construyendo paz en Colombia - La Salle – Colombia – Distrito de

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La Salle:
Construyendo Paz en Colombia
Documentación de experiencias
pastorales de Proyección Social en el
Distrito Lasallista de Bogotá.
COORDINADOR
Carlos Andrés Forero Forero, FSC.
ISBN: 978-958-58787-6-1
Primera edición: Bogotá D.C., agosto de 2015
© Derechos Reservados, Congregación de los Hermanos de las
Escuelas Cristianas - Distrito Lasallista de Bogotá.
Coordinador y editor
Carlos Andrés Forero Forero, FSC
Equipo editorial
Jhonattan Andrés Benavides Jurado
Karen Díaz Restrepo
Laura Arenas Tabares
Diagramación y diseño de carátula
Ingrid Jiménez Urbina
Servicio de Comunicaciones y Publicaciones
Distrito Lasallista de Bogotá
[email protected]
Impresión
CMYK Diseño e Impresos SAS
Queda prohibida la reproducción total o parcial de este libro
por cualquier procedimiento, conforme a lo dispuesto en la ley.
Impreso y hecho en Colombia
Printed and made in Colombia
A la memoria de los Hermanos fundadores
del Lasallismo en Colombia:
Julio, Liberien Joseph y Judulien (franceses);
Alfredo María (ecuatoriano);
Alonso y Alfredo (colombianos).
Ellos, provenientes de otras tierras
e incluso de otros continentes,
fueron los pioneros en salir de sus muros
y liderar una proyección social
que cumple ya 125 años
transformando realidades
y salvando muchas vidas.
ÍNDICE
Pág.
PRÓLOGO
Para que brille así nuestra luz
Carlos Andrés Forero Forero, FSC............................................................................. 9
DOCUMENTACIÓN DE EXPERIENCIAS PASTORALES
DE PROYECCIÓN SOCIAL
Acercamiento a la ESLID como espacio de preparación para jóvenes
comprometidos con la proyección social del Voluntariado Misionero Lasallista
Manuel Alejandro Celis Gil, FSC............................................................................... 21
La escuela lasallista como escenario de paz
Kímberly Linares Sánchez / Fabián Alberto Rangel, FSC.......................................... 33
Fieles hijos seremos del Dante
Lady Andrea Polanco Sánchez..................................................................................... 49
Escuela La Salle para la Paz y la Vida
Carlos Germán González Sandoval............................................................................ 65
Proyecto Alaska
Nicolás Luna Martínez / Laura Bautista Miranda.................................................... 79
Tomados de las manos
Diego Hernán Salamanca Molano.................................................................................... 89
San Vicente del Caguán abriendo fronteras de Paz: Círculos de Paz-es
Quena Melisa Leonel Loaiza...................................................................................... 107
Paz propia como aporte lasallista a la paz nacional
Jesús Ariel Parada Zorro............................................................................................. 119
Jóvenes de Ricaurte
Juan Sebastián Mayorga Cardozo / Julián Felipe Mayorga Cardozo........................ 129
Un espíritu de servicio que nunca se acaba
Karen Viviana Giraldo Rendón / María Clara Montañez Castellanos /
Zulay Katerine Ordóñez Sarmiento / Mónica Lizeth Peñuela Hernández............... 149
Prólogo
Prólogo
Para que brille así nuestra luz
Carlos Andrés Forero Forero, FSC1
“No se puede ocultar una ciudad
situada en la cima de una montaña.
Ni tampoco se enciende una lámpara
para ponerla debajo de un cajón,
sino encima del candelero
para que alumbre a todos los que están en la casa.
Brille así la luz de ustedes
para que vean sus buenas obras
y den gloria a su Padre.”
Mt, 5. 14–16.
Dice Varujan Vosganian en El libro de los susurros, que las costumbres corren
mucho más despacio que la sangre y que por ello es tan difícil que podamos
sacárnoslas o transformarlas (2009, p.13). Viendo esta frase desde el envés también
podemos decir que crear algo nuevo, generar una nueva costumbre, es un proceso
difícil y muy lento que exige mucha perseverancia y paciencia.
Es desde esta perspectiva desde la cual podríamos contemplar el aquí y ahora
de esa dinámica que poco a poco se fue instalando, es decir, se fue volviendo
costumbre en nuestros colegios, y que los fundamentos y lineamientos de la
pastoral distrital definen como la Proyección Social (Forero, 2015). Recuerdo que
hace ya veintiún años, en 1994, escuché por primera vez hablar de este término
a dos apasionados y visionarios Hermanos: uno era nuestro director en el postulantado y el otro el visitador de ese momento. Se trataba de una idea que se
mencionaba tal como se menciona hoy la posibilidad de enviar viajes tripulados
Secretario de Pastoral del Distrito Lasallista de Bogotá. Licenciado en Educación con
especialidad en Estudios Religiosos de la Universidad de La Salle y magíster en Antropología
de la Universidad de los Andes. Correo electrónico: [email protected].
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/9
LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
a Neptuno y que pretendía que cada una de nuestras obras educativas tuviera
bien estructurado y definido un trabajo mediante el cual se beneficiara a niños y
jóvenes de sectores marginados y vulnerables.
La idea surgió de la convicción de que nuestras escuelas son realmente un lugar
de salvación y de que esa salvación podría llegar a muchos más niños y jóvenes
presentes fuera de nuestras aulas. Es más, que dicho proyecto podría estar animado
y apoyado precisamente por los jóvenes que conocían y vivían intensamente su
lasallismo y que podían ser testigos de cuanto la educación puede hacer para
contribuir en la salvación de la niñez y la juventud, entendiendo la salvación
como las posibilidades de desarrollar todos nuestros talentos y habilidades para
lograr el desarrollo propio y contribuir a proyectos comunes y sociales. En últimas,
se trataba de poner en alto una luz que brilla majestuosa dentro de nuestras
instituciones y que merecía alumbrar a muchos más.
Desde aquella época, el afianzamiento de los Centros de Proyección Social (CPS)
se ha venido dando como Vosganian describe el correr de la sangre: muy despacio.
Al principio fue solo una idea que empezó a rodar, a calar en las mentes y corazones
de diversos agentes de pastoral que, transcurridos dos años, decidieron echar a
andar experiencias esporádicas de trabajo en sectores marginados que apenas
llegaban a ser momentos de sensibilización. Pasaron cerca de cinco años para que
en una de las obras, el Instituto San Bernardo, se estableciera un proceso sistemático
y orgánico de proyección social adoptado ya como una política institucional.
Varios barrios y sectores de Ciudad Bolívar y del suroriente de Bogotá fueron
literalmente tomados por jóvenes que en nombre de La Salle iban a replicar las
experiencias significativas vividas por ellos mismos, con lo cual se empezaba a
hacer realidad el hecho de que la salvación representada por una educación de
calidad podría llegar no solo a quienes contaban con recursos para pagar una
matrícula en nuestras obras privadas o a quienes corrían con suerte para hacerse a
un cupo en uno de los colegios públicos animados por nosotros, sino que muchos
otros niños y jóvenes, por acción de la generosidad y por el efecto de expansión,
podrían tener alguna oportunidad de descubrir su capacidad de vencer el círculo
de la miseria por sí mismos, potenciando sus capacidades, talentos y virtudes.
Poco a poco, como suele suceder con las cosas del Reino que empiezan siendo
la más pequeña de las semillas, esa primera experiencia empezó a replicarse en
otras obras. No fue un efecto de reacción atómica en cadena sino más bien fruto
de algunas iniciativas particulares. Pero, como el grano de la parábola que un
hombre echa en la tierra y luego crece solo sin saber cómo (cfr. Mt. 4, 26–39), la
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Prólogo
importancia de los CPS en los procesos pastorales y educativos se fue convirtiendo
en una convicción, en un árbol grandioso que albergaría muchos pajarillos y que
serían consuelo de quienes caminan agobiados por el mundo.
Han pasado, como ya se dijo, al menos veintiún años y en las diversas obras
la proyección social se ha ido afianzando; como en la parábola recién citada, en
algunos lugares apenas está la tierra; en otros ya se tiene lista la semilla; hay ciertos
sitios donde la semilla se ha echado y otros en donde apenas se ve la hierba; los más
avanzados ya empiezan a tener espigas e incluso en algunos ya hay trigo abundante.
Trasegando por las letras de cada una de las experiencias, además de experimentar una inefable emoción, he podido descubrir cuatro aspectos constantes
que nos dan pistas acerca de qué procesos fundamentales se han gestado en
nuestra labor pastoral de proyección social y que sin duda alguna son un aporte
fundamental a la construcción de una nueva cultura de la paz y la reconciliación
en nuestra amada patria:
1. Humanizar: en cada relato es posible encontrar expresiones en las que se
vislumbra la posibilidad de estar y de ser con otros en igualdad de condiciones
–aunque al comienzo los viéramos absolutamente diferentes y extraños– como
uno de los elementos más significativos de una experiencia de proyección
social. Esa acción de ir hacia lugares tan distantes y de interactuar con
personas tan distintas posibilita, por una parte, descubrir que, más allá de
las costumbres y los prejuicios, compartimos una misma dignidad humana
y, por otra, experimentar que tenemos algo para dar a los otros y mucho para
aprender de ellos.
La proyección social es ante todo una experiencia humanizadora, tanto
para los agentes pastorales que van a cada lugar, como para todas las personas
con quienes se trabaja, y es al mismo tiempo una experiencia que permite
redefinir e incluso encontrar un sentido profundo para la vida. Esto, sin
duda alguna, es un aporte altamente significativo a la construcción de una
cultura de la paz y de la vida que los lasallistas comprometidos validan con
convencimiento en sus testimonios.
2. Promover: otro elemento evidenciado reiterativamente en cada uno de los
relatos es la constatación de uno de los factores que más incide en la generación
de pobreza, marginación y exclusión: la mentalidad y la cultura; dicho en
palabras comunes, la mayor de las pobrezas es la pobreza mental. El trabajo
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
realizado por los agentes lasallistas lleva implícita una convicción: no le damos
nada a nadie ni hacemos nada por nadie; antes bien, trabajamos juntos para
que cada cual descubra sus propias habilidades y capacidades de tal modo que
sea capaz de valerse por sí mismo y luego unirse a otros por una causa común.
De este modo nuestros agentes pastorales descubren que una de las tareas
fundamentales en la proyección social consiste en buscar la promoción
humana integral de cada niño, joven y adulto con quienes trabajamos, a partir
de lo que ellos mismos puedan lograr. Es este un aporte al desarrollo social
territorial y, por ende, a la construcción de condiciones generadoras de paz y
convivencia.
En esta misma perspectiva de promoción, los lasallistas descubren que la
educación es una de las herramientas más importantes para el desarrollo de
los talentos y habilidades necesarios para superar la pobreza, ante todo mental,
generadora de los determinismos que mantienen encerrada a buena parte
de la población en el círculo de la miseria. Pero la educación que constituye
uno de los mejores aspectos de estas experiencias no es una educación que se
concibe como el acto académico de enseñar sino como la experiencia humana
de aprender haciendo juntos.
Tal constatación ha hecho que un número significativo de jóvenes
pastoralistas contemplen seriamente el magisterio como un proyecto de vida,
lo cual constituye otro aporte lasallista a la paz. Si se tiene en cuenta que en
la actual coyuntura política se han sentado como bases del Plan Nacional de
Desarrollo la paz, la equidad y la educación, será un aporte significativo que
el país pueda contar con maestros convencidos de lo vital que resulta esta
última para el progreso de los pueblos y para la construcción de la paz y la
reconciliación.
3. Trascender: resulta significativo hallar en las narraciones, tanto de jóvenes
como de maestros y Hermanos, que el trabajo con comunidades vulnerables
requiere de una fuerza que se encuentra en el cultivo de la interioridad y de
la espiritualidad. En una dinámica así, la proyección social adquiere una
dimensión trascendental que permite darle un nuevo rostro a la experiencia
religiosa de lo que somos como cristianos y un sentido de pertenencia vital a
una iglesia comprometida con la misericordia y la justicia, y con un rostro de
humildad.
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Prólogo
Como se puede observar en la mayoría de los capítulos, el cultivo de la
interioridad es ampliamente valorado en un mundo donde especialmente
los jóvenes ansían la posibilidad del encuentro consigo mismos como una
oportunidad de cultivar la paz interior para poder proyectar la vida hacia
los otros y hacia un futuro que normalmente se presenta como amenazante.
Si hay un clamor urgente del mundo es la esperanza y qué mejor forma de
promoverla sino es desde la fe que nos mueve como seguidores de Jesús y la
fraternidad que nos distingue como lasallistas.
Descubrir esta riqueza que nos mueve a la esperanza posibilita también el
hecho de celebrar juntos una fe encarnada que nos lleva más allá de nosotros
mismos y de nuestras propias limitaciones.
4. Servir: finalmente, el más evidente de los factores en una experiencia de
proyección social es el que implica descubrir el gozo de servir al otro y de servir
con otros. Es justamente esto lo que más se desarrolla en cada experiencia y
que da cuenta de lo significativo que resulta salir de nuestros propios muros,
personales e institucionales, para descubrir el valor y el sentido de la vida en
la entrega a los otros y a las causas nobles con las que están comprometidos
muchos hombres y mujeres en el mundo.
Sin duda alguna, esta publicación es vela encendida para ponerla en el
candelero, es ciudad puesta en la cima de una alta montaña, es luz nuestra que debe
brillar ante muchos para iluminarlos, es decir, para anunciar que la esperanza es
posible y que, de hecho, es real, porque hay cientos de generosos jóvenes, maestros,
Hermanas y Hermanos lasallistas en diferentes puntos de la geografía nacional
demostrando que construimos paz acercándonos a quienes más alejados están de
la salvación. Ejemplos claros de esta esperanza real son las experiencias que hoy
aparecen documentadas en esta publicación nacida providencialmente cuando
celebramos con gozo 125 años de presencia en nuestra amada patria y que nos
permiten soñar con muchos siglos más.
Y como es absurdo prender una lámpara para ponerla debajo de un cajón, es
necesario manifestar un sentido agradecimiento a los lasallistas que ayer, hoy y
mañana, continúan llevando esperanza y salvación a muchos niños de lugares como
los diferentes barrios de Bogotá y la localidad de Usme; de ciudades como Villavicencio; o de poblaciones como Soacha, Ricaurte y Chimbe en Cundinamarca,
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
Magangué en Bolívar, Sogamoso en Boyacá y San Vicente del Caguán en el Caquetá.
Por supuesto, en nombre del Distrito Lasallista de Bogotá, un agradecimiento a los
autores de estas páginas:
Al Hermano Manuel Alejandro Celis y, en su nombre, a todos los voluntarios y
jóvenes del Voluntariado Misionero Lasallista de Magangué que han posicionado
el nombre de La Salle en este municipio a través de diversas estrategias que han
ayudado a reconstruir el tejido social. Allí su casa se ha convertido en todo un
símbolo de fraternidad, de construcción de esperanza y de la posibilidad de soñar
un futuro mejor y posible, tal como se menciona en el relato:
A los jóvenes les gusta permanecer en la casa del Voluntariado… hacen
ruido, pelean y se reconcilian… allí descubren una misión, saben que
pueden hacer algo por su tierra y por ello están pendientes, atentos a pensar
siempre en proyectos y actividades que beneficien a Magangué y especialmente a otros jóvenes como ellos. (p.28).
A la profesora Kimberly Linares Sánchez y al Hno. Fabián Alberto Rangel del
Instituto San Bernardo que documentaron la experiencia de Altos de la Florida
en el municipio de Soacha. Su relato nos habla de un lugar que “guarda silencio…
donde se construye un territorio de paz, pues los lazos se fortalecen con el
esfuerzo de organizaciones altruistas con gran experticia en el arte de construir
tejido social” (p.34).
A la profesora Lady Andrea Polanco de la Institución Educativa Dante Alighieri,
quien da cuenta del trabajo pastoral realizado en San Vicente del Caguán, una
población donde “la situación de constante estrés ante la imposibilidad de hacer
algo para combatir tal realidad hizo que se aumentara el silencio y la sumisión ante
cualquier realidad” (p.50), pero en la que el trabajo pastoral llevó a combatir una
pobreza que “no solo se refiere al ámbito de lo material sino también a la pobreza
de espíritu y de proyección” (p. 52).
Al profesor Carlos Germán González, coordinador de la Escuela La Salle para
la Paz y la Vida, en Villavicencio, quien nos relata su experiencia en esta obra que
atiende población desplazada y vulnerable en el barrio La Reliquia. Una escuela
que nació en el local donde funcionaba un bar y donde ahora:
La escuela, más que un mero proyecto, es una obra que hace parte de
nuestra historia de vida y que esperamos continúe existiendo como un
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Prólogo
puente para la salvación de cada una de las personas que hacen parte de la
comunidad escolar. (p.74).
A los jóvenes Nicolás Luna Martínez, exalumno del Instituto San Bernardo
de la Salle y Laura Vanessa Bautista, estudiante del Colegio Juan Luis Londoño
I.E.D. La Salle, autores del capítulo Loquitos sembrando estrellas, sobre el trabajo
de proyección social de esta última institución, adelantado en el Barrio Alaska
(localidad de Usme, Bogotá). Su trabajo, como lo promete el escrito desde el
inicio, da cuentas de “historias más increíbles que las de hidalgos peleando con
molinos o las de grandes familias que al final del camino solo encontraron un
huracán llevándose todo” (p.79).
Al profesor Jesús Ariel Parada, de la I.E. Politécnico Álvaro González Santana, de
la ciudad de Sogamoso, que ha animado el trabajo de proyección social en la Sede
Manitas. Su trabajo nos da cuenta de un lugar en donde manaban fuentes de agua
(por eso el nombre de Manitas) y en el que se perciben los resultados del trabajo con:
Niños que se reúnen todos los sábados después de las 2:00 p.m. con los
pastoralistas que dejan todo a un lado, al estilo del Señor De La Salle, para
encontrarse con rostros llenos de expectativa y sonrisas escandalosas que
invitan a una experiencia poco común. (p.123).
Dicha experiencia mueve a tal punto los corazones de los jóvenes, que los lleva
a manifestar:
Tenemos que terminar lo que decidimos comenzar. No es nada fácil pero
ya pasamos lo más duro… Vamos a continuar con la labor de los centros de
proyección social pues la fuerza que nos falta nos la otorga cada uno de los
niños que comparten con nosotros cada sábado. (p.124).
Como las manos siempre vienen de a dos, agradecemos al joven Diego Hernán
Salamanca, egresado de la Escuela Tecnológica Instituto Técnico Central, quien
nos presenta la experiencia de proyección de esta institución en el barrio Manitas,
al sur de la capital del país. Un lugar donde se puede “alcanzar el límite de dos
ciudades que son parte de la misma Bogotá” (p.89) y que narra “una historia de ir
y venir con caídas y levantadas, con ratos buenos y malos que ha dejado huellas
positivas en un barrio marcado por profundas heridas sociales” (p.90).
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
A la profesora Quena Melisa Leonel quien ha recuperado los orígenes del
proyecto Círculos de Paz-es, desde su nacimiento en San Vicente del Caguán hasta
su expansión a diversos barrios del sur de Bogotá y a corregimientos de Magangué.
Una experiencia que permitió descubrir que,
La paz es mucho más que la negación del conflicto y la terminación de la
guerra… para entender que la violencia y la paz son aspectos culturales y
que esta última además de ser una responsabilidad de todos es una acción
que debe construirse día a día. (p.113).
Fruto de dicha convicción es esta original propuesta de pedagogía para la
paz, tan necesaria en estos momentos históricos en los que se hace necesario no
solo terminar el conflicto, sino apostar por una manera de desaprender los odios
heredados y aprender las posibilidades de ser, relacionarnos y vivir de otra manera.
A los hermanos Mayorga, Julián Felipe y Juan Sebastián, que hacen parte de la
fundación Lazos Construyendo Humanidades en una Latinoamérica Sostenible
(LAZCHELAS) del nivel Lazos del Liceo Hermano Miguel La Salle. Ellos nos
presentan la experiencia del Proyecto Alegría en el municipio de Ricaurte (Cundinamarca) por medio de un testimonio lleno de emoción:
Mi cuerpo cansado siente la satisfacción del trabajo bien hecho y reafirma
que los resultados alcanzados con esfuerzo y dedicación dan cuenta de las
mejores obras que he llevado a cabo en mi vida. No deseo estar en otro lugar,
no quiero hacer otra cosa más que fijar mi mirada en los veintisiete jóvenes
que han participado de esta aventura y que me hacen sentir que la vida es
vida y que vale la pena vivirla, vale la pena servirla. (p.138).
A Karen Vivian Giraldo, María Clara Montañez, Zulay Katerine Ordóñez y
Mónica Lizeth Peñuela, estudiantes de diversas carreras de la Universidad de la
Salle, quienes comparten su experiencia en la vereda Chimbe del municipio de
Sasaima (Cundinamarca). Su relato nos habla de un lugar “tan único como todos
los paisajes colombianos que permiten ver la realidad desde otras perspectivas”
(p.151) y que les permitió cuestionarse “sobre el número real de acciones que
emprendemos desde la academia para aportar al mejoramiento de las condiciones
de personas que viven en las zonas rurales de nuestro país” (p.152).
16 /
Prólogo
Y, por supuesto, no podría faltar mi agradecimiento, por su apoyo, al Distrito
Lasallista de Bogotá, de manera especial al Hno. Leonardo Enrique Tejeiro,
visitador y al Hno. Niky Alexánder Murcia, secretario de educación, así como
al equipo de Casa Pastoral que llevó a cabo una noble y vital tarea mediante la
disposición de sus talentos y de todas sus energías en esta empresa que hoy ve sus
frutos: A Laura Arenas Tabares, psicóloga y asistente de la Secretaría de Pastoral; a
Karen Díaz Restrepo, licenciada en Ciencias Sociales y responsable de la oficina de
Relaciones Interinstitucionales; a Jhonattan Andrés Benavides Jurado, responsable
de la oficina de Educación Religiosa Escolar (ERE) y a Ingrid Jiménez Urbina,
encargada de la oficina de Comunicaciones del Distrito Lasallista de Bogotá.
Su compromiso y entrega son la muestra fehaciente de una convicción que me
ha acompañado a lo largo de mi vida como Hermano de La Salle: que la fuerza
nuestra, está en nosotros.
La presente publicación del Distrito Lasallista de Bogotá, en la que documentamos algunas de las experiencias de proyección social que se adelantan en nuestras
obras o que son apoyadas por la Secretaría de Pastoral, es muestra fehaciente del
compromiso que hemos asumido de contribuir con la generación de una cultura
de la paz y la reconciliación en el país. Quizás este sea el momento en que el fruto
ya admite que pasemos la hoz porque ha llegado la siega.
Referencias
Vosganian, V. (2009). El libro de los susurros. Valencia: Pre-textos.
Forero, C. (2015). Lineamientos y manual de pastoral. Bogotá: Distrito Lasallista
de Bogotá.
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Documentación de experiencias
pastorales de Proyección Social
Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
Acercamiento a la ESLID como espacio de preparación
para jóvenes comprometidos con la proyección social
del Voluntariado Misionero Lasallista
Manuel Alejandro Celis Gil, FSC1
Para iniciar esta documentación es importante contextualizar la ESLID como
uno de los procesos del Voluntariado Misionero Lasallista (VML). El VML de
Magangué es una obra del Distrito Lasallista de Bogotá que realiza su misión en
el municipio de Magangué. Asume como tarea fundamental la reconstrucción
del tejido social, de acuerdo con lo que el proceso diocesano de renovación y
evangelización establece en su diagnóstico de la realidad de este importante y a la
vez golpeado municipio del departamento de Bolívar.
En el marco de este propósito fundamental de la reconstrucción del tejido
social, el VML trabaja en alianza estratégica con instituciones locales, nacionales
e internacionales que también aportan a la región: Cámara de Comercio de
Magangué, Corporación por la Magangueleñidad, REDEPAZ, Corporación
Tiempos de Vida y Pastoral Social, entre otras.
La ESLID es una de las experiencias de formación más importantes de
la acción del Voluntariado Misionero Lasallista en Magangué. En ella han
participado, desde el año 2009 hasta hoy, más de doscientos jóvenes que se han
formado como líderes sociales para emprender acciones en favor de la promoción
y el desarrollo de la comunidad.
Uno de los grandes logros de la ESLID es el fomento de una conciencia social,
puesto que los participantes asumen compromisos para beneficiar a las personas de
su municipio. Pero, ¿cómo logra la ESLID comprometer a los jóvenes que participan
de ella para asumir de manera organizada una acción social y política en favor
de Magangué? A continuación se buscará responder a esta pregunta mediante un
acercamiento al proceso de formación de los jóvenes líderes desde tres ópticas.
Licenciado en Educación Religiosa Escolar de la Universidad de La Salle de Bogotá,
especialista en Prácticas Pedagógicas Universitarias de la Universidad Francisco de Paula
Santander de Cúcuta, estudiante de maestría en Educación de la Universidad del Norte.
Pertenece a la comunidad del Voluntariado Misionero Lasallista de Magangué desde el año
2012 y es su actual director. Correo electrónico: [email protected].
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
¡Porque estamos en Magangué!2
Cuando le pedí a un joven magangueleño que me contara un poco de su ciudad lo
primero que me dijo fue que es el segundo municipio del departamento, conocido
por la pujanza y la historia construida entre el siglo XIX y comienzos del siglo XX.
Recuerdo que a continuación hubo un tiempo de silencio y continuó hablándome
del calor que hace (el termómetro rara vez marca menos de 30° y la sensación
térmica es muy alta debido al nivel de humedad que no baja del 80%). Luego me
habló del baile de la malla y a continuación lanzó una frase que siempre me ha
sorprendido: “Acá cada quien hace lo que quiere, pojque etamo en Magangué”3
Esta es una dura realidad que vive este municipio debido al abandono de sus
gobernantes y a la corrupción. Sin embargo, el Hno. Carlos Andrés Forero lo
describe mucho mejor en el documento Conociendo la región (2013):
Magangué es un municipio ubicado en el sur del departamento de Bolívar,
a unas tres horas de su capital, la famosa Cartagena de Indias. Magangué,
segunda ciudad del departamento con un poco más de ciento cincuenta
mil habitantes, se encuentra en una región tremendamente rica en
recursos naturales, tales como tierras enormemente fértiles que alguna
vez se dedicaron, en grandes proporciones, al cultivo del arroz y del
tabaco que surtían los mercados de gran parte del país; también abundan
los yacimientos de recursos mineros, entre ellos el oro, y la mayor de sus
riquezas: el agua. De hecho, a Magangué se le conoce como “el país de las
aguas” y se dice que es la segunda despensa hídrica del mundo.
En medio de la exuberancia y riqueza natural, Magangué se encuentra
sumida en una situación donde campean la miseria, la corrupción y el
crimen. Décadas enteras asolada por el abandono estatal, luego la presencia
Esta parte del texto tiene como base los relatos que realizan de su experiencia los
Hermanos que han estado en la comunidad de Magangué:
• Hno. Carlos Andrés Forero Forero, FSC. Magister en antropología, director del
Voluntariado durante el periodo 2008-2012 y actual Secretario de Pastoral del Distrito
Lasallista de Bogotá.
• Hno. Manuel Alejandro Celis Gil, FSC.
3
Es muy común en el dialecto de algunas zonas de la región caribe el remplazo del sonido
de la letra “r” por el de la “j” y la eliminación de la “s” en algunas palabras.
2
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
de varias guerrillas, después el sometimiento a los grupos paramilitares
y finalmente mafias criminales que se tomaron el poder y la administración pública, han hecho de Magangué un lugar donde se vive la paradoja
de naufragar miserablemente por la vida en un mar repleto de riquezas y
maravillas.
¿Cómo está planeada la ESLID?
Es en este contexto en el que conocí la Escuela de Líderes (ESLID), una experiencia
reciente, liderada por el Voluntariado Misionero Lasallista, dedicada a la formación
de jóvenes para que lleguen a ser conscientes de su realidad y del papel que pueden
ejercer con miras a modificarla de manera positiva.
Al iniciar mi experiencia en Magangué vi la ESLID como una escuela más
en el trabajo del Distrito Lasallista a favor de la promoción de la juventud, sin
embargo, el contacto con los líderes y animadores4 me permitió descubrir que
este proceso verdaderamente compromete a los jóvenes con la “reconstrucción
del tejido social”, concepto muy trajinado en el país, pero que acá está profundamente cargado de significado cuando se percibe el trabajo mancomunado en
favor de los magangueleños.
La ESLID es más que una escuela de liderazgo. Esta ha sido capaz de crear
consciencia entre los jóvenes de sus potencialidades para aportar a la construcción de Magangué y comprometerlos en acciones específicas en pro de quienes
más lo necesitan y que, al parecer, han sido olvidados por el sistema capitalista y
competitivo en el que vivimos. Ver a los jóvenes hacer parte de proyectos como
los que enuncio a continuación, me convence de que otro mundo es posible y de
que son ellos quienes lo pueden construir.
• La Escuela de Perdón y Reconciliación (ESPERE) que se trabajaba en la
cárcel Camilo Torres.
• La Escuela Rural de Líderes (ESRULID), proyecto que surgió como
propuesta de los mismos jóvenes para fomentar actitudes de liderazgo
en los niños y adolescentes de algunas zonas rurales de Magangué.
En el contexto de la escuela, los líderes son aquellos jóvenes que han iniciado su proceso
de formación y los animadores son los que ya han terminado los tres niveles de las ESLID
y continúan trabajando en el VML como voluntarios.
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
• Acompañamiento con refuerzos escolares en la Casa Hogar Niña María
–internado destinado a la formación de niñas pertenecientes a familias
muy pobres del municipio–.
• Convivencias: encuentros para trabajar con jóvenes de colegios y
agudizar su consciencia sobre la realidad del municipio.
Podría enumerar otros cuantos y extenderme en palabras explicando todo lo
que hacen y son capaces de hacer, sin embargo, después de vivir varios años acá
y de ver cómo cada generación de jóvenes o, como dicen en la región, pelaos y
pelaas, se comprometen, es inevitable pensar que este tipo de escuela promueve el
compromiso social y que tanto el programa como las estrategias utilizadas sensibilizan y llevan a asumir acciones concretas.
La ESLID es un proceso de formación que dura un año, divido en tres sesiones
intensivas (durante los periodos vacacionales y recesos escolares) y en sesiones
permanentes (una vez por semana); los jóvenes que se vinculan van recibiendo
formación integral en tres dimensiones: humano-antropológica, social-comunitaria
y espiritual-interior (VML, s.f.).
Desde la dimensión humano-antropológica se busca promover el desarrollo de
un sano auto-concepto a partir de la elaboración de la historia personal, rescatando
las capacidades y potencialidades de cada uno de los jóvenes e iniciando así la
superación de la situación general de baja estima social expresada en la frase ya
citada: “porque estamos en Magangué”. Es así como se desafía una cultura que ha
acostumbrado a los habitantes de este municipio al fracaso y los ha hecho sentirse
incapaces de asumir compromisos a largo plazo.
La ESLID trabaja fuertemente en desarrollar dos aspectos relevantes de la
personalidad: carácter y criterio. Al formar en criterio la gente ya no se deja llevar
por la masa, la costumbre o el “aquí siempre ha sido así”, que tanto daño ha hecho.
Y al fortalecer el carácter, desde el primer nivel, los jóvenes empiezan a destacarse
entre su generación y entre las organizaciones sociales y comunitarias.
En cuanto a la dimensión comunitaria, desde el primer momento en que se
vinculan a la ESLID, los jóvenes se integran a un proceso de identificación con la
espiritualidad lasallista que contempla la fraternidad como un valor imprescindible en la vida cotidiana. Trabajamos así no sólo algo específico de la identidad
lasallista sino que abordamos de manera propositiva una forma de hacerle frente
a la tendencia dominante del individualismo y del “¡sálvese quien pueda!”.
24 /
Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
Gracias al trabajo en la dimensión social del joven, este asume con intensidad
la posibilidad de ser líder, agente transformador y gestor social. En este aspecto ha
sido clave el establecimiento de alianzas estratégicas con organizaciones sociales
y comunitarias, tanto del sector privado como del público. Es así como la tarea
fundamental del Voluntariado Misionero Lasallista –colaborar en la reconstrucción del tejido social– es asumida con radicalidad por los jóvenes desde su primer
contacto con el VML.
La formación integral que persigue la ESLID pasa, en primer lugar, por el
cultivo de la interioridad, la capacidad de reflexionar sobre sí mismo y sobre lo que
nos acontece como comunidad y como sociedad. De este modo, el joven se abre
a la trascendencia, en la perspectiva de la exhortación Evangelii Gaudium (2013):
“Llegamos a ser plenamente humanos cuando somos más que humanos, cuando
le permitimos a Dios que nos lleve más allá de nosotros mismos para alcanzar
nuestro ser más verdadero.”
En el aspecto metodológico la ESLID se plantea de la siguiente manera:
Para cada sesión intensiva se planean bloques creativos y didácticos en los
que se desarrollan temáticas que le permiten, al participante, abrir los ojos
ante situaciones que vive a nivel personal y en la comunidad de la que hace
parte. Se busca también el desarrollo de habilidades para una comunicación
asertiva de las ideas y de puntos de vista frente a situaciones que cotidianamente se presentan y que en muchas ocasiones terminan siendo focos
de conflicto. Cada participante recibe una instrucción sobre la adecuada
manera de diseñar y ejecutar actividades y proyectos para luego ser retado
a crear y desarrollar una iniciativa en equipo. De esta manera aprenden que
los procesos participativos aunque más lentos son más seguros.
Cada año los participantes de la ESLID, además de recibir formación, van
tomando parte de diversos proyectos, planeados y desarrollados en equipo,
en favor de niños y jóvenes de diferentes comunidades del municipio.
El empoderamiento que se ha logrado con ellos ha alcanzado tal grado,
que llegan a convertirse en formadores de los nuevos jóvenes que se van
sumando. Es un proyecto de jóvenes para jóvenes.
/ 25
LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
El lema de la tercera sesión de la ESLID, con el que se clausura el proceso de
formación, dicta: “A Magangué, por otro camino”. Es evidente que, a pesar
del corto periodo de su existencia, esta escuela ha transformado la vida de
varios centenares de jóvenes y, a través de ellos, de sus comunidades y de
la sociedad.
La ESLID ha promovido que la diversidad no sea un obstáculo sino una
riqueza que permite conciliar las diferencias y mirar el horizonte con
esperanza. Y ante los acontecimientos que legitimaron la división y la
marginación, promueve la reconciliación con esa historia y la unión de los
talentos personales en una causa común. (VML. s.f.).
Un aspecto bastante interesante es que al no contar con una población cautiva5,
se hace necesario realizar un proceso de nucleación, definido en el documento
Civilización del Amor como “la etapa en la que los jóvenes son convocados,
responden afirmativamente y deciden comenzar su participación en los grupos
juveniles” (CELAM, 1995). Octubre y noviembre son claves para la vida de la
ESLID porque corresponden al tiempo en que los animadores presentan a los
estudiantes de colegios del municipio la propuesta. Llama la atención que siempre
dan a conocer la escuela como una oportunidad de emprender acciones para
cambiar la realidad del territorio.
Un joven que participa de la ESLID siempre escucha hablar de la importancia
de poner sus talentos al servicio de los demás y es constantemente retado a hacer
lo mejor no solo por sí mismo, sino por los demás. Junto a ese discurso promotor
del servicio se le abren escenarios para que pueda poner en acción estas palabras.
Así, por ejemplo, inmediatamente después de terminar el primer nivel, se les
invita a participar de la novena de aguinaldos que se realiza en dos lugares y
ellos asumen la responsabilidad no solo de preparar de manera conjunta cada
momento de la novena, sino de incentivar la contribución de varias personas
e instituciones que donan los regalos para los niños que participan de esta
celebración. Es muy emocionante verlos vencer la pena y, aún más significativo,
verlos entregarse a los demás con alegría. La ESLID les enseña a descubrir que
Al decir que no se cuenta con una población cautiva se hace referencia a que en Magangué
no hay un colegio del Distrito Lasallista de Bogotá, en el cual se pueda realizar la invitación
a jóvenes para que participen de la escuela.
5
26 /
Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
son capaces de impresionarse ante las situaciones que hasta el momento habían
sido vistas como algo normal de la cotidianidad.6
Impresionados descubren en la casa del Voluntariado Misionero Lasallista
un espacio para compartir y soñar: “Cabe mencionar que una gran estrategia
del Voluntariado es la misma casa, que permanece abierta a los jóvenes la mayor
parte del día, lo que permite un espacio de encuentro y acompañamiento que los
cautiva” (MEL, 2012).
Los jóvenes de la ESLID en la casa del VML descubren un espacio donde se
sienten impulsados a planear de manera orgánica su acción pastoral (cfr. CELAM,
1995; 85), trabajan por la dignidad de la persona, crean territorios socialmente
constituidos, generan proyectos de desarrollo sustentable, se constituyen en
ciudadanos activos, promueven la solidaridad y la cooperación y establecen
alianzas con otras instituciones que aportan al mejoramiento de las capacidades,
las oportunidades y las condiciones de las poblaciones, especialmente las más
vulnerables de la sociedad. (Distrito Lasallista de Bogotá, 2013)
¿Qué hacen los jóvenes de la ESLID?7
Soy maestra y en mi corta carrera me había encontrado con diferentes casos que
tocan el corazón. Sin embargo, después de pensarlo mucho llegué a la conclusión
de que necesitaba vivir una experiencia diferente y que a pesar de mis dudas y de
no saber lo que me depararía el destino, necesitaba un momento fundante para
mi vida. Fue entonces cuando decidí unirme al VML sin siquiera sospechar que
llegaría a conocer realidades que nunca había imaginado que se podrían presentar.
Cuando escribí la palabra Magangué en el buscador de google encontré
información sobre una tal “Gata”8 y sobre sus “milagros” en la región. Pero creo
Para la espiritualidad lasallista la capacidad de conmoverse es muy importante porque fue
así como san Juan Bautista De La Salle descubrió el sentido de su vocación: impresionado
por la realidad de los hijos de los artesanos y de los pobres, e iluminado por la fe.
7
Texto basado en la experiencia relatada por algunos voluntarios:
• Jaime Gullón Corrochano, psicólogo. Español. Voluntario durante el año 2012.
• Paola Carvajal, licenciada en Ciencias Sociales. Colombiana. Voluntaria 2011-2012.
• Hno. Andrey Fierro, FSC., profesional en Relaciones Internacionales. Colombiano.
Voluntario 2011-2012.
• Yessica Andrea Sánchez Ramos, normalista de la Escuela Normal Superior de Gigante.
Voluntaria 2013.
8
Forma como se conoce a Enilce López, una exempresaria de apuestas de la región caribe
del país.
6
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
que lo importante no fue esto y otras cosas más que la web terminó contándome
sino aquello con lo que yo misma me pude encontrar al entrar en contacto con
este municipio de Bolívar.
Antes de viajar me insistieron mucho en la necesidad de potenciar mi capacidad
de trabajo en grupo, en estar disponible para vivir la experiencia, en tener una
actitud responsable y comprometida y en tener algo que aportar a la experiencia,
para esto último creí que la disciplina de mi licenciatura me ayudaría mucho.
El día que llegué lo primero que me sorprendió y me afectó fue el calor. Nada
parecido había sentido antes y eso me llevó a pensar que lo que iba a vivir en
Magangué no iba a tener comparación alguna con otra experiencia, y así fue.
Llegué a una casa donde había varios jóvenes. Algunos estaban sentados en viejos
computadores que les brindaban acceso a internet, otros jugaban dominó (juego
de mesa muy popular en la costa caribe) y otros estaban discutiendo sobre algo
que iban a desarrollar. Pregunté a la persona que me había recibido: “¿Quiénes
son ellos?”. La respuesta que recibí me dejó un poco inquieta: “Son jóvenes de la
ESLID”. ¿Jóvenes de la ESLID; qué es la ESLID; qué hacen acá?
Mi experiencia como voluntaria iniciaba con inquietudes, sin embargo, fue muy
grato poder hallarles respuesta a lo largo del camino. La ESLID es la escuela que
el Voluntariado realiza para formar jóvenes capaces de ejercer un liderazgo social.
En ella les enseñan que su misión es reconstruir el tejido social del municipio que
se ha destruido debido a la desconfianza que provoca la delincuencia común y el
miedo fomentado por mafias que se apoderaron por mucho tiempo del municipio.
Después de hacer su primer nivel de la ESLID a los jóvenes les gusta permanecer
en la casa del VML, allí encuentran una opción para pasar su tiempo: hacen ruido,
juegan, pelean y se reconcilian. Pero, además de esto, descubren una misión, saben
que pueden hacer algo por su tierra y por ello están atentos a pensar en proyectos y
actividades que beneficien a Magangué y especialmente a otros jóvenes como ellos.
El Hermano director siempre nos insistía a los voluntarios que vinculáramos
a los jóvenes a nuestras actividades y que permitiéramos que nuestros proyectos
superaran la barrera del tiempo de nuestra estadía. Yo fui por un año y es grato
saber que los jóvenes han continuado, con orden y pasión, aquello que yo inicié.
