Espacio, memoria y conflictividad señorial en la Marina

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SARRIÀ
Revista d´investigació i assaig de la Marina Baixa
Espacio, memoria y conflictividad señorial en la
Marina Baixa. Siglo XV
Juan Leonardo SOLER MILLA
Dpto. Hª Medieval, Hª Moderna y CC.TT.HH., Universitat d’Alacant
Resum: Després de la conquesta i colonització cristiana del Sharq al-Andalus es va produir un procés de senyorialització en molts territoris del País Valencià. En el cas de las Muntanyes assistim a
un doble procés definit per l’atomització i conflictivitat senyorial. En aquest treball es presenta una
disputa entre els senyors de Benidorm i Finestrat en el segle XV.
Paraules clau: feudalisme, noblesa, senyors, conflicte senyorial, Finestrat, Benidorm, segle XV.
Resumen: Tras la conquista y colonización cristiana del Sharq al-Andalus se produjo un proceso de
señorialización en muchos territorios del País Valenciano. En el caso de las Montañas asistimos a un
doble proceso definido por la atomización y conflictividad señorial. En este trabajo se presenta una
disputa entre los señores de Benidorm y Finestrat en el siglo XV.
Palabras clave: feudalismo, nobleza, señores, conflicto señorial, Finestrat, Benidorm, siglo XV.
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“…. per tant de temps ençá que memoria d’homes no es en contrari… ”
De esta forma, los procuradores de señores feudales y villas argüían la pertenencia
secula seculorum de un territorio a su jurisdicción. La escritura y los documentos medievales depositan la memoria de estas gentes, estas sociedades e instituciones para justificar,
hacer creer y manipular sus derechos, normalmente frente a otros. Gracias a la conservación de pleito entre dos señores de la comarca de la Marina a finales de la Edad Media,
podemos radiografiar algunas cuestiones del universo señorial.
Un país ple de senyors, así reza uno de los capítulos de una obra todavía clave para
entender el feudalismo valenciano, me refiero a Terra de Feudals, editada en 1991, cuya
lectura o relectura produce de nuevo la misma sensación de renovación para el historiador
actual que por aquellos momentos, manteniendo, asimismo, muy vigentes algunos planteamientos, debates, y lo más difícil, posibles vías de análisis. Su autor, Ferran García i
Oliver, como han hecho otros, esbozaba a la nobleza catalana y aragonesa, que en años
venideros ocuparían y dominarían todo el rural, como ansiosa en su deseo de cruzar el Sènia. El sharq al-Andalus se configuraba como un vasto horizonte donde se concentraba el
deseo de explotar territorios, recursos y gentes y sobre todo muchas indulgencias y botín.
La nobleza conocía perfectamente que la fortuna radicaba en la figura del monarca que a
su vez intentaba articular todo el proceso colonizador cristiano a los andalusíes. El rey sabía de la necesidad de señores y órdenes militares para la repoblación pero entendía a su
vez el peligro que podían ocasionar estos individuos, como lo perpetraban en tierras aragonesas y valencianas septentrionales tiempo atrás. Fruto de lo cual fue el debilitamiento
de los núcleos señoriales en el Doscientos; muchos señoríos, si se me permite la expresión, comprendían sólo una alquería o un espacio muy reducido, muchas veces con tierras
dispersas en varias comarcas, imposibilitando una gestión racional y económica de los
mismos, como han señalado Enric Guinot y Josep Torró. Imagen y realidad que también
ha sido planteada para los señoríos de la Montaña y las Marinas por el profesor Cabezuelo
desde los momentos del último tercio del siglo XIII hasta la muerte de uno de los grandes señores valencianos, Bernat de Sarrià. A muy grandes rasgos, no me corresponde
trazar una evolución que ya ha sido planteada en un extraordinario dossier de la Revista
d’Història Medieval en el año 1997 por los profesores Guinot, Furió y García, apuntando
que esta dinámica se mantiene al menos hasta fines del s. XIV. La señorialización fue un
todo en el País Valenciano durante los siglos bajomedievales aunque la permeabilidad,
mutación de dominios e inestabilidad económica fueron sus claves de desarrollo. Además
de constituirse en unos nobles muy ligados a la actividad militar en los tiempos iniciales de
la conquista (función social que nunca perderán), paulatinamente irán copando cuotas de
poder en los organismos e instituciones reales.
