Entrevista a Margarita Yela. “Ahora parece que el agujero

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Área de Investigación e Instrumentación Atmosférica.
Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA)
“Ahora parece que el agujero de la capa de ozono es menos
interesante, pero no es un problema totalmente resuelto ”
Margarita Yela es investigadora del INTA y doctora en Física de la Atmósfera. Además,
durante el Año Polar Internacional (IPY) 2007-2008 preside el Comité español y
gestiona el subprograma Nacional de Investigación Polar, dentro del Plan Nacional
I+D+i, del Ministerio de Educación y Ciencia.
En estos dos años, los polos son protagonistas en la ciencia internacional. Nunca han dejado
de serlo pero estamos inmersos en el tercer Año Polar Internacional, lo que supone un esfuerzo
coordinado a escala mundial para mejorar la investigación en la Antártida y en el Ártico, y sobre
todo, una vía de difusión de lo que conocemos sobre estas zonas y de búsqueda de apoyo a
todos los niveles para seguir leyendo la vital información que sólo allí se puede encontrar.
Santiago Sánchez Martín
La Tierra funciona como un sistema global y tiene en los polos “laboratorios” singulares, cuya
información es decisiva para conocer el pasado, presente y futuro de un planeta del que parece
sabemos más cosas para destruirlo que para conservarlo. Margarita Yela, en su labor de investigación
de casi dos décadas en el INTA, ha dedicado su trabajo a estudiar la atmósfera de las zonas polares,
con la finalidad de que esto no sólo redunde en saber más de esas zonas extremas del planeta sino en
saber más del planeta en sí.
En este sentido, el 2007 y el próximo 2008 son años privilegiados para los investigadores que trabajan
en al Ártico o en la Antártida, aunque conllevan un esfuerzo extra de gestión y de divulgación.
Margarita Yela tiene que dividirse entre las responsabilidades de gestión de la presidencia del Comité
español del IPY - España está presente por primera vez en un IPY, con 19 proyectos- y del
Subprograma Nacional de I+D+i de Investigación Polar, y la también responsabilidad de que los
proyectos internacionales en los que trabaja desde el INTA sigan produciendo conocimiento en temas
tan decisivos como, por ejemplo, el agujero de la capa de ozono. Pero el Año Polar Internacional es
una ventana de dos años para la que los científicos no escatiman sacrificios; es una inmejorable
oportunidad de trascender científica, política y socialmente, porque los proyectos en los que trabajan
exigen esa corresponsabilidad.
El programa Oracle-O3
El proyecto Oracle-O3 es el gran proyecto en el que INTA participa en el Año Polar Internacional, junto
a instituciones de 24 países. Su objetivo es predecir cuál será el comportamiento del ozono a medio y
largo plazo. Para eso hay que investigar en la Antártida y en el Ártico, y el INTA lo está haciendo en
las estaciones australes de Ushuaia, Marambio ( 64ºS, 56ºW) y Belgrano (78ºS, 34ºW) , estas dos
últimas bases argentinas en la Antártida , y en la boreal de Keflavik (Islandia). El INTA lleva trabajando
en esta estación islandesa desde el año 92, mientras que en las argentinas dos años menos. Ahora,
durante 2007, continuará monitorizando la estratosfera polar para conocer la variabilidad estacional y
de largo periodo del ozono, del NO2 y de los compuestos halogenados. Con esta información podrán
conocer mejor los procesos que derivan en la disminución del ozono en estas zonas, y por tanto poder
deducir también su evolución futura.
El agujero de ozono que cada año afecta a la Tierra, además de tener consecuencias sobre el balance
energético global, también lo tiene sobre lo que conocemos como Cambio Climático, de la misma
Margarita Yela
manera que el Cambio Climático tiene influencia sobre la capa de ozono. Y como es sabido, ese
agujero se produce en la Antártida, una masa continental en la que el hombre es prácticamente un
extraño y por tanto no contamina, pero que, sin embargo, es un lugar desgraciadamente privilegiado
para observar las consecuencias de la contaminación que produce en otras zonas del planeta, sobre
todo a través de la emisión de compuestos clorofluorocarbonados (CFC’s) y bromuro de metilo en
zonas industrializadas. Esto nos da la medida de esa trascendencia de los polos para el resto del
planeta y valida el principio de sistema global y complejo que es la Tierra.
