Una mirada a un galeno, una guardiana y una madre en la Trilogía

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UNA MIRADA A UN GALENO, UNA GUARDIANA Y UNA MADRE EN LA TRILOGÍA
BOGOTÁ DE GONZALO MALLARINO FLÓREZ
ANDREA CASTELLANOS RODRÍGUEZ
TRABAJO DE GRADO
Presentado como requisito para optar por el
Título de Profesional en Estudios Literarios
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Facultad de Ciencias Sociales
Carrera de Estudios Literarios
Bogotá, 2016
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
CARRERA DE ESTUDIOS LITERARIOS
RECTOR DE LA UNIVERSIDAD
Jorge Humberto Peláez Piedrahita, S.J.
DECANO ACADÉMICO
Germán Rodrigo Mejía Pavony
DIRECTOR DEL DEPARTAMENTO DE LITERATURA
Cristo Rafael Figueroa Sánchez
DIRECTOR DE LA CARRERA DE ESTUDIOS LITERARIOS
Jaime Alejandro Rodríguez Ruíz
DIRECTOR DEL TRABAJO DE GRADO
Cristo Rafael Figueroa Sánchez
2
Artículo 23 de la resolución No. 13 de julio de 1946:
“La universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por sus alumnos en sus trabajos
de tesis, sólo velará porque no se publique nada contrario al dogma y a la moral católica, y porque
las tesis no contengan ataques o polémicas puramente personales, antes bien se vea en ellas el
anhelo de buscar la verdad y la justicia.”
3
Agradecimientos
A Dios, quien me ha permitido llegar a culminar otra etapa de mi vida, por la fortaleza, el amor
y el coraje que me ha dado en el camino.
A mi mamá, Leonor, por su apoyo y por revisarme y corregirme este trabajo, pero en especial por
el amor y sus enseñanzas sobre la vida que me han ayudado a llegar lejos y que me acompañaran
por el resto de mi vida.
A mi papá, Julio, por su apoyo en cada proyecto que he emprendido, su cariño y sus consejos a lo
largo del camino.
A mi hermano, Gustavo, por su compañía y ayuda desde el otro lado del mundo, animándome en
el proceso al creer en mí.
A Poncho, por sus apuntes y las conversaciones sobre Gonzalo Mallarino Flórez que han
resultado beneficiosos.
A Diana, por su interés en mi trabajo y el apoyo constante.
A Jackelyne, por tu compañía y tu ayuda en esta loca travesía en la que hemos reído y aprendido.
A Andrea Jaramillo, por los valiosos artículos que me pasó sobre Gonzalo Mallarino Flórez que
me han sido de mucha utilidad durante la elaboración de este trabajo.
A los galenos como Pedro Carmona, Juan Martín Gutiérrez, Rafael Pérez y Albis Hani, quienes
con su conocimiento médico me han apoyado a lo largo de mi vida.
A Cristo Figueroa, por su guía a lo largo de este proyecto y por las nuevas perspectivas sobre
Bogotá y la literatura colombiana.
A mis profesores de la carrera, por sus enseñanzas que me han hecho explorar los infinitos mundos
que posee la literatura.
A Lolita, por el apoyo y la ayuda otorgada a lo largo de mi carrera.
A Gonzalo Mallarino Flórez, por mostrarme a través de la Trilogía Bogotá que es posible relatar
historias humanas desde la sensibilidad de los personajes.
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Tabla de contenido
Introducción .................................................................................................................................... 6
Capítulo 1: Anselmo Piñedo, enfrente a la enfermedad y el amor ............................................... 11
1.1. El galeno: decisiones y búsquedas ..................................................................................... 12
1.2. Entre el jardín y los limones frescos .................................................................................. 18
1.3. El representante del vicio y el portavoz de las buenas costumbres .................................... 23
Capítulo 2: Alicia Piñedo: una médica, una madre y una mujer .................................................. 29
2.1. El retrato de una médica en 1926 ....................................................................................... 30
2.1.1. Una enemiga invisible ................................................................................................. 31
2.1.2. Médicos y comadronas ................................................................................................ 33
2.1.3. Otros conflictos............................................................................................................ 35
2.2. Remembranza de una mujer en 1962 ................................................................................. 41
2.2.1. Estructura de 1946 y 1962 ........................................................................................... 42
2.2.2. La transición ................................................................................................................ 44
2.2.3. Acumulación de sentimientos...................................................................................... 45
2.2.4. Esclarecimiento ........................................................................................................... 48
Capítulo 3: Adelaida, entre lo onírico, el delirio y la realidad ...................................................... 51
3.1. El período oscuro de Adelaida ........................................................................................... 52
3.2. El inicio del fin ................................................................................................................... 54
3.3. La calidez y la seguridad de un hogar ................................................................................ 62
3.4. Emprendiendo un nuevo rumbo ......................................................................................... 65
Conclusiones ................................................................................................................................. 69
Bibliografía ................................................................................................................................... 76
5
Introducción
Conocí a Gonzalo Mallarino Flórez cuando participé en un concurso de declamación de poesía,
supe que era poeta y que había escrito novelas cuando lo presentaron. Al llegar a casa ese día,
investigué un poco sobre él y les relaté a mis padres del concurso; en ese entonces mi interés estaba
enfocado en algunas obras clásicas, como las de Charles Dickens, las de Louise May Alcott, las
de Oscar Wilde, entre otros. Por algún motivo que no recuerdo, mi tío nos trajo Los otros y
Adelaida y aunque tenía curiosidad por leerlo no me animaba. Fue mi madre quien me dio la
motivación para leer la novela, pues la emotividad de la protagonista la había impresionado mucho
y me explicaba que era muy difícil retratar a una mujer de la forma en que Mallarino lo hacía. Leí
las primeras páginas y confirmé que mamá tenía razón, pero no pude continuar leyéndola pues la
vida estaba exigiendo su atención y la novela fue devuelta a su dueño.
Volví a recordar a Mallarino estando en la universidad e investigué sobre sus novelas, las busqué
en Amazon y compré las tres, pero en ese entonces la medicina me llamaba la atención y pensaba
que si Los otros y Adelaida había logrado ponerse en la piel de una mujer, sería interesante leer
Delante de ellas por el empleo de la medicina y la cotidianidad de la mujer, aunada a la expresividad
que le da Mallarino a las mujeres protagonistas, produciendo una novela única. No me equivoqué.
Después leería las otras novelas resultándome confusa Adelaida y la catalogué de loca y depresiva en
Los otros y Adelaida; en cambio las vivencias de Anselmo y Calabacillas me sorprendían y relataban
cuales eran las condiciones en las que se encontraba Bogotá a inicios del siglo XX, aunque la lectura
de una biografía de Rafael Pombo ya me había advertido de ello.
Durante la investigación de las novelas, descubrí que la Trilogía Bogotá 1 y Gonzalo Mallarino
Flórez no son muy conocidos en la narrativa colombiana; lo poco que existen acerca de ellos son
las reseñas de sus novelas (en su mayoría de Delante de ellas y una que otra de Los otros y
Adelaida) y breves menciones sobre el autor de su época como poeta, además de algunas
entrevistas referentes a la trilogía. Me sorprendí ante los hechos puesto que las novelas poseen
como elemento valioso sus personajes, los cuales nos hablan sobre su vida y sobre la ciudad en la
que viven en su correspondiente época. Por ello este trabajo intenta dar a conocer la Trilogía
Bogotá mediante el análisis de sus protagonistas, los cuales son los puntos centrales de las obras y
1
Gonzalo Mallarino Flórez nombra así a su trilogía de novelas, la cual está conformada por Según la costumbre,
Delante de ellas y Los otros y Adelaida.
6
de esta forma rescatar del olvido a un amable escritor que se ha empeñado en contar la historia de
las mujeres en Bogotá con profundidad.
Durante la exploración de las bases de este proyecto, encontré a un escritor argentino que tenía su
teoría sobre las formas en las narraciones que encontré muy acorde a lo que deseaba hacer. Su
nombre es Noé Jitrik y en “Destrucción y formas en las narraciones latinoamericanas actuales. El
‘autocuestionamiento’ en el origen de los cambios” explica que las obras narrativas tienen las
siguientes características: personajes, procedimientos de relatos, tema, descripciones y
explicaciones, ritmo y lenguaje empleado, pero el escritor siempre desarrolla más algunas de ellas
que otras y en la novela se puede visualizar su inclinación a cierto elemento; por ejemplo, en el
caso de la Trilogía Bogotá de Gonzalo Mallarino Flórez el elemento dominante en la obra son sus
protagonistas; son ellos el motor de la obra y es a través de sus perspectivas que la novela se va
desarrollando, mientras se evidencian las diferencias sociales, la época en la que se desenvuelve
la historia, los conflictos que surgen y los personajes que ayudan o complican la vida del
protagonista, entre otros aspectos.
La explicación que hace Jitrik sobre el personaje me pareció fundamental para el desarrollo del
análisis y un nuevo método para realizarlo:
[...] es el elemento que en la narración tal como la conocemos representa la máxima inteligilibilidad de
lo que se narra, es el elemento estructurante más preciso en la medida en que el cuento es el elemento
estructurante más preciso en la medida en que el cuento es contado por un ser humano a otros [...] Pero
“el” personaje es a su vez innumerables personajes y sus respectivas formas varían de acuerdo a
condiciones de aplicación de dicha proyección antropomórfica; de este modo, sería posible trazar una
historia de la forma del personaje cuyos momentos de evolución o de cambio coincidirían seguramente
con los momentos de cambio de la narración misma. (139)
Teniendo en cuenta lo anterior me propuse analizar a los protagonistas a través de los papeles que
iban encarnando en sus respectivas novelas, por ejemplo, las facetas de Anselmo Piñedo de Según
la costumbre estaban mucho más definidas y el libro facilitaba hacer ese análisis, pero Delante de
ellas y Los otros y Adelaida eran mucho más complejas y poderosas que la primera novela a causa
de los pensamientos y emociones que comparten las protagonistas junto con sus decisiones, aunado
a otros factores y aunque podía determinar sus facetas, el análisis no iba a tener la misma solidez
que Según la costumbre por la forma en que Mallarino las había retratado, así que opté por analizar
7
a Alicia y a Adelaida teniendo en cuenta el crecimiento que ellas realizan a lo largo de la novela,
pero en el caso de Alicia tuve presente la evolución de 1926, 1946 y 1962, años claves de la vida
de la protagonista mientras que en Adelaida tuve presente cuatro etapas indicadas implícitamente
en la novela.
Los protagonistas de las novelas (Anselmo, Alicia y Adelaida) son diferentes entre sí pero a la vez
tienen ciertas similitudes, además de su vínculo familiar, tales como su decisión de involucrarse en
causas; cada uno lucha con sus problemas personales; en cierto punto de sus vidas son transgresores
de la sociedad pero posteriormente son sometidos a ella; estos y otros aspectos, aunados a sus
diferencias, permiten tener un amplio panorama sobre el motor de las obras, pues en ellos reside la
esencia de las novelas y evidencian una narrativa que se va alejando de la violencia y la sordidez,
características de la literatura thanática según Pablo García Dussán, la cual: “[…] construye idea
de nación, memoria e identidad desde la periferia, desde el margen […]” (12), narrativa que era
bastante frecuente de encontrar en la época en que conocí a Mallarino y a Los otros y Adelaida,
que en su momento fue otra de las razones para sumergirme en la tercera novela, puesto que en
ese entonces la violencia era un tema constante en todos los medios y me resultaba tedioso
encontrarla en cada rincón, por lo tanto iniciar la lectura de Adelaida resultó ser un descanso dado
que se aleja de una narrativa violenta.
Para evidenciar la riqueza de la Trilogía Bogotá, cada capítulo de este trabajo se enfocó en un
protagonista de la novela y se empleó como metodología la detección y análisis de las
características de los mismos y sus roles en los entramados narrativos.
El primer capítulo enfoca a Anselmo Piñedo, en la novela Según la costumbre. Es el único
protagonista masculino de la Trilogía Bogotá y el análisis se enfoca en las tres facetas encontradas:
como médico, como enamorado y como la figura del bien, en donde se contrasta con Calabacillas,
antagonista de la novela, pues dicha comparación permitirá destacar las perspectivas del uno y del
otro sobre el mundo en el que se mueven, una Bogotá ubicada a inicios del siglo XX, además de
evidenciar ciertos detalles de la personalidad de ambos personajes.
El segundo capítulo enfoca a Alicia Piñedo, protagonista de Delante de ellas, hija de Anselmo y
abuela de Adelaida. A través de los conflictos que atraviesa en una Bogotá que aún se está
8
formando en 1926, 1946 y 1962 podemos conocer su personalidad y las razones que la llevan a
actuar de la forma en que lo hace durante las dificultades.
El tercer capítulo enfoca a Adelaida, nieta de Alicia y protagonista de Los otros y Adelaida.
Mediante las cuatro etapas que atraviesa la protagonista se evidenciará su crecimiento y ciertos
aspectos de la personalidad, además de analizar el límite difuso entre los sueños, el delirio y la
realidad que es una constante narrativa en medio de una Bogotá cuya representación está más cerca
de la actualidad que la de las otras dos novelas.
Había planeado originalmente hacer un contraste sobre la Bogotá de las novelas y Bogotá histórica,
pero las diversas incoherencias históricas que surgen en las dos primeras novelas me hicieron
desistir del proyecto, como se explicará en las conclusiones, además de evidenciar cómo la Trilogía
Bogotá se aleja de la literatura thanática, las otras miradas sobre Bogotá, nuevos temas que
surgieron en este trabajo y su cierre.
Con el análisis de los protagonistas pretendo mostrar una narrativa enfocada en las historias
humanas que se alejan de la literatura thanática y que motivan más a los escritores contemporáneos
del siglo XXI, como podemos verlo en Gonzalo Mallarino Flórez, pues la complejidad en la que
son retratados a través de sus conflictos personales y humanitarios permite evidenciar la
construcción detallada que Mallarino ha hecho de sus protagonistas en cada novela. Realizar el
análisis de sus personajes resultó un reto que estuve dispuesta a enfrentar para aprovechar también
la oportunidad de conocer con profundidad a Anselmo, Alicia y Adelaida y aclarar algunas
cuestiones acerca de sus acciones en las novelas que generan confusiones o rechazo en los lectores;
además considero que el conocimiento que se obtiene y la historia de Bogotá, permite realizar una
explicación que aclara esos temas y facilita su comprensión, pues en los asuntos “incomprensibles”
reside también parte del carácter de los personajes dado que son reflejo de un ser humano que se
ve enfrentado contra la sociedad, contra su propia mente y contra su ignorancia.
Con este trabajo se busca aportar a la literatura latinoamericana, en especial a la colombiana, un
elemento analítico que permita establecer que el estudio de los personajes es viable en
determinadas obras, análisis que otorga una nueva mirada a la obra que se estudia y que junto a
otras perspectivas puede mostrar los efectos literarios, históricos o sociológicos de una novela,
poema o cuento y que no necesariamente tiene que limitarse a la literatura europea o
9
estadounidense, sino que puede aplicarse en nuestra literatura nacional, teniendo en cuenta nuestro
contexto y nuestra narrativa, y de esa forma podríamos rescatar y apreciar el trabajo de los
escritores en la narrativa colombiana, especialmente en la contemporánea.
10
Capítulo 1:
Anselmo Piñedo, enfrente a la enfermedad y el amor
En la medicina como en el amor, ni jamás ni siempre
Proverbio francés
La Trilogía Bogotá inicia con Según la costumbre y tiene como protagonistas a Calabacillas y
Anselmo Piñedo. La novela se sitúa en una fría Bogotá a inicios del siglo XX 2, en donde se
desarrollan las perspectivas de Calabacillas y Anselmo, quienes desde sus posiciones opuestas, el
bajo mundo y el mundo de las buenas costumbres respectivamente, se embarcan en una travesía
paralela que se entrecruza y se desencadena a causa de una mortal enfermedad en la época: la
sífilis.
He aquí un breve resumen de la novela: Anselmo Piñedo es un médico que se dedica al estudio y
tratamiento de enfermedades infecciosas, que lucha por mantener a sus pacientes a salvo del cruel
martirio de la sífilis. A lo largo de la novela, Anselmo encuentra aliados como el doctor Lirás, con
quién descubrirá tratamientos para sus pacientes y un método de diagnóstico realmente efectivo.
A raíz de la muerte de míster Wilmot, él se enamora de Kitty Wilmot, la viuda de su paciente. En
su batalla por detener la propagación de la enfermedad, conocerá a Raquel, una prostituta que no
tuvo otra opción que involucrarse en ese mundo para sobrevivir y del que él logra apartarla al
contratarla para que trabaje en su consultorio. Sin embargo, poco a poco Anselmo se sumerge en
una confusión sentimental, al sentirse atraído por Raquel y por Kitty, sin saber con certeza alguna
a quien ama realmente. Mientras Anselmo batalla contra la enfermedad y determina a quién ama,
conoce a Calabacillas, el antagonista de la novela y quien mantiene el negocio de la prostitución
funcionando, pese a las dificultades que la enfermedad ha traído y cuyo principal interés en toda
la novela es ganar mucho dinero.
Según la costumbre surge de la necesidad de Gonzalo Mallarino Flórez de contar la historia de
Bogotá3, relatándonos cómo era la ciudad en esa época a través de una enfermedad tan agresiva
2
En la novela no se especifica las fechas en las que transcurren la historia, sin embargo, el empleo del Salvarsán es el
que indica que la obra transcurre en su mayor parte en 1910, pues es el año en el cual se comercializo el medicamento.
3
Como relata el autor a Andrés Ospina en una entrevista titulada Los otros, Adelaida y Mallarino. Entrevista a
Gonzalo Mallarino Flórez
11
como la sífilis que castigaba con fuerza a la ciudad; para relatar esa historia era necesario un
personaje que le hablara al lector y le explicara cómo era la situación en ese entonces; Mallarino
lo hizo a través de Anselmo y de Calabacillas, quienes desde sus mundos revelan la realidad de la
ciudad marcada por las costumbres y el vicio. Me interesa analizar a Anselmo porque él va
cambiando a lo largo de las páginas y sutilmente va creciendo a medida que atraviesa las
situaciones que lo retan y le exigen a nivel personal; para alcanzar el propósito de este trabajo, se
analiza a Anselmo Piñedo empleando tres facetas esenciales que conforman al personaje, pues
ellas revelan la personalidad del único protagonista masculino de la trilogía y evidencian su
crecimiento existencial.
1.1. El galeno: decisiones y búsquedas
Prometo solemnemente consagrar mi vida al servicio de la humanidad,
Otorgar a mis maestros el respeto y la gratitud que merecen,
Ejercer mi profesión a conciencia y dignamente,
Velar ante todo por la salud de mi paciente, […]
Hago estas promesas solemne y libremente, bajo mi palabra de honor.
Declaración de Ginebra de la Asociación Médica Mundial
A lo largo de los siglos, los médicos han sido personajes recurrentes en la literatura representados
de diversas formas, tales como el médico que ambiciona vencer a la muerte a cualquier costo y
juega a ser Dios, decisión que lo perseguirá por el resto de su vida; el sabio que enseña métodos
que se alejan de las formas arcaicas de la época; aquel doctor que les resta importancia a las
alucinaciones de su paciente y sugiere procedimientos inútiles para tratar el estrés postraumático;
el médico que pasa a ser el héroe de una ciudad por descubrir la cura de una enfermedad e
interponerse sin saberlo en una historia de amor; aquel personaje que pasa a narrar las
investigaciones de su amigo detective, empleando sus conocimientos en algunos casos; incluso
empieza como un ilusionado joven que realiza su práctica médica en el campo y poco a poco pierde
su optimismo y cae progresivamente en una adicción a la morfina, entre otros especialistas que
están esparcidos en diferentes obras y cada retrato es creado acorde a los intereses del escritor de
la obra, muchas veces basados en personas reales o en vivencias personales.
12
En Según la costumbre, el médico es retratado de dos formas: aquel que trabaja mediocremente
para pagar sus vicios, representado por el médico de Sibaté que trabaja para Calabacillas, y el que
se preocupa por salvar la vida de sus pacientes y detener la propagación de la enfermedad,
personificados por el doctor Lirás y Anselmo. La narración en primera persona en tiempo presente
de Anselmo, permite conocer la lucha que deben enfrentar ambos médicos para detener la sífilis
en los inicios del siglo XX; sin embargo, Mallarino también proporciona una visión humana de los
médicos, que si bien no es una perspectiva profunda sobre el oficio a causa de la parcial
complejidad mostrada en el personaje de Anselmo, hay que tener en cuenta que parte de la
identidad como médico reside en la esencia del ser de la persona en cuestión, y sólo evidencia
ciertos aspectos que ayudan al lector a hacerse una idea específica sobre quién es Anselmo Piñedo.
El primer aspecto que conocemos de Anselmo es su papel de médico, pues el primer episodio
donde hace su aparición es un informe médico en el que describe el estado de mister Wilmot, su
enfermedad y el procedimiento a realizar con él. Es una faceta que lo acompaña a lo largo de la
novela, y por la cual conoceremos fragmentos de la realidad de Bogotá y de la sífilis; sin importar
la clase social a la que perteneciera el paciente, el sexo, la edad o la raza, Anselmo vela por ellos
y se convierte en su principal prioridad en gran parte de la novela, como lo evidencia en diferentes
momentos donde vemos que antepone su deber como galeno a los sentimientos afectivos y su
persistente lucha para salvar a los enfermos con la ayuda del Dr. Lirás y Raquel, a pesar de las
complicaciones que esto representa perseverando en sus batallas.
El caso de míster Wilmot es importante para analizar Anselmo porque el fallecimiento del británico
se convierte en una carga muy pesada que lleva a lo largo de la novela y que constituye en el mayor
temor de Anselmo Piñedo. No obstante, será lo que impulsa al protagonista a luchar contra la sífilis
y a vencer las complicaciones que se le presentan en el camino. Míster Wilmot llega a su
consultorio con la enfermedad avanzada y aunque se procede con el tratamiento de algunas heridas
y las inyecciones de mercurio (el único tratamiento disponible para tratar la sífilis en ese
momento), empeora y termina paralizado por seis meses, por lo que Anselmo pasa a visitarlo
frecuentemente. El inglés muere en Navidad de un paro respiratorio y esta muerte es asumida como
una derrota por el médico, pero toma implícitamente la determinación de vencerla y los lectores
descubrimos la causa de la muerte: el tratamiento de mercurio, que al usarse indiscriminadamente
13
causa efectos secundarios en los pacientes y al final, ocasiona la muerte. Por esa razón Anselmo
se siente responsable, aunque él desconocía esa nueva información acerca del mercurio.
En cada caso que el doctor Piñedo atiende tiene presente a míster Wilmot, pues le preocupa que
terminen destrozados por la enfermedad y hace lo posible para evitarlo, pero este recuerdo y cada
situación referente a la sífilis es una marca que lleva grabada el médico para la atención posterior
de sus pacientes con este mal. Sumado a esto, él debe luchar con la vergüenza de sus pacientes por
lo que representa la enfermedad y el hecho que asistan a consulta tarde cuando la sífilis ya ha
avanzado y su tratamiento es limitado, aunado a que en ese momento es el único efectivo y con el
cual se debe tener especial cuidado al administrarlo.
La pérdida de su paciente desencadena que Anselmo inicie una investigación sobre un problema
que afecta tanto a ricos como pobres, debido a que los principales focos de infección se encuentra
en los prostíbulos: “Los caballeros de sociedad en Bogotá tienen ya muy arraigado ese vicio.
Mientras el pueblo va a los lugares más miserables los ricos se hacen atender como si viviéramos
en Europa” (83). Él le advierte al lector cuántas personas han muerto en el año por causa de la
sífilis y las complicaciones que debe afrontar a causa de las limitaciones existentes de la época
para diagnosticarla:
Sé que la mayor dificultad es establecer con la debida oportunidad la presencia de la infección en el
organismo. Decenas de personas pueden estar infectadas sin saberlo. En ocasiones los síntomas sólo
aparecen muy tarde. Esto hace incontrolable el proceso de transmisión. Las pruebas clínicas con que
cuento son muy limitadas. Yo mismo no sé con precisión qué es lo que hay en el suero de un paciente.