Insistiendo de nuevo en el ámbito historiográfico, muchos de estos estudios, que
se explicitan en la relación de obras indicadas más abajo, partían de la trayectoria y bagaje científicos de los modernistas, como Ciscar, Ardit, entre otros tantos. Otros trabajos
importantes, que no se recogen, como los de Pastor Zapata, Febrer Romaguera, Guinot,
Viciano, Torró, Narbona, han tratado aspectos esenciales de la nobleza valenciana, siendo
las obras de C. López y J. Sáiz las que han renovado el panorama de este grupo sociopolítico, gracias a estudios minuciosos y analíticos a través de un gran cuerpo documental y
examen historiográfico para la primera mitad del siglo XV.
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1. La señorialización de la comarca de la Marina
La conquista y anexión política del Sharq Al-Andalus por parte de la Corona de Aragón, que comenzó en los espacios más septentrionales del poder almohade en las primeras décadas del siglo XIII, comportó un consecuente proceso de colonización que suponía
trasladar una nueva sociedad desde todos los ámbitos, desde la esfera político-religiosa a
los modelos de poblamiento y organización social del espacio, pasando por una nueva articulación económica de los recursos productivos, un nuevo orden ideológico –el feudal–, y
una nuevos pobladores al espacio andalusí. Este proceso, que es tanto como hablar de la
formación feudal del reino de Valencia, comenzada en el reinado de Jaime I, bien explicado por la historiografía valenciana desde hace tres décadas, produjo diferentes problemas
tanto para la sociedad colonizadora como, sobre todo, para la sociedad colonizada.
La imposibilidad de trasladar una población ingente para ocupar este espacio, en
detrimento de la sociedad andalusí, no permitió una colonización efectiva. De hecho, la
inmigración colonial será una tónica permanente desde fines del Doscientos y a lo largo
del Trescientos. Jaime I y sus sucesores tuvieron que recurrir a diferentes instituciones,
Iglesia y Órdenes Militares, caballeros y señores laicos, mercaderes, para desarrollar esta
primera expansión territorial, reducida a tomar los principales resortes de poder político de
la sociedad andalusí, como en otros lugares del territorio ibérico, sobre todo el protectorado murciano de Ibn Hud.
La configuración y modificación institucional y territorial fue constante en los señoríos de la Marina durante los siglos bajomedievales, unos señores sucedían a otros, unos
pugnaban con otros. Unas veces estos procesos venían determinados por la imposición
de unos linajes sobre otros, con la aquiesciencia y apoyo de la institución monárquica.
La historiografía reciente ha tratado estas cuestiones, sobre todo en los siglos XIII y XIV,
como los trabajos de E. Guinot, J.V. Cabezuelo y J. Torró ya citados, entre otros; menos
estudiado está el siglo XV.
Por tanto, los señores ostentaron una función extraordinaria en muchos lugares
para llevar a cabo esta colonización, en un primer momento como un dificultoso intento
Figura 1. Jaime I comiendo ante su copero, en la otra mesa aparecen representados diferentes
nobles. Crónica del siglo XIV
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y proyecto político de control del territorio y de la población. Una labor difícil de acometer
durante las dos o tres primeras décadas de dominio cristiano, por las cuestiones señaladas más arriba y por la existencia de un escenario de frontera con una coyuntura de claro
enfrentamiento político con los musulmanes del lugar, en todo las tierras valencianas,
sobresaliendo las más meridionales. Proceso que se impulsó de manera más fuerte tras
sofocar la revuelta de Al-Azraq (1274-1276), quien constituyó una clara reorganización
del poder musulmán, con el caudillaje de diferentes aljamas y castillos de las Montañas,
haciendo peligrar durante más de una década el débil poder y control político cristiano.
Por tanto, dos rasgos fundamentales definen el proceso de señorialización: la atomización territorial –divisiones, repartos, concentraciones de propiedades, derechos y
hombres– y la conflictividad señorial –sempiternas luchas entre señores que desembocan
finalmente en procesos de paulatino debilitamiento de sus propiedades y jurisdicción frente a un poder monárquico, bien a través de las instituciones regnícolas territoriales, bien
a través de las ciudades, una tendencia que comenzaba en los umbrales de la Modernidad–.
