EL EJECUTIVO DEL ORO Autor, Ángel Lau PRÓLOGO Esta historia se la dedico a mi Esposa Gladys y a mis hijas Evelyn, Fedora y Gladys Morella. Es una historia real. Todo lo aquí narrado sucedió en verdad. Los hechos y detalles son lo más parecido a la realidad. He utilizado muy pocos nombres de personajes que en un principio pensé en cambiarlos y alguno que otro detalle ha sido magnificado con el único fin de preservar el interés del lector. Se que no soy escritor, pero tampoco aviador y si me decidí a escribir este relato fue por la atracción que me han causado las lecturas que nos envía el Rincón Literario de los jubilados de la Industria Petrolera, círculo que invita y motiva a los jubilados a la lectura y a los que tienen alguna facilidad para escribir cuentos, poemas, o historias de sus vivencias. Esta es una historia de mis vivencias y experiencia de trabajo fuera de la Industria Petrolera, no conocida por la mayoría de mis amigos jubilados. Me estoy estrenando en esto y de buen agrado recibiré todas las críticas que se les ocurran. Espero les guste. Ángel Lau El Ejecutivo del Oro Página 1 I EI CALLAO TONIGHT Corrían los años 70 y me encontraba en el aeropuerto de Puerto Ordaz con el turco Al-atrache, quien no era turco sino libanes, pero así llamábamos a todos los árabes, al igual que a todos los asiáticos que si no eran chinos eran japoneses. Me pregunto cómo nos llamarán los naturales de esos países a nosotros los latinos. Tendremos un solo gentilicio?. El turco, piloto de aviones caza, había desertado de la Fuerza Aérea de su país escapando de las interminables guerras y vino a parar a Venezuela, se estableció en el Estado Bolívar y no se de dónde, adquirió una avioneta monomotor modelo 206, cabina no presurizada, de vuelo visual, la cual tenía alquilada a Minerven, la empresa del oro en Guayana. Bueno, le dije al turco, será mejor que nos apresuremos porque hoy hay Junta Directiva en el Callao y tengo que presentar un informe. No se preocupe Licenciado, que llegaremos a tiempo. El Callao está situado en medio de un valle, bordeado por el rio Yuruari, a los 7º21’05’’ al norte del Ecuador y 61º49’17’’ al oeste de Greenwich, en el Estado Bolívar de Venezuela. Es un pueblo pintoresco, como todos los pueblos de éste país, con un clima tropical promedio de 28º C, bastante húmedo, lo que aumenta la sensación de calor, con gente laboriosa y acogedora, (Aunque miran con cierto recelo a los extraños) en su mayoría de color. En tiempos remotos, la fiebre del oro convirtió a El Callao en una mezcla de diferentes culturas oriundas de las Antillas británicas y francesas y el idioma recibió la influencia de los buscadores de oro ingleses, franceses, portugueses y hasta holandeses, convirtiéndose el idioma en una especie de papiamento. Todavía está presente en todas las tradiciones el aporte afroantillano entre los cuales se encuentra el carnaval y el Calipso. Casi todos los pobladores trabajan en la minería de oro y diamantes, o en negocios derivados de las mismas, orfebrería, maderas y pequeños comercios. Los mineros que no estaban empleados en Minerven, trabajaban por su cuenta, lavando las arenas de los ríos y contaminándolas con mercurio. Utilizaban cedazos o coladores redondos con maya fina metálica. Así obtenían cochanos o pepitas de oro, los cuales vendían a comerciantes vividores que les El Ejecutivo del Oro Página 2 pagaban menos de su valor en onzas, para luego revenderlo. Hoy en día, además de la contaminación mercurial, está la invasión de los garimpeiros brasileros, mas hacia los límites con Brasil, quienes destruyen toda la naturaleza con sus moto bombas que lanzan agua a alta presión con mangueras de grueso calibre, destrozando la tierra y todo lo que encuentran a su paso. La Plaza Bolívar estaba rodeada de pequeños comercios, principalmente joyerías rudimentarias, y la iglesia, tipo colonial, cuya edad nunca la pude obtener. Las calles en su mayoría eran de tierra. La calle comercio, el hotel Italia y la avenida principal no podían faltar. Tienen el orgullo de que el primer partido de futbol que se jugó en Venezuela se jugó en el Callao en 1876, un partido contra un equipo inglés. El carnaval de El Callao sigue siendo famoso. Una semana completa de baile y desfiles en las calles, con originales disfraces, cada comparsa representando alguna figura tradicional, con diferentes atuendos, como las Madamas, mujeres con pañuelos en la cabeza y coloridos trajes a la manera tradicional de las Matronas de Guadalupe y Martinica. Las voluptuosas bailarinas negras encabezan los desfiles al son del Calipso, ritmo llegado de las islas del Caribe, seguidas por una multitud que danza al mismo son, botella en mano y así pasan todo el día, bailando y tomando. Muchos se desmayaban y recibían auxilio de los paramédicos de las ambulancias. Después, todo vuelve a la calma, a limpiar el pueblo y a trabajar cada quien en lo suyo. Así era El Callao en los años setenta cuando trabajé para Minerven. II MI PRIMER TRABAJO Siendo todavía muy joven, comencé a trabajar en Creole Petroleum Corporation, una empresa norteamericana, filial de la Standard Oil Company, ubicada en un viejo edificio cercano a la Plaza Morelos que después fue sede de la tenebrosa Seguridad Nacional, policía política del dictador Marcos Pérez Jiménez. Era el año 1954 y me había