COMISIÓN DE LAS COMUNIDADES EUROPEAS Bruselas, 27.6

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COMISIÓN DE LAS COMUNIDADES EUROPEAS
Bruselas, 27.6.2001
COM(2001) 355 final
COMUNICACIÓN DE LA COMISIÓN AL CONSEJO Y AL PARLAMENTO
EUROPEO
Las Finanzas Públicas en la UEM –2001
{SEC (2001) 1093}
COMUNICACIÓN DE LA COMISIÓN AL CONSEJO Y AL PARLAMENTO
EUROPEO
Las Finanzas Públicas en la UEM –2001
Un debate en rápido desarrollo sobre la política presupuestaria en la UEM
Esta Comunicación sobre las finanzas públicas en la UEM analiza las posiciones
presupuestarias de los Estados miembros en el 2000 y evalúa las perspectivas a corto y medio
plazo1, el informe contiene un examen detallado de algunas de las cuestiones más candentes
del debate en rápido desarrollo sobre política presupuestaria en la Unión. Este debate se ve
determinado por varios factores; sobre todo, por la comprensión cada vez más plena de los
desafíos y obstáculos a que se enfrentan los Estados miembros a la hora de aplicar sus
políticas presupuestarias dentro de la UEM. Cuatro cuestiones presiden el debate sobre
política presupuestaria en la Unión:
• el objetivo del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) de posiciones presupuestarias
“próximas al equilibrio o en superávit”, una meta importante todavía por alcanzar en
varios Estados miembros: habiendo logrado una impresionante consolidación
presupuestaria en vísperas de la UEM, los Estados miembros, en las Orientaciones
Generales de Política Económica (OGPE), se comprometieron a alcanzar el objetivo del
PEC de unas situaciones presupuestarias “próximas al equilibrio o en superávit”, en
principio a finales del 2001. El cumplimiento del objetivo del PEC es vital para el buen
funcionamiento de la UEM, pues garantizaría el respeto del límite de un déficit máximo
del 3% del PIB y permitiría que los estabilizadores automáticos funcionaran plenamente en
caso de ralentización económica. Dado el deterioro de las balanzas presupuestarias previsto
para este año y el creciente riesgo de crisis económica, alcanzar el objetivo del PEC sigue
representando una gran meta presupuestaria para los países que siguen presentando
importantes déficits estructurales.
• la importancia de una política presupuestaria compuesta por un conjunto de medidas
adecuadas tanto en el ámbito de la zona del euro como en el de los Estados miembros: la
UEM constituye un marco político único que permite la centralización de la política
monetaria a la vez que se mantienen políticas presupuestarias descentralizadas. La política
presupuestaria de los Estados miembros debe por tanto garantizar una combinación de
políticas adecuadas a nivel nacional, pero que al mismo tiempo contribuya a una actuación
fiscal adecuada en el conjunto de la zona del euro. Cada vez se tiene mayor conciencia de
la necesidad de cumplir ambos objetivos. La importancia de que los Estados miembros, a
nivel nacional, apliquen medidas presupuestaria correctas se puso claramente de manifiesto
hace algunos meses, cuando se advirtieron claras muestras de recalentamiento en varios
Estados miembros de la zona del euro. Además, un conjunto de políticas equilibrado desde
el punto de vista global (en el que las políticas fiscales no ejerzan presión excesiva sobre la
política monetaria) se reconoce como un paso cada vez más necesario para afrontar con
éxito la actual ralentización económica.
1
Esta Comunicación se basa en los análisis incluidos en el informe Las Finanzas Públicas en la UEM –2001,
realizado por la Dirección General de Asuntos Económicos y Financieros, publicado en European
Economy Reports and Studies n° 3, 2001.
