo lo que yo había costeado en mejorar la hacienda de Guayabonegro-, sino el
deterioro de la finca durante la revolución, sin recibirla cuando quise lo hiciera antes. 13
La alusión al abogado, que lo era el doctor Rafael Prado Concha, llevó a la airada respuesta de
éste, quien escribió al tribunal el 14 de Noviembre de 1877:
No me ocupo del escrito del señor Isaacs, porque nada, y menos que nada me importan
las opiniones que se forme este señor de mi poca o mucha habilidad como abogado; y
con razón tanto mayor cuanto que nunca he hecho alarde de esa habilidad; como no la he
hecho, ni la haré jamás, de ser un práctico y hábil negociante para arruinar a mis
acreedores. 14
Aunque Isaacs públicamente alegó probidad en todos sus procedimientos, su correspondencia
deja ver cómo intentó valerse de leguleyadas y de influencias políticas para lograr un avalúo de
bienes que le fuera favorable. La carta escrita en Popayán, el 16 de diciembre de 1877 a su amigo
Simón Arizabaleta, es elocuente: en ella Isaacs encarga a Arizabaleta y a Juan E. Conde, quien
13 Ibíd., p. 195.
14 Ibíd., p. 195.
9
fue varias veces Jefe Político de Palmira y era uno de los más importantes políticos caucanos, 15
para que se encargaran de la administración y defensa de sus intereses, ya que sus funciones
públicas no le permitían hacerlo directamente. Uno de los primeros encargos fue que le cobraran
a Amador Sánchez, quien había arrendado la hacienda, ciertas sumas de dinero con las cuales
deberían cubrirse las deudas que contrajo para el mantenimiento de su familia cuando estaba en
la guerra, y que ascendía a más de 600 pesos fuertes.
La más importante de la carta, aparte de mencionar las influencias que estaba moviendo para
lograr un fallo a su favor, se refiere a la forma en que él considera se debían avaluar sus bienes:
El terreno hipotecado a los Olano, lote oriental de la hacienda del Fraile, desde la
quebrada de Las cañas, tiene 3.000 plazas españolas, o muy poco menos y solamente le
debo a los Olano $5.200 fuertes y un pico de intereses. Colocados, lo que está hipotecado
a Jerónimo Caicedo, tiene más tierra, un cacaotal que solamente exige un gasto de $800 a
$900 para ponerlo en producción, y el número de árboles no bajan hoy de 7.000. Aunque
Perodías, el lote hipotecado a los Olanos tiene buenas aguas, guaduales y excelentes
bosques, más la casa, los bosques, guaduales de Coloradas son quizá mejores. Son estos
últimos terrenos tan vastos, que nunca pude pasearlos: limitan al occidente con tierras de
Guayabonegro.
Siempre que a buenos conocedores de las tierras del Fraile les pregunto a cómo
avaluarían plaza de tierra en terreno y dehesas tan buenos me dijeron que ni un centavo a
menos de $10 fuertes. Y así es lo justo; pero eso sin contar guaduales, casa, pará y
cacaotal. ¿Comprende Usted ahora el resultado que se puede obtener con un buen avalúo,
sin contar conque cada día de paz que pasa, mejorará el precio de todo?
A don Jerónimo Caicedo solamente le adeudo 14.000 pesos sencillos. Ud. podrá obtener
en definitiva, para las tierras del Fraile, (sin contar casa, guaduales y cacaotal, que
tendrán avalúo aparte) un precio que no baje de $12 a 13 fuertes.
Suponiendo que solamente sean 5.000 plazas, bajando mucho, que es mejor suponerlo
así, tenemos, contando sobre 12 fuertes por plaza, que deben ser 13 fuertes, $60.000:
pagados $20.000 sencillos a Caicedo y Olanos, o sean $16.000 fuertes, y restan sólo en
valor de tierras $44.000. o sean 3.666 cuadras o plazas y pico.
La destreza al hacer el pago a los Olanos, adjudicándoles el lote que les corresponde por
los $5.200 fuertes, consiste en tomar para nosotros toda la orilla del río Fraile, y echarlos
a ellos contra la quebrada de Zumbamicos, al lado sur. Así reservamos la casa y las vegas
del río Fraile que son de fecundidad suma.
