TEORÍAS DE LA GRAN DEPRESIÓN

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TEORÍAS DE LA GRAN DEPRESIÓN: ¿POR QUÉ
IMPORTABA LA RENTABILIDAD? *
Gérard Duménil, Mark Glick y José Rangel
I.
INTRODUCCIóN
A pesar de los problemas económicos que se han experimentado en los
pasados decenios en los Estados Unidos la Gran Depresión de los años
treinta persiste como la crisis por excelencia. Fue la peor declinación económica en la historia de los Estados Unidos. La producción bajó 30 %
en términos reales, mientras que la inversión nueva casi se paralizó. Durante los años peores prácticamente estaba desempleada la cuarta parte
de la fuerza de trabajo. Además, el sistema crediticio se aproximaba al
colapso mientras que la política resultaba completamente ineficaz. Esta
fue, según la mayoría de los criterios, la peor crisis económica que jamás
ocurriera en los Estados Unidos. La experiencia de la depresión tuvo también un profundo efecto en el campo de la ciencia económica. Mucho
tiempo después de la recuperación efectiva la depresión dejó su huella
en el pensamiento económico y condujo a la culminación del enfoque keynesiano en la política económica durante cerca de veinte años después de
la segunda Guerra Mundial. Pero a pesar de la magnitud del fenómeno
y de la influencia intelectual que ejerció sus causas aún son motivo de
una importante controversia.
Este ensayo reseña tres prominentes teorías de la Gran Depresión y
sugiere un cuarto enfoque que liga la inestabilidad de fines de los años
veinte a tasas de ganancia inadecuadas. Las tres teorías anteriores de la
depresión que reseñaremos en las primeras secciones son: i) la temprana
teoría del desequilibrio y la rigidez, ii) la teoría de la demanda insuficiente y iii) la teoría monetaria de la depresión. En la última sección de
este ensayo presentamos nuestro propio enfoque de la depresión. Sostenemos que la elevación de los salarios reales a principios de los años veinte
hizo bajar la tasa de ganancia y generó un periodo de acelerado cambio
tecnológico. Estos cambios no restablecieron los niveles anteriores de la
tasa de ganancia. Creemos que las bajas tasas de ganancia de los años
veinte condujeron a inestabilidad económica.^ Una vez creado un ambien* Traducción del inglés de Eduardo L. Snárez.
^ Entendemos por inestabilidad una tendencia de los choques a generar declinaciones mayores que las normales. Distinguimos también entre la inestabilidad y los mecanismos detonadores a lo largo de este ensayo (Duménil y Levy, 1985, 1986).
523
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EL TRIMESTRE ECONÓMICO
te de inestabialidad se entiende fácilmente que los choques económicos
surgidos en 1929 (muchos de los cuales se examinan en las teorías anteriores) detonaron la recesión que se convirtió en el gran colapso.
II.
TEORíAS UE LA GRAN DEPRESIóN
1. Teorías del desequilibrio y la rigidez
Un tema importante de la bibliografía económica que se ocupara inicialmente de las declinaciones económicas era el de que una recesión debe
seguir naturalmente a un periodo de crecimiento excesivo, porque el crecimiento excesivo causa desequilibrio. Varios autores aplicaron tal diagnóstico a la depresión (Robbins, 1935, p. 171; Rothbard, 1963; Kindleberger, 1973, p. 61). Por desgracia los datos disponibles contradicen esta
interpretación. El crecimiento de la economía en los años veinte fue constante pero no excepcional.
La normalidad de la tasa de crecimiento económico de los años veinte
puede apreciarse cuando se compara con el periodo anterior a la primera Guerra Mundial. Los primeros años de este siglo parecen ser la mejor
expresión de la normalidad, ya que la depresión y la segunda Guerra
Mundial que surgieron después de 1929 tienen ciertamente un carácter
excepcional. La época posterior a la segunda Guerra Mundial está demasiado alejada en el tiempo y sigue a muchos años de transformación de
la economía norteamericana.
A pesar de las constantes oscilaciones el periodo de los catorce años
que va del inicio del siglo al estallido de la primera Guerra Mundial se
caracteriza por un progreso marcado de producción industrial, con un
promedio muy similar al de los años veinte.^ La tasa media de crecimiento
en 1900-1914 fue de 4.7 %, mientras que en 1920-1929 llegó a 5.7 %.
Tomando sólo los picos de los ciclos vemos que los cuatro picos de 19001914 tienen una tasa media de crecimiento igual al promedio de los cuatro picos de los ciclos de 1920-1929. Además, se ha presentado escasa teoría para explicar los mecanismos que convierten inevitablemente las altas
tasas de crecimiento en un colapso.
Otro tipo de argumento prominente en la bibliografía de los años treinta era que después de la primera Guerra Mundial había disminuido la
competencia (Means, 1935; Burns, 1936). Estas rigideces eran considera* Puede demostrarse el mismo resultado en la mayoría de los países avanzados. Véase I.ewis,
1950, p. 145.
TEORÍAS DE LA GRAN DEPRESIÓN
525
das responsables de la inestabilidad económica a fines del decenio que
finalmente condujo al estallido de la depresión (Mills, 1932; Hansen,
1932; Tugwell, 1934; Slichter, 1937). Muchas de estas obras detallan
la situación de la competencia en cada industria, y no se puede negar que
habían ocurrido cambios importantes. Means sostuvo que los precios rígidos eran responsables de la depresión porque provocaron grandes disminuciones del producto y el empleo, ya que los precios flexibles no podían
hacer ya los ajustes requeridos por los cambios en la demanda:
Toda, la depresión podría describirse como una caída general de los precios
en el extremo flexible de la escala de los precios y una baja de la producción en el extremo rígido, con efectos intermedios entre los dos (Means,
1935, citado en Cox, 1981, p. 176).
A fin de hacer más plausible este argumento, a veces se afirmaba
que existía una importante relación entre el desequilibrio que siguiera
a la primera Guerra Mundial y la aparición de las rigideces de los precios.* Las imperfecciones del mercado impedían la corrección del desequilibrio generalizado y estos endebles cimientos no podían soportar la prosperidad del periodo 1922-1929, lo que finalmente originó la crisis. Mills
argumentaba, por ejemplo, que las deflaciones ocurridas después de la
primera Guerra Mundial lejos de ser proporcionales en todas las industrias alteraron radicalmente la estructura de los precios relativos (Mills,
1932). A medida que avanzaba la década de los años veinte más estables
se tornaban los precios relativos. A fin de demostrar esto Mills calculó
índices de variabilidad de los precios y comparó el periodo de los años
veinte con los años anteriores a la primera Guerra Mundial. Sus cifras
mostraban una creciente estabilidad del sistema de precios en el anterior
decenio. Harry Simons sostuvo también que la depresión había sido causada por los precios inflexibles, pero atribuyó la rigidez a la regulación
gubernamental y los sindicatos, así como a la concentración (Simons,
1934).
Mientras que la mayoría de estos estudios iniciales destacaba el problema de los precios rígidos, Baran y Sweezy sostenían que el monopolio
acentuaba también las tendencias de subconsumo ya inherentes a la economía (Baran y Sweezy, 1966; Keller, 1975, p. 70). En la sección siguiente
nos ocuparemos de este argumento en mayor detalle.
Un problema básico del enfoque de la rigidez y el monopolio se rela^ Moulton y Scholtterbeck (1942) presentan una descripción interesante del "auge" y de
ia recesión que siguieron al final de la primera Guerra Mundial.
526
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
ciona con el tiempo. Parecen existir ciertos indicios de un incremento del
poder monopólico entre las industrias reguladas durante los años veinte
(Keller, 1975, pp. 68-69). Sin embargo, para el conjunto de la economía
gran parte del apoyo para el incremento del poder monopólico en los años
veinte provino de las monografías del Comité Económico Nacional Temporal en los años treinta y cuarenta. El consenso actual entre los economistas de la organización industrial es que estos análisis fueron muy
deficientemente realizados (Cox, 1981, p. 180). Las investigaciones más
recientes de Nutter y Stigler muestran un nivel de monopolio constante
para el periodo de 1900 a 1939 (Nuttef, 1951; Stigler, 1949). Como ha
sostenido Cox:
... la premisa básica de las explicaciones monopólicas —la creencia de que
el monopolio estaba generalizado en los años treinta y de qiic había aumentado de manera significativa desde 1900—, que se había aceptado ampliamente como un hecho durante los años de la depresión, resultó errónea (Cox,
1981, p. 181).
Otros estudios datan también la agudización más marcada del monopolio
a fines del siglo xix (por ejemplo Nelson, 1959).
Otro problema con las explicaciones de las crisis basadas en el monopolio es que sus medidas del monopolio no son convincentes. La concentración puede ser una medida de economía de escala más bien que de
monopolio. Además, una bibliografía marxista creciente está empezando
a sostener que los diferenciales de la tasa de ganancia de largo plazo
constituyen un indicador más eficaz de las obstrucciones al proceso competitivo (por ejemplo Glick, 1985).*
2. La demanda insuficiente
Una de las teorías más populares de la Gran Depresión es que ésta
se debió a una demanda deficiente. En esta sección examinamos en primer término esta aseveración tal como se expresara en la bibliografía
económica norteamericana inicial sobre la depresión, y luego analizamos
más extensamente la noción de una falta de poder de compra en la bibliografía marxista, donde aún es la teoría dominante de la depresión. Sostenemos que son ambiguos los datos que apoyan esta tesis. Por último,
examinamos varios hechos específicos de los años veinte que se han
* Epstein (1934) muestra tma convergencia moderada de la? tasas de ganancia en cuatro
sectores para los años veinte.