Hemisferio Sur
La campaña Oracle-O3 en el Hemisferio Sur ha comenzado el 4 de junio. A finales de agosto se
observarán los primeros indicios de destrucción de ozono, que llegará a ser máxima en la primavera
austral, entre septiembre y octubre. En esta campaña de cuatro meses, mediante la obtención de
perfiles de ozono utilizando ozonosondas, se calculará la destrucción de ozono, se comparará con la
destrucción que obtienen los modelos, y la comparación de datos y modelos permitirá mejorar estos
últimos, optimizándose de esta manera las predicciones sobre la evolución del ozono en la atmósfera
polar. Según la doctora Yela, “todavía se desconocen algunos detalles con respecto a la destrucción
de ozono, sobre todo algunas cuestiones relacionadas con las reacciones químicas y procesos que se
producen en las PSC (Nubes Estratosfericas Polares en español, que se forman en las zonas polares a
temperaturas inferiores a –80ºC).”
Mediante el lanzamiento de ozonosondas embarcadas en globos meteorológicos se puede medir la
destrucción de ozono siguiendo las huellas del ozono contenido en una masa de aire a lo largo de su
trayectoria. Estas trayectorias son calculadas en tiempo real durante la campaña y son usadas para
lanzar de manera coordinada ozonosondas desde las estaciones participantes en el proyecto. En
campañas anteriores las medidas realizadas han aportado importantes avances en el conocimiento
teórico de los procesos que provocan la destrucción de ozono y han mejorado su representación en los
modelos globales. “Esta técnica nos permite conocer más sobre el proceso de la destrucción de ozono
durante el movimiento de la masa de aire, y nos aseguramos que la destrucción es química y no
dinámica (meteorológica)”, nos dice Margarita Yela. Cuando no hay radiación solar en latitudes altas,
precisamente en estos meses, la única técnica de observación son los sensores químicos, y lo hacen
desde estaciones argentinas y no españolas, porque las primeras “están más al sur, bajo la influencia
directa del agujero de ozono y, sobre todo, están operativas todo el año, gracias al personal del
Instituto Antártico Argentino, con el que colabora el INTA desde 1994”.
Satélites
Los trabajos del INTA en el Año Polar Internacional incluyen también la validación de datos obtenidos
por instrumentos embarcados a bordo de satélites. El INTA parte con la misión de validar algunos de
los instrumentos embarcados en los satélites ENVISAT y AURA, con los espectrómetros instalados en
Ushuaia, Marambio y Belgrano y los perfiles verticales de ozono obtenidos en Belgrano y Keflavik.
“Para que los datos obtenidos desde satélites sean fiables, necesitan ser validados, contrastar que los
resultados se ajustan a las observaciones desde tierra, con instrumentos controlados periódicamente.
Estas comprobaciones son muy importantes en zonas polares, porque en esas zonas hay menos
instrumentos disponibles que en otras zonas del planeta”.
Misión en tierra
Desde las estaciones argentinas, una de las tareas principales será la medida de las columnas
verticales de ozono, NO2 y de algunos compuestos halogenados. Estos compuestos participan de
manera activa en el equilibrio del ozono . Para ello, además del trabajo que se viene realizando desde
el año 94, ahora se van a instalar en la base de Belgrano dos nuevos espectrómetros DOAS (recogen
Margarita Yela
la radiación solar que atraviesa la atmósfera y evalúan la absorción de los compuestos atmosféricos
presentes en la misma), con una tecnología más avanzada que la que tienen los ahora instalados, para
monitorizar estos compuestos.
El NO2 se produce como subproducto en las combustiones a altas temperaturas en vehículos y plantas
eléctricas. Tanto el cloro como el bromo son halógenos y su origen es fundamentalmente antrópico, el
primero es “menos” agresivo, pero hay una mayor densidad en la atmósfera. Los compuestos
bromados son usados en los extintores y en plaguicidas. Compuestos como el bromuro de metilo son
temibles para la salud de la atmósfera y el medio ambiente. Y todos están allí fundamentalmente por la
acción del hombre, ya que de manera natural se producen en una parte mínima.
La segunda de las misiones específicas de la participación del INTA en el IPY, pasa por la detección y
cuantificación de PSCs. Estas nubes aparecen en invierno con temperaturas muy bajas y son
imprescindibles para la formación del agujero de ozono. Desde Marambio y Belgrano se medirá el
“índice de color” de estas nubes en los crepúsculos, mediante los espectrómetros instalados. “Las
PSC’s se forman en las capas altas de la atmósfera y son visibles a veces durante los crepúsculos,
cuando el sol está por debajo del horizonte. Hacen que el color del cielo en el cenit cambie de azul
profundo a blanco. Medir estas nubes estratosféricas polares nos da la clave de por qué se produce la
destrucción de ozono, sobre todo en la Antártida.” Por eso la instalación en la estación Belgrano de un
LIDAR, que proporcionará perfiles en altura de la distribución de estas nubes. Mediante la emisión y
recepción de un pulso láser, este LIDAR aporta datos sobre la altura a la que se encuentran las PSCs,
su espesor y el tamaño y forma de las partículas que las componen.