2
• ampliación del debate sobre política presupuestaria para incluir la calidad y
sostenibilidad de las finanzas públicas : ahora, cuando la mayoría de los Estados miembros
han reducido sus desequilibrios presupuestarios, es cuando las nuevas prioridades pasan a
ocupar un primer plano. El debate sobre política presupuestaria en la Unión debe ampliar
su actual atención a la disciplina poniendo un énfasis paralelo en la contribución de las
finanzas públicas al crecimiento y el empleo. El desafío a que se enfrentan los Estados
miembros consiste ahora en mantener situaciones presupuestarias públicas saneadas
reduciendo al mismo tiempo la presión fiscal y reestructurando el gasto público a fin de
apoyar la economía del conocimiento y prepararse para las consecuencias presupuestarias
del envejecimiento demográfico. Unas finanzas públicas sostenibles en el largo plazo
también contribuyen a al estrategia global para un crecimiento sostenible respaldada por el
Consejo Europeo de Gothenburg en junio de 2001. Es preciso desarrollar la vigilancia
presupuestaria en la Unión a fin de ayudar a los Estados miembros a cumplir las
ambiciosas agendas de la reforma sin comprometer el compromiso con la disciplina fiscal.
• es necesaria una mejor coordinación en materia presupuestaria: recientes acontecimientos
han puesto de relieve la inadecuada coordinación sobre cuestiones presupuestarias que
existe en la UEM, y, por consiguiente, la incapacidad de los Estados miembros a la hora de
reaccionar de manera oportuna y coherente ante conmociones y desafíos económicos
comunes. A este respecto cabe citar el modo de responder ante las presiones para la bajada
de los impuestos sobre el consumo de los combustibles debido al aumento de los precios
del petróleo, qué hacer con los inesperados ingresos obtenidos de la venta de las licencias
para la telefonía móvil de tercera generación (UMTS), cómo llevar a cabo una reducción
sostenible de la presión fiscal y cuál es el papel adecuado de la vigilancia presupuestaria a
la hora de contener presiones de recalentamiento. Ante choques y desafíos económicos de
carácter similar, sería razonable esperar que los países de una unión monetaria
reaccionaran con medidas coherentes y que atendieran a sus consecuencias para la zona del
euro, si bien es claro que cada respuesta debe reflejar las circunstancias específicas de cada
país. Aun en aquellos los casos en que las políticas aplicadas por los Estados miembros han
sido en general coherentes con el marco fiscal de la Unión, la falta de coordinación ha
producido la impresión de que los países están poco dispuestos a reconocer las
consecuencias para la zona del euro de sus medidas de política nacional, y de que la
coordinación tan sólo se produce a posteriori. Solucionar las claras deficiencias de la
coordinación de políticas presupuestarias es tarea urgente y necesaria.
Evolución y perspectivas presupuestarias
La evolución reciente y las perspectivas presupuestarias presentan un panorama con
claroscuros. Por una parte, el déficit en la zona del euro ha seguido disminuyendo hasta llegar
a un 0,7% del PIB en 2000 (sin contabilizar los ingresos por las licencias de UMTS), lo que
supone un descenso del 0,5% del PIB con respecto a 1999, al tiempo que la presión fiscal va
reduciéndose en la mayoría de los países. Por otro lado, y conforme a lo acordado, la mayor
parte de los ingresos presupuestarios excepcionales debidos a la venta de las licencias de
UMTS se ha utilizado para reducir la deuda.
Por el contrario, en cuatro países de la zona del euro (Alemania, Francia, Italia y Portugal) se
prevén importantes déficits en 2001. Estos países han perdido la oportunidad, proporcionada
por la favorable coyuntura de alto crecimiento, de alcanzar los objetivos del Pacto de
Estabilidad y Crecimiento y, por tanto, tiene menos margen de maniobra ante la
desacelaración actual. En general, los resultados presupuestarios del 2000 hubieran debido ser
mejores, pero algunos Gobiernos dilapidaron parte de los inesperados “dividendos de
crecimiento” en recortes fiscales o aumentos del gasto. Por otra parte, las balanzas
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presupuestarias tanto reales como ajustadas al ciclo se deteriorarán ligeramente en 2001, lo
que supondrá el primer revés para la consolidación presupuestaria desde 1993. Si bien esto
obedece en gran parte a reducciones de la presión fiscal que cabe considerar positivas, las
reformas del gasto que hubieran debido acompañarlas se han pospuesto o atenuado en algunos
países, y lo mismo ocurre con las medidas a fin de modernizar los regímenes de pensiones.
