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POLÍTICA EXTERIOR Y POLÍTICA MIGRATORIA SUDAFRICANA: ¿EN
CONTRAVÍA?
TEMA: MIGRACIONES Y DIÁSPORAS
POLÍTICA EXTERIOR
MARIA CAMILA BARRIGA B.
NATALY BERNAL P.
UNIVERSIDAD EXTERNADO DE COLOMBIA
[email protected]
[email protected]
I.
PROPUESTA DE PONENCIA
OBJETIVO: Analizar y comparar el discurso panafricanista y renacentista con
la política migratoria sudafricana a partir de 1994.
JUSTIFICACIÓN:
“The past decade has seen an extraordinary fascination with an onthe-move, on-the-make, high-speed globalization. (…) In shorthand,
[the] globes impart a widespread sense that things, money, culture,
and humans now possess a really greater ability to move about the
earth. (…) Many of these globes convey the sense that we all live in
a trasverable world-a world not of borders, but a space of flows, a
world in motion” (Cunningham, 2004 p. 330).
Como Cunningham afirma en el artículo Nations Rebound?: Crossing Borders in a
Gated Globe, las migraciones internacionales constituyen una característica
inherente al actual proceso de globalización. En este sentido, las dinámicas
migratorias varían dependiendo el Estado, su política exterior y migratoria, su
relación con sus pares, la coyuntura interior del mismo, entre otros factores. En el
caso sudafricano, el Estado se convirtió en un receptor de migrantes, quienes se
han visto atraídos por el gran crecimiento y desarrollo1 que ha logrado el país.
Por otro lado, Ubuntu -que significa “humanidad”- es la base de la política
exterior sudafricana, la cual se fundamenta en el respeto por todas las
naciones, pueblos y culturas. Por consiguiente, Sudáfrica reconoce la
necesidad de promover el desarrollo y la seguridad humana como objetivos
centrales de los países, teniendo en cuenta el principio Batho Pele: ‘poner a
las personas primero’ (República de Sudáfrica, International Relations and
Cooperation Department, 2011, p. 4).
Ahora bien, uno de los pilares de la política internacional de este país es el
panafricanismo, debido a que se reconoce como parte integral del
continente africano y por tanto, promueve la unidad del continente como
catalizador de su desarrollo. De igual manera, la iniciativa del Renacimiento
Africano busca posicionar a Sudáfrica como un país líder en el continente,
que ayude a superar los problemas que se presenten al interior de este y en
consecuencia, mejore lisa condiciones de vida de la población africana.
1
Así el PIB de Sudáfrica en 2010 se ubicaba en USD $363.910 billones (World Bank, 2012).
Sumado a que su discurso basado en la reconciliación y renacimiento africano, hacen que el
Estado se convierta en un foco de atracción de migrantes, provenientes en especial del resto del
resto del continente.
Sin embargo, el Estado sudafricano –como resultado de diferentes factores,
entre estos las herencias del Apartheid- ha implementado un política
migratoria que aun conserva rasgos enfoque de dos puertas, que poseía
durante el régimen de segregación. De esta forma, se presentaba
una puerta de entrada recibiendo a poblaciones que cumplían con los criterios de atracción
definidos por la minoría en el poder, la otra, la puerta de atrás, tenía una doble función, por
un lado, impedir que los migrantes no deseados entren y por el otro, dejando entrar
temporalmente mano de obra barata. Este sistema estaba intrínsecamente conectado al
esquema del ‘Gran Apartheid’, particularmente a través de la política de asentamientos
[bantustantes], que borraron las fronteras entre ciudadanos y extranjeros en una forma que
pocas sociedades logran (Wa Kabwe – Segatti, A., 2006 p. 37).
En este orden de ideas, la presente ponencia tiene como objetivo analizar y
comparar el discurso panafricanista y renacentista con la política migratoria
sudafricana a partir de 1994. Teniendo en cuenta la historia del Estado africano y
la influencia del Apartheid en el manejo de su política y dinámicas migratorias.