ganado el derecho de hacer mi pasantía en la empresa que yo escogiera como resultado de mis excelentes notas en el Instituto de Comercio Santos Michelena, donde cursaba el quinto y último año de mis estudios de secundaria. Al graduarme de Bachiller Mercantil, fui premiado con un puesto fijo en la misma empresa, con El Ejecutivo del Oro Página 3 la condición de seguir estudios universitarios en la recién fundada Escuela de Administración y Contaduría de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela. Mientras estudiaba, trabajaba como empleado “part time”, o sea, a medio tiempo y a medio sueldo. Completé mis cuatro años de estudio universitario, obtuve el título de Licenciado en Administración y Contaduría, con lo cual pasé a formar parte del “staff” de profesionales y técnicos de Creole. Allí aprendí a trabajar con disciplina, organización y sobre todo, con ética y responsabilidad. Todo iba muy bien. De acuerdo a mis evaluaciones anuales, recibía incrementos de sueldo y una que otra promoción. El problema vino años después, cuando rechacé una transferencia para Tía Juana, un campo petrolero en el Estado Zulia, con una promoción importante. Mi último trabajo fue en la sección de Estadísticas de la Corporación, la oficina mejor clasificada del Departamento de Contraloría de la empresa. Por lo visto, de ahí en adelante, según me trasmitió el contralor, las promociones se pondrían cuesta arriba, así que como no estaba dispuesto a vegetar en un puesto, opté por la renuncia negociada. Al fin y al cabo, en esa época era fácil encontrar trabajo y así fue. Al poco tiempo era el Auditor Interno del Banco Hipotecario de la Vivienda Popular y al año siguiente Director de Administración de la distribuidora de vehículos Ford “Forauto”, cuyo principal y casi único accionista era Juan Simón Mendoza, tio abuelo de ese gran ejecutivo Lorenzo Mendoza, pilar fundamental de las empresas Polar. Siempre en ascenso. III CON LA VIDA EN UN HILO Me fui de Forauto después de la renuncia del Gerente de Ventas porque quedé encargado de los dos puestos, algo que casi me cuesta la vida debido al estrés y a una úlcera duodenal perforada en un día tan agitado como lo fue ese 24 de diciembre que aún recuerdo con temor porque estuve muy cerca, pero muy cerca de pasar al más allá. Me salvé porque no me tocaba y porque mi hermano médico se instaló en mi casa con un colega gastroenterólogo y un bioanalísta amigo (Mi hermano tomó la sabia decisión de tratarme en casa dado el congestionamiento en las El Ejecutivo del Oro Página 4 emergencias de clínicas y hospitales en un día como ese) quien con pruebas de sangre, que llevaba a su laboratorio cada cierto tiempo, se daba cuenta que la hemorragia no se contenía y los hematocritos habían llegado a su nivel más bajo y crítico, mientras, me inyectaban vitamina K de acción cicatrizante en la vena hasta que amaneciendo el día 25, decidieron hacerme una transfusión con sangre de mis hermanas. Lo que más recuerdo era el frío intenso que sentía como todos los que están a punto de morir, aunque yo no vi ningún túnel, ninguna luz azul al final del mismo ni paz celestial alguna como narran los que han estado por corto tiempo del otro lado. Días después, mi esposa me contaba que mi color antes de la transfusión era gris. Después del accidente con mi úlcera y habiendo terminado mi reposo y recuperación, comencé a trabajar nuevamente en Forauto pero con menos ímpetu. Debía tomar las cosas con calma. Además, si iba a volver a trabajar con la responsabilidad de dos cargos, por lo menos debería recibir mayor sueldo y así se lo hice saber al Sr. Mendoza, presidente de la empresa, a quien le reportaba directamente y su respuesta fue que por los momentos no había aumento de sueldo para nadie. Con razón dice el refrán que por algo llegan a ser millonarios. Los vendedores ganaban más porque además del sueldo fijo, devengaban comisiones que yo mismo les calculaba. Sin embargo, yo llegaba a vender a veces más unidades que ellos, controlaba el Departamento de Repuestos, Contabilidad y Cobranzas, el flujo de caja, el taller, etc. Definitivamente era claro que le estaba generando buenas ganancias a la empresa por lo cual debería recibir mayor remuneración. Y nuevamente se presentó la opción de renunciar, lo cual hice sin pensarlo dos veces. IV INDEPENDENCIA La oficina en la Asociación de Comerciantes del Este era bastante amplia. Tenía un buen escritorio y un par de archivadores. Pensé de inmediato que podían caber dos escritorios, pero eso sería para después. Estaba eufórico y al mismo tiempo preocupado. Que será lo que me deparará el destino?. Será correcto lo que estoy El Ejecutivo del Oro Página 5 haciendo?. Tengo familia, una maravillosa esposa y tres adorables hijas que tengo que mantener. Bueno, ya no hay vuelta atrás. Terminé de firmar el contrato por el alquiler de la oficina donde comenzaría a trabajar la profesión en forma liberal, como contador público independiente. Tomar esa decisión no fue fácil. Contaba con mi experiencia de trabajos anteriores. Venia de trabajar por cinco años como Director de Administración de Forauto. De allí salí con bastantes buenas relaciones; el cargo me dio la oportunidad de conocer gente, y también, porque además de haber ejercido la dirección de administración (Que de dirección no tenía