Fue un periodo muy valioso: escuché historias increíbles, duras, terribles
y sorprendentes. A veces resultaba frustrante y después de tanto trabajo
me preguntaba: “Bueno, ¿y todo esto para qué?” La verdad es que a veces me
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
desesperaba un poco y no sabía si lo que hacía funcionaba. Pero en otros momentos
veía logros y personas que me asombraban, seres humanos que luchaban como
gigantes por un futuro y una vida mejor. Ellos son los protagonistas de su historia,
los que pelean, los que lo logran y los que tienen todo el mérito, pero el haber
compartido con ellos ese camino durante un tiempo y haberles aportado, aunque
sólo sea un empujoncito, también ha propiciado en mí una nueva manera de ver
la vida (Cfr. VML, s.f2).
El trabajo con jóvenes no es sencillo. Viven una etapa en la que fácilmente
pasan de querer hacerlo todo a no encontrarle sentido a nada. Son inconstantes
pero también son creativos y están ansiosos de hallar su lugar en el mundo. La
ESLID les ha dado un espacio no solo físico, también les ha dado un espacio social
donde son reconocidos.
Los jóvenes que participan en esta escuela descubren que realmente “pueden
hacer algo”. Recuerdo mucho que en cierta ocasión nos visitaron algunos investigadores de Bogotá que se entrevistaron con diferentes actores y organizaciones de
la sociedad civil. En su informe final concluyeron algo muy interesante:
Distintas organizaciones sociales que se entrevistaron concuerdan en el papel
protagónico que ha tenido el Voluntariado Misionero Lasallista a través de
la ESLID en la sociedad civil. La obra y proyectos que realizan son muy
reconocidos, en especial, porque ofrecen programas a jóvenes desatendidos
en el espectro social. Esto ha favorecido que muchos se vean interesados en
participar en los procesos de organizaciones civiles. (MEL, 2012).
¿Por qué un joven participa de la ESLID?9
Hace algunos años, jóvenes, un poco mayores que yo, se acercaron a mi colegio
para hacer una invitación a la ESLID. A mí me sonó chévere, sobretodo porque
sería algo distinto para hacer después de terminar el año escolar.
Recuerdo mucho que facilité mis datos y unos días después se comunicaron
conmigo para informarme el lugar de encuentro para una actividad que se iba a
9
Relato basado en la experiencia compartida por jóvenes de la ESLID:
• Elvis José Gómez Castillo (20 años), estudiante de Derecho.
• Ronny Rafael Ruz Arango (15 años), estudiante del colegio Fátima de Magangué.
• Shabelys Bravo (19 años), estudiante de derecho.
• Adriana González Contreras (18 años), estudiante de Comercio Internacional.
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
realizar. Al llegar al lugar al que fui citado me encontré con varias personas de mi
curso y de otros colegios. Con la experiencia de ese día decidí que iba a participar
en el primer nivel de la ESLID.
La primera escuela fue muy interesante: nos insistieron en que tenemos talentos
y cualidades que debemos invertir en la realización de grandes obras. Terminada
la escuela el gran reto aparecía: organizar la novena de aguinaldos. Antes de la
escuela sentía pena al hablar pero el bloque de oratoria me ayudó mucho para
deshacerme del miedo y tomar la vocería.
Durante el segundo nivel de la escuela fue muy significativo escuchar a varias
personas del municipio hablando sobre las posibilidades de crecimiento y desarrollo
de Magangué. La esperanza crece cuando se ve gente con ganas de trabajar en favor
de este pequeño rinconcito del departamento de Bolívar. Un desafío dentro de la
escuela fue el trabajo con los ancianos del asilo: pensar en aquello que podía hacer
cada comunidad para compartir con los adultos mayores. Fue un reto propuesto no
a una persona sino a un grupo, para fomentar el trabajo en equipo.
El tercer nivel fue una experiencia extraordinaria. Me abrió la mente para ver
más allá de los límites que siempre me habían impuesto los adultos con expresiones
como: “¿Tú que va´ir a bujcar por allá; tas loco?, ¡no se te ha pejdido nada allá!, ¡no
hay plata!” Comprendí que sí soy capaz y que es posible cambiar de mentalidad
para optar por otro camino.
La ESLID me hizo sentir útil y, más aún, me mostró que puedo ser parte de
una solución, asumiendo el papel protagónico de un joven que puede ser agente
de cambio. Ahora soy consciente de mi compromiso social y tengo espacios para
concretarlo con personas que se benefician10.
Como jóvenes líderes se nos exige hacer parte de un proyecto de los que existen
en el VML, liderados por los voluntarios o por algunos animadores. Debemos
planear de manera juiciosa y dedicada cada una de nuestras actividades y entregar
el formato de planeación, de esta manera el Voluntariado nos facilita los materiales
y lo necesario para el transporte. Yo me siento muy comprometido con los niños
A partir de la proyección social que realizan los jóvenes en diferentes espacios de
Magangué se han beneficiado anualmente:
• Más de 50 niños que asisten a refuerzo escolar.
• 20 adultos mayores que se encuentran en el asilo.
• Más de 200 niños que hacen parte de la infancia misionera.
• Más de 100 estudiantes de undécimo grado receptores del proceso de orientación
vocacional.
10
30 /
Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
del corregimiento donde dirijo la infancia misionera y no quiero quedarles mal.
Por esta razón me esfuerzo en responder a las exigencias e intento ser disciplinado
en el colegio para que mi madre no me impida asistir.
Desde que soy un animador me siento reconocido y apoyado por mis
compañeros y por otras personas de Magangué que ven lo que hacemos como
una acción importante en la promoción del desarrollo del municipio. Pasé de ser
un “simple joven” a ser un joven reconocido, creíble y en quien ven una esperanza
de cambio.
***
La ESLID se ha convertido en una opción diferente para la juventud magangueleña, en una oportunidad para invertir su tiempo y descubrir su misión. Sin
embargo, a pesar de que la estructura de la escuela que hasta el momento hemos
desarrollado ha sido exitosa, es importante no estancarse, pues las generaciones
cambian y con esos cambios llegan nuevos retos. Se hace vital iniciar la revisión
del programa de escuela y de los bloques temáticos que en ella se abordan pues
los cuatro años de acompañamiento de este proyecto me han permitido descubrir
varios elementos que se deben potenciar y adaptar a la realidad de los jóvenes que
se van sumando.
El proceso de revisión debe ser participativo y debe involucrar a cada una de
las promociones de la escuela. Ellos, desde su perspectiva y experiencia, podrán
hablar de los elementos que son significativos y que deben permanecer, así como
de aquellos que deben cambiarse. En definitiva, algo claro que no debe moverse de
nuestro horizonte es que la ESLID prepara a los jóvenes para asumir con responsabilidad una verdadera proyección social.
Referencias
Francisco. (2013). Exhortación apostólica Evangelii Gaudium. Recuperado de:
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/
papa-francesco_esortazione-ap_20131124_evangelii-gaudium.html.
RELAL. (2013). Conociendo la Región.
Distrito Lasallista de Bogotá. (2013). Cuadernillos Distritales de Misión N°1:
Horizonte Educativo-Pastoral.
Distrito Lasallista de Bogotá. (2013). Recuperado de: http://www.lasalle.org.co/
pastoral/voluntariado-misionero-lasallista.
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
MEL. (2012). Informe de la Expedición pedagógica Lasallista. Secretaría de
educación del Distrito Lasallista de Bogotá.
CELAM. (1995). Civilización del amor, tarea y esperanza.
VML (s.f). Narrativa presentada para el concurso realizado por la fundación
Nogal. Documento del Voluntariado Misionero Lasallista.
VML (s.f2). Narrativa de un voluntario sobre su experiencia. Documentos del
Voluntariado Misionero Lasallista.
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
La escuela lasallista como escenario de paz
Una mirada crítica desde la acción social
Kímberly Linares Sánchez1
Fabián Alberto Rangel, FSC2
Enseñar no es una función vital,
porque no tiene fin en sí misma;
la función vital es aprender.
Aristóteles.
1. Altos de la Florida, un espacio de participación lasallista
Los ciudadanos de la capital buscan alejarse de la cotidianidad de vez en cuando y
vivir nuevas experiencias que vigoricen sus mentes. Para tal fin, suelen pensar en
la gran cantidad de lugares que se encuentran hacia el sur de la ciudad; se sienten
atraídos por un clima más cálido y un paisaje campestre que les asegure el reposo
necesario para llenarse de fuerzas y continuar con la agitada rutina.
No obstante, para alcanzar este apasionante estado de reposo se requiere
de una extensa prueba de supervivencia, afrontar el suplicio final, un estrecho
pasaje: la Autopista Sur. El epicentro del caos suele ser el umbral entre Bogotá
y Soacha, una zona que solo tiene límites reales en los planos que reposan en la
Secretaría de Movilidad, pues en la práctica lo anterior es inexistente para los
transeúntes habituales.
La realidad del municipio de Soacha es la razón a partir de la cual se constituye
el proyecto pastoral descrito a continuación, pues nos permite esbozar la cotidianidad de los destinatarios de nuestra labor. Su situación de transporte hace parte
Docente de Lengua Castellana en el Instituto San Bernardo de La Salle, licenciada en
Educación Básica con énfasis en Humanidades y Lengua Castellana. Correo electrónico:
[email protected].
2
Estudiante de licenciatura en Educación Religiosa Escolar y docente de Religión en el
Instituto San Bernardo de La Salle. Correo electrónico: [email protected].
1
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
fundamental de las diferentes razones por las cuales se puede afirmar que Soacha
enfrenta una crisis humanitaria.
Sin embargo, más allá del bullicio que genera el Transmilenio, la gran cantidad
de buses intermunicipales, el transporte ilegal y el transporte particular; más allá
del esfuerzo infructuoso de la policía de la zona por controlar el orden; más allá
del caos generado por los vendedores legalizados –o no– que inundan las aceras
y dificultan aún más la situación; más allá de todo esto se encuentra una zona que
guarda silencio: Altos de la Florida. Y no se trata del silencio ante los conflictos
sociales del lugar con los acostumbrados desenlaces violentos, ¡no! Porque frente a
este estadio la ciudadanía trabaja con entereza, sin perder la esperanza lesionada día
a día por las ladrilleras, la administración municipal y los grupos de microtráfico.
El silencio al que nos referimos es aquel que permite escuchar lo esencial, porque
el ruido de lo cotidiano ha sido acallado: la voz de la gente resuena con la armonía de
la liberación y debilita el ruido de los que han perdido la confianza en su propia voz.
En Altos de la Florida se construye un territorio de paz, pues los lazos se
fortalecen con el esfuerzo de organizaciones altruistas con gran experticia en el
arte de construir tejido social (Corporación Infancia y Desarrollo, Fundación para
la Educación y el Desarrollo, Corporación Kairos, ACNUR, solo por mencionar
algunos) y varias instituciones motivadas por principios de fe que celebran
la resurrección en los rostros que inspiran humanidad (Fundación Menonita
Colombiana para el Desarrollo, Fundación Servicio Jesuita a Refugiados, Pastoral
Social de Soacha, Diakonie y muchas más).
A esta labor se unió el Distrito Lasallista de Bogotá desde el año 2013,
momento en el cual la profesora Sandra Caicedo abrió los primeros caminos para
el equipo pastoral del Instituto San Bernardo de La Salle a través de un proceso de
formación humana que se aborda desde el refuerzo escolar y la escuela deportiva.
Dicha labor se mantiene viva en la actualidad con el fin de sembrar semillas de
paz en un terreno enriquecido con sonrisas y lágrimas, esas que están guardadas
en la memoria de quienes a lo largo de estos años de trabajo han apoyado a una
comunidad que espera liberarse del yugo que representa la marginación económica
y los estereotipos sociales.
2. Pensamiento crítico, educación e igualdad
Como en muchos países latinoamericanos, en Colombia se evidencian serias
condiciones de desigualdad social, por lo que se hace necesario generar espacios
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
a partir de los cuales los niños, jóvenes y adolescentes adquieran las herramientas
necesarias para fortalecer la construcción de una sociedad más justa. Para tal fin, el
proyecto Altos de la Florida toma como referentes algunos informes de entidades
como la UNICEF3 y el MEN4, a partir de los cuales se establece el punto de partida
de la misión que se pretende realizar.
2.1. Situación de la niñez colombiana
La situación de vulnerabilidad de los niños en Colombia no solo se da en el ámbito
educativo, donde se evidencia desigualdad tanto en términos de acceso como de
calidad; la violencia ha sido, desde hace varios años, uno de los factores que más
ha afectado a nuestra sociedad, especialmente a quienes viven en zonas rurales.
Asimismo, existen factores como la falta de recursos económicos que generan
problemáticas sanitarias como la desnutrición.
El 31.3% de niñas y niños con madres sin educación formal padecen desnutrición crónica, mientras que para aquellos con educación superior es solo
el 7.8% [...]. A 2012, la cobertura neta en el grado transición es del 64%, la
educación media (a la que solo cuatro de cada 10 adolescentes entre 15 y 17
años están asistiendo) es del 72% (UNICEF, 2013, p. 9).
Estas cifras dan cuenta de la realidad que han afrontado miles de niños en el
país durante los últimos años, en materias de educación y nutrición. No obstante,
existen otros factores asociados a la violencia y al desplazamiento, a partir de los
cuales se hace evidente la razón por la cual cientos de familias han emigrado a
sectores como Altos de la Florida en Soacha, en busca de nuevas oportunidades.
“Según fuentes oficiales, desde 1985 hay más de cinco millones de desplazados.
En 2008 el 98% de los desplazados vivían en condición de pobreza. En 2013 se
reportaron 256.000 nuevos desplazados de los cuales el 40% eran menores de edad”
(UNICEF, 2013, p.9). El restablecimiento de las familias en nuevos asentamientos
genera trastornos en el proceso académico de los niños y los obliga a retomar sus
estudios en edad extraescolar. Por tal motivo, se han generado programas desde el
Ministerio de Educación Nacional que permiten suplir algunas de las necesidades
3
4
Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (United Nations Children’s Fund).
Ministerio de Educación Nacional.
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
educativas que presentan los menores; uno de los más reconocidos es el programa
de aceleración del aprendizaje que vincula a niños en un aula especializada, con
el fin de propiciar la adquisición de algunos de los conocimientos básicos con los
que deben contar a su edad.
Aceleración del Aprendizaje es un modelo educativo flexible que atiende
población en extraedad entre los 10 y los 15 años de edad que no ha podido
culminar su primaria, permitiendo a los estudiantes avanzar varios grados
en un año y superar su desfase edad-grado; se implementa a través de
proyectos interdisciplinarios que ubican al estudiante como centro del
proceso de aprendizaje, logrando que desarrolle las competencias básicas y
recupere la confianza en sí mismo y en su capacidad de aprender, de modo
que pueda continuar en el sistema educativo. (MEN, 2010, p.6).
Además de este, existen otros modelos educativos tales como: escuela nueva,
postprimaria, telesecundaria, servicio de educación rural (SER), programa
de educación continuada CAFAM y sistema de aprendizaje tutorial (SAT) que
atienden a la población vulnerable, especialmente niños para, entre otras cosas,
ampliar la cobertura del sistema educativo y mejorar la calidad desde los estándares
mínimos. Sin embargo, a pesar de la implementación de este tipo de modelos
educativos flexibles, las cifras evidencian que muchos niños desertan del sistema
educativo por múltiples razones, entre las que se encuentran: situación económica,
desinterés y traslados frecuentes de ciudad.
Por tal motivo, se hace necesario generar nuevos espacios de participación a
partir de los cuales sea posible relacionarse de manera positiva con la escuela,
fortalecer los procesos de aprendizaje, interactuar con los niños y jóvenes de
la comunidad y consolidar su relación con Dios. Esto no quiere decir que los
programas mencionados anteriormente no cumplan estos requisitos, antes
bien, han generado múltiples posibilidades para el acceso a la educación. No
obstante, proyectos como Altos de la Florida del Instituto San Bernardo de La
Salle refuerzan el sistema educativo, mediante el trabajo desinteresado que algunos
voluntarios, con vocación de servicio para la transformación de la sociedad, donan
a la comunidad.
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
2.2. Creando lazos de fraternidad
La situación de vulnerabilidad que se vive en el Municipio de Soacha se ve reflejada,
esencialmente, en la desatención por parte del Estado, manifiesta en aspectos como:
la dificultad de los habitantes para acceder al sistema de salud, la inexistencia de
alcantarillado y acueducto, la ausencia de la policía o de otros organismos de
seguridad y la falta de escuelas o instituciones de educación no formal.
Fue por eso que en el año 2012 la ONU construyó las aulas escolares que se
convertirían en el epicentro de diferentes organizaciones vinculadas a la transformación de la realidad social del sector. Entre dichas instituciones se encuentra
el Instituto San Bernardo de La Salle que hace presencia mediante los grupos de
refuerzo escolar y la escuela de fútbol. Actualmente, la sede es administrada por
la Institución Educativa Eduardo Santos y, lamentablemente, hasta el momento
no ha habido procesos de renovación por parte de sus directivas que favorezcan el
futuro del proyecto en ese espacio.
No obstante, gracias a la colaboración del religioso jesuita Santiago Tobón fue
posible retomar las actividades del proyecto desde el mes de marzo del presente
año. Estas se desarrollan ahora en la casa pastoral del sector de Altos de la
Florida, un espacio que cuenta con salones y materiales, pero sobre todo, con una
comunidad que nos abre sus puertas y sus corazones cada sábado.
3. El paso a paso
Las esperanzas de alcanzar logros mediante la formación deportiva parecían
estar vertidas sobre saco roto. En el año 2014, al iniciar mi labor en el proyecto,
asumí los grupos de refuerzo escolar con los que cuenta la experiencia (lectoescritura, matemáticas, artes, inglés y primera infancia) con mucha más seriedad y
expectativa que el grupo de fútbol.
Uno de los objetivos del proyecto y mi fin último era prevenir a nuestros destinatarios de los riesgos que representan los vicios existentes en la zona, no solo de
los relacionados con el consumo de diferentes sustancias sino, sobre todo, del vicio
de la resignación. Precisamente el reto era llevar este mensaje en un lenguaje ideal
para los niños y jóvenes que acudían a nuestros grupos.
Y esto sucedió inesperadamente en el ámbito deportivo: el joven Esteban
Salas estaba vinculado a la escuela de fútbol desde que se inauguró el centro de
proyección; era esmerado y sus esperanzas se veían reflejadas en la manera de
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
asumir la escuela, pues esta le permitía establecer una relación más sólida con los
participantes del equipo.
Desde entonces se había propuesto que los entrenamientos se caracterizaran
por el respeto y la tolerancia entre los integrantes del grupo, por eso resultaba claro
que una condición de éxito del proceso de educación mediado por esta experiencia
era exigir a los niños y jóvenes abstenerse de decir groserías, de pelear o de acudir
a cualquier falta de respeto. Por esta razón se propuso la prohibición de este tipo
de actitudes, al parecer negativas, a fin de crear un ambiente pacífico.
Fue entonces cuando Esteban nos enseñó, en la práctica, que las verdaderas
soluciones se hallan al afrontar la realidad y no al tratar de omitirla. El día
inaugural, durante la primera parte del entrenamiento, se realizaron ejercicios
para fortalecer algunos aspectos técnicos, pero dos niños no cesaban de discutir y,
a medida que avanzaba el entrenamiento, su situación empeoraba. Tal hecho llegó
a afectar al resto del equipo y complicó el trabajo de los estudiantes de décimo que
se integraban al proceso para desarrollar su servicio social.
Esteban esperó a que terminaran los ejercicios de calentamiento y detuvo el
encuentro justo antes del momento más esperado por los niños, el partido de
fútbol. Los invitó a sentarse formando una medialuna para que todos pudieran
centrar su atención en lo que iba a hacer y, con mucha seriedad, explicó que no
tenía ningún sentido jugar fútbol –cada vez mejor– si las relaciones entre los
deportistas no reforzaban su trabajo en equipo. Su reflexión giró en torno a la
necesidad de formar una comunidad y no solo de integrar un grupo de futbolistas,
pero nadie pensó que sus palabras surtieran efecto en quienes hacía unos minutos
habían estado a punto de terminar en los golpes.
Las esperanzas de solucionar este tipo de problemas en el ámbito académico
estaban cada vez más desgastadas por la falta de resultados que se percibía en
algunas ocasiones. Por tal motivo, se había optado por permitir que solucionaran
sus conflictos entre ellos mismos. Ya no se hallaba utilidad en el acto educativo
sino que se había homogenizado la acción para pretender enseñar a un grupo de
individuos y no a seres humanos concretos.
Cuando los dos integrantes del equipo se levantaron y decidieron tímidamente
darse la mano, no podíamos creer que las palabras de Esteban, fortalecidas por
el testimonio de cariño que había ofrecido a esos niños, habían logrado que
esos mismos que habían estado al borde de la violencia, sonrieran ahora y se
estrecharan en un abrazo.
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Fue así como entendimos que el proceso de formación en Altos de la Florida
no solo tendría un impacto en quienes parecían ser nuestros destinatarios,
sino en cada uno los que estuvieran dispuestos a abrir su mente y su corazón a
cada una de las personas involucradas. Podríamos descubrir que Dios actuaba
sin discriminación entre “profesores” y “alumnos”, pues sabíamos que todos
estábamos necesitados de ser transformados en la esperanza.
4. ¿Cuáles son sus prioridades?
“Dicen que el hombre es un animal de costumbres, más bien de costumbre el
hombre es un animal”. Esto lo dijo Mafalda –la pequeña rebelde inventada por
Quino hace ya varios años–, una chiquilla que no logra adaptarse a la sociedad
porque aquello que se vuelve habitual para la mayoría de las personas, para los
adultos especialmente, para ella termina siendo un atentado contra la razón. Es
una lástima que un personaje de tiras cómicas se muestre más consciente que
nosotros, los actores sociales, los hombres y mujeres que observamos las noticias
con desdén, como si no hiciéramos parte de la misma sociedad, como si no
tuviéramos corazón, como si todo fuera normal.
No obstante, siempre estaremos a tiempo de transformarnos, de despertar una
mañana y amanecer convertidos en insectos como Gregorio Samsa, el protagonista
de la famosa novela de Kafka, La metamorfosis. Pero, ¿qué sentido podría tener
para el ser humano transmutar en el cuerpo de una criatura inferior, en un simple
animal, en un insecto? Tal vez ninguno. Sin embargo, al pensar detenidamente
este asunto es posible imaginar una sociedad diferente, como la de las hormigas,
por ejemplo. Son una familia de insectos que se protegen mutuamente en pro del
bienestar de la colonia, cumplen sus funciones, trabajan en equipo y se defienden
de otros insectos de manera conjunta.
En cambio nosotros, los reyes de la cadena alimenticia dejamos de ser un todo
para ser solo nosotros, nosotros y ellos, “los otros”, esos otros que tienen nuestros
mismos problemas, nuestras mismas inquietudes y nuestros mismos miedos, pero
ellos son los otros, por eso no nos importa, no nos afecta, eso es “normal”. Por
fortuna no es así para todos, existen personas que piensan con el corazón y no dan
por sentado lo que se supone para los demás, lo que se supone para el resto de la
sociedad, lo que se supone para quienes poseen el conocimiento.
¿Cuáles son sus prioridades? Pregunté una mañana en clase de literatura a uno
de mis estudiantes de grado noveno que me solicitaba, nuevamente, ausentarse de
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
clase para asistir a una reunión del grupo de pastoral. El joven intentó responder
pero evidentemente la mirada inquisitiva que lancé al instante no le permitió
defender su posición. Para mí estaba claro que debía quedarse, escucharme
atentamente, tomar apuntes y realizar la actividad propuesta –más bien impuesta–
para alcanzar el propósito de la clase y de esa manera obtener una buena calificación. Pero para Pablo las cosas eran distintas, para él era importante estar en ese
otro espacio al que no asistía por obligación sino por convicción.
“Usted verá si quiere salir del salón, pero piense en lo que está haciendo,
organice el tiempo, existen prioridades”. Esas fueron las palabras que utilicé un
día cualquiera y al recordarlas hoy se me ocurre que pueden interpretarse de dos
posibles maneras: la primera, como una invitación hacia la libertad porque Pablo
puede tomar una decisión; la segunda, como una amenaza bien camuflada, es decir
que puede irse pero deberá atenerse a las consecuencias.
¿Existen prioridades? Sí, existen prioridades, pero las mías no son iguales a
las suyas, ni a las de “los otros”. Pero claro, lo importante es cumplir con lo que se
supone. Así lo veía en ese momento y así lo vi durante mucho tiempo, pero así ya
no lo veo más. Eso no quiere decir que haya dejado de lado las responsabilidades,
al contrario, aprendí a cumplir con cada una de ellas sin sentirlas como obligaciones, entendí que debía amar cada cosa que hacía sin esperar obtener “una buena
nota”. Pero ese cambio llegó con el tiempo. Aquel día Pablo salió a la reunión y por
ende se vio enfrentado a los fatídicos resultados al finalizar el periodo; valoración
final en español: bajo, de nuevo; la tercera no fue la vencida.
Así terminó el año. Tres periodos por recuperar y una profesora esperándolo
ansiosa para decirle: “Se lo dije”. Sin embargo, no era tan mala como quería parecer,
no lo soy en realidad, es solo que a los docentes se nos enseña a tomar distancia
porque mostrarnos humanos5 ante los estudiantes podría ser visto como síntoma
de debilidad, entonces se “pierde la autoridad”, pero esa es otra historia. El hecho es
que llegó el momento de presentar las evaluaciones y Pablo, aunque presentaba dificultades en otras asignaturas, dependía casi por completo del examen de español.
Es en momentos como este en los que se evidencia el proceso meritocrático6
de la evaluación, implementado en el Sanber7. Esa tarde, al revisar la prueba
presentada por Pablo para cada periodo perdido evidencié que no tenía los
Entiéndase “humano” como capaz de afecto.
La evaluación es meritocrática siempre que se tiene en cuenta el proceso realizado y no
solo el resultado.
7
Instituto San Bernardo de La Salle.
5
6
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
mejores resultados, no obstante era notable el esfuerzo, no solo en la prueba que
había presentado sino en el último periodo. Debía reconocer que había mejorado,
que lo había intentado y que eso era más valioso que simplemente hacerlo bien.
4.1 Una respuesta contundente
El Horizonte Educativo Pastoral sostiene, dentro de sus ejes articuladores, que la
práctica docente debe ser reflexiva y pertinente, lo cual implica que se debe hacer
un alto en el camino cada tanto, identificar las dificultades que se hayan podido
evidenciar y generar acciones que conlleven a fortalecer el proceso de enseñanza-aprendizaje; es así como actúa la red de comunidades y escuelas lasallistas en
los lugares en los que ha logrado alcanzar transformaciones sociales significativas.
El momento de ese cambio había llegado, la metamorfosis estaba arriba, en lo
alto, no en el cielo sino en la azotea del bloque A, en la pajarera8. Al año siguiente
de haber confrontado a Pablo para que evaluara sus prioridades me encontré con
la respuesta que no pudo manifestar meses atrás.
Como en todas las instituciones, en San Bernardo, durante la primera semana
del año lectivo los docentes se dedican a realizar planeaciones, guías, revisiones
y procesos de formación pedagógica; también existe un espacio para compartir
con los compañeros, para caminar juntos. Fue en ese espacio en el que tuvimos la
oportunidad de recorrer las instalaciones de la institución para conocer las diferentes
dependencias: administración, coordinaciones, gestión de la calidad, entre otras.
Al llegar a la pajarera se presentó el Hermano Brayan como uno de los responsables de liderar los centros de proyección social. Él se encontraba con Pablo y juntos
empezaron a presentar cada una de las actividades realizadas el año anterior. Nos
entregaron algunas cartillas realizadas por los niños con los que habían trabajado,
hablaron acerca de la experiencia que habían vivido en cada una de las actividades
desarrolladas e invitaron a los presentes a hacer parte del equipo.
Hasta ese momento todo marchaba con normalidad, conocía de lejos algunas
de las experiencias de las cuales hablaron. No obstante, al terminar la presentación
y mencionar las actividades desarrolladas, Pablo enunció las siguientes palabras:
“Trabajar en Altos de la Florida es una experiencia muy gratificante porque a
pesar de no recibir una retribución económica o algo que se pueda evidenciar de
manera física, un gracias y una sonrisa generan mucha satisfacción”. ¿Cuáles son
8
Es un salón pequeño destinado a las reuniones de la pastoral juvenil del Instituto.
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
sus prioridades? –Recordé en ese momento–. La respuesta era contundente, su
prioridad era recibir una sonrisa y un gracias luego de compartir una mañana de
sábado con niños que necesitaban de su joven y a la vez sabia presencia.
4.2 Altos de la Florida: un compromiso, una prioridad
El compromiso social es ineludible, sobre todo cuando se trabaja con niños y
jóvenes, sobre todo cuando se es humanista porque, ¿cómo podría hablarse
en clase acerca del contexto social de las épocas de la literatura universal y no
referirse a las transformaciones que debería liderar el ser humano para construir
una sociedad pacífica, justa, incluyente y democrática?9 De nada sirve un discurso
que no vaya de la mano de la acción, de nada sirve criticar el sistema social cuando
no se hace nada para cambiarlo, de nada sirve ser maestro si no se guía con el
ejemplo. Fue así como terminé vinculándome a este centro de proyección social,
un espacio a partir del cual probablemente no generaría grandes cambios, pero
que me permitiría establecer prioridades, una de las cuales sería transformar la
sociedad y construir un mejor mañana para las nuevas generaciones.
Decidí entonces empezar a actuar. Dialogué con los Hermanos y con el
coordinador de la pastoral del colegio, quienes me recibieron con los brazos
abiertos y me invitaron a conocer el grupo base, un sábado en la mañana, en San
José de Guausa, una casa de convivencias ubicada a las afueras de Chía. Allí se
encontraban algunos de los estudiantes con quienes había compartido en años
anteriores, aquellos que varias veces habían actuado como Pablo. Reconocí varios
rostros, saludé y noté que en el ambiente se respiraba paz, se respiraba hermandad.
Luego de un par de horas, entre actividades, comida y risas llegó el momento
de la presentación. Saludé al grupo, realicé una pequeña reflexión en torno al
trabajo en equipo y finalmente compartí mi experiencia. Les hablé acerca de mis
motivaciones y de la experiencia que habría terminado por vincularme al grupo:
un estudiante que pedía permisos para salir de clase y que, a veces, no hacía tareas;
un estudiante como muchos pero con la vocación de pocos. “Es una lástima que
Pablo no esté”, pensé. Ese día no se encontraba presente en la reunión, pero ya
llegaría el momento de agradecerle.
La presentación finalizó y así empezó el recorrido por esta nueva experiencia.
El Hermano Fabián Rangel, coordinador del proceso de servicio social en Altos de
9
42 /
Este es uno de los ejes articuladores del Horizonte Educativo Pastoral.
Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
la Florida, me contó acerca de la manera como se había desarrollado el proyecto
el año anterior. “No fue fácil” –afirmó–. “El proceso ha tenido ciertas dificultades pero acá seguimos, con ganas de que las cosas sigan adelante”. Pero, ¿cuáles
han sido las dificultades?, ¿cuáles las fortalezas?, ¿qué se puede mejorar? Esas son
algunas de las preguntas que surgieron en ese momento y a partir de las cuales se
inició la planeación de las actividades propuestas para el año en curso.
4.2.1 Fortalezas
Como todo proyecto social, una de las fortalezas con las que cuenta el proceso
en Altos de la Florida es la calidad humana, no solo de los miembros del equipo
que asiste cada sábado a compartir con los niños de la zona sino también de los
estudiantes, padres de familia y otros miembros de la comunidad, que se integran
a las actividades y permiten que se fortalezca el proceso y se cumplan los objetivos.
Por otra parte, es importante resaltar la transformación social positiva que
se genera en el entorno puesto que el proyecto contribuye a la construcción de
una sociedad pacífica a partir de varios aspectos. En primer lugar, está el hecho
de que se trabaja desde dos escenarios, uno deportivo (escuela de fútbol) y otro
académico (refuerzo escolar). Cada uno hace posible que los niños que acuden al
llamado tengan la posibilidad de mejorar en ciertas áreas del saber, mediante el
desarrollo de diversas actividades preparadas por los jóvenes de grados noveno y
décimo que se encuentran desarrollando su servicio social.
En segundo lugar, a partir de estos dos escenarios se ha hecho posible
reflexionar con los niños en torno a la importancia de la escuela para su vida:
si bien es cierto que a la escuela se va a aprender, a adquirir conocimientos y a
compartir con otros, también es posible fortalecer un proyecto de vida, cuestión
que justifica la integración de un sistema educativo: “El conocimiento os hará
libres”, dijo alguna vez Sócrates, esa es una de las banderas que se pretende izar a
partir de este proceso.
Otro aspecto que se debe resaltar a partir de la formación deportiva, es el
hecho de que se generan hábitos saludables que permiten a los niños crecer sanos
y alejados de los vicios de la sociedad que podrían interrumpir su proyecto de vida:
drogas, pandillas y alcohol.
El deporte es un lenguaje internacional. Su capacidad de entrecruzar
culturas permite que los programas relacionados con el deporte ayuden a
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
superar las barreras sociales y étnicas. En consecuencia, el deporte puede
ser una poderosa herramienta para promover la paz, tanto simbólicamente
a nivel mundial como de forma muy práctica en las comunidades. (Naciones
Unidas, 2003, p.18)
Con respecto al refuerzo escolar, cabe resaltar el papel que los jóvenes
formadores del Instituto han desempeñado en este proceso. Una de las mayores
fortalezas del proyecto consiste en la transformación del imaginario social, puesto
que acercarse a la comunidad de Altos de la Florida ha fomentado una visión
crítica en la mentalidad de los estudiantes bernardinos acerca de su entorno,
confirmando lo que alguna vez dijo Benjamin Franklin: “Dime y lo olvido,
enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo”. De esta manera se da cumplimiento a uno de los ejes articuladores de nuestro Horizonte Educativo Pastoral
(2013, p.18):
La transformación del entorno parte del reconocimiento de la persona
en su capacidad de agente transformador de su contexto, al igual que su
responsabilidad ética y moral que lo hace corresponsable tanto del ambiente
social como natural. De este modo, la transformación en la escuela lasallista
propende por la dignidad de la persona la cual crea territorios socialmente
constituidos, genera proyectos de desarrollo sustentable, se constituye en
ciudadano activo, promueve la solidaridad y la cooperación, y se asume
en alianza con otras instituciones que aportan al mejoramiento de las
capacidades, las oportunidades y las condiciones de las poblaciones especialmente las más vulnerables de la sociedad.
No obstante, desde una mirada global que permite la construcción de
pensamiento crítico debe decirse que, a pesar de las oportunidades con las que ha
contado el proyecto para fomentar un proceso de cambio a nivel local en la zona de
Altos de la Florida, con el pasar del tiempo se han presentado dificultades a partir
de las cuales ha sido necesario replantear algunos elementos.
4.2.2 Dificultades y oportunidades de mejora
Woody Allen, un famoso escritor, músico y humorista norteamericano dijo alguna
vez a manera de reflexión: “Si no te equivocas de vez en cuando, es que no lo
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
intentas”. Así ocurre en cada uno de los estadios de nuestra vida: trabajo, escuela,
relaciones sociales, etc. Sin embargo, es precisamente a partir de esas equivocaciones como el hombre logra transformarse y alcanzar sus metas; de los errores
se aprende, dice el adagio popular. Es por esa razón que vemos cada una de las
dificultades que se han presentado a lo largo del proyecto como oportunidades
para mejorar y actuar sobre lo que se ha evidenciado hasta el momento.
Una de las mayores problemáticas evidenciadas a lo largo del proceso ha sido
el hecho de que la población que asiste a las actividades no es constante, así, por
ejemplo, mientras algunos niños acuden cada sábado otros solo lo hacen de vez en
cuando, cuestión que impide identificar avances significativos en casos concretos.
Por otra parte, en algunas ocasiones se han encontrado ocupadas las aulas en
las que se realiza el refuerzo escolar, razón por la cual ha sido necesario utilizar
espacios alternos como el parque, aun cuando se sabe que este no es un lugar
pertinente para tal fin, pues tratándose de un espacio recreativo, llegan constantemente niños que distraen la atención de quienes participan de las actividades.
Por tal motivo, se espera que para la sana continuación del proceso en la zona sea
posible generar un acuerdo con el rector del colegio Eduardo Santos, de quien se
espera que facilite el préstamo de las aulas.
Otro factor que ha generado inconvenientes para desarrollar las acciones
propuestas durante cada sesión ha sido el clima. El hecho de trabajar en las
canchas, especialmente con los jóvenes que hacen parte de la escuela de fútbol,
durante la época de lluvias, genera que se detengan los entrenamientos y, por lo
tanto, que los niños interesados en hacer parte del equipo se vean obligados a
retornar a sus casas.
Finalmente, está el hecho de que existen ciertos factores de riesgo en la zona
que generan tensión tanto en los niños que asisten a los refuerzos y a los entrenamientos como en los estudiantes que hacen parte del servicio social. Entrenar en
canchas públicas genera la posibilidad de que arriben al lugar personas ajenas al
proceso que, en ocasiones, como ya ocurrió alguna vez, se muestren conflictivas y
terminen generando temores en la población.
No obstante, esta es una experiencia que permite reflexionar en torno a la
posibilidad de buscar nuevos espacios a partir de los cuales sea posible desarrollar
el proceso en un ambiente de sana convivencia, libre del territorialismo simbólico,
a partir del cual se ejercen relaciones de poder en las que el más fuerte es quien
domina. A este respecto afirma Foucault (citado por Moreno, 2006):
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
Las relaciones de poder tal como funcionan en una sociedad como la nuestra
se han instaurado, en esencia, bajo determinada relación de fuerza establecida
en un momento determinado, históricamente localizable, de la guerra. (p. 2).
Esta es una pequeña muestra de la manera como funciona, en cierta medida,
nuestra sociedad. En consecuencia y puesto que así se construye el camino del
sabio, es necesario reflexionar al respecto y plantear soluciones a partir de las
cuales sea posible generar nuevas alternativas, sin olvidar que los obstáculos son
ocasión de aprendizaje y mejoramiento.
5. Con miras hacia un mejor mañana
Decir con exactitud qué pasará con nuestro proyecto de formación en Altos
de la Florida sería ambicioso, pero no planearlo sería irresponsable. El trabajo
que se realiza a diario nos impone nuevos retos y nuevas posibilidades, de tal
suerte que habría que encaminar nuestra ruta a través de la siguiente pregunta:
¿qué esperamos alcanzar con el proyecto de formación de Altos de la Florida,
institución educativa lasallista?
Sintetizar nuestras intenciones en un par de líneas sería limitar su alcance,
no obstante, todo proyecto debe ser aterrizado mediante acciones concretas que
posibiliten alcanzar un objetivo. En este caso, de la mano del Horizonte Educativo
Pastoral, esperamos transformar la sociedad colombiana a partir de una educación
cristiana inspirada en la tradición lasallista que forma seres humanos integrales,
construye fraternidad, promueve el diálogo, la fe, la vida y la cultura.
Esperamos sembrar semillas de paz en los corazones y mentes de los niños y
jóvenes, esperamos construir una sociedad más justa a través de la consolidación
de proyectos de vida, esperamos desarrollar valores que fortalezcan la formación
humana pero, más que nada, esperamos llevar un mensaje de vida que llene de
esperanza a cada una de las personas que hacen parte de este proyecto.
Referencias
Foucault, M. (2006). Microfísica del poder. En: Moreno, Hugo César. Bourdieu,
Foucault y el poder. En: Revista de Ciencias Sociales de la Universidad
Iberoamericana, (2). Ciudad de México: Universidad Iberoamericana. p.2.
Ministerio de Educación Nacional. (2010). Modelo educativo aceleración
del aprendizaje, (Manual operativo). Recuperado de: http://redes.colom46 /
Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
biaaprende.edu.co/ntg/men/archivos/Referentes_Calidad/Modelos_Flexibles/
Aceleracion_del_Aprendizaje/Guia_del_docente/Manual%20Operativo.pdf.
Naciones Unidas (2003). Informe del grupo de trabajo interinstitucional de Naciones
Unidas sobre el deporte para el desarrollo y la paz. Recuperado de https://www.
unicef.es/sites/www.unicef.es/files/Deporte06.pdf.
Tejeiro, L., Cruz, I., Díaz, D., Murcia, N., & Forero, C. (2013). Horizonte educativo
pastoral. Bogotá: Distrito lasallista de Bogotá. p.8-20.
UNICEF (2013). Informe anual UNICEF Colombia. Recuperado de http://www.
unicef.com.co/wp-content/uploads/2014/03/UNICEF_2013_Version-esp_
final.pdf.
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
Fieles hijos seremos del Dante
Aportamos un granito de arena a la construcción de paz del Caguán
Lady Andrea Polanco Sánchez1
Donde nacen muchos pero se crían pocos
Nacer en San Vicente del Caguán (Caquetá) equivale a tener que luchar desde
el momento de la unión entre el embrión y el espermatozoide para que se dé la
concepción de una nueva vida; equivale a librar una batalla contra los prejuicios
sociales que muchas mujeres sufren cuando son madres desde temprana edad;
equivale a enfrentar el rechazo de las familias y de la sociedad; equivale a preguntar
dolorosamente por los miembros de la familia que han muerto por culpa de la
violencia; equivale, en definitiva, a asumir, desde la más tierna infancia, los retos
que las puertas de los Llanos del Yarí tienen para sus nuevos habitantes.