Metodología empleada: Para responder a la anterior problemática se
utilizará el método deductivo enunciado por René Descartes, teniendo en
cuenta las teorías de migraciones, los lineamientos de política exterior
sudafricana, su política migratoria y los condicionantes de la misma.
Estructura:
En primer lugar, se tendrá en cuenta el manejo de la política migratoria en
Sudáfrica a través de los años y con su respectivo sustento teórico. En
segundo lugar, se comparará con el discurso panafricanista y renacentista
que ha manejado el Estado post-apartheid. Finalmente, se formularán las
conclusiones del análisis.
Resultados y conclusiones anticipadas:
Respecto al presente trabajo, se puede concluir -entre otros- que:
-
-
Sudáfrica en su búsqueda de posicionarse como líder del continente,
privilegia en su discurso las relaciones de colaboración, cooperación
e interdependencia enmarcadas en la filosofía de Ubuntu,
especialmente con sus vecinos. Sin embargo, las tensiones
crecientes con los migrantes – tanto documentos como
indocumentados – genera xenofobia, racismo e inseguridad,
alejándose del principio Batho Pele.
El Estado sudafricano no ha definido una política migratoria concreta
que incluya al inmigrante como sujeto de derechos y deberes, así
como, que tenga en cuenta los procesos de integración y
asentamiento de los flujos.
-
-
Se puede afirmar que es necesario que el Estado entienda la
inmigración como un efecto colateral del desarrollo, y que por está
razón, es imperativo contar con un política migratoria bien definida.
Como resultado de la historia y el legado del Apartheid, el Estado
sudafricano aun posee grandes retos por superar, entre éstos la
desigualdad y la pobreza.
POLÍTICA EXTERIOR Y POLÍTICA MIGRATORIA SUDAFRICANA: ¿EN
CONTRAVÍA?
María Camila Barriga B.
[email protected]
Nataly Bernal P.
[email protected]
“The past decade has seen an extraordinary fascination with an on-the-move, onthe-make, high-speed globalization. (…) In shorthand, [the] globes impart a
widespread sense that things, money, culture, and humans now possess a really
greater ability to move about the earth. (…) Many of these globes convey the sense
that we all live in a trasverable world-a world not of borders, but a space of flows, a
world in motion” (Cunningham, 2004 p. 330).
Como Cunningham afirma en el artículo Nations Rebound?: Crossing Borders in a
Gated Globe, las migraciones internacionales constituyen una característica
inherente al actual proceso de globalización. En este sentido, las dinámicas
migratorias varían dependiendo el Estado, su política exterior y migratoria, la
relación con sus pares, la coyuntura interior del mismo, entre otros factores. En el
caso sudafricano, el Estado se convirtió en un receptor de migrantes, quienes se
han visto atraídos por el gran crecimiento y desarrollo2 que ha logrado el país.
Ahora bien, la caída del apartheid y la llegada de Nelson Mandela al poder en
1994 marcan un cambio en la política exterior y migratoria del país. Desde este
momento, la política exterior sudafricana se va a fundamentar especialmente en el
Ubuntu y sus ejes fundamentales serán el Renacimiento Africano, el
Panafricanismo y la Cooperación Sur-Sur. En este sentido, fue especialmente
importante el ‘Plan Estratégico’ publicado por el Departamento de Asuntos
Exteriores en 2004, en el cual se incluyen como aspectos fundamentales de la
política exterior el “compromiso con la promoción de los derechos humanos y la
democracia; con la justicia y el derecho internacional como conductor de las
relaciones entre las naciones: con la paz internacional y los mecanismos para la
resolución pacífica de los conflictos, el desarrollo regional y la cooperación
internacional” (Nathan, 2005, p. 362)
Por otro lado, las prácticas exclusionistas desarrolladas por más de un siglo son
un gran reto para los gobiernos democráticos, quienes se han esforzado por
2
Así el PIB de Sudáfrica en 2010 se ubicaba en USD $363.910 billones (World Bank, 2012).
