¿Innovación abierta para las empresas españolas? Un análisis empírico de su adopción y rendimiento Resumen La innovación abierta ha surgido como un nuevo paradigma para la innovación, tanto desde un punto de vista teórico como práctico. Sin embargo, la evidencia de este nuevo paradigma proviene casi exclusivamente de estudios cualitativos acerca de los sectores de alta tecnología en Estados Unidos. La ausencia de investigación empírica usando grandes bases de datos y en otros contextos provoca que muchas cuestiones se hallen aún sin respuesta. Por ejemplo: ¿Se está popularizando la innovación abierta en otros países? ¿Difieren grandes y pequeñas empresas en la tasa de adopción? ¿Y las empresas intensivas en I+D de aquellas que no lo son? ¿Existe una acusada variación sectorial? ¿Cuál es la influencia de la innovación abierta en el rendimiento innovador? La investigación empírica de las respuestas a estas preguntas promete un avance en nuestra comprensión sobre la innovación abierta, ya que desde el punto teórico se puede observar un intenso debate no resuelto. En primer lugar, existe controversia acerca de la influencia de varios factores, como el tamaño, la intensidad de I+D o el sector, sobre la adopción de estrategias de innovación abierta. Algunos autores sostienen que las empresas grandes, las intensivas en I+D y las pertenecientes a sectores de alta tecnología se benefician en mayor medida de la innovación abierta debido, respectivamente, a sus mayores recursos, a sus mayores capacidades (sobre todo la capacidad de absorción) y a sus mayores oportunidades tecnológicas. Sin embargo, otros autores defienden que las pequeñas empresas, las empresas no intensivas en I+D y las empresas ubicadas en sectores de baja y media tecnología se benefician de la innovación abierta al menos en la misma medida que las anteriores. El principal argumento de estos autores es que estas empresas tienen una mayor necesidad de utilizar conocimiento externo debido a sus limitaciones internas y, en el caso de los sectores de media y baja tecnología, debido a que buena parte del conocimiento necesario para llevar a cabo sus procesos innovadores proviene de sectores de alta tecnología. En segundo lugar, también existe controversia sobre la influencia de las estrategias abiertas en la innovación radical. La teoría de los costes de transacción ofrece un marco para entender la decisión empresarial de llevar a cabo una actividad interna o externamente, a partir de la comparación entre el coste de externalizar y el de producir. Los costes de transacción incluyen fundamentalmente tres tipos de costes: los provocados por el potencial comportamiento oportunista de los socios, los costes de coordinación y, en el caso de la innovación, las fugas no intencionadas de conocimiento. Siguiendo este enfoque, las empresas elegirán llevar a cabo de forma interna aquellas actividades en las que la especificidad de los activos y la incertidumbre sea elevada y que no se hallen sujetas a economías de escala. Dado que la innovación radical requiere activos muy específicos, se halla sujeta a gran incertidumbre y no presenta economías de escala, se concluye que la empresa la realizará de forma interna. Ésta es la visión tradicional desafiada por el paradigma de la innovación abierta. Según el mismo, toda empresa es consciente de que sólo una proporción muy reducida de la gente inteligente trabaja para ella y de que, por lo tanto, hay una gran cantidad de valiosos conocimientos y habilidades en el exterior. Por ejemplo, Cisco es una de las empresas más innovadoras del mundo, aunque apenas realiza investigación interna. La razón principal de la importancia de la innovación abierta es que la empresa puede ser incapaz de desarrollar de forma interna gran parte del conocimiento que necesita para innovar, especialmente si la innovación es radical, y por ello los beneficios de acceder a él externamente pueden compensar los costes de transacción. En este trabajo se exploran ambas controversias desde un punto de vista empírico, mediante el análisis de la adopción y el rendimiento de la innovación abierta en las empresas españolas. Los datos utilizados provienen del Panel de Innovación Tecnológica de las Empresas (PITEC) para el periodo 2004-2006. Ésta es la base de datos más completa para el estudio del comportamiento innovador de las empresas españolas ya que