nada, simplemente era la gerencia de Administración), había trabajado un año como Auditor Interno del Banco Hipotecario de la Vivienda Popular donde adquirí conocimientos en el manejo de las finanzas y mucho antes de eso, mi primer trabajo fue en la Industria Petrolera durante ocho años. Toda esa experiencia me daba cierta confianza en el proyecto que tenía por delante. También estaba el hecho de que la oficina quedaba ubicada en el mismo edificio de Sabana Grande donde funcionaba un grupo al cual le podía sacar provecho: La Asociación de Comerciantes del Este. En mi oficina de la Asociación de Comerciantes del Este, comencé enviando cartas ofreciendo mis servicios a los clientes de Forauto que conocía y realicé reuniones con posibilidades de obtener algún contrato. Obtuve una lista de los Comerciantes del Este asociados y comencé a visitarlos para ofrecerle mis servicios como contador, para hacer las declaraciones de Impuesto Sobre la Renta, realizar auditorías, asesorías en finanzas, llevar la contabilidad y consejos de cómo sacarle mayor provecho a su negocio. Mientras tanto, me pasaba los días a la espera de una llamada de trabajo, sentado en mi oficina, con el escritorio limpio, sin ningún papel encima, me quedaba fijo, observando el teléfono a la espera de que sonara mientras los días corrían sin cesar con la sensación de que me apretaban contra la pared haciendo más difícil mi respiración. V EL CONTRATO Un buen día sucedió lo que tanto esperaba. Sonó el teléfono con un timbrazo que me sonó musical. Era un amigo mío que a la sazón trabajaba en Minerven y me comunicó que estaban buscando El Ejecutivo del Oro Página 6 un Contador Público. Para hacer qué, le pregunté. En realidad no lo sé. Solo sé que se están moviendo en esa dirección. Por qué no te acercas por aquí y te presento. Me parece que tiene que ver con contabilidad y debe ser un buen proyecto. Me dio la dirección de las oficinas de Minerven y al siguiente día, estaba sentado en la oficina del Gerente General, un Ingeniero de Minas de nombre Adrian Andreiev, de origen ruso. Después de hablar por cerca de una hora de todos mis trabajos anteriores y de mi experiencia en ellos, me dijo que le trajera mi Curriculum Vitae. Por casualidad, aquí tengo uno, lo extraje de mi maletín, que dicho sea de paso, no tenía otras cosas y se lo entregué. Interesante, dijo después de darle un ligero vistazo. Yo creo que tu puedes hacernos el trabajo que queremos. Se trata de establecer un sistema contable confiable, que me permita conocer rápidamente como vamos y donde estamos, cuánto hemos gastado en tal o cual operación, como controlar a los contratistas; quiero saber todos los días cuánto dinero tenemos; si, su flujo de caja, interrumpí, eso. También quiero saber cuáles son las obligaciones que tenemos a corto plazo. Bueno, tu debes saber a cerca de las actividades que tiene una empresa, aunque todavía no estamos en producción. Por ahora es solo un proyecto y estamos más o menos con un 80 por ciento de avance. En este momento estoy medio perdido. Cuando pregunto por algo, en contabilidad se ponen a dar carreras buscando papeles que al final no encuentran y así no se puede trabajar. Yo tengo mi responsabilidad con el Presidente de la empresa y en estas condiciones lo que hago es improvisar. Me pareció un tipo simpático y de buen humor dentro de su preocupación. Me preguntó: Tu sabes lo que es una mina de oro? Bueno, más o menos, le respondí. Entonces me dice, una mina de oro es un gran hueco en la tierra, un Ingeniero de Minas y un pendejo que pone los reales, aunque en este caso quienes están poniendo los reales son El Estado y la CAF (Corporación Andina de Fomento). Ya en mi cabeza estaba planificando como haría el trabajo y pensé en la Creole y su código de cuentas. Primero debería conocer cuáles eran todas las actividades de la empresa, darle el nombre apropiado y codificarlas o convertirlas a números. Eso por los momentos pensaba que podía hacerse reordenando las cuentas que reflejaba el Balance de Comprobación. El Ejecutivo del Oro Página 7 Las oficinas de Minerven en Caracas contaban con ocho personas: El Presidente, el Gerente General, el Administrador, el Consultor Jurídico, un auxiliar de contabilidad, la secretaria del Presidente y del Gerente General y un mensajero. La contabilidad la llevaban en el Callao. En el piso superior estaban las oficinas de Head Wrightson, Co. Inc., la contratista inglesa que diseñó y llevaba el control de la construcción de la mina y con la cual tuve posteriormente mucho contacto. Por ese trabajo iba a cobrar Bs. 100.000,00, suma importante para la época. ¿Cómo están tus compromisos para mañana?, me preguntó el ruso y antes de contestarle, continúo, porque me gustaría que me acompañaras a El Callao para que conozcas el sitio, las oficinas, la mina y te vayas familiarizando con las actividades que desarrollamos. No hay problema alguno le respondí. Entonces llamó a su secretaria y le encargó los pasajes para el vuelo Avensa de las seis de la mañana, directo a Puerto Ordaz. En Puerto Ordaz tenemos una avioneta que nos espera para llevarnos al Callao. Bueno, Licenciado, ha sido un placer, nos despedimos y quedamos en vernos al día siguiente en el aeropuerto de Maiquetía. VI MINERVEN Las oficinas de Minerven en el Callao distaban alrededor de cuatro km