Si se tiene la posibilidad de nacer, se inicia la batalla del parto, puesto que
nuestro Hospital San Rafael ha sufrido el deterioro de la corrupción y de la
violencia que ha acechado históricamente a Colombia; ahora es una Empresa
Social del Estado (E.S.E.) de primer nivel de atención (E.S.E. Hospital San Rafael,
2015) que únicamente cuenta con médicos generales, la mayoría de los cuales
se encuentran desarrollando su año rural –requisito para obtener su título de
pregrado–. Esto hace que gran parte de los partos sean remitidos a la capital del
departamento, Florencia.
Es así como realizamos nuestro primer viaje, el que nos obliga a nacer en un
lugar diverso de aquel en el que fuimos gestados y al que realmente pertenecemos, pues nuestros padres, una vez abandonamos nuestro lugar de gestación,
abrimos los ojos y sentimos el calor envuelto de humedad que caracteriza a todo
el Caquetá, realizan con nosotros el recorrido de vuelta a esa tierra escondida por
selva y llanura que desde 1898 recibe el nombre de San Vicente del Caguán.
Docente orientadora de la Institución Educativa Dante Alighieri, psicóloga de la
Fundación Universitaria Konrad Lorenz, especialista en Pedagogía y estudiante de maestría
en Neuropsicología y Educación de la Universidad de la Amazonía. Correo electrónico:
[email protected].
1
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
Este municipio que espera vernos crecer es uno de los dieciséis que integran
el departamento del Caquetá. A diferencia de los demás, nacer en Sanvirulo –
como solemos llamarlo– implica cargar con un pasado histórico nacional que ha
dividido su línea de tiempo en cuatro momentos cruciales.
El primero de ellos corresponde a los años que precedieron a la creación de la
Zona de Distensión: un pequeño pueblo en medio de la selva amazónica en el que
sus habitantes se conocían y compartían, en alguna medida, relaciones familiares
que hacían de este un lugar tranquilo y pacífico para vivir, aunque para el resto del
país fuera desconocido (Polanco & Molano Camargo, 2014).
Pero como la tranquilidad no dura toda la vida, el segundo momento crucial
y que para muchos habitantes dividió a San Vicente fue el tiempo transcurrido
durante la Zona de Distensión, creada en 1999 a raíz de un proceso de negociación
entre el Estado y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Durante estos años migrantes venidos de diferentes lugares de Colombia
invadieron fincas aledañas a la zona urbana, provocando un aumento poblacional.
No obstante, también emigraron muchas familias tradicionales de la región que no
compartían los ideales de las FARC, desplazadas a otros territorios de Colombia o
fuera del país. En este momento la situación de constante estrés ante la imposibilidad de hacer algo para combatir tal realidad hizo que se aumentara el silencio y
la sumisión ante cualquier autoridad (Polanco & Molano, 2014).
Y así como la tranquilidad no es eterna, la zozobra tampoco lo es. Por esto el
21 de febrero de 2002 con la ruptura de los diálogos de paz llegó la finalización de
la Zona de Distensión que generó el tercer momento de la línea de tiempo sanvicentuna. Durante este se vivió la unión de los dos momentos anteriores: aunque el
pueblo seguía siendo tranquilo, pues todavía quedaban grandes familias coloniales,
no se desvanecía el estrés ante cualquier situación de peligro que pudiera acaecer.
La población pasó a ser clasificada a nivel nacional como auxiliar de la guerrilla
–tal como se suele llamar a las FARC– y dicho juicio impulsó el deseo de mostrar
a San Vicente como un territorio más de Colombia en el que sus habitantes son
gente con perrenque y con fuertes deseos de construir un mejor futuro. Y así, a fin
de mostrar una cara diferente de este pueblo, muchos jóvenes y adultos empezaron
a cursar educación superior y a luchar por la creación de espacios y actividades
que permitieran la transformación del entorno.
La pujanza que caracteriza al sanvicentuno cuando busca salir de una dificultad
provocó el actual surgimiento de una cuarta etapa en San Vicente del Caguán.
En esta se busca la consolidación de un territorio de Paz y de Reconciliación,
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
no causada por los diálogos que se adelantan en Cuba, sino por la iniciativa de
sus mismos habitantes. Muestra de ello es el retorno de hombres y mujeres que
abandonaron el municipio por diferentes razones –algunos de ellos formados
profesionalmente– deseosos de integrar diversos espacios de socialización en los
que puedan aportar mediante sus saberes. Este deseo de aprender del pasado y
beneficiar a todas las personas que habitan actualmente el pueblo nos mueve a
tratar de reconstruir la tranquilidad que en otro tiempo reinó en el Caguán.
Los que se crían lo hacen con berraquera
Nacer en San Vicente es nacer en medio del fuerte calor, no solo por las altas
temperaturas que conforman su clima sino por la calidez de las personas que aquí
vivimos. Aunque fuertes en nuestra expresión, los sanvicentunos contamos con
una calidad humana que hace que cualquier persona que nos visita se sienta un
paisano más, en palabras del Hermano Diego Armando Rico Archila, actual rector
de la Institución Educativa Dante Alighieri: “Aquí los anfitriones se preocupan de
que los visitantes se sientan como en casa”.
Abrir los ojos en este lugar es deleitarse con la amalgama de colores que tiene
la naturaleza, es oler la tranquilidad aun en medio de constantes amenazas, es
oír el canto de los pájaros al amanecer y el sonido de las balas y las bombas que
irrumpen en la tranquilidad del municipio.
Dar los primeros pasos aquí implica aprender a caminar con cautela, puesto
que una caída puede significar desde rasparse una rodilla hasta ser víctima de una
bomba, de una bala perdida o de una mina “quiebrapatas”; caer también equivale
a terminar involucrado en situaciones de consumo de sustancias psicoactivas, de
prostitución o de participación guerrillera, todo por buscar aprobación social o
por tratarse de realidades en las que se está suscrito desde el mismo nacimiento.
De manera que cuantos logramos sobreponernos a los primeros años de vida,
después de cargar con un pasado nacional a la espalda, nos constituimos en sobrevivientes que aprendemos a correr descalzos, que participamos en la misa o en el
culto los domingos como plan familiar, que nos bañamos en las calles del pueblo
cuando llueve, que jugamos a las escondidas o a “La lleva” con los demás niños de
la cuadra, que aprendemos a manejar moto antes que una cicla, que consumimos
alcohol en una fiesta familiar por primera vez y que, como todas las familias,
tenemos una finca o un familiar que nos invita a la suya para montar a caballo,
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
marcar ganado, ordeñar vacas, manear, echarle maíz a las gallinas, prender un
fogón de leña y realizar las demás ocupaciones del campo.
Aquí la gente aprende a compartir con el vecino de la casa de enseguida pero
también con el paisano que vive en el barrio más lejano, a quien también llama
“vecino” por ser una forma de apertura que manifiesta la confianza entre sanvicentunos. Los niños y jóvenes no cuentan con centros comerciales, bibliotecas
múltiples, parques de diversión o cinemas, pero tienen un parque, El hacha.
Así suele denominarse al parque central del municipio, espacio propicio para
sentarse y ver pasar las motos y los carros o para hablar de la vida de los demás.
Situación contraria es la que viven quienes deciden andar en moto, dando vueltas
por las mismas calles del pueblo hasta acabar la gasolina o hasta que se decida
cambiar de actividad.
Niños y jóvenes ocupan su tiempo participando de grupos infantiles y juveniles,
patrocinados por la Casa de la Cultura o por entidades privadas (grupos de danza
y escuelas deportivas) así como en actividades que sus instituciones educativas
programan en jornadas complementarias.
Un lugar de paz y salvación a pesar del miedo constante
La gran diversidad de actividades que hoy se viven en San Vicente del Caguán hace
que niños y jóvenes tengan una multiplicidad de alternativas para ocupar su tiempo
libre y proyectar su vida a fin de lograr transformaciones, tanto a nivel individual
como municipal. Desafortunadamente, son pocas las familias que motivan o
participan de estas iniciativas aunque a cambio de esto procuran que sus hijos reciban
la educación y orientación de profesionales que suplan esta labor orientadora.
Es por ello que la mayoría de las familias de San Vicente solicitan cupo
diariamente en la Institución Educativa Dante Alighieri. Colegio público que, al igual
que las demás instituciones que pertenecen al Distrito Lasallista de Bogotá, tiene
como misión promover el desarrollo integral de niños y jóvenes, especialmente de
los más pobres (Institución Educativa Dante Alighieri, 2015). Esta pobreza no solo
se refiere al ámbito material sino también a la pobreza de espíritu, de proyección, de
crecimiento personal y a muchas otras necesidades del ser humano.
Promover el desarrollo integral con calidad ha provocado que el Dante
Alighieri se haya ubicado en el tercer lugar de las pruebas Saber a nivel departamental y en el primer lugar a nivel municipal, durante varios años consecutivos (ICFES, Mejor Saber, 2014), a pesar de contar con un alto número de
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
alumnos (70%) en situación de vulnerabilidad social y pobreza extrema (Loaiza
& Contreras, 2006). Además, a nivel de convivencia y comportamiento social,
los niños y jóvenes que estudian en esta institución se han caracterizado por
ser respetuosos y responsables así como por tener gran sentido de pertenencia
institucional y compromiso por servir al más necesitado.
Pero esto no solo se logra en las jornadas habituales de clase sino también a
partir de una serie de actividades extracurriculares de promoción de competencias ciudadanas que sacan al joven de su rutina diaria y lo retan a descubrir sus
potencialidades, capacidades y habilidades; en palabras del profesor Edwin Gil Gil,
“llevan al joven a un encuentro consigo mismo y con los demás”.
Por ello, partiendo de la historia de San Vicente y de cómo esta es un determinante clave en la vida del niño y del joven que aquí viven, se han realizado varias
reflexiones en el Dante Alighieri sobre cuál es la propuesta central que debe ofrecer
la institución en términos de énfasis de formación para la comunidad, que no
solo sea propicio para los espacios de aula de clase sino que permita ligar todas las
actividades que se llevan a cabo y que buscan la formación integral del sanvicentuno. En ese ejercicio de reflexión y análisis se logró acordar que el énfasis institucional del Dante Alighieri respondiera a los puntos que aparecen a continuación:
• Garantice que los estudiantes reciban conocimiento que les sirva en
la vida productiva, es decir, formación en competencias laborales y
formación comercial.
• Se debe pensar en la formación de ciudadanos con competencias no
para el post conflicto sino para ser agentes de paz en medio del conflicto.
• Es importante tener en cuenta, dadas las características históricas de San
Vicente del Caguán, que los procesos académicos para la consolidación
de la paz también deben ser procesos de memoria, tolerancia y reconciliación.
• Si se tienen en cuenta las ciencias naturales como énfasis, no se deben
reducir solo a su práctica en la agricultura sino que debe pensarse en
nutrición, salud, productos caseros y cuidado del medio ambiente.
• La respuesta pedagógica para la elección del énfasis debe estar contextualizada no solo en lo urbano de San Vicente sino en lo rural y en la
realidad de conflicto.
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
• La formación académica de los maestros que actualmente se encuentran
laborando en la institución debe tenerse en cuenta en el momento de
elegir un énfasis.
• Se deben establecer acuerdos y convenios con instituciones cercanas que
permitan fortalecer los procesos académicos según el énfasis y articulación curricular con la educación superior.
• Los recursos institucionales son limitados para la adquisición de nuevos
laboratorios de inglés o tecnologías. Las salas presentes en este momento
en la institución no son suficientes si se piensa en énfasis en inglés o en
tecnología. (Bohórquez, 2015, p.3-4).
A partir del análisis e interpretación de estas consideraciones, en reflexión
contante con diferentes miembros del colegio y de la Secretaría de Educación del
Distrito Lasallista de Bogotá, se procuró que el énfasis respondiera a la realidad de
la institución en cuanto a áreas, asignaturas, docentes y herramientas que permitan
a los estudiantes enfrentar las nuevas realidades sociales y asumir responsablemente su proyecto de vida (Bohórquez, 2015). Es así como fue presentado, desde
la coordinación académica, a cargo del Hno. Jhon Bohórquez un énfasis institucional que busca, desde cada una de sus prácticas y de manera transversal, la construcción de la paz, a fin de que sirva a la construcción de una cultura de la sana
convivencia y a la comprensión de la realidad local y nacional (Bohórquez, 2015).
Adicionalmente, se espera desarrollar el énfasis “Construcción de la Paz” bajo
la modalidad de profundización, según los intereses de los estudiantes:
Primera Profundización –respuesta al sector rural–: formación para
la producción agrícola mediante la tecnificación del campo. Segunda
Profundización –respuesta al sector urbano–: formación en competencias ciudadanas, en derechos humanos, en consolidación de proyectos
sociales y en proyectos de memoria y reconciliación. Tercera Profundización –respuesta al sector comercial–: formación en procesos de economía
solidaria. (Bohórquez, 2015, p.4-5).
A partir de lo anterior se ha iniciado una serie de campañas que buscan renovar
el lenguaje entre los miembros de la institución, basado en la comprensión del
espacio educativo como lugar de salvación. Es así como en todas las actividades
que se vienen realizando, desde el año 2013, se ha procurado que los estudiantes
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
cuenten con un distintivo de pertenencia que permita la apropiación de una
identidad, fundada en el hecho de que su colegio es el espacio en donde nada
malo les puede pasar, donde sus sueños e ilusiones se cultivan y desde donde se
proyectan a una nueva realidad que, con la ayuda de todos, será mucho mejor.
Esta iniciativa es muy acorde con la propuesta que hace Torres Serrano (2007)
en su artículo sobre la escuela lasallista como un lugar de salvación: “Las instituciones de La Salle deben ser lugares de buenas noticias, donde se produzca gozo,
esperanza y vida abundante, en donde se ligue la praxis y la teoría que llevan a una
liberación integral del individuo y hacen de él sujeto de su propia historia”.
Soy del Dante y soy Lasallista
Hablar de que la escuela lasallista es un lugar de salvación no solo es una propuesta
actual para el énfasis educativo del Dante sino que fue lo que motivó la llegada de
los Hermanos de las Escuelas Cristianas a San Vicente del Caguán, luego de que
el séptimo capítulo del Distrito Lasallista de Bogotá decidiera orientar el trabajo
de la provincia hacia regiones marginadas, necesitadas y azotadas por la violencia,
el narcotráfico, el desempleo, la pobreza, etc., a partir de una obra concreta que
fuera signo del centenario de la llegada de los Hermanos a Colombia (Loaiza &
Contreras, 2006). De manera que, después de un serio diálogo entre la comunidad
educativa, los Hermanos y el Vicariato de San Vicente, se concluyó que el Dante
era esa obra que demandaba la presencia de La Salle de forma inmediata.
Ya han pasado veintisiete años desde este gran acontecimiento. La vida de
muchos que hemos sido estudiantes del Dante y la vida misma de los habitantes
de San Vicente se han transformado a lo largo de varias generaciones. La realidad
de este impacto en la cultura de nuestro municipio ha sido sabiamente ilustrada
en la estrofa del himno del colegio que más hace latir el corazón cuando se canta:
“Fieles hijos seremos del Dante, combatiendo las fuerzas del mal”.
Muestra de lo anterior es la decisión de la promoción 2015 de adoptar parte
de esta frase como su nombre: “FhidelDan - Fieles hijos del Dante”, puesto que
es allí donde aprendemos que somos parte de un linaje, de una sola familia en la
que profesores y Hermanos son los responsables de guiar a los más pequeños para
combatir las fuerzas del mal.
Para un hijo fiel del Dante Alighieri, levantarse en San Vicente del Caguán es
una aventura cada amanecer, es despertarse y sentir que hoy se debe cambiar el
mundo, que desde los actos más pequeños se puede hacer algo y que se es parte
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
esencial de toda renovación; que todo lo que se hace no solo transforma la propia
vida sino la de muchas personas más; que esta sociedad necesita ser cada vez mejor
y que esa labor se logra a través de la educación.
Esto ha quedado impreso en nuestra mente y en nuestro corazón a tal punto que,
a pesar del paso de los años, cuando nos dicen Dante, nuestro corazón late y hace
que lleguen a nuestra memoria los pasillos que nos vieron crecer, esos mismos que
todos los días barren los estudiantes no solo para ayudar a la señora Deisy, sino como
una forma de aportar a la construcción de un entorno para la sana convivencia.
Al retornar a los tiempos vividos en el Dante es inevitable recordar los
campeonatos intercolegiados y volver a sentir, de forma intensa, una serie de
emociones –alegría, rabia, miedo, angustia y tristeza– porque verdaderamente “se
suda la camiseta” para demostrar que el Dante siempre está delante. O se evoca
el redoble marcial que nos indica que debemos mostrarle a las calles que nos han
visto crecer lo que este colegio le entrega a la sociedad: personas que quieren
transformar San Vicente y generar una mejor nación.
Toda esta muestra de identidad institucional que históricamente nos ha
acompañado, provocó que al llegar a San Vicente el Hno. Jhon Bohórquez, actual
coordinador académico, comportamental y de pastoral, creara un sencillo pero
emotivo lema con el que los miembros de la institución resumimos nuestra
experiencia del día a día: “¡Soy del Dante!”.
Y es que ser del Dante es saber que una vez se atraviesa una de las entradas de
las cuatro sedes, olvidamos que somos ricos o somos pobres, que tenemos algún
dolor o tristeza. Esta realidad, evidenciada hace más de dieciséis años por el Hno.
Carlos Forero –actual Secretario de Pastoral del Distrito Lasallista de Bogotá–, que
sigue vigente, se resume en el reconocimiento de que “el asunto de clases no existe”,
tal como lo explica el actual rector del Dante:
Aquí estudian los hijos de los sanvicentunos más pudientes porque ellos
buscan la formación que imparten los Hermanos. También estudian los
niños que terminan su educación primaria en la sede Antonio Nariño
que atiende a una población de escasos recursos, carente algunas veces
del alimento cotidiano y moradora de casas de madera. Finalmente,
contamos con niños de clase media que proceden de la sede Diego Omar y
que, aunque siguen teniendo muchas necesidades, cuentan con un núcleo
familiar más estable y viven en casas de ladrillo. Son realidades diversas que
no constituyen un obstáculo para el desarrollo de la convivencia al interior
del Dante. (Entrevista no estructurada, julio 24 de 2015).
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
Efectivamente, los hijos del Dante somos personas que, a pesar de las circunstancias que se viven en las calles que dirigen a las sedes de nuestra institución,
entendemos que un mundo diverso nace al ingresar a ellas y que allí dentro una
sonrisa se dibuja en nuestros rostros porque es el lugar en el que adquirimos
nuevos conocimientos para que no se vuelva a presentar una situación de dolor
en la vida de algún miembro de nuestra familia.
Lo más interesante de pertenecer al Dante es que nuestra familia no solo está en
San Vicente, sino que gracias a los Hermanos de La Salle, contamos con estudiantes
de otras zonas del país que también cantan con el corazón: “La Salle, la Salle,
doquiera triunfará”. Y es verdad que ha venido triunfando en medio de las diferentes
realidades que se experimentan en cada una de sus instituciones porque se comparte
un mismo estilo educativo y una misma misión: reconstruir a Colombia a partir
de actos de paz. Esto implica, tal como lo reconoció en entrevista un joven de la
institución, que “cada actividad, por más pequeña que sea, construye paz”.
Pero, ¿qué es la paz? Es una palabra de tres letras que pone a pensar y deja en
silencio, por un instante, a cualquier colombiano si nos piden que la definamos.
Sin embargo, aunque después de ese silencio cada uno encuentre una definición
distinta, todos buscamos vivirla como una experiencia de tranquilidad consigo
mismo, que nos permite sanar todo lo que nos atormenta interiormente para estar
más dispuestos a la hora de servir al “otro”.
Sentirse útil para el otro
Y en el Dante, sí que se ha buscado vivir la paz, puesto que se ha constituido
en una tarea diaria tanto en el salón de clases como en cualquier otra actividad
extraacadémica que intente aportar al nuevo énfasis institucional.
Una muestra de ello es la pastoral juvenil Indivisa Manent (lo unido permanece),
que llegó al Dante con el arribo de los Hermanos de La Salle a San Vicente y que,
desde sus inicios, busca promover el desarrollo de habilidades para el liderazgo y
la pertenencia social de acuerdo al contexto educativo (Forero, 2006). La pastoral
lasallista en San Vicente ha sido espacio de salvación, como lo señala Torres
Serrano (2007) y como lo recuerdan los Hermanos en cada formación, puesto que
a través del encuentro con Jesús muchos jóvenes hallan esa tranquilidad interior
que tan ausente está en la vida del sanvicentuno. En palabras del profesor Edwin
Gil, la pastoral lasallista en el Dante “es un mundo diferente para los estudiantes
en el que experimentan la fraternidad, la unión, la posibilidad de fijarse retos, de
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
planear, de salir de sí mismo para encontrarse con el otro”. (Entrevista no estructurada, julio 24 de 2015).
La pastoral del Dante es el espacio que a muchos nos ha permitido reflexionar
sobre nuestra vida y sobre todo lo que nos rodea, a fin de encontrar no solo una
profesión sino un proyecto de vida, tal como lo refirió la estudiante Karen: “La
pastoral es un proyecto de vida, pues cada uno tiene un objetivo y cada minuto,
cada cosa que hacemos aquí es un incentivo para seguir adelante, para aprovechar
cada instante de nuestro tiempo”. (Entrevista no estructurada, julio 24 de 2015).
Realmente, en medio de las escasas ofertas, esta es la mejor opción que
pudieron darnos a los sanvicentunos para aprovechar el tiempo. Los paseos en
moto, el consumo de drogas y la búsqueda de placer sexual desordenado fueron
cambiados por la posibilidad de brindarle ayuda al más necesitado. Como dice la
profesora Leticia: “La pastoral es una forma de sentirse útil, sentir que podemos
hacer algo por los demás… sentir que somos importantes en la edificación de la
sociedad”. En pocas palabras, la pastoral en el Dante equivale a la posibilidad de
vivir los valores lasallistas, fraternidad, compromiso y servicio abnegado, guiados
por una fe que persigue la justicia en cada acto que se realiza.
No puede negarse que la pastoral del colegio también se ha visto afectada por
la realidad social del municipio, sin embargo, gracias al celo educativo de los
Hermanos, desde el año 2014 surgió una propuesta de formación que ha hecho
que la pastoral vuelva a ser un centro de encuentro y de trabajo mancomunado de
gran parte de los estudiantes de la institución. Prueba de esto es que actualmente
más del 10% de los estudiantes de bachillerato están vinculados como miembros
activos del movimiento juvenil Indivisa Manent en cinco grupos consolidados.
Esta propuesta de formación pastoral ha surgido de la necesidad de mover a
los jóvenes de San Vicente a la reflexión sobre sí mismos, a partir de una espiritualidad comprometida con la realidad social circundante y, por tanto, más activa
que aquella que caracteriza a la religiosidad popular. Esta intención ha conducido
a la adecuación de la estructura del Indivisa Manent según el deseo de reconstrucción de nuestro país y en diálogo con la estructura propuesta por el Vicariato
Apostólico de San Vicente. En palabras del Hno. Jhon Bohórquez (2015b):
En este mundo cambiante que nos conecta cada vez más y que a la vez nos
aleja, la pastoral quiere brindar un espacio de formación en liderazgo en el
que niños y jóvenes inicien un proceso de vivencia de los valores cristianos
–fe, fraternidad y servicio–, potencialicen sus cualidades y desarrollen tanto
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
habilidades como competencias para ser líderes en contextos concretos,
mientras van interactuando con otras personas, compartiendo la vida y
construyendo juntos, desde su realidad y sus posibilidades, proyectos que
ayuden a construir una sociedad que permita la justa realización de todas las
personas, promoviendo el compromiso social. (Entrevista no estructurada,
julio 25 de 2015).
La propuesta inicial conserva el primer nivel del Indivisa Manent, denominado
Chevrones, integrado por los niños que cursan primaria en cada una de las sedes
de la institución o viven alrededor de alguna de ellas y que son acompañados por
los jóvenes más experimentados en la pastoral. Continuando con la estructura
del movimiento, el nivel Torres Almenadas ha sido dividido en el Dante en
dos subniveles: el primero de ellos, denominado Trigo y conformado por los
estudiantes de sexto y séptimo que pertenecen a la pastoral, actualmente reúne
a cuatro niños que están aprendiendo a vivir cada uno de los valores lasallistas;
el segundo subnivel, denominado Los Pinos, es integrado por los estudiantes de
octavo (actualmente dieciséis), también llamados pre-juveniles, que aprenden a
vivir de forma práctica el liderazgo lasallista.
Para los adolescentes de noveno, décimo y undécimo grado que pertenecen
a la pastoral se ha propuesto un modelo de formación lasallista, acorde con la
construcción de la paz, que parte de la construcción de proyectos de vida claros
que tienen como meta la configuración de agentes críticos y líderes que respondan
a las necesidades del contexto y presten un servicio audaz a la sociedad.
Dicho modelo se ha estructurado en ciclos. Cada uno de ellos contempla un
proceso formativo en el que sus integrantes exploran temáticas acordes con su
nivel y las aplican en centros de proyección con niños y adolescentes. Este proceso
es acompañado por docentes que llevan a cabo el seguimiento y el monitoreo del
buen funcionamiento de la práctica pastoral y recibe su retroalimentación tanto
en el ámbito cognoscitivo como en el pragmático, gracias al compartir de experiencias significativas que aportan a la transformación integral tanto de personas
como de contextos (Bohórquez, 2015b).
Los integrantes del ciclo de formación, que dentro de la estructura del Indivisa
Manent son los Leones Rampantes, estudiantes que ingresan por primera vez
a la pastoral o inician su proceso de formación y se encuentran cursando los
grados noveno, décimo y undécimo, son formados en temáticas como liderazgo,
integración social, participación política, desarrollo cultural y lasallismo, que luego
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
deberán llevar a la práctica en los centros de proyección integrados por los niños
del nivel Chevrones.
Este grupo que en el Dante fue bautizado con el nombre Kelaia (la voz de
Dios) actualmente está conformado por más de treinta adolescentes que se reúnen
durante noventa minutos los sábados, en la sede central de la institución, para
recibir formación y pasar después a los sitios de proyección social que están
ubicados en las sedes de primaria y en dos de los barrios que rodean la institución,
La primavera y La victoria.
Estos mismos estudiantes son los que participan de la Escuela de Formación
de Animadores de San Vicente (ESFORSA), a nivel local, y de la Escuela de
Formación de Paz (ESPAZ), a nivel zonal –en esta participan también los
estudiantes de la Normal Superior de Gigante–. Algunos de ellos asisten también
a dos de las escuelas distritales –tal como se denominan los espacios de encuentro
de los estudiantes de los colegios lasallistas pertenecientes al Distrito de Bogotá–,
esto es, la Escuela de Animadores (ESCANIM), la Escuela de Catequistas (ESCAT)
y la Escuela de Líderes (Neolaia). Con esta formación los integrantes de Kelaia
tienen como misión enseñar a los niños de Chevrones la importancia de conocer
los derechos humanos a partir de actividades lúdico-prácticas acordes con el
contexto social al que pertenecen.
Al siguiente ciclo de formación, denominado ASODI (Ayuda Social
Divergente), pertenecen los estudiantes de noveno, décimo y undécimo que
han completado más de un año en la pastoral del colegio. Sus integrantes hacen
parte del grupo denominado Base, según la estructura del Indivisa Manent, pues
son los más antiguos en la pastoral. Ellos participan de encuentros formativos,
se esmeran en el cultivo de la vida espiritual y viven momentos de fraternidad
que les permiten transcender la dimensión grupal para asumir un compromiso
social cristiano auténtico, a través de la confrontación personal y del desarrollo de
talentos para el liderazgo que, a su vez, les permitirán construir su proyecto social
de vida, partiendo de los propios intereses vocacionales (Polanco & Falla, 2015).
Bajo esta perspectiva se llevan a cabo encuentros quincenales para trabajar
diferentes temáticas que se socializan en los sitios de proyección. Intercalados con
estos, se realizan encuentros de planeación con dos jóvenes del grupo, diferentes
cada vez, que se encargan de animar las reuniónes. Adicionalmente, con cada
joven se hacen reuniones semanales para profundizar en sus intereses vocacionales. Finalmente, para vivenciar el servicio, antes de iniciar el trabajo en los centros
de proyección que cada uno elige, de acuerdo con su interés vocacional, el grupo
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
entero visita cada uno de los centros para realizar actividades pastorales sobre
diferentes temáticas. Y como estos jóvenes han estado en alguna de las escuelas
de formación, todas las reuniones y actividades que se llevan a cabo son lideradas
por ellos mismos.
Actualmente este nivel está conformado por dieciséis estudiantes y nueve
egresados que han continuado en el grupo desde sus nuevos lugares de residencia,
puesto que la mayoría están iniciando estudios de educación superior fuera del
municipio y desean contribuir con los proyectos de sus compañeros que continúan
en la institución o poner los cimientos para establecer nuevos sitios de proyección
más allá del Caguán. Con este último grupo se está proyectando la creación de un
tercer ciclo conocido en la estrucrura del Indivisa Manent con el nombre de Lazos.
Existe también un grupo de jóvenes que pertenecen tanto a Kelaia como a
ASODI, cuyo centro de proyección es la catequesis de preparación para la primera
comunión de los niños que viven alrededor de las sedes del colegio Diego Ómar
García y Antonio Nariño. Se trata de diez jóvenes que integran la Escuela Lasallista
de Fe y que se reunen los jueves a planear los encuentros de los sábados. Además
de las escuelas ya mencionadas, ellos participan de una escuela local denominada
ESCAFE (Escuela de Catequistas de la Fe) que en el presente año contó con la
participación de catequistas de Campo Hermoso, una vereda del municipio.
La pastoral está integrada también por los jóvenes “ruteros” o estudiantes de
grado undécimo que quieren ser Hermanos de La Salle. Este grupo está constituido
por tres jóvenes –uno de ellos docente de la institución– que a partir de la experiencia
pastoral han encontrado en el lasallismo su estilo de vida. Ellos se reúnen una vez
cada semana con el rector del colegio y hacen parte del grupo de catequistas.
Fuera de la estructura del movimiento contamos con un grupo de estudiantes
delegados de la pastoral dentro de los salones de clase. Estos jóvenes fueron
escogidos a comienzos del año 2015 como monitores de pastoral y son los
encargados de contagiar el espíritu lasallista entre sus compañeros de clase,
durante las jornadas escolares, la oración diaria, la Presencia de Dios (experiencia
de oración y meditación que se lleva a cabo a medio día) y las eucaristías mensuales
que se celebran con los estudiantes de bachillerato.
Los jóvenes que integran el movimiento juvenil Indivisa Manent en el Dante
Alighieri son asesorados por un equipo de docentes y Hermanos que, a su vez,
integran el consejo de pastoral de la institución, denominado Emaús. A este
grupo pertenecen cinco adultos: el jefe de área de educación religiosa, la docente
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
orientadora –egresada de la institución–, la asistente de pastoral del colegio y dos
Hermanos lasallistas.
Cada uno de ellos asesora a uno de los grupos ya mencionados y, como
consejo, se reúnen cada quince días para hacer seguimiento al movimiento y
planear actividades que tienen como objetivo fortalecer a los jóvenes como agentes
constructores de paz en San Vicente y afianzar en ellos los valores cristianos.
Pero este trabajo no lo puede realizar solo Emaús sin el apoyo de los padres de
familia, tal como lo señala el profesor Edwin: “El apoyo de los padres de familia
es fundamental en esta tarea formativa. Ellos confían mucho en nosotros y eso es
importante porque no dudan en dar el aval para que sus hijos participen de las
actividades.” Lo anterior se debe a que, como dice la profesora Leticia, “sentirse
parte del Dante en San Vicente es un orgullo e integrar la pastoral es un privilegio”.
La señora Lissy, madre de una de las estudiantes que integran el movimiento,
no duda en señalar que prefiere que su hija realice actividades pastorales en el
colegio y no que permanezca en casa durmiendo o que pase su tiempo en la calle.
Esta vinculación no solo le ha permitido adquirir más conocimientos sino que
le ha conducido a mejorar su comportamiento, de modo que ahora no cesa su
motivación de prepararse cada día más. Del mismo modo, habló con firmeza
de la confianza que deposita en los profesores y se refirió a La Salle como una
comunidad de Hermanos que trabajan por el bien común, afianzando en los niños
y jóvenes los valores que las familias, muchas veces, han perdido.
De manera que la pastoral en San Vicente realmente ha sido determinante en el
cultivo de la paz de la población, puesto que propicia, desde pequeñas acciones, la
transformación de las familias y, por consiguiente, de la sociedad. Prueba de esta
afirmación son las palabras del estudiante Hugo:
Descubrir la verdadera realidad de nuestro municipio y, mediante el relato
de experiencias, la realidad de nuestro país, ha sido mi oportunidad de dar
un giro de ciento ochenta grados pues ahora entiendo todo desde un punto
de vista más crítico y positivo. Ahora ocupo parte de mi tiempo en algo
verdaderamente productivo para mí y para los demás. (Entrevista no estructurada, julio 25 de 2015).
Sin lugar a dudas los jóvenes descubren en la ayuda al otro su verdadero sentido
de vida y construyen paz ayudándose a sí mismos. Esto es resaltado por Kiara y
Alejandra, integrantes del movimiento que afirman:
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
La pastoral es un estilo de vida, es una experiencia que motiva y propicia la
confianza. Mediante ella se puede sacar esa espinita que uno tiene y que le
atormenta, para compartirla con los demás y escuchar otras percepciones
de la misma realidad.
En la pastoral uno se vuelve más responsable: yo había tenido malos
resultados académicos y logré recuperar todas las materias perdidas; fue
así como mi madre decidió eliminar el castigo y habló en su trabajo para
que yo pudiera continuar en pastoral y no tuviera que permanecer en casa
cuidando a mis hermanitos. (Entrevista no estructurada, julio 25 de 2015).
Finalmente, es una bendición contar con los Hermanos de La Salle y especialmente con el movimiento juvenil Indivisa Manent porque esto ha provocado que,
a pesar de la violencia que vivimos, conservemos la confianza y las ganas de luchar
para demostrar que, tal como lo refirió la estudiante Victoria: “Ser miembro de
la pastoral es abrirse a la posibilidad de explotar las propias habilidades para el
liderazgo, a fin de aportar un granito de arena que, aunque no cambiará el mundo,
influirá en la construcción de una verdadera cultura de paz”. (Entrevista no estructurada, julio 25 de 2015).
Referencias
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
Escuela La Salle para la Paz y la Vida
César Andrés Carvajal Castillo, FSC1
Carlos Andrés Forero Forero, FSC2
Carlos Germán González Sandoval3
Desarrollo cronológico4
A continuación presentamos una trazabilidad del proyecto mediante la narración
de algunos acontecimientos históricos significativos que han contado con el
respaldo de los Hermanos Visitador del Distrito Lasallista de Bogotá: Hno. José
Arcadio Bolívar Rodríguez (2000 – 2004), Hno. Jorge Enrique Molina Valencia
(2004 – 2012) y Hno. Leonardo Enrique Tejeiro Duque (actual Visitador).
En el año 2001 el Distrito Lasallista de Bogotá privilegió, a partir de su
décimo primer capítulo distrital, la fundación de obras educativas en poblaciones
vulnerables y desprotegidas. Concretamente en Villavicencio, a finales de ese
año, el Hermano provincial del momento, José Arcadio Bolívar, dio directrices al
Hermano rector del Colegio La Salle y director de la comunidad, Carlos Alberto
Pabón Meneses, para que gestionara y fundara una obra educativa en uno de los
sectores más vulnerables de la ciudad.
Director del Prenoviciado y del Postulantado de segundo año (Distrito Lasallista de
Bogotá). Licenciado en Educación Religiosa de la Universidad de La Salle y magíster en
Educación de la Universidad de La Sabana. Correo electrónico: [email protected].
2
Secretario de Pastoral del Distrito Lasallista de Bogotá. Licenciado en Educación con
especialidad en Estudios Religiosos de la Universidad de La Salle y magíster en Antropología
de la Universidad de los Andes. Correo electrónico: [email protected].
3
Licenciado en Educación Física, Recreación y Deporte. Coordinador de la Escuela La
Salle para la Paz y la Vida. Correo electrónico: [email protected]
4
Los dos primeros apartes de este texto fueron tomados del libro Experiencias pedagógicas
significativas del Colegio de La Salle de Villavicencio. Las modificaciones hechas obedecen
al fin documental de este escrito. Pabón, C. (2007). Una historia de salvación desde La
Reliquia. Experiencias pedagógicas significativas. La Salle, Villavicencio. Villavicencio:
Colegio La Salle Villavicencio, 2007. p.15-25.
1
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
Los Hermanos de la comunidad de Villavicencio visitaron y eligieron el
barrio La Reliquia, ubicado a las afueras de la ciudad, un asentamiento urbano
de personas desplazadas por los paramilitares y por la guerrilla de las FARC. Este
lugar ha sido considerado uno de los sectores más pobres del municipio, carente
de instituciones educativas y de los servicios básicos para vivir: acueducto, alcantarillado, electricidad, comunicaciones, etc.
Al comenzar el año 2002 los Hermanos de La Salle compraron uno de los lotes
más grandes del barrio, donde estaba ubicado un bar llamado “El Despecho”, lugar
de fiesta, licor, juegos de azar y prostitución. Junto a este lote adquirieron tres lotes
más en los que se inició la construcción de la escuela.
Esta primera etapa se financió con la colaboración de la comunidad educativa del
Colegio La Salle. Se construyeron cinco salones de clase, una sala de docentes, una
batería de baños y un patio para la recreación y la actividad deportiva de los niños.
Mientras se consolidaba la infraestructura escolar, las clases se desarrollaron en la
capilla del barrio, un lugar compuesto por tejas y listones de madera con piso en
tierra, donde los niños debían soportar las inclemencias de la lluvia y las borrascas.
El 20 de marzo –un día después de la fiesta de San José, patrono de la congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas– después de muchos esfuerzos,
oficialmente se inauguró la escuela y las clases con 349 niños en grado primero de
primaria, distribuidos por su edad en dos jornadas académicas: mañana y tarde.
En el año 2003 se adquirieron dos lotes más para dar continuidad al afianzamiento de la infraestructura y se ampliaron los niveles hasta tercer grado, hasta
completar un total de 312 niños distribuidos en nueve cursos. A nivel académico
se fortalecieron los procesos pedagógicos de la escuela mediante la implementación de algunos proyectos desarrollados con el Colegio La Salle: Semanas del
Silencio y la Lectura, Plan Lector, ajedrez como instrumento de desarrollo del
pensamiento, investigación como asignatura académica y un proyecto de valores.
De igual forma, es pertinente anotar que los niños de la Escuela La Salle para la
Paz y la Vida empezaron a participar en las diferentes actividades programadas por
el Colegio La Salle de Villavicencio (olimpiadas, día del niño, compartir de onces,
juego de ajedrez, huerta escolar, entre otras). Los estudiantes de décimo grado
de este último, iniciaron su servicio social en la escuela mediante la enseñanza
del inglés, las clases de religión y la preparación catequética de los niños para el
sacramento de la Eucaristía.
En el año 2004 la comunidad del Colegio La Salle siguió respaldando la
experiencia y, por tal razón, fue posible ampliar la cobertura de primero hasta
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
cuarto grado de básica primaria, con un total de 315 niños. Se continuó con el
desarrollo de los proyectos pedagógicos y con la realización de convivencias; los
niños siguieron participando en las actividades programadas por el Colegio La
Salle y se dio continuidad al servicio social.
En el año 2005 se construyeron tres aulas de mayor área, una nueva batería de
baños, se techó el patio, lugar de recreación de los niños, y se ampliaron los niveles
hasta cerrar el ciclo de básica primaria –quinto grado–. Después de consolidar una
infraestructura adecuada y de seguir trabajando en los proyectos conjuntos con el
Colegio La Salle de Villavicencio, se buscó una estrategia pedagógica más apropiada
para desarrollar con la comunidad en la que se encuentra ubicada la escuela.
De este modo, el Hermano rector Carlos Pabón, con el respaldo del Hermano
provincial, Jorge Enrique Molina Valencia y aprovechando la riqueza pedagógica
de la congregación a nivel mundial, entró en contacto con el Hno. Patricio Bolton,
rector de la escuela San Héctor Valdivieso de Argentina. El fin de este contacto
fue conocer el proyecto de educación popular adelantado en esa institución que
contaba con condiciones similares a la obra recientemente fundada en Colombia.
A finales del mes de mayo de ese año el Hermano rector viajó con la licenciada
Sandra Patricia Prieto y la licenciada Elizabeth Hernández, coordinadoras de la
Escuela La Salle para la Paz y la Vida, a fin de realizar un proceso de observación de
las clases, compartir el currículo con los docentes, entrevistar a diferentes miembros
de la comunidad educativa, documentarse bibliográficamente sobre la propuesta
pedagógica y participar del encuentro La pobreza como problema interdisciplinar.