2. La conflictividad señorial
Las disputas entre señores, también con villas y autoridades reales, estuvieron motivados por tres causas fundamentales, siguiendo la división propuesta por Carlos López
Rodríguez en su Nobleza y poder político. Valencia (1416-1446), y que se establecen en
tres pautas y tres categorías: la lucha por la fuerza de trabajo, la defensa del honor y los
conflictos por la herencia, el patrimonio y las jurisdicciones señoriales. El citado autor manifiesta la propia parcialidad de esta propuesta y la posibilidad de realizar un modelo alternativo, además de la existencia de otras divisiones y conceptualizaciones en este sentido,
aunque nos parece muy valida metodológica y argumentalmente.
Figura 2. Documento medieval sobre el
proceso de conflicto entre nobles, expuesto
en el trabajo.
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Sin entrar en profundidad en estas causas y deteniéndonos en las luchas que se
producían por las últimas cuestiones (patrimonio, jurisdicción y herencia, donde obviamente se engloba directamente el motor económico de la sociedad rural bajomedieval, el
trabajo de los campesinos), estas disputas tiene un fondo común y muy denso. La superposición y confusión de derechos, las estrategias matrimoniales para asentar o debilitar
propiedades, las herencias y sucesiones y, sobre todo, la compleja propiedad feudal, producían enormes problemas ligados con las divisiones de términos, el aprovechamiento de
tierras incultas, bosques y pastos, agua, etc., el cobro de derechos e impuestos de todo
tipo (explotación de hornos, molinos, etc.), la propiedad de bienes muebles e inmuebles, y
fundamentalmente el ejercicio de la jurisdicción señorial.
3. Un observatorio específico: la Marina Baixa, disputa Llúria-Mendoza en 1435
Tres núcleos rurales, tres economías agrícolas y marítimas, tres comunidades marcadas por sus intensas relaciones humanas y económicas, la modesta aljama musulmana
de Finestrat, la pequeña Benidorm (muy desconocida histórica e historiográficamente en
el ámbito medieval) y el núcleo que concentraba buena parte de los recursos económicos
comarcales, Villajoyosa. Los titulares de Finestrat, Benidorm y Villajoyosa pleitearon durante siglos por múltiples cuestiones, tenemos información de las mismas, aunque muchas
veces ligadas a una documentación medieval y moderna por exhumar y a una memoria
colectiva y oralidad ciertamente difusa y ambigüa.
En las presentes líneas nos planteamos profundizar en una disputa entre María
de Luria, heredera del caballero Alfonso de Morales y señora de Finestrat, y Ruy Díaz de
Mendoza, señor de Benidorm, sobre el dominio, la posesión y el aprovechamiento de algunas tierras limítrofes de sus señoríos en el verano de 1435, en el contexto de formación
y evolución señorial de la Marina durante el Cuatrocientos, proceso extraordinariamente
dinámico y muy heterogéneo.
Ante el gobernador del reino de Valencia, Eximen Perez de Corella, se presentaba Mateu de Pina, procurador de María de Lluria, señora de Finestrat, el 10 de junio del
citado 1435, exponiendo que desde hace muchos años “de gran temps ençà, ço es de pus
de X, XX, XXX e XXXX anys”, recoge el documento, Margarita tenía el dominio de este
valle, Finestrat, y había poseído una hoya dentro de su término, que trabaja y aprovecha
un tal Vilar, vecino de Villajoyosa. Esta hoya con sus tierras y posesiones le pertenecían
a la mencionada señora como todas las rentas, los beneficios y los derechos procedentes
del cultivo o pastoreo de la misma, como había acostumbrado a pagar a los campesinos
y labradores de este lugar. El problema radicaba que el citado Vilar no había satisfecho
los “fruyts e spleits” a la señora, al igual que algunos vecinos de la villa de Benidorm, que
lo hacían, lo intentaban hacer o lo harían, hecho que es conocido por la noble citando al
procurador de este lugar, Guillem de Vich, que informaba y certificaba a la audiencia de
tales hechos. Provocando todas estas cuestiones “molestia e inquietació” en los derechos
de la señora y, por supuesto, que “no perturben ni inquieten ne perturbar inquietar facen
ne prometren directament ne indirecta en la dita possesió ans liberament, li prometen coller e reebre e exhigir tots sos drets de la dita foya e los fruyts e splets d’aquella”, porque
dificultaban el aprovechamiento económico y fiscal de la misma por la señora de Finestrat.