Sumado a que su discurso basado en la reconciliación y renacimiento africano, hacen que el
Estado se convierta en un foco de atracción de migrantes, provenientes en especial del resto del
resto del continente.
mantener el papel económico preponderante del Estado y combatir los rezagos del
anterior régimen. A pesar de esto, la política migratoria aún conserva rasgos del
enfoque de dos puertas, que tenía durante el régimen de segregación. De esta
forma, se presentaba
una puerta de entrada recibiendo a poblaciones que cumplían con los criterios de
atracción definidos por la minoría en el poder, la otra, la puerta de atrás, tenía una
doble función, por un lado, impedir que los migrantes no deseados entren y por el
otro, dejando entrar temporalmente mano de obra barata. Este sistema estaba
intrínsecamente conectado al esquema del ‘Gran Apartheid’, particularmente a
través de la política de asentamientos [bantustantes], que borraron las fronteras
entre ciudadanos y extranjeros en una forma que pocas sociedades logran (Wa
Kabwe – Segatti, A., 2006 p. 37).
En este orden de ideas, sería pertinente preguntarse si la política exterior que ha
manejado el Estado sudafricano post apartheid, es congruente con su política
migratoria. Respecto a esto se podría afirmar que ha manejado una política
exterior de puertas abiertas al mundo. Sin embargo, cuando se trata de política
migratoria, dicha apertura se centra en aceptar únicamente a quienes contribuyen
a materializar los fines desarrollistas del Estado. Lo anterior, tiene su fundamento
en que en el Estado sudafricano aun persisten rasgos del Apartheid en el ámbito
económico.
De esta forma, en primer lugar, se analizará la política exterior que ha manejado el
Estado sudafricano después del régimen del Apartheid. En segundo lugar, se
tendrá en cuenta la política migratoria. Finalmente, se tomarán elementos del
discurso sudafricano para explicar la toma de decisiones en materia de
migraciones.
Política exterior Sudafricana
Ubuntu – que significa ‘humanidad’ – ha sido primordial para la construcción de
nación, para la creación de una consciencia sudafricana y para la configuración de
la política exterior de este país. Esta filosofía se fundamenta en el supuesto que la
humanidad de cada persona se afirma cuando se afirma la humanidad de las
demás. En este sentido, al trasladar esta idea al ámbito internacional, se
encuentra que Sudáfrica tiene como parte de su interés nacional respetar todas
las naciones, pueblos y culturas, promoviendo el apoyo y desarrollo de los demás
países del sistema internacional – especialmente los africanos.
Así mismo, Sudáfrica reconoce que su seguridad nacional dependerá del
establecimiento de la seguridad humana como meta universal. Para esto, el país
se basa en el principio Batho Pele, es decir, poner a las personas siempre primero
(Ver República de Sudáfrica, International Relations and Cooperation Department,
2011, p. 4). Por ende, son estos principios nacionales los que van a dar forma a
una nueva política exterior post-apartheid, fundada en una identidad sudafricana
que propenderá por el fortalecimiento del panafricanismo, el renacimiento africano
y la cooperación sur-sur.
Se debe tener en cuenta que durante muchos años Sudáfrica fue considerado un
paria en el sistema internacional debido a su pasado enmarcado en el apartheid.
Sin embargo, con la caída de este régimen de segregación racial y con la llegada
de Nelson Mandela al poder en 1994, se empezó a reconfigurar la política exterior
debido a que se resaltaba la importancia de mantener relaciones internacionales
fuertes y consolidadas, que le permitieran al país salir de su condición de
aislamiento y constituirse en el líder y vocero del renacimiento africano.
