El acto comienza cuando un grupo de profesores se reúne en la

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Para que su nombre no se borre de la historia:
Mujeres
Una composición teatral de
Irene Gómez Catalán
En esta obra, he intentado tratar la discriminación de la mujer a lo largo de toda la
historia. Para ello, he citado algunas obras muy conocidas, que no están incluidas para no
alargar más mi historia.
El acto comienza cuando un grupo de profesores se reúne en la sala de profesores en
un seminario para coordinarse y programar una actividad de concienciación sobre los
valores y la igualdad entre hombres y mujeres.
ANA: Creo que lo mejor que podemos hacer para tratar este tema es un teatro que refleje la
situación actual del hombre y la mujer.
PATRICIA: No me gusta esa idea, ya que sólo trataríamos el presente.
MARCOS: Entonces propón tú algo mejor.
MIGUEL: Estoy de acuerdo con Patricia. Deberíamos tratar las relaciones entre el hombre y
la mujer a lo largo de la historia.
ANA: Vamos a ver el material que tenemos por aquí… (Busca en un armario vídeos y libros
de historia). Justo aquí, este parece interesante. Mirad: (Lee la portada del libro)
“Prehistoria: Paleolítico, Neolítico…”
CARMEN: Ese parece interesante. A ver, vamos a empezar por la Prehistoria.
Cambio de escena, se apagan las luces de la sala de profesores y aparece un grupo
de personas con trajes típicos de la Prehistoria en una cueva, acaban de cazar un
mamífero pequeño, como un ciervo o un oso. Lo llevan a la cueva para comerlo.
En el interior están las mujeres cosiendo unas pieles y unos hombres pintando en las
paredes.
HOMBRE 1: ¡Animal, animal, herido, herido, comer, comer! (Los hombres sólo articulan
palabras sencillas, para poder interpretarlos mejor).
HOMBRE 2: ¡Comida, comida!
HOMBRE 3: ¡Fin de hambre, fin!
Las mujeres, sobresaltadas, se levantan y se acercan donde estaban los hombres
para comer y, uno de éstos, la empuja violentamente, impidiéndoselo.
HOMBRE 1: ¡Mujer no comida, no comida!
Todos los hombres de la cueva comienzan a comer con las manos, ansiosos,
peleándose entre ellos. Una vez hartos, cuando ya del animal no queda casi nada
para comer, los hombres hacen un gesto de invitación a las mujeres y niños para que
empiecen a comer lo poco que han dejado.
MUJER 1: ¡No haber nada!
MUJER 2: Hambre mucha, mucha.
NIÑO 1: ¡Ñam, ñam!
El niño comienza a llorar porque ya no hay comida para él. Las mujeres y niños
intentan aprovechar la poca carne que queda pegada al hueso. Entra en escena un
grupo de primitivos enemigos. Luchan y matan a los hombres, a las mujeres las
apresan y, con cara triunfal, se las llevan a rastras como trofeos.
Se cambia de escena: se apagan las luces de la parte prehistórica y vuelven a
aparecer los profesores en la sala, que acaban de ver el vídeo.
CARMEN: ¿Veis? Pobres mujeres, después de estar todo el día cosiendo y cuidando a los
niños, no pueden ni probar bocado.
MARCOS: ¡Tampoco es para tanto! Los hombres han trabajado mucho más que las mujeres
a lo largo de toda la historia. A ver, ¿cuántas mujeres científicas o filósofas
conocéis?
ANA: ¡Claro! Porque el hombre siempre ha tratado a la mujer como un simple objeto de
trabajo y de cría. Hemos sido muy despreciadas.
MIGUEL: Pues no es lo que decís ninguno. El hombre siempre ha trabajado mucho fuera de
casa para traer dinero, y ella se ha encargado de las labores domésticas y la familia.
Es decir, tradicionalmente, se han compenetrado muy bien a través de la
diferenciación clara de sus papeles. Pero hoy en día esta distinción no tiene sentido,
porque ambos sexos están capacitados para hacer las mismas actividades.
ANA: Y sin ir a la prehistoria. En mi casa, a la hora de la comida, mi marido se transforma en
un cavernícola. Mientras cocino, él se toma el aperitivo... Parece que los alimentos se
le van a evaporar.
CARMEN: Es cierto. Hay veces que me da la sensación de que el ser humano no ha
evolucionado en trescientos mil años al ver y observar el comportamiento de
determinadas personas o, si no, observar a algunos de nuestros compañeros en las
comidas de fin de curso.