TEORÍAS DE LA GRAN DEPRESIÓN
527
asociado a las teorías de la demanda, pero que en nuestra opinión probablemente actuaron sólo como mecanismos detonadores del derrumbe
y no como causas básicas.
En la bibliografía anterior, la tesis de una deficiencia en las ventas
se defendió principalmente en la Institución Brookings en un ambiente
prekeynesiano. Por ejemplo, Moulton presenta la explicación de la Gran
Depresión por la carencia de poder de compra en una forma particularmente clara:
Por otra parte, nuestra investigación de la distribución del ingreso reveló
un desajuste de importancia básica. Nuestra capacidad para producir bienes
de consumo ha sido crónicamente superior a la cantidad que los consumidores pueden, o quieren, adquirir en el mercado; esta situación es imputable
a la proporción creciente del ingreso total que se desvía hacia los canales
del ahorro. El resultado es una incapacidad crónica —a pesar de instrumentos tales como la alta presión de los vendedores, los créditos para pagos
en abonos y los préstamos para facilitar compras extranjeras— para encontrar mercados capaces de absorber toda nuestra capacidad productiva (Moulton, 1935a, pp. 45-46).
En la bibliografía económica norteamericana las referencias explícitas
a Keynes sólo cobraron importancia durante la segunda Guerra Mundial
y después. Aunque estos estudios eran anteriores a la Teoría general, la
mayor parte de la investigación realizada sobre la depresión en la Institución Brookings, a principios de los años treinta, estaba imbuida de un
espíritu keynesiano. La idea central que se convertiría más tarde en la
columna vertebral de la perspectiva keynesiana está presente ya sin ambigüedad: el ahorro no se invierte automáticamente. Además, Moulton trata
de aclarar una cuestión que en la perspectiva keynesiana y en la propia
obra de Keynes suele permanecer ambigua: ¿Cuál es el deslino final del
ahorro que no se invierte? Moulton aporta una respuesta a este interrogante en su estudio titulado The Formation of Capital (Moulton, 19.35b).
Tras una laboriosa investigación, Moulton sostiene que el ahorro crece
más de prisa que el gasto en inversión, y que el exceso se destina a la
especulación en los mercados financieros. El exceso de ahorro se debió
a un cambio de la distribución favorable para las ganancias que en última
instancia condujo a una demanda insuficiente.
La cuestión de un exceso o una deficiencia de ganancias en los años
veinte se discutió continuamente en los estudios del periodo de entreguerras.
A fin de realizar una investigación, la evolución de la distribución
528
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
solía enfocarse en una de dos formas. A veces se consideraba el uso de
la participación de las ganancias y los salarios como el indicador, mientras que en otras obras se usaba el pago de dividendos para indicar los
cambios en la distribución.
En la sección siguiente consideraremos la información referente a una
elevación de las ganancias. Sin embargo, los estudios de esta bibliografía
anterior deberían estar conscientes de que la idea de una distorsión en
la distribución del ingreso en favor del capital se debe en parte al método
común de comparar sólo la distribución de los dividendos con el crecimiento de los salarios. Los pagos de dividendos aumentaron a una tasa
de 12 % entre 1922 y 1929 mientras que los salarios aumentaban lentamente. Podemos encontrar numerosas referencias a este hecho en varios
informes iniciales de la Oficina Nacional de Investigación Económica
(ONIE). Véase por ejemplo Clark, 1935, p. 106.
3. Tesis marxistas del subconsumo y la sobreproducción
Dentro de la bibliografía raarxista sobre la crisis es casi un dogma
que la Gran Depresión tuvo sus raíces en el subconsumo. Es posible que
esta tesis se haya originado en la ortodoxia de la Tercera Internacional
donde Eugene Varga, su principal economista, proclamó la mala distribución de la riqueza en los años veinte como el determinante primordial
del derrumbe (Day, 1981, p. 184), En los Estados Unidos Baran y Sweezy desarrollaron otra versión de las raíces del derrumbe de 1929 en el
subconsumo. Sostenían que en el régimen del capitalismo monopolice de
los años veinte la competencia de los precios quedó eliminada en gran
medida, mientras que continuaba la competencia del lado de los costos.
Los precios constantes o crecientes frente a la declinación de los costos
condujeron a una tendencia del excedente social a elevarse. Pero eran
insuficientes las salidas existentes para la realización de este producto
excedente, de modo que se desarrolló una "tendencia hacia el estancamiento". En 1966 Baran y Sweezy escribían:
Las tendencias hacia el estancamiento inherentes al capitalismo monopólico
ya habían empezado a dominar el panorama económico después de 1907.
La guerra y el automóvil las ocultaron, pero sólo por un tiempo (Baran y
Seewzy, 1966, p. 240).
En el mismo año Sidney Coontz publicó un análisis de la Gran Depresión donde sostenía que "los datos disponibles sugieren que se originó
TEORÍAS DE LA GRAN DEPRESIÓN
529
una crisis de sobreproducción en el sector consumidor" (Coontz, 1966,
p. 145). Incluso Weisskopf, Bowles y Gordon, conocidos por su hincapié
en el papel de los altos salarios en el origen de la crisis, imputan la
depresión a la inadecuada demanda agregada (Weisskopf, Bowles y Gordon, 1985, p. 260). La Escuela de la Regulación Monopólica sostiene la
misma tesis en Francia (Aglietta, 1979).
En un artículo reciente Devine propuso un análisis de la depresión
basado en el subconsumo cíclico (Devine, 1983). En su opinión, una
razón creciente de ganancias-salarios (debida a una ofensiva de los empleadores) condujo a un periodo de sobreinversión en relación con el consumo. Tal situación generó inestabilidad económica, ya que la inversión
es un componente de la demanda menos estable que el consumo. En tales
circunstancias las perturbaciones normales pueden detonar una recesión.
Devine sostiene además que esta declinación cíclica se transformó en una
depresión debido a lo que llama la "trampa del subconsumo" y la "deflación de la deuda".
4. ¿Hay evidencia de subconsumo en los años veinte?
En esta sección sostendremos que hay escaso apoyo para una concepción secular del subconsumo en los años veinte y que no puede defenderse sin ambigüedad un enfoque cíclico. Por el contrario, en la última
sección de este ensayo sostendremos que una información más sólida relaciona el derrumbe con una declinación de la rentabilidad iniciada a fines
de la primera Guerra Mundial.
a) Distribución. La prueba citada con mayor frecuencia en favor de
la tesis del subconsumo es la elevación de las ganancias a fines de los
años veinte. Esta prueba se presenta a menudo en una forma que genera
una imagen distorsionada del decenio, ya que sólo se considera un corto
número de años. Keller (1975) en su artículo sobre Baran y Sweezy, por
ejemplo, sostiene que la distribución favoreció al capital durante ese decenio. Apoya esta aseveración en una comparación de las participaciones
factoriales para sólo dos años: 1923 y 1929. Devine presenta un cálculo
de la tasa de ganancia entre 1921 y 1929, y descubre una tendencia ligeramente creciente. Afirma Devine, sobre esta base, que carece de apoyo
la tendencia de la tasa de ganancia a bajar como una explicación de la
depresión.
En efecto, la transformación más notable de la distribución no ocurrió
en los años veinte sino antes, al final de la primera Guerra Mundial. Este
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
530
importante cambio es evidente en el perfil de los salarios reales reportado por Nourse y Drury en 1938, y por Douglas en 1930. Los datos son
los salarios deílacionados semanalmente.
1. Salarios reales en las manufacturas: Deflacionadoi
por los índices de precios al consumidor y al mayoreo
GRáFICA
180
1909
1914
O Deflacinonador del consumidor
(1936 = 100)
1919
1924
1929
© Deflacionador de mayoroo
(1910 = 100)
El marcado crecimiento de los salarios reales anterior a 1921 es sorprendente y supera a cualquier cambio ocurrido en los años veinte.* Sin
embargo, los salarios reales deben compararse con la productividad y los
precios relativos para evaluar su efecto en la distribución.^ La gráfica 2
presenta la caída drástica de la participación salarial después de la pri" Esta elevación en los salarios reales ocurrió entre los trabajadores de producción y los
trabajadores asalariados (Leven, Moulton y Warburton, 1934, pp, 27-28). El segmento más
grande de los trabajadores asalariados son los oficinistas más bien que los ejecutivos. La elevación de la participación salarial no deriva del crecimiento de los sueldos de ejecutivos, aun.
que éste podría ser uno de los factores. En este ensayo no sugerimos ninguna teoría para explicar este aumento sin precedente en los salarios reales.
' Resulta difícil encontrar datos de la producti\¡dad comparables para ese periodo porque
tal cosa requiere estimaciones de las horas de trabajo. Mage (1963) presenta un cálculo de la
productividad y los salarios que concuerdan con nuestros hallazgos. Sin embargo, otras series
de la oficina de Estadísticas Laborales refutan el aimiento de la participación de los salarios.
Douglas (1930) y Aglietta (1976) presentan también datos que concuerdan con los nuestros.
TEORÍAS DE LA GRAN DEPRESIÓN
GRáFICA
1&D9
531
2. Participación de las ganancias en el ingreso total *
1914
1919
1924
1929
FUENTE: Leven, Moulton, Warburton, 1934.
■ La participación de las ganancias en el ingreso nacional disminuye a principios de loa
años veinte.
mera Guerra, que toma en cuenta los cambios en la productividad y en los
precios.' El periodo de los años veinte en conjunto debe considerarse favorable a la mano de obra (por lo que se refiere a la distribución) cuando
se compara con los años anteriores a la guerra. Mills (1932) considera el
mismo fenómeno desde el punto de vista de los costos laborales unitarios.