Thabo Mbeki es quien anuncia el renacimiento de África en el siglo XXI, en su
discurso de abril de 1997 ante la Comunidad de Desarrollo de África Austral –
SADC por sus siglas en inglés – cuando expresa: “Aquellos que tengan ojos para
ver, permítanles ver. El Renacimiento está ante nosotros. Como cuando tratamos
de ver a través de un espejo oscuro, parece no ser obvio. Pero está ante nosotros”
(Mbeki, 2000, p. 76).
De esta manera, es importante precisar el concepto de Renacimiento Africano
dado que cada vez es más frecuente su uso en el discurso sudafricano, por tanto,
se entiende como:
la necesidad de otorgarle poder a los pueblos africanos para liberarse ellos
mismos del legado del colonialismo y neocolonialismo y para situarse en el
escenario global como contribuyentes iguales y respetados, así como beneficiaros
de todos los logros de la civilización humana (Mbeki, 2000, p. 77).
Así, el concepto engloba tanto el pasado como el futuro de un continente (Mbeki,
1998). El pasado porque que tiene en cuenta todos los logros artísticos,
arqueológicos y arquitectónicos de los grandes imperios africanos en la
antigüedad. El presente porque busca que todos los países del continente superen
los problemas actuales, le den fin al conflicto interno, instauren gobiernos
democráticos y alcancen un desarrollo que se traduzca en mejores condiciones de
vida para la población africana en general.
Dado lo anterior, en 1997 el Congreso Nacional Africano evidenció la necesidad
de utilizar el concepto de Renacimiento Africano para definir las relaciones tanto
con África como con el resto del mundo. Esta idea se fortalece con el propósito del
país de convertirse en el líder y vocero del continente y de ayudar a través de la
cooperación y la mediación a promover la paz, la seguridad internacional y a
impulsar el desarrollo político y económico en los países.
En este orden de ideas, al reconocerse como parte integral del continente africano
y comprometerse en la búsqueda de la estabilidad, unidad, desarrollo y
prosperidad de éste, utiliza como plataforma de su política internacional el
Panafricanismo. Esta idea se basa en la premisa que todos los pueblos
descendientes de África constituyen una comunidad cultural y política basada en
los orígenes comunes de opresión racial, política y económica. Del mismo modo,
implica una unidad política, económica y cultural entre todos los africanos, con el
objetivo de tener éxito en la liberación y progreso de todos los pueblos y naciones
africanas (Ver Adogamhe, 2008, p. 7).
Por lo tanto, dado que el Panafricanismo se fundamenta en la solidaridad política y
en la herencia y valores culturales comunes, se podría concluir que la xenofobia y
la discriminación entre los pueblos de África serían inexistentes. Sin embargo, la
realidad muestra que cuando ingresan personas al país de forma irregular, a
ocupar trabajos de carácter informal, sin las condiciones y garantías previas
suficientes para la inserción en la sociedad; son percibidos como un obstáculo
para el logro de los objetivos de la nueva agenda desarrollista que tiene el país y
por esta razón son excluidos y rechazados.
Por otra parte, la ideología panafricanista se convirtió en el fundamento de la
Organización de la Unidad Africana (OUA) que posteriormente se transformaría en
la Unión Africana (UA), que son organismos que materializan la idea de crear una
entidad supranacional que promueva la unidad del continente e impulse su
desarrollo económico.
Ahora bien, con la Unión Africana lo que pretenden los países es “crear una
alianza económica y monetaria, establecer una política exterior y de defensa
común, junto con otras decisiones estratégicas basadas en un conjunto de valores
claramente identificados” (Adogamhe, 2008, p. 2). Adicionalmente, se debe tener
en cuenta que el liderazgo de Sudáfrica en la transición de la OUA a la UA y en la
posterior constitución y consolidación de la última, fue fundamental y se refleja en
que ésta fue inaugurada formalmente en la ciudad de Durban por el Presidente
sudafricano Thabo Mbeki el 9 de julio de 2002.