Tras su regreso el Hno. Carlos Alberto compiló los documentos compartidos
sobre educación popular y organizó seis módulos de trabajo con los docentes de la
escuela a fin de que se apropiaran de la propuesta, garantizando así la formación epistemológica y académica del equipo. En el mes de octubre los educadores visitaron
las casas de cada uno de sus estudiantes y realizaran una entrevista con el objetivo
de conocer a las familias, escuchar sus expectativas, sus anhelos y sus temores. A
partir de esta experiencia se inició un proceso de sistematización de las palabras
más significativas enunciadas por la comunidad y se realizó el ajuste del currículo.
Durante este año continuó el servicio social y los padres de familia del Colegio
La Salle de Villavicencio se vincularon de una manera más directa, donando a
cada uno de los niños de la escuela un kit escolar. Al finalizar el año escolar se
graduaron veinticinco niños del ciclo de básica primaria, integrando así la primera
promoción de la escuela.
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
En el año 2006, con el trabajo realizado en la etapa final del año anterior, el
Hermano rector y el equipo de docentes definieron los ejes transversales para
desarrollar el currículo a partir del modelo de educación popular. La metodología
consistió en leer todas las frases dichas por las familias, ubicarlas en campos
semánticos y extraer aquellas cuyo significado y recurrencia tuvieran mayor impacto.
Al terminar el ejercicio se eligió una frase generadora que orientaría el
currículo: “No hay solidaridad cuando uno está en malas condiciones, el mundo
se hace más grande”. Tomando como punto de partida esta frase, la escuela creó
una contra-frase para empezar la transformación de la comunidad: “Nos unimos
forjando mejores condiciones de vida”.
Desde esta etapa de trabajo se inició la consolidación de un nuevo currículo,
se crearon logros que cumplieran con los propósitos de esta metodología y se
originaron los proyectos áulicos, asegurando la participación de toda la comunidad
en el proceso educativo. Los proyectos áulicos desarrollados durante ese año
fueron: la tienda escolar, el ropero lasallista, la biblioteca escolar, el estudio de
Colombia a partir de la población del barrio La Reliquia, artes plásticas, cultivos
hidropónicos y la sistematización de los saberes de los ancestros.
Al finalizar el año se realizó la graduación de la segunda promoción de quinto
grado compuesta por 102 niños; nuevamente fueron entrevistadas las familias y
se evaluó el impacto de la propuesta académica.
Producto de la gestión realizada por el Hermano rector, se iniciaron contactos
con la facultad de educación de la Universidad de La Salle para sistematizar
la experiencia de la escuela y obtener asesoría frente a este proyecto. En dicho
proceso se vinculó directamente el Hermano decano de la facultad de educación,
Cristhian James Díaz Meza, dos investigadores de la universidad, tres estudiantes
y el Dr. Marco Raúl Mejía.
Como en los años anteriores, el Colegio La Salle de Villavicencio, además de
financiar todo el presupuesto de la escuela, continuó desarrollando el programa de
servicio social y apoyando todas las actividades tanto culturales como académicas.
Es importante resaltar que durante este mismo año, por gestión del Hermano
rector, la Caja de Compensación Familiar Regional del Meta (COFREM) inició
un programa anual de entrega de refrigerios diarios a los niños de la escuela y de
valoración tanto médica general como odontológica.
En el año 2007, partiendo de la evaluación realizada a través de las visitas y
entrevistas a la comunidad del barrio La Reliquia y a la comunidad educativa de
la Escuela La Salle para la Paz y la Vida, se hicieron nuevos ajustes al currículo, se
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
plantearon nuevos proyectos áulicos y se mantuvieron tanto la frase generadora
como la contra-frase.
Ese año se le dio cobertura al proyecto áulico del ropero escolar y de la biblioteca,
proyectándolos para el servicio de todo el barrio. Por otra parte, gracias a la gestión
de algunos estudiantes de décimo grado y del Hermano rector, se formalizó un
convenio con el Instituto de Bienestar Familiar para ofrecer 222 desayunos y 100
almuerzos a los niños de la escuela, mientras que la Caja de Compensación Familiar
Regional del Meta (COFREM) seguía brindando su auxilio. Además de lo anterior,
se adquirió un lote que se sumó a los nueve ya existentes.
Es de gran relevancia mencionar que todos los Hermanos de la comunidad
del Colegio La Salle de Villavicencio colaboraron con el proyecto durante el
periodo comprendido entre los años 2001-2007 (José Agustín Nieto Cortés,
Isidoro Rodríguez Limas, Armando Solano Suárez, Luis Rodríguez Rodríguez,
César Andrés Carvajal Castillo, Esteban Muñoz Montenegro y Franklin Mendoza
Mendoza). A ellos se sumaron, en algún momento, Rafael Darío Duarte, William
Duque y otros Hermanos del Distrito Lasallista de Bogotá.
Del mismo modo ha de reconocerse la participación que han tenido, directa
o indirectamente, los docentes, administrativos, personal de servicios generales,
estudiantes, padres de familia, egresados del Colegio La Salle de Villavicencio,
amigos lasallistas y algunos funcionarios del orden departamental y municipal que
han sido parte fundamental de este gran sueño hecho realidad.
Actividades más significativas que se realizan en la experiencia
Para el desarrollo y puesta en marcha de la experiencia se continúa teniendo en
cuenta la colaboración de la comunidad del Colegio La Salle que, con su sentido de
cooperación y fraternidad, ha hecho posible llevar a cabo las siguientes actividades:
a. Actividades realizadas con los estudiantes de la Escuela La Salle para la
Paz y la Vida
• Celebraciones eucarísticas.
• Realización de convivencias de formación integral con los niños en los
diferentes grados (una vez por mes en el Colegio La Salle de Villavicencio).
• Compartir de onces entre los niños de la Escuela La Salle para la Paz y
la Vida y los niños de primaria del Colegio La Salle.
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
• Celebración del día del niño en las instalaciones del Colegio La Salle.
• Celebración de izadas de bandera tanto en la escuela como en el Colegio
La Salle.
• Asistencia de los niños a la celebración de jornadas lúdicas (juegos tradicionales).
• Celebración de la fiesta de disfraces en octubre.
• Salidas pedagógicas (parque los Ocarros).
• Aprendizaje del juego de ajedrez como estrategia para fortalecer el
pensamiento matemático.
• Elección y participación del consejo estudiantil de la escuela.
• Participación del personero de la escuela en los encuentros distritales.
• Fortalecimiento de procesos de lectoescritura mediante jornadas de
ortografía.
• Participación de los niños en la inauguración de las olimpiadas lasallistas
del Colegio La Salle.
• Desarrollo de los proyectos áulicos.
b. Actividades realizadas con toda la comunidad del barrio La Reliquia
• Desarrollo de los proyectos áulicos.
• Divulgación de los derechos de los niños y de los adolescentes.
• Cursos de artes y oficios: modistería, lencería, culinaria, sala de belleza,
entre otros.
• Curso de procesamiento de alimentos orientado por el SENA.
c. Actividades realizadas con la Universidad de La Salle
• Reflexión pedagógica en torno a la educación popular.
• Sistematización de la experiencia de educación popular.
d. Actividades realizadas con el grupo comunidad universitaria Lazos
(COULA)
• Animación de la Semana Santa en la parroquia y en la escuela.
• Animación de la novena de aguinaldos en la parroquia y en la escuela.
70 /
Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
e. Actividades realizadas con los docentes de la Escuela La Salle para la
Paz y la Vida
• Realización de jornadas de formación y capacitación a los docentes de
la escuela.
• Asistencia de los docentes a los retiros programados por el Colegio La
Salle al inicio, mitad y final del año escolar.
• Reuniones periódicas con los docentes para tratar asuntos relacionados
con la organización de las diferentes actividades que se desarrollan en
la escuela.
• Celebración del día del maestro junto con los docentes que laboran en el
Colegio La Salle de Villavicencio.
f. Actividades realizadas con padres de familia de la Escuela La Salle
para la Paz y la Vida
• Elección del comité de padres de familia.
• Escuelas de padres.
• Participación de los padres de familia en actividades en pro de la escuela
(bingos y rifas).
• Eucaristías mensuales.
• Cursos de artes y oficios: modistería, lencería, culinaria, sala de belleza,
entre otros.
• Participación activa en los proyectos áulicos.
• Asambleas de padres.
• Formación en valores.
• Acompañamiento espiritual de los niños y padres de familia de la Escuela
La Salle para la Paz y la Vida.
/ 71
LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
Una obra que deja huella
Llegado el año 2012 un sueño se hizo realidad: volver a estar vinculado a una
institución educativa lasallista. Me había graduado del colegio San Juan Bautista
De La Salle de Zipaquirá en el año 2004 y uno de mis objetivos era terminar mis
estudios universitarios en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
para desempeñarme como docente de un colegio lasallista en el que pudiera inculcar
y promover los valores que me habían transmitido los Hermanos en el colegio.
Siendo rector del Colegio La Salle de Villavicencio el Hno. William Fernando
Duque, inicié como docente de educación física, en la sección primaria. Aunque
al iniciar mi labor en este colegio, desconocía el proyecto de la Escuela La Salle
para la Paz y la Vida, me fui vinculando durante los años 2012, 2013 y 2014 con la
realización de encuestas, las visitas a las casas de los estudiantes de la institución y
el apoyo en actividades como bingos y la elaboración de galletas.
En el año 2014 tuve la oportunidad de visitar la escuela durante las izadas de
bandera y me identifiqué profundamente con los habitantes del barrio La Reliquia,
razón por la cual solicité a los Hermanos de la comunidad, en cabeza del Hno.
Fernando Adolfo Luque Olaya, mi deseo de trabajar en esta escuela.
Terminado el año 2014 culminaron las labores académicas y no se esperaba
ninguna modificación en cuanto a la organización institucional. Sin embargo,
iniciado el 2015, durante las semanas de planeación, el lunes 19 de enero el Hermano
rector me hizo un llamado a su oficina que no llegó a despertarme ninguna sospecha.
Sin embargo, al momento de ingresar a la rectoría noté un ambiente extraño y
escuché las primeras preguntas del Hermano: “¿Cómo se ha sentido en estos días
Carlos; qué tal el grupo de trabajo?” Con algo de nerviosismo contesté: “Muy bien,
Hermano, motivado para iniciar las olimpiadas escolares y preparado para proponer
actividades novedosas. También estoy acompañando al nuevo profesor de educación
física de bachillerato para que se acople de la mejor manera a la institución.”
Una vez terminé mi respuesta, el Hermano sonrió y me dijo: “Carlos, el
coordinador de la escuela no continúa trabajando con nosotros”. En ese momento
pude presentir lo que venía a continuación. Pasados algunos segundos pronunció
la frase que me iba a invadir de felicidad: “¿Le gustaría irse para la escuela como
coordinador; se siente preparado?” Mi respuesta inmediata, apoyada por mi rostro
sonriente, fue: “Sí, Hermano, muchas gracias por esta oportunidad tan importante
en mi vida”. Continuó diciendo que aún no había nada seguro y que estaban
mirando otras posibilidades, de modo que me confirmaría días después.
72 /
Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
Al salir de la rectoría me sentía un poco impotente ante la espera y a la
vez orgulloso porque me habían tenido en cuenta y eso significaba que debía
prepararme, porque Dios tenía para mí grandes retos. El martes 20 de enero se
hizo oficial que asumiría el cargo de coordinador de la Escuela La Salle para la Paz
y la Vida mediante mi presentación ante el grupo de trabajo que precedió a nuestra
proyección conjunta de las labores del año 2015.
Un nuevo año
En la escuela contamos actualmente con 133 estudiantes matriculados en los cinco
grados de primaria. El equipo está conformado por seis docentes de tiempo completo
y tres que asisten una vez a la semana para dictar Inglés, Danzas y Educación Física,
una persona encargada de servicios generales y el coordinador de la obra.
Tras la realización de varias reuniones y encuentros de maestros de la escuela
nos propusimos trabajar un macro proyecto llamado ludoteca Chikilandia. En
este trabajaríamos actividades de impacto social en beneficio de la comunidad,
enriquecidas por diferentes proyectos como la emisora y la Semana Lasallista.
Ludoteca Chikilandia
Este proyecto inició con la idea de los docentes de la escuela de crear un espacio
formativo –académico y espiritual– que permitiera afrontar diversas problemáticas:
el poco aprovechamiento del tiempo libre, el desorden en el aula de clase, la carencia
de espacios lúdicos, el bajo rendimiento académico, la falta de motivación en la
realización de actividades, la indisciplina y el irrespeto.
El proyecto empezó a ejecutarse en el mes de abril entre dos y tres de la tarde.
El impacto fue bastante positivo. Los estudiantes salían a almorzar rápido para
poder volver a la ludoteca, sin embargo, muchos no asistían porque no vivían en el
sector o porque debían permanecer en casa cuidando a sus hermanos o ayudando
a sus papas en el trabajo.
Se realizaron diversas actividades para que los estudiantes de los grados primero
y segundo desarrollaran la motricidad fina (pintu-deditos, rasgado, trabajo con
plastilina, etc.) y actividades que aportaran al desarrollo de la motricidad gruesa
(rumba-terapias, clases de joropo) para los niños de tercero, cuarto y quinto.
Finalmente, se trabajó la lectura de cuentos para reforzar los procesos de lectoescritura así como el refuerzo de asignaturas en las que presentaban debilidad.
/ 73
LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
Además de lo anterior, todos los niños colaboraron en la limpieza y organización del espacio destinado para la ludoteca, desechando las cosas que ya no
tenían utilidad. También el coordinador participó activamente en la búsqueda
y recolección de llantas que serían utilizadas en este espacio, en el parque y en
la parte exterior de la escuela para embellecer la planta física con la ayuda de
los estudiantes de la Universidad de La Salle que integraron la misión académica
“entrelazos” y de los postulantes lasallistas que visitaron la escuela entre el 12 y
el 31 de julio del 2015. Es importante resaltar que este proyecto se extenderá a
la cancha que se encuentra en la parte externa de la escuela, detrás del templo
parroquial, para que la comunidad también pueda participar y beneficiarse.
Además de lo anterior, conviene aludir al interés y a la participación de los
padres de familia en cada una de las actividades de este proyecto. Para toda la
comunidad educativa la escuela se ha convertido, más que en un mero proyecto,
en una obra que hace parte de nuestra historia de vida y que esperamos continúe
existiendo como un puente para la salvación de cada una de las personas que
hacen parte de esta comunidad escolar, logrando que verdaderamente Jesús viva
en nuestros corazones por siempre.
Actividades realizadas con la comunidad del Postulantado y Prenoviciado del
Distrito Lasallista de Bogotá (2014 – 2015)5
Al inicio del año 2014 la comunidad del Postulantado y Prenoviciado, viendo
la realidad de los diferentes procesos formativos, y en sintonía con la propuesta
que hace la RELAL de revisar cada una de las prácticas que se realizan en los
distritos en torno a los planes de formación, pensó en una experiencia que ayudara
a renovar las actividades que se realizaban en las comunidades de formación, con
el fin de dinamizar cada uno de los procesos o etapas formativas y conectarlos con
la propuesta de itinerarios formativos que se trabaja a nivel de la región.
Dicha práctica se estructuró y a mitad de año de 2014 las comunidades de
formación se trasladaron a la ciudad de Villavicencio (Meta). El trabajo realizado en
la Escuela La Salle para la Paz y la Vida se configuró en dos proyectos significativos:
el primero estaba relacionado con la dimensión pedagógica y el segundo con la
En la composición de esta sección del trabajo documental participaron los Hermanos
y formandos de la comunidad del Postulantado y Prenoviciado del Distrito Lasallista de
Bogotá.
5
74 /
Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
dimensión comunitaria. El desarrollo de estas dimensiones permitió tanto el conocimiento de los estudiantes, docentes, padres de familia y del modelo pedagógico,
como el fortalecimiento de la vida comunitaria y espiritual de los formandos.
Es necesario resaltar que dentro de la experiencia se propició la cercanía con
las familias de los niños de la escuela gracias a las visitas realizadas a sus casas, se
embelleció la institución con murales que resaltan la identidad lasallista y la alegría
por pertenecer a la escuela. En este orden de ideas, es importante resaltar que el
trabajo en común con los docentes y directivos de la escuela resulta de gran valor
porque permite que los procesos se consoliden y se pueda llevar a cabo el trabajo
con los niños y padres de familia.
El trabajo pedagógico en las convivencias por curso, el refuerzo escolar en
lectura, escritura, matemáticas e inglés y el espacio formativo de lasallismo, favorecieron el afianzamiento del amor de los estudiantes por La Salle. La experiencia
formativa se fortaleció por medio de los encuentros espirituales (oraciones), el
diálogo fraterno y las reflexiones pedagógicas y comunitarias, que posibilitaron el
intercambio de conocimientos en nuestro quehacer como maestros y Hermanos.
En el año 2015 la experiencia en la Escuela La Salle para la Paz y la Vida se
planteó a partir de las tres dimensiones propias de la consagración del Hermano
de las Escuelas Cristianas: la vida fraterna que nos lleva a pensar en nuestra casa,
¿quiénes somos?, ¿en dónde estamos? y ¿hacia dónde vamos?; la vida espiritual
que nos invita a reconfigurar nuestro encuentro con Dios, que se manifiesta en el
rostro de los niños; la vida de misión que nos lleva a pensar la escuela desde sus
bases pedagógicas, a fin de dar respuesta a las diferentes necesidades de la sociedad.
Entre las prácticas realizadas se resaltan: la conformación de un espacio de
la escuela dedicado a la lectoescritura y al aprendizaje desde el juego (ludoteca);
el refuerzo escolar en áreas como matemáticas y español, según las necesidades
de los estudiantes; las convivencias realizadas con algunos niños de primaria
(primero a cuarto) abordaron el tema de la convivencia escolar; la implementación de espacios pedagógicos que ayudan a profundizar la identidad lasallista; la
adecuación de las instalaciones mediante la elaboración de murales; la reparación
de algunos espacios para el buen desarrollo del aprendizaje; el acompañamiento a
los padres de familia en torno a las pautas de crianza, la resiliencia y la lectura en
familia de textos que motivan el aprendizaje de los niños.
/ 75
LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
Misión Entrelazos
La Secretaría de Pastoral del Distrito Lasallista de Bogotá eligió la Escuela La Salle
para la Paz y la Vida para fundar, en julio de 2015, una nueva experiencia pastoral:
“Entrelazos: misión lasallista con universitarios”. Un grupo de jóvenes, estudiantes o
recién graduados de diversas carreras, dedicó 10 días de su descanso intersemestral
al apoyo de los procesos de la escuela, en consonancia con el trabajo que emprendieron un año antes las comunidades de formación.
El trabajo de los misioneros tenía un objetivo claro: continuar fortaleciendo
el proyecto de educación popular fundado por la escuela. Para ello los jóvenes se
sumaron a las actividades que el coordinador de la escuela tenía ya estructuradas
y asumieron cuatro tareas fundamentales:
• Colaborar en la adecuación de la ludoteca.
• Apoyar los trabajos manuales necesarios para mejorar el parque infantil.
• Digitalizar la base de datos de los estudiantes que han pasado por la
escuela, con el fin de contactar posteriormente a los que han terminado
grado quinto para aplicar encuestas.
• Animar el desarrollo de talleres para formar en valores.
Muchos asuntos técnicos implicaron las tres primeras tareas pero, para
hacer visible cómo todos los procesos que se adelantan en la escuela buscan
ser coherentes con su nombre, dedicaremos algunas líneas a la última tarea que
implicó un contacto directo con la vida y la historia de sus estudiantes.
Animados por la incertidumbre de asumir una empresa que ni siquiera
conocían, los misioneros idearon un plan para formar en valores que consistió
en la definición de un valor para cada día. Luego, pensando en la manera de
posicionar el valor en la mente y el corazón de los niños, se les ocurrió que, cada
día, el valor podría estar representado por un súper héroe.
Así las cosas, el primer día trabajaron el valor del amor y su respectiva heroína
fue “Mega-amor”. Luego se proclamó el valor de la vida y ese día la heroína fue
“Vitality”. Para difundir el valor del compartir el súper héroe fue un robot llamado
“Compartrón”. El valor central de la escuela llegó el jueves: la paz. Este se encarnó
en “Pazman”. El último día, dedicado especialmente a los niños de quinto grado,
se promulgó el valor de los sueños que tuvo como súper héroe al “Capitán Futuro”.
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
Cada uno de estos súper héroes fue encarnado por alguno de los misioneros,
de tal modo que, si hubo algo significativo en la experiencia, fue la oportunidad
que tuvo cada uno de estos universitarios o profesionales de sentir cómo la vida y
la esperanza crecían en un lugar donde pensaban que sólo podría haber tristeza y
desesperación. Ese contacto con los niños y el diálogo con las maestras permitieron
descubrir que la paz es la posibilidad de convivir unos con otros como hermanos
sin ningún tipo de distinción ni de discriminación y que en el lenguaje lasallista a
la paz la llamamos fraternidad.
Experiencia en la emisora lasallista La Voz de los Niños
Por iniciativa del coordinador y del consejo estudiantil se dio inicio a la aventura
de una emisora radial en la escuela. Tras realizarse una reunión entre los representantes de cada curso y el coordinador, en la que se llevó a cabo una lluvia de ideas,
se recolectaron propuestas para el nombre de la emisora y se determinó, de forma
unánime, que se denominaría: “La voz de los niños”.
La emisora funciona los miércoles en la hora del descanso. Se escucha música
–las canciones que los mismos estudiantes solicitan durante la semana–, se
transmite información de interés general y se realizan entrevistas a las personas
que visitan la escuela. Este ha llegado a ser un verdadero espacio de sano esparcimiento y diversión: los niños se motivan, bailan y corean las canciones.
Semana Lasallista
Este año se realizó la Semana Lasallista compuesta de diferentes actividades
programadas por el departamento de pastoral y el equipo de docentes de la
escuela, cuya finalidad era crear espacios para el ocio y la recreación y fomentar
el afianzamiento de los valores lasallistas: fe, fraternidad y servicio. Para su
realización contamos con la participación activa de todos los estudiantes, quienes
se esforzaron en sanas y divertidas competencias, presentaciones y exposiciones.
De la jornada de Expo-lasallismo, en la que los estudiantes expusieron
temáticas relacionadas con la vida y obra de san Juan Bautista De La Salle, se pasó
a la jornada de Talento Lasallista en la que los estudiantes se integraron mediante
la demostración de habilidades artísticas. En la tercera jornada se llevó a cabo la
labor social a cargo de los estudiantes de cuarto y quinto. La semana finalizó con
/ 77
LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
la celebración del día de la madre, el día del maestro (aeróbicos, karaoke) y una
emotiva eucaristía.
Nuestro reto es seguir promoviendo actividades que conlleven al trabajo con
la comunidad y aporten a la construcción de una cultura de paz. De modo que
continuaremos uniendo fuerzas con diferentes instituciones como el SENA, Batuta
y AFS, generando espacios para el beneficio de otras agrupaciones que trabajan
por la comunidad como FUNDEFUR, Llaneritos y las juntas de acción comunal.
De esta manera, los valores lasallistas seguirán siendo el pilar de la Escuela La Salle
para la Paz y la Vida y La Reliquia seguirá reafirmándose como un lugar de paz y
reconciliación.
Referencias
Pabón, C. (2007). Una historia de salvación desde La Reliquia. Experiencias
pedagógicas significativas. Colegio La Salle, Villavicencio. Villavicencio: Colegio
La Salle Villavicencio, 2007. p. 15-25.
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
Proyecto Alaska
Loquitos sembrando estrellas
Nicolás Luna Martínez1
Laura Bautista Miranda2
En busca de la posibilidad de servir me encontré con un lugar inesperado en la
capital del país, escondido entre las cordilleras colombianas. Debo decir que jamás
pensé que podría llegar a transformar las vidas de algunos niños y adolescentes
que allí habitan. Se trata de uno de esos lugares donde es tan rápido el ritmo de la
vida que la gente se olvida de lo verdaderamente importante y donde quien pasa
por nuestro lado es un completo desconocido. Sin embargo, si te permites escuchar
a muchas de esas mismas personas, encontrarás historias aún más increíbles que
las de hidalgos peleando con molinos o las de grandes familias que al final del
camino solo encontraron un huracán llevándose todo lo que alguna vez existió.
Para llegar allí tienes que sumarte a un plan turístico e iniciar un paseo en el
medio de transporte más revolucionario de la actualidad. Tendrás la posibilidad
de ver paisajes increíbles: la cárcel de La Picota, el Batallón de Artillería número
13, una gran cantidad de empresas ladrilleras y el portal de Usme.
De acuerdo con dicho plan, deberás continuar una caminata en la que no
podrás usar zapatos con los que puedas resbalarte. No cabe duda de que este
recorrido puede resultar interesante incluso para los conocedores del camino.
Después de conocer el Colegio Juan Luis Londoño I.E.D. La Salle disfrutarás de un
ascenso que, aunque consta solamente de ciento trece escalones, te hará sentir que
perdiste uno o dos kilitos de más y que realmente has llegado a un nuevo mundo.
El barrio Alaska, ese nuevo mundo que extrañamente se asemeja al nuestro, es
un rincón donde el tiempo se ha detenido y donde aún se conservan maravillosas
historias de personitas que todavía no han empezado a vivir. Conformado por tres
calles que se convierten en laberintos, no conoce mejor medio de comunicación
Egresado del Instituto San Bernardo de La Salle y estudiante de Ingeniería Química de
la Universidad Nacional. Animador del proyecto Loquitos sembrando estrellas. Correo
electrónico: [email protected].
2
Estudiante de undécimo grado del Colegio Juan Luis Londoño I.E.D. La Salle. Encargada
del proyecto Loquitos sembrando estrellas. Correo electrónico: [email protected].
1
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
que la fuerza de los pulmones, esa misma que se usa para anunciar, cada sábado a
las diez de la mañana, que algo inesperado va a comenzar.
En Alaska habita una comunidad conformada por cerca de cincuenta familias,
beneficiarias de la pastoral del Colegio Juan Luis Londoño que ha centrado su
labor en jóvenes y niños. Este vínculo comenzó en la Semana Santa del año 2013.
El Hno. Jhon Bohórquez, de la mano del grupo de escolásticos de la congregación
de los Hermanos de las Escuelas Cristianas que ese año laboraban en el colegio,
habían tomado la determinación de explorar este barrio, durante diez días, para
convertirlo en un centro de proyección, sin sospechar que se convertiría en una
de las experiencias más gratificantes que podrían vivir.
Aún recuerdo ese día en que el Hno. Jhon llamó al egresado Andrés Tuta. No
niego que me ganó la curiosidad por saber de qué estaban hablando ya que, pasados
dos minutos de su conversación, la expresión del rostro del joven pastoralista
cambió de forma radical. La idea de construir un nuevo centro de proyección no
podía ser menos que abrumadora pues, a diferencia de otras situaciones, el joven
egresado y Yuli Gutiérrez, su compañera pastoralista, tendrían que sumergirse en
una realidad que, a pesar de ser tan cercana espacialmente, era completamente
desconocida.
Los primeros días fueron difíciles: la falta de respuesta por parte de la
comunidad, el escepticismo que había frente a la posibilidad de hacer algo a favor
de los habitantes del sector y las múltiples situaciones de riesgo que se evidenciaban
daban a entender que había mucho por hacer. Se utilizaron varios métodos para
atraer a jóvenes y niños: carteles, panfletos, visitas casa por casa, carnavalitos, etc.
La proyección empezó a caminar con doce niños del sector, tres semanas
después del primer encuentro con la comunidad. Ese día se trabajó el tema de la
convivencia, puesto que el grupo se caracterizaba por el gran número de conflictos
interpersonales. Y aun cuando ese año pasó volando, debido a que la proyección se
había iniciado en agosto, fue gratificante evidenciar cómo los primeros frutos del
trabajo empezaron a ser tangibles. No solo ascendió a veintiuno el grupo de niños
sino que, por primera vez, podíamos tener una clara visión de la forma de vida de
la gente en el barrio Alaska.
Escudriñar en los corazones de nuestros interlocutores nos permitió ver la
realidad desde los ojos que siempre miran pero que jamás hablan, desde la mirada
de los que todo lo ven pero son capaces de olvidar para conservar una tierna sonrisa
que ya a su corta edad esconde más tristezas de las que uno podría imaginar. Niños
que siempre están solos, que no pueden salir a ciertas horas ya que el peligro que
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
trae consigo el consumo de sustancias psicoactivas en los alrededores del sector se
los impide, que experimentan el maltrato tanto en el colegio como en su propio
hogar y, peor aún, que a su corta edad deben convertirse en adultos, no solo para
cuidar a sus hermanos más pequeños sino para sobrevivir ante una realidad que les
ha dado la espalda y los ha obligado a ganarse todo con su propio trabajo.
A veces puede pensarse que quienes sufren las extenuantes horas de trabajo son
solo los padres, pero en Alaska los niños, que siempre deben estar solos en casa
y que no pueden mirar hacia afuera porque la realidad que los rodea endurece el
corazón, incluso de los más fuertes, comparten el cansancio de sus padres.
El trabajo de ese año finalizó con la experiencia de “navimision” que, por
primera vez, se había extendido a todos los centros de proyección que se
encontraban fuera del colegio. Fue este un acontecimiento muy gratificante que
tenía el toque especial de ser dirigido únicamente por jóvenes pastoralistas, que a
lo largo de quince días animaron las fiestas decembrinas y llevaron un mensaje de
paz y reconciliación. Entre los avances que iban apareciendo se cuenta la participación del primer grupo de jóvenes líderes, habitantes de Alaska que empezaban
a tomar la iniciativa en estas experiencias pastorales.
Llegado el año 2014 la proyección recibió un nuevo grupo de pastoralistas
que empezamos nuestra primera labor pastoral fuera de la institución. Al lado de
los asesores Andrés Tuta y Lina Mahecha, este grupo llegaba como refuerzo para
empezar un nuevo ciclo de labores. Por esos días yo no tenía mucho conocimiento
acerca de lo que era Alaska, incluso puedo aceptar que no me generaba mucho
interés conocer un lugar que ante mis ojos parecía aburrido. Sin embargo, durante
las primeras jornadas, en las que nos sentamos a pensar los lineamientos de la
proyección, se despertó en mí la curiosidad al escuchar los relatos de los asesores
que, con muchas ansias, deseaban dar continuidad a la experiencia que allí se vivía.
Tras un rato de conversación se decidió que no solo se continuaría trabajando
la convivencia de los niños, sino que abordaríamos con ellos el tema de los sueños.
De este modo, los invitaríamos a recuperar las expectativas de sus vidas, esas que
todos tuvimos siendo niños y que, a diferencia de nosotros, ellos han tenido que
perder para optar por caminos que estuvieran al alcance de su realidad.
Al comenzar me sentía impotente. Creo que ya no se trataba únicamente
de mi obstinación ante la posibilidad de conocer otras realidades sino que me
molestaba no poder ayudar lo suficiente. Ante esta situación, equivocarme no solo
me afectaría a mí sino a jóvenes que ni siquiera conocía.
/ 81
LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
Ese sábado 28 de marzo, después de llegar al colegio, compartir la reflexión
comunitaria y preparar los materiales para la primera actividad del año en Alaska,
tomamos camino hacia nuestro destino. Aún recuerdo con nostalgia la primera
vez que vi esas escaleras y descubrí que algo que se veía tan sencillo me exigiría
un gran esfuerzo.
Al arribar sucedió algo extraño y casi mágico, como en esos cuentos para niños
en los que la travesía del personaje principal, en busca de su hermana que habría
congelado los fiordos del reino, la conduce hacia un lugar lleno de rocas que se
muestran inertes pero que emanan luego una sociedad de pequeños sujetos con
una alegría y sabiduría ejemplar.
Al igual que en estos cuentos, los niños llegaron de repente, curiosos por conocer
a los jóvenes pastoralistas que por primera vez arribaban y que, aunque no conocían,
los acogían como si fueran sus amigos de toda la vida. Ese día, después de realizar un
rali, mientras regresaba al colegio, entendí que los sábados que antes eran propicios
para descansar, a partir de entonces tendrían más sentido junto a ellos.
En Alaska encontramos niños muy diversos que casi siempre llegan con sus
primos o hermanos a los encuentros pastorales. Todos ellos son familiares directos
o indirectos. El primer grupo de niños se encuentra entre los tres y once años de
edad, son tímidos al momento de expresar con el cuerpo o de hablar frente a sus
amigos pues piensan que sus acciones los harán merecedores de la exclusión por
parte de sus compañeros. Todos son muy creativos y les gusta elaborar manualidades como alcancías reciclables o cajas en origami, porque pueden llevar un
obsequio a sus casas.
Otro grupo está conformado por adolescentes entre los doce y catorce años, que
también suelen llegar acompañados de sus hermanos menores. Ellos desarrollan
diversas actividades con entusiasmo a pesar de que sus hermanos les dificultan
la consecución de algunas de estas. Por tal razón, siempre intentamos dividir los
grupos pero el apego de los menores a sus hermanos mayores algunas veces nos
impide llevar a cabo dicha separación.
Con el paso de los sábados me causó gran curiosidad ver cómo los niños iban
cambiando ciertas actitudes. Si al comenzar decían groserías de repente habían
dejado de usarlas, si eran agresivos se habían vuelto más tranquilos y si los
mayores se enojaban por tener que trabajar con niños más pequeños ahora eran
los primeros que deseaban ayudarlos.
Sin embargo, no todo era color de rosa. El golpe más fuerte que ha sufrido la
proyección es el contacto con los adultos de la comunidad, pues la mayoría de
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
ellos no prestan interés a las actividades que se realizan. Muchas veces nos ven
como simples recreacionistas o hablan de nuestro trabajo como de una sucesión
de “talleres”, de esos en los que enseñan a hacer canasticas con palos.
Otro inconveniente es no contar con un espacio específico en el que podamos
trabajar, de modo que tenemos que limitar nuestro espacio a una sección de la
calle principal del barrio. Esto ocasiona que muchas veces los adultos se quejen
del ruido de los niños, sin darse cuenta que eso a lo que ellos llaman gritos o
ruido, son los sonidos de la vida. Así es como hemos descubierto que los adultos
han perdido los sueños que alguna vez animaron sus corazones y, de paso, le han
arrebatado la posibilidad de soñar a sus hijos.
Esta proyección la realizamos todos los sábados del año de diez a doce y media
del día, exceptuando enero y los días correspondientes a las vacaciones de mitad
de año. Iniciamos con un llamado a viva voz por todas las calles. En el camino nos
encontramos con algunos niños que nos acompañan en el recorrido. Luego de esto
llegamos a la capilla y allí les preguntamos a los niños cómo estuvo su semana o
cómo han estado hasta ahora. Al cabo de un rato realizamos algunas técnicas de
integración que procuramos variar frecuentemente.
Cuando llegan personas nuevas, ya sean animadores o niños, les pedimos que
se presenten con una canción y aunque a muchos les da pena porque es verdad
que hay nombres que no combinan con nada, también aparece el creativo que,
como lo hizo en alguna ocasión un animador, adecúan una canción con especial
habilidad: “Yo soy Cristian el aventurero, el mundo me importa mucho, cuando
algo a mí me gusta siempre lo entrego todo”. Yo suelo presentarme con la canción
de Nek, Laura no está.
Después se hace una explicación del tema a tratar y se presentan sus objetivos
para que los niños conozcan el porqué de las actividades. Siempre intentamos
que cada una de estas, ya sean manuales o lúdicas, sea un espacio propicio para
compartir con los demás niños de la comunidad.
En ocasiones hay peleas entre ellos durante la actividad a raíz del mal comportamiento de algunos: se golpean, no se prestan cosas, violan el orden de una fila,
son groseros, etc. Todo esto refleja cómo viven en sus hogares, cómo se tratan allí
y cómo afectan las acciones de sus acudientes su propio comportamiento.
Después intentamos acercarlos a Dios mediante el uso de un símbolo, ya sea
creado por los animadores o valiéndonos del resultado del trabajo de los mismos
niños. Este símbolo se acompaña de la lectura de un texto bíblico que tenga
/ 83
LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
relación con el tema de ese día, se reflexiona y se ora a Dios para que obre su
voluntad en cada uno de los hogares de los participantes.
En algunas ocasiones, cuando se termina el encuentro, realizamos competencias deportivas en las que todos participan. Algunos integran los equipos, las niñas
conforman el grupo de porras y otros narran lo acontecido. Una vez terminamos,
nos despedimos y nos disponemos a evaluar la actividad; identificamos lo positivo,
aquello que se debe mejorar y aquello que debemos tener en cuenta para el
siguiente encuentro.
Quienes trabajan en este centro de proyección son estudiantes o exalumnos
de instituciones lasallistas que han tenido un proceso de formación previo en el
colegio, que son capaces de enfrentarse a diversos contextos, que tienen facilidad
para trabajar con niños y jóvenes, que son hábiles en la resolución de conflictos y
que además de tener buena actitud, son líderes creativos. Para ser admitidos deben
pasar por un periodo de prueba que puede perderse por inasistencia continua,
muestras claras de individualismo, desentendimiento de la dinámica de trabajo o
por alimentar conflictos con otros participantes.
Los temas que se abordaron durante el año 2013 introducían a los niños en
las competencias de convivencia: trabajo en equipo, vida de grupo, identidad
comunitaria, entre otras. Este mismo año el barrio fue uno de los centros de
proyección en la Jornada Juvenil Lasallista (JOJULA) en la que varios jóvenes de
todo el país pudieron conocer, en la convivencia con los niños, cómo se trabaja en
el centro de proyección Alaska. Fueron los mismos niños quienes dieron cuenta
de las formas existentes para superar los obstáculos en su camino y emprender
el recorrido hacia el horizonte de la felicidad que a veces se nos complica. Esta
experiencia abrió el corazón de muchos participantes de JOJULA que, ante esta
experiencia, se hicieron más humildes y aprendieron a valorar su propia realidad.
Durante el año 2015 venimos enfatizando en la construcción de paz desde la
familia. Por esta razón, realizaremos un seguimiento sistemático, comenzando con
actividades que nos permitan conocer el contexto familiar (relatos de los momentos
más significativos de su vida, obras de teatro sobre momentos en los que les han
llamado la atención, dibujos de los habitantes de su casa, talleres y entrevistas).
Para este fin recurriremos al apoyo de organizaciones externas que contribuyan
al proceso de construcción de paz desde el hogar, pues en Alaska los índices
de violencia intrafamiliar son altos y los niños están sumergidos en constantes
conflictos que los mueven a recrear una visión errónea de la vida y a generar sus
propias formas de violencia en medio de sus círculos de desarrollo.
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
Un ejemplo de lo anterior es el caso de Steven (apodado Chuky), un niño al que
muchos de sus compañeros rechazan porque constantemente golpea a los otros y
los irrespeta verbalmente. Siempre hemos tratado de manejar este choque pero la
realidad de su hogar no es favorable: un papá desconocido –remplazado por un
padrastro– y una madre despreocupada que pelea constantemente con su pareja. Es
claro que Steven libera todas esas emociones en su encuentro con los otros niños.
Situaciones como estas son las que queremos abordar en el transcurso del
presente año, mediante la profundización en el conocimiento del núcleo de
estos hogares, a fin de transformar las realidades de violencia y reforzar los lazos
familiares que contribuyan en el desarrollo de la paz.
En los periodos de receso que tenemos durante el año nos encontramos con
algunos niños o adolescentes. El entusiasmo y la euforia que genera en ellos el
deseo de nuestro regreso nos motiva y alegra para seguir con esta misión que
nos ha encomendado Dios. En alguna ocasión me encontré con dos niñas que
participan de nuestro grupo pastoral, Nicol y Paula. Era la primera semana de
clases y yo me encontraba en la puerta del Colegio Juan Luis Londoño. Aunque
no esperaba verlas, ellas pasaron cerca a este lugar con su mamá y corrieron a
abrazarme como si hubieran pasado siglos sin vernos. Esa confirmación de que
la propia obra ha marcado a tantas familias produce sensaciones indescriptibles.
Desde ese día que las vi a ellas me fui encontrando con otros niños poco a poco,
todos inquietos por volver a las actividades del centro de proyección. Es inevitable
amar algo que no quieres que se desprenda de ti y que has apropiado en tu vida
a tal punto que se hace necesario para seguir viviendo. Esos momentos se han
convertido en una expresión de mi deseo de volver, pues siento que mi anhelo es
más grande que el de ellos.
Nuestro proyecto no cuenta con ningún ingreso económico. Los materiales
para las actividades se encuentran en la oficina de pastoral del colegio y en
ocasiones nosotros invertimos nuestros propios recursos para actividades en las
que necesitemos algo con lo que no contamos. Es admirable cómo cada uno de los
participantes del grupo colabora activamente con dinero o materiales.
Tristemente en algún momento tomamos la determinación de crear nuestra
propia despensa pero no la pudimos realizar porque no obtuvo el seguimiento
que se necesitaba. Siempre les pedimos a los niños que lleven su propia bolsa de
materiales para trabajar cuando desarrollamos actividades de decoración. De este
modo, cada uno cuenta con los implementos necesarios para trabajar, bien sea
porque los llevan de casa o porque los comparten unos con otros.