He confirmado en Medicina Legal que en el último año han muerto en Bogotá veintitrés personas a
causa de la enfermedad. (21)
Esos hechos junto con otras complicaciones se le presentan al protagonista, quien hace lo mejor
que puede con la ayuda del doctor Lirás. Juntos buscan encontrar un mejor tratamiento ya se
preocupan mucho cuando no puede salvar las vidas de los pacientes, como ocurre con Anselmo en
el caso de Luisico Lesmes, quien termina suicidándose al estar muy avanzada la enfermedad.
Por eso cuando surge un nuevo tratamiento que ofrece una gran mejoría a las heridas y frena los
avances de la sífilis (Salvarsán) o un nuevo método de diagnóstico (la reacción de Wasserman)4,
4
La reacción permite analizar el suero sanguíneo del paciente para detectar la presencia del treponema pallidum, lo
cual le permitirá a los médicos actuar pronto y evitar que la situación empeore, pues: “Lo único que nos dará
14
siempre piensa primero en los pacientes que aún están vivos y en lo mucho que les va a servir.
Incluso se siente impotente para tratar con Salvarsán a Sotileza 5, ya que este no funciona con los
pacientes que han sido tratados agresivamente con mercurio.
La compasión de Anselmo es otro punto interesante de su personalidad, no sólo por la relación con
sus pacientes sino con los familiares de ellos. Tres ejemplos ocurren en diferentes momentos de la
novela, los cuales evidencian los efectos de este sentimiento:
El primero de ellos ocurre cuando Anselmo es contratado para revisar a las prostitutas de doña
Aída y allí les toma una muestra de sangre para determinar la presencia de la enfermedad; al
detectarla en una de ellas, la lleva al hospital San Juan de Dios. En ese episodio el doctor Piñedo
relata el tratamiento con Salvarsán, pero antes de relatarlo, habla más sobre ella, inicialmente tiene
un tono de incomprensión, pues cuenta que era imposible no darse cuenta que estaba enferma
desde hace cerca de un año por las lesiones que tenía en el torso y Anselmo se pregunta a cuántos
habrá infectado, pero luego cambia la actitud e indica que ella debía disimular su enfermedad para
que no la echaran de la casa de doña Aída, ya que no tendría otro lugar al que ir: “Seguro ya no
puede volver a la casa de sus papás. A la vida que tuvo antes. El susto de una niña de estas una vez
que se ve así. Debe ser como adquirir la lepra y tener que ocultárselo a todos los que viven con
uno. Pobrecita niña. Debía de cubrirse permanentemente. Me imagino. Evitar que la vieran
desnuda. Por lo menos el torso” (146).
Aunque la joven al ocultar la enfermedad permitió que la infección se propagara durante un largo
tiempo, Anselmo comprende que ella no tenía otra opción porque de enterarse doña Aída la
despediría pues ella tenía la enfermedad bastante avanzada y la descripción médica de sus lesiones
evidencia la gravedad de sus heridas que le impedían comer sin sufrir un atroz dolor.
Los otros dos ejemplos tienen relación con la vergüenza social y para comprender la situación, es
necesario conocer el contexto de la sífilis en Colombia. En un artículo “Médicos, prostitución y
enfermedades venéreas en Colombia (1886-1951)” de Diana Obregón explica que la sociedad
bogotana tenía muy presente que la sífilis y demás eran consideradas un castigo de Dios por la
tranquilidad es comprobar día a día que la infección no ha regresado. «La sangre de nuestros pacientes, mi querido
doctor Piñedo», me dijo el doctor Lirás esta tarde, «es para nosotros como el firmamento que escruta el astrónomo en
su búsqueda de los cuerpos celestes»” (148).
5
Una indígena de Facatativá que estaba bajo el poder de Calabacillas.
15
inmoralidad de la gente, ya que se sabía que quienes adquirían esas infecciones era por causa de
las visitas a los prostíbulos6. Este fue un pensamiento que persistiría por mucho tiempo en la
sociedad bogotana y los médicos debieron apartar esa idea para salvar a sus pacientes7.
Anselmo entendía eso y el dolor de los familiares de sus pacientes, como se ve en los siguientes
dos ejemplos: al final de la novela, Anselmo recuerda a Kitty en el funeral de su esposo y medita
sobre lo difícil que debió haber sido para ella que él falleciera de esa forma; el otro sucede en el
momento en que Luisico le pide ayuda a Piñedo: “«¿Qué voy a hacer, Anselmito?», me preguntó
Luisico, «¿qué le digo a Adriana?». Yo pensaba además en la mamá de Luisico. ¿Qué iría a pensar
de todo esto? Uno de sus hijos en estas. Y precisamente el que ella idolatraba. Qué dolor para ella.
Y qué humillación para todos” (35).
Ante las diversas complicaciones que se le presentaban para diagnosticar y tratar la sífilis, él se
encuentra agradecido con el doctor Lirás por todo lo que ha hecho por él en su batalla contra la
enfermedad y viendo la efectividad del Salvarsán, ha demostrado ser un aliado de confianza con
quien puede contar en cualquier momento, pues: “No sabría nada de lo que él me ha enseñado en
lo bacteriológico. Yo eso lo ignoraba todo absolutamente […] Esta enfermedad es artera. Hay que
ver la forma como él la va combatiendo. Su destreza para combinar los medicamentos. Su sabiduría
para la dosificación precisa. Es una cosa de inspiración e ingenio extremos” (154-55).
Si bien Anselmo no tenía los conocimientos bacteriológicos del doctor Lirás, poseía los
conocimientos médicos necesarios para dialogar y consultar sobre la situación de los pacientes,
una opción importante para un especialista de la salud cuando no sabe cómo proceder, y también
6
Se entiende entonces por qué míster Wilmot acude tarde a la consulta y Luisico Lesmes les oculta la enfermedad a
sus papás.
7
El artículo de Obregón que aparece en Dialnet explica que:
[…] los médicos dispusieron de las bases institucionales para desplegar su labor no solamente curativa
y sanitaria, sino también social y moral que les permitía diagnosticar los males de una sociedad en franco
proceso de urbanización y de cambio. Si la prostitución inquietaba de manera singular al cuerpo médico
y a las autoridades de higiene era por su doble carácter de ultraje al pudor y a la moral cristiana y de
vehículo privilegiado de difusión de la sífilis y de otras enfermedades 'venéreas'. Con todo, por más que
la prostitución les pareciese moralmente repugnante, los médicos debían distanciarse de la noción
cristiana de las enfermedades 'venéreas' como castigo por el pecado y debían convertir la una y las otras
en objeto de conocimiento. Por ello mantenían la imagen de las enfermedades 'venéreas' como
infracción a la moral establecida, aunque no necesariamente como pecado en un sentido religioso.
16
el valor necesario para levantarse e insistir en la tarea aunque el panorama sea oscuro, así que
Anselmo pasa a ser un ejemplo que motiva a quien se fije en él y en su determinación.
Una de las decisiones impulsivas y casi que desesperadas que realiza el doctor Piñedo para salvar
a sus pacientes es buscar la ayuda de una prostituta: Raquel. Ella ayuda a Anselmo a introducirse
en el bajo mundo, pues desde su posición como prostituta conoce el negocio debido a que él le
interesa frenar la enfermedad desde los focos de infección, ofreciendo sus servicios como médico
y de esta forma mitigar la propagación de la sífilis, sacando a las mujeres infectadas mediante los
exámenes médicos. Esta es una idea bastante arriesgada y atrevida, pues aliarse con lo más bajo
de la sociedad no estaba bien visto, pero a él no le importa si de esta forma logra detener la
propagación de la enfermedad.
Anselmo conoce a Raquel luego del suicidio de Luisico. El doctor Piñedo llevaba semanas
esperándola para hablar con ella y, después de lo sucedido con Luisico, insiste en su búsqueda y
logra encontrarla para intentar dialogar con ella, pero ella desconfía de él al creer que sólo busca
sus servicios y lo rechaza. La desesperación de Anselmo es más grande que la vergüenza que
experimenta por acosar a una mujer, y él la sigue y la busca en el Campín, donde finalmente logra
conversar con ella y le explica a Raquel el motivo de su visita:
Yo le dije que era médico. Que estaba preocupado. Que había muchas mujeres enfermándose allá donde
ella trabajaba. «Quiero curarlas si están enfermas», «¿Enfermas de qué?», dijo ella. Le volví a decir que
había muchas personas enfermas. Ella tenía que haberlo visto. Le insistí en que era la enfermedad esa
que producía esas infecciones. Que mataba a quien la contrajera si no se ponía en manos de un médico.
(42-43)
Aunque Raquel reconoce la enfermedad a la que se refiere Anselmo, le indica que no se puede
hacer nada, pues: “«Ustedes buscan los servicios», dijo, «nosotras nos morimos de hambre si no
trabajamos»” (43). Esto revela otra cara del oficio, debido a que hasta ese momento, conocemos
levemente sobre la prostitución forzada (lado que vemos en profundidad con Sotileza) y con la
historia de Raquel, el lector y Anselmo descubren que es su medio de subsistencia ya que el Estado
la abandona al morir su esposo y sus hijos en la Guerra de los Mil Días. A pesar de todo, Raquel
decide ayudar a Anselmo con la condición de no involucrar a los de Salubridad y él toma la
decisión de contratarla para que trabaje en su consultorio y de esa forma poder darle mejores
condiciones de vida.
17
Sin embargo, Raquel empieza a adquirir importancia para Anselmo a medida que avanza la novela
y pasa de ser un apoyo en su lucha a ser la mujer que le conmociona la vida, ya que altera su mundo
y sus prioridades.
1.2. Entre el jardín y los limones frescos
La mañana huele a limones frescos
Según la costumbre
Su faceta como enamorado es muy evidente porque va declarando su amor por Kitty y Raquel,
exponiendo sus pensamientos amorosos en un lenguaje poético. Es una de las facetas que más me
gustan de esta novela porque las confesiones de Anselmo evidencian confusión e inseguridad en
torno del tema y sus dudas son tan concluyentes que el lector se frustra porque es claro a quien
ama en realidad. Al darle tanta prioridad a su oficio hace que su indecisión lo acompañe la mayor
parte del tiempo pues jamás le ha prestado atención al asunto y es muy interesante cómo concluye
el final de la novela. Esto aunado al lenguaje poético8 con el que se expresa de manera romántica
me resulta atractivo por la sencillez que emana a primera vista, pero en el fondo intenta decidirse
y aprende sobre el amor en el proceso.
El caso de míster Wilmot lo impulsa a vivir experiencias desconocidas que hasta ese momento
jamás habían tocado su vida: el amor y la pasión. Inicia en el momento que Anselmo le informa a
míster Wilmot que su salud ha empeorado y el inglés le pide que le informe a su esposa, tarea que
el protagonista va a desempeñar. En el primer encuentro con Kitty Wilmot se nota la incomodidad
que Anselmo experimenta al apreciar la belleza de la señora inglesa:
8
Quiero señalar un aspecto importante en relación a esto. En Según la costumbre encontramos frecuentemente el
lenguaje poético en las situaciones amorosas por las que atraviesa Anselmo, siendo una constante a lo largo de la
novela. También aplica en Delante de ellas con menor intensidad y en Los otros y Adelaida ya no hay rastros de ello.
Mallarino cuenta en la entrevista que le hizo Andrés Ospina, publicada en El Blogotazo de El Tiempo, que cuando
escribió el primer borrador de Según la costumbre el resultado era malo, entonces: “La única salida la encontré en la
poesía. Volví a los versos. Me di cuenta de cómo formulaba yo las ideas en la poesía, con unidades de sonido, de color
y de visión, y empecé a tratar de escribir la novela así, con una sintaxis especial. Entonces prescindí de los puntos
seguidos, de los puntos y comas, de las comas y comencé a encontrar un instrumento lingüístico.”
18
Me miro directamente. Me preguntó por las niñas. Era todo lo que le importaba en ese momento. Yo le
aseguré que podía estar tranquila. El viento abrió un poco la cortina y un haz de luz llegó hasta el salón.
Pude ver entonces sus ojos íntegramente. El mentón delgado que daba comienzo al óvalo terso de la
cara. Los labios contraídos. Me quede mirándola. Me pareció la mujer más bella y más triste que había
visto en mi vida. Alcé el sombrero que había puesto sobre el tapete. Me puse de pie y me despedí.
Descendí con prisa las escaleras de la casa y salí aliviado a la calle. (13-14)
Él mismo reconoce en algún momento que es inexperto y débil en esos asuntos: “Yo no he sido
un hombre galante [...] Siempre me he sentido intimidado. Siempre supe que esto me llegaría más
bien tarde. En determinado momento. De cierta manera. Como en efecto ha sucedido” (77). Su
inexperiencia y la ausencia de Antonio9 serán los que le traigan a Anselmo grandes dilemas
amorosos que él no podrá solucionarlos por sí mismo.
Anselmo inicia una relación con Kitty tras el fallecimiento del esposo de esta; pensar en ella es un
consuelo y una distracción frente al reto de la enfermedad. Es un acercamiento lento, pero
finalmente ella acepta que él vaya a visitarla en su casa y él va a verla todos los sábados.
Entre tanto Raquel empieza a trabajar en el consultorio, creando una gran confusión en Anselmo,
pues ella cobra importancia en la vida del protagonista: “Desde que Raquel está conmigo la vida
es mejor. Cuando me despierto por la mañana ella ya está en el consultorio. Si me despierto más
temprano no me levanto como hacía antes. Me quedo acostado esperando a que llegue Raquel. La
oigo ir y venir. Quisiera que me llamara desde el otro lado. Que me dijera que ya llegó [...] Desde
que ella está aquí ya no sé qué pensar de nada” (68).
A Anselmo lo turba la presencia de Raquel, ya que ella tiene una personalidad seductora y le
inspira muchos sentimientos confusos con los que él no está familiarizado, al punto de asociar el
olor de los limones frescos con ella, además de que su vida se ha vuelto más agradable con los
pequeños detalles como las cortinas, ordenar el lugar, ponerle flores o hablar con los pacientes.
Hasta la descripción física que hace de ella es más profunda: “Trae algo que le he pedido y percibo
inmediatamente el olor a limones frescos. Veo entonces los ojos negros que me miran. Y el pecho
9
Antonio es el primo poeta de Anselmo. Es descrito por él como un experto en el amor y constantemente se hace
referencia a que es la persona que podría aclarar las dudas de Piñedo. Su ausencia forma parte de la historia secundaria
que desarrolla Mallarino.
19
con la respiración tan honda. Y así se va de mi la señora inglesa y todo lo ocupa Raquel. Su pelo
negrísimo. Su voz como de aceite” (69).
En cambio, la descripción física de Kitty es más breve en comparación con la de Raquel: “Y tengo
también el recuerdo de los ojos de la señora Wilmot. Sus manos. Su cara blanquísima. La recuerdo
en el cementerio. Esa tarde junto a los pinos oscuros. Recuerdo los ojos azules y los labios
delgados. Y el dibujo de la boca. Delgada. Cómo he querido besar esa boca. Sentir esa tristeza”
(68-69).
Debemos tener en cuenta que Anselmo es una persona tímida, reservada, respetuoso y poco dado
a las relaciones humanas, por eso, pese a la impresión que le causa Raquel, no tenemos certeza
absoluta de que esté enamorado de ella, además él siempre declara su afecto por Kitty y el lector
puede ver que la admira y tiene un instinto protector cuando enfatiza en quitarle su tristeza:
Conversamos en voz baja. Nos miramos. Yo no dejo de mirarla. El cuello delgado. Las manos. La boca.
La otra vez dejó por primera vez su pelo suelto. Yo me estremecí cuando la vi. Es pelirroja. Su pelo es
brillante. Y largo. Le llega casi hasta la cintura. Lo que pasa es que siempre se lo recoge. Poco a poco
dejamos de mencionar al señor Wilmot. Y empezamos a hablar de otras cosas. Ella me refirió unas cosas
de su niñez en el puerto de Bristol. […] Somos distintos. Pero hemos empezado a vernos todos los
sábados. […] Yo espero que llegue ese día durante la semana. Cuando voy a acercándome a su casa el
corazón me palpita. (75-76)
Sin embargo, la confusión afectiva del protagonista acompaña al lector hasta cierto punto, pues
está seguro de que Anselmo está enamorado de Kitty, y en el episodio en el que se habla de la
relación ella permite pasar a un nivel sexual, y es cuando se descubre que Anselmo no está
enamorado de la señora Wilmot, sino que ve en ella a la persona ideal para tener una relación
pasional y la descripción que hace de ella en los anteriores capítulos establece un tono de
admiración por la clase de persona que es y lo que representa en la sociedad.
A partir de ese momento nuestras dudas quedan resueltas, pues Anselmo está profundamente
enamorado de Raquel y cada situación que sucede referente a ella lo confirma 10; él para no
decepcionarla, le oculta su relación con Kitty porque no quiere hacerle daño. Esta decisión
perjudica su idilio con Kitty, puesto que Anselmo no quiere que la gente lo note para evitar que
10
Un ejemplo es el caso de Sotileza.
20
Raquel lo sepa. Y he ahí uno de los problemas que se genera con el protagonista y que defrauda al
lector, pues él está muy seguro sobre su relación con Kitty, pero todo se va a la borda cuando está
con Raquel, pues no está seguro acerca de sus sentimientos por ella, como se evidencia en el
siguiente fragmento: “Yo sólo lo puedo decir así. He conocido la intimidad de una mujer por
primera vez en mi vida. He amado por primera vez. Pero si Raquel está cerca yo no sé de mí [...]
Me mira un poco a hurtadillas con esos ojos negros. Con esos ojos que se me meten por dentro del
alma” (95).
Luego de unos sucesos terribles que le acontecen a Anselmo y a Raquel, él reflexiona sobre su
relación con ella y el siguiente fragmento es clave porque es uno de los grandes pasos que realiza
el protagonista, quien es honesto consigo mismo acerca de sus sentimientos por Raquel:
La verdad es que las cosas sí han tomado un rumbo. Para qué ocultar eso. Desde que yo saqué a Raquel
de su cabaña en los potreros de El Campín y la llevé a la casa de mi mamá. Las cosas tomaron un rumbo.
Esa es la verdad. Yo he podido valerme de Raquel para entrar en su mundo y dejarla después tranquila.
Es verdad que yo necesitaba de Raquel para entrar en las vísceras de esta ciudad. Para empezar a
combatir este enemigo que me ha obsesionado. Pero me fui enredando. No quería que ella se pudiera
arrepentir. Que regresara a su vida de antes. Que se apartara. Empecé a quererla a mi lado. A buscarla.
A necesitarla. Y ahí se me enredó todo (156).
Unidos por las terribles circunstancias, Anselmo poco a poco va tomando el coraje para acercarse
a Raquel y de esa forma el lector y Anselmo se dan cuenta de que los sentimientos son mutuos.
Esos avances son esenciales porque cada vez más él va comprendiendo que ama a Raquel y ya no
experimenta la incertidumbre que vivía anteriormente, pero en su corazón aún está Kitty, a quien
visita luego de tres semanas inmerso en los problemas.
Va a su casa y se da cuenta de cuán sólo estaba durante el tiempo que no se vio con Kitty; mientras
se queda dormido se revela un pensamiento que explica la importancia de ella para Anselmo:
El sueño empezó a vencerme. El perfume del cuerpo de ella me llevaba hasta el sueño. La respiración
de Kitty. El mundo dulce de dedos blancos. La casa de ella. La alcoba de ella. El mundo seguro de ella
cuando estoy aquí a su lado. Pensé cómo Kitty siempre me ha pedido que esté aquí. Cómo me ha
llamado. ¿Por qué no he entrado al jardín donde me está esperando ella? ¿Por qué me vuelvo a salir al
frío? «Ahora quiero entrar y alojarme aquí para siempre», pensé, «quiero sentir esta paz sosteniendo
estas manos que amo», pensé al borde del sueño. (189-90)
21
Sin embargo, su tranquilidad es perturbada por malas noticias de parte de Kitty, lo cual determina
el futuro de la pareja: “«Anselmo», me dijo bajito, «voy a volver con las niñas a Inglaterra». «¿Por
qué?», le pregunté. «Tú sabes por qué», dijo. Yo sabía por qué. Pero tenía la esperanza de que el
tiempo pasaría y mi corazón me diría. El tiempo me señalaría que debía hacer” (190). Ella se va
porque Anselmo no puede darle lo que ella quiere: una relación normal. Y en ese instante el
protagonista comprende que los momentos que pasa con ella le hacen olvidar el mundo gris y
sórdido que se encuentra en el exterior de su alcoba, que la vida a su lado es tranquila, ordenada,
su relación sería aceptada por la sociedad y es un mundo seguro en el que él podría vivir.11
Más adelante pierde a Raquel y el protagonista reconoce que necesitó perder a las dos para darse
cuenta de cuánto las quería. Piensa con tristeza en Kitty y en las hijas de ella, en la vida que
hubieran podido tener juntos en Inglaterra (201). En cambio, cuando recuerda a Raquel siente un
dolor profundo y mucha soledad en su corazón, la extraña y lamenta no haberla besado, pero lo
que más le pesa es que ella no le responda sus cartas (201). Sin Raquel, la vida pierde sentido, ni
siquiera su trabajo tiene la misma importancia que antes; él mismo lo reconoce en su carta en la
cual le pide que vuelva o que le permita visitarla y decirle cuanto la quiere.
Cerca del final de la novela, su madre le pregunta a Anselmo por Raquel y él piensa cuál sería su
opinión si conociese la historia de ella, pero para él ese tema ya no es relevante y es en ese momento
que llega el paso final: “Yo amo a Raquel con todo mi corazón.” (205) Es importante esta
declaración por dos motivos: uno, porque no hay que olvidar que Raquel fue prostituta y, si bien
dejó su oficio, ya está señalada por la sociedad, y aunque Anselmo jamás lo vio como un problema
para trabajar con Raquel y mucho menos para estar con ella, el hecho de que ya no le sea relevante
la opinión de su madre quiere decir que está dispuesto a luchar por ella para permanecer juntos; y
segundo, con esta confesión Anselmo pone punto final a su confusión y acepta el amor que siente
por Raquel.
Raquel es la mujer que motiva a Anselmo a vivir, él afirma que sin ella su trabajo no tiene sentido;
con ella comparten detalles como la lucha contra la sífilis, los pacientes, la voluntad de ayudar,
Juan Eduardo Cirlot define en su Diccionario de símbolos: “Jardín. El jardín es el ámbito en que la naturaleza
aparece sometida, ordenada, seleccionada, cercada. Por esto constituye un símbolo de la conciencia frente a la selva
(inconsciente), como la isla ante el océano” (267). Kitty representa el jardín, un lugar ordenado y en el que todo está
bajo control, y ella es quien le otorga seguridad, tranquilidad y bienestar a Anselmo cuando están juntos.
11
22
entre otros elementos; su soledad no existe y su amor es un amor mutuo y sin pretensiones que ha
permanecido silencioso a lo largo de la obra y que poco a poco surge con fuerza.
Gonzalo Mallarino Flórez concluye la novela con una frase que refleja la esperanza que
experimentan el lector y Anselmo, una frase poderosa que evidencia el nuevo inicio de la relación
de Anselmo y Raquel: “La mañana huele a limones frescos” (230). Aunque ha tenido que perder
a ambas mujeres y atravesar por esa tormenta sin la guía de su primo Antonio, Anselmo crece
enormemente en el área amorosa, pues de ser un médico que se turbaba por el afecto que podía
sentir pasa a ser un hombre apasionado, profundamente enamorado de una mujer que le ha
enseñado muchas lecciones sobre la vida.
1.3. El representante del vicio y el portavoz de las buenas costumbres
Si es que yo le debo todo al vicio
Según la costumbre
La lucha del bien contra el mal es un tema constante a lo largo de la historia de la humanidad,
cuyos resultado sólo pueden terminar de tres formas: el bien triunfa sobre el mal, la maldad
destruye a la inocencia o tanto el uno como el otro terminan en un área gris en el que pueden haber
ganado pero también perdido. Es una cuestión que abarca áreas políticas, económicas, sociales y
literarias, imposible dejar de lado en la vida pues en nuestro diario vivir están presentes todo el
tiempo y dependiendo de cada ser humano la balanza se inclina a un lado u otro.