De igual forma, su liderazgo se demuestra con propuestas como la Nueva Alianza
para el Desarrollo de África (NEPAD – por sus siglas en inglés), que es una
iniciativa económica que pretende establecer un marco estratégico para alcanzar
un desarrollo socio-económico. Cabe resaltar que África es un destino importante
de exportación de bienes y servicios de valor agregado provenientes de Sudáfrica,
sin embargo, este país restringe la entrada de productos del continente y los limita
a un reducido número de bienes primarios.
De ahí que, a pesar de ser uno de los principales promotores de iniciativas de
cooperación e integración del continente, en algunas ocasiones Sudáfrica no es
consistente con su discurso y no firma protocolos o convenios multilaterales y
regionales que nacen en las organizaciones que ayudó a consolidar y fortalecer.
Un ejemplo de esto es la Ley de Inmigración de la Comunidad de Desarrollo de
África Austral (SADC), específicamente en sus tres borradores de Protocolos
sobre el movimiento de personas, los cuales fueron rechazados por Sudáfrica.
Sumado a lo anterior, el discurso sudafricano prioriza la Cooperación Sur-Sur
debido a que considera que es una estrategia importante para que los países en
desarrollo del continente diversifiquen sus relaciones, promuevan la integración
con otros países y no dependan exclusivamente de las potencias del norte. Por
tanto, es consciente de la necesidad que tiene el continente de contar con ayuda
de otros países para superar sus conflictos y desarrollar industrias y economías
capaces de cumplir con los desafíos de la globalización.
Así mismo, la Cooperación Sur-Sur será fundamental para desarrollar políticas
coherentes con el discurso de renacimiento africano pero que a su vez contribuyan
a darle solución a los problemas migratorios que tiene Sudáfrica con sus vecinos.
El país debe ser consciente que en la medida en que alcanza un desarrollo
considerable económicamente, atraerá flujos de personas – tanto capacitadas y
educadas como analfabetas – por lo que es imperativo desarrollar una política
acorde a esta situación, la cual supere el enfoque tradicional de dos puertas y
ayude e integre a los inmigrantes dentro de la sociedad.
La política migratoria post-Apartheid
Ahora bien, como se afirmó anteriormente este discurso que han manejado los
gobiernos democráticos desde 1994, puede entrar en contradicción con la política
migratoria que ha manejado el Estado post-apartheid. De esta manera, Aurelia Wa
Kabwe-Segatti, afirma que “el debate en Sudáfrica post-apartheid se ha
caracterizado esencialmente tanto por un enfoque migratorio basado en la
seguridad como por la apertura al resto del continente africano y al mundo en
general” (2006, p. 34).
En la actualidad, dicha política se basa en el control y regulación de flujos y está
contenida en dos instrumentos, la Ley sobre Refugiados de 1997 y la Ley de
Inmigración de 2002, con sus respectivas enmiendas. Así, la última ley (Ley de
Inmigración) está
dirigida a regular a las personas que [van] a ser admitidas en el país, las que
[tienen] intención de convertirse en residentes y finalmente, aquellas que saldrían
de este. Además, establec[e] las condiciones para las distintas categorías de
migrantes permanentes y temporales así como regula la detención y deportación
de los indocumentados (Barriga y Bernal, 2011, p. 22).
En este orden de ideas, para poder analizar la política migratoria sudafricana en
su conjunto, es necesario analizar brevemente cómo ha sido la migración hacia el
Estado durante los últimos años. Por tanto, según The Community Survey de
2006, en Sudáfrica habitaban 958 186 personas nacidas en el exterior, es decir, el
2.4% de la población total (citado en: Republic of South Africa-Labour Department,
2007, p. 4). La población extranjera en Sudáfrica se puede clasificar –según
Jonathan Crush (2005. P. 118)- en cuatro categorías: la primera agrupa a los
trabajadores temporales con contrato legal3, quienes van a trabajar a las minas de
oro y platino, y provienen de países vecinos como Botswana, Lesotho y
Swazilandia.