Al entregarle el lote a Jerónimo Caicedo es preciso hacerle adjudicar el cacaotal aunque
sus terrenos queden sobre la quebrada de Las Cañas, con tal de que todo nuestro lote
tendido a la orilla del Fraile que sigue hacia occidente, logrando que no se nos
interrumpa la faja de terrenos que tenemos ya tomada en Perodías, después de colocados
los Olanos contra la quebrada de Zumbamico.
Todo esto importa sobre manera, y Ud. reconoce que tiene por único fin quedarnos con lo
mejor y además descontar la deuda de Caicedo con el valor del cacaotal.
15 Véase Valencia Llano, Alonso: “Juan Evangelista conde. Un gamonal caucano del siglo XIX”, en Caciques y
Gamonales, Credencial Historia, Nº 104, Bogotá, agosto de 1998.
10
[...]
Le debo a García $44.000 sencillos, corta diferencia poco más o menos; pero tengo la
seguridad de que el avalúo justo y bien hecho, puede Ud. hacerlo pasar bastante del valor
de la deuda, porque pagados García, Cerruti ($3.000) y Velásquez y algún otro ($1.500)
nos queda un lote. Si lográramos quedarnos con Raconcagua, sería excelente resultado,
pero dándonos también lotes de los que tiene al sur; y entonces la faja de tierra que
tenemos sobre la orilla sur del río Fraile desde Perodías, tendría legua y media, casi eso,
toda fecunda, toda adecuadísima para venderla por lotes para posesiones, con el agua del
río a la mano, etc. 16
Esto no dio mayores resultados y por el contrario aceleraron las diligencias de embargo sobre la
hacienda, la cual recibió avalúos muy bajos, contrario a lo que el poeta esperaba. En adelante las
actuaciones de Isaacs se orientaron en dos direcciones: la primera buscaba lograr que se le
nombrara un juez que le favoreciera y la segunda a que el Congreso Colombiano comprometiera
recursos para que se construyera el ferrocarril que comunicaría al Cauca con el mar. El primer
objetivo lo propuso en carta que escribiera desde Popayán el 26 de agosto de 1878 a Arizabaleta,
su apoderado:
[...] el infausto resultado obtenido por el avalúo, se habría impedido concurriendo a él
Ud. en persona, como lo auguramos. Pida Ud. la nulidad de todo. Apele de toda
resolución adversa, para ganar tiempo, pues con el ferrocarril todo mejorará, y no muy
tarde podremos obtener un avalúo racional, que es a cuanto yo aspiro.
Lo del juez en interinidades con Prado Concha, es mi sueño y tiene que ser la
desesperación de todos los liberales del municipio de Palmira. La Municipalidad puede
revocar el nombramiento que en él hizo. ¡Prado Concha dirigiendo la administración de
Justicia en Palmira! Y ¿Conde y Ud. y mil otros pueden tolerar esto?
16 Ibíd., pp. 284-289.
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[...] 17
Las leguleyadas utilizadas se reflejan en la carta que escribiera el 30 de septiembre:
[...] Importa sobremanera que Ud. recuse al juez Ulloa. esto es sumamente fácil y Ud.