Cada uno de nosotros conoce la lucha del bien contra el mal, la cual adquiere diferentes
representaciones dependiendo del ser humano y la visión subjetiva de cada individuo refleja una
interpretación sobre el malo y el bueno; esto podemos confirmarlo en el enorme registro que al
respecto tienen la historia, el arte y la literatura, las cuales evidencian la riqueza de perspectivas
que han surgido desde el inicio del hombre.
23
Según la costumbre es una obra androcéntrica12, cuya narración intercala la visión del malo
(Calabacillas) y la del bueno (Anselmo) a lo largo de la novela. Calabacillas narra desde abajo un
mundo marcado por el vicio, por la codicia y por la criminalidad, mientras que Anselmo narra
desde arriba, donde dominan las buenas costumbres, los ricos y la obediencia de las normas.
El contraste de ambos personajes constituye una riqueza de la novela; Mallarino otorga una mirada
peculiar a una época desconocida para muchas personas, permitiéndole al lector tener una visión
del funcionamiento de la sociedad bogotana en los inicios del siglo XX; no olvidemos que Bogotá
desde la Colonia ha sido una ciudad marcada por la desigualdad y al mostrar los dos extremos en
Según la costumbre con la típica figura del malo y del bueno conocemos como se desenvolvían en
ese entonces.
El personaje con el cual Gonzalo Mallarino Flórez inicia la novela es Calabacillas, quien introduce
al lector inmediatamente al mundo narrado: “Voy a decir la verdad de las cosas. Con esto de la
enfermedad nos ha tocado traer mujeres de Facatativá. Son indias. Están sucias. Y huelen a leche
de cabra. Pero a los caballeros les gustan. Porque obedecen. Las traemos en una carreta. Al orejón
que me las consigue le insisto en que tienen que estar bien sanas. No queremos que los caballeros
se infecten” (7).
En el primer episodio el lector se entera rápidamente que Calabacillas está en el negocio de la
prostitución; vive en un inquilinato y tiene una pieza propia, así que no está en la absoluta pobreza;
piensa en el dinero que va a obtener con el negocio, y le interesan los beneficios del mismo; oculta
su comida y su bebida bajo el colchón, es receloso con lo suyo, pues comenta que un grupo de
hombres del inquilinato lo miraron con rabia; y se deleita observando por el ojo de una cerradura
a las indígenas que ha traído el orejón en todo momento, así tenga que mirar desde una cerradura
mientras doña Carlina (una aliada) las arregla y las baña.
Es interesante que el antagonista disfrute de observar a los demás, que describa las acciones del
otro y le guste hablar sobre ellos porque de esta manera conocemos más las otras personas y al
La RAE define el androcentrismo como: “1. m. Visión del mundo y de las relaciones sociales centrada en el punto
de vista masculino”. La voz androcéntrica es frecuente de hallar en obras donde uno de los temas principales es la
prostitución como señala Rocío Oviedo Pérez de Tuviela en Asedios al cuerpo: introducción a la narrativa de burdel.
La primera novela de Gonzalo Mallarino Flórez cumple con esa característica al ser dos hombres los narradores, pero
cada uno tiene una visión diferente sobre el oficio más antiguo del mundo y sobre las mujeres que forman parte de
ello.
12
24
mismo Calabacillas en comparación con Anselmo, quien es un hombre reservado que sólo da
información breve y concreta sobre las personas que lo rodean, sin embargo, suele expandirse
hablando sobre los retos médicos a los que se enfrenta. Debido a que Calabacillas no tiene
problema en relatar su realidad genera mucha más información, sin embargo, con el antagonista
hay que ser selectivo para saber de él porque el exceso de información resulta una distracción para
quien busca saber más sobre el narrador.
Él siempre aprovecha cualquier oportunidad de poder que se le presente, permanece a la sombra y
observa lo que sucede sin participar en ello, pero siempre dando su opinión y tratando de sacar
provecho de la situación, por ejemplo explota la necesidad de doña Aída para conseguir mano de
obra y logra establecer sociedad con ella.
Salubridad cierra los prostíbulos y mete a la cárcel a todo aquel que esté relacionado con el
negocio, ante cuya crisis Calabacillas les propone a don Amadeo y a doña Francia irse a Chapinero
lejos de las autoridades, para crear un burdel similar al de doña Aída y aprovecha que don Amadeo
tiene una casa quinta en esa zona y que entre los tres pueden sacarlo adelante. Todo eso lo hace
con el fin de enriquecerse por medio de la prostitución y tiende a ser un manipulador para obtener
beneficios enorgulleciéndose de ello: “Si el primero en este pueblo asqueroso que les enseñó el
negocio fui yo. Yo fui el que trajo la primera india para negocio a Bogotá […] Y después empecé
a traer a los clientes. Y les armé negocio a todos” (151).
Anselmo, al igual que Calabacillas logra victorias, pero a diferencia de su antagonista, Piñedo
emprende su misión investigando en el proceso y buscando posibles soluciones. En el camino
encuentra a los aliados que lo ayudarán en su lucha y le permitirán acceder a dos mundos que no
conocía en su totalidad: lo bacteriológico y la prostitución, pues la lucha que enfrenta es dura y
debe prepararse con las herramientas necesarias podrá alcanzar su objetivo. Pese a que en su
trabajo Anselmo enfrenta ciertas dificultades, eso no es lo peor para él: el dilema amoroso que
atraviesa le resulta mucho más complicado que enfrentar la enfermedad (ahora que hay
posibilidades para luchar), aunque él cae derrotado a causa de su indecisión, trabaja duro para
volver a estar con Raquel.
En contraposición, Calabacillas está enfermo de sífilis, pero él no le da mucha importancia al tema
porque confía en sus “tratamientos” y porque le importa más disfrutar los beneficios del negocio
25
que su salud, sin embargo, a medida que avanza la enfermedad, su estado físico empeora junto con
el mental y hay dos momentos que ejemplifican esas situaciones: una ocurre cuando Calabacillas
comenta su mala suerte antes de declarar su venganza: “Y ahora me veo yo con mi miembro todo
averiado. Y adolorido. Y la babeadera esta que huele a demonios. Si no más cada vez que orino
me muero del ardor y del dolorón […] Y ahora lo que me queda. Un gusano que se pudrió.” (152),
y la segunda ocurre cuando Calabacillas ha matado traspasando sus límites morales al cometer
asesinato y la sífilis está mucho peor que en el momento que declara su venganza 13, sumado al
hecho que bebe chicha (a pesar de saber que eso empeora sus síntomas) y ya nada le importa más
que recibir una “recompensa” por tantas injusticias.
Por otra parte, sobresale la forma en que lidian los dos ciertas problemáticas: Anselmo espera a
que algún día llegue la respuesta que le aclare su incertidumbre pero eso no quiere decir que no le
preocupe el tema, de hecho, al estar indeciso y al no saber cómo manejar la situación hace que
opte por la pasividad14. Por otra parte, Calabacillas no le preocupa su estado15, pero él si se pone
en acción al aplicarse los remedios, las inyecciones y por esta solución absurda: “Pero yo lo que
es no me pongo en manos de nadie. No quiero que todos sepan que tengo la enfermedad. Eso sí
por nada. Tengo es que conseguirme otra india. Porque eso sí necesita el varón [...] Donde sepan
me querrán echar para afuera de la casa. Y con toda la plata que yo metí. Toca es que no se den de
cuenta” (142-43).
Destaco el efecto de un recurso narrativo que Mallarino emplea: la descripción de personajes,
puesto que a medida que van transcurriendo las páginas el lector se va haciendo una idea sobre
cómo son físicamente y cuando ambos se conocen, se describen. Y lo hacen acorde a las posiciones
en las que se encuentran, desde los cuales se revelan detalles de ambos. Por ejemplo, Calabacillas
describe a Anselmo de esta forma: “Este doctor Piñedo no se ve de plata. Pero de buena casa sí.
Tan correcto y todo. Creo que todavía es bien joven. Con lo serio y lo callado parece más viejo.
Es bajito. Un poco más alto que yo. Y como un poco gordo. Los ojos le brillan cuando está
hablando. Se ve que es persona buena. De buena cuna que llaman” (82).
13
Amadeo despide a Calabacillas del negocio de Chapinero y prescinde de sus servicios, entre otros detalles,
terminando por desatar la ira en el antagonista.
14
Aunque también es porque está cómodo con su idilio con Kitty.
15
Inicialmente hace mención de la sífilis en diversos momentos, pero siempre cambia el tema. Solamente se explaya
con el tema cuando está empeorando.
26
En otra página, el antagonista señala que Anselmo no tiene la marca de vicio que posee la mayoría
de los hombres de Bogotá y por tanto, nos confirma que es un hombre muy recto. En cambio,
Anselmo describe a Calabacillas de la siguiente manera, confirmándonos lo repulsivo que es:
Lo llaman Calabacillas. El sólo nombre es una rareza. Tiene armada casa de reuniones y todo. Me
pregunto a qué horas aparecen estas casas en Bogotá. Y sin que nadie se entere. Los caballeros de
sociedad en Bogotá tienen ya muy arraigado ese vicio. Mientras el pueblo va a los lugares más
miserables los ricos se hacen atender como si viviéramos en Europa. Pues el tal Calabacillas es el que
maneja todo ese mundo. Él es un esperpento. Tiene la frente llena de turupes. Los ojos los tiene cubiertos
como de una membrana. No son brillantes como los de todo el mundo. Son como de buey. Además
tiene siempre la boca llena de saliva y se le caen las babas. Para colmo es jorobado. (83)
Ambos personajes tienen un crecimiento en la novela que contrasta por lo disparejos de ambos
mundos, pero evidencia las realidades y permite conocer ambas caras de Bogotá. Al final lo único
que los conecta y que permite que se encuentren es la misma sífilis, de hecho por ella se conoce la
naturaleza de Calabacillas y de Anselmo, pues la enfermedad desencadena las situaciones en las
que se encuentran los personajes al iniciar la novela: el uno con problemas de personal y el otro
con un paciente en grave estado. Esta enfermedad siempre estará presente en la novela al generar
situaciones que benefician o perjudican a los protagonistas, empujándolos constantemente a
circunstancias que en el caso de uno termina en picada y en el otro impulsar una evolución.
La sífilis normalmente tiene otro significado, especialmente en el siglo XIX y buena parte del siglo
XX; Susan Sontag en La enfermedad y sus metáforas establece que la sífilis en los siglos pasados
siempre fue una metáfora del mal (72), pues no había ningún misterio acerca de cómo se contraía
y por lo tanto: “Se proyecta sobre la enfermedad lo que uno piensa sobre el mal. Y se proyecta a
su vez la enfermedad (así enriquecida en su significado) sobre el mundo” (72), así que era frecuente
juzgar al sujeto por su cuestionable moral y uno de los juicios que muy seguramente impartieron
en su momento fue que entre más empeoraba el sifilítico más se corrompía su moral y era
imposible rescatarlo de dicha situación. A lo largo de la novela se hacen alusiones a esos juicios
morales por parte de Anselmo, quien experimenta compasión por los familiares de sus pacientes y
frustración porque la vergüenza retrasaba la visita al médico, dado que los sifilíticos llegaban a
donde él con la enfermedad avanzada y Anselmo sólo podía ayudarles hasta cierto punto,
observando impotente cómo esta les causaba espantosos dolores a sus pacientes y en ocasiones sin
poder evitar la muerte. Calabacillas no ve la sífilis como moralmente corrupta, sino como una
27
enemiga empecinada que ha aparecido a arruinarle el negocio; los caballeros y las meretrices se
infectan sin saber a ciencia cierta quién transmite a quien y ante eso buscan nuevas prostitutas y
contrata los servicios de Anselmo para sacar a quien la padezca; por otra parte la enfermedad
adquiere otro perspectiva para Calabacillas, ya que por padecer sífilis, inevitablemente su cuerpo
se va deteriorando y esto le impide dedicarse a sus dos grandes placeres: beber chicha y tener
relaciones sexuales16, esto aunado con su expulsión del prostíbulo de Chapinero y otros hechos es
de esperarse que llegue a un grado de frustración y de rabia que termine echándoles la culpa a
quienes precisamente trata como objetos: “Como brotó esta maldinga infección. No me lo explico.
Por dónde se le mete esto a la salud de uno. Serán como bichos que no se pueden ver o qué. Como
gusanos que no se ven pero se le meten a uno. Se los mete a uno la mujer. Eso es seguro. Los trae
la mujer entre los pelos y la sudadera esa que les coge ahí abajo cuando se calientan. Y ahora me
veo yo con mi miembro todo averiado y adolorido” (152).
Es interesante que una enfermedad venérea como la sífilis cause las circunstancias que permite
conocer en profundidad a un personaje y la realidad de los inicios del siglo XX en Bogotá; si bien
la narración en primera persona contribuye a un acercamiento al protagonista, es en los detalles de
lo que se narra donde encontramos los aspectos importantes que hacen el carácter del protagonista,
en especial si el personaje es reservado con su vida o usa su verborrea para destacarse en su oficio.
Sin embargo, pese a la sencillez de la novela y a que el tema central es Bogotá, Mallarino construyó
dos personajes sólidos que no solamente exponen su mundo, sino que expresan sus sentimientos y
sus ambiciones encarnando seres humanos en los detalles puntuales que van apareciendo a lo largo
de la novela.
16
Más adelante empeora aún más al punto que no puede comer sólido y sus heridas emanan un pus, pudriéndose en
vida.
28
Capítulo 2:
Alicia Piñedo: una médica, una madre y una mujer
Cada uno tenía su pasado encerrado dentro de sí mismo, como las hojas de un libro aprendido por ellos
de memoria; y sus amigos podían sólo leer el título.
El cuarto de Jacobo, Virginia Woolf
Delante de ellas es la segunda novela de la Trilogía Bogotá y es protagonizada por Alicia Piñedo,
la hija de Raquel y Anselmo en tres épocas distintas de su vida: 1926, 1946 y 1962. La novela es
narrada por Alicia, quien observa, expone y transmite lo que ella vive en esas tres fechas
significativas de su vida, lidiando y experimentando emociones en las situaciones que se le
presentan en una Bogotá que se adentra en el siglo XX.
La novela inicia en 1926, año en el cual Alicia es una médica ginecobstetra que realiza su práctica
en el hospital San Juan de Dios y lucha con las fiebres puerperales que causan la muerte de muchas
mujeres que dan a luz, pero también se sumerge en el mundo de las comadronas con el fin de
descubrir la verdad que hay detrás del robo de los niños muertos por parte de La Graciana, una
comadrona que a su vez es la antagonista. Alicia desea encontrar un método que permita preparar
a las comadronas para que logren salvar a las madres y a sus hijos cuando un parto se complica.
En 1962, Alicia recibe la llamada de su hija Noemí, quien le cuenta que está embarazada y que
anhela otra niña a la que quiere nombrar Adelaida; esta llamada y el aniversario de la muerte de
su madre hacen que Alicia recuerde lo que ocurrió hace dieciséis años (1946), época en la que
Noemí se enamoró de su profesor de francés del colegio y en lo difícil que resultó para madre e
hija enfrentar esta situación que causó un daño irreparable por el resto de sus vidas.
Para cumplir el propósito de estudiar a la protagonista con el fin evidenciar la riqueza de la novela,
es necesario realizar el análisis destacando los años en los que se desarrolla la novela, al contrario
del primer capítulo en el que se analizó a Anselmo, pues la narración interna de Delante de ellas
resulta mucho más expresiva que la de su progenitor y permite visualizar la vida de una médica,
madre y mujer en esas tres fechas17, elemento que le concede a la novela una riqueza narrativa ya
17
Al igual que en Según La Costumbre, los episodios son intercalados, es decir, el primer episodio se ubica en 1926,
luego le sigue el de 1962.
29
que se trata de una voz femenina que sumerge al lector en su mundo y que, de no saberse que el
autor es un hombre, se puede decir que es una mujer quien escribe como Alicia Piñedo.
2.1. El retrato de una médica en 1926
Así es todo aquí y se ven con claridad frente a una cama. Delante de ellas. Cuando ellas están pariendo o
ya están enfermas. Abortando. Infectadas. Febriles hasta el delirio.
Delante de ellas
Durante la construcción de la faceta de médico de Anselmo en el primer capítulo, les pregunté a
compañeros de la carrera y algunos familiares y acudí a mi memoria para recoger una lista de
médicos literarios que me permitiera tener una visión sobre las diferentes representaciones de uno
de los oficios más antiguos del mundo. De los nombres obtenidos, descubrí que todos los
personajes son hombres, lo cual me llamó la atención y exploré de nuevo en mi memoria para
encontrar a una médica literaria; y en esa búsqueda, comprendí dos cosas: primero, la doctora en
la literatura clásica es un personaje raro de encontrar, pero lo que sí es frecuente hallar es la figura
de una mujer que conoce de remedios para atender algunos males (en ocasiones considerada bruja)
o la figura de la enfermera que ayuda en el cuidado del paciente, representadas por monjas, las
mismas enfermeras e incluso las madres; y segundo, la médica es más factible de encontrar en la
literatura contemporánea aunque sólo pude recordar a cuatro: tres surgen de la literatura juvenil y
la cuarta es la protagonista del libro que origina este capítulo.
1926 resulta ser el año en el que la principal prioridad de Alicia Piñedo son sus pacientes, al igual
que su padre en Según la costumbre. A diferencia de él, Alicia se enfrenta a dos batallas para salvar
la vida de las mujeres que llegan al hospital San Juan de Dios: la fiebre puerperal y la relación con
las comadronas. El primer episodio del libro nos introduce en las dos problemáticas a las que se
va enfrentar Alicia a lo largo del libro y todo empieza con Mariela, la empleada de Alicia:
Mariela fue admitida en el servicio de maternidad con fecha 6 de enero de 1926. Ha tenido fiebre
permanentemente. Su temperatura ha oscilado entre treinta y nueve y cuarenta grados. El niño estaba
muerto y tuve que provocarle un aborto. Gracias a Dios ya expulsó el feto. Ella tiene ulceraciones
infectadas en la vagina y el cuello de la matriz. Yo misma la admití en el servicio de maternidad aquí
en el San Juan de Dios. En el nuevo hospital de La Hortúa. (7)
30
Alicia describe el tratamiento que le realiza a Mariela, pero cuando le aumenta la fiebre a su
paciente se asusta y consulta con su mentor, el doctor Moncada Hotz, quien la interroga sobre los
diferentes procedimientos aplicados a Mariela, concluyendo que el estreptococo que causa la fiebre
en Mariela es fuerte y le enseña sobre la solución de Dakin, sin embargo, la protagonista
experimenta angustia al ver que la fiebre no baja, por lo que acuerdan con el doctor Moncada Hotz
aplicarle un suero de trementina para ver si surte efecto. Ella está preocupada por su paciente, pues
la encuentra débil y cree que por haber perdido el bebé no quiere seguir adelante.
Poco a poco se introduce al lector en el tema de las comadronas a causa de Mariela, pues ella
planeaba ir a donde ellas para que la atendieran. Alicia cuenta que ella tuvo oportunidad de ver las
prácticas de las parteras (las cuales define como coloniales) cuando la llamaron de San Victorino
para que ayudara a una mujer que llevaba en trabajo de parto tres días; Alicia llega y ve que la
mujer está colgada de los brazos en el techo, la examina y descubre que está muerta, le pregunta a
la vecina que más le hicieron: “«Le dieron agua de hinojo y caldo piperino», dijo la vieja, «y desde
anoche ya le pusieron cataplasmas de cebolla frita en el estómago»” (12). Y el episodio concluye
con ese caso.
El primer episodio de 1926 no sólo nos introduce a las problemáticas que va a enfrentar Alicia a
lo largo del libro, sino que también muestra un detalle de la personalidad de la protagonista que
adquiere importancia a medida que avanza la novela: Alicia es una persona muy emocional.
2.1.1. Una enemiga invisible
La fiebre puerperal es una infección que las mujeres contraían después de dar a luz o cuando se
les realizaba una intervención quirúrgica, causada por una deficiente higiene en los hospitales 18.
Para la época representada en la novela están presentes algunos tratamientos como el suero
trementinado, el suero de Besredka, procedimientos de limpieza, etc. Debo aclarar que en algunos
18
En la novela se establece que la fiebre puerperal en el Hospital San Juan de Dios surge a causa de las condiciones
insuficientes de higiene, debido que sólo hay una caldera que abastece a todo el hospital para realizar los
procedimientos de esterilización a los instrumentos y de las sabanas, sumado a que: “No hay camas para tantas
mujeres. Muchas están acostadas en el suelo sobre jergones y ahí dan a luz ayudadas por los médicos y hermanitas.
En el mismo lugar en que acaba de parir la anterior. Después las trasladamos a una sala común con otros enfermos. El
doctor Costa dice que tal vez es ahí donde se infectan y contraen las fiebres puerperales que las ponen al borde de la
muerte” (55-56).
31
casos, la enfermedad resultaba muy resistente y eso complicaba la labor de los médicos, pero en
otros casos lograban derrotarla con los tratamientos mencionados.
Si bien el suero trementinado con alcohol por vía intravenosa funciona en Mariela y Alicia toma
la determinación de emplearlo cuidadosamente en sus pacientes por los riesgos de envenenamiento
que conlleva, esta se da cuenta de que tuvieron suerte y que no va a solucionar el problema, pero
sí resalta la necesidad de encontrar un agente “[…] que lo combata en el mismo torrente sanguíneo”
(21), dado que el problema para el tratamiento de las fiebres puerperales radica en que los médicos
de ese tiempo sólo podían tratar los puntos localizados de la infección y cuando el estreptococo
viaja por todo el cuerpo no pueden hacer nada para combatir la enfermedad.
La protagonista realiza algunas investigaciones y le pregunta a su mentor sobre la existencia de
algún medicamento que permita atacar la enfermedad de forma generalizada, descubriendo que
todos los intentos han sido un fracaso por la toxicidad. El doctor Moncada Hotz al notar el
desaliento de su pupila, le comenta de un experimento que están haciendo con el doctor Costa en
conejos. La doctora Piñedo reflexiona sobre el tema y toma una decisión que lleva a cabo a
escondidas de los demás, imprudentemente se inocula sangre infectada con el fin de crear una
vacuna que permita combatir la sepsis puerperal a través de la sangre. Este proceso se llama
inmunotransfusión.
Alicia experimenta síntomas mientras su cuerpo combate el estreptococo y recalca la importancia
de no haber desarrollado fiebre, pero mientras eso ocurre sigue trabajando en el hospital. Pese a
las dificultades y con las palabras de aliento de su mentor, se esfuerza para salvar las vidas de sus
pacientes, lo que resulta en una constante transgresión de las costumbres médicas de la época con
el fin de garantizarles el mejor tratamiento a sus pacientes para que eventualmente puedan
desarrollar su vida sin complicaciones e incluso salvándoles la vida en el proceso para que no sean
castigadas a causa de la irresponsabilidad de los hombres y de cierta forma lo hace evitándoles la
muerte por complicaciones en el parto o prevenir una histerectomía que les impida ser madres;
ante una infección que no pueden vencer con las herramientas existentes, la doctora Piñedo se
arriesga en encontrar una vacuna que permita curar a las mujeres. Sin embargo, los límites que
poseen la ciencia y los seres humanos, aquellos que Alicia no puede transgredir por más que desee,
le causan frustración e impotencia.
32
Otra razón que empuja a Alicia en su impulsiva idea es el afecto que siente por sus pacientes; por
ejemplo es el caso de Ana, la hija mayor del doctor Moncada, quien termina con fiebre puerperal.
La doctora Piñedo se siente responsable por ella, pues Alicia está agradecida con el doctor
Moncada Hotz, dado que fue él quien insistió en que ella continuara la carrera como médica, se
convirtió en su mentor y fue amigo de su padre. La presión autoimpuesta en Alicia es grande y por
tanto opta por recoger un cultivo de estreptococo de los conejos y realiza una segunda inoculación
de sangre.