Los riesgos de recesión aumentan, y en la mayoría de los países se aprecian signos de
desaceleración del crecimiento. En estas circunstancias debe permitirse el pleno
funcionamiento de los estabilizadores presupuestarios automáticos en aquellos países que ya
hayan alcanzado situaciones presupuestarias acordes con el objetivo del PEC, es decir,
“próximas al equilibrio o en superávit”. En cambio, el pleno uso de los estabilizadores
automáticos puede no ser viable en los Estados miembros que aún deben alcanzar el objetivo
del PEC, pues podría provocar déficits cercanos al límite del 3% del PIB.
El conjunto de medidas aplicadas en la zona del euro en 2000 y 2001 ha sido por lo general
equilibrado. En cambio, la combinación de políticas en el ámbito nacional no ha sido siempre
la adecuada, y el comportamiento fiscal de algunos países ha sido contrario a las
circunstancias cíclicas y monetarias nacionales. A corto plazo, el mantenimiento de un
conjunto adecuado de políticas en la zona del euro es fundamental para limitar las
consecuencias adversas de la actual desaceleración del crecimiento: una relajación inoportuna
de la política fiscal podía llevar a una sobrecarga de la política monetaria y dar lugar a tipos
de interés más altos de lo necesario. También es preciso un esfuerzo particular por parte de los
Estados miembros que experimentan síntomas de recalentamiento a fin de garantizar que sus
políticas fiscales nacionales reflejen sus circunstancias cíclicas y monetarias propias.
Por lo que se refiere a las perspectivas a medio plazo, los programas actualizados de
estabilidad y de convergencia contemplan una política fiscal en general neutra, que permitirá
al mismo tiempo una constante reducción de la presión fiscal. También ponen de manifiesto
que todos los Estados miembros aspiran a alcanzar el objetivo del PEC de unos presupuestos
próximos al equilibrio o en superávit, si bien, en algunos casos, tan sólo en 2003 o 2004. Esto
indica que en los programas de algunos países la consolidación presupuestaria tiende a dejarse
para los últimos años. Ahora bien, es importante que el objetivo del PEC se alcance de
manera acorde con los compromisos de las OGPE, de modo que no vaya a convertirse en un
objetivo continuamente remitido al futuro. Aunque algunos Estados miembros han
establecido objetivos a medio plazo que superan el del PEC de unos presupuestos “próximos
al equilibrio o en superávit”, los programas de la mayoría de los Estados miembros se antojan
poco ambiciosos en cuanto a los demás objetivos presupuestarios y, en particular, a la
necesidad de prepararse para las consecuencias presupuestarias del envejecimiento
demográfico.
Vigilancia presupuestaria e instituciones presupuestarias
Para un rendimiento presupuestario satisfactorio se requieren instituciones eficaces, con
procedimientos de decisión, objetivos y normas de comportamiento adecuados. Por tanto, es
necesario estudiar de qué modo las instituciones presupuestarias, tanto en el ámbito de la
Unión como en el nacional, se van adaptando al nuevo marco de aplicación de las políticas
fiscales nacionales dentro de una unión monetaria.