conoce los medios que para hacerlo se presentan. Bastaría sustituir un poder a favor de
algún pariente del juez para que quedara fuera de combate. Como los impedimentos y
causales de recusación se hacen extensivos hoy a los apoderados, basta buscar una
creedor o un deudor del juez para obtener el resultado que se desea. (Vel. cab., p.278)
El segundo objetivo fue una de sus luchas permanentes en la Cámara: la creación del ferrocarril
del Cauca. Esperaba que esta obra redentora para la economía caucana, lograra hacer subir los
avalúos de las tierras y de esta manera beneficiarse de la entrega de Guayabonegro. Esto se hace
evidente en una de sus cartas, en la que dice: La base fundamental de nuestros progresos está
puesta: el Ferrocarril será una realidad, y le pertenece ya de todo en todo, al Cauca, por la última
ley que se expidió sobre auxilios de la Nación a los Estados para obras materiales. 18
Pero en esta carta, también, instruía a su apoderado en los siguientes términos:
Póngale inmediatamente telegramas a Valencia. Demorar, es lo que hoy conviene hasta
que formalizado el Ferrocarril, se puedan obtener avalúos mejores. Demorar es la regla:
no la olvide. Cuando yo quise entregarle a García E. la hacienda valiendo mucho más de
lo que costó, él no quiso recibirla, por quedarse con las mejoras de balde: ahora estoy en
mi derecho al procurar mejor tiempo para los avalúos. 19
Estas estrategias no dieron mayores resultados, puesto que después de muchas diligencias el
juzgado embargó los bienes de Isaacs, cuyo inventario no deja duda alguna sobre el alcance de su
ruina económica: “[...] la casa de habitación, parte de ella en mal estado, un tinajero viejo, un
trapiche montado de piedra, un cántaro de cobre con su culebra, etc., etc. Un cacaotal, una parte
limpio y otra en mal estado, un rastrojal, un monte que pertenece a la hacienda a orillas del llano,
un mangón de pasto común a orillas del río Fraile. Estos bienes fueron avaluados en $17.934,60
y fueron rematados el 28 de octubre de 1878 en favor del señor Echeverri, quien ofreció 18.000
por ellos. Ernesto Cerruti fue la única persona que demandó la acción judicial presentando una
escritura de hipoteca, en la cual Isaacs le reconocía una deuda, que no corrió debido a que la
hipoteca del señor Echeverri era más antigua. 20
17 Velasco, Pp. 272-273.
18 Velasco, P. 282. Para los proyectos de l Ferrocarril y otras obras de infraestructura en el Cauca, puede
consultarse a Valencia, Empresarios y Políticos..., cit., pp. 93 y ss.
19 Velasco, ob. Cit., p.283.
20 Velasco, pp. 196-197.
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El regreso de Issacs a las actividades políticas, se caracterizó por un desempeño bastante sectario
al lado del radicalismo y por una abierta oposición al gobierno regenerador. El primer
movimiento opositor lo efectuó cuando el Senado rechazó las listas de Secretarios de despacho
presentadas por Trujillo y cuando propuso dar garantías al clero. Pero lo más bochornoso se
presentó en la Cámara el 6 de mayo de 1879 cuando Jorge Isaacs insultó al Dr. Andrés Cerón,
Secretario de Guerra, su enemigo personal y político. Esto suscitó la airada reacción del pueblo
bogotano, manipulada por el presidente, el que atacó el Hotel donde se alojaba Isaacs, junto con
otros representantes. También fue atacada la casa del Dr. Manuel Murillo Toro, por lo que se
esperaba un levantamiento general del radicalismo. De hecho Isaacs había sido el detonante de
una crisis que estaba siendo impulsada por los radicales apoyados en sus mayorías en el
Congreso. La prensa independiente dibujaba así la situación: "Los sapos cantan aún, i la
oligarquía intenta quemar sus últimos cartuchos desde las Cámaras lejislativas". Después de
algunos muertos y muchos contusos, el presidente declaró turbado el orden público.
En esos momento Isaacs era consciente de que se había convertido en el principal opositor al
gobierno, pero con un mal cálculo político consideró que era llegado el momento de iniciar una
revolución que permitiera que los radicales retomaran el poder. Para ejecutar sus planes marchó a
Manizales, pues algunos radicales se estaban atrincherando en San Francisco (Chinchiná), lo
que obligó a que el Gobierno del Cauca, movilizara la Guardia Nacional. La situación se caldeó
tanto que el periódico caucano El 21 de abril, publicó un artículo remitido desde Manizales y
titulado "Avisos de Ruina", en el que se decía que en esa ciudad Isaacs había pintado con colores
exagerados lo ocurrido en Bogotá inculpando al Presidente de la República y acusándolo de
haber
celebrado un compromiso con los conservadores para entregarles los Estados de
Antioquia i Tolima. Dicho Isaacs partió para Medellín llamado por el Jeneral Renjifo; i
ya podrán considerar cuánto hará para prevenir los ánimos i lanzar el Estado a la guerra.
Estamos preparados contra toda aventura. A ustedes toca calificar las infamias de su
paisano Jorge; por fortuna es hombre mal querido i desprestijiado.