Según Mills hay un aumento extraordinario de los costos laborales unitarios entre 1919 y 1921. Los costos laborales unitarios bajan lentamente
entre 1921 y 1929 pero nunca a los niveles anteriores a 1919 (Mills, 1932,
página 412).
b) El consumo. Los datos del consumo podrían ofrecer una prueba
más directa de la insuficiencia de la demanda. En general tales datos no
han apoyado la tesis del subconsumo. En su crítica de Baran y Sweezy
se concentra Keller en la expectativa de ellos de que la razón del consumo a la inversión tendría que haber bajado hasta el dermmbe de 1929.
Por el contrario, Keller descubre que esta razón está aumentando (Keller,
1975, p. 72; Swanson y Williamson, 1972, p. 55). Tal evidencia es devas' Modigliani (1949, p. 406) presenta datos similares a los nuestros respecto a la participación de los salarios. Véase también el apéndice A.
saz
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
tadora para la tesis del subconsumo como explicación del derrumbe. Petar
Temin, por ejemplo, ha basado parcialmente en este resultado su postura
contra la tesis del subconsumo:
Ocasionalmente aparece la idea de que el consumo estaba deprimido antes
del estallido de la depresión por una distribución desfavorable del ingreso . . .
La razón del consumo al ingreso nacional no estaba bajando en los años veinte. Por lo tanto es insostenible la explicación de los años veinte por el lado
del subconsumo (Temin, 1976, p. 32).
Devine ha sostenido que estas cifras no deberían aceptarse sin espíritu crítico, ya que la construcción residencial está clasificada incorrectamente como inversión. Sumando la construcción residencial al consumo y
restándola de la inversión Devine demuestra que la razón consumo-inversión sí declina ligeramente entre 1921 y 1929. Si se excluyen por completo los gastos en vivienda no hay ninguna declinación entre 1926 y 1929.
Es poco lo que puede mostrarse en apoyo de la teoría. Las declinaciones en la razón consumo-inversión son pequeñas incluso con el ajuste
de Devine y en los últimos años son casi inexistentes. Por lo tanto no se
justifica por el peso de esta evidencia el vigor de la creencia marxista
actual en la tesis del subconsumo.
c) La utilización de la capacidad. Los economistas marxistas sostienen a veces que la utilización de la capacidad estaba declinando a fines
de los años veinte, lo que refleja el hecho de que la demanda agregada
era insuficiente (Baran y Sweezy, 1966, pp. 237-243; Foster, 1984, páginas 204-205). Por ejemplo, Baran y Sweezy señalan una declinación
de la utilización de la capacidad, de pico a pico, entre 1921 y 1929. De
acuerdo con sus cálculos la utilización ascendía a 91 % en 1923, bajó
luego a 87 % en 1925 y a 85 % en 1929. Estos resultados deben tomarse
con cierta cautela. Tanto Baran y Sweezy como Foster construyen su medida de la utilización de la capacidad dividiendo un índice de producción
industrial entre un índice de capacidad. Los cambios en el índice de capacidad se obtuvieron tomando un porcentaje constante de cambios en
la inversión neta. Pero esto supone que toda inversión aumenta la capacidad. Este método está sesgado hacia arriba en el periodo 1925-1929 (lo
que reduce la utilización de la capacidad). Dorfman muestra que durante
esos años se dedicó a la capacidad productiva un porcentaje mucho menor de la inversión por comparación con el periodo 1921-1924. La inversión destinada a la nueva formación de capital alcanzó su mayor nivel
en 1924 (Dorfman, 1967, p. 118) y en la segunda mitad del decenio se
TEORÍAS DE LA GRAN DEPRESIÓN
533
USÓ una porción mayor de los fondos de inversión en propósitos especulativos.
Debe reconocerse también que otros estudios de la utilización de la
capacidad no apoyan la tesis del subconsumo.* Por ejemplo. Leven, Moullon y Warburton resumen en la forma siguiente sus hallazgos referentes
a la utilización de la capacidad:
El fenómeno de la capacidad productiva ociosa no es algo que apareciera
por primera vez en los años inmediatamente anteriores al colapso de 1929.
Por el contrario, durante todo el periodo estudiado existía una cantidad considerable de capacidad ociosa. Sin embargo, fuera de los transportes y otros
renglones especiales no encontramos en general ningún aimiento persistente
en el porcentaje de la capacidad ociosa (Leven, Moulton y Warburton, 1934,
página 2).
Además, Galbraith (1935) presenta 1929 como un año de gran actividad. En nuestra opinión, las pruebas referentes a la utilización de la capacidad no son lo bastante convincentes para justificar una creencia ciega
en el subconsumo como la causa de la depresión.
5. Otras teorías de la demanda insuficiente
En esta sección presentamos cuatro fuentes específicas de insuficiencia de la demanda en los años veinte que se han ligado a la depresión: la
disminución de las exportaciones, las crisis en la agricultura y la construcción, y el derrumbe del mercado de valores. Estas cuatro fuentes de
declinación del ingreso pueden combinarse para producir historias plausibles de la detonación del derrumbe," pero no son teorías de la inestabilidad económica subyacente como ocurre con la tesis del subconsumo.
En este ensayo no cuestionamos empíricamente la capacidad de estos factores combinados para explicar el derrumbe de 1929. Por el contrario,
reconocemos que estas perturbaciones existieron a fines del decenio y ayudaron a desatar la crisis, aunque ninguno de estos hechos puede explicar
el derrumbe por sí solo.
La declinación de las exportaciones a fines de 1929 y principios de
8 Es difícil conciliar la baja utilización de la capacidad con un elevado crecimiento de la
producción y la productividad.
• Por ejemplo, Gordon y ^ilcox usan el modelo del ciclo de Goodwin como un marco para
sostener que la declinación de la construcción residencial condujo en última instancia al derrumbe pero se demoró inicialmente por el aumento del consumo asociado con la especulación
del mercado de valores (Gordon y Wilcox, 1981, pp. 77-80).
534
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
1930 se considera a menudo como un factor en la disminución de la
demanda. De acuerdo con ciertos estudios la declinación de las exportaciones explicaba hasta la cuarta parte de la disminución del PNB en 1930.
Gran parte del daño aparecía en la agricultura. Con frecuencia se imputan
las reducciones de las exportaciones a la promulgación de leyes arancelarias en los Estados Unidos que generan represalias internacionales (Rothbard, 1963, p. 128; Kindleberger, 1973, p. 77). La dificultad con esta
idea es que la mayor parte de la declinación de las exportaciones ocurrió
después del derrumbe. Por ejemplo, la infame Ley Smoot Hawley se ratificó en junio de 1930. Así pues, es probable que la declinación de las
exportaciones sólo haya agudizado una crisis que ya se encontraba en
proceso.
Otro aspecto importante de muchas teorías de la depresión basadas
en la demanda es que el estancamiento de la agricultura que se inició
después de la primera Guerra Mundial condujo a la declinación del empleo y el consumo. Se afirma que el estancamiento agrícola fue también
la fuente de la primera oleada de quiebras bancarias que contribuyó a
una declinación general de la oferta de dinero. En 1928 el sector agrícola
aportaba un poco menos de 10 % al PIB total, pero representaba 25 %
del empleo total (Departamento de Comercio, 1970, p. 229; Kindleberger, 1973, p. 85).
En vísperas de la primera Guerra Mundial la agricultura norteamericana inició un periodo de gran prosperidad que continuó durante toda
la guerra. Entre 1915 y 1920 los precios agrícolas duplicaron su nivel
de 1910-1914. Además, la inflación de la guerra redujo la deuda de los
agricultores y los precios de la tierra aumentaron. Sin embargo, la situación cambió después de la guerra. La recuperación de la agricultura europea contribuyó a una saturación mundial de producción agrícola en general. La agricultura norteamericana fue perjudicada por el descenso de
los precios mundiales (28 % de su ingreso provenía de las exportaciones). Las dimensiones de la situación agrícola pueden apreciarse en el
cuadro 1, que compara el índice de paridad de los precios agrícolas
(el índice de los precios recibidos dividido entre el índice de los precios
pagados por los agricultores) en el decenio de los años veinte con el promedio del periodo 1910-1914 (Chandler, 1970, pp. 55-56).
Se observa que la agricultura no estaba lejos de la recuperación en
la segunda mitad del decenio, justo antes del gran derrumbe.^" La emigráis El ingreso neto del sector agrícola ascendió a 5 700 millones de dólares en 1927, 6 mil
millones en 1928 y 5 200 millones en 1929. Departamento de Comercio, 1970, p. 483.
TEORÍAS DE LA GRAN DEPRESIÓN
CUADRO
1." Precios agrícolas de paridad'
(1910-1914 = 100)
Año
índice de paridad
1921
1922
1923
1924
1925
1926
1927
1928
1929
80
87
89
89
95
91
88
91
92
.
FUENTE: Cbandler, 1970, p. 56.
» El estancamiento en el ingreso agrícola no fue severo en los años veinte.
ción masiva de los agricultores a la ciudad redujo la oferta y pudo haber
contribuido a la recuperación parcial de los precios agrícolas. La crisis
agrícola generó una oleada de quiebras de bancos rurales, y esto, aunado
a la emigración de los agricultores, debe citarse entre los factores que
contribuyeron a las perturbaciones en los últimos años del decenio que detonaron el derrumbe.