hacia el sur del pueblo y la mina, unos kms más, en el sitio conocido como Caratal, nombre original de El Callao. Era una vieja casa, amplia, bien mantenida y con espacio suficiente para las actividades que allí se desarrollaban. Mucho calor, eso sí, porque no había aire acondicionado. La mina, llamada Colombia, explotaría una rica veta de cuarzo aurífero ubicada entre las galerías cuatro y siete cuyos estudios de factibilidad daban en promedio un tenor de 33 gr. de oro por Tm. de mineral, con una reserva estimada en 450.000 Toneladas. Era como dijo el ruso, un gran hueco en la tierra, con un radio de tres metros de circunferencia, 430 metros de profundidad y siete galerías o túneles para llegarle a la veta. Para bajar había un ascensor o jaula como la llamaban, funcionaba con electricidad y era manejada por un obrero que la subía o bajaba apretando botones en un tablero El Ejecutivo del Oro Página 8 según le comunicaban por un intercomunicador. En esa misma jaula donde bajaban y subían los mineros, se subía el mineral, la roca fracturada por los taladros o explosivos en el frente de las galerías. El mineral lo cargaban en unos pequeños vagones que rodaban sobre rieles hasta descargarlos en la jaula. Las minas tienen muchos peligros. Uno de ellos puede ser un derrumbe que deje sepultados a los mineros. Otro podría ser el agua y esto puede suceder cuando se dinamita el frente de una galería que limite con una una corriente de agua o rio subterráneo, lo cual puede acarrear que la mina se inunde por completo con pérdida total. LA PLANTA DE TRATAMIENTO El oro de una mina como la Colombia no es como muchos piensan, que se ve a simple vista. Con muy raras ocasiones se descubre una afloración superficial, pero son muy raros los casos. El mineral o cuarzo que se extrae de la mina solo es un trozo de roca. Todo ese mineral se somete a tratamiento para extraer el oro que contiene. Primero se lleva a una tolva o molino de bolas. Se trata de un molino semejante a los de los camiones mezcladores de cemento, pero mucho más grande. Dentro de la tolva introducen unas bolas de acero parecidas en tamaño a las del juego de bolas criollas. También se introduce el mineral, o sea, todas las rocas que quepan en él, luego el molino comienza a girar. El choque de las rocas entre si y contra las bolas de acero va reduciendo el tamaño del mineral convirtiéndolo en polvo y arena, que es llevado a un tanque circular de aproximadamente quince metros de diámetro que contiene agua y cianuro, este último, al igual que el mercurio, logra separar el oro del resto del mineral, mientras unas aspas del tamaño del tanque giran y remueven continuamente el agua. Luego de este proceso, el agua es enviada a presión por una tubería que termina en unos pequeños filtros de papel absorbente que recogen una especie de barro de color negro por la acción del cianuro. Estos filtros con el barro adherido son llevados a unos moldes y estos a la fundición. Lo que queda al final una vez fríos, constituyen los llamados lingotes de oro. Nada se pierde. Las porciones que quedan de arena, se llevan a un tablero vibrador con canales, bajo la vista de un operador que va recogiendo las pequeñas partículas de oro que se hayan escapado del proceso anterior y por último, las arenas ya limpias se venden para la fabricación de abrasivos. El Ejecutivo del Oro Página 9 VII LA OFERTA Como había pensado, el trabajo consistió en hacer una limpieza del Balance de Comprobación, ya que casi todas las funciones contaban con un sinnúmero de cuentas relacionadas. De esta forma quedaría una sola cuenta para cada función y si era preciso ampliar los conceptos, se crearían subcuentas dependientes. Se codificaron las cuentas y subcuentas y el mayor trabajo se hizo en las oficinas de contabilidad de El Callao consistente en determinar el saldo de cada cuenta que hasta ahora se encontraba regado en varias de ellas. Una vez hecha esta limpieza, fue más fácil preparar el Estado de Ganancias y Pérdidas así como el Balance General a partir del Balance de Comprobación. El Gerente General me expresó su satisfacción por el trabajo realizado y a continuación me hizo una proposición. Te gustaría trabajar con nosotros?, como mi asistente?. Trabajarías conmigo y me reemplazarías en todo lo referente a la parte administrativa y financiera. Tendrás bajo tu responsabilidad el control del contrato con la empresa contratista Head Wrightson, la supervisión del personal de Caracas, planificación de los viajes, relaciones públicas en Caracas, el control contable y cualquier otra cosa que se me ocurra, siempre dentro de lo que es el trabajo. Y si te atreves, te puedo adiestrar en la parte de minería. Me quedé pensativo hasta que el ruso me sacó de mi aislamiento cuando me dijo, piénsalo y me avisas. La propuesta era atractiva y yo todavía tenía grabado en mi mente lo que representa la seguridad del quince y el último. El ejercicio liberal de la profesión, más el sueldo como profesor en la Universidad Central de Venezuela, apenas me daban para lo necesario: Los gastos de la casa. No podía disponer de una cobertura de seguro para el grupo familiar ni para el vehículo. Tampoco podía cubrir gastos extraordinarios provenientes de algún percance o enfermedad. No podía ahorrar y de vacaciones escolares cero. Pensando en todo eso, decidí