ofrece información anual para aproximadamente 12.000 empresas. Este trabajo presenta dos importantes novedades metodológicas. En primer lugar, se distinguen tres posibles estrategias: abierta, semi-abierta y cerrada. Esta distinción permite analizar el grado de apertura y explorar la existencia de relaciones no lineales. En segundo lugar, la utilización de datos de panel y técnicas econométricas específicas para tratarlos permite controlar la heterogeneidad individual inobservable que puede influir en la adopción y rendimiento de las estrategias de innovación abiertas. El análisis obtiene dos resultados novedosos. En primer lugar, existe una relación positiva entre el grado de apertura y la innovación radical de producto. Este resultado apoya la visión del paradigma de la innovación abierta. La importancia de acceder a nuevo conocimiento es el móvil fundamental de la apertura y la innovación radical es intensiva en nuevo conocimiento. En otras palabras, los costes de transacción se ven compensados por los beneficios obtenidos al colaborar con otros agentes que aportan su conocimiento y habilidad a los procesos innovadores. Cabe señalar que este resultado es especialmente relevante en sectores de media y baja tecnología, lo que sugiere que en estos sectores la innovación abierta contribuye en mayor medida a diferenciar a las empresas. Resulta poco frecuente que las empresas en estos sectores puedan obtener innovaciones radicales sin adoptar estrategias abiertas, ya que sus procesos de innovación dependen en gran medida del conocimiento generado en los sectores de alta tecnología. Esta situación podría ser considerada una oportunidad desde el punto de vista de la economía española ya que, debido a su especialización sectorial, podría beneficiarse en gran medida de la adopción de la innovación abierta. El segundo resultado muestra que existe una relación no lineal entre el tamaño y la intensidad de I+D de las empresas y su grado de apertura. Los innovadores abiertos son empresas de menor tamaño y menos intensivas en I+D que los innovadores semi-abiertos (aunque tienen mayor tamaño y son más intensivos en I+D que los innovadores cerrados). Este resultado es estable en los distintos sectores y, en nuestra opinión, puede ayudar a reconciliar los argumentos enfrentados que se han observado en la literatura. En primer lugar, las empresas de menor tamaño e intensidad de I+D tienen una mayor necesidad de conocimiento externo, pero muy poca capacidad de absorberlo. Por lo tanto, no pueden beneficiarse del mismo y deciden ser innovadores cerrados. En segundo lugar, las empresas de mayor tamaño e intensidad de I+D tienen una elevada capacidad de absorción pero su necesidad es menor. Por lo tanto, explotan el conocimiento externo, pero éste no se halla en el núcleo de su estrategia innovadora. Es decir, adoptan una estrategia semi-abierta. Finalmente, entre estos dos grupos se hallan las empresas que tienen cierta capacidad de absorción y bastante necesidad de conocimiento externo. Este último grupo es el que toma la decisión de ser innovadores abiertos. Una implicación de estos resultados es que las empresas con mayor necesidad de conocimiento externo no adoptan la innovación abierta debido a sus reducidas capacidades para absorber el conocimiento externo. Sin embargo, empresas con capacidades algo más desarrolladas eligen ser innovadores abiertos, mientras que las empresas de mayores capacidades siguen una estrategia semi-abierta. En el periodo actual, en el que la política de innovación se halla muy centrada en la cooperación, son las empresas de este último grupo (los innovadores semi-abiertos) las que se benefician en mayor medida de las iniciativas del sector público. El diseño de medidas específicas de política queda fuera del alcance de este trabajo, pero se pueden apuntar algunas cuestiones: fomentar la apertura empresarial desde el exterior resulta muy complicado y fácilmente resulta en fracasos, de forma que actuaciones indirectas y menos intrusivas pueden resultar más efectivas. Por ejemplo, favorecer el desarrollo de las capacidades internas de las empresas y sus habilidades para interactuar, o crear y apoyar a determinadas organizaciones que, como en el caso de los centros tecnológicos, son capaces de convertirse en socios de innovación de empresas poco intensivas en I+D que operan en sectores tradicionales.