/ 85
LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
Siempre tratamos de sembrar en el corazón de los niños la esperanza, la
compasión y todos los valores lasallistas que conforman la base de nuestro proyecto
para transformar el contexto en el que trabajamos. Pensando en lo anterior
decidimos denominar a nuestro centro de proyección: Loquitos sembrando
estrellas. Es verdad que es un nombre aparentemente irracional pero hay cosas
en este mundo que no necesitan una explicación científica, como la esperanza
sin límites que nos permite soñar o modificar nuestro entorno para sembrar paz.
Los niños y adolescentes que trabajan con nosotros nos demuestran cada
sábado que en cada uno de ellos ha germinado una estrella que no solo ocupa todo
su ser sino que además se expande hasta sus hogares, transcendiendo y rompiendo
la caparazón de cientos de adultos que han crecido pensando que “por ser pobre
no puedo”. Son ellos los agentes de cambio en su comunidad, son ellos los locos
que siembran estrellas.
La forma en la que tratamos de cambiar esta comunidad es inusual para los
adultos, pues nuestros agentes de cambio son los niños, ellos son los profetas.
Muchas de las personas que viven en esta comunidad no le prestan atención a
las acciones de sus hijos pues piensan que es común que se emborrachen, que a
altas hora de la noche caminen por la calle o que peleen. Nosotros captamos estos
riesgos y buscamos, por medio del cultivo de la vida espiritual, de la realización de
talleres, de actividades lúdicas y manuales acercar a nuestros “loquitos” al camino
del Señor y guiarlos así por un horizonte que les brinde ideales de emprendimiento y superación personal, a fin de que el día de mañana no sean obreros sino
empleadores íntegros que piensen en el bienestar de sus semejantes.
Hay algo crucial que pretendemos mejorar a medida que avanza nuestra intervención en Alaska: el acompañamiento a los adultos. Muchas de las personas de
esa generación no tuvieron la oportunidad de salir de la jaula mental en la que los
ataron y tenerlos de nuestro lado es importante para que contribuyan en el proceso
de transformación del entorno en el que crecen sus hijos. También queremos
seguir animando el proyecto de vida de los adolescentes mayores a fin de formarlos
como animadores capaces de seguir liderando el cambio.
Sabemos bien que en muchas ocasiones son grandes las ideas y escaso el tiempo,
pero cuando entregamos el corazón a un proyecto como este, todo cambia. No
tenemos la certeza de continuar en Alaska pues siempre estamos dispuestos a ir al
lugar al que Dios nos envíe y a permanecer donde más nos necesiten, por eso nos
apropiamos del momento presente y hacemos lo posible por contribuir en todas las
áreas posibles.
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
El proyecto ha sido registrado por escrito y en él se han recolectado los datos
de todo cuanto se ha realizado hasta ahora. Este contiene los objetivos, la misión
y la visión, el cronograma del año, la forma de implementarlo, el perfil de los
animadores, el enfoque lasallista y una lista de los participantes con su información
personal. No se trata de un simple documento que contiene la información crucial
del proyecto sino de una hoja de vida que nos permite leer el presente y el pasado
para implementar nuevas estrategias en el futuro.
En Alaska conocí lo que es amar algo sin recibir nada a cambio y allí aprendí a
apropiarme de una comunidad al punto de tener que defenderla a capa y espada.
Hace algunos días decidimos realizar con los niños una campaña de forestación en
compañía de los miembros del Colegio Juan Luis Londoño I.E.D. La Salle. Todos
los niños estaban contentos plantando cada uno de los árboles. En determinado
momento le pedí a un compañero que dejara plantar un árbol a una niña de Alaska
pero él reaccionó de forma agresiva. En ese momento le hice saber que ellos son
parte de mi vida y que siento que debo protegerlos siempre que esté al alcance
de mis manos, como un hijo en brazos de su madre. Esta es la historia de mi
crecimiento personal, de mi camino hacia la humildad, de mi identificación con
otros “loquitos” que, como yo, siembran estrellas día tras día.
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
Tomados de las manos
Construyendo familia en el centro de proyección Manitas
Diego Hernán Salamanca Molano1
La Llegada
- ¡Centros! ¡Adentro! Grita Santiago, el asesor.
Así empieza el camino todos los sábados a las ocho de la mañana. Varios
adolescentes vestidos de sudadera verde, con un piñón bordado en la chaqueta,
acompañados de unos cuatro o cinco jóvenes –un poco mayores que ellos–
pasan los torniquetes que separan el paradero de buses troncales del paradero de
alimentadores del Portal del Tunal. Casi ninguno de ellos vive por ahí, antes bien,
muchos tienen que madrugar y encaminarse desde distintos sectores de la ciudad
para llegar a tiempo al punto de encuentro. Aunque yo, como ellos, podría usar
los buses rojos de Transmilenio para transportarme, prefiero tomar un bus que
atraviesa todo el occidente de la ciudad por la Avenida Boyacá, a fin de evitar la
“vuelta del bobo”.
Llegar a este lugar es como alcanzar uno de los límites de dos ciudades que
son parte de la misma Bogotá. Observas a través de unas rejas que delimitan el
área del Sistema Integrado de Transporte y te encuentras con el gran parque que
da nombre al barrio y al portal; hay varios apartamentos cercanos que dan idea
de cómo es la capital en algunas zonas, pero giras hacia el sur y ves una realidad
diferente: montañas sin vegetación a causa de la erosión generada por algunas
canteras de arena que hay en los alrededores y un conjunto de casas que parecen
Egresado del bachillerato técnico industrial de la Escuela Tecnológica Instituto Técnico
Central y miembro del grupo Lazos de la misma institución. Politólogo y economista de la
Universidad de los Andes. Estudiante de maestría en Políticas Públicas de la Universidad
de los Andes. Correo electrónico: [email protected]. Blog: http://
lasallistaamigoniano.blogspot.com. Este escrito nace a partir del interés en los efectos que
generan los programas de servicio social en el desarrollo de competencias ciudadanas, que
el autor espera desarrollar completamente en su trabajo de grado.
1
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
estar superpuestas. Para allá vamos, precisamente, dispuestos a abandonar la
ciudad plana que conocemos, aquella urbe aparentemente pacífica y armoniosa.
Subirse al bus verde que lleva el aviso 6-4 Paraíso es apenas el inicio de un camino
más largo que ha sido recorrido por numerosos jóvenes de la Escuela Tecnológica
Instituto Técnico Central (ETITC)2. Hablo de la aventura de quienes han tenido la
oportunidad de trabajar en el centro de proyección establecido en el barrio Manitas,
exactamente en una de las sedes del colegio Confederación Brisas del Diamante,
una historia de ir y venir, con caídas y levantadas, con ratos buenos y malos que ha
dejado huellas positivas en un barrio marcado por profundas heridas sociales.
Ahora bien, continuando con mi relato del camino, debo decir que no siempre
el paso del torniquete implica subirse inmediatamente al bus. Hay que esperar, así
como, año tras año, los “profes” de Manitas deben aguardar a que pase la Semana
Santa para dar inicio al programa de refuerzo escolar, liderado por voluntarios
que realizan su servicio social obligatorio. Sé bien que resulta extraño ubicar en
una misma frase los términos voluntario y servicio social obligatorio, pero esto se
explica diciendo que eso que para muchos inicia de forma imperativa, termina
siendo un servicio voluntario, gracias a las experiencias positivas que los jóvenes
viven desde el ciclo de formación previo a la llegada a los centros de proyección.
En este punto es necesario aludir a dos historias. La primera de ellas gira en
torno a quienes empezaron a gestar el camino hacia Manitas: no es mucho lo que
se puede encontrar a este respecto, sin embargo, los relatos de antiguos asesores
permiten ubicar en el año 2003 la fecha de apertura. Apenas un año antes varios
jóvenes egresados del Técnico, en compañía del Hno. Pablo Iván Galvis, iniciaron
una experiencia de comunidad cuyo propósito era fortalecer en los estudiantes los
valores lasallistas, especialmente el servicio. A este fin se unía el deseo de satisfacer
las necesidades pastorales de la institución. Como fruto de todo esto, aquel año se
abrieron varios centros de proyección en zonas periféricas de Bogotá orientados a
la catequesis, entre los que se encontraba Manitas.
No obstante, las prioridades de este colegio, con una población exclusiva de
niños de primaria (6 a 12 años), hicieron que paulatinamente se abriera paso al
refuerzo escolar. La voluntad de varios jóvenes universitarios, quienes coordinaban
individualmente cada centro, hizo posible la creación de más espacios como este.
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90 /
En algunos apartes aparecerá referenciada la ETITC con el título simplificado de Técnico.
Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
Así las cosas, Manitas se constituyó en ejemplo claro de la obra lasallista que “tiene
celo ardiente por educar y opta preferencialmente por los pobres” (Tejeiro, Cruz,
Díaz, Murcia y Forero, 2014, p.8).
El proyecto de refuerzo escolar siguió su marcha en Manitas con el apoyo de
los estudiantes de décimo grado de la ETITC, puesto que hasta el día de hoy ha
pervivido la necesidad de mitigar las falencias académicas de los niños del sector
y de brindar herramientas para el aprovechamiento de su tiempo libre.
Sin embargo, por infortunio, tras seis años de trabajo constante, la primera
etapa de la aventura debió terminar antes de inaugurarse el segundo semestre de
2009, aunque el trabajo pastoral se recuperó posteriormente, tal como se referirá
más adelante. Santiago, uno de los actuales asesores, relata tal acontecimiento con
estas palabras:
Algunos problemas con las encargadas del aseo en Manitas fueron el
detonante de este cierre; la falta de comunicación con ellas, añadida al
desorden logístico del equipo animador, hizo que no se pudiera continuar
el trabajo. Para no cortar el servicio a los estudiantes que ya habían hecho un
proceso durante aquel año, se abrió un centro en otra de las sedes del colegio
Confederación Brisas del Diamante, más conocido en el entorno pastoralista
del Técnico como Villitas. (Entrevista no estructurada, mayo 16 de 2015).
La segunda historia, desde la cual se presenta la perspectiva de los estudiantes,
se repite año tras año. Más o menos cien jóvenes de noveno grado3 son convocados
al empezar el año escolar para hacer su servicio social con la pastoral del Técnico. A
pesar de que pueden elegir otras experiencias que no implican tener que madrugar
los sábados o movilizarse hasta lugares alejados, muchos aceptan la cita, tal como
pude percibirlo una mañana de febrero en el teatro del colegio.
A este respecto es preciso decir que, a pesar de que quienes aceptan la cita
cuentan con al menos tres años en la institución, es muy raro que todos se
conozcan. De aquí surge el primer reto: ¿cómo hacer que los animadores –como
se les llama a quienes realizan el servicio social– entren en confianza? Y, más aún,
para los asesores egresados del Técnico que ya tienen una carrera universitaria
Después de 2007, tanto algunas actividades extracurriculares como algunas capacitaciones
de emprendimiento planeadas por el SENA para los estudiantes de décimo grado obligaron
a redirigir la invitación del servicio social a los estudiantes de noveno. Posteriormente, la
convocatoria a esta población fue definitiva.
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
encima: ¿cómo lidiar con un montón de desconocidos? El camino se va labrando
sábado a sábado en varias reuniones de preparación. Su finalidad última no es
formar aún para enfrentar la realidad social sino generar un ambiente de mutuo
conocimiento a través de las sesiones de historia, liderazgo, proyección social y
espiritualidad que se imparten antes de la Semana Santa (marzo o abril) en la que
aparece el segundo reto: la Escuela Pastoral de Líderes Lasallistas. Los relatos de
los primeros centros de proyección se entrecruzan con la historia de esta escuela,
coetánea con el grupo Lazos de la ETITC.
Para querer subirse a un bus con gente que hasta hacía poco se desconocía y
dirigirse a un sitio que la mayoría de ciudadanos presenta como peligroso hace
falta tener mucha confianza en el otro. En un espacio cerrado, alejado de todo
contacto con la ciudad, la escuela pastoral asume ese propósito: sacar el líder que
cada joven lleva dentro, enfrentándolo a situaciones que antes temía o evitaba
por temor al ridículo. Y es que no es lo mismo relacionarse con cien personas (o
algo menos que eso) durante cuatro horas cada sábado, que hacerlo durante cinco
días seguidos. De modo que este espacio se constituye en el entorno ideal para
aprender a vivir en comunidad, para abrirse a los demás, conocerlos, valorar sus
cualidades y ayudarles a fortalecer sus debilidades. Con el apoyo de los asesores
y de los padres de familia, los estudiantes experimentan cambios positivos tras
acudir a esta escuela y, ya con la confianza ganada, se acrecientan sus ganas de
afrontar el siguiente reto.
- “¿Llegó Paz?”. Alguien pregunta mientras yo pienso que debe tratarse de otra
ruta de alimentador diversa de 6-4 Paraíso.
- “¡Aquí estoy!” Dice un adolescente de sudadera, un poco mayor y con una voz
más potente que los demás. “Ya llegó el bus. ¡Suban!” Grita él mismo.
Comienza abril, el mes en el que se inaugura la actividad de los centros de
proyección. Ningún estudiante sabe para dónde va hasta que lo sortean y, aunque
los padres de familia siempre quieren un sitio cercano a sus casas, a cada quien le
toca conformarse con la sentencia repetida por cada asesor: “Esto hace parte de la
experiencia”. Sin embargo, los estudiantes no están solos, cada uno empieza con
el apoyo de los otros, tal como se percibe en el paradero de los alimentadores: al
menos treinta adolescentes de sudadera se suben al mismo bus, aunque no todos
van hacia el mismo destino; así como algunos nos dirigimos hacia Manitas, hay
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
quienes van hacia otros centros, ubicados en barrios por los que pasa la misma
ruta 6-4 Paraíso. Además de esto, aunque no es poca la gente que se sube a este
bus y es normal encontrarse con uno que otro voluntario de la Fundación Techo,
el color verde del uniforme sirve para mantener a todo el grupo unido en el bus.
Eso sí, como esta no es una visita cualquiera los estudiantes deben conocer
algunas normas antes de emprender el rumbo al centro de proyección: como
medida de seguridad la sudadera de la institución debe estar completa o se correrá
el riesgo de ser devuelto a casa por el asesor; el lenguaje entre los jóvenes, incluso
antes de llegar al centro, debe ser cortés; los estudiantes deben evitar el uso de
prendas y objetos de gran valor económico a fin de evitar inconvenientes; y si
existen relaciones de noviazgo entre miembros del grupo, deben limitarse las
muestras de afecto, especialmente frente a los niños. Con todo esto claro, es hora
de emprender el camino.
Contabilizo aproximadamente treinta minutos hasta que nos bajamos en
nuestro paradero de llegada. El grupo del Técnico que se dirige a Manitas es el
primero en descender. De los treinta portadores de sudadera verde solo quedan
diez, sumados a dos asesores vestidos “de civil”. Este pequeño grupo empieza sus
siete largos meses de trabajo aquí, interrumpidos por un ligero descanso a mitad
de año, con motivo de las vacaciones académicas. Tal rutina no ha diferido mucho
en los años de trabajo activo que la ETITC ha cumplido en esta sede del colegio
Confederación Brisas del Diamante.
No hace falta más que caminar y doblar a la izquierda de la vía principal del bus
alimentador para darse cuenta de las dos ciudades de las que les hablo. Mientras
avanzas te das cuenta de que el río Tunjuelo pareciera ser la frontera natural que
las separa. Varias calles tienen vista al centro de la ciudad: se alcanzan a ver la torre
Colpatria, el edificio Avianca y la nueva torre BD Bacatá. Pero eso se ve a lo lejos.
Ves alrededor y te sientes en un entorno diferente: casas de dos pisos con fachada
de ladrillo, construidas por la misma gente, y calles de cemento o arena que suben
y bajan como lo hace la montaña. De hecho, aunque ves la montaña, no percibes
con facilidad si está hecha de tierra o del ladrillo de las casas.
A pesar de que ya varias veces he pasado por aquí, algunos adolescentes de
sudadera verde pisan por primera vez sectores como Lucero Alto o Vista Hermosa,
barrios que nos rodean. Parece tranquilo pero, de acuerdo con los datos del Centro
de Estudio y Análisis en Convivencia y Seguridad Ciudadana (CEACSC, 2015a),
Ciudad Bolívar fue la localidad con más homicidios reportados de la ciudad
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
(18,7%) y la segunda localidad donde se presentan más lesiones comunes, después
de Suba (CEACSC, 2015b). Este es un dato que pocos saben responder cuando les
pregunto, pero que esconde varias de las problemáticas dadas en el lugar.
La “vista hermosa” desde Vista Hermosa. Archivo personal.
Hay algo que al pasar por estas calles sueles pasar por alto ya que tiendes
a pensar que es obvio: la gente que vive aquí, ¿realmente es de aquí? Por un
momento, impulsivamente piensas que sí, pero al ver rostros y oír voces comienzas
a dudar: rostros de afros, indígenas y acentos muy marcados que no se asemejan a
la suavidad del acento bogotano. Tal como me han contado, hay mucha diversidad
en este lugar: antioqueños, santandereanos, caucanos, tolimenses y más. No es
aquí cuando noto esto sino en el colegio, en donde tengo la oportunidad de ver a
los estudiantes del Técnico interactuar con los niños del lugar.
Seguimos la ruta. No hay muchas personas en la calle por la que caminamos.
Van pasando las cuadras y el gris del pavimento es remplazado por el verde del
pasto. Una cancha de fútbol se asoma al terminar las casas. Allí encontramos a una
buena parte de la gente que no vimos antes. Es entonces cuando se acerca una niña
que, emocionada por ver llegar a los estudiantes de sudadera verde, salta, sonríe,
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
toma las manos de algunos. Sabe que ve rostros nuevos pero que hay uno conocido.
Ella misma nos conduce por el sendero hasta llegar a un puente que atraviesa un
pequeño riachuelo. Llegan otros niños corriendo. No hay que acelerar. Uno de los
jóvenes vestidos “de civil” irrumpe con un grito: “Tómense de las manos”.
Animadores de camino al puente. Archivo personal.
Por lo que cuentan asesores y una de las profesoras, la historia de la presencia
del Técnico en Manitas es similar a la historia del puente. Al principio no había
forma de atravesar la quebrada sin mojarse. Los primeros que llegaron a este sector
para hacer su servicio social debían cruzar saltando o pasando a través de puentes
de madera que quedaban inestables tras cada ola invernal, pero el sacrificio, por
el deseo de servir a los niños del sector, siempre ha valido la pena. Ya hablé de
los problemas de comunicación que existieron entre los asesores y el personal
de Manitas. Este y otros obstáculos como la dificultad de pasar el puente, la falta
de materiales y buenas instalaciones o el corto tiempo para cumplir con un buen
trabajo, han sido, desde el principio, esfuerzos equiparables al empeño de los niños
para aprovechar el refuerzo en matemáticas y lenguaje.
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
La misión
- Buenos días.
- Bue – nos – dí – as – (repiten en coro los niños).
- Vamos a empezar con una oración. En el nombre del Padre…
Manitas parece ser un fiel reflejo del terreno montañoso en que nos encontramos.
Para acceder a cada sitio importante del colegio hay que subir o bajar escaleras: la
puerta principal, la cancha múltiple y los distintos bloques de salones, así como los
baños. Ya desde el inicio, cuando el portero nos abre la reja con amabilidad, hay
una escalera. Los estudiantes de noveno, ahora nuevos animadores en propiedad,
aprovechan esto para hacer correr a los niños. Algunos no son cuidadosos y no
perciben que una niña se cayó. Ya aprenderán a tratarlos mientras conocen al
grupo, aunque normalmente estas cosas tienen como consecuencia el regaño del
asesor. Así lo tiene claro Jorge Suárez, uno de los estudiantes de noveno: “Si todos lo
hacemos bien, recibimos las felicitaciones y si lo hacemos mal, pagamos las consecuencias.” (Grupo focal, mayo 23 de 2015).
Tal como lo hacía notar antes, el número de niños no es pequeño. Hoy han
llegado treinta y cinco pero la profe Julia comenta que pueden ser cincuenta a
medida que avanza el año. El día anterior ella misma había entregado ese número
de circulares para que los papás dieran su autorización.
La riqueza cultural de los niños se nota en los juegos: cuando los animadores
hacen una actividad de baile se destaca una niña de tez morena y con claro acento
del pacífico, cuyo nombre es Vanessa. En otro de los juegos los niños debían pasar
una pelota de un lado al otro de la cancha usando solamente unas cuerdas; uno
de los grupos logró este cometido muy rápido gracias a la experticia de un niño
indígena que conocía una forma de amarrar la pelota. Por supuesto, hay otra clase
de diversidades, como las que comenta Julián Díaz, otro de los animadores:
Hay niños de todas clases: niños que tienen alguna enfermedad, niños
inquietos, niños con problemas de aprendizaje, niños muy inteligentes. Cada
uno de ellos ha motivado a otros niños para que asistan. (Grupo focal, mayo
23 de 2015).
Como es el primer día, tanto los nuevos como el antiguo animador saben
que es el momento de darse a conocer ante los niños. Por tanto, empieza el ya
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
Los juegos. Archivo personal.
experimentado Paz –que había hecho el servicio social el año anterior– dando
la muestra de cómo presentarse y hablar fuerte. Los demás tratan de seguirlo,
aunque a algunos les cuesta. Santiago me cuenta que entre los animadores hay
algunas personas tímidas en las que quiere concentrarse durante el año para
desarrollar su potencial. Siempre, tanto en Manitas como en otros centros de
proyección liderados por el Técnico, ocurre lo mismo. Más allá de los objetivos
clave del centro, lo ideal es que el liderazgo se forme con el pasar del tiempo. Con
esto se deja claro que no se nace con esa habilidad sino que esta se aprende en el
camino y que, por tanto, no es menester que los estudiantes se postulen al servicio
social con una gran capacidad oratoria o con facilidades para hablar en público.
Los juegos acaban y, mientras tanto, hay un espacio de tiempo para que la profe
Julia me conceda una entrevista. Es el momento de conocer qué hay detrás de toda
esta realidad. Sin embargo, la entrevista no puede empezar porque hay que buscar
un salón en el que puedan trabajar los animadores con los niños. El sismo del 10 de
marzo de 2015 no dejó consecuencias graves en la ciudad, pero aquí dejó huellas
significativas como el cierre de uno de los bloques por riesgo de caída.
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
Mientras camino con la profe advierto que la construcción no es estable aunque
cabe aclarar que un mes después ya se estaba interviniendo la estructura. Hay
una pared encerrada con polisombra a la que me asomo. Una grieta atraviesa la
pared casi desde el techo hasta el suelo. Esta grieta me permite introducir un tema
que surge en la entrevista: aunque todo por aquí luce muy bonito y tranquilo,
hay profundas heridas en el tejido social de esta población que solo se detallan
conociendo un poco más a los niños.
La variedad de orígenes no se debe a un producto del azar. Muchos migran
en búsqueda de una mejor vida pues han oído el mito de Bogotá, la ciudad de
las oportunidades, en la que se ubican tanto el gobierno central como las sedes
nacionales de autoridades políticas y económicas, además de grandes empresas
con una actividad comercial significativa. El problema para quienes residen en
Ciudad Bolívar es que no todos han arribado aquí por voluntad propia: el conflicto
armado colombiano ha sido para muchos la causal de desarraigarse de sus tierras y,
en lugar de buscar una oportunidad, buscan apoyo. La profe Julia me pide fijarme
en los nombres de los barrios cercanos, Vista Hermosa, Lucero, Paraíso, Villas del
Diamante o el mismo Manitas, todos expresan la esperanza de vivir en un buen
lugar, pero, por desgracia, son fachadas de una realidad oscura de la que muchos
no logran aún sobreponerse.
En alguna ocasión hablé con Gabriela –la otra asesora– quien me contaba casos
como el de Vanessa, la misma niña del baile divertido de los juegos. Gracias a
la empatía que la asesora despertó con las niñas logró saber que la familia de
Vanessa era desplazada por la violencia y que era discriminada por su color de
piel. Por desgracia, entre los niños también se vive este maltrato, ya sea por razones
similares o simplemente porque sí. Julián me comentó un caso similar:
Hoy no se pusieron a pelear pero en el curso comenzaron a decirle a una niña
“lesbiana”. Para ellos, eso ofendía. ¡Ah!, y unas muchachas se comenzaron a
halar el cabello porque una le estaba diciendo a la otra, en pocas palabras,
bruta. (Entrevista no estructurada, mayo 16 de 2015).
Pero, ¿quién lucha con esto semana tras semana en el colegio? Los docentes
del plantel que, por lo general, no tienen ninguna relación con el barrio, más allá
de la laboral. Por ejemplo, la profe Julia se refirió a los largos trayectos que deben
recorrerse para llegar hasta Manitas, aunque no indicó su lugar de residencia. El
trabajo para educar a niños procedentes de diversas culturas y estilos de crianza
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
es realmente arduo. Probablemente por esto muchos profesores prefieren pasar el
fin de semana con sus familias u ocuparse en otras actividades. Por lo que cuenta
la profe, ellos tienen el incentivo de pedir un día de retribución por acompañar
las actividades de los sábados, pero pocos lo hacen. Ella trata de estar siempre
que puede porque además de ser egresada de la Universidad de La Salle y tener
a su hija estudiando en el Técnico, conoce la motivación de los estudiantes y su
filosofía. Su empatía con el proyecto es tal que conoce perfectamente cómo fue que
Manitas volvió a ser un centro de proyección.
La desconfianza, una de las grietas que atraviesa el ambiente social del barrio,
también permeó la actividad pastoral del Técnico en Manitas. Esto pudo tener
relación con el cierre del centro en 2009. La historia de la profe coincide con
los datos que pude recoger y que mencioné al principio: por un lado la falta de
compromiso de los padres de familia para traer a sus hijos aquí y por otro, las
quejas de los empleados del aseo por el desorden que se causaba en las actividades.
Años después, cuando su hija fue admitida para estudiar en la ETITC, la profe
Julia se enteró de que la pastoral de este colegio tenía presencia en “Villitas”. Su
inquietud se despertó al enterarse de que dicha labor había iniciado luego de que se
abriera el centro de proyección de Manitas: “¿Por qué el Técnico ya no está aquí?”
Esta misma cuestión rondaba entre los directivos del colegio Confederación Brisas
del Diamante, quienes se apresuraron a reestablecer el contacto con los asesores del
grupo Lazos en “Villitas”, a comienzos de 2013. Este nuevo puente tiene casi la misma
cantidad de años del puente de concreto construido para atravesar el riachuelo.
Pese a todo, parece que en la institución se complacen con el trabajo de los
animadores y de los asesores. Aunque los niños que asisten son aquellos que
presentan dificultades académicas, es a ellos a quienes más impacta el mensaje de
esperanza que transmiten los estudiantes del Técnico sábado a sábado. Probablemente, si solo se hablara de las lecciones de matemáticas y lenguaje, las presentes
líneas hablarían únicamente del éxito de un programa orientado a mejorar el nivel
académico de los estudiantes. Sin embargo, tal como lo manifiesta la profe Julia,
la verdadera fuerza de la acción radica en el énfasis que se hace en valores y en
espiritualidad. Sin ir más lejos, ella me cuenta experiencias de transformación que
han brotado del diálogo sobre el respeto y la tolerancia o de la oración como forma
de encuentro directo con Dios. Minutos después pude corroborar esto cuando uno
de los animadores tomó la palabra para recitar lentamente el padrenuestro y pedir
que los niños lo siguieran con voz pausada.
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
En cuanto a las comunidades que se benefician, las actividades del servicio
social son generalmente bien recibidas por estas, aunque no sea posible tener
encuentros directos con los padres de familia. Esta realidad ha movido a los
asesores a pensar en la posibilidad de ejecutar proyectos orientados a aumentar
su participación en las actividades programadas. No obstante, cabe decir que el
solo hecho de que los padres permitan a sus hijos asistir sábado tras sábado ya es
suficiente muestra de respaldo.
Sin embargo, no siempre es posible contar con este apoyo. Así, por ejemplo, en
2014 los asesores decidieron iniciar un programa alterno de catequesis para niños
que quisieran celebrar su primera comunión. Si bien, había plena disposición
por parte de los asesores para llevar a cabo esta preparación catequética, muy
pocos padres de familia fueron constantes en la motivación para que sus hijos
asistieran en la misma jornada de los sábados. Al finalizar, el hecho de que solo
tres niños celebraran este sacramento, condujo a los asesores a la cancelación de
esta actividad en 2015. Aunque este hecho sea lamentable permite divisar que
hay grandes retos para mejorar la conexión entre el centro de proyección y la
comunidad que lo rodea.
Pero los problemas no necesariamente se convierten en fracasos. Así, por
ejemplo, aunque los niños normalmente son separados por cursos para hacer
diversos énfasis en las materias que se van a dictar, cuando a un salón asisten
pocos, es necesario unirlo con otro y los animadores deben ponerse rápidamente
de acuerdo para actuar. Generalmente, la unión de cursos con edades parecidas
funciona y esto sucede gracias a la cohesión de grupo de los estudiantes de la
ETITC. Así lo cuenta Julián:
Se nota la integración del grupo. A veces hemos tenido que unir a cuarto
y quinto, pero tampoco es que hagan mucho desorden [los niños] con ese
cambio. Pero sí hay algunos de ellos que nos sacan de quicio. (Entrevista no
estructurada, mayo 16 de 2015).
Concepciones
Y bueno, para usted, ¿qué es la paz? [Profe Julia] Para mí la paz es
permanecer en tranquilidad con uno mismo, sin importar en quién se crea
[…] Es esa calma que uno puede transmitir a otros, sobre todo a la propia
familia. (Entrevista no estructurada, abril 18 de 2015).
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
Hay suficientes problemas en Ciudad Bolívar como para estar pensando en lo
que sucede en el país aunque, como se pudo leer en líneas anteriores, a muchos les
tocó vivir la realidad del conflicto nacional. La profe Julia tiene conocimiento de
la enorme cantidad de heridos que llega al cercano hospital Vista Hermosa y no
son ajenos los casos de violencia intrafamiliar en los que las principales víctimas
terminan siendo los niños, varios de ellos estudiantes de Manitas y participantes
de los refuerzos escolares. Por esta razón, cuando pregunté si su definición de paz
se aplicaba aquí, la profe cambió su expresión alegre por una más sombría y dijo:
En el colegio no se ve paz. Los niños vienen de realidades muy difíciles. Hay
mucha violencia en sus casas y eso lo reflejan acá. Hace poco le pregunté
a un niño por qué había golpeado a su compañero y respondió que este le
había dicho una grosería. (Entrevista no estructurada, abril 18 de 2015).
El refuerzo escolar se convierte, entonces, en un espacio en el que los niños
se logran apartar de esa realidad y es por esta razón por la que el trabajo de
los estudiantes del Técnico es valorado por los trabajadores de Manitas, pues
realmente han logrado enseñar valores que se suelen perder en la formación
familiar. ¿Recuerdan a la niña que salió corriendo hasta donde estaba el grupo de
estudiantes de la ETITC para recibirlos? Esa es también una muestra del cariño y
respeto que la presencia de estos adolescentes ha producido entre los beneficiarios
del centro de proyección. El valor de este espacio radica en que cada niño es feliz
cuando se siente importante para cada uno de esos jóvenes de verde que suben
sábado a sábado al centro de proyección. Este hecho permite recordar uno de
los referentes de las obras lasallistas: “La construcción de una sociedad pacífica
incluye la promoción del sujeto histórico como agente de los procesos individuales
y comunitarios” (Tejeiro et al., 2014, p.12-13).
Para la profe Julia fue inquietante que le preguntara por la paz y no se quedó
con las ganas de devolverme la pregunta, de modo que consignaré mi respuesta
aquí: la paz consiste en respetar al otro y en aceptar sus diferencias. Si pensamos
en esta experiencia, los jóvenes animadores tienen que formarse desde el inicio de
su proceso pastoral para alcanzar este ideal. Deben aprender a conocerse entre sí y
a adquirir unos mínimos de tolerancia para que alcancen una actitud de apertura
en lugares alejados de sus hogares. Ahora bien, si me preguntaran si en este lugar
los estudiantes cumplen con los objetivos para los que se creó el servicio social en
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
Colombia, creería que así es. Para la muestra, cito algunos artículos referidos a
esta experiencia:
1. Sensibilizar al educando frente a las necesidades, intereses, problemas
y potencialidades de la comunidad, para que adquiera y desarrolle
compromisos y actitudes en relación con el mejoramiento de la misma.
2.Contribuir al desarrollo de la solidaridad, la tolerancia, la cooperación,
el respeto a los demás, la responsabilidad y el compromiso con su entorno
social. (Ministerio de Educación Nacional, 1996).
En el grupo focal que tuvimos la oportunidad de hacer con los estudiantes que
hacen su servicio social en 2015, todos coincidieron en resumir su ideal con una
expresión: formar familia. Efectivamente, tal como he podido constatarlo, este es
un espacio en el que todos se sienten libres, se puede compartir y, aunque haya
problemas, tanto los niños como los estudiantes del Técnico sienten la necesidad
de estar juntos y de verse a sí mismos como un grupo.
Otra razón que motiva la asistencia de los niños los sábados a Manitas es el
hecho de que se sienten respetados y quieren aprender y, aunque son indisciplinados, sus asesores coinciden en decir que su desorden es una manera de cautivar la
atención que no tienen en sus casas. En este punto es fácil comprender cómo los
adolescentes pierden la noción de que su servicio es obligatorio y llegan a hacerlo
porque ha nacido en ellos el deseo de ayudar, porque los retos de esta acción
adquieren una nueva significación. Algunos me contaban al respecto:
Pensaba que Manitas era un colegio donde solo íbamos a ir a dictar clase.
No pensábamos que íbamos a interactuar con los chicos. Pensábamos que
sólo era el refuerzo escolar. (Juan David Gaitán).
Yo venía sin perspectivas (Sebastián Chingate, grupo focal, mayo 23 de 2015).
En cualquier caso, estas actividades suelen dejar beneficios a los que se involucran
en ellas. Por ejemplo, hay quien afirma que quienes llevan a cabo su servicio social
aumentan su deseo de participar en el futuro de actividades cívicas (Vogelgesang &
Astin 2000). También ocurre que los jóvenes aprenden sobre las comunidades en
que se insertan y esto los lleva a aceptar con más facilidad culturas y razas diferentes
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
(Astin & Sax, 1998). Prueba de lo anterior es la existencia de jóvenes –empezando
por los asesores– dispuestos a continuar con su trabajo pastoral tras completar el
año de su servicio obligatorio. Cuando en el grupo focal Santiago intervino y les
preguntó a todos en qué se convirtió el centro de proyección para los estudiantes
del Técnico obtuve respuestas como la de Andrés Lozano:
Manitas es un mundo alternativo donde vemos otro horizonte, donde vemos
que sí podemos ayudar a la gente. En realidad, aunque nunca pensamos
que podíamos hacerlo, aquí nos consagramos como “gente” con más ética.
Vemos que otras personas sufren más que nosotros y que nosotros solemos
quejarnos por bobadas. Aquí tenemos la posibilidad de escuchar a los niños
y vemos realidades a las que éramos ajenos. Eso es Manitas. (Grupo focal,
mayo 23 de 2015).
Final de la jornada. Archivo personal.
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
Evaluación y proyección
Son las 11:00 a. m. Ya es hora de cerrar el primer día de refuerzo. Los niños suben
la escalera para buscar a sus mamás que los esperan desde hace un rato. Ellos se
despiden de cada uno de los animadores con un, “chao, profe”. Andrés me comenta
que se siente un poco extraño cuando lo llaman así pero eso le ha ayudado a
comprender el comprometedor papel formativo que tiene con este grupo de niños.
Con el tiempo, cada uno de estos adolescentes será un “agente de transformación
de su entorno social”, a través de una práctica docente reflexiva (Tejeiro, 2014, p.17).
Mientras tanto, los animadores deben esperar hasta que se vaya el último
niño y pasar así a la evaluación del día dirigida por sus asesores. Es un momento
de mucho respeto y con varios rituales: formación alineada, camisas dentro del
pantalón, carpetas con los preparadores de la actividad del día y profundo silencio.
Gabriela y Santiago, los asesores del centro, también participan de este
encuentro y tienen conocimiento de los preparadores con antelación. Los
animadores se reúnen todos los jueves a planear la clase y envían un archivo con los
objetivos y la lista de actividades antes de la noche del viernes. A pesar de algunos
errores, Santiago me comenta que está satisfecho con el trabajo de los animadores.
Desde el principio tiene la idea de que van a conectarse muy fácilmente con los
niños del sector, aunque deben aprender a tratarlos con paciencia.
Además de los comentarios positivos y negativos que hacen los asesores
sobre el trabajo de los animadores, conviene resaltar la opinión que estos últimos
tienen sobre su encuentro inicial con los niños: una de las animadoras esperaba
encontrarse con un público más grande, por lo que andaba algo temerosa; otro
pide la palabra y afirma que lograron empatizar con los niños rápidamente; Paz
opina que el grupo de animadores es muy bueno y que ha logrado alcanzar una
actividad aceptable, a diferencia de lo que vio en su año de servicio social.
Al parecer, la presencia de alguien con experiencia dio confianza a los
animadores para saber qué hacer, incluso se muestran expectantes por continuar
el trabajo la semana siguiente y mejorar los errores cometidos ese día. Definitivamente son una comunidad de aprendizaje, pues no solo aprenden los niños con el
refuerzo sino los mismos estudiantes de la ETITC, tal como dispone el Horizonte
Educativo Pastoral refiriéndose al aprendizaje común (Tejeiro, 2014, p. 7).
Tener el hábito de organizar las clases, los juegos y la evaluación al finalizar la
jornada, permite conservar el orden que ha abierto la posibilidad de pensar en
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
nuevos proyectos para Manitas. Tal como refería antes, en 2015 se piensa integrar
más a la comunidad a través de actividades artísticas y culturales cuyo resultado
deberá ser presentado por los niños ante sus padres. ¿Resultará este proyecto? Si
es así, será un espacio en el que el trabajo de los animadores podrá ser valorado
en mayor medida por las familias y por los directivos de la comunidad educativa.
Cabe destacar la necesidad de vincular a más personas que cuenten con la
experiencia del servicio social y de implementar nuevas ideas para la consolidación
de los centros. Proyectos como los voluntariados, impulsados por el grupo Lazos
del Técnico Central, entre los que se cuentan el denominado “Segundo año”, para
estudiantes de décimo grado, se convierten en incentivo para que más personas
trabajen por causas sociales. Como en el caso de Paz, son ya varios los estudiantes
que cumplieron su requisito en 2014 y quieren continuar su camino pastoral para
desarrollar nuevos proyectos.
Tal como sucede en otros centros de proyección, a pesar de que no permanece
el mismo asesor más de un año y de que los animadores que hacen su servicio
social también cambian, se puede constatar la conservación de un legado. El
mensaje de esperanza se conserva y tanto los docentes de Manitas como sus
estudiantes guardan un especial respeto por la imagen que han ido construyendo
a lo largo de muchos años con su ejemplo: son jóvenes autónomos que han
construido comunidad; son jóvenes que tienen grandes potenciales para cambiar
sus entornos. Esta es la herencia que permite a este centro de proyección ser un
entorno estable en el que se afianzan valores de fraternidad, servicio y fe, gracias
al deseo de transformación social.
Para terminar, Manitas se constituye en uno de los ejemplos insignia del trabajo
pastoral desarrollado por la Escuela Tecnológica Instituto Técnico Central. Su
localización es simbólica para gran parte de los pastoralistas que han trabajado
para el grupo por diversas razones: la lejanía de los propios lugares de residencia;
las historias de vida de quienes viven allí; las dificultades que enfrentan los niños,
sobre todo, para acceder a una buena educación; la necesidad de conocer una
realidad distinta a la normalmente vivida.
Manitas es una representación de tolerancia puesto que la diversidad de
los niños que estudian en este espacio solo puede ser apreciable gracias a un
gran sentido de respeto por la identidad y la opinión del otro. En este centro la
diversidad se puede disfrutar cada vez que se reconoce a cada uno de los niños
como persona con múltiples capacidades. En Manitas, querer darle la mano a un
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
niño es un gesto de aprecio, de apertura y de respeto que permite unir en una
sola las dos ciudades referidas al principio. En definitiva, el trabajo hecho aquí es
un reflejo de una de las frases atribuidas al político mexicano Benito Juárez: “El
respeto al derecho ajeno es la paz”.
Referencias
Astin, A. W., & Sax, L. J. (1998). How undergraduates are affected by service participation. Service Participation, 39(3), 251-263.
Centro de Estudio y Análisis en Convivencia y Seguridad Ciudadana – CEACSC
(2015a). Balance Provisional de homicidios enero – diciembre 2013-2014
[Diapositivas de Power Point]. Recuperado de http://www.ceacsc.gov.co/
index.php/que-hacemos/componentes-permanentes-de-investigacion/caracterizacion-del-homicidio.
Centro de Estudio y Análisis en Convivencia y Seguridad Ciudadana – CEACSC
(2015b). Balance delitos de mayor impacto social años 2013-2014 [PDF].
Recuperado de http://www.ceacsc.gov.co/index.php/que-hacemos/informes/
balances-estadisticos.
Tejeiro, L., Cruz, I., Díaz, D., Murcia, N., & Forero, C. (2013). Horizonte educativo
pastoral. (1), 8-20.
Ministerio de Educación Nacional (1996). Resolución número 4210 por la cual
se establecen reglas generales para la organización y el funcionamiento del
servicio social estudiantil obligatorio. 12 de septiembre de 1996. Bogotá:
Ministerio de Educación Nacional.
