Trabajos y ensayos Publicación de los alumnos del programa de doctorado Cooperación, Integración y Conflicto en la Sociedad Internacional Contemporánea Número 2 (julio de 2005) Guerra y Medio Ambiente. Las consecuencias de las conflagraciones en el Golfo Iván A. Rayas “El respeto por el ambiente es esencial para nuestro futuro común y es deber de toda persona, organización o gobierno, ayudar a preservar las riquezas de la tierra para la generaciones futuras. Ésta es la única guerra que debemos pelear”.1 1. INTRODUCCIÓN El 17 de enero de 1991 los reflejos de la artillería aliada iluminaron el cielo de la ciudad de Bagdad. Cinco meses antes, el 2 de agosto de 1990, las fuerzas militares de la República de Irak habían cruzado la frontera sur y el Emirato de Kuwait fue anexado seis días después al territorio iraquí por el régimen del presidente Saddam Hussein2. Kuwait posee el 9.74 por ciento de los recursos petroleros del orbe3, que lo ubican como el cuarto productor mundial de crudo. La anexión no sólo desencadenó una lluvia de repulsas mundiales; también evidenció el tema de la estratégica energética y los intereses de quienes detentan la hegemonía planetaria. Desde los primeros hallazgos de yacimientos, el factor petróleo en la región ya había sido una variable insoslayable del complejo panorama regional, al agregar “una dimensión económica, en realidad crucial, al carácter estratégico en el Medio Oriente”.4 Sin duda, la noticia de la invasión también opacaría los vítores mediáticos que anunciaban la llegada de 1 Mensaje del Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, con motivo del Día Internacional para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en Tiempos de Guerra y de Conflictos Armados. Nueva York, 6 de noviembre de 2002. 2 El 28 de agosto, el territorio de Kuwait fue proclamado como la “Provincia 19” de la República de Irak y su capital, la Ciudad de Kuwait, re–nombrada como Al–Kadhima. 3 Organización de Países Exportadores de Petróleo.– Anuario Estadístico 2002, p. 39. La reserva está calculada en 96,500 millones de barriles de crudo. 1 TRABAJOS Y ENSAYOS Número 2, julio de 2005 Iván A. Rayas Guerra y Medio Ambiente una nueva época acuñada por la democracia y la paz, profundamente significada en el derrumbe del Muro de Berlín en noviembre de 1989. Argumentado en la salvaguardia de la paz global,5 el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas urgió la expedita salida de las tropas ocupacionales y cobijó la saga diplomática que, respaldada por una exacerbada opinión mundial opuesta al recurso bélico, impulsaba una solución pacífica del conflicto. Empero, el emirato no recuperó su soberanía y el despliegue de recursos diplomáticos y los embargos comerciales al gobierno de Bagdad fueron inútiles para impedir la llamada Operación Tormenta del Desierto que, encabezada por la milicia de los Estados Unidos de América6, mostró al mundo, en las postrimerías del siglo XX, cómo estaría conformado el nuevo orden de poder internacional en la centuria que se avecinaba. El Departamento de Defensa de los Estados Unidos registró las 3:00 horas del jueves 17 de enero de 1991 –19:00 horas del miércoles 16 en los relojes del Pentágono– como el inicio del ataque aéreo a los puntos neurálgicos y militares del territorio iraquí. La llamada “Guerra del Golfo” había comenzado, dejando atrás las negociaciones diplomáticas que daban paso a la conflagración. Se calcula que la incursión de las fuerzas aliadas cobró más 120 mil vidas iraquíes en los 43 días del conflicto armado.7 Sin embargo, la guerra y sus consecuencias no concluyeron con el izamiento de las banderas kuwaitíes en las astas del emirato. El 20 de marzo de 2003 los augurios de una nueva guerra cumplieron la inminente profecía: la artillería estadounidense volvía a surcar el cielo iraquí, iniciando la primera gran contienda bélica del siglo XXI. En esta ocasión no hubo resolución del Consejo de Seguridad que respaldaba la conflagración; Washington retó a las instituciones planetarias bajo laxos argumentos que suponían la tenencia de armas de destrucción masiva por el régimen de Bagdad.8 Y, nuevamente, el debate acaparó el escenario internacional, confrontó a los aliados y resultó baladí. 4 Yachir, Fayçal.– “¿Hacia dónde va el Mundo Árabe?” en El Mundo Actual, Situación y Alternativas, Editorial Siglo Veintiuno, Ciudad de México, 1996, p. 218. 5 En la Resolución 660 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se establece que “a causa de la invasión de Kuwait por Irak existe un quebrantamiento de la paz y la seguridad internacionales”. Nueva York, EUA, 2 de agosto de 1990. 