Los temores de los caucanos no fueron infundados, pues a pesar de que Isaacs se dedicó a
redactar en Medellín La Nueva Era, ese mismo año encabezó una revolución que derrocó al
presidente de Antioquia Dr. Pedro Restrepo Uribe. Su participación en dicho movimiento la
explicó en un libro titulado La Revolución Radical en Antioquia, (Bogotá, 1880).
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El movimiento revolucionario fue una desafortunada jugada política de Isaacs, pues a pesar de
que tomó el poder el 28 de enero de 1880, no contó con el apoyo de los principales líderes
antioqueños, quienes en telegramas dirigidos al Presidente de la Unión, le solicitaron no
reconocer su Gobierno usurpador. En igual sentido se pronunció el general Valentín Deaza,
Comandante del Batallón Zapadores de Manizales, quien no aceptó el nombramiento de Jefe del
Estado Mayor General, que le hiciera Isaacs, pues a nadie se ocultaba que el movimiento se
había iniciado como una revolución contra el Gobierno Nacional.
El movimiento de tropas nacionales desde Manizales y el Cauca, logró que Isaacs fuera depuesto
y que recuperara el poder el Dr. Pedro Restrepo U. Como consecuencia de esto fue expulsado del
Congreso, finalizando su vida política, aunque en.
Nuevas actividades empresariales las realizó Isaacs en 1881 cuando el Presidente Rafael Núñez
lo nombró Secretario de una Comisión Científica que se encargaría de estudiar los territorios
colombianos en lo referente a Ciencias Naturales y a la Geografía. Este mismo año inició la
expedición hacia los Estados de Bolivar y el Magdalena, donde se separó de la comisión e inició
investigaciones por su propia cuenta. En el occidente del Estado del Magdalena, entre los ríos de
Aracataca y Fundación descubrió los primeros yacimientos de carbón cuyas muestras fueron
enviadas al gobierno nacional el que hizo poco caso de ellas. Isaacs en su correspondencia
cuenta que vivió once meses únicamente con $200 que le había suministrado el gobierno
nacional y que vivió casi año y medio sin que recibiera sueldo alguno.
En 1884, Isaacs fue nombrado Director de Instrucción Pública en el Tolima, cargo transitorio.
Ese mismo año en Bogotá, realizó los preparativos para viajar a Argentina lo se interrumpió al
estallar la Revolución de 1885 en la cual tuvo una muy discreta participación. Durante esta
época, se internaba en las montañas de Sumapaz donde descubrió minas de carbón de piedra.
Luego de la revolución se enteró que se pretendía formar una compañía de accionistas nacionales
y extranjeros que explotara e carbón que él había descubierto en 1881. Esto lo llevó a pedir un
privilegio del Ministerio de Hacienda para organizar la explotación de dichos yacimientos por su
propia cuenta. Su amigo, el Presidente Rafael Núñez le otorgó el privilegio en junio de 1886. En
noviembre de este año, inició una segunda expedición que lo llevó a descubrir grandes
14
yacimientos de fosfato de cal en la Guajira.
**
Esta expedición terminó en abril de 1887 cuando, el 22 de abril, se enrumbó a las costas de
Urabá auspiciado por el señor José María Goenaga, Gobernador de Bolívar, donde descubrió
bancos de hulla, abundantes fuentes de petróleo y algunos depósitos de fosfato de cal. La alegría
del descubrimiento es relatada así por Isaacs:
Acabé los estudios de la costa felizmente, con mucha fortuna. Las hulleras que descubrí
en el Golfo de Urabá, (Darién del norte), son una riqueza fabulosa. Estoy ya asociado
para coronar la empresa, contratar en el extranjero, etc., etc., con la fuerte y bien
acreditada casa de los señores José Camacho Roldán & Compañía. El socio administrador de la casa irá en junio y julio a los Estados Unidos y Europa, ocupado en esa labor,
y en agosto o septiembre me reuniré en la costa con el ingeniero doctor que el Sindicato
constituido al efecto, envíe a estudiar las hulleras. Hallarán que son más que lo que sobrio en mis informes- he dicho. (Carta de Isaacs al señor Justo Sierra, fechada en
Ibagué el 4 de mayo de 1888. 305)
En 1888 minada su salud por el paludismo, decide establecer una finca pequeña en Ibagué
bautizada con el nombre de La Clemencia donde logra establecer algunas explotaciones de oro.