aceptar el puesto que me ofrecían. Y así fue como comenzó mi viajadera para El Callao. El Ejecutivo del Oro Página 10 VIII RELACIONES Al ruso comencé a llamarlo por su nombre. Me presentó al presidente de Minerven, colega contador, con quien hice buena amistad. Era un hombre de unos 60 años, pelo canoso, de buen vestir y buenos modales. Hacía muy bien su papel de presidente con sus contactos con representantes del gobierno. Adeco de uña en el rabo como el mismo decía. Sus trajes se los confeccionaba un afamado sastre italiano de nombre Carlone quien también era el sastre del Expresidente Caldera. Utilizaba telas finas, de gran calidad, traídas de Inglaterra o Italia, tejidos combinados de lana y visón así como finas gabardinas. Un día me invitó donde Carlone y me vendió un corte de gabardina inglesa para que me hicieran un traje porque según él, yo debía estar elegantemente vestido como todo un ejecutivo del oro, y de ahí en adelante, comencé a vestirme con Carlone. Compraba las telas y me hacían los trajes. Algo costoso para mi, desde luego. Siempre me invitaba a que lo acompañara a reuniones en ministerios. Así conocí a Marco Tulio Bruniccelli, para entonces viceministro del Ministerio de Relaciones Interiores y en otra oportunidad me presentó a Piñerúa Ordaz quien era candidato a la Presidencia de la República. Quería que me inscribiera en el partido halagándome con lo de que “En el partido necesitan gente como tu”, pero por mi parte nunca estuve dispuesto a inscribirme en ningún partido político. Solo llegué a ser amigo de los adecos quienes me consideraban pro-adeco. IX MI TRABAJO EN LA UNIVERSIDAD Otro tanto sucedía en la Universidad donde trabajaba como profesor en la Escuela de Administración y Contaduría, rodeado de ñangaras y camaradas que desde mis tiempos en Creole me hacían la vida imposible por haber trabajado en una empresa imperialista. Recuerdo una vez que durante un examen de suficiencia que realizaban los muchachos del curso, se presentaron dos jóvenes entre 18 y 20 años de edad que querían hacer el examen. Nunca El Ejecutivo del Oro Página 11 los había visto, pero me indicaron que eran mis alumnos. Hice la comprobación en la lista y efectivamente, allí aparecían, pero nunca habían asistido a clases. Así que les informé que no podían presentar el examen por inasistencia. Me confesaron que ellos habían bajado de la montaña (El Cerro del Bachiller), que eran combatientes y que debían por sobre todas las cosas aprobar el examen. Accedí que lo presentaran y les dije que yo no regalaba notas, que estas serían las que sacaran en la prueba. Naturalmente que salieron reprobados. Los días posteriores comencé a recibir amenazas telefónicas, que me cuidara, que mi vida estaba en peligro, que me iban a quemar el carro. Esto me hizo que actuara con cautela. Deje de llevar el carro a la Universidad. Mi esposa me llevaba y me dejaba siempre en sitios diferentes y así mismo me buscaba en lugares distintos que yo le indicaba. Informé del problema al Decano de la Facultad y al Director de la escuela en el momento en que se celebraba una reunión del Consejo de Escuela, le di los nombres del par de guerrilleros y les advertí que si algo me sucedía, ellos, los guerrilleros serían los responsables. La respuesta de ambos fue que no les hiciera caso, que eso era para amedrentarme y en realidad, lo habían logrado. La Escuela funcionaba en lo que en un tiempo había sido una residencia estudiantil que llamaban Sierra Maestra. En tiempos de elecciones profesorales, el grupo de acción democrática me invitaba a formar parte de la lista de candidatos a los puestos de Decano de la facultad, Director de la escuela, coordinadores, jefes de cátedra, lo cual aceptaba siempre y cuando me colocaran en una posición no salidora porque no estaba dispuesto a tener un cargo distinto al de profesor por tiempo convencional. X LAS NOCHES EN EL CALLAO. Durante las noches en el Callao, formábamos un grupo, el ruso, el gerente de Relaciones Públicas, el de Relaciones Industriales, el Gerente Técnico y algunas veces el Presidente. Nos reuníamos sanamente para echar cuentos, jugar poker y tomar whisky. Ninguno era del tipo que visitara bares ni lupanares que en todas El Ejecutivo del Oro Página 12 partes existen. Solo nos reuníamos para pasar el tiempo hasta que llegara la hora de dormir. En una noche de cuentos y chistes, me dio por preguntar: Es cierto que aquí han ocurrido desapariciones de personas?. De una te puedo dar fe, me responde el ruso, la otra puede que se trate de un cuento de camino. A los mineros les encanta inventar cuentos. La primera desaparición ocurrió hace muchos años, según dicen y ya forma parte del folklore de El Callao. Dicen que había un capataz o jefe de cuadrilla venido de otros lares que era un negrero. Lo apodaban mandinga por lo malo que era. Insultaba, vejaba, era mal hablado, en fin, nadie lo soportaba. Una noche sin luna lo agarraron en calle angosta y le dieron una paliza, después lo enrollaron con alambre de púas y lo lanzaron por el foso de una mina abandonada. Nadie más supo de él. Hasta la policía lo buscó y al tiempo decidieron que se había fugado con una negra del pueblo con lo cual cerraron el caso. Dicen que por las noches de luna se oyen a lo lejos lamentos desgarradores del ánima de mandinga. Verdad o mentira?. Nadie