PATRICIA: Bueno, ¿qué os parece si vemos lo que hay de la cultura clásica?
Se vuelven a apagar las luces de la sala de profesores y se encienden las del otro
lado del escenario. Aparece un mercado lleno de gente, pero la atención se centra en
cuatro personas: un comerciante, dos compradores y una esclava.
La escena se desarrolla en el mercado, en él un comerciante está vendiendo una
esclava por mucho dinero a otro hombre.
COMERCIANTE: Mire buen hombre, esta mujer es una bella princesa bárbara, hija de un
rey persa. Sabe leer, escribir, haces cálculos, cuidar niños, limpiar y cocinar.
El comprador se acerca a ella, la mira de cerca y le levanta el labio para mirarle
bien los dientes.
COMPRADOR 1: Sí, parece ser sana pero, ¿de qué me sirve que una mujer sepa leer y
escribir?
COMPRADOR 2: (Dirigiéndose al otro comprador) ¿Te imaginas que esta epidemia se
generalice?
COMPRADOR 1: Hay que ver. Si eso pasara, una mujer podría llegar al nivel del hombre, o
ser las encargadas de controlar las actividades de su casa, escribir libros e, incluso,
llegar a ser gobernadora.
COMPRADOR 2: Eso son ideas absurdas y no va a llegar a pasar porque ya todos sabemos
que la mujer es un animal de cabellos largos y de ideas cortas, por lo que no está
capacitada para razonar ni pensar como un hombre.
COMPRADOR 1: Pero parece buena para limpiar y cuidar niños.
COMPRADOR 2: Sin embargo, ten en cuenta que sabe mucho. ¿Quién sabe si...?
COMPRADOR 1: Llevas razón. No la quiero, no vaya a ser que le inculque ideas extrañas a
mis hijos.
COMERCIANTE: ¿No la quieren? Pues, no saben la princesa que se pierden.
Se apagan las luces de la escena del mercado y se vuelven a encender las de la sala.
ANA: (Muy enfadada y alterada) ¡Hay que ver las absurdas ideas que tenían los romanos
sobre las mujeres!
MIGUEL: Tampoco hay que ponerse así.
CARMEN: No es de extrañar que muchas personas tengan la misma mentalidad, ya que la
civilización romana ha sido nuestra base cultural.
PATRICIA: Pero los romanos no sólo nos han dejado un mal punto de vista sobre la mujer,
también, gracias a ellos, hemos podido avanzar en arquitectura, lengua, literatura y,
¡cómo no!, en nuestra historia.
MARCOS: Sí, pero la mayoría de las cosas que estás diciendo, o han evolucionado o se han
perdido.
MIGUEL: Claro, es lógico que a lo largo de la historia las personas evolucionen en unos
aspectos y otros desaparezcan.
PATRICIA: Estoy de acuerdo en que se conserven las construcciones romanas y me siento
orgullosa de la herencia que nos legaron, pero la lengua o la arquitectura han
progresado desde entonces mucho más que el pensamiento machista.
ANA: ¿Y por qué creéis que ha perdurado durante tantos siglos esta mentalidad
discriminatoria contra las mujeres?
CARMEN: Es una cuestión que nos llevaría mucho tiempo discutir. Pero está claro que el
conocimiento humano ha avanzado siempre mucho más deprisa que la mentalidad
sobre otros aspectos de las relaciones humanas que, en muchos casos, incluso ha
sufrido retrocesos a lo largo de la historia. No sólo en la discriminación de la mujer,
sino también en cuestiones raciales, religiosas o políticas.
MIGUEL: En los últimos años es cuando más progresos se están consiguiendo, aunque queda
mucho camino por recorrer. A ello ayudan todas las campañas y programas que
intentan fomentar la igualdad. Precisamente es eso lo que perseguimos con nuestro
proyecto.
MIGUEL: Bueno, sigamos. ¿Qué tenemos de la Edad Media?
ANA: Existe una obra de teatro escrita por Antonio Gala que refleja muy bien esta época. Se
titula “Anillos para una dama”. ¿Qué os parece si vemos una escena?
Se apagan las luces de la sala y se encienden las del otro extremo del escenario, en
el que aparecen, en una torre de un castillo, cuatro personas vestidas con trajes
típicos de la época.
FRAGMENTO DE “ANILLOS PARA UNA DAMA”
Se vuelven a apagar las luces de la escena del castillo y se encienden las de la sala
de profesores.