3
La forma más antigua de migración desde África del Sur hacia Sudáfrica.
La segunda contiene a los migrantes regulares calificados4, que se encuentran
distribuidos por toda Sudáfrica y de éstos la mayoría5 provienen de Europa y Norte
América (Crush, 2000 p.15). La tercera categoría está compuesta por la migración
forzosa, que se refiere a los refugiados que migran hacia Sudáfrica como
consecuencia de conflicto en su país de origen.
Finalmente, la cuarta categoría tiene en cuenta a los migrantes irregulares o
indocumentados, -según Crush- ésta es la categoría con mayor número de
migrantes en Sudáfrica. Las cifras oficiales estiman que aproximadamente hay 5
millones de migrantes irregulares –con mayor concentración en Johannesburgo y
provenientes principalmente de Mozambique y Zimbabwe (Crush, J. 2005 p. 120).
Teniendo como referente dicha clasificación, se puede argüir que el enfoque de
política migratoria que el gobierno sudafricano adopta varía según la categoría de
migrante. Así, dicha política varía dependiendo si se trata de una migración laboral
–en la cual se aplican modelos unilaterales, bilaterales y multilaterales-, de
refugiados o personas en de situación de irregularidad.
Migración Laboral
En Sudáfrica, la política migratoria ha ido de la mano del campo laboral. En este
sentido, la Ley de Inmigración de 2002 reguló la entrada de las dos primeras
categorías expuestas por Jonathan Crush anteriormente. Así, las políticas de
entrada o salida del país se basan en una visión desarrollista de las migraciones,
puesto que acepta los elementos que contribuirán al crecimiento y desarrollo del
Estado y rechaza a quienes no se encuentran dentro de este esquema. En
consecuencia, el White Paper on International Migration6 en 1999 establecía
claramente que buscaba
dejar entrar a las personas que añaden valor a la sociedad sudafricana y dejar
aquellas que no lo hacen. (…) Las personas que pueden añadir valor al
crecimiento y desarrollo son aquellas que invierten, son empresarios que
promueven el comercio, aquellas que pueden añadir nuevos conocimientos y
experiencia a la sociedad, y aquellas que tienen las capacidades y experticia
requeridas para hacer las cosas que los sudafricanos no pueden hacer
apropiadamente. Dicha apertura al mundo debe ser bienvenida (Republic of South
Africa- Ministry of Home Affairs, 1999)
De esta manera, la visión anterior sobre las migraciones y su relación con los
asuntos y el interés nacional del Estado quedó contenida en la la sección 2 (1) de
4
Por calificado se entiende a todas las personas que contribuyen a sostener el núcleo funcional de
la economía (Crush, J. 2000 p. 14).
5
De una muestra de 400. Estudio disponible en: Crush, J, et al. (2000) « Brain Gain: Skilled
Migrants and Immigration Policy in Post-Apartheid South Africa » en Migration Policy Series No. 20,
The Southern African Migration Project, Cape Town.
6
Documento del gobierno sudafricano en el que se basó la Ley de inmigración de 2002.
la Ley de inmigración de 2002. Aunque dicha sección fue derogada con la
enmienda de 2004,
brinda un panorama de las intenciones de la Ley de inmigración al señalar los
objetivos de la misma, incluyendo la regulación de los flujos de entrada de
“extranjeros” para promover el crecimiento económico, por medio de (a)
asegurando que las empresas sudafricanas puedan emplear a los extranjeros que
se necesitan; (b) facilitando la inversión extranjera, el turismo y las industrias que
dependen del intercambio internacional de personas; (c) permitiendo la “estancia”
en el país de las personas excepcionalmente calificadas; (d) aumentando el
recurso humano calificado; (e) facilitando el movimiento de estudiantes y
académicos al interior de la SADC para realizar sus estudios, investigaciones o
enseñar; (f) promoviendo el turismo; (g) fomentando la formación de los
ciudadanos y residentes para reducir la dependencia laboral de extranjeros y
promover la transferencia de capacidades desde los extranjeros hacia los
nacionales. Aunque esta sección de la IA original ha sido derogada sí indica la
intención de la política migratoria, [a pesar que] la IA7 modificada parece un poco
más restrictiva (Republic of South Africa-Labour Department, 2007, p. 17).