En el Ártico
En el mes de noviembre comenzará la campaña ártica que complementa el trabajo en el Año Polar.
Con respecto al ozono, en el Ártico no se produce una destrucción con la misma intensidad que la que
se produce en el Hemisferio Sur. La diferente distribución de mares y continentes en ambos
hemisferios, hace que el vórtice polar ártico (cinturón de vientos invernales, que aísla el aire del interior
de la masa de aire que llega de latitudes más bajas) sea más débil que el que se forma sobre la
Antártida . Por eso, las temperaturas que se alcanzan en la estratosfera ártica son superiores a las que
se alcanzan sobre la Antártida y la formación de PSC’s es menos frecuente”, nos aclara Margarita Yela.
En la Antártida se pierde en el ciclo anual aproximadamente el 70% del ozono, un 40% más que en el
Ártico. Sin embargo, también es importante seguir la evolución en este aspecto, porque la investigación
del ozono en ambos polos nos va a dar la información definitiva para explicar algunos fenómenos sobre
los que se barajaron muchas hipótesis y que finalmente van arrojando algunas certezas. La
investigadora del INTA nos advierte de que cada año la evolución del agujero de ozono es diferente.
“Los procesos químicos que producen la destrucción de ozono varían con la temperatura. Cuanto más
bajas sean las temperaturas en la estratosfera mayor será la destrucción de ozono. En el año 2002, el
agujero de ozono fue el menor de los últimos años, eso hizo despertar falsas expectativas con
respecto a su recuperación, se pensó que esta recuperación se estaba produciendo de una manera
más rápida de lo inicialmente previsto. Pero no era cierto, simplemente se produjo un fenómeno
dinámico inédito en el hemisferio sur: el vórtice polar se dividió en dos, por un calentamiento inusual de
las capas altas de la atmósfera, por eso se llaman calentamientos estratosféricos súbitos. Esa fue la
razón de que ese año la destrucción de ozono fuera menor, una consecuencia de procesos dinámicos.
Este fenómeno, sin embargo, sí se produce de manera habitual en el Hemisferio Norte.” Esto nos
habla de la singularidad del Ártico, pero también de la pertinencia de estudiarlo a fondo para entender,
de nuevo, un sistema global.
Expectativas
Contrariamente a lo que pasó en el año 2002, en el 2006 se ha producido el agujero de ozono más
intenso y duradero, provocando un nuevo fenómeno que explicar. Y eso que precisamente estamos
viviendo una evolución favorable hacia la desaparición definitiva del agujero de ozono antártico, ya que
se observa una muy lenta disminución de los CFC’s en la estratosfera. Bueno, quizá no tan favorable,
ya que según recientes estudios, entre otras razones, las consecuencias del cambio climático han
retrasado esa previsión tan deseada en unos quince años, fijando la fecha aproximada de la reparación
de la capa para el año 2065.
El agujero de ozono fue observado por primera vez por investigadores ingleses y japoneses en 1984,
aunque previamente Gordon Dobson en 1960, observó como anualmente se producía un flujo de
pérdida y recuperación de ozono en los polos, especialmente en el Sur. Sin embargo, la teoría y
comprobación de que el agujero tenía causas antrópicas (humanas) fue de Mario Molina, Paul Crutzen
y F. Sherwood Rowland, lo que les valió el Nobel de Química en 1995. Afortunadamente, ocho años
antes, las comunidades científicas y políticas se habían puesto de acuerdo de una manera tan ejemplar
como inusual, mediante el Protocolo de Montreal, en que se estableció que había que ser rápidos y
tajantes en el control de las emisiones de CFC’s a la atmósfera. Las primeras predicciones desde la
puesta en marcha del Protocolo vaticinaban que el agujero de ozono desaparecería en 2050. Para
Margarita Yela, “en Montreal se hizo un gran trabajo de colaboración entre políticos y científicos que
propició la prohibición en la utilización de CFC’s y otros compuestos que destruyen el ozono. Ahora
estos compuestos se han sustituido por otros, pero no hay que olvidar que el tiempo de vida de algunos
de los que ya estaban en la atmósfera se calcula en un siglo”.