En varios modelos econométricos de la depresión de 1929 se hace
mayor hincapié en la noción de una declinación del ingreso debida a la
saturación del mercado (Bolch y Pilgrim, 1973; Hickman, 1972; Temin,
1976, pp. 45-47). El ejemplo más destacado de esta saturación es la industria de la construcción a fines de los años veinte (Gordon y Wilcox,
1981). A fines de los años veinte el mercado de la vivienda estaba saturado y el acervo de viviendas excedía a la demanda (dado el nivel de los
precios). Esta debilidad de la demanda hizo bajar el valor de los nuevos
edificios residenciales, de 5 700 millones de dólares en 1926 a 3 200 millones en 1929. Sin embargo, la construcción no residencial continuó creciendo moderadamente hasta el derrumbe. Debido al efecto de la construcción no residencial el valor de la construcción total disminuyó sólo
de 12 mil millones de dólares en 1926 a 10 800 millones en 1929 (Departamento de Comercio, 1970, p. 618).
Siempre es problemático interpretar una declinación en una industria
específica como la causa de una crisis general. En nuestra opinión, en
•^ Se escogen los años debido a la disponibilidad de los datos.
636
EL TRIMESTRE ECONÓMCO
circunstancias normales la declinación de 15 % en el total de la construcción habría iniciado un proceso de ajuste económico natural.^^
Otra hipótesis se refiere al derrumbe de la bolsa de valores. Este es
uno de los temas de la obra de Galbraith (1955), aunque este autor considera el derrumbe del mercado de valores como una de muchas causas
de la depresión. Varios estudios de la función consumo han tratado de
explicar la caída del consumo en 1930 por la disminución de la riqueza
asociada al descenso de los precios de los valores. Por desgracia estos
estudios han fracasado en gran parte (Temin, 1976, p. 72).^^ Dado que
el derrumbe fue en gran medida inesperado y que la declinación de la
inversión precedió en tres meses al derrumbe de Wall Street, resulta improbable que el colapso del mercado de valores haya sido responsable
de la declinación inicial, aunque sin duda agravó la situación.
En nuestra opinión, el mérito de las diversas teorías de la depresión
que se concentran en componentes específicos de la demanda es la identificación de una serie de perturbaciones infortunadas que convergieron
para detonar o empeorar el derrumbe, mientras que no había movimientos contrarios qu^ detuvieran el proceso de declinación (por ejemplo
Gordon y Wilcox, 1981, p. 78). Sin una teoría de la inestabilidad subyacente tal enfoque aún es poco convincente.
6. Teorías monetarias de la depresión
Como se dijo en la introducción, un tercer tipo de argumentos acerca
del origen de la depresión destaca la importancia del dinero y el crédito.
A fin de colocar en perspectiva los fenómenos monetarios examinaremos
en las gráficas 3 y 4 el perfil de la evolución de los precios y de la cantidad real de dinero en el largo plazo.
El nivel de precios aumentó lentamente desde 1900 hasta la primera
Guerra Mundial. Durante la guerra los precios se elevaron a más del doble
y después de ella la deflación redujo sólo en un tercio el nivel ya alcanzado por los precios. En los años veinte los precios permanecieron estables.
Después de la guerra el nivel de precios no bajó a los niveles históricos anteriores a la inflación, y esta situación tuvo un efecto favorable
12 Usamos el proceso de ajuste natural en el sentido de los clásico? y de Marx. La inversión abandona los sectores de tasa de ganancia menor como parte del proceso gue conduce
a los precios de producción.
1^ Peter Temin sugiere CTue la Gran Depresión fue causada principalmente por una declinación autónoma en el consumo. Llega a esta conclusión mediante una comparación del derrumbe de 1929 con las recesiones de 1921 y 1937.
537
TEORÍAS DE LA GRAN DEPRESIÓN
GRáFICA
3. índice de precios al muyoreo'
(1926 = 100)
1909
1914
1919
1924
1929
Moulton, 1935a.
• El período conducente a la primera Guerra Mundial se caracterizó por la relativa estabilidad de los precios. El nivel de precios aumentó cerca de 125 % durante la guerra, pero sólo
bajó 33% después de ésta.
FUENTE:
en las empresas. Sólo las empresas y los agricultores que habían contraído
deudas durante la guerra se obligaron a pagar sobre la base de un nivel de precios disminuido. Sin embargo, el análisis de las consecuencias
de esta deflación es más complejo y debe considerarse desde una perspectiva internacional. Al final de la guerra las empresas norteamericanas
estaban en deuda, pero también tenían créditos importantes sobre el resto
del mundo. Por lo tanto, la deuda neta era muy limitada, con el efecto de
la protección de la industria respecto a la declinación perjudicial de los
precios. Además, el mismo flujo de los pagos internacionales a los Estados
Unidos generó un flujo de oro que contribuyó a la abundancia de reservas
mantenidas por el sistema bancario.^* Este patrón de sucesos explica el
" Brovn describe bien la especificidad del periodo que estamos considerando: "Cuando
el oro emp«ó a fluir a los Estados Unidos en el verano de 1920 los bancos norteamericanos
habían agotado virtualmente su capacidad de préstamo. Cuando terminó el flujo de oro
a fines de 1924 los bancos norteamericanos buscaban afanosamente un empleo para la abundancia del poder de préstamo en vista de que las demandas de la industria, la agricultura
y el nivel de precios habían bajado 38%: los depósitos individuales de todos los bancos norteamericanos habían aumentado 16 %, y se había establecido una nueva relación entre los
préstamos, las inversiones y los depósitos que luego no se eliminó" (Brown, 1940, p. 280).
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
538
4. Oferta real de dinero'
GRáFICA
Millones de dólares
3UU -
480 460 440420400380360 340 320 300280260240220£>-©-«'
2001180
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1914
1909
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1919
1
1
1
1
1924
1
]
1
1929
FUENTE: Friedman y Schwartz, 1963, pp. 705-710, y Departamento de Comercio, 1970, p. 200.
» El crecimiento de la oferta monetaria se acelera durante los años veinte. Circulante, depósitos a la vista y depósitos de ahorro, deflacionados por el índice de precios al mayoreo.
hecho de que la caída de los precios después de la guerra, con consecuencias tan desastrosas en varios países europeos, sobre todo en Inglaterra,
tuviera un efecto menor en los Estados Unidos.
La gráfica 4 traza la evolución del circulante más los depósitos a la
vista y de ahorro en términos reales entre 1890 y 1930. La cantidad real
de dinero disminuyó durante la guerra aunque el agregado nominal estaba
aumentando. La deflación que siguiera a la guerra se reflejó en un aumento de la oferta real de dinero y de crédito, y los años veinte aparecen
globalmente como un periodo de alta liquidez.
El análisis monetario general de la depresión no considera las posibles consecuencias de los cambios en la situación monetaria de los Estados
Unidos inmediatamente después de la primera Guerra Mundial, sino que
se concentra en el fenómeno monetario al final del decenio (antes y después del derrumbe). Se ofrecen tres tipos de explicaciones sobre el origen
de la depresión. En una primera visión la deflación de los últimos años
del decenio de los años veinte, así como la elevación de las tasas de interés, aparecen como la causa de la declinación de 1929 (Friedman y
TEORÍAS DE LA GRAN DEPRESIÓN
539
Schwartz, 1963, p. 298; Darby, 1976; una tesis discutida en Dorfman,
1967, p. 149, y en Temin, 1976, p. 23)/* Otra afirmación raonetarista,
más prominente, es que una contracción moderada en 1929, debida a factores no monetarios, se transformó en una gran depresión por una reducción en la oferta de dinero. La declinación de la oferta monetaria se
atribuye a una política monetaria inadecuada del Sistema de la Reserva
Federal, concomitante con la oleada de quiebras bancarias (Friedman y
Schwartz, 1963, pp. 303-307, 311). Una tercera hipótesis monetaria atribuye la depresión en los Estados Unidos al desequilibrio y la mala administración del sistema financiero internacional (Kindleberger, 1973;
Meltzer, 1976; Robbins, 1934; Ohlin, 1961; Brown, 1940). En vista de
que limitaciones del espacio impiden un tratamiento completo de cada una
de estas hipótesis, sólo las consideraremos brevemente, de nuevo relacionándolas con los hechos pertinentes y con otras evaluaciones publicadas.
En la primera perspectiva se atribuye la declinación de 1929 a la
moderada deflación de 1926-1929 y a la elevación de la tasa de interés.
Los precios bajaron 5 % durante ese periodo. La tasa prima de las aceptaciones bancarias y las tasas del papel comercial aumentaron 2.25 puntos porcentuales entre 1927 y 1929 (Dorfman, 1967, p. 146; Temin, 1976,
página 125).
Dorfman no acepta que estos hechos hayan podido causar el derrumbe (Dorfman, 1967, cap. 7)." Primero, el aumento de la tasa de interés
y la baja de los precios no tuvieron proporciones extraordinarias. Segundo, el aumento en la tasa de interés no afectó visiblemente el volumen de
los préstamos (Dorfman, 1967, p. 149)."
La opinión monetarista más popular es que una contracción de inten'^^ Gorclon y Wilcox llaman a esta concepción "el monetarismo de línea dura" y la asocian
con Anna Schwartz (Cordón y Wilcox, 1981, p. 53). Sin embargo, esta idea existe ya en
Friedman y Schwartz, 1963.
1* Cordón y Wilcox sometieron a prueba infructuosamente la idea de que los factores monetarios pueden explicar por sí solos la declinación del ingreso en 1929, en un modelo de
simulación dinámica (Cordón y Wilcox, 1981, pp. 62-63). Véase una crítica de sus datos y su
metodología en Lothian, 1981, pp. 136-140.