A través de diferentes mecanismos e instancias jurídicas, la corte de la audiencia resolvía
aprobando los derechos de María de Lluria y sancionando en quinientos maravedís quien
infrinja esta sentencia. Resolución judicial que, a través de misiva, fue enviada a la villa de
Benidorm.
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Sin embargo, transcurrido más de un mes, el 18 de julio, Anthoni Ravadell, alcaide y baile de la villa de Benidorm, y Francesc Malouda, síndico de la misma institución,
propiedad de Ruy Díaz de Mendoza, arguyendo, asimismo, que “de preu e per deu, XX,
XXX, XXX, L, LX e LXX anys de e per tants temps ençà que memoria de homens no es
en contrari o que bastaria a legitima preescripció e ab just e legitim titol del qual a corroborar la deius mencionada possessió”, ha sido y es señor del castillo y villa de Benidorm.
Nótese que extiende su dominio a más de setenta años y un momento que la memoria de
hombres no puede ir en contra, es decir, que en fórmula retórica y sobre todo como apelación jurídica utilizada por procuradores, síndicos y juristas en todos estos pleitos, siempre
han tenido unos derechos sobre determinadas posesiones. Además, Ravadell y Malouda
aseguraban que Mendoza tenía unas partidas llamadas Pedra Longa e Chaulell “les quals
afronten ab lo terme de Vilajoyosa a la part e a l’altra part ab la mar”; y que quieren que
pacíficamente puedan exigir a sus oficiales o arrendadores de estas mismas tierras los
derechos pertenecientes. Señalando, asimismo, que hasta este momento –entiéndase
este año de 1435–, también han sido señores del lugar de Finestrat, donde los vasallos y
vecinos de la villa han podido “erbejar e ampriar” con toda seguridad. Sin embargo, a estos
dos representantes de la villa de Benidorm les constaba que la actual señora de Finestrat,
María de Lluria, instigaba a sus oficiales y vasallos a que “se volen esforzar, vexar, molestar e inquietar lo dit noble senyor del dit loch dels dits castells e vila dels officials d’aquell
e de la dita vila e a dita llur quieta publica e pacifica possessió e o quin volent se inter
alia e esforçar, exhigir, reebre e collir delmes e peytes e altres drets e per cens, forments
e blats e altres que en les dites partides son stats semblants”, cuestión que provoca sus
protestas, solicitando a la corte, como en la anterior disputa jurisdiccional, que les
permita defenderse y que se castiguen tales actitudes. A continuación, el gobernador volvía “a donar fermança” y sancionar con la pena de 500 florines, si se produjeran
tales hechos.
En fin, este pleito que atestiguaba una vasta, compleja y dura disputa señorial, sin
entrar en la práctica judicial de la época, nos permite inmiscuirnos en un microuniverso,
que nos rebela informaciones muy interesantes, que sirven como conclusión al presente
estudio, parcial y deudor de otro mayor en curso sobre esta misma temática.
Desde el plano económico, este conflicto denota como los señores en una coyuntura de estancamiento y merma de ingresos ordinarios, con un proceso paralelo del aumento
de cargas extraordinarias, servidumbres y arbitrariedades sobre sus vasallos, se enfrentan per vitam ante cualquier uso y derecho, sujeto a su jurisdicción, o abuso, realizado en
su contra quienes vulneren derechos que afecten a sus tierras, a la más mínima partida o
propiedad rural, donde se extraen una serie de rentas y beneficios sobre los campesinos
y cultivadores de las mismas.
En el ámbito jurídico, en el fondo subyacía un conflicto seguramente anterior, una
lucha por propiedades y herencias que conocemos más tardíamente, gracias a los títulos
de propiedad que presentó uno de los últimos señores medievales de Finestrat y su valle,
Antonio Mingot. En éstos se recogía la venta de este señorío realizado por el infante Carlos, rey de Navarra a Alfonso de Morales en 1434, cuya heredera del lugar sería María de
Lluria desde esos mismos años, como muestra la esta disputa de 1435 y de iure possedora años después (1437-1438), con el refrendo de Rodrigo Díaz de Mendoza. Consejero
éste, a la sazón muy ligado al monarca, quien conocía in extenso toda la venta, además
de la idiosincrasia del lugar, al ostentar, asimismo, Benidorm.
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