El interés por la capa de ozono ha sido relegado en los últimos años a un segundo plano por el
fenómeno del Calentamiento Global. “A partir de mediados de los años 80, el interés fue creciente,
ahora el ozono, se considera un problema resuelto, ante la urgencia que supone el Calentamiento
Global. No es que yo le quiera quitar trascendencia creo que es probablemente la amenaza más grave
a la que se enfrenta el planeta en este siglo porque es un problema global y una demostración del
potencial que tiene el hombre para modificar la atmósfera. Hay que tratar de estar atentos y actuar
racionalmente, incluso aunque no todos compartan la certeza al cien por cien de que este cambio
tenga un origen antrópico y no natural. La sociedad se tendrá que adaptar a las imposiciones que
suponen los cambios que se están produciendo”, nos dice esta investigadora.
La destrucción del ozono no es una cuestión totalmente resuelta porque todavía tenemos que
preocuparnos de una serie de compuestos industriales que siguen afectando a la capa de ozono, pero
básicamente el problema se conoce. Auque no al cien por cien. Tenemos que asegurarnos que estos
compuestos ya no se produzcan o se eliminen, tal y como lo establece el Protocolo de Montreal.
Sabemos
que ese acuerdo está funcionando porque podemos medir en la atmósfera que los gases que
deterioraron el ozono ya están disminuyendo, aunque de forma muy lenta, porque muchos de ellos
permanecerán durante décadas, e incluso más de un siglo.
Sin embargo en los últimos años es evidente la conexión entre ambos fenómenos, que puede hacer
que las previsiones en la desaparición del agujero de ozono no se cumplan. De hecho, en el último
informe cuatrienal de la OMM sobre el estado del ozono han retrasado en 15 años el plazo respecto a
lo inicialmente previsto. El cambio climático influirá sobre la evolución de la capa de ozono a través de
cambios en el transporte atmosférico, en la composición química de la atmósfera y en la temperatura. A
su vez, los cambios en la capa de ozono afectarán al clima a través de los procesos radiativos y
cambios en los gradientes de temperatura que afectarán a la dinámica atmosférica.
Trabajar en los polos
Hablar del cambio climático y del ozono nos lleva de nuevo a la investigación en los polos y la dureza
del trabajo en condiciones extremas. “La vida allí es muy diferente, porque es complejo llegar, te
cambian los ritmos. Hay bases a las que sólo se accede una vez al año y en rompehielos. En la
Antártida, durante la noche polar, no se puede acceder a las estaciones que se encuentran más al sur,
ni por avión ni por mar, y hay que trabajar con ese factor de riesgo. A veces, mucho trabajo, mucho
esfuerzo se puede ir al traste por situaciones como la que se ha dado tras el incendio del rompehielos
argentino Almirante Irízar, único modo para acceder a la estación Belgrano, o porque al envío anual
que hacemos en septiembre le falte algún elemento, como una botella de helio para los globos sonda.
Con ese factor de fragilidad se puede llegar a hacer inviable el trabajo de todo el año siguiente”. Para
superar los riesgos de esos imprevistos hay que tener una planificación muy detalla y, claro, contar con
investigadores motivados y de una pasta especial. “Para muchos investigadores, ir dos meses de
campaña, son como vacaciones, están centrados en su investigación y no importa dedicarle las 24
horas, porque es lo que les gusta. Es muy gratificante. Desde aquí, aunque se pueden hacer también
muchas cosas gracias a las actuales comunicaciones que nos permiten el contacto en tiempo real con
los operadores en las estaciones antárticas, dedicamos sin embargo menos tiempo a la investigación y
desgraciadamente a veces mucho a burocracias y asuntos variopintos.”
Hoy, esta doctora en Física de la Atmósfera, está trabajando en estas investigaciones desde las
instalaciones del INTA, en Madrid. Pero, al tiempo, está inmersa en la gestión del Plan Nacional I+D+i y
la presidencia de la Comisión española del IPY, lo cual, por el entusiasmo con el que habla de ambas
ocupaciones, que le lleva en pocos segundos del Ártico a la Antártida, pasando por la cubierta del
buque oceanográfico español “Hespérides”, no parece que incluya en ese capítulo de burocracias y
cosas variopintas, que tanto restan a la eficacia científica. De hecho, con respecto a los resultados de
ambos “extras” se considera “muy satisfecha, es una etapa diferente y transitoria en la que
evidentemente no tengo más remedio que dedicar menos tiempo a la investigación, pero es muy
interesante”.
FICHA TÉCNICA
Centro: Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA)
Investigador: Margarita Yela González
Dirección: Carretera de Ajálvir, Km. 4. Torrejón de Ardoz (Madrid)
Teléfono: 915201220
Email: [email protected]
Página web: www.inta.es
Líneas de investigación: Composición de la atmósfera, estratosfera en zonas polares, validación datos
satélite, espectroscopía de absorción, desarrollo de instrumentación.
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