En esta ocasión sufre síntomas más serios que la primera vez y se asusta cuando cree que está
experimentando fiebre, se toma la temperatura y mientras espera, Alicia se da cuenta de que ha
sido imprudente y que existe la posibilidad de morir, pero ella confiesa que no tiene miedo y lo
único que le preocupa es que su mamá sufra y se quede sola. Piensa en su papá y se pregunta cuál
sería su opinión acerca de todo lo que ella estaba haciendo, recuerda que él hizo todo por sus
pacientes, corriendo riesgos por ellos. “«Si este va a ser el final», pensé en ese instante, «será por
lo menos el final de un médico»” (164).
Finalmente, no presenta un cuadro de fiebre y el experimento de Alicia termina generando una
vacuna. Esto es una significativa victoria para los médicos en Colombia; sin embargo, para Alicia
no es suficiente, dado que no es una solución definitiva y por ello insiste en la importancia de
seguir buscando un método eficiente para seguir combatiendo a una enemiga invisible que ha dado
mucha pelea.
2.1.2. Médicos y comadronas
La segunda causa con la que lidia Alicia son las comadronas. Su visita en el barrio San Victorino
hace que la contacte Inocencia, quien le pide ayuda a la doctora Piñedo para solucionar el problema
con La Graciana: cuando se le mueren los niños ella no avisa a las autoridades ni a la parroquia
(para bautizar a aquellos niños que han vivido por lo menos unos segundos), simplemente se lleva
los niños muertos bajo la excusa de que van a bautizarlos y enterrarlos. Alicia le pregunta qué hace
con los niños e Inocencia revisa que no haya nadie cerca, por temor a La Graciana, y le dice que
ella los descuartiza. Ella escucha preocupada lo que le relata Inocencia y le inquieta lo que hace
33
La Graciana con los niños, qué tan cierta sea la historia, quién es La Graciana y cómo aproximarse
a las comadronas.
Alicia aprovecha la situación para asistir a La Graciana y a Inocencia en los partos porque quiere
ver cómo trabajan las comadronas, con el fin de observar qué herramientas o procedimientos
pueden implementar ahí. Mientras espera a que la llamen, le sugiere al doctor Moncada preparar a
las comadronas para que puedan ayudar a las mujeres a tener un parto exitoso y avisarle a tiempo
a los médicos cuando un parto se complica. Él le advierte que no la tendrá fácil a causa de que
ellas llevan desenvolviéndose en su oficio durante años y no les agradará la idea.
Para Alicia es prioritario formar una alianza con las parteras, pues desde un tiempo atrás el sistema
de salud en Bogotá es deficiente y no cubre a toda la población, en especial a las mujeres que
vienen del campo, quienes al no tener otra alternativa acuden a ellas. Comenta que cuando los
doctores van a ver a aquellas mujeres que han estado bajo el cuidado de las comadronas, no logran
salvar al bebé y las madres terminan heridas de por vida al perder sus ovarios y su matriz o terminan
muertas: “Esa es la situación en Bogotá. Es inhumana. Es como una guerra contra un enemigo
terrible y las que caen derribadas todos los días en esta batalla son las mujeres. Las mujeres
embarazadas de esta ciudad aviesa” (58). El asunto de La Graciana no es un tema que tenga
relevancia hasta el final de la novela dado que Alicia es incrédula ante la idea de semejante maldad
y cuando la conoce el tema no está presente en la cabeza de la doctora Piñedo, más bien le interesa
ver cómo trabaja, así que cuando Inocencia la convoca, se viste con ropas viejas y utiliza su físico
para camuflarse como una partera llamada Dora.
Sin embargo, Alicia es médica antes que nada y el parto al que asiste a primera vista es complejo,
dado que la madre lleva dos días de trabajo y se preocupa por tomarle el pulso para determinar si
la mujer está en condiciones de continuar, pero Inocencia la detiene con fuerza antes de que vaya
a hacer algo, pese a eso Alicia lo hace; finalmente, el parto resulta ser un éxito y Alicia reconoce
que La Graciana tiene sabiduría para hacer su trabajo, pero resalta que si se hubieran presentado
ciertas complicaciones, La Graciana no hubiera podido hacer nada porque sus conocimientos y los
de las otras parteras son limitados.
Pese a lo anterior, reconoce que La Graciana logró traer al mundo al niño y se encargó de cuidar a
la madre, resaltando su sabiduría y lo vuelve a confirmar cuando vuelve a encontrarse con ella y
34
La Graciana la pone a prueba exponiéndole casos para compartir conocimientos, oportunidad que
Alicia con ingenio aprovecha para dar los métodos correctos, como por ejemplo, cómo cortar el
cordón umbilical. Aprende también de La Graciana cuando una de las cuestiones consiste en saber
cuándo una mujer está embarazada, la protagonista no sabe que responderle “[…] me di cuenta de
que todos tenemos las mismas preguntas. Los médicos y las parteras.” (103), dado que hasta ese
momento no había un método infalible. Alicia le responde a La Graciana que a través de tactos, a
lo que La Graciana exclama que para hacerlo ya ha pasado mucho tiempo, dato que Alicia confirma
en sus pensamientos y ella le pregunta su método, y La Graciana le explica, lo cual le causa
admiración a Alicia porque está segura de que La Graciana es más sabia que los médicos en
algunos temas. Precisamente, los dos episodios que relatan la visita a la casa de La Graciana
establecen la idea de que los conocimientos de un grupo y del otro pueden complementarse para
salvar a las mujeres de las diferentes complicaciones que se presentan, ya que ni los médicos lo
saben todo ni las comadronas pueden solucionar todo, por tanto Alicia cree firmemente que al
realizar una alianza se deja de castigar a las mujeres.
No debe sorprendernos que Alicia no tenga reparos en arriesgar su misión con las parteras debido
a que ella es una médica comprometida con su trabajo y el retrato que hace Mallarino de ella en
1926 es de una mujer afanada por salvar a las mujeres a toda costa, dispuesta a poner en riesgo su
vida o derrumbar una labor fundamental a largo plazo si de esa forma logra ayudar, así sea a una
sola mujer.
2.1.3. Otros conflictos
Los casos en el hospital no son sencillos y suelen ser motivo de preocupación para Alicia, quien
se dedica a sus enfermas; teniendo en cuenta todos los casos presentados en la novela a lo largo de
1926 se evidencia que ella se solidariza con las mujeres que atiende o que son atendidas por sus
colegas, experimentando diferentes emociones en cada caso; por ejemplo, podemos ver que el caso
de Teresa le generó preocupación y también tristeza, al igual que la situación de la mujer chocoana
y su esposo. Incluso la vemos experimentar culpa en los casos de Ana, Mariela y La Graciana. Sin
embargo, lo que más impacta es la rabia que transmite la protagonista cuando habla del caso de
las Floralbitas y cuando está realizándole una cesárea a Ana.
35
Al morir las Floralbitas, Alicia se llena de dolor a causa de la juventud de Flor y a todo lo que fue
sometida, pero también experimenta ira hacia los hombres que van a los prostíbulos y desarrolla
una reflexión dura cargada de rabia:
Que se acostaron con ella [Flor] y la usaron así. Por todos los que la embarazaron. No sólo por uno.
Todos los que le hicieron eso. Y después los que la obligaron a abortar para que pudiera seguir
trabajando. Para que ellos no vieran disminuir sus rentas. Tuve ira contra todos los hombres que obligan
a las mujeres a entregarse. Que les compran su hambre y su necesidad. Aquí en esta cama termina todo.
Aquí en un hospital. [...] Muchos de ellos ni saben. Ni se enteran. Ya volverán a esas casas y siempre
habrá otras mujeres frescas y nuevas y jóvenes otra vez. (116-17)
Los hechos que establece Alicia sobre los hombres que acuden a los prostíbulos son similares a lo
que se vieron en Según la costumbre, salvo que Delante de ellas se enfoca en la perspectiva de una
médica que ve a sus pacientes sufrir a causa de ellos y profundiza mucho más que en la primera
novela lo que sucede con ellas:
[...] en unos sótanos o en unos establos donde se acaban y se consumen las mujeres. Es así aquí en
Bogotá y en todas partes cuando las mujeres se embarazan o se enferman. Cuando se cansan. Cuando
se hacen menos jóvenes con tanta noche y tantas manos sobre los cuerpos. Entonces las botan como
basura. Las dejan tiradas a las puertas de los hospitales. O de un nosocomio. O de un anfiteatro. […]
Así es todo aquí y se ven con claridad frente a una cama. Delante de ellas. Cuando ellas están pariendo
o ya están enfermas. Abortando. Infectadas. Febriles hasta el delirio. (117-18)
Si bien el tema de la prostitución en Delante de ellas es tratado brevemente, resulta poderoso por
la emotividad que experimenta Alicia y porque además se complementa con lo visto en Según la
costumbre, evidenciando que el asunto no ha cambiado mucho desde la época de Anselmo y
conocemos a través de la mirada femenina, lo que ocurren con las prostitutas cuando ya no pueden
trabajar en los lugares.
En cuanto a la cesárea de Ana, este episodio resulta ser igual de emotivo pues durante la cirugía
descubren que ella tiene una herida grande en la matriz, así que el doctor Moncada Hotz le
recomienda a Alicia que le realice una histerectomía, procedimiento con el que ella está en contra
porque impide que Ana tenga más hijos siendo tan joven y con un niño de salud precaria: “Yo
quería garantizarle a Ana una vida más clemente. Más justa. Una amputación de esas es muy cruel
y deja a la mujer maltratada de por vida” (142). Pese a los posibles riesgos, Alicia rechaza la
recomendación de su mentor y efectúa su idea: cerrar la herida y evitar la histerectomía. Sin
36
embargo, el lado emocional y la actitud crítica de Mallarino surgen cuando Alicia explica que se
ha vuelto costumbre en todos lados que cuando los médicos realizan una cesárea, siempre hacen
una histerectomía dado que:
Los médicos no quieren tomar riesgos. No quieren casos fatales en su historial y tal vez eso está bien.
Pero sigue siendo otra manera como tantas de garantizar la comodidad de los hombres a costas de las
mujeres. De ese modo el doctor queda bien y la paciente no se le muere. O por lo menos tiene mejor
oportunidad de no morirse. Así se incrementa el prestigio de los médicos que heroicamente salvan tantas
vidas de parturientas mientras ellas quedan mutiladas. Su misterio de mujer queda mutilado. Y como
las estadísticas y los registros los miran los doctores todo parece estar dentro de la normalidad cuando
la verdad es que las mujeres siguen estando inermes. (143)19
Si bien no transmite la misma rabia que en el caso de las Floralbitas, la reflexión no deja de resultar
dura y a esa altura de la novela, no sorprende el juicio generalizado que realiza Alicia hacia los
hombres, dado que los pensamientos de 1926 se complementan con lo que vive en 1946 y con lo
que medita en 1962, señalando en los tres años a los hombres como los responsables del
sufrimiento de la mujer. La reflexión que hace Alicia sobre los hombres que acuden a los burdeles,
junto con sus pensamientos a lo largo de los episodios de 1926, tienden a acusar a los hombres
como los responsables de las desgracias de las mujeres que llegan al San Juan de Dios y asumimos
que su odio se debe a causa de lo que ve en el hospital, pero hasta cierto punto de la novela (en un
episodio de 1946) descubrimos que lo que vivió en 1926 es una parte del origen de esa aversión.
De todas maneras, Alicia, a pesar del empeño que pone en la atención de sus pacientes, no es lo
suficientemente racional en la toma de algunas decisiones y permite que su lado emocional
interfiera en su trabajo. Si bien a lo largo de este capítulo se ha analizado a Alicia como médica
por tratarse de su prioridad junto a sus pacientes, existe otro aspecto importante que marca la vida
de ella, su mamá. Como ella misma establece cuando conoce a Carlos Samudio y experimenta las
primeras chispas de amor: “Pero no por ahora. Ahora están mis pacientes y mi carrera médica y
mi mamá” (177-78). En las tres fechas de las novela, Raquel es una figura importante para Alicia
con diferentes significados en cada año y en 1926, su madre es una persona misteriosa puesto que
lo único que sabe la doctora Piñedo de su pasado es que ella es de Suaita y explica:
Este pensamiento lo comparte también Gonzalo Mallarino Flórez como se confirma en su artículo “La ciudad y las
palabras”.
19
37
Mi mamá tampoco habla de su familia en Santander. Nunca dice nada o dice solamente que sus padres
murieron allá cuando las guerras civiles hace cincuenta años o más. Yo no le pregunto a mi mamá nada
porque a ella no le gusta pensar en eso y no quisiera molestarla. Todo eso de ella es poco conocido. De
su familia allá en Suaita. Pero no tiene importancia. Mi mamá es mi vida. Es el centro de mi vida junto
con mi profesión médica. Siempre lo he sabido así. Es el propósito de mi vida. (190)
Un asunto del cual habla Raquel con Alicia es de la abuela de su hija, asunto que le causa
curiosidad a la protagonista porque Raquel habla con tanto afecto acerca de ella y en un episodio,
cuando Alicia piensa en llevar a Teresa a su casa para que pueda hacerle compañía a su mamá y
al hablar de lo pequeña que es su casa, cuenta que ella nació ahí y que conoció a su abuela. Alicia
relata que su abuela amaba a Raquel más que a Anselmo y no permitió que ellos se fueran a vivir
a otra casa y les cedió el cuarto principal. Su abuelita murió cuando la protagonista tenía cuatro
años y a Raquel le dió duro su muerte, jamás comprendió por qué eran tan unidas. Comparte con
nosotros un recuerdo de su infancia en el que se encuentran las tres juntas:
Y siempre la casa ha sido sombría. Tibia. Llena de cariño. De mantelitos. De flores moradas de los
cerros. De lámparas con las bujías casi apagadas. Así la recuerdo. Y siempre silenciosa. Mi mamá tan
callada como era. Mirando siempre con sus ojazos negros. Y la abuelita sentada a su lado en el saloncito
del primer piso. Ellas dos calladas. Tejiendo. Y yo jugando con mi muñeca en un rincón. Sobre la
alfombra. En medio de los muebles de madera oscura. (60)
Pese a que el personaje de Raquel no sale a relucir con frecuencia, los pocos momentos en los que
surge el asunto son significativos, y aunados a los de 1946 y 196220, permiten establecer el afecto
que Alicia siente por Raquel y viceversa, así como Anselmo lo sentía por su primo Antonio, y
evidencia que pese al velo de misterio y hermetismo de su mamá, para Alicia siempre fue
importante y se preocupa por ella e incluso comparte con Raquel su felicidad cuando Carlos
Samudio la pretende y hace de chaperona de su hija cuando él viene a visitarla, pese a que Raquel
le insiste a Alicia que Carlos Samudio no debe pasar con tanta frecuencia por la casa.
Si bien en 1926 la protagonista establece que su mundo familiar es solamente Raquel, considero
que su núcleo familiar en realidad es más grande si tenemos en cuenta a su padre, a su futuro
esposo y a Noemí que viene en camino un tiempo después. Las pocas menciones de su papá en
20
Me refiero a aquellos momentos en los que Alicia habla de algunos hechos que acontecieron antes de 1926 y en
1926. Por ejemplo, en 1962 nos enteramos que Raquel no quería que Alicia fuera médica mientras que Anselmo sí. O
por ejemplo el de la muerte de Anselmo y el intento de renuncia de Alicia a la medicina, entre otros recuerdos de 1926
en las fechas más recientes de Alicia.
38
1926 siempre enfatizan a Anselmo como médico, ya que ella admira su labor y todo lo que él hizo
para salvar a sus pacientes, incluso cuando Alicia se inocula por segunda vez, se pregunta cuál
sería su opinión ante lo que ella hizo. Anselmo es sin duda una figura respetada para Alicia; es
normal que no hable de él como figura paternal21 pero recuerda con cariño en la recta final de la
novela las palabras de su padre cuando va a visitar su tumba: “«Dios quiera, hija», me de dijo él
una vez, «que tu también sientas el llamado». La profesión médica. Ese era el llamado. Sí. Yo lo
sentí. «Si», dije en voz baja, «lo sentí, papá»” (250).
1926 es el año en el que Carlos Samudio conoce a Alicia y la corteja por unos meses. Ella lo
conoce en la casa de Moncada Hotz, debido a que Carlos es compañero del esposo de Ana, y en
ese instante que son presentados, ocurre el amor a primera vista y también se genera en Alicia un
cambio en su personalidad, pues pasa a ser una persona enamorada que suspira por las atenciones
que tiene Carlos con ella, similar a su padre 22:
Carlos Samudio envía siempre una esquelita antes de venir a la casa. Preguntando si es oportuno. Me
da mucha felicidad cuando veo su esquela y se la muestro a mi mamá. Yo de estas cosas no sé nada. Yo
lo sé pero estoy feliz. Aunque mi mamá dice que él no debería estar viniendo tanto a la casa estoy feliz.
Sólo con saber que él viene a verme porque es la primera vez en mi vida que me pasa esto. Nos sentamos
en el saloncito con mi mamá y conversamos de cualquier cosa pero yo sé que él está ahí sentado por mí.
Siento que no puedo respirar bien. Siento calor en las mejillas y en el estómago. (187)
La relación se desarrolla rápido pero siempre respetando las normas sociales y un momento clave
para ambos es la visita al Salto de Tequendama; en 1962 lo recuerda como la primera vez que se
besaron y supieron que cada quien era la persona con la que querían casarse, por eso se
comprometieron en ese momento. La de 1926 hace referencia a ese paseo, días antes, como un
momento decisivo para ella:
Pasado mañana voy a ir con Carlos Samudio al Salto de Tequendama. Pasado mañana domingo. Un
domingo que viene volando como un pájaro en alguna parte. Desde alguna parte viene y se fatiga un
21
Quienes estaban a cargo de la crianza de los hijos eran las mujeres, los hombres eran una figura respetada a la que
había que obedecer, mas él no se involucraba directamente en la educación, con excepciones claramente. Esto lo
confirma Zandra Pedraza Gómez en “La educación del cuerpo y la vida privada”. La idea de la figura paterna
involucrada completamente en la formación de su hijo es una idea que se va estableciendo a finales del siglo XX y
cobra vigor a medida que avanza el siglo XXI. La representación de Bogotá que hace la novela deja ver estos cambios
en comportamientos familiares y sociales.
22
Alicia jamás les había dado importancia a los asuntos amorosos, evidenciando cierta inexperiencia al igual que su
padre, pero al contrario de él, ella tiene el apoyo de su madre, quien la anima y aunque está en desacuerdo que Carlos
pase a visitarla con frecuencia a su casa, no desampara a su hija.
39
poco pero continúa. Viene avanzando el domingo por un aire de tiempo y espera. Estoy esperando que
llegue. Que me toque el corazón. Estoy aguardando por primera vez en mi vida. Todas estas noches he
pensado en esto y ya sé con claridad. Ya deseo con claridad. Estoy esperando a Carlos Samudio. A
usted. Carlos. (191)
Sin embargo, los episodios de 1946 y los de 1926 evidencian una forma de demostración de afecto
de la protagonista: para proteger a un ser querido suele ocultarle información para no herir
susceptibilidades23; hay tres situaciones en 1926 que lo demuestran: la primera situación ocurre
cuando Alicia vuelve a su casa luego de la hospitalización por las transfusiones de la vacuna y le
miente a su mamá diciéndole que estaba en turnos constantes con el fin de no preocuparla; la
segunda acontece cuando Carlos les cuenta a las mujeres Piñedo que él conoció a la familia Matiz24
en su infancia y le pregunta a Raquel por ellos, quien responde que los conoció y evade el tema
dirigiéndose a la cocina; Alicia piensa que su mamá nunca habla de ellos y tampoco de su familia
en Suaita (como se anota en la cita de la página 38), pero no le pregunta nada a ella para no
lastimarla, y la tercera sucede en una visita de Carlos, quien le pide a Alicia que le cuente de su
día en el hospital, de sus pacientes y de las cirugías realizadas:
Yo no le cuento todo porque no me gusta. Las cosas del hospital son tan dolorosas a veces. Tan horribles.
Con tanta necesidad como hay. No sé por qué me da pena como si yo fuera responsable por todo eso.
Por todo el sufrimiento y el abandono permanente en que están tantas mujeres aquí en Bogotá. Prefiero
no decirle nada. Aunque me de vergüenza admitirlo me da temor que él se afecte con eso. Que de repente
le parezca feo ese mundo de La Hortúa en el que yo trabajo. Y es que a veces lo es y sólo los médicos
que estamos allí todos los días sabemos que también hay cosas muy preciosas. Pero la gente del corriente
no lo sabe y no lo podría comprender. Yo no quisiera que Carlos Samudio estuviera enterado de todo lo
que tiene que hacer un médico allá. ¿Cómo podría yo decirle por ejemplo que me inoculé un
estreptococo para ver si mi cuerpo lograba producir una vacuna? ¿Cómo decirle que una vacuna podría
salvar a centenares de mujeres aquí en Bogotá? Mujeres que de otra forma se van a morir de fiebres
puerperales. De verdad me da temor hablarle de esa cosas. (188-89)
Por ese motivo, se hace evidente el afecto que Alicia siente por Carlos mucho antes de la
declaración que ella hace de su amor hacia su futuro esposo; en 1946 ella hará lo mismo cuando
su hija se enamore del profesor y el fragmento citado es clave para los años 1946 y 1962 por ser
un indicio de su forma de ser, la cual le traerá complicaciones en 1946.
23
24
La de 1946 es la base que sustenta esta afirmación, como se verá más adelante.
Antonio y Santiago, los primos de Anselmo.
40
En 1927 Alicia se casa con Carlos para tranquilidad de Raquel como señala la protagonista
(también en 1962). En los siguientes meses se enterara que está embarazada de su primera hija,
retoño anhelado por parte de la familia; Raquel desea llamar a su nieta Noemí, nombre con el que
Alicia está de acuerdo y en una conversación con su hija en su barriga, le expresa lo que ella anhela
para su vida:
Hija. Yo quisiera para ti una vida simple como un anillo simple. Quisiera que fueras una mujer con
fuerzas para ser libre y feliz. No quisiera que sufrieras como han sufrido tantas mujeres. No vayas nunca
a sufrir así. Así como yo he visto. No vayas a llorar así como yo he visto llorar a las mujeres. [...] Que
me mires y me quieras siempre. Pero no vayas a tener dolor como las mujeres. Como yo he visto tener
dolor. [...] No vayas a llenarte de miedo ni tristeza como se llenan los corazones de las mujeres en este
mundo. Tu no. No dejes que eso te pase nunca. (262)
Estos deseos serán una de las razones para que Alicia intente desde la sombras proteger a su hija
de su enamoramiento del profesor.
2.2. Remembranza de una mujer en 1962
Sentí que todo ese tiempo y todas esas cirugías me habían conducido a ese momento. A ese instante.
Delante de ella. Delante de mi hija.
Delante de ellas
Lo que más me impresiona de Gonzalo Mallarino Flórez en la Trilogía Bogotá es su capacidad de
ponerse en la piel de una mujer y mostrar la realidad en la que la protagonista vive a través de su
mirada femenina, haciendo olvidar al lector y a la lectora que es un hombre quien escribe sobre
una mujer. Al leer Delante de ellas y Los otros y Adelaida, valoro cómo él nos sumerge en el
mundo de las protagonistas para mostrar sus mundos y logra expresar sus emociones de una forma
tan natural que hasta el momento no he visto algo igual, obvio, me falta mucho por leer y por
descubrir.
En Delante de ellas los episodios que más reflejan la emotividad de una mujer pertenecen a los
años 1946 y 1962, años fundamentales para la vida de la protagonista. Es importante tener en
cuenta que los episodios de la novela están intercalados por dos años: 1926 y 1962, siendo el año
41
62 como el punto de partida para relatar lo que ocurrió en 1946, llevándonos a un viaje de la
memoria de Alicia Piñedo.