^^ Una última razón de que la deflación y las mayores tasas de interés no hayan tenido
un gran efecto en la situación financiera de las empresas norteamericanas es que éstas no
estaban excepcionalmente endeudadas (sobre todo con los bancos) al final del decenio. En
términos relativos los préstamos bancarios a todas las corporaciones no financieras bajaron
de una cantidad igual a un tercio del pasivo total en 1922 a cerca de 10% en 1928 (Dorfman, 1967, p. 150; Goldsmith, 1955, pp. 222-223). La observación de que en los años veinte
las empresas se habían opuesto firmemente a la acumulación de deudas bancarias y comerciales es también corroborada por el estudio del mismo fenómeno realizado por Lauchlln Currie
(Currie, 1931). La inversión se financió en gran medida con acciones y con ganancia? retenidas. La porción de las acciones se alimentaba con las compras de acciones realizadas por el
público y financiadas con deuda.
540
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
sidad normal en 1929 se convirtió en una gran recesión debido a una disminución importante de la oferta de dinero. Esta hipótesis se asocia en
especial con el capítulo 7 del libro de Friedman y Schwartz (1963).
En 1931 ocurrió una reducción importante de la oferta de dinero debida a los efectos combinados de las quiebras bancarias y la correspondiente falta de confianza del publico en el sistema bancario. La política
apropiada de la Reserva Federal habría sido incrementar la oferta de
dinero de alta potencia. La Fed redujo la tasa de descuento de 6 % en
1929 a 1.5 % en 1931 pero no realizó grandes compras de valores después
de mediados de 1930 (fuera del breve cambio de la política observado
en 1932) (Chandler, 1970, p. 116). El resultado fue un marcado agravamiento de la tendencia declinante del ingreso. Friedman y Schwartz
imputan la responsabilidad de la inadecuada intervención de la Reserva
Federal a los propios miembros de la Fed. En particular destacan la importancia del deceso de B. Strong, el gobernador de la sucursal de Nueva
York.
El debate que siguió a la tesis de Friedman y Schwartz acerca de la
reducción de la oferta de dinero se concentró en la dirección de la causa:
¿de la oferta monetaria al ingreso o de una baja en el ingreso a una declinación de la demanda de dinero? Temin sostuvo que la tasa de interés
no aumentó después del derrumbe, de modo que el ingreso debe haber
caído primero y con él la demanda de dinero.^* Si la deflación de 1931
hubiera sido causada por la baja de la oferta monetaria habríamos observado sin duda un breve incremento en las tasas de interés (Temin, 1976,
p. 104). El argumento de Temin había sido sugerido ya por Dorfman
(1967, cap. 7).
Los estudiosos de ese periodo han cuestionado también el argumento
monetarista de que las primeras quiebras bancarias se debieron a la escasa sensatez de préstamos e inversiones. Temin cita algunas pruebas de
que la primera oleada de quiebras bancarias se debió a la severa declinación del ingreso agrícola en 1930 y no a las malas inversiones (Temin,
1976, p. 90). Chandler está de acuerdo con esta evaluación. Afirma que
muchas de las primeras quiebras bancarias de los años veinte se relacionaron con el estancamiento de la agricultura, lo que sugiere una posible
relación entre la declinación de la agricultura en los años veinte y la reducción de la oferta de dinero (Chandler, 1973).
Aunque existen datos que nos hacen dudar de la línea causal soste18 \éa^ lina crítica de esta idea en Gordon y Wilcox, 1981, pp. 54-56. Véase también
Lothian, 1981, pp. 136-137.
TEORÍAS DE LA GRAN DEPRESIÓN
541
nida por Friedman y Schwartz y de su afirmación de que las operaciones
del mercado abierto habrían impedido un gran colapso, la idea de que
la intervención insuficiente empeoró la situación es sin duda correcta.
No sólo no trató la Fed de contener la declinación del ingreso mediante
una acción independiente, sino que el Congreso no actuó para fortalecer
al sistema antes de 1932 (la Ley de Glass-Steagall) y 1933 (la Enmienda
Thomas). La experiencia de los países europeos que implantaron políticas monetarias expansionistas parece demostrar también que éstas habrían
sido eficaces en los primeros años de la declinación. Además, la política
fiscal fue ineficaz (Brown, 1956) o contractiva después de la Ley de
Recaudación de 1932 que elevó los impuestos (Chandler, 1973, p. 122)."
En efecto, los estudios que destacan la evolución de los agregados monetarios y el ambiente financiero en los años veinte son importantes, pero,
como se dijo en nuestra evaluación de las diversas teorías de la demanda,
la contribución de estos análisis de la depresión es que señalan algunos
factores que contribuyeron al conjunto de hechos que detonaron el derrumbe. Sin embargo, debe cuestionarse el supuesto de que una economía
básica sólida fue perturbada por choques monetarios.
^® Otro grupo de teorías que se refieren a las tendencias deflacionarias como una forma de
explicar la depresión deslaca la importancia de los sucesos internacionales. La mayoría de estas
teorías se ligan de algún modo a la adopción del patrón de cambio oro. Sostiene Kindleberger
que el desequilibrio internacional fue el resultado de un sistema monetario internacional bipolar, encabezado por los dos centros rivales: Londres y Nueva York. Esta falta de liderazgo
o de coordinación internacional en los años veinte tenía consecuencias desestabilizadoras (véase
también Broivn, 1940). En la línea de argumento de Kindleberger los sucesos internacionales
y nacionales se entrelazan. A fines de los años veinte, con objeto de aliviar la presión ejercida
sobre la libra sobrevaluada por el retomo de Francia al oro, los Estados Unidos aceptaron
reducir la tasa de interés. Según Kindleberger el resultado de esta política fue el crecimiento
de la especulación sobre el mercado de valores (véase también Rothbard, 1963). En 1928 loa
bancos neoyorquinos podían obtener fondos a 5 % y prestarlos en el mercado a la vista a 12 %.
En marzo de 1929 la tasa del mercado en análisis había llegado a 20% (Galbraith, 1955).
La tasa de descuento, aunque había aumentado 1,5 % sobre el año anterior, era claramente
inadecuada para detener la especulación. Temiendo que una restricción más fuerte pudiera inducir una recesión, el Sistema de la Reserva Federal recurría principalmente a la persuasión
moral para detener la oleada especulativa (Wicker, 1966). Además, Kindleberger, siguiendo
a Ohlin (Ohlin, 1931), describe la forma en que los altos rendimientos del mercado a la vista
desviaban los fondos de la compra de valores extranjeros y cómo bajaron drásticamente estas
emisiones (véase también Lary, 1943).
El gran incremento de los préstamos norteamericanos en el extranjero, característico de
los años veinte en general, terminó abruptamente a fines de 1927, cuando empe2aron a reorientarse los fondos hacia WaU Street. Se supuso que el choque crediticio había sido responsable de la recesión alemana en abril de 1929, a la vez que cansó que otras naciones restringieran sus importaciones debido a restricciones de balanza de pagos. El resultado neto fue un
revés a las exportaciones norteamericanas, en particular las agrícolas. Sin embargo, ha sido muy
controvertida la tesis de que el retiro de los préstamos norteamericanos a Alemania haya sido
responsable de su derrumbe (Temin, 1971; Temin, 1976, pp. 151-159; Falkus, 1975; Balderston, 1977).
542
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
III.
¿POR QUé IMPORTABA LA RENTABILIDAD?
En esta sección presentaremos una nueva interpretación de la inestabilidad de la economía en los años veinte. Sostendremos que la elevación
de los salarios después de la guerra condujo a un periodo de baja rentabilidad sin precedentes. En respuesta a esta nueva situación, las empresas iniciaron un proceso de cambio tecnológico intenso. Esta estrategia
trataba de elevar la tasa de ganancia pero nunca se alcanzaron los niveles
de rentabilidad de antes de la guerra.^" Utilizando el modelo de la actividad micro y macroeconómica de Duraénil y Levy, sostenemos que los
niveles de rentabilidad en los años veinte por debajo de lo normal fueron
responsables de la inestabilidad que finalmente condujo al derrumbe de
1929. Paradójicamente, esta baja tasa de rentabilidad ayudó a causar un
enorme auge especulativo en el mercado de valores, lo que creó condiciones propicias para un dramático climax.
1. El descenso de la tasa de ganancia al final de la guerra
En la gráfica 5 presentamos un cálculo de la tasa de ganancia para
el total de la economía norteamericana durante el periodo de 1909 a
1929.''^ Como ocurre en la mayoría de los estudios de la tasa de ganancia
en el largo plazo, descubrimos una marcada declinación al final de la primera Guerra Mundial. Desde 1909 hasta el estallido de la guerra la tasa
de ganancia exhibe una tendencia ligeramente declinante. Durante la guerra se dispara la rentabilidad (reflejando el crecimiento de las ganancias
retenidas). Después del conflicto, la tasa de ganancia baja hasta llegar
a la recesión de 1921. En 1922 se recupera la rentabilidad, pero jamás
se logran los niveles de la preguerra, y en los años veinte se estanca la
tasa de ganancia.
Para tener una idea del origen de estos movimientos de la rentabilidad convendrá descomponer la tasa de ganancia en el producto de la participación de la ganancia en el ingreso total y la razón producto-capital.