ANA: ¡Pobres mujeres! ¡Qué lástima de vidas sacrificadas para otras personas! Ni siquiera
podían elegir como marido a la persona que amaban. Sólo les interesaba el dinero o
el poder, les daba igual la felicidad. Se podría decir que, por culpa de los
matrimonios concertados, las mujeres morían en vida.
CARMEN: Pero eso no sólo se hacía en la Edad Media. Se sigue practicando ahora, ¿o es que
tú no has oído hablar de los montajes de los famosos?, ¿por qué crees que los
futbolistas se casan con modelos famosos y guapas? Hay programas de televisión
dedicados a estos temas. ¡Hasta los políticos se casan con modelos! ¿Qué tendrán en
común el fútbol o la política con la moda?
CARMEN: Cómo no sea el culto al dinero…
MIGUEL: Podría ser. Es obvio que el dinero atrae al dinero. ¿Cuántos matrimonios conocéis
entre un príncipe y una sirvienta?
MARCOS: Con una sirvienta no, pero sí se casan con presentadoras, aunque reconozco que
este caso es una excepción histórica. Sin embargo, creo que la inmensa mayoría de
los matrimonios normales son por amor.
PATRICIA: Entonces, ¿por qué hoy en día se rompen tantos matrimonios?
MIGUEL: En cierta medida es normal. Hay un estudio, que leí hace poco en una revista, que
defendía que la fase de enamoramiento de las personas dura sólo cuatro años. A
partir de ahí, lo que une a la pareja es otra cosa.
ANA: Entonces, ¿por qué algunas parejas siguen juntas durante tanto tiempo?
MIGUEL: Tal vez, por el cariño que se tienen, digo yo. Incluso por la misma rutina, que es el
pegamento más fuerte de las relaciones humanas.
CARMEN: Eso es lo que tú crees. Yo pienso que la mayoría de las parejas siguen
enamoradas y felices durante años.
PATRICIA: Lo que es cierto es que, a lo largo de la historia, la realeza no se ha casado por
amor. Tal vez haya alguna excepción, como es el caso de Juana I, muy enamorada de
Felipe el Hermoso. A lo mejor, por eso, le colocaron el sobrenombre de “Loca”. Pero
casi todos los matrimonios se concertaban por finalidades políticas y así los reinos se
unían o separaban según lo hicieran los matrimonios
MIGUEL: Los reyes utilizaban, principalmente, a sus hijas como instrumentos para sus
planes de estado. Les deba igual que el novio fuera feo o guapo, rubio o moreno,
como ya sabemos. Lo importante era la política, no la felicidad de sus hijos. Hasta la
boda de Juana la Loca fue concertada sin el consentimiento de la novia, aunque
luego estuviera tan enamorada de su marido.
ANA: Además, había una diferencia. Si a los varones no les gustaba la esposa que escogían
para él, podían buscarse las amantes que quisieran. En cambio, las esposas debían
aguantarse, como lo hizo Jimena que, incluso después de muerto el marido, debía
guardar respeto a su memoria y no podía comenzar una nueva vida.
MARCOS: Bueno, sobre este tema habría mucho qué hablar. Dejémoslo ya y prosigamos.
¿Qué tenemos de la Edad Moderna?
ANA: Hay una obra de teatro de Lope de Vega, escrita en el siglo diecisiete, basada en un
hecho histórico de finales del siglo quince, durante el reinado de los Reyes Católicos.
La obra es “Fuente Ovejuna”.
PATRICIA: Os voy a leer algunos fragmentos, a ver qué opináis.
Empieza a leer Patricia, cuando se centra la atención en el otro extremo del
escenario. Como anteriormente, se apagan las luces de la sala de profesores y se
encienden los de la otra parte. Aparece un grupo de personas en la plaza de un
pueblo.
FRAGMENTO DE “FUENTE OVEJUNA”
ANA: ¡Pues vaya! Pobres chicas.
CARMEN: Por culpa de un comendador corrupto que, aprovechándose de su situación,
obligaba a las jóvenes a pasar una noche con él.
MARCOS: Pero no todas eran obligadas. También había otras que lo hacían voluntariamente.
PATRICIA: (Con tono irónico). ¡Ah, claro, voluntariamente! Si una persona te chantajea
para que hagas algo que tú no quieres, y al final consientes por la presión o para no
perjudicar a nadie, ¿eso es voluntario u obligado?