6 La fuerza aliada estuvo conformada por más de 580 mil efectivos de ejércitos que combatieron a cerca de 540 mil soldados iraquíes. The 20 Century year by year, Editorial Marshall, Londres, 1999, p. 320 7 Informe Collateral Damage elaborado por MedAct, organización médica no gubernamental, Londres, noviembre de 2002, p. 2. 8 En su discurso de ultimátum al gobierno Iraquí para mostrar el supuesto arsenal, el Presidente George W. Bush declaraba que su gobierno no tenía “ambiciones en Irak, excepto eliminar la amenaza y devolverle el control de 2 TRABAJOS Y ENSAYOS Número 2, julio de 2005 Iván A. Rayas Guerra y Medio Ambiente Meses antes, en su reiterada línea discursiva, el gobierno de los Estados Unidos alertaba al mundo de una nueva saga para deponer al gobierno de Saddam Hussein y, de requerirse la fuerza para “desarmarlo”, se enfatizaba la colocación a las Fuerzas Armadas de “todas las herramientas y todos los recursos para lograr la victoria.”9 Tres semanas después, desde la Casa Blanca se anunciaba el cese de la operación bélica, la llamada también Libertad Iraquí. Sin embargo, ni las supuestas armas se encontraron, ni la nueva guerra ha concluido del todo. El simbólico derrumbamiento el nueve de abril de la efigie del derrocado presidente Hussein en la plaza Al–Ferdaous de la capital iraquí, y su captura el 14 de diciembre en su ciudad natal, Tikrit, expone muchas realidades. En el año 2003, la incursión bélica a gran escala de los Estados Unidos en territorio iraquí sólo reavivó la discusión acerca de un tema que ya había sido colocado en la mesa del debate internacional: el deterioro ambiental en la región. La historia de las guerras ha mostrado cómo el medio ambiente ha sido modificado por las actividades bélicas que, cometidas “tanto por descuido como por autosuficiencia”10 han impactado considerablemente los ecosistemas.11 A una década y media de la primera Tormenta del Desierto, las consecuencias ambientales evidencian inexorablemente que el cese al fuego no es suficiente para sofocar los incendios que provocaron ambas contiendas. El colapso ecológico en la región asegura la continuidad –a través de sus improntas– de la confrontación bélica. Al tiempo de recoger los principales instrumentos jurídicos internacionales en la materia, este artículo ejemplifica en el tema de las guerras en Irak las consecuencias ambientales de la guerra. 2. LA REGIÓN, LAS GUERRAS Y EL MEDIO AMBIENTE El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) considera la región de Irak como una zona preponderantemente árida, cuyos principales desastres ese país a su propio pueblo”. 19 de Marzo de 2003. Página Oficial de la Casa Blanca: www.whitehouse.gov (Febrero 2004). 9 Ibidem. 10 Melgarejo, Hiram.– Consideración como delito internacional del daño al medio ambiente por actos de guerra entre los Estados, Tesis de Licenciatura, Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad de México, año 2000, p. 78. 3 TRABAJOS Y ENSAYOS Número 2, julio de 2005 Iván A. Rayas Guerra y Medio Ambiente ambientales12 están relacionados íntimamente con la guerra, las recurrentes sequías y la falta de infraestructura y tratamiento de los recursos naturales utilizados y el prolongado embargo comercial al régimen de Bagdad legitimado por las Naciones Unidas durante más de una década. La exigüidad de biota en el 40 por ciento de superficie desértica contrasta con la riqueza en hidrocarburos que yace en el subsuelo iraquí.13 Su principal recurso ha sido, paradójicamente, causa primaria de su deterioro ambiental. Se estima que anualmente se vierten en el Golfo Pérsico alrededor de 1.2 millones de barriles de petróleo.14 La cantidad de comburente en la zona, asegura el PNUMA, es “casi tres veces superior al del Mar del Norte y duplica el del Mar Caribe”.15 Durante años, la industria petroquímica ha salpicado sus contaminantes a las arenas del desierto, socavando los reducidos recursos de flora y fauna regionales. En ambas guerras –iniciadas en 1991 y 2003– cuando los aviones aliados surcaron los cielos iraquíes secundados por las incursiones terrestres, la actividad bélica sólo aceleró el deterioro del frágil balance ecológico de la zona. Las Guerras del Golfo atestiguaron el uso de armas de destrucción masiva que impactaron objetivos y, al mismo tiempo, el ecosistema iraquí. Científicos del mundo estudian, entre otros, los efectos del uso de uranio empobrecido en el armamento utilizado por los ejércitos británico y estadounidense. Científicos de la MedAct, organización no gubernamental británica afiliada a la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear (depositaria del Premio Nóbel de la Paz en 1985), afirman que la cantidad de uranio empobrecido vertido sobre Irak lo han convertido en un espacio contaminado para un largo período y con un índice de radioactividad anormal. Asimismo, es enfática al advertir que el uranio empobrecido 11 Para una referencia mayor a las modificaciones ambientales por causa de actividades bélicas, se sugiere la lectura del capítulo I “Environmental warfare: an overview” de Arthur H. Westing en Environmental warfare: a technical, legal and policy appraised. – Editorial Taylor and Francis, Londres, 1984, ps. 4–10. 