En la gráfica 2 se ha presentado ya la participación de la ganancia
^'' En nuestra opinión esta cadena de hechos en la que los capitalistas responden a los caral)Jos en la distribución modiantc innovaciones tecnológicas que sólo parcialmente contrarrestan
la declinación de la tasa de ganancia, corresponde a la interpretación que deba darse al mecanismo de Marx para una tasa de ganancia descendente. En este estudio sólo nos ocupamos del
bajo nivel de la tasa de ganancia en los años veinte y de sus consecuencias pava el análisis
de la depresión. La discusión teórica de la ley de Marx, y el estudio empírico de la tendencia de la tasa de ganancia en el largo plazo escapan a los límites de este estudio.
^ Véanse las definiciones y las fuentes de los datos en el apéndice A.
TEORÍAS DE LA GRAN DEPRESIÓN
GRáFICA
1909
543
5. La tasa de ganancia: Economía total"
1914
1919
1924
1929
Leven, Moulton, Warburlon, 1934; Goldgmith, 1955.
* La tasa se ganancia se infla durante la guerra, declina al final del conflicto y se estanca
en los años veinte.
FUENTE:
compatible con la gráfica 5. En la gráfica 6 aparece la razón productocapital.
Las gráficas 2 y 6 demuestran que el descenso de la tasa de ganancia
ocurrida después de la primera Guerra Mundial refleja primordialmente
cambios en la distribución. Los cambios exhibidos en la gráfica 5 pueden dividirse en dos etapas. La declinación inmediata, hasta 1918, restablece la tendencia de antes de la guerra. La segunda etapa del deterioro, después de 1919, refleja el importante cambio en la distribución que
describimos antes. Este canEibio se originó en la combinación de deflación
y rígidos salarios nominales ocurrida al final de la guerra (gráfica 7).
Durante los once meses siguientes a mayo de 1920 los precios bajaron
44 % mientras que los salarios nominales permanecían aproximadamente
constantes.
Es difícil evaluar el efecto exacto de esta efímera deflación porque
los datos aparecen generalmente en forma anual durante ese periodo inicial. La baja de los precios se divide en dos periodos semestrales de los
años 1920 y 1921. Por esta razón en la gráfica 2 es todavía elevado
el año de 1919, mientras que la baja ocurre a lo largo de 1920 y 1921.
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
544
GRáFICA
1909
6. La razón producto-capital: Economía total'^
1914
1919
1924
1929
Leven, Moulton, Warburton, 1934; Godsmith, 1955.
•• Durante los últímos años de la guena desciende la razón producto-capital. Después de 1921
ee recupera. Declina de nuevo a mediados de los años veinte.
FUENTE:
La gráfica 6 muestra que la razón producto-capital no contribuyó a la
disminución de la tasa de ganancia en los años veinte.
El estudio del movimiento de la rentabilidad durante la guerra y después de ella se complica por la situación específica de la agricultura. Una
parte importante del movimiento de los precios durante la guerra y de la
deflación subsecuente se debe a la agricultura. La rentabilidad de la agricultura se eleva extraordinariamente entre 1914 y 1918, después de lo
cual es gravemente afectada por la deflación. Por esta razón los estudios
que consideran sólo el sector no agrícola de la economía generan un perfil
similar de la tasa de ganancia pero con ima cronología ligeramente diferente (por ejemplo Mage, 1963).
Es notable el estancamiento de la tasa de ganancia en los "estridentes"
años veinte. Estos continuos bajos niveles de rentabilidad se deben a la
consolidación del cambio en la distribución y, en menor medida, a una
tendencia inadecuadamente creciente de la razón producto-capital. Además de estas causas, no puede pasarse por alto el hecho de que los costos
de la mano de obra se elevaron enormemente después de la primera Guerra Mundial. Aunque la mayoría de los autores modernos ha olvidado
TEORÍAS DE LA GRAN DEPRESIÓN
GRáFICA
545
7. Salarios nominales y precios al mayoreo *
(1926 = 100)
1909
1914
O Precios al mayoreo
1919
1924
1929
• Salarios nominales
FUENTE: Moulton, 1935a.
"■ Después de la primera Guerra Mundial hay una rigidez en los salarios nominales por comparación con el nivel de precios.
este hecho, en los estudios de la depresión realizados en los años treinta
se reconocía comúnmente el incremento de los costos laborales iniciado
a principios del decenio. Por ejemplo, en 1932 Mills escribía que:
La recesión subsecuente, en la que los salarios experimentaron una declinación menor que la de la mayoría de los precios, elevó marcadamente los
costos laborales reales por unidad de producción. En 1921 se encontraban
estos costos 38 % por encima del nivel de 1914, La reducción de costos laborales que siguió a la recuperación de la actividad entre 1921 y 1923 dejó
estos costos todavía arriba, más de 26 ^o por encima del nivel de 1914...
(Mills, 1932, p. 231). Después de dos decenios en que los trabajadores en
general pudieron apenas conservar su status la guerra mejoró la posición de
los asalariados (Mills, 1932, p. 481).
- ^
. .
Esta elevación de los costos se discute pocas veces como uno de los
factores del gran colapso.
S46
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
2. ¿Se restableció la rentabilidad en los años veinte?
Es muy conocido que los años veinte fue un periodo de gran innovación tecnológica y organizativa. Sin embargo, estos cambios se relacionan
raras veces con la nueva situación de la distribución. En nuestra opinión
el aumento de los costos laborales que siguió a la guerra fue responsable
en buena medida de la aceleración de este proceso de innovación.
El cambio tecnológico es un concepto muy difícil de medir y comparar. Sin embargo, la Oficina Nacional de Investigación Económica (ONIE)
inició a principios de los años veinte una importante encuesta acerca de
la innovación tecnológica. Los resultados se publicaron a principios de los
años treinta (Jerome, 1934). El estudio incluía no sólo inspecciones y
entrevistas en el sitio, sino que también trataba de aplicar varias medidas
generales de la tecnología para el periodo 1900-1929. Se infiere de aquí
que podía identificarse un proceso continuo de innovación tecnológica
desde 1900-1909 aproximadamente, pero que este proceso se aceleró
mucbo después de 1922. Una de las razones frecuentemente citadas para
explicar la aceleración era la elevación de los costos de la mano de obra: **
La mecanización alcanzó "una velocidad inusitada en los años veinte" ... a
causa de los altos salarios, la inmigración restrictiva, los precios relativamente bajos de los bienes de capitaL y un mercado crediticio abundante y
fácil (Jerome, 1934, pp. 21-22).
Las medidas globales de Jerome también confirmaban esta aceleración
del cambio tecnológico en los años veinte. La tasa de electrificación, que
en 1919 alcanzaba un promedio de 44 a 49 %, había saltado a 67-74 % en
1929 (Jerome, 1934, pp. 18-20). En las manufacturas los caballos de
fuerza por trabajador aumentaron de 14.9 % en 1909-1919 a 49.5 %
en 1919-1929 (Jerome, 1934, p. 225). La relación entre el cambio en la
distribución y la oleada de innovaciones era bien conocida para los economistas de los años treinta. Dice Mills a este respecto:
La tendencia general hacia la reducción de los costos laborales en las industrias manufactureras se demuestra por el hecho de que en 1929 sólo 6 de
60 industrias mostraban mayores costos laborales por unidad de producto
que en 1923. El creciente volumen de producción, equipo más eficiente, mayores habilidades y mejoras en la organización contribuyeron sin duda a
esta reducción de los costos laborales. Pero estos factores operaban, debe
*^ Los costos laborales fueron una de las razones importantes de la innovación tecnológica,
pero no la única.
TEORÍAS DE LA GRAN DEPRESIÓN
547
recordarse, con la condición de los muy altos costos del trabajo que dejaran
la recesión y la depresión de 1920-1921. Había lugar para una reducción
de los costos laborales (Mills, 1932, p. 404).
Un efecto típico de una oleada de cambio tecnológico es el crecimiento
relativamente más intenso de las industrias de bienes de capital. El sector
de los bienes de productores creció más de prisa en los años veinte que
en el periodo de la preguerra pero no igualó el crecimiento experimentado durante la primera Guerra Mundial. Fabricant trató de medir este
crecimiento en su estudio de la producción de las industrias manufactureras publicado en 1942:
Por otra parte, los estímulos generalizados para incrementar la productividad, y por tanto para cambiar el método técnico, han sido lo bastante poderosos para lograr que las industrias fabriquen las herramientas de producción
con mayor rapidez que la mayoría de las otras industrias manufactureras ...
El grupo de la maquinaria creció entre 1899 y 1909 con una rapidez 2 %
mayor (medido en términos de valor agregado por las manufacturas) que
la del total de las manufacturas; entre 1909 y 1919 creció 25 % más de
prisa que el total. Las industrias de la maquinaria fueron severamente afectadas por la recesión de 1929-1933, pero se recuperaron lo suficiente para
tener un aumento neto en su valor agregado entre 1929 y 1937 casi igual
al del total de las manufacturas, de modo que en los últimos años recuperaron la posición relativa que habían tenido en 1929. Esta sustitución de los
procesos manuales por las máquinas, de las máquinas pequeñas por las grandes y de instrumentos mecánicos simples por complejos parece haber sido
—por lo menos hasta 1929 si no es que más adelante— un medio fundamental para el progreso (Fabricant, 1942, p. 16).
Este crecimiento mayor de la producción de bienes de capital se ha
presentado a menudo como una prueba del desequilibrio. Lo que caracteriza verdaderamente el periodo 1922-1929 no es un crecimiento excesivo
del sector de bienes de capital sino la intensidad del cambio tecnológico.