Vogelgesang, L. J., & Astin, A. W. (2000). Comparing the effects of community
service and service-learning. Michigan Journal of Community Service
Learning, 25-34.
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
San Vicente del Caguán abriendo fronteras de Paz
Círculos de Paz-es
Quena Melisa Leonel Loaiza1
El presente escrito fue elaborado en clave biográfica, ya que el interés es dar
“nuestra propia” respuesta a la pregunta que da sentido a este libro y a los anhelos
de los últimos 50 años de muchos colombianos. ¿Es posible lograr la paz en
Colombia? Nos interesa que nuestra historia sea el epicentro del relato, no por
una cuestión de ego sino porque consideramos que las vivencias agenciadas en
torno a la paz son uno de los tantos caminos que se recorren en su construcción.
Lo anterior nos permitirá comprender a escala de los agentes de paz y desde sus
relatos biográficos, lo que es percibido como difícil, significativo, representativo y
revelador en el momento de construir la paz en Colombia.
El nacimiento de una idea
La idea de visitar de nuevo San Vicente del Caguán, a mis veinte años, surge a partir
de una charla –de esas conversaciones familiares, íntimas, trascendentales y sinceras,
de las que constantemente es testigo la cama de la abuela o la mamá– que tuve con
mi tía Beatriz Loaiza, más conocida en este rincón del país como la “Profe Betty”.
Mi tía y San Vicente del Caguán han sido una parte constante en mi historia
de vida. Recuerdo que cuando era pequeña visitarla implicaba cumplir uno de los
deseos que todo niño quiere: subir al cielo, tocar las nubes, ver los carros y edificios
de la ciudad como juguetes y las montañas como si fueran las maquetas del relieve
de la tarea de sociales. En este sentido, San Vicente no representaba una imagen
oscura, de peligro, o de guerra, por el contrario, para mí significaba viajar en avión,
jugar libremente por el campo, reencontrarme con amigas, ordeñar vacas, coger
sapos, rasparme las rodillas, nadar en el río y dormirme antes de las 9:00 p. m.
Directora del proyecto Círculos de Paz-Es, licenciada en Ciencias Sociales de la
Universidad Distrital y estudiante de maestría en Investigación Social Interdisciplinar de
la misma universidad. Correo electrónico: [email protected].
1
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
porque apagaban la planta eléctrica y el cuarto de mi tía, tanto como el pueblo,
entraban en una profunda oscuridad.
Del mismo modo, la fuerza de la imagen de profesora que ejerció mi tía –
sin quererlo– en mí, hizo que tomará la decisión de dedicarme y “vivir” de la
educación. Precisamente, el tema de mi monografía para graduarme como
licenciada en Ciencias Sociales fue la excusa perfecta para visitar de nuevo este
encantador municipio. La idea surgió a partir de una serie de preguntas que
asaltaban mi cabeza respecto al significado de este lugar para mí misma y para el
país. Fue una serie de contradicciones entre lo que yo veía del municipio en los
medios masivos de comunicación, lo que mi tía me contaba siempre que nos venía
a visitar a Bogotá y lo que este había significado en mi infancia.
Recuerdo que la idea se afianzó en un transmilenio, en el cual charlamos con
mi mejor amiga –Karen Díaz– las implicaciones de irme a vivir allá durante un
año; aplazar dos semestres la carrera, renunciar al Museo de los Niños donde ya
había conseguido mi primer ascenso, dejar a mis amigos, dejar nuestras caminatas
domingueras por calles no recorridas, dejar nuestros encuentros culturales de la
Cinemateca, El MAMBO, La Biblioteca Luis Ángel Arango o El León de Greiff,
cambiar de 18 grados a 40 grados, cambiar el ritmo acelerado que vivencia una
ciudad frente a la deliberada percepción del tiempo que un pueblo ofrece. Todo
esto implicaba, nada más y nada menos, que cambiar mi estilo de vida. Menos
mal alguien también se encontraba animada –incluso más que yo– a asumir este
reto conmigo.
Nuestro encuentro con la verdadera realidad del país
Finalizando enero del 2007 llegamos Karen y yo, a eso de las once de la mañana.
Yo llegué con tres maletas, como cinco cajas y un ventilador. Ella solo llevaba
dos maletas. De todo lo mío, no le di uso ni a un cincuenta por ciento. Ahora
que reflexiono el asunto me pregunto: ¿Cuán difícil es desprendernos de nuestros
objetos? ¿Qué significan esos objetos para nosotros que nos negamos a abandonarlos? ¿Realmente en nuestra vida son tan necesarios?
Llegamos a la plaza principal y de entrada vimos la famosa iglesia que apareció
una y otra vez en las pantallas de los televisores, cuya toma capturaba en el
fondo una gran bandera de Colombia, una mesa alargada con un mantel blanco
y dos sillas Rimax. En una de ellas se encontraba sentado el presidente de ese
entonces, Andrés Pastrana, y la otra se encontraba vacía. No es fortuito que los
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
medios titularan ese momento histórico como “La Silla Vacía”, ya que el líder de
las FARC-EP Manuel Marulanda Vélez nunca llegó a la “cita de la paz”.
San Vicente del Caguán durante la zona de distención se convirtió en un campo
de disputa, de tensión entre diversas nociones de territorio y territorialidades
que imponen en el espacio ciertas marcas. Trincheras, retenes del ejército y la
abrumante presencia de la guerrilla en la zona rural y urbana conjugaban con una
población resignada que asumía una decisión estatal haciendo de este un lugar
representativo de las soberanías en disputa. Oficialmente la zona de distensión
fue un área otorgada por el gobierno del presidente Andrés Pastrana mediante la
Resolución 85 de 14 de octubre de 1998, para adelantar un proceso de paz con las
FARC-EP pero, ¿qué implicaciones tuvo este acontecimiento para la población
sanvicentuna? ¿Qué percepciones tienen las personas que vivenciaron de cerca este
hecho de interés nacional? ¿Cómo fueron y cambiaron las prácticas de vida de los
habitantes de este municipio?
Las anteriores preguntas no tuvieron respuestas fáciles, por el contrario, en su
búsqueda se nos fue un poco menos de un año de trabajo de campo. Afortunadamente tuvimos el apoyo de la “Profe Betty”, la Hermana Reina Amparo y los
Hermanos de La Salle. Antes de viajar, gracias a la gestión de la profesora Beatriz,
contamos con una carta de aval de una de las instituciones educativas con mayor
prestigio en este municipio: la Institución Educativa Nacional Dante Alighieri. Esta
fue creada en 1958 por los Misioneros de la Consolata en los terrenos del Vicariato
Apostólico y desde 1989 hasta la actualidad es administrada por los Hermanos de
las Escuelas Cristianas, mejor conocidos como los Hermanos de La Salle, quienes
desde su carisma y espiritualidad han promovido la formación humana y cristiana,
el desarrollo integral de las personas, la construcción de fraternidad, fe y diálogo, el
espíritu de transformación del entorno social, la resignificación de los valores; en
especial, han forjado en este lugar del país la consolidación de una nueva sociedad
colombiana.
Esta carta de aval trae consigo dos anécdotas que contaré rápidamente. Según
el cronograma de la Universidad debíamos cancelar semestre para no generar
ningún cobro máximo en las dos primeras semanas de comienzo del año, por lo
tanto presionamos muchísimo para que nos la enviaran. Se tomaron su tiempo,
así que nos tocó pagar el semestre. Primer aprendizaje, cuando se trabaja con
la comunidad se deben comprender sus propias dinámicas y tiempos, nosotras
pensamos el tiempo y la gestión como citadinas. En San Vicente claramente tenían
otros tiempos y prioridades, nosotras, “las investigadoras de Bogotá”, no íbamos
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
a ser el centro de su atención. Una vez firmada, enviada y radicada la carta en la
universidad, esta nos remitió a la oficina de jurídica, nosotras, confundidas de las
causas de esta remisión, llegamos donde la abogada, quién nos preguntó: -¿Están
seguras de viajar y vivir en “un lugar tan peligroso”? ¿No les da miedo que las
secuestren? Éstas fueron las preguntas expresadas, pero muy seguramente en su
mente le rondaban otras como: ¿Seguro tomaron la decisión de irse pa’ el monte?
¿A qué frente se unirán? después de sus preguntas –las primeras– nos hizo firmar
una carta en la que exonerábamos a la universidad de todo tipo de responsabilidades por si nos pasaba algo. Segundo aprendizaje, las representaciones sociales,
se vuelven reales.
“Las investigadoras de Bogotá” comenzaron su trabajo de campo a los pocos
días de haber llegado. Escribimos y realizamos las entrevistas estructuradas para
dar rienda a nuestros objetivos, pero encontramos que las personas del pueblo se
negaban a darnos respuestas sinceras y la información recolectada era extrañamente conveniente. Por lo tanto, requerimos de dos meses para que comprendiéramos el contexto y de algún modo pudiéramos compartir sin prevenciones
con la gente. Tercer aprendizaje: Muchas veces como investigadores entramos en
una serie de egocentrismos intelectuales en donde nos enajenamos en mundos
conceptuales y teóricos y nos perdemos de vista una realidad que palpita desde
sus propias dinámicas, necesidades y creencias. Es decir, se debe comprender a la
comunidad no como objeto de estudio sino como sujeto de estudio.
San Vicente del Caguán en la historia de Colombia
San Vicente del Caguán existe legalmente como municipio mediante el decreto 963
del 14 de marzo de 1950 que declara sus límites:
“Desde la serranía de la Peña hacia el Sur por la divisoria de aguas de la
cordillera Oriental hasta frente al nacimiento del río Oaya o Guayas, este
río abajo hasta su desembocadura en el río Caguán, este aguas abajo hasta
su desembocadura en el río Caquetá; de este punto al noreste con el río
Tajicá; este río aguas arriba hasta su nacimiento desde donde se prolonga va
a encontrar al río Ajajú, este río aguas arriba hasta la serranía de La Peña,
punto de partida”.
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
Es decir, se encuentra ubicado al nororiente del departamento del Caquetá
donde limita al norte con el departamento del Huila y Meta, al sur con Puerto
Rico y el corregimiento de Solano, al oriente con el Vaupés y al Occidente con el
municipio de Puerto Rico.
Sus tierras están abrazadas por el río Caguán, de allí su apellido, porque su
nombre de San Vicente se debe a Don Juan Vicente Quesada, su fundador, que
en 1898 junto a Don Prudencio Ossa, Don José María Camargo, Nepomuceno,
Gabriel y Miguel Perdomo, lideraron y trazaron los planos del pueblo. Estos
hombres, así como gran parte de la población que habita este municipio, provienen
de los departamentos del Huila y del Tolima quienes colonizaron estos suelos
atraídos por la bonanza del caucho.
La historia de la Amazonía está marcada por la explotación de los recursos
naturales, entre ellos el caucho, que a finales del siglo XIX y principios del XX vinculó
a estas tierras con la economía mundial, dando así una apertura a diversos procesos
de colonización que llevó consigo la explotación indiscriminada, la esclavitud y hasta
el ocaso de muchos grupos indígenas como los Uitoto, Yukuna, Matapi, Tanimuca
y Letuama. Doña Lucía Villalba, una de las primeras habitantes de este municipio,
quién llegó a estas tierras colgada de un zurrón, recuerda estas épocas:
Caucho eran unos palos grandes y luego los desangraban y eso se iban y los
picaban y hacían unos bloques grandes blancos; como bloques de cuajada
sacaban de esa leche. Yo no sé para qué utilizaban esa leche o para qué servía;
la gente decía al principio, que eso era disque para hacer esos “chicles”, quién
sabe, y los cargueros de esa leche, de esa pasta, de esa cosa, se lo cargaban
de aquí a Neiva, a puro espinazo, eso se cargaban hasta las doce arrobas.
(Isaza, J., 1999, p.6).
Al inicio del siglo XX San Vicente hizo parte de la bonanza del caucho pero,
a su vez, sufrió el conflicto territorial que este llevó consigo, especialmente su
usurpación violenta liderada por los peruanos. Así mismo, es importante resaltar
que las vías terrestres en estas épocas eran muy escasas, ya que abundaban las
zonas selváticas y los caminos de herradura, así las vías fluviales y aéreas eran los
puentes de comunicación con otros municipios, corregimientos y ciudades. Don
José Suaza, uno de los primeros colonos de San Vicente, recuerda que:
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
Las calles no existían, habían sólo caminos de herradura que hicieron con
picas, palas y azadones y a solo 5 o 10 cuadras del pueblo habían bloques de
selva… en ese tiempo había solo unas 100 o 120 casas y el puesto de policía
era manejado por 3 o 4 uniformados, los únicos empleados que existían eran
el tesorero, el personero y el alcalde. (Isaza, J., 1999, p. 6).
También recuerda que en 1951 resultó –en este municipio– otro brote de
violencia: “Se formó un grupo de guerrilla, en ese tiempo llamado chusma,
comandada por un señor que se hacía llamar Gavilán”. Efectivamente, entre San
Vicente y Algeciras surgió un caserío llamado Guacamayas donde operaban
grupos al margen de la ley como la chusma (conservadores) cuyos cabecillas eran
Gavilán, Sangre Negra, El Capitán Veneno, El Dragón Rojo y Palma.
Esta tierra, donde se siente la fuerza de la selva, la humedad hirviente del aire
y el poder de las épocas de lluvia, es una pieza geográfica clave para el conflicto
armado que vivimos en nuestro país, ya que en la época violenta partidista
sirvió como refugio para las denominadas autodefensas campesinas lideradas en
ese entonces por Isauro Yosa, Jacobo Prias Alape más conocido como “Charro
Negro” y Manuel Marulanda “Tirofijo”.2 En el mes de julio de 1964 las autodefensas
campesinas, que para esos años ya se habían autoproclamado como las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia –FARC, crearon el bloque sur que contenía
el Frente 2 y el Frente 3. Por su parte, el Frente 2 cubría el corredor de El Pato
(Caquetá) y El Guayabero (Meta) hacia los límites de los emblemáticos Llanos
del Yarí y el Frente 3, a cargo de “El Paisa”, colonizaban y defendían las partes
montañosas entre el Huila y el Caquetá. En ese momento, como lo recuerda uno
de los habitantes que presenció la conformación de uno de los frentes:
No había Estado… había gente organizada políticamente. Llegaban por
grupos, familias enteras, de 10 a 25 personas. Había asentamientos de
campesinos guerrilleros, pero no llegaron como columna guerrillera,
sino como comunidades organizadas, a hacer fincas, a colonizar. (Verdad
Abierta, 2015).
Así como otras zonas del departamento del Caquetá, la Serranía de la Macarena, la zona
Páez de Riochiquito en el Cauca y el Sumapaz.
2
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
Por consiguiente, la llegada y expansión de las FARC en esta zona del país
se dio de la mano de la colonización que, desde 1978, siguiendo el curso del río
Caguán hasta las llanuras amazónicas, ocuparon y se asentaron en municipios
como: Guacamayas, San Vicente del Caguán, Puerto Rico y Cartagena del Chairá.
Así pues, Caquetá se ha convertido, por un lado en el bastón político y militar
de esta guerrilla y, a su vez, se ha convertido en objeto político de recuperación
territorial por parte de los últimos gobiernos, entre los que destacaré el periodo de
Andrés Pastrana (1998-2002), dada su importancia en la historia de San Vicente
del Caguán, pues durante este periodo se constituyó en epicentro para el desarrollo
de su programa bandera conocido como “Diálogos de Paz”.
La zona de despeje fue la estrategia clave para dar rienda suelta a los “Diálogos
de Paz”. Este hecho, para los habitantes de San Vicente del Caguán, fue un suceso
histórico que los visibilizó, a unos “para bien” y a otros –en su gran mayoría– “para
mal”, en el panorama nacional. Lo que para el gobierno, los medios de comunicación y en general para la población colombiana significó un fracaso político y una
burla nacional por parte de las FARC, para los habitantes del municipio de San
Vicente del Caguán fue sin duda alguna un elemento importante sin el cual no se
puede entender su historia, ya que marcó un antes y un después en las dinámicas
sociales del pueblo e incluso tiene el mismo alcance para una parte de sus vidas.
Un comerciante nos dijo que: “San Vicente era un pueblo bonito, normal como
cualquier pueblo, y después de que hicieron ese experimento de paz se lo tiraron,
dejó de ser lo que era, la gente vive allá con zozobra” (entrevista estructurada,
2013), percepción que en alguna medida comparte una profesora del municipio,
cuándo expresa que este proceso fue “una verdadera mentira, fue una pantomima
tanto del gobierno como de la guerrilla, hizo retroceder a San Vicente del Caguán
50 años.” (Entrevista estructurada, 2013).
Recorrer la historia de este municipio y en especial sus acontecimientos recientes,
permite visibilizar que este pueblo ganadero, poblado por colonos y desplazados
de las múltiples violencias que ha vivido el país, ha hecho grandes aportes en los
retos que exige la construcción de la paz, no solo en términos gubernamentales y de
seguridad, sino también en sus aportes para entender la paz como cultura.
San Vicente del Caguán en nuestra historia: Círculos de Paz-Es
La experiencia vivida en el año 2007 en el municipio de San Vicente del Caguán en
el Departamento del Caquetá, nos permitió entender y cuestionar –en una realidad
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
específica– la aplicación de una palabra tan desgastada pero a su vez tan anhelada
como lo es la paz. Es decir, se tenía una serie de representaciones y asociaciones
sobre ésta, tales como: La paz es responsabilidad del Estado, la paz se consigue con
la finalización del conflicto armado, la paz es la dejación de las armas, etc.
A partir de esta experiencia entendimos que la paz es mucho más que la
negación del conflicto y la terminación de una guerra, por el contrario, logramos
ampliar nuestro espectro y entender que la violencia es un aspecto cultural a la par
que la paz también lo es, por consiguiente la paz es una responsabilidad de todos
y es una acción que debe construirse día a día. En este sentido, se tornó necesario
realizar un proyecto educativo en lo no formal, que dinamizara la paz como un
elemento cercano y de responsabilidad individual, local y comunitaria; y no como
un concepto aislado donde el Estado es el único que debe hacerla posible.
Era sábado más o menos nueve de la mañana, la profe Betty nos grita: “Chicas,
¿Ya están listas?” y una de nosotras salió de manera rápida al corredor a encontrarla
evitando que se diera cuenta del gran desorden que se ocultaba tras la puerta. El
plan de ese día era conocer un proyecto muy nombrado por los habitantes del
pueblo, liderado por mi tía y la Hermana Reina Amparo, a quien tuvimos el placer
de conocer meses atrás y fue de gran ayuda para contactarnos con las fuentes de
información. El proyecto llevaba como título: Círculo de Lectura Infantil y Juvenil3,
cuya labor consistía en promover el buen uso del tiempo libre de la niñez y a su
vez le apostaba a crearles otros mundos posibles más allá de la guerra a través de la
formación de lectores. Dichos encuentros eran liderados por jóvenes del municipio.
Cuarto aprendizaje: ¡La paz no se sueña, se construye!, pasito a pasito, en las
acciones más sencillas, en la cotidianidad de la vida y comienza con uno mismo,
comienza como diría la madre Teresa de Calcuta: “con una sonrisa”. Esta, más allá
de ser una meta, es un camino dinámico, es un proceso lento que nos exige un
cambio de mentalidad tanto de manera individual como de manera colectiva, es
una necesidad emergente en la cultura violenta en la que nos encontramos. Así
pues, la paz no se debe ver desde la violencia si no se debe ver desde la paz misma,
es decir, se debe construir la paz como cultura.
A partir de estas vivencias, Karen y yo obtuvimos una tesis meritoria, una
experiencia laboral necesaria para nadar por las aguas del desempleo o el empleo
mal pago, pero sobre todo, lo más significativo para nosotras, fue la fuerza
Su trabajo con los niños y jóvenes sanvicentunos lleva más de quince años y fue premio
Nacional de Paz en el año 2007.
3
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
motivadora y la esperanza transformadora que nos hizo y nos hace creer que la paz
es posible. Así, inspiradas en el trabajo realizado por la Hermana Reina Amparo,
la profesora Beatriz y el trabajo de los Hermanos de La Salle en este municipio,
decidimos crear nuestra apuesta por la paz, Círculos de Paz-Es.
Círculos de Paz-Es
Su nombre es un neologismo que reconoce la pluralidad de la paz (paces) y al
mismo tiempo la percibe como calificativo de acción de hacer la paz (la paz es),
en este sentido, es un intento por comprender el concepto de paz desde una
perspectiva multidisciplinar en donde esta afecta todas las dimensiones de la
vida (interpersonal, intergrupal, nacional e internacional). Entonces, no se puede
limitar el concepto de paz como una acción singular sino como una acción pluricultural que nos exige redefinir la paz desde la pluralidad: PACES.
Este proyecto, en primera instancia, es una opción pedagógica que busca
promover la cultura de paz (paces) desde una educación integral, que no solo
promulgue conceptos, sino que fomente la interiorización de acciones y valores
que replanteen un cambio cultural, tanto de la caracterización del hecho conflictivo
en sí mismo, de las formas de resolución, así como de su papel en el proceso
transformador. Del mismo modo, abre procesos de transformación de la cultura
de violencia en pro de la apropiación de una cultura de paz (paces), permitiendo
que las personas sean conscientes de sus propios valores y actúen en consecuencia.
No se trata de enseñar lo justo o lo injusto, lo bueno o lo malo, sino que reflexionen
los mecanismos por los cuales actúan, que sus acciones dependen de unas valoraciones y tradiciones implícitas que afectan positiva o negativamente su entorno
social. En una segunda instancia, es un proyecto analítico, crítico y creativo en la
esfera individual y social que cree que la paz es posible en tanto se construya de
manera comprometida, constante, seria, rigurosa y creativa.
Lo anterior se logra a través de la creación de Círculos de Paz-Es, proyecto que
se desarrolla en las casas, bibliotecas comunitarias, salones comunales, comedores
comunitarios, solares, terrazas y los salones solitarios de los sábados en algunos
colegios. Allí, semanalmente se reúnen jóvenes líderes con los niños de sus barrios,
veredas y corregimientos a leer cuentos sobre los derechos humanos, la resolución
no violenta de los conflictos, la importancia de la diferencia y la construcción de
paz. Dichas lecturas son una excusa de encuentro para abrir un espacio de cono-
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
cimiento, diálogo, reflexión, discusión y creación de los valores que potencian una
actitud voluntaria de buena convivencia.
En este marco de referencia, nuestro objetivo principal consiste en promover la
comprensión ampliada, diversa y dinámica de la Paz (paces) y así mismo incentivar
la participación activa para la construcción de la cultura de esta a través de la
creación de espacios de diálogo, discusión y creación denominados Círculos de
Paz-Es. Acciones que implican por un lado empoderar a los jóvenes y niños con
habilidades, conocimientos y saberes necesarios para que sean sujetos activos en
la construcción de una cultura de paz (paces) y por otro lado educarlos, para lo
cual hemos creado una estrategia pedagógica en el marco de la Educación para la
Paz que denominamos “Horizontes de Paz-Es” y la desarrollamos en los Círculos
de Paz-Es con el fin de formar e incentivar a dichos niños y jóvenes para que sean
efectivos Constructores de Paz-Es en sus entornos y comunidades.
Del mismo modo buscamos promover las expresiones artísticas con contenido
de paz, con el fin de reconocer y circular las reflexiones y creaciones de los artistas
como instrumento creativo para la gestión alternativa de la resolución de los
conflictos, más allá de la violencia.
El proyecto actualmente se desarrolla en Bogotá y en el municipio de Magangué,
Bolívar. En Bogotá se trabaja con dos tipos de jóvenes, una parte oscila entre los
16 y 22 años y son estudiantes universitarios de diferentes carreras como: Diseño
Gráfico, Sociología, Física, e ingenierías entre otras y todos son egresados de
alguna obra Lasallista. La otra parte de los jóvenes aún se encuentran estudiando
en la secundaria y su edad oscila entre los 13 a 18 años, ellos son estudiantes del
Juan Luis Londoño de la Salle, del Colegio Distrital Paulo Freire y del Colegio
Liceo Nacional Antonia Santos. Ahora bien, los niños que también se benefician
con el proyecto hacen parte de las localidades de Usme y Mártires, todos estudian
en colegios distritales, fluctúan entre los 6 y 12 años, la mayoría viven en casas
arrendadas de estratos 1 y 2, algunos tienen familias disfuncionales y sus entornos
presentan altos niveles de violencia y vulnerabilidad.
Por su parte, en Magangué, los jóvenes beneficiados son: voluntarios de
diversas regiones del país, algunos son graduados de bachillerato y otros profesionales; algunos otros son habitantes de la cabecera municipal que hacen parte
del grupo base del Voluntariado Misionero Lasallista o jóvenes que viven en los
corregimientos donde se desarrolla el proyecto.
Los niños que se benefician con el proyecto viven en las zonas rurales de este
municipio, sus condiciones económicas son bastante precarias, no cuentan con los
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
servicios básicos necesarios, muchos de ellos sufrieron desplazamiento forzado a
causa del conflicto armado de la zona del Magdalena Medio, algunos presentan
signos de desnutrición y sus entornos tienen altos niveles de violencia intrafamiliar, violencia contra las mujeres, violencia por parte de algunos actores armados,
violencia sexual y abandono de menores.
Últimas consideraciones
• L a paz (paces) es un asunto de todos y todas, la responsabilidad no
se delega a otras personas, por el contrario, se construye día a día con
nuestras acciones. Lo anterior significa que la paz hay que incorporarla a
la experiencia personal y cotidiana de la vida, que si bien esta puede ser
una decisión política de “otros”, también implica una serie de decisiones
personales.
• La paz es un compromiso personal y de vida que se tiene con la sociedad.
Es una de las razones de ser, es entender que los jóvenes no son el
futuro sino que construyen el presente y esa construcción que se hace
del presente implica poder recorrer con “el otro” nuevos caminos que
conduzcan al cimiento de estructuras fuertes de una cultura de paz.
• Para construir la paz no es suficiente pensarla sino vivirla4. Suena muy
sencillo, pero cuando somos agentes de paz, muchas veces nos quedamos
anclados en los discursos pacíficos que promovemos en nuestros talleres
y espacios de formación, olvidando que la paz es el modo de vida que
decidimos elegir, así que esta debe cruzar todo nuestro cuerpo, todas
nuestras acciones, y toda nuestra cotidianidad y por ende el entorno
cercano y lejano en el que nos movemos.
Referencias
Isaza, J. (1999). Entrevistas a los primeros pobladores de San Vicente del Caguán,
¡Mamma Mia!!! San Vicente al día, (3), p.6.
Verdad Abierta (2015). Especial Las FARC y el Conflicto Armado en Caquetá.
Recuperado de http://www.verdadabierta.com.
La anterior afirmación parte de una conclusión que surgió de un curso que tomé con el
Observatorio para la Paz liderado por Vera Grabe.
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
Paz propia como aporte lasallista a la paz nacional
Jesús Ariel Parada Zorro1
Tras las huellas del sol y del acero
Si en este momento usted asume el reto de dejar todo a un lado y emprende un
viaje de 228 kilómetros desde Bogotá hacia el centro-oriente del departamento
de Boyacá, yendo más allá de la cadena montañosa de la cordillera oriental de los
Andes, sin dejar de admirar los verdes multiformes que ofrecen las montañas de
Tunja, Paipa y Duitama o los frutales de Tibasosa, comenzará a sentir los 18 grados
centígrados en el ambiente, producto de estar a 2.569 metros sobre el nivel del mar.
Es en ese momento en el que aparecerá Sogamoso, la ciudad del sol y del
acero, llamada así porque nuestros antepasados muiscas rendían homenaje al sol
y actualmente la industria siderúrgica intercambia su producción con todo el país
desde estas tierras que fueron gobernadas por el cacique Sugamuxi, o Sugumonxe,
que en lengua muisca significa santo que se hace invisible y habita un lugar no
habitado por el pueblo. Esta cuna del templo del sol, lugar sagrado de concentración religiosa, saqueado y quemado por algunos conquistadores, tal vez sin mala
intención o cegados por el oro que allí se encontraba, es también llamada Puerta
del Llano, por ser puente comercial entre los llanos orientales y el centro del país.
El valle de Sogamoso rodeado de montañas ricas en caliza, carbón y mármol le
dará la bienvenida con los diferentes tonos del verde de sus paisajes, la fertilidad
de su tierra y un abrazo climático variado, según la hora de su llegada. Así, entre
las seis de la mañana y el medio día, el clima templado o las flores que coquetean
en los sembrados y antejardines de las casas le harán sentirse como en primavera;
entre el medio día y las cinco de la tarde sentirá el sol que implacable se posa en su
piel como en verano; al caer la oscuridad, entre las cinco de la tarde y las diez de la
noche, percibirá un descenso en la temperatura que le obligará a buscar una ruana
u otro abrigo; finalmente, cuando el sabio curso de la naturaleza le indique que
Coordinador de pastoral de la Institución Educativa Politécnico Álvaro González Santana,
especialista en Ética de la Corporación Universitaria Minuto de Dios. Correo electrónico:
[email protected].
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
son las tres de la mañana, una temperatura que rodea los cero grados centígrados
le obligará a evocar el invierno.
Después de experimentar el clima, según la hora de su llegada a Sogamoso,
cuando el reloj marque las seis de la mañana podrá observar el sol asomando por
entre las montañas orientales. Y, gracias a la variedad geográfica que provocan
los accidentes de la cordillera de los Andes, podrá también mezclarse entre los
147.241 habitantes de este municipio mientras, en agradable caminata, se dirige
a la zona llana integrada por veredas como Siatame, Angarita, San Antonio,
Escuela, Alcaparral, Altamizal, Cerrito, Vanegas, Venecia, Límites, Pedregal Bajo,
Callejuelas y el sector Manitas que será nuestro centro de interés y que observaremos detalladamente más adelante.2
Ahora bien, si su espíritu lo invita a conectarse de otra manera con la
naturaleza, entonces puede experimentar el ambiente montañoso que abraza
el valle, conformado por algunas elevaciones que se encuentran en las veredas
Morcá, Ramada Chiquita, Ramada Grande, San José del Porvenir, Bata, Alto de
Peñitas, Ombachita, Alto Jiménez, Pantanitos, Mortiñal, Pilar y Ceibita, Chorreras,
Milagro y Playita, El Papayo, San Martín, Independencia, Corrales, Pedregal Alto,
Dichavita y El Crucero.
Si después de disfrutar una tranquila caminata por la planicie y hacer parte
de las montañas que abrazan el valle se siente inspirado para asumir un reto más,
entonces está en disposición de ascender entre tres mil y cuatro mil metros sobre
el nivel del mar, para internarse en un parque natural rodeado de frailejones con
un paisaje que invita al encuentro consigo mismo en las veredas Las Cintas, Las
Cañas y Mortiñal o en el Páramo de Siscunsí, donde observará al cóndor de los
Andes elevarse para desaparecer en la distancia.
Ahora bien, recorrer el valle, las montañas y el páramo equivale a sentir solo
una parte de Sogamoso, aún restan los 67 barrios que conforman la zona urbana de
este municipio, en los que encontrará hombres y mujeres que viven de la industria
siderúrgica, la explotación de calizas, mármol, carbón y materiales de construcción, en más de treinta empresas que, como ya se señaló antes, intercambian su
producción con los llanos orientales y el centro del país.
El plan de ordenamiento territorial 1999-2010 refiere 18 veredas y el mapa político del
departamento administrativo de planeación de Sogamoso presenta 67 barrios.
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
Me miro para ver el mundo
Así, mientras muchos trabajan en turnos de ocho horas diarias, los más pequeños
labran sus ideas en alguna de las veintiuna instituciones educativas de carácter
público o privado, que han escogido movidos por sus preferencias o por la
situación económica de sus familias.
La variedad de instituciones la podrá apreciar hacia el mediodía, dando
un paseo por las calles. Observará jóvenes engalanados con diferentes colores,
texturas y modelos de uniformes, además de algunos portadores de la firma de La
Salle, estudiantes de la Institución Educativa Politécnico Álvaro González Santana;
con los últimos podrá entablar una agradable conversación acerca de un hombre
nacido en Francia hacia el año 1651, que recibió la ordenación sacerdotal a los 27
años y que, tiempo después, durante la crisis de Francia, entre 1683 y 1684, impresionado por el abandono de los niños pobres, hijos de artesanos, se despojó de
sus pertenencias para fundar, con algunos maestros, escuelas cristianas gratuitas.
Para entonces usted ya se habrá inmerso en la vida del padre Juan Bautista De
La Salle, quien comprometido con la realidad social de su tiempo, hacia el año
1680, como ejemplo de vida consagrada, creó la congregación de los Hermanos
de las Escuelas Cristianas que hoy cuenta con cerca de 5.000 Hermanos, 84.000
profesores y cientos de laicos que colaboran en 1.000 centros educativos, a lo largo
y ancho de 86 países, donde aproximadamente 85.000 estudiantes son educados
bajo la espiritualidad lasallista.
Así, mientras los lasallistas educaban personas en todo el mundo, en Sogamoso
los niños terminaban la primaria y difícilmente conseguían un cupo para continuar
sus estudios de bachillerato. A fin de satisfacer esta necesidad el concejo municipal
creó el Instituto Politécnico Álvaro González Santana3 según el acuerdo 023 del 20
de septiembre de 1988 con especialidades técnicas en conservación de alimentos,
diseño y construcción, electrónica y sistemas, que comenzó clases en enero de
1989 con 188 estudiantes de grado sexto, alojados en salones arrendados por la
institución educativa Valdés Tavera.
El Politécnico, ubicado hoy en la calle 3 sur # 16-47, frente a la Universidad
Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC), en 1994 suscribió un acuerdo
con los Hermanos de La Salle para que se encargaran de su administración. En
Álvaro González Santana fue un notable sogamoseño asesinado el 4 de mayo de 1989 en
Bogotá.
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
2003 este se fusionó con las concentraciones escolares Rosario, Campoamor, Santa
Bárbara y Manitas.
Siguiendo el hilo de su conversación notará que el acuerdo de 1994 y la fusión
de 2003 permiten hoy al carisma lasallista llegar más o menos a 5.047 estudiantes de
preescolar, primaria y bachillerato que, de alguna manera, viven la fe, la fraternidad,
el servicio, la justicia y el compromiso como principios cultivados en estos veintiún
años de presencia lasallista en la vida de los sogamoseños, ofreciendo a los pobres
una educación humana, cristiana, académica y técnica que apunta a la formación
integral de mejores seres humanos, según la misión del fundador.
Y si usted, motivado por seguir los rastros de este legado, se anima a recorrer la
plaza o el jardín de La Salle –al interior del colegio– para admirar las flores que a su
paso encuentra, mientras se pregunta de qué manera la vivencia de valores lasallistas
contribuye a la construcción de la paz en esta tierra, puede acercarse a uno de los
estudiantes líderes que conforman nuestro grupo de pastoral Indivisa Manent (Lo
unido permanece) para que lo inviten a participar de alguna de las actividades que se
desarrollan con el apoyo de la secretaría de pastoral del Distrito Lasallista de Bogotá:
catequesis para primera comunión, encuentros con la naturaleza, encuentros con
Cristo, triduo lasallista, Eucaristías, entre otras tantas actividades.
Y si llegara a manifestar su deseo de ahondar aún más en este propósito, no
dudo de que emprenderá una caminata hacia Manitas, barrio de Sogamoso que
en otro tiempo perteneció a un sector de la vereda Villita y Malpaso, cuyo nombre
se debe a los nacimientos (manas) de agua cristalina que en algún momento se
encontraban allí y en el que se ubica una sede de primaria de nuestra institución.
Tal como fue señalado antes, la escuela Manitas no siempre hizo parte del
Politécnico. Nació como solución educativa para los niños que, debido a la
distancia y ausencia de medios de transporte, no podían asistir a una institución
educativa. Fue el señor Luis Pérez quien facilitó su casa para que la profesora
Imelda Cáceres iniciara este proyecto en 1973 con 30 estudiantes.4
Posteriormente el general Silvestre Arenas donó un lote a la comunidad de
la vereda para que, por medio de actividades comunales, bazares y ayuda del
gobierno local, construyeran los salones necesarios para cubrir esta necesidad.
Actualmente, de lunes a viernes, doce maestros y un coordinador lideran procesos
educativos en preescolar y básica primaria, dirigidos a niños y niñas cuyas familias
Reseña histórica - sede manitas. Recuperado de: http://www.politecnicoags.edu.co/?page_
id=2419.
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
viven de la remuneración que obtienen por actividades como reciclaje, empleos
eventuales, servicios domésticos, entre otras.
Ahora bien si el recorrido por el valle, las montañas, el páramo y los barrios le
permitió encontrarse con su ser interior, es tiempo de acercarse a una experiencia
que lo llevará más allá de los salones de clase, de los pasillos, de la documentación
institucional y de las oficinas: a su llegada al barrio Manitas observará a los niños
que se reúnen todos los sábados después de las 2:00 p. m. con los pastoralistas que
dejan todo a un lado, al estilo del señor De La Salle, para encontrarse con rostros
llenos de expectativa y sonrisas escandalosas que invitan a una experiencia poco
común para algunos jóvenes de nuestro tiempo, pero gratificante para cada uno
de los que lideran el centro de proyección social “Manitas”, intentando hacer vida
los valores lasallistas, tal como lo expresa Felipe Bayona, estudiante del Politécnico
y líder pastoral5:
Hay personas que luchan por seguir vivas pero hay otras que sólo quieren
morir. Nosotros como pastoralistas, líderes o misioneros, tenemos que
buscar que las personas se sientan bien, que puedan ser felices con poco y
que, sin importar las dificultades del momento presente, conserven siempre
una sonrisa. Sé que muchos decimos que visitando a una persona no
haremos el cambio… ¡Mentira!, entre más personas visites y más sonrisas
generes, haremos más.6
Con esta intención inicial los pastoralistas y los niños del barrio, todos los
sábados a las 2:00 p. m., comparten nuevas experiencias mediante los talleres de
formación humana preparados durante la semana, con el interés de ver, juzgar,
actuar, celebrar y revisar la realidad, de acuerdo con el formato de planeación
facilitado por la ya mencionada Secretaría de Pastoral.
Seguramente usted tendrá la oportunidad de participar en la primera parte del
encuentro que consiste en “ver” la realidad por medio de algunas técnicas de grupo
que favorecen la integración y la animación; luego, en el espacio denominado
“juzgar”, escuchará cómo se comentan las actitudes observadas en el desarrollo
de la primera actividad, para ponerlas en presencia de Dios mediante la fundaEn www.facebook.com fue creado un grupo denominado Base Indivisa en el que los
pastoralistas consignan ocasionalmente reflexiones surgidas de su quehacer pastoral.
6
Bayona, Cristian. Recuperado de: www.facebook.com/groups/indivisamanent2013.
5
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
mentación bíblica; consiguientemente, en el momento de “actuar”, los protagonistas son los niños, quienes fijan un propósito para mejorar su realidad personal.
Finalmente, verá que el encuentro se cierra con la sección “celebrar” en la que se
da gracias a Dios por medio del juego y la oración.
No resultaría extraño que alguno de los pastoralistas con quien usted
intercambie ideas sobre los aportes del encuentro, tal como lo hizo Felipe Bayona
en algún momento, manifieste su sentir de este modo:
Digo de corazón… tengo que seguir con esto, no tengo que parar, esto vale la
pena; hay personas que no necesitan que les den cosas… hablar, una oración
o un saludo valen más que mil cosas.7
Sin embargo, el trabajo en los centros de proyección social no siempre es como
aquí se relata. Hay momentos en los que, después de compartir con un grupo de
veintiséis niños pasamos a contar con siete; circunstancias en las que las técnicas
de grupo no capturan la atención de los participantes y la planeación no resulta
ser la más indicada; días en los que el agitado ritmo de la semana nos impide
llegar a Manitas con la planeación y tanto nuestros rostros como los de nuestros
destinatarios dicen sin hablar: “¿Qué vamos a hacer?” De repente surge el discurso
de alguien y, poco a poco, fluye el tema, la técnica de grupo, la socialización de
actitudes que se ponen en oración y, al final, pareciera que la jornada resultara
mejor que cuando se planea. Cristian Eduardo, estudiante del Politécnico y líder
pastoral, nos recuerda que cuando las cosas se ponen difíciles es el momento de
comenzar un trabajo interior que renueve nuestras ganas de hacer bien las cosas:
Tenemos que terminar lo que decidimos comenzar. No es nada fácil pero ya
pasamos lo más duro y es ahora el momento en el que tenemos que ser más
que un grupo, tenemos que ser una familia. Vamos a continuar con la labor
de los centros de proyección pues la fuerza que nos falta nos la otorga cada
uno de los niños que comparten con nosotros cada sábado.8
Bayona, Cristian. Recuperado de: www.facebook.com/groups/indivisamanent2013.
Rodríguez Pérez, Cristian (16 de febrero de 2015). Recuperado de: www.facebook.com/
groups/indivisamanent2013.