12 PNUMA.– Desk Study on the Environment in Iraq, Nairobi, 2003, p 28. 13 Se estima que Irak, segunda reserva mundial de crudo, posee el 10.77 por ciento de las reservas petroleras del mundo, calculada en 115, 000 millones de barriles. Fuente: Organización de Países Exportadores de Petróleo.– op.cit. p. 38. 14 PNUMA.– Global Enviroment Outlook–2, 1999, p. 11. 15 Ibidem. 4 TRABAJOS Y ENSAYOS Número 2, julio de 2005 Iván A. Rayas Guerra y Medio Ambiente perdura en el ambiente por cientos de años y sus secuelas, entre otras, se asocian al cáncer terminal y a las mutaciones genéticas.16 En los más de 100 mil ataques contra Irak en 1991, se estima que “los aviones de los Estados Unidos y Gran Bretaña, los A–10 Warthog lanzaron 940 mil proyectiles con uranio empobrecido y en la ofensiva terrestre, sus tanques M60, M1 y M1A1 dispararon otros 4 mil proyectiles revestidos con uranio”17. Otros estudiosos del tema, estiman que en la zona permanecen más de 320 toneladas métricas de desechos radioactivos derivados del empleo de este material radiactivo18. En el informe de la Delegación Sanitaria del Estado Español a Irak19 se evidencian los efectos del empleo del uranio empobrecido en la población iraquí en cinco secuelas identificables hasta el momento: • Aumento considerable de enfermedades infecciosas • Aparición frecuente de herpes masivos • Aumento de síndromes similares al SIDA • Sufrimiento de disfunciones hepáticas y renales • Leucemia, anemia y tumores malignos • Deformaciones genéticas. Los resultados de estos estudios coinciden con el cuadro clínico denominado “Síndrome de la Guerra del Golfo” padecido por excombatientes –e hijos– británicos y estadounidenses. Estos mismos síntomas también han aparecido en los habitantes de la provincia de Kosovo en la actual República de Serbia y Montenegro, toda vez que las fuerzas de la OTAN utilizaron uranio empobrecido como táctica de guerra en 1999. Para conocer los daños ambientales y en la salud que provocó el empleo de material radioactivo en las incursiones de la Alianza Atlántica en la provincia kosovar, la Unidad para la Evaluación Post Conflictos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente realizó una tercera investigación en la zona y encontró que “todavía hay contaminantes por 16 Organización MedAct, op. cit. p. 3. González, Ramiro.– “La Catástrofe del Uranio Empobrecido”. Artículo publicado en el rotativo “Misiones”. Sección de Ecología. Lunes 13 de enero de 2003. Ciudad de Posadas, Argentina. 18 Departamento de Ciencias Aplicadas y Nucleares de la Organización Internacional de Energía Atómica (OEIA). Properties, use and health effects of depleted uranium: a general overview. Investigación distribuida públicamente en mayo 28 de 2002. 17 5 TRABAJOS Y ENSAYOS Número 2, julio de 2005 Iván A. Rayas Guerra y Medio Ambiente armas que fueron utilizadas en 1994 y 1995.20 Empero, el informe de resultados, señala que estos descubrimientos “no deben ser interpretados como una causa de alarma”21, aunque se recomiendan las precauciones y “que el agua y la tierra cerca de lugares donde se ha confirmado la presencia de uranio empobrecido sean examinados regularmente”22 Por su parte, el gobierno de los Estados Unidos ha sido categórico al argumentar que los efectos secundarios del uranio empobrecido no son demostrables, contrariando la extensa literatura –en su mayoría auspiciada por organizaciones no gubernamentales– que prueba las consecuencias negativas del empleo de este material radiactivo en la salud y el medio ambiente. El uso del uranio empobrecido en las incursiones aéreas de la operación Libertad Iraquí fue confirmado por los comandos estadounidenses el 26 de marzo de 2003.23 La operación militar Libertad Iraquí se justificó por la supuesta tenencia, por el régimen de Bagdad, de armas de destrucción masiva. Bajo esta argumentación las fuerzas de la coalición británico–estadounidense bombardearon “objetivos estratégicos”, como los depósitos de armas del ejercito iraquí. La liberación de las sustancias, afirma el PNUMA, “podrían representar una variedad de factores de riesgos, incluyendo la posible presencia de material sin explotar y material tóxico o radiactivo”24. Producto de los “ataques estratégicos”, las consecuencias ambientales continúan siendo estudiadas. 3. LOS LEGADOS AMBIENTALES DE LA GUERRA En represalia a los ataques aliados, Bagdad comenzó el 25 de enero de 1991 la “guerra ambiental” arrojando miles de barriles de crudo en el Golfo Pérsico. En el período bélico, la milicia iraquí dinamitó las instalaciones petroleras kuwaitíes, generando incendios de extensas 19 La visita de trabajo se realizo del 27 de febrero al 4 de marzo de 2000 y fue integrado por médicos especialistas de instituciones de salud de España. Información consultada en la página de Internet, www.nodo50.org (mayo de 2004). 20 PNUMA.– Depleted Uranium in Bosnia and Herzegovina, Ginebra, mayo de 2003. Información relativa puede ser consultada en la página oficial http://postconflict.unep.ch 21 PNUMA.– Comunicado de Prensa emitido el 25 de marzo de 2003 en la Ciudad de Sarajevo. 22 Ibidem. 23 PNUMA.– Desk Study on the Environment in Iraq..., p. 80. 24 Ibidem, p. 79. 6 TRABAJOS Y ENSAYOS Número 2, julio de 2005 Iván A. Rayas Guerra y Medio Ambiente y duraderas proporciones. Más de 600 pozos fueron incendiados; el equivalente a la tercera parte de la capacidad instalada del emirato.25 Grupos ambientalistas argumentan que “tres millones de toneladas de humo se extendieron sobre una superficie de 100 millones de kilómetros, equivalente a una quinta parte de la superficie de la tierra”.26 Cuando el último pozo petrolero fue sofocado el 6 de noviembre de 1991, los daños al medio ambiente eran evidentes. La experiencia de 1991 alertó a las fuerzas occidentales en la víspera del nuevo conflicto de marzo/abril de 2003. Enfático, el presidente George Bush advirtió que la destrucción de los pozos petroleros, “una fuente de riqueza que pertenece al pueblo iraquí” sería castigada como crimen de guerra.27 La prensa informó de la existencia, al menos, de 30 pozos y oleoductos en llamas durante los días del conflicto. Contrario a lo ocurrido en 1991, el fuego fue sofocado en un período relativamente corto y las autoridades estadounidenses comunicaron el 15 de abril la extinción de las igniciones petroleras28. La cantidad de contaminantes arrojados a la atmósfera durante el período equivalen, según el PNUMA, a los gases expelidos por ocho millones de automóviles.29 Por otra parte, se estima que más de 375 mil búnkeres fueron construidos en la región por los ejércitos de Irak y el aliado en ambos conflictos y que casi seis mil vehículos pesados delinearon la nueva composición de una gran parte de los territorios de Irak y Kuwait. En el Emirato, los análisis revelan que el 50 por ciento de la superficie fue compactada, en un evidente cambio morfológico territorial.30 El legado de la guerra entre Irak e Irán Empero, las devastaciones ecológicas no comenzaron en 1991. Desde que los gobiernos de Irak e Irán se declararon la guerra en septiembre de 1980, el uso de armas biológicas y químicas apareció como el principal depredador del ecosistema en la región. 25 OPEP. op .cit. Pagina 40. Gernaert Willmar, Silvina.– Ecología sin fronteras en la Revista EcoSignos de la Universidad de El Salvador. Buenos Aires, Argentina, 1996, p. 15 27 Discurso del Presidente George W. Bush el 17 de marzo de 2003. Para los perpetradores, advirtió el mandatario estadounidense, no será excusa decir “sólo recibía órdenes”. Fuente: página oficial de la Casa Blanca www.whitehouse.gov 28 PNUMA. Desk Study on the Environment in Iraq, Nairobi, 2003, p. 72. 29 Ibidem, p. 74. 30 Ibidem, p. 69. 26 7 TRABAJOS Y ENSAYOS Número 2, julio de 2005 Iván A. Rayas Guerra y Medio Ambiente La noticia del riego con armas químicas que efectuaron las tropas iraquíes sobre civiles kurdos en Halabja el 16 de marzo de 1988 recorrió las pantallas del mundo. Pero este ataque sólo fue uno de las múltiples ofensivas que el régimen de Hussein lanzó durante la guerra con su vecino Irán. Se estima que al menos 10 incursiones iraquíes de gran escala, que costaron la vida de más de 30 mil personas –civiles y militares–, fueron perpetradas utilizando armas químicas durante el período 1983 – 1988.31 El PNUMA enfatiza que el uso de las sustancias contenidas en las armas químicas permanece en el ambiente por un tiempo indeterminado. El abanico de factores ambientales (temperatura, topografía, radiación solar, humedad, entre otras) y métodos ofrecen un complicado escenario para su estudio. Empero, se enfatiza que las sustancias tienen per se un evidente potencial de larga duración. Por otra parte, la guerra entre Irak e Irán atestiguó un cambio en el contexto ambiental de la frontera común de ambos estados. Se ha documento la tala intencional del 80 por ciento de los 18 millones de árboles de palmeras32 que existían en la franja fronteriza de Shatt al– Arab, como un evidente recurso estratégico para reducir el riesgo de las incursiones enemigas a la sombra de la exuberante vegetación. La devastación ha mermado la capacidad de reabastecimiento de los mantos acuíferos y ha incrementado la salinidad del suelo. 3. LA GUERRA, EL DERECHO INTERNACIONAL Y EL MEDIO AMBIENTE El desarrollo del derecho internacional propició, toda vez que las consecuencias y el impacto en la naturaleza eran evidentes, el tratamiento normativo de las cuestiones ambientales en instrumentos jurídicos –tratados, convenciones, protocolos– de ámbito internacional. La preocupación por inscribir las consecuencias ambientales de la guerra en el derecho internacional fue consecuencia directa de los daños producidos durante la Guerra de Vietnam. Instrumentos previos, como el Protocolo para la Prohibición del Uso en la Guerra de Asfixiantes, Venenos y otros gases y Métodos de Guerra Bacteriológicos (promulgado en 31 32 Ibidem, p. 52. PNUMA. Desk Study on the Environment in Iraq, Nairobi, 2003, p. 46. 8 TRABAJOS Y ENSAYOS Número 2, julio de 2005 Iván A. Rayas Guerra y Medio Ambiente Ginebra el 17 de junio de 1925), no plantearon per se una limitación a las modificaciones ambientales como consecuencia de las técnicas de guerra en las hostilidades bélicas.33 Los especialistas coinciden en que el daño al medio ambiente, resultado de actividades bélicas, tiene su impacto en cinco espacios determinados: • Los cuerpos celestiales o el espacio • La atmósfera • La litosfera • Los océanos • La biota (marítima o terrestre)34 Estos “hábitat” han sido recogidos y considerados “bajo protección” a través de los instrumentos jurídicos internacionales que concatenan al medio ambiente y las actividades bélicas u hostiles.35 En la consideración de si los daños al medio ambiente constituyen un delito internacional, la discusión entre juristas internacionales36 continúa aportando elementos en el desarrollo del derecho internacional ambiental. Documentos marco como la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y Desarrollo acentúan que “la guerra es, por definición, enemiga del desarrollo sustentable. En consecuencia, los Estados deberán respetar las disposiciones de derecho internacional que protegen al medio ambiente en épocas de conflicto armado, y cooperar en su ulterior desarrollo, según sea necesario”.37 En el Estatuto de Roma, que constituye la Corte Penal Internacional se incluyen prohibiciones en la materia, estableciendo competencias para juzgar un crimen de guerra cuando se ha lanzado “un ataque intencionalmente, a sabiendas de que causará pérdidas de vidas, lesiones a civiles o daños a bienes de carácter civil o daños extensos, duraderos y 33 Westing, Arthur H., Environmental warfare: an overview, Editorial Taylor and Francis, London, 1984, p. 42 Ibidem, p. 3. 35 Ibidem, p. 42. 36 “En 1979 se discutió ampliamente el problema de los criminales atentados, pero en esta ocasión, de la contaminación del medio ambiente, la Comisión de Derecho Internacional de la ONU, en su artículo 19 de l proyecto de Convención Internacional, calificó la contaminación masiva de los mares y la atmósfera como delito internacional, lo cual significa un gran avance en pro del medio ambiente”. Cita de la tesis La depredación del medio ambiente derivada de actos guerras considerada como delito internacional de Rocío Pozos Hernández. Universidad del Valle de México, Escuela de Derecho, Ciudad de México, 1995, p. 4. 37 Principio 24 de la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, adoptada en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo en Río de Janeiro, Brasil en junio de 1992. 34 9 TRABAJOS Y ENSAYOS Número 2, julio de 2005 Iván A. Rayas Guerra y Medio Ambiente graves al medio ambiente natural que serían manifiestamente excesivos en relación con la ventaja militar concreta y directa de conjunto que se prevea”.38 En el plano de las alegorías, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución para declarar al 6 de noviembre de cada año como Día Internacional para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos armados, considerando “que los daños causados en tiempo de conflicto armado siguen afectando los ecosistemas y los recursos naturales mucho después de terminado el conflicto”.39 Sin embargo, la falta –entre otros elementos– de medidas punitivas o consecuencias jurídicas a los perpetradores de daños ambientales en el marco de la guerra, que derivan de la ambigüedad y de las imprecisiones en los instrumentos ambientalistas internacionales, ofrecen un marco jurídico inacabado. Instrumentos jurídicos La Convención sobre la Prohibición de Utilizar Técnicas de Modificación Ambiental con Fines Militares u otros Fines Hostiles –ENMOD, por sus siglas en inglés– y el Protocolo I de 1977 adicional a los Convenios de Ginebra de 1949 constituyen los dos instrumentos de derecho internacional relacionados específicamente con la protección del medio ambiente en caso de hostilidades. Otros ordenamientos internacionales infieren la protección ambiental, empleando “principios generales consuetudinarios relativos a la conducción de hostilidades”40. Negociada en el marco de la Conferencia del Comité de Desarme y aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1976, la finalidad principal de la ENMOD es evitar que se utilice el medio ambiente como instrumento de guerra, prohibiendo la manipulación deliberada de los procesos naturales y “contribuyendo a la causa de fortalecer la paz y evitar la amenaza de la guerra”.41 Abierta a firma el 18 de mayo de 1977 38 Artículo 8, párrafo 2, sección b, numeral IV. Resolución 56–4 aprobada el 3 de noviembre en la 37ª Reunión Plenaria de la Asamblea General de las Naciones Unidas. 40 Información pública del Comité Internacional de la Cruz Roja en lo relativo a la aplicación del Derecho Humanitario (www.icrc.org). 41 Texto de la Convención sobre la Prohibición de Utilizar Técnicas de Modificación Ambiental con Fines Militares u otros Fines Hostiles, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1976. Resolución AGNU / 3172. 39 10 TRABAJOS Y ENSAYOS Número 2, julio de 2005 Iván A. Rayas Guerra y Medio Ambiente y puesta en vigor el 5 de octubre de 1978 con la adhesión de la República de Laos –el vigésimo Estado Parte–, la ENMOD ha sido ratificada por 68 estados42. Los Estados Parte de la Convención, a través de su firma y ratificación, “se comprometen a no utilizar técnicas de modificación ambiental con fines militares u otros fines hostiles que tengan efectos vastos, duraderos o graves, como medios para producir destrucciones, daños o perjuicios a otro Estado parte”.43 Como medida, se obligan a “no ayudar, ni alentar ni incitar a ningún Estado o grupo de Estado (...) a realizar actividades contrarias” a esta disposición anteriormente citada44. Las técnicas de modificación ambiental referenciadas son aquellas que pudiesen alterar “mediante la manipulación deliberada de los procesos naturales– la dinámica, la composición o estructura de la Tierra, incluida su biótica, su litosfera, su hidrosfera, su atmósfera o el espacio ultraterrestre”. 45 Por su parte, el párrafo 3 del artículo 35 del Protocolo I –8 de junio de 1977– Adicional a los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949, relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados prohíbe “el empleo de métodos o medios de hacer la guerra que hayan sido concebidos para causar, o de los que quepa prever que causen daños extensos, duraderos y graves al medio ambiente natural”46. Empero, en el mismo artículo se reconoce que el “derecho de las partes en conflicto a elegir los métodos o medios de hacer la guerra no es limitado”47. En su artículo 55, el Protocolo establece dos referencias de vital importancia para los propósitos analíticos de este trabajo: a) que en la realización de la guerra “se velará por la protección del medio ambiente natural contra daños extensos, duraderos y graves” y b) la prohibición de “los ataques contra el medio ambiente natural como represalias”.48 Fruto del rechazo global a los ataques de la artillería estadounidense en las selvas de Vietnam, la convención ENMOD sufriría una gestación prolongada antes de aparecer en la escena mundial. 42 Conferencia de Desarme de las Naciones Unidas.– Status of Multilateral Arms Regulation and Disarmament Agreements. Datos al 15 de mayo de 2002 (fecha de adhesión de su más reciente Estado Parte, la República de Armenia). 43 Artículo 1º de la Convención. 44 Ibidem. 45 Artículo 2º de la Convención. 46 Artículo 2º de la Convención. 47 Ibidem. 48 Ibidem. 11 TRABAJOS Y ENSAYOS Número 2, julio de 2005 Iván A. Rayas Guerra y Medio Ambiente En búsqueda de las tropas del Viet–Cong, las fuerzas armadas de Estados Unidos realizaron más de ”6.500 misiones en las que pulverizaron aproximadamente 72 millones de litros de herbicidas sobre más de 1,5 millones de hectáreas (cerca de 10 por ciento de Vietnam del Sur)”49. Se estima que al término de la operación conocida como Ranch Hand “una quinta parte de los bosques de Vietnam había sido destruida químicamente y más de un tercio de los manglares había desaparecido”50. Pese a la opinión pública internacional, el Pentágono, la Casa Blanca y el Capitolio negaron reiteradamente las aspersiones. Cuando Washington reveló la utilización de dioxina51 y otros agentes químicos como táctica militar en la guerra de Vietnam, otras actividades de modificación ambiental emergieron a la luz pública, entre ellas la famosa Operación Popeye, conocida por la “siembra en las nubes” de sustancias químicas que producían efectos climatológicos adversos sobre territorio indochino o la transformación del perfil topográfico de Vietnam con la maquinaria pesada que devastó 300 mil hectáreas de flora.52 El 3 de julio de 1974 los Estados Unidos de América y la entonces Unión Soviética promulgaron un Comunicado Conjunto sobre Guerra y Medio Ambiente reconociendo que los “avances científicos en el campo ambiental, incluyendo las modificaciones climáticas, pueden abrir posibilidades para el uso de técnicas de modificación ambiental para propósitos militares”53 y se comprometieron a emprender las negociaciones diplomáticas pertinentes –en el seno de la Asamblea General de las Naciones Unidas– que derivarían en la promulgación de una convención sobre el tema. Después de largas negociaciones en los comités y grupos de trabajo, la Asamblea General votó la aprobación de la Convención el 10 de diciembre de 1976 y su apertura a firma se realizó a los dieciocho meses ulteriores a su aquiescencia por el máximo órgano de las Naciones Unidas. 49 Instituto del Tercer Mundo.– Revista del Sur: “Agente Naranja y Dioxina: nuevos hallazgos”. en la Revista del Sur, publicación de Instituto del Tercer Mundo. Sección Salud. Montevideo, Uruguay, núm. 90, abril de 1999. Edición electrónica: www.redtercermundo.org.uy (Febrero 2004) 50 Pearce, Fred.– “Guerra y Medio Ambiente: Reacciones en Cadena” en la Revista Correo de la UNESCO, París, mayo de 2000. 51 Considerada como un veneno, la dioxina produce –en aquellos que entran en contacto– disfunciones hormonales, inmunitarias y reproductivas. 52 Pearce, Fred.– Op. Cit. El autor estima que al menos 2.600 vuelos rociaron 47 mil unidades de productos químicos sobre las nubes de Camboya, Laos y Vietnam. 53 Texto del Comunicado Conjunto sobre Guerra y Medio Ambiente promulgado por los Gobiernos de los Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas promulgado el 3 de julio de 1974 en la Ciudad de Moscú. 12 TRABAJOS Y ENSAYOS Número 2, julio de 2005 Iván A. Rayas Guerra y Medio Ambiente La Convención ha estado sujeta a dos revisiones (septiembres de 1984 y 1992) que han conferido nuevos tratamientos al tema. Entre las observaciones destacan: • La ambigüedad del instrumento. Si bien privilegia la manipulación ambiental como táctica de guerra, no considera los efectos directos o colaterales en el medio ambiente a causa de las hostilidades. • Desde su primera conferencia de revisión54, la ENMOD fue objeto de crítica al detractar su imprecisión en las consecuencias “vastas”, “duraderas” o “graves” que deberían cumplimentar las acciones bélicas para circunscribirse al instrumento. La conferencia convino los términos de referencia: Vastas.– La modificación ambiental debería cubrir un área de varios cientos de kilómetros cuadrados Duradera.– Se entiende un período de meses o más de una estación. Severa.– Implica la inclusión de efectos en la vida humana, el medio natural y en la economía.55 La segunda conferencia56 pugnó por la abolición de la troika de consecuencias y revisar a fondo la coherencia de las impugnaciones que pudieran resultar cuando un Estado Parte presente pruebas de daños en su territorio. Sin embargo, la instancia de impugnación recae en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y el derecho a veto de sus 5 miembros permanentes descubre, por principio, limitaciones en su aplicación. También, durante la segunda conferencia se propuso la concatenación de la ENMOD con otros instrumentos jurídicos que impulsasen su implementación. Por su parte, los autores coinciden en que los vacíos de la ENMOD son coherentes con el marco general que caracteriza a la normativa internacional en materia de medio ambiente y actividades hostiles o bélicas. Cuatro ámbitos, preponderantemente, argumentan las trabas que detienen su aplicación, promoción y vinculación en el marco del derecho internacional: • Difusión en la prescripción y definiciones. • Paradigmas discordantes de valoración (contextuales, conceptuales y culturales). • Lagunas normativas. 54 Ginebra, septiembre de 1984. Texto de Resolución de la Primera Conferencia de Revisión de la ENMOD. Ginebra, Suiza, 20 de septiembre de 1984. A la conferencia asistieron 35 Estados Parte (que han ratificado la convención), 4 en status de no– ratificación y 4 Estados no–parte. 56 Celebrada del 14 al 21 de noviembre de 1992 también en Ginebra. 55 13 TRABAJOS Y ENSAYOS Número 2, julio de 2005 Iván A. Rayas Guerra y Medio Ambiente • Disonancia en los objetivos57. El análisis coincide, entonces, con las proposiciones de grupos de organizaciones no– gubernamentales que alientan el fortalecimiento y ampliación del instrumento jurídico.58 Estado de ratificación La República de Irak figura entre los 48 países que han suscrito la convención ENMOD sin haber depositado su ratificación.59 Por su parte, los Estados Unidos de América suscribieron y ratificaron este instrumento de derecho internacional.60 Es evidente que los actores primordiales de la Tormenta del Desierto y de la Libertad Iraquí: los Estados Unidos de América e Irak, han incurrido en violaciones a lo establecido en este instrumento internacional. Referente al Protocolo I Adicional a los Convenios de Ginebra de 1949, ninguno de los dos Estados ha firmado el documento. El incendio de las instalaciones petroleras o la transformación topográfica del desierto, por citar dos acciones, se suscriben en el articulado de la Convención. Hasta la fecha, no existen confirmaciones de que un tribunal internacional juzgue los delitos internacionales por daños al medio ambiente ocasionados en la Guerra del Golfo Pérsico. 4. CONCLUSIONES Las modificaciones ambientales deliberadas y colaterales han sido una constante en los conflictos bélicos. Sin embargo, la característica no ha sido traducida a efectivos instrumentos que constriñan las actividades beligerantes en el tema. La eficacia de los instrumentos de derecho internacional relacionados a la protección del ambiente en marcos hostiles se enmarca en la preponderancia del derecho internacional en general. Otros instrumentos 57 Schmitt, Michael.– “War and the Environment: fault lines in the descript landscape” in “The Environmental Consequences of War”, Cambridge University Press, Cambridge, 2000, p. 104. 58 Un caso interesante lo provee la organización “Sunshine Project”, que en mayo de 2001 auspició en Ámsterdam una conferencia interinstitucional para analizar la Convención. Los trabajos pueden ser consultados en su página de Internet: www.sunshine–project.org 59 El gobierno de Bagdad firmó la convención el 15 de agosto de 1977. 60 Estados Unidos de América suscribió y ratificó la Convención el 18 de mayo de 1977 y el 17 de enero de 1980, respectivamente. 14 TRABAJOS Y ENSAYOS Número 2, julio de 2005 Iván A. Rayas Guerra y Medio Ambiente jurídicos, por ejemplo, sí prevén la protección de elementos susceptibles a los impactos (deliberados o no) de la guerra.61 El derecho ambiental internacional en lo relativo a las modificaciones ambientales en los marcos de guerra u hostilidades es un derecho inacabado que previene, preponderantemente, la manipulación ambiental como táctica de guerra. En este sentido, los actores de una guerra podrían inutilizar un ecosistema y argumentar la no deliberación del acto. El resultado, en términos de afectación ambiental, es el mismo. Los dos instrumentos jurídicos explícitos en la materia, la Convención ENMOD y el Protocolo I Adicional a los Convenios de Ginebra de 1949 no resultan suficientes, por su vaguedad e imprecisión, para la protección directa o colateral de las acciones bélicas. Las llamadas Guerras del Golfo han atestiguado la violación a las disposiciones de ambos instrumentos jurídicos a través de tres acciones evidentes: • La manipulación topográfica del desierto kuwaití e iraquí por los actores principales • La emisión de contaminantes a la atmósfera, como consecuencia del deliberado incendio de pozos petroleros • El arrojamiento al Golfo de crudo que, entre otras consecuencias, mató a la fauna y minó las actividades pesqueras en la región por tiempo incalculable. La Convención ENMOD no fue eficiente para evitar los daños ambientales, no obstante que los Estados Unidos e Irak –los principales actores del escenario del Pérsico– suscribieron el instrumento jurídico. La presencia de las tropas comandadas por Washington, ha señalado la cúspide militar del Pentágono, deberá “calcularse en años, no en meses”62. De cualquier forma, los estragos ambientales en la región continuarán recordando, inexorablemente, la tragedia de la guerra. 61 Tal es el caso de la Convención para la protección de los bienes culturales en caso de conflicto armado. La Haya, 14 de mayo de 1954. 62 Declaración del General Ricardo Sánchez, Jefe de las tropas estadounidenses en Irak. El País, primera plana. Madrid, miércoles 18 de febrero de 2004. 15 TRABAJOS Y ENSAYOS Número 2, julio de 2005 Iván A. Rayas Guerra y Medio Ambiente BIBLIOGRAFÍA GERNAERT WILLMAR, SILVINA, “Ecología sin fronteras” en Revista EcoSignos, Universidad de El Salvador, Año 1, núm. 1, Buenos Aires, (Argentina), 1996. GONZÁLEZ, RAMIRO, “La Catástrofe del Uranio Empobrecido” en el rotativo Misiones, Ciudad de Posadas, (Argentina), 13 de enero de 2003 INSTITUTO DEL TERCER MUNDO, “Agente Naranja y Dioxina: nuevos hallazgos” en Revista del Sur, Sección Salud, Montevideo, (Uruguay), núm. 90, abril 1999. 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