Una cuestión crucial en el contexto de la vigilancia presupuestaria en la UEM se refiere a los
objetivos adecuados a medio plazo con vistas a cumplir el objetivo del PEC de unos
presupuestos próximos al equilibrio o en superávit. El primer paso fue garantizar que las
políticas presupuestarias de los Estados miembros ofrecieran un margen de seguridad
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suficiente, de modo que los estabilizadores automáticos pudieran entrar en funcionamiento en
caso de crisis cíclica sin poner en peligro el límite máximo de un déficit del 3% del PIB.
Ahora, cuando este margen de seguridad cíclico se ha creado en la mayor parte de los Estados
miembros, ha llegado el momento de concluir la transición al objetivo del PEC de unas
situaciones presupuestarias “próximas al equilibrio o en superávit”: de este modo se crearía
un margen de seguridad adicional para otros riesgos presupuestarios (déficits inesperados de
los ingresos tributarios, rebasamiento de créditos o cambios bruscos de los tipos de interés), y
se permitiría una rápida reducción de la deuda pública en los países muy endeudados, hasta
situarla en torno al valor de referencia del 60% del PIB.
Un presupuesto en general equilibrado en términos estructurales permitiría a la mayoría de los
países cumplir el objetivo del PEC, pues cubriría los riesgos presupuestarios relacionados con
crisis cíclicas y con evoluciones presupuestarias inesperadas. La adhesión a este objetivo es
de especial importancia para que, en los países con una deuda elevada (Bélgica, Grecia e
Italia), ésta disminuya por debajo del umbral del 60% del PIB. En cambio, para los países que
disponen de potentes estabilizadores automáticos (Países Bajos, Finlandia y, fuera de la zona
del euro, Dinamarca y Suecia), se considera adecuado un pequeño superávit estructural de un
1% del PIB En conjunto, los objetivos propuestos son coherentes con las proyecciones
presupuestarias expuestas por los Estados miembros en sus programas actualizados de
estabilidad y convergencia.
En una reciente Comunicación sobre el refuerzo de la coordinación de la política económica
en la zona del euro2, la Comisión desarrolla una serie de sugerencias prácticas sobre el modo
de mejorar la vigilancia presupuestaria de la Unión dentro del marco legislativo vigente.
Cuatro de estas sugerencias merecen particular atención: (a) establecer un principio de
información previa por los Estados miembros a la Comisión y el Consejo sobre las decisiones
presupuestarias importantes antes de su aprobación final; (b) agrupar la presentación de los
programas de estabilidad y convergencia en otoño de cada año; (c) mejorar el contenido
informativo de los programas; y (d) ampliar su temática a la sostenibilidad a largo plazo de las
finanzas públicas.
Las normas y procedimientos presupuestarios nacionales contribuyen a cumplir los objetivos
presupuestarios de la Unión. Las instituciones presupuestarias de los Estados miembros se
ven sin duda influenciadas de diversos modos por la necesidad de mantener la coherencia con
la vigilancia de la Unión. Factor fundamental es que el PEC establece objetivos y
compromisos presupuestarios a medio plazo (3 o 4 años), a diferencia de la tradicional
atención al ciclo presupuestario característica de las políticas nacionales. En parte como
respuesta al PEC, varios Estados miembros emplean actualmente un marco presupuestario
plurianual u otros mecanismos o directrices a fin de establecer y controlar las prioridades del
gasto público a medio plazo.
Los compromisos de la Unión también influyen en las relaciones entre las diversas instancias
presupuestarias nacionales: administración central, parlamentos nacionales y estados o
autoridades locales. Varios Estados miembros han adoptado disposiciones a fin de aumentar
la responsabilidad de cada nivel de la administración de cara al objetivo del equilibrio
presupuestario de las administraciones públicas, establecido en los programas de estabilidad o
de convergencia. Cabe considerar especialmente positivos los denominados “pactos de
estabilidad internos” acordados en varios Estados miembros.
2
COM(2001)82.