2.2.1. Estructura de 1946 y 1962
Alicia en 1962 recuerda todo lo que ocurrió en 1946 por dos razones: la primera se debe a que ese
día, 10 de mayo de 196225, se cumplían dieciocho años de la muerte de su mamá, a quien extraña
todos los días y la segunda por la llamada de Noemí, su hija, quién le dice que entró a su quinta
semana de embarazo, que quiere que sea una niña y que se llame Adelaida. Alicia confiesa que no
esperaba que Noemí fuera a tener hijos puesto que su esposo era un hombre mayor y por todo lo
que paso en el año 46: el asunto con Salviatti y que duró once meses (desde febrero hasta diciembre
del 46).
Alicia introduce al lector a los recuerdos de 1946 relatando todo lo que ocurrió ese año y lo
doloroso que fue para ella lidiar con el enamoramiento de Noemí hacía su profesor de francés,
quién le correspondía de la misma forma. Fue una época angustiante para la protagonista debido a
que Noemí se distanció de ella y no sabía cómo proceder sin que el mundo se enterara del idilio
de su hija26, pues: “Yo no iba a permitir que Salviatti la lastimara de por vida. La depreciara de
por vida para decirlo como en verdad se decía entonces. Porque así era ante los ojos de todos.
Especialmente ante los ojos de los hombres” (194). Ante la dificultad para manejar el tema, ella
busca la ayuda del padre Francisco, quien está a cargo de la parroquia de Santa Ana a la que asiste
25
Hay un detalle importante que quiero comentar de esta novela y de la primera: Delante de ellas está mal editada
como podemos evidenciar en diferentes partes del texto, donde encontramos errores que evidencia la ausencia de un
corrector de estilo. Sin embargo, eso no es lo más grave: el inicio del episodio de 1962, indica que Alicia está hablando
desde 1964 y asumimos esa fecha como el punto de partida de 1946, pero al llegar a un punto descubrimos que el
presente indica que están en 1962, incluso la contraportada indica 1962. La incongruencia continúa cuando en 1946,
Alicia señala que tiene cuarenta y dos años, lo que sitúa matemáticamente el año de nacimiento de la protagonista en
1904, derrumbando la base histórica que se había establecido en la primera novela, que al no señalar específicamente
el año, daba margen de situarla en 1910 cuando sale el Salvarsán al comercio.
Esos errores son responsabilidad del autor que debe mantener una coherencia en su trabajo, en especial si hablamos
de una trilogía pero también es responsabilidad del editor, debido a que es quien da la aprobación final del trabajo y
debe procurar que el proyecto sea coherente, comprobando que no se presenten errores ya que Delante De Ellas es la
continuación de Según la costumbre. Desconozco si el editor que trabajo en la segunda novela es el mismo o es otro,
pero eso no tiene importancia porque uno de los deberes del editor es asegurarse que el manuscrito sea consecuente
con la anterior obra, al menos que el escritor lo haya escrito de otra forma, pero esas fallas en la publicación evidencian
un pobre trabajo del editor a cargo de esta novela.
26
Le oculta a su esposo lo que está ocurriendo por motivos que explicaré más adelante.
42
la familia, e inicialmente él no puede ayudar mucho y más bien es Luz Adriana, la mejor amiga de
Noemí, quien le sirve de apoyo a la doctora Piñedo al revelarle información sobre Salviatti y
Noemí, además de ser la única que comprende el miedo de Alicia sobre Salviatti.
Sin embargo, la protagonista no logra avanzar hasta que llega a su límite cuando descubre que
Salviatti y Noemí tuvieron relaciones sexuales, lo cual desata la ira, el odio y la vergüenza en
Alicia, quien culpa a su hija por ponerla en esa situación y logra convencer al padre Francisco para
que intervenga y convenza a la Madre Superiora del colegio de Noemí para que expulse a Salviatti
protegiendo la identidad de su hija en todo momento. Su petición se hace realidad pero el día antes
que Salviatti se fuera del colegio, él va a verla en el consultorio donde tienen un enfrentamiento:
él se rinde al ver que ella sigue empecinada en sus ideas. Antes de irse le dice algo que ella jamás
olvidará y que la va a torturar hasta el presente: “«Usted es una mujer desconfiada», me dijo,
«usted le ha hecho un gran mal a su hija»” (246). Noemí se entera de la partida de Salviatti el día
de su cumpleaños, siendo ese día muy doloroso y Alicia alberga la esperanza de que Noemí le
hable sobre lo sucedido en todo el año, pero ella no le dice nada, pues pese a su dolor se queda
callada y lo mismo hace ella.
Sin embargo, el asunto de Salviatti no acaba en ese momento, pues más adelante Noemí le avisa a
su madre que tiene un retraso y Alicia lo comprueba. Cuenta que le pidió al director de la clínica
una sala de cirugía y un anestesista bajo la excusa que su hija sufría una hemorragia seria. Le
informa a Noemí lo que van a hacer: “«Hija, esto hay que hacerlo», le dije, «de otra forma tu vida
quedará destruida». Ella estaba asustada. Por primera vez en mucho tiempo me di cuenta de que
tenía mucho miedo. De que ya no podía pensar ni decidir nada. La sentí plegarse a mí. Entregarse
a mí. Confiarse a mí” (266).
Le realiza el aborto a su hija, describiendo brevemente el procedimiento y hace una mención a la
fiebre puerperal y cómo lograron avanzar para prevenirla. Camino a casa Alicia entiende los
motivos por los cuales Noemí la mantuvo lejos del tema y ella acababa de cometer la transgresión
que tanto había jurado evitar. La novela concluye con Alicia dándose cuenta de lo que ha hecho;
el resto de su vida se preguntará por ello y lidia con la culpa, además de la infelicidad en la que se
había sumido sin posibilidad de consuelo.
43
He resumido el relato porque me parece importante para el análisis de 1946 y 1962 pues es en esos
dos años donde se ubica la complejidad del personaje y si bien revelan momentos claves de la
novela, esos instantes son importantes porque definen el carácter de Alicia y evidencian la riqueza
del personaje.
2.2.2. La transición
La protagonista de 1946 y 1962 difiere bastante de la de 1926, como bien indica Óscar Torres
Duque en su reseña “Decencia y discurso femenino”: “La mujer que recuerda en 1964 sucesos
ocurridos dieciocho años atrás, y sobre todo la mujer recordada, la de 1946, no es ni pálido reflejo
de la Alicia de 1926 […]” (200). Sin embargo, pese las diferencias de caracteres, hay un detalle
que la protagonista de 1926 comparte con la de 1946: ella es una persona que se rige por las
emociones.
La de 1926 se preocupaba por sus pacientes, al punto de realizar acciones impulsivas para salvar
sus vidas y reflexionar duramente sobre el papel de los hombres y el atraso de la medicina en
Bogotá. La de 1946 se preocupaba sólo por Noemí y todo lo que ella hace es para protegerla del
mal de los hombres, pero en esta ocasión debía actuar en secreto y reclama duramente la
responsabilidad de los hombres en la deshonra de una mujer. La de 1962 es una persona calmada
(y resignada) que recuerda todo lo que ha ocurrido y aún lidia con la culpa de haberle practicado
un aborto a su hija.
Es inevitable juzgar a Alicia por no haber detenido a su hija desde el principio y hablarle de frente
para advertirle de las consecuencias de sus actos, sumado al hecho de encargarse ella sola del
problema de Noemí y ocultándole la verdad a su esposo. Esa incomunicación resultaba chocante
a algunas personas con quienes hablaba acerca de la novela, incluso a mí inicialmente me resultó
molesta la actuación de Alicia, pero al reflexionar y al volver a leer la novela varias veces, entendí
que la época condicionaba a la protagonista.
Es necesario tener presente que una persona puede cambiar en dieciocho años, pero hay rasgos
que perduran a lo largo de su vida, sea por la crianza o por el impacto que le fue causado en algún
44
momento de su vida. En 1962 se nos revelan varias explicaciones para el modo de actuar de Alicia
y sutilmente se muestra que algunos de esos pocos motivos aparecen en 1926.
2.2.3. Acumulación de sentimientos
Un sentimiento que predomina en los episodios de 1946 es la vergüenza que experimenta la
protagonista en diversos momentos de la novela: al dudar de su hija constantemente e incluso el
hecho de tener que ocultarle a su esposo acerca de las sospechas que tiene sobre Noemí y las
razones que Alicia da para ocultar los hechos varían a lo largo de la novela, pues inicialmente dice
que:
Yo nunca le dije nada a Carlos porque él no hubiera entendido. No hubiera sabido cómo debía actuar.
Él estaba en el Tribunal ocupado en sus cosas y a mí pareció que yo debía proteger a Noemí. Carlos se
hubiera muerto de dolor. De pena. Un hombre como él tan apegado a sus principios. A sus ideas de lo
correcto. De cómo debe comportarse cada uno y sobre todo la mujer. Y no se diga su hija. Era
impensable. Es mejor que no haya sabido. Estuvo bien haberlo puesto a salvo de todo. (40)
No obstante, a medida que avanzan los recuerdos, en un episodio especifico cuando Noemí no
llega a su casa y su esposo está preocupado porque su hija no está en la casa, ella sufre al ver la
preocupación de éste pero le miente, pues: “Yo no sé por qué siempre sentí que era mi
responsabilidad. Casi que era mi culpa. Que esas cosas eran vergonzosas y eran culpa de las
mujeres. De las madres. De las hijas” (98). La Alicia Piñedo de 1962 reflexiona sobre esa
responsabilidad más delante de la novela, y es ahí cuando uno entiende que el modo de actuar de
Alicia viene de mucho antes:
Hoy me pregunto por qué tuve vergüenza con mi esposo por el comportamiento de la hija de los dos.
Tal vez porque Bogotá era así. Toda la indignidad era de las mujeres. Estaba acordado así en las
conversaciones. En las visitas. En la misa. Las mujeres eran la causa porque sus cuerpos eran dulces y
los hombres no podían contenerse. [...] Y ya nos daríamos maña para entrar a ese mundo de ellos y
distraerlos. Apartarlos de las cosas eminentes que hacían para obligarlos a errar. Yo creo que yo nací
con eso y por eso tuve siempre vergüenza con mi marido. Y quería tanto a mi niña. La quiero tanto. A
ella y Virginia mi nieta. Yo quise a toda cosa salvarla de lo que iban a decir. Lo que se dice de las
mujeres sin la menor clemencia. Sin averiguar. Para mí fue siempre claro qué era lo que tenía que hacer.
Yo no iba a dejar que Carlos supiera que su hija se veía con un profesor del colegio de monjas al que
45
asistía. [...] Eso me avergonzó desde el principio. Desde la noche en que Noemí habló por primera vez
de él en la mesa a comienzo de 1946. (133-34)
Incluso, la Alicia de 1926 experimenta esa responsabilidad, como lo pudimos ver en la cita de las
páginas 36-37. Hay un momento en la novela en el cual se sustenta que la responsabilidad viene
de la crianza y lo vemos tanto en 1926 como en 1962: en ambas fechas, Alicia comenta que cuando
le contó a su mamá que se había comprometido con Carlos Samudio, ella percibió que Raquel
respiraba aliviada y la de 1962, agrega que: “Yo siempre pensé que ella sentía que me había puesto
a salvo. De las palabras de la gente. De los murmullos. De los juicios de los hombres.” (101) y no
resulta descabellada la idea si recordamos que en 1926, Raquel hacía de chaperona cuando Carlos
venía a visitar a Alicia y le decía a su hija que él no debía venir con tanta frecuencia.
El discurso de odio a los hombres está presente en 1946 y somos testigos de ello cuando Alicia le
cuenta al padre Francisco que Noemí ya tuvo relaciones sexuales con Salviatti y el padre Francisco
declara furioso que deben denunciarlo, pero Alicia lo detiene y suelta una diatriba para convencerlo
de no exponer a Noemí:
Después de que las profesoras y las compañeras la señalaran vendrían los hombres a ejercer su derecho
a juzgar. A despreciar. A cubrir con las palabras más horribles y más injustas a las mujeres. Todo para
su comodidad. Para no tener que mirar. Para no tener que entender qué pasó. No tener que preguntar
qué le pasó a esta mujer. Por qué está esta mujer en esta circunstancia. Cómo llegó hasta aquí. Cómo la
empujamos hasta aquí nosotros mismos. Los hombres. Riéndonos a carcajadas entre nosotros. Tocando
los cuerpos de las mujeres con las manos sucias. Con las bocas sucias. Es mejor no preguntar. Es mejor
señalar de una vez las culpas y los castigos y continuar. Así se arrogan los hombres la obligación de
poner a salvo las mejores costumbres. La moral en Bogotá. En todas partes. (194)
Resulta impresionante tanto para el padre Francisco como para el lector la diatriba de Alicia, pues
es evidente la rabia y la fuerza de sus palabras; de hecho, a causa de esto viene a mi memoria el
incidente desagradable que Alicia vivió con su papá cuando ella era una niña y que ella recuerda
cuando el padre Francisco la confronta por ocultarle la verdad a su esposo:
«¿Por qué?», preguntó él, «¿te da vergüenza?». Yo no supe qué contestarle. Era verdad que me daba
vergüenza con Carlos. Estaba desconcertada. El padre me miró. Estaba esperando que yo le contestara.
«¿Sientes vergüenza por ti y por tu hija?», volvió a decir el padre Francisco, «¿sientes vergüenza por
las mujeres?». Yo no pude contestarle nada. En ese minuto pensé en mi mamá. En algo que una vez le
oí decir a alguien. Yo estaba chiquita y alguien dijo algo malo de mi mamá. Me acordé de eso. Yo iba
46
con mi papá caminando por la calle. Él me llevaba de la mano y al pasar frente a un grupo de señores
alguien dijo algo. Nos fuimos caminando más rápido y nunca hablamos de eso. En ese minuto me acordé
de eso y me puse a llorar. (65)
Aunque para Alicia no fue claro el comentario que hicieron esos hombres, la actitud de su padre
generó en ella muchas dudas acerca del pasado de su mamá y el hecho que nunca se haya tocado
el tema en su casa desencadenó en ella inseguridad y vergüenza de su pasado. Ese acontecimiento
se convertiría en uno de los primeros males que ella observaría:
Cuánto se ha castigado a las mujeres ya. Desde que empecé a vivir lo he visto. En el hospital San Juan
de Dios cuando empecé la práctica médica. En la clínica Calvo en esa época en que la niña estaba
terminando el colegio. Y hoy en la clínica de Marly. He visto a tantas mujeres solas. Enfermas.
Olvidadas. En el mundo donde los hombres han dictado siempre las normas vi desde el principio a las
mujeres adoloridas. Las vi morirse de fiebres. O desangradas. O avergonzadas (40-41). (El subrayado
es mío)
Alicia debe proteger a Noemí de la maldad de los hombres porque piensa que ella desconoce cómo
son ellos, dado que jamás había estado con uno y tampoco le había llamado la atención el tema
hasta que conoció al profesor de francés. La mejor amiga de su hija está de acuerdo pero hay que
tener en cuenta que ambas (Alicia y Luz Adriana 27) han vivido o visto momentos duros, por ello
señalan a los hombres como unos villanos (generalizando en el proceso) como se ve a lo largo de
los episodios de 1946, donde cada vez que Alicia ve o comenta sobre el profesor de francés,
describe a Salviatti de una forma inmoral y negativa al punto que cuando ocurre el encuentro entre
este y Alicia, tenemos muy presente la imagen de alguien malvado que se derrumba o no (depende
del lector) cuando él le declara a Alicia que está enamorado de Noemí.
Debido a estos sucesos Alicia siente que los hombres son malos, pero en su subconsciente sabe
que Noemí había tomado la decisión de embarcarse en esa relación; incluso otras personas le
demuestran (directa o indirectamente) que su hija hizo esa elección. El problema real de Alicia es
que considera a su hija una niña28, pero choca con la realidad al revelar que las acciones que Noemí
27
Luz Adriana fue violada por un primo de su mamá y quedó embarazada. Su mamá no le creyó y dijo que era porque
se había metido con un trabajador del campo, mientras que su padre sí le creyó y mandó a su esposa de regreso a
Estados Unidos y cuando Luz Adriana da a luz a su bebé lo da en adopción.
28
En ese entonces, la mayoría de edad era a los veintiún años, lo cual explica en parte la insistencia de la protagonista,
y por otro lado es su hija y es su tesoro. Quiero señalar algo importante: leyendo algunas reseñas de esta novela
(“Delante de ellas de Gonzalo Mallarino” de November Dahl; “Decencia y discurso femenino” de Òscar Torres Duque
y “Las violentadas mujeres de Gonzalo Mallarino” de María Grant), he podido darme cuenta que uno de los tantos
47
realizaba son propias de una mujer capaz de decidir, y no considera relevante que Salviatti le
afirme que ellos se aman. Obviamente, a él no le ayudaban tres detalles: el primero, el hecho que
él es un profesor y Noemí una alumna porque independiente de la época está mal visto; segundo,
él le resta importancia al asunto profesor/alumna declarando que el mundo no funciona así y que
lo que importa son los sentimientos, es decir, él olvida en donde vive, y tercero, tampoco le
favorece la arrogancia con la que le habla a Alicia. Pese a la segunda versión de la historia, que
además son conclusiones de otras personas y no tienen en cuenta la voz de su hija en ningún
momento, Alicia se empecina en su causa para salvar a su hija, y protegerla del sufrimiento que
ella ha visto a lo largo de su vida a causa de los hombres. Es al final de la novela cuando Alicia
entiende por qué Noemí la apartó y es cuando implícitamente se da a entender que ella reconoce
que las mujeres también son las que causan mal:
En ese minuto me di cuenta además cómo había protegido Noemí su intimidad durante todo ese año.
[...] Eso fue siempre lo más precioso para ella. Por eso nunca permitió que yo le hablara de lo que estaba
pasando. Que yo le preguntara. Tal vez eso no hubiera cambiado nada. [...] Ella nunca dejó que me le
acercara. Ella decidió salvaguardar su intimidad y ponerla aparte y tan lejos de mis manos como fuera
posible. A los dieciocho años. ¿Por qué se empecinó así Noemí? Tal vez porque siempre supo que yo
lo reprobaría. Que lo condenaría con toda mi alma cuando ella ya se había decidido y no iba a cambiar
su decisión. Y así terminaba esa intimidad. Así terminó ese día de diciembre de 1946. [...] Esa noche
viniendo en el taxi desde la clínica me di cuenta de eso. De que además del dolor en el vientre a Noemí
le estaba doliendo su dignidad. Yo se la había roto como cuando se tira una copa al piso y en la mirada
de ella estaba todo eso. Todo ese odio. Toda esa indignación. Toda esa humillación. (268-69)
2.2.4. Esclarecimiento
Lo que no es claro para el lector es ¿por qué Alicia no habló con su hija desde el principio teniendo
una buena relación con ella? Al inicio de la novela se establece que tienen una relación muy
estrecha, pero Alicia se deja llevar por la vergüenza para afrontar sola este problema y trata de
solucionarlo asumiendo culpas y tomando decisiones que perjudican a muchas personas, ya que
motivos por el cual resulta molesto que Alicia no tenga en cuenta a su hija es porque repite que Noemí tiene dieciocho,
que es considerada la mayoría de edad y por consiguiente, la hace para nosotros una adulta responsable, capaz de
tomar sus decisiones, pero Alicia indica su edad es para señalar que es menor y que no tiene idea del mundo, por eso
mismo le genera más rabia a la protagonista, pues a Salviatti se le calcula que tiene veintiocho o treinta años. Así que
si tenemos en cuenta que ella es menor de edad, que es una relación alumna y profesor y si recordamos que la novela
se sitúa en una Bogotá chapada de tradiciones y normas a seguir, es de esperarse que haya mucha oposición.
48
para esa época la responsabilidad de la crianza de los hijos era exclusivamente de las mujeres y si
los hijos fallaban, significaba que era culpa de la madre y se cuestiona además su papel como
esposa y ama de casa; básicamente la mujer debía ser perfecta en todos los aspectos de su vida. Si
los hombres dictan unas normas, las mujeres están encargadas de recordarlas y ese papel encaja
con Ligia Dolcey de la Peña, la prefecta de disciplina, quien intimida a Alicia porque ésta hace
énfasis en los modales:
«Noemí ha sido muy cercana al profesor», dijo la señorita Dolcey, «me parece que usted como su madre
debe cerciorarse». «No, yo no debo cerciorarme de nada», le contesté, «yo sé que Noemí no caería en
una cosa como esa». Antes que la señorita Dolcey dijera algo la Madre tomó la palabra. «Desde luego,
desde luego, doña Alicia», dijo, «su presencia aquí esta tarde no tiene el propósito de que conteste esa
clase de preguntas». Y miro otra vez con desaprobación a la prefecta de disciplina. (222)
Alicia lucha por mantener esa imagen perfecta de ella y de su familia para no ser señalada, lo cual
le obliga a recurrir a la impostación a lo largo de los episodios pero ella jamás reconoce que lo
hace, más bien es el lector quien se da cuenta en un punto de la novela cuando Alicia recuerda las
palabras de la Madre Superiora29.
El lector puede tratar de comprender los motivos bajo los que se escuda Alicia para proceder como
lo hace sin entender del todo, e incluso genera un rechazo vehemente por lo insensata que resulta
la protagonista, pero al poner en la mesa todos los aspectos del carácter de Alicia de 1946 y al
hilarlos se entiende que la vergüenza, la rabia, el odio y el afán de protección son quienes impulsan
a que ella le realice el aborto a su hija sin dudar, ni cuestionar y mucho menos consultar con Noemí
porque Alicia estaba bajo la presión de la sociedad y si Noemí caía, Alicia también se hundía. Fue
una decisión gobernada por sus emociones y por la inmediatez con que actuó, ella ya sabía lo que
tenía que hacer si llegase a ocurrir un embarazo. Jamás se sentó a pensar en las otras opciones que
tenía, si bien implicaba pasar por un proceso duro, eran menos extremistas que la que ella eligió,
pues podría haber dado en adopción al bebé como Luz Adriana hizo en su momento o incluso que
Noemí se convirtiera en madre soltera como muchas mujeres pobres lo estaban haciendo, aunado
29
“Yo le pregunté al final de la conversación si le gustaba Colombia. De eso sí me acuerdo. Y de la respuesta de ella.
«Pues verá usted», me dijo, «a veces sí y a veces no». Dijo que le gustaba el espíritu religioso de nosotros pero no
siempre nuestra moral. «El temor a Dios es auténtico», dijo, «pero en lo moral hay con frecuencia impostación y
disimulo»” (27).
49
el hecho que contaría con el apoyo de sus padres, por lo menos de Alicia. Lamentablemente
pudieron más las emociones que la razón.
Ya en 1962 Alicia lidia con la culpa de la decisión tomada y vive con las consecuencias de su
decisión, pues la relación única que ella tenía con Noemí antes del asunto de Salviatti se perdió
para siempre y en especial con la transgresión, transformándose en una relación formal distante
entre madre e hija: “Hasta el día de hoy no hemos hablado nunca de lo que pasó. Ni de lo que le
pasó a ella con su profesor de francés ni de lo que nos pasó a las dos. A la hija y a la madre. Pero
en verdad después de ese día ella y yo no hemos vuelto a ser como antes. A mirarnos como antes.
Algo se rompió para siempre” (255).
Alicia se ha transformado en una persona nostálgica que analiza sus acciones del pasado y se da
cuenta de los errores y de lo irracional que fue en ese año, confesión a la que se llega a mitad de
la novela, porque al inicio de los episodios de 1962 y 1946, Alicia reconoce que obró bien y se va
estableciendo, como lo señala Òscar Torres Duque: “[…] la clara asunción de un sentimiento de
culpa por parte de la narradora-protagonista, si bien este sentimiento se nos va imponiendo también
de manera gradual sin que la narradora lo reconozca” (200).30
Lo sucedido en 1946 aún afecta enormemente a Alicia como se evidencia cuando ella revela que
tiene pesadillas de esos momentos claves, aún odia a Salviatti y le afectan todavía las palabras que
él le dijo antes de irse de su consultorio: “«Usted es una mujer desconfiada», me dijo, «usted le ha
hecho un gran mal a su hija».” (246) y la distancia que se creó entre ella y Noemí causa que ellas
se vean poco y genera que tanto Carlos como Alicia vean poco a su nieta Virginia de cinco años,
frustrándoles la ilusión de poder compartir con su nieta.