Ahora bien, según The Labour Department afirma que en el Estado sudafricano ha
habido un debate entre los enfoques unilaterales, bilaterales y multilaterales hacia
la política migratoria. En primer lugar, el enfoque unilateral se refiere a las
decisiones de política que dependen únicamente del gobierno central. En este
sentido, la ley de inmigración establece las condiciones y permisos de entrada y
“cuatro categorías diferentes de permiso de trabajo (cuota, general, competencias
excepcionales y transferencias dentro de la compañía)” (Republic of South AfricaLabour Department, 2007, p. 17).
En segundo lugar, el enfoque bilateral tiene en cuenta los tratados y acuerdos
realizados por Sudáfrica y otros países de la región para la realización de
programas de migración circular. Bajo este enfoque, el Estado sudafricano ha
firmado acuerdos con los Estados vecinos como (Botswana, Lesotho, Malawi,
Mozambique, Swazilandia y Zimbabwe).
Finalmente, el enfoque multilateral se caracteriza por la firma de protocolos en el
seno de organizaciones internacionales y regionales como la Unión Africana, La
Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC por sus siglas en inglés) y
Naciones Unidas. En este último, cabe anotar como se afirmó anteriormente que
aunque Sudáfrica ha sido promotor de la integración económica y política en el
continente, los gobiernos se han abstenido de ratificar los protocolos que
considera que van en contravía con la consecución del desarrollo y crecimiento del
país.
7
Immigration Act 2002 (Ley de Inmigración)
Refugiados:
Por otra parte, como resultado de la inestabilidad regional la política de asilo a
partir de 1997, como se afirmó anteriormente, se ha manejado mediante una
legislación aparte de la política de inmigración. Sin embargo, “el proceso de
determinación de los refugiados tiende a adjudicar esta calidad con base en el
origen nacional y no con base en las circunstancias individuales y la amenaza de
daño” (Crush, J. 2005 p.119). A su vez, los refugiados continúan siendo una
población vulnerable y por tanto se encuentra en desventaja al tener gran
dificultad de acceso a servicios como la salud y la educación. En consecuencia,
enfrentan una serie de problemas sociales, incluyendo dificultad en el acceso a
documentos de identidad, limitado acceso a servicios básicos de salud, exclusión
de los hijos de los refugiados dentro de las escuelas, (…) incapacidad para abrir
cuentas bancarias y negación de oportunidades de empleo (Bhamjee and
Klaaren, 2004; Winterstein and Stone, 2004; Pursell, 2004; Jacobsen and Bailey,
2004 citados en Crush, J. 2005 p. 137).
Migración irregular
Como se nombró anteriormente y de acuerdo con Crush, esta categoría puede
estar constituida por el mayor número de inmigrantes en el país. Como resultado
del colapso del régimen del Apartheid y el gran cambio en la política interna que
experimentaba el país, la migración irregular en los años 90s aumentó. Por tanto,
según The Human Sciences Research Council of South Africa estimó que había
entre 5 y 8 millones de indocumentados en Sudáfrica (citado en Republic of South
Africa-Labour Department, 2007, p. 15). De éstos, las fuentes principales son
Mozambique, Lesotho y Zimbabwe.