lo sabe, yo por mi parte no creo en eso ni he oído ningún lamento, pero el cuento existe como en todos los pueblos. Eso es igual que los cuentos de la sayona, el carretón, o la llorona. El otro desaparecido no era tal. Esa historia la supe de primera mano. Resulta que entre los mineros había uno a quien le gustaba jugar bromas pesadas, se metía con todo el mundo, hasta con las mujeres de sus compañeros. Decía que ninguna mujer del pueblo se le había salvado, que él se había acostado con todas; ya no lo aguantaban. Un día sus compañeros de trabajo decidieron hacerle una broma a él en desquite. Ese día lo invitaron a tomar y cuando estaba bien borracho, se lo llevaron a la pensión donde vivía, cargado como el hombre de la emulsión de Scott, lo acostaron en su cama boca abajo, le bajaron los pantalones y el interior y le untaron clara de huevo entre las nalgas. Imagino lo que habrá pensado cuando se despertó. Lo cierto fue que desapareció del pueblo. Nadie lo vio salir ni más nunca lo volvieron a ver. En esos juegos de Poker yo siempre perdía mis viáticos y cuando no los perdía jugando, compraba oro a los mineros y lo llevaba a una de las joyerías para que me lo convirtieran en sortijas, zarcillos, cadenas o esclavas para mi esposa, mis hijas o para mi. Estas reuniones las hacíamos generalmente en el tráiler del ruso. Yo El Ejecutivo del Oro Página 13 dormía y comía en la casa que tenía asignada el Presidente. Era una casa muy grande, de nueva construcción, bien ventilada, con habitaciones de sobra. Tenía una cocinera negra, bien robusta, que cocinaba muy sabroso, de esas que llaman madamas. De las comidas me acuerdo del exquisito pelao guayanés y del pastel de morrocoy. Durante el día teníamos que atender los problemas que se presentaran, reuniones con el sindicato, supervisión de las obras y hasta solucionar problemas del pueblo. Me presentaron a la mandamás del pueblo, la negra Isidora, la organizadora del carnaval, la que ayudaba a los necesitados, la madre de todos los niños; en fin, no había nada que se pudiera hacer si no se consultaba con Isidora porque también representaba a los trabajadores. Para estar en la buena con ella, Minerven la tenía en la nómina con un carguito de relaciones de no se qué. XI APRENDI A VOLAR Eran las ocho de la mañana y ya el turco y yo estábamos sentados cómodamente en la avioneta, él en el puesto del copiloto y yo de piloto. El turco pidió instrucciones a la torre de control para efectuar el despegue y por los audífonos sonó la voz del controlador de vuelos “negros con diente de oro”, autorizados para despegar. (De esta forma, tanto en el aeropuerto como los demás pilotos de avioneta del Estado Bolívar, identificaban la avioneta del turco). Los pilotos de avioneta formaban algo así como una hermandad. Se comunicaban entre si por radio en pleno vuelo para conocer las condiciones del tiempo, ya que fuera del área del aeropuerto de Puerto Ordaz no había radio ayudas, o sea, se volaba a la buena de Dios. Hoy en día existen otros dos aeropuertos sin ruta comercial ubicados en Tumeremo y Guasipati, dos pueblos aledaños a El Callao. Acelero el motor y lentamente aflojo el freno de mano y la avioneta comienza su recorrido por la pista mientras la voy estabilizando con los pedales de giro. Al llegar a 160 millas por hora acciono los flaps (especie de una partición en la parte trasera de las alas a casi todo lo largo de las misma, los cuales forman una barrera contra el viento facilitando el ascenso y descenso) y comienzo el ascenso. Más El Ejecutivo del Oro Página 14 suave y menos pronunciado, me dice el turco. Te acuerdas del Avensa que cayó en Maturín? Si, claro. Bueno eso fue porque en el despegue, con el acelerador a fondo, como debe ser, comenzó a subir, pero lo hizo muy verticalmente y el avión se le vino hacia atrás y sin fuerza. Según recuerdo, se salvó una aeromoza. Si, así fue, le respondí, así que empujo un poco el volante o timón hacia adelante para suavizar el ascenso, seguimos subiendo, vuelvo los flaps a su lugar y se siente el típico descenso momentáneo, fijo el rumbo, entre 3 y 4 grados sureste sin perder de vista la brújula. Al llegar a 9.500 Pies de altura, estabilizo y le doy vuelta a una rueda que hace las veces de piloto automático y como ya la avioneta no está en ascenso y no necesita consumir tanta gasolina, cambio la mezcla de gasolina y aire para que sea más aire que gasolina. Era una hermosa mañana, tiempo despejado y a esa hora, bastante soleado. El turco ya estaba dormido. A decir verdad, yo no era piloto, nunca estudié aeronavegación ni tenía licencia. Fue una vez que volando solos al igual que ahora, le dije al turco: Yo quisiera que me dieras unas clases de cómo manejar este aparato porque si a ti te pasa algo, un desmayo, un patatús, que se yo, me gustaría intentar seguir viviendo y no morir en el intento. Sabes a lo que me refiero no?. Absolutamente Licenciado. Y así fue como entre viaje y viaje aprendí lo fundamental. El turco me supervisaba el despegue y el aterrizaje. Solamente tenía que despertarlo cuando me aproximaba al El Callao o al aeropuerto. La pista de El Callao era rústica, engranzonada, de ochocientos metros de largo, ubicada en la Planicie de San Luis, a dos kilómetros del pueblo con cierta inclinación hacia abajo. Tenía también una hondonada en la