7
8
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
Después de compartir esta manera de hacer vida la teoría sobre la construcción de la paz, usted y yo podremos tener un encuentro en el que seguramente le
contaré que el legado del señor De La Salle se conserva gracias a la organización
interna que posee la congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas,
como red de comunidades y escuelas que transforma la sociedad mediante la
educación, partiendo de una visión cristiana de la realidad:
La pastoral lasallista, en comunión con la Iglesia universal, asume el
propósito emanado del Concilio Vaticano II de ser, ante todo, solidaria
con la humanidad, y de trabajar por la salvación de la persona en su total
integridad.9
Solidarizarse con la humanidad implica una reflexión juiciosa sobre el quehacer
de las escuelas, razón por lo cual la asamblea sobre la Misión Educativa Lasallista
(MEL), realizada en el año 2012, tras analizar las realidades contextuales de cada
escenario educativo planteó orientaciones concretas para todas las obras educativas,
estableciendo consensos sobre los pilares centrales de la misión lasallista, sin
desconocer las dinámicas y realidades locales donde están insertas cada una de
las obras y las implicaciones sobre los cursos propios de acción que deben seguir.
Centrado en dos de estos pilares, el compromiso y la transformación social, el
Hermano Carlos Forero, secretario de pastoral del Distrito Lasallista de Bogotá,
en una de sus visitas a Sogamoso, planteó la posibilidad de movilizar el trabajo
de formación humano-cristiana realizado los sábados dentro del colegio, más
allá de sus muros. Tal reto me condujo a reorientar mi quehacer y a asumir el
Horizonte Educativo Pastoral desde el cuarto referente de sentido, esto es, desde
“el proyecto de una sociedad pacífica, justa, incluyente, democrática que promueve
el desarrollo humano integral y sustentable.” (Tejeiro, 2014, p.8).
Tal exhortación se convertiría en la motivación necesaria para hacer real el
proyecto, hasta entonces teórico, de contribuir en la construcción de la paz y de
analizar, junto con los líderes de pastoral, la realidad social y cultural de Sogamoso.
Por tanto, en el año 2014 emprendimos acciones dirigidas a niños en situación
de marginación como alternativa de vida y como una forma concreta de ir transformando la realidad, mediante un trabajo planeado, en el que cada miembro del
equipo empeña sus mejores esfuerzos.
9
Recuperado de: www.lasalle.org.co/pastoral.
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
Para alcanzar este fin elegimos el barrio Manitas, donde acompañaríamos
a niños y niñas en su proceso de formación humano-cristiana mediante la
recreación, considerando que en ciertos sectores de Sogamoso el tiempo libre de
los niños equivale a la ausencia de sus familias, bien sea a causa de las obligaciones
laborales o de la interacción social mediada por el consumo de cerveza y por
juegos típicos de la región.
De esta manera el Horizonte Educativo Pastoral se abrió espacio entre la niñez y
el trabajo por una sociedad pacífica empezó a hacerse realidad a partir del cambio
de una tarde de juego con latas de cerveza por una tarde para compartir ideas, para
realizar talleres en equipo que impliquen la posibilidad de escuchar las opiniones
de otros y de tomar decisiones que beneficien las metas comunes y sean garantía
de una mejor calidad de vida. Para esto es indispensable contar con el tiempo y
la disposición de nuestros líderes pastorales que, mientras cursan grado noveno,
décimo o undécimo, no tienen inconveniente en donar las tardes del sábado para
interactuar con niños que reclaman el reconocimiento y la validación de su forma
de ver el mundo.
Debo decirle que recorrer la historia del centro de proyección social Manitas
desde 2014 hasta hoy es evidenciar que la tarea acaba de comenzar y que el
trabajo con los niños redunda también en beneficio de los pastoralistas, quienes se
descubren a sí mismos marginados de su realidad personal a causa del bombardeo
de distractores que a diario la sociedad les emite y llegan a percibir que son ellos
quienes cambian una tarde de actividades superficiales por una tarde que alimenta
su ser, tal como alguna vez lo escribió Laura Mejía después de su trabajo pastoral:
Hoy fue un día muy bonito en el que la unión de grupo y la reflexión
primaron ante todo. Es importante reconocer y saber apreciar los minutos
que pasamos juntos como grupo pastoral, puesto que cada uno pone todo de
sí cada sábado para obtener la sonrisa de un niño. Han venido a mi cabeza
hermosos recuerdos de momentos que ustedes, los niños y La Salle, me han
brindado y eso es lo que me motiva, día tras día, a seguir con esta pastoral,
con este sueño.10
Mejía Delgado, Laura (24 mayo de 2014). Recuperado de: www.facebook.com/groups/
indivisamanent2013.
10
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
Realmente en este proceso los pastoralistas también aprenden de los niños y
reorientan sus metas, ajustando su proyecto de vida a la idea lasallista de construir
una sociedad en pro del ser humano y fundándolo sobre la fe que los lleva a
comprender la obra de Dios en el mundo como un constante renacer, no desde la
teoría sino desde la vida misma, tal como lo manifiesta Laura Camila:
Esta reflexión me ha permitido notar que yo soy greda y Dios mi alfarero. En
una hoja traté de dibujar la cara de Jesús porque en él quiero fundar mi vida.
Cuando esa greda se deshizo, Dios la tomó en sus manos y le dio una nueva
forma; me trajo al grupo de pastoral, quizás mediante la curiosidad, pero
hoy sé que estar aquí, compartiendo con todos ustedes y aprendiendo cosas
nuevas, pertenecía al plan perfecto de Dios para mi vida. Ahora me siento
muy contenta porque sé que Él es mi alfarero; deseo que me siga moldeando,
quiero ser lo que Dios quiere que yo sea y vivir siempre agradecida por lo
que venga en adelante. Prosigo a la meta.11
Aunque el trabajo en el centro de proyección social acaba de comenzar el camino
continúa extendiéndose de acuerdo con el Horizonte Educativo Pastoral lasallista y
gracias a la semilla que ha brotado de los procesos de autodescubrimiento que los
pastoralistas hacen de su realidad personal y al fortalecimiento del grupo.
Es importante que el grupo se proyecte con acciones contundentes tanto en
la construcción de la propia personalidad como en las obras que se realizan.
Lo unido prevalece y se proyecta.12
Seguro que en nuestra charla tendré que contarle que hemos llegado a la
conclusión de que aportarle a la paz implica primero encontrar la paz propia. La
aproximación de nuestros pastoralistas a la realidad de los niños de Manitas es
el primer paso para que ellos se arriesguen a volver sobre la propia vida y notar
cuán lejos están de sí mismos, ocupados con los distractores de su entorno, sin
preguntarse por aquello que los inspira en la búsqueda del sentido de su existencia
Contreras, Laura (24 de mayo de 2014). Recuperado de: www.facebook.com/groups/
indivisamanent2013.
12
Zambrano, Marcela (18 de agosto de 2014). Recuperado de: www.facebook.com/groups/
indivisamanent2013.
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
y sin abrir los ojos ante sus carencias personales que pueden ser transformadas
con determinación.
No dejaré pasar esta oportunidad para contarle que la esperanza se centra
ahora en continuar este proceso de crecimiento humano con nuestros pastoralistas
a fin de encontrarnos un día con agentes de cambio social, formados al estilo de
La Salle, que cultivan la paz desde su interior y la proyectan en su contexto, en el
ejercicio de una ciudadanía que intencionalmente teje redes de bien común.
Referencias
Tejeiro, L., Cruz, I., Díaz, D., Murcia, N., & Forero, C. (2013). Horizonte educativo
pastoral. Bogotá: Distrito Lasallista de Bogotá.
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
Jóvenes de Ricaurte
Dos relatos diferentes de una misma historia
Juan Sebastián Mayorga Cardozo1
Julián Felipe Mayorga Cardozo2
A fin de documentar la experiencia del Proyecto Alegría, creado para la formación
de líderes en el municipio de Ricaurte, es necesario dirigir una mirada somera a este
territorio ubicado en el Alto Magdalena, en el departamento de Cundinamarca.
Rodeado por dos grandes ríos, importantísimos para Colombia –el Sumapaz y
el Magdalena–, Ricaurte cuenta con grandes extensiones de tierra, útiles para el
desarrollo de actividades económicas como la ganadería y la agricultura, cuestión
que explica la predominancia de dinámicas rurales y de su división territorial en
cuatro barrios (zona urbana) y catorce veredas (zona rural).
Su cercanía con dos grandes ciudades influye notablemente en su propia
realidad: 142 kilómetros la separan de Bogotá y cinco minutos de caminata bastan
para llegar a Girardot, considerada la segunda ciudad más importante del departamento de Cundinamarca. Los datos anteriores nos permiten afirmar que Ricaurte
es el espacio de encuentro entre dos tipos de realidades: por una parte, aquellas
que brotan del urbanismo propio de las ciudades más cercanas y, por otra, aquellas
que se moldean en su propio territorio, predominantemente rural.
Ahora bien, según el último censo, realizado en 2012, este municipio de Cundinamarca cuenta con 9.044 habitantes: 969 tienen entre 12 y 17 años de edad,
mientras que 1.787 son jóvenes entre los 18 y los 29 años. Esto quiere decir que
cerca del 20% de la población total de este municipio se encuentra en las etapas de
la adolescencia y/o la juventud.
Cofundador de la fundación Lazos, Construyendo Humanidades en una Latinoamérica
Sostenible (LAZCHELAS) y estudiante de Sociología de la Universidad Santo Tomás
(Bogotá), en proceso de grado. Correo electrónico: [email protected].
2
Cofundador de la fundación Lazos, Construyendo Humanidades en una Latinoamérica
Sostenible (LAZCHELAS) y estudiante de Finanzas y Comercio Internacional
de la Universidad de La Salle (Bogotá), en proceso de grado. Correo electrónico:
[email protected].
1
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
Tales datos demográficos confirman que una significativa parte de la población
atraviesa una etapa en la que los cuestionamientos sobre el futuro y el desarrollo
personal demandan respuestas positivas por parte del contexto en el cual se desenvuelven. Sin embargo, el dualismo surgido de la multiplicidad de posibilidades
que brinda el mundo actual y de los obstáculos del contexto local para alcanzar el
cumplimiento de metas personales, genera un problema latente entre los jóvenes
de Ricaurte, esto es, la recreación de aspiraciones confusas que, por su inmediatez,
no contribuyen a su desarrollo personal ni social.
Ante esta realidad se encontraron los egresados del Liceo Hermano Miguel
de La Salle –ubicado en la capital del país– que, organizados primero en un
grupo pastoral y luego en una fundación denominada Lazos, Construyendo
Humanidades en una Latinoamérica Sostenible (LAZCHELAS), decidieron en el
año 2013 empezar a brindar su aporte al desarrollo de esta región. Con el apoyo
del Distrito Lasallista de Bogotá y de la Parroquia La Inmaculada Concepción
se han propuesto formar jóvenes en un espíritu cristiano-católico con un fuerte
compromiso social y de apropiación de su contexto, que les permita contribuir con
la edificación de una cultura de la paz, en sintonía con la acción y proyección de
los Hermanos de las Escuelas Cristianas en Colombia, tal como se presenta en su
Horizonte Educativo Pastoral (Tejeiro, 2013):
Somos una red de comunidades y escuelas lasallistas comprometida con
las diversas realizaciones del Reino de Dios transformando la sociedad por
medio de una educación inspirada en la tradición lasallista que parte de la
visión cristiana de las realidades, busca el desarrollo integral de la persona,
construye fraternidad, promueve el diálogo fe, vida y cultura, tiene celo
ardiente por educar y opta preferencialmente por los pobres (p.6).
Las experiencias de quienes han sostenido el quehacer de la fundación
LAZCHELAS aparecen retratadas a continuación. El primer relato, obra de Juan
Sebastián Mayorga Cardozo, aunque mediado por la ficción, permite al lector
visualizar los objetivos que han dado forma al Proyecto Alegría; el segundo, de
la autoría de Julián Felipe Mayorga Cardozo, en forma de diario, es un sentido
croquis de lo que se ha ido construyendo hasta ahora en Ricaurte, gracias al trabajo
audaz de jóvenes que creen en la posibilidad de reconciliar a una nación herida por
su pasado y de construir derroteros para alcanzar la paz y la justicia.
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
La historia de Olga: fidelidad a lo que se ama3
Un encuentro con sabor a Alegría
Hace algunos meses, de camino a casa, tras una agotadora jornada de trabajo en
cualquier ciudad, me encontraba en el aeropuerto a la espera del vuelo que me
conduciría a Bogotá. Al llegar la hora de abordar me crucé con una joven rubia, de
estatura media y frenillos en los dientes, vestida con uniforme policial y portadora
de varias condecoraciones. Ya en el avión, me sorprendió mucho haber coincidido
con ella y quise, movido por la circunstancia, ahondar en las razones por las cuales
comenzaba a cautivarme.
Sin embargo, fue la joven agente quien tomó la iniciativa, apoyando con su
sonrisa un saludo formal que yo respondí imitándola: “Buenas tardes”. Poco a
poco mi natural curiosidad sociológica y mis ganas de conocerla se acrecentaron,
debido a que su figura emitía un aura de paz y felicidad, poco común entre quienes
nos sumergimos en el estrés de la cotidianidad.
Tras indagar por su nombre y por el lugar de su actual residencia me contestó
que se llamaba Olga, que a pesar de que se dirigía a Bogotá no vivía allí y que era
oriunda de un pueblo cercano, que dista de la capital de dos a tres horas en auto.
No pude evitar interrogarla sobre su función dentro de la policía nacional y sobre
la notable cantidad de condecoraciones que portaba, a lo que ella, siempre amable,
con una sonrisa en su rostro, adujo que era oficial de alto rango y que sus medallas
eran el premio a su desempeño en las actividades que hasta entonces le habían sido
asignadas –a propósito de las cuales comentó extendidamente, deteniéndose para
precisar cuestiones que yo no alcanzaba a comprender por completo–.
Al oírla hablar con tanta pasión sobre su oficio y notar en sus ojos el amor a su
uniforme, quise saber acerca de aquello que la había movido a optar por tal profesión.
Nuevamente una sonrisa se dibujó en su rostro y me comentó que, aunque desde
muy niña quiso integrarse a la policía, el impulso definitivo había sido provocado
por su participación en una escuela de líderes (ESLIR) perteneciente a un centro de
Si bien, Olga es el nombre de una de las beneficiarias del Proyecto Alegría, el relato está
basado en la proyección de la fundación LAZCHELAS a partir de su positiva influencia
en la vida de los jóvenes ricaurteños.
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
proyección social que se creó bajo el nombre de Proyecto Alegría y que continúa
transformando la vida de cientos de jóvenes.
Aunque llegué a pensar que se trataba de una especie de seminario de
superación, quise que ella misma me explicara lo que era una escuela de líderes.
Olga, con toda la propiedad del caso y olvidando por un momento que yo era
ignorante en el tema, hizo referencia a una fundación, surgida de un movimiento
lasallista y perteneciente a una red de educación para la construcción de la paz.
Tras pedir un poco de paciencia, pues me costaba trabajo comprender en qué
punto de la historia Olga se convencía de ser policía y comenzaba a trazar una
carrera de éxitos, procedió a explicar: “Todo comenzó con una organización sin
ánimo de lucro denominada Lazos, Construyendo Humanidades en una Latinoamérica Sostenible (LAZCHELAS), dedicada a la realización de escuelas de líderes
en diferentes entornos del territorio nacional”.
Indagué nuevamente, esta vez sobre la clase de actividades que permitían a esta
organización ejercer semejante influencia sobre la vida de los jóvenes. Ella, como
ya era habitual en nuestra conversación, sonrío y comentó que todo se daba a partir
de un espacio de formación juvenil en el que se transmitían conocimientos sobre
el contexto y se contribuía con la elaboración de proyectos de vida que tuvieran en
cuenta la búsqueda de la paz y el desarrollo, tanto personal como social.
Llegados a nuestro destino nos despedimos, pero no desaparecía la inquietud
que su corto relato había suscitado en mí. Por tanto, con algo de osadía, le hice
saber que estaba interesado en seguir ahondando en nuestro tema de conversación, a lo que ella respondió anotando mi número telefónico y añadiendo que
sería un placer mostrar los avances que su municipio había conseguido gracias al
denominado Proyecto Alegría.
Jóvenes que transformaron vidas
Pasados los días, después de aquel grato vuelo, mantuve contacto telefónico con
Olga, convencido ya de que su historia era merecedora de un estudio monográfico
o, no menos importante, de una nota periodística en un diario nacional. Tras notar
que los datos recogidos en nuestras conversaciones eran insuficientes opté por
pedirle que me condujera al lugar donde se había gestado el Proyecto Alegría para
despejar mis inquietudes. Esta vez mencionó Ricaurte, el nombre del municipio en
el que habían visto la luz sus ojos y sus sueños. Consintió la posibilidad de recibirme
allí y de mostrarme, con mayor detalle, todo cuanto quisiera conocer al respecto.
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
El día convenido arribé al municipio natal de mi guía a quien encontré
esperándome. Desde nuestro encuentro se dedicó a hablarme de cada uno de los
detalles que habían cambiado en su municipio, desde que ella era niña. Grandes
edificaciones engalanaban las calles y se percibía un agradable ambiente en todas
las esferas sociales. Tal como lo comentaba mi guía, las oportunidades de trabajo
eran siempre crecientes y las condiciones económicas de la mayoría de la gente
eran equitativas. Las dos zonas, tanto la rural como la urbana, habían experimentado un gran crecimiento y juntas jalonaban el desarrollo de esa región. Olga me
dio un tour sin dejar pendiente un solo rincón, mostrando con orgullo las transformaciones y el progreso de su amado Ricaurte.
Finalmente llegamos a la parroquia, nos detuvimos un instante y Olga comenzó
a relatar su propia historia, esa que tanto había esperado escuchar hasta ahora:
“¡Aquí empezó todo!” Una vez más la emotividad de mi compañera de camino
brotó y con una combinación de nostalgia y alegría recreó con sus palabras cómo
antes de participar de una escuela de líderes ella era una ricaurteña que, al igual
que muchas otras niñas de allí, no tenía muchas aspiraciones para su vida. Vivía
con su padre y su hermana mayor en un barrio llamado El Pesebre, mientras que
su madre residía no muy lejos del centro del municipio, cuidando una casa. Sus
padres se habían separado cuando ella tenía cerca de quince años y desde entonces
sus aspiraciones de un futuro prometedor se redujeron notablemente.
Estudió en el colegio departamental Antonio Ricaurte, la única institución
que prestaba el servicio de educación secundaria dentro del territorio. Allí se
otorgaba una formación básica sin motivación para el emprendimiento juvenil
y se priorizaba la educación técnica, necesaria para el cumplimiento de tareas
manuales que no dejaban lugar a la creatividad de los estudiantes. Esta clase
de educación reforzaba las marcas estereotipadas de los jóvenes ricaurteños,
reconocidos en la región por su falta de aspiraciones dentro del mundo laboral,
económico y sociopolítico.
El punto de cambio se dio a la llegada de un grupo de misioneros lasallistas
a su parroquia. El primer paso fue aceptar, en compañía de una prima suya, la
invitación a vivir una experiencia que la cautivaría definitivamente. Contrario a
lo que ella había imaginado, se encontró con un grupo de misioneros joviales,
carismáticos y llenos de energía. Hasta entonces, en el contexto, decir misionero
equivalía a hablar de gente entregada a la meditación y a la oración, a la manera
de aquellos monjes que dedican su vida a la contemplación del misterio de Cristo.
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
Al notar que no quedaba ninguna huella de sus prejuicios, Olga se integró
a la pastoral lasallista que poco a poco fue influyendo en su vida y en la vida
de muchos más jóvenes, hasta el punto de aguzar su ilusión de contribuir a la
sociedad portando un uniforme de policía, tal como ya lo hacían las mujeres que
trabajaban en la estación policial de su municipio.
Más que una escuela de líderes
Después de conocer el lugar en el que Olga se había formado como persona, de
conocer su contexto y de saber cómo había llegado a vincularse a la obra lasallista,
me dispuse a conocer de qué se trataba la escuela de líderes. Llegamos a un almacén
llamado La Viky que había permanecido en ese mismo sitio durante varios años y
que había sido testigo del cambio del municipio. Pedimos dos gaseosas y ella, con
la sonrisa que ya la caracterizaba, relató los detalles del Proyecto Alegría que no
me habían sido revelados hasta ahora.
Comenzó refiriendo que la escuela estaba dividida en tres niveles, asociados a
tres pilares en los que esta se fundamentaba. El primero de ellos fue pronunciado
en estos términos: “Si vas a ser un jardinero tienes que ser el mejor”. Dichas
palabras me sonaron un poco egoístas y cargadas de soberbia, pues entendía que
comportaban una invitación a destacarse por encima de los demás, algo que no
resultaba muy compatible con los principios cristianos. No dudé en protestar con
mi desacuerdo y, casi de inmediato, escuché su pedido de mudar el sentido, para
asimilar que se trataba de promover entre los jóvenes el amor por lo que hacen, es
decir, la dedicación y la convicción que deben impregnar en sus obras, tal como
ella continuaba haciéndolo en el ejercicio de su profesión, puesto que todo lo que
se hace con amor cobra sentido.
El segundo pilar, aunque no lo recuerdo con precisión, a la manera del primero,
versaba sobre la educación. Mi interlocutora, citando algunos autores, insistió
en que uno de los instrumentos más eficaces para lograr la movilidad social es
la educación: “En un mundo en el que el poder adquisitivo y el poder cultural
determinan la posición social, la educación se presenta como la única y exclusiva
forma de movilidad y/o estabilidad”. En ese momento entendí por qué Olga
comenzó hablando de la realidad escolar que afrontaban ella y sus coetáneos en
tiempos en los que conoció la fundación LAZCHELAS y la razón por la que todo
desembocaba en la transformación de su realidad.
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
El último de los pilares aludía a la concepción de una educación en red para la
construcción de la paz. A este respecto tomé nota atenta y, parafraseando tanto a
mi guía como a sus fuentes, escribí que la paz debe ser entendida como la igualdad
de oportunidades que los ciudadanos tienen para mejorar sus condiciones de vida.
Cumplido este requisito, los conflictos interpersonales quedan altamente reducidos
y puede aspirarse a la supresión, en alto grado, de las desigualdades sociales.
Cabe aclarar que el mejoramiento de las condiciones se interpretaba, según
Olga, a la luz de los principios cristianos, de modo que resultó ineludible una
alusión a otro de los pilares del Proyecto Alegría: más allá de la apropiación del
contexto y de brindar educación como medio para garantizar la movilidad social
se esconde un mensaje de amor, compasión, respeto y solidaridad, ampliamente
difundido por la Iglesia católica. Aunque no hace parte del grupo de los tres pilares
que justifican los niveles de la escuela, este es un eje transversal que afecta toda
metodología empleada por las obras que integran la red lasallista de educación.
Transcurridos algunos minutos, mientras continuábamos profundizando
en el tema que nos ocupaba, arribó a nuestro lugar de encuentro un hombre
que, invitado por Olga, fue presentado como uno de los misioneros que habían
arribado años atrás con el deseo de implementar el Proyecto Alegría en Ricaurte.
Emocionado e intrigado por conocer otra versión del mismo relato, no tardé en
pedirle al nuevo integrante de nuestra tertulia que nos hablara sobre su misión en
este municipio y sobre la naturaleza de la fundación LAZCHELAS.
Tras exponerle una breve síntesis de lo que había sido nuestro diálogo con
la joven policía que alguna vez fue su alumna, el misionero, con gran fluidez
y apropiación del tema, entró en los detalles de la escuela que no habían sido
abordados aún: «El primer nivel de la escuela es denominado El yo. Gracias a este,
el joven se adentra en el conocimiento de sí mismo”. Para justificar la existencia de
un nivel de esta clase en la escuela de líderes, fui confrontado con una pregunta
lazada a quemarropa: “¿Quién eres tú?”. Pasé algún tiempo pensando y no conseguí
formular una respuesta satisfactoria. Mi interlocutor refirió que efectivamente no
existe una respuesta definitiva sobre la naturaleza del ser humano puesto que este,
entre otras cosas, por el hecho de estar en contacto permanente con otros sujetos,
se encuentra sometido al cambio permanente. Sin embargo, conocer este tipo de
realidades, inherentes al ser humano, es una tarea necesaria de todo joven para
afrontar sus relaciones y su contexto. Tal como pude entender, dicho proceso
es guiado por los asesores del Proyecto Alegría, de acuerdo con una filosofía de
inspiración cristiana y lasallista.
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
El segundo nivel –siguió relatando– es denominado, El yo en la sociedad.
Aquel título me era más familiar que el primero, en razón de que está íntimamente
relacionado con el quehacer de mi profesión, puesto que, efectivamente, un principio
de la sociología es el reconocimiento del ser humano como un ser en relación. El
objetivo de este nivel es brindar a los beneficiados una mirada mucho más crítica
del contexto en el que se desenvuelven, sin dejar de lado una seria aproximación
a la realidad mundial y nacional. Tras reconocer cada una de las esferas de la vida
social del individuo y adquirir una serie de herramientas para su correcto desenvolvimiento en ellas, el joven se hace consciente de su necesaria actuación en la vida de
la sociedad, de acuerdo con una serie de principios morales que lo afectan.
Es así como fui deduciendo la conexión existente entre aquello que había
narrado Olga y todo cuanto su invitado exponía con propiedad: antes de conocer
un contexto específico es pertinente que el joven se adentre en el conocimiento
de sí mismo; su actuación en la sociedad se ve afectada por el amor, el respeto y la
solidaridad, cuya inspiración procede de una espiritualidad realmente católica, es
decir universal, y carismáticamente lasallista.
El último nivel formativo de estas escuelas recoge todo lo comentado anteriormente. Para hablar de él Olga rompió su silencio, aduciendo que fue en dicho nivel
en el que encontró la motivación más impactante para asumir conscientemente el
itinerario de su desarrollo personal.
Tal comentario fue más claro cuando escuché el nombre del nivel y su posterior
explicación. En esta etapa, denominada Proyecto de vida, los jóvenes se ven
movidos a responder las preguntas que les permitirán orientar su ser y quehacer
en el mundo, y a los asesores, orientar la consiguiente toma de decisiones: ¿qué
voy hacer con mi vida; en qué voy a ocuparla; qué quiero aportarle a mi familia, a
mi municipio y a mi país?
Como fue preciso con los demás niveles, mi anfitriona desenrolló las cuestiones
que merecían explicitarse: este nivel comienza con una base teórica sobre proyecto
de vida, sucedida, a su vez, por diversas actividades cuya finalidad es infundir en
el joven el deseo de dar respuestas a las problemáticas de su contexto, a fin de que
este sirva como plataforma para su propio desarrollo y el de futuras generaciones.
El brillo de los ojos de Olga se agudizaba y su voz probaba el amor que la
envolvía cuando hablaba de este tema. Su discurso continuó refiriéndose a la
exposición que los misioneros hacen sobre las posibilidades que tiene el joven
para desenvolverse dentro de un contexto social. Para este fin, profesionales de
diversos sectores (humanistas, sociopolíticos, económicos, industriales) se unen
136 /
Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
y encuentran un espacio en la escuela para compartir las posibilidades del ámbito
profesional al que se refieren. Tal actividad les permite a los jóvenes afianzar sus
propios gustos y expectativas para tomar decisiones que los encaminen al cumplimiento de su proyecto de vida.
Tras esta experiencia que me permitió conocer la historia y los contenidos de
los niveles del Proyecto Alegría pude comprender aquello que había aprendido
Olga y que había resultado determinante para su proyecto de vida. Finalmente,
logré ver con claridad cuán importante resulta aproximar a los jóvenes al conocimiento del ser humano y de sí mismos, además de analizar el contexto que los
circunda, antes de conducirlos a la elección de un camino favorable para desarrollarse como profesionales y contribuir al progreso de su región. No obstante, era
necesario seguir atento al relato de aquella mujer por quien esta inquietud había
comenzado.
Amor y entrega por un proyecto
“La escuela de líderes es todo para mí”, sentenció Olga y continuó: “Cuando yo pienso
en la escuela de líderes vienen a mi memoria todas las enseñanzas y los nombres
de los buenos amigos que me regaló esta experiencia. En ella pude comprender el
valor de mi actuación dentro de un contexto determinado y el impacto que mis
obras pueden generar en el desarrollo de mi región. Recordar es la oportunidad que
tengo de reiterar mi gratitud con aquellas personas que fueron fundamentales en la
construcción de mi proyecto de vida: mis compañeros, mis padres y todos aquellos
que hicieron parte de mi formación en esta época de mi vida. La escuela de líderes
fue un impulso sin el cual mis avances y mi éxito no me habrían llevado a ser una
persona proactiva en favor de mi territorio ni habría alcanzado la paz personal que
comunico en mi contacto con cada una de las personas que conforman mi entorno.
Recordar es también reafirmar mi compromiso con la divulgación de este proyecto
entre aquellos que han desatendido su propio contexto y que están cegados por la
aparente falta de oportunidades.
En conclusión, la escuela de líderes, que hace parte del Proyecto Alegría,
presenta a los jóvenes un camino para alcanzar su desarrollo personal, social
y profesional, en el que el amor, la comprensión y el servicio son esenciales, a
sabiendas de que solo así puede sembrarse la semilla del progreso y de la equidad
social. De este modo, el éxito y la capacidad de vivir en comunidad no llegan a
constituirse en la meta última de los jóvenes sino en un medio para contribuir con
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
el entorno, alcanzar la paz interior y reconciliar cada una de las esferas sociales en
las que se desenvuelven. La paz, en estos términos, se construye desde el interior,
se contagia en el establecimiento de relaciones interpersonales fundamentadas en
el servicio y se convierte en condición para alcanzar el éxito personal.
Alegría una pasión incomparable
“Orgullo: sensación de satisfacción profunda por un deber o una tarea realizada
exitosamente.” Orgullo, qué difícil es sentirlo cuando la vida simplemente no es
como la conocemos, no es como la imaginamos. Y qué fantástico es alcanzarlo a
pesar del sinsabor generado por el hecho de saber que nunca se llegará a sentir de
la misma manera.
29 de junio de 2014
1:30 p. m. Las lágrimas quieren brotar de mis ojos después de un año de haber
vivido nuestra primera experiencia de formación en Ricaurte. Esta vez, gracias a
quienes nos apoyan, estamos en Bogotá finalizando la segunda escuela interna de
líderes de la fundación LAZCHELAS. Mi cuerpo cansado siente la satisfacción
del trabajo bien hecho y reafirma que los resultados alcanzados con esfuerzo y
dedicación dan cuenta de las mejores obras que he llevado a cabo en mi vida. No
deseo estar en otro lugar, no quiero hacer otra cosa más que fijar mi mirada en los
veintisiete jóvenes que han participado de esta aventura y que me hacen sentir que
la vida es vida y que vale la pena vivirla, que vale la pena servirla.
Giro hacia la derecha y veo jóvenes, ¡qué fuertes y entregados son! Miro hacia
la izquierda y veo a mis compañeros, a mis maestros, todos son mi equipo, todos
somos un equipo, mi sustento. No sonrío porque si lo hago probablemente llore
recordando todas las historias que he vivido junto a ellos. Cuánto amor siento,
cuánta satisfacción. En mi garganta se forma un nudo porque sé bien que he
ganado algo de lo más profundo de sus seres. Todos estamos cansados –no ha sido
una semana fácil–, todos estamos felices. Frente a frente se miran el equipo y Juan,
Camilo, Adrián, Diego, Nicolás, Héctor, Karen, Patricia, Estefanía, los altos, los
robustos, los no tan altos, los más jóvenes, los más viejos, los líderes, las estrellas.
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
Hablo con voz quebrada, tengo que contener lo que siento, mi pecho se
explotará; pienso, hablo, retomo mi rol: soy el coordinador, soy el bravo, el que
exige, el que molesta –no tengo que llorar, no sé cuánto resista–. Les pido que
permanezcan de pie, los miro a los ojos y noto que también quieren llorar.
“Hoy ustedes se graduarán porque han hecho un gran trabajo y han enfrentado
este reto de quererse formar no como simples líderes sino como líderes estrella;
esos que iluminarán caminos, que clarificarán vidas y que, desde la crítica, serán
proactivos en este mundo que los necesita. Su municipio puede ser hoy tierra de
cambio si ustedes son capaces de apoderarse del mismo. Recuerden que no son
unos líderes más, ¡son líderes estrella!”
Hablo, me tiembla la voz, siento que lo estoy haciendo bien. Le doy la palabra
a mis compañeros y, mientras ellos hablan, yo observo a los veintisiete jóvenes,
pensando cuán fantásticos son y cuánto deseo que sean los mejores porque
son veintisiete historias de vida que hemos transformado en una semana. Sigo
pensando: si solo fue una vida la que transformamos, valió la pena; por ellos todo
vale la pena.
La ceremonia continúa. Suenan los himnos y los chicos entonan fuerte, yo igual,
el equipo igual. Tercer punto: premiaciones especiales; nos reímos y recordamos
anécdotas. Siguiente punto: graduación de los líderes ESLIR 2014 (segundo nivel),
¡al fin! Hablo con voz de padre –potente y seguro–. El joven Cardona es el primero
y es aquí cuando mi espíritu grita en silencio: ¡qué orgullo, esto es felicidad!
“Ilusión: fuerza intangible que determina un rumbo, un querer, que obliga al
cuerpo a actuar sin importar que el camino hacia el objetivo sea difícil y esté lleno
de obstáculos.”
6 de julio de 2013
9:00 a. m. Después de ocho años de haber trabajado en pastoral y tras dos años de
haber sido misionero en la parroquia La Inmaculada Concepción, realizando –a la
manera tradicional– una pascua para jóvenes del municipio, llego por segunda vez
a Ricaurte, Cundinamarca. Gracias a la voluntad y a la insistencia de mi hermano –
quien frecuentemente hablaba de jóvenes fantásticos que compartieron la Semana
Santa de ese año con él, con la intención de sumar horas al tiempo de trabajo
social requerido por el colegio– y animados por el padre Tulio –siempre atento y
/ 139
LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
contento con nuestra ayuda– partimos no ya como misioneros sino como pequeño
equipo animador de una escuela de líderes.
¿Escuela de líderes; qué es eso? Nos preguntan los inseguros jóvenes de los
que tanto había hablado mi hermano. Sinceramente nosotros tampoco sabemos
describirla bien. Solo tenemos presente que alguna vez habíamos sido receptores
de una formación similar y que esta había influido notablemente en la determinación del rumbo de nuestras vidas.
A mi lado viajan los de siempre, mi hermano de sangre, Juan Sebastián y mi
hermano por elección, Yeison. Un poco más atrás dos graduados recientes del
colegio que me vio crecer, Nico y Checho, adolescentes de la misma edad de los
destinatarios de la ESLIR, dos genios, dos guerreros, portadores del mismo sueño
que me invadió a mí cuando terminé el bachillerato, transformar el mundo desde
la pastoral con la filosofía: “a donde me lleven voy”, y si es pastoral, ¡de una!
1:00 p. m. El calor es sofocante, probablemente me derrita, soy demasiado
citadino y no recordaba que el clima de Ricaurte alcanza tan altas temperaturas.
Dentro de la parroquia como se suele decir, “ni un alma conocida”, nadie con
quien hablar. La escuela comienza mañana y, hasta el momento, ninguno de los
fantásticos jóvenes a los que se refirió mi hermano ha confirmado su asistencia a
la escuela.
Puesto que tienen que alojarse con nosotros dentro de la parroquia, cada vez
que los invitamos nos dicen con la mirada “¿estos locos qué piensan?”. Por nada
del mundo se internarían una semana en la iglesia para rezar. Ya en la casa cural se
encuentran Dayanna, María José y Karen. Se trata de tres jóvenes que pasan gran
parte de su tiempo en ese lugar sin hacer parte activa de la parroquia.
Dayanna y María José son hermanastras. Su madre, Marlén, es la cocinera del
cura del pueblo; Karen es amiga de ellas dos y por eso las acompaña frecuentemente a la parroquia. Su único interés es ir a comer y hablar con la gente que trabaja
dentro de la parroquia. Las tres hacen parte de la banda imperial del pueblo, cada
una toca un instrumento diferente, cada una tiene una visión diferente del mundo,
cada una tiene una excusa diferente para no aceptar nuestra invitación a la ESLIR.
Mi hermano se encuentra caminando por todo Ricaurte buscando como
completar la lista de invitados puesto que el objetivo es reunir a veinticinco
jóvenes. Yo permanezco en la parroquia en labores logísticas, con la preocupación
que me genera el hecho de no tener nada seguro y desilusionado con la respuesta
140 /
Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
de las primeras tres jóvenes que hallamos en nuestro camino y que no cesan de
resistirse a nuestra invitación.
Mientras preparo un cartel que dará la bienvenida a la escuela, con el necesario
y nunca faltante papel kraft (uno más de los pocos materiales que habíamos podido
recolectar para dicha fecha), pienso en las posibilidades de éxito que podría llegar
a tener esta empresa.
4:00 p. m. Dayanna y María José deciden colaborar con la elaboración del
cartel. Las dos, poco convencidas de lo que hacen, de vez en cuando reniegan de
la supuesta efectividad de pintar un letrero gigante con unos pocos pinceles para
darles la bienvenida a jóvenes que nunca llegarían. Pasados algunos instantes, sin
que ellas lo noten, el padre Tulio y yo las convencemos de participar en la ESLIR
2013. ¿Cómo? Con el tradicional cuento de toda actividad pastoral: “les juro que
la vamos a pasar bien, no es lo que ustedes se imaginan.”
Entre risas, cantos y mucha algarabía Dayanna y María José se han animado a
sacar un espacio de su apretada agenda de ensayos y presentaciones de la banda
imperial para reducir nuestro objetivo de veinticinco a veintitrés jóvenes. Al final
del día solo queda la seguridad de que el letrero va a ser visto al menos por dos
personas que validarán el esfuerzo empeñado en la elaboración del cartel.
Mi hermano tenía razón –al parecer siempre la tiene–. Ellas dos no solo son
alegres y llenas de vida sino que tienen la misma sed de aprender que yo tenía
cuando cursaba décimo grado en el Liceo Hermano Miguel. Más aún, ellas se
encuentran dos cursos más atrás que cuando yo descubrí que hacer pastoral valía
la pena, que educar valía la pena, que dar la vida por los demás valía la pena.
7:00 p.m. La noche ha llegado y lo único seguro es que contamos con dos
personas que durante toda la tarde se habían resistido a participar. El padre, más
afanado que nosotros, y enfrentando la realidad de no tener más jóvenes toma la
camioneta cural, monta el sonido portátil y, como es tradicional en los pueblos,
nos mueve a iniciar el perifoneo. Así, como bien dijo Yeison, “si Mahoma no va a
la montaña pues...”
Juan con su celular y una lista de la mayoría de los jóvenes con los que había
contado en Semana Santa realiza varias llamadas prometiendo el cielo, la tierra
y cuantas cosas existen en el mundo, si se animan a participar. Dentro de la
camioneta se escucha su voz: “Sí señora, tranquila, aquí les proporcionamos
comida, dormida, asesoría académica y le aseguramos que su hijo será otro después
de esta semana. No hay nada que temer”. Otras veces se escucha: “¿Por qué no
quiere venir?, acuérdese que en Semana Santa la pasamos muy bien. Esta vez será
/ 141
LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
mejor. Jugaremos, haremos campamento y fogatas. Se lo prometo. ¿Sabe qué?, ya lo
confirmé. Mañana lo espero. Traiga ropa, una muda para tirar a la basura y, si tiene,
un colchón. Y así, mientras mi hermano gasta todo el plan de telefonía hablando
con padres de familia y jóvenes, pronunciando promesas a diestra y siniestra, Yeison
desgasta su voz con el anuncio: “¡Necesitamos jóvenes, muchos jóvenes!”
En el centro de Ricaurte existe una panadería, solo una panadería, maravillosa
panadería y es maravillosa porque es allí donde encontramos a un grupo de seis
o siete jóvenes risueños, algunos de ellos con bicicleta, a los que Juan reconoce de
inmediato. Ya frente a frente, interpela a un joven moreno de 1,85 m de estatura y
una cresta en el cabello, diciendo: “¿Qué más Costa?”
La respuesta fuerte y calurosa calma los tensos ánimos que tenemos: “¿Y usted
qué Juanca?” Tras este saludo sigue el diálogo con otro joven de tez blanca y de
menor estatura que el anterior. Prosiguió así con cada uno de los jóvenes que se
encuentra compartiendo pan y gaseosa. Ese saludo caluroso, lleno de memorias
satisfactorias y de gratitud nos permite notar que tales jóvenes serán la materia
prima que se requiere para que el objetivo de los veinticinco sea una realidad. Ese
saludo basta para notar que vale la pena continuar el proceso, que vale la pena
hacernos uno para querer formarlos: “Los espero mañana, no acepto un no por
respuesta. Les prometo que después de esta semana todo cambiará en sus vidas.”
9:00 p. m. La noche es cálida y se siente la frescura de caminar en el campo.
Frecuentemente me pregunto si es mejor vivir aquí o en la tenebrosa ciudad, sin
tanto alboroto, sin tanta algarabía, con tanto que hacer, con tan poco espacio que
recorrer. Queda poco tiempo para resolver la duda sobre el número de jóvenes
con el que contaremos. Han confirmado aproximadamente doce, contando con
las débiles promesas de los jóvenes que nos habíamos encontrado en la panadería,
las hijas de doña Marlén y dos o tres invitados del padre Tulio. Sin embargo, y para
colmo de males, el tic tac del reloj anuncia que se aproxima la hora de dormir.