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Política presupuestaria y estabilización cíclica en la UEM
La política presupuestaria y la estabilización cíclica (en especial el funcionamiento de los
estabilizadores fiscales automáticos) son cuestiones claves en le debate de la política fiscal en
la UEM. El análisis tales cuestiones es importante, pues podría servir de base para establecer
directrices sobre la respuesta que cabe esperar de un Estado miembro de la UEM que se
enfrente a distintos tipos de choques económico; así, ofrece un marco analítico común que
acaso permita evitar los fallos del pasado en materia de coordinación.
Dada la pérdida de poder nacional en asuntos monetarios que ha supuesto la UEM, la política
presupuestaria debe desempeñar un papel más significativo a la hora de amortiguar los efectos
de los problemas específicos de cada país sobre la producción real. A tal fin, la norma de
comportamiento presupuestario debe ser: dejar a los estabilizadores automáticos funcionar
libremente tanto en periodos de auge como de crisis; las medidas discrecionales deben ser la
excepción y no la regla. Conclusión que no se discute, pero siguen abiertos varios
interrogantes. ¿Son siempre los estabilizadores automáticos beneficiosos para la economía?
¿Qué grado de estabilización cíclica cabe esperar de su funcionamiento? ¿Qué tipo de
reformas podrían aumentar su eficacia?
La respuestas dependen en gran parte de si las conmociones que sacuden la economía
proceden de la demanda o de la oferta, distinción que no siempre puede trazarse en la
práctica. En caso, por ejemplo, de choque de la demanda, aceleración del consumo privado o
descenso de las exportaciones, la brecha de producción y la inflación se mueven en la misma
dirección. Los estabilizadores fiscales automáticos pueden en ese caso desempeñar un papel
útil, en la medida en que amortiguan el impacto tanto sobre la producción como sobre los
precios. La experiencia demuestra que los estabilizadores automáticos resultan especialmente
eficaces a la hora de amortiguar los choques sobre el consumo privado, pero no tanto en caso
de choques sobre la inversión o la demanda externa.
En cambio, los choques por el lado de la oferta (cambios de los costes de la energía o
innovación tecnológica) suelen provocar que la producción y la inflación vayan en
direcciones opuestas: por ejemplo, un aumento de los precios del petróleo da lugar a una
brecha de producción negativa y a un aumento de la inflación. En ese caso, los estabilizadores
automáticos ayudan a afianzar la producción, pero a costa de una inflación mayor aún. Por
otra parte, en caso de choque permanente (es decir, que afecte al nivel de actividad potencial),
los estabilizadores automáticos pueden resultar inútiles si retrasan el necesario ajuste a un
“nuevo” nivel de producción potencial, cuando lo que se precisa son unas finanzas públicas
que doten de flexibilidad a los mercados de productos y factores y permitan a la producción
converger en su nuevo nivel de equilibrio. En la práctica, la experiencia indica que la
repercusión de los estabilizadores automáticos en caso de choques de la demanda es
relativamente escasa: no es probable que supongan un freno importante al necesario ajuste o
dificulten el mantenimiento de la estabilidad de precios por parte del BCE.
Mejora de la calidad y sostenibilidad de finanzas públicas
El Consejo Europeo de Estocolmo de marzo de 2001 reconoció la necesidad de ampliar el
debate sobre política presupuestaria en la Unión, completando la actual atención a la
estabilidad presupuestaria con una insistencia paralela en la contribución de las finanzas
públicas al crecimiento y al empleo. En particular, el Consejo Europeo abogó por mejorar la
calidad y sostenibilidad de las finanzas públicas.
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Tal y como se perfilaba en el informe conjunto del Consejo de Comisión al Consejo Europeo
de Estocolmo de marzo de 20013, la “calidad” de las finanzas públicas puede contribuir de
muy diversas maneras al crecimiento económico y al empleo. El gasto público (por ejemplo,
en la inversión en capital físico y humano, investigación e innovación, educación y
transferencias sociales y regionales) puede aumentar el potencial de empleo y producción. Sin
embargo, la falta de datos coherentes y actualizados, en particular sobre la distribución
funcional del gasto público, ha venido impidiendo un análisis exhaustivo y global de estos
asuntos, que deberán abordarse en futuros informes en relación con los ejercicios de
benchmark de las políticas relevantes (educación, investigación e innovación). Es preciso un
firme compromiso por parte de los Estados miembros a fin de paliar este tipo de deficiencias
estadísticas.