En efecto, la alta tasa de inmigración irregular ha traído consigo grandes retos y
problemáticas para la Nación del Arco Iris. En este sentido, cuando el inmigrante
irregular entra al mercado laboral informal, no cuenta con las condiciones
necesarias para su efectiva inserción en la sociedad receptora. Como resultado a
esta situación, dichas personas son percibidas como un impedimento para la
agenda desarrollista del Estado. Así mismo, en el seno de la sociedad sudafricana
se van forjando actitudes xenofóbicas, puesto que en su imaginario los
asentamientos informales, parte de la alta tasa de desempleo y la propagación del
VIH/SIDA, se entienden como consecuencia de la inmigración irregular.
El por qué de este enfoque en la política migratoria:
Aunque el Estado sudafricano ha experimentado avances inigualables en la
abolición del régimen de Apartheid político, aun no ha logrado hacer lo mismo con
la segregación en el ámbito económico, que se mantuvo por más de sesenta años
en el país. Es decir que, los gobiernos democráticos conservan el reto de integrar
al cien por ciento de la población negra a la economía del país. En este sentido, es
razonable que desde el gobierno se pregunte si “Sudáfrica debería aceptar la
entrada de trabajadores poco calificados al país cuando la tasa de desempleo es
de 30-40%”(Republic of South Africa-Labour Department, 2007, p. 10).
De esta forma, es necesario recalcar que el Estado no cuenta con la capacidad
necesaria para satisfacer todas las necesidades de sus nacionales y por tanto, es
sensato que tome políticas restrictivas en cuanto a la inmigración. De esta
manera, como el gobierno establece en el preámbulo de The White Paper on
International Migration de 1999
la historia [de Sudáfrica] ha sido desventajosa para [algunos] segmentos de la
población, excluyéndolos de la participación en el mercado de educación y
capacidades. [Por lo que] debe haber una acción afirmativa en la inmigración,
(…)[La] obligación [del gobierno] radica en servir primero, al pueblo [sudafricano];
segundo, los pueblos de la región y los miembros de los Estados de la Comunidad
de Desarrollo de África Austral; tercero, los pueblos de África ; por último, el resto
del mundo (Republic of South Africa- Ministry of Home Affairs, 1999).
Conclusión: ¿Hacia dónde va Sudáfrica en materia de política migratoria?
En conclusión, la política migratoria sudafricana se constituye en un obstáculo
para la consecución de los objetivos panafricanistas, puesto que como resultado
de las diferencias en las condiciones internas de cada Estado en África, los
ciudadanos tenderían a emigrar hacia los grandes polos de desarrollo, dado que
les ofrecerían una mejor calidad de vida. Ahora bien, a pesar de que el Estado
sudafricano –como se afirmó anteriormente- ha sido uno de los principales
abanderados de dicho discurso, su respuesta frente a la inmigración –sobretodo la
irregular y la no calificada- ha sido como la que se manejaba en el Estado del
Apartheid, quien “prefería la deportación en lugar de la sanción” (Republic of South
Africa-Labour Department, 2007, p. 42).
En este sentido, es importante recalcar que los esfuerzos realizados por el
gobierno en busca de la reconciliación en la población sudafricana no han podido
ser efectivos en algunos aspectos, puesto que el Estado no cuenta con una
estructura suficiente para favorecer la integración de los inmigrantes dentro de la
sociedad. Así, se entiende que la prioridad de los gobiernos ha sido desracializar
la economía.
Finalmente, se observa que la política exterior y migratoria del Estado sudafricano
apuntan a direcciones diferentes, puesto que la primera maneja un discurso de
apertura e inclusión de todos los pueblos africanos. Mientras que la segunda,
muestra una Sudáfrica de puertas cerradas, en razón de la consecución de los
objetivos de política interna relacionados con la inclusión de toda población
nacional, el crecimiento y desarrollo económico. Por consiguiente, es necesario
encontrar un equilibrio entre la política exterior, la política interna y la migratoria,
para poder ampliar los principios basados en el ubuntu hacía las poblaciones de
inmigrantes.
Referencias Bibliográficas
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