Cada grado de expansión y cada estado de la tecnología requiere una
tasa de crecimiento específica en las industrias de bienes de capital. Como
demuestra Fabricant, cuando se reanudó el crecimiento de la producción
a fines de los años treinta la posición relativa de estas industrias se restableció de conformidad con la nueva tasa de crecimiento y el nuevo nivel
de innovación.
A pesar de su extraordinaria inten?idad, los resultados efectivos de
la innovación tecnológica y organizativa de los años veinte deben evaluarse
negativamente. Esta revolución fracasó en el sentido de que no pudo res-
648
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
tablecer el nivel anterior de estabilidad, es decir, no pudo compensar el
cambio en la distribución.
Es difícil determinar la relación entre baja rentabilidad e inestabilidad. En sus análisis de la descendente tasa de ganancia los marxistas han
sugerido varias posibilidades. En un esfuerzo reciente por aclarar esta
y otras cuestiones Duménil y Levy construyeron un modelo clásico de convergencia intersectorial de la tasa de ganancia (Duménil y Levy, 1985).^'
Descubren estos autores que cuando varían las funciones conductistas
de los agentes el modelo puede exhibir diferentes estados económicos
(Duménil y Levy, 1985). En particular cuando aumentan los grados de
respuesta al aumento de los inventarios (mediante reducciones del producto) y a los bajos niveles de utilización de la capacidad (mediante reducciones en la inversión), el modelo puede revelar un sobrecalentamiento, recesiones y depresiones. Duménil y Levy postulan que en general los
bajos niveles de rentabilidad inducen comportamientos de extrema economía que implican fuertes reacciones a las señales de desequilibrio. Se
infiere de aquí que las bajas tasas de ganancia crean una economía inestable vulnerable a la perturbación económica. Este análisis responde al
interrogante de por qué importa la rentabilidad.
El modelo de Duménil y Levy establece una relación plausible entre
la baja rentabilidad de los años veinte y la falta de tolerancia de la economía a las perturbaciones económicas. Al principio la baja rentabilidad
detonó un cambio en la tecnología más bien que una declinación inmediata debido en parte a la extraodinaria disponibilidad de liquidez (gráfica 5). El efecto real de los bajos rendimientos y los choques más
potentes convergieron al final del decenio. Dado que ya hemos descrito
las numerosas perturbaciones en el contexto del examen de otras teorías
de la depresión, limitaremos ahora nuestro estudio a un análisis del ambiente institucional en el que se tornó particularmente peligrosa la debilidad de la tasa de ganancia en los años inmediatamente anteriores al
derrumbe.
La relación específica entre la baja rentabilidad y la inestabilidad
económica a fines de los años veinte estuvo influida por varios factores
institucionales excepcionales. La ilusión de las altas tasas de rendimiento
sólo se materializó al final del decenio por la relación específica entre
las empresas y el mercado de valores.
A pesar de la declinación en el rendimiento real del capital se mantuvo la ilusión de la prosperidad por la manera en que se distribuían las
^' El término "clásico" se refiere aquí a la posición de Smith, Ricardo y Marx.
T-L^^' 'f --l'?*í?!'TEORÍAS DE LA GRAN DEPRESIÓN
549
ganancias. En un estudio publicado en 1929 Sloan, ignorante de lo que
estaba a punto de suceder, analizó la caída de las ganancias que ocurrió
en los Estados Unidos en 1927 utilizando las cuentas de una sección transversal de grandes empresas (Sloan, 1929). Este estudio no sólo revelaba
una disminución de la ganancia, sino que también demostraba que esta
disminución de la rentabilidad no afectaba la distribución de los dividendos. Limitándose a las 455 corporaciones más grandes y excluyendo a la
U.S. Steel y a la General Motors, Sloan identificaba una disminución de
10 % en las ganancias mientras que los ingresos retenidos bajaban 50 %.
La necesidad de proporcionar a los accionistas un rendimiento apropiado
parecía tener en esa época una calidad casi contractual.
Las corporaciones eran generalmente reacias a financiarse con deuda
durante los años veinte y en efecto redujeron su deuda en promedio
a pesar de la rápida mecanización. La organización específica del financiamiento canalizaba los fondos prestados indirectamente hacia las
empresas por medio del mercado de acciones. Esta era una situación peligrosa que hacía al sistema productivo dependiente del juicio de los inversionistas especuladores y privaba al sistema bancario de su influencia
directa en los movimientos de la economía, agravando así la inestabilidad
económica.
Las fuentes de fondos internas representaron durante el decenio 75 %
del financiamiento corporativo de la inversión, y como demuestra Dorfman, el movimiento del ahorro corporativo es el mejor indicador de
la inversión durante este periodo (Dorfman, 1967, pp. 118, 203). Así
pues, es posible que el monto de los ingresos retenidos haya sido una
señal importante de las decisiones de inversión. Los últimos años, de
1926 a 1929, experimentaron rendimientos internos excepcionalmente
bajos a resultas de la baja rentabilidad combinada con la elevada tasa
de pago de dividendos. En este periodo las empresas compensaban sus
bajos rendimientos recurriendo al mercado de valores. La gráfica 8 calcula
la razón de las ganancias netas retenidas a la nueva emisión de acciones
para las corporaciones manufactureras y mineras.
Esta situación que afrontaban las empresas en los últimos años veinte
debe contrastarse con la furia de Wall Street. Como demuestra Taitel,
los últimos años del decenio experimentaron un crecimiento enorme de
la emisión de acciones destinada primordialmente a alimentar la nueva
especulación. En 1929 la emisión de acciones nuevas era siete veces mayor
que en 1926. Se confirma así el argumento de Galbraith de que en los
años inmediatamente precedentes a 1929 la intensificación de la especu-
550
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
GRáFICA
8. Ganancias retenidas/emisión de acciones nuevas'
(Manufactura y minería)
Ganancias no distribuidas
por dólar invertido
8 78-
ár
4
3
2
1
9^
'
K I
/Av/
V '^ \
i
-
-1 -2 -3 -4 -5-6-7 -8 - —1—\—1—[—
1909
1914
! ^
1
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1
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'
T
r^A
\
I
\¡
\í
1
1
1
r
'
1919
1924
1929
Creamer, Dobrovolsky y Borenstein, 1960.
• Las ganancias retenidas son relativamente elevadas durante la guerra. A fines de los añoa
veinte son débiles por comparación con la emisión de nuevas acciones.
FUENTE:
lación y la importancia del flujo continuo de los dividendos se sumaron
a la "tentación de reducir la inversión".
La debilidad corporativa más iraporlante era iiilieretUe a la vasta estructura
nueva de las compañías tenedoras y las sociedades de inversión. Las compañías tenedoras controlaban grandes segmentos de los servicios público?,
los ferrocarriles y la industria de la diversión. Aquí, al igual que en las sociedades de inversión, se encontraba el peligro constante de la devastación
por la acción de la palanca en reversa. En particular los dividendos de las
compañías operadoras pagaban el interés de los bonos de las compañías tenedoras. La interrupción de los dividendos significaba la falta de pago de los
bonos, la quiebra y el colapso de la estructura. En estas circunstancias era
obviamente fuerte la tentación de reducir la inversión en la planta de operación a fin de continuar pagando los dividendos (Galbraith, 1955, p. 183).
Entre paréntesis, como lo describe Chandler, la elevada tasa de pagos
de dividendos continuó durante los primeros años de la depresión y tuvo
un efecto depresivo importante:
TEORÍAS DE LA GRAN DEPRESIÓN
551
Otro hecho notable es la medida en que las corporaciones mantuvieron los
pagos de dividendos a pesar de la baja de las ganancias netas después de
impuestos o las pérdidas netas efectivas. El total de pagos de dividendos
bajó 65 % entre 1929 y 1933, pero el ingreso neto disponible para pagos de
dividendos bajó mucho más. En consecuencia, en el periodo de 1930 a 1933
las corporaciones pagaron como dividendos 16 769 millones de dólares más
que sus ganancias después de impuestos (Qiandler, 1970, p. 28).
IV.
CONCLUSIóN
En este ensayo se consideraron varias teorías muy conocidas de la Gran
Depresión. Una primera clase de teorías examina las fuentes de la inestabilidad económica subyacente. En este primer grupo descubrimos que
las teorías del monopolio y los precios rígidos son poco convincentes por
razones teóricas, mientras que las teorías seculares del subconsurao o la
sobreinversión para este periodo dependen demasiado de datos ambiguos.
Un segundo grupo de hipótesis se centra en hechos particulares de fines
del decenio o de principios de la depresión misma. Se revela así la existencia de importantes choques económicos que ayudaron a detonar el derrumbe o agravaron su intensidad. Sin embargo, no constituyen estas
hipótesis una explicación adecuada de la depresión porque no toman
en cuenta las condiciones de la inestabilidad subyacente.
Sostuvimos que si se toma como norma el periodo anterior a la guerra
existirán razones importantes para considerar endeble la situación de la
rentabilidad de las empresas en los años veinte. Además, esta baja rentabilidad se agravó por la disminución de las ganancias retenidas en los
últimos años del decenio. Esta declinación de la rentabilidad condujo a
un comportamiento de economía que llevó a las empresas a reaccionar
con mayor vigor que lo normal ante los choques económicos, lo que explica la inestabilidad en el sistema económico. En cuanto se considera la
mala salud básica de la economía parece plausible sostener que varias
de las perturbaciones importantes desataron una recesión, y que otros
sucesos mundiales y nacionales, incluidas políticas inadecuadas durante
la depresión misma, ayudaron a agudizar el colapso.