Los regímenes fiscales también pueden contribuir al crecimiento y el empleo al intentar
establecer una distribución equilibrada del gasto entre todas las fuentes imponibles, favorecer
el espíritu empresarial y ofrecer incentivos adecuados para que los agentes económicos
trabajen, ahorren e inviertan. Unos regímenes impositivos eficaces también pueden facilitar el
cambio estructural en caso de choque permanente y animar a los trabajadores a permanecer
más tiempo en activo, lo que ayudará a afrontar el desafío del envejecimiento demográfico.
Se han logrado algunos avances en cuanto a la reducción de la presión fiscal sobre el trabajo y
de los tipos impositivos marginales. En varios Estados miembros, esto se ha producido en un
contexto de reforma de la fiscalidad del medio ambiente, de modo que las reducciones de la
presión fiscal sobre el trabajo se han financiado mediante impuestos nuevos o mayores sobre
la contaminación o el uso de recursos, lo que supone la integración de los costes externos
medioambientales en los precios de mercado. Los resultados hasta ahora han sido sin embargo
variables, y deben intensificarse los esfuerzos; la fiscalidad sobre el trabajo en algunos
Estados miembros sigue siendo muy elevada desde un punto de vista histórico e internacional.
Un esfuerzo especial es también necesario para reducir la presión fiscal sobre los bajos
salarios. Los progresos en el campo de los impuestos ligados al medio ambiente ha sido muy
modesto hasta la fecha. Esta cuestión podría analizarse en futuros informes.
En cuanto a los regímenes de prestaciones, en los últimos años se han logrado modestos
avances y existen aún posibilidades de hacerlos más favorables al empleo. Medidas recientes
han endurecido las condiciones de acogida a los regímenes de desempleo y beneficio social,
revisando los criterios de admisión, reforzando los controles del cumplimiento de los
requisitos para el disfrute de las prestaciones y mejorando en general su gestión y aplicación.
Sin embargo, a menudo se echa en falta un planteamiento más global, que atienda a la
interacción entre los regímenes fiscales y de prestaciones. También ha sido relativamente
limitado el paso de políticas pasivas a activas. Sin ulteriores reformas, será difícil que la
Unión cumpla los ambiciosos objetivos en materia de empleo fijados por los Consejos
Europeos de Lisboa y Estocolmo.
La sostenibilidad a largo plazo de las finanzas públicas tiene especial significado en la UEM.
El envejecimiento demográfico dará lugar a una reducción sustancial de la población activa, a
la duplicación del coeficiente de dependencia de la tercera edad en 2050 y, por consiguiente, a
un fuerte descenso del coeficiente de personas activas e inactivas. Recientes proyecciones del
Comité de Política Económica (CEP) indican que en las próximas décadas el gasto en
3
Véase Consejo de la Unión Europea (2001), “La Contribución de las Finanzas Públicas al Crecimiento y al
Empleo: Mejorar la calidad y la sostenibilidad”, Informe de la Comisión y del Consejo ECOFIN al
Consejo Europeo (Estocolmo 23/24 Marzo 2001), 6997/01.
7
pensiones públicas podría aumentar entre un 3% y un 5% del PIB en la mayoría de los
Estados miembros, con grandes aumentos en algunos países (sobre todo España, Grecia y
Portugal, todos los cuales utilizan un sistema de reparto para la financiación de las pensiones
públicas). Si a esto se añade la sanidad y el cuidado de los mayores, el efecto global del
envejecimiento demográfico en el gasto público podría traducirse un aumento medio de entre
un 5% y un 8% del PIB.