Delante de ellas está llena de emociones intensas que emanan de la perspectiva de una mujer en
tres años distintos y que evidencian la transformación que ocurre en una persona que contribuye a
contrastar caracteres, pero también a encontrar semejanza en tres fechas distintas y contemplar
cómo lidia los diferentes problemas en una sociedad bogotana que exige “lo mejor” a las mujeres
y desecha a quienes no cumplen su objetivo.
30
En la reseña de November Dahl resalta también el tono solemne que emplea en 1962 y además señala que el hecho
de que la protagonista en el presente este hablando de las decisiones que ha hecho en su vida, causó que ella pensara
que algo malo había hecho Alicia como eventualmente descubrió al final de la novela.
50
Capítulo 3:
Adelaida, entre lo onírico, el delirio y la realidad
En las grandes crisis el corazón se rompe o se endurece.
Honoré de Balzac
Los otros y Adelaida es la última novela de la Trilogía Bogotá protagonizada por Adelaida, nieta
de Alicia Piñedo, quien vive en Bogotá en 1991 y convive con los efectos de la muerte de su hija
acaecida dos años antes en el atentado del DAS. Al contrario de las anteriores novelas, en esta
ocasión se concentra el autor en un año (1991) y la voz de Adelaida sostiene la estructura narrativa.
La novela transcurre en 1991, cuando Adelaida recuerda en un sueño una casa en la que estuvo
cuando tenía diecisiete años; en ese lugar se encontraba la estatua de un ángel que más adelante se
nos revela que tiene la cara de María Paula, su hija. Decide visitar la casa llamada el Palacio del
Estudiante, la cual se encuentra en estado de abandono y allí conoce a Milton, quien es amigo del
ángel de yeso. En una ocasión, cuando Adelaida va a visitar a Milton, toca la puerta pero no le
abre nadie, una vecina aparece y le dice que esa casa está abandonada desde hace diez años, lo
cual asusta mucho a la protagonista, pues a causa de la pérdida de su hija se ha sumergido en una
depresión profunda y ha soñado interacciones con Milton y el ángel, que hacen que el lector y la
misma Adelaida cuestionen su cordura. Pese a esto, ella averigua sobre el Palacio y descubre que
en las noches traen niños al lugar y después llegan unos hombres, lo cual genera sospechas en
Adelaida y se sumerge en una investigación angustiosa para salvar a Milton y a los niños, mientras
supera el duelo de su hija.
Para analizar a la protagonista se señalan cuatro etapas de su trayectoria vital por ser indicativos
implícitos acerca de su crecimiento personal y carácter ante situaciones difíciles como la muerte
de su hija y el enigma del Palacio, desplegados en la delgada línea entre la cordura y la locura, que
acompaña el inicio de la novela y que posteriormente se va diluyendo hasta sólo quedar breves
resquicios de ello.
Los otros y Adelaida resulta compleja por la emotividad y por la inclinación de la protagonista a
creer como reales los sueños que experimenta, además de momentos de franco delirio, lo que causa
en los lectores una confusión y un cuestionamiento sobre algunos hechos que relata Adelaida, no
51
obstante, vale la pena analizar su historia desde la construcción del personaje que Gonzalo
Mallarino Flórez ha desarrollado.
3.1. El período oscuro de Adelaida
Estaba yo otra vez muerta del frío en la pieza oscura sin poder acordarme si me había metido al baño
por la tarde o al amanecer o al mediodía. Sin saber cuánto tiempo había pasado.
Los otros y Adelaida
Esta etapa surge del proceso existencial de Adelaida al morir María Paula, lo cual sumió a la
protagonista en una zanja oscura de dolor hasta el punto de transformarse en Lucy todos los días
(219). Sabemos poco de este período, debido a que los recuerdos de Adelaida están cubiertos por
una bruma a causa del desconsuelo y de la depresión. Todo lo que sabemos de ese momento se
debe a que la protagonista lo relata en el transcurso de la novela, y pese a la escasa información
podemos establecer unos hechos de ella que contribuyen a percibir su evolución a lo largo de la
novela.
Es necesario establecer quién es Lucy, pues ella surge en esta etapa y la acompañará a lo largo de
la novela. Lucy, la mujer prehistórica, es el estado depresivo de Adelaida y su aparición representa
el dolor que ella está experimentando y que la está dominando. Lucy cobra dos significados para
Adelaida: el primero, muchos años antes de la tragedia, cuando Adelaida apenas iba a tener la
primera cita con el papá de su hija; en un programa de televisión aparece Lucy la mujer
prehistórica, de quien se anota que hace tres millones de años había caminado derecha (14) y a
Adelaida esto la impresionó porque: “Tal vez porque entonces me pareció que Lucy era una mujer
muy valiente. Me pareció bien que ese ser del pasado fuera una mujer. Una mujer con el cuerpo
lleno de pelos que había levantado la cabeza para mirar y para oler la brisa que venía. La primera
mujer del mundo mirando el horizonte” (14).
Ese significado refleja el optimismo de Adelaida en ese entonces, si bien su mención es breve
permite contrastar con el segundo significado, que pasa a dominar en toda la novela: una fase
depresiva y dolorosa. La primera vez que Lucy surge en la novela es descrita de esta forma: “Me
sentí como Lucy. Como la mujer prehistórica. El pelo grueso y lleno de barro. La mandíbula
52
enorme. Las manos como raíces. Los muslos peludos. Oscuros. Soltando un líquido lleno de tierra”
(30). Más adelante se describe con profundidad ese estado, donde tenemos certeza absoluta para
poder asociar a Lucy con el dolor y para observar el esfuerzo de la protagonista de no permitir la
transformación que puede surgir en determinados momentos. Más adelante, cerca del final, se nos
muestra que Lucy no siempre se presentó de esa forma, pues cuando Adelaida vivía en la zanja la
describe de esta manera:
Yo sabía que además que Lucy estaba todavía cuando me despertaba porque sentía la cama llena de
tierra como si me despertara entre una zanja. Sentía lombrices entre los dedos de los pies y entre las
piernas. Ahí dentro metiéndoseme hasta el estómago. Y había unas que me subían hasta la garganta y
salían por la boca y empezaban a caer en la cama. Y no olvido el olor del cuerpo sucio y de la cama
sucia y de la vida cubierta de lombrices y de terror. Cuántas veces le imploré a Dios que me dejara
dormir otra vez. Otras horas. Otros días. Que me dejara morirme soñando con la niña. [...] Estaba yo
otra vez muerta del frío en la pieza oscura sin poder acordarme si me había metido al baño por la tarde
o al amanecer o al mediodía. Sin saber cuánto tiempo había pasado. (218-19)
Adelaida emplea a Lucy para describir su padecimiento cuando alguna situación activa la
depresión de la protagonista, seguramente porque es la única forma en la que puede explicar lo
que vive en esos momentos, donde el dolor se transforma en la tierra endurecida que la cubre; los
gusanos31 que ella siente representan la muerte de un aspecto fundamental de su vida, y la
mandíbula enorme, el pelo grueso y los vellos de su cuerpo, en especial de los muslos, representan
el menosprecio hacía si misma al sentirse responsable por no poder evitar la muerte de su hija,
pues en diversas partes de la novela ella relata que le encantaban sus piernas y a Gildardo, el papá
de María Paula, le parecían muy bonitas, pero también su pelo tenía importancia para ella porque
lo asociaba a los momentos que compartía con su mamá y al afear esas partes del cuerpo refleja el
odio que ella está experimentando.
Con el transcurso del tiempo empieza a asistir donde la doctora Jenny, quien le ordena levantarse
de la cama e integrarse al trabajo, lo cual termina haciendo poco a poco pero a su vez empieza a
alejarse de su mejor amiga Angélica, porque ha conocido a su futuro esposo y a la protagonista le
Juan Eduardo Cirlot anota el simbolismo del gusano de esta forma: “Débese a su frecuente carácter subterráneo, a
su inferioridad, a su relación con la muerte y con los estadios de disolución o primariedad biológica. Así es muerte
relativa (para lo superior, organizado) lo que simboliza, pues, en el fondo -como la serpiente- es un exponente de la
energía reptante y anudada” (239). Al estar Adelaida cubierta de gusanos se expresa desesperanza y desconsuelo que
embarga a la protagonista por el terrible suceso.
31
53
duele verlos juntos. Lucy está presente todos los días en la vida de Adelaida, pero no por mucho
tiempo, pues todo cambia por un sueño que desencadenan los acontecimientos relatados en la
novela.
3.2. El inicio del fin
You cannot find peace by avoiding life, Leonard
The Hours, Michael Cunningham
Como se señaló en la introducción, Los otros y Adelaida fue la primera novela con la que realicé
mis primeros acercamientos a la Trilogía Bogotá y en su momento lo que más me impactó de las
primeras páginas que leí fue la emotividad de la protagonista que me resultaba familiar y que me
sorprendía enormemente, pues pocas obras plasman con profundidad el dolor y la depresión que
conlleva enfrentar algo tan fuerte o intenso, pero también que reflejara el camino emocional que
algunas personas recorren cuando lidian con la pérdida de un ser amado.
El segundo período de la protagonista se caracteriza por su despertar de la profunda depresión en
la que estaba inmersa y se origina por un sueño que ella relata al inicio de la novela: “Por un sueño
que tuve recordé una tarde en la que llovió a cántaros hace más de diez años. Yo iba para la
universidad y cerca del Observatorio Nacional me metí a una casa vieja a escampar. Subí por una
escalera destartalada y en el último piso entré a un salón. Un relámpago iluminó el salón oscuro y
vi un ángel. Un ángel de yeso con los ojos entornados. En el sueño me di cuenta de que era idéntico
a la niña” (7).
La importancia de ese sueño se descubre cerca del final de la novela, cuando Adelaida relata que
Lucy llevaba días sin aparecer; ella tuvo ese sueño y fue el inicio del fin de su período depresivo,
porque poco a poco se involucra en el misterio del Palacio y lentamente va dejando de ser
melancólica.
Adelaida va a la casa conocida como el Palacio del Estudiante a buscar la estatua del ángel porque
le recuerda a María Paula, su hija, y ahí conoce a Milton, un niño ciego que habla como si el ángel
fuera un ser vivo que llora porque su mamá también llora. Las interacciones de Adelaida con
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Milton hacen que uno se cuestione acerca de lo que está sucediendo, porque en ocasiones la
protagonista sueña con Milton y el ángel haciendo dudar al lector de todo esto, aunado a los
pensamientos y a las acciones de una Adelaida que también está confundida, pero luego de varias
lecturas y de un análisis de esa primera parte de la novela pude delimitar mejor lo que corresponde
a la realidad, el delirio y lo onírico de su mundo.
Antes de adentrarnos en lo confuso que es para Adelaida la presencia de Milton y el ángel en esta
segunda etapa, debido a que ella difícilmente precisa que es un sueño y que es realidad, teniendo
en cuenta esto es necesario establecer unos hechos que son los que contribuyen a que tanto el lector
como la protagonista duden acerca del misterio del Palacio.
Adelaida, al igual que su abuela, Alicia Piñedo, es muy emotiva y la mayor parte del tiempo deja
que sus emociones la dominen. Abundan ejemplos de ello en el entramado narrativo: la primera
Lucy aún está presente en la vida de Adelaida, pero el lector observa cómo la protagonista lucha
para evitar transformarse en ella; la segunda se evidencia en el descuido de su presentación
personal y ella confiesa que le causa aversión ese tema, incluso le preocupa muy poco su salud
como se demuestra cuando no le ha venido el período32 en mucho tiempo y va al médico, pues no
tiene energías para cuidarse y alimentarse adecuadamente, lo que lleva a la tercera consecuencia:
de la misma forma que no puede dedicarse a cuidar su cuerpo, tampoco tiene fuerzas para afrontar
las situaciones que se le van presentando referentes a su vida personal, por consiguiente tiende a
sufrir ante cualquier detalle que pueda asociar con María Paula. Dos episodios de esto suceden con
Virginia y Angélica: en el caso de la primera, su hermana mayor, Adelaida es incapaz de ir a
visitarla y a sus sobrinos porque el hijo menor de su hermana le recuerda a su hija 33; mientras que
con Angélica, el embarazo de su mejor amiga le genera rabia, dolor y envidia porque ella puede
32
La menstruación y la ovulación resultan ser esenciales para Adelaida, pues ambos actos naturales forman parte del
concepto de ser una mujer que la protagonista tiene, como se evidencia en algún punto: “Ni siquiera soy una mujer
completa ahora porque no produzco óvulos” (143). Pese a que es un tema que en la segunda y tercera etapa es
mencionado brevemente dado que la protagonista tiene la autoestima por el suelo y no tiene las energías para cuidarse,
en el cuarto período cobra importancia para ella dado que adquiere interés por un hombre y por consiguiente empieza
a velar por su salud.
33
Al inicio del quinto episodio de la novela, Esteban (el niño en cuestión) le relata por teléfono a su tía que tiene un
libro de ballenas que le trajo su papá y que se lo va a mostrar (31). Más avanzada la novela, se revela que Adelaida y
María Paula tenían la costumbre de mirar un libro sobre pájaros. Por más que ella intente visitar a su hermana, siempre
hay algo que le recuerda a su hija y pasa un largo tiempo sin ver a su hermana, contactándose solamente por teléfono.
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ser feliz, tener un hijo y una familia mientras que ella no y en una conversación con la doctora
Jenny, la protagonista revela que ha tirado la toalla:
«Pero usted puede tener todo eso otra vez», dijo ella, «más adelante, cuando esté mejor». «Yo no creo
que me vaya a sentir mejor nunca más», le contesté, «como usted dice lo de María Paula es
inmodificable». «Sí, es inmodificable», dijo ella, «pero no es el final de todo para usted». Después me
dijo lo que me ha dicho todos estos meses. Que finalmente yo voy a aceptar esto y aprenderé a vivir con
lo que ha pasado. Que estoy muy joven y que en algún momento voy a tener ilusión otra vez. Que
además tengo una carrera y que hay cosas que me interesan y en las que puedo trabajar. «Adelaida», me
dijo, «usted puede tener otros hijos, hijos nuevos». Yo no creo en nada de eso ya. En nada. Eso se acabó
para mí. (43-44)
He aquí un punto importante que quiero señalar sobre Adelaida: el fragmento citado arriba, junto
con otros hechos de la novela34, evidencian que María Paula era su principal razón para vivir y
sentía que podía darle todo el amor que ella anhelaba transmitir y además recibía de su hija un
gran cariño; por lo tanto, al perderla su mundo idílico se derrumbó, dejándola con un vacío enorme
se quedó sola, pues Gildardo se fue sintiéndose incapaz de afrontar la pérdida con Adelaida y el
rumbo de su vida desapareció. Por consiguiente, la protagonista funciona mecánicamente, pues
ningún otro aspecto de su vida logra sacarla de ese letargo, sólo el sueño que ella tiene y que le
recuerda a su hija.
Debido a este sueño Adelaida se sumerge en el misterio del Palacio porque ella extraña a María
Paula y por consiguiente busca la estatua del ángel y es la doctora Jenny quien lo confirma: “«Tal
vez esa es la clave, Adelaida», me contestó ella, «es como si su mente hubiera encontrado un lugar
donde su niña todavía pudiera estar viva». [...] Para seguir buscando a María Paula y seguir
teniendo la esperanza de encontrarla” (33). Sin embargo, ante lo extraño que le resulta a la
protagonista que, primero, Milton esté sólo en un cuarto, y segundo, al hacer varias visitas en la
noche al lugar, observa situaciones extrañas, lo cual aumenta el misterio35, y tercero, el hecho de
una vecina quien dice que ahí no vive nadie desde hace diez años, aunado a que Vicente Arcos
niega que sea dueño de una casa en el centro, cuando los documentos indican claramente ese dato,
Por ejemplo, cuando Adelaida recuerda con dolor su relación con su pareja dado que: “Al final de Gildardo está la
hija de los dos. Todo lo que hicimos era para eso. Todo lo que vivimos era para eso. Todo lo que sentimos Gildardo y
yo era para eso. Para que al final naciera la hija. Para que la niña llegara y nos completara. Nos diera la última felicidad.
La primera felicidad” (16).
35
Ve que traen niños en mitad de la noche al Palacio, luego traen a unos hombres mayores y los ingresan a la casa.
34
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todo lo cual hace que Adelaida se llene de curiosidad y poco a poco empiece a investigar sobre lo
que está ocurriendo ahí.
Constantemente el lector pone en duda la cordura de Adelaida por motivos recurrentes, como el
de la vecina, pero en realidad lo que cuestiona tanto al lector como a la protagonista son las
interacciones con Milton.
En el primer episodio de la novela, ella habla con Milton y apartando el hecho que el niño habla
de un ángel que llora, todo va normal. Luego la protagonista va a verlo una segunda vez y lo busca
con la señora Eloísa, mamá de Milton, pero no lo encuentran en ningún lado y Adelaida pregunta
por la estatua del ángel y la señora Eloísa le responde que ahí jamás hubo una estatua. Adelaida se
va y la noche siguiente tiene el primer sueño con Milton y el ángel: “«¿Por qué no estaban ayer?»,
les pregunté, «¿a dónde se fueron cuando los buscamos?». «Aquí estábamos, Adelaida», dijo
Milton en el sueño, «lo que pasa es que usted no nos vio». «Pero yo miré por todas partes» […]
«Adelaida, es que tiene que venir sola», me contestó el ángel, «si viene con otra persona no nos va
a poder ver nunca». «Sí», dijo Milton, «tiene que venir sola»” (24).
Adelaida hace caso al consejo de ambos y vuelve al otro día, en el momento en que la señora Eloísa
no se encuentra en el Palacio, sube al cuarto y encuentra a Milton sentado. Ella le pregunta dónde
estaba y él le explica que estaba escondido y que él las sintió, pero que él ya le había explicado
que debía venir sola, Adelaida lo acepta pero luego cae en cuenta de que eso sólo se lo había dicho
en un sueño, y le pregunta al niño cuando le había dicho eso y él responde con un simple: antes.
Le interroga por la ubicación de la estatua, pues no la vio: “«Yo la tenía», dijo él, «yo la escondo
cuando viene gente a la casa». Le pregunté que para qué hacía eso. Que para qué se escondía.
Milton me dijo que era mejor que nadie supiera que ellos vivían en la casa” (26). Si bien la
conversación es extraña, tiene una explicación lógica: él sí le había dicho la última vez que se
vieron, pero seguramente por estar tan distraída Adelaida olvidó que el niño le dijo eso y su
subconsciente se lo recordó en el sueño. Esa podría ser la explicación más probable para ello, en
cuanto al ángel y al hecho que el niño lo esconda no puedo explicarlo, podría sugerir algunas
hipótesis pero ninguna podría ser firmemente sustentada, porque decir que el ángel es producto de
la imaginación de Adelaida contradice el hecho de que Milton conoce su existencia. Mallarino
deja el tema de Milton y el ángel de manera ambigua, generándole dudas al lector.
57
La emotividad de Adelaida, el sueño, la conversación con Milton y la vecina hacen dudar a la
protagonista y al mismo lector. Sin embargo, no hay otra voz que nos permita tener la certeza sobre
si Adelaida está loca o no, así que la seguimos en toda la narración creyendo que lo del Palacio es
verdad cuando ella lo sostiene y trastabillando cuando ella no está segura sobre lo que está
sucediendo. Es inevitable pensar en algún punto si Milton es un personaje real o es el dolor que la
hace imaginar un niño ciego abandonado para cuidarlo, como lo indica la doctora Jenny:
[...] «usted sueña con esa casa porque allí hay un niño que la necesita». Después me dijo que yo no
dejaba de ser madre. Que en el sueño yo seguía siendo madre dentro de esa casa. Que tal vez quería
proteger al niño ciego para salvar a María Paula. [...] «Puede ser, Adelaida», dijo ella, «tal vez usted
quiere otra oportunidad». «¿Otra oportunidad de qué?», le pregunté. «De salvar a su hija», contestó, «de
impedir que le pase lo que le pasó». (90)
Retornando al tema de las conversaciones con Milton, la del séptimo episodio es especialmente
importante porque es el inicio de la aceptación de la protagonista de los hechos de su vida. Para
ese momento Adelaida se ha resignado a no contarle nada a la doctora Jenny 36 y es renuente a
creerle a su psicóloga que ella inconscientemente está buscando a su hija en esa casa; cuando en
una visita Milton la confronta y le pregunta porque está ahí, ella no sabe que responderle, así que
él le dice lo que cree:
«Usted viene porque está muy triste», dijo, «porque usted de verdad es la mamá del ángel». Tal vez sí.
Tal vez Milton tiene razón. Tal vez yo voy allá por el ángel que recordé en un sueño después de tantos
años y porque no encuentro cómo vivir. No me consuelo. No me conformo con haber perdido a mi
chiquita como dice la doctora Jenny. Todo esto de la casa es por María Paula. Todo este sueño como
dice ella. Yo misma ya no sé qué pensar. Estoy cansada y que a veces no sé qué fue lo que vi de verdad
y qué fue lo que soñé. Sé que Milton estaba esta tarde. Sé que estuvimos hablando. Por Dios que lo sé.
Sé que soñé un rosal y una luz extraña y una música sobrecogedora. (48)
Adelaida acepta que su psicóloga tiene razón en ese tema aunque en ese momento no lo admite, es
importante porque poco a poco Adelaida va a empezar a reconocer que la muerte de María Paula
sí está ligada a cada aspecto de su vida y es un paso clave para las personas que han atravesado
una situación dolorosa (muerte de un ser querido, ruptura del corazón, cambios drásticos, etc.), ya
36
Pese a que la doctora Jenny cree que el misterio de los niños es un sueño, las observaciones que ella hace sobre
Milton, el ángel, María Paula, doña Rosalía, etc. son acertadas y en ocasiones es nuestra guía para poder entender a
Adelaida.
58
que contribuye a un proceso de crecimiento la aceptación de esas circunstancias o por lo menos
ciertos aspectos de ello.37
A lo anterior se le suma su nueva amistad con Encinales, lo cual es un gran avance de Adelaida
que antes carecía de motivos para socializar con otras personas. A la protagonista le llama mucho
la atención que Encinales se haya fijado en ella justo cuando estaba teniendo un muy mal día y
estaba visiblemente triste; eso es justamente lo que le ha atraído a Encinales: la tristeza de Adelaida
y el porqué de ello es algo que ni él logra explicarse, sin embargo, descarta la heroica idea de
salvarla de su depresión cuando ella le pregunta si era por eso que lo había notado. Si bien las
interacciones con Encinales se hacen por teléfono y jamás llegan a verse por diferentes motivos 38,
el hecho de que el misterioso hombre sea honesto con Adelaida contribuye a que la protagonista
se sienta segura, pues el día que van a tener la primera cita ella siente temor porque se siente fea y
porque hace tanto tiempo no sale con alguien, no tiene idea de qué hacer, le cancela el compromiso
y Encinales le señala que ella tiene miedo de salir, confesándole que él también tenía miedo de
salir con ella. A partir de ese momento se establece una confianza entre ambos, se relatan sus
mutuos episodios dolorosos, lo cual le concede a Adelaida cierto respiro, tanto que ella no quiere
dejar de hablar con él, lo cual sí le sucedía antes cuando alguien intentaba pasar el tiempo con ella
e incluso se le hacía difícil socializar y estableciendo la barrera que la ha distanciado de los demás;
con Encinales, en cambio, eso no pasa porque él comprende de cierta forma su dolor y está
interesado en ella pese a que no está en su mejor momento y no la presiona para que salgan.