MIGUEL: Estoy de acuerdo con Patricia. La mayoría de las chicas podrían acceder para que
sus familias no sufrieran represalias. Quizá, no emplearan con ellas violencia física,
pero sí psíquica.
CARMEN: Pero eso no sólo ocurría hace tanto tiempo. Actualmente, algunos empresarios o
superiores se aprovechan de sus empleadas, simplemente, por el poder que ejercen
sobre ellas.
ANA: A veces se da el caso contrario. ¿No habéis oído hablar de que algunas actrices o
modelos, para llegar a lo más alto, han podido hacer algunos “favores” a los jueces o
directores?
CARMEN: El acoso sexual es un tema de gran gravedad y debería castigarse duramente.
Pero no siempre lo comete un superior, también se puede dar entre los mismos
compañeros.
MARCOS: Por cierto, en otra escena de “Fuente Ovejuna”, Lucrecia es encerrada en la torre
del comendador y después sale “despeinada” (tono irónico). Se refiere a que la chica
se defendió y los atacantes no lograron su objetivo, porque estaba mal visto que la
chica violada contrajera matrimonio con otro hombre, ya que se le daba mucha
importancia a la virginidad.
MIGUEL: Se le daba y se le sigue dando.
ANA: Prosigamos que no vamos a acabar nunca con el trabajo. ¿Qué tenemos del siguiente
periodo histórico, de la Edad Moderna?
PATRICIA: Tenemos la conocida obra de Zorrilla, “Don Juan Tenorio”. Nos habla del mito
del hombre mujeriego y de la mujer virtuosa, que perdona todas las vilezas del varón.
Se apagan las luces de la escena de la sala de profesores y se encienden las del otro
extremo del escenario. Aparece Don Juan Tenorio y Doña Inés en el jardín de un
palacio.
FRAGMENTO DE “DON JUAN TENORIO”
Se vuelven a apagar las luces de la escena del jardín y se encienden las de la sala de
profesores.
PATRICIA: Claro, así bien vivían los hombres. Como para ser viril y valiente había que
matar, ser un pendenciero y mujeriego, no era de extrañar que escasearan los
“machos”.
MIGUEL: Es obvio. No todos podían matar cada año a 40 personas y apuntarlas en una lista.
Ni haber engañado y maltratado a tantas doncellas.
CARMEN: Mientras tanto, las desgraciadas mujeres se encerraban en un convento para
aprender las labores de la casa y entregarse vírgenes a un solo hombre, como un
juguete.
ANA: Pero, ¿cómo, después de todo, se enamoraban de los llamados “galanes”?
PATRICIA: Eso me pregunto yo. ¿Cómo se enamora una mujer de alguien que le engaña con
otras, asesina a quien se interpone en su camino y no hace nada para el beneficio de
la familia y la casa?
CARMEN: Pero no todas se enamoraban de hombres así.
MARCOS: Claro, como en todo. Que exista un mito como ése no quiere decir que todos los
hombres hayan sido así.
MIGUEL: Según ese mito, los hombres que eran nobles y caballerosos serían los tontos y
desgraciados.
ANA: Y aquellas mujeres que se alejaban de las normas morales de la época, y hacían lo que
los “donjuanes”, eran detenidas o asesinadas por adúlteras.
CARMEN: ¿Os imagináis que en la obra, en vez de un “Don Juan”, hubiese sido la
protagonista una “Doña Juana”?
MARCOS: (con tono irónico). Claro, las mujeres ligonas y los hombres amos de casa o
encerrados en monasterios.
PATRICIA: (gritando y un poco enfadada). ¿Y por qué no, no somos iguales?
CARMEN: Ese es el problema. Que los hombres sí y las mujeres no. Si el hombre es un
mujeriego es un macho, pero si lo es la mujer es una guarra.
Se vuelven a apagar las luces de la sala de profesores y se encienden las del jardín
de la escena anterior, pero ahora el diálogo de “Don Juan” lo interpreta Doña Inés.
Es decir, la misma escena y diálogo anteriores pero cambiando los papeles.
MIGUEL: Venga, callaos, que ya queda poco.
MARCOS: ¿Qué hay de la Edad Contemporánea?
ANA: Tenemos una comedia, “El Sí de las Niñas”. Describe la dificultad que tiene una chica
para casarse con el hombre al que verdaderamente quiere.
PATRICIA: ¿Y por qué no lo vemos?
CARMEN: Ahora mismo.