Hasta ahora no he dudado de la posibilidad de retrasar la escuela un día pero
Juan y Yeison lo consideran innecesario. En medio de nuestra apretada agenda de
llamadas el padre Tulio se las ingenia para animar al equipo con ofrecimientos de
más jóvenes que habían hablado con él pero que hoy no podrán ser contactados.
Nico y Checho proponen recorrer todo el pueblo, veredas y caseríos, y en mi
mente solo retumba la certeza de que son las nueve de la noche y que a esta hora
nadie nos abrirá la puerta de su casa, así que cada minuto que pasa nos va alejando
de la posibilidad de reclutar miembros para esta aventura. Ya no vale la pena
buscar debajo de las piedras a jóvenes ansiosos de aprender pues cada milésima
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
de segundo que nos resta debe ser utilizada en la preparación del encuentro para
los confirmados.
Son las 11:00 p.m., la parroquia está lista, los materiales están listos, los bloques,
las actividades, la comida, los menajes, el cronograma, los roles, los carteles y los
espacios están listos. ¿Cuántos invitados tendremos? Al parecer es lo único que
no está listo, solo queda orar, volver a orar y esperar a que sean las 9:00 a. m. para
saber si hacemos o no escuela. Es hora de dormir, solo nos resta esperar.
7 de julio de 2013
8:30 a. m., ya estamos listos, la mañana es fría en comparación con la de ayer y
probablemente ninguno de nosotros haya podido dormir. El padre ya se encuentra
haciendo sus labores y las ansias comienzan a invadirnos. ¡Qué inquietos estamos
todos! Tenemos miedo de las inciertas nueve de la mañana. Todos nos movemos
de un lado para otro, nos ocupamos en lo que sea y, como ocurrió ayer, no sabemos
si realmente queremos que los minutos corran rápido para calmar el insaciable
deseo de saber qué pasará, cuántos llegarán o si queremos que el tiempo que resta
sea eterno para ignorar la cruda realidad: soledad, escasez, frustración.
Se acerca la hora y las primeras en llegar son las jóvenes de la parroquia con la
noticia de no poderse quedar en las noches. No importa, si es preciso en las noches
hacemos ruta por todo Ricaurte. “Lo importante es que estén acá”, gritamos al
unísono. El corazón palpita con fuerza y nuestra única certeza es que no vamos a
darnos por vencidos. Oro desde mi corazón y así, como cuando mamá nos espera
a la salida del primer día de colegio, Nico, Checho, Juan, Yeison y yo salimos a la
puerta de la parroquia con una mirada invadida de esperanza.
Vemos un taxi que se asoma y se dirige a la casa cural. “¿Será así de maravilloso
Dios?” Se bajan dos jóvenes, una mujer y un hombre, traen consigo una guitarra,
maletas, sleeping y una sonrisa. “Hola, soy Juan Pablo y ella es mi hermana Nazly.
Venimos de Girardot a participar en una escuela de líderes”.
¡Que Dios los bendiga! Qué expectativa tan grande generan ellos dos. “Ya
son cuatro”, me digo a mí mismo, dándome fuerzas para hablarles y hacerles el
rato agradable. Yeison abre su computador ansiosamente y, como si fuera el más
veterano de todos, comienza a llenar la lista y el formulario: “Ustedes cuatro son
afortunados por ser los primeros en apuntarse”.
/ 143
LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
¿Qué haría yo sin Yeison y sin Juan?, cuánta calma generan en el ambiente. Sigo
ansioso y, fruto de tantas oraciones, pasada una hora ya se escuchaban murmullos,
gritería, voces diferentes a las voces de la impaciencia. El costeño, Juanca, Diego,
el pequeño Juan, Claudia, Alejandra, Julián, Juanda, Natalia, Lizeth y otros que
prometieron venir algunos días para dejarse untar de la dinámica de escuela son esas
voces, son la alegría de rostros que solo habían mostrado tensión, mucha tensión.
Se acercan las 10:30 a. m. y no son veinticinco, son diecisiete. En fila y con
pasos lentos los llevamos a la piscina junto a la casa cural. El ambiente muda
con el éxito de las primeras dos dinámicas de grupo dirigidas por Yeison. ¡Son
fantásticos! Parecen cincuenta, parecen mil. Después de la segunda dinámica de
grupo Yeison me pide hacer las escarapelas para identificarlos y, mientras corro
al comedor, donde guardamos el papel destinado para este fin, escucho gritos de
alegría, de felicidad. Qué increíble me siento, qué fuerte y vigoroso corro, qué
fantástico momento, qué ilusión.
“Vocación: entrega absoluta en cuerpo, espíritu y pensamiento a un proyecto,
por el que vale la pena mejorar para engrandecerlo y llenarlo de frutos que
perduren en las futuras generaciones”.
4 de abril de 2015
3:00 p. m. Ya hemos organizado dos escuelas y he participado en seis misiones
en la Inmaculada Concepción. Ha terminado la Semana Santa y noto que ya es
la cuarta vez que paso los días santos en Ricaurte. En este punto de la historia ya
me considero un ricaurteño más. Siento que Villa Diana Carolina es mi barrio,
que Las Varas, El Portal y Callejón son mis veredas, que el Magdalena es mi río y
que la playa de la Isla del Sol es el mejor lugar para descansar; siento que comprar
donde “la Vicky” es cosa del diario vivir, que es mejor comer hamburguesa donde
Adri y no en cualquier otro lugar del mundo, que puedo visitar a mi familia en el
conjunto residencial José María Córdoba, que tengo cada día más y más personas
a las cuales llamarles mamá; siento que la piscina de la casa cural es mía, que en
la institución educativa Antonio Ricaurte tengo doscientos hijos, que mi perfil
de Facebook es el más popular del pueblo, que la pequeña camioneta del padre
es el carro más cómodo en que se pueda viajar; siento que los villancicos a todo
volumen son la mejor prueba de alegría, que las oraciones en el vía crucis son la
mejor expresión de fe, que las ocurrencias pastorales del padre Tulio son la mejor
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
prueba de coherencia de vida y que hacerlas realidad no da pena porque ayudan
a ejercitar mi cordura y mi paciencia; siento que los muchachos son la vida que
no quiero que se escape de mis manos, que hay mucho por hacer y que puedo
lograrlo; me siento importante, me siento bien, me siento pleno, me siento feliz.
En el trayecto de Ricaurte a Bogotá mi corazón se encuentra invadido de gratos
sentimientos. Probablemente en poco tiempo deba enfrentar la realidad de un
mundo en el que dar la vida por los otros no es algo remunerado con dinero. Qué
molesto me siento porque aunque no quiero ser compensado de esta forma por
hacer lo que tanto amo, sé que es necesario para subsistir en este planeta que ha
olvidado el significado del servicio y de la comunión.
Me cuesta creer que la gente siga pensando que los lujos y los salarios altos son
la mejor forma de vivir. Me cuesta creer que he sido criticado y botado tantas veces
por no creer lo mismo que el desabrido vulgo piensa. Me cuesta creer que la gente
no se dé la oportunidad de recibir un sueldo de sonrisas y de abrazos. Me cuesta
creer que, aunque yo no lo desee, las dinámicas del mundo me irán arrebatando las
sonrisas de jóvenes con esperanzas de cambio, de luz de vida. Me cuesta creer que
querer dar la vida por otros sea difícil. Me cuesta creer que en este momento me
sienta débil ante la posibilidad de enfrentar este mundo de apariencias y estigmas.
Ahora sé por qué les llaman santos a quienes, sin importar los paradigmas de la
sociedad, se arriesgan a servir con sus propias manos.
El camino se convierte en un mar de preguntas y en un riachuelo escaso de
respuestas. Ya tenemos una fundación que se dedica a la realización de escuelas que
brindan nuevas opciones de vida a los jóvenes y no sé hasta cuándo consigamos
sostener esta utopía de escasos recursos materiales, de lucha continua, de trabajo
con las uñas, de riqueza espiritual infinita y de búsqueda de paz.
Lo único que sé es que tengo bastones que ahora ayudan a sostener los pilares
de este sueño: más colaboradores que facilitan el duro tránsito por caminos de
incertidumbre; genios que conocen este difícil sendero, lleno de tropiezos, pero
que ya han conocido el arcoíris que se levanta al final. Todo es incierto y probablemente ninguno de nosotros sabe lo que este camino nos depara, ninguno sabe
nada del siguiente día y, aunque nuestros cuerpos se encuentran separados en el
viaje de regreso a Bogotá, sé que los tres estamos pensando en la manera de lograr
que este sueño crezca, que se haga grande, gigante, inmenso, invencible.
La llegada de nuevos colaboradores hace que este sueño tenga ahora paredes
que protegen una idea, techo que resguarda las enseñanzas y hermosas ventanas
que no dejan huir la esperanza de un prometedor futuro. Ha sido una fantástica
/ 145
LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
semana y, como ocurre cada vez que regreso a Ricaurte, me he enamorado más
de todo: del templo, de las calles, del paisaje, de los barrios, de las veredas, de los
habitantes, de los “pelados”.
Siento, como el más pequeño de los exploradores, que nunca estaré satisfecho,
que siempre estaré ansioso por recorrer más, por inventar más, por hacer más.
Solo espero que estas ideas no mueran en la memoria de los primeros diecisiete
ni en la de los segundos veintisiete, ojalá sean cincuenta y siete o sesenta y siete
repartiditos en cada uno de los niveles de la escuela.
Sonrío mientras a través de la ventana del bus veo pasar un letrero de retorno a
Girardot iluminado por una luz amarilla. Sé que a mediados del 2015, en la tercera
ESLIR, Dios me bendecirá con voz fuerte y elocuente para llegar a oídos de más
jóvenes. Pido a Él que me regale fortaleza para levantarme todos los días con ganas
de innovar para abrir nuevas mentes. Tomo en mis manos una camándula que me
ha regalado mi madre y ruego a la Virgen María que me llene de paciencia y entendimiento para aprender a tratar a cada uno de mis receptores con sus problemas,
dolores, sentimientos, actitudes, aptitudes, alegrías, con sus vidas.
Qué simple es la vida cuando el hombre hace lo que quiere. Pienso esto
mientras el bus arriba a Bogotá y, después de haber viajado a través de mi propio
mundo de ideas inconclusas, siento temor y ansias de volver. Quiero que sea junio
porque sé bien que, sin importar mi condición en ese momento, dejaré todo por
el Proyecto Alegría, por seguir con mi vida, con mi “vocación”.
“Alegría: momento de plenitud que experimenta el hombre cuando siente
que algo es completamente satisfactorio y que el amor lo invade todo. Alegría,
situación poco creíble de alcanzar pero que, en cuanto se experimenta, es capaz
de cambiar hasta el sentimiento más profundo de odio.”
24 de abril de 2015
Voy de pie en un bus rumbo a mi casa. Al frente mío una señora de aproximadamente setenta años me mira constantemente y en su rostro se dibuja una sonrisa
a la que respondo con el mismo gesto. Pienso en las cosas que he realizado y,
aún más importante, pienso en cuántas cosas habrá realizado ella. Se me acaban
las líneas para escribir y realmente considero que fue poco espacio para tantas
aventuras. Las últimas semanas solo he pensado en escribir y hacer de esta historia
lo más cercano a la realidad.
146 /
Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
Hay tantas personas a las que debo agradecer y cuyos nombres no cabrían en
este texto: el padre Tulio, con todo lo que hace por nosotros, mi profesora de tesis
que ha creído en un proyecto impensable dentro de mi facultad; los Hermanos
de La Salle que nos ven y sienten orgullo de saber que fuimos educados por
ellos –el Hno. Arcadio Bolívar, el Hno. Carlos Forero y el Hno. Daniel Niño, han
participado de este sueño haciéndolo cada vez más real, más tangible–; a María
José por ser la primera en creer en nosotros y por ser mi memoria en esta aventura
de escribir –de ella espero que sea la mejor en lo que quiera ser–. Siempre estaré
para ella, para todos.
Faltan pocos días para publicar este documento y lo único que sé es que quiero
alcanzar la senectud y encontrarme con un joven de veinticuatro años en un bus
para sonreírle y demostrarle que mi orgullo, mi ilusión y mi vocación se llamaron,
se llaman y se llamarán “Alegría”.
Referencias
Tejeiro, L., Cruz, I., Díaz, D., Murcia, N., & Forero, C. (2013). Horizonte educativo
pastoral. Bogotá: Distrito Lasallista de Bogotá.
/ 147
Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
Un espíritu de servicio que nunca se acaba
Responsabilidad social en la vereda de Chimbe, Albán
Karen Viviana Giraldo Rendón1
María Clara Montañez Castellanos2
Zulay Katerine Ordóñez Sarmiento3
Mónica Lizeth Peñuela Hernández4
Un maravilloso primer encuentro
Un día como cualquier otro, corriendo con trabajos, entregas, parciales y mil cosas
más en la Universidad de La Salle, el padre Emanuel Olvera o Manolo –como lo
llamamos nosotros– se nos acercó muy contento y con un entusiasmo contagioso
para hacernos una invitación:
-¡Hola! Yo soy Manolo, los invito a participar de un Encuentra de EFRAS5.
Nos animó a salir de la rutina, a relajarnos un poco, a encontrarnos con
nosotros mismos, con los demás y con Dios. A pesar de nuestro estrés
acumulado, logró producirnos cierto grado de curiosidad por conocer de qué
se trataba esta actividad que, aparentemente, no exigía ningún compromiso.
Luego de participar de Encuentra, espacio de reflexión sobre diversos temas
de interés en el que se parte de un poema o de una canción para dialogar, nos
habló de la labor de los capellanes de la Universidad y de la congregación de los
Misioneros del Espíritu Santo –sacerdotes, muy mexicanos–, quienes, apoyados
Estudiante de Ingeniería Industrial de la Universidad de La Salle. Correo electrónico:
[email protected].
2
Estudiante de Ingeniería Ambiental de la Universidad de La Salle. Correo electrónico:
[email protected].
3
Estudiante de Ingeniería Industrial de la Universidad de La Salle. Correo electrónico:
[email protected].
4
Estudiante de Trabajo Social de la Universidad de La Salle. Correo electrónico:
[email protected].
5
Experiencias de Fraternidad y Solidaridad.
1
/ 149
LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
por la vicerrectoría de promoción y desarrollo humano, realizan actividades
pastorales para los universitarios. A pesar de que infortunadamente este espacio
no tenía mucha acogida por parte de los estudiantes, nos pareció muy interesante
ahondar más en el conocimiento de dichas actividades.
Entre cuento y cuento fuimos conociendo todo lo que hacían y nos hablaron
de las misiones que realizaban en las veredas de Albán, Cundinamarca, donde
la Universidad de La Salle llevaba más de 10 años realizando este tipo de labor
comunitaria, animados por el espíritu de servicio, fraternidad y solidaridad,
propios del Horizonte Educativo Pastoral lasallista que “busca el desarrollo integral
de la persona, construye fraternidad, promueve el diálogo de fe, vida y cultura,
tiene celo ardiente por educar y opta preferencialmente por los pobres”. (Tejeiro,
Cruz, Díaz, Murcia & Forero, 2014, p.8). Al terminar de escuchar la información
no lo pensamos dos veces y decidimos inscribirnos para participar en la misión
de Semana Santa de ese año.
Con gran curiosidad por saber de qué se trataba y no poco nerviosos, pues
era la primera vez que hacíamos algo parecido, el 1 de abril de 2012 llegó la hora
de subirnos al bus, sabiendo que la próxima parada sería un municipio llamado
Albán, ubicado no muy lejos de Bogotá, entre las montañas de la cordillera oriental
andina, en la que fue por mucho tiempo la única salida al río Magdalena. El bus se
detuvo y vimos calles llenas de gente que participaba de la procesión del Domingo
de Ramos. Ante nuestra vista se encontraba un municipio no muy grande pero sí
muy frío. Todos nos miraban sorprendidos y nosotros no conseguíamos entender
muy bien el porqué. El párroco de aquel lugar nos recibió con un almuerzo que
sucedió a la procesión y precedió a nuestro nuevo ascenso al bus. Aunque no
entendimos la razón de nuestro regreso al vehículo, nos dispusimos para alejarnos
más y más de Bogotá hasta llegar a la anunciada vereda de Chimbe, situada a 59
km de la capital del país, a 18 km de Facatativá y a 32 km de Villeta.
Al bajarnos del bus nos encontramos con muchos rostros sonrientes, con
miradas de esperanza e ilusión, con personas que estaban dispuestas a abrir sus
brazos y las puertas de su hogar a jóvenes que hasta el momento les resultaban
desconocidos. Fue tan grande la sorpresa cuando los niños sin conocernos nos
abrazaron y los adultos nos saludaron como si nos conocieran de toda la vida que,
desde ese instante y tras recibir una cruz de madera con un paisaje pintado en ella,
nos volvimos oficialmente misioneros.
Aún no entendíamos claramente el sentido de este nuevo nombre que
estábamos asumiendo y sin embargo sentíamos paz interior porque nos habíamos
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
desconectado totalmente de la ciudad y desde lejos podíamos reflexionar sobre la
realidad que se vive en ella y sobre la que estábamos empezando a vivir entonces.
Definitivamente encontramos nuestro lugar en el mundo, donde podíamos dar lo
mejor de nosotros, donde podíamos aportar para dibujar sonrisas y dar alegría,
donde podíamos compartir y escuchar a las personas, donde nos sentíamos
cómodos y en familia a pesar de estar lejos de nuestros hogares. Sabíamos que a
partir de ese momento en que dimos el primer paso fuera del bus, esas personas
con las que nos encontrábamos serían como una familia para nosotros y ese lugar
sería nuestro segundo hogar.
Con un poco de nerviosismo porque acababa de llegar de México y eran sus
primeras misiones en Colombia –lo cual quería decir que era tan “primíparo”
como nosotros– Manolo nos distribuyó alegremente en grupos. Nuestra aventura
comenzaba en el Alto de Las Cruces –desde donde se observan las veredas
vecinas–, tan único como todos los paisajes colombianos que permiten ver la
realidad desde otra perspectiva.
Por la tarde, comprometidos con ese territorio, diseñamos un gran cartel
mediante el que comunicamos e invitamos a la comunidad para que participaran en las actividades que desarrollaríamos en el transcurso de la semana. En las
mañanas íbamos por la vereda visitando las familias y entregando un mensaje de
fraternidad y solidaridad. Muchos nos confundían con seminaristas o monjas, pues
era el imaginario que había construido la comunidad a partir de la experiencia con
otros misioneros que habían ido a la vereda. Sin embargo, después de presentarnos
como estudiantes de distintas disciplinas de la Universidad de la Salle cambiamos
este paradigma y entendieron que no teníamos que ser monjas o seminaristas para
tener vocación de servicio.
Una de las actividades que hacíamos consistía en compartir con los niños, de
modo que a las tres de la tarde llegaban ellos muy puntuales. Era un espacio que
nos hacía sentirnos en el lugar correcto porque íbamos encontrando el verdadero
significado del servicio. ¡Qué tardes tan maravillosas! Eran llenas de alegría,
colmadas de juegos y risas. ¡Cuántos rostros alegres; cuántos niños! todas las tardes
estaban allí sin falta Eduardito, Jennifer, Alejandro, Jessica, Mariana, Esteban y
muchos más que nunca perdían la energía.
A pesar del cansancio que experimentábamos cuando caminábamos toda la
mañana, dábamos lo mejor de nosotros para que los niños se sintieran a gusto,
así que no nos quedábamos con los juegos sino que los complementábamos
con manualidades. En síntesis, volvíamos a ser niños. A las seis de la tarde,
/ 151
LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
cuando terminábamos de compartir con ellos, hacíamos ruta por toda la vereda
para regresarlos a sus padres. De esta manera ellos se sentían más tranquilos y
depositaban su confianza en nosotros. Al final del día el motor para continuar
con nuestra siguiente jornada era recordar las caras de los niños, su alegría, su
inocencia, su transparencia y los abrazos que con cariño nos brindaban cada vez
que nos veían. Muchos, cuando llegaban por la tarde, nos decían que no hallaban la
hora de que se pudieran encontrar con nosotros, pues se levantaban temprano para
ayudar en los quehaceres domésticos a fin de ganar el permiso para salir de casa.
Siempre hay un choque fuerte cuando nos acercamos a una realidad no muy
lejana a la nuestra y notamos, en una semana de convivencia, que hay problemas
realmente graves: adolescentes que han caído en la drogadicción, familias que
luchan día a día para conseguir el sustento, niños que tienen que caminar horas
para llegar a la escuela rural de Chimbe y que en muchas ocasiones pierden el viaje
porque los profesores no asisten a clase.
Ciertamente, encontrarse con tantas realidades en una misma experiencia
nos llevó a cuestionarnos muchas veces sobre el número real de acciones que
emprendemos desde la academia para aportar al mejoramiento de las condiciones
de personas que viven en las zonas rurales de nuestro país. Si bien, nunca hemos
llegado a Chimbe con la idea de ser los salvadores, sí aportamos un granito de arena
al compartir con sus habitantes, al solidarizarnos con su realidad pero, sobre todo,
al brindarles compañía, fraternidad, paz y reconciliación, no sin aprender también
nosotros sobre la necesidad de escuchar y de callar en el momento adecuado.
Fue en aquella ocasión en la que conocimos la historia de un niño al que
llamábamos Eduardito, cuya madre es sordomuda y cuyo padre tiene un fuerte
temperamento. Para entonces una de sus hermanas había salido de la casa rumbo
a Bogotá a fin de instalarse en la casa de su hermana mayor. Cuando vimos por
primera vez a su madre se acercó a nosotros y con un abrazo logró transmitirnos
todo lo que estaba sintiendo. Gracias a las señas y a la traducción que nos hacía
Eduardito entendimos la situación por la que estaba pasando su familia. En ese
momento nos pidió el favor de que la ayudáramos a comunicarse con su hija mayor
que se encontraba en Bogotá para saber si su otra hija estaba allá. Nos convertimos
así en su puente de comunicación. Fue difícil contener las lágrimas cuando la vimos
llorar con tanta desesperación, pues no tenía los medios económicos para ir a buscar
a su hija. Durante toda esa semana estuvimos al pendiente de lo que sucedía pero
aun así nos sentimos impotentes al no poder hacer más por ella o por su familia.
Nuestro corazón estaba acongojado por el dolor que nos provocaba esa realidad.
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
Otra serie de historias de vida que marcaron nuestros corazones las escuchamos
en nuestro encuentro con muchos adultos mayores solitarios, sin nadie que los
cuidara, abandonados a su propia suerte; uno de ellos, Lucinda, cuya casa se
encuentra a diez minutos del caserío de la vereda, es una mujer que necesita de un
audífono para poder oír y que no cuenta con más compañía que un perro labrador
de color negro; don Ramón es otro adulto mayor que sufre de párkinson y que
desde temprano recorre la vereda de arriba para abajo con una gran sonrisa en los
labios y sin un rumbo fijo hacia el cual dirigirse; doña Urbana y don Jesús forman
una pareja llena de ternura e inocencia que a pesar de haber vivido y sufrido la
época de la violencia aún viven en la casita que con tanto esfuerzo consiguieron.
Con esta comunidad fervientemente católica celebramos jueves, viernes
y sábado santos. La magnitud del agotamiento físico no tuvo comparación esa
semana con la grandeza de las experiencias que vivimos allí. Realmente no
teníamos ganas de devolvernos a pesar de que tanto nuestras familias como los mil
y un trabajos que teníamos que presentar en la universidad nos esperaban en casa.
Para nosotros cada sonrisa llegó a ser más valiosa que un cinco en un examen
final, razón por la que no dudamos en contar a nuestros seres queridos las
aventuras que vivimos en tan solo una semana y explicarles cómo el tiempo lejos
de ellos nos había ayudado a valorar lo que teníamos. Todo esto era ilustrado con
anécdotas significativas: uno de nosotros que había jurado a su madre no llegar a
tomar jugo de tomate de árbol, se lo había tomado con especial gratitud en Chimbe
–cabe aclarar que lo había hecho en un solo impulso para no sentir su sabor y que
la misma hazaña llegó a repetirla unas tres veces en un día soleado–; también les
hablamos de nuestra nueva costumbre de comer mucho, no por propio deseo,
sino por recibir todo aquello que nos ofrecían como muestra de gratitud ya que sus
dones eran sumamente generosos y su esfuerzo por conseguirlos era aún mayor.
Aunque es una realidad de la que no se habla, esta comunidad, como muchas
otras en Colombia, aún sufre el dolor de las heridas que dejó la violencia. Hace
algunos años su caserío fue foco de balas cruzadas entre la guerrilla y el ejército.
La mayoría de habitantes abandonó sus casas. El miedo reinaba: los niños tenían
cierto tiempo para entrar al colegio y devolverse pronto a casa; nadie podía ayudar
a nadie o corría el riesgo de ser culpado por apoyar al enemigo y terminaba convirtiéndose en uno de ellos.6
6
Ver más en: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-271811.
/ 153
LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
Algunas puertas y paredes todavía permanecen como testigos de esa pesadilla
y en la memoria de algunos jóvenes, adultos y ancianos la desazón no acaba, tal
como se puede percibir en sus relatos. Y aunque la desconfianza es una de las
consecuencias más graves que aún permanece, esta suele desaparecer con la llegada
de los misioneros, portadores de la paz y la reconciliación que han posibilitado la
progresiva reconstrucción del tejido social.
Además de la desconfianza, el chisme es otra realidad incómoda que suele frenar
los proyectos que se asumen en equipo e impide que la gente se apropie de su
vereda. No obstante, también estas habladurías se han reducido a medida que los
misioneros hemos intervenido con la certeza de que cada una de estas experiencias
constituye un verdadero don de Dios y el mejor proyecto de nuestras vidas.
Nuestro vínculo
Después de vivir esta experiencia tan maravillosa llegamos a Bogotá saludando
y sonriendo, como si aquellos que transitaban por las calles fueran “chimbunos”,
como si las fachadas de las casas fueran los paisajes que la vereda nos ofrecía, los
autos los cultivos de café y los animales. Realmente extrañábamos cada cosa, de
modo que se nos ocurrió que podríamos hacer algo más que acompañarlos en
la Semana Santa y en las novenas de Navidad; una especie de acompañamiento
permanente que nos permitiera alcanzar un cambio más significativo y que
generara un impacto más fuerte en sus vidas. Fue así como nuestras expectativas y
sueños nos permitieron conformar un grupo de aproximadamente treinta jóvenes
voluntarios de la Universidad de La Salle. Su fin sería realizar un diagnóstico
de la realidad social de la vereda para analizar las problemáticas que habíamos
evidenciado durante nuestra estadía en Semana Santa y así poder intervenirlas.
Durante los días 9, 10 y 11 de junio de 2012 llevamos a cabo un diagnóstico
mediante encuestas que se intercalaban con otras actividades de socialización.
Algunos fuimos hospedados por las familias de la vereda, razón por la cual nunca
nos sentimos fuera de casa, pues la comunidad nos acogió tan bien que llegamos a
adoptar a una segunda madre de nombre Gloria que nos paladeaba con la comida
y estaba pendiente de cada uno de nosotros.
Aquel fue un fin de semana muy agitado pero gratificante, como todo lo que
hemos hecho en Chimbe. Nuestra relación con la comunidad llegó a ser verdaderamente cercana, de modo que la confianza y la cercanía se agudizaron. Cuando
realizábamos las encuestas, nuestro paso por las casas se convertía en un encuentro
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
con personas que parecía que conociéramos de toda la vida: abrían sus corazones
para contarnos su historia, sus problemas y para expresarnos su agradecimiento
por nuestra visita y compañía.
Acercarnos a la realidad de esta vereda nos permitió llegar a comprender mejor
la realidad de Colombia, esa que no se cuenta en los medios masivos de comunicación. Tal vez una de las historias que más nos impactó fue la de Pedrito –así lo
llamaremos–. Era uno de los niños que más cerca estaba de nosotros en nuestras
caminatas. Nos insistió mucho tiempo que fuéramos a su casa porque quería
obsequiarnos algo. Cuando accedimos a su invitación, entramos a su humilde
residencia. Al llegar, se escucharon los gritos de su padre que peleaba en la puerta
porque no le habían instalado el servicio de electricidad. Aunque lo saludamos
nunca hubo respuesta, sin embargo, ingresamos a la vivienda por insistencia de
Pedrito. El estado interior era tan precario como el que se notaba en la fachada. El
niño, orgulloso de ser el anfitrión, nos dio un recorrido por cada rincón. De pronto
abrió la nevera y, señalando un mango que estaba en medio del carbón que se utiliza
para que las neveras no absorban los malos olores, dijo: “Les quiero regalar esto”.
En ese instante sentimos que nuestro trabajo realmente valía la pena y que
a pesar de que más tarde tendríamos que llegar a casa para seguir atendiendo
a las múltiples tareas de la universidad, esa sonrisa y ese mango que nos había
obsequiado Pedrito –única reserva de su nevera, aparte del carbón– renovaban
nuestra convicción. A pesar de que solo se trató de un mango, uno más de los tantos
que habíamos comido en nuestras vidas, este había sido el mejor de todos pues
venía de alguien que no tenía nada más para ofrecernos y cuyo valor era incalculable pues se trataba de uno de los pocos alimentos para el consumo de su familia.
Con la información de este diagnóstico corroboramos muchas de las problemáticas que antes solo sospechábamos. Era información de primera mano que,
después de la tabulación de los datos obtenidos, los días 8 y 9 de septiembre de
2012, había permitido la validación de la comunidad en un almuerzo comunitario
donde el menú principal estaba compuesto por las ganas de transformar la realidad
y por un sancocho colombiano que alcanzó para repetir.
Después de esta actividad se planteó la posibilidad de llevar a cabo una jornada
de salud que se realizó luego de que efectuáramos la respectiva planeación y
convocatoria de especialistas de la salud que desearan apoyar esta jornada para
cubrir, al menos en parte, las necesidades médicas de esta población y lograr así
que nuestra presencia fuera realmente transformadora.
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
Los días 20 y 21 de octubre de 2012 en el puesto de salud de la vereda se
realizaron consultas de medicina general y odontología, charlas nutricionales
y valoración para niños, además de una jornada de optometría en la casa de la
cultura. Simultáneamente se llevó a cabo el torneo de fútbol con los jóvenes de la
vereda en el que contamos con la participación del alcalde y su equipo de fútbol.
Llegada la noche, una obra de teatro dirigida por una religiosa de las Hijas de la
Inmaculada y su grupo de teatro de Albán precedió a un compartir y a un karaoke
con la comunidad.
Al finalizar tales jornadas realizamos la recolección de todos los formatos diligenciados por los habitantes de la vereda en los controles médicos, a fin de obtener
mayor información sobre sus condiciones de salud. Cada vez más se fortalecieron los lazos de fraternidad con la comunidad y ya empezaban a llamarnos con
nombres propios. Con la información que teníamos hasta el momento definimos
que el debilitamiento del tejido social de los habitantes de la vereda era el problema
central en el que iba a estar fundamentado nuestro proyecto.
Más tarde, durante las misiones de diciembre de 2012, nos ocupamos de
fortalecer todavía más los vínculos con los habitantes de la vereda, a través de
diversas actividades. Todas las mañanas visitamos a los miembros de la comunidad
para convocarlos a los encuentros que se realizaban por la tarde con los niños y
jóvenes o a la celebración de la novena de aguinaldos por sectores, que se efectuaba
en las noches. Este último espacio, característico por el rezo de oraciones propias
y el canto de los villancicos, se complementaba con el compartir de galletas, natilla
o arroz con leche que la misma comunidad ofrecía.
La verdad es que es inevitable volver con dos o tres kilos más de peso después
de unas misiones, pues algo que quedaba claro era que recibir la comida que nos
brindaban era nuestra mejor expresión de gratitud y su más sincera expresión
de cariño. Prueba de lo anterior es que cuando el pollo no alcanzaba para todos,
nuestros anfitriones solo comían huevo. Definitivamente en este lugar los detalles
suelen ser verdadera expresión de cariño, razón por la que un “no” a su generosidad
se escapa de la mente de los visitantes.
Una partida inesperada
Durante los meses de febrero y marzo de 2013 algunos misioneros acompañados
de Manolo –ese mexicano al que ya le teníamos un cariño único– nos convertimos
en el grupo base de la formulación y planeación de un proyecto que tendría
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
como objetivo contribuir al fortalecimiento del tejido social de la comunidad de
Chimbe, apoyados por el área de proyección social y la vicerrectoría de promoción
y desarrollo humano de la Universidad de La Salle.
Nuestro grupo estaba conformado por estudiantes de administración de
empresas, economía, finanzas, trabajo social, lenguas modernas, filosofía y
letras, ingeniería ambiental e industrial. Éramos jóvenes de diversas disciplinas
académicas con ganas pero con poca experiencia en el trabajo comunitario,
por eso sabíamos que sería un reto difícil, que teníamos que aprender unos de
otros, que debíamos defender las propias ideas y aceptar las ajenas siempre que
ayudaran a la construcción de nuestro proyecto. Esta diversidad que se fortalecía
escuchando todos los puntos de vista nos permitió adquirir nuevos conocimientos de disciplinas ajenas a las propias pero, sobre todo, nos permitió aprender a
escucharnos, a respetarnos y a tolerarnos.
Éramos un grupo muy diverso, con diversos temperamentos, estilos de vida,
entre otras características que nos hacían únicos. Pero, a pesar de la diversidad,
nos convertimos en una familia que recibía el aporte de todos. Con el compartir
de cada sábado se crearon lazos de amistad tan fuertes que aún perduran y
perdurarán por mucho tiempo. El sábado era nuestro momento para trabajar en
este proyecto: el que llegaba puntual y el que llegaba tarde, el que tenía hambre y
el que no, el que cocinaba y el que no, el que se encargaba de organizar todo para
celebrar los cumpleaños cada fin de semana, todos ponían su granito de arena
para construir familia.
En este mismo espacio trabajamos arduamente por la estructuración técnica
de un proyecto que aportara soluciones a los problemas existentes en la vereda,
definiendo las facultades y programas a los cuales podríamos presentar esta
propuesta basada en cuatro líneas de acción: educación, emprendimiento rural y
gestión ambiental, derechos humanos y fortalecimiento democrático.
El día 9 y 10 de marzo de 2013 realizamos una reunión en el CEFEJ (Centro
de Espiritualidad Félix de Jesús), casa de formación espiritual donde habitaban
Manolo y sus hermanos, los Misioneros del Espíritu Santo. Realizamos una
reflexión acerca de la metodología para la vinculación de nuevos miembros
al grupo ya que teníamos miedo de perder el acercamiento y la confianza que
habíamos generado en la comunidad mediante nuestro servicio voluntario y
temíamos que si se vinculaban practicantes de la universidad, estos estudiantes
no tendrían la misma dedicación, cuidado y espíritu de servicio que nosotros,
sino que realizarían su intervención para la obtención de una nota. Ese mismo
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
día definimos el marco teórico que delimitaría el proyecto a partir de un concepto
unificado de desarrollo y redactamos el objetivo general.
Llegada la Semana Santa del año 2013 la mayoría de nosotros nos unimos a las
misiones en Chimbe. Esta fue la última intervención de Emmanuel Olvera, quien
tenía que retornar a México en poco tiempo. Como en las anteriores misiones,
realizamos las visitas, organizamos los encuentros con niños y jóvenes y, simultáneamente, organizamos con la comunidad las celebraciones de jueves, viernes
y sábado santos, para celebrar el misterio pascual de la mejor manera posible.
También en esta ocasión compartimos momentos especiales de integración, retroalimentación y compartir.
Fue una semana muy activa y a su vez nostálgica pues no podemos negar que
no cesaba nuestro desconcierto, nuestro miedo y nuestra tristeza por la partida
de Manolo, nuestro acompañante en el proyecto y nuestro representante ante la
universidad. Con su partida parecía que perderíamos la claridad de nuestro rumbo,
pero este sentimiento mudó cuando una estudiante de trabajo social –la mano
derecha del sacerdote, hasta entonces– asumió el liderazgo del grupo por decisión
unánime y considerando que por su profesión sería la más apta. Sin embargo, a
partir de entonces se mostró tan desorientada como nosotros e iniciamos una
etapa de duelo por la partida de nuestro guía y amigo.
En ese momento estábamos empezando a dialogar sobre la sistematización de
la experiencia que nos permitiría analizar nuestras intervenciones y ver la línea de
vida del proyecto. Para alcanzar este fin dividimos las diferentes experiencias que
hemos vivido a fin de narrarlas y socializarlas. Sin embargo, aunque se alcanzó a
recolectar la narración de algunos de los misioneros tal proceso fue aplazado con
esta nueva desventura.
En ese momento se sumó a nuestro grupo un nuevo miembro de los Misioneros
del Espíritu Santo con la intención de guiarnos. Desafortunadamente las dinámicas
no funcionaron bien a causa de su desconocimiento de la historia del proyecto. Nos
acompañó durante varias reuniones pero no logramos verlo como un guía. Fue
entonces cuando decidimos definir nuestros roles, a fin de continuar con el proceso
y no tener que abandonar nuestro servicio en favor de la comunidad de Chimbe.
Retomando el rumbo
Tras un tiempo de asimilación de la nueva situación que estábamos atravesando,
llegó a nuestro grupo otro representante de los Misioneros del Espíritu Santo.
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Documentación de Experiencias Pastorales de Proyección Social
Nuevamente fue difícil adaptarnos a los múltiples cambios que estábamos experimentando y debimos recurrir al auxilio de un experto en metodología de marco
lógico y árbol de problemas. Con su ayuda, entre agosto y octubre de 2013, las clases
magistrales nos otorgaron los conceptos y metodologías que fuimos aplicando
al proyecto. Primero realizamos el metaplan con las percepciones e información
recolectada en intervenciones previas en la comunidad y luego realizamos el árbol
de problemas que nos permitió identificar las causas directas y las consecuencias
de cada uno de ellos.
Sin embargo, la perspectiva que teníamos en el grupo no era suficiente para
fundamentar el proyecto. Por esta razón decidimos socializar el metaplan y el
árbol de problemas con la comunidad entre los días 12, 13 y 14 de octubre de 2013,
a fin de comparar las percepciones de las dos partes. Con este fin y esperando
que nuestro nuevo acompañante se familiarizara con los habitantes de la vereda,
retomamos el visiteo para invitar a la comunidad a las actividades que se realizarían
el fin de semana posterior a nuestra semana de receso.
Aprovechamos este nuevo encuentro para realizar una actividad con los niños
en la que ellos deberían representar mediante dibujos lo bueno y lo malo de la
vereda, de la familia, del colegio y de otros espacios en los que se desarrollaban.
Los datos arrojados nos servirían como evidencia de las problemáticas identificadas. Presupuestamos una actividad con los adultos pero no contamos con su
participación. Al finalizar esta nueva visita, un poco desmotivados por la falta de
asistencia de los habitantes de la vereda, celebramos una misa y aprovechamos la
buena respuesta a las actividades religiosas para validar el metaplan con algunos
habitantes de la vereda.
Con esta serie de obstáculos en el camino muchos de nuestros compañeros
se fueron alejando y ubicando en un segundo plano el trabajo que estábamos
realizando con la comunidad. Nuestro abandono del proyecto era inminente
pues a lo anterior se sumó la finalización de carrera de algunos miembros, la
imposibilidad de asistencia de otros y el incumplimiento de las tareas en los
plazos definidos. Poco a poco el grupo se fue reduciendo hasta que quedamos
cuatro mujeres luchando por esta tarea que habíamos emprendido y que aún no
estábamos dispuestas a abandonar.
Luego de dialogar y reflexionar definimos que la constancia en las intervenciones y en las reuniones sería un factor clave para saber con quiénes contaríamos en
el proyecto. El compromiso se empezó a medir con la puntualidad en la entrega
de las tareas asignadas pues sabíamos bien que ya no queríamos simplemente dar
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LA SALLE: CONSTRUYENDO PAZ EN COLOMBIA
una respuesta a la universidad sino demostrar nuestra convicción respecto a los
ideales del proyecto.
Tras analizar todo lo que estaba pasando notamos que nos regimos por determinados valores: solidaridad, fraternidad, compromiso, responsabilidad, cumplimiento, confianza y apoyo mutuo. Estos nos habían permitido hasta ahora crecer
individual y colectivamente. De igual manera, sin un líder al frente, recibimos el
apoyo de Pilar Calvo y Milton Molano quienes orientan ahora este proyecto de
servicio a la comunidad.
Finalmente, después de vivir tantos altibajos y de celebrar momentos realmente
maravillosos, decidimos que nuestra misión seguirá siendo servir a las personas que
están a nuestro alrededor, con clara consciencia y sensibilidad ante la realidad social
de nuestro país, aportando a la transformación social por medio de un trabajo
interdisciplinar que nos permita alcanzar visiones más amplias de las problemáticas existentes. Consecuentemente, nuestra visión será llegar a ser profesionales
reconocidos por nuestra sensibilidad y responsabilidad social, medidas por el
impacto positivo que lleguemos a causar en los lugares en los que intervenimos.
Referencias
Tejeiro, L., Cruz, I., Díaz, D., Murcia, N., & Forero, C. (2013). Horizonte educativo
pastoral. Bogotá: Distrito Lasallista de Bogotá.
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