APéNDICE
A. La tasa de ganancia 1909-1929
En este apéndice describimos nuestra metodología para la construcción de la medida de la tasa de ganancia usada en este en?ayo y hacemos algunas observaciones
generales acerca de las fuentes de los datos y de los sesgos que podrían surgir.
552
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
1. ¿Cuál medida de la tasa de ganancia debería usarse?
Creemos que la elección de la definición de la tasa de ganancia no puede determinarse a priori. La adecuación de una medida particular depende del objeto que
se estudie y de la perspectiva teórica del investigador. Además de estas dos cuestiones, deberá mantenerse la congruencia contable. Estos temas son demasiado
complejos para desarrollarlos aquí en detalle. Véase un examen más detenido de
este asunto en Duménil, Glick y Rangel (1986).
Vemos que la medida exacta de la tasa de ganancia no tiene una importancia
decisiva en términos empíricos. Como quiera que se defina la tasa de ganancia se
obtiene una declinación para el decenio de los años veinte. El cambio de la definición de la tasa de ganancia sólo puede afectar ligeramente el grado de la declinación y el momento del inicio de la declinación.
2. Fuentes de los datos sobre rentabilidad
Hemos utilizado cuatro fuentes primarias de datos para investigar la rentabilidad en el periodo anterior a 1929 en los Estados Unidos.
a) Goldsmith, 1955 (G): el volumen III de A Study of Saving in the United
States proporciona cálculos del valor de las estructuras, el equipo, los inventarios
y la tierra para diversos sectores de ja economía en precios corrientes, dólares de
1929 y valor original en libros. Las medidas descuentan la depreciación y en el
caso de la riqueza reproducible se construyen con el método llamado del inventario
perpetuo.
b) Levin, Moulton y Warburton 1934 (LMW): America!s Capacity to Consume
presenta datos sobre el ingreso para los años de 1909 a 1929. El ingreso se divide
en la contribución de nueve sectores, varios términos imputados y el total de las
ganancias retenidas. También presenta esta obra los salarios, los sueldos y las ganancias totales para los años de 1909 a 1929, así como los sueldos de las corporaciones para los años de 1927 a 1929.
o) Martin, 1939 (MAR): National Income in the United States 1899-1938,
presenta datos sobre el ingreso, los sueldos y salarios, y sobre el ingreso no corporativo desde 1899 hasta 1937. Las cifras coinciden con las de Leven, Moulton y
Warburton, y se derivan de las mismas fuentes. El problema con los datos de
Martin es la exclusión de las ganancias retenidas. Sin embargo, puede encontrarse
en Goldsmitli un cálculo de las ganancias retenidas antes de 1909.
d) Epstein, 1934 (E): en Industrial Profits in the United States proporciona
cálculos de los impuestos corporativos para los años de 1909 a 1929. Aunque estamos usando una medida de la tasa de ganancia antes de impuestos, los datos de
Epstein son importantes para determinar el efecto de nuestros supuestos acerca
de los impuestos.
e) Mage, 1963 (MAG): usamos la estimación del sueldo no corporativo equivalente que presenta Mage en The Law of the Falling Tendency of the Rate of
Profit: lis Place in the Marxian Theoretical System and Relevance to the United
States como una comprobación de nuestra tasa de ganancia. Mage construyó su
tasa de ganancia primordialmente con las mismas fuentes nuestras y obtiene un
TEORÍAS DE LA GRAN DEPRESIÓN
553
Datos originales
(Millones de dólares)
a
»>
e
<5
Año
Ingreso total a
1909
1910
1911
1912
1913
1914
1915
1916
1917
1918
1919
1920
1921
1922
1923
1924
1925
1926
1927
1928
1929
26 172
27 497
27 299
29 742
31328
30 161
33 008
41 526
48 263
50 492
57 744
62 014
47 116
53 810
62 598
64 028
69 788
70 822
70 483
73 144
75 223
Compensación^
'■
15 090
16 266
': 16 498
17 587
18 822
18 516
'
19 361
22 470
25 802
32 324
35 399
42 283
36 214
37 700
42 893
44493
46 855
49 245
49 724
50 617
53 350
Beneficio c
Capital *
11082
11231
10 801
12 155
12 506
11645
13 647
19 056
22 461
18168
22 345
19 731
10 902
16110
19 705
19 535
22 933
21577
20 759
22 527
21873
52 608
55 294
56 394
59 587
62 548
63 818
69 556
85 073
109 466
127 001
145 630
143 752
120 261
121 585
130 157
131704
135 829
138 755
141832
145 285
147 646
(LMW), pp. 152-153, cuadro 5, columna 4 más columna 3 menos columna 9.
(LMW), pp. 155, cuadro 7, columna 2.
(a) menos (b).
(G), p. 14, cuadro W-1, columnas 5, 6, 7, 11, 14, 15, 16.
perfil similar con una fuerte declinación en los años veinte. Obtiene este resultado para sus medidas antes y después de impuestos.
3. La tasa de ganancia y su descomposición (economía
privada no residencial en los Estados Unidos)
La tasa de ganancia =r ganancia/capital. La tasa de ganancia puede descomponerse en la participación de la ganancia y la razón producto-capital:
P/K = Q/KXP/Q
donde
P = ganancia,
K = capital,
Q ^ ingreso total.
S54
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
Año
Tasa de
ganancia
Razón
productocapital
Participación
déla
ganancia
1909
1910
1911
1912
1913
1914
1915
1916
1917
1918
1919
1920
1921
1922
1923
1924
1925
1926
1927
1928
1929
0.210652
0.203114
0.191527
0.203987
0.199942
0.182472
0.196201
0.223995
0.205186
0.143053
0.153436
0.137257
0.090652
0.132499
0.151394
0.148325
0.168837
0.155504
0.146363
0.155053
0.148144
0.497490
0.497287
0.484076
0.499135
0.500863
0.472609
0.474552
0.488121
0.440894
0.397571
0.396511
0.431395
0.391781
0.442571
0.480942
0.486150
0.513793
0.510410
0.496947
0.503451
0.509482
0.423429
0.408444
0.395655
0.408681
0.399195
0.386094
0.413445
0.458893
0.465387
0.359819
0.386966
0.318170
0.231386
0.299386
0.314786
0.305100
0.328609
0.304665
0.294524
0.307981
0.290775
4. Análisis de la tasa de ganancia
a) Ingreso residencial. Excluimos el ingreso y el capital residenciales de nuestra medida de la tasa de ganancia en el supuesto de que el ingreso residencial es
en gran medida un término imputado y el capital residencial no forma parte de la
Inversión del productor. Sin embargo, la inclusión de estos dos términos no modifica el patrón de la tasa de ganancia presentado en la gráfica 6.
b) El sector gubernamental. Hemos excluido el sector gubernamental del ingreso y del capital. Sin embargo, una incongruencia que podría existir es que los
empleados públicos pueden estar incluidos en nuestra estimación de los salarios
tomada de (LMW). A fin de comprobar si esto hace alguna diferencia comparamos
nuestra medida del salario con la de Douglas y Mills y obtuvimos un movimiento
similar. También construimos la tasa de ganancia con inclusión del gobierno v
descubrimos de nuevo el mismo patrón. Decidimos que a pesar de esta posible
incongruencia era preferible la exclusión del gobierno desde el punto de vista conceptual.
c) El equivalente salarial no corporativo. Nuestra medida de la tasa de ganancia no incluye un cálculo del salario no corporativo. La razón de esta exclusión
es que no pudieron encontrarse para esos años los totales para los empleados del
sector corporativo y el sector no corporativo. En cambio, comprobamos el efecto
TEORÍAS DE LA GRAN DEPRESIÓN
555
de esta omisión calculando la tasa de ganancia del sector corporativo solamente
y usando la estimación de Mage sobre el equivalente del salario no corporativo
(que es compatible con nuestros datos). Ninguno de estos cálculos cambió el patrón de la tasa de ganancia. Una opción válida para nuestro cálculo sería la inclusión de la estimación de Mage.
d) Impuestos corporativos. Hemos calculado una definición de la tasa de ganancia antes de impuestos por razones conceptuales. Sin embargo, el gobierno de
los Estados Unidos estableció en 1909 un impuesto a las ganancias y en 1913 introdujo el primer impuesto al ingreso (véase en Bogard, 1921, un examen de la
tributación en estos años). Mage y Epstein presentan cálculos de los pasivos por
impuestos de las corporaciones. Sin embargo, ambos autores demuestran que para
esos años particulares las medidas de la tasa de ganancia antes y después de los
impuestos exhiben patrones casi idénticos. El establecimiento de impuestos no explica la declinación de la tasa de ganancia a fines de la primera Guerra Mundial
(por ejemplo véase Epstein, 1934, p. 53). Por cierto, no ocurre asi después de
1929. Los impuestos explican una gran parte del movimiento de la tasa de ganancia en los años cuarenta.
e) Compatiblidad con otras fuentes. El perfil de la tasa de ganancia presentado en la gráfica 6 es compatible con todas las demás medidas de la tasa de
ganancia de estos años que conocemos: Sloan, 1936; Epstein, 1934; Mage, 1963;
Gilbnan, 1956; Mills, 1932, y Nerlove, 1932. Estos autores consideran distintos
sectores de la economía y han construido sus datos en formas diferentes. Sólo la
serie de Sloan, compilada a partir de una muestra de 136 grandes empresas, revela
una tendencia ligeramente creciente entre 1921 y 1929. Todas las demás series
de la tasa de ganancia presentan los años veinte como un periodo de baja rentabilidad.
Febrero de 1987
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