gutierre de cetina

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buzos — 21 de septiembre de 2015
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GUTIERRE DE CETINA
MADRIGAL
Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuando más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay, tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos.
HORAS ALEGRES
Horas alegres que pasáis volando
porque a vueltas del bien mayor mal sienta;
sabrosa noche que en tan dulce afrenta
el triste despedir me vas mostrando;
importuno reloj, que apresurando
tu curso, mi dolor me representa;
estrellas con quien nunca tuve cuenta,
que mi partida vais acelerando;
gallo que mi pesar has denunciado;
lucero que mi luz va oscureciendo;
y tú, mal sosegada y moza aurora,
si en vos cabe dolor de mi cuidado,
id poco a poco el paso deteniendo,
si no puede ser más, siquiera un hora.
COMO LA OSCURA NOCHE…
Como la oscura noche al claro día
sigue con inefable movimiento,
así sigue al contento el descontento
de amor y la tristeza la alegría.
sigue al breve gozar luenga porfía,
al dulce imaginar sigue el tormento,
y al alcanzado bien el sentimiento
del perdido favor que lo desvía.
De contrarios está su fuerza hecha,
sus tormentas he visto y sus bonanzas,
y nada puedo ver que me castigue.
Ya sé qué es lo que daña y aprovecha,
mas ¿cómo excusará tantas mudanzas
quien ciego tras un ciego a ciegas sigue?
CUBRIR LOS BELLOS OJOS
Cubrir los bellos ojos
con la mano que ya me tiene muerto,
cautela fue por cierto,
que ansí doblar pensaste mis enojos.
Pero de tal cautela
harto mayor ha sido el bien que el daño,
que el resplandor extraño
del sol se puede ver mientras se cela.
Así que aunque pensaste
cubrir vuestra beldad, única, inmensa,
yo os perdono la ofensa,
pues, cubiertos, mejor verlos dejaste.
ENTRE ARMAS
Entre armas, guerra, fuego, ira y furores,
que al soberbio francés tienen opreso,
cuando el aire es más turbio y más espeso,
allí me aprieta el fiero ardor de amores.
Miro el cielo, los árboles, las flores,
y en ellos hallo mi dolor expreso,
que en el tiempo más frío y más avieso
nacen y reverdecen mis temores.
Digo llorando: “¡Oh dulce primavera!,
¿cuándo será que a mi esperanza vea
Verde, prestar al alma algún sosiego?”
Mas temo que mi fin mi suerte fiera
tan lejos de mi bien quiere que sea,
entre guerra y furor, ira, armas, fuego.
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GUTIERRE DE CETINA
Nació en Sevilla, España, en 1520 y murió en México,
probablemente hacia 1557, en fecha no determinada
con exactitud, lo cual ocurre asimismo en varios puntos
fundamentales de la biografía de este poeta.
naranjado se entiende que es firmeza;
rojo claro es venganza, y colorado
alegría; y si obscuro es lo leonado,
congoja, claro es señoril alteza;
es lo pardo trabajo, azul es celo;
turquesado es soberbia; y lo amarillo
es desesperación; verde, esperanza.
Y desta suerte, aquél que niega el cielo
licencia en su dolor para decillo,
lo muestra sin hablar por semejanza.
AL MONTE DONDE FUE CARTAGO
Excelso monte do el romano estrago
eterna mostrará vuestra memoria;
soberbios edificios do la gloria
aún resplandece de la gran Cartago;
desierta playa, que apacible lago
lleno fuiste de triunfos y victoria;
despedazados mármoles, historia
en quien se ve cuál es del mundo el pago;
arcos, anfiteatros, baños, templo,
que fuistes edificios celebrados
y agora apenas vemos las señales;
gran remedio a mi mal es vuestro ejemplo:
que si del tiempo fuistes derribados,
el tiempo derribar podrá mis males.
POESÍA
ES LO BLANCO
Es lo blanco castísima pureza;
amores significa lo morado;
crüeza o sujeción es lo encarnado;
negro obscuro es dolor, claro es tristeza;
Fue una de las figuras más significativas del
Renacimiento español. Su lírica, inspirada
esencialmente en Petrarca, se desarrolla en
torno al refinado artificio del amor visto en su
más típica abstracción. De familia noble y acomodada, vivió largo tiempo en Italia, donde fue
también soldado a las órdenes de Carlos V.
En este país entabló amistad con los ingenios
más ilustres de la época, por los cuales estuvo
evidentemente influida su orientación poética.
Además de Petrarca, le inspiraron Transilio,
Ariosto y Bembo, y entre los españoles, Garcilaso de la Vega en particular. Pasó la mejor parte de su existencia en el refinado ambiente que
rodeaba al príncipe de Ascoli, a don Luis de
Leyva y al insigne humanista Diego Hurtado de
Mendoza, todos ellos amigos íntimos de Gutierre de Cetina. El artificio amoroso de su poesía
tuvo como fundamento real la gran pasión del
poeta hacia Laura (¿Gonzaga?), la cual representó para él la belleza ideal que fuera forjando
a través de su apasionada contemplación de la
pintura de Tiziano; a esta mujer parece dedicado el celebérrimo madrigal que empieza con
los versos “Ojos claros, serenos…”, composición lírica sobre la cual se halla cimentada la
popularidad del autor. En 1554 el poeta volvió
a España y hasta algún tiempo después no encontró nuevas aventuras en las que desahogar
su espíritu inquieto. Atraído por la fascinación
de la aventura americana, marchó en 1556 a
México (donde estuvo ya desde 1546 a 1548,
poco más o menos) con su tío Gonzalo López,
quien se dirigía allí como procurador general.
En aquella región de América se pierden las
huellas de su vida, y a partir de entonces sólo
perdura en el tiempo la leyenda forjada en torno al poeta. La naturaleza americana debió de
imprimirse profundamente en su sensibilidad,
al propio tiempo que la seducción bárbara de
aquella civilización. También en México halló el
poeta otra inspiradora amorosa: doña Leonor
de Osma, de la cual parece haberse enamorado locamente y bajo cuyo balcón, en Puebla
de los Ángeles, fue herido por Hernando de
Nava, un rival celoso. A partir de 1557 nada
se sabe ya acerca de él, por lo que se le cree
muerto en tal fecha.
G. Bellini. Diccionario Bompiani de Autores Literarios.
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