Pese a que las conversaciones con él le dan seguridad a Adelaida, jamás le relata lo que sucede
con el Palacio porque teme que no le crea nada sobre lo que ha descubierto allí como sucede con
la doctora Jenny y con Angélica; de hecho, Angélica cree que la doctora Jenny tiene razón acerca
de que son sueños y le señala a Adelaida que es extraño el hecho de que Milton viva en una casa
vieja y en esas condiciones, pero le resalta lo más absurdo de la situación: el niño nunca está con
la señora. Adelaida reconoce que es cierto y que no había caído en cuenta de ello: “La señora
37
Diversas creaciones literarias y cinematográficas han relatado ese paso de diferentes formas, por ejemplo, en la
literatura, en Harry Potter y la piedra filosofal en el capítulo “El espejo de Oesed”, Dumbledore le explica a Harry
que lo que ve en ese reflejo no es más ni menos que el deseo más profundo de su corazón y le pide a Harry que no se
deje seducir por los sueños y olvide vivir, consejo que Harry acepta pero no sin dificultades y así tanto el lector como
Harry Potter aceptan que ni la magia podría revivir a un ser querido. Otro ejemplo literario es “El Sur” de Jorge Luis
Borges, en el cual el protagonista (Juan Dahlmann) sintiendo cerca su muerte en el sanatorio, reconoce su realidad e
imagina una muerte más digna para él: en una pelea contra un gaucho.
38
Adelaida no recuerda a Encinales en la reunión en que se conocieron, por consiguiente no lo ha visto.
59
Eloísa me habla de Milton sin que él esté presente nunca y Milton se refiere siempre a su mamá
como alguien allá abajo en el primer piso” (52)39. Aunque Adelaida no logra explicar esas
observaciones, el que cuestione sus palabras alguien que conoce hace muchos años le genera ira y
en consecuencia se aparte de Angélica40.
Hay un detalle que parece demostrar que la existencia del Palacio es un sueño: la protagonista no
razona ciertos detalles que revelan lo absurdo de la situación. Un ejemplo contundente aparte de
lo sucedido con Angélica, ocurre en diversos momentos: siempre que ella va a relatar a alguien lo
del Palacio, incluye la historia de la estatua del ángel que le recuerda a su hija y como precisamente
siempre lo relata a personas que conocen el incidente de María Paula y han estado en la etapa más
depresiva de la protagonista, ellos no tienen otra opción que creer que Adelaida está soñando
porque aún está dolida41, incluso más adelante en la novela se insiste en narrar lo del ángel para
explicarle la situación al abogado Rodrigo Sorosti, pero esta sólo evidencia que la emoción domina
a la protagonista y es incapaz de reflexionar sobre lo absurdo que resulta lo que cuenta:
Yo le dije que había recordado la estatua en un sueño que tuve hace nueve meses y que había caído en
cuenta de que había entrado a la casa hace diez años. Que estaba lloviendo a cántaros. «Yo me metí aquí
a escampar», le dije, «tenía diecisiete años». Le dije que por el sueño recordé que la estatua era idéntica
a la niña. «¿La estatua era parecida», dijo Rodrigo, «a la hija que usted iba a tener diez años después?».
Yo le dije que sí. «¿Pero usted», me volvió a preguntar él, «sólo se dio cuenta del parecido en el sueño?».
Yo le dije que sí otra vez. (189-90).
No resultaría ilógico que ella le hubiese contado a la doctora Jenny y a Angélica de esa misma
forma, pues ambas son personas de confianza para Adelaida y solamente deja de hablar del enigma
cuando ve que ninguna le cree; es de esperarse que tanto la historia del ángel como el pasado de
la protagonista son factores que contribuyen a que el lector y los otros personajes duden de ella.
Una prueba de ello ocurre cuando se alía con don Otoniel, un zapatero que tiene su negocio en su
casa que se encuentra cerca del Palacio, y al relatarle lo que sucede allí, omite lo del Milton y el
ángel, y don Otoniel le cree por diferentes motivos: “[...] «Una persona como usted no inventaría
semejante ópera». Dijo además que con lo de las fotos quedaba convencido. «Si fue capaz de
39
La protagonista relata lo que sabe hasta el momento: que la casa no aparece en algunos registros, que Vicente Arcos
niega que esa casa sea suya y que hay una vecina que dice que nadie habita en la casa. Adelaida aún no descubre que
ingresan niños al Palacio.
40
Aunado al hecho de que su amiga está formando su familia feliz, convirtiendo a Angélica en una enemiga.
41
Angélica cree que son sueños porque le preguntó a Adelaida cual era la opinión de la doctora Jenny del asunto.
60
embarcarse en semejante cosa, doña Adelaida», dijo, «tiene que ser que todo lo que usted vio es la
mera verdad». «Además en esa casa se oye movimiento», dijo, «no puede ser que esté abandonada
hace años»” (103).
Don Otoniel pasa a ser el testigo clave para determinar si Adelaida está loca o no; de hecho,
conocer sólo la perspectiva de ella (quien en ocasiones duda) genera cierta confusión entre la
realidad y la ficción, pero el hecho de que el zapatero reconozca que sí se han presentado
movimientos en esa casa, aunado a que somos testigos de lo que Adelaida ha llegado a hacer para
desentrañar el misterio42, ayudan al lector a creerle a la protagonista y se convierte en una prueba
de lo que está sucediendo es verdad.
En este momento, Adelaida empieza a experimentar alivio, alguien por fin le cree y ya no se siente
sola, pero cuando no sucede ningún movimiento sospechoso la noche que vigilan juntos desde la
azotea de la casa del zapatero, a ella le empieza a preocupar que don Otoniel dude de su palabra y
vuelva a estar sola en esa situación tan extraña sin saber cómo actuar. Ellos acuerdan hacer otra
vigilancia al día siguiente, pero Adelaida se confiesa a sí misma que en realidad no es a don
Otoniel a quién necesita convencer, en realidad, es a ella (y al lector) a quienes les urge confirmar
si es verdad o es un sueño, debido a la duda que en ocasiones experimenta a causa de las palabras
de Angélica y de la doctora Jenny, pues reconoce que sueña con Milton a quien quiere abrazar y
acompañar como había dicho su psicóloga, y admite que aún le afecta la muerte de María Paula,
por lo tanto, tiene muy presente las palabras de ellas.
Lamentablemente don Otoniel desaparece y su zapatería aparece sellada, comprobándose que
efectivamente Adelaida se había sumergido en un asunto turbio, pero el miedo ante la posibilidad
de que Vicente Arcos pudiera hacerle daño a ella, la preocupación por don Otoniel y el sueño de
culpa que tiene de Milton y el ángel antes de ir donde el zapatero43, terminan por agotar a la
protagonista y huye a Sasaima para ponerse a salvo de Vicente Arcos.
42
Investigar los documentos que confirman la existencia de la casa; seguir al taxi que trae a los niños y a los señores,
entre otros.
43
Por el orden de los acontecimientos (sueño y descubrimiento del local sellado) parece más un sueño que genera
impotencia a la protagonista, es como una advertencia, pues Milton estaba llorando y sostenía el ángel que se
asemejaba a la muerte de María Paula:
«Es su culpa, Adelaida», me dijo Milton, «usted prometió que nos iba a ayudar y no vino». Yo le dije a
Milton que había tratado pero que no podía entrar a la casa. Que Vicente Arcos no me dejaba. Que la
61
3.3. La calidez y la seguridad de un hogar
Yo la miré y otra vez se me llenaron los ojos de lágrimas. Entonces ella me abrazó como yo quería. Me
sostuvo como yo quería. […] Y era como si doña Rosalía supiera. Como si entendiera.
Los otros y Adelaida
El episodio decimoséptimo relata la huida de Adelaida a Sasaima, y en ese punto de la novela el
lector puede percibir que ha empezado una nueva etapa para la protagonista, porque a medida que
va bajando a Sasaima va rememorando su infancia y el tiempo compartido con sus papás y su
hermana en la finca de Betel, dejando atrás la tristeza por las cosas que no hizo con su hija y la
angustia por Vicente Arcos, por don Otoniel, por Milton y los niños.
Al llegar al sitio en donde se va a quedar, poco a poco Adelaida va liberándose de ese dolor y del
miedo que llevó a cuestas durante dos años, experimentado un bienestar que no había vivido en
mucho tiempo; la noche de su llegada a Sasaima tiene un sueño que es esencial para la protagonista
(y la novela), pues en este su versión infantil la consuela y le indica que ya no esté triste,
señalándole que es momento de dejar de sufrir, mientras la versión adulta le pide perdón por todo
lo que ha sucedido y ambas aceptan tanto el consuelo de la una y el perdón de la otra. Al perdonarse
a sí misma por lo ocurrido con María Paula, bajan la escaleras de caracol44 para salir al exterior,
momento en el cual su sueño se llena de luz y de vida convirtiéndose en el exterior de la finca de
Betel, donde encuentra a María Paula, quien la recibe sonriente y le dice: “«Por fin llegaste,
mamita», me dijo, «ya no estés más triste»” (119), lo cual pone fin a la culpa 45 que Adelaida
arrastraba desde la muerte de María Paula.
vecina me vigilaba y me daba mucho miedo. «Usted prometió que iba a salvarnos», volvió a decir
Milton, «a nosotros dos y a todos los niños que están maltratando aquí». «No, no Milton», dije, «le juro
por mi alma que yo sí he tratado». (107-08)
Juan Eduardo Cirlot integra tres significados sobre la escalera: “[…] ascensión, gradación, comunicación entre los
diversos niveles de verticalidad” (192). Ninguno de ellos aplica en este caso porque aquí las escaleras son empleadas
para salir del cuarto que representa el aislamiento y la culpa en la que vive la protagonista para finalmente conducir
al exterior cálido que simboliza el perdón.
45
Quiero explicar la complejidad de la culpa que la protagonista se atribuye: ella se siente responsable por la muerte
de su hija dado que ellas estaban en Paloquemao buscando el pasado judicial y Adelaida piensa que si ellas no hubieran
ido ese día o si la niña hubiera estado agarrada de su mano y no mirando vitrinas, su muerte no habría sucedido.
Aunque uno no pueda prevenir ciertos hechos y evitar las consecuencias de ello, la existencia de una posibilidad que
pueda evitar un suceso puede carcomer a una persona. Esto resulta ser un comportamiento muy humano que tiende a
darse la mayoría de las veces en los padres que experimentan una situación dolorosa con sus hijos y Gonzalo Mallarino
Flórez lo encarna muy bien en Los otros y Adelaida.
44
62
A partir de ese momento, Adelaida empieza su proceso de sanación, el cual se refleja en el enorme
apetito que la protagonista demuestra al día siguiente, en las declaraciones de lo bien que ha
dormido y en la reflexión que Adelaida hace acerca de la situación vivida con Milton y el ángel.
En efecto, en Sasaima el sueño la ha transformado, la protagonista se convence aún más que fue
una experiencia onírica y reconoce que algunas cosas las soñó (en lo referente a Milton) y en ese
momento que medita, le parece muy probable que la doctora Jenny tenía razón acerca del dolor
que experimentaba, aunque no sabe a ciencia cierta qué ocurrió y alberga en su corazón la
esperanza de que nada relacionado con el Palacio del Estudiante fuera real.
¿Por qué el proceso de sanación de Adelaida se inicia en Sasaima y no en Bogotá? Me inclino a
creer que Bogotá es un recordatorio frío de su tragedia y de la vida que tuvo antes y de las
oportunidades perdidas con María Paula y Gildardo además ha olvidado su identidad pues ésta se
apoyaba en su hija dado que ella era su norte y por ello divaga en la bruma de la depresión, sin
tener idea de qué hacer y menos al no tener razones para seguir adelante, así que al lidiar con lo
anterior y con el Palacio, más la constante puesta en duda de su cordura, terminan por agotarla y
huye al sitio en el que alguna vez fue feliz, un refugio cálido al que puede llamársele un hogar
donde puede olvidar su angustia, reconfortarse en los recuerdos de su infancia y descansar de todo
lo que la perseguía en Bogotá; se trata, pues, de un lugar que le da seguridad y la fuerza necesaria
para concluir el episodio de María Paula y poder seguir adelante.
Además de perdonarse a sí misma Adelaida encuentra en Sasaima el amor y el consuelo que
anhelaba desde que murió su mamá, y que tanto necesitó cuando falleció María Paula, en la figura
materna de doña Rosalía, una española que tiene una fábrica y un campo de té en Sasaima y a
quien visita. En efecto, doña Rosalía le abre sus brazos amorosos y establecen una bonita relación
que le traerá mucha felicidad y estabilidad a la protagonista:
Doña Rosalía me hizo pensar en mi mamá y muchas veces me hizo sentir segura como cuando mi mamá
estaba. Uno sabía que la mamá estaba en la casa esperando y después de lo que pasaba durante el día
volvía a la casa y podía abrazarla. Doña Rosalía es así y yo la quise desde el principio sin saber por qué.
Doña Rosalía me abrazó amorosa desde el primer día y me da mucha alegría cuando llegan sus cartas.
Me da mucha felicidad saber que alguien lejos piensa en mí y me tiene en su corazón. (201)
Sin embargo, hay heridas del pasado que aún lastiman a Adelaida pese a su ambiente seguro. Al
tomar la determinación de quedarse un tiempo en Sasaima, llama a su hermana para avisarle dónde
63
se encuentra, tranquilizándola en el proceso y le manda muchos cariños a ella y a sus hijos. Le
recomienda unos detalles del apartamento, completamente segura sobre lo que va a hacer y todo
va bien hasta la despedida, momento en el cual Virginia le informa que ya nació la hija de Angélica,
causándole mucho dolor y odio a Adelaida.
De los dolores más difíciles de lidiar es la pérdida de un hijo y Los otros y Adelaida encarna ese
terrible sentimiento y lo duro que es superar la muerte de un hijo, cuando es la única razón que
anima a salir adelante. Al relatar sus pensamientos y sus emociones, es inevitable compadecerla y
señalar a los otros como personas insensibles, pues hablan con mucha liviandad los temas que
afectan a Adelaida, como es el caso de Virginia cuando le cuenta del nacimiento del bebé de
Angélica: “«No se vaya a poner triste», dijo después, «no deje que la cosa la ponga mal». [...] «La
otra semana», le dije, «llamo a Angélica para ver cómo está». Ella dijo que bueno. Que sí. Que no
se me olvidara que Angélica me quería tanto y que había sido tan especial conmigo” (142-43). Es
importante tener en cuenta lo dicho por Virginia, dado que a esa altura de la novela el lector
comprende el dolor que experimenta Adelaida y ello genera un rechazo hacia Virginia y Angélica.
Sin embargo, no se puede señalar a su hermana mayor y a su amiga como enemigas de la
protagonista, ya que hace dos años que murió María Paula y tanto Angélica como Virginia han
estado con ella durante su etapa más dolorosa, como lo relata la protagonista en la novela y es de
comprender que luego de dos años, insistan en que Adelaida siga su vida, posiblemente no sólo
porque ellas están cansadas de verla inmersa en su dolor, sino también porque ello impide que
Adelaida forme parte de sus vidas, dado que siempre hay un detalle de sus mundos que lastima a
la protagonista.
Y aun así, Adelaida sigue sintiéndose bien porque está bajo el amparo de doña Rosalía, está
satisfecha trabajando en los campos de té y haciendo nuevas amigas. Prácticamente una nueva
vida. Lamentablemente, en una visita a la finca en Betel, Adelaida tiene una visión de Milton y el
ángel que interpreta como una señal para volver a Bogotá y concluir el misterio del Palacio.
64
3.4. Emprendiendo un nuevo rumbo
Sólo hasta estos días he sentido que tengo piel y que tengo un corazón. De verás es como si hubiera
estado muerta.
Los otros y Adelaida
La historia de Adelaida no es sencilla de seguir, de hecho resulta compleja como la de Alicia, pero
en otro grado de dificultad porque ambas se enfrentan a situaciones distintas, sin embargo tienden
a ser emotivas en los asuntos que lidian y la forma en que las retrata Mallarino me resulta fascinante
porque en el caso de Adelaida resulta inesperada cuando el factor emocional y el psicológico se
entremezclan de tal manera que nunca se sabe qué vas a encontrar a la vuelta de la esquina.
El anuncio de Adelaida de regresar a Bogotá para concluir el misterio de los niños, me generó
incertidumbre acerca de lo que podía pasar si ella retornaba al asunto porque existía la posibilidad
que se repitieran las dudas, la inestabilidad y una recaída, pero también estaba la alternativa de que
su tiempo en Sasaima le hubiese dado las fuerzas y la estabilidad para cerrar exitosamente el
capítulo del Palacio. Si bien mi optimismo me inclinaba más a esta segunda opción, yo era
consciente que el final de Adelaida resultaría una caja de sorpresas ante lo extraño del secreto del
Palacio y el cómo se iba desarrollando.
Adelaida regresa más dispuesta que antes a descubrir la verdad del Palacio para poder denunciar a
Vicente Arcos y salvar a esos niños. Durante su vigilancia del Palacio, un amigo de don Otoniel
le cuenta a Adelaida que el zapatero está en la cárcel y ella va a verlo; resulta que don Otoniel ha
sido acusado de un crimen y Adelaida le pregunta si el abogado que lo encerró tenía ciertas
características y él responde afirmativamente. Adelaida le dice que él es Vicente Arcos. Don
Otoniel le indica que lo que le dijo sobre el Palacio resulta cierto, pues el hecho de que lo metieran
en la cárcel es una muestra de hasta dónde están dispuestos a llegar para alejarlos.
Lo anterior hace que Adelaida busque a Rodrigo Sorosti, un abogado que trabaja con su empresa,
para que libere a don Otoniel y eventualmente le cuenta lo del Palacio, ganando así un nuevo
aliado. Aunque tiene energías y está más determinada a salvar a esos niños, es incapaz de luchar
sola con el asunto dado que no tiene idea sobre cómo proceder y le resulta doloroso pensar que
estén haciéndoles daño a esos niños sin que ella pueda evitarlo. Rodrigo tiende a frustrarla porque
65
él insiste en que: “[...] hay que establecer unos hechos mínimos».” (177), en especial siendo
Vicente Arcos un hombre importante; al no tener pruebas que demuestren que él está usando la
casa para fines turbios, ella no tiene otra alternativa que tener paciencia ya que no desea atravesar
por esto sola y esta vez tiene la oportunidad para detenerlo.
Rodrigo resulta ser mucho más que un aliado para Adelaida: es su interés amoroso, pues la firmeza
con la que Rodrigo lidia cada situación le resulta atractiva y le genera consuelo y seguridad que él
acepte involucrarse en el tema de los niños; además él la quiere a su manera y le genera felicidad
porque siente que luego de muchos años alguien la quiere y se siente dispuesta a amar sin temor y
sin dudas: “Siempre nos quedamos callados después de besarnos. En silencio y sin mirarnos y
abrazados mucho tiempo. Yo siento que el corazón se me va calmando y empieza a batir despacio
otra vez. Siento sus brazos. Su cuello. Me podría adormecer un poco sabiendo que él está ahí
conmigo. Sabiendo que por fin alguien está conmigo y me quiere así sea un poco” (200-01).
Aparte de todo, ella empieza a recobrar interés en su cuerpo, aquel que antes le causaba aversión
y se siente contenta cuando ve que ha estado subiendo de peso; al tener motivos para empezar a
cuidarse, empieza a volver a amar a su cuerpo:
Sólo hasta estos días he sentido que tengo piel y que tengo un corazón. De veras es como si hubiera
estado muerta. Ahora siento las manos y la boca y el cuerpo. Miro mis piernas o mi estómago como
empezando a reconocer todo. Me acuerdo entonces de cómo era mi cuerpo antes de salirme de él para
meterme en el túnel negro en que me fui metiendo. La cintura. El pecho. Los brazos. Los dedos. Las
uñas. Por la noche en la penumbra del cuarto pienso en cada parte del cuerpo y trató de sentirla
verdaderamente. ¿Será que Rodrigo me quiere un poco? ¿Será que yo estoy empezando a quererlo un
poco también? (200)
El apoyo y la seguridad que Rodrigo le otorga, la ayuda a crecer y resulta sorprendente ver cuánto
ha progresado, pues en algún momento Rodrigo y Adelaida entran al Palacio y al no encontrar
nada ella duda, pero:
¿Cómo podía ser esto? ¿Dónde estaban las cosas? ¿Dónde estaban Milton y el ángel? No podía ser. ¿No
era verdad nada? ¿Yo había imaginado todo? Las personas. Las conversaciones. Los días que vine. Todo
lo que vi. ¿Tenía razón la doctora Jenny y eran sueños o me estaba volviendo loca como creía Angélica?
Estábamos en la habitación grande que da a la calle Novena. Desde afuera yo había visto varias veces
luz reflejándose en el techo de este salón. Por el amor de Dios claro que yo había visto gente entrando
y subiendo hasta acá. Claro que vi niños. Claro que vi señores mayores. (188-189)
66
La Adelaida de la segunda etapa en que la vecina le dijo que nadie habitaba la casa desde hace
mucho tiempo, experimentó una fuerte crisis nerviosa que la doctora Jenny, al ver su angustia tuvo
que recetarle pastillas para dormir. Por otra parte, teniendo en cuenta que Rodrigo no es la primera
persona que se fija en Adelaida se puede generar la pregunta ¿por qué Adelaida tiene más
estabilidad con Rodrigo que con Encinales, quien fue la primera persona que trató de acercarse a
ella y por qué es relegado al olvido? Resulta difícil responder esa pregunta por la variedad de
aspectos a tener en cuenta:
El primero de ellos reside en que cuando Encinales establece una relación con Adelaida, ella aún
está dolida por la muerte de su hija y por consiguiente está llena de temor, dolor y resignación;
jamás volverá (porque no podría) a tener algo similar a lo que tuvo con Gildardo, algo que cambia
luego de su viaje a Sasaima; el segundo aspecto radica en que su relación está basada en las
llamadas telefónicas que Encinales le hace llenas de interés, pese a que ella no recuerda quien era
Encinales en la reunión en la que se vieron, y este tipo de afinidad se le hace más agradable porque
las llamadas son una barrera que mantiene a salvo a la protagonista, resultándole menos
intimidante interactuar con él dado que ambos están intentado volver a aprender a montar la
bicicleta de la vida; de esa forma ella deja de estar sola; y el tercer aspecto es descubrir que
Adelaida es una persona afectivamente dependiente, pues todos los progresos que ella hace para
seguir adelante siempre ocurren bajo el amparo de alguien, como doña Rosalía, Rodrigo y
Encinales; no obstante éste último no tiene una presencia sólida en la vida de Adelaida, si bien le
ayuda mucho generándole confianza.
Adelaida termina tambaleando y derrumbándose cuando la situación del Palacio se complica y
Rodrigo termina transformándose en un misterio. Luego de unos sucesos desagradables y del
retorno de Lucy, Adelaida vuelve a huir para Sasaima y esta vez para establecerse definitivamente.
Y ahí doña Rosalía la recibe y la cuida con mucho afecto, eventualmente descubren que Adelaida
está embarazada y si bien ella no sabe cómo manejar la noticia, doña Rosalía sí y es ella quien
contribuye a que Adelaida anhele amorosamente que nazca su hija: “Doña Rosalía me hizo
quererla. Me hizo aguardarla. Ella me dio la ilusión. Se va a llamar Sotileza. Es un nombre muy
67
bonito que me dijo doña Rosalía. Esperamos tanto. Tantos meses y yo en la cama todo el tiempo”
(251).46
Para ese momento ella ya ha dejado atrás lo ocurrido en Bogotá; se ha enfocado en su hija y su
“mamá” doña Rosalía. Ya no piensa tanto en Milton y en el ángel, gracias al sueño que tuvo el
otro día en el que ellos se despedían de ella y poco a poco los ha ido olvidando, enfocándose en la
nueva oportunidad que se le ha sido dada.
Los otros y Adelaida resulta ser compleja por su balanceo entre la realidad y los sueños, dinámica
narrativa que ubica al lector en un terreno inestable e incierto que suele resultar frustrante; lo que
más admiro de esta novela es cómo Gonzalo Mallarino Flórez construye el personaje: retrata sus
problemas emocionales de una forma que es posible comprenderlos en menor o mayor medida
porque al darle voz a Adelaida para que hable sobre el dolor de la muerte de un hijo y de la
depresión, ella se convierte en un narrador inestable, similar a los seres humanos con los que nos
relacionamos día a día.
