prólogo

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Prólogo
Este libro pone a disposición de los interesados, los aspectos más
relevantes de los estudios realizados en 2007 para integrar un diagnóstico de la situación en México sobre los Contaminantes Orgánicos
Persistentes (COP) sujetos al Convenio de Estocolmo, así como información adicional incorporada a lo largo del proceso de elaboración
del Plan Nacional de Implementación (PNI) del mencionado Convenio, y precisiones y análisis realizados por los autores.
La importancia de la información contenida en este documento
trasciende el tema de los COP, ya que además de poner en relieve el
estado y avances logrados en cuanto a la gestión de estos compuestos, también incorpora elementos para la gestión de las sustancias
peligrosas en México desde diversas perspectivas, particularmente
en lo que se refiere a su regulación y control, su medición, su investigación, la difusión de información y participación pública.
Los avances a los que se hace referencia, se han producido en
buena medida bajo el impulso derivado de la puesta en práctica de
las disposiciones derivadas de convenios internacionales de los que
México es parte y de la cooperación técnica, y en algunos casos
financiera, asociada a su cumplimiento. Tal es el caso del Acuerdo
para la Cooperación Ambiental en América del Norte, en el marco del cual se formó la Comisión para la Cooperación Ambiental
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(CCA) y el Grupo de Manejo Adecuado de Sustancias Químicas
(SMOC, por sus siglas en inglés). Particularmente, en el marco de
trabajo del SMOC se han venido desarrollando en México desde
1995 planes de acción regionales para la eliminación del DDT, el
clordano y los bifenilos policlorados (BPC), los cuales están sujetos al Convenio de Estocolmo, y se encuentran en desarrollo otros
como el programa de monitoreo y evaluación ambiental de las sustancias persistentes y tóxicas.
Para ubicar en su justo contexto las implicaciones ambientales
y económicas de los COP, es necesario recordar que a partir de mediados de los años 20 del siglo pasado, se inició a escala industrial
la síntesis de moléculas nuevas, que abrieron un amplio horizonte
de nuevos productos orientados a satisfacer y “mejorar” la calidad
de vida de la población. Entre estos compuestos se encontraban
compuestos orgánicos como el DDT y los BPC, de los que en ese
entonces se desconocían sus propiedades de toxicidad, persistencia
y bioacumulación.
La producción industrial de nuevas sustancias químicas sintéticas permitió el desarrollo de áreas no exploradas del conocimiento científico que llevaron a la formación de instituciones y
expertos en química orgánica e inorgánica y en otras ramas afines.
En paralelo a la evolución de las sustancias químicas sintéticas
se empezaron a conocer los efectos nocivos de algunos de los
productos químicos generados o derivados de las emisiones contaminantes de sus procesos, que llevaron a la exigencia de que
todo nuevo producto químico debería ser sometido a pruebas de
laboratorio para determinar su peligrosidad. Lo anterior favoreció
el desarrollo de nuevas áreas de la ciencia como la toxicología,
ecotoxicología y la química ambiental. A la vez, los gobiernos de
los países desarrollados respondieron a ello estableciendo regulaciones para su control e incluso prohibiciones para su consumo
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D iagnóstico
nacional
nacional, más no para su exportación y comercialización en otros
países, como ocurrió con el DDT y los BPC.
El hallazgo de la capacidad de los compuestos orgánicos tóxicos,
persistentes y bioacumulables de afectar a la salud y los ecosistemas; de permanecer largos periodos de tiempo en la atmósfera, y de
movilizarse a grandes distancias y de traspasar las fronteras de los
países, llevó a la conclusión de que su eliminación debería ser abordada a nivel global, lo cual condujo al establecimiento del Convenio
de Estocolmo.
Otros tratados internacionales relacionados con el Convenio de
Estocolmo, han sido adoptados también con el fin de controlar el
movimiento de productos y residuos peligrosos entre países (particularmente de los países industrializados a los países en desarrollo). Entre ellos destacan el Convenio de Róterdam que establece el procedimiento de información y consentimiento previo a la
importación de sustancias prohibidas o severamente restringidas y
el Convenio de Basilea sobre movimientos transfronterizos de residuos peligrosos y su disposición. Igualmente relevante ha sido el
establecimiento del Protocolo de Montreal sobre las sustancias que
deterioran la capa de ozono y el Protocolo de Kyoto relacionado con
las sustancias que ocasionan el efecto de invernadero que está cambiando el clima en el mundo, los cuales son otros de los numerosos
ejemplos de convenios internacionales que involucran el control de
sustancias químicas capaces de provocar riesgos a la salud y al ambiente de escala mundial.
El cumplimiento de nuestro país, y de otros países en desarrollo
o con economías emergentes, a la multiplicidad de convenios internacionales sobre sustancias químicas, se puede ver afectado ante
la escasez de conocimientos científicos y técnicos, de instituciones
especializadas y de expertos en la materia, así como de bases legales
e infraestructura para su medición, manejo, tratamiento y disposiPrólogo
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ción final, que se suman también a las limitaciones presupuestarias
y a otras necesidades urgentes de atender, por lo que es evidente
la importancia de la asistencia técnica y financiera proporcionada
por la comunidad internacional, que ha demandado el desarrollo de
un Enfoque Estratégico para la Gestión Internacional de Sustancias
Químicas que, entre otros, busca vincular los esfuerzos para cumplir
conlos diversos convenios en este campo.
En el caso específico del Convenio de Estocolmo, los países en
desarrollo (incluido México), han recibido apoyo financiero por parte del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas
en inglés), a fin de formular su Plan Nacional de Implementación
(PNI), el cual en México constituye la base para orientar las políticas públicas en materia de COP. Los planes de acción incluidos en el
PNI, específicos para reducir o eliminar los contaminantes orgánicos
persistentes constituyen de igual forma la base de los términos de
referencia de proyectos susceptibles de financiamiento nacional e
internacional.
Lo anterior pone en perspectiva la utilidad de la información
contenida en este documento, la cual será de gran valor no sólo para
la ejecución en México de su PNI, sino para la puesta en práctica del
enfoque estratégico mencionado previamente.
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nacional
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