(346)
Los contratos para la explotación de las hulleras sólo quedaron perfeccionados en 1890 cuando
se promueven negociaciones con industriales de Nueva York que fracasan en 1892.
Posteriormente en el Estado de Virginia se establece la Sociedad Pan American Investment
Company, la que propuso a Isaacs la compra de sus derechos en hulleras y petróleo, los que
fueron traspasados en junio de 1894. (347-348)
LA LITERATURA Y LA POLITICA
La participación política de Isaacs se rozó con la literatura cuando escribió algunos poemas
narrativos cuyo tema central estuvo orientado hacia las guerras civiles en las que se vió envuelto.
Las tragedias que encerraban las contiendas militares fueron recogidos en La montañera, La
vuelta del recluta, El cabo Muñoz, La muerte del sargento y Soneto a mi patria, escritos entre
1860 y 1864. Esta temática fue retomada en 1874 cuando escribió La agonía del héroe y La
tumba del soldado que parecen reflejar experiencias personales. La que si corresponde de una
manera más directa a las experiencias del autor fue Después de la Victoria, escrita luego de su
actuación en la batalla de los Chancos ocurrida el 32 de agosto de 1876.
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Pero más importante por las consecuencias políticas que tuvo, fue la persecusión que sufrió
Isaacs debido a sus desafortunadas actuaciones políticas. Un buen ejemplo se tiene en la
publicación que hizo en Cali de Los Motilones, un panfleto cargado de veneno contra los
conservadores que llevó a que Primitivo Sinisterra escribiera una burlona receta, para el
menudeo de drogas, que fue famosa y que habría de herir profundamente a Isaacs, ya que era
repetida en todos los tertuliaderos:
"Cortezas de Guayabonegro............4 onzas
Flores de ilusión pecuniaria.........1 onza
Conserva añeja de motilones..........2 dracmas
Extracto alcohólico de vanidad.......1 onza
Agua del Fraile......................2 litros
Hágase hervir al baño "maría", déjese reposar y fíltrese".
Más graves fueron los ataques que se orientaron a tender sombras de duda sobre la autoría de
María, su obra maestra. Luciano Rivera y Garrido describe así este tipo de ataques:
Pero ¡ay! era preciso que se cumpliera una vez más las tremendas palabras de Jesús: "¡Ninguno es profeta en su país!"
El Cauca que tan orgulloso y complacido debiera haberse mostrado con un hijo como
Isaacs, que tanta honra le ha procurado y tanto brillo ha dado a su fama [...]
El Cauca, repito con pesar, fue el primero en llevar a los labios del poeta la copa de
acíbar con que la ingratitud humana recompensa los generosos esfuerzos de los buenos.
Y en vez de suministrar el contingente de lauros que por deber de reconocimiento le
correspondía para la corona con que la admiración universal habría de premiar los
sublimes cantos del sentido vate, fue la calumnia el estigma con que se pretendió
deslustrar el brillo esplendoroso de sus glorias. ¡Doloroso es decirlo! ¡Cuánto diera por
poder expresar aquí otra cosa!... Pero, seamos justos, aunque nos mostremos de una
severidad implacable con nosotros mismos: ¿no fue, por desgracia, en el Cauca, donde
surgió primero la miserable y odiosa especie de que Isaacs era un impostor vulgar al
hacer pasar como obra suya a María, supuesto de que esta no es sino el lamento
póstumo, el gemido postrero del mayor de sus hermanos, Lisímaco, muerto en la flor de
la vida?... ¡Oh! ¡qué cosa tan terrible es el despecho de la envidia: ya que fue imposible
desgarrar las inmortales de esa corona diciendo que el libro no servía de nada, se gritó
que era ajeno!.