mitad que hacía desaparecer la avioneta en su recorrido para aparecer luego. XII PREMONICIÓN Un peligroso accidente con la avioneta que puso en peligro mi vida fue el final de mi trabajo de aventuras en Guayana. Fue durante un vuelo rutinario hacia El Callao. Hacía buen tiempo y nada presagiaba anormalidad alguna. Yo en el puesto del piloto y el El Ejecutivo del Oro Página 15 turco de copiloto. El vuelo desde Puerto Ordaz hasta El Callao toma aproximadamente una hora, con buen tiempo. Estábamos a 9.500 pies de altura y de pronto, comenzó a salir humo por el tablero. Alerto al turco quien despertó de un salto al ver el humo. Mientras el humo se hacía más denso, abrimos totalmente todas las ventanillas. Déjame ver, me dice el turco y se agacha para ver debajo del tablero. Tenemos un problema. Hay dos cables pegados y quemándose. Enseguida tomó el micrófono y radió a la torre de control de Puerto Ordáz: May day, may day. Adelante negros con diente de oro, cual es la emergencia? cambio. Tenemos un problema serio de circuito con fuego y nos estamos regresando, cambio. Se oyó la voz del torrero, adelante, tienen pista libre, ¿cuál es su posición?, cambio. Estamos en la ruta, como a 30 minutos, vamos a apagar el motor, cambio y fuera. Con la llave en off no tendremos más comunicación. Voy a tratar de apagarlos con el extintor de incendio y diciéndolo, se volvió a meter debajo del tablero y accionó el extintor. Ahora, además del humo, teníamos una neblina blanca en toda la cabina. El fuego no cedió. Tu sabes planear, me pregunta porque la única manera de extinguir esto es apagando el motor, a lo que le contesto: Todavía no me has dado esa clase. Bueno, eso es aprendiendo sobre la marcha. Y desde cuando no le haces mantenimiento a esto?. Bueno, desde ayer mismo. Mantente firme en el volante, sin movimientos bruscos. Cuando sientas como si se frenara un poco, se trata de una corriente de aire caliente, entonces halas muy suavemente el volante hacia ti, tratando de que suba un poco y luego vuelves a la posición anterior. Ya estaba planeando y la sensación es muy agradable. Es como si estuvieras volando como un ave, no hay ruidos, ni siquiera del viento el cual hace girar suavemente la hélice. Imagino que los que vuelan en icaros o parapentes deben sentir la misma sensación. El turco se metió nuevamente bajo el tablero con el extintor para incorporarse nuevamente y dijo, bueno, yo creo que funcionó, se extinguió el fuego. Lo malo es que debemos tratar de llegar al aeropuerto sin encender el motor. Bueno, encárgate de tu vaina le digo porque yo estoy muy nervioso. Recé todo lo que sabía mientras buscaba con la vista un lugar sin árboles donde aterrizar, pero nada, todo era selva tupida. El turco iba muy callado y yo tenía el deseo de conversar para tranquilizarme un poco. El Ejecutivo del Oro Página 16 Según me contaron, tu antes tuviste un accidente que te obligó a aterrizar en la carretera. Cierto, y también venía de hacerle servicio. ¿Sabes una cosa?. La mafia me volvió a joder, me volvieron a sabotear. ¿De cuál mafia estás hablando?. De la mafia de Ciudad Bolívar que controla a todos los pilotos y aeronaves particulares de todo el Estado Bolívar. Todo el mundo tiene que estar asociado a ellos, te consiguen viajes pero ellos son los que cobran y te dan un porcentaje, algo con lo cual no estoy de acuerdo. Por eso he sido reacio a meterme con ellos, pero a los que como yo rechazan meterse en esa especie de sindicato, entonces tratan de sacarlos del camino. Ese accidente que mencionas fue porque me sabotearon la avioneta. Algo le hicieron a los ductos del aceite para que lo perdiera en pleno vuelo. Creo que la mafia controla también a la empresa donde se hace el servicio y lo malo es que no hay otra en todo el estado. ¿Y por qué no buscamos una carretera donde aterrizar? Aterrizar en carretera tiene un gran porcentaje de que salga mal. Tu puedes aterrizar en la carretera si tienes pleno dominio del avión. En el caso mío, es verdad que la avioneta había perdido el aceite y el motor estaba recalentado, definitivamente no podía seguir, pero a la hora de aterrizar, si hubiese venido un automóvil yo podía evitar el choque. Pero ahora, en estas condiciones es demasiado peligroso por lo cual yo prefiero tratar de llegar al aeropuerto, además, si hay alguna carretera allá abajo, está bajo los árboles y no puedes verla desde aquí. Bueno, que sea lo que Dios quiera, confío en tu vasta experiencia volando aviones a reacción. Mientras tanto, seguíamos perdiendo altura, 8.000 pies, 6.000, 4.000. De lejos se veía el Caroní, reflejando la luz de un color plateado. Ya estábamos sobrevolando el Caroní y le digo, estamos a 1.500 pies de altura y así no vamos a llegar. Bueno, voy a encender el motor para tomar impulso y ganar un poco de altura. Hacerlo y comenzar nuevamente el fuego fue la misma cosa. Motor apagado nuevamente. Turco, que tal si aterrizamos en la orilla del rio, donde la playa sea más ancha, nos llevaremos algunos arbustos por delante pero creo hay la posibilidad de menores daños. No me parece, mira lo que tenemos adelante. Había un terreno desforestado con unos cuantos troncos regados. Yo creo que es el lugar perfecto, me dice, pero antes tenemos que pasar entre esas dos torres y los cables de alta El Ejecutivo del Oro Página 17 tensión que