Esto provoca inquietud por la sostenibilidad a largo plazo de las finanzas públicas: el fracaso
a la hora de prepararse para los costes presupuestarios del envejecimiento demográfico podría
dificultar a los Estados miembros el cumplimiento del PEC y complicar la aplicación de la
política monetaria común por el BCE. Pero unas finanzas públicas sostenibles no sólo
consisten en evitar déficits estructurales y aumentos de la deuda (es decir, cumplir los
objetivos del PEC), sino también en mantener la presión fiscal en niveles razonables, que no
impidan el crecimiento y el empleo, y garantizar que apartados fundamentales del gasto
público (tales como educación e inversión), que no están directamente relaciones con la
evolución demográfica, no se vean excluidos debido a las presiones al aumento del gasto en
pensiones y atención sanitaria.
En el informe conjunto de la Comisión y el Consejo al Consejo Europeo en Estocolmo se
propone una triple estrategia a fin de abordar las consecuencias presupuestarias del
envejecimiento demográfico consistente en la adecuada combinación de: (1) rápida reducción
de la deuda pública, (2) medidas a fin de aumentar los niveles de empleo, sobre todo de las
mujeres y los trabajadores de edad más avanzada y (3) reforma de los regímenes de pensiones
que los dote de una sólida base financiera, incluyendo un mayor recurso a la financiación de
las pensiones públicas. La sostenibilidad global de las finanzas públicas depende también de
los avances de las reformas estructurales en los mercados de productos, servicios y capitales.
El Consejo Europeo de Estocolmo abogó por integrar la sostenibilidad a largo plazo de las
finanzas públicas en el PEC y las OGPE.
El impacto presupuestario del envejecimiento demográfico, aunque sólo se pondrá de
manifiesto a largo plazo, se ve determinado por las decisiones adoptadas a medio plazo dentro
de los programas de estabilidad y de convergencia. Es preciso establecer un equilibrio
adecuado entre los recortes fiscales y la reducción de la deuda pública, dando prioridad a esta
última en los países con alto nivel de deuda. Las opciones actualmente recogidas en los
programas (el objetivo presupuestario a medio plazo, el ritmo de reducción de la deuda y la
amplitud y carácter de las reformas fiscales) deben confrontarse con el compromiso de hacer
sostenibles las finanzas públicas. Para llevar a cabo este tipo de evaluación periódica en la
Unión se requieren ulteriores trabajos acerca de la elaboración de datos e indicadores
comparables. Siguiendo la orientación de los actuales trabajos del CPE, las proyecciones
sobre el impacto del envejecimiento demográfico en las finanzas públicas podrían actualizarse
periódicamente, es decir, cada dos o tres años, e incorporarse en las versiones actualizadas de
los
programas
de
estabilidad
y
de
convergencia.
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El camino por delante: reforzar la coordinación en materia presupuestaria
Para el buen funcionamiento de un planteamiento descentralizado (“bottom-up”) en materia
de política presupuestaria, la coordinación de la política económica debe tener auténtica
enjundia y atender de modo realista a las consecuencias para la zona del euro de las medidas
de política nacional. Los mercados y la población en general no desean ver en la UEM una
autoridad fiscal central, sino la demostración tangible de la capacidad de establecer una
política presupuestaria coherente entre la zona del euro y el ámbito nacional y la disposición
de parte de los países de la zona euro a respetar las reglas acordadas y los objetivos
presupuestarios. Una coordinación eficaz requiere un marco analítico común y transparente,
que permita analizar los desafíos de política económica y decidir las respuestas, así como una
consideración adecuada y oportuna de las consecuencias de las políticas nacionales para la
zona del euro. Tal es la línea que deben seguir los esfuerzos por mejorar la cooperación sobre
política presupuestaria en la UEM.
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