Coge el libro y empieza a leer, cuando se apagan las luces de la sala de profesores y
se encienden las de la otra parte del escenario, en la que aparecen, en una pequeña
habitación, Don Diego, Doña Irene y su hija.
FRAGMENTO DE LA OBRA “EL SÍ DE LAS NIÑAS”
Se vuelven a apagar las luces de esta escena y se encienden las de la sala de
profesores.
CARMEN: ¡Qué triste! No poder elegir ni a la persona con la que quieres compartir tu vida.
PATRICIA: Y no sólo eso, sino que desde pequeñas ya eran educadas para dedicar toda su
existencia a los niños, al marido y al hogar.
MIGUEL: Esa mentalidad ha perdurado en España hasta hace bien poco.
ANA: Es cierto, yo todavía me acuerdo de que, cuando íbamos al instituto, nos enseñaban los
cuidados de la casa en una asignatura que se llamaba “Labores del Hogar”.
PATRICIA: ¡Ah, sí! Yo, en vez de escoger esa asignatura, elegí la de Dibujo Técnico y el
profesor me trataba de distinta manera que a los compañeros varones, como si fuera
una intrusa en clase.
MARCOS: Pues aquella asignatura, la de Labores del Hogar, tampoco estaba tan mal, ya que
te preparaba para las tareas domésticas.
CARMEN: ¡Ah, claro! Pero mira como no la elegía ningún chico.
MIGUEL: ¿Qué opináis de la edad del hombre con el que se iba a casar la hija de Doña
Irene?
PATRICIA: ¡Podría ser hasta su abuelo! Es una lástima que esta práctica se siga realizando
hoy en día. En muchos países se conciertan matrimonios incluso antes de que nazcan
los hijos, y la mayoría de las niñas, en la adolescencia, se casan con hombres que les
doblan la edad.
ANA: Y no sólo eso, sino que no tienen la oportunidad de mejorar su vida, ya que muchas
veces deben retirarse de los estudios para ayudar en el cuidado de la casa.
CARMEN: Afortunadamente, en España y Europa, salvo excepciones, eso no es así. La
mayoría de los padres, en este aspecto, no deciden sobre el futuro de sus hijos e hijas.
MIGUEL: Y con todo lo que hemos visto sobre el pasado, ¿cómo imagináis el futuro?
PATRICIA: Más o menos, como ahora. Siempre va a existir desigualdad entre ambos sexos,
o bien se discriminará al hombre o a la mujer.
CARMEN: Yo no lo veo así. Creo que se va a llegar a la igualdad; de hecho, ya lo hemos
casi conseguido.
MARCOS: Incluso hay casos en los que se discrimina, pero positivamente, a la mujer como,
por ejemplo, los beneficios a las empresas para la contratación de mujeres o ayudas
para el carnet de conducir.
PATRICIA: Personalmente lo veo muy bien, porque las mujeres sufrimos más casos de
discriminación negativa que positiva.
ANA: Yo, por el contrario, no me siento bien teniendo más oportunidades que el hombre. No
se debe discriminar a nadie, ni positiva ni negativamente.
Pausa. Silencio interrumpido por Patricia.
PATRICIA: ¿Os imagináis que en el futuro dominen las mujeres?
MARCOS: ¡Claro! ¡Lo que me faltaba por oír!
CARMEN: Si eso ocurriera, volveríamos otra vez al principio. Pero en este caso los hombres
se encontrarían sometidos, y eso tampoco sería justo.
MIGUEL: Por supuesto. Hay que conseguir una total igualdad.
CARMEN: Se nos está haciendo muy tarde, seguiremos con esto mañana.
PATRICIA: De acuerdo, vámonos ya, que estoy muy cansada.
MARCOS: Tenemos que seguir con este proyecto, ¿vale?
MIGUEL: ¡Sí!, pero eso mañana. Me voy rápido a casa a comer las lentejas que me ha
preparado mi mujercita.
ANA: ¿Cómo? Entonces, ¿de qué ha servido todo lo que hemos hablado?
MIGUEL: ¡No pienses mal! De la cocina nos encargamos los dos. Unos días ella y otros días
yo. Cada uno tiene sus especialidades y las lentejas le salen a ella de rechupete. Esta
noche me toca a mí cocinar.
PATRICIA: Bueno, adiós.
CARMEN: ¡Hasta mañana a todos!
Los profesores se levantan, se despiden y se van.
Irene Gómez.
Invierno del 2008.
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