llevan la electricidad desde la Planta de Macagua al centro del país. Tenemos que decidir si pasamos por debajo de los cables o por encima. Por debajo es muy arriesgado, me dice, el paso es muy estrecho por los árboles. Vamos por arriba. Cuando te diga “YA” halas con toda tu fuerza el timón hacia tu cuerpo y yo haré otro tanto. Esperamos que el aparato estuviera bien cerca de los cables y cuando el turco gritó “YA” halé con fuerza el timón, la avioneta subió lo suficiente para pasar los cables para luego desplomarse en caída libre hasta el piso. El golpe fue fuerte, de una altura a nivel de las torres, hizo tres rebotes y paró, el ala izquierda donde iba yo se desprendió y quedó guindando, lo cual no me permitía abrir la puerta. En mi desespero, me tiré por la ventana sin darme cuenta que el turco ya estaba en el suelo del otro lado porque su puerta no tuvo impedimento en abrir. El olor a combustible era fuerte, así que corrimos para hacer distancia por si ocurría una explosión. En la carrera me di cuenta que estábamos sobre agua, corríamos sobre agua, agua clara del rio, como de unos 15 cm. de alto y entonces caí en cuenta. Claro, ahora recuerdo, esto lo soñé antes. En mi sueño de 15 días antes, me encontraba en la puerta de mi casa hablando con el ruso cuando de repente vemos un avión que venía cayendo y entonces los dos corrimos hacia el sitio donde había caído el avión para ayudar a los pasajeros pero corríamos sobre agua, aunque por los lados de mi casa no había ningún depósito de agua, ni rio, ni lago alguno. Definitivamente, Dios me había enviado un mensaje que no supe interpretar. La decisión de pasar por arriba de los cables fue lo más acertado. En el caso de que hubiésemos podido pasar por debajo de los cables, entonces hubiéramos tenido que aterrizar como usualmente se aterriza en una pista y en la rodada hubiésemos chocado con alguno de los troncos de árbol regados en el terreno. El fuego se extinguió solo. Nos quedaba esperar por el rescate. Según nos contaron después, se había activado el plan de búsqueda y salvamento y aunque estábamos relativamente cerca del aeropuerto, la búsqueda la estaban haciendo por la zona de nuestro último contacto con la torre de control de tal manera que nos rescataron 5 horas después del accidente. En el aeropuerto nos esperaba un grupo de personas que nos saludaban, abrazaban El Ejecutivo del Oro Página 18 hasta que uno de ellos dijo: Están vivos de milagro y ahí fue donde entre en pánico. Me vieron tan descompensado que me invitaron a unos tragos en el bar del aeropuerto para calmarme y lo lograron después que se acabó la botella. Antes, el turco me había dicho: Licenciado, Ud. se portó a la altura, muy tranquilo y calmado. Eso facilitó que saliéramos bien. Lo malo es cuando las personas que van en el avión entran en pánico, comienzan a gritar, a manotear, a tratar de pararse, dificultando así la labor del piloto y poniendo en riesgo la operación. XIII LA AVENTURA DE VOLAR Volar en avioneta en Guayana por esa época era una verdadera aventura. Recuerdo una vez que partimos de El Callao con un techo sumamente bajo. Ante mi preocupación, el turco me dijo que no me preocupara, que si más adelante se ponía peor, nos devolvíamos. El techo bajo es en realidad una nube muy baja. Despegamos y al poco tiempo entramos en la nube. Es una extraña sensación porque no se ve nada, todo blanco. No se puede detectar si viene otra aeronave que pueda causar una colisión. Al romper el techo arriba de la nube, el sol estaba esplendoroso, muy brillante, todo lo contrario a la oscuridad de abajo. Así hicimos casi todo el viaje. Cuando habíamos cubierto el tiempo reglamentario de viaje, comenzamos a bajar, penetramos nuevamente en la nube y seguimos bajando, sin saber a ciencia cierta por dónde íbamos. Acuérdate del Cerro El Papelón, (llamado así por su forma cónica) que puede estar está en nuestra vía. Espero que no se nos atraviese, me contesta con una tranquilidad pasmosa, mientras yo sudaba. Al fin, rompemos el techo por la parte de abajo y para nuestra sorpresa, estábamos volando por encima de los techos de las casas de Guasipati, el pueblo cercano a El Callao, casi rozabamos las antenas de las casas. ¿Y ahora?, ahora vamos a “cachicamear” (término usado en el argot de los pilotos de Guayana que consistía en volar por encima de la carretera, teniendo a ésta como guía). Y así lo hicimos hasta llegar a la pista de El Callao A tres meses del accidente, comencé a sufrir de los nervios con una cantidad de síntomas que me dificultaban toda actividad. Según el El Ejecutivo del Oro Página 19 médico, era una crisis nerviosa de efecto retardado originada por el accidente y me puso en tratamiento a base de ansiolíticos que me hacían aparecer como un zombie. Renuncié a Minerven y se acabaron los viajes. Mi mujer se alegró mucho porque era ella la que más sufría con cada viaje que yo hacía. Quede desempleado pero al poco tiempo regresé a la Creole, nacionalizada con el nombre de Lagoven. Fui muy bien recibido, me reconocieron el tiempo de servicio anterior y pasé a ocupar un puesto bien clasificado. Allí estaban todos mis amigos. Habían transcurrido diez años desde mi partida…. Finalmente opté por la jubilación en septiembre de 1993 a la edad de 58 años. Caracas, 15 de agosto de 2013 El Ejecutivo del Oro Página 20