Los comentarios se hicieron especialmente frecuentes en 1879 cuando Isaacs lideró la oposición
al Presidente Trujillo. Los liberales independientes y en especial los del Cauca no desaprovecharon ninguna oportunidad para burlarse del poeta, recordándole no sólo su oficio de escritor,
sino también sus fracasos económicos. Un buen ejemplo de la utilización política de estos dos
elementos los trae el periódico El 21 de Abril, que en su edición del 1º de junio de 1879 publicó
una hoja suelta con el "proyecto de ley" que se copia textual:
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CONGRESO NACIONAL DE 1879
PROYECTO DE LEI PRESENTADO A LA CAMARA POR EL H. I. CUCARRON
El Congreso de los Estados unidos de Colombia,
CONSIDERANDO:
1º Que no es posible, según el radicalismo, permitir que a los literatos que pertenecen a la
comunidad se les critiquen sus obras.
2º Que teniendo conocimiento de que La Lid trae una crítica suscrita por un tal Régulo
por la cual se quiere arrebatar las glorias i coronas al eminente publicista contemporáneo
Jorge Isaacs i aún se tiene la osadía de dudar de que él sea autor de La María.
DECRETA:
Art. 1º Desde la publicación de la presente lei, se borrará de la lista electoral al señor
Régulo, no se le dará boleta de entrada a las Cámaras i se le obligará al pago de los daños
i perjuicios causados al señor Isaacs, los cuales si no pudiere abonar en metálico los
arreglará en trabajo personal en la hacienda de Guayabonegro.
Art. 2º se declara viribus et armis, pésele a quien le pesare, que el autor de La María es
el señor Jorje Isaacs i el que se resistiere al espíritu de esta lei pagará una multa de $100
a favor del señor Isaacs.
Presentado, &a, &a.
I. Cucarrón.
Se le dió primer debate i pasó en comisión al Representante Tiberio Sánchez.
INFORME DE LA COMISION
Ciudadanos Representantes.
Habiéndome tocado en suerte examinar el proyecto de lei relativo a las literaturas de
Colombia, ultrajada en uno de sus más esclarecidos hijos, mi amigo, matrino i colega
Jorje Isaacs, joven literato que ha debido coronarse prematuramente i a quien la patria
agradecida ha debido obsequiar con una efijie a orillas del Nima, paso a manifestaros mi
opinión, cual es, la de darle 2º debate al proyecto, se entiende, con las modificaciones
siguientes:
El artículo 1º debe quedar así:
Art. 1º Se separa del escalafón electoral a Régulo i pagará al señor Jorje Isaacs la suma
de $10.000 por daños i perjuicios. Caso de que esté insolvente se le admitirán votos en
favor de la candidatura providencial i nada de trabajo en Guayabonegro: ilusiones del
poeta!
El art. 2º queda así:
Art. 2º Nada de Viritus et armis sino lisa y llanamente, la Cámara de Representantes en
nombre de los Estados Unidos de Colombia, del Estado Soberano del Cauca i por
autoridad de la lei, declara, que La María es obra esclusiva de Jorje Isaacs.
Agréguese un artículo como 3º así:
Art. 3º Colóquese el retrato de Jorje Isaacs en el Hospital de Locos de San Juan de Dios i
oblíguese a todos los locos que lo tomen por Santo de su devición.
Ciudadanos Representantes.
T. Sánchez.
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Este tipo de ataques realizados por sus enemigos políticos, produjeron profundo malestar en
Isaacs, quien lo expresó a su amigo Luciano Rivera y Garrido:
"¡Siempre aquel libro en boca de los que quieren dañarme!
¿Qué es eso? Si fue un delito escribirlo, ¿así como ellos lo quieren, debo purgarlo?...
Amigo mío, ¿por qué nos regocijamos en un tiempo, por amor al país en el que usted y
yo nacimos, viendo el buen éxito qeu obtenía ese libro? ... ¡De mi mente aparte Dios los
pensamientos que la entebrecen en este instante! ¡Nunca vuelvan a mí!
Debido a sus fracasos económicos y políticos y, sin duda, a estos ataques, Isaacs no volvió a
habitar en el Cauca. Murió en Ibagué el 17 de abril de 1895, siendo su última voluntad que su
cadáver fuera enterrado en Medellín, la tierra de Córdova a la que había dedicado uno de sus
poemas; no obstante siempre expresó su amor por el Cauca:"¡Sí, mucho amo al Cauca, aunque es
tan ingrato con sus propios hijos!"
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