46
Esta escena resulta similar a la que ocurre en Delante de ellas cuando Raquel sugiere el nombre de Noemí para su
nieta.
68
Conclusiones
Desde que inicié la carrera siempre me ha fascinado cómo los profesores enseñan, muestran y
explican la multiplicidad de miradas que puede tener una obra literaria, teniendo en cuenta aspectos
como el contexto, el autor y otros. A través de esas lecciones he encontrado el tesoro escondido de
algunas obras latinoamericanas, europeas y estadounidenses y he aprendido a apreciar el trabajo
de un escritor al construir su universo porque lo que más me impresiona es el trabajo invertido en
los detalles, los cuales hacen que el libro cautive al lector y permiten estudiar su representación
literaria desde el enfoque de la narrativa, de la visión del mundo que contiene, de la estructura o
de los personajes.
Era consciente de que analizar a los tres protagonistas de la trilogía iba a ser un reto, sin embargo
valió la pena el trabajo porque he descubierto que ellos no son simplemente personajes o actantes
que cumplen con su papel en la historia, sino que son personas complejas que sienten y piensan y
ese es un mérito de Gonzalo Mallarino Flórez, quien les ha dado voces que les permiten expresar
las diversas dificultades por las que atraviesan, tanto íntimas como sociales, generando en el lector
comprensión, rechazo, alegría o frustración, en especial las protagonistas femeninas, ya que él
logró retratar la sensibilidad de una mujer de tal forma que uno puede intuir sus frustraciones,
dolores, amores y alegrías, y si no se conociera quién es el autor, perfectamente se podría señalar
que fue escrito por una mujer porque él logra meterse en la piel de ellas y representar las
complejidades de sus vidas de manera profunda. Esto contribuye a evidenciar que un personaje
complejo y bien estructurado da mucha fuerza literaria a una novela y le permite atraer con mayor
magnetismo al lector para sumergirlo en la lectura.
He podido comprender y apreciar las peculiaridades de Anselmo, Alicia y Adelaida en cada detalle
de la forma de ser de los mismos, cada aspecto de sus pasados, cada aliado o enemigo que se
encuentran y cada paso que recorren; a través de ellos, Mallarino creó tres novelas que muestran a
un ser humano en una ciudad que exige a cada uno de sus habitantes que cumplan un papel.
La ciudad es una constante en la mayoría de las novelas y suele adquirir diferentes connotaciones
y representaciones de acuerdo con el escritor, quien ofrece múltiples perspectivas sobre sus
habitantes y sus edificios permitiendo al lector conocer o identificarse con la ciudad. Bogotá no es
la excepción y a través de las lecturas realizadas he reconocido a una Bogotá marcada por las
69
diferencias sociales, por los prejuicios y por las circunstancias de la época, encarnadas por
extranjeros y nacionales; no obstante, los diversos enfoques de la ciudad contribuyen a ampliar el
panorama de la misma, que resulta desconocido para unos y para otros, un recordatorio que tendrán
presente para comprender que algunos de esos problemas que aquejan a Bogotá se vienen
arrastrando desde inicios del siglo XX.
Así por ejemplo, José Antonio Osorio Lizarazo, relata Edison Neira Palacio en La gran ciudad
latinoamericana: Bogotá en la obra de José Antonio Osorio Lizarazo, retrata a Bogotá en
diferentes novelas en determinados momentos del siglo XX hasta su muerte en 1964, y todas tienen
en común dos elementos: la presencia de un protagonista marginal, aquellos considerados
inferiores por la clase alta y fáciles de reemplazar, que van desde el periodista (El criminal), un
funcionario público (Hombres sin presente), una empleada doméstica convertida en prostituta (El
día del odio), entre otros; y lo segundo, radica en que todos ellos son oprimidos por alguien que
posee un poder superior, desde las autoridades hasta el subarrendador del inquilinato. Neira Palacio
explica cómo Osorio, a través de un narrador omnisciente, acerca al lector a la marginalidad de
sus personajes47, a los sometidos por el gobierno y por la sociedad, fuerzas que los van desplazando
a rincones sucios, donde Osorio desarrolla escenas que permiten ilustrar y dar a conocer la realidad
en ese espacio de la ciudad que ha sido construida en las novelas y crónicas a raíz de la observación
y de los recuerdos que Osorio tiene de esos lugares y de algunos personajes que él va representando
en los actantes de sus obras desde 1927 hasta 1963.
Menos trágica es la perspectiva de Luis Fayad, quien retrata a Bogotá en diferentes entornos como
lo expone Cristo Figueroa en “La producción literaria de Luis Fayad: conformación de otro canon
en la narrativa colombiana de la segunda mitad del siglo XX”, retratando a funcionarios públicos,
ladrones, lavanderas, niños, estudiantes universitarios, una familia líder de un negocio de
narcotráfico, entre otros. Estos retratos revelan también la marginalidad a la que son sometidos
algunos personajes, pero al contrario de los personajes de Osorio, estos aceptan la realidad en la
que viven y siguen adelante con sus vidas sin lamentarse y utilizando las lecciones aprendidas a lo
largo de sus vidas (o de las novelas) para sobrevivir a un entorno hostil donde las dificultades
abundan (Una lección de la vida). En este corpus narrativo los dueños del poder descubren que
47
Aunado a las medidas a las que los personajes recurren para expiar ese odio y esa rabia, mientras que otros buscan
ascender socialmente agotados de la posición en que se encuentran.
70
sus mundos regidos por las tradiciones son ilusiones que se derrumban con facilidad o luchan por
mantener un alto perfil que les permita encajar ante los demás y poder ganar nombre en una
sociedad que se mide por el dinero y por otros factores. En ambos extremos que retrata Fayad, los
personajes se ven enfrentados a una ciudad que cambia y que se masifica (Figueroa, 31) y por lo
tanto se ven obligados a adaptarse a esos cambios, en ocasiones aceptando la realidad en la que
viven y adaptándose a la urbe (Los parientes de Ester); en otros casos, los inmigrantes se aferran
a sus costumbres convencidos que no será necesario cambiar para vivir en Bogotá, sin embargo en
el proceso de hibridación sus tradiciones se van mezclando con las de Bogotá y otras se van
perdiendo (La caída de los puntos cardinales).
Para Gonzalo Mallarino Flórez (“La ciudad y las palabras”), Bogotá es un escenario; sin embargo,
Bogotá es mucho más que mero espacio en la literatura colombiana, pues Bogotá se convierte en
la actriz secundaria que interactúa a través de sus edificios, sus medios de transporte y de la gente,
complicando o ayudando a los protagonistas en sus diversas luchas, mostrando al lector la realidad
en la que habitan, permitiéndoles conocer diferentes retazos de una ciudad que desde hace muchos
años ha estado marcada por modernidades y desiguales proceso de modernización, lo que
contribuye a mostrarnos una urbe viva que puede participar en las historias; no es simplemente un
entorno en que transcurre todo, sino que ella se involucra y su participación puede ser menor o
mayor, lo cual evidencian diferentes escritores colombianos como Luis Fayad, Juan Álvarez, José
Antonio Lizarazo, Gonzalo Mallarino Flórez y otros, quienes conciben la ciudad como si fuera un
personaje más de la obra, lo cual es valioso porque el concepto de ciudad como escenario ha
cambiado y es interesante ver qué otras perspectivas surgirán en este siglo sobre Bogotá.
A través de la voz interior de Anselmo, Alicia y Adelaida nos adentramos en tres momentos
distintos de Bogotá, que encajan en las tres etapas que estableció Alberto Saldarriaga y que
Figueroa rescata en su estudio de Fayad: “[…] la fase formativa (1900-1950); la fase de crisis
(1950-1980) y la fase de relativa estabilización (1980-1990)” (30), de acuerdo con lo expuesto por
Figueroa acerca de las etapas en las obras de Fayad y teniendo en cuenta las novelas de Mallarino,
Los otros y Adelaida pertenece a la tercera fase al situarse en Bogotá en 1991, por otro lado Según
la costumbre y Delante de ellas se sitúan parcialmente en la primera, caracterizada por ser un
periodo de formación y modernización de la urbe, puesto que la primera novela está realizando la
transición del siglo XIX al siglo XX, de acuerdo con los datos obtenidos en el texto y confirmados
71
con lo expuesto por Germán Mejía Pavony en Los años del cambio 1820-1910, al mismo tiempo
en la segunda novela, las fechas establecidas (1926 y 1946) la ubican en la etapa formativa; sin
embargo, Delante de ellas encaja también en la fase de crisis, puesto que en la obra se hace breve
menciones sobre los cambios realizados en la forma de vida de los habitantes, como la introducción
de los colegios mixtos.
Sin embargo, como he explicado en un pie de página del segundo capítulo, las bases históricas de
Según la costumbre y Delante de ellas se derrumban a causa de la segunda novela por las
incongruencias que aparecen ahí, ya que establecen el año de nacimiento de Alicia en 1904 y por
lo tanto sitúa Según la costumbre en 1903. Es posible ubicar la novela en ese año si tenemos en
cuenta algunos hechos como la prostitución, el establecimiento de Chapinero, la propagación de
la sífilis y la Guerra de los Mil Días, referentes que aparecen en la novela, confirmados en
diferentes fuentes; sin embargo, las inconsistencias surgen por diferentes motivos: primero, el
treponema pallidum, bacteria mencionada en la novela, es descubierta en 1905 por Paul Erich
Hoffmann y Fritz Richard Schauddinn (Macedo de Souza, 548); segundo, Amanda Yarnell explica
en Salvarsan que el medicamento fue descubierto en 1909 y comercializado en 1910, y tercero, la
reacción de Wassermann empezó a ser empleada para detectar el treponema en 1906 (History of
Diagnostic Tests for Syphilis). Hay otro detalle que quiero señalar de Delante de ellas: Alicia no
habría podido ser médica en 1926; sólo podría haber ocurrido si hubiera estudiado medicina en el
exterior y aunque lo hubiese hecho tendría bastantes dificultades para atender a sus pacientes, ya
que la época y nuestra cultura no lo hubieran permitido con facilidad:
La Iglesia y los gobiernos conservadores consideraron durante años la intromisión de la mujer en el
ámbito cultural como un desacato a la moral. Las alumnas deberán aprender a coser, bordar, cortar trajes
para niños, aprenderán canto y versos, sabrán organizar rifas y tómbolas de beneficencia, asistirán a los
enfermos en los hospitales y en los asilos, serán abnegadas con los hombres y necesariamente madres
católicas, serán soporte del hogar y base de la estructura educativa. (Zambrano, 254)
Por lo tanto, hubiera sido imposible que Alicia se desempeñase como médica de la manera en que
lo relata Mallarino porque además la primera mujer médica graduada en Colombia 48, Inés Ochoa
Pérez, vino a recibirse como médica en 1943. Otra incoherencia surge por Noemí: el hecho de que
48
Ana Galvis Hotz sería la primera médica en Colombia, pero ella recibió su título en una universidad suiza.
72
en 1946 Noemí saliera sin avisarles a sus papás y llegara sola por la noche a su casa hubiera sido
casi imposible:
El lugar de esta [la mujer], por tanto, estaba fundamentalmente en la casa, en donde debía cumplir los
roles asignados específicamente para ella; es decir, ser buena madre y esposa ejemplar. Así, debido a su
importancia en el engranaje de la familia y a la particular concepción que se tenía del hogar, una mujer
tenía que aparecer en público acompañada siempre de su padre, de sus hermanos o de su marido. Con
ellos visitaba los lugares que aparentemente le correspondía: la iglesia, el atrio de la misma y,
ocasionalmente, el teatro, si la obra no iba en contra de la moral y las buenas costumbres. (Monje, 79)
No había excusa valedera para que la niña estuviera fuera de la casa en la noche y mucho menos
sola porque para las familias de clase media y alta no es un comportamiento propio de una dama
y, por lo tanto, no habría sido un hecho que los progenitores tomaran a la ligera por muy juiciosa
que fuera su hija y por más mentiras que se digan.
Pese a las inconsistencias que surgen en las tres novelas 49, las dos primeras novelas incentivaron
mi curiosidad por conocer a Bogotá en las épocas en las que se ubican (inicios del siglo XX, 1926
y 1946), recordándonos que Bogotá es mucho más que la Colonia, la Independencia, el Bogotazo,
etc., y al leer e investigar he conocido a una Bogotá que tenía problemas de salubridad que no se
vendrían a resolver hasta mitad del siglo XX; que a causa del aumento de la población muchos
empezaron a migrar lejos del Centro, estableciéndose las élites en Chapinero y en otros sitios; a
raíz de la expansión, surgieron medios de transporte como el tranvía y el ferrocarril, los cuales
permitieron mantener una comunicación con los pueblos sabaneros y con la gente que emigraba
lejos del centro de la ciudad; que Ana Galvis Hotz sería la primera médica del país a inicios del
siglo XX pero que no pudo ejercer la medicina con libertad; que las diferencias sociales y
económicas se han ido acentuando a lo largo del siglo XX, entre otros detalles.
Aunque la violencia forma parte de la Trilogía Bogotá, el lente urbano de Mallarino en Delante de
ellas y Los otros y Adelaida se aleja del concepto thanático sostenido por Pablo García Dussán:
“La literatura thanática construye idea de nación, memoria e identidad desde la periferia, desde el
margen […]” (12). Explica García Dussán que la literatura thanática se caracteriza por tener un
49
En el caso de Los otros y Adelaida la incoherencia es menor: se establece en la novela que Adelaida tiene veintisiete
años, por lo tanto ha nacido en 1964, pero en Delante de ellas se indica que en 1962 Noemí tenía cinco semanas de
embarazo en mayo, por ende el año de nacimiento de Adelaida es en 1963. Los errores de los tres libros son tanto
responsabilidad del autor como de los editores a cargo del proyecto.
73
personaje, un marginal, que relata la situación de la ciudad, guardando rabia y sentimientos de
venganza, rechazando a los centros de poder y estableciendo sus propias normas, ejemplos de esta
narrativa son El día del odio y La virgen de los sicarios; la primera narra las dificultades de una
mujer del campo para adaptarse a la ciudad, albergando un odio que saldrá a relucir con la muerte
de Gaitán, involucrándose en la ola de violencia; la segunda nos adentra en una realidad sicaresca
en Medellín en 1994, época en la que todavía se veían las consecuencias de la caída de Pablo
Escobar y uno de los personajes principales de la novela es la venganza, mostrándonos su poder
expansivo: “Aquí se arrastran venganzas casadas desde generaciones: pasan de padres a hijos, de
hijos a nietos: van cayendo los hermanos” (Vallejo, 35). Ahora, Según la costumbre posee huellas
de la literatura thanática representadas por Calabacillas, quien desde su posición establece y
manipula el negocio de la prostitución a espaldas de las autoridades, pero Anselmo de Según la
costumbre y las protagonistas de Delante de ellas y Los otros y Adelaida se alejan de esta narrativa
y se enfocan en sus historias humanas, quienes se ubican en el medio de la sociedad y relatan sus
interacciones con ambos extremos de la sociedad, a la vez que cuentan sus luchas personales y
sociales, en la que los tres se han embarcado para solucionar y ponerle fin al dolor personal y
social, a través de la medicina, de la ley, de las lecciones aprendidas en el camino y de sus aliados
y enemigos.
Durante el estudio de las novelas surgieron nuevos temas y preguntas que valen la pena investigar:
conocer más de la historia de Colombia teniendo en cuenta las clases sociales de Bogotá porque la
modernización de la urbe afecta de diferentes formas a la población; rescatar del olvido temas que
en algún momento, hacen que la historia se repita; investigar la presencia de las mujeres en la
literatura colombiana y cómo son retratadas a lo largo del siglo XX y XXI, pues me gustaría
explorar las perspectivas que existen sobre la mujer aunadas a sus posiciones sociales en la ciudad;
sería interesante estudiar a Bogotá a través de las novelas que tienen a la ciudad como personaje
para ver las diversas perspectivas que surgen en diferente obras; igualmente sería provechoso
analizar la Trilogía Bogotá desde otros enfoques que permitan ahondar aún más en la visión de
Mallarino; y estudiar otras novelas no muy conocidas para darles la oportunidad de aportar
variedad y nuevos enfoques en la literatura colombiana.
Así pues, Gonzalo Mallarino Flórez no recrea solamente la situación de Bogotá, sino que habla de
seres humanos que van evolucionando a lo largo de las novelas: un médico que anhela salvar a sus
74
pacientes de una enfermedad que no tiene piedad y mientras lidia contra ella, va conociendo el
amor y la pasión, reconociendo a quien ama y realmente dispuesto a luchar contra la sociedad por
ella (Según la costumbre); una mujer que en su juventud decide enfrentar una enfermedad y una
problemática social para poner fin a la muerte de muchas mujeres, y que en su madurez debe lidiar
con el enamoramiento de su hija hacia un profesor, y muchos años después reflexionar sobre lo
sucedido (Delante de ellas), y por último, una mujer que ha perdido a su hija e intenta salir de la
depresión en la que está inmersa a la vez que descubre que algo turbio ocurre en una casa (Los
otros y Adelaida). Al estudiar una obra visualizamos y comprendemos el reto al que se enfrentan
los escritores al decidir cómo narran una historia y Gonzalo Mallarino Flórez transforma las
historias a través de sus personajes complejos que van creciendo a medida que transcurren las
páginas y al tener en cuenta esos detalles de sus personalidades, cómo son retratados y su contexto
histórico en el que se basan, se contribuye a darle una riqueza a la Trilogía Bogotá que se aleja de
los relatos de violencia que caracterizaron al siglo XX y se adentra en las historias humanas, donde
se muestran tanto defectos como virtudes de los personajes y como a pesar de las dificultades que
se presentan en sus caminos estos van progresando sin acudir, la mayoría de las veces a la
violencia; son otras historias y otras memorias urbanas que algunos escritores colombianos
contemporáneos del siglo XXI quieren relatar.
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83
CARTA DE AUTORIZACIÓN DE LOS AUTORES
(Licencia de uso)
Bogotá, D.C., 1 de abril de 2016
Señores
Biblioteca Alfonso Borrero Cabal S.J.
Pontificia Universidad Javeriana
Cuidad
Los suscritos:
Andrea Castellanos Rodríguez
, con C.C. No
, con C.C. No
, con C.C. No
1136910235
En mi (nuestra) calidad de autor (es) exclusivo (s) de la obra titulada:
Una mirada a un galeno, una guardiana y una madre en la Trilogía Bogotá de Gonzalo
Mallarino Flórez
(por favor señale con una “x” las opciones que apliquen)
No
Tesis doctoral
Trabajo de grado x
Premio o distinción: Si X
cual:
presentado y aprobado en el año
2016
, por medio del presente escrito autorizo
(autorizamos) a la Pontificia Universidad Javeriana para que, en desarrollo de la presente licencia
de uso parcial, pueda ejercer sobre mi (nuestra) obra las atribuciones que se indican a
continuación, teniendo en cuenta que en cualquier caso, la finalidad perseguida será facilitar,
difundir y promover el aprendizaje, la enseñanza y la investigación.
En consecuencia, las atribuciones de usos temporales y parciales que por virtud de la presente
licencia se autorizan a la Pontificia Universidad Javeriana, a los usuarios de la Biblioteca Alfonso
Borrero Cabal S.J., así como a los usuarios de las redes, bases de datos y demás sitios web con
los que la Universidad tenga perfeccionado un convenio, son:
AUTORIZO (AUTORIZAMOS)
1. La conservación de los ejemplares necesarios en la sala de tesis y trabajos
de grado de la Biblioteca.
2. La consulta física o electrónica según corresponda
3. La reproducción por cualquier formato conocido o por conocer
4. La comunicación pública por cualquier procedimiento o medio físico o
electrónico, así como su puesta a disposición en Internet
5. La inclusión en bases de datos y en sitios web sean éstos onerosos o
gratuitos, existiendo con ellos previo convenio perfeccionado con la
Pontificia Universidad Javeriana para efectos de satisfacer los fines
previstos. En este evento, tales sitios y sus usuarios tendrán las mismas
facultades que las aquí concedidas con las mismas limitaciones y
condiciones
6. La inclusión en la Biblioteca Digital PUJ (Sólo para la totalidad de las Tesis
Doctorales y de Maestría y para aquellos trabajos de grado que hayan sido
laureados o tengan mención de honor.)
SI
NO
X
X
X
X
X
X
84
85
BIBLIOTECA ALFONSO BORRERO CABAL, S.J.
DESCRIPCIÓN DE LA TESIS DOCTORAL O DEL TRABAJO DE GRADO
FORMULARIO
TÍTULO COMPLETO DE LA TESIS DOCTORAL O TRABAJO DE GRADO
Una mirada a un galeno, una guardiana y una madre en la Trilogía Bogotá de Gonzalo
Mallarino Flórez
SUBTÍTULO, SI LO TIENE
AUTOR O AUTORES
Apellidos Completos
Nombres Completos
Castellanos Rodríguez
Andrea
DIRECTOR (ES) TESIS DOCTORAL O DEL TRABAJO DE GRADO
Apellidos Completos
Nombres Completos
Figueroa Sánchez
Cristo
FACULTAD
Ciencias Sociales
Pregrado
PROGRAMA ACADÉMICO
Tipo de programa ( seleccione con “x” )
Especialización
Maestría
Doctorado
X
Nombre del programa académico
Estudios literarios
Nombres y apellidos del director del programa académico
Jaime Alejandro Rodríguez Ruiz
TRABAJO PARA OPTAR AL TÍTULO DE:
Profesional en Estudios literarios
PREMIO O DISTINCIÓN (En caso de ser LAUREADAS o tener una mención especial):
Dibujos
CIUDAD
AÑO DE PRESENTACIÓN DE LA
TESIS O DEL TRABAJO DE GRADO
NÚMERO DE PÁGINAS
Bogotá
2016
83
Pinturas
TIPO DE ILUSTRACIONES ( seleccione con “x” )
Tablas, gráficos y
Planos
Mapas
Fotografías
diagramas
Partituras
SOFTWARE REQUERIDO O ESPECIALIZADO PARA LA LECTURA DEL DOCUMENTO
Nota: En caso de que el software (programa especializado requerido) no se encuentre licenciado por la Universidad
a través de la Biblioteca (previa consulta al estudiante), el texto de la Tesis o Trabajo de Grado quedará solamente
en formato PDF.
86
MATERIAL ACOMPAÑANTE
TIPO
DURACIÓN
(minutos)
CANTIDAD
FORMATO
CD
DVD
Otro ¿Cuál?
Vídeo
Audio
Multimedia
Producción
electrónica
Otro Cuál?
DESCRIPTORES O PALABRAS CLAVE EN ESPAÑOL E INGLÉS
Son los términos que definen los temas que identifican el contenido. (En caso de duda para designar estos
descriptores, se recomienda consultar con la Sección de Desarrollo de Colecciones de la Biblioteca Alfonso Borrero
Cabal S.J en el correo [email protected], donde se les orientará).
ESPAÑOL
Personajes
Gonzalo Mallarino Flórez
Trilogía Bogotá
Literatura colombiana
INGLÉS
Characters
Gonzalo Mallarino Florez
Bogota Trilogy
Colombian literature
RESUMEN DEL CONTENIDO EN ESPAÑOL E INGLÉS
(Máximo 250 palabras - 1530 caracteres)
Este trabajo da a conocer la Trilogía Bogotá de Gonzalo Mallarino Flórez, compuesta
por Según la costumbre, Delante de ellas y Los otros y Adelaida, mediante el análisis
de sus protagonistas, quienes son el motor de la obra y evidencian la compleja
construcción que Mallarino ha hecho con su trilogía de novelas, al relatar la historia de
tres seres humanos en diferentes décadas del siglo XX en Bogotá.
This paper discloses the Bogotá Trilogy consisting by Según la Costumbre, Delante de
Ellas y Los Otros y Adelaida from Gonzalo Mallarino Flórez; by analysing its
protagonists, who are the drivers of the books and demonstrate the complex
composition Mallarino has made with his trilogy of novels, telling the story of three
human beings in